La Población De Guadalajara, 1500-1650
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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID Facultad de Filosofía y Letras Departamento de Historia Moderna LA POBLACIÓN DE GUADALAJARA, 1500-1650 TESIS DOCTORAL realizada por Ángel Luis Velasco Sánchez Director: Santos Madrazo Madrazo Madrid 2008 5 A mis padres, que siempre me animaron. A José y a Virginia, que lo compartieron. 6 Introducción La historia económica y social de los siglos modernos ha dedicado escasa atención a la zona oriental de la Corona de Castilla, ya que la mayor parte de las aportaciones so- bre la población, la producción agraria o las estructuras sociales se han centrado en ciu- dades, comarcas y provincias de Castilla y León, Madrid, La Mancha, etc. Por tanto, las pretensiones de este trabajo son casi obvias: contribuir a que el vacío historiográfico de la provincia de Guadalajara sea menor y observar el comportamiento de sus gentes con respecto al dinamismo del siglo XVI y la crisis del XVII. En este mismo orden, lo que aquí se plantea es si la marcha demográfica de Castilla entre 1500 y 1650 presentaba o no contrastes espaciales. Es decir, en qué medida las poblaciones se hacían eco de los condicionantes geográficos, la propiedad, los poderes jurisdiccionales, la distribución de la renta y la ocupación de sus gentes, sin olvidar que estamos en una época en la cual las exigencias financieras de la monarquía no dejaban de crecer, mientras que una parte del campesinado tenía dificultades para sobrevivir. En cuanto al contenido específico de este trabajo, está claro que se ha centrado en la estructura y dinámica de la población alcarreña. Pero antes de atacar este objetivo, era preciso dilucidar si nos ocupábamos de la vieja provincia de Guadalajara o la provincia actual. Al haber optado por esta última, hemos seguido el parecer de las gentes de la Guadalajara de hoy día: tienen preferencia por el conocimiento de la provincia actual, pero están a su vez muy interesadas en saber cómo fue antes, cómo se formó su provin- cia desde el medievo hasta la definitiva división provincial de 1833, cómo era vista por los gobernados y gobernantes de los siglos XVI y XVII, cómo fue cambiando la organi- zación territorial bajo los auspicios del estado absolutista y las clases privilegiadas –el papel de los Mendoza, por ejemplo– y, en suma, cuáles fueron las repercusiones que esos cambios externos e internos tuvieron sobre la vida y la muerte de la población. 7 Acto seguido, hemos presentado las fuentes utilizadas. Todas ellas son conocidas, especialmente las conservadas en el Archivo General de Simancas (Censos Generales y Expedientes de Hacienda). Sin embargo, la comprobación de que la demografía históri- ca tiene su mejor filón en los libros sacramentales, nos llevó al rico venero de las parti- das de bautismos, matrimonios y defunciones conservadas en el Archivo Histórico Dio- cesano de Sigüenza. Los resultados de este empeño constituyen el núcleo de esta inves- tigación, ya que ha permitido seguir el comportamiento de las variables demográficas (natalidad, nupcialidad y mortalidad) en un número de localidades, que puede conside- rarse representativo de la evolución demográfica de Guadalajara a lo largo de 150 años. También se ha prestado atención a otros documentos de origen parroquial (Libros de Tazmías) que reflejan las fluctuaciones en las cosechas de cereales. Para precisar el pre- cario equilibrio entre población y recursos, se han comparado las series demográficas y las de producción, poniéndose de manifiesto que el descenso de las cosechas trastocaba –aunque en distinto grado– la dinámica poblacional de cada circunscripción analizada. Los comportamientos demográficos a nivel espacial y temporal, incluidas las esta- cionalidades, tienen su necesario complemento en el comentario dedicado a la evolución de la población a lo largo del periodo 1500-1650. Sus oscilaciones no solo reflejan los problemas de la sociedad alcarreña, sino que permiten su comparación con lo aconteci- do en otras zonas de la Corona de Castilla. Nos hubiera gustado rematar estas páginas con las condiciones de vida y la estructu- ra social en la provincia de Guadalajara de aquella época. Al servicio de esta pretensión hemos aportado datos sobre las ocupaciones socioprofesionales en las ciudades y en los pueblos (agricultura, artesanía, servicios), sin olvidar las viudas, los eclesiásticos, los pobres, etc. Somos conscientes, sin embargo, de que calar en la estructura social requie- re de otros indicadores referidos a la propiedad de la tierra, distribución del excedente, la presión fiscal… Este trabajo no se habría realizado sin la ayuda desinteresada de varios amigos y compañeros que merecen nuestro agradecimiento. En primer lugar, el trabajo de clasifi- 8 cación documental que Pedro Simón está llevando a cabo en el Archivo Histórico Dio- cesano de Sigüenza. Su labor y cordialidad han sido de gran valor para los principales capítulos de esta investigación. También agradecemos a Isabel y Julia del Archivo Ge- neral de Simancas sus orientaciones y disponibilidad. Sin su eficaz colaboración nos hubiéramos desanimado antes de la primera toma de contacto con la información. Otras personas que merecen especial mención son José Ángel Laguna, que puso a nuestra disposición su conocimiento y biblioteca sobre la historia de Guadalajara; Ángel Mejía nos facilitó sus publicaciones sobre el pósito de la ciudad de Guadalajara y las series de precios aquí utilizadas y José Carlos Velasco, aparte de compartir inquietudes relacionadas con el tema de esta investigación, resolvió muchas dudas que fueron sur- giendo en la elaboración de hojas de cálculo, cuadros estadísticos, mapas y gráficos. Gran parte del mérito que este estudio pueda tener se debe a la inteligencia y capa- cidad de Santos Madrazo. Sus directrices nos permitieron sacar mayor partido a la in- vestigación en los archivos, y sus correcciones temáticas y de redacción han enriquecido el trabajo con sus sensatas notas (frecuentemente críticas) y comentarios. Reciba mi agradecimiento grande y permanente. Obviamente, son responsabilidad mía los errores numéricos y las imprecisiones interpretativas que puedan existir en las siguientes pági- nas. 9 Capítulo 1 EL MARCO TERRITORIAL El problema de delimitar el espacio de estudio lo tenemos resuelto desde el momen- to en que hemos decidido trabajar sobre la actual provincia de Guadalajara. Nos ocupa- mos, por tanto, de un territorio que tiene 12.167 km² y en el que existen 401 municipios. Estos datos –con ligeras salvedades– fueron los fijados por la conocida división provin- cial de 1833. Las dificultades –en una investigación sobre los siglos XVI y XVII– surgen cuando preguntamos si esos términos estuvieron siempre inscritos en las mismas circunscrip- ciones, es decir, si todos ellos arrastraron una historia común desde el punto de vista territorial: ¿Cuáles de esos municipios pertenecieron siempre a la provincia de Guadala- jara y cuáles no? ¿De dónde provienen los que fueron incorporados a Guadalajara en 1833 y, por el contrario, qué términos, que siempre pertenecieron a Guadalajara, dejaron de serlo? ¿Se parecían la vieja y la nueva provincia de Guadalajara o, dicho de otro mo- do, salió ganando o perdiendo en la citada división provincial de 1833? Estas preguntas cobran un mayor sentido si se parte de que la estructura y la dinámi- ca de la población de los siglos XVI y XVII, no sólo se vieron influidas por las activida- des económicas, el régimen jurisdiccional o las relaciones sociales, sino también por la organización territorial, que por supuesto no es una entelequia o un ente de razón estéril. Lo que se pretende dilucidar es si, por ejemplo, las tierras de Hita y Jadraque –que entonces eran de Guadalajara y continuaron siéndolo– tenían un comportamiento de- mográfico distinto, por el hecho de pertenecer a Guadalajara, del que tenía el partido de Zorita, que entonces era de Madrid y luego pasó a Guadalajara. Esta cuestión de límites 10 resulta, por tanto, decisiva por la sencilla razón de que en este trabajo se analiza la po- blación de Hita y Jadraque, pero también la de Pastrana y los pueblos de su circunscrip- ción. Por ello estudiaremos, con fuentes de los siglos XVI y XVII, muchos pueblos que sí eran de la provincia de Guadalajara y otros muchos que no lo eran y, por el mismo mo- tivo, se prestará menos atención a pueblos que eran de Guadalajara pero luego dejaron de serlo. En suma, el ámbito territorial de este trabajo tiene en cuenta las viejas provincias, ya que no carece de interés saber que en determinados momentos del pasado gran parte de la Sierra de Madrid o la zona abulense de Arenas de San Pedro eran provincia de Gua- dalajara, y que esas zonas tuvieron comunicación e influencia en el resto de la provin- cia. Pero esto es una cosa y otra muy distinta emprender un trabajo histórico sobre la vieja demarcación. El motivo salta a la vista: si, incluso para un historiador, lo más im- portante es el presente –la realidad actual presenta despropósitos que son fruto de una mala comprensión del pasado–, los grandes problemas que aquejaron a Guadalajara en los siglos XIX y XX (estructuras rurales vinculadas a la tierra, pervivencias del Antiguo Régimen, secuelas de la implantación de liberalismo, etc.) requieren que se analicen sus raíces, sus fundamentos, pero en el pasado de la actual provincia y no en el pasado de unas tierras, que determinados intereses fiscales, jurisdiccionales u oligárquicos pusie- ron dentro de sus límites. Son estas afirmaciones y aquellos interrogantes las que piden una referencia, aunque sea sinóptica, de la formación de la provincia de Guadalajara para mostrar cómo el es- pacio se ha ido adaptando o transformando en cada etapa histórica, sin que en ello hayan sido ajenas las necesidades del Estado ni los poderes de las clases privilegiadas. Este último aspecto tiene una enorme importancia, ya que los cambios o las actuaciones terri- toriales repercutían –y repercuten– en la vida cotidiana de las personas que habitaban y habitan dichos lugares.