Cartografía Colonial De Osorno: La Obra Del Superintendente Juan Mackenna O’Reilly 1
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Espacio Regional Vol. 2, n.º 12, Osorno, julio - diciembre 2015, pp. 25 - 38 CARTOGRAFÍA COLONIAL DE OSORNO: LA OBRA DEL SUPERINTENDENTE JUAN MACKENNA O’REILLY 1 COLONIAL CARTOGRAPHY IN OSORNO: THE WORK OF THE SUPERINTENDENT JOHN MACKENNA O’REILLY Ramiro Lagos Altamirano2 [email protected] Sociedad Chilena de Ciencias Geográficas Santiago, Chile RESUMEN Juan Mackenna, superintendente de Osorno entre 1797 y 1808, dibujó en total cinco planos de Osorno: tres versiones del “Plano Topográfico de la Jurisdicción de Osorno” y dos del “Plano Iconográfico de la Antigua Planta y Edificios de la Ciudad”, según consta en varios documentos. Sin embargo tanto sus originales como copias de ellos no existen en los archivos chilenos ni en el de Indias ni en el de Lima. En el Archivo General de Indias de Sevilla se encuentran dos mapas cuyos nombres coinciden con los dibujados por Mackenna, pero bajo el nombre de Miguel María de Atero. En esta comunicación se plantea la tesis que Atero copió los planos y firmó esas copias como si fuesen de su autoría, plagio que se trata de demostrar. Palabras claves: Osorno, mapas, Mackenna, Atero, plagio. ABSTRACT John Mackenna, superintendant of Osorno between the years 1797-1808 drew five maps of Osorno: three versions of the “Osorno´s Jurisdiction Topographical Plane” and two of “The new Osorno´s city Ichnographical Plane”, as various documents testify. But his originals or copys do not exist under his signature at Chilean files, nor at those of Sevilla and Lima. However at Sevilla´s General Indians File there are two maps whose title coincides with those drawn by Mackenna, but under the signature of Miguel María de Atero as author. This paper presents the thesis that Atero copy the maps and signed them as if they were a fruit of his own work, a case of comprobated plagiarism. Key words: Osorno, maps, Mackenna, Atero, plagiarism. Artículo recibido el 29 de octubre de 2014; aceptado el 26 de noviembre de 2014. 1 Este artículo es parte del Proyecto presentado al CNC, Fondart concurso fondo del libro. 2 Miembro permanente de la Sociedad Chilena de Ciencias Geográficas y Doctor en Geografía por la Universidad Complutense de Madrid, Madrid, España. Dossier Vol. 2, n.º 12, julio – diciembre 2015, Ramiro Lagos Altamirano Introducción Ninguna ciudad del imperio español puede ostentar el record cartográfico de Osorno, donde en tan solo en doce años (1792-1804) fueron dibujados cinco mapas de la ciudad y de su entorno. En publicaciones anteriores se ha analizado los de Ignacio Andía y Varela (Lagos, 2002), Manuel Olaguer Feliú (Lagos, 2004) y Miguel María de Atero (Lagos y Vahí, 20011, Vol.2). En esta comunicación se trata acerca de los trabajos cartográficos y geográficos realizados por el capitán de ingenieros y superintendente de la naciente colonia don Juan Mackenna O´Reilly, obra cuya inexistencia material genera una discusión que se plantea en este artículo. El personaje Juan Mackenna Juan Mackenna O´Reilly nació en Clogher, a 30 km al NW de Dublín, en la provincia de Ultonia, actual Irlanda del Norte, el 26 de octubre de 1771. A la temprana edad de trece años se trasladó a España (1784) para estudiar ingeniería en la Real Academia de Matemáticas de Barcelona, bajo la protección del “veterano conde O´Reilly, mi paisano y amigo”3 (Vicuña, 1902; Téllez, 1976; Guarda, 1990). Demostró aptitudes que le permitieron ingresar como cadete, de 16 años, al Regimiento de Irlanda (1787). Ese mismo año debió abandonar sus estudios para incorporarse a la Brigada Irlandesa y participar en dos campañas en Ceuta contra los marroquíes, lo que le valió el ascenso a subteniente. En 1791 regresó a Barcelona para reanudar sus estudios y al año siguiente ascendió a teniente del Real Cuerpo de Ingenieros y recibió el título de Ingeniero Extraordinario de los Ejércitos Reales. En carta a Bernardo O’Higgins (Vicuña, 1902) relataba sus acciones militares en España: “he servido cinco campañas en el ejército español, dos de ellas en África y tres contra los franceses en la llamada Guerra del Rosillón, en los años 1793, 1794 y 1795, habiendo tenido empleos de Estado Mayor”. Su desempeño en esta guerra contra la República de Francia fue notable, su cometido fue calificado como brillante en la defensa de la plaza de Rosas (noviembre de 1794). En la batalla de Bañolas volvió a destacarse, siendo herido en un pie. En esta campaña reemplazó exitosamente al Marqués de Coupigni en el cargo de cuartel-maestre (Jefe de Estado Mayor) de la División Izquierda del Ejército de Cataluña, siendo ascendido a capitán por el Rey Carlos IV (Real Orden de 22 de marzo de 1795) en recompensa de sus méritos. En conformidad a la ordenanza, debió ser ascendido a Teniente Coronel, con la unánime aprobación de sus superiores y compañeros. Presentó un memorial al Rey, pero su ascenso fue desestimado. El propio Coupigni le escribió desde Barcelona el 26 de octubre de ese año “la razón por la cual Ud. no ha sido ascendido, es por impedir las quejas de muchos oficiales más antiguos que Ud.” (Vicuña, 1902). Mackenna debió haber sufrido una total decepción que manifiesta, cuando años más tarde escribe a Bernardo O’Higgins, al señalar: muy a menudo me ha dejado perplejo el pensar en que la mala conducta de los oficiales españoles del ejército y la marina recibe más comúnmente recompensa que castigo, mientras que la buena conducta es casi uniformemente despreciada y a veces perseguida… es que España ha tenido la desgracia de ser gobernada durante largo tiempo por hombres débiles y de escaso valor moral, con poquísimas 3 Carta de Mackenna a Bernardo O’Higgins, en Santiago 20 de febrero de 1811. En esta carta Mackenna reconoce un vínculo de amistad, no de parentesco, con el conde Alejandro O`Reilly, Mariscal de Campo y Capitán General de Andalucía, aunque autores como Vicuña Mackenna, Téllez y Guarda señalan que era su tío materno. ~ 26 ~ Cartografía colonial de Osorno Espacio Regional excepciones” y más adelante agrega “aquel que conoce por experiencia la Corte de España, su depravación, su favoritismo y los recelos y antipatías de los españoles contra los extranjeros (Vicuña, 1902). Terminada la guerra contra Francia se le destinó a continuar sus servicios en Perú (Vicuña, 1902). El desaliento explicaría su decisión de marcharse a América en busca de nuevos rumbos, abandonando su carrera militar en la península. En octubre de 1796 zarpó llevando una recomendación (Vicuña, 1902)4 para su coterráneo recientemente designado Virrey del Perú, don Ambrosio O’Higgins. El viaje fue largo: tras escalas en Montevideo, Buenos Aires y luego de esperar 27 días en Mendoza, el 23 de enero de 1797 comenzó el cruce de Los Andes. Desde Valparaíso embarcó al Callao y llegó a Lima en mayo. El Virrey recibió con complacencia a este joven compatriota de 25 años, aprovechando de inmediato su experiencia como ingeniero para encargarle la reconstrucción del puente sobre el Rímac, que estaba a punto de colapsar. Pronto don Ambrosio evaluó las condiciones de Mackenna y decidió encomendarle una tarea para él muy importante y deseada: asegurar la ya comenzada repoblación de Osorno, para lo cual el 11 de agosto de 1797 lo designó Superintendente de la colonia, con atribuciones de Gobernador Político y Militar. Como una demostración de su celo, el Virrey del Perú dejaba bajo su dependencia exclusiva la autoridad del Superintendente. El 4 de octubre don Juan zarpaba en la fragata Castor, al mando de otro cartógrafo, explorador y geógrafo excelso, el capitán José de Moraleda, con rumbo a Chiloé, con las misiones de inspeccionar las fortificaciones de la Isla y de reclutar colonos para trasladar a Osorno. Después de 32 días de navegación desembarcaron primero en San Carlos de Ancud el 6 de noviembre y luego en Castro. Allí el flamante Superintendente comenzó a ejercer sus funciones: logró reclutar a 10 familias para trasladarlas a la naciente colonia de Osorno, donde arribaron el 30 de noviembre de 1797. Mackenna, un hombre ilustrado, se destacó en el manejo de la naciente colonia consiguiendo un rápido desarrollo y florecimiento de la agricultura, regulando la asignación y compra de tierras, la creación de incipientes industrias, la edificación urbana, la habilitación de caminos y puentes. Aumentó el número de habitantes y elaboró detallados censos con datos estadísticos de los movimientos de la población. Controló el trato con los indios y mantuvo con ellos provechosas relaciones, al estilo de su mentor el Virrey. Pero fue notable al demostrar una profunda vocación de geógrafo, con un incansable afán de conocer todo el territorio bajo su autoridad. Realizó varias expediciones con tal fin, a la cordillera andina, a la de La Costa, navegó el río Bueno hasta la barra, donde naufragó y casi se ahoga. Escribió detallados informes de sus viajes y plasmó sus conocimientos en documentos cartográficos e informes que analizaremos a continuación. Cuando en 1808 los ejércitos de Napoleón invadieron España, el entonces Gobernador, Presidente y Capitán General del Reyno de Chile, ingeniero militar don Francisco Antonio García Carrasco (Vicuña, 1902)5 consideró necesario que un militar de la experiencia de Mackenna estuviera disponible en el ejército y el 30 de junio de ese año le ordenó trasladarse a Santiago. Cumpliendo doce años alejado del quehacer puramente militar, el capitán Mackenna dejó Osorno a comienzos de enero del año siguiente y llegó a la capital en mayo de 1809. En 4 Vicuña Mackenna dice que era una recomendación de su tío general y conde O’Reilly. Pero éste falleció en 1794, ya anciano, cuando viajaba a Cataluña para asumir el mando del Real Ejército, en reemplazo del también recientemente fallecido general Antonio Ricardos.