Contra Los Pastores, Contra Los Rebaños 21 No Eres Un Hombre, Eres Un Símbolo
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marchado la Guardia Civil, que protegía tus pasos y hacia que se gritasen «vivas», se elevan con fuerza las maldiciones contra ti. Cada paso tuyo hace que se viertan lágrimas. Por doquiera que pases se hacen siniestras talas. Arrancan el padre a los niños, el hijo a la madre, el amigo al amigo. Todos los que levantaron la cabeza, Contra los pastores, contra los todos los que arrojaron la maldición a tu cara y a la cara de tus rebaños lacayos han sido aplastados por tus emisarios. No eres más que un adolescente y produces el efecto de la peste, cuyos heraldos son la muerte y el dolor. Tienes la tara de ser rey, que es acaso peor que la tara de ser esclavo. No eres un amo, no eres Albert Libertad fuerte; eres un rey. No tienes necesidad de ser inteligente, de ser sutil; lo eres por el azar de un desfogue sexual. Podrías ser conocido para la historia como Alfonso el Cretino o el Loco. Eres rey, a pesar 2013 de todo. No mandas; eres el maniquí real. Nadie conoce a Alfonso; solo conocen al número 13. Puedes ser delicado, afable, espiritual, amante… nadie lo sabrá jamás. Eres el representante del régimen que hizo Montjuich, Alcalá del Valle; y en las prisiones que parecen estar a tus órdenes se descoyuntan miembros y se arrancan uñas. Escucharás aclamaciones; yo te hablo de lágrimas. Hasta mí, que puedo oír, han llegado ya tantos gemidos, tanta desolación y tanto odio que te asustaría si pudieras adivinar siquiera la milésima parte. Para cebar tu panza, se despilfarra lo que alimentaría los estó- magos de millares de labradores. Para que tus noches se iluminen como el día al sol de la electricidad, las mujeres deben inclinar la frente sobre su labor al débil resplandor de una candela. Holgazán, improductivo, para que tú tengas palacios, para que tu manto esté sembrado de oro, para que tu mesa esté guarnecida con finos manjares, tu pueblo se muere de miseria. Eres el Alfonso de un pueblo, pero no conseguirás siquiera los voluptuosos besos de una fregona. No tendrás a tu disposición más que la carne legitimada del número que adherirán al tuyo por razo- nes que ignorarás, o de la cortesana que se venda a ti. Hombre de veinte años, no conocerás el amor. No eres un hombre; eres un rey. 56 1 Y el que te abra la puerta, ya sea general o limpiabotas, te ofrecerá la misma flexión de espaldas que sire Delcassé.41 ¿Comprendes? Jamás tendrás la dicha de conocer una impresión verdadera. A tu alrededor todo está trucado. Ya en el vientre de tu Índice general madre, eras puro artificio. Como feto, conocías los honoras; tu pipí, cuando aún estabas en mantillas, discurría a la par que los arroyos de sangre y de lágrimas. Que el lacayo o el rey que te eyaculó hu- biese hecho su gesto antes o después en un vientre distinto y serías Delantal del libro, oséase Prólogo, o incluso Advertencia para acaso un hombre. Pero no eres más que un rey. Y desde tu naci- Incautos 5 miento, todo a tu alrededor es mentira. Las sonrisas, los llantos, los cumplidos, las maldiciones… todo está trucado. Contra los pastores, contra los rebaños 21 No eres un hombre, eres un símbolo. Ni siquiera el puño que se alza a tu paso o la maldición que pueda resonar en tus oídos son El pueblo se divierte 22 por tu causa. Tú no existes. La corona ciñe tu frente del mismo modo que la picota aprisiona el cuello del presidiario. Ya no eres Obsesión 24 un hombre; también tú eres un número: el número 13. Puesto que vivo en esta tierra denominada Francia, se podría de- El Verbo 27 cir que eres un poco mi huésped. ¿Qué podría hacer por ti? Come- rás y beberás a placer. Guardo, pues, mi pan duro y mi agua fresca. Última bondad 30 Conocerás las comodidades de la lujosa piltra: no abriré, entonces, A nuestros amigos que se detienen 34 mi cama para acogerte. Los cicerones, los lacayos te guiarán por la ciudad, lejos de la calle Muller, a no ser que tu madre te haya reco- A los resignados 39 mendado el Sacré-Coeur, emplazado en el vecindario, así que no me moveré de mi trabajo. ¿Qué me queda, pues, para resultarte útil? ¡Asombrosa victoria! 43 Hacer lo que esté en mi mano para arrancarte la librea, presidiario real número 13. El hombre y la masa 47 Te mentirán, habrá labios que deslicen mentiras en tus oídos. Yo quisiera, yo quiero gritarte la verdad. Arráncate la venda que te Número 13 54 ponen sobre los ojos y mira, mira —te dijo—, mira. ¿Ves, allí, a lo El Hombre y la justicia 58 lejos, hasta España? El pueblo está hambriento. Tan pronto se ha 41Théophile Delcassé (1852-1923). Político francés, miembro del Partido Radi- El ganado patriótico 63 cal. En la época en la que escribe Libertad, Delcassé ocupaba la cartera de Asuntos Exteriores, desde donde trazaría la política de alianzas vigentes hasta después de ¡Abajo la ley! 66 la I Guerra Mundial. 2 55 El criminal 69 El ganado electoral 72 Número 1338 Socialismo y anarquismo 76 Impresiones 83 A los reclutas 86 ¡Estás en Francia! ¡En París! Conocerás Les Halles39 y el Elíseo, la lonja y el palacio Borbón. Te compadezco, oh rey, más esclavo Actividad anarquista 90 que el esclavo. Se abrirán tus orejas y no oirás nada. Mirarán tus ojos y no verás. No, no oirás nada, no verás nada verdadero, na- El sindicato o la muerte 96 da sincero; no sabrás nada de esta tierra de Francia sobre la que, durante algunos días, habrás caminado. El descanso semanal 101 Cuántos cumplidos, cuántos brindis, cuántas mentiras escucha- La alegría de vivir 106 rán tus oídos; cuánto aparato, cuánto trampantojo, cuánto estuco, cuánto maquillaje, cuánta bisutería verán tus ojos. Jamás tuviste, y Nuestras voluntades 113 acaso jamás tengas, la dicha de saber. Si un rostro te sonríe, nunca sabes si se trata de un signo de amis- Las rebeliones útiles 116 toso agrado o de mezquino cortejo. Si una voz solloza, nunca sabes La libertad 123 si se trata de una pena auténtica, que busca tu simpatía, o de un dolor engañoso que pretende tu piedad financiera. El trabajo antisocial y los movimientos útiles 129 En Francia, como en España, no tendrás a tu alrededor más que a pícaros, cuyas palabras y gestos sonarán a ensayo teatral. Las da- mas de Les Halles forzarán la misma sonrisa que la madre Loubet.40 381 de junio de 1905. 39Es decir, el mercado de abastos de París. Creados durante el Segundo Imperio, los mercados cubiertos de París llegaron a ocupar una decena de hectáreas entre los distritos primero a cuatro de la capital francesa. En la década de los sesenta del siglo XX, y debido a los problemas de tráfico que ocasionaban, fueron trasladados a Rungis, muy cerca de Orly. 40Marie-Louise Loubet (1849-1938), esposa de Émile Loubet, Presidente de la República Francesa entre 1899 y 1906. 54 3 gas. Y se ha salvado, aturdido, aterrorizado, vencido por un dolor paralizante. Los cuatro mantenedores del orden vociferan hasta desgañitarse: «¡Aquí está! ¡Lo atrapamos!». Entonces el espectáculo se vuelve aterrador, atroz. Cien, doscientas personas se precipitan sobre el anciano hecho pedazos, lo arrojan al suelo, lo golpean, lo «echan a rodar como una croqueta» al pie del talud. Diez mil personas claman: «¡Enseñádnoslo!». Una jauría se agita en torno a los gendarmes. Quieren descuartizar a Roy. Los solda- dos lo rodean. Lo conducen a la aldea más cercana en medio de los aullidos. «Y la masa, que no sabe cómo satisfacer su deseo de rom- per lo que sea, se precipita entonces sobre la casa de Roy y sobre el jardín, desvalija la casa y saquea el bosquecillo» (Ibíd.). Se acabó. La masa se pone en circulación, vuelve a sus funciones: saquear, robar, violar, envenenar, asesinar legalmente. Y nosotros salimos más poderosos, más fortalecidos en nuestra idea. Amamos al Hombre, odiamos a la masa. Nos repetimos el lema de este papel: «Contra los pastores, contra los rebaños». 53 de todos los pueblos, que vive de quienes trabajan hasta hacerlos reventar. ¡Que rían! El Hombre va a saltar en pedazos, el Hombre vaamo- rir. ¡Pero tuvieron miedo! ¡Dónde quedaría el orden si un hombre pudiese vengarse por sí mismo de los crímenes de la sociedad? Delantal del libro, oséase Prólogo, Finalmente, un toque de clarines; los soldados huyen. Ha llegado el momento. Hay un intenso resplandor que inflama el horizonte, o incluso Advertencia para un ruido prolongado como un rugido, una espesa humareda y toda la panda que aplaude, que vocifera, que aúlla. Incautos La pandilla selecta —general, prefecto, procurador, sub-prefecto, juez de instrucción, engalonados— está reunida. El general, ante los Vivir intensamente, para sí, en el placer sin fin y la reproches de que no se haya esperado a la hora —un engorro, por conciencia de que lo que vale radicalmente para sí otro lado—, dice que ninguno de sus hombres ha resultado herido. vale para todos. Y por encima de todo, esta ley: En cuanto al otro, bajo los escombros, se le prestará ayuda… en «Actúa como si jamás tuviera que existir futuro». cuanto despunte el día. Raoul Vaneigem Y el hombre muere tal vez entre los cascotes humeantes del cho- No es fácil ni grato escribir eso que llaman un prólogo cuando a zo; los defensores del orden, los representantes de la humanidad, uno le ronda detrás de la oreja la mosca de la duda de si no será esta esperan.