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Los nombres del dinero. Breve historia del real de a ocho

Julio Torres Museo Casa de la Moneda

Resumen Las monedas hispánicas de la Edad Moderna eran de oro, plata y vellón. De cada metal se acuñaban varios valores. Había también monedas de cuenta, llamadas imaginarias porque no existían, solo servían para comparar unos valores con otros. De todas ellas conocemos sus nombres oficiales porque aparecen en la legislación y otros documentos públicos, y conocemos también los nombres o algunos de los nombres que les daba el pueblo que las manejaba, porque también aparecen en la documentación y en la literatura. Este trabajo intenta arrojar un poco de luz en la confusión que todos esos nombres pueden causarnos.

...es de advertir que en mis tiempos, que fueron hasta el año de mil y quinientos y sesenta, ni veinte años después, no hubo en mi tierra moneda labrada. En lugar de ella se entendían los españoles en el comprar y vender pesando la plata y el oro por marcos y onzas, y como en España dicen ducados, decían en el Perú o castellanos. 351

Inca Garcilaso de la Vega, Comentarios reales Esta cita, de primeros del siglo xvii, la época de don Quijote, nos muestra, en la ingenuidad de su prosa testimonial, que el dinero, la moneda, es un lenguaje. Significa un valor (se significa a sí mismo cuando él mismo tiene valor), significa cantidades de objetos o servicios por los que se puede conmutar, y se puede traducir a otras lenguas, a otras monedas. De manera que los hombres se entienden con ellas. La moneda abstracta es un sistema de cuenta; en principio, no sería necesario que existiese la moneda material (¿no vamos hacia ello?), pero históricamente el dinero, la moneda abstracta, se ha plasmado en monedas palpables, que son las palabras de ese lenguaje. Y el lenguaje del dinero se puede traducir también a la lengua normal, de manera que las monedas, tanto las reales como las abstractas (monedas de cuenta) tienen nombre, y la lengua normal cambia, evoluciona y, así, los nombres de las monedas cambian y se adaptan a las realidades en que se inscriben y a las personas que las utilizan.

La cita del Inca Garcilaso nos deja ver otra semejanza de la moneda con la lengua. Los españoles que llegaron al nuevo continente llevaron consigo su lenguaje y sus costumbres, que desde entonces fueron diferenciándose poco a poco de las que habían dejado atrás, que evolucionaron por su cuenta. Hasta hace poco, nosotros habíamos llegado a entendernos en pesetas y los descendientes del Inca se entienden hoy en soles. Nuestras formas de hablar también se han separado, aunque podemos entendernos.

Garcilaso habla de entenderse en ducados. En sus tiempos (1560-80), la unidad del sistema monetario material español para el oro era el escudo, o, al menos, así lo han establecido los estudiosos de la historia de la moneda, pero la unidad de cuenta seguía siendo el ducado, cuya acuñación había cesado oficialmente en 1543. El ducado siguió siendo unidad de cuenta hasta el reinado de Isabel II, pero, como tal, a partir del siglo xvii hacía referencia a una cantidad de plata, ya fuera expresada en plata o en vellón. En 1804 había tres ducados de cuenta, el de plata doble, antigua o vieja, el de plata nueva o corriente (la acuñada en 1686) y un ducado a secas, equivalente a 375 maravedís.

Tres metales En América todavía no se había acuñado oro en los tiempos de Garcilaso el Inca. Lo que sí se había acuñado, como él mismo subraya, es la palabra para referirse a una determinada cantidad real de oro, que él pone en relación con el castellano, nombre que recibían las monedas de oro anteriores al ducado, siguiendo la norma musulmana del doble dinar en lugar de la italiana del ducado o el florín. El ducado de cuenta no tenía múltiplos, pero el escudo sí los tenía, de dos, cuatro y ocho. Estos múltiplos recibían el nombre de doblones, siguiendo una tradición más antigua que algunos remontan al doble excelente de los Reyes Católicos. Al de ocho escudos se le llamó doblón de a ocho, o simplemente doblón, y onza, esto debido a que su peso coincidía con el de esta unidad ponderal, equivalente más o menos a ocho escudos y a 6,25 castellanos o pesos. El escudo doble se llamó doblón sencillo. El trentín, que en el siglo xvii se acuñó en Cataluña, imitando el doble ducado de los Reyes Católicos, era conocido como doblón de dos caras.

La unidad de la moneda de plata era el real. Esta moneda surgió a mediados del siglo xiv 352 como una pieza de buena plata a imitación de otras europeas. La denominación pervivió hasta la llegada de la peseta en 1868-69, e incluso sobrevivió, pues fue incorporada al nuevo sistema como un cuarto de peseta (25 céntimos de peseta). De hecho, aunque la peseta fuese la unidad oficial, se siguió hablando en reales hasta bien avanzada la última posguerra.

El maravedí era la unidad de cuenta de la moneda de vellón o cobre. Su origen como tal se sitúa en el siglo xiii, aunque parece tomar su nombre del morabetino de oro (acuñado por los cristianos a finales delxii a imitación de la moneda áurea musulmana coetánea) y de un posible maravedí de plata. El valor del maravedí de vellón era tan pequeño que casi nunca se acuñó el valor sencillo. Solo se utilizaba, por tanto, para expresar valores de otras monedas, ya que todas las demás eran reducibles a él. Se acuñaron múltiplos del maravedí, que recibieron nombres relacionados con su valor o su peso en un momento determinado, pero muy coloquiales: cuartos, ochavos, etc. Los nombres de las monedas de vellón, de ínfimo valor, han sido utilizados en el lenguaje usual para expresar la ausencia o escasez de dinero, con frases como «no tener cuartos» o «estar sin blanca» (la blanca era una moneda de vellón medieval equivalente a dos maravedís, el cuarto eran cuatro maravedís, no confundir con el cuartillo o cuarto de real).

En Nueva España, donde solo hubo una efímera acuñación de moneda de cobre de 4 y 2 maravedís (1/8 y 1/16 de real) en 1542, se dieron esos valores, al escasear estas, a otros objetos con valor monetario reconocido entre sus usuarios: los tlacos y los pilones. La palabra tlaco parece que significaba «la mitad de algo», lo que aproxima su génesis a la de los coloquiales cuartos y ochavos de la Península, y se aplicó al valor de cuatro maravedís, que era la mitad de un cuartillo o cuartilla; se llamó pilón al valor de dos maravedís, que servía aproximadamente para pagar un pilón o trozo de azúcar pequeño. León-Portilla mantiene que la mínima manipulación que ejercían algunos tenderos sobre el pilón de sus pesos, para obtener con ello exiguos beneficios, dio origen a la expresión dar o tomar algo «de pilón», es decir, de poca entidad y de más (en el mismo sentido que la propina o la sisa), pero no está muy clara la relación con el objeto monetario1.

Otra unidad de cuenta que conviene conocer es el real de vellón, que correspondía, como el ducado, a una determinada cantidad de maravedís, en este caso a 34. Se instituyó en el siglo xvii como una unidad fija pero imaginaria que solventara la escasa capacidad de las monedas reales para expresar equivalencias estables entre ellas a causa de sus fluctuaciones.

El peso de oro El ducado llegó a la Península a través de la Corona de Aragón, procedente de Italia, cuyas ciudades-estado, grandes potencias comerciales, habían impuesto sus monedas (el florín y el ducado) como divisas internacionales. El peso del ducado castellano era ligeramente inferior al de la moneda llamada castellano, a la que pretendía sustituir. El castellano o dobla había arraigado como medida de peso del oro, hasta el punto de ser denominado simplemente peso, aunque su peso no era coherente con la tabla de subdivisiones del marco de Castilla para el oro: un marco de ocho onzas, 64 ochavas, 400 tomines y 4800 granos. Entre las ochavas y los tomines, se insertaba, fuera de proporción, el castellano, que siendo una cincuentava parte del marco se impuso sobre los otros divisores en el uso o 353 en el habla común. Subdivisión del marco castellano para pesar oro

Marcos Onzas Ochavas Castellanos Tomines Granos Gramos 1 8 64 50 400 4800 230,0 465 1 8 6 + 2 tomines 50 600 28,75 1 0,78 6 + 3 granos 75 3,59 1 8 96 4,6 1 12 0,59 1 0,049

Los gramos están calculados para un marco de 230,0465 gramos (peso oficial en el momento de la adopción del sistema métrico decimal)

El nombre «peso» se utilizaba ya en Castilla a finales del siglo xv, pero fue en América donde arraigó, evolucionó y se asentó, perviviendo como palabra para designar monedas hasta hoy mismo. En el Nuevo Mundo enseguida fue utilizado para denominar a una cantidad de oro fino equivalente a lo que había sido el castellano de tiempos de Enrique IV e Isabel I, que lo denominó medio excelente (el excelente de las primeras emisiones era una moneda ostentosa, de alto contenido áureo, que equivalía a dos castellanos). El castellano era una moneda de oro casi puro que pesaba 4,6 gramos. Algunos españoles quizá llevaran con ellos monedas de ese tipo, pero en los primeros años en América, aunque existía abundancia de oro no existían los medios ni el permiso para acuñarlo, por lo que se tomó la costumbre de tratar con oro sin amonedar, en pasta o en polvo, partiendo de su peso.

Pero la mayor parte del oro con que se trataba era de inferior y variada calidad. El uso fue regularizando el oro en dos tipos principales: el oro fino, similar al monetario, de una ley del 91,6%, y otro tipo de oro, de poco más del 50%, que se conocía en la Nueva España como oro de tepuzque, que venía a significar oro mezclado con cobre u oro bajo, pues la palabra tepuzque designaba al cobre, pero también se utilizó para referirse a cosas de baja calidad. El peso de buen oro valía 450 maravedís, mientras que el de tepuzque se valoraba en 272 maravedís, cantidad que coincidía con el valor de la plata contenida en una moneda de ocho reales, por lo que a esta pieza se la denominó peso de plata2.

Los nombres de las monedas de oro y plata solían expresarse empezando por el tipo de moneda seguido por el valor de la pieza concreta. De este modo, se habla de reales sencillos, de a dos, de a cuatro y de a ocho, siendo esta última, real de a ocho, la denominación oficial del peso de plata.

El peso de plata La pieza de ocho reales, múltiplo del real previsto en la pragmática de Medina del Campo, con la que los Reyes Católicos reordenaron la moneda castellana en 1497, se empezó a acuñar a mediados del siglo xvi, y respondía, casualmente, al patrón monetario en boga en la 354 Europa de su tiempo, el del guldengroschen o , acuñado inicialmente en y en otros estados del sur de Alemania. Las monedas acuñadas por la monarquía hispánica en sus cecas americanas conservaron durante sus más de tres siglos de vigencia su contenido intrínseco originario, salvo episodios más o menos esporádicos de corrupción de determinados funcionarios. Sin embargo, la dinastía borbónica procedió a la creación de un subsistema monetario que constaba solamente de los valores inferiores (real de a dos, sencillo y medio). Esto no afectó en absoluto a los reales de a ocho y de a cuatro, que eran los que más se acuñaban en América. En este momento, la denominación «real de a ocho» era ya inexacta, pues, aunque equivalía más o menos a ocho piezas de reales sencillos de su misma ley, su valoración era diferente en las piezas de menor ley, llamadas provinciales. En la moneda de cuenta, el real de a ocho llegó a valer veinte reales de vellón.

Durante esos tres siglos la moneda de plata de los dominios americanos del rey de España se convirtió en la divisa internacional por excelencia, en competencia únicamente con ciertas variantes del ya mencionado thaler alemán que circulaban por el norte de África en el siglo xviii. Los reales de a ocho y de a cuatro se extendieron por todo el planeta hasta llegar a China, donde eran muy apreciados por banqueros y comerciantes, ya que su moneda oficial había sido siempre fiduciaria, de cobre fundido. La moneda columnaria y, más tarde, la de busto, circulaba por el territorio chino, donde recibía las marcas, como si de firmas de verificación se tratase, de aquellos mercaderes y financieros que la aceptaban como medio de pago. Parte de esta moneda de plata se fundía en lingotes de formas características y pesos normalizados, marcados también con signos que respaldaban su calidad3.

En su camino por el mundo, el real de a ocho y sus imitaciones recibieron diversos nombres, de los cuales el principal fue, como ya hemos visto, el de peso, que era el que le daban los propios españoles. Desde los años treinta del siglo xviii, la palabra peso se acompañaba a menudo con dos adjetivos que venían a significar lo mismo: fuerte y duro. Peso fuerte y peso duro eran equivalentes a peso de buena plata. En América tuvo más éxito la palabra peso, mientras que en España poco a poco se fue conociendo esta moneda como duro, a la vez que iba dejando a un lado su condición de múltiplo del real para convertirse en eje de los sistemas monetarios europeos coetáneos, como el del franco germinal napoleónico, cuya pieza de 5, base posteriormente de la Unión Monetaria Latina, equivalía más o menos al duro español. La onza o doblón de a ocho también fue ganando protagonismo sobre las piezas menores, hasta el punto de que se encuentra en textos la denominación octavo para referirse al escudo sencillo.

Otros nombres con los que se ha conocido el peso español son piastra, palabra de procedencia italiana referida a una pieza delgada de metal (que ha dado nombre a varias monedas), y, en menor medida, pataca, nombre de posible ascendencia árabe de una moneda portuguesa. La gran popularidad y expansión del primer modelo borbónico, con la imagen de dos globos terráqueos flanqueados por las dos columnas de Hércules, le valió también el nombre de columnario, que se tradujo o adaptó a otras lenguas: pillar , saeulen piaster, colonnato, etc4.

Partiendo de la documentación peruana consultada por él, Lazo apunta otras denominaciones de las piezas de plata. El real de a ocho se llamó también patacón y doble; el de a cuatro, medio fuerte, medio duro, medio peso y tostón; el de a dos, dos, peseta y tomín; el real, 355 sencillo, media peseta, ochava y tomín; el medio real, realito, y el cuarto de real, cuartillo5. Del peso al dólar Moneda de 8 reales del tipo llamado columnario El peso fue utilizado como moneda de intercambio por las colonias inglesas (siglo XVIII) de Norteamérica, donde no se permitía acuñar moneda, y en toda la zona caribeña. Más adelante su patrón fue adoptado como moneda oficial de VER IMAGEN los Estados Unidos de América con el nombre de dólar. Esta denominación, dollar, era una de las formas que tenían los anglófonos de referirse a lo que también llamaban piece of eight. La palabra tiene su origen en el ya mencionado thaler, que evolucionó fonéticamente a talero, tolar, daler, dalar, daalder, etc., en otras lenguas europeas y a dollar en inglés. Inicialmente se denominó guldengroschen a varias monedas que pretendían reflejar en una pieza de plata (más abundante entonces) el valor de otras de oro, como el florín o el ducado. Los guldengroschen acuñados en Bohemia con la plata procedente de las minas de Sankt Joachimsthal (valle de San Joaquín) se empezaron a llamar joachimsthalers y , y este nombre se generalizó a las otras piezas de su modelo, incluido el real de a ocho en los territorios de lengua anglosajona.

El peso novohispano era, pues, la moneda aceptada en todos los territorios americanos, independientemente de su nacionalidad. A las trece colonias inglesas que más tarde constituirían los Estados Unidos llegaba, ya desde el siglo xvii, directamente desde México, pero también desde los territorios caribeños, como fruto del comercio legal o ilegal. Era denominado spanish dollar. La colonia de Maryland emitió en 1767 papel moneda con valor en dólares, pagadero en chelines y peniques esterlinos6. Tras la independencia, no fue inmediata la instauración de una moneda nacional, pero, luego de algunos titubeos (en 1785 se adoptó el propio peso como base de su moneda), sería en 1792 cuando se proclamó oficialmente el dólar como unidad monetaria de los Estados Unidos, tomando como patrón el peso o real de a ocho, pero dividiéndolo en cien centavos, de acuerdo con la tendencia a adoptar el sistema métrico decimal ya iniciada en Francia. En 1803 cesó temporalmente la acuñación de dólares americanos y se siguió utilizando la moneda española y luego mejicana hasta la reanudación definitiva de la emisión en 1836. La moneda mejicana no dejó de circular hasta que, en 1857, los Estados Unidos empezaron a fabricar moneda fraccionaria de cobre y níquel.

El signo del peso y del dólar Existen varias teorías o propuestas acerca de la procedencia del popular signo que representa al peso y al dólar, $, una S cruzada verticalmente por una o dos barras7:

• a) se trata de la evolución gráfica de un 8 (reales) cruzado por una o dos rayas verticales, • b) procede de la abreviatura de US, una U y una S superpuestas, • c) es una representación estilizada de las columnas de Hércules que aparecen en las monedas (que serían las barras verticales) y la cinta que las rodea con la leyenda PLUS ULTRA (que sería la S), • d) proviene de la abreviatura escrituraria de la palabra «pesos», que en las cuentas se representaba como ps, y que aparece en manuscritos desde 1775, utilizada por 356 comerciantes norteamericanos de origen inglés en sus tratos con la Nueva España. El signo no se encuentra en impresos hasta ya pasado el 1800. Ejemplar de los primeros Aunque la teoría relacionada con las columnas de Hércules es la más dólares USA emitidos en extendida, sobre todo entre quienes prefieren lo ben trovato a lo vero, plata la más plausible es la cuarta propuesta, pues no se trata de una brillante ocurrencia, sino el resultado de un estudio realizado a principios del siglo xx VER IMAGEN por Florian Cajori, miembro de la American Mathematical Society y experto en historia de la notación matemática, quien observó la evolución en unos pocos años de la abreviatura ps en las cuentas manuscritas hasta convertirse primero en una p y una s superpuestas y más tarde, especialmente desde que aparece impreso, en el signo que conocemos8.

Según Newman (1993), los comerciantes británicos que se trasladaron a la y Florida tras el cambio de propiedad del territorio en 1764 convirtieron el antiguo signo ps utilizado por los españoles para expresar el peso en una ligadura que terminó convirtiéndose en el signo actual. La documentación de este proceso comienza más o menos en 1768, y en 1799 se documenta el primer signo de dólar ya en su forma completamente evolucionada.

No hay que descartar, sin embargo, otros orígenes paralelos o independientes, pues el signo $ se usaba en Portugal (ya en 1544) y Brasil para representar los millares, recibiendo el nombre de cifrão (cifra grande). Su origen es aritmético y, aunque coincide con el signo de pesos, no parece posible demostrar que ambos tengan un origen común9. Posiblemente los tipógrafos consideraron que el signo $, ya existente, se parecía a la nueva abreviatura manuscrita y decidieron utilizarlo.

El duro y la peseta Quienes hayan convivido algún tiempo con el sistema monetario de la peseta sabrán que, oficiosamente, se llamaba duro al conjunto de 5 pesetas y a la moneda (o billete) que lo representaba.

Como sabemos, el duro es anterior a la peseta, pero también la peseta, o por lo menos la denominación, es anterior a la peseta, a la unidad del sistema monetario instaurado tras la Revolución de 1868 para integrarse en el modelo europeo. Aunque algunos comentaristas hacen derivar el término de un diminutivo de peso, si volvemos, nuevamente, a apoyarnos en la documentación, encontramos que, al menos desde la guerra de Sucesión de principios del siglo xviii, se llamaba pesseta o piececita, en Cataluña, a la muy usada y popular pieza de dos reales. La denominación sería el diminutivo del catalán peça (pieza, pronunciado pesa), y designaría al múltiplo más pequeño del real10.

La peseta aparece ya en el Diccionario de Autoridades de la Real Academia Española (edición de 1737) como «La pieza que vale dos reales de plata de moneda provincial, formada en figura redonda. Es voz modernamente introducida». Su nombre apareció por primera vez en monedas acuñadas en Cataluña durante la etapa napoleónica. Sin embargo, se encuentra raramente en la literatura castellana antes de 1868, aunque se observan usos bastante coloquiales. Como la peseta de dos reales de plata provincial valía cuatro reales de vellón, y el duro valía veinte reales de vellón, reducidos a moneda de cuenta la relación entre ambos (duro nacional, peseta provincial) era de cinco a uno. Por tanto, al erigirse la peseta en unidad del sistema, se denominó, popularmente, duro a su múltiplo de cinco, que, ahora decimal, seguía teniendo paralelismo con 357 la pieza de cinco francos. La plata doble Moneda de 8 reales de los conocidos como En los registros de la fragata Mercedes las partidas de moneda de plata “de escudo y cruz” aparecen consignadas, por lo general, como pesos «en plata doble» o «en y thaler de Segismundo plata doble de cordoncillo». de Tirol

Según Manuel Vilaplana, la denominación plata doble se usó en el siglo xvii VER IMAGEN y primer del xviii, pero su significado varió con el tiempo. Inicialmente se referiría a los reales de a cuatro y de a ocho, pero a partir de 1718 se aplicaría a la plata provincial, de menor valor que la acuñada en América, pero de valor doble que los reales de vellón11.

En 180412, en la Península, el término «plata doble» solo aparece referido a uno de los ducados de cuenta, el de plata antigua, valorado en casi 21 reales, en tanto que el de plata corriente o nueva valía 16 reales y medio, y el de vellón 375 maravedís. La distinción entre plata antigua y plata nueva se estableció en 1686; la antigua respondía a una talla de 67 piezas sencillas por marco (unos tres gramos y medio), y la nueva a 83 y 1/4 piezas (menos de tres gramos). A escala de real de a ocho, esto suponía unos cinco gramos de menos. Este nuevo peso de 1686 era en 1804 moneda de cuenta (la «plata nueva» se ordenó retirar en 1728) y se conoció como peso de 128 cuartos (512 maravedís). Las monedas de plata nueva de 1686 se conocen con el apelativo de marías, debido a que en su reverso aparecía el monograma de MARIA y una leyenda religiosa o moral. El real de a ocho antiguo se llamó desde entonces escudo de plata, para afirmar su superioridad.

Para saber el significado de la plata doble de la carga de laMercedes deberíamos ir a documentos del Perú, ya que allí es donde se embarca y registra la carga. Y allí Carlos Lazo nos dice que «la contabilidad de las casas de amonedación agrupó los reales de a ocho y de a cuatro bajo una denominación más general al incluirlos dentro del concepto de “pesos dobles”. Las suertes restantes, sin más, fueron categorizadas como monedas menudas»; estas monedas menudas incluían los reales de a dos, uno, medio y cuarto de real13. Aunque Lazo no cita la fuente concreta de su afirmación, que debe de ser abundante y generalizada, encontramos la expresión en varios documentos de los que publica al final del segundo tomo, de la Casa de Moneda de de finales del sigloxviii 14.

Por tanto, creemos que la expresión «plata doble de cordoncillo» se refiere a que la carga viene en monedas de 8 reales o pesos y de cuatro reales o medios pesos, aunque parece que también se han recuperado algunas piezas de dos reales, quizá pertenecientes a las muestras enviadas a la Casa de la Moneda de Madrid. El cordoncillo es el adorno que se labraba en el canto de las monedas con una máquina llamada cerrilla o acordonadora, pero el hecho de llevar cordoncillo las monedas no es una marca de su valor, pues las había anteriores y posteriores a la reordenación de 1772. Lima acuñó con cordoncillo desde 1751 y Potosí desde 177215. En la práctica, la expresión «moneda de cordoncillo» se opone a «moneda macuquina»; esta era la moneda labrada y cortada toscamente, con martillo y tijera, sin ninguna medida que impidiera su corte y manipulación después de haber sido acuñada. Eran monedas que corrían 358 como lingotes certificados por el cuño del rey, aunque eso no excluía la existencia de fraudes y episodios de corrupción, que solo se podían detectar mediante el ensaye de las piezas. Moneda macuquina Sobre el origen del nombre macuquina se ha hablado mucho, sin llegar (obsérvese su tosca a una conclusión que se pueda dar como definitiva. La Real Academia elaboración) Española no se pronuncia al respecto en su Diccionario. Se le ha hecho derivar del árabe y del quechua, esto más probable por cuestiones geográficas. También podría relacionarse con el nombre de macuqueros VER IMAGEN que se daba a los mineros más o menos ilegales que intentaban explotar las minas abandonadas. En inglés estas monedas se llamaban crude type o cobs. Con un sonido parecido, que hace sospechar para ambos términos un origen fonético, se llamó macacos y macacas a diferentes piezas en diferentes territorios americanos.

Las monedas en 1804 Hasta aquí hemos visto, desde un punto de vista teórico, la historia más o menos anecdótica de los nombres de las monedas que podían usarse en 1804. Pero si tomamos como guía el Prontuario o razón de todas las monedas de oro, plata, vellón e imaginarias de España…, compuesto por un enigmático P. J. M. A. e impreso en 1804 por la viuda de Ibarra, encontramos el panorama, bastante confuso a nuestros ojos, que transcribo en las tablas adjuntas, de las monedas reales y de cuenta que uno podía encontrarse en el mercado de Madrid. Seguramente solo los contables tendrían serios problemas, puesto que en el mercado diario, en el de la bolsa de la compra, se hablaría en cuartos, ochavos, reales y pesetas (provinciales), con alguna alusión a sus valores en reales de vellón y maravedís.

Monedas de oro efectivas corrientes del nuevo cuño

Denominación Pesos* Reales Maravedís Total Reales** Doblón de a ocho 21 3 26 320 Medio doblón de a ocho 10 9 14 160 Doblón de oro 5 4 24 80 Medio doblón de oro 2 9 30 40 Escudito de oro de nuevo cuño 1 4 32 20

* Las equivalencias en pesos de todas las tablas están expresadas en pesos de 128 cuartos, es decir, de 512 mrs (15 rs + 2 mrs) cada peso ** Cada peso de 128 cuartos de la primera columna se multiplica por 15 rs y 2 mrs

Monedas de oro imaginarias

Denominación Pesos Reales Doblón sencillo 4 60 + 8 mrs Dobla de oro de cabeza 0 14 + 9 mrs 359 Monedas de plata efectivas

Denominación Pesos Reales Maravedís Total Reales Peso fuerte 1 4 32 20 Medio peso o escudo de plata 0 10 Peso del año de 1718 1 0 32 16 Medio peso del mismo año 8 Peseta columnaria 5 Real de plata columnario 2 17 Peseta 4 Real de plata 2 Real columnario* 1 8 1/2 Real de vellón** 1

* Este real columnario debe de ser errata por medio real o realito ** El real de vellón ni era una moneda de plata ni era efectiva, pero respetamos la tabla original

Monedas de plata imaginarias

Denominación Reales Maravedís 17avos Ducado de plata doble o antigua 20 25 15 Ducado de plata nueva o corriente 16 17 Peso de 15 rs y 2 mrs o de 128 cuartos 15 2 Ducado 11 1

Monedas de vellón efectivas Monedas imaginarias de vellón

Denominación Maravedís Denominación Maravedís Pieza de dos cuartos 8 Blanca 1/2 Cuarto 4 Cornado 1/4 Ochavo 2 Maravedí 1

360 Las monedas provinciales Aparte de las monedas que hemos visto hasta aquí, existían todavía una serie de monedas propias de cada reino, que se llamaban provinciales, incluidas las de plata baja y las de vellón circulantes en Castilla, de las que ya hemos hablado. Tenían moneda propia los reinos de Aragón, Cataluña, Mallorca, Navarra y Valencia. Casi todas eran monedas residuales de acuñaciones de reinados anteriores. Solo vamos a nombrarlas de manera concisa, siguiendo el Prontuario de monedas publicado en 1804. En los cuatro reinos de la Corona de Aragón circulaban también las monedas de vellón castellanas, pero en Navarra solo circulaba la suya propia.

El sistema de cuenta en Navarra era muy semejante al castellano: reales, pesetas y ducados, y tenía, además, su propio maravedí, que era moneda efectiva de cobre y valía casi dos maravedís de vellón del sistema general. La mitad de su maravedí era el cornado, que también era moneda efectiva, de origen medieval. Del antiguo sistema monetario de la libra quedaba un vestigio nominal a través del sueldo, como llamaban al real de vellón. También existían, dentro de los divisores, el gros y la tarja.

En toda la Corona de Aragón se utilizaba la libra como unidad de cuenta desde la Edad Media. La libra ponderal había sido creada, o normalizada, nada menos que por Carlomagno, dividida en 20 sueldos; cada sueldo tenía, a su vez, 12 dineros, que también fueron monedas. En 1804 la libra equivalía a casi 19 reales de vellón en Aragón, casi 11 en Cataluña, poco más de 15 en Valencia y algo más de 13 en Mallorca (Baleares). En Aragón propiamente dicho eran piezas efectivas el dinero, que valía dos maravedís de vellón, la tresena, de tres dineros, y la sisena, de seis. En Cataluña, Mallorca y Valencia corrían dineros (en Cataluña, llamados ardites) con un valor entre el maravedí y los dos maravedís, y algunos múltiplos del dinero, nombrados como tales: dobler, treseta, sisén.

1 (Muñoz, 1976: passim; León-Portilla, 1976: 9 y s; Canudas, 2005: 748). 2 (Orozco, 1854: 6 y ss). 3 (Bátiz ,1976: 18). 4 (Bátiz, 1976: 14). 5 (Lazo, 1992, t. ii, 138). 6 (Newman, 1986; Romano, 1998: 93-94). 7 (Moreno, 1965). 8 (Cajori, 1912: 521-530; 1913: 848-850; 1929: 15 y ss). 9 (Cajori ,1928: 63). 10 (Crusafont; Balaguer, 1993). 11 (Vilaplana, 1997: 167 y ss). 12 (Prontuario) 13 (Lazo,1992: t. ii, 138). 14 (Lazo, 1992: t. ii, 360 y ss). 15 (Lazo, 1992: t. ii, 148).

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