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ALGUNOS ASPECTOS DEL TORO DE FUEGO: EL TORO'EMBOLADO DE

MORA DE Fra ncisco BUR ILLO MOZOTA (Semirario de Arqueolog fa y Etn olog fa Turolense, RUBIELOS Colegio Universita rio de )

Uno de los acontecimientos popu­ empleándolo como elemento de atrac­ naderfas surgió en las últ imas d éca­ lares que más matizan las fiestas de ción turística; pero antes de incid ir das, parejo al proceso de indust riali­ gran pa rte de los pueblos de Aragón, en estos aspectos es de interés seña­ zac ión del campo y a la sust ituc ión se centra en co rrer el to ro, o en su lar las característ icas de est e festejo : en la labr anza del buey po r el tractor. sust itución la vaca po r el menor cos te El toro embolado, carece de estudios Cualq uie r pe rson a de Mora qu e reba­ económico. Ex isten distintas fo rma s que se puedan considerar defin itivos, se los cua renta años recuerda cómo de hace rlo qu e podemos agrupar en : aunque ha sido y es preocupación se empleaban los m ismos toros qu e vaqu illas, toro de soga, encier ros y continua de programas de fiestas y se utilizaban en la labranza, alqu ilán­ to ro de fuego. En los últ imos años no t icias en los periód icos. Existen do los pa ra el menester ,de la fiesta, y estamos asistiendo a un incremento acercam ientos al mismo como el rea­ devo lviénd olos pos teriormen te a su de estos festejos, d ifund iéndose a lu­ lizado por J. Monzón (1984) desde ocupación ha bitua l. Sorp rend fa y gares en los que, o no se han realiza­ la óptica de su viven cia y co noc i­ sorprende q ue un animal manso en su do nunca o hace años que se perd ie­ miento de su villa natal, o el breve labor, al ser em bolado adquiriera una ron. El caso de cap ita l pue ­ tr abajo, que jun to con un co rtorne­ gran bravura , siendo en algunos casos de ser significat ivo en este sentido , traje en superocho realizamos el famosa y perdurando en leyenda a allf las vaq uillas han sido uno de los S.A.E.T. en 1981. Debe destacarse t ravés de l tiempo , volvien do a su puntos reivindicativos de las peña s la ap rox imación antropológica de mansedumbre hab itual en el mo men­ en sus intentos de popularizar las G. Marvin (1982) sob re la relació n to en el que se le devo lv ía a su fanea fiestas del Pilar, llegando en 1979 a hombre-toro embolado en el caso agrfco la. Aquellos toros se les consi­ protestas públicas y man ifestaciones concreto de Mora, realizada tras va­ de ra qu e eran " tor os de más poder" , contra el Gob ierno Civil cuando éste rios meses de encu estas y asistencia acostumbrad os como esta ban a so­ se oponía a su realización, hasta con­ continua a d istintas celebraciones, po rtar el peso del yugo. seguir, en su constante intento, que después de la experienc ia proporcio­ Cuando el to ro se guarda en el chi­ a partir de 1982 sea ya uno de los nada por su tes is doctoral realizada qu ero , esperando el momento de la actos festivos de gran par t icipación. sobre la fiesta nacional. fiesta, deben de prepa rarse las bolas, El caso de Pina de Ebro, que en 1984 La celebrac ión del toro embolado que pos teriormente arderán sobre su recupera el to ro de soga en la víspera consiste en colocarle un soporte, con testuz, y que al igual que tantos as­ de San Juan, habiendo ya desaparecí­ dos h ierros verticales en cuyos ex tre­ pectos han suf rido una rec iente transo do el siglo pasado, parece más bien mos se co locan dos bolas de mater ial fo rmación. Hasta med iados de la d é­ englobarse en otro aspecto, como es combustible. El to ro co rre por la no­ cada de los sete nta se fo rmaba una la búsqueda de identidad y de dife­ che, con las bo las encendidas, a lo mezcla de resina, tr ementina, agua­ renciación del pueblo, de exaltación largo de un espacio ma rcado por bao rrás, co lofonia y poscopla, en la qu e, de lo propio, y que en los últ imos rreras, hasta que el fuego se apaga, una vez caliente, se impregnaba u­ años encontramos en otras act ivida­ siendo incitado durante el festejo po r ras de cáñamo o estopa que, tr as es­ des como pueden ser los dances, re­ el público que asiste al mismo. cu rrirlas, se enrrolla ban en la cr uz interp retados de nuevo en localidades Actualmente el toro proced e de de l yuguete , sujetándolas con alam ­ como , , etc., aunque ganaderfas de reses bravas, y si bien bres. De esta manera se for ma ban las con problemas de continuidad po r las en ocas iones no destacadas se adquie­ bolas cuyo tamaño var iaba según cual especiales caracterfsticas que concu­ re en la existente en el mismo pueblo fu era la fortaleza de l toro al que iban rren en estos actos. de Mora o en localidades tu rolenses destinad as. La tra ma de alambres que En el caso que nos ocupa de Mora próx imas, en aquellas fiestas irnpor­ sujetaban perm it fan q ue la bola pero de Rub ielos nos encontramos que en tantes, como las de San Miguel, se mane ciera ardiendo hasta su total los últimos seis años, co incidiendo llega a comprar a ganad erfas de re­ combustió n, lo cual sol fa durar en tre con esa expansión y recuperació n nombre, que normalmente surten a una ho ra y med ia y tre s horas. La de lo que han en tendido como pro­ las co rridas oficiales de las grandes presencia de resina, en los componen­ pio y fest ivo, se ha podido perci­ plazas de toros. Una legislació n apa­ tes seña lados , era la cau sa de que al bir un inusitado desarrollo de l toro rec ida hace tres años, determina un desp renderse saltand o en verdaderas de fuego , comúnmente denominado cambio que ob liga a la adquisición gotas de fuego, hubiera necesida d de como toro embolado, y ello no sólo y poste rior sacr ificio de l an imal, des­ proteger al to ro cub riendo su lomo como celeb ración festiva sino conv ir­ apareciendo de esta manera la cos­ con una capa de barro. Actu almente tiéndose en un signo de identidad de tumbre de alquilarlos a ganaderfas, la mezcla ha cambiado, siendo la base la villa, asf como motivo de potencia­ que en algunos casos se ejercitaba. cera virgen con petró leo , su buena ción econó mica de esta población, Sin embargo esta procedencia de qa- combustión hace innecesario el bao

31 rro , aunque su uso continúa y en ello y se sujetaba al toro por med io de hincado en el suelo, proximo a uno tiene buena culpa el aspecto lúd ico dos grandes abrazaderas que abarcan de los lados menores del toril. En el con que se aplica en el toril, pues el yuguete y los cuernos. Este yugue­ momento en que está sujeto con la con frecuencia en ese espacio cerrado te ha evoluc ionado hasta ser totalmsn­ cuerda se con stribuye a inmovilizarlo a miradas ajenas , cuyo acceso es Iim i­ te de h ierro (fig. 21 . Ot ro sistema d ls­ agolpándose la gente alrededor del tado, se suele prod igar del barro a tinto es el denominado " torniquete" to ro y agarrándolo -por el rabo y los propios y extraños, siendo licencia o " embolado sobre punta de cuerno", cuernos . Mientras tanto el embalado r perm itida y contribuc ión ocasional comúnmente conocido como " siste­ co loca las bolas, a la vez que se pro­ a estar presente en acontecimiento ma valenc iano ", formado por dos cede a hacer el barro en una caldereta del embolado. h ierros independientes que acaban y embaldurnar al toro (tám. 11. l.leqa­ El soporte de las bo las recibe el igualmente en una cruceta pe ro que do lo cua l se deja al to ro ún icamente nombre de yuguete (fig. 11, como su se sujetan cada uno d irectamente al atado por la cuerda. Al aplicar el fuego nombre indica es una transformación cuerno. a las bo las, el an imal pasa po r el mo­ del yugo empleado en la labranza, al La persona encargada de fabricar mento de mayor tens ión. ya que ve el que se ha individualizado y añad ido dos las bo las es la responsable de colo­ fuego sobre él y no puede move r la tes­ ba rras de h ierro co ronadas po r una carlas al toro. Para ello el an imal es tuz para liberarse de l mismo, aumen­ cruz, sob re la que se realizará la bo la. arr astr ado con un lazo desde el chi­ ta nda po r lo tanto los mov imientos del Antigüamente era de madera proteo quero al toril. La cue rda , de gran re­ rest o del cue rpo . Todo ello dura unos gida y reforzada con ho ja de lata , sistencia, atrav iesa el agujero ex isten­ insta ntes, hasta que el embalador para evitar su combustión y deterioro te en un grueso poste, que se ha lla co rta la cue rda y el to ro libre , salta,

Fig. 1.-Yuguete de madera.

Fig. 2.-Yuguete de hierro.

32 muge y cabecea intentando librarse del fuego, mientras llegan a él las lla­ madas y azuzamientos de las perso­ nas que están en el toril. La puerta se abre y en la plaza espera espectante el resto del público citando al toro desde diversas distancias, esperando comprobar su calidad y si responde a lo que de todos ellos se espera, un cornportamiento bravo. En pueblos vecinos como o Alcalá de la Selva el acto de embolar es público, ya que el poste se halla en plena plaza. El territorio por donde puede co­ rrer el toro corresponde a la plaza del pueblo y calles adyacentes (Iárn. 21. que han sido previamente protegidas con barreras construidas con troncos de madera, que se guardan de un año para otro y permiten su colocación rápida y segura. Las barreras que cor­ tan las calles y que cierran las puer­ tas, evitan que el toro salga del espa­ cio limitado, y sirven para que la qen­ te se apoye en ellas viendo las peripe­ cias de la fiesta y dejando pasar a aquellos que vienen corriendo, hu ­ yendo del animal. No existe pues un sitio espec ial para este festejo, como pueden ser las plazas de to ros, sino que el mismo espacio donde se desa­ rrolla la vida pública y cotidiana del pueblo es el que se limita y se trans­ forma, conv irt iéndose en un terreno vetado a que llos que no qu ieren jugar con el peligro. Los bares que dan a este espacio permanecen ab iertos, resgua rdados entre rejas de made ra

Mora: Toro embocado,

Mora: Toro embolado.

33 y siendo frecuentemente visitados que los pueblos vecinos con frecuen­ ñando el letrero, un yuguete con ilu­ para descansar y en algún caso buscar cia critican. Este lema ha sido inscri­ minación roja en el interior de las ánimo para continuar el festejo. to en adhesivos que pueden verse pe­ bolas. En este fiesta popular, al igual que gados en algunos coches. La apari­ Finalmente se debe señalar, que la otras frecuentes en nuestra geog ratra, ción de esta denominación coincide mayor parte delos vecinos descono­ no se p refi ja la separación de la per­ con el intento de convertir este fes­ cían la celebración de toros embola­ sona act iva y los espectadores, como tejo en un punto de at racción turts­ dos en otros puntos geográficos que encontramos en las corridas oficiales. t ica , y por lo tant o será el sector ser­ no sean los propios del curso del Mi­ Aquí cada uno elige su papel, media­ vicios, y especialmente la hostelería jares o lugares vec inos. En el caso de tizado ún icamente por su deseo de los que más se han beneficiado de algún periodista local (Pornpevo, pa rticipación o por la coacción que esta iniciat iva. En estos últimos años 1979; Yo-Gar 1981) que hace refe­ la soc iedad pueda ejercer en algunos han aumentado las tradicionales fe­ rencia a ellos, llegan a considerarlos sectores de la población, en razón de chas de celebración del toro embola­ como posteriores en su origen a los su edad y sexo. Por otra pa rte a nadie do, que coincidía con las fiestas de esta comarca turolense. Lo c ierto se le obliga a que corra de lante del mayores de San Miguel (28 11 30 de es que no ex isten argumentos para toro, y su participación puede var iar septiembre) y en algunos casos con defender o atacar la antigüedad de en var ios grados, desde un riesgo to­ las del Pilar y Santa Ursula, así como unos sob re otros. Los tres focos inde­ tal, ace rcándose lo más posible al en fiestas pa rt iculares, como podía pendientes en los que se ha conserva­ m ismo , a la protección de la barrera. ser una celebración o un matacerdo do han sido Medinacelli, donde se de­ En el antagonismo que se crea entre en el que se sacrificaba un toro o una nomina " to ro júbilo", Comarca de el h ombre y el toro, exi ste un inte nto vaca . Estas celebraciones se amplia­ Cariñena y pueblos vecinos, en don­ de demostrarción pública de valo r ron a otros días, centrados en fines de toma el nombre de "toro de fue­ po r enfrentarse al an imal, con riesgo de semana de lo s meses de verano; go" o " toro de ronda" y en los pue­ incluso de ser corneado y quemado, estas organ izac iones excepcionales blos de l Mijares tu rolense y castello­ pero a la vez de contro l. Sólo aque­ eran promovidas en algunos casos nense entre los que se encuentra llas per so nas qu e no se dejan llevar po r los vecinos y en buena pa rte por Mora. S í que se puede afirmar que po r el pánico y no huyen sin motivo el propio ayuntamiento. El número en los dos pr imeros focos señalados, suviciente, sino qu e saben quebrar al mayor de celebraciones fue en 1984, el yuguete empleado conserva la for­ toro, burlarlo, controlar su propio en cuyo verano los propietarios de ma más primitiva, pero ello es un m iedo, sin los que se convierten en bares y algún particular, llegaron a grado de no evolución y no crono­ centro de adm iració n. Pero también potenciar la celebración de este fes­ lóg ico. Actualmente asistimos a un ex iste una autodemostr ación pr ivada , tejo a lo largo de todas las semanas proceso de extensión de este festejo a vece s inde pe ndien te de la op inión de los meses de Agosto y Septiembre, alcanzando lugares, como la cap ital

ajena, algunos confiesan qu e les gusta siendo normalmente un viernes o un za ragozana, lo cual mereció las cr í- . medirse con el to ro, sentir el peligro sábado. Las repercuiones del incre­ ticas airadas de más de algún aficio­ de su inme d iatez, aunque esa relación mento de esta celebración ha dado nado taurino (J ipson: 1979). sea sola mente apare nte, apoyado en lugar también a que algún sector de la barrera, dispue sto a sub irla en el los vecinos de Mora fu era perdiendo mome nto en qu e el toro ap arezca a el interés, dada la tr ansfo rmació n de med ia d ista ncia. un acontecimiento excepcional en El festejo du ra de una y media cotid iano , po r ello no era extraño BIBLlOGRAFIA a dos hor as, aunque antiguamente contemplar cómo en una nofhce pudiera dur ara hasta t res. Normal­ fr ía, las ba rreras llegaban .a estar cas i ABAD, M.a C.; HIGUES, M.a 1. de y SAN­ a mente se corre un só lo an imal. Una vac ías de espectadores, En algún caso CHEZ, M. E.: " El toro j úbil o de Me­ vez qu e las bo las se han consumido en que co inc id ía con las fiestas patro­ dinacelli"'. 111 Congreso Nac ional de Artes y Costumbres Populares. Zarago­ y si no pe net ra volun ta riam ente en nales de algún pueblo vecino , han za, 1977. el toril, se le recoge con un lazo que surgido en éstos, voces de protesta, BURILLO MOZOTA, F.:" El toro ernbo­ se lan za a los cuernos, sujetándolo ya qu e la confluencia de las celebra­ lado ". Gula turística de Mora, Guder, d e nuevo al poste para proceder a Javalambre. Te ruel, 1981 ; pp. 50-54 . ciones restaba afluencia de público, COSSIO , J. M .: Los' toros. , 1972 . qu itarle el yu guete y llevarlo al ch i· contr ibuyendo al desmerecimiento GUILLAMON, V .: " El toro jú bil o". q uera.El an ima l cuando era alqu i­ de Ia fiesta. Viajar, 11.° 17 . Madr id , 1978. lado se de volvía a sus du eños, y en el El hecho de que lo s mayores be­ JIPSOM, J.: " El to ro de fuego " . Heraldo caso de qu e fue ra adquirido , actual­ deArag6n.30-IX-1979. neficiarios de este desarro llo hayan MARVIN, G .: Una o rientac ió n para una mente lo son todos, se p roced ía a sido el sector hostelero puede expli­ in terpret ación antropológ ica de la fi es­ su mu erte, la cual nunca se ha rea li­ ca r el que encontremos plasmadas ta del " toro embolado " . Kalathos 2. zado de fo rma pública, n i ha servido iconografí as del toro embolado liga­ Te ruel, 1982; pp . 157-175 . de espectació n más que a algún cu­ MIRA, J . F .: To ro s en el No rt e Va lencia­ das al nombre o propaganda de es­ no : No tas para un análisis. Temas de rioso. Se le sepa ra del t iempo de ce­ tablecimientos. Así , la que fue dis ­ Antropologla Española. A k al ed itor. lebració n de la fiesta y se sacrifica en co teca la rueda, se anunciaba en pe­ Madrid , 1976; pp. 107 -129 . los d ías siguientes po r un mata rife, gatinas con el dibujo de una rueda, MONZON, J.:" Teruel. Trad icio nes, Gen­ al igual que a o tro animal, procedien ­ en la qu e el eje lo formaba el escudo tes, Costumbres" . Zaragoza. 1984. POMPEYO: ·' EI to ro de fuego". Heraldo d o posterio rmente a su tr aslado al de Mora con u n to ro embolado en el de A rag6n. 4 de jul io . Zaragoza, 1979. lugar del desp iece. Actualmente se cen tro, y sus ejes se habían sustitui ­ SANCHEZ DRAGO, F .: " Medinaceli : Un emplea un t ractor, y al toro muerto do por verd aderas ca riátides en biki­ rito arcaico . El jubileo del tor o". Cam ­ se le co loca en el ex tremo de una ni. La expresión en este distintivo de b io 16, n .o 5. Mad rid . 1979; pp . 26 -31 , SANCHEZ SANZ. M.a E.: " Fiestas de to­ pala mecán ica, desde la que balancea la importancia del toro, como centro , ros y fuego en el Sistema Ibérico " . Na­ su cabeza y salp ica de sangre el re­ asimil ado al propio escud o del pue­ rria, n.o 5 . Madrid, 1978; pp . 26 -31 . co rrido. A este desp lazamiento no se blo, y con una simbología sexual V AL-CARRERES, C.: " Lesio nes que se le presta la m (nirna atención a pesar masculina , está fuer a de toda duda. producen en la lidia del to ro de fue go". Boletln Informativo de la Excma. D ipu­ de que se desarrolla a plena luz del Otra discoteca de reciente funda­ tac i6n Pro vinc ial de Teruel, n ," 56 . d ía. ción se ha d ado en denominar El Teruel, 1979; pp . 47-48. se ha dado en yuguete , anunciándose en la fachada Y O·GAR : Un "tor o emb ol ado" especial : llamarse " La Villa del Toro Embola­ qu e da al pueblo con un gran toro El de la V (spera de San Miguel. Gu ía turíst ica de Mora, Gudar, Ja valambre. do" , otorgándose unas atribuciones em bolado y sobre su puerta , acampa- Teruel, 198 1; p. 70 .

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