Introducción al cine latinoamericano

Paper-16|| Module-13 Historia del cine latinoamericano XIII: El cine chileno

Content writer Carlos Izquierdo Tobías Former Visiting Faculty JMI, Central University New Delhi

Content writer Dr. Carlos Izquierdo Tobías Former Visiting Faculty JMI, Central University New Delhi

Language reviewer Dr. Murad Ahmad Khan Aligarh Muslim University

Content reviewer Prof. Mini Sawhney University of Delhi

Módulo 13. Historia del cine latinoamericano XIII: El cine chileno

CONTENIDOS

1. Objetivos 2. Introducción 3. Los orígenes del nuevo cine chileno 4. La etapa de la Unidad Popular 5. Cine, dictadura y exilio 6. El cine chileno de la democracia: años noventa 7. Un nuevo siglo para el cine chileno 8. Conclusiones

Chile

1. Objetivos Los objetivos principales de este módulo son:

- introducir al alumno a los eventos, figuras y obras cinematográficas más relevantes del cine chileno desde sus orígenes hasta la actualidad. - situar al alumno en el contexto histórico y cultural en el que se realizaron las películas chilenas más relevantes. - presentar el así llamado nuevo cine chileno que comienza en los años sesenta. - destacar los realizadores y obras más relevantes del cine en Chile durante la etapa de Unidad Popular. - resaltar los eventos, figuras y obras cinematográficas más relevantes del cine chileno realizado durante la dictadura de Pinochet. - presentar al alumno el cine chileno de la nueva democracia de los años noventa. - destacar las obras cinematográficas y los cineastas más destacados del cine chileno de las dos últimas décadas.

1. Introducción

En este módulo hacemos un breve recorrido por el cine de Chile desde sus orígenes hasta nuestros días y ponemos especial énfasis en las películas producidas a partir de los años sesenta con el nacimiento del así llamado nuevo cine chileno. El primer largometraje del cine chileno fue quizás Manuel Rodríguez, estrenado en 1910 y dirigido por Adolfo Urzúa, sobre uno de los patriotas chilenos que más trabajaron por la independencia de Chile. Sin embargo el El húsar de la muerte (1925) filme chileno más antiguo que se conserva es El húsar de la muerte (1925). Esta película también se basa en la visa de Manuel Rodríguez Erdoíza. La última película muda chilena fue Patrullas de avanzada (1931) de Eric Page. A pesar del apoyo que Chilefilms, institución creada en 1942 por la Corporación de Fomento de la Producción, brindó a la industria cinematográfica del país, esta tuvo que enfrentarse a grandes dificultades durante los años cuarenta. Las grandes superproducciones del momento buscaban llamar la atención de directores extranjeros, pero las inversiones no se recuperaban. La comedia de enredos El diamante de Maharajá (1946) de Roberto de Ribón es un ejemplo de tal tendencia que continuó hasta en la década siguiente. Sólo a finales de lo cincuenta y comienzos de los sesenta encontramos filmes como Tres miradas a la calle (1957) y Deja que los perros ladren (1961) de Naum Kramarenco, que anuncian la llegada de otro tipo de cine.

2. Los orígenes del nuevo cine chileno

En los años cincuenta la Universidad de Chile se convirtió en el centro de una intensa cultura cinematográfica. El cine club de esta institución promovió la realización de una revista especializada y ofreció proyecciones semanales de filmes extranjeros. En 1959 se fundó el Centro para el Cine Experimental que dirigió el documentalista Sergio Bravo. Este mostró gran interés en sus documentales por las costumbres populares locales uniéndose a una tendencia entre los artistas chilenos por recuperar tradiciones que habían caído o estaba cayendo en el olvido. La cantautora Violeta Parra, por ejemplo, popularizó canciones que había recopilado en el entorno rural.

En 1964 el demócrata cristiano Eduardo Frei ganó en las elecciones al socialista Salvador Allende. Apoyado por los Estados Unidos, que temían que Chile pudiera convertirse en ‘otra Cuba’, Frei se presentó como una alternativa moderada tanto a la derecha como a los partidos marxistas. En este contexto se enmarca la prohibición, por parte de la censura, del filme Banderas del pueblo (1964) en el que Sergio Bravo se centraba en la campaña electoral de Salvador Allende. Los artistas e intelectuales de izquierdas intentaron contribuir con sus obras a un debate que regenerara los discursos de los partidos marxistas.

El nuevo Gobierno de la Democracia Cristiana llevó a cabo algunas medidas con el fin de solventar el problema de las desigualdades sociales. Sin embargo, muchas de estas medidas terminaron favoreciendo los intereses norteamericanos. La creación de un consejo para fomentar la producción cinematográfica y la cesión de un porcentaje de taquilla a los productores locales no tuvo gran repercusión ya que no afectaron a las estructuras de distribución y comercialización, que continuaron favoreciendo a las empresas extranjeras.

El final de la década de los sesenta fue testigo de la madurez artística de los nuevos directores que con sus obras pusieron en marcha el nuevo cine chileno. Raúl Ruiz rodó Tres tristes tigres; Aldo Francia, Valparaíso mi amor; Miguel Littín, El chacal de Nahueltoro y Helvio Soto, Caliche sangriento. Los tres primeros títulos se pudieron ver en 1969 en el primer festival dedicado al nuevo cine latinoamericano en Viña del Mar.

Raúl Ruiz había estudiado en la Escuela de Santa Fe con Fernando Birri pero, al contrario que este, no creía que el neorrealismo documental fuera la mejor opción estética para el nuevo cine. Su primer largometraje, Tres tristes tigres (1968), se inspiró en la obra de teatro del mismo título de Alejandro Sieveking. El humor negro del filme sigue a tres personajes de la pequeña burguesía, Tito (Nelson Villagra), Amanda (Shenda Román) y Lucho (Luis Alarcón) que recorren los bares de la ciudad enfrascados en conversaciones anodinas y mostrando un gran desapego a la realidad circundante. La película cuestiona géneros, especialmente el melodrama que está en la base de la obra teatral en la que se basa, y sitúa la cámara en lugares inusitados evitando así perspectivas ideales. Tres tristes tigres se perdió

Valparaíso mi amor (1969) tras el golpe militar de 1973 pero pudo recuperarse gracias a una copia conservada en Uruguay.

En Valparaíso mi amor (1969) Aldo Francia nos cuenta la historia de cuatro hermanos que caen en la delincuencia y la prostitución después de que su padre haya sido encarcelado por un robo que cometió intentando alimentar a su familia. Caliche sangriento (1969) nos transporta a la guerra del Pacífico en 1880 que, según el filme, supuso el comienzo de la penetración imperialista en Chile.

Pero la película más popular del momento sería El chacal de Nahueltoro (1969) de Miguel Littín. Aunque la historia del filme se desarrolla durante el anterior Gobierno, el presidido por Alessandri, el filme logró denunciar las limitaciones de la política social del nuevo Gobierno democristiano. Basado en hechos reales que Littín investigó rigurosamente para la construcción de su guión, El chacal cuenta la vida de un campesino analfabeto que en estado de embriaguez asesinó a una mujer y sus cinco hijas; fue enviado a la cárcel donde se reformó y aprendió y oficio y fue finalmente condenado a muerte. El filme es una clara diatriba contra la moral de las instituciones públicas que no mejoran las míseras condiciones del campesinado pero que se atreven a juzgarlo.

3. La etapa de la Unidad Popular

La película de Littín contribuyó sin duda a que la Unidad Popular, una coalición de partidos de izquierda, ganara las elecciones de 1970 y llevara a la presidencia a Salvador Allende. El nuevo presidente del país tuvo que enfrentarse a los conflictos internos de la coalición que lideraba así como a un Congreso adverso a sus medidas y una derecha sometida a intereses extranjeros. Mientras Allende nacionalizaba los recursos mineros y los bancos, varios cineastas celebraban el nuevo orden proponiendo un cine nacional, popular y revolucionario que se concentrara en las historias de los líderes y movimientos obreros.

Miguel Littín se hizo cargo de Chilefilms, institución pública desde la que intento materializar sus ideas sobre un nuevo cine. Sin embargo, tuvo que hacer frente a una gran hostilidad burocrática que lo llevó a renunciar al puesto diez meses más tarde. Muchos cineastas desarrollaron su trabajo fuera del entorno de la institución aunque utilizaron en ocasiones los equipos de la misma.

El 11 de septiembre de 1973 el golpe de estado militar puso al general Augusto Pinochet en el poder comenzando así la dictadura cívico-militar que duró hasta 1990. Estos años fueron testigos de sistemáticas violaciones de derechos humanos por parte del Gobierno. Tras el golpe militar, Littín tuvo que terminar La tierra prometida en París donde se exilió. El filme habla de los campesinos desposeídos por la crisis de finales de los años veinte que vagan por el sur de Chile en busca de trabajo y de sus anhelos revolucionarios personificados en el líder campesino José Durán y la rebelión socialista de Marmaduque Grove. En los años anteriores al golpe, Raúl Ruiz se había mostrado como el director más prolífico. Para él, el cine de los que apoyaban a Unidad Popular debía moverse entre en el activismo cinematográfico, el cine oficial y el cine de expresión. Su largometraje La colonia penal (1971) se basó en En la colonia penitenciaria (1919) de Franz Kafka. El filme sigue a un periodista que viaja a una antigua colonia penitenciaria en una isla del Pacífico que se ha autoproclamado república independiente. Todos los habitantes de la misma, todos hombres, visten uniforme militar. Lo que para algunos críticos fue un ejercicio lúdico, fue para otros una premonición de lo que vendría después tras el golpe. Otro filme, el cortometraje Ahora te vamos a llamar hermano, rodado en 1971, habla sobre la pobreza de una familia mapuche y ensalza a Allende. Como Tres tristes tigres, la comedia Nadie dijo nada (1971) está protagonizada por personajes que recorren los bares de la ciudad. En esta cinta, se trata de tres poetas en busca de un argumento para un cuento. El mundo intelectual de la pequeña burguesía de comienzo de los setenta aparece aquí como marginal. El realismo socialista (1973) muestra las cambiantes posiciones políticas en Chile con las historias de un publicista de derechas que se convierte en un activista de izquierdas y un obrero que termina defendiendo la derecha radical.

4. Cine, dictadura y exilio

La radicalización política de Chile es analizada en el documental La batalla de Chile de Patricio Guzmán. Está compuesto por tres películas La insurrección de la burguesía (1975), El golpe de estado (1976) y El poder popular (1979) y fue editado en Cuba en el exilio. En Chile sólo pudo verse a partir de 1996, seis años después del final de la dictadura.

En El carrete mágico, John King recuerda la escena de La batalla de Chile en la que el camarógrafo argentino Hans Herman filmó su propia muerte en junio de 1973 cuando fue disparado por unos soldados mientras rodaba (1994: 253). Herman fue uno de los muchos cineastas asesinados o desaparecidos por la violencia militar en Chile. Los directores más notables del momento salieron del país con excepción de Aldo Francia que trabajó de médico en Valparaíso. Littín se exilió a México, Guzmán viajó a Cuba, Raúl Ruiz y Helvio Soto se instalaron en Francia. Mientras, el nuevo Gobierno destruía la poca La batalla de Chile (1975. 1976, 1979) infraestructura cinematográfica del país y quemaba el

material fílmico. Hasta finales de los años ochenta apenas se realizarían películas en el país.

Los cineastas chilenos en el exilio continuaron, sin embargo, su carrera cinematográfica. El primer largometraje de Raúl Ruiz en Francia fue Diálogo de exiliados (1974) que narra, en un tono irónico y mordaz, las tribulaciones de un grupo de exiliados chilenos en París. El filme no agradó a los exiliados, que no estaban preparados para una crítica paródica de la izquierda chilena. Ruiz buscó entonces trabajo en la televisión francesa que lo recibió con los brazos abiertos. En sus películas posteriores la idea del hogar ausente es central. En Las tres coronas de un marinero (1982) y La vida es un sueño (1986) la infancia es presentada como un lugar perdido que se anhela.

Miguel Littín llegó al México del Gobierno de Echeverría que lo recibió con entusiasmo. Prueba de tal hecho fue el apoyo financiero que el cineasta chileno recibió para la producción internacional de Actas de Marusia (1976), sobre el levantamiento de trabajadores salitreros en el norte de Chile y la represión que sufrieron por parte del ejército. Littín también adaptó a Alejo Carpentier en El recurso del método (1977) y a Gabriel García Márquez en La viuda de Montiel (1979). Más tarde, en 1982, el chileno realizó el primer filme nicaragüense en color, Alsino y el cóndor, una coproducción entre México, Nicaragua, Cuba y Costa Rica ambientada durante la lucha sandinista contra Somoza a finales de la década de los setenta. Por medio de la historia de un niño que se ha propuesto volar como un pájaro, Littín denuncia la presencia norteamericana en Nicaragua del lado de la dictadura somocista. En 1985 el cineasta regresó clandestinamente a Chile para rodar Acta general de Chile, sobre la realidad sociopolítica del país. El documental, de cuatro horas de duración, recorre la historia reciente de Chile y rinde tributo a Salvador Allende.

El cine del exilio se concentra generalmente en denunciar la dictadura de Pinochet y, en numerosas ocasiones, en reflejar las condiciones del exilio. Mientras que Llueve sobre mojado (1975) de Helvio Soto y La canción no muere, generales (1975) de Claudio Sapián proponen salvar la supuesta unidad utópica de los que perdieron ante la dictadura, los filmes Dos años en Finlandia (1975) y Presencia lejana (1975) de Angelina Vázquez se concentran en las dificultades de la vida de los chilenos en el extranjero.

5. El cine chileno de la democracia: años noventa

En 1988 el pueblo decidió en un plebiscito que Augusto Pinochet no seguiría en el poder. Esto sentó las bases para las elecciones democráticas del año siguiente, comenzando así la transición chilena a la democracia.

Ya en 1987, Pablo Perelman pudo rodar en Chile, aunque con financiación del Comité Nacional de Cine de Canadá, su largometraje Imagen latente que sin embargo no se estrenó hasta 1990. La trama narra las tribulaciones de un fotógrafo profesional que indaga sobre la desaparición de su hermano a la vez que cuestiona su propia posición política como artista al estilo de Sergio en la película cubana Memorias del subdesarrollo.

Dos estrenos de calidad abren la nueva década en Chile: La frontera de Ricardo Larraín y La tierra prometida, película que Littín había comenzado en 1973 en su país de origen y terminado en Cuba en el exilio. El filme de Larraín está ambientado en los últimos años de la dictadura de Pinochet y cuenta la historia de un profesor de matemáticas que es condenado a la pena de relegamiento en el territorio llamado La Frontera, al sur de Chile. Allí, bajo un férreo control institucional, rememora el exilio que lo separó de su hijo y conoce a una refugiada de la guerra civil española con la que mantiene una relación llena de contradicciones.

El Fondo Nacional para el Desarrollo Cultural y las Artes, FONDART, fue creado en 1992 con el objetivo de promover las artes y conservar el patrimonio cultural del país. Esta institución La frontera (1991) apoyó el cine chileno en los años siguientes. El mismo año se estrena, casi veinte años después de su rodaje y con gran éxito de crítica, Palomita Blanca de Raúl Ruiz, sobre la relación amorosa entre un chico adinerado y una joven de clase humilde.

A su regreso de Alemania, Gustavo Graeff Marino rueda Johnny 100 pesos (1993), sobre un estudiante de 17 años, envuelto en el robo de un videoclub que se le escapa de las manos. Con toques del cine de acción y suspense, el filme capta también la atmósfera social de los primeros años de la transición. En 1994 se ve un aumento de la producción cinematográfica en la que destacan Amnesia de Gonzalo Justiniano, sobre un campo de concentración durante la dictadura, y Los náufragos de Miguel Littín, que sigue a un exiliado a su regreso a Chile mientras este intenta comprender lo que le sucedió a su familia durante la dictadura.

Quizá el gran evento cinematográfico de 1995 fue la segunda restauración de la película muda de 1925 El húsar de la muerte, el único filme declarado Monumento Histórico Nacional. En 1997, Patricio Guzmán regresa a las pantallas con Chile, la memoria obstinada en el que el cineasta narra su regreso del exilio con una copia de La batalla de Chile y se reencuentra con los protagonistas de la misma.

Andrés Wood debutó en 1997 con la exitosa Historias del fútbol que cuenta, en tono de comedia y con pinceladas dramáticas, tres historias con el balompié como denominador común. Un año después, estrena El desquite, basada en la obra de teatro de Roberto Parra Sandoval y que nos transporta a principios del siglo XX. Se trata de una historia de amor y venganza entre una mujer que había sido rescatada de niña de una inundación y un terrateniente que la deja embarazada y luego la rechaza.

Larraín regresó en 1998 con El entusiasmo, que contó con el apoyo económico de Francia y España, pero que no logró el éxito de su anterior filme. Con una historia sobre una familia que se instala en una ciudad fronteriza para crear una empresa de turismo de aventura, la película analiza las ambiciones mercantiles del Chile del momento. Del mismo año es Gringito de Sergio Castilla que cuenta las aventuras de un niño forzado a vivir en Chile cuando sus padres regresan del exilio. La década termina con El chacotero sentimental (1999) de Cristián Galaz. Protagonizada por el DJ Rumpy que trabaja en una emisora de radio a la que los oyentes llaman para contar sus historias, la película rompió con las temáticas más políticas que definían el cine chileno. El chacotero sentimental inauguró una serie de filmes de gran éxito, entre los que se encuentran Sexo con amor (2003) o (2004), con los que el país entró en el nuevo milenio.

6. Un nuevo siglo para el cine chileno

El 2000 abre con Coronación de Silvio Caiozzi, basada en la obra homónima de José Donoso y que logra un amplísimo reconocimiento internacional. En 2001 Taxi para tres de Orlando Lübbert obtiene la Concha de Oro en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Considerada una de las grandes películas de aquellos años, está ambientada en los suburbios de Santiago con personajes unidos por la precariedad económica. En el género del documental son notables Aquí se construye (o Ya no existe el lugar donde nací) (2000) de Ignarcio Agüero, Pasos de baile (2000) de Ricardo Larraín y Un hombre aparte (2001) de Iván Osnovikoff y Bettina Perut, por mencionar algunos títulos. El segundo largometraje de Boris Quercia, la comedia al estilo italiano Sexo con amor, se convierte en la película más exitosa de 2003. También destaca Subterra de Marcelo Ferrari, entonces la producción más costosa del cine chileno, y que nos traslada a finales del siglo XIX para mostrarnos la lucha de los trabajadores de la mina de carbón Chiflón del Diablo, la más grande del mundo. Raúl Ruiz rueda de nuevo en Chile, tras décadas de trabajo en Francia, y lo hace para el largometraje Días de campo, con gran éxito de crítica. En el filme dos hombres entrados en edad conversan en un bar de Santiago como si estuvieran muertos. Del mismo año, es Machuca de Andrés Wood, cuyo éxito llega a superar las fronteras nacionales. Ambientada en los últimos días del Gobierno de Salvador Allende, justo antes Machuca (2004) del golpe militar, describe la amistad y deterioro de la relación entre dos muchachos de clase social distinta que se han conocido gracias a la iniciativa del padre McEnroe de educar a niños de diferentes orígenes económicos sin discriminación. El documental Salvador Allende de Patricio Guzmán consigue llevar al cine a 40.000 espectadores, una cifra tremendamente inusual para este género cinematográfico. Entre las 21 películas de 2005 destaca En la cama de Matías Bize, cuyo éxito hizo que se versionara más tarde en otros países. La vida me mata de Sebastían Silva consigue en 2007 la alabanza de la crítica. El año siguiente es, sin embargo, el año del record de producción en Chile: nada menos que 24 títulos llegan a las pantallas entre los que resaltan, entre otros, El cielo, la tierra y la lluvia de José Luis Torres Leiva, sobre cuatro personas que viven en la soledad de un islote del sur de Chile, y La buena vida de Andrés Wood, que cuenta cuatro historias del Santiago contemporáneo y que obtuvo el Goya a la mejor película de habla hispana. A finales de la primera década del nuevo siglo sobresalen La nana de Sebastián Silva y Dawson, isla 10 de Miguel Littín. El primer título nos habla de Raquel, una sirvienta que, viendo peligrar su puesto de trabajo, se dedica a hacer la vida imposible a sus competidoras. La nana fue la primera película chilena en ser nominada a los Globos de Oro en la sección de mejor película de habla no inglesa. La película de Littín regresa al cine más político en una historia que habla del campo de concentración al que el dictador Pinochet envió a los miembros del gabinete de Salvador Allende. De los últimos años podemos destacar Bonsai (2011) de Cristián Jiménez, Violeta se fue a los cielos (2012) de Andrés Wood, Joven y alocada (2012) de Mariely Rivas, No (2012), de Pablo Larraín y Gloria (2013) de Sebastián Lelio, entre otras.

6. Conclusiones

En este módulo hemos hablado del cine chileno desde sus orígenes hasta nuestros días. El primer largometraje del cine chileno del que se tiene conocimiento es Manuel Rodríguez (1910) de Adolfo Urzúa, aunque el más antiguo conservado es El húsar de la muerte (1925). En los años cuarenta la industria cinematográfica chilena tuvo que enfrentarse a grandes dificultades con producciones nada rentables. A finales de los cincuenta encontramos películas germen del nuevo cine que haría su incursión a finales de los sesenta. Las películas fundadores de lo que se ha venido a llamar el nuevo cine chileno fueron Tres tristes tigres de Raúl Ruiz, Valparaíso mi amor de Aldo Francia y El chacal de Nahueltoro de Miguel Littín

Con la llegada de Unidad Popular al poder, Littín se hizo cargo de la empresa estatal Chilefilms. El 11 de septiembre de 1973 el golpe de estado militar puso al dictador Augusto Pinochet en el poder. Muchos cineastas salieron al exilio donde continuaron desarrollando su carrera cinematográfica. Littín se exilió a México, Raúl Ruiz y Helvio Soto se instalaron en Francia. El cine del exilio denuncia la dictadura de Pinochet y reflexiona sobre las condiciones del exilio.

Con la llegada de la democracia a Chile, muchos cineastas regresaron a su país de origen. Littín, por ejemplo, rodó Los naúfragos. En 1997 debutó Andrés Wood con al exitosa Historias del fútbol. Otro de los directores destacados es Ricardo Larraín (La frontera, El esntusiasmo). En el nuevo milenio podemos destacar a Silvio Caiozzi (Coronación), Marcelo Ferrari (Subterra), Andrés Wood (Machuca), entre otros muchos.

Bibliografía

King, John (1990). Magical Reels: A History of Cinema in Latin America. Londres: Verso. (traducido como El carrete mágico, una historia del cine latinoamericano. Colombia: TM Editores.)

Fuentes de las imágenes

Chile https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/d/d5/Chile_%28orthographic_projection% 29.svg

El húsar de la muerte (1925) https://cinetecaudechile.files.wordpress.com/2008/10/p1000037.jpg

Valparaíso mi amor (1969) http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-78042.html

La batalla de Chile (1975. 1976, 1979) http://gunfreezone.net/wp-content/uploads/2016/11/La-batalla-de-chile.jpg

La frontera (1991) http://www.latercera.com/noticia/tvn-emitira-la-frontera-este-sabado-en-homenaje-a-ricardo- larrain/

Machuca (2004) http://www.cranleighfilmclub.org.uk/201516-season/machuca-sunday-25th-october-2015/

El copyright del poster, carátula, fotografías e imágenes de cada película pertenecen a las correspondientes productoras y/o distribuidoras. El uso de los mismos en esta presentación es para fines educativos y de divulgación del cine latinoamericano y sin ánimo de lucro.

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