TIQUISIO: MEMORIAS DE UNA LUCHA POR LA DEFENSA DE LA VIDA Y LA PERMANENCIA EN EL TERRITORIO.

Presentado por:

CAMILA ANDREA SAIZ SÁENZ

Director:

JEFFERSON JARAMILLO MARÍN

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

FACULTAD DE SOCIOLOGÍA

TRABAJO DE GRADO

COLOMBIA

2015

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Resumen

El presente trabajo de grado busca comprender, bajo una perspectiva sociohistórica, la relación existente entre la transformación de las dinámicas de guerra regional, las disputas por el territorio y el surgimiento de procesos organizativos y liderazgos comunitarios en el municipio de Tiquisio, ubicado en el sur del departamento de Bolívar (). Para esto, se presentará la reconstrucción de la historia de vida de ocho líderes comunitarios de este municipio, elaboradas mediante la metodología de observación participante y entrevistas a profundidad, que permitirán rastrear la transformación de estas categorías temporal y espacialmente y la forma en la que éstas transformaciones han influenciado el desarrollo de Tiquisio, así como en la cotidianidad e imaginarios colectivos de sus pobladores. Asimismo, este trabajo busca aportar a la construcción de la memoria histórica de la comunidad que habita este territorio.

Palabras clave: Dinámicas de guerra, disputas por el territorio, procesos organizativos, liderazgos comunitarios, Tiquisio, imaginarios colectivos, historia de vida, memoria histórica.

Abstract

This thesis looks forward to understand, under an historical perspective, the relationship between the transformation of the regional dynamics of war, disputes over territory and the emergence of organizational processes and community leaders in the town of Tiquisio located in southern Bolivar department. For this, the reconstruction of the life history of eight community leaders of this town will be presented, prepared using the methodology of participant observation and depth interviews, which will trace temporarily the transformation of these categories and how these changes have influenced the development in Tiquisio, the everyday life and collective imaginaries of its inhabitants. As well this thesis aims to contribute in the construction of the historical memory of the community that habitats this territory.

Key words: dynamics of war, disputes over territory, organizational processes, community leaders, Tiquisio, collective imaginaries, life history, historical memory.

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Agradecimientos

Al Servicio Jesuita a Refugiados Colombia, especialmente al Equipo Regional Magdalena

Medio, por darme la oportunidad de conocer Tiquisio, por el respaldo y la confianza depositada en la realización de este trabajo y por la innumerable cantidad de aprendizajes que me llevo del trabajo allí y de todas las personas que me acompañaron durante este proceso. A la Pontificia

Universidad Javeriana, por brindarme los medios, el aval y el apoyo para hacer este trabajo posible. A Jefferson Jaramillo por creer en este trabajo desde el comienzo, pues sus gestiones, sugerencias y correcciones fueron indispensables para hacer esto posible.

A mi madre, mi padre y mis hermanos, porque el haber llegado hasta acá es fruto de su gran esfuerzo, ejemplo y amor, por haber compartido desde siempre mis triunfos y haber sido mi mayor apoyo en los momentos difíciles, especialmente durante mi estadía en el Magdalena

Medio. A Estefanía Prieto, porque gran parte de esta travesía sociológica la labramos juntas, desde las aulas de clase hasta el día que emprendimos juntas el viaje hacia el Magdalena Medio; por ser una gran amiga, una gran compañera de estudios y una gran colega. A María Alejandra

Rendón, por ser mi mano derecha durante todo este proceso; por su paciencia, su dedicación y porque su apoyo en la sistematización y redacción de este trabajo fue imprescindible.

A los protagonistas de los relatos, a sus familias y a todas las personas que contribuyeron a la elaboración de este trabajo, por abrirme las puertas de su casa, de sus vidas y de su memoria, por toda la confianza y el cariño que me entregaron, porque los aprendizajes y recuerdos que me llevo de Tiquisio son invaluables. Infinitas gracias, este trabajo les pertenece.

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Tabla de contenido

Resumen…………………………………………………………………………………………..3

Abstract…………………………………………………………………………………………...3

Agradecimientos………………………………………………………………………………….4

Tabla de ilustraciones……………………………………………………………………………7

1. Introducción…………………………………………………………………………….11 1.1 La construcción del problema de investigación, los antecedentes de la discusión y la justificación del trabajo………………………………………………………….15 1.2 Trayecto metodológico y apuestas éticas en terreno……………………………...20 1.3 La elaboración del texto y su estructura…………………………………………..31

2. Disputas por el territorio……………………………………………………………….34 2.1 Yo recuerdo con nostalgia lo que era Tiquisio……………………………………34 2.1.1 Los militares nos tachaban de guerrilleros y los guerrilleros de informantes del ejército……………………………………………………………………….36 2.1.2 Las organizaciones defensoras de derechos humanos y los actores armados empezaron a reconocernos…………………………………………………...42

2.2 Los Hermanos Turizo: Entre la tradición y el despojo…………………………..47 2.2.1 El man llegó por acá diciendo que esas tierras eran de él y que nosotros éramos unos invasores……………………………………………………….50 2.2.2 Yo soy Pedro Turizo y estoy aquí en representación de mi hermano……….53

3. Dinámicas de la guerra…………………………………………………………………58 3.1 Lidis Camargo: La Caminante…………………………………………………….58 3.1.1 Yo le dije que yo no me quería parar a ver cómo mataban a otro inocente….61 3.1.2 Uno no tiene la vida comprada, entonces mejor perderla intentando lograr un mejor futuro………………………………………………………………….65

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3.2 Emiro Sánchez: La incansable lucha por la ventura…………………………….69 3.2.1 Ya después yo dejé de viajar en canoa, porque estaba cansado de que siempre me pasara lo mismo………………………………………………………….72 3.2.2 En Tiquisio somos los que tienen la situación más templada ahora………...77

3.3 Segundo e Isabel: Entre el amor y la guerra……………………………………...82 3.3.1 Yo creo que aquí varias personas murieron del corazón, ¿oyó?...... 85 3.3.2 Tanta guerra que ha habido para venir a morirse el pelado en manos de esos canallas……………………………………………………………………….89

4. Resistencia pacífica y organización comunitaria……………………………………..95 4.1 El día que mataron a Marciana……………………………………………………95 4.1.1 Nadie encontró justificación para que hubieran matado a mi muchacha……98 4.1.2 A todo ese grupo de gente que se organizó después de la muerte de mi hija le pusieron como nombre Proceso Ciudadano por Tiquisio…………………..100

4.2 Miguel Cárdenas: El Intermediario……………………………………………...103

4.2.1 Nosotros no conocíamos ninguna guerrilla, entonces los confundíamos con carabineros porque venían montados en bestias……………………………105 4.2.2 Nosotros ya estábamos organizados y dispuestos a jugarnos la ficha por ayudar a la comunidad……………………………………………………...108

4.3 Rafael Gallego: Entre la parroquia y la violencia……………………………….116 4.3.1 Como era el párroco la gente me buscaba mucho para apoyarlos en cosas sociales……………………………………………………………………...119 4.3.2 Esto es una cosa que uno hace por convicción, por eso a pesar de que a veces me canso, acá sigo y acá voy a seguir………………………………………125

5. Consideraciones Finales………………………………………………………………139

Bibliografía…………………………………………………………………………………….137

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Tabla de ilustraciones

Figura 1. Mapa del municipio de Tiquisio, Bolívar……………………………………………..9

Figura 2. Mapa del Magdalena Medio. Fuente: Servicio Jesuita a Refugiados………………...10

Figura 3.Caminos Tiquisianos…………………………………………………………………..11

Figura 4. Johnson en Puerto Rico, Tiquisio……………………………………………………..13

Figura 5. Transportes tiquisianos………………………………………………………………..21

Figura 6. Ever Pérez en Aguas Frías……………………………………………………………..34

Figura 7. El Saltillo de Aguas Frías…………………………………………………………...... 36

Figura 8. Ever y la protección contra minas antipersona……………………………………...... 44

Figura 9. Pedro Turizo………………………………………………………………………...... 47

Figura 10. La casa de Pedro en Villa Doris……………………………………………………...51

Figura 11: Los responsables. Fuente: Diario El Propio, 13 de Noviembre de 2014……………55

Figura 12. Lidis Camargo………………………………………………………………………..58

Figura 13. La casa de Lidis en La Hamaca……………………………………………………...60

Figura 14. Lidis sobando a una vecina………………………………………………………...... 66

Figura 15. Lidis vendiendo pescado……………………………………………………………..68

Figura 16. Emiro Sánchez……………………………………………………………………….69

Figura 17. Emiro Ordeñando…………………………………………………………………….73

Figura 18. Emiro en el trapiche………………………………………………………………….76

Figura 19. Emiro en el aniversario del Proceso Ciudadano por Tiquisio…………………….....79

Figura 20. Segundo e Isabel…………………………………………………………………...... 82

Figura 21. Segundo y su mula en Villa Doris…………………………………………………...86

Figura 22. Uno de los hijos de José Segundo……………………………………………………90

Figura 23. La sepultura…………………………………………………………………………..92

Figura 24. El Coco Tiquisio…………………………………………………………………...... 95

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Figura 25. La tumba de Marciana Araujo……………………………………………………….99

Figura 26. Doceavo aniversario del Proceso Ciudadano por Tiquisio………………………....100

Figura 27. Miguel Cárdenas……………………………………………………………………103

Figura 28. Miguel en Puerto Coca……………………………………………………………..106

Figura 29. Diploma de la Escuela Campesina……………………………………………….....111

Figura 30. Cumpleaños del padre Rafael Gallego en Aguas Frías……………………………..116

Figura 31. Rafael Gallego en el Seminario…………………………………………………….118

Figura 32. Atardecer en la parroquia del Coco Tiquisio……………………………………….121

Figura 33. Los líderes haciendo carteleras del Proceso Ciudadano por Tiquisio……………...127

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Figura 1. Mapa del municipio de Tiquisio, Bolívar.

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Figura 2. Mapa del Magdalena Medio. Fuente: Servicio Jesuita a Refugiados.

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1. Introducción

Tuve la oportunidad de conocer Tiquisio1 en agosto de 2014, en el marco de mi pasantía con el Servicio Jesuita a Refugiados (SJR), equipo regional Magdalena Medio. Lo primero que llamó mi atención sobre este lugar, ubicado en las faldas de la Serranía de San Lucas, fue la dificultad para llegar hasta allí, lo que da cuenta del abandono y descuido estatal en el que se encuentra la zona rural del sur de Bolívar; la forma más rápida para llegar hasta Tiquisio desde

Barrancabermeja (ciudad en la que me encontraba viviendo pues allí se ubica la oficina del SJR) es tomando un bus hasta Aguachica, en un recorrido de tres horas y media, para después tomar un carro hasta La Gloria, donde tras un viaje de hora y media se debe embarcar una chalupa y navegar durante media hora por el río Magdalena hasta el municipio de Río Viejo, para finalmente abordar una moto que me conduciría hasta Tiquisio por vías sin pavimentar durante tres horas más.

Figura 3. Caminos Tiquisianos.

1 “El nombre “TIQUISIO” es un homenaje al legendario Cacique TIQUE, quien gobernaba su asentamiento humano en la región, en tiempos inmemoriales. El Municipio de Tiquisio fue creado el 13 de diciembre de 1994 mediante ordenanza 030 de la Honorable Asamblea Departamental De Bolívar, desprendiéndose del Municipio de ”. (Plan de desarrollo del municipio de Tiquisio 2012-2015) 11

Al llegar, me encontré con un municipio con una enorme riqueza natural: está bañado en sus márgenes por el río Magdalena y el río Cauca, y en el interior por innumerables caños y quebradas que atraviesan sus corregimientos y veredas, inmensas extensiones de cultivos y tierras en las que resalta el verde de una vegetación espesa a pesar del calor sofocante que caracteriza esta región del país. En esta región sobresale una variedad de especies animales que salen a la vista incluso durante los recorridos en moto, entre ellos, pájaros de todos los tamaños y colores, serpientes, iguanas, micos y distintos animales de monte. Lo más impactante para mí fue la calidez de sus habitantes, quienes a pesar de la desconfianza y discreción que los ha obligado a tener la guerra, siempre nos recibieron con los brazos abiertos y una gran sonrisa.

Lo anterior contrasta fuertemente con la situación de pobreza en la que habita la mayor parte de sus aproximados 20.874 pobladores2; casas hechas de madera, con piso de tierra y en la mayoría de los casos sin acceso a servicios básicos como luz eléctrica, alcantarillado, agua potable o señal de celular. Es cierto que es un municipio en el que aproximadamente 90% de su territorio se clasifica como rural, sin embargo, la ruralidad se enfrenta y tensiona con la idea de bienestar, puesto que es evidente que la precariedad de las condiciones en las que viven los habitantes de Tiquisio no responde a las características del territorio sino a un evidente descuido por parte de una gobernación que tiene los recursos suficientes para cubrir las necesidades básicas de estas comunidades, pero que al haberse visto permeada históricamente por la corrupción, ha desviado el dinero que le corresponde a este municipio por concepto de regalías3 al ser un municipio dedicado en gran medida a la extracción aurífera. El panorama ante mis ojos

2 Dato extraído del plan de desarrollo municipal de Tiquisio 2012-2015.

3 El presupuesto total destinado a Tiquisio para 2015 – 2016 es de 3.645’064.869 pesos. Sin embargo, situaciones como la problemática educativa que se vive en todo el sur de Bolívar, asociada a corrupción por subcontratación, hacen que estos recursos en muchos casos se muestren como ejecutados, pero al enfrentarse con la realidad del municipio se evidencia que estos han sido desviados. 12 como investigadora es que los ciudadanos que habitan el territorio de Tiquisio han sido vulnerados en muchos de sus derechos esenciales.

Otra particularidad que resalta, es que a lo largo de las aproximadas 76.200 hectáreas que abarca su jurisdicción se encuentran individuos que han llegado al municipio desde diversas regiones del país, la mayoría de ellos víctimas de desplazamiento a causa del conflicto armado.4

En este sentido, una importante característica de Tiquisio es la variedad cultural y étnica de sus pobladores. Tiquisio es testigo de los múltiples caminos que han labrado quienes se han asentado en este territorio, cuya característica común es haber sido víctimas del conflicto armado, político y social, en la mayoría de los casos de forma directa, habiendo sufrido desplazamientos forzados, atestiguado masacres, bombardeos, combates, secuestros y otros hechos característicos de las dinámicas de nuestra guerra. Tiquisio, es como gran parte de las zonas del país, objeto de interés para los actores armados, no sólo por la riqueza en recursos naturales (al estar situado en la mayor reserva aurífera del país) sino por ser un punto estratégico de movilidad de economías ilícitas hacia el interior del país y hacia la costa.5

Figura 4. Johnson en Puerto Rico, Tiquisio.

4 Muchos de los actuales habitantes de Tiquisio han llegado desde otros municipios del sur de Bolívar. También encontré que una buena parte de los habitantes había migrado a Tiquisio desde el departamento de Sucre y el Catatumbo, principalmente.

5 Tiquisio se encuentra a unos aproximados 460 kilómetros de Cartagena (capital departamental), donde se llega utilizando primero transporte fluvial y luego carretera desde Magangué. 13

A pesar del panorama tan desolador que encontré en Tiquisio a primera vista, durante las distintas visitas que realicé a este municipio durante el año 2014 tuve también la oportunidad de conocer a un grupo de líderes sociales que se encargaron -quizá sin darse cuenta- de cambiar mi percepción sobre este lugar. Ellos despertaron en mí un interés particular por el territorio y por la comprensión del porqué de sus características sociales y estructurales; fueron ellos mismos, a través de sus relatos, quienes brindaron las claves sociohistóricas y la forma más adecuada de plasmarlo en el texto.

El interés por la indagación alrededor de esta zona, surgió gracias a las conversaciones informales que mantuve con varios de estos personajes en los tiempos intermedios que había entre las actividades que desde el SJR llevábamos programadas para trabajar con la comunidad.

Fue en esos espacios donde me contaron diversas anécdotas de su vida personal y de su rol en la comunidad; estos espacios a su vez condujeron a enterarme de que en este municipio existía algo llamado Proceso Ciudadano por Tiquisio6, una experiencia de resistencia pacífica y organización comunitaria que surgió del miedo, pero también de la necesidad de resistencia a los hostigamientos que estaban sufriendo los pobladores de Tiquisio a causa de la presencia simultánea de las FARC, el ELN, el ERP, las AUC y el Ejército Nacional en el municipio. En medio de estas conversaciones, pude vislumbrar que la llegada de cada uno de estos actores con sus lógicas propias había transformado no sólo la cotidianidad de los pobladores civiles del territorio, sino también sus actividades económicas, que están estrechamente ligadas a las históricas disputas por el territorio entre los distintos actores que hacen presencia en Tiquisio.

6 La experiencia del Proceso Ciudadano por Tiquisio se puede conocer con mayor detalle en el capítulo “Tiquisio: un territorio de paz, resistencia y lucha por la vida”, del texto Territorio: Vida, dignidad y esperanza de los pueblos (CINEP, 2007) 14

1.1 La construcción del problema de investigación, los antecedentes de la discusión y

la justificación del trabajo.

A partir de este contexto, encontré que en Tiquisio existía una estrecha relación entre tres categorías principales: dinámicas de guerra, disputas por el territorio y procesos de resistencia.

La razón para priorizar y problematizar estas categorías surgió en un diálogo constante entre la reflexión teórica, los datos encontrados en terreno, los intereses y expectativas de los protagonistas y mis intereses investigativos. A partir de esto me di cuenta de que estas categorías enmarcan la relación entre distintos procesos estructurales asociados al conflicto armado, histórico y social nuestro, pero también al abandono estatal en el que se encuentra Tiquisio.

Un abandono que también se traduce en impotencia y desesperanza para muchos pero que no termina anulando del todo la capacidad de agencia, tanto individual como colectiva de los actores en el territorio. Es decir, aunque las disputas por la tierra y el conflicto armado se fueron revelando casi como procesos estructurales, siguiendo la tradición sociológica, que constriñen e influyen en la capacidad de agencia de los individuos, pero por otra parte, logré percibir que estas acciones individuales y colectivas -en especial aquellas de resistencia pacífica- repercuten de forma directa en el rumbo que han tomado tanto el conflicto como las disputas por la tierra en el contexto regional. Así, al analizar estas relaciones en doble vía de estructuración7, logré armar un mapa sobre las diversas tensiones en el territorio, pero también de la relevancia que éstas han tenido en la determinación del desarrollo político, económico y social de Tiquisio.

7 El concepto de estructuración es entendido en esta investigación a partir de la Teoría de la Estructuración del sociólogo británico Anthony Giddens, en la que propone que a pesar de que la acción individual está constreñida por las características de la estructura, los individuos poseen una capacidad de agencia que les permite actuar con cierta autonomía (al ser reflexivos frente a sus acciones) y, además, que esta capacidad de agencia de los individuos crea procesos que influyen en la constitución de la estructura misma. Esta discusión se amplía en el libro La constitución de la sociedad: bases para la teoría de la estructuración, de Anthony Giddens (1995). 15

En la construcción del problema de investigación, logré identificar a partir de algunas lecturas y pesquisas de material secundario, que cuando estaba pensando en dinámicas de guerra en

Tiquisio, estaba asociando a estas todas aquellas estrategias económicas, políticas y militares propias de cada actor armado presente en el territorio. Lo central aquí es que estas estrategias se caracterizan por tener una “extensión en el tiempo, [por una serie de] transformaciones en los mecanismos de violencia de los actores armados y [por] el entrecruzamiento de múltiples tipos de violencia” (CINEP, 2007 p. 31).

Por disputas por la tierra, logré percibir aquellas disputas y tensiones entre dos o más actores

(armados o civiles) por la apropiación, manejo o control de los recursos territoriales. Retomando aquí a Darío Fajardo8, estas tensiones ocurren en torno a recursos fundamentalmente imbricados para las comunidades: Tierra y territorio, que además “son conceptos íntimamente relacionados

(…)[en tanto] la tierra se entiende [como] la base física y productiva de un territorio (…) y el territorio se entiende [como] el conjunto y representaciones que se construyen a partir de la tierra” (p. 21).

La lectura de Fajardo permite comprender que en Tiquisio las disputas no son única y exclusivamente en torno a la propiedad, sino también al control de los recursos naturales, sociales y de movilidad, así como a los imaginarios colectivos en torno al territorio. Además, en

Tiquisio está en juego lo que Meertens y Machado llaman, en el informe La Tierra en Disputa

(2010), geografías imaginadas, es decir, “lo vivido [por las comunidades] en [ciertas] subregiones, construidas desde la memoria de sus habitantes como territorios, de modo simbólico y material en sus múltiples relaciones sociales, económicas, políticas y culturales, y transformadas en la medida en que la sociedad modifica sus elementos de identidad y de

8 Fajardo, D (2002) Tierra, poder político y reformas agraria y rural. ILSA, Bogotá. 16 representación simbólica, a partir de disputas y negociaciones en torno a la tierra, los espacios públicos y los recursos naturales. (p.42)

El anclaje teórico en estas lecturas fue entonces llevándome a considerar a Tiquisio como un territorio imaginado y no sólo como un espacio físico, es decir, como un lugar de memorias y de afectos, en el que se han forjado muchos de los valores identitarios de quienes lo habitan. En este sentido, las disputas por la tierra no persiguen únicamente un fin económico, sino múltiples intereses de carácter cultural y simbólico para los actores que hacen presencia allí.

Finalmente, en este trayecto de construcción del problema, me encontré con la categoría de procesos de resistencia. Tanto el trabajo de campo en Tiquisio, como la lectura de alguna literatura secundaria que habla del tema, ayudaron a perfilar que cuando hablo de resistencia estoy pensando en todos aquellos “procesos e iniciativas desarrolladas por las comunidades (…)

[como] forma de autorreconocimiento con varios significados, que varían también en complejidad. (…)[Estos significados] van desde el hecho sencillo de permanecer en el territorio, permanencia inequívocamente entendida como el disfrute individual y colectivo del derecho a ser libres, hasta los procesos que involucran la toma de decisiones y el autogobierno en las comunidades, definidos por algunas como “poder popular”. En todos los casos, la resistencia sólo es posible con un trabajo colectivo que a su vez posibilita las dinámicas organizativas en las comunidades” (CINEP, 2007). A partir de esta definición, se entenderán como resistencia los procesos organizativos que han surgido como respuesta al conflicto armado interno, pero también las acciones particulares e individuales de los habitantes de Tiquisio por permanecer en el territorio, exigir el respeto de sus derechos y confrontar pacíficamente a los actores armados.

Es importante resaltar que estas categorías emergentes no deben ser vistas a lo largo de este trabajo de modo causal o lineal, sino quizá como hilos que se entrelazan y que dependen uno del otro para formar un tejido que los abarca y los transforma, pero en el cual cada uno juega su

17 propio rol. En este orden de ideas, analizar la forma en la que se han entretejido estos elementos, bajo una perspectiva sociohistórica y con un enfoque de relato en las voces de los protagonistas de las ocho microhistorias de las que más adelante hablaremos, permitirá no sólo comprenderlos como factores aislados, sino obtener una especie de radiografía o lectura general de la realidad social de Tiquisio a través del tiempo y de los sujetos. Estas tres categorías, por decirlo así, condensan los principales determinantes del desarrollo económico, político y social de este municipio en las últimas décadas.

Ahora bien, en la construcción del problema de investigación me encontré con varios desafíos. Uno de ellos tuvo que ver con los referentes bibliográficos, ya no solo los teóricos con los que me ayudé para construir las categorías, sino aquellos que me hablaran en general sobre la región del Magdalena Medio y específicamente los que hablaran de Tiquisio. Aquí me topé con que la mayor parte de las referencias que se han hecho desde las ciencias sociales en torno a esta región y a este municipio, se enfocan en la recopilación y sistematización de hechos victimizantes, o en las dinámicas de guerra pero sólo desde la perspectiva de los actores armados. En esta dirección, por ejemplo, textos como Conflictos, Poderes e Identidades en el

Magdalena Medio (2006), publicado por el CINEP, reconstruyen la historia del conflicto en esta región durante el periodo comprendido entre 1990 y 2001. Otro ejemplo de esto, es el texto En

Medio del Magdalena Medio, del sociólogo colombiano Alfredo Molano, en el que se recoge las experiencias y proyectos realizados por el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio en la región. Si bien son textos muy generales, la utilidad de estos trabajos radicó en su capacidad para contextualizarme con la región y las dinámicas del conflicto en ésta.

El asunto problemático para mí resultó en tanto la mayor parte de los textos producidos se han enfocado principalmente en municipios como Barrancabermeja, San Pablo y Puerto

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Wilches, los cuales históricamente han tenido un protagonismo en el desarrollo de la región, dejando de lado o mencionando muy somera o superficialmente las problemáticas y configuraciones existentes en municipios como Tiquisio. Escasamente cuando este municipio es mencionado se lo hace en el marco de informes y sistematizaciones hechas por organizaciones como la Defensoría del Pueblo. Un ejemplo de esto resulta ser precisamente el documento

Riquezas naturales y miseria social. Crímenes de lesa humanidad en el sur de Bolívar, 1966-

2001, en el que se reconstruye a profundidad la transformación del conflicto y los hechos de violencia asociados a este en distintos municipios del departamento. Este trabajo básicamente da a conocer tanto los hechos victimizantes como los distintos actores armados al margen de la ley que han hecho presencia en el municipio de Tiquisio durante estas décadas.

Respecto al municipio propiamente, en las búsquedas realizadas se encontró la Reseña histórica de la vereda de Aguas Frías (2004), así como la sistematización del proyecto

“Construcción de un espacio campesino humanitario hacia la paz y el desarrollo integral en la zona de Tiquisio”, realizado en el año 2008 en el marco del Proceso Ciudadano por Tiquisio.

Otro desafío importante para mí como investigadora fue el enfrentarme a una zona en la que no existe hasta el momento un acercamiento de carácter etnográfico que permita la aproximación a las experiencias y relatos de los habitantes de Tiquisio, específicamente sobre sus procesos de resistencia, dado que como mencioné arriba, la mayoría de las elaboraciones realizadas se han enfocado en la sistematización de los hechos de victimización y en los patrones y lógicas de guerra en los denominados municipios emblemáticos del sur de Bolívar (como los mencionados anteriormente). Tiquisio pareciera existir como un lugar más en la geografía de la guerra y en la memoria de sus habitantes, pero no en los anales de la historia nacional.

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Un tercer desafío fue el enfrentarme al tema de la historia de vida como referente analítico y como marco metodológico. Aunque más adelante me detengo un poco más en esto, fue importante en este proceso de construcción del problema de investigación entender la conexión entre dinámicas de guerra, disputas por la tierra y procesos de resistencia en clave de la voz de los sujetos. Esto me llevó a aproximarme a ciertas miradas sobre las historias de vida de personajes representativos como método de análisis e investigación. En este desafío fue de gran utilidad encontrarme con el trabajo de Juan Gregorio Palechor: historia de mi vida (2006) de

Myriam Jimeno, o las elaboraciones de Alfredo Molano en textos como Desterrados (2005) en el que recoge los relatos e historias de vida de distintos individuos víctimas del desplazamiento forzado en el país, o con Trochas y Fusiles (1994) en el que este autor reconstruye la historia del surgimiento de las FARC a través de los relatos de sus integrantes y personas que estuvieron involucradas en este contexto. Asimismo, fue motivante el trabajo de Orlando Fals Borda sobre

Mompox y Loba en Historia Doble de la Costa pieza clave como referente sobre la elaboración de historias de vida como método de análisis en esta región del país. La utilidad que encontré en todos estos textos fue precisamente en ayudarme a evidenciar el potencial que tienen las narrativas de los sujetos para describir los fenómenos sociales al ubicarlos en el tiempo y en el espacio.

1.2 Trayecto metodológico y apuestas éticas en terreno.

Cuando me referí anteriormente a que fueron los mismos líderes quienes me dieron la pista acerca de cuál debería ser la estrategia metodológica para proceder, lo dije por dos razones: la primera porque fue justamente gracias a sus relatos que surgió el interés por leer el contexto desde las voces de los sujetos comunitarios debido a que encontré la memoria como una forma de dignificación de las víctimas, la segunda se relacionó con la necesidad de adentrarme en el

20 territorio y escuchar las narrativas de sus habitantes para comprender la relación entre las categorías de análisis establecidas.

Figura 5. Transportes tiquisianos.

Como dije anteriormente, la primera razón surgió de la evidente -y en algunos casos expresa- necesidad de estos personajes de contar su historia, de explicar cómo la guerra había transformado el tejido social y afectivo de su comunidad y sus trayectorias de vida, para poder así reivindicar su pasado y su presente ante una realidad que los mantiene olvidados y segregados, se presentó ante mí casi como un compromiso personal; lo académico se tornó en un desafío ético. En estos relatos encontré no solo una especie de “nostalgia” comunitaria por lo perdido o incluso desazón por lo no logrado nunca, sino también una experiencia ejemplar de resistencia y liderazgo que merecía ser contada no solamente por lo interesante que resulta, sino comprendiendo “la memoria como fuente de justicia y reivindicación de esas vidas frustradas”

(guerrero, p. 36).

En este sentido, la reconstrucción de los relatos de estos personajes se me presentó como una forma de reconocer el esfuerzo que han hecho no sólo por ellos mismos sino por su comunidad,

21 una herramienta para reconocer en ellos -y ayudar a que se reconozca- la humanidad y el valor que poseen, de hacer un esfuerzo por volver las miradas hacia Tiquisio, un municipio que el propio Estado se ha encargado de mantener en el abandono.

Ahora bien, en el recuento de este trayecto metodológico resulta clave referir cómo en el prólogo del libro Los años del tropel (1985), de Alfredo Molano, encontré una importante razón para utilizar las historias de vida y la reconstrucción de la memoria histórica como una herramienta de análisis sociológico:

“…los relatos, tal como han sido construidos, contienen todos los elementos requeridos para el análisis, con una integración prestada por el escritor, pero fiel a la versión oral integrada por el protagonista. El trabajo del lector se alivia, porque no se le somete a la prueba insípida de armar un rompecabezas con base en cientos de cuadros estadísticos y en esquemas de variables sueltas a fin de reconstruir una realidad despedazada por un intermediario ajeno a los hechos. Los testimonios aquí presentados conservan la frescura de la tragedia hasta donde es posible conservarla en el recuerdo del protagonista” (p.12)

A partir de esto posicioné la idea de que el relato puede ser útil académicamente y potente ética y políticamente. La historia de vida además, resulta clave tanto para el análisis sociológico como para la reconstrucción de la memoria histórica. Fue esto lo que condujo a enfocarme en comprender la forma en la que se tejen los relatos comunitarios sobre los impactos del conflicto armado en una comunidad y los procesos de resistencia que surgen como respuesta a éste.

Para efectos de este trabajo es clave mencionar que no me interesó ver la memoria histórica como una taxonomía de hechos victimizantes, puesto que ya se han hecho varios trabajos al respecto tanto desde la academia como desde las organizaciones defensoras de

22 los derechos humanos, sino comprendiendo la memoria histórica como una forma de dignificar a las víctimas, reconociendo los hechos violentos, pero enfocándose en la manera en la que estas personas han tejido su proyecto de vida tanto individual como comunitario a pesar de estar inmersos en la guerra.

A partir de esta idea, fue de gran utilidad encontrarme con la idea de “memoria transformadora”, desarrollada por Jefferson Jaramillo en varios de sus trabajos, a partir de la cuál propone “analizar si conviene seguir presos de las memorias de la victimización o abocarse a unas memorias transformadoras además, considerar la fuerza performativa de los símbolos culturales en una etapa posconflicto” (p. 29). La “memoria transformadora” pone en tela de juicio la memoria histórica como remembranza de la violencia, proponiendo un nuevo enfoque en el que se reconozcan los hechos victimizantes, pero se emplee la memoria como un potenciador de las capacidades comunitarias o un afianzador de tejidos sociales a partir de la reconstrucción de los procesos de resistencia y las experiencias en que las comunidades han logrado anteponerse al conflicto y continuar con su trayecto. De este modo, la intención de esta investigación es contribuir a la reconstrucción de memorias transformadoras.

En dicho proceso también encontré positivo entender que la elaboración de historias de vida debe ser un proceso juicioso en el que se contrasten los relatos con fuentes secundarias, puesto que al ser empleada también como una herramienta para la construcción de conocimiento válido para las ciencias sociales, se debe procurar mantener la “fidelidad” de éstos relatos, pero sin perder la objetividad histórica de la narrativa, como diría Paul Ricoeur (2000): “Entre el voto de fidelidad de la memoria y el pacto de verdad en historia, el orden de prioridad es imposible de decidir. El único habilitado para ello es el

23 lector, y en el lector, el ciudadano” (p. 26). Este debe ser un punto de partida esencial para la construcción de memoria histórica, de modo que no se legitime en esta un único discurso, sino que permita contrastar los hechos sociales con los imaginarios comunitarios para obtener un conocimiento más completo acerca de la historia, que permita una comprensión del presente y una proyección hacia el futuro.

La segunda razón apareció al comprender que la utilidad de reconstruir las historias de vida de estos personajes no solamente estaba en la producción de memoria histórica, sino que además era la forma más acertada de aproximarme a la relación que hay entre las tres categorías transversales para este trabajo, puesto que al ser categorías dinámicas, rastrear el proceso de transformación que éstas han sufrido a través del tiempo resultaba clave, y quiénes mejores para reconstruir este proceso que aquellos que hicieron parte activa de él, quienes sufrieron sus consecuencias pero también incidieron, a través de acciones individuales o colectivas, en el curso que ha tomado el desarrollo de Tiquisio. En este sentido, la memoria histórica aparece como una bisagra que articula la comprensión de los procesos estructurales y las prácticas, idearios y subjetividades comunitarias.

Fue a partir de estas consideraciones que decidí que la construcción de historias de vida sería la ruta idónea para comprender la relación que han tenido conflicto armado, tierra y resistencia en el municipio de Tiquisio, bajo el supuesto de que no basta sólo con hacer una lectura estructural o cuantitativa de los procesos históricos regionales, sin atender también a las voces locales para poder aproximarse a la comprensión del contexto Tiquisiano. Además, para lograr dar la oportunidad a estos personajes de contar sus anécdotas, logros y derrotas en medio del conflicto armado, como una forma de dignificar y reconocer el esfuerzo y la valentía de aquellos

24 campesinos que sin ayuda de nadie han luchado por lograr construir una vida digna en medio de una guerra que los ha marcado, pero que como dicen ellos, “no les pertenece”.

En esta concepción de la historia de vida para hacer reconstrucción histórica de los procesos y dar cuenta de regularidades encuentro propicio mencionar el trabajo de Alfredo Molano (1985) quien para el caso del conflicto en los Llanos Orientales colombianos, decía en su momento que:

La repetición del relato por diversos integrantes del grupo que había practicado el éxodo nos permitió identificar las líneas comunes de las vivencias. Al escuchar una y otra vez las mismas experiencias contadas por diversos protagonistas aparecían bien visibles las que Merton llama “regularidades”.

De otro lado, cada relato era una vivencia individual alumbrada por creencias propias y medida según valores íntimos que permitían establecer diferencias y comparaciones. Pero establecer y aislar aquellas por medio de una carnicería estadística convertía la Violencia en un fenómeno de redistribución de tierras o en un tejido de hipótesis acerca del juego político, sin que a la mayoría de los 200.000 muertos les hubiera tocado mucho de lo primero ni hubieran entendido nada de lo segundo. Ya que las víctimas fueron, en la casi totalidad, humildes cultivadores que después de jugarse la vida sólo conquistaron, temporalmente, la tierra que cubrió sus huesos. (p. 30 – 31)

Traigo a colación la postura de Molano aquí, no solamente porque da cuenta de la utilidad de la historia de vida y los relatos orales como herramienta de investigación social al permitir establecer regularidades y comparaciones entre los diversos relatos, sino también como una forma

ética de realizar la investigación y presentar los resultados a los protagonistas, quienes, tanto para el caso de Los años del tropel como para este trabajo que presento, son población campesina que estuvo igual de interesada en la elaboración del proyecto como en la posterior lectura del trabajo.

Aquí, el uso de una metodología cuantitativa o de un análisis teórico denso distanciaría a la comunidad de su propia experiencia y de un trabajo que fue construido con ellos y para ellos, y además, caería una vez más en la sistematización de los hechos victimizantes ocurridos en

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Tiquisio. Es por eso que la historia de vida se presentó como la opción metodológica adecuada, al permitir a la comunidad tener participación activa en la construcción de este trabajo, pero también garantizar el acceso a información en un territorio cuya historia no se ha escrito hasta el momento.

La historia de vida además permite el uso de un lenguaje sencillo que ayuda a los habitantes de

Tiquisio a apropiarse de este trabajo y comprenderlo sin dificultad.

La narración oral como fuente de información se constituyó como una herramienta clave en este proceso de indagación, ya que el nivel de lecto-escritura de los habitantes de Tiquisio es muy escasa, y además, la existencia de fuentes secundarias o documentos históricos previos es casi inexistente, por lo que el conocimiento de los hechos que han ocurrido en Tiquisio reside en la memoria colectiva, en la anécdota, el recuerdo y la percepción de sus protagonistas.

Adicionalmente, la historia de vida, a diferencia de la autobiografía, no se centra en la trayectoria vital del protagonista en sí misma, sino en las representaciones y experiencias en torno a ésta. En este sentido, la historia de vida no busca reconstruir la total de los hechos ocurridos en la vida del entrevistado, sino aquellos que han sido emblemáticos o que dan cuenta de coyunturas críticas o momentos de inflexión vital, permitiendo explicar fenómenos y momentos sociales a partir de las experiencias vividas del entrevistado. La historia de vida, además, resulta central para comprender las percepciones e imaginarios que existen en torno a estos sucesos tanto para el individuo como para la comunidad a la que pertenece. Retomo en esta dirección las palabras de Myriam Jimeno

(2006), cuando afirma que:

Las historias de vida permiten valorar los testimonios subjetivos, individuales, que reintroducen en la historia la emoción como fuerza constitutiva de la vida social. La individualidad de cada historia deja de ser un impedimento para la generalización, para convertirse en un documento en la construcción de conciencia, enfatizando la variabilidad de la experiencia del grupo y también los patrones comunes en la cultura (Samuel & Thompson, 1990). Las historias orales, en distintas modalidades, permiten ver omisiones, 26

reinterpretaciones, desplazamiento de sucesos, la dramatización de ciertos incidentes y el silencio de otros, la condensación de eventos y emociones, en una narrativa moldeada al tiempo por la fantasía y la realidad, lo consciente y lo inconsciente. Esto no las hace falsas y conservan su validez para conocer y dotar de significado el pasado desde un punto del presente. (p. 42 – 43)

En esta investigación, soy también consciente de que esta herramienta metodológica y de análisis en las ciencias sociales ha sido fuertemente criticada por autores como Martin Packer en su trabajo La ciencia de la investigación cualitativa (2013) bajo el argumento de que la interpretación del investigador puede tergiversar la información o caer en subjetividades, así como por la posible falta de rigurosidad de los datos recolectados al depender del discurso de los entrevistados. No obstante, si bien es un riesgo que se corre, la veracidad y capacidad del relato para poder establecer generalidades depende especialmente de la forma en la que éste se reconstruya y en hacer las preguntas indicadas, que posibiliten no quedarse sencillamente en las anécdotas, sino comprender cómo los relatos están conectados a configuraciones sociales, políticas y económicas que trascienden al hecho mismo y al personaje como individuo, para explicarlo como sujeto inmerso en un contexto particular que ha determinado su trayectoria vital, pero en el cual también ha podido incidir a partir de la acción individual.

En esta última dirección, es útil acudir a la visión que la antropóloga Socorro Vásquez

Cardozo expone en su texto De lo individual a lo colectivo en la investigación social (2005), cuando afirma que:

Las historias de vida tienen la particularidad de partir de relatos individuales para construir una visión de la sociedad en su conjunto. A partir de las historias que ha vivido la gente y su forma de recordarlas y narrarlas, se puede encontrar el tejido que sustenta los imaginarios sociales que se mantienen y se modifican en el tiempo. (…)En tal sentido, las historias de vida, por el mismo contexto en el que surgen, no son estrictamente individuales, sino la articulación personal de una forma de racionalización o explicación del cambio social. Por

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ello requieren de atención al contexto concreto, a las formas de intercambio y circulación de la memoria y de las experiencias al interior de la cultura; es decir, a la representación que la colectividad se hace del cambio, y la percepción y elaboración particular de los cambios sociales y culturales. (p. 57)

A partir de todas estas “claves de lectura” sobre las historias de vida, logré establecer que el objeto de interés de este trabajo sería indagar sobre la relación entre disputas por la tierra, dinámicas de la guerra y procesos de resistencia, y definí el enfoque metodológico que emplearía después de consultar la pertinencia del proyecto con sus protagonistas y de haber visitado durante múltiples oportunidades Tiquisio durante el segundo semestre del 2014.

En diciembre del 2014, regresé durante un tiempo a Bogotá, tiempo en el que me dediqué a analizar la información que había recopilado en mis diarios de campo y algunas entrevistas formales y diálogos informales durante mi estadía en el Magdalena Medio, para de este modo establecer la ruta más adecuada para proceder con un segundo momento del proyecto, en el que regresaría a Tiquisio para dedicarme a la reconstrucción de los relatos. Este distanciamiento del terreno de investigación fue de gran utilidad para esclarecer algunas ideas, al alejarme un poco de las subjetividades que habían surgido en mí por los afectos o el cansancio por la dificultad de las condiciones de mi estancia. Al volver, seleccioné los personajes que me parecieron más representativos debido a su protagonismo en los procesos sociales ocurridos en el municipio y aquellos cuya trayectoria de vida podría ilustrar de mejor manera la relación entre las tres categorías principales escogidas para este trabajo.

Regresé al Magdalena Medio en febrero de 2015 con el objetivo de lograr recopilar la información necesaria para reconstruir los relatos. La estrategia para esto se basó en la metodología de observación participante, puesto que encontré en esta la mejor alternativa para adentrarme en la cotidianidad de los protagonistas de este trabajo, comprendiendo que la

28 formalidad de las entrevistas estructuradas muchas veces produce sesgos en la información al imponer una especie de barrera entre el investigador y el entrevistado. Además, esta estrategia me pareció significativa porque permitiría interactuar no sólo con el protagonista, sino también con su núcleo familiar, conocer sus opiniones y complementar la información dada por los entrevistados con la información que me brindaron las personas que los rodean.

Bajo este supuesto, viajé Tiquisio durante los meses de febrero, marzo, abril, mayo y junio de

2015. Cada viaje tuvo una duración aproximada de 15 días, en los cuales visité a cada uno de los protagonistas del trabajo, cada visita duró entre 4 o 5 días en los que los protagonistas y su familia me abrieron las puertas de su casa, de su cotidianidad y su memoria. Me dediqué entonces a acompañarlos en sus labores diarias; aprendí a hacer queso, ordeñar vacas, sembrar arroz, vender pescado, ayudé a hacer oficios domésticos, a cocinar, a alimentar los animales. Y en medio de todas estas actividades comencé a recopilar anécdotas y recuerdos, a escuchar historias cargadas de palabras y silencios, a adentrarme en la vida de cada una de las personas que participaron en esta investigación y comprender poco a poco el porqué de muchas de sus actitudes y comentarios, por qué la situación de Tiquisio tenía estas características y por qué existían liderazgos y experiencias de resistencia llenas de esperanza en medio de un panorama tan desolador.

También buscamos los espacios para hacer entrevistas a profundidad, momentos en medio de la rutina diaria de los personajes para sentarnos a charlar; siempre llegué con un guión preestablecido para orientar el diálogo,9 aunque en este tipo de experiencias, en especial cuando se habla de temas tan delicados como la guerra, lo mejor que se puede hacer es dejar el espacio

9 Este guión consistió en una batería de 40 preguntas guía en las que se indagó por temas generales respecto a la vida de los personajes, la transformación de las dinámicas de guerra y su percepción respecto a las disputas por la tierra. Adicionalmente se agregaron preguntas particulares para cada caso, con la intención de indagar con mayor profundidad en la historia de vida de cada uno de los personales, en especial en aquellas particularidades que llevaron a la selección de cada personaje por su relevancia para exponer el contexto general de Tiquisio.

29 abierto para que el entrevistado hable y sea él o ella quien determine sobre qué se habla o se calla. Es importante aclarar que a todos los entrevistados los conocí desde el 2014 y tuve varios meses para establecer una relación basada en la confianza y en la camaradería que permitió que ellos se sintieran tranquilos tanto con el uso que le daría a la información como con el relato en sí mismo10.

A pesar de haber recolectado casi 40 horas de grabación de voz durante el desarrollo de este trabajo, mucha de la información más valiosa no se me presentó en medio de una entrevista, sino en medio de una caminata, un paseo a la quebrada o durante la hora del almuerzo. Por eso fue menester hacer un diario de campo muy juicioso en el que consigné tantos detalles que se escaparon a la grabadora de voz y que quizá fueron los más valiosos, porque no fueron efecto de la indagación, sino de la confianza que cada una de las personas que colaboró en la realización de este trabajo depositó en mí.

Después de haber pasado aproximadamente 75 días en Tiquisio durante el primer semestre de

2015 regresé a Bogotá con la certeza de haber escogido la estrategia adecuada para indagar respecto a la relación entre estas tres categorías, puesto que sólo en el momento de adentrarme en sus prácticas habituales, de pasar por las incomodidades que ellos pasan a diario a causa de la ausencia de servicios públicos básicos, de las dificultades que representa no tener alumbrado público o alcantarillado debido a la negligencia estatal, de haber sentido el miedo que los habitantes de Tiquisio sienten con la presencia de un actor armado, sólo de esta forma me fue posible comprender cómo los afecta el conflicto armado, por qué la tierra es tan importante para

10 “Se suele aludir a la dificultad que supone la influencia del investigador sobre el investigado. (…) en la narrativa autobiográfica se da un diálogo simultáneo entre distintas fuerzas. En el diálogo están presentes no sólo quienes conversan, sino el conjunto amplio de condiciones sociales, culturales, individuales, que se moldean en el intercambio de las dos personas, pero que no se agotan en él. De allí que la narración trascienda a entrevistado y entrevistador (…) Las palabras, la expresión, son un territorio compartido por quien habla y su interlocutor, en un sentido mucho más amplio que un simple esquema narrativo común.” (Jimeno, M. 2006. P. 46) 30 ellos y la forma en la que surgen los liderazgos individuales y la resistencia pacífica como una respuesta a las condiciones de un contexto que los mantiene presionados, pues como afirma

Diego Escobar en el capítulo Tiquisio: Un territorio de paz, resistencia y lucha por la vida

(2007):

Un territorio no se puede entender si no se comprende la actitud y el pensamiento de la gente que lo habita. En desde el inicio del conflicto, la organización comunitaria fue un aliciente para seguir resistiendo frente a todas las adversidades: las de la delincuencia, las de los actores armados, las del desconocimiento, las que producían desesperanza, etc. Los campesinos siempre supieron que por nada del mundo abandonarían su espacio vital, y eso los motivó para que en los malos momentos tuvieran la fuerza y la convicción de que sobrevivirían como comunidad. (p. 144)

1.3 La elaboración del texto y su estructura.

Es importante aclarar que desde la introducción hasta las consideraciones finales de este texto he intentado manejar el lenguaje más sencillo posible, incluso en las discusiones epistemológicas y teóricas que fundamentan este trabajo, debido a que esta investigación surgió y se desarrolló con tres finalidades: a. aportar a la construcción de conocimiento desde la sociología; b. darle un uso institucional a este trabajo, ya que al haberse realizado en convenio con el SJR lo que se busca es posicionarlo como una herramienta para visibilizar ante distintas organizaciones y escenarios la problemática existente en Tiquisio; c. hacer de éste documento un texto de fácil lectura para los habitantes de Tiquisio, que además responda a sus peticiones. En esta última dirección, debo recordar que este trabajo surgió en diálogo con sus protagonistas y distintos miembros de la comunidad tiquisiana, razones por las cuales la sencillez en el lenguaje apunta a que pueda ser consultado por sus protagonistas. En ese sentido, no es mi intensión producir un texto que únicamente sea leído desde la academia, sino que éste permita difundir las experiencias

31 del Proceso Ciudadano por Tiquisio dentro de la comunidad misma, convirtiéndose en una herramienta para incentivar liderazgos y dar un nuevo impulso a este proceso de resistencia pacífica, como concertamos con los miembros de la comunidad durante la formulación del proyecto.

Reconocidos estos elementos, es importante anotar que este trabajo busca hacer una radiografía sociohistórica de Tiquisio a través de ocho relatos que al juntarse componen un rompecabezas que permite comprender, bajo una perspectiva histórica, la realidad de este municipio desde sus distintas dimensiones. Cada uno de los relatos da cuenta de estas tres categorías, al ser problemáticas que atraviesan transversalmente la experiencia vital de sus protagonistas. Sin embargo, para facilitar el análisis y la aproximación a cada una de las categorías, agrupo las historias de vida de modo que ilustren uno de los tres aspectos por encima de los otros. Es importante aclarar que a pesar de que cada uno de los relatos habla en sí mismo, para lograr tener una comprensión real del contexto tiquisiano es menester leer la totalidad del trabajo, puesto que todas estas historias se encuentran articuladas entre sí. Sin embargo, la ruta o el orden de lectura está en el criterio del lector, sin afectar la intención última del texto.

Así, el primer capítulo, que será Las disputas por la tierra, contendrá la historia de Ever

Pérez, enfocada a la transformación del uso de los recursos naturales a causa del conflicto armado y la historia de Los Hermanos Turizo, basada en las disputas por la propiedad de la tierra

En el segundo capítulo, Dinámicas de guerra aparecerán los relatos de Lidis Camargo, Emiro

Sánchez e Isabel Arrieta, quienes permitirán comprender la transformación de las dinámicas de guerra a causa de la entrada de los diversos actores armados y las implicaciones que éstas han tenido en la trayectoria de la población civil de Tiquisio.

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Finalmente, en el capítulo Experiencias de resistencia, se explicará el surgimiento de los procesos organizativos en Tiquisio, desde la reconstrucción de La muerte de Marciana Araujo, hecho que impulsó la creación del Proceso Ciudadano por Tiquisio, el relato del padre Rafael

Gallego, principal impulsor del Proceso, y Miguel Cárdenas, uno de los líderes más antiguos de esta organización comunitaria.

Esta clasificación de las historias de vida se basa en la idea de que cada uno de estos relatos pueda dar cuenta de otros relatos, tanto de los mismos personajes del libro como de muchas otras personas que habitan Tiquisio y han vivido también las consecuencias del conflicto armado regional. En esta medida, es menester recordar que la intención de la investigación no es establecer generalidades o verdades absolutas, sino aproximar al lector a las particularidades de un proceso sociohistórico donde han tenido impronta fuerte muchas de las dinámicas de guerra, las disputas por el territorio y los procesos de resistencia que ocurren cotidianamente en el país.

Este municipio, de alguna forma es condensador de estos procesos, a través de las percepciones de quienes lo habitan.

A partir de esto, y quizá a modo de invitación para el lector, es importante tener en cuenta que, así como me ocurrió a mí, las historias o memorias que se presentarán a continuación deben hablar por sí solas, y que en la perspicacia del lector habita la posibilidad de encarnar estos personajes, de hacerse uno con sus historias y, además, de leer estos capítulos con un lente analítico, que le permita dilucidar las categorías definidas como objeto de interés para esta investigación entre las líneas de cada una de las narrativas vitales.

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2. Disputas por el territorio

2.1 Yo recuerdo con nostalgia lo que era Tiquisio.

Figura 6. Ever Pérez en Aguas Frías

Mi papá se vino para estas tierras hace muchísimos años, él nació en El Plato, Magdalena, pero se vino para acá para Tiquisio en busca de mi abuelo que tenía su finquita por acá. Entonces se encontró con el abuelo pero también se encontró con un amor, porque mi mamá era de San

Ignacio, un pueblito por ahí cerca de Magangué, pero desde chiquitica se vino para acá con la familia a buscar oportunidad. Entonces, como a mi mamá le gustaba tanto el pescado pues mi papá le ponía el plato y así fue como arreglaron, se casaron y se vinieron a vivir juntos a la tierra de mi abuelito y mi abuelita, a trabajar el ganado y los cultivos con ellos.

Y bueno, de ahí entonces nací yo, que me llamo Ever Pérez, y mis otros nueve hermanos, nosotros somos nativos y criados de esta tierra. Yo nací en la finquita de los abuelos acá por

Aguas Frías en el año de 1969 más o menos. Luego mi papá compró una tierrita que ya era de él

34 con mi mamá, entonces nosotros nos mudamos para allá para esa finquita. Eso por ahí era muy bonito, Aguas Frías se llama así porque está bañado por tres quebradas y en esa época eran clariticas, uno salía a pescar y sacaba hasta con la mano unos bocachicos grandotes, cada ratico hacíamos paseos a la quebrada y a El Saltillo, que es una cascada bien famosa en la región por lo bonita que es, de ahí sacábamos agua para todo, eso era una cascada alta que botaba un montón de agua. La tierra era muy fértil, por acá se daba de todo lo que uno sembrara facilito y había cantidad de animales como micas, guartinajas, chuchas, pájaros bien bonitos.

En esa época compartíamos todo porque había para compartir, mi mamá tenía esa finquita repleta de matas y flores, eso teníamos palos de naranja, de guamo, de mango y los cultivos de cacao y arroz, que nos daban para comprar los víveres pero también para compartirle a los demás, porque eso sí, en esos tiempos eso era muy distinto a como es ahora, yo me acuerdo que si mi papá mataba un marrano, eso repartía para que le alcanzara por ahí de a dos libras a todo el mundo, entonces le mandaba a toda la gente su pedazo y lo mismo ellos, todo el mundo repartía de lo que tenía. Si a alguien le salía la cosecha de arroz primero, le mandaba sus libritas a los demás porque sabía que cuando a ellos les saliera la cosecha, entonces le iban a devolver el favor.

Pero en ese tiempecito mi papá ya no demoró mucho, mi papá murió joven de una enfermedad, entonces ya nos tocó estar pendientes de mi mamá y de los otros pelados porque el

último quedó gateando, entonces nos tocaba atender los animales, la finca, bueno eso fue duro pero siempre le dimos estudio a los pelados, teníamos bueno para comer. Yo me acuerdo que vivíamos felices, eso éramos un montón de hermanos, que los primos, que los vecinos. Aunque no vivíamos tan cerca uno del otro porque las fincas eran alejadas, nos veíamos a cada rato cuando nos sobraba tiempo, o nos íbamos con los primos o los pelados para las minas y también

35 hacíamos lo que se llama la mano vuelta11, que es que yo voy contigo un día a picar monte y luego tú vienes conmigo el día siguiente, o yo voy una semana contigo y tú vienes una semana conmigo. Así trabajábamos, unos días en nuestra finquita y otros en la de alguien más y así todos salíamos adelante.

2.1.1 Los militares nos tachaban de guerrilleros y los guerrilleros de informantes del

ejército.

Figura 7. El Saltillo de Aguas Frías

La cosa empezó a ponerse fea por ahí en el año 87, cuando empezó a entrar la guerrilla por acá. Primero entraron las FARC, luego los Elenos y después fue el ERP, esos sí eran terribles, esa fue una guerrilla disidente del ELN, pero esos no tenían ideales políticos ni nada, lo que eran era unos vándalos, eso fue un cachaco que se salió de allá y montó su propia guerrilla, pero lo que hacían era robar, matar y humillar a la población civil, por eso fue que el ERP no duró

11 En otras zonas del país se refieren a “mano vuelta” como minga o cambio de manos. Este concepto se puede profundizar en el trabajo Esclavitud y Libertad en el Valle Geográfico del Río Cauca, de Michel Taussig (1975). 36 mucho, porque entre las otras dos guerrillas los acabaron.12 Total que cuando esa gente empezó a entrar la cosa se fue poniendo templada por acá; al principio sólo pasaban de vez en cuando y le pedían favores a uno; que le prestara la cocina, que les dejara guindar la hamaca, que les regalara agua. Pero poquito a poquito se fueron adueñando de esto, empezaron a cobrar vacunas, a llevarse el ganado, entonces digamos que uno tenía su familia y sus vaquitas, por decir algo y cuando de pronto le decían que venían por las vacas suyas, o sea, usted estaba alimentando su familia con la leche, el suero, pero al mirar el corral de un día para otro ya no le dejaban ni una.

Entonces ahí empezamos a quedar con la moral bajitica como preguntándose para quién está trabajando uno, porque los hijos de uno le pedían comida y ya no había ni café con leche ni suero, entonces uno se sentía humillado.

Lo peor fue cuando entraron los paramilitares, que se terminaron de llevar lo poquitico que había dejado la guerrilla, la gente dejó de cosechar porque pensaban que para qué, si en cualquier momento iban a llegar los unos o los otros y nos iban a dejar sin nada. Entonces para esa época nosotros nos convertimos en el balón de fútbol de toda esa gente, los militares nos tachaban de guerrilleros y los guerrilleros de informantes del ejército, entonces ni para un lado ni para el otro.

Nosotros vivíamos sometidos a ese yugo, por acá el que salía no volvía a entrar y el que entraba no volvía a salir; cuando alguien se iba para Magangué eso uno se despedía como si nunca lo fuera a volver a ver, porque ahí en el caminito mataban a todo el mundo. Lo peor fue cuando empezó la política de Uribe, porque comenzaron a coger a los pelados que encontraban mal parqueados y los camuflaban, los vestían de guerrilleros y los desaparecían o los mataban por ahí

12 En Tiquisio hace presencia el Frente 24: Héroes y Mártires de Santa Rosa, perteneciente al bloque Magdalena Medio de las FARC. También hace presencia el frente Alfredo Gómez Quiñones del ELN y el ERP hizo presencia con la compañía Jaider Jiménez. Las Autodefensas Unidas de Colombia hicieron presencia principalmente con el Bloque Central Bolívar.

*Datos extraídos del Diagnóstico Departamental Bolívar, publicado por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados en Colombia (ACNUR) 37 para hacerse su platica, entonces todos vivíamos con miedo. Acá cada rato se escuchaban los combates, uno no sabía ni para qué lado correr porque si se subía hacia las minas, se encontraba con la guerrilla y si se bajaba hacia Puerto Coca, que es uno de los 13 corregimientos que tiene

Tiquisio, entonces con el ejército y así cada ratico. Ya para ese momento esto estaba muy cambiado, todo era puro monte, los caminos estaban todos sucios, a uno le daba como miedo estar aquí, empezamos a pasar hambre porque ya no teníamos ni animalitos ni cultivos buenos, después de todo lo que había antes.

Lo más templado se vino por ahí en el año noventa, una vez que hubo un combate entre el ejército y el ELN, nosotros estábamos por allá en la finquita con mi hermano Emil cuando empezamos a escuchar ¡pa pa pa pa!, eso cada hora había choques, se escuchaban helicópteros y aviones bombardeando. Yo me acuerdo que Emil y yo lo único que pudimos hacer fue meternos debajo de las camas, apenas escuchábamos la plomacera y veíamos las hojitas de los árboles caer al piso y entonces escuchaba uno las explosiones y se sentía como un golpe en el estómago.

Como al tercer día nos dimos cuenta que lo que teníamos era que salirnos de ahí, entonces arrancamos hacia el corregimiento Coco Tiquisio y por el camino nos fuimos juntando un grupo como de setenta personas. Lo duro fue que acá no había cómo comunicarnos y las fincas quedaban tan lejos una de la otra, por eso salió gente para todo lado. Nosotros arrancamos con

Emil, mi mamá y otra hermana que iba pipona, pero para el otro lado, para arriba, salió también cantidad de familia nuestra y nosotros sin saber nada. A ellos les tocó más verraco porque caminaron casi doce horas hasta Norosí con animales, señoras embarazadas y sin haber desayunado ni siquiera, ellos salieron como a las seis de la mañana y vinieron a llegar a las seis de la tarde allá. En ese grupo iban mi hermana Edith y mi hermana Umbertina embarazadas.

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Nosotros llegamos al Coco Tiquisio con esa incertidumbre de si la familia otra estaría viva o no y cuando uno preguntaba le decían que eso por allá en Aguas Frías estaba hecho una matacera, porque nosotros ni sabíamos que ellos habían arrancado era para Norosí. Cuando llegamos a la parroquia del Coco hablamos con el padre Gallego y él nos ayudó ahí a acomodarnos como pudo, pero éramos muchos. Total que demoramos casito que dos meses por allá en el Coco, durmiendo en colchonetas o por ahí en el piso donde alguien nos recibiera. Yo me acuerdo que mi mamá nos decía que nos le teníamos que medir a todo menos a robar para poder sobrevivir, entonces las mujeres trabajaban por ahí haciendo aseo y nosotros en lo que saliera, aunque era templado porque la gente del Coco tampoco tenía mucha plata para pagarnos, con todo y eso la gente nos colaboró en lo que pudo, pero para nosotros fue bien difícil, saber que los animales allá en la finca se nos estaban muriendo, los poquitos pollos, marranos y vaquitas que nos quedaban.

Entonces un día hablamos con un comandante del Batallón Nariño del Ejército y le dijimos que ya nosotros estábamos cansados, que nos dejara devolver a nuestras casas, pero él nos dijo que no, que por allá todo el mundo era guerrillero, hasta que alguien habló con él y lo convenció que nosotros éramos campesinos, que era verdad que teníamos nuestras casitas por allá. Entonces nos dio permiso de subir, que por allá ya no había ejército pero que teníamos que subirnos al siguiente día. Al otro día nosotros arrancamos para las finquitas, pero cuando llegamos eso todo era una hediondez, las gallinas muertas estaban era descomponiéndose, los tendidos, las camas, todo eso lo cogió esa gente y quedó manchado de sangre así que ya no servía para nada.

No llevábamos ni media hora de haber llegado cuando arrimó el ejército otra vez a decir que las casas iban a ser quemadas, que de esas casas les salían disparos a ellos y que eso era de guerrilleros, entonces yo le expliqué que no era así, que esas casas eran nuestras y les supliqué

39 que no las fueran a quemar, que nosotros nos habíamos salido de ahí y no era nuestra culpa si la guerrilla se había entrado a nuestras casas, que ellos también se habían podido ubicar adentro y nosotros no podíamos hacer nada, que nosotros los campesinos no tenemos armamento, que ellos ya lo habían requisado todo pero si querían volvieran a requisar para que se dieran cuenta que nosotros no éramos malos.

Pero no pudimos hacer nada, nos dijeron que se salvaban esas casas porque nosotros estábamos ahí, entonces al rato veíamos era una humazón de ahí para arriba, todas las casas las quemaron llenas, con televisor, algunas con enfriador, muebles, yo me acuerdo que en esos días un señor había vendido un toro para surtir la tienda y se la quemaron completica, eso fue muy duro. Nosotros sabíamos que eso había sido el Batallón Nariño, al tiempo le pedimos al Estado que lo cambiaran, pero resulta que trajo el mismo pero con otro nombre, porque ellos nunca salieron de aquí del sur de Bolívar, y el problema con ellos era que estaban enseñados a que por acá todos éramos guerrilleros, entonces que tenían que barrer con todo lo que se atravesara.

Cuando eso fue que la junta de acción comunal se reunió y decidimos comprarle un terreno de ocho hectáreas a un señor de acá de Aguas Frías para venirnos a vivir ahí, la idea era construir un caserío en el que las casas estuvieran pegaditas, porque seguir viviendo por allá en las fincas era muy peligroso, mientras que si todos vivíamos cerca iba a ser más fácil comunicarnos o avisarnos en caso de que se vinieran los unos o los otros, que no se repitiera lo que nos pasó cuando el desplazamiento que alcanzaron a matar a mucha gente y todo el mundo salió corriendo hacia donde conocía y pasaron meses sin saber si estaban vivos o no. Entonces se compró la tierrita y cada uno se fue para su finquita a recoger las poquitas cosas que le quedaron y luego a levantar el caserío entre todos. La vida nos cambió mucho, después de tener un montón de

40 tierrita y de animales, pasar a vivir a una casita que uno daba cuatro pasos y estaba era metido en la casa del de al lado, ya no teníamos los cultivos cerca ni había espacio para crecer los animales.

Yo me acuerdo que mi mamá vivía muy triste, que nada que se amañaba y eso que nosotros le levantamos una casita para ella lo mejor que pudimos, pero ella arrancó para la finca y allá se quedó un tiempo, cultivando y con la rula en la mano ella sola. Nosotros íbamos a visitarla cuando se podía y tratábamos de convencerla de que se bajara, que ella por allá sola era muy peligroso, pero ella nos decía que no, que a ella la tenían que sacar de su finca muerta, nosotros vivíamos preocupados. Hasta que un día eso se puso peligroso por allá arriba con el ELN que se volvió a meter y mi mamá decidió bajarse al caserío porque se dio cuenta de que allá estaba llevando mala vida.

Ahí ya nos sentíamos más seguros aunque las plomaceras se escucharan cada momento y los unos y los otros estuvieran entrando al caserío a cada rato, pero entonces se presentó otro problema porque empezó a llegar gente de afuera a explotarnos la tierra. Por acá esto está llenito de oro, como dicen la Serranía de San Lucas toda está cubierta de oro y nosotros siempre habíamos trabajado las minas pero de forma artesanal, cuidando de no contaminar el agua, pero entonces empezó a llegar gente de todo lado con retroexcavadoras, algunos con arreglos con los señores de allá arriba y nos empezaron a dejar sin trabajo, además que empezaron a acabar con la tierra y a contaminar las quebradas con el azogue y el mercurio, entonces las fuentes de agua se empezaron a secar, ya dos quebradas están impedidas para sacarles agua para el consumo de las casas, para cocinar o algo porque la gente se envenena, dejó de haber pescados porque también se envenenaron y ahora sólo se consiguen si acaso unas sardinitas. A nosotros nos entristecía mucho acordarnos cómo era esto por acá cuando éramos niños, porque nosotros hemos salido

41 por acá cerca pero siempre para volver, y ver cómo estaba esto ahora; tanta pobreza, tanta violencia, que vivía uno era con la moral abajo.

2.1.2 Las organizaciones defensoras de derechos humanos y los actores armados

empezaron a reconocernos.

Pasaron unos buenos años hasta que pasó lo de la Zona de Oso, ahí fue cuando esto empezó a cambiar, como para el año 2004. Eso fue que se desaparecieron cuatro muchachos y una mujer que agarraron por la quebrada Santo Domingo, nosotros nos dimos cuenta porque ese día íbamos a jugar un partido de fútbol en Canónico -que es un corregimiento del municipio de Montecristo- y ellos habían quedado de llegar y nada. Se los cargó el ejército, los vistieron de guerrilleros y se los llevaron, para nosotros fue obvio que había sido el ejército porque si la guerrilla agarraba a alguien lo mataba de una vez, no se iba a poner a tenerlos por allá.13

Nosotros comenzamos a preguntarle a todo el mundo por ahí por los alrededores y nadie sabía nada, entonces decidimos mandar una comisión ahí a Puerto Rico, que es donde queda la cabecera municipal, porque allá quedaba la base militar, así que decidimos invitar a algunas comunidades como la de Mina Seca, El Tigre, Villa Doris, totalmente que nos reunimos como setenta personas y nos le metimos a la base militar. Allá nos intimidaron, nos decían palabras groseras y al principio no nos decían nada pero luego nos contaron que a los muchachos los habían matado y los cuerpos estaban en El Banco, Magdalena.

13 Una persona fue detenida arbitrariamente por miembros del Batallón Nariño, en la vereda Aguas Frías. Según el informe Noche y Niebla, “el pasado 20 de diciembre [de 2004] este hombre había sido amenazado e insultado por militares cuando fue a indagar por el paradero de su hija Nohemí Navarro, la cual fue detenida arbitrariamente. (…)Tropas del Batallón Nariño detuvieron a la joven Nervis Vides de 15 años y a un niño de 8 años, en la vereda Agua Fría”. Asegura la denuncia que: "A Nervis la obligaron a vestir uniforme militar y a utilizar una capucha que le cubriera su rostro. Vestida así la obligaron a caminar con la tropa durante varias horas, y posteriormente la dejaron en libertad en compañía del niño". Ese mismo día detuvieron a otro habitante de ésta vereda. CINEP (s.f.) Banco de datos Derechos Humanos y Violencia Política. Recuperado el 25 de julio de 2015, de https://www.nocheyniebla.org/consulta_web.php 42

En eso el padre Rafael Gallego ayudó mucho en que entregaran los cuerpos y a partir de ahí fue que empezamos a organizarnos y a trabajar con él, ahí con ese caso de la Zona de Oso que pasó seguidito del caso de Marciana, que fue que mataron a unos civiles en el Coco, así empezó a nacer el Proceso Ciudadano por Tiquisio. Ahí fue que empezamos a formarnos, a aprender de derechos, pero seguíamos siendo como clandestinos, porque era bien peligroso. Sin embargo un día tuvimos una reunión ahí en Canónico, en la que expresamos que ya nosotros estábamos cansados de ser el balón de fútbol de los actores armados, de las vacunas, los robos, las amenazas, los asesinatos, y fue gracias a eso que se dio la Asamblea de las Cuatro Sillas.

En esa asamblea, que fue en Unión Dorada -una vereda del municipio de Río Viejo-, nos reunimos una comisión de la población civil y los actores ilegales de la zona para que dieran la cara y respondieran por los hechos atroces que habían cometido contra las comunidades. Pero en esos días habían matado ahí por la zona de Los Canelos a un compañero nuestro y fue las FARC, por eso ellos no se presentaron, pero mandaron una carta en la que decían que ellos aceptaban todos los acuerdos que se hicieran en la reunión. Entonces nos reunimos los miembros de la sociedad civil con el ERP y el ELN en una misma mesa, en esa asamblea se firmaron varios acuerdos entre los que estaban que las guerrillas iban a soltar a todos los niños que tenían, que iban a empezar a respetar a la población civil y un montón de cosas.

Después de eso fue que nosotros ya pudimos levantar la cabeza como organización, como

Proceso Ciudadano por Tiquisio, porque ya tanto las organizaciones defensoras de derechos humanos como los actores armados nos reconocían y sabían que nosotros teníamos respaldo del padre Rafael, de la Defensoría, de varias comisiones. Entonces ahí fue que pudimos empezar a

43 hacernos respetar, tanto así que nosotros nos ganamos un premio que fue La Llave de la Paz14, porque pasamos cuatro años sin una muerte por culpa del conflicto gracias al Proceso Ciudadano por Tiquisio, que nos enseñó a defender nuestros derechos, a hacer derechos de petición y creó también una escuela campesina en la que aprendíamos distintas cosas como líderes comunitarios y también sobre los cultivos y las cosechas, eso fue muy bueno porque también nos ayudaron con proyectos productivos y con animalitos, claro que eso al final no funcionó porque la gente como que no entendió la idea y querían era beneficiarse ellos solos.

Figura 8. Ever y la protección contra minas antipersona.

Entonces ahora a nosotros nos respetan los guerrilleros porque saben que somos parte del

Proceso y que los podemos denunciar, ya lo piensan dos veces y eso nos ha ayudado mucho a defender a la comunidad y a ayudar a algunas personas que tienen problemas con ellos, aunque eso sí, nosotros sólo defendemos a los que estamos seguros que son buenos, porque uno no puede vivir por ahí exponiéndose. Eso ha ayudado mucho acá en Aguas Frías, de vez en cuando nosotros tenemos problemitas, pero no se comparan con la violencia y la guerra que se veía antes por acá. Ahora los paramilitares casi nunca vienen, los que pasan de vez en cuando son los del

14 Premio simbólico otorgado a distintas comunidades rurales como reconocimiento a su esfuerzo en términos de resistencia pacífica durante la Cumbre Mundial de Paz, realizada en Bogotá del 1 al 4 de octubre de 2009. 44

ELN pero pasan y siguen derecho, ya no se meten con la gente de acá ni ha vuelto a haber combates ni nada y eso yo se lo agradezco a los espacios humanitarios. Además nos enseñaron distintos talleres, yo por ejemplo hice parte de un proyecto que enseñaba a detectar y saber qué hacer con las minas antipersona, entonces eso uno venía a la comunidad y se lo enseñaba a las familias y los conocidos y ese conocimiento se iba pasando, yo creo que así se evitaron muchas muertes.

Con todo y eso la situación por acá sigue siendo templada, si uno se pone a comparar como eran las cosas cuando yo era un pelado. Ahora yo tengo mis hectáreas de arroz pero son poquitas, tengo unos animalitos pero esos no nos dan para alimentarnos, entonces ahora toca es comprar en las tiendas, qué tal eso, después de que antes por acá sobraba y había hasta para regalar todo el tiempo. Yo de vez en cuando me subo para las minas a levantarme el recurso para mantener a la familia, acá somos mi mujer y yo en la casita pero siempre hay pelados, que los nietos que los sobrinos y hay que tener con qué alimentarlos. Cuando tengo tiempo también intento subirme a tumbar monte para cosechar y también saco tiempo para ir a las comisiones y asambleas, porque a pesar de que mucha gente dice que el Proceso Ciudadano por Tiquisio se acabó porque todo el mundo nos dio la espalda cuando se acabaron los recursos de los proyectos, por acá hay gente como mi hermano Emil, la negra Lidis, el padre Gallego, Miguel y yo que seguimos defendiendo la comunidad y velando por los derechos humanos.

Aunque ahora la lucha más grande mía y de nosotros acá en Aguas Frías es la lucha por los recursos, nosotros acá queremos crear una zona de reserva campesina para proteger nuestras fuentes de agua, en especial el saltillo, porque una vez un indígena vino a hacer un estudio y nos dijo que ese era un sitio sagrado, que ahí antes se hacían rituales indígenas y que si eso seguía existiendo era porque tenía defensores y nosotros sabemos que es así, porque nosotros

45 impedimos hace años que hicieran una hidroeléctrica que Electricaribe quería hacer para darle electricidad a todo el departamento, pero que eso nos iba a contaminar El Saltillo y lo iba a secar.

Pero ahora tenemos el problema de las minas que nos están contaminando esto y además los madereros, que también son gente de afuera y están cortando con motosierras, acabando con todo rapidito y tras de todo cerquita de las quebradas, entonces también están matando los animales.

O sea que por eso es la idea nuestra de la zona de reserva, que todavía seguimos luchando para que la aprueben, porque la gente no entiende que los recursos hay que cuidarlos porque si ya estamos como estamos en unos años no vamos a tener agua que beber, además que los que están explotando eso son gente de afuera. Entonces nuestra idea es que eso se pueda cuidar, que sea como la casa de los animales y que ahí adentro nadie los pueda cazar, pero que además nosotros podamos trabajar la agricultura, la minería artesanal pero sin hacerle daño al ambiente.

Por eso actualmente mi lucha no es tanto contra los actores armados, como hace unos años, sino por la defensa de los recursos de la comunidad de Aguas Frías, porque es triste ver que esto era tan bonito cuando yo era pelado y no podemos seguir que esto se siga dañando, porque yo quisiera que los nietos, los sobrinos puedan seguir viviendo acá después de que nosotros no nos dejamos sacar, pero para eso se necesita cuidar el recurso, porque sin agua no vive nadie.

Yo creo que la valentía para ser líder la da el mismo miedo, porque uno se cansa de vivir así humillado, pero también a veces lo da es la tristeza de ver cómo se han dañado las cosas por culpa de la guerra y del olvido del Estado, eso es lo que lo motiva a uno a luchar por la comunidad y por el recurso, para que los niños de uno no pasen por lo mismo que uno tuvo que pasar.

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2.2 Los hermanos Turizo, entre la tradición y el despojo.

Figura 9. Pedro Turizo

La historia de la finca Villa Doris, ubicada en el corregimiento de Puerto Coca, viene de hace muchísimo tiempo, de unos colonos que llegaron a estas tierras de otras partes de Tiquisio y construyeron sus ranchos porque esto era pura tierra de nadie. La historia empezó a cambiar por ahí en 1964, que llegó a estas tierras un hombre llamado Evaristo Serna que era muy conocido en

Tiquisio porque era un terrateniente con mucha plata y entonces lo que él hacía era financiarles a los cosecheros la siembra, los ayudaba con plata, pero se las cobraba luego a un precio muy alto entonces empezó a quitarles las tierras para cobrarse la deuda, y así de a poquitos fue sacando a todos los colonos originales de esta tierra.

Entonces como por esa época en el Sur de Bolívar estaba fuerte el cultivo de la coca, Evaristo cogió la finca y ahí adentro hizo un laboratorio de coca y tenía hasta una pista de aterrizaje para avionetas, dicen por ahí que se movía mucha plata en Villa Doris y que por ahí tres veces a la semana cargaban una avioneta de cuatro motores repletica de coca y la sacaban para afuera. Ese negocio duró un buen tiempo, como del 70 al 85 más o menos, hasta que se dio un robo ahí en el

47 propio laboratorio en el que procesaban la coca y después desaparecieron a dos de los trabajadores de la finca, que eran campesinos de de Tiquisio. Cuando eso pasó el dueño de la finca y varios de los trabajadores se abrieron de acá, dejaron todo abandonado y nunca volvieron, entonces el laboratorio se acabó y la tierra quedó desocupada un montón de tiempo.

Por esos años fue que Tiquisio se empezó a llenar de guerrilla y la guerra tenía a la gente muy apretada y se empezaron a dar muchos desplazamientos al interior del municipio. Por ahí para los años 90 llegó un grupo de gente a Villa Doris y como se dieron cuenta de que esos terrenos estaban abandonados y la urgencia de ubicarse en algún lado era tanta, pues decidieron parcelar la finca y dividírsela entre todas las familias que habían llegado ahí para que cada uno pudiera tener su pedazo.

Como a los cuatro años de eso llegaron Isabel y Segundo -mis papás- a estas tierras, nosotros tuvimos que salirnos de Aguas Frías porque la guerra estaba muy templada allá arriba y la guerrilla había invadido la finca en la que vivíamos, entonces yo me fui para Nariño a trabajar por ahí en unas minas y mis papás compraron una parcelita en Villa Doris y montaron su casita.

Como al año o a los dos años yo me regresé para Tiquisio y compré también una parcela cerquita a la casa de mis papás y lo mismo hicieron todos mis hermanos, porque para esta zona la guerra estaba menos caliente de lo que estaba en el resto de Tiquisio, entonces todos terminamos por acá, viviendo uno cerquita del otro pero cada uno en su parcela.

Acá todos nos conocíamos con todos porque siempre que llegaba alguien a comprar una parcela -hasta nosotros, porque llegamos después de los parceleros originales- tenía que pedirle permiso a la junta de acción comunal para que se le vendiera o se diera su pedazo de tierra y además muchos de nosotros somos familia y trabajamos juntos en los cultivos. En Villa Doris lo que más se da es el arroz, entonces casi todos nos hemos dedicado a eso durante muchos años, 48 aunque también hemos cultivado una cantidad de cosas que nos sirven más que todo para el diario, para nuestro propio consumo como el maíz, la yuca, ñame y frutas, además algunos de los parceleros tienen ganado, entonces vivíamos bueno.

Pero como en todo Tiquisio, la guerra se nos metió a Villa Doris y nosotros manteníamos asustados porque como a finales de los noventa esto se la pasaba en combates y amenazaban gente a cada rato, en especial desde que entraron los paramilitares porque ahí sí que eran todos dándose bala con todos, y cada grupo viniendo a poner exigencias distintas a nosotros los civiles, tanto que a mis papás les tocó hasta desplazarse un tiempo, salirse de la finca porque los tenían amenazados. Nosotros sí nos quedamos acá trabajando, en ese tiempo éramos diez hermanos pero ya varios se habían ido y acá en estas tierras quedábamos Neilson, José Segundo y mi persona.

Cuando a mi papá le tocó desplazarse él era el presidente de la junta de acción comunal, entonces él me dejó de delegado a mí para reemplazarlo y yo logré ponerle la personería jurídica legal a la junta, porque antes de eso la teníamos pero para organizarnos nosotros, no estábamos registrados. Luego de eso fue José Segundo el que quedó elegido como presidente de la junta, entonces nosotros empezamos a volvernos líderes en la comunidad siguiendo el ejemplo de mi papá que desde siempre le habían gustado esas cosas. Claro que José Segundo era el que estaba como más encarretado con eso, a él esas cosas del liderazgo y ganarse el cariño de la gente le quedaba muy fácil, además que él sabía leer y escribir perfecto, a diferencia de la mayoría de nosotros que nos cuesta mucho trabajo, entonces eso le daba a él una ventaja muy grande.

Estando en todo ese rollo fue que él se metió en el cuento del Proceso Ciudadano por Tiquisio y se volvió el líder muy respetado y muy querido en nuestra comunidad porque él siempre estaba dispuesto a ayudar a la gente en lo que necesitara. También se ganó muy rápido la confianza del 49 padre Gallego y del personal que venía de afuera, de las organizaciones, por ser un man avispado y muy pilo. Por eso el entró y se formó en la Escuela Campesina, que fue una cosa que creó el

Proceso Ciudadano por Tiquisio para formar a los líderes en temas sociales y productivos; cada rato lo llamaban a reuniones y viajes en Barrancabermeja, en Cartagena, en Magangué, hasta a

Bogotá fue representando a Tiquisio y al Proceso en distintas reuniones y mesas de interlocución a las que lo invitaban. Yo en ese momento no quise hacer parte del Proceso como tal porque vivía muy ocupado con los cultivos, pero siempre que podía lo acompañaba a todas las reuniones y los eventos que hacían acá en Tiquisio y ahí fui aprendiendo muchas cosas, entonces yo lo ayudaba a él en lo que necesitara. A veces se presentaban casos de que tocaba ir a enfrentar a los armados para exigirles que nos respetaran o que no se metieran con alguna persona de la comunidad y nosotros nos íbamos juntos y así hacíamos juntos los procesos.

2.2.1 El man llegó por acá diciendo que esas tierras eran de él y que nosotros éramos

unos invasores.

Además de la guerra, a nosotros los parceleros de Villa Doris se nos vino un problema encima de un momento a otro; eso fue como en el 2009, que se presentó en la finca un hombre que había sido el administrador de estas tierras en la época que el laboratorio de coca existía, pero que también salió corriendo cuando hubo el problema de los dos campesinos que desaparecieron allá adentro. Total que el man llegó por acá diciendo que esas tierras eran de él y que nosotros

éramos unos invasores, que le teníamos que desalojar, pero nosotros sabíamos que por ley esa tierra ya nos pertenecía porque llevábamos más de 20 años viviendo ahí, trabajando esa tierra, haciéndole arreglos a nuestras casitas y al terreno, entonces no nos dejamos meter los dedos en la boca.

50

Figura 10. La casa de Pedro en Villa Doris.

Lo que nosotros hicimos fue decirle a ese señor que tenía que traernos los papeles que certificaran que esa tierra era de él, entonces él quedó de volver como a los 15 días a traernos los papeles. Ahí mismo mi hermano José Segundo se contactó con el padre Rafael Gallego y con los abogados del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio, que eran de las organizaciones que acompañaban al Proceso Ciudadano por Tiquisio y ellos empezaron a asesorarnos y nos dijeron que esa tierra ya era de nosotros y que lo que había que hacer era empezar un proceso legal para que se solucionara todo eso y nos pudiéramos quedar en nuestra tierra. Pero entonces al señor que estaba reclamando la tierra no le gustó mucho que nosotros le dijéramos que nos fuéramos por la vía de lo legal y entonces nos dijo que no lo hiciéramos así, que arregláramos de otra forma, pero nosotros no nos dejamos engañar.

Ahí comenzó la cosa a ponerse fea porque él nos empezó a invadir la tierra con un ganado que trajo y lo metió a las malas en la finca, también una vez nos mandó al Ejército a sacarnos y esa gente llegó con un motón de armas y nos iban era a desbaratar las casas, pero alcanzamos a hablar con el Padre Rafael y él hizo algunas llamadas a la Defensoría del Pueblo y a la

Personería de Tiquisio y también les pudimos poner el freno. Después de eso volvió un día a 51 ofrecernos dizque un proyecto con una empresa de Santa Marta, que la organización se comprometía a reubicarnos, a colocarnos una escuela, un salón comunal y que nosotros íbamos a ser socios del proyecto y nos iban a pagar por trabajar con ellos; lo bueno es que nosotros sabíamos que de eso tan bueno no dan tanto y tampoco le comimos cuento.

Después de eso entonces vinieron demandas y demandas, porque el tipo empezó a traer una cantidad de papeles pero nosotros sabíamos que esos papeles eran falsos porque nosotros conocemos la historia de Villa Doris y hemos vivido acá mucho tiempo ya, entonces mi hermano era el que se encargaba de todo porque se volvió el representante legal de la comunidad y cada rato viajaba a Puerto Rico o a donde le tocara a dar la cara y a hablar con los abogados a ver qué se resolvía, cuando eso yo estaba de presidente de la junta otra vez, eso fue como en el 2012.

En ese mismo año empezó a circular en el Coco Tiquisio una carta en la que decía que las

Autodefensas Gaitanistas de Colombia tenían amenazadas como a 30 personas en Tiquisio, y que en Villa Doris estaban amenazadas cinco, pero no daban los nombres. Entonces como nosotros sabíamos nosotros estábamos amenazados por los supuestos dueños de la tierra desde hacía mucho rato, yo le dije a la comunidad que fueran pensando en otro presidente de junta porque si acá nos iban a matar muy seguramente iban a empezar por la cabeza y no por la cola; en ese tiempo yo era el presidente y José Segundo era el tesorero y era el administrador del trapiche que había donado el Proceso Ciudadano por Tiquisio que lo teníamos en Villa Doris.

2.2.2 Yo soy Pedro Turizo y estoy aquí en representación de mi hermano.

Con todo y la amenaza nosotros estábamos tranquilos porque no pensábamos que los que estaban reclamando la tierra tuvieran vínculos con los paramilitares, y además de ese problemita nosotros no teníamos líos con nadie por acá, ni con la guerrilla ni con los paramilitares ni con la

52 propia gente de la comunidad, entonces no pensamos que nos fuera a pasar nada realmente. A mí nunca se me pasó por la cabeza, nunca me imaginé que a mi hermano le iba a pasar lo que le pasó, yo me acuerdo que cuando a mí llegaron a decirme que me habían matado a mi hermano yo no lo podía creer, yo pensaba que se estaban equivocando, cómo iban a matar a ese pelado…

Lo primero que pensamos todos por acá es que lo habían matado por el problema de tierras, pero luego la gente empezó a decir que había sido era porque lo habían mal informado y le habían dicho a los paramilitares que él era informante del Ejército, pero también hay la versión de que lo confundieron con otro man ahí y de que venían a matar era a mi otro hermano, eso yo creo que nunca se va a saber bien.

Nosotros pensamos en desplazarnos, en irnos así fuera a Puerto Rico porque nos sentíamos amenazados y muy dolidos porque nos habían matado a un miembro de la familia y más porque era uno que había sido muy sano, a José Segundo no se le conocía ningún torcido; él vivía era juicioso trabajándole al Proceso y a su tierrita para mantener a su familia, él cuando murió dejó a la viuda y a seis pelados que ninguno pasaba los diez años. Pero nosotros finalmente no nos fuimos porque nosotros acá teníamos todo; nuestros animales, los cultivos, la casita y a los niños, entonces no era fácil recoger todo de un día para otro y arrancar, además nosotros queríamos averiguar qué era lo que había pasado con mi hermano y eso tocaba era hacerlo desde acá.

Entonces un día mi hermano Neilson y yo arrancamos para La Ventura que era donde estaban esos manes permanentemente. Llegamos allá y no estaba el comandante, pero nos pusimos a hablar con uno de los paramilitares y le explicamos que estábamos ahí porque nos habían informado que ellos habían matado a José Segundo y queríamos saber por qué lo habían hecho, porque nosotros sabíamos que él era un pelado que no tenía problemas y antes no lo habían amenazado ni le habían advertido de nada. El man se rascaba la cabeza y no sabía ni qué

53 decirnos, sólo nos dijo que él no nos sabía dar información de eso, pero que quedaba muy preocupado que dizque porque las Autodefensas Gaitanistas no mataban a gente que no tuviera la culpa, que ellos sólo mataban a los que tuviera orden de matanza por haber hecho algo malo, y ahí lo que hizo el man fue pedirnos nuestros celulares y decirnos que él iba a hablar con el jefe para que cuando estuviera en algún lugar en el que hubiera señal nos llamara y nos explicara qué era lo que había pasado, entonces nosotros nos bajamos confiados pero esa llamada nunca pasó.

Lo bueno es que como a José Segundo lo conocía tanta gente y estaba vinculado con tantas organizaciones la muerte de él sonó mucho en la región, hasta salió en noticias, y hubo varias personas que nos ayudaron a poner la denuncia y todo eso, entonces como al año de que hubieran matado al pelado la policía agarró cerca a varios de los implicados en el asesinato. Eso salió en los periódicos, decían que habían agarrado a dos manes del Clan Úsuga (que son los mismos

Gaitanistas y Urabeños pero dependiendo de con quién estén hablando se presentan distinto) que habían sido responsables de la muerte de mi hermano y de otra gente en el Sur de Bolívar. Eso para nosotros fue un alivio porque al menos se está haciendo justicia, pero todavía faltan los otros dos; el propio que le disparó a José Segundo y a otro que estuvo ahí, esos faltan por la captura pero quién sabe si algún día los vayan a agarrar.

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Figura 11. Los responsables. Fuente. Diario El Propio. 13 de noviembre de 2014

Cuando a él lo mataron fue que yo me empecé a vincular más con el Proceso Ciudadano por

Tiquisio, porque la comunidad de Villa Doris se había quedado sin líder. A pesar de que yo acompañaba a muchas reuniones a mi hermano, pues había muchas cosas que yo desconocía porque yo no había estado en la Escuela Campesina ni en muchos comités y reuniones con organizaciones que se hacían en el municipio o afuera, pero como yo era el hermano mayor de

José Segundo y mi cara se le hacía conocida a varia gente por acá, entonces me empezaron a llamar a mí para ir a las mesas de interlocución y esas cosas, y como yo era el hermano y además era el presidente de la junta de acción comunal pues me sentía comprometido a ir a todas esas cosas y ahí de a poquitos me fui metiendo más y más en el cuento, aunque a estas alturas ya el

Proceso no haga ni la mitad de las cosas que se hacían antes, cuando el pelado estaba vivo.

Cuando yo llegaba a las reuniones mucha gente no me conocía, entonces yo me presentaba, les decía que yo soy Pedro Turizo y que yo estaba ahí en representación de mi hermano y les explicaba que yo no conocía mucho del tema, pero que aunque a mí me diera miedo porque no sabía si a mi hermano lo habían matado por ser parte del Proceso, yo quería seguir ahí porque

55 quería representarlo a él y que su memoria siguiera actuando, que lo bueno que él hacía no muriera ahí también. Entonces la gente me decía que no sólo a mí me dolía la muerte de mi hermano, que para todos había sido una gran pérdida porque él había sido un defensor de los derechos humanos, y eso ha sido lo que me motiva a mí a seguir en este cuento.

Entonces además de representar a José Segundo en el Proceso Ciudadano por Tiquisio, yo también me volví el líder de la comunidad de Villa Doris y ahora encabezo el proceso de tierras, soy el representante de todos los parceleros que vivimos en esta finca y todos los días vivo pendiente de hacer llamadas y hablar con el que tenga que hablar para ver si algún día podemos resolver esto y que por fin nos den el título legal de estas tierras. Lo templado es que ahora nosotros no tenemos nadie que nos asesore o que nos ayude a empujar el proceso legal, porque los abogados que nos estaban ayudando se tuvieron que ir porque se acabó la plata de los proyectos, y nosotros acá somos pobres, al campesino nunca le falta la comida porque él la cultiva con sus propias manos, pero nosotros plata, dinero como tal no tenemos porque es muy poquito lo que sacamos para vender hacia afuera y eso hace que nos quede de para arriba conseguir un abogado que nos pueda representar.

Lo peor es que esta gente sabe eso, sabe que nosotros somos ignorantes en muchos temas y que además no tenemos el recurso para demostrar que esta tierra nos pertenece a nosotros porque llevamos trabajándola muchísimos años y que además nosotros sí la necesitamos porque vivimos en ella y sobrevivimos trabajando nuestras tierras, entonces el día que les dé por sacarnos nosotros nos quedamos sin nada. Ahí lo malo es que como todo por acá, lo que mueve la ley es la plata, los contactos, y esa gente que quiere sacarnos ha jugado muy sucio y se ha echado mucha gente al bolsillo para lograr hacer el engaño y poder sacarnos, tanto así que han metido el cuento de que nosotros somos guerrilleros, que a nosotros fue la guerrilla la que nos puso acá y que ellos

56 son víctimas del conflicto armado porque nosotros les invadimos las tierras, sabiendo que esa gente salió de acá fue por problemas con el narcotráfico, y que nosotros llegamos acá fue desplazados, porque si la guerra no se hubiera calentado tanto a nosotros ni siquiera nos hubiera tocado bajarnos de Aguas Frías hace tantos años ya.

Lo que hizo mi hermano fue meterse en los procesos sociales y ayudar a que Tiquisio y Villa

Doris resonaran un poquito hacia afuera, ayudar a traer la atención de gente acá para que nos ayuden con la cantidad de necesidades que la guerra y la pobreza nos han dejado, y por eso yo tomé la iniciativa de seguir luchando por esto, seguir haciendo lo que él comenzó y terminarlo, eso es lo que me motiva a seguir metido de lleno acompañando al Proceso Ciudadano por

Tiquisio, a ayudar a devolverle la fuerza y la importancia que tuvo antes, no sólo porque acá en

Villa Doris necesitamos con urgencia que algún proceso social o alguna organización venga a ayudarnos con el proceso de tierras, sino porque en todo Tiquisio la comunidad tiene muchas necesidades y es importante ayudar a los demás, así como me enseñó mi hermano, que lo hacía desinteresadamente aunque le costó la vida.

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3. Dinámicas de la guerra

3.1 Lidis Camargo, la caminante.

Figura 12. Lidis Camargo

Mi familia es de Puerto Corozo, Bolívar y allá nací yo también en el año 64, pero desde muy joven me gustó coger camino y andar, buscando trabajitos y aprovechando la excusa para conocerme todo el país. Yo empecé a viajar para un lado y para el otro como en el año ochenta, que dejé a mis pelados con el papá y me fui a buscar mejor futuro para mis hijos, yo nunca los abandoné pero la situación económica estaba templada entonces empecé a negociar y a intentar levantarme la platica. Entre tantos viajes pasé por Valledupar, Arjona, El Carmen de Bolívar, después volví un tiempo con mi familia pero no me aguanté y me fui como un año para

Barranquilla, de ahí para Cúcuta, luego me fui para Cali porque a una amiga mía le habían matado al esposo y había quedado sola con un bebé entonces me fui a ayudarla, pero me aburrí y arranqué para Santa Marta y allá estuve unos meses, hasta que conocí unos amigos y me animaron para irme a Bogotá a trabajar en casas de familia, estuve en esas un tiempo pero me cansé. También entonces anduve por Pasto y finalmente me vine para la región del Sur de

Bolívar y me he movido de pueblito en pueblito pero ya más cerca.

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De tanto andar yo aprendí muchos oficios y los otros me los inventé para poder salir adelante; yo fui aseadora doméstica, mesera, trabajé jornaleando en fincas, tuve restauranticos y cantinas propias y en otras trabajé atendiendo. Se me pasaron muchos años así, aprendiendo una cosa y la otra, trabajando duro y parejo pero también parrandeando, a mí me gustaba mucho el ron, era muy amiguera, entonces en general siempre me di buena vida y le di buena vida a mis hijos, aunque no estuviera mucho con ellos cuando eran pelados.

Cuando me vine para el Sur de Bolívar llegué a , a un corregimiento que se llama La Pacha, porque mi mamá estaba viviendo ahí con algunos de mis hijos que se habían venido con ella, ellos ya estaban grandecitos para esa época, que fue como a mediados de los noventa. En esa época yo me dediqué a trabajar en las minas; a veces mineaba o subía mercado o pescado para vender por allá, porque como la mayoría de los pueblos de esta región son mineros, pues allá es donde está la plata, aunque las minas siempre quedan bien retiradas del pueblo entonces cuando uno decide arrancar se sabe que son idas de por lo menos unas dos semanas y de ahí en adelante el tiempo que uno quiera, para que valga la pena la vuelta.

Así fue mi vida durante unos años, trabajar en las minas y estar con mi familia, era una vida tranquila a pesar de la cantidad de cosas que estaban pasando en la región. Hasta que un día, en el año 98, los paramilitares se metieron a La Pacha y masacraron a un montón de gente ahí en el pueblo. Ese mismo día, a las cinco de la mañana, una de mis hijas había dado a luz a un bebé, y como a las once fue que entraron estos tipos. Entonces a mí me tocó sacar a mi hija de allá, eso fue un corre corre muy tenaz, hasta que llegamos a otro pueblito que se llama El Alto. A mí me tocó decirle a mi mamá que me iba otra vez, que esta vez arrancaba para las minas de Fuego

Verde porque qué íbamos a seguir allá todos amontonados y sin comida en el Alto, así que yo la

59 dejé a ella allá con mis hijos y la nieta recién nacida y me fui a trabajar en las minas y a lavar ropa ajena para buscar la platica y luego le mandaba a mi mamá.

Figura 13. La casa de Lidis en La Hamaca

En el 99 mi mamá se devolvió para La Pacha y yo me fui para Tiquisio, me junté con un señor llamado Juan Carlos y nos fuimos a vivir en una casita en la vereda La Hamaca, pero por acá la cosa también estaba bien fea en ese momento, yo me acuerdo especialmente de un día que unos guerrilleros, nunca supe de qué grupo, se llegaron a Puerto Coca, que es el corregimiento en el que queda La Hamaca y se armó un enfrentamiento aterrador; nosotros veíamos y oíamos recoger ese poco de muertos, había un tractor que los arrastraba quién sabe para dónde y mucha gente del caserío terminó ahí metida entre un caño con el agua hasta el pescuezo, pero yo no fui capaz porque yo le tenía miedo era a las sanguijuelas, entonces me quedé en la casa con los hijos míos, rogando porque no llegaran ni los unos ni los otros a acabar con nosotros.

Yo me quedé ese día y la noche siguiente, hasta que al otro día llegó la guerrilla y dijo “que todo el mundo se pierda” y entonces ahí el caserío quedó solo, nosotros nos fuimos para Puerto

Rico y duramos allá como diez meses pero después me devolví para la casa de mi mamá en La

Pacha. Pero cuando llegué los paramilitares estaban allá metidos y no dejaban tener animales ni

60 nada, estaban matando y humillando mucho a la gente, por eso yo sólo me aguanté unas semanas allá en la casa de mi mamá, porque yo no iba a estar sumergida a la ley de eso manes, entonces me fui para y ahí me metía por las minas de San Pedro Frío a vender y comprar tortugas galápago, pescados y pollo y así me fui llevando durante casi cuatro años, hasta que se agravó una hija mía que estaba embarazada porque le habían puesto un espíritu, entonces me devolví otra vez para La Pacha.

3.1.1 Yo le dije que yo no me quería parar a ver cómo mataban a otro inocente.

Como a los quince días de yo haber llegado, eso fue ya en el año 2003, se presentaron los paramilitares en el pueblo otra vez diciendo que había una reunión obligatoria y que todo el pueblo se tenía que reunir en las canchas, pero para esa época mi papá ya estaba bastante enfermito, él no se podía movilizar ni nada, entonces los paramilitares me dejaron quedar pero al resto sí les tocó ir. Para esos días también había llegado a La Pacha mi hijo Cecilio, que vino a pedirme ayuda porque tenía a la mujer embarazada de unos gemelos hospitalizada en

Bucaramanga, entonces a él también le tocó irse a la reunión con el resto del pueblo. En la reunión les dijeron que ellos venían a limpiar el pueblo porque había un grupo de jóvenes que estaban haciendo cosas malas, y ahí mismo en la reunión mataron a dos. Al otro día mi hijo

Cecilio se fue para las minas con un primo de él como al mediodía, y por ahí a las cuatro llegaron unos paramilitares a la casa de mi mamá, se cambiaron de ropa y le dijeron a mis sobrinas que se iban para las minas a buscar a un tipo que tenían que traer.

Todo el mundo en el pueblo se quedó preguntándose a quién sería que iban a traer. Como a las ocho de la noche yo ya estaba acostada y llegó mi hermana a decirme que me parara, que ya habían traído al muchacho y lo tenían amarrado ahí en frente de una cantina, pero yo le dije que yo no me quería parar a ver cómo mataban a otro inocente. Total que al rato llegó la vecina de al 61 lado llamando a una de mis sobrinas, diciéndole que el muchacho que tenían amarrado la estaba llamando a ella, pero mi hermana la mandó que se fuera a acostar, porque luego quién sabe en qué problema se metía si salía porque no sabíamos quién era el que tenían amarrado. Entonces todos nos fuimos a dormir, pero a mí como a las dos de la mañana me entró un desespero y pasé la madrugada dando vueltas por la casa hasta que como a las cinco de la mañana llegó un grupo de gente a tocar la puerta, llegaron a decirme que el muchacho que habían matado a las once de la noche había sido Cecilio, mi pelado.

Yo no supe ni donde quedé yo, saber que mi hermana me dijo varias veces que saliera y yo no hice caso, si yo hubiera salido y hubiera visto que era mi hijo estoy segura de que yo no lo hubiera dejado matar. Yo abrí la puerta de la casa y me fui corriendo para un cerro donde todo el mundo sabía que los paramilitares se escondían, allá ellos tenían unos cilindros y los mantenían llenos de agua y hielo y se llevaban a la gente a darle palo y los metían en los cilindros esos de agua fría para torturarlos. Yo salí corriendo para allá porque creía que mi hijo seguía vivo, que seguro esos manes se los habían llevado para allá y que lo tenían estropeado pero vivo. Cuando llegué allá hablé con uno de esos tipos, uno que era como de rango medio, pero me dijo que me bajara para la cancha de fútbol y esperara allá, que allá más tarde bajaba una comisión a explicarme qué había pasado con mi hijo. Esperamos como hasta las once de la mañana y nada, entonces mi hermano me llevó para la casa y yo en esa agonía y desesperación que estaba sintiendo sólo daba gritos y gritos, yo no podía creer que mi hijo estuviera muerto.

Como a las dos de la tarde llegó un grupo de los paramilitares a la casa, llegó un tipo de los esos y yo le pedí que me entregara mi hijo, que me lo devolviera así fuera hecho migas, porque yo sabía que ellos mataban así, yo le dije que no entendía por qué lo habían matado si él no era guerrillero ni era nada, pero el man casi que ni me daba la cara y me dijo que él no sabía nada,

62 que a mi hijo lo habían mandado para Pueblito Mejía, otro corregimiento de acá de Tiquisio, entonces yo cogí una moto y me fui para allá y ahí hablé con otro man, pero él tampoco me dio razón, entonces me devolví a La Pacha y hablé con el uno y con el otro hasta que me dieron razón de que efectivamente mi hijo estaba muerto. Yo seguí reclamando y reclamando por el cuerpo pero nunca pasó nada, hasta que un día se presentó en la casa el que vino la primera vez y me dice:

-Nosotros cometimos un error.

- Y, ¿por qué no vio ese error antes? antes de que hubiesen matado a mi hijo. Todo este tiempo han traído gente mala de verdad y les habían dado golpes y los metían en ese caneco de agua. Yo le hubiera agradecido a usted que hubiese hecho eso con mi hijo, ¿oyó?, pero no lo hubiesen matado.

- No, es que eso fue un error.

- Yo le voy a preguntar a usted una cosa. De pronto si por lo que yo le voy a decir merezco la muerte, máteme, pero ¿qué pasaría si venía alguien por antojo y se enamora de ese hijo que tiene su mujer en sus brazos y se lo quitara y se lo matara?, ¿Usted qué precio le pondría a esa vida?

Yo sé que usted viene a darme una limosna para que yo vaya a sacar a la mujer de donde él la dejó, en el hospital, porque él la dejó hospitalizada, pero yo le voy a decir algo, esa limosna que usted me va a dar a mí guárdesela, que a usted Dios lo va a hacer pagar por esto, pero de otro modo.

Él se paró de la silla, me pidió disculpas otra vez y arrancó y se fue. De ahí para adelante mi vida se puso patas arriba, yo empecé a andar y andar vendiendo ponche y pescado pero todo lo que ganaba me lo bebía, a veces hasta iba a trabajar borracha. Hasta que conocí al padre Rafael

63

Gallego, él ya estaba trabajando con el Proceso Ciudadano por Tiquisio y cuando le conté la historia empezó a ayudarme; él se puso a averiguar y a reunir papeles y un buen día me llamó y me dijo que me fuera con todo ese papeleo a Bucaramanga, a hablar allá con la Unidad de

Víctimas y me dio la plata para los pasajes.

Cuando llegué a Bucaramanga me atendió un señor muy formal y me dijo que en esos días había estado también allá Araceli, la mujer de Cecilio preguntando por él y que ese mismo día iba a salir una comisión para La Pacha, a exhumar los restos de mi muchacho. Entonces el señor de la Defensoría me regaló lo del pasaje hacia El Banco, Magdalena, que allá estaba Araceli y arranqué, cuando llegué allá me encontré a la mujer y conocí por fin a mis nietas, las dos gemelas, y nos embarcamos con unos policías en una chalupa hacia La Pacha. Al otro día de llegar nos fuimos con la policía a exhumar los cuerpos, sacaron como cinco cadáveres y el

último era el de mi muchacho, yo lo reconocí ahí mismo. Se lo llevaron para hacerle las pruebas de ADN y como a los ocho meses me llamaron y me devolvieron los restos, eso fue en el 2008, cinco años después de que lo mataran.

Pero el único problema no fue ese, porque en el mismo año que hicimos la exhumación de los restos de Cecilio, la guerrilla del ERP se llevó a Jesús que es otro de mis hijos. Preciso ese día mataron un tío allá en La Pacha y yo arranqué para allá a averiguar qué había pasado -pero nunca se supo nada, algunos dicen que fue el DAS- y dejé a Jesús en La Hamaca, que era donde vivíamos en esa época, el problema es que él era epiléptico y cuando le daban los ataques a él le gustaba salir a caminar por ahí horas enteras, y estando por ahí parado llegaron los guerrillos y lo agarraron dizque por ser sapo del ejército. Yo le caminé a esa gente del ERP como nadie se imagina para preguntarles dónde tenían a mi pelado, yo no podía aceptar que la guerra me arrebatara otro hijo, pero esos manes me decían que se lo había llevado el Ejército, aunque yo

64 sabía que no era así porque la gente del caserío me dijo que todos habían visto que habían sido los Repelos15 los que se lo habían llevado. Finalmente yo nunca supe dónde fue a parar Jesús, ni si está vivo o no... Yo metí la denuncia en la Personería, pero a mí nunca me llegó ninguna clase de papel ni de respuesta por mi hijo.

3.1.2 Uno no tiene la vida comprada, entonces mejor perderla intentando lograr un

mejor futuro

Después de que me pasó todo eso fue que yo empecé a meterme en el cuento del Proceso

Ciudadano por Tiquisio, porque estaba muy agradecida por todo lo que habían hecho por mí con la búsqueda del cuerpo de Cecilio y las denuncias por la desaparición de Jesús. Yo me di cuenta de que el Proceso hacía cosas muy buenas y que yo quería ayudar a que otras familias, otras madres no tuvieran que pasar por todo eso que yo pasé por culpa de la guerra y vi que por ese lado era el camino. Yo nunca me formé en la Escuela Campesina porque casi no sé leer ni escribir y eso era para los alfabetas, además que yo estoy a cargo de la casa y tengo que trabajar entonces no me quedaba mucho tiempo. Tampoco me beneficié mucho de los proyectos productivos, pero a cada reunión y cada evento que había del Proceso iba, allá estaba siempre yo metida ayudando con lo que se pudiera y aprendiendo cosas, porque a mí me gustaba mucho ver cómo el padre Gallego y los demás trabajaban y se esforzaban porque hubiera un poco de tranquilidad en las comunidades, porque en esa época era demasiado el desorden y las muertes que teníamos por cosas que no eran justas.

Por esa época también conocí el Evangelio, me uní a la iglesia cristiana. Entre empezar a servir a Dios y empezar a servir a la comunidad mi vida cambió mucho; dejé de beber ron, de ser tan parrandera, porque después de perder a mis hijos yo empecé a tomar mucho más y cogía el

15 Nombre con el que se conoce a la guerrilla del ERP 65 carro a las cinco de la mañana borracha y arrancaba para Puerto Rico, compraba el pescado y venía borracha y la gente si tiraba risa conmigo, a mí me decían la pescaborracha. Entonces me dediqué mucho más a mi familia, al trabajo, dejé de andar tanto porque me di cuenta de que ya era hora de disfrutar a mi familia, a mis nietos, porque en medio de esta guerra ya se me ha mostrado que uno nunca sabe qué día va a dejar de estar.

Figura 14. Lidis sobando a una vecina

Ya llevo once años seguidos viviendo acá en La Hamaca y no tengo pensado irme de nuevo, al menos no pronto, porque uno nunca sabe qué situaciones nuevas pueda traer la vida, o mejor, la guerra. Acá ya tengo muchas amistades, la gente acude mucho a mí porque a pesar de la caída del Proceso Ciudadano en el año 2008 más o menos, ellos se dan cuenta de que yo soy una de las personas líderes en la comunidad, y es un respeto y un cariño que me he ganado de la gente a punta de ayudar en lo que pueda y en lo que me necesiten. Además, la gente está como agradecida con el trabajo que estamos haciendo los poquitos líderes del Proceso que quedamos,

66 porque nos estamos esforzando por revivir el espacio humanitario, por devolverle un poquito la tranquilidad a la comunidad de Tiquisio, que ahora se encuentra tan azotada por las

Autodefensas Gaitanistas de Colombia.

Actualmente estoy dedicada a mis nietos, al culto, al Proceso... Y para mantenernos, cultivo algunas cositas en la finca, la mayoría de pan coger como la yuca, aunque también tengo piñas y cuando hay cosecha voy hasta Puerto Rico a venderlas. Además de eso vendo pescado, yo bajo los miércoles y los domingos al puerto a comprar galápagos, bocachicos y lo que llegue que esté bueno y me subo a las minas a venderlo. La gente viene a buscarme porque yo sé sobar y algunas cositas de medicina que aprendí gracias a mi abuela y también a la vida, porque uno por acá con lo difícil que es ir a un médico de a poquitos va aprendiendo a atenderse solo, yo ayudo a la gente cuando se le desencaja un hueso, cuando tienen algún dolor o cuando van a dar a luz, porque yo aprendí a ser partera conmigo misma -yo recibí a mis hijos sola allá en la finca- y ellos me dan una platica que me ayuda para conseguir los víveres de la casa. También vienen mucho a buscarme para resolver problemas, tanto con los grupos como entre los mismos miembros de la comunidad, entonces yo miro y balanceo y yo les comparto la opinión y les digo miren, pueden hacer esto y esto y la gente me hace caso porque saben que yo he pasado por tanta cosa que alguito de sabiduría he ganado para estas cosas.

Mi compañero me dice a veces que yo no debería estar metida en esos temas sociales porque expongo mucho mi vida, pero a mí no me da miedo, yo el miedo no lo conozco, o de pronto lo dejé de sentir cuando me perjudicaron a mis hijos, porque en ese momento, en especial a nosotras las mamás, nos deja de importar absolutamente todo, hasta nuestra propia vida, porque los hijos son lo más querido para uno. Y a pesar de que ahorita mi lucha no sea tanto por mis hijos, porque ya la mayoría están lejos, es por darle un mejor futuro a mis nietos, por evitarle

67 tantos dolores a otras mujeres como yo, porque además Dios sabe que uno está luchando por una causa justa, entonces él lo salva a uno. Lo hago también porque me di cuenta que estando alejada de esas cosas igual la violencia perjudicó a mi familia, uno no tiene la vida comprada, entonces mejor perderla intentando lograr un mejor futuro que quedarse quieto y humillado hasta que lo maten a uno.

Figura 15. Lidis vendiendo pescado

A mí la vida me ha puesto muchas pruebas, me ha dado muchas vueltas; yo he tenido que ser muchas cosas a lo largo de mi vida para poderme adaptar a lo templada que es la vida entre la guerra. Yo soy Lidis Camargo, la vendedora de pescado, la sobandera, la lideresa, la minera, la lavandera, la madre, la víctima, la defensora, la viajera, la cristiana, la partera... La caminante.

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3.2 Emiro Sánchez: La Incansable lucha por la ventura.

Figura 16. Emiro Sánchez

He vivido en el corregimiento La Ventura por más de 34 años, yo nací en Sardinata, Norte de

Santander, pero me vine para esta tierra con mi tío cuando era un peladito de 16, porque él se compró unas tierras acá que eran muy buenas y me trajo con él para acá para que nos pusiéramos a trabajar juntos, entonces nos vinimos los dos para acá sin conocer a nadie ni nada, solamente porque a mi tío le habían dicho que para los lados de Tiquisio estaba arrimando mucha gente porque los negocios se estaban dando bueno por acá.

Cuando eso por acá todo era muy sano, eso fue como en el año 82, todavía no había guerrilla ni delincuencia de ninguna entonces era muy bueno para hacer negocios. Nosotros llegamos por acá a sembrar plátano, teníamos como seis hectáreas, aunque también sembrábamos maíz y arroz, por acá todo el mundo se dedicaba a eso, entonces cada rato salían de a 15 canoas llenitas de lo que cultivábamos los que vivíamos acá derechito para Magangué, a venderse allá. Como a los dos años de haber llegado conocí a mi mujer, y como ya estaba trabajando y estaba ganando

69 buena plata pues compré mi casita ahí en pleno caserío, porque con mi tío vivíamos en una finca como a tres horas caminando del caserío y ya quedaba muy retirado, entonces me fui con mi mujer para la casa pero seguía trabajando con mi tío, a veces me echaba la caminada todos los días, otras veces me quedaba allá o me iba en moto.

Nosotros alcanzamos a hacer buena plata hasta que entró el ELN como en el 89 o 90, eran cuatro y estaban vestidos de civil, pero estaban armados. Esos llegaron y se metieron a una casa vecina y ahí estuvieron como ocho días. Yo me acuerdo que ellos fueron a donde mi tío y yo estábamos trabajando y nos invitaron a que hiciéramos parte de la organización de ellos, nos ofrecieron plata, mujeres y poder. Aunque yo era un pelado dije que no, porque me daba miedo, yo para esas cosas no sirvo, aunque no le niego que a uno así sardino le suena tentador el tema de la plata y todo eso, porque uno acá siempre está luchando mucho para levantarse sus cosas, yo creo que muchos pelados sí se dejaron convencer en esa época.

Esos manes estuvieron por acá los siguientes años, pero casi no se metían con nadie, era más que todo en las otras partes de Tiquisio en las que tenían apretada a la gente, pero acá en La

Ventura sólo aparecían de vez en cuando. La cosa vino a cambiar fue cuando apareció el ERP, por ahí en el año 2000, ese fue un grupo que fueron uno hombres que se salieron del ELN y crearon su propia división, entonces ni ELN ni FARC los querían. Ellos llegaron a La Ventura y se ubicaron en la zona alta, eran como 1.800 hombres metidos para este lado y acabaron de un momento a otro con todo lo que había, porque llegaban a los negocios y lo que había se lo llevaban y decían que después lo pagaban y qué va, todavía estamos esperando a que nos paguen, porque además si uno no les daba lo poquito que tenía ya quedaba siendo objetivo militar de ellos, yo en esa época tenía una tiendita y me la acabaron así.

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Entre el 2003 y el 2004 se presentaron por primerita vez los paramilitares, se presentaron como los Cordilleras de las Autodefensas Unidas de Colombia, entonces cuando los Repelos vieron que estaba llegando gente de afuera ya empezaron a ubicar gente en toda la zona. En ese momento se metió el ejército también para este lado entonces esto mantenía en combates, de un momento a otro llegaban el ejército y los paramilitares juntos a acabar con todos esos guerrilleros que andaban por acá, entonces a nosotros siempre nos tocaba estar listicos para salir corriendo a escondernos en algún lado.

Cuando eso ya no se podía hablar con nadie, ni siquiera con los propios conocidos, porque uno nunca sabía quién lo podía estar escuchando. Además cada grupo llegaba a las tiendas a hacer el reclamo de que uno le había vendido o regalado los víveres al uno y al otro, entonces a uno le tocaba era estar preparado para responderles a ellos, para explicarles que nosotros no les dábamos las cosas porque estábamos del lado de uno o del otro, sino porque si llega un armado a exigirle a uno las cosas pues uno no tiene derecho a decir que no porque lo van es matando.

A nosotros nos tocó desocupar la finca porque nos la tenían repleta de guerrilleros, en esa

época mis papás y un hermano vivían allá y eso para poder caminar entre la casa tocaba pasar por los laditos, eran como 20 o 30 manes de esos metidos ahí, utilizándonos la cocina y todas las cosas. Entonces decidimos dejar esa vaina quieta allá, yo compré un ranchito para mis papás y mi hermano abajo en el caserío porque ya estábamos aburridos y ellos se estaban exponiendo mucho. Dejamos la finca sola y esa gente demoró como tres meses más allá y luego se fueron, dejaron todo botado ahí y la casita hecha un chiquero, ahí perdimos café, plátano, caña, un montón de cosas porque nosotros teníamos la finquita bien montada.

Después de eso seguimos con la tiendita, que ya no estaba tan buena como antes pero algo nos daba, y además yo decidí conseguirme una canoa y empezar a hacer viajes para Magangué, 71 yo tenía una ruta que viajaba cada quince días llevando carga hasta allá, pero lo malo era que uno iba bajando por el río y se encontraba con la guerrilla y empezaban a hacer advertencias, luego más abajo un retén de los paramilitares y cuando llegaba allá lo paraba el ejército y así. Entonces trabajar se volvía bien difícil, porque además nos tocaba pagarle vacuna a la guerrilla y casi que le acababan a uno las ganancias; una vez me mandaron a la casa a cuatro guerrilleros a decirme que les tenía que dar 500.000 pesos o si no me convertían en objetivo militar. Yo estuve medio de buenas porque me mandaron a una guerrillera a la que le decían Kelly y esa era como buena gente entonces me dio un plazo para levantarme la plata, yo logré levantarme sólo 400 y les dije que eso era todo lo que tenía y ahí me perdonaron los otros 100 pero me dijeron que dizque me iban a cobrar el favor, entonces cada que venían por acá me tocaba rebuscarles lo que me pidieran porque si no me quebraban.

Para el año 2006 el Ejército se tomó La Ventura, pero junticos con ellos llegaron los paramilitares también. En ese momento la guerrilla empezó a retirarse de acá, se fueron para las minas y todas las zonas altas de Tiquisio, pero a nosotros la cosa se nos puso igual o peor de templada, porque a cualquier persona la encontraba el ejército si quiera con un millón de pesos y lo desaparecían, lo mataban por quitarle la plata y lo cogían, lo camuflaban y lo pasaban por guerrillero. Esos eran los tales falsos positivos, entonces ya a uno le daba temor salir solo por ahí porque en cualquier camino uno se encontraba un retén del Ejército y daba hasta más miedo que si fueran los paramilitares o la guerrilla.

3.2.1 Ya después yo dejé de viajar en canoa, porque estaba cansado de que siempre me pasara lo mismo.

Yo una vez alcancé a irme para Cartagena de desplazado porque la guerra estaba muy guapa por acá, adelante mío se había ido el hermano mío muy asustado entonces yo me animé a ir a ver 72 cómo estaba la vaina por allá. Llegué a la casa de mi hermano y estaba toda hecha de plásticos negros y tenía dos cuarticos, uno con la cocina y el otro en el que dormíamos, pero el calor en esa casita era insoportable porque el plástico calienta mucho y estábamos muy incómodos, entonces yo sólo me aguanté unos días ahí metido. Me puse a averiguar un solar allá en

Cartagena pero me cobraban cinco millones de pesos por un terrenito de 10x8 metros y yo no tenía plata ni para comprar el solar, mucho menos para poder parar una casa, entonces me terminé devolviendo para Tiquisio.

Figura 17. Emiro ordeñando

Yo tenía 10 animalitos cuando eso, pero ya la guerrilla puso la ley de que el que tenía más de

10 tenía que aportarles dos a ellos, entonces yo ya vi la vaina muy apretada, entonces vendí los animales y me dieron sólo millón y medio por todos. Yo pensaba que con la venta de esas bestias iba a poder pararme una casita en algún otro lado, pero como me tocó casi que regalarlas pues lo que hice fue comprarme un motor fuera de borda y otra canoíta porque la otra ya estaba muy ajetreada, pero como a los 5 meses vinieron los Elenos y me quitaron el motor y la canoa.

73

Entonces después de unos meses que ya me vi muy apretado yo me subí al campamento de ellos y yo hablé con uno de esos manes y le dije que yo estaba allá para buscar mi canoa, que me dieran alguna razón de ella. Y el man me dijo que la canoa estaba por ahí tirada al lado del río pero me dio las indicaciones para ir a buscarla, me dijo que ellos no me la podían traer porque el motor se les había dañado, así que me tocó arrancar a mí a buscarla, pero cuando llegué a Puerto

Rico me cogió un teniente del Ejército a las malas y me insultó y me dijo de todo que porque yo era un colaborador de la guerrilla, entonces yo le expliqué lo que había pasado pero el tipo seguía insultándome y diciéndome guerrillero por no haber denunciado, ahí fue cuando yo le dije que acá denunciar era ponerse una bala en la cabeza, porque el Ejército a la larga no hacía nada por cuidarnos a nosotros los campesinos y los Elenos se enteraban que yo había denunciado y al otro día segurito amanecía muerto. Total que al rato el teniente me dejó ir y yo me embarqué en la canoa de un conocido mío para ir a buscar mi canoíta.

Por allá adelante en el río nos encontramos con un guerrillero que nos ayudó a ubicar la canoa y a desenterrarla y también me mostró dónde estaba mi motor, que a estaba todo destartalado. El man me ofreció llevarme otro motor que tenían ahí y que estaba bueno, pero yo no quise encartarme con nada de esa gente. Pero el favorcito de ayudarme a encontrar la canoa me salió caro, porque por ahí como a los veinte días volvió a bajar el man que me había hecho la vuelta de la canoa, a decirme que necesitaba que le prestara cincuenta mil pesos y le diera tambor y medio de gasolina y que se los entregara a no sé quién. Y me tocó comprar la gasolina y los cincuenta mil dárselos al man, esa fue la tal ayuda que me iban a dar. Bueno, llevé el motor a Magangué a arreglar y me gasté un millón doscientos mil pesos en esa época, compuse el motor, me puse a trabajar otra vez y después vinieron los Elenos y me agarraron por acá abajo, me quitaron la canoa pequeña con todo y motor otra vez.

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Ya después yo dejé de viajar en canoa, ni a Magangué ni a ningún lado porque estaba cansado de que siempre me pasara lo mismo, porque además no era solo que estos manes llegaran cada rato a ponerle problema a la canoa, sino que a veces a uno lo paraba el Ejército y le decía que ahí entre la mercancía uno llevaba armas o encargos para la guerrilla y le rasgaban a uno los costales y los paquetes y los tiraban al río, eso uno veía pasar flotando jabones, cajas, yucas, y eso para uno significaba una pérdida muy grande. Tras de todo ya con tanta guerra se había acabado el comercio por acá, ya la gente casi no cultivaba porque sabía que lo que tuvieran se lo iban a quitar entonces era muy poco lo que había para sacar, se empezó a vivir una escasez y una pobreza muy dura.

Por ese tiempo, como en el 2006 fue que yo me vinculé al Proceso Ciudadano por Tiquisio, eso empezó un día que yo bajé al Coco Tiquisio como mandado por Dios, porque yo sabía que había una reunión pero no sabía de qué era, pero me encontré con el padre Gallego y él me explicó todo el rollo, me dijo que la idea era hacer un esfuerzo por controlar esta guerra que había y a mí me sonó mucho el cuento. Entonces comenzamos a caminar y a hacer reuniones y la gente empezó a entender, entonces el proceso cogió fortaleza y empezaron a venir entidades de afuera que nos ayudaban. Ya entonces la guerrilla no nos tocaba, el Ejército no nos atropellaba porque los del Batallón Nariño ya sabían que teníamos autoridades cuidándonos y comenzaron a aplacarse.

Con el Proceso también vinieron proyectos productivos, y como yo soy bueno y organizado para negociar estuve metido en varios de los proyectos. Acá llegaron iniciativas para crecer pollos, marranos, cachamas, trajeron un molino para arroz y un trapiche, pero eso nunca dio resultados de verdad porque la gente no entendió la idea de que si se trabajaba en comunidad los resultados iban a ser mejores porque íbamos a tener más recurso y más producto para sacar que

75 si cada uno sacaba su partecita, entonces eso se acabó rápido y la mayoría de la plata se perdió.

El trapiche estuvo olvidado mucho tiempo, primero en el Coco Tiquisio y después en Villa

Doris, porque el que lo manejaba allá era José Segundo Turizo y como lo mataron pues eso quedó allá tirado, entonces después de un tiempo yo hablé con el padre Gallego y le pedí que me dejara llevarme el trapiche para La Ventura y él aceptó.

Figura 18. Emiro en el trapiche.

Entonces yo me lo traje para la finca y a punta de errores aprendí a sembrar la caña y a cortarla y con el tiempo logré contratar a un señor que vino a ayudarme a construir el horno para sacar panela. Actualmente estoy haciendo un gran esfuerzo porque aunque ya estamos sacando panelas pues esto no está dando lo suficiente como para vivir de esto, por eso también trabajo con el ganado y tengo uno que otro cultivo. Mi idea con este trapiche ha sido vincular a la comunidad, porque a pesar de que ahora soy yo el que lo está administrando y ya el Proceso no está controlando el uso que le doy, pues yo sigo sabiendo que esto debe ser un bien para la comunidad, entonces siempre invito a la gente a que aprenda a cultivar o se venga a jornalear

76 conmigo pero a las personas como que no les interesa mucho, pero igual yo tengo trabajando a algunos pelados de acá de La Ventura.

3.2.2 En Tiquisio somos los que tienen la situación más templada ahora

El problema es que otra vez nos tienen muy amenazados y la cosa se puso muy apretada por acá otra vez; las Autodefensas Gaitanistas de Colombia están por la zona por ahí desde el

2010, pero antes estaban escondidos, o uno los veía pero no se metían con nadie. La cosa es que por ahí desde el 2014 se metieron de lleno acá en La Ventura, en el caserío mantienen tres o cuatro hombres que les dicen “los puntos” que son como los que le informan a los comandantes de cualquier movimiento que haya acá en la comunidad, entonces uno los ve pasar cada ratico, siempre están dando vueltas por el pueblo y hablando por radioteléfonos, eso ha asustado mucho a la gente porque uno siente que ya no puede hablar o caminar por ahí tranquilo porque siempre lo están vigilando.

Además de eso nos han impuesto muchas leyes, como que por ejemplo no se puede transitar en moto por la noche ni las motos pueden transitar dentro del pueblo, los animales tienen que estar encerrados de seis de la tarde a seis de la mañana, nos cobran vacunas y multas y además muchas veces nos obligan a trabajar para ellos sin darnos ningún pago y a uno le toca, porque como todo acá, si uno dice que no lo matan o si está de buenas lo declaran objetivo militar y no le despegan el ojo de encima.

Hace un tiempo tuve que ayudar en un problema templado que hubo acá en la comunidad, porque los paramilitares estaban amenazando a dos muchachas que dizque por ser informantes del Ejército. Lo que ellos no entienden es que a uno le toca hablar con el que llegue, uno intenta no dar mucha información de nada porque sabe que eso le puede salir caro, pero cuando es un

77 armado el que llega a hacerle preguntas a uno, sea el que sea le toca a uno ser decente y hablarles o si no el problema es para uno, entonces las muchachas no es que fueran informantes de nadie, sino que los soldados llegaron a hablarles y preciso estos manes las vieron. Entonces a mí me buscaron cuando eso pasó porque a las muchachas las iban a matar, pero como yo soy el presidente de la junta de acción comunal de La Ventura y además la gente sabe que soy líder del

Proceso Ciudadano por Tiquisio pues me pidieron ayuda y yo lo que hice fue parármele a esos manes y hablar con ellos, explicarles la situación. Y entonces los tipos me dijeron que no las iban a matar ahí mismo pero que ellas tenían que salir de La Ventura, que al día siguiente tenían que estar afuera o si no ahí sí las quebraban. Pero ellas, como todo el mundo por acá, son de pocos recursos y no tenían la plata ni siquiera para coger una moto de aquí a Puerto Rico, entonces yo me fui de casa en casa contándole a la gente del problemita que había y pidiéndoles una colaboración hasta que logramos reunir lo suficiente y a la madrugada siguiente las mandamos para Magangué, porque ellas allá tenían familia.

Acá hay problemas así por el estilo de ese a cada rato y yo siempre que veo que puedo intento ayudar porque la gente confía en mí y porque uno va cogiendo como cierta experiencia para hablar con los armados, eso es lo que hacemos todos los líderes del Proceso Ciudadano por

Tiquisio -los poquitos que quedamos- aunque sabemos que cualquier día podemos coger a estos manes de mal genio y nos podemos llevar un balazo nosotros por estar metiéndonos en problemas que no son nuestros, pero es que si amenazan a uno de la comunidad pues nos están amenazando a todos porque en cualquier momento nos puede pasar lo mismo, entonces por eso es que hay que tratar de negociar con ellos, para que no nos acaben. Claro que no siempre las cosas salen bien, por ejemplo ahoritica como en abril del 2015 asesinaron a un minero acá en pleno pueblo porque no quiso pagarles la vacuna, el tipo les dijo que lo que ellos hacían era un

78 abuso y sin pensarlo dos veces le metieron sus tiros, eso ha tenido a la gente muy asustada, porque además nos hacen reuniones obligatorias y nos sacan a todos de las casas a veces en plena media noche, entonces la comunidad de acá está corriendo el riesgo de que pase lo que llaman un desplazamiento masivo, que es que de un momento a otro en La Ventura no quede nadie, porque la gente ya se está cansando de vivir con miedo y aguantando que nos humillen de esta manera y varias veces ya se ha hablado de salir de acá; algunas familias ya se han ido.

Figura 19. Emiro en el aniversario del Proceso Ciudadano por Tiquisio.

El otro problema es que el gobierno a nosotros no nos pone ni cinco de atención, en la mayoría del país ni siquiera saben que las tales Autodefensas Gaitanistas de Colombia existen, porque eso no sale en los medios, no aparece en ningún lado, y como es a nosotros los campesinos los que nos están acabando, pues a nadie le importa venir a ayudarnos, ponerles el freno, porque además se sabe que esos paramilitares son amigos de mucha de la gente con plata de esta región y de todo el país. Entonces a nosotros nos ha tocado luchar esta batalla solos, por eso es que los líderes ahora estamos tan interesados en revivir el Proceso Ciudadano por Tiquisio como se debe, que esto vuelva a tener la fuerza que tenía antes y que vengan los de Derechos

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Humanos, las organizaciones de afuera, que dejemos de estar tan abandonados porque a nosotros solos nos queda de para arriba ponerle el freno a este gente que cada día nos azota más.

Lo que a nosotros nos tiene con más miedo es que los paramilitares están diciendo que si se llega a firmar la paz con las guerrillas, ellos se quieren convertir en el grupo armado más grande del país, entonces ya le están diciendo a algunos guerrilleros que en vez de desmovilizarse y que los manden a la cárcel, mejor se les unan a ellos y sigan en la guerra. Entonces para nosotros la firma de ese acuerdo no va a traer la paz, de pronto sea hasta al contrario porque ahí si vamos a quedar peor de sometidos a los antojos de esta gente que cada día se vuelve más fuerte y nos humilla más.

Así está la situación acá, yo creo que nosotros somos el sitio de Tiquisio que tiene la situación más templada ahora porque tenemos a esta gente metida entre la comunidad todo el tiempo y cada día son más las reglas que nos ponen y las maldades que le hacen a la gente. Además que nos tienen muy estropeada la economía con todo ese tema de las vacunas y de que nos hagan cerrar las tiendas cuando a ellos se les antoja. Entonces acá en La Ventura los negocios siempre han dependido del grupo que esté de turno y de los antojos de cada uno, porque unos vienen y se nos llevan las cosas a la brava, luego llegaron otros que dizque a decomisarnos las cosas porque eran para los guerrilleros y ahora están estos prohibiéndonos abrir las tiendas, controlándonos la entrada y la salida y el número de animales. Yo siempre he hecho un esfuerzo por sacar mis negocitos adelante porque tengo una familia grande entonces siempre le echo mano a cualquier oportunidad de negocio que encuentro, pero no deja de ser bien difícil porque se nos llevan las cosas, las dañan, las decomisan, no nos dejan trabajar, y nosotros que somos campesinos dependemos de la tierra y de los animales para poder sobrevivir, pero con los unos o los otros

80 por acá metidos queda apretada la situación porque vive uno con miedo o de que lo maten o de que se le lleven las cosas.

Yo igual por ahora sigo con mi trapiche, que afortunadamente hasta ahora no han venido a poner problema por acá, de eso vivo y de paso intento ayudar a la comunidad, porque si no estamos unidos para lo económico y para lo social, nos van es a acabar. Por eso a mí me interesa tanto el tema del Proceso Ciudadano por Tiquisio, porque nosotros necesitamos la ayuda no sólo de los de esta vereda sino de todo el municipio para poder ponerle el freno a los paramilitares y también para evitar que lo que está pasando acá se pase a otros sitios de Tiquisio.

Dicen que La Ventura significa buena suerte, o felicidad, aunque de eso por acá tenemos muy poco. Pero justamente para eso es la lucha, porque nosotros acá tenemos muchos recursos y esto podría ser muy bueno, por eso la lucha y el esfuerzo nuestro es para que en nuestra tierra podamos vivir felices y tranquilos, como dicen por ahí, disfrutar de la ventura que la guerra nos ha robado.

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3.3. Segundo e Isabel, entre el amor y la violencia

Figura 20. Segundo e Isabel

Mi nombre es Isabel Arrieta, yo nací en Sucre, pero me vine a Tiquisio como de siete años con mi mamá y dos hermanitas. Llegamos al Coco Tiquisio porque mi mamá estaba buscando mejorar la economía, porque como éramos sólo mujeres y nosotras estábamos pequeñitas la situación estaba templada, entonces mi mamá se empleó cocinando y lavando. Al tiempito de llegar mi mamá conoció a un señor llamado Juan Ledesma, se casaron y nos fuimos a vivir a La

Hamaca, que es una veredita de aquí de Tiquisio bien bonita.

Por esa época fue que yo me distinguí con Segundo, eso fue en el año sesenta, él vivía en

Aguas Frías y cuando subía hacia allá pasaba en el mulito por mi casa. Nosotros duramos como un año de amores, pero yo puedo decir que Segundo nunca me abrazó, nunca me besó, porque nunca había la forma, el señor Ledesma era muy celoso conmigo. Desde que yo tenía trece años

Ledesma trataba de fregarme cuando mi mamá se iba de la casa, él intentaba forzarme pero yo no me dejaba entonces me insultaba y al tiempo se puso malo con mami también, eso le daba puños,

82 le pegaba, la insultaba, le decía unas palabras malucas. Bueno, hasta que ya yo llegué a los catorce años luchando ahí, ya yo trabajaba como una mula; yo tenía que bañar los caballos, tenía que pilar el arroz, tenía que ir a arrancar yuca porque antes la yuca la vendían por quintales, yo las sacaba y rayaba el almidón porque eso lo compraban para almidonar la ropa y lo vendía en las tiendas del Coco.

Cuando yo tenía como dieciséis empecé a trabajar con una señora que vivía cerquita, entonces yo la ayudaba a arriar en mula el arroz hasta Puerto Coca, que en ese entonces no era el caserío que existe ahora sino que ahí quedaba una sola casa a la que le decían La Bodega, ahí llegaba todo el mundo a depositar el arroz y el resto del pueblo era un pajonal. Total que en una de esas arriadas yo me encontré a Segundo en Puerto Coca, él se acababa de bajar de un johnson16 con un montón de gente, porque en esa época no había camino para llegar a el Coco, que era donde la gente iba a comprar los víveres entonces tocaba embarcarse por el río. Total que Juan Ledesma me vio hablando con Segundo y parece como que lo hubiera puñaleado, se paró, cogió su mochila de víveres, se la echó a la espalda y arrancó y se fue. Al rato nosotras veníamos ya en el camino, montada yo en la mula de la señora, cuando me sale éste man de entre un pajonal y me coge con un cinturón y écheme fuete, hasta que yo le cogí el cinturón y nos fuimos los dos al suelo. De buenas que en ese momento nos alcanzó Segundo, que también venía por el mismo caminito y empezó a gritar que qué pasaba, que me soltara, entonces Ledesma me soltó y arrancó pero me seguía gritando cosas.

Y bueno, seguimos el camino la señora, Segundo y yo hasta que llegamos a la parte en la que el camino se dividía; uno cogía hacia Aguas Frías, donde vivía Segundo y el otro para allá para donde yo vivía. Y entonces ahí en la pura esquina Segundo me preguntó: -Isabel, ¿y tú qué vas a

16 En esta región se les llama Johnson a las canoas con motor fuera de borda; este término se usa debido a que los primeros motores que se emplearon eran marca Johnson. 83 hacer? ¿Para dónde te vas a ir ahora, para dónde tu mamá? Que te sigan pegando o te vienes conmigo- y yo le dije, así más nada, que me iba con él, sin nosotros tener palabra de casarnos ni nada, sencillamente me bajé del mulo de la señora, me despedí de ella y me subí al de Segundo y arrancamos juntos para arriba, para Aguas Frías, eso fue el cinco de noviembre del 61.

El problema fue que Ledesma no hizo más que meterle cucarachas a mi mamá, diciendo que yo ya estaba con Segundo hace tiempo a escondidas, total que a la semana siguiente ya estaba mami allá en el Coco Tiquisio esperándonos con la demanda puesta por lo que yo era menor de edad y me llevó sin habernos casado, entonces a Segundo lo cogieron preso. Él estuvo allá metido en la comisaría de El Coco durante tres semanas, pero era Ledesma el que lo tenía ahí y quería obligarnos a casarnos, pero yo le decía que la culpa la tenía él, porque yo no tenía pensado de casarme, sino que a mí me tocó salirme de allá porque él me tenía humillada. Total que al tercer domingo firmamos un montón de papeles con un testigo y esas cosas y al fin dejaron salir a Segundo y nos devolvimos para Aguas Frías, ya estuvimos juntos desde allí hasta el día de hoy.

Como a los seis meses sacamos a mi mamá de allá porque Ledesma le estaba dando muy mala vida, y Segundo le construyó un ranchito al lado del nuestro para que viviera tranquila.

De ahí para adelante tuvimos una vida buena, en el 62 nació Isabel que fue nuestra primera hija, luego en el 65 nació Beatriz, el tercero fue Pedro que fue en el 67 y así sucesivamente hasta que completamos los diez. Nosotros vivimos todo ese tiempo allá en Aguas Frías y todos se criaron y estudiaron allá, aunque sólo hubo dos que estudiaron el bachillerato que fueron José

Segundo y la menorcita, que ahora está en Magangué.

En esa época nosotros vivíamos de la cosecha de arroz especialmente, se cogía para la casa y se vendía lo que sobraba, así que nunca hubo hambre y siempre se tenía para comprar lo de los pelados, también se sembraba yuca y se vendía y se mantenía la cría de gallinas, uno que otro marrano y además había mucho animal de monte y pescado todavía, por eso mis peladitos nunca

84 sufrieron necesidades ni pasaron hambre. Aunque para qué, yo no voy a decir mentiras, ellos se criaron todos junticos, hembras y varones, pero la tranquilidad se nos acababa porque de vez en cuando llegaban allá a la casa los Elenos a decirnos a Segundo y a mí que si nosotros no éramos capaces de dar esos pelados para que fueran a defender la justicia, que nosotros teníamos casi que un batallón completo y deberíamos dar al menos un hijo para que se fuera con ellos, pero nosotros les decíamos que no, que eran nuestros pelados y que si ya más grandecitos se querían ir ya era cosa de ellos. Afortunadamente ellos nunca quisieron agarrar ni para un lado ni para el otro.

3.3.1 Yo creo que aquí varias personas murieron del corazón, ¿oyó?

El cuento empezó a cambiar como en los noventa, al principio los manes del ELN sólo pasaban y uno los veía por ahí, pero poco a poquito se nos fueron metiendo hasta que terminaron casi que viviendo con nosotros, porque se nos metían a las casas y nos decían “compañeros, necesitamos el fogón para cocinar y las mujeres nos van a ayudar a cocinar” y ay de que uno les llegara a decir que no o a hacer mala cara, entonces ya se nos volvió costumbre tenerlos entre nuestros ranchos comiendo, durmiendo, escampando, cualquier cosa era pretexto para metérsenos y tras de todo comerse nuestras cosas.

En el año 95 nos cansamos y nos bajamos para el corregimiento Puerto Coca, a la finca Villa

Doris, que hacía un tiempito una gente la había cogido y la había parcelado porque estaba abandonada, entonces nosotros compramos una parcelita ni muy grande ni muy chiquita y nos vinimos para acá con los hijos menores porque ya los más mayores estaban hechos. Compramos una casita de doce metros, con techo de zinc, unas vaquitas e hicimos vida acá, ya no teníamos tanta tierrita como antes para cultivar pero algo alcanzábamos a sembrar, lo malo fue que no fue sino que se aplacara un poquito la guerrilla y se llenó esto de paramilitares, esos decían que eran 85 de las Autodefensas Unidas de Colombia, pero lo raro es que venían revueltos con los del ejército, los del Batallón Nariño, entonces uno ya no sabía ni quién era quién porque a veces los veía pasar uno con un uniforme y a veces con el otro, o en el Coco todos juntos vestidos de civil, entonces ya no se podía denunciar ni hablar con nadie porque uno sabía que era ponerse el tiro en la espalda; los que lo defendían a uno supuestamente eran los mismos que estaban matando gente y haciendo daños por todo lado, entonces nosotros quedamos en el medio de los paramilitares, las guerrillas y el ejército, que cada cual llegaba a hacer lo que se le antojara con nosotros.

Figura 21. Segundo y su mula en Villa Doris

Al tiempo nos tocó dejar esa casa sola porque la guerrilla se puso a traer todo el ganado que se robaban y a meterlo en nuestras tierras, entonces a mí me atacaban los nervios de pensar que el ejército se viniera detrás de esa gente y como nuestra casa estaba cerquita a la vía, donde se armara un enfrentamiento acá no quedaba vivo nadie, entonces yo obligué a mi pelado José

Segundo a que me hiciera una casa más hacia atrás, hacia el monte y que él también se fuera con nosotros para apartarnos del camino y que cuando pasara esa gente por acá nosotros no estuviéramos ni cerca. Y efectivamente, a los poquitos días de mudarnos ya estaba el ejército por 86 acá, acabaron con muchas casas y se llevaron las ocho vaquitas que nosotros teníamos porque pensaron que eran de las de la guerrilla, y yo que usaba esas vaquitas para sacar leche y vender queso, otra vez nos dejaron sin nada.

Con todo y eso pasamos un tiempo tranquilos, hasta que en el 2001 se nos vinieron los problemas encima otra vez; resulta que en las elecciones de octubre de 2000 un concejal de

Tiquisio le prometió a la comunidad que si quedaba electo nos iba a dar cincuenta láminas de zinc para armar la escuelita para Villa Doris, porque como existe un pleito por quién es el dueño de estas tierras a pesar que nosotros llevamos acá un pocotón de años, el gobierno ha cogido eso de excusa para no darnos nada, ni alumbrado eléctrico, ni escuelita, ni vías, ni ayudas ni nada.

Como no había de otra la comunidad le votó al tipo y gano y prometió que a más tardar en marzo nos iban a llegar las tejas, pero se llegó abril y nada. Total que un día bajaron los guerrilleros del

ELN a buscar a Segundo, que en esa época era el presidente de la junta de acción comunal de

Villa Doris, ellos vinieron preguntando que qué había pasado con la escuela y Segundo no tuvo más opción que contarles, con ellos toca así siempre, el caso es que después de eso parece que esos tipos estuvieron amenazando al concejal, diciéndole que tenía que cumplirle al pueblo, a pesar de que Segundo les pidió que no lo hicieran porque no creía que la gente creyera que ni él ni la junta de acción comunal tenía vínculos con esos señores.

Como ocho días después de que hubieran ido a Puerto Rico, que es donde vivía el concejal porque allá es la cabecera de Tiquisio, los Elenos se aparecieron por acá otra vez a decirle a

Segundo que él, el tesorero y el secretario tenían que ir a donde el concejal a recoger las tejas y unos bultos de cemento. Yo me acuerdo que Segundo me alcanzó a decir que él no quería ir, que eso no le daba buena espina por lo que estos manes ya se habían metido, pero como lo que ellos dicen no es un favor sino una orden pues a mi esposo le tocó de irse por allá porque si no el balazo se lo pegaban era ellos acá. Los señores fueron y volvieron con los materiales completos

87 y no hubo problema, pero a los pocos meses vinieron los paramilitares a buscar a mi marido, diciendo que el concejal los había mandado a matar al señor Turizo porque él era guerrillero.

Afortunadamente ese día Segundo estaba para afuera arriando un ganado y no lo encontraron, pero igual se sabía que tarde o temprano iban a volver a buscarlo hasta que lo encontraran para matarlo, entonces Segundo se fue para Magangué a la casa de una de nuestras hijas y a los ocho días me fui yo para allá también, acá se quedaron tres de nuestros hijos: José Segundo, Pedro y

Neilson.

Ese fue un golpe muy grande, que uno se vaya y deje parte de sus hijos. Yo me fui porque tocaba, pero me fui con un dolor en el alma que es imposible de explicar. Segundo se puso a ayudarle a una de las hijas con unas obras en la casa y yo la ayudaba con la limpieza para no sentirnos tan arrimados, porque uno en el campo tiene sus cositas y sabe trabajarlas, pero uno llega a la ciudad y no sabe hacer nada allá, además que Beatriz vivía en una zona pobre de

Magangué, entonces la plata no era que le sobrara para mantenernos y nosotros viejos y campesinos por allá nos miraban como si no fuéramos nadie. Otro lío grande que tuvimos por allá era para conseguir agua, le tocaba a uno salir a las tres o cuatro de la mañana para llenar unas pimpinas y tarritos y cargárselas uno encima, porque ya más tarde no se encontraba agua por ningún lado, ay Dios mío, toda esa agua que hay por allá en la región de nosotros y en las ciudades a uno le toca pagar un platal por un par de galoncitos y así es todo; caro, chiquito y maluco.

Como a los cinco meses de yo estar llame que llame todos los días al Coco Tiquisio a preguntar cómo estaba la situación y si no le había pasado nada a mis hijos me cansé, eso uno estar rogando todos los días por saber si los hijos iban a amanecer vivos o muertos es muy terrible y no aguanté más y me devolví para Villa Doris; si yo me iba a morir, me moría en mi tierra y con mis hijos, pero no me iba a dejar morir de hambre por allá en Magangué, porque

88 además cuando uno es desplazado siempre le dicen que le van a llegar ayudas y qué va, le dan a uno un mercadito o dos, ¿y el resto del tiempo uno qué come si uno por allá no conoce ni sabe hacer nada?. Como a los tres meses volvió Segundo, eso ya fue como en enero del 2002 y acá nos quedamos, pero la situación para ese momento estaba muy templada, la violencia se había vuelto peor y los grupos armados se enfrentaban cada rato y estaban matando gente por todo

Tiquisio.

3.3.2 Tanta guerra que ha habido para venir a morirse el pelado en manos de esos

canallas.

Entonces cuando todo eso pasaba fue que el padre Gallego vino y empezó a ayudarnos tanto, en el 2003 fue que la cosa explotó por acá y nació el Proceso Ciudadano por Tiquisio. Nuestro hijo José Segundo se metió en todo el rollo y empezó a formarse como líder, él era un pelado muy inteligente, sabía leer y escribir muy bien y hablarle a la gente, entonces rapidito se convirtió en uno de los hombres de confianza tanto del padre como de la comunidad, eso lo llamaban cada rato para viajar por todo el país a reuniones, a dictar charlas, a talleres. Nosotros estábamos muy orgullosos de él, aunque a mí me daba miedo ese trabajo porque la gente del

Proceso se le paraba a los paramilitares y guerrilleros para exigirles que nos respetaran, yo siempre lo intentaba apoyar en todo porque él era un muchacho muy bueno, a veces le salían viajes y él no tenía plata y yo buscaba la forma de levantarme una platica para ayudarlo, fuera de los ahorritos o vendiendo algún animalito.

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Figura 22. Uno de los hijos de José Segundo.

El problema es que en medio de la guerra parece que lo peor que uno puede hacer es ser bueno, porque ahí se le empiezan a venir los problemas encima. Eso fue en julio del 2013, en esa

época José Segundo ya se había casado y tenía seis peladitos con la mujer, ellos habían armado su rancho en una parcelita cerquita a la nuestra. Segundo y yo estábamos en la casa y sabíamos que José Segundo estaba por allá en la finca trabajando, cuando nos llegaron con el cuento de que lo habían matado. Yo al principio no lo podía creer, porque él era un pelado tan bueno, tan amable, que nunca se metía con nadie y que siempre estaba era ayudando que no entendía por qué alguien lo iba a querer matar, pero al rato ya nos avisaron que sí había sido cierto. Lo que pasó fue que cuando él venía ya regresando para almorzar lo agarraron tres tipos del grupo ese de

Los Urabeños -que dicen que son los mismos de las AUC pero después de la desmovilización que hubo cuando Uribe era presidente lo que hicieron fue cambiarse el nombre- y le pegaron tres tiros directos, sin darle explicación de nada ni dejarlo hablar.17

17 “Paramilitares autodenominados Autodefensas Gaitanistas de Colombia ejecutaron hacia las 5:00 p.m., de tres impactos de bala en la vereda El Tigre al dirigente campesino, quien abanderaba el proceso de recuperación de tierras de 14 familias de la zona. José Segundo, era el presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda El Tigre - Bella Doris. Así mismo, hacía parte del Comité de Parceleros de esta misma vereda y era miembro de la 90

Con tanto plomo con el que nosotros dormíamos en el medio, tantas balaceras, tantos combates, tanto cuidar a mis pelados para mantenerlos completos en medio de esta guerra, andando de aquí para allá y no tuvieron problemas con el ejército ni la guerrilla porque nadie podía tener queja porque todos eran buenos y venir esos condenados, venir a matar a mi pelado sin ninguna clase de motivo, sin ninguna causa, tanta guerra que ha habido para venir a morirse el pelado en manos de esos canallas. A nosotros nos han llegado muchas versiones de por qué mataron a José Segundo, pero ninguna es segura y además ninguna nos consuela; algunos dicen que lo mataron porque él administraba un trapiche que era del Proceso Ciudadano por Tiquisio y los paramilitares querían ese terreno donde estaba el trapiche para esconderse, otros que lo mataron por sapo, por ser líder, y hay los que dicen que al pelado lo mataron por error, que venían era por Neilson nuestro otro hijo porque alguien lo había mal informado con los paramilitares y había dicho que él era guerrillero. A mí nada me consuela, de todas maneras era un hijo nuestro al que iban a matar, la diferencia es que yo a veces pienso que si hubiera sido

Neilson de pronto nunca hubiera pasado nada, ni policía ni nada, como pasa con toda la gente que mata la guerra acá en Tiquisio, pero como fue José Segundo, que era líder del Proceso y mucha gente lo conocía pues entonces a los que lo mataron sí les cayó la ley encima.

Al entierro vino mucha gente, a todo el mundo le dolió la muerte de mi pelado. A él lo enterramos en Puerto Coca porque por acá no hay cementerios y ese día llovía la gente allá en el cementerio y todo el mundo lo lloraba porque él había sido muy amigo con todo el mundo.

También vino gente de la Defensoría del Pueblo, de la Fiscalía, defensores de los Derechos

Humanos, tanto a acompañarnos como a hacer investigación, además vinieron dos padres a ayudarnos para salirnos de acá e irnos a vivir en otro lado, pero nosotros les dijimos que no, ya

Asociación de Paneleros de la vereda El Antojo. Según la denuncia: "El hecho se produjo en la vereda El Tigre en la casa de un familiar de la víctima, a la cual habían arribado cuatro criminales en busca del líder campesino (…)” CINEP (s.f.) Banco de datos Derechos Humanos y Violencia Política. Recuperado el 25 de julio de 2015, de https://www.nocheyniebla.org/consulta_web.php 91 estamos viejos y no queríamos ser desplazados otra vez, además que ya habíamos visto que de nada había servido. Pero en todo caso fue una cosa muy distinta a la mayoría de los muertos que hay por acá -que son muchos- que los entierran sin mucha ceremonia ni nada, solos, sin que nadie se entere, porque acá el Estado no se mete ni para recoger a los muertos de la guerra que ellos mismos crearon, ni para buscar culpables, ni por lo menos para darle la cara a las familias, pero con nuestro muchacho no fue así, eso fue gracias a todo lo bueno que hizo él y los demás compañeros del Proceso Ciudadano por Tiquisio acá en la comunidad.

Figura 23. La sepultura

A nosotros todavía nos duele mucho nuestro pelado, yo me acuerdo que antes acá nos la pasábamos de fiesta en fiesta, eso mandábamos a traer canastas de cerveza y música e invitábamos a todo el mundo, pero ahora ya si acaso prendemos de vez en cuando el radio y es para escuchar las noticias, yo a veces pienso que a nosotros la alegría nos la enterraron el mismo día que enterraron a José Segundo, pero nosotros estamos enseñados a ser amorosos, a ser amables con todo el mundo a pesar de los problemas y yo creo que eso es lo que nos ha ayudado a seguir acá, eso y que tenemos más familia, que la viuda no puede criar a tantos peladitos sola entonces tenemos que ayudarla, ahí con lo poquito que tenemos todos vamos juntando para

92 asegurar que por lo menos todos tengamos las tres comiditas diarias, desde los más viejos hasta los más jovencitos.

Ahora el que está metido en todo el cuento del Proceso es Pedro, otro de nuestros hijos que siempre acompañaba a José Segundo a las reuniones, él nunca se educó formalmente en los programas que trajeron para los líderes, pero igual ya había aprendido muchas cosas. A mí me da miedo ver a Pedro en esas también, pero recuerdo todas las vidas que ayudó a salvar mi pelado, todo lo que han ayudado él y sus compañeros por acá y entiendo que ese esfuerzo que están haciendo Pedro y sus compañeros por revivir el Proceso Ciudadano es muy necesario para la comunidad. Entonces bueno, yo lo apoyo a él también porque Pedro también es un hombre muy bueno, ayuda mucho en la casa y nos ha ayudado mucho también no sólo a nosotros sino a todos los que vivimos acá en Villa Doris con el problemita que tenemos, porque ahora otra vez tenemos una amenaza que de pronto nos vuelve a sacar de la tierrita, y esta vez no es ninguna amenaza de los armados ni nada de eso, sino que apareció un man a reclamar estas tierritas, diciendo dizque son de él, que a nosotros nos puso acá la guerrilla, que nos quiere sacar.

Nosotros sabemos que por ley esto ya nos pertenece, porque él dice que es el dueño de la finca Villa Doris, pero esto estaba abandonado cuando nosotros llegamos acá y ya han pasado más de veinte años, pero el rollo es que como acá no hay gobierno que nos ayude y el poquito que hay es tan corrupto, pues cada vez este tipo nos va amenazando más y más, porque tiene amigos en el gobierno y parece que tiene arreglos con los paramilitares también, entonces lo que ha hecho Pedro es que con ayuda del Proceso han contactado algunas organizaciones, movido papeles y cosas para ayudar a demostrar que esta tierrita nos pertenece. Yo no me imagino qué llega a pasar si nos llegan a sacar, porque no sólo nosotros, son muchas las familias que vivimos acá, estamos muchos viejos pero también hay muchos niños y todos vivimos y comemos de esta tierra.

93

Pues sí, esta ha sido nuestra vida, a veces ni yo me creo que hayamos pasado por tantas cosas malas, que muévanse de un lado para otro, que la amenaza por acá, que nos va a hacer daño uno o el otro. Lo bueno es que tenemos una familia grande, que hemos podido seguir unidos a pesar de los problemas, sólo nos falta mi pelado… Pero lo bueno es que los que quedamos todavía tenemos ganas de luchar y ya no nos vamos a separar, y si nos sacan, nos sacan a todos, y si nos matan, pues nos tendrán que matar a todos juntos.

94

4. Resistencia pacífica y organización comunitaria.

4.1 El día que mataron a Marciana

Figura 24. El Coco Tiquisio

Mi hija Marciana siempre fue una muchacha muy buena, ella nació acá en el Coco Tiquisio el seis de mayo del 72 y desde sardinita fue muy inteligente aunque estudio poquito, porque nosotros no vivíamos en el caserío sino en un monte, entonces allá no era como ahora, que los profesores están por todas partes. Allá el profesor, cuando iba, duraba por ahí dos o tres semanas, se iba y duraba por ahí un mes en volver y así, total que ella sólo aprendió lo poquito que aprendió allá. Con todo y eso ella siempre fue una niña muy despiertica y era líder entre sus amigas, ella se sabía un montón de canticos y de jueguitos, entonces organizaba a las amigas y les decía usted es la doctora, usted la enfermera y así, ella tenía esa capacidad de organizar a la

95 gente desde chiquitica, las otras niñas siempre llegaban a nuestra casa allá en el monte para jugar con Marciana.

Pero yo un día decidí irme para afuera porque no quería dejar a mis hijos brutos, entonces le dije a mi compañero y nos bajamos a vivir al pueblo y la puse en el colegio, en esa época ella ya tenía 13 años y era muy bonita, entonces no demoró mucho en enamorarse de un muchacho llamado Pedro Mesa. Mi mamá me decía seguido que la mandáramos para otro lado para que no se fuera a casar tan jovencita, pero Pedro Mesa decía que para donde la mandaran, allá se iba él, entonces nunca la hicimos salir porque de pronto por allá se conseguía un marido bien malo.

Total que se casaron y al mismo año tuvieron el hijo, eso fue cuando Marciana tenía 15 años, entonces ella dejó de estudiar y se dedicó a los hijos y al hogar; el primer hijo fue Pedro, luego vinieron Uber, Paola y Kelly Johana.

Para ese tiempo ella ya trabajaba con la comunidad, le gustaba mucho ayudar en el pueblo, además le gustaban mucho los niños y la gente confiaba mucho en ella, entonces se convirtió en madre comunitaria, que era un trabajo en el que ella le ayudaba a las mujeres del pueblo a criar sus hijos cuando ellas estaban ocupadas y no los podían cuidar. Ella era muy creyente, entonces siempre le gustó ayudar en la iglesia con los cantos o la limosna, ella siempre le cocinaba ahí al padre que estuviera a cargo de la parroquia, eso hizo que los padres Franciscanos -que manejaron la parroquia del Coco Tiquisio durante muchos años- le cogieran mucho cariño e intentaran ayudarla mucho en todo, entonces ellos le dijeron que terminara el bachillerato para tratar de ubicarla en un cargo público. Marciana decidió ponerse a estudiar.

Cuando eso ella repartía su tiempo entre ser tiquetera de las chalupas -porque en ese tiempo todavía se movía mucha gente y mucha mercancía por acá porque la guerra no había hecho tanto daño, entonces salían chalupas desde el puerto del Coco, eso ya se acabó- y ser la presidenta del 96 hogar comunitario. A ella la habían puesto en ese cargo porque a pesar de no tener estudios, fue una de las gestoras de los hogares comunitarios por acá, ella iba a reuniones con los padres franciscanos y la directiva del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar en Magangué, pero entonces decidió ponerse a estudiar otra vez. En ese tiempo había un programa en Puerto Rico para que los adultos validaran el bachillerato, pero Marciana no quiso, ella prefirió estudiar normalmente en el colegio del Coco, entonces entró a estudiar con Kelly y Paola en el mismo curso. Lo curioso es que en ese momento Uber estaba haciendo el servicio social porque él ya estaba cerquita a graduarse, entonces el hizo su servicio social dándole clases a Marciana -que era su mamá- y a sus dos hermanas.

En el 2003 ella estaba acabando noveno -tenía 31 años- y había dejado de trabajar en el hogar comunitario porque no le daba el tiempo, pero había empezado a trabajar como madre fami, entonces ella salía del colegio a la una y se venía derechito para la casa a hacer aseo y dejar todo listo para recibir a los niños. Las madres fami hacían un trabajo parecido a las madres comunitarias pero desde las casas, entonces las mamás de los niños los traían hasta nuestra casa y ella les enseñaba juegos didácticos, también les enseñaba a las mamás como estimular al bebé, como tratarlo, como consentirlo, todas esas prácticas que deben utilizar las madres para tratar bien a sus hijos, porque en una parte de estas es muy difícil encontrar una madre que le hable a su hijo en el vientre, porque le da pena, entonces eso le ayudaba mucho a las mujeres a soltar y a tener confianza en ellas mismas y como ella era una persona amigable con todo el mundo, pues la gente le seguía los consejos.

97

4.1.1 Nadie encontró alguna justificación para que hubieran matado a mi

muchacha.

Así fue la rutina de Marciana todo ese tiempo, ayudarme en la casa, ir a estudiar y atender a los niños, ella siempre fue una mujer impecable, hasta un día, el 10 de junio de 2003, en el que a ella y al resto de Tiquisio les cambió la historia. Yo me acuerdo que yo en esa época vivía en una casa al lado de la de Marciana pero esa quedaba más hacia abajo, como hacia el río, mientras que ella vivía en la calle principal del pueblo. Yo estaba haciendo mis oficios cuando escuché un alboroto. Resulta que llegó una chalupa al puerto de acá del Coco y de ahí se desembarcaron seis guerrilleros del ERP armados con pistolas, era la primera vez que esa gente entraba a este pueblo, aunque ya los habíamos escuchado pero más hacia lo que es campo campo. Cuando llegaron se fueron caminando derechito para la casa de César Palacín, que era otro hombre nativo del Coco, campesino, que nunca se metió con nadie ni tenía líos de faldas o de plata que se supieran y al encontrarlo, sin hablar ni dar explicación de nada le metieron unos tiros y siguieron andando.

En eso llegó un nietecito mío corriendo, hijo de Pedro, y me dijo "mita, mita, a donde mi tía llegó una gente de la guerrilla" y entonces yo salí a ver qué pasaba, yo salí caminando por acá detracito pero cuando oí los tiros salí corriendo por delante, por toda la calle principal, pero a mí nunca se me hubiera ocurrido que yo me iba a encontrar a mi hija tendida ahí, porque como

Pedro tenía una moto, cuando venían los soldados a veces le pedían que los transportara entonces cuando yo iba corriendo hacia la casa pensaba "me mataron a Pedro". Cuando llego y me encuentro a mi hija ahí tendida, bendito Dios, cómo es el mundo. Yo no sabía en donde estaba parada, yo me tiré encima de ella y lloraba y lloraba hasta que como a la media hora de que me la hubieran matado ya la gente empezó a decirme que tenía que levantarme. Al poquito rato nos

98 enteramos de que los guerrilleros habían seguido hacia Puerto Coca y allá habían asesinado a

Daniel Uparela, otro campesino de Tiquisio al que jamás se le vio maldad. Mi hija no me dejaba para nada, una vez me dijo que cuando ella terminara de estudiar de pronto se iba para afuera a conseguir trabajo, pero que ella dejaba los pelados acá conmigo para que me cuidaran y me hicieran compañía, ella fue tan buena conmigo que yo casi me muero con la muerte de ella.

Figura 25. La tumba de Marciana Araujo

Nuestra casa se empezó a llenar de gente al ratico de que asesinaran a mi hija, porque

Marciana era muy querida por todo el mundo. El pueblo duró de luto como un mes, en el que nadie ponía música, nadie salía hasta tarde ni nada porque fueron tres cadáveres juntos en un día, de personas que eran de nuestra comunidad y que además no encontrábamos motivos para que los hubieran matado, porque eran personas humildes y trabajadoras. Antes de Marciana y los otros dos muchachos ya habían ocurrido muchas muertes dentro de Tiquisio, pero siempre se encontraba alguna excusa para justificar que los hubieran matado; que era muy sapo, que se robó

99 algo, que debía una plata, alguna cosa, pero nadie encontró alguna justificación para que hubieran matado a mi muchacha, entonces eso generó mucho temor dentro de la comunidad, había una zozobra por todo el pueblo que tenía a la mayoría de las familias pensando en irse del

Coco, salirse bien lejos, porque todo el mundo decía "si mataron a Marciana que era tan buena, en cualquier momento pueden volver y matar a alguno de nosotros sin ningún motivo".

4.1.2 A todo ese grupo de gente que se organizó después de la muerte de mi hija le

pusieron como nombre Proceso Ciudadano por Tiquisio.

Figura 26. Doceavo aniversario del Proceso Ciudadano por Tiquisio.

Afortunadamente para ese momento el padre Rafael Gallego estaba de párroco en el Coco, él conocía a Marciana y entonces desde el momento en el que se enteró que la habían asesinado nos brindó todo su apoyo y nos ayudó a salir adelante, yo digo que una cosa como esas nunca se olvida, pero al menos nos ayudó a hacer la tristeza más manejable. Además, como el padre desde siempre fue muy social, muy interesado en ayudar a la comunidad, cuando se dio cuenta de lo asustada que estaba la gente, de que acá en el Coco se iba a dar lo que llaman un desplazamiento masivo, él empezó a hablar con la comunidad, a tranquilizarlos, y con ayuda de otras personas de la comunidad que desde antes ya venían organizándose y ayudando con distintos problemas, trajeron gente de afuera, organizaciones de las que defienden los derechos de las personas y eso

100 ayudó a que la gente no se tuviera que desplazar, porque aunque todos teníamos presente la muerte de Marciana, ya no nos sentíamos tan desprotegidos y tan abandonados como siempre habíamos estado, porque se organizó un montón de gente de la comunidad para ayudar a ponerle un freno a los abusos que estaban cometiendo todos los grupos armados a lo largo del municipio y eso, apoyado en las organizaciones que llegaron de otras partes del país y otras internacionales hizo que el resto de civiles nos pudiéramos quedar viviendo en nuestras casitas. A todo ese grupo de gente que se organizó después de la muerte de mi hija le pusieron como nombre Proceso

Ciudadano por Tiquisio.

Entonces yo siento que ese grupo, los del Proceso, ayudaron mucho por acá, porque los armados se dieron cuenta de que iban a empezar a tener que pagar un precio si seguían humillándonos y que ya no iba a ser como antes, que hacían lo que les diera la gana con nosotros y nadie denunciaba ni nadie decía nada. Aparte de eso han ayudado a mantener vivo el recuerdo de Marciana, de Daniel Uparela, de Cesar Palacín y de muchas otras personas que han muerto por culpa de esta guerra, porque ellos celebran el aniversario del Proceso Ciudadano por Tiquisio todos los años, el propio día que mataron a mi hija, cada 10 de junio, y en esa fecha ellos recuerdan a mi muchacha, normalmente hacen una caminata por todo el pueblo y paran acá en nuestra casa, donde la mataron, y dicen algunas palabras, el padre Gallego viene a saludarnos y a pedirle a Dios por ella y por nosotros y le recuerdan siempre a la gente que cosas como la que le pasó a Marciana y a los otros dos muchachos no deberían volver a pasar nunca, que nos tenemos que hacer respetar.

Por eso yo creo que la muerte de mi hija dejó un legado muy grande para la comunidad, pero no porque la hayan matado, sino por cómo era ella, porque ella trabajaba sin esperar nada a cambio, ella lo daba todo por ayudar a la comunidad independientemente de que las personas le

101 fueran a responder bien o mal más adelante, la gente podía venir acá a la hora que fuera y ella siempre estaba aquí para ayudar en lo que estuviera a su alcance. Marciana fue una mujer líder, emprendedora, que no se quedaba siendo conformista sino que trataba siempre de obtener lo mejor. Yo creo que esa forma de ser de Marciana se parece mucho a los principios que tienen los que conforman el Proceso Ciudadano por Tiquisio, porque ellos también han estado siempre dispuestos a ayudar a la hora que sea y al que sea, desde que no le conozcan maldad, ellos trabajan en equipo, sin esperar nada a cambio, solo intentando hacer que Tiquisio sea más tranquilo ahora.

Por eso yo digo que el día que mataron a Marciana cambió la historia no sólo de ella, sino de todo Tiquisio, porque fue gracias a su buen ejemplo y el dolor que causó su muerte que la gente entendió en el pueblo que ninguna muerte era justificable y que todos nos deberíamos unir como comunidad para defender nuestros derechos. Eso es lo que me alivia un poco a mí el dolor tan grande que siento, porque a pesar de que hayan pasado tantos años y se hayan hecho tantas cosas buenas por ella, yo todavía escucho a veces su risa, porque a ella sí que le gustaba reír, la extraño todo el tiempo, yo creo que una madre nunca puede superar una cosa como esa.

102

4.2 Miguel Cárdenas: El Intermediario

Figura 27. Miguel Cárdenas.

Mi nombre es Miguel Antonio Cárdenas, actualmente tengo 64 años y nací en Ovejas, Sucre.

Yo comencé a rodar tierra a la edad de diez años, me aparté de la familia porque la situación no estaba fácil y porque tenía diferencias con mi papá. La primera vez arranqué para Ariguaní,

Magdalena, siendo un niño, entonces en esa época yo casi no podía ni cargar una lata de leche pero ahí hacía el esfuerzo, también trabajé tirando machete, a mí me pagaban cinco centavos el jornal, cuando un hombre que jornaleaba ganaba por ahí 15 centavos. Cuando cumplí como 16 años arranqué y me fui para Venezuela, sin papeles ni nada, pero como ya estaba más grande me puse a correlear y ordeñar vacas. Ya como de veinte volví a la casa y les dije a mis padres que yo tenía ganas de pagarles lo que se habían gastado en la crianza, entonces saqué unos billeticos que tenía ahorrados, que no eran ni muchos ni muy poquitos y con eso mi papá compró una finca de sesenta hectáreas allá en Ovejas, cuando eso el terreno no valía cantidades como ahora, entonces con la misma plata les alcanzó para comprarse una vaca. 103

Me quedé un tiempo en la casa y cuando me aburrí me devolví para Venezuela y me hice allá una platica, porque allá se ganaba bueno y luego me regresé otra vez para Colombia y empecé a caminarme el Cauca arriba hasta Segovia, Antioquia, trabajando en lo que fuera saliendo. Hasta que me metí por la esta vía y a Tiquisio vine a dar. Lo que es la vida, en tanto sitio bonito que estuve y mire dónde me fui a quedar. Yo llegué por acá en el 73 y desde ese tiempo hasta el día de hoy acá he vivido, a mí por acá me gustó mucho aunque nadie entienda por qué, si yo en todas mis andanzas estuve en mucho sitio bueno, de pronto será que a mi mujer la conocí en el Coco

Tiquisio al poquito de haber llegado, ella se llamaba Esther Ramírez y duramos juntos casi 35 años.

Cuando llegué comencé a trabajar con señores que eran dueños de parcelas grandes, entonces yo les trabajaba a ellos el ganado, pero ahí de a poquitos me fui abriendo y comencé a trabajar por mi parte; a cultivar, a comprar y matar ganado para vender, me compré mi terreno y monté una casita en Puerto Coca y ahí me fui a vivir con Esther y mis pelados. Yo empecé a hacer amigos y a conocerme con la gente muy fácil, entonces a pesar de no saber leer ni escribir una sola letra la gente confiaba en mí porque sabía que yo era recto en mis negocios, así que ocupé varios puestos en la junta de acción comunal de Puerto Coca en todos estos años; yo fui presidente de la junta varias veces, fui tesorero y fiscal. Lo que yo hacía era que siempre tenía de asistente a algún pelado que sí supiera escribir y él me ayudaba a llevar las cuentas de los gastos y toda la información que tuviera que anotar de la junta, entonces eso me ayudó a ser líder acá en la comunidad.

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4.2.1 Nosotros no conocíamos ninguna guerrilla, entonces los confundíamos con

carabineros porque venían montados en bestias.

Todos esos fueron buenos años, por acá el comercio era muy bueno, eso salían diarios un montón de johnson cargados de arroz, plátano, yuca, carne, de todo. Esto era un comercio enorme, acá siempre llegaba todo el mundo a hacer mercado, había música, bares, restaurantes, estaderos, hacían campeonatos de fútbol y eso no cabía la gente. Esto era muy sano, por aquí la gente andaba a la hora que fuera sin ninguna clase de problema, pero del 80 para acá fue que ya la cosa empezó a apretarse porque ya se presentó la guerrilla, los que vinieron por acá primeros fueron los Elenos, nosotros no sabíamos que eran guerrilleros, porque nosotros no conocíamos ninguna guerrilla antes de eso y los confundíamos con los carabineros, porque venían montados en bestias y se nos hizo raro porque por acá policía casi nunca venía.

Pero nos fuimos dando cuenta de que no eran policía porque empezaron a ponernos un montón de reglas; que no se podía andar en moto después de cierta hora, que teníamos que pagar impuesto por los animales, que los teníamos que atender cuando llegaran, que no podíamos hablar nada con el Ejército y así. Los del ELN estuvieron por acá metidos como diez años pero ellos casi nunca atropellaban al civil, ellos casi ni nos paraban bolas, dejaban en paz al campesino desde que cumpliera las normas y no hiciera nada malo, al que la embarrara lo castigaban pero no sacrificaban a nadie, sólo lo hacían irse o pagar una multa. Pero desde que los

Elenos se abrieron a nosotros ya nos empezó a tocar muy bravo porque fue cuando se metió por acá el ERP y esos sí que nos dieron duro; nos quitaron lo poquito que teníamos para comérselo o solamente por hacernos el mal, nos obligaban a trabajar para ellos, a cocinarles, a dejarlos meter en nuestras casas, se llevaban lo que cultivábamos, nuestros animales. El problema era que con

105 ellos no se podía hablar, porque esos no escuchaban de razones e iban matando al que se les atravesara en el camino.

Figura 28. Miguel en Puerto Coca.

Entonces después de lo buena que era la vida por acá ya a uno le daba miedo salir, porque después de las ocho de la noche se empezaban a escuchar explosiones y tiros y uno sin saber para dónde agarrar, porque es que tras de todo ya como a finales de los noventa se vinieron a meter también los paramilitares y como Puerto Coca es un sitio que queda sobre el camino y que es paso obligatorio para ir a la mayoría de corregimientos y veredas de Tiquisio entonces por acá pasaban todos; guerrilleros, paramilitares, ejército y civiles. Por eso acá la riqueza se acabó de un momento para otro; la gente dejó de venir a comprar el mercadito acá porque ya les daba miedo que los mataran, se dejó de organizar eventos porque nos prohibieron hacerlos y además la gente de otras partes de Tiquisio ni querían venir por acá a arriesgarse a salir con un tiro en la nuca. 106

Hasta la propia gente de Puerto Coca empezó a irse de a poquitos y esto fue quedando solo, casi como un pueblo fantasma con el tiempo.

Lo peor se vino en el año 98, que hubo un enfrentamiento que en la región todo el mundo recuerda por lo templado que fue, esa vez se dieron bala los Elenos contra un grupo de los paramilitares que estaba comandado por Jorge 40. Yo me acuerdo que como a las ocho de la mañana empezó el alboroto y duró varios días en los que sólo se escuchaban las ráfagas de las metralletas y bombas a cada rato, hubo un pocotón de muertos aunque casi ninguno fue civil, sino que se dieron bala entre ellos hasta que se acabaron. Pero a pesar de que no estuvieran matando civiles pues también acabaron con el pueblo, porque nadie se quiso quedar ahí a esperar en qué momento le caía una bomba encima o le pegaban un balazo por estar mal parqueado.

Nosotros salimos hacia Aguas Frías, víctimas de un desplazamiento forzado, acá salió todo el pueblo, esto quedó solo, llegamos como sesenta familias a Aguas Frías a arrimarnos donde algún conocido o armando cambuches, estábamos pasando mucha hambre porque no nos quedó tiempo de sacar nada de nuestras casas, prácticamente salimos sólo con lo que traíamos puesto encima.

Entonces un día yo ya estaba desesperado de ver a mis hijos y a tantos otros niños aguantando hambre, porque a uno de grande también le da, pero le queda más fácil aguantarse que a los niños, así que tomé una decisión que hoy día no sé si estuvo bien o mal hecha, pero es que la necesidad ya nos tenía muy azotados, entonces con ayuda de otros hombres nos metimos una finca y le pusimos nylon a una vaca arbitrariamente, sin consultarle al dueño, y la sacrificamos y a cada familia le fui cortando de a diez libras con la condición de que si el señor alcalde -que en esa época era Juan Flórez- no nos ayudaba, teníamos que pagársela al dueño entre todos. Yo me sentía como mal con lo que había hecho, porque bien o mal había sido robar, pero Dios y la gente de la comunidad saben que lo hice porque de verdad lo necesitábamos, entonces yo a los

107 varios días bajé y hablé con el alcalde, le expliqué lo que había pasado y afortunadamente nos creyó y nos ayudó, él dio la plata para pagar ese animal que nos habíamos comido entre todos.

Y bueno, así en esas necesidades pasamos cuatro años, hasta que por fin en el 2002 ya la cosa estaba más calmada por acá entonces me devolví a la casita en Puerto Coca con mi familia.

Nosotros hicimos carta de desplazados, pero para nada porque nos pagaron una vez y nunca llegaron más ayudas. Yo he criado mis hijos pero los he criado yo solo, corriendo para allá y para acá, porque después del desplazamiento quedamos sin nada, yo una vez salí para el Coco y me traje siete vacas fiadas para sacrificarlas y quedarme con lo poquito que me quedara, pero me tocó casi que regalarlas por culpa de la guerrilla, porque tenían ganas de quebrarme porque no quería trabajar para darle a ellos, esos fueron los Repelos y cada rato me venían a molestar.

Después logré reunir para comprarme una vaca parida pero como al mes vinieron y se la llevaron, así era con todo.

4.2.2 Nosotros ya estábamos organizados y dispuestos a jugarnos la ficha por ayudar

a la comunidad.

Entonces, como por esa época la cosa estaba tan templada, nos reunimos Ever Pérez, su hermano Emil y yo y nos pusimos a hablar de lo difícil que estaba la situación, de la necesidad que había de empezar a hacer algo para ponerle el freno a los armados, porque ya nos tenían como balón de fútbol, cada uno pateando para el lado que quería con nosotros. Entonces empezamos a reunirnos con el padre Rafael Gallego, junto con otras personas que se fueron interesando y se fueron metiendo en el cuento. El lío es que nos tocaba reunirnos clandestinamente, a escondidas, porque donde alguien de los paramilitares, de los guerrilleros, o del mismo ejército -que en esa época también estaban en contra nuestro porque decían que

éramos guerrilleros- se llegaran a dar cuenta de lo que estábamos hablando seguro nos quebraban 108 a todos. Así que para vernos nos veíamos en la parte de atrás de la iglesia del Coco Tiquisio, que era la del padre Gallego, y todos llegábamos desde nuestras veredas hasta allá pero entrábamos a escondidas y nunca juntos para no levantar sospecha y ahí íbamos hablando de los problemas que tenía la gente y pensando cómo íbamos a hacer para calmar esta vaina.

Por esos días fue que se metió el ERP al Coco Tiquisio y a Puerto Rico y mataron a Marciana,

Daniel y César. Ese fue un momento muy horrible para la comunidad, nos dejó a todos muy asustados y a nosotros como líderes muy preocupados. Lo bueno fue la ayuda del padre, que como vio que algunos de nosotros ya estábamos organizados y dispuestos a jugarnos la ficha por ayudar a la comunidad, entonces llamó a los contactos que tenía afuera para que vinieran a ayudarnos, porque ya nos dimos cuenta de que solos no le íbamos a poder poner el freno a esta guerra, porque eran guerrilleros dándonos, paramilitares dándonos y el ejército también en esas.

El Batallón Nariño para esos años era el que más duro nos estaba dando de todos los grupos, porque con todo el tema de los falsos positivos lo que estaban haciendo era agarrar a nuestros pelados, arrastrárselos para el monte, camuflarlos y luego dejarlos tirados por ahí en cualquier camino o llevárselos diciendo que eran guerrilleros, como ese era el negocio de los militares en esa época.

Entonces las organizaciones se dieron cuenta de que de verdad nuestra situación estaba templada y se pusieron a ayudarnos, primero llegó personal del Programa de Desarrollo y Paz del

Magdalena Medio, Redepaz y la Defensoría del Pueblo, luego las Naciones Unidas empezaron a apoyar varios proyectos con recursos, entonces cada rato venían gringos y gente de muchos países a visitarnos y a conocer por acá. Para nosotros fue muy raro porque anteriormente no se veía nadie que no fuera nativo de acá, ni siquiera la propia gente que trabajaba en cargos públicos en Tiquisio se atrevía a salirse de la cabecera municipal porque les daba miedo o porque

109 ni siquiera les interesaba ver cómo estaba la situación del campesino sino llenarse los bolsillos de billetes. Cuando de pronto se empezó a llenar todo de gente de afuera, hasta canales de televisión estaban por acá. Eso nos dio a nosotros una esperanza muy grande porque por fin pareció que alguien se daba cuenta que nosotros existíamos, que no nos iban a seguir matando sin que por lo menos alguien se enterara, alguien pusiera una denuncia afuera.

Esta gente llegó con muchas propuestas, lo primero es que seguido hacíamos caminatas, encuentros, nosotros los líderes ayudábamos a contactar a la gente en las distintas veredas y salíamos por diferentes partes de Tiquisio a manifestarnos, a que los actores armados se dieran cuenta de que ya no estábamos solos, que ya no nos íbamos a dejar humillar más y que ahora tenían que respetarnos. Además de eso crearon la Escuela Campesina, que eran unos talleres en los que los líderes aprendíamos a elaborar proyectos, nos enseñaban a hablar con la gente, nos daban herramientas para negociar con los actores armados, para hacernos respetar. También nos enseñaron los Derechos Humanos, cosas del Derecho Internacional Humanitario, la Ley de

Víctimas, las minas antipersona y una cantidad de temas que nos servían para trabajar en las comunidades. La idea era que nosotros nos teníamos que aprender esos talleres y luego repetirlos en la vereda en la que viviéramos para que toda la comunidad aprendiera de esas cosas.

También trajeron un montón de proyectos productivos; creamos una granja en la que había pollos, ganado, marranos y otros animales y también nos dieron recurso para cultivar, todo eso salió de cooperación internacional, la ONU dio un montón de plata para ayudarnos acá en el municipio. Entonces esos fueron muy buenos años, ya nosotros no teníamos que reunirnos a escondidas, sino que teníamos la cabeza en alto porque ahora éramos el Proceso Ciudadano por

Tiquisio y los armados sabían qué era eso y nos empezaron a respetar. Por eso cuando se metían con alguien de la comunidad, cuando había alguna amenaza o algo nosotros íbamos y nos le

110 parábamos, casi siempre íbamos el Negro Pérez, Emil y yo y nos les enfrentábamos a los guerrillos, o a los paramilitares o al propio ejército y les decíamos “miren, nosotros somos del

Proceso y estamos respaldados por las Naciones Unidas, por la Defensoría, por los Derechos

Humanos, entonces nosotros les exigimos que nos respeten” y como ellos sabían que era cierto, que ya no estábamos solos, pues dejaron de azotarnos tanto.

Figura 29. Diploma de la Escuela Campesina.

Después de tanta pobreza empezamos a ver mejorar la economía otra vez, no sólo porque los armados ya no se nos llevaban tan fácil el recurso sino porque con todos los proyectos que trajo esta gente la cosa se puso más buena, ya teníamos con qué trabajar y con qué comer, porque además esos proyectos no eran sólo para los líderes sino para toda la comunidad; el que quisiera se podía meter a trabajar en los proyectos productivos con el compromiso de que todos teníamos que trabajar parejo. Entonces otra vez había recurso, otra vez había tranquilidad y dejamos de tener miedo, eso duró como desde el 2003 que fue cuando mataron a Marciana hasta el 2008, cuando la cosa se empezó a calentar otra vez.

Lo que pasó fue que los paramilitares se empezaron a alzar con nosotros porque se dieron cuenta que el Proceso no les estaba dejando hacer lo que quisieran con la gente, entonces nos

111 empezaron a amenazar. Nosotros no nos fuimos porque no teníamos para dónde agarrar, pero a la gente del Programa de Desarrollo y Paz, a unos de la ONU y al padre Gallego les tocó irse de acá porque les empezaron a llegar correos donde les decían que los iban a matar si seguían metidos en este rollo. Eso se juntó con que se acabó la plata de cooperación internacional para los proyectos productivos y los humanitarios, porque esa gente siempre tiene plazos y metas y como vieron que la cosa se había puesto dizque mejorcita pues nos dejaron de apoyar.

Total que en un abrir y cerrar de ojos nos quedamos solos, todo el mundo se tuvo que ir y volvimos a quedar los mismos tiquisianos de siempre. El problema no fue que los que nos acompañaban se fueran, sino que la mayoría de la gente sintió que como ya no había organizaciones, pues ya no había Proceso Ciudadano por Tiquisio, y eso se debió a una falla que hubo cuando arrancó el Proceso y es que la gente se acostumbró a que les dieran plata o a ir a las reuniones porque iba a haber almuerzo o refrigerio, y entonces cuando se acabó la plata pues la gente no volvió a los talleres, no quisieron seguir con la granja ni con los proyectos productivos sino que querían era agarrar lo suyo y abrirse. Entonces fuimos quedando cada día menos, los que sí entendimos que la idea del proceso no era hacer plata sino buscar la paz y la tranquilidad para Tiquisio, seguir luchando por nuestro lema, que dice que nosotros trabajamos por “la defensa de la vida, la construcción de la comunidad y la permanencia en el territorio”.

El lío fue que la fuerza de unos poquitos no era suficiente y cuando nos dimos cuenta ya teníamos a los actores armados otra vez acá metidos y abusando de nosotros. En los últimos años la guerrilla no se ha hecho sentir tanto; el ERP ya se acabó y los del ELN y las FARC vienen por ahí de vez en cuando pero de paso, ya no nos están montando tanto problema. Lo templado lo tenemos ahorita es con los paramilitares; el gobierno dice que esos ya se acabaron, que se desmovilizaron cuando Uribe estaba de presidente, pero eso es puro cuento. Lo que pasó fue que

112 se entregaron los más duros, los que sabían que la ley no los iba a castigar tan duro, pero el resto se quedaron por acá entre el monte escondidos y se fueron organizando de a poquitos.

Como en el 2010 llegaron Los Urabeños, diciendo que ellos no eran paramilitares ni guerrilleros y que no tenían interés de jodernos a nosotros los civiles, que ellos estaban era interesados en el negocio de la droga y como Tiquisio queda en toda la Serranía de San Lucas y conecta al Sur de Bolívar con el Catatumbo y con la costa, pues por eso era que ellos estaban acá. Al principio se mostraban muy buena gente pero nadie les comió cuento, porque nosotros los identificábamos y sabíamos que la mayoría de esos eran los mismos que antes habían venido a humillarnos con las AUC. El problema fue que de a poquitos fueron llegando más y más y empezaron a imponernos reglas como hacían antes; otra vez empezaron las amenazas, las prohibiciones para movernos por ahí en moto después de las seis de la tarde, volvieron a cobrar vacunas, a pasar listas y con gente que iban a matar por limpieza social y así, parece que el tiempo se hubiera devuelto, porque otra vez estamos igual de fregados que antes.

A mí por acá me ha tocado duro con esa situación, porque a pesar de que la gente dejó botado el Proceso Ciudadano por Tiquisio, todavía nos buscan a los seis y siete líderes que quedamos trabajando en esto cuando algo malo les pasa, entonces yo igual les colaboro, porque esto es como una responsabilidad que uno siente cuando uno es líder de la comunidad y cuando la gente confía en uno, entonces varias veces yo voy donde los armados cuando hay algún problema y hablo con ellos, les explico las cosas y busco soluciones. El problema es que ahora los del

Proceso somos muy poquitos y casi no tenemos respaldo de nadie, entonces los líderes que quedamos nos estamos jugando el pellejo cada vez que nos metemos por allá entre el monte a hablar, o a veces hasta es un riesgo ir al propio Puerto Rico, que es donde queda la alcaldía y

113 todo eso, porque uno nunca sabe qué sapo haya por ahí y luego lo quiebran a uno en el regreso, con la policía o los militares ni se diga.

Esto se ha templado más como desde finales del 2014, porque ahora Los Urabeños se están presentando ya como un propio grupo paramilitar y eso tiene a la gente muy asustada, porque ya hay algunas comunidades en las que tienen a la gente sometida a las leyes que ellos imponen y están matando mucho, entonces otra vez la gente está comenzando a desplazarse porque tienen miedo o porque ya los tienen amenazados, eso no sólo está pasando acá sino en varios municipios del Sur de Bolívar. Lo más duro es que ya se le está cumpliendo la condena a todos los paramilitares duros que se entregaron en la desmovilización de Uribe, entonces por acá están es esperando a los patrones para que la vaina se termine de poner fea.

Por eso ahorita los líderes estamos trabajando en revivir el Proceso Ciudadano Por Tiquisio, para que la guerra no nos pegue tan duro, para prepararnos porque la cosa ya está fea, pero cada día se pone peor. Ha sido difícil porque si a la gente no se le habla de plata como que no se interesan, se acostumbraron a que viniera gente de afuera a regalarles cosas y no se dan cuenta que la idea principal del Proceso es defendernos, defender nuestra vida y que no nos toque salir corriendo de acá otra vez. Pero igual nosotros estamos haciendo el esfuerzo porque vemos la esperanza, o de pronto es más bien la necesidad de organizarnos, de que la gente se dé cuenta de que podemos hacer cosas buenas, de que tenemos que estar organizados para poder ponerle el freno a los armados antes de que acaben con nosotros, por eso hemos estado dando charlas, hablando con la gente para que se empiecen interesar, para que vean que de nada nos sirve tener proyectos productivos si va a llegar esa gente a robarnos nuestras cosas o a sacarnos de nuestras tierras, a no dejarnos trabajar.

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Yo, a pesar de no ser de acá, quiero mucho esta tierrita y no me quiero ir aunque mi mujer se haya muerto hace siete años de un derrame interno que fue por culpa de vivir con miedo por esta guerra, aunque mis hijos ya estén bien lejos y no quieran que yo esté por acá. Yo ya estoy viejo y sólo tengo un hijo que me acompaña acá en Puerto Coca, vivimos los dos solos en un ranchito trabajando de sol a sol para tener con qué comer, pero no me quiero ir porque no tengo para dónde, porque si me voy para alguna ciudad me voy a convertir es en una carga para mis hijos y yo todavía estoy bueno como para ir a arrimarme, porque a pesar que sólo tengo un ranchito y unas poquitas hectáreas sembradas con arroz, a mí me gusta trabajar el campo y es lo único que sé hacer.

Por eso es que yo lucho a pesar de ser analfabeta, de estar viejo y de no tener mucho que perder si me arrebatan la vida, porque ya he vivido mucho, porque la vida que me queda quiero vivirla tranquilo y ayudar a que los que quedan por acá después de que yo me muera tengan buena vida y no tengan que vivir sufriendo tantos años como hemos tenido que sufrir los viejos acá, olvidados por esa gente del gobierno que sólo viene cuando va a haber elecciones a prometernos cosas, pero después no se vuelven a aparecer y nos dejan a nosotros en manos del que quiera venir a humillarnos.

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4.3 Rafael Gallego: Entre la parroquia y la violencia

Figura 30. Cumpleaños del padre Rafael en Aguas Frías.

Mi nombre es Rafael de Jesús Gallego Romero y nací el 9 de marzo de 1946 en Santo

Domingo, Antioquia y me bautizaron el 11 de marzo en la parroquia del pueblo. Nosotros

éramos seis hermanos y mis papás, nos manteníamos gracias a los negocios de mi papá, que manejaba varios negocios de cantinas y billares, hasta que un día un compañero de negocios lo hirió en medio de una discusión y le causó la muerte. Yo no tengo muchos recuerdos de mi papá porque era muy pequeño.

Mi hermano mayor estudió en el seminario de los jesuitas de Yarumal, pero al morir mi papá

él se salió del seminario porque como era el hermano mayor tenía que sostener la familia, entonces se devolvió para Santo Domingo y se volvió profesor en una escuela. Mi mamá también ayudó a hacerle frente a la situación vendiendo buñuelos, porque nosotros quedamos en una situación de pobreza muy fuerte. Yo me acuerdo que la gente en esa época fue mala con nosotros, le decían a mi hermano a cada rato “tu mamá la que vende buñuelos vive con las

116 medias rotas, mantiene con el abrigo chorreado de la harina de los buñuelos, no gana ni para comprarse unas medias veladas”, entonces eso a nosotros nos afectó mucho porque la gente nos excluía y nos hacía sentir mal por nuestra situación económica.

Para ese tiempo yo estudiaba en la Escuela Urbana de Varones, pero era un niño muy retraído seguramente por todas las cosas que nos estaban pasando en la familia, entonces prácticamente yo no recuerdo haber jugado juegos de niños ni tener muchos amigos, lo único que recuerdo es un carrito de madera que yo había hecho; Santo Domingo es un pueblo en la montaña que tiene bastantes lomas y laderas, entonces yo me tiraba en el carrito a rodar por las faldas del pueblo.

Fui un estudiante muy tímido y tenía un complejo de inferioridad terrible, yo iba al cine o a la iglesia y evitaba encontrarme a alguien y sentía que no tenía éxito con nada, entonces yo me acuerdo que desde muy chiquito le empecé a pedir a Dios que me quitara todos esos complejos y que a cambio de eso yo me comprometía a ser un buen cristiano practicante.

En el año sesenta llegó un tío mío que era sacerdote javeriano, hizo vueltas y nos trasladó para Medellín a un barrio llamado Campoamor que fue hecho por una fundación de viviendas para gente de escasos recursos, entonces nosotros dejamos el pueblo y nos fuimos para allá. Yo terminé el colegio en el Liceo de la Universidad de Antioquia y además estudiaba mecánica y electricidad por las noches en el Instituto de Cultura Popular, así que cuando me gradué del colegio empecé ahí mismo a trabajar en Singer -la empresa de máquinas de coser- y ahí pude empezar a ayudar con la economía de la casa.

Cuando nos fuimos para Medellín empecé a ser un Rafael diferente, ya no era tan retraído y empecé a trabajar mucho con la parroquia del barrio Campoamor y con un proyecto para ayudar a otros jóvenes que estaban pasando por situaciones difíciles allí en el barrio. Así de a poquitos y por los comentarios de la gente me fue surgiendo la duda de si quería convertirme en sacerdote 117 también, entonces comencé a hablar con mi tío, con otros sacerdotes y con varias personas hasta que tomé la decisión, en especial por una conversación que tuve con un obispo, en la que me dijo que desde cualquier profesión se podía ayudar a las personas –ese era mi deseo más grande-, pero que la única profesión que se dedicaba únicamente a eso sin esperar nada a cambio era el sacerdocio. Así que hablé con mi tío y después de un buen tiempo de pensarlo, nos juntamos un muchacho de Manizales, otro de Medellín, mi tío y yo y nos fuimos en un barco hacia España.

Yo me acuerdo que en los días previos al viaje yo veía a los jóvenes allá en Medellín y me ponía a pensar que de pronto yo no quería dejarlos porque lo que yo quería hacer era ayudar, entonces le dije a Dios que me diera una señal, que me avisara de algún modo si yo debía quedarme, y lo que pasó fue que al otro día llegó mi tía Julia con los pasajes comprados.

Figura 31. Rafael Gallego en el seminario.

Después de casi tres meses de viaje en barco, llegamos al seminario de los monjes jerónimos eso fue en noviembre del 69 y ahí estuve hasta el 73, cuando me decidí a irme porque en esa

118 comunidad se dedicaban a la vida contemplativa y yo sentía que a mí El Señor me llamaba era a la vida activa, es decir, prestarle servicio a la gente. Entonces me fui para otro seminario allá mismo en España en la que se mezclaba la vida mixta con la vida contemplativa pero tampoco estaba tan contento allá. Hasta que un día me llamó mi familia desde Colombia a decirme que mi tío estaba muy enfermo y que debería devolverme. Yo no sabía si devolverme o no, hasta que uno de mis compañeros me dijo que en España había muchos curas ya, mientras que en

Colombia se necesitaban más y si lo que yo quería era ayudar, pues obviamente en mi país podía hacer más por eso, entonces me devolví.

4.3.1 Como era el párroco la gente me buscaba mucho para apoyarlos en cosas

sociales.

Yo llegué a Colombia en enero del 75 y en febrero entré a estudiar en un seminario en La

Ceja, Antioquia y allá terminé mis estudios. Me ordené en la diócesis de Magangué porque había mucha escasez de párrocos, y así fue como entré al Sur de Bolívar. En enero de 1980 me nombraron párroco de Río Viejo, en ese tiempo era muy común la presencia de gente armada en esta zona, especialmente de las FARC, que cada rato llegaban a la cabecera o a las veredas del municipio y se quedaban por ahí, entonces en ese tiempo la situación de orden público era complicada porque además las entradas del ejército generaban bastantes preocupaciones, porque ellos vivían vigilando a los líderes sociales, a mí, y a cualquiera que tuviera algún protagonismo en la comunidad para asegurarse de que no tuviéramos nexos con la guerrilla, así que uno vivía todo el tiempo preocupado de que lo estuvieran vigilando.

Así estuve desde 1980 hasta 1996, que me fui para Bogotá a un curso de teología y bioética y luego regresé a la región, esta vez para encargarme de la parroquia del municipio de Morales.

Allá me pasó lo mismo que en Río Viejo y era que como era el párroco la gente me buscaba 119 mucho para apoyarlos en cosas sociales, pero entonces los armados no me quitaban el ojo de encima. Por ese tiempo empezaron a entrar muchos paramilitares a la zona y a mí a veces me acusaron de guerrillero por estar ayudando a la comunidad, especialmente a la rural, porque los paras se tomaron el casco urbano de Morales y decían que el resto de gente eran guerrilleros, pero yo siempre estuve recto, no me torcí ni para un lado ni para el otro, sólo hacia el lado de la población civil cuando me necesitaban.

El 27 de octubre del 2000 tomé posesión de la parroquia Santísimo Cristo de Tiquisio Nuevo

–que es el mismo Coco Tiquisio-, que en ese momento era la única parroquia que existía porque no había iglesia ni en la cabecera municipal. Recién llegado allá, el ERP secuestró a un miembro del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio (PDPMM) que hacía presencia de vez en cuando en la zona, entonces vino un montón de gente del PDPMM y otras autoridades a mirar cómo manejar el rescate del hombre. A mí como era el párroco de Tiquisio me pidieron que los acompañara a hablar con esa gente. Finalmente al muchacho lo liberaron y yo quedé afortunadamente con el contacto de esas personas, entonces yo empecé a pedirles que vinieran a

Tiquisio a trabajar con la comunidad porque lo estábamos necesitando mucho, pero ellos me decían que era difícil porque las condiciones de acceso y seguridad eran muy complicadas, pero el padre Francisco de Roux siempre me daba esperanzas y me decía que estaba haciendo gestiones para hacerlo posible.

En medio de esas conversaciones, que duraron casi tres años, fue que el ERP intervino en la comunidad y asesinó a Marciana, Daniel y Cesar. Yo estaba en una reunión de la diócesis en

Magangué cuando me llamaron a darme la noticia, entonces yo me devolví ahí mismo hacia

Tiquisio y al ver lo asustada que estaba la gente y el riesgo tan inminente de que ocurriera un desplazamiento masivo, pues hablé otra vez con los del PDPMM y les dije que si hasta ese

120 momento habían estado dudando en venir, pues ahora era casi una obligación que llegaran hasta acá porque la situación humanitaria ya se había puesto muy complicada.

Figura 32. Atardecer en la parroquia del Coco Tiquisio.

Entonces con la ayuda de los del PDPMM, contactamos a la Oficina de Paz y Convivencia de la Gobernación de Bolívar, a la Defensoría del Pueblo y otras organizaciones defensoras de

Derechos Humanos para que hablaran entre ellos, porque como acá les daba miedo o no podían entrar porque no había nadie trabajando en eso, pues tenían que cuadrar para entrar todos juntos.

Ya con el acompañamiento de estas organizaciones empezamos a movilizar gente y a informarles lo que queríamos hacer. Para eso lo que hicimos fue empezar a hacer reuniones en la parroquia del Coco Tiquisio o en algunas veredas con las comunidades y empezar a explicarles que este era un proyecto para ayudarnos, para calmar un poquito la guerra por acá. Entonces como ya estaba el acompañamiento también decidimos que tenía que ser un movimiento de acciones colectivas de la comunidad, que tenían que ser los propios habitantes los que

121 participaran en esto y lo impulsaran, así que por eso fue que se le dio el nombre de Proceso

Ciudadano por Tiquisio.

Nos logramos colar en el Segundo Laboratorio de Paz de la Unión Europea y con la ayuda de ellos desarrollamos el proyecto del espacio humanitario en Tiquisio. Para eso vinieron una psicóloga y dos pasantes del PDPMM que trabajaban acá de lleno y se empezaron a hacer convocatorias en todas las veredas y corregimientos en los que íbamos explicando cuál era la idea, se les habló especialmente de la Escuela Campesina y ahí se fueron apuntando para participar en esa iniciativa un montón de personas que se formaron para ser líderes y se capacitaron en temas de derechos, conflicto y también en cosas productivas, se les enseñó a sembrar con nuevas tecnologías, cosas del buen manejo de los alimentos y así.

El Proceso Ciudadano ayudó mucho, hubo una época en la que el índice de muertes violentas bajó a ceros y los armados respetaban mucho a los miembros de nuestra organización. Las guerrillas se fueron retirando y se alejaron hacia las montañas y algunas partes mineras, pero ya casi no se sentían, y el Ejército empezó a respetar mucho más a los civiles porque se dieron cuenta que no podían seguir con los falsos positivos porque si algo pasaba nosotros íbamos a denunciar. Nosotros ayudamos también con muchas desmovilizaciones de guerrilleros; ellos nos contactaban y nosotros los ayudábamos a entregarse, a salir de la zona sin peligro de ninguna clase, entonces concretábamos puntos de encuentro y yo me encargaba de hacer todos los papeles y las vueltas para entregarlos a la Defensoría, porque nosotros entendíamos que por una parte a nosotros como comunidad nos convenía que esos hombres se fueran desmovilizando, y por otra parte a pesar del daño que ellos habían hecho en la comunidad, también eran seres humanos y merecían un trato justo.

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El problema es que como dicen “de eso tan bueno no dan tanto” y a pesar de que pasamos unos años de mucha tranquilidad y paz aquí en el municipio, como a finales de 2007 y durante el

2008 varios miembros del Proceso Ciudadano por Tiquisio empezamos a recibir amenazas por parte de los paramilitares de las AUC. A varias personas del PDPMM, líderes comunitarios, párrocos de otros municipios y a mí nos empezaron a llegar correos electrónicos amenazantes, en los que los paramilitares decían que nosotros éramos guerrilleros y que nos declaraban objetivo militar, que nos iban a acabar a todos. Al principio ignoramos los correos, pero en vista de que cada vez las amenazas eran más fuertes y que nuestras vidas realmente corrían peligro, muchos de nosotros tuvimos que abandonar Tiquisio e irnos para otros lugares; los asesores del PDPMM se fueron para Argentina, y yo viví unos tres meses en Magangué.

Después de esos meses regresé a Tiquisio, pero me encontré con que las cosas se habían dañado mucho cuando los dejamos solos; la gente acabó con los proyectos productivos, cada uno agarró su parte y se fue, además no se volvieron a hacer talleres y reuniones, la gente se disolvió.

Además eso coincidió con que se acabó la plata de los proyectos de cooperación internacional entonces todas las organizaciones salieron del municipio, aunque esa era una muerte anunciada porque se sabe que estas organizaciones llegan a las comunidades con un recurso y unas exigencias de plazos y tienen que mostrar resultados, entonces a veces se comete el error de ejecutar el dinero por cumplir unos objetivos verificables, pero muchas veces los tiempos de las organizaciones no coinciden con el ritmo del desarrollo de la comunidad, porque la gente se demora mucho en aprender las cosas, en apropiarse y empoderarse ellos solos.

Yo a veces pienso que el error fue nuestro, que no hicimos las cosas al derecho, porque la gente no creó un sentido de pertenencia verdadero por el Proceso, sino que se acostumbraron a que vinieran las organizaciones a darles. El problema para mí no está en los proyectos

123 productivos, porque no está mal darle a la gente semillas o insumos para que arranquen, el problema es hacer el proceso con la comunidad, que no estén siempre esperando a que llegue alguien a darles todo sino que sean ellos mismos los que se apropien tanto del desarrollo económico como de la situación de los Derechos en Tiquisio.

Eso para mí fue una desilusión muy grande porque después de todo el esfuerzo que habíamos hecho para sacar todos esos proyectos adelante, ver cómo se cayeron en un abrir y cerrar de ojos no fue fácil, pero es que la gente no entendió el sentido de verdad y se quedaron ahí esperando a que uno les hiciera las cosas; cuando había plata uno convocaba a reunión y llegaban cientos de personas, pero cuando se acabaron los proyectos ya las personas dejaron de venir a las reuniones y eso porque ya no les interesaba. Sólo hubo unos pocos líderes que casi se cuentan con los dedos de las manos que entendieron el mensaje, que se apropiaron del tema y no se metieron al

Proceso por la plata sino por la defensa de los Derechos, esos estuvieron casi desde el principio y aunque no quedara plata ni quedara casi gente siempre quisieron seguir con el espacio humanitario y la resistencia.

A pesar de eso yo creo que el Proceso alcanzó a lograr muchas cosas buenas, porque demostró que cuando la comunidad está unida puede salir adelante y hacerse respetar, por los armados o por quien sea. Eso se notaba mucho en esa época que dejaron de ocurrir cosas violentas porque los armados sabían que no se podían meter con el Proceso y empezaron a respetarlo y a evitar problemas, porque sabían que nosotros no íbamos a dejar que nos siguieran pasando por encima. Además se lograron crear verdaderos líderes, que aunque son poquitos ayudan mucho por acá, porque ellos siguen identificándose con los objetivos humanitarios del

Proceso y por eso continúan trabajando y respaldando a la comunidad, eso es muy valioso.

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4.3.2 Esto es una cosa que uno hace por convicción, por eso a pesar de que a veces

me canso, acá sigo y acá voy a seguir.

En el 2009 el obispo me cambió de parroquia y me mandó para Norosí, yo no quería que me cambiaran porque seguía muy comprometido con la comunidad, pero el obispo dijo que ya era momento de que yo cambiara, por seguridad y porque ya tenía que darme otro aire. Sin embargo, me pidió que siguiera asesorando y acompañando a los líderes del Proceso Ciudadano por

Tiquisio, que siguiera estando pendiente de ellos y visitándolos ocasionalmente a pesar de que esa ya no fuera mi parroquia y eso es lo que he venido haciendo. Cuando algo extraordinario pasa en Tiquisio, cualquiera de los líderes de la comunidad me llama y me cuenta el caso, y ahí yo evalúo si debo irme hasta allá –Tiquisio queda aproximadamente a hora y media de Norosí en moto, por trocha- o si debo llamar a algunos contactos como la Defensoría, el SJR, el PDPMM o alguna organización que nos ayude a resolver lo que esté pasando.

Yo tengo que admitir que a veces me cuestiono por qué sigo en esto, porque el trabajo con comunidades tiende a ser muy desagradecido; uno invierte mucho esfuerzo, mucho tiempo, dedicación, pero la gente es muy inmediatista y si no ve el resultado o el beneficio rápido se va.

Además, luchar contra la guerra es algo difícil, no sólo porque uno se expone y se arriesga mucho, sino porque el conflicto se sigue transformando, llegan nuevos actores armados a imponer sus reglas propias y nos toca es a nosotros los civiles correr a pensar ahora cómo vamos a defendernos de los que llegaron. Sin embargo, yo me pongo a pensar y creo que trabajar en lo social no me va a dejar de interesar nunca, porque es un tema que me atraviesa en lo personal y también en mi vocación sacerdotal y mi relación con Dios, y seguramente mi interés tiene que ver con las incomodidades que pasé cuando era joven, que me dejaron como esa semillita de querer ayudar a la gente que estaba pasando situaciones difíciles también.

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Por eso ahora, a pesar de que sigo siendo el sacerdote de Norosí, estoy haciendo un esfuerzo grande por ayudar a los líderes a revivir el Proceso Ciudadano por Tiquisio, pero esta vez intentando no cometer los mismo errores que se cometieron la vez pasada; es cierto que necesitamos el apoyo de organizaciones defensoras de Derechos Humanos para que nos apoyen, pero no podemos sobreproteger a los integrantes del Proceso otra vez, sino darles las herramientas para que ellos puedan trabajar solos y no dependan de que esté alguna organización o yo diciéndoles qué es lo que tienen que hacer. Por eso yo los he venido acompañando a las reuniones que ellos organizan, pero no tan seguido como antes e intentando intervenir menos, para que sean ellos los que cojan las riendas del asunto. Es importante estar ahí para ellos y que haya organizaciones que les permitan formarse y denunciar y también para que los armados vean que los líderes no están solos, pero dejando que sean ellos los protagonistas de la resistencia y no las organizaciones.

Otra estrategia importante que hemos encontrado es no traer proyectos productivos todavía, sino enfocarnos en el tema humanitario, para que no nos vuelva a pasar lo que pasó la primera vez, que fue que llegaban cientos de personas a reclamar las semillas, los pollos, pero cuando había una reunión en la que no se repartiera nada, ahí no llegaba nadie. Entonces lo que estamos haciendo es buscar más líderes sociales de verdad, que se interesen en esto por ayudar a la comunidad, que entiendan que de qué nos sirve tener pollos y gallinas si en cualquier momento puede llegar un armado a quitárnoslo o nos toque salir corriendo de nuestras tierras, entonces primero hay que ponerle freno es a eso. Por eso ya no nos interesa que el Proceso mueva los centenares de personas que movió en algún momento, sino que mueva personas que realmente quieran ayudar sin esperar nada a cambio, como Ever, Emil, Lidis, Miguel, Emiro y otros líderes que nunca han dejado de estar ahí a pesar de que estén solos.

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Yo ya tengo 69 años y no voy a poder estar ahí toda la vida apoyando al Proceso, y además los líderes ya son adultos también y algunos se están envejeciendo, entonces yo por eso les recalco tanto la importancia no sólo de que rompan la dependencia conmigo y con las organizaciones, que no podemos estar ahí todo el tiempo, sino que es necesario ampliar el

Proceso Ciudadano por Tiquisio, despertar el interés en otros miembros de la comunidad pero apuntándole principalmente a los jóvenes, porque ellos van a ser los que queden por acá cuando los viejos ya no estemos entonces ellos son los que tienen que aprender a defenderse pacíficamente y a defender a la comunidad. Sin embargo esa no es una labor difícil porque acá los jóvenes casi ni están interesados en ir al colegio, mucho menos en meterse en procesos sociales, porque como ven la plata fácil en el mototaxismo o en la minería, no piensan en el futuro ni en lo grave de la situación que está pasando la comunidad Tiquisiana.

Figura 33. Los líderes haciendo carteleras del Proceso Ciudadano por Tiquisio.

Entonces a eso le estamos apuntando, los líderes se están organizando y reuniendo solos para hacer carteleras y exposiciones para llevar a sus veredas y exponer las propuestas del Proceso, para intentar vincular más gente o por lo menos que la gente se entere qué es lo que están haciendo ellos, y yo estoy pendiente todo el tiempo pero he intentado salirme de a poquitos porque entendí que esta es una batalla que tiene que dar la comunidad misma y más ahora que las

127 cosas se están poniendo tan calientes por esta zona otra vez. Yo los apoyo contactando organizaciones para que vengan a capacitarlos, denunciando en la Defensoría cuando matan a alguien o hay algún tipo de amenaza, pero ya los protagonistas de este rollo son ellos.

Aunque a mí a veces el pesimismo me invade y siento que uno da mucho y se esfuerza mucho y el resto de la comunidad, aparte de los líderes, sigue muy tranquila a pesar de que ven cómo el conflicto los está afectando. Sin embargo yo creo que los procesos sociales y más los que son de resistencia son una cosa que uno hace por convicción, por un sentimiento muy personal que lo mueve a uno a pesar de que uno vea que las cosas no se están dando, por eso yo a pesar de que a veces me canso ya después de tantos años de estar en estas, acá sigo estando y acá voy a seguir, porque al igual que los líderes yo también tengo la esperanza de que algún día la comunidad de

Tiquisio pueda vivir tranquila.

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5. Consideraciones Finales

Es posible que la lectura de las historias de vida presentadas en este trabajo haya suscitado más inquietudes e interrogantes, que certezas o únicas verdades al lector. Sin embargo, como se aclaró inicialmente la intención de este trabajo no era la elaboración de un diagnóstico específico sobre el municipio de Tiquisio, sino hacer una aproximación sociohistórica a su desarrollo y sus características a través de tres temas transversales a este contexto: las dinámicas de la guerra, los procesos de resistencia y las disputas por la tierra. La relación entre estas tres categorías se hace evidente en cada uno de los relatos, y aunque es evidente que las repercusiones o características de esta relación ha tenido connotaciones particulares para cada uno de los protagonistas de este trabajo, se pueden encontrar algunas generalidades y puntos comunes que permiten, como se propuso en la introducción, hacer una especie de radiografía del desarrollo económico y de los procesos sociales y políticos de Tiquisio.

En cuanto a las disputas por la tierra, se evidencia que la ruralidad que caracteriza la mayor parte de Tiquisio hace que sus pobladores tengan una estrecha relación y sentido de pertenencia con el territorio, ya que éste no sólo representa el lugar que habitan, sino también su sustento económico y el elemento que condensa sus tradiciones, su identidad como campesinos y su trayectoria personal. Este elemento ha sufrido importantes transformaciones desde la década de los sesenta (momento en el que Isabel Arrieta y Segundo Turizo -quienes son los personajes de mayor edad en este trabajo- llegan al territorio) hasta la actualidad, y es posible afirmar que estas transformaciones se han dado como consecuencia de distintos factores:

Actividades como la minería y la extracción maderera han tenido fuertes repercusiones negativas en el territorio tiquisiano, puesto que además de estar controlados en muchos casos por actores armados al margen de la ley, se está contaminando gran cantidad de fuentes de agua, 129 deforestado y acabado con gran parte de la variedad en fauna y flora que poseía este territorio.

Esto ha tenido impactos directos en la cotidianidad y las actividades económicas de los pobladores del municipio, puesto que actividades como la pesca dejaron de ser rentables, se acabaron muchas especies animales que antes servían como alimento, las sequías han afectado fuertemente la agricultura, entre otras consecuencias.

- El desplazamiento forzado18 y otras dinámicas asociadas al conflicto armado han incidido de forma directa en la relación de la población civil con el territorio; los habitantes de Tiquisio han tenido que abandonar sus viviendas y cultivos en repetidas ocasiones debido a las amenazas de los actores armados. Esta situación ha causado que los campesinos ya no se sientan tranquilos teniendo grandes extensiones de cultivos o animales porque existe un miedo generalizado a que en cualquier momento se presente de nuevo un actor armado y les arrebate lo producido o les expropie sus terrenos, por lo que las familias ya no cultivan tanto ni poseen gran número de animales, sino que prefieren dedicarse a actividades más inmediatas como la minería, para evitar correr riesgos. Esto ha tenido consecuencias negativas en la economía de este municipio pues ya no se encuentra la abundancia que existió en algún momento, tanto en recursos naturales como económicos, como se evidencia en los relatos de los personajes. En otras palabras, Con el desplazamiento forzado los cuerpos de las personas desarraigadas se convierten en territorios de violencia, sometidos a todos los rigores que implican una posición de subordinación guerrera, ya

18 Me resultó imposible conocer el número exacto de personas que se encuentran incluidas en el Registro Único de Víctimas nacional, debido a que esta información es confidencial y de uso privativo de la Unidad de Atención y Reparación Integral a las Víctimas y algunas organizaciones defensoras de Derechos Humanos en Colombia. Sin embargo, es muy elevado el número de habitantes de Tiquisio que se encuentran registrados (casi la totalidad de personas que conocí durante mi estadía en Tiquisio se encontraban en “el sistema”). A pesar de esto, la entrega de indemnizaciones o reparaciones colectivas a las víctimas en este municipio (y en general en el sur de Bolívar) ha sido ineficiente, puesto que a la mayoría de las personas no les ha llegado ningún tipo de reparación y, quienes la han recibido, han recibido mucho menos de lo que se les había prometido. Actualmente, los habitantes del corregimiento Quebrada del Medio se encuentran adelantando trámites para obtener una reparación colectiva, pero la Unidad de Atención y Reparación Integral a las Víctimas no se ha pronunciado al respecto hasta el momento. 130 que toda experiencia de guerra es, sobre todo, experiencia traumática para el cuerpo (Audoin-

Rouzeau, 2005).

Este punto conecta con otra de las categorías que son las dinámicas de la guerra; Tiquisio se configuró como un lugar de interés para actores armados legales e ilegales debido a su riqueza en términos de recursos naturales (especialmente por la minería aurífera), pero también por ser un corredor que conecta a distintas partes de Colombia como el Catatumbo, la frontera con

Venezuela y la costa Caribe. Esto, sumado a la situación de abandono, se configura como un escenario perfecto para la movilización de economías ilegales como el narcotráfico, minería ilegal y para la movilidad de los propios actores armados. Esto ha llevado a que Tiquisio haya sufrido la presencia simultánea de tres guerrillas, un grupo paramilitar y el Ejército Nacional en distintas partes de su territorio, lo que ha llevado a múltiples enfrentamientos entre los distintos actores, quienes se disputan el control económico, social y territorial de este municipio.

Este constante cambio del equilibrio de poderes entre los actores armados ha generado tensiones que afectan directamente a la población civil de Tiquisio, quienes se encuentran a merced de las exigencias y mandatos del actor armado que se encuentre presente en el momento.

Se evidencia a partir de las historias de vida que cada grupo armado tiene sus propias lógicas y formas de operar y, por ende, que las repercusiones que ha tenido la presencia de uno u otro actor armado en el territorio han sido particulares. Lo que resulta más problemático en este punto es que la población civil se encuentra en una situación de desprotección preocupante, ya que la presencia estatal en este territorio es insuficiente y, además, en muchos casos ha sido contraproducente, puesto que han sido los mismos agentes del Estado quienes han cometido fuertes vulneraciones a los Derechos Humanos de la población civil.

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A partir de esto, se puede afirmar que experiencias como el Proceso Ciudadano por Tiquisio19 surgen como una reacción por parte de la población civil a las vulneraciones que estaban sufriendo a causa de la presencia de los actores armados en el territorio. Sin embargo, al revisar los motivos de surgimiento y disolución del Proceso, es cuestionable si se trata realmente de un caso de resistencia pacífica que surge como organización de base, o si se trata del resultado de un acompañamiento descuidado por parte de organizaciones externas que convirtieron a Tiquisio en un escenario ejemplar de construcción de paz, resistencia y progreso, pero cuyas bases sólo habitaban en el discurso y no en una apropiación real de sus integrantes.

Por otra parte, resalta la importancia que tiene la defensa del territorio para la población civil como un motor para el surgimiento de resistencias y liderazgos, puesto que los campesinos defienden su territorio al comprender que es su mayor recurso y al tener una relación económica, pero también histórica e identitaria con este. Esto se evidencia en varios de los relatos, en los que los personajes hacen evidente que el motivo real de su esfuerzo por defender Tiquisio radica en que no poseen el recurso económico para desplazarse en condiciones dignas a otros territorios y, además, que tienen la percepción de que al ser campesinos la actividad que conocen es el trabajo de la tierra, por lo que en una ciudad les costaría mucho encontrar una actividad económica que les permita sentirse cómodos.

A pesar de las críticas que podrían surgir respecto al Proceso Ciudadano por Tiquisio, se debe reconocer el esfuerzo que han hecho los líderes comunitarios por defender su comunidad y su

19 Existen otras experiencias de Procesos Ciudadanos en el país, como Derrotemos la guerra (Santander), Iniciativa ciudadana por la paz (Bogotá), Mesa de trabajo por la vida (Medellín), etc. Estos procesos surgen como una iniciativa de Redepaz bajo una estrategia llamada Pactos por la paz, que busca incentivar la construcción de paz desde las comunidades.

132 territorio. En este sentido, aunque afirmar que en Tiquisio existan procesos comunitarios de resistencia pacífica en la actualidad resulta cuestionable, las experiencias de resistencia individual y el esfuerzo que está haciendo este pequeño grupo de líderes sociales por buscar estrategias para disminuir los impactos del conflicto en esta población son de resaltar. Ahora bien, como punto común entre las trayectorias de los líderes sociales que hicieron parte de este trabajo, resalta que además de su interés por proteger el territorio y un discurso que evidencia la valentía y compromiso como un motor de sus acciones, existen también en todos los casos experiencias de hechos victimizantes asociados al conflicto que han marcado la trayectoria personal de estos individuos; la valentía como producto del miedo y de un dolor que no quieren repetir ni ver sufrir a sus semejantes.

La situación que se está viviendo actualmente en Tiquisio resulta preocupante y debe generar interrogantes no sólo a los habitantes de este municipio, sino a las ciencias sociales y al Gobierno

Nacional; el surgimiento de nuevos grupos paramilitares en el Sur de Bolívar le ha dado nuevamente un giro a las dinámicas del conflicto armado en esta región, redistribuyendo el equilibrio de poderes que existía entre los distintos actores presentes en el territorio anteriormente. Las Autodefensas Gaitanistas de Colombia no solamente han permeado la cotidianidad de la comunidad tiquisiana, sino también algunas instituciones gubernamentales, el control de las actividades económicas y “las leyes” en estos municipios rurales, en los que dado el abandono estatal en el que se encuentran aquellos, quienes poseen el monopolio de la violencia son los grupos armados ilegales.

También es preocupante el trato que se le ha dado al conflicto armado y a las víctimas desde la alcaldía municipal de Tiquisio (mucho peor desde el nivel departamental y nacional); para el plan de desarrollo 2012 – 2015 no existen estrategias claras enfocadas a atender esta

133 problemática en el municipio, aun cuando la mayor parte de sus habitantes se reconocen a sí mismos como víctimas del conflicto armado. A pesar de que durante el primer semestre de 2015 se conformó la Mesa de participación de víctimas de Tiquisio, el desorden y la negligencia por parte de los funcionarios del gobierno para atender las peticiones de los tiquisianos en términos de reparación, indemnización o denuncia de hechos victimizantes hace que haya un sentimiento generalizado de desconfianza y escepticismo frente al Estado. Resulta hasta cierto paradójico que, contrario a las intenciones que manifiestan varios de los habitantes de Tiquisio, uno de los pocos apartados del plan de desarrollo que se encuentra con buena redacción y propuestas claras es el económico, en el que se propone incentivar la inversión privada en el territorio, es decir, buscar que se le sigan otorgando los títulos mineros a las grandes empresas, lo cual repercute tanto en daño ambiental como en la negación de esta actividad económica a los mineros tradicionales de Tiquisio.

Estos factores han sido los que han impulsado el interés de los líderes sociales por revivir el

Proceso Ciudadano por Tiquisio, para evitar recaer en una situación de crisis humanitaria similar a las que han tenido que vivir en momentos anteriores, como una forma de hacerle frente a las vulneraciones que las Autodefensas Gaitanistas están cometiendo contra ellos durante los

últimos años y que han escalado de forma muy acelerada especialmente en el transcurso de 2015.

Por eso, una vez más las transformaciones en el conflicto armado repercuten en la organización comunitaria y los procesos de resistencia, aunque también lo hacen en la percepción y uso del territorio, ya que se han empezado a dar desplazamientos aislados en distintas veredas de

Tiquisio a causa del miedo generalizado que empieza a sentir la población.

El escalamiento del conflicto y su transformación es una preocupación para los habitantes de

Tiquisio, pero también debería serlo para las ONG, las organizaciones gubernamentales y para la

134 academia, puesto que a pesar del esfuerzo que están haciendo los pobladores, el acompañamiento por parte de actores externos que legitimen y apoyen estos esfuerzos y, además, de una comprensión real de las características del conflicto en este territorio resultan menester para poder evitar sus consecuencias negativas. Esta necesidad se configura como una opción para la academia y las ONG, pero debería ser una obligación para el Estado colombiano, puesto que es quién tiene la función de ser garante de los derechos de los ciudadanos y, en parte a causa del descuido y abandono en que el gobierno ha dejado tanto a Tiquisio como a gran parte de las comunidades rurales a lo largo y ancho del país, que el conflicto ha tenido consecuencias tan potentes y negativas en estos municipios.

Es cierto que las ciencias sociales en Colombia han producido infinidades de trabajos respecto al conflicto armado interno, o en palabras de Jefferson Jaramillo (2015), gran parte de los científicos sociales del país nos hemos dedicado a elaborar “anatomías de la guerra”. Sin embargo, la comprensión de estas nuevas formas que está tomando el conflicto resulta menester no sólo por la producción de conocimiento en sí mismo, sino para crear herramientas para comprender y tratar esta problemática antes de que escale aún más. Para esto, las historias de vida y los relatos individuales se configuran como una estrategia analítica clave para comprender un fenómeno del cuál hasta ahora no se ha elaborado mucho, en parte porque no ha sido difundido por los medios de comunicación nacionales. Esta situación ha llevado a un desconocimiento generalizado de esta situación. Así, resalta la importancia de voltear hacia las víctimas y la población civil la mirada de los estudios para la paz, la resolución de conflictos y la elaboración de legislaciones asociadas a este tema, puesto que estas normalmente se han creado pensando únicamente en la postura de los actores armados en relación con el Estado, dejando un importante vacío en la construcción de conocimiento y legislación, al no tener en cuenta en

135 muchos casos las percepciones de aquellos quienes sufren las consecuencias de la guerra de forma directa.

En este sentido, la memoria histórica, pero una memoria histórica en clave transformadora y no sólo de taxonomía de hechos de victimización, se presenta como una forma de aproximarse a las experiencias de la población civil en medio del conflicto, pero también una herramienta para reevaluar la historia como un discurso que se ha elaborado hegemónicamente bajo unos intereses, que ha silenciado unas voces para privilegiar otras; la memoria histórica como una herramienta para confrontar nuestro pasado y de este modo tener luces para comprender el presente y preparar el futuro, como han venido haciendo los líderes de Tiquisio, quienes a pesar de no tener una memoria escrita de sus vivencias, apelando a la memoria individual y colectiva comprendieron los riesgos que representó la entrada de las Autodefensas al territorio y actualmente se encuentran haciendo un esfuerzo por crear estrategias para no tener que repetir esa historia de vulneraciones que ha caracterizado históricamente a Tiquisio.

Así como los habitantes del municipio sienten la responsabilidad de defender el territorio y la comunidad a la que pertenecen, las ciencias sociales y el Gobierno Nacional deberían tener el reto, o quizá la obligación de empezar a escuchar a aquellas esferas de la población que han estado silenciadas y olvidadas históricamente, tanto para complementar una historia que ha sido contada de manera fragmentada, como para poder construir unas bases sólidas para asegurar una mejor comprensión del presente y unas bases sólidas para la construcción de un futuro que busque dar garantías de no repetición a la población civil.

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