Medios De Comunicación Y Educación Para El Desarrollo
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MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y EDUCACIÓN PARA EL DESARROLLO Mabel González Los maratones de solidaridad en TV Los maratones de solidaridad en televisión son un fenómeno en alza desde hace unos años en España. Aunque existen diferentes formatos, dos son los fundamentales: galas musicales en horario de máxima audiencia (por la noche) para recaudar fondos que se donarán a una o varias ONG u organizaciones internacionales, o bien un “maratón” en el que, durante 12 ó 24 horas, la programación completa de la cadena se dedica a la recaudación de fondos para una organización o una causa concreta. Generalmente la programación se basa en dos criterios: la continuidad con una catástrofe que ha llamado la atención de los medios de comunicación y de la opinión pública (crisis de los refugiados en Ruanda, huracán Mitch...) —un ámbito en el que la atención sigue siendo muy selectiva— o bien la cercanía de las fechas navideñas, que se consideran propicias para despertar la solidaridad y “rascar el bolsillo” de los espectadores. Así, en medio de la vorágine de las compras y el consumismo navideño, uno puede sentirse comprometido y solidario. En este sentido, los programas analizados emiten mensajes como Se está terminando el año y no he hecho nada de lo que sentirme orgulloso: hoy puedo hacer una buena obra1 Por eso, porque nos sobra, y porque todos estamos más blandos en Navidad, que es tiempo de alegría2 Los mensajes se centran en la compasión: no presentan ningún análisis de las causas de los problemas, se simplifica y se utiliza un mensaje sensiblero que trata de que los espectadores se conmuevan y realicen donativos. El objetivo más claro es la recaudación de fondos, y con este fin se invita a la caridad (por ejemplo, se menciona como “una cuestión de suerte” el hecho de ser ricos o pobres, sin una interrelación de las causas que se enconden detrás de estas situaciones). Sin embargo, no se realiza una labor de sensibilización o concienciación, que podría permitir una implicación solidaria mayor y más sostenida, más allá de momentos concretos, derivada de una percepción de las causas de la pobreza y la desigualdad. Si se suele afirmar que la población de los países del Norte tiene una percepción distorsionada del Sur (condicionada por continuas imágenes de desastres, climatológicos o de otro tipo, y de guerra), es indudable que estos programas no contribuirán a fomentar un mejor conocimiento de su realidad. El tipo de mensaje 1 Ver la ficha correspondiente a TVE y la descripción de la Gran Gala Telefood 99, a favor de la FAO. 2 Ver la descripción del telemaratón de Canal Sur de Andalucía y la Fundación Tierra de Hombres. predominante busca el impacto emocional, que siempre es momentáneo y no tiene continuidad, y al mismo tiempo bloquea el análisis racional sobre la situación. Algunos de estos programas pueden calificarse incluso de variante compasiva de la telebasura, ya que su mensaje es claramente manipulador: Somos afortunados, no pasamos hambre e incluso tiramos comida, ¿de verdad no podemos dar algo, aunque sea poco? Estas cifras que está oyendo, ¿no le remuerden la conciencia?3 Si ayudamos a curar a estos niños negritos, luego hasta pueden llegar a jugar de futbolistas en el Sevilla o en el Betis Se está mercantilizando la compasión de las personas, lo que produce a las cadenas un alto rendimiento en audiencia (como muestran los datos incluidos en las fichas por cadena) y, por tanto, en publicidad. Dado que la aportación de las propias cadenas a estas causas es íntegramente desgravable en el IRPF, y que los ingresos por publicidad aumentan de manera espectacular durante la emisión estos programas, cabe deducir que es una inversión sumamente rentable en términos monetarios y de imagen. La propia cadena de televisión mejora su valoración por parte del público al sumarse a una iniciativa “solidaria” y ética, lo que puede incrementar la fidelidad del espectador; por ello, se puede hablar claramente de una operación de “márketing con causa” para la cadena, similar a los acuerdos firmados por otras empresas con ONG de distinto signo.4 En este marco hay que valorar las afirmaciones realizadas por los responsables de las distintas cadenas en el sentido de “es la mayor recaudación en un programa de este tipo”, “la audiencia más amplia” o “el avión más grande que se haya fletado con una carga humanitaria”, que muestran una competencia por ver quién es más solidario. Lo mismo puede decirse de la publicidad gratuita que reciben los personajes populares que participan en este tipo de programas —habituales en las cadenas de TV y también, la mayoría de ellos, en las revistas del corazón— y las empresas patrocinadoras o colaboradoras, incluidos los Bancos que “desinteresadamente” ponen cuentas bancarias a disposición del espectador. En algunos casos esta vertiente publicitaria se hace explícita, como cuando se anima a los empresarios a colaborar donando fondos porque Estamos dispuestos a decirlo en pantalla y miren que eso es publicidad gratuita, no les va a costar nada Se evita de forma explícita cualquier referencia a las causas de la situación: no se mencionan los factores sociopolíticos, económicos, etc., que inciden en la vulnerabilidad de determinadas poblaciones ante los desastres naturales, ni tampoco las causas últimas de las guerras y conflictos. También se elude cualquier tema que pueda resultar controvertido o polémico (por ejemplo las drogas), para mantener un mensaje de solidaridad “blanda” y escasamente comprometida. 3 Ibidem 4 Entrevista personal con Miguel Romero, Coordinadora de ONG para el Desarrollo de España (CONGDE), 27 de abril de 2000 El mensaje se centra siempre en el papel de la cadena y de los espectadores para “salvar” a la población necesitada de los países del Sur, en contradicción explícita con el Código de Conducta sobre imágenes y mensajes a propósito del Tercer Mundo, adoptado por la Asamblea General de las ONG europeas en 1989 y suscrito por la Coordinadora de ONG para el Desarrollo de España.5 Nunca se menciona su grado de organización, la existencia de comunidades populares y de redes de solidaridad, y de tácticas de afrontamiento que subsisten incluso en las condiciones más difíciles.6 Al contrario, aparecen como sujetos pasivos y meros receptores de nuestra solidaridad, que es la única que podrá sacarles de la miseria, y además gracias a “un pequeño donativo” que en ningún caso supondrá un sacrificio ni un cuestionamiento de nuestra propia forma de vida. En este marco se sitúan expresiones como Van a hacer que se cumplan los sueños de muchos otros, que no han tenido la suerte de nacer en la parte rica del mundo Pobrecitos, necesitan de nuestra ayuda para vivir La pobreza, la falta de medios y las guerras parecen estar relacionadas con el tribalismo, con una cultura atrasada, y en todo caso con factores endógenos a esas sociedades.7 La forma de vida “aquí” no se relaciona de ninguna forma con los problemas de “allí”, y la realidad aparece fragmentada y desconexa, no permite ningún tipo de conclusión.8 Se fomenta una aportación solidaria cómoda para el espectador, que encaja en sus hábitos consumistas y que no supone un cuestionamiento de las propias responsabilidades sobre la situación. Así, se afirma que Quitándonos un poquito de turrón, o con el dinero del cafelito del día, podemos ayudar a quien lo necesita y repartir un poco de nuestra suerte Tendría que haber champán y fino para todos La simplificación se expresa también en afirmaciones como hace cuatro horas y media, su situación era mucho peor. 5 Éste señala en su apartado 2 que “toda persona debe ser presentada como ser humano y las informaciones, suficientes que permitan cercar su medio ambiente social, cultural y económico deben ser presentadas a fin de preservar su identidad cultural y su dignidad”, en su apartado 3, que “los testimonios de las personas interesadas deben ser utilizados de preferencia a las interpretaciones de un tercero”, y sobre todo, su apartado 4, “la capacidad de la gente para hacerse cargo de uno mismo debe ponerse de relieve”. 6 David Sogge, “Los subalternos en la cadena de la ayuda”, en Unidad de Estudios Humanitarios, Los desafíos de la acción humanitaria, Icaria, Barcelona, 1999. 7 “La pobreza surge de allí mismo, nadie la crea desde fuera, y no se deja entrever siquiera que el comercio internacional injusto empobrece a estos países, que los precios de sus productos básicos están dictados por multinacionales que controlan los mercados, que la deuda externa los sangra y les impide salir adelante, que las armas que se venden allí engordan las arcas de las empresas de Occidente...”. Ver Sabino Cuadra Lasarte, España va bien, la solidaridad también, disponible en www.eurosur.org/rebelion/spain/ongs.htm. 8 Ian Smilie, “Optical and Other Illusions. Trends and Issues in Public Thinking About Development Co-operation”, en Ian Smillie y Henny Helmich, Public Attitudes and International Development Co-operation, OCDE, París, 1998 , pp. 26 y ss. En estas condiciones, se fomenta una respuesta puntual por parte del público, pero en ningún caso un compromiso concienciado y a largo plazo, y se puede decir que incluso puede contribuir a agudizar la “fatiga de la ayuda”. Es difícil defender que la ayuda ejerce una función cuando, al mismo tiempo, se inocula el mensaje de que “aquellas personas” no pueden hacer nada por sí mismas. En este contexto el público puede llegar a preguntarse “¿de qué sirve la ayuda?”, o “¿habrá que estar enviando ayuda permanentemente?” La existencia de un Sur complejo, amplio y con numerosas particularidades y situaciones ha quedado manifiestamente borrada de nuestro “universo” visual. Las imágenes muestran, generalmente, a personas desvalidas y desamparadas que necesitan de forma desesperada nuestra ayuda.