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Asignatura: Medios de comunicación 4º Año Profesor: Federico Lisica 1º Trimestre 2011 INDUSTRIA CULTURAL

Las vaquitas de la cultura

Las industrias culturales crecen a ritmo sostenido en el Producto Bruto Interno: ya representan el 3,5 por ciento del total, más que actividades tradicionales como la minería y la pesca

Viernes 04 de febrero de 2011

LA NACION

En un principio, el concepto de "industria cultural", enunciado en la década del 40 por el filósofo alemán Theodor Adorno, tenía una connotación peyorativa. Para éste y otros teóricos de la Escuela de Fráncfort, el término encerraba en sí mismo una contradicción, ya que aludía a la reproducción en serie de un hecho u objeto que es en sí mismo único, como un concierto de música o una pintura al óleo. No obstante, a partir de la década del 80, comenzó a otorgarse particular importancia a este sector, que incluye desde la producción de libros, películas y CD de música hasta los espectáculos en vivo y las obras de arte; y a tratar de medir su impacto en las exportaciones, la economía y el empleo.

Actualmente, casi todos los países tienen, dentro de los organismos públicos de fomento a la cultura, un área de promoción de las industrias culturales. Algunos las consideran dentro del conjunto de las "industrias creativas" e incluyen el diseño, el desarrollo de software ,videojuegos y servicios conexos. Sin embargo, la cuenta satélite del PBI cultural argentino se circunscribe a los rubros audiovisual, editorial, musical, espectáculos y obras de arte.

En la Argentina, las industrias culturales representaron en 2009 -último dato disponible- el 3,5% del Producto Bruto Interno (PBI), es decir, unos 13.532 millones de pesos, según los cálculos del Sinca (Sistema de Información Cultural de la Argentina), de la Secretaría de Cultura de la Nación. Esta cifra, que supera la de actividades extractivas como la minería y la pesca, y alcanza la mitad de la de la industria de la construcción, viene en ascenso desde 2004, año en que comenzó a medirse la cuenta satélite de cultura dentro del PBI argentino, y crece a tasas superiores a las del conjunto de la economía nacional.

La participación de la cultura en el PBI nacional es alta si se la compara con otros países de América latina como Brasil (1,5%), Colombia y Chile (alrededor del 2%), y similar a la de algunos países europeos (España, 2,8%).

En 2009, el crecimiento de la economía argentina fue menor al 1% (0,8 según el Indec). Sin embargo, mientras otras actividades caían, las culturales crecieron un 8%. El fenómeno se explica por "cierta inercia positiva que viene de cuatro años de crecimiento consecutivo a tasas de dos dígitos", explica Natalia Calcagno, socióloga especialista en Metodología de la Investigación y coordinadora del Sinca. Por otra parte, "si bien los consumos culturales son elásticos al ingreso, y cuando la economía cae son los primeros en ajustarse, no desaparecen del todo". Cuando se reduce su poder adquisitivo, la gente compra menos diarios, libros y entradas al cine o al teatro. Pero no deja de leer y a lo mejor cambia los espectáculos pagos por otros gratuitos. "Esto lo vimos muy claro durante la crisis de 2001 y 2002", dice Calcagno.

"En este sentido, el año 2009 nos sirvió como variable de control, para saber si las actividades culturales crecían empujadas por la economía, o si en realidad está pasando algo con la cultura que la está llevando a una especie de boom ", señala la socióloga. Calcagno está convencida de que las cifras de la cultura del año 2010 (que se conocerán a mediados de este año, cuando se desglosen los datos del PBI) continuarán con esta tendencia positiva. "Algunos datos preliminares, como las ventas de libros, entradas de cine y asistencia a espectáculos musicales así lo sugieren."

Sobredosis de tevé

De todas las industrias culturales, la que presenta mayor dinamismo es la producción audiovisual. "La televisión, y sobre todo la exportación de formatos de programas, ha registrado un crecimiento asombroso durante los últimos años, desplazando la venta de ?enlatados' y actividades tradicionales como la exportación de libros", señala Calcagno. Este rubro, que incluye la venta de derechos para producir localmente el formato (idea, guión y servicios de adaptación), explica en parte el superávit en la exportación de servicios culturales.

Según un informe de la BBC de diciembre de 2009, la Argentina es el cuarto exportador mundial de contenidos televisivos, sólo superado por Gran Bretaña, Estados Unidos y Holanda. Los exitosos Pells , Casi ángeles y Rebelde Way (todos de Cris Morena Group) encabezan la lista de "los más vendidos" a mercados tan disímiles como España, Italia, Rusia, Turquía, México y Estados Unidos.

El auge de la industria nacional de contenidos televisivos tiene mucho que ver con la estructura de pequeñas productoras independientes creadas en los años 90 para tercerizar una tarea que hasta entonces correspondía a las emisoras de aire. "Lo que empezó como un parche para cuidar la caja de los canales y precarizar el empleo se convirtió en una oportunidad de crecimiento para la industria, que multiplicó fuentes de trabajo, mejoró su calidad y ganó mercados internacionales", apunta Claudio Martínez, fundador y director de El Oso Producciones ( Científicos Industria Argentina ) y ex director periodístico de América TV.

Con programas innovadores, de alta calidad y a un costo relativamente menor, las productoras comenzaron a ganar espacio y dejaron de ser artesanales para convertirse en pymes. Algunas dejaron de ser independientes y en los primeros años de esta década fueron compradas por los canales. Otras dejaron de ser argentinas para ser parte de conglomerados internacionales. En este proceso, el país pasó de importar latas y cintas a exportar contenidos.

Luz, cámara... ¡pochoclo!

Durante 2010 la venta de 38 millones de entradas de cine en todo el país generó ingresos por unos 680 millones, de pesos según datos de la consultora Ultracine. Esto representó un aumento del 13,8% en relación con 2009 (un año de considerable caída por la epidemia de gripe A durante junio-julio).

El mejor año de la década fue el 2004, cuando se vendieron casi 43 millones de entradas. Lejos, sin embargo, de los números de la década del 80, cuando asistían al cine unos 61,5 millones de espectadores anuales, en las 996 salas que había en el país. A principios de los años 90, la cantidad de salas se había reducido a 340 y los espectadores, a 15 millones, según consta en el libro Valor y símbolo: dos siglos de industrias culturales en la Argentina , editado por la Secretaría de Cultura de la Nación. Sin embargo, a partir del nuevo siglo, el modelo de negocios asociado con los multicines en shoppings y centros comerciales reanimó la apertura de salas que, aunque de menor capacidad, llegan a más de mil en la actualidad.

Un derrotero similar siguió la producción de películas nacionales en los últimos 20 años. De sólo ocho películas nacionales estrenadas en 1994, al año siguiente, como consecuencia de la entrada en vigencia de la ley nacional del cine, se pasó a rodar en el país 24 películas. En 2009 se produjeron en el país 45 largometrajes. Ése fue el año en que El secreto de sus ojos (ganadora del Oscar en 2010) rompió la taquilla y el cine nacional alcanzó su mayor cuota de mercado, con 5,3 millones de espectadores (uno de cada seis). La ciudad de Buenos Aires y la provincia de San Luis, al promover el cine como industria (y no como servicio), concentran la mayoría de las actividades de producción y rodaje de films nacionales.

En 2010, en tanto, se estrenaron 95 películas argentinas, 80 de las cuales no llevaron más de 10 mil espectadores. Sólo uno de cada 11 asistentes al cine optó por una película nacional. No obstante, fue un año de gran crecimiento en la facturación de las salas debido, por un lado, al aumento del precio de las entradas y, por el otro, a la explosión del cine 3D, que captó a un 18% de los espectadores y generó el 26% de la recaudación. El año pasado cerró con 112 salas habilitadas para proyectar películas tridimensionales y para fines de 2011 se espera superar las 200. La apertura de cada una requiere una inversión de unos 240.000 dólares, con lo que este año, las cadenas invertirán 22 millones de dólares para montar nuevas salas o transformar las convencionales en 3D.

Música digital

La industria discográfica está atravesando una fuerte crisis global por obra de la digitalización y la Argentina no escapa a este fenómeno. En la última década, el negocio de la música se dio vuelta. Antes los artistas hacían shows para promocionar sus y ahora hacen discos para promocionar sus shows. En este escenario, las discográficas independientes (de origen nacional) tienen más posibilidades de supervivencia al centrarse en la búsqueda y promoción de nuevos artistas (no tan afectados por la piratería) e integrar las nuevas tecnologías como herramientas de difusión y comercialización.

Durante 2009 se vendieron en el país unos 13,5 millones de unidades (principalmente CD), dos millones menos que en 2008. La venta on-line (legal) representó un 7% de esa cifra (internacionalmente se sitúa entre el 15 y el 40%), según datos de la Cámara de Productores de la Industria Fonográfica (Capif). Según el Laboratorio de Industrias Culturales de la Secretaría de Cultura, de las 129 discográficas existentes en el país, 107 funcionan en la ciudad de Buenos Aires. Unas 70 de ellas son independientes y representan un 23% del mercado.

La piratería se lleva más del 60% de la venta de CD y el 99% de las descargas vía Internet, según Capif. "Hoy se consume más música que nunca (la mayoría en formato digital), sólo que pocos pagan por ella. A su vez hay continuos entrecruzamientos entre las industrias creativas: videojuegos y películas llevan música, por ejemplo, y esto hace que crezca el mercado", señala el director de Industrias Creativas de la Ciudad Autónoma, Enrique Avogadro.

Escuchar música es desde hace décadas uno de los consumos culturales más frecuentes entre la población de todos los niveles de ingresos y sobre todo, entre los más jóvenes (93%, según la última Encuesta Nacional de Consumos Culturales, de 2006).

Artes y espectáculos

Según la Encuesta Nacional de Consumos Culturales, un 11% de la población concurre al menos una vez al año al teatro. Desde 2003, el número de espectadores teatrales en el circuito oficial y comercial se mantiene en 3 millones anuales.

Con siete teatros oficiales (entre los que se destacan el Colón y el Cervantes), 123 no oficiales, 25 salas comerciales y más de 400 espacios ligados al teatro independiente, Buenos Aires es, para Carlos Rottemberg, director de la Asociación Argentina de Empresarios de Teatros, "la cuarta ciudad en el mundo del teatro, sólo precedida por Londres, Nueva York y Madrid". El cálculo del productor teatral responde a la ecuación entre la cantidad de obras estrenadas, la disponibilidad de butacas y el número de asistentes. Buenos Aires tiene incluso más teatros que Nueva York, aunque menor cantidad de butacas y, por ende, de espectadores.

No obstante, si bien existe una gran concentración de la oferta teatral (como de otras actividades culturales) en la ciudad autónoma, otros centros urbanos ofrecen una buena cartelera (Villa Carlos Paz y Mar del Plata se destacan especialmente), gracias a las giras de los elencos por todo el país.

En cuanto a los museos, galerías y salas de arte, la situación es similar. La ciudad de Buenos Aires cuenta, entre públicos y privados, con más de un centenar de museos, a los que se suman unos 600 espacios de arte que incluyen muestras de dibujo, pintura, fotografía, grabado, performances e instalaciones. La Asociación Argentina de Galerías de Arte (AAGA) nuclea a 40 galeristas, y hay otros tantos que son independientes.

La asistencia a museos durante 2009 totalizó, según datos de la Dirección General de Museos, unas 864 mil personas, casi la mitad de ellas en la ciudad de Buenos Aires.

En los últimos años cobraron importancia las ferias como arteBA y Arteclásica, con creciente convocatoria de público y de ventas. La edición de arteBA 2010, por ejemplo, contó con más de 80 mil asistentes y se registraron ventas superiores a las del año anterior, con obras comercializadas por valores que oscilaron entre los 300 y los 25 mil dólares.

Fiestas y cultura popular

Asociada generalmente a una elite, la cultura se manifiesta de forma extendida y democrática en las fiestas y festivales populares. Según un relevamiento del Sinca, existen a lo largo del país más de 2700 celebraciones ligadas a temáticas religiosas, artísticas, folklóricas, productivas o cívicas. Grandes ciudades, pueblos pequeños, ricos, pobres, jóvenes y viejos; todos los argentinos tienen cada año una oportunidad para la celebración colectiva y la expresión de sus valores y tradiciones.

Según el relevamiento del Sinca, la categoría religiosa es la que presenta la mayor cantidad de celebraciones con un 36% del total. La figura más venerada es santa Rosa de Lima, seguida de lejos por el poco ortodoxo Gauchito Gil. Las festividades de tipo cívico (la fundación del pueblo, el día del inmigrante) representan el 32%, seguidas por las de índole productiva (Fiesta de la Flor, del Ternero o de la Papa), y finalmente los festivales folklóricos (7%). Si se analiza la localización geográfica de estos festejos, en el norte del país predominan las celebraciones religiosas; en el centro, las productivas y en el sur, las fiestas cívicas. En cuanto a su distribución en el calendario, la mayoría se lleva a cabo en primavera y verano, lo que coincide con la temporada de receso escolar y constituye un factor potenciador del turismo.

"Las fiestas populares generan un movimiento económico importante aunque difícil de medir, salvo en aquellas multitudinarias, como los carnavales de Gualeguaychú, la Fiesta de la Vendimia o los festivales de Cosquín y Jesús María -apunta Calcagno-. Sin embargo, aun la fiesta más simple del patrono local genera ingresos al vendedor de estampitas, de gaseosas, al hotel o restaurante." Lo más importante es que son actividades culturales muy federales y se las encuentra en cada rincón de la Argentina.

Libros y lectores

Si algo caracteriza a la industria editorial argentina es la presencia de numerosas editoriales independientes, que brindan una diversidad de títulos y autores única entre los mercados de habla hispana. De acuerdo con datos de la Cámara Argentina del Libro (CAL), en 2010 se publicaron unos 20.300 títulos (entre novedades y reediciones), con más de 75 millones de ejemplares. Esto significó para el sector una facturación superior a los mil millones de pesos.

Según la CAL, existen en el país unas 385 entidades cuya actividad principal es la publicación de libros. Sin embargo, el variopinto universo editorial incluye, además de las empresas propiamente editoras, instituciones académicas, organizaciones sociales y culturales y a los propios autores que financian y llevan a cabo su "autoedición".

La actividad editorial -y lo mismo ocurre con las librerías- se encuentra altamente concentrada en la ciudad de Buenos Aires. Y son los sellos internacionales, como el grupo español Planeta (adquirió Emecé en 2000) y Random House Mondadori (compró Sudamericana en 2001), los que manejan gran parte de la producción de libros en el país, al imponer una lógica de rotación permanente de novedades y, como ocurre en el cine, lanzamientos mundiales de los grandes autores. Esto deja en manos de las editoriales independientes la experimentación y publicación de los autores noveles locales, que antes estaba a cargo de las grandes editoriales de capitales argentinos.

Como ocurre en el resto del mundo, cada vez se editan más títulos con tiradas más pequeñas, y la brecha no hace sino ampliarse. Hay quienes alertan sobre una sobreoferta de libros que termina perjudicando a las editoriales pequeñas, ya que compiten por el mismo espacio en las librerías con los sellos transnacionales y su gran poder de promoción.

El advenimiento del e-book , que está ganando terreno en los mercados internacionales, es aún incipiente en el país, donde el 94% de los ejemplares se publican en papel y sólo 152 títulos se registraron en formato digital en 2009.

En cuanto al promedio de lectura, los argentinos dicen leer 4.6 libros al año. Entre quienes más leen están las mujeres, los menores de 35 años, los de nivel socioeconómico alto y los que residen en Buenos Aires y zonas del conurbano. El 70% de los lectores dice hacerlo por placer y en segundo término (aunque en primer lugar en el caso de los niños y adolescentes), por motivos de estudio.

La literatura local de ficción está, en volumen de ventas, por detrás de otros géneros como la investigación periodística, los ensayos y la autoayuda. Por cantidad de ejemplares publicados, el primer lugar lo ocupan los libros de ciencias sociales y humanidades; les siguen ensayos sobre otras disciplinas, la literatura nacional y extranjera, literatura infantil y juvenil y libros de arte, en ese orden.

BIEN SIMBÓLICO

La pelea Arjona-Páez Una discusión que reinstala una polémica muy anticuada Por Pablo Sirvén De la Redacción de LA NACION

Las interminables discusiones sin conclusión entre la supuestamente alta cultura y la supuestamente baja cultura ya hace rato huelen a rancias y anticuadas. Décadas pasadas era del todo común que una pretendida intelectualidad dictara cátedra cuando bajaba constante línea beligerante y elitista, en procura de determinar qué era y qué no era arte. No se habían percatado que nadie los había elegido como ángeles custodios del buen gusto ideal (en el supuesto que éste existiera y fuese tan fácil de definir). Creían desempeñar una tarea delicada y terminaban siendo toscos comisarios de la estética. Nunca hubo mayormente respuestas desde el campo populista hacia esos ataques, sea porque no entendían o no se interesaban en la discusión o porque animados por un espíritu eminentemente práctico preferían no desconcentrarse de sus melodías básicas y pegadizas ni de sus perfiles ingenuos y poco camorreros que les garantizaba multitudinarios hits a repetición. Con el tiempo, cansado de monologar, este tipo de discusión unilateral (un bando que cuestiona fuerte y el otro que hace como que no lo oye y no responde) fue, menos mal, perdiendo terreno y pasando de moda. Es más: el avance de la tolerancia, la aceptación de la diversidad y de lo diferente como núcleo esencial de una sociedad verdaderamente democrática, pluralista y desprejuiciada que se expresa de múltiples y respetables maneras, permitió desdramatizar la cuestión y hasta encontrar zonas de coincidencias: aquella música que abominaban los sectores ilustrados y altos de la sociedad (rotulándola de "mersa" o de "grasa") empezó a colarse, primero en clave de humor y después plenamente aceptada, hasta en las fiestas más paquetas. Allí hubo un primer reconocimiento por parte de no pocos de los que se creían iluminados que aquellas melodías "pobres" podían, de todos modos, divertir y hasta crear felices o melancólicas asociaciones con distintos momentos de nuestras vidas. Luego, todo se hizo mucho más fácil: las patronas de Barrio Norte ya podían escuchar a la luz del día lo que antes hacían a escondidas por vergüenza a ser descubiertas con gustos similares a los de sus propias empleadas domésticas. En ese campo tan frívolo y aparentemente intrascendente, también se estaban librando batallas profundas no de la democracia institucional, sino de la que, afortunadamente, también avanza sobre nuestras maneras de ser, sacudiéndonos viejos prejuicios y resabios sociales antediluvianos que, por suerte, van quedando definitivamente atrás. Hoy una misma persona puede disfrutar de la Novena Sinfonía de Beethoven, hacer sonar en su iPod a Norah Jones y pasarlo en grande en una fiesta bailando al ritmo de la Mona Jiménez, sin tener que dar explicaciones por ello. * * * Por eso, la polémica abierta por Fito Páez -lamentándose ante Clarín que Ricardo Arjona hiciera 35 Luna Park mientras Charly García sólo llenaba dos (que al final serán tres porque se agregó otra función para el sábado próximo) lo que, según el cantautor rosarino, significaría que "hay valores que fueron aniquilados"- atrasa y nos devuelve a un estado anterior de la discusión musical que se pensaba del todo superada. En el contexto de distintas regresiones (políticas, económicas y, fundamentalmente, institucionales) que se vienen dando en el país en otros ámbitos, la involución que propone esta discusión está a tono y se articula con los otros retrocesos. En vez de pensar que ciertos valores están aniquilados porque Arjona llena más salas que García, ¿no pasa justo lo contrario ya que la cartelera de Buenos Aires es cada día más rica y heterogénea, y es tanto o más sofisticada que la de las grandes ciudades del mundo, con todo tipo de propuestas artísticas? ¿Acaso la sumatoria de teatro oficial y en off, más la cantidad de pubs y salas de todos los tamaños, los espectáculos a la gorra en lugares al aire libre o cerrados que atraen público cada semana no suman más gente que 35 Luna Park? Pero aunque esa cuenta no diera, ¿de dónde salen estas raras matemáticas que restan a esas 35 funciones de Arjona, el par de Charly (¿no es exactamente al revés, o sea una suma: Arjona más Charly más todos los demás?). ¿Puede alguien todavía asombrarse de que lo que está hecho y respaldado publicitariamente para repercutir en la masividad, aquí y en cualquier parte del mundo, convoque muchas más seguidores que lo que es más depurado estilísticamente, más difícil de asimilar y menos difundido? Además, la batalla es demasiado desigual como para establecer odiosas comparaciones: Arjona es un portento de la industria discográfica internacional, apalancado en monumentales campañas de difusión y de marketing que, por cierto, servirían de muy poco si el guatemalteco no se apoyara en periódicos estrenos de temas muy entradores ni se apoyara en atractivos shows multimediáticos muy bien montados y clips llamativos. Charly García, qué duda cabe, es una de las glorias vivientes fundadoras del rock nacional, pero si bien su recuperación es auspiciosa, si se la compara con el abismo en que había caído, su estado aún está bastante lejos de ser el mejor y su prodigiosa y monumental producción no ha tenido mayor renovación en los últimos tiempos. Tampoco cuenta con un presupuesto de difusión como el de Arjona y su nombre no repercute con la misma fuerza en el extranjero, ni sus temas se pasan tan seguido en la radio ni se ven con asiduidad llamativos videos de él en las señales musicales de cable. Por todo eso, ya no serían comparables Charly García y Arjona. Si a su vez sumamos que el primero busca más experimentar que agradar y que tiene un historial de desplantes y escándalos en torno de sus actuaciones bastante complicado y el segundo, en cambio, es una infatigable y precisa máquina de trabajar, centrado obsesivamente en deslumbrar al público femenino, se entenderá el porqué de las diferencias en la repercusión. * * * Con todo lo poderoso que es Arjona, reaccionó innecesariamente mal, como un animal herido, con una furia que apenas esconde cierto inexplicable complejo de inferioridad. Si al menos hubiese sabido mantener el tono filoso y de gran ironía que exhibe en tan sólo un párrafo de su agresiva respuesta ("Ya quiso usted ser Charly García, después quiso ser Almodóvar", lo ametralla a Páez), sus estiletazos habrían sido más elegantes e hirientes y la pelota habría quedado, indefectiblemente, del lado de Fito. En cambio, la sensación que queda es que ambos desafinaron feo. Ojalá se repongan rápido, y sin secuelas, donde mejor saben hacerlo: arriba del escenario.

Masividad versus creación, otra pelea más en este país y van... Sobre leyes no escritas y verdades de Perogrullo Domingo 28 de marzo de 2010 Por René Vargas Vera Para LA NACION Esta vez les tocó el turno a dos cantautores. Quizá como para descansar de políticos? Pero a nadie se le ocurre separar la paja del trigo. Los medios, sobre todo la televisión, siguen empeñados en agudizarla desde la pura superficialidad del agravio. Y menea la palabra polémica, cuando en realidad se trata de controversia. Esperar esta distinción de palabras, en boca de comunicadores de la TV es pedir peras al olmo. Porque, castizamente, polémica es solamente una controversia planteada por escrito. Que así fue como empezó: en la tinta de un diario de circulación masiva. Esta cuestión excede lo personal, si bien tiene su origen en lo personal. Es decir: en lo que piensa y siente cada artista sobre su arte. Alguno de ellos con convicciones? En este siglo XXI, y desde antes de la década del noventa, se planteó más claramente que nunca, en el mundo entero, la opción entre masividad y arte auténtico. Como viejas antípodas. Como temas irreconciliables. Pero son los propios músicos -y no los críticos ni el hombre común- quienes distinguen siempre y claramente entre buena música y música basura. No lo hace un sector de artistas a los que suele acusarse de elitistas por el sólo hecho de ser serios, exigentes, dignos y éticos. Lo afirma un simple buen músico para quien esté dispuesto a escucharlo. Cuando Fito Páez habla de convocatorias y recuerda que el señor Ricardo Arjona llenó 35 Luna Park, mientras Charly sólo actuó allí un par de veces, no está echando pestes contra Arjona. No dice que su arte es barato, demagógico, pasatista o pura basura. Fito Páez sólo habla de un hecho concreto. De una realidad palpable en la ciudad: el poder de convocatoria entre dos músicos. Y expone con sinceridad, sin petulancia, y con cierta claridad, sus objetivos artísticos, sus convicciones y los contenidos de sus canciones. Fito sólo se remite a exponer su credo artístico, basado en la sinceridad, en lo auténtico, en la creatividad y no en la especulación de la novedad o en la demagogia. Y está claro que se refiere al contexto de la ciudad, donde detecta un vaciamiento de ideas. Además, con humildad se coloca, otra vez, detrás de sus modelos: García, Spinetta y Nebbia. La respuesta de Ricardo Arjona es de ofensa a Fito Páez, fiel a la consigna de que la mejor defensa es el ataque, como la practican, inveteradamente y sin el menor escrúpulo, nuestros conspicuos representantes del partido dominante de la Argentina. Arjona descalifica el arte de Fito Páez y dice claramente que está en plena decadencia. Si Arjona hubiese respondido que él compone y entrega canciones sencillas, sin mayores pretensiones musicales y poéticas, pero que le gustan más a la gente que las que compuso Charly García, y que por eso puede llenar treinta y cinco veces el Luna Park, hubiera sido sensato y modesto. Hubiera ostentado la humildad de los grandes. Pero no. Prefirió refutarle a Fito con agravios. Con varias imputaciones presuntuosas, dañinas y caóticas de decrepitud. De todos modos, el meollo de este asunto son las pautas y los códigos en los que está sumergida la música popular en las dos últimas décadas. Tal entorno está por encima de Fito Páez y de Ricardo Arjona. Exactamente eso que señalamos al comienzo: la opción entre masividad y arte. De este tema se viene escribiendo desde comienzos del siglo pasado: la sociedad de masas. "La rebelión de las masas", según Ortega y Gasset. Es ley no escrita que el arte masivo convoca mucha gente. Verdad de Perogrullo, sin duda, pero dicha para que se entienda? Y es la música, quizá, el ejemplo más claro e irrefutable de esta situación en la que se encuentra hoy el mundo entero. Son multitudes las que acuden a escuchar al artista que ha conquistado ese poder de convocatoria, sin importar demasiado los mecanismos tácitos o explícitos de su lanzamiento al estrellato. Por cierto que hay honrosas excepciones que confirman la regla. Por ejemplo la música que nace del talento, de la inspiración, del vuelo creativo, de la originalidad, de la libertad individual, de la creatividad auténtica, de la inventiva no atada a fórmulas consagradas. De lo que no cabe duda es de la proliferación y difusión masiva de mucha -muchísima- música y poesía compuestas según los parámetros y dictados del mercado discográfico y los códigos masivos de la industria del espectáculo. Los músicos -sobre todo los cantautores- conocen muy bien eso de la connivencia tácita entre las empresas discográficas multinacionales que buscan obsesivamente la ganancia pecuniaria, y los artistas que acceden al éxito masivo prefabricado en tales empresas por muchos de ellos. Son los gerentes y directores artísticos de tales industrias del quienes, junto con los productores y representantes de los músicos, conocen al dedillo las fórmulas poético-musicales seguras para alcanzar el impacto masivo y la venta de tales productos. Que este ritmo, que esta melodía, que este giro del verso, que la temática del momento, que la moda?¡esto va a pegar, seguro! Que el "estudio de mercado", que el momento oportuno del lanzamiento, fríamente calculado. A la gente hay que darle lo que pide. Antes era "pan y circo". Ahora es circo? Y lo prioritario: llenar salas de espectáculos o espacios al aire libre, llámese teatro, televisión, estadio, parque? Así de sencillo. Nunca mejor empleada la palabra producto, tan aplicable a la industria. La que fabrica pastas, autos, cañones, ropa, juguetes, zapatos, confites? Y están los músicos que acceden a tales pautas. No por otra razón han aparecido en los últimos veinte años - como hongos, como peste- cientos de cautautores clonados que irrumpen con canciones igualmente clonadas. Para consumo masivo. Para el negocio. Y, de paso, para darle razón a don Quevedo: Poderoso caballero es don Dinero. Artistas inclinados a las concesiones. Puro eufemismo, porque concesión es un modo de renunciar a la propia libertad, a principios estéticos y, sobre todo, éticos. El círculo se cierra en una sociedad en la que la decadencia y el descenso cualitativo se han convertido en moneda corriente. No por culpa exclusiva de la gente, sino por la manipulación masiva de comunicadores por la que el público sucumbió a la vulgaridad, a la superficialidad, a la emoción virtual, al avance de la insignificancia. Comunicadores repentinos, advenedizos, sin formación cultural, sin principios, sin convicciones, sin escrúpulos, sin respeto por los valores de la belleza. El entuerto entre Ricardo Arjona y Fito Páez quedará como anécdota para quienes lo sigan meneando alegremente. Queda por ver qué nos espera a quienes alentamos la esperanza de un mundo mejor, donde el arte recobre su dignidad y su destino originario de transportarnos hacia la belleza y con ella enriquecer nuestros espíritus

INDUSTRIAS DE LA INFORMACION

MEDIATIZACIÓN

La tinellización de la tele Publicado el 6 de Octubre de 2010

Por Maby Sosa ShowMatch y su rebote influyen en el 25% de las horas de transmisión de la tevé abierta. ¿No queda otra que girar alrededor de Marcelo rey?

El televisor proyecta la imagen de . Poco importa si el numerito verde marca el número 2, 9, 11 o 13: el 90% de la televisión argentina se ocupa del conductor de ShowMatch. A la emisión del ciclo que sale todas las noches después de Malparida y termina pasada la medianoche se le suman diariamente dos horas más, como apéndices de Bailando por un sueño. Pero los gritos de Ricardo Fort, los otros jurados y las peleas entre los participantes se repiten hasta el cansancio en el resto de los canales. Intrusos, Viviana Canosa y Zapping son algunos de los programas que convirtieron en una especie de “repetidora Tinelli”. Hartos de pelear con Marcelo mientras el rating siempre asciende a su favor, el resto de los canales apuestan a la ficción, mueven las grillas, levantan programas y ponen invitados especiales, todos al compás de Tinelli. Nadie quiere quedarse afuera. El riesgo es, al otro día, perderse de estar en el comentario repetido en todas partes, la TV incluida: el repaso por los pormenores del concurso, como si fuera un partido de la Selección Argentina en medio del Mundial, o la aplicación de alguna nueva ley. Todo el mundo quiere ver a Tinelli, y los que no lo quieren ver, igual tienen a Tinelli en la pantalla. A la hora que sea, en que canal que elijan. Así, todos los periodistas, todos los programas, todos los entrevistados, parecen habitantes de ese planeta llamado Tinelli, alrededor del cual dan vuelta las grillas de cuatro canales de aire. En total, ShowMatch suma cuatro horas y media diarias entre el reality y Este es el show. El programa está conducido por una conocida cara tinellesca: José María Listorti, con la co-conducción de Denise Dumas. El ciclo trata de recrear aquellos segmentos más polémicos del Bailando…, tiene entrevistas y móviles con la estrella del momento (que suele mantener un estrellato de tres días). Siguiendo con la dinámica del show dentro del show, los sábados a las 13:30 arranca La cocina del show con la conducción de Zaira Nara y Mariano Iúdica. Ellos hacen el detrás de bambalinas del programa, también tiene entrevistas y suma juegos con los televidentes y un número musical. El tercer hijo de ShowMatch es Sábado show, también con la conducción de Listorti y Dumas, un resumen semanal con panelistas y bloques especiales y de homenaje como “Baila Argentina” y “Canta Argentina”. Con la llegada de ese programa, la productora de Tinelli llegó a la cifra de 30 horas semanales en El Trece. De acuerdo lo que informó el portal Television.com, en la oferta actual de la televisión abierta, los contenidos de ShowMatch influyen en el 25% de las horas de transmisión. A los programas de El Trece, se suman Intrusos en el espectáculo, Infama, RSM, Viviana Canosa, Bendita, TVR, Zapping en su versión semanal y Zapping diario, entre otros. Sin contar todos los otros programas de cable que se nutren del tópico Tinelli. Al televisor no le queda otra que transmitir los conflictos que existen entre Graciela Alfano, Aníbal Pachano, Ricardo Fort o Emilia Attias. MÁS SHOWMATCH PARA EL VERANO. Se viene el verano y nadie puede olvidar a Tinelli. Los productores de Ideas del Sur quieren que ShowMatch sea el tema de discusión en las playas de la costa y las piletas de los desafortunados que pasarán sus vacaciones en Buenos Aires. La productora de Marcelo Tinelli prepara un reality que será parte de Este es el show y que tendrá relación directa con ShowMatch. Al estilo de Gran Hermano, los participantes estarán todos en una casa. Para eso, a principios de diciembre se abrirá la convocatoria a un cásting para bailarines y todas aquellas personas mayores de 18 años que quieran ser famosas y traigan consigo algún conocimiento de baile. Esta especie de academia tendrá como objetivo encontrar a los participantes de la próxima edición del Bailando... Las personas que superen el cásting estarán dentro de una casa, donde serán entrenados por coachs de baile. Los ganadores de este certamen participarán en Bailando 2011 ya en calidad de famosos. ¿Sigue sumando? Al parecer, este fin de semana hubo encontronazos entre Adrián Suar y Marcelo Tinelli. La decisión de Suar era que El Trece sumara a las tardes de los domingos un resumen de lo más relevante de ShowMatch. De esta manera, el envío de Ideas del Sur completa su presencia en la grilla de la emisora los siete días de la semana, tanto en su versión original como en los debates, resúmenes y escándalos que se ven por las tardes. El plan de la gerencia del canal es reforzar los domingos con un completo compilado, a partir de las 14, de todo lo que pasó dentro y fuera de la pista del Bailando para aquellos que no lo hayan podido ver o quieran repetirlo. A diferencia de Este es el show, La cocina del show y Sábado show, el ciclo no sería una producción de Ideas del Sur sino del propio canal, y eso, al parecer, había enfrentado a Tinelli con Suar.

CONTRATO DE LECTURA

GOLPE A GOLPE

Mi primo, chacarero de los autodenominados “gringos”, me dijo: “Yo leo La Nación porque ahí escriben lo que yo quiero leer”. No sabía mi primo que coincidía casi, casi, palabra por palabra con mi amigo porteño que dos días antes, en un mail, me había contado: “Yo leo Página/12 porque ahí escriben lo que yo quiero leer”. Mi primo vive de su trabajo en el campo. Mi amigo vive de su trabajo en el Estado. Viene Perogrullo y dice: Los diarios firman un contrato con sus lectores. Lo hacen desde la elección primaria de sus columnistas, desde los temas que proponen, desde los que no proponen. Dice tanto un editorial de Morales Solá como la foto de las tetas de Diario Popular; las pesadas páginas de psicología de Página/ 12 como las infografías desplegables de Clarín. Por suerte, la objetividad es una nimiedad que a esta altura del partido sólo pueden pedir oyentes de los que llaman escandalizados a los programas de AM o foristas paparulos en sitios de internet. No hay objetividad posible. Hay señores, hay intereses, hay prejuicios, hay negocios, hay mediocridad, hay de todo menos objetividad. Conclusión ramplona pero real: es tremendamente subjetivo pedir objetividad. Objetividad suele ser: “Pensá como yo, querés”. Informame qué pasó. Lo que pasó es que el Estado es redistributivo y por eso el dinero de los jubilados volvió a sus manos, y que Kirchner sólo quiere hacer caja y se quedó con la plata de los jubilados, y que la Argentina es comunista y uno no puede decidir qué hacer con su jubilación y que por fin el Estado se hace cargo de los intereses de sus ancianos, y que las AFJP son coartadas en su libertad de decidir sobre sus inversiones y sus fondos, y que el dinero de los argentinos queda en la Argentina y no se va más a paraísos fiscales y ahora sirve para crear más riqueza nacional. Nada de eso es verdad, todo eso es verdad. Eso es objetividad. Últimamente, anda por ahí una ideíta aparentemente crítica, que se desparrama y se hace carne en mucha gente, que dice “no creas en lo que dicen los medios”. Ok, no les creo. ¿Entonces qué? Quedamos así, incrédulos e inoperantes. No le creo a ningún medio. Pero es que los medios son aquellos que tienen la obligación de contarme de qué va la cosa. Si nadie me la cuenta, ¿de qué va la cosa? Si no tengo un relato ni los datos del relato, ¿no hay relato? Ya decía hace años Noam Chomsky que los grandes medios de comunicación se han convertido en simples agentes de prensa de los grandes poderes. ¿Qué hay de verdadero en los relatos de los grandes poderes? ¿Qué se puede aprender de ellos? ¿Qué hago con toda esta información que me dan todo el tiempo? ¿Para qué me la dan, si es increíble? Me llenan de información que no pedí para decirme al mismo tiempo que no la crea. ¿Ves una manera mejor de atarte de pies y manos? ¿Ves alguna manera de inducirte a decir “¡ma‟ si, yo hago la mía, total no importa nada!”? Si vamos a ser tan simplotes de no creerle a nadie (viene Perogrullo otra vez y dice: “No es lo mismo no creerle a nadie que no creer en nadie”), ¿qué tal si les creemos a todos? A todos. A Morales Solá y a las tetas de Diario Popular. Al mamotreto de psicología de Página y a las infografías a prueba de analfabetos de Clarín. Hasta a esta contratapa de Crítica de la Argentina. Cada medio dice lo que dice por algo. Cada poder arma un discurso. En ese sentido, es verdadero. Ese relato del mundo es una visión del mundo. Todas esas visiones del mundo, sumadas, restadas, multiplicadas, hacen el calidoscopio en el que vivimos. Sólo así podemos tener un acercamiento medianamente realista de lo que pasa. No sirve de nada leer sólo aquello que confirma lo que pensamos. Nos cierra el mundo, nos vuelve soberbios consumidores de nuestra propia verdad, nos limitamos al círculo de confirmaciones de verdades autoprofetizadas. Reforzamos nuestra percepción de que somos inteligentes. Y que, por sobre todos los demás que piensan diferente, tenemos la posta. ¿Ves? Yo te dije que la película era buena, ¡lo dice Minghetti en La Nación! ¿Ves? Yo te dije que la película era una bosta, ¡lo dice Bernárdez en Página! Los lectores fieles –¡qué especie necia!– no se animan a confrontar su sistema de pensamiento con alguien que piensa distinto. Muerta su capacidad de autocrítica, reproducen el panegírico o la diatriba que consumen. Sólo tienen oídos para un discurso, condenándose al sonido monoaural. Aferrados a una verdad revelada de la que están convencidos, desprecian cualquier posibilidad de cuestionamiento, y en ese círculo de demagogia e ignorancia deliberada se pierde no sólo lo más rico del pensamiento periodístico sino también la posibilidad de entendimiento. Entre mi primo y mi amigo no hay círculo de intersección posible. Se desprecian sin conocerse. Y ahí está Boca y ahí está River y se terminó el chiste. Ningún diario se anima a provocar a sus lectores, a decirles: “Che, ¿pero vos estás seguro?”, “¿Y si lo pensás así, al revés?”, “¿Y si te digo este otro dato que no es justo, justo, el que estabas esperando?”. ¿Y si un día Página hace una investigación que comprometa al gobierno nacional? ¿Y si un día La Nación reconoce que el Gobierno no hace todo mal? ¿Y si los reyes me dejan una bici? El público –progresista, de izquierda, de derecha, de cualquier lado– es tan conservador que una vez que piensa cómo le gustaría que fueran las cosas da por clausurada cualquier otra posibilidad. Está tan inseguro de lo que cree que tiene que ir al diario todos los días para que le digan “sí, están redistribuyendo” o “sí, son soberbios y autoritarios”. Pero... ¿y si el lector se está equivocando, si está siendo inducido a equivocarse, si hay datos que le faltan para cumplir el rompecabezas complejo de una realidad que es mucho más que una verdad? Seguramente, no va a ser el diario que confirma el propio relato deseado quien se lo diga. La única solución sería leer a los otros, escuchar a los otros. Un día, a raíz de una nota, Eduardo Feimann (el Feinman malo, suponiendo que el otro es el bueno) me invitó a almorzar. Le dije que sí, elegí el restaurante más caro que se me ocurrió, miré la lista de precios, elegí el plato más caro y escuché su charla durante hora y media. Un embole. No me molestó lo facho, eso ya lo sabía. Me asombró lo terriblemente aburrido y chato de su discurso. Lo impermeable de sus convicciones. Pero creo que ver de cerca a alguien tan en las antípodas puede ser enriquecedor. Al menos para saber por qué yo no era así. Y pagó él. Hagan la prueba. Lectores de Página, lean La Nación y empiecen a desconfiar de Página. Lectores de La Nación, lean Página y empiecen a desconfiar de La Nación. Verán que el mundo es mucho, mucho más rico. Cómo me gustaría trabajar en un diario tan desprejuiciado, inteligente y provocador como para permitirme publicar esta nota. Pero no sé, parece que Bonasso acaba de denunciar que a Crítica de la Argentina la compró General Motors.

El peor Olé de la historia Falló nuestra cadena de control y publicamos una foto trucada por un hincha. De esta manera, Olé les ofrece disculpas a sus lectores y a los demás involucrados.

Es el texto más difícil de redactar.

El dicho es creer o reventar, y acá reventamos.

Un periodista de un medio gráfico, en este caso deportivo, tiene que escribir bajo distintas situaciones: en una tribuna de un estadio de otro país rodeado de la rabia de fanáticos locales, en un ómnibus regresando de algún partido, apenas finalizado un hecho histórico y con las pulsaciones a mil por el apriete del cierre, y tantas otras. Es el deber. Y el deber ineludible en este caso es ofrecer disculpas a los lectores (que nos hicieron llegar su queja vía mail o telefónica) y a todos los que se sientan involucrados por un grave error que Olé cometió en su edición de ayer.

En este mundo globalizado, el gran desafío de la prensa gráfica es lidiar, competir e ir de la mano de Internet. Día a día llegan a la redacción distintas imágenes que generan el análisis y el chequeo para advertir que no son trucadas: en este caso ese análisis y chequeo fallaron.

El lunes por la tarde, durante el entrenamiento de River en el Monumental, surgió la versión de que una bandera con la leyenda "La peor dirigencia de la historia" había sido colgada junto con las demás y sacada varios minutos antes del comienzo del partido con Lanús. "La vieron cuatro o cinco personas que conozco y que estaban a esa hora en la cancha", le dijo a Olé quien finalmente envió la foto. Analizamos la imagen con los editores de Fotografía y se llegó a la conclusión de que era verídica. Confiamos en la frase de los que supuestamente la vieron en un día con mil rumores sobre quién o quiénes habían puesto las banderas. Pecamos de ingenuos en un tema muy sensible. No hay excusa. No es culpa de terceros. Falló nuestra cadena de control.

Esa bandera no existió. Facundo Insaurralde, un hincha de 23 años que participa en el foro de la página web www.turiver.com.ar, usó el Photoshop sobre una imagen que tomó de Fox Sports, cambió "La peor defensa de la historia" por "La peor dirigencia de la historia", y la subió al cyberespacio. El, un hincha común y corriente, se enorgulleció públicamente de que su foto trucada apareciera en la tapa de Olé y en sus principales páginas interiores. Nosotros nos sentimos avergonzados.

INTERNET

La TV y el teléfono son los grandes desplazados por el avance de Internet

La mitad de los cibernautas reconoce que mira menos televisión y un 45%, que habla menos por teléfono, según el informe del estudio D'Alessio IROL y Clarín.com. La Web marca el camino de las nuevas formas del entretenimiento y de la comunicación: una vuelta al mundo desde Skype hasta You Tube.

Tendencias

Correo electrónico, chat, juegos, acceso a la información de actualidad, búsquedas de datos sobre trabajo o estudio, bajar música y otros archivos, e-commerce... Los usos de Internet, que podrían seguir enumerándose, son múltiples. Pero, en general, podrían englobarse en dos grandes grupos: el entretenimiento y la comunicación.

Hay una cuestión matemática elemental: si alguien que no usaba Internet pasó a estar treinta minutos, una hora o dos horas por día conectado, eso significa que le quitó tiempo a alguna otra actividad. "¿Qué dejó de hacer desde que se conecta a Internet?", fue una de las preguntas de la encuesta sobre la cual se basó el informe "Internet 2005-2006", realizado por el estudio D'Alessio IROL y Clarín.com. La mitad de los consultados dijeron que miran menos televisión.

El informe incluye otros datos contundentes: excepto a primera hora de la mañana y en el llamado "prime time" televisivo, durante el resto del día los encuestados eligen navegar por la Web antes que mirar TV. En promedio, entre las 9 de la mañana y las 6 de la tarde, un 30% dijo que prefiere tener contacto con Internet y sólo un 10% con la llamada "caja boba".

Una operación reciente –y rutilante– sirve para ilustrar la cuestión. You Tube nació en febrero de 2005. Ahora, veinte meses después, cuando reproduce más de 100 millones de videos por día, fue adquirido por Google, el mayor gigante de Internet, en 1.650 millones de dólares. ¿Cuál es el secreto de su éxito? Aunque muchos factores se unen, y no es menor el hecho de que recién desde el año pasado muchos usuarios en todo el mundo tienen acceso a un ancho de banda suficiente para reproducir videos sin tener que esperar largos minutos a que se descargue a la máquina, no hay dudas de que los usuarios buscan productos audiovisuales.

Hay un argentino que ha tenido mucho éxito con ese tipo de producciones: Alejandro Szykula. Es el creador de series animadas que se hicieron famosas en Internet, como por ejemplo "Alejo y Valentina" ("A&V"). Además, Szykula produce videos para You Tube, donde tiene su propio vlog (videoblog).

"Aproximadamente desde 1993, le dedico más tiempo a consumir Internet que a la televisión", explicó Szykula. "Horas promedio no sé –agregó–, pero mientras estoy en mi casa estoy la mayor parte de tiempo en la computadora, y si no es Internet estoy escuchando música en mp3 o jugando videojuegos".

En el último año, la audiencia de LocoArts creció muchísimo: pasó de 30.000 a 50.000 visitas diarias. Y después de varios meses sin episodios nuevos, el lunes pasado el sitio estrenó "Alejo y Valentina contra los muertos vivos", y anuncia para el lunes que viene "Volver al Futurox Extended", una versión de media hora de un capítulo que ya es un clásico de la Web. Esos anuncios de estrenos, que parecen típicos de la TV, e incluso del cine, ya son una fábrica de expectativa también en el ciberespacio.

Jugar por jugar

"Soy muy fan de los juegos y siempre trato de mantener la máquina actualizada por eso", reconoce. "El nombre LocoArts nace por mi fanatismo con LucasArts, pero no tanto por sus películas como por sus videojuegos de aventura gráfica, tipo Monkey Island". Por su parte, los videos en You Tube "son por diversión, igual que lo fue 'Alejo y Valentina' al principio", explicó. "Así que no quito la posibilidad de que un día me lo tome en serio. Por ahora estoy ocupado y dedicado a 'A&V' en MTV, y por eso en LocoArts la sección Alejandrito dice 'Muy pronto'".

"El sitio fue simplemente algo que usé al principio para mostrar cosas que hacía con amigos, hasta que se dio subir un capítulo de Alejo y Valentina, que fue algo que surgió divirtiéndome con una novia que tuve", señaló. La serie llegó a MTV, pero Szykula no cree que eso sea sinónimo de éxito.

Lo que sí seguramente se puede leer como un éxito es "Amo a Laura", la campaña viral de MTV en España lanzada a través de la Web, que acaba de ganar el Gran Premio a la Eficacia Publicitaria. La misma agencia, semanas atrás, volvió a "sacudir" el ambiente con un video –cuyos hechos primero se creyeron verídicos pero luego se revelaron como una ficción– en el que dos jóvenes se robaban del parlamento español el sillón del jefe del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Sobre sus propios proyectos, Szykula dice que en el futuro continuará con la serie "Timotines y Reynaldo". Además, les da mucha importancia a sus videos en You Tube: "Quiero comprarme mejor tecnología para filmar, ya que mi webcam me limita mucho para actuar. De todas formas mis videos haciéndome el payaso frente a la cámara están subidos en You Tube y por ahora la gente se entretiene bastante con eso".

¿Qué hay para el futuro? Sin duda, muchos más videos en la Web, muchas más producciones online... ¿y el fin de la TV? Un estudio publicado en Canadá a principios de este año anticipa que la TV, al menos tal como la conocemos, no sobrevivirá mucho tiempo más. Quién sabe.

Más Internet y menos teléfono

"Hablo menos por teléfono". El 45% de los encuestados para el informe "Internet 2005-2006" del estudio D'Alessio IROL y Clarín.com dieron esa respuesta cuando lo consultaron acerca de qué dejaron de hacer desde que se conectan a la Web.

Seguramente, el menor uso del teléfono está relacionado con el hecho de que el 96% de los encuestados usa el correo electrónico para enviar y recibir mensajes personales, y el 72%, para e-mails laborales. Pero además del correo, Internet abrió una nueva era en las comunicaciones de larga distancia, gracias a un servicio con nombre propio: Skype.

Lo que esta empresa popularizó en la Web fue la llamada "telefonía entre pares", que permite hablar sin gastos extras con cualquier persona que tenga instalado el programa en su PC. Además, el servicio ofrece una aplicación que permite realizar llamadas de la computadora a cualquier teléfono, con un costo muy bajo. Basta tener en cuenta que, en septiembre de 2005, la empresa fue comprada por el sitio de comercio electrónico eBay en 2.600 millones de dólares (casi 1.000 millones más de lo que pagó Google por You Tube) para comprender la magnitud del sitio.

Hoy en día, miles de personas en la Argentina ya usan Skype. Por ejemplo, María Noel Scanarotti, una joven uruguaya radicada en Buenos Aires. "Hace casi dos años que uso Skype", explica. "Lo descubrí porque una amiga lo empezó a utilizar cuando se fue a vivir a Bruselas. Al principio, como yo no lo que tenía instalado, ella me llamaba del Skype a mi teléfono, que es baratísimo. Pero cuando lo instalé empezamos a hablar de Skype a Skype", agregó.

Actualmente, por motivos laborales, ella vive en la Argentina y su familia en Uruguay. "Lo uso para hablar con amigos y mi familia", contó ella. ¿Habla menos por teléfono que antes? "Sí, mucho menos, y además mis conversaciones con mi familia o amigos que no están en Argentina son mucho más extensas y distendidas. He llegado a hablar una hora y media, mientras que por teléfono las conversaciones no superaban los diez minutos".

Pero el uso del Skype no se limita a comunicarse con el extranjero: Scanarotti también lo usa dentro de la Argentina. Consultada sobre si nota un incremento en el uso que le da, dice que no está segura pero cree que sí. "Porque cada vez son más las personas cercanas a mí que lo tienen instalado", explica.

Otro caso es el de Verónica Garcés, una chica ecuatoriana que también vive y trabaja en Buenos Aires. Coincidentemente, dice que usa Skype desde hace casi dos años, cuando aún vivía en Ecuador. "Me lo recomendó una amiga que lo usaba para hablar con gente en España", contó. Ella lo usa para comunicarse con el exterior, entre una y dos veces por semana. Para las llamadas locales sigue usando el teléfono, pero para llamar "afuera" ya no lo utiliza.

Además de mirar menos TV y hablar menos por teléfono, los encuestados por D'Alessio y Clarín.com dijeron que dedican menos tiempo a la lectura (un 23%), que salen menos (14%), que hacen menos deporte (13%), y que pasan menos tiempo con su familia y sus amigos (8%). Una pregunta que a veces aparece como recurrente: ¿Internet terminará por distanciar las relaciones personales? Algunos tal vez piensan que sí. Pero María Noel Scanarotti parece desmentirlo con una anécdota: "Los primeros tiempos en que me fui a vivir sola, mi mamá me ayudaba a cocinar por Internet. Yo le mostraba con la webcam lo que hacía y ella me iba guiando..."

La decadencia de una fiesta desbordada por Internet

El cambio de perfil de MTV y el crecimiento del sitio Youtube están llevando a estas ceremonias a una crisis terminal. Hoy los jóvenes pasan más tiempo delante de la computadora que del televisor.

Por Julián Gorodischer

Lo decretó el diario estadounidense The New York Times: las entregas de premios musicales entraron en su fase terminal, apuntaladas por el cambio de perfil de MTV, devenido en canal de realities y series juveniles. Ayudan al declive: el crecimiento desbordante del sitio Youtube (que abrió una vía alternativa para difundir videoclips) y el antecedente de la baja de un 30 por ciento de audiencia en la última entrega de los MTV Video Music Awards de 2006. Nunca tan oportuno el debate como hoy que se entregan, desde las 22, los Premios MTV Latino, por primera vez transmitidos fuera de Miami (en México DF) y promocionados como “la entrega que batió su propio record luego de que votaran por sus artistas favoritos cinco millones de espectadores en Internet”. ¿Por qué una entrega de premios a los mejores videos de un canal que pasa cada vez menos videos?

“La mayoría de la programación es „no musical‟ porque quiere seguir los pasos de MTV de Estados Unidos: convertirse en un canal joven y no de videos (en esta industria es una regla de oro que los videos no dan rating)”, asume una ex productora de la señal de Viacom. Desde el novelón más visto Laguna beach a las tribulaciones de Charlotte Kimball en reemplazo de los rankings que antes dominaban ha pasado mucha agua, tanta que llevó a la columnista Kelefa Sanneh, de The New York Times, a sentenciar: “Los MTV Video Music Awards parecen levemente fuera de lugar. Los de esta noche (por el 31 de agosto pasado) son los primeros desde la introducción del ipod video y también son los primeros desde el ascenso de Youtube, el sitio para compartir videos más eficiente hasta el presente. Si MTV ya no pasa videos musicales durante todo el día, ¿a quién le importa?”. Y eso que en el Norte cuentan con MTV 2, la hermana menor todavía abocada a los videoclips.

La entrega latina es menos un tributo a la música de Julieta Venegas (la más nominada, en seis categorías), Gustavo Cerati (el argentino más candidateado, con cinco, incluyendo Artista del Año y Mejor Video), Maná, Diego Torres o Miranda! (entre los que tienen más chances de ganarse varias estatuillas) que un costoso show de stand up comedy y sucesión de números vivos a cargo de , , Miranda!, Calle 13, los conductores Ana de la Reguera y Molotov y el invitado Roberto Pettinato, entre tantos. ¿Cuánto tiene que ver la expansión ilimitada de Youtube, recientemente adquirido por Google, en el éxodo de la música de la pantalla? “Lo que realmente queremos hacer es, en seis o doce meses, tener todos los videos musicales de la historia en Youtube. Estamos intentando colocar la mayor parte que podamos de este contenido en la página web –explicó Steve Chen, uno de sus creadores, a la agencia Reuters–. Lograr el acuerdo con las discográficas es crucial para el modelo de negocios de Youtube. Warner Music y Emi lo están poniendo en marcha.”

La megalomanía de Youtube se comprueba en acto, disparando talentos que no tendrían acceso a un canal musical, superando los 100 millones de videos descargados por día y ofreciendo como disponible el 60 por ciento de todos los videos grabados en la historia del clip. La revolución del Programe usted mismo llevó a casos como el de Brooke, la estadounidense que hacía furor con la dirección de videoclips subidos a la web hasta que debió ser contratada por MTV 2, porque ninguna corporación resiste la competencia de tal eficacia a costo cero. El representante local de la tendencia es el performer-cantante y escritor uruguayo Dani Umpi, icono de artista cibernético y uno de los más populares entre los rioplatenses subidos a Youtube con 91 videos, convocado junto a Miranda! como cara visible de la fiesta de anuncio de los nominados para los Premios MTV Latino. Umpi, aspirante a Mejor Artista Independiente, no casualmente superpuso a su show en vivo la proyección de un supuesto chat comentando el numerito. Se leían, ese día, frases como: “Aplaudan chicos” o “Terminen el secundario”.

El corazón de la industria –se ve– ha sido alterado por la invasión de videos caseros, imponiendo nuevas categorías de premiación como Mejor Promesa y Artista Revelación, que aportan el aire fresco del recién salido de la página web. “comparados, los nominados de esta noche para video del año (, , Shakira, entre otros) parecen venir de otro planeta”, dijo aquella vez Kelefa Sanneh. El recambio se está gestando en otra parte, allí donde los managers y artistas junior acreditan horas de navegación. “El on demand está cada vez más presente –dice Carolina Wartelsky, agente de prensa de nuevas bandas–, el usuario de Youtube no sólo elige qué mirar, sino que puede subir sus propios videos, votar por los que les parecen mejores. Pero no creo que esto se pueda tomar como una competencia.” El manager jr Gonzalo García Bizio avala el cambio de hábitos: “La gente joven pasa más horas delante de la computadora que del televisor. Casi todos hoy arrancan en Youtube. Hoy no hay fanzines. Las revistas que antes circulaban en salas de ensayo, hoy son pequeñas páginas”. Para el músico Gonzalo Yemal, de la banda Audire, “Youtube es el modo de iniciación más extendido: el otro sabe qué le estás vendiendo. Era difícil hacerle entender a la persona cómo suena un grupo en vivo”.

“MTV se dio cuenta tarde del potencial de Internet, cuando ya había abandonado los videos en su programación de aire. Por eso lanzó en Estados Unidos el sitio Overdrive y, en Latinoamérica, el sitio MTV Revolution (que por primera vez transmitirá en vivo la entrega, con un especial de Noticias MTV de producción propia)”, interpreta un blogger dedicado a subir bandas que ni llegan a Youtube. Lo que queda –viendo que Youtube ya prueba un sistema de control remoto para hacer zapping entre los videos– es cargar las tintas en la web. “MTV está intentando descifrar la gramática de los medios digitales; la estrategia es intentar captar la atención de jóvenes y adolescentes que abandonan progresivamente la televisión, y por lo tanto sus publicidades, para volverse a la vida on line”, escribió el periodista Pablo Mancini en el sitio Educ.ar. El ejecutivo de la compañía, Angel Gambino, asume “La influencia”: “Tenemos la oportunidad de encontrar talentos creativos que no eran tan visibles antes. Creo que la gente tiene que aceptar que el contenido fílmico de baja calidad puede ser tan convincente e interesante como las cosas que cuestan muchísimo dinero”, declaró. También Luis Goicouria, vicepresidente de medios digitales de MTV, asumió que el vuelco a lo digital se debe a que “la audiencia se encuentra evolucionando constantemente y buscando contenido musical y de entretenimiento a través de nuevas plataformas”. Pero, al mismo tiempo, esta noche se entregan los premios a una programación que se va extinguiendo. Como dijo la periodista Sanneh: “Son los ‟80 de regreso. Y después de vuelta a lo de siempre por otros 364 días”.

Lo gratuito (o casi) golpea a la música industrial

Hay una noticia buena y otra mala. La buena es que los contenidos masivos tienden inexorablemente hacia la gratuidad casi total por propia decisión (emisores que los regalan) o porque terceros se lo imponen (emisores que pretenden venderlos, pero son pirateados). La mala es de qué manera se financiarán quienes los producen, si a sus consumidores, día que pasa, se los desacostumbra a sacar dinero de sus bolsillos para disfrutarlos.

El fenómeno es mucho más amplio y profundo de lo que parece. Poner la piratería (reproducciones ilegales de discos y películas, sin olvidar el fotocopiado intenso de libros siempre vigente) como causa fundamental del problema es entenderlo exactamente al revés.

La piratería es un emergente, un efecto de un síntoma anterior que no se agota en lo meramente económico y que expresa con energía el derecho que se arroga el consumidor en hacerse lo más rápido posible de lo nuevo, al más bajo precio y por el procedimiento más expeditivo, sea éste legal o no. Dicho en otras palabras: que lo ilegal es sólo una manifestación de una pulsión mucho más poderosa y ecuménica que el negocio que arman unos cuantos aprovechándose de esa situación -la industria, paradójicamente, no es ajena a estos movimientos- lo prueba el hecho de que quienes podrían seguir viviendo al margen de ella, vendiendo sus productos originales sin su amenaza, producen voluntariamente mecanismos de fuga de su rentabilidad.

En efecto, ¿se ha preguntado usted por qué no existe la piratería de los diarios? La respuesta es más que sencilla: fotocopiar una edición completa es mucho más caro que comprarlo por derecha en un quiosco. Pues bien: los principales periódicos del mundo, como es sabido, suben desde hace tiempo sus ediciones a Internet, incluso antes de que sus versiones en papel estén en la calle, con materiales suplementarios interactivos.

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Como es obvio, nadie pretende vivir del aire, sino que se están explorando nuevas formas de arancelar nichos más selectivos, porque las que conocíamos hasta el momento están demostrando fatiga y van en claro declive.

Asistimos, en tanto, a la mayor reversión histórica del paradigma cultural impuesto por la ausencia de tecnología y la desigualdad de los derechos de la sociedad que existía antes de la invención de la imprenta (cultura para muy pocos a precios inaccesibles). Luego sobrevinieron varios siglos en los que los productos culturales fueron abaratándose progresivamente, pero sin perder su condición de pagos. Hubo que esperar hasta el siglo XX para que la industria audiovisual masiva (radio y TV) se brindara al público gratuita desde el vamos. La producción musical, por su parte, desde muy temprano debió tolerar el intenso intercambio de copias caseras entre conocidos y, en los últimos años, es punta de lanza de la piratería mundial: uno de cada tres CD que circulan por este planeta es ilegal, según la Federación Internacional de la Industria Fonográfica. Y a eso hay que sumarle la infinidad de sitios de Internet de los que se pueden bajar temas gratis o por moneditas. Idem, últimamente, con las películas.

Cruje y se transforma ante nuestros ojos todo el sistema de producción, comercialización y distribución de productos musicales, cinematográficos, televisivos y editoriales. A los formatos clásicos que funcionaron sin mayores dificultades durante la centuria pasada, se suman nuevas estructuras inestables de transmisión de mensajes, que terminan afectando la naturaleza y el ritmo de sus contenidos.

Una vez más el apotegma máximo de Marshall McLuhan ("El medio es el mensaje") se verifica en la realidad de nuestros días: las formas (los nuevos envases) y la velocidad de circulación (cada vez más acelerada) de los contenidos empiezan a importar más que ellos mismos, no son neutros y tienen un gran desprecio por todo lo hecho hasta ayer mismo. El show acaba de comenzar y nadie, a ciencia cierta, está en condiciones de asegurar hacia dónde se dirige.

Lo cierto es que quienes mueven las fichas ya no son sólo los sectores empresariales, ávidos por montarse con bríos en todos los formatos posibles con tal de no perderse ninguna posibilidad a futuro. Tampoco el público, cada vez más adicto a depredar, deglutir y descartar, en un círculo sin fin en que la calidad intrínseca de lo que se ofrece empieza a importar menos, puesto que la atención está más puesta en los dispositivos que en lo que estos transportan.

Autores, intelectuales y artistas ya no se conforman con observar pasivamente el panorama y empiezan a intervenir activamente. Ejemplo reciente de ello es la feroz huelga de libretistas en Hollywood, que acaba de quedar atrás; también los sitios y blogs muy vitales que empiezan a desmarcarse del cobijo de grandes empresas y que son, en muchos casos, muy ponderables esfuerzos individuales o de pequeños grupos. Gracias a la democratización que fomenta una tecnología cada vez más versátil y accesible, ellos pueden intentar más libremente caminos alternativos a los que por lo general ofrece la adocenada masividad.

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La punta de este movimiento contradictorio (arriba funciona una hiperconcentración de contenidos controlados cada vez por menos emisores multinacionales, que ahora convive con una infinita base de pequeños emisores en red que ofrecen con mayor o menor suerte sus propias propuestas segmentadas) está en el mundo de la música.

LA NACION ha venido dando cuenta de qué manera las grandes figuras se están atreviendo a dar pasos hasta hace pocos años impensados. y Ray Davies regalaron sus últimos álbumes en ediciones dominicales de periódicos; Radiohead subió a Internet In Rainbows para que la gente eligiera a cuánto comprarlo; Madonna se fue de Warner Music a una promotora de conciertos, de la que ella misma es accionista; Paul McCartney es editado por el sello de una cadena de café; Timbaland proyecta el primer álbum "móvil", para suscriptores exclusivos de una firma de telefonía celular, etcétera.

"A medida que la venta de discos cae -anota el diario español El País -, el número de espectadores en los conciertos crece año tras año. El negocio musical ha cambiado. Ya no se venden discos: se venden artistas. Las discográficas del futuro no empaquetan sólo en celofán los CD y los distribuyen en locales. Ahora venden el lote completo: producen el disco, lo distribuyen y son los managers de los músicos." Y, al fin, en vez de despotricar sólo contra los sitios de Internet que distribuyen ilegalmente sus catálogos, se están montando briosamente en la Red y no paran ahora de vender ringtones .

"Las fuentes alternativas de alimentación de la industria de la música -dice Javier Delupí, director ejecutivo de la Cámara Argentina de Productores de Fonogramas y Videogramas (Capif)- se basarán en la popularmente denominada «reinvención de los sellos», que deberán dejar de concentrar sus esfuerzos en la venta de discos para pasar a formar parte de una visión más global del mercado, de las necesidades de desarrollo de los artistas en espectáculos en público y abordando las nuevas formas de utilización de sus contenidos [por ejemplo, los más importantes, los que involucran al mundo digital]."

Lo hasta aquí expuesto tiene el sello de esta época: es absolutamente provisional. En el lapso que usted invirtió en leer esta nota, todo podría haber cambiado, una vez más, radicalmente.

El papel sigue dando pelea

Pese a las profecías apocalípticas que proclamaban la inexorable muerte de los diarios, los medios de prensa han sabido enfrentar la crisis, poniendo en juego una gran capacidad de adaptación que ya puede mostrar resultados "Los diarios impresos van a sobrevivir más de lo que cree la gente" afirma Mathias Döpfner, el patrón de Axel Springer. Quizás así sea en Europa central. El editor de Bild y Die Welt tuvo recientemente el trimestre más rentable de su historia. El margen de ganancias sobre sus diarios nacionales alemanes es un sorprendente 27%. La firma se está expandiendo a Polonia. Si esto es la crisis de los diarios, la crisis le gusta a Döpfner. Hace un año parecía estar en duda la mera supervivencia de muchos diarios. Estaba claro que los jóvenes, en particular, se informan principalmente on line . Los lectores van de un artículo a otro y rara vez pagan. La publicidad también se estaba pasando a la red, pero no a los sitios de los diarios. Se la devoraban los motores de búsquedas. El mercado de clasificados se veía diezmado por los sitios gratuitos, tales como Craigslist. Parecía claro que la profunda recesión terminaría con los diarios, que tienen altos costos fijos en la forma de salarios de periodistas y gastos de impresión. En algunos sentidos, los problemas fueron aún mayores de lo que esperaban los analistas. La Asociación de Diarios de Estados Unidos informa que la publicidad impresa y online ha caído un 35% desde el primer trimestre de 2008. La circulación ha caído de manera alarmante también. Pero casi todos los diarios han sobrevivido, aunque con ayuda ocasional de las quiebras. Firmas editoriales estadounidenses como McClatchy se mantuvieron mayormente rentables, a pesar de la caída de los ingresos. Algunas compañías ahora valen diez veces más que en la primavera boreal de 2009, aunque están lejos de los picos anteriores a la recesión. Ha ayudado el fuerte aumento del precio de tapa. Pero en gran parte los diarios superaron la crisis ajustando. En el último año, McClatchy redujo el costo de su nómina un 25%. Muchas publicaciones cerraron corresponsalías y obligaron a sus periodistas a tomar licencias sin goce de sueldo. Ha habido adaptaciones ingeniosas también. En Gannett, otra firma estadounidenses, 46 publicaciones municipales tienen información nacional e internacional de USA Today , el diario nacional de la firma. Un grupo de diarios de New Jersey produce columnas y editoriales en común. Bob Dickey, que dirige los diarios municipales de Gannet, dice que se han dado cuenta de que no hay necesidad de imaginar qué decir sobre el derrame petrolero en el Golfo siete veces. Otro beneficio inesperado es que el gasto en papel -el segundo mayor gasto en muchas firmas, después de los sueldos del personal- cayó hasta un 40%. Una baja global de los commodities produjo esa caída de los precios. Las compañías editoras están usando menos papel, imprimiendo menos palabras en páginas más pequeñas y delgadas. En particular los lunes, los diarios son en muchos casos tan livianos que es difícil lanzarlos desde un auto o una bicicleta a la puerta de las casas. La posibilidad de que los precios del papel vuelvan a subir al acelerarse el crecimiento de la economía mundial es sólo uno de los peligros que enfrentan las firmas editoras. También podrían verse golpeados por sus obligaciones en materia jubilatoria. Los lectores pueden llegar a resistirse a pagar precios más altos por productos más delgados. Pero también es posible que la publicidad comience a recuperarse de sus niveles de profunda depresión. Si eso sucede, los márgenes de ganancias se expandirán rápidamente. Lo que los lectores quieren Fuera de Estados Unidos los diarios han tenido mejor suerte, como muestra un informe de la OCDE (aunque hay excepciones). Los diarios japoneses, los de mayor circulación de todo el mundo, están perdiendo lectores lentamente. Pero tienen muchos lectores todavía y su caída debería verse amortiguada por los conglomerados de medios de los que forman parte. Fuera del mundo angloparlante los diarios a menudo tienen menos competencia de concentradores de noticias on line y otros productos de los avances tecnológicos de Silicon Valley. En los mercados emergentes no hay muchas señales de crisis. En Brasil la publicidad temblequeó brevemente durante la recesión. La circulación total de diarios brasileños se expandió en 1 millón en los últimos diez años, alcanzando los 8,2 millones. La clase media brasileña en crecimiento está atrapada por una cantidad de diarios baratos cargados de noticias policiales y fotos de bikinis. En 2003 sólo tres de los diez diarios más importantes de Brasil eran tabloides. Hoy cinco de ellos son tabloides. Ese énfasis en dar a los lectores lo que quieren, por oposición a lo que las altas nociones de responsabilidad civil sugieren que debieran leer, es parte de una tendencia global. Los diarios se están volviendo más discriminadores y más concentrados en los clientes. En vez de tratar de llevar el mundo a la mayor cantidad de lectores posible, están apuntando a nichos. Los dueños y editores están tratando de identificar puntos fuertes vendedores e invierten en función de ellos. En Estados Unidos muchos diarios se centralizan en las noticias locales y los deportes, y dejan todo lo demás a empresas más grandes tales como agencias al estilo de The Associated Press. Varios de ellos ahora se niegan a entregar el diario a lectores lejos del centro urbano. Cuesta mucho llevarlo a tales lectores que son de poco interés para los anunciantes. Los diarios también están cortejando a empresas locales pequeñas con tecnología que les permite sus propios avisos a bajo costo. En síntesis, los diarios metropolitanos se están convirtiendo en diarios de ciudades. Eso puede servirles a largo plazo. Jim Chisholm, un analista de la industria, señala que los pequeños diarios locales han tenido mejor suerte que los diarios regionales más grandes en muchos países, incluyendo Estados Unidos. Los editores de diarios esperan que este énfasis en contenido distintivo pueda facilitar el paso de las ediciones impresas a la distribución digital. Sea la plataforma un teléfono inteligente, una computadora tableta como la iPad o internet abierta, la clave del éxito para la mayoría de las publicaciones será un flujo de ingresos doble. Tal como lo hacen con sus versiones impresas, los diarios tendrán que atraer publicidad y lectores pagos on line . Hasta ahora, los pocos que han logrado persuadir a lectores de que paguen por noticias on line suelen tener la reputación de contar con una cobertura distintiva. El Financial Times (dueño en parte de The Economist ) y el Wall Street Journal son líderes en información de negocios y financiera y en base a ello tuvieron éxito en ofrecer servicios pagos on line . Los diarios más pequeños intentarán explotar sus ventajas en áreas tales como los deportes locales. De ninguna manera está garantizada la supervivencia de los diarios. Siguen enfrentando grandes obstáculos estructurales: por ejemplo, no está claro si los jóvenes estarán dispuestos a pagar por noticias en cualquier formato. Pero la recesión despertó una capacidad llamativa e inesperada para adaptarse. Si los diarios logran continuar innovando en tiempos mejores, quizás puedan pensar en algo más que la mera supervivencia.

¿El fin de los diarios, revistas, la radio y la tv? Los medios, una especie en extinción

Mario Carlón y Carlos Scolari hablan del peligro de desaparición de los Massmedia. Hay fecha del velorio: primer cuatrimestre del 2043 en EE.UU.

Usted se está extinguiendo. Numerosos académicos, periodistas y manosantas auguran una inminente extinción de los diarios impresos en papel (y, desde luego, de sus lectores). Algunos hasta le han puesto fecha al velorio masivo: primer cuatrimestre del año 2043 en Estados Unidos, según el investigador Philip Meyer.

Los discursos extincionistas, importados de la biología, están de moda para hablar de mutaciones culturales. Será quizá por aquello de que la cultura nunca muere; y entonces sólo queda referir a los estados de extinción que en ella se manifiestan: la anunciada muerte de la pintura a manos de la fotografía, el cine asesinado por el video, la amenaza de internet sobre la televisión, y los diarios siempre en estado de coma. En torno a este sistema de medios en permanente transformación y rodeado de profecías incumplidas, Carlos Scolari y Mario Carlón lograron sumar a otros expertos del asunto que –como ellos– debaten el tema en un libro que le moja la oreja al lector con el título de El fin de los medios masivos. La televisión, los diarios, la radio, el cine, internet y la industria de la música son abordados por distintos especialistas (en su mayoría argentinos) bajo los parámetros de la metáfora ecológica: los medios masivos estarían en vías de extinción o, al menos, su masividad podría dejar de existir.

El concepto de “ecología de los medios” no es nuevo. Surge de la matriz teórica de grandes investigadores como Marshall McLuhan, Walter Ong y Neil Postman. “Ellos tenían una visión transversal y sistémica de los medios que es sumamente útil para entender las actuales transformaciones. Si profundizamos en la metáfora ecológica, podemos decir que hay „nuevas especies mediáticas‟ que han irrumpido en los últimos años (YouTube, las redes sociales, los dispositivos móviles, etc.). Estas nuevas especies han generado cambios en el ecosistema, lo cual obliga a los viejos medios a adaptarse a las nuevas condiciones. Más que desaparecer, los viejos medios –como la radio, la prensa, la televisión– tienden a adaptarse para poder sobrevivir en la nueva ecología. Modelos de negocios que parecían consolidados –como el de la industria discográfica– se disolvieron en pocos años”, asegura Scolari.

Entre éstas y otras mutaciones adaptativas o fatales, que se suceden a lo largo de los diferentes artículos del libro, la radio aparece como el medio que mejor se ha adaptado –e incluso ha sacado provecho– del nuevo mapa de situación. Todos coinciden en que lo que está muriendo es el viejo modelo de medios centralizados, unidireccional y masivo. “Si los medios masivos dejan de ser la gran amalgama ideológica de la sociedad, ¿qué medio cumplirá esa función? ¿De qué hablarán los ciudadanos si el consumo mediático se fragmenta en decenas de medios y plataformas?”, se pregunta Scolari. Y su interrogante atraviesa los artículos de Mirta Varela, Hugo Pardo Kuklinski, Eliseo Verón, Robert Logan y Paolo Bertetti, entre otros investigadores en el libro.

“La prensa y la televisión –dice Scolari– cumplían muy bien está función creadora de agenda, de temas de discusión compartidos por todos los lectores y televidentes. Al perder los medios masivos su centralidad para dejar espacio a los nuevos medios y redes sociales, los temas y las audiencias también se fragmentan”. ¿Esto significa que hay menos para compartir? ¿Se avecina el día en que en las oficinas ya no sea necesario estar al tanto de qué hizo anoche Tinelli, para no ser apartado del fogón? ¿Habrá fogón? Los nuevos medios y las nuevas formas de consumo mediático están empujando a los mass media tradicionales a un lugar menos central: los medios ya no están en el medio.

Mario Carlón pone énfasis en este cambio de época: “Ahora nos encontramos ante la oportunidad de empezar a hacer un balance –una especie de arqueología– acerca de lo que significaron los medios masivos, porque la emergencia de los nuevos medios está terminando de completar el sistema con el cual deben ser comparados para comprender su significado histórico. Ellos surgieron luego de otro importante sistema, el de Bellas Artes, que se consagró en el siglo XVIII: sus lenguajes eran principalmente la música, la literatura, la pintura, la escultura y el grabado”.

Al mismo tiempo en que las nuevas tecnologías se empujan unas a otras acelerando el calendario, los académicos corren detrás de los hechos navegando entre el diagnóstico y la predicción, casi siempre con la amarga confesión de que ningún análisis es suficiente, de que aún es prematuro o ya es tarde. Pero en el interesante artículo que Mirta Varela dedica a analizar el fenómeno de YouTube, advierte sobre el riesgo de confundir lo tecnológico con el uso cultural: “No es posible adivinar el futuro limitándose a leer el cambio técnico”, dice luego de citar a Raymond Williams que ya había avisado: “Primero se inventó la televisión y luego se pensó para qué podía ser utilizada”.

“Los nuevos medios están aún en una etapa de fuerte mutación, lo cual no favorece el trabajo analítico. Ya se ha empezado a hablar, por ejemplo, del fin de los blogs, cuando en verdad tienen muy pocos años de vida”, señala Carlón casi invitando a leer el capítulo en el que Pardo Kuklinski aborda el tema de las transformaciones producidas por las tecnologías disruptivas DIY (do it yourself, hágalo usted mismo):Facebook, Twitter, My Space, Lulu.com y toda la galaxia blogger y de la web 2.0. Allí también “el darwinismo digital se encargará de la supervivencia de los más aptos”.

Mientras los nuevos celulares ofrecen tantas prestaciones que casi olvidan el teléfono, los medios masivos tradicionales se las ¿ingenian? para captar a las audiencias fragmentadas por las nuevas tendencias. Así es como los medios gráficos buscan parecerse a internet, incorporando diseños que emulan a las “barras de navegación” de la web, más infografías, más color, apretadas síntesis, links, tips y todo tipo de textos breves y brevísimos diseñados a medida de una curiosa especie: el lector que no le gusta leer. Quizás haya que esperar una televisión para gente que no la mira o una radio para sordos.

Ante la falta de una reserva ecológica para preservar a las especias mediáticas en peligro, los consumidores de medios también se adaptan y transforman sus hábitos y usos. El viejo mostrador que dividía claramente el espacio del emisor del de los receptores ya no existe. Y de eso da cuenta cada uno de los artículos del libro editado por Scolari y Carlón. Seguramente los medios masivos no desaparecerán, pero tampoco ocuparán el lugar hegemónico que tuvieron durante el siglo XX.

Mientras todos estén ocupados en decir, será difícil encontrar a alguien dispuesto a escuchar. La adaptación puede ser cruel, pero es la única manera de evitar la extinción. La promesa pop de los diez minutos de fama era una trampa que no dejó a nadie satisfecho. El que hasta hace un rato estaba en vías de extinción ha mutado en una nueva especie de “usuario mediático” acostumbrado ahora al autoservicio del “hágalo usted mismo”, “bajate tu propia música”, “elige tu propia aventura”, “lo pedís, lo tenés”, “agregalo a tus favoritos”, opiná, votá, decí, caceroleá. Ahora en el centro de la escena parece que está usted, amigo lector. Si me permite llamarlo “amigo”. Si me permite llamarlo “lector”.

Para seguir pensando

UNA CRECIENTE FUENTE DE INGRESOS EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES. LA INDUSTRIA CULTURAL NO PARA DE CRECER. UNA ACTIVIDAD QUE VARIOS PAÍSES PRETENDEN IMPULSAR EN LOS ÚLTIMOS TRES AÑOS SE EXPANDIÓ MÁS DEL 26%; HOY GENERA NEGOCIOS POR $ 8000 MILLONES Y DA EMPLEO A 125.000 PERSONAS. Por Josefina Giglio

La producción y distribución de libros, discos, películas y programas de televisión, así como el desarrollo del diseño de moda y de muebles, y las actividades como el teatro y los espectáculos musicales son la base de las "industrias culturales" (IC) -un rubro constituido exclusivamente por la actividad privada-, en las que la ciudad de Buenos Aires, y toda la Argentina, aspira a ser un jugador importante en el nivel mundial. Según cifras del gobierno porteño, desde 2003 hasta lo que va de este año, las IC crecieron un 26,2% y ya aportan el 8,2 por ciento del producto bruto interno de la ciudad, lo cual representa alrededor de 8000 millones de pesos y trabajo para 125.000 personas. "Es un área de una importancia similar a la del turismo", se entusiasman en la Subsecretaría de Industrias Culturales de la Ciudad, que dirige la socióloga Stella Puente. El impacto económico se nota en el nuevo organigrama del gobierno porteño: Puente pasó de Cultura a depender directamente de Enrique Rodríguez, ministro de la Producción. "Industrias Culturales será de vital importancia para este ministerio; vamos a estimular a las pymes que hacen producciones gráficas, audiovisuales y contenidos de Internet. Vamos a ampliar el diseño de políticas para la producción de bienes y servicios, y promover la exportación de bienes culturales", prometió Rodríguez. Según los números que maneja Puente, en la ciudad, las industrias editorial y audiovisual generan $ 4600 millones al año. Si se toma en cuenta teatro, Internet y publicidad, se llega a los mencionados 8000 millones. Las IC están muy concentradas en la Capital Federal, donde se encuentra un 60% de las editoriales y se editan las dos terceras partes de los libros que se hacen en la Argentina. En la ciudad además se editan 15 diarios, funcionan cinco canales de TV abierta y más de 250 productoras audiovisuales. Los primeros en acuñar el término "industrias culturales" fueron, en 1944, Max Horkheimer y Theodor W. Adorno, dos teóricos de la escuela de Francfort, pero con una connotación negativa, ya que entendían que la reproducción masiva de las obras de arte se asociaba con la vulgarización estética y la dominación social. Nada más lejos de la actual concepción en la Argentina y en el mundo, ya que las IC aportan tanto a la economía como a la diversidad cultural y a la inserción social. "En los países desarrollados este rubro aporta entre un 4 y un 6% del PBI; para las economías subdesarrolladas representa entre el 1,5 y el 3%", afirma Natalia Calcagno, coordinadora del Laboratorio de Industrias Culturales, dependiente de la Secretaría de Cultura de la Nación (ver Pág. 19). Para Calcagno, "lo fundamental es incentivar el desarrollo de las industrias culturales en todo el país; eso genera arraigo a través de nuevas fuentes de empleo, y fomenta el desarrollo cultural y la identidad de cada región". En el nivel nacional, el Laboratorio de Industrias Culturales está trabajando, en conjunto con el Indec, en la creación de "cuentas satélites" dentro de la medición general del PBI, para saber exactamente cuál es el aporte económico de cada actividad. También se está diseñando un mapa para vincular indicadores sociodemográficos con culturales y así relacionar su impacto; por ejemplo, el acceso a bibliotecas públicas en zonas pobres. Panorama en el interior Otro eje es la gestión cultural en conjunto con las provincias para ayudar al desarrollo en todo el país. "Gestión cultural significa brindar las herramientas para que se apliquen en cada lugar. Más que en una política de subsidios, creemos que hay que capacitar a las pymes para que se asocien; por ejemplo, una editorial o un pequeño sello discográfico con una distribuidora que les permita llegar a todo el país o incluso a exportar", dijo Calcagno. "Mucho depende de cómo se asocien las empresas locales para crecer", culminó. En Córdoba se está organizando una Incubadora de Industrias Creativas (con fondos privados y públicos), mientras que Rosario tiene una interesante producción editorial. La provincia de San Luis, por su parte, definió una política de subsidios a la industria televisiva y cinematográfica.

Las IC no escapan a las generales de la ley: exceptuando las grandes editoriales, productoras de cine o discográficas, en su mayoría son pymes, con poco o nulo acceso al crédito, que sufren falencias de management o problemas en la estrategia comercial. Según Puente, "lo fundamental es apoyar la cadena que permita llegar desde el productor/autor, pasando por el distribuidor comercial hasta el consumidor". El gobierno porteño tiene una línea de subsidios no reembolsables de hasta 30.000 pesos. El total del presupuesto disponible es de un millón de pesos al año, que, según la funcionaria, está buscando ampliar. Con esos subsidios, el Ejecutivo porteño financia hasta el 70% del proyecto presentado. Las propuestas tienen que ser factibles desde el punto de vista económico y, por supuesto, también son evaluadas desde el punto de vista cultural. El gobierno de la ciudad puso en marcha el Centro Metropolitano del Diseño (CMD), una especie de "incubadora" de pequeños emprendimientos de diseño textil, de Internet, mobiliario y otros. "Al principio lo pensamos sólo como una incubadora de proyectos nuevos, pero más tarde nos dimos cuenta de que se necesitaba mucho apoyar a aquellas empresas que ya tienen un poco de desarrollo y que se enfrentan a los típicos problemas de crecimiento", dijo Puente. También desarrollaron BAset, que es el programa de fomento a la industria audiovisual, así como un programa para asistir a los sellos discográficos locales, acompañándolos en exposiciones en el exterior, haciendo programas de capacitación y avalando nuevos lanzamientos. "Tanto el cine como la industria editorial son los que están más afianzados", destaca Puente, "lo que falta apuntalar son las discográficas y el desarrollo del diseño en sus distintos aspectos". El CMD brinda un espacio físico para la producción, además de asesoramiento sobre líneas financieras, documentación legal para llevar adelante la empresa, y el desarrollo de una bolsa de trabajo para unificar oferta y demanda en distintas especialidades. "Creo en la diversidad; para que alguien diga que el cine nacional es malo tiene que poder verlo. Igual pasa con los libros de escritores locales o con los discos. El Estado tiene que equilibrar el mercado permitiendo que se desarrollen las pymes", concluyó Puente. MERCADOS EN FRANCA RECUPERACIÓN En 2005 se editaron 66.261.742 ejemplares de libros en la Argentina, una cifra superior en un 18,35% a la de 2004. El año récord sigue siendo 2000, cuando se llegó a la edición de 74 millones de ejemplares. En el mercado cinematográfico, con un total de 245 títulos estrenados, el mercado argentino sumó 37,6 millones de espectadores (un 15,4% menos que en 2004), y se recaudaron 254,6 millones de pesos (un 6,2% menos que en el año previo). Las películas argentinas representaron un total de 4,4 millones de espectadores y 29 millones de pesos. Es, aproximadamente, un 12% del total de películas. La venta de discos en 2005 cerró con 15.661.224 unidades. La cifra está lejos del récord de 23 millones de 1998, aunque hubo una suba del 22 por ciento. Los comerciales filmados en la ciudad de Buenos Aires -que solicitaron permisos al BAset- crecieron un 460% (198 producciones en 2004 contra 35 en 2003); las producciones televisivas, un 190%, y el mercado de los largometrajes se mantuvo estable (34 producciones contra 36 del año anterior). Durante 2005, además, se exportaron libros por casi 8 millones de dólares (el doble que en 2003) y más de 3,2 millones de dólares en periódicos, más del triple que en 2003. Las exportaciones de música llegaron a más de 5 millones de dólares en 2005. Todos los datos fueron aportados por el Observatorio de Industrias Culturales de la ciudad de Buenos Aires.

UNA ACTIVIDAD QUE VARIOS PAÍSES PRETENDEN IMPULSAR Madrid aspira a convertirse en una ciudad líder del Viejo Continente, junto con París y Londres. Y el objetivo tiende a tomar forma a partir del desarrollo del turismo y de la producción cultural, que hoy factura unos US$ 11.340 millones, según estadísticas del gobierno español. París, por su parte, proyecta para este año invertir US$ 329 millones en proyectos culturales, sin que en esa cifra estén incluidos los salarios. En Brasil la llamada industria cultural mueve 54.000 millones de dólares, un 6,7% del producto bruto interno, y Río de Janeiro, con su alegre carnaval, hace un aporte de 555 millones de dólares. La promoción de la industria cultural va ganando así espacio en diferentes partes del mundo. En el caso de la capital de España, ciudad que aporta el 11 por ciento del PBI nacional a partir de una producción que cada vez tiene menos que ver con la industria tradicional, este proceso va de la mano de una gran transformación. Hasta hace 30 años, Madrid era considerada por sus habitantes una "gran aldea", pacata, gris y con un simpático e inolvidable alcalde -Enrique Tierno- que escribía bandos en los que instaba a no orinar en las calles. Sin embargo, y aun sin entenderla muy bien, fue capaz de abrazar la llamada "movida madrileña", que, a partir de los años 80, puso a la aldea en los ojos del mundo. Empezó entonces el gran cambio que hoy cristaliza y del que habló días atrás el alcalde. Hoy el turismo alcanza cifras de récord absoluto. Madrid recibió el año pasado seis millones de turistas. De ese total, un porcentaje creciente corresponde al rubro de turismo vinculado con actividades culturales. Según cifras oficiales, el año último ingresaron más de US$ 880 millones en la ciudad, provenientes de viajeros que llegaron por congresos, conferencias, seminarios o presentaciones de productos. "La ciudad se está convirtiendo en un escenario cultural de primera", indican en la delegación.

La rueda se mueve. En los últimos 10 años, 29 nuevos espacios teatrales se construyeron en la ciudad. Y, según el Ministerio de Cultura, corresponden a Madrid no menos de 18.000 empresas registradas dentro del área de actividades culturales. Eso incluye actividades de cinematografía, video, radio, televisión, fotografía, arte y espectáculos, que suman una facturación de US$ 11.340 millones, según estimaciones del Anuario de Estadísticas Culturales de esa cartera. El cálculo no contempla la gastronomía, que en los últimos años intenta fusiones con actividades culturales como modo de expresión de la identidad madrileña. Generación de empleos En tanto, París recibió en 2004 unos 25 millones de turistas que gastaron, en actividades culturales, un promedio de 39 dólares por día y por persona. Es una cifra de por sí interesante y que no incluye las actividades de los propios parisienses. El año pasado, por otra parte, el mercado discográfico movió en toda Francia 1950 millones de dólares. Y el segmento de música comprada por Internet aportó unos 45 millones de dólares. En 2004, el número de DVD vendidos fue de 76 millones de unidades: un volumen de negocios de 1560 millones de dólares. Según cálculos oficiales, en las actividades culturales trabajan en Francia unas 500.000 personas. Fuera de Europa, en Brasil, el principal mercado sudamericano, se estima que son un millón las personas que trabajan en la industria cultural. En línea con una desigual distribución del ingreso, el 10 por ciento de la población con mejores posibilidades económicas es consumidora del 50 por ciento de los bienes y espectáculos que ofrece ese sector económico. Entre ese consumo, diferentes fuentes permiten saber que se venden unos 370 millones de libros por año (2 per cápita, incluyendo los textos escolares). En ese mismo lapso se lanzaron en el socio del Mercosur unos 50.000 títulos nuevos. Por otra parte, son más de 4 millones los brasileños acceden a la televisión por cable y un 40 por ciento de todos los usuarios de Internet están en Brasil. Si se habla de los mercados de música y películas, se vendieron en ese país, en 2005, unos 66 millones de CD y DVD, una floreciente industria que facturó 320 millones de dólares el año pasado. Por otra parte, el Estado otorgó en los últimos diez años 500 millones de dólares en incentivos fiscales para impulsar el desarrollo del cine brasileño. Informes de Luis Esnal, en Brasil, Silvia Pisani, en España, y Luisa Corradini, en Francia Fuente: diario "La Nación" Más información: www.lanacion.com.ar

ENTREVISTA A JOHN CAREY: ‘EL ARTE CULTO NO ES SUPERIOR AL POPULAR’ LO AFIRMA EL PROFESOR INGLÉS JOHN CAREY, CUYO ÚLTIMO LIBRO CAUSÓ GRAN POLÉMICA.

La “Mona Lisa” no es, intrínsecamente, mejor que un paisaje de Calamuchita hecho por el pintor del pueblo. El Estado no debería financiar las salas de ópera lujosas. La televisión –telenovelas y reality shows, incluidos– es el gran invento cultural del último medio siglo. No hay obras de arte más importantes que otras.

Curiosamente, quien dice esto no viene exactamente de las antípodas de la alta cultura. John Carey es profesor emérito de la Universidad de Oxford, decano de los críticos literarios de The Sunday Times, presidente del jurado que elige al premio Booker (el más importante de la literatura anglosajona), biógrafo de Thackeray y de John Donne, miembro de la Academia Británica y amante de los placeres más refinados de la vida civilizada.

Pero en su último libro, “¿Para qué sirven las artes?”, que publicará en castellano Siglo XXI, no duda en salir con los tapones de punta ante cualquier afirmación de que el arte que les gusta a sus elegantes pares de toga sea mejor que el que disfruta la vecina del barrio en chancletas y con los ruleros puestos.

En el polémico best-seller que tiene divididos a los intelectuales británicos ("Incisivo y brillante", según The Guardian; libro favorito del año para The Independent; idiota para The Times), Carey, nacido en 1934, argumenta que el arte es todo aquello que alguien alguna vez haya pensado que es arte.

"No existen estándares objetivos para juzgar qué obras son superiores", dice, en diálogo con LA NACION, tomando una taza de té en los idílicos jardines de Merton College.

El celebrado autor de "Los intelectuales y las masas. Orgullo y prejuicio en la i ntelligentsia literaria, 1800-1939" se declara espantado por el apoyo financiero que dan los Estados a lo que denomina "la cultura culta".

"Es ridículo usar el argumento de que hay que destinar fondos públicos a la alta cultura porque es la manera de permitir el acceso de las masas a lo que es considerado el buen arte, para que aprendan a valorarlo -dice-. Hasta ahora eso nunca se ha dado. Se ha estudiado la composición de los visitantes a museos en distintas partes del mundo, por ejemplo, y el resultado es que cuando la entrada es gratuita no cambia sustancialmente la composición demográfica. Lo mismo ocure con los teatros nacionales. Entonces, no creo que aquellos a quienes no les gusta la ópera o no quieren ir a la ópera deban financiar con sus impuestos a los que sí quieren. En particular, yo odio la ópera del Covent Garden, un edificio tan lujoso que mucha gente se sentiría socialmente fuera de lugar allí, y que da el mensaje de que la ópera, la clase alta y el lujo son cosas que, naturalmente, van juntas. No es un mensaje que deba darse con los fondos públicos."

-Pero, por ejemplo, en el caso del Teatro Colón, en la Argentina, un argumento que se esgrime es que el Estado debe mantenerlo porque es parte de nuestro orgullo nacional. ¿No es una idea válida?

-Es interesante, porque con el argumento del orgullo nacional es como nacieron las grandes colecciones nacionales. El Louvre, por ejemplo, se armó con las obras que Napoleón iba robando de otros países. Hitler también robó vilmente escudándose en el argumento del orgullo nacional. El arte es lo mismo que el equipo de fútbol: usarlo para el orgullo nacional es un error. Es cierto, Blair va a llevar a algún otro jefe de Estado a nuestro museo, pero el arte no tiene nada que ver con permitirle al señor Blair que se luzca. Es la gente común la que tiene que comprometerse con el arte, participando, y no sólo mirando de lejos con admiración. Por ejemplo, para lo único que está probado en parte que sirve el arte es para proyectos como la reinserción de los presos en la comunidad, de gente con comportamientos antisociales. Pero las grandes sumas estatales van a las instituciones de prestigio que las masas, se supone, deben visitar para elevarse y cosas así.

-¿Cómo surgió la idea de alzarse contra la superioridad del arte culto?

-Mi libro anterior fue sobre los intelectuales modernistas británicos, como Virginia Woolf, D.H. Lawrence, T.S. Eliot, y su relación con las masas, sobre la forma en que reaccionaron a la cultura popular. Lo resumo en dos palabras: la odiaban. Odiaban a las masas y querían eliminarlas, eran intelectuales que dijeron cosas extremadamente violentas contra quienes no tenían su mismo gusto. Así surgió mi interés en ver por qué hay tanta gente que venera el arte culto y lo siente superior al popular. Quise ver si podía encontrar razones que lo justificaran. Por supuesto, tuve que arrancar con la pregunta de qué constituye una obra de arte. Y cuanto más investigué, más fascinante me resultó el tema, porque, sobre todo después de Duchamp y de Warhol, no pude encontrar explicaciones que sigan sirviendo. ¿Qué psicólogo va a aceptar que una obra de arte sea algo que nos hace mejores personas, como creen quienes dicen que te eleva o que da mayor sensibilidad? Otros siguen creyendo que una obra de arte es aquella elegida por Dios, pero me cuesta creer que podamos saber qué elige Dios. Finalmente, lo que ocurre es que si decimos que una obra de arte es superior a otra -y la gente lo dice-, lo que estamos diciendo es que el sentimiento que nos provoca es superior al sentimiento que otro tipo de arte provoca en otra gente. Eso es absurdo, porque nunca vamos a poder saber qué pasa por la cabeza de los demás. Jamás podremos sentir lo que otros sienten. Al final, todo es opinión y subjetividad, cosa que vuelve locos a los expertos.

-¿La Mona Lisa no es intrínsecamente mejor que un paisaje de Calamuchita pintado por el artista del pueblo?

-No creo que sea intrínsecamente mejor. El experimento mental para darse cuenta es suponer que los seres humanos ya no existen y que Dios tampoco existe. ¿Tendría la Mona Lisa valor en ese caso? No; las obras de arte tienen valor porque alguien les da valor. Que mucha gente piense que la Mona Lisa es valiosa y que signifique algo para ellos obviamente es importante, pero eso no quiere decir que aquel que prefiera la pintura de su barrio esté errado de la misma manera que estaría errado si hubiera hecho una suma mal o deletreado mal una palabra. No existe un examen objetivo para certificar que la Mona Lisa es mejor. Su superioridad no puede medirse. Y no hay por qué hacer sentir avergonzada a la gente que no le gusta algo que es considerado una obra de arte. Además, aunque hubiera leyes objetivas en la estética, sería muy difícil encontrar aquellas que atravesaran todas las culturas. En el arte occidental, por ejemplo, la destreza del artista y su originalidad son muy importantes. En cambio, para la cultura oriental lo que tiene valor es mantenerse dentro de la tradición. La calidad de un dibujo de Miguel Angel comparado con el de un niño es sólo evidente dentro de una cultura familiarizada con ese tipo de arte. Frente a obras de tradiciones radicalmente distintas, la mayor parte de nosotros estaría perdido. Por eso, decir que un tipo de arte es superior al otro es ridículo y ofensivo, aunque muchos lo hagan.

-¿Cree que la literatura es superior a todo tipo de arte visual?

-La literatura es el único arte que estimula la energía imaginativa. Al leer, hay que ir imaginando la acción. Nada está ya dado por una imagen. Una imagen puede dar placer de muchas maneras, pero al final siempre volvemos a sus trazos y colores, mientras que la literatura va cambiando con cada lectura. Es un medio mucho más fluido. Por otra parte, la literatura es el único medio que puede criticar argumentativamente, dado que su medio es el lenguaje, el vehículo por excelencia del pensamiento racional, que a la vez puede moralizar. Hay conceptos como la libertad que sólo pueden expresarse con palabras, a pesar de lo que diga el arte conceptual. Para mí, sin duda la literatura es el arte superior, pero para ser coherente insisto en que esto es una cuestión de gusto, subjetiva. A mi hijo, que es músico, le gusta más la música justamente porque no puede argumentar, pero en cambio puede dar los sentimientos puros que uno tiene al argumentar.

-¿Le gusta el arte conceptual?

-No obtengo ningún placer de él, pero reconozco que sirvió para ampliar lo que la gente piensa que es una obra de arte y para mostrar cuán subjetivo es todo. Lo que sí me molesta es cómo los críticos de arte intentan explicar los "conceptos" detrás de estas obras de manera pomposa e inentendible, y cómo muchas veces, financiado con fondos públicos, el arte conceptual se usa meramente para escandalizar al ciudadano medio.

-En Buenos Aires, Spencer Tunick armó fotos de desnudos masivos en la vía pública y mucha gente se ofendió. ¿Qué opina?

-Creo que estaría de acuerdo con la gente que se ofendió. El arte a veces está destinado a ofender, y está bien que así sea. Estoy pensando en las caricaturas políticas que ofenden a un dictador, por ejemplo. Pero me preocupa la superioridad de quienes dicen que el arte que ofende a la gente menos sofisticada es algo bueno, que hay que ampliarle la mente a esta gente estrecha para que se vuelva más como uno, porque somos mejores. Es un argumento sospechoso. El valor de escandalizar, por sí mismo, es escaso, puesto que con abrir un diario o con encender la televisión las noticias, solitas, lo hacen todo el tiempo. Si el arte se suma a lo mismo, puede alejar, más que acercar a la gente. Si el arte da el mensaje de que es algo elitista y de que quienes lo aprecian se sienten superiores y quieren convertir a los demás a su manera de pensar, eso no va a acercar a nadie. Por el contrario: los artistas tienen que mostrar buenas maneras, transmitir su mensaje de manera inteligente, y no ofensiva. Creo que en el caso de Tunick en Buenos Aires, yo hubiera estado con los puritanos

-¿Y qué hay de la televisión, tan vilipendiada? A usted le gusta

-La televisión es el gran invento de mediados del siglo XX que cambió la vida cultural para mejor. Mucha gente jamás hubiera visto una obra de teatro o una ópera de otra manera. Mi propia madre vio una obra de teatro de Shakespeare por primera vez en la TV. La obra no le gustó nada, pero al menos así la vio. La televisión es este objeto maravilloso que enriqueció la vida de millones de personas. Cuando el cable está tan popularizado y hay tantas opciones, criticar a la televisión es algo que no debería hacerse más. Los mismos argumentos se usaban respecto de la radio. Las cosas que George Orwell decía, incluso respecto de escuchar una sinfonía en la radio como una basura para las clases bajas, hoy resultan increíbles. La televisión es muy buena para adaptar clásicos e introducir a mucha gente en libros que de otro modo nunca leería. Es cierto: con las dramatizaciones se pierde el ejercicio de imaginación que implica la lectura. Pero es una buena introducción a los clásicos para millones. La TV es de un alto valor cultural.

-Pero la mayor parte de los televidentes, supongo, no ven debates ni obras de Shakespeare, sino reality shows y telenovelas

-Las telenovelas hoy están escritas de manera muy cuidadosa por gente que sabe. No pueden descartarse como basura. Reality shows en realidad yo no veo tantos, pero es imposible suponer que algo así no tenga valor, porque no tendría la audiencia que tiene. Creo que, a diferencia de las telenovelas, los reality shows desaparecerán, porque es muy difícil mantener interesada a la audiencia por mucho tiempo y al final todo es sexo y ver comer a los participantes, lo que resulta tedioso. La escritora Germaine Greer fue a "Gran Hermano" y dijo que se había arrepentido de haberlo hecho. Pero que hasta una intelectual haya elegido participar en un reality show ya dice algo importante, ¿no le parece?

Por Juana Libedinsky