SUJETANDO LOS CORDONES: MUJERES Y FÚTBOL

DAVID FELIPE PARGA ALONSO

Universidad de los Andes Facultad de Ciencias Sociales, Departamento de Lenguas y Cultura Bogotá, Colombia Mayo 2019

SUJETANDO LOS CORDONES: MUJERES Y FÚTBOL

DAVID FELIPE PARGA ALONSO

Trabajo de investigación presentada(o) como requisito parcial para optar al título de: Magíster en Estudios Culturales

Directora: Profesora Ingrid Johanna Bolívar Ramírez

Línea de Investigación: Biopoder y subjetividad

Universidad de los Andes Facultad de Ciencias Sociales, Departamento de Lenguas y Cultura Bogotá, Colombia Mayo 2019

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“El mito de ‘sexo débil’ se ha hecho trizas ante la realidad de una fémina que no ha vacilado en ocupar las trincheras de combate junto a los hombres, que no ha escatimado esfuerzos en cada una de las tareas acometidas por nuestro pueblo en el complejo camino de su desarrollo” Vilma Espin

A Daniela, Katherine, Paula, Natalia, Tania y Angie, así como cada jugadora que en algún momento compartió su profunda y maravillosa experiencia de vida; aprender de ustedes da luz de los tránsitos que son reales, posibles y mágicos de conocer.

A mi familia por nunca dejarme desfallecer y acompañarme con calma y paciencia, sin juzgarme pero siempre motivándome. Sin darme la mano para conocer el fútbol, la academia, y la importancia de cerrar ciclos jamás esto se habría podido pensar y vivir. A mi amá. A mis sapas que son curiosidad y reflexión, que ahora puedo nutrir y me enseñan a pensar un sociedad que sea bonita y plena para ellas.

A Ingrid por haberme abierto su corazón de arcoíris, sus palabras sabias y contundentes, críticas e interesantes, nutridas de cuidado por estas reflexiones fueron el motor para recorrer los miedos que me invadían desde la academia. El feminismo son reflexiones, luchas, pero creo más importante son prácticas que cambian mundos y nos acercan; la rigurosidad académica con la política de los cuidados mínimos cambia realidades; eso das, enseñas y sin duda permites vivirlo.

A ti Sonriente, por haber llegado en el momento para enseñarme la valentía de luchar por procesos y la fuerza que se requiere para en lo cotidiano lograr lo que se quiere. Por cada beso, caminata, vino y esencias que recorrimos para dejar fluir el pensamiento y decidirse a romper la barrera de los miedos. Sin tu amor y escucha, imposible.

A mi amiga, porque conocí en ti la primera conciencia feminista que admiré y de la cual quise aprender siempre. Porque desde el Jet hasta el Piel Roja me has maravillado con tu capacidad para reflexionar el mundo y ser rebelde ante el mundo que nos habita. Ningún domingo por la mañana nos derrotará y siempre habrá fueguitos por prender. ¡Aguante La Morada!

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A cada persona en la Universidad que me dio la posibilidad de debatir, profundizar, pero sobre todo a la Academia por enseñarme que parte de mi depresión, mi ansiedad y el pánico a la aprobación se da gracias a las malas prácticas de quienes participamos en ella. Mucho tiempo puede pasar para curar, trabajar y recuperar los golpes de la falta de cuidado, del ego que nos separa y jerarquiza. La Academia no debería ser un ejercicio de la Individualidad; construir y retroalimentar formativamente entre compas es más nutritivo. Vivimos tiempos muy duros que reflexionamos y teorizamos, pero estoy convencido que nuestra tarea es cambiar las prácticas para cambiar nuestros entornos, y eso empieza por el diálogo; aprendamos de cuidado en nuestra cuidar la relación con el pensamiento que compartimos, no cuesta y si aporta mucho a esta realidad fragmentada.

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Resumen

La presente tesis identifica, caracteriza y analiza algunos aspectos vinculados a la trayectoria subjetiva y las experiencias corporales que han surgido en la vida deportiva de seis mujeres que juegan fútbol en Bogotá. Para leer estas realidades analizo tres marcos vivenciales: las contextualidades que han abierto la posibilidad al juego y al desarrollo de la práctica, las experiencias corporales que recorren a través del fútbol, y el estado de deportivización con el cual se relacionan para negociar, luchar y construir un modo de vida en un campo deportivo que es histórica, cultural y socialmente asumido como un coto de la masculinidad. Para el desarrollo de la investigación se han construido tres fases de análisis: “mujeres futbolistas” como contexto de contacto inmediato con el fútbol, “mujeres que juegan fútbol” como una metáfora de la acción de juego y lo que esto implica para sus cuerpos, y “jugadoras de fútbol” para adentrase en la perspectiva del profesionalismo y el relacionamiento con las instituciones que lo permiten. Este recorrido toma como base la subjetividad nómade que elabora Rossi Braidotti desde el feminismo y que aquí abre posibilidades para leer los tránsitos que se tejen en las historias de vida de las mujeres entrevistadas.

Palabras clave: Mujeres futbolistas, subjetividad nómade, experiencia, fútbol femenino, deporte, modos de presencia de género.

Abstract

This thesis identifies, characterizes and analyzes some aspects related to the subjective trajectory and the corporal experiences that have arisen in the sporting life of six women who play soccer in Bogotá. To read these realities, I analyze three experiential frameworks: the contextualities that have opened the possibility to play and the development of practice, the corporal experiences that goes through football for them, and the state of sportsmanship with which they relate to negotiate, fight and build a way of life in a sports field that is historically, culturally and socially assumed as a preserve of masculinity. For the development of the research three phases of analysis have been constructed: "women soccer players" as a context of

5 immediate contact with soccer, "women who play soccer" as a metaphor of the game action and what this implies for their bodies, and "soccer players" to delve into the perspective of professionalism and the relationship with the institutions that allow it. This journey takes as a base the nomadic subjectivity that Rossi Braidotti elaborates from feminism and that here opens possibilities to read the transits that are woven into the life stories of the women interviewed.

Keywords: Women soccer players, nomadic subjectivity, experience, women's soccer, sport, modes of gender presence.

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Tabla de contenido Introducción ...... 8 Motivaciones y trayectoria ...... 8 Justificación ...... 12 Concepciones y comprensiones teóricas ...... 18 Descripción metodológica ...... 26 Mujeres futbolistas ...... 31 Influencia familiar ...... 32 Entornos y contextos ...... 38 Referentes y vacíos ...... 42 Mujeres que juegan al fútbol ...... 47 Primeras experiencias ...... 47 Guayos...... 54 Inicio de mirada de género ...... 65 Cuerpo ...... 69 Aprendizajes sociales y culturales ...... 83 Entrenamiento ...... 88 Jugadoras de fútbol ...... 93 Institucionalidad ...... 95 Contexto económico del y para el fútbol ...... 102 Medios e influencias sistémicas ...... 109 Profesionalismo y sus prácticas...... 112 Conclusión...... 119 Bibliografía ...... 122 Anexos...... 128 Anexo 1 ...... 128 Anexo 2 ...... 132

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Introducción

Motivaciones y trayectoria

Desde que recuerdo he estado rodeado por fútbol. En la calle del barrio, los regalos de navidad, los domingos, el tercer tiempo con los amigos de mi papá, los descansos en el colegio, el picadito de mediodía. He podido recorrer múltiples espacios a lo largo de mi vida que me han ofreciendo múltiples experiencias que han trascendido y que me han marcado de forma considerable. Desde el haber crecido con un padre que me llevó continuamente a los campos de fútbol donde él jugaba, hasta la necedad por jugar a pesar de tener un pie fracturado a los 12 años y llegarlo a hacer en muletas sin importar nada, marca lo que para mí ha sido el fútbol. Todo mi contexto cultural, barrial, educativo, mis tiempos y rutinas, estuvieron marcadas por muchas opciones en lo que a fútbol se refiere. Evidentemente, y gracias a los análisis que pude leer más adelante al adentrarme en el posgrado de Estudios Culturales, comprendí que dichas huellas marcan lo que ahora soy y percibo en mi mundo. Como diría Eduardo Galeano en una lectura de su libro Hijos de los días “los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero a mí un pajarito me contó que estamos hechos de historias” (2012). Las reflexiones que parten aquí, surgen de una historia personal con el fútbol, pero también de otros determinantes que me permitieron formar la curiosidad intelectual y política que motivó este trabajo.

Por esta razón, y dado mi reconocimiento de las teorías feministas, también en el posgrado de Estudios Culturales con la profesora Chloe Rutter-Jensen1, pude entrelazar dos de mis intereses académicos primarios, el feminismo y la subjetividad2, con la compresión teórica del fútbol. Para ese momento, y dado que venía del pregrado en Ciencia Política, mis intereses giraron frente a la formación de la nación por parte de la Selección Femenina de

1 A quien agradezco introducirme en la complejidad de la teoría feminista, por abrirme un camino de análisis teórico-político que logró vincular mis intereses sobre fútbol, política y las relaciones de poder en términos de género. 2 En dicho momento, Michel Foucault tomó preminencia al final de mi pregrado, introduciendo análisis que me maravillaron y llamaron poderosamente. Especial atención atrajeron las lecturas que realizamos con el profesor Ignacio Abello en el seminario sobre Foucault donde identifiqué el biopoder y los efectos que este tiene sobre las vidas y las prácticas cotidianas.

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Fútbol de Colombia, en un intento por establecer un contrapunteo con el ya clásico estudio de Andrés Dávila “La nación bajo el uniforme: la selección Colombia” (2001) y sus posteriores desarrollos (2003, 2006). Con esto en mente pude hacer una lectura de prensa para acercarme al tipo de discursos que se elaboraban sobre las mujeres que jugaban fútbol y el cubrimiento noticioso que se hacía de los partidos. Sin embargo, no contaba con las herramientas analíticas y teóricas para desarrollar a cabalidad el tipo de estudio que esto demandaba.

Para esta misma época, un momento personal me alejó de la academia y las reflexiones teóricas pero me adentré en un largo periodo de reconocimiento e integración de las teorías, que después al retomar, cuatro años después, parecieron más orgánicas en mis comprensiones de lo que pude haber analizado en aquel momento. Al retomar mis estudios, la perspectiva sobre mi tesis cambió sustancialmente para reencuadrarse en aquello que llamaba mi atención con más fuerza, la subjetividad. Desde que conocí la concepción feminista de Carol Hanisch sobre “Lo personal es político” (1969), pero sobre todo la adaptación más afectiva que defiende Coral Herrera como “lo romántico es político”3, estuve interesado por recuperar este elemento en mi investigación. Pude ver un reflejo de esto que quería hacer en la presentación de la investigación doctoral de la profesora Ingrid Bolívar en noviembre de 2016 en la Universidad de los Andes (Uniandes, 2016). Allí, al final de aquella presentación, pude acercarme a Ingrid para hablarle sobre mi trabajo e inmediatamente la sincronía intelectual llevó a dirigir mi trabajo a un ámbito como la subjetividad y la experiencia de las mujeres que juegan al fútbol. Desde ese momento todo mi interés giró sobre cómo llegar a este campo de estudio y unirlo a lo que mis estudios en el posgrado exigían. Tal como diría Lawrence Grossberg: “[argumento] que los estudios culturales toman su forma como respuesta a su contexto, que los estudios culturales son una respuesta en parte a cambios ‘experimentados’, a desafíos y demandas políticos cambiantes, así como a recursos y debates teóricos emergentes” (2009, pág. 42), y tal como se mostrará en esta investigación, la práctica analítica y las conclusiones a las que se llegan

3 Uno de mis intereses también es lo afectivo, lo cual cultivé en todo este tiempo y me hizo ganar una compresión diferente de lo que tendría que importar en la vida, la ética del cuidado, pero habiendo llegado a diferentes conclusiones sobre cómo las estructuras estructurantes (Bourdieu) determinaban nuestros campos pero también, sobre la subjetividad como campo de resistencia/cristalización del poder.

9 son el resultado de lo más visceral en la lectura de los Estudios Culturales que tuve la oportunidad de experimentar y hacer en la Maestría de la Universidad de los Andes, pero también de lo que he podido fomentar políticamente en mi vida y en las relaciones con el mundo que me circunda.

Así pues, el recorrido teórico que presento no puede partir desde otra posición que no sea la experiencia4 que he tenido respecto al tema que desarrollaré aquí, es decir, el fútbol. Adrienne Rich, poeta y teórica feminista que sentó las bases para comprender la existencia situada de las mujeres en un contexto de poder específico, habla de la “política de localización”. El ejercicio que desarrolló en sus Notes towards a Politics of Location (Rich, 1986) me invita a indagar mi cuerpo como categoría de inicio para comprender “the places it has taken me, the places it has not let me go” (Rich, 1986, pág. 216). Cada uno de los condicionantes que me constituyen y he vivido me permiten dar cuenta de ciertos procesos, mientras que otros se escapan completamente de mi comprensión. Dado esto es que me acerco desde el feminismo para hacerme las preguntas, y ver las posibilidades de empoderamiento en las experiencias investigadas5. Esta afirmación por la necesidad de un análisis situado es lo que me invita a acercarme desde mi contexto pero también desde mi curiosidad intelectual. Ver, por ejemplo, cómo mis compañeros de colegio cambiaban su forma de jugar por una donde exponían más dribles y gambetas que cuando jugaban con hombres, o ver cómo en los torneos de la Universidad se tenían reglas distintas para cuando jugaban las mujeres (el gol vale por dos o el uso de las manos para bajar el balón cuando va al pecho), o incluso la reacción de algunas mujeres que me decían que no entrara con tanta fuerza o golpeara el balón tan duro porque las podía lastimar. Todas estas preguntas me comenzaron a cuestionar sobre las relaciones de género, las diferencias institucionales y las percepciones que sobre el cuerpo tenían las mujeres al momento de jugar. Ya en ese punto mi comprensión del juego era que no podía hablar de una práctica natural y espontánea,

4 Este breve acercamiento, de nuevo viene motivado por la guía de Rossi Braidotti (2004). 5 “En mi opinión, el feminismo constituye la pregunta; la respuesta es el empoderamiento de la subjetividad femenina en el sentido político, epistemológico y experiencial. Por empoderamiento me refiero tanto a la afirmación positiva (teórica) como a la promulgación concreta (social, jurídica, política)” (Braidotti, 2004, pág. 15)

10 sino llegar a comprender las construcciones que a través del fútbol se generan y cómo se articulan diferentes poderes a la hora de jugar al fútbol para las mujeres.

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Justificación

Desde la década de los años 2000 se han desarrollado diferentes estudios sobre la entrada de las mujeres al fútbol y cómo esto ha creado nuevos panoramas de inclusión y formación en espacios que antes eran típicamente masculinos. Esta pelea por el espacio de lo público y lo privado (Ruiz 2011), que a final de cuentas es por el espacio de la (no)-representación, ha dado distintas maneras de entender los lugares que ocupan las mujeres en la agenda del fútbol tanto a nivel económico-mediático como a nivel de hábitos, percepciones y prácticas sociales. Así pues, esta tesis analiza algunos de esos elementos que componen las experiencias de seis mujeres en la ciudad de Bogotá respecto a sus prácticas cotidianas en relación al juego del fútbol, y que constituyen no solo su manera de ser jugadoras sino de hacerse mujeres, y hacerse sujetos en un entorno deportivo dominado por la presencia de hombres. Entonces, el propósito es analizar cómo las experiencias y percepciones de las jugadoras entrevistadas han formado cierto tipo de subjetividad, y con esto entender diversas dinámicas de su relación con el juego y sus vivencias desde una perspectiva de género. A su vez, analizo distintos modos de presencia masculinos y femeninos para examinar los mensajes culturales, las perspectivas y las consecuencias para los cuerpos, en términos cinéticos, orgánicos y de autopercepción, así como para las historias vitales de las mujeres que juegan fútbol.

De esta forma, y desde el marco analítico de los Estudios Culturales, comprendo que se debe hacer una lectura de las realidades múltiples que coexisten, los contextos, las prácticas y las experiencias como reconocimiento político de su valor en el mundo6. La necesidad de entender el contexto del fútbol femenino en Colombia parte de la curiosidad por ver el fútbol como un dispositivo cultural masculino habitado por mujeres que produce prácticas puntuales en los cuerpos así como las formas de concebir su entorno social. Todo esto genera diferentes contextos en los que está inmerso el poder en diversidad de manifestaciones. Por esto es fundamental acercarse al reconocimiento del poder que se

6 Ver la disertación sobre “el leer en busca de valor” que hace Grossberg sobre sus aprendizajes con Richard Hoggart en el Centro de Estudios Culturales Contemporáneos de la Universidad de Birmingham, donde se formaron las más prominentes figuras de este campo de investigación (Grossberg, 2009, pág. 20).

12 manifiesta en el cuerpo de las mujeres. Tal como lo explica Grossberg: “puede entenderse un contexto como las relaciones que se han establecido por la operación del poder, en los intereses de ciertas posiciones de poder, la lucha por cambiar el contexto involucra la lucha por entender esas relaciones y, cuando sea posible, rearticularlas” (2009, pág. 30). Es necesario hacer una apuesta teórica por representar una realidad social, entender sus dinámicas y, quizás, dejar semillas de reflexión que permitan transformar prácticas para quienes se acerquen a este estudio.

Aquí también es fundamental llegar a abrir posibilidades que puedan hacer entender mejor las prácticas y formas de subjetivación que emergen de la experiencia con el fútbol. En sí mismo, al deporte se le atribuyen diferentes funciones, entre ellas ser formador de valores y concepciones de la realidad social en términos de género (Dunning, 1995a), y en esta relación que presento entre el fútbol como espacio masculino y el juego por parte de las mujeres, se hace necesario entender qué función está cumpliendo como formador el fútbol para ellas. Poder observar y acercarse a la comprensión de los efectos del contexto y de las articulaciones7 para las jugadoras es un ejercicio que permite observar teóricamente lo que constituye nuestro espacio social y sus fugas: “La medida de verdad de una teoría es su capacidad de permitir una mejor comprensión del contexto, donde lo ‘mejor’ se define, en primer lugar, en términos de una relación con las complejas realidades del contexto, sin reducir la relación a alguna noción de correspondencia y, en segundo lugar, en términos de su capacidad de abrir nuevas posibilidades, quizás incluso nuevas imaginaciones de posibilidades, para cambiar ese contexto” (Grossberg, 2009, pág. 34). De esta forma, daré un panorama que permite entender diversas prácticas culturales que pueden ser transformadas para transmitir otros valores y formas de comprender el lugar que ocupan en el mundo.

Pero, ¿a qué me refiero con “prácticas” y por qué importa esta discusión aquí? Lo que me permite el ejercicio de los Estudios Culturales es precisamente entender que las prácticas

7 “Podemos ver que la articulación es la versión de los estudios culturales de lo que se llama generalmente construccionismo, la pretensión de que la realidad se construye en lugar de estar dada; la realidad es siempre una organización o configuración compleja que se está constituyendo constantemente” (Grossberg, 2009, pág. 31)

13 implican distintos caminos de interpretación. Por una parte, están las prácticas de las jugadoras que las entiendo como acciones concretas que narran en sus relatos. Es decir, tomo el recuerdo de experiencia y analizo los efectos de poder que allí se pueden leer, o las determinaciones que pudieron atravesar dichas prácticas para ser posibles o reales8. Esta visión guarda relación con lo propuesto por Grossberg al establecer que: “los estudios culturales no niegan que haya una realidad material, pero sostienen, en oposición a algunos, que es imposible separar lo que algunos llamarían hechos brutos de hechos sociales” (Grossberg, 2009, pág. 31). De esta manera, la práctica deportiva o la práctica del fútbol se refiere a ese entramado social que implica o describe la experiencia de una entrevistada, y cómo desde allí se pueden leer apartes de la cultura en la cual vivimos9. Además, y enfocado a los efectos de la presente tesis, la práctica en este sentido permite identificar las interrelaciones de poder que se manifiestan en las experiencias y de esta forma acercarnos a la lectura de las subjetividades que de allí emergen.

Por otra parte, se puede distinguir una práctica teórica, una práctica política y una práctica institucional desde la interpretación de los Estudios Culturales como los recorrí en el camino de la investigación. Por una parte, en el apartado teórico pude relacionarme con el ejercicio de análisis desde el cual podía leer los contextos como formas de organización de las realidades sociales y los determinantes de poder que allí se jugaban. Por ejemplo, la forma de organización familiar que determinaba la manera en que las mujeres entraban al fútbol, o las distancias entre las coyunturas que vivían las jugadoras entrevistadas versus el estado actual del fútbol femenino, me permitían ir y venir entre reflexiones sobre las

8 Esta concepción guarda relación con la propuesta teórica de Pierre Bourdieu en el sentido práctico aunque no se ahonden todas las dimensiones analíticas que de su estudio se desprende. Estas palabras del autor francés presentan el universo de interpretación que aquí describo: “las anticipaciones del habitus, suerte de hipótesis prácticas fundadas en la experiencia pasada, confieren un peso desmesurado a las primeras experiencias; efectivamente son las estructuras características de una clase determinada de condiciones de existencia las que, a través de la necesidad económica y social que ellas hacen pesar sobre el universo relativamente autónomo de la economía doméstica y de las relaciones familiares, o, mejor, a través de las manifestaciones propiamente familiares de esa necesidad externa (forma de la división del trabajo entre los sexos, universo de objetos, modalidades de consumo, relaciones con los parientes, etc.), producen las estructuras del habitus que a su vez se hallan en el principio de la percepción y de la apreciación de toda experiencia ulterior” (Bourdieu, 2007, pág. 88). 9 “La ‘cultura’ no es una práctica, ni es simplemente la suma descriptiva de los ‘hábitos y costumbres’ de las sociedades […]. La ‘cultura’ es todos aquellos patrones de organización, aquellas formas características de la energía humana que se pueden detectar revelándose […] en, o bajo, todas las prácticas sociales” (Hall, 2010, pág. 32)

14 articulaciones que allí interactuaban (Grossberg, 2009, pág. 29). Además, esta práctica teórica me permitió integrar lecturas que complejizaran el marco de comprensión que desde la historiografía, la antropología, la sociología o la psicología no hubiera podido abordar exclusivamente. La tarea desde los Estudios Culturales es aportar visiones menos reduccionistas, universalizantes y polarizadas de lo que nos han contado los relatos en las disciplinas tradicionales10. Ahora bien, esta práctica teórica tiene efectos en la práctica política de los Estudios Culturales. Esto es, el estudio de coyunturas (Grossberg, 2010, pág. 264) permite identificar los elementos sociales que componen las contradicciones y condensación de realidades divergentes como lo es la práctica del fútbol por parte de mujeres. La pretensión aquí es aportar a la comprensión de los efectos en las subjetividades de las mujeres entrevistadas, en sus maneras de ser corporal y socialmente, y en los caminos que proyectan basadas en el fútbol. De esta forma, hacer investigación sobre mujeres es un acto de manifestación política en sí misma, no por el hecho de hablar de ellas, sino por entender los efectos de poder del sistema heteropatriarcal que todavía impera en la sociedad colombiana. Este acto de investigación en sí mismo permite decodificar parte de nuestra cultura para romper los paradigmas que construyen nuestra normalidad y la “naturalidad” de nuestras prácticas cotidianas (Hall, 2010). Después de haber recorrido a investigación, siento que pude apuntar a estos dos tipos de prácticas, tanto teóricas como políticas, que implican los Estudios Culturales.

Sin embargo, en tanto las prácticas institucionales, como he elegido pensarlas, no tuve mayor éxito y sigue siendo materia de análisis para mí, y quisiera compartir la reflexión que me suscita. Apenas entré en contacto con lo que significaban los Estudios Culturales pude comprender que estos estaban basados en el ideario de romper con las prácticas académicas y teóricas convencionales. El malestar que describe Grossberg como catalizador de los intereses analíticos diversos de quienes entraron por primera vez al Centro de Estudios Culturales Contemporáneos para mí fue un importante impulso para salir de las dinámicas

10 “La legitimidad hay que buscarla en el mismo proceso en el que estamos operando, con los recursos que desarrollamos, reconociendo nuevas zonas de inteligibilidad que aparecen, dotando de nuevos significados a los objetos que nos interesan o a los problemas para no objetualizar el campo de la investigación, dando congruencia a una línea de pensamiento; eso es lo que nos permite producir teoría” (Díaz Gómez, González Rey, & Arias Cardona, 2017, pág. 132).

15 académicas que me habían agotado de las disciplinas tradicionales: la sustentación desde figuras de autoridad, la competitividad por ser quien sabe más o que habla de más autores, la violencia dialógica al establecer debates que rara vez se interesan por lo que puede ser importante para quien investiga y sí se enfoca en lo que interesa que se investigue por parte de las figuras de dirección académica, todo ello había sido para mí materia de cuestionamiento. Los Estudios Culturales parecían ofrecer otras dinámicas a las que ya conocía. Sin embargo, con el paso de las clases pude comprender que esto distaba mucho de suceder; el entorno institucional hacía que las mismas prácticas académicas se reprodujeran en otro departamento más de la Universidad, el único que pensaba alejado de dichas dinámicas. Esto generó en mí una situación de bloqueo emocional que ha perdurado por varios años. El ver a una docente reírse de cómo un estudiante me silenciaba en función de un conocimiento sobre una lectura que se conseguía en otro idioma (nótese aquí las diferencias de clase y los privilegios/negaciones que de esto se desprende) generó una inseguridad e invalidación de toda construcción teórica que posteriormente pudiera hacer. Si bien esto pareciera el diario vivir de la academia, precisamente considero que los Estudios Culturales, desde la posición de diferencia y consciencia de las relaciones de poder que existen en todos los entornos, deberían reevaluarse en cómo dialogamos y nos relacionamos con los intereses, emocionalidades y contextos de quienes intervienen en el ejercicio de producción académica.

Los Estudios Culturales deberían prestar un entorno de crítica académica, pero también un espacio seguro de cuidado emocional porque esto también determina la manera en que construimos teoría y nos relacionamos como comunidad. La ansiedad, la depresión y la baja autoestima son condiciones que se pueden evitar desde las instituciones cambiando las dinámicas que tanto han invadido nuestra perspectiva de construcción de conocimiento como manifestación del ego, desde el éxito individual y los privilegios cognitivos, solo por hablar del entorno de la Universidad de los Andes, institución en donde he realizado toda mi carrera académica. La práctica institucional de los Estudios Culturales también importa como generadora de conocimiento y subjetividades que construyen desde los patrones de comportamiento, guías metodológicas múltiples y retroalimentaciones formativas que

16 provengan no solo desde la jerarquía de privilegios sino también desde el apoyo y solidaridad que tanto nos falta hoy día.

Desde estas perspectivas, esta tesis es cristalización de todo un recorrido por prácticas académicas, conceptuales, emocionales, institucionales y políticas que me permiten sintetizar diversos intereses personales, procesos individuales pero también comprensiones sociales y teóricas sobre la relación entre fútbol, mujeres y mi historia personal. Los Estudios Culturales y el feminismo me invitan a esta apuesta de investigación que espero haber cumplido con éxito, y que manifieste los intereses tanto de representación como de visibilización de las problemáticas que sortean las mujeres futbolistas en el ejercicio del juego.

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Concepciones y comprensiones teóricas

El marco sobre el cual se han construido las reflexiones que aquí presento viene de una amplia compilación de estudios sobre la relación entre fútbol y mujeres. Como mostraré a continuación, la literatura académica ha cubierto multiplicidad de temas que atraviesan las mujeres en un mundo como el fútbol y su correlato de masculinidad. De esta forma, lo que haré en la presente sección es mostrar un panorama general de lo que se ha trabajado respecto al fútbol femenino, en tanto la historia que se ha construido de ellas y las formas de abordaje del cuerpo. Con este mapeo realizado, pasaré a presentar los conceptos que sirven como base teórica para pensar y analizar los procesos que narran las jugadoras en las entrevistas.

Para iniciar, los principales desarrollos teóricos sobre el fútbol femenino en Colombia se han desarrollado en la ciudad de Medellín. Este fenómeno se presenta con estudios como los de Luz Elena Gallo y Luis Alberto Pareja (2004) quienes desarrollaron un constructo sobre cómo entender los procesos de identificación consigo mismas que viven las jugadoras al comenzar su práctica con el juego. Este estudio, que a mi juicio es el más completo frente a las comprensiones que hace del fútbol femenino, es el resultado de una línea de investigación abierta por la profesora Beatriz Vélez quien desde inicios de los años 2000 comenzó a interesarse e investigar la relación entre el fútbol y el género (1999; 2000; 2002). Sin embargo, los análisis que esta investigadora realizaba, incluido su libro de mayor circulación Fútbol desde la tribuna: pasiones y fantasías (2011) no tenían como énfasis a las jugadoras de fútbol femenino en específico. Sus análisis apelaban a describir los procesos emocionales que atravesaban los hombres en la práctica del juego o como espectadores/consumidores del mismo, e incluso, hacer interpretaciones desde la psicología social para entender las interacciones de género que atravesaba el juego lo cual significaba un cambio de compresiones para el estudio del fútbol en Colombia (Jaramillo, Restrepo, & Hernández, 2013). Otro estudio que se desarrolló en la región antioqueña fue Influencia sociocultural en la mujer futbolista de la ciudad de Medellín (2005) realizado por Lina María Cardona como parte de su tesis para optar al título de Administradora Deportiva. Allí pudo mostrar cómo había sido el tránsito desde la década de 1980 del rol que ocupaba el

18 fútbol femenino en su ciudad y cómo se fue abriendo paso lenta y progresivamente a lo largo de los años, aunque con muchos retos que aún hoy identifico sobre todo, en términos institucionales. Otros estudios que se han realizado, ya en la ciudad de Bogotá, reseñan este punto frente al lugar que ocupa la mujer en la sociedad a partir de la práctica del fútbol. Jorge Humberto Ruiz desarrolló dos estudios titulados El fútbol femenino: una mirada desde lo público y lo privado (2011a) y Fútbol femenino: ¿rupturas o resistencias? (2011b)11, en donde mostraba el estado del “campo deportivo” que ocupaban las mujeres y cómo estaban abriendo nuevas concepciones de la posición de la mujer con la práctica misma del juego. Por último, también cabe reseñar la tesis de Lilia Rosero (2015) quien narra y cuenta una parte de la historiografía del fútbol femenino en el Valle del Cauca y cómo se fue constituyendo como un espacio de promoción para las mujeres a principios de los años 90. Más allá de estos estudios, la gran mayoría de la información que lograba obtener venía de artículos de prensa y reseñas en portales de deportes que procuraban dar visibilidad a la actualidad del fútbol femenino pero sin rigurosidad académica o teorización clara.

Por otra parte, respecto a los abordajes desde el cuerpo para pensar el tema de la presente tesis encontré fundamentales las reflexiones de la profesora Zandra Pedraza- con quien tuve la oportunidad de tomar clases tanto de teoría como de metodología de los Estudios Culturales-. En su libro En cuerpo y alma. Visiones del progreso y de la felicidad: educación, cuerpo y orden social en Colombia (1830-1990) (2011), además de la introducción a la compilación Políticas y estéticas del cuerpo en América Latina (2007a), mostraba dimensiones que complejizaban la comprensión de la constitución del cuerpo a partir de las políticas estatales, sobre todo, desde la escuela como institución que traducía los ordenamientos sociales y las concepciones que se expresaban sobre los seres sociales. Allí, las expresiones estésicas fueron fundamentales para entender las manifestaciones subjetivas que estaban narrando las jugadoras que estaba entrevistando. Así mismo, ver el cuerpo no como un objeto dado sino como una construcción que integra, media y legitima

11 Jorge Ruiz desarrolló también el estudio Representaciones de género en el fútbol femenino: Estudio del fútbol femenino en la Universidad Nacional de Colombia (2003) pero no fue posible consultarlo para presente investigación aunque se haga una reseña de algunos de sus conclusiones en Fútbol femenino: ¿rupturas o resistencias?

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órdenes sociales, algo que llama Pedraza “el orden corporal” como determinación tanto social como generadora de experiencias en la individualidad, con su consecuente correlato emocional, afectivo y estético. De esta forma, el cuerpo tomó a través de Zandra Pedraza un horizonte de posibilidad para leer las diferentes prácticas sociales con una complejidad y factibilidad inusitada. Visiones desde la antropometría (Bahamondes, Cifuentes, Lara, & Berral, 2012) o las descripciones en salud (Dvorak, Junge, Fuller, & McCrory, 2007; Gallo & Pareja, 2004) no me permitían hacer una lectura desde ciencias sociales y permitirme concebir las lecturas de poder que estaba buscando reseñar. El biopoder como manifestación corporal de los distintos regímenes de verdad me permitía acercarme a las mujeres futbolistas pero sin atender cuestionamientos de género que deseaba analizar en las entrevistas.

De esta forma, comencé a rastrear distintos estudios desde la sociología del deporte que presentaran una perspectiva similar de aquello que quería rastrear en mi realidad más cercana. El análisis autobiográfico que hace Maya McCann (2016) sobre su experiencia con el fútbol en el “equipo de las américas” mientras hacía su pasantía en Ecuador, el estudio sobre mujeres futbolistas en Inglaterra que desarrolla John Harris (2005), incluso el estudio de Sara Lopera y Daniela Cardona (2015) ya en un contexto más cercano como lo es el fútbol femenino en la ciudad de Medellín, me permitieron ver dimensiones de las experiencias subjetivas que antes no había comprendido. En estos estudios se apelaba a las experiencias con la práctica del juego, a distinguir los dilemas estéticos que representaba para las mujeres jugar fútbol o comprender que la inclusión de la mujer en el fútbol puede ser como jugadora, como espectadora/hincha o consumidora ocasional del fútbol. Estas complejidades me llevaron a reflexionar sobre el tipo de comprensiones que yo podía hacer desde los Estudios Culturales, y cómo aportar desde la literatura feminista que tanto atravesaba mis cuestionamientos sobre el fútbol y las mujeres.

Con este panorama, pude llegar a comprender tres conceptos que me permitían analizar de forma deductiva la información que recibía por parte de las entrevistadas. El contextualismo radical de Lawrence Grossberg como representante de los Estudios Culturales, la subjetividad nómade de Rossi Braidotti para ahondar desde el feminismo las

20 experiencias que pude rastrear, y la deportivización de Norbert Elias y Eric Dunning como exponentes de la sociología del deporte para ver las dinámicas institucionales que estructuran la práctica profesional para las jugadoras. Estos tres conceptos, en dicho orden, constituyen la estructura misma de los capítulos y guían el hilo analítico de la tesis. Poder comprender un contexto que posibilita una práctica, unos efectos-eventos en el cuerpo y una percepción del estado institucional que permite consolidar proyectos de vida, parecía la línea de desarrollo más adecuada para mostrar los tránsitos que recorrían algunas de las historias de vida de las jugadoras a través de sus narraciones. Además, lo que expresa este ordenamiento conceptual deductivo es la interiorización progresiva de las estructuras, las dinámicas de juego y las lógicas desde una postura masculinizada12.

De esta forma, la primera herramienta conceptual es el contextualismo radical. El corazón de los Estudios Culturales, tal como lo describe Grossberg comprende que: “ningún elemento puede aislarse de sus relaciones, aunque esas relaciones pueden cambiarse, y estén cambiando constantemente. Cualquier evento puede entenderse exclusivamente de manera relacional, como una condensación de múltiples determinaciones y efectos” (2009, pág. 28). Esta concepción fue fundamental para entender que las articulaciones y relacionalidades inherentes al contexto son las que permiten entender los entrecruces de poder que determinan las prácticas sociales. Este tipo de postura analítica se hace necesaria en el marco de esta investigación dado que las narrativas de las entrevistadas parten desde unos recuerdos primarios y la exploración de estos recuerdos permitía dimensionar el contexto desde el cual creaban un vínculo con el fútbol. De esta forma, el primer capítulo se centra en hacer una introducción a una serie de vínculos y relaciones primarias con el mundo social desde donde inician y posibilitan las experiencias de las jugadoras. Lo que

12 Un día encontré una reseña sobre una obra de teatro llamada Playoff que estaban realizando en Madrid, España y que en palabras de su autora, Marta Buchaca, le generó múltiples cuestionamientos. En sus palabras: “Playoff gira sobre un principio que dio vueltas en la cabeza cuando comencé a pensar: ‘Los hombres son jugadores de fútbol, las chicas juegan al fútbol’” (Cazón, 2018). Con este cuestionamiento en mente, lo que pude recoger para mí análisis fue la diferencia que puede significar para las mujeres el irse integrando en las diferentes dinámicas de juego, que entre más se adaptan a las dinámicas estructurales, más se hacen legítimas en el orden social, y que solo hasta el momento en que han interiorizado dichos ordenamientos se les puede concebir como jugadoras propiamente. Por esta razón, los capítulos van articulando e integrando progresivamente la relación entre el binomio mujer-fútbol: mujeres futbolistas, mujeres que juegan al fútbol, y jugadoras de fútbol.

21 aquí se describe son referentes estructurales que constituyeron las bases formadoras de la afección por el fútbol. Así pues, en este capítulo desarrollaré una descripción de las influencias familiares, los entornos físicos y contextos sociales de donde emergen las jugadoras, y sus referentes de juego para así tener un panorama de las redes de interacción que se han establecido frente al fútbol en sus vidas y cómo las han constituido dichas articulaciones.

En segundo lugar, entender los entrecruces de poder que atravesaban los cuerpos de las mujeres y ver cómo podían ubicarse en el escenario social fue una tarea difícil. Pensar que las mujeres estaban viviendo una suerte de hibridación de género13 dado que tenían que negociar sus corporalidades y sensaciones desde una postura que conciliara lo masculino con lo femenino, me retó analíticamente porque pensaba que no podía ser tan descriptiva la enunciación sino que debía permitir que se pensaran nuevas realidades desde esa contradicción o complejidad que significaban mujeres practicando fútbol. Entre lecturas retomé a Rossi Braidotti dado que me permitía pensar la subjetividad desde el feminismo y no desde las bases teóricas de autores como Alain Touraine (2000; 2002), Manuel Cruz (1996) o Fernando González (2013) quienes habían sido centrales en mis clases de Maestría pero no ahondaban en dimensiones específicas de la mujer, sino que comprendía la subjetividad en un plano más teorético y conceptual14, antes que orgánico y materializado en cuerpo, más aún, en aquellos que practican una actividad que no es referida a su campo de dominio socialmente aceptado. De esta forma, Braidotti me permitió encuadrar el análisis de la subjetividad cuando al leer su texto Sujetos nómades define el nomadismo como “una conciencia crítica que se resiste a establecerse en los modos socialmente codificados de pensamiento y conducta. […] Lo que define el estado nómade es la subversión de las convenciones establecidas, no el acto literal de viajar” (Braidotti, 2000,

13 Este entrecruce conceptual devino de pensar en los procesos de hibridación cultural de Néstor García Canclini y las dinámicas de género que veía en el material de investigación. La asociación que resultó fue la hibridación de género pero no tenía referentes con los cuales sustentarlo, así que al buscar encontré símiles entre lo que veía sucedida en las entrevista y lo que explicaba Rossi Braidotti en una lectura (“Cuerpos sin órganos en Braidotti, 2000) que había realizado sin mucha consciencia pero sí con mucha curiosidad sobre lo que implicaba-dado lo complejo de su teorización-. 14 Incluso la compilación Actualidad del sujeto (Sánchez, Hensel, Zuleta, & Pedraza, 2010), de gran utilidad conceptual, no contenía análisis que me permitieran pensar a las mujeres en específico, el deporte y el cuerpo de la manera que me posibilitaba Braidotti.

22 pág. 31). Cuando los cuerpos de las mujeres no se encuentran enmarcados en los valores del orden social dominante, entiéndase el patriarcado y la matriz heteronormativa (Butler, 2007), tienen la posibilidad de narrar sus experiencias y tránsitos para reseñar la negociación e intersecciones de poder que con fluidez han debido sortear a lo largo de sus vidas. Esto hace emerger subjetividades entrecruzadas, en movimiento, discontinuas y complejas que se articulan entre los valores de la matriz heteronormativa del género frente a lo masculino y lo femenino (Butler, 2007). Desde esta perspectiva, Braidotti propone que estas subjetividades nómades permiten repensar y re-crear el imaginario social como una “red de fuerzas e interconexiones que constituyen sujetos de maneras múltiples, complejas y multiestratificadas. Los sujetos están, por consiguiente simultáneamente construidos y desestabilizados por interpelaciones que los afectan en todos los niveles al mismo tiempo. Me interesa particularmente enfatizar y concederles la debida especificidad a los procesos prediscursivos e inconscientes que permiten a la subjetividad investirse y descentrarse mediante el constante y en definitiva productivo encuentro con los códigos, las fuerzas, los afectos, las normas, y otros ‘acontecimientos’ culturales coextensivos con el crecimiento del sujeto” (Braidotti, 2004, pág. 155). Así pues, en el segundo capítulo me adentro en la historia más individual de cada jugadora para ver los procesos productivos del cuerpo a partir de su experimentación con el juego. Para esto comienzo con un recorrido por los recuerdos de las primeras experiencias y lo que eso ya estaba manifestando en términos de género, para pasar a un objeto que da entrada al espacio de juego del fútbol, a saber, los guayos. Posteriormente, analizo un factor que llamó particularmente la atención y fue el inicio de la mirada de género; en los relatos aparecía una y otra vez una sensación de diferenciación y discriminación más fuerte con el pasar de los años, no solo para las mujeres sino para los hombres que las rodeaban teniendo la misma edad. Continuando con esta mirada de género, sigo con el cuerpo como campo discursivo pero también material del orden social imperante; allí presento temas como las lesiones, el desarrollo corporal, las prácticas de cuidado, la maternidad, entre otros. Finalmente, describo algunas dinámicas que se presentan en los espacios de entrenamiento, y los aprendizajes sociales que de la práctica del fútbol se adquieren.

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En tercer lugar, otro concepto que hila la comprensión de las dinámicas que experimentan las jugadoras entrevistadas en su relación con las instituciones del fútbol es la deportivización. Desde la literatura de sociología del deporte, este es un concepto fundante que desarrollaron Norbert Elias y Eric Dunning en su libro Deporte y ocio en el proceso de la civilización (1995) para entender cómo el Estado y las instituciones económicas han regularizado y normativizado las actividades físicas recreativas. Esta determinación se hace mediante un largo proceso de institucionalización de las prácticas y de diferentes instancias que organicen y posibiliten el juego15. Para estos teóricos, la deportivización es tanto la historia del surgimiento del deporte, de sus instituciones pero también de las normas para regular la violencia socialmente aceptada- esta última aproximación no la retomo para la investigación. De esta forma, en el tercer capítulo haré una revisión del estado actual del fútbol femenino en términos de su institucionalidad, pero sobre todo, pensando en los efectos que ha tenido para las mujeres este marco institucional. Así, analizo el panorama estatal con el cual se han encontrado estas jugadoras para desarrollar su práctica deportiva, para después pasar a un contexto económico más amplio que dé cuenta de los modos de acceso al fútbol. Posteriormente hablaré de los medios de comunicación dada la influencia que ha probado en la segunda mitad del siglo XX para cooptar el fútbol como juego y convertirlo en deporte-negocio. Con este recorrido, cierro el capítulo analizando las implicaciones que tiene para las mujeres que juegan fútbol moverse o transitar hacia la profesionalización desde las condiciones identificadas.

Por último, un concepto que será central a lo largo de la investigación, y que aparece indistintamente en los capítulos, se refiere a los modos de presencia. Tal como lo describe en su tesis doctoral la profesora Ingrid Bolívar (2016), entender las dinámicas y roles que cumplen diferentes órdenes sociales (género, familia, edad, etc.) en la vida de una persona es fundamental para analizar las influencias de poder que deben atravesar, aprender y negociar. Los modos de presencia son maneras específicas de existir en la vida de una persona. Analizar cuáles fueron los modos de presencia masculinos o femeninos y cómo

15 Ver en Elias & Dunning, 1995, sobre todo la Introducción y La génesis del deporte como problema sociológico para ahondar en la compresión de lo que implica el desarrollo de instituciones para pasar de la “actividad recreativa” al “deporte”.

24 estos determinaban la manera de entender el mundo y el juego por parte de las jugadoras, o entender el modo de presencia de la familia como posibilitadora de su práctica, me permitió entender que las manifestaciones de valores culturales son generales para las entrevistadas cuando se agrupa por este tipo de categorías tanto analíticas como materiales. Más adelante iré mostrando los diferentes modos de presencia que tenían ciertos agentes sociales en la vida de las jugadoras.

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Descripción metodológica

Ya contando con los conceptos anteriormente descritos, el desarrollo más retador de todos los aspectos de la investigación fue el enfoque metodológico. Las herramientas a usar e incluso el tipo de escritura y conclusiones que de allí se desprendieran, ocuparon largos periodos de análisis y confusión en mi mente. Bien es sabido que los Estudios Culturales abordan sus metodologías desde las herramientas desarrolladas en otras disciplinas, pero nunca sin partir desde otro punto que no sea la interpretación y valoración de los diferentes contextos y los entramados culturales de poder que allí se analizan (Grossberg, 2009, págs. 23-26). Tal como diría Raquel Miranda, de la Universidad de La Pampa en Argentina, para los Estudios Culturales “[l]o que coliga esta pluralidad de opciones teórico-metodológicas, que en ocasiones entran en contradicción, es la concepción de la investigación como actividad crítica: el desarrollo teórico debe ir acompañado de un compromiso de índole política, convicción que se alcanzó dentro de los estudios culturales en la década de 1970 a través de la apropiación de la categoría gramsciana del intelectual orgánico” (2006, pág. 234). Así pues, lo que para mí era constantemente una problemática para poderle dar un horizonte analítico, se convirtió en una búsqueda por la representación más ética y política de las dinámicas que quería estudiar. Desde aquí quisiera narrar cómo fue el proceso de elaboración de la investigación, porque no fue solamente un proceso técnico sino que de allí también venían reflexiones en lo personal, apuestas políticas y efectos sociales que no hubiera podido prever desde un inicio.

La investigación comenzó con el diseño de una entrevista semi-estructurada que me permitiera ver el recorrido que han tenido las jugadoras de fútbol en sus experiencias con este deporte. El instrumento se dividía en cuatro apartados: Biografía y diario vivir, Entrenamiento y formación corporal, Profesionalismo, y Percepciones. Allí preguntaba por sus inicios familiares, el contexto en el que crecieron, los primeros recuerdos, los diferentes momentos de su formación, las sesiones de entrenamiento, los diferentes equipos por lo que pasaron, los aprendizajes y dificultades, así como sus percepciones sobre temas variados que se relacionan con el cuerpo, los criterios sociales y culturales, y las potencialidades y

26 obstáculos que evidencian del entorno futbolístico femenino (un total de 40 preguntas que resultaron en un diálogo de aproximadamente una hora de duración con cada entrevistada; las preguntas se encuentran como Anexo 1). De esta forma busqué jugadoras que estuvieran en constante actividad deportiva y que pudieran hablar desde ese lugar que habitan pero que también hayan vivido diferentes experiencias de formación deportiva a lo largo de su vida. De esta forma busqué en mi entorno inmediato jugadoras o informantes confiables que me permitieran acercarme a la consecución de estas diferentes preguntas. En total, pude contactar a seis jugadoras y un entrenador de fútbol. Las seis jugadoras se repartían entre 2 profesionales (Angie Valbuena y Paula Botero), 4 jugadoras amateurs (Daniela Freites, Katherine Jiménez, Natalia Ortiz y Tania Barrero), mientras que el entrenador era Agustín Julio, insigne capitán y arquero de Santa Fé por más de 15 años, quien ahora cumplía la labor de entrenador del equipo femenino de dicha institución. Todas las entrevistadas provenían de un casco urbano, 3 de ellas de Bogotá mientras que otras 3 migraron desde otras ciudades. Así mismo, las entrevistadas nacieron entre 1986 y 1991, época en la cual surgió el fútbol femenino más organizado en el país, por lo que ya podían contar con estructuras que permitieran que jugaran. Así mismo, todas contaron con un contexto familiar nuclear habitado por padre, madre y hermano/as. Por último, todas las entrevistadas cuentan con formación profesional, siendo una consecuencia de su práctica deportiva o como necesidad vital gracias a la elección o camino de vida que tuvieron fuera del fútbol. Las entrevistas las realicé entre septiembre y octubre de 2017, y para esto pude acercarme tanto a los campos de juego después de un partido o entrenamiento con una cerveza, como a los lugares de trabajo y compartir un almuerzo con algunas de ellas.

Luego de la recolección de esta información que sumó casi ocho horas de entrevistas, pude contar con la oportuna asesoría de mi directora de tesis, quien me recomendó acercarme a la Teoría Fundamentada de Anselm Strauss y Juliet Corbin16. En su libro Bases de la investigación cualitativa: Técnicas y procedimientos para desarrollar la teoría fundamentada (2002). Según estos autores, con esta herramienta: “puede tratarse […] investigaciones sobre la vida de la gente, las experiencias vividas, los comportamientos,

16 Para ahondar en una corriente de análisis que abre posibilidades menos mecanicista y más flexible para la interpretación y construcción de la Teoría Fundamentada se puede consultar a Kathy Charmaz (2006).

27 emociones y sentimientos […]. Al hablar sobre análisis cualitativo, nos referimos no a la cuantificación de los datos cualitativos, sino al proceso no matemático de interpretación, realizado con el propósito de descubrir conceptos y relaciones en los datos brutos y luego organizarlos en un esquema explicativo teórico” (Strauss & Corbin, 2002, pág. 12). Desde esta perspectiva, todo el análisis de las experiencias de las jugadoras se centró en describir mediante la codificación abierta17 aquello que estaba ocurriendo en las entrevistadas y aquello que podían manifestar respecto a su construcción subjetiva. Lo que aquí se retomó de la codificación abierta fue el microanálisis18 que se puede aplicar a los datos en tanto conceptos y categorías. De esta forma, se organizaron, entonces, memorandos que permitieran dar cuenta de las reflexiones y pensamientos, pero también de las propiedades de los relatos para categorizar y conceptualizar19. Lo que realicé a este respecto fue una matriz de Excel en donde organicé los conceptos que consideraba emergían desde los distintos relatos de las mujeres. En esta matriz pude recoger 296 extractos de texto que organicé en 18 categorías. El análisis de estos datos se realizó de forma deductiva puesto que se organizaron los datos para hacerlos coherentes con los tres conceptos presentados en el marco teórico. Esto permitió que los datos fueran relevantes a la luz de una interpretación conceptual, más que como una historia lineal para cada una de las narraciones subjetivas de las jugadoras.

Mediante la recolección de datos pude comprender elementos comunes y que considero vale la pena resaltar aquí por haber sido recurrentes en la sistematización de los datos, aunque quedan como temas de investigación para quienes quieran profundizarlos. En

17 La forma en que me aproximé a la interpretación de los datos fue desde lo que en teoría fundamentada se denomina codificación abierta. Tal como explicaría el professor Jayson Seaman: “several methods used in grounded theory research can aid in achieving definition of an activity. Open, or line-by-line, coding is an early step in analysis when the researcher works at a very close level with the data in a line-by-line manner” (Seaman, 2008, pág. 11). 18 La herramienta de codificación abierta permite: “revisar los pasos de la construcción de la teoría –hacer las conceptualizaciones, definir categorías, y desarrollarlas en términos de sus propiedades y dimensiones- para luego relacionarlas por medio de hipótesis o afirmaciones que establezcan relaciones. La conceptualización es el proceso de agrupar puntos similares de acuerdo con algunas propiedades definidas y darles un nombre que represente un vínculo común. Al conceptualizar, reducimos grandes cantidades de datos a partes más pequeñas y manejables de datos. Una vez tenemos algunas categorías, queremos especificar sus propiedades y también mostrar cómo nuestros conceptos (categorías) varían según las dimensiones de cada una de estas propiedades” (Strauss & Corbin, 2002, pág. 133). 19 Esto es lo que denominan Strauss y Corbin como ordenamiento conceptual (2002, págs. 21-24).

28 primer lugar, es necesario reseñar que todas las jugadoras entrevistadas nacieron en la década de 1990, por lo cual vivieron el creciente desarrollo del fútbol femenino como se vivió en esa época: falta de escuelas deportivas, estigmas sociales muy marcados, ausencia de compañeras de la misma edad que compartieran dicho gusto, y más aún, de referentes femeninos que les hicieran pensar que podían llegar a jugar fútbol como modo de trabajo en un futuro. Sin embargo, cabe reseñar que ya había un entorno que se estaba abriendo campo, y que no presentaba las mismas restricciones y juzgamientos sociales que antes se tenían (Galindo, 2017). Además de esto, tres de las seis jugadoras tuvieron que trasladarse de ciudad para encontrar una mejor proyección con sus familias y buscar opciones de financiamiento de sus estudios superiores a partir de la práctica del fútbol (Daniela viajó desde Barranquilla, Tania desde Ibagué y Paula migró a Bogotá pero también ha tenido tránsitos por diferentes países gracias a su desempeño deportivo). Por otra parte, las jugadoras, dado que debían jugar en cualquier posición y en cualquier contingencia que la situación apremiara por la falta de estructuras claras de formación deportiva, las entrevistadas manifestaron que tenían un rol polifuncional y polideportivo, esto es, podían jugar en cualquier posición pero también podían practicar otros deportes u otras modalidades del fútbol según el campo de juego que se abriera para ellas (aspecto que en los hombres que dedican su tiempo al fútbol no sucede dado que rechazan, sobre todo, los juegos donde se usan las manos, posiciones dentro del campo que no son habituales para su formación o la práctica de otras modalidades de fútbol dado que se hipertecnifican desde las escuelas de entrenamiento deportivo). En tercer lugar, respecto al tema de la orientación sexual, que es un mito social muy difundido según el cual las mujeres que juegan fútbol se “vuelven” lesbianas, las entrevistadas siempre reseñaron que este era un prejuicio que no correspondía con lo que ellas mismas sentían y habían vivido a lo largo de los años. Varias de ellas jamás habían tenido experiencias lésbicas, pero además, contaban que si bien era frecuente que se formaran relaciones entre compañeras de equipo, esto era apenas natural dada la cercanía y espacios de contacto con otras mujeres, pero que no sienten que sea distinto a lo que sucede en el fútbol masculino, lugar al que socialmente no se acuñan dichas valoraciones.

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Estos temas, y otros como la competencia o la concepción de un juego mixto con hombres, no fueron materia de análisis en la presente tesis pero invito a quienes deseen abordar estos cuestionamientos a que ahonden dado que el campo de comprensiones es aún bastante amplio. Sin embargo, los temas que recopilé aquí, dan cuenta de los hallazgos recurrentes que evidenciaban los tránsitos subjetivos en términos de género que implicaba la práctica del fútbol. Para plasmar los aprendizajes que presento a continuación conté con la incansable e inagotable colaboración de mi pareja, Angélica Guerrero, quien me acompañó a trabajar y superar todos los pasos de esta investigación. El contacto con las jugadoras, la sistematización de las entrevistas, la interpretación de los datos en noches interminables de cuestionamientos, la redacción de mis ideas con vino, tequila e inciensos para poder desbloquear mis barreras mentales y dejar fluir el texto a través de sus manos, toda la metodología y el texto que aquí presento se lo debo a su interminable ayuda. La teoría no se construye solo detrás de un computador sino en diálogo con las emociones, las relaciones y los afectos. Este es también un aporte metodológico que jamás aprendí en la Universidad y esta tesis, y la vida misma, me ha brindado.

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Mujeres futbolistas

El entorno social en el que crecen las jugadoras es fundamental para poder entender los determinantes que las llevan a jugar o las trayectorias que han marcado sus emociones y prácticas. Lo que presento a continuación es la compresión del contexto y las articulaciones (Grossberg, 2009) que tuvieron las entrevistadas en sus etapas más tempranas de desarrollo vital. De esta manera, lo que expondré son las influencias familiares y cómo desde este núcleo social se posibilitó la práctica del juego pero también se determinó según el modo de presencia tanto masculino como femenino. En segundo lugar, mostraré las condiciones espaciales y temporales que marcaron el desarrollo del juego para ellas, así como los entornos relacionales que se abrían para las jugadoras en esas experiencias primarias. Por último, describiré el proceso de adquisición de referentes de juego y una reflexión sobre cómo el fútbol femenino se ha construido sin referentes femeninos ni una historia de éxitos y logros para las jugadoras entrevistadas. Este recorrido muestra las particularidades constitutivas y los procesos mismos en los que están inscritas las prácticas de las entrevistadas, toda vez que el juego no se presentaba como natural y aceptado para ellas.

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Influencia familiar

El recorrido que evidencian las narraciones de las jugadoras contrasta con los desarrollos teóricos de la familia como círculo de socialización primaria en tanto determinante de la construcción de valores e ideales. Así pues, en esta sección demuestro cuáles son los modos de presencia tanto masculinos como femeninos que dan un marco de referencia sobre el cual las mujeres construyen la práctica del juego. La importancia del deporte aquí emerge como catalizador y conductor de diferentes dinámicas de la sociedad colombiana. La influencia cultural que se ejerce desde la familia perfila los modos de ser de las entrevistadas al ofrecer un panorama de los aprendizajes y discursos que sobre el deporte se hacen. Podría afirmarse que hay una formación ideológica en la importancia del deporte y la cultura física como herramienta de disciplinamiento desde los colegios, pero también como espacio de moldeamiento del cuerpo, la identidad y el orden social para los y las jóvenes (Pedraza, 2011), siendo esto consecuente con la teoría del deporte en el marco de los procesos civilizadores (Elias & Dunning, 1995). En primer lugar, analizaré los modos de presencia masculinos como formador de un clima de aceptación, para pasar a describir la forma como aparece el rol femenino en sus vidas en lo específico del fútbol. Y por último explicaré las transformaciones que ha tenido esta relación familiar para las jugadoras.

En todas las entrevistas realizadas para cada una de las jugadoras sus primeros recuerdos y los referentes que citan para poder describir la razón por la cual juegan fútbol deviene de la presencia de un familiar hombre. Figuras como las del hermano, el abuelo o los tíos pero sobre todo la presencia de un padre crean un clima de aceptación y legitimidad del juego. Por ejemplo, Tania, Katherine y Angie reseñan que ellas iban a la par de sus hermanos en la práctica del juego, toda vez que ellos ya tienen ganado un lugar en este ámbito masculino por el hecho de ser hombres, sin importar su edad o desarrollo técnico. Tania cuenta que: “[…] Yo iba a veces porque mi hermano iba y él me acompañaba y ya estaba al lado de él y no había problema”. A su vez, Angie relata: “Fue desde pequeña con mis hermanos. Mis hermanos siempre jugaban fútbol entonces yo siempre me les pegué a ellos y desde ahí yo empecé a jugar fútbol con hombres en las escuelas, porque antes no había escuelas de

32 niñas”. En estos relatos se puede ver cómo la presencia de los hermanos deviene en la posibilidad de ubicarse trasladarse y ser protegidas por la presencia de un hombre en dicho entorno. Por otra parte, la presencia de miembros familiares hombres pero en este caso mayores en edad permitía dar cabida a la práctica bien sea en los paseos o en espacios formales. Para Daniela, su tío abuelo le permitió jugar al fútbol dado que él contaba con una escuela de formación deportiva llamada Escuela Toto Rubio. Por su parte Natalia dice: “Si es bastante futbolera mi familia pero en ese sentido, no tengo sangre futbolera por ningún lado, son los esposos. Y no tengo tampoco primos hombres, somos solo mujeres, a todas nos gusta pero la única que lo juega soy yo, el resto es pasión y seguidoras de equipo y lo hacemos de plan familiar pero no lo practican”. Estas dos figuras abuelo y tío, incluso no biológicos crean un entorno en el cual las mujeres tienen esa afinidad, o afección hacia el fútbol, pero además tienen las condiciones de seguridad.

Pero, ¿y el rol del padre dónde aparece? Para cada una de las jugadoras, su padre fue también un facilitador dado que ofrecía un espacio de interacción con el juego. Este contacto lo narran las jugadoras desde diferentes puntos. Por un lado aparece la ensoñación que tiene el padre por un hijo, esto lo cuenta Natalia: “Si porque mi papá quería un niño, le regalaba a mi mamá pesitas de espuma pensando que iba a ser un niño […] Siempre hemos dicho que las dos pasiones de mi papá las sacó cada una, la música mi hermana y el deporte yo. Mi papá no juega fútbol, es deportista pero el deporte yo y la parte artística ella. [A mi papá] Le gustaban mucho las pesas, el fisiculturismo, siempre ha sido aficionado a eso…tenis pero más que todo las pesas”. Esto evidencia que los padres están vinculados con la cultura del deporte, el juego y las prácticas de cuidado del cuerpo que imperaban en los años noventa lo cual acercaba a sus hijas a estar en un entorno favorable al desarrollo de afecciones hacia el deporte20. Tanto el papá de Natalia cómo el de Tania eran deportistas que las proyectaban hacia algún tipo de juego. Tania dice: “[…] mí papá cuando nos tuvo quería que yo jugara baloncesto y mi hermano fútbol, y todo fue al revés […]”. Por otro lado, el padre permitía el juego dado que también practicaba este mismo deporte. Paula

20 Esta discusión puede ahondarse mediante la lectura del trabajo de Ingrid Bolívar (2016) en donde evidencia cómo los entornos familiares en donde había presencia de juego previa, hacía que los jugadores niños tuvieran una sensación de orgullo y continuación del legado familiar. Ver “Familias con experiencia futbolística” (Bolívar, 2016, págs. 71-83)

33 cuenta que su padre jugaba: “Yo siempre estuve como ligada al fútbol más que todo, mi papa siempre jugó, jugaba muy bien fútbol, era volante pateaba muy bien la pelota, pues él siempre se iba para pueblos, a otros barrios, le pagaban así por jugar, pues obviamente no un montón de plata pero si hay algo por jugar, el por ejemplo jugaba en santuario que es un pueblo muy conocido en Medellín, iba cada ocho días a jugar y por ir solamente le pagaban, yo me iba con él para todo lado, lo veía jugar”. Esto también lo cuenta Katherine: “Por mi papá, chiquita chiquita pues él me llevaba a sus partidos, porque el sí jugaba muchísimo fútbol, le encanta”. En este par de relatos se ve que el padre las llevaba y ponía en contacto con el acto de ver fútbol y estar en el entorno del mismo. Esto genera en ellas una sensación de familiaridad, gusto y observación de prácticas asociadas al juego. Por último, el padre también puede cumplir una función de seguridad: “[…] Mi papá no le gustaba que estuviera como metida con los niños”. Esto en sí mismo, se da en términos de protección física o también en términos de protección al valor de la feminidad (Gallo & Pareja, 2004, págs. 18-20). Así pues, la función del padre tiene diferentes modos en los cuales se manifiesta: es tanto una posibilidad para el contacto con el juego, a su vez, hay una perspectiva de rechazo hacia permitir que habite espacios masculinos por lo que podría generar en ellas. En esta dualidad las mujeres recogen estos diferentes mensajes culturales a través de la presencia de hombres para poder afianzar y relacionarse con el juego.

En segundo lugar, es necesario analizar el modo en que aparecen las figuras familiares femeninas en los relatos de las jugadoras. En este sentido, ese modo de presencia aparece en dos caminos, por una parte, una vez las mujeres ya están en el entorno del juego prestan una función logística en tanto que llevan a las jugadoras a los diferentes campos de formación. Daniela: “Mi abuela siempre me acompañaba a todos los partidos; ella es la que me ha alcahueteado para todos los deportes y si había que coger un bus se hacía, fue la alcahueta y la hidratación conmigo y mi primo”. Esto lo refuerza Paula: “Ella fue la que me apoyó, cada vez que tenía torneos, tenía entrenamientos y tocaba madrugar un sábado o un domingo, ella nunca me puso pero y siempre fue conmigo de muy buena gana a donde yo tuviera que ir”. Esto se puede desarrollar de dicha forma dado que las mujeres históricamente han estado ligadas al entorno de la casa, en donde sus tiempos se distribuyen

34 en el alistamiento de los hijos, el cuidado de ellos, en su movilidad y protección de implementos para su desarrollo en diferentes actividades. Por otra parte, las madres cumplían una función de proyección de futuro, en tanto que perfilan a sus hijas hacia posibilidades reales, y no hacia la ensoñación de la práctica de fútbol como posibilidad, esto sucede en el caso de Katherine, quien a pesar de contar con formación en diferentes deportes, no tuvo la perspectiva del fútbol como posibilidad: “Siempre lo soñé, a veces le digo a mi mama ‘ma porque tú nunca me metiste a fútbol" Porque yo recuerdo que de chiquita ella me metió a patinaje, tenis, natación a todo. Yo le decía ‘porque nunca a fútbol’ Ella me dice ‘Yo qué iba a saber que a ti te gustaba el fútbol tanto’ [risas] obviamente crecí con ese sueño con ser una futbolista profesional y el año pasado cuando empezó la liga femenina, fue como un sueño hecho realidad porque sé que muchas niñas iban detrás de ese sueño”. En esta vía de ensoñación profesional, también había una perspectiva del fútbol en donde no era posible como modo de vida dado el nulo sostenimiento que se veía con dedicarse a ello: “Aunque siempre encontré el apoyo de ellos para seguir jugando, aunque a veces mi mamá sí me presionaba mucho, porque pues tú sabes que las mamás siempre prefieren como ‘vaya estudie, trabaje y desarrolle su vida’ y tal vez el fútbol femenino en años anteriores no se veía como la posibilidad de tener un estilo de vida de ello o como lo hacen los hombres actualmente” (Angie)21. En estos dos sentidos aparece el rol de los referentes femeninos de la familia a lo largo de la formación subjetiva de las mujeres entrevistadas.

Por último, en referencia ya no a los modos de presencia masculinos y femeninos, sino al modo de presencia familiar, es decir, a la recurrencia que tiene en el relato la influencia de la familia como un todo, cabe analizar la forma en que se presenta durante los relatos. En este sentido, las jugadoras relatan que sus familias no rechazan la opción de juego pero tampoco motivan constantemente la práctica. Angie: “Ellos me apoyaban pero casi no me fueron a ver jugar, siempre iban a los partidos de la universidad a partidos de finales, a

21 Daniela también cuenta esta dinámica por parte de su madre: “Mi hermano ya estaba haciendo maestría, yo todavía estaba jugando fútbol entonces pues obviamente en la casa era como bueno y qué, entonces ella siempre me dijo ‘bueno hermana ¿o estudia o qué va a hacer? Porque yo no le voy a pagar la carrera y usted se va a partir una pata, entonces si le llega a pasar entonces se va a quedar sin estudiar, se va a quedar sin futuro, se va a quedar siendo una mantenida para toda la vida’”

35 partidos importantes, a la profesional de fútbol y fútbol sala, pero no iban siempre”. Dado que este acompañamiento familiar no es tan fuerte, estas mujeres sustituyen esa presencia familiar por la presencia de amigos y amigas: “Entonces digamos que en ese sentido mi familia siempre han sido, no algo que me bloquee pero que yo sé que ellos sienten mi ausencia por yo jugar fútbol. Los amigos se vuelven el ambiente de fútbol, muy pocos amigos uno tiene por fuera de ese círculo. Digamos los que yo tengo afuera es por carrera, pero algo de fútbol tienen por ahí metido. De pronto amigas de la universidad que jugaban en la selección de la universidad, que les gusta eso pero no tan apasionado como a mí y esa es la amistad que mantengo pero así que uno diga que está totalmente fuera del fútbol es difícil tener amigas así” (Natalia). Esto denota que las mujeres entrevistadas entre más vínculos tengan con la cotidianidad del fútbol más van teniendo un apoyo familiar, pero a su vez, ellas se van ligando más con ese entorno en términos de amistad. Por tanto, la familia tiene un rol ambivalente como apoyo del fútbol, y en este sentido, hacer emerger nuevas relaciones familiares. Katherine “Pues no mucho, porque lo que te digo a ellos casi no les gustaba yo era la única a la que medio le gustaba entonces con ellos poco, pero ahorita sí, ahorita mis primos ya están más grandes a mi hermano ya le gusta el fútbol y el otro pues si toca jugar juega, entonces ya pues si nos integramos más en el fútbol”.

En conclusión, las familias de estas seis entrevistadas tienen diferentes efectos de influencia en tanto garantes de espacios formadores de valores, constructores de (no) posibilidades y motivadoras del juego. El modo en que se presentan la presencia de hombres está relacionado con el contacto primario, mientras que la presencia femenina se da en la organización logística del mismo una vez ya hay un gusto o una práctica de este. Igualmente, tanto en el rol masculino como el femenino hay un mensaje de protección frente a la práctica del juego en rechazo de la aceptación de valores masculinos por parte de las jugadoras. En este sentido, las madres funcionan como transmisoras de valores sobre lo que implica el contexto institucional y la perspectiva de futuro, mientras que los padres son transmisores de los valores frente al cuerpo y las prácticas que con él tienen las jugadoras. Este es un punto fundamental en términos de subjetividad dado que se entrecruzan dos discursos, ejerciendo la perspectiva de cuidado que se tiene que tener con estas mujeres

36 según la gama de valores que refuerzan la feminidad tradicional22. Como se vio, las experiencias de formación que habitan entre estas dos concepciones de realidad son las que forman sus deseos y prácticas. Las jugadoras se mueven en las intersecciones de poderes representados en valores. El nomadismo por el cual transitan las jugadoras se refiere a la convivencia con estas paradojas desde un primer círculo de socialización como lo es la familia.

22 Los valores tradicionales de la feminidad están referidos a la construcción de concepciones acerca de lo que debería esperarse de una mujer en la matriz heteronormativa sobre la cual vivimos en Colombia. Basta recordar los trabajos de la profesora Zandra Pedraza (Pedraza, 2011) y Ochy Curiel (2013) para reconocer la feminidad aunada al cuidado del cuerpo por el carácter estético de la belleza, la materialización de la maternidad como proyecto de vida, el espacio del hogar privado como entorno de desarrollo primario. Todo aquello que contravenga estos valores, o que acerque a la mujer a los valores de la masculinidad, entendida como competencia, fuerza, agresividad, era rechazado por las familias en si rol de garantes de los criterios de género en el orden social tradicional.

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Entornos y contextos

En la línea de analizar los entornos en los cuales crecen las mujeres es de resaltar diferentes factores espaciales en los cuales se generan dinámicas diversas de género y de socialización. Esto es fundamental en tanto que cada entorno espacial cristaliza dinámicas sociales que determinan o condicionan la práctica del juego. Esta determinación, pone en exposición a las mujeres a diferentes discursos de poder, con los cuales deben crecer y desarrollar(se). De esta forma, describiré los espacios de juego en los cuales se desarrollan las mujeres, para pasar a reseñar las diferencias de clase y género que se construyen allí, y posteriormente describir las formas de socialización en tanto que solo ocurren en un primer momento con hombres pero que a su vez crean dinámicas de relacionamiento frente a lo emocional, lo sexual-afectivo, y lo físico.

Para empezar, es de reseñar que las entrevistadas tienen sus primeras experiencias de juego en el entorno del barrio. Lo que marca este fenómeno es que la construcción del contacto con el juego está determinada por una comunidad cercana en donde había la seguridad para poder jugarlo y que emergía como una ocupación del tiempo libre. Tania dice: “[…] Crecí en un estrato 3, era la misma gente siempre entonces todos éramos muy cercanos, para el tema del juego era frente a la casa [...]”. Aquí el tema del estrato surge funciona como un garante de estabilidad por parte de la gente con quien se crece lo que, por ejemplo, sería menos común que sucediera en otros estratos donde la movilidad social es más inestable. A este respecto, Natalia, quien vivía en un barrio asociado a estrato 4, ya contaba con otras condiciones para el desarrollo del juego: “Mi mamá siempre le importó que donde viviera tuviera un conjunto cerrado y tuviera parque para que yo pudiera salir a jugar, no necesariamente fútbol pero sí salir a jugar”. Sin embargo, a pesar de contar con la posibilidad de moverse en ese entorno, la experiencia del documental argentino “Mujeres con pelotas” de Gabriel Balanosky muestra que el acceso está determinado por la presencia de hombres que en muchos casos no les permiten a grupos de mujeres jugar sin su participación o autorización. En estos entornos es que se desenvuelven las mujeres

38 entrevistadas pero esto también tiene una consecuencia en términos de formación del cuerpo.

Angie lo explica de la siguiente forma: “En el barrio con mis amigos, que éramos como 12 peladitos en la cuadra, todos los días jugábamos fútbol, siempre era como "pídanle permiso a mi mamá para un picadito" mi mamá todavía se acuerda, y como yo era desjuiciada en la primaria, ahí mi mamá para los castigos lo que no me dejaba era salir y para mí eso era terrible, yo me trataba de escapar y me pegaba porque eso me daba muy duro pero siempre yo jugaba, creo que todas las semanas, yo salía como a las 7 de la mañana y me entraba a las 10 de la noche, y jugando y jugando, siempre jugué. Ese deporte siempre me fascinó”. El jugar con hombres en el barrio le daba a Angie la posibilidad de formarse en las prácticas de contacto físico e intensidad de juego sin criterios de género que la alejaran del juego23. Esto también lo cuenta Paula: “Cuando yo empecé jugaba en el barrio en la calle con los niños micro, con arcos de piedras, mi mamá como no había torneo de niños y si había no me dejaban participar porque solo era para niños, mi mamá hacía un torneo en la cuadra. Mi equipo ganó varias veces, mi mamá solo lo organizaba para que yo pudiera ganar; para mí era muy chévere, metía muchos goles, jugábamos a la par, ni ellos eran más ni yo menos. Eso me sirvió mucho porque cuando jugué con niñas yo tenía nivel”24. De esta forma, el barrio, aunque también el conjunto, aparecen como lugares en los cuales emergen buena parte de la socialización y el contacto con el juego para las mujeres determinando no solo una espacialidad, alejada por ejemplo de canchas en donde tuvieran contacto con el fútbol en pasto que es asociado al fútbol formal profesional, sino también una adaptación de su cuerpo a ciertas prácticas.

En esta línea, en cada uno de los espacios se pueden leer diferentes relaciones que están asociadas a la clase y a la construcción de género. Esto lo amplía Tania al mencionar las diferencias que percibe en cada uno de los entornos en los que ella ha podido jugar al fútbol: “[…]Eso depende de donde tu estés jugando, del sector, de la gente con a que estés

23 Esto se analizará con más detalle en el apartado de “Inicio mirada de género”. 24 Cabe anotar que la mamá de Paula era la única que jugaba fútbol y por tanto tenía otra forma de ayudar a la construcción de un entorno para el fútbol. Ella dice: “Aparte mi mama también jugaba fútbol, entonces nunca tuve como ese rechazo que por ser niña haga otra cosa, mi mama y mi papa siempre me apoyaron mucho, me llevaba a todos los partidos”.

39 jugando, porque pues yo he jugado mucho en el sur, juegue mucho en la universidad, él nos metía en torneos para que nos dieran duro, entonces obviamente las expresiones no son las mismas de los domingos en arrayanes, cambia mucho y pienso que es por el sector, por la gente. Entre hombres y mujeres cambia mucho, entre mujeres uno se siente si una compañera te grita […]”. Lo que se muestra aquí es que cada espacio se concibe de una manera específica según su ubicación de clase, pero también su relacionamiento de género. También aparece el espacio de la universidad como otro de los lugares en donde más posibilidades de formación tienen las jugadoras, lo cual analizaré más adelante al reseñar el carácter económico que se crea en estas instituciones para que ellas jueguen y estudien a la vez allí. Sin embargo, cabe seguir desarrollando otras de las características que devienen del entorno en el que juegan las mujeres.

En las narrativas se entiende que estos primeros espacios estuvieron mediados y habitados siempre por hombres, tal como ya se ha podido ver en el relato de Angie, o también como lo cuenta Paula y Tania. El hecho de que no hubiese mujeres de su misma edad marcaba la falta de un entorno para reconocer otras prácticas y formas de entender el fútbol, aparte de las prácticas y perspectivas de género construidas en masculino. Así también, estos hombres crean forma de relacionamiento con ellas dada su participación en el ámbito del juego: “[…] Mis amigos eran muy respetuosos, entonces no había como problema, si peleaban era entre ellos, conmigo no […]” (Tania Barrero). A su vez, se lee en esta predominancia de hombres en el juego en que las jugadoras entrevistadas se desenvuelven en un espacio diferenciado entre las prácticas de género que desarrollan hombres junto a ellas y como ellas además están permeadas constantemente por dicha perspectiva.

Por último, cuando ya las mujeres salen del entorno meramente ocupado por hombres, las mujeres entrevistadas comienzan a tener otro tipo de relacionamiento con otras mujeres que juegan al fútbol, sobre todo en el espacio del colegio, a nivel informal y el espacio de la universidad a nivel formal. De esta forma las mujeres van creando redes afectivas articuladas al juego: “Lo círculos que se abren con el fútbol son grandes, digamos yo creo que la mayoría de amigos que tengo son por el fútbol, asociados a él.” (Katherine Jiménez). Así mismo lo expresa Daniela, pero no solo a nivel de red de afecto sino en tanto red

40 emocional y sexo-afectiva: “Nadie quiere estar conmigo porque obviamente si uno quiere estar con una persona tiene que corretear.” (Daniela Freites). Así, el espacio del fútbol como entorno genera diferentes lazos afectivos y dinámicas asociadas a este, como lo es, por ejemplo, el tiempo para estar en pareja o amigos y los círculos de socialización.

Como pude mostrar entonces, los espacios de juego son importantes en la medida en que construyen formas de relacionamiento en términos de clase, género y socialización afectiva y emocional. A su vez esto muestra cómo las jugadoras se desenvuelven en entornos públicos y no en la exclusividad del espacio privado, lo cual, tiene efectos sobre la manera en que estas mujeres habitan la ciudad y, se podría decir, habitan sus propias vidas. En términos de subjetividad, se puede hablar de mujeres que son nómades en tanto que transitan espacios culturalmente construidos para hombres junto con sus valores asociados, pero a su vez, tienen prácticas de producción de relaciones moviéndose entre la determinación de este espacio y sus propias dinámicas de formación de género y clase en otros contextos.

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Referentes y vacíos

En la presente sección el objetivo es resaltar aquellos referentes de jugadores y equipos que tienen notoriedad para las mujeres entrevistadas, y que dan cuenta del grado del conocimiento que tienen de la historia de la práctica deportiva por parte de otras mujeres versus el conocimiento que tienen del fútbol jugado por hombres. Esta discusión se hace necesaria dado que el contacto cultural y la posibilidad de reproducción de las prácticas desde las cuales se relacionan con dichos referentes condicionan la forma en que viven el fútbol estas mujeres. Así pues en esta sección exploraré dos perspectivas, una frente a la identificación con jugadores particulares, y la segunda frente al fútbol femenino como una narrativa desconocida.

Preguntarse por el tipo de referentes con los cuales se relacionan las mujeres resultó de una afirmación hecha por parte de Agustín Julio en donde manifestaba la forma en la que se relacionaban las jugadoras con él a partir de la experiencia que había vivido como jugador. En sus propias palabras: “a pesar de ser el técnico de ellas me ven como papá, toda la experiencia que yo adquirí como jugador en la selección como capitán hoy en día pues en el área administrativa y deportiva porque, yo me siento con ellas y siempre les gusta que les cuente historias que le han pasado a uno que no todos la tienen, a veces uno trata de poner en práctica todos esos errores que se cometieron como jugadores para que a ellos no les pasen.” El rol que narra aquí el entrenador se refiere a una posición de autoridad tan importante como lo es el ser padre, así sea de forma simbólica, dada su acumulación de experiencias. Como ya se manifestó en el apartado sobre influencias familiares el papel que tiene el padre como formador de valores implica una manera de entender el fútbol para quienes reciben dichos aprendizajes por parte de esta figura masculina. Sin embargo, no hay la posibilidad de recibir estos mismos aprendizajes por parte de otras mujeres que puedan narrar sus historias y vivencias tal como lo manifiesta Agustín Julio.

Desde la entrevista con Natalia Ortiz pude comprender la importancia de contar con dichos referentes femeninos y no solamente con aquellos masculinos. Al preguntar por una de las primeras experiencias de juego que tuvo, ella mencionó que al ver en el parque de su barrio

42 otras mujeres jugando había sido de gran satisfacción. Al respecto ella dice “ver que habían más mujeres como yo pues era una alegría.”. Tener la cercanía de otras mujeres a las cuales pudiera referirse generaba una sensación de pertenencia y seguridad que les hace vivir más cómodas el espacio del fútbol, tal como lo contaba Agustín Julio, los referente de experiencias venían de jugadores hombres que podían narrar sus experiencias. Esto genera un entorno de motivación o no para las jugadoras a partir de la posibilidad de ver a otras que como ellas también tengan sus propias experiencias.

Esta posibilidad de ver y reflejarse con las experiencias de figuras de autoridad también se entiende con la identificación de características físicas y técnicas de los referentes que veían a través de los medios de comunicación. Para las entrevistadas los jugadores que reseñan admirar, tienen características físicas que ellas mismas reconocen promover en su juego. Por ejemplo Tania reseña su admiración hacia , jugador brasilero que se desempeñaba por la banda izquierda como defensa, dada “Su fuerza y verraquera para jugar”, o Katherine quien reseña su admiración hacia Mario Alberto Yepes, defensa histórico de la Selección Colombia, porque “era muy fuerte mentalmente y siempre intentaba alzar el equipo. Sí casi siempre yo sé pues de esos temas, de contención también es chévere ver, porque digamos que esa es mi función, marcar quitar balón, recuperar”. Para complementar esto, ella misma habla sobre su juego reseñando la cercanía de características con el jugador anteriormente mencionado: “Fuerza mental, y pues en cuanto a físico también si voy al choque no pierdo, calculo muy bien las barridas.” Otro ejemplo del mismo fenómeno ocurre con Daniela quien reseña su similitud con Neymar dado que ella es “muy rápida, ágil con el balón, hago buenas jugadas de cambio de sector, movilidad, la agilidad que tiene él, que soy una showcera tenaz, en muchos aspectos”. Pero no solo es la identificación con las características físicas sino también aquello que se refiere a la perspectiva del juego, Natalia Ortiz dice admirar a dado que él “siempre juega feliz y no se le olvida que jugar fútbol es un juego, y siempre da como el lujo del fútbol, la diversión y el juego bonito, y divertirse jugando siempre lo admiraré de él y siempre va a ser el mejor”. En suma, lo que resalto aquí es que las jugadoras se identifican con referentes

43 masculinos a nivel de características físicas y emocionales, más no tienen contacto con otro tipo de referentes femeninos.

Esta identificación física y emocional no se hace de igual manera con jugadoras que tuvieran dicha recordación para las entrevistadas. Salvo Paula Botero quien reseñó a Martha, Leicy Santos o Yoreli Rincón como figuras notorias del panorama internacional, ninguna de las demás entrevistadas reseñó características puntuales que dejaran ver una posible mimesis con jugadoras referentes25. Esta falta de reconocimiento por parte de las entrevistadas de referentes femeninos que permitieran ser modelos a seguir en términos de su dinámica de juego o valores asociados, muestra la falta de formación e información, así como la falta de visibilización en medios de los partidos de fútbol femenino y sus historias asociadas.

En el Mundial de Canadá 2015 hubo una petición para que la empresa de álbumes y stickers Grupo Panini impulsara la producción de un álbum para visibilizar a las jugadoras en el torneo que se avecinaba. Este sería un hito en la recordación que tendrían las jugadoras que participan en el Mundial, así como otras grandes figuras del fútbol masculino se recuerdan por haber sido parte de dichos álbumes. Esto funcionaba como antesala para reconocer en la medida de lo posible a los jugadores que participarían en la Copa Mundial. Sin embargo, no hay dicho registro para el fútbol femenino, y por tanto, se recuerda vagamente.

Un ejemplo de ello es la falta de conocimiento de un referente histórico como lo es Myriam Guerrero por haber sido la primera capitana y representante del fútbol femenino en el extranjero, dado que jugó en Rusia y allí desarrolló los primeros años de carrera formal en los años noventa (Galindo, 2017). Esta jugadora quien después fue además directora técnica y entrenadora del equipo de la universidad Jorge Tadeo Lozano por más de 15 años, no tuvo la preponderancia que merecía ni la atención académica o noticiosa frente a su vida. Por otra parte, no se lee en los relatos de las entrevistadas que tengan conocimiento de la historia de la selección femenina salvo la muy mediática y resonada Selección de las

25 Cabe mencionar que Angie Valbuena reseñó a Paula Botero como jugadora de admiración pero no se equipara al tipo de identificación de características que sí sucede con los referentes masculinos

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“chicas superpoderosas”, proceso iniciado en el año con la obtención del torneo panamericano sub 17 en Bolivia y finalizado con la participación de gran parte de esa base de jugadoras en el año 2015. En ese periodo los logros fueron cubiertos por medios como Canal Caracol que permitió construir una narrativa de gran escala frente a las jugadoras de la selección. Por último, cabe reseñar que tampoco se conoce la historia de entrenadoras como Myriam Guerrero o Liliana Zapata liderando Formas Intimas F.C.

Tal como quiero mostrar aquí, el fútbol femenino para las jugadoras entrevistadas no tiene una recordación de referentes que han luchado y se han abierto paso a través del campo del fútbol. De cierta manera es una generación sin memoria de lo que ha marcado las líneas de fuga que posibilitan que ellas estén ahí. A medida que están construyendo y visibilizando nuevos referentes, las posibilidades de reproducción de estos modelos serán mucho mayores. Como diría Lola Romero, exjugadora del Atlético de Madrid femenino en España: “Las niñas ya sueñan con ser o Soni por encima de un jugador. Se fijan en las chicas y quieren ser como ellas. Es lo más bonito de todo. Que tengan referentes es importante porque es un referente real. Una niña nunca podrá ser Griezmann o . Antes no había referencias y ahora sí, ahora imitan los gestos de Amanda o Soni, de jugadoras. Quieren llegar a ser ellas. Ven una oportunidad de ser futbolista, que es lo que más les ilusiona y ser futbolistas en femenino. Es imposible que una niña que quiere jugar al fútbol, en un ayuntamiento o colegio te diga que no hay niñas para jugar. Hay que permitir que esas niñas cumplan su ilusión, que es ser futbolistas” (Gil, 2018). Es desde esta perspectiva que se hace necesario trabajar por nuevos referentes desde un contexto local dado que la historia de lucha y representación en el espacio público ha sido constante y digna de reconocerse.

Como reflejé en esta sección, la construcción y presencia de referentes de juego genera para quienes lo aprenden una identificación con patrones de comportamiento, estilos de juego y corporalidades. Así mismo, hace falta la construcción de una narrativa histórica que dé cuenta de los procesos históricos que ha devenido el fútbol femenino. Estos dos factores determinan la manera como las mujeres entrevistadas transitan y tramitan sus afinidades corporales y de juego con referentes masculinos versus una importante historia de fútbol

45 femenino ya desarrollada que no se ha valorado para darle la importancia que permita cultivar generaciones de futbolistas que se construyen a partir de modelos de feminidad dentro del fútbol.

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Mujeres que juegan al fútbol

Primeras experiencias

El contacto cultural que puede tener un infante con una práctica deportiva es fundamental para su desarrollo en diferentes aspectos de ese momento de su vida; no solo en lo corporal sino también en lo relacional, lo sensitivo, lo espacial y su ideario de realidad. En este sentido, para la investigación fue fundamental explorar las primeras formas de contacto con el fútbol que tuvieron las mujeres entrevistadas, toda vez que se pudieran identificar elementos comunes y características particulares de su entrada al fútbol como campo de la diferencia, en donde ellas no se ubicaban habitualmente. Para esto, describiré un recorrido vital que parte desde la inconsciencia del gusto por el juego, pasando por aspectos que atañen desde las modalidades de presencia masculina hasta la mimetización de género que ocurre dada esta entrada que experimentan las jugadoras. Así pues, serán seis argumentos distintos que describen este proceso de contacto cultural con la práctica del fútbol a temprana edad.

Lo primero que emerge en los relatos de las jugadoras es un factor de difícil análisis con las herramientas metodológicas usadas. Para las entrevistadas, su gusto por la práctica del fútbol venía de una manera inconsciente; se podría hablar de un impulso primario que las llevaba a manifestar una habilidad o una emoción con el juego. Tania relata que: “de hecho los recuerdos de mis papás era que por ahí yo a los 2 o 1 año, ellos estaban viendo un partido y yo estaba en el corral y yo era embobada viendo ahí sin saber qué era eso”. Pero no solo era una manifestación de gusto lo que se puede leer allí, sino que la edad en la que se presenta no corresponde con lo que más adelante pasaría en términos de su entrada al juego formal, versus el tiempo de entrada que se logra estimar para los hombres. Lo que quiero afirmar aquí es que la posibilidad de desarrollo del juego está determinada tanto por la edad de contacto con el fútbol, así como por la posibilidad estructural para que se desarrolle el gusto y las habilidades que estas mujeres manifestaban naturalmente. Sin embargo, cabe resaltar que esto es apenas una parte del argumento; es lógico ahora mirar

47 hacia la siguiente dirección y preguntarse, ¿a qué edad se tienen los primeros recuerdos de la práctica en sí misma? Paula dice que su recuerdo más lejano de ella jugando fútbol lo experimentó a la edad de 5 años: “El primer recuerdo que tengo, siempre lo recuerdo, yo estaba en la escuela y estabas en preescolar tenía 5 años más o menos, teníamos bolas de plástico, agarre una y empecé a hacer la 21”. De nuevo, aquí se lee la afección inconsciente por el fútbol, que en ese caso, cuenta más adelante Paula, fue una profesora la que la vio y la llevó por todo el colegio para que mostrara su habilidad. Pero al preguntársele sobre cómo se sintió en ese momento dijo: “Yo siempre me sentí como una mujer muy segura de mi misma y de mis capacidades, seguramente lo hice con soltura, seguro me lo gocé, porque siempre he sido como muy lo que me gusta, y más con el fútbol más una convencida que lo hago bien” (énfasis mío). Aquí, “seguramente” se puede tomar como una percepción individual que enmarca el gusto que describo como natural y primario por el fútbol. Hacer afirmaciones acerca de esta afección natural es arriesgado y no cuento con las herramientas metodológicas para esbozar alguna aproximación. La intención del argumento es resaltar un aspecto que merece atención por cuanto aparece con alguna regularidad en los relatos.

El último registro de experiencia primaria contiene otro elemento fundamental para la vivencia de las mujeres: la modalidad de presencia masculina en ese preciso momento de la historia de las jugadoras. Como ya pude evidenciar acerca de las figuras masculinas como lo son el padre, los hermanos, los tíos y los abuelos, es en contacto con estos referentes masculinos con quienes las mujeres tienen sus más significativos recuerdos. Natalia dice al respecto: “en un parque, jugando con mi papá. Muy chistoso porque como éramos los dos entonces me hacía tiros y yo tapaba. Ese es como el primer recuerdo. Y con un balón de chiquita chiquita con un balón de espuma corriendo por todo el apartamento con ese balón”. El determinante que marca tener esta presencia masculina con más relevancia es la formación de referentes en términos de las prácticas, dinámicas y posibilidades de juego, que como veremos más adelante, están acuñadas al plano de la violencia, el contacto, la maña y la competencia. Además, cabe afirmar que tener el apoyo

48 de un referente masculino abre la posibilidad de ensoñación tal como se describió en el apartado de influencias familiares.

En este mismo camino cabe preguntarse por qué importa la edad de inicio de juego. Las experiencias de juego que tienen las mujeres inician antes de los 5 años como recuerdo más temprano, pero solamente hasta la edad de 10 a 12 años comienzan su proceso de entrenamiento formal, mientras que en los hombres sucede desde una edad tan temprana como los 6 años. Para Angie, Paula y Daniela su proceso de formación inició a los 7 u 8 pero estaba condicionado a la poca o nula presencia de mujeres pares con quienes compartir, haciendo que el proceso de contacto con el juego pasara a través de la mirada masculinizante26. Angie al preguntársele sobre el primer recuerdo que tiene jugando al fútbol dice lo siguiente: “Me acuerdo de mi primer torneo y ahí me gané un trofeo que decía como ‘a la mejor jugadora a la medida de un niño’, siempre me acuerdo de eso, pues porque jugaba y me destacaba entre los niños jugando ese torneo, porque el torneo era totalmente masculino y yo era la única niña que jugaba ahí y pues siempre jugué bien”. En este relato se pueden observar dos dinámicas: por un lado se confirma el marco de desarrollo institucional en términos de la falta de escuelas de base para la progresión y formación enfocado en las mujeres; por el otro lado se pone a la mujer en una situación de competencia marcada por la diferencia de género que reforzaban una vez las jugadoras lograban entrar al campo del fútbol. La lucha que deben dar se establece en dos sentidos: con los hombres en tanto habitantes comunes del campo del fútbol y en este sentido negociar el reconocimiento a través de su mirada, pero además con mujeres mayores dada la falta de la mencionada estructura institucional de formación27. Por tanto, la edad puede ser leída como un indicativo del tipo de experiencias asociadas que estaban teniendo las mujeres a la hora de dar inicio a sus primeros recuerdos y experiencias de juego.

26 Cabe mencionar que este concepto se refiere a la legitimidad que se da a partir de la observación de cualidades en términos de género para la evaluación de su entrada o no a diferentes espacios sociales, entre ellos, el fútbol. Esto lo desarrollaré más adelante en el acápite “Inicio de mirada de género”. 27 Daniela relata que su experiencia en la selección Atlántico estuvo determinada por esa incomodidad de la diferencia de edad con otras mujeres: “que ya era de viejas, porque yo tenía 15 y todas con 25 o 26 y yo era la más pequeña”.

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La manera en que tienen contacto estas jugadoras con estas experiencias de juego, tal como ya lo mostré puede venir desde la naturalidad y espontaneidad primaria pero también desde la práctica misma siempre acompañada por hombres (siempre en compañía de hombres). ¿Qué otras formas de contacto con el fútbol podrían tener estas jugadoras? Cuando las mujeres comienzan a transitar espacios de juego formales como lo son canchas y parques pueden llegar a tener esa experiencia de cercanía pero es habitual que quienes se vean en ese espacio siempre sean hombres; por tanto los referentes de cuerpos en el espacio les dan la perspectiva de extrañamiento cuando llega a haber mujeres en dicho espacio. Katherine describe esta experiencia de la siguiente forma: “en octavo fue cuando vi que en el colegio como que tenía equipo de fútbol 11 femenino entonces me interesé”. Tal y como se puede ver aquí la posibilidad de ver a otra en dicho espacio genera una apertura a la ideación de ellas en ese espacio antes restringido. La ideación es precisamente ese momento de creación de una realidad probable, un punto de fuga a la configuración del espacio social en términos de género que limita el acceso de las mujeres al campo del juego formal. Cuando son capaces de ver pueden crearse a sí mismas.

A su vez, en ese contacto e interés que establecen con el espacio del fútbol que antes no era posible, las jugadoras manifiestan diferentes situaciones a la hora de aproximarse en un primer momento a ese espacio. En el relato anterior se expresa cómo Katherine había podido ver ese espacio habitado por otras y había manifestado ese interés pero se hizo a través de la organización institucional que había en el colegio. Por otra parte, en un espacio diferente al colegio, un espacio abierto como lo es el parque, las jugadoras manifestaron diferentes sensaciones. Como ya se pudo ver en el caso de Natalia este contacto se dio en el parque aledaño a su casa en donde su padre la llevaba con frecuencia. Pero en el caso de Tania, se dio de la siguiente forma: “…detrás de la casa había un parque y pase con una tía y vi niñas entrenando fútbol […] Eso fue "ah, no puedo creerlo" fue la locura, yo soy demasiado tímida y no fui capaz de preguntar, me fui para la casa y mi tía preguntó.” En este relato se logra ver dos puntos esenciales; por un lado, una manifestación de timidez que es evidencia del lugar de extrañamiento frente al espacio del juego formal, pero, tal como mostré en el apartado sobre referentes, en el momento en que se da la posibilidad de

50 ver a otras también hay una sensación de sorpresa, un desconocimiento alegre por verse real, esto crea posibilidades de ruptura para insertarse en el campo de lo público. Por otra parte, la entrada al campo de juego se da a través de otros, esto puede venir en el caso de Tania desde la tía quien en su modo de presencia femenina como ya la describí tiene un rol logístico, mientras que cuando se da en el modo de presencia masculino a través del padre el alguien vinculado desde las prácticas y el cuerpo. Es decir, la forma de sentir la entrada a esa primera experiencia se encuentra mediada por la modalidad de presencia de género y de diferencia etaria que da entrada al campo de juego formal.

Otro aspecto a reseñar de estas primeras experiencias es el campo de juego en donde se da la posibilidad de establecer contacto con otros, que como ya mostré eran siempre hombres dado que el entorno no estaba poblado por otras mujeres de su edad. El espacio de juego del fútbol, tal como lo describió Eric Dunning (1995a), es un coto masculino donde se refuerzan los valores y creencias sociales de cada contexto. En la Gran Bretaña que analiza, describe cómo, por ejemplo, en el fútbol no había el tipo de insultos que existían en el Rugby en los cánticos de espectadores y jugadores, lo que respondía a la clase social o labor obrera de los mismos (1995a, pág. 342). En este interactúan dinámicas de clase pero también creencias culturales. En el caso colombiano, dada nuestra formación cultural conservadora en el fútbol, las mujeres no habitan el espacio de juego formal en términos de torneos o estructuras institucionales, pero hay experiencias en otros lugares como lo es el barrio o los descansos entre clases en el colegio. En el documental “Mujeres con pelotas” de Gabriel Balanovsky (2013) se muestra cómo las niñas argentinas no tienen acceso a las canchas porque siempre las limitan al momento en el que los hombres no las usan o a los espacios más precarios como campos aledaños a la cancha principal. En los casos de las jugadoras entrevistadas sucede, en general, que la experiencia primaria de contacto se recuerda como un espacio de camaradería con los niños como lo fue descrito en el apartado de entorno y contextos. De esta forma se confirma que las primeras experiencias de juego están mediadas por la presencia masculina en un coto que filtra la presencia de mujeres para acogerlas y ofrecer las posibilidades de formación que allí circulan.

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Una vez inmersas en esa primera experiencia la espontaneidad del juego se daba en los espacios de práctica informal. Sin embargo una vez ingresan en el espacio de juego formal la aprobación de sus capacidades técnicas no deviene de un convencimiento personal sino de una aprobación del otro, en este caso otro masculinizado28. En los relatos esta aprobación aparece desde dos perspectivas, por un lado una mimetización de género como performatividad de valores y por otro la legitimación que paso por técnica de juego. En el primer caso Daniela cuenta que: “En el colegio era la única niña que jugaba y con los niños, entre cursos, entonces de décimo jugaban contra los de once, contra los de octavo y yo estaba ahí y yo les entraba igual cuando se daban cuenta que les entraba y les podía hacer un gol pues ellos no les importaba y ya yo era un niño más” (énfasis mío). Una vez ella comenzó a interiorizar el tipo de prácticas y de contacto que había con los niños, se narra a sí misma como parte de dicho grupo social. La mimetización de género funciona aquí como un mecanismo de entrada a la posibilidad de compartir el juego con otros que ya ocupan ese espacio social. En el segundo caso, la legitimación viene de la demostración de las habilidades técnicas y de la adaptación del cuerpo a estas prácticas. En ambos casos, la reapropiación de los valores y las prácticas que despliegan los hombres en estos espacios es lo que permite entrar y transitar, no solo en lo físico sino también en lo simbólico, es decir, en la valoración que tienen ellas de sí mismas y la que tienen otros jugadores sobre ellas.

Sin embargo, una vez ellas están dentro de este campo de juego comienzan a tener también una sensación de diferenciación social que refiere a la práctica del fútbol como algo único y en lo cual ellas son abanderadas: “cuando uno va a escoger los equipos ahí en el barrio a mí me escogían de primera, eso no pasa normalmente con hombres, entonces eso a mí me gustaba, me encantaba. Yo era muy buena” (Tania Barrero). Como se ve aquí la autopercepción positiva deviene de esa seguridad, no solo en las capacidades individuales, sino también de la posibilidad de acceder y haber ganado el lugar por el reconocimiento del otro. Así pues las primeras experiencias de contacto cristalizan diferentes dinámicas en donde se ven campos de lucha en lo espacial para tener acceso a través de figuras de mayor edad, y lo relacional en términos de las prácticas con otros jugadores. Las futbolistas

28 Queda por investigar la forma en que esto se podría presentar cuando las primeras experiencias de juego se den con otras mujeres pares.

52 entrevistadas estaban determinadas por un impulso vital que las llevaba a jugar, y que hasta ahora nunca dejó de manifestarse, pero tuvo que pasar por un proceso de mimetización y aprobación por parte de otros para estar allí.

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Guayos

La problematización acerca del cuerpo en el fútbol no puede estar desligada de los objetos mismos con que se juega este deporte. A través de los objetos los cuerpos aprenden, sienten, se asocian, juegan y se representan simbólicamente y materialmente en el orden social. El universo analítico que se crea alrededor del impacto de los objetos sobre el cuerpo y lo que este experimenta es central a partir de este apartado pero será el punto de partida de otros objetos que por lo demás tienen sus propias complejidades por tratar. Así pues, lo que está en juego aquí es el carácter indisociable entre el cuerpo y los objetos creados-usados por él29. Desde la perspectiva de Braidotti en relación a los objetos como tecnología del cuerpo: “Lo que ocurre más bien es que el universo tecnológico está penetrado por una especie primitiva de antropomorfismo; por lo tanto, todas las herramientas son productos de la imaginación creativa humana, que copian y multiplican las potencias del cuerpo” (Braidotti, 2000, pág. 89). La forma en que se usan pero también las historias que subyacen permiten entender cómo se han moldeado, creado e interactuado las mujeres con estas herramientas, en un ámbito que culturalmente no habitan como lo es el fútbol, y en este sentido, entender los entrecruces de poder que generan en ellas estas “pro-tesis”30, aquellas que potencian/moldean el cuerpo y lo dotan de diferentes significados, sensaciones, influencias y cargas experienciales. Así mismo, Braidotti hace referencia a la adaptación del cuerpo a otras extensiones creadas artificialmente de la siguiente forma: “Esta receptividad mutua del órgano y de su extensión técnica, de la biología y la tecnología, es […] la razón por la cual la distinción dualista y opuesta de naturaleza/cultura pierde terreno a favor del discurso sobre el biopoder: la reflexión política sobre el sujeto como un organismo corporizado, una entidad biocultural por excelencia” (Braidotti, 2000, pág. 90, énfasis mío). De esta forma, se pueden leer apartes de un orden social y el poder que interactúa con los cuerpos en ciertos contextos particulares, y en el

29 Cabe aclarar que el concepto de poiesis como carácter creador, quintaesencia de lo humano deviene del espíritu como potencia que se manifiesta a través de los objetos, el arte, la escritura y el habla, y no se agota en el carácter material en sí mismo (Castoriadis, 2002, págs. 13-33). 30 Para ahondar más en este tema invito a leer en extenso el apartado “Mi órgano, mi pró-tesis, mi yo” (Braidotti, 2000, págs. 87-94).

54 caso particular, en las narraciones de las jugadoras. Así pues, el análisis que aquí presento reseña un objeto deportivo que cobra vital relevancia en los relatos de las jugadoras.

Los guayos como herramienta para poder jugar fútbol formalmente funcionan también como manifestación del biopoder, toda vez que permiten leer los entrecruces económicos, históricos, experienciales, sensitivos y de legitimación social. De esta forma, en primer lugar, analizaré los guayos como tótem de iniciación generalmente promovido por un modo de presencia masculina muy específico. Por otra parte, los guayos como objeto estético hacen de vínculo entre la feminidad socialmente inculcada a las jugadoras y el uso de una prenda, que como veremos más adelante, se representa como ajena al universo simbólico de lo femenino. Por último, los guayos tienen una función comercial y económica importante, tanto en referencia a la adquisición de estos objetos como en función de las marcas que se usan, lo que termina indicando, como veremos, una conexión más marcada entre ellas y la práctica deportiva. De esta forma, el rol que cumplen los guayos en la construcción subjetiva de las jugadoras se manifiesta de distintas maneras, todas ellas trasladándose entre lo femenino, la presencia masculina y las dinámicas de mercado.

Pues bien, antes de entrar en detalle al análisis de este objeto en los relatos, cabe ahondar en la historia misma de los guayos y su desarrollo como herramienta primaria del juego. Desde el siglo XIV, se encuentra el registro más conocido de unos botines especializados para jugar al fútbol, aunque previamente ya se jugaba a la pelota31. Fue el Rey Henry VIII de Inglaterra, quien en 1525 le encomendó a su zapatero real, Cornelius Jhonson, la fabricación de unos zapatos para poder jugar fútbol y estos fueron publicados por en el Guardarropa Real de 1526. La historiadora británica Maria Hayward señala que estos zapatos diseñados especialmente para jugar al fútbol podían costar 4 chelines32 y estar diseñados de cuero grueso y pesado. Este diseño corresponde con las características de un juego que se jugaba en entornos rudos y precarios en donde el calzado sin cierta resistencia

31 El primer libro sobre fútbol que alguna vez tuve fue Pasión de fútbol de la editorial El Tiempo. Allí pude conocer relatos sobre el fútbol desde sus partes más básicas como la historia de equipos, mundiales y jugadores, las reglas y tácticas para comprender algo sobre fútbol, pero sobre todo, grandes imágenes. 32 Según The National Archives, la conversión de 4 chelines en 1520 equivaldría a 104 euros a día de hoy, lo que equivaldría a 367.000 pesos colombianos; esto constituye la mitad del salario mínimo mensual de una persona en Colombia, o una semana de trabajo para un comerciante experimentado del siglo XIV (Coughlan, 2004) (Hayward, 2007).

55 resultaba insuficiente. Aunque no sea claro el por qué un Rey como Henry VIII se dispondría al juego de un divertimiento asignado a las clases populares por ser foco de peleas y constantes lesiones (Chaudhary, 2004), sí es claro que el Rey demostraba y afirmaba su hombría a través de actividades físicas que aumentaran su fuerza e hicieran despliegue de su buena salud y superioridad física (Hayward, 2007, pág. 105). Posterior a este hecho histórico, se encuentra el desarrollo de los zapatos de fútbol hacia el uso de botas industriales, todas estas reservadas al espacio de trabajo dominado por los hombres en el siglo XIX; de allí se desprende el nombre dado por algunos a los guayos como botas o botines. La inclusión de los tapones bajo la suela para mejorar el agarre a terrenos dificultosos no tiene registro preciso pero se hace mención como un añadido que mejoraba la estabilidad y agarre (Stevenson, 2016). La elevación que estos tapones aportaba al botín, muy distante se encuentra de otro referente estético como los tacones, pero hace que el trabajo de caminar fuera del campo de juego sea difícil, y en experiencia propia, dolorosa e incómoda. En definitiva, los guayos son un artículo especializado para el juego del fútbol y no tiene otra dimensión funcional más que esa. Otros efectos y dinámicas del objeto es que analizaremos ahora.

Tal como pudimos ver anteriormente, también desde esta historia es que los guayos se relacionan con un fundamento desde las bases de la masculinidad moderna, aquella que propendería por la exaltación de los valores de fortaleza/violencia, velocidad y robustez física, pero también aquella que se relaciona con los implementos propios del espacio de trabajo industrial el espacio del trabajo. De esta forma, las relaciones que emergen con el objeto son del dominio masculino por antonomasia pero al ser usadas y vinculadas al fútbol femenino, emergen diferentes dinámicas tales como las rituales, las sensitivas y las comerciales. Esto es lo que desarrollaré a continuación con más detalle.

En la vía antes descrita, los guayos empezaron a aparecer en medio de algunos relatos y me interpelaron fuertemente porque en mi historia personal los guayos habían sido un regalo a los tres o cuatro años. Apenas una foto tengo como registro de ese momento en que me puse por primera vez unos guayos. Sin embargo, para las entrevistadas este suceso fue para rememorar toda vez que había sido determinante en su entrada o práctica futbolística, así

56 como el estar acompañada por un componente emocional de remarcar. En las historias esto aparecía al momento de recordar las primeras experiencias de juego formal o que estarían vinculadas con algún equipo particular, no como tal en el espacio del equipamiento de género al que, por ejemplo, yo estaba avocado. Tal como lo mencioné, en mi caso fue un regalo quizás de cumpleaños o de navidad pero todo enmarcado en lo que comúnmente se regala a un niño, mientras que a las mujeres entrevistadas estos objetos aparecieron en otras circunstancias. Esto me llevó a preguntar, ¿qué propiedades emergen en esos relatos que no tienen naturalizado el uso de los guayos desde una infancia temprana? Así pues, la primera cualidad que emerge en la mayoría de los relatos es como tótem de iniciación para la práctica del juego33. De alguna forma, quienes promovieron el juego a nivel formal con un símbolo material fueron hombres que apadrinaban la proyección de las mujeres. Esto es una práctica de transmisión cultural y de inserción como cuerpos legítimos en el entorno del fútbol. Sin los implementos de juego apropiados no hay práctica “real”, ni acondicionada a las dinámicas propias del juego como ya lo evidencié.

Para jugadoras como Daniela o Natalia este introducción al deporte formal o institucionalizado venía directamente de aquellos hombres que las vincularon con las escuelas de fútbol que las llevaron a pertenecer, por un lado a la Selección Atlántico, y por el otro, a la Liga de Bogotá, instancias de competitividad articulada. En el caso de Natalia ella cuenta que: “Una vez ya un poco más grande estaba en Santa Helena jugando lo que te digo con niños así y un señor me vio y me dijo que yo jugaba en tenis porque no tenía guayos, y me vio y me preguntó que yo dónde vivía y cómo me llamaba y todo eso y me dijo que le interesaba hablar con mis papás porque le interesaba llevarme a lo que era la Selección Colombia y la Liga de Bogotá. Yo no entendía qué era, y mucho menos mis papás, entonces nunca me tomaron en serio. Siguiente domingo el man volvió, y me llevó unos guayos negros Lotto, me acuerdo. Y mi papá estaba por ahí cerca haciendo ejercicio, entonces ahí habló con mi papá y fue cuando yo empecé a entrenar seriamente” (Natalia

33 Aquí asumo la postura desde la cual el tótem es aquel objeto que encarna y representa la máxima autoridad social, dada su función como transmisora de conocimientos y materialización de los valores sociales. No ahondaré en el complejo y extenso campo de las significaciones que el tótem ha recorrido en la antropología y los estudios sociológicos, ni tampoco en el extenso campo de las corrientes de psicoanálisis feminista, aunque su riqueza sea notoria al complejizar y poner en tela de análisis las bases mismas del orden moral y el orden social, sobretodo en relación a los análisis de Sigmund Freud.

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Ortiz). Este proceso de reclutamiento que estaba ejerciendo Hernan34 y el modo en que lo hizo, denota la importancia que tienen los guayos a la hora de dar paso a la experiencia de juego institucionalizado y con proyección hacia el futuro. Sumado a este hecho, quien daba los guayos era alguien que estaba en el circuito de formación y conducción deportiva, lo que garantizaba poder entrar al entorno de juego, pero a su vez, hacerlo de manera formal y comprometida. Por otra parte, pero en esta misma línea, Daniela cuenta que Edgar Garrido fue el entrenador que le dio entrada no solo a su paso desde la Escuela Toto Rubio hasta la Selección Atlántico, sino que además le dio entrada al espacio de la Selección Colombia: “él me presentó a Pedro Rodriguez35 cuando fueron a Barranquilla a seleccionar chicas para la Selección Colombia y él me llevó y me acompañó y me compró unos guayos porque, no era que fuéramos pobres pero obviamente a mí me iba tan mal en el colegio que qué me iban a premiar, entonces yo tenía mis guayos que me había comprado mi abuelo todos chimbos y él me compró unos guayos y me dijo ‘listo’”. En ambos casos, el acceso a los guayos no conllevaba mayor esfuerzo económico, pero no tenían el nivel de refinamiento estético que podía llegar a ofrecer Hernán o Edgar. Esta falta de estética que mejoraba lo económico -¿cuándo no se da de esta forma?- provenía de la falta de promoción por parte de sus núcleos familiares con relación a naturalidad que tendrían estos para otras personas, entre esas, yo, un hombre cisgénero.

Tal como se puede observar, la manera en que se usan los guayos da cuenta de dos factores: la intermediación que deben hacer entre hombres para poder permitir el juego, pero también los guayos como manera de equipar para manifestar un interés real en la formación futbolística para estas mujeres. Así pues, estos artefactos condensan una función cultural fundamental para darles cabida a las jugadoras en el campo deportivo del fútbol. El regalo hace las veces de vinculo al campo deportivo del fútbol formal y funciona como tótem de iniciación, esto es, representa el tránsito entre lo recreativo esporádico versus el tomarse en

34 Ante la pregunta sobre qué entrenador recuerda mucho en toda su experiencia lo primero que reseña es: “Fue Hernán, el que te digo que me llevó a la Liga porque me enseñó que nunca me la iban a poner fácil y la vida era así, él me llevó a entender eso”. 35 Pedro Rodríguez fue entrenador de la Selección Colombia sub 17 que ganó el torneo Sudamericano en Chile en el 2008, primero para el país en fútbol femenino internacional. Él ha sido propulsor del Club Deportivo Besser, referido como uno de los clubes que más jugadoras aporta a la Selección Colombia (Daza Díaz, 2016).

58 serio las implicaciones del juego, iniciando sin duda, con el equipamiento adecuado. Si bien el uso de los guayos para otras jugadoras como Tania y Katherine no proviene directamente de la presencia masculina, sí reafirma la postura de estos objetos como tótem de iniciación. Tania, por ejemplo, cuenta que al momento de iniciar los entrenamientos formalmente, a sus 14 años, tuvo su primera experiencia con los guayos: “ese fin de semana mi mamá estaba en Bogotá y ella me compró guayos y arrancamos a Galerías a conseguir todo, fui el sábado a entrenar súper bien, yo era la más feliz de este mundo. […] Antes no había tenido nada, nunca me había puesto unos guayos” (Tania Barrero). Si bien aquí aparece la madre quien es la que le ayuda con la compra de los guayos, al ser deportistas sus padres, en conjunto, le dieron entrada formal a poderlo practicar con los implementos especializados para ello. Tal es también la experiencia de Katherine quien sin tener el apoyo total de su familia, sí contó con el apoyo de los guayos para iniciar su juego: “Mi familia fue a verme a algunos partidos, apoyarme con los guayos y no sé qué, pero pues no es que les mate mucho el fútbol, a ellos como que no. […] [Al entrenamiento] llegamos todas las chicas y pues obviamente con mis guayos nuevos, medias de mi papá, pantaloneta y camiseta de ningún equipo”. Ahora bien, en este primer momento de experiencia con los guayos se da acceso al espacio de juego formalmente constituido. Sin embargo, no es en sí mismo lo único que permite comprender el uso de estos objetos como ya lo veremos.

En segundo lugar, los guayos tienen una función vinculante entre una estética femenina, por no decir feminidad, y la nueva práctica en la que se están insertando. Esto, como veremos, permite hacer un tránsito subjetivo entre dos maneras de entender el cuerpo y la estética que se contraponen gracias a la marcada formación genderizada que se tiene respecto al calzado. De esta forma, lo que se puede ver en el relato de Tania llama la atención. Dice ella, “[e]sa sensación era incómoda, se siente como tacones pero ya en el pasto ya bien, muy chévere. Yo estaba con mis guayos que no me cambiaba”. Esta transición entre dos formas de entender los referentes estéticos pero también sensibles es lo que permite hacer el vínculo entre los dispositivos genderizados femeninos y aquella práctica en la que tendría otro uso de los zapatos. ¿Acaso una niña de 14 años podría tener más referente de los tacones que de los tenis para hacer referencia a la sensación que

59 inspiraban los guayos? Pues bien, Vanessa Rosales, historiadora, analítica y estudiosa de la moda como dispositivo de poder para las mujeres, pero también como modo de empoderamiento, guía aquí la comprensión de este tipo de dinámicas frente al cuerpo. Esta teórica cartagenera, que estudió su pregrado en la Universidad de los Andes en Bogotá, pudo constatar la movilidad y transiciones que deben hacer las mujeres en su diario vivir frente a la moda36, interactuar con diferentes mundos entre lo regional y lo central. Incluso va más allá, dado que en sus reflexiones hace uso de las distintas manifestaciones y contingencias de su entorno: Miami, Nueva York, etc. En su libro Mujeres vestidas (2017) habla sobre la posibilidad que tienen las mujeres de ir adaptando la estética, y por tanto los artículos que la representan, en función de los usos cotidianos y prácticos que ofrecen sin tener que estar ligadas a un esencialismo de género, pero también remite a los efectos de poder (empoderamiento en sus términos) que tienen los objetos para las mujeres en la formación de las emociones y sensaciones en sociedad (Rosales, 2017). Los tacones, dice ella, aportan la perspectiva de altura lo cual genera un sentimiento de superioridad o relevancia, y que si bien no son prácticos en el diario vivir, sí tienen efectos en cómo se sienten las mujeres al usarlos o no. ¿Acaso no será la misma sensación de altura de los tacones, y el símil con los guayos lo que podría generar en las mujeres ese empoderamiento en el campo deportivo futbolístico?

Sin embargo, lo que primero analizaré desde Rosales es la descripción que hace del uso de los tacones como mecanismo de dolor y satisfacción, para ahí sí responder este cuestionamiento sobre la sensación de poder que dan los guayos. En un artículo titulado “Mujeres en tenis y tacones” hace mención a este hecho de la siguiente forma: “Toda mujer que esté iniciada en la práctica de los tacones está también familiarizada con la práctica del dolor. Como otras tantas cosas de la experiencia femenina, no se trata de un dolor total sino más bien ambiguo. Una gran cantidad de mujeres habituadas a la práctica podrán reconocer que se puede tratar, incluso, de un dolor exquisito – dulce, como ha dicho Manolo Blahnik. Los que critican los tacones han señalado que se trata también de una práctica limitante” (Rosales, Mujeres en tacones y tenis, 2016). Tal como lo menciona al final Rosales,

36 Otra tecnología del sí en términos foucoltianos.

60 pareciera que parte de lo que olvidan quienes juzgan estas prendas de vestir es que no solo vinculan a la mujer con una experiencia de disciplinamiento del cuerpo (Sossa Rojas, 2011), y por tanto las vinculan con el dolor, sino que también pueden cumplir otros propósitos que se disfruten y para los cuales sea funcional el uso del tacón. Al trazar el símil entre el uso de los tacones y los guayos en el relato de Tania, lo que se puede identificar es que esa incomodidad se asume en función de la práctica del fútbol, y que sin importar esa falta de reconocimiento corporal, se disfruta en tanto permite el juego de forma técnicamente apropiada. Por tanto, este tránsito entre la sensación física hacia una sensación de vínculo social, expresa el carácter ambiguo que cumplen los guayos, dado que no solo traen experiencias físicas sino también de unión con un mundo social más amplio.

Pero, ¿qué otra propiedad emerge de este símil entre tacones y guayos? Rosales nos da visos para aproximarnos a esta pregunta: “La mujer que trepa de vez en cuando sobre la altura de unos zapatos sabe también que hacerlo puede darle un sentido de poder, difícil de describir. Roger Vivier, maestro de la fantasía zapatera, decía que a pesar de ser terrenales (al conectarnos con el piso), los zapatos tienen el poder de transformar el estado del alma y el esquema mental de una mujer” (Rosales, Mujeres en tacones y tenis, 2016). En este sentido, no solamente se puede aproximar la mirada del vínculo entre guayos y tacones como un artefacto de dolor/satisfacción37, sino también desde la posibilidad de empoderamiento que ofrece el uso de estos zapatos, que en cada uno de sus contextos cumplen una función distinta pero no menos compleja en aras a la construcción de esa subjetividad femenina, y en este caso particular, aquella que se puede leer en el juego del fútbol. Como diría Rosales, “[q]ue hoy, una mujer de moda pueda usar tanto tenis como tacones, habla finalmente sobre lo que es bello y difícil de la moda: el don que nos concede para el cambio y la transformación. Eso, finalmente, guarda semejanzas increíbles con lo que significa ser mujer” (Rosales, 2016). Leer esta afirmación en clave de la subjetividad nómade como posibilidad de otras feminidades en el espectro de la feminidad tradicional es lo que se hace posible con la práctica del fútbol para las entrevistadas. Así pues, esta adaptación cultural ha puesto cimientos para que estas jugadoras interpreten desde la

37 ¿Acaso Eros/Thanatos en términos psicoanalíticos?

61 incomodidad un dispositivo de adecuación deportiva a sus referentes estéticos, esto es, ver un producto para el juego desde la mirada genderizada femenina como lo mostraba Tania. De esta forma, el tránsito no solo estético sino estratégico (usarlos para poder jugar) denota el devenir entre diferentes esferas de la feminidad para así ponerla en función de su traducción al campo deportivo del fútbol, y por tanto, al espacio de lo masculino.

Por otra parte, y en tercer lugar, lo que se denota en el uso de los guayos remite a las dinámicas de mercado que son tan notorias en un juego con el impacto comercial y de cooptación capitalista como lo es el fútbol. Si bien en Colombia existían almacenes de tradición como La Casa Olímpica, fundada en 1945, o la empresa de implementos deportivos Golty, fundada en 1980, no fue sino hasta los años 90 que se dio un boom de apertura económica de donde surgieron diferentes marcas como Lotto, Puma, Nike o Adidas. Esto se puede ver en dos relatos particulares. En primer lugar, la marca de zapatos que se suele usar, y por otro lado, la compulsión casi irrestricta a la compra o adquisición de estos objetos (no a manera funcional para el juego sino en una clara demostración de estatus económico, estético y de jerarquía en el juego).

Esto se muestra en la narración que hace Leicy Santos de su propia experiencia con los guayos, que como veremos también tiene una fuerte presencia masculina y su modo de acción es a través de la iniciación a la práctica. Leicy dice al respecto: “Mis primeros guayos fueron de un primo, me los regaló. Con el tiempo me quedaban apretadísimos y yo no podía jugar con ellos. Ya después el compadre de mi papá, César Correa, me regaló unos guayos, unos Lotto. Los compramos grandes para que me duraran más tiempo. Yo calzo 6,5 y los compraron como 7,5. Esos guayos se rompieron. Un día estábamos entrenando con Besser y el profe Pedro y la mamá de una compañera me sacaron del entrenamiento. “Vamos a hacer una vuelta”, me dijeron. Me llevaron al Adidas de la 122 y ahí me compraron un par. Ya después mis compañeras me los regalaban, me dieron otros de cumpleaños. En eso no volví a tener problema” (Ascencio, 2017). Tal como se denota aquí, en sus principios los guayos eran un regalo, para pasar a tener unos guayos que en promedio podrían costar $90.000, hasta tener guayos que en su gama de más económica cuestan $150.000. Por otra parte, se lee en este relato, similar al de Tania sobre el

62 desconocimiento de estos artículos, al inicio los guayos eran incómodos y de tallas más grandes. Esta dificultad no fue impedimento y fue progresando desde el desconocimiento hasta la total seguridad de su uso cotidiano. Esto de nuevo, denota una transición, aunque aquí de otra manera, desde la falta de ajuste y precariedad hasta la adaptación y total abastecimiento. La progresión permite ir transformando la estética pero también el consumo, lo cual alimenta nuevas posibilidades y formas de sensibilidad.

Esta dinámica en la adquisición de los guayos, que en un principio viene dado como un regalo, se convierte posteriormente en una compulsión por la compra o tenencia por estos artículos. En palabras de Tania, al ya acostumbrarse a la sensación de estos artículos: “empecé a tener guayos como loca, llegué a tener como 4 pares al tiempo”. En términos funcionales, esto no tendría razón para ocurrir dado que los guayos funcionan como implemento para la adecuación al terreno de fútbol para poder fijarse al campo de mejor manera38.Sin embargo, ya el valor de los guayos comienza a residir no en el suplir una necesidad para el juego, y si en una muestra de estatus del momento o proceso en que se encuentran las mujeres, bien sea a nivel económico, en la adecuación a la sensación corporal o a nivel de profesionalización del juego. Así, los guayos marcan un tránsito para los hábitos que son asignados a la femineidad39 tal como el uso de otro tipo de calzado, pero también dan entrada a un orden económico y sensitivo adscrito socialmente como masculino.

En síntesis, los guayos como pró-tesis del cuerpo para poder jugar al fútbol, genera en las mujeres diversas dinámicas de poder que son particulares de la historia que constituye su práctica deportiva. Este objeto inherente al juego forma del fútbol enmarca la subjetividad femenina en una serie de dinámicas de diversa índole como bien lo expliqué. Braidotti denomina este fenómeno como la primacía del biopoder en donde “el ‘cuerpo’ se transforma, pues, en el objeto de proliferación de discursos; son formas de conocimiento,

38 Aunque esto también puede devenir en lesiones como explica Angie Valbuena en su relato: “Tanto hombre como mujer se le va la rodilla, no sé si es por el tema del pasto que se les entierra el guayo pero en esos movimientos sé que es la lesión más propensa que tienen los jugadores”. 39 Tal como muestra Shari Benstock y Suzanne Ferriss en Footnotes: On shoes (2001), el calzado fue promovido por el sistema capitalista desde mediados de los años 50 del siglo XX como un bien de consumo masivo para las mujeres, y desde entonces se ha promulgado la imagen de las mujeres como compradoras compulsivas o adictas a piezas de moda como bolsos, calzado o ropa.

63 modos de normatividad y normalización que interesan simultáneamente a los campos políticos y científico” (Braidotti, 2000, pág. 91), y agregaría a los campos económicos y estéticos. Pues bien, la subjetividad que se denota aquí está atravesada por dinámicas en donde la presencia masculina tiene una función de introducción al deporte, pero a partir de allí comienza a denotar sus propias historias, escribir sus propias sensibilidades y moverse en el ámbito deportivo de formas muy particulares. Los guayos, entonces, son dispositivos discursivos que encarnan historias, efectos y transiciones para las jugadoras.

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Inicio de mirada de género

Uno de los interrogantes que más me cuestionaron a la hora de escuchar los relatos de las mujeres fue la manera en que reseñaban la naturalidad de juego con niños a muy temprana edad y como esto iba cambiando con el paso del tiempo. En mis registros de memoria no tengo presente cuando comencé a notar esta diferencia de juego con niñas, pero sí recuerdo mucho, y esto fue una de las grandes motivaciones para esta investigación, el cómo mis compañeros y yo teníamos unos comportamientos a la hora de jugar con niñas y otros a la hora de jugar entre nosotros.

Cuestionarse el inicio de esta mirada de género es fundamental para poder entender el desarrollo de los criterios sociales que marcan las diferencias de género, en este caso particular, pero que también podría abrir la puerta a pensar otras maneras de diferenciación40. Por esta razón, en este apartado mostraré como aparece este inicio de mirada de género en las entrevistas; en segundo lugar, cómo se desarrolla esta mirada de género a través de los otros y cómo esto genera una dinámica de exclusión o de negociación para la entrada.

El modo en que se narraba la experiencia de las mujeres en la práctica del juego estaba mediada, como ya lo demostré, por la naturalidad del juego en espacios de habitabilidad tan inmediatos como el barrio, junto con la camaradería que allí surgía. Estos espacios informales parecían estar desprovistos de criterio de exclusión que fueran evidentes para ellas. Natalia menciona que: “Cuando pequeña si [jugaban igual]. Cuando fui un poquito más grande, al inicio no pero cuando se daban cuenta que jugaba igual que ellos sí fue siempre de tú a tú”. Este inicio también lo remarca Paula Botero cuando cuenta su experiencia al momento de estar jugando con niños de su misma edad: “Para ellos era un poco extraño pero era más extraño para los papás de los niños que para los mismos niños jugar contra niñas, y obviamente ellos cada ocho días nos goleaban, ellos siempre fueron

40 A este respecto fueron esclarecedoras las discusiones desde la mirada de las experiencias de racialización que atravesaba la cubana Victoria Santa Cruz en su poema “Me gritaron negra”, y que fueron materia de análisis a la luz del texto de bell Hooks The oppositional gaze (2003) acerca de la formación de la mirada racializada. Aquí mi sincero agradecimiento a Chloe Rutter-Jensen por esta entrada teórica en los inicios de la maestría.

65 más comprensivos, los adultos ponían más inconvenientes”. Es desde este panorama que se puede afirmar que en los niños a edades tan cortas como 5 o 6 años, como ya describí en referencia a sus primeras experiencias, no se había desarrollado ese criterio de diferenciación en el juego. Valdría la pena entonces dejar la puerta de entrada para poder afirmar que si bien hay criterios de distinción de género previos a esta edad propuesta41, a través de los relatos que cuentan las jugadoras, se identifican la distinción de prácticas gracias a esta mirada de género. A su vez, esta se negocia de maneras distintas en los espacios informales versus los espacios formales, en donde como ya mostraré se potencia de manera más directa.

A través de la familia y el fenómeno del apoyo durante los partidos, era que se iba formando este criterio de género. Así lo expresaba Daniela al contar uno de sus primeros juegos en la escuela Toto Rubio: “Recuerdo que me acompañó mi papá, aun así el entrenador me metió, que no era mi tío abuelo, y él me metió y metió a Michael, y la mamá de Michael estaba en la banca al lado de mi papá, y la mamá de Michael empezó a decir ‘ahí esa niña que no sé qué, cómo Toto la va a poner, es nivel Liga y ya vamos a competir, hay que ganar y bla bla bla’, y obviamente mi papá se quedó callado, y en la primera jugada Michael hizo un centro y yo lo metí de cabeza y fue gol y todos como waaa y mi papá comenzó a gritar como "esa es mi hija" y le empezó a gritar a la mamá de Michael y todo el mundo callado, y Michael llegó a abrazarme y nunca se me va a olvidar eso porque les dije ‘no importa que yo sea niña, estamos jugando’". Aquí se denota la forma en que la familia funciona como un promotor de los estereotipos y las distinciones que devienen por criterios de género. El lugar que ocupa aquí la mujer es el lugar del otro que no se reconoce como par para los actores legítimos del juego. Esto crea un marco de exclusión y diferencias, que como ya había mostrado cuando Angie reseñaba la frase del trofeo que le dieron en su primer torneo, pasa por un reconocimiento y absorción en los valores del otro. Esta mirada además genera prácticas o estrategias de acción para poder pasar a través de esta. En el caso de Daniela se hacía mediante la demostración técnica, pero también en los insultos o en la práctica del contacto físico. Ella lo muestra de la siguiente forma: "No importa, ya me pasó

41 Zandra Pedraza afirmaba en el coloquio de emociones que los criterios de género estaban interiorizados de una edad tan temprana como los dos años.

66 la primera vez esa niña, ya la segunda me pasó y no le dije nada, pues la tercera la reviento si es que tengo que reventar y le voy a dar como a un hombre" y yo me acuerdo que todo el mundo gritaba "no importa que sea una niña, éntrele para eso está jugando acá". Por tanto, pasar por esta mirada y soportar las prácticas que las reconocen como pares se podría hablar de una mimetización de las prácticas. Este tránsito de reconocimiento forma subjetividades en interacción con la construcción de valores y prácticas desde el fútbol masculino.

Pero esta mirada no solo crea esas dinámicas de estereotipos a través del lenguaje y de las estrategias para su reacción ante la exclusión, sino que también pasa por la demostración técnica de las habilidades, lo que hace que la mirada y las actitudes de los hombres cambien, y por tanto, que el relacionamiento sea distinto. Recuerdo que cuando veía que una niña no tenía habilidades técnicas con el balón, mi forma de jugar era desde una posición de superioridad que me hacía driblar y demostrar habilidades técnicas que no tenía cuando jugaba con otros niños, además de un ritmo de juego más pausado, pero cuando veía que jugaban y poseían otras habilidades técnicas la intensidad del juego era diferente. Esto podría ser consecuencia de una forma de sentimiento de competencia por “verme” superado, tal como le pasaba a Michael como en el relato de Daniela42. Además el reconocimiento también hacía, que las elegían para jugar una vez ya estaban en el campo de juego pasado por la aceptación de esta mirada. Daniela lo vivió tal como lo narra aquí: “Como ven que yo estoy jugando y puedo darles cuerpo y puedo darles pata, y voy a aguantarles pata entonces se les olvida totalmente”.

La importancia de esta mirada se puede resumir como un marcador de desarrollo de prácticas y relacionamientos determinados por un criterio de exclusión – inclusión social. Tal como lo han defendido las teorías constructivistas de la identidad, en el contacto con las instituciones sociales es que se adquieren criterios de diferenciación social, y en el caso de los relatos aquí manifiestos se generaba a edad desde los 5 y 6 años, y se veía reforzada en los espacios de juego formales en donde ya la competencia ponía a las jugadoras en un

42 “Recuerdo una vez que llegó un compañero del equipo, él llegaba del viaje de haberse probado en el Cali, y volvió a la escuela de Toto Rubio, y él volvió y dijo que él no iba poner su nivel frente a una niña que había en el equipo”. (Daniela Freites)

67 lugar de lucha no solo desde lo técnico sino también en su carácter de género. Su desarrollo subjetivo se mueve en los marcos de los criterios de género, siendo nómades por medio de la negociación con esta mirada y creando nuevas formas de ser en el campo del fútbol.

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Cuerpo

El cuerpo aparece en el relato de las subjetividades, como el factor fundamental para que se puedan dar las experiencias que la determinan. Zandra Pedraza dice en su texto “Cuerpo e investigación en teoría social”: “en la modernidad, el cuerpo se hace inmanente a la subjetividad y se convierte en la superficie para la ostentación de todo principio ético” (Pedraza, 2003, pág. 22). En este apartado lo que me interesa rastrear son las huellas43 de ordenamientos sociales en la experiencia corporal de las jugadoras entrevistadas. Cabe mencionar que el cuerpo que describo aquí proviene de la narrativa de las jugadoras, más no como materialidad analizada a través de herramientas metodológicas específicas; el cuerpo no lo tomo como materialidad sino como percepción desde las narraciones. Así pues, no solamente describiré aquellos aspectos físicos que cuentan tener las jugadoras, sino también aquellas prácticas con el cuerpo que desarrollan criterios de sensibilidad y de proyección social. Siguiendo con Pedraza, se hace necesario pensar diferentes esferas de lo que significa y encarna el habitus corporal moderno del cuerpo: “Las emociones, el movimiento, la alimentación y el lenguaje mismo, involucran experiencias y representaciones adicionales que lo comprometen íntimamente. Con todo, los ejes del tiempo el espacio, el sexo y la raza, modelan el habitus moderno de formas difíciles de subvertir e influyen ampliamente en otras dimensiones antropológicas. El entramado de estos órdenes y la manera como se valoran las múltiples expresiones de los aspectos señalados, componen un corpus de recursos semánticos y sanciones morales y estéticas con los que se instituye y reproduce el orden social” (Pedraza, 2003, págs. 22-23). Pero no solamente se debe leer el cuerpo como esta cristalización de los discursos y del ordenamiento en el que se mueven las jugadoras, sino que también se debe apelar a otras interacciones que devienen del deseo, lo afectivo y la imaginación.

Desde la perspectiva de Rossi Braidotti, la idea de cuerpo se refiere a aquellos registros entre diferentes fuerzas y variables sociales. “En mi opinión, el cuerpo viene a ser una

43 “La identidad del nómade es un mapa de los lugares en los cuales él/ella ya ha estado; siempre puede reconstruirlos a posteriori, como una serie de pasos de un itinerario. Pero no hay un triunfante cogito supervisando la contingencia del yo; el nómade representa la diversidad movible; la identidad del nómade es un inventario de huellas” (Braidotti, 2000, pág. 45).

69 interacción compleja de fuerzas sociales y simbólicas sofisticadamente construidas: no es una esencia, y mucho menos una sustancia biológica, sino un juego de fuerzas, una superficie de intensidades, puros simulacros sin originales. […] Así pues, el sujeto encarnado en un proceso de intersección de fuerzas (afectos) y variables espacio- temporales (conexiones). Yo adopto el concepto de cuerpo para referirme a la estructura multifuncional y compleja de la subjetividad. Se trata de la capacidad específicamente humana de incorporar y trascender, de manera simultánea, las mismas variables que lo estructuran: la clase, la raza, el sexo, la nacionalidad, la cultura, etc. A su vez, esto afecta al concepto de imaginario social. El proceso de devenir sujeto requiere elementos de mediación cultural, puesto que el sujeto tiene que negociar con condiciones materiales y semióticas, es decir, con conjuntos de normas y reglamentaciones institucionales, así como con las formas de representación cultural que las sustentan” (Braidotti, 2005, pág. 37). Estas manifestaciones del cuerpo les permiten a las jugadoras, no solamente moverse en el campo del poder institucional que incide en la práctica del juego, sino también crearse a sí mismas y tener esas experiencias de autopoiesis, su propio momento Eu-reka (Pelbart, 2010). El recorrido que presento a continuación irá desde la percepción que tienen del cuerpo las jugadoras, pasando por la concepción del cuerpo según la posición que se ocupa en el campo hasta las prácticas de cuidado (lesiones, alimentación y desgaste corporal) y manifestaciones que tiene el cuerpo; además desarrollaré una breve argumentación acerca del ciclo menstrual y la maternidad. Este recorrido no es lineal y evidencia dimensiones orgánicas, estésicas y performativas del cuerpo. Tal como expresa Zandra Pedraza: “El cuerpo tiende así a componerse teórica y metodológicamente como un recurso que permite un mayor equilibrio en la consideración de aspectos macro y microestructurales, de la encarnación de formaciones simbólicas, de la presencia de la tradición en la acción individual, pero también de la capacidad de transformación que yace en la persona” (Pedraza, 2007b, pág. 382).

El cuerpo durante las entrevistas tenía un énfasis notorio hacia una concepción biologicista y naturalizada del cuerpo. La normalización de los discursos biológicos, genera una concepción de diferencia que es consecuente con las valoraciones sociales que de los

70 cuerpos se elabora. Basta remitirse a la posibilidad de desarrollo del cuerpo en lo público y en lo privado para los cuerpos feminizados versus los cuerpos masculinizados44. Tener en cuenta estas diferencias genera en las mujeres una noción que las distancia, o las hace ajenas al lugar en el que juegan fútbol. Katherine al ser preguntada por la posibilidad de un juego mixto entre hombres y mujeres dice que: “uy no sé, para mí sería difícil porque obviamente los hombres no juegan igual con una niña, anatómicamente se nota en la carrera, en que nuestro cuerpo está diseñado diferente, pues no va a ser un choque igual con una amiga a un muchacho”. Para ella es obvio que el cuerpo a nivel físico y el desarrollo de la fuerza sean diferentes en hombres y mujeres. En este punto recuerdo un argumento de la profesora Chloe Rutter-Jensen quien en clase decía que las percepciones de desarrollo corporal no corresponden a las potencialidades que contiene el cuerpo sin importar su sexo; ella practicaba triatlón y había desarrollado en sí una potencialidad que no correspondería con el esperado social, ni tampoco frente a otros hombres. Esto se vino a contrastar con la argumentación que hace Donna Haraway del cuerpo como Cyborg que está en constante proceso de construcción y no como una materia biológica dada. Los discursos científicos respecto a las diferencias orgánicas de los cuerpos, en términos hormonales o de desarrollo muscular, generan que estas mujeres perciban esas diferencias como algo que no es posible acercar.

Incluso esta normalización del cuerpo se concibe desde una posición geográfica o étnica. Las mujeres colombianas miden en promedio 1,56 cm mientras que las europeas más bajas son las portuguesas con 1,63 cm. Este hecho lleva, por ejemplo, que Agustín Julio al ser preguntado por tres características de las jugadoras colombianas mencione que a pesar de no ser de buena estatura frente a jugadoras de España, Estados Unidos o Japón, estas han desarrollado con él un sentido de malicia y ventaja que compense esto que él ve como carencia. Esta interiorización y reproducción de lo que podría llegar a tomarse como evidente o dado45, pero que no son más sino los criterios de clasificación del cuerpo a partir

44 Braidotti advertiría que el borrar el discurso de la diferencia sexual podría homologar a las mujeres en un modelo masculinizado de análisis teórico (Braidotti, 2000, pág. 104) 45 Tal como explican Adolfo Meisel y Margarita Vega (2004), la estatura está relacionada con los procesos de desarrollo económico de cada uno de los países, que conlleva a una mejor nutrición y mejores sistemas de

71 de métricas fisiológicas desde una mirada colonial y eurocéntrica en donde debería primar la altura física para tener ventajas competitivas, genera entonces cierto tipo de estrategias y prácticas que otras jugadoras no tendrían de acuerdo a su corporalidad. Daniela cuenta cómo en su proceso de formación en la escuela Toto Rubio la ubicaban en otra categoría de edad que no correspondía a la de sus pares niños por cuanto su desarrollo corporal era distinto: “me pusieron a jugar con los niños de la 92 para poder jugar, porque ellos ya habían crecido, ya se veían más grandes”. Todos estos factores generan brechas de reconocimiento frente a la relación con el cuerpo como la es la construcción desde el discurso científico biológico, la geografía ligada a las características físicas y la edad ligada a la clasificación dentro del fútbol que parecieran ser un indicativo de nociones que no permitirían nuevas formas de posibilidad subjetiva en el mundo del fútbol.

Sin embargo, en los relatos mismos se puede leer la posibilidad de cerrar dichas brechas a través del desarrollo de la técnica y el entendimiento del cuerpo. Cuando las brechas comienzan a cerrarse esto permite una concepción de auto-realización para las jugadoras. Al respecto, Tania dice: “tengo ahorita un equipo mixto con gente de la central, la parte física en un hombre es muy diferente, pero hay muchas mujeres buenas, ahora es muy parejo el tema”. Esta paridad se obtiene tal como ya mostré en las primeras experiencias, desde la posibilidad de juego con niños y la mimesis no solo de género sino también en lo físico.

El cabello, que tanto marcaba un diferencial social para la distinción de género, largo en las mujeres, corto en los hombres; en las jugadoras es modelado desde un carácter estético46, pero también desde un carácter funcional. Daniela menciona que “Tener el pelo corto ha sido lo mejor que me ha pasado en el fútbol [risas]”, esto es dado que puede estar en mayor capacidad para controlar los movimientos de su cabeza sin que el cabello interfiera, bien

salud, lo cual hace afirmar que las diferencias corporales no son biológicas sino que devienen de procesos económicos y condiciones contextuales muy particulares que podrían modificarse. 46 “Entonces sé que hay mujeres que se cortan el cabello para parecer hombres, eso sí nunca me ha gustado porque la mujer sigue siendo femenina, digamos a mi si me gusta ver a mujeres que tienen su cabello largo y se cogen una colita y son muy femeninas, pero en el juego son realmente otra cosa, aunque también hay hombres que tienen el pelo, pues no tan largo como las mujeres, pero pues eso es lo que no me gusta en las mujeres, que se cortan el cabello y pienso que no debería ser así” (Angie Valbuena).

72 sea al cabecear, al correr47 o como lo menciona Angie como una forma de defensa ante las faltas que pueden cometer otras jugadoras48. Este sentido de practicidad en donde se debe moldear el cuerpo para responder frente a los diferentes desafíos que rigen en el juego, genera maneras distintas de leer sus cuerpos: “Para lo único que me cojo el pelo es para jugar fútbol y cuando lo tengo muy largo. Siempre lo he mantenido largo pero si no está adelante largo no me lo agarro. Entonces en ese sentido los hombres no tienen ese problema (Natalia Ortiz)”. Esta práctica con el cuerpo a través del modelar el cabello ubica a las jugadoras en un lugar de diferencia que deconstruye la naturalización de sus cuerpos a partir de la práctica del juego49.

Otro fenómeno que modela el cuerpo a partir de la práctica del fútbol, tiene que ver con la formación en cada una de las posiciones que ocupan las jugadoras durante el juego. El fútbol no puede ser entendido sin una distinción clara de las funciones para el desarrollo del juego: arquero, con todo lo que implica el acto del reflejo y la velocidad de reacción, la, defensa como una posición que implica fuerza, los volantes que llevan el juego ofensivo a partir de la conducción de balón y el buen manejo del mismo y los atacantes que tienen una potencia de golpeo al balón y capacidad de ubicación para aprovechar las oportunidades generadas en el juego. Para las jugadoras la posición que ocupan, implican un desarrollo en términos físicos y técnicos. En el primer punto, características como la fuerza, la reseñan Katherin y Tania; quienes ocupan posiciones defensivas, mientras que Daniela reseña la velocidad que desplegaba en su posición de volante50. Por otra parte, en el apartado técnico, las jugadoras aprendían/potenciaban ciertas habilidades como el manejo del balón y

47 “…hay unas con cabello corto, cabello largo, personalmente me parece incómodo un poco para jugar por el tema de que se venga a la cara…” (Tania Barrera) 48 “También he visto que después de encuentros, aunque eso es más en el barrio, eso en el microfútbol, no falta la pelea entre mujeres porque si sé de partidos femeninos que te jalan el cabello” (Angie Valbuena). Esto también lo expresa Katherine de la siguiente forma: “Para mí no influye, yo siento que en las mujeres es una desventaja tenerlo largo, en ciertas jugadas porque llega otra y te hala el cabello”. 49 Desconozco la dinámica que puede desarrollarse en otros deportes femeninos respecto al cabello, pero el argumento aquí, apunta a la funcionalidad que ellas perciben de su cabello respecto a la forma en que lo portan los hombres. Basta recordar que salvo la moda de los años 70´ 80´de llevar el cabello “melenudo” las demás formas de llevar el cabello de los jugadores era corto. 50 Me ha ayudado a desarrollar] la velocidad y la agilidad que tengo. Puedo controlar, puedo ser ágil, puedo ser fuerte, puedo ser lenta, puedo ser cualquier etapa del juego.

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“enganches”51. Ante la pregunta sobre habilidades que haya desarrollado al jugar fútbol, Angie contaba que “Algo en lo que me destaco yo es mi velocidad, puedo ser pequeña pero destaco [risas]. Mis cambios de ritmo y yo junto ese cambio de ritmo con el dominio del balón. Entonces yo puedo correr muy rápido con el balón y no lo pierdo. En fútbol sala aprendí mucho el tema de enganches, no piso el balón como la micrera o el que juega sala pero mis enganches son más rápidos porque soy muy habilidosa con la pelota. Me cuesta mucho el juego aéreo, quizás por mi altura, realmente no me gusta mucho jugar por arriba sino solo piso”. Tal como se puede leer en este relato, el desarrollo de estas habilidades, que depende en mucho de la posición que se ocupa en el campo, se da a partir de un despliegue físico y técnico que se percibe como una ganancia de la práctica del juego. Incluso, este desarrollo corporal se da en términos de resistencia física o extremidades potenciadas52. Este desarrollo genera una sensación de empoderamiento de sus cuerpos, lo que es una ganancia social frente a la percepción del cuerpo de las mujeres que desarrollan están habilidades, pero también una posibilidad de sentirse con más seguridad en el espacio público, no solo de juego sino cotidiano. Katherin sintetiza lo anterior: “Yo me siento más (risas) siento que ellas son como más amotras, pero entonces sí, porque a veces me estreso como corren, con su estilito raro, la verdad sí me siento mejor que las niñas que no practican”. El poder (potentias) que se despliega para las jugadoras a partir de la práctica del fútbol, apunta a un hecho social que desde la perspectiva del ordenamiento de los cuerpos no correspondería para las mujeres, esto es, el despliegue físico de la fuerza y la potencia corporal. Desde estas capacidades ellas establecen una diferencia con otras mujeres que no juegan fútbol; esto no quiere decir que no puedan desarrollarlos en otros entornos, pero lo afirmación que aquí hago es que este desarrollo para las jugadoras entrevistadas viene directamente desde la práctica del fútbol.

Pero, ¿solamente hay una percepción afirmativa del desarrollo corporal? En los relatos se puede leer una valoración del cuerpo presente que ha desplegado capacidades físicas y

51 Enganches se entiende como la habilidad para cambiar de dirección de manera rápida al momento de confrontar a un jugador. 52 Daniela describe que desarrolló sus piernas y su cola, gracias al juego, pero además Katherin dice que ganaba resistencia aeróbica y que lo detectaba al momento de no sentirse fatigada en los partidos y tener continuidad en el juego.

74 técnicas pero tiene consecuencias futuras que pueden ir en detrimento en la salud de las jugadoras. Daniela dice que “cada día soy más paticurva, rodillijunta patiapartada” lo cual no es solo una percepción estética sino también una condición física. Esto genera una conciencia del desgaste que sufre el cuerpo gracias a la práctica del fútbol. La sobrecarga de diferentes niveles de juego y de entrenamiento va generando una sensación de consecuencias futuras que deben afrontar. Angie lo presenta a partir de su experiencia de la siguiente forma: “Realmente de salud siento que no me ha aportado nada porque los deportes de alto rendimiento como que te perjudican la salud. No es saludable llevar ciertas cargas tan altas; sí es sano hacer deporte pero no tan exigente como lo hago yo. Yo siento que en un futuro voy a sufrir dolores musculares más que todo, de articulación creo que voy a sufrir realmente. Yo sé que a futuro me van a doler muchas cosas, pero ahorita yo tengo una vida muy sana, digamos, no estoy gorda entonces me hace estar bien físicamente, y pues obviamente eso le sirve a uno mucho como autoestima, y en temas de salud digamos yo no me enfermo, me da un gripa me da por ahí dos veces al año, así jodida que me tiene en cama pero no me da nada más, tampoco sufro de cáncer ni nada que tal vez la vida sedentaria, y más con los alimentos que comemos con todos los químicos que traen yo creo que eso nos genera cáncer entonces tal vez tener la alimentación saludable me ha beneficiado muchísimo”. Esta percepción del desarrollo corporal conlleva ganancia para las jugadoras pero también un desgaste que determina no solamente la comodidad de su cuerpo y el empoderamiento antes descrito, sino también una certeza de las consecuencias negativas en la salud que tendrán por afrontar.

Aquí aparece otro tema central frente al desgaste o consecuencias que tiene la práctica del juego para las mujeres. Las lesiones son determinante de la experiencia del juego, pero estas lesiones son narradas de maneras concretas por parte de las jugadoras. El cuerpo que no es funcional es relegado por parte de la institución deportiva, lo cual genera diferentes emociones en las jugadoras. Las lesiones que más aparecen en los relatos son aquellas relacionadas con la ruptura de ligamentos en las rodillas y los esguinces de tobillos. Estas lesiones son más frecuentes en mujeres que en hombres, en donde las lesiones devienen del tipo de contacto violento con el que juegan los hombres, mientras que en el fútbol femenino

75 se presentan en menor medida por este factor de contacto (FIFA, págs. 12-13) y sí por la falta de terrenos adecuados o jugadas fortuitas durante el juego. Natalia habla al respecto: “El cruzado uno se lo lesiona mucho por la calidad de las canchas que hay, entonces uno tiene que saber escoger los guayos, la mía no fue por eso pero yo creo que aquí uno se lesiona mucho por eso de las canchas. El esguince de tobillo es súper común, yo tengo 5 en un pie y dos en el otro. Ahorita fue muy chistoso porque una compañera en el entrenamiento se hizo un esguince y decía que nunca en la vida se había lesionado, y las 22 que estábamos le decíamos impresionante que sea la primera vez que se esguinzaba, ya nosotros con 3 o 5 todas, y si yo creo que es lo más recurrente, más que musculares, y eso es muy raro porque a veces uno no están juicioso calentando y estirando pero pienso que los esguinces son los más frecuentes”. Estas lesiones pueden llegar a causar en las jugadoras una sensación de tristeza53, toda vez que se reconoce las consecuencias de las lesiones para la continuidad del juego cotidiano y la aspiración de profesionalización54. Sin embargo, estas lesiones también cuentan historias de orgullo y superación frente al dolor: “yo llego los lunes a mi oficina con cicatrices de guerra, para mí son cicatrices de guerra (Daniela Freites)”. Estas múltiples sensaciones que vienen de las lesiones en la práctica del

53 “tuve una ruptura parcial del ligamento colateral interno, entonces eso en una final y me fue para juegos nacionales, era a los 15 días y no me los iba a perder, hice de todo para recuperarme, todos los médicos me dijeron "no puede jugar" me ganaron las ganas y me fue así” (Tania Barrero); “Cuando estoy lesionada me deprimo totalmente” (Daniela Freites). 54 “Comencé en ese equipo pirateado, Fuera Libre, que era como raro y fui también Liga de Bogotá, y ahí alcancé a ser preselección Colombia, pero yo me lesioné jugando fútbol con este equipo raro en el momento de la preselección y como no tenía derecho yo a jugar con ese otro equipo entonces no me apoyaron en nada con mi lesión. Yo dejé de jugar dos años, eso fue un golpe superduro para mí porque yo entendí que no tenía apoyo de nada, yo me lesioné jugando contra un equipo de Uruguay, estábamos jugando en Bucaramanga y me lesioné el ligamento, y por un lado no tuve el apoyo, pues el apoyo mínimo del seguro, y cuando quise volver a la liga pues me hicieron entender que yo había falseado eso y ya no tenía los derechos deportivos que me habían ofrecido. Yo les pertenecía a ellos y yo no entendía, pues pequeña yo no entendía de eso y para mí fue un golpe súper duro, entré en depresión y todo y pues la lesión fue muy dura, lesión de ligamento cruzado anterior entonces dejé de jugar dos años, yo pensé que no iba a volver a jugar, con la rabia que tenía y como no veía tampoco un futuro en eso que valiera la pena entonces dejé de jugar, hasta que un día por ahí en el colegio ya en noveno, armaron un torneo femenino y tenía miedo y todo pero jugué y jugaba por ahí con mis amigos del colegio pero de recocha, y pues con el miedo de chocar porque tampoco me operaron entonces fue súper raro porque yo nunca entendí que supuestamente que como yo era tan pequeña el diagnóstico decía que el ligamento se me iba a sanar solo y qué va, nunca se sanó. Todavía tengo secuelas, porque después gracias a un amigo que conocí el papá me operó y me trató de arreglar algo pero fue muchos años después pero obviamente la secuela quedó siempre en la rodilla” (Natalia Ortiz).

76 fútbol, dejan ver algunos aspectos que cambian según los espacios en donde se jueguen y los modos de interacción durante el juego.

Cabe anotar que junto a las lesiones aparece otra manifestación del desgaste o des- adecuación a las que están expuestas las mujeres al jugar fútbol. Una característica física como los senos desarrollados en las mujeres, hace que la práctica del juega pueda conllevar dolor gracias a una técnica del fútbol como lo es controlar el balón con el pecho. Esta característica del juego no se rehúye por parte de las mujeres, sino que se adapta a través de la técnica, lo cual es un aprendizaje que se desarrolla hacia el cuerpo y el juego. Paula lo refiere de la siguiente forma: “Uno aprende con que parte controlar el balón para que no duela porque si te pega en el seno duele, pero son cosas que dan la técnica, cuando trabajaba con niñas en trabajo técnico, yo les digo, "Niñas no vamos a golpear los senos con el balón, vamos a recibirlo con la parte superior que esta el hueso" entonces no tiene nada que ver, igual que a un hombre cuando le pegan en sus partes íntimas. Son cosas que en el juego pueden suceder pero no tiene ninguna influencia” (Paula Botero). El símil que establecen frente a la sensación de dolor es referente a los golpes que sufren los hombres en su zona inguinal. Dado que el juego está diseñado de tal forma que los hombres no se afecten en su virilidad corporal, aquello que afecta a las mujeres no es transformado por la institución del fútbol a través de los reglamentos sino que es readaptado a través del aprendizaje técnico por parte de las mujeres. No solo es aprender a bajar el balón con la parte superior del pecho, sino que también se puede hacer el uso de las manos para proteger los senos; no hay registro en reglamentos que esto lo permita, pero se ha instaurado como práctica común en que ellas puedan protegerse con las manos, lo cual sería restringido para los hombres al controlar el balón55. Esta diferencia es un modo de juego característico del fútbol femenino.

Otra de las maneras en que puede leerse el cuerpo es a través de las prácticas del cuidado del mismo. En este aspecto aparecen dos características que merecen análisis. Por una parte aparece la falta de implementos de protección que sean acordes a la práctica del juego de

55 “Sin embargo es válido en el fútbol femenino que las mujeres lo reciban con las manos cubriéndose pero deben estar totalmente pegadas, en cualquiera sea profesional o lo que sea” (Natalia Ortiz).

77 las mujeres y que se limitan a los usados en el fútbol convencional; las canilleras, los guayos y en algunos casos soportes de tobillo o rodilla, excluyendo por ejemplo protectores o sujetadores especiales para los senos. Esto denota un cuidado del cuerpo condicionado a las convenciones de equipamiento del fútbol masculino al cual las jugadoras deben adscribirse. Por otra parte las jugadoras se refieren a un tipo de entrenamiento invisible que deben cumplir para sostenerse en la exigencia del fútbol. Angie cuenta que a medida que fue profesionalizando su juego comenzó a adquirir esta conciencia de tener un cuidado más riguroso del cuerpo “En la Central no tenía dieta, en la Sergio cuando entré a fútbol como que te hacen caer en cuenta, a medida que va subiendo el nivel, te dan esa información porque no es nada más ir a jugar sino que tú tienes que tener un entrenamiento invisible, que es lo del tema del descanso y la alimentación. Ahorita en la profesional nos dan dietas porque ellos dicen que si te cuidas mal en ese tipo de cosas ahí es donde miran si un jugador rinde o no. […] Cuando llegué a jugar un partido me di cuenta que corría más, no me cansaba, la parte invisible, así como comer pizza y tomar pola si influye mucho en un deportista”. Esta noción de cuidado por la alimentación en aras del rigor deportivo no solamente viene desde el ámbito profesional sino que también puede provenir de la formación que cumplía el padre o la madre en el desarrollo deportivo de las jugadoras. En los relatos las madres aparecen como las proveedoras de alimentación que no tienen consideración con el deporte, dado que no ha sido su habitus cotidiano. Para los padres si existía una conciencia práctica de la alimentación para el desarrollo del rendimiento deportivo. Natalia reseña a este respecto que: “En mi casa siempre se ha comido muy bien, en el sentido de las harinas, precisamente por mi papá, nosotros hemos sido muy sanos en ese sentido, siempre hemos comido muy bien. Como tal un hábito no, siempre he sido de comer muy bien y para ciertos partidos o momentos de la vida, mi papá me hacía un sorbete de banano con proteína, siempre antes de los partidos, y ya yo lo hago por recomendación de él, no porque lo piense o lo quiera sino porque él me lo da y yo me lo tomo”. Lo que leo aquí son prácticas del cuidado con el cuerpo, que viene de una conciencia de la necesidad del rendimiento físico y la protección del mismo para el juego. Esta dinámica expone a las jugadoras a una configuración de prácticas que son ajenas a la concepción que de sus cuerpos se debería tener en función de su género. El aprendizaje de estos habitus les

78 imponen un recorrido diferente en su formación de género, pero también les crean manifestaciones del cuerpo que entran en conflicto con el sistema de representación del mismo.

Las expresiones performativas a través del lenguaje o el movimiento del cuerpo durante el juego pueden leerse en clave de género, a su vez que diferentes conflictos con dicha concepción construida socialmente frente al despliegue de emociones para las mujeres. En primer lugar, la efusividad en la celebración de los goles no se hace con la intensidad y fogosidad que se despliega en el fútbol masculino. Daniela cuenta que: “Las mujeres casi no celebran los goles así como los jugadores de selección o digamos uno de cualquier otro equipo que bailan y se sientan así, pero pues como que aplaudimos y nos abrazamos y gritamos pero hemos luchado para que eso cambie”. Tal como han mostrado diferentes estudios acerca del desarrollo corporal de las mujeres desde el colonialismo el despliegue de emociones para las mujeres está restringido e incluso patologizado por el discurso psicoanalítico de primera generación. Estas manifestaciones de intensidad pueden venir de los goles marcados o de nivel de dificultad del juego, generando una manera específica de vivir la práctica del fútbol entre la contención, lo grotesco versus lo delicado. Así mismo esta efusividad puede devenir de una valoración de los éxitos que demandan un esfuerzo y una lucha por aquello en lo cual no se maginaban y ahora se sienten, ven y hacen parte de dicho campo. En el lenguaje, en segundo lugar, se ve de una manera más clara esta sensación de regulación. Para las mujeres vivir el conflicto o la incomodidad dentro del juego con sus compañeras se ve claramente marcado por una diferencia de género. Natalia dice sobre este tema lo siguiente: “[Las expresiones] son iguales. Digamos al equipo al que pertenezco, Dream Team cuidamos mucho el lenguaje entre nosotras, no está permitido faltarnos al respeto, una cosa es gritar como "muévase", "corra" o algo así, pero insultarnos no es permitido pero por reglas que nosotras tenemos en nuestro equipo. La vez pasada un veedor de un partido y me dice "es muy difícil con ustedes porque realmente si ustedes insultan a un juez pues el juez no le responde a la mujer, al equipo masculino les responde tal cual como le dijeron, mientras que a la mujer es más difícil responderle”. Pero es igual, la mujer insulta pero el trato podría ser igual que al hombre. Puede ser gamín, grosero o

79 altanero”. Como se ve aquí hay una regulación de las emociones y el lenguaje que en el relacionamiento social cambia si se es mujer o se es hombre. Pero no solo viene por parte de una conciencia individual sino también de una percepción social acerca del trato con las mujeres en el fútbol, más cuando es en interacción con hombres. Katherine amplia esto al reseñar que: “En comparación con los hombres son un poco más rudos con las expresiones, en los torneos de aquí no lo he visto, la verdad es que aquí los jueces se molestan si uno les dice ‘¡hey! amarilla’ por gritar. Pero digamos los partidos que veo masculino ellos le dicen de todo al juez y normal, como que en eso son más duros con las mujeres”. Estas diferencias en la interacción durante el juego permiten ver las distinciones de género y los caminos que deben recorrer las mujeres en su paso por la experiencia del fútbol. Su formación está determinada por diferentes criterios de regulación y percepción a partir del género lo cual incide en su valoración individual. Sin embargo, este aprendizaje de despliegue de emociones, regulaciones emocionales e interacciones del cuerpo tiene la potencia de abrir un panorama social distinto para estas mujeres, que en este caso está relacionado con la práctica del juego.

Dos aspectos fundantes de la corporeidad de la mujer también fueron parte de la narración de las entrevistadas. El ciclo menstrual y la maternidad son dos aspectos que merecían análisis. Por una parte, el periodo apareció de tres maneras diversas en la experiencia de las mujeres. Hay una noción difundida acerca de los cambios emocionales que viven las mujeres durante este ciclo, y que puede determinar diferentes interacciones entre ellas, pero no limita el desarrollo del juego. Daniela dice frente a esto que: “Pues a mí nunca me ha afectado para jugar fútbol, a mi tener el periodo no me pone de malgenio ni lo siento para nada. De pronto me dan cólicos porque le da a uno frío pero uno se acurruca ahí en el entrenamiento y es como "¿qué tiene?- no nada" [risas]. Es mucho más difícil entrenar o jugar, porque uno está pendiente por si se manchó, pero eso es normal, solamente eso”. Puede también el periodo ser un factor en la experiencia estética de las jugadoras, así como crear modalidades para que esto no interfiera en el juego. Pero además el periodo también se puede ver desde una perspectiva de desarrollo corporal como dice Paula: “Cuando entrenas debes hacerlo con y sin periodo, ese mito como que no puedes hacer nada, tienes

80 que estar en cama, no puedes hacer trabajos fuertes, eso ya está mandado a recoger, hay muchos estudios inclusive que los periodos en los que tenemos el periodo se puede desarrollar más fuerza, se puede trabajar con más intensidad, eso ya pasa a ser más como una excusa, eso no influye en nada. Uno cuando juega se le olvida todo”. Esto lo explica aún más Natalia cuando dice que: “Personalmente a mí me ayuda a hacer ejercicio porque me quita el dolor, no soy de sentir mucho dolor y no me dura mucho pero el ejercicio siempre me quita el dolor, ósea calentar en el ejercicio siempre ha sido bueno. Algo tienen las mujeres es que si pasamos mucho tiempo juntas, yo no sé por qué, pero la regla se sincroniza entonces nos llega a todas igual entonces eso a veces puede ser y sin darse cuenta pero es algo perjudicial digamos para el entrenador o más personas e influye la regla más como en el aspecto sentimental y hormonal y la civilidad y todo eso, pero personalmente siempre me ayudado el ejercicio en eso”. Estas son diferentes maneras en que se manifiesta la relación entre las mujeres, su ciclo menstrual y la práctica de juego, en tanto que manifiestan diferentes estrategias, interacciones y desarrollos.

Por otra parte, el siguiente aspecto fundante de la concepción cultural de mujer, reforzada a través del discurso biologicista se refiere a la maternidad. Esta construcción de lo que debería ser una mujer en Colombia a partir de su rol social (Curiel, 2013) se ve limitada o rechazada en función de la práctica del fútbol por dos motivos principales. Por un lado, el tiempo que demanda a maternidad aleja a las jugadoras de los campos de juego por lo cual no es deseable como proyecto a mediano plazo. Recordemos que más de 4 millones de niños en Colombia nacieron de madres entre los 10 y 19 años de edad para el periodo 2008 a 2014. Las jugadoras acá analizadas han trascendido este margen de concepción juvenil, toda vez que han priorizado la práctica del juego. El deporte aquí funciona en contra posición al discurso de la maternidad. Un debate internacional que se ha dado al respecto, reseña la manera en la que la maternidad afecta la continuidad deportiva y la valoración de las jugadoras56. Este fenómeno no ocurre en el caso de los hombres quienes no ven limitada o interrumpida su carrera deportiva, dado que no tienen transformaciones en su cuerpo ni se

56 Véase el caso de las tenistas en el circuito profesional de la WTA, quien hasta ahora ha dado el debate para mantener el ranking deportivo a las jugadoras que estén en estado de embarazo para no afectar su carrera profesional.

81 ven afectados por el tiempo de gestación que este implica. En otra vía el rechazo hacia la maternidad se da gracias a la transformación corporal y la dificultad a su adaptación física después del embarazo. Katherine respecto a la maternidad lo percibe así: “Para mí sí, yo creo que bloquea ese tema, son fijo nueve meses que no vas a jugar, y son meses más que tampoco vas a jugar, entonces sí”. Como se puede ver aquí puede ver un deseo hacia la maternidad pero el juego mismo hace que se reconsidere: “Yo quiero ser mamá pero son muchos meses los que tengo que estar ahí sin jugar”. Desde esta perspectiva las mujeres transitan un rumbo distinto frente a la maternidad esperada socialmente.

Este recorrido por diferentes aspectos del cuerpo permite ver las diferentes dinámicas que generan una experiencia desde el cuerpo a partir de la práctica del fútbol. La concepción del cuerpo se transforma a partir de diferentes contrastes entre el juego y el discurso, el desarrollo corporal manifiesto en diferentes prácticas técnicas, de cuidado de sí frente a lesiones, dolores y procesos biológicos va cambiando y adaptándose al juego mismo. A su vez, se crean diferentes prácticas de manifestación del cuerpo y sus expresiones, así como adaptaciones para la continuidad y cotidianidad de la práctica del juego. Este recorrido evidenció diferentes instancias de la experiencia corporal de las mujeres para mostrar los entrecruces discursivos versus las sensibilidades que experimentan las mujeres. La subjetividad nómade canaliza los tránsitos que viven las mujeres de maneras complejas pero articuladas de manera consiente y vívidas por las jugadoras entrevistadas.

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Aprendizajes sociales y culturales

A medida que las mujeres entrevistadas van recorriendo su trayectoria con el fútbol no solamente van teniendo experiencias corporales, si no también ciertos aprendizajes culturales. La perspectiva de análisis que desarrollo aquí da cuenta de tres procesos distintos en términos de comprensión de su lugar afectivo, la posibilidad de la construcción de un proyecto de vida, y un trabajo emocional que pueden leer no solamente en sí, sino también en su entorno social. Aquí es fundamental poder entender estos ámbitos de conexión con el ordenamiento social de valores asociados con el fútbol y de prácticas que se construyen alrededor de él. Tania es la mejor entrada para hablar en este punto: “de alguna forma me hizo madurar, ser persona, compartir con gente, conocer mil personas de cualquier lado, con entrenadores, cualquier tipo de persona lo hacen ser a uno persona también, la enseñanza de crecer con el fútbol es genial, se convierte en el mundo de uno”.

A nivel individual las jugadoras refieren la posibilidad de la construcción de un proyecto de vida en el fútbol, como se mostrará más adelante cuando hable de la profesionalización. Lo que defenderé aquí es que la práctica del fútbol está construida como una perspectiva que puede ser real en tanto se evidencia pero que se va construyendo siempre desde la imaginación y no desde la certeza de un camino a seguir determinado. Tania dice al respecto que: “Hasta que conocí en realidad que estaba pasando con el fútbol femenino en Bogotá pensé que podía, estaba en auge estaba creciendo, incluso llegue a jugar partidos con las superpoderosas yo obviamente quería estar en la selección pero por el tema de universidad no, pero cuando estaba pequeña ni idea, porque yo que iba a saber que el fútbol femenino iba a llegar a ese nivel, nunca lo pensé, jugar fútbol pero a nivel profesional no va a pasar. Sobre todo por la percepción de la gente, fútbol y mujeres no, pero ya cuando vi ese nivel y como estaba creciendo el fútbol dije me encantaría, supe también que en el exterior estaba más consolidado, los mismos equipos profesionales de los masculinos estaban ya en femenino entonces pues ahí lo pensé”. Esto proyecta a las mujeres fuera de la norma social de aspiraciones en términos profesionales, dando una línea de fuga al ordenamiento social basado en género.

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En términos de aprendizajes emocionales las jugadoras reseñan aspectos como la disciplina y la perseverancia. Tanto Katherine como Natalia reseñan dos factores de aprendizaje a partir del fútbol. Este trabajo implica una transformación y una progresión camino a la consolidación de estas prácticas no solo en el juego sino también en la vida misma. Katherine dice sobre esto: “Un poco de paciencia, aprendí con el fútbol a serlo, inicialmente me desesperaba mucho, al inicio de un partido yo echaba madres y pegaba, pero ya ahora lo manejo más, siento que en general en la vida las cosas deberían ser así, tú tienes que calmarte y pensar para tomar la mejor decisión”. Esto lo profundiza Natalia al reseñar que: “entender que pasan esas cosas en la vida y uno tiene que saber salir de esa presión y manejar ese tipo de personas”. Pero este reflejo de trabajo emocional también se aplica al ámbito profesional o de relaciones laborales fuera del contexto del fútbol, tanto para sí mismas como para su lectura del mundo social. Daniela reseña que: “Compañerismo, la agilidad también la aplico mucho en el trabajo, soy una persona muy fuerte, en mi trabajo toca ser fuerte y toca ser resistente, entonces si yo no fuera una persona que aguantara tanto tiempo jugando un partido, jugando todo un domingo hasta 3, 4 o 5 partidos que suelen pasar, no de fútbol 11 pero si en constante actividad física entonces si no fuera por eso no podría rendir de la mejor forma”. Los aprendizajes no solamente vienen desde la parte emocional individual sino también de una forma de reconocimiento de los otros a través de los valores asociados con el fútbol57.

Pero, ¿cuál es un aprendizaje que aparece de forma reiterada en los relatos como una construcción desde el modo de presencia masculino? El contacto físico que se da en el choque durante el juego es lo que más resaltan las entrevistadas como una construcción que venía desde los otros. Dada la formación purista y virtuosa de las mujeres en donde se debía cuidar el cuerpo de todo maltrato (Pedraza, 2011, pág. 60), no se asume como una posibilidad el contacto físico, y su consecuente correlato respecto a lo que genera en la subjetividad. Este aprendizaje del contacto se va reforzando a medida que pasan diferentes experiencias de formación con hombres. Estas hacen que ellas estén moviéndose entre un

57“Como uno juega uno es en la vida. Uno no puede dejar de ser por jugar fútbol, uno refleja la persona que uno es en la cancha, es la persona que va y da la mano, la persona que se emberraca o la persona que niega un pase, todo eso es porque así es uno en la vida, entonces he aprendido a diferenciar a las personas y saber quién es amigo y quién no, o con quién me quiero meter o con quién no”. (Natalia Ortiz)

84 modo de presencia masculino en su formación, así como una exposición en términos físicos para poder fomentar estas dinámicas de miedo/potencia para después irlos reforzando a su entrada en el trabajo universitario. Esto se explica a través de los mensajes que los entrenadores fomentan en ellas y las practicas asociadas para que aprendan el tipo de juego que desde el fútbol masculino se construye. Hablando acerca de su sensación con el contacto Angie reseña que al entrar a la universidad a jugar fútbol ella sintió el cambio frente a las dinámicas de contacto: “En el fútbol sala cuando a ti te tocan es falta, o sea el fútbol sala no es de contacto, pero cuando yo tuve ese cambio al fútbol me dio durísimo porque obviamente las viejas a ti te pegaban, yo cogía un balón y te empiezan a agarrar la camiseta, te rasguñan porque sí, eso pasa, te alzan el pie y te meten un tachazo, ese contacto si me dio durísimo. De hecho yo salía muy golpeada hasta que el profesor me dijo, ‘usted tiene que aprender o aprender a aguantar esos golpes o esquivarlos’ […] Realmente me emputa porque en un partido cuando me rasguñan o jalan me sacan del partido, porque yo digo ‘jueputa por qué hacen eso, por qué no pueden ir por el balón’ pero realmente como que el deporte lleva a eso”. Además como relata Natalia respecto a su formación con el contacto en su etapa por la liga de Bogotá: “De saber que así juegan y que si me juegan así es por algo y que a los calidosos, a los volantes les pegan más que a otros”. Este modo de presencia masculino refuerza el ideal de contacto e induce a que ello suceda de forma consciente y constante por parte de las mujeres que lo van aprendiendo, en donde se enseñan los valores de agresividad y resistencia frente al contacto malintencionado de otros.

Si bien las jugadoras en los relatos asumen que esto deviene como parte natural del juego, también lo que manifiestan es que estos aprendizajes devienen de sus entrenadores. Además estas manifestaciones de contacto se refuerzan según roles y posiciones dentro del campo. Por una parte se aprende la agresión consciente58 pero además estrategias de defensa frente a esta dinámica59. Estas manifestaciones de contacto son aprendidas y han

58 “Entonces como me volví volante 10, a mi realmente me pegaban mucho jugando y yo me ponía muy brava por eso, no porque me pegaran sino porque no dejaban jugar, a mí no me parecía lindo ese juego, y ahí me enseñaron que así era, que yo tenía que aprender a jugar con esa presión y con ese tipo de juego” (Natalia Ortiz). 59 “No dejarme dar. Ser yo la primera que da” (Daniela Freites).

85 sido formadas a través de la experiencia de juego pero también como mensaje desde una visión centrada en la validación de la violencia.

Otro de los aprendizajes sociales que tienen las jugadoras se refiere al reconocimiento de unas estructuras sociales afectivas con las cuales construyen un nosotros colectivo (Elias, 1990). Las dinámicas de relacionamiento social se enfocan en la primacía del fútbol como espacio desde el cual se ha construido sus interacciones más fuertes. Natalia dice sobre las ganancias sociales que ha tenido con el fútbol lo siguiente: “Yo creo que la alegría y lo que te digo, el hecho de trabajar en equipo aporta toda la vida, en la parte laboral, en lo familiar, en todo. Conocer temperamentos, conocer caracteres, lo hablo más en la forma mental, porque físicamente siempre he sido deportista, sea fútbol o no”. Esta forma de leer la sociedad a partir de lo que ha obtenido desde el fútbol como campo de aprendizaje muestra que la lectura de su contexto está condicionada a lo que sucede en el juego. Esto también lo muestra Daniela al hacerle la misma pregunta: “Compañerismo, la agilidad también la aplico mucho en el trabajo, soy una persona muy fuerte, en mi trabajo toca ser fuerte y toca ser resistente, entonces si yo no fuera una persona que aguantara tanto tiempo jugando un partido, jugando todo un domingo hasta 3, 4 o 5 partidos que suelen pasar, no de fútbol 11 pero si en constante actividad física entonces si no fuera por eso no podría rendir de la mejor forma”. Como se ve en los relatos anteriores, el trabajo en equipo es un tema fundamental que se ha ido formando a través de la práctica del fútbol y que no solo aporta satisfacciones colectivas sino individuales en otros ámbitos de la vida. Esta construcción es lo que permite entender el sentido de nosotros que hay en las jugadoras y que se construye a raíz de la práctica futbolística.

Sumada a este aprendizaje, se estructuran sus relaciones sociales basadas en el entorno del fútbol, como ya mostré en el apartado sobre entornos y contextos. Pero aquí la pregunta se enfoca hacia el tipo de ventajas sociales que han aprendido a reaccionar de forma estratégica estando en el espacio del fútbol. Natalia reseña que: “Jugar fútbol y saber de fútbol a mí me ha servido como ventaja con los hombres porque normalmente al hombre le gusta el fútbol, entonces cuando encuentra una mujer que sabe y le gusta es un plus, y que los acompañe si juega y que comparta esa pasión así sea de diferente equipo, poder hablar

86 de fútbol con una mujer que sabe de fútbol es un punto a favor”. Esta legitimación de su rol en un entorno masculino a partir de su conocimiento muestra cómo se construyen relaciones afectivas desde el diferencial futbolístico. Incluso el condicionamiento del fútbol se da en términos del tiempo que es posible dedicar a las relaciones afectivas60, o la dinámica en que tendrían que condicionar a sus parejas61.

En conclusión, el fútbol se convierte en un espacio de aprendizaje respecto a temas que, si bien se podrían construir de otra forma en sus vidas, aquí en los relatos aparecen referidos a la práctica del fútbol. La construcción de proyectos de vida, los aprendizajes en términos emocionales y físicos como lo es la paciencia, la disciplina y el contacto, devienen de la práctica del juego para estas jugadoras. A estos aprendizajes individuales se le suman los aprendizajes de tipo social respecto a la construcción de un nosotros, la observación de patrones y dinámicas sociales, así como el condicionamiento de sus relaciones afectivas. Todo esto está mediado no solo por la práctica del fútbol mismo, sino que también pasa por la construcción de mensajes en función de un modelo de valores asociados a la masculinidad. Pero no solo lo reciben desde ese lugar masculinizado sino que lo pueden establecer como un punto de fuga frente a dinámicas de relacionamiento que culturalmente se asocian contrarias a la construcción de una feminidad en un campo laboral, en su construcción subjetiva y en su relacionamiento social.

60 “En cuanto a relaciones afectivas no me ha ido tan bien por el tema del tiempo, yo sé que hay tiempo para todo pero realmente el fútbol a mí me quita mucho tiempo y lo académico, que yo prefería estar en eso que a estar con una persona porque digamos que nada te asegura que una persona va a estar contigo, pues porque ya he tenido experiencias anteriores en donde lo he dado todo y me sacan la mano y uno vuelto mierda, y en el rendimiento ese tema afectivo si lo afecta a uno mucho en su rendimiento tanto académico como profesional” (Angie Valbuena). 61 “Nadie quiere estar conmigo porque obviamente si uno quiere estar con una persona tiene que corretear. Creo que una de las razones para no estar con mi mamá era que estaba mamada de sus shows todos los domingos y sábados, "usted a qué hora va a llegar y tal, se la pasa jugando fútbol y qué le pasa", entonces qué mamera. Y pues obviamente una novia, si no le gusta el fútbol pues sería terrible, es difícil y se vuelve fastidioso para alguien que esté al mismo ritmo, que corretee, que vaya los domingos y ese ritmo, o alguien que no le interese más nada y no tenga nada más que hacer y pueda seguirle el ritmo a uno porque es que son todos los sábados y domingos, es que es increíble, yo no tengo domingos.” (Daniela Freites)

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Entrenamiento

El entrenamiento deportivo es el medio por el cual las destrezas y capacidades físicas se cultivan, desarrollan y promueven para así llegar a un nivel de competencia e interiorización del juego que permita desempeñarse de mejor forma. En este espacio de interacción y formación se desarrollan para sus participantes no solo los componentes físicos sino también diferentes emocionalidades, aprendizajes sociales y visiones frente a sí mismas y la práctica del fútbol. En esta sección es de mi interés describir los lugares, tiempos, conceptos y ganancias que se obtienen y dinamizan en el entorno exclusivo del entrenamiento deportivo. Además mostrar el rol del entrenador en la vida de las jugadoras y los mensajes que de este rol devienen.

Desde inicios de los años 90, las escuelas de formación deportiva para mujeres fueron limitadas y escasas. Tal como muestra Néstor Martinez, el inicio del fútbol femenino en Colombia se dio con el primer cuadrangular interligas que se realizó en 1991 con la participación de los equipos de la Universidad Nacional62, el Club Indutorba63, el Club Pavoline, Escuela de Fútbol Vida, siendo presumiblemente estos de los primeros espacios de entrenamiento deportivo para mujeres de los que se tiene rastro. Unos de los equipos más representativos de formación deportiva para mujeres han sido la Escuela de Fútbol Formas Intimas en Medellín, la Escuela de Fútbol Carlos Sarmiento Lora64 en Cali, y el Club Basser en Bogotá. Este panorama del fútbol femenino lo que permite evidenciar es que los esfuerzos de formación deportiva no han venido por parte de las instituciones deportivas tradicionales, como por ejemplo clubes deportivos como Millonarios, Santa Fé, Atlético Nacional, América o Cali, sino que la formación provenía de iniciativas de industriales o escuelas locales amateur. Así mismo, el desarrollo de los equipos departamentales por esta época fue fundamental para promover los entrenamientos deportivos y la estructuración de torneos interligas siendo en Bogotá el primer torneo en 1990 y siendo campeón el Valle del Cauca (Rosero Pedreros, 2015, pág. 34). Gracias a este

62 Primera universidad con equipo femenino. 63 Empresa industrial de tornillos y repuestos. 64 Empresario de la industria azucarera en el Valle del Cauca.

88 panorama fue que las entrevistadas después pudieron acceder a espacios de formación deportiva. Pero lo importante en esta sección es mencionar cuáles son las dinámicas que ellas reseñan frente a su experiencia con los entrenamientos.

En términos descriptivos, los espacios de entrenamiento formal se dieron para las mujeres entrevistadas en el espacio del colegio o la universidad; solamente Daniela pudo contar con el apoyo de su abuelo para tener una experiencia de entrenamiento a corta edad, y en un espacio distinto como lo era un parque público, aunque cabe recordar que estos entrenamientos se dieron con hombres. De esta manera, los entrenamientos hacen parte de determinaciones de clase y de recursos económicos que lo permiten, dado que no todas contaban con escuelas de formación especializadas para mujeres, y tuvieron que esperar para que desde el colegio y en la universidad se abriera dicha posibilidad.

Así mismo, la dedicación en términos de tiempo podía fluctuar dependiendo del grado de formalización que tenía el juego. Esto se puede ver en el continuo que va desde Katherine hasta Angie quienes reseñan como el tránsito entre el colegio y el fútbol profesional determinaba la intensidad de los entrenamientos. Katherine cuenta que cuando ella comenzó a entrenar con el equipo del colegio entrenaba los días martes y jueves durante dos horas cada día, mientras que Angie relata que los entrenamientos se daban todos los días mientras estaban en ciclos de preparación para los partidos de la Selección Colombia. Por otra parte, en términos de tiempo la edad de entrada en los entrenamientos se daba entre los 12 a 15 años para las mujeres entrevistadas, mientras que en el caso de los hombres se da a muy temprana edad como los 5 o 6 años. Esto genera que la adquisición de conceptos a través del entrenamiento sea desigual, y por tanto, no permita desarrollar a plenitud las capacidades técnicas y cognitivas de las jugadoras. En este sentido se expresa Agustín Julio cuando dice que: “En la escuela a un niño le enseñan como parar un balón, como deben cuidarse, hoy en día nos toca empezar de cero con ellas, o algunas”. Veamos qué efectos tiene este hecho.

Uno de los principales aprendizajes frente al fútbol es la comprensión técnica del juego lo cual implicaba un contacto recurrente con la práctica del mismo, y por tanto una apropiación que le permite desenvolverse de mejor forma. Agustín Julio reseña “Al

89 principio tú lo hablabas de ciertas palabras tácticas a la jugadoras, hoy en día tiene más entendimientos, les dices que hay que doblar, ya saben que es doblar, antes no sabían que era doblar, que limpie la pelota, sacarla al costado, son cosas que ellas han adquiriendo han ido aprendiendo a medida de que nosotros estamos al frente de esto”. Esto se confirma cuando se pregunta a las jugadoras por las primeras experiencias de entrenamiento y dicen que “…yo no sabía prácticamente nada, ni centrar el balón…” (Tania) o “ahí les pedí a mis papás que me metieran, ahí fue la primera formación en la que yo, a pesar de no saber por qué, uno nace ya sabiendo tirar un pase y eso, pero ya a uno le enseñan más técnica en eso. Entonces ya entendí que el pase era con el borde interno, aunque ya lo hacía pero ya había alguien que lo enseñara” (Natalia). Estos aprendizajes son los que permiten que el desarrollo del juego sea mucho más exitoso para las jugadoras y que puedan labrar un camino a partir de las habilidades potenciadas por el espacio de entrenamiento. La línea de fuga que se presenta aquí es poder pensar como podrían ser las historias de vida y carreras de jugadoras que cuenten con esta formación de base. Tanto Paula como Angie son reflejo de la importancia y resultado del desarrollo deportivo cuando se entrena a edades más tempranas (ambas a los 9 o 10 años).

Otro aprendizaje técnico que se ve desde la formación que hacen los hombres en los entrenamientos deportivos es la “maña”, o en otras palabras, estrategias para sacar ventaja. A este respecto cuenta Agustín Julio: “Pienso que son muy vivas tenemos esa malicia indígena "a veces" me ha tocado enseñarles, inculcarles que tienen que ser más maliciosas a la hora de recuperar el balón porque son muy ingenuas todavía, en ese sentido. De maldades en el terreno del juego para una jugada para pasar de pronto bien el balón, son muy buena gente”. En este sentido, el modo de presencia masculino aparece como un formador de prácticas de oportunismo, que en ocasiones va acompañado por un acto de agresión o violencia. Natalia cuenta que su entrenador en la universidad “Ya más grande y más formada de 17 o 18 años, mandaba a las otras jugadoras a halarme la camiseta, a no dejarme pasar, que yo supiera jugar con eso y no pelear y no decirle al árbitro y no pedir

90 falta”65. Lo que evidencia esta dinámica es el carácter violento con el cual han formado los hombres a las mujeres entrevistadas, característica que no es natural del juego mismo sino que es aprendida. Agustín Julio lo precisa de la siguiente forma: “Lo importante no es dejar que de pronto se infecte con la polución que había en el fútbol masculino. Que no sean mañosas, ellas son "vírgenes" en ese sentido, de que no pierdan ser amateurs”. La distinción aquí se da entre un fútbol masculino marcado por este tipo de prácticas versus un fútbol femenino que podría aprenderse de formas menos violentas. Las subjetividades aquí juegan entre una interiorización de la violencia históricamente asociada con valores masculinos versus la posibilidad de entenderse como facilitadoras de otro tipo de valores en la práctica del fútbol.

Por último, las jugadoras reportan otras ganancias en términos físicos y relacionales que sin el entrenamiento no habrían podido lograr. Katherine explica que el poder estar en contacto durante la semana con las compañeras con las cuales juega cada fin de semana le permitía tener mayor entendimiento durante el juego con ellas y un mejor rendimiento a lo largo del partido. Así mismo para Natalia el superar las dificultades que le ponía su entrenador le permitió desarrollar habilidades de liderazgo y de manejo de situaciones problemáticas, y que son fácilmente aplicables en otras esferas del mundo social como ya lo mostré en la sección de aprendizajes sociales.

De esta forma, tal como mostré al inicio de este acápite el espacio de entrenamiento deportivo está atravesado por determinaciones de género en función de la edad de entrada a este espacio pero también el acceso a ciertos lugares de entrenamiento que no eran habitualmente habitados por ellas. Además se cuentan distintos elementos técnicos que devienen de una visión particular que tienen los hombres de ver el fútbol, expresando el modo de presencia masculino en el entrenamiento deportivo, sin contar que son la mayor parte de los casos quienes ejercen este rol para las mujeres. Muy pocas son las experiencias de entrenadoras que como Liliana Zapata hayan hecho formación de base con niñas que

65 Esto es una de las ganancias en términos socio-emocionales que más adelante reseñaré “[…] y tenía que sacar adelante mi equipo como líder, él me puso como líder de ese equipo y eso fue muy importante para mí porque me puso una responsabilidad que yo nunca había tenido, él se llama Juan Carlos. Él me enseñó el fútbol 5 que para mí ahora es muy importante porque es realmente solucionar en un espacio supremamente reducido […]”.

91 estén comenzando el fútbol. Un ejemplo de esto es lo que cuenta Paula Botero de su experiencia con Liliana como entrenadora en Formas Intimas quien les inculcó el principio de perseverancia a pesar de la adversidad y sin ser desleales a sus rivales. Esto podría ser un ejemplo de los procesos de formación con modalidades de presencias femeninas que escapan a este estudio por cuanto no era un patrón recurrente en las entrevistadas pero queda abierto como posibilidad de investigación para el análisis de nuevas generaciones de jugadoras.

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Jugadoras de fútbol

En el contexto de intenso crecimiento estadístico del fútbol66, cabe hacerse diversas preguntas sobre las prácticas institucionales, económicas, profesionales que rondan el marco del juego. Cuestionarse acerca de estos aspectos siempre será necesario para entender los vínculos de poder que se entretejen para las mujeres futbolistas en ese proceso de interiorización de las prácticas y los entornos globales que las aseguran, toda vez que allí van caminando nuevas formas de ser y permanecer, subjetividades nómades que dialogan con diversos poderes.

Así pues, y siguiendo la línea de análisis trazada por Norbert Elias y Eric Dunning (Elias, La génesis del deporte como problema sociológico, 1995), el proceso de deportivización está enmarcado por diferentes procesos que son reflejo del grado de desarrollo industrial y cultural de la sociedad analizada. El panorama que trazo en el presente capítulo establece una línea argumentativa en la cual la deportivización del fútbol femenino logra subjetividades en interacción con el capitalismo, sus relaciones de poder y su forma de organización social. Esto genera que las seis mujeres entrevistadas solo pudieran pensar en su proyecto vital cuando cierto desarrollo institucional se los permitiera, lo que a su vez incide en la adquisición de “los conocimientos para interpretar y pensar el deporte como una actividad de competencia, rendimiento, éxito, triunfo, resistencia y disciplina en las que se jerarquizan y especializan cada parte del cuerpo, así como sus sentidos” (Huerta Rojas, 2002, pág. 54). De esta forma, el recorrido que examino aquí es reflejo del grado de conocimiento que tienen las jugadoras entrevistadas respecto a la institucionalidad que garantiza el juego profesional.

La ruta que seguiré apuntará en la dirección antes mencionada y está dividida en cuatro esferas fundamentales: en primer lugar, evidenciaré el panorama institucional que existe en el país junto a sus dinámicas de crecimiento y estado actual, para después ahondar en el

66 En el caso Europeo, un Informe de la UEFA para 2017 muestra que se han incrementado sostenidamente la participación de jugadoras (50% más de 2013 a 2017), entrenadoras y jueces de campo (2.000 mujeres aproximadamente por año) e instituciones (35% más en el mismo periodo) (UEFA, 2017).

93 contexto económico que debe asegurarse para que esta aspiración profesional sea real. Posteriormente, analizo la institución que, por excelencia, ha “deportivizado” el fútbol femenino, y el fútbol en general, a saber, la industria cultural de los medios de comunicación. Por último, presento el producto cristalizado del proceso de deportivización, esto es, la jugadora de fútbol, aquella que ya no practica el fútbol como desarrollo de su afección al movimiento, sino que ahora ve el fútbol como modo o estilo de vida productivo. Este es un tránsito subjetivo importante que mueve el piso ontológico de las mujeres entrevistadas, y por tanto, las hace ser nómades del espacio social entrecruzado por poderes muy específicos. Angie Valbuena sintetiza la presente discusión de la siguiente forma hablando del torneo profesional en Colombia: “Pienso que abrió las puertas a muchas niñas que tal vez tienen ese sueño de cogerlo como un estilo de vida porque realmente uno se da cuenta cuando está en el profesional que uno puede vivir de esto, si te das cuenta todos los jugadores europeos ganan mucha plata, y hacen lo que realmente les gusta. Pienso que en estos años le abrieron esa oportunidad a esas niñas chiquitas que vienen con ese sueño de coger el fútbol como un estilo de vida, potencializarlo porque realmente creo que es el deporte con mejores ingresos económicos porque tú puedes vivir de eso”. Aquí lo que se puede analizar es que no hay referencia a la vocación de trabajo, a hacerlo un oficio de tiempo completo o perfilarlo como una carrera profesional direccionada, sino que, el panorama institucional no permitía pensarse el juego como una práctica sostenida y sustentable para ellas. Veamos entonces de qué manera ocurre esto.

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Institucionalidad

Desde la narración de las experiencias de las jugadoras, las condiciones institucionales surgen como un factor determinante para que ciertas prácticas puedan darse. En este sentido, la organización institucional posibilita la entrada y el desarrollo de dinámicas de formalización y profesionalización del juego para las mujeres entrevistadas. Siguiendo a las estructuras estructurantes de Bourdieu, en tanto que condicionan los habitus y campos en los que se desenvuelven las jugadoras, las instituciones inextricablemente determinan los estilos de vida que seguirán estas (Bourdieu, 2012). Por esta razón, es necesario analizar el contexto institucional que existe en Colombia para poder jugar al fútbol de forma sostenida en el tiempo y con el reconocimiento económico que se requiere para ello. Para esto haré un recorrido por prácticas que desde las narrativas emergieron y que tienen relación con el cuerpo en tanto que lo movilizan y atraviesan, y cómo consecuentemente se generan una serie de condiciones físicas, sociales y de vida para dedicarse al fútbol. Posteriormente, describiré el contexto en el que estas jugadoras han tenido que emerger, a sabiendas de la lucha que se ha dado para formar una Liga Profesional que garantice la dedicación al juego. Aquí surge un análisis desde la política pública que ayuda como primer formador de los espacios de juego formal, pero se va dando en tránsito hacia la financiación privada, lo cual denota el tipo de influencia económica desde la cual se promueve el juego. En tercer lugar, expondré algunas características de esta institucionalidad en términos de patrocinio a la formación de base y las garantías laborales que hacen posible que las mujeres se dediquen o no a la actividad profesional del juego. Por último, haré una breve reflexión frente a los espacios de dirección deportiva de la Selección Femenina de Fútbol que siguen determinados por la presencia masculina con su correlato de valores. Con este recorrido pretendo demostrar que las mujeres constantemente se mueven entre determinaciones institucionales que están encuadradas en dinámicas económicas de mercado, y espacios de toma de decisiones copados por los intereses de los hombres (políticas públicas, dirección deportiva, inversión) que genera un relacionamiento con poderes estructurales de forma diversa y compleja.

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Para iniciar este análisis, y siguiendo con la temática de cuerpo que venía desarrollando en el capítulo anterior, existen ciertas características que como veremos determinan el desarrollo de las mujeres en su práctica deportiva formal. Los factores que surgen están asociados a la permanencia de los entrenamientos y estar involucradas con esta práctica de forma cotidiana. Esto acerca y pone en contacto constante a las mujeres para que puedan ir ocupando este espacio y formando sus cuerpos para el juego permanente y de alta intensidad. Tania al narrar las dificultades que tuvo para seguir el camino profesional mencionaba que los entrenamientos exigían una dedicación que ella no se podía permitir y que demandaba una elección de vida: “[…] me tocó alejarme del fútbol, por la universidad y los entrenamientos, no tenía tiempo para ambas aficiones […]”. En este sentido, ella tendría que cumplir con una condición indispensable que sería la dedicación para su formación técnica en los entrenamientos a costa de otras prácticas como lo podría ser el estudio, el trabajo u otras formas de vida. Esto se refuerza con los horarios que se manejan para los entrenamientos que pueden ser tres o más días a la semana con una duración tan prolongada de hasta 5 horas diarias; en palabras de Agustín Julio: “hoy los entrenamientos son diarios, antes iban a entrenar cuando ellas podían, hoy no”. Pero no solo esto ocurría, sino que a nivel institucional se impone un modelo de desplazamiento que genera que las mujeres deban transportarte por la ciudad hasta enclaves sociales a los cuales es costoso y dispendioso dirigirse. Así pues, para desarrollarse en el campo del fútbol se hace necesario cumplir con ciertos requerimientos institucionales que son de difícil reafirmación por lo que implican para estas mujeres, a saber dedicar sus tiempos y desplazamientos cotidianos que no se compensan con una contraprestación económica como ya se verá más adelante.

Sin embargo, esta apenas es la punta del iceberg que enmarca el contexto institucional. Para entender más acerca de estas dinámicas es importante referirme a la manera en como se ha estructurado la institucionalidad del fútbol femenino en Colombia. En las narrativas de las entrevistadas, aparece un modo de institucionalidad ligado al sector público, o mejor aún, aparejado al espacio público aunque organizado desde una institución como lo es la Difútbol, división encargada del fútbol aficionado dentro de la Federación Colombiana de Fútbol (financiado por capitales económicos privados desde la FIFA y la CONMEBOL).

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Tal como lo describe Lilia Rosero, desde el año 1991 se comenzaron a realizar torneos específicos para mujeres a nivel FIFA, y de esta manera se dio un mandato oficial para que en las diferentes Federaciones dieran un apoyo a esta modalidad de juego, coordinando acciones entre los equipos regionales por medio de las Ligas Departamentales (Rosero Pedreros, 2015, pág. 31). Esta estructura ayudaría a que jugadoras como Tania, Daniela, Natalia o Paula pudieran emerger en el campo del fútbol. Tania, por ejemplo, cuenta que en el colegio “jugué un torneo con un equipo de fútbol en el Retiro, Antioquia y allá iba mucha gente”, o Daniela que cuenta cómo accedió a jugar al fútbol gracias a su pertenencia a la Escuela de Toto Rubio, lo que la llevaría a jugar en la Selección Atlántico; esto sucede de igual forma en Paula con su participación en la Selección Antioquia o Natalia quien jugó en la Liga de Bogotá. Tal como se describe en el anexo 1 todas estas jugadoras crecieron en la emergencia del patrocinio formal y directo a nivel institucional de los años noventa, y por tanto, vivieron el desarrollo del juego ligado a la pertenencia a estos equipos departamentales. Si bien el primer torneo femenino se dio gracias a la articulación de cuatro equipos (Universidad Nacional, Club Indutorba, Club Pavoline y Escuela de Fútbol Vida), los torneos que catapultaron el fútbol femenino fueron organizados de por la Difútbol (División Aficionada del Fútbol Colombiano, dependiente de la Federación Colombiana de Fútbol) desde 1991 con un momento cumbre por resultar que fue la participación de Colombia en 1997 en el primer Torneo Suramericano Femenino en Mar del Plata en Argentina, siendo el combinado nacional formado por integrantes de diversas ligas departamentales. Mujeres como Myriam Guerrero, primera capitana de la Selección Femenina de Fútbol, emergieron gracias a sus apariciones en dichos torneos fomentados por Difútbol. Esto es fundamental porque marca el lugar desde el cual se posicionaban las mujeres para vincularse a un equipo formal en ese momento, mientras que ahora con el surgimiento de la Liga de Fútbol Profesional se hace desde clubes de carácter privado, descontando las ligas departamentales que han aportado al talento de las jugadoras y han desarrollado desde diferentes enfoques el fútbol femenino de base, pero no son valoradas ni contadas con la misma importancia que antes se le daba.

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De esta manera, lo que emerge aquí es el carácter económico desde el cual se puede entender el desarrollo institucional del fútbol, que en el caso colombiano está ligado a la articulación entre la iniciativa privada de organizaciones no gubernamentales como la FIFA, pasando hacia una financiación eminentemente privada que encuadra la estabilidad de los proyectos deportivos. Sin embargo, esto genera que las mujeres se vean forzadas a relacionarse con las dinámicas de mercado que trae aparejado el financiamiento desde lo privado. De esta forma, parte de la subjetividad de las jugadoras está determinada por dicha dinámica económica institucional.

Ahora bien, ¿Cuál es esa realidad que se constituye a partir de ese marco institucional? En primer lugar, se observó que el fútbol femenino no cuenta con escuelas de base que formen a las mujeres desde tempranas edades y puedan llevar un proceso continuado a lo largo de los años si no que se sustenta sobre escuelas de bajo impacto o escuelas de formación de corto alcance que funcionen de manera independiente. Esta falta de procesos de formación de base genera que mujeres como Natalia o Daniela, no pudieran concebir una perspectiva profesional desde corta edad. Al respecto Natalia menciona: “Somos nosotras las grandes, las de mi edad que vemos la oportunidad que están comenzando a tener y ya lo ven como algo más frecuente y más como carrera, antes yo creo que ninguna de nosotras lo veía como carrera, nunca. Nunca lo vi así y nunca me enteré que había algo así, que uno podía jugar en Estados Unidos, conseguir una educación, o Portugal o Brasil, nunca de pequeña lo vi así. No existía para mi esa posibilidad, siempre fue un juego entonces es chévere que ahorita si las niñas pueden creer en eso y está abierta la posibilidad y conocen la oportunidad de eso y lo que les puede significar y que si se pueden dedicar a eso, ellas quieren”. De esta manera, se denota la importancia de los procesos de base para la proyección de estas jugadoras y la imperiosa necesidad de construir subcategorías para iniciar la formación desde la infancia y guiarlas durante todo ese proceso de una manera coordinada por parte de las instituciones. Si bien estas categorías existen para la Federación lo que sucede es que los ciclos de entrenamiento son ocasionales, las direcciones técnicas de los equipos no son claras y los partidos de formación son escasos; aunque cabe acotar que Colombia es privilegiada hoy día por los éxitos deportivos que han cosechado en la

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última década, lo que ha generado que haya un mayor apoyo que en otros países de la región (Elsey & Nadel, 2016).

En segundo lugar, las jugadoras destacan la falta de continuidad que ofrecen las instituciones o clubes dado que están inmersos en dinámicas laborales y económicas del capitalismo. Esto es así en dos sentidos, por un lado dado que las mujeres necesitan tener una dedicación de horarios pero también de desplazamiento, esto implica un problema de clase en tanto que la mayoría de estas jugadoras provienen de entornos sociales, periféricos (a nivel región y en lo urbano) y deben desplazarse hacia los lugares ofrecidos por las instituciones que son de difícil/costoso acceso lo que implica un problema de clase (analizar si se puede incluir geografía feminista). Tania, Daniela y Natalia se refieren a este factor como determinante a la hora de seguir en las dinámicas del fútbol profesional. Pero, ¿a qué se debe esta dinámica? Desde sus relatos, se refiere más a lo económico y no a lo que parecería culturalmente aprendido, y es que la movilidad por el espacio de la ciudad esté determinada y negada gracias a un miedo o falta de seguridad en el espacio de lo público67. Por otra parte, dado que a las jugadoras no se les ofrecen contratos durante todo el año sino que se hacen contratos a término fijo durante el periodo que duran los torneos, generando así inestabilidad durante el resto del año. Daniela quien estuvo relacionada con diferentes equipos profesionales, reseña que: “El América [de Cali] se acabó y como otros dos equipos más, porque digamos para ellos no les es rentable entonces decidieron dejar paradas a las jugadoras seis meses, porque el torneo solo dura seis meses, entonces qué haces pagándole salario a niñas que no están compitiendo durante seis meses, entonces América dijo, yo no sigo con mi equipo y cedo a mi jugadoras. Pero seguridad social y salud si se los dan” Esta dinámica además se ve reforzada por la falta de divisiones femeninas en los clubes lo cual genere un proyecto sostenido en el tiempo y que no

67 Tania dice: “…tenía 17 años no se podía, pero mi tío conocía a la duela y ahí me ganaba algo, entonces era muy limitado el dinero mis papas no me mandaban tanto pues lo que ganaba obviamente era para mis gastos, y a veces había entrenos o partidos muy lejos, muchos entrenos en la semana que no me quedaban a la vuelta de la casa, entonces no podía porque no tenía plata…”. A su vez, Natalia cuenta que: “Eran muy lejos los entrenamientos de mi casa, porque eso era otra cosa, las niñas que jugaban en mi época o se veía por el sur de Bogotá y yo vivía en el norte, entonces esa fue una de las restricciones porque el paseo era muy fuerte”.

99 depende de traer jugadoras de otros espacios de formación68. Junto a esta dinámica se lee en los relatos que los clubes deportivos generan contratos de prestación de servicios con duraciones máximas de cuatro meses, lo que ahonda la inestabilidad laboral que viven otros/as jóvenes en el país. De esta forma, entiendo que la realidad institucional es un reflejo de la falta de apoyo por parte de los clubes y entes privados pero que necesariamente surge, sí y solo sí, gracias a su apoyo, sin que esto escape de otro tipo de dinámicas de carácter sistémico, como lo son las políticas laborales.

Ya por último, un producto central de la institucionalidad articulada es la conformación de una Selección Nacional. ¿Cómo era su funcionamiento y características de ingreso en un marco organizado? Tal como ya mencioné, la Selección surge después de la promoción en los años 90 de Ligas Departamentales que aportaban a las distintas jugadoras para estas selecciones; ejemplo de ello es Myriam Guerrero, capitana de dicho equipo, y que provenía de la Liga de Bogotá. Ya hacia la década de los años 2000, cuando los patrocinios no existían, las jugadoras comenzaron a migrar a otros países y desde esos espacios las convocaban para venir a jugar a la Selección69. Ahora, junto con la creación de la Liga Profesional, las jugadoras que conforman el combinado nacional provienen de los clubes que han apostado por el fútbol femenino (Lizarazo, 2018). Esto muestra la importancia de una estructura clara para poder estar en ese espacio de representación nacional e institucional. Ahora bien, también cabe reseñar que en este caso, y tal como sucede en otras experiencias de entrada al campo deportivo, quienes sirven de puente entre el juego y las jugadoras son hombres vinculados y con historia en el mismo. Esto marca el poder dirigencial que se han abocado los hombres, y que raramente delegan en una mujer70. Su modo de presencia está asociado a dicha función, y por tanto, en el plano institucional,

68 Ejemplos de esto se dan en equipos como Millonarios que trae sus jugadoras desde la escuela de la Universidad Sergio Arboleda, Santa Fé que acoge a las jugadoras de Future Soccer y Gol Star o Atlético Nacional recogiendo la base de jugadoras Formas Intimas F.C. 69 Tal eran los casos de Natalia y , Natalia Gaitán o Yoreli Rincón, quienes venían desde diferentes universidades estadounidenses para jugar en la Selección. Estas fueron las jugadoras base para la llamada generación de las “chicas superpoderosas” (Colprensa, 2015). 70 En este aspecto la FIFA ha dado un giro cultural al tener diversas mujeres en cargos directivos de relevancia para la organización del fútbol femenino, a saber, Lydia Nsekera quien fue la primera en este campo, Sonia Bien-Aime, Moya Dodd quien es exjugadora australiana (B.Y, 2015), o Sarai Bareman quien es actualmente la Directora General de Fútbol Femenino (FútbolUY, 2017).

100 continúan reproduciendo valores y prácticas asociadas a los valores culturales masculinos, negando así otras formas de entender las dinámicas dirigenciales y la atención a temas prioritarios de la agenda particular del fútbol femenino. Así mismo, sucede con las personas que hacen las convocatorias y el proceso de selección de jugadoras para las competencias del combinado nacional, a saber los entrenadores, porque desde 1998 y solo por periodo de dos años, quien cumplió esta función fue una mujer, a saber Myriam Guerrero (Galindo, 2017). Esto reafirma la presencia masculina imperante en las esferas de toma de decisiones.

En síntesis, lo que quise demostrar al respecto de la institucionalidad fue que la dinámica del juego va siendo condicionada por un contexto económico que permite su emergencia, una génesis ligada al debate del apoyo público o privado para promover la sostenibilidad en el tiempo, a nivel colectivo, mediante torneos y estructuras organizativas. Esta proveniencia de los fondos para el surgimiento institucional crea formas de relacionarse con el entorno y encontrar dificultades para mantenerse con el tiempo, esto a nivel individual. De nuevo, desde Bourdieu se puede entender que estas dinámicas crean gustos, movilidades, prácticas y experiencias en el estilo de vida, en dichos habitus constituidos con el marco institucional analizado en sociedad. Sin duda, y como dice Paula, “el contexto del fútbol si cambió hace tiempo y eso lo muestra es que hoy en día 5 veces más la cantidad de niñas de hace 10 años jugando fútbol, obviamente el tema económico, la familia se motiva, ver que la niña es selección Colombia y se va a jugar a USA, que le dan la oportunidad de estudiar, obviamente hace que cambien las cosas”. El panorama que aquí muestro no tiene como pretensión dar una mirada totalizante del estado actual de la deportivización en Colombia del fútbol femenino si no evidenciar cuál fue el desarrollo de las instituciones en la vida de las jugadoras a partir de lo que fue apareciendo en los relatos. Desde esta perspectiva, los cambios que han vivido otras jugadoras serán útiles como materia de exploración para otro estudio desde la subjetividad que aquí se presenta.

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Contexto económico del y para el fútbol

El panorama institucional antes descrito hacía reflejo de una parte de la historia que han vivido las jugadoras y la realidad del fútbol femenino en Colombia según sus narraciones, pero nada de esto podría ocurrir sin un contexto económico que posibilita el proceso de deportivización. De esta manera, en el presente apartado expondré tres dinámicas económicas que identifiqué desde los relatos, para así remarcar las mediaciones que atraviesan las jugadoras para poder acceder, garantizar y sustentar el ejercicio profesional. Los puntos a trabajar serán entonces: medios de comunicación y capitales privados, becas deportivas y movilidad tanto en lo corporal como en lo laboral.

Pues bien, el desarrollo institucional del fútbol femenino ha sido motivado gracias a la constitución de torneos internacionales con los cuales visibilizar este deporte. Desde los años 70 se tuvieron diferentes iniciativas como Copas Mundiales o Campeonatos Europeos, pero no fue sino hasta el año 1991, con la realización de la primera Copa Mundial de Fútbol Femenino por parte de la FIFA que se da inicio al patrocinio abierto y directo desde el ente rector del fútbol profesional. En este año, e inmersos en el establecimiento de un nuevo orden mundial post caída del Muro de Berlín, es que un nuevo proyecto de integración entre Estados se estaba dando. Lo que implica esta dinámica es que ahora los países afiliados a FIFA, a través de las Federaciones, debían promover y desarrollar programas para hacer crecer el deporte en sus territorios. Este primer apoyo fue bien recibido por países como Estados Unidos, Francia, Corea del Norte en donde se implementaron políticas públicas encaminadas a inyectar presupuestos públicos enfocados en escuelas de formación de base, infraestructura para certámenes y becas deportivas financiadas por los gobiernos (Hong, 2012)71. Desde la perspectiva de Huerta: “esta deportivización es la competencia

71 Cabe mencionar que desde los años 80 y 90 se iniciaron diferentes ligas femeninas financiadas por las Federaciones, pero los contratos laborales y garantías que ofrecían no se equiparaban con lo ocurrido hoy día con la inclusión de patrocinadores privados en asocio con canales de televisión. Francia desde 1974, Alemania desde 1990 o España desde 1988 son un claro ejemplo del trasfondo organizativo que se venía dando desde hace muchos años pero que hasta ahora, aproximadamente desde el año 2010, se comenzaron a promover activamente los patrocinios a estos torneos semiprofesionales. En Colombia, existían diferentes Torneos organizados por la Difútbol pero ninguno garantizaba a las jugadoras un sustento mínimo para su dedicación de tiempo completo.

102 comercial, tecnológica, científica e industrial que el capital garantizó a los deportistas y al público en general, con la creación de la necesidad del consumo de servicios, objetos y espectáculos deportivos, con lo que las iniciativas del capital complementan las del Estado” (Huerta Rojas, 2002, pág. 53). Pero, ¿en cuál ámbito es más clara la financiación privada para esta deportivización del fútbol femenino? A través de los medios de comunicación masivos, es especial con la televisión, y no a través de la prensa o la radio. Bien lo diría Sarai Bareman, dirigente máxima en la FIFA para el fútbol femenino, “[l]os datos de audiencia de la Eurocopa [2017] son un testimonio del crecimiento y de la popularidad que está adquiriendo este deporte. Una mayor visibilidad hace que sea un producto atractivo para los potenciales patrocinadores” (Matatoros, 2018).

Más adelante analizaré con más detenimiento el papel de los medios, pero cabe mencionar aquí que la televisión es fundamental para la recolección de fondos y repartición entre equipos. A través de los contratos televisivos, y garantizando niveles de retorno con el pago de rating, los canales atraen patrocinadores que a su vez inyectan capitales para la organización de los torneos. El caso español es paradigmático al respecto, con Iberdrola, empresa de energía con alto flujo de capital a nivel mundial, la cual en asocio con el programa Universo Mujer del Consejo Superior del Deporte, inyectó cuatro millones de dólares a la Primera División Femenina de España. Esta inversión se hace con el fin de visibilizarse y tener presencia en las transmisiones de los partidos. Dicha transmisión a su vez se ve alimentada por la transmisión de 4 partidos en los canales beIN Sports y Gol, ambos del emporio Mediapro. Esto reporta flujo de capitales a través del juego, y desde un modelo de cascada, conlleva la repartición de fondos y promoción de estructuras para los equipos. Esto mismo sucedió en Colombia con el establecimiento de una nueva Liga Profesional patrocinada por Bavaria72, empresa cervecera de tradición, y que en asocio con el canal Win Sports del Grupo RCN, logró establecer una inyección económica de 40 millones de dólares. Este acuerdo comercial permite a Bavaria, mediante la Cerveza Águila, tener presencia en cada uno de los estadios a través de publicidad y venta de productos (en Colombia no se puede tomar bebidas alcohólicas en los estadios así que

72 Que desde 2016 pertenece al grupo sudafricano Anheuser-Busch InBev, que maneja un tercio del negocio mundial de cervezas.

103 reemplazan el producto Águila con la cerveza sin alcohol Águila Cero). Los retornos de esta inversión se ven reflejados en los 200 millones de dólares que mueve al año el negocio, por concepto de boletería, derechos de transmisión y venta de productos. Todo este engranaje institucional garantiza que los equipos reciban dividendos para su gestión interna y de esta forma puedan promover equipos con seguridad financiera. Esto implica que a las jugadoras se les puede brindar un salario mínimo asociado al juego, se pueden ofrecer contratos de tiempo completo y exclusividad deportiva, o financiamiento de gastos de viaje y manutención. Sin dicha organización financiera, los equipos no tendrían apoyo económico dado que el Estado no invierte en la gestión deportiva profesional como política pública. El profesionalismo deviene, si o si, de la inyección económica privada. Es desde esta perspectiva que se debe analizar el contexto por el cual se da el fútbol como un modo de vida sustentable, el cual trae aparejado ciertas dinámicas que a su vez desarrollaré en el apartado sobre profesionalismo.

Pero entonces, previo al establecimiento de estos contratos, ¿cuál era la forma de financiación que encontraban las mujeres para poder dedicarse al fútbol? Natalia lo resume de lo explica de la siguiente manera: “lo máximo que uno puede aspirar es llegar a jugar en la Selección pero porque se formó en Estados Unidos y allá estudió para poder jugar fútbol, entonces es paralelo a una carrera profesional. Todavía no pueden dedicarse al fútbol. Todas las jugadoras profesionales son porque están estudiando una carrera alterna y tienen que responder en eso para poder jugar”. Precisamente, en el marco de la academia es que se han desarrollado los procesos de formación de las jugadoras dado que las becas deportivas fueron el medio por excelencia en el cual depositaban sus proyectos de vida. Tanto Angie como Tania que estudiaron en la misma universidad a través de una beca deportiva son testimonio de ello. Paula Botero también dice que: “soy profesional gracias al fútbol, estuve becada gracias al fútbol, seguramente si no hubiera sido así mi mama tal vez no había podido pagarme la universidad, trabajo ahora por el fútbol, viví fuera del país por el fútbol entonces estoy muy agradecida porque no es solamente un deporte, es una forma de vida”. Estos relatos son fundamentales para entender la importancia de estos apoyos deportivos por parte de las universidades en Colombia. En primer lugar, es de mencionar que el apoyo

104 por parte de las universidades no viene como obligación de su estructura organizativa, y por tanto, no todas las instituciones educativas ofrecen dicho estipendio. El panorama en Colombia es bastante precario (salvo la Universidad de Cundinamarca, la Universidad Central, la Universidad Sergio Arboleda, la UDCA o algunos institutos técnicos), así que las jugadoras en general se mueven aspirando a una educación superior en el exterior. Tal fue el caso de Daniela y Natalia quienes reseñan haber aspirado a estas becas dado que muchas jóvenes de su generación lo estaban haciendo. Algunas de las jugadoras más importantes de la generación de las “chicas superpoderosas” venían becadas desde Estados Unidos, puesto que allá la financiación deportiva estaba mucho más arraigada. Esto generaba que las jugadoras tuvieran que pensar su futuro asociado a la movilidad hacia otras regiones, y por tanto, sus lazos y relaciones se tejieran alrededor de dicho desplazamiento. Igualmente sucede para las jugadoras que se quedan en Colombia pero deben migrar desde las regiones periféricas hacia la capital por la falta de apoyo y condiciones institucionales en sus lugares de origen (tal es el caso de Daniela o Tania). En este sentido, las becas deportivas se constituyen como la principal forma de proyección social para las jugadoras generando así una movilidad geográfica condicionada a los avatares de las dinámicas universitarias desde una perspectiva de mercado. Esto de nuevo conecta con el carácter transicional en el que se desenvuelven las subjetividades nómades que aquí reseño; moverse entre espacios geográficos gracias a la determinación sobre los proyectos de vida, lo que a su vez es condicionado por el marco estructural en el que se desenvuelven las jugadoras, en este caso las instituciones educativas como facilitadoras de dicho proceso.

Por otra parte, respecto a las becas deportivas desde las Universidades, cabe señalar que esto impone un sello muy característico del fútbol femenino: las jugadoras son formadas para tener una carrera profesional, mientras que en las dinámicas del fútbol masculino esto no sucede. Agustín Julio dice al respecto: “la mayoría de las niñas hablan dos idiomas, te estoy hablando de las colombianas, no pasa en los chicos, ellas están estudiando y eso le da a uno mucha alegría de saber que ellas se preparan sabiendo de que el fútbol a pesar de que hoy en día están el fútbol profesional están aprovechando la oportunidad para enfocarse en

105 su espacio”. ¿A qué se refiere él con “su espacio”? La relación que se entiende aquí es la de una dinámica en la cual las mujeres no pueden depositar todas sus esperanzas de futuro económico sobre la base del fútbol, sino que deben tener otro tipo de perspectiva que les asegure un futuro independiente. Esto no sucede en el caso de los hombres dado que estos sí pueden aspirar a tener una carrera profesional y se enfocan directamente sobre este hecho. Basta con mirar el hecho que muy pocos futbolistas profesionales tienen una carrera académica independiente al fútbol, mientras que en el caso femenino, todas refieren estudios de educación superior, sean estas profesionales o no. Sin embargo, estar inmersas en esta dinámica genera que estas mujeres no puedan pensar en un sustento de vida gracias al fútbol más allá de la Universidad, dado que sus sueldos y garantías de seguridad social por contrato son escasas o mínimas (esto se ha ido transformando con la Liga Profesional pero no está en el marco analítico de esta investigación). Esto refuerza una discusión global del deporte según la cual los salarios del fútbol masculino y femenino distan de maneras abismales73; a esta distancia inequitativa de sueldos, espacios de representación y dirección en función de género se le denomina “techo de cristal” (Cooky & Lavoi, 2012). Todas las entrevistadas mencionaron que la diferencia de sueldos entre el fútbol femenino y el masculino era harto inequitativa. Esto genera que desde la base misma de apoyo emocional74 no se pueda hablar de una proyección construida sobre la seguridad de un bienestar futuro. Daniela al hablar de su paso por el fútbol femenino universitario, lo expresa de forma precisa: “era otra época y ahora uno tiene que sentar cabeza por la papita”. Solamente estas jugadoras pueden disfrutar del fútbol si tienen otro trabajo o juegan alternadamente en otros equipos.

Para retomar una discusión que va unida a este tema de la seguridad económica, lo cual determina la posibilidad para movilizarse, tal como ya lo habíamos enunciado antes, genera

73 La diferencia de sueldos entre Leonel Messi e Ada Hegerberg, ganadores/as del Balón de Oro de la FIFA que certifica al mejor jugador/a del último año, es de 129,5 millones de dólares (As.com, 2019) 74 “Cuando ya obviamente mi mamá me cantó las cartas y me dijo "venga hermana también aproveche la vida, que usted tiene que estudiar, que usted tiene una familia que le va a dar estudio y que la está apoyando para que estudie y para que pueda perder el tiempo", porque pues en ese momento ellos lo ven como una perdedera de tiempo pero uno lo ve como una pasión.” Daniela. Al respecto, Angie también dice: “Mi mamá me dijo que me pagaba el primer semestre, si yo me sacaba la beca pues ella me la seguía pagando, si no me tocaba trabajar y dejar el fútbol a un lado, entonces obviamente ese semestre yo fui muy juiciosa y me saqué la beca y la terminé ya después en toda mi carrera”.

106 que estas mujeres estén supeditadas a las dinámicas de precarización, uno en lo laboral, pero dos, y a su vez, en lo afectivo. Recordemos la discusión aquí al respecto de las comunidades imaginadas como la posibilidad de establecer unos arraigos y patrones comunes que nos asocian con un todo más amplio (Anderson, 1993). Esto lo evidencian las palabras de Natalia que cuenta: “Hace un año que pertenezco a la liga de Bogotá otra vez, pertenezco a un equipo y me llamaron para nacionales pero lo máximo que viajé fue Villavicencio y ya no viajé más porque ya mi trabajo no me lo permitía y ya no me puedo dar el lujo de dedicarme al equipo sino cuando podía las acompañaba y cuando no pues no”. Esta posibilidad de movilizarse genera el efecto ambiguo de desarraigar pero también de vincular, lo cual de nuevo sigue determinado por el factor económico. Este contraste se encuentra presente en las palabras de Paula: “Ha marcado mi entorno social, yo soy una afortunada porque si voy a Ibagué conozco a alguien, si voy a Cali conozco a alguien, en Bogotá me recibieron muy bien porque conozco a alguien por el fútbol, ahora voy a Italia tengo donde llegar, si voy a España también tengo gente a donde llegar. Yo creo que si tú le pregunta a alguien la plata, los trofeos, esos momentos de victoria pasan, lo más importante con lo que se debe quedar uno son las personas”. Ella muestra cómo ha construido esa red de afectos a través de la movilidad, que se ha generado gracias al juego, pero esto no escapa en sí mismo a la lógica del mercado, Angie ayuda a entenderlo mejor: “En los salarios ahorita pagan todo, de hecho hay equipos que si vas a jugar a otra ciudad te pagan para que tu sueldo te quede libre a ti, te dan el tema de transporte, te compran carro para que tú te transportes con otras niñas, realmente el fútbol como estilo de vida es genial. Te consienten mucho”. De no ser por la profesionalización y los beneficios que esta garantiza estos procesos de movilidad se darían de otras formas.

Tal como pude mostrar todo este proceso de influencia económica de los capitales privados a través de los medios de comunicación generan distintos tipos de efectos sobre las subjetividades de las mujeres y con lo cual ellas tienen una relación de resistencia y lucha pero también de determinación sobre sus vidas. Contar con una estructura consolidada y sustentada fuera de las bases de estas dinámicas del capital, podría generar nuevas

107 dinámicas subjetivas y trasegares para las jugadoras75. Sin embargo el estado actual muestra que el grado de deportivización del fútbol femenino está asociado al desarrollo del proceso industrial mediático hegemonizando así la práctica misma del deporte. Basta recordar que siendo 2019, todavía se está luchando por tener un torneo profesional colombiano dado que las dos ediciones anteriores (2017 y 2018) se realizaron pero solo durante cuatro meses en cada año –cabe recordar que el torneo masculino se juega dos veces en el año-, y para el presente año no hay garantías aún para que se realice por razones económicas. De hecho, parte de la propuesta hecha por las jugadoras que están agremiadas por la Asociación de Futbolistas Profesionales de Colombia (Acolfutpro) es que se puedan cambiar los nombres de los clubes deportivos por nombres de marcas comerciales para que así se motiven a dar patrocinios para sostener los contratos de las futbolistas (Redacción deportes, 2019). Esto aún no ha pasado y las condiciones de trabajo siguen siendo precarias e inestables para muchas jugadoras, haciendo que deban acceder a otros trabajos que en muchas ocasiones no empatan con su actividad deportiva, o que deban emigrar a otros países buscando becas y financiamiento que aquí no es seguro.

75 Podría verse al respecto el caso del fútbol femenino estadounidense que no tiene influencia de capital privado, sino que es organizado a través de la federación de fútbol de Estados Unidos

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Medios e influencias sistémicas

Tal como ya he mostrado frente a la financiación que proviene de capitales privados, la promoción y el desarrollo del fútbol profesional hoy día están determinados por la televisión. Sin embargo, el cubrimiento en medios para el fútbol femenino ha sido de reciente aparición, mientras que el fútbol masculino se ha transmitido desde 1948, una semana después del “bogotazo”, como forma de apaciguar las disturbios y dar al pueblo colombiano otro tema con el cual pasar esos difíciles días. De esta forma, las experiencias de las jugadoras han estado mediadas por la televisión y los marcos de referencia que veían allí. Lo que demuestra este punto es el inherente capitalismo en el deporte moderno76, y en específico la influencia que esto ha tenido para la formación de las jugadoras, materia de análisis aquí. Por tanto, este apartado tiene como propósito establecer las líneas de tránsito que se generan a raíz de la influencia de los medios en la vida deportiva de las jugadoras. Estas dinámicas proponen en sí mismas puntos de fuga para la representación de nuevas subjetividades, como si77 estas pudieran generar nuevas formas de figuración social.

Estas líneas de fuga pueden leerse en la manera en que las mujeres se relacionaban con el fútbol a través de los medios. Las jugadoras tienen una forma de soñar con el fútbol por la manera que lo veían por televisión de pequeñas. Natalia nos cuenta que “Siempre me gustó más el fútbol 11. De chiquita me gustó fútbol 11 porque igual no conocía las otras modalidades”. Esto muestra que el reconocimiento del juego se daba a través de los medios

76 “Vinnai (1974) ya dijo que los clubes de jugadores profesionales son empresas económicas profesionales del sector de la prestación de servicios, que venden las exhibiciones de futbolistas, en cuanto mercancía, a un público que las consume. Hoy esto es más que evidente y los clubes de fútbol profesional solo son viables como actividad empresarial, en la medida que sean capaces de reducir la actividad deportiva a la condición de una mercancía exitosa deportiva y comercialmente. Las consecuencias son múltiples. El mismo Vinnai (1974) denunciaba que la retransmisión televisada de partidos de fútbol producía el hábito de verlo cómodamente, lo cual iba en detrimento del gusto por ver el fútbol amateur en directo. ‘El fútbol profesional ha condenado al fútbol aficionado a una vida irreal tanto en el aspecto deportivo como en el económico’ (p. 69)” (Alonso Meneses & Ávalos González, 2013, pág. 53) 77 “Es como si algunas experiencias trajeran reminiscencias o evocaran otras; esta capacidad de fluir de una serie de experiencias a otra es una cualidad de la interconectividad que yo valoro enormemente. […]Algunos estados experiencias pueden fusionarse sencillamente porque comparten ciertos atributos. […]Me parece que el aspecto particularmente estimulante (empowering) de la práctica del como si es precisamente su potencial para ofrecer mediante sucesivas repeticiones y estrategias miméticas, espacios en los cuales es posible engendrar formas alternativas de acción. Dicho de otro modo la parodia puede ser políticamente potenciadora con la condición de que esté sostenida por una consciencia critica que apunta a engendrar transformaciones y cambios” (Braidotti, 2000, págs. 32-34).

109 de comunicación y por tanto en el caso de poderse dar un contacto de fútbol femenino en los medios, y no del fútbol masculino como normalmente lo hacen, podría generar nuevas perspectivas. Esto mismo se contrasta con la experiencia inmediata que tienen las mujeres, desde la cual pueden comenzar a vivir en sí mismas eso que ven en televisión. En términos de Butler, las mujeres pueden comenzar a materializar aquello con lo cual se relacionan (Butler, 2002, pág. 28), como lo son los medios, y que las forma en términos, no solo aspiracionales sino también de formación física. Esto implica que su experiencia corporal y sensitiva se da a través del reconocimiento que tienen de los patrones asociados al éxito y la sensación de éxito como lo ven en televisión. Katherine dice al respecto: “Por fin era hacer realidad lo que uno veía en televisión, estar parado en la cancha. […] Como un sueño hecho realidad en ese momento”. Por tanto, la influencia de los medios se ve en la corporalidad y satisfacción misma de las jugadoras. A su vez ellas no tenían forma de vivir la experiencia del fútbol proyectado en sus vidas sin relacionarlo con la forma en que veían desarrollar este sueño.

Por otra parte, el proceso de desarrollo del fútbol femenino ha hecho que se vayan transformando las dinámicas de transmisión de los partidos, lo que ha generado una visibilización creciente trasformando los idearios de distintos públicos, incluidos jugadores profesionales que no tenían conocimiento sobre este fútbol. Agustín Julio siendo la figura pública y el jugador de fútbol que fue en su momento dice que: “uno estaba más metido en su cuento de fútbol profesional masculino, escuchaba uno las niñas súper poderosas”. Los juegos de las mujeres a pesar de existir previamente, en tanto torneos departamentales no eran transmitidos en ningún canal de difusión masiva, esto generaba que incluso personas asociadas al fútbol no reconocieran este deporte y con esto rodear el fútbol de una invisibilización muy marcada.

Pero, ¿a qué se debe este cambio de dinámica? ¿Cómo se pasó de existir a ser reconocidas? En palabras de Guillermo Alonso y Juan Manuel Ávalos, quienes expusieron la relación entre medios y fútbol en Colombia, el cubrimiento de los eventos deportivos estuvo asociado a un cambio en el enfoque con que reportaban: “Sabemos que históricamente se dio un primer proceso donde el deporte en general y el fútbol en particular tuvieron en los

110 medios de comunicación masivos un estatus relativamente diferenciado entre su condición de materia informativa y de materia de entretenimiento. Briggs y Burke (2002) señalaron que las “líneas divisorias entre información y entretenimiento” se fueron difuminando en las décadas de los cincuenta y sesenta del siglo xx, tanto en prensa como radio y televisión. Sin embargo, hoy en día ambas dimensiones pueden estar (con)fundidas al existir estilos o líneas editoriales que no las distinguen; su conformación va más allá del dictum ‘informar entreteniendo’” (Alonso Meneses & Ávalos González, 2013, págs. 34-35). Este cambio de enfoque se presentó con sus propias características en el fútbol femenino, después de que un medio como Canal Caracol comenzó a promocionar y transmitir los partidos de la Copa Mundial del año 2015 para la cual Colombia se había clasificado con la base de jugadoras que habían sido parte de las “Chicas Superpoderosas” aún más se pudo ver el cubrimiento de este canal de los partidos de los juegos olímpicos Río 2016 y por tanto puso en la esfera de comunicación masiva los partidos de estas jugadoras. “Pero ahora está la liga, uno ve los partidos y dice, si se puede y las niñas juegan súper bien y si ya le empieza a cambiar la mente a las personas que decían, como lo van a hacer es imposible, es algo que se trabajó y se está logrando” (Katherine Jimenez). Son estos cambios los que generan visibilización y normalización de esta práctica, y por tanto, van haciendo que en el ideario colectivo sea una práctica reconocida y legitimada.

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Profesionalismo y sus prácticas

El profesionalismo aparece desde la narrativa antes desarrollada como la materialización del proceso tanto de dedicación de vida como de las condiciones estructurales que así lo garantizan. La posibilidad de establecer una perspectiva profesional siempre ha estado medida para las mujeres entrevistadas como un camino desaconsejado por la familia o improbable por las condiciones institucionales, lo cual dificulta la proyección certera y orientada desde su infancia. Mientras que en el caso de Agustín Julio cuenta que: “Como todo niño construyó el sueño de algún día, por qué no jugar fútbol profesional y tener una selección Colombia”, frente a una declaración como la de Natalia que reseña: “nunca lo contemplé como carrera porque no lo veía, no sabía que existía el fútbol femenino profesional ni que podía existir”; así mismo dice Tania: “cuando estaba pequeña ni idea, porque yo que iba a saber que el fútbol femenino iba a llegar a ese nivel, nunca lo pensé, jugar fútbol pero a nivel profesional no va a pasar. Sobre todo por la percepción de la gente, fútbol y mujeres no”. Esta posibilidad de construir una perspectiva profesional está determinada por un antes y un después de la Liga que lo permite. Esto permite retomar el concepto de contextualismo radical para poder entender que las condiciones particulares del entorno generan coyunturas específicas y articulaciones concretas para la experiencia de las jugadoras. El marco desde el que ahora se va transformando el fútbol es el de la globalización y, por tanto, hay que entender las dinámicas propias de este sistema. El recorrido que expondré aquí se refiere a aquellas prácticas que están condicionadas por la dinámica capitalista como lo es la falta de garantías profesionales o de futuro, las dinámicas de reclutamiento, el continuum de dedicación de vida, la dinámica de competencia que permite esta dedicación, los obstáculos que pueden presentarse para continuar dicho camino profesional y las sensaciones que se producen en torno a ello.

En primer lugar, y tal como demostré con el análisis sobre las becas deportivas, las mujeres deben condicionar su práctica al juego a una carrera académica profesional, puesto que no existen las garantías para hacerlo de otro modo. En este sentido, el fútbol aparece como un hobbie o un segundo plan de vida, por lo cual la carga emocional que se puede depositar en

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él no es tan alta como si del único proyecto de vida se tratase. Angie Valbuena dice que: “A veces mi mamá sí me presionaba mucho, porque pues tú sabes que las mamás siempre prefieren como ‘Vaya estudie, trabaje y desarrolle su vida’ y tal vez el fútbol femenino en años anteriores no se veía como la posibilidad de tener un estilo de vida de ello o como lo hacen los hombres actualmente”. Esto a su vez se ve reforzado por el rol de la familia como garante de los sueños y el futuro de los hijos, por lo cual otra estructura a influenciar para garantizar un futuro profesional sería la familia.

En segundo lugar, a través de esta institución familiar se realiza el proceso de reclutamiento para encauzar a las jugadoras en el entorno del fútbol profesional. A este respecto surgen dos dinámicas puntuales, en primer lugar el modo de presencia masculina y la influencia de contactos para movilizarlo. Por un lado, dado que los procesos de formación de base no tenían una salida institucional clara, quienes realizaban el proceso de selección eran hombres vinculados a algunos procesos departamentales o de clubes: “Un señor me vio y me dijo que […] le interesaba hablar con mis papás porque le interesaba llevarme a lo que era la Selección Colombia y la Liga de Bogotá” (Natalia Ortiz). Así pues el modo de acceso al mundo del fútbol masculino se da a través de los hombres dando así puerta de entrada al profesionalismo. Esta presencia limita la posibilidad de pensar referentes como si esta presencia fuera la única válida en el fútbol y sobre la cual se debe agradecimiento. La importancia de otros referentes es la posibilidad de ver características propias de una feminidad diferente. Paula Botero nos cuenta por ejemplo que Liliana Zapata les inculcaba un mensaje de resistencia constante “Que había que seguir que no nos podíamos desanimar por las cosas que nos dijeran desde afuera, que si perdíamos hoy contra 14 - 0 mañana cuando jugáramos nosotros íbamos a ser las que le iban a ganar así. Entonces pues ya en un principio era mi entrenadora y obviamente la miraba con un respeto absoluto y hoy somos amigas, esas son las cosas bonitas del fútbol”. Por otro lado, en los relatos se lee que constantemente el modo de acceso al fútbol es a través de la “rosca”, expresión utilizada para denominar tráfico de influencias en Colombia “El tema de la rosca en el fútbol es muy

113 pesado, si uno no tiene un buen contacto queda muy pesado” (Tania Barrero)78. Lo que se evidencia en este punto es que los modos de acceso están condicionados a dos dinámicas de poder como lo es la presencia de hombres como puerta de entrada pero también de la percepción de privilegio que se debe tener para poder acceder a este a través de los contactos.

En tercer lugar, ya inmersas las jugadoras en este entorno de privilegio y de condicionamiento masculino, y como otra dinámica a reseñar del profesionalismo, se debe tener una dedicación completa y constante lo cual somete los horarios y las dinámicas cotidianas a una sobredeterminación de cargas. En términos de horarios las mujeres deben dedicar su día entero y dado que como ya vimos no hay una remuneración económica suficiente, entonces el costo de esta elección va en detrimento de otras actividades productivas. Así mismo sus dinámicas cotidianas giran en torno a los entrenamientos y las programaciones de partidos: “Sí entreno, pero es por eso, porque trabajo de 7:30 a 5:00 entonces las escuelas ya no lo hacen a esa hora.” (Daniela Freites). Angie incluso al explicar las consecuencias que tiene su dedicación profesional frente a sus relaciones sociales dice:

“Digamos que el tema de amigos es muy corto, pues si tengo amigos pero no les dedico el tiempo suficiente. Entonces me dicen "oiga salgamos a una fiesta, a bailar o tomar" o cosas así y yo al otro día tengo un partido y les digo que no puedo entonces dicen como "¿si ve? no la volvemos a invitar porque siempre nos saca el culo". En cuanto a relaciones afectivas no me ha ido tan bien por el tema del tiempo, yo sé que hay tiempo para todo pero realmente el fútbol a mí me quita mucho tiempo y lo académico, que yo prefería estar en eso que a estar con una persona porque digamos que nada te asegura que una persona va a estar contigo, pues porque ya he tenido experiencias anteriores en donde lo he dado todo y me sacan la mano y uno vuelto mierda, y en el rendimiento ese tema afectivo sí lo afecta a uno mucho en su rendimiento tanto académico como profesional, y pues el fútbol me ha dado mucho,

78 Una manera en la que se mueve esta dinámica es tal como lo cuenta Daniela al respecto de su tío abuelo cuando le presentó a un enlace de la Selección Atlántico: “’Debería echarle un ojo a mi sobrina’”.

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entonces, a medida que iba pasando el tiempo yo iba madurando en ese tipo de cosas y pues no les daba tanta importancia realmente, entonces si él me decía "veámonos" yo le decía no porque tengo que estudiar para un parcial o tengo que ir a entrenar y yo tenía prioridad siempre en mis cosas. También digamos, la relación con mi familia cambia mucho porque casi no estoy en las reuniones familiares, de hecho a mi sobrina le he partido mucho el corazón, entonces un día dije "no puedo seguir así", "qué estoy haciendo hasta con mi familia". Digamos un día ellos salieron a volar cometa y yo les dije al principio que sí, me cambiaron una fecha de un partido, no podía faltar porque era una semifinal y mi sobrina me llamó llorando, imagínate cómo se me rompió el corazón; yo casi lloro y todo. Entonces el tema familiar para mí solo puedo estar en navidad y un poquito de enero, el resto de años yo no me comprometo porque yo dependo de los horarios de partidos y entrenamientos y todo lo que me pongan. Ellos me apoyan en todo pero ese tiempo sí me afecta mucho porque igual es tu familia, pero aunque no pase tiempo con ellos tengo el apoyo total.”

Como se puede ver entonces el costo de oportunidad de dedicarse al juego profesional resulta en una dedicación tal que la cotidianidad y las relaciones se ven condicionadas por las dinámicas del entorno.

En cuarto lugar, al respecto de otras de las dinámicas señaladas por las jugadoras, la competitividad aparece como factor fundamental de la relación que tienen estas jugadoras con el deporte profesional. Si bien Dunning reseña que el deporte está asociado a la competitividad en tanto que la división del trabajo moderna generó “así mismo una ideología entorno al éxito y una tendencia a asignar los papeles sobre la base de los éxitos logrados más que sobre la base de la adscripción. Esta intensificación de la competitividad conduce al aumento generalizado de la rivalidad y la agresividad en las relaciones sociales pero […] esta no puede tener salida en la conducta violenta abierta y directa” (Dunning, 1995b, pág. 287) Sin embargo cabe analizar las características de la competitividad asumida por las jugadoras y con la cual se relacionan. Por un lado, las jugadoras se refieren a esta como una capacidad en el juego y una habilidad para estar allí; Tania diría que “tenía

115 que ganarme ese puesto”, y esto solo se podría lograr como lo enfocaba Natalia: “Siempre fui muy deportista y todo pero uno darse cuenta que la competencia no le dejaba quedarse atrás, uno sabía que ya era importante correr más distancia o no agotarse o eso porque llegaba otra niña mejor y le quitaba a uno el puesto, la posición, entonces eso siempre me esforzó de chiquita”. Esto en sí mismo demuestra también la motivación intrínseca con la cual las jugadoras se movían o direccionaban hacia el fútbol en relación con las otras. A su vez, otro modo de competencia que aparecía en los relatos era a través de la violencia. Angie cuenta al respecto de la competitividad con sus compañeras que: “De pronto la competencia. Antes había mucha desigualdad entre las mujeres, pero ahorita el nivel es muy competitivo. Realmente no es tanta competencia sana porque no falta la que te jode, que tu llegues a un sitio nuevo y ya están sus grupos armados y te hacen la vida imposible, porque eso también pasa en el fútbol, y pues como que tú tienes que saber sobresalir y llevar todos ese tipo de problemas y cosas para no dejarte sacar de la cabeza porque digamos que este deporte, más que físico y táctico es muy mental”. Desde estas perspectivas es que la competencia de orden técnico, intrínseco y exteriorizado en la violencia caracteriza la competencia en el profesionalismo para las mujeres.

En quinto lugar, uno de los principales obstáculos dentro del profesionalismo, además de la ya mencionada competitividad y dedicación irrestricta, son las lesiones. Como ya mostré en el capítulo anterior las lesiones están vinculadas a unas dinámicas de juego y a unas prácticas del cuerpo, pero también, están vinculadas a la perspectiva de futuro profesional: “tuve mis ciclos de concentración, fui selección Colombia en unos juegos bolivarianos pero siempre corrí con la mala suerte de lesionarme” (Daniela Freites). Lo que sucede allí es que la falta de continuidad genera que otras mujeres puedan venir a cubrir el puesto que ellas dejan: “Tú cuando eres deportista de alto rendimiento no puedes salir del juego, si te llegas a lesionar debes recuperarte lo más pronto posible porque si no te van sacando ahí de ladito. Eso también pasa en los hombres; si tú no me sirves pues chao, llegarán otros porque detrás de ti hay miles. Entonces para no perder el ritmo y para que no me pase eso yo voy allá donde el fisio y él me cura de esa lesión y ya sale.” (Angie Valbuena). Por tanto hay que ser conscientes de la necesidad de unas garantías asociadas a la discontinuidad que generan las

116 lesiones para que el profesionalismo sea una meta de carácter institucional y no una lotería contextual.

En sexto lugar, todo este marco de dinámicas profesionales genera ciertos discursos emocionales, en un primer lugar la ensoñación puede traer un grado de satisfacción como modelo de vida. “Yo creo que sería feliz, igual sé que hay muchas ocasiones en donde uno debe estar todos los días entrenando, hay sacrificios porque sé que los profesionales deben dejar a un lado las cosas que uno vive en su adolescencia y su niñez por dedicarse al fútbol, pero yo creo que los hubiera podido superar y sería feliz haciendo lo que me gusta” (Katherine Jimenez). Sin embargo, al no presentarse se corta este proceso de idealización y la experiencia del juego queda aislada de dicha proyección, con esto se mantiene un vínculo “informal” al tomar el juego como un plan b o hobbie. Esto a su vez, genera una sensación de interrupción lo cual puede ser sustento para otros modelos de vida no deseados. “Siempre lo soñé, a veces le digo a mi mama "ma porque tú nunca me metiste a fútbol". Porque yo recuerdo que de chiquita ella me metió a patinaje, tenis, natación a todo. Yo le decía “porque nunca a fútbol", Ella me dice "Yo qué iba a saber que a ti te gustaba el fútbol tanto"(risas). Obviamente crecí con ese sueño con ser una futbolista profesional y el año pasado cuando empezó la liga femenina, fue como un sueño hecho realidad porque sé que muchas niñas iban detrás de ese sueño” (Katherine Jimenez). Por último, en términos de orgullo aparecen las palabras tanto de Daniela como de Paula. La primera dice que: “Me sentía orgullosa porque sabía que en parte, no solo me lo estaba demostrando a mí misma porque era un momento en el que confiaba en mí, sino que se lo demostré a mi mamá, se lo demostré a mi papá, se lo demostré a mi abuela, sus trasnochos, todos esos días que llegaba mojada o quemada, toda esa barra de medias de ropa, todo eso yo sé que ellos lo sentían como una recompensa, verme en una botella de Pony Malta. Eso para ellos era una cosa que no tenía explicación para nada, era un sentimiento que ellos decían ‘no voy a cambiar por nada’”; mientras que la segunda dice que: “La forma en que quiero que me recuerden, en mi familia soy motivo de orgullo, en el barrio soy motivo de orgullo, con los niños con los que trabajo y conocen lo que he hecho, también de alguna forma les genero orgullo siempre que una jugadora habilidosa, que deja todo en la cancha, que siempre quiso ganar,

117 no me gusta perder ni jugando play. Son cosas con las que quiero que me recuerden, la entrega que di en los equipos que jugué y que siempre fue con mucha lealtad hacia mis entrenadores y siempre recordando a esas personas que me impulsaron llegar a donde estoy”. Estas tres dinámicas, felicidad, ensoñación no materializada y orgullo constituyen parte del repertorio emocional que refieren las entrevistadas respecto al profesionalismo.

Tal como quise demostrar el profesionalismo deviene en diferentes formas con las cuales se relacionan las mujeres que quieren dedicarse o se dedican a ello en las entrevistas. Los efectos de esta materialización de la deportivización del fútbol femenino en las vidas de las jugadoras entrevistadas llevan las cargas de poder hacia dinámicas de continuidad y sobreesfuerzo, la competencia, el privilegio, la autorrealización y la proyección vital en un campo de precario e inestable desarrollo. Por tanto, el campo del profesionalismo lleva en sí las cargas del capital financiero y pone estas prácticas en los cuerpos y vidas de las mujeres.

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Conclusión

El recorrido que anteriormente realicé tuvo como propósito evidenciar que en la experiencia de juego de las mujeres entrevistadas se producen tensiones, negociaciones, transiciones y fugas en un campo deportivo históricamente masculino, siempre mediante ejercicios de poder en contextos institucionales, económicos y de género específicos. Como pude mostrar, los contextos primarios tales como la familia, el colegio, el barrio y el contacto con referentes mediáticos han estado permeados por un modo de presencia masculino, en donde se transmiten diferentes mensajes culturales respecto al cuerpo y la proyección social. De igual forma, el espacio de entrenamiento y las instituciones que garantizan el desarrollo del juego a nivel formal, y más aún, profesional están también cooptados por las perspectivas y formas de concebir el fútbol por parte de los hombres.

Además, mediante los relatos sobre la práctica del fútbol por parte de las jugadoras comprendí que ellas trascienden la perspectiva de sus cuerpos, concepciones que vienen de las brechas que se abren a temprana edad mediante los discursos y relacionamientos que tienen en este entorno masculino. La entrada que hacen a los entrenamientos deportivos, las posibilidades de juego con mujeres en torneos oficiales, o el contacto con la mirada de género de otros hombres que juegan al fútbol condicionan, pero no bloquean el desarrollo del fútbol en la vida de estas mujeres. Los tránsitos que deben atravesar las jugadoras pasan por la legitimación de las habilidades técnicas y la adquisición de conceptos, así como de prácticas como sacar ventaja (maña), familiarizarse con el contacto-choque y la “naturalidad” de la violencia. Esta mediación con las maneras de ver el fútbol y de practicarlo por parte de los hombres estuvo presente a lo largo de todas las entrevistas. Sin embargo, también pude detectar cómo en los relatos aparecía un gusto que ellas mismas nunca comprendieron de donde venía pero que continuaron forjando a lo largo de sus vidas. Esto conllevaba que las sensaciones de timidez, diferencia social y extrañeza fueran superadas por el contacto y la posibilidad de practicar este deporte sin importar obstáculos ni condiciones institucionales precarias.

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Por último, comprendí que las dinámicas de profesionalización del juego llevaban a las mujeres a condicionar su práctica al desarrollo de actividades alternas como lo es la formación académica, dado que las garantías y condiciones institucionales no se prestan para dar seguridad ni económica ni como proyección laboral. Esto sucede así, dado que la condición económica sobre la cual se sustenta el fútbol como profesión está determinada por los intereses capitalistas y la falta de ayuda equitativa por parte del Estado. De esta forma, llegar al ámbito profesional y sostenerse allí se vuelve una cuestión indeterminada y sobre la cual deben luchar y renunciar a diferentes dinámicas sociales como lo es la maternidad, los vínculos familiares, así como los erótico-afectivos y de socialización cotidiana. Además, los proyectos de vida no eran construidos sobre una base de certeza, y fueron desaconsejados en muchos momentos de sus vidas, haciendo que cuando se lograba insertar en algún campo de juego formal, fuera este un logro de especial importancia para ellas. De cierto modo, lo que expongo aquí es que las trayectorias subjetivas de estas jugadoras sortearon sus vías de realización a través de un contexto que estaba en un precario desarrollo, y que estuvo marcado por la constante presencia masculina para su experimentación.

De esta forma, he querido demostrar que los contextos y articulaciones sobre las cuales han crecido las entrevistadas, así como el estado de deportivización del fútbol femenino en sus trayectorias dan una entrada a la comprensión de los efectos que estos han tenido para las experiencias corporales y estésicas de estas mujeres. Las subjetividades nómades se traducen en la interiorización y puesta en práctica de los aprendizajes obtenidos a través de figuras masculinas lo cual produce una mimesis de género que debieron negociar mediante una constante validación y afirmación en el espacio de juego a través de la adaptación de lo que es el fútbol para los hombres. Bien es cierto que las conclusiones a las que llego aquí no pueden ser extrapoladas a la globalidad de las experiencias de las mujeres en Colombia, dado que los condicionantes de clase social o de racialización que no analicé podrían aportar visiones más complejas de los fenómenos observados. Además, la limitación en cuanto al número de las entrevistadas tampoco permitiría hacer afirmaciones macroestructurales. Sin embargo, respecto a los relatos puntuales que aquí expuse, pude

120 analizar cómo las mujeres que entrevisté abren la posibilidad de pensar características particulares del fútbol femenino pero que han de desarrollarse y ver sus efectos en generaciones de mujeres que vivan y experimenten contextos y articulaciones distintas, así como un grado de maduración de la deportivización del fútbol femenino. En este sentido las entrevistadas muestran que tienen una lucha que todavía están desarrollando a nivel social pero también unas resistencias a nivel individual que les permiten disfrutar y concebir el fútbol como un elemento clave para sus vidas. Esto lo resume Paula al ser preguntada por una característica puntual del fútbol femenino a lo cual ella reseñó que: “Sería el amor, porque a pesar de no contar con ninguna garantía seguimos jugando. Si antes jugábamos sin que nos pagaran imagínese como será cuando tengamos mejores condiciones”. Los retos que quedan aún son muchos y los espacios de formación para nuevas generaciones que crezcan con valores distintos serán apuestas de realidades nuevas que permitan comprender el potencial, la realidad, y el justo lugar de la mujer en un entorno que históricamente ha estado determinado por hombres. Este estudio, entonces, quiso mostrar en dónde, desde la experiencia de seis jugadoras, podían darse oportunidades de transformación para nuevas subjetividades que se relacionen desde un deporte con tal importancia en el mundo que pueda hacerse una herramienta de transformación social para otras mujeres.

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Anexos

Anexo 1

Formulario de Entrevista- Proyecto Grado en Maestría en Estudios Culturales Fecha: ______Datos del entrevistado Nombre: Edad: Ciudad nacimiento: E-mail: Hora de inicio: Hora al final: Lugar: Modo de la entrevista: ( ) Presencial ( ) Skype ( ) E-mail Le agradezco mucho que haya aceptado darme su tiempo y hacer esta entrevista. Como le dije anteriormente, estoy aprendiendo sobre las formas como las mujeres que juegan fútbol se construyen como sujetos y cómo perciben las diferencias entre sus carreras e historias y las del fútbol masculino. Este análisis es la base para construir mi trabajo de tesis en la maestría de Estudios Culturales en la Universidad de los Andes, titulada “Sujetando los cordones: mujeres y fútbol desde la interseccionalidad”. La información obtenida en la entrevista será manejada de manera confidencial y solo yo tendré acceso al contenido. Antes de iniciar quiero pedir su permiso para grabar la entrevista. Esto con el propósito de que durante el análisis posterior pueda yo transcribir lo que usted me diga. De esta manera podré evitar confusiones o malas interpretaciones causadas por deficiencia en mis notas o mi memoria. ¿Tengo su autorización para grabar esta entrevista, hacer la transcripción para su aprobación y posterior análisis? ( ) Si ( ) No De igual manera quiero pedir su autorización para citar lo que usted me diga aquí de manera personal. ¿Tengo su autorización para citarla en mi tesis o en las publicaciones posteriores? (puede decidir qué se cita con nombre, qué se cita sin nombre) ( ) Si ( ) No Para recapitular, el propósito de esta entrevista es hablar sobre diferentes aspectos de las experiencias de las mujeres como jugadoras de fútbol, su biografía, sus rutinas de juego y entrenamiento, sus percepciones y tránsito entre distintas modalidades del juego para

128 comprender con estos elementos cuáles han sido los factores que más han podido desarrollar e identificar como retos, éxitos y hechos memorables. La investigación entonces quiere entender teóricamente qué tipo de relaciones de poder y determinaciones culturales están detrás de la formación que ejerce el fútbol en las mujeres dado su carácter históricamente masculino. Cuestionario Biografía y diario vivir

1. ¿En dónde naciste? ¿Cuándo? ¿Cómo está compuesta tu familia? ¿Hermanos/as? ¿Posición que ocupas entre ellos? 2. ¿Cómo fue tu encuentro con el fútbol? ¿Dónde fue? ¿En el colegio? ¿En el barrio? 3. ¿Cuál es el primer momento que te viene a la cabeza sobre ti jugando? ¿Cómo eran tus rutinas en ese entonces? ¿Colegio? ¿Escuela? 4. ¿Qué tipo de fútbol se jugaba en el barrio donde creciste, fútbol, microfútbol, fútbol de salón? ¿Hay algún lugar representativo donde jugaras fútbol? 5. ¿A quiénes les gustaba el fútbol en tu familia? ¿Qué te decían sobre tu gusto por el fútbol? 6. ¿Quién fue la principal influencia para que te gustara el fútbol y jugaras al fútbol? 7. ¿En qué posición jugabas al inicio y de dónde viene ese gusto por jugar ahí? 8. ¿Tienes algún referente de un jugador o jugadora que admiraras desde niña? 9. ¿Qué era lo que más te gustaba de jugar fútbol? ¿Qué te impulsaba a jugar? 10. ¿Qué significa para ti jugar fútbol? ¿Qué ha significado o aportado en tu vida? 11. ¿Qué decían jugadores hombres niños cuando te veían jugar? 12. En los paseos familiares o en los grupos de amigos siempre que se cuenta con mujeres para jugar se suelen incluir ¿cómo es la forma de juego de los hombres? ¿crees que sería igual su forma de jugar si estuvieran solo entre hombres?

Entrenamientos y formación corporal

13. ¿A qué edad empezaste los entrenamientos de fútbol? ¿Por qué decidiste entrenar? 14. ¿Qué recuerdos tienes sobre esos entrenamientos? 15. ¿Qué habilidades crees que te ha ayudado a desarrollar el entrenar fútbol y jugarlo? ¿Qué dificultades has experimentado? a. Físicas b. Personales c. Deportivas 16. Aparte de jugar fútbol, ¿tienes otras aficiones que sean cotidianas? 17. ¿Prácticas algún otro deporte, o complementas el fútbol con otra afición deportiva?

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18. ¿Tienes algún hábito alimenticio para entrenar fútbol específicamente? ¿Tienes algún hábito de entrenamiento individual diario o frecuente? 19. ¿Por cuáles clubes y equipos has pasado? ¿Cuál ha sido el equipo más exigente y por qué? 20. ¿cómo han sido las relaciones entre los entrenamientos o partidos y otras responsabilidades que tienes, por ejemplo tus responsabilidades académicas? 21. ¿Cuál entrenador te ha marcado más y por qué? 22. ¿Has sufrido lesiones asociadas con el fútbol? 23. ¿Cuál crees que es la lesión más común en mujeres que juegan fútbol? 24. ¿Qué implementos de protección usas para tu cuerpo? ¿Qué haces al jugar para prevenir las lesiones?

Profesionalismo

25. ¿Soñaste en algún momento con ser profesional? ¿En qué momento comienzas a entrenar para la competencia profesional? ¿Cómo ha sido el proceso como jugadora profesional? ¿Qué es lo que te ha parecido más desafiante? 26. ¿Te ves jugando fútbol toda tu vida? ¿Cómo crees que sería tu vida dedicada al fútbol? 27. ¿Qué has visto que ha cambiado en Colombia con la creación de un torneo profesional? 28. ¿Has tenido experiencias internacionales? ¿Cómo has sentido que es la recepción del fútbol femenino en esos lugares?

Percepciones

29. ¿A qué jugador/a te gustaría parecerte en su juego y por qué? 30. Dado el reciente inicio de la Liga Profesional Femenina, se han suscitado diferentes debates sobre las diferencias y similitudes del juego entre hombres y mujeres, ¿Qué diferencias ves entre ambos? a. Lista de diferencias: i. Estéticas 1. Uso del cabello 2. Uso de los uniformes 3. Expresiones que usan entre si 4. Celebraciones ii. Salud 1. Control de balón con el pecho 2. Maternidad

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3. Ciclo hormonal 4. Relaciones afectivas iii. Institucionales 1. Salario 2. Seguridad social

31. ¿Qué es lo que más crees que ha aportado el fútbol a tu cuerpo? ¿Y a tu modo de ser mujer? 32. ¿Cómo te ves en relación con otras mujeres que practican fútbol? ¿Cuáles crees que son tus características principales como jugadora? 33. ¿Cómo te sientes frente a otras mujeres que practican otros deportes? 34. Frente a las que no practican ningún deporte, ¿sientes que el deporte te ha brindado cosas que a otras no? 35. El fútbol se ha descrito como un deporte de contacto, ¿qué tan cómoda te sientes con esto? ¿Qué emociones genera este contacto? 36. ¿Qué impacto ha tenido en tu vida social practicar fútbol? 37. ¿Qué tipo de prácticas del fútbol has podido aplicar en tu vida cotidiana? 38. ¿Qué características crees que tiene el fútbol femenino en particular? 39. ¿Cómo crees que serían los partidos de un Campeonato Mundial Mixto? 40. ¿Qué quisieras que la gente comprendiera a propósito de tu práctica como futbolista?

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Anexo 2

Nombre Katherine Jiménez Tania Barrero Daniela Freites Natalia Ortíz Angie Valbuena Paula Botero Nace en Medellín; nace en 1986 y tiene 31 años, remarca que Nace en Bogotá, tiene nace en Marambo Nace en Huila; nace Nace en Barranquilla; 27 años, creció en el Fecha y lugar de Nace en Bogotá, nace Nace en Bogotá, tiene Oriental que es una en 1991 y tiene 26 nace en 1991 y tiene norte de la ciudad y lo nacimiento en 1990 y tiene 27 años 27 años comuna (en el ideario años 26 años reseña como algo social las distingue característico pero ella reseña que todos los barrios son comunas) Mamá, papá, y una hermana menor. Su madre siempre se preocupó porque viviera en un entorno Mamá, papá, tres saludable. Su padre Papá, mamá, dos hermanxs (una mujer, hacía pesas y tenía la Padre y madre y una hermanxs; ella es la dos hombres). Con cultura de la salud del hermana menor. del medio y son ellos empezó a jugar Mamá, dos hermanos Mamá, papá, un cuerpo entonces le Menciona a su abuela medios hermanxs. Así desde los 5 años. Su menores; el padre no hermano mayor. Su fomentó eso desde su y sus tías. Menciona mismo, menciona a su familia la apoyaba está desde hace 17 años hermano también infancia. Sin que su padre la abuela materna, su pero no era un aunque mantienen jugaba pero tenían embargo, no llevaba siempre a abuela materna (quien respaldo fuerte en irla contacto. Sin embargo, mucha diferencia de considera que su verlo jugar y también la llevaba a a ver jugar; lo Composición de la su contacto con el edad para hacerlo gusto por el fútbol su madre jugaba. Sin entrenamientos) y su lamenta como algo familia fútbol fue a través de su juntxs. Su padre y esté relacionado con embargo, en otro abuelo paterno (éste limitado a los partidos padre porque la llevaba madre estaban en su padre (aunque su apartado menciona último tiene una importantes. Además, a verlo jugar, y ella deportes y la primer recuerdo dice que su madre fue la escuela de fútbol su madre hacía reseña que recuerda apoyaban. Desde que es con él en un que más apoyó el donde ella comienza a hincapié en que mucho eso y los "tercer pequeña practicó parque) sino por los juego al ayudarla a ir jugar). No vive con estudiara y tiempo". varios deportes. esposos de sus tías a sus partidos y pasar sus padres en Bogotá. posteriormente que eran muy tiempo con ella Ella llega a Bogotá tuviera un trabajo (no futboleros. Los reseña dedicada para jugar. hace 10 años. estaba ligado al como los únicos fútbol). futboleros de la familia, pero más adelante cuenta que sus tíos recomendaron a sus padres no 132

meterla en escuelas de formación porque eso haría que se lesionara y se volviera gay. Recuerda estar jugando con compañeros en su barrio, más o menos a Ella dice que recuerda los 7 u 8 años. En ese jugar desde muy Empezó jugando momento sus amigos pequeña con sus microfútbol en el Recuerda en quinto de Recuerda estar del barrio no hermanos (5 años). barrio de manera primaria jugando con su padre marcaban diferencias Sin embargo, artesanal. Pero reseña (aproximadamente a Fue en el barrio donde en un parque solo lxs de juego (salvo la menciona que tiene que a las 5 años sus 9 o 10 años) estar creció en Barranquilla. dos haciendo tiros y Primer recuerdo de fuerza) pero la muy marcado un día estaba en el colegio y jugando con niños en Jugaba solo con niños ella tapando. También fútbol: lugar, exclusión se daba con que jugó su primer una profesora la vio su colegio, muy (amigos y primos) dice que tiene algún actores, experiencia sus compañeros de torneo y le dieron un haciendo 21 y la artesanalmente. Reseña porque no había recuerdo de ella colegio; ella reseña trofeo que decía "a la impulsó a hacerlo que no había diferencia suficientes niñas. jugando en el que era más por mejor jugadora a la delante de muchas de género en ese apartamento con una sorpresa la medida de un niño". personas. Esto para momento si jugaba. pelota de bolsas. discriminación que Dice que le gustaba ella fue natural y lo por alguna otra cosa. jugar por ver sonreír a hizo con gusto. Recuerda también su mamá. estar viendo fútbol cuando era bebé y estando emocionada. Jugó en equipos Jugaba en equipos de Jugaba con amigos informales en su niños cuando pequeña del barrio y salían barrio y en su colegio. en el barrio. Después cerca bajo Dado que no había Estuvo en equipos de pasó a jugar en la autorización de su torneos para niñas, su Estuvo en equipos barrio con los amigos Escuela Toto Rubio y mamá. Dice que madre organizaba Cuenta que inició en intercolegiados en pero a los 13 o 14 entrenaba con los jugaba todo el día si torneos en su barrio Primera experiencia octavo (12 o 13 años) a octavo y noveno (12 a años pasó a jugar en chicos de su edad, era posible. A la par para que ella pudiera en equipos jugar con un equipo de 14 años aprox). De la Liga de Bogotá. pero a los 16 años la reseña que comenzó a jugar. No reseña (informales y fútbol en el colegio, y ahí pasa a volver a Reseña haberse pasan a jugar con jugar a los 6 años en experiencias de formales) desde ahí jugó jugar en el equipo que sentido muy feliz por jugadores de menos una escuela de un equipos formales en intercursos hasta once. vio en su barrio en estar jugando con edad (argumentan que amigo del papá. su colegio. Sin Bogotá, CFC. mujeres ("ver que ya han crecido más los Siente que desde embargo, desde los 9 habían más mujeres"). cuerpos de los chicos siempre ha habido años reseña que entonces deben bajarla discriminación por entrenaba con la base de categoría). parte de los niños. de "Formas Íntimas" (primera vez que 133

pudo jugar en un equipo de solo mujeres) y desde ahí estuvo jugando torneos internacionales Empieza los entrenamientos en Ella comienza el 2007 cuando llega a entrenamiento a los 14 Bogotá. Antes no o 15 años en la escuela había tenido de fútbol del abuelo. experiencia de Allí vive una Empieza a los 13 o 14 entrenamiento en experiencia en donde años cuando entra a la fútbol (sí en Tuvo su primer torneo un adolescente Liga de Bogotá. Jugaba los intercursos baloncesto con en donde le regalaron Ella empezó a Entrenamiento compañero de la Antes había tenido en el colegio pero selección Huila). Su el trofeo entrenar y jugar “organizado” y escuela menciona que entrenamiento en una entrenó formalmente formación empieza discriminatorio. formalmente desde competencia no jugaría con una escuela que se desde la Universidad con un equipo de Desde ahí compite y los 9 años. mujer por ser inferior llamaba Manchester fútbol que vio entrena. en nivel, pero ella pero no fue por entrenando en hace un gol y mucho tiempo. Normandía, Bogotá. demuestra con esto Al poco tiempo, que no es inferior y empieza el desde allí gana la entrenamiento en la estima del grupo. Universidad pero en fútbol sala. Equipo del colegio "Formas Íntimas" (en Escuela de Toto Rubio (escuela de Medellín) (Escuela de formación microfútbol) Selección Antioquia en Barranquilla) Universidad Central (fútbol) Escuela del barrio Selección Atlántico (fútbol sala) Selección Colombia Fuera Libre (fútbol) Equipos Minuto (fútbol) (tenía gran diferencia Universidad Sergio (fútbol sala) Liga de Bogotá competitivos. Equipo Universidad de edad entre las que Arboleda (fútbol) Club Aprofucri- CFC (fútbol, Bogotá) (fútbol) Trayectoria y (fútbol) ya estaban y ella) Universidad UDCA Unesc (fútbol sala, Universidad Central pre-Selección diferenciación. New Girl's (fútbol) Selección Colombia (fútbol sala, para un Brasil) (fútbol sala) Colombia (fútbol) Equipos de Siempre equipos (estuvo en torneo sudamericano) Valladolid (fútbol, Dream Team (fútbol) universidad. aficionados después de GolStar P&Z Plus (fútbol España) Sao Paulo (fútbol) graduarse. Caterpillar sala) Paisitas (fútbol sala, City Selección Colombia Medellín) FutureSoccer (fútbol sala) P&Z Plus (fútbol sala, Sao Paolo Fortaleza (fútbol) Bogotá) Equidad (fútbol) Cúcuta Gol Star 134

(fútbol, Cúcuta) Siempre le ha gustado más el fútbol, sobre todo porque no conocía otras modalidades. Practica fútbol desde muy Desde octavo en el Lleva 10 años Lleva desde los 9 pequeña pero empieza colegio (12 o 13 años) jugando y ha años jugando fútbol y a jugar con empezó a jugar alternado el fútbol Lleva desde los 6 combinando este con dedicación (aunque formalmente con un sala con el fútbol. años entrenando y el microfútbol o el Lleva 10 años como con intermitencia por equipo de fútbol 11. En Durante un tiempo en jugando en diferentes fútbol sala. Tuvo Años activa como futbolista activa lesiones) a los 13 la Universidad siguió la Universidad no equipos. Solo hasta la formación muy fuerte futbolista aunque nunca jugó años. En la jugando fútbol 11, pero pudo jugar fútbol por Universidad se en fútbol desde profesionalmente. Universidad jugó cuando se gradúa falta de tiempo pero encuentra con el Formas Intimas pero fútbol 5 y pasó a ser empieza a jugar fútbol ahora, por ejemplo, es fútbol sala. su mayor trayectoria una gran afición para 8, alternado con fútbol lo que más juega los de logros ha sido en ella porque era 11. fines de semana. el fútbol sala. resolver problemas en poco tiempo y espacio. Desde entonces alterna el fútbol 5 con el fútbol 11. Le gustaba hacer goles de pequeña, pero cuando formaron los equipos previos para seleccionarla Arquera en fútbol sala para ir a la Liga de Siempre ha sido y volante por Bogotá la pasaron No recuerda de volante y su principal Defensa y dice que su izquierda en fútbol Empezó como volante como volante. Desde pequeña, pero es característica es dar padre también era 11. Menciona que no por izquierda. Pasó Posición en la que ahí, a sus 13 años, ella volante por derecha, pases para que otras defensa. Además, esta le gusta ser arquera de por otras posiciones juega y cómo lo descubrió que le no le gusta jugar de marquen goles. Para posición le favorece fútbol porque es muy pero siempre se remite explica gustaba más hacer 10, pero si reseña que ella esta es una gran porque tiene fuerza y bajita y también dice al aprovechamiento de pases que hacer goles. le gusta mucho dar satisfacción, que puede aprovecharla. que le gusta jugar de su velocidad. Además, para ella la pases. aunque hace goles le campo porque le figura de ser volante gusta más dar pases. encanta correr. 10 es ser la dura del equipo y desde ahí ha aprendido mucho. Su primer entrenador allí mandaba a las 135

jugadoras para que jugaran con mucho contacto para acostumbrarla a eso en la posición que debía jugar. Profesional pero lo que narra es que tuvo que elegir este camino porque quiso dedicarse al fútbol y al Profesional con la estudio al tiempo, pero Central y terminando no logró acceder a las estudios profesionales becas que daban para Profesional en con la Sergio Profesional en Grado de poder jugar Profesional en Ingeniería Industrial Arboleda; no Deporte del escolaridad estudiando. Ella en su Profesional Ingeniería de Sistemas. de la Universidad menciona explícita la Politécnico Jaime alcanzado o en curso relato luchó mucho Central. carrera pero dice que Isaza (Medellín). por abrirse ese camino quiere combinar su de fútbol y estudio carrera y hacer pero no fue posible, a marketing deportivo. lo que su madre siempre apoyó pero también le decía que debía sustentarse con algo más que el fútbol. Tuvo beca deportiva Ella tuvo un intento Ella ha tenido dos en la Universidad y entre 2008 y 2011 en becas deportivas, en debía responder donde estudió inglés la Universidad No estuvo becada académicamente a lo para optar a una beca Central donde estudió para poder estudiar y largo de toda la en Estados Unidos y su primer pregrado. jugar fútbol a la vez carrera. Era una beca poder jugar fútbol a Su madre le pagó el pero sí pudo del 70%. Llegó por nivel profesional, pero Mientras estuvo primer semestre pero Reporta que estuvo en desarrollar su carrera una amiga de ella que no tuvo éxito y se estudiando en la le decía que si no se Escolaridad y el equipo de la a la par del ritmo de era egresada de la decidió estudiar universidad, también ganaba la beca no trabajo fútbol. Universidad pero tiene juego competitivo. Universidad y le dijo Medios jugó fútbol pero no podía jugar más y le algún otro referente. Ahora se dedica a en algún momento Audiovisuales. Ahora reseña nada más. tocaba dedicarse a entrenar al equipo que necesitaban una esto constituye su trabajar en algo femenino de la arquera en la modo de empleo y distinto. Desde ese Universidad universidad y que condiciona sus rutinas segundo semestre Javeriana. daban la beca, de juego porque Angie se ganó la beca entonces ella aceptó, restringe sus horarios, deportivo y ha aunque no era lo que por un lado, pero por estudiado así toda su 136

más le gustaba. otro le da un mejor carrera. Al finalizar También reseña que salario que lo que en la Central, también trató de jugar con la haría dedicarse al fue becada en la selección fútbol profesional. Universidad Sergio Cundinamarca Después de tiempo Arboleda. Al tiempo (Caimanas) pero se intentándolo, en la que estaba enfermó. Tampoco nueva liga profesional estudiando, reseña pudo jugar en otro le ofrecieron un que ha jugado en equipo por cruces con contrato profesional diferentes equipos a los entrenamientos de con Cortulua pero no nivel universitario, la Universidad. compensaba profesional e incluso financieramente lo que selección Colombia. gana con el trabajo que le dio su carrera profesional. Ella es entrenadora del equipo femenino de la Universidad En este momento se Javeriana. Durante el dedica a jugar con el semestre 2017-2 Reseña que después de Entrena los martes y equipo Equidad estuvo activa como graduada su familia la jueves con Sao Paulo seguros (Bogotá) en jugadora de la presionaba para que porque no puede la Liga Profesional. selección Colombia estudie algo más o Trabajo o profesión dedicar más tiempo a Anteriormente jugaba de fútbol sala, por lo salga a trabajar, pero N/A N/A hoy jugar como ella con Fortaleza de que tuvo que ella quiere jugar fútbol. quisiera y aun así Tunja. De resto ausentarse por dos Por eso trabaja pero en sustentar su diario estudia con la beca semanas de su las noches entrena con vivir. que todavía tiene en trabajo. No entrenaba Sao Paulo. la Universidad Sergio formalmente en el Arboleda. momento de la entrevista, solo para ciclos de selección Colombia.

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