Dramaturgos En El Cine Español
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ÍNDICE I. INTRODUCCIÓN p. 5 II. LOS GUIONISTAS: VÍAS DE ACCESO A LA PROFESIÓN p. 18 III. LA APORTACIÓN DEL COLECTIVO TEATRAL: UNA VALORACIÓN GLOBAL p. 35 IV. CATÁLOGO DE AUTORES TEATRALES QUE COLABORARON EN EL CINE COMO GUIONISTAS IV.1. La otra Generación del 27 p. 44 IV.1.1. Miguel Mihura p. 48 IV.1.2. Antonio de Lara «Tono» p. 59 IV.1.3. Edgar Neville p. 65 IV.1.4. José López Rubio p. 85 - 1 - IV.1.5. Enrique Jardiel Poncela p. 91 IV.2. Los autores de la disidencia p. 96 IV.2.1. Alfonso Sastre p. 97 IV.2.2. Antonio Buero Vallejo p. 117 IV.2.3. Otros autores p. 121 IV.3. El teatro de los vencedores p. 136 IV.3.1. José Mª Pemán p. 138 IV.3.2. Joaquín Calvo Sotelo p. 149 IV.3.3. Juan Ignacio Luca de Tena p. 151 IV.4. Dramaturgos populares p. 157 IV.4.1. Adolfo Torrado p. 159 IV.4.2. Luis Tejedor p. 168 IV.4.3. Alfonso Paso p. 171 IV.4.4. Juan José Alonso Millán p. 185 IV.4.5. Santiago Moncada p. 192 IV.5. Otros autores p. 197 IV.5.1. Jaime Salom p. 197 IV.5.2. Jaime de Armiñán p. 202 IV.5.3. Víctor Ruiz Iriarte p. 211 IV.5.4. Hermógenes Sainz p. 217 IV.5.5. Noel Clarasó p. 218 IV.5.6. Luis Escobar p. 229 IV.5.7. José Suárez Carreño p. 231 IV.5.8. Jaime García Herranz p. 238 - 2 - IV.5.9. Natividad Zaro p. 245 IV.5.10. Faustino González-Aller p. 248 IV.5.11. Antonio Guzmán Merino p. 251 IV.5.12. Jesús Vasallo p. 255 IV.5.13. Pedro Mario Herrero p. 258 IV.5.14. Eloy Herrera p. 262 IV.5.15. José Mª Zabalza p. 263 IV.5.16. Francisco Prada p. 266 IV.5.17. Manuel Ruiz-Castillo p. 270 IV.6. Dramaturgos y guionistas ocasionales p. 272 IV.6.1. Luis Delgado Benavente p. 272 IV.6.2. Rafael Duyós p. 274 IV.6.3. Álvaro de la Iglesia p. 275 IV.6.4. José Luis Navarro Bassó p. 276 IV.6.5. Manuel Pilares p. 278 IV.6.6. Vicente Soriano de Andía p. 281 IV.6.7. Emilio Romero p. 282 IV.6.8. Adolfo Marsillach p. 284 IV.6.9. Luis Fernández Ardavín p. 286 IV.6.10. José Mª Palacio Acebes p. 288 IV.6.11. Antonio Quintero Ramírez p. 290 IV.6.12. Antoni Ribas p. 292 IV.6.13. José Luis Sáenz de Heredia p. 293 IV.6.14. Rafael Sánchez Campoy p. 294 IV.6.15. Mariano Ozores p. 295 IV.6.16. Agustín de Foxá p. 296 IV.6.17. Julio Coll p. 296 - 3 - IV.6.18. Gonzalo P. Delgrás p. 297 IV.6.19. Vicente Escrivá p. 297 IV.6.20. Eduardo Manzanos p. 297 V. CONCLUSIONES p. 299 VI. BIBLIOGRAFÍA p. 302 - 4 - I. INTRODUCCIÓN ¿Qué han aportado los dramaturgos al cine español? Esta pregunta nos la hemos planteado en reiteradas ocasiones quienes, desde diferentes perspectivas, estudiamos las relaciones entre el teatro y el cine en España. La respuesta es compleja y abarca todos los aspectos de dichas relaciones. No obstante, las investigaciones se han decantado por el tema de las adaptaciones cinematográficas de textos teatrales. Contamos con un catálogo de las mismas que gracias a las ventajas de la edición digital podemos completar (MONCHO AGUIRRE, 2001). O corregir, mediante trabajos como el presente, los inevitables errores en una tarea a veces rocambolesca. También se han publicado excelentes estudios sobre las técnicas de la adaptación (SÁNCHEZ NORIEGA, 2000), análisis de las correspondencias y diferencias entre ambos lenguajes como el realizado por José Mª Paz Gago (1999), que llega a replantearse el término «adaptación», y un largo etcétera que revela el interés que despierta el tema de las relaciones entre un cine y un teatro que, lo queramos o no, van a menudo juntos en un siglo XX tan reacio a los compartimentos estancos. También, debemos reconocerlo, hay artículos dedicados a una comparación ingenua e innecesaria o desafortunados libros cuyos títulos inducen al engaño y muestran una preocupante falta de rigor (GÓMEZ, 2000). En una anterior investigación abordé un aspecto poco estudiado: el teatro como tema en el cine español (RÍOS CARRATALÁ, 2000a). Ya entonces, al repasar y contrastar fichas, catálogos, títulos..., comprobé la existencia de un significativo número de autores teatrales que habían trabajado como guionistas en largometrajes. Cuando se trataba de adaptaciones cinematográficas de sus propios textos era una circunstancia previsible, aunque su presencia nunca fuera necesaria en un proceso de adaptación a menudo realizado al margen del autor de la obra original. Mi - 5 - relativa sorpresa se relacionaba más bien con la labor como guionistas de unos autores que, fundamentalmente, eran conocidos por sus obras teatrales. Sorpresa, sobre todo, porque dicha faceta ha sido olvidada o ignorada por los investigadores que se han ocupado de estos dramaturgos. Y hasta por ellos mismos, casi siempre reacios a dar cuenta de este trabajo. El interés de los autores teatrales por el cine en España se remonta a los primeros tiempos del mismo. No cabe aquí resumir un tema abordado en monografías que dan cuenta de una relación que marcó un antes y un después en la historia de nuestro teatro. Pero, además de las múltiples cuestiones ya planteadas, considero necesario estudiar un aspecto prácticamente olvidado: la presencia en el cine de autores teatrales que trabajaron como guionistas. A pesar de la existencia de antecedentes —algunos notables (Arniches, Benavente...)— en la etapa anterior a 1936, estos casos son aislados, esporádicos y de problemático análisis. Desde la pérdida de buena parte de la filmografía hasta cuestiones teóricas como la peculiaridad de la figura del guionista en el cine de dicho período, encontramos numerosas circunstancias que dificultan nuestra tarea. No se modifica radicalmente esta situación a partir de 1939, pero su relativa mejoría permite afrontar con un mínimo de garantías el trabajo de investigación. Hemos preferido, por lo tanto, considerar las fechas del período franquista (1939-1975) como las coordenadas temporales del presente estudio. El cine realizado durante aquellos años se integra en una larga etapa relativamente homogénea en los aspectos fundamentales. Se dan también las lógicas variantes, fruto en parte de la evolución de un sistema político que, sin renunciar a su raíz autoritaria que le llevaba a controlar férreamente el cine, se fue adaptando a los cambios históricos y económicos. La presencia abrumadora del poder político en todo lo relacionado con la actividad cinematográfica propicia un corpus legislativo y normativo que, aparte del objetivo de control, impone un orden que facilita la tarea del historiador. Por otra parte, la burocracia administrativa propia de una manifestación tan controlada genera numerosos documentos que permiten - 6 - reconstruir los pasos de una cinematografía siempre pendiente de autorizaciones, subvenciones, calificaciones... En este marco histórico donde, aparentemente, nada queda fuera del control del poder político y legislativo, las distintas actividades profesionales relacionadas con el cine son reguladas. La realidad a menudo dista bastante de tan minuciosa normativa, poco acorde con la picaresca y la improvisación que como en otros ámbitos se hicieron presentes en el cinematográfico. Pero, a pesar de una larga serie de problemas, los guionistas alcanzan un status profesional favorecido, en parte, por la importancia que cobra el guión como elemento clave en el proceso de control de las películas. Un status precario, compatible con un forzoso pluriempleo para asegurar la supervivencia y sujeto a una escasa consideración o respeto, incluso dentro del ambiente cinematográfico. Así lo reflejó Fernando Fernán Gómez en su novela El vendedor de naranjas (1956). Esteve Riambau y Casimiro Torreiro (1998) han analizado esta precaria profesionalización en la que participaron sujetos procedentes de diferentes colectivos, casi todos relacionados con la creación literaria y el periodismo. Aunque la lógica y la historia del cine español no suelen ir hermanadas, los autores teatrales no podían ser una excepción, máxime si comprobamos hasta qué punto el cine también fue deudor del teatro en otros aspectos (actores, argumentos, géneros...). Gracias al catálogo de los citados investigadores y la tesis doctoral de Juan de Mata Moncho Aguirre, sabemos que durante el período seleccionado varias decenas de autores teatrales se convirtieron en guionistas de largometrajes basados en sus propias obras o ajenos a las mismas. Nuestra tarea, pues, será completar esta fase de documentación y acumulación de datos –siempre útiles para evitar las habituales vaguedades- y valorar críticamente una actividad que no debe ser considerada como anecdótica o irrelevante. Si autores tan distintos y significativos como Alfonso Sastre y Alfonso Paso, por ejemplo, trabajaron como guionistas, sería lógico pensar que esta faceta ha quedado reflejada en los estudios sobre sus trayectorias. Nada más lejos de la realidad. La amplia bibliografía crítica sobre el primero - 7 - parece ignorarla. Aunque limitada en el tiempo y de resultados discretos, no debe ser considerada al margen de la trayectoria creativa de quien ha abarcado distintos géneros, a pesar de ser conocido fundamentalmente por su obra teatral. Sus guiones escritos en los años cincuenta y sesenta constituyen una aportación menor en comparación con su producción literaria. Pero esta circunstancia siempre discutible no debe llevarnos al menosprecio o la ignorancia, al menos si concebimos la historia del teatro desde una perspectiva global y no jerarquizada por géneros u orientaciones creativas. Alfonso Paso, por su parte, cuenta con una escasa bibliografía crítica dado el poco interés que su prolífica obra ha despertado en el ámbito académico. Pero, ni siquiera en los trabajos de quienes le reivindicaron (MARQUERÍE, 1960; MATHÍAS, 1971), se menciona su faceta como guionista, también prolífico, y hasta lamentable director de películas dignas del olvido.