compañía internacional de seguros, s. a.

50 ANOS

DE

SERVICIO Y DE PROCRESO

1910-1960

POR

ERNESTO J. CASTILLERO R.

PANAMÁ, MARZO DE 1960

Primera Parte PANORAMA DE LA VIDA POLÍTICA NACIONAL DE LA REPÚBLICA DE PANAMÁ.

El primer español que visitara la costa panameña en los inicios del siglo dieciseis, fue Rodrigo de Bastidas, un caba llero de capa y espada que sin ser navegante ni soldado, sintió

Rodrigo de Bastidas, descubridor de Panamá despertar en sí el espíritu de la aventura, atraído por la fama de las riquezas y el misterio de lo ignoto en el nuevo mundo. Había acompañado a Cristóbal Colón, descubridor de éste, en el segundo viaje que el Almirante realizó a las Indias Occi dentales, como fue llamada esta sección del orbe, y resolvió realizar por su cuenta otros viajes de descubrimiento en el continente americano. Valido de su influencia en la Corte española, obtuvo Bas tidas la autorización debida para efectuar exploraciones, y así, en 1501, al frente de una expedición que organizó a su costa, visitó la tierra firme, de oriente a occidente, esto es, | desde hasta el meridiano 79 en el Istmo de Panamá, l sin lograr los resultados ambicionados. Los naturales, hos tiles, le opusieron resistencia invencible a su desembarco, y hubo de retornar a España con la desilusión de su fracaso. Un año más tarde, en 1502, fue el mismo Cristóbal Colón, quien navegando en sentido inverso, a saber, de oeste a este, completó el descubrimiento de la tierra panameña. Colón, con esa intuición extraordinaria que lo llevó a las gloriosas e insuperadas hazañas del siglo XV, buscó por la costa istmeña el paso de comunicación marítima sin resultados, pero tuvo la ventura de descubrir, el primero, el río Chagres, reservado por la Providencia a constituir, siglos después, ese paso, gra cias al esfuerzo de los hombres de ciencia. A partir de esta fecha y con el descubrimiento posterior del Océano Pacífico en 1513 por Vasco Núñez de Balboa, que dó señalado el Istmo como el camino natural entre ambos grandes océanos. Por algún tiempo el Rey de España estuvo interesado en la construcción de esa ruta del comercio mediante la aper tura del , aprovechando las aguas del caudaloso Chagres, pero razones de una política egoísta le hicieron desistir de la obra, y más bien la prohibió so pretexto de que "el hombre no debe separar lo que Dios unió", y se necesitó el transcurso de cuatro centurias para que el sueño de Colón se viese con vertido en realidad. El Istmo de Panamá se convirtió, con todo, en el camino * obligado de los mercaderes hispanos hacia los emporios de *' riqueza de Suramérica, descubiertos y conquistados desde Pa namá por Francisco Pizarro y sus audaces compañeros. A fomentar ese comercio contribuyeron las ciudades de Nombre de Dios en el Atlántico, y de Panamá en el Pacífico, fundada esta última por el Gobernador de Castilla del Oro, Pedrarias

— 2 — Dávila en 1519, y reconstruida la primera por Diego de Al- bites en ese mismo año. El camino terrestre que a través de las montañas istmeñas se construyó entre ambas urbes, fue la vía por donde se hizo el comercio universal durante el si glo XVII. La destrucción de Nombre de Dios por el corsario Sir Francis Drake en 1596, determinó su abandono como puer to, y surgió entonces la ciudad de Portobelo en el mismo li toral atlántico. Para dar seguridades al mencionado centro mercantil, se erigieron en la costa poderosas fortalezas que lo defendieran, no sin que cayera la ciudad en manos de los piratas ingleses, siempre que éstos se propusieran tomarla. El que más daño le infirió fue Henry Morgan, famoso corsario que durante el siglo décimo séptimo se había cons tituido en el terror de los mares y en el azote del imperio colonial español de América.

0O0

Portobelo alcanzó renombre universal en dicha centuria por ser el asiento de las más ricas y animadas ferias del co mercio entre el viejo y el nuevo mundo, cuya celebración abar có más de un centenar de años —de 1606 a 1730—. Tenía lugar en el recinto de la ciudad, donde fue erigida hacia 1615 un magnífico edificio de Contaduría o Aduana, cuyas ruinas majestuosas pueden ser admiradas todavía, el intercambio de las mercaderías procedentes de España y de Flandes, con los productos naturales de los reinos de América, como metales preciosos en barras, tejidos de lana de vicuña, de hilo y de fibras, tintes, raicillas, quina y otras plantas medicinales, re ciñas, cacao, cerámicas, objetos artísticos de oro y cobre, ge mas preciosas, etc. Este extraordinario comercio efectuábase cuando los galeones españoles, cargados de mercaderías, lle gaban desde la Península a Portobelo, a tiempo que la "escua dra del oro" que procedía del Perú, arribaba a Panamá y desde allí se transportaban a través del Istmo, la preciosa carga para ser intercambiada en Portobelo. En los días de la feria esta ciudad, generalmente despo blada e inactiva, adquiría inusitada animación e importancia, siendo durante dos semanas, poco más o menos, el emporio del

— 3 — comercio colonial y la más rica plaza de tráfico mercantil del continente. Una superpoblación que rebasaba toda posibili dad de acomodo, la invadía. Viajeros que la visitaron en ta les ocasiones, afirman que por el alquiler de una alcoba duran te esos días había que pagar mil pesos, y una casa para alma cén era imposible conseguirla por menos de cinco mil. El fraile, Tomás Gage, que a mediados del siglo XVII, en el apo geo de las ferias, fue huésped de la ciudad, nos ha dejado en su interesante libro "A NEW SURVEY OF THE WEST-IN- DIES" (1648), una detallada y fiel narración de su experiencia, en los siguientes términos: "Iba —dice— a ver las ciudadelas, que encontré muy buenas y fortificadas. Pero lo que encontré de más sorpren dente, era el ver el gran número de muías que venían de Pa namá todas cargadas con barras de plata, de suerte que en un día conté más de doscientas que no conducían otra cosa más, las cuales fueron descargadas en el mercado público donde había montones de barras de plata como piedras en la calle, que dejaban allí sin miedo de que las robasen. "Diez días después llegó la flota compuesta de ocho ga leones y diez navios mercantes, lo que me obligó a meterme en mi cuartucho. Era una maravilla ver la gente que había por las calles, cuando pocos días antes no se veía a casi nadie. El precio de las cosas comenzó también a subir, de modo que una gallina que muchas veces me había costado en el campo un real, se vendía por doce; la libra de buey valía dos reales, sin embargo de haber pagado antes por tres libras medio real; y las otras carnes se pusieron a proporción tan caras, que no sabiendo cómo hacer me vi precisado a vivir de pescado y tor tuga de que hay una gran cantidad, y aunque eran caras, sin embargo era lo que podía comer más barato. "Era digno de ver cómo los comerciantes vendían sus mercancías, no al menudeo sino al por mayor, a la pieza y al peso; cómo hacían los pagos, no en dinero, ni en moneda, sino en barras de plata que se pesaban y tomaban por el valor de las mercancías. Esto no duró más de quince días durante los cuales los galeones no cargaron otra cosa más que barras de plata, de suerte que puede decirse con atrevimiento, y soste ner, que durante esos quince días no hay una feria más rica en todo el mundo que la que se hace en Puerto Bello entre

— 4 — los comerciantes españoles, del Perú, Panamá y otros lugares vecinos". Las transacciones comerciales en estas ferias se realiza ban por millones de pesos. Hubo no pocas en que sobrepasa ron los veinte millones, y la más pobre no bajó de cinco. La constante amenaza de los piratas durante el siglo XVII, quie nes infligieron perjuicios considerables al comercio hispano entre los países de la zona del Caribe, a tal punto que obligó a los mercaderes europeos a preferir la vía del Cabo de Hor nos para negociar con el Perú, dio golpe de muerte a Porto belo. Su última feria se celebró en 1730.

Aduana de Portobelo en e! actual estado de ruina

La misma ciudad fue víctima de los asaltos de los pira tas, atraídos por la fama de su riqueza. El primero en ata carla fue William Parker en 1602. Medio siglo más tarde, en 1668, la asaltó el célebre bucanero Henry Morgan, quien obtu vo un botín de más de 250.000 escudos de oro. Diez años des pués, en 1679, los capitanes de piratas Coxon y La Sonda, la atacaron también, y lo mismo hicieron al siguiente año los je fes bucaneros confederados, Sharp, Cook, Markett, Row, Essex y el mismo Coxon, los que lograron un botín de $100.000. En 1726 fue el Almirante inglés Hoster, y en 1739 el Vicealmi rante Eduard Vernon, quienes la hicieron víctima del pillaje. Este último infirió a la decadente urbe más daño que ningún corsario, pues desmanteló las fortalezas, debilitando su defen sa, pero sólo pudo obtener de su asalto la suma de $10.000. Ya los ciudadanos ricos no habitaban en la moribunda ciudad. El postrer atentado pirático contra ésta tuvo lugar en 1744, por el capitán Kinghills, que casi ningún daño le pudo hacer. De su pasado glorioso, a Portobelo apenas si subsisten algunos restos de los castillos que Bautista Antonelli había construido por recomendación de Felipe II para defenderla; y como recuerdo del extinguido comercio que floreció en el siglo XVII, se ve todavía, en ruinas imponentes que revelan un pretérito brillante y fastuoso, la hermosa Contaduría que guardara otrora en su recinto los fabulosos tesoros del Perú. Desaparecidas las ferias, a Portobelo no le quedó otra función que la de puerto sobre el océano Atlántico, manteni do por las exportaciones esporádicas del comercio de Panamá a través del camino transístmico, cuyo extremo norte lo cons tituía aquella ciudad.

0O0

Suerte distinta fue la de la ciudad de Panamá, el puerto sobre el mar del sur, porque la prosperidad se hizo creciente en las colonias de la América meridional, con las cuales man tuvo activo comercio y llegó a ser así, muy pronto, la plaza comercial más importante del océano Pacífico. La geografía, no cabe duda, señaló a la antigua capital de Tierra Firme, aún en nuestros días, una función invaria ble: la de mercado y camino de tránsito de los viajeros del mundo, función que desempeñó en épocas sincronizadas de la historia panameña en los siglos XVI, XVII, XVIII, XIX y XX, cuando las ferias, la California, la construcción del ferrocarril transístmico y la construcción del canal interoceánico. Ya desde 1589 el Oidor, Licenciado Antonio de Salazar, había informado al Rey de España: "La ciudad de Panamá está sentada en la costa del mar del sur y de ordinario conta rá con unos trescientos vecinos. Su motividad comercial se debe a ser lugar de feria y de grandes contrataciones. Aquí se juntan y se dividen todas las mercaderías que vienen de

— 6 — Castilla, y se proveen todos los reinos del Perú y parte de la costa de Honduras y Guatemala que corresponde a la mar del sur. (Carta a Felipe II, de 14 de junio de 1589). A tal circunstancia debió Panamá su prosperidad cada vez más creciente, no empece el abandono de Portobelo como puerto en el Atlántico, porque se adoptó inmediatamente, por ser más cercano, el puerto de Chagres en la desembocadura de dicho río sobre este océano. A mediados del siglo XVII la capital del Istmo tenía 3.500 vecinos que se alojaban en cuatrocientas casas "todas tejadas y con sobrados, y la mayor parte con entresuelos", muchas de las cuales eran amplios almacenes y otras residencias fastuo sas de los comerciantes. Pero la desgracia de Panamá, tanto la antigua, como la que le sucedió junto al Ancón, fueron los incendios frecuentes que la azotaron. La inmensa mayoría de sus casas se cons truyeron de madera, lo que las hizo propicias al fuego. En la vieja urbe, antes de su destrucción final cuando en enero de 1671 la tomó el pirata Morgan, cuatro grandes siniestros convirtieron en ruinas muchos de sus bellos edificios. Un incendio en 1539 consumió noventa y cuatro casas y parte de la catedral. Dos días después otro destruyó dos casas más. En 1563 la ciudad, que tenía ya quinientas casas, por la ne gligencia de un herrero al provocar descuidadamente un fue go, desaparecieron cuarenta de ellas. El incendio duró esta vez seis horas. Pérdidas notable sufrieron sus habitantes en el siniestro de 1575 y más aún en el de 1644 que comenzó en la calle de Calafates y se propagó hacia occidente, arrollando en su ac ción destructora el Palacio Episcopal, el Seminario, la Cate dral y ochenta y tres mansiones del sector residencial y co mercial de la urbe, con pérdidas invalorables de los morado res. El Rey, mal informado, atribuyó esta desgracia a la mal dad de los portugueses avecindados en Panamá, a quienes abrumó, como castigo, con altos impuestos para resarcir los daños, amén de otras penas no menos severas como injustifi cadas. Cálculos aproximativos elevan el monto de las pérdi das en la vieja ciudad por los incendios, en un millón de pesos. Tantas catástrofes, así como la constante amenaza de la piratería, a lo que se agregaba el insalubre clima que hacía

— 7 — " 'Jae Battel hetweea the^ Spamards and titepyrats mr Jñuccamers btfóre the atttfoj1 ^_ - Auiama ~*t-* • •t-L^r,

co I

Gráfica de la batalla que precedió a la caída de Panamá en 1671 inhóspita a los europeos la ciudad, determinaron un estan camiento del desarrollo urbanístico durante el siglo XVII. A lo expuesto se sumó la posterior extinción en su totalidad de Panamá en el gran incendio de 1671, cuando el célebre pirata inglés Henry Morgan, al frente de 1.200 foragidos de distintas nacionalidades la tomó y saqueó, asesinando a miles de sus habitantes, lo que determinó su total y definitiva ruina, con pérdida material de más de diez millones de ducados. En 1673 hubo que iniciar la reconstrucción de la ciudad con lo que quedaba de su población en un sitio distinto, junto al cerro Ancón, que ofreció ventajas superiores de localiza- ción y salubridad. La nueva Panamá entró al ritmo de su función portuaria y de mercado inmediatamente. La planificación de esta nue va urbe le fue encomendada al ingeniero Luis de Vanegas Osorio, quien guiándose por las ciudades fortificadas euro peas: Amberes, Estrasburgo y Maestrick, delineó la capital del Istmo dándole el aspecto de una amplia y segura fortaleza. Protegida por sólidas murallas de veinte pies de alto, in fundió respeto sin que intentaran jamás asaltarla, a los pira tas que merodeaban en el golfo. Defendía, además, la ciudad, cuatro castillos artillados estratégicamente distribuidos fren te al mar y a la tierra firme, en cuya construcción, como para el resto de las defensas, el Rey español invirtió once millones de pesos. Se mejoró mucho la edificación de las residencias, y en atención a la solidez de los edificios, gran número se hizo de calicanto, sobre todo la planta baja, con balcones grandes y ventanales para favorecer la aireación interior. Las divi siones de los cuartos eran por lo regular de madera, igual que los balcones de las casas de alto, que fueron muchas. Esto dio lugar a que cuando se presentaba un incendio, resultasen presa fácil de las llamas porque no se dejaban espacios entre unas y otras y las calles eran muy estrechas. En la parte externa del recinto amurallado, —el que era denominado popularmente Adentro, y estaba reservado a las familias de la clase privilegiada y los ricos—, se extendía la sección destinada a la gleba, que comúnmente se llamaba Afuera, constituida por los Barrios de Malambo y Santa Ana. Sus viviendas en un principio fueron ranchos o casuchas de

— 9 — madera, por lo regular de una sola planta, habitadas por los esclavos, los mulatos libertos y los indios, gentes todas de ser vidumbre, que componían el arrabal. Ambas secciones de la ciudad estuvieron separadas hasta casi a mediados del siglo XIX por las murallas y las explanadas o glasís que corrían junto a éstas, hasta que en 1856 la Legislatura del Estado autorizó por una ley la demolición de los muros, el relleno del foso y la venta de las explanadas, todo lo cual estuvo ejecuta do en 1883. Entonces Panamá apareció más grande con la unión de sus barrios externos al núcleo principal de la urba nización intramuros. Las calles, que en la época colonial se distinguían por las denominaciones religiosas, como La Merced, San José, San Antonio, San Jerónimo, San Miguel, Las Monjas, etc., en el curso del siglo pasado, después de la emancipación de España fueron rebautizadas con nombres de los proceres y hombres distinguidos de la patria colombiana, como Bolívar, Córdova, Santander, Acevedo Gómez, Ricaurte, etc. Pero había tam bién otras vías menores en importancia, callejuelas, caminos, rincones, a los que el pueblo dio nombres raros, y así hubo El Granillo, La Calzada, Boyaín, Malambo, El Chorrillo, Guacha- palí, Las Escartinas, La Ciénaga, Salsipuedes, Cantarrana, Re bellín, El Javillo, etc., que han llegado hasta nosotros, subsis tiendo algunos en el uso popular a pesar de las modernas no menclaturas dadas por las autoridades urbanísticas.

0O0

El perfil de la sociedad, bajo la influencia de costumbres foráneas había cambiado, aunque la alta clase se mantenía apegada a ciertos hábitos españoles. Era la época en que las damas vestían aún el tradicional miriñaque para las grandes solemnidades, si bien en el interior de los hogares prefiriesen usar la pollera, traje popular que empezaba a evolucionar en su decorado, haciéndose más vistoso. Bajo la falda de seda china o de terciopelo importado de Itaüa o de blanco linón, ocultábanse las enaguas de holán de hilo con trencillas teji das en mundillos por las viejas sirvientas, que disimulaban las formas del cuerpo. El busto cubríalo una bazquiña o jubón de moderado escote, con mangas hasta los codos de donde

— 10 — arrancaban los mitones de encaje que dejaban al descubierto los dedos para lucir en ellos las sortijas de rica pedrería. La cabeza se tocaba con alto peinetón de carey y la costosa cha lina de Bruselas o Valencia, entre la que asomaba el rojo cla vel o la alba y perfumada gardenia. Y, por último, el calzado de alto tacón para salir, y bajo para la casa, de suave pana,

Dama panameña vistiendo la clásica pollera' traje típico nacional.

seda floreada o brocado, daban un aire de elegancia al cami nar a las bellas panameñas que eran gala de la sociedad. La vestimenta de los caballeros era no menos fastuosa, según la moda de entonces. Vestían calzón corto con medias de seda hasta las rodillas, o largo, de lino o algodón, general mente blanco, y zapatos bajos de charol con hebillas de plata

— 11 — u oro. Bajo la casaca o frac de color oscuro, un chaleco de satín blanco con botonaduras de perla, turquesa u otra piedra preciosa, que medio cubría la blanca camisa, tan fina como el pañuelo impregnado de esencia de jazmín. Al cuello lleva ban una corbata de seda anudada en forma de lazo bajo la barba. Las distracciones de antaño eran muy sencillas. Además de los paseos cuotidianos, cuando el tiempo lo permitía, por las murallas de las Bóvedas, había las fiestas religiosas sincro nizadas por el calendario, con sus procesiones de santos per las calles; los desfiles militares en las solemnidades cívicas de los días patrios, en la ascensión de un jefe de Estado na cional o de la provincia al supremo poder; las recepciones oficiales con los mismos motivos; el matrimonio de alguna damita de la sociedad o el cumpleaños de algún personaje o matrona, que se celebraba, con bastante frecuencia con baile de orden. Eran piezas de moda en tales saraos las cuadrillas, los minués, los lanceros, los rigodones, las polkas, los valses, las contradanzas y, muy particularmente, el punto, un baile muy elegante y no fácil de ejecutar, que fue una particulari dad de los panameños, quienes, al decir de los cronistas de aquella época, lo ejecutaban con suma habilidad y donaire. La serenata, una herencia de España casi olvidada hoy y muy frecuente en tiempos de atrás, era la expresión de la más delicada simpatía de parte de quien la ofrecía hacia la persona homenajeada. Si ésta era una dama, la recibía tras la reja de la ventana orlada por un fragante jazminero y cua jada de maceteros con rojos claveles y aterciopeladas rosas. La música suave de los violines, la flauta, la vihuela y el arpa, era propicia al romance y al avivar de los sentimientos del amor. El tamborito, baile popular panameño, comenzaba a con quistar las altas esferas de la buena sociedad, al mismo tiem po que la pollera de lujo, que toda panameña ha tenido a or gullo poseer y vestir. Panamá la nueva fue, como su antecesora, igualmente azctada por el fuego que consumió con voracidad inconteni ble: inmuebles, obras artísticas, archivos y cuanto se encerra ba en los hogares afectados. Desde el comienzo de su erec-

— 12 — ción en 1673 hasta el final del siglo XIX, se registraron en la ciudad diecinueve grandes incendios. El primero de éstos ocurrió el 2 de febrero de 1737. Den tro de los muros se levantaban 911 casas de residencia, de las que el fuego consumió las dos terceras partes, incluyendo la catedral, que aún era de madera. Fue una catastrófica pér dida para una ciudad joven que apenas sobrepasaba el medio siglo de iniciada. La musa popular, retozona y burlesca, com puso una satírica copla que con otras cantaban los pobladores del arrabal como desahogo contra la clase dominadora. De cía así:

"Día de la Candelaria y víspera de San Blas, a las muchachas de adentro se les quemó la ciudad". A esta catástrofe se la llamó "gran fuego" por las propor ciones extraordinarias de su destrucción, y fue el comienzo de una serie de incendios que se sucedieron y que estancaron el progreso urbanístico de Panamá, con las consiguientes pérdi das en todos los órdenes de la economía y de la cultura. Casi veinte años después, en 1756, el 21 de marzo, una nueva desgracia afligió a los panameños: otro incendio redujo a cenizas varias casas residenciales y destruyó lamentable mente los grandes conventos de Santo Domingo, San Francis co y Monjas de la Concepción, además de la iglesia parroquial de San Felipe Neri, la primera que había sido terminada y da da al servicio del culto en la nueva ciudad. Todos estos mo nasterios estaban enclavados en el aristocrático Barrio de San Felipe. A este incendio se le llamó "fuego chico" para dis tinguirlo del anterior, cuyos daños materiales habían sido mayores. La profusión de casas de madera constituyó el elemento propicio para provocar y propagar los incendios, los que se sucedieron en forma alarmante en cortos intervalos de tiem po y con pérdidas lamentables. El 26 de abril de 1781 le tocó ser víctima del devorador elemento al hermoso convento de la Compañía de Jesús, don de años atrás había funcionado la primera alta Casa de estu dios de Panamá, llamada Universidad de San Javier, que re-

-13 — gentaron esos reügiosos, pero cuyo local estaba abandonado por la expulsión en 1767 de los referidos clérigos por orden del Rey Carlos III. Desaparecieron por este mismo fuego 26 otras casas.

Por el resto del siglo XVIII no hubo nuevos incendios, pe ro el país sufrió una radical transformación política, que se operó en los comienzos del siglo XIX.

Ruinas de la Universidad de San Javier (1767)

— 14 — oOo

Toda la América hispana, a imitación de los Estados Uni dos, se sintió agitada por un deseo de liberación del dominio español. Venezuela y Ecuador iniciaron ese movimiento de secesión que siguieron la Nueva Granada, Argentina, Chile, Perú, México y la América Central. Panamá fue de las últi mas provincias españolas en tratar de emanciparse de la Me trópoli, lo que hizo el 28 de noviembre de 1821, proclaman do su independencia de España y adhiriéndose a la República de Colombia, ya libertada por el General Simón Bolívar y cons tituida en un Estado federado compuesto por la Nueva Gra nada, Venezuela y Ecuador. El Libertador Bolívar acogió con entusiasmo la asociación voluntaria y espontánea del Istmo a Colombia, y por carta del lo. de febrero de 1822 para el procer panameño General José de Fábrega, calificó el Acta de Panamá como "el monu mento más glorioso que pueda ofrecer a la historia ninguna provincia americana. Todo está allí consultado —agrega el grande hombre—, Justicia, generosidad, política e interés ge neral". El Presidente Francisco de Paula Santander recibió el Istmo en la familia colombiana, y por decreto del 9 de febrero de 1822, lo incorporó a la nación como un Departamento de la Nueva Granada. La serie de incendios, que hacía casi un cuarto de siglo estaba en suspenso, por desgracia para la capital se reanudó el 4 de julio de 1864 al estallar un voraz fuego en la Avenida Central consumiendo cuatro casas de comercio y causando pér didas por valor de $423.000.00. La víctima del incendio del 5 de julio de 1870 fue el ho tel Aspinwall. El 6 de julio de 1872 quedó reducida a escombros una manzana cerca de la iglesia de La Merced. El 19 de febrero de 1873 hubo otro fuego que se denomi nó de Camprubí, e igualmente el 19 de febrero del año si guiente otro que duró ocho horas causando pérdidas de $800. 000.00. El último incendio, y el que surgió el 6 de mayo de 1878, tuvieron como teatro la Plaza de la Catedral, y la víctima del último fue el Gran Hotel Central. Los perjuicios registrados ahora, alcanzaron a un millón de pesos.

— 15 — Catorce casas quedaron reducidas a carbones y cenizas en el fuego de 1886, en la calle 14 oeste. Otro no menos rui noso fue el de la antigua calle del Platanal, hoy 15 oeste, ocu rrido en lo. de enero del siguiente año. El 3 de junio de 1888 estalló un incendio que consumió dos hoteles, el Comercio y el Roma, una fábrica de fideos y toda la calle de Las Damas, conocida ahora por calle de Colón. El 21 de febrero siguiente tocó el turno a la calle de Las Tablas, y el mismo año de 1889, el 10 de agosto, a la residen cia de don Juan A. Henríquez, en la calle de Caldas. Un desastroso incendio que duró toda la noche del 13 de junio de 1894. hizo desaparecer muchas fincas urbanas. El 17 de enero de 1895, las víctimas fueron dos casas del barrio de Calidonia, y el 15 de julio de 1896, otras dos del ba rrio del Marañón. Un incendio de grandes proporciones fue el que se declaró el 22 de septiembre de 1888, dando por re sultado la destrucción de muchas edificaciones en las calles de Las Tablas y el Javillo. Tantas y tan repetidas desgracias causadas por el fuego fue lo que determinó a las autoridades locales, a los dirigen tes del alto comercio y a los vecinos en general de la capital, a poner remedio a la frecuencia de los incendios mediante una organización para combatirlos. Fue así como, con el patroci nio del Gobernador del Departamento, don Ricardo Arango, y el apoyo de varias destacadas personalidades y propietarios, el 18 de noviembre de 1887 se constituyó el Cuerpo de Bombe ros de Panamá, cuya junta organizadora nombró Presidente y primer Comandante al propio señor Arango. En tal forma nació esta benemérita institución panameña que a través de más de catorce lustros ha venido luchando con denuedo y co raje en defensa de la propiedad y de la vida de los habitantes de Panamá, bajo el lema de Disciplina, Honor, Abnegación.

oOo

Después del abandono de Portobelo como centro comer cial del Istmo por las circunstancias antedichas de la supre sión de las ferias, en vista de la necesidad del comercio de la capital de tener en el Atlántico otro puerto que fuese punto de arribada para los barcos que conducían las mercaderías del

— 16 — viejo mundo y de los centros industriales de la costa oriental de los Estados Unidos, se adoptó el puerto de Chagres, un villorrio que surgió en la boca del río del mismo nombre, con la ventaja de acortar considerablemente la ruta transístmica al ser utilizado el caudal fluvial, lo que hacía más fácil el transporte de la carga en una extensión de catorce millas hasta la vieja aldea de Cruces, puerto sobre el mismo río y sólo distante por tierra siete millas de la ciudad de Panamá. Pero esa ruta mixta no evitaba, sino en pequeña escala, las dificultades y los peligros del transporte desde una costa a la otra del Istmo. En circunstancias tales, muchos hombres de empresa pla nearon otros medios de acarreo más fáciles, rápidos y segu ros, y a lo largo del siglo XIX fueron revividos los viejos pro pósitos de construir una moderna comunicación interoceánica. El gobierno de la Nueva Granada recibió a este respecto varias proposiciones que por una causa u otra se frustraron, hasta que en 1850 un triunvirato de capitaüstas norteamerica nos, los señores William H. Aspinwall, John Lloyd Stephens y Henry Chauncey, solicitaron una concesión para hacer a través del territorio istmeño un ferrocarril. Aceptada la pro puesta, mediante un contrato firmado con el señor Lloyd Stephens, se comenzó la obra en la isla de Manzanillo, es cogida por estar rodeada de la hermosa bahía de Limón, en el mar Caribe. La necesidad de construir rápidamente esta vía férrea entre ambos océanos se hizo más imperiosa al descubrirse en 1849 los ricos yacimientos de oro de California, lo que dio motivo al desbordamiento sobre las costas occidentales de los Estados Unidos, desde el este del país, en avalancha jamás vista, de gentes atraídas por el señuelo de una fácil riqueza en aquel El Dorado extraordinario y fantástico. El oro se reco gía casi en la superficie del suelo y en cantidades exhuberan- tes. Fue entonces cuando los señores George Law y William H. Aspinwall discurrieron establecer sendas líneas de navega ción a vapor: el primero desde Nueva York a Panamá, y el segundo desde este puerto a California. Pero quedaba el obstáculo de la travesía del Istmo que había que habilitar pa ra el fácil transporte de pasajeros y carga entre ambos océa-

— 17 — nos, y así surgió la idea de realizar la unión interoceánica por medio de un ferrocarril, que se propusieron construir el mis mo Aspinwall con los señores Chauncey y Stephens ya men cionados. La construcción de esta ruta relativamente corta, de sólo 47 y media millas, fue una odisea por las dificultades físicas que la naturaleza panameña opuso a los constructores; por la insalubridad del país; por la escasez de mano de obra; por la carencia, a veces, del capital que se agotaba, y por otros mu chos inconvenientes con que se tropezó durante su ejecución, lo que motivó que fuese sumamente costosa y demorada. Las enfermedades mataron a cientos de obreros, muchos de los cuales procedían de la lejana Asia y de los países nór dicos de Europa, a quienes les era duro soportar el clima abra sador del Istmo y fueron fácil presa de las enfermedades en démica del trópico. Cuando las defunciones llegaron a su máximo por moti vo de la "fiebre del Chagres" o paludismo, se publicó en un periódico de Inglaterra que la mortalidad era tal, que bajo cada durmiente, o traviesa del ferrocarril había un muerto. Pero la tragedia mayor entre los contingentes de obreros que fueron importados para hacer avanzar la obra, fue la de los coolíes chinos, que traídos en número de cerca de mil desde el Celeste Imperio, pronto se desesperaron por la inadaptación y comenzaron a suicidarse en diferentes formas. Unos se sentaban estoicamente en la playa dejando que las olas del mar los arrastrasen y se ahogaban voluntariamente; otros se colgaban de los árboles y a veces, a falta de un cordel a ma no, utilizaban el largo moño de su cabellera como dogal trá gico. El cincuenta por ciento de estos obreros de raza amari lla pagó tributo a su desesperación y al deseo insatisfecho del opio porque las leyes de la Nueva Granada prohibían el con sumo de la nociva droga a que los chinos estaban acostum brados. Los que sobrevivieron, algo más de doscientos, con vertidos casi en sombras humanas, fueron exportados a Ja maica para que se dedicaran al cultivo del arroz en la isla, trayéndose de allá, en cambio, unos cuantos cientos de ne gros aptos para el trabajo en las selvas istmeñas como jorna leros. En tanto que la obra avanzaba, el tráfico se intensificaba

18- y en igual lapso de cinco años que duró aquella, cruzaron el Istmo en ambas direcciones 596.331 pasajeros y el monto del oro y las mercaderías transportadas subió a la suma de 716. 753.857 dólares. Al fin, mediante una inversión de $2.407.535.00 y el sa crificio de 835 vidas, la primera vía férrea transístmica de América quedó concluida en la noche del 26 de enero de 1855, y el primer "caballo de fuego" conduciendo pasajeros desde la costa del Atlántico a la del Pacífico, corrió el día siguiente 27, entre aplausos y gritos de regocijo de los espectadores y la alegría general de los empresarios y el Gobierno. Uno de los resultados más trascendentales del desarrollo de la empresa ferroviaria istmeña fue la creación de una ciu dad-puerto en la costa atlántica para que sirviera de terminal en el norte, del ferrocarril de Panamá. Surgió en una peque ña isla muy cercana a la costa, llamada Manzanillo. La Cá mara Legislativa, previendo este suceso, desde 1850 le había puesto el glorioso nombre de Colón. El acto de fundación oficial de la nueva urbe, heredera de la histórica Portobelo en su función de puerto en el litoral norte del país, no tuvo lugar sino dos años después, el 29 de febrero de 1852, al ser colocada la piedra angular del primer edificio de material sólido que construyó la Compañía del Ferrocarril. Quisieron sus Directores aprovechar la presen cia en el lugar de Don Victoriano de Diego Paredes, que iba con cargo diplomático para los Estados Unidos y quien como Secretario de Relaciones Exteriores en 1850 había firmado, en nombre del gobierno nacional, el primer contrato con el señor John L. Stephens de la construcción de la vía férrea, para que el distinguido granadino presidiese la ceremonia y diese nombre oficial a la ciudad. Paredes, como gesto de recono cimiento de sus esfuerzos para llevar a la realidad la obra del ferrocarril, sugirió que la nueva población istmeña recibiese el nombre de Aspinwall, lo cual fue aceptado con aplauso, y desde ese momento el nombre de Aspinwall se propagó rá pidamente por el extranjero y fue usado por más de medio siglo. Fue necesario que las autoridades nacionales, como del Estado de Panamá, repudiaran enérgicamente el nombre e im pusieran mediante medidas drásticas la verdadera denomina ción de la ciudad.

— 19 — oOo Pero la secular idea que desde Carlos V se mantuvo la tente a través de la historia, de hacer artificialmente el canal para transportar de un mar a otro las embarcaciones, no ha bía muerto, y de cuando en cuando surgía en un país u otro, un iluso que se creía capaz de llevarla a la realización. Pa namá parecía indicado por la naturaleza como el sitio apropia do para realizar esa obra. Uno de ellos, aureolado con el éxito de otro canal cons truido en Egipto gracias a su tenacidad, fue el Conde Fernan do de Lesseps. En la Academia Francesa se le llamó por ese triunfo El Gran Francés. Lesseps no era ingeniero y vino al Istmo en 1880 acom pañado de un lucido cuerpo de veintitrés profesionales que debían realizar sobre el terreno los estudios preliminares pa ra construir el canal. Un científico panameño, Pedro J. Sosa, fue asociado a esta labor inmediatamente. El pueblo de Panamá se desbordó de alegría para reci bir a los mensajeros de su tradicional anhelo, porque para él la obra del canal significa la seguridad de un bienestar eco nómico derivado del tráfico interoceánico. En el sitio de La Boca, en solemne ceremonia, una hija del insigne empresario, la niña Fernanda del Canal de Lesseps, arrancó con una pala de plata el primer tajo de tierra pana meña, precursor de la inmensa zanja que habría de abrirse para dar paso a las agua de ambos océanos. El 29 de enero de 1881 desembarcó en Colón el ingeniero Armando Reclús con el primer contingente de trabajadores extranjeros para comenzar las excavaciones del canal. Ha bíanse calculado ocho años para la terminación de la obra. Los trabajos duraron, hasta el 26 de enero de 1889, cuando fueron suspendidos definitivamente. Para esta fecha habían gastado en la empresa los franceses $398.000.000.00 y sólo hallábanse excavados 59.747.493 metros cúbicos de tierra. Las pérdidas en vidas sufridas en igual lapso fueron 22.000 obreros, por accidentes varios, pero por enfermedades, sobre todo por la mortífera fiebre amarilla, la gran masa. Era vi sible, y así se comprobó en un proceso escandaloso que se si guió a los dirigentes de la Compañía del Canal Interoceánico, que el fraude, el despilfarro y el engaño fueron las causas del

— 20 — fracaso de una empresa que con tan felices auspicios se había iniciado. El Conde de Lesseps, víctima inocente de la im probidad de los otros, fue a parar a una cárcel y falleció loco, desconociendo la inmensidad de su infortunio. Los franceses no se llevaron la gloria de terminar el Canal de Panamá.

Los hijos del Conde de Lesseps en Panamá. Fernanda, que dio la primera palada para abrir el Canal, en medio. A su derecha e izquierda, sus hermanos Mateo e Ismael de Lesseps (trajeados de muier ambos). La ciudad de Colón por muchos años ha sido extremada mente propicia al fuego. Por su surgimiento después de ca da siniestro, se la ha llamado la Ciudad Fénix, y esta ave mi tológica adorna, por ello, su Escudo Heráldico.

— 21 — En este aspecto tiene un historial largo y trágico. La estructura de la generalidad de sus casas, que en su mayoría son de madera, y el estar expuesta a las brisas marítimas de la zona Caribe, que ayudan a la propagación de las llamas, ha ce que los incendios resulten incontenibles y devastadores. Desde su fundación en 1852 hasta 1910, cinco grandes fuegos la azotaron: en 1862, en 1864, en 1885, en 1897 y 1910, con ingentes pérdidas de propiedades. El más desastroso y funesto fue, sin duda, el de 1885 en que, iniciado por mano cri minal, se consumió en las llamas casi la totalidad de la urbe causando una pérdida que se estimó en $8.000.000.00 de pesos oro.

oOo

En el año de 1884, encontrándose el Dr. Rafael Núñez rigiendo los destinos de Colombia, solicitó del partido Radi cal, al cual pertenecía, su apoyo para reformar la Constitu ción de Río Negro de 1863. Tan impracticable habían sido las idealistas doctrinas de ese Código Fundamental, que el Dr. Justo Arosemena, a quien le había cabido en suerte firmarlo como Presidente de la Convención que la expidió, no tuvo reparo en declarar en 1881, cuando ya habían sido palpados los resultados de sus disposiciones extremistas, que "no con cebía cómo podía gobernar a Colombia un hombre honrado con una Constitución anárquica como la de Río Negro y un partido corrompido en el cual no predominaban sino los peo res elementos". Se refería, naturalmente, al partido Radical a que estaba afiliado también. Los radicales negaron al Presidente su concurso, no sólo en esa aspiración, sino en el gobierno de conciliación que ha bía iniciado. Aún más, en el mismo año de 1884 provocaron una revolución contra la administración del Dr. Núñez. Encargado del gobierno del Istmo desde el 17 de febrero de 1885 el Dr. , un mes más tarde estalló la revolución aquí, iniciada por el General Rafael Aizpuru. Para defenderse de los ataques hechos a los cuarteles de Pa namá, el gobierno retiró las fuerzas legitimistas que defendían a Colón para reforzar las de la capital. Entonces, aprove chándose de que aquella ciudad quedaba desguarnecida, el 18

— 22 — de marzo Pedro Prestan, cartagenero, se levantó en armas y se hizo jefe de los revolucionarios de la costa atlántica. Dueño de Colón, mediante amenazas pretendió Prestan afianzar su posición en la ciudad, donde creyó que por ellas no sería atacado, pero de Panamá marchó contra él el General Ramón Ulloa, con fuerzas del gobierno, las que derrotaron el 31 de marzo, en la misma ciudad, a los revolucionarios. En medio del trágico desbande de éstos, un voraz incen dio estalló, que se propagó rápidamente. Un día bastó para que las llamas consumieran a todo Colón, dejando en pie sólo siete casas y en la intemperie a más de 15.000 vecinos. Después de tan horrible hecatombe, atribuida a Pedro Prestan, quien pagó en la horca el delito, Colón volvió a sur gir de sus cenizas para recuperar su importancia como el se gundo centro comercial del Istmo. El peligro constante de ver devastada por el fuego ese emporio del comercio con perjuicio imponderable para sus habitantes, hizo iluminar en la mente de algunos de los más connotados vecinos la idea de fundar, a semejanza del de Pa namá, un cuerpo de bomberos en Colón. Fue en 1888 cuando los referidos señores constituyeron la Sociedad Protectora del Comercio de Colón, la cual, a su vez, organizó una brigada de bomberos para combatir los in cendios. Con todo el interés general por revestir de la mayor im portancia la función de dicha brigada, el 7 de junio de 1897 se hizo visible su deficiencia para controlar y combatir otro incendio en que desaparecieron 16 casas, comprendidas entre ellas la oficina de la Agencia Postal, la Prefectura de la Pro vincia, la Administración de Hacienda y la Notaría, cuyos ar chivos quedaron convertidos en cenizas. Esta dolorosa experiencia indujo a otros caballeros al truistas del comercio local a procurar la organización formal de una Compañía de Bomberos el 20 de julio del mismo año, que fue puesta bajo la jefatura del señor J. J. A. Ducruet. Desde entonces los abnegados defensores de la propie dad urbana de la ciudad atlántica han venido luchando con denuedo y sacrificio de vidas en resguardo de los intereses de sus semejantes, siendo a veces, a pesar del heroísmo de los

— 23 — valientes bomberos, impotente su arrojo para evitar la ruina que el voraz elemento ocasiona a la ciudad.

Incendio de la ciudad de Colón en 1885

— 24 — oOo La vida política y social del Istmo, desarrollada en un am biente de agitaciones partidaristas que la alteraron con suma frecuencia en el siglo XIX, en el transcurso del cual, hasta 1903 en que se operó un cambio radical y definitivo que le dio semblanza de nacionalidad al antiguo Departamento de Pana má, fue inquieta, inestable en su régimen interno y ruinosa desde el punto de vista económico. En los últimos setenta y cinco años anteriores a 1903, cuando se proclamó la separación del Departamento de la República de Colombia y se constituyó la República de Pana má, los panameños hubieron de participar, poco más o menos activamente, en ocho guerras generales que estallaron en 1830, 1831, 1839, 1854, 1860, 1876, 1885 y 1899. Esta, por ser la más larga y tener una duración de mil ciento veintiocho días —hasta que se celebró en Panamá el convenio de paz entre liberales y conservadores que le puso fin y es conocido con el nombre de Tratado del Wisconsin—, ha sido llamada la "guerra de los mil días". En igual lapso de tiempo de tres cuartos de siglo, setenta y nueve revoluciones, asonadas, subversiones del orden pú blico, cuartelazos, golpes de Estado y motines callejeros agi taron a los habitantes del Istmo. Fue la época revoltosa y sangrienta de los "retozos democráticos", como la llamó el Dr. Rafael Núñez en uno de sus artículos. Cinco Presidentes se sucedieron en el solio de los jefes del Estado en los escasos doce meses del año de 1873, lo cual es revelación de que los panameños eran antaño un pueblo belicoso y aguerrido por temperamento, dispuesto en todo momento a empuñar el fusil al toque del clarín guerrero y a lanzarse a la zozobra exis tencia del vivac. El trágico saldo de aquel perenne luchar fue la pérdida de muchas vidas, un estancamiento del progreso istmeño y la ruina de su riqueza, exhaustos como quedaron los habitantes de esta sección de la república por la ímproba contienda por el Poder, el que la insaciable ambición de los políticos crio llos se disputaban vertiendo en las calles y en los campos ríos de sangre fratricida. Cuando la última guerra civil de 1899 a 1902 terminó, los panameños se sintieron agotados de tanta lucha, el país quedó devastado hasta el extremo y el luto de las familias era gene-

— 25 — ral por los sacrificios de vidas en la estéril pugna para alcan zar el predominio del gobierno de parte de los dos partidos históricos en que se dividía la opinión pública en Colombia y Panamá. El ambiente, en tal forma, era propicio para el paso trascendental que dieron los panameños pocos meses después, en noviembre de 1903, de separar el Departamento de Pana má de la dominación de Colombia, donde se incubaban, por lo general, las disensiones políticas, gérmenes de las guerras intestinas.

Un aspecto de la hoy Plaza 5 de Mayo, a comienzos del presente siglo

oOo

Restablecida la paz nacional mediante el ya mencionado Tratado del 21 de noviembre de 1902 que fue concertado en la bahía de Panamá a bordo del buque de guerra norteameri cano Wisconsin, cuyo nombre se adoptó para el histórico pro tocolo, la atención del gobierno de Bogotá se dirigió hacia el problema de mayor interés que se le presentaba después del restablecimiento de la normalidad política: la construcción del

— 26 — canal interoceánico que, iniciado el 21 de enero de 1882, se había interrumpido por la quiebra de la empresa que lo co menzara, la "Compañía Universal del Canal Interoceánico". Una asociación sustituta bajo el nombre de "Compañía Nueva del Canal de Panamá" no pudo llevar avante los trabajos de excavación y procedió a la liquidación de la sociedad, ofrecien do la concesión al gobierno de los Estados Unidos por la suma de 109.141,500 dólares. En 1910, de no estar terminado el canal, Colombia entraría en posesión del mismo con los pla nos y las maquinarias que realizaban el trabajo sin costo al guno. Era evidente que el último plazo solicitado por la Com pañía francesa no tenía por objetivo llevar a su fin la obra, como era el anhelo de Colombia y lo exigía el interés del co mercio universal, por falta de recursos para realizarla, sino el de consumar en tal lapso la negociación de venta al gobier no americano —el único capaz entonces de rematar la magna empresa—, del privilegio de que era dueña. El gobierno de Nicaragua, por su parte, hacía ofertas li berales a los Estados Unidos, tendentes a interesarlo en la construcción del canal por su territorio. Conocedora Colombia de ambas negociaciones e intere sada más que nadie en que la gran vía interoceánica cruzase su territorio, acreditó ante el Departamento de Estado de Washington una misión diplomática con poderes para contra tar con el gobierno americano la terminación del canal por el Istmo de Panamá. Estas gestiones culminaron en el tratado llamado Herrán-Hay, que fue firmado el 22 de enero de 1903, mediante el cual aseguraron los Estados Unidos para sí la propiedad del canal durante cien años a cambio de ciertas concesiones pecuniarias y de otro orden, en favor de Colom bia. Acababa de pasar en este país la guerra civil a que antes se hizo referencia, y el gobierno Conservador, victorioso en la contienda, creía asegurada su autoridad para hacer aprobar por el Congreso nacional el convenio que su representante había celebrado en Washington. Las Cámaras se reunieron el 20 de junio con el específico fin de discutir y sancionar el tratado que les fue presentado el 2 de julio siguiente con mensaje, pero sin aprobación del

— 27 — Ejecutivo, por el Presidente de la República Dr. José Manuel Marroquín. La comisión senatorial que debía estudiar el con venio se dividió en dos opiniones. La mayoría informó favo rablemente, pero una minoría consideró inconveniente el tratado alegando su inconstitucionalidad porque comprometía la soberanía de Colombia en la zona canalera y pidió su rechazo. Este criterio imperó en el Senado, y el tratado fue negado en medio de las más exaltadas manifestaciones del patriotismo colombiano en contra del protocolo.

oOo

En el Departamento de Panamá la opinión pública se re sintió con la noticia de la desaprobación del convenio que los istmeños consideraban el postrer recurso para salir de la crí tica situación en que este sector de la República se encontraba después de la suspensión de los trabajos del canal, situación agravada por la última guerra civil que había arruinado el país. Entonces se pensó en llevar a ejecución las viejas aspiraciones del pueblo de Panamá de separarse definitivamente de Co lombia y constituir, con el territorio del Istmo, un Estado in dependiente bajo el régimen republicano. El primero en decidirse a poner en práctica tan extremo propósito fue don José Agustín Arango, Senador por el De partamento de Panamá, quien consultó al respecto con el Dr. , cuyo apoyo no sólo obtuvo, sino que éste se constituyó, por mutuo convenio, en jefe de la conspiración libertadora. Otras personalidades de Panamá se asociaron a los pres tigiosos caballeros antedichos para formar una junta revolu cionaria, los cuales por su orden fueron: don Carlos Constan tino Arosemena, don Nicanor A. de Obarrio, don Tomás y don Ricardo Arias, don y don Manuel Espinosa Ba tista. Sobre los hombros de tan connotados ciudadanos, todos de posición social y económica destacada, gravitó la responsa bilidad de planear y llevar a ejecución el designio patriótico de emancipar el Istmo de la República de Colombia. La República de Panamá fue proclamada en la tarde del 3 de noviembre de 1903. El gobierno colombiano, cogido de sorpresa por la decisión inalterable de los panameños de se-

— 28 — pararse de la unidad nacional, puso en ejecución varios planes para hacer fracasar el movimiento emancipador, inútilmente. Los pueblos del Istmo acuerparon unánime y decididamente la determinación del Distrito capital de constituir la República, la cual fue organizada bajo un régimen democrático, dándose el nuevo Estado un gobierno republicano, primero mediante la administración de una Junta de Gobierno que formaron don José Agustín Arango como Presidente y los señores don Tomás Arias y don Federico Boyd como triunviros, y, posteriormente, nombrando Presidentes de la nación. El 15 de febrero de 1904 una Convención Constituyente aprobó la Carta Fundamental de la República, eligiendo inme diatamente dicho cuerpo el primer Presidente constitucional, designación que recayó en el Dr. Manuel Amador Guerrero, cuyo período de mando, como el de sus sucesores, fue de cua tro años. Durante la administración del Dr. Amador comenzó la era de progreso del Istmo. Construyéronse escuelas, oficinas, hospitales, teatros, caminos, etc., todo aquello que significara adelanto y bienestar para el país. En las ciudades de Pa namá y Colón instaláronse acueductos y albañales que no existían, y las calles y avenidas fueron pavimentadas con ado quines vitrificados y cemento para sustituir el lodo que cubría su lecho. Importóse en 1906 el primer automóvil, de marca Renault, en que pasearon el Presidente y los miembros de su Gabinete ante la espectación general por aquella maravilla de la locomoción, nunca antes contemplada.

El 15 de noviembre de ese mismo año vino de visita a la capital de la República el Presidente de los Estados Unidos, Coronel Teodoro Roosevelt. Se le recibió con la pompa ade cuada en mérito de la alta jerarquía del visitante. Era la primera vez en la historia que un mandatario de la poderosa nación, en ejercicio de su cargo, pisaba tierra extranjera. Roosevelt en su discurso de agradecimiento por las manifesta ciones de simpatía del pueblo panameño declaró: "Es el único deseo de los Estados Unidos con relación a la República de Panamá, el verla crecer en población, en riqueza y en im portancia para que llegue a ser, como yo lo deseo ardiente mente, una de las repúblicas cuya historia haga honor a todo el hemisferio occidental..."

— 29 — o co

Recibimiento del Presidente Teodoro Roosevelt el 13 de Noviembre de 1906 por el Gobierno de la República A la administración Amador le correspondió poner en circulación la moneda nacional, llamada balboa, de talón de oro, equivalente al dólar americano. Para lograr ésto hubo que convertir la moneda colombiana existente en el país, mon tante a $4.214.581.00 a la nueva divisa panameña, operación que se hizo por el gobierno con señalada pulcritud en 1905. El Istmo, según el último censo de Colombia, de 1898, te nía al terminar el siglo XIX, 380.542 habitantes. La capital apenas pasaba de 35.140 y la segunda ciudad, Colón, de 13.800. El primer presupuesto de gastos de la República en 1904 fue de B.2.519.440.00.

oOo

En 1908 se llevaron a cabo las primeras elecciones popu lares para seleccionar el sucesor del Presidente Amador Gue rrero. Una asociación de liberales y conservadores, con el nombre de Coalición Republicana, al obtener la mayoría en estos comicios elevó a la primera magistratura a Don José Domingo de Obaldía, quien tomó posesión el lo. de octubre del mismo año. Obaldía no era desconocido en la historia política pana meña. Había sido Senador en el Congreso de Colombia y fue nombrado por el Presidente de ese país Gobernador del De partamento de Panamá en 1903, cuando se operó la transfor mación política de esta sección del territorio nacional. El primer gobierno de la República de Panamá le encomendó la representación diplomática, con el rango de Ministro Plenipo tenciario, en los Estados Unidos, y mientras se encontraba en Washington, la Asamblea Nacional lo eligió Primer Designado para el último bienio de mando del Presidente Amador Gue rrero. En tal carácter le correspondió reemplazar a éste tran sitoriamente en 1907, cuando en disfrute de licencia se ausen tó el titular en viaje al extranjero. El nuevo mandatario era un varón ecuánime, probo y co mo político, conciliador. Perteneciente al partido Conservador, del cual una fracción importante contribuyó a llevarlo al Poder, en su Gabinete de Gobierno dio, sin embargo, una participación principal a los liberales, nombrando cuatro Secretarios de Esta do de esta fiüación y sólo uno de su propio partido. En el corto

— 31 — lapso de su administración inició obras de progreso y se reveló un celoso propulsor de la instrucción pública. Fundó y mandó erigir el Instituto Nacional, "Nido de Águilas" de la intelectua lidad panameña. Su pronto deceso fue una lamentable pérdi da para la República.

•32- Segunda Parte.

CINCUENTA AÑOS DE SERVICIO Y DE PROGRESO.

Durante el gobierno de don José Domingo de Obaldía, en diciembre de 1909 arribó a la capital de la República, proce dente de Bogotá y de paso para el sur, el ciudadano peruano don Federico Crempien Velasquez, Director Gerente de la Compañía General de Seguros de Bogotá, quien celebró con don Camilo Quelquejeu, hombre de negocios de Panamá, una entrevista para ofrecerle la Agencia en esta ciudad de la so ciedad que él representaba. El señor Crempien Velasquez había fundado ese mismo año en la capital de Colombia, la empresa de cuya representación venía investido, con resulta dos muy satisfactorios que auspiciaban un desarrollo próspero y lucrativo. El señor Quelquejeu manifestó a su visitante que ya él y un grupo de personas igualmente dedicadas al comercio, ha bían considerado con antelación la constitución aquí de una Compañía de Seguros, proyecto que no había cristalizado aún en realidad, por falta de tiempo para discutir el plan de or ganización, pero que, estando presente el señor Crempien Ve lasquez con una idea semejante, consideraba la ocasión propi cia para, aprovechándose de su experiencia, reunirse con los caballeros interesados en el negocio de Seguros, a cuyo efecto se señaló el lo. de enero de 1910 para efectuar en el Club Unión esa reunión preliminar. Y, en efecto, respondiendo a la invitación del señor Quel quejeu, concurrieron los señores Eduardo Icaza, Manuel Espi nosa B., Samuel Lewis, Nicanor Villaláz, Ernesto T. Lefevre y José María Chiari, además del señor Crempien Velasquez y del invitante. A solicitud del último, el señor Crempien Velasquez ex puso su idea de constituir en Panamá una Compañía de Se-

— 33 — guros, en vista de que, en su concepto, sería un negocio satis factorio, ya que los riesgos de pérdidas por incendios habían disminuido notablemente y las primas se conservan aún muy elevadas. Hubo un cruce de ideas entre los presentes al res pecto, al término de lo cual se acordaron las siguientes condi ciones como base de la constitución de la sociedad: I. Entre los señores Eduardo Icaza, Manuel Espinosa B., Camilo Quelquejeu, Samuel Lewis, Ernesto T. Lefevre y J. M. Chiari R., de una parte, y el señor Federico Crempien Velas quez, de otra parte, se ha convenido lo siguiente: Los señores nombrados como la primera parte desean establecer una compañía nacional de seguros en la República de Panamá, y con tal objeto han solicitado los servicios del ¿señor Crempien Velasquez para organizar la mencionada compañía. El señor Crempien Velasquez ha ofrecido prestar sus.ser vicios a dichos señores haciendo notar que las circunstancias de estar desempeñando actualmente el cargo de Director Ge rente de la Compañía General de Seguros de Bogotá, Colombia, le impide por ahora proceder a la organización inmediata de la proyectada compañía; pero se compromete a volver a Pa namá en el curso del próximo mes de marzo. Los señores que forman la primera parte han convenido en demorar hasta esa época el establecimiento de la nueva compañía y han acordado con el señor Crempien Velasquez en firmar el siguiente CONTRATO: lo.—El señor Crempien Velasquez se compromete a avi sar por cable al señor Camilo Quelquejeu que está listo para trasladarse a Panamá y emprenderá viaje tan luego reciba la respuesta de dicho señor de que su presencia en Panamá es necesaria; 2o.—El señor Crempien Velasquez se compromete a or ganizar la compañía en la ciudad de Panamá y a establecer en la república las sucursales y agencias que sean necesarias para su mejor desarrollo; 3o.—El señor Crempien Velasquez espera dejar termina da dicha organización antes del 31 de mayo de 1910; 4o.—Los señores nombrados como primera parte remu neran los servicios del señor Crempien Velasquez otorgándole en acciones de la nueva Compañía títulos equivalentes a un

— 34 — Ultima página de la Escritura Pública constitutiva de la Compañía Internacional de Seguros. Marzo de 1910

-35- valor pagado de dos mil quinientos pesos oro americano ($2. 500.00), quedando el señor Crempien Velasquez en la condi ción de los demás accionistas con respecto a la responsabili dad pendiente para el pago de las demás instalaciones que se debiesen cubrir sobre dichas acciones; 5o.—El señor Crempien Velasquez hará de su propio pe culio todos los gastos particulares de viaje y sostenimiento personal, pero la compañía formada le proporcionará los fon dos necesarios para aquellos gastos de viaje que requiriese el establecimiento de las Agencias. En fe de lo cual se firma este contrato por duplicado en Panamá, el primero de enero de mil novecientos diez. (Firmado), Eduardo Icaza. (Firmado), Manuel Espinosa B. (Firmado), Camilo Quelquejeu. (Firmado), Samuel Lewis. (Fir mado), Nicanor Villalaz. (Firmado), Ernesto T. Lefevre. (Fir mado), José María Chiari. (Firmado), Crempien Velasquez.

CONVENIO SEGUNDO. Entre los señores Eduardo Icaza, Manuel Espinosa B., Er nesto T. Lefevre, Camilo Quelquejeu, Samuel Lewis, Nicanor Villalaz y José M. Chiari, de una parte y el señor Federico Crempien Velasquez, en su calidad de Director Gerente de la Compañía de Seguros de Colombia, por la otra se ha conveni do lo siguiente: Los señores nombrados como la primera parte desean es tablecer una compañía de seguros en la República de Panamá: Y como para los excesos de límites en los riesgos que asu man necesitan de una compañía reaseguradora, han ofrecido dar la preferencia en caso de tener condiciones igualmente fa vorables para sus reaseguros de cualquiera otra compañía, a la Compañía General de Seguros de Colombia, entendiéndose que la apreciación favorable de dichas condiciones sólo podrá hacerse por los mismos señores que forman la primera parte. La Compañía General de Seguros de Colombia por su parte conviene también en dar a la nueva Compañía que se forme en Panamá parte de los reaseguros por los excesos de límite que tenga en los riesgos que haya asumido. Convenido este reaseguro recíproco, ambas compañías acuerdan encargarse recíprocamente de la representación y

— 36 — administración de intereses de la otra en sus respectivos paí ses en condiciones iguales que se fijarán posteriormente. Para constancia se firma el presente por duplicado en Panamá, el primero de enero de mil novecientos diez. F. Crempien Velasquez. (Firmado), C. Quelquejeu. (Fir mado), Manuel Espinosa B. (Firmado), N. Villalaz. (Firmado), J. M. Chiari. (Firmado), Eduardo Icaza. (Firmado), S. Lewis.

oOo

Mientras tanto, en el término de muy pocas semanas ocu rrió un acontecimiento doloroso para el país, que influyó no tablemente en la dirección de la cosa pública nacional. De manera inesperada, víctima de una afección cardíaca fulminante, en la mañana del lo. de marzo del mismo año de 1910 falleció el Presidente Obaldía y la sucesión presidencial, dentro de las normas constitucionales recayó en el segundo Designado, Dr. Carlos A. Mendoza, por haber fenecido desde mayo de 1909 el primer Designado, don José Agustín Arango. Caudillo del liberalismo istmeño, el Dr. Mendoza, eminen te jurista y político combativo por sus ideas, buscó y supo ob tener el apoyo decidido de las masas populares. El lapso de gobierno que le correspondió fue apenas de siete meses, y si la muerte no le hubiese sorprendido muy pronto, en 1916, mientras disfrutaba aún de la plenitud de sus facultades inte lectuales y de su indeclinable popularidad, hubiese vuelto, sin duda, al Poder, conducido a tan elevada posición en brazos del pueblo que le admiraba como liberal de altísimas ejecutorias, y le seguía como a un genuino líder de la democracia. Con la presencia de un tan connotado liberal en la más alta magistratura de la nación, se operó un cambio radical en las normas del gobierno. La administración de los dos prime ros Presidentes, de filiación conservadora ambos, se había inspirado en un sentido de la más amplia cooperación con el partido liberal, de cuyo seno se escogieron inteligentes y efica ces colaboradores, a los que se les asignaron en el gobierno posiciones importantes consideradas claves, como los Ministe rios de gobierno o de educación, gobernaciones, etc. Con el ascenso del Dr. Mendoza, la práctica quedó invertida. Fueron Presidentes liberales los que en adelante tuvieron a su cargo,

— 37 — en sucesión ininterrumpida el gobierno del país, y si bien ellos no rehusaron la colaboración de prominentes conservadores, este histórico partido pasó a ser una minoría nacional. El 5 de marzo de 1910 es la fecha que la Compañía Inter nacional de Seguros considera como el día de su fundación. Ese día reuniéronse en casa de don Manuel Espinosa B., con el mismo, los siguientes señores: Eduardo Icaza, José María Chiari R., José Gabriel Duque, Ernesto T. Lefevre, Camilo Quelquejeu, Nicanor Villalaz, Ricardo Arias, Federico Boyd, Ángel de Castro, , Roberto Heurtematte, Mau ricio Lindo y Arturo Muller para declarar fundada la sociedad. Aprobáronse los estatutos preparados por el señor Villalaz y se ordenó levantar lo actuado a escritura pública, lo que se hizo ante el Notario Segundo del Circuito, llevando el docu mento en número 54 de 9 del mismo mes de marzo. La Com pañía se constituyó con un capital de B.2.000.000.00 represen tados en 20.000 acciones de B. 100.00 cada una, sobre las cua les se pagó el 5%. Fue a mediados de marzo, recién iniciado el gobierno del Dr. Mendoza, cuando la Compañía, bajo la presidencia de don Manuel Espinosa Bastita celebró la primera reunión formal de su Directorio, de cuyo hecho se dejó constancia en la si guiente Acta: "En Panamá, a los catorce días del mes de marzo de 1910, reunidos bajo la presidencia del señor Manuel Espinosa B., los señores directores Eduardo Icaza, Ernesto T. Lefevre, Ca milo Quelquejeu, Nicanor Villalaz y el organizador, señor F. Crempien Velasquez, el Presidente declaró instalado el Direc torio de la Compañía Internacional de Seguros. El Directorio acordó nombrar al señor José Antonio Zu- bieta Gerente de la Compañía con un sueldo mensual de dos cientos pesos plata. El señor Zubieta fue llamado y asistió a la junta declarando que aceptaba el cargo. En seguida se resolvió nombrar director de turno para el presente mes al señor Quelquejeu, autorizándolo para que en unión del Ge rente proceda a arrendar oficina y comprar los útiles y mue bles que sean necesarios para la más pronta instalación de la Compañía. El señor Quelquejeu expuso que había visto ya en unión del señor Crempien Velasquez un local en la calle 8a., cuyo

— 38 — **"* fc* «**«. t¿USfr:;;¡Í

v " * f # ** *

Dr. CARLOS A. MENDOZA Presidente de la República (1910). bajo cuyo gobierno fue fun dada la Compañía Internacional de Seguros. arrendamiento era de 100 pesos plata mensuales, y que ambos creían que llenaba las condiciones requeridas para el estable cimiento de la Compañía. El Directorio resolvió arrendar di cho local. El señor Crempien Velasquez manifestó que creía con veniente a los intereses de la Compañía distribuir las acciones entre el mayor número de accionistas en toda la extensión del territorio nacional, y propuso se fijara cierta cantidad de ac ciones para cada circunscripción a fin de que en todas partes tuviera intereses la Compañía. El Directorio acogió favora blemente esta propuesta y resolvió ofrecer: En Panamá, 10.000 acciones En Colón 5.000 acciones En el interior 2.000 acciones En Bocas del Toro 2.000 acciones En la Zona 1000 acciones Se convino así mismo que las acciones no suscritas en una circunscripción serían colocadas en otra. En seguida se acordó que los fondos de la Compañía fue sen depositados en los principales bancos de la ciudad mien tras el Directorio resolvía la inversión más conveniente para dichos fondos. El presupuesto de gastos fijado por ahora quedó en la siguiente forma: Por sueldo al Gerente $200.00 plata al Contador 150.00 al Policero 100.00 al Ayudante 60.00 al Portero 50.00 Para el alquiler del local 100.00 Extraordinarios 60.00

720.00 En seguida se levantó la sesión, (fdo.), Manuel Espinosa Zubieta. No sólo por un deber de cortesía, cuanto por la convicción que los directores tenían del interés del primer Magistrado

— 39 — por toda empresa que significase progreso y bienestar nacio nal, se acordó que una delegación de los mismos hiciesen una visita al Presidente de la República para informarle de la or ganización de la Compañía. El Dr. Mendoza acogió con seña lada deferencia a los comisionados señores José María Chiari, Eduardo Icaza y Federico Crempien Velasquez, con quienes departió acerca de los propósitos y alcance de la nueva socie dad, y les pidió que le aceptasen en la misma, suscribiendo a título personal cincuenta acciones. La gentileza del mandata rio fue un aliciente para los iniciadores de la Compañía, y un estímulo para el desarrollo de la empresa, a la cual se asocia ron nuevos hombres de negocios mediante la adquisición de las pólizas de seguros. El señor Ángel de Castro —póliza No. 1— aseguró $3.000.00 plata; Camilo Quelquejeu y Cía —Póliza No. 2—, $4.000.00; Octaviano B. Pérez —Póliza No. 3—, $10.000.00; Pinel y Co. —Póliza No. 4—, $20.000.00, etc. En la misma Notaría Segunda del Circuito de Panamá fueron protocolizados los Estatutos de la Compañía —elabo rados por don Nicanor Villalaz—, en escritura No. 156 del 10 de junio de 1910. La sede oficial instalóse, según lo acordado en el acta del 14 de marzo, en la casa que fue de doña Dolo res Arosemena de Chiari, en la calle 8a., hasta su traslado más tarde al edificio de La Concordia en la Avenida Central v ca lle B. J El límite máximo para el seguro de casas quedó señalado en $5.000 plata las de madera, $10.000.00 las mixtas, y $30 000.00 las de material sólido. Ese primer año fue para la directiva de la Compañía de cuidadosa labor a fin de alcanzar una organización eficiente. A don Federico Crempien Velasquez se le encomendó tal mi sión con la cooperación de don José Antonio Zubieta como Subgerente. Se designaron en Panamá tres Agentes, nom bramientos que recayeron en los señores Tomás Noriega, Vi cente Alvarado y Julio Quijano, y para Colón fue destinado el señor J. J. Ecker Sr. En la sesión de la Junta Directiva del 28 de abril de 1910 se aprobó el contrato de Reaseguro firmado por la Compañía Internacional de Seguros para reasegurar en la Compañía Ge neral de Seguros de Bogotá, Colombia, su excedente y

— 40 — Don CAMILO QUELQUEJEU Fundador y Director de la Compañía de 1910 a 1931. Fue su Vice presidente y Presidente. Falleció el 6 de Junio de 1937. ese contrato terminaba así: "Sobre verdad sabida y buena fe guardada, se firma por duplicado en la ciudad de Panamá, a los 27 días del mes de abril de 1910". A la Caja de Auxilios del cuerpo de Bomberos de Panamá le fue señalada una pensión mensual de $25.00, de que todavía disfruta. Comenzóse a hacer préstamos con garantía hipoteca ria, desechando la fianza personal en transacciones de este gé nero, y se sugirió la conveniencia de que se constituyese una nueva Compañía de Seguros nacional, con el apoyo de la exis tente. Terminó este primer año, según la Memoria del Directo rio, con los siguientes positivos resultados que revelan el ha lagador desenvolvimiento de la Compañía en él: Pólizas contra incendios fueron expedidas 470, con una prima de B.39.261.40, y por primas de riesgos marítimos se recibieron B.1.928.92. Pagáronse, en cambio, por siniestros de incendio B.30.00. La utilidad neta del año sumó B.23.515.85, que fueron aplicados al fondo de Reserva, habiendo declinado los Directores reci bir honorarios por sus servicios. La Junta General de Accionistas celebrada el 11 de enero del siguiente año impartió amplia aprobación a los manejos de la Directiva.

oOo

Así las cosas, cambios políticos tenían lugar en el go bierno. El Dr. Mendoza sirvió la alta Magistratura por el res to del primer bienio del fenecido Presidente Obaldía, esto es, hasta el 30 de septiembre de 1910, período para el cual había sido nombrado Designado por la Asamblea Nacional, y reuni da ésta nuevamente en sesiones ordinarias, hizo escogencia de nuevos Designados para el subsiguiente bienio que había de comenzar el lo. de octubre. La persona escogida para la primera Designatura fue el Dr. Pablo Arosemena, que en esos momentos desempeñaba la representación diplomática de la República ante el gobierno de Chile. Con motivo de su ausencia, al iniciarse el período constitucional de los nuevos Designados, se encargó del Poder

— 41 — Local que ocupó la Compañía de 1911 a 1935. el lo. de octubre, el segundo Designado don Federico Boyd, quien había sido miembro del grupo de revolucionarios que habían llevado a cabo la separación del Istmo, de Colombia, en 1903, y fue a continuación miembro de la Junta del Gobierno provisional mientras la República entraba a los cauces consti tucionales una vez que se aprobase su primera Constitución.

— 42 — El gobierno interino del señor Boyd fue apenas de cuatro días, al término de los cuales llegó a Panamá y tomó posesión de la Presidencia el Dr. Arosemena. Era este distinguido repúblico una personalidad política e intelectual, jurista de profesión, parlamentario brillante y hábil diplomático, que desde muy joven se hizo notorio en los círculos políticos de Bogotá, donde se educó y a donde concu rrió como Representante del Estado de Panamá al Congreso Nacional, destacándose en la tribuna por la elocuencia de su verbo y la precisión y altura de los conceptos. En Colombia ocupó elevadísimos cargos, como Secretario del Tesoro y Cré dito nacional, de Relaciones Exteriores y de lo Interior, Procu rador General de la Nación, Designado a la Presidencia de la República y Ministro Plenipotenciario ante varios gobiernos extranjeros. Antes de ascender a la Presidencia de la República de Panamá, había sido aquí Legislador, Presidente del Estado Federal, miembro de la Asamblea Constituyente y primer De signado en la administración del Dr. Manuel Amador Guerre ro. Los ciudadanos conscientes se mostraron complacidos de la escogencia de este connotado panameño para la Primera Magistratura, pues abrigaban la esperanza de que haría una administración culta, progresista y cívica. Bajo el gobierno del Dr. Arosemena, en 1911, se levantó el primer censo oficial de población en la República, el cual arrojó 336.742 habitantes. El presupuesto nacional corres pondiente al año de 1911-1912 fue de B.7.200.000.00, o sea un promedio mensual de B.300.000.00 y las exportaciones de ese año alcanzaron a B.l.769.330.00. La Compañía Internacional de Seguros siguió el desarro llo de sus actividades, aunque el año de 1911 no se inició para ella con buenos auspicios, pues un incendio que se desató el 25 de mayo del mismo, en el barrio de Nuevo Colón de la ciudad de este nombre y que fue causa de pérdidas por la cuantía de B.400.000.00, afectó a la Compañía en B.61.150.00 debido a la destrucción de algunos inmuebles asegurados. Con motivo de la fuerte indemnización pagada, y el peli gro de nuevas pérdidas en aquella ciudad, la Compañía subió

— 43 — -rKNflKKUl.x (¡KNKK.H,

'<•" \/J CERTIFICO

''*?i*fttt*lfr

*• /z1^^ »< -í^«^í ^,.<*^ rf*»**,,*!^^ ;:y

f>*,yí«¿^., ~*^&^^..**lylft¿£ ¿¿t,

-vV^,^

Recibo de la Tesorería General de la República, por e! derecho de inscripción de la escritura constitutiva de la Compañía.

— 44 — a 7% la tarifa de seguro de las construcciones de madera allí. Ese mismo año acordó asegurar los cascos de los barcos y el transporte de ganado, igual que ofrecer seguros de vida. Este segundo año de actividad rindió utiüdades por la su ma de B.25.210.30, que pasaron al fondo de Reserva sin que los Directores quisiesen hacer efectiva remuneración alguna por sus servicios. Si bien para la Compañía el año de 1912 fue, puede decir se, un período en blanco porque ninguna operación extraordi naria se efectuó en él, sus utilidades resultaron satisfactorias, ya que montaron a la suma de B.72.373.72, los que agregados al fondo de Reserva, hicieron subir éste a B.105.722.31.

oOo

La nación se vio sacudida por una ruda campaña eleccio naria. Se presentó por primera vez al estadio de la política militante, uno de los hombres de mayor arrastre electoral y más espectacular que haya existido en el país: el Dr. Belisario Porras, verdadero ídolo de las masas liberales de principios del siglo, que entró en la lucha por la Presidencia de la Repú blica a la cabeza de una agrupación ciudadana numerosísima que se denominó Concentración Liberal Porrista. El Dr. Pablo Arosemena al principio quiso oponérsele y disputarle la elección, a cuyo efecto se separó con licencia del cargo el lo. de febrero, dejando en su reemplazo al Designado don Rodolfo Chiari hasta el 7 de marzo, cuando reasumió las funciones presidenciales para dar su apoyo a la candidatura de don Pedro A. Díaz, lanzada por la Unión Patriótica, com puesta de liberales y conservadores. Varón sencillo y ciudadano modelo, luchador en la vida privada como industrial y generalmente apolítico, el Sr. Díaz surgió al estrado de la atención nacional cuando tomó parti cipación en el movimiento de separación del Istmo en 1903 como uno de los conductores del pueblo para respaldar a la Junta revolucionaria que planeó la secesión.

El triunfo del Dr. Belisario Porras en los comicios fue

— 45 — arrollador. El Presidente electo tomó posesión el lo. de octu bre de 1912. El 14 de diciembre se mudó la Compañía del local que ocupaba en la esquina de la calle 8a. y Avenida B, a los bajos de la casa llamada La Concordia, en la Avenida Central.

oOo

El lapso de gobierno del nuevo mandatario se señaló por sus magníficos planes de administración que logró desarrollar. El Dr. Porras, con la experiencia adquirida en sus viajes por el viejo y el nuevo mundo, era poseedor de un magnífico baga je de proyectos e iniciativas que con acierto supo llevar a la práctica en beneficio del país. Suya fue la idea, por ejemplo, de dotar cuanto antes a la nación de un conjunto de Códigos para mejor administración de la justicia; de organizar sendas oficinas de Registro Civil y de la Propiedad, de un Archivo Nacional y varias otras instituciones necesarias como útiles. Ensanchó el área de la ciudad capital con rellenos de sus aledaños, donde surgieron bellas y modernas urbanizaciones, a cuyo desarrollo contribuyó la construcción de los edificios de la Exposición internacional dedicada a la conmemoración del canal interoceánico, cuya inauguración tuvo lugar bajo su gobierno el 15 de agosto de 1914; y construyó el Ferrocarril de Chiriquí, conectando la capital de esa provincia con pobla ciones importantes del norte. Un suceso sorprendente, presagio de futuras actividades que significarían expansión del comercio internacional, ocu rrió bajo su gobierno: en abril de 1913 un avión piloteado por el aviador Robert G. Fowler, cruzó de costa a costa el Istmo ante el asombro general. Ya el año anterior otro aparato de esta naturaleza había hecho ascensión en las sabanas de Pa namá, volando sobre la ciudad maravillada, pero el viaje des de el Pacífico hasta el Atlántico de Fowler, fue una proeza pasmosa que dejó huella histórica en el desarrollo de la aero náutica. La grandiosa obra del Canal de Panamá, ejecutada gra cias, sobre todo, a la labor de saneamiento del país realizada por el Coronel William C. Gorgas, eminente médico militar, y a la competente dirección técnica del ingeniero, Coronel Geor-

— 46 — GERENTES DE LA COMPAÑÍA

¡•i*'.; **'

** *U.'* • «1

*v

Don FEDERICO C. VELASQUEZ Don JOSÉ ANTONIO ZUBIETA (1910 - 1929) (1929 - 1951)

Don LUIS ENRIQUE GARCÍA DE PAREDES (1951 • ... ) ge W. Goethals, Gobernador de la Zona, costó a los Estados Unidos $543.744.707.00 oro, considerándose incluidos los $40. 000.000.00 pagados a la Nueva Compañía francesa por la con cesión, los estudios y los planos hechos por sus ingenieros, la maquinaria y las obras mismas, todo lo cual fue estimado por los Directores de la Compañía, a base de inventario, en $109. 000.000.00. De lo excavado por los franceses, quienes habían hecho una inversión de $398.000.000.00, los norteamericanos aprovecharon sólo 22.860.250 metros cúbicos. Las pérdidas de vidas en esta obra por parte de los americanos fue de sólo 6.283 personas porque ellos comenzaron por sanear el Istmo y ejercer un control sobre las enfermedades endémicas. Con la construcción del Canal, la vida económica de los panameños recibió gran impulso y dependió, más que antes, de esta ruta transístmica del comercio mundial. Los negocios adquirieron mayor desarrollo, surgieron las industrias, la población aumentó considerablemente por los numerosos extranjeros que concurrieron al Istmo, unos en busca de trabajo en la vía interoceánica, otros para esta blecer comercios. La república se convirtió en un centro de actividad mercantil donde se amasaron fortunas con celeridad vertiginosa, igual que en los venturosos tiempos de las histó ricas ferias de Portobelo en el siglo XVII y en la época dorada, más reciente, de la California en el siglo XIX. En su aspecto urbano la capital fue embelleciéndose y modernizándose poco a poco al extender sus barrios residenciales en que surgieron magníficas construcciones dotadas del más moderno confort. En 1914, el 5 de mayo fue señalado por la Tragedia como uno de los días nefastos en la crónica social de la ciudad de Panamá. Pavor, conmoción, ruinas y lágrimas marcaron la fecha fatal, en que el Polvorín nacional, situado en los aleda ños de la ciudad, hizo explosión en las primeras horas de la madrugada, sembrando la destrucción, la muerte y el dolor a su alrededor. Se ha controvertido sobre el origen del fuego fatídico que causó la explosión del Polvorín, cuyos resultados trágicos fueron espantosos, porque no sólo hubo las pérdidas materiales del Comercio, representadas en los elementos in flamables depositados en él, sino las bajas de numerosos heri dos y muertos del Cuerpo de Bomberos, la Policía y los par ticulares. De la primera institución hubo diez heridos, entre

— 47- Oficinas de la Compañía de 1935 a 1952. Fue su primera sede propia, que se inauguró con motivo de las Bodas de Plata, en el año de 1935 ellos uno de sus Comandantes y varios oficiales, y entre los segundos seis. Los muertos subieron a ocho, de los cuales seis fueron Bomberos. Pocas veces se ha visto una tan grande como espontánea manifestación de dolor de una ciudad conmo vida, con el sepelio, con caracteres de apoteosis, de las vícti-

— 48 — mas del Polvorín. A su recuerdo y para resaltar la heroici dad del Cuerpo de Bomberos, cuyo comportamiento ejemplar en toda emergencia es tradicional, se ha erigido un monumen to de mármol en una plaza que ha sido bautizada Plaza Cinco de Mayo, para perpetuar la memoria de la tragedia del Pol vorín. El presupuesto de la nación fue fijado en B.3.841.214.00, superando en B.l.321.770.00, al de diez años atrás. En 1912 comenzó la República a percibir los B.250.000.00 que se com prometió a pagar el gobierno de los Estados Unidos como compensación a ciertos derechos para la construcción del Canal. La Compañía Internacional de Seguros, en igual propor ción con el progreso nacional, que influyó en sus actividades, fue aumentando sus ganancias. En 1913 éstas alcanzaron a B.71.466.05 y en 1914 las utilidades fueron de B.68.593.58. Entonces se acordó dar un dividendo de B.1.00 por acción. Pero un año de dura prueba para la Compañía fue el de 1915 al estallar el 30 de abril un incendio en la Avenida Bolí var de la ciudad de Colón, que pronto se propagó a pesar de la lucha del cuerpo de Bomberos por contenerlo, por las Ave nidas Balboa, Herrera y El Frente. Cuatrocientas cincuenta casas de veintidós cuadras quedaron convertidas en escom bros y los perjuicios entre propiedad raíz y propiedad comer cial se computaron en B.3.200.000.00. Hubo que lamentar, igualmente, la muerte de dos particulares y un Agente de la Policía. Cuatro bomberos salieron heridos y mucho material con tra incendio se dañó. La Compañía hizo frente a la cuantiosa pérdida que le correspondió por la destrucción de los inmue bles asegurados y pagó de su fondo de Reserva la suma de B.156.132,56. Este gesto y la prontitud con que indemnizó los perjuicios de sus clientes afectados con el siniestro, sirvie ron para consolidar ante el público su crédito y revelar su só lida organización y solvencia. El fondo de Reserva, menosca bado con tan cuantioso desembolso, quedó rebajado a B.156. 452.38. Nuevas tarifas se adoptaron luego para la ciudad de Colón, y se resolvió reasumir toda clase de riesgos en ella. El 16 de noviembre de 1915 se estableció la Agencia de la Compañía en David y se nombró para regentarla a don En-

— 49 — rique Halphen. Al informarle el Directorio de la Junta de Accionistas sobre el incendio de Colón el 30 de abril de 1915, manifestó: "Conflagraciones como ésta no son ajenas a nues tro negocio y la circunstancia de que nuestra Compañía haya resistido esta prueba, pagando todas sus pérdidas en corto tiempo y con la liberalidad con que lo hizo, habla muy alto de su sólida organización y justifica el crédito de que hoy dis fruta".

oOo

Con motivo de cumplirse en octubre de 1916 el tercer centenario de la muerte del Príncipe de los Ingenios, Miguel de Cervantes Saavedra, por iniciativa de la Sociedad Española de Beneficencia dispúsose celebrar la efemérides con unos Juegos Florales, a cuyo evento se asociaron el gobierno nacio nal, la Municipalidad de Panamá, y varias institu ciones. El acontecimiento, primero de su clase eñ la Repú blica, resultó una revelación del alto grado de cultura a que había llegado el país.

Fue reina de la Corte de Amor para presidir el torneo, compuesta de bellas y distinguidas señoritas de la sociedad capitalina, la gentil señorita Raquel de la Guardia, que con el transcurso de los años fue Primera Dama de la República co mo esposa del Presidente Dr. Augusto S. Boyd; y presidió el jurado para calificar los trabajos literarios presentados al concurso, el eminente jurista Dr. Pablo Arosemena, expresi dente de la República. El Mantenedor lo fue don Narciso Garay, literato, jurisconsulto y artista de sobresaliente presti gio.

El poeta victorioso, ganador de la Flor Natural, fue don Enrique Geenzier con su poema heroico "SALMO DE VIDA", y esclarecidos escritores nacionales, como Octavio Méndez Pe- reira, José de la Cruz Herrera, Lisandro Espino, etc., y algu nos extranjeros, fueron acreedores a los primeros premios del torneo intelectual. La capital vivió así varios días de exqui sita espirituaüdad.

— 50 — Corte de Amor de los Juegos Florales (1916). De izquierda a derecha, sentadas: señoritas Colombia Val- dés, Anita Ehrman, Bessie Edwards, Raquel de la Guardia (Reina de los Juegos Florales). Cecilia Espinosa, Mercedes Zubieta y María Ester Arango. De pie en el mismo orden: Isabel Jiménez. Ida García de Pare des, Emmy Cardoze, Rosita García, Elena Veysset, Elizabeth Delgado y Marta Jorge En el mismo año de 1916 las utilidades obtenidas por la Compañía alcanzaron a B.64.832,81.00, que sumados al fondo de Reserva hicieron subir éste a B.198.035.00. Pagóse dividen do de B.1.00 por acción. En el Perú fueron creadas las Compañías Unidas de Se guros, en las cuales se tomaron numerosas acciones, cumplién dose así la política de dar mayor desarrollo a las actividades comerciales de la misma.

oOo

El Dr. Belisario Porras llegó al fin del cuatrienio de su primera Presidencia haciendo frente a una violenta campaña eleccionaria en que el partido liberal istmeño se fraccionó en dos bandos que se combatieron mutuamente con apasiona miento. Resultó triunfador en los comicios el Dr. Ramón M. Valdés, candidato de la fracción gobiernista. El nuevo Presidente era una figura prestante de la inte lectualidad nacional, poseedor de versación política y con ex periencia administrativa, pues había desempeñado altos car gos gubernamentales. Fue legislador y diplomático y ocupó la Secretaría de Gobierno de 1908 a 1910, e interinamente la de Relaciones Exteriores, en la administración del Presidente Obaldía. Un acontecimiento que conmovió el universo, tuvo lugar bajo su administración. La tragedia de Sarajevo el 28 de ju nio de 1914, en que perecieron víctimas de un crimen político los príncipes austríacos, había provocado la primera guerra europea, que se hizo general, incluyendo a la América con la entrada en el conflicto, en abril de 1917, de los Estados Uni dos. Varios países de este continente, por solidaridad con la nación norteamericana lo hicieron igualmente, y la República de Panamá, amiga y aliada de esta potencia, se apresuró a declarar la guerra a los adversarios europeos. Naturalmente que su actitud no llegó a ser sino un mero gesto, sin otro valor que el moral. Como beligerante, sin embargo, nuestro país estuvo representado por el delegado don Antonio Burgos el 28 de junio de 1918 en Versalles, cuando se firmó el tratado de paz que puso fin a aquella hecatombe de la humanidad. Este suceso nos dio derecho a ocupar un puesto en la Liga de

— 52 — DIRECTORES DE LA COMPAÑÍA

• 1 .•*. i.

Don MANUEL ESPINOSA B. Don JOSÉ MARÍA CHIARI (1910 - 1916) (1910 - 1911) (1918 - 1920)

Don ERNESTO T. LEFEVRE Don J03E GABRIEL DUQUE (1910 - 1922) (1910 - 1916) las Naciones, la máxima concepción del Presidente Woodrow Wilson para mantener la paz en el mundo, pero que el Con greso americano repudió luego. Dos instituciones de trascendental influencia social en nuestro medio fueron obra del gobierno del Presidente Valdés. Nos referimos a la Cruz Roja Nacional, que fue iniciativa de una distinguida dama panameña, Doña Matilde de Obarrio de Mallet, y la Escuela de Derecho y Ciencias Políticas que orien tó hacia altos estudios a los jóvenes panameños ávidos de una superior ilustración. Muchos de los juristas que formaron los tribunales de justicia luego, son egresados de aquel centro de cultura que fundó el Presidente Valdés en 1918, y que subsis tió hasta la creación formal de la Universidad Nacional en 1935. Por entonces se desató en el país una apasionada campa ña periodística alrededor de la reforma que algunos políticos quisieron introducir en la Constitución de 1904, para permitir que las personas nacidas fuera del territorio nacional pudieran ser elegidas Presidentes de la República, lo que nuestro Códi go Fundamental de entonces no aceptaba. En medio de la candente polémica, e inmediatamente después de hacer decla raciones de antireformismo, falleció repentinamente el ilustre mandatario, a quien sucedió el 3 de junio de 1918 el Dr. Ciro L. Urriola en su carácter de Primer Designado.

oOo

El Dr. Urriola era un distinguido médico, cuya persona lidad mereció la consideración y el respeto de los círculos cien tíficos del extranjero. Su gobierno tuvo una duración de es casos cuatro meses. En el año de 1917 fue el propósito de la Compañía Inter nacional de Seguros, fundar un Banco Hipotecario para dar desarrollo al negocio de préstamos, a cuyo efecto se ofrecieron al público las acciones de dicha empresa. Las utilidades obtenidas en este período fueron de B.121. 667,22, las mayores hasta entonces logradas, por lo que el di videndo pagado fue de B.1,50 por acción. Tanto la Compañía como la comunidad panameña tuvie ron el pesar de la desaparición, el 28 de enero de 1918, de

— 53 — Planillas de Reaseguros de la Compañía Internacional de Seguros, S. A., rescatadas del mar, después que un submarino alemán torpedeó en 1917 el barco que las conducía. uno de los fundadores de la primera, y principal accionista, don José Gabriel Duque, vinculado íntimamente a toda obra de filantropía del país. El señor Duque, nacido en Cuba y ciudadano americano, desde su juventud se radicó en Panamá, donde fundó una familia honorable, asociándose estrechamen te a las más importantes empresas de progreso nacional. La Editorial "Star and Herald", el diario "La Estrella de Pana-

— 54- má", el Cuerpo de Bomberos, del cual fue Comandante Primer Jefe por varios años, la Cruz Roja, el Asilo de Bolívar para ancianos, etc., fueron instituciones que merecieron su celoso cuidado o su protección generosa. La pérdida de tan desta cado filántropo fue muy sentida por el pueblo de Panamá. Las utilidades producidas por las operaciones de 1918 subieron a la suma de B.103.917,73, por lo que cada acción tuvo como beneficio B.2.00. La Directiva informó a los accionistas sobre su coopera ción en la fundación de tres nuevas Compañías en otros tantos países de Suramérica, a saber: La Nacional de Seguros de Bo- livia, la Holando-Suramericana de Argentina y la Nacional de Chile, con las cuales se mantienen relaciones comerciales, y que para el siguiente año se proyectaba hacer lo mismo en los Estados Unidos del Brasil. En una sesión del Directorio celebrada el 25 de septiem bre de 1919, el Gerente dio lectura a una carta recibida de la Zona del Canal, contentiva del concepto jurídico de sus abo gados, declarando que la Compañía no violaba las leyes de la Zona asegurando propiedades dentro de ese territorio cuando el seguro sea solicitado en Panamá y se haga aquí. Los beneficios logrados en dicho año de 1919 fueron de B.143.125,23, lo que mantuvo el dividendo de B.2.00 por ac ción. La Junta General, reunida a principios del año, auto rizó el traspaso de B.300.000.00 del fondo de Reserva a la cuenta de Capital, quedando desde ese día —20 de marzo de 1919— las acciones con el 20% pagado.

oOo

El año de 1920 se inició con una novedad en la Compa ñía. Un miembro de su Directorio, don Ernesto Tisdel Lefevre, fue llamado a ocupar la Presidencia de la República en su carácter de Designado, para lo cual hubo de excusarse de se guir desempeñando las funciones de Director. El titular del gobierno, Dr. Belisario Porras, cuyo período como reempla zante del Presidente Valdés terminaría el 30 de septiembre de ese año, depuso el Poder para presentarse como candidato a un tercer período, teniendo como contendor al Dr. Ciro L. Urriola, ambos liberales.

— 55 — El Dr. Belicario Porras resultó victorioso por una gran mayoría de sufragios. El Directorio de la Compañía aprobó un plan de organi zación con las otras Compañías de Seguros de Sur América que tuviesen personería jurídica, de un Lloyd's Suramericano para explotar seguros marítimos y contra incendio. En su informe a los accionistas acerca de su labor, el Di rectorio expuso: "Tenemos la satisfacción de poderles dar cuenta de haber propendido a la formación de tres Compañías de Seguros en la América del Sur, con las que hemos entrado en relaciones comerciales que no dudamos han de ser muy provechosas para todos". Estas Compañías fueron la Sura- mericana de Argentina, la Nacional de Chile y la Compañía Nacional de Seguros de Bolivia. En noviembre, por sugestión del señor Crempien Velas quez se acordó hacer en París un depósito de 300.000 francos para entrar a formar parte del Lloyd's de Francia. Las utilidades del año alcanzaron a B.60.865,52, y el divi dendo pagado fue de B.1.00 por acción. El censo de población de 1920 reveló que la República de Panamá tenía 446.098 habitantes, correspondiendo 59.458 a la capital y 31.203 a Colón. El presupuesto nacional para el bienio de 1919-1921 arrojó B.7.243.274.00, o sea, un prome dio de B.301.803.00 mensuales y las exportaciones de dicho año fueron de B.3.551.896.00. Vino el año de 1921, de triste recordación para los pana meños, porque fue cuando por la cuestión de límites se rom pieron las relaciones oficiales con la República de Costa Rica, no sin que faltara un incidente de armas en la región de Coto, que estuvo a punto de provocar una guerra formal entre los dos países. Gobernaba entonces por tercera vez la República el Dr. Belisario Porras, elegido en votación directa por el pueblo pa nameño. La Compañía Internacional de Seguros contribuyó en la medida de sus recursos a la defensa nacional suscribiendo la suma de B.30.000.00 del empréstito solicitado por el gobier no.

— 56 — DIRECTORES DE LA COMPAÑÍA

Don NICANOR VILLALAZ Don EDUARDO ICAZA (1910 - 1917) (1910 - 1936)

Don ÁNGEL DE CASTRO Don FLORENCIO H. AROSEMENA (1911 - 1938) (1916 - 1928) Las utilidades del año de 1921 fueron de B.70.065,39, y se distribuyó un dividendo de B.1,50 por acción. El resto pasó al fondo de Reserva.

oOo La postrera administración del Dr. Porras terminó sin nuevos incidentes graves después de los relativos al conflicto con Costa Rica. Vuelta la calma al país, se dedicó a proseguir la obra de progreso que caracterizó sus dos gobiernos ante riores. Por ejemplo, construyó el nuevo Hospital de Santo Tomás, haciendo de esta casa de salud una de las primeras de su género en la América Latina; organizó la Lotería Nacional ae Beneficencia para el sostenimiento con su producto, de los hospitales y de otras instituciones de auxilio populares; do tó al Archivo de un magnífico edificio, e igual cosa hizo con la Cárcel Modelo; fundó el pueblo de San Francisco de la Caleta en las inmediaciones de la ciudad, que hoy está incorporado a ésta como una de sus más bellas barriadas, e inició la cons trucción de una gran red de carreteras que terminarían sus sucesores, con lo que contribuyó a impulsar el desarrollo eco nómico del país, mediante las facilidades de comunicaciones de los pueblos entre sí y con la capital, etc. La vieja línea del telégrafo que tendiera a lo largo del Istmo el Gobernador don Ricardo Arango en 1895, de un árbol a otro siguiendo el ca mino de herradura, fue reconstruida e instalada sobre postes de hierro a la vera de la carretera, servida por personal capa citado en oficinas modernas. Tuvo la satisfacción de haberse efectuado durante este último período de su gobierno la conciliación, mediante un entendimiento amistoso entre los representantes de Panamá y Colombia en Washington, de los dos países hermanos, cuyo trato oficial había sido roto al declararse la República de Pa namá, separándose el Istmo de Colombia, en 1903. En el mis mo año de 1924 en que se reanudaron las relaciones entre las dos repúblicas, fueron acreditadas en una y otra capital mi siones diplomáticas que acordaron el tratado definitivo de amistad y señalamiento de fronteras.

oOo El lo. de octubre de 1924 entregó el Dr. Belisario Porras el Poder a su sucesor don Rodolfo Chiari, quien lo asumió por

— 57 — tercera vez, habiendo servido antes este cargo interinamente en 1912 y 1913, por corto tiempo. A dos sucesos de bastante gravedad hizo frente el señor Chiari: al amotinamiento de los indígenas de San Blas, con aspiraciones a constituir en su territorio un Estado emancipa do de la República de Panamá, y al problema del inquilinato en Panamá y Colón, que dio margen a desórdenes de carácter social en ambas ciudades. Por fortuna ambos acontecimien tos alcanzaron una solución satisfactoria al final, y la norma lidad se restableció en el país. El señor Chiari continuó el programa de construcción de carreteras comenzadas por su antecesor: dio extensión al fe rrocarril de Chiriquí mediante un nuevo ramal que construyó entre David y la Zona bananera de Rabo de Puerco, en la bahía de Charco Azul, abriendo a la agricultura y al comercio nuevas y feraces regiones. En esta costa surgió a continua ción una nueva ciudad que fue llamada Puerto Armuelles, no table por su crecimiento y la actividad comercial que le im prime la Chiriquí Land Co., explotadora de cultivos bananeros. Celebró el gobierno en 1926, con gran pompa oficial, el primer centenario de la reunión en Panamá del histórico Con greso que convocó en 1826 el Libertador Simón Bolívar, a cu yo festival concurrieron numerosas delegaciones del extran jero. La cultura nacional dio un gran paso al fundarse, por iniciativa del P. Fray Pedro Fabo, A.R. la Academia Paname ña de la Lengua, formada por distinguidos escritores nacio nales. Fue la undécima institución de este género estableci da en América. Cábele el honor al Presidente Chiari de haber dado fin a la práctica desdorosa para el patriotismo, de las intervenciones del gobierno americano en la dilucidación de los conflictos po líticos de nuestra república, al rechazar enérgicamente las in sinuaciones en este sentido de parte del Departamento de Estado en los procesos electorales. Al separarse en septiembre de 1928 por una semana del ejercicio del Poder, llamó en su reemplazo, interinamente, al señor Tomás Gabriel Duque en su categoría de Designado. A fines de 1922 una compañía extranjera, la National Fire de Hardford, pretendió introducirse en el mercado local mediante una competencia de tarifas. Se trató entonces de

— 58 — legislar sobre las actividades de las asociaciones de Seguros, exigiéndoles invertir en el país sus Reservas y el 20% de las utilidades. Las ganancias de la Compañía Internacional de Seguros en el presente año fueron de B.102,583,50 y cada una de las acciones tuvo un dividendo de B.2.00. El Directorio consideró que debía continuar la práctica de compra de bonos de la defensa nacional, así como del em préstito colocado en la ciudad de Nueva York por el gobierno, hasta la suma de B.25.000.00. En el año de 1923 se obtuvo un beneficio de B.90.184,65 y se pagó igualmente un dividendo de B.2.00 por acción. Considerando el Directorio la necesidad de construir ofi cinas amplias para el futuro desarrollo de la Compañía, adqui rió por compra de la Pacific Steam Agencias Co., una casa situada en la Plaza 5 de Mayo, al precio de 9.000 libras ester linas, donde fue erigido posteriormente el hermoso y moder nísimo edificio de nueve pisos que es hoy la sede de la Com pañía. A mediados de 1924 entró a prestar servicios en la mis ma don Luis E. García de. Paredes, llamado, años más tarde, a ocupar la Gerencia General. Las operaciones comerciales en los dos años siguientes rindieron una ganancia de B.206.852,93, y las acciones adqui rieron el mejor rédito hasta ahora logrado, pagando B.2,50 cada una. En 1926 tanto las ganancias como el dividendo bajaron. Las primeras alcanzaron apenas a B.55.950,60 y cada acción recibió B.1.50. La utilidad en 1927 fue de B.93,913.61, y por acción se pagaron B.2.00.

oOo

En la Convención del Partido liberal oficialista reunida en Aguadulce en 1928, el Ingeniero don Florencio Harmodio Arosemena, por recomendación del Presidente Chiari, fue se leccionado de una nómina de siete distinguidos caballeros que aspiraban a la Presidencia. Después, el mismo gobierno le dio todo su apoyo y salió victorioso con el sufragio de 40.000 vo tantes.

— 59 — Miembro del Directorio de la Compañía, el señor Arose mena hubo de solicitar licencia a ésta para separarse de la Junta a fin de dedicar su tiempo por entero a la administra ción de la República. Había apenas iniciado su gobierno, cuando en 1929 es talló en Wall Street, Nueva York, la tremenda crisis financie ra que conmovió al mundo. El pueblo panameño, cansado de la politiquería caudi- llesca de sus dirigentes, que venía imperando, puso sus espe ranzas en este Presidente apolítico, ingeniero de profesión dedicado por entero al ejercicio de su carrera. Como tal, había construido en tiempos atrás los mejores y más impo nentes edificios que adornan la capital: el Palacio de Gobier no, el Teatro Nacional y el Instituto Nacional, y más recien temente el Ferrocarril de Chiriquí. Por eso su lema para sintetizar la norma de su gobierno, de Trabajo, Orden y Eco nomía, respondió al anhelo general y despertó la confianza ciudadana en el nuevo mandatario, considerado hombre pro bo y capaz de realizar una administración honesta. El Presidente Arosemena, deseoso de encauzar por prác ticas de eficiencia y mayor provecho las finanzas nacionales, contrató en 1928 los servicios del Vicepresidente del National City Bank of New York, señor George E. Roberts, para que presidiese una comisión de financistas americanos que lleva ran a cabo una investigación fiscal en la República de Pana má y sugiriesen las medidas para mejorar la administración pública, impulsándola hacia el mayor progreso económico y social del país. Esta investigación fue realizada en el curso del año 29 con el resultado de un interesante y voluminoso informe que contiene las recomendaciones de la misión Ro berts. En 1928, por iniciativa del gobierno de Chile y mediante los buenos oficios de su representante diplomático, se dieron los pasos ante las Cancillerías de Panamá y Costa Rica para una reconciliación de los dos países limítrofes, cuyas relacio nes oficiales estaban rotas desde los penosos incidentes de 1921 narrados atrás. El gobierno de Panamá, en elocuente gesto de conciliación, determinó hacer la devolución a Costa Rica de los trofeos que les fueron tomados en Coto a sus tro pas, "como testimonio de cordial amistad hacia el gobierno y

— 60 — DIRECTORES DE LA COMPAÑÍA

Don MANUEL MARÍA YCAZA B. Don DOMINGO DÍAZ Q. (1917 - 1930) (1920 - 1949)

A*.- '

Don RICARDO ARIAS Don CARLOS W. MULLER (1922 - 1927) (1928 • 1942) pueblo de Costa Rica". El Presidente Arosemena hizo la si guiente manifestación pública: "Considero que la reanuda ción de relaciones entre Panamá y Costa Rica es la interpre tación fiel del sentimiento de los dos pueblos que, si estuvie ron distanciados, con dolor, por algún tiempo en lo oficial, no dejaron de amarse como hermanos, de comprender su posición en el concierto de las naciones y de trabajar por la paz y la armonía que deben reinar entre los países hispanoamericanos y especialmente entre los que son vecinos". Un golpe de Estado, ejecutado con resultados afortuna dos para quienes lo proyectaron, produjo el derrocamiento del Presidente Arosemena el 2 de enero de 1931. Producida la vacante del sillón presidencial, fue llama do para que lo ocupara en su carácter de primer Designado, el Dr. Ricardo J. Alfaro, a la sazón ausente en Washington, en donde desempeñaba el cargo de Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Panamá. Mientras llegaba al país, el Consejo de Gabinete encargó provisionalmente del Po der Ejecutivo al Secretario de Gobierno y Justicia, Dr. Har- modio Arias. El gobierno del último fue de catorce días, pues el Dr. Alfaro tomó posesión de la Presidencia el 15 del mismo mes de enero.

oOo

El Dr. Alfaro, jurista notabilísimo de fama mundial, que ha prestado al país sobresalientes servicios desde los estrados de los congresos y los tribunales internacionales, la cátedra y los libros, se encargó de la primera Magistratura de la na ción el 16 de enero del mismo año de 1931, y la sirvió hasta el final del período constitucional que le correspondía al de puesto señor Arosemena. Coincidió este bienio con el co mienzo de uno de los períodos más desastrosos de la econo mía mundial. Cierre de Bancos y quiebra de comercios, li quidación de Compañías y desempleo general, fueron las ca racterísticas de la crítica era que se manifestó más severa en los Estados Unidos, y la república de Panamá no pudo sus traerse, por su estrecha vinculación económica con aquel país, a las consecuencias fatales de esa bancarrota universal. No sólo los capitalistas y el erario público fueron víctimas de esta

— 61 — deprimente crisis que alcanzó hasta a los modestos empleados, quienes pasaron por el dolor de recibir sus sueldos, en lugar de dinero, en bonos del Estado que pignoraban en los bancos y el comercio con altos descuentos, volviéndose así más pre caria su situación económica. La quiebra de los negocios de aquí y del extranjero, al canzó a la Compañía General de Seguros de Bolivia, en que la de Panamá tenía invertido parte de su capital. Por otro lado, la venta de las acciones de las Compañías Unidas del Perú, lejos de resultar una ganancia, acusó también pérdidas que fueron cargadas al fondo de Reserva. Las utilidades del presente año de 1928, por eso, disminuyeron a B.40.174,66, las más bajas desde el año de fundación de la Compañía, y el dividendo disminuyó a B.1.00, como en los años anteriores a 1917. El Gerente señor Crempien Velasquez propuso la compra personal de las acciones de las Compañías Unidas, de propie dad de la CIS, dando en pago las 2711 acciones de la Compa ñía Internacional de Seguros, de que era poseedor, garanti zando el pago del saldo con las mismas acciones que adquiría. La operación fue aprobada por el Directorio el 27 de noviem bre, en cuya fecha se pusieron en venta las acciones cedidas por el señor Crempien Velasquez al precio de B.25.00 cada una. Este caballero presentó renuncia de su cargo de Gerente, siendo sustituido en enero de 1929 por el señor José Antonio Zubieta. Las ganancias del mismo año fueron de B.115.031,66 y el di videndo pagado subió a B.2,50. El siguiente año la utilidad obtenida fue de B.107.702,60, ganando cada acción B.2.00.

oOo

En 1931 el señor don Luis E. García de Paredes fue as cendido al cargo de Tenedor de Libros. La directiva autorizó a la Gerencia para asumir riesgos de incendio a consecuencia de terremotos y la Junta General de accionistas aprobó que la Compañía suscribiera por lo menos el 51% de las acciones del Banco Hipotecario que se había decidido fundar. Don Camilo Quelquejeu, el primero entre los fundadores de la Compañía, se vio en el caso de renunciar por enfermedad al

— 62 — cargo de Director, acontecimiento que la Directiva lamentó. Fueron informados los accionistas de que los valores que en acciones tenía la Compañía en otras de su género en la Amé rica del Sur, habían sido liquidados. El balance de este año acusó una renta de B.90.054,88 y el dividendo repartido fue de B.2.00 por acción. En 1932 se acordó asumir también los riesgos de incendio a causa de motines o revoluciones en las mismas condiciones en que lo hacían las otras Compañías. Las utilidades logra das fueron de B.71.382,79 y por acción se pagó B.2.00. El censo de población de la República, para esta época era de 467.459 habitantes, según dato registrado por la ofici na de estadística nacional. Panamá tuvo 82.627 almas, y Colón 33.460. El presupuesto nacional para el período de 1929 a febre ro de 1931 fue de B.14.193.257.00, o sea un promedio mensual de B.709.663.00. Las exportaciones de ese año fueron de B.3.302.008.00. Como todo período de elecciones, éste lo fue de apasio nada lucha. Se disputaron la Presidencia el Dr. Harmodio Arias, que ya lo había sido interinamente en el año anterior, y don Francisco Arias Paredes, político incansable en la lucha por sus ideas y gentil caballero. Ambos fundaron sus partidos respectivos, extraídos los prosélitos del liberalismo. El del Dr. Harmodio Arias se llamó Partido Doctrinario, y el de Don Francisco Arias Paredes, Partido Renovador. El Presidente Alfaro observó absoluta neutralidad y el gobierno no tuvo in tervención en favor de uno u otro bando. Ganó, sin lugar a dudas, el Dr. Harmodio Arias, y tan pulcro fue su triunfo, que el día después de los escrutinios recibió una carta de felicita ción de su contendor, gesto que dijo mucho de la gentileza y honorabilidad de su autor. Se enfrentó el Presidente con una situación en extremo aguda, tanto interna debido a la crisis económica porque atra vesaba la nación, como externa por el desacuerdo suscitado con los Estados Unidos al negarle la Asamblea Nacional su aprobación al tratado de 1926, negativa en que tomó parte muy principal el mismo Presidente Arias en su condición de diputado. Para romper el impasse y lograr un entendimiento armónico, dispuso el mandatario hacer un viaje a Washington

— 63 — y discutir el problema personalmente con el Presidente de los Estados Unidos, señor Franklin D. Roosevelt. En su ausen cia de un mes se encargó del Poder Ejecutivo nacional el señor Domingo Díaz Arosemena en su carácter de primer Designado. Por el tratado, que se firmó en 1936, los Estados Unidos convinieron, entre otras concesiones, en hacer un aumento a B.430.000 de la suma (B.250.000) que se habían comprometido en 1903 a nagar anualmente por las concesiones otorgadas por Panamá. Para hacer frente a la agobiante crisis económica, adoptó el Presidente Arias medidas drásticas que con inflexible acti tud puso en práctica, como decretar la moratoria de la deuda, tanto interna como externa, rebajar los sueldos de los emplea dos públicos y pagar muchas de las erogaciones del Fisco con bonos del Estado. El presupuesto de la nación fue reducido a B.5.924.472.00. Sin embargo, a pesar de esta situación fis cal, la más grave y angustiosa a que gobierno alguno tuviera que hacer frente, el Presidente Arias creó en 1934 la Caja de Ahorro con éxito tal, que pasados los primeros años de prueba la institución ha logrado prestar al país beneficios impondera bles estimulando a la comunidad en el fomento del ahorro y haciendo préstamos a largo plazo para operaciones comercia les. El Presidente Arias, hombre de cultura superior edu cado en Inglaterra, supo desplegar inteligencia, acierto y me sura en su administración, y tuvo la fortuna de salvar, con sus medidas de gobierno, el país de la gravísima situación en que por circunstancias del momento se vio avocado. Logró ser uno de los pocos Presidentes que cumplió en el mando el pe ríodo para que fue elegido. A él se debe la fundación de la Universidad Nacional que tantos frutos de idóneos profesiona les ha dado a la República. La Compañía obtuvo en 1933 utilidades por la suma de B.108.822.35 y pagó B.2.00 por acción. Don Luis E. García de Paredes que desde 1931 desempeñaba el cargo de Tenedor de Libros, fue promovido al rango de Subgerente. En enero de 1934, en Junta General de accionistas fue aprobada la modificación a los Estatutos, consistente en con vertir las 20.000 acciones de la Compañía, de un valor nomi nal de B.100.00 cada una, con B.20.00 pagados y responsabi-

— 64 — DIRECTORES DE LA COMPAÑÍA

Don TOMAS ARIAS Don MARCIAL TORRENTE (1927 - 1932) (1931 - 1943)

-♦•tí

Dr. HARRY STRUNZ Don ARISTIDES LINARES (1938 - 1959) 1931 - 1936) lidad por B.80.00, en acciones íntegramente pagadas de B.25.00 cada una. Para hacer efectiva la operación fue autorizado el retiro del fondo de Reserva, de la suma de B.100.000.00 que completarían los B.500.000.00 de capital pagado. Se dispuso igualmente que la Compañía se regiría por las disposiciones de la ley 32 del 26 de febrero de 1927 sobre sociedades anóni mas. Las utilidades del corriente año fueron de B.2.00 por acción. La situación financiera de los veinticinco años de existen cia de la Compañía, de acuerdo con el balance de sus opera ciones efectuado en el mes de diciembre de 1934, reveló que hasta la fecha se había manejado un capital de B.769.945,92, del cual pagáronse B.500.000.00 y se conservaban en el fondo de Reserva B.267.946,92. Don Eduardo de Icaza, miembro de la primera Junta Di rectiva y Presidente de la misma, había solicitado retirarse de su posición a causa de su precaria salud, pero accediendo a los ruegos del Directorio continuó presidiéndola hasta que la Compañía cumpliese los 25 años de fundada. Inmediatamen te después de esa fecha, con pesar de toda la Compañía se re tiró de la Presidencia. Al cumplirse el 5 de marzo de 1935 el primer cuarto de siglo de actividades comerciales de ésta, dispusieron los Di rectores conmemorar con actos especiales las Bodas de Plata de la institución. Eran veinticinco años de continua labor, en cuyo lapso de tiempo la empresa había desarrollado una efi ciente y lucrativa actividad social y económica, de significa ción descollante que ameritaba el crédito de sus fundadores como de las personas sobre las cuales había gravitado su di rección. Del pequeño grupo de caballeros panameños que asumieron la responsabilidad de fundar y llevar avante una organización de tanto prestigio y seriedad como la Compañía Internacional de Seguros, es curioso señalar que siete de ellos alcanzaron la más alta representación oficial de la nación: don Manuel Espinosa B., don Federico Boyd y don Tomás Arias fueron miembros de la Junta de Gobierno Provisional en 1903; don Ernesto T. Lefevre ocupó la Presidencia de la República en 1920; don Rodolfo Chiari fue igualmente Presidente, pri mero en interinidad en 1912 y 1913, y luego titular del gobier no de 1924 a 1928; el ingeniero don Florencio Harmodio Aro-

— 65 — La Junta Directiva de la Compañía, cuando se celebraron las Bodas de Plata (1935). De pie: Aristides Linares, J»sé Antonio Zubieta y Sr. Mario E. Velázquez. Sentados: Domingo Díaz A., Carlos Müller, Eduardo Icaza, Marcial Torrente y Ángel De Castro. semena fue elegido Presidente y gobernó dos años y tres me ses; y, por último, don Domingo Díaz Arosemena fue Presi dente en dos ocasiones, como Encargado en 1933 y como titu lar de 1948 a 1949, fallecido en el Poder. Actualmente ocu pa el cargo de Director de la Compañía don Tomás Gabriel Duque, expresidente de la República, interinamente, en 1928. Dispúsose que de las acciones cedidas en 1928 por el señor Crempien Velasquez se reservasen cien, hasta por dos años, para que los empleados de la Compañía las adquiriesen al pre cio de B.25.00 cada una, dándoles igual plazo para hacerlas efectivas. Las utilidades de este año fueron de B.90.138,20 y el dividendo repartido de B.2.00 por acción. En 1936 las operaciones de seguros rindieron B.22.858,89 de ganancia y los accionistas recibieron, igualmente, B.2.00 por acción.

oOo

La lucha política en este año de 1936 revistió considera ble intensidad. Cuatro caballeros se disputaron el triunfo, cada uno al frente de su respectivo partido: el Dr. Belisario Porras, aspirante a un cuarto período de mando, estuvo apo yado por un grupo de liberales que se denominaron Partido Liberal Unido; don Domingo Díaz Arosemena, caudillo del Partido Doctrinario que le había dado el triunfo, cuatro años atrás, al Presidente Harmodio Arias; don Higinio Araúz, can didato del Partido Socialista, nuevo en el debate electoral; y por último, el Dr. Juan Demóstenes Arosemena, al que una trilogía de grupos políticos con los nombres de Partido Nacio nal Revolucionario, Partido Liberal (Chiarista) y Partido Con servador, lo llevó al triunfo. El Dr. Arosemena era un versado y sagaz político, quien al frente de la Gobernación de la Provincia de Colón por ocho años, se había revelado como hábil y progresista gobernante y un insigne administrador de los intereses provinciales. Bajo su gobierno tuvieron lugar en 1938 los Cuartos Jue gos Deportivos Centroamericanos y del Caribe, para cuyo efec to hubo de construir un hermoso estadio, una piscina y otras obras adicionales para el caso. En 1939 correspondióle celebrar igualmente en Panamá

— 67 — la Primera Reunión de Ministros de Relaciones Exteriores de América para confirmar el alcance del Derecho Americano, demarcar la zona de seguridad de las naciones de este hemis ferio y adoptar los medios de defensa continental. Dotó al Cuerpo de Bomberos de un moderno cuartel; al Hospital de Santo Tomás de un Instituto Radiológico; fundó el Liceo de Señoritas en la capital y la Escuela Normal —de educación mixta— en Santiago de Veraguas, proveyéndola de amplios y elegantes edificios que constituyen un monumento a la cultura nacional. Fundó igualmente la Granja Agrícola de Divisa y mejoró notablemente la urbanización de las princi pales ciudades, Panamá y Colón. Fue uno de los Presidentes más progresistas que haya te nido el país. A él se debe la idea de construir de cemento ar mado la carretera nacional, que comenzó con este material mediante una contribución voluntaria del pueblo. La muerte sorprendió al dinómico mandatario el 16 de diciembre de 1939, cuando inauguraba varias de las obras realizadas por su gobier no en el interior de la República. Por la brevedad de tres días le sucedió don Ezequiel Fernández Jaén, como segundo Designado, mientras se apersonaba al país el primer Designa do, Dr. Augusto S. Boyd, quien servía en Washington el cargo de Embajador. Al Dr. Boyd le tocó terminar el cuatrienio de gobierno que le correspondía al titular, Dr. Arosemena. Boyd era un eminente médico que había consagrado su vida al ejercicio de su profesión. En su capacidad especial, la cirugía, adquirió renombre continental. A él se debe, co mo Presidente, la construcción de un nuevo edificio de Ma ternidad anexo al Hospital de Santo Tomás, la fundación del Instituto de Agricultura, en Divisa, para perfeccionamiento de los peritos agrónomos y la construcción de la carretera tran- sístmica de Panamá a Colón, que se conoce con el nombre de Carretera Boyd-Roosevelt. Esta importante vía liberó al co mercio capitalino de la servidumbre del Ferrocarril america no con sus precios elevados y su horario fijo de transporte, al ofrecer libre tránsito para los vehículos de rueda desde una costa a la otra. Rompiendo el monopolio que por un siglo controló la Compañía del Ferrocarril, los panameños partici paron en el negocio de acarreo quedándose en el país sumas

— 68 — DIRECTORES DE LA COMPAÑÍA

Dr. MARCOS E. VELÁZQUEZ Don OCTAVIO DE ICAZA (1932 - 1944) (1936 - 1950)

Don JOSÉ ANTONIO ZUBIETA Don J. E. HEALY JR. (1936 - 1951) (1942 - ... ) de dinero que antes ganaba con exclusivismo una empresa extranjera. Cesó en el ejercicio de sus funciones el 30 de septiembre de 1930. Las actividades de la Compañía en el último trienio die ron los siguientes resultados: en 1937 obtuvo una ganancia de B.81.457,73 y pagó por acción B.2.00; inició ese año la venta de Títulos de Ahorro y Capitalización; en 1938, B.99.260. 64 y pagó también B.2.00; en 1939, B.93.928.00 y de prima B.2.50. No fue feliz, en cambio, el año de 1940 para la Compañía. La ciudad de Colón desde 1915 en que tan severamente había sido tratada por el incendio del 30 de abril, el cual afectó a la Compañía en más de B.550.000.00 pagados como indemniza ciones, había sido víctima de otros siniestros menores, así: dos en 1920, tres en 1922, uno en 1926 y uno en cada uno de los años de 1934, 1935 y 1939. Pero ninguno de ellos lesionó lar propiedades aseguradas. En cambio, el gran incendio del 13 de abril de 1940, de proporciones extraordinarias, fue para la Compañía un suceso desventurado. En efecto, en la tarde de dicho día 13 apareció el fuego en una casa de la calle 6a. y rápidamente se extendió a dere cha e izquierda arrasando casas y propagándose por calles y avenidas. Los bomberos de Colón se vieron imposibilitados para contener la vorágine que amenazaba consumir toda la ciudad. No siendo suficiente la ayuda de la Bomba de la Zona del Canal para extinguir rápidamente el incendio, se pidió auxilio a la de Panamá, la que transportada inmediatamente, entró a compartir la lucha contra el voraz elemento a las diez y minutos de la noche. Con este oportuno y eficaz socorro y los renovados esfuerzos de los otros bomberos, en las prime ras horas del día 14 quedó extinguido el incendio. "Almace nes, grandes depósitos como el de licores de J. J. Henríquez, almacenes de menor importancia, tiendas de abarrotes, boti cas, refresquerías, gran cantidad de cantinas y de viviendas —dice La Estrella de Panamá—, todo fue pasto de las llamas a medida que el incendio avanzaba en medio de una ciudad no presa del pánico, pero sí de una profunda y mal disimu lada sorpresa ante la magnitud de una catástrofe que ya se creía que no volvería a ocurrir en Colón". Para ayudar al

— 69 — control del incendio, hubo que dinamitar varias casas a fin de aislarlo. El resultado de este lamentable desastre fue la ruina to tal de 25 manzanas donde 293 edificios desaparecieron con vertidos en pavesas. Cinco mil personas quedaron sin hogar esa noche nefanda y el monto de las pérdidas fue estimado en cuatro millones de balboas. Varios de los inmuebles destruidos estaban asegurados y la Compañía hubo de pagar B.500.000.00 de indemnización, to mándolos del fondo de Reserva. Este año no hubo dividen dos, pero la Compañía vio acrecentar su prestigio por la pron titud con que hizo frente a su obligación. El Directorio en el acta del 5 de julio de 1940 hizo cons tar su reconocimiento por la lealtad de sus empleados, así co mo del Banco Hipotecario que trabajaron después del sinies tro del 13 de abril.

oOo

En la campaña política de 1940 para elegir sucesor del. Dr. Boyd en la Presidencia de la República, presentóse a la liza al frente de un partido fundado por él, que llamó Partido Nacional Revolucionario, el Dr. , un personaje nuevo en el estrado de la política. Tuvo como contendor la prestigiosa personalidad del Dr. Ricardo J. Alfaro, quien ya había sido Presidente ocho años atrás, de 1931 a 1932, llevado al gobierno por la facción revolucionaria que derrocó al Pre sidente don Florencio Harmodio Arosemena, llamada "Acción Comunal". A pesar del valimiento incuestionable ante la opinión pú blica del Dr. Alfaro, a quien apoyaban los partidos Liberal y Socialista, aliados en un Frente Popular, por considerar que sus partidarios no gozaban de suficientes garantías para lo grar un escrutinio imparcial en las elecciones, renunció a su candidatura la víspera de los comicios, y sin opositor ya, triun fó en,las urnas el Dr. Arnulfo Arias, quien ascendió el lo. de octubre a la primera Magistratura de la nación. Su período de gobierno, de acuerdo con la Constitución de 1904, vigente, debía ser de cuatro años, pero sus adversa rios políticos lograron dar un golpe de Estado el 9 de octubre

— 70 — del siguiente año de su ascenso al Poder (1941), derrocándo lo de la Presidencia. Sucedió al Dr. Arias por el brevísimo tiempo de dos ho ras y 40 minutos, al cabo de los cuales renunció, el Designado don Ernesto Jaén Guardia, e inmediatamente el Gabinete asig nó la Presidencia al Ministro de Gobierno y Justicia don Ri cardo Adolfo de la Guardia, quien tomó posesión en seguida el mismo día 9. Al Dr. Arnulfo Arias se debe, entre otras iniciativas de administración, la fundación de la Caja de Seguro Social que garantiza la asistencia médica y hospitalaria y el retiro por vejez de los empleados en general; el definitivo arreglo del problema de límites con la República de Costa Rica mediante mutuas concesiones de tierras, dándose fin, así, al secular plei to de fronteras entre ambos países; la nacionalización del co mercio al por menor, etc.

oOo

Colocado en la primera Magistratura de la nación en la forma como se ha indicado, don Ricardo Adolfo de la Guardia adoptó como primera medida el restablecimiento de las bue nas relaciones con los Estados Unidos, debilitadas bajo el go bierno anterior, y el volver a ese país la confianza sobre la cooperación de nuestra República en la defensa de los intere ses comunes en el Istmo. Se hizo patente ese sentimiento cuando, por motivo del ataque alevoso de la escuadra japone sa a la de los Estados Unidos en Pearl Harbor, Hawai, el 7 de diciembre de 1941, el gobierno de Panamá se apresuró a de clarar el siguiente día la guerra al Imperio del Japón, y el día 12 a Alemania e Italia, aliadas de la potencia asiática. La situación de beligerancia de nuestro país duró hasta 1945, cuando se efectuó la rendición de las naciones que forma ban el Eje, y la paz volvió a reinar en el mundo. La acti tud amistosa de Panamá en esta emergencia y su colabora ción oportuna y leal permitiendo a los Estados Unidos esta blecer sitios de defensa en el territorio nacional, fue hasta cierto punto recompensadas con ciertas concesiones pecunia rias que su poderoso aliado consideró conveniente otor gar. Durante la época de esta segunda guerra mundial, Pana-

— 71 — má recibió muchos y señalados beneficios derivados de su si tuación geográfica, a cuyo través el bienestar económico gene ral fue notable por el intenso comercio realizado en su terri torio y la valorización de los bienes, que benefició a todos. El presupuesto de la nación en 1941-1942 fue de B.30. 127.877,00, o sea un promedio mensual de B.1,255.332.00 y las exportaciones de ese año fueron B.4.054.866.00. Fue el más alto alcanzado hasta entonces. Así pudo el Presidente de la Guardia acometer muchas obras de beneficio para el país. Es^ te pasaba del medio millón de habitantes (622.578 según el cen so de 1940) y en igual proporción había aumentado la pobla ción de las ciudades de Panamá y Colón, pues la primera con taba con 133.346 vecinos y la segunda con 44.939, según la estadística oficial. La Compañía pagó en el año de 1941 B.2.00 de dividendo, pero el siguiente año sus negocios le produjeron B.159.708,22, la más alta cifra de utilidades hasta entonces logradas, y así pudo, a su vez, dar dividendos de B.3.00 por acción, prima que se mantuvo el siguiente año, cuando las utilidades se reduje ron a B.140.814,01. En 1944 las entradas fueron de B.133.186, 29 y cada acción siguió recibiendo B.3.00 de ganancia. Habiéndosele cumplido el segundo bienio de gobierno y considerando, con el consenso general, que de acuerdo con la evolución de los pueblos se hacía necesario adoptar una Cons titución más en consonancia con el concepto político de los es tadistas, el Presidente de la Guardia convocó una Asamblea Constituyente que elaborase un nuevo Código Fundamental en sustitución de la arcaica Constitución que venía rigiendo desde 1904. Hay que abonarle a este mandatario que su gobierno observó la más ejemplar neutralidad y ofreció las garantías necesarias para que los comicios en todo el país fuesen un torneo de civismo. El número de Constituyentes se elevó a 51 y la mujer panameña estuvo, por primera vez, representa da en la Cámara Legislativa por dos diputados. El Subgerente de la Compañía Internacional de Seguros, don Luis E. García de Paredes, fue elegido Constituyente como Delegado Nacio nal, en representación del partido Conservador. La Segunda Asamblea Constituyente de la República, reu nida el 15 de junio de 1945, procedió a estructurar el nuevo Código Fundamental de la nación, considerado una de las

— 72 — DIRECTORES DE LA COMPAÑÍA

Don EDUARDO ICAZA A. Don GILBERTO BRID (1943 -) (1944 - 1954)

Don JOSÉ ANTONIO SOSA J. Don TOMAS ARIAS (1949 - ... ) (1950 - ... ) Constituciones más avanzadas de América, y en uso de su facultad omnímoda, nombró para presidir el Órgano Ejecuti vo a don Enrique A. Jiménez con el título de Presidente Provi sional, dándole un período de tres años y tres meses y medio. Durante el gobierno del señor Jiménez ocurrió que desde el avión "Enola Gay" los americanos dejaron caer el 6 de agosto de 1945 sobre la ciudad japonesa de Hiroshima, la pri mera bomba atómica que obligó, con los resultados horroro sos de su explosión, al Imperio del Japón a rendirse, inicián dose desde ese momento una nueva era de paz entre las poten cias, y se dio fin a la segunda guerra mundial. Ya el 7 de junio anterior, Alemania, que había comenzado la horrible conflagración se rindió a los Aliados, y Hitler, provocador y principal causante de la hecatombe, había desaparecido. Bajo la administración del señor Jiménez propusieron los Estados Unidos a la República de Panamá la celebración de un convenio por el cual el gobierno americano retendría por un tiempo a largo plazo algunas de las bases de defensa erigidas durante la última guerra mundial en el territorio nacional. Aunque el gobierno panameño, después de muchas discu siones en defensa de los intereses del país, sobre los términos del convenio, lo suscribió, al ir éste a la ratificación de la Asamblea Nacional, el pueblo exteriorizó su repudio rotundo por medio de manifestaciones públicas, en lo cual estuvo apo yado por la prensa nacional, y ante esta posición patriótica, la Asamblea Legislativa, acatando el parecer del país, rechazó el tratado por unanimidad. Tuvo la suerte el Presidente Jiménez de que el presupues to de rentas de la nación, que ya desde el período de su ante cesor acusaba una ventajosa alza, se superase en el lapso de su administración, pasando de treinta y cuatro millones anua les, con cuya suma pudo emprender una serie de realizacio nes benéficas para el país, catalogándolo entre los más pro gresistas gobernantes. De este período son, por ejemplo, el comienzo de la construcción de la Ciudad Universitaria, a cuya entidad no sólo dio completa autonomía, sino que dotó de fondos para su administración independiente; de la Escuela de Artes y Oficios en la capital y de diversos centros de educa ción secundaria y primaria en varias ciudades del interior de la república. Emprendió la construcción del aeropuerto in-

— 73 — ternacional de Tocumen, uno de los mejores del continente, con pistas, hoy, para aterrizaje de los grandes aviones de pro pulsión a chorro. El movimiento de aeronaves en Tocumen alcanza ya las cifras de cuarenta o cincuenta diarios, y no me nos de 14.500 pasajeros arriban a él de paso, todos los meses. Para atender al turismo del país, el Presidente Jiménez hizo erigir en la capital de la república el hermoso Hotel El Pana má Hilton, uno de los más amplios, modernos y confortables de la América Latina, que ha sido sede de importantísimos con gresos, reuniones y asambleas de carácter mundial, celebrados en Panamá en los últimos años. Creó, igualmente, institucio nes oficiales de trascendental importancia para el desarrollo de la economía nacional, como el Ministerio de Trabajo, Previ sión Social y Salud Pública, la Zona Libre de Colón, el Conse jo de Economía, varios Bancos provinciales, etc. En la Compañía Internacional de Seguros, este surgir del mejoramiento fiscal que se observó en las rentas de la nación, se hizo notar igualmente. Las entradas se superaron. En 1946 llegaron a B.182.880.21; en 1947 alcanzaron la máxima suma desde la fundación de la Compañía, llegando a B.207. 492.29; y en 1948 fueron de B.176.846.23. Mantúvose la pri ma de B.5.00 por cada acción, fijada desde 1945. En el último año de 1948, cuando se iba a operar un cam bio de administración y la Presidencia de la República recayó en la persona de uno de los Directores de la Compañía, don Domingo Díaz Arosemena, éste, con anuencia de la Junta de Directores nombró su Ministro de Hacienda y Tesoro a don Luis E. García de Paredes, quien ya ejercía las funciones de Subgerente. Su posición de Ministro no fue de mayor dura ción porque a los seis meses, por discrepancia con la Asamblea Nacional, renunció el alto cargo con sentimiento general, aún de la misma Cámara Legislativa. Elegido para un cuatrenio, el señor Díaz Arosemena no pudo ejercer sus funciones gubernamentales sino por escasos diez meses a causa de una enfermedad que lo llevó al sepul cro en agosto de 1949, sucediéndole en el sillón presidencial el primer Vicepresidente, Dr. Daniel Chanis, cuya adminis tración fue muy corta, de tres meses y 23 días, porque fue despojado del Poder por un golpe de Estado, que elevó al mismo, transitoriamente también, al segundo Vicepresidente

— 74 — don Roberto F. Chiari. Este declinó el gobierno a los tres días, y ello dio oportunidad de asumirlo al Dr. Arnulfo Arias, quien había sido candidato a la Presidencia en los últimos comicios. Esta nueva oportunidad que se le presentó al Dr. Arias para gobernar la República de Panamá, se vio alterada igual mente por una revolución popular que logró bajarlo de la Presidencia el 10 de mayo de 1951, asumiendo en su reempla zo los supremos poderes de la nación don Alcibíades Aroseme na, primer Vicepresidente, hasta finalizar el cuatrenio legal. Durante su gobiero efectuáronse las votaciones de 1952, en que se disputaron la elección don Roberto F. Chiari por la "Alianza Civilista" compuesta de varios partidos, y el Coronel José Antonio Remón, candidato de la "Coalición Patriótica Nacional". Triunfó el último y tomó posesión de la Presiden cia el lo. de octubre de 1952. La Compañía mantuvo en este cuatrienio el ritmo próspe ro de sus negocios. En 1949 las ganancias fueron de B.167. 943.07; en 1950 de B.169.400.02; en 1951 de B.176.043.09, y en 1952 de B.180.242.88. En todos estos años siguió pagando la prima de B.5.00 por acción. El 28 de febrero de 1950 se autorizó a la Gerencia para que iniciara a la Compañía en los seguros llamados Aerosegu- ros. El censo del año de 1950 reveló que la República tenía ya una población de 805.205 habitantes, y que la capital con taba con 177.600, en tanto que la ciudad de Colón tenía 52.204. El presupuesto nacional arrojó la cifra de B.32.245.919. 00, o sea un promedio mensual de B.2.687.160.00. Las expor taciones fueron de B.10.3339.493.00. En noviembre de 1951 don José Antonio Zubieta, que desde 1929 venía ejerciendo la Gerencia, por motivo de su quebrantada salud se vio en la necesidad de pedir su retiro y la Junta Directiva, en gracia a sus excelentes y eficaces servicios a la Compañía durante cuarenta años, acordó jubi larlo a partir del lo. de enero de 1952 con el mismo sueldo, hecho que no se cumpüó, por desgracia, porque el esforzado servidor y hábil Gerente falleció el 25 de noviembre de 1951, causando gran pena su deceso a sus compañeros de labores y a la sociedad panameña, de la cual era miembro distinguido.

— 75 — El Directorio dejó constancia en una resolución aprobada el día 29 de noviembre, del pesar de la Compañía por esta pérdi da valiosa. Dice así: "Lamentamos hondamente la desapa rición de nuestro Gerente señor José Antonio Zubieta, cuyo fallecimiento ocurrió en las primeras horas del domingo 25 del presente mes. "Sentimos la desaparición física, pero su memoria y su espíritu estarán siempre con nosotros que admiramos sus vir tudes de honradez, su clara visión comercial, su laboriosidad y sus anhelos por la prosperidad y bienestar de esta institu ción ya bellamente realizada, a la que consagró los mismos años que ésta, siendo él uno de sus fundadores y siempre vin culado a ella". En la Memoria presentada a los accionistas, el Directorio anotó que el desaparecido señor Zubieta había desempeñado el cargo de Subgerente en la empresa desde 1910 hasta 1929, y de Gerente a partir de esta fecha hasta su lamentado dece so, demostrando en todo ese largo tiempo ejemplar y sobresa liente capacidad de honradez, por lo que la Junta General dejó constancia en el acta de que consideraba pérdida irreparable para la Compañía la muerte de su exgerente. El 29 de noviembre de 1951 la Junta Directiva escogió como sustituto del señor Zubieta en la Gerencia a don Luis E. García de Paredes, y en su reemplazo como Subgerente nom bró a don Adolfo A. Jiménez, viejos y eficientes servidores de la Compañía ambos. El 13 de noviembre de 1952 fue un día trascendental en la vida de ésta, pues celebró en dicha fecha la primera sesión de su Directorio en el nuevo edificio de nueve pisos que cons truyó en la Avenida Central No. 124, y Plaza Cinco de Mayo. La solemne inauguración del nuevo hogar tuvo lugar el 15 del mismo mes, acto que fue honrado con la presencia del Excelen tísimo señor Presidente de la República, Coronel José Antonio Remón Cantera, y de todo su Gabinete. El ritual religioso de la bendición del edificio estuvo a cargo del Ilustrísimo Señor Arzobispo de Panamá, Dr. Francisco Beckmann, y actuó como madrina Doña Julia de R. de Quelquejeu, viuda de don Cami lo Quelquejeu, fundador en 1910 de la Compañía. Ese año los negocios de la misma rindieron un beneficio de B.184.242.88.

— 76 — ""ni^^^^^^^í-^^r^^^^í!^:

ifc^'i'WÍ .. Plaza 5 de Mayo, en su estado actual, con el Monumento a los Bomberos y al fondo la actual sede de la Compañí El 18 de abril de 1953, el Directorio autorizó a la Geren cia para que presentara un plan que previera la jubilación de los empleados de la Compañía que tuvieran más de 20 años de servicio y más de 60 de edad. Se le autorizó igualmente para adquirir una Póliza Colectiva de Vida que cubriera a to dos los empleados de la Compañía, y la Junta general de Accio nistas en Bu sesión ordinaria de enero de 1957, dio su aproba ción a esta disposición del Directorio. El 28 de enero de 1954 fueron nombrados Subgerentes de la Compañía los señores Carlos E. Díaz, Noel Morón A. y Die go A. Jiménez. oOo La administración del Presidente Remón, a pesar de ha berse enfrentado al comienzo, a una de las oposiciones más vigorosas que mandatario alguno haya tenido, por su proceder con tacto y mesura y su propósito de darle mayor impulso al progreso del país, se atrajo la admiración y simpatía generales. La hacienda pública gozaba de mucha prosperidad, ya que sus presupuestos pasaban de cuarenta millones y fueron admi nistrados con probidad, y al liquidar definitivamente el fondo constitucional que desde 1904 se manejaba en los Estados Uni dos, liquidación que se inició durante la administración del Dr. Arnulfo Arias empleó la suma resultante en obras de utilidad nacional. Creó el Instituto de Fomento Económico con fondos y autonomía suficientes para imprimir desarrollo a la agricultura y realizar la venta en el mercado exterior de los productos nacio nales sobrantes. Se preocupó muy especialmente por la obra de la beneficencia y por dotar al país de un sistema perma nente de comunicaciones terrestres, a cuyo efecto, al reiniciar los trabajos de construcción de la carretera central que desde Panamá se conecta con la de Costa Rica, en lugar de asfalto, determinó que se hiciese de concreto para darle mayor solidez. y seguridad. En lo político se esforzó por aglutinar los par tidos que dieron apoyo a su candidatura en una agrupación grande que llamó "Coalición Patriótica Nacional", y al consu mar esa fusión en su primera Convención, lanzó allí la idea de proponer a los Estados Unidos la revisión de los acuerdos existentes para lograr la reivindicación de ciertos derechos conculcados por el tratado del Canal de 1903. "Ni millones ni limosnas, queremos justicia", fue el grito patriótico del man datario. El pueblo panameño, sin distingos de posición, clase, ni filiación política, respaldó entusiasmado el propósito cívico

— 78 — Acto de bendición del edificio sede de la Compañía Internacional de Segur'os por el Excmo. Señor Arzo bispo Diocesano. De izquierda a derecha: Monseñor Tomás Clavel (actual Obispo de David); Monse ñor Beckmann, Metropolitano de Panamá; Coronel Remón, Presidente de la República; Sr. Healy, Sra. de Quelquejeu, Madrina del edificio y Sra. de Alemán. del Presidente y se solidarizó con su demanda de justicia en una máxima manifestación de apoyo, nunca antes contempla da, que se llamó la "cita con la patria". Una comisión especial fue enviada a los Estados Unidos para discutir con el Departamento de Estado los términos de un nuevo convenio, y en un momento de estancamiento de esas discusiones por la intransigencia de los comisionados ameri canos, el propio Presidente Remón se apersonó en Washing ton, —respondiendo a invitación del Presidente Eisenhower—, para conferenciar personalmente con este magistrado y expo nerle la situación real del pueblo de Panamá y lo que él en su nombre demandaba del gobierno americano. Durante los días de ausencia del país, presidió el Órgano Ejecutivo el primer Vicepresidente, Ingeniero José Remón Guizado, entre el 27 de septiembre y el 7 de octubre de 1953, cuando regresó el titular. Mas tarde, del 3 al 9 de septiembre de 1954, mediante una segunda separación, el Presidente Remón dio oportunidad al segundo Vicepresidente don Ricardo M. Arias Espinosa, para conducir interinamente las riendas del gobierno también. No había aún cristalizado en un tratado formal las de mandas del pueblo panameño ante el gobierno de los Estados Unidos para lograr un trato más justo en las relaciones de los dos países, cuando inopinadamente fue asesinado el Presiden te Remón el 2 de enero de 1955, correspondiéndole la sucesión legal al primer Vicepresidente, el ingeniero don José Ramón Guizado. Envuelto en la maraña del proceso, fue removido del alto cargo el señor Guizado y reemplazado desde el 15 del mismo mes y año por el segundo Vicepresidente don Ricardo M. Arias Espinosa. Quiso la suerte que por entonces, el 25 de enero de 1955, fuese firmado en el Salón Amarillo del Palacio Presidencial, el tratado de Mutuo Entendimiento y Cooperación Concerta do por los representantes de los Estados Unidos y Panamá, cuyo instrumento fue denominado Convenio Remón-Eisenho- wer en recuerdo de los Presidentes que lo iniciaron. La anualidad de B.430.000.00 que los Estados Unidos pa gaban a la República de Panamá subió por este convenio a la suma de B.1.930.000.00 anuales.

— 80 — DIRECTORES DE LA COMPAÑÍA

rfft*

* 4' 1

***

«1

Don ÓSCAR R. MULLER Don RICARDO A. DE YCAZA (1951 - ... ) (1954 -)

D. MARCIAL TORRENTE JR. Don TOMAS GABRIEL DUQUE (1959 - . . ) (1959 • ... ) La Compañía Internacional de Seguros inició en el año de 1955 el negocio de Seguros de Vida. El 25 de mayo de 1955 hubo un acto solemne en las ofi cinas de la Compañía en conmemoración y como homenaje a los fundadores desaparecidos, quienes estuvieron representa dos por familiares íntimos que fueron invitados por el Direc torio, así: por don Manuel Espinosa B., primer Presidente de la Compañía, su nieto don Ricardo M. Arias Espinosa, Presi dente de la República; por don Eduardo Icaza, su nieto don Carlos Icaza Arosemena; por don José Gabriel Duque, su hijo don Tomás Gabriel Duque; por don Nicanor Villalaz, su hija doña Carmen Villalaz de Wolff; por don Camilo Quelquejeu, su hijo don Camilo Quelquejeu, y, por último, por el ex-Geren- te don José Antonio Zubieta, su hijo don Antonio Zubieta. Después de la lectura del acta de la primera reunión celebra da el 5 de marzo de 1910, el señor Eduardo Healy, Presidente de la Junta Directiva, hizo en emocionadas frases el recuerdo de los distinguidos varones, fundadores de la Compañía, quie nes tuvieron el acierto de iniciar y dirigir la empresa, la cual había logrado sostenerse con éxito palpable durante nueve lustros. A esta rememoración sentimental del Presidente del Directorio contestó en nombre de los descendientes de la pri mera Junta Directiva, el señor Arias Espinosa, Presidente de la República. En 1956 la Junta General de accionistas impartió su apro bación a la iniciativa que en mayo de 1954 lanzó la Directiva de fundar, como filial, una Compañía Internacional de Seguros de Vida S. A., haciendo la adquisición de la casi totalidad de las acciones, (9.993 de un total de 10.000 acciones), y se creó igual mente un Fondo de Jubilación para los empleados, como adición a la suma que reciben del Seguro Social. La Compañía Internacional de Seguros de Vida, S. A., tie ne hoy un capital de B.250.000.00 y una Reserva de B.1.349. 704,41. En el cuatrienio de 1953 a 1956, inclusives, la Compañía tuvo una ganancia de B.698.283.92. En los tres primeros años, o sea, en 1953, 54 y 55, reconoció primas de B.5.00 por acción, pero en 1956, pagó B.6.00. oOo Estando para terminar en septiembre de 1956 el período presidencial de don Ricardo M. Arias E., el país se avocó a

— 81 — una campaña eleccionaria en que dos grandes concentraciones políticas se disputaron el control del gobierno: la Coalición Patriótica Nacional, partido que había fundado el sacrificado Presidente Remón, cuyo candidato fue don Jr., y el Partido Liberal Nacional, que dio su apoyo al Lie. Víctor Florencio Goytía. Resultó vencedor el primero y el lo. de octubre, el nuevo mandatario se hizo cargo del Poder. Durante el gobierno del señor de la Guardia la República alcanzó el millón de habitantes en la persona de un niño, hijo de pobres labriegos del interior del país. El hecho fue motivo de grande y general regocijo. Como en 1956 se cumplían 130 años de la reunión en Panamá del Congreso Anfictiónico convocado en 1826 por el Libertador Simón Bolívar, Congreso que puso las bases del Derecho internacional americano y sentó el principio del ar bitraje obligatorio con objeto de asegurar la paz y la armonía entre las naciones de este hemisferio, el Consejo de la Orga nización de los Estados Americanos con sede en Washington, acordó, como homenaje a aquel trascendental suceso históri co, celebrar una sesión conmemorativa el 18 de julio de dicho año de 1956 en la propia ciudad de Panamá. Simultáneamente con este solemne acto, el Presidente de la República don Ricardo M. Arias E., convocó a todos los jefes de Estado de América a una reunión en Panamá, a la que concurrieron todos los Presidentes, con excepción de los de Colombia y Honduras, y en una serie de conferencias persona les concluyeron acuerdos beneficiosos para sus respectivos países. El 22 de julio, presentes en el tradicional Salón Bolívar que en el siglo XIX sirvió de recinto para las deliberaciones del célebre Congreso Bolivariano, los Presidentes de diecinueve naciones allí representadas, suscribieron un documento que fue denominado "DECLARACIÓN DE PANAMÁ", en el que consignaron los principios fundamentales del concepto de li bertad, y expusieron el anhelo de que la humanidad alcance niveles superiores en su evolución espiritual y material para hacer efectivo el postulado de que todas las naciones puedan vivir en paz y con dignidad. Esa reunión de Jefes de Estado en la capital del Istmo en 1956, ha sido la sede de la mayor cita de este género que re-

— 82 — 00 co

Reunión No. 1.C00 de la Junta Directiva de la Compañía Internacional de Seguros, con la asistencia del Exmo. Señor Presidente de la República Don Ricardo M. Arias E., nieto de Don Manuel Espinosa B., primer Presidente de la Junta Directiva. gistra la historia de la humanidad, y durante los cortos días que duró, la mirada y el interés universal estuvieron fijos en la ciudad de Panamá. Por haberse dictado el Decreto Ley No. 17 de 22 de agosto de 1956 que obligaba a una estricta separación de contabili dad y fondos o las Compañías de Seguros que se dedicaban a Seguros en general y Capitalización, se resolvió dar impulso a la Compañía Internacional de Seguros de Vida S. A., fiüal de la Compañía Internacional de Seguros, que se inició el año anterior. Una era de extraordinario progreso ha sido este cuatre nio. La capital se embelleció con imponentes edificaciones, tanto de particulares como del Estado. Nuevos y modernos locales escolares surgieron aquí y acullá, para dar acomodo a los numerosos estudiantes que ávidamente concurren a reci bir la instrucción. Se crearon nuevas escuelas primarias y se fundaron más Institutos de segunda enseñanza. Las carrete ras vecinales se bifurcaron hasta lejanos caseríos, y la gran vía interamericana se continuó construyendo de macadam, a todo costo, hasta la frontera con Costa Rica, al mismo tiempo que se adelantaban los estudios de la carretera al Darién, para comunicarse con Colombia. Las urbanizaciones apartadas de la capital fueron dotadas de acueducto y alcantarillado. Para resolver el gravísimo problema de proveer a la clase pobre de hogares adecuados, proyéctasele —igual que se hizo antes con la Barriada de Betania para la clase media— una Barria da de edificios modestos y baratos, con lo cual se van elimi nando las llamadas "casas brujas", construidas con desperdi cios de maderas. A fin de realizar esta costosa y necesaria labor, fue creado el Instituto de Vivienda y Urbanismo, al cual se le destinaron fondos adecuados. No hubo pueblo al que no llegó la ayuda oficial para su mejoramiento. El presupues to de 1959 fue de B.61.113.500.00, o sea un promedio mensual üe B.5.092.792.00. Las exportaciones de ese año alcanzaron a B.21.118.835.00. Se estima que para el año de 1960 los gas tos del Tesoro público podrán encuadrarse dentro de un pre supuesto de B.59.436.080.00, de cuya suma los mayores gastos estarán representados en la educación, a la cual se le ha seña lado una partida de B.14.207.073.00 y a las obras públicas, sobre todo a la construcción de carreteras y caminos de pene tración.

— 84 — *N&T *& I-'*.* %

Exmo. Den ERNESTO DE LA GUARDIA Jr.

Presidente de la República, bajo cuyo gobierno se celebran las BODAS DE ORO de la Compañía Internacional de Seguros. El gobierno ha tomado a empeño, con decisión y sin re parar en gastos, el dotar a la ciudadanía de una nueva cédula de identificación que constituya una credencial que brinde ga rantía y seguridad, tanto en las elecciones como en la vida corriente

El número de habitantes de la República está adquirien do un crecimiento notorio, computado en 3% anual. La Ofi cina de Estadística y Censo, mediante cálculos previos, estima que en el corriente año de 1960 tiene que haber en el territo rio nacional, cuya área es de 74.470 kilómetros cuadrados, no menos de 1.068.210 habitantes. A la capital se le atribuyen 257.260 almas, y a Colón 67.860.

El país está desarrollándose extraordinariamente en cuan to a industrias, gracias a las medidas acertadas del gobierno para darles protección. Las principales y más productivas son: la destilería de alcohol, fabricación de cervezas y aguas gaseosas, ingenios de azúcar, elaboración de leche en varia das formas, talabarterías y confección de calzados, aserríos de maderas, fábricas de cemento, arcilla y cerámicas, muebles, jabón, pinturas, vestidos, etc., la pesca de camarones, sardinas, cría de ganados y aves. La producción bruta interna de B.360. 600.000.00 en 1957 y de B.367.000.000.00 en 1958.

Sin embargo, a pesar de que las industrias son cada año mayores y alcanzan más volumen de producción en forma tal que parte de ésta se exporta al exterior, subsiste un notable desiquilibrio entre las importaciones y las exportaciones de mercaderías. Cuando el segundo renglón en 1958 llegó a B.30.243.000.00, el primero lo sobrepasaba hasta casi tres veces más.

En vista del incumplimiento por parte de los Estados Uni dos de los compromisos contraídos en tratados públicos celebra dos con la República de Panamá, sin que las gestiones diplomá ticas lograran hacer cambiar esa actitud de indiferencia, un grupo de ciudadanos panameños planeó una demostración pa triótica el 3 de noviembre de 1959, que llamó "Operación So beranía", consistente en pasear y dejar instalada la Bandera Nacional en el territorio de la Zona del Canal, por ser dicha

— 85 — Zona una sección de la República. Las autoridades policivas y militares americanas opusieron una resistencia armada al ges to cívico de los manifestantes, y como resultado del choque en tre el pueblo panameño y los militares en pie de guerra de la Zona del Canal, hubo numerosos heridos. Si bien hasta el pre sente el gobierno de los Estados Unidos no ha accedido a otor gar las concesiones reclamadas y a permitir que el pabellón na cional tremole en la Zona del Canal junto al americano, como soberanos ambos países en dicha Zona, hay indicios de que la política de aquel gobierno se orientará próximamente hacia una mejor comprensión y que como reconocimiento oficial de la soberanía titular de la República de Panamá en la referida Zona, su Bandera será izada al lado de la americana en esa sección del territorio nacional.

La Compañía en 1957 obtuvo una ganancia de B.189.259. 78, y en 1958 de B.132.805.78, pagando en el primer año B.6.00 de dividendos y en el segundo B.5.50 por cada acción.

Damos a continuación en detalle el balance de auditoría que revela la condición financiera de la Compañía de Seguros de Vida, S. A., el 30 de noviembre de 1959 como de la Compa ñía Internacional de Seguros, S.A., el 31 de diciembre pasado, términos del año fiscal de una y otra:

COMPAÑÍA internacional de seguros de VIDA, S.A.

ESTADO DE SITUACIÓN

AL 30 DE NOVIEMBRE DE 1959 ACTIVO: %

Efectivo en Caja y Bancos B/. B/. 36,848.59 2.13 Cuentas- por cobrar 81,306.61 Menos: Reserva para Cuentas Malas 600.00 80,706.61 4.66

Préstamos: Hipotecarios 788,813.56 Sobre Valores 98,942.54 Sobre Títulos de Ahorro 237,246.11 Sobre Pólizas de Vida 118,317.42 1,243,319.63 71.82

-86 — Bonos y Valores: Bonos de la Deuda Interna de la República Depósito de Garantía en el Banco Nacional 94,000.00 Bonos en Cartera 68,000.00 Bonos Fuerza y Luz 16,500.00 Acciones en Cías, no Afiliadas 177,040.00 355,540.00 20.54 Mobiliario y enseres de Oficina 18,640.19 Menos: Reserva para Depreciación 4,008.45 14,631.74 .85 B/1,731,043.57 100% PASIVO: Cuentas por Pagar 28,050.76 1.62 Títulos Vencidos por Pagar 1,612.89 0.10 Dividendos de Participación por Pagar.. 2,536.16 0.15 Primas no Ganadas 19,789.94 1.14 Depósitos de Beneficiarios por Pagar 20,415.10 1.18 Reservas Técnicas: Reserva Técnica Contingente 1,821.64 Para títulos de Ahorro y Capitalización 748,123.95 Para Pólizas con Seguro de Vida.... 576,996.47 1,326,942.06 76.66 Capital y Reservas de Superávit: Capital Pagado 250,000.00 14.44 Reserva Legal 19,510.59 Reserva Para Eventualidades 3,251.76 22,762.35 1.31 Ganancias y Pérdidas 58,928.31 3.40 B/1,731,046.57 100%

COMPAÑÍA INTERNACIONAL DE SEGUROS, S.A. BALANCE DE SITUACIÓN AL 31 DE DICIEMBRE DE 1959 ACTIVO: % Efectivo en Caja y Bancos B/. B/.136.930.51 6.18 Cuentas por Cobrar 250.628.43 Menos: Reserva para Cuentas Malas.... 4.989.43 245.639.00 11.09 Préstamos HÍDotecarios 476.915.75 21.54 Acciones y Valores: Acciones de la Cía. Internacional de Seguros de Vida, S.A 249.825.00 Acciones en Compañías No Afiliadas.... 367.348.03 617.173.03 27.87 Bonos de la Deuda Interna de la República: En cartera 31.400.00 Depósito de Garantía en el Banco Nacional 98.000.00 . Depósito de Garantía en la Zona del Canal 10.000.00 139.400.00 6.30

Mobiliario, Equipo e instalación 127.747.14 Menos: Reserva para Depreciación— 47.058.48 481.503.27 21.74 Bienes Inmuebles 528.561.75 Menos: Reserva para Depreciación.... 47.058.48 481.503.27 21.74 Cargos Diferidos 20.916.34 .95 Primas Retenidas Cías. Reaseguradoras. 21.406.59 .97 Depósito para Siniestro en Liquidación.. 6.116.02 .28 Otro Activo 180.00 B/2.214.344.40 100%

— 87 — PASIVO: % Cuentas por Pagar 61.108.94 2.76 Primas Retenidas Cías. Reaseguradoras. 6.688.78 .30 Préstamos por Pagar 49.424.84 2.23 Primas no Ganadas 391.688.56 17.69 Créditos Diferidos 2.100.04 0.09 Intereses, cobrados por adelantado 4.195.79 .18 Provisión para Siniestros Pendientes 939.41 .04 Capital y Reservas de Superávit: Capital Pagado 500.000.00 22.59 Reserva Legal 903.646.96 Reserva para Futuros Dividendos 65.000.00 Reserva para Contingencias 88.970.22 Reserva para Jubilación de Empleados.. 3.885.76 1.061.502.94 47.94

Utilidades Netas Período 1959 196.695.10 Menos: Dividendos a Cuenta 60.000.00 136.695.10 6.18

B/2.214.344.40 100% oOo Tal es, sintéticamente expuesta en estas breves páginas, la historia de nuestra patria durante más de cuatro siglos y medio a saber, desde el descubrimiento del Istmo hasta nues tros días, y la historia del desenvolvimiento de la Compañía Internacional de Seguros, tan estrechamente vinculada a la existencia y al progreso nacional en la última media centuria. Con visual de economistas, los fundadores de esta empresa y sus colaboradores sucesivos lograron llevarla avante con éxito brillante por cincuenta años, llegando a constituir hoy una de las instituciones más sólidas económicamente y de mayor prestigio que existen en la República. Su labor y su influen cia benéfica, como hemos visto en las precedentes páginas, no han sido exclusivamente local, sino que su contribución al surgimiento de otras asociaciones de su género en varios paí ses americanos, se tradujo en hechos, y ello le creó prestigio internacional, de que disfruta ampliamente. En la actualidad cuenta con un capital pagado B.500.000 y un fondo de Reserva de B.1.061.502.94, como revelan los balances precedentes, que garantiza cualesquiera operaciones que emprenda en el ramo comercial. Al celebrar hoy la Compañía Internacional de Seguros sus BODAS DE ORO, y al ofrecer al público mediante esta Memoria el proceso de su formación y el desarrollo de sus actividades durante el medio siglo que acaba de cumplir, sien te la complacencia de poder decir con orgullo y patriótica satisfacción, que ha cumplido con su lema de: "Una institu ción al servicio de Panamá". 00 co

LA JUNTA DIRECTIVA EN EL CINCUENTENARIO DE LA COMPAÑÍA INTERNACIONAL DE SEGUROS Sentados: D. Ricardo A. Ycaza (Segundo Vicepresidente), Dr. José A. Sosa J. (Presidente) y D. Tomás Arias (Primer Vicepresidente). De pie: D. Luis E. García de Paredes (Gerente), Dr. Eduardo Ycaza A., D. Tomás Gabriel Duque, Dr. Osear R. Müller y D. Marcial Torrente Jr. Falta don J. E. Healy Jr.

O) a en

a E o o

•o

— 91 — COMPAÑÍA INTERNACIONAL DE SEGUROS, S.A. SEGUROS CONTRA INCENDIO

PRIMAS DEVENGADAS POR ANO

DESPUÉS DE EFECTUAR EL MOVIMIENTO DE RES !RVA POR PRf iS NO DEVENGADAS

400.000.00 -

300.000.00 - CM en

100.000.00 -

••i*. 0 - ' 1 T 1 r 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 t& -* y-

COMPAÑÍA INTERNACIONAL DE SEGUROS DE VIDA. S.A. SEGUROS DE VIDA INDIVIDUAL

^ 6.000.000.00

5.000.000.00

4.000.000.00 co

3.000.000.00

1955 1956 1957 1958 1959 1960 '!*

ESTRELLA DE PANAMÁ —72897-2-60