Conversaciones Con Margot Honecker
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LA OTRA ALEMANIA, LA RDA CONVERSACIONES CON MARGOT HONECKER POR LUIS CORVALÁN Ediciones ICAL LA OTRA ALEMANIA, LA RDA Conversaciones con Margot Honecker Luis Corvalán Primera Edición, Agosto, 2000 Ediciones ICAL La reproducción total o parcial de este libro queda prohibida. No po- drá ser almacenado o transmitido de manera alguna o por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico o de grabación o de fotocopia, sin autorización de los autores. Registro de Propiedad Intelectual: 115.909 I.S.B.N.: 956-288-693-X Fotografía Portada: Tebni Pino Diagramación e impresión LOM Ediciones Concha y Toro 25, Santiago Teléfono: 672 22 36 - Fax: 673 09 15 Impreso en Chile "Yo no soy quien ha de hacer el balance de la RDA. No ha llegado la hora de hacerlo. Este balance lo harán otros y en otro momento. Yo entregué mi vida a la RDA. Asumí una parte importante de la responsabilidad por su historia, espe- cialmente a partir de mayo de 1971. Me siento confuso y, más que ello, debilitado por la edad y la enfermedad. Y sin embar- go, tengo, al término de mi vida, la certe- za de que la RDA no fue fundada en vano. Dejó planteado el hecho de que el socia- lismo puede existir y ser mejor que el ca- pitalismo. Fue un experimento que fraca- só. Pero la humanidad no ha abandonado jamás la búsqueda de nuevas verdades y caminos a causa de un experimento fra- casado". (DEL ALEGATO DE ERICH HONECKER ANTE EL TRIBUNAL DE LA RFA QUE PRETENDIÓ JUZGARLO). 3 SUMARIO I PRÓLOGO 7 II MARGOT FEIST 15 III EL DIFÍCIL COMIENZO 21 IV LAS CONQUISTAS SOCIALES 37 V LA EDUCACIÓN PÚBLICA 51 VI LA CULTURA Y EL ARTE 67 VII DIVISIÓN Y MURO 75 VIII LA VENDETTA DESATADA 91 IX REFLEXIONES SOBRE 1989 115 X DESPUÉS DE LA ANEXIÓN 139 XI EPÍLOGO 167 XII ANEXOS 183 5 I. PRÓLOGO La República Democrática Alemana, la RDA, quedará para siempre grabada en la historia por haber sido el primer Estado socialista construido en suelo alemán. Dirigido por los trabaja- dores, se formó en la parte de Alemania más atrasada y devas- tada por la guerra, tenía menos territorio que la Segunda Re- gión de Chile -solo 108 mil kilómetros cuadrados- y solo 16 millones de habitantes. A pesar de estas limitaciones, llegó a ser uno de los 10 países más industriales del planeta, alcanzando un alto grado de desarrollo y un buen nivel de vida. Su crecimiento económico no fue en beneficio de unos pocos, como acontece en el capitalismo, sino en beneficio de todos, en favor del pueblo. Clodomiro Almeyda, esclarecido y consecuente revolucio- nario socialista, después de diez años de permanencia en la RDA, decía que su mayor atractivo estaba en la unión entre el desarro- llo económico y el bienestar de la gente. "Los pasos adelante en la economía se proyectan siempre en el campo social, sirven al bienestar de los ciudadanos", declaró a la revista "Puente" en octubre de 1989. Y agregó: "A ello se suma un alto grado de desarrollo de la conciencia política y social del pueblo. El Partido Socialista Unificado de Alemania, el PSUA, sus partidos aliados y todas las organizaciones sociales se empeñan en mantener despierta la conciencia del pueblo en cuanto a la tragedia histó- rica que el fascismo representó para Alemania y Europa." Pues bien, desde que los corifeos y propagandistas del capitalismo tratan de hacerle creer al mundo entero que el so- cialismo fracasó en su proyecto de construir una sociedad supe- rior, he sentido el deber de retrucarles con el ejemplo concreto de la RDA. Margot Honecker abriga este mismo propósito. Con estas líneas pretendemos hacer una pequeña contribución a tal fin. 7 La RDA se distinguió por su decidida y permanente con- tacta en favor de la paz mundial y por la amplia y generosa )ráctica de la solidaridad internacional. Cuba, Vietnam, Etiopía, Mozambique, Angola y Chile, entre muchos otros países del lamado Tercer Mundo, recibieron su respaldo y su decidido y amplio apoyo moral y material. Quién escribe no vivió en la RDA, pero la visitó muchas /eces, siguió con permanente atención su desarrollo y su políti- ca, tuvo múltiples contactos con su gente y percibió muy direc- :amente sus sentimientos de amistad y solidaridad expresados m mil formas hacia el pueblo de Chile en los años del Gobierno iel Presidente Allende y durante la dictadura de Pinochet. En la IDA vivieron su exilio más de dos mil de nuestros compatriotas, militantes o simpatizantes de todos los partidos de la Unidad ^opular. Los alemanes los acogieron con los brazos abiertos, ^es resolvieron los problemas de vivienda, de trabajo, de salud y ie educación, y los rodearon de una atmósfera de cariño y fra- :ernidad. El encargado de las relaciones internacionales del PSUA ?ra Hermann Axen. Había pertenecido a la brigada Ernesto Thaelmann y peleado en España durante la guerra civil. Sabía ligo de español. Estuve muchas veces con él, y en cada ocasión m que solicité por su intermedio alguna ayuda concreta, inva- riablemente empecé por disculparme por la molestia o el pro- blema que podía conllevar mi petición. Entonces él, también nvariablemente, me decía: — No se preocupe, compañero. Para qué estamos sino es para ayudar. Espero se consideren estas páginas como una expresión de afecto y reconocimiento a la RDA, que para siempre quedó en nuestro corazón. Asumimos, a la vez, el deber de levantar nuestra voz de repudio al infame proceso abierto en la Alemania de Kohl en contra de Erich Honecker y de sus compañeros más cercanos y 8 proseguido hoy en contra de personas honorables que se des- empeñaron como ministros, parlamentarios, jueces, fiscales, soldados y oficiales del ejército o de los órganos de la seguridad de la RDA. La RDA surgió como consecuencia de la división de Ale- mania en 4 zonas ocupadas por las potencias victoriosas en la segunda guerra mundial y, más concretamente, como resultado previsible e inevitable de la decisión unilateral adoptada por Es- tados Unidos, Gran Bretaña y Francia, de crear la República Federal Alemana en las tres zonas que tenían a su cargo. De por sí se comprende que, al constituirse el Estado alemán occidental fue absolutamente inevitable la constitución de otro Estado en la zona oriental y la desaparición del status de zona ocupada por la Unión Soviética. Pero la comprensión y la lógica no abundan en la vida política nacional o internacional pues los más fuertes acostumbran imponer su diktat, como sucedió poco después de la derrota de la Alemania fascista. Entonces, las potencias occi- dentales se embarcaron en la política de la "guerra fría". Dichas potencias y los países bajo su influencia o dominación no reco- nocieron a la República Democrática Alemana, no mantuvieron con ella relaciones diplomáticas ni comerciales y por más de 20 años la dejaron fuera de las Naciones Unidas. Tal política se vino abajo en 1971 cuando la ONU terminó por reconocerla, en favor de lo cual hizo un valioso aporte el Gobierno del Presi- dente Allende al establecer, antes de ello, relaciones diplomáti- cas con la RDA. Luego, la Conferencia de Helsinki, celebrada en 1975, reconoció expresamente la legalidad de las fronteras europeas existentes en ese momento y que históricamente se habían formado y comprendían al Estado socialista alemán. En virtud de la nueva situación, hasta el Gobierno de la República Federal Alemana, encabezado por Helmud Kohl, mantuvo relaciones interestatales con el Gobierno de la RDA presidido por Erich Honecker. Más aún, el mismo Kohl llegó incluso a recibir a Honecker en Bonn, como jefe de Estado, con las ceremonias correspondientes, en septiembre de 1987. En 9 consecuencia, los procesos entablados contra Honecker y sus compañeros en la República Federal son absolutamente arbitra- rios y sólo responden al afán de los defensores y propagandistas del capitalismo de incriminar y denigrar al socialismo, presen- tándolo como un sistema que pasa por encima de los derechos del hombre y de todo principio humanista. Aquí se describe como fue posible pasar de un territorio en ruinas cultural, económica y socialmente devastado por el fascismo a un país donde los derechos humanos eran una reali- dad y sus ciudadanos tenían acceso al trabajo, a la educación, a la cultura y el deporte, se guiaban por altos y nobles valores y se preocupaban por el bienestar y la felicidad de cada persona y del conjunto social y donde existían un sistema económico en el cual predominaba la propiedad social y un régimen político de varios partidos asentados en las organizaciones de todos los sec- tores y en particular en la organización y en la conciencia de los trabajadores. Pensamos que al realzar estas verdades contribui- mos también a derribar el muro de las mentiras tejidas sobre la RDA. Como ha ocurrido siempre en la historia, las grandes trans- formaciones sociales que se emprenden en dirección al progre- so social afectan los intereses de unos pocos. Tal es la base y el origen de los conflictos de clase que conllevan acciones más o menos violentas de una u otra parte, comprendidos hechos do- lorosos no exentos de abusos e inequidades. En la RDA, ellos fueron de escasa ocurrencia y no aminoran la importancia de sus magnas realizaciones en favor del pueblo y de la paz en Europa. Bien dice el escritor Heins Kalhan: "Hasta en la lucha por la causa más justa no dejan de cometerse injusticias. Mientras ello no se considere un derecho, sino una desgracia, seguirá siendo la causa más justa". A tal causa consagraron sus vidas muchos hombres y mujeres del pueblo, destacados valores de la cultura y la ciencia 10 y connotados revolucionarios como Ernesto Thaelman, Wilhelm Pieck, Otto Grotewol, Walter Ulbricht y Erich Honecker, que solo buscaron transformar la vida social, política, cultural y eco- nómica en beneficio de todos.