Antropología Filosófica Y Contemporaneidad I
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Los años 20 y el turning point antropológico pág. 192 III. La propuesta antropológico-filosófica de Plessner pág. 213 III.1 Excentricidad pág. 222 III.2 Verkörperung pág. 251 CONCLUSIONES pág. 271 I. Plessner: consideraciones finales pág. 273 II. Bios y logos pág. 284 BIBLIOGRAFÍA pág. 297 En los apuntes se daba un detalle que en una primera lectura yo había pasado por alto, y es que el zinc, tan tierno y delicado, tan dócil ante los demás ácidos que se funden en uno, se comporta en cambio de modo bastante diferente cuando aparece en estado puro: entonces se resiste obstinadamente al ataque. Se podían sacar dos consecuencias filosóficas contradictorias entre sí: el elogio de la pureza, que protege del mal como una coraza, y el elogio de la impureza, que abre la puerta a las transformaciones, o sea a la vida. Primo Levi, El sistema periódico (1975) INTRODUCCIÓN SOBRE EL MÉTODO Y LOS CONCEPTOS FUNDAMENTALES La herencia filosófica del siglo pasado, en lo que a los conceptos de ‘hombre’ y ‘condición humana’ se refiere, parece no dejar mucho espacio para un replanteamiento de las cuestiones que giran en torno al eje temático de una ‘antropología’, entendida en su acepción filosófica. Esta posibilidad, si atendemos a los anatemas que gran parte de la filosofía del siglo XX lanzó contra la así llamada “metafísica antropocéntrica” o “metafísica de la subjetividad”, quedaría más bien descartada. En efecto, el Leitmotiv del fin de la excepción humana supuso el hundimiento de la figura conceptual del ‘Hombre’ y del ‘sujeto’, así como el rechazo de todo el conjunto de postulados que se escondían detrás de los usos (autoritarios, ingenuos o hasta complacientes) de dichas categorías, que habían encarnado el ethos de la Modernidad. Todo el siglo XX puede ser interpretado, retrospectivamente, como una gran elaboración del duelo por la pérdida del “mundo de ayer”, es decir, por la renuncia a la pretensión moderna de definir y dominar lo real de modo soberano y a partir de un punto de vista antropológicamente privilegiado, esto es, la conciencia. Ahora bien, poner sobre la mesa la cuestión del sentido filosófico del trabajo antropológico, en un contexto así determinado, levanta enseguida –cuando menos– algunas sospechas, las mismas que, como veremos más adelante, fueron levantadas por algunos protagonistas de la cultura europea del siglo pasado, que se apresuraron a calificar de «reaccionario» o «metafísico» aquel discurso (el de la ‘antropología filosófica’ elaborada en los años de entreguerras) que, supuestamente, no hacía sino repetir ese gesto típicamente moderno de individuar un centro fijo y estable para el ser humano (que podía ser de tipo natural o esencial, aun cuando ese centro se caracterizaba de manera negativa o privativa). Ahora bien, la intención de la presente investigación es precisamente la de poner a prueba ese anatema y, al mismo tiempo, la de averiguar si –y en qué medida– cabe la posibilidad de hablar de ‘antropología’ (en sentido filosófico), en una época, como la actual, que parece haber asimilado (tal vez demasiado apresuradamente) la denuncia del «sueño antropológico», que fue uno de los tótemes intelectuales más aclamados de la segunda mitad del siglo XX. 7 El primer capítulo de este trabajo de investigación está dedicado a reconstruir, haciendo uso también de la metodología derivada de la historia conceptual,1 la que hemos llamado “configuración antropológica del saber”, es decir, la aparición moderna de la metáfora absoluta del «mundo copernicano».2 El lector se dará cuenta enseguida de que no se tratará de ofrecer una síntesis general de las numerosas “filosofías antropológicas” que pertenecen a la tradición occidental antigua y moderna: de hecho, lo que fundamenta nuestra opción metodológica es precisamente el rechazo de la idea según la cual toda filosofía albergaría un determinado “discurso sobre el ser humano”, esto es, una determinada “imagen del hombre” que haría de esa filosofía un pensamiento “antropológico”. Es verdad que, desde un punto de vista superficial, podríamos incluso coincidir con dicha interpretación (en cualquier filosofía, así como en cualquier construcción simbólica humana, podríamos hallar los rastros de una determinada “imagen del hombre”, que varía en función de la época, del influjo de la religión o de la moral, de la situación política, etc.), pero dicho punto de vista tiene muy poco en común con nuestra actitud metodológica y epistemológica. El objetivo del capítulo 1, en efecto, no es 1 La expresión ‘Begriffsgeschichte’ aparece por primera vez en las Vorlesungen über die Philosophie der Geschichte de Hegel, pero allí no se le atribuye una elaboración conceptual autónoma, como sí ocurrió, en cambio, en la segunda mitad del siglo XX; fue entonces, en efecto, cuando, en particular en Alemania, adquirió una relevancia metodológica específica en el ámbito de la historia de la filosofía política, o mejor dicho, en la historia de los conceptos políticos y sociales. El trabajo de reconstrucción conceptual que se llevará a cabo en la primera parte de la presente investigación está innegablemente vinculado a esta opción metodológica, que evita considerar la historia de los conceptos como una mera lexicografía, pues no se trata de reconstruir una supuesta ‘identidad’ de las palabras (y, eventualmente, su evolución), sino de analizar el espacio de convergencia entre los conceptos y la historia, es decir, el espacio de cristalización de la experiencia histórica –y de sus contradicciones ideológicas y materiales– en determinados conceptos o actitudes epistémicas. Nos ocuparemos, entonces, de ‘antropología’, pero sin ninguna pretensión manualística, sino intentando una aproximación histórico-conceptual a esas fuerzas que hicieron posible, en un determinado momento histórico, la aparición de un ámbito teórico llamado ‘antropología’. Para una introducción metodológica a la Begriffsgeschichte, véase R. KOSELLECK, Einleitung (1967), in O. BRUNNER, R. KOSELLECK, W. CONZE (Hrsg.), Geschichtliche Grundbegriffe. Historisches Lexikon zur politisch- sozialen Sprache in Deutschland, Stuttgart, Bd. I, págs. XIII-XXVII; H. G. GADAMER, Begriffsgeschichte als Philosophie, en “Archiv für Begriffsgeschichte”, 1970, págs. 137-51; R. KOSELLECK, Vergangene Zukunft. Zur Semantik geschichtlicher Zeiten, Suhrkamp, Frankfurt am Main, 1979, trad. esp. de N. Smilg, Futuro pasado. Para una semántica de los tiempos históricos, Paidós, Barcelona, 1993. 2 En este caso la expresión procede del universo conceptual de Hans Blumenberg, el cual –como veremos más adelante– ha hablado de metaforización del concepto copernicano de ‘cosmos’. 8 explicitar los genéricos presupuestos culturales y sociales que condicionan las numerosas autorrepresentaciones del hombre (lo cual no nos permitiría distinguir entre sí los distintos planos epistémicos, es decir, acabaríamos creando una suerte de punto de vista panóptico en el que confluyen tanto las culturas arcaicas, las precolombinas, las grandes culturas orientales o la filosofía europea moderna, por el mero hecho de que en cada una de ellas ha sido forjada una cierta “imagen del hombre”), sino poner de manifiesto e individuar tanto la peculiaridad filosófica (cf. el parágrafo I) como las características específicas (cf. el parágrafo II) de una determinada ruptura epistémica, que –a partir del siglo XVIII– generó un dominio cognoscitivo nuevo y (en cierto sentido) autónomo,3 que fue clasificado y estudiado por la que, en términos generales, podemos llamar ‘antropología’. De esa misma ruptura, además, intentaremos mostrar algunas manifestaciones concretas, analizando el caso de los primeros “antropólogos” del siglo XVIII y, en particular, el de Johann G. Herder (cf. el parágrafo III). Este primer momento genealógico del presente trabajo nos brindará la oportunidad de analizar, en el segundo capítulo, esa peculiar ruptura epistémica desde el punto de vista sumamente crítico de la denuncia del «sueño antropológico», tomando como referencia uno de los primeros trabajos de Michel Foucault (la Introduction à l’Anthropologie de Kant), que de alguna forma anticipa la estructura argumentativa de la parte final de una de sus obras más célebres, Les mots et les choses. Para hacer eso, sin embargo, antes tendremos que dedicar dos parágrafos (el I y el II) al análisis de la supuesta orientación antropológica del pensamiento de Kant, haciendo hincapié especialmente en su determinación pragmática y en una obra que nunca ha sido considerada fundamental en la arquitectura de su filosofía, pero que en las últimas dos o tres décadas ha despertado