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INSTITUTO DE INVESTIGACIONES DR. JOSÉ MARÍA LUIS MORA “‘La calle era nuestra’. Transformaciones, diversiones y experiencias de los niños de clase media en el Distrito Federal, 1928-1940” T E S I S QUE PARA OBTENER EL GRADO DE MAESTRA EN HISTORIA MODERNA Y CONTEMPORÁNEA P R E S E N T A: DANIELA LECHUGA HERREO Asesor: Dra. María Eugenia Chaoul Pereyra Ciudad de México Julio de 2020. Esta Investigación fue realizada gracias al apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología A mi madre y a Fernando A Matilde y a Mauricio II AGRADECIMIENTOS Este trabajo no hubiera sido posible sin el apoyo económico que el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología me brindó durante dos años para que pudiera dedicarme exclusivamente a él. Tampoco sería lo que es hoy sin el respaldo del Instituto Mora, donde encontré maestros y compañeros que acompañaron esta tesis desde que fue proyecto hasta ahora. Esta tesis no estaría aquí si no fuera por el testimonio de los ocho entrevistados con quienes pasé horas enriquecedoras. Les estaré siempre agradecida por haberme abierto la ventana hacia el Distrito Federal a inicios del siglo XX, por haberme ayudado a entender que para ustedes no existía el miedo a circular por las calles y que pase lo que pase, hay que concentrarse en la mejor perspectiva de las cosas. Mientras escribía este texto, Mauricio Chaoul y Matilde Pereyra, mis primeros entrevistados, viajaron hacia las estrellas. Por ello, les dedico esta tesis, porque quiero decirles que su existencia será recordada y que, en su memoria, como en la de los otros entrevistados, está la semilla que nos permite no sólo a los historiadores, sino a la humanidad, conocer el piso en el que estamos, saber quiénes somos y a dónde vamos. El acompañamiento de la Dra. María Eugenia Chaoul fue fundamental para que esta investigación llegara a buen fin. Sin su conocimiento, sensibilidad y paciencia no hubiera podido echar los castillos de este texto, tampoco hubiera podido hacer los acabados. Su lectura atenta me transformó como profesional y me ayudó a encontrar mi propia voz como historiadora. Nunca olvidaré todas las enseñanzas de esas largas horas en las que revisamos párrafo por párrafo de este trabajo. Entre estas páginas también está ella. Igualmente, le agradezco a los lectores de este trabajo, el Dr. Mario Barbosa y el Dr. Alberto del Castillo, por haber invertido tantas horas de su tiempo en leer los capítulos de esta investigación. Sin su mirada, habría muchos más espacios vacíos y cabos sueltos. Les agradezco por no haber escatimado en recomendaciones y observaciones que me ayudaron consolidar este trabajo. III Le doy las gracias al Instituto Mora porque aquí aprendí a ser historiadora. Mis maestros, con su convicción y pasión, me mostraron nuevas preguntas y visiones de la historiografía. También me enseñaron a fundamentar mis argumentos y a escribir. Estaré en deuda eterna con mis profesores y compañeros, quienes, con tanta tolerancia, escucharon y fueron parte de mis reflexiones en voz alta con respecto a los niños. Mis primeras preguntas con relación a la historia de la infancia surgieron en el Seminario de Historia de la Infancia y Adolescencia dirigido por la Dra. Susana Sosenski y la Dra. Beatriz Alcubierre. En particular, le agradezco a la Dra. Sosenski por haberme facilitado lecturas y también preguntas que me permitieron realizar el proyecto original. Además, en las sesiones del seminario, pude conocer otras investigaciones que alentaron nuevas inquietudes, como la de la Dra. Elena Jackson Albarrán, quien siempre mostró apertura e interés por mi trabajo. Por otra parte, mi estancia en la Universidad de Montevideo, Uruguay, me permitió comenzar a ordenar las piezas del rompecabezas de este trabajo. Por ello, mi gratitud va hasta tierras de vientos pamperos y a la Dra. Laura Osta que me abrió las puertas, me recibió en su país y me convidó de los mejores asados. Asimismo, le agradezco por haberme introducido con la Dra. Silvana Espiga, quien me enseñó las joyas que guardan en la escuela normal, me ayudó elaborando nuevas preguntas y me presentó los mejores helados de Montevideo. También por haberme acercado a la Dra. Isabella Cosse, quien, con pocas horas, me ayudó a realizar muchas “vueltas de tuerca” y que ahora lo sigue haciendo a pesar de la distancia a través de sus textos. Por último, también tuve la oportunidad de conocer a dos de las promesas más importantes de la historia de la infancia uruguaya, Facundo Álvarez y María Noel Scognamiglio, a quienes ahora considero amigos entrañables. Mis colegas y amigos de generación también fueron parte fundamental de este trabajo, porque me ayudaron a encontrar la cordura y a liberar la tensión en los momentos de mayor estrés. Espero recordar cada momento junto a ustedes: las discusiones en clase, los bailes, los abrazos y las pérdidas que compartimos. Nunca dejaré de agradecer a mis maestros de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, quienes me iniciaron como historiadora y acompañaron mis IV primeros pasos. A pesar de que han pasado ya muchos años, siempre he contado con su apoyo. Así que gracias a Isabel Avella, Karina Kloster, Gibrán Bautista y Lugo, Daniela Pastor, César Valdez y Ana Buriano, quien también comenzó su viaje a las estrellas mientras estudiaba la maestría. Eli, Gaby y Vicky gracias por ser parte de este viaje en todos los aspectos. Sin ti, Eli, compañera de generación y amiga de años atrás, no conocería lo que es la entereza y la verdadera vocación de ser historiadora. Sin ti, Gabriela, no hubiera podido llegar muchas veces a la escuela. Nunca voy a cansarme de agradecerte las mil veces que me has rescatado de las fauces de los monstruos. Sin ti, Vicky, mi compañera de danzas y de luchas, no hubiera tenido refugio para seguir haciendo lo que me gusta. A Eli, Gabriela y Vicky les agradezco también por dejarme ser parte de la vida de Daph, León, Fiona, Iagger, Taco y Saimon. No hubiera llegado a este punto de mi desarrollo profesional de no haber sido por mis abuelos y mis tías, especialmente Laura. Les agradezco porque a pesar de mis locuras, de mis bailes a deshoras, de mis neurosis y mis ausencias, siempre han confiado en mí. Les agradezco también porque mi infancia hubiera sido otra sin esos cuidados colectivos que se generaron en la familia. Además, quiero agradecerle a Laura, mi hermana, por estar siempre ahí y por haber traído a este mundo al niño más bonito del mundo. Gracias por Cocón y por el bebé que viene en camino, porque vivieron a completar mi equipo de hermosos sobrinos. Igualmente, mis primeros sobrinos: Diego y Nicolás, junto con mi hermana Carmela, están presentes en mi corazón en cada paso que doy en la vida. A mi padre, ahora amigo, quiero agradecerle por las intensas conversaciones históricas y porque me ha ayudado a entender que esta pasión que siento por la historia es un mal viejo que ya traemos en la familia. A partir de nuestras pláticas, todo ha ido cobrado sentido para mí. El mayor reconocimiento de todo este proceso es para mi madre, porque es quien me ha compartido su pasión por la infancia, con quien he discutido interminablemente acerca de los niños. Ella me ha ayudado a descubrir que, en los “pibes” (como les llaman en el sur del continente), en su desarrollo y en su futuro, V está la verdadera respuesta a nuestra realidad que a veces parece triste. Desde lo más íntimo, también quiero agradecerle porque sin sus cuidados materiales y emocionales yo no estaría en este mundo ni sería quien soy. Las palabras de este texto no hubieran encontrado su rumbo si no fuera por la interlocución incansable de Fernando. Sin eso que construimos a lo largo de la maestría, que trascendió aulas y también fronteras, ni lo académico ni lo íntimo me llenarían de tanta felicidad. En cierta medida, mis niños y tus costureras trazaron un camino en común porque siempre estuvimos preocupados por lo mismo: reivindicar a través de la historia a muchas personas que, como ellos, habían sido también protagonistas de su tiempo y que no se habían merecido el reconocimiento pertinente. Así que gracias por los libros y los cariños. Sin Teo y sin Luna mis días no tendrían ningún sentido. Su compañía cálida y leal, desde muchos años ya, han llenado mi vida de alegría. Gracias, angelitos queridos. VI ÍNDICE Introducción ............................................................................................................ 1 El sueño de un “hombre nuevo”. La construcción de un modelo intantil en el Distrito Federal ..................................................................................................... 12 México y América en la protección de la niñez ................................................... 15 De ideas, leyes e instituciones ........................................................................... 24 Por los caminos de la ciudad: actores y su interés por la infancia ..................... 34 Nuevos espacios para el cuidado de los niños ................................................... 39 Consideraciones finales ...................................................................................... 46 Entre utopías y realidades. Los espacios para la infancia en el Distrito Federal ................................................................................................................... 49 El Distrito Federal: “corazón del proyecto nacional” ........................................... 51 Trazos de un sueño: la planificación urbana y los parques ................................ 55 El encanto de los niños: las jugueterías ............................................................