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INDICE

OBJETIVO DE LA CARTILLA...... 4 RESULTADOS ESPERADOS ...... 4 RESUMEN...... 4 MAPA DE RECORRIDO ...... 5 IDEAS – PALABRAS-CLAVE ...... 5 DESARROLLO DE LOS ATRACTIVOS Y TEMÁTICAS DE GUIADO...... 6

PROVINCIA DE SALTA - GENERALIDADES……………………………………………………………………………………………………………….6 Relieve……………………………………………………………………………………………………………………………………………………………..6 Clima ...... 7 Economía...... 7 Desarrollo de los Sectores Económicos más importantes ...... 9 SALTA CAPITAL ...... 15 Límites...... 15 FUNDACIÓN DE SALTA ...... 15 Los pasos hacia la Fundación de Salta ...... 15 El nombre de Salta ...... 18 Organización Social...... 18 Desarrollo de la Ciudad ...... 19 Organización Española……………………………………………………………………………………………………………………………………22 Leyes de India…………………………………………………………………………………………………………………………………………………23 PLAZA 9 DE JULIO...... 24 Monumento a Juan Antonio Álvarez de Arenales ...... 27 CALLE ZUVIRÍA...... 27 TEATRO PROVINCIAL SALTA………………………………………………………………………………………………………………………………..28 MUSEO DE ARTE CONTEMPORÁNEO ...... 28 CALLE ESPAÑA ...... 29 LOLA MORA...... 30 COMPLEJO CATEDRALICIO ...... 33 Iglesia Catedral ...... 33 Panteón de las Glorias del Norte…………………………………………………………………………………………………………………….35 Altar de la Cruz Primitiva………………………………………………………………………………………………………………………………..35 El Señor y Virgen del Milagro ...... ¡Error! Marcador no definido. Paseo Catedralicio...... 37 Palacio Arzobispal ...... 38 Museo Catedralicio Carlos Mariano Pérez ...... 38 CALLE MITRE...... 39 MUSEO DE ARQUEOLOGIA DE ALTA MONTAÑA...... 39 El Hallazgo...... 40 Los Niños…………………………………………………………………………………………………………………………………………………..……42 La Expedición……………………………………………………………………………………………………….…………………………………………43 Las Contraversias……………………………………………………………………………………………………………………………………………44 PALACIO DAY...... 47 CENTRO CULTURAL AMÉRICA ...... 48 IGLESIA DE LOS JESUITAS ...... 50 PLAZOLETA CUATRO SIGLOS ...... 51 CALLE CASEROS ...... 51 CALLES PEATONALES ALBERDI Y FLORIDA ...... 52 Casa de Arias Velázquez o Leguizamón...... 52 Casa de Arias Rengel...... 53 2

Casa de Hernández ...... 54 Casa de Moldes ...... 55 CABILDO HISTÓRICO DE SALTA ...... 56 Aspectos Históricos………………………………………………………………………………………………………………………………………..58 Museo Histórico del Norte………………………………………………………………………………………………………………………………60 HOTEL SALTA ...... 61 CASA DE LA CULTURA ...... 61 CASA DE URIBURU...... 62 COMPLEJO SAN FRANCISCO ...... 63 Iglesia San Francisco ...... 63 Convento San Francisco ...... 65 El Museo...... 65 La Biblioteca...... 66 El Archivo...... 66 Mural en homenaje a Fray Mamerto Esquiú ...... 66 ERMITA Y CONVENTO SAN BERNARDO ...... 68 ATRACTIVOS ANEXOS AL CIRCUITO PEDESTRE ...... 70

IGLESIA DE LA MERCED...... 70 MUSEO “PAJARITO VELARDE” ...... 71 PREGUNTAS DE AUTOEVALUACIÓN ...... 73 BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA...... 74

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OBJETIVO DE LA CARTILLA Incorporar y/o profundizar conocimientos acerca de las cuestiones más relevantes del Circuito Pedestre, abarcando aspectos históricos, geográficos, demográficos, económicos y culturales.

RESULTADOS ESPERADOS Que los guías de la Provincia de Salta • Adquieran, amplíen y/o refuercen conocimientos acerca de los diferentes atractivos que componen este circuito turístico. • Adquieran y/o desarrollen valores de preservación, y sean promotores de la cultura salteña.

RESUMEN

El Circuito Pedestre se desarrolla en el casco histórico de la ciudad de Salta, que coincide con el casco céntrico. Abarca en un recorrido histórico desde la época de fundación de la ciudad (1582) y sus antecedentes, hasta nuestros días.

El Circuito Pedestre potencia el casco histórico de la ciudad de manera tal que ningún otro circuito llega a hacerlo, permitiendo percibir la importancia estratégica de esta ciudad en el Noroeste argentino, desde tiempos remotos hasta la actualidad. Comienza en el centro de la Plaza 9 de Julio y finaliza en el Convento San Bernardo.

Los primeros tramos muestran las construcciones más importantes que rodean la plaza principal, señalando elementos relativos a su historia, arquitectura y funciones actuales. El trayecto se desplaza luego por calle Caseros, incluyendo sus edificios.

Se añaden algunos atractivos, que si bien no suelen estar dentro del recorrido convencional que realiza el Circuito Pedestre, se encuentran dentro del casco céntrico y son relevantes en la referencia turística de la ciudad.

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MAPA DE RECORRIDO

Fuente: Paula Zenzano

IDEAS – PALABRAS-CLAVE Fundación de Salta. Organización social. Desarrollo y crecimiento económico. Religiosidad salteña. Patrimonio arquitectónico. Museología. Primeras familias de Salta. Gesta independentista. Fisonomía urbanística. Plaza 9 de Julio.

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DESARROLLO DE LOS ATRACTIVOS Y TEMÁTICAS DE GUIADO

PROVINCIA DE SALTA – GENERALIDADES

La Provincia de Salta tiene 155.488 kilómetros cuadrados, lo que representa el 5,57% del total del país. Por su extensión territorial es la sexta provincia y la de mayor superficie de las del Noroeste argentino, cuya región integra. Limita con seis provincias y tres países: al Norte con Jujuy y Bolivia; al Este, con Formosa, Chaco y Paraguay; al Sur, con Tucumán, del Estero y Catamarca; al Oeste, con Chile. Se divide en 23 departamentos, que son: Anta, Cachi, Cafayate, Capital, Cerrillos, Chicoana, General Güemes, San Martín, Guachipas, Iruya, La Caldera, La Candelaria, La Poma, La Viña, Los Andes, Metán, Molinos, Orán, Rivadavia, Rosario de La Frontera, Rosario de Lerma, San Carlos y Santa Victoria.

Por su posición geográfica es el nudo de las comunicaciones entre el Norte de Chile, el Noroeste argentino y las zonas limítrofes de Bolivia y Paraguay. Sus pasos internacionales son: a Chile, el paso de Sico y Socompa; a Bolivia, el paso de Aguas Blancas, Profesor Salvador Mazza e Hito Uno en Santa Victoria Este; a Paraguay, por el paso de Misión La Paz.

En el territorio de la Provincia de Salta, coexisten extremos térmicos y geográficos. Sus características fisiográficas y climáticas varían desde las altas cumbres con sus nieves eternas, hasta la calidez del trópico. Salta presenta todo tipo de paisajes: desde la aridez del desierto puneño al Oeste, hasta el verde exuberante de la selva al Este, pasando por valles y quebradas pronunciadas en el centro de la provincia.

En cuestión de pocas horas se puede pasar desde la selva lluviosa hasta el desierto poblado de cardones. Dentro de la misma provincia, el Trópico de Capricornio pasa por la Puna rozando los 7000 metros sobre el nivel del mar, con una humedad nula y temperaturas de -30 °C; en la misma latitud, per o a 337 metros sobre el nivel del mar, convierte a Orán y Tartagal en zonas selváticas, cálidas y húmedas.

Según datos del Censo Nacional de 2010 la población de la Provincia Salta era 1.215.207 habitantes, con una densidad de 7,8 habitantes por kilómetros cuadrados. La ciudad capital es uno de los distritos de menor extensión territorial pero el Gran Salta concentra casi el 55% de la población total de la provincia y la mayor densidad de población: 311,3 habitantes por kilómetros cuadrados. Entre el Censo Nacional de 1991 y el de 2001, Salta registró un aumento de población anual (2,26%), superior al conjunto del país en el mismo período intercensal (1,05%). En 1869, cuando se realizó el Primer Censo Nacional, Salta tenía 88.933 habitantes y una densidad de 0,6 habitantes por kilómetros cuadrados. Cien años después, la población de la provincia era de 509.870 habitantes. En 1869 el 86,8% de la población residía en zonas rurales y sólo el 13,2% correspondía a áreas urbanas. En 1991 la población urbana representaba el 79% del total y en 2001, ese porcentaje trepó al 83,42%

Relieve El suelo salteño presenta una notable variedad en la configuración de su relieve.

Distintos factores naturales producen pronunciadas diferencias en la fisonomía de Salta, y permiten distinguir por lo menos siete microzonas o regiones, perfectamente individualizadas con sus rasgos geográficos, económicos y humanos. Se puede describir el territorio salteño apelando a la sencilla comparación con tres peldaños de una escalera que asciende de Oriente a Occidente.

El primer peldaño, situado al Este de la capital, está formado por la región de la Llanura Chaqueña – subtropical, situada al pie de los cordones subandinos, entre los 200 y 800 metros sobre el nivel del mar, y cubierta de bosques.

El segundo peldaño, al centro, está constituido por los valles subandinos: de Lerma, Siancas, San Andrés, Santa Victoria e Iruya, que se sitúan entre los 800 y 2000 metros. Las precipitaciones pluviales 6 riegan sus faldas orientales y las cubren de bosques. Es la región más rica y de mejor clima, y en consecuencia, la más poblada.

Finalmente, al Oeste, el tercer peldaño alcanza alturas de 3500 y 4500 metros sobre el nivel del mar, y lo forman el Altiplano y las cumbres de la Cordillera de los Andes. Con 6.380 metros sobre el nivel del mar, el Nevado de Cachi es una las máximas alturas Es una región seca, árida e inclemente, castigada por los vientos y las ventiscas de nieve. La escasa vegetación es de tipo exfolio y entre las montañas se extienden inmensas llanuras.

Clima Se pueden distinguir dos grandes tipos de clima: los áridos y los cálidos. Localizada en una zona tropical, Salta posee clima cálido pero por la diversidad de su relieve encontramos variaciones marcadas en sus distintas regiones.

La orientación en sus cordones montañosos influye en la distribución de las precipitaciones.

En la zona de alta montaña el clima es muy riguroso y se caracteriza por las bajas temperaturas y los fuertes vientos. Existen áreas muy secas y otras muy húmedas, y lugares muy fríos que se contraponen a áreas calurosas.

El clima de la región puneña es muy seco y existe una acentuada diferencia de temperatura entre el día, que es muy caluroso, y las heladas noches. Las precipitaciones son muy escasas pues generalmente no supera los 200 milímetros anuales. Su rápida evaporación deja en la superficie del suelo una gran cantidad de sales. Consecuencia de este fenómeno son los grandes salares de Arizaro y Pocitos.

En los bolsones y quebradas el clima no es tan riguroso como en la Puna, pero es muy árido. En áreas protegidas, y por medio de riego, se pueden desarrollar algunos cultivos.

Las Sierras Subandinas presentan un clima cálido y húmedo, y las mayores precipitaciones se producen en los meses de enero y febrero.

La Llanura Chaqueña posee clima tropical, cálido y húmedo. Al Norte, se torna subtropical y algo más seco al acercarse al Sur. Es el caso del Valle de Lerma, en el que se encuentra la ciudad de Salta, y del Valle de Siancas. Aquí los promedios anuales de precipitaciones alcanzan los 1000 mm.

Los vientos procedentes del Atlántico, cargados de humedad, pasan por encima de la Llanura Chaqueña hasta encontrar las primeras elevaciones de las Sierras Subandinas. Al contacto con ellas se producen las descargas de las nubes con abundantes precipitaciones, lo cual genera en las laderas orientales el crecimiento de una vegetación selvática; estas se denominan lluvias orográficas. Debido a que en el verano las nubes quedan retenidas en los cerros, las laderas y los valles del Este son muy húmedos. Sin embargo, la humedad no pasa al otro lado de las sierras, a las laderas occidentales: el clima en ellas, por el contrario, es muy seco.

En general, los promedios de temperaturas en época estival superan los 20 °C, y en época invernal son inferiores a los 14 °C.

Sus principales actividades productivas son las plantaciones de caña de azúcar, cítricos, tabaco, vid, porotos y soja. Hay explotaciones forestales, petroleras y gasíferas. La ganadería, la minería y el turismo, de gran crecimiento en los últimos años, ocupan lugares cada vez más importantes.

Economía La Provincia de Salta registra una participación del 1,5% del Producto Bruto Interno, lo que la coloca en el noveno puesto en el país. Salta y Tucumán son las dos provincias que tienen el mayor aporte de la región Noroeste. Pero si se considera que la población de Salta es algo superior al 3% de la población del país, ello significa que el PBI per cápita de la provincia está muy por debajo de la media nacional. El 71 % de los fondos del Estado provincial proceden de recursos nacionales; un 20,2% de tributos de origen provincial, y un 2,3% a regalías por explotación de hidrocarburos. El sector terciario de la economía participa con el 64% del Producto Bruto Geográfico (PBG). En segundo lugar, el sector 7 secundario con el 21 % con una fuerte presencia de derivados del petróleo y la industria alimenticia. Por último, el sector primario participa con el 15 % del PBG, duplicando el porcentaje que tiene en el resto del país.

Uno de los principales problemas de Salta es la llamada "economía informal" o "en negro." En las zonas rurales, muchos habitantes trabajan en negocios o explotaciones agrícolas no registrados, y en la capital provincial se observan "vendedores ambulantes" con estas mismas características. Según estadísticas del Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INDEC) de marzo de 2009, el empleo en negro en Salta es el cuarto más alto del país.

Respecto del sector industrial puede decirse que Salta es una de las provincias menos industrializadas del país. El 60 % de la producción industrial corresponde al procesamiento de hojas de tabaco; refinación de azúcar; fabricación de sustancias y productos químicos y derivados de la refinación de petróleo. En 2004, Salta produjo el 2 % del total del petróleo del país y el 14,2% de la producción nacional de gas.

Las pocas industrias existentes están directamente relacionadas con las actividades agrícola-ganaderas locales: azúcar y sus subproductos (en el Norte de la provincia); vino (en los Valles Calchaquíes); lácteos y pastas (en el Valle de Lerma), etc. En años recientes, la radicación de numerosas firmas extranjeras introdujo tecnología de punta. Hoy, por ejemplo, el azúcar y el vino se exportan a Europa y los Estados Unidos; el vino salteño goza de una excelente reputación a nivel internacional.

La producción local también guarda relación con las actividades mineras: en el norte hay refinerías de petróleo y gas natural. El bórax es una de las principales actividades. Se extrae en la Puna. Salta ocupa el primer puesto en el primer puesto como provincia productora y exportadora de boracita, mineral de boro que se utiliza en la elaboración de fertilizantes y cerámicas especiales.

Muchas industrias aún tienen un carácter muy artesanal, y se destinan al mercado local: queso de cabra, quesillos, indumentaria de cuero y muebles de madera, entre otros.

Sobre el Sector Productivo Primario de la provincia, podemos mencionar entre los principales: el sector agropecuario, el sector energético-minero.

El Oeste de la provincia de caracteriza por ser una zona rica en recursos minerales. Al sudoeste los Valles Calchaquíes son ricos en recursos e industrias vitivinícolas. En la zona centro se ubica la Capital, con una población de más de medio millón de habitantes, donde actualmente se está desarrollando un nuevo parque industrial y la Zona Franca. Aquí también se encuentra el rico Valle de Lerma, que es una zona productora principalmente de tabaco. La zona norte se caracteriza por los yacimientos de hidrocarburos, y la gran producción de frutas y hortalizas, como así también de recursos forestales. En la zona sur y sudeste encontramos grandes producciones de legumbres, principalmente de soja y poroto.

En cuanto a la ganadería bovina, Salta tiene zonas que se adaptan a la cría y al engorde, como así también cuencas lecheras. En estos últimos años cobró gran impulso la producción caprina.

Todas y cada una de las zonas cuentan con atractivos turísticos actualmente desarrollados y explotados, con todos los servicios necesarios para disfrutar de la belleza de la provincia.

La base de la agricultura en Salta está dada por cultivos industriales como el tabaco, caña de azúcar, cítricos (pomelo y limón), soja, porotos, vid, ajíes, papas y algodón.

La ganadería se encuentra representada por la cría de ganado vacuno en la región del Valle de Lerma y las zonas despejadas de la región chaqueña. Por otra parte, es frecuente la presencia de caprinos en las zonas montañosas y se mantiene como un valioso recurso la cría de la vicuña en las zonas de mayor altitud y aridez; la cría de caballos es reducida, aunque los ejemplares de caballo salteño suelen tener merecida fama por su resistencia.

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Desarrollo de los sectores económicos más importantes

Sector Minero La Provincia de Salta ofrece diversas formaciones geológicas con interesantes perspectivas para el descubrimiento de minerales metalíferos, no metalíferos y rocas de aplicación.

Las posibilidades de inversión para los minerales no metalíferos son atractivas en cuanto a las condiciones metalogénicas y las manifestaciones con grandes potenciales de algunos minerales entre los que se destacan los pórfidos de cobre, oro y molibdeno; sistemas epitermales de oro-plata de alta y baja sulfuración, sulfuros polimetálicos de plomo, plata, zinc; mineralizaciones ferríferas volcánicas y sedimentarias; placeres auríferos; pegmatitas de columbio, tantalio y bismuto, y los depósitos etratoligados de cobre, plomo, plata y zinc.

Entre los años 2001 – 2007, ingresaron más de 100 millones de dólares anuales por exportaciones, cánones, tasa retributiva y regalías. Se invirtieron más de 50 millones de dólares en exploración directa de proyectos metalíferos, no metalíferos y nucleares. Hay más de 2.400.000 hectáreas cubiertas por propiedades mineras para exploración, lo que representa un récord del crecimiento del 600 % con respecto a enero de 2005. Más de 40 empresas de exploración internacionales están explorando en Salta; está en desarrollo la construcción y puesta en marcha del Gasoducto de la Puna, con la instalación de ocho nuevas empresas minero-industriales en San Antonio de los Cobres, Olacapato y Salar de Pocitos.

En estos años hubo un récord de exportaciones a 42 países de los 5 continentes, que convierten a Salta en la provincia Nº 1 de Argentina en destinos de exportaciones; también en metros perforados en exploración de riesgo, con más de 100.000 metros de sondeos y de nuevos productos mineros de exportación con valor agregado, elaborados en la provincia.

Salta se ha convertido de esa manera en la provincia líder nacional en la exportación de minerales de boro y sus derivados, cloruro de litio y perlita. Se han implementado más de 50 programas en desarrollo de Minería Social con ladrilleros, areneros, caleros, artesanos y huellas mineras, a través de municipios, cooperativas y escuelas.

Como consecuencia, y según los últimos sondeos, la minería ocupa actualmente en Salta a 11.705 trabajadores: son 2.341 puestos directos y 9.364 indirectos. La mayoría de los puestos directos está cubierta con trabajadores de San Antonio de los Cobres, Olacapato, Salar de Pocitos, Tolar Grande y otras poblaciones de la zona andina. Allí, en los últimos años, 765 desocupados asistieron a cursos y talleres de capacitación en oficios relacionados con la minería, en su afán de reinsertarse laboralmente en alguno de los proyectos que se desarrollan en la zona.

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Fuente: Censo Nacional de Minería - Secretaría de Minería - INDEC 2003

Los minerales de mayor explotación son los siguientes: azufre, sulfato de sodio, sal común, manganeso, mármol, plomo etc.; y en menor escala: cobre, boratos, plata y oro.

Los yacimientos de mineral de hierro son los más voluminosos del país pero permanecen inexplotados. Los más grandes yacimientos mineros continúan estáticos porque se han convertido en reservas estatales, o empresas privadas los retienen con miras especulativas.

La sal, que podría ser un rubro de explotación, se torna costosa por la aplicación del discriminado "flete de montaña".

La Provincia de Salta ha adherido a la Ley de Inversiones Mineras por medio de la Ley Provincial Nº 6.712. Las inversiones previstas por empresas incluidas en la mencionada ley son repartidas en 16 proyectos.

En el año 1994 se realizó Censo Nacional Minero, registrándose en el país 1911 establecimientos, de los cuales se pudieron censar 1046 emprendimientos, es decir el 54.7%.

En los últimos años se iniciaron actividades de la empresa "Minera del Altiplano S.A." (FMC Lithium CORP.), con su producto "FENIX". Su planta de cloruro de litio se localizará en la ciudad de Güemes, en 18 hectáreas. Se sitúa a 190 km. al E.N.E del Salar del Hombre Muerto, y a 40 km. de la ciudad de Salta, a unos 655 metros sobre el nivel del mar, y junto al arroyo El Cadillal, de cauce seco entre septiembre y diciembre. La parte del Salar que explotará se sitúa sobrepasando el límite con Catamarca, en el departamento de Antofagasta.

En Salar de Pocitos, Departamento de Los Andes, habrá un entrepuesto con fines de transferencia de carga, aprovechando ruta y ferrocarriles. Los estudios de impacto ambiental están siendo entregados a los gobiernos provinciales de Salta y Catamarca.

Sector Agrícola

Las nuevas tecnologías, la experiencia de los productores de la tierra y la equilibrada promoción del Estado, constituyen factores que permiten vislumbrar un positivo desarrollo futuro para abastecer los mercados mundiales más exigentes y competitivos.

La calidad de las tierras y el clima favorecen las producciones adecuadas a la demanda internacional. A continuación se mencionarán los productos que encabezan estas producciones:

a) Poroto

Salta es la principal productora nacional de poroto: aproximadamente un 70 % del total nacional, casi 300.000 toneladas; los cultivos se localizan en los departamentos de General Güemes, Capital, Cerrillos, Metán, Rosario de la Frontera, La Candelaria, Anta, Orán y General José de San Martín. Los principales tipos de porotos secos que se producen en Salta son el poroto alubia y el poroto negro, ambos con altos rendimiento: 1.000 kg. por hectárea y 1.200 kg. por hectárea, respectivamente. El procesamiento compuesto por la limpieza, abrillantado, clasificación y envasado, se realiza en su totalidad en la provincia, en 36 plantas ubicadas principalmente en Rosario de la Frontera, donde también se procesan porotos provenientes de otras provincias.

El principal destino de esta leguminosa es la exportación, ya que en el mercado interno el consumo es muy bajo. Mientras el poroto negro tiene como principal destino a Brasil, y luego a México y Venezuela, desde donde son requeridos por su aporte sustancial de proteínas en la alimentación, el poroto alubia se exporta principalmente a la Unión Europea, donde tiene una demanda estable en España, Italia y Francia.

Salta también produce, aunque en menor volumen, las variedades de poroto colorado, overo y pallar.

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Por entender que la calidad del producto final comienza por la calidad de la semilla, la Secretaría de la Producción del Gobierno de Salta participa en un programa conjunto con el Instituto Nacional de Semillas para la aplicación de la Ley Nacional de Semillas nº 20.247.

Se realizan controles de comercios expendedores, acopiadores y establecimientos productores.

b) Tabaco

La producción de tabaco Virginia en Salta constituye uno de los pilares de la economía regional. Está desarrollada por productores medianos a grandes, que cultivan más de 23.000 hectáreas en los departamentos de Rosario de Lerma, La Caldera, Gral. Güemes, Capital, Cerrillos, Chicoana, La Viña, Guachipas, La Candelaria y Rosario de la Frontera. La riqueza generada y su amplia distribución, contribuyen a generar puestos de trabajo en el campo, la industria, el comercio y el transporte.

El sector tabacalero salteño, además, aporta al conjunto de la economía argentina un importante caudal de divisas por su exportación.

En los últimos años, los productores salteños de tabaco han incrementado sus plantaciones e incorporado tecnología a sus procesos de producción. Ello ha dado como resultado el aumento de los rendimientos y de la calidad del tabaco.

En poco tiempo se ha pasado de un rendimiento promedio de 1.700 kg. por hectárea en 1993, a 2.000 kg. por hectárea en 1996/97. Además de las condiciones del suelo y del clima salteños, inmejorablemente adecuadas a los requerimientos del cultivo, el Valle de Lerma dispone de una amplia red de distribución de energía, gas natural y electricidad; esto permite la utilización de modernos sistemas de curado que reducen las pérdidas de cosecha y mejoran la calidad del producto.

El tabaco Virginia salteño posee un excelente balance químico que lo convierte en uno de los mejores del mundo; es utilizado desde hace varios años en la mezcla de las principales industrias y del extranjero.

c) Soja

La soja es actualmente la oleaginosa más difundida en la Argentina y su principal producto de exportación. Brasil y la Argentina, en conjunto, producen un tercio del total de soja del planeta. La expansión del cultivo de la soja se ha producido también en Salta durante los últimos años.

La soja salteña se cultiva especialmente en los departamentos de Anta, San Martín y Rosario de la Frontera, ubicados en el noreste y el sur del territorio provincial salteño. La soja es en la actualidad el cultivo con mayor superficie y volumen de producción en Salta. Para la presente campaña se estima un volumen de 360.000 toneladas, provenientes de una superficie cultivada en torno a las 180.000 hectáreas. Los rendimientos promedio son de entre 2.000 a 2.500 kg. /ha, con una tendencia creciente del área. Las variedades del Grupo VIII son las más estables, y expresan su máximo potencial de rendimiento en la zona productora salteña.

A partir de la década de 1990, la superficie dedicada a este grano ha tenido un incremento incesante, llegando durante la campaña 2007/2008 a las 447.000 hectáreas sembradas, y una producción de 1.420.500 toneladas. Las exportaciones de soja alcanzaron en el año 2008 los 140 millones de dólares.

d) Vid

El cultivo de la vid se realiza en la zona de los Valles Calchaquíes, principalmente en los departamentos de San Carlos y Cafayate. Existen cerca de 2.400 hectáreas de viñedos. El 80 % corresponde a cepas de varietales y finos, en su mayoría de la variedad “Torrontés”, que tiene como destino la vinificación. Las principales bodegas de la región están cerca de Cafayate, a 1.700 metros sobre el nivel del mar, y algunas nuevas se localizan cerca de Molinos y Cachi, donde llegan hasta los 2.500 metros de altura.

El clima de la zona es seco, con veranos largos y escasas lluvias, y el suelo es franco-arenoso profundo, con ripio y piedras sueltas. La gran amplitud térmica, de 20 ºC de diferencia entre el día y la noche, favorece la maduración y concentración de aromas. Entre las variedades se destacan el Cabernet

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Sauvignon y el Malbec; pero la más emblemática es el Torrontés, cepa blanca distintiva de los vinos argentinos. Esta región se destaca por la calidad de sus uvas blancas, con gran potencial de desarrollo, y por uvas tintas que maduran muy bien y dan colores profundos a los vinos.

El desarrollo de esta producción se inicia en la época de la Colonia, introducida por los jesuitas, quienes aprovecharon las inmejorables condiciones agroecológicas propias de la zona, hoy convertida en un importante centro industrial de elaboración de vinos finos reconocidos mundialmente.

La superficie destinada a la vid en Salta es actualmente de unas 1.500 hectáreas, las que prestan un rendimiento promedio de 20 a 25.000 kg. /ha.

El Departamento Cafayate concentra la mayor producción y cuenta con diecinueve bodegas inscriptas en la Delegación del Instituto Nacional de Vitivinicultura.

e) Los Cítricos

La actividad citrícola salteña ocupa el cuarto lugar en importancia en el país, después de las provincias argentinas de Tucumán, Entre Ríos y Corrientes.

La producción salteña de pomelo y de naranja se destina, en su mayor parte, a la exportación con destino a Europa. El citrus salteño se exporta a Europa con la sigla NOA=UE impresa en el producto.

La zona de cultivo de cítricos está localizada en los departamentos de Orán, San Martín, Anta y General Güemes. Gracias a las excelentes condiciones agroecológicas de estos espacios, los rendimientos resultan óptimos y de muy buena calidad, con un alto porcentaje de jugo y buen color. En la propia zona de producción han sido instaladas modernas naves de empaque de gran capacidad.

Se encuentran especialmente difundidas las variedades de pomelos rosados y rojos, como la variedad Henninger's Ruby, Foster Seedless, Star Ruby y Rojo Mutación "La Toma". Variedades tempranas de naranja como Hamlin, Mallorca, Pineapple, y tardías, como la Valencia Late, son cultivadas en Salta y exportadas con gran suceso.

En mandarina destacan las variedades Malvasia y Ellendale; en limón, la variedad Génova.

La Provincia de Salta, junto a las otras provincias del Noroeste Argentino, participa activamente en acciones y programas orientados a resguardar la sanidad de los citrus a través de la erección de barreras. Ésta es una tarea que encaran conjuntamente los gobiernos y los productores.

El destino de la producción en fresco se divide entre las exportaciones y el mercado interno, mientras que el resto se utiliza para el procesamiento de jugo concentrado. Las exportaciones de cítricos frescos en 2008 alcanzaron los 46,6 millones de dólares.

f) Hortalizas

La oferta de hortalizas en Salta permanece constante durante todo el año, ya que cuenta con zonas agroecológicas diversas y de primicia (Aguas Blancas, Orán, Colonia Santa Rosa), como así también con una importante superficie de cultivo bajo cubierta.

El destino de la producción es principalmente el consumo fresco en las grandes urbes del centro y el sur de la Argentina (, Córdoba y Rosario) y el mercado local.

Debido al potencial productivo del tomate para industria, recientemente se ha radicado en el Departamento de General Güemes -con apoyo del Gobierno- la agroindustria de pasta de tomate La Sierra, S.A.

La apertura de esta planta ha generado una mayor oferta de trabajo y una recualificación de la mano de obra de la zona.

El Ministerio de la Producción y el Empleo, a través de la Secretaría de la Producción, pone en marcha un sistema de comercialización para pequeños y medianos productores, consistente en el uso de la

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Los Valles Calchaquíes, además de reunir las características de aptitud para un excelente desarrollo del cultivo de la vid, poseen inmejorables cualidades para la producción de otros cultivos como la cebolla.

Para dar respuesta a estos nuevos desafíos, la Secretaría de la Producción ha encarado la implementación de un sistema productivo de calidad de Sintética 14.

El cultivo de la cebolla en Salta se encuentra en fase de franca expansión y mejoramiento de su potencial comercial por parte de los productores locales. Sus miras están puestas en el mercado argentino y en las oportunidades que brinda el creciente interés en nuestra producción, de países como Brasil. Desarrollan además nuevos espacios de cooperación técnica y comercial con productores de la provincia argentina de San Juan, y con investigadores del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de Bahía Blanca, Provincia de Buenos Aires, principal área productora nacional.

g) Maíz

La superficie sembrada de maíz experimentó en Salta un importante aumento en relación a campañas anteriores. En la actualidad y debido a las altas potencialidades productivas que poseen los nuevos híbridos, a la disponibilidad de maquinaria, fertilizantes, insecticidas y también a la tecnología conservacionista, se están alcanzando mejores posiciones en los mercados que en años anteriores .

En experiencias de campo realizadas durante la última campaña en las localidades salteñas de Las Lajitas, Metán y Tartagal, con siembra directa, se obtuvieron rendimientos superiores a los 8.000 kg. por hectárea y resultados económicos superiores a los obtenidos en otros cultivos tradicionales.

La siembra directa constituye hoy una excelente alternativa en maíz, pues reduce la erosión hídrica y eólica, mejora las propiedades físicas de los suelos, su estructura y contenido de materia orgánica.

h) Caña de Azúcar

De gran tradición en el Noroeste argentino, el cultivo de la caña de azúcar se desarrolla fundamentalmente en los departamentos salteños de Orán, al Norte, y General Güemes, al centro. La mayor parte de la producción se destina a la industria, especialmente a la producción de azúcar; en menor proporción, a subproductos de la caña como el alcohol, las melazas y el bagazo.

La superficie destinada a su cultivo es cercana a las 20.000 has, con un volumen de producción algo superior al millón de toneladas (equivalentes al 9,4 % del total argentino).

La producción de azúcar es una actividad económica de singular importancia en Salta y su región, por la cantidad de empleo generado y su aportación al producto regional.

La actividad ha recibido el apoyo institucional del Gobierno de Salta, en un esfuerzo conjunto con el resto de las provincias azucareras del noroeste argentino, en el marco de las estructuras de cooperación regional promovidas por el artículo 124 de la Constitución Argentina.

Los empresarios han completado el esfuerzo gubernamental ensayando nuevas variedades capaces de producir rendimientos de entre 96 y 120 toneladas por hectárea, homologables a los que se obtienen en el Estado de Sao Paulo, en Brasil.

i) Aromáticas y medicinales

El desarrollo de las especies exóticas aromáticas y medicinales es de antigua data. Los colonizadores hispanos introdujeron las primeras variedades de anís, comino, romero y orégano, entre otras, especies que se cultivan en los Valles Calchaquíes.

También en el Valle de Lerma se cultivan especies culinarias como el orégano y el pimiento.

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Gracias a sus condiciones naturales, Salta posee cientos de especies nativas medicinales de alto interés. Cuando menos treinta de ellas han sido ya cosechadas y destiladas. Muestras de aceites han sido enviadas a importantes centros europeos y distribuidos entre empresas especializadas para su análisis y valoración.

Actualmente, los aceites provenientes de los saborizantes (comino, pimiento, orégano, anís, etc.) tienen una gran demanda a causa de su miscibilidad, que facilita la producción masiva de alimentos.

Desde la Secretaría de la Producción del Gobierno de Salta se alienta la producción de especies colorantes, como las que se extraen de la virreina o del pimiento, como también la industrialización de materia prima, y se ha concretado el lanzamiento de la planta de procesamiento de xantófila de la virreina.

Otro cultivo de punta considerado de interés es el orégano, que es apoyado técnicamente por el mismo programa, por el Consejo Federal de Inversiones de Argentina (CFI) en su faz financiera, y por la Dirección de Relaciones Comerciales en su faz comercial.

Además, se han introducido tres variedades de stevia rebaudiana, Káa Hée o yerba dulce, sobre las que se realizan pruebas de adaptación en toda la Provincia. La especie, que es originaria del Paraguay, posee una remarcable cualidad: es el único edulcorante natural que puede ser consumido por las personas con diabetes. Es 300 veces más dulce que el azúcar, carece de hidratos de carbono, es antiplaca, no fermentable, por tanto, no cariogénico, y no contiene calorías.

Un interesante proyecto industrial es la producción de clorohidrato de papaína, que utiliza como materia prima a la papaya. Este compuesto se produce por ataque de enzimas o destrucción de la cadena proteica (lisis). Es utilizada en medicina como desinflamante y en la industria frigorífica como ablandador de carnes.

En plena fase de desarrollo se encuentra en Salta el cultivo del tártago, así como su industrialización. Además del aceite de ricino de uso medicinal, con creciente demanda tras la prohibición de la caza de cetáceos, se han encontrado en aquel producto nuevas aplicaciones industriales en reemplazo del aceite de jojoba, más caro y de difícil obtención. Las nuevas aplicaciones se centran en la utilización de este aceite en la lubricación de ejes de altas revoluciones (turbinas).

j) Algodón

Si bien el cultivo del algodón es de antigua data en la Argentina, en los últimos cinco años la producción salteña ha recibido un formidable impulso, pasando de las 280 hectáreas cultivadas en 1989-1990, a las más de 40.000 en la última campaña.

La gran mayoría del algodón en la Argentina se cultiva en zonas de secano, con rendimientos promedios nacionales de 1.500 kg. por hectárea. En Salta, sin embargo, estos valores son incluso superiores, gracias a que su potencial productivo está determinado por el recurso hídrico, los suelos y las horas de calor.

Las ventajas naturales y el impulso de los productores favorecen, en consecuencia, rendimientos promedios de hasta 2.000 kg. por hectárea en bruto, para la producción de secano, y de 4.000 kg. por hectárea para la producción bajo riego.

En los departamentos salteños de San Martín y Anta (principales zonas de cultivo del algodón), se han instalado dos desmotadoras, y se prevé la instalación de una tercera en el primero de aquellos para atender el mayor incremento de superficie cultivada.

La Provincia de Salta inició en 2012 las actividades previstas en el convenio suscrito oportunamente con la Nación, para poner en marcha el Programa de Prevención y Erradicación del picudo mexicano del algodonero. Las condiciones de zona libre de picudo, los altos rendimientos y la particular longitud de la fibra del algodón salteño, hacen de este cultivo una fuente nuevos negocios y una interesante oportunidad de inversión.

k) Frutales

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El Valle de Lerma y el de Siancas han desarrollado notoriamente su área de producción de frutales de carozo y pepitas. De este modo, se va forjando un sector que paulatinamente va consolidando su crecimiento y sus resultados, a la vez que se erige como interesante alternativa para diversificar la producción en áreas en donde prevalece el monocultivo, especialmente el del tabaco. Dentro de este grupo de frutales, se encuentran más desarrollados los de carozo, prevaleciendo, por orden de importancia, la producción de durazno (melocotón), nectarinas, damasco (albaricoque) y ciruelo.

La producción de banano se halla concentrada en la zona septentrional de la provincia, correspondiente al Departamento de Orán, con una superficie cercana a las 5.000 hectáreas y rendimientos que oscilan entre 22 y 30 toneladas por hectárea.

En los últimos años se manifiesta una tendencia decreciente en la superficie cultivada debido al ingreso de banana ecuatoriana. A pesar de ello, los rendimientos salteños se incrementaron gracias a la innovación tecnológica y las especiales condiciones agroclimáticas de la zona. Se encuentra prohibido en el Noroeste Argentino el ingreso de banana procedente de países o áreas que no se encuentren libres de enfermedades y plagas cuarentenarias. Esta prohibición garantiza a nuestros productores la comercialización en el mercado del NOA y la seguridad de que sus cultivos no serán afectados por enfermedades, en especial, por la temida sigatoka negra.

SALTA CAPITAL Límites Situado en el Valle de Lerma, el Departamento Capital se extiende, hacia el Norte, en la zona de contacto del sistema de Precordillera Salto Jujeña, denominado también Sistema de la Prepuna, y las Sierras Subandinas. Hacia el Sur se inicia en el angosto de Arias o de Arrieta hasta la Quebrada de las Conchas; por el Oriente, el límite se sitúa en las estribaciones occidentales del sistema de las Sierras Subandinas, Serranías de los Porongos, cerros Pucheta de 1850 m., cerro San José de 1650 m., Sierras del Gallinato de la Candelaria, La Pedrera, Pilorco, Cumbres del Castillejo, Ablome y Peñas Blancas. Por el Poniente, el límite está fijado por la zona más oriental de las cumbres de la Precordillera Salto-Jujeña, cerros de Lesser, cerros del Manzano, El Sunchal, La Laguna, Agua de Castilla, Caranchohuasi y del Peñón.

FUNDACIÓN DE SALTA Los pasos hacia la Fundación de Salta Con el fin de proteger a los primeros españoles que llegaron a esta región de los permanentes ataques de los grupos de población nativa que rechazaba su presencia, y afirmar las nuevas conquistas, el Virrey de Perú Francisco de Toledo ordenó fundar una ciudad en los “valles de los Saltas o de los Calchaquíes”. Para eso, en 1571 instruyó al gobernador Jerónimo Luis de Cabrera fundar en el Valle de Salta. Cabrera no cumplió el mandato de Toledo y fundó Córdoba. En 1573, Toledo reiteró esa orden a Gonzalo de Abreu y Figueroa, que reemplazó a Cabrera como gobernador del Tucumán. Abreu tampoco ejecutó el mandato de Toledo.

El 13 de noviembre de 1577, desde , Felipe II nombró gobernador del Tucumán al licenciado Hernando de Lerma, “por tiempo y espacio de cuatro años, contados desde ocho meses después de su partida de San Lucas”.

Muchos problemas suscitó este nombramiento, ya que por su parte el Virrey del Perú, Francisco de Toledo, había designado en la misma fecha para tal cargo a don Pedro de Arana. Tuvo sin embargo que acatar la voluntad real, y es así que el 21 de noviembre de 1579 entregó al nuevo gobernador del Tucumán sus credenciales, junto con la condición que había impuesto, sin resultado, a los gobernadores anteriores: fundar una ciudad en el Valle de Salta. El mandato tenía objetivos específicos: hacer más segura la vía comercial en el ámbito de la Gobernación. Los españoles que vivían en ella debían salir y entrar escoltados para evitar robos y daños a ellos y sus mercaderías, pues el extenso territorio entre Lima y la Gobernación del Tucumán, quedaba en manos de los belicosos naturales para peligro de los vecinos que habían de trasladarse de uno a otro punto. Así lo comprendió el Virrey Toledo, y es por eso

15 que la fundación de una ciudad en el valle de Salta se había transformado para él en una obsesión. En la instrucción dio a Hernando de Lerma plazo de un año para cumplir su orden.

A pesar de que en las instrucciones el Virrey de Toledo había sido tajante y sólo concedió a Lerma un año de plazo, diversos problemas internos, en los que la ambición y el espíritu de venganza del nuevo gobernador jugaban papel principal, lo habían mantenido inactivo en su cometido poblador hasta julio de 1581.

Sabía Lerma que el Virrey del Perú le exigiría detalladas cuentas de su actuación y que no perdonaría el incumplimiento de la instrucción, por lo cual el 23 de julio de 1581 convocó en la capital de la gobernación del Tucumán al Cabildo y propuso que se fundara una ciudad en el camino que va de la provincia del Tucumán a las de Perú.

Se inició la jornada pobladora en Santiago del Estero, el 20 de febrero de 1582. La expedición, formada por poco menos de cien vecinos de Santiago del Estero, Tucumán y Esteco, llegó al sitio elegido el 3 de abril de 1582. La ceremonia de fundación de la ciudad, se realizó el 16 de abril de 1582 con el formalismo que rodeaba este tipo de ceremonias. No hubo inconvenientes, ya que los “indios”, apocados y expectantes, no ofrecieron resistencia. 1

En el sitio en que Hernando de Lerma fundó la ciudad, había existido un asiento indígena de importancia, como lo prueban los documentos de la conquista española. En la Ordenanza sobre ejidos de la ciudad, que Lerma dicto al día siguiente de la fundación, dice: “que señalaba y señaló por ejidos y pasto común de esta ciudad, desde la Angostura que está pasando el arroyo que dicen Tagarete (de Tineo hoy Avenida Belgrano), de esta parte del río de los Sauces (hoy Arias) de esta ciudad, hasta una legua de río abajo sin pasar el río, y lo que diere de circuito y redonda, con que no entre cosa alguna del Campo de la Tablada; y téngase por mojones de donde ha de comenzar el dicho ejido, desde los paredones de piedra de Inca, que están en la dicha angostura para abajo…” 2. Los paredones de piedra de Inca, a que se refiere la mencionada ordenanza y otras que le siguieron, no son otra cosa que las pircas de los pucarás o fuertes, o simplemente los muros de las viviendas indígenas, que ya conocían dichos españoles en su paso por Perú y otras zonas de asentamiento del Imperio Inca.

Salta nació como ciudad hacia el final del ciclo de conquista y colonización de esta parte de América. Abierto por España en 1519 con la conquista de México, ese ciclo se cierra 275 años después, con la fundación de la ciudad de Orán en 1794.

La fundación de Salta, localizada dentro del área cultural más importante del actual territorio argentino, se inscribe dentro del ciclo de ocupación de los altiplanos andinos.

Para elegir el sitio de la fundación, Hernando de Lerma tuvo en cuenta el clima y riqueza de pastos y buenas tierras para labranza, pero el lugar elegido es la zona más hundida de la cuenca tectónica, al que erróneamente se denomina “valle”. Por ello es que los problemas de las aguas de lluvia y de napas superficiales pronto comenzaron a actuar en los muros de sus viviendas. La ventaja de la situación fue

1 Sola, Miguel “Salta”. Adhesión al IV centenario de la Fundación de Salta (1582-1982). 1981. 2 Ibídem. 16 que los tagaretes o zanjas naturales cavadas por las lluvias que bajan de las serranías del Oeste, sirvieron de fosos defensivos ante el ataque de los naturales.

Si bien Lerma fue el primer gobernador que osó innovar poniendo su apellido a la nueva ciudad, el trazado de ésta obedece en todo a lo prescripto y ya empleado en otras ciudades de América fundadas con anterioridad. En la Plaza Mayor se colocó el rollo y picota para administrar justicia y allí se ejecutaron algunos reos. Esto es la prolongación de la costumbre medieval de los símbolos de la jurisdicción.

El fundador estableció que cada solar “ha de tener de medida de frente doscientos veinte pies, y cada pie tercia de vara; y cada cuadra cuatrocientos cuarenta; y de ancho de calle, de cuadra a cuadra treinta y cinco pies como lo prescribe la Ley X y Ordenanzas 116 y 117 en lugares fríos sean las calles anchas y en los calientes angostas”, tal como consta en el acta fundacional.

En el acto de fundación se adjudicaron dos solares para la Iglesia Mayor, dos para el Obispo, y una cuadra para la plaza mayor. Ésta no está de acuerdo a la Ley IX y Ordenanzas 112, 113, 114 y 115 que establecen “su forma, en cuadro prolongada, que por lo menos tenga de largo una vez y media de su ancho, que de la plaza salgan cuatro calles principales, una por medio de cada costado y además de estas, dos por cada esquina, las cuatro esquinas miren hacia los cuatro vientos principales, porque saliendo así las calles de la plaza no están expuestas a los cuatro vientos que será de mucho inconveniente, toda en contorno y las cuatro calles principales, que de ella han de salir, tengan portales para comodidad de tratantes, que suelen concurrir y las ocho calles que saldrán de sus cuatro esquinas, salgan libres sin encontrarse en los portales”. Sin embargo imita a otras ciudades americanas donde la Plaza Mayor solo tiene una cuadra cuadrada.

El reparto de solares que se realizó no incluyó el destinado a hospital como mandaban las Leyes de Indias en el Libro I, título IV, ley II, Ordenanza 122 de Bosque de Segovia: “Que los hospitales se funden conforme a esta ley: Cuando se fundare o poblare alguna ciudad villa o lugar, se pongan a los hospitales para pobres y enfermos de enfermedades que no sean contagiosas, junto a las iglesias y por claustros de ellas, y para enfermos de enfermedades contagiosas en lugares levantados y partes que ningún viento dañoso vaya a herir las poblaciones”.

La orden franciscana fue la primera beneficiada por el fundador: recibió la cuadra asignada por mano de su guardián, Fray Juan Bartolomé de la Cruz; fue también la que construyó la primera iglesia franciscana de barro y paja como las demás construcciones de la época.

Después de adjudicar la cuadra para casa de Cabildo y cárcel, restaron 120 solares que Lerma adjudicó a los que lo acompañaron. Como los 90 hombres de la jornada de Salta eran vecinos de Santiago del Estero, San Miguel de Tucumán y Nuestra Señora de la Talavera de Esteco, les adjudicó sus respectivos solares, más uno para el fundador, por lo que quedaron 29 sin dueño.

Las Leyes de las Indias prescribían que debían cercarse los solares. Lerma dictó lo que podríamos denominar la primera ordenanza municipal al establecer que los vecinos debían construir sus viviendas y, en caso que no lo hicieran, se los declararía por “vacos” y susceptibles de entregarlos a otra persona. En esa forma, el fundador procuraba sostener lo fundado con el asentamiento definitivo de los vecinos. Las viviendas de los vecinos comenzaron a construirse de acuerdo a la Ley XVI Ordenanza 13 y 134 “y procuren que en todas las casas puedan tener sus caballos y bestias de servicio con patios y corrales, y la mayor anchura que fuese posible con que gozaran de salud y limpieza”.

Lerma dictaminó que podían establecerse seis pulperías, las que debían pagar al Cabildo como renta fija del mismo.

Los primeros santos patronos en época de la fundación fueron San Felipe y Santiago, cuyas imágenes se encuentran en la actual Catedral Basílica de Salta. Posteriormente, por votación popular se erigió como nuevo patrono del pueblo a San Bernardo. Siguiendo con la historia, luego de los terremotos de 1692 se constituyeron como nuevos patronos de la ciudad de Salta el Señor y la Virgen del Milagro, a quienes se venera el 15 de septiembre con una multitudinaria procesión.

El fin único de las fundaciones españolas en las Indias, era poblar el territorio “virgen”, con toda aquella gente que, desprendida del terruño natal, buscaba una vida nueva en las tierras recién descubiertas. Es

17 por eso que las ciudades americanas son calco de las poblaciones de España, que las inundó de un espíritu inconfundible de riqueza interior, fe católica y laboriosidad.

La fundación de una ciudad obedecía a planes cuidadosamente concebidos. Jamás se hacía al azar, sino que era estudiada con cuidado para evitar los males de la precipitación.

El nombre de Salta

Al día siguiente de la fundación, el gobernador del Tucumán, licenciado Hernando de Lerma y el Obispo Francisco de Victoria, acordaron dar a este valle el nombre de San Felipe de Lerma en el Valle de Salta. San Felipe en honor a Su Majestad Felipe II, rey de España y de las Indias; Lerma por el apellido del fundador. En cuanto a Salta, su etimología todavía es discutida, ya que las opiniones son muy diferentes.

En documentos de más de un cuarto de siglo anteriores a la fundación de Salta, se da este nombre a la parte del actual Valle de Lerma en que se asentó la ciudad. Entre esos documentos podemos mencionar la carta que con fecha 2 de enero de 1566 escribió el oidor Matienzo al rey de España, proponiéndole una fundación de varios pueblos: “… uno en Esteco, otro en los comechingones, otro en calchaquí y por acá se había de hacer otro en Salta o Xuxui, que son muy lindos y fértiles valles…”

Afirma Miguel Solá en su libro “Salta”, que: “La voz Salta no existe en ninguna de las lenguas aborígenes de la región, ni existe en el quechua ni en el aimara”.

El doctor Arturo L. Dávalos dice en sus Noticias Históricas lo siguiente: En esta oportunidad conviene referir la versión menos autorizada, pero más verosímil, que explica el nombre de Salta dado a la ciudad de Lerma. Bien que los historiadores Lozano, ni Guevara, no lo abonan con el prestigio de su autoridad, débese a tradiciones antiquísimas, recogidas por personas respetables, de cuyos labios hemos escuchado. Según ella, cuando Diego de Almagro en compañía de Inca Paullu y sus numerosos soldados peruanos se abrían paso hacia el reino de Chile, al llegar a la altura del Angosto de Arias, desde donde descubre la mirada el anchuroso y pintoresco valle que se extiende hacia el sur y que Lerma bautizó con su apellido, sorprendidos los expedicionarios por la belleza del paisaje exclamaron en el idioma aimara, que era de su nación: Sagta! Sagta!, que equivale a decir muy hermoso en idioma español. Esta acepción, observa Monseñor Toscano, tiene también sus lados vulnerables, porque las tropas del Inca Paullu y de Almagro fueron, como dice el doctor Dávalos, peruanas, y por consiguiente, de las tribus quechuas, no aimaras, y en aquel idioma no hay la palabra Sagta sino Salta, que quiere decir otra cosa.

Organización social

Luego de la fundación y con el paulatino establecimiento de familias y de la organización social, se reconocen tres grupos sociales bien definidos y diferenciados entre sí: el blanco, el mestizo y el formado por gente de color: indios, negros y castas 3. Las diferentes castas, además del color de la piel, tenían distinta condición social, económica y jurídica, que se evidenciaba desde la manera de vestir hasta en los derechos y prohibiciones impuestas por legislación.

Los blancos españoles y criollos eran el núcleo más importante de la ciudad. Era llamado “la gente decente” y era la clase dirigente de la ciudad. La “gente decente” gozaba de todos los privilegios. Según los principios aristocráticos, todas las corporaciones como el gremio de abogados, los claustros universitarios, los colegios médicos, los cabildos y audiencias judiciales exigían la precisa condición de la limpieza de sangre, como se llamaba entonces a la pureza de raza.

Los miembros de estas familias (Gorriti, Fernández de Cornejo, Gurruchaga, Arias, Castellanos, Güemes, Tineo, Archondo, Isasmendi, Zuviría, entre otras), emparentadas entre sí muchas veces, eran la parte más activa de la población, y poseyendo una fuerte base económica, “ eran dueños de enormes extensiones de campos, en las que cultivaban productos propios de la zona ”4. El primer grupo social se completa con comerciantes e industriales poderosos. Esta clase era también la más culta e instruida de

3 Marta de la Cuesta Figueroa. “El Cabildo de Salta”. 4 Miller Luisa. “La Gobernación Intendencia del Tucumán”. Madrid, 1965. Citado por Marta de la Cuesta Figueroa. 18 la población. Eran dueños de encomiendas con indios tributarios a su cargo, gozaban de privilegios y honores, desempeñando cargos prominentes en el Cabildo secular.

El segundo grupo social estaba formado por lo general por trabajadores manuales, empleados subalternos, curas rurales. Eran también blancos, pero un abismo los separaba de aquellos otros, ya que por su poca cultura y por sus mermadas fortunas no podían llevar el mismo ritmo de vida. Estos formaron la ya conocida clase media, que en tanto no lograba nunca estabilidad social. Vivían en los barrios periféricos de la zona sur de la ciudad. Muchos de estos trabajadores estaban agremiados. Existían gremios de sastres, plateros, carpinteros y zapateros. Agremiándose podían lograr mayor perfeccionamiento en la técnica y posibilidad, al conseguir el título de maestro, de una mejor consideración social. A este estrato también pertenecían los hidalgos y gauchos. El gaucho de Salta era mestizo, individualista y libre, a la vez dócil y altivo. El gaucho poseía una gran fuerza moral, era hombre fuerte para el trabajo y resistente al dolor.

El tercer grupo estaba formado por indígenas, masa más numerosa de la población agrícola y pastoril. La Corona sostenía que los indios eran libres, debían ser considerados como seres humanos, pero “ las leyes eran una cosa y la práctica otra ”5. El español siempre consideró al indígena como un ser inferior. Los malos tratos que los encomenderos prodigaron a los naturales y los trabajos agotadores a que los destinaron, dieron lugar a numerosos actos de rebeldía. La legislación mandaba evangelizar a los indios y esto sólo podía llevarse a cabo en las reducciones. Hasta 1793, las reducciones con que contó la provincia de Salta fueron tres.

La importancia y cantidad de las uniones entre españoles e indígenas quedaron demostradas con la proliferación del mestizo nacido de estas relaciones.

En cuanto a la población negra, la formaban hombres traídos desde las costas de África en condición de esclavos. Vivían una existencia agobiadora pero no cruel. Los mulatos resultaban de la unión de español con mujer negra y formaban parte de la plebe. Mestizos, negros y mulatos fueron los servidores de las más encumbradas familias. Ingresaba por último a este grupo social, una buena cantidad de vagos, pendencieros y desocupados, que solo causaban preocupación a las autoridades ya que eran personas de malvivir.

Desarrollo de la ciudad En el siglo XVII, a orillas del Río Primero o de los Sauces (actual Avenida San Martín) se estableció el Barrio de los Yanaconas. Este barrio se llamó siempre de la “Banda de Abajo” y con el correr del tiempo fue el Barrio de los Artesanos: carpinteros, alarifes, zapateros, plateros y talabarteros. Cuando los naturales y los esclavos aprendieron a tocar instrumentos musicales, las calles del barrio adquirieron nombres interesantes debido al ingenio popular. Así a la intersección de las actuales calles San Martín y Buenos Aires se la denominaba la esquina del Tambor, y a la siguiente, Buenos Aires y Mendoza, la esquina de la Corneta. También aquí levantaban sus viviendas los negros libertos. La Capilla del Señor Justo Juez, ubicada donde hoy se encuentra la Iglesia de nuestra Señora de la Candelaria de la Viña, servía de enterratorio de los pobres de la ciudad, ya sean esclavos o aborígenes cristianos.

El aumento del comercio y la necesidad de facilitar las comunicaciones, movieron al gobernador José Garro, en 1674, a ordenar construir dos puentes: uno cerca de la ermita de San Bernardo, sobre el tagarete o zanjón del Este; y otro cerca del matadero o campo de la Tablada, sobre el zanjón que luego se designara como de Tineo, en el camino de salida al Alto Perú (actual calle Mitre y Avenida Belgrano) Durante esta época aprobó el arreglo y edificación del Cabildo con el capitán Diego Vélez de Alcozer, administrador del Pueblo Grande de los Pulares. Esta construcción consistió en agregarle la parte posterior del edificio, el que en esa época tenía una sola planta.

Los terremotos de 1692 produjeron la destrucción de la mayoría de los edificios públicos y también de los privados. “Durante los primeros años, un puñado de hombres y mujeres se acurrucaban en aquel pequeño y precario caserío de diez manzanas rodeadas de pantanos y protegidas por los muros naturales de sus cerros. Enfermedades, pestes, hambrunas, guerras, animales feroces, catástrofes naturales, hacían la vida frágil”.

“Este valle también tenía sus ventajas: agua, acequias, tierra fértil, madera, ganado, sembradíos con

5 Morales Padrón. “Historia General de América”. Citado por Marta de la Cuesta Figueroa. 19 maíz y trigo, y con verduras y frutas. En el Siglo XVII la ciudad ocupó veinte hectáreas, cuyo centro era su plaza principal y única, rodeada de edificios y casas importantes. Aquella ciudad, que se imaginaba virreinal, sobrellevaba una pobreza digna matizada con cierta riqueza de unos pocos. En vísperas de 1810, Salta podía jactarse de algunas calles empedradas; casas con una planta alta en las que las tejas habían desplazado a los techos de barro y paja, amplias viviendas a las que se entraba por un amplio zaguán que abría el paso a tres amplios patios “cubiertos de grandes lajas”, al que daban las habitaciones de altos techos.

Esas casas, que eran para algunas de las pocas familias con dinero, si bien no tenían el lujo de los palacios de Lima, ni las paredes estaban recubiertas con los azulejos sevillanos, eran amplias, asoleadas y alegres, llenas de espíritu expansivo y suelto de esa sociedad hospitalaria y gentil.

Señala Gregorio Caro Figueroa: “Que la salud de los habitantes estuviera amenazada por las malas condiciones de higiene no era un mal exclusivo de Salta, aunque aquí el paludismo agravaba la situación. El alemán Helms, que pasó por aquí, se quejó de la cantidad de mosquitos ponzoñosos que atacaban a las personas y animales y que enloquecían con sus picaduras.

“En 1750, cuando se redujeron los riesgos y disminuyeron las guerras y se activó el comercio, creció la población y el caserío abarcó 120 hectáreas. La ciudad parecía insertada en un espacio predominante rural. Los miedos, la violencia y las penurias fueron dejando paso a una mayor seguridad, a una mejor convivencia social y una menos angustiosa, aunque aún estrecha, vida rural.

“Los habitantes lograron reducir algunas diferencias pero no consiguieron borrarlas. Antes que por su riqueza, cargos o educación, las personas eran clasificadas por el color de su piel. A los morochos del grupo principal se los llamaba “blancos oscuritos”, para no descalificarlos socialmente. Tener piel blanca otorgaba, casi automáticamente, prestigio y superioridad social.

“Aunque en las grandes casas convivían señores con criados y sirvientes, esa proximidad podía ser opresiva o paternalista, pero no de igualdad. Fuera del espacio doméstico, las diferencias se acentuaban y se marcaban no sólo con fuerza, sino también con excesos. La decencia se definía muchas veces más por haber nacido en una familia estable con antepasados conocidos, que por la riqueza.

“Las mujeres que no pertenecían a ese grupo, no podían usar ropas exclusivas de las de mayor rango. Una dama castigó en público a una mujer modesta por vestir con telas impropias de su condición. También se castigó a un mulato porque alguien descubrió que sabía leer y escribir.

“Aunque la mayor seguridad y estabilidad favoreció la llegada de mujeres españolas, por cada cien españoles varones que se instalaban aquí, había sólo diez mujeres que lo hacían. Por esos años, estimulada por la liberación del comercio, comenzó a establecerse en Salta una segunda oleada de inmigrantes españoles.

“Los recién llegados se casaron con “ricas herederas”, de familias fundadoras, propietarias de grandes extensiones de tierras. Esa vía de ascenso social lo era también de ascenso a una buena posición económica y ambas permitían el ingreso a cargos públicos en el Cabildo local, cuyo control durante años ejercieron portadores de cuatro apellidos salteños.

“Muchos eran vascos o catalanes emprendedores que no veían como incompatible ser dueños de tierras, ejercer el comercio y algunos oficios que otros españoles consideraban deshonrosos. El trabajo manual era considerado como propio de gente de baja condición. Ser dueño de tierras o hacendado daba prestigio”, señala un autor.

“En 1778 se trasladan a Salta las oficinas del Tesoro Oficial de las Cajas Reales por el crecimiento poblacional y comercial. A ese reconocimiento siguieron la de funciones de puerto seco, expansión del comercio, crecimiento administrativo, la construcción de sobrias casonas con influencia andaluza, y la creación del Obispado en 1807.

“En los últimos años del siglo XVII las diferencias entre Salta y Buenos Aires en número de habitantes, cantidad de casas, edificios e iglesias, era aún menos que al finalizar el siglo XVIII. Aunque no alcanzaba la importancia de Lima, Salta tenía por modelo el estilo, el modo de vida y el lujo de aquella ciudad virreinal.

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“Al elegir a Salta como el centro de una de las ocho intendencias del Virreinato del Río de la Plata, la administración española estaba reconociéndole la importancia que le otorgaba su ubicación geográfica, la bondad de su clima, la fertilidad del valle que la cobijaba y los caminos que la atravesaban y vinculaban a la riqueza de Potosí.

“Salta tenía un aire reposado y aparentemente quieto de cerrada “ciudad hidalga”, pero también mostraba un ritmo de activa, cambiante y abierta ciudad comercial. El tráfico de mercancías facilitaba los vínculos humanos y entrelazamientos familiares.

“El Alto Perú se articula al Bajo Perú a través de la región del Desaguadero y del Lago Titicaca, y se vincula a la Cuenca del Plata por Salta y Jujuy, a través de la Quebrada de Humahuaca, según lo manifiesta Díaz Venteo. Esa ubicación y los recursos allí existentes explican el interés que tenían los ejércitos realistas y patriotas por controlar ese corredor como una llave maestra.

“La minería de Potosí, el transporte de mercancías, los vehículos que circulaban en algunas ciudades, la venta ambulante al menudeo, necesitaban mulas. Estas llegaban a Salta en el mes de junio. Durante ocho meses descansaban, engordaban en los potreros del Valle de Lerma. Durante los meses de febrero y marzo se comercializaban en las ferias del Valle de Lerma. En ese gran mercadeo asentado en Sumalao y considerado uno de los más importantes del mundo en su género, se ofertaban de 60.000 a 80.000 mulas, y entre 4.000 y 7.000 caballos por año. Salta llegó a tener el monopolio del comercio de mulas.

“Las diversas tareas que se debían atender en estas ferias, demandaban mano de obra y también caballos. Durante los meses que duraba, llegaba a Salta una considerable población ambulante, alojada en su mayor parte en carpas que ella misma levantaba en el campo de la feria. El cuidado de los animales requería entre 1.300 y 1.500 hombres. A esa población transeúnte se añadían cientos de hombres y mujeres que ejercían el pequeño comercio de alimentar a los visitantes y ofrecían diversión.

“Adquiridas las mulas, los compradores organizaban tropas para su envío al Alto Perú. Cada tropa reunía entre 1.700 a 1.800 cabezas, que eran arreadas por peones entrenados y organizados.

“Todo esto hizo que Salta fuera una bisagra entre el puerto de Buenos Aires y el del Callao, en Lima. A ese camino principal se añade una red de senderos tejidos por los intercambios comerciales, con el norte de Chile, Cuyo y el Litoral.

“Según David Efron, un factor que contribuyó al temprano desarrollo económico de Salta fue su situación intermedia entre dos regiones topográficas diferentes, circunstancia que requería un cambio en los métodos de transporte entre ambas regiones.

“Las cargas que llegaban a Salta desde Buenos Aires se transportaban hasta Tucumán en pesadas carretas, mientras que las cargas que salían desde Salta hacia el Alto Perú y al Perú, eran llevadas por recuas de mulas.

“Desde la fundación, y con más intensidad en el siglo XVII y durante las guerras de la independencia en Salta, Jujuy y Alto Perú (1810 – 1825), Salta estuvo sometida a la doble atracción de Lima, único puerto abierto al comercio, y de Buenos Aires, que buscaba quebrar aquel monopolio.

“En la política, la economía y la sociedad salteña repercutieron las tensiones y la pugna de intereses de esos dos grandes centros. Los mismos caminos y senderos que la vincularon al mundo andino, asomado al Pacífico y mirando al Atlántico y contribuyeron a mejorar su economía, fueron los que trajeron la guerra, y con ella la muerte, inseguridad, corrupción y el comercio ilegal.

“La situación estratégica que había tenido Salta durante la conquista y en los primeros años de la colonia, la convirtió después en puerto seco entre Perú y el Río de la Plata, cuyo tráfico y comercio enriquecieron su municipio y su vecindario.

“Salta era desde entonces, dice Vicente Fidel López, “una de las ciudades más cultas y quizá la de trato más distinguido y más fino de todo el virreinato, aunque de un tinte un tanto afectado y excesivo en general. Sus progresos y su desarrollo fueron debidos probablemente a las grandes fortunas comerciales

21 y territoriales que allí se habían formado surtiendo al Perú de mercaderías, de mulas, de ganados y de otros valiosísimos objetos.

“La condición de capital de la Intendencia de Salta del Tucumán, otorgó a esta ciudad el rango de ciudad principal de la que pasaron a depender Tucumán, Jujuy, Santiago del Estero, Catamarca, Orán y parte del territorio de la Puna. En 1807 se añadieron a esta Intendencia el territorio de Tarija y el Partido de Chichas.

“Esta enorme unidad administrativa comenzó a desmembrarse en 1814, cuando se inició el proceso de separación de las ciudades que dependían de Salta. Tucumán fue la primera en constituirse como provincia autónoma".

Su amplio territorio fue escenario de muchos episodios de la Guerra de la Independencia, como el Éxodo Jujeño; batallas tales como las de Suipacha, de Tucumán, de Salta, y Sipe Sipe; y la guerra gaucha.

Organización Española 6 Al iniciarse la conquista y el poblamiento, las tierras americanas fueron incorporadas a la corona de Castilla, con el mismo tratamiento que los otros reinos de España. Organizada bajo el sistema monárquico, España, como todas las monarquías de la época, hace girar toda su organización política en torno a la figura de un rey.

El rey es quien administraba el gobierno, elegía los funcionarios y quien, solo por su voluntad, delegaba algunas de sus atribuciones en determinadas personas o instituciones. Era como una especie de división del trabajo, pero no de poderes.

Tres dinastías son las que se sucedieron en el trono español ejerciendo el gobierno del Nuevo Mundo en América: la de los Reyes Católicos, de la dinastía Trastámara, la de los Austrias y la de los Borbones.

El reinado más breve fue el de los primeros, pero no el menos importante. Durante el reinado de Isabel y Fernando se trazaron los objetivos esenciales de la conquista española, y se hicieron los primeros intentos organizativos trasladando a América instituciones españolas como la del adelantado.

A la muerte de los Reyes Católicos, un nieto inicia la dinastía de los Austrias: Carlos I de España, que era a la vez Carlos V de Alemania.

Carlos V creó el Consejo de Indias e instituyó el Cabildo para el gobierno de las ciudades de América. Su reinado, seguido del de su hijo Felipe II, consagró el poder español en gran parte del mundo conocido. Ambos gobernaron sabia y prudentemente, tanto España como América. Sus sucesores al trono español, los reyes Felipe III, Felipe IV y Carlos II, no contaron con los mismos talentos políticos y morales, y la declinación de España fue casi inevitable frente al surgimiento de otras potencias.

Estas primeras dinastías, a pesar del enorme poder que detentaron, nunca se desempeñaron como monarcas absolutos. Los principios del bien común y el buen gobierno fueron el fundamento, el límite y brújula de todo su gobierno.

Al morir Carlos II sin descendencia, y tras la Guerra de Sucesión, los Borbones, que gobernaban la vecina Francia, se quedaron con el trono español iniciando un nuevo período de la monarquía ibérica.

Esta etapa, que se inició hacia el año 1700, fue profundamente distinta a las anteriores. España abrió sus fronteras y se vio influenciada por las instituciones francesas, las nuevas ideas políticas de la Ilustración y de la economía que derivarían en el absolutismo ilustrado de moda en toda Europa. Pero estos cambios en su estructura política y social, con la desaparición en la península de las instituciones propiamente españolas, iniciarán el camino de su derrumbe y desprestigio.

En América también penetró el pensamiento de la Ilustración, y se aplicaron las viejas políticas centralistas y absolutistas de Luis XIV, despareciendo así la relativa autonomía con que se contaba para el gobierno en las Indias. La instauración del nuevo Régimen Borbón, más absolutista que el de los

6 Cf.: http://argentinahistorica.com.ar/intro_temas.php?tema=15&titulo=14&subtitulo=29 22

Austrias cuyo régimen había llevado a la grandeza de España, apresuró los movimientos independentistas y el derrumbe definitivo del gran imperio español. Poco tiempo después del primer viaje de Colón, en 1493, los reyes designaron a un miembro del Consejo de Castilla, para que se encargara de las tantas cuestiones que se originaban con las nuevas tierras. Tan ardua tarea recayó en Juan de Fonseca, convertido así en una especie de ministro de Indias. Con el tiempo, por el aumento incesante de los asuntos vinculados con América, los monarcas constituyeron dentro del Consejo de Castilla una “junta formada de cosas de Indias”, que funcionó como tal hasta que en 1524, se crea formalmente el Consejo de Indias.

El Consejo de Castilla fue el órgano más importante de la administración indiana (América y las Filipinas), ya que asesoraba al Rey en todos los asuntos relacionados con sus dominios de ultramar. En sus manos estuvo todo el gobierno político y administrativo de los territorios de las Indias: nombramiento de los funcionarios, expediciones, preparación de las flotas, tratamiento de los indios, y era el tribunal más importante en España para las causas de las tierras descubiertas. Pero todo ello con subordinación efectiva a la alta autoridad de los monarcas, quienes tenían sobre esta institución una intervención personal constante, reservada y cautelosa.

Leyes de Indias 7 Para el Reino de Castilla resultó un tanto complicado aplicar la organización del viejo mundo al nuevo; las características geográficas, económicas, sociales, etc., hacían difícil la tarea de administración de las tierras americanas en función de la Península. Por estas razones es que se crea uno de los documentos más interesantes en la historia de instituciones de América: Las Leyes de Indias.

Una de las tareas más importantes que realizó el Consejo de Indias, suprimido en 1812 por las Cortes de Cádiz, restituido después y abolido finalmente en 1834, fue la elaboración de estas leyes que regían los destinos de América. Las Leyes de Indias constituyen, quizás, uno de los aspectos más ejemplares del esfuerzo de España para conciliar su visión con la realidad americana.

Este derecho indiano no fue elaborado solo en la metrópoli por instituciones como el Consejo de Indias y la Casa de Contratación, que desde 1503 se ocupaba de los asuntos comerciales, de navegación y población de las tierras descubiertas. Las autoridades residentes en América se encargaron de regular algunos aspectos de la vida que conocían y sobre la que gobernaban. El rey admitía la vigencia de las prácticas consuetudinarias aceptadas en cada lugar, y ese Derecho Indiano Criollo se convertía en Derecho Indiano Peninsular por medio de la confirmación real.

Esto dio lugar a abundancia de leyes y ordenanzas de diversas jerarquías, un tanto dispersas y caóticas, debido a que se legislaba intentando dar solución a cada caso concreto.

El derecho indiano abordaba toda la vida americana; reglamentaba cuestiones políticas y económicas en general, como la demarcación territorial de una Audiencia o un Virreinato, y hasta las cuestiones pequeñas que interesaban sólo a una ciudad o a un reducido distrito rural. La escasa información llegada de América, muchas veces tardía por la distancia, y la desconfianza en las autoridades americanas, multiplicaron las instrucciones de gobierno, lo que complicaba extraordinariamente los trámites burocráticos y administrativos.

Otro de los rasgos esenciales que poseía la legislación indiana era el hondo sentido religioso y espiritual que la inspiraba. Los españoles, a diferencia de otras naciones en sus colonias, se propusieron convivir con los naturales; así surgieron numerosas leyes que regularon esa difícil convivencia, interviniendo en su elaboración teólogos, además de juristas y hombres de gobierno.

En Indias, la fundación de una ciudad implicaba demostrar que la conquista del territorio se había consolidado y comenzaba la etapa de poblarlo. No era fácil concretar ese momento. Antes había que explorar el territorio, comprobar la factibilidad de instalar un conglomerado humano en el sitio elegido como el más adecuado, combatir y pacificar a los naturales del lugar, conseguir que los soldados se transformaran en pobladores, que las mujeres llegaran para contribuir a la conquista, ayudando al hombre en sus tareas más duras, creando una familia para dar continuidad y firmeza a la labor emprendida con tantas penurias.

7 Cf.: http://argentinahistorica.com.ar/intro_temas.php?tema=15&titulo=14&subtitulo=39 23

Y por último, emplazada ya la ciudad, era necesario dotarla de una administración política y económica. Era imposible pensar en una ciudad como una simple reunión de familias; era necesaria una cabeza administrativa que se registraba bajo el nombre de Cabildo.

La Ciudad de Salta fue pensada para cumplir con los requerimientos mínimos pedidos por la Corona: se establecería en un terreno saludable, agradable clima, disposición de pasturas, agua, buena conexión caminera y disposición geográfica para el desarrollo del comercio.

PLAZA 9 DE JULIO En el Libro IV, título siete de las Leyes de Indias se establece textualmente: “Ley primera. Habiéndose hecho el descubrimiento por Mar o Tierra, (…) y tomando asiento sobre ello, los que fueren a su cumplimiento, guarden la forma siguiente. En la costa del Mar sea el sitio levantado, sano y fuerte, teniendo consideración al abrigo, fondo y defensa del Puerto, y si fuere posible no tenga el Mar al Mediodía, ni poniente: y en estas, y las demás poblaciones la Tierra adentro, elijan el sitio de los que estuvieren vacantes, y por disposición nuestra se pueda ocupar, sin perjuicio de los Indios, y naturales, o con su libre consentimiento: y cuando hagan la planta del lugar, repártanlo por sus plazas, calles y solares a cordel y regla, comenzando desde la plaza mayor y sacando desde ella las calles a las puertas y caminos principales, y dejando tanto compas abierto, que aunque la población vaya en gran crecimiento, se pueda siempre proseguir y dilatar en la misma forma. Procuren tener agua cerca y que se pueda conducir al Pueblo y heredades, derivándola, si fuere posible, para mejor aprovecharse de ella, y los materiales necesarios para edificios, tierras de labor, cultura y pasto, con que escusarán el mucho trabajo y costas, que se siguen de la distancia. No elijan sitios para poblar en lugares muy altos por la molestia de los vientos, y dificultad del servicio y acarreo, ni en lugares muy bajos, porque suelen ser enfermos, fúndese en los medianamente levantados que gocen descubiertos los vientos del Norte y Mediodía (…)”

Como Plaza Mayor se conoce a la plaza principal de algunas localidades en el urbanismo castellano e hispanoamericano. En muchos casos, particularmente en América, reciben el nombre de Plaza de Armas. El nombre de Plaza Mayor se prevé explícitamente de una ordenanza de los Reyes Católicos de 1480 como el que debe llevar el lugar de una población con suficiente espacio abierto para celebrar el mercado y en el que debe instalarse la casa consistorial del ayuntamiento.

Aplicado al urbanismo castellano durante la conquista de América para la fundación de ciudades de nueva planta se utilizó, además del de Plaza Mayor, el de Plaza de Armas, debido a la prevención de utilizarlas como principal punto de reunión en caso de un ataque, por lo que, además de los principales edificios públicos (casa consistorial e iglesia mayor) alojaban arsenales o guarniciones de armas.

Las plazas de armas llevaban este nombre no sólo porque en su predio se realizaban ejercicios militares sino también, entre otras cosas, porque en casos de ataques externos el terreno era utilizado como bastión de acampe y resistencia, y como el de provisión de armamento.

La plaza principal de la ciudad de Salta, nació con el nombre de Plaza de Armas que es el nombre de las plazas principales hoy en día en algunos lugares, mientras que otras grandes ciudades tienen tanto una Plaza de Armas como una Plaza Mayor.

En los primeros tiempos, la actual Plaza 9 de Julio, fue epicentro de actividades militares y comerciales. El término “plaza” en el lenguaje castrense, es equivalente a “ciudad” y está en muchas expresiones convencionales. Sus símbolos fueron la fuente de agua y el monumento. La plaza funcionó siempre como patio urbano y atrio de los edificios más representativos de la comunidad.

La plaza denominada por Lerma como Plaza de Armas, no se desarrolló con todas sus funciones como lo mandaban las legislaciones. Con el tiempo los salteños se acostumbraron a designarla simplemente como “La Plaza”, aclarando que esta manzana comprendida en el primigenio trazado de la ciudad entre las calles del Yocci (España), La Caridad (Mitre), del Comercio (Caseros) y la Concordia (Zuviría).

En su centro se clavó la picota de la fundación de la ciudad. La picota era un trozo de madera como de una vara que tenía en la parte superior un hueco o concavidad donde entraba la cabeza del guimbalete,

24 ajusticiado o “reo”. En 1857, bajo intendencia de José Manuel Arias, la “Plaza Principal” también llamada “Plaza Mayor” comenzó a llamarse “Plaza del Inmortal Urquiza, 3 de Febrero de 1852”.

Es en el siglo XIX cuando la plaza pública comienza a cobrar importancia y transformarse en un punto de referencia para la ubicación de oficinas, comercios y lugares de reunión. Toda la vida de la ciudad giraba alrededor de este viejo espacio que dejó de ser “plaza seca” y comenzó a ser paseo público a partir de 1865, cuando se resuelve su embellecimiento. Es cuando se nivela el terreno, son empedradas las calles laterales con piedra bola traída de los ríos cercanos, se plantan en hileras los primeros naranjos y se colocan nuevos faroles que alumbraban usando cebo como combustible. Es entonces cuando se erige el primer monumento de la ciudad, una pirámide que conmemoraba la “Revolución de los Uriburu”, del 3 de agosto de 1864.

Durante el gobierno de Juan Nepomuceno Uriburu (1862-1864), se adoptó una decisión trascendente para el nacimiento de lo que hoy es la Plaza 9 de Julio: la construcción de un aljibe, un pozo de agua, en el centro mismo del terreno. Si bien el objeto de tal medida fue de brindar respuesta a la acuciante necesidad de la población para proveer de agua potable al vecindario. Hasta entonces los habitantes de la ciudad la extraían de los aljibes domiciliarios, del pozo de Yocci en la actual esquina de España y Juramento, o podían comprarla a los carros aguateros. Por aquella época el agua era un elemento escaso y su adquisición, por su costo, debía ser incluida en los presupuestos familiares. Allí es cuando el famoso pozo de agua de Uriburu adquirió importancia relevante que daba lugar, todas las tardes, a un interminable “ desfile de criadas y chinitas descalzas” que acudían con sus baldes a proveerse del preciado elemento.

Por esa misma época Don Florencio Peralta trajo desde su hacienda de Campo Santo la suficiente cantidad de plantas como para formar las Avenidas de Paseo (calles internas de la Plaza) que el mismo pueblo las resguardaba de las heladas con abrigos de totora; se plantaron rosales, nardos, jazmines, lirios, un molle, tarcos, álamos y ceibos.

Durante la gobernación de Cleto Aguirre (1864-1866), también se plantaron naranjos, se colocaron los asientos formando calles en los cuatro frentes y en el centro del primer monumento para embellecer la ciudad, y una pirámide gótica. Se dictó una ley para canalizar zanjones y facilitar el drenaje de la ciudad. La creación de la pirámide por iniciativa de ese gobernador, tuvo como objetivo testimoniar el alzamiento político-militar de José y Francisco Uriburu. Esta se construyó sobre el pozo de agua.

La presencia de caballos, mulas y otros animales obligaron prontamente a adoptar la decisión de poner una verja de madera de un metro y medio de alto, pintada de un verde pino cuyas puntas, al estilo lanza, estaban pintadas de blanco.

Durante la gobernación de Benjamín Zorrilla (1869-1871) se dispuso la construcción de una fuente de agua corriente y la creación de la Biblioteca Popular. En este período se cambia el nombre de las calles de la ciudad y en 1872 la plaza principal pasa a llamarse 9 de Julio. Siete años después la municipalidad compra los primeros bancos de hierro y madera. Llegaron desde Tucumán y estuvieron destinados a engalanar la plaza. Se demolieron los bancos de ladrillo y adobe y se dejaron las pilastras de los costados que luego fueron utilizados para colocar jarrones con cactus. Todo el material que se recogió de esos primeros bancos, sirvieron para construir la base del primer edificio de glorieta que tuvo la capital salteña, donde durante décadas se desarrollaron recordadas retretas.

Hacia mitad del siglo XIX el centro tenía una buena edificación con algunas calles empedradas y una gran actividad comercial. Se había insertado en la población una considerable cantidad de europeos y una gran cantidad de bolivianos.

De 1875 data la fotografía más antigua de la plaza y en ella se puede observar la pirámide, los naranjos, las pequeñas palmeras, los árboles en desarrollo, algunos faroles de cebo y la Guardia Nacional formaba con sus fusiles “Remington” apoyados en la verja de madera.

En la segunda mitad del siglo XIX, bajo el gobierno de Martín Gabriel Güemes, se vendió el edificio del Cabildo Histórico a fin de recaudar fondos para la construcción de un nuevo edificio para casa de gobierno, el actual Palacio Legislativo, inaugurado en 1901. A ello se sumó la instalación de la Estación de Trenes complementada con la Plazoleta Antofagasta que se convertiría en un espacio importante para actividades artísticas y políticas.

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Todo ello incidió para la expansión urbana hacia el Norte, hacia el llamado Campo de la Tablada, con una ocupación privilegiada de la calle Mitre desde la Plaza hasta la Estación. En 1904 Victorino F. Solá donó los terrenos para que se construyera en el “Campo de la Cruz” el monumento que honra la Batalla de Salta, y que desde 1892 se había comenzado a parquizar.

El 15 de enero de 1879 se licitó el servicio de alumbrado público de la ciudad de Salta que especificaba que alumbraba a kerosene en mixtura con el alumbrado a vela. Se adjudicaron ciento treinta y seis faroles a kerosene y ciento diecinueve a vela, iluminación que empezaba antes de que anocheciera y duraba hasta las 10 de la noche. A partir de esa hora solían quedar encendidos solo dos faroles en cada bocacalle hasta el amanecer. No es de pensar que esta iluminación correspondía a todas las noches, pues lo licitado solamente comprendía dieciocho jornadas y si el empresario no cumplía con el compromiso, se exponía a una multa de cincuenta pesos por cada vez que faltare al contrato.

A finales de 1880, durante la intendencia de Juan P. Arias, se ordenó la construcción de un “kiosco” para que la banda de música brinde retreta. Esto resulta llamativo ya que supuestamente para ese tiempo se contaba con glorieta.

La llegada del primer tren a la capital fue un hecho de gran envergadura. Sucedió en 1891, en una jornada en que la ciudad fue embanderada como pocas veces. Las iglesias, a través de sus párrocos habían coordinado para que en el momento oportuno, todas las campanas fueran echadas magistralmente al vuelo. Las bandas militares de música habían ensayado lo suficiente para poner su nota distintiva en día tan magno. Los salteños, sin conocer aún los beneficios del alumbrado eléctrico y el agua corriente, vieron en este acontecimiento algo “sobrenatural”. Una multitud acostumbrada a transitar calles de tierra, que no conocían ni siquiera la bicicleta, y que hasta ese momento estaba convencida que el medio de transporte más adelantado que existía era el Tranway, carromato montado sobre vías pero tirado a caballo, tardó mucho tiempo en darse cuenta que la Revolución Industrial venía a aposentarse en la tierra de Güemes a través de una de las principales expresiones del primer mundo: el tren.

La locomotora que tiraba los vagones se denominó “La Salteña”. Había comenzado una nueva era en la que la distancia se minimizaba. Si antes un viaje a Buenos Aires, en carreta, demoraba tres o cuatro meses, después de “La Salteña” apenas si tardaba tres o cuatro días.

La Plaza 9 de Julio presenció el primer corso de carnaval a su alrededor. Entre todos los vecinos aportaron para la ornamentación. Tal era el entusiasmo, que los comerciantes de la plaza no quisieron perder la oportunidad de venta, y la tienda cuyo propietario era Juan Garriaga (un negocio conocido y apreciado por una gran clientela de la capital salteña), decidió traer desde Buenos Aires, quinientos trajes de disfraz, considerados para entonces una gran novedad.

Durante el gobierno de Abelino Figueroa, como parte de la celebración del Primer Centenario de la Revolución de Mayo, se trajo desde París una fuente de agua que es la que permanece hasta hoy. Se le llamó “del deseo” porque durante décadas alguien impuso la creencia de que colocándose de espaldas a la fuente y arrojando monedas a su interior se podía pedir deseos que supuestamente se cumplimentarían.

Al cumplirse el Centenario de la Revolución de Mayo de 1810, se instalaron las esculturas. Tres años después, en 1913, se demolió la Pirámide de Uriburu para reemplazarla por el monumento al General Juan Antonio Álvarez de Arenales, obra del escultor Arturo Dresco. Esta obra fue inaugurada en 1918.

El calamitoso estado de las calles empedradas causaba la permanente queja de los que andaban en carruajes. Las calles del centro de la ciudad se envolvían en polvareda los días soleados y se transformaban en barrizales los días de lluvia. A principios de 1900 se rodearon las calles laterales de la plaza con un piso de madera que de a poco también se fue deteriorando. Recién en 1925 se instrumentó la pavimentación actual. Al año siguiente se inauguró el nuevo pavimento de la Plaza 9 de Julio.

Sin mayores cambios la Plaza permaneció hasta 1960, en que fue iluminada con gas de mercurio y se modificaron las rampas de estacionamiento perimetral, algo que se repitió en la década del ’80. Además, se instalaron juegos infantiles y el mástil sobre la calle Caseros.

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El año 1970 aparecieron los primeros semáforos que se emplazaron en el radio céntrico de la capital salteña. El 10 de enero comenzaron a funcionar instalados por la empresa Siemens bajo la supervisión de personal municipal.

Monumento a Juan Antonio Álvarez de Arenales Es el monumento que actualmente se encuentra en el centro de la plaza. En 1910 comenzó a plantearse la idea de concretar el homenaje a Güemes con un monumento en el centro de la plaza mayor. Pero a la par de las celebraciones del centenario, el Diario La Provincia publicó un artículo donde hace referencia a la no inclusión de la provincia en el reparto de los millones. En realidad, los integrantes de la elite salteña no quisieron desaprovechar la oportunidad para matar dos pájaros de un tiro: por un lado solicitar la demolición de la “Pirámide de Uriburu”, y por otro lado evitar que se erigiera el monumento a Güemes en la Plaza.

El planteo era claro y preciso. Tanto, que se ratifica en 1914 cuando el gobierno explicita su voluntad de levantar un monumento a la Libertad. Así, el gobierno nacional, mediante ley, autoriza la iniciativa. El gobernador fue quien decidió que el monumento estaría destinado al General Juan Antonio Álvarez de Arenales. Se llamó a concurso y lo ganó Arturo Dresco. Luego de cinco años de trabajo, el monumento fue inaugurado.

Previamente se había prometido que Güemes tendría su plaza y su monumento frente a la nueva casa de gobierno, hoy edificio de la Legislatura, donde más tarde se erigió el monumento a Hernando de Lerma.

El monumento a Arenales se fundió en bronce en el Arsenal de Guerra de la Nación. Al igual que el de Belgrano, mira hacia el Norte, hacia La Florida, histórico lugar en el que Arenales y sus tropas, a las que comandaba como Jefe del Ejército del Norte, derrotaron al ejército español. En la parte inferior cuenta con catorce figuras femeninas que representan las catorce provincias independizadas hasta entonces, las llamadas provincias históricas, que participaron del Congreso General Constituyente del año 1853: Salta, Jujuy, Tucumán, Corrientes, Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja, San Juan, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, San Luis, Mendoza y Buenos Aires. Ésta última no participaba del Congreso, pero igualmente se la representa. En la parte superior se encuentra la figura ecuestre de Arenales. En el frente inferior Norte, la imagen de la Libertad.

El General Juan Antonio Álvarez de Arenales fue español de nacimiento. Sabemos que se plegó a la revolución de Chuquisaca, donde optó por la causa de América. Al producirse las batallas por la liberación, cayó preso por los españoles y fue enviado a las cárceles de Lima. Desde allí logró fugarse en un bote que naufragó; él fue salvado por un esclavo. Regresó a Salta y se unió a Belgrano, junto a quien combatió en la Batalla de Salta de 1813. Éste lo designó gobernador de Salta. Cuando se produjo el desastre de Ayohuma, Belgrano encomendó a Arenales la continuación de la resistencia y éste recurrió a la táctica de guerrillas. Su constancia y sus cualidades de mando, lo mismo que su valor, dieron lugar a la victoria de La Florida, librada en 1814.

Se incorporó a la expedición de San Martín. Elegido libremente por la Junta de Representantes, desempeñó el gobierno de Salta desde 1824 a 1826; fue reelegido para otro período pero no pudo terminarlo, derrocado por una revolución en que tomaron parte los llaneros colombianos acaudillados por Matute. Propulsor de la educación y la cultura, incentivó la creación de la Banda de Música de Salta. En su período pidió a Buenos Aires una imprenta y Rivadavia, quien le tenía alta estima, le hizo llegar la de los Niños Expósitos. Procuró mantener la integridad territorial de Salta y trató de impedir el desmembramiento de Tarija. Se refugió finalmente en Bolivia y murió en Moraya en 1831.

CALLE ZUVIRÍA Antiguamente, las calles de Salta tenían nombres que sonaban dulces al oído, poéticos, románticos, delicados. Después se quitó la poesía y se pretendió hacer “justicia patriótica”, dándoles nombres de héroes. En algunos casos, los menos, correspondió a personas y acontecimientos que forjaron la grandeza nacional. El 22 de enero de 1857, bajo el gobierno del general Dionisio Puch, se dictó un decreto que estableció varias modificaciones.

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La calle Buenos Aires - Zuviría se llamaba de La Concordia en 1857. Por decisión del gobernador Puch pasó a denominarse General San Martín. En 1872 recibió el nombre de Buenos Aires. A principios del siglo XX se le impuso el de Valentín Alsina, y hacia la mitad del mismo siglo recibió su nombre actual: Zuviría.

TEATRO PROVINCIAL DE SALTA La construcción del Teatro Victoria comenzó en el año 1882 y demoró dos años hasta convertirse en un espacio cultural. Una comisión designada por ordenanza municipal, fue la encargada de hacer realidad la idea de un teatro en esta ciudad. Así comenzó a construirse el viejo Teatro Victoria, bajo la dirección del Arquitecto Antonio Soler y Monjo. Dos años más tarde, en 1884 se inauguraba el teatro con la Compañía Teatral de Juan Rey interpretando la obra “La Pasionaria”.

La creación de este teatro municipal fue de gran importancia ya que era el primero de la ciudad. Varios fueron los obstáculos que debieron superarse para su erección. Su nombre se debe a la Victoria que significó hacer realidad una idea que se gestó durante años, y que generó un marco propicio para el desarrollo de las artes en sus diferentes expresiones.

En 1926, Guillermo Renzi fundó la primera distribuidora de películas para todo el Noroeste Argentino, la North Argentina Film, que se instaló en la Provincia de Tucumán. Esta empresa contrataba en exclusividad por un período de seis meses a tres años, y a precio fijo en Buenos Aires, para la región, casi todas las películas que entraban al país. Esta práctica le permitió programar sus propias salas y tomar otras en explotación. Así ocurrió en las salas de Tucumán, Salta, Jujuy, Catamarca, La Rioja y Santiago del Estero.

A principios de 1940, Renzi compró el Teatro Victoria y ordenó su demolición para convertirlo en el Cine Teatro Victoria. Para ello se contrató la empresa Sollazzo Hermanos y al destacado arquitecto Alberto Prebisch, creador del Obelisco y del magnífico Cine Gran Rex de Buenos Aires, entre otras grandes obras.

La noche del 9 de abril de 1946 se inauguró el nuevo cine teatro con la proyección de “Las Campanas de Santa María” con la actuación de Bing Crosby e Ingrid Bergman.

Luego de la muerte de Guillermo Renzi, el cine pasó a manos de la Cinematográfica del Norte cuya presidenta era la señora Bahilla Rallé, viuda de Renzi. Años más tarde se disuelve la compañía cinematográfica y como única propietaria permanece Bahillla Rallé hasta su muerte, cuando Ramón Mijaiel queda como único dueño del Cine Teatro Victoria.

En 2007 el Gobierno de la Provincia recuperó el teatro como propiedad del Estado, convirtiéndolo en el Teatro Provincial de Salta. Cuenta con la más alta tecnología en cuanto a requerimientos técnicos. Posee dos salas: el Salón Victoria con capacidad para 100 personas, y la Sala Mayor que cuenta con tres pisos y cuatro niveles (Platea, Palcos, Pullman y Super Pullman) con una capacidad máxima de 1520 personas.

El proyecto priorizó la conservación del edificio tanto en sus materiales como en sus volumetrías, puesto que es característico de una época con construcciones similares como el Cine Plaza de Tucumán y de Santiago del Estero, y el cine teatro Gran Rex de Buenos Aires. El de Salta se diferencia por aplicar materiales característicos del medio.

Las obras más significativas se realizaron dentro de la sala, dándole mayores dimensiones al escenario, con una boca actual de catorce metros de ancho por catorce metros de profundidad de escenario fijo, más cuatro metros de proscenio hidráulico que consta de dos partes móviles, que se elevan para óperas y obras teatrales por medio de dos pistones traídos de Italia.

Se incluyó además un tapete de danzas clásicas importado de Estados Unidos, y la iluminación escénica se instaló de acuerdo con las últimas tendencias incorporando cinco varas mecánicas, una motorizada; dos perchas laterales, una frontal y 240 reflectores. El equipo de tecnología audiovisual cuenta con proyectores de última generación y una pantalla cinematográfica levadiza. Todo esto se ve enriquecido con la inclusión de una cámara acústica concebida en Chile, especialmente para las dimensiones del nuevo escenario. 28

MUSEO DE ARTE CONTEMPORÁNEO Lo más destacable de este edificio es su exquisita arquitectura.

El Museo está ubicado en la esquina de las calles Zuviría y España, en una antigua casona que fue diseñada y construida como residencia familiar por su propio dueño, el ingeniero Fernando Lucio Solá, entre 1880 y 1890. Es una vivienda característica del academicismo francés del siglo XIX. En el transcurso de los años, fue vendida varias veces y tuvo diversos usos. Perteneció a la firma Di Tella, funcionó como sede de la Alianza Francesa, luego sede del Partido Justicialista; por último, Dirección General de Rentas. No se habían realizado trabajos de mantenimiento y conservación, hasta que en 2005 el Gobierno de la Provincia lo puso en valor y lo refuncionalizó para convertirlo finalmente en el Museo de Arte Contemporáneo, uno de los mejores del Norte Argentino.

“… su distribución preveía la vivienda en la planta noble, los servicios en las buhardillas y la planta baja destinada para los comercios. En la actualidad esta última función ha primado y sus 2.000 m 2 se han destinado íntegramente a locales de renta. (…) Ubicado en esquina, se organiza conformando una L y mediante el avance de la planta alta, se cubre la vereda con una recova (…)

La composición de la fachada es clara y pone de manifiesto la primitiva disposición funcional. Los importantes arcos adovelados de la recova se unifican con el almohadillado de las pilastras que modulan la recova y los entrepaños aventajados de la planta alta. Esta planta incluye elementos italianizantes mezclados un tanto indiscriminadamente en la estructura academizante de la fachada, los vanos de dintel recto se enmarcan con sendas pilastras y un tímpano curvo por encima, molduras salientes con ménsulas y el cornisamento sostiene la mansarda que cubre el conjunto, en la que se abren los óculos que permiten iluminar los locales de servicio. Los balcones en voladizo agregan, en hierro fundido, otros detalles decorativos.

(…) El edificio aporta al paisaje urbano, su recova y volumetría que al tomar la ochava, da una destacada solución a la esquina de las calles Zuviría y España .” 8

El Museo intenta acercar al público salteño las expresiones del arte de artistas reconocidos a nivel local, nacional e internacional. También se realizan conferencias, cursos y talleres dictados por especialistas.

CALLE ESPAÑA Nació con el nombre de Calle del Yocsi, vocablo indígena que significa “salida”. Mantuvo este nombre hasta 1813. Después de la Batalla de Salta, hasta entonces lo que era conocido como Campo de la Tablada pasó a llamarse “Campo de La Cruz” y la calle del Yocsi pasó a denominarse “Calle de la Victoria”, pues por ella ingresó el General Belgrano, vencedor de la Batalla de Salta, hacia el casco urbano. En la intendencia de Abel Zerda, en 1900, esta calle pasó a llamarse “España”, hasta hoy.

En su extremo Este, en la manzana comprendida en las calles Juramento, Belgrano, Vicente López y España, estaban ubicadas las vertientes que dieron lugar a la construcción de “El pozo de Yocsi” que posibilitó la provisión de agua a muchas generaciones de salteños. En los primeros tiempos representó uno de los pocos lugares donde los salteños podían obtener agua mínimamente potable. En las cercanías corrían aguas del Tagarete de Tineo, hoy Avenida Belgrano, y también las aguas de la Zanja Vieja, Zanja Blanca o Zanja de San Bernardo, cauce del río La Caldera, hoy Avenida Virrey Toledo.

En tiempos más actuales, en la intersección de calle España y Pueyrredón se destacó la casa de Guillermo Velarde Mors, más conocido como “Pajarito Velarde”, hoy convertida en un museo.

En la intersección con calle Mitre, terreno destinado a la Iglesia Matriz, se construyeron cuatro de los cinco edificios, incluido el actual de la Catedral, donde hasta casi final del siglo XIX, se dedicó el lateral izquierdo a enterratorios, como otros terrenos adyacentes a los templos. El cementerio se conoció con el nombre de “La Caridad”.

8 Patrimonio Arquitectónico de los Argentinos. Noroeste – Salta y Jujuy. 1982 29

LOLA MORA En diagonal al Museo de Arte Contemporáneo se encuentra una placa que recuerda el paso de Dolores Mora por esta ciudad, y reza:

“Aquí vivió LOLA MORA. Nacida el 17/11/1866 en El Tala – Dpto. La Candelaria – Salta. Su pueblo y la Comisión Interprovincial de Homenaje Permanente a: - La primera escultora argentina - Pionera de la Minería Nacional - Inventora e Investigadora Que residiera en este solar desde 1925 a 1933. Fallecida en Buenos Aires. El 7/6/1936. Salta, Junio de 1995”

La vida y obra de Lola Mora es digna de recordarse cada vez que se pasa por esta esquina.

Si bien existieron debates sobre el lugar y fecha de nacimiento de Lola Mora, en la actualidad se reconoce que la artista vino al mundo el 17 de noviembre de 1866 en El Tala, provincia de Salta, más precisamente en el casco de la actual Finca El Dátil, con el nombre de Dolores Mora Vega, tal como figura en su acta de bautismo. El sacramento le fue suministrado en la Parroquia de Trancas, jurisdicción de Tucumán, por lo que durante mucho tiempo se la consideró nacida en esa provincia.

Su familia puede definirse como pudiente, con dinero y propiedades, aunque no de clase alta. Romualdo Mora era comerciante y hacendado y, siendo menor de edad, pidió se le concediera el derecho de manejar los bienes de su padre, inmediatamente después de su muerte: una casa, una pulpería, un pequeño terreno y ganado. El pedido fue satisfecho.

A partir de la base que le proporcionaron los bienes sucesorios de su padre, Romualdo Mora entró más adelante al negocio agrícola y su patrimonio creció con la compra de numerosas propiedades en los alrededores. No obstante la posición económica que fue conquistando, la familia Mora no ocupaba un lugar privilegiado en la cerrada elite tucumana, y esto se debió tal vez a que Regina Vega de Mora, madre de la artista y cuatro años mayor que su esposo, tenía un hijo natural del que se sabe poco y nada. Tampoco se sabe mucho de esta mujer ni de sus antecedentes familiares; su apellido no era tucumano, sino riojano o catamarqueño; algunos han aventurado que Regina sería boliviana. Una vez casada con Romualdo Mora, dio a luz a siete hijos, tres varones y cuatro mujeres; Dolores fue la tercera.

Los Mora quisieron que sus hijas mayores recibieran la mejor educación posible, algo a lo que no podían acceder en la rural Trancas. Por ese motivo matricularon sucesivamente a sus hijas en el Colegio Sarmiento de Tucumán, en carácter de medias pupilas, hasta que decidieron mudarse a la ciudad. En agosto de 1874, a los 7 años de edad, Dolores comenzó sus estudios en el colegio, obteniendo más de una vez las mejores notas de su clase en todas las asignaturas.

La vida transcurrió tranquila hasta la inesperada muerte de los padres. El 14 de septiembre de 1885 Romualdo, de 48 años, murió a causa de una neumonía, y dos días más tarde falleció Regina de un hipertrófico de corazón , tal como figura en el acta de defunción. Ciertamente, fue un golpe durísimo para los hijos, pues además de trágicos, los sucesos ocurrieron en forma repentina. Pero los hermanos no quedaron a la deriva. Paula, que por entonces tenía 25 años, contrajo matrimonio dos semanas después de la muerte de sus padres con Guillermo Rucker, quien se hizo cargo de los huérfanos.

En 1887 llega a radicarse en Tucumán el pintor italiano Santiago Falcucci, quien fue profesor del Colegio Nacional, de la Escuela Normal y más adelante, de la Academia Provincial de Bellas Artes. De acuerdo a un artículo que el maestro publicó en la Revista de Letras y Ciencias Sociales en 1904, y que es la única fuente que reseña los primeros pasos sistemáticos de Lola Mora en el arte. La joven le pidió lecciones y comenzó a tomar clases particulares con él a poco de su llegada a la provincia. Así, cuenta el pintor, comenzó un trabajo disciplinado, abocado al dibujo y a la técnica del retrato, con inspiración en las escuelas neoclasicista y romántica italianas, de las que Lola Mora no se apartaría en toda su producción.

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Su primer trabajo fue un retrato del entonces gobernador de Salta, Delfín Leguizamón, que presentó en una exposición en 1894, con motivo del aniversario del 9 de julio, y fue un éxito junto a otros retratos de ese tipo. 9

En 1895 Mora viajó a Buenos Aires en busca de obtener una beca de la Sociedad Estímulo de Bellas Artes para continuar sus estudios en Europa, la que le fue otorgada.

Una vez instalada en Roma, en 1897, Lola logró ser aceptada como discípula del afamado pintor Francesco Paolo Michetti. A través de él conoció al gran escultor Giulio Monteverde, quien era considerado por muchos como “el nuevo Miguel Ángel”, y le propuso ser su alumna. En pocos meses sus progresos fueron tales que el maestro le recomendó dejar la pintura para dedicarse exclusivamente al arte escultórico, consejo que la artista siguió sin dudar.

En 1900 Lola regresó al país, luego de tres años de ausencia, y aprovechó la oportunidad para negociar los primeros proyectos que ofreció a la Nación. Uno de ellos era una estatua de Juan Bautista Alberdi, a pedido del gobierno tucumano. El otro, la Fuente de las Nereidas, bocetada en arcilla, que Mora ofreció a la Intendencia Municipal de Buenos Aires para ser emplazada en la Plaza de Mayo. En la Capital, también se entrevistó con el ingeniero Francisco Schmidt, responsable de la parte técnica del futuro Monumento al 20 de Febrero en Salta. Ella se comprometió a modelar los proyectos y a dirigir la fundición de relieves y estatuas sin cobrar dinero por ello, salvo el necesario para cubrir los costos operativos. De visita en Tucumán, firmó las condiciones del Monumento a Alberdi.

En 1903, Lola dio a conocer que había triunfado en un certamen de carácter internacional, pero el encargo fue retirado ya que no contaba con ciudadanía inglesa. Un año más tarde la artista ganó el concurso para erigir un monumento al Zar Alejandro I en San Petersburgo, pero no recibió el encargo por similares motivos.

Durante su estadía en Buenos Aires se formalizó la compra del busto del presidente Roca que Lola tenía en su taller y, además, se le encomendó la realización de la estatua de Aristóbulo del Valle. Ya en Tucumán, se dedicó a gestionar los detalles de la estatua de Alberdi y a recibir un encargo que se transformaría en la estatua de La Libertad. A todas estas obras en proceso debe sumarse el pedido de un relieve representativo del Congreso de 1816, que le fue encargado por el gobierno nacional y que se colocó en la Casa Histórica con motivo de su completa remodelación.

El período 1908-1909 fue muy importante para la vida de Lola Mora. A una serie de importantes encargos de trabajo se sumó su matrimonio con Hernández Otero. El 27 de mayo de 1909 firmó el contrato para la ejecución del Monumento a la Bandera, en la ciudad de Rosario. 10

Tanto 1910 como los dos años siguientes resultaron complicados en materia laboral para Lola Mora, ya que sufrió numerosos inconvenientes para terminar las distintas obras que se le habían encargado, especialmente el Monumento a Avellaneda y el Monumento a la Bandera. A ello le debió sumar un juicio contra uno de sus proveedores por incumplimiento del plazo de entrega de una de sus esculturas. Finalmente, y ante la falta de pago por parte de sus contratistas, debió hipotecar su estudio de Via Dogali. Entre todos estos problemas, la artista volvió a tener momentos de felicidad y reconocimiento con la inauguración del Monumento a Avellaneda.

Las circunstancias políticas imperantes no favorecieron a la artista. Con la inminente desaparición del orden conservador, los miembros opositores del Congreso demandaron que se retiraran las alegorías y las estatuas que Lola Mora había confeccionado para la fachada y el interior del edificio, lo que consiguieron el año siguiente, 1915. El destino de estas obras fue diverso y en la actualidad se encuentran distribuidas en cinco provincias argentinas.

En el plano personal, hacia 1917 se separó de su marido Luis Hernández Otero, aunque usó la firma "Lola Mora de Hernández" por el resto de su vida. El año siguiente la Municipalidad de Buenos Aires decidió el traslado de La Fuente de las Nereidas al Balneario Sur, lugar que fue su emplazamiento final.

9 Cf.: http://foringa.net/search?Search=Lola+Mora 10 Cf.: http://www.arcondebuenosaires.com.ar/lola_mora_2.htm 31

Hacia 1920, alejada de la escultura, Lola Mora decidió experimentar con la tecnología del arte del momento: la cinematografía. Pero el experimento pensado por ella no pasó del ensayo, y la iniciativa no fue tomada por las compañías cinematográficas.

El Monumento a la Bandera, su último gran proyecto pendiente, fue rescindido mediante un decreto del presidente radical Marcelo T. de Alvear en 1925, con lo que culminó su etapa de escultora de grandes obras públicas. Ese mismo año decidió embarcarse en otra aventura, la extracción de combustible por destilación de rocas, conocidas como “esquistos bituminosos”. Para ello se encaminó a las montañas de Salta donde, a partir de 1927, solicitó el permiso de cateo de minerales sobre distintas extensiones de la provincia. La artista dedicó varios años y todos sus recursos a este emprendimiento, que resultó totalmente infructuoso y la dejó en una situación económica muy deteriorada.

Lola Mora retornó a Buenos Aires entre 1932 y 1933, y vivió junto a sus sobrinas. Su salud se vio muy resentida: caminaba con dificultad, divagaba y perdía la memoria con frecuencia. Infructuosamente, distintas iniciativas trataron de paliar su situación física y económica. En 1933 la Sociedad Sarmiento de Tucumán realizó una exposición a beneficio y le entregó lo recaudado a través de la sucursal del diario La Gaceta en Buenos Aires. Dos años después el Congreso aprobó una pensión de 200 pesos mensuales para ayudar a aliviar su situación.

El 17 de agosto de 1935 Lola Mora sufrió un ataque cerebral que la dejó postrada y sin posibilidad de abandonar el lecho, situación que se mantendría casi por un año, hasta el 7 de junio de 1936, día en el que falleció. Al día siguiente sus restos fueron depositados en el cementerio del Oeste, la Chacarita, junto con los de sus hermanas. En 1977 sus cenizas fueron llevadas para reposar definitivamente en la Casa de la Cultura de Tucumán. 11

La Fuente de las Nereidas

Lola llegó desde Roma a Buenos Aires con todas las partes de su obra magna embaladas en 1902. El monumento, pensado para ser emplazado en Plaza de Mayo fue finalmente levantado en Paseo de Julio y Cangallo, hoy Alem y Perón, debido a la controversia sobre la presencia de torsos masculinos y femeninos desnudos en cercanías de la Catedral. La artista erigió una cerca de madera dentro de la cual comenzó el armado de la ya muy famosa fuente, en compañía de varios ayudantes. La prensa estuvo pendiente de las obras y le dedicó gran espacio a la visita de Bartolomé Mitre al improvisado taller. La Fuente de las Nereidas fue inaugurada en mayo de 1903. Entre los presentes se encontraban el Intendente Municipal, doctor Alberto Casares, y el ministro del interior, Joaquín V. González, así como el pintor Ernesto de la Cárcova y el arquitecto francés Carlos Thays.

El grupo escultórico representa el momento del nacimiento de Venus o Afrodita, “la mujer nacida de las aguas”, posada grácilmente sobre una concha marina que sostienen dos Nereidas, cuyo carácter fantástico está dado por las nítidas escamas que pueblan sus muslos y que, terminados en colas, se enroscan sobre un rústico pedestal rocoso. El motivo de la concha se duplica en la base que contiene a tritones-jinetes y los caballos, tensionados en pos de la diosa. La escultura fascinó en su tiempo y fascina hoy por la intensidad de las figuras, por la osada combinación de texturas, y por sus magníficas terminaciones. La escultora hizo posar por lo menos a tres hombres para modelar las figuras masculinas. 12

El 7 de junio de 1936 a las 13.30 horas murió Lola Mora, sin sufrimiento, tras un ataque cerebral que la dejó postrada, rodeada de sus tres sobrinas que la asistieron con una abnegación ejemplar. Sus restos fueron a un nicho del cementerio del Oeste (numero 1315, fila sexta galería 17), junto al de sus obreros. No tardó en llegar la propuesta de trasladar sus restos a Tucumán, pero sus sobrinas se negaron.

En 1977 el Gobierno de Tucumán resolvió finalmente que las cenizas de Lola Mora fuesen llevadas allí, para reposar en la Casa de la Cultura de esa provincia. Respetando su voluntad, las cenizas de Paula y Regina fueron colocadas en la misma urna. Un avión militar la escoltó, y en Tucumán todo estaba dispuesto para recibirla. Como en los días en que las ciudades se vestían de gala para inaugurar sus mármoles, la escultora era acogida con homenajes y aplausos. Las calles por la que pasó el cortejo estaban abarrotadas de gente. Alberto Rucker, sobrino de Lola, intentó decir unas palabras pero la

11 Cf.: http://www.lolamorawine.com.ar/historia/biografia-lola-mora/lola-mora-tercera-parte.html 12 Cf.: http://www.arcondebuenosaires.com.ar/lola_mora_2.htm 32 emoción se lo impidió; Angélica, su mujer, las dijo por él: “Por mi avanzada edad, no podré ponerle una flor de vez en cuando, pero os ruego que alguna mano generosa, a quien no le faltare un jardín o alguna planta florida, ponga, cuando así lo desee, una flor para su recuerdo.”

Desde entonces los restos de las hermanas Mora reposan allí. Aunque hay quien afirma que la urna se destapó apenas la sacaron del avión que la traía desde Buenos Aires, liberando una buena parte de las cenizas al viento. Una vez más, Lola Mora se escapaba del destino que se había trazado para ella.

Lola Mora es sin duda un personaje relegado en la historia del arte nacional. Elogiada primero y olvidada después. Es cierto que tras su muerte no han faltado iniciativas reivindicatorias, sobre todo de su obra más popular, la Fuente de las Nereidas, declarada luego Monumento Histórico Nacional.

Nadie podrá negar la precisión técnica de sus obras. La perfección en los bordados de una media o los pliegues de un vestido demuestran la sensibilidad y delicadeza que era capaz de imprimir a sus figuras. En ella se evidencia un profundo conocimiento de las técnicas del arte, se aprecia una privilegiada inteligencia detrás de la concepción del espacio, la seguridad en el planteo, la capacidad para reproducir complicadísimas posturas y otorgar una enorme vitalidad a los gestos. Nada de esto le fue regalado; ella trabajaba sin descanso, y su talento y perseverancia no tienen nada que ver con las amistades que quiso cultivar y la vida que le gustaba llevar.

La obra de Lola es capaz de hablar por sí misma. Si bien en su arte no hubo revoluciones, sí fue una revolución que una mujer lograra lo que ella logró en su tiempo.

COMPLEJO CATEDRALICIO Al fundar Hernando de Lerma la ciudad de Salta, destinó un solar para la construcción de la Iglesia Matriz frente a la plaza fundacional, tal como lo expresaba el Acta correspondiente y de acuerdo con lo establecido en las Leyes de Indias. De acuerdo a estas mismas leyes es que se establece la casa del o los sacerdotes en un edificio colindante. Con el pasar de los años, se le suma lo que hoy los salteños conocen como Paseo Catedralicio y Museo Catedralicio.

Todas estas figuras conforman el denominado “Complejo Catedralicio” que se desarrolla a continuación.

Iglesia Catedral La primera Iglesia Matriz fue erigida al poco tiempo de la fundación, en adobe y paja, lo mismo que las primeras edificaciones de las restantes ciudades españolas de América.

En 1645 el gobernador del Tucumán, residente en Santiago del Estero, don Gutiérrez de Acosta y Padilla, dispuso la construcción de un segundo templo, dado el estado ruinoso del primero. Este templo fue destruido por el terremoto de 1692. A partir de ese momento, la Capilla de San Bernardo oficia de Iglesia Matriz hasta 1714, fecha en que se bendijo el nuevo y tercer edificio de la Matriz.

A fines del siglo XVIII este tercer templo se encontraba muy deteriorado, por lo que se iniciaron, desde el Obispado, las tareas para su reparación. Fue entonces cuando se dispuso el traslado de la Iglesia Matriz hacia el templo de los padres jesuitas, recientemente expulsados, el que fue demolido a comienzos del siglo XX durante el gobierno de Avelino Figueroa.

“Este edificio es el que puede llamarse con propiedad la primera Catedral de Salta; al crearse el Obispado en 1807 por Bula del Papa Pío VII, y designado obispo Monseñor Doctor Nicolás Videla del Pino, se la consagró como tal. En los fondos de la iglesia, sobre calle del Comercio (hoy Caseros), se construyó el Palacio Diocesano y la calle en esta cuadra pasó a ser designada como ‘del Obispo’“, refiere Teresa Cadena.

Este templo cobijó a los primeros patronos de la ciudad, San Felipe y Santiago, hoy ubicados al frente de las pilastras anteriores al altar mayor de la Catedral Basílica, en el crucero del templo. También estuvieron en él los patronos tutelares de la ciudad, las históricas y sagradas imágenes del Señor y la Virgen del Milagro, y el cuadro de Nuestra Señora de las Lágrimas, obra del sacerdote jesuita de Córdoba, Tomás Grimau. Descansaron allí, además, los restos del General Don Martín Miguel de

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Güemes, trasladados desde la capilla de El Chamical por orden del entonces Gobernador, José Ignacio Gorriti, en 1823.

En 1855, el gobernador Rudecindo Alvarado designa Agrimensor General de la Provincia al ingeniero- arquitecto Felipe Bertrés, a quien le encarga el proyecto general de la que será luego la Catedral de la ciudad, cuya construcción dirige hasta su muerte en 1856.

Por último y salvadas algunas diferencias, la Catedral es construida por los arquitectos Agustín y Nicolás Cánepa, sobre el proyecto de Bertrés y con la supervisión de Fray Luis Giorgi, quien es el que a su vez proyecta el magnífico altar mayor de rayos dorados, y el de la Virgen del Milagro, de acusados rasgos neoclásicos barrocos. Esta obra y el frontis son ejecutados por Francisco Righetti, constructor contratado para ello. El mismo también construye más tarde la torre y la galería lateral de la catedral.

En 1934 la diócesis de Salta fue elevada al rango de arquidiócesis, y se designó como primer arzobispo a Monseñor Roberto J. Tavella. El Papa Pío XII, por su parte le otorgó la dignidad de Basílica Menor.

El primer arzobispo de Salta fue quien propició y obtuvo el traslado de los restos del general Arenales. En 1978 se encarga al arquitecto Mariano Sepúlveda la remodelación del presbiterio, a fin de adecuarlo a las normas de Concilio Vaticano II.

La Catedral configura una obra que aporta a la ciudad nuevas y ricas formas pertenecientes a la corriente italianizante. La fachada se resuelve en dos zonas bien diferenciadas: la parte inferior que acentúa su horizontalidad, se inscribe en un rectángulo de gran base con el centro forado y los extremos ciegos. En estos espacios ciegos se representan los elementos de la Pasión de Cristo, inscriptos dentro de una cartela: pinzas, martillos, clavos, dados y una columna trunca y hasta un gallo que representa a Judas. En el lado derecho, se representa la corona de espinas, la cruz, las escaleras, lanzas y una torre.

Fuente: Paula Zenzano

El portal de acceso al templo presenta un atrio elevado sobre cuatro gradas con pórtico principal en triple arco de triunfo de idéntica altura, con clave destacada y ornamental. El central se halla enmarcado por cuatro columnas corintias con entablamento, las que soportan en la parte superior un tímpano quebrado. Sobre este tímpano de ingreso se levanta un hastial o cuerpo central de ornamentación barroca, cuyo motivo principal es un óculo lobulado.

El frente se organiza con cuatro semi-columnas adosadas a un entablamento que sostiene un frontis trabajado con relieves, grutescos y esculturas. En su centro, un inmenso cuadrifolio ilumina el coro. A ambos lados del hastial, dos estructuras triangulares invadidas por roleos de contornos irregulares, lo rematan.

El exterior estaba pintado de color crema, pero originalmente se resaltaban los elementos arquitectónicos con tonalidades marfiles, duraznos y grises. Los muros son de mampostería de piedra y ladrillo, el techo a dos aguas de madera y tejas, el piso ajedrezado de mármol de Carrara.

Las torres fueron concebidas como “gemelas”, planteadas en dos cuerpos como construcción independiente del cuerpo del templo, con un remate terminal o cupulín, de forma mixtilínea piramidal que culmina con cruz de hierro forjado. En sus caras hay perforaciones de arco de medio punto. El cuerpo inferior de cada una de ellas se apoya en el extremo ciego de la fachada. Se integran mediante pilastras. El segundo cuerpo, o superior, es de planta más pequeña, también con perforaciones o arcos en sus cuatro lados, con balaustrada perimetral. Las esquinas de este cuerpo se resaltan por medio de columnas colocadas a modo de “guardacantón” con entablamento quebrado. Ambos cuerpos rematan en su parte superior con pináculos.

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En la parte superior de la entrada lateral, fueron ubicados dos relojes: uno digital con motivo del inicio del tercer milenio y otro tradicional de líneas clásicas, símbolo universal de la iglesia para el Jubileo del año 2000.

La iglesia es de planta rectangular con tres naves, profundo presbiterio y ábside semicircular que contiene la valiosa obra del altar mayor, y se comunica con la sacristía y dependencias. Las naves laterales con bóvedas de crucería de menor altura, permiten el ingreso de la luz a través de los vitrales.

La altura del crucero es coronada por la cúpula de alto tambor y linterna terminal. El espacio interior está ornamentado cromáticamente (dorados, rojos, verdes, azules).

A lo largo de ambas naves laterales se levantan distintos retablos. Corresponden a la nave derecha del crucero: el de San José, de estilo barroco; el del Sagrado Corazón, de gusto eclético; el de la Virgen del Rosario, en forma de arco de triunfo lobulado y también barroco; y el de la Virgen de Pompeya, grupo escultórico compuesto por tres figuras y el Niño.

En la nave lateral izquierda se destaca el Panteón de las Glorias del Norte, altar de la Cruz Primitiva, Sagrario con retablo neogótico en armoniosa gama de colores rosados y dorados; San Pedro, en cuya parte inferior se venera a la Virgen de las Lágrimas con marco de plata repujada; la Virgen del Carmen, en arco de triunfo y el de San Roque.

La bóveda de la nave central es de cañón corrido con una sucesión de arcos fajones disimulados por su ornamentación. Los capiteles son toscanos, compuestos por hojas de acanto corintias y volutas jónicas, bañados de auténtico pan de oro. Las pechinas que sostienen la gran cúpula muestran pinturas de ángeles con los elementos de la Pasión.

A ambos costados de las naves laterales, la iglesia se comunica, a la derecha con galería lateral colindante con el Banco Macro. Ella oficia arquitectónicamente de contrafuerte, a la vez que crea un excelente espacio de transición con el exterior, cercado por rejas, por donde se accede a la Santería y a la Sacristía, mientras que la nave izquierda comunica con el Palacio Arzobispal. En la parte superior de las naves laterales, hacia el exterior, a cada arco corresponde una vidriera, son siete en cada lateral.

La pintura del interior del templo es en la gama de los dorados, rojos, verdes y azules. La tonalidad general usada en la decoración del presbiterio obedece a los imperativos de la iluminación natural y a la construcción, va del púrpura grave y real a un color marfil que rima con gusto exquisito al encontrarse con el rico cromatismo de la bóveda, en el que triunfa el oro usado a discreción. Éste es de procedencia italiana, de 22 kilates, y fue aplicado con procedimientos de opaco y bruñido para obtener tonos oscuros.

Panteón de las Glorias del Norte

Declarado Monumento Histórico Nacional en 1941. Allí descansan los restos de los generales Martín Miguel de Güemes, Juan Antonio Álvarez de Arenales y Rudecindo Alvarado, los de Facundo Zuviría, representante por Salta y presidente de la Asamblea de la Constitución Nacional de 1853 y del coronel Antonino Fernández Cornejo, quien acompañó a Belgrano en su campaña. También se conservan los restos de doña Martina Silva de Gurruchaga, nombrada por Belgrano capitana del Ejército del Norte por su valor en la Batalla de Salta; Carmen Puch, esposa del general Güemes y Juana Manuela Gorriti, la primera escritora de la América independiente. En el Panteón También hay una urna con restos de soldados desconocidos muertos en Salta durante la Guerra de la Independencia. Hay un cofre con los objetos religiosos y de uso personal de Martín Miguel de Güemes, con el escapulario del señor Justo Juez.

Altar de la Cruz Primitiva

Es la cruz que sostuvo al Señor del Milagro hasta 1834. Fue inaugurado en 1992, en conmemoración del IV Centenario de la llegada del Santo Cristo. Junto a ella encontramos la corona de espinas, la aureola del Señor del Milagro y el cofre. Como así también, una réplica y reconstrucción de cómo era la talla en madera estucada de una solo pieza, de la Virgen del Milagro original, que estaba en la Iglesia antes de los terremotos de 1692; luego fue modificada por el artista salteño Tomás Cabrera que en 1795 la retocó y adaptó sus brazos para que pudiera ser vestida, como se encuentra actualmente en su camarín. Esta 35 réplica fue elaborada en yeso, tela encolada y policromada, por el arquitecto Mariano Sepúlveda, y los maestros Leandro Mendoza y Horacio Medrano.

El Señor y Virgen del Milagro Imagen del Señor del Milagro Es un Cristo crucificado, ya muerto. Con la cabeza inclinada hacia su derecha, los ojos cerrados y la expresión sin violencia. Podría decirse que pertenece al periodo manierista, entre el Renacimiento y el Barroco.

La imagen sufrió una caída en 1913 y tuvo que ser reparada por especialistas en Buenos Aires. Los rayos del Cristo del Milagro son en realidad resplandores; tienen influencia de Bernini (corriente Barroca). Los resplandores no siempre fueron los mismos. Los actuales forman un círculo de cuatro cuadrantes, cada uno de ellos formado por siete resplandores de distintas medidas que causan una sensación de estallido. Sobre la cabeza tiene una diadema de oro colocada por dentro de la corona de espinas. Una corona es sostenida por ángeles casi en el extremo superior de la Cruz.

Imagen de la Virgen del Milagro Tiene un perfil clásico. Su sonrisa enigmática es apenas perceptible, sus ojos (ahora de vidrio) miran hacia abajo. Su cuerpo presenta una desproporción: la parte que va desde las rodillas al tronco es más larga que el resto. Sus manos son articuladas y en la cabeza tiene un clavo para sostener la corona. Por debajo de las ropas, que no siempre son las mismas, la cubre el manto de pureza que vistió para la coronación; lleva un vestido de madera con un medallón inscripto, y se cree que también tenía manto de madera. Las joyas que la adornan fueron donadas.

Historia de las imágenes y su veneración En 1582 cuando se funda la ciudad de Salta, el Obispo de Tucumán Fray Francisco de Vitoria promete donar una imagen de un Cristo crucificado para la Iglesia Matriz de Salta. Diez años después logra concretar su promesa. De acuerdo a una antiquísima tradición, dos cajones llegaron flotando al Puerto del Callao, en Perú; uno con el Cristo destinado a Salta y otro con la imagen de la Virgen del Rosario destinada al convento de Santo Domingo en Córdoba.

Desde Lima emprendieron viaje a su destino a lomo de indio, y una vez en Salta la imagen del Cristo fue depositada en la sacristía de la Iglesia Matriz y olvidada por cien años.

En 1692 la imagen de la Inmaculada Concepción de María, que luego se llamaría Virgen del Milagro, se encontraba a tres metros de altura en un nicho del retablo del Altar Mayor. Cuenta la historia que aquel 13 de setiembre, después de los fuertes temblores que destruyeron la ciudad de Esteco y fueron percibidos con singular intensidad en la ciudad de Salta, se encontró la imagen de la Inmaculada en el suelo sin que sufriera daño en su rostro y manos, y según la tradición perdió los colores del rostro que quedó pardo y macilento. La imagen fue llevada a la casa del alcalde Bernardo Diez Zambrano donde se oró toda la noche. Al día siguiente, se colocó la imagen en el exterior de la Iglesia Matriz, donde continuaron los cambios de colores del rostro y fue entonces cuando muchos fieles comenzaron a llamarla “del Milagro”.

Cuenta además la tradición oral, que el padre jesuita José Carrión recibió la revelación de que el Santo Cristo Crucificado que estaba olvidado en la sacristía de la Iglesia Matriz, debía ser sacado en procesión penitencial. Los padres jesuitas lo hicieron así, colocándolo frente a la iglesia de la Compañía de Jesús. La imagen fue sacada también en procesión por los fieles salteños con el ruego de que cesaran los temblores, lo que finalmente ocurrió.

El 15 de setiembre la tierra dejó de temblar y con ello renació la calma y se comenzó a hablar más aún del milagro.

De esta manera se prolongó hasta la actualidad el culto a las imágenes del Milagro, la festividad religiosa más importante para los salteños. La procesión que se realiza cada 15 de septiembre reúne una multitud de peregrinos procedentes de todas las ciudades, localidades y parajes de Salta y, cada vez más, de

36 otras provincias. Algunos caminan hasta cinco días para llegar; a su paso son asistidos en los pueblos y su presencia es un fuerte testimonio de fe en el Señor y la Virgen del Milagro. La celebración tiene de la procesión no sólo se conforma por fieles sino por miles de personas esperanzadas en pedir milagros en sus vidas.

El Señor y la Virgen del Milagro son los Patronos tutelares de la Ciudad de Salta. Los cultos del Milagro arrancan cada año cuando se bajan las Sagradas Imágenes de sus camarines y se las coloca bajo los respectivos baldaquines a ambos lados del presbiterio. Desde entonces son visitadas por instituciones de todo tipo y por muchos devotos. El día 6 de setiembre comienza el rezo de la novena. Los días 13, 14 y 15 constituyen el “triduo del Milagro” ya que concentran las celebraciones tradicionales que son cuidadosamente programadas.

El día 15 se realiza la procesión por las calles de Salta que en sus inicios era alrededor de la Plaza 9 de Julio; luego se amplió algunas cuadras y en las últimas décadas recorría la avenida Belgrano hasta finalizar en la Cruz del Congreso Eucarístico realizado en Salta en noviembre de 1974, emplazada en el Paseo Güemes. Por motivos de seguridad y comodidad para la creciente cantidad de participantes, se cambió el recorrido que ahora se hace por avenida Sarmiento para finalizar en el Monumento 20 de Febrero. Al finalizar la procesión se renueva el “Pacto de Fe” entre los feligreses y sus Santos Patronos. Aquellos prometen venerar las imágenes y piden que el Señor y Virgen del Milagro protejan la Provincia de Salta.

Paseo Catedralicio Está ubicado a la derecha de la Iglesia Catedral, separándola del Banco Macro, a manera de paso peatonal entre la Avenida Belgrano y la calle España.

Una comisión de arquitectos acordó la construcción de la estructura del Banco separada de la Catedral para evitar que ésta pierda su esplendor. De esta manera no sólo permite la vista del costado de la Catedral, sino que también agiliza la circulación de personas en el ingreso y egreso de ambos edificios.

Sobre una de las paredes costales de la Catedral se encuentran dos murales. Uno refiere el momento de la fundación de la ciudad. Se observa el momento en que, puesto el rollo o picota que simbolizaba la fundación de una ciudad, Hernando de Lerma, en presencia de Fray Francisco de Vitoria junto a otros presentes firma el acta fundacional.

El otro mural se refiere al Descubrimiento de América en conmemoración del Quinto Centenario. Muestra el escudo que representa el Reino de España, banderas usadas por españoles en sus barcos, y la imagen de Cristóbal Colón en el momento en que arriba a tierras americanas y se arrodilla simbolizando el agradecimiento por su llegada a salvo a tierras desconocidas.

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Fuente: Archivo I.S.P.S. Carrera de Turismo.

Palacio Arzobispal

El Obispado de Salta fue creado el 17 de febrero de 1807 por Bula del Papa Pío VII. La medida papal contemplaba la construcción de un Palacio Arzobispal, cuya primera sede provisoria fue la Iglesia Matriz, frente a la plaza principal, que perteneciera a la Compañía de Jesús. En 1896 la sede la Curia se trasladó al lado de la Catedral Basílica. Este edificio era estilo neogótico.

En 1934, cuando el Obispado de Salta pasó a Arzobispado, se iniciaron obras de remodelación de aquel edificio, las que se realizaron bajo la dirección del ingeniero Roque Palazzo, pasando del neogótico al estilo neocolonial con impronta peruana, por entonces en boga.

El edificio presenta un esquema de planta regular con patio central, zaguán de acceso y trasero que conecta al jardín, donde quedó representado maravillosamente el neogótico. El volumen del cuerpo retrocede respecto al de la Catedral, para no desmerecerla. La fachada se enfatiza sobre elevando la entrada y remarcando su basamento en laja.

Las dependencias administrativas, Curia, salas y biblioteca están en la planta baja; capilla y salón de residencia en la planta alta. El salón central es el que desborda hacia el exterior resaltando y destacándose por un balcón arequipeño de madera. En esta parte superior también se encuentran balaustres continuos, frisos y cornisas en sobre relieve pero sin mucha exaltación respondiendo a la sobriedad del estilo.

Los salteños se enorgullecen en contar que el tan querido Papa Juan Pablo II estuvo en 1987 saludando desde el balcón arequipeño a todos los fieles que se presentaron aquel día para recibir su bendición.

Museo Catedralicio Carlos Mariano Pérez Inaugurado en el IV Centenario de la llegada del Señor y Virgen del Milagro (1992). Tiene los objetivos específicos del resguardo y difusión de los elementos de arte sacro como vestiduras, ornamentos, elementos litúrgicos, imágenes y documentos históricos que expresa la actividad y crecimiento de la Catedral en el contexto de la historia del Milagro y la liturgia.

Con la valiosa colaboración del arquitecto Roque Gómez en el montaje del museo, y la coordinación y el asesoramiento museológico de la licenciada Mónica de Lorenzi de Ruiz Moreno, se llevó adelante la tarea de organizar el Museo Catedralicio de Salta, formando junto a la Iglesia Catedral una unidad de gran valor histórico.

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El museo resguarda, entre otras cosas, la réplica de la imagen original de la Virgen diseñada por el arquitecto Mariano Sepúlveda, que muestra la Inmaculada Concepción con las reformas realizadas para poder colocarle las vestiduras ofrecidas por los fieles, la articulación de codos y muñeca. El trono en el que se encuentra es el que actualmente se utiliza para la Virgen durante tiempo del Milagro. Fue donado en gratitud por la protección de los temblores de 1948.

También se aprecia un sillón en que se sentó el Papa Juan Pablo II en su visita a la ciudad de Salta en 1987.

CALLE MITRE La actual calle Mitre – Alberdi, recibía antiguamente el nombre de La Caridad. Fue rebautizada en 1852 como de la Libertad, nombre que conservó hasta 1857, cuando recibió el nombre de General Arenales. Ya en el siglo XX toma el nombre actual.

Fue durante mucho tiempo la principal calle de la Ciudad por los bellos edificios de su primera cuadra, su desarrollo comercial y las importantes residencias privadas que se construyeron en ella, sobre todo en el tramo desde la Plaza 9 de Julio hasta la Plaza Güemes. Era una especie de columna vertebral puesto que unía el centro con la Estación de Ferrocarril.

En diciembre de 2009, el gobernador de la Provincia, Juan Manuel Urtubey inauguró la obra de “semi- peatonalización” de calle Mitre en el tramo entre Avenida Belgrano y calle España, con el fin de eliminar el espacio de estacionamiento, agrandar y facilitar el paso peatonal y acceso a la Plaza. Se colocaron faroles coloniales, bancos de concreto y rampas de acceso amplio. Se prohíbe el paso vehicular en este tramo, permitiendo el ingreso exclusivo de camiones blindados de los bancos y ambulancias.

En el mismo marco de recuperación del casco histórico, se semi peatonalizan las cuatro calles que rodean la plaza, dando menos lugar al espacio para vehículos y más para el paseo peatonal. Se eliminan definitivamente los espacios de aparcamiento permitiendo la detención sobre calle Caseros solamente al Bus Turístico Salta.

MUSEO DE ARQUEOLOGIA DE ALTA MONTAÑA La fachada es una de las esquinas frente a la plaza, en diagonal con el edificio que ocupan la Curia y la Catedral. Se expresa en lenguaje ecléctico, donde se mezclan elementos de formas clásicas con otros del repertorio neogótico. Así, en planta baja, gruesos muros y basamentos de piedra revocados contienen columnas adosadas que se intercalan con arcos ojivales, dando lugar en el interior al espacio semipúblico de la recova; posee frisos profusamente decorados e importantes cornisas que generan una vibrante línea horizontal con luces y sombras entre las dos plantas.

En el nivel superior, las columnas adosadas tienen los fustes estriados y se intercalan con los arcos trilobulados que limitaban una logia y que, al haber sido sesgados, hoy se leen con un sobre-relieve en el muro. Éste contiene las carpinterías con barandas de hierro decoradas con motivos geométricos, y puertas de madera con arcos apuntados en un sector y rebajados en otro, protegidas por celosías metálicas. Como remate de la fachada, nuevamente un friso decorado, cornisas y un pretil, y se intercalan paños ciegos coronados por pináculos con balaustres de origen italianizante.

Este edificio inaugurado a fines de 1860, inicia en Salta el lenguaje neogótico que más tarde contaría con varios ejemplos notables en la arquitectura salteña. En sus principios funcionaba en él la Escuela Normal de Mujeres; luego, el Colegio Belgrano y posteriormente, el Consejo General de Educación. Con el tiempo, la edificación se continuó hacia la esquina de calle España, con comercio en planta baja y vivienda en primer piso.

La recova que el edificio del Cabildo planteara en el siglo XVIII, es retomada en este sector y luego por otras obras que, en distintos estilos, han generado este valioso espacio urbano de recovas alrededor de la plaza.

Después del hallazgo de los Niños del Llullaillaco, en febrero de 1999, por la expedición que dirigió el doctor Johan Reinhard, investigador de la National Geographic, el Programa de Preservación del Patrimonio Arquitectónico y Urbano de la Provincia fue el encargado de desarrollar el proyecto de 39 refuncionalización y puesta en valor del edificio, a los efectos de crear la infraestructura edilicia adecuada para albergar y preservar tan importante tesoro de la cultura inca. Este museo se inaugura en noviembre de 2004.

Las premisas para encarar el proyecto fueron, principalmente, la preservación y conservación de los cuerpos de los niños con los ciento cuarenta y seis objetos que constituyen su ajuar, en las mejores condiciones posibles en un espacio adecuado, promoviendo, además del resguardo, el conocimiento más profundo de esta cultura cuyas huellas aún se pueden encontrar en los sitios donde se asentaron esos pueblos.

El edificio posee locales de considerable altura organizados alrededor de un espacio central cubierto en sus dos plantas. Esto permitió la creación de entrepisos técnicos, con estructura independiente en los dos niveles, lo que aumenta la superficie útil de apoyo a las salas de exposición y otras de uso público, propuestas en los pisos de las dos plantas originales.

A su vez, la altura del edificio permitió reemplazar la escalera original por otra doble, de manera que se accede por un circuito y se desciende por otro. Con esto se logra una mejor y más organizada circulación del público. Se agregó una escalera auxiliar que comunica los laboratorios, de uso exclusivo para el personal del Museo; se implementaron talleres de restauración, oficinas y otras áreas de servicio ubicadas en el fondo de la propiedad, en los cuatro niveles; se instaló también un elevador de gran capacidad.

Con la generación de dobles alturas y líneas no ortogonales con respecto a los muros existentes, todo en lenguaje contemporáneo, se logró un espacio interior fluido y dinámico. Se sectorizaron asimismo los espacios de uso público como halls, salas de exposiciones, biblioteca, sala de conferencias y los del personal del museo. El ambiente central de la planta superior fue cubierto con un techo de vidrio, y el correspondiente de la planta baja, con ladrillones también de vidrio, para permitir el paso de la luz. Se dotó a todos los ambientes con climatización, filtrado de aire y control de humedad, requerido para la preservación del patrimonio que alberga el museo. La fachada sobre línea municipal y la de los locales de la recova, en su totalidad, fueron restauradas y puestas en valor.

Esta presencia prehispánica en uno de los sitios históricos más destacados que enmarcan la plaza de fundación, da cuenta de la concepción antropológica que movió al emplazamiento de tan inapreciable tesoro.

El Hallazgo Desde mediados del siglo XV hasta 1532, cuando los conquistadores españoles llegaron a Perú, gran parte del Noroeste y centro Oeste del actual territorio argentino fue incorporado al Imperio Inca, gobernado entonces por Pachacuti o Pachacutec, el Noveno Inca, conocido como “El Reformador del Mundo”.

Antes de la expansión incaica, la región andina estaba ocupada por numerosas poblaciones o ayllus, unidas bajo el mando de jefes o caciques llamados hatun curaca.

Los incas extendieron sus fronteras y dominación por los Andes, ocupando un territorio que abarcó parte de los actuales países de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina. El espacio geográfico estaba pensado y dividido en cuatro regiones o suyus, que unidos formaban el Tawantinsuyu, con su centro principal en el Cuzco, que no era una ciudad como las actuales, sino una zona sagrada, un recinto de poder, el centro del cosmos incaico. Cada región tenía su nombre: el Chinchaysuyu al noroeste, el Antisuyu al nordeste, el Collasuyu hacia el sudeste y el Cuntisuyu, al Sur y sudoeste del Cuzco, conformando uno de los estados más extensos y poblados de la América prehispánica.

Utilizaron un sistema unificador basado en un estricto control y pago de tributos al Inca y a toda la jerarquía de curacas, que se complementaba con un sistema de distribución entre pueblos y regiones, ampliamente benéfico; impusieron la lengua quechua, controlaron los recursos naturales y la producción agrícola, ganadera y minera de diferentes pisos ecológicos, generando una economía altamente planificada, cuyos excedentes eran distribuidos de manera autoritaria satisfaciendo las necesidades básicas de todos los pueblos dominados, y con amplios beneficios para la clase imperial, privilegios para los jefes subordinados, y fuerte desarrollo del sector militar. No conocían la moneda, aunque sí algunos limitados mercados regionales de intercambio por trueque. 40

La circulación continua, pero no libre, de bienes y personas a través del territorio, estaba asegurada por un sistema de caminos que unían diferentes poblados, zonas de producción y centros administrativos. En su recorrido se ubicaban numerosos edificios, desde tambos o postas de mediano o escaso tamaño, hasta centros administrativos y de acopio de grandes dimensiones. Esparcidos por los caminos había también postas para los chasquis o corredores, puestos de control en los cruces de los puentes, y en lugares estratégicos, adoratorios y apachetas. La red de caminos sirvió como instrumento de integración política y simbólica.

La arquitectura incaica se diseñó en base a las necesidades del Imperio: cuarteles para alojar ejércitos, edificios administrativos para fines burocráticos, y almacenes para guardar los bienes que se recibían como pago de los tributos. El poder imperial permitió a los incas disponer de mano de obra para construir grandes obras en los lugares difíciles como las montañas a más de seis mil metros de altura. Gracias al riego artificial y al cultivo en terrazas, transformaron en productivas las tierras de escaso valor agrícola.

Para las culturas americanas precolombinas, la naturaleza fue considerada sagrada. En especial las montañas que fueron dioses o apus que protegían a las comunidades. El dominio inca le dio suma importancia a este antiguo culto, y sus habitantes construyeron en las cimas pequeños edificios para los rituales religiosos, hoy conocidos como “adoratorios o santuarios de altura”. Se conocen unas doscientas montañas con restos arqueológicos en toda la cordillera de los Andes. La Provincia de Salta tiene en su territorio cerca de cuarenta, siendo uno de los distritos andinos con mayor cantidad de adoratorios de altura.

De todos los picos de la región, el volcán Llullaillaco es el más alto; y posiblemente fue uno de los más importantes sitios de culto, teniendo en cuenta el trabajo invertido en la construcción de los edificios que se encuentran desde la base hasta la cima, el camino y el tipo de ofrendas allí depositadas hace cinco siglos.

Las actividades religiosas en el mundo andino se relacionaban con la naturaleza y la fertilidad; especialmente el ciclo agrícola y las estaciones del año. Uno de los rituales más importantes del calendario inca fue la Capacocha o Capac Hucha que puede traducirse como “obligación real”, y que se realizaba en el mes dedicado a la cosecha. Entre abril y julio se hacían fiestas y ofrendas de reconocimiento y de gratitud, muchas de ellas asociadas al ancestro inca Mama Huaco, que les había dado el primer maíz. Las ceremonias se realizaban en montañas, islas y otros adoratorios o huacas que se localizaban en toda la extensión del Tawantinsuyu, y servía para unir el espacio sagrado con el tiempo ancestral.

De las cuatro direcciones del dominio inca, algunos poblados enviaban uno o más niños al Cuzco, los que eran elegidos por su excepcional belleza y perfección física libre de todo defecto, por lo general hijos de caciques y con el fin de realizar alianzas en estos ritos. En el Cuzco se reunían en la plaza principal ante las imágenes de Viracocha (dios de la creación), el Sol, el Trueno y la Luna. Allí los sacerdotes efectuaban sacrificios de algunos animales y después, junto al Inca, oficiaban matrimonios simbólicos entre las criaturas de ambos sexos, quienes debían dar dos vueltas a la plaza, alrededor del “ushnu”, una construcción que representaba el centro simbólico del mundo inca.

“…llevaban por delante en hombros los sacrificios y los bultos de oro y plata y carneros y otras cosas que se habían de sacrificar; las criaturas que podían ir a pie, por su pie, y las que no las llevaban las madres…” (Molina, 1575).

Luego de esta celebración, los niños, sacerdotes y acompañantes regresaban a su lugar de origen, pero no lo hacían por el camino real, sino en línea recta, debiendo salvar todo tipo de obstáculos del terreno. La peregrinación podía durar semanas o meses según la distancia; al llegar, eran recibidos y aclamados con gran regocijo. Después de la celebración, el séquito iba al lugar donde realizarían la ofrenda entonando canciones rítmicas en honor al Inca. La criatura era vestida con la mejor ropa, le daban de beber chicha (alcohol de maíz), y una vez dormida era depositada en un pozo bajo la tierra, junto a un rico ajuar.

Según la creencia inca, los niños ofrendados no morían, sino que se reunían con sus antepasados, quienes observaban las aldeas desde las cumbres de las altas montañas.

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Las ofrendas humanas se realizaban solo en las huacas o adoratorios más importantes del Tawantinsuyu, en ocasiones especiales, como la muerte de un Inca, quien se consideraba que emprendía su viaje hacia el tiempo de los antepasados. Las vidas ofrendadas eran retribuidas con salud y prosperidad; servían además para estrechar los lazos entre el centro del Imperio y los lugares más alejados, como también entre los hombres y los dioses.

No se puede pasar por alto que los sacrificios humanos fueron ampliamente rechazados por la sensibilidad de las culturas occidentales y otras no occidentales, desde hace muchos siglos. En la actualidad, con la vigencia del Sistema Internacional de Derechos Humanos, son universalmente condenados. Aun comprendiendo el contexto cultural en que se practicaron, su significado moral no puede relativizarse.

Los tres Niños del Llullaillaco fueron ofrendados a 6730 metros de altura, en la cumbre del legendario volcán. Sus tumbas, las más altas en todo el Tawantinsuyu, guardaron durante cinco siglos los secretos de un importante ritual. Hoy, gracias a las investigaciones arqueológicas, se puede conocer más sobre su forma de vida.

Las características únicas del hallazgo y el estado de conservación de los cuerpos, obligan a un cuidadoso y respetuoso tratamiento. No son simples objetos que se exponen en una vitrina. Son seres humanos cuya exhibición puede generar diferentes tipos de reacciones y sentimientos. Por ello el visitante puede elegir si desea o no observar los cuerpos, siempre con mucho respeto y silencio.

El museo, específico en su temática, intenta ser un generador de inquietudes y preguntas cuyas respuestas se encuentran en los miles de años de la historia americana.

La Niña del Rayo 13 Esta niña tenía un poco más de seis años. Estaba sentada con las piernas flexionadas, las manos semi abiertas apoyadas sobre los muslos y su rostro en alto apuntando hacia el Oeste-Suroeste. Luego de su entierro, en algún momento de los últimos siglos, la elevada temperatura de una descarga eléctrica quemó parte de su rostro, cuello, hombros y brazos, como asimismo sus prendas y parte del ajuar que la acompañaba. Lleva puesto un vestido o acsu de color marrón claro ajustado en la cintura por una faja multicolor. Sobre sus hombros lleva un manto o lliclla de color marrón sostenida por un prendedor o tupu de plata colocado a la altura del pecho. La cabeza y parte del cuerpo estaba cubierta por una gruesa manta de lana oscura, y todo el cuerpo estaba envuelto en otra manta de color claro con bordados rojos y amarillos en su perímetro. Su cabello lacio está peinado con dos trenzas pequeñas que salen de la frente, y lleva como adorno una placa de metal. Sus ojos están cerrados y la boca semi abierta, pudiéndose observar la dentadura. Como sinónimo de belleza y jerarquía, su cráneo fue intencionalmente modificado, teniendo una forma cónica.

La Doncella Esta joven tenía unos quince años de edad. Estaba sentada con las piernas flexionadas y cruzadas, sus brazos apoyados sobre el vientre y su rostro mirando en dirección opuesta a la niña del rayo. Tiene un vestido o acsu de color marrón claro ajustado en la cintura por una faja con dibujos geométricos que combinan colores claros y oscuros con los bordes rojos. Sobre sus hombros lleva un manto o lliclla de color gris con guardas rojas, sostenida por un prendedor o tupu de plata a la altura del tórax. En su pecho, cerca del hombro derecho, tiene un conjunto de adornos colgantes de hueso y metal. Su largo cabello está peinado con pequeñas trenzas, como era costumbre en algunos poblados de los Andes. Los peinados y adornos en la cabeza servían para identificar a las personas cultural y geográficamente. Su rostro fue pintado con un pigmento rojo, y arriba de la boca se observan pequeños fragmentos de hojas de coca. Posiblemente esta joven haya sido una aclla o “virgen del Sol” educada en la “Casa de las Escogidas” o aclla huasi, un lugar privilegiado para las mujeres en el tiempo de los Incas.

13 Fotos de los niños extraídas de página web del MAAM. Autor: desconocido. 42

El Niño Tenía siete años de edad. Estaba sentado sobre una túnica gris con las piernas flexionadas y su rostro -en dirección al sol naciente- apoyado sobre las rodillas. Un manto de color marrón y rojo cubría su cabeza y mitad del cuerpo. Como todos los hombres de la elite incaica llevaba cabello corto y un adorno de plumas blancas, sostenido por una honda de lana enrollada alrededor de la cabeza. Está vestido con una prenda de color rojo; tiene en sus pies mocasines de cuero de color claro con apliques de lana marrón; posee tobilleras de piel de animal con pelaje blanco y en su muñeca derecha lleva puesto un brazalete de plata. Sus puños están cerrados; el rostro no es visible y sus párpados están semi cerrados. Posee una ligera deformación del cráneo que sugiere su origen noble. Como parte de su ajuar se encontraban cuatro grupos de objetos en miniatura representando caravanas de llamas conducidas por hombres con finas vestimentas, esto era símbolo de una de las principales actividades masculinas. Las hondas eran usadas por los hombres con fines rituales; con ellas lanzaban piedras a las lagunas después de la estación seca para atraer a las lluvias.

La Expedición El viernes 26 de febrero de 1999, partió de la ciudad de Salta un equipo de investigación dirigido por el Dr. Johan Reinhard e integrado por catorce personas: dos norteamericanos, seis argentinos y seis peruanos. El Ejército Argentino puso a disposición dos camiones Unimov para el traslado hasta el Volcán Llullaillaco, a lo que se sumó una camioneta doble tracción que permaneció en la base del volcán durante toda la campaña.

Luego de hacer escala en las localidades de San Antonio de los Cobres, Salar de Pocitos, Tolar Grande y Estación Socompa, muy cercana al volcán, al medio día del miércoles 3 de marzo se arribó al lugar donde se instaló el campamento base, a una altura de 4900 metros. El viaje no estuvo exento de contratiempos. Los camiones recalentaban el motor y la escasez de agua de la zona transformaron este hecho en un verdadero problema. Antes de llegar a la ciudad de Tolar Grande, un recipiente de gasoil se derramó sobre una caja de alimentos ocasionando una pérdida grave que fue difícil paliar.

El alimento y el agua estaban calculados exactamente por día y por persona, debiendo ser muy estrictos con las raciones. En el campamento base habían dos tanques de 200 litros de agua, los cuales debían durar por lo menos una semana hasta la instalación de los campamentos superiores donde se encontraría nieve para derretir. Cada persona podía consumir un máximo de 4 litros por día, tanto para beber, limpiar las vajillas, como para el aseo mínimo personal.

Durante la primera semana se realizaron traslados de alimentos y herramientas a los campamentos intermedios instalados a 5800 m. y a 6600 m. de altura hasta dejarlos completamente equipados. Al mismo tiempo se realizaron trabajos de relevamiento y registro de los numerosos sitios arqueológicos ubicados entre la base y la cima.

El campamento estaba formado por varias carpas pequeñas para dos o tres personas, y una carpa grande donde entraba todo el equipo; además de ser un espacio para comer, en ella se reunía el grupo y planificaba las actividades de la campaña. Había turnos rotativos para encargarse de la comida del día, limpieza de las vajillas y derretimiento de nieve para el abastecimiento de agua. Se trasportaron dos garrafas de gas de 10 kg. para hacer funcionar un anafe de dos hornallas.

En cada campamento se construyó un pequeño pircado o empalizada para que funcione como baño. El campamento superior (6600 m.) se instaló en un lugar protegido de las frecuentes tormentas eléctricas estivales.

La comunicación entre los campamentos o grupos de trabajo se realizaba a través de radios de largo alcance. Se disponía además de un teléfono satelital para cualquier emergencia y para comunicarse con los familiares de los expedicionarios. Para recargar las pilas de los equipos se trasportaron dos baterías de automóvil, que a su vez eran alimentadas con un panel de energía solar desplegable.

El miércoles 10 de marzo ya estaban todos los integrantes del equipo de investigación en el último campamento a 6600 m. Las tareas realizadas los dos primeros días en la cima consistieron en el 43 relevamiento de todas las estructuras arqueológicas y una excavación en un pircado circular. Los días 12 y 13 de marzo se desató una tormenta que cubrió el campamento con medio metro de nieve, debiendo los expedicionarios suspender todas las actividades y permanecer en las carpas, en estos días se registraron temperaturas extremas de - 37 °C.

“Las condiciones sólo aumentaron mi respeto por la hazaña de los incas, no sólo haber excavado las tumbas, sino también construido estructuras a más de seis kilómetros de altura utilizando piedras encontradas en la cima de la montaña ” J. Reinhard

El domingo 14 de marzo, cuatro integrantes del equipo descendieron para regresar a Salta mientras el resto del grupo reinicia las actividades de registro y excavación en la plataforma ceremonial. Al día siguiente aparecieron tres figurillas de llamas, dos de concha marina y una de plata, constituyéndose en el primer hallazgo realizado en el lugar de ofrendas de la cima. Medio metro más abajo se encontraba el cuerpo de El Niño. El miércoles 17 de marzo, el peruano Arcadio Mamaní descubrió en el sector Sur de la plataforma el enterratorio del niño y su ajuar. Ese mismo día, pocos metros más al norte, el salteño Antonio Mercado y el peruano Ruddy Perea localizaron el cuerpo de una jovencita hoy conocida como La Doncella. El enterratorio de La Niña del Rayo fue descubierto dos días después por el peruano Orlando Jaén.

“‘Esto es increíble’, gritó, y todos nos reunimos para ver que había encontrado una hilera de tocados de plumas multicolores, cuatro estatuas femeninas enterradas. Al seguir excavando hallamos un bulto revelador. Consternados, vimos que la envoltura exterior estaba calcinada: la descarga de un rayo había penetrado más de un metro en la tierra y alcanzado a la momia .” J. Reinhard

El sábado 20 de marzo concluyeron las excavaciones en la cima y los investigadores procedieron a rellenar los pozos y dejar el lugar como estaba antes de las excavaciones.

A través del teléfono satelital el doctor Reinhard se comunicaba con el Director de Patrimonio Cultural de Salta, arquitecto Mario Lazarovich, coordinando las acciones para el traslado adecuado de los cuerpos y ajuar a la ciudad de Salta.

El viernes 26 de marzo, luego de permanecer en la base del volcán durante un par de días realizando el acondicionamiento y catalogación de los materiales, el grupo inició el regreso a la ciudad de Salta a la que llegaron al día siguiente en horas de la noche.

Las controversias de la exposición de los niños

Poco tiempo después de inaugurado el Museo, llegaron las esperadas controversias sobre el hecho. Comunidades indígenas realizaron movilizaciones y reclamos frente al museo pidiendo la restitución de los niños a su lugar de origen.

Sobre ello, el experto y montañista Christian Vitry, junto a su equipo de trabajo estable del Museo, dieron las explicaciones pertinentes a toda la prensa que exigía una respuesta a estos reclamos. En este marco, Vitry publicó varias notas en Internet, diarios y revistas especializadas, de las cuales transcribimos una de ellas ya que consideramos que contribuye a explicar el tema.

Niños del Llullaillaco: ¿patrimonio de todos, de pocos o de nadie? Por Christian Vitry Hace aproximadamente cinco siglos, entre mediados del siglo XV y las primeras décadas del XVI, los incas consumaron el sacrificio de dos niños y una joven, en una de las cumbres más altas de América, el volcán Llullaillaco (6.739 m).

En ese momento, la conformación geopolítica de gran parte del espacio andino estaba bajo el dominio y control de los Incas, quienes habían conformado el Tawantinsuyu, cuyo centro político y religioso era el Cuzco. Desde allí salían los principales caminos que se dirigían a cada una de las cuatro unidades (tawa) geopolíticas menores o “suyus”, cuyas denominaciones eran Chinchaisuyu, Antisuyu, Contisuyu y Kollasuyu.

Mucho antes de la expansión Incaica, el espacio andino estaba ocupado por etnias, dirigidas por los Hatun Curaca (jefes o grandes señores) que gobernaban numerosos curacazgos de menor jerarquía y 44 tamaño variable, llegando en algunos casos a formar macroetnias. El modelo sociopolítico del ámbito andino se presentaba como un mosaico de diversos caciques agrupados bajo la hegemonía de jefes mayores.

Uno de los rituales más importantes del calendario Inca fue la Capacocha o Capac Hucha, que puede traducirse como “obligación real”, y que se realizaba en el mes dedicado a la cosecha. La ceremonia abarcaba montañas, islas y otros adoratorios o huacas localizados en toda la extensión del Tawantinsuyu y servía para unir el espacio sagrado con el tiempo ancestral. Desde las cuatro direcciones del estado Inca, algunos poblados enviaban uno o más niños al Cuzco, los que eran elegidos por su excepcional belleza y perfección física, por lo general, hijos de caciques.

En el Cuzco, las comitivas regionales junto a sus niños por ofrendar, se reunían en la plaza principal ante las imágenes de Viracocha (dios de la creación), el Sol, el Trueno y la Luna. Allí los sacerdotes efectuaban sacrificios de algunos animales y después, junto al a la máxima autoridad política y religiosa, el Inca, oficiaban matrimonios simbólicos entre las criaturas elegidas de ambos sexos (…)

(…) Durante la ceremonia de la Capacocha se realizaba el matrimonio ritual de los niños, con el fin de reforzar los lazos sociales en un territorio tan extenso y diverso. La hija del jefe de un poblado se “casaba” con el hijo de otro, de manera que ambas aldeas quedaban emparentadas y unidas a través de la intervención del Inca. Este matrimonio simulado era acompañado con objetos en miniatura fabricados en oro, plata y concha marina, con forma de animales y seres humanos, y pequeños juegos de vajillas, que acompañaban como ofrendas a los entierros.

Los “Niños del Llullaillaco” formaron parte de este contexto descripto, aunque no se sabe aún de qué comunidades del extenso Tawantinsuyu provinieron. Mucho menos se conoce acerca de los vínculos forjados a través de los casamientos rituales que se propiciaban, ni tampoco si en la ceremonia se ofrendaron los tres al mismo tiempo o en diferentes años a cada uno de ellos. Sí podemos hipotetizar, a través del estudio de los sistemas viales de la época, sobre el posible derrotero que siguieron una vez salidos del Cuzco. Dicho recorrido abarcó una distancia de un poco más de mil quinientos kilómetros y, probablemente, hayan tomado el camino más directo en dirección Sur, que pasaba por Arequipa (Perú), cruzaba el altiplano boliviano e ingresaba al actual territorio chileno, atravesando las localidades de Pica, Catarpe, San Pedro de Atacama y Salar de Punta Negra, hasta el Tambo ubicado en la base del volcán Llullaillaco a 5.200 m, ya en el actual territorio Argentino.

Posiblemente, mientras se realizaban estas ceremonias y ofrendas, los Incas ya tenían noticias de lo que estaba aconteciendo en la zona del Caribe, tras la llegada de Colón en 1492. Finalmente, en 1532, Francisco Pizarro tomó prisionero al inca Atahualpa y la historia de Andinoamérica tomó otro rumbo. En el año 1543 se creó el Virreinato del Perú, en 1776 el Virreinato del Río de la Plata y en 1816 se proclamó la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, dando así origen al surgimiento de la República Argentina y demás países, tal como los conocemos hoy. Cada uno de estos cambios implicó territorialidades y formas de gobierno diferentes, maneras de vivir y sobrevivir, costumbres que surgieron o se fortalecieron y otras que se extinguieron. El tiempo fue haciendo su trabajo en su permanente ciclo de costrucción-destrucción, donde el poder de turno (en sentido amplio) no sólo tuvo la palabra, sino también la capacidad de decidir destinos y escribir la historia; esa “historia oficial” y sus componentes culturales con la que, a través de una serie de pautas y criterios establecidos y legitimados, se produjo la endoculturación de un pueblo.

Ahora bien, ¿qué tiene que ver todo esto con los niños del Llullaillaco? En realidad, mucho más de lo que uno imagina, ya que actualmente vivimos un momento en el que, después de muchos siglos, se generó un espacio para la reconstrucción de identidades étnicas. En Argentina, fue a partir de la reforma constitucional de 1994, cuando se reconoció la preexistencia de los pueblos originarios, hecho que dio lugar al inicio formal de los reclamos, tanto de identidad como de tierras. En este contexto y proceso de construcción de identidades (reetnización) o de reapropiación y resignificación de elementos culturales del pasado, las momias del Llullaillaco tuvieron, tienen y tendrán un rol importante. Descubiertas en 1999, a escasos años de la reforma constitucional y en un momento en el cual “ser indígena” todavía sonaba a “mala palabra” en el grueso de la sociedad, las momias fueron un disparador para que se efectuaran reclamos, propiciando, además, la acelerada organización de diversos grupos indígenas para posicionarse como tales. De hecho, en esa época, tanto en la Puna como en el Valle Calchaquí, casi nadie se identificaba como indígena.

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Los niños del Llullaillaco, por su importancia y estado de conservación, por haber estado en el sitio arqueológico más alto que la humanidad haya construido y por muchas otras cosas que son de público conocimiento, están hoy en la mira mundial; son mediáticas. Esto las coloca en un lugar estratégico desde donde realizar reclamos, declamaciones y proclamaciones de todo tipo. Casi no importa qué se dice, pero el sólo hecho de nombrarlas genera un revuelo en toda la comunidad local, nacional e internacional.

Los “Niños del Llullaillaco” fueron declarados “Bienes Históricos Nacionales” y la cima del volcán “Lugar Histórico Nacional” en 1999, por la Comisión Nacional de Monumentos y Lugares Históricos. Poco a poco, toda la comunidad se fue apropiando sentimentalmente de los estos niños y, a través de su historia, empezó a darle más interés a temas relacionados con el pasado no contado por la historia oficial. De pronto, muchos vieron que los indios que habitaron nuestras tierras no eran ignorantes, como durante generaciones nos enseñaron en las escuelas. La inversión en un museo moderno, con toda la tecnología y el claro objetivo de brindarles la mejor conservación y protección a estos frágiles cuerpos y su ajuar, habla de un importante cambio a nivel político, donde, por lo general, todo lo relacionado con la cultura está al final de la agenda y carece del presupuesto necesario.

Hoy, estos niños forman parte del patrimonio cultural local. Me refiero a ese patrimonio que fue consensuado por un cuerpo social, es decir, toda la comunidad, incluyendo los grupos indígenas. Unos se identifican por territorialidad, otros por afinidad cultural y muchos por una gran cantidad de cuestiones personales que los vinculan a esos niños o ese momento de la historia.

Pero a la hora de los reclamos concretos es cuando surgen los problemas. La comunidad de Tolar Grande los reclama porque es el poblado que más cerca están del volcán, aún a sabiendas de que dicho pueblo surgió recién con la construcción del ferrocarril en la primera mitad del siglo XX. Esto -claro esta- no es o no debería ser un impedimento para que el reclamo sea genuino, ya que se trata de habitantes de la Puna que se identifican como originarios de ese vasto espacio geográfico que, como pocos, posse una unidad cultural desde Jujuy a Catamarca.

En el año 2006, el consejero metropolitano de la comunidad quechua-aymara del norte de Chile, don Eliseo Huanca, realizó una acusación y denuncia al Canciller Alejandro Foxley por no haber salvaguardado el patrimonio indígena de los pueblos andinos, solicitando la devolución de los cuerpos extraídos del volcán Llullaillaco, argumentando que el mismo se encuentra en zona fronteriza. Si repasamos el derrotero seguido por esos niños desde el Cuzco hasta el Llullaillaco, veremos que pasaron por muchas localidades, provincias, regiones y cuatro países. Y si revemos la ceremonia de la Capacocha, notaremos que los niños podrían provenir de cualquier parte de los Andes y no justamente de nuestro país o el vecino Chile.

Por lo antedicho, a veces resulta difícil comprender algunos reclamos de devolución. La primera pregunta que debemos hacernos es: ¿Devolver a quién? Y la segunda: ¿A dónde? Respecto a la primera cuestión, ya hicimos un breve repaso de las diferentes configuraciones geopolíticas a través del tiempo, las que nos llevan a concluir que no se puede devolver nada a algo que ya no existe tal como era, es decir, el Tawantinsuyu. Tampoco existen los incas como organización social y política. Investigaciones futuras podrán informar que estos niños provenían de cualquiera de los seis países andinos (Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia Chile y Argentina) ¿Habrá que devolverlos, entonces, al lugar donde indiquen las investigaciones?...

En relación a algunas sugerencias de devolución a su lugar de origen, se entiende que éste corresponde al último lugar donde permanecieron por cinco siglos, o sea, la cima del volcán Llullaillaco, aunque los niños hayan sido de otros lugares. Pues bien: tal devolución significaría la pérdida total y absoluta del patrimonio. ¿Por qué? Sencillamente porque nada perduraría allá arriba, ya que se robarían hasta las piedras, pues no existe manera de controlar un lugar tan inhóspito como ése. La intención de devolver los cuerpos a la montaña es simplemente una locura, es rifar el patrimonio, dejarlo en manos de nadie, quitando a nuestra sociedad la posibilidad de aprender y seguir generando vínculos de identidad y afectivos con las futuras generaciones. Es menester puntualizar, sólo para poner al lector en contexto, que cuando se realizan restituciones de cuerpos, se debe hacer con todo lo que formaba parte del mismo, tal sería lo correcto.

Ya expresé los motivos por los cuales los niños del Llullaillaco juegan un rol de importancia en todo este interesante proceso identitario que estamos viviendo y, en ese contexto, no debería llamar la atención

46 por qué no existen reclamos por los otros cuerpos que están -exhibidos o no- en otros museos. Sería fantástico que todos los museos tuvieran las condiciones de conservación que posee el Museo de Arqueología de Alta Montaña, los sistemas de control y seguridad, la tecnología y la preocupación por mantener las colecciones en excelente estado, como también el equipo técnico y profesional que lo integra. Esto, lamentablemente, genera una situación de desigualdad, en la que hay museos que cuentan con amplios recursos y otros que tienen muy poco, pero también hay otras situaciones de inequidad, con momias controladas y monitoreadas, cuyos descendientes están por todos lados, con numerosos reclamos y pedidos que son materia opinable de todos y con muchos que se preocupan por ellas -ocasionando un gran impacto mediático- y otras momias que carecen de todo eso.

El tema de la identidad y el patrimonio cultural es muy complejo; todos somos responsables en mayor o menor grado de este constante proceso de construcción de cultura y memoria colectiva. Nuestro pasado es la sumatoria de toda la historia, más allá de que tengamos cierta afinidad por algún episodio de la misma. Es un error tratar de encapsular momentos de la historia e intentar vivir en consecuencia, como también pretender que poblados rurales, alejados de la ciudad, no se modernicen, a riesgo de perder la cultura tradicional. La cultura es dinámica y cambiante y eso es inevitable. Lo que sí podemos hacer es aportar a favor de la memoria, del respeto por nuestras costumbres y tradiciones, las cuales se ven asediadas por el modelo globalizador y homogeneizador que vivimos. Asimismo, bregar para que las leyes se reglamenten, se modernicen y se cumplan, logrando, de esa manera, incrementar y mejorar la protección del legado ancestral e histórico material e inmaterial.

En esta misma región tuvimos Cacicazgos, Tawantinsuyu, Virreinatos del Perú y del Río de la Plata, Provincias Unidas del Río de la Plata y Territorios Nacionales, hasta finalmente llegar a la República Argentina. Ese es nuestro Estado, nuestra patria: un país conformado por provincias y municipios, donde convivimos muchas personas y grupos con diferentes cosmovisiones. Las visiones y sentimientos encontrados respecto a las momias del Llullaillaco son sumamente positivos y alentadores, debido, fundamentalmente, a que el tema en discusión escapa a las frivolidades que nuestra sociedad acostumbra a poner en escena. Además, aporta a favor del conocimiento general de la historia regional y crea o refuerza lazos identitarios en muchas comunidades e individuos, entre otros tantos elementos que se disparan a raíz de esta temática.

Fuente: Christian Vitry.

La historia particular de tres niños que dieron su vida por un fin religioso, así como la historia universal de los pueblos que integraron esa unidad política llamada Tawantinsuyu es apasionante y emotiva, como lo es también contemplar sus plácidos rostros sumidos en un profundo sueño eterno, imaginando cómo fueron sus breves vidas personales, cuyo desenlace se llevó a cabo en una de las montañas más elevadas de la cordillera de los Andes, muy cerca de su dorada deidad.

Para concluir, quiero citar a Darío Barbosa, miembro de la comunidad Diaguita Calchaquí quien, en una reunión llevada a cabo en las oficinas de la Dirección General de Patrimonio Cultural de Salta, un año después del hallazgo arqueológico, dijo:

“Los niños del Llullaillaco vinieron a despertar la conciencia dormida de nuestros pueblos”.

PALACIO DAY La creación de esta elegante mansión se debe a un deseo de la propietaria María Díaz de Bedoya de Day, de tener una vivienda similar al Club 20 de Febrero que los Ingenieros-Arquitectos Cornejo y Correa estaban construyendo en ese momento justo a su lado.

Desde un comienzo fue un edificio con destino múltiple. La planta baja destinada a la actividad comercial y las superiores a vivienda, ocuparon un total de 3.000 m2. Hasta aquí respondía a un programa bastante común en Argentina a comienzos del siglo XX. Sin embargo esta tipología resultó renovada por el rico lenguaje académico utilizado por el arquitecto. 47

Este edificio tenía salida por la calle Caseros que luego fue vendido al Banco Noroeste.

La organización de la fachada recuerda la volumétrica de los "chateaux" franceses del siglo XVIII. Los cuerpos laterales salientes rematados en sendos capiteles constituyen los extremos de la fachada aludiendo a los cuerpos salientes de las alas laterales de castillos.

El cuerpo central retrocedido y más sencillo en su tratamiento, se estructura en base a tres paños de carpintería y un gran balcón que salva la diferencia existente con los volúmenes laterales.

El frente del edificio está realizado con elementos tomados de arquitectura francesa y vienesa.

El acceso a la vivienda está planteado por dos escaleras laterales a un hall de distribución cubierto con pinturas murales realizadas por Aristene Papi. La resolución es simétrica con cuatro habitaciones que miran a la calle, las escaleras y detrás de ellas, una sucesión de cuartos alrededor de un patio que se cierra. Al fondo se organiza un segundo patio con las habitaciones de servicio. En el tercer patio se encontraban las cabellerizas que salían por calle Caseros, donde hoy se encuentra una dependencia de la Dirección de Rentas. En la parte superior de la vivienda hay buhardillas con techo de mansardas armadas íntegramente de madera.

El esquema de la planta es simétrico en ambas casas, y la relación interior-exterior se da por balcones o ventanas permanentemente cerradas.

El énfasis de esta obra está en la fachada ricamente trabajada que crea una unidad arquitectónica con el Centro Cultural América, y resuelve elegantemente la recova frente a la plaza 9 de Julio. El amoblamiento de la casa era de estilo francés y los cortinados están confeccionados en pesado brocado.

En 2005 se remodeló la planta baja para hacer la Galería El Palacio, con entrada por calle Mitre y por calle Caseros, con negocios, restaurantes y confiterías. En la planta alta se mantienen los salones de la parte noble de la vivienda familiar, y una amplia explanada donde se realizan exposiciones y diversas actividades, sobre todo de carácter cultural. También está habilitada la mansarda como confitería y lugar de encuentros culturales. La fachada quedó fielmente preservada, así como otros detalles arquitectónicos: la columnata que rodea el primer patio, y la sorprendente pared original del Colegio de los Jesuitas.

CENTRO CULTURAL AMÉRICA En su origen fue sede del Club Social 20 de Febrero, inaugurado en 1913; integra el conjunto monumental de Plaza 9 de Julio en su más valiosa fachada sobre calle Mitre. Esta obra es uno de los primeros edificios que se construyeron en Salta con relevante impronta en el estilo del academicismo francés, muy de moda en las grandes ciudades.

El Club Social 20 de Febrero fue creado oficialmente en 1858. Con el tiempo se decide la construcción de la sede, para lo cual se constituye la sociedad anónima “Nuevo Club Social” en 1908, la que en 1909 adquiere el solar ubicado frente a la plaza principal, antiguamente ocupado por el colegio de la Compañía de Jesús, de propiedad de la Curia Eclesiástica. Un año después se comienza la construcción con proyecto y cálculo del ingeniero-arquitecto Arturo Prins, bajo la supervisión de local de B. Klein y comienza la ejecución de la obra Ermanno Barigozzi, quien por tener que ausentarse de la ciudad abandona los trabajos que son concluidos por los ingenieros-arquitectos Cornejo y Correa.

Su ejecución constituyó todo un alarde tecnológico para la época y el lugar, con planteo estructural de planta libre, de gran riqueza en sus proporciones, continuidad espacial y rol protagónico de la luz a través de los vitrales de origen milanés. Presenta sobrios detalles ornamentales en muros y cielorrasos. Los pisos son de mosaicos venecianos decorados y parquet de roble de Eslovenia; la carpintería también es de roble.

La fachada, con revoque símil Piedra París, se manifiesta en sus tres niveles con arcadas de proporciones renacentistas, balcón corrido en planta noble; todo con rica ornamentación académica. La carpintería con lunetas y vitrales; la crestería que corona la mansarda, los vasos laterales y los faroles, agregan riqueza de detalle al conjunto. 48

Su planteo arquitectónico propone la continuidad de la recova, iniciada por el Cabildo en el siglo XVIII, y se desarrolla en tres niveles: subsuelo y nivel de acceso, planta noble y mansarda. Se organiza alrededor de un espacio central con escalera imperial, iluminada por dos vitrales, vertical y cenital, lo que conjuntamente con el espejado de la carpintería lateral de la planta noble expresa un manejo escenográfico de espacio. El vitral cenital limita virtualmente el espacio de la escalera, con suaves tonos de color siena, sepia y dorados, en un rectángulo de considerables dimensiones rodeado por una guarda de grisallas decorada con motivos florales, en donde se observan mazorcas de maíz, seguida por otra ornamentada con mascarones y ángeles sosteniendo un copón.

Posee una estructura portante de perfiles de hierro ocultos, importados de Inglaterra, entrepisos de bovedillas cerámicas, perfiles de hierro y estructura de madera en pisos; muros portantes de piedra y ladrillo, columnas con basamento de mármol boticino, pilastras adosadas, cornisas, molduras y apliques de yeso con fibra vegetal de la zona (chaguar).

Las funciones originales fueron: salón de esgrima, peluquería y servicios, en subsuelo; hall, bar, biblioteca, sala de billar y salas de estar, en planta baja; salón de baile, salas, halls y oficinas, en la planta noble.

Era un centro de reuniones de placer para la alta sociedad salteña. Su fundador y primer presidente fue el General Alvarado. Existían estatutos donde se fijaban como objetivos el progreso y el recreo. Se conocían tres tipos de socios: Los fundamentales: con vos y voto, eran los fundadores y los que al ingresar debían pagar una cuota inicial muy elevada. Los suscriptos: pagaban una cuota inicial inferior, pero la cuota mensual era igual al de los fundamentales. Los honorarios: eran solo el gobernador y su secretario.

El ingreso era muy riguroso, los socios votaban con un sistema de bolitas blancas y negras. Otra función del club era que los jóvenes de la elite se conocieran para poder casarse entre ellos. Una de las reuniones más importantes era el baile mayor, realizado por el aniversario de la fundación del club que coincidía con el de la Batalla de Salta. Antes de ingresar las niñas ricas se paseaban alrededor de la plaza mostrando sus majestuosos vestidos y sus hermosas joyas. Hoy en día los bailes de presentación de señoritas siguen en vigencia en el edificio que actualmente ocupa el Club.

El acceso a este edificio estaba limitado a un sector muy selecto de la sociedad salteña, y para su construcción los socios debieron pagar $1.500 por acción. En 1946 se compra al Banco Hipotecario Nacional un terreno colindante en el fondo y se amplían las instalaciones con la sala de armas y billar; además, se las dota de calefacción. En 1950 se declara extinguida la personería jurídica del Club y ese mismo año el edificio es expropiado para ser usado como sede del Gobierno de la Provincia; allí funcionó hasta 1987, año en que se traslada al Centro Cívico del Grand Bourg. El edificio es destinado entonces a actividades culturales, bajo el nombre de Centro Cultural América, lo que se alterna con funciones protocolares del Gobierno Provincial.

En 1987 comienza su restauración a cargo del Departamento de Preservación del Patrimonio Arquitectónico y Urbano de Salta, contándose para ello con aportes de la comunidad y el Estado Provincial, con la mano de obra de la Dirección de Arquitectura de la Provincia.

La tarea de restauración y refuncionalización del edificio para uso cultural, luego de haber funcionado como Casa de Gobierno, consistió principalmente en la liberación de mamparas, subdivisiones y entrepisos, rescatando la proporción de los valiosos espacios originales, y en la restauración de la ornamentación, carpintería, pisos y vitrales, a la vez que se dotó al edificio de los servicios esenciales para las nuevas funciones. Esto permitió, por primera vez desde su construcción, el libre acceso a estos valiosos espacios a todos los sectores de la comunidad.

El 3 de febrero de 1994 fue declarado Monumento Histórico Nacional.

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IGLESIA DE LOS JESUITAS La Compañía de Jesús es una orden religiosa de la Iglesia católica fundada en 1540 por San Ignacio de Loyola en la ciudad de Roma, siendo aprobada por el Papa Pablo III. Con cerca de 19.000 miembros, sacerdotes, estudiantes y hermanos, es la mayor orden religiosa masculina católica hoy en día. Su actividad se extiende a los campos educativo, social, intelectual, misionero y de medios de comunicación católicos.

La palabra "jesuita" no fue inventada, ni mucho menos utilizada, por San Ignacio de Loyola. Tampoco por la Compañía, que no utilizó dicho término en ninguna de sus Constituciones o documentos oficiales desde la aprobación de la orden en 1540 hasta 1975. Según indica el padre Aráoz, durante los primeros años de la Compañía, a los "seguidores de San Ignacio" se les denominaba de muy distintos modos: "iñiguistas", "papistas", "sacerdotes reformados", "teatinos" o "apóstoles". De hecho, el término "jesuitas" surgió como un modo despectivo de nombrar a los miembros de la congregación, sobre todo en Austria y Alemania, países donde había triunfado la Reforma.

A mediados del siglo XVIII, el gobernador del Tucumán don Juan Victorino Martínez de Tineo consiguió detener los ataques de los naturales y apoyó decididamente el apostolado católico; se fundaron entonces nuevas misiones en pleno chaco salteño. Una relación de la época, del Obispo Manuel Abad Illiana, deja constancia de que existían en el Obispado del Tucumán diez reducciones: ocho a cargo de los jesuitas y dos de los franciscanos. En 1767 la Corona Española expulsó a los Jesuitas de América Hispana, quedándose con todos los bienes que la Orden poseía en estas tierras. La orden de expulsión estaba fechada el 12 de Julio de 1767, y los jesuitas de Salta fueron detenidos el día 3 de Agosto del mismo año.

Conducidos fuera de la ciudad, a los pocos días se los trasladó directamente al puerto de Buenos Aires. Poco tiempo después, el obispo Abad Illiana hacía saber a todos los fieles de la diócesis que debían devolver de inmediato cualquier bien que poseyeran de los jesuitas y que tenían que reintegrar también todo lo que hubiesen recibido de ellos con posterioridad al 12 de julio.

La inesperada expulsión de los jesuitas impidió que quienes los sucedieron como doctrineros de los indios, tuvieran debido conocimiento del régimen de enseñanza y de trabajo que habían implantado en sus misiones los miembros de la Compañía de Jesús, por lo cual las misiones decayeron notablemente. Los sucesores de los jesuitas fueron, en su mayor parte, franciscanos. Tuvieron que multiplicar su labor para poder asumir el nuevo apostolado sin dejar el que ya venían realizando. A pesar de las dificultades, aquellos admirables frailes, casi completamente solos, supieron mantener la obra de la evangelización en nuestras tierras.

A fines de 1767 llegó a Salta el nuevo gobernador Don Jerónimo Matorras, quien logró un acuerdo con diversos caciques de los aborígenes del Chaco, mediante el cual los aborígenes cesarían sus ataques a las poblaciones hispanas, la que a su vez no realizarían más expediciones militares contra los naturales de la región. Si bien este acuerdo no significó la terminación de todo enfrentamiento entre españoles e indígenas, sí marcó el comienzo del fin del estado de beligerancia permanente entre ambas partes.

En 1776 la corona creó el Virreinato del Río de la Plata, reemplazándose las anteriores Gobernaciones por Intendencias. En 1783, la Gobernación del Tucumán es reemplazada por la Intendencia de Salta del Tucumán (actuales provincias de Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca y Jujuy) y la de Córdoba del Tucumán (actuales provincias de Córdoba y La Rioja). El Obispo Alberto en 1782, dirigió una carta pastoral a los fieles de la diócesis, particularmente a los que estaban en condiciones de enseñar, estimulándolos a que lo hicieran en forma pública. Surgen en esta época en todo el territorio del Tucumán diversas escuelas. Se enseñaba obligadamente a leer, escribir y contar. Y toda esta obra fue casi exclusiva de la Iglesia, sin negar la participación muy limitada del gobierno civil, que ayudaba económicamente a todas las misiones.

Otra de las preocupaciones de la Iglesia fue la prestación de un servicio hospitalario. A requerimiento del Cabildo y del gobernador intendente, el Obispo Moscoso solicitó a la Congregación Betlemita de Lima que enviara religiosos para la atención de un hospital en 1805. Los betlemitas residieron en el propio hospital y adquirieron lotes contiguos para ampliarlo, pero como no vinieron más religiosos en 1822 cesó la atención hospitalaria en Salta.

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Años después de la expulsión de los Jesuitas, en 1794, dado en mal estado la vieja Iglesia Matriz, con la autorización del poder civil se la traslada a la antigua Iglesia de la Compañía de Jesús que estaba ubicada en la esquina de las actuales calles Mitre y Caseros.

Construida la nueva Catedral, ese edificio fue siendo ganado por las ruinas y se demolió en 1909.

PLAZOLETA CUATRO SIGLOS En 1982, por decreto del Gobierno de la Provincia se decide construir una plazoleta en conmemoración de los 400 años de la fundación de Salta. La Municipalidad de la Ciudad resuelve utilizar el espacio de plazoleta de Caseros y Alberdi, ya que este espacio estaba disponible y sin nombre. Es así que se erige un monumento al Virrey Toledo por ser quien con tanto empeño manda sucesivamente a varios conquistadores con la orden de la fundación de la ciudad, lo que por fin puede cumplirse bajo el mando de Hernando de Lerma.

CALLE CASEROS La calle Caseros es el eje de la ciudad. Corre de Este a Oeste, desde las faldas del Cerro San Bernardo hasta las primeras elevaciones de las Lomas de Medeiros, avanzada de las Sierras de San Lorenzo.

El gobernador Juan Manuel Aguirre (1852), en acuerdo con el intendente Tomás Arias, modificó los antiguos nombres a las calles de la ciudad. Así, la calle del Comercio pasó a denominarse Caseros en homenaje a la batalla que puso fin al gobierno de Juan Manuel de Rosas., La Plaza Mayor recibió el nombre de Plaza Justo José de Urquiza, en reconocimiento al vencedor de Caseros. La ciudad, que entonces se dividía en diez barrios o “cuarteles”, había crecido a lo largo de la calle del Buen Retiro, hoy Carlos Pellegrini.

Los citados en el párrafo anterior fueron los dos únicos nombres oficiales que tuvo esta calle, a excepción del período 1952-1955 que fue denominada Eva Perón, de acuerdo a los dispuesto por la Municipalidad de Salta. Después del golpe de Estado de 1955, el gobierno de facto restituyó el nombre de Caseros, que conserva hoy.

La tradición oral adjudica otros, como por ejemplo “Real”, de acuerdo a la costumbre de llamar con ese nombre la vía principal, ya sea una calle o un camino. La del “Cocherito” y la del “Pancero” fueron las denominaciones más divulgadas debido a que se difundieron con la zamba que las citaba, y que algunos sostienen no sería otra cosa que un homenaje a Toribio Tapia, quien solía tener una cochería frente al Chalet Palermo, con sus corrales ubicados en Caseros y Laprida.

Alguna vez, hace mucho tiempo, la calle albergó un túnel cuya existencia fue negada o, en el mejor de los casos, fue objeto de dudas. Hoy la discusión se trasladó al campo de su estructura y finalidad. Su recorrido iba desde el viejo Convento de los Padres Mercedarios (hoy Escuela Zorrilla), se proyectaba en forma lineal por la vieja calle del Comercio (hoy Calle Caseros) vereda norte, hasta recalar en el edificio de la iglesia de los Misioneros Jesuitas (hoy Caseros y Mitre). Desde allí cruzaba en diagonal hacia el edificio del Cabildo, que hasta la segunda mitad del siglo XIX llegaba hasta la esquina de Alberdi y Caseros ocupando lo que hoy es Plazoleta Cuatro Siglos. Desde el Cabildo se dirigía hacia la iglesia de San Francisco, desde donde partía hacia su punto final, el Convento San Bernardo.

Sobre su finalidad se producen las mayores divergencias. Algunos le adjudican un carácter militar (resguardo de mujeres, niños, ancianos y enfermos) en caso de ataques por parte de indígenas o fuerzas extrañas. Otros justifican su trazado y utilización con otros fines. La evolución edilicia y el paso del tiempo prácticamente no dejaron rastros de su existencia.

La extensión y conservación de la calle requirió de muchos esfuerzos, tanto que recién en 1869 se empedró el tramo comprendido desde la Iglesia de San Francisco hasta el Convento San Bernardo. Es una de las pocas calles de Salta que se caracteriza por albergar tantos templos. Al extremo oeste, hacia el mil novecientos de su numeración, la Parroquia de Nuestra Señora de Fátima; al mil doscientos la Capilla del Colegio Salesiano; al ochocientos el templo de Nuestra Señora de la Merced; en su esquina con calle Córdoba se encuentra la Iglesia San Francisco y en su extremo este, en la intersección con calle Juramento, el Convento San Bernardo, quizás uno de los más ilustres resabios de los primeros tiempos. 51

A pesar de ser una de las calles más rectas de la estructura céntrica, después de pasar al costado del Convento San Bernardo, dibuja un pronunciado codo a la altura de la calle Juramento – Santa Fe, para seguir hasta la Plaza 9 de Julio. Es la calle que divide la ciudad en dos, determinando el cambio de nombre y numeración para todas las calles que parten desde ella hacia el norte y hacia el sur.

Su extensión hacia el Oeste no fue menos traumática. A comienzos del siglo XX estaba ocupada por antiguas quintas que, a partir de lo que hoy es el edificio del colegio Salesiano, veían obstruido su acceso por la presencia de una tranquera. Posteriores gestiones municipales ante los propietarios de tierras adyacentes, Patrón Costas y Claverit, dieron sus frutos ya que en 1930 éstos cedieron terrenos que posibilitaron la continuación de la calle Caseros hasta las Lomas de Medeiros, zona denominada El Alto Molino debido al que habían instalado los Jesuitas en su Casa de Ejercicios, cuyo edificio restaurado alberga hoy el Mercado Artesanal.

Desde marzo de 1979, con la inauguración de las primeras 38 farolas colocadas desde la Plaza 9 de Julio hasta el Convento San Bernardo, se inició la tarea sin pausa de recuperar el casco histórico en forma integral, del que la calle Caseros es uno de sus principales componentes. En este marco se procedió a la semi peatonalización del tramo de Balcarce a Buenos Aires. La cuadra entre Alberdi y Balcarce fue inaugurada en 2009.

CALLES PEATONALES ALBERDI Y FLORIDA Fueron acondicionadas con motivo de la celebración de los 400 años de la Ciudad de Salta. La remodelación se habilitó el 16 de diciembre de 1981, durante el gobierno del Roberto Augusto Ulloa, y del intendente Aniceto Fernández.

El cambio se percibió como una necesidad para la gran cantidad de comercios que se disponían a ambos lados de la calzada. Al ser las calles peatonales, se permitía una mayor afluencia de personas de a pie y se clausuraba la circulación de vehículos por tan angostas calles, evitando los embotellamientos en las horas picos de circulación.

Esta obra fue proyectada por el arquitecto Mariano Sepúlveda, quien tuvo en cuenta para su realización el mantenimiento dentro del estilo colonial, para lograr cohesionarlas en el conjunto histórico del casco céntrico. Para ello se redujeron los carteles sobresalientes, se quitaron todos los cables aéreos y se los entubó por bajo la peatonal; se prohibieron carteles luminosos, se construyeron hermosos canteros con mayólicas y símil mármol. Se colocaron además faroles de estilo colonial.

Sobre peatonal Alberdi se ubicaron las firmas más importantes de ropa, calzado de mujer y hombre de alta gama, joyerías y casas de electrodomésticos. Sobre peatonal Florida se ubicaron casi todas las firmas de ropa de bajo precio, ropa juvenil y calzados deportivos. En esta peatonal se colocaron guías de acero para personas ciegas.

Sobre peatonal Florida se encuentran parte de las casas más antiguas y reconocidas de la época colonial. Todas recuperadas por el Gobierno de la Provincia: Casa de Arias Velázquez o Leguizamón, Casa de Arias Rengel y Casa de Hernández.

Casa de Arias Velázquez o Leguizamón Fue construida entre 1806 y 1808 para don Juan Galo Leguizamón, próspero comerciante de Salta. En sus Memorias, el general José María Paz relata su asistencia a un baile en la casa donde se reunían algunas de las consideradas familias principales de la ciudad. Fue vivienda familiar hasta fines de la década del ´50 y principios de los ´60.

Esta vivienda es un ejemplo de arquitectura de transición al siglo XIX. Integra la primera cuadra de peatonal Florida, que es testimonio de la arquitectura doméstica de los siglos XVIII, XIX y XX.

Construida sobre línea municipal. Su tipología es de casa esquina de dos plantas que se estructuran alrededor de los patios a los que se accede desde las dos calles; tiene doble puerta o puerta geminada típica de comercios, con columna central en planta baja y balcón corrido en el piso superior.

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Se caracteriza por ubicarse el uso comercial en planta baja y, residencia en planta alta. Aunque el resto del edificio evidencia intervenciones decimonónicas como los pretiles que en la planta alta sobresalen por encima de la cornisa y ocultan el tejado, el balcón de hierro a lo largo de la fachada, el ritmo exacto de las aberturas; la fachada conserva rasgos virreinales, sus dinteles rectos, y la sobria y casi nula ornamentación de las paredes lisas pintadas de color rosa fuerte, casi morado.

Colonial es también la estructura resistente de gruesos muros de adobe, con las armaduras de madera ocultas por cielorrasos de lienzos pintados. Los dinteles, las galerías de los patios interiores y las escaleras, son de madera.

La planta alta conserva intacta su fisonomía original, formada por una sucesión de cuartos con distintos usos, los que conservan un equipamiento mobiliario de gran interés histórico y costumbrista de la época.

El edificio fue declarado Monumento Histórico Nacional por Decreto Nº 1739 el 19 de julio de 1979, hubo incontables conversaciones, reclamos judiciales y gestiones varias para la expropiación y mantenimiento de la casa, representativa de la arquitectura temprana del siglo XIX. Es uno de los íconos del patrimonio arquitectónico de Salta, que permaneció apuntalada casi tres años y cuya administración fue transferida a la Provincia. Hoy está en avanzado proceso de recuperación respetando sus materiales originales, y el conjunto de su mobiliario y objetos domésticos ha sido cuidadosamente puesto en valor por un equipo especializado de la Dirección Provincial de Patrimonio.

Casa de Arias Rengel La casa de Arias Rengel, restaurada en 1971, albergó durante mucho tiempo el Museo Provincial de Bellas Artes; hoy es una sede secundaria de esa institución, en plena actividad, mientras la sede principal se trasladó al edificio conocido como La Casona Usandivaras, en Avenida Belgrano y Avenida Sarmiento.

Fue construida en 1752, en lo que ya era un sector muy edificado del casco urbano salteño, para el General Félix Arias Rengel, conquistador del Chaco y Sargento Mayor de la ciudad en 1735, que descendía de los primeros conquistadores y pacificadores de la Provincia del Tucumán.

La vivienda está ubicada en la primera cuadra de la peatonal Florida, donde coexisten en armonía valiosos ejemplos de la arquitectura doméstica de los siglos XVIII, XIX y XX, como se dijo anteriormente. Es una de las más importantes obras de arquitectura señorial del período virreinal que quedan en Salta. Su planteo arquitectónico responde a las pautas de diseño de las viviendas coloniales, en donde se desarrollaban distintas actividades como la vida de familia, la enseñanza, la formación religiosa y la producción artesanal, entre otras.

La fachada, sobre calle Florida, mantiene la organización original. Las alas laterales con dos ventanas por lado, una en cada planta, acusan los locales más importantes que dan a la calle, los que están unidos por la tapia de menor altura que contiene el portal decorado del acceso, enmarcado por pilastras de cuádruple capitel y arco de medio punto resaltado por cuadros en sobrerrelieve.

A ella se accede por un importante portal de madera tallada, enmarcado por molduras dispuestas simétricamente. Es de dos plantas y su tipología responde a la organización espacial en base a patios. El primero de ellos era el punto de llegada a la residencia, recepción de vendedores y proveedores, lugar de carga y descarga de bienes que se almacenaban en la casa, lo que permitiría la simultaneidad de todas estas actividades, en un ambiente al aire libre y a su vez protegido.

Volcándose a este patio están los tres ambientes más importantes y generosos de la vivienda, en la mejor tradición renacentista. Eran las habitaciones de recibo de la familia; el salón más amplio funcionaba como depósito general de monturas y arneses, con sus techos con características molduras y cabezas de madera trabajadas a hachuela. En el piso superior, los dormitorios de la familia, vinculados por una galería que aún hoy rodea el patio.

La escalera que lleva a la planta alta está ubicada en el primer patio, recostada sobre una esquina; tiene peldaños de madera y está cubierta con techo de tejas. Un zaguán lateral, de eje quebrado con respecto al acceso, sirve de conexión con el segundo patio, rodeado de las que en su origen eras las habitaciones para el servicio doméstico.

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El edificio ha sufrido algunas modificaciones dado que la casa se organizaba en base a dos patios, el primero destinado a la vida social en planta baja, y a los dormitorios de la familia en planta alta; el segundo estaba reservado al área de servicio. Detrás de éste, la huerta.

Durante el siglo XIX el crecimiento de la casa vecina, la de don Juan Galo Leguizamón, obligó a la mutilación de la planta original, afectando el segundo patio hasta más de la mitad de su ancho. En el primer patio, aunque se mantuvo intacto el frente respetando el dormitorio en planta, desapareció el comedor en planta baja.

En 1971, durante su restauración, se incorporó nueva construcción en las dependencias de servicio que antes dividían el segundo patio de la huerta antigua, se le agregó una galería con arcadas y depósito, cocina y baño en planta baja, y una sala en planta alta, que funcionó como Departamento de Restauración del Museo.

Es de destacar que los edificios de dos plantas fueron posibles en Salta por la abundancia y calidad de la madera existente en la zona.

Desde el punto de vista constructivo esta casa responde al sistema tecnológico de la época, con predominio de muros de adobe, de hasta 1,80 m. de espesor, y revoques de barro y paja; los entrepisos, con estructura de madera de quebracho, tienen tejuelas y pisos de baldosones cerámicos. La cubierta a dos aguas es de tejas, los pisos de los patios son de lajas de piedra. Tiene ménsulas de madera tallada de interesante factura artesanal; también son de madera las carpinterías y las rejas torneadas de los balcones, las galerías superiores y la escalera. Cuando se realizó la restauración de 1971, se le incorporaron además losas armadas en los entrepisos y aislante hidrófugo en el techo, para permitir el uso público del edificio.

Este solar fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1946. En 1969, cuando era propietario Ernesto Teodoro Becker, la casa, que era usada como conventillo, fue expropiada por el Gobierno Provincial e incorporada al Patrimonio Histórico Nacional. En 1981 se instaló en esta casona el Museo Provincial de Bellas Artes.

Casa de Hernández Posiblemente su construcción date de la segunda mitad del siglo XVIII (alrededor de 1780), en plena época colonial, y estuvo destinada a ser usada como comercio en planta baja y vivienda en planta alta. Hasta hace poco tiempo se pensaba que la había mandado a construir don Juan Hernández y Enríquez, pero estudios recientes ponen en duda este dato y revelan que alrededor de 1789 esta casa pertenecía a doña Petrona Rodríguez Peñalba, quien la heredó de su padre. En esta fecha, la vivienda es alquilada por Tomás de Arregunaga y Archondo, quien le realizó importantes mejoras. Luego la adquirió Juan Francisco Echais y posteriormente Victorino Solá.

Esta casona ocupaba uno de los solares en los que había sido dividida la manzana de ciento cuarenta varas. Se organizaba alrededor de un patio principal y posiblemente uno de huertas, conjuntamente con las caballerizas, hoy desaparecido. Ha sufrido continuas modificaciones, siendo la principal la subdivisión realizada en el siglo XIX, cuando se incorporaron cielorrasos, se subdividieron espacios interiores y el patio principal. La casa fue restaurada en un setenta por ciento durante 1984 por el Estado provincial.

Situada en el centro histórico de la ciudad, en la peatonal La Florida, es una vivienda típica de la arquitectura del período español, de dos plantas, con doble puerta con columna de madera en planta baja, que era la entrada independiente del comercio de la esquina, y balcón esquinero de la vivienda, en la planta alta. Está construida sobre línea municipal; se estructura alrededor de un patio principal con ingreso por el zaguán y con eje de acceso quebrado, que se comunicaba con la huerta. Las habitaciones, vinculadas entre sí en sus dos plantas, se ubican en torno al patio. Se destaca la sala principal.

Esta composición arquitectónica es una reelaboración americana que nos identifica y nos une culturalmente con otras ciudades en el camino del Alto Perú. Actualmente es el único testimonio en su tipo, en la ciudad. Era la esquina típica que jalonaba cada esquina de manzana de la Salta de los siglos XVIII hasta principios del XX.

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En las planas fachadas se destacan: la esquina de doble puerta abajo y balcón superior, el portal de ingreso sobriamente decorado, enmarcado en pilastras y coronamiento de cornisa engrelada, y predominio de los muros sobre el vacío de sus escasas aberturas.

Entre 1984 y 1987 la obra estuvo abandonada, lo que ocasionó su deterioro y pérdida de elementos constructivos importantes. En ese año se reanudaron las tareas de restauración, consolidación estructural, rearmado de techos y entrepisos, colocación de pisos, reconstrucción del muro de quincha (cañizo y torta de barro). Aparece el espacio abierto del patio del siglo XVIII, se recompone la cuarta fachada del mismo, con escalera de tipología y factura del siglo XIX, y por detrás, sobre la medianera, los locales para albergar funciones de apoyo al Museo de la Ciudad. Toda su carpintería es de madera de algarrobo y quebracho.

La casona fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1979. En 1984 se crea el Museo de la Ciudad que funciona en este edificio a puertas cerradas. Recién abre sus puertas al público con su primera muestra en 1988.

Casa de Moldes Si bien esta casona antigua no está ubicada sobre peatonal Alberdi se menciona por su importancia y cercanía con el casco histórico.

El solar ubicado en calle Caseros 711 (antes calle Del Comercio), fue mandado a construir por el matrimonio constituido por Don José Antonio Moldes y Gonzales y Doña Antonia Fernández de Loria y Arias Velázquez; fue ocupada por ellos y sus hijos. Dos de ellos fueron los Coroneles José Antonio y José Eustaquio de Moldes.

El solar se constituyó rápidamente en una de las casas comerciales más poderosas de este extremo de América.

Sin lugar a dudas era una vivienda pequeña, teniendo en cuenta el periodo de esplendor de la época en la que se vivía en esos momentos, pero presenta un grado de refinamiento que la convierte en un ejemplo singular.

Sucesivas herencias llevaron a los últimos descendientes de la familia Moldes a vender la propiedad en los comienzos de la década de 1930 a la familia Lisi, quien introdujo modificaciones tendientes a una adaptación que la convirtió en una vivienda en la planta alta y comercio en la planta baja.

El señor Miniato Lisi describió detalladamente las transformaciones: agregó columnas de hierro fundido en la escalera, modificó la fachada sustituyendo el balcón original de hierro de diseño simple y acorde a la época, por una madera de columnas torneadas que sostenía el techo y una balaustrada compuesta, todo ello bordeado por un macetero.

La familia le vendió años más tarde la propiedad al señor Luis Faina, quien continuó con varias reformas.

En noviembre de 1990 tomó posesión de la vivienda la Municipalidad de la Ciudad de Salta y se puso en marcha la reconstrucción para recuperar la fisonomía original.

Se realizó la ampliación del segundo patio, incorporando una galería en forma de L con el fin de comunicar el cuerpo principal de la casa con los locales de servicios y oficinas. Se recuperó la forma original del zaguán utilizando los testimonios que surgieron al retirar los aditamentos que la cubrían. La restauración y remodelación se encomendó a los arquitectos Ana María Cruz de Iturrieta y Mariano Sepúlveda, quienes realizaron el proyecto que fuera dibujado por Martín Fuenzalida y Adrián Estrella. Las tareas se iniciaron el 23 de Diciembre de 1991 y finalizaron el 15 de Abril de 1994.

Por Decreto Municipal en 1990 se declaró la Casa de Moldes Monumento Histórico Provincial. Actualmente funcionan en dicha casa las oficinas de la Dirección de Turismo de la Municipalidad de Salta.

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CABILDO HISTÓRICO DE SALTA

El edificio del Cabildo de la ciudad de Salta es el que más completo se ha conservado en la Argentina y constituye una verdadera joya arquitectónica nacional.

Su edificación no fue hecha toda a un mismo tiempo. Es producto de agregados muy equilibrados de distintas épocas, que ofrece expresiones populares españolas con formas reelaboradas en América, y tímidos elementos neoclásicos, simplificados y unificados todos por las condiciones técnicas y las limitaciones económicas.

En sus trescientos años de existencia como tal, experimentó una serie de reconstrucciones, reformas y ampliaciones, acompañando al crecimiento y complejidad de la ciudad. A pesar de haber tenido algunos momentos de descuido, constituye hoy en día uno de los cabildos mejor conservados de la Argentina, lo que coloca a Salta como una de las ciudades donde mejor ser conservó el patrimonio arquitectónico.

El primer edificio debió ser muy distinto al actual. Sabemos que hacia 1626 ya estaba edificado y su aspecto era muy sencillo. Posiblemente el Cabildo ya tenía dos plantas, al menos una parte. Veintisiete años luego de esta fecha (en 1653), se acordó realizarle calabozos y una sala y aposento para que duerma el Alcalde.

Los materiales frágiles con que se construía y posiblemente una deficiente mano de obra, obligaba a permanentes refacciones. Tenía techo con torta de barro, barandas y rejas de madera, sus columnas del frente también eran de madera. Pero el temblor de 1692 posiblemente lo dejó bastante destruido por esta misma precariedad constructiva a la que nos referimos. En este sentido existe un documento que confirma que, veinticinco años después del temblor, el gobernador comunica a su majestad que Salta se encontraba sin Cabildo y debía reconstruirse.

En 1783 se crea por Real Cédula la Intendencia de Salta. Allí suponemos una nueva construcción del Cabildo. Con más documentación en mano y mejor analizada, ahora se puede asegurar que tuvo tres obras distintas y existentes aún. Dos de ellas se hacen a fines del siglo XVIII cuando se reforma la recova del frente reemplazando los corredores de madera por arcadas de mampostería, se colocan lajas en el patio y en el “corredor bajo de las casas”14; se construye la torre y se colocan tejas en los techos y la galería de planta alta se realiza en azotea y terminación con pretil (gobierno de Mestre - 1777 a 1790; y gobierno de León y Pizarro - 1790 a 1797).

Estas reformas se realizaron con motivo de la proclamación del Rey Carlos IV, y en la misma el maestro de carpintería Francisco Torán se encargó de construir la escalera y el magnífico balcón volado cuyas ménsulas están talladas con figuras antropomorfas. También el maestro herrero José Marzan y Montes, realizó las barandas de hierro de la planta alta, incluyendo las del balcón. Presentaban dos leones de metal amarillo como ornamento de terminación. En estas fechas también se aprovechó para pintar paredes externas y algunas internas. En las obras participaron, además de los maestros, oficiales albañiles, algunos presos y negros.

A principios del siglo XIX (gobierno de Arrigunaga y Archondo - 1807 a 1809), se construyó la galería aporticada del patio principal. Considerando la necesidad de contar con un reloj, se decidió construir una torre en la que se colocó uno que había pertenecido a la iglesia de los Jesuitas. Serviría para avisar a los magistrados las horas de audiencia y despacho, y para que el resto de la población, tanto durante el día como la noche, distribuyera sus horas de trabajo, recogimiento y reposo. Sería manejado por el portero dentro de sus funciones. Luego de una reunión de vecinos con los albañiles de más crédito, se decidió que el lugar más adaptable para esta obra sería el centro o medio del edificio partiendo del cuadro de los cimientos de las dos habitaciones centrales (y coincidentes en planta baja y alta) para no cargar el resto del edificio, dada su debilidad, y buscando minimizar los costos que ello acarreaba.

La torre entonces es una estructura independiente, adosándose plenamente a los muros interiores. La altura estuvo condicionada por la sugerencia del relojero que indicaba las medidas para el correcto manejo de las pesas y cuerdas. Su terminación muestra mayor elaboración, remarcada por pilastras toscanas de doble capitel, cornisas muy salientes y ornamentación con cuatro pináculos de cerámica

14 Archivo Histórico de Salta. Citado por Roque Manuel Gómez. En este caso el término “casas” está referido a lo que hoy conocemos como habitaciones. 56 esmaltada de color verde, al igual que el extradós y el basamento de las pilastras. Su chapitel fue revestido también con piezas rectangulares de cerámica esmaltada color verde, crema y marrón. En su extremo se colocó una veleta de hierro forjado y chapa recortada que representa un pajecillo, conocido como “El diablito del Cabildo”.

Estas reformas coinciden con la época en que Salta gozaba de una mejor situación económica a raíz de sus relaciones comerciales con el Alto Perú y el Perú.

Cuando el Cabildo dejó de cumplir sus funciones oficiales originales, continuó como sede de la Casa de Gobierno y Policía de la Provincia hasta 1880.

Durante el gobierno del doctor Martín Gabriel de Güemes, en 1889, fue vendido en pública subasta. Fue ocupado por inquilinos y locales de negocios como una fábrica de cigarros, hotel, casa de modas, ferretería, café y restaurante.

En los primeros años del siglo XX se demolió el ángulo noroeste del Cabildo para la construcción de una vivienda en planta alta y local comercial en planta baja, perdiéndose con ello la Sala Capitular y quedando 3 arcos menos en planta alta y 4 arcos menos en planta baja.

A pesar de toda la documentación existente y analizada, no puede determinarse a ciencia cierta cuáles son los sectores más antiguos del Cabildo. A pesar de ello se supone que la parte más antigua puede llegar a ser el ala oeste, dado el espesor de sus muros, que haciendo la salvedad de sostener un piso superior, el extremo suroeste mantiene las mismas dimensiones y sólo tiene una planta.

En general los cimientos son invariablemente de piedra con argamasa, en algunos casos hasta los cincuenta u ochenta centímetros por sobre el nivel del suelo. Los muros son por lo general de adobe unidos con mortero de barro. En cambio, el frente aporticado de la recova, así como la galería del patio principal, los tres arcos originales de los corredores del patio principal, y los tres arcos originales de los corredores del patio mayor, son de ladrillo y piedra con mortero de cal y arena. La torre está conformada por un alto basamento de piedras para continuar en adobe hasta más o menos la altura del techo de la segunda planta, donde comienza el ladrillo hasta su terminación.

El edificio quedó así, conformado con el aspecto que hoy se conoce, ocupando un cuarto de la manzana: Tenía seis patios intercomunicados rodeados de distintas dependencias, de los cuales en la actualidad se conservan tres completos y dos fragmentados.

De estos patios, sin duda el más importante era el que corresponde al acceso a la planta alta, donde se desarrollaban las actividades más dignas e importantes como las reuniones de los cabildantes en la Sala Capitular.

En el segundo patio, de proporciones mayores que el principal y rodeado en sus cuatro costados por corredores aporticados, se encontraban los locales que pertenecían al cuartel general, los calabozos de la cárcel pública y su cocina, mientras que los locales de planta baja que daban a la calle eran alquilados a comerciantes como una renta para el Cabildo.

La conexión entre los patios se efectúa mediante pasillos. Estos no se encuentran enfrentados axialmente sino que lo hacen mediante directrices quebradas, viejo planteo muy utilizado en España que responde a esa arquitectura popular de tradición mudéjar.

Los dos patios principales se conectan con el exterior mediante amplios zaguanes, cuyas entradas se encuentran enmarcadas por pórticos con pilastras y molduras sobre puerta, para realzar su importancia.

En los intentos de dar una fachada simétrica, quedó por resultado una arquitectura verdaderamente interesante. El ordenamiento sobre la base de un eje de simetría se ha intentado organizando una fachada aporticada con dos series rítmicas de arcos y colocando en el centro del conjunto un balcón en planta alta, sobre el que se insinúa un tímpano o frontispicio, elemento totalmente formal que pretende acentuar la centralización del conjunto. Sin embargo, esta ubicación está ligeramente desfasada respecto de la torre. Por otra parte, la necesidad de enfatizar las entradas principales, que no coincidían con la composición axial ni estaban simétricamente dispuestas, obligó a que la arcada correspondiente

57 fuera mayor, pero sin modificar la modulación del nivel superior, lo que produjo un desfasaje respecto de la arquitectura inferior.

Una de estas entradas fue jerarquizada además por la inclusión de pilastras con rehundidos que la enmarcan en los dos niveles, y un resalto muy simple en la arcada que la encierra. Se cree que este recurso fue utilizado en todo el nivel superior pero debió perderse en el transcurso de las sucesivas modificaciones.

Fuente: Paula Zenzano

En la otra entrada, acceso al patio mayor, se ha utilizado el mismo recurso pero reducido a planta baja, evidenciando su carácter secundario respecto de la primera.

Este intento de lograr una cierta simetría pero sin dejar de marcar las entradas principales, han dado como resultado una fachada dinámica, un tanto inquietante pero de gran equilibrio compositivo.

Es interesante señalar la presencia de rasgos neoclásicos tempranos en las obras de 1789 y 1808, algunas todavía incipientes y de pobre calidad, pero que anticipan su presencia y que juzgamos merecen señalarse.

Estos rasgos están dados principalmente por la presencia de techos de azoteas en el sector de galería de planta alta sobre la fachada, terminados con pretil opaco y gárgolas de latón para descarga pluvial; modulación con pilastra de la galería interior de patio principal, y las expresas indicaciones para la construcción de la torre que sugería lo que “la buena simetría demanda”, que se concretó con la modulación de pilastras con pedestal, arcos de medio punto con extradós y pináculos de cerámica esmaltada.

Asimismo se sabe que el Cabildo fue pintado de blanco. En aquellos tiempos se hablaba de “blanqueo”, y se trabajaba con cal para pintar.

Las motivaciones estéticas prácticamente no cuentan, a lo sumo son tímidas manifestaciones ornamentales como recortes en las ménsulas o alguna cornisa simple.

Las sucesivas intervenciones realizadas en el edificio del Cabildo no le han quitado unidad, aún cuando se recurrió a distintas tipologías formales. En general, su motivación principal no ha sido la estética; su finalidad no fue la creación de formas bellas, sino funcionales. En cambio, en la fachada y la torre, a pesar de la simplicidad de los materiales y los condicionamientos técnicos y económicos, puede advertirse un impulso estético motivado por un afán de significación, pero aún en aquellas partes del edificio construido sin la búsqueda de la estética, es posible hallar hoy y desde una crítica sensible, considerables, auténticos y conmovedores valores que hacen de esta obra un excelente ejemplo de arquitectura del período colonial.

En 1937 la intervención del senador nacional doctor Carlos Serrey logró que el gobierno nacional recuperara el Cabildo y lo restaurara declarándolo Monumento Histórico Nacional, bajo la dependencia de la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos por Ley Nº 12.345

En 1942 se encaró su restauración bajo la dirección del arquitecto Mario Buschiazzo, abriendo sus puertas como museo histórico en agosto de 1949. En oportunidad de su restauración se reconstruyeron todos los corredores que rodean al patio mayor salvo los tres arcos del ángulo sudoeste que aún se mantienen en pie. También se reconstruyeron las habitaciones del sector noroeste, que se encontraban muy deterioradas, y se colocó nuevamente la veleta que ya no se encontraba en su lugar.

Aspectos Históricos La fundación era algo más que un acontecimiento histórico: era también un acto jurídico que daba existencia y funciones a un grupo humano hasta entonces desprovisto de toda organización; esto 58 significa que una ciudad no era tan sólo un grupo de personas. Ninguna agrupación de familias podía aspirar a ser considerada jurídicamente como ciudad, si le faltaba una organización política. Y es por eso que no había ciudades sin Cabildo o Ayuntamiento, ya que era este organismo un símbolo institucional.

Cabildo es la institución encargada del gobierno de la ciudad y su jurisdicción. Asumía funciones de policía, administración, abasto y justicia.

El cabildo nacía cuando el fundador de la villa o ciudad señalaba el solar para la Casa Capitular y elegía los primeros miembros que constituían dicho organismo. Las personas que ocuparían estos cargos debían tener reconocida integridad y rectitud moral.

El nombramiento de los primeros cabildantes constituía un privilegio del fundador de la ciudad. Así lo comprendió Hernando de Lerma, quien el mismo día de la fundación de Salta dio consistencia de su empresa, nombrando a los miembros que formarían parte del Cabildo. El mismo ordenó que para el nombramiento de los posteriores funcionarios capitulares, debían reunirse los miembros del Cabildo, el primero de enero de cada año, eligiendo mediante voto secreto ante el escribano público del Cabildo.

Los cargos debían ser ocupados por personas que residieren en la ciudad y no en las lejanías de ella; vecinos que tuvieran cinco años de residencia en la ciudad. No podían ser reelegidos los alcaldes y regidores. Era difícil encontrar en ciudades pequeñas personas de la calidad requerida. Muchas veces no podía cumplirse la elemental ordenanza de la Corona que decía “que sepan los capitulares leer y escribir”. Si poco podía esperarse de los vecinos encomenderos de indios, y estaban excluidos por viles pulperos y comerciantes, solo se podía, entonces, elegir a un grupo de vecinos que sabían leer y escribir y tenían propiedades.

Funciones del Cabildo

El Cabildo tenía en sus manos la resolución de problemas complejos y diversos entre sí. En el asiento de una ciudad podían ocurrir algunos desastres organizativos los cuales debería ordenar dicha institución. Asumir el orden de una ciudad debía hacerse con mano dura, preocupándose de dictar ordenanzas para ello.

El Cabildo tuvo que dictar decretos para que los dueños de los perros aten a sus animales durante el día y los suelten durante la noche, lo que debía evitar inconvenientes entres los pobladores y posibles ataques de los perros. Así también se prohibía que los que criaban cerdos los dejaran andar por las calles, so pena de perder el animal. También se encargaba de la limpieza de las acequias, cuidado de puentes y caminos, reparación y encauce de ríos.

Una cédula Real de finales del siglo XVIII (1789), hizo saber al Gobernador que los cementerios debían establecerse fuera de las poblaciones y no en las iglesias, según era costumbre hasta el momento. Esta medida buscaba mejorar la salubridad pública.

Todo aquel que deseara instalar alguna industria o comercio necesitaba pedir permiso al Cabildo, ya fuera para instalar un horno de pan hasta para un ingenio de azúcar.

El Cabildo tenía también funciones electorales, es decir con la potestad de elegir a sus componentes. Otra función era la de registro de títulos, ya que toda autoridad eclesiástica o civil, toda facultad que se hubiere de reconocer, tenía que acudir al Cabildo y exhibir ante éste sus credenciales. La distancia entre la Corona e Indias hacia que se falsificaran numerosos títulos; por tanto el Cabildo debía tomarse todo el tiempo necesario para validar los títulos de los recién llegados. Tenía también funciones de gobierno comunal que se extendía más allá de los límites de la ciudad hasta donde abarcaba la jurisdicción. El gobierno comunal gozó de una autonomía casi total en los siglos XVI y XVII. En representación de la Ciudad, el Cabildo formulaba peticiones ante la Audiencia o Concejo de Indias. También tenía funciones judiciales, es decir que intervenía en la administración de la justicia.

El Cabildo se preocupó por formular ordenanzas para evitar el deservicio de Dios prohibiendo que tabernas y tiendas abrieran sus puertas los días domingos a la hora de misa, para que nadie se sintiera tentado a olvidar sus obligaciones religiosas ni descuidara su vida espiritual. El descanso dominical era obligatorio, tanto para los españoles como para indios y negros. Esto debido a que Salta, como tantas otras ciudades, estaba impregnada de fe cristiana que la nutrió desde su primer día de existencia.

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Esta fe honda, inconfundible, sello del pueblo español, se traslució en el alma de una nueva ciudad que fue erigida en nombre de la Santísima Trinidad y encomendada a la Virgen María y al apóstol Santiago, espejo de España. Uno de los objetivos de la Corona fue evangelizar al indígena. A tal fin se consagraron gobernantes y misioneros, quienes lograron implantar el credo católico. Pero los naturales no eran la única preocupación, también importaban los blancos de las Indias, a los cuales se los ayudó a través de numerosas Cédulas Reales que ordenaban la construcción de iglesias, la instalación de sacerdotes, etc.

Museo Histórico del Norte Este museo está alojado en el edificio del antiguo Cabildo. Posee nueve salas de exhibición a lo largo de las dos plantas, donde se preservan piezas y pinturas. Ingresando a la derecha se encuentran: “Los orígenes de nuestra historia” con representativas colecciones de objetos de la etapa prehispánica, ordenados cultural y cronológicamente, tratando de marcar los cambios que ocurrieron en estas primeras sociedades.

La primera sala, de Arqueología, exhibe elementos prehispánicos, en donde se encuentra un cuadro de doble entrada, con los periodos y regiones de esta zona. Luego en vitrinas embutidas, vestigios de las culturas indígenas están representados en aquellos objetos de uso cotidiano que muestran los modos de vivir y pensar de los primeros pobladores de la región, objetos como: mortero comunitario para moler maíz, hachas de mano talladas de piedras, cuchillos tallados en madera y en piedra, pipas de cerámica con formas zoomorfas en las que se consumían los alucinógenos para rituales, y cuchillas de metal según cada período. También están expuestos los menhires con formas zoomorfas y antropomorfas, símbolo de fertilidad agraria. Una de las piezas más preciadas del museo fue “El suplicante”, que fue robada en 2003. Hoy sólo queda una foto con las referencias de este ídolo de piedra del período prehispánico temprano.

En la segunda sala se hallan urnas funerarias, en las cuales se colocaban a los muertos, en posición fetal. Se exhiben muestras del proceso de aculturación que realizaron los españoles a su llegada; por ejemplo, el intercambio de oro y plata que daban los nativos a cambio de collares y adornos. Armas del período de dominación incaica completan una colección ordenada cultural y cronológicamente, que retrata la organización de los grupos humanos anteriores a la conquista.

Otra sala expone objetos pertenecientes al General Martín Miguel de Güemes. Muestra su sombrero de gala, la escribanía de viaje utilizada en sus campañas, y la lápida que primeramente figuró en su tumba, antes de que pasara al panteón de las Glorias del Norte en la Catedral de Salta.

Un cuarto circuito está dedicado al Período Independiente, tratando de unificar a diversos personajes que actuaron en Salta pero dentro de un contexto histórico mayor. Allí se pueden apreciar, entre otras cosas, el chaleco de Belgrano y la bandera española de la batalla de Pasco tomada por el General San Martín, testigos de las luchas por la independencia nacional. Hay una muestra de elementos de arquitectura empleados ya sobre la llamada “arquitectura colonial”, dinteles tallados, vanos, rejas, puertas, etc.

Finalmente, el último patio presenta los medios de transporte, carruajes donde se exhiben carrozas y diligencias del virreinato y de principios del siglo XX.

Otro circuito, ubicado en planta alta, intenta dar un panorama de los aspectos más importantes del período de la Colonia. Saliendo hacia las galerías que rodean al hermoso patio colonial, se llega a una imponente escalera que conduce al balcón de la planta alta sobre la fachada, donde se observa en el medio el balcón saliente de madera, y al final una antigua campana de 1822, de hierro fundido, que aunque está rota recuerda el llamado que se realizó para formar la Junta del Cabildo desde Sumalao.

Ingresando al interior están las salas dedicadas al Arte Sacro, tan rico y abundante en el período colonial, cuya producción se prolongó casi sin modificación hasta muy entrado el siglo XIX. Hay valiosas obras como: un púlpito con la imagen de los santos, que perteneció a la Compañía de Jesús; imágenes de santos que trajeron los españoles para evangelizar, como La Virgen de la Piedad, La Dolorosa y el Cristo Crucificado; un magnífico óleo del artista altoperuano Melchor Pérez de Olguín que retrata a San Pedro de Alcántara y fue pintado en la primera década del siglo XVIII, y otras importante piezas de madera. En otra sala se reflejan las actividades económicas de la época, representadas por una

60 excelente colección numismática. Y al lado se encuentra la Sala Capitular con un mobiliario de sillones encadenados de fuerte influencia luso-brasileña, de mediados del siglo XVIII.

HOTEL SALTA

Originalmente concebido como Hotel de Turismo, el proyecto de los arquitectos Aslán y Escurra, surge de un Concurso Público Nacional, realizado alrededor de 1940. Fue construido por la empresa Siemens Bhaumans, en 1942. Con el tiempo el edificio pasa a manos privadas, adaptado a distintas funciones, sin dejar de ser hotel; no sufrió modificaciones que pudieran afectar su carácter arquitectónico.

Integra la corriente del Neo-Colonial que tiene influencia nacional y que, por iniciativa del arquitecto Ángel Guido, se irradia durante la intendencia de Ceferino Velarde. Es de destacar el valioso planteo urbano que genera, en composición simétrica y en eje a la diagonal de la Plaza.

Acceso presentado en ochava, retira de la línea municipal la volumetría general, en el primer piso en terrazas sobre las fachadas laterales y con pívot en el gran balcón esquinero sobre el acceso. El edificio se desarrolla en dos alas con planta baja y cinco plantas superiores; vuelca hacia un patio interior, que sirve de playa de estacionamiento. La ochava central remata en un pequeño cuerpo ornamentado y techo piramidal.

Cabe mencionar que el planteo en diagonal rescata, en los espacios interiores de la ochava, excelentes vistas del área de la Plaza 9 de Julio.

Resalta la madera en la planta baja, en puerta giratoria de acceso con vitral, balcón principal torneado y en arabescos; la tonalidad general es el rosa fuerte en muros con revoque texturado; la carpintería es de color verde y la cubierta superior, de tejas.

En el interior, zócalos de mayólica y pinturas de Scotti en los salones contribuyen a enriquecer los espacios. En 1942, Ernesto Scotti es contratado para decorar los salones de fiesta del hotel. El artista contaba ya con una sólida formación estética constructivista dentro de la cual resuelve los nueve murales que rodean el amplio ambiente ubicado en el sector derecho del primer piso. Estas obras de grandes dimensiones, movilizan extraordinariamente el hacer estético de Salta, inmerso hasta entonces en el letargo de los paisajes convencionales.

Dos de ellas alcanzan desde el piso hasta el techo, con casi diez metros de ancho y seis de alto, y conservan en su conjunto vivencias e imágenes de nuestro exuberante paisaje, de nuestra historia y la esencia de nuestro pueblo. En ella se representan los bailes del carnaval, los indígenas del Chaco Salteño, la fauna autóctona, la defensa de los pueblos originarios ante el ataque conquistador, la labor evangelizadora de los monjes franciscanos, los gauchos de Güemes, las altísimas cumbres de nuestras montañas y los cóndores andinos, y siempre, la enmarañada selva resuelta magistralmente por el evidentemente acabado conocimiento de nuestro suelo salteño por parte del artista.

CASA DE LA CULTURA En el solar que actualmente ocupa, se hallaba construida una vieja casona familiar, de fines del siglo XIX, construida en adobe. Aquí, a mediados de los años de 1960, comenzaron a funcionar los estudios y la administración de LV9 Radio Güemes de Salta.

La antigua Radio Güemes tenía dos pequeños estudios y un salón auditorio que llevaba el nombre del poeta Juan Carlos Dávalos. Disponía de una sala de control, una discoteca, oficinas y un salón para exposiciones. El sector del fondo de la casa se modificó para el auditorio que presentaba números en vivo especialmente los sábados.

La principal protagonista era la Orquesta Estable de Carliño y su Bandita . Todos estos espacios fueron reconvertidos para acoger actividad cultural. Por esta casa pasaron voces como la de Venancio López, Juan Carlos Lagomarsino -quien fue su gerente- Magdalena Sirolli de Wayar, Omar Villalba, Alberto 61

Ruiz, Julia Montanari y René Oscar Pandolfi , entre otros prestigiosos locutores. Radiodifusora Güemes perteneció a los doctores Juan Bardeci, Vidal y a Baldomero A. Martínez, quienes una vez concluida la licencia de explotación de la emisora vendieron tanto la radio como el edificio.

La vieja Radio Güemes se mudó a un edificio propio en la calle Deán Funes. Años más tarde, por iniciativa del entonces director de Cultura, Antonio Nella Castro, se decidió comprar la vieja casa de la calle Caseros con un préstamo del Fondo Nacional de las Artes (FNA). A partir de 1972 se destina el edificio a ser utilizado como Casa de la Cultura.

Este edificio carecía de los elementos necesarios para el buen desenvolvimiento de las artes que allí se practicaban. La casa original había adaptado su parte trasera para una sala acústica que servía de estudio radiofónico y sala de grabación. Su dimensión era característica de las radios que llevaban orquestas a sus estudios y daban también participación al oyente que se convertía en espectador. El resto de la casa continuaba con su dimensión y función original, incluso los patios.

El viejo edificio fue totalmente remodelado durante el mandato del gobernador Juan Carlos Romero. Se construyeron unas instalaciones modernas y funcionales, acordes con las necesidades de la expresión cultural actual.

En cuanto a su fachada, se respetó el entorno en que se encuentra en la cuadra, con las líneas verticales y las proporciones de los ventanales y los arcos existentes en esa calle.

La Casa de la Cultura es hoy el espacio donde vive y se desarrolla la cultura salteña, donde se presentan eventos nacionales e internacionales. Aquí también funciona la sede del Ministerio de Cultura y Turismo y de la Secretaría de Cultura de la Provincia.

CASA DE URIBURU Se trata de una sencilla vivienda, edificada en la segunda mitad del siglo XVIII sobre la calle del Comercio, actual calle Caseros. Perteneció a don José Fermín de Zabala, descendiente por línea materna de una de las familias distinguidas de la región. En 1816 fue adquirida por José de Uriburu, comerciante peninsular que llegó a Buenos Aires a fines del siglo XVIII y se instaló posteriormente en Salta, como agente de una casa comercial con sede en la capital del virreinato, que vendía “efectos de Castilla”, dice Sara Mata. A partir de entonces fue sucediéndose por herencias en la misma familia hasta que en 1947 fue donada al Estado Nacional, cuando era propiedad del doctor José Evaristo Uriburu y la señora Leonor Uriburu de Anchorena.

Está construida con muros de adobe y cubierta de cañas, barro y tejas, sobre una estructura de madera de pares y nudillos.

En sus orígenes esta casa era más simple. Según la descripción de un documento de 1810, contaba con siete cuartos y presentaba algunas diferencias respecto al edificio actual. Por ejemplo, tanto las barandas del balcón y escalera como las rejas eran de madera torneada muy bien trabajada. Posiblemente, el reemplazo por barandas de hierro, así como el agregado de dos habitaciones sobre el sector sudoeste en el segundo patio, se habrían realizado en el siglo XIX, cuando ya pertenecía a la familia Uriburu.

Se estructura en base a patios que responden no sólo a una necesidad funcional, sino también a una forma de vida y a una determinada organización de la familia y la sociedad típica de la época. Su fachada es muy sencilla, apenas un alto paredón hace de pantalla, alojando un pórtico con gran puerta flanqueada por pilastras toscanas y guardapolvo en arco conopial. Equilibrando la composición, un balcón salido, sostenido por ocho ménsulas de madera recortada, se convierte en el detalle de planta alta más significativo, en tanto que en el interior, los grandes baldosones de los pisos y los techos de madera y tejuelas, en neto contraste con sus paredes simplemente encaladas, hablan de la austeridad y sencillez de esta vivienda.

Una característica que puede señalarse y que parece haber sido común en Salta, es el ingreso directo al primer patio a través de un pórtico-pantalla que completa la fachada. Otra nota destacable es la pequeñez y exagerada irregularidad del terreno que ocupa la vivienda, que muestra los cambios que se 62 habían operado en el tamaño de los lotes hacia fines del siglo XVIII, sobre todo si se compara con los primeros “solares” (cuarto de manzana) que se otorgaban en el momento de la fundación de la ciudad. Era clara la preferencia por vivir en sectores muy cercanos a la plaza o a la calle principal por la importancia de la actividad mercantil, lo que generó una mayor demanda y ocupación en estos sectores a costa de la disminución de sus medidas.

La casa fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1943, y algunos años después se inició su restauración. La fachada había sido alterada por la apertura de un garaje hacia el costado este y el agregado de un pretil opaco como terminación. En el interior, la escalera estaba ya construida en mampostería y la sala principal prácticamente destruida; situaciones que debieron restituirse para devolverle su aspecto original. Hacia fines de los ’50 se construyó al fondo una habitación para depósito, disminuyendo lamentablemente las dimensiones del ya pequeño tercer patio.

En la actualidad funciona como museo histórico y biblioteca especializada. El Museo se llama “Museo Presidente José Evaristo Uriburu”. La muestra permanente de usos y costumbres trata de reflejar mediante los objetos, pinturas y muebles expuestos, el devenir de la vida cotidiana de la época colonial, con la cual coincide la arquitectura y primer mobiliario de la casa, y la evolución que experimentó el mobiliario desde el período de la colonia hasta un centenar de años después.

COMPLEJO SAN FRANCISCO Iglesia San Francisco El primer asentamiento de los franciscanos en la ciudad de Salta tuvo lugar hacia 1566, en el solar que le fuera asignado en el momento de la fundación de la ciudad. Integra junto con el Convento San Bernardo, el eje histórico de calle Caseros que desemboca en la plaza principal.

Parte de la primitiva iglesia, tercera construcción, desaparece por incendios sucesivos (1761 y 1772), obligando a los franciscanos a usar temporalmente el templo de los expulsados jesuitas, frente a la plaza principal.

La iglesia y convento San Francisco se ubican en calle Córdoba, creando una plazoleta que enriquece su perspectiva, donde puede admirarse el monumento a San Francisco de Asís, erigido en 1926 en ocasión de un nuevo centenario de su muerte, obra del escultor italiano Tonini.

El actual templo data del siglo XVIII, construido por Fray Francisco Muñoz, según lo manifiesta su piedra fundamental. Una serie de refacciones y agregados se suceden hasta la segunda mitad del siglo XIX, en que se definen la fachada y la torre conservando los muros y cimientos originales, de enorme sillería de piedra que datan del siglo XVIII.

La fachada y torre fueron concebidas y constituidas en tiempos diferentes y por distintos autores. No obstante el conjunto armoniza totalmente. Si bien el lenguaje de ambas es italianizante, en la torre se percibe un manejo mucho más clasicista y menos recargado. El toque italianizante se termina de expresar en manos de Fray Luis Giorgi. Un tratamiento final en ambas las unifica visualmente a través de cornisas que se invaden mutuamente, uniendo ambos cuerpos.

Hasta la segunda mitad del siglo XIX, la fachada era colonial. Luego se la organizó según ordenes clásicos superpuestos. Su rica ornamentación está dada por la inclusión de escudos, leyendas y otros elementos simbólicos de un barroquismo marcado. Está compuesta por dos cuerpos y un ático, con tres calles verticales. El primero es recargado y escenográfico, lo forman un triple arco del triunfo, siendo el central el más importante, lo flanquean pares de columnas jónicas con entablamento, friso y cornisa realizados con minuciosa decoración. Un tímpano remata este arco central de gran relevancia. Una profusa decoración de guirnaldas, flores, inscripciones, escudos y falsas cortinas disimulan la diferencia de altura de los arcos exteriores e interiores.

El segundo cuerpo lo conforman las ventanas ciegas, también con arcos de medio punto, todas con balaustradas, con la central más importante por estar enmarcada por dobles columnas. Un entablamento, friso y cornisa de profusa decoración lo encierran con sendos roleos vegetales. Al tercero y último cuerpo pertenece el ático central, también ornamentado por el escudo franciscano, engarzando este ático lateralmente por volutas y pináculos de contornos movidos. El escudo franciscano, “las armas

63 del Santo”, representa el brazo izquierdo de San Francisco, cruzado con el brazo derecho de Jesús, ambos con el estigma de la Pasión, la llaga producida por el clavo con que se sujetó a Jesús en la Cruz.

La pintura exterior del edificio se destaca por la fuerte tonalidad terracota de fondo, en donde resaltan los relieves en marfil, modalidad figura-fondo de clara influencia italiana. Todo el conjunto evidencia la proporción vertical acentuada por la torre que alcanza una altura de 54 metros y que es considerada como uno de los más destacados monumentos arquitectónicos del país.

La torre del campanario se resuelve en cuatro cuerpos superpuestos de base cuadrada, que van alivianándose por la reducción de sus respectivas plantas o por las perforaciones en sus frentes en el siguiente orden: el primero dórico, el segundo jónico, el tercero corintio y por último el compuesto. En todos se colocó balaustrada perimetral enriquecida con jarrones a modo de pináculos en las esquinas, con lo que se logra un conjunto unitario. Una de sus campanas tiene carácter histórico; es la bien llamada “de la Patria”, fundida con el bronce de los cañones de este triunfo, se conserva en el convento, con una testimonial leyenda ¡“Viva la Patria! Año 1813”.

En este templo descansan los despojos mortales de varios próceres, entre ellos: Don Francisco de Gurruchaga, diputado por Salta en las primeras asambleas patrias y creador de la Armada Nacional; el famoso maestro Don Mariano Cabezón, quien dirigió la escuela de la Patria; Don Pachi Gorriti, Coronel de las tropas Gauchas; Doña María Magdalena de Goyechea, ilustre Jujeña y madre del prócer gaucho General Martín Miguel de Güemes. Junto al altar de San Francisco se encuentra la tumba del padre José Puigdengolas, misionero de Esquina Grande, quien por redimir a los cristianos cautivos cayó mártir en manos de los tobas el 30 de noviembre de 1860, como reza su lápida.

La iglesia posee planta basilical de cruz latina, se ingresa en ella por una solemne entrada de triple arco que embellece el atrio. Su portada principal desemboca en una sola nave de cañón corrido de ricas proporciones. Dos comunicaciones laterales llevan a la calle Caseros y al claustro del convento, respectivamente. La planta basilical culmina en un altar mayor rico en mármoles de colores. Es un artístico retablo adosado al muro terminal, que abarca toda la amplitud de la muralla, de estilo neorrenacentista y de vigoroso movimiento debido a la posición de las columnas que separan las calles y a las fuertes molduras que lo acompañan, obra de Fray Luis Giorgi.

Por el amplio presbiterio se penetra en el coro a través de aberturas situadas a ambos lados del altar, de austeras sillerías, adornadas con iguales motivos que el retablo y donde se hallan las imágenes de San Francisco y Santo Domingo de Guzmán, ambos traídos de Italia, ubicados en pedestales sobre los dos vanos de ingreso.

La estructura de este retablo es clásica. Un alto basamento soporta el cuerpo dividido en tres calles con sus respectivas hornacinas, de las cuales la central es la de mayor altura. Sobre este cuerpo se asienta un ático con nicho rematado por una composición de roleos, guirnaldas y elementos vegetales que culmina en cruz. Flanquean la parte superior dos gruesas volutas y otros tantos flameros pintados sobre el muro. En el centro del primer cuerpo del retablo se encuentra “La Purísima”, escultura atribuida a las manos magistrales de fray Luis Giorgi, según consta en un documento de 1893. En el nicho superior de este retablo mayor, también de pie, se halla la imagen de San Diego de Alcalá, preciosa talla de gran valor artístico.

Por la puerta hacia calle Caseros, se admira una excelente imagen de San Pedro de Alcántara, obra del siglo XVIII, de patéticos rasgos penitentes, atribuida al artista español Felipe de Rivera 15 .

En el brazo izquierdo del crucero, se levanta el altar del Santísimo, con mármoles polícromos en el sotabanco y banco, mesa del altar, sagrario y gradillas; flanqueado por una espléndida balaustrada con tabernáculo, de idéntico material pero de diversas tonalidades en la gama de los marrones, con bóveda esquifada. En su parte superior se venera al Santo de Asís y a Santa Rosa de Viterbo. El resto del templete es de mampostería y estuco, también de estilo renacentista, con capiteles de orden compuesto; posee un cuerpo y única calle con una gran hornacina. Remata el retablo un ático con nicho y frontón movidos, apoyado sobre columnas flanqueadas por cuatro vasos sobre pedestales. La imagen del Santo revela vigorosos movimientos. Llama la atención su artística aureola a modo de corona de plata repujada y cincelada de procedencia peruana. Ambas pertenecen al siglo XVIII.

15 Según los investigadores Iris Gori y Sergio Barbieri, de la Academia Nacional de Bellas Artes. 64

En el brazo del lado derecho del crucero está ubicado el retablo de San José, de composición similar al anterior. En su parte inferior se halla la imagen yacente de San Severo, con reliquias insignes traídas a fines del siglo XIX de las catacumbas romanas. Esta obra ejecutada también por fray Luis Giorgi, está encarnada en cera y vestida con el característico uniforme de soldado romano, como fuera en vida el “Santo Convertido”. De este lado también encontramos el Niño Dios de Araceli, también traído de Italia hace quince años, cuando se realizaron dos réplicas del original que fue robado de Roma donde era venerado. Por este lado del crucero se ingresa a la Sacristía a través de un pórtico de riquísima decoración barroca que resalta por la policromía utilizada. Su interior alberga un valiosísimo amoblamiento litúrgico de época colonial. Allí también se conserva una mesa de mármol de notables dimensiones y forma, que lleva inscripta en su canto una leyenda que dice “Soy para san Francisco de la ciudad de Salta, por orden del R.P. Definidor Fray Domingo de Aránzazu. Me traxo don Domingo de Santibáñez. Me hizo el Mtro. Don Juan Benjumeda en Cádiz año 1789”.

En el crucero poco acusado se levanta airosa la cúpula central sobre pechinas y tambor, que resalta exteriormente en su volumetría, que data del siglo XVIII y es considerada como la “hermana menor” de la Catedral de Córdoba, ambas realizadas por Fray Vicente Muñoz. Una cúpula pequeña con linterna terminal completa su estructura.

Las paredes del templo son de piedra y ladrillos gruesos y dobles que sostienen la bóveda real y corrida de medio cañón, con arcos de refuerzo simétricamente distribuidos. El piso es ajedrezado en mármol de carrara.

La decoración de la cúpula y bóveda es también del Padre Luis Giorgi, quien lo reformó íntegramente, entre 1867 y 1870, imprimiéndole con delicadeza y sobriedad el toque barroco que lo caracteriza.

Esta iglesia fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1941; en 1997 S. S. Juan Pablo II le otorgó el rango de “Basílica Menor”.

Convento San Francisco Se comenzó a construir junto con la iglesia y sufrió muchas variaciones a través del tiempo. Es con la llegada de los padres apostólicos de Propaganda Fide (1857), que el convento, que poseía 15 habitaciones mal cuidadas, conoció su mayor expansión edilicia. El 24 de agosto de 1858 se puso la piedra fundamental de la parte que mira al Sur, con la construcción de 23 celdas y del refectorio que mira al Oeste.

Poseía un magnifico claustro de estilo colonial; en el año 1993, por apresuradas e inconsultas obras, perdió en parte su estilo arquitectónico, que con arreglos posteriores se trató de recuperar.

En la planta baja se encuentra el convento con un amplio patio en donde puede observarse un antiguo reloj de sol que data de 1864. En las galerías, se encuentra una serie de 13 murales sobre la vida de San Francisco, pintados entre los años 1946-1947 por el pintor franciscano Luscher. En el refectorio, el artista plástico Mariano Coll plasmó un mural de amplias dimensiones con una particular visión y esmerado estudio de las vestimentas y rasgos orientales de los apóstoles que acompañan a Jesús en la última cena.

En la planta alta, al fondo de la galería colonial, se encuentran la extraordinaria biblioteca y el archivo.

En el Patio Santa Clara, corazón del complejo Cultural San Francisco, se encuentra uno de los pocos púlpitos de piedra que existen en nuestro país. Fue esculpido en el Siglo XVII y su procedencia es todavía desconocida.

El Museo En tres antiguas celdas y en la magnífica sacristía está ubicado el Museo del Convento. Allí se encuentran valiosas obras de arte y piezas de colección. Entre ellas merecen especial atención: ornamentos bordados en hilos de oro, juegos de casullas y dalmáticas realizadas en hilos de seda; conjunto de cálices; pieza de platería de estilo barroco americano; muebles de estilo colonial; imaginería de distintas épocas; un cuadro en óleo de la “Deposición”, perteneciente a la escuela cuzqueña, 65 realizado en Potosí en 1786; un óleo del “Venerable Duns Escoto” del año 1781; un óleo sobre tela de San Francisco, obra de un seguidor de Bernardo Bitti (1548-1610), pintado en Cuzco en el siglo XVII; óleo sobre tela que representa a la Virgen Inmaculada con San Francisco y Santo Domingo, de la escuela Cuzqueña del S. XVIII; un misal editado en Amberes en el año 1759, cuyas patas están formadas con terciopelo rojo y adornadas con aplicaciones de plata de estilo rococó; un reloj de pie de la época Napoleónica.

Forman parte del museo las lámparas votivas etruscas (Siglo IV a.C.); una jarrita romana encontrada en el Campo de Ascoli Satriano (79 a.C); una cabeza de joven etrusco, hallado en una tumba en Turquía; revoque de la “Villa de Marco Aurelio” (Siglo II).

La impresionante araña que luce la sacristía fue realizada a mitad del siglo XX por el laborioso hermano Fray Celestino Mila.

La Biblioteca Se ubica en el primer piso conventual. Sobre la primera puerta de acceso se encuentra una sugestiva frase de Erasmo: “Hic mortui vivunt, pandunt oracula muti” (aquí viven los muertos y los mudos manifiestan sus secretos). En su segunda puerta es Horacio quien les recuerda que “Possiede sapientiam quia auro melior est sapiens uno minor est love” (Poseed la sabiduría es mejor que el oro; el sabio es inferior a Júpiter). En ella se conservan aproximadamente quince mil volúmenes prolijamente ordenados por el P. José Tito Collalunga (1896-1981), quien desde el año 1925 hasta su muerte, se desempeño como bibliotecario del Convento.

Por voluntad de este benemérito franciscano, la biblioteca fue abierta al público para su consulta en marzo de 1978; posee muchas obras valiosas no solo por su temática humanística, sino también por la antigüedad de muchos de sus volúmenes.

Efectivamente hay obras publicadas desde el siglo XV hasta la actualidad. Entre los libros más valiosos se encuentra un incunable sobre astronomía, impreso en Venecia en 1483. Otra obra de gran valor es el “Tratado de los metales” de Jorge Agrícola, impreso en 1561; “Tratado de Medicina” de Pablo de Aegina, originariamente escrito en Griego entre los años 395-423 y traducido al latín y publicado en Lyon en 1576; “Oraciones” de Cicerón, impreso por Aldus Manutius en los años 1519 y 1540;”Evangelios” de Pablo Granada, edición de 1569; un “Diccionario de lengua China” manuscrito bilingüe chino-español, de 1676.

Entre las curiosidades se encuentra un libro de “Panegíricos de la Virgen”, año 1842, escrito por el padre Casolini, sin ninguna “r” debido que el autor tenia dificultad en pronunciar dicha letra, quien se las ingenió para obviarla usando sinónimos y un lenguaje figurado para reemplazarla.

El Archivo El convento posee un importante archivo en su gran mayoría inédito, perteneciente sobre todo a los Siglos XVIII y XIX, que permite de manera especial el estudio de las poblaciones del Chaco y la labor evangelizadora de los frailes. En él se conservan los manuscritos de la obra cumbre de Bernardo Frías “Historia de Güemes”, entregados por el autor al padre Collalunga. Este mismo sacerdote trajo personalmente a Salta, el Original de una Bula del Papa Inocencio IV, del año 1254; este documento es por su antigüedad el más importante del archivo y, tal vez el más antiguo que existe en el país. Entre otros valiosos documentos, se encuentra una carta fechada 31 de mayo de 1868, del presidente Bartolomé Mitre dirigida a la Comunidad.

Mural en homenaje a Fray Mamerto Esquiú Elsa Salfiti, la artista más importante y representativa de la escultura salteña del siglo XX, que alcanzó el incuestionable nivel que trasciende este presente y está ubicada ya en la historia del arte de los argentinos entre los más destacados artistas del país, es la autora de este magnífico mural, colocado en la totalidad de la pared que da acceso al salón Fray Mamerto Esquiú, en el atrio del templo, a la derecha.

Esta múltiple y polifacética artista, autora de muchísimas obras ubicadas en la ciudad, vuelve en las últimas etapas de su obra, a los muros y tótems horizontales y verticales de imágenes solitarias que remiten con marcada originalidad a la estética bidimensional de los pueblos americanos, concepción con la que elabora el mural dedicado a Fray Mamerto Esquiú. 66

Trabajó en él desde 1976 hasta 1978, fecha en que se inauguró.

Se trata de un relieve cerámico de formas hieráticas rebatidas, sin profundidad -en el sentido del mural de la pared-, en una composición barroca primitiva americana de espacios llenos de tendencia total hacia la abstracción contemporánea. Su temática y simbología está basada en los sermones de Fray Mamerto, considerado el más grande de los oradores patrios.

Fuente: Paula Zenzano

Está conformado por tres grandes relieves, dos verticales y uno horizontal, en el tímpano, que representan:

El relieve horizontal de la izquierda: a Fray Mamerto en posición orante, de perfil, con los brazos en alto, invocando al altísimo por la Nación Argentina. La imagen está rodeada de elementos naturales de la fauna y flora americanas, con lo que se traduce compositivamente el concepto franciscano del universo como criatura de Dios.

El panel de la derecha presenta: al fraile como Obispo de Córdoba y propagador de los santos Evangelios, de pie, frontal, ataviado con el báculo, el pectoral y el hábito franciscano que llevó toda su vida. Este relieve complementa al anterior con elementos naturales que simbolizan los atributos del Evangelio: los evangelistas Mateo representado por un ángel, Marcos representado en un león y Lucas representado por un Buey, y arriba el águila que evoca a Juan. Al costado derecho la vid, y al izquierdo el sol que equilibra con la luna del panel izquierdo.

En el frontis se aúnan los símbolos patrios y religiosos que dieron sentido a la vida de Fray Mamerto: el pueblo argentino, laborioso y pleno de fe y esperanza, la tabla de los Mandamientos de la Ley de Dios, y en el centro la inscripción “LAETAMUR DE GLORIA VESTRA” (Nos alegramos de vuestra gloria), primeras palabras del fraile en el Sermón Patrio del 9 de Julio de 1853 en la Asamblea General Constituyente. Al centro, el escudo nacional, el de San Francisco y el de Jerusalén. A ambos costados, la congregación franciscana y al centro la paloma, símbolo de la paz y también representación del Espíritu Santo.

Fuente: Paula Zenzano

Obra que se destaca por su síntesis formal, la planimetría y la exquisita factura de la iconografía simbólica y natural.

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ERMITA Y CONVENTO SAN BERNARDO Cuenta un cronista que, por 1706 “todas las tribus salvajes del Gran Chaco, tobas y matacos, mocovíes y mataguayos, ojoteas y taños, viletas y malvalás, declararon una guerra de exterminio a la ciudad de Salta, que ya cargaba el odio de dos siglos de conquista. De los senos del desierto, todas las tribus aliadas se desbordaron sobre occidente para limpiar la tierra de los cristianos. Vinieron, como hoy viene de esa misma tierra la langosta, en cantidad inconmensurable, a la manera de los antiguos filisteos que (…) eran más numerosos que las arenas a la orilla del mar. La inmensa rebelión llegó a las puertas de Salta, la que mando como parlamentarios a dos caballeros de la ciudad de Buenos Aires (…) Los dos parlamentarios fueron inmolados y los habitantes de esta ciudad asediada resolvieron morir. Pero un cambio completo se opera en el campo de los bárbaros.

Al pie mismo de la ciudad, por parte de oriente, se levantaba un monte bellísimo. En la ladera que divisa a Salta grandes trozos de rocas yacían desde siglos por allí. Sobre una de aquellas piedras, mostrándose libremente a la vista de los bárbaros, un bulto blanco, un bulto de varón, de pequeña figura, cuya capa blanca también mecía suavemente el viento de la tarde, se fijó impertérrito desde que se dio la voz de asalto. Estaba solo, pero esa misma soledad, ese mismo valor temerario que mostraba el cristiano de la blanca vestidura, fue causa poderosa para que en el ánimo sencillo y supersticioso del salvaje se derramara un infinito pavor, y para que sus bandas comenzaran a huir.” 16 El relato continúa detallando que tiempo después algunos indígenas traídos del Chaco ingresaron a la Capilla San Bernardo y gritaron “aquél es, aquél es!” , señalando la imagen de San Bernardo.

La ermita San Bernardo es la construcción más antigua de Salta, considerada entre los edificios más representativos de la época colonial, único complejo de estas características en el país. Integra uno de los sitios más valiosos del centro histórico de la ciudad, dándole identidad marcada -sumada a la Iglesia San Francisco- a la perspectiva del corredor urbano de calle Caseros, y conformando una unidad visual con el cerro homónimo.

En su relación con la trama urbana de la ciudad, pasó a ser de una ermita “extramuros”, a conformar un conjunto de gran relevancia.

Nació como una Ermita en honor a San Bernardo, quien fuera elegido patrono y abogado de la Ciudad en el mismo año de la Fundación de Salta en 1582, cuando en sorteo público es elegido por Petronila Bobadilla. Sin embargo, Don Hernando de Lerma ya había elegido, tal como se manifestó precedentemente, como patronos de la ciudad a San Felipe y Santiago, el primero por ser Santo Patrono del Rey Felipe II, en cuyo reinado se erigió la ciudad; y el segundo por ser el patrono de las "Españas", de tal manera que San Bernardo Abad fue elegido por el Pueblo de Salta como tercer patrono de la ciudad.

En 1586 se inició la construcción de un ala contigua a la ermita, destinada a ser el primer hospital de la ciudad, el que fue habilitado hacia 1726 (140 años después de la construcción de la ermita). Funcionó hasta mediados del siglo XIX, bajo la dirección de los Padres Betlemitas con el nombre de Hospital San Andrés.

Durante la guerra de la Independencia fue desmantelado para evitar que cayera en manos realistas; en 1819 se cerró el edificio y el hospital fue trasladado a Tucumán.

Con el correr del tiempo, el hospital y la ermita cayeron en ruinas. En 1846, el Presbítero Don Isidoro Fernández hizo venir de Chile unas monjas Carmelitas Descalzas con el fin de crear un beaterio. Ese año el antiguo hospital pasa a formar parte del Beaterio de Monjas Carmelitas, con el nombre de Nuevo Carmelo de San Bernardo, por iniciativa del mencionado sacerdote. Él mismo compra, con donaciones, terrenos adyacentes, consiguiendo el espacio necesario para aislar el monasterio de las viviendas vecinas, completando la manzana y cercándola con los muros necesarios para la prescripción monástica de la orden.

Con la llegada de las monjas carmelitas, la antigua puerta del hospital fue clausurada. Felizmente se conserva su movida fachada. La misma resulta una interesante obra del rococó, enmarcada en doble

16 Cronista anónimo citado por Miguel Solá en “Salta”. 68 pilastra, arco conopial compuesto de un ojo de buey de forma oval y remates en pináculos, con molduras curvilíneas y tinajas, resultando una rica composición de influencia andaluza.

Se abrió entonces una nueva entrada, en donde se colocó una puerta tallada en madera de algarrobo de curioso dintel y jambas profusamente labradas, con columnas salomónicas de dos arcos unidos en el centro por motivos de hojas. Esta puerta perteneció a la familia De La Cámara. Una exhibe la inscripción JHS. Dos medallones con inscripciones se encuentran en su parte superior. En ellos se lee “Año de 1762” (fecha de su ejecución) y “Brdo de la Cámara” (pertenencia) respectivamente. Es la más bella pieza en su género en el país, una de tantas maravillas del arte español en manos indígenas (barroco americano).

En la fachada de la capilla y convento, se observa la arquitectura de las tres épocas de su construcción: la torre de factura simple, la primitiva portada del típico barroco de la zona en el siglo XVIII y, finalmente la nueva que coincide con las posteriores reformas.

El frontis de la iglesia es de estilo colonial, de una sola calle y dos cuerpos. En el cuerpo inferior se halla la portada y por encima un ventanal. Presenta pilastras de orden monumental con capiteles de orden compuesto, frisos con decoraciones vegetales. En la parte superior se ubica una imagen de Santa Teresa de Jesús, doctora de la Iglesia, en una imagen adolescente, a modo de urna con rejas y vidrio, y sobre ella el escudo del Carmelo.

Hacia el lado izquierdo de la capilla se levanta la torre, que presenta dos cuerpos y remate piramidal. A pesar de las modificaciones realizadas, se cree que es la original y ha permanecido sin modificaciones sustanciales, pero no así el frente que fue modificado a principios del siglo XIX por el Presbítero Isidoro Fernández.

El interior del templo es de planta basilical con transepto. Un arco de triunfo compuesto lo separa de la nave principal.. En ella se halla una inmensa pintura mural cuyo motivo es la coronación de la santa, y fue realizada por Aristenes Papi, artista italiano radicado en Salta desde comienzos del siglo XX. Otras pinturas murales enriquecen este recinto. A ambos lados de la única nave se levantan pequeños templetes: uno dedicado a Santa Rosa y otro, en frente, a San José. Se venera al Divino Señor de la Misericordia, presente en un cuadro de importantes proporciones.

En la pared del fondo, el altar o retablo de estilo neogótico, de una sola calle y tres cuerpos, guarda en el centro del primero un crucifijo sin cantoneras con la imagen de Cristo con su cabeza vencida sobre el hombro derecho. Es de madera tallada y conserva su policromía original. Data del siglo XVIII y su procedencia es el Alto Perú. Se trata de una escultura de gran valor; impresiona su realismo de carne viva; las llagas abiertas, debajo de las cuales se ven los huesos, son resaltadas con vidrio.

En el interior, los dos grandes claustros están circundados por galerías sostenidas con columnas de madera.

El templo combina elementos románticos con ornamentaciones neorrenacentistas. Lamentablemente la capilla fue el recinto más modificado, dado que el retablo de Gutiérrez fue fragmentado y pasó al Museo del Cabildo, perdiendo su simplicidad original.

En la actualidad el Convento está organizado alrededor de cuatro claustros (patios) con galerías cubiertas de tejas, columnas de madera y voluminosas zapatas.

Fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1941.

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ATRACTIVOS ANEXOS AL CIRCUITO PEDESTRE Existen algunos atractivos que si bien no están incluidos oficialmente ni en el Circuito Pedestre de Casco Histórico, ni en el Circuito Ciudad y Alrededores, son igualmente importantes y por ello deben ser incluidos en el presente trabajo.

IGLESIA DE LA MERCED Este templo está realizado dentro de una propuesta neogótica, modelo que corresponde al gótico desarrollado en Europa en el siglo XIX. Si bien en la Edad Media, época de origen del estilo, se construía con sillares de piedra, los materiales empleados en esta obra arquitectónica son: argamasa, ladrillo y hierro, propios del avance tecnológico que permite perforar los muros sin dañar su estructura. No hay en la estructura arbotantes, estribos ni gárgolas, como en los primitivos templos góticos; la pureza de sus líneas es perfecta.

La fachada posee la verticalidad de gótico con proporciones adecuadas al estilo. Está compuesta por tres cuerpos. En el primero se ubican las puertas de acceso, con tres calles, siendo la central la más importante. Tanto las ventanas del segundo y tercer cuerpo como las portadas del primero, son gemelas o pareadas, arquitrabadas bajo arco apuntado.

Sus torres rematan en pináculos y chapitel. Carece de las esculturas ornamentales propias del estilo gótico medieval, como así también de relieves vegetales. Sólo muestra en su fachada, en la parte superior del remate del arquitrabe, un detalle estilizado fitomorfo. Este estilo empleó detalles o símbolos cristianos, como la vid (Eucaristía), la cardina (pobreza), el roble (nobleza), el trébol (la trinidad), con lo que se persigue una nueva belleza con sentido cristiano, de gran tensión espiritual.

En su interior es posible observar las proporciones ascendentes adecuadas al espacio, como también la esbeltez de los elementos estructurales. Su planta es de cruz latina, con tres naves que siguen el modelo clásico, con crucero que no excede el ancho perimetral. La nave central, más ancha que las laterales, culmina en un ábside poligonal, característico del gótico, y resuelve su curvatura con tres pequeñas bóvedas apuntadas e independientes una de la otra, con vidrieras en cada plano de sus caras.

A los costados de las naves laterales, hay altares. Allí se preserva la cruz que Belgrano levantó en el campo de la Batalla de Salta, sobre la fosa en que se enterraron los muertos realistas y patriotas. Los soportes de las bóvedas son sólidos pilares con un núcleo central que no se ve, a los que se adosaron columnas que conforman esta volumétrica estructura. La descarga de las bóvedas es recibida por las columnas en cada parte exterior de sus nervaduras, como se puede leer a simple vista, y los muros. Los capiteles de yeso están ligados en su parte superior a modo de “franjas” o “capitel múltiple”, como en la Catedral de Reims (Francia), detalle que también se repite en las basas y que es puramente decorativo.

La bóveda de la nave central está determinada por una sucesión de rectángulos. Los arcos que van de lado a lado son Fuente: Archivo I.S.P.S. Carrera de Turismo

“arcos torales”, que van inscriptos dentro de cada rectángulo en diagonal y que se dividen en cuatro partes denominadas “terceles”. Cuando estos nervios son numerosos, originan las “bóvedas estrelladas”, como en las catedrales europeas. En las naves laterales, los nervios de la bóveda descargan en un punto de la pared. Su soporte está oculto pero marcado con ménsula de función puramente decorativa.

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El altar mayor es de madera, de purísimas líneas góticas. A cada santo de la imagen central le corresponden repisa y docelete. El Santísimo también está realizado en forma de retablo. Ambas estructuras son de madera policromada, característica de la escultura medieval.

Entre el primero y el segundo piso, a la vista, se halla el triforio, representado como un friso de pequeños arcos ciegos, elementos no constructivos sino sólo ornamentales. Este conjunto de pequeños arcos ojivales, capiteles y columnillas, proporciona un ritmo más veloz a la perspectiva desde la entrada hacia el altar, y deriva de la primitiva tribuna basilical. Las vidrieras del templo, tanto de la parte inferior como superior, son de colores brillantes y puros. La finalidad de las mismas es “tamizar” la intensidad de la luz, creando así un ambiente de recogimiento y meditación. Son dignas de destacar, por su excelente factura, las vidrieras ubicadas en las puertas del atrio, en donde se representan personajes de las Sagradas Escrituras. También son magníficas las doce vidrieras que corresponden al rosetón, en el coro. En su centro se halla una composición con figura humana que corresponde a Santa Cecilia, patrona de la música.

Una de las piezas más valiosas del templo es el “Cristo yacente” (siglo XVIII) ubicado sobre la nave central dentro de una urna vidriada. Impresiona el realismo y dramatismo de su expresión. Las articulaciones de sus hombros están realizadas en cuero. Otras piezas de importancia por su valor artístico son las pinturas al óleo de la Escuela Cuzqueña, como la “Virgen de la Merced”.

Fuente: Archivo I.S.P.S. Carrera de Turismo

En el corto atrio que separa al templo de la plazoleta de ingreso, lucen hermosos trabajos escultóricos tallados en madera y lustrados, como los de su cubierta. Son detalles de ángeles y guirnaldas, alternados con rosetones sencillos. El motivo central es el anagrama de la Virgen rodeado de querubines y flores.

Este templo, levemente ecléctico, no sólo encierra parte de la historia de nuestro pasado, sino que es también valioso patrimonio artístico religioso.

MUSEO “PAJARITO VELARDE” Esta Casa-Museo funciona en una típica construcción colonial, que se distingue por tener una ventana de madera en una esquina sin ochava, techos de caña, vigas de quebracho, tejas “musleras”, paredes de adobe, y una antigüedad superior a los 300 años. Se calcula que la casa fue construida a finales de 1700.

Fue la morada (por casi cuatro décadas) de “Pajarito Velarde” , Guillermo “Pajarito” Velarde Mors, quién fuera: “El mayor anfitrión”..., “Un consumado bohemio”..., y “El mecenas no rico” de esos años (toda la obra cultural la solventó con el sueldo que ganaba trabajando en un banco).

En esta casa se reunían a diario los que llegaron a ser los más afamados poetas, músicos, compositores, pintores, deportistas, artistas, que llevaron el nombre de Salta por las rutas y escenarios del país y del mundo.

“Pajarito Velarde” nació en esta provincia, en Cerrillos, un 8 de Diciembre de 1895, del matrimonio de Juan Emeterio Velarde y Matilde Mors y fue el segundo de los siete hijos del matrimonio. Después de finalizar sus estudios primarios y secundarios, su familia, lo envió a Buenos Aires para emprender sus estudios universitarios. Comenzó estudiando abogacía, pero la abandonó. Siguió con odontología, que tampoco le agradó y dejó años más tarde, con la intención de inscribirse en medicina en Córdoba, idea que se vio frustrada por la muerte de su padre y la caída de sus recursos económicos en 1922, año en que regresó a Salta, con un único diploma: “Campeón de Baile de Tango” , ganado en las “lides milongueras” a las que era asiduo concurrente. En ese mundo también se empapó del movimiento

71 cultural de la “Belle Epoque” , que trasladó a la provincia, se reflejó en la decoración de su casa, en su amor las artes y en sus “famosas” tertulias.

Comenzó alquilando su vivienda de Pueyrredón 106 en 1930, y fue su único propietario desde 1940 hasta el 2 de agosto de 1965 en que falleció de un infarto a los 69 años de edad. Después del juicio sucesorio que duró nueve meses, la propiedad fue comprada a sus familiares por Roberto Romero, propietario del Diario “El Tribuno”, con todo lo que contenía adentro, y convertida en la única Casa- Museo de Salta, con el nombre de Museo Folclórico “Pajarito” Velarde”, el 22 de Abril de 1966.

Por esta casa pasaron personalidades que quedaron registradas en muchos de los libros de firmas que Pajarito coleccionó; numerosos artistas y personalidades famosas, cada una dentro de sus géneros. Tal es el caso de los actores: Ángel Magaña, Enrique Muiño, Sebastián Chiola, Francisco Petrone, Amelia Bence, con motivo de la filmación de la película “La Guerra Gaucha”, rodada en Salta, (en la Quebrada de Escoipe), entre diciembre de 1941 y febrero de 1942. Durante esos meses, el Director Lucas Demare, los actores y técnicos de la película, hicieron de la casa de Pajarito, su “cuartel de operaciones”, mientras ajustaban los detalles técnicos.

También pasaron por allí Tito Lusiardo, actor y amigo de Carlos Gardel; Edgardo Donato y Julio De Caro, tocando con sus orquestas completas de tango en 1942; Armando Bó, Silvina Roth, Curt Lange, musicólogo latinoamericano, 1952; los poetas Jorge Luis Borges y María Vázquez (1964); el poeta español León Felipe (1948); Atahualpa Yupanqui, que durmió 60 días en un catre de tientos que aún se conserva; Mario Clavel, cantante de boleros; los Conjuntos Folclóricos: “Los Hermanos Ábalos”, “Los Quilla Huasi”, “Los Arroyeños”; Julio Martínez Oyanguren, guitarrista uruguayo; Abel Fleury, Curt Langue, la bailarina de flamenco y tango Angelita Vélez (1952); los Compositores: Fernando Ochoa, Ariel Ramírez, en 1948 cuando se compuso la letra de la Zamba “La Tristecita”; el equipo completo (jugadores y dirigentes) de River Plate (1946); Enrique Llamas De Madariaga (1964), y muchos más que fueron pilares de la cultura nacional en ese momento.

Pajarito se ganó ese sobrenombre por su figura espigada, su pulcritud, y por sobre todo, por “su temperamento inquieto”. Fue profesor de tango (1922), periodista del Diario “El Intransigente” (1930), propietario y director de los periódicos “Salta” y “Tradición y Cultura”, de hermosa presentación, contenido seleccionado de material de lectura pero de publicación efímera y de poca circulación, ya que se fundieron al poco tiempo de aparecer. También trabajó desde 1932 en el Banco de la Provincia de Salta, haciendo carrera y jubilándose como secretario general del Directorio.

Creó y presidió la “Sociedad de los Amigos del Arte” que, entre 1936 y 1952, suplió la falta de una Casa de la Cultura en Salta. Esta institución gestionó y posibilitó la presencia y actuaciones de numerosos músicos, bailarines y cantores nacionales y extranjeros. Entre ellos, en 1949 hizo actuar en el Teatro Victoria de la Capital provincial a “Los Niños Cantores de Viena” . Esta Sociedad ayudó y patrocinó la publicación y difusión de temas musicales y libros de autores salteños.

Entre los solistas y compositores musicales nacidos en esta casa merecen especial mención los Conjuntos Folklóricos: “Los Fronterizos ” y “Los Cantores del Alba”. Nacieron como conjunto en esta casa ya que Pajarito fue el padrino artístico de ambos grupos. Eran asiduos concurrentes a las tertulias: Eduardo Falú, Gustavo “Cuchi” Leguizamón, José Juan Botelli, César Fermín Perdiguero, Hernán Figueroa Reyes, José Ríos, Julio Espinoza, Julio Díaz Villalba, Don Juan Carlos Dávalos y sus hijos: Jaime, Ramiro, Arturo, Juan Carlos “Baica” y María Eugenia; Miguel Ángel Pérez, Raúl Aráoz Anzoátegui, Jorge Calvetti, “Carybé” (Héctor Paride de Bernabó), Raúl Brié, Luis Pretti, Guillermo “Ucururo” Villegas, “Pajita” García Bes.

En la Casa-Museo se guardan varios objetos históricos y “curiosos”, como un yerbero realizado con los órganos genitales de un toro, o un escanciero fálico que fue “el vaso iniciático” de todo hombre que quisiera formar parte de “ese” grupo de bohemios; vestimentas, objetos y armas aborígenes, armas del 1800, instrumentos musicales de distintas facturas europeos, americanos, africanos; la cama de Pajarito tallada a mano en madera de palo santo; vitrolas; libros, muchos autografiados o primeras ediciones que le fueran regalados por los propios autores; una colección de 1487 discos de pasta, entre la que se encuentran una de las colecciones más completas del Noroeste Argentino de Carlos Gardel; y un sombrero que, según cuentan, “El Zorzal Criollo ” le regalara a Pajarito en Tucumán allá por 1919. También hay animales embalsamados, y muchos objetos más.

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Preguntas de Autoevaluación

1. ¿Qué eran las Leyes de Indias? ¿Para qué se crearon?

2. ¿Cuál era el objetivo de las fundaciones Españolas en tierras Americanas?

3. ¿Con qué fin el fundador repartía los solares?

4. ¿Qué funcionaba antes en lo que hoy es el Teatro Provincial de Salta?

5. ¿Qué estilo arquitectónico se desarrolla en el edificio que ocupa hoy el Museo de Arte Contemporáneo?

6. ¿Por qué es importante dar la referencia de Dolores Mora?

7. ¿Qué edificios o atractivos comprende el Complejo Catedralicio?

8. ¿Cuál es el estilo arquitectónico que predomina en la fachada de la Iglesia Catedral?

9. ¿En qué año se inaugura el Museo de Arqueología de Alta Montaña? ¿Cuál es el objetivo de su apertura?

10. ¿Por qué los Niños del Llullaillaco se hallaron enterrados en el volcán homónimo?

11. ¿Por qué el Palacio Day presenta el mismo estilo arquitectónico de fachada que el Centro Cultural América?

12. ¿Con que fin se creó el edificio que hoy ocupa el Centro Cultural América?

13. ¿Qué atractivos de importancia mencionamos al hablar de las Peatonales Alberdi y Florida?

14. El aspecto edilicio del Cabildo ¿fue igual desde sus inicios hasta sus días?

15. ¿Cuál era la importancia de la existencia de un Cabildo en el inicio de una ciudad?

16. ¿A qué estilo arquitectónico responde el Museo Presidente José Evaristo Uriburu?

17. ¿La fachada y la torre de la Iglesia San Francisco fueron constituidas simultáneamente?

18. ¿Qué representa el mural realizado por Elsa Salfity?

19. ¿En qué época se decide construir la Ermita en honor a San Bernardo?

20. ¿Es verdad que el Hospital San Andrés fue el primero de la Ciudad de Salta? ¿Dónde fue construido?

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Bibliografía utilizada

LUGAR Y AÑO AUTOR TITULO EDITORIAL DE EDICIÓN En el año del “Historia de la Plaza 9 de Ediciones “El Cáceres, Miguel Ángel Bicentenario. Julio” Mochadero” Salta, 2010 En el año del “Historia de las Calles de Ediciones “El Cáceres, Miguel Ángel Bicentenario. Salta”. Tomo I. Mochadero” Salta, 2010 Consejo de Investigaciones – De la Cuesta Figueroa, “El Cabildo de Salta (1582- Universidad Católica de Salta, 1998. Marta 1825)” Salta – Instituto de Investigaciones Históricas de Salta De Lorenzi Mónica, De Dirección de Cultura de la Cuesta Marta, “Museo Histórico del Norte”. la Nación. Presidencia Salta, 2004 Gómez Roque de la Nación Ministerio de Educación Martínez, Elena y “Salta: Patrimonio Urbano – de la Provincia de Salta, 2005 Giles, Birmania. Arquitectónico”. Salta. Secretaría de Cultura Ministerio de Educación “Tesoros de la Ciudad: Salta Martorell, Carmen y de la Provincia de a los Cuatro Rumbos”. Salta, 2008 Vergara, Carlos María Salta. Secretaría de Colección Ex Libris. Cultura Catedral Basílica de Vergara Miguel, “Historia del Milagro. La Salta. Arquidiócesis de Salta, 1999 Chiericotti Olga Catedral de Salta”. Salta “Proyecto Creación Agencia Regional de Desarrollo ARDNOA. Subproyecto Grupo Técnico Norte - Eje de Programa de las Zenzano Paula Integración Paso Fronterizo Naciones Unidas para Salta, 2009 de Sico: elaboración de el Desarrollo propuestas sobre integración y desarrollo de la zona Norte de la región”.

Cartilla Nº1 “Circuito Pedestre” Investigación de Contenidos: Lic. Paula Zenzano Coordinación: Lic Carolina Mercado

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