El distrito de Álamos y un mercado regional, 1769-1863

Gustavo Lorenzana Durán1

En la ponencia, abordaré el asunto del mercado regional en el cual participaron los encargados de las Temporalidades de la Compañía de Jesús en el distrito de Álamos, Sinaloa, en aquellos años. Dicho mercado comprendía a los reales mineros y los establecimientos misionales ubicados en la península de California, así como, los asentamientos de la Nueva California. El movimiento de las mercancías se hacía por medio de la arriería y por vía marítima. Ya en la vida independiente, el mencionado distrito se convirtió en un centro de distribución de mercancías procedentes de Europa, Asia y los Estados Unidos de América. La ensenada de Santa Bárbara, era el sitio del desembarco y salida de efectos a los puertos de Guaymas y Mazatlán

1.- Circulación de mercancías entre y Baja California. Con la dinastía borbónica, España se abrió a las ideas de los fisiócratas, de Colbert y Adam Smith.2 Gracias a esta apertura emergió un pensamiento económico español. Uno de sus representantes fue José del Campillo y Cosio. Este, se declaró en contra del monopolio comercial metropolitano porque limitaba la iniciativa individual. En su opinión, dicha concesión debía ser eliminada. Asimismo, se pronunció porque sólo el gobierno se abocara a promover las actividades productivas.3 Bajo esta premisa debemos entender la presencia del visitador general, José de Gálvez, en la península de Baja California y en la parte sur del actual estado de Sonora. El objetivo del funcionario español era aumentar las rentas de la Corona en el ámbito del septentrión novohispano. Para ello, se debían vender las Temporalidades de los jesuitas y activar el comercio por medio de arrieros, de los efectos de la tierra y de Castilla, en los reales de minas y su registro obligatorio de las ventas. Como responsable de la circulación

1 DEHA-Universidad de Sonora. Profesor investigador del Departamento de Historia y Antropología de la Universidad de Sonora. Ponencia presentada en Las Terceras Jornada de Historia Económica, evento realizado en El Colegio de México del 17 al 20 de febrero de 2015. 2 Eduardo Arcila Farías, Reformas económicas del siglo XVIII en Nueva España I. Ideas económicas, comercio y régimen de comercio libre (México: SEP. 1974) 9-10. 3 Ibíd., 11. Se desempeñó como ministro de Felipe V. 53

de las Temporalidades se designó a Juan de Pineda, gobernador de las provincias de Sonora y Sinaloa.4 Gálvez, en una segunda comunicación sobre la materia, ordenó a los comisarios reales5asentar en la cuenta correspondiente la venta de ganado y de jabón. Asimismo, les hizo la sugerencia de ampliar las zonas de cultivo con el propósito de satisfacer la demanda de granos de las misiones asentadas en la península de Baja California. Además, les indicó, que el precio de sus productos en esas tierras sería inferior a los precios corrientes.6 Gálvez, esperaba con estas instrucciones mantener el circuito comercial establecido por los misioneros jesuitas, pero ahora, con la participación de particulares y en beneficio del Estado español. Antes de entrar con el asunto de las Temporalidades, haré mención a otro de los proyectos de Carlos III para el septentrión novohispano: realizar una feria anual en el puerto de Guaymas, del 1 de julio al 30 de septiembre. Gálvez, expidió el Bando el 17 de junio de 1769. El puerto inicial de salida de las mercancías sería el puerto de San Blas, en los primeros días del mes de mayo. El pago del transporte por parte de los comerciantes sería de 4 reales por arroba sin importar su destino. Por otra parte, se ofrecieron solares en el actual puerto sonorense y su uso en la edificación de los almacenes de depósito de las mercancías y su posterior internación en Sonora y Sinaloa.7 No tenemos el registro de la realización de la feria. Sin embargo, si es clara, la presencia de un comercio de cabotaje entre los puertos ubicados en las costas del mar de Cortés. El puerto de Guaymas, fue la puerta de entrada de tabaco, cigarros y azogue, con destino a Álamos y El Pitic.8 Como ya dijimos, la aplicación de una de las medidas galveciana fue de la competencia de los comisarios reales. Uno de ellos, Miguel José de Lucenilla, quien tenía bajo su encargo el pueblo de Conicari y de su pueblo de visita Macoyahui. En atención a lo

4 “Comunicación del visitador José de Gálvez a Eusebio Ventura Beleña de 25 de octubre de 1768”, AGN, Ramo: Jesuitas, volumen I-6, expediente 20. 5 “Comunicación del visitador José de Gálvez a los comisarios reales de los río , Mayo, Fuerte y Sinaloa de 17 de mayo de 1769”, AF-BN, caja 41, expediente 927.3, ff. 1-1v. 6 “Comunicación del subdelegado Eusebio Ventura Beleña a Lorenzo Cancio de 3 de febrero de 1769”, AGN, Ramo: Jesuitas, volumen I-6, expediente 20. 7 “Bando que autoriza por parte del Rey el establecimiento de una feria anual en el puerto de Guaymas”, AGN, Ramo: Californias, volumen 67. La arroba es una medida de peso y equivale 11.5061585 kilogramos. 8 “Comunicación de Francisco Trillo y Bermúdez al virrey Carlos Francisco de Croix de 7 de noviembre de 1769”, AGN, Ramo: Californias, volumen 67. 54

ordenado por el visitador general levantó el inventario de los bienes temporales dejados por los expulsos. Del catálogo, destaca una fanega de trigo –equivalente a 3.5 hectáreas-, y una suerte de tierra -1.40 hectárea- sembrada de caña, cuya molienda se realizaba en dos molinos, alcanzándose 70 cargas de piloncillo.9 Otro asunto que registro Lucenilla fue el cultivo de maíz por parte de los mayos en los pueblos de Conicari, Tocava, Maniguaza y Cochibampo. En el año de 1767, la producción del citado grano alcanzó 374 fanegas que equivalen a 24 310 kilos. También llevo a cabo el registro de caballos, mulas, burros y ganado menor existente en ambos pueblos. Estos tipos de ganados también se encontraban en los demás pueblos del río Mayo. Véase Cuadro 1. Los granos, la carne seca, el ganado en pie, y el piloncillo, eran parte de las mercancías que se vendían a vecinos de los pueblos, a los oficiales del ejército novohispano, a los funcionarios de la estructura de gobierno, mineros y las misiones bajacalifornianas. Algunos de los compradores fueron: Juan Tomás Padilla, vecino del Real de la Concepción de Los Álamos. Se apuntó que compró un tercio de harina en siete pesos plata. Agueda Valenzuela, también vecina del mencionado Real, adquirió un tercio de piloncillo en 12 pesos. El coronel Elizondo, jefe de la expedición de Sonora, compró media fanega de maíz en un real y medio por almud. Javier de Valenzuela, recibió una carga de piloncillo a cambio de 25 pesos. Francisco y Juan Campoy, Un tercio del citado dulce, compraron Francisco y Juan Campoy. El juez subdelegado, Eusebio Ventura Beleña, hizo las siguientes compras: Una bota de melado en 1 ½ real el cuartillo; diez fanegas de maíz en 18 pesos, ocho se enviaron al Real de Los Álamos; seis pilones de azúcar en la misma cantidad. En junio, compró 16 fanegas de maíz en 32 pesos –fueron distribuidas entre los muleros de Cochibampo que cuidaron su caballada y el pueblo de Santa Cruz del Río Mayo- y 307 fanegas de maíz a un precio de 461 pesos para su envío a las Californias.10 Cuadro 1.- Registro del ganado existente en las misiones y pueblos de visita del río Mayo, 1767.

9 “Inventario de la misión de Conicárit y de su pueblo de visita Macoyahui realizado por Miguel José de Lucenilla, 21 de septiembre de 1769”, AGN, Ramo: Temporalidades, t. 132.Lucenilla, estuvo en Conicárit desde el 26 de julio de 1767 hasta la fecha del documento. 10 Ibíd. 55

Lugar Ganad Buey Ovej Carner Cabr Mula Caball Potro Yegu o es as os as s os s as mayor Santa Cruz 1467 579 650 8 27 47 253 del Río Mayo+ Navojoa+ 1005 762 295 249 59 5 2 7 San Ignacio 82 32 113 Cohuirimp o^ Camoa+ 211 26 166 22 67 46 23 43 236 Tesía^ 500 45 2 20 140 Conicárit+ 927 23 125 166 715 Macoyahui 511 34 200 266 417 ^ Tepahui^ 934 8 383 96 205 12 6 236 Batacosa^ 222 400 115 191 187 95 Total 4310 34 2884 1024 1684 330 585 637 2099 +Misión; ^Pueblo de visita. La misión de Santa Cruz del Mayo tenía como pueblo de visita Etchojoa. Fuente: AF-BNM, caja 33, expediente 704.1, ff. 1-5.

Miguel José de Lucenilla, le entregó a Pedro Tueros, integrante de la expedición a Sonora, 50 fanegas de maíz, 22 costales de baqueta, 28 costales de cuero duro, 3 arrobas de carne; 2 aparejos, 2 caballos y la cosecha de maíz levantada en los pueblos de Conicari y Macoyahui. Por los anteriores granos, mercancías y bestias no hizo pago alguno. Sólo dejo su firma como garantía del futuro desembolso.11 Del inventario elaborado por José Murrieta, comisario real del pueblo de Tepahui, destaca la remesa de 40 fanegas de pinole y 21 reses al comisario del pueblo de Torim y 15 vacas al comisario del pueblo de Huirivis por orden del capitán Lorenzo Cancio. Por su

11 Ibíd. 56

parte, Francisco Mazón, le pagó a Murrieta, 65 pesos por 12 vacas y 3 novillos.12 José de la Piniella, comisario del pueblo Santa Catarina de Camoa y su pueblo de visita Tesía, apuntó en su lista las ventas de azúcar, trigo, piloncillo, sal, jabón, vino, papel, gamuzas y cuchillos. Todo por un valor de 126 pesos. También, registró la orden del capitán Cancio del envío de 20 novillos a Guaymas y el adeudo del militar por 6 caballos, 10 mulas y 5 fanegas de maíz.13 El intendente Pedro Corbalán, registró la compra de 25 mulas a 15 pesos cada una. La adquisición se la hizo a Pedro Pérez de la Fuente. Fueron enviadas a los establecimientos de la Nueva California.14 Además, los artículos, granos y animales ya mencionados, al Real de Los Álamos llegaban los efectos de Castilla. Bartolomé Salido de Exodar, por medio de José de la Bárcena, compró mercancías en la Feria de Xalapa por la cantidad de 530 pesos. Se le enviaron con el arriero Juan Antonio Aguirre.15 En este circuito comercial también participaron los comerciantes asentados en Loreto, en la península de California. Uno de ellos fue Julián de Hidalgo. En su estancia en Álamos en octubre de 1780, adquirió efectos de Castilla y de la tierra por un monto de 640 pesos. El pago de la alcabala fue del orden de los 25 pesos. Esta última cantidad la depositó en la administración de rentas de su lugar de residencia por la falta de papel sellado en la ciudad de los Portales. Un año después, el mismo Hidalgo por medio de Ramón Aguilera, compró géneros de la metrópoli y de la tierra por un valor de 2 785 pesos. La alcabala fue de 111 pesos, que ingresó en la Real Aduana de Álamos.16 La distancia entre Álamos y la ciudad de México, no fue impedimento para la introducción de mercancías procedentes de la también llamada ciudad de los Palacios. Los introductores fueron Pedro Manuel de Valenzuela, Nicolás de Revilla y Miguel Valenzuela. En el caso del primero, sus mercancías alcanzaron el monto de 22 mil pesos; Revilla, trajo mercancías por un valor de 9 100 pesos y Miguel Valenzuela, por 5 mil pesos. El pago de

12 Inventario de la misión de Tepahui hecho por el comisario José Murrieta, 21 de septiembre de 1769”, AGN, Ramo: Temporalidades, Tomo 132. 13 “Cuenta presentada por José de la Piniella, comisionado de la misión de Camoa y su pueblo de visita Tesía, 8 de junio de 1769”, AGN, Ramo: Temporalidades, Tomo 132. 14 “Comunicación de Pedro Corbalán al virrey Antonio María de Bucareli y Ursúa de 15 de diciembre de 1773”, AGN, Ramo: , volumen 232. 15 “Comunicación de Juan Ortiz al director de Alcabalas de 2 de octubre de 1777”, AGN, Ramo: Alcabalas, volumen 432. 16 “Registro elaborado por Pedro de la Sota, administrador de Alcabalas en el Real de los Álamos de 1 de octubre de 1780”, AGN, Ramo: Alcabalas, volumen 432. 57

alcabala fue de 880 pesos, 364 pesos y 200 pesos respectivamente.17 Pedro Manuel, recibió mercancías de Chihuahua por un monto de 400 pesos, pagando 16 pesos de alcabala.18 Los mayos también participaron en este circuito comercial como introductores de granos y animales. Luis María Velderrain, administrador de alcabalas en el Real de los Álamos, anotó el ingreso de 2 reales realizado por aquellos en la subreceptoría del pueblo de Sirivijoa. Dicha cantidad fue el impuesto aplicado por la venta de 17 fanegas de semillas en 33 pesos; un potro en 9 pesos; un caballo a 3 pesos; 1 becerro en el mismo precio y 3 vaquillas en 18 pesos. En la subreceptoría del Toro, pagaron siete reales por la venta de 11 vacas en 10 pesos cada una; 3 tercios de piloncillo en 5 pesos; 3 mulas en 4 pesos cada una y 2 becerros en 2 pesos cada uno.19 Los datos anteriores son sólo una muestra de la participación de algunas comunidades mayos en el mercado local como introductores de granos y animales. Sin duda, se debe ahondar más en este asunto en futuras investigaciones. Por lo pronto, es suficiente con dejar asentado que los mayos no estaban al margen de la práctica comercial. Tampoco la distancia entre la capital de la Nueva España y Álamos, fue obstáculo para el conocimiento por parte de las autoridades y habitantes, de las normas emitidas por el gobierno metropolitano y el gobierno virreinal. El virrey Juan Vicente de Güemes y Pacheco, conde de Revillagigedo, remitió una circular a los intendentes sobre la proscripción del repartimiento de mercancías entre los indios. Dicha prohibición quedo establecida en el artículo 12 de la Real Ordenanza de Intendentes. Pedro Garrido y Durán, intendente de Sonora, respecto a este asunto informó que en la Intendencia bajo su mando no se realizaba dicha práctica. Es más, de manera clara y contundente, se opuso a su introducción entre los pueblos indios de Sonora y Sinaloa, porque con ello, se iba “a evitar la ruina de todas las casas de comercio existentes en ambas provincias”.20

17 “Comunicación del subreceptor Pedro Fernández Tineo a Luis María Velderrain, administrador de alcabalas de 17 de junio de 1791”, AGN, Ramo: Alcabalas, volumen 236. 18 “Registro del pago del real derecho de alcabala realizado por Pedro Manuel de Valenzuela el 14 de diciembre de 1791”, AGN, Ramo: Alcabalas, volumen 236. 19 “Comunicación de Luis María Velderrain al director general de Aduanas, Juan Navarro, de 2 de marzo de 1793”, AGN, Ramo: Alcabalas, volumen 86. 20 “Comunicación del intendente de Sonora y Sinaloa, Pedro Garrido Durán al virrey de la Nueva España de 28 de enero de 1790”, AGN, Ramo: Subdelegados, Tomo 35. 58

Rutas comerciales en el septentrión novohispano, 1767-1793.

Fuente: Spicer, Edward H., Los …, op. cit., 34 Su sucesor, Henrique de Grimarest, casi tres años después, en torno a dicho asunto le informó al virrey Güemes Pacheco, que “desde los tiempos de la conquista de estas provincias no había existido el repartimiento de mercancías, ya que nunca fue el propósito de los gobernadores, de los alcaldes mayores y justicias subalternos, introducir entre los

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mayos los repartimientos de mercancías como sucedió en muchos pueblos de la Nueva España”.21 Ya en los primeros años del siglo XIX, Tomás Pelayo, subdelegado del Real de Los Álamos, ya no hizo ninguna mención al asunto del repartimiento de mercancías. Pero, puso el acento por un lado en el declive de la minería y por el otro, en el auge de la agricultura. En su decir, se produjeron de 12 mil a 14 mil fanegas de granos; mientras que la producción de sal alcanzó las 1 500 cargas a un precio de 2 pesos cada una; se tenían registradas 40 mil cabezas de ganado vacuno a un precio de 2 pesos por animal chico y 3 pesos por animal grande. El precio de matanza oscilaba entre 5 y 7 pesos. La suma de caballos y yeguas alcanzaba 16 mil cabezas. El precio de los primeros se movía entre los 3 y 30 pesos. Las segundas, costaban 3 pesos cada una. Las mulas de un año de edad tenían el precio de 7 pesos; las mulas de dos años, valían 10 pesos. Se elaboraban 1500 arrobas de jabón a un precio de 4 pesos cada una; además, se podrían curtir 500 cueros a un precio que oscilaba entre los 2 reales y los 2 pesos. Sin embargo, reconoció que las mercancías y los animales no eran del interés de los comerciantes para su envío a los puertos de Veracruz, Acapulco y San Blas.22 Ante tal situación, Pelayo, apostó por la circulación de mercancías, granos y animales en un mercado regional integrado por las provincias de Sonora, Sinaloa y la península de Baja California. Con el propósito de avanzar en esa dirección tuvo la idea visionaria de abrir canales de derivación de las aguas del río Mayo. Uno de sus objetivos era cultivar algodón con el propósito de elaborar telas en los obrajes a establecer para su venta a precios bajos a los mayos para su vestido. Otro, fue sembrar tabaco para surtir el estanco real con el fin de

21 “Comunicación del intendente de Sonora y Sinaloa, Henrique de Grimarest al virrey de la Nueva España, Juan Vicente de Güemes y Pacheco de 16 de noviembre de 1792”, AGN, Ramo: Subdelegados, Tomo 35. Para otras Intendencias véase los estudios de Horst Pietschamann, “Agricultura e industria rural indígena en el México de la segunda mitad del siglo XIX” en Arij Ouweneel y Cristina Torales (comps.) Empresarios, indios y estado. Perfil de la economía mexicana (siglo XVIII), (Ámsterdam: CEDLA, 1988) 71-85; Margarita Menegus Bornemann, “Economía y comunidades indígenas. La supresión del sistema del reparto de mercancías en la Intendencia de México”, en Juan Carlos Groso y Jorge Silva Riquer (comps.) Mercados e historia, (México: Instituto Mora-UAM, 1994), 237-242; Carlos Sánchez Silva, “Indios, repartimientos en Oaxaca a principios del siglo XIX “en Antonio Escobar Ohmstede (coord.), Indio, Nación y Comunidad en el México del siglo XIX, (México: CEMCA-CIESAS, 1993) 108-115. 22 “Resultados de la subdelegación del Real de Los Álamos con arreglo a la Instrucción que remitió el intendente gobernador por orden del comandante general de las Provincias Internas sobre noticias que pide el Real Consulado de Veracruz, de 27de junio de 1804”, AF-BNM, caja 36, expediente 36/819.4, ff. 17- 20. 60

liberar a la Real Hacienda de la erogación de los fletes resultado de los largos recorridos, además, los indios se emplearían en su siembra y en la elaboración de cigarros.23 En esta misma lógica ubicó la postura del intendente de , Alejo García Conde. Puso en evidencia la dependencia de mercancías de los habitantes de la Intendencia respecto a la capital de la Nueva España. De esta ciudad, según él, Procedía casi todo lo que se necesitaba, provocando con ello, entre otras cosas, que fuese incosteable el trabajo en las minas por el alto precio de los géneros y que la agricultura y la industria no pudieran dar cabida a tantos brazos inútiles, cuya ociosidad gravaba al gobierno y hacia constitucional la indolencia y perpetuaba en las familias la pobreza y los vicios, siendo estos los de mayor consideración para destruir estas provincias.24

En la perspectiva del intendente García Conde, había una posible salida a tal situación: la habilitación de los puertos de Guaymas y Mazatlán. Vio en el comercio marítimo el medio para estimular la agricultura y la industria en Sonora y Sinaloa. Los granos y los productos se ofrecerían en ferias a establecer en los lugares que juzgaran convenientes tanto el Consulado de Guadalajara y como las Juntas Económicas. Una de ellas, se establecería en la capital de la Intendencia y sería integrada por el propio intendente, el alcalde ordinario, el cura, dos labradores, dos mineros y dos comerciantes. Las demás, se instalarían en las cabeceras de distrito: el intendente sería sustituido por el subdelegado quedando igual los integrantes por sectores. Entre sus tareas debían presentar proposiciones al gobierno virreinal en torno al fomento de las manufacturas, la agricultura y el comercio, tomando en cuenta las condiciones naturales, así como los frutos y las materias primas existentes. Asimismo, no debían dejar de lado la cultura. De esta manera, García Conde, tenía la confianza de derrotar “a la ignorancia y a los vicios por muy antiguos y arraigados estuviesen”.25 Lo expresado por el último intendente de Sonora, sin lugar a dudas, nos muestra a un individuo imbuido con las ideas en boga en aquella época. En la conformación de las

23 Ibíd. 24 “Informe del gobernador intendente de Sonora, Alejo García Conde, dirigido al comandante general de las Provincias Internas, Bernardo Bonavía de 14 de agosto de 1813”, AF-BNM, caja 37, expediente 37/838.1. 25 Ibíd. 61

mencionadas Juntas se conjuntaba la participación de una instancia de gobierno como promotora de las actividades productivas y la iniciativa privada. Esta, como inversionista en el impulso de aquellas. Quedaban claramente delineadas las funciones de cada una de ellas. Como anotación al margen, podemos decir, que en 1774 Carlos III, se pronunció a favor del establecimiento de las Sociedades Económicas. En palabras del procurador del Consejo Supremo, Pedro Rodríguez, conde de Campomanes, la misión de dichas sociedades era que los agricultores introdujesen mejoras encaminadas a superar los obstáculos que detenían el avance de la práctica agrícola.26 Sin duda, el anterior propósito es la expresión que sintetiza la política borbónica en materia económica por promover el desarrollo económico tanto en la metrópoli como en sus dominios americanos. La monarquía española en aras de alcanzar tal plan sin continuó con su trabajo legislativo. En este sentido, una de sus últimas disposiciones fue el Reglamento para el funcionamiento de las Aduanas del Imperio español de 9 de noviembre de 1820. Por medio de esta norma se dio la habilitación de los puertos de Guaymas y Mazatlán para el comercio libre. 2.- De productores a intermediarios en el mercado regional, 1825-1863. Al consumarse la Independencia, la situación económica por la que atravesaba el incipiente gobierno nacional no era la mejor. En palabras de Luis Jáuregui, “era una economía fragmentada por la destrucción/deterioro de los caminos y con pocas posibilidades de recuperar su antiguo esplendor por las constante fuga de capitales que experimentaba desde fines del siglo anterior”. 27 Tal condición, ¿también se presentaba en el distrito de Álamos? En la parte meridional del actual estado de Sonora, se vivió una relativa tranquilidad debido a que no hubo partidarios de la lucha por la Independencia. Las huestes militares ubicadas en la Intendencia de Arizpe, mantuvieron todo bajo control durante los5 años de lucha en otras latitudes de la Nueva España. El comandante general de las Provincias Internas, Alejo García Conde, se adhirió al Plan de Iguala, el 21 de agosto de 1821 en Chihuahua. El 6 de

26 Jean Sarrailh, La España ilustrada de la segunda mitad del siglo XVIII (México: FCE, 1981) 252-253. 27 Luis Jáuregui, “Los orígenes de un malestar crónico. Los ingresos y los gastos públicos de México, 1821- 1855” en Luis Aboites Aguilar, Luis Jáuregui (coordinadores) Penuria sin fin. Historia de los impuestos en México, siglos XVIII-XX (México: Instituto Mora, 2006) 79 62

septiembre, Ignacio de Bustamante y Velasco, por delegación del intendente Cordero, juró el mencionado Plan.28 El cambio de fidelidad líneas arriba mencionado no pudo resolver el problema de la interrupción del circuito comercial entre la ciudad de México y la ya mencionada región periférica. Sin embargo, como quedo señalado en el capítulo 2 de este trabajo, por las composiciones y denuncios de sitios de ganado mayor, la ganadería era una actividad económica significativa en el distrito de Álamos. La agricultura, se llevaba a cabo en las tierras irrigadas por las avenidas del río Mayo. Juan Domingo Vidargas del Moral, señala, que en el Estado Interno de Occidente – su erección como estado con la unión de Sonora y Sinaloa, quedo plasmada en el Acta constitutiva de la Federación mexicana de 1824-, la ganadería y la agricultura, eran “actividades económicas en ascenso, pero la extracción de metales preciosos continuó siendo la más importante para la región”.29 Tal panorama que rendía resultados para los llamados notables, se vino a tierra, debido a “la guerra desoladora que estalló en su interior el 25 de octubre de 1825, rodeado de multitud de tribus indígenas incivilizadas, amenazados por los bárbaros de la parte más alta, sin fuerza, sin comercio considerable, falto de intelectos hacendarios, y obstruidas o paralizadas casi todas las fuentes de su prosperidad”.30 Para enfrentar la falta de fondos para el funcionamiento del naciente gobierno estatal, en la Constitución Política del Estado Libre de Occidente de 31 de octubre de 1825, los constituyentes occidentales, establecieron como unas de las atribuciones del Congreso, fijar cada año a propuesta del gobierno, los gastos todos de la administración pública del estado; imponer contribuciones para cubrirlos con arreglo a esta Constitución, y a la general de la Federación, y aprobar el repartimiento que se haga de ellos entre los partidos del

28 Laureano Calvo Berber, Nociones de historia de Sonora (México: Librería de Manuel Porrúa, 1958) 135. 29 Juan Domingo Vidargas del Moral, “Proceso económico y social en el Estado de Occidente” en Sergio Ortega e Ignacio del Río (coordinadores) Historia General de Sonora II. De la conquista al Estado Libre y Soberano de Sonora (Hermosillo: Gobierno del Estado de Sonora, 1985) 338-339. 30 Constitución Política del Estado Libre de Sonora de 7 de diciembre de 1831, Hermosillo: Gobierno del Estado de Sonora, 1967) 8. 63

estado; establecer, variar o reformar el reglamento para la recaudación y administración de los ramos particulares del estado.31 La referencia a la constitución federal no es un asunto menor. Después de la abdicación de Agustín de Iturbide, el Congreso Constituyente estableció la República federal, el 1 de noviembre de 1823. Respecto, a las funciones de la Secretaría de Hacienda, los federalistas se pronunciaron a favor de que la citada Dependencia tuviera una doble función: recaudar las rentas y distribuir sus productos. Los centralistas fueron partidarios de separar las funciones de recaudación y distribución, sujetándolas a débiles controles del ministerio”.32 Como es conocido de todos, prevaleció la postura federalista. Una de las primeras medidas promulgadas por el Congreso Constituyente de los Estados Unidos Mexicanos en materia fiscal fue el Decreto de Clasificación de rentas de 4 de agosto de 1824. Los constituyentes establecieron que pertenecen a las rentas generales de la Federación, los derechos de importación y exportación establecidos o que se establecieron bajo cualquiera denominación en los puertos y fronteras de la república. El derecho de internación de quince por ciento que se cobrará en los mismos puertos y fronteras sobre los precios de arancel aumentados en una cuarta parte, a los efectos extranjeros, que en consecuencia de este derecho quedarán libres de alcabala en su circulación interior. La renta de tabaco y pólvora. La alcabala que paga el tabaco en los países de su cosecha. La renta de correos. La de lotería. La de las salinas. La de los territorios de la federación. Los bienes nacionales en los que se comprenden los de la inquisición y temporalidades, y cualesquiera otras fincas rústicas y urbanas que pertenecen o pertenecieron en lo que de adelante a la hacienda pública.33

31 “Constitución Política del Estado Libre de Occidente” en Colección de Constituciones de los Estados Unidos Mexicanos (México: Imprenta a cargo de Mariano Galván) 58. El artículo es el 109 y las fracciones son XI, XII y XIII. 32 Alejandro González Prieto (compilador) Memorias de la hacienda pública en México, 1821-1867, (México: Secretaría de Hacienda y Crédito Público, 1994) xi. La Secretaría de Hacienda fue fundada por el Decreto de 8 de noviembre de 1821, que dio a conocer el Reglamento para el gobierno interior y exterior de las secretarías de estado y despacho universal, 5

33 Ibíd., 37-39. 64

Después de la concentración de impuestos en el Poder Ejecutivo federal, los constituyentes, dejaron para las entidades federativas, las rentas no comprendidas en las anteriores.34 ¿Cuáles fueron esos impuestos? Ernest Sánchez Santiró, respecto de este asunto nos dice: “Las rentas que quedaron en manos de los poderes regionales fueron los reales novenos (diezmos eclesiásticos), los derechos sobre la producción minera y su circulación, los derechos de las casas de moneda estatales, los derechos sobre el pulque, el mezcal, el aguardiente, la capitación, las ventas de tabaco labrado de las fábricas estatales y las alcabalas”.35 Además, los estados entregarían cada mes la parte del contingente que corresponda a tiempo vencido.36 La norma anterior, dio paso a una Hacienda federal y estatal.37 La continuidad legislativa entre la monarquía borbónica y el nuevo Estado mexicano, es entendible porque ambos tuvieron como propósito la captación de ingresos fiscales en beneficio del erario público. Es por ello, que la Junta Provisional Gubernativa, en febrero de 1822, también se declaró a favor de la habilitación de los puertos de Guaymas y Mazatlán, como puntos del comercio marítimo.38 La vigencia del Estado de Occidente terminó con el Decreto de división de 14 de octubre de 1830. Se dio origen a los estados de Sonora y Sinaloa. En los primeros años de vigencia de la entidad sonorense, las actividades económicas que se llevaban a cabo en el distrito de Álamos, seguían siendo la ganadería, la minería y el comercio. La situación en materia fiscal no era la mejor. En palabras del tesorero José María Mendoza, sólo las administraciones de rentas de Álamos y Hermosillo, así como la Intervención de Guaymas, se encontraban al margen de una situación crítica, porque estaban “concentrados los rendimientos de los derechos sobre efectos extranjeros y los de alcabalas a los nacionales”.39 He aquí la puesta en práctica de la aplicación de los impuestos para las cajas de la Hacienda federal y la estatal. Con sustento en tal división fiscal, los constituyentes

34 Ibíd., 38. 35 Ernest Sánchez Santiró, Las alcabalas mexicanas (1821-1857) Los dilemas en la construcción de la Hacienda nacional (México: Instituto Mora, 2009) 85. 36 Alejandro González Prieto (compilador) Memorias…, op. cit., 39. 37 Ernest Sánchez Santiró, Las alcabalas …, op. cit., 85. 38 Rubén Salmerón, La formación regional, el mercado local y el poder de la oligarquía en Sonora: 1740-1840 (Hermosillo: IIH-UNISON, 1990) 33-34. 39 “Informe del Consejo de Gobierno del estado de Sonora al gobernador de 19 de junio de 1832”, AGES, Fondo: Ejecutivo, Ramo: Hacienda, Tomo 64, expediente 3. Los consejeros eran el propio José María Mendoza y H. G. Herreros. 65

sonorenses, al igual que los constituyentes occidentales, plasmaron en la Constitución Política del Estado Libre de Sonora, de 7 de diciembre de 1831, como competencia exclusiva del Congreso, entre otras, “decretar las contribuciones necesarias para cubrirlos [gastos públicos del estado] cuando así lo demanden la escasez de las rentas del Estado”.40 Gracias a la habilitación del puerto de Guaymas, barcos procedentes de puertos europeos, asiáticos y estadounidenses desembarcaron seda, papel, azúcar, cacao, té, brandy, aceite de ballena, abarrotes y manufacturas.41 De este auge comercial se hicieron partícipes los comerciantes asentados en el distrito de Álamos. Entre los introductores de dichos efectos en el mencionado distrito ubicamos a Manuel Salido, José Rivera y Francisco Salazar.42 Pascual Gómez de la Madrid y Manuel Gaxiola, comerciantes del citado distrito ingresaron en la Administración de Rentas de Álamos, 564 pesos y 27 pesos respectivamente por los efectos registrados en las guías correspondientes.43 Los derechos correspondían al 2 % del monto anotado en la guía. Las mercancías se enviaban por vía marítima a la ensenada de Santa Bárbara, ubicada cerca del pueblo de Santa Cruz del Río Mayo. De ese punto, las mercancías eran transportadas por recuas de mulas por arrieros a la ciudad de Álamos. A la citada ensenada, también arribaban barcos procedentes de la costa del Departamento de Sinaloa, conteniendo en sus bodegas fríjol, garbanzo, maíz y trigo. Su destino eran los centros mineros ubicados en el sur de la entidad sonorense y la propia ciudad de los Portales. La introducción de dichos productos agrícolas no le significaba ningún beneficio a la hacienda pública estatal. Los introductores sinaloenses hacían mención a una ley que los exentaba de cualquier exacción. Como el administrador de rentas de Álamos, no tenía conocimiento del asunto recurrió al apoyo de José María Mendoza, titular de la Junta Superior de Hacienda, con el fin de que le diera luces en la materia.44

40 Constitución Política del Estado Libre de Sonora …, op. cit., 21. 41 Marco Antonio Landavazo, “La urbanización demográfica en el noroeste mexicano, siglo XIX” en Anuario de espacios urbanos. Historia, Cultura y Diseño, (México: UAM-A, 1997) 164 42 “Noticia de la Administración de Rentas de Álamos del 23 al 29 de febrero de 1836”, AGES, Ramo: Tesorería General, caja 20, Tomo 78. Otros comerciantes fueron Mateo Ortiz, Manuel Salazar y Santiago Goyeneche. 43 Noticia de la Administración de Rentas de Álamos correspondiente al mes de abril de 1836”, AGES, Ramo: Tesorería General, caja 20, Tomo 78. 44 “Comunicación del administrador de Rentas de álamos a José María Mendoza de 26 de abril de 1836”, AGES, Ramo: Tesorería General, caja 20, Tomo 78. 66

El citado funcionario, después de la correspondiente revisión llego a la conclusión de que no existía ninguna ley en el sentido dicho por los comerciantes de Sinaloa. En cambio, lo que si estaba en vigencia era la norma que obligaba a todos los introductores de frutos y efectos en la entidad sonorense a pagar la carga fiscal correspondiente.45 Ninguna excepción en materia fiscal. Si los comerciantes no cubrían los derechos correspondientes no se les autorizaría el desembarco de sus mercancías y su traslado a la ciudad de Álamos. El gobierno estatal no iba a permitir la fuga de cualquier ingreso por mínimo que fuera. Todo ingreso era indispensable para la mejora de las finanzas públicas. No sólo la administración estatal enfrentaba problemas. También los comerciantes padecían dificultades. Una de ellas, eran los ataques efectuados por grupos de yaquis y mayos a las caravanas de recuas que transportaban hacia la mencionada ciudad de Álamos las mercancías desembarcadas en la ensenada de Santa Bárbara.46 El gobernador Pesqueira, sabía que la única solución para contener las incursiones de esas bandas era la protección militar, sin embargo, por la escasez de esa fuerza en Sonora, el encargo de mantener el orden era las milicias cívicas. Tal clima de intranquilidad no le impidió acordar la apertura del puerto de Agiabampo al comercio de cabotaje el 1 de julio de 1863.47 Ahora, desde el mencionado puerto zarparían los barcos llevando en sus bodegas plata quintada y granos con destino a los puertos de Guaymas y Mazatlán. A su regreso, los navíos traían arroz, aguardiente, cacao, cebollas, cigarros, calzado, vinos, mantas y loza.48 En algunas ocasiones la falta de materia prima necesaria en la explotación minera y por la pérdida de las cosechas a consecuencia de inundaciones resultado de lluvias abundantes en la cuenca del río Mayo esta región no enviaba nada al exterior.49

45 “Comunicación de José María Mendoza al gobernador del Departamento de Sonora [Manuel Escalante y Arvizu] de 29 de abril de 1836”, AGES, Ramo: Tesorería General, caja 20, Tomo 78. 46 “Informe de Domingo Larraguibel al tesorero general del Estado de Sonora de marzo de 1858”, AGES, Ramo: Tesorería General, Tomo 316. 47 Véase La Estrella de Occidente, 12 de junio de 1863, número 104, Tomo VII, 1. 48 Véase La Estrella de Occidente, 30 de octubre de 1863; 8 de enero, 12 de febrero, 29 de abril y 16 de septiembre de 1864. 49 Véase La Estrella de Occidente, 18 de noviembre de 1864, número 178, Tomo VIII, 1. 67

Fuentes

Archivo General de la Nación AGN Archivo General del Gobierno del Estado de Sonora AGES

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