Marion Delorme, Actriz, Cantante, Cortesana, Amante De Rubén Darío
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MONOGRAFÍA Anales de Literatura Hispanoamericana ISSN: 0210-4547 http://dx.doi.org/10.5209/ALHI.58267 “Con mi alma sensible debí haber sido poeta”. Marion Delorme, actriz, cantante, cortesana, amante de Rubén Darío Günther Schmigalle1 Resumen. Tratamos de identificar a Marion Delorme (o de Lorme), seudónimo artístico de una actriz, cantante y cortesana de notable belleza que fue amante de Rubén Darío durante su primera estancia en París en julio de 1893. Por medio de la prensa mundana hemos reunido algunos datos sobre su personalidad, su trasfondo biográfico, sus ambiciones literarias y su involucramiento en varios escándalos de la Tercera República francesa. Argumentamos que se trataba de una relación amorosa con bastante profundidad, basada en verdaderas afinidades, y no de una aventura efímera, a pesar de que Darío no ignoraba el “lado oscuro” de su amante. Palabras clave: Rubén Darío; biografía; relaciones amorosas; París. [en] “Con mi alma sensible debí haber sido poeta”. Marion Delorme, actress, singer, courtesan, Rubén Darío's lover Abstract. We seek to identify Marion Delrme (or de Lorme), the pseudonym of a remarkably beautiful actress, singer, and courtesan who was a lover of Rubén Darío during his first visit to Paris in July 1893. From the newspapers of the time we have gathered some information on her personality, biographical details, literary ambitions, and her involvement in various scandals of the Third French Republic. We argue that their relationship was quite a deep one, based on real affinities, and not a mere passing fling, although Darío was aware of his lover’s “dark side”. Keywords: Rubén Darío; biography; intimate relations; Paris. Como citar: Schmigalle, G. (2017) “Con mi alma sensible debí haber sido poeta”. Marion Delorme, actriz, cantante, cortesana, amante de Rubén Darío, en Anales de Literatura Hispanoamericana 46, 61-76. _____________ 1 Miembro correspondiente de la Academia Nicaragüense de la Lengua. Alemania. E-mail: [email protected] Anales de Lit. Hispanoam. 46 (Núm. especial) 2017: 61-76 61 62 Schmigalle, G. Anales de Lit. Hispanoam. 46 (Núm. especial) 2017: 61-76 Marion Delorme. Foto: Ch. Reutlinger. Bibliothèque Nationale de France, Département des Arts du spectacle. “– Abuelo, preciso es decíroslo: mi esposa es de mi tierra; mi querida, de París”, dice Rubén Darío en el prólogo a sus Prosas profanas (1997: 40). Mucho se ha escrito y polemizado sobre sus esposas, pero muy poco se sabe de sus queridas o amantes de París. Hay una, sin embargo, de la cual conocemos el nombre, el aspecto, y hasta la dirección de su domicilio. Darío le dedica un párrafo en su Autobiografía, cuando habla de su primera visita a París, en 1893. Dice: Comía yo generalmente en el café Larue, situado enfrente de la Magdalena. Allí me inicié en aventuras de alta y fácil galantería. Ello no tiene importancia; mas he de recordar a quien me diese la primera ilusión de costoso amor parisién. Y vaya una grata memoria a la gallarda Marión Delorme, de victorhuguesco nombre, de guerra, y que habitaba entonces en la avenida Víctor Hugo. Era la cortesana de los más bellos hombros. Hoy vive en su casa de campo y da de comer a sus finas aves de corral. Los cafés y restaurants del bosque no tuvieron secretos para mí. (1915: 156) Texto autobiográfico, pero también literario: al asociar la comida con la galantería, Darío sigue un topos de la literatura, que en este caso refleja una realidad de la historia social del siglo XIX: el turismo culinario y el turismo sexual se vienen asociando en París desde el Segundo Imperio; los grandes restaurantes de los bulevares se convierten en lugares de consumo sexual y de relaciones ilegítimas; en las novelas de Balzac, Flaubert, Zola, Proust, como en las operetas de Offenbach, “los placeres de la cocina reflejan los placeres de la carne […] Para la juventud dorada y para los hombres del Todo-París, comer en el restaurante y frecuentar a las mujeres galantes forma parte, desde ahora, de las distracciones ordinarias y de los ritos de la sociabilidad masculina” (González-Quijano, 134- 135). Darío establece una diferencia entre las aventuras fáciles, que “no tienen importancia” y se pueden olvidar, y la primera ilusión del amor, que “hay que recordar”. Diferencia, podríamos decir, entre las queridas y la amante. Para que la ilusión pueda ser completa, el nombre, o seudónimo artístico, tiene su importancia: la amante se llama Marion Delorme, título de una obra de Víctor Hugo; y además vivía en la avenida que lleva el nombre del gran poeta. Se trata de una doble Schmigalle, G. Anales de Lit. Hispanoam. 46 (Núm. especial) 2017: 61-76 63 asociación poética, y para ser eficaz, esa asociación tenía que corresponder a una realidad: Marion era, sin duda, un personaje poético, o se presentaba como tal. Varios detalles del texto quedan poéticamente sugestivos, porque no se conectan entre sí con la última claridad. ¿Dónde y cómo conoció a Marion? ¿En el Café Larue, donde se inició en las aventuras fáciles? ¿Frecuentaba con ella los cafés y restaurants del Bois de Boulogne? ¿Fue ella la que le reveló los secretos de estos lugares? Cuando afirma que “Hoy vive en su casa de campo”, el poeta se refiere al año 1912, en el cual dicta su Autobiografía. La conoció en julio de 1893, cuando él tenía 26 años y seis meses, y ella (como veremos) unos 24 años. Casi 20 años después de su encuentro, el poeta se ha mantenido informado sobre su amante de París. ¿Por medio de los periódicos? ¿Por medio de conversaciones con su amigo Enrique Gómez Carrillo, especialista del bulevar? ¿O ha mantenido algún contacto más directo, para cultivar su “grata memoria”? Tratemos de acercarnos al misterioso personaje, cuyo nombre verdadero se ha eclipsado detrás del seudónimo inspirado por su modelo histórico y literario. El modelo histórico: Marion de Lorme (1611-1650), amante de Cinq-Mars, el favorito del rey Luis XIII, fue una de las cortesanas más graciosas, cultas e inteligentes de su siglo, y vio desfilar en su casa todo lo que París contaba de personajes elegantes y letrados. El modelo literario: Marion de Lorme, protagonista de un drama de Victor Hugo estrenado en 1831, es, a pesar de ser cortesana, una amante romántica, apasionada, que se sacrifica por su amado, víctima de la arbitrariedad del rey. El nombre que escogió nuestro personaje (o que alguien escogió por ella) refleja que no quiere ser una cortesana vulgar, de esas que Darío llama “preciosas estatuas de carne […] y tan brutas, tan ignorantes, tan plebeyas en su mayoría” (2000: 120). Refleja sus anhelos artísticos, poéticos, y románticos. ¿Es posible saber más sobre la Marion Delorme, la “nueva”, la “moderna”, la de Darío? Sí. Los periódicos mundanos y artísticos de la época publicaron noticias sobre ella durante los años 1887-1906. La información más amplia se encuentra en una entrevista realizada por el escritor y novelista Victorien du Saussay en febrero de 1893. También es importante el folleto Marion de Lorme con texto de Gaston Bonnefont e ilustraciones de Alfred Montader, publicado dentro de la serie “Nos Belles Mondaines” en 1895. Aun tomando en cuenta que este tipo de publicaciones formaron parte de una estrategia de réclame, encontramos en ellas un verdadero retrato, en lo físico y en lo moral, de nuestro personaje2. Veamos primero la descripción del apartamento de la avenida Victor Hugo3 donde fue recibido du Saussay, el mismo, sin duda, en el cual fue recibido Rubén Darío unos cinco meses más tarde. _____________ 2 La traducción de las citas francesas es mía. 3 La avenida Víctor Hugo fue descrita también por el viajero nicaragüense Gustavo Guzmán, que visitó París dos años antes de Rubén Darío: “Siguiendo siempre nuestra marcha alrededor de la plaza del Arco de Triunfo, encontramos después de la avenida del Bosque la avenida Víctor Hugo, al principio de la cual se halla la famosa casa de pastelería del Sr. Gagé. Se dan y reciben allí citas para las intrigas y pasatiempos lúbricos; y las bellas mundanas, mientras mascan entre sus dientecillos algún delicado dulcecillo, distribuyen sonrisas y señalan horas de recibo a los enamorados lechuguinos que las han seguido a toda carrera desde el Bosque. La avenida Víctor Hugo, bastante larga y no muy ancha, está desperfeccionada en gran parte por un paredón que tiene a un lado, y que hace que las casas quedan encajadas sobre una eminencia. Tiene, sin embargo, el incontestable mérito de poseer la casa, rodeada de jardines, donde vivió y murió el gran poeta del siglo” 64 Schmigalle, G. Anales de Lit. Hispanoam. 46 (Núm. especial) 2017: 61-76 Me recibió una criada amable, de aspecto pícaro, y me hizo entrar a un salón donde el buen gusto y el arte marchan de consuno. Mientras esperaba a la dueña del lugar, pude admirar un retrato pintado por L’Arcier que no se parece del todo a la bella Marion, el Fin de jornada en Alsatia de Hildebrandt4, una encantadora cabeza de Rochard, un Meissonier, y sobre una consola una soberbia Venus Calipigia en mármol; un pequeño mueble de ébano estaba lleno de bibelots preciosos, de figurillas de Sèvres, de delicadas porcelanas de Sajonia y de antiguas monedas; y por todas partes había flores en unos magníficos floreros. (Du Saussay)5 Lo único que sorprende un poco es la ausencia de libros en el salón descrito por du Saussay. Du Saussay llega después al retrato físico de nuestra protagonista, que tenía, además de los bellos hombros mencionados por Darío, otros atractivos: Con una gran sonrisa en una boquita bermeja, Marion de Lorme avanzó hacia mí ... Se sienta en un sillón, cerca de mí; y durante unos instantes contemplaba yo a esa mujer, tan famosa por sus amores como por su belleza; envuelta en una holgada mañanita de seda roja guarnecida de antiguos encajes pálidos, su rubia cabeza encuadrada por sus largos cabellos, iluminada también por sus grandes ojos teñidos de mar, guardaba silencio y parecía ensimismarse.