M O D E S T O P a R E
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MODESTO PARERA EDICIONES ALTAMAR Asociación de Escritores de Valparaíso 1971 ESPUMA Y ROCIO MODESTO PARERA EDICIONES ALTAMAR Asociación de Escritores de Valparaíso 1971 MODESTO PARERA 1971 Inscripción N.° 37612 Talleres Gráficos Imprenta Victoria, Calle Chacabuco 1781, Valparaíso. ESPUMA La soledad es tal como una lluvia. Se levanta del таy hacia las tardes; de llanuras lejanas y distantes va hasta el cielo que siempre la retiene. Sólo del cielo cae a las ciudades. R. M. RILKE INTERIOR Abandona la sombra y el crepúsculo, deja en paz a la tarde, las palabras de resonante alcurnia, el sonido del viento entre las hojas, la liviandad del aire. No te ahogues en la muda presencia de las cosas, en la fiesta del color y el sonido, en la espuma del mar entre las rocas o en la palabra suelta. Más allá del paisaje está la vida hirviendo en la cantera de la sangre, en el dolor del hombre, en la tristeza del sueño abandonado, en la loca esperanza que se renueva día a día. Huye de cuanto es, de cuanto pesa, de cuanto llega a tus sentidos. Mira dentro de ti, profundamente, porque todo está en ti. Sólo en el centro de tu ser el mundo alcanza su prestancia y su sentido. 9 VENGO DE VER AL MAR Vengo de ver al mar. Llevo en los ojos la tumultuosa floración que muere en las agrestes rocas de la costa. Vengo de ver la muerte de la espuma en la delgada érena de la playa. Llevo en los ojos la cálida visión de su agonía. El mar me ha perseguido con su hechizo, con su projunda voz, con su misterio. En él se instala mi nostalgia toda. Vengo a buscar la paz en su mirada, en la dulce quietud que vive en ella. En las crestas agudas del recuerdo permanece inmutable como un faro. Vengo a implorar la muerte del olvido en la delgada arena de los días. La magia de sus ojos me consume en lentos remolinos misteriosos. La cálida presencia de su hechizo llevo conmigo. Su luz aún me persigue, y en sus ojos se instala ciega mi nostalgia tóda. 10 ENTRE EL AIRE Y LA LUZ El aire muere fatigado de espuma. Se abandona junto a la playa silenciosa y fría. O deja entre las grietas de las rocas su tristeza. Vagabundo, sin patria y sin destino, su sollozo se pierde entre las sombras de la noche. Como el aire, la luz recorre el día, ciegamente, sin pretender almohada, ni respiro. Sin jactancia adorna a los rincones, sonríe a los jardines, huye de las querellas. Se desgarra buscando las esencias. Todo se magnifica con su paso. Entre el aire y la luz la vida entera quiebra sus largas lanzas. Quijotesca, desparrama en acciones su poesía. Se atomiza en versículos lentos y en cadena. Se desplaza 11 como un gigante de infinitas alas en la leve semilla. La ternura nace al contacto de sus eslabones mientras la luz y el aire se enamoran. 12 SOLO LA RUTA IMPORTA Desde la oscura noche de la infancia las sonámbulas calles me fascinan. La vida corre en ellas más ligera que el viento en primavera, con el pulso perdido, locamente. Colores y sonidos en libre matrimonio van reptando en busca de conciencias que reciban sus hondas vibraciones. En todas partes manchas, salpicando las órbitas del ojo, se amontonan. Y en todas partes ecos y reflejos avivan los sentidos repitiendo la caprichosa danza de las cosas. Este correr sin rumbo ni destino, hacer y deshacer pasos perdidos, va llenando la vida de un perfume que el tiempo lo evapora lentamente. 13 Desde la oscura noche de la infancia reptando por las calles voy buscando el eterno perfume de los días. La esencia de las cosas se me escapa, sonidos y colores me distraen en franca competencia de la estéril pregunta por la vida. La meta es conocida. La victoria está en llenar la ruta de sentido. 14 VOCES ALTAS Cientos de voces altas invaden el camino y quiebran el sosiego, la vieja paz, la lumbre. Sus ecos se reparten por las sueltas arterias donde la vida estalla. Su metálico acento domina los confines, el río indefinido donde los pies se curan de las zarzas aleves, el canto de la sangre, la eclosión de las flores, el despertar del día. Siguen las voces altas, más altas todavía, a medida que el tiempo suelta sus viejas redes y devora las flores. Con persistente empeño resuenan tremolantes 15 en las plácidas horas donde el recuerdo vive, florecen en las aulas y en la palabra suelta de los dorados días. Brincan sobre las armas que llenos de coraje cargaron nuestros sueños. Se arrastran en la arena de la playa mezquina rodeada de alambradas. Se asoman a la proa de una América nueva que abre para nosotros sus largas avenidas. Reviven en la espera, en los nuevos acentos que la amistad conquista, y en la vieja esperanza de ver la tierra libre de aquellos ganapanes de que hablara Machado. Mientras la rueda gira siguen las voces altas, más altas todavía, dominando mi vida como un faro entre nieblas. 16 EN LA INQUIETANTE PUERTA En la inquietante puerta de los días el verbo se desliza presuroso. Y en el azul como caballos corren los sueltos vendavales de los ojos. En la sombra se quiebran las colinas de comarcas lejanas. Todo sufre constante mutación, loca carrera, donde el destino sus cuchillos clava. У esta larga marcha interminable un solo paso dejas en la arena que canta el desfilar de las palabras. Un solo paso, sí, pero tan hondo para tu vida de guijarros hecha que parece un abismo inalcanzable, un verdadero alarde de equilibrio entre el ser que no fue y el que se escapa. Deja que cada instante sea eterno, que cada sol que tus palabras alcen iluminen las noches y los sueños para siempre jamás. Que cada siembra permanezca invencible. Sólo entonces 17 alcanzarán sentido tus plegarias, se llenarán de eternidad las horas y vivirás colmado de inquietudes para salvar la muerte que te espera. 18 LUZ Y TINIEBLAS Mientras escucho el galopar del día, perdido en laberintos sin salida, me persiguen las cosas y sus nombres, la sutil argamasa que los une, la impetuosa presencia de los hechos, la firme consistencia del aquí y el ahora. La itnagen de sus redes me aprisiona en la cárcel ambigua del sentido y una clara conciencia de su lógica me arrastra en temporales convivencias. El mundo toma un ángulo tan recto que ni sombras ni luces lo compulsan. ГЫ Cuando miro el desfile de la noche, perdido en victoriosas soledades, me persiguen las formas, las esencias, la profunda ilación de los destinos, la cálida presencia de los símbolos, la majestad eterna del misterio. La noción de sus fines recluye en continuas preguntas sin respuesta. El antes y el después impenetrables me señalan los límites del hombre. Y el munido toma entonces el sentido de la sombra y la luz viajando juntos. Y si junto ambos mundos en mi mundo: la sensorial victoria de las cosas con la vida interior que las anima, si el día lo desplazo como un rayo y la noche la alargo eternamente, si el color y el sonido los enlazo con la fría razón que les da vida, siempre la misma turbación me oprime, la misma soledad y desamparo, y el mismo sortilegio cabalgando, y la misma inquietud esperanzada, igual como caballos desbocados en busca de una luz en las tinieblas. LA PLAZA MIRAFLORES La Plaza Miraflores en otoño es una plaza triste. No hay pájaros en ella, ni chiquillos. Montones ele hojas secas se acumulan debajo de los árboles dormidos. Silenciosos los pasajeros dejan su mirada sin vuelo, despeinada, en el césped callado. Sus bancos de madera, solitarios y abiertos, sin futuro, montan guardia esperando. Detrás de los cristales se asoman a la plaza los infantiles ojos de Adelina. Un muñeco de trapo, abandonado, roto y descolorido, reclama su presencia. Ella sigue el curso de las hojas revoltosas con las que juega el viento can sus brazos desnudos y gigantes. Su mirada se extiende como una mancha roja, pordiosera, coloreando la plaza. Y una tristeza nueva, la de la muerte misma, se asoma lentamente a su conciencia. Sorprendida, se le escapa una lágrima que el muñeco recibe con intenso alborozo. La Plaza Mira flor es en otoño lleva la muerte encima. 22 SEMBRANDO La tarde descendía cansada y orgulloso, sobre los quietos campos. Llevaba en sus espaldas del mundo la alegría. Coronada de espumas vertía su perfume sobre la tierra joven. En el aire flotaban livianas las cenizas de los viñedos secos. Una nueva esperanza dejaba en los rastrojos su nevada semilla. Sobre las viejas cumbres el sol palidecía. El arado se hundía, cansado y torturado, dibujando acuarelas de rectángulos ritos. Anheloso de espigas todo el viento cantaba saludando los verdes trigales de mañana. En los campos dormidos, desnutridos y fríos, que el otoño adelgaza, se adentraba el futuro*. Por su sangre circula el eterno retorno. En los surcos el canto resucita y florece. Tras la muerte la vida sus vestidos despliega. En las glebas heridas la semilla se entierra, y la noche desciende, torturada y vacía, mientras corren sin rumbo las palabras del hombre. 23 CARICIA PLENA Oh tú, que vas con la caricia plena sembrando miel en la colmena humana, tú que tienes la voz de terciopelo y la mirada limpia como un lirio. Tú que bebes la sal de las palabras con la pasión del agua entre las llamas, y que sabes del fuego de la sangre cuando alguna quimera te enamora, tú que tienes la fuerza de la espuma navegando en los mares del silencio, el corazón del árbol, sus raíces, la paz y la esperanza vencedoras.