Historia Abierta

NÚM. 45 • ENERO, 2012 EN ESTE NÚMERO EDITORIAL Edmund Burke y el liberalismo conservador en la España del siglo XIX Por Pablo Escolano Molin EL LIBERALISMO La educación de Isabel II: Víctima de la lucha liberal Por Loic Blanc ESPAÑOL DEL SIGLO XIX Vínculos culturales entre la América La Edad Contemporánea se caracteriza tanto por el desarrollo como precolombina y Escandinavia: nuevas por los problemas y las limitaciones de un proceso de cambio general, perspectivas que ha sido caracterizado por el crecimiento económico, la integración Por Pär Sehlström mundial, la movilización de las masas al campo de la lucha política y la Libros meta ilustrada de la libertad, que tuvo en el mito de la secularización Javier Paredes Alonso su ejemplo más claro. Paralelamente, tres corrientes políticas poliédri- cas complicaron, cuestionaron y fueron hegemónicas durante ese proce- Antonio Manuel Moral Roncal so, que arrancó en el siglo XVIII, y todavía abierto en la actualidad: el liberalismo, el socialismo y el nacionalismo. El liberalismo, desde su proclamación de la igualdad de todos los se- res humanos en dignidad y derechos ha mantenido una fuerza que lo- gró transferir a los sistemas democráticos posteriores a su nacimiento. Igualmente, también se basó en los nuevos preceptos de libertad econó- CONSEJO ASESOR mica, como fundamento de toda libertad, y en la teoría del pacto social, Luis Suárez Fernández afirmando la igualdad de todos los hombres y mujeres ante la ley y la de la Real Academia de la Historia exclusividad soberana del Estado. Las diferentes construcciones teóri- cas del liberalismo impulsaron las tensiones ligadas a la libre compe- Martín Almagro-Gorbea tencia, promoviendo el conflicto con todos los sistemas de privilegio de la Real Academia de la Historia existentes hasta el momento: lo que todavía hoy se conoce como el modo Alfonso Bullón de Mendoza de vida y organización cultural del Antiguo Régimen europeo, sin olvi- Universidad San Pablo-CEU dar los sistemas políticos existentes en otros continentes. Emilio de Diego El primero de nuestros artículos presenta el pensamiento de uno de Universidad Complutense los más importantes liberales conservadores británicos del siglo XVIII, José Andrés-Gallego Edmund Burke, famoso sobre todo por su crítica contra la revolución Consejo Superior francesa de 1789, frente a las revoluciones inglesas de 1640 y 1688 y frente al proceso independentista de las trece colonias en 1776. Su au- de Investigaciones Científicas tor explica la influencia de sus escritos en otros pensadores austríacos, británicos y españoles, en una época de oportunidades para el incipien- DIRECTOR te liberalismo hispano: los comienzos del espinoso siglo XIX. Seguida- Antonio Manuel Moral Roncal mente, Loic Blanc realiza una aproximación al plan de estudios de Isa- bel II y de su hermana durante los conflictivos años de las luchas entre EDITOR liberales moderados y progresistas. Desmonta mitos y demuestra el po- Luis Valiente lémico papel de algunos políticos progresistas, que debieran haber to- mado mucho más interés en la formación de la alumna de la Libertad, CONSEJO DE REDACCIÓN de la nueva reina Isabel, de la soberana que debía encarnar los nuevos Antonio Cañellas Mas tiempos liberales. Y es que, como señala en el título, la pequeña reina Beatriz Campderá Gutiérrez fue víctima de las luchas entre las diversas familias políticas del régi- Ana Rosa Domínguez Santamaría men, del concepto de mujer propio de la época y de las ambiciones de po- José Francisco Forniés Casals líticos que prefirieron una soberana fácil de manipular. A veces se olvi- José Luis Martínez Sanz da que las dos hermanas, a partir de 1840 y durante unos años, estuvie- ron solas en el inmenso Palacio Real de , al estar en el exilio to- Ricardo Colmenero Martínez da su familia.

Historia I Abierta CDL ENERO 2012 / 13 EL LIBERALISMO ESPAÑOL DEL SIGLO XIX EDMUND BURKE Y EL LIBERALISMO CONSERVADOR EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XIX

Por Pablo Escolano Molin Universidad Complutense de Madrid

UN LIBERAL BRITÁNICO ANTE LA representada en el Parlamento de Du- La crisis del Antiguo Régimen en REVOLUCIÓN FRANCESA blín, monopolizado por una minoría an- Francia, que era ya una realidad en el glicana– por medio de una reforma in- momento de apertura de los Estados Burke fue un prestigioso orador polí- clusiva, en lo cual precedió de alguna Generales el 4 de mayo de 1789, causó 2 tico whig, partido preliberal de la Ingla- manera a Daniel O’Connell . Como una inmensa expectación en Inglaterra. terra hannoveriana, si bien nunca ocupó parlamentario en Londres, combatió Tal interés se dejó manifestar clara- cargo ministerial alguno, pese a su dila- contra la excesiva influencia del Go- mente en las sesiones de ambas cáma- tada trayectoria de servicios públicos. bierno de Su Majestad sobre la Cámara ras del Parlamento, pero también en el Desde sus orígenes, Burke estuvo mar- de los Comunes. El mencionado com- seno de la sociedad civil, dado que se cado por lo que Gil Novales1 denominó bate dio su fruto con la llegada al poder realizaron debates en torno a los perió- como «irlandesismo»; es decir, una vo- en 1782 del marqués de Rockingham, dicos, proliferaron los panfletos –me- cación política decidida a mejorar por lo cual significó la consolidación del dio habitual de expresión de opiniones vía legal la suerte y las condiciones po- Cabinet System; que significó la forma- políticas en Inglaterra d espués de la líticas de sus compatriotas irlandeses, ción de un gabinete independiente de la Glorious Revolution de 1688–, se orga- particularmente de los católicos –quie- Corona y responsable ante el Parlamen- nizaron sesiones conmemorativas en nes constituían una mayoría social no to. Burke destacó por la reivindicación los principales clubs o asociaciones po- de libertades locales y provinciales para líticas –como la Sociedad de la Revolu- todos los súbditos del Imperio Británi- ción o la Sociedad de Amigos de la co: en Irlanda, en La India o en Angloa- Constitución–, e incluso en algunas pa- mérica. También destacó por su defen- rroquias se dejaron transmitir diversas sa del derecho internacional de gentes evocaciones a los sucesos de Francia. cultivado dentro la tradición renovada Es verdad que algo tenía que ver con de Francisco de Vitoria, Hugo Grocio y ello, no obstante, cierto regocijo ante lo Vattel3, en un siglo de clara prevalecen- que parecía ser el hundimiento de la cia de la razón de Estado como el crite- Casa francesa de Borbón, principal rio político dominante. Dado que el dis- enemigo de Inglaterra desde el reinado curso de Burke coincidía en lo funda- de Luis XIV. El Primer ministro Wi- mental con algunos de los congresistas lliam Pitt «El Joven», líder del partido americanos durante la Guerra de Inde- «tory», escribió el 6 de septiembre de pendencia de los Estados Unidos, fun- 1788 que « el estado de Francia, al damentalmente por la común doctrina margen de lo que pudiera producirse, whig que unía a Burke con hombres de parece prometernos más que nunca un formación en jurisprudencia como Ja- considerable respiro en relación a mes Otis o John Adams, el historiador cualquier proyecto político»5. Retrato de Edmund Burke, políti- Lord Acton llegó a manifestar que du- Pero no faltó la identificación idea- co liberal conservador británico. rante ese tiempo Burke fue tan revolu- lista con los acontecimientos políticos cionario como el general Washington4. franceses. En este contexto se ha de 14 / ENERO 2012 CDL Historia II Abierta EL LIBERALISMO ESPAÑOL DEL SIGLO XIX destacar un panfleto del reverendo pas- tor y teólogo de la Iglesia Unitaria Ri- chard Price titulado Sobre al amor ha- cia nuestro país, publicada el 2 de no- viembre de 1789. La Revolución de 1789 era una etapa mayor en el desa- rrollo de la citada Revolución Inglesa, cuyos logros, como parecían ser la De- claración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano y la afirmación de que la voluntad general debía de ser el cri- terio político principal, habrían actuali- zado el espíritu de la Revolución de 1688, de lo cual se deducía la justifica- ción de la monarquía electiva, asam- blearia y democrática en su génesis, como principio político de la monar- quía británica. En esa misma línea, e incluso con planteamientos más repu- blicanizantes, pensaban autores como Thomas Paine. Por otra parte, la opi- nión de Burke era bastante requerida Ejecución de Luis XVI en la guillotina. Burke criticó duramente la revo- por algunos miembros de la Asamblea lución francesa de 1789. Nacional, y de hecho las Reflexiones, publicadas en noviembre de 1790, tu- vieron la forma narrativa de una res- tablecimiento de un clero constitucio- individuales podían padecer frente a la puesta epistolar a una carta del diputa- nal, a su juicio políticamente títere de creación de un gobierno despótico o to- do Dupont de la Asamblea Nacional la Asamblea Nacional, enfrentado a un talitario. Constituyente. El rechazo de Burke ha- clero que por su fidelidad católica o pa- Todo lo contrario ocurría en la mo- cia la Revolución Francesa se verifica- pista quedaba en situación de clandes- narquía parlamentaria inglesa –la ba en tres tesis: defensa de la identidad tinidad. Pero su mayor crítica se centró Constitución Británica– ratificada por particular de las Revoluciones Ingle- sobre la ilegitimidad de un poder que una teórica aceptación popular, pero sas, principalmente la de 1688; denun- legislaba contra los hábitos y costum- fuertemente institucionalizada en un cia de los excesos de la Revolución bres – que él denominaba como «preju- sentido oligárquico y balanceado por Francesa con relación al riesgo de una dices»6– propios de una sociedad. Ta- límites que controlaban el sistema, que tiranía democrática sobre las garantías les puntos de vista fueron profundiza- Burke presentaba como ejemplo del individuales y al peligro internacional dos en trabajos posteriores, como los viejo modelo de sistema mixto aristoté- de la Revolución; y defensa de los prin- Thoughts on French Affairs de 1791 y lico, compuesto por elementos aristo- cipios de la Constitución Británica. las Letters on a Regicide Peace de cráticos, monárquicos y democráticos. Burke vituperaba una serie de acon- 17977 tecimientos ligados a la Revolución de Burke denunciaba que el centro de 1789. En primer lugar, el carácter tur- la soberanía, ya fuese el rey, el pueblo bulento del proceso políti co. A su jui- o la aristocracia, se presentase como el cio, la facción mayoritaria de la Asam- único fundamento de la ley y de la mo- blea Nacional instrumentalizaba el fu- ral pública, puesto que ello conllevaba ror popular en los debates asamblea- la confusión del poder político con el rios, como por ejemplo durante la vio- derecho, si bien después se pretendiese lenta jornada del 6 de octubre de 1789, establecer su separación: «para estos en la cual había peligrado la vida tanto teóricos, el derecho del pueblo casi de la familia real como de algunos siempre se confunde sofísticamente miembros de la facción minoritaria de con su poder»8. Burke denunciaba el la Asamblea Nacional, tales como el ex procedimiento revolucionario francés presidente de la Asamblea Nacional porque en sí mismo suponía la elimina- Mounier o su c ompañero Lally– Tö- ción de la idea de «contrato político» llendal. Del mismo modo, la confisca- entre Gobierno y pueblo, sustituida por ción de los bienes de la Iglesia le había el concepto de «contrato social» en el parecido un atentado contra la propie- que el gobierno, por derivar del sufra- dad privada, así como contra la única gio popular, constituiría la voluntad ge- fuente de recursos sociales y educati- neral. Burke sostenía que la teoría vos para las capas más pobres de la po- rousseauniana de la «voluntad general» Friedrich von Gentz, liberal aus- blación. Por otra parte, la Constitución podía dar lugar a una política despótica tríaco seguidor de Burke. Civil del Clero habría dado lugar al es- o totalitaria. Para Burke, las garantías Historia III Abierta CDL ENERO 2012 / 15 EL LIBERALISMO ESPAÑOL DEL SIGLO XIX

En realidad, en sus Reflexiones de mo, como en las democracias parece de las tesis desarrolladas en las Refle- 1790, Burke parecía haber perdido ya que el pueblo hace poco más o menos xiones, no dudó en recurrir a una figura toda esperanza sobre una posible deri- lo que quiere, se ha situado la libertad de abolengo como Edmund Burke co- va liberal y moderada de la Revolu- en este t ipo de Gobierno, confundiendo mo autoridad política en sus discursos ción. Por Constitución Británica, Bur- el poder del pueblo con su libertad»9. ante la Asamblea Nacional. ke comprendía el régimen de monar- Montesquieu –con anterioridad a las La posición de Burke fue igualmen- quía parlamentaria y limitada, que sería tesis de Rousseau– contraponía aquí la te adoptada por un seguidor del libera- definida por el filósofo utilitarista Je- democracia pura, que no son necesaria- lismo anglosajón en Austria, Friedrich remy Bentham como un sistema de mente las formas de democracia que se von Gentz, quien en su ensayo sobre «checks and balances», pero también Dos revoluciones: la revolución ameri- pueden observar actualmente, frente al las garantías individuales acerca de la cana comparada con la revolución propiedad y de la libertad de imprenta, concepto de libertad civil. Esta percep- francesa, diferenciaba la Revolución así como el conjunto de libertades loca- ción de Montesquieu tenía mucho en Americana respecto de la Revolución les y municipales, el common law y el común con la interpretación burkeana Francesa por causa de la diversidad de sistema jurisprudencial que otorgaban de la Revolución Francesa. sus respectivos procesos políticos. A una relativa equidad judicial para todos El mismo te mor hacia la «tiranía de juicio de Gentz, la Guerra de Indepen- los ingleses. El letrado Edmund Burke la mayoría» fue manifestado claramen- dencia de los Estados Unidos tenía su deseó ampliar a todos los súbditos del te por los Padres de la Constitución Fe- origen en una revolución de corte clási- Imperio Británico este conjunto de ga- deral de los Estados Unidos de Améri- co contra la amenaza de una política le- rantías civiles. La fe de Burke en la gislativa contraria a la tradición de go- Constitución Británica implicaba tam- bierno de las Colonias ejercida por la bién un espíritu de compromiso here- mayoría gobernante en el Parlamento dado de la Revolución de 1688, que ha- Británico, cuya violación más flagrante bía originado la moderna práctica de habría sido la derogación de la Carta una pluralidad de partidos políticos. El constitucional de la colonia de Massa- resultado de incorporar la Revolución chussets por el Parlamento Británico Francesa como modelo político para en 1774, en plena crisis política. Sin Reino Unido, tal y como reivindicaban embargo, la Revolución Francesa ha- los radicales ingleses y una parte de los bría comenzado siendo una reivindica- whigs liderada por su compañero de ción contra el absolutismo monárquico partido Charles Fox, implicaría a su para pasar a ser un despotismo demo- juicio la sustitución de la Constitución crático. Británica p or un sistema asambleario Otra posición típica del liberalismo refrendado por la soberanía del núme- posrevolucionario moderado, que en- ro, sin límites institucionales ni com- troncaría con el doctrinarismo, sería promiso entre las diversas fuerzas so- mostrada por Chateaubriand, cuando ciales. Por otra parte, la Declaración encomendaba a que «Debemos conser- Francesa de Derechos de 1789 procla- var la obra política que es el fruto de la maba la ilegitimidad de todo sistema Lord Holland, representante Revolución … pero debemos erradicar político que no declarase abiertamente principal de la corriente whig. la Revolución de la obra»10. Esta exi- la soberanía nacional, algo que no se gencia de Chateaubriand resumía a la habían atrevido a establecer los esta- perfección los intentos políticos de los dounidenses. ca de 1787, tal y como su propia fac- liberales doctrinarios en Francia duran- Burke, como buen parlament ario in- ción política lo expresó a través de las te la Restauración, entre 1814 y 1848, glés, era un admirador de Montes- llevados a cabo por Constant y por voces de Hamilton, Madison y Jay en quieu. A este respecto, se tiene que te- Guizot – entre otros–. La Declaración El Federalista de 1786, que Burke va- ner en cuenta que la distinción que de Derechos de 1789 era interpretada loraba bien porque los federalistas es- Burke realizó en sus Reflexiones debió por ellos como un referente jurídico de ser un juicio compartido por parte tadounidenses habían conciliado la que debía de inspirar una serie de ga- del acervo cultural ilustrado, y después costumbre social con la soberanía po- rantías civiles, pero sin dar lugar al liberal, por la sola lectura de Montes- pular dentro de un equilibrio institucio- principio abstracto de que la «ley es la quieu: «cada cual ha llamado libertad nal que facilitaba la estabilidad políti- expresión de la voluntad general», da- al gobierno que se ajustaba a las cos- ca. Burke no reflexionaba sobre las po- da la reciente capacidad demostrada tumbres o a sus inclinaciones. Ahora sibilidades del federalismo estadouni- durante la Revolución de pisotear las bien, como en una repúbli ca, no se tie- dense en Europa, pero sí sobre la impo- libertades ciudadanas en nombre un nen siempre a la vista y de manera tan sibilidad de aplicar en un gran Estado código moral. Estos autores mantuvie- palpable los instrumentos de los males la «democracia pura» a la que hacía re- ron una posición de amalgama entre la que se padecen y las leyes aparentan ferencia Montesquieu . El federalismo interpretación de las peculiaridades jugar un papel más importante que sus sí fue un hipotético modelo para uno de históricas con el idealismo filosófico ejecutores, se hace residir normalmen- los líderes revolucionarios de Francia de la Segunda Ilustración inaugurada te la libertad en las repúblicas exclu- –el conde de Mirabeau– quien a pesar por Immanuel Kant. En consecuencia, yéndolas de las Monarquías. Por últi- de su evidente oposición a la mayoría harían de la Declaración un referente, 16 / ENERO 2012 CDL Historia IV Abierta EL LIBERALISMO ESPAÑOL DEL SIGLO XIX pero inscrita dentro de un marco políti- y una virtud pública más centrada en la co previamente institucionalizado, co- igualdad de oportunidades, más repu- mo podía haber sido– tal fue el deseo blicana desde el punto de vista montes- de los liberales doctrinarios– la Carta quiano12. Pero sin embargo, Jovellanos Otorgada de 1814 francesa, a la cual no veía posible aplicar tales cambios de esperaban reformar a través de cauces modo inmediato. De allí procedió su plenamente parlamentarios. entendimiento con un liberal gradualis- En resumen, la obra final de Burke ta, whig, como su amigo y corresponsal influyó en la configuración de dos tipos Lord Holland, para quien España debía de constitucionalismo conservador o de reformarse a través de sus leyes fun- moderado después de la Revolución de damentales y de las Cortes tradiciona- 178 9. Principalmente, sobre un consti- les13, porque a su juicio contenían, en tucionalismo historicista o naturalista, su visión prerromántica quizás, o de to- afín al pensamiento de Burke y de dos modos historicista, los mismos ele- Gentz, que pretendía que las institucio- mentos por formar parte del corpus ju- nes formasen una relación orgánica risprudencial europeo al cual pertene- con el conjunto de la sociedad. Des- cían España, Francia e Inglaterra. Si In- pués, sobre algunas de las tesis de los glaterra había consegu ido aplicar una liberales doctrinarios, que trataban de fórmula liberal desde su propia tradi- aislar la Declaración de Derechos de ción institucional, aunque no fuese 1789 respecto de la doctrina soberanis- idéntica a la de Inglaterra, por qué Es- ta de Rousseau y de Sieyès po r una al- paña no podía hacer lo mismo desde ternativa garantista de tipo británico o sus Leyes Fundamentales. Además, de- Retrato de Gaspar Melchor de estadounidense, a modo de un nuevo bían de ser valorados los hábitos o cos- Jovellanos por Francisco de Go- Bill of Rights. Burke influyó igualmen- tumbres de la sociedad. La amistad con ya, lector de los escritos de Bur- te en el pensamiento reaccionario de Lord Holland facilitó la influencia bur- ke. De Maistre o de Bonald, que apostaban keana sobre el pensador ilustrado. por modelos aristocráticos próximos al El político whig Lord Holland influ- quien deseaba que los doceañistas mo- Antiguo Régimen, así como por el re- yó teóricamente sobre algunos miem- chazo al liberalismo, pero que sola- bros del grupo liberal de las Cortes de derasen su proyecto constitucional. En mente tenía en común con la obra de este sentido, gozó de gran influencia la Cádiz, que vieron en el prócer whig a 14 Burke su rechazo hacia el pensamiento un importante aliado diplomático, co- publicación de «El Español» de Lon- «abstracto» característ ico de la Revo- mo por ejemplo Argüelles o Quintana, dres. Blanco White, también conocido lución Francesa. y muy evidentemente sobre el ex cléri- por su particular disidencia religiosa, go sevillano José María Blanco White, abogó desde Inglaterra a favor de una EL LIBERALISMO CONSERVADOR ESPAÑOL A COMIENZOS DEL SIGLO XIX

No se pueden comprender las carac- terísticas del liberalismo conservador español sin examinar detenidamente esta evolución europea. En esta confi- guración se puede partir perfectamente de la figura de Jovellanos. Partidario de una Monarquía limitada y moderada por las «leyes fundamentales» de la Monarquía Española reforma da, en función de un modelo arcaico de la Constitución Británica, quedó muy in- fluido por Lord Holland, el principal representante de la corriente whig de pensamiento inglés en el constituciona- lismo español, con quien Jovellanos mantuvo una voluminosa correspon- dencia11. El pensamiento de Jovellanos se ha podido estudiar conforme a una teoría general del Estado y a otra teoría del constitucionalismo. Su t eoría del Estado se dejó reflejar en su modelo Juramento de los diputados de las Cortes de Cádiz en 1810. educativo, en la cual preveía una posi- José Casado del Alisal (Congreso de los Diputados). ble y futurible sociedad sin estamentos, Historia V Abierta CDL ENERO 2012 / 17 EL LIBERALISMO ESPAÑOL DEL SIGLO XIX enmienda conservadora del proyecto mejor de la Revolución, los utilitaristas frente al desafío socialista que había de Constitución liberal de 1812. La re- pensaron que los derechos obtenían su originado la revolución francesa de ferida enmienda debía de incluir la valor por responder a los intereses so- 1848. Su muerte, en 1865, le interrum- creación de una segunda cámara legis- ciales del momento. Esto no les con- pió un proyecto de ensayo de teoría lativa a semejanza del Parlamento in- vertía sin embargo en conservadores, política sobre la figura de Edmund glés y con presencia de «pares» y de sino en el bastión del progresismo en Burke. «clérigos». De este modo, se evitaría el las Islas Británicas, en las cuales la ten- Por su parte, Andrés Borrego, Joa- peligro de una «tiranía democrática. En dencia hacia el empirismo desde la quín Francisco Pacheco y Nicome- este sentido, aunque liberal, la posición época del filósofo Hume estaba gene- des–Pastor Díaz compusieron el grupo de Blanco White era netamente contra- ralizada. En este contexto, la figura de de los denominados conservadores o, rrevolucionaria. Blanco Wh ite citaba Burke fue claramente menor en com- como les denominaban sus adversarios con frecuencia a Burke como argumen- paración al influjo de estas dos grandes –puritanos–, por su posición contraria a to de autoridad. Asimismo, era un claro corrientes, pero no por ello menos inte- la reforma del Partido Monárquico partidario de los derechos de los espa- resante. Constitucional de Narváez, –los mode- ñoles americanos a disfrutar de una rados–, de la Constitución de 1837, y a mejor representación en el nuevo régi- la vez que ellos muy ensimismados por men liberal del que las Cortes de Cádiz BURKE Y LOS ESPAÑOLES engarzar las teorías generales con insti- les habían concedido. tuciones históricas, para lo cual toma- De igual modo, Blanco era partida- La obra de Burke generó importante ron como referente a la Monarquía Bri- rio de introducir una relativa libertad influencia en los escritos más vetera- tánica. Inicialmente se opusieron al religiosa legal que los legisladores do- nos de Antonio Alcalá Galiano, princi- pronunciamiento de los sargentos de la ceañistas no habían estimado neces ario palmente en sus Lecciones de derecho Granja de agosto de 1836 que llevó de incluir. Blanco consideraba que la político, publicadas por primera vez en nuevo al poder al Partido Progresista. Constitución de 1812 era mala, porque 1843, así como en la corriente política Sin embargo, aceptaron consagrarse a a su juicio no evitaba la tensión entre el conocida bajo denominación de los la protección del texto constitucional poder de la Corona frente a un Congre- conservadores puritanos. Tanto Alcalá final de 1837, porque comprendían que so de orientación democrática. Como Galiano como los puritanos apoyaron había resultado de un pacto entre pro- alternativa, Blanco White proponía la constituciones formularias – las cons- gresistas y moderados ante la presión instalación de un gabinete formado en tituciones de 1837 y de 1845, respecti- del bando carlista y al cual, a partir del Cortes al modo del «Cabinet System» vamente–, aunque siempre tuvieron Convenio de Vergara de 1839, se ha- británico, aunque el rey había de ser como un referente el método históri- bían sumado una parte de los vencidos. quien nombraría a los ministros, dado co– prescriptivo del parlamentarismo Por lo tanto, era el texto que mejor ga- que de este modo podría paliarse, a su inglés. Para Alcalá Galiano, fuerte- rantizaba un compromiso institucional juicio, el choque entre Ejecutivo y Le- mente influido por el pensamiento de entre diversas fuerzas políticas y socia- gislativo. Pero la fama de Blanco Whi- Jeremy Bentham, la teoría política de les. te lindaba con la traición a ojos de los los derechos naturales era errónea, da- Cuando posteriormente los modera- principales líderes liberales españoles, do que los derechos siempre habían de dos de Narváez decidieron establecer como Argüelles o Quintana, por su de- recibir su confirmación política en el la Constitución de 1845, los puritanos nostado apoyo de los españoles ameri- seno de la sociedad y de las institucio- entendieron que tal medida significaba canos, a pesar de la rebelión secesio- nes. Le desagradaba el método de los un claro error. Desde entonces se con- nista iniciada con mayor o menor éxito revolucionarios franceses, y elogiaba sagraron a formar una opinión pública en diversos focos de los virreinatos a la crítica que Burke les dio de «arqui- entre la clase media que potenciase el partir de 1810. Para Blanco, algunos de tectos de ruinas», pero ello no le impi- papel del Parlamento como eje de la vi- los discursos de Burke como el Discur- dió valorar el Código Civil de 1802, da política frente a la intromisión de la so sobre la tasación en América de por haber consolidado la igualdad ci- Corona y de la corte, así como frente a 1774, el Discurso sobre la conciliación vil. Alcalá Galiano consideraba que las tendencias de pronunciamientos de con América de 1775 o el Discurso a existían naciones de mentalidad aristo- los diversos grupos políticos dirigidos las colonias británicas de América de crática como Inglaterra, y otras de por generales adictos. Estos principios 1777, formaron parte de su ideario po- mentalidad democráticas, como Espa- pueden estudiarse en el ensayo De la lítico. ña, donde el peso de la aristocracia po- organización de los partidos políticos En España, las sendas emigraciones lítica, a lo sumo, debía de ser muy sua- en España, escrita por Andrés Borrego políticas durante el Sexenio Absolutis- ve e inferior al de la clase media, pero en 1855, quien también fue director del ta– de 1814 a 1820– y la Década Omi- en los que se debía de contener el peli- diario liberal conservador «El Espa- nosa– de 1823 a 1833– pusieron en gro de una tiranía democrática, dado ñol»15 de Madrid. Además de que tanto contacto a los doceañistas españoles que particularmente en España, podría Borrego como Pastor Díaz valoraban la con el utilitarismo de Bentham en In- conducir bien al carlismo o bien a una obra de Burke en la historia parlamen- glaterra, tanto como con el pensamien- monarquía bonapartista. Parece ser taria inglesa, como político de partido to doctrinario en Francia. Ambas es- que el conservadurismo de Alcalá Ga- tanto como hombre de principios mo- cuelas influyeron sobre los futuros mo- liano se acentuó durante los últimos rales y políticos. Los conservadores derados y progresistas. Pero mientras años de su vida. Particularmente, pare- puritanos tuvieron su oportunidad de que los doctrinarios elogiaron la Decla- ció muy intrigado por encontrar una gobernar y tender puentes a los progre- ración de Derechos de 1789 como lo respuesta reformista y conservadora sistas en 1847 bajo la presidencia de 18 / ENERO 2012 CDL Historia VI Abierta EL LIBERALISMO ESPAÑOL DEL SIGLO XIX

Joaquín Francisco Pacheco, pero su pa- francés acusó en su obra la ascendencia 8 BURKE, Edmund, Reflexiones acerca so fue brevísimo y estéril. No obstante, intelectual de la obra de Burke, entre de la Revolución Francesa, Alianza Edito- inspiraron a Cánovas la política de con- rial, Madrid, 2006, p.102 otros autores. 9 ciliación entre dos grandes partidos na- MONTESQUIEU, Del espíritu de las cionales que marcaría el régimen de la leyes, Alianza editorial, Tecnos, 1995, NOTAS p.108. Restauración entre 1875 y 1923. 10 Las claves del influjo de Burke en el SABINE, G.H., Historia de la teoría liberalismo decimonónico español se 1 GIL NOVALES, Alberto, «Burke en política, Fondo de Cultura Económica, Mé- España», en II Simposio sobre el padre Fei- xico, 2000, p.505. pueden observar como una apuesta por 11 CASO GONZÁLEZ, José Miguel, la gradualidad de las reformas y la joo y su siglo: ( ponencias y comunicacio- nes)., vol.1, 1981, pp.63-75. Gaspar Melchor de Jovellanos. Obras combinación entre teoría e historia con 2 completas. Escritos políticos, tomo XI, Ins- instituciones estables, para lograr la KIRK, Russell, Edmund Burke. Redes- cubriendo a un genio, Ciudadela, Madrid, tituto Feijoo de Estudios del siglo XVIII, institucionalización auténtica de liber- 2007, pp.152-153. KRK Ediciones, Ayuntamiento de Gijón, tades civiles y políticas, a la vez que de 3 2006. STANLIS, Peter J., Edmund Burke and 12 evitar los desmanes del período revolu- the natural law, Ann Arbor Paperbacks. JOVELLANOS, Gaspar Melchor, cionario francés. Un posible inconve- The University of Michigan, 1965, p.86. Memoria sobre la educación pública, o sea niente de este pensamiento conserva- 4 LORD ACTON, «La influencia de tratado teórico-práctico de la enseñanza, dor es que no asumió el reto de la igual- América», en Ensayos sobre el poder y la con aplicación a las escuelas y colegios de niños, en Obras escogidas, Madrid, 1930. dad política. Una prueba de ello es el libertad , Unión Editorial, Madrid, 1999, 13 p.255. JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, escaso eco crítico sobre el segundo vo- 5 lumen de La democracia en América, LORD ACTON, Ensayos sobre la li- Memoria en defensa de la Junta Central, Junta General del Principado de , de Tocq ueville, publicado en España bertad y el poder, Unión Editorial, Madrid, 1999, p.291. , 1992. en 1843, donde se afirmaba desde pre- 6 14 CONE, Carl B., Burke and nature of Diario «El Español» de Londres, Nºs. supuestos conservadores la necesidad politics. The Age of the French Revolution, 1-35, 30-04-1810 a 01-05-1814, Hemerote- de que las sociedades aristocráticas u University of Kentucky Press, 1964, p. 333. ca Digital, Biblioteca Nacional de España. 15 oligárquicas tomasen como objeto, en 7 BURKE, Edmund ( LANGFORD, Diario «El Español» de Madrid, Nºs 1- función de sus circunstancias y pecu- Paul, ed.), The writings and speeches of Ed- 1173, 01-11-1835 a 16-04-1848, Hemero- liaridades, una aproximación política mund Burke, 9 volúmenes, Oxford Univer- teca Digital, Biblioteca Nacional de Espa- gradual a la democracia. El politólogo sity Press, 2000 ña. 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Historia VII Abierta CDL ENERO 2012 / 19 EL LIBERALISMO ESPAÑOL DEL SIGLO XIX LA EDUCACIÓN DE ISABEL II: VÍCTIMA DE LA LUCHA LIBERAL

Por Loic Blanc Universidad de Poitiers, Francia

La Revolución de octubre de 1840 Después de la muerte de Fernando mientos!». La Regente era ya incompa- marcó un paso decisivo en la Historia VII, último Rey absolutista de la Histo- tible con el pueblo que se sumía a las tanto de Europa como de España: el ria Contemporánea española, los libe- reclamaciones de Espartero. El entu- sueño iba a ser realidad. Desde la entra- rales tomaron las riendas del país en siasmo que se destacó para este perso- da del general Baldomero Espartero, 1833 encabezados por la máxima re- naje le llevó hasta el grado político más Duque de la Victoria, el 13 de julio de presentación del Partido Moderado, alto del país: le regencia. Todos los 1840 en Barcelona donde se hallaba María Cristina. Ésta, claramente más a progresistas, de corazón o de ideas, de- María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, gusto con las ideas de los conservado- pusieron sus esperanzas en un sólo Regente de España y madre de las in- res, se dejó manipular por los modera- hombre que, sin embargo, se presenta- fantas Isabel y Luisa Fernanda, hasta el dos –más identificados con una doctri- ba como apolítico y que no envidiaba 30 de junio de 1843 sopló un viento na política y con un peso social más este cargo. Sus conocimientos en el progresista en la Nación liberal espa- importante– con fin de asegurar el tro- ámbito político eran bastante reducidos ñola. no para su hija mayor la futura Isabel II pues había sido siempre un hombre de frente a las expectativas de Carlos Ma- armas: era el primer general, de una ría Isidro, pretendiente a la Corona larga serie, en acceder al poder. Los –bajo el título de Carlos V de Borbón– conflictos no tardaron en estallar: las y hermano del Rey difunto. Sin embar- Cortes tuvieron que elegir en mayo de go, los progresistas se sintieron rápida- 1841 entre una regencia única, asumida mente excluidos del nuevo juego polí- por el propio general y apoyada por los tico liberal: en efecto, el leitmotiv des- unitarios, y una regencia tripartita que de el fracaso de 1823 había sido la res- apoyaban los trinitarios a favor de una tauración de la Constitución de 1812 división de la regencia entre tres perso- –la Pepa– pactada en Cádiz durante la nas. Si salió victorioso el general de es- Guerra de la Independencia. Por lo tan- te debate, en cambio su partido quedo to, el Estatuto Real de 1834 y la Consti- herido: los primeros días del gobierno tución de 1837 no respondían a sus es- progresista marcaron ya el final trágico peranzas. En su último conato para im- de la aventura liberal. poner el «texto sagrado», los progresis- A raíz del motín de Barcelona, tuvo tas fracasaron en la Revuelta de los lugar la revolución de septiembre en Sargentos en el Palacio Real de la Madrid ante la cual María Cristina de Granja de San Ildefonso en 1836, re- Borbón se vio obligada a abandonar el cordando así más que el afán liberal la puesto. Sin embargo, estaba lejos de impotencia del Partido y de su ideolo- pensar que su marcha rumbo a Francia gía. Finalmente, los liberales más exal- el 17 de octubre por el vapor el «Mer- tados accedieron al poder con la firme curio» supusiera la renuncia a sus dere- intención de convertir el país en una chos maternos. La tutela de sus hijas Retrato de Juana María de la Ve- Nación de libertades y derechos. que había heredado de Fernando VII ga y Martinez del grabador Hau- ser y Menet (1844-1926). La con- En la noche del 18 de julio de 1840 fue puesta en tela de juicio: la niña Isa- desa de Espoz y Mina procuró resonó por todas las calles de Madrid bel, menor de edad, se convirtió en el mejorar la educación de la reina un unívoco «¡Viva la Constitución! asunto político más interesante del mo- Isabel II. ¡Viva el Duque de la Victoria! ¡Abajo mento. el ministerio! ¡Abajo la ley de Ayunta- Tan pronto como se hubo marchado 20 / ENERO 2012 CDL Historia VIII Abierta EL LIBERALISMO ESPAÑOL DEL SIGLO XIX la exregente, su tío y cuñado Francisco contra el nuevo orden progresista esta- de Paula Antonio se ofreció para recu- blecido en Palacio con el nombramien- perar la tutela de sus sobrinas, esperan- to de varias personas nítidamente iden- do así con su esposa influir en la políti- tificadas con el progresismo y para en- ca española. Conviene recordar que señar su fidelidad hacia la madre de las Luisa Carlota y su esposo habían sido infantas, fueron encabezadas por la expulsados del país por la Regente. emblemática Joaquina Téllez Girón y Efectivamente, en su Manifiesto del 25 Pimentel, marquesa de Santa Cruz. de octubre de 1840 Francisco de Paula Ella representaba la época dorada de la ponía de relieve que se quedaba vacan- regencia de la Reina Gobernadora, te la tutela debido a su exilio acarreado siendo a partir del 22 de enero de 1831 por sus críticas a propósito de la boda Aya de Isabel y luego su Camarera ma- secreta de la Reina viuda con don yor en 1834. El nombramiento de Jua- Agustín Fernanda Muñoz y Sánchez. na María de la Vega y Martínez, conde- Además de no ser tutor testamentario, sa de Espoz y Mina, co mo nueva Aya «era el único español expresamente ex- de las princesas no sentó bien al anti- cluido de la tutela», pues según las Le- guo personal moderado por varias ra- yes de Partida esta responsabilidad no zones. Primero, cabe notar que se en- les incumbía a los príncipes que podían tregaba ese cargo a una condesa que no heredar la corona. pertenecía al circulo cerrado de los Finalmente, las Cortes se encarga- «Grandes de España», título requerido ron de votar si era vacante o n o la tutela para entrar en el personal palatino. de las infantas, y en el caso de que lo Luego, su adscripción política al pro- Estampa con el retrato de Ma- era, se empeñó en elegir a un nuevo tu- gresismo no fue casual, ni en su nom- nuel Josef Quintana de Rosario tor. Los debates que se desarrollaron en bramiento ni en el desdén que le tenían Weiss (1814-1843). Fue maestro el Senado entre el 30 de junio de 1841 las damas de Palacio. Por fin, la separa- de dibujo de Isabel y Luisa Fer- y el 10 de julio acabaron por designar ción de los cargos de Aya y Camarera nanda durante la epoca progre- al viejo liberal progresista y gran figura mayor de la Reina el 29 de julio de sista. de las Cortes de Cádiz de 1812 Agustín 1841 fue el chispazo de toda la trama. de Argüelles como nuevo tutor. A pe- La guerra entre progresistas y modera- sar de las resistencias de parte de la dos había entrado en Palacio e iba a ron proporcionar a la Reina Isabel II y madre, el recién formado gobierno condicionar la educación de las niñas. su hermana una educación digna de consiguió su primera victoria y uno de Además, María Cristina se quedaba sin una soberana liberal, basada en la mo- sus principales proyectos: hacerse con ojos en el Palacio para influir en la edu- ral, la virtud, el cristianismo, la inteli- la educación de la futura Reina liberal cación de su hija Isabel. gencia y la ilustración. Tanto el perso- de España. El segundo acontecimiento iba a ce- nal como los proyectos parecían indi- La educación de la infanta mayor y rrar la última s puertas a la exregente. El car que todo resultaría un éxito. Los su hermana representaba, a los ojos de 7 de octubre de 1841 tuvo lugar un protagonistas de la tarea educativa se los progresistas, un reto. Podían apro- atentado contra la persona de Isabel pa- vechar de la ausencia de todos tipos de ra intentar derrocar a Espartero. El le- influencias moderadas para convertir a vantamiento de Madrid se proponía la joven Isabel en una perfecta sobera- apoderarse de Palacio, del personal de na progresista. Sin embargo, la tarea la Reina y de su hermana. El conflicto educativa no fue sin encontrar cierta en la Casa Real duró hasta la mañana oposición de parte de los moderados del día 8 de octubre, al final del cual –humillados– cuya instigadora no po- fueron detenidos algunos generales de- día ser otra que la propia María Cristi- signados como directores de la insu- na. Aunque su participación en las va- rrección. Entre ellos fue arrestado y rias conspiraciones y obstáculos para condenado a muerte por el Consejo de derrocar a Espartero nunca haya sido Guerra el General Diego de León. En- corroborada con exactitud, sí podemos contraron en su bolsillo una carta que afirmar que, desde el exilio en París, no permitía inculpar a María Cristina de dejó de conspirar contra el General y su haber fomentado la conspiración: «Ha- Gobierno. biéndome mandado su Majestad la El primer acontecimiento al que tu- Reina gobernadora del Reino, Dª. Ma- vo que enfrentarse el nuevo tutor Agus- ría Cristina de Borbón, que restablezca tín Argüelles fue el Motín de las Da- su autoridad, usurpada y hollada [...]». mas de Palacio el 2 de agosto de 1841. Sin embargo, ésta se negó a reconocer Estampa con el retrato de Maria En efecto, diez damas que rodeaban a su participación en este atentado prepa- Luisa Fernanda, Infanta de Espa- las princesas presentaron su dimisión rado desde París. ña, estudiando ; obra de 1842 ; ante el mayordomo, el conde de Santa A pesar de los conflictos intra y ex- litógrafo Alphonse Léon Noël. Coloma. Éstas, con fin de protestar tra-palatinos, los progresistas intenta- Historia IX Abierta CDL ENERO 2012 / 21 EL LIBERALISMO ESPAÑOL DEL SIGLO XIX empeñaron en convertir a la joven Isa- cativo decidieron concebir un nuevo en la cual le aconsejaba que los maes- bel en una monarca constitucional y Plan de Estudios, como era la costum- tros no se entremetieran «en otras cosas culta. Sin embargo, dado el retraso que bre para los príncipes. El 10 de sep- que en la enseñanza del ramo que les las princesas llevaban a causa del des- tiembre de 1841, José Manuel Quinta- está respectivamente encomendado». cuido completo bajo el período mode- na presentó al tutor el texto que había El Plan de Estudios fue sin duda la rado, José Manuel Quintana, Agustín redactado. Fue el resultado de una lar- muestra más reveladora de los intentos Argüelles y la Juana de la Vega Martí- ga observación y de experiencia en la y esfuerzos progresistas para que las nez tuvieron que redoblar sus esfuer- cual constató claramente un atraso es- princ esas gozaran de una educación li- zos. colar, pero más que éste, ponía en tela beral cuidada pero comparable con la José Manuel Quintana fue nombra- de juicio los defectos propios de la niña que recibieron los monarcas anteriores. do ayo instructor de las niñas por la ex- mayor refiriéndose a sus pocos esfuer- Las diferencias entre algunos estudios regente el 11 de octubre de 1840. Tal zos para concentrarse y aplicarse. Por se debía a la condición femenina de las responsabilidad requería «á una perso- lo tanto, decidió la ampliación de sus niñas. La obra de Manuel José Quinta- na que tuviese dadas pruebas eminen- materias, hasta entonces básicas y poco na revelaba las inquietudes de Palacio: tes de sabiduría, de lealtad y amor al más elevadas que las habituales de la la educación de Isabel II había sido Trono, y que, hallándose siempre in- aristocracia española. Si bien se le im- descuidada hasta entonces. Todo lo que mediata á las Reales Personas, obser- partían ya geografía, historia, aritméti- proponía el Plan respetaba la tradición vase muy detenidamente la instrucción ca y estudio del francés, sólo se le ense- de la enseñanza Real y per mitía recu- primaria que se les diera [...]». Era re- ñaban los rudimentos de dichas mate- perar el tiempo perdido mediante la conocido en todos los ámbitos intelec- buena aplicación del texto. No obstan- tuales por su arte literario y sobre todo te, el año y medio que transcurrió des- como personaje político destacado, pués de la proposición de Quintana «otro veterano padre del liberalismo mostró que la educación de las prince- español». El autor del Informe de 1813 sas fracasó. Los objetivos que se ha- y de numerosas intervenciones en las bían planteado en 1841 no se cumplie- Cortes era sin duda el más adecuado ron ni antes ni después de los sucesos para este cargo a pesar de su edad ya de junio de 1843. avanzada, pues en 1840 contaba con 68 El fracaso del proyecto progresista años. A petición del tutor, la coruñesa en la educación de Isabel II no fue más Espoz y Mina de 36 años había sido qu e el reflejo de la política entera del elegida con fin de impartir asignaturas, Partido en el poder. Argüelles no se como la ética, como resultado de la ex- mostró muy interesado por el cargo por celente formación que la viuda del ge- el cual le habían designado. En efecto, neral liberal Francisco Espoz y Mina, el veterano liberal había pensado en un sublevado en 1816 contra la vuelta del puesto más luciente para acabar su ca- absolutismo de Fernando VII, había re- rrera política. Sin embargo, el general cibido en su infancia. La elección de la Espartero gozó de más apoyos y el di- condesa como mujer más cerca a las in- putado asturiano tuvo que consolarse fantas y del resto del personal por parte Estampa de Isabel II, reina de con el cargo de Presidente de la Cáma- del tutor respondía a una necesidad de España, en un momento de su ra de los Diputados. Por lo tanto, el vo- estudio, obra de 1842, por Al- contaminar el Palacio de progresistas, phonse Léon Noël. to que le confirió el puesto de tutor de aniquilando así casi todas las investi- las infantas no fue más que un voto duras hechas por María Cristina a la compensatorio. El cargo representaba muerte del Rey y crea ndo un ambiente rias. El Plan proponía una profundiza- mucho para el futuro de la Nación pero propicio para educar a la futura reina. ción en ellas, el acercamiento y prácti- «Argüelles nunca pareció tomar en se- El maestro de primeras letras y no- ca de otras nuevas, necesarias a la edu- rio» su nueva función, aunque llamó a ciones elementales de aritmética y geo- cación de una soberana. A la hora de la Real primogénita «alumna de la li- grafía desde 1836, José Vicente Vento- juzgar los resultados de dicho Plan, es bertad». Consciente del atraso de las sa, fue tal vez uno de los factores más neces ario preguntarse si el texto propo- princesas, no lo colmó. La intensa rela- relevantes en la educación de las prin- nía una educación política, un conoci- ción oral y epistolar que mantuvo, du- cesas. Había elaborado un sistema úni- miento de los textos fundamentales que rante estos dos años, con la condesa de co para sus reales alumnas. Consistía regían una monarquía constitucional, si Espoz y Mina subraya la dificultad pa- su método en enseñar a las princesas la preparaba a ser la reina de la Nación ra enmendar su educación. El ayo ins- las bases en forma de juego para no liberal española. Desgraciadamente, lo tructor y el aya se mostraron más im- aburrirlas. Sin embargo, la niña de siete poco de estos principios elementales e plicados que él. Diputado y Presidente años había crecido y el tiempo que la indispensables que fue integrado en la de la Cámara, no se dedicó a la tutoría separaba del trono se reducía cada día proposición de Quintana nunca les lle- de las princesas. más. Por lo tanto, en 1841 el método ya gó a ser enseñado. Esa omisión política Al igual que el tutor, los ayos y no era adecuado para recuperar un atra- podría encontrar su origen en las orde- maestros renunciaron a llevar a cabo tal so ya inmenso. nes que el propio autor del Plan había tarea que se complicaba cada vez más. Ante las dificultades que presentaba recibido de parte de la madre justo des- Los pocos éxitos de la princesa mayor, Isabel, los tres pilares del sistema edu- pués de su marcha del país en una carta su falta de a tención, su poca aplicación 22 / ENERO 2012 CDL Historia X Abierta EL LIBERALISMO ESPAÑOL DEL SIGLO XIX y su nula preocupación por su porvenir COMELLAS GARCÍA-LLERA, José y el de España reducieron los esfuerzos Luis, Historia de España Contemporá- palatinos considerablemente. El des- nea [1988], Madrid, Rialp, 2008, 562 p. cuido de su educación anterior, los ma- DONOSO CORTÉS, Juan, Obras Comple- tas, vol.1, Madrid, Editorial Católica, los principios de su enseñanza progre- 1946, 953 p. sista, la poca voluntad de la futura so- MARIANA, Juan de y PALACIO, Eduardo berana y la limitación temporal de su de, Historia General de España, com- aprendizaje hicieron que, al llegar a su puesta, aumentada y corregida por el mayoría avanzada al 8 de noviembre de Padre Juan de Mariana, y continuada 1843, Isabel II no pudo asumir el trono hasta nuestros días por Don Eduardo de y su reinado fue el de los espadones Palacio, Madrid, Manuel Rodríguez, quienes acabaron derrocándola. 1869, 1187 p. El partido progresista perdió poco a RAMÍREZ VILLA-URRUTIA, Wences- lao, marqués de, La Reina Gobernadora poco sus apoyos sociales. En junio de Doña María Cristina de Borbón; prólo- 1842 estalló una insurrección anti-li- go del Excmo. Sr. [Álvaro Figueras y brecambista en Barcelona que iba a Torres] Conde de Romanones, Madrid, acabar con la regencia de Espartero. La Francisco Beltrán, 1925, 554 p. insurrección fue una síntesis del des- VEGA MARTÍNEZ, Juan María de la, con- contento social, de la oposición a la po- desa Espoz y Mina, Apuntes para la his- lítica del general y al librecambismo, a toria del tiempo en que ocupó los desti- la cual se añadió la disolución de las nos de aya de S. M. y A. y camarera ma- Cortes el 16 de julio de 1842 y nuevas yor de palacio, escritos inmediatamente La reina Isabel I acompaña a su después de su renuncia y revisados por nieta Isabel II al templo de la glo- elecciones el 14 de noviembre. La des- Manuel José Quintana, mandados pu- ria. Estampa del litógrafo Ramón confianza era general, el pueblo espa- blicar por José Canalejas y Méndez, Amérigo Morales sobre obra de ñol empezaba a creer que los actores de procedidos de un prólogo por Juan Pé- Vicente López Portaña, pintor de la Revolución de Septiembre lo habían rez de Guzmán y Galló, Madrid, Hijos Cámara. engañado. La brutal intervención mili- de M. G. Hernández, 1910, CLXX p., tar para sofocar la rebelión y la deci- 2h., 752 p. sión del bombardeo fueron dos medi- El ar tículo es un resumen de la tesina das juzgadas anti-constitucionales y ar- «La Educación de Isabel II (1840-1843), bitrarias, propias de una dictadura mili- Análisis de un fracaso del Trienio Es- parterista». tar. No tardaron los primeros pronun- J. DONOSO CORTÉS, Obras Completas, ciamientos contra el Regente, tachado vol.1, Madrid, Editorial Católica, 1946, de «enemigo del pueblo». Apoyado por 953p., «La tutela de Isabel II», p. 695. unos batallones, el general Juan Prim y W. RAMÍREZ DE VILLA-URRUTIA, Prats se sublevó el 10 de junio de 1843 marqués de, La Reina Gobernadora Do- en Reus a grito de «¡Abajo la Regencia ña María Cristina de Borbón; prólogo de Espartero!». En poco tiempo, las su- del Excmo. Sr. [Álvaro Figueras y To- blevaciones pasaron a Andalucía, Gali- rres] Conde de Romanones, Madrid, cia y Cataluña. Las últimas tentativas Francisco beltrán, 1925, 554 p., p. 523. J. M. DE LA VEGA MARTÍNEZ, condesa esparteristas de sofocar esas insurrec- de Espoz y Mina, Apuntes para la histo- ciones fueron contrarrestadas por el re- ria del tiempo en que ocupó los destinos cién desembarcado en Valencia Ramón de aya de S. M. y A. y camarera mayor María Narváez, quien puso fin al Trie- de palacio, escritos inmediatamente nio Esparterista. Baldomero Espartero después de su renuncia y revisados por se exilió rumbo a Inglaterra desde el Manuel José Quintana, mandados pu- Puerto de Santa María el 30 de junio de blicar por José Canalejas y Méndez, 1843 en el vapor «Betis» y los modera- procedidos de un prólogo por Juan Pé- dos volvieron al poder. rez de Guzmán y Galló, Madrid, Hijos de M. G. Hernández, 1910, CLXX p., 2h., 752 p., p. 549. J. L. COMELLAS, Historia de España BIBLIOGRAFÍA Contemporánea [1988], Madrid, Rialp, 2008, 562 p., p. 67. BURDIEL DE LAS HERAS, Isabel, Isabel I. BURDIEL DE LAS HERAS, Isabel II, II, no se puede reinar inocentemente, una biografía (1830-1904), Madridm Madrid, Espasa Calpe, 2004, 439 p. Taurus, 2010, 943 p., p. 87. BURDIEL DE LAS HERAS, Isabel, Isabel J. L. COMELLAS, Isabel II: una reina y un Isabel II con la Constitución de II, u na biografía (1830-1904), Madridm reinado [1999], Barcelona, Ariel, 2002, 1812 entre sus manos; estampa Taurus, 2010, 943 p. 386 p., p. 67 litográfica por Pedro Augusto COMELLAS GARCÍA-LLERA, José J. L. COMELLAS, Historia de España Gugliemi, litografiada por A. H. Luis, Isabel II: una reina y un reinado Contemporánea [1988], Madr id, Rialp, de Arenas. [1999], Barcelona, Ariel, 2002, 386 p. 2008, 562 p. Historia XI Abierta CDL ENERO 2012 / 23 EL LIBERALISMO ESPAÑOL DEL SIGLO XIX VÍNCULOS CULTURALES ENTRE LA AMÉRICA PRECOLOMBINA Y ESCANDINAVIA: NUEVAS PERSPECTIVAS

Por Pär Sehlström Universidad de Göteborg

Existen evidencias sobre correlacio- Thorraldsson (Eric el Rojo) exploró por no haber incorporado lo des-cu- nes entre las culturas amerindias preco- Groenlandia; que en el año mil su hijo bierto al acervo cultural del mundo co- lombinas y las culturas escandinavas. Leif Eriksson desembarcó en Markland nocido, por no haber producido un in- Estas semejanzas podrían derivarse de (Terranova), Helluland (Labrador) y tercambio significativo de préstamos los conocidos viajes que los vikingos Vinland (Nueva Escocia); y que en el culturales y por no haber dejado sufi- realizaron en sus drakkares a América,i 1010, Thorfinn Karlsefni trató de colo- cientes vestigios en el territorio explo- previamente a la llegada de Cristóbal nizar Vinlandia. rado. Colón a aquel continente. Efectiva- Todas estas expediciones no alcan- Sin embargo cada día son mas evi- mente, consta que en el año 986 Erik zaron la categoría de «descubrimiento» dentes las huellas que los vikingos de- jaron en América demostrándose que este pueblo no se limitó a incursionar sobre el nuevo territorio que hallaron, sino que su presencia allí habría tenido un carácter mucho más fecundo y dura- dero de lo que hasta ahora se suponía, no circunscribiéndose su acción tan so- lo a los espacios nórdicos del continen- te americano. Nuestros estudios lin- güísticos nos permiten afianzar estas hipótesis y demostrar, además, que la participación escandinava tampoco quedaría restringida solo a los vikingos sino que otros grupos escandinavos, los lapones, participaron también de aque- llas expediciones produciendo muchos y significativos intercambios cultura- les. 2 Un buen ejemplo es el norrés, una modalidad lingüística vikinga que tiene claros exponentes en el idioma guaraní. Así lo demuestra el topónimo identifi- Recreación de un drakkar vikingo. cado por los Jesuitas como storting. «Ting» era para los vikingos un tipo de 24 / ENERO 2012 CDL Historia XII Abierta EL LIBERALISMO ESPAÑOL DEL SIGLO XIX protoparlamento mientras que «stor» significaba grande. Quería decir «Par- lamento Grande», una institución que encajaba plenamente con la cultura guaraní, cuya focalidad se asentaba en la capacidad de la jefatura para parla- mentar, es decir, en la oratoria como forma de captar convocatoria política.3 Esta evidencia nos permite fundamen- tar que las expediciones vikingas se desplazaron hacia el Sur y exploraron la cuenca del Plata y las regiones sub- amazónicas pobladas por guaraníes . Desde aquellas regiones boscosas las expediciones escandinavas se aden- trarían en el continente para entablar contactos con las culturas andinas. Así lo evidencian los cementerios de Para- cas, en la costa del Pacífico, donde ya- Mapa de los supuestos viajes vikingos a Groelandia y el norte de Amé- cen 300 momias rubias de raza aria que rica. se atribuyen a la extinta tribu vikinga de los Guyakí. No es por tanto extraño encontrar vocablos parecidos en las significa «tierra»6. Ambos términos se cia o bien ser producto de un préstamo 7 lenguas andinas y escandinavas para usaron simultáneamente por ambas léxico previo a la llegada de Colón. designar ideas muy semejantes. Veá- culturas en época precolombina, lo que Nuevas semejanzas y coincidencias mos unos ejemplos. pudo deberse a una simple coinciden- encontramos en la designación de un Las acllacuna o aclla y las akkorna son términos asociados todos ellos a la religiosidad femenina. En el imperio inca las acllacuna y las aclla eran jóve- nes seleccionadas y recogidas en con- ventos para desempeñar funciones ce- remoniales asociadas a quehaceres fe- meninos, como el hilado suntuario y la culinaria ritual.4 Por su parte las akkor- na eran para los lapones una especie de divinidades femeninas asociadas a la fertilidad (Sarakka y Uksakka) o a la caza y al mantenimiento de la cabaña familiar (Påsissioakka). Otro ejemplo serían los ceques y los sejte: Los ceques incaicos eran cuatro líneas imaginarias que señalaban la di- visión cuatripartita del Tawantinsuyo y que conectaban el Coricancha (templo del Sol en Cuzco) con determinadas huacas o lugares de culto insertos en la naturaleza (cerros por ejemplo). Por su parte los sejte lapones eran adoratorios o lugares de culto que se inscribían igualmente en lugares estratégicos del paisaje. Habitualmente eran piedras o rocas de forma irregular o bien monta- ñas a las que los cazadores, pescadores o propietarios de renos entregaban ofrendas para que les fueran propicias sus actividades. Llama igualmente nuestra atención la similitud de los términos marka y mark. Marka es una palabra quechua que quiere decir «tierra cultivada», 5 mientras que mark en la lengua sueca Historia XIII Abierta CDL ENERO 2012 / 25 EL LIBERALISMO ESPAÑOL DEL SIGLO XIX

términos y conceptos. Que se derivaran de una misma tribu original o bien que fueran producto de contactos e inter- cambios con grupos advenedizos. La primera opción no resulta plausi- ble si consideramos el hecho de que las lenguas experimentan muchos y pro- fundos cambios a lo largo del tiempo. Si las palabras aquí analizadas hubie- ran sido exclusivamente un legado lin- güístico de las primeras oleadas migra- torias que se instalaron en el continente americano, probablemente habrían evolucionado hasta adquirir formas muy diferentes de su versión original. Por eso lo mas razonable es suponer que las similitudes tengan su origen en intercambios culturales posteriores, lo que a su vez, significaría que los con- tactos entre las culturas del hemisferio Recreación de un guerrero vikin- La posibilidad de una llegada de norte, es decir, las regiones de Laponia, go. los escandinavos al Nuevo Mun- Rusia y Siberia y las culturas amerin- do, anterior a la de Cristóbal Co- lón, ha impulsado los estudios dias preexistentes fueron más intensos atender y anotar. O bien del anglosajón, como los del libro de Erik Walhl- de lo que hasta ahora se había pensado. mearcian que significa señalar con una gren. Por otro lado cabe preguntarse si no habrían sido los vikingos los inspirado- en el sentido terriotorial fronterizo. res del mito azteca del dios Quetzalcó- COROMINAS, Joan: Breve Diccionario Etimológico de la lengua castellana, Ma- alimento de consumo cotidiano en los atl, el cual iba a volver vestido con plu- drid, 1987, pág. 381. Andes, el ch´arki, palabra de origen mas a lomos de un animal nunca visto. 7 Corominas, desde otro enfoque, sostie- quechua que se refiere a la carne salada No hay que olvidar que los vikingos te- ne que la palabra ya existía en el vocabula- y expuesta a la acción al sol. En sueco nían barba, o sea, plumas, y podrían ha- rio celta con el significado de »´terreno la palabra charkuteri significa «charcu- berles comunicado a los aztecas la idea abandonado». COROMINAS, Joan y tería» y está asociada, como en caste- del caballo, animal con el que ellos J.A.Pascual: Diccionario crítico etimológi- llano, al embutido de carne. Sin embar- mismos estaban muy familiarizados. co castellano e hispánico, Madrid, 1980, go, el origen de este vocablo no es cas- Vol. 3, pág. 3 44. En tal caso podría tratarse de una herencia de los contactos que su- tellano ni tampoco sueco, sino que- NOTAS chua.8 De admitirse este supuesto, la puestamente se dieron entre los monjes cel- tas irlandeses cuando cruzaron el Atlántico palabra ya existía antes de la conquista 1 Drakkar viene de una palabra norrés durante el surgimiento del imperio de Teo- española lo que nuevamente podría tra- que significaba «dragón», significado que tihuacan, estableciendo vínculos con aque- tarse de una similitud casual o bien de- hoy día tiene la palabra sueca «drake». El lla cultura mesoamericana. rivar de un préstamo lingüístico previo noruego Thor Heyerdahl mostró que ya los 8 Garcilaso el Inca dice en su crónica que 9 a 1492. egipcios de la época de los faraones dispo- es una especie de carne /.../ de la cual hazí- Finalmente citaremos los términos nían de suficientes conocimientos técnicos an tasajos que llaman charqui. GARCILA- para cruzar el Atlántico. SO DE LA VEGA, Inca: Comentario Rea- huasi y hus como posibles evidencias 2 de intercambios lingüísticos previos a Hoy día hay cerca 35.000 lapones en les, VI, cap. V. Parece haber unanimidad en aquella fecha. La palabra quechua hua- Noruega, unos 20.000 en Suecia, y otros favor del origen amerindio del término. 10 5.000 en Finlandia y Rusia. Friederici, Am. Wb., 166-7; Lenz, Dicc., si significa «casa», exactamente el 3 Curiosamente el parlamento noruego 261-3; Lizondo, 135-7. mismo significado que tiene el término 9 11 se llama Stortinget. Para Corominas el término puede aso- sueco hus. 4 Se trataba de vírgenes (yurac aclla y ciarse a las formas verbales árabes sáraq, Resulta difícil admitir que tantas si- vayru aclla ) o bien de mujeres destinadas a que significa »hender o cortar» y sárraq militudes lingüísticas, religiosas y sim- ser esposas o concubinas de los nobles ( pa- que significa «exponer al sol para que se se- bólicas entre las culturas escandinavas co aclla y yana aclla,). que la carne cortada en lonjas». COROMI- 5 y las amerindias precolombinas sean Según el Inca Garcilaso marca en la NAS, op.cit. 1980, Vol. 3, pg. 342. 10 casuales. Tanto el significado como la lengua de aquellas provincias quiere dezir El incahuasi era la casa del inca y el pronunciación de términos fundamen- pueblo. Garcilaso de la Vega, Inca: Comen- acllahuasi la casa de las acllas o vírgenes tales son tan parecidos que puede des- tarios, V, cap. XXVII, en: ALVAR EZ- del sol Garcilaso el Inca llama acclahuasi a cartarse la idea, sostenida por algunos QUERRA, Manuel: Vocabulario de indige- la «casa de recogidas donde vivían las vír- nismos en las Crónicas de las Indias, Ma- genes dedicadas al dios del sol». Garcilaso investigadores, de que dichas semejan- drid, 1997, pág. 252. de la Vega, Inca, op. cit. IV, cap.1, en: AL- zas respondan a la presencia de condi- 6 Según Corominas, el término latino VAR EZQUERRA, op. cit. , pág.6. ciones medioambientales o culturales »marcare» (señalar una persona o cosa) 11 Compárese esta forma con aquellas parecidas. Por consiguiente, cabrían proviene de un vocablo langobardo, mar- otras anglosajonas del inglés ( »house») o dos explicaciones a estas similitudes de kan, y de uno alemán, merken, significando del alemán («Haus»). 26 / ENERO 2012 CDL Historia XIV Abierta LLIIBBRROOSS

Antonio Manuel Moral Roncal y Ricardo Colmenero Martínez Revolución y Contrarrevolución: el siglo XIX español en el cine Universidad de Alcalá, 2011

Realizar un recorrido por aquellas películas que trataron de recrear -dentro del género del cine histórico- el siglo XIX espa- ñol conlleva, inevitablemente, llevar de la mano al siglo XX y el primer decenio del siglo XXI. Así, el libro realiza un sano ejercicio intelectual, el cual no sólo recorre de una manera sin- gular la historia de la Edad Contemporánea sino que reivindica el medio cinematográfico como una fuente para el estudio de la vida española en el marco cronológico citado. La literatura es- pañola del siglo XIX también se hace presente, ya que la obra de los escritores de esa convulsa época ha sido visitada en mu- chas ocasiones por empresarios y guionistas a la hora de dise- ñar aventuras cinematográficas. Como señaló hace años el his- toriador Marc Ferró, las películas ofrecen una respuesta narra- tiva a la sociedad y, como apuntilló Robert Rosenstone, las mejores de ellas ofrecen una refutación del pasado. Y no nece- sariamente sus directores y guionistas pertenecen al llamado cine independiente, sino también pueden integrarse perfecta- mente en el grupo comercial o tradicional. No debe olvidarse que el medio cinematográfico no es neutro –al igual que otras fuentes históricas- y un tema no puede ser trasladado desde la página a la pantalla sin que se produzcan alteraciones signifi- cativas. Pero cambiar desde lo oral a lo escrito y a la pantalla, añadir imágenes, sonido, color, movimiento y acción, supone alterar la forma en que vemos, observamos, percibimos y pen- samos el pasado del ser humano. El cine histórico es un des- afío, una provocación y una paradoja porque aparentemente una versión literal del mundo nunca puede ser expresada litera- riamente, pero este género ha creado sugerentes imágenes, in- teresantes secuencias y hábiles metáforas, cuyo objetivo, en gran medida, ha sido comentar y desafiar las narrativas históri- cas tradicionales. El primer capítulo del presente volumen analiza las imágenes cinematográficas de la Guerra de la Independencia cuya ima- gen y recuerdo marcarían las siguientes generaciones. A continuación, se repasa la visión que el cine ha realizado sobre las guerras carlistas, definitivamente cardinales en esta centuria, pues supusieron la victoria en los campos de batalla del proyec- to liberal, pero que el enfrentamiento cainita de 1936 ha relegado a un segundo plano como demuestra su casi olvido colecti- vo. Precisamente, la dificultosa construcci ón de un Estado liberal y su lucha con los valores del Antiguo Régimen fueron re- cogidos en algunas películas sobre el reinado isabelino y la Restauración borbónica, épocas que se estudian en los capítulos siguientes. La revolución liberal y la fundación de nuevas naciones fueron acontecimientos que tuvieron éxito entre los espa- ñoles de las Américas, definitivamente desligados de la Madre Patria durante ese siglo. Momentos históricos a los que se en- frentaron, de manera muy singular y diferente, las cinematografías de ambos hemisferios en el siglo siguiente, como se apre- cia en su correspondiente sección. Finalmente, este estudio ofrece una reflexión y una apuesta pedagógica en el último capítu- lo sobre la utilización del cine como recurso didáctico en el aula. De ahí, también, el catálogo temático de películas ambienta- das en la época objeto de estudio que, junto a la bibliografía, servirá de utilidad a público interesado, estudiantes, investigado- res y docentes de todos los niveles del sistema educativo.

JAVIER PAREDES ALONSO

Historia XV Abierta CDL ENERO 2012 / 27 LLIIBBRROOSS

El precio de la exclusión. La política durante la Segunda República Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villa García Ediciones Encuentro, 2010

Fernando del Rey (dir.) Palabras como puños. La intransigencia política en la Segunda República Española Editorial Tecnos, 2011

¿Fue la Segunda República esa experiencia modernizadora y democrática que a menudo se presenta? ¿Qué papel desempeñaron la violencia y la intran- sigencia política en su trayectoria? ¿Qué supuso la crisis del turnismo político y el fin de la aceptación del adversario de la época canovista a partir de 1931? Entre la más reciente bibliografía sobre el régimen republicano de los años treinta destacan estos dos libros, frutos de una renovadora visión sobre diver- sos aspectos de la cultura política de aquella tensa década. En El precio de la exclusión sus autores analizan las diversas concepciones que sobre la demo- cracia proyectaron los fundadores del régimen y que no encontraron una acep- tación unánime ni a derecha ni a izquierda; indagan sobre las causas de la vic- toria de una política de exclusión del adversario político en la construcción y definición del sistema que, a la larga, supuso la derrota de los sectores más mo- derados y centristas frente a la victoria de los extremismos excluyentes. Du- rante los primeros años, se trató de excluir a las masas católicas y conservado- ras que actuaron de manera diversa y no unilateral como hasta ahora se han presentado en los libros que analizan el periodo, y que los autores exponen de- talladamente. ¿Qué efectos tuvo el acceso al voto de las mujeres? ¿Hubo una verdadera separación de poderes¿ ¿Qué papel jugaron las diferentes facciones políticas en la destrucción de la convivencia política? En este sentido, el libro ofrece una interpretación global de la relación de partidos, elecciones, movili- zación y violencia sumamente interesante y recomendable. En la misma línea de análisis de los mecanismos de convivencia política, los autores de Palabra como puños analizan el papel que desempeñó la violencia en las diversas culturas políticas (republicanos de izquierda, socialistas, comunistas, derechistas, monárquicos, anarquistas, nacionalistas periféricos, falangistas). La radicalización y los debates que se engendraron en el periodo de entregue- rras también se vislumbraron en España al socaire de los nuevos discursos y prácticas políticas. Este estudio –obra de ocho historiadores de diversas uni- versidades públicas- analiza las culturas políticas de los actores del periodo, y se pregunta si hubo correspondencia entre cómo se comportaron y el modo en que les percibieron sus adversarios. De esta manera, se pone énfasis tanto en estudiar la expresión verbal como en analizar la práctica política, especialmen- te la de aquellos actores que o bien se opusieron de manera frontal y desde el principio a la democracia republicana, o bien aquellos otros que sostuvieron estrategias de calculada semilealtad al régimen, en medio de graves desen- cuentros y rupturas.

ANTONIO MANUEL MORAL RONCAL

28 / ENERO 2012 CDL Historia XVI Abierta