(S-0850/09) PROYECTO DE LEY El Senado Y Cámara De Diputados,... ARTÍCULO 1°.- Declárase Ciudad Heroica Al Municipio De
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Senado de la Nación Secretaría Parlamentaria Dirección General de Publicaciones. (S-0850/09) PROYECTO DE LEY El Senado y Cámara de Diputados,... ARTÍCULO 1°.- Declárase ciudad heroica al municipio de San Luis, cuyo Cabildo fue el primero en reconocer al Primer Gobierno Patrio, el 14 de junio de 1810. ARTÍCULO 2°.- Comuníquese al Poder Ejecutivo. Adolfo Rodríguez Saa. – FUNDAMENTOS Señor Presidente: Estamos próximos a celebrar el Bicentenario del Primer Gobierno Patrio y nos parece oportuno que desde el gobierno federal se reconozca a la ciudad cuyo Cabildo fue el primero en reconocer sin cortapisas a aquel gobierno que fue el germen de nuestra Independencia Nacional ocurrida años más tarde. Esto ocurrió el 14 de junio de 1810, cuando el Cabildo de San Luis reconoce formalmente al nuevo gobierno patrio y, más tarde, el 28 de junio del mismo año, designa diputado a la Junta Grande a Marcelino Poblet. Así como los próceres que lucharon por la consolidación de una nación libre y soberana son declarados héroes nacionales por ley del Congreso Nacional, del mismo modo los pueblos que realizaron acciones en el mismo sentido merecen ser declarados ciudades heroicas. En este orden de ideas, cabe traer a colación las investigaciones históricas que dan fe del original y pionero accionar patriótico de la ciudad de San Luis. Dos días posteriores a la conformación del Primer Gobierno Patrio, “en mérito a la labor revolucionaria del interior, que no escapaba a la Junta, sus miembros deciden que por circular del día 27 de mayo comunicar a los pueblos del interior la instalación del gobierno, remitir los bandos del ex virrey y del cabildo, cuyas disposiciones hacen suyas, y ordenar se nombren y venga a la Capital los Diputados, estableciendo que los mismos han de ir incorporándose a la Junta ‘conforme y por el orden de su llegada a la capital, para que así se hagan de la parte de confianza pública (...). En resumen: la Junta Provisional Gubernativa al convocar a los pueblos del interior para que se incorporaran a la misma, a medida que fueran llegando sus diputados a la capital, daba un habilidoso golpe de estado. Incorporándose a la Junta las provincias reconocían a ese nuevo gobierno, surgido de un movimiento local, es decir, con carácter municipal. Y la Junta, al recibir la adhesión de gran parte del virreinato consolidaba su poder, abandonando su carácter provisional para ser permanente. El panorama que se les presentó a los hombres de la Revolución era sumamente difícil. Si se invitaba a los diputados del interior a formar solamente un congreso, éste, al instalarse para decidir sobre ‘la forma de gobierno que se estimase conveniente’, podía muy bien, como era lógico, declararse ‘soberano’ y determinar, entre otras cosas, la disolución de esa Junta provisional, nacida el 25 de mayo con carácter precario. De ahí que con extrema habilidad se decide incorporar a los representantes de la provincias, y al hacerlo, la Junta, al par que se consolida y adquiere permanencia, toma rango nacional.” (LÓPEZ ROSAS, José Rafael, Historia Constitucional Argentina, 3ª edición actualizada y ampliada, Astrea, Bs. As., 1977., pp. 128 y 129). Los documentos históricos demuestran que el propio Levene sostuvo que “los poderes de los diputados, con excepción de los de San Luis y San Juan, ninguno expresa en forma clara y precisa que los mismos deban incorporarse a la Junta Gubernativa, sino que abundan en otras consideraciones o se refieren solamente a la reunión del congreso” (Cfr. LÓPEZ ROSAS, José Rafael, op. cit., p. 131). Resulta sumamente ilustrativo el artículo “Importancia y sentido del federalismo en los primeros gobiernos patrios (1810-1812)”, de Sandro Fabricio Olaza Pallero; especialmente el capítulo denominado “LA PRIMERA JUNTA Y EL ESPÍRITU DE LAS PROVINCIAS”, en el cual se pone de manifiesto lo siguiente: “Con el pronunciamiento del 25 de Mayo de 1810, estamos frente a la ruptura de una forma jurídica que unía a estos reinos con España y como consecuencia, un quebrantamiento de las leyes concernientes a la administración política interna. Porque, una vez rotos los vínculos con la corona, ningún lazo jurídico unía a los pueblos del virreinato de Buenos Aires. De esta forma -como observa Busaniche- ‘todo pues, era una situación de hecho’. Sabido es que así lo entendió la Junta cuando invitó a los cabildos del interior a enviar sus representantes. ‘Lo contrario -señala 2 Busaniche- hubiera sido implantar directamente el despotismo y la Junta hubiera carecido de todo poder representativo’. Para la llamada ‘Generación del 37’ -afirma el historiador Pérez Amuchástegui- ‘el pensamiento de Mayo consistía en obtener la independencia y organizar una nación soberana de contenidos esencialmente democráticos, en que armonizaban los intereses individuales y sociales sobre la base de la libertad, la igualdad y la fraternidad, y con miras a alcanzar el bienestar general a través de un sistema republicano y representativo...’. La Primera Junta estuvo desunida desde su comienzo, pronto la figura de Mariano Moreno reunió a su alrededor a todos los demás integrantes, a excepción de Saavedra. Así resalta una división ideológica en dos grupos: los morenistas, jóvenes radicales que deseaban organizar de inmediato la revolución institucional centralista, dirigida y controlada por Buenos Aires; y los partidarios de Saavedra (también llamados conservadores) que preferían un cambio más gradual, con poderes compartidos con los representantes de las provincias. El escritor Valentín Barrios en su obra ‘La verdad sobre el libertador General San Martín’ sostiene que Moreno, apoyado por varios miembros de tendencia democrática como él y por el clima inicial del movimiento popular, procedió según la nueva tesis, demócrata de los Derechos del Hombre y el Ciudadano que perseguía la instauración de una ‘república federal’ según el ejemplo que ya estaban dando los EE.UU. de Norteamérica, y lo hizo con total energía, a pesar de las renuencias que pronto se manifestaron entre los demás miembros. También sostiene este autor: ‘Al ser desplazado Moreno del gobierno, el ideal democrático sufrió un total descalabro, empeorado en marzo siguiente, en que fueron también desalojados de la ahora Junta Grande Rodríguez Peña, Azcuénaga y Larrea, de la misma tendencia’. Los historiadores porteñistas que han escrito la historia del país con un criterio apasionado, se muestran confundidos en sus afirmaciones. Por empezar, el doctor Moreno conducía a la Junta pero su temperamento era de una biblioteca, ajeno al sentir popular. Tenía virtudes para su puesto de secretario: era trabajador, estudioso y de intachable conducta; pero no para jefe, pues estaba muy alejado de la realidad. El gran historiador español don Salvador de Madariaga, refiriéndose a los idealistas de la Revolución Hispanoamericana, sostuvo: ‘No se dieron cuenta suficiente de la parte que les tocaba en los defectos del sistema que combatían, parte que hoy sabemos fue considerable. Pocos conocían bien la historia de su propia América; menos quizá la vida y hombres de sus ciudades y campos. Ni vale decir que España los tenía sumidos en la ignorancia, porque no eran ignorantes’. 3 Ese jacobinismo inicial de la Junta está muy lejos, en formas y contenidos, de la postura ‘liberal’ que se atribuye al ‘pensamiento de Mayo’. El 25 de Mayo de 1810 se había resuelto que cada ciudad del interior eligiese representantes que se reunirían en Buenos Aires ‘para establecer la forma de gobierno que se considere más conveniente’. Valioso documento es la circular del 27 de mayo de 1810, que disponía respecto de los diputados electos ‘han de irse incorporando a esta Junta conforme y por el orden de su llegada’ con el objeto de que los mismos se inculquen ‘de los graves asuntos que tocan al gobierno’. Tratábase de una circular con contenidos federalistas y que atendía a la voluntad general de los pueblos, a efectos de organizar representativamente el Estado de la América del Sur. En octubre comenzaron a llegar los diputados; en diciembre ya habían arribado nueve a la Capital, esperándose otros catorce. En lo que se refiere a la aceptación de los nuevos sucesos por parte de las provincias y su envío de diputados, a continuación se puede observar: Córdoba no tuvo una actitud en principio favorable al nuevo gobierno, allí se encontraba Santiago de Liniers -anterior Virrey y héroe de las Invasiones Inglesas- dispuesto a apoyar la autoridad del Virrey Cisneros, para lo cual intentó organizar la contrarrevolución, lo que fracasó y le costó la vida. La expedición militar mandada por Buenos Aires impuso como intendente interino a Juan Martín de Pueyrredón y los patriotas consolidaron su hegemonía con la resolución de los Cabildos Abiertos de Río Cuarto y Córdoba que reconocieron al de Buenos Aires y designaron como representante al Deán Funes, quien según el maestro González Arzac, era partidario de un ‘federalismo regionalista’, guiado por la subsistencia de las gobernaciones- intendencias. La Primera Junta solicitó la adhesión al Paraguay y la designación de un diputado. Ante una actitud negativa de esta provincia, la Junta envió una expedición al mando de Belgrano, quien obtuvo un fugas éxito en la batalla de Paraguarí, pero el 19 de enero de 1811 las fuerzas paraguayas triunfaron en Cerro Mbaé, lo que se repitió luego en el combate de Tacuarí. A pesar de esta situación, a la derrota de Belgrano siguió una toma de conciencia por parte del pueblo paraguayo, por la cual se estableció una Junta de Gobierno patriota. El 27 de junio de 1810 fue designado por la Junta, como comandante de armas de Catamarca (que formaba parte de la Intendencia de Salta), el ciudadano Feliciano de la Mota Botello, quien el 5 de noviembre del mismo año avisó a la Junta haber remitido 150 hombres 4 al ejército del Perú. En Catamarca la Revolución de Mayo fue aceptada inmediatamente después de recibidas las noticias que llegaban mensualmente.