Territorio E Identidad: Apuntes Para Una Modelo De La Complejidad Social Andina
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Territorio e identidad: apuntes para una modelo de la complejidad social andina Alexander Herrera W. Departamento de Antropología, Universidad de Los Andes Territorio e identidad social son aspectos culturales íntimamente vinculados que articulan la complejidad de situaciones sociales históricas. Comprender su desarrollo a largo plazo es difícil, sin embargo, pues las prácticas territoriales e identitarias andinas son muy diferentes a las de occidente, y lo fueron más aún en el pasado indígena. Los acercamientos preponderantes en arqueología tienden a encajonar culturas arqueológicas en modelos pre-definidos (de jefaturas o estados, por ejemplo) que frecuentemente conllevan el supuesto que las antiguas formaciones sociales creadoras de cultura material elaborada (arquitectura monumental u objetos de cerámica, metal o piedra ricos en iconografía, por ejemplo) se ordenaban de manera jerárquica, espacialmente continua y eran consistentes internamente. El acercamiento histórico a la arqueología del paisaje que presento en forma abreviada en este lugar1, en cambio, apunta a esclarecer las prácticas que articulaban las relaciones sociales entre y al interior de grupos sociales de diferente escala. ¿Cómo plasmaron en el paisaje su sus derechos territoriales las distintas comunidades portadoras de identidades sociales diferentes? Esta reevaluación de la configuración de las relaciones de poder entre y al interior de formaciones sociales explora principalmente los vínculos horizontales en la organización social desde una perspectiva heterárquica (CRUMLEY 1995). Mi objetivo, en otras palabras, es esclarecer las escalas múltiples y superpuestas a las que las identidades sociales de comunidades muy diferentes (en términos de número y modo de reclutamiento de miembros, por ejemplo) emergen y cambian, y como estas mentalidades {mentantes) se materializan en el paisaje cultural. Para abordar los vínculos establecidos entre personas en torno a lugares, es decir al estudio antropológico de las relaciones de propiedad (HANN 1998), es pertinente enfocar las prácticas y la cultura material que actuaban de vehículos de la memoria social y colectiva (CONNERTON 1989). Sin embargo, dado que los comportamientos simbólicos tienden a ser específicos a una cultura un acercamiento histórico a la arqueología del paisaje debe operar a escalas temporales y espaciales flexibles. En este trabajo analizaré los mecanismos y prácticas desplegados por comunidades de diferente escala (estados, grupos étnicos y comunidades ceremoniales y mortuorias) para hacer suyos los lugares que habitaban. Estas transformaciones del medio ambiente natural en paisajes culturales cargados de significado implican la instanciación de derechos, más o menos excluyentes, sobre espacios definidos que bien podríamos llamar territorio (SACK 1986), o incluso propiedad (HANN 1998), independientemente de si son contiguos u homogéneos. El trabajo consta de dos partes. Comienza por recoger el hilo de la historia en algunos documentos clave de los siglos dieciséis y diecisiete referentes a la Sierra de Ancash y Huamachuco, en especial en la Región de los Conchucos. Luego, contrasta esta evidencia con la arqueología de la colonización Inka en la cuenca del río Yanamayo. Este primer análisis se enfoca en el vínculo entre las identidades socio-políticas y étnicas asociadas al estado pan-andino por excelencia y los correlatos arqueológicos y lingüísticos relevantes para identificar a los múltiples actores sociales activos a nivel local y regional en la época inmediatamente anterior a la conquista europea. En segundo lugar presenta la evidencia arqueológica - inusualmente bien preservada - que permitió identificar la montaña de Turriqaqa como un espacio sagrado. Discuto las implicancias de la memoria materializada en la arquitectura mortuoria y ceremonial alrededor de este cerro como la materilización de complejas relaciones entre comunidades mortuorias y ceremoniales que compartían creencias en torno a este lugar. Concluyo que el análisis de la distribución espacial de arquitectura mortuoria y ceremonial, ligado a un análisis crítico de las fuentes etnohistóricas facilita un abordaje alternativo de la complejidad social a partir del estudio de la identidad y el territorio. Dada la riqueza de información acerca de significados y comportamientos simbólicos hallada en las fuentes escritas conviene avanzar hacia lo desconocido desde lo más conocido, para parafrasear a Marc Este trabajo resume algunas de las conclusiones de la tesis doctoral del autor (HERRERA 2005a). 3 Bloch, el célebre pionero de la historiografía estructural francesa. El contraste y la complementariedad entre las fuentes lingüísticas e históricas y la evidencia arqueológica de las décadas más cercanas a la conquista, característica de la práctica arqueológica no sólo en Centro - y Sudamérica (p.ej. MARCUS - FLANNERY 1994; STAHL 1994), permite afinar los métodos "directos" para la investigación del pasado. Sin embargo, la búsqueda de actores sociales en el pasado mediante el enfoque en los vehículos materiales de la memoria, supone partir de una historia colonial sesgada (SALOMÓN 1999). Al trascender los límites disciplinarios establecidos entre la arqueología y la historia conviene tener en cuenta que: «Toda interpretación, y selección entre los diferentes tipos de fuente se basa en tradiciones [de investigación] y postulados que varían mucho entre las disciplinas. Las comparaciones entre artefacto y texto no son pues, de fuentes distintas en primera instancia, sino más bien entre tradiciones de abstracción diferentes y asociadas con disciplinas diferentes». (ANDRÉN 1998: 95. Traducción del autor). Antecedentes de la investigación en Conchucos central La investigación del pasado en la región de Conchucos se remonta a fines del siglo diecinueve, cuando Antonio Raimondi (1873) reporta, entre otros, el hallazgo de astas de venado en recipientes de piedra labrada en los alrededores de la hacienda Pasacancha. Sin embargo, la investigación regional que realmente pone al descubierto la importancia de Ancash para el estudio del pasado en los Andes Centrales es la expedición científica liderada por Julio C. Tello en 1919 (TELLO 1929, 1960). A raíz del redescubrimiento de Chavín de Huántar, buena parte de las investigaciones posteriores en la Sierra de Ancash se han centrado en la parte sur de los Conchucos, especialmente en este sitio arqueológico excepcional y sus alrededores (p.ej. TELLO 1929, 1960; ESPEJO NUÑEZ 1956; LUMBRERAS - AMAT 1969; LUMBRERAS 1969, 1974, 1993; BURGER 1982, 1984, 1992; KEMBELL- RlCK 2004; RlCK 2004; DlESSL 2005; BURGER et al. en este volumen)2. Una de las pocas expediciones de inicios del siglo veinte que no pasa por alto las cuencas de los ríos Yanamayo y Rupac, en Conchucos central y norte, respectivamente, es la expedición geográfica y glaciológica del club de alpinismo austro-germano liderada por Phillipp Borchers. El geógrafo alemán Hans Kinzl (1935) anota que esta expedición logró localizar los asentamientos antiguos de mayor importancia ubicados al pie de los glaciares y altas cimas de la Cordillera Blanca, y también ubicaron sitios importantes en la Cordillera Negra. Kinzl (1935: 288-290) concluye, que el emplazamiento de sitios arqueológicos indica un descenso en los límites superiores de asentamiento y cultivo, y que este no estaría vinculado a cambios climáticos. Asimismo, especula que la distribución de la población prehispánica habría sido mas o menos uniforme en el valle y destaca la importancia de las elevaciones morrénicas a la salida de valles glaciares. Pese a las detalladas descripciones, la falta de un método para el fechado de sitios convierte sus interpretaciones en inteligentes sugerencias. Del mismo modo las descripciones de sitios y hallazgos arqueológicos dispersos en la historiografía local (p.ej. MÁRQUEZ ZORRILLA 1965 [1946]; ORTEGA 1956; LIÑÁN ESPINOZA 1984) son sugerentes e importantes, pese a la falta de metodologías arqueológicas claras. La investigación sistemática del pasado en Conchucos central se inicia en la última década del siglo veinte3 con el estudio a largo plazo de las estrategias socio-económicas de la cuenca sur del Yanamayo (HERRERA 1998a, 2003)4. Los resultados de este trabajo se fundamentan en la prospección regional realizada por el autor en 1996. Indican que el control microvertical (OBEREM 1976; SALOMÓN 1985) de zonas de producción en pisos térmicos altitudinales complementarios es la base de diferentes estrategias socio- económicas de apropiación del espacio desarrolladas a partir del Horizonte Temprano. Paulatinamente la franja principal de asentamiento se desplaza hacia arriba, una tendencia establecida también en otras 2 Entre las notables excepciones cabe mencionar la visita a Rapayán (Huánuco) de Antúnez de Mayólo (1935), la prospección de Ibarra (2003) en los alrededores de Huari y el trabajo de Astuhuamán y Espinoza (en este volumen). 3 El arqueólogo norteamericano Wendell Bennett probablemente visitó la ciudad de Chacas en la década del cuarenta pero no hace referencia a sus observaciones en su monografía publicada en 1944. Richard Schaedel (1952) anota que dibujos de Bennett sirvieron de fuente para su descripción y dibujo de arte Utico Chacas. Queda por determinar si Bennett hizo los dibujos a partir de fotografías, o si acudió a Chacas para ello (véase HERRERA 2005b). 4 Para la microcuenca del río Arma véase también los trabajos posteriores de Carolina Orsini (2003a, 2003b, 2005 y en este volumen). 4 regiones de los Andes centrales. Sin embargo, las