Análisis Discursivo De La Intervención De La OTAN En Kosovo: Estudio Comparativo Del Periódico ABC Y El País
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Máster Oficial en Comunicación Política y Empresarial Análisis discursivo de la intervención de la OTAN en Kosovo: Estudio comparativo del periódico ABC y El País Alumno: Peio Nikasi Yoldi Zaitegui Tutora: Mercedes Herrero de la Fuente Junio de 2018 1 ÍNDICE 1. INTRODUCCIÓN………...………………………………………………………………….1 1.1. Contextualización histórico-sociológica…………………….………………….1 1.2. Kosovo bajo control de la República Federal Yugoslava…………………….3 1.3. Justificación………………………………………………………………….……5 1.4. Objetivos…………………………………………………………………..………6 1.5. Hipótesis…………………………………………………………………………..6 2. MARCO TEÓRICO……………………………………..…………………………………...7 2.1. Comunicación Política…………………………………………………………...7 2.1.1. Organizaciones políticas……………………………………….……10 2.1.2. Medios de comunicación……………………………….……….......12 2.1.3. Opinión pública: la ciudadanía………………………...……………15 2.2. Aproximación a diferentes teorías comunicativas……………...……………17 2.2.1. Framing theory o Teoría del Encuadre…….………………………18 2.2.2. Agenda Setting…………………………………………….…………22 2.2.3. Espiral del silencio……………………………………………………25 2.3. Propaganda y persuasión……………………………………..……………….28 3. METODOLOGÍA…………………………………………………………………………...31 4. CONTEXTUALIZACIÓN…………………………………………………………………..32 4.1. La OTAN y la opinión pública española………………………………………32 4.2. Una intervención cuestionada……………………………………………..…..36 5. MARCO ANALÍTICO……...……………………………………………………………….38 5.1. El País……………………………………………………………………………38 5.2. ABC……………………………………………………………………………….53 5.3. Datos cuantitativos……...…………………………………………....………...67 6. CONCLUSIONES……………………………………………………………………….…69 7. BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………………………………….73 ANEXOS 1 1. INTRODUCCIÓN 1.1. Contextualización histórico-sociológica Hablar de Kosovo significa hablar de disputa histórica. Este pequeño territorio situado en el corazón de los Balcanes ha sido condenado a convertirse en la piedra angular de los conflictos étnicos y nacionales que se sucedieron en la región desde principios de los años 90. Pero la reivindicación histórica del territorio viene de mucho más atrás, y se sustenta sobre dos etnonacionalismos que no dudan en utilizar todas las armas disponibles a su alcance para justificar sus aspiraciones territoriales. Desde la perspectiva serbia Kosovo significa mucho más que un simple territorio debido a su carácter simbólico. El mito de Kosovo-Metohija - como los serbios denominan a Kosovo - proviene del primer reino serbio liderado por Stefan Nemanja, el cual hizo de esta región el corazón económico, político, cultural y, especialmente, religioso de su Reino. Es por esto que en Kosovo se erigen los principales monasterios ortodoxos, y la localidad de Pec es considerada como el centro institucional de la iglesia ortodoxa. Sin embargo, en 1389 llegaría el momento de inicio de la decadencia serbia tras perder la famosa batalla de Kosovo Polje frente a las tropas otomanas. Algo que provocaría la huida de gran parte de la población serbia y daría inicio a varios siglos de dominación, que el nacionalismo serbio no duda en catalogar como un periodo de “decadencia y oscuridad” (Angoso, 2009, p. 48). Para poder comprender las aspiraciones territoriales serbias sobre Kosovo es imprescindible tener en cuenta todos estos factores, así como la importancia que estos poseen en la construcción de su identidad nacional. La relevancia a nivel religioso del territorio, el hecho de haber sido el corazón del primer Reino de Serbia o su trágica perdida tras la batalla de los Campos de Mirlos podrían ser catalogados como elementos generadores de identidad, que permiten justificar y alimentar sus reivindicaciones sobre la región (Yoldi, 2017, p. 8). Por su parte, el nacionalismo albanés también posee su propia interpretación histórica, aunque, tal y como indican muchos historiadores, ha encontrado mayores problemas a la hora de justificar sus aspiraciones. El origen serbio de los topónimos y la presencia de importantes monasterios ortodoxos en Kosovo, dificulta bastante sus pretensiones. Aun así, los albanos siguen defendiendo ser los legítimos pobladores del territorio como consecuencia de su descendencia directa del pueblo ilirio (Hampel, 2006, p. 3). Algo que resulta bastante difícil de demostrar si nos remitimos a las pruebas históricas. 2 Si bien es cierto que este pueblo indoeuropeo ocupó la zona costera del mar adriático hasta la llegada de los romanos, no hay evidencias históricas que relacionen de forma directa a los antiguos ilirios con los actuales albanos. Es más, al extender sus asentamientos por todos los Balcanes, la mayoría de los habitantes de la región podrían tener ascendencia iliria. Esto, desbarajusta completamente las posturas del nacionalismo albanes que se intenta presentar al mundo como “el pueblo más antiguo de Europa” (Hampel, 2006, p. 3). El mismo historiador alemán Peter Bart ya mencionaba que: “La argumentación albanesa presentaba una laguna, ya que los albaneses no aparecen mencionados en las fuentes hasta el siglo XI (1078-1079), y entre la antigüedad y estas primeras menciones transcurre un periodo de tiempo de al menos seiscientos años. Resulta más que dudoso que la gran masa de población iliria sobreviviese sin verse afectada por la romanización y la eslavización puesto que en otras zonas de la península balcánica no fue ese el caso.” (Angoso, 2009, p. 46) La comunidad albana también denuncia que los orígenes serbios en Kosovo tan solo se deben a un proceso de colonización que les expulso del territorio. Incluso se llega a afirmar que las edificaciones de culto ortodoxo están construidas sobre las ruinas de las iglesias católicas romanas que allí se encontraban (Hampel, 2006, p. 3). Algo que tampoco tiene fundamentación histórica alguna, al menos hasta la actualidad. Pero si tiene un argumento a favor en esta lucha el nacionalismo albano, este no es otro que la cuestión demográfica. Un hecho innegable que supone un punto clave en la reivindicación actual del territorio y que se ha visto favorecida por la antigua ocupación otomana de la región, los altos niveles de natalidad de la comunidad albanesa y el paulatino decrecimiento de la comunidad de origen serbio (especialmente durante el siglo XX). Tanto es así que, según censos yugoslavos, en 1932 el 62% de la población era de origen albano, pasando dicha cifra al 77,42% en 1981 (Angoso, 2009, p. 56). Actualmente, el censo nacional de Kosovo elaborado en el año 2011, estipula que hasta el 92,9% de los habitantes del territorio son étnicamente albanos, mientras que los serbios tan solo suponen el 1,5% de la población general. Algo que debe ser relativizado, dado que los serbios residentes en el territorio han tratado de boicotear de forma constante las instituciones político-administrativas kosovares, negándose a participar en ellas. Aun así, estos datos nos permiten aproximarnos en cierta medida al avance inminente de la población albana con respecto a la serbia (Central Intelligence Agency, 2015). 3 1.2. Kosovo bajo control de la República Federal de Yugoslavia Tras la llegada del Mariscal Brozip Tito al poder, el futuro de la península de los Balcanes cambiaría de forma drástica. Inicialmente, Tito se enfrentó a dos principales problemas. Por un lado, las importantes dificultades económicas en las que se encontraba sumergida Yugoslavia, para lo cual se desarrolló un plan de reformas en los sistemas de producción con el objetivo de mejorar y garantizar la competitividad de la economía yugoslava. Por otro, el problema derivado de las fragantes fracturas étnicas que azotaban la región desde hacía ya tiempo, incluida la región de Kosovo. Para ello, se ideó un sistema de división político-territorial basada en la creación de diferentes Republicas Socialistas que tendrían su proporción de representatividad a nivel federal, entre las que no se encontraba directamente la región de Kosovo. Para su administración en este caso, se crea el Área Autónoma de Kosovo y Metohija, que pertenecía administrativamente a la Republica Socialista Serbia pero que poseía amplias competencias y una cierta autonomía. En este sentido, el sistema ideado por Tito en 1946 tendría bastante éxito en Kosovo, donde se detuvieron de forma paulatina los enfrentamientos durante la época (Jiménez, 2014, p. 17). No obstante, tal y como muestran las estadísticas durante los años del régimen titoísta, los albaneses jamás se sintieron demasiado entusiasmados por el nuevo Estado socialista. Es más, las cifras relativas al año 1957 hablan de que los albanos tan solo representaban el 2,4% de las afiliaciones a la Liga de los Comunistas de Yugoslavia, algo que debe ser contrastado con el 4,5% de porcentaje poblacional que poseían los albanos en el conjunto de Yugoslavia. En otras etnias, como por ejemplo la serbia, esas cifras ascendían hasta el 54,5% (González, 2008). La reforma política realizada con la nueva constitución aprobada en 1974, dotaría de un nuevo estatus político a Kosovo. Por una parte, la región continúa perteneciendo administrativamente a Serbia, pero pasa a denominarse la República Autónoma Socialista de Kosovo, algo que amplió aún más su ámbito competencial, pudiéndose aplicar planes de estudio en idioma albanés y favoreciendo la entrada de albanos en las instituciones locales. Por otro, la nueva República Autónoma dispondría de un nuevo representante en el Consejo Federal con capacidad de veto, igualando oficialmente su estatus al de los representantes serbios (Casanova, 2004, p. 348). No obstante, la situación cambiará de forma completamente radical el 4 de mayo de 1980, tras la muerte del Mariscal Tito y por ende el fin de su papel