Un Ribat Interior En La Marca Media. El Caso De Talabíra
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CUPAUAM21. 1994. pp. 297-312 UN RIBAT INTERIOR EN LA MARCA MEDIA. EL CASO DE TALABÍRA SERGIO MARTÍNEZ LILLO Dpto. Prehistoria y Arqueología, U.A.M. Resumen En el presente trabajo ,se plantea el estudio parcial de una típica ciudad de frontera en la Marca Media de al-Andalus durante el período omeya. Se analiza la funciim de macílnal Talahira alahra como rihat y por consiguiente el kigar donde los -buenos musulmanes- pcxlían cumplir con el vihíid. Otro aspecto de interés es la ubicación de ciertos elementos de la ciudad como: alcazaba, acceso y puente: que proponemos pudo deberse a los conocimientos y experiencia del general muladí" Amrüs. Summary In the present paper is outlined the partial study ot' a typical frontier city in thc Middie Border of al- Andalus during the Umayyad period. It is analyzed the Itmction of nieiífinal TiilíihJni as a ríhcJl and iherefore the place where the -good muslims- cotild accomplish the yihüd. Other interesting aspect is thc location of several city's elements as: alcazaba, access and hridge: that we propose ccjuid he owing to the miiitary archi- tecture knowledge that had the general muladí' Amrüs. Uno de lo.s motivos del presente trabajo es presentar un curioso empleo del agua para la protección y defensa pasi\a de ima típica ciudad de frontera, como fue el caso de la Talabíra islámica durante los siglos IX-XIII. Durante los tres primeros siglos (ix-Xl), según nos comenta, entre otros autores, Ibn Gálib en su Farhat al-anfusJl cijhar al-An dalus (Vallvé, 1975, 378), Talabíra fue un bastión importante para el control y defensa del Tagr al-awsat contra las incursiones realizadas por los reyes cristianos. Siendo las más frecuentes las que llevaron a cabo los monarcas astur-leoneses. García I en el año 911 o 914 (Jiménez de Gregorio, 1983, 84), Ordoño II en los años 918 (Lévi Proven^al, 1950, 281) y 924 (Jiménez de Rada, 1968. 95) y Ramiro II en el año 958/959 (Jiménez de 297 Rada. 1968, 102), Asimismo, como ya ha sido comentado con anterioridad por varios au tores, la posesión de Talavera —junto con el de otros puntos de la zona toledana como Calatrava y Zorita de los Canes— proporcionaba a los monarcas omeyas de Córdoba el medio de controlar las diversas revueltas que se dieron en Toledo (González, 1975, 57- 58 y Manzano, 1989, 341-349). En los siglos posteriores (Xll-Xiii) fue jimto a otros enclaves de esta frontera como Trujillo. Toledo, Montánchez, etc., uno de los puntos que sufrió las diversas acometidas de las tropas almorávides y almohades durante las incursiones que llevaron a cabo por esta zona (Ibn IdárT, 1951 y Huici, 1959 y 1961). Por ello, pensamos que es importante tener siempre presente el ambiente de inestabilidad militar y casi permanente estado de alarma en que debieron \ ivir las gentes de e.sta parte de la Marca Media. Sin embargo, antes de entrar en esos aspectos creemos interesante mencionar algo respecto al lugar donde se situó e.sta ciudad. Al optar los ingenieros y arquitectos musulmanes por la ubicación que posterior mente dieron a esta ciudad dentro del modelo operativo ya definido por M. de Epalza (1985, 137-149), tuvieron muy en cuenta el factor del agua como sistema de defensa pa siva de toda la mculliui. Por ello, y en el momento de su anitirallamiento a mediados del siglo IX y posterior reforma del siglo x (año 936/937) ubicaron el perímetro de la ciudad de tal forma que quedase casi rodeado por completo de agua. En este sentido vemos que se siguen dinámicas de ocupación similares a los modelos operativos planteados tam bién en pimtos del Sharq al-Andalus. como son. entre otros, los casos de Xáti\'a y Ori- huela (Franco. 1991. 357-360), Así pues, tenían el río Tajo como barrera por el sur, el cauce del arroyo de la Por- tiña al oeste y norte; por último el lecho de un segundo arroyo defendía la ciudad por su lado este y parte del noreste. Con ello el habitat musulmán, y muy probablemente también el anterior romano, conseguía tener un aspecto de península o isla, tal y como comenta Ccjrnide en sus Viajes ... (Jiménez de Gregorio, 1983, l6). El nombre de este último cauce varía según los autores; el duque de Estrada halóla del río Cochino, men cionando que di,scurre al este de la población y viene a desembocar al Tajo '-alpie de ¡os muros-' (Jiménez de Gregorio. 1983. 17). Sin embargo Jiménez de Gregorio en su obra ya señalada, hace referencia al arroyo Albaladiel como el cauce que rodea Talavera por oriente (1983, 65 y 75). por lo tanto es muy posible que estemos ante un cauce fluvial con dos denominaciones distintas. Del aspecto que debió ofrecer esta villa fortificada en determinados momentos de su historia, como por ejemplo el asedio realizado por Alfonso VI, contamos con el co mentario de Fray Andrés Torrejón (mediados del s. xvii). Por los datos que nos propor ciona sabemos de las distintas obras defensivas y de la existencia de un foso que se lle naba con agua; •• ... habían reparado sus murallas de torres muy juntas y bajas puertas, angostas y bien guardadas, ante el primero y segundo recinto había una caba que se lle naba de agua- (^Jiménez de Gregorio, 1983, 87). 298 Esta breve descripción de la TalaliTra taifa nos conduce de nuevo a uno de los mo tivos de este trabajo de investigación. En concreto nos referimos a la utilización, en esta ciudad toledana, de una presa que provocaba que el agua del río Tajo quedase retenida, llegando así la corriente al borde mismo de las murallas en el sector más meridional de esta fortaleza. En relación a este aspecto, cabe mencionar —a modo de hipótesis— que al estar los cauces de los dos arroyos secos o con poco caudal, durante la época estival, es posible que su lecho seco se llenase con el agua retenida por la presa. Así estaríamos ante una especie de embalse que mantendría un nivel homogéneo de agua en el anillo que rodeaba la fortificación talaverana. Con ello tendríamos una función más (medio de fensivo) de este espacio pliirífiíncioiial urbano C]ue es el agua y que deberíamos por lo tanto añadir a las ya propuestas de «... captacióu, tniusporte. cihnaceiiarnioUo. clistríhii- ció)iy elimi)uició)i. .... (Epalza, 1991. 21-22). Un aspecto que, hoy por hoy, es muy difícil saber, es si la misión de la presa era exclusivamente retener el agua hasta que ésta llegase al borde de la muralla sur. o p<jr el contrario y como parece más lógico, tuvie.se también un importante papel agrícola (norias, captación para acequias, irrigación por inundación); utilidades que podrían al terarse ante la llegada de huestes enemigas. El uso de represas con el fin de obtener un volumen de agua considerable y funcionar como "repartidores», lo tenemos documenta do en alguna población del levante peninsular como fue el ca.so de Orihuela. acertada mente estudiada por F. Franco (1988, 38 y 49). Asimismo, y como también debió ocurrir para el caso de la Talabíra omeya. las norias y cenias obtendrían de esta represa el agua necesaria para el recinto urbano (Franco, 1988, 38). Esta óptima situación de la ciudad. pen.samos se completaría con otra serie de me didas que aumentaban el \alor del agua como complemento para la defensa de sus mu ros. Entre otras estaría el excavar y mejorar artificialmente el lecho seco de los arroyos mencionados. Otra referencia ilustrativa del uso de esta presa con el ñn ya comentado, la tenemos en las diversas versiones sobre la campaña que realizó el emir almorávide Alíb. Yüsuf en los años 1109/1110 por tierra de Toledo. La fecha varía según el autor de la crónica o el editor del texto: — Ibn Idárí en su Bciyau al-Mii^í>nh. termos que tratan sobre las dina,stías norteafri- canas, traducido por Huici Miranda (1959. 77-122 y Bo.sch. 1956, 184-185). — Ibn al-Qattán en su iXcizm cil-yuniaii (Ibn IclárT. 1951, 151). Según estas fuentes el día 13 de ago.sto del año 1109 (503 H.) el ejército almorávide con su emir al frente llegó y acampó delante de las murallas de Talavera. en esos mo mentos en manos cristianas desde su toma por Alfonso VI en 1085. E.se mismo día .se lleva a cabo el primer asalto sin éxito por la imposibilidad de acercarse las tropas a la muralla debido al desmesurado nivel cjue tenía el río. gracias a la existencia de ima presa —aguas abajo— que pro\ocaba el estancamiento del agua al pie de los muros. Al día siguiente la presa fue destruida con lo que el nivel del río disminuyó hasta el pimto de 299 permitir el acceso franco a las murallas. El mismo día fue asaltada la cerca de la ciudad, refugiándose algunos de los defensores cristianos en el alcázar (antigua alcazaba). Por la noche, y ante el oscuro panorama que tendrían los refugiados al siguiente día deciden huir. Según al-Bayán al-mugrib los cristianos recluidos en ese bastión optan por descol garse por los muros de la alcazaba logrando huir a través del campamento norteafricano (Huici, 1963, 122-123). Por el contrario el, Nazm al-yuman umn refiere que los sitiados, tras ponerse el litám (típico velo utilizado por los guerreros almorávides), huyen a ca ballo perseguidos por los sitiadores (Ibn Idárl, 1951, 102). Por lo tanto, de los textos consultados se desprende que la zona de muralla pro tegida por el agua sería, por lo menos, toda la existente en el sector meridional, que co rresponde a la actual Ronda del Canillo, el flanco oriental (río Cochino o Albaladiel), y el occidental así como parte del septentrional (arroyo de la Portiña).