Folklore-Revista N¼276
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N.º 276 El Presidiario Manuel Carriedo Tejedo ■ Florentino Díez Mateo Andrés Ortega Alonso Andrea Palladio, uno de los tratadistas clásicos a los que siempre se recurre al estudiar los principios básicos de la construcción, escribe en su obra Los cuatro libros de arquitectura las seis maneras en que los antiguos –Palladio es un hombre del Renacimiento- edificaban las pa- redes. Habla de las paredes reticuladas, de sillería, de ladrillo, etc., y, finalmente, del mampuesto, sistema al que denomina de “piedras in- ciertas”. La forma de colocar las piedras sobre la masa de cal y canto, es decir con la mano (mampuesto= puesto con la mano) y la búsqueda de la mejor cara de la piedra para que encaje y asiente correctamente, son las razones por las que Palladio, o mejor dicho, su traductor, el presbítero José Francisco Ortiz, denomina “de piedras inciertas” a tal modo de edificar paredes, tan frecuente en construcciones, monumen- tos y edificios de pueblos y ciudades españolas. Hoy podríamos decir, sin embargo, que la incertidumbre de tales paredes, más que del acier- to o desacierto en colocar las piedras, procede de la inseguridad que to- das esas construcciones, con frecuencia de más de un siglo de antigüe- dad, sufren por mor de la novedad y odio incontenible hacia cualquier vestigio del pasado. Ni las piedras venerables ni lo que representan, se libran de la batalla por alcanzar el progreso con el mínimo bagaje. Cultura, patrimonio, conocimientos, son arrasados si piedad y sacrifi- cados en aras de un extraño “compromiso con el futuro” al que accede- mos coritos, con la cédula de haber liquidado nuestra parte correspon- diente de herencia tapándonos escasamente las vergüenzas. Ninguno nos libramos de la responsabilidad: todos hemos participado por activa o por pasiva en esa tabla rasa que hicimos de la sabiduría antigua. En- tre todos la matamos y ella sola se murió. SUMARIO Pág. Barbas, cabellos y peinados: en la España de hace mil y más años.. 183 Manuel Carriedo Tejedo Hacia 1920-1930 en Abastas (Palencia) . 188 Florentino Díez Mateo (1914-1998) La Fiesta de Jano en la portada románica de San Pedro Ad Víncula de Echano - Olóriz (Navarra) . 202 Andrés Ortega Alonso EDITA: Obra Social y Cultural de Caja España. Plaza Fuente Dorada, 6 y 7 - Valladolid, 2004. DIRIGE la revista de Folklore: Joaquín Díaz. DEPOSITO LEGAL: VA. 338 - 1980 - ISSN 0211-1810. IMPRIME: Imprenta Casares, S. A. - Vázquez de Menchaca, 64 - 47008 Valladolid BARBAS, CABELLOS Y PEINADOS: EN LA ESPAÑA DE HACE MIL Y MÁS AÑOS Manuel Carriedo Tejedo A menudo, el conocimiento de pasado histórico En efecto, el Concilio Braga II, presidido por san está plagado de tópicos, y la historia española, y Martín de Dumiense en el año 572, bajo el reinado más concretamente el período altomedieval, tam- del rey suevo Miro (570-583), dispuso en su canon poco es una excepción. De modo que en las bre- LXVI, cómo no conviene que los clérigos lleven el ves líneas que siguen hemos querido bucear en las pelo largo y oficien de este modo, sino con el pelo fuentes a fin de conocer (trabajosamente y siempre cortado y descubiertas las orejas (3); y no mucho a costa de minúsculos recortes cronísticos, que en después, el canon XLI del Concilio Toledo IV, reu- modo alguno pretenden ser exhaustivos) cuál era nido en 633, bajo la presidencia del ínclito san Isi- el aspecto exterior de nuestros abuelos de trasan- doro, reinando Sisenando (634-636), proclamó taño. Conocemos más o menos bien los hechos nuevamente la necesidad de que el clero se distin- que presenciaron o protagonizaron; tampoco igno- guiera claramente de los seglares, y muy especial- mente de los herejes (priscilanistas galaicos), de ramos cómo era la sociedad en la que vivieron, sus modo que todos los clérigos y lectores, lo mismo instituciones, su cultura y hasta sus ideas y creen- que los levitas y obispos, rapada toda la parte su- cias, pero ¿qué importancia daban a su imagen?, perior de la cabeza, dejarán solamente una corona ¿qué hacían con sus cabellos?, ¿coincidían en su circular en la parte inferior, y no como hasta aquí manipulación las clases sociales?, ¿que diferen- parece ser que hacen los lectores de la zona de cias había al respecto entre cristianos y musulma- Galicia, los cuales, dejando largos los cabellos, al nes?; en suma, ¿coincide nuestra visión actual con modo de los seglares, rapan un círculo en la parte la realidad del momento? superior de la cabeza, pues éste fue el uso de los Es el griego Estrabón (+ entre 21 y 25 d.C.) el herejes en España. Por lo cual conviene que a fin primero en transmitirnos diversos aspectos sobre de acabar con el escándalo en la iglesia, se omita los adornos femeninos en los pueblos indígenas esta señal vergonzosa, y que sea una misma tonsu- ra y el hábito, del mismo modo que una sola la peninsulares, los cuales no duda en calificar como costumbre de toda España (4). típicamente bárbaros, en base a la descripción he- cha en su día por Artemidoro. Refiere éste que en Con la invasión musulmana de 711 cayó, es algunos lugares las mujeres llevan alrededor del cierto, todo el poder político que los godos habían cuello collares de hierro coronados por unos gan- mantenido desde el siglo V, pero no cabe olvidar chos que suben hasta lo alto de la cabeza y avan- que bajo los nuevos dominadores musulmanes el zan hasta delante de la frente. Cuando quieren, sustrato más importante de la población siguió cuelgan un velo de esos ganchos, de modo que, al siendo el mismo en todo el ámbito peninsular, por ser corrido, protege el rostro como una sombrilla, lo que, contra lo que pueda suponerse, no cabe cosa que consideran decorativa. En otros lugares pensar que desde ahora todos los habitantes que se colocan alrededor un disco redondeado hacia la vivieron bajo la autoridad de los valíes dependien- nuca, que rodea la cabeza a la altura del lóbulo de tes (entre 711 y 756) y de los omeyas después la oreja y que va desplegándose poco a poco a lo (756-1035), quedaran necesariamente tocados por turbantes, según se deduce del testimonio de al- alto y a lo ancho. Otras se depilan la parte delante- Jusani (+ 971), quien al referirse a uno de los jue- ra de la cabeza, hasta hacerla parecer más lisa y ces de Córdoba constata cómo en Oriente usan el brillante que la frente. Otras, en fin, colocan sobre turbante: esa es la costumbre que tienen desde an- su cabeza una columnilla de alrededor de un pie de tiguo. Si tu le usaras -dijéronle (al juez Yahya ben altura, alrededor de la cual entrelazan sus cabellos Yahya)- seguramente el pueblo te imitaría y lo usa- y los cubren después con un velo negro (1). Aun- ría. No lo creo -contestó Yahya-: Ben Baxir llevaba que lo que debió prevalecer entre hombres y muje- vestidos de seda y el pueblo no le ha imitado; y eso res, al filo del “anno Domini”, es un aspecto mucho que Ben Baxir era hombre de prestigio, a propósito más simple y generalizado: Todos los montañeses para imponer esa moda. Si yo me pusiera turbante, son sobrios… dejan crecer mucho sus cabellos, la gente me dejaría solo en este uso y no me imita- como las mujeres, pero para combatir los recogen ría (5). Y es el gran historiador cordobés Ibn Hay- con una banda (2); imagen que es la que hubo de yan (988-1076) el que, en efecto, nos descubre de mantenerse luego durante muchos siglos. forma indirecta cómo la cabeza de Al-Hakam I — 183 — (796-822) en nada se diferenciaba de las de cua- guió usando aquél atuendo después de ser cadí, lesquiera de sus nobles, soldados y siervos, tenien- sentándose en la Mezquita Aljama para atender a la do en cuenta que el apurado emir hubo de recurrir gente con aquella cabellera partida y su túnica al perfume para que, una vez decapitado, fuera re- amarilla… cuenta Halid b. Sa’d lo siguiente: Repro- conocido tras la revuelta del Arrabal de Córdoba, ché a Muhammad b. Basir que se dejara la melena de cuyos sediciosos llegó a temer la muerte en su suelta… y me dijo: “Obro en esto con testimonio, propio Alcázar: El emir… sus esclavos y tropa… ya pues Malik b. Anas me contó que Muhammad b. no dudaron de ser irresistiblemente vencidos. En Almunkadir, señor entre los lectores coránicos, lle- aquella situación, viendo el apuro y la violencia de vaba melena… ¿qué censuras pues?” (8) la lucha… dijo a su criado: “Tráeme enseguida un A veces, durante las guerras civiles, los propios frasco de algalia”. El criado no creyó tal petición y ejércitos musulmanes acudían a “fórmulas” capila- pensó haber oído mal, por lo que titubeó en ir a res muy drásticas para distinguirse de su enemigo cumplirla, y el emir le gritó: “Ve, hijo de incircunci- en la batalla, lo que da una idea clara de sus simi- sa, tráeme enseguida la algalia”. Se la trajo y se la lares cabezas e indumentarias, de modo que (tras echó en la cabeza y la barba, y el criado le hubo de su rebelión en 741) los berberiscos de Galicia, As- decir: “Pero, señor, ¿es ésta hora de perfumarse, torga, Mérida, Coria y Talavera… con un ejército in- cuando ves la situación en que estamos?” - “Vete, numerable pasaron el río Tajo en busca de Abd al- malhaya seas: ¿Cómo se distinguirá la cabeza de Malik ben Qatan, el cual mandó contra ellos a… los Alhakam de la de otro, sino es por el perfume?” siríacos… y los baladíes de España.