MONOGRAFÍA

Anales de Literatura Hispanoamericana ISSN: 0210-4547

http://dx.doi.org/10.5209/ALHI.58267

“Con mi alma sensible debí haber sido poeta”. Marion Delorme, actriz, cantante, cortesana, amante de Rubén Darío

Günther Schmigalle1

Resumen. Tratamos de identificar a Marion Delorme (o de Lorme), seudónimo artístico de una actriz, cantante y cortesana de notable belleza que fue amante de Rubén Darío durante su primera estancia en París en julio de 1893. Por medio de la prensa mundana hemos reunido algunos datos sobre su personalidad, su trasfondo biográfico, sus ambiciones literarias y su involucramiento en varios escándalos de la Tercera República francesa. Argumentamos que se trataba de una relación amorosa con bastante profundidad, basada en verdaderas afinidades, y no de una aventura efímera, a pesar de que Darío no ignoraba el “lado oscuro” de su amante. Palabras clave: Rubén Darío; biografía; relaciones amorosas; París.

[en] “Con mi alma sensible debí haber sido poeta”. Marion Delorme, actress, singer, , Rubén Darío's lover

Abstract. We seek to identify Marion Delrme (or de Lorme), the pseudonym of a remarkably beautiful actress, singer, and courtesan who was a lover of Rubén Darío during his first visit to in July 1893. From the newspapers of the time we have gathered some information on her personality, biographical details, literary ambitions, and her involvement in various scandals of the Third French Republic. We argue that their relationship was quite a deep one, based on real affinities, and not a mere passing fling, although Darío was aware of his lover’s “dark side”. Keywords: Rubén Darío; biography; intimate relations; Paris.

Como citar: Schmigalle, G. (2017) “Con mi alma sensible debí haber sido poeta”. Marion Delorme, actriz, cantante, cortesana, amante de Rubén Darío, en Anales de Literatura Hispanoamericana 46, 61-76.

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1 Miembro correspondiente de la Academia Nicaragüense de la Lengua. Alemania. E-mail: [email protected]

Anales de Lit. Hispanoam. 46 (Núm. especial) 2017: 61-76 61 62 Schmigalle, G. Anales de Lit. Hispanoam. 46 (Núm. especial) 2017: 61-76

Marion Delorme. Foto: Ch. Reutlinger. Bibliothèque Nationale de , Département des Arts du spectacle.

“– Abuelo, preciso es decíroslo: mi esposa es de mi tierra; mi querida, de París”, dice Rubén Darío en el prólogo a sus Prosas profanas (1997: 40). Mucho se ha escrito y polemizado sobre sus esposas, pero muy poco se sabe de sus queridas o amantes de París. Hay una, sin embargo, de la cual conocemos el nombre, el aspecto, y hasta la dirección de su domicilio. Darío le dedica un párrafo en su Autobiografía, cuando habla de su primera visita a París, en 1893. Dice:

Comía yo generalmente en el café Larue, situado enfrente de la Magdalena. Allí me inicié en aventuras de alta y fácil galantería. Ello no tiene importancia; mas he de recordar a quien me diese la primera ilusión de costoso amor parisién. Y vaya una grata memoria a la gallarda Marión Delorme, de victorhuguesco nombre, de guerra, y que habitaba entonces en la avenida Víctor Hugo. Era la cortesana de los más bellos hombros. Hoy vive en su casa de campo y da de comer a sus finas aves de corral. Los cafés y restaurants del bosque no tuvieron secretos para mí. (1915: 156)

Texto autobiográfico, pero también literario: al asociar la comida con la galantería, Darío sigue un topos de la literatura, que en este caso refleja una realidad de la historia social del siglo XIX: el turismo culinario y el turismo sexual se vienen asociando en París desde el Segundo Imperio; los grandes restaurantes de los bulevares se convierten en lugares de consumo sexual y de relaciones ilegítimas; en las novelas de Balzac, Flaubert, Zola, Proust, como en las operetas de Offenbach, “los placeres de la cocina reflejan los placeres de la carne […] Para la juventud dorada y para los hombres del Todo-París, comer en el restaurante y frecuentar a las mujeres galantes forma parte, desde ahora, de las distracciones ordinarias y de los ritos de la sociabilidad masculina” (González-Quijano, 134- 135). Darío establece una diferencia entre las aventuras fáciles, que “no tienen importancia” y se pueden olvidar, y la primera ilusión del amor, que “hay que recordar”. Diferencia, podríamos decir, entre las queridas y la amante. Para que la ilusión pueda ser completa, el nombre, o seudónimo artístico, tiene su importancia: la amante se llama Marion Delorme, título de una obra de Víctor Hugo; y además vivía en la avenida que lleva el nombre del gran poeta. Se trata de una doble Schmigalle, G. Anales de Lit. Hispanoam. 46 (Núm. especial) 2017: 61-76 63 asociación poética, y para ser eficaz, esa asociación tenía que corresponder a una realidad: Marion era, sin duda, un personaje poético, o se presentaba como tal. Varios detalles del texto quedan poéticamente sugestivos, porque no se conectan entre sí con la última claridad. ¿Dónde y cómo conoció a Marion? ¿En el Café Larue, donde se inició en las aventuras fáciles? ¿Frecuentaba con ella los cafés y restaurants del ? ¿Fue ella la que le reveló los secretos de estos lugares? Cuando afirma que “Hoy vive en su casa de campo”, el poeta se refiere al año 1912, en el cual dicta su Autobiografía. La conoció en julio de 1893, cuando él tenía 26 años y seis meses, y ella (como veremos) unos 24 años. Casi 20 años después de su encuentro, el poeta se ha mantenido informado sobre su amante de París. ¿Por medio de los periódicos? ¿Por medio de conversaciones con su amigo Enrique Gómez Carrillo, especialista del bulevar? ¿O ha mantenido algún contacto más directo, para cultivar su “grata memoria”? Tratemos de acercarnos al misterioso personaje, cuyo nombre verdadero se ha eclipsado detrás del seudónimo inspirado por su modelo histórico y literario. El modelo histórico: Marion de Lorme (1611-1650), amante de Cinq-Mars, el favorito del rey Luis XIII, fue una de las cortesanas más graciosas, cultas e inteligentes de su siglo, y vio desfilar en su casa todo lo que París contaba de personajes elegantes y letrados. El modelo literario: Marion de Lorme, protagonista de un drama de estrenado en 1831, es, a pesar de ser cortesana, una amante romántica, apasionada, que se sacrifica por su amado, víctima de la arbitrariedad del rey. El nombre que escogió nuestro personaje (o que alguien escogió por ella) refleja que no quiere ser una cortesana vulgar, de esas que Darío llama “preciosas estatuas de carne […] y tan brutas, tan ignorantes, tan plebeyas en su mayoría” (2000: 120). Refleja sus anhelos artísticos, poéticos, y románticos. ¿Es posible saber más sobre la Marion Delorme, la “nueva”, la “moderna”, la de Darío? Sí. Los periódicos mundanos y artísticos de la época publicaron noticias sobre ella durante los años 1887-1906. La información más amplia se encuentra en una entrevista realizada por el escritor y novelista Victorien du Saussay en febrero de 1893. También es importante el folleto Marion de Lorme con texto de Gaston Bonnefont e ilustraciones de Alfred Montader, publicado dentro de la serie “Nos Belles Mondaines” en 1895. Aun tomando en cuenta que este tipo de publicaciones formaron parte de una estrategia de réclame, encontramos en ellas un verdadero retrato, en lo físico y en lo moral, de nuestro personaje2. Veamos primero la descripción del apartamento de la avenida Victor Hugo3 donde fue recibido du Saussay, el mismo, sin duda, en el cual fue recibido Rubén Darío unos cinco meses más tarde.

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2 La traducción de las citas francesas es mía. 3 La avenida Víctor Hugo fue descrita también por el viajero nicaragüense Gustavo Guzmán, que visitó París dos años antes de Rubén Darío: “Siguiendo siempre nuestra marcha alrededor de la plaza del Arco de Triunfo, encontramos después de la avenida del Bosque la avenida Víctor Hugo, al principio de la cual se halla la famosa casa de pastelería del Sr. Gagé. Se dan y reciben allí citas para las intrigas y pasatiempos lúbricos; y las bellas mundanas, mientras mascan entre sus dientecillos algún delicado dulcecillo, distribuyen sonrisas y señalan horas de recibo a los enamorados lechuguinos que las han seguido a toda carrera desde el Bosque. La avenida Víctor Hugo, bastante larga y no muy ancha, está desperfeccionada en gran parte por un paredón que tiene a un lado, y que hace que las casas quedan encajadas sobre una eminencia. Tiene, sin embargo, el incontestable mérito de poseer la casa, rodeada de jardines, donde vivió y murió el gran poeta del siglo”

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Me recibió una criada amable, de aspecto pícaro, y me hizo entrar a un salón donde el buen gusto y el arte marchan de consuno. Mientras esperaba a la dueña del lugar, pude admirar un retrato pintado por L’Arcier que no se parece del todo a la bella Marion, el Fin de jornada en Alsatia de Hildebrandt4, una encantadora cabeza de Rochard, un Meissonier, y sobre una consola una soberbia Venus Calipigia en mármol; un pequeño mueble de ébano estaba lleno de bibelots preciosos, de figurillas de Sèvres, de delicadas porcelanas de Sajonia y de antiguas monedas; y por todas partes había flores en unos magníficos floreros. (Du Saussay)5

Lo único que sorprende un poco es la ausencia de libros en el salón descrito por du Saussay. Du Saussay llega después al retrato físico de nuestra protagonista, que tenía, además de los bellos hombros mencionados por Darío, otros atractivos:

Con una gran sonrisa en una boquita bermeja, Marion de Lorme avanzó hacia mí ... Se sienta en un sillón, cerca de mí; y durante unos instantes contemplaba yo a esa mujer, tan famosa por sus amores como por su belleza; envuelta en una holgada mañanita de seda roja guarnecida de antiguos encajes pálidos, su rubia cabeza encuadrada por sus largos cabellos, iluminada también por sus grandes ojos teñidos de mar, guardaba silencio y parecía ensimismarse. (Du Saussay)

Se trata, pues, de una mujer del tipo “blanca paloma”, comparable con “la Hetaira / diosa, su blanca, rosa y rubia hermana” –quiere decir, hermana de la Virgen– que Darío menciona en su poema “Divagación” (Darío, 1997: 48). En la entrevista, Delorme declara que en este mes de febrero de 1893, su vida ha llegado a un punto decisivo. Según los rumores, quiere volver al teatro, después de siete años de ausencia. Ella lo confirma:

– Sí, voy a entrar al teatro, quizás ya pronto. Desde hace unas semanas trabajo mucho y no pierdo la esperanza de poder recobrar mi voz de soprano, que me valió, hace unos siete años, aplausos en el Alcázar de Invierno6. No le voy a decir ni en qué teatro ni en qué obra se hará mi reaparición; le digo únicamente que se tratará de una opereta y que será en los bulevares. (Du Saussay)

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(Guzmán, 60). En 1894, se trasladó a un “suntuoso primer piso” de la avenida Victor Hugo (Chalon, 59). 4 Esta tela de la señorita Claire Hildebrand, de Colmar, fue expuesta en el Salon des Artistes Français en 1880. Los gustos artísticos de Marion Delorme fueron conservadores. Las mundanas más vanguardistas preferían a pintores como Boldini, Helleu o La Gandara. 5 Dos años después, los mismos tesoros se pudieron admirar en el nuevo domicilio de Marion de Lorme, en la avenida de Wagram (Bonnefont). 6 Alcázar de Invierno (Alcazar d’Hiver): café concierto en la rue du Faubourg Poissonnière n° 10. Fundado en 1858, se consideraba como el colmo del lujo y de la elegancia hacia 1867, y tuvo su mayor éxito durante la actuación de Thérésa (1880-1885). Se convirtió en el Théâtre de l’Alcazar en 1888, en el Théâtre de l’Avenir dramatique en 1891, y después en “Les Nouvelles Folies”, nombre inspirado por Marivaux. Su sucursal, el Alcázar de Verano (Alcazar d’Été), instalado en los Champs-Élysées en 1861, funcionó exitosamente hasta el año 1930. Schmigalle, G. Anales de Lit. Hispanoam. 46 (Núm. especial) 2017: 61-76 65

En respuesta a una pregunta del entrevistador, Delorme habla de sus inicios como artista:

– Tenía diecisiete años; sola, o mejor dicho, mal guiada por una gobernanta que no me quería, entré al Alcázar de Invierno para actuar en una revista con Teresa y Paulus. Teresa fue mi maestra; con paciencia me inició en los secretos de su arte, se interesó por la muchacha ingenua que temblaba en el escenario y no se atrevía a servirse de todos sus medios; pero pronto me acostumbré a las tablas, mi éxito aumentó con mi audacia, y recibí tantas flores y tantos bravos como mis viejos compañeros. Me acuerdo todavía con orgullo de las aclamaciones clamorosas cuando interpretaba Manon, la Cagnotte, y Un bébé.

Y levantándose, Marion tomó un álbum de un velador y me enseñó unas fotografías.

– Aquí me tiene antes y después, me dijo, ¿verdad que ya no soy la misma del todo? No hay nada como el teatro para metamorfosear a una jovencita. El día de mi entrada al Alcázar yo era un ángel de inocencia, ¡ay!, un mes después ya no me quedaba nada por aprender, ya lo sabía todo. – ¿Y usted tenía diecisiete años? – Tenía solamente diecisiete años. Desde entonces ya no he vuelto a poner los pies sobre el escenario. – ¿Pero por qué motivo renunció al teatro? – Era amada y amaba. (Du Saussay)

Los párrafos citados permiten reunir algunos datos biográficos: si Marion Delorme, hablando en 1893, recuerda que trabajó en el teatro hace siete años, habría que ubicar su breve carrera teatral en 1886. Si en 1886 tenía 17 años, concluimos que nació en 1869. Manon, ópera de Jules Massenet y Henri Meilhac, La Cagnotte, comedia vaudeville de Eugène Labiche, y Bébé, comedia de Émile de Najac y Alfred Hennequin, fueron representados en la Ópera Cómica, el Théâtre du Palais-Royal y el Théâtre du Gymnase, respectivamente, con actores y actrices profesionales. Pareciera que la actividad de Delorme se limitaba a los espectáculos variados del Alcázar del Invierno, donde se retomaban y se parodiaban las canciones y diálogos más populares de estas y otras obras. Delorme, en un discurso aparentemente ingenuo, se da a conocer como una personalidad romántica, poco calculadora, que sobrepuso el amor a sus ambiciones, cuando renunció al teatro por “ser amada y amar”. Sería grosero dudar de su sinceridad, pero como siempre, la realidad tiene otros aspectos. Si Teresa fue su maestra en el arte escénico, y si un mes después de entrar al Alcazar de Invierno “ya no le quedaba nada por aprender, ya lo sabía todo”, recordamos que Emma Valladon (Thérésa), cantante y artista dramática sumamente exitosa, de origen popular pero recibida y celebrada en las élites sociales, pertenecía también a la crema y nata de la alta prostitución durante el Segundo Imperio y en los comienzos de la Tercera República (Houbre, 17, 573-574). Se entiende fácilmente que inició a Marion Delorme no solamente en el arte escénico, sino también en el oficio de

66 Schmigalle, G. Anales de Lit. Hispanoam. 46 (Núm. especial) 2017: 61-76 cortesana. Hojeando rápidamente los periódicos de la época, vemos que Marion Delorme se menciona por primera vez el 28 de febrero de 1887, entre las mujeres galantes más cotizadas que suele enumerar el Gil Blas. Un año antes, la obra Marion de Lorme de Victor Hugo se había presentado con mucho éxito en el Théâtre de la Porte Saint-Martin, logrando en un solo fin de semana unos ingresos de casi 25.000 francos7. Poder presentar una biografía interesante y complicada, que puede fascinar al público, es parte del oficio de cortesana. A la pregunta del periodista respecto a su infancia y su vida, ella responde:

– Mi vida es todo un drama. Tiene cosas alegres, pero también tiene muchas lágrimas. ... Yo era muy pequeña, sin familia, sin amigos, me acuerdo muy bien del frío que hacía aquel día, no había comido nada desde el día anterior, y soplaba mis pobres dedos enrojecidos por la mordedura del aire. Con mis ojos llenos de lágrimas admiraba a las grandes muñecas que sonreían en el escaparate de una gran tienda. Era en la calle de Rivoli. Nunca había tenido juguetes bonitos, y venía a menudo a colocarme frente a esas bellas damas de cartón, tan bien vestidas, para verlas, al menos, ya que no podía jugar con ellas. Me sentía menos infeliz cerca de esas amigas mudas que siempre sonreían. El vendedor, buen hombre, me conocía por haberme visto muchas veces frente a su tienda. Sin duda había llorado más que de costumbre, porque me tuvo lástima, me hizo entrar a su casa, me preguntó por qué lloraba. Me abrazó, mandó a darme de comer, después me adoptó. Fui feliz mientras él vivió; pero lo perdí pronto. Murió; y yo quedé sola con una mujer mala que nunca me quiso amar. (Du Saussay)

Seguramente Delorme contó la misma historia a Rubén Darío cuando lo conoció, pocos meses después de su entrevista con du Saussay. Podemos imaginarnos cómo el relato, que debe tener su fondo de verdad, llegó al alma del poeta nicaragüense, por las correspondencias con su propia infancia. Igual que él, su nueva amiga no tenía una verdadera familia y pasó en su infancia por unas angustias tremendas. La muerte del comerciante que la había adoptado y le había brindado por un tiempo cierta seguridad material y emocional, tenía que provocar en la mente de Darío el recuerdo de uno de sus traumas infantiles: la muerte del coronel Félix Ramírez, esposo de su madre adoptiva. En la entrevista, Delorme llega al relato de sus amores:

Desde que estoy sola he amado a tres hombres. Después de largos meses de felicidad llegó el dolor verdadero. El primero fue la causa de mi huida del teatro; me amó como un loco, me colmó de joyas; pero un día su familia supo de nuestras relaciones; se le mandó a América, se me quitaron mis joyas diciendo que se me reembolsarían; hoy son el adorno de la mujer de un banquero, y no se me ha pagado nunca. Mi segundo amante, después de cinco años de verdadera felicidad, se mató en el Bosque, hace exactamente dos años. Quería casarse conmigo, yo no quise, y su familia, dejándole sin recursos, lo sentenció a muerte. Llevé luto durante tres meses. ______

7 Gil Blas, 13 de enero de 1886. Schmigalle, G. Anales de Lit. Hispanoam. 46 (Núm. especial) 2017: 61-76 67

Después conocí a un joven lleno de espíritu que me conquistó con su delicadeza y su talento. Otra vez tuvimos que luchar contra su familia, hicimos largos viajes juntos, él también quería matarse, cuando los padres supieron recuperar al hijo pródigo. Los padres suelen permitir las historias de unos días, pero no quieren que sus hijos tengan amantes.8

Rubén Darío, suponiendo siempre que escuchó el mismo relato, o un relato muy parecido, debe haber relacionado los amores infelices de Marion con sus propios matrimonios desdichados, y de esa manera se pudo haber fortalecido la identificación de ambos. Son de bastante interés, también, los últimos párrafos de la entrevista, que reflejan las contradicciones de la personalidad de la artista:

Siempre he sido buena y generosa, continuó Marion, vertiendo, en unas copitas de cristal tallado, un licor de chartreuse con reflejos lúbricos; ahora pondré mi corazón a un lado. No soy de mi siglo, no soy práctica. Con mi alma sensible debí haber sido poeta. Me alegra más escuchar unos bellos versos que el entrechocar de las piezas de oro.9

La actriz da a entender que desea “pilotar con un arte igual la barca de lo sensible y la de lo práctico”10, pero que no lo logra ya que su nave seguirá siempre el rumbo de los sentimientos. Esta es la imagen que tiene de sí misma y que transmite al público y a sus interlocutores. Rubén Darío, que era bueno y generoso, que no era de su siglo, que no era práctico, que manejaba en este tiempo sus buenas piezas de oro pero siempre le importaban más los bellos versos, debe haber escuchado, embelesado, esas palabras. Dos años después, Gaston Bonnefont también quedó convencido de que “Marion de Lorme, efectivamente, es una sentimental que muchas veces se pierde en los caminos donde los bellos ensueños hacen olvidar las duras realidades. Mientras que para otros la vida se agota en una serie de malos cálculos, ella cede a las atracciones que prometen más suavidades que ganancias, y acepta intercambios de fantasías que no acompaña ningún tratado”11. Quisiéramos creerlo. Pero es difícil aceptar que, después de haber celebrado triunfos como actriz y cantante de soprano, Delorme haya dejado el teatro por amor a un hombre. Está el ejemplo de , que, años antes, “consciente de su poco talento para la comedia […] se apresuró por abandonar las tablas una vez que su carrera galante estuviera definitivamente establecida”12. Lo mismo fue quizás el caso de Delorme; y cuando después de siete años quiere volver al teatro, ¿su deseo no habrá sido de pertenecer a estas “prostitutas-comediantas a quienes el ejercicio de una actividad artística aporta un reconocimiento social”13?

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8 Ibíd. 9 Ibíd. 10 Du Saussay, prefacio a La Vie Fin de Siècle (1894), p. 5. 11 Bonnefont (1895), p. 9. 12 González-Quijano (2015), p. 159. 13 González-Quijano (2015), p. 160.

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Veamos también sus grandes amores sucesivos con tres jóvenes cuyos nombres se desconocen y que llamaremos, para simplificar, X1, X2, y X3. En 1886, Delorme conoce a X1, que la ama con locura; ella deja el teatro, supuestamente para dedicarse únicamente a él; pero su familia lo manda a América. En 1887- 1891, gran felicidad con X2, que quiere casarse con ella; ella no quiere (¿por qué?); la familia lo deja sin recursos y él, “hace exactamente dos años” (febrero de 1891), se suicida apropiadamente en el Bois de Boulogne, conocido como el “bosque del amor”14. 1891/1892: gran amor con X3, él también quiere suicidarse bajo la presión de su familia15; Delorme se lo lleva a largos viajes16; pero al fin el joven vuelve al redil familiar. Con X1 y X3 Delorme ha sufrido pérdidas económicas; las joyas, regalo de X1, se le han quitado; nunca recuperó el dinero invertido en los viajes con X3. Lo curioso es que durante estos siete años de amor apasionado y trágico, Delorme ha tenido ingresos muy altos que se reflejan en el lujo en que vive. De dos cosas una: o X2 invirtió en ella un patrimonio familiar realmente enorme17; o Delorme tenía otros protectores de alto nivel, que no menciona ‒ digamos los señores Y y Z. “Hôtel particulier (alquilado) rue Scheffer, otro hôtel particulier (también alquilado) bulevar de Beauséjour, con todo el servicio que esto implica (camarista, cocinera, cochero, entre otros), fiestas y viajes incesantes, todo esto engendra gastos tan grandes que varios protectores son necesarios para sostenerlos”, dice Jean Chalon con referencia a otra cortesana, contemporánea de Delorme18. Una hetaira romántica y sentimental no pudo haber acumulado las riquezas que du Saussay, Bonnefont y seguramente también Darío pudieron admirar en su apartamento. Es obvio que Delorme fue de las cortesanas que sabían negociar muy hábilmente su capital erótico. No conocemos exactamente sus tarifas, pero Bonnefont la clasifica entre las quince o veinte cortesanas de la élite, cuyos ingresos anuales alcanzan los 100.000 francos19. Como ejemplo, otra de las damas de su categoría “llevaba una vida de lujo en su hôtel que alquilaba por quince mil francos anuales, recibió más de cincuenta mil francos de joyas del prefecto de la policía del zar, le quitó trescientos mil francos a Paul de Turenne antes de separarse

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14 “Nadie se ha suicidado en su puerta” (Bonnefont 1895, p. 11). En su puerta no… 15 El 3 de noviembre de 1891, como veremos más adelante. 16 Sin embargo, los largos viajes que Delorme hizo con su novio fueron sin duda unos viajes intermitentes. El 9 de enero, ofrece en su casa una cena seguida de un baile, para celebrar su retorno de Italia (Gil Blas, 2 de enero de 1892). En marzo, celebra el carnaval en el Casino de Paris (Gil Blas, 2 de marzo de 1892) y se hace notar en la Butte aux Lapins por una celebración del Concurso Hípico (Gil Blas, 27 de marzo de 1892), en mayo se divierte hasta la madrugada en la casa de Nelly de Byr (Gil Blas, 18 de mayo de 1892), en junio participa en la Fiesta de flores de París (Gil Blas, 6 de junio de 1892) y en julio en la de Bougival (Gil Blas, 26 de julio de 1892). El viaje a Italia parece que no fue el único, ya que un año antes ya leíamos: “¡Lugete veneres! ¡Casi hemos perdido a la bonita Marion de Lorme! En su excursión al Vesubio, un pedazo enorme de lava inflamada cayó justo a su lado; un poquito más cerca y la pobrecita fue víctima de su amor a las excursiones pintorescas. Afortunadamente, se salió con un susto muy comprensible” (Gil Blas, 19 de febrero de 1891). Bonnefont (1895), después de entrevistar a Delorme, se refiere a sus “largas peregrinaciones a países lejanos, de donde Marion no trae otra cosa que recuerdos sin valor práctico”, pero sin dar otros detalles. 17 Bonnefont (p. 11) afirma que “nadie se ha arruinado para pagar su lujo”. 18 Chalon (1994), p. 48. 19 Bonnefont (1895), p. 15. En total había aproximadamente 80.000 prostitutas en París (Chalon 1994, p. 37). En su mayoría pobres, llevaban una vida muy dura, perseguidas y humilladas por la police des mœurs (Berlière 1992). Schmigalle, G. Anales de Lit. Hispanoam. 46 (Núm. especial) 2017: 61-76 69 del joven arruinado, hizo pagar al príncipe Paul Demidoff un servicio nocturno con dos mil francos, y no concedía ninguna prestación sexual por menos de quinientos francos”20. Estas son algunas cifras de lo que Darío llama “el costoso amor parisién”21. ¿Cómo conoció Rubén Darío a Marion Delorme? En cuanto a los detalles, tenemos los datos que indica Darío en su autobiografía, sobre el Café Larue y “los cafés y restaurants del bosque”22, lo cual coincide con el escenario que esboza Chalon: “Todos los días, las cortesanas tienen que mostrarse en el Bosque, almorzar en casa de Weber, patinar en el Palacio de Hielo, cenar (dîner) en el restaurante Paillard, aparecer en un palco de teatro, cenar otra vez (souper) en el restaurante Larue”23. En un nivel más general, recordemos que “estas mujeres, aquí, como en todas las capitales, prefieren al extranjero antes que al nativo, ya que lo pueden engañar más fácilmente, aprovechando su ignorancia del idioma, del precio de las cosas y de las costumbres locales”24, y que “los clientes extranjeros son efectivamente muy buscados por las muchachas públicas como por las mujeres galantes. Llegando generalmente a París por poco tiempo, decididos a pasarla bien y poco informados sobre los precios y tarifas usuales, se pueden esperar de ellos ganancias elevadas, o incluso una ascensión sorpresiva del brazo de boyardos riquísimos y sentimentales o de flameantes rastacueros”25. Delorme recibía también, en sus cenas, “las más brillantes gardenias de la colonia hispanoamericana”26. Claro que Darío no se podía comparar, económicamente, con un Manuel Álvarez Calderón por ejemplo, banquero y cónsul general del Perú y dueño de una fortuna de 35 millones27, pero sí manejaba en 1893 sus buenos “rollos de águilas”28. En cuanto a los boyardos, Delorme estaba familiarizada con ellos. El 8 de abril de 1888, por ejemplo, dio “una gran cena de reconciliación con un rico boyardo que acaba de prestarle para el verano la villa Toto, en el Peck”29. Sabemos también que aparte de las intrigas amorosas propiamente dichas, Delorme, que utilizaba para su correspondencia un lujoso papel de cartas con el lema “Me abro de noche”30, tenía otros ingresos. En enero de 1893, su nombre aparece en el contexto del escándalo de Panamá, y más concretamente, en la famosa libreta de Émile Arton. Como Émilienne d’Alençon, Liane de Pougy, Laure de Chiffreville y otras damas de su medio, había cobrado fuertes cheques de los constructores del canal, por haber convencido a sus clientes más pudientes a invertir sus fondos en la fraudulenta compañía. Se les amenazaba a las damas con un proceso por corrupción, que, según parece, no se concretizó31. ¿Qué otros datos hay sobre Marion Delorme? Está el asunto del “baile de las cuatro artes”. Justo cuatro días antes de la publicación de la entrevista que ______

20 Se refiere a Blanche d’Antigny (1840-1874). Véase Houbre, Le livre des courtisanes, p. 36. 21 Darío (1915), p. 156. 22 Ibíd. 23 Chalon (1994), p. 42. 24 Leca (1907), p. 11. 25 González-Quijano (2015), p. 192. 26 Gil Blas, 23 de diciembre de 1887. Se entiende que estos caballeros llevaban una gardenia en el ojal del frac. 27 Houbre (2006), pp. 37, 489. 28 Darío (1915), p. 157. 29 Gil Blas, 10 de abril de 1888. No se ha localizado esta villa. 30 Buffet (1930), p. 38. 31 Weindel (1893).

70 Schmigalle, G. Anales de Lit. Hispanoam. 46 (Núm. especial) 2017: 61-76 acabamos de citar, el 9 de febrero, Delorme asistió a este famoso carnaval de artistas y de estudiantes que, meses más tarde, a causa del proceso que se hizo a su organizador y a algunas participantes, provocó los disturbios que Darío describió en su crónica “Impresiones de París”32. Sabemos de su presencia en este baile por las memorias de la Goulue, donde se mencionan “entre las mujeres más a la vista: la señorita Zélie Weill de las Bouffes, Juliette d’Harcourt de las Nouveautés, Germaine Gallois del Ambigu, y las elegantes Rose Demay, Laure de Chiffreville, Marion Delorme, Madeleine Megen, Lucile de Lapierre”33. Casi un mes después del “bal des Quat’z’Arts”, el 1° de marzo de 1893, unas tres mil personas participaron en el baile organizado por la revista Fin de Siècle en la gran sala del Élysée-Montmartre34, entre ellas Manon, ex modelo de Carolus Duran y de Lefèvre, Renée d’Albe, “maravillosa persona quien, con Manon, compartió los honores plásticos de la fiesta”, Andrée d’Albe, Andhrée de Livourne, Louise Laurent, Marguerite Belanger, Marie Melsy, Gabrielle Dorga, Fadiah, Norah, “entre las bailarinas excéntricas, la Macarona, la Goulue [...] algunas alegres personas más que animaron nuestro baile con sus libres retozos coreográficos”, y Marion Delorme35. Debido a una denuncia del senador Bérenger, los dos bailes tuvieron consecuencias jurídicas, y el 23 de junio de 1893, aparecieron ante el Tribunal Correccional de París, acusadas por ultraje público al pudor (artículo 330 del Código penal) por haber participado semidesnudas en el desfile del Bal des Quatre- z-Arts, las señoritas Marie (ou Florentine) Roger, llamada Sarah Brown (24 años), Alice (ou Joséphine) Lavollé, llamada Manon (21 años), Emma Denne, llamada Suzanne (20 años), Clarisse Roger, llamada Yvonne (21 años), y el organizador del bal, Henri Guillaume (21 años), este último por complicidad; y, por el delito análogo cometido durante el baile del Fin-de-Siècle, Alice (ou Joséphine) Lavollé, Antoinette Rouvière, llamada Herfeuille (21 años), Marie Delorme, llamada Marion (20 años, aunque más probablemente tuviera 24), y el organizador del baile, Émile Mainguy, director del periódico Fin de Siècle, por haber organizado el espectáculo con fines de lucro. En el fallo pronunciado el 30 de julio, los cuatro acusados en el asunto del bal des Quat’z’Arts fueron condenados a una multa de 100 francos cada uno; la sentencia quedaba en suspenso. En el asunto del baile del Fin de Siècle, el señor Mainguy fue condenado a un mes de cárcel, la señorita Lavolle a quince días, y la señorita Rouvière a ocho días de cárcel. La señorita Marion Delorme ya no se menciona en el fallo, lo cual significa sin duda que fue absuelta, tal vez porque no había suficientes testigos referentes a su desnudez pública, o por disponer de protectores más poderosos que las otras pobres diablesas.36 Rubén Darío había llegado a París el 15 o 16 de junio y pudo haber asistido a las dos audiencias del Tribunal, el 23 y el 30 de junio; pero no hay pruebas de que lo hizo, y no sabemos si conocía, para esas fechas, a la acusada Marie Delorme, llamada Marion. De todos modos, el fallo en el asunto del baile de las Quat’z’Arts, ______

32 Cf. Schmigalle (2005). 33 Souvais (2008), p. 191, n. 1. 34 Boulevard de Rochechouard, n° 72. Sobre el Élysée-Montmartre cf. Delsol (1893), pp. 273-283. 35 “Notre Redoute”, Fin de Siècle, 4 de marzo de 1893. 36 “Tribunal Correctionnel de Paris”, Gazette des Tribunaux, 24 de junio de 1893 y 1° de julio de 1893. Schmigalle, G. Anales de Lit. Hispanoam. 46 (Núm. especial) 2017: 61-76 71 a pesar de que podía considerarse como absolutorio, provocó los disturbios que Darío describió en sus “Impresiones de París”. Sabemos que fue testigo benévolo de la rebelión estudiantil que conmovió la capital francesa en la semana del 1° al 7 de julio, y que no se logró sofocar hasta que 50,000 soldados ocuparan las calles de París y los manifestantes fueran dispersados por cargas de caballería. Hubo un muerto: el empleado de comercio Antoine Nuger, que estaba tomando su cerveza en la terraza del Café d’Harcourt, murió cuando una fosforera tirada por un policía le fracturó la cabeza. Jean Carrère, líder estudiantil y amigo de Darío, fue atacado dos veces por agentes disfrazados que lo dejaron medio muerto en la calle; después fue mantenido incomunicado por órdenes del jefe de policía, M.-F. Goron, de manera que Darío no pudo visitarlo en su cama de hospital37. El vidente británico MacGregor Mathers, que se metió al tumulto con entusiasmo, creyendo que llegaba el fin del mundo, fue herido por un golpe de sable38, Ya calmada la situación y absuelta la señorita Delorme, su nombre sigue apareciendo constantemente en las páginas del Fin de Siècle. Una noticia que se refiere muy probablemente a ella es anónima. Se trata de lo siguiente: un grupo de 60 indígenas de la Costa de Marfil, los llamados Paï-Pi-Bri, habían sido instalados, alrededor del 10 de julio, en el Jardín de Aclimatación, en una especie de exposición antropológica-colonial. Un día fueron llevados a visitar la Torre Eiffel a contemplar el panorama de París. El Fin de Siècle cuenta:

Nada podría dar una idea de su alegría y de sus exultaciones infantiles cuando París aparecia a sus ojos desde la plataforma más alta; pero cuánto más grande fue su consternación cuando, después de volver a bajar a tierra, uno de ellos faltaba. Una muy poderosa mundana se había llevado al más joven y más bello; curiosa, quería comprobar ella misma cómo son los Paï-Pi-Bri enamorados. Ha quedado encantada... muy encantada de su aventura.39

El retrato de Delorme se expone en el escaparate de una tienda en la rue de la Paix, pero se tiene que retirar bajo la presión de un grupo de colegas y rivales, aparentemente celosas de su belleza40. Saliendo de un concierto en el Café des Ambassadeurs41, Delorme pierde una magnífica billetera con broche de oro, que había costado 250 francos; la policía la logra recuperar42. Le roban su bolsa con diez o doce “louis”43 y por suerte la recupera también44.

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37 Cf. Schmigalle (2005). 38 Yeats (1999), p. 257. 39 Fin de Siècle, 30 de julio de 1893. 40 Fin de Siècle, 6 de julio de 1893. Cf. el retrato de Delorme por Émile Reutlinger en BOURGERON (1979), p. 95. El “Fondo Reutlinger” de la Biblioteca Nacional de Francia (Département des Arts du spectacle) abarca unas 300.000 piezas, entre ellas unas veinte fotos de Marion Delorme. 41 En los Champs Élysées. Construido en 1764, se convirtió en café concierto en 1849 y asumió el nombre de “Ambassadeurs” por la proximidad del Hotel Crillon, donde solían hospedarse los embajadores extranjeros. Tenía capacidad para un público de 1200 personas. En 1923 fue transformado en music-hall. 42 Journal des Débats, 9 de agosto de 1893; Le Matin, 10 de agosto de 1893; La Lanterne, 11 de agosto de 1893; Gil Blas, 11 y 12 de agosto de 1893. 43 Se llamaba “louis” a la pieza de veinte francos. 44 Le Diable Rose, “Écos”, Fin de Siècle, 17 de agosto de 1893.

72 Schmigalle, G. Anales de Lit. Hispanoam. 46 (Núm. especial) 2017: 61-76

En la primavera de 1894, durante una carrera de caballos, anuncia su próximo traslado a un hôtel de la avenida de Wagram45, más suntuoso que el apartamento de la avenida Victor Hugo46. En otoño del mismo año, leemos una noticia insólita, sobre uno de estos incidentes que casi nunca llegan a las páginas de los diarios:

Desesperanza. ‒ El hijo de un importante hombre de negocios de París, locamente enamorado de Marion Delorme, una semi-mundana muy conocido en el mundo donde uno se divierte, pidió a su familia la autorización para casarse con ella. Esta autorización le fue negada. Desesperado por este decisión, el joven alquiló ayer una habitación en un hotel del barrio de la Étoile y trató de suicidarse, disparándose una bala en la cabeza. El desgraciado, cuyo estado no es desesperado, ha sido llevado a la casa de su padre.47

En diciembre Delorme se resfría durante un baile, sufre de pleuresía, pero se recupera48. Un artículo nos lleva al segundo piso del pequeño hôtel estilo Renaissance, donde la cortesana, al terminar su dura jornada, es desvestida por su criada, antes de precipitarse en “su famosa cama de palo de rosa incrustado con maravillosas porcelanas de Sèvres, donde la fantasía de un artista ha pintado unos remolinos de amores y ha reproducido, para evocar el gran siglo de la pasión, los rasgos de la duquesa de Lamballe”49. Siempre en la primavera, los reporteros enumeran las bellezas que desfilan en sus carruajes en las avenidas del Bosque de Bolonia o asisten en las carreras de caballos de Longchamp. El nombre de Delorme no falta, pero siempre va incluido en el grupo de las semi-mundanas, nunca sube al grupo más alto de las grandes artistas, donde figuran Émilienne d’Alençon, la Bella Otero, o Liane de Pougy. El éxito de esta última, que además de hetaira es actriz y bailarina, y pronto será escritora50, molesta mucho a nuestro personaje, y el reportero menciona discretamente que “cierta belleza rubia, una de las joyas de Citera, ya no duerme bien por causa de los éxitos de la bella Liane. Bien pronto buscará en un escenario de bulevar los aplausos de los parisienses, y seguramente su bella sonrisa sabrá conquistar aún a los más difíciles”51. En 1894, una canción creada por Mlle Polaire en el Eldorado alude a la actuación de Delorme en una obra titulada Attila ‒ probablemente una selección de la ópera de Verdi, representada en el Jardín de Aclimatación52. En fin, en julio de 1896, en su hôtel de la avenida de Wagram, durante una fiesta con sus allegados más íntimos, se escenifica la pieza escrita por Delorme, en la cual ella misma representa el papel principal: El hombre del mundo, obra autobiográfica y además “pièce à clé”, “donde se ponen en escena unos personajes muy reales y muy conocidos del mundo parisiense”. La trama se inicia en el apartamento de la avenida Victor Hugo, la noche del 3 de noviembre de 1891 exactamente. Un joven de la mejor sociedad, locamente enamorado de Marion, ______

45 Le Diable Rose, “Écos”, Fin de Siècle, 15 de abril de 1894. 46 Bonnefont (1895), pp. 3-9. 47 La Lanterne, 21 de noviembre de 1894. 48 Le Diable Rose, “Écos”, Fin de Siècle, 21 de diciembre de 1894. 49 “Petits couchers: Marion de Lorme”, Fin de Siècle, 25 de diciembre de 1894. 50 En 1898 publica su primera novela, L’Insaisissable. 51 Le Diable Rose, “Écos”, Fin de Siècle, 26 de abril de 1894. 52 “Les petites actrices”, Les Chansons et Monologues Illustrés, 6e année, n° 278 (1894), sin paginación. Schmigalle, G. Anales de Lit. Hispanoam. 46 (Núm. especial) 2017: 61-76 73 quiere suicidarse porque sus padres le han prohibido el contacto con ella y le han cortado su asignación. Marion lo consuela y se lo lleva a un viaje de seis meses, pagado por ella, por tierras de Oriente. Cuando se agotan sus recursos, regresan a París, donde el joven la abandona y vuelve al redil de la familia. Al quedarse sin novio y sin fondos, Marion se dirige a los tribunales, pero pierde el caso y es condenada a asumir el costo del proceso. La pieza, “tragicomedia en un acto y tres cuadros”, no llegó nunca a una representación pública; tampoco se ha publicado el texto. La amante parisiense de Darío fue una actriz y escritora frustrada…53 Rubén Darío, que no era completamente ingenuo, se dio cuenta de la doble vida y de las dos caras de su amiga. Siete años después del romance vivido en 1893, publica una crónica en la cual fustiga la doble moral de la sociedad francesa, y dice:

La Sra. Otero es una artista; la Srta. de Pougy es una artista y una autora; la Srta. Marion de Lorme es una propietaria. Sus amigos, frecuentadores de medios elegantes, de círculos y casinos, señores X, I, y Z, son conocidos de todo el mundo por su miseria moral, por su desvergüenza y su aditamento ictiológico. La Sra. Otero arruinará a varias familias, las Srtas. de Pougy y de Lorme llevarán a la locura y al delito a más de un joven de buena familia.54

Se nota que para esa fecha, Darío es consciente de que Marion Delorme, la actriz, la soprano, la cortesana, la propietaria, era también una mujer fatal. A la vez sube el estatus de su amante: ya no vemos a Marion ni en el grupo de Sarah Brown y de la Goulue, ni en el más elevado de Laure de Chiffreville y de Madeleine Megen, sino en el de las hetairas de máxima categoría: la Bella Otero y Liliane de Pougy. En 1901, el hôtel de la Marion de Lorme histórica, en el número 41 del bulevar Beaumarchais, cayó bajo la piqueta de los demoledores55, pero la Marion Delorme moderna continuó su trayectoria todavía durante varios años. En 1903-1905, el suplemento de La Lanterne informa continuamente sobre sus actividades y sobre el vestuario que usaba en cada una de ellas: “sombrero negro”, “sombrero de terciopelo verde”, “sombrero estilo Luis XV adornado con cerezas”, etc. Su situación económica sigue siendo excelente. En compañía de Émilienne d’Alençon y de Caroline Otero, gasta fuertes sumas en las mesas de juego de Monte-Carlo56. De la playa de Trouville, donde pasa el verano, regresa “en mejor forma que nunca”57. En el Splendid-Hotel, el mejor de Aix-les-Bains (“luz eléctrica en todas las habitaciones”) abofetea públicamente a su joven amigo del momento, que se ha mostrado demasiado celoso y se ha opuesto a sus costumbres libertarias y libertinas58. En 1906, según parece, se retira de la vida pública. La Biblioteca Nacional de Francia conserva un curioso documento: Catalogue d'un élégant mobi- lier..., bronzes d'art et d'ameublement..., beaux bijoux..., tableaux anciens et

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53 Le Diable Rose, “Écos”, Fin de Siècle, 5 de julio de 1896. 54 Darío (1901), p. 152. 55 L. Roux, “L’hôtel de Marion Delorme”, La Tradition, t. XI, 1901, pp. 207-208. 56 Anónimo, “Mémoires d’un policier de Monte-Carlo. XXV”, La Lanterne. Le Supplément, 9 de abril de 1903. 57 Le Monsieur de Chez Maxim, “Échos”, La Lanterne. Le Supplément, 29 de agosto de 1903. 58 J. de Saint-Simon, “La semaine Fin de Siècle”, Fin de Siècle, 7 de junio de 1906.

74 Schmigalle, G. Anales de Lit. Hispanoam. 46 (Núm. especial) 2017: 61-76 modernes, aquarelles, pastels... le tout appartenant à madame Marion de Lorme.... Lleva dos fechas: miércoles 6 y jueves 7 de junio de 1906, días de la subasta, en el Hôtel Drouot, de sus posesiones más valiosas: comedor en madera negra incrustada con cobre y estaño, muebles de dormitorio incluyendo dos mesas de noche en madera de rosa estilo Luis XVI, escritorio en madera de rosa estilo Luis XV, piano de cola Érard de palisandro, piano vertical Pleyel de madera nogal decorado con oro, dos mesas de juego, una estilo Luis XV y la otra estilo Luis XVI, bañera grande de chapa esmaltada adornada de caoba con estufa y accesorios hidroterapéuticos de cobre niquelado proveniente de la casa Porcher; además joyas, cuadros antiguos y modernos, acuarelas, pasteles, entre ellos el Fin de jornada en Alsatia de Claire Hildebrandt, el Retrato de Miss X*** a imitación de Rochard, Les Grandes manœuvres y Campement en Tunisie de Detaille, una aguafuerte de Rops, la soberbia Venus Calipigia en mármol blanco, las porcelanas de Sajonia, antiguas monedas, magníficos floreros, en fin, todo lo que vieron du Saussay y Bonnefont en la avenida Victor Hugo y en la avenida Wagram, y algo más. Este mismo año, René Webb, un empresario británico con hilanderías en Inglaterra y en Buenos Aires, que quiere casarse con la Bella Otero, compra el hôtel de Delorme en la rue Fortuny, el tercero de sus domicilios parisienses59. Podemos deducir que para esa fecha, a la edad de treinta y siete años, Marion Delorme se retiró de las batallas del amor. Bonnefont ya lo había dicho en 1895: “Se le ha vaticinado que se retiraría algún día a alguna casa de campo, para vivir allí, no como devota, sino como sabia, no pidiendo nada al mundo y no esperando nada de él”60. Lógicamente, la investigación biográfica sobre la relación entre Rubén Darío y Marion Delorme tiene que quedar incompleta, mientras no podamos apoyarnos en cartas, diarios, testimonios de amigos y otros documentos íntimos. Los materiales que hemos encontrado hasta la fecha permiten visualizar dos lados de su personaje. Por un lado, Delorme pertenecía, entre las profesionales del amor parisiense, a estas figuras excepcionales que eran “las caprichosas, las extrañas, las cerebrales, las pródigas, las originales, las fogosas y las indiscutiblemente frescas y jóvenes”61. Su público incluía a “estas gentes refinadas, austeras y prudentes que tienen sed de ilusiones”62 y entre quienes los poetas ocupan el primer rango. Fue, en su mundo, una “rara”. “Puede usted estar seguro de que, entre sus numerosos admiradores, aquellos a quienes miró complaciente, eran todos aristócratas, tanto en el gusto como en las ideas.”63. Ofrecía a Darío un discurso, en parte sincero, que le permitía saciar su sed del infinito, e imaginarse que podrían lograr, de manera romántica, una comunión de cuerpos y de almas. Por otro lado, Delorme fue también una mujer fatal, explotadora y destructora de hombres. Darío, mientras disfrutaba las ilusiones que le vendía, no ignoraba el lado “Herodias y Salomé”64 de su amiga. Todavía no había llegado a la amarga conclusión de Benjamín Itaspes: “La mujer, amigo mío, es la peor de nuestras

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59 Gil Blas, 16 de noviembre de 1906. 60 Bonnefont (1895), p. 11. 61 Uzanne (1910), p. 430. 62 Uzanne (1910), p. 400. 63 Bonnefont (1895), p. 5. 64 Darío (2005), p. 126. Schmigalle, G. Anales de Lit. Hispanoam. 46 (Núm. especial) 2017: 61-76 75 desventuras, por sí misma, por su naturaleza, por su misterio y su fatalidad”65. Pero desde su casamiento forzado en Managua66 estaba aprendiendo cuidarse de los abismos del amor, con la ayuda de Dios: “mi juventud montó potro sin freno […] si no cayó, fue porque Dios es bueno”67.

Referencias bibliográficas

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65 Darío (2013), p. 56. 66 El 8 de marzo de 1893. Cf. Arellano (2011), p. 39. 67 Darío (2005), p. 31.

76 Schmigalle, G. Anales de Lit. Hispanoam. 46 (Núm. especial) 2017: 61-76

PUBLICACIONES PERIÓDICAS

Les Chansons et Monologues Illustrés (Paris). Fin de Siècle (Paris). Gazette des Tribunaux (Paris). Gil Blas (Paris). Istmo (en línea). Journal des Débats (Paris). La Lanterne (Paris). Le Matin (Paris). La Tradition (Paris).