El Centro de Investigaciones de Política Internacional es una institución de carácter académico adscrita al Ins- tituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García” (ISRI) fundada el 25 de noviembre de 2010.

Cuenta con más de 40 investigadores-profesores y mantiene estrecha relaciones de intercambio y colabora- ción científica con centros de investigación, universidades y organizaciones académicas de y otros países.

El centro tiene como misión realizar investigaciones prospectivas en el mediano y largo plazo, en el campo de la política internacional y las relaciones internacionales, con una visión estratégica sobre problemas globales, re- gionales y actores priorizados, en particular acerca de los Estados Unidos de América, y América Latina y el Caribe.

Las direcciones principales del trabajo de la insti- tución son la investigación científica, la elaboración de Escenarios de Política Internacional, la organización de eventos y las publicaciones. Cuadernos de Nuestra América Es una publicación semestral editada por el Centro de investigaciones de política internacional (CIPI)

Consejo Editorial: Presidente: Dr. Adalberto Ronda Varona (CIPI) Dr. Gilberto Valdés Gutiérrez. (I F GALFISA) Dra. Esther Aguilera Morató (CIEI) Dr. Nelson Roque Suástegui (CIPI) Dr. Ernesto Molina Molina (ISRI) Dr. José Bell Lara (FLACSO-Cuba) Dr. Jorge Hernández Martínez (CEHSEU) MSc. Juan A. Cordero Martínez (CIPI)

Consejo Asesor: Dr. Roberto Regalado Álvarez. (CEHSEU) Dr. Luis Suárez Salazar (UNEAC) Dr. Alberto Prieto Rozos (UH) Dr. Emir Sader (Brasil) Dra. Ana Esther Ceceña (México) Dr. Julio Gambina (Argentina)

Cordinador: MSc. Luis Feito Corratgé (CIPI)

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Se autoriza la reproducción total o parcial de los artículos siempre que se indique la procedencia. Cada trabajo expresa la opinión del autor. Índice

11 Dr. Luis René Fernández Tabío | EE.UU.: Perspectiva geoeconómica mundial y nuevo patrón de proyección externa 39 Dr. Jorge Hernández Martínez | Los Estados Unidos: perspectivas y opciones de los procesos político-ideológicos internos 61 Dr. Nelson Roque Suástegui | La Estrategia Obama y sus peligros para América Latina 79 Dr. Mariano Bullón Méndez / MSc. Faustino Cobarrubias Gómez / MSc. Gladys Hernández Pedraza | La Alianza del Pacífico 109 Lic. Claudia Marín Suárez | El debate sobre el extractivismo y neoextractivismo. Algunas implicaciones para los gobiernos del cambio 123 MSc. Nidia Alfonso Cuevas | La reforma energética en México o la entrega definitiva a los Estados Unidos 137 MSc. Ana María Valido Alou | Las órdenes ejecutivas del presidente de EE.UU.: definición y alcance 155 Lic. Alejandro L. Perdomo Aguilera / Santiago Espinosa Bejerano | Cuba-Estados Unidos: politización de la lucha antidroga, o cooperación entre iguales 171 Dr. Jesús Arboleya Cervera | La comunidad cubanoamericana y su impacto en la política de Estados Unidos hacia Cuba Presentación

Cuadernos de Nuestra América Nº 47 presenta a sus lectores nueve artículos sobre temas de indiscutible actualidad e interés académico y político, la mayoría de ellos objeto de debate en eventos nacionales e internacionales, con la participación de especialistas de diferentes ramas del saber y desde posicionamientos coincidentes o divergentes como es propio en el ejercicio del pensamiento. Geoeconomía y geopolítica, política exterior y seguridad, realidades nacionales y relaciones interna- cionales, y de manera particular algunas de las aristas de las relaciones Cuba-EE.UU., son tópicos recogidos en este número de la revista. El primero de los trabajos titulado “EE.UU.: perspectiva geoeconó- mica mundial y nuevo patrón de proyección externa”, del Dr. Luis René Fernández Tabío incorpora una aproximación teórico-práctico sobre la declinación del poder de los EE.UU. y su significación en la compren- sión de los cambios en el patrón mundial de acumulación capitalista, sus implicaciones en el sistema de relaciones internacionales y la ela- boración de una nueva visión estratégica. El profesor Fernández Tabío aborda además, entre otros temas, la conformación de un nuevo patrón de interacción y política exterior ajustado a las condiciones actuales, los factores internos y externos de la política estadounidense, y el redimen- sionamiento de sus fuerzas y medios de cara a los cambios proyectados estratégicamente a más largo plazo. En el trabajo se incluye también un resumen sobre la política exterior de EE.UU. hacia el “Tercer Mundo” en el período 2014-2016 y como parte de él las prioridades de su política exterior. El Dr. Jorge Hernández Martínez reflexiona en su artículo “Los Esta- dos Unidos: perspectivas y opciones de los procesos político-ideológico internos”, sobre el contexto y los procesos que se entrelazaron en la co- yuntura electoral de 2012, y examina algunas hipótesis que permitan distinguir las perspectivas y opciones de EE.UU. e interpretarlos en un análisis global de la política interna bajo la segunda administración de Obama. El autor del artículo desarrolla el marco teórico e histórico, sus hipótesis y fundamentos conceptuales, aspectos esenciales del menciona- do proceso. Así como el entorno de la política interna norteamericana al comienzo de 2014, procurando discernir, como él mismo dice, la tenden- cia en curso y la alternativa más probable que se proyecte en lo que resta del segundo decenio del siglo XXI. “La Estrategia Obama y sus peligros para América Latina” es la con- tribución del Dr. Nelson Roque Suástegui. El investigador presenta una amplia gama de situaciones y peligros latentes en “Nuestra América” por la puesta en práctica, en la medida de las posibilidades existentes, de la Estrategia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos de 2010, que tie- ne como objetivos principales renovar el liderazgo americano en el mun- do y garantizar la seguridad de sus ciudadanos. En este sentido se expli- ca cómo y mediante cuáles acciones EE.UU. continúa profundizando su presencia en América Latina y el Caribe: paso a paso avanza y cu- bre más territorio que le garanticen tener el acceso a las materias primas y recursos que necesita, sin tener que acometer grandes movilizaciones de fuerzas militares para actuar en un área determinada incrementándose el peligro en la región. En el artículo titulado “La alianza del Pacifico”, el Dr. Mariano Bullón Méndez, el MSc. Faustino Cobarrubias Gómez, y la MSc. Gladys Hernández Pedraza se proponen como objetivo descubrir los vínculos públicos u ocultos entre esta iniciativa de factura aparentemente latinoamericana con la continuidad del proyecto hegemónico de Estados Unidos. Según los autores La alianza del Pacifico forma parte de un proyecto global norteamericano para asegurar la continuidad de su hegemonía mundial, que tiene componentes político-económicos y de seguridad. Se afirma además que el proyecto busca enfrentar el declive relativo del poderío norteamericano y de sus aliados frente al aumento del relieve mundial de China y otras potencias emergentes. En el trabajo se abordan otros ob- jetivos estratégicos no expresos entre los que se encuentran sujetar a los países del Pacifico como exportadores de bienes naturales, consolidarlos como países en proceso de desindustrialización y enormes desigualda- des; impedir la consolidación de la integración regional y aislar a Brasil, Argentina y Venezuela, además de formar el componente americano del mega proyecto estratégico Asociación Trans-Pacifico. De su parte, la Lic. Claudia Marín Suárez aporta a esta edición “El debate sobre el extractivismo y neoextractivismo. Algunas implicaciones para los gobiernos del cambio”, artículo en el que se propone mostrar el estado actual de esta problemática, tanto a nivel teórico como de sus expresiones prácticas. Por ello, aborda los principales rasgos del extracti- vismo según las consideraciones de algunos de los estudiosos del tema, los argumentos fundamentales que sostienen el concepto de neoextractivis- mo que se emplea en la literatura, así como algunas expresiones signifi- cativas del debate en el plano fáctico en Bolivia y Ecuador, precisando las diferentes posiciones tanto académicas como políticas. De particular inte- rés resultan las valoraciones sobre el impacto que ello tiene en los proce- sos de cambio que se impulsan en los países mencionados. La MSc. Nidia Alfonso Cuevas adiciona sus reflexiones sobre “La reforma energética en México o la entrega definitiva a los Estados Uni- dos”, artículo en que la profesora analiza la importancia del petróleo mexicano como recurso estratégico para ambas naciones. En el primer caso como fuente de ingreso y símbolo de soberanía, mientras que en el segundo como componente vital de su estrategia de seguridad, que no pudo incorporar en la firma del TLCAN. La autora evalúa además las adiciones que se recogen en la Alianza para la Seguridad y la Prosperi- dad (ASPAN), sus vínculos con el Proyecto Mesoamericano, y el impacto de la reforma energética aprobada para México. Un tema aún poco divulgado aunque de mayor importancia por sus derivaciones prácticas es el incorporado por la MSc. Ana María Valido Alou. Se trata de “Las órdenes ejecutivas del Presidente de EE.UU.: defi- nición y alcance”, título de su contribución a Cuadernos de Nuestra América. La autora define que el objetivo de su trabajo consiste en el análisis de los elementos esenciales sobre la naturaleza de las órdenes ejecutivas, su alcance en los procesos de conformación de políticas públicas y los fundamentos de derecho que le otorgan al Presidente de los Estados Unidos la autoridad constitucional y legal para emitir este tipo de do- cumento, a la luz de una revisión crítica de la Proclama Presidencial Nº 3447 del 3 de febrero de 1962, titulada “Embargo sobre el comercio con Cuba”. Orden ejecutiva que sustenta jurídicamente el ilegal y rechazado bloqueo a Cuba. En el cumplimiento del objetivo aborda en su trabajo la definición y alcance de las órdenes ejecutivas; la revisión judicial de las órdenes ejecutivas; y el análisis crítico de la Proclama Presidencial Nº 3447 de los Estados Unidos de América del 3 de febrero de 1962, y sus conclusiones. “Cuba-Estados Unidos: la politización de la lucha antidroga, límites y posibilidades de la cooperación” es el título del trabajo presentado por el Lic. Alejandro Luis Perdomo Aguilera y el MSc. Santiago Espinosa Bejerano. Los autores explican como las relaciones entre Cuba y Estados Unidos han resultado polémicas y peculiares desde antes del triunfo de la Revolución Cubana en enero de 1959, ello ha impedido una visión despolitizada de cualquier arista de la relación entre los dos países. Los problemas político-diplomáticos, el fenómeno migratorio, las limitantes impuestas por el bloqueo económico-comercial y financiero a Cuba, con- dicionan una lucha entre intereses de las partes que hacen sumamente difícil al proceso de una colaboración bilateral. Esta realidad —evaluan los investigadores— coloca a la temática de seguridad en una situación compleja para el entendimiento y la necesaria colaboración. Sin embar- go, la lucha contra el tráfico ilícito de drogas ha sido uno de los temas donde mayor coincidencia ha existido entre los dos países. A partir de este entendido los autores del artículo definen como objetivo del mismo presentar los retos y perspectivas entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos de América, en torno a la posible y necesaria profundización en la cooperación para la lucha antinarcóticos. El trabajo que cierra este número de la revista se titula “La comunidad cubanoamericana y su impacto en la política de Estados Unidos hacia Cuba”, del Dr. Jesús Arboleya Cervera. El autor desarrolla su análisis a partir de dos temáticas amplias y complejas investigadas por él: 1) la composición económica y social de la comunidad cubanoamericana y sus características culturales; 2) las estructuras políticas de la comunidad cubanoamericana y su influencia en las relaciones con Cuba. Las conclu- siones a que arriba el investigador posee una actualidad e importancia considerable por su utilidad para la comprensión de problemas tan complejos, por su contribución al esclarecimiento de ideas y posiciones en correspondencia a la realidad actual y por la ayuda que desde la aca- demia se brinde a la política en tiempos de actualización económica político y social en Cuba.

Dr. Adalberto Ronda Varona

EE.UU.: perspectiva geoeconómica mundial y nuevo patrón de proyección externa

Dr. Luis René Fernández Tabío Investigador del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (CEHSEU), Universidad de La Habana

Introducción

El proceso de declinación relativa de la hegemonía estadounidense iniciado a finales de la década de 1960 y el deterioro relativo de su posi- ción económica en el sistema mundial, se encuentran sin duda estrecha- mente ligados, aunque no de modo directo y mecánico. Quizás por ello, el debate entre los que postulan la declinación de Estados Unidos como potencia mundial y los que refutan esa tesis, ha presentado tanto mate- rial a la discusión y en la actualidad las consecuencias de ese proceso de decadencia relativa, con sus distintas variantes, es objeto de mucha aten- ción, sobre todo después de la última gran crisis global del capitalismo, recesión y crisis financiera desatada precisamente en Wall Street desde el 2008.1 La importancia de este tema obviamente se deriva, sobre todo desde la perspectiva de sus más cercanos vecinos, de la significación de Estados Unidos para el nuevo sistema mundial en formación y el papel que esta potencia tendrá en las relaciones internacionales durante las próximas décadas. En los escenarios futuros más probables pareciera que seguirá siendo un actor principal, e incluso existen condiciones poten- ciales para que mantenga un liderazgo apreciable e influencia interna- cional, incluso en un sistema de poderes más balanceado y multilateral. La perspectiva geoeconómica mundial de los sectores de la clase do- minante de Estados Unidos sobre las tendencias en el balance de poder global para las próximas dos décadas reconoce el desplazamiento del centro de gravitación universal de Norteamérica y Europa —origen y de- sarrollo de la Civilización Occidental— hacia la región de Asia-Pacífico.

1Carls Levin, Chairman. Tom Corbun, Ranking Minority Member. Wall Street and the Financial Crisis: Anatomy of the Financial Collapse. Senate. Permanent Subcommittee on Homeland Security and Governmental Affairs., April 13, 2011, http://www.hsgac.senate.gov//imo/media/doc/Financial_Crisis/FinancialCrisisReport.pdf?attempt=2 12 Dr. Luis René Fernández Tabío

También se percibe como escenario más probable, que en el futuro no existirá una potencia hegemónica mundial, ni una confrontación bipo- lar como eje articulador principal del sistema de relaciones globales, sino un balance de poderes multilaterales en el que es altamente probable que Estados Unidos y China sean los dos “actores” internacionales más importantes, pero donde nuevos sujetos transnacionales, multinaciona- les, privados, redes propias, asociaciones y bloques de poder, constituyan los componentes determinantes del sistema mundial, con tendencia a un ordenamiento multipolar ya referido.2 En un contexto global caracterizado por la emergencia de nuevas potencias y alianzas de poder, crecientes interdependencias, el estanca- miento y declinación de otras en medio de enorme incertidumbre, no se puede pronosticar un escenario futuro, preciso y definitivo. El resultado final dependerá no solamente de las tendencias de la sociedad esta- dounidense, sus oportunidades y retos, sino de muchos nuevos agentes con una significación cada vez mayor en el sistema mundo de acuerdo con sus desempeños y proyecciones políticas específicas. Dada esa gran incertidumbre en que se presenta la coyuntura histórica, se requieren estrategias activas —desde la lógica del imperialismo estadounidense y en función de sus intereses— para conservar su posición dominante, o al menos garantizar un reacomodo suave y funcional en el proceso de su observada declinación hegemónica. Sobre esa base, y dadas las mengua- das capacidades esperadas para Estados Unidos, manteniendo su preten- sión mundial y sus objetivos generales inalterables, se están redefiniendo sus prioridades externas actuales, en el corto, mediano y largo plazo, que incluyen ciertos repliegues, nuevas alianzas estratégicas de mayor alcan- ce, así como reajustes en los mecanismos de intervención, de influencia, presión, en los que ya se observan algunas evidencias, sobre todo desde el inicio del segundo período presidencial de la administración de . Tales redefiniciones y ajustes se han reflejado en el empleo combinado de todos los instrumentos de política y los modos de llevarla a la prácti- ca, con una preferencia en las aproximaciones multilaterales, respecto al enfoque unilateral guerrerista, que prevaleció durante los ocho años de la administración de George W. Bush. A partir de estas consideraciones, el presente trabajo argumenta la conformación en Estados Unidos de un nuevo patrón de intervención y política exterior, que se proyecta hasta la tercera década del siglo XXI, al calor de la tensa situación económica, política y social por la que atraviesa ese país después de la última gran recesión 2007-2008 —crisis financiera y económica—, cuyas secuelas

2Robert Manning: Envisioning 2030: US Strategy for a Post- Western World. Atlantic Council, Washington DC., 59 pp. EE.UU.: perspectiva geoeconómica mundial y nuevo patrón de proyección externa 13 aún se expresan, pero también de las oportunidades que se vislumbran para su recuperación. Se postula el ascenso de la visión geoeconómica y de las cadenas de suministro para la producción, servicio y valor mundial, que vienen creando redes y agrupamientos económicos-financieros, que trascienden las regiones tradicionales y se expresan como mega-regiones, como las delineadas como “Transpacífico”, “Transatlántico” y “Medio Oriente-Nor- te de África.” Las mega-regiones y la búsqueda de la llamada integración profunda de acuerdos o alianzas de libre comercio e inversión en esos amplios espacios, se espera sean componentes centrales en su reconfigu- ración geoeconómica en función de los intereses estratégicos, políticos y de seguridad estadounidense. Las alianzas de libre comercio e inver- siones deben servir de base para el establecimiento de nuevos bloques o agrupamientos del capital financiero, de una arquitectura comercial y financiera en el marco del nuevo orden internacional en proceso de formación y supuestamente servirían para compensar las carencias que muestra Estados Unidos ante el ascenso de otras fuerzas en el escenario mundial para ejercer, si no puede la hegemonía, al menos el liderazgo o la primacía. Y tal como como se postula en algunos documentos pros- pectivos, ser “primo inter pares”.3 En la actualidad es posible percibir cómo influyen los retos de la eco- nomía y de los desarrollos en la tecnología, como aspectos principales y de carácter objetivo en el proceso de modificación gradual de la corre- lación internacional de fuerzas y las tendencias políticas emergentes al interior de su clase dominante, que propone nuevas visiones y enfoques estratégicos para lidiar lo más exitosamente posible con esos desafíos en las próximas décadas. La exposición del trabajo se compone de una introducción, cinco par- tes y consideraciones finales. En la primera se realiza una aproximación al debate teórico-práctico sobre la declinación del poder de Estados Unidos y su significación para comprender los cambios en el patrón mundial de acumulación capitalista, así como las implicaciones de estas transforma- ciones para el sistema de relaciones internacionales y la elaboración de una nueva visión estratégica por sectores de su clase dominante. En la segunda parte, se analizan las evidencias actuales y de corto plazo dentro de la administración de Barack Obama, que sugieren una modificación en las percepciones sobre política exterior de Estados Unidos y la confor- mación de un nuevo patrón de intervención y política exterior ajustado a las condiciones objetivas en que el imperialismo se desenvuelve luego de la última Gran crisis del capitalismo. En la tercera parte se consideran

3Ver: Atlantic Council. Envisioning 2030: U.S. Strategy for a Post- Western World. A report of the Strategic Foresight Security. Robert A. Manning, principal drafter. Washington D.C. 2012, 57 pp. http://www.atlanticcouncil.org/images/ files/publication_pdfs/403/Envisioning2030_web.pdf.pdf; Atlantic Council. Envisioning 2030. 14 Dr. Luis René Fernández Tabío los factores internos y externos de la política estadounidense, mientras la cuarta explora las perspectivas generales de la política exterior en el corto plazo y en la quinta se reflexiona sobre la geoeconomía y la geopo- lítica como parte del proceso actual de rebalanceo o redimensionamien- to de sus fuerzas y medios de cara a los cambios que se esperan, según algunas recientes proyecciones estratégicas a más largo plazo, que están siendo introducidas en la política mediante documentos estratégicos del gobierno y planes perspectivos, así como a partir de elaboraciones de comisiones especiales e informes de centros de pensamiento.4 Se conclu- ye que deben tenerse en cuenta tales enfoques, con independencia del curso de los acontecimientos y sus variados escenarios, dado que resulta probable que en tales documentos estén contenidas muchas de las claves para comprender las principales tendencias en los escenarios más proba- bles de la política exterior estadounidense en los próximos años y quizás en las próximas décadas. Más allá de la declinación relativa del poderío estadounidense, para países en su entorno geográfico en América Latina, pero sobre todo en Centroamérica y el Caribe, o en la inmediata vecindad, como es el caso de Cuba, la prioridad por conocer tales estrategias es crucial y de máxima significación por su enorme impacto, incluso en el más adver- so escenario de declinación de Estados Unidos, sus intereses y poderes, todavía enormes, podrían concentrarse en nuestra región, como ocurrió en la primera fase de su expansión imperialista en los territorios más próximos.

Breve aproximación al debate: economía, poder y política exterior

Desde la década de 1970 y hasta el presente se han presentado argu- mentos sobre la pérdida de hegemonía de Estados Unidos, su declinación económica y en otras esferas. Una parte de ese proceso se asociaba con razón a la recuperación de las potencias que participaron en la Segunda Guerra Mundial. La literatura al respecto es extensa y no se pretende ha- cer aquí una presentación exhaustiva de la misma; si bien puede decirse, que dos autores han realizado contribuciones principales, teniendo gran impacto en este campo, desde la historia y la economía política: Paul Kennedy, cuyo libro sobre el ascenso y caída de las grandes potencias se publica inicialmente en 19875 y aunque no se dedica al análisis exclusivo

4Un documento reciente de la Brookings constituye evidencia reciente de este proceso. Ver: Big Bets & Black Swans. A Presidential Briefing Book. Policy Recommendations for President Obama in 2014. January 2014.Foreign Policy at Brookings. Edited by Ted Piccone, Steve Pifer and Thomas Wright. Project Design by Gail Chalef. 94 pp. (Acceso: 1 de febrero, 2014) http://www.brookings.edu/~/media/research/files/papers/2013/1/big%20bets%20black%20swans/big%20 bets%20and%20black%20swans%20a%20presidential%20briefing%20book.pdf. 5Paul Kennedy: The Rise and Fall of Great Powers. Economic change and military conflict from 1500 to 2000. Random House, 1987, pp. 677. EE.UU.: perspectiva geoeconómica mundial y nuevo patrón de proyección externa 15 de Estados Unidos, sus tesis han sido ampliamente utilizadas por otros autores, sobre todo lo referido a los impactos que a largo plazo lleva sostener un gasto militar y de “defensa” de tales proporciones, lo que trae consigo a la larga el denominado efecto de “sobredimensionamiento imperial”; Immanuel Wallerstein, que ha abordado el tema de Estados Unidos con mayor detenimiento en un libro sobre la declinación del poder de Estados Unidos y en diversos artículos donde establece una periodización de esa declinación.6 Sus aportes han tenido también un gran impacto en este asunto debido a la teoría de Wallerstein sobre el sistema mundial, en el cual se inserta Estados Unidos.7 Han existido propuestas contrarias a estos enfoques, entre la que se destaca Joseph Nye, quién considera existen las bases para mantener el liderazgo de Estados Unidos apoyado en otras fuentes e instrumentos de poder, como la información, las bases de datos, los medios de comunica- ción y el sistema financiero especulativo global, ámbitos de supremacía estadounidense.8 Nye ha introducido conceptos e ideas en esta esfera que han impactado la formación de su política exterior, como es el caso del “poder inteligente”, como una combinación de fuerza y el llamado poder suave.9 Entre los primeros en retar las tesis sobre la declinación de Estados Unidos se encuentra Henry R. Nau, quién se la cuestionó abiertamente desde el propio título de su obra.10 Otra importante crítica a la declinación de las grandes potencias fue escrita por George L. Berns- tein, apoyado en referencias a Gran Bretaña y Estados Unidos, colocando el énfasis en el carácter relativo de esta afirmación.11 Robert Keohane analiza tempranamente las consecuencias de la declinación hegemónica de Estados Unidos para las relaciones internaciones, que sigue siendo el tema de la mayor actualidad.12 Autores del “Tercer Mundo”, América Latina y Cuba, y dentro de ellos el Grupo de Trabajo sobre Estados Unidos de CLACSO bajo la coordina- ción de Marcos Gandásegui Jr. han dedicado su atención a este asunto y realizado aportes, sobre todo enfocados en las consecuencias de este pro- ceso para la configuración de la política estadounidense hacia nuestra América.13 El análisis exhaustivo de estos trabajos desborda los objetivos

6Immanuel Wallerstein: The Decline of American Power: The U.S. in a Chaotic World, The New Press, New York, 2003, 324 pp. “The Curve of American Power”. New Left Review. Recuperado 5 de febrero 2014. http://www.iwaller- stein.com/wp-content/uploads/docs/NLRCURVE.Pdf. 7Frank W Elwell:. "Wallerstein's World-Systems Theory, 2013. " Recuperado 5 de febrero, 2014. http://www.faculty. rsu.edu/~felwell/Theorists/Essays/Wallerstein1.htm. 8Joseph Nye Jr.: Bound to Lead: The Changing Nature of American Power, Basic Books, 1991, 307 pp. 9Joseph Nye Jr.: Soft Power: The Means to Success in World Politics, New York Public Affairs, New York. 10Henry R. Nau :“Why ‘The Rise and Fall of the Great Powers’ was wrong.” Review of International Studies, 27, 2001, pp. 579-592. doi:10.1017/S0260210501005794. 11George L. Bernstein: The Myth of Decline. The Rise of British since 1945, Ramdom House, Pimlico, 2004, 816 pp. 12Robert Keohane: After Hegemony: Cooperation and Discord in the World Political Economy, Princeton University Press, Princeton, 1984. 13Entre los principales se destacan Atilio Borón, Samir Amin, Marcos Gandasegui Jr., Jorge Hernández, Luis Suárez, Carlos Alzugaray. 16 Dr. Luis René Fernández Tabío de este artículo, en tanto se consideran múltiples aristas del problema, como la crítica a enfoques sobre la caracterización de la actual etapa del imperialismo, la trayectoria histórica del capitalismo y el desafío que representa China, otras potencias y agrupaciones de poder emergente para Estados Unidos, entre otros asuntos tratados. Un factor principal en el curso de la política exterior de las grandes potencias imperiales ha estado determinado por las fuentes de su poder en términos relativos, respecto a otras fuerzas actuantes en el momento histórico concreto. De ahí que el gran tamaño de los países imperialistas, las enormes dimensiones geográficas, las fronteras y la abundante dispo- nibilidad de recursos naturales, agua y energía, la capacidad de producir alimentos, la población, el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción, así como el dinamismo económico, el avance tecnológico y la acumulación de riquezas, constituyen factores clave del poder y la posibilidad de proyectarlo más allá de sus fronteras con fines expansionistas y de dominación. El poderío militar no puede disociarse de sus bases económicas y el empleo de tecnología ha sido clave en la proyección del poder de las grandes potencias en la historia de la huma- nidad; sintéticamente: la base económico material y científico técnica de cada potencia imperialista respecto al resto del mundo, constituye un aspecto determinante en las tendencias de política exterior, el tipo de mecanismos de intervención y modos privilegiados de su accionar y si le es posible desempeñarse, bien sea de forma unilateral o mediante alianzas. Es decir, para Nye las visiones sobre la declinación de Estados Unidos presentada por otros estudiosos se basa en una disminución del poderío relativo y no absoluto de ese país, dada la recuperación del res- to de las potencias después de la Segunda Guerra Mundial y porque se han realizado lo que denomina “falsas analogías” con otros momentos y situaciones históricas. Se trata de una observación muy válida, en tanto los indicadores tradicionales de comercio, inversiones y producción no son suficientes para medir la fuerza relativa de las potencias, en tanto el entrelazamiento de la actividad financiera en medio de la globalización y la interdependencia no se expresa en los mismos y sin embargo tienen cada vez mayor significación. El poderío de cualquier potencia es cambiante y debe medirse res- pecto a otras que coexisten en el tiempo —de ahí la importancia de conocer la dinámica evolutiva en la correlación de fuerzas y la cualidad de estas relaciones. El balance de poder global se modifica según el as- censo y caída de las grandes potencias, si bien “en lo que atañe al sistema internacional, la riqueza y el poder, o la fuerza económica y la fuerza EE.UU.: perspectiva geoeconómica mundial y nuevo patrón de proyección externa 17 militar son siempre relativos y deberían ser considerados como tales.”14 En tal sentido, la capacidad de ejercer la dominación, la hegemonía o el liderazgo, depende de la significación de esa potencia en relación con el resto de los agentes de poder en el espacio, sea regional o mundial, así como los objetivos que se propone. A lo largo de su historia, la política externa de Estados Unidos ha tenido que ajustarse a sus posibilidades y a las condiciones del balance internacional de fuerzas dentro de cada etapa o momento histórico. Las distintas corrientes e interpretaciones en la formación de la política han debido considerar los factores objetivos internos y externos y sus intere- ses económicos y políticos estratégicos, con prevalencia sobre principios y valores declarados como baluartes de su propia identidad como nación —como la democracia, los derechos humanos, el Destino Manifiesto— cuando intereses económicos han entrado en conflicto con esos valores. El “balance” entre motivaciones “morales” atemperada por el “realismo” de los intereses económicos o de “seguridad”.15 El arribo indiscutido de Estados Unidos a lo que Wallerstein ha llamado la victoria hegemónica a fines de la Segunda Guerra Mundial,16 establece un momento de obli- gada referencia hasta finales de la década de 1980 y principios de 1990. La desaparición de la URSS y el llamado socialismo real de Europa, cuando se declara el fin de la “Guerra Fría” y el sistema bipolar de relaciones internacionales, parece abrir una etapa unipolar para el mundo con cen- tro en la única súper potencia resultante del conflicto en la postguerra: Estados Unidos. Un reto fundamental para los estrategas estadounidenses derivado de este acontecimiento lo constituyó la desaparición de los argumentos que habían servido de pretextos para su intervención en todo el mundo, en función de un enfrentamiento global a la expansión del comunismo. Cli- ma de confrontación y juego de suma cero constituyeron la justificación para el ascenso de la doctrina de seguridad nacional, la involucración en la Guerra de Corea primero, luego en la Guerra de Vietnam y así suce- sivamente en toda una serie de intervenciones en Cuba, Centroamérica y el Caribe. No obstante, en un poco más de dos décadas después del derrumbe del Muro de Berlín, toda esa visión de optimismo sobre el futuro de Estados Unidos, la consolidación de su hegemonía y su lugar y papel en un mundo unipolar, aparece como un pasado muy lejano. George H.

14Paul Kennedy: Auge y caída de las grandes potencias, Plaza & Janes, Editores, Barcelona, 1994, p. 833. 15Ronal Steel: “The Domestic Core of Foreign Policy”, The Domestic Source of American Foreign Policy. Insigth and Evidence. Edited by Eugene R. Wittkopf; James M. McCormick. Roeman and Littlefield Publishers, INC. , 1999. P. 27. 16Immanuel Wallerstein: La decadencia del poder estadounidense. Estados Unidos en un mundo caótico, Santiago, LOM Ediciones, 2005, p. 54. 18 Dr. Luis René Fernández Tabío

Bush habló del surgimiento de un “nuevo orden internacional” y Francis Fukuyama explicaba su tesis sobre el “fin de la historia”, como expresión del triunfo de la civilización occidental, en la fórmula de la democracia liberal y capitalismo, sobre otras formas de organización de la sociedad.17 Y efectivamente, como sugería al final del famoso ensayo, el “tedioso fin de la historia serviría para hacerla comenzar de nuevo”, la historia se reiniciaba. De tal manera, incluso en los momentos en que el discurso oficial de la política exterior y las líneas maestras de sus proyecciones externas han estado dominadas por los enfoques ideológicos más reaccionarios, agre- sivos e intervencionistas, por el triunfalismo imperialista y las consignas de recuperación de su hegemonía, la correlación de fuerzas ha mode- rado la agresividad de su política, como ocurrió cuando la República Popular de Corea durante la presidencia de George W. Bush demostró la posesión del arma nuclear, y no se realizó un ataque como se preveía en la nueva estrategia de seguridad nacional estadounidense. Es decir, el ba- lance entre sus capacidades económicas, militares y políticas —internas y externas— para llevarlas a vías de hecho a escala mundial, por regiones, subregiones y países, ha sido en última instancia el factor decisivo. Cuando Estados Unidos se planteó a raíz de los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001 su nueva estrategia de seguridad nacional, sin duda se expresaron preocupaciones sobre los peligros para la paz y estabilidad mundial, que entrañaban interpretaciones extremistas del contexto internacional: o están con Estados Unidos o en contra, decía W. Bush. Los retos y razones de conflicto se establecieron sobre bases ideo- lógicas y hasta culturales; la decisión del imperialismo estadounidense de aplicar la fuerza “preventiva” de modo unilateral ante determinados retos acrecentó la inestabilidad mundial.18 El acompañamiento de los aliados era bienvenido, pero siempre subordinado a las direcciones y decisiones de Estados Unidos. Se trataba de un peligro real y tuvo consecuencias graves para los pue- blos y países de Afganistán e Irak, objetos de intervenciones militares con grandes costos humanos y materiales. Se ha calculado que el costo de las guerras en Afganistán e Iraq para las finanzas estadounidenses se sitúa entre $2 y $3 billones de dólares. Su impacto no desaparece con la retirada de tropas, debido a los costos que implica resarcir a los combatientes por invalidez, cuidados de salud y otros gastos asociados a los efectos de la guerra.19 Sin embargo, el enfoque neoconservador extremo ha sido gradualmente ajustado por la realidad de los llamados

17Francis Fukuyama: “The End of History?” The National Interest. Summer, 1989. 18Discurso de George W. Bush en West Point, June 1, 2002; “The National Security Strategy of the United States of America”, Washington DC, September, 2002. 19Joseph Stiglitz: The Price of Inequality. How Today’s Divided Society Endangers Our Future. W.W. Norton & Com- pany Inc, New York, 2012, p. 209. EE.UU.: perspectiva geoeconómica mundial y nuevo patrón de proyección externa 19 conflictos asimétricos y las pérdidas que ha tenido la propia sociedad y la economía de Estados Unidos a lo largo de un poco más de una década. Aunque la influencia neoconservadora no ha desaparecido totalmente del espectro de política exterior en ese país, su influencia se ha limitado con el gobierno de Barack Obama. La historia ha demostrado que una gran potencia puede mantener un curso de política por algún tiempo, que perdura apegado a cierta visión de grandeza y debido a la inercia, cuando las bases económicas de sustentación no permiten apoyarla debidamente. Pero también es cierto que a largo plazo, los cimientos del poder y su alcance, la extensión, las formas de su proyección externa, incluida la militar, y sus posibilidades reales de mantenerlas están correlacionadas. Las acciones políticas de- ben ajustarse a las nuevas circunstancias y los poderes a su significación relativa dadas estructuras, sistemas y relaciones prevalecientes en cada momento. Esto ha sucedido en la actualidad debido a la relación entre la Gran crisis económica financiera 2007-2008, los enormes déficit fiscal y deuda acumulada, en cierta medida ocasionado por los costos que es- tas aventuras bélicas han tenido, aunque Estados Unidos siga siendo la única potencia militar global. No entender con antelación esa realidad y consiguientemente pre- pararse para el necesario ajuste o reacomodo de políticas y estrategias, puede conducir a grandes desastres. Para el caso de Estados Unidos en las actuales circunstancias y dado la enorme significación económica, política y militar del poderío estadounidense, los peores escenarios pre- visibles, podrían tener muy peligrosas consecuencias para la humanidad y las perspectivas de paz y estabilidad en el actual proceso de transición hacia un nuevo orden mundial. Otra visión del cambio en la política de Estados Unidos está vinculada precisamente a la percepción económica en cuanto a la significación de la gran crisis del 2007-2008. Ella marca el agotamiento de un patrón de acumulación iniciado con la llamada Revolución conservadora, y parecería necesario un ajuste, un cambio de política representado por la primera victoria de Obama en 2008. Sin embargo, aunque pareciera haberse cumplido un “ciclo político” y económico en esa coyuntura, des- pués de aproximadamente 30 años de la irrupción de la preeminencia conservadora en la política y la economía de ese país; el 2009 no consti- tuyó un reajuste tan significativo como lo fue 1979-1980.20 Los acontecimientos ulteriores dan cuenta de una virtual paraliza- ción del gobierno en más de una ocasión por la presencia de dos visiones fundamentales contrapuestas sobre el futuro de Estados Unidos dentro de la clase dominante de ese país, que aunque se confunden con las

20Arthur M. Schlesinger, Jr.: Los ciclos de la historia Americana (The Cycles of American History), Editorial R.E.I., Argentina, S.A. 1990, p. 71. 20 Dr. Luis René Fernández Tabío líneas partidistas de demócratas y republicanos, son mucho más difusas y complejas. Obviamente no se ha logrado alcanzar un nuevo consenso sobre el proyecto estratégico que debe llevar adelante Estados Unidos, sobre todo en política interna, pero con muy relevantes implicaciones sobre la polí- tica exterior. En ese contexto cabría preguntarse si es posible imaginar el retorno de una mayoría conservadora en la conducción de la política, y un nuevo episodio de auge de los neoconservadores en política exterior a partir del 2017, o la tendencia al ajuste de la política como se ha venido expresando prevalece.

Obama II: Márgenes de la política exterior

Existen momentos históricos decisivos, marcados por los cambios en las tendencias políticas e ideológicas dominantes. Ello ocurrió, como es bien conocido, a finales de la década de 1979 con el agotamiento del pa- trón de acumulación keynesiano y el ascenso de la “Revolución conser- vadora” encabezada por el gobierno de Ronald Reagan a partir de 1981, en que el grupo de los neoconservadores alcanzó un grado importante de influencia en la política exterior de Estados Unidos. Los ocho años de la presidencia de George W. Bush fueron marcados por los ataques te- rroristas del 11 de septiembre de 2001, la nueva concepción de seguridad y los numerosos desaciertos alentados por la influencia extremista de derecha, neoconservadora, —luego de un cierto receso de esa influencia durante el período de William Clinton (1992-2000). La política interven- cionista y militarista de George W. Bush de tendencia unilateral, implicó grandes costos humanos y materiales en intervenciones militares en el Medio Oriente, crecientes gastos militares agravaron el déficit fiscal y crearon un deterioro de la imagen del gobierno estadounidense en el mundo. La “gran estrategia” fue la “guerra contra el terrorismo” con preferencia en el uso de los instrumentos militares dentro de la política, que tuvo nefastas consecuencias económicas, más allá de las perdidas hu- manas, materiales y hasta culturales en los países que fueron escenarios de conflictos. Durante el año electoral 2008, el agravamiento de la crisis financiera y económica en Estados Unidos impactaría decisivamente en el descon- tento con la administración republlicana de W. Bush, lo que se tradujo en una corriente a favor del cambio, que sería capitalizada por el candi- dato demócrata Barack Obama. La primera victoria de Obama en estas contiendas, sus promesas de dar un vuelco a la política, creó grandes EE.UU.: perspectiva geoeconómica mundial y nuevo patrón de proyección externa 21 expectativas de trasformación en la política exterior, que fueron acom- pañadas en el primer año por esperanzadoras declaraciones y discursos. Algunos analistas percibían factores de mutación más profundos y ra- dicales hacia tendencias catalogadas como “liberales” dentro de Estados Unidos, como las prevalecientes durante el período del Nuevo Trato. Sin embargo, el curso ulterior de los acontecimientos demostraría que la política estaba caracterizada más por la continuidad que por el cambio, y en definitiva consistió en un ajuste de la política exterior, acom- pañada de un discurso más moderado, refinado y culto, que la retrotraía a una visión más balanceada y realista en el empleo de los instrumentos políticos y diplomáticos, y una inclinación por cierto multilateralismo y el empleo de alianzas. En sentido general, la política exterior de Estados Unidos estaría menos apegada al absolutismo ideológico y el militaris- mo desenfrenado que caracterizó al período de George W. Bush en la presidencia, pero tampoco la rechazaría de plano. Entre 2009 y 2012 se mantuvo la persistencia de tendencias conser- vadoras e intervencionistas en la política exterior estadounidense, en una mezcla de prescripciones liberales, realistas, conservadoras y hasta neoconservadoras, que trató de identificarse con la denominación de “poder inteligente”. Se trataba de una especie de fórmula intermedia entre el empleo de la fuerza y el denominado “poder blando”, apegado a la definición de Joseph Nye, aunque es justo afirmar que en balance se inclinó a enfoques más realistas y menos ideológicos. Durante ese pri- mer período se trató de buscar soluciones o alivios a los descalabros de George W. Bush, restablecer la imagen internacional del país, sobre todo por las torturas en cárceles militares —aunque nunca se clausuró la cárcel ilegal en Guantánamo— y la necesidad de retirar lo antes posible sus tro- pas de Iraq y Afganistán, se iría realizando, aunque con altibajos. Estos retos en la política exterior estadounidense tendrían que enfrentarse en medio de la mayor crisis económica y financiera de postguerra, cuyas severas implicaciones trascendieron incluso a sus principales aliados de la Unión Europea y Japón. Teniendo como telón de fondo los anteriores elementos. ¿Qué puede esperarse de la política exterior del gobierno de los Estados Unidos hasta el 2016 y en el mediano plazo? ¿Se está configurando y afianzando un nuevo patrón de intervención? ¿Se aplicará una estrategia a largo plazo para el resposicionamiento de Estados Unidos en el nuevo orden mun- dial en formación? Los presupuestos generales establecidos a partir de ciertas “regula- ridades” históricas, supondrían un mayor activismo del Presidente en política exterior en el segundo término. Sin embargo, esta previsión se 22 Dr. Luis René Fernández Tabío hace difícil en la práctica a la luz de las difíciles condiciones concretas actuales en lo económico y en lo político, dada la aguda división dentro del gobierno y la dura oposición de los republicanos en mayoría dentro de la Cámara de Representantes y dentro de ella al segmento de los más radicales influidos por la tendencia del “Tea Party”, dispuestos a obstacu- lizar al Presidente con acciones extremas. La continuada discrepancia, y el afan en descarrilar la llamada Obamacare hasta el límite de paralizar al gobierno desde el 1ro de octubre del 2013 en medio de una especie de cruzada ideológica, la amenaza de no aceptar el aumento del techo de la deuda y la negociación de última hora con un compromiso del lado demócrata, identifica un escenario en el corto plazo de gran desgaste y parálisis de la política interna, que afecta el desempeño en política exterior y debe marcar la inercia en este terreno, salvo en situaciones ex- tremas donde esté en riesgo evidente intereses vitales de Estados Unidos, o que se presenten enormes oportunidades no previstas. ¿Cuál es la situación interna que atraviesa los Estados Unidos después de tres años de anémica recuperación económica y amenaza con otro episodio de ese tipo para el 2013 o el 2014? ¿Cuáles son las prioridades de su política y qué margen de maniobra tiene el Presidente y otros componentes del gobierno en la formación y despliegue de la política exterior para introducir cambios sustantivos hacia determinadas áreas, países y temas concretos? ¿Cabe esperar otros ajustes, o modificaciones importantes? ¿Cuáles serían estas y a qué factores obedecerían? ¿Cuáles son los principales retos percibidos para la política exterior de los Esta- dos Unidos y los cursos de respuesta más probables? Sin pretender responder a todas esas preguntas en profundidad y deta- lle, ni abordar de ese modo las distintas regiones, países o temas donde la proyección externa de Estados Unidos y de sus aliados tiene un impacto significativo, algunas evidencias sugieren el curso de los acontecimientos y ofrecen indicios sobre las más probables tendencias futuras. Se busca establecer elementos generales en los que cabe enmarcar la política exte- rior imperialista y sus tendencias en los próximos años, para caracterizar el “esquema” de política exterior que parece ser más probable. Para cum- plir este objetivo se toma en cuenta las visiones estratégicas oficiales, sus prioridades y propósitos declarados, en medio de los márgenes en que se encuentra, dada una fuerte división política interna y las condiciones depresivas en que se mantiene la economía. EE.UU.: perspectiva geoeconómica mundial y nuevo patrón de proyección externa 23

Factores internos y externos de la política estadounidense

La debilidad actual de la economía estadounidense, el lento creci- miento, el abismo fiscal parcialmente resuelto entre los últimos minutos del 2012 y las primeras horas del 2013, la necesidad de ampliar el techo de la deuda del gobierno y otras contradicciones no solucionadas entre demócratas y republicanos en el Congreso, en sucesivos encontronazos, constituyen un asunto que no favorece la inversión de mucho capital político por parte de la administración Obama en política exterior. La administración demócrata debe concentrar mucha energía y tiempo en lidiar con asuntos cruciales como los problemas presupuestarios y las po- líticas económicas para alentar mayores ritmos de crecimiento, que no están resueltos y deben resurgir a lo largo de los próximos años. Desde esta perspectiva es sumamante claro que la política exterior, la proyec- ción externa de Estados Unidos y su estrategia, están en última instancia lastrados y determinados por la situación económica, que establece már- genes y obliga a redefinir opciones y variantes más convenientes para conseguir los máximos beneficios dadas las nuevas condiciones actuales y futuras. La falta de acuerdo en una propuesta para reducir el déficit federal obligó a la aplicación del mecanismo automático previsto en la Ley de Control del presupuesto del 2011, denominado “secuestro” y como se es- peraba, el resultado tuvo un efecto desestimulante para la economía, al aumentar impuestos a un grupo de mayores ingresos y disminuir gastos en distintos programas del presupuesto, frenando la demanda. Reducir el déficit en un contexto de lenta recuperación es contraproducente al crecimiento económico, lo que no permite excluir una nueva recesión en el corto plazo, o cuando menos, la continuidad en los bajos ritmos de crecimiento y relativamente altos niveles de desempleo —auque se han venido reduciendo—, que han caracterizado a la economía hasta ahora y constituyen el problema político principal. El alivio de la ten- sión presupuestaria y la elavada deuda pública se reduciría por razones cíclicas sí se alentara el ritmo de crecimiento económico, pero la política conservadora fiscal no permite un incremento de los gastos bajo ningún concepto. Ante tales circunstancias, la prioridad en la política interna y todo lo que atañe directamente a la economía en sus distintas aristas y expresio- nes se dirige a contrarrestar en lo posible el desempleo, el aumento de las 24 Dr. Luis René Fernández Tabío diferencias socioeconómicas internas, la reducción de las capas medias, el aumento de la pobreza sobre todo de las llamadas minorías y entre estas las de origen latinoamericano y caribeño. Todo ello constituyen obstáculos para desplegar una política exterior muy activa. Tal afirmación no debe interpretarse desde la periferia del capitalis- mo global, como un retraimiento general en la proyección externa de Estados Unidos en toda la línea, ni mucho menos de su impacto. No debe olvidarse que por razón del enorme tamaño de su economía, un por ciento relativamente pequeño de su presupuesto dedicado a esta esfera, sumado a los recursos privados, el accionar de sus transnacionales y el empleo de todos sus instrumentos (económicos, políticos, militares, diplomáticos, ideológicos, culturales e información), la proyección exter- na de Estados Unidos tiene enorme influencia en los países y regiones de destino en correspondencia con los grados de asimetrías existentes. Un tema de política interna con significativas implicaciones para las relaciones exteriores de Estados Unidos está vinculado a la reforma migratoria, o políticas en este terreno. Se trata de un tema sumamente espinoso, que fue dejado pendiente ante el desgaste de otras batallas priorizadas por la administración Obama durante el primer período, como la controversial reforma de salud, que incluso después de ser ley sigue siendo un tema candente. Sería muy positivo para las relaciones con países de América Latina y el Caribe, sobre todo para México, Cen- troamérica y el Caribe un avance en esta esfera, pero también es un asun- to complejo y sensible a lo interno por razones políticas, económicas y hasta de identidad nacional. No puede descartarse el progreso en política migratoria durante este segundo período de Obama, en tanto los republicanos también necesitan de algún modo contemporizar con los latinos con las miras puestas en las elecciones de medio término en el 2014, dada su creciente significación demostrada en las elecciones del 2012. La reforma migra- toria, si bien tendría trascendental implicación para las relaciones con los países grandes emisores de estos flujos, no constituye en sí misma un tema movilizado principalmente desde la política exterior. En todo caso se introduciría por su relevancia doméstica económica y política, por la sensibilidad del asunto para el apoyo de un creciente número de votantes latinos y caribeños, y no por las consecuencias sobre los países de origen de estas personas. Usualmente se piensa que los presidentes estadounidenses durante su segundo período en la Casa Blanca, tienen una proyección más activa en política exterior, en búsqueda del “legado” de su presidencia. Esta idea se EE.UU.: perspectiva geoeconómica mundial y nuevo patrón de proyección externa 25 justifica en parte también porque es el campo con mayores posibilidades de acción, considerando las limitaciones impuestas por el Congreso en otros asuntos y porque ya no está en juego el importante asunto de la relección. Sin embargo, las posibilidades de que la administración Obama pue- da establecer ese sello a su gobierno y dejar una marca en la historia, aunque no se puede descartar, tampoco está asegurada. El presidente estadounidense enfrenta no solamente obstáculos políticos y socioeco- nómicos internos, sino que debe lidiar con complejas condiciones y difíciles retos en la arena internacional. La “línea roja” fijada por Obama para la intervención y los acontecimientos posteriores después del avan- ce de la propuesta rusa para destruir los arsenales químicos, aunque es positivo, deja en una posición débil al presidente estadounidense frente a las críticas de los republicanos y sobre todo los neoconservadores. Los cambios en la correlación internacional de fuerzas por el ascenso de países considerados potencias emergentes, junto a la declinación he- gemónica relativa de Estados Unidos, expresada sobre todo en la esfera de la economía y a raíz de la última crisis económica y financiera (2007- 2009) y su secuela 2009-2012, influyen en el escenario internacional en que la política estadounidense debe actuar. A ello se puede agregar la crisis económica-financiera dentro de la Unión Europea, que ha llegado hasta poner en entredicho el futuro del euro, así como el ascenso de paí- ses como China, India, Brasil, Sudáfrica, sumados a Rusia, e incluso Irán en el Medio Oriente, y la formación y desarrollo de un nuevo regionalis- mo en América Latina al margen de los Estados Unidos y Canadá, como claros signos de los nuevos tiempos, que de un modo u otro se oponen a la hegemonía estadounidense y retan su sistema de dominación en distintos grados. No puede hablarse del surgimiento de un nuevo orden, o del fin de la hegemonía estadounidense, a pesar de evidencias de su declinación relativa, ni mucho menos el liderazgo de Estados Unidos en la política mundial en el corto y hasta mediano plazo, pero sus enormes recursos y capacidades, militares, económicos, político-diplomático e ideológico- cultural y propagandístico, se enfrentan a una realidad mucho más com- pleja y desafiante, poniéndose en evidencia sus límites. Ello parece indu- cir un tipo de orientación política, que sin ser aislacionista y excluyente en el sentido tradicional, tiende a reducir su involucración internacional directa y unilateral a los casos críticos, o los desafíos considerados clave para su seguridad nacional e intereses económicos vitales y busca nuevas coaliciones, alianzas e intrumentos para cumplir sus objetivos. 26 Dr. Luis René Fernández Tabío

Por razones objetivas parece consolidarse en la visión estratégica sobre la política exterior estadounidense, que no es aconsejable seguir involucrando a sus fuerzas militares en intervenciones convencionales ante cualquier conflicto internacional, sino que se debe discriminar y actuar de modo más cauteloso solamente cuando estén en juego sus in- tereses vitales.21 A partir de ello se sugiere apoyarse más en las fuerzas de los aliados locales y regionales, las alianzas y los esfuerzos multilaterales para avanzar sus intereses y reservarse para intervenir directamente en los casos críticos, que verdaderamente ponen en juego intereses vitales estadounidenses.

Perspectivas generales de la política exterior en el corto plazo

La división en la sociedad estadounidense, no solamente entre los ricos y pobres, sino al interior de la clase dominante, expresada en la pugna política ideológica que caracterizaron las elecciones del 2012 y se mantiene después de esa contienda política, no parece encontrar un apaciguamiento antes del 2014. Aunque puedan alcanzarse acuerdos parciales en algunos temas, no debe esperarse se realicen con facilidad, a menos se trate de temas trascendentales vinculados a la estabilidad y seguridad de Estados Unidos, en los que la autoridad del Presidente es difícilmente retada. Por lo tanto, la problemática económica seguirá absorbiendo una parte principal de los esfuerzos y prioridades del gobierno en los próxi- mos años, en que todavía no cabe esperar un alivio significativo a la situación presente. Sin embargo, con posterioridad al 2017 y sobre todo a partir del 2020 podría esperarse un mejoramiento de la economía es- tadounidense y su posición internacional, debido tanto al balance de los desequilibrios internos e internacionales y sobre todo a las previsiones sobre la autosuficiencia energética de Estados Unidos y sus potencialida- des de convertirse de nuevo en exportador neto de combustibles fósiles a partir de esa fecha.22 Tales condiciones y la prioridad en los temas internos y sobre todo económicos sobre los asuntos de política exterior, reduce relativamente la atención y los recursos destinados a esta esfera, a la vez que se observa el interés de una menor y más “racional” participación en asuntos exter- nos “no vitales”, debido a la necesidad de un empleo más eficiente de los escasos recursos de modo flexible, pragmático y realista.

21George Friedman: “The Emerging Doctrine of the United States”, Stratfor. October 9, 2012, http://www.stratfor.com/ weekly/emerging-doctrine-united-states?utm_source=freelist-f&utm_medium=email&utm_campaign=20121009&utm_ term=gweekly&utm_content=readmore&elq=7fe050124eaf4d8099c0dd7670270a78. 22International Energy Agency. World Energy Outlook. 2012. http://www.worldenergyoutlook.org/. EE.UU.: perspectiva geoeconómica mundial y nuevo patrón de proyección externa 27

Se ha llegado a esbozar un nuevo reordenamiento de la política exterior, que concentra su atención en lo que se consideran los princi- pales retos, pero además se alienta la coordinación de política con otros aliados y dejar actuar a los agentes locales, las elites y grupos clasistas trasnacionales dentro de cada país. Ello supone no solamente posponer la intervención militar directa, reducir sus costos humanos y materiales, sino concentrar la atención y los recursos sobre los principales retos. De ese modo se pretende aprovechar las oportunidades de avanzar sus in- tereses en aquellas áreas geográficas, regiones o países donde se percibe mayor dinamismo y consistencia con los patrones estadounidenses. El empleo de otros instrumentos se fortalece, incluyendo el llamado poder blando y las llamadas intervenciones en conflictos de “baja intensidad”. Como una perspectiva sintética de las direcciones fundamentales de la política exterior de Estados Unidos, puede tomarse las prioridades pre- sentadas al Congreso en el 2012 por el Departamento de Estado.23 Tales prioridades fueron referidas a cinco objetivos, que desde esta perspectiva se mantienen en líneas generales: 1ro. sostener las misiones militares en la “línea del frente”; 2do. el programa Asia-Pacifico; 3ro. apoyar el pro- ceso de “transición Árabe”; y la cuarta y quinta: de carácter más general, referidas al empleo de diplomacia en apoyo a los intereses económicos (economic statecraft) de Estados Unidos y el enfoque específico sobre la defensa (diplomacy & defense), que se refiere a la asistencia con fines de seguridad, naturalmente subordinada al resto de sus intereses. La primera prioridad presenta el proceso de repliegue y apoyo a las fuerzas militares de Estados Unidos, principalmente en los Estados ubi- cados en la “línea del frente”: Afganistán, Iraq y Pakistán, de modo que no se produzca un retroceso asociado a la retirada de los contingentes militares. Estas partidas de financiamiento, aunque presentan una re- ducción importante respecto a las etapas precedentes, son todavía muy importantes. En este ámbito debe destacarse el propósito de la retirada de los efectivos militares en acciones combativas hasta donde sea posible, e ir otorgando mayor participación a los aliados locales. Un mayor enfo- que multilateral se evidencia en esta aproximación. El segundo objetivo tiene un significado mayor en la visión perspec- tiva, estratégica, porque se refiere a los intereses económicos en el área considerada centro de expansión económica futura. Se define la región de Asia Pacífico, entendida en un sentido amplio, que supone una nueva división política y económica del mundo y las prioridades imperialistas. En realidad se trata de una visión geoeconómica de “Asia-Pacífico”, que

23Testimony of Secretary of State Hillary Rodham Clinton, 2013 Budget Request for the State Department and US- AID. House Foreign Affairs Committee. Washington DC, February 29, 2012, pp. 2-5. 28 Dr. Luis René Fernández Tabío se extiende en correspondencia con las redes, alianzas y cadenas pro- ductivas y de valor que articulan los centros económicos y financieros desde y hacia estas regiones. Por ello se incluye aquella parte de América con costas al mar Pacífico, desde que Estados Unidos y Canadá, pasando por México, Colombia, Perú y Chile, coincidentemente sus más cercanos aliados políticos y económicos en el Hemisferio Occidental, aquellos que tienen acuerdos de libre comercio con Estados Unidos y se encuentran negociando lo que se ha dado en llamar la Alianza Transpacífico. La tercera prioridad se refiere al apoyo económico, político y en materia de seguridad, en alianza con fuerzas locales y países de la re- gión junto a otros aliados de la OTAN hacia los países en que se han desatado procesos dentro de la denominada “Primavera Árabe”, e inclu- ye el Medio Oriente y Norte de África. Aunque los resultados han sido contradictorios, se identifica como un interés principal alentar “reformas económicas y políticas” consistentes con los intereses estadounidenses de establecer democracias liberales y economía de mercado. Es en este objetivo donde se expresan mejor lo que pudiera denomi- narse la política que viene caracterizando lo nuevo en las intervenciones dentro de la política exterior estadounidense. Apoyar a las fuerzas loca- les y regionales, en coordinación con los aliados, para dejar que actúen hasta lograr los objetivos propuestos, reservando la intervención militar directa solamente para las situaciones extremas o más graves, interpreta- das como retos a sus intereses fundamentales. En el plano de la política económica externa, la diplomacia al servicio de la economía y la “diplomacia y la defensa” (cuarta y quinta prioridad) se expresará un pragmatismo y continuidad en el empleo de la construc- ción de espacios de libre comercio como instrumento principal de su política económica y respaldo a sus intereses, tanto de inversiones como de comercio en un estrecho vínculo con los enfoques de seguridad. Aquí se incluyen los temas tradicionales de la seguridad y aquellos vinculados al “terrorismo”, narcotráfico y el interés de emplearlos como un manto de intervención de “baja intensidad”, en las llamadas guerras asimétricas, donde participan distintos programas de financiamiento con propósitos “económicos” y de “seguridad”. Naturalmente acompañado del uso de sanciones, y el empleo de los programas de asistencia que entremezclan la “prosperidad” con la “seguridad” en todas sus expresiones, como se han presentado hasta el presente y se continuará su despliegue durante los próximos años, pero tratando de concentrar mejor los programas para disminuir los costos y EE.UU.: perspectiva geoeconómica mundial y nuevo patrón de proyección externa 29 hacerlos más eficientes. Es decir, programas para el “desarrollo y defen- sa”, ofrecen asistencia a países con graves situaciones de pobreza, enfer- medades, hambre y cambio climático, que puedan dañar la “seguridad humana”, pero esa ayuda quedará siempre subordinada, condicionada, a cumplir con los objetivos e intereses tradicionales de la política exterior estadounidense. Dada la necesidad de estimular la creación de empleos, en la política económica externa, la firma de acuerdos de libre comercio con países cuyos proyectos políticos son afines, se mantendrá, pero la prioridad será la amplicación hacia el despliegue de acuerdos de integración profunda como aspecto principal. Estos procesos de negociación serán limitados en tanto el presidente no dispone de la cláusula de negociación conocida como Autoridad de Promoción Comercial (Trade Promotion Authority, TPA). Desde la perspectiva estratégica de Estados Unidos, aunque no apa- rezca abiertamente presentado como parte de su proyección hacia los países del “Tercer Mundo”, la problemática energética ocupa un lugar principal, de lo que no se excluye el mercado de biocombustibles, aspec- to de significación en las relaciones con Brasil y con otros países tanto en Medio Oriente, Eurasia, África y América Latina y el Caribe. En medio de un escenario económico en general sombrío por lo me- nos hasta el 2017, en dependencia de los resultados de la reforma ener- gética y las decisiones sobre zonas para la explotación de los yacimientos propios, el empleo de nuevas técnicas ahorradoras y el empleo de fuentes renovables alternativas. De ser positivos y reducirse los costos de la ener- gía, los resultados en este terreno podrían contribuir a recomponer a más largo plazo la posición económica de Estados Unidos y favorecer su inserción en la matriz energética de todas las regiones, incluyendo a China y Europa. La reducción relativa de los precios del combustible, o su estabilidad respecto a la moneda estadounidense, constituye un aspecto estratégi- co y de gran significación para el funcionamiento de las finanzas y la economía mundial en general y de la estadounidenses en particular, en una situación de profundas secuelas de la crisis, aún sin solucionar totalmente. La producción de petróleo y gas de Estados Unidos ha ve- nido aumentando progresivamente y se espera que el proceso continúe, siendo esto un aspecto crucial en la reconfiguración de las relaciones internacionales y el papel estadounidense en ellas. 30 Dr. Luis René Fernández Tabío

Geoeconomía y geopolítica en la formación de politica exterior: entre mega-regiones y rebalances

Una de las formas de avanzar en el empeño de comprender las ten- dencias perspectivas de la política exterior de Estados Unidos es explorar no solamente el discurso oficial de la política estadounidense y sus prin- cipales acciones. También se deben considerar las evaluaciones colegia- das por grupos de la clase dominante, que ofrecen sus visiones sobre los escenarios futuros y recomendaciones sobre el curso perspectivo que debe tener su política exterior en las próximas décadas mediante infor- mes de comisiones de estudios elaboradas por centros de pensamiento e instituciones académicas en ese país. En momentos históricos identificados por la mutación significativa de las condiciones económicas, políticas y sociales de Estados Unidos, en un mundo a su vez cambiante, estas percepciones y recomendaciones de los llamados centros de pensamiento adquieren un mayor valor para las estrategias de política exterior. Así sucedió al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando Estados Unidos se colocó en la cima de su hegemonía como centro indiscutido del imperialismo mundial, y un proceso contra- puesto comenzó a evidenciarse en el período previo y los primeros años posteriores a la contrarrevolución conservadora y neoliberal de finales de la década 1970 y principios de 1980. En la actualidad, la visión sobre el futuro de Estados Unidos y su lugar en el mundo no está precisamente plagada de optimismo, ni se puede afirmar que se ha arribado a un consenso. Sin embargo, se están introduciendo recomendaciones y enfoques de política mediante infor- mes elaborados por centros de pensamiento y comisiones especiales. En estos documentos están presente las proyecciones sobre los principales retos y oportunidades, variados escenarios y las perspectivas estratégicas sobre lo que deberá ser su política en los próximos años, incluyendo la problemática de política exterior. A partir de estas previsiones y análisis se irá gradualmente confor- mando una nueva política exterior, que aunque mantenga como hasta ahora sus principales objetivos, está siendo ajustada a sus posibilidades y a las proyecciones de los escenarios que ellos mismos consideran deben enfrentar. Si se consideran algunos de los acontecimientos de crisis política y conflictos recientes más importantes, como Libia, Egipto y Siria, se apre- cia la génesis o las manifestaciones primarias de una nueva proyección de política exterior, sobre todo en lo concerniente a la intervención mi- litar y el modo y las condiciones para llevarla a la práctica. EE.UU.: perspectiva geoeconómica mundial y nuevo patrón de proyección externa 31

La política actual de Estados Unidos en el segundo período de Obama ya muestra algunas evidencias de ese nuevo patrón de política e inter- vención en la política y la economía global, aunque todavía no se haya desplegado totalmente. Es importante reconocer que las proyecciones y recomendaciones derivadas de centros de pensamiento de la talla de Atlantic Council, Rand Corporation, Inter-American Dialogue, Brookings Institution y de otras instituciones, se proyectan en un horizonte de tres décadas, lo que sin dudas brinda una visión estratégica del imperialismo y esboza algo de los retos internacionales que deberán enfrentarse en los próximos años. Más allá de su declinación como centro hegemónico imperialista, que algunos de estos análisis comparten, para los países de América Latina y el Caribe, y sobre todo los que se encuentran en su más próxima vecindad, este asunto no tendrá la misma relevancia, pues necesariamente tendrá un impacto de gran intensidad dada la cercanía geográfica, variable que no se modifica. Se supone que las percepciones sobre la posición geoeconómica de Estados Unidos y las perspectivas que se manejan por sectores clave de su clase dominante, derivan la política futura que debe llevar el imperia- lismo. Es decir, dada esa visión futura del mundo se aconsejan políticas en beneficio de los intereses y el liderazgo de Estados Unidos, que toman en cuenta tanto su posición esperada, como la del resto del mundo, y sobre todo la de los principales “actores” en tal escenario, entre los que se señala a China como prioridad. Entre las visiones de largo plazo que se han presentado en Estados Unidos y a la vez están sirviendo para definir las nuevas estrategias está la presentada por el Consejo Nacional de Inteligencia (National Intelligen- ce Council) para el 2030,24 que establece entre sus predicciones “mega- tendencias” —que han sido definidas como aquellas virtualmente expre- sadas en la actualidad, pero se espera adquieran mayor momento en 15 o 20 años. Una tendencia muy relevante para la configuración sistema de relaciones mundiales referiere a la “difusión de poder” y se plantea que: “Asia está en condiciones de superar a Norteamérica y Europa en poder económico global, pero no habrá ningún poder hegemónico. El poder de otras potencias no occidentales, Estados de nivel medio crecerá”. No parece haber duda entre los expertos estadounidenses, sobre el lugar eco- nómico declinante de Estados Unidos y Europa. El poder se desplazará hacia redes y coaliciones en un mundo multipolar.” Dada esa visión, el tamaño del PIB, la población, los gastos militares y las inversiones tecno- lógicas podrían no ser suficientes para valorar la posición relativa de las

24National Intelligence Council. Office of the Director of National Intelligence. GlobalTrends: Alternatives Worlds. December 2012, 140 pp. www.dni.gov/nic/globaltrends. 32 Dr. Luis René Fernández Tabío potencias en el mundo, por lo que se deben introducir nuevas variables e indicadores más apropiados. Sobre el futuro de Estados Unidos en el sistema mundial se iden- tifican dos escenarios, dependiendo de la capacidad estadounidense de mantener su papel como “actor líder”, impulsada por la posibilidad de lograr su “independencia energética”. El escenario de la independencia energética supone que Estados Unidos logre su autosuficiencia energé- tica sobre todo con la extracción de gas de esquisto, que podría lograrse para el 2020. No obstante, se podrían generar obstáculos si las normas ambientales y los temores sobre la contaminación del agua asociado al proceso tecnológico no se allanan de modo conveniente. La perspectiva de Estados Unidos y su posicionamiento para el 2014 presume el restablecimiento de su situación económica, incluyendo dolorosos ajustes asociados a los déficit fiscal y la deuda, que conjun- tamente con desarrollos tecnológicos y avances en la autosuficiencia y el costo de la energía, principalmente, podría mejorar su situación. La otra variable estratégica para la restructuración del sistema de poder son las redes y las coaliciones y es ahí donde se encuentra otro aspecto que Estados Unidos busca desplegar. La declinación relativa de poder estadounidense y el ascenso más acelerado de Asia, sobre todo China y la India y otras potencias medias, plantea un importante reto para la posición ventajosa de Estados Unidos en la configuración multipolar del mundo. La clave de este asunto desde la perspectiva de Estados Unidos se basa en el despliegue y participación en mega-regiones, integradas bajo los principios y objetivos de los llama- dos acuerdos de integración profunda de libre comercio e inversiones, que le permitan balancear el ascenso de otras fuerzas con la suya y la de sus aliados. El enfoque del rebalance se ha planteado esencialmente mediante dos súper o mega acuerdos de integración “profunda” principales, que supone un nivel superior al alcanzado en los acuerdos de libre comercio de primera generación establecidos en la década de 1990. Su articula- ción se basa en las cadenas globales de valor, productivas y de servicio, que traspasan las regiones convencionales y configuran nuevos espacios geoeconómicos y geopolíticos. Para ello Estados Unidos está proyectando dos grandes alianzas mega- regionales, una que abarca el aliado histórico con Europa, la Alianza Trasatlántica y otra con el centro de poder futuro en el mundo, ubicado en la región Asia- Pacífico: la Alianza Transpacífico. Vistas en conjunto ofrecen una visión estratégica del sistema principal de redes y coaliciones EE.UU.: perspectiva geoeconómica mundial y nuevo patrón de proyección externa 33 que Estados Unidos planea constituir para balancear la emergencia de otros poderes en un mundo multipolar y mantenerse en el centro del sistema de relaciones. El componente Trasatlántico tiene una gran significación económica, política y de seguridad en el reordenamiento de poder mundial pues la Unión Europea se mantiene como un pilar clave de la estrategia de Es- tados Unidos para Eurasia. La economía trasatlántica representa el 54% del PIB mundial. Europa es el mayor inversionista en Estados Unidos. La alianza económica profunda con la Unión Europea mediante un acuer- do de libre comercio e inversiones, no solamente tiene importancia desde el punto de vista económico, sino que comparten los nutrientes de la civilización occidental, valores democrático liberales que militar- mente constituyen la OTAN y constituyen una fuerza multiplicadora de la capacidad intervencionista de Estados Unidos. En realidad la Asociación Trasatlántica ya existía en la práctica de las relaciones establecidas al calor del Plan Marshall después de la Segunda Guerra Mundial, el monto de las inversiones recíprocas, las magnitudes del comercio y los flujos de capital financiero entrelazados mediante fu- siones y adquisiciones corporativas son monstruosos. Estratégicamente en un rebalance de poder, Estados Unidos quedaría como centro de la gran agrupación de América del Norte, surgida con el Tratado de Li- bre Comercio de América del Norte, con Canadá y México y ahora se completaría la integración mega-regional, que agrupa a su vez el gran mercado ampliado de la Unión Europea, que con independencia de las tensiones generadas por la última crisis económica y financiera del capi- talismo, sigue siendo un proceso de integración paradigmático. La integración profunda entre Estados Unidos y la Unión Europea, de ser exitosa representaría incrementos en los ingresos, las inversiones y los ritmos de crecimiento de ambas partes, efecto nada despreciable en economías aletargadas, con débiles ritmos de crecimiento, altos desem- pleos y graves problemas financieros, que no se espera se solucionen en menos de una década. No menos importante es frenar el proceso de creciente articulación de ambas economías con China, que han tenido un mayor dinamismo en la última década. La perspectiva consensuada por los estrategas y expertos estadouni- denses y de otros países sobre el papel creciente de China, India y otras potencias asiáticas y del Pacífico hace centrar la atención en Asia Pa- cífico, la llamada “región pivote”. Debe recordarse que Estados Unidos participa en las reuniones de la APEC, y allí se promueven entre los objetivos, facilitar las cadenas de suministro, reducir las distorciones 34 Dr. Luis René Fernández Tabío de los mercados internos y otras tendencia proteccionistas que puedan frenar a las inversiones y el comercio. Pero sin duda, la pieza clave en la política de rebalance de Estados Unidos como potencia mundial en las próximas décadas está en su participación en la Asociación Transpacífico (Transpacific Partnership, TPP). El interés en este esquema se debe a que el TPP constituye un ejemplo de las más extensas geográficamente y profundas formas de integración contemporánea que involucra a países de América Latina. Los llamados acuerdos comerciales mega-regionales son importantes también porque pueden influir en otros procesos de integración y asociación económica regional, mega-regional y mundial. En el caso del TPP, debe subrayarse la trascendencia que tiene desde el punto de vista del Hemisferio Occiden- tal, al incorporar a Estados Unidos y servir de articulación con sus rela- ciones con algunos países de América Latina y el Caribe, que representan intereses, o son funcionales a ellos, por razones no tan sólo económicas, sino geopolíticas y de “seguridad nacional”.

Consideraciones finales

La declinación relativa del poder de Estados Unidos tiene anteceden- tes en el plano económico desde la década de 1970, pero fueron aparen- temente revertidos por el ascenso de la llamada Revolución conservado- ra desde 1980. La caída del denominado socialismo “real”, contribuyó a una sensación de victoria económica, política, ideológica y cultural de Estados Unidos como potencia hegemónica global, e incluso se eviden- ciaron rasgos de unipolarismo impulsado por la influencia de corrientes neoconservadoras en la política exterior de Estados Unidos. La década de 1990 fue un período de alto creciento de la economía estadounidense y del avance de acuerdos de libre comercio, que con- solidaban el marco institucional de la economía global desregulada y liberada. Los enfoques económicos del libre mercado y la desregulación financiera configuraron una nueva estructura económica financiera mundial centrada en el capital financiero y la especulación. Ello fue acompañado por el aumento del crecimento de economías asiáticas sobre todo, que además se convertirían en la virtual planta productiva industrial del mundo. La crisis económica financiera 2000-2001 y en especial la Gran crisis 2007-2008 por su alcance, profundidad y extensión mundial, marcó una etapa o momento histórico de ruptura, que mostró la necesidad de un EE.UU.: perspectiva geoeconómica mundial y nuevo patrón de proyección externa 35 replanteo en la visión estratégica de Estados Unidos, dada las expectati- vas de su reposicionamiento en el mundo. Aunque el gobierno de Obama ha defraudado a los que esperaban una trasnformación más profunda en la política de ese país, y la mayoría de los analistas reconocen en su política exterior más continuidad que cambio, se han puesto de manifiesto nuevos rasgos y características en su proyección internacional, sobre todo a partir del segundo período en la presidencia, modificaciones en las definición general de política, el patrón de intervención y la identificación de estrategias a largo plazo para mantener a Estados Unidos como principal potencia mundial. Las intervenciones encaminadas al “cambio de régimen” por la vía militar convencional directa y unilateral se someterán a una evaluación más cuidadosa, tomando en cuenta la significación para los intereses de Estados Unidos, los recursos involucrados y el papel de los aliados. El caso de Iraq ha sido una lección en este sentido. El derrocamiento de Saddam Hussein y su gobierno ha hecho evidente el fortalecimiento de la posición de Irán en el Medio Oriente al romperse el equilibrio regio- nal que existía por la confrontación entre Iraq e Irán, que representaba un balance regional favorable a los intereses de Estados Unidos. Los casos de Libia, donde la participación estadounidense fue articulada en los marcos de la OTAN, y sobre todo el caso de Siria, parecieran representar tanto los límites del accionar militar directo de Estados Unidos en la ac- tualidad, como los rasgos distintivos de lo que parece establecerse como un nuevo patrón de intervención. En resumen, la política exterior de Estados Unidos hacia el “Tercer Mundo” en el período 2014-2016 estará definida por una continuidad de lo apreciado hasta 2013, y el mayor desarrollo o definición de los rasgos que la misma ha presentado en los últimos dos años del primer período de Obama en la presidencia y lo transcurrido del segundo. La prioridad en su política exterior, en atención a los riesgos que supo- nen para su seguridad y la de los principales aliados de Estados Unidos el ascenso del poderío Chino en Asia Pacífico, es el balance de fuerzas que pretende realizar en las próximas décadas. En este esfuerzo desempeña un papel importante las oportunidades y retos en la región del Medio Oriente y el Norte de África, donde se han presentado crisis que deben conducir acorde con sus intereses. Las lecciones de este ejercicio hacen prever una política pragmática, con una combinación de todos los instrumentos y enfoques de políticas, apegadas al llamado poder inteligente, que vincula los intereses eco- nómicos y de seguridad, con los instrumentos “blandos” de influencia 36 Dr. Luis René Fernández Tabío política, cultural e ideológica, y no descarta el uso de la fuerza militar allí donde sea viable y las condiciones hayan madurado para reducir sus costos, pero no lo identifica como el único o principal instrumento. La toma de decisión sobre el alcance de la involucración estadouni- dense en los próximos años considerará el balance entre la significación de sus intereses implicados y los riesgos asociados, tratando de conciliar los principios y valores políticos, con intereses estratégicos y de “seguri- dad”. El despliegue se trataría de hacer con una involucración prudente y flexible de la fuerza en cada caso. La política estadounidense descansará más en la intervención indi- recta, con un ascenso en el empleo de la asistencia a las fuerzas locales y el apoyo a los elementos afines a sus intereses económicos, políticos e ideológicos por regiones y países, con un esquema semejante al que se ha desplegado en el caso de la intervención de Siria, donde las fuerzas locales y los aliados regionales deben llevar el peso del conflicto. La in- tervención militar unilateral convencional y directa de Estados Unidos quedará a la espera de las condiciones favorables, allí donde se considere están en juego intereses vitales. La participación directa de las fuerzas militares estadounidenses será principalmente con el empleo de medios no tripulados, drones en acciones de inteligencia y combate, el uso de pequeñas unidades altamente tecnificadas y de rápido desplazamiento, pero se tratará de reducir la participación masiva de tropas en el teatro de operaciones. Distintos programas de asistencia a fuerzas locales y regionales en los marcos del Departamento de Estado, de la USAID y de la Fundación para la Democracia (NED) se mantendrán y reforzarán, según las condi- ciones específicas de los países de Asia, África y América Latina y el Cari- be, siguiendo los patrones de intervención indirecta como ocurrió en el caso del golpe en Honduras. En países con gobiernos revolucionarios y progresistas, se seguirán desplegando programas para debilitarlos, incre- mentar su vulnerabilidad y revertirlos con empleo de fuerzas internas y coordinación internacional, como se ha venido aplicando en los casos de Cuba, Venezuela y también de Bolivia y Ecuador, en que se privilegia el uso de intervención indirecta con participación de agentes locales y aliados extranjeros. Estos ajustes en la política exterior se deben a las experiencias ex- traídas y todavía en proceso de doloroso aprendizaje derivados de las intervenciones militares en Afganistán y en Iraq y los conflictos “cola- terales” con Paquistán por sus incursiones a ese país, los retos que se identifican con Irán, así como los cambios de régimen y resultados de EE.UU.: perspectiva geoeconómica mundial y nuevo patrón de proyección externa 37 los procesos de la llamada Primavera Árabe, que con frecuencia han es- tablecido gobiernos que no representan convenientemente los intereses estadounidenses y sus valores políticos e ideológicos, o incluso modifican el balance regional de manera desfavorable para Estados Unidos y sus principales aliados. En el contexto de los próximos años no debe descartarse, aunque no puede tampoco pronosticarse, intentos de retomar algún tipo de nego- ciación con países emergentes y de gran importancia en el tablero de la geoeconomía global. En este grupo de situaciones conflictivas que podrían ser objeto de negociación bilateral o multilateral con participa- ción de Estados Unidos, siempre y cuando se considere existen beneficios económicos y políticos significativos para el gobierno estadounidense. Aunque no son los únicos casos posibles, como ejemplos podrían in- cluirse las discrepancias con China en el terreno económico comercial y político; el conflicto de Israel con Palestina y en la Península de Corea, así como el asunto del uso de la energía nuclear con fines pacíficos de Irán. En términos estratégicos y de largo plazo, con un horizonte puesto en el 2030, se ha presentado una visión de Estados Unidos para mantenerse como principal potencia mundial en un sistema mundial multipolar y sin la hegemonía de ningún país en particular. Para cumplir con este propósito se plantea entre las principales direcciones, la política de reba- lancear la posición de poder estadounidense a partir de alianzas mega- regionales. Entre estas alianzas mega-regionales se destaca la enfocada hacia Asia- Pacífico, que debe servir de contrapeso estratégico al avance de China en ese espacio geoeconómico: la Alianza Transpacífico. La segunda alianza de este tipo se plantea con la Unión Europea, para beneficio común y para minimizar la tendencia tanto de Estados Unidos como de la UE de incrementar su respectiva interdependencia con China. Ambos procesos, podrían servir de ser exitosos —escenario que no es nada seguro— para balancear la posición de poder de Estados Unidos en las próximas déca- das, amparada en su revigorización económica y un sistema de alianzas mega-regionales, que despliega del Medio Oriente al Norte de África, sin olvidar el Hemisferio Occidental. La posibilidad potencial de que Estados Unidos pueda mantenerse como una potencia principal en un orden multipolar y multilateral, se apoya en la visión perspectiva en que las fuentes de poder no esta- rían determinadas tan directamente por el tamaño del PIB, la pobla- ción, territorio y fuerzas militares, sino mediante formas más difusas y 38 Dr. Luis René Fernández Tabío complejas del poder. En tales condiciones tendría más importancia el sistema de alianzas y la significación de las tecnologías de la información y las redes, así como la aplicación de nuevas tecnologías que soportan las fuentes de inteligencia global en su sentido más amplio y se consideran parte de una Tercera Revolución Industrial. Ello acrecentaría la signifi- cación de los instrumentos del poder blando, actuando sobre todas las esferas de la sociedad y en los campos de la energía, la bioingeniería y las manufacturas. Se considera que Estados Unidos debe mantener una posición privilegiada en el control de estas esferas, cada vez más impor- tantes como fuentes de poder en la nueva configuración de las relaciones internacionales en el mundo. Los Estados Unidos perspectivas y opciones de los procesos político-ideológicos internos*

Dr. Jorge Hernández Martínez Sociólogo y politólogo. Profesor Titular y Director del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (CEHSEU), Universidad de La Habana

Si la victoria electoral del candidato demócrata Barack Obama en los comicios de 2008 había constituido un acontecimiento de gran trascen- dencia en la historia política norteamericana, con resonancia mundial, su relección y el ulterior desenvolvimiento del primer año de su segun- do mandato no lo serían menos. Más allá de la coyuntura electoral de 2012, cuyo análisis propició los habituales pronósticos sobre la significación y las proyecciones de la nueva etapa de la presidencia demócrata, es posible evaluar ahora, con el beneficio del tiempo transcurrido, las perspectivas y opciones del proceso político norteamericano, asumido con una visión de conjunto y dirigiendo la mirada hacia el despliegue de la década en curso, con especial referencia al ámbito interno. En medio de una complicada situación interna, junto a un no menos complejo entramado internacional, los Estados Unidos se enfrentan en la actualidad a tendencias y contradicciones sin definiciones claras y preci- sas en cuanto al modo de encarar retos, resolver problemas y aprovechar oportunidades. A nivel doméstico, la nación ha permanecido marcada por dificultades económicas, promesas incumplidas, insatisfacciones po- pulares, polarizaciones políticas, rivalidades ideológicas, en tanto que en el ámbito externo el país ha seguido inmerso en confrontaciones bélicas, dentro de un escenario internacional de crisis, conmociones sociales e inestabilidad política. En su articulación, tales fenómenos y conflictos caracterizan el rumbo actual de los Estados Unidos, gravitando también sobre su futuro en el corto y mediano plazos.

*Versión actualizada y ligeramente modificada de la intervención especial realizada en la I Conferencia Internacional de Estudios Estratégicos auspiciada por el Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI) en La Habana, del 16 al 18 de octubre de 2013. 40 Dr. Jorge Hernández Martínez

El presente artículo reflexiona sobre el contexto y los procesos que se entrelazaron en la coyuntura electoral de 2012 y examina la escena que se conforma a partir de entonces, formulando algunas hipótesis que permitan distinguir las perspectivas y opciones de los Estados Unidos e interpretarlas en un análisis global de la política interna bajo la segunda Administración Obama. La comprensión adecuada de sus alcances y lí- mites en los próximos años, aporta una útil herramienta analítica al pen- samiento crítico comprometido con un mundo mejor, que es posible. Con esa intención, la exposición se organiza en tres partes: la primera coloca de forma abreviada el marco teórico e histórico del que parte el análisis. La segunda se detiene en el mencionado proceso electoral de 2012, destacando sus características e interpretando razones, condiciona- mientos y significados. Por último, se valora el entorno de la política interna norteamericana al comenzar 2014, procurando discernir las ten- dencias en curso y la alternativa más probable que se proyecta hacia el devenir de lo que resta del segundo decenio del siglo XXI.

Marco teórico e histórico: el sistema político, el proceso electoral y la cultura nacional

Existe una amplia gama de definiciones en la literatura científico- social contemporánea sobre el sistema político. Para algunos autores, dicho concepto distingue al conjunto de interrelaciones políticas exis- tentes en los marcos de la sociedad,1 en tanto que para otros, el sistema político comprende un complejo de ideas (principios, leyes, soportes doctrinales), que complementan el contenido de una determinada teoría y forma de gobierno,2 sin considerar el substrato material consustancial a esa estructura. El presente análisis se acoge al criterio de no restringir el concepto de sistema político sólo a la estructura u organización política de la sociedad, o sea, al conjunto de organizaciones, organismos e institu- ciones políticas, y considera que el mismo abarca otros elementos, como las relaciones políticas (relaciones dentro de la organización política y de esta con la sociedad en su conjunto); los elementos reguladores del sistema (normas políticas y jurídicas, especialmente la Constitución y las leyes de un país) y la cultura, ideología y procesos de socialización polí- ticas (como elementos de índole subjetiva, orientados al afianzamiento, desarrollo y mantenimiento de un determinado sistema social. Desde esta perspectiva, el concepto de sistema político rebasa o amplía la noción

1Véase el análisis que realiza Emilio Duharte Díaz, “Sistema político cubano: particularidades de su formación y desar- rollo”, en Teoría Sociopolítica. Selección de Temas, tomo II, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 2002 (Colectivo de autores, Compilación y edición científica del propio autor de este artículo).Ver del mismo autor: “Los sistemas políticos: Algunas reflexiones teóricas y comparadas”, enR evista Política Internacional, ISRI-MINREX, No.3, 2004. Véase tam- bién: Ch. Debbach y Y. Daudet: Léxico de términos políticos, París, 1974, p. 253. 2Véase I. Hoose: Systems analysis in public policy. A critique, London, 1974, p.16. Los Estados Unidos perspectivas y opciones de los procesos político-ideológicos internos 41 de sistema de gobierno (que en ocasiones se asume como equivalente), e incluye a otros componentes, como los partidos políticos, grupos de po- der, normas político-jurídicas, así como los valores culturales y procesos ideológicos, muchos de los cuales desempeñan una función reguladora.3 Las características del sistema político norteamericano están con- dicionadas por factores que hallan expresión desde muy temprano en la propia aparición e historia de la nación: su carácter presidencialista, el federalismo, la división de poderes, el bipartidismo, el principio de pesos y contrapesos, el cabildeo, y las particularidades de las corrientes ideológicas y del proceso electoral. Los fundamentos del gobierno esta- ban claros desde el texto constitucional: “un gobierno que pueda actuar por sí mismo, pacíficamente, sin necesidad de recurrir constantemente a las legislaturas estatales” (federalismo); “la organización del gobierno en Legislativo, Judicial y Ejecutivo (división de poderes); “la negativa dada al Ejecutivo, en conjunto con un tercio de la Cámara” (pesos y con- trapesos).4 Ese entramado tiene, a su vez, un basamento esencial en el tejido objetivo y subjetivos, de relaciones sociales y de valores, que sirve de sustrato económico y sociocultural a la constitución y desarrollo del mencionado sistema. “Los Estados Unidos son una federación de estados —señala Ramón Sánchez-Parodi—, y cuando los Padres Fundadores adoptaron la Consti- tución el 17 de septiembre de 1787, estipularon en su artículo II, sección 1, que el presidente y el Vicepresidente serían elegidos por electores, designados de la manera que la Legislatura de cada estado determinase; y en número igual al de senadores y representantes a que tuviese dere- cho enviar al Congreso Federal. Estos electores constituirían el Colegio Electoral encargado de elegir al Presidente y al Vicepresidente. Un can- didato tendría que obtener más del 50% de los votos para ser elegido Presidente”.5 Así, el sistema electoral de los Estados Unidos es uno de los ejes cen- trales del sistema político de ese país. No podría ser de otra forma, debi- do a que ese sistema político, según fue concebido por los citados Padres Fundadores de la nación en el último cuarto del siglo XVIII, descansa sobre un sistema de gobierno “con el consentimiento de los gobernados.” De ahí que sea el voto, la elección, la manera casi exclusiva en que los gobernados puedan expresar, dentro del marco político-jurídico estable- cido, ese consentimiento.

3Véase Martha Prieto Valdés: “A propósito de la utilización de los conceptos de Sistema Político y Sociedad Civil”, en Revista Cuba Siglo XXI, Internet, www.nodo50.org/cubasigloXXI/. 4Véase Thomas Jefferson to James Madison on the ´Oppressiveness´ of an ´Energetic´ Government and the Need for a ´Bill of Rights´ in the New Constitution”, en Andrew Carroll (Editor), Letters of a Nation. A Collection of Extraordinary American Letters, Broadway Books, New York, 1999, p. 76. 5Ramón Sánchez-Parodi : “¿E Pluribus Unum? Reflexiones sobre las elecciones de 2004:Antecedentes e incidencia en el futuro de los Estados Unidos de América”, en Jorge Hernández Martínez (Coordinador), Los Estados Unidos a la luz del siglo XXI, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2008, p. 34. 42 Dr. Jorge Hernández Martínez

De ese modo, el sistema de gobierno y el sistema electoral están es- trecha e interactivamente entrelazados. Diversos procesos o pasos dan muestra de la centralidad del voto en el sistema político estadounidense. Tómense como ejemplos los ejercicios cuatrienales para la captura de la Casa Blanca, es decir, la elección del presidente y vicepresidente de la federación; las elecciones legislativas cada dos años, en que se renueva la totalidad de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado; las elecciones estaduales para gobernadores y los legisladores a ese nivel, y las locales en que se eligen los alcaldes y una serie interminable de otros funcionarios locales. Todos ellos son expresivos de la centralidad apuntada. Aunque el sistema político norteamericano se presenta a sí mismo como una democracia, según lo puntualiza Rosa López, “ninguno de los dos documentos fundacionales de la república, la Declaración de Inde- pendencia de 1776 o la Constitución de 1787, pilar central de sistema político norteamericano y aún vigente, menciona la palabra 'democra- cia'. De hecho, los principios sobre los que se erigió este sistema, como el de 'balance y contrapeso', entre las tres ramas de gobierno, la Ejecutiva, la Legislativa y la Judicial; el férreo control de los cargos electivos por parte de los dos partidos principales, y la elección como la única forma de participación de los ciudadanos en los procesos políticos, indican que el sistema político norteamericano fue diseñado para que los poderes del Estado que se creaba a partir de la independencia de las Trece Co- lonias británicas quedaran firmemente en manos de la clase burguesa dominante, y no fueran amenazados sus intereses por la irrupción de las masas con sus demandas democráticas”.6 Para ello, se requería que talas definiciones se integraran en el imaginario popular, formando parte orgánica de la cultura política nacional. Además de las elecciones presidenciales que se celebran cuatrienal- mente en los Estados Unidos, siempre a comienzos del mes de noviem- bre, tienen lugar cada dos años las llamadas de “medio término” porque no coinciden con las elecciones presidenciales. Son esencialmente elec- ciones locales, en las que son renovados o ratificados los 435 escaños de la Cámara de Representantes, 33 de los 100 escaños senatoriales y 36 de los gobernadores de los 50 estados. Los partidos políticos tradicionales de los Estados Unidos, el Demó- crata y el Republicano, son los principales contendientes en las eleccio- nes a todos los niveles, aunque, por supuesto, no son los únicos partidos políticos que existen. Los Demócratas y los Republicanos, sin embargo, monopolizan el juego político electoral, al punto de ser considerados

6Ver Rosa López: “El sistema electoral en el marco del sistema político en los Estados Unidos”, Avance de Investigación, CEHSEU, Universidad de La Habana, La Habana, 2008. Los Estados Unidos perspectivas y opciones de los procesos político-ideológicos internos 43 poco más que coaliciones electorales en pugna por ocupar los cargos electivos. Cuando se habla de cultura política, generalmente se le comprende desde las ciencias sociales como una síntesis, conformada por un conjun- to de orientaciones, pautas y valores —relativamente estables—, que ca- racterizan las relaciones entre los diversos grupos sociales con respecto al poder político, y que condicionan la experiencia del desarrollo político de la sociedad.7 Dicho de otro modo, es un punto de referencia clave para comprender el sustrato subjetivo del sistema político, para entender los contenidos doctrinales, los soportes ideológicos que nutren, pongamos por caso, la imagen de los intereses nacionales, el discurso en torno a la seguridad nacional, las actitudes que refleja la población a través de las encuestas referidas al liderazgo político del país, o los argumentos que alimentan la política exterior. La cultura política comprende al conjunto de actitudes, creencias, valores y tradiciones que dan lugar a las normas que comparten los integrantes de una sociedad, con respecto a los fenó- menos relacionados con la dinámica clasista y partidista.8 Como indica Silvia Núñez García, “en estrecho vínculo con la histo- ria nacional, la mayoría de los estadounidenses se congrega en torno a una cultura política cuya orientación es eminentemente pragmática e individualista, circunstancia que incide en la percepción popular de las características y el funcionamiento de las instituciones que emanan de ella, así como de las prácticas y fuerzas políticas”.9 Debe agregarse que di- cha cultura se conforma en un contexto histórico definido por un orden democrático en el que la participación popular efectiva se compromete con un sentido de representatividad amparada en la ideología liberal que desdibuja la naturaleza del verdadero ejercicio de la democracia. Es decir, los valores políticos fundamentales que sostienen la sociedad nor- teamericana —como la libertad y la igualdad—, se articulan alrededor de un modelo pluralista en cuyo centro se ubica la figura del ciudadano, pero con marcadas expresiones de exclusión, discriminación, restricción de derechos, intolerancia y marginación, a partir del modo en que se re- chaza todo aquello que no encaja en el patrón étnico, racial, religioso, de los llamados wasps (blancos, anglosajones, protestantes, de clase media). La configuración histórica de los Estados Unidos, sus antecedentes coloniales y en particular, el proceso de formación de la nación, junto

7Entre los autores y trabajos que definen el concepto puede verse: GabrielAlmond y Sydney Verba, La Cultura Cívica, Fundación de Estudios Sociales y de Sociolgía Aplicada, Madrid, 1970; L. Pye y S. Verba: Political Culture and Political Development, Princeton University Press, 1965, Ronald Inglehardt, “The Renaissance of Political Culture”, en American Political Science Review, No. 4, Vol. 82, December 1988. 8Véase Norberto Bobbio y Nicola Matteuci: Diccionario de política, Vol. I ( A-J), Siglo XXI Editores, México, 1981, p. 470. 9Silvia Núñez García: “Cultura política” en Rafael Fernández de Castro y Hazel Blackmore (Coordinadores), ¿Qué es Estados Unidos?, Fondo de Cultura Económica, México, 2008, p. 94. 44 Dr. Jorge Hernández Martínez a las peculiaridades de la etapa que media entre la revolución de inde- pendencia y la guerra civil, le confieren a la cultura política de ese país una estructura y unos contenidos que son definidos a partir del llamado “credo” norteamericano, con una mezcla de orientaciones liberales y conservadoras, cuya explicación se profundizará más adelante. La matriz de esa cultura, si se quiere, contiene los elementos o componentes que harán legítimo, tiempo después, la apelación a las codificaciones que hace suya la doctrina y la política norteamericana que promueve, por ejemplo, los aires de guerra fría, luego de la segunda guerra mundial, a nivel internacional, y los del macartismo, en el plano interno. Una característica relevante de la cultura política norteamericana es que los principios abstractos que le dan forma han permanecido, prácti- camente, intactos desde su inclusión en la Declaración de Independencia de 1776. Para Alexis de Tocqueville, la particularidad del sistema político de los Estados Unidos estribaba en el modo singular de interacción de la cultura política de ese país y las instituciones que emanaban de ella, con- siderando que la democracia norteamericana resultaba de la amalgama entre religión, leyes, cultura y entorno físico o geográfico.10 Si se repasan algunos antecedentes bajo una lectura que trate de re- tener claves definitorias de las percepciones y valores que se forjan en la historia política y cultural estadounidense, como el de las “amenazas” a los intereses y la seguridad de la nación, está clara la puntualización del enemigo “externo”, a partir de la manera en que se identificaba, en el marco de la revolución de independencia, a la metrópoli colonial, como fuente o causa de conflicto, lo cual se fortalece después, al considerar las apetencias de las antiguas potencias coloniales europeas, con un signo similar, durante el siglo XIX y hasta la primera mitad del XX. Los componentes centrales del mosaico ideológico y cultural de lo que serían posteriormente los Estados Unidos sociedad estadounidense se instalan desde temprano en la historia de ese país: liberalismo, in- dividualismo, idealismo, exaltación de la propiedad privada, sentido mesiánico, sentimiento antiestatal, apego a la tradición. De esa síntesis emergería lo que algunos autores han denominado como “el credo nor- teamericano”, es decir, una suerte de consenso básico (o alto nivel de acuerdo) en relación con las formas de organizar política y económica- mente la vida de la nación. Ese “credo” ha servido a lo largo de la historia como fuente de identidad de los estadounidenses, toda vez que en él se mezclan y coinciden, pongamos por caso, elementos de liberalismo y conservadurismo, que en las experiencias europeas eran tendencias contrapuestas.11

10Véase Daniel J. Elazar: “Tocqueville and the Cultural Basis of American Democracy”, en Political Sciences and Politics, No. 32, June 2, Academic Research Library, pp. 207-210. 11Entre los autores y obras que aportan a la comprensión del llamado “credo” norteamericano, se encuentran los que Los Estados Unidos perspectivas y opciones de los procesos político-ideológicos internos 45

El significado de ser estadounidense sólo puede comprenderse como una cosmovisión ideológica, o sea, como un conjunto organizado de ideas, ya que los miembros que constituyen la nación no comparten una historia común por su diversidad étnica, racial y cultural.12 Con independencia de las manipulaciones recurrentes, casi constan- tes, de que han sido objeto, esos componentes retroalimentan, desde el punto de vista ideológico y cultural, al único modo de producción que ha conocido, durante toda su historia, la sociedad norteamericana: el capitalismo, estimulando autopercepciones de superioridad, posiciones individualistas, nacionalismo chauvinista, visiones intolerantes, atravesa- do todo ello por una determinada predisposición al uso de la violencia, bajo condiciones supuestamente “legítimas”, avalada por la apelación ne- cesaria que de ella, escudados en la causa de la democracia y la libertad, hicieron los colonos, enfrentando tribus hostiles, en sus primeros tiem- pos, y a los soldados de la Corona, después, en el marco de la revolución de independencia. Ahí radica una base cultural que se extiende hasta el presente. Como lo resume Jaime Zuluaga Nieto, “desde sus orígenes, los Estados Unidos se han percibido a sí mismos como el gestor y garante de la libertad y la democracia, no solamente de su propia población, sino de toda la humanidad, y a lo largo de su historia, ha actuado conforme a esta percepción que le ha servido para justificar su política intervencionista y expansionista (…). Los padres fundadores de la nación estadounidense estructuraron un discurso que relacionó religión, economía y libertad como parte de los mitos fundacionales (…), que tienen la característica de manifestarse como valores universales, de donde deriva, en parte, la fuerza avasalladora con que se imponen y la asimilación por quienes padecen los efectos de la dominación estadounidense”.13 Es ese el contexto en el que en la sociedad norteamericana florece el conservadurismo dentro de una matriz liberal, que afirma una con- cepción puritana, tradicionalista, intransigente, elitista, que nutre desde bien temprano la cultura nacional y se proyecta, entre otras maneras, con una orientación reaccionaria, contra toda tendencia que promueva cambios.

se mencionan a continuación: Gunnar Myrdal: An American Dilema, Panteón Books, N.Y., 1972; Godfrey Hodgson: American in Our Time: From World War II to Nixon, What Happened and Why, Vintage Books, N.Y., 1976; Samuel P. Huntington: American Politics: The Promise of Disaharmony, The Belknep Press of Harvard University, Cambridge, 1981. 12Véase Richard Hofstadter: La tradición política norteamericana y los hombres que la formaron, Fondo de Cultura Económica, México, 1984 y Seymour Martin Lipset: La división continental: los valores y las instituciones de los Estados Unidos y Canadá, Fondo de Cultura Económica, México, 1993. 13Jaime Zuluaga Nieto: “La construcción de la identidad nacional”, en Marco A. Gandásegui y Dídimo Castillo Fernández (Coordinadores), Estados Unidos: la crisis sistémica y las nuevas condiciones de legitimación, CLACSO/Edito- rial Siglo XXI, México, 2010, pp. 157-160. Véase también Mery Gentile Martínez, “Cultura política e identidad en los Estados Unidos”, en Jorge Hernández Martínez (Coordinador), Los Estados Unidos y la lógica del imperialismo. Una visión crítica, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2012. 46 Dr. Jorge Hernández Martínez

Con semejante amalgama, se entiende la complejidad de los valores fundamentales, que articulan las bases de la cultura política nacional en la sociedad norteamericana. La ideología de clase media, consustancial desde el punto de vista histórico a los mencionados wasps, como se le suele denominar, trasciende su propia concepción del mundo y se ex- tiende incluso por el resto de las clase dominantes y otros sectores de la pirámide socioclasista en los Estados Unidos, que reproducen el mismo sistema de valores reaccionarios y un patrón de comportamiento político muy parecido. Este mecanismo opera apelando a tradicionales y mitos instalados en la psicología nacional, que pueden ser compartidos tanto por la oligarquía financiera como por la población de zonas rurales o tra- bajadores de servicios, en áreas urbanas. Es esa propensión a un conserva- durismo tradicionalista, explotado en ocasiones por pastores evangelistas, por ejemplo, que convocan a un puritanismo fundamentalista contra el aborto, o por políticos que exhortan a la segregación étnica y racial, a la discriminación contra el homosexualismo, una de las vías a través de las cuales se recrea un caldo de cultivo que alimenta la intransigencia y el empleo de la violencia. La historia pasada y reciente de los Estados Unidos evidencia numerosos casos, por ejemplo, de acciones dinamiteras contra clínicas u hospitales clandestinos que interrumpían embarazos, ac- tos racistas contra negros y latinos, manifestaciones contra el movimiento gay, que con frecuencia incluyen la violencia verbal y física.14 En buena medida, podría afirmarse que orientaciones ideológicas como las descritas son las que han definido prácticas como las que han dado vida, en el ámbito de la sociedad civil estadounidense, a grupos de extrema derecha, como el Ku Klux Klan, la Sociedad John Birch, la Aso- ciación Nacional del Rifle, la Fundación Nacional Cubano-Americana, a movimientos fanáticos como los denominados “nuevo nativismo” y “de- recha religiosa”, o a gobiernos como los de Ronald Reagan y George W. Bush. En esos casos, el común denominador radica en su intolerancia y en la manifestación de la cultura política de la violencia, expresadas a través de manifestaciones aberradas de racismo, antirradicalismo, xenofobia y belicismo. A todo lo expuesto habría que agregar otro elemento o característica, relacionado con el hecho de que si bien los Estados Unidos, desde un punto de vista histórico, ha sido tradicionalmente un país laico en cuanto a su sistema político, ha estado muy influenciado por una penetrante orientación de puritanismo religioso (en ocasiones, fanático), que se instala como factor orgánico en la cultura política nacional. En este sen- tido, aunque religión y política están separados a nivel de las estructuras

14Un documentado estudio al respecto aparece en: Hugh Davis Graham y Ted Robert Gurr: Violence in America. Historical & Comparative Perspectives, Sage Publicactions, Beverly Hills, 1979. Los Estados Unidos perspectivas y opciones de los procesos político-ideológicos internos 47 políticas gubernamentales, en el ámbito de la cultura política aparecen mezclados, con frecuencia, especialmente ante situaciones difíciles o de crisis. Recuérdense las invocaciones religiosas de Truman, y su afirma- ción de que el documento político más importante en la historia esta- dounidense era la Biblia. En la década de 1980, Reagan hacía muchas alusiones al Todopoderoso en sus discursos sobre temas internacionales. Las frases al respecto de George W. Bush, después del 11 de septiembre de 2001, en las que aseguraba que dialogaba con Dios, fueron numerosas y bien conocidas. De este modo, determinadas e importantes acciones de política exterior de los Estados Unidos no sólo se han vinculado al interés y a la seguridad nacional, sino al tema del bien y el mal, a la voluntad divina. Con el telón de fondo expuesto, resulta útil comprender que el siste- ma político norteamericano y como parte de él, el subsistema electoral, no han sido concebidos, desde su temprana articulación histórica y hasta el presente, para cambiar el sistema, sino para reproducirlo y consolidar- lo. Bajo estas premisas, los resultados del último proceso eleccionario, el de 2012 deben interpretarse más en términos de continuidades que de cambios, sin que ello ignore ajustes y reorientaciones, impuestas por el dinamismo de las circunstancias. Dado el contexto doméstico en que tuvo lugar ese proceso y los marcos económicos y políticos reales en que se mueve la nueva Administración Obama, las posibilidades de cumplir con las prioridades declaradas —el control de armas, la reforma migrato- ria integral y la fiscal—, presumiblemente, encontrarán más límites que oportunidades. El desempeño del primer año de su segundo período de gobierno apunta, de hecho, en tal dirección. Las elecciones de 2012: preguntas e interpretaciones

Como es conocido, el último proceso de elecciones presidenciales en los Estados Unidos culminó el día 6 de noviembre de 2012, cumpliendo con el mandato constitucional que define la realización de tales comicios en el segundo martes de dicho mes. El candidato demócrata, Barack Oba- ma —quién a diferencia de 2008, cuando basó su campaña en la consig- na del cambio (change), ahora llamaba a seguir adelante (go forward)—, lograba ese día la reelección como presidente, advirtiéndose que ganaba en la casi totalidad de los llamados estados pendulares (swing states) y en más de la mitad de todos los estados. El triunfo fue respaldado por un total de 303 votos electorales, lo cual superaba con creces la cifra mínima requerida, de 270. A la vez, obtuvo 58,537,310 de votos populares, lo que 48 Dr. Jorge Hernández Martínez superaba ligeramente el 50%, en tanto que la derrota del contrincante republicano, Mitt Romney se resumió con 206 y 56,363,885, equivalente esto último a un 48%. Por su parte, Gary Johnson, rival por el Partido Libertario, alcanzaba 1,087,503 votos. Según sería ampliamente divulga- do por los medios de prensa, las elecciones se llevaron a cabo en medio de cuestionamientos y denuncias por diversas irregularidades entre las que destacaban las quejas sobre el mal funcionamiento de máquinas de votación, largas filas e información errónea sobre los sitios de sufragio. El mismo día fueron electos, en el ámbito legislativo, 33 senadores, así como la totalidad de 438 representantes, 11 gobernadores y varios legis- ladores a nivel estadual. En las elecciones legislativas, el resultado reflejó ciertos avances en las posiciones demócratas, en comparación con la composición del Congre- so establecida por los comicios de medio término de 2010. En el Senado alcanzaron una mayoría, palpable en 53 de los 100 asientos; en la Cáma- ra, si bien se mantuvo el control republicano, se produjo un incremento significativo, ya que de 193, ascendieron a 200 escaños, contrastante con la disminución de la cifra de republicanos, que decrecieron de 242 a 234. Este movimiento en el ámbito legislativo no debe interpretarse sólo a partir de los cambios cuantitativos, sino desde un punto de vista cualita- tivo, dada la característica señalada, concerniente a que el sistema políti- co norteamericano se basa en un juego de contrapesos y balances entre sus ramas de gobierno. En este sentido, debe quedar claro que si bien la elección presidencial conlleva una importancia fundamental, la victoria en la misma no garantiza que el presidente electo tenga el control pleno de los procesos de toma de decisiones, ni tampoco que pueda implemen- tar con eficiencia el programa de gobierno esbozado durante el periodo de campaña. De modo que existen razones para pensar que, si bien Oba- ma logró mantenerse en la presidencia, ello no significa que tendrá, de forma automática, segura, lineal, un período tranquilo en el ejercicio de su segundo mandato, y en particular, en la relación Ejecutivo-Congreso. Este ámbito de la política doméstica puede, por tanto, constituir una escena de conflicto entre la Administración demócrata y las posiciones republicanas entre los congresistas. Al nivel de base, los republicanos reforzaron sus posiciones en los gobiernos locales y en los legislativos estaduales. En ese sentido, luego de las elecciones de 2012, los Estados Unidos se muestran como un país fragmentado en lo referente a las capacidades federales del Ejecutivo y las posibilidades reales del Congreso para neutralizarlas. De una parte, se aprecia que el poder central se halla en manos demócratas; de otra, se Los Estados Unidos perspectivas y opciones de los procesos político-ideológicos internos 49 pone de manifiesto el contrapeso representado en la autonomía de los poderes estaduales, controlados por las bases republicanas.15 Al concluir el 6 de noviembre de 2012, Obama expresó que “lo mejor estaría aún por venir”, en un discurso pronunciado con tono esperan- zador ante miles de seguidores, tras ganar su reelección, tendiendo la mano a su derrotado adversario, asegurando que había aprendido de sus electores. Con posterioridad, al prestar juramento el 21 de enero de 2013, afirmó que estaba terminando una década de guerra y que una recuperación económica había comenzado. Naturalmente, como revela la historia estadounidense, una cosa es el discurso presidencial y otra el decurso de los hechos. Sobre la base de lo expuesto, vale la pena detener la mirada en el contexto interno que define a la sociedad norteamericana en su conjun- to luego de realizada la elección presidencial de 2012, de terminado el primer período de gobierno de Obama y al concluir el primer año de su segundo mandato, a comienzos de 2014. ¿Cuáles son las principales ten- dencias y contratiempos gubernamentales que se advierten en el esce- nario político e ideológico de los Estados Unidos? ¿Pueden considerarse como resultados de un devenir histórico que ha conducido a una crisis de legitimidad, de consenso o hasta cultural, teniendo como telón de fondo la acumulación de efectos de la grave crisis económico-financiera y de las circunstancias depresivas por la que ha atravesado el país? ¿Se proyectan tales tendencias y contradicciones con una perspectiva de me- diano y largo plazos? Para responder a estas interrogantes, es necesario examinar algunos antecedentes, así como los procesos que se despliegan. Así se podrían reconstruir contextos en el esfuerzo por apreciar tanto el bosque como los árboles en la sociedad estadounidense, mirando más allá de 2012. La segunda Administración Obama se conforma a partir del legado de transformaciones sucesivas operadas en la estructura de la sociedad y de la economía en los Estados Unidos, que han propiciado mutacio- nes tecnológicas, socioclasistas, demográficas, con expresiones también sensibles para las infrestructuras industriales y urbanas, los programas y servicios sociales gubernamentales, la cultura y el papel de la nación en el mundo. Se trata de cambios profundos que durante los últimos treinta años han modificado la fisonomía integral norteamericana, generando una gradual y creciente incapacidad del gobierno para cumplir con sus funciones, un debilitamiento de los partidos, una independización de la acción de los legisladores, junto a una enajenación o extrañamiento del electorado ante el sistema político, que lleva a una buena parte de

15Sobre el análisis expuesto, veáse Ernesto Domínguez y Carlos A. de la Puente: “Proceso político y perspectivas en los Estados Unidos más allá de las elecciones de 2012”, Avance de Investigación, CEHSEU, La Habana, 2012. 50 Dr. Jorge Hernández Martínez la población hacia conductas de abstencionismo, indiferencia, increduli- dad, desconfianza. Ello ha erosionado las bases ideológicas del consenso y alejado el centro de gravedad del espectro político del liberalismo tradicional, condicionando el agotamiento del proyecto nacional que se estableció en los años de 1980, bajo la denominada revolución conserva- dora y que tomó un aliento renovado o “un segundo aire” como secuela de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001.16 El proceso derivado tanto de las citadas transformaciones iniciadas en 1980 con el doble período de gobierno de Ronald Reagan como del agotamiento implicado durante las dos Administraciones de George W. Bush luego de 2000, no ha conllevado, aún, una versión sustitutiva del proyecto nacional; de modo que ante tales indefiniciones, los Estados Unidos enfrentan un escenario de transiciones objetivas que mantienen tensiones y enfrentamientos e impiden la rearticulación subjetiva del consenso y el restablecimiento de la legitimidad cuestionada. Las elec- ciones de 2012 expresaron esa contradicción, dada la incapacidad de los partidos y de sus propuestas para presentar opciones genuinas ante un escenario que las necesitaba y reclamaba. Si bien el proyecto conserva- dor avanzado por Reagan a lo largo de una década y rescatado por W. Bush durante casi otro decenio, concluyó con su visible decadencia, sus reminiscencias aún perduran, en tanto que no cristalizó una definición alternativa desde el liberalismo ni se definieron perspectivas de un cam- bio viable en el corto plazo. Las expectativas que se crearon desde la anterior campaña presiden- cial durante 2008 (cuando Obama se proyectaba como candidato por el partido demócrata, esgrimiendo la consigna del cambio, y formulando las promesas en que basó el inicio de su gobierno), son expresión de lo anterior, como también lo es la frustración que ha provocado la falta de correspondencia entre su retórica y su real desempeño entre 2009 y 2011, junto a las impactantes filtraciones de más de 250 mil documentos del Departamento de Estado a través de Wikileaks. Ese contrapunto re- flejaba tanto las esperanzas como las desilusiones de una sociedad que, desde el punto de vista objetivo se aleja cada vez más del legado de la Revolución de Independencia y de ideario de los “padres fundadores”, en la medida en que valores como la democracia, la libertad, el anhelo de paz y la igualdad de oportunidades se desdibujan de manera casi cons- tante y creciente; pero que en el orden subjetivo es moldeable, influen- ciable por las coyunturas políticas y sus manejos. De modo intermitente, ello se manifiesta en las oscilaciones, casi constantes, en los niveles de popularidad de la figura presidencial. Así, por ejemplo, el asesinato de

16Véase Jorge Hernández Martínez: “Los Estados Unidos y la lógica del imperialismo: ¿Perspectivas de cambio bajo la Administración Obama?”, en Cuba Socialista, No. 55, Abril-Junio, La Habana, 2010. Los Estados Unidos perspectivas y opciones de los procesos político-ideológicos internos 51

Osama Bim Laden propició un notorio mejoramiento (aunque bastante efímero) de la imagen de Obama, quien de inmediato quiso capitalizar el hecho en términos de que cumplía sus promesas, y de utilizarlo en función de su campaña para la reelección. Obama ha prestado mucha atención a la dimensión moral de la po- lítica. No ha sido, desde luego, algo casual. Los valores y principios que definen a la sociedad norteamericana tienen su raíz, como en cualquier país, en las simientes de su historia nacional. Si uno quiere entender las bases que sostienen el proceso de integración de una cultura, no puede obviar la mirada hacia su etapa fundacional. Es en la articulación ini- cial de los factores y condiciones que se mezclan e interactúan, en esa secuencia, que se vertebra la armazón del sistema de valores, el conjunto de concepciones, que caracterizará luego la psicología nacional, la idio- sincrasia, la cultura política de una nación. De ahí que los soportes de los Estados Unidos en el siglo XXI se encuentren, aún, en el proceso mismo de su formación como país independiente. Se trata de piedras filosofales. Desde este punto de vista, conviene tener presente que los Estados Unidos no solamente se presentan como guardián (gendarme interna- cional) de la civilización (libertad y democracia); también son la nación pujante, emprendedora, que impuso la producción en masa para el con- sumo generalizado que, en la lógica del capital, es condición para que exista la posibilidad de bienestar material alcance a toda la humanidad. Libertad y progreso, individualismo y consumismo, democracia y merca- do, son parejas de valores sobre las cuales se levanta el influjo ideológico del American Dream y del American Way of Life. Los Estados Unidos lograrían, a lo largo de la historia y a pesar de su tradición segregacionis- ta e intervencionista, construir un imaginario social libertario, inundar al mundo con mercancías producidas masivamente e incrementar el ingreso de sus trabajadores, produciendo el mito de ser una sociedad con oportunidades para todos, basada en la libertad y la democracia, condición “imprescindible” del éxito económico, tecnológico y científico, que se puede alcanzar en un medio como el norteamericano, en verdad profundamente elitista, polarizado, discriminatorio, desigual. Desde el preámbulo de ese documento fundacional en la historia de los Estados Unidos, que es la Constitución, los llamados padres funda- dores comienzan a argumentar la visión engañosa, adormecedora, al es- cribir las primeras palabras: “Nosotros, el pueblo...”. Como lo puntualiza Howard Zinn, “con ello intentaban simular que el nuevo gobierno re- presentaba a todos los americanos. Esperaban que este mito, al ser dado por bueno, aseguraría la tranquilidad doméstica. El engaño continuó 52 Dr. Jorge Hernández Martínez generación tras generación, con la ayuda de los símbolos globales, bien fueran de carácter físico o verbal: la bandera, el patriotismo, la democra- cia, el interés nacional, la defensa nacional, la seguridad nacional, etc. Atrincheraron los eslóganes en la tierra de la cultura americana”.17 Gore Vidal se ha referido a la crisis de confianza, de legitimidad, que sacude a la sociedad norteamericana, a su población, y ha explicado el llamado sentimiento “antinorteamericano”, a partir de la carga negativa que se han echado encima los gobernantes de ese país, al promover re- presión interna y rapiña exterior, casi desde el mismo momento en que promovieron la Declaración de Independencia, hace doscientos treinta años.18 Vidal tiene razón. Así se entiende el grado de antinorteamerica- nismo que existe en la actualidad. Es que además del individualismo, el puritanismo, el espíritu de empresa, el liberalismo-conservador, la filo- sofía maquiavélica de que el fin justifica los medios (la ética de la falta de principios y de escrúpulos) definen a nivel psicosocial a una buena parte de la cultura política de los Estados Unidos. En su segundo período, el entonces presidente George W. Bush Bush procuró remozar su lenguaje, trasladando el énfasis situado en el terro- rismo hacia temas como la defensa de la libertad, la democracia y la lucha contra las tiranías en todo el mundo. A pesar de que su legado conservador parecía agotado y que el renacimiento, con Obama, de una alternativa al menos cercana al liberalismo, apuntaba hacia un escenario de mayor racionalidad y coherencia, ha seguido haciéndose evidente la naturaleza hipócrita de la política de los Estados Unidos. En este sentido, Obama no se distanciaría mucho, más allá de la retórica, de ciertas postu- ras de W. Bush. Tómese en cuenta, por ejemplo, la aludida trayectoria de Obama, desde que en 2008 basa su campaña en la consigna del cambio las acciones que prometió; su aceptación del Premio Nobel de la Paz en 2009; su declarado abandono del concepto de guerra preventiva contra el terrorismo en su alocución que hizo al presentar la Estrategia de Segu- ridad Nacional 2010. Examínese el desempeño real de la política interna (al endurecer el tratamiento hacia los inmigrantes y posponer la reforma migratoria integral) y de la exterior seguida durante su primera Admi- nistración (continuista del intervencionismo habitual). Compárense la retórica de Obama con la permanencia real de concepciones militaristas bastante tradicionales, como las contenidas en ese mismo documento y saltan a la vista las contradicciones o inconsistencias.19 Todo ello ha tenido lugar en un escenario interno marcado por la ofen- siva de la derecha en ascenso, de inspiración populista, nativista, racista,

17Howard Zinn: La otra historia de los Estados Unidos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2005, p. 23. 18Véase Gore Vidal: “De cómo los estadounidenses llegamos a ser tan odiados”, (Entrevista con Marc Cooper, Weekly ,5-11 de julio de 2002), en Resumen Latinoamericano 165, agosto 17 de 2002. 19Véase el análisis de Zbigniew Brzezinski en “The Dilemma of the Last Sovereign”, en The American Interest, 2005, http://www.the-american.interest.com/aerticle.cfm/56. Los Estados Unidos perspectivas y opciones de los procesos político-ideológicos internos 53 xenófoba, encarnadas en el Tea Party. Y si bien el movimiento Ocuppy Wall Street ha expresado la capacidad contestataria, la inconformidad y rechazo de no pocos sectores sociales ante la oligarquía financiera, se trata de un fenómeno que no ha logrado aún cristalizar como una fuerza política que rompa el equilibrio establecido por el sistema bipartidista ni el predominio ideológico del conservadurismo. Para Thomas Frank, desde que los conservadores asumieron las principales palancas del go- bierno durante la primera década del presente siglo, se han concentrado en eliminar de la faz del país todo pensamiento u opción política que sea liberal, progresista o inclinada a la izquierda, alegando que los vicios que dañan la sociedad y la cultura nacional son privativos de las corrien- tes liberales y progresistas (corrupción, exceso de gastos fiscales, etc.). Con semejante perspectiva manipuladora, se hace evidente el carácter cínico y perverso de ese discurso conservador, que pretende argumentar el “daño” que el liberalismo le ha causado a la nación, la necesidad de articular un movimiento de “mano dura” que lo neutralice.20 En una línea similar de análisis, según Carlos Alzugaray, “la crisis po- lítico-ideológica que enfrentan los Estados Unidos en este momento es la resultante del intento del movimiento conservador por hegemonizar y dominar permanentemente el entramado político norteamericano ha- cia el futuro. Respecto a cómo se resolverá esta crisis no hay ese nivel de consenso”.21 Coinciden con este criterio otros investigadores, como Susan George, quien al referirse al predominio del conservadurismo actual en la sociedad norteamericana utiliza la expresión de que el “pensamiento ha sido secuestrado” por la derecha, y que difícilmente pueda ser des- mantelado, con lo cual concuerdan, por ejemplo, John Micklethwait y Adrian Wooldridge.22 Lo cierto es que, a juzgar por algunas manifestaciones durante la campaña electoral del 2008, esta batalla de ideas por la hegemonía del pensamiento norteamericano —cuestión fundamental para el futuro de ese país y del mundo—, está planteada en términos muy claros. Con su estilo peculiar, reflejo de lo peor de la política estadounidense, la en- tonces candidata a Vicepresidente del Partido Republicano, Sarah Palin, demostraría cuáles eran los ejes del debate. En sus alegatos contra Barack Obama, reiteró constantemente el cuestionamiento de sus credenciales patrióticas, sugiriendo inclusive que un Presidente así representaría una amenaza a la seguridad nacional del país.23 Lamentablemente, criterios

20Véase Thomas Frank: The Wrecking Crew: How Conservatives Rule?, Metropolitan Books, New York, 2008. 21Carlos Alzugaray Treto: “La administración Bush y la historia reciente de Estados Unidos: crisis hegemónica, sobredimensionamiento imperial o comienzo de la decadencia final”, enPensar a Contracorriente, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2009. 22Véase John Miclethwait y Adrian Wooldridge: Una Nación Conservadora, El poder de la derecha en Estados Unidos, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2007. 23“Palin, on Offensive, Attacks Obama’s Ties to ’60s Radical”, reportaje de Michael Cooper en The New York Times, 5 de octubre del 2008, en http:// www.nytimes.com. 54 Dr. Jorge Hernández Martínez como esos mantienen una notoria vigencia en el tejido ideológico de la sociedad norteamericana actual. La cultura política en los Estados Uni- dos está fuertemente impregnada de esas ideas, al punto que conforman el telón de fondo de los procesos que protagonizaron la escena electoral de 2012 y que persisten, como condicionantes de las tendencias futuras. En el contexto así esbozado, donde se ha llamado la atención sobre algunos de los principales procesos en curso, se dibuja un cuadro defi- nido por la crisis, que afectaría por partida doble el clima sociopolítico norteamericano durante el despliegue de la campaña electoral de 2012. Por una parte, el consenso interno mantuvo vivas las condiciones que cuestionaban la imagen presidencial, la del partido demócrata y la capacidad del liberalismo como alternativa ideológica. Por otra, se puso entre interrogantes, hasta muy avanzada la contienda, la viabilidad de las opciones político-ideológicas republicanas y conservadoras, con el agravante de que no se visualizaba una figura descollante en este campo, que rivalizara por sus cualidades personales con Obama, en medio de la gran constelación de figuras, entre las que coexistían Next Gingricht, Ron Paul, Rick Santorum y otros, hasta que la última etapa de las pri- marias y finalmente, la Convención Nacional del Partido Republicano, definieran a Mitt Romney como su candidato.

La ideología y la política interna más allá de 2012: perspectivas y opciones

En su discurso al estado de la Unión, pronunciado el 28 de enero del presente año, 2014, Obama, pretendió transmitir optimismo y justificar los fracasos en su gestión. A los efectos de concluir el examen que se ha venido realizando y de alcanzar el objetivo analítico propuesto, de eluci- dar las proyecciones probables de la sociedad norteamericana, conviene retener sus palabras: “Estos son los resultados de nuestros esfuerzos: La tasa de desempleo más baja en más de cinco años. Un mercado inmobiliario en auge. Un sector manufacturero que añade empleos por primera vez desde la dé- cada de 1990. Más petróleo producido en el país que lo que compramos del resto del mundo, la primera vez que sucede eso en casi veinte años. Nuestros déficits, reducidos en más de la mitad. Y por primera vez en más de una década, los líderes empresariales de todo el mundo han de- clarado que China ya no es el lugar número uno del mundo para inver- tir. Los Estados Unidos lo son. Por eso creo firmemente que este puede ser un año decisivo para el país. Después de cinco años de dificultades y Los Estados Unidos perspectivas y opciones de los procesos político-ideológicos internos 55 determinación, los Estados Unidos se encuentran en una mejor posición para el siglo XXI que cualquier otra nación en la Tierra”.24 “Durante más de tres décadas —agregó—, incluso antes del impacto de la Gran Recesión, enormes cambios en tecnología y competencia glo- bal eliminaron muchos buenos trabajos de clase media y debilitaron las bases económicas de las que dependen nuestras familias. Hoy, después de cuatro años de crecimiento económico, las ganancias corporativas y los precios bursátiles casi nunca han estado tan altos y aquellos en la cima nunca han tenido más éxito. Pero los salarios promedio casi no se han movido. La desigualdad se ha acentuado. El ascenso social se ha paraliza- do. La dura realidad y fría es que incluso en medio de una recuperación, demasiadas personas que viven en los Estados Unidos trabajan más que nunca solo para salir adelante, por no logran mejorar su situación. Y demasiadas personas todavía no tienen trabajo. Nuestra responsabilidad es cambiar estas tendencias. No sucederá de inmediato y no estaremos de acuerdo con todo. Sin embargo, lo que ofrezco esta noche es un con- junto de propuestas específicas y prácticas para acelerar el crecimiento, fortalecer la clase media y construir nuevas escaleras de oportunidades a la clase media. Algunas requieren que el Congreso tome medidas y estoy deseoso de trabajar con todos ustedes. Sin embargo, los Estados Unidos no se detendrán ni yo tampoco. Así que donde sea y cuando sea que pueda dar un paso sin legislación para ampliar las oportunidades para más familias que viven en Estados Unidos, eso es lo que voy a hacer”.25 ¿Cumplirá Obama tales compromisos? ¿Culminará su nuevo manda- to con una trayectoria como la que espera? ¿Cuáles son las perspectivas y opciones reales de los Estados Unidos en los próximos años? Sin pre- tender una respuesta exhaustiva ni conclusiva, con el ánimo más bien de resumir los aspectos que conforman el entorno actual y de esbozar una hipótesis acerca del futuro decurso de la sociedad estadounidense, podrían puntualizarse los siguientes, partiendo de que el horizonte que se distingue desde que Obama inicia su segundo período presidencial en enero de 2013 y que se extiende a lo largo de ese año está signado tanto por profundas contradicciones clasistas, derivadas de la aguda polariza- ción socioeconómica entre los poseedores y los desposeídos, entre ricos y pobres, como por conflictos políticos asociados al acceso a las cuotas de poder al interior de la clase dominante, que se expresan en las posturas partidistas y en las propuestas ideológicas. En el corto plazo, la nueva Administración Obama arrastrará la he- rencia de promesas aún pendientes y de problemas que prácticamente se mantienen desde 2009. A ello se suma el cuestionamiento de los

24Discurso sobre el Estado de la Unión del Presidente Barack Obama, Oficina del Secretario de Prensa, La Casa Blanca, 28 de enero de 2014, Washington, D.C. en http://iipdigital.usembassy.gov/st/spanish/texttrans/, p. 1. 25Idem. 56 Dr. Jorge Hernández Martínez compromisos que fijó al tomar posesión en su segundo período, cuando en enero de 2013 trazó la prioridad de “revitalizar la fortaleza económica e impulsar la innovación tecnológica”, lo cual ha quedado entre parén- tesis, dada la prolongación de los problemas económicos de la nación.26 Como resultado acumulativo de las elecciones de 2012, ha persistido un gobierno dividido, en el que junto al Presidente demócrata seguirán coexistiendo, al menos por un tiempo no despreciable, una Cámara de Representantes y con no pocas bases estaduales y distritales en manos republicanas. La política norteamericana seguirá marcada, en el corto y mediano plazos, por la incertidumbre, la agudización de las contradicciones entre los dos partidos y cierta ingobernabilidad del sistema, entendido esto último en términos de la conflictividad Ejecutivo-Congreso, de los tro- piezos recurrentes en la búsqueda de consensos internos y de la falta de coherencia en la política exterior. La polarización ideológica continúa caracterizando al imaginario nacional, a la cultura política norteameri- cana. Es difícil predecir, a la luz del presente, si Obama logrará recuperar, durante los años que restan de su segundo mandato, el apoyo popular que obtuvo en los mejores momentos de su anterior Administración. Ello dependerá de una combinación de factores, no solo (o no tanto) aso- ciados a un probable desempeño económico superior al alcanzado antes, sino a la posibilidad de que el debate interno en torno a sus políticas a favor de la economía y la recuperación del empleo ganen el apoyo de las mayorías y no sean mediatizadas por debates en el Congreso, volviéndo- las inefectivas. Desde el punto de vista económico, los efectos acumulados de la crisis y las condiciones depresivas seguirán definiendo un cuadro cuya grave- dad es valorada por los especialistas en términos de un sostenido nivel de desempleo y débiles señales de recuperación, junto a altos niveles de deuda federal, así como por una posible y no muy lejana recesión. Como un elemento que gravita también en el escenario del corto y mediano plazos se halla la presencia de las tendencias de extrema derecha, populistas, de conservadurismo radical o hasta de naturaleza neofascista, que aunque limitadas, favorecen a nivel de la sociedad en su conjunto al dinamismo ideológico de la derecha dentro de los límites del funcionamiento del sistema político norteamericano. Como es conoci- do, la connotación radical de las acciones y propuestas que se acercan a la ideología fascista, al estilo de las que se expresan a través del Tea Party, no

26Discurso de Toma de Posesión pronunciado por el Presidente Barack Obama, Oficina del Secretario de Prensa, La Casa Blanca, 21 de enero de 2013, Washington, D.C. en http://iipdigital.usembassy.gov/st/spanish/texttrans/, p. 2. Los Estados Unidos perspectivas y opciones de los procesos político-ideológicos internos 57 encuentran cabida en las tradiciones políticas de Estados Unidos desde el punto de vista de una inserción institucional y suelen ser rechazadas por su carácter antidemocrático y su beligerancia. Pero en el sentido de mo- vilización de los estados de opinión en el electorado conservador o que por lo menos critican al liberalismo, inclinan la balanza a favor de las posiciones de derecha, sobre todo cuando asumen posturas extremistas. Sin embargo, el activismo de las fuerzas de extrema derecha, si bien conforma un bastión sumamente radical y reaccionario que confronta al liberalismo, conduce a la vez, paradójicamente, a la fragmentación de las tradicionales posiciones conservadoras, contribuyendo a la división interna del partido republicano y amortiguando, por tanto, su resonan- cia y viabilidad. A largo plazo, el impacto estructural acumulado de los cambios económicos y sociales que se han venido desplegando desde hace varias décadas, desde los años de la revolución conservadora, junto a los pro- cesos en curso, de gestación más reciente, terminarán por imponer una nueva fisonomía productiva y tecnológica y hacer inevitable reajustes en la estructura de la sociedad norteamericana, con repercusiones para la las relaciones sociales, la cultura y la vida política. La necesidad de desarrollar de manera racional el consumo de energía e incrementar en la matriz energética el peso de las energías renovables es uno de los mayores retos, con consecuencias sociales, que marcarán el futuro de los Estados Unidos. La pérdida de la capacidad hegemónica de ese país seguirá refle- jándose en nuevas limitaciones y espacios para su desenvolvimiento en el sistema de relaciones internacionales, en unos casos debilitando, en otros, fortaleciendo, su nexo con los aliados, al mismo tiempo que condicionando su confrontación con los adversarios, en un mundo crecientemente diverso, competitivo y con capacidad de reacción. Ello tendrá las consiguientes implicaciones para el imaginario de la sociedad estadounidense, en la cual continuarán acumulándose desilusiones y frustraciones, ante la constatación de que la nación se debilita objetiva- mente, junto a sus valores y mitos, en el plano subjetivo, erosionándose tanto la confianza en las instituciones políticas, incluyendo los partidos, el Congreso, el gobierno y la presidencia, como la identidad nacional norteamericana. En líneas generales, es posible afirmar que en la socie- dad norteamericana se manifiesta una crisis de liderazgo político, visible en cuestionamientos y desencantos de la población hacia las figuras y agendas demócratas y republicanas. 58 Dr. Jorge Hernández Martínez

Los cambios demográficos llevarán, en las próximas dos o tres décadas, a que la población anglosajona pierda —o siga perdiendo— su posición mayoritaria en la pirámide poblacional y se abra un mayor espacio a las llamadas minorías, en consonancia con la profundización de las ten- dencias que vienen manifestándose hace años, especialmente en cuanto a la presencia y proporción creciente de los “latinos”, afroamericanos y asiáticos en la sociedad estadounidense. El proceso de envejecimiento de la población es un factor que provo- cará una mayor demanda de servicios gubernamentales en atención a la salud y la seguridad social que no pueden ser sostenidos por los ingresos gubernamentales con la actual organización de los mismos. Desde el punto de vista de sistema social, las insuficiencias institucio- nales en la educación y la formación de personal calificado en la ciencia y la técnica, que ya tiene repercusiones, llevará consigo una progresiva afectación a la capacidad de desarrollo económico del país. En resumen, los Estados Unidos continuarán afectados, más allá del punto que alcanzó la coyuntura de la contienda presidencial de 2012, por una contradicción que se tornará más aguda, entre dos fuerzas políticas dominantes: por un lado, las fuerzas conservadoras representadas, hoy en el mencionado Tea Party y otros núcleos afines, al estilo de la llamada “nueva derecha”, la “derecha religiosa” y los “neoconservadores”, de un lado. Y de otro, las fuerzas liberales que lograron un importante triun- fo en las elecciones del 2008, llevando al poder a Obama y al partido demócrata con importantes mayorías, cuya reiteración en los comicios de 2012 llevó consigo una disminución de su fuerza, en el contexto de profundización de los problemas económicos en el país, lo que se eviden- ció tanto en el desgaste de la popularidad de Obama como de las fuerzas demócratas que le respaldaron. El enfrentamiento políticamente intenso entre esas dos fuerzas continuará marcando el ritmo del proceso norteamericano en el corto plazo, y eventualmente, en el mediano y hasta en el largo. El liberalismo tradicional ha dejado de ser una alternativa viable en la sociedad nor- teamericana, moviéndose cada vez más hacia posturas de centro-derecha y alejándose de sus puntos de contacto anteriores con el pensamiento de izquierda. Es previsible un contexto político-ideológico marcado en el corto plazo por la continuidad de las contradicciones en curso, donde los sectores conservadores tienen un terreno fértil para moverse. Esas tendencias se expresarán dentro y fuera de los dos partidos electorales, con espacios mayores a nivel de los movimientos sociales, en una escena Los Estados Unidos perspectivas y opciones de los procesos político-ideológicos internos 59 contradictoria, donde la izquierda no desaparecerá, pero sin significación política de relieve. Con todo, la escena que se configurará en los Estados Unidos luego de los comicios presidenciales de 2012, de transcurrido el primer año, haber comenzado el segundo del nuevo período de Obama en la Casa Blanca y mirando hacia 2016, pareciera confirmar que en ese país las elecciones no están concebidas ni diseñadas para cambiar el sistema, sino para mantenerlo y reproducirlo, dando continuidad a un contradictorio camino, plagado de tensiones económicas, políticas y sociales, en el que ni los partidos (demócrata y republicano) ni las corrientes ideológicas (li- beral y conservadora) estarán en condiciones de ofrecer opciones viables que consigan solucionar las crisis. No se advierte un consenso nacional acerca de la manera de enfrentar los cambios necesarios en la economía, la política y la sociedad. Las perspectivas que se dibujan a través de las tendencias expuestas parecen proyectarse hacia finales de la década en curso, y tal vez hasta más allá. Diversos documentos emitidos por instancias gubernamentales relacionadas con la política exterior y de defensa, con los intereses de seguridad nacional de los Estados Unidos, se han proyectado en sus in- formes prospectivos hacia los próximos años, estableciendo pronósticos y visualizando tendencias. Quizás el más conocido y reseñado sea el que cada cuatro años, con el inicio de cada nuevo mandato presidencial, pu- blica el National Intelligence Council (NIC), la oficina de análisis y de anticipación geopolítica y económica de la Central Intelligence Agency (CIA), cuya principal constatación habla del declive de Occidente.27 Su énfasis recae, desde luego, en el lugar y papel mundial de los Estados Unidos, reconociéndose que por vez primera desde el siglo XV, los países occidentales están perdiendo poderío frente a la subida de las nuevas potencias emergentes, y afirmándose que aunque los Estados Unidos seguirán siendo una de las principales potencias planetarias, perderá su hegemonía económica en favor de China. No obstante, por implicación puede inferirse que se asume con optimismo un ascenso económico, fi- nanciero, tecnológico de la nación, con la consiguiente satisfacción social a nivel interno. Como señala Luis René Fernández Tabío, se trata de que, en esencia, “en términos estratégicos y de largo plazo, con un horizonte puesto en el 2030, se ha presentado una visión de los Estados Unidos para mantenerse como principal potencia mundial en un sistema mun- dial multipolar y sin la hegemonía de ningún país en particular. Para

27Véase National Intelligence Council, Global Trends 2030: A Transformed World, NIC, DNI Office, December 2012; Atlantic Council, ENVISIONING 2030: U.S. Strategy for a Post-Western World. A Report of the Strategic Foresight Initiative at the Brent Scowcroft Center for International Security, 2013; Department of Defense, Sustaining U.S. Global Leadership: priorities for the 21st. Century Defense, The New Strategic Guidance, Retirved January 2012. 60 Dr. Jorge Hernández Martínez cumplir con este propósito se plantea entre las principales direcciones, la política de rebalancear la posición de poder estadounidense a partir de alianzas mega-regionales”.28 Como lo señaló el sociólogo Marco A. Gandásegui, al referirse a la reelección, “el triunfo de Obama, sin mucha alegría y con poca esperan- za, es posiblemente una primera señal de una crisis de hegemonía que ponga fin al culto al mercado y al consumo”.29 Está por verse si en este caso, durante los años que le quedan a su segundo mandato, se cumple la tradición o pauta que dice que los presidentes de los Estados Unidos dedican su segundo mandato a dejar su huella en l

28Luis René Fernández Tabío,”EE UU: Geoeconomía mundial, poder y política exterior”, Avance de Investigación, CEHSEU, La Habana, 2014, p. (en proceso editorial por el PT y el PRD, México). 29Marco A. Gandásegui (hijo), “Obama triunfa sin mucha alegría y con poca esperanza”, en América Latina en Mov- imiento, 2012-11-07, http://alainet.org/active/59404&lang=es. La Estrategia Obama y sus peligros para América Latina

Dr. Nelson Roque Suástegui Investigador del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI)

“Debemos utilizar lo que se ha dado en llamar poder inteligente: el rango completo de herramientas a nuestra disposición —diplomáticas, económicas, militares, políticas, legales y culturales— y escoger la herramienta correcta, o la combinación de ellas para cada situación. ‘La administración Obama reconoce que los EE.UU. y el mundo enfrentan grandes peligros y urgentes retos en política internacional, que incluyen las guerras en marcha y los conflictos regionales, la crisis económica global, el terrorismo, las armas de destrucción masiva, el cambio climático, la pobreza generalizada en el mundo, la inseguridad alimentaria y las pandemias’. ‘La fuerza militar puede ser necesaria en ocasiones para proteger a nuestro pueblo y nuestros intereses. Pero la diplomacia y el desarrollo pueden ser igualmente importantes en la creación de condiciones para un mundo pacífico, estable y próspero. Esta es la esencia del poder inteligente usar todas las herramientas a nuestra disposición’. ‘El poder inteligente requiere establecer el contacto con los amigos y adversarios, revivir viejas alianzas y crear otras nuevas. Incluso, si no estamos de acuerdo con algunos gobiernos, América tiene vínculos humanos comunes con los pueblos de cada nación y trabajaremos para profundizar esos vínculos.’”1

La Estrategia de Seguridad Nacional (ESN) de los Estados Unidos (EE.UU.), editada por la Casa Blanca en mayo de 2010 (ESN10), tiene como objetivos principales: renovar el liderazgo americano en el mundo y garantizar la seguridad de sus ciudadanos, de sus aliados y asociados.

1Hillary R. Clinton: “Smart Power”, en http://www.state.gov/r/pa/scp/fs/2009/122579.htm. 62 Dr. Nelson Roque Suástegui

El referido documento prevé, que para lograr ambos objetivos es ne- cesario garantizar un orden internacional fomentado por el liderazgo estadounidense, que promueva la paz, la seguridad y la oportunidad, mediante una cooperación más fuerte para enfrentar los retos globales. El liderazgo estadounidense se concreta, según la ESN10, en una eco- nomía fuerte, innovadora y creciente, un poderío militar sin parangón (que no excluye el derecho a utilizar esta fuerza unilateralmente, si es necesario, para defender la nación o sus intereses) y garantizar el respeto de los valores universales internamente y alrededor del mundo. Refiriéndose al orden internacional fomentado por el liderazgo esta- dounidense, el citado documento expresa: “A los gobiernos adversarios les ofrecemos una opción clara: apegarse a las normas internacionales y obtener los beneficios políticos y econó- micos que proporciona una mayor integración a la comunidad interna- cional o renunciar a ello y enfrentar las consecuencias de tal decisión, incluyendo su mayor aislamiento.”

¿Qué significa para EE.UU. y sus aliados apegarse a las normas internacionales?

Acatar los dictados de Washington, en cuanto a la conducción de la política interna del país como por ejemplo: entregar los recursos natura- les al capital occidental, con un mínimo de impuestos; o ninguno; apo- yar la política exterior occidental en los foros internacionales; aportar fuerzas y medios a los conflictos donde estén involucradas las grandes potencias; permitir el establecimiento de bases militares en el territorio del país y aceptar el “Convenio Sobre la Situación de las Fuerzas” (Status of Forces Agreement, SOFA), donde el país anfitrión renuncia a tomar medidas legales contra los militares estadounidenses que cometan delitos (fundamentalmente la violación de mujeres, vecinas de las bases milita- res o torturas y maltratos a la población) para que las Fuerzas Armadas estadounidenses se ocupen de juzgarlos; privatizar los servicios sociales como la educación o la salud; combatir los movimientos de protesta contra los males generados por la aplicación del neoliberalismo, como la pobreza, el desempleo y la aplicación de fuertes medidas de austeridad a las mayorías. Sin embargo, la nacionalización de los recursos naturales, la práctica de una política interna propia y soberana, solidaria y pacífica; no entre- gar el territorio nacional para bases militares extranjeras; garantizar los principales servicios sociales de manera gratuita; ofrecer posibilidades La Estrategia Obama y sus peligros para América Latina 63 de trabajo a toda la población; asegurar la instrucción a todos los ciu- dadanos y otros beneficios, significa violar el derecho internacional, la propiedad privada, los derechos humanos y correspondientemente, convertirse en un país que no se apega a las normas internacionales y al que es necesario combatir y aislar. EE.UU. trabajará para promover los valores universales en todo el mundo. Las naciones que abrazan esos valores son más exitosas y más amigas de los EE.UU. que aquellas que no lo hacen. Se plantea que EE.UU. y los Estados miembros de la ONU han adop- tado el concepto de “Responsabilidad de Proteger” por lo que, conjun- tamente con la comunidad internacional, se compromete a prevenir las atrocidades masivas y el genocidio mediante la diplomacia, las medidas financieras y si es necesario, las militares. Se hace un fuerte hincapié en luchar contra las diferentes redes de tráfico ilícito. Los representantes del gobierno estadounidense cada vez que visitan un país, califican la actuación del mismo en cuanto al ejercicio de la “democracia”. Si se trata de un Estado afín, en la comparecencia ante la prensa expresan saber que han visitado un lugar donde se gobierna democráticamente y se garantizan los derechos fundamentales de la población; no se ocupan de estar al tanto de los abusos que esos go- biernos cometen contra sus pueblos, de obra o como consecuencia de la explotación o por la falta de seguridad social. Ofrecen, además, ayuda profesional desde el punto de vista militar, policial y jurídico para apun- talar el dominio alcanzado por los gobernantes del país. Durante la época de la dictadura militar de Augusto Pinochet en Chi- le, no hubo declaración alguna por parte de EE.UU. en relación con los asesinatos masivos que allí se cometían (en la ESN10 los llaman atroci- dades masivas) o sobre la limitación de los derechos de los ciudadanos ni se le acusaba de ser una dictadura. Todas las dictaduras que proliferaron a lo largo del siglo 20 en nuestro continente gozaron del beneplácito y el apoyo de Washington. Sin embargo, la ex Secretaria de Estado estadounidense al visitar Ru- sia se permitió varias veces, en conferencia de prensa, plantear su preocu- pación por los problemas que según ella aún subsisten en ese país en cuanto a las libertades políticas y los derechos humanos (DDHH), con una exhortación al gobierno ruso a mejorar esa situación. Igualmente procedió en China, después de asegurar que existen buenas relaciones entre los dos gobiernos. Aunque atrevida e irreve- rentemente se hacen planteamientos como los mencionados, no hay otras trascendencias de los mismos, pues se trata de Potencias, y no se le 64 Dr. Nelson Roque Suástegui ocurriría a Washington pretender sancionar con medidas de fuerza a tan importantes interlocutores.2 El Departamento de Estado hace una valoración anual de los países que violan los derechos humanos, apoyan, propician o no combaten el terrorismo, el tráfico ilícito de estupefacientes o de personas. General- mente los países que no son considerados amigos de EE.UU., aparecen en tales listas y son objeto de sanciones, retiro de fondos, de préstamos o bloqueos económicos de diferente magnitud. En cuanto a garantizar el respeto de los valores universales, la ESN10 se propone promover, conjuntamente con las Organizaciones no Gu- bernamentales (ONG) estadounidenses, la “democracia” y los derechos humanos en el mundo, dialogando con los regímenes “no democráticos” para que respeten los DDHH, establezcan el diálogo con la “oposición pacífica” y respeten la sociedad civil; en caso de no existir comprensión, prevén liderar la comunidad internacional para, mediante la aplicación de la diplomacia, los estímulos y sanciones provocar el cambio. Esto último se aplica a países como Corea del Norte o Irán y mani- pulan políticamente la situación de esos Estados en el seno del Consejo de Derechos Humanos, el Organismo Internacional de Energía Atómica (AIEA) y en el Consejo de Seguridad de la ONU, en contubernio con sus aliados, para garantizar la imposición de sanciones a los mismos o restringir la colaboración, en otros casos. A Irán se le han aplicado tantas sanciones económicas y comerciales por parte de EE.UU. y de sus aliados europeos, que han obligado al país persa a limitar su desarrollo nuclear con fines pacíficos Ejemplos de esta forma de actuar son las campañas permanentes contra Corea del Norte, Irán y el caso más reciente fue Libia, donde se aplicaron todas las variantes posibles, culminando con el genocidio con- sumado por la OTAN, bajo la dirección estratégica de los Estados Unidos.

Reconociendo la legitimidad de todos los movimientos democráticos pacíficos

La Estrategia expresa que serán apoyados, aunque EE.UU. no coincida políticamente con alguno de ellos. Sin embargo, los gobiernos que ac- túen contra la “democracia”, según el concepto imperialista, perderán el poder incluso en elecciones celebradas al estilo estadounidense. Movimiento democrático pacífico es, para los Estados Unidos, todo aquel que se oponga a los gobiernos progresistas. Si dicho movimiento no existe o no está lo suficientemente organizado, la USAID dispone de

2Statement by Maria Otero, Under Secretary for Civilian Security, Democracy and Human Rights, and United States Special Coordinator for Tibetan Issues, January 24, 2012. http://www.humanrights.gov/2012/01/24/statement-by-the- special-coordinator-for-tibetan-issues-maria-otero/. La Estrategia Obama y sus peligros para América Latina 65 los recursos para ayudar a organizarlo, hacerle propaganda y garantizarle una personalidad reconocida; si no existen, se crean los líderes, seleccio- nando personas con nivel cultural elevado, dispuestas a actuar por dinero contra su país, a través de blogs, libros, artículos, conferencias, seminarios y otros materiales que enseguida se publican y recorren toda la red mun- dial, gracias al control universal de los medios de difusión. A propósito de lo planteado el periodista Pascual Serrano ha expuesto: “Cuando la información de Wikileaks ha dejado de ser exclusiva del cártel de periódicos al que Julian Anssage cedió la información comen- zamos a conocer cosas muy interesantes sobre Cuba. Se trata de infor- maciones que desde noviembre de 2010 los diarios El País, The Guardian, The New York Times, Le Monde y el semanario Der Spiegel tenían sobre la mesa de sus directivos y que ocultaban a los ciudadanos. Los cables ahora conocidos han mostrado dos de las tesis que el gobierno cubano lleva manteniendo desde hace años: que los grupos anticastristas están siendo financiados por el gobierno de Estados Unidos y que el denomi- nado periodismo independiente cubano que animado desde el exterior es solo otro departamento de colaboración con los gobiernos agresores a la revolución cubana. En uno de los documentos, fechado el 31 de julio de 2008, se solicitan fondos destinados a una de las portavoces de las denominadas ‘Damas de Blanco’. En el mismo cable se pide además di- nero para una institución educativa con el objetivo de que continúe su labor de agresión a la revolución. Otro cable, de fecha 15 de septiembre de 2008, contiene la solicitud de 5000 dólares con destino a una llamada ‘Agenda de Transición’, con los datos de Martha Beatriz Roque, Vladimiro Roca y Elizardo Sánchez, quien por cierto había suministrado a la prensa extranjera acreditada en Cuba supuestas listas de ‘presos políticos’ donde se incluían futbolistas bolivianos, un pintor del siglo XVIII y voleibolistas peruanas.”3 Los principales representantes del gobierno estadounidense establecen comunicación directa con los opositores creados por ellos, les conceden entrevistas, les adjudican premios por su labor como promotores de los DDHH y apoyan sus manifestaciones en las calles. Estos ejemplos son muy cercanos para nosotros, los cubanos. Cuando falleció de forma repentina la líder del titulado movimiento femenino cubano en defensa de los DDHH, de inmediato los voceros del Depar- tamento de Estado y de la Casa Blanca emitieron notas de condolencias ante la situación. A renglón seguido, la entonces Secretaria de Estado y el Presidente estadounidense emitieron sus condolencias personales y elevadas valoraciones sobre la fallecida.

3Ver Pascual Serrano: http://www.pascualserrano.net/noticias/el-derecho-a-la-censura-sobre-la-informacion-de-cuba. 66 Dr. Nelson Roque Suástegui

Una parte de las declaraciones del Presidente estadounidense fueron las siguientes: “Hoy, cuando la Fundación Nacional para la Democracia otorga la Medalla de Servicio Democrático a título póstumo a Laura Pollán, fun- dadora de Las Damas de Blanco, honramos y celebramos su vida, reco- nociendo sus contribuciones significativas hacia la lucha para defender los derechos humanos en Cuba. Laura Pollán y la dignidad tranquila de Las Damas de Blanco han expresado con gran valor el deseo del pueblo cubano y de las personas de todo el mundo de vivir en libertad. Lanzán- dose a la calle en protestas pacíficas para atraer atención a las dificultades de las personas detenidas injustamente en las cárceles de Cuba, Laura Pollán y Las Damas de Blanco han resistido valientemente las autori- dades cubanas, que desatan turbas y recurren a detención domiciliaria y detención temporal en un intento fracasado para callarlas. A través de las valientes acciones de Laura Pollán y Las Damas, el mundo fue testigo de las medidas represivas de las autoridades cubanas, lo que por último condujo a la liberación de presos políticos encarcelados injustamente en la primavera de 2003. Si bien Laura ya no está con nosotros hoy, su valor frente a la represión, y su compromiso desinteresado con la democracia y los derechos humanos en Cuba ofrecen un legado en vida que nos inspira a seguir adelante. A las Damas de Blanco que verán o escucharán la ceremonia de hoy, les expresamos nuestro más alto respeto por sus esfuerzos de abogar a favor de los derechos del pueblo cubano, inclusive frente a la campaña represiva desatada este fin de semana contra ustedes, y las honramos a cada una de ustedes también. “Estados Unidos sigue firme en su apoyo del sencillo deseo del pue- blo cubano de determinar libremente su futuro y disfrutar los derechos y libertades que definen a las Américas, y que deben ser universales para todo ser humano. Sigo comprometido con apoyar una sociedad civil en Cuba, lo que incluye proteger la capacidad de los cubanos americanos de apoyar a sus familias en Cuba, a través de visitas y remesas familiares.”4 También falleció en una cárcel cubana, a pesar de los esfuerzos rea- lizados por los médicos que lo atendieron, un preso común que fue a la huelga de hambre. El Presidente Obama no dejó de aprovechar la ocasión para realzar la situación y agregar una mentira más con palabras cínicamente piadosas, a través de su secretario de prensa: “Los pensamientos y oraciones del Presidente Obama están con la esposa, la familia y las amistades de Wilmar Villar, un joven y valiente defensor de los derechos humanos y las libertades fundamentales en Cuba, quien se había declarado en huelga de hambre para protestar su

4Ver “Declaraciones del Presidente Obama sobre el legado de Laura Pollán”, Oficina del Secretario de Prensa de la Casa Blanca, 14 de diciembre de 2011, p. 383, en http://iipdigital.usembassy.gov/iipdigital-es/index.html. La Estrategia Obama y sus peligros para América Latina 67 encarcelamiento y fue víctima de una neumonía. El insensato falleci- miento de Villar resalta la represión permanente del pueblo cubano y los infortunios que encaran los individuos valientes que defienden los derechos universales de todos los cubanos. Los Estados Unidos no cesa- rán en su apoyo a la libertad del pueblo cubano”.5 Este tipo de apoyo es permanente y cada vez más creciente, con ma- yores aportes monetarios y más reconocimiento, a través de todos los medios ya enumerados. En Cuba no existe representación de la USAID ni de otras agencias estadounidenses para el desarrollo. No obstante, la Oficina de Intereses de EE.UU. se encarga de cumplir estas funciones, que en otros países cumplen un grupo de agencias, comandadas por la USAID, bajo la dirección directa del Jefe de la misión diplomática y bajo un plan de acción único. De esta manera se concentran todos los esfuer- zos en una misma dirección y el embajador controla los resultados. Estados Unidos invierte anualmente enormes sumas de dinero a través de la USAID para apoyar las llamadas operaciones humanitarias en Latinoamérica y el Caribe. Esta Agencia se retiró de Venezuela por temor a la Ley de Defensa de la Soberanía Política y la Autodetermina- ción Nacional —que prohíbe, desde finales de 2010 el financiamiento externo a partidos políticos. El administrador adjunto de la USAID, Mark Feierstein, ha declarado que un sector muy importante para esa agencia es el relacionado con la democracia y por ello implementa programas para el fortalecimiento de las instituciones en prácticamente todos los países de la región. Este personaje fue el estratega principal, en 2002, de la campaña presidencial de Gonzalo Sánchez de Lozada, radicado actualmente en los Estados Unidos, y prófugo de la justicia boliviana por ser el responsable de la ejecución en 2003, durante la llamada Guerra del Gas, de la masacre donde murieron más de 60 personas y resultaron heridas unas 600. Evo Morales fue el líder principal del movimiento que llevó a cabo la Guerra del Gas. Feierstein fue el Gerente del Proyecto Nicaragua, en la operación sucia realizada contra ese país por la National Endowment for Demo- cracy (NED), subsidiaria de la USAID; fue director para América Latina y el Caribe del Instituto Democrático Nacional, otro instrumento de injerencia imperial subsidiado por la USAID; y Asesor Especial del Em- bajador de EE.UU. en la Organización de Estados Americanos (OEA).6 El presidente boliviano, Evo Morales estuvo denunciando reiterada- mente la injerencia de la USAID en su país, que se dedicaba a suminis- trar fondos a diferentes organizaciones indígenas para que boicotearan

5http://iipdigital.usembassy.gov/st/spanish/texttrans/2012/01/20120120150227x0.2992299.html 6htp://www.contrainjerencia.com/?p=38355&utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3 A+contrainjerencia%2FjvtA+%28CONTRAINJERENCIA%29. 68 Dr. Nelson Roque Suástegui las leyes que pone en vigor su gobierno, y se opusieran a la ejecución de importantes planes para extender la red vial del Estado plurinacional, así como para espiar al movimiento sindical y social del país,7 hasta que el gobierno boliviano prescindió de la supuesta ayuda de la USAID; poste- riormente Ecuador hizo lo mismo. Entre otros esfuerzos, la ESN10, se propone promover el derecho al acceso a la información y a las nuevas tecnologías (entre ellas, Internet), para facilitar la libertad de expresión; utilizar estas vías para hacer llegar los mensajes estadounidenses al resto del mundo.8 La ex Secretaria de Estado, Hillary Clinton, en la mayoría de sus dis- cursos insistía en la necesidad de ampliar las posibilidades de acceso a la información y a Internet. Criticaba a los gobiernos de algunos países como, Rusia, China, Belarús, los Centroasiáticos, varios africanos, Cuba y otros, de limitar las posibilidades de sus poblaciones para conectarse a la información que los medios masivos transnacionales y el propio gobierno estadounidense generan. De una manera vertiginosa los medios masivos de comunicación han adquirido un papel muy relevante, ya que los mismos se concentran en menor cantidad de manos y se han convertido en medios transnacio- nales al servicio de las transnacionales, muchas de ellas propietarias, a la vez, de periódicos, estaciones de televisión, emisoras de radio y otros. Los medios masivos transnacionales responden a los intereses del poder real, los verdaderos manipuladores de la información, y actúan en plena correspondencia de objetivos y con planes concretos. Los medios alternativos son minoría y no tienen posibilidades de subsistir porque el público, generalmente acude a la “Gran Prensa”. Por ejemplo: las verda- des de lo sucedido durante el golpe militar en Honduras, en 2009, solo se transmitieron, con grandes dificultades —porque los periodistas fueron objeto de bloqueos y agresiones por parte de la fuerza militar— a través de TeleSUR, una cadena sustentada por la ALBA, así como por la Mesa Redonda de CubaVisión Internacional. Sin embargo, ninguno de estos medios alternativos alcanza el mundo completo, como lo hacen las transnacionales, pues a los países hegemó- nicos no les interesa tener esos tipos de cadenas televisivas en sus territo- rios y solo acceden a ellas los que se interesan especialmente en hacerlo, fundamentalmente vía Internet, saturada con otros medios informativos de mayor operatividad, velocidad y vía libre en la red. Aunque aparente- mente se puede acceder a TeleSUR desde cualquier servidor del mundo, esa opción no es totalmente real porque está bloqueada en muchos

7http://www.contrainjerencia.com/?p=38294&utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3 A+contrainjerencia%2FjvtA+%28CONTRAINJERENCIA%29. 8http://www.granma.cubaweb.cu/2011/12/19/interna/artic23.html. La Estrategia Obama y sus peligros para América Latina 69 lugares, transcurre mucho tiempo en el proceso de abrir y muchas veces no llega a hacerlo. Por lo tanto, los navegantes en la red de redes pueden cansarse de esperar; en ese caso buscarían otro sitio que se muestre con mayor rapidez. Según Pascual Serrano,9 “… el Poder se ha dado cuenta de que el mejor modo de ocultar la información importante es enterrarla junto con la prescindible, que lo inteligente no es ocultar la información que le afecta negativamente sino manejarla y enfocarla según sus intereses”. Añade, que el Pentágono creó en 2002 el Departamento de Información Estratégica, con el fin de oscurecer la información buena que pudiera salir, “con la paja informativa, con el ruido”. Refiere el autor español que, mientras más información haya que pro- cesar, menos se sabrá. Además, refiriéndose a otros autores, plantea una división de las personas, atendiendo a su nivel de información en tres categorías: los desinformados, que solo tienen imágenes; los sobreinfor- mados, que viven en el torbellino de la información; y los informados, que seleccionan, ordenan y pueden pagar la información. La inmensa mayoría de las personas pertenece al segundo grupo. Aparte de la tergiversación de la verdad y de la difusión conjunta de la mentira, también los medios se encargan de insensibilizar a las personas ante los hechos más sangrientos. La mayoría de nosotros pudimos presenciar el asesinato de Bin Laden, mientras comíamos o compartíamos en familia, o vimos el bombardeo a las poblaciones indefensas en Libia o en Irak, cuando la Guerra del Golfo o la humillación y abuso que hicieron las hordas mal llamadas “rebeldes” en Libia contra el líder depuesto capturado, herido e indefen- so. En la mayoría de los filmes estadounidenses es normal ver cómo un solo hombre mata a varios enemigos a la vez y se ensaña, vaciando sobre los muertos todo el contenido del cargador de su arma, y parece lo más natural del mundo. Todo esto persigue, en nuestra opinión, varios objetivos: primero, insensibilizar a las personas ante la muerte de un supuesto enemigo; se- gundo, ratificar que el poderoso siempre tiene el derecho de matar a sus enemigos, indefensos o no; tercero, advertirle a los potenciales enemigos no propasarse, porque al final podrían tener un destino similar al de aquellos, cuya ejecución constituyó un espectáculo televisivo que vimos mientras estábamos cómodamente sentados ante la pequeña pantalla. La información es una de las herramientas más importantes que tiene el poder hegemónico en sus manos para lograr sus objetivos de

9http://pascualserrano.net/noticias/bfquien-impide-hoy-el-libre-acceso-a-la-informacion/ 70 Dr. Nelson Roque Suástegui dominación y hegemonía mundiales, por eso la ex Secretaria de Estado estadounidense insistía tanto en ella: “En muchos aspectos la información nunca se ha movido tan libre- mente. Hay más formas de diseminar más ideas a más personas que en ningún otro momento de la historia. Incluso en países autoritarios las redes de información ayudan a la gente a descubrir nuevos hechos y pedir más cuentas a los gobiernos.’ ‘En el último año hemos visto un aumento en las amenazas contra el libre flujo de la información. China, Túnez, y Uzbekistán han elevado su censura de Internet. En Vietnam, el acceso a los sitios populares de redes sociales ha desaparecido de repente...’ ‘Me enorgullece que el Departamento de Estado esté trabajando ya en más de 40 países para ayudar a las personas silenciadas por gobiernos opresivos...”10 Las llamadas “Redes Sociales” de Internet son utilizadas para promover la desobediencia civil en los países donde conviene crear inestabilidad, transmitir consignas y hacer propaganda sobre falsos hechos. Durante las acciones llevadas a cabo en Libia se transmitió la falsa toma por los “rebeldes” de la capital, Trípoli, acción que se había filmado previamente en Kuwait, con escenarios falsos y artistas, en el papel de combatientes. De todas las herramientas a las que la ex Secretaria de Estado esta- dounidense hacía referencia cuando definía su interpretación del smart- power, la que se encarga de cerrar el círculo en torno a cualquier situa- ción está representada por los “medios”, ya que al ser transnacionales y responder a los mismos intereses del establishment, replican todas las iniciativas desestabilizadoras, mentirosas y manipuladoras que pronun- cian los principales representantes del gobierno estadounidense y de sus aliados, ayudan a crear estados de opinión al nivel internacional que facilitan la actuación por otros medios o, usando el mismo lenguaje que la Secretaria Clinton, “otras herramientas”. Esta herramienta, es una de las más poderosas y evita, en muchos casos, utilizar la fuerza militar. No obstante, de esta última no se prescinde nunca y se deja bien claro en la ESN10, que así será. Un ejemplo bien claro de lo planteado nos lo dieron la ex Secretaria de Estado estadounidense y la Alta representante para la Política exterior y de Seguridad de la UE: “… Hoy recordamos el primer aniversario del comienzo de la brutal ofensiva del Gobierno de Belarús contra la sociedad civil, la oposición política y los medios independientes. Durante los pasados doce meses las

10Secretaria de Estado Hillary R. Clinton Discurso sobre libertad en Internet. Washington, DC. 21.01.2010 (6590), en http://iipdigital.usembassy.gov/iipdigital-es/index.html. La Estrategia Obama y sus peligros para América Latina 71 autoridades belarusas hicieron prisioneros a personas que se manifesta- ban pacíficamente, suprimieron las protestas no violentas y trataron de silenciar voces independientes.’ ‘…Reiteramos que el mejoramiento de las relaciones bilaterales con los EE.UU. y la UE está condicionado por el cumplimiento de sus obli- gaciones con la Organización de Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) y el respeto de los derechos humanos fundamentales, el imperio de la ley y los principios democráticos.”11

El poder militar

Independientemente de que EE.UU. se expande militarmente hacia el sur del continente americano, “intentando llenar los vacíos o escasos posicionamientos en el cono sur”,12 el área que abarcan México, el Gol- fo de México, el Mar Caribe y Centroamérica, con la Iniciativa Mérida, la ocupación de Haití, las bases militares ubicadas en la región (Cuba, Puerto Rico, Colombia, Panamá y Honduras,), la Iniciativa de Seguridad para el Caribe, la Iniciativa de Seguridad de Centroamérica; la libertad de actuación de una cantidad apreciable de buques de guerra en puertos de Costa Rica y la presencia de las unidades del Comando Sur en posicio- nes estratégicas (ver Anexo 3), convierten a esta zona en un área de gran peligro. Durante la administración Obama se ha visto un incremento sustancial de la presencia estadounidense en el área en lugares muy estratégicos, como sucedió en 2009 con las bases de Colombia, más los incrementos posteriores en otros lugares, como en Chile. Esa concentración de fuerzas y medios de todo tipo en el área descrita, obedece a que allí hay grandes recursos petroleros en explotación, hasta el momento, en el Golfo de México y en Venezuela; más la presencia de dos países adversarios como Venezuela y Cuba, que lideran desde el punto de vista político y amplían su colaboración en una buena parte del área, a través de la ALBA. Los países más amenazados por la cercanía de este grupo poderoso de fuerzas son: Cuba, Venezuela, Nicaragua y Ecuador, aunque, con el alcance actual de la aviación y de los misiles en poder de EE.UU., cualquier país de América corre el peligro de ser atacado militarmente de una u otra manera. Si analizamos algunas de las valoraciones que confecciona el Depar- tamento de Estado de Estados Unidos sobre Venezuela y Cuba (ver ane- xo 1), las campañas mediáticas que tienen lugar contra estos dos países

11Joint statement issued by Secretary of State Hillary Rodham Clinton and EU High Representative Catherine Ashton. http://www.state.gov/r/pa/prs/ps/2011/12/178973.htm. 12Ana Esther Ceceña y Rodrigo Yedra: “El Águila despliega sus alas de nuevo. Un Continente bajo amenaza”, Obser- vatorio Latinoamericano de Geopolítica, Quito, 2009. 72 Dr. Nelson Roque Suástegui con respecto a la “violación de los valores universales” y de los DDHH, podemos concluir que son pocos los pretextos que pueden faltar para orquestar una campaña oficial e incrementar la mediática, que desate una agresión contra alguno ellos. Lo mismo sucede con otros gobiernos progresistas del área como es el caso de Nicaragua, cuyas últimas elec- ciones fueron impugnadas por la entonces Secretaria de Estado y otros gobernantes estadounidenses (ver anexo 2). Al materializarse la elección de Nicolás Maduro como presidente de Venezuela hemos podido comprobar que la acción de la derecha en ese país ha sido apoyada ampliamente por el gobierno estadounidense, que aporta los recursos necesarios para continuar propiciando la desestabili- zación interna del país. Por lo tanto, Venezuela puede tener una fuerte prioridad en los pla- nes del Pentágono para ser objeto de ataques provenientes de Colombia, cooperante indirecto de la OTAN en Afganistán y aspirante a desempe- ñar roles relevantes de cooperación con la Alianza Atlántica; pero tam- bién desde las islas caribeñas —posesiones francesas— de Guadalupe y Martinica donde se basifican unos 5 000 efectivos, y del territorio de la Guayana Francesa, con cerca de 3 000 hombres. El Reino Unido posee en el área varias pequeñas islas, entre ellas, las Caimán y aunque la cantidad de personal militar que radica en esos territorios no debe ser muy elevada, puede aumentarse cuando sea ne- cesario. También Holanda, que responde directamente por la seguridad de Aruba y Curazao pudiera incrementar sus tropas en estos territorios, ya que forman parte de su reino. Tendríamos, por tanto, a la OTAN en América, como una fuerza más, situación que no se concebía años atrás, pero que ahora, después de la aprobación del nuevo Concepto Estratégico de la Organización Atlántica y de la experiencia en Libia —el presidente Barack Obama declaró que esa sería la fórmula a aplicar en lo adelante— no se puede descartar. A estas alturas las potencias europeas están bajo el control estadounidense a través de la OTAN, condiciones diferentes a las que existían cuando se formuló la Doctrina Monroe. En el Concepto Estratégico de la OTAN de 2010 se expresa claramente que la Alianza Atlántica está dispuesta a actuar fuera de sus fronteras: “Las crisis y los conflictos más allá de las fronteras de la OTAN pueden amenazar la seguridad del territorio de la Alianza y de sus poblaciones. La OTAN, por tanto se comprometerá donde sea posible y cuando sea La Estrategia Obama y sus peligros para América Latina 73 necesario para prevenir las crisis, manejarlas, estabilizar las situaciones postconflicto y apoyar la reconstrucción”.13 Estados Unidos continúa profundizando su presencia en América Latina y el Caribe: paso a paso y sin hacer mucho ruido, avanza y cubre más territorios que le garanticen tener acceso a las materias primas y recursos que necesita. Con ello asegura no tener que acometer grandes movilizaciones de fuerzas militares para actuar en un área determinada, porque ya están allí. Evidentemente, el peligro se incrementa.

Conclusiones

La aplicación de los conceptos contenidos en la Estrategia de Seguri- dad Nacional de los Estados Unidos, de mayo de 2010 —“La Estrategia Obama”14 —, que combina ampliamente las herramientas del poder in- teligente, el despliegue de fuerzas militares en el territorio latinoameri- cano y caribeño; el uso de los medios masivos como apoyo a las ideas que lanzan los gobernantes imperiales; la utilización de las Agencias para el Desarrollo, de las organizaciones internacionales, dominadas en su mayoría por EE.UU. y sus aliados: incluido el Consejo de Seguridad de la ONU y el secretario general de esa organización internacional, diligente servidor de los intereses imperiales; el mal empleado concepto de “Res- ponsabilidad de Proteger”; más la repetición de la receta de Libia, como modo de actuación, bendecida por el presidente Obama al finalizar el genocidio de ese pueblo árabe, nos indica que América Latina también está en peligro.

13Strategic Concept For the Defence and Security of The Members of the North Atlantic Treaty Organisation. Lisbon, November 20, 2010. 14En el curso del año 2014 debe salir a la luz una nueva Estrategia de Seguridad Nacional de EE.UU. En nuestra opinión las concepciones esgrimidas por el gobierno estadounidense para actuar como hegemón mundial no deberán variar en su esencia. 74 Dr. Nelson Roque Suástegui

Anexo 1 Síntesis de las valoraciones sobre Cuba y Venezuela, emitidas por el Presidente y el Departamento de Estado de EE.UU.

Valoraciones sobre Cuba 15

“El futuro de Cuba debe ser determinado libremente por el pueblo cubano, que no ha sido el caso por décadas y no lo es ahora. El pueblo cubano merece los mismos derechos, libertades y oportunidades que cualquiera otro. Entonces, Estados Unidos continuará apoyando los de- rechos básicos del pueblo cubano.’ —Presidente Barack Obama, 19 de diciembre 19 de 2011.’ ‘Cuba es un Estado totalitario que se apoya en métodos represivos para mantener el control. La crítica a los líderes nacionales o al sistema político puede conducir a la prisión. Los miembros de las fuerzas de la seguridad acosan y violan los derechos humanos en general y los de los abogados pro democráticos, los disidentes, los detenidos y los prisione- ros. El gobierno cubano no permite el monitoreo independiente de las condiciones de las prisiones por grupos de derechos humanos naciona- les o internacionales y continúa negando el acceso a los detenidos por organizaciones humanitarias internacionales.’ ‘La USAID presta apoyo humanitario a los prisioneros políticos y sus familias, quienes son sistemáticamente marginados por las fuerzas de la seguridad y no pueden trabajar. Además suministra productos alimen- ticios, vitaminas, medicamentos no controlados y artículos de tocador a cientos de familias cubanas, como ayuda para el mejoramiento de su estado síquico y sicológico.’ ‘El gobierno cubano niega sistemáticamente a sus ciudadanos la libertad de asociación y no reconoce asociaciones independientes. La Constitución cubana prohíbe cualquier organización política que no esté oficialmente reconocida. Como resultado de ello las bases de la de- mocracia comunitaria están extremadamente limitadas.’ ‘El gobierno cubano es dueño de todos los medios de difusión y de la prensa escrita y el Partido Comunista los controla. Las noticias y la programación informativa son prácticamente uniformes en todos los medios y la ley prohíbe la distribución de materiales impresos de fuen- tes extranjeras consideradas contrarrevolucionarias o críticas hacia el gobierno.’

15http://www.state.gov/r/pa/ei/bgn/2886.htm; http://www.usaid.gov/where-we-work/latin-american-and-caribbean/cuba (los textos fueron traducidos por el autor de este artículo). La Estrategia Obama y sus peligros para América Latina 75

‘Los periódicos o revistas extranjeros no están disponibles y la distri- bución de material con contenido político no se permite y puede dar lugar al acoso e incluso a la detención.’ ‘El gobierno cubano controla prácticamente todos los accesos a In- ternet, con la excepción de algunas instalaciones extremadamente limi- tadas, donde el precio que se debe pagar por el acceso está por encima de las posibilidades de la mayoría de los ciudadanos. Las autoridades revisan el historial de los usuarios autorizados, revisan y censuran los co- rreos electrónicos, emplean filtros de búsqueda en Internet y bloquean el acceso a sitios Web considerados objetables.’ ‘La USAID suministra noticias primarias e información sobre temas relevantes para los cubanos sobre Cuba y de otras partes del mundo. Los programas de la USAID entregan libros, revistas, periódicos y folletos a amplios segmentos de la población, pero con un énfasis creciente de promover el uso de las redes sociales. La USAID también entrega com- putadoras personales Laptop para ayudar a compartir la información procedente de portadores USB, CDs, y DVDs. Las Laptops también se utilizan para documentar las violaciones de los derechos humanos y posibilitan a las personas expresarse por escrito en un soporte fácil de difundir dentro y fuera de Cuba. La USAID ha ayudado a entrenar a cientos de periodistas en la última década, sus trabajos se han publicado en relevantes medios de difusión internacionales.’ ‘Cuba fue calificada como Estado patrocinador del terrorismo desde 1982. El gobierno cubano continua ofreciendo refugio seguro a unos 24 miembros de la organización terrorista vasca ETA.’ ‘El gobierno cubano continúa refugiando personas perseguidas en EE.UU.; también los ha apoyado brindándoles alojamiento, cartilla de racionamiento y servicios médicos.”

Valoraciones sobre Venezuela

“Venezuela produce muy pocas cantidades de opio y coca, pero es un país de gran tránsito de cocaína y heroína. El lavado de dinero y la corrupción judicial son preocupantes.’ ‘En junio de 2013, Venezuela fue colocada en el nivel 2WL dentro del Reporte del Departamento de Estado sobre Tráfico de personas. Este nivel indica que el gobierno no cumple totalmente con los estándares, aunque trata de garantizarlos, pero el número absoluto de víctimas de las formas severas de tráfico es apreciable y tiende a incrementarse; las 76 Dr. Nelson Roque Suástegui pruebas de que se han incrementado los esfuerzos para combatir el trá- fico con respecto al año anterior son insuficientes, pero el país se ha comprometido a aumentar sus acciones para el próximo año.’ ‘Venezuela mantiene excelentes relaciones con Irán, Siria, Belarús y Corea del Norte. Países terroristas (Irán y Siria). Belarús es una dictadura y Corea del Norte es un Estado terrorista y dictatorial.’ ‘El gobierno venezolano no coopera totalmente con los esfuerzos an- titerroristas de EE.UU.; no ha tomado medidas contra los funcionarios venezolanos calificados por el departamento de Tesoro como capos del tráfico de armas y narcóticos en interés de las FARC.’ ‘Las FARC y el ELN continúan utilizando el territorio venezolano para descansar, reagruparse, traficar con narcóticos, practicar la extorsión y secuestrar venezolanos para financiar sus operaciones. Venezuela cap- turó en 2011 dos guerrilleros de las FARC: uno de ellos murió posterior- mente y el otro se mantiene bajo custodia, a pesar de que el gobierno venezolano se había comprometido a deportarlo a Colombia.’ ‘Existen indicios de que Hizbollah recauda fondos y recibe apoyo en Venezuela.’ ‘España reclama a Venezuela el apoyo a los terroristas de la ETA.”16 Como puede apreciarse, el gobierno estadounidense valora según sus códigos a los gobiernos del mundo. Los no afines o los supuestos enemigos son caracterizados como violadores de los derechos humanos y de otros parámetros que componen la siempre invocada democracia. Estas valoraciones tergiversadas de la realidad se esparcen por todo el mundo en los informes anuales del Departamento de Estado y en los medios de difusión masiva transnacionales y la repiten en cualquier tribuna los principales líderes y funcionarios del gobierno, independien- temente del partido al que pertenezcan. En nombre de la democracia y de la protección de las libertades de los pueblos “sojuzgados” Estados Unidos actúa de forma injerencista en los países antes mencionados, proporcionando informaciones tergiver- sadas a los llamados disidentes, instruyéndolos para que desarrollen la subversión, preparándolos para que transmitan hacia la metrópoli in- formaciones útiles a sus intereses y aportándole sustanciosas pagas a sus indignos acólitos.

16http://www.state.gov/r/pa/ei/bgn/35766.htm y 2013 Trafficking in persons Report: www.state.gov/j/tip (los textos fueron traducidos por el autor de este artículo) La Estrategia Obama y sus peligros para América Latina 77

Anexo 2 Opiniones oficiales de la ex Secretaria de Estado sobre las elecciones en Nicaragua. DEPARTAMENTO DE ESTADO

Oficina del Portavoz, 25 de enero de 2012

Declaraciones de la secretaria Clinton sobre las condiciones democrá- ticas en Nicaragua.

Condiciones democráticas en Nicaragua

El informe final de la misión de observación electoral de la Organi- zación de los Estados Americanos (OEA) en Nicaragua apoya las aspira- ciones democráticas del pueblo nicaragüense y expresa muchas de las preocupaciones que nosotros compartimos con respecto a la realización de las recientes elecciones. Como lo indicaron los observadores internacionales y los grupos de la sociedad civil de Nicaragua, las elecciones recientes en Nicaragua no se realizaron de manera transparente e imparcial, y todo el proceso electoral estuvo plagado de irregularidades significativas. Las elecciones marcaron un revés a la democracia y socavaron la capacidad de los nica- ragüenses para tener un gobierno responsable. El informe proporciona una base para que la OEA evalúe todas las iniciativas disponibles para reforzar la democracia en Nicaragua, de ma- nera compatible con los principios que la Carta Democrática Interame- ricana encierra. Trabajaremos con nuestros socios de las Américas y de otras partes para llevar a cabo tal evaluación, y responsabilizar al gobier- no de Nicaragua por la aplicación oportuna de las recomendaciones del informe. Esperamos con interés revisar también el informe de la misión de observación electoral de la Unión Europea, que se espera pronto. Como parte de una revisión de nuestra ayuda y política hacia Nicara- gua, Estados Unidos continuará aplicando un riguroso escrutinio de los préstamos para proyectos en el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial, y nos opondremos a cualquier propuesta de préstamo que no cumpla con las altas normas de esas instituciones, o que no pro- vea suficiente impacto de desarrollo. Estados Unidos pide al gobierno de Nicaragua que apoye los procesos democráticos y proteja los derechos humanos universales. 78 Dr. Nelson Roque Suástegui

Continuaremos apoyando a la sociedad civil y promoviendo los dere- chos humanos en Nicaragua. El pueblo nicaragüense, como los pueblos de todas partes, merece el derecho de que sus voces se oigan, no merecen nada menos que elecciones libres, justas y transparentes, y líderes que rindan cuentas.17 Anexo 3 Comando Sur (USSOUTHCOM). Fuerzas y su ubicación.18

Composición: • Ejército del Sur. ARSOUTH. Houston, Texas. • 12 Fuerza Aérea del Sur. AF SOUTH. Arizona. • Cuarta Flota. COMFOURTHFLT. Mayport, Fla. • Cuerpo de Infantería de Marina del Sur. USMARFORSOUTH. Miami, Fla. • Comando de Operaciones Especiales del Sur USSOCSOUTH. Miami, Fla. • Fuerza de Tarea Conjunta BRAVO. Base Soto Cano, Honduras. • Fuerza de Tarea Conjunta, Guantánamo, Cuba. • Fuerza de Tarea Conjunta. Key West, Fla.

Estado Mayor en Miami, Florida. Planifica las operaciones y la cooperación en materia de seguridad para América Central, del Sur y el Caribe (excepto los territorios y pose- siones.). Asegura la defensa del Canal de Panamá y el área circundante.

Área de Responsabilidad: Las tierras de América Latina, al sur de México. Las aguas adyacentes a la América Central y Sur América. El Mar Caribe. Una parte del Océano Atlántico.

17En: http://www.state,gov 18En: USSOUTHCOM. http://www.southcom.mil/aboutus/Pages/About-Us.aspx (los textos fueron traducidos por el autor de este artículo) La Alianza del Pacífico

Dr. Mariano Bullón Méndez MSc. Faustino Cobarrubias Gómez MSc. Gladys Hernández Pedraza Investigadores del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM) Lic. Aldo Luis Fuentes Acosta Colaborador (ISRI)

Breves comentarios introductorios

"A todo convite entre pueblos hay que buscarle sus razones ocultas” José Martí. La Revista Ilustrada, 1891

En la historia de América Latina han coexistido dos paradigmas de integración: el latinoamericanista, caracterizado por promover el desa- rrollo integral de los pueblos y la cohesión entre los países de la región sin la presencia de ninguna potencia extranjera; y, el panamericanista, determinado por la subordinación del accionar de los países del sub- continente a los intereses de los EE.UU. La Alianza del Pacífico está in- tegrada por Perú, Chile y Colombia, miembros de UNASUR, y México. Fundada el 6 de junio de 2012, esta constituye el más reciente impulso a la agenda de integración panamericanista. El objetivo principal de dicha organización, según sus textos fundadores, es construir, de manera par- ticipativa y consensuada, un área de integración profunda, para avanzar progresivamente hacia la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas.1 En el último año y medio se ha hecho evidente el papel de la Alian- za del Pacífico como eje vertebrador de las posiciones de la derecha en

1Ver Aldo Luis Fuentes Acosta: “Los países de la Alianza del Pacífico en UNASUR: un riesgo para la integración latinoamericana”, Trabajo de diploma, ISRI, junio 2013. Dr. Mariano Bullón Méndez / 80 MSc. Faustino Cobarrubias Gómez / MSc. Gladys Hernández Pedraza

América Latina y el Caribe, lo cual ha sido particularmente visible en las divisiones creadas en la CELAC y UNASUR en torno al golpe de estado parlamentario en Paraguay. Esa concertación ha creado una clara línea divisoria en contraposición con las posturas del ALBA y MERCOSUR. También se ha observado una campaña de medios dirigida a mostrar las ventajas de la Alianza en contraste con lo que presentan como estanca- miento o pocos avances de estos dos últimos esquemas. En los días previos a la VII Cumbre de la Alianza del Pacífico de Cali, Colombia,2 se produjo un inusitado despliegue publicitario no solo informativo, sino también valorativo. En la dimensión estrictamente in- formativa llama la atención el hecho de que los materiales divulgativos fueron elaborados por instancias de gobierno, con una manera sencilla de presentar los datos y los resultados esperados en materia de bienestar y presencia en el mundo. Si bien existen declaraciones expresas de que la Alianza no está dirigi- da contra otros proyectos de integración, sí se plantea una crítica lapida- ria a los resultados de los procesos asociativos precedentes, destacándose el carácter pragmático y la capacidad de obtener resultados concretos en un corto período de tiempo de la Alianza del Pacífico. La evolución que ha tenido esta agrupación no es sólo el resultado de la eficiente gestión de los gobiernos que la conforman, sino también de su relación directa con la política de EE.UU. hacia la región. Llama la atención la “supuesta” ausencia de Estados Unidos, o su ausencia estraté- gica. El objetivo de este trabajo es, precisamente, descubrir los vínculos públicos u ocultos entre esta iniciativa de factura aparentemente lati- noamericana con la continuidad del proyecto hegemónico de Estados Unidos.

Antecedentes

La propuesta de la Alianza del Pacífico (AP) se dio a conocer en Lima, Perú el 28 de abril del 2011 a través de la Declaración de Lima. El pro- yecto fue una iniciativa del entonces presidente del Perú, Alan García Pérez, quien extendió invitación a sus homólogos de Chile, Colombia y Panamá, con el propósito de "profundizar la integración entre estas economías y definir acciones conjuntas para la vinculación comercial con Asia Pacífico, sobre la base de los acuerdos comerciales bilaterales existentes entre los Estados parte". Panamá ha ingresado a esta Alianza en calidad de observador.

2Ocasión en que el presidente Juan Manuel Santos asumiría la presidencia pro-témpore del grupo. La Alianza del Pacífico 81

La intención de esta alianza, según la Declaración de Lima, es "alen- tar la integración regional, así como un mayor crecimiento, desarrollo y competitividad" de las economías de sus países, a la vez que se compro- metieron a "avanzar progresivamente hacia el objetivo de alcanzar la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas". Entre los acuerdos para integrar la Alianza del Pacífico se establece como requisito esencial la vigencia del Estado de Derecho, de la demo- cracia y del orden constitucional. Las cuatro naciones de la Alianza del Pacífico reúnen más del 42% del PIB de Latinoamérica y el Caribe, y si se sumara toda su producción y se les contara como un solo país, serían la novena economía del planeta. Los dos únicos países latinoamericanos miembros de la OCDE, México3 y Chile, forman parte de la Alianza del Pacífico; y un tercer miembro, Colombia, ha solicitado formalmente su ingreso a dicha organización. Según información de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), los países que conforman la Alianza del Pacífico ex- portaron en conjunto más de 531 mil millones de dólares en 2011, 51,2% de las exportaciones de la región y 48% más que las exportaciones del Mercosur en el mismo año. Casi ningún proyecto regional había incluido hasta fechas recientes el vínculo con Asia Pacífico, el área más dinámica económicamente en la actualidad, con la excepción de la denominada iniciativa Arco del Pa- cífico, creada en 2006 e integrada por 11 países: Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá y Perú. Su finalidad era coordinar una estrategia continental para la relación comercial con las economías más sólidas y también las emergentes del Asia Pacífico. La Alianza del Pacífico (AP) surge como una respuesta a los escasos avances de este mecanismo de concertación. La causa fundamental fueron las divergencias en materia de política co- mercial con el resto de los miembros. De los 11 países miembros del Arco del Pacífico, quedaron sólo cuatro como integrantes, debido a que Ecuador y Nicaragua decidieron acercar su política comercial a Venezuela e integrarse a ALBA-TCP. Por su parte, los países centroamericanos, del Triángulo del Norte,4 tenían un proceso interno suficientemente complejo con vista a su relación con Estados Unidos y la firma del Acuerdo de Libre Comercio de Centroamérica y República Dominicana (CAFTA-República Dominicana).5

3La inversión extranjera directa (IED) de México en los restantes países miembros de La Alianza es de más de 23 mil millones de dólares, lo que representa el 31,5% del total de IED mexicana en América Latina. Ver: http://t21.com.mx/ general/2012/08/29/definen-mecanismos-alianza-pacifico. 4Nombre con el que se conoce a cuatro países de Centroamérica en función de su integración económica, a saber, Gua- temala, Nicaragua, Honduras y El Salvador. Tienen firmados acuerdos comerciales tanto con México como con EE.UU. El acuerdo con México tiene además el antecedente del Plan Puebla Panamá. 5Ruvislei González Sáez: “La Alianza del Pacífico y TPP: dos piezas de un megaproyecto imperial”, CIPI, 2013. Dr. Mariano Bullón Méndez / 82 MSc. Faustino Cobarrubias Gómez / MSc. Gladys Hernández Pedraza

Papel de Estados Unidos

La búsqueda de señales que den cuenta de una participación más di- recta de EE.UU. en la emergencia y evolución de la Alianza del Pacífico, no puede realizarse al margen de: • los procesos relativos al deterioro de la imagen de EE.UU. en la re- gión. • el creciente peso de las llamadas potencias emergentes y su influen- cia en la región.6 • un nuevo escenario político latinoamericano, en el cual varios paí- ses cuestionan las políticas de las potencias globales hacia la región y se plantean iniciativas para elevar la capacidad de negociación regional frente a ellas. • la competencia global por los recursos naturales estratégicos, de los cuales la región es un importante reservorio. • la política de contención a China en el ámbito global y regional. • el diseño de amplias alianzas trans-regionales con el propósito de garantizar su hegemonía en el nuevo escenario mundial. En 2001, una publicación conjunta de la Heritage Foundation y el Wall Street Journal sugirió al gobierno de EE.UU. que en lugar del ALCA potenciara el establecimiento de una Asociación de Libre Comercio Global (ALCG), cuyos miembros deberían cumplir cuatro condiciones principales: política comercial abierta, políticas de inversión extranjera transparentes y abiertas, la menor cantidad posible de regulaciones para la instalación de nuevas empresas y derechos de propiedad garantiza- dos. “La ALCG se diferencia del ALCA en que los países de la primera deben abrir sus mercados antes de ingresar al club. Es una estrategia que (…) castiga el proteccionismo dado que toda decisión que proteja los intereses políticos a costa de la libertad económica aleja a los países (…) de un próspero acuerdo comercial con los mercados más fuertes del mundo”.7 El Acuerdo Marco de la Alianza del Pacífico refrenda el pen- samiento neoliberal arriba expuesto cuando en el párrafo preambular número 4 anticipa la decisión de “fortalecer los diferentes esquemas de integración en América Latina, como espacios de concertación y conver- gencia, orientados a fomentar el regionalismo abierto, que inserte a las partes eficientemente en el mundo globalizado…” el octavo numeral del preámbulo ratifica el compromiso “a ofrecer a los agentes económicos un marco jurídico previsible para el desarrollo del comercio de bienes y servicios, y de la inversión…”

6En el caso de América Latina, EE.UU. observa con especial preocupación el aumento del peso de China en las rela- ciones comerciales y financieras de la región, así como el papel articulador en iniciativas regionales de Brasil. 7Índice de Libertad Económica 2001. Heritage Foundation & Wall Street Journal. La Alianza del Pacífico 83

El artículo 2 del citado instrumento incluye entre los requisitos esen- ciales para la participación en la Alianza del Pacífico “la protección, la promoción, respeto y garantía de los derechos humanos y libertades fundamentales”. El artículo 3.1 inciso c) señala entre los objetivos de la alianza el de “convertirse en una plataforma de articulación política, de integración económica y comercial, y de proyección al mundo…”, mientras que el segundo párrafo del mismo artículo en su inciso a) consigna entre las acciones para alcanzar sus propósitos, la liberalización del “intercambio comercial de bienes y servicios, con miras a consolidar una zona de libre comercio entre las partes”. Por su parte, el primer párrafo del artículo 9, que regula las relaciones con terceros expresa que “la Alianza del Pacífico promoverá iniciativas y lineamientos de acción sobre temas de interés regional o internacional y buscará consolidar mecanismos de vinculación con Estados y organiza- ciones internacionales”. La evidente inspiración de la Alianza en la ALCG sugiere que dicho esquema es parte de un todo, es un eslabón de una cadena más amplia que incluye un nuevo esquema global hegemónico, que en lo económico se manifiesta también en el acuerdo de Asociación Trans-Pacífico y el TLC EE.UU.-UE, y en su contraparte en el área de seguridad, la Estra- tegia de Seguridad Nacional de EE.UU., con ramificaciones también en nuestra región (ver Anexos I y II). Es la respuesta de la clase dominante norteamericana para perpetuar su hegemonía en un mundo que, al día de hoy, tiende a una multipolaridad peligrosa para EE.UU., en tanto ella significaría lo que denominan la difusión del poder,8 con la consiguiente pérdida de relevancia de la potencia hegemónica. El gobierno de George W. Bush trató de extender un esquema de do- minación basado en los atributos tradicionales de poder, que a la postre terminaron en el fracaso, descarrilando la economía norteamericana y creando más rechazo hacia EE.UU. Obama, sin embargo, ha desplegado una estrategia más discreta para alcanzar los mismos fines, con un impor- tante componente de diplomacia pública. La esencia de la más reciente Estrategia de Seguridad Nacional de EE.UU. recoge, con las mismas palabras, los objetivos políticos que se ex- presaban en la época de Ronald Reagan, que entre otras, planteaba elevar la influencia de EE.UU. en el mundo y cómo lograrlo; Barack Obama lo edulcora de la siguiente forma: “renovar el liderazgo americano en el mundo”. Los intereses nacionales de EE.UU., reflejados en la Estrategia de Seguridad Nacional de mayo de 2010 se mantienen vigentes. Ellos

8Global Trends 2030: Alternative Worlds. National Intelligence Council, diciembre 2012. P.IV Dr. Mariano Bullón Méndez / 84 MSc. Faustino Cobarrubias Gómez / MSc. Gladys Hernández Pedraza son, según sus códigos: tener garantizada la seguridad de EE.UU., de sus ciudadanos, de sus aliados y asociados; mantener una economía fuerte, innovadora y creciente; garantizar el respeto de los valores universales en el país y alrededor del mundo y promover un orden internacional fomentado por el liderazgo estadounidense.9 En nuestra región, después de la paralización de la propuesta del ALCA en 2005, EE.UU. no ha presentado ninguna otra iniciativa de carácter hemisférico. En cambio, aparece impulsando propuestas en las que, para estar incluidos, es necesario adherir determinados principios como libre mercado y democracia, que son instrumentados en proyectos concretos para sectores donde los mismos tienen un impacto muy visi- ble. Las temáticas de la agenda son muy similares en proyectos diversos, que reciben un enjundioso financiamiento. Tal es el caso de Caminos a la Prosperidad (20 millones de dólares)10 y Encrucijada (5 millones de dólares).11 Paralelamente, ha reforzado su presencia en foros interregionales en los que se observa un renovado esfuerzo para mantener su liderazgo frente a las principales potencias emergentes, especialmente China. En ese propósito, busca incorporar a países latinoamericanos que compar- ten sus intereses. Las evidencias hasta ahora constatadas indican que la idea original provino de la propuesta de Alan García. Sin embargo, posteriormente evolucionó a un megaproyecto cuyos límites y relaciones con otros pro- yectos aún estamos lejos de conocer. Las iniciativas latinoamericanas que promueven el uso soberano de los recursos de la región, o restringen las libertades del capital e inten- tan diversificar sus relaciones con socios no tradicionales, en las cuales EE.UU. no participa, son evaluadas como una amenaza. Sin embargo, si se analizan los Informes de Tendencias Globales de la comunidad de inteligencia de 2009 a 2013, se evidencia que en los dos últimos años se ha dejado de presentar estas iniciativas como una amenaza, coincidente- mente con el advenimiento de la Alianza del Pacífico, que desarrolla una identidad TLC, contrapuesta a las de las propuestas más focalizadas en la relación intraregional, y que levanta un eje coherente con los intereses de EE.UU. En otras palabras, en los referidos informes se evalúan las divergen- cias ideológicas y las rivalidades regionales como los factores que pueden obstaculizar el avance de la integración sin EE.UU., y la Alianza cumple ambos requisitos en tanto constituye un perfil ideológico definido y

9“Concepciones estratégicas, mecanismos y modalidades de la seguridad nacional de los Estados Unidos y sus probables impactos en la seguridad internacional hasta el 2020”, Colectivo de autores, CIPI 2012. 10Hoja informativa sobre Caminos hacia la Prosperidad en las Américas, 13 abril 2012. 11http://iipdigital.usembassy.gov/st/spanish/texttrans/2012/04/201204133811.html#axzz2X5LqEHkk Fecha de con- sulta: junio 2013. La Alianza del Pacífico 85 levanta un nuevo eje de alianzas basado en ese perfil. En consecuencia, a partir del surgimiento de esta entidad que trabaja obstaculizando la integración latinoamericanista, el tema ha dejado de percibirse como una amenaza en los dos últimos informes. La naturaleza de la organización y sus objetivos, explícitos y ocultos, hacen prever un impacto negativo de la Alianza del Pacífico en materia política, económica y de defensa en UNASUR. En lo político, el accionar de Chile, Colombia y Perú tiende a convertirse en canalizador de los intereses de EE.UU.; servir de contraparte a las posiciones de los gobier- nos más progresistas del bloque suramericano; y limitar las proyecciones más radicales dentro de UNASUR. La admisión de países observadores en la Alianza que no tienen costas al Pacífico.12(España, Uruguay, Francia, Paraguay, Portugal y República Dominicana), al menos en el corto plazo no parece ser una señal para su admisión como miembros plenos, pues si bien los documentos oficiales son ambiguos al respecto, las declaraciones del presidente chileno Sebas- tián Piñera en conferencia de prensa durante la VII Cumbre, en mayo de 2013, fueron categóricas: “esta Alianza no está pensada para ser una alianza de carácter mundial” y agregó que “los países observadores van a interactuar con la Alianza y vamos a buscar, por supuesto, que tenga- mos relaciones que permitan beneficio mutuo para la Alianza y para los países observadores, pero hasta ahora la decisión que han tomado los países fundadores es que esta Alianza tenga esas dos características: países que tengan una visión compartida, que es la condición principal, y que además tengan costas al Océano Pacífico”.13 Ello sugiere que los actuales miembros vetarán la membresía de cual- quier país que no ostente lo que Piñera llama “una visión compartida”, aun cuando tenga costas al Pacífico. Al mismo tiempo, mantendrán la libertad de “interactuar” en diferentes grados de intensidad con los ob- servadores, de acuerdo con esa misma “visión compartida”. La necesaria denuncia de la Alianza del Pacífico no puede supeditarse a que se pueda demostrar o no de forma directa la autoría de EE.UU., puesto que ello es muy difícil de establecer, a partir de sus documentos constitutivos. En cualquier caso, hacia donde debe enfocarse la denuncia es a que la Alianza del Pacífico es un proyecto lesivo a la verdadera integración latinoamericana, puesto que es la resurrección del ALCA, un modelo de integración neoliberal ya desestimado por América Latina en 2005, en

12Los países del continente que pudieran convertirse en miembros, por tener costas al Pacífico, son: Guatemala, El Salvador, Costa Rica, Panamá, Ecuador, EE.UU., Canadá, Nicaragua y Honduras, aunque estos dos últimos no han hecho tal solicitud. Países observadores extracontinentales como Japón, Australia y Nueva Zelanda también tienen costas a ese océano. 13Mandatario valora avances de la Alianza del Pacífico a un año de su creación, 23 de mayo de 2013 en internet:http:// www.gob.cl/destacados/2013/05/23/mandatario-valora-avances-de-la-alianza-del-pacifico-a-un-ano-de-su-creacion.htm Fecha de consulta: junio de 2013. Dr. Mariano Bullón Méndez / 86 MSc. Faustino Cobarrubias Gómez / MSc. Gladys Hernández Pedraza

Mar del Plata, Argentina. La Alianza del Pacífico divide a la región en dos y se opone diametralmente al ALBA, a MERCOSUR, a la UNASUR y a la CELAC. El proyecto del ALCA fracasó y EE.UU. es consciente de las causas del fracaso, por lo que intentará desligarse públicamente de la Alianza del Pacífico hasta que considere que es un proyecto maduro e irreversible. No obstante, si hoy quisiera formar parte de ella le sería muy fácil, pues ya tiene firmados acuerdos de libre comercio con todos los países miem- bros y cuenta además con sus apoyos para hacerlo. El propio Presidente Protémpore actual de la Alianza del Pacífico, el colombiano Juan Ma- nuel Santos, “invitó” el pasado 27 de mayo al vicepresidente de EE.UU., Joseph Biden, a incorporarse a la Alianza, en el marco de su visita a Colombia, luego de que el propio Biden expresara el interés de EE.UU. en la organización. Según el Acuerdo Marco de la Alianza del Pacífico,14 en su artículo 11 se establece la posibilidad de adhesión de otros Estados siempre que así lo soliciten y tengan vigente un acuerdo de libre comercio con cada uno de los miembros. No establece ninguna discriminación por zona geográfica. El propio artículo establece que la adhesión estará sujeta a la aprobación por unanimidad del Consejo de Ministros, integrado según el artículo 4, por los Cancilleres o Ministros de Comercio Exterior de los países miembros. Por lo tanto, una vez dentro, cada país tiene poder de veto sobre la incorporación de nuevos miembros. En consecuencia, si se produjera la entrada a la Alianza, antes que EE.UU., de un país o varios países no subordinados a este último, se podría obstaculizar su eventual entrada, así como la de Canadá, y otros actores extrarregionales. Sin embargo, y dado el avanzado nivel de ins- titucionalidad y acuerdos vinculantes que ya exhibe la AP, le sería muy difícil, en minoría, retrasar y eventualmente impedir la consolidación de este proyecto. En este caso podría encontrarse Ecuador, aunque no parece tener intenciones de llegar más allá del estatus de observador. Hay que tener en cuenta que el país que llegue a ser miembro pleno de la Alianza, más allá de sus posiciones políticas, estará sujeto por un entramado de acuerdos vinculantes, incluidos TLC al estilo neoliberal con todos sus miembros, lo cual le haría muy difícil tratar de variar su rumbo actual. Aunque, como se decía, el acuerdo no limita la membresía a ninguna región geográfica, a juzgar por las palabras del presidente chileno citadas en la página 10, los actuales miembros no lo permitirían a los que no tengan costas al Pacífico.

14Firmado por Colombia, Chile, México y Perú, el 6 de junio del 2012, en Paranal, Antofagasta, Chile. La Alianza del Pacífico 87

Elementos que sustentan la Alianza del Pacífico como un pacto neoliberal

Los objetivos regionales de la Alianza del Pacífico se pueden agrupar, para su estudio, en dos conjuntos. Por un lado, es posible identificar los objetivos que conforman la agenda pública de la Alianza, y que han sido los puntos esenciales del debate en el proceso de conformación de la organización. Estos están reflejados en las Declaraciones de las diferen- tes Cumbres presidenciales. Por otro lado, se encuentran los objetivos que no aparecen en ninguno de los documentos oficiales, y que podrían considerarse como una agenda paralela dentro del accionar de este pro- yecto. Tales propósitos pueden ser identificados, por las características de la organización, los gobiernos que la integran, sus aliados y el contexto regional.15 Los países miembros de la Alianza del Pacífico enunciaron explí- citamente, en su Acuerdo Marco, los objetivos que perseguían con su conformación. A lo largo de las ocho Cumbres realizadas hasta junio de 2013, estas naciones han impulsado varias medidas en pos de hacer cumplir lo acordado. El primero de los objetivos enunciados por la organización fue cons- truir, de manera participativa y consensuada, “un área de integración profunda para avanzar hacia la libre circulación de bienes, servicios, ca- pitales y personas”. Es importante señalar que la concepción de integra- ción profunda ha sido el sustento fundamental de los TLC promovidos y firmados por EE.UU. De esta manera, la Alianza constituye un intento de retomar la agenda panamericanista y neoliberal del ALCA. La implementación de este objetivo ha ocupado un espacio esencial en las distintas reuniones celebradas por los mandatarios. Un elemento que valida la importancia de este propósito para la Alianza es que de los cinco grupos técnicos de trabajo creados, tres tributan a su ejecución. Las temáticas abordadas con mayor frecuencia han sido: la circulación de bienes, la desgravación arancelaria, los obstáculos técnicos al comer- cio, las medidas sanitarias y fitosanitarias, facilitación del comercio y cooperación aduanera. En cuanto a servicios y capitales, se ha tratado el comercio electrónico, la inversión, el comercio transfronterizo de servi- cios, los servicios financieros, las telecomunicaciones, el transporte aéreo y marítimo, los servicios profesionales de energía e integración de las bolsas de valores. En relación con la liberalización del movimiento de personas, se ha tratado el tránsito migratorio, la circulación de personas de negocios, la cooperación consular y el intercambio de información sobre flujos migratorios.

15Aldo Luis Fuentes Acosta: Ob. Cit. Dr. Mariano Bullón Méndez / 88 MSc. Faustino Cobarrubias Gómez / MSc. Gladys Hernández Pedraza

Como resultado de este proceso negociador, los miembros de la Alian- za han logrado concretar algunos acuerdos. Los avances más importantes han sido la desgravación arancelaria al 90% de los bienes; la creación del Comité Conjunto Mixto para la promoción del comercio de servicios y la inversión; el cierre del capítulo de Facilitación del Comercio y Coo- peración Aduanera; la creación del Consejo Empresarial de la Alianza del Pacífico; la conclusión de las negociaciones en materia de Comercio Electrónico. En lo referido al tema de la libre movilidad de personas, se ha desarrollado un proceso gradual de exoneración de visados entre esos países, con énfasis en los hombres de negocios. Para mediados de este año se pretende culminar nuevas negociacio- nes en el acceso al mercado para el comercio de bienes, el régimen de ori- gen, medidas sanitarias y fitosanitarias, obstáculos técnicos al comercio, facilitación de comercio y cooperación aduanera, servicios financieros, transporte marítimo, telecomunicaciones, servicios aéreos y servicios profesionales, así como inversiones y compras públicas. Hasta aquí, es posible apreciar el monto de acuerdos y negociaciones que se han llevado a cabo y que se están implementando en estos mo- mentos para desarrollar la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas entre los países miembros de la Alianza. En este sentido, las Cumbres que tuvieron un mayor grado de concertación, implementa- ción de medidas y celebración de acuerdos para la consecución de este objetivo fueron la segunda y la séptima. Esto es explicable por el corto tiempo que hubo entre la celebración de la IV, la V y la VI Cumbres. En sólo seis meses, de junio de 2012 a enero de 2013, la Alianza efectuó tres Cumbres presidenciales, un espacio de tiempo muy corto para la implementación de cualquier medida o finalizar cualquier negociación, a pesar del interés gubernamental y del impulso brindado a la Alianza por parte de los Estados miembros. El segundo de los objetivos regionales explícitos de la Alianza del Pacífico es impulsar un mayor crecimiento económico, desarrollo, com- petitividad de las economías de las partes, con miras a lograr un mayor bienestar, la superación de la desigualdad socioeconómica y la inclusión social de sus habitantes. Este objetivo resulta un tanto contradictorio. Los gobiernos de la organización pretenden alcanzar el crecimiento económico con la apli- cación de políticas neoliberales. Estas políticas son incompatibles con el propósito planteado de alcanzar un mayor bienestar, la superación de la desigualdad socioeconómica y la inclusión social de sus habitantes. La aplicación del neoliberalismo en América Latina ha provocado la La Alianza del Pacífico 89 profundización de las asimetrías, el aumento de las diferencias sociales, el desempleo, la indigencia y la explotación desmedida de los recursos naturales. La presencia de este objetivo en la Alianza es consecuencia, esencial- mente, de dos fenómenos. Por un lado, esta fraseología es común en la retórica del discurso político de los gobiernos de derecha, con el propósi- to de atraer el voto de las masas populares. Por otro lado, la correlación de fuerzas en América Latina, a partir de 2005, ha estado a favor de los gobiernos progresistas de la región, los que impulsan medidas para contrarrestar el efecto del neoliberalismo. El discurso de la nueva orga- nización tenía que incluir de alguna forma el desarrollo de los pueblos. De los distintos temas tratados en las cumbres en relación con este ob- jetivo, se destaca el impulso a la cooperación entre los Estados miembros. Los logros más importantes de la Alianza, en este sentido, han sido la puesta en práctica del Programa de Movilidad Académica y Estudiantil; la creación de la Red de Investigación Científica en Materia de Cambio Climático; la fundación de la Plataforma de Cooperación del Pacífico, que funciona como marco regulatorio para las actividades de coopera- ción; la adopción del Acuerdo de Cooperación en materia de Turismo; la aplicación del Programa de Mejora de Competitividad para pequeñas y medianas empresas; y la aprobación del “Fondo de Cooperación de la Alianza del Pacífico. Como se ha podido apreciar, el segundo objetivo regional de la Alian- za del Pacífico ha tenido un perfil más bajo que la implementación del área de integración profunda. En esta dirección resulta interesante que las referencias a este objetivo en las distintas declaraciones de las Cum- bres de la Alianza han estado ubicadas, esencialmente, en los párrafos preambulares. El tercero de los objetivos regionales de la Alianza, recogido en su Acuerdo Marco, es convertir a la organización en una plataforma de articulación política, de integración económica y comercial, y de pro- yección al mundo, con especial énfasis en Asia-Pacífico. Este objetivo de la organización debe verse en dos sentidos. En una dirección, es posible apreciar la intención de ampliar el diapasón de la integración, incluyen- do la concertación política, aspecto que no se había mencionado aún y, por el otro lado, se identifica la intención de enfocar a la organización hacia la región asiática. Este hecho resulta novedoso, pues los procesos regionales desarrollados en los últimos años se han centrado en las rela- ciones intrarregionales. Dr. Mariano Bullón Méndez / 90 MSc. Faustino Cobarrubias Gómez / MSc. Gladys Hernández Pedraza

La intención de los gobiernos de la Alianza del Pacífico de crear una plataforma de concertación política va en la dirección de convertirse en un espacio de coordinación de sus posiciones para su inserción en otros procesos integracionistas regionales. Sin embargo, este tema ha tenido un bajo perfil en las distintas Cumbres celebradas. Sólo en la IV Cumbre, los mandatarios se interesaron en la creación de un régimen de solución pacífica de controversias. Desde la I Cumbre de la Alianza, los mandatarios mostraron su in- tención de construir un mecanismo de diálogo político y proyección con la región de Asia Pacífico. Sin embargo, no se han dado pasos para la implementación en este aspecto. El mayor avance, en esta dirección, lo constituyó la inclusión como miembros observadores de Australia, Nueva Zelanda y Japón. Igualmente, resulta llamativo, que desde los documentos aprobados en la IV Cumbre, no se hayan vuelto a incluir referencias directas a esa región. A partir de ese momento, las intencio- nes de la Alianza han estado encaminadas más bien a fortalecer las rela- ciones con terceros, lo que explica el interés que ha suscitado la Alianza en varios países latinoamericanos y europeos. El segundo grupo de objetivos de la Alianza del Pacífico, los que como ya se explicó conforman una agenda no pública, pueden ser iden- tificados por las características de los miembros y de la organización, sus aliados, el estudio integral del surgimiento y desarrollo de esta alianza, su inserción en el contexto regional e internacional, y la compatibilidad económica y política de sus miembros y su agenda con los intereses de Estados Unidos. Los miembros de la Alianza del Pacífico son países con características económicas y políticas similares. México, Chile, Colombia y Perú poseen economías abiertas con una alta incidencia de las inversiones extranjeras directas. Además, sus gobiernos, políticamente de derecha, como se dijo anteriormente, tienen TLC firmados entre ellos y con EE.UU., país con el que también poseen fuertes vínculos en otras áreas, como la lucha contra el narcotráfico y la defensa. A partir de esto, se puede inferir la existencia de una agenda no pública acorde con los intereses y características de estos países asociados. El grupo de países que integran la AP reúne en común a gobiernos de neto corte neoliberal en un esfuerzo apoyado por el poder mediático de las corporaciones de prensa. Al grupo de países fundadores de la Alianza del Pacífico, se han agregado como observadores España, Costa Rica, Ja- pón, Australia, Nueva Zelanda, Canadá, Guatemala y Uruguay. Francia, La Alianza del Pacífico 91

El Salvador y Panamá aspiran a serlo, mientras que más recientemente han solicitado la condición de observadores otros cuatro países: Estados Unidos, China, Turquía y Corea del Sur.16 Teniendo en cuenta las particularidades antes expuestas, se pueden identificar como objetivos no públicos de la Alianza: reimpulsar las po- líticas neoliberales como paradigma integrador en América Latina; traer a México al juego político suramericano para contrarrestar el avance brasileño; aumentar la influencia estadounidense en Suramérica a través de sus aliados; contrarrestar las posiciones de Venezuela y el ALBA y entorpecer los procesos suramericanos de integración. La creación de una organización basada en el neoliberalismo ha estado implícita desde la Declaración de Lima, cuando México, Perú, Chile y Colombia anunciaron, como ya se ha planteado, la creación de un área de integración profunda para impulsar la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas. Sin embargo, en ninguno de los documentos oficiales, los miembros de la Alianza del Pacífico reconocen explícitamente la intención de promover políticas neoliberales. La condición para ingresar a la Alianza constituye otro elemento que demuestra la intención de estas naciones de reimpulsar las políticas neoliberales en América Latina como un objetivo implícito de la nueva organización. Los Estados que estén interesados en formar parte de este organismo deben firmar TLC con todos sus miembros. De esta manera, se da un paso más en la consolidación del interés estadounidense de crear un área de libre comercio hemisférica. Tras el fracaso del ALCA, en el 2005, los Estados Unidos trasladaron las negociaciones regionales al ámbito bilateral, firmando TLC indepen- dientes con varios países de la región. Por otro lado, la Alianza trajo a México al juego político suramerica- no. Los mexicanos han estado disputando el liderazgo regional con Brasil en los últimos años. Entre las dos naciones existe una fuerte competencia por los mercados, las inversiones y la influencia regional e internacional. Con la creación de la Alianza, México podría recuperar cierta influencia en América del Sur, lo que lo convertiría en un contrapeso para Brasil en el área. De hecho, ya se comienza a observa su posición de liderazgo dentro de la Alianza. México, como miembro del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), tiene fuertes vínculos económicos con Estados Unidos. En 2012, el 77.6% de las exportaciones mexicanas fueron hacia EE.UU., mientras que el 49.9% de sus importaciones llegaron de ese país.

16La solicitud se hizo efectiva en la VIII Cumbre de la Alianza del Pacífico, celebrada en Villa de Leyva, Boyacá, Colombia, 29 y 30 de junio de 2013. Ver: Alianza del Pacífico analiza mejor integración. Disponible en: http://www. icndiario.com/2013/06/29/alianza-del-pacifico-se-reune-en-colombia/. Dr. Mariano Bullón Méndez / 92 MSc. Faustino Cobarrubias Gómez / MSc. Gladys Hernández Pedraza

Igualmente,17 México depende de la ayuda estadounidense en la lucha contra el narcotráfico. Igualmente, el gobierno estadounidense posee fuertes lazos económi- cos y militares con el resto de los miembros de la Alianza. Como se ha expresado anteriormente, después del fin del consenso gubernamental en torno al ALCA, los gobiernos de Colombia, Perú y Chile continuaron las negociaciones de manera individual con EE.UU. Este proceso culmi- nó con la firma de tratados de libre comercio con cada uno. Otro factor a tener en cuenta en esta dirección son los nexos militares de EE.UU. con Colombia. El conflicto interno colombiano y la lucha contra el narcotráfico han sido los pretextos utilizados históricamente para justificar la presencia militar estadounidense en el país suramerica- no. La subordinación de la política exterior colombiana a los intereses yanquis ha determinado las relaciones de la nación andina con el resto de la subregión. Con la Alianza del Pacífico, nuevamente ha resurgido en el panora- ma político latinoamericano la opción panamericanista de integración. Los países de la Alianza han concebido una organización encaminada a lograr los objetivos hegemónicos estadounidenses en América Latina. Esta iniciativa podría fortalecerse con la entrada a la Alianza de nuevos miembros latinoamericanos. De esta manera, la tendencia integracionis- ta de los últimos años en América Latina, caracterizada por los intentos de concertación política y la búsqueda de un desarrollo endógeno, aleja- do de los intereses de Washington, se pondría en peligro. Además, si la coincidencia de los intereses de EE.UU. con la Alianza ya era predecible, ahora, tras el anuncio hecho en Colombia por el vi- cepresidente Biden, del deseo de su nación de unirse al grupo de países observadores de la Alianza del Pacífico, esta coincidencia se hace mucho más evidente. Para el Mercosur, la Alianza del Pacífico representa un competidor económico fuerte. La propaganda de la Alianza, desde la Cumbre de Lima, ha establecido una constante comparación entre las dos organi- zaciones. En este sentido, se ha proyectado a la organización como un espacio económico con un volumen comercial mayor que el Mercosur. Además, las distintas medidas aplicadas por la Alianza para facilitar la inversión extranjera y la apertura económica la convertirían en un es- pacio más visible y atractivo para los inversores internacionales. Otro elemento a destacar es la reciente incorporación de Paraguay y Ecuador, como Miembros Observadores, uno miembro y el otro invitado a ser miembro de MERCOSUR.

17F. Rodríguez: El nuevo paradigma de la integración regional: ALBA, UNASUR y CELAC, 2011. Recuperado el 17 de enero de 2013, de Aporrea: http://www.aporrea.org/tiburon/a134219.html. La Alianza del Pacífico 93

Las dinámicas en la búsqueda de consenso al interior de UNASUR podrían verse afectadas por el fortalecimiento de la Alianza del Pacífico. A Chile, Perú y Colombia se le han sumado, en las dos últimas cumbres, Uruguay, Paraguay y Ecuador. Los esfuerzos de la UNASUR por construir un espacio integrador sin la presencia de EE.UU. están amenazados. Los gobiernos de la nueva organización podrían influir negativamente en la búsqueda de consenso al interior del bloque suramericano, defendiendo posiciones cercanas a los intereses gubernamentales estadounidenses. De acuerdo con las cifras estadísticas oficiales, es cierto que la AP ex- porta más que el Mercosur (531 mil millones de dólares la primera frente a 359 mil millones el segundo18), pero sus exportaciones se concentran en minerales en bruto e hidrocarburos, y la dirección de sus exportaciones son los países del centro, en especial EE.UU. De ahí su carácter extracti- vista como modelo de desarrollo económico. Aunque el comercio intrazona de la Alianza del Pacífico creció en 542% de 2000 a 2011, en tanto el intercambio interno del Mercosur se ex- pandió 320% en el mismo lapso, sólo 4% de las exportaciones se dirigen a los otros países de la Alianza, mientras casi 16% de lo que exportan los miembros del Mercosur es comercio intrazona.19 Ello evidencia que la prioridad en las economías de los países de la Alianza no es buscar com- plementariedad económica entre ellos, sino profundizar su dependencia de los centros de poder económico, en especial con EE.UU. Los miem- bros de MERCOSUR, víctimas también de la herencia de dominación imperial, con economías dirigidas al norte, han promovido la creación de complementariedad, como muestran las cifras antes expuestas. Debe tenerse en cuenta que la dinámica prevista para el funciona- miento de la Alianza es el establecimiento de áreas de libre comercio, por lo que este proyecto ha sido calificado como un renacimiento del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) que el ex presidente estadounidense —George W. Bush (h)— impulsara sin éxito, derrotada en 2005. Luego del fracaso del proyecto del ALCA y del fortalecimiento de una integración regional que excluía a Washington (Mercosur ampliado —que aguarda el ingreso de Bolivia y Ecuador—, UNASUR, CELAC, ALBA), Washington pretende reposicionarse en la región, a pesar de su relativamente decreciente influencia económica, del avance chino y de la profundización de las relaciones económicas sur-sur. Al respecto, el vicepresidente norteamericano, Joe Biden, en entrevis- ta con el diario colombiano El Tiempo, afirmó: "Durante las próximas décadas estaremos poniendo nuestro enfoque en las regiones donde

18CEPAL: Comisión Económica para América Latina y el Caribe: División de estadísticas: Base de datos de comercio internacional, BADECEL. 19Ídem Dr. Mariano Bullón Méndez / 94 MSc. Faustino Cobarrubias Gómez / MSc. Gladys Hernández Pedraza vemos mayores oportunidades, y en realidad no tenemos que buscar más allá del continente americano. No existe otra región en el mundo que contribuya más a la prosperidad de EE.UU." España, en particular, aparece seducida por las promesas de “segu- ridad jurídica” que la Alianza amplifica, en razón de las concesiones millonarias nacionalizadas a corporaciones españolas por Argentina y Bolivia. Seguridad jurídica entonces, leída en términos de que no se revisarán nunca en el futuro los saqueos que se cometan hoy. Atilio Borón define los propósitos de la Alianza como: “El sueño imposible del imperio es restablecer en Latinoamérica una situación anterior a la Revolución Cubana, cuando las órdenes de la Casa Blanca eran obedecidas sin chistar por los gobiernos de la región. Este es el sen- tido fundamental de la tan publicitada y alentada Alianza del Pacífico conformada por México, Colombia, Perú y Chile, que a instancias de Washington organizó nada menos que siete Cumbres en poco más de un año. El objetivo de este hiperactivismo diplomático es principalmente político y, en menor medida, económico. Lo primero, porque pretende rehacer el mapa sociopolítico regional, acabando con los gobiernos de los países del ALBA e inclusive con sus aliados, como los de Argentina y Brasil, ‘cómplices’ según Washington de la derrota del ALCA. Y en lo económico, porque la AP es la más importante pieza de la contraofen- siva imperialista destinada ahora, ya mismo, a concretar un ALCA con otro nombre y, a la vez, para potenciar el papel de ‘caballos de Troya’ que Washington les tiene asignados a los gobiernos de la AP para socavar des- de dentro a proyectos que suscitan el visceral rechazo de la Casa Blanca como la UNASUR, la CELAC y, en menor medida, el Mercosur. No sor- prende que los gobiernos y políticos más reaccionarios del continente, ¡y los de Europa! compitan entre sí para ver quién entra primero a esa alianza concebida y orquestada por los Estados Unidos para defender sus propios intereses utilizando a sus peones latinoamericanos y europeos”.20 Chile, Perú y México ya son partes de las negociaciones para el TPP; y Estados Unidos solicitó recientemente ser observador en la AP. Costa Rica y Panamá, por su parte, son observadores candidatos a ingresar como miembros. De esta forma se va conformando un gran bloque neoliberal en el arco del Océano Pacífico que, aparte de los peligros que encierra para la integración latinoamericana, tiene en su mira a Brasil y China, lo que podría afectar en el futuro incluso a los BRICS.

20Fuente: alainet.org/active/64389. La Alianza del Pacífico 95

El Acuerdo Trans-Pacífico como pieza clave en la estrategia hegemónica de Estados Unidos

El Acuerdo de Asociación Trans-Pacífico (TPP) es descrito por la Ofi- cina del Representante Comercial de Estados Unidos (USTR, por sus si- glas en inglés) como un ambicioso acuerdo del siglo XXI. Fue negociado inicialmente por nueve países (Australia, Brunei, Chile, EE.UU., Malasia, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam), a los que recientemente se sumaron dos nuevos invitados (México y Canadá).21 El TPP factura el 37% del PIB planetario, mientras que participa en el 15% de las exportaciones y el 19% de las importaciones globales.22 Paralelamente existe también el Foro de Cooperación Asia Pacífico (APEC, por sus siglas en inglés), al cual también pertenecen Perú (pro- motor de la Alianza del Pacífico a partir de abril de 2011), Chile y México, tres de los miembros de la Alianza del Pacífico y también pertenecientes a la CELAC y a la CAN, todos también asociados a UNASUR, excepto México, que no es miembro asociado de este último foro. La APEC agru- pa a 21 economías, con un 40% de la población mundial y que facturan el 56% del PIB global, mientras que son partícipes del 47% del comercio mundial.23 El ímpetu con que la administración Obama ha destacado su interés y las bondades del TPP, hace vislumbrar las intenciones sobre este acuerdo. El hecho de que EE.UU. obtenga la membresía oficial al Acuerdo Trans- Pacífico es una forma de ingresar por la vía de la cooperación estratégica, a una zona como Asia que ya se encuentra desbalanceada geopolítica- mente. China ya es un gigante en todos los parámetros, por lo que no haberse sumado hasta ahora al TPP, según Fernando Thauby, aumenta el interés de EE.UU. por convertir al Acuerdo en su piedra angular dentro de un área de libre comercio que incorpore, por una parte, a los miem- bros APEC y, por otra, traslade el centro de gravedad económico desde el Atlántico hacia el Pacífico.24 La definición del TPP como un acuerdo integral, sustentada en la diversidad de cuestiones económicas y comerciales incluidas, y como el “patrón a seguir en los acuerdos comerciales del siglo XXI”, revela una serie de aspectos económicos y políticos controvertidos y las verdaderas intenciones de EE.UU. El análisis tanto del enfoque general de la iniciativa, como de los de- safíos instrumentales u operativos que afronta, revela que se trata de un

21Ver: “Breves valoraciones sobre la Alianza del Pacífico y el TPP”, CIEM, junio 2013. 22Ver: Juan Carlos Cruz Vargas: “México, listo para participar en acuerdo Trans-Pacífico: Economía”, 23 de febrero de 2012. Disponible en: http://www.proceso.com.mx/?p=299164. 23Ver: Mara Echeverría: “México fortalecerá a Pymes en cadenas globales.” Notimex. 05 de junio de 2012. 24“De la Guerra Fría al Gigante Chino: la lucha por la supremacía”. La tercera- Blog Fernando Thauby, en: http://blog. latercera.com/blog/fthauby/entry/de_la_guerra_fr%C3%ADa_al. Dr. Mariano Bullón Méndez / 96 MSc. Faustino Cobarrubias Gómez / MSc. Gladys Hernández Pedraza acuerdo que, a lo largo de veinticinco capítulos, propone una profunda liberalización comercial en mercancías (agricultura y manufacturas in- dustriales) y servicios, y pretende fijar reglas para una serie de cuestiones de alta sensibilidad, como son las compras públicas, la propiedad intelec- tual, las empresas estatales, la legislación laboral, los servicios financieros y las inversiones, entre otros. Los temas que sirvieron de impulso al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) sumaban 19, entre troncales y subtemas, pero ahora son más, pues llegan a 27 troncales: 1) acceso a mercado de bienes; 2) administración aduanera y facilitación del comercio; 3) agri- cultura; 4) asuntos legales e institucionales; 5) coherencia regulatoria; 6) comercio electrónico; 7) comercio transfronterizo de servicio; 8) co- mercio y medio ambiente; 9) competitividad y facilitación de negocios; 10) compras de gobierno; 11) cooperación y desarrollo de capacidades; 12) comercio y trabajo; 13) desarrollo; 14) entrada temporal de personas de negocios; 15) inversiones; 16) medidas disconformes; 17) medidas sanitarias y fitosanitarias; 18) obstáculos técnicos al comercio; 19) peque- ñas y medianas empresas; 20) políticas de competencia; 21) propiedad intelectual; 22) reglas de origen; 23) remedios comerciales; 24) servicios financieros; 25) telecomunicaciones; 26) textiles, y 27) transparencia. La construcción de este TLC se ha hecho de forma secreta, sin que la ciudadanía de los países en cuestión, conozcan las implicaciones de los acuerdos en su vida. Tal como informa el sitio “TPP Abierto”, en febrero del año 2011 se filtró el capítulo de propiedad intelectual impuesto por EE.UU. al resto de los países, dando a conocer una política tremenda- mente restrictiva respecto a estos derechos, así como también a los de los consumidores y del acceso a Internet. En cuanto a los derechos de autor, el tratado “exige sanciones crimi- nales para quienes eludan medidas tecnológicas de protección, incluso si no hay infracción a los derechos de autor. Igualmente, se exigen sancio- nes criminales incluso si supuestas infracciones han sido cometidas sin ánimo de lucro y sin beneficio económico para el infractor”, tal como consigna la ONG Derechos Digitales. Asimismo, los contenidos protegidos por derechos de autor también se verán restringidos, pues se intentará extender la duración de la restric- ción de uso de las obras. Actualmente, en Chile el plazo es de 70 años y se pretende extenderlo hasta los 95, después de publicada la obra, haciendo aún más difícil el acceso a productos culturales, incluso de forma generacional. Otra exigencia del tratado se relaciona con la importación de obras con autorización de los titulares del derecho de autor, lo que permitirá La Alianza del Pacífico 97 enviar una obra de un país a otro sólo con aquella firma, lo cual significa una barrera más grande para el consumo cultural que ya es, prácticamen- te, un lujo. Por otra parte, este TLC exige un nuevo sistema de responsabilidad para los suministradores del servicio de internet. Insiste en que estos se hagan cargo de quienes infrinjan los derechos de autor en línea, me- dida que convertirá a las compañías telefónicas en agentes encargados de identificar a los infractores y desconectarlos de Internet de forma arbitraria, sin una orden judicial. “Varias de las medidas propuestas por el TPP entran en conflicto con los derechos y libertades constitucionales. Por ejemplo, las normas sobre desconexión de usuarios de Internet por supuestas infracciones infringen el derecho al debido proceso, la presun- ción de inocencia, la libertad de expresión y el derecho a la vida privada”. Este tratado de libre comercio lleva mucho tiempo negociándose sin que los ciudadanos comprendan qué es lo que está en juego. En el caso de las modificaciones al uso del Internet y de los derechos de autor, la vida cotidiana es la que puede cambiar. Los usuarios podrían convertirse en delincuentes, ser multados, desconectados y hasta arriesgar penas de cárcel por postear un video en alguna red social o blog, o por poner su canción favorita en un video casero. Además, si el consumo de productos culturales extranjeros, como libros o discos, ya es algo que una minoría puede permitirse dentro de su presupuesto mensual, este tratado logrará que muchos menos puedan acceder a estos contenidos, debido a que el material ya no estará dispo- nible de manera legal para ser editado, importado o reproducido en esta región. Al igual que cuando se debatía sobre la ley SOPA25 a principios del 2012, ¿qué es lo que se está resguardando de verdad? ¿Realmente es ne- cesario restringir y modificar tanto el uso de los productos culturales para resguardar los derechos de autor? ¿Estarán más protegidos de esta forma o sólo es una estrategia para mantener el control del acceso a la información? El contrapeso del enfoque de liberalización aplicado son las resis- tencias de grupos de interés nacionales y de los mismos gobiernos que pueden verse perjudicados, al tiempo de exponer al acuerdo a controver- sias futuras como consecuencia de la generación de desequilibrios entre los países, fundamentalmente, en los temas sensibles antes señalados. Vale la pena señalar que más allá de que todos estos temas son de alta complejidad, resuenan en cada país de manera distinta. Por ejemplo, las compras públicas son muy sensibles en Estados Unidos, así como lo

25Ley para detener la piratería en línea (Stop Online Piracy Act - SOPA), es una ley de EE.UU. que amplía la capaci- dad de las autoridades para combatir las violaciones de la propiedad intelectual y los derechos de autor y su intercambio en la red. Dr. Mariano Bullón Méndez / 98 MSc. Faustino Cobarrubias Gómez / MSc. Gladys Hernández Pedraza son las empresas estatales en Singapur, o la propiedad intelectual en la mayoría de los intervinientes. Por todas estas razones, se supone que las negociaciones serán más arduas que lo esperado, posiblemente no se logre su firma en octubre del corriente año, tal como estaba previsto, y que algunos países, como los Estados Unidos, tengan que dar a cambio beneficios sustantivos para lograr que el acuerdo se firme. El TPP también plantea interrogantes sobre el abordaje en estas negociaciones de las lecciones obtenidas de las negociaciones y aplicación de los tratados de libre comercio (TLC) firmados en los últimos veinte años, del fracaso de la Ronda de Doha y de las consecuencias de la última crisis financiera en la concepción sobre la organización económica internacional reconocidas, incluso, por el FMI. Claramente, los avances y apoyos recibidos hasta el momento por esta negociación y de los textos que están sobre la mesa, no pueden sino ser interpretados a partir de los aspectos tratados anteriormente, esto es, los geopolíticos, así como también por la funcionalidad contiene para el juego del poder global los enfoques excesivamente simplificados de la globalización económica.

Conclusiones

La Alianza del Pacífico forma parte de un proyecto global norteame- ricano para asegurar la continuidad de su hegemonía global, que tiene componentes político-económicos y de seguridad. Dicho proyecto busca enfrentar el declive relativo del poderío norteamericano y de sus aliados, frente al aumento del relieve mundial de China y otras potencias emer- gentes. Se pueden identificar, como parte de este proyecto, el Acuerdo de Asociación Trans-Pacífico (TPP) y el Tratado de Libre Comercio entre EE.UU. y la Unión Europea. Al margen de sus objetivos expresos, que apuntan a un proyecto neoliberal de amplia apertura al capital transnacional, la Alianza del Pa- cífico tiene otros objetivos geoestratégicos dentro de la política exterior de EE.UU: sujetar a los países del Pacífico como exportadores de bienes naturales, consolidarlos como países en proceso de desindustrialización y enormes desigualdades y, por lo tanto, con crecientes dosis de milita- rización interna; impedir la consolidación de la integración regional y aislar a Brasil, pero también a Argentina y Venezuela; formar el compo- nente americano de la Asociación Trans-Pacífica, que EE.UU. pretende convertir en el brazo económico de su mega proyecto geoestratégico para contener a China y a otros países emergentes. La Alianza del Pacífico 99

ANEXO I Delegaciones políticas y de seguridad nacional de EE.UU. que han visitado la región

Durante 2012 y el primer semestre de 2013, los funcionarios del Buró para los Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado realizaron viajes regulares a la región, que tuvieron como colofón la vi- sita del presidente Obama a México y a Costa Rica y la mencionada del vicepresidente Joseph Biden a Colombia, Brasil y Trinidad y Tobago. Esto puede considerarse un intento del gobierno de Obama por aplacar las críticas por su falta de interés hacia la región y por contrastar la creciente influencia de China. El propio vicepresidente Biden resaltó, durante la 43 Asamblea Ordinaria de la OEA, que la actual coyuntura política es la más activa en cuanto a relaciones de alto nivel entre EE.UU. y América Latina en mucho tiempo. Durante esa etapa, los temas de mayor interés en las relaciones bi- laterales fueron la lucha contra el crimen organizado, el narcotráfico y la violencia. Además, se abordaron temas económicos y comerciales, la promoción de los derechos humanos el intercambio académico y la ayuda al desarrollo. La secretaria asistente de Estado para el Hemisferio Occidental, Ro- berta Jacobson, visitó varios países y abordó varios temas con sus con- trapartes en la región. En junio de 2012, participó en la Cumbre del SICA, celebrada en Honduras y posteriormente visitó El Salvador y Gua- temala. Fue recibida por los presidentes Porfirio Lobo, Mauricio Funes y Otto Fernando Pérez Molina. Durante estos encuentros se tocaron te- mas relacionados con la “cooperación”, becas estudiantiles e intercambio económico. Jacobson ha criticado la situación en Venezuela a raíz de las elecciones presidenciales. Encabezará la delegación estadounidense a la Consulta Política Bilateral EE.UU.-Chile, que tendrá lugar en Washington el 28 junio, donde se reunirá con el subsecretario del Ministerio de Relacio- nes Exteriores chileno, Alfonso Silva. Este evento se centrará en asuntos regionales y bilaterales y en temas como el intercambio académico, la promoción de viajes y el turismo. Por su parte, el subsecretario asistente principal para el Hemisferio Occidental, John D. Feeley, estuvo de visita en México en mayo de 2013, al frente de una delegación estadounidense que revisó la “Iniciativa Mérida”. Ha criticado la situación de inestabilidad en Honduras y el Dr. Mariano Bullón Méndez / 100 MSc. Faustino Cobarrubias Gómez / MSc. Gladys Hernández Pedraza incremento del consumo y tráfico de drogas. También ha catalogado a Bolivia, Colombia y Perú como países productores y exportadores de cocaína. La subsecretaria asistente Liliana Ayalde, encargada de Centroamé- rica, el Caribe y Cuba en el Buró del Hemisferio Occidental, encabezó la delegación estadounidense ante el Tercer Diálogo de Cooperación EE.UU.-CARICOM, que tuvo lugar en Puerto España, celebrada el 3 de diciembre de 2012. Durante este encuentro, los oficiales del gobierno estadounidense, dentro de los que se destaca el representante especial ante CARICOM, Brent Hardt, se reunieron con mandatarios y altos fun- cionarios latinoamericanos que asistieron a la cita. En junio de 2013, la funcionaria realizó una gira por El Salvador y Nicaragua. La visita a Nicaragua fue la más mediática debido a que ocu- rrió en un ámbito nacional marcado por el debate en torno al proyecto del Gran Canal Interoceánico. En esa ocasión, se reunió con el canciller Samuel Santos y con el presidente Daniel Ortega. Debe destacarse que este país es uno de los escenarios de batalla geoestratégica entre EE.UU. y China, en particular a partir de los proyectos inversionistas previstos para el Canal Interoceánico que atravesará al país, los cuales incluyen la construcción de varias pistas aéreas, aeropuertos, un gasoducto y un fe- rrocarril. Recientemente, Ayalde fue nombrada Embajadora ante Brasil, un país priorizado por EE.UU. en la región, junto a Colombia y México. Por otro lado, Kevin Whitaker, subsecretario asistente encargado de América del Sur, visitó Nicaragua y Bolivia en febrero de 2012. En Boli- via fue recibido por la ministra de Planificación del Desarrollo, Viviana Caro y se abordaron temas relacionados con la justicia, el comercio y el narcotráfico. Whitaker encabezó una delegación estadounidense ante la reunión del Plan de Acción Conjunta para la Eliminación de la Discriminación Racial y Étnica y la Promoción de la Igualdad, estrategia que desarro- llaron EE.UU. y Brasil, en agosto de 2012. En esa cita, ocurrieron en- cuentros entre funcionarios estadounidenses que atendían esos temas y trabajadores del gobierno y el sector privado brasileño.

La Alianza del Pacífico 101

ANEXO II Grandes proyectos de EE.UU. en el área en materia de seguridad y cooperación

Existen varios proyectos de este tipo firmados por EE.UU. con países de la región, entre ellos destacan: la Iniciativa de Seguridad Regional para Centroamérica (CARSI, por sus siglas en inglés), la Iniciativa de Seguridad para la Cuenca del Caribe (CBSI, por sus siglas en inglés) y la Iniciativa Mérida. Bajo estos esquemas se implementa el enfrentamiento a los crímenes transnacionales con énfasis en el narcotráfico y se materia- liza la dependencia de la región hacia EE.UU. en materia de seguridad. La CARSI está integrada por EE.UU. y los países centroamericanos. Sus objetivos declarados son crear calles seguras; eliminar los movi- mientos criminales y de contrabando que operan en la región; apoyar el desarrollo de gobiernos fuertes, capaces y responsables; restablecer la presencia estatal en comunidades en riesgo; y fomentar mayores niveles de seguridad y coordinación para la aplicación de la ley (Ver Anexo 1). La CBSI está integrada por EE.UU., República Dominicana y los países miembros del CARICOM. Sus objetivos declarados son reducir significa- tivamente el tráfico ilícito, incrementar la seguridad pública en la región y promover la justicia social. Las áreas de cooperación abarcan desde la construcción de una red regional de intercambio de información, una mejor coordinación para la interdicción marítima y desarrollar la capacitación regional hasta implementar reformas al sistema judicial y de prisiones. También se propone una agenda “social” enfocada princi- palmente en la juventud (Ver Anexo 2). La Iniciativa Mérida está integrada por EE.UU. y México y se propone eliminar los grupos del crimen organizado, fortalecer las instituciones, construir un nuevo tipo de frontera y crear comunidades fuertes y con capacidad de recuperación (Ver Anexo 3).

Dr. Mariano Bullón Méndez / 102 MSc. Faustino Cobarrubias Gómez / MSc. Gladys Hernández Pedraza

ANEXO III Tratados de libre comercio firmados por EE.UU.

Este tipo de tratados son promovidos, de acuerdo con el discurso económico oficial, dado que abren nuevos mercados a los capitales es- tadounidenses. Sin embargo, a lo interno de EE.UU. son criticados pues provocan que, buscando mano de obra barata, las grandes transnaciona- les muevan sus industrias a otros países, lo cual se traduce en un incre- mento del desempleo en EE.UU. Esto explica en parte por qué, a pesar de ser alentados oficialmente, sean pocos los acuerdos firmados. Los existentes denotan entonces las líneas fundamentales de su política exterior y resulta significativo que más de la mitad estén suscritos con América Latina. La Alianza del Pacífico 103

ANEXO IV Decisiones de la VII Cumbre Alianza del Pacífico (mayo 2013)

Cali, mayo 23 de 2013.- La VII Cumbre Presidencial de la Alianza del Pacífico realizada en Cali este jueves, arrojó importantes decisiones en materia económica, de comercio, turismo, educación y ambiente. Al término de la Cumbre Presidencial, los Mandatarios de Chile, Co- lombia, México y Perú, destacaron los avances que a la fecha ha arrojado este mecanismo de integración, creado hace tan solo un año. “Este ha sido el año en el que hemos venido trabajando para que esta integración no sea una integración retórica sino una integración real con resultados concretos, que lleguen a tener un impacto positivo en el bienestar de nuestros pueblos, en el empleo formal de nuestros ciudadanos”, sostuvo el Presidente Juan Manuel Santos, quien en esta Cumbre asumió la Presidencia Pro Témpore de la Alianza. Los siguientes fueron los temas aprobados: • Se aprobaron los lineamientos de adhesión de nuevos países. Se creó un grupo de trabajo para que Costa Rica cumpla los procedimientos y sea el primer país observador que se sume al bloque. • Se aprobó el ingreso de siete países observadores (para un total de 16): Ecuador, El Salvador, Francia, Honduras, Paraguay, Portugal y Repú- blica Dominicana. • Los cuatro países miembros van a tener embajadas conjuntas en Ghana y en Singapur. • Se van a ampliar las oficinas de promoción comercial conjuntas. • Perú confirmó la exoneración de visas de negocios para los habitan- tes de los países de la Alianza. • Para promocionar el turismo se aprobó la creación de la ‘Visa Alian- za del Pacífico’, con la que los turistas de terceros países puedan recorrer cualquiera de los cuatro países con una sola visa. • Se creó un fondo para promocionar a los cuatro países como destino turístico. • Se dieron instrucciones para cumplir con la desgravación arancelaria de todo el universo de bienes y al menos un 50% tendrá arancel cero desde la entrada en vigencia de este acuerdo. • Se cerró la negociación del capítulo de facilitación de comercio y cooperación aduanera, reduciendo costos y trámites y aumentando la seguridad. Dr. Mariano Bullón Méndez / 104 MSc. Faustino Cobarrubias Gómez / MSc. Gladys Hernández Pedraza

• Se avanzó en el compromiso de reducir las barreras sanitarias, fito- sanitarias y regulatorias que van a generar nuevas oportunidades entre países, y facilitará el movimiento de bienes y servicios. • En materia de servicios y capitales se van a concluir las negociaciones de protección a las inversiones y a la promoción de servicios, incluyendo los servicios financieros, los servicios de telecomunicaciones y los servi- cios de transporte marítimo y aéreo. • Se acordó el compromiso de todos los países miembros de la alianza con la transparencia fiscal. • Se suscribió un acuerdo para establecer un Fondo de Cooperación. • Se lanzó una segunda convocatoria de becas. • Se consolidó la red de investigación científica en materia de cambio climático. • Se realizará la primera macrorrueda de negocios el 19 y 20 de junio en Cali. • Se estableció el diálogo con el Consejo Empresarial.

Lineamientos sobre la participación de los Estados Observadores de la Alianza del Pacífico

El Consejo de Ministros ha decidido adoptar los siguientes lineamien- tos: 1. Los Estados que no sean parte de la Alianza del Pacífico, podrán participar como Estado Observador, conforme a los presentes lineamien- tos. 2- El Estado Observador deberá compartir los principios y objetivos establecidos en el Acuerdo Marco de la Alianza del Pacífico. 3- Los Estados interesados en obtener la calidad de Estado Observador deberán dirigir una solicitud por escrito a la Presidencia Pro Témpore, quien la comunicará a los Estados Parte para su consideración por el Consejo de Ministros de la Alianza del Pacífico. 4- El Consejo de Ministros podrá otorgar la calidad de Estado Observa- dor, de conformidad con el artículo 10 del Acuerdo Marco y su decisión. será comunicada por la Presidencia Pro Témpore al Estado interesado. 5- Los Estados Observadores podrán participar de aquellas reuniones e instancias presidenciales y ministeriales de la Alianza del Pacífico a las cuales se les haya cursado invitación, previo consenso de los Estados Parte. Salvo que estos últimos acuerden otro criterio, esta participación será sólo con derecho a voz y con representantes del nivel jerárquico que corresponda a la respectiva reunión o instancia. La Alianza del Pacífico 105

6- Siempre que tenga suscritos acuerdos de libre comercio con al menos la mitad de los Estados Parte, un Estado Observador podrá presentar en cualquier momento su solicitud para ser candidato. La respectiva solicitud será resuelta por el Consejo de Ministros y su decisión será comunicada al Estado Observador correspondiente por la Presidencia Pro Témpore. En caso que la solicitud no hubiese sido aceptada, el Estado Observador podrá volver a presentarla. 7- El Estado Observador, cuya solicitud para ser candidato hubiere sido aceptada, podrá participar con derecho a voz en las deliberaciones que ten- gan lugar en las reuniones e instancias de la Alianza del Pacífico a las que haya sido invitado, previo consenso de los Estados Parte. 8- Dentro del año calendario a partir de la fecha de aceptación de la solicitud para ser candidato, el Estado Observador deberá cumplir con las condiciones para iniciar su proceso de adhesión a la Alianza del Pacífico. Si vencido el plazo señalado, el Estado Observador no hubiere cumplido con estas condiciones, el Consejo de Ministros, pudiendo escuchar previamente los planteamientos de dicho Estado, podrá otorgar un nuevo plazo para es- tos efectos, así como realizar las recomendaciones que estime pertinentes. 9- Se reafirma que de conformidad con el artículo 17 del Acuerdo Marco así como con estos Lineamientos, Costa Rica y Panamá son Estados Ob- servadores que ya se consideran candidatos para ser Estados Parte de la Alianza del Pacífico, salvo que manifiesten expresamente algo distinto. En tal sentido, el plazo referido en el párrafo 8 anterior se iniciará a partir de la fecha en que los presentes Lineamientos sean puestos en conocimiento de dichos Estados por la Presidencia Pro Tempore. 10- La calidad de Estado Observador se conservará en tanto el Estado interesado mantenga su compromiso con los principios y objetivos esta- blecidos en el Acuerdo Marco, así como su interés en hacer seguimiento de los trabajos de la Alianza. También se mantendrá dicha calidad en tanto no sea revocada por decisión del Consejo de Ministros, el Estado Observador no decida renunciar a ella, o bien pase a ser Estado Parte de la Alianza del Pacífico. 11- Los Estados Parte, también por consenso y a través de la Presidencia Pro Témpore, podrán convocar invitados a participar de las reuniones e instancias de la Alianza del Pacífico que estimen pertinente. 12- Con anticipación a cada reunión, los Estados Observadores y los invi- tados recibirán una comunicación en la que se precisarán los temas a tratar así como los segmentos de las reuniones e instancias que estarán abiertos a su participación. Asimismo se les remitirán los documentos e información necesarios. Dr. Mariano Bullón Méndez / 106 MSc. Faustino Cobarrubias Gómez / MSc. Gladys Hernández Pedraza

13- Las comunicaciones se enviarán a los Estados Observadores e invi- tados a través de la Presidencia Pro Témpore. 14- Los Estados Observadores, al igual que los invitados, deberán mantener un trato confidencial y/o reservado de la información a la que accedan o se intercambie en las distintas instancias de la Alianza del Pací- fico a las que asistan, salvo que los Estados Parte convengan algo distinto.

ANEXO V Objetivos de la Alianza del Pacífico según su Acuerdo Marco

Los países miembros de la Alianza del Pacífico enunciaron explícita- mente, en su Acuerdo Marco del 6 de junio de 2012, los objetivos que perseguían con su conformación. En su artículo 2 Democracia y Estado de Derecho y en el artículo 3 Objetivos se plantea que a) un área de inte- gración para la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas. b) articulación política, de integración económica y comercial, y c) la proyección al mundo, con especial énfasis en Asia Pacífico. En el artícu- lo 11 adhesión de nuevos Estados Parte que tengan vigente Tratados de Libre Comercio. En la Declaración Presidencial sobre la Alianza Pacífico del 28 de abril de 2011 se acordó la consolidación del Arco Pacífico Latinoame- ricano, como un espacio de concertación y convergencia, así como un mecanismo de diálogo político y de proyección en la región de Asia Pacífico. Reconocen los TLC como excelente plataforma que facilita y propicia la integración, dándole la bienvenida al BID, OEA, CAF y el Banco Mundial. En la Cumbre de Mérida en abril de 2012 en su punto 2 definieron la AP como de última generación en lo referente a la inversión sostenible y la promoción de inversiones extranjeras Al respecto en la XXII Cumbre Iberoamericana de Cádiz en una Declaración Conjunta de Presidentes de la AP donde daban el pláceme a Australia, Canadá, España, Nueva Zelandia y Uruguay como Estados Observadores, se anunciaba la consti- tución del Consejo Empresarial de la AP, que permitirá vincular al sector privado con este proceso de integración. A lo largo de las siete cumbres realizadas hasta mayo de 2013, estas naciones han impulsado varias medidas en pos de hacer cumplir lo acor- dado. La Alianza del Pacífico 107

El primero de los objetivos enunciados por la organización fue cons- truir, de manera participativa y consensuada, un área de integración pro- funda para avanzar hacia la libre circulación de bienes, servicios, capita- les y personas. Es importante señalar que la concepción de integración profunda ha sido el sustento fundamental de los TLC. De esta manera, la Alianza constituye un intento de retomar la agenda panamericanista y neoliberal del ALCA. Dr. Mariano Bullón Méndez / 108 MSc. Faustino Cobarrubias Gómez / MSc. Gladys Hernández Pedraza

La Alianza del Pacífico

26CEPAL. CEPALSTAT 2013. 27Ídem 28Informe de Desarrollo Humano. PNUD 2012. El debate sobre el extractivismo y neoextractivismo. Algunas implicaciones para los gobiernos del cambio

Lic. Claudia Marín Suárez Investigadora del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI)

Introducción

El fenómeno del extractivismo, en el centro del debate actual sobre el desarrollo no es nuevo, por el contrario, tiene muy larga data, ha- biéndose instaurado en el continente americano desde los tiempos de la colonización. Este constituye un reflejo de la evolución de las relaciones capitalistas de producción y de la división internacional del trabajo, en la que, atendiendo a la teoría de las ventajas comparativas, los países desa- rrollados se especializaron en la producción de bienes industriales y los subdesarrollados lo hicieron en la de bienes esencialmente primarios. La división internacional del trabajo así impuesta determinó algunos rasgos característicos del subdesarrollo como la monoproducción y la monoexportación, que no han estado ausentes en el espacio latinoa- mericano, aunque con especificidades que determinan los perfiles del debate del extractivismo en esta región. En los últimos años esta discusión ha cobrado fuerza en las críticas que se hacen desde algunos sectores de la izquierda latinoamericana y de movimientos sociales a gobiernos que heredaron modelos extracti- vistas para estimular el crecimiento económico. Estas críticas también se han extendido a los llamados gobiernos progresistas que impulsan cambios socioeconómicos y políticos, más o menos profundos, en algu- nos países latinoamericanos, y que utilizan los ingresos provenientes de la actividad extractiva para financiar programas de amplio alcance que buscan transformar la realidad de sus países, pero que no han logrado superar los límites de este patrón. Existe una vasta literatura sobre estos temas, resultando significativas las producciones de Eduardo Gudynas y Alberto Acosta, entre los latinoamericanos, a las que se suman las de 110 Lic. Claudia Marín Suárez autores de otras latitudes como Koldo Unceta, José María Tortosa y Jür- gen Schuldt, que participan e influyen con sus opiniones en el debate latinoamericano. Este debate, aunque estrechamente vinculado a los temas actuales de sustentabilidad ambiental, tiene lugar desde una perspectiva mucho más amplia: la discusión sobre el desarrollo. Los principales autores defienden la tesis de que se necesita, más quedesarrollos alternativos,1 en- contrar alternativas a la visión moderna del desarrollo.2 De esta manera, encuentran puntos de contacto importantes con las cosmovisiones de algunos pueblos originarios. En consecuencia, la definición de desarrollo sostenible así como los enfoques tradicionales sobre recursos renovables y no renovables resul- tan insuficientes.3 Incluso se plantea la necesidad de superar la dicotomía desarrollo/subdesarrollo, pues estos conceptos responden a la lógica de una ideología funcional a los valores de la modernidad occidental. Como respuesta, se opta por la definición de maldesarrollo, como un fenómeno referido a problemas sistémicos estructurales,4 que supera la noción del subdesarrollo y que tiene implicaciones en todos los niveles, aunque sus expresiones difieran entre uno y otro lugar del mundo. Se trata entonces de revisar definiciones, modificar concepciones, formas de vida, modelos de producción y consumo, y hasta los patrones culturales que hoy imperan en el mundo, en el orden de preservar la existencia del hombre y respetar la Naturaleza como sujeto de derechos. El presente artículo busca mostrar el estado actual de este debate, tanto a nivel teórico como de sus expresiones prácticas. Para ello, en un primer momento se aborda el fenómeno desde el punto de vista teórico, planteando los principales rasgos del extractivismo, tal y como lo definen los autores que abordan el tema. Luego se muestran los principales argumentos que sostienen el con- cepto de neoextractivismo que se maneja en la literatura. Posteriormente, se presentan algunas expresiones del debate —las más significativas— en el plano fáctico, en aquellos países donde este es más acentuado (Bolivia y Ecuador), mostrando las diferentes posiciones adoptadas a su respecto. Finalmente se esbozan algunas valoraciones sobre el impacto que ello tiene en los procesos de cambio que se impulsan en estos países.

1Dentro de este grupo se encuentran, según Gudynas, las corrientes de pensamiento contemporáneas, agrupadas en: liberalismo, conservadurismo, e incluso socialismo. 2Gudynas lo asocia con lo que él llama postdesarrollismo, entendido como la corriente que cuestiona la ideología del desarrollo. Según este autor, los actuales gobiernos progresistas de América Latina reproducen la ideología del desar- rollo. 3Las elevadas tasas de extracción de algunos recursos en la actualidad superan con creces sus tasas de reposición natu- ral, por lo que recursos que serían en condiciones normales renovables, no pueden considerarse como tales. 4Entre los problemas globales que se apuntan en la literatura se cuentan como los más importantes: los ingentes niveles de pobreza y la desigualdad, el progresivo deterioro del medio ambiente y los recursos naturales, los problemas de equidad de género y los relativos al respeto a la libertad y los derechos humanos. Estos tienen expresiones diferenciadas en varios niveles: local/estadal, de ecosistemas y a escala global. El debate sobre el extractivismo y neoextractivismo... 111

Principales rasgos del extractivismo

Según Alberto Acosta, el extractivismo se entiende como una moda- lidad de acumulación basada en la extracción de grandes volúmenes de recursos naturales —nada o poco procesados—, fundamentalmente para la exportación. Estos no se limitan a los minerales, sino que incluyen también recursos forestales, agrícolas, pesqueros, etcétera.5 Los principales autores describen una serie de rasgos que derivan en lo que llaman patologías de este modo de acumulación, que caracterizan a las economías extractivistas en el sentido tradicional. A continuación se relaciona un grupo de elementos que no son más que expresiones de las deformaciones estructurales y la posición subordinada que ocupan los países latinoamericanos en la economía mundial, y que han sido aborda- das por múltiples autores, más allá de los que protagonizan este debate. Pueden destacarse entre las principales características las que siguen:6

• El fenómeno conocido como enfermedad holandesa, que describe los efectos negativos que un boom de productos básicos paradójicamente depara a una economía primario-exportadora. Así, ante un incremento de los precios, el sector doméstico de bienes no transables se beneficia de una considerable afluencia de inversiones, en detrimento de la produc- ción de bienes transables, cuya demanda es suplida con importaciones, reflejando las implicaciones en términos de competitividad de la apre- ciación de la moneda doméstica. • La tendencia al deterioro de los términos de intercambio, en tanto los precios de los productos primarios (que constituyen exportaciones) tienden a disminuir por diferentes causas —bajo nivel de agregación de valor, estructura no monopólica de los mercados, baja elasticidad in- greso, sobreexplotación de los recursos,7 entre otros— mientras que los precios de los productos industriales importados se incrementan. • La heterogeneidad estructural de los aparatos productivos, con- sistente en la coexistencia de sistemas productivos de mayor y menor productividad. • La preeminencia de lógicas de enclave alrededor de los sectores productores de bienes primarios, que no establecen suficientes encade- namientos productivos con el resto de la economía nacional.

5Alberto Acosta: “Extractivismo y neoextractivismo: Dos caras de la misma maldición”, en Más allá del desarrollo. Grupo de Trabajo Permanente sobre Alternativas al Desarrollo, Fundación Rosa Luxemburg/Abya Yala, Quito, 2011, p.85. 6Ibíd., pp.83-118; Alberto Acosta: “Realidades, mitos y necedades de la economía extractivista”, en La maldición de la abundancia. Swissaid/Abya Yala/CEP, Quito, 2009; y Eduardo Gudynas: “Diez tesis urgentes sobre el nuevo extractiv- ismo. Contextos y demandas bajo el progresismo sudamericano actual”, en Jürgen Schuldt, Alberto Acosta, Alberto Baran- diarán, Mauricio Folchi, y otros, Extractivismo, política y sociedad, CAAP/CLAES, Quito, Ecuador, 2009, pp.189-225. 7Esta sobrexplotación es estimulada tanto por el incremento de los precios como por la caída de los mismos, en este último caso para compensar la reducción de la tasa de ganancia obtenida durante el auge. 112 Lic. Claudia Marín Suárez

• La fuga de capitales ante la caída de los precios internacionales de los productos de exportación, lo que unido al encarecimiento de la deuda contraída durante el período de bonanza,8 hace más proclives a estas economías a enfrentar desequilibrios en la balanza de pagos. • La sustitución de productos nacionales por extranjeros y el estímulo al consumismo, como consecuencia de la sobrevaloración de la moneda doméstica, y el consecuente abaratamiento relativo de las importaciones. • La concentración de la riqueza y el poder político, donde las empre- sas que explotan los recursos naturales ostentan importantes cuotas de poder. • La desnacionalización de la economía por el importante rol que juegan las empresas transnacionales en las actividades de extracción/ explotación de los recursos naturales. • La escasa generación de empleo de los sectores extractivistas, dado que son intensivos en capital y requieren fuerza de trabajo calificada, que en muchos casos proviene del exterior. • El rentismo, en tanto las elevadas cuotas de ganancia de las activi- dades extractivas no generan incentivos a la inversión para aumentar la productividad. • Los agudos problemas socioambientales, como la pobreza y pobreza extrema, el deterioro del medio ambiente, la laceración de las culturas originarias de los territorios donde se explotan los recursos naturales, entre otros.

Este último elemento, que incluye las consecuencias negativas —tan- to al medio ambiente como en el ámbito social— derivadas de la extrac- ción de los recursos naturales, ha constituido uno de los principales ejes en torno al que giran las críticas recientes a este modelo desde algunos movimientos sociales, y parte de la academia y las fuerzas de izquierda. Es preciso apuntar que, desde el punto de vista teórico, la identifica- ción de estas patologías no es un resultado propio del debate sobre el extractivismo. Algunas de estas ideas han sido planteadas por los expo- nentes de diferentes escuelas de pensamiento. Sin embargo, se pueden identificar al menos dos elementos estrecha- mente vinculados que han actuado como catalizadores de este debate: las posiciones respecto a la acción del hombre sobre la naturaleza y, la últimamente más visible, discusión sobre las culturas originarias y sus cosmovisiones. Estos han reavivado el debate sobre el tema en períodos recientes, hasta el punto que se ha convertido en un desafío que deben sortear estos gobiernos en la búsqueda de la inclusión de actores sociales antes marginados de los proyectos nacionales.

8Durante el período de auge, la percepción de ingentes ingresos por exportaciones estimula el sobrendeudamiento. El debate sobre el extractivismo y neoextractivismo... 113

Neoextractivismo

Algunos autores sostienen que el tradicional extractivismo latinoa- mericano no ha sido abolido por los actuales gobiernos progresistas, sino que por el contrario se ha conformado un extractivismo de nuevo tipo —neoextractivismo—, que preserva características del antiguo patrón, a la vez que revela nuevos rasgos distintivos de la práctica actual. Las mayores críticas, dirigidas a los gobiernos latinoamericanos del cambio, se relacionan con la preservación de la actividad extractiva como centro de sus modelos de desarrollo —aunque estos sean ahora más inclusi- vos— y con los nocivos impactos sobre el medio ambiente y las culturas originarias de la región que se derivan de ello. Según estos autores los llamados gobiernos del cambio —con alu- siones directas a los gobiernos de Venezuela, Bolivia y Ecuador, pero que incluyen también a los restantes gobiernos de orientación de centro- izquierda de la región—, a pesar de haber logrado un mayor control estatal de la gestión, la propiedad y los beneficios de la explotación de los recursos naturales, reproducen la misma inserción internacional subor- dinada y funcional a la globalización, la fragmentación territorial y las lógicas de enclave, los fuertes impactos socioambientales de la actividad extractiva, y formas de gestión —más allá de la propiedad— basadas en la maximización de la ganancia y la externalización de los impactos.9 A ello suman una mala asignación de los recursos, la vulnerabilidad ante shocks externos y crisis recurrentes, la polarización del ingreso y la riqueza, la pobreza generalizada, la proliferación de la corrupción y de mentalidades rentistas, una débil institucionalidad, bajos niveles de gobernabilidad, la existencia de gobiernos autoritarios, y la recurrencia de conflictos entre el extractivismo y las comunidades.10 Como nuevos rasgos que emergen del accionar de estos gobiernos se apuntan: el mayor control sobre la propiedad y la gestión de los recursos naturales, la crítica a la apropiación de estos por parte de las transna- cionales pero no a la actividad extractiva en sí misma, la subordinación de los costos medioambientales a la obtención de beneficios colectivos, y una mayor captación de los excedentes de la extracción por parte del Estado, que se destinan a financiar programas sociales de gran magnitud en busca de legitimación popular. Luego de una fuerte crítica a este nuevo tipo de extractivismo, Acosta propone algunas medidas para transitar hacia un nuevo modelo.11

9Alberto Acosta: “Extractivismo y neoextractivismo: Dos caras de la misma maldición”, Ob. cit., pp.83-118; y Eduar- do Gudynas: “Diez tesis urgentes sobre el nuevo extractivismo. Contextos y demandas bajo el progresismo sudamericano actual”, Ob. cit. 10Alberto Acosta: “Seminario Plataforma de Política Energética”, CEDLA, La Paz, Bolivia, enero de 2010, en http:// www.extractivismo.com/acosta-ideas-superar-rentismo.html (Consultado el 17 de junio de 2012). 11Acosta, Alberto: “Extractivismo y neoextractivismo: Dos caras de la misma maldición”, Ob. cit., pp.113-118. 114 Lic. Claudia Marín Suárez

Los elementos centrales de esta propuesta se orientan a la reducción planificada de la actividad extractiva y el fortalecimiento del mercado in- terno y el aparato productivo nacional, proceso que requiere una fuerte institucionalidad reguladora estatal. Ello se complementaría con la creación de nuevas formas de organi- zación de la economía y exigiría la concepción de estrategias diferentes de participación en el mercado mundial. Se propone la inclusión de algunos elementos de las cosmovisiones indígenas, como el respeto y el reconocimiento del medio ambiente como sujeto de derechos, lo que implica la desmercantilización de la naturaleza. Igualmente, se precisa una amplia y verdadera participación social en el proceso de reducción del extractivismo.

Posiciones del debate

Más allá de la perspectiva teórica, en la práctica el debate adquiere ex- presiones mucho más candentes, observándose fuertes confrontaciones entre el Estado y los sectores antiextractivistas, como algunos movimien- tos que representan a comunidades indígenas de estos países. Los más acalorados han tenido lugar en Ecuador y Bolivia. Se pueden identificar al menos cuatro elementos que determinan el impulso a debates de este tipo. Se ha acudido en los últimos años a cambios en el escenario político de estos países, con la emergencia de nuevos actores devenidos en fuerzas políticas de relevancia, que han in- crementado su activismo en el ámbito de las luchas sociales, destacando el creciente protagonismo de los movimientos indígenas. Además, se constata una mayor presencia e influencia de Organiza- ciones No Gubernamentales (ONG), fundamentalmente europeas, en el campo de la política interna, que estimulan las contradicciones entre el gobierno y otros actores sociales, solapadas tras las demandas relativas al medio ambiente y a la diversidad cultural. El debate también ha estado condicionado por el incremento de la relevancia internacional del tema del cambio climático, en torno al que se articulan actores de orientación política diversa, dejando de ser este un reclamo exclusivo de las izquierdas. Por último, la existencia de una mayor diversidad de actores (go- biernos, comunidades indígenas, empresas transnacionales, potencias centrales y emergentes, ONG, etc.), que se disputan el acceso y control El debate sobre el extractivismo y neoextractivismo... 115 de recursos naturales como la biodiversidad, los minerales, el agua, entre otros, ha acentuado las contradicciones sobre el tema. En la polarización de las posiciones del debate quedan enfrentados gobiernos y algunos actores sociales (fundamentalmente movimientos indígenas, ecologistas, y actores externos como las ONG). Uno de los principales señalamientos que se les hace a los gobiernos, fundamental- mente de Ecuador y Bolivia, pero también de Uruguay y Perú, se refiere a la intención de desarrollar la megaminería en estos países como pro- yecto para impulsar el desarrollo nacional. Se apuntan en contra las múltiples implicaciones nocivas sobre el medio ambiente de la actividad minero-extractiva, que no son incluidas como costos ambientales por las empresas del ramo en sus balances y estudios de factibilidad. Entre ellas se señalan como las más relevantes: la perforación del subsuelo para extraer recursos naturales, la utilización de productos químicos altamente contaminantes y nocivos a la salud humana (como el cianuro, el arsénico, el mercurio y el plomo a nivel industrial), la extensa cantidad de productos de la extracción que se convierten en residuales y el notable movimiento de tierras que ello implica. Estas consecuencias se agudizan en zonas de climas tropicales ricas en biodiversidad y otros recursos, donde incluso es necesario aislar gran cantidad de residuales, pero no se exceptúan de sufrirlas las regio- nes desérticas, pues se pone en peligro la escasa biodiversidad existente en esas zonas.12 La utilización de agua en los procesos extractivos también genera importantes daños, no solo por la limitación del recurso para satisfacer necesidades básicas del ser humano, sino porque las aguas residuales se vierten por lo general en las fuentes originales provocando su contami- nación. Adicionalmente, se produce una severa contaminación por la emisión de gases acompañantes de los minerales del subsuelo, que se filtran a los ríos y otras fuentes de agua, provocando igualmente altos niveles de contaminación, fenómeno conocido como drenaje ácido, que entraña perjuicios a la salud humana. Se acusa a los gobiernos de actuar con doble rasero en la aplicación de medidas contra las extracciones contaminantes, pues se impide la extracción artesanal (pequeña y mediana escala) y se promueve la mega- minería bajo la promesa de que esta es sustentable y responsable. El caso más representativo aludido en Ecuador resulta el cierre de las activida- des mineras en la zona de Tenguel por parte del Ministerio de Minas y Petróleos en abril de 2009.

12Alberto Acosta: “La actividad minera en Ecuador”, en La maldición de la abundancia. Swissaid/Abya Yala/CEP, Quito, 2009. 116 Lic. Claudia Marín Suárez

A estos y otros costos ambientales, con efectos sobre la calidad de vida y la salud de los habitantes de las zonas aledañas a las de extracción, se suman efectos indirectos como la baja generación de empleos de la megaminería y el estímulo a la migración, por el desplazamiento de las actividades económicas, como la agropecuaria y la turística, a las que la minería impone importantes obstáculos. El reflejo de estos impactos negativos se observa en las múltiples ma- nifestaciones de las comunidades afectadas por las actividades extractivas en los niveles locales de estos países, donde las ONG tienen también mayores grados de influencia. Los sectores opuestos al extractivismo aducen que el gobierno asume posturas intransigentes y que no permite el diálogo. “En estas condiciones es difícil, si no imposible, discutir el futuro minero de una comunidad, de una zona o del país mismo, cuando la posición pública del gobierno, formulada en reiteradas ocasiones, es abiertamente favorable a la minería a gran escala. Declarar a priori que la minería “va porque va”, desactiva las posibilidades para diálogos fran- cos y abiertos. Cuando de antemano ya se ha asumido una posición, sin considerar los argumentos de los potenciales afectados por las activida- des extractivistas, se están programando los conflictos sociales.” 13 Por momentos las confrontaciones se hacen más tensas entre uno y otro polo de la discusión, llegando a lanzarse serias amenazas de am- bos lados. La Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), organización representante de las comunidades indígenas del país, en su puja por el control absoluto de los recursos naturales, amenaza con impulsar sublevaciones masivas contra el gobierno. Por su parte, en ocasiones anteriores, este advirtió sobre la posibili- dad de paralizar las negociaciones de proyectos puntera como el de la Iniciativa Yasuní-ITT, aludiendo el comprometimiento de la soberanía nacional, para así explotar los yacimientos de petróleo del subsuelo de la zona. De hecho, recientemente se anunció que se explotarían yacimien- tos petroleros ubicados en el territorio de este Parque Nacional ante la falta de respuesta de los países desarrollados con la iniciativa, lo que ha generado manifestaciones de ambos lados. Este era uno de los proyectos bandera de las fuerzas antiextractivistas en Ecuador, que contó con el apoyo gubernamental. Lanzado desde 2007, consistía en preservar en el subsuelo las reservas petroleras enclavadas en el Parque Nacional Yasuní —una región de la Amazonía ecuatoriana y una de las más ricas en biodiversidad del planeta—, para lo que la comu- nidad internacional debía aportar el 50% de los ingresos esperados de

13Ibíd. p.125. El debate sobre el extractivismo y neoextractivismo... 117 su extracción y comercialización en el mercado internacional, mientras que el gobierno ecuatoriano asumiría la restante mitad. Estas reservas ascienden a más de 800 millones de barriles de crudo, lo que se estimó en ingresos equivalentes a 7000 millones de dólares. Por otra parte, no explotar las reservas de crudo de la zona evitaría la emisión de 400 mi- llones de toneladas de CO2 a la atmósfera. La postura gubernamental frente a la iniciativa se basa en el entendi- do de que los países desarrollados comparten la responsabilidad de las afectaciones al medio ambiente que se derivan de la explotación de los recursos del subsuelo en países subdesarrollados, por ser estos el destino fundamental de estas exportaciones, o sea, los generadores de demanda. El principio sobre el que se sustentaba la Iniciativa Yasuní-ITT era coherente con las propuestas del gobierno ecuatoriano sobre el manejo de las emisiones de contaminantes presentadas en foros multilaterales sobre cambio climático (por ejemplo, en la XVI Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climá- tico, Cancún, 8 de diciembre de 2010). Estas consisten esencialmente en un mecanismo de compensación por emisiones netas evitadas (ENE), no solo como forma de asegurar un medio ambiente más limpio, sino tam- bién como instrumento para superar el extractivismo en los países sub- desarrollados y transitar hacia la exportación de servicios ambientales. Las ENE proponen la compensación por dejar de realizar actividades que generen beneficios individuales si estas producen externalidades negativas respecto al medio ambiente, y por realizar actividades que individualmente no sean rentables si estas generan externalidades posi- tivas a la naturaleza. En este sentido, se asume que no ensuciar el medio ambiente es equivalente a limpiarlo. El gobierno ecuatoriano considera que “la conservación en países pobres no será sostenible, si esta no genera claras y directas mejoras en el nivel de vida de la población”.14 Esta es la justificación que plantea para advertir sobre la posibilidad de extraer el petróleo del Yasuní —de forma responsable—, al no asegurarse los montos exigidos en el proyecto. En el marco de las negociaciones de la Iniciativa Yasuní se han desatado fuertes confrontaciones entre el gobierno y algunos movimientos socia- les y sectores de la izquierda, lo que derivó en agresiones de una y otra parte. El Presidente Correa denominó a estos sectores como ecologistas infantiles, a lo que desde estos se contrapuso la idea del desarrollismo senil en el gobierno, por las posturas del Presidente respecto a la gene- ración de ingresos de la actividad extractiva para la redistribución y el combate contra la pobreza en Ecuador.

14Rafael Correa: “Discurso en la XVI Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático”, Cancún, 8 de diciembre de 2010. 118 Lic. Claudia Marín Suárez

El gobierno, por su parte, denuncia la existencia de intereses secto- riales sobre los recursos de determinados territorios, que se escudan tras la imagen del ecologismo y el indigenismo, porque negocian y reciben beneficios de las ONG financiadas por las propias empresas transnacio- nales a las que antes se oponían. Ante la falta de respuesta por parte de los países desarrollados para fi- nanciar la parte correspondiente en la Iniciativa Yasuní-ITT, el gobierno ha anunciado el cese del proyecto y la explotación de los yacimientos de la zona.15 Cabe destacar que, aunque este anuncio ha desatado un nuevo momento de agudización de las confrontaciones, también tiene lugar en un momento donde el gobierno ecuatoriano está involucrado en una disputa legal contra la transnacional Chevron por la contaminación y afectación del medio ambiente a gran escala a raíz de la explotación de yacimientos de petróleo de manera irresponsable en territorio ecuato- riano, postura que ha contado con el apoyo de los gobiernos del ALBA. La explotación del conocido Bloque 43 involucraría solamente a una milésima parte del territorio del Parque Nacional Yasuní. Las autoridades gubernamentales han asegurado el cumplimiento de las disposiciones ambientales del país, y la realización de los estudios de impacto ambien- tal correspondientes antes del comienzo de la explotación para verificar si hay cruces con áreas protegidas y patrimonio forestal. Igualmente, han planteado el aseguramiento de construcción de la infraestructura necesaria para la ejecución del proyecto bajo las condiciones ecológicas, descartando la construcción de grandes carreteras. La idea consiste en la utilización de una parte de los recursos generados por la explotación minera e hidrocarburífera en la zona para solventar los problemas de pobreza de las comunidades aledañas.16 Ante el anuncio gubernamental, se acentuaron nuevamente las confrontaciones entre sectores que apoyan a una u otra parte. Algunos sectores ambientalistas proponían llevar el tema a consulta popular, mientras que alcaldes de territorios amazónicos apoyaban el proyecto anunciado por el gobierno. En Bolivia, la situación no es muy diferente. En períodos recientes se han acrecentado las manifestaciones antimineras y el gobierno es acusa- do de dar la espalda a los actores del proceso de cambios. El conflicto más visible y tenso en Bolivia fue el del Territorio Indíge- na del Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), que involucró también a empresas brasileras, con la construcción en una carretera que según

15La cantidad recaudada bajo la iniciativa que comprometía a algunos países, fundamentalmente europeos, no llegaba al 1% del total previsto. 16TeleSUR: “Ecuador rechaza uso político del caso Yasuní-ITT”. 23 de agosto de 2013. En: http://www.telesurtv.net/ articulos/2013/08/23/autoridades-de-ecuador-rechazan-uso-politico-del-tema-yasuni-y-su-explotacion-petrolera-1514. html (Consultado el 17 de septiembre de 2013). El debate sobre el extractivismo y neoextractivismo... 119 los planes atravesaría el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), pero que acarrearía consecuencias ecológicas y socio- culturales negativas. La magnitud de las protestas sociales, esta vez bajo la forma de prolongadas marchas, presionó al gobierno para ceder en este sentido y asegurar el curso de la carretera fuera de la zona protegida. Sin embargo, la imagen del gobierno se vio deteriorada por las acusacio- nes de intervención policial para contener las manifestaciones. Igualmente en otros parques nacionales (por ejemplo, el Parque Na- cional Madidi y el Parque Nacional Aguaragüe) se han llevado a cabo actividades de exploración de yacimientos naturales, lo que ha movili- zado también a los sectores indígenas y ecologistas como respuesta ante la amenaza de la profundización de la actividad extractiva en el país y el incremento de los impactos nocivos derivados. En este país igualmente la oposición —especialmente los sectores se- paratistas de la Media Luna— se hace eco y alienta los reclamos indígenas al gobierno de manera oportunista, y las ONG extranjeras desempeñan un papel importante en la promoción de estas confrontaciones. El vice- presidente boliviano, Álvaro García Linera, ha acuñado el término de ONGeísmo para denunciar la labor subversiva solapada de estas organi- zaciones en el territorio nacional. En ambos casos —Ecuador y Bolivia—, estos temas relativos al mode- lo de desarrollo, relacionados con las actividades extractivas y su reper- cusión sobre el medio ambiente, son utilizados como instrumentos para generar confrontaciones políticas. Bajo argumentos legítimos como la preservación y respeto hacia el medio ambiente y las comunidades origi- narias, con los cuales los gobiernos de ambos países han dado muestras de estar comprometidos, y que han sido refrendados en los nuevos textos constitucionales de esas naciones como en ninguna otra Carta Magna, se esconden los intereses de sectores internos y externos para generar ines- tabilidad e ingobernabilidad que obstaculicen los procesos de cambio que se desarrollan en esos países.

Valoraciones finales

Esta discusión sobre el neoextractivismo, con el consecuente recla- mo por la abolición de este modelo, ciertamente involucra elementos y puntos de vista legítimos, como la preservación y respeto del medio ambiente, que hoy ocupa un lugar importante en los foros multilate- rales —aunque desde una perspectiva diferente a la asumida por estos 120 Lic. Claudia Marín Suárez autores—, y que se ha erigido con anterioridad en bandera de las fuerzas de izquierda de América Latina. No obstante, hoy este es un tema que aglutina las voces de actores de todas las orientaciones políticas y convo- ca a sectores nacionales e internacionales. Por su parte, el respeto y la inclusión de los pueblos originarios for- man parte de la deuda social histórica de los gobiernos de la región. Un nuevo orden socioeconómico y político tendrá que partir de un cambio en el patrón cultural, y orientarse hacia visiones del desarrollo mucho más inclusivas y tolerantes con formas diferentes de ver el mundo, que tienen de seguro múltiples valores que aportar a su construcción. Las nuevas constituciones de Ecuador y Bolivia representaron un punto de partida sin precedentes en este sentido, refrendando los derechos de la naturaleza. El llamado a subvertir el carácter de las relaciones económicas que hoy predominan en estos países, y que determinan también importantes elementos en la política, es crucial para romper los lazos de dependencia que hoy atan a América Latina con los centros de poder económico, y que encuentran expresión en los rasgos patológicos que se anotaban al inicio. Efectivamente, el requerido nuevo modelo de desarrollo no pue- de concebir un Estado cuyo papel central en la economía se limite a la redistribución de los excedentes de la actividad extractiva vía inversión y gasto social. Ineludiblemente, se deberá sustituir la maximización de la ganancia por nuevas lógicas que aseguren la reproducción del nuevo sistema socioeconómico. En la legitimidad de lo apuntado antes radica, precisamente, el mayor desafío que enfrentan los gobiernos del cambio a la hora de encarar las críticas que se le hacen al respecto, y que cada vez se hacen más visibles en los respectivos escenarios sociopolíticos nacionales, llegando en algu- nos casos a la confrontación en el plano electoral. No obstante, estos temas pueden prestarse a manipulaciones y posi- ciones oportunistas por parte de otros actores que intentan azuzar las contradicciones al interior de estas sociedades, convocando a sectores parcialmente insatisfechos con la gestión gubernamental, que en otras condiciones podrían haber adoptado posiciones de apoyo —aunque crítico— respecto a estos proyectos de cambio. Demandas de esta índole —sobre todo reclamos sociales y medioambientales— que no han sido atendidas en su totalidad propician la identificación, esencialmente por parte de ONG extranjeras —en representación de intereses foráneos—, de nichos para deslegitimar estos procesos y socavar el apoyo social con que cuentan, con el agravante de que las insatisfacciones provienen El debate sobre el extractivismo y neoextractivismo... 121 desde sectores que originalmente los respaldaron, y no desde la oposi- ción tradicional. De otro lado, a pesar de las limitaciones de la práctica cotidiana y de las posibles críticas que pudieran hacerse a su gestión, la llegada de estos gobiernos implicó importantes avances en relación con reivindi- caciones sociales exigidas por estos mismos sectores. De esta manera, en la Constitución ecuatoriana se reconocen derechos a la Naturaleza y se incluye la concepción del Buen Vivir de los pueblos originarios. En el caso de Bolivia, ocurre algo similar con el reconocimiento del Estado boliviano como Estado Plurinacional, en lo que refiere a la inclusión de los derechos de los pueblos originarios. Las reformas constitucionales que tuvieron lugar en estos países sentaron al menos las bases legales para la concreción de cambios sustantivos en lo posterior. Los gobiernos del cambio están llamados a propiciar mayores espa- cios de diálogo con sectores críticos como los indígenas e intentar fle- xibilizar el debate, pues la adopción de posiciones de rigidez de uno y otro lado limita las posibilidades de solución de los conflictos. En las propias constituciones se plantea la participación popular en la toma de decisiones como un principio rector de los Estados refundados, si bien las decisiones finales quedan a cargo del Estado. En Venezuela probablemente sea donde las confrontaciones de este tipo son menos evidentes con sectores nacionales, lo que se explica en buena medida por la composición de su población, que cuenta con menor proporción de habitantes indígenas que Ecuador y Bolivia. Sin embargo, su gobierno es uno de los más atacados porque se lo ve como paladín del modelo neoextractivista, pues sustenta su inserción interna- cional en la exportación de petróleo. De hecho, la generación de la base económica que sirve como sostén al ALBA depende casi exclusivamente de la captación de la renta petrolera venezolana por parte del Estado. Finalmente, habría que señalar una cuestión de fondo, común a to- dos estos procesos de cambio, y que pone de relieve la complejidad del asunto. Para gobiernos que cuestionan en mayor o menor medida la lógica del sistema, llegar al poder y desenvolverse dentro de sus propios marcos, impone férreos límites a su capacidad transformadora. Estas restricciones se plantean no solo en el ámbito político, sino sobre todo en lo económico, donde subyace un entramado de relaciones que no se desarticulan con pura voluntad de los gobiernos. De esta manera, asegurar el acceso a recursos para financiar sus pro- gramas no resulta sencillo. Al mismo tiempo, tanto los programas socia- les de amplio alcance que impulsan los gobiernos de Ecuador, Bolivia 122 Lic. Claudia Marín Suárez y Venezuela, y que han beneficiado a una parte considerable de la po- blación que antes se encontraba marginada, como los propios proyectos de transformación productiva requieren cuantiosos recursos financieros, que en tanto esta transformación no tenga lugar y se diversifiquen las fuentes de ingreso de estos países, seguirán extrayéndose de la actividad extractiva. Por tanto, la decisión de no explotar los recursos petrolíferos, gasíferos y minerales de sus territorios no parece en estos momentos una alterna- tiva viable para estos países. Ciertamente, ello requiere el compromiso gubernamental con las normas ambientales nacionales e internacio- nales, para asegurar que el costo sobre la naturaleza y las poblaciones aledañas sea el menor posible. Lo anterior no implica que no se conciban estrategias de transforma- ción en este sentido, orientadas a la diversificación productiva, la indus- trialización y el fortalecimiento del entramado productivo nacional, en el marco de políticas ambiental y socialmente sustentables, y a ello se dirijan parte de los beneficios captados de la extracción. Pero un fenóme- no que se ha instaurado desde hace 500 años no se soluciona en el corto o mediano plazo, independientemente de la voluntad de los gobiernos, que por demás no son responsables de la instauración del fenómeno. La superación de la dependencia y la primarización de las economías requiere, además de voluntad política y recursos financieros, también grados de libertad para la toma de decisiones de los que muchas veces estos gobiernos no gozan, de manera que tienen que enfrentar las pre- siones de los grupos de poder que se oponen a los procesos de cambio y al mismo tiempo, de otros sectores que exigen la radicalización de los mismos. La reforma energética en México o la entrega definitiva a los Estados Unidos*

MSc. Nidia Alfonso Cuevas Profesora del Instituto Superior de Relaciones Internacionales "Raúl Roa García"

Introducción

La Constitución mexicana data de 1917 y ha sido modificada sistemá- ticamente de manera parcial. Entre sus modificaciones más significativas está sin duda la promovida (y finalmente aprobada en 1939) por el en- tonces Presidente Lázaro Cárdenas que incluyó la Ley Reglamentaria del Artículo 27 para el uso y control del petróleo y la mezcla natural de cualquier carburo de hidrógeno. Corresponde a la Nación el dominio directo de todos los recur- sos naturales de la plataforma continental y los zócalos submarinos de las islas; de todos los minerales o substancias que en vetas, mantos, masas o yacimientos, constituyan depósitos cuya naturaleza sea distinta de los componentes de los terrenos; los yacimientos minerales u orgánicos de materias susceptibles de ser utilizadas como fertilizantes; los combusti- bles minerales sólidos; el petróleo y todos los carburos de hidróge- no sólidos, líquidos o gaseosos; y el espacio situado sobre el territorio nacional, en la extensión y términos que fije el Derecho Internacional.1 Dicha ley reglamentaria establece que los trabajos de exploración, des- cubrimiento, conducción por oleoducto y la refinación del petróleo que conforman la industria petrolera, son de jurisdicción federal. Recoge ade- más que en caso de contratar servicios a asociaciones particulares, debe garantizarse que sus integrantes sean mexicanos. Estas especificaciones

*Este trabajo constituye una actualización de la ponencia presentada en la I Conferencia de Estudios Estratégicos “Repensando un mundo en crisis y transformación” desarrollada en octubre de 2013 bajo el auspicio del Centro de Inves- tigaciones de Política Internacional (CIPI). 1Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos, texto vigente. Última reforma publicada DOF 19-7-2013, Documento Pdf, Sitio del Congreso de la Unión. 124 MSc. Nidia Alfonso Cuevas han sido suficientes (hasta el 2013) para maniatar cualquier posición presidencial entreguista, sin embargo esa seguridad que han tenido los mexicanos durante más de sesenta años, ha concluido con el regreso del Partido Revolucionario Institucional (PRI) al poder, encarnado en la figura de Enrique Peña Nieto (EPN). En el presente trabajo se analizará la importancia del petróleo mexi- cano, visto siempre este recurso, como estratégico para ambas naciones. Para México como fuente de ingresos y símbolo de soberanía, para Estados Unidos como componente vital de su estrategia de seguridad, que no pudo incluir en la firma del TLCAN en 1994. De igual modo, se evaluarán las adiciones que se recogen en la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad (ASPAN) acordada entre los firmantes del TLCAN, a partir de la concepción de seguridad promovida por Estados Unidos y sus vínculos con el Proyecto Mesoamericano. Finalmente se evaluará el impacto de la reforma energética aprobada para la nación mexicana.

El petróleo mexicano en el desarrollo y soberanía de la nación

Desde 1940 el petróleo ha sido para México no solo un símbolo de nacionalismo y soberanía, sino además una fuente importante de in- gresos para el presupuesto estatal. Los Ingresos Presupuestarios del Sec- tor Público de México (IPSPM) están constituidos por los ingresos del Gobierno Federal más los ingresos de los organismos y empresas como Pemex, Comisión Federal de Electricidad (CFE), Luz y Fuerza del Centro (LFC), Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Instituto de Seguri- dad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) y otras empresas de participación estatal. Los ingresos petroleros contienen no solo los provenientes de Pemex, sino además los que se transfieren al Gobierno Federal. Estos últimos son los más importantes, toda vez que pueden alcanzar el 60% de los ingresos totales y representar alrededor del 6% del PIB.2 El Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) recibe recursos provenientes de los ingresos petroleros por concepto de: derecho ordi- nario sobre hidrocarburos, IVA, impuesto a los rendimientos petroleros, impuesto a las exportaciones de Pemex y el impuesto especial sobre producción y servicios. La carga impositiva que ha pesado sobre Pemex, no ha permitido retenciones de utilidades destinadas al mantenimiento de las instalaciones existentes, ni mucho menos, a la posible ampliación de la planta tecnológica.

2Ejemplo de ello lo fue al año 2007. Ver Emilio Caballero Urdiales, y Carlos Tello Macías: “Régimen fiscal de Pemex: Situación actual y propuesta de reforma”, versión digital en pdf, no. 354 ▪ septiembre-octubre ▪ 2008. La reforma energética en México o la entrega definitiva a los Estados Unidos 125

México afronta el reto de mantener la eficiencia de las plantas en ex- plotación por una parte al que se añade por otra, asumir nuevas reservas de petróleo. En mayo y en agosto de 2012, el Presidente Felipe Calderón anunció el descubrimiento por parte de Pemex, de dos importantes ya- cimientos de petróleo en las aguas profundas del Golfo de México y que se calculaban con un potencial entre 4 000 y 13 000 millones barriles de crudo cada uno. Estos hallazgos constituyen el primer paso de un largo camino para la obtención directa del crudo. A continuación deberán ser certificadas las nuevas reservas como 3P (probadas, posibles y probables). De certificarse, las reservas alcanzarían entre 250 y 400 millones de barriles de crudo.3 Las reservas certificadas consolidan el respaldo material para los cré- ditos que ha realizado y podrá continuar realizando la nación azteca. A estos montos pudiéramos añadir las reservas internacionales que ha ido acumulando gradualmente y que constituyen un elemento de atención permanente de las instituciones financieras mexicanas.4 Para los economistas es obvio que la ausencia de mantenimiento, mejoras e inversión industrial, traen en el mediano y largo plazo, un proceso de descapitalización que puede llegar incluso en ocasiones, a ser irreversible. En el caso de Pemex, se viene hablando desde hace algunos años de su obsolescencia y la necesidad de capital privado para revertir esa situación. A esto se suma, el cuestionamiento a México por sus bajas tasas im- positivas,5 lo que limita, sin duda alguna justifica, la disponibilidad de re- cursos financieros del Estado para asumir los compromisos económicos y sociales, que se promueven durante las campañas electorales sexenales. En informe publicado6 por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) se analiza la tasa de ingresos tributarios de México, que alcanza el 19.6% del PIB en 2012, indicador que ubica a la nación azteca por debajo del promedio de América Latina y además resulta ser la más baja entre los países de esta propia organización.7 Otro indicador que desangra a México muy relacionado con la carga impositiva y que la OCDE no vincula en el citado informe, lo es sin duda

3Halla México gran yacimiento de petróleo. http://www.laopinion.com/Halla_Mexico_gran_yacimiento Consultado 31/08/12. 4Bajan las reservas internacionales de México. http://www.milenio.com/cdb/doc/noticias2011/75d9bcfb7cba54dfc197 3e6f47a981d7. 5Ver CEPAL: “Panorama fiscal de América Latina y el Caribe Reformas tributarias y renovación del pacto fiscal”, material digital en Pdf, febrero 2013, Santiago de Chile. 6Ver Estadísticas tributarias en América Latina 1990-2012", emitido por la OCDE, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), así como por el Centro Interamericano de Administraciones Tributarias (CIAT), en http://www.oecd.org/centrodemexico/medios/losingresostributariosaumentanenamericalatinaperoaunsonbajosyvarianen- trelospaises.htm. 7México bajo en recaudación de ingresos fiscales: OCDE http://www.milenio.com/negocios/OCDE-Mexico-tributari- os-fiscales-_America_Latina_0_230377285.html. 126 MSc. Nidia Alfonso Cuevas la evasión fiscal. Al respecto la Organización de Estados Americanos (OEA) en "Escenarios para el problema de las drogas en las Américas 2013-2025"8 muestra estimados que arrojan que más de 40 mil MMUSD salen de México por este concepto y arriban a los bancos de Estados Unidos por la facilidad que estos ofrecen para la apertura de cuentas bancarias en esa nación. Tanto la permanente presencia del PRI en el gobierno, como la excepcionalidad de los dos sexenios panistas, han incluido promesas de empleos, asistencia y seguridad social y crecimiento económico sin preocuparse, una vez alcanzado el poder, de modificar las bases reales que limitan las posibilidades de materializar tanta promesa. ¿Falta de voluntad política? Sin duda alguna, pero de lo que no cabe duda es que las fuentes de ingresos del Estado mexicano provenientes del petróleo estatal, pueden menguar y con las bajas tasa de crecimiento económico, no pueden augurarse, mejores tiempos.

La reforma energética ¿iniciativa de Peña Nieto?

Desde el inicio de su campaña electoral, EPN construyó una imagen para desmarcarse de su antecesor Felipe Calderón, cuya gestión guber- namental se caracterizó por una guerra particular e infinita, contra el narcotráfico. Esta imagen apoyada sobre los medios televisivos funda- mentalmente, prometió mejorar el país desde todos los ámbitos. Temas como la seguridad ciudadana, la educación, la lucha contra el narcotráfi- co y la recuperación del liderazgo regional, fueron ampliamente tratados en sus presentaciones electorales. Bien asesorado en su campaña presidencial incluyó también el tema energético, con dos proyecciones, una interna y otra externa. La interna dirigida a una reforma que elevara eficiencia y constituyera una fuente creciente de riquezas para la nación y la externa, con la clara intención de incluirla en la agenda bilateral con los Estados Unidos. Fue cuidadoso en el tratamiento y los esbozos de una posible reforma energética que pusiera en peligro la soberanía sobre los hidrocarburos pues el precio negativo que esto le acarrearía, podía ser fatal para su ascenso al poder. Los primeros cien días de gobierno fueron de actividad febril, el Pac- to por México, la reforma educacional, la heredada reforma laboral, la reunión anual de embajadores, actividades todas estas que materializa- ban de algún modo, su plataforma electoral, sin embargo, la reforma

8Elaborado para la Cumbre de las Américas en Cartagena de las Indias del 2012, versión digital en Pdf, ISBN 978-0- 8270-5989-4.www.oea.org. La reforma energética en México o la entrega definitiva a los Estados Unidos 127 energética tardó un poco más. Era preciso madurar otros logros, para crear la imagen de verdaderos cambios a favor de la nación azteca. En agosto de 2013 se presentó a la Cámara de Senadores del Con- greso de la Unión mexicana, la propuesta de Reforma Energética. El documento de 28 páginas, consta de tres secciones. La primera a modo de introducción consigna las definiciones conceptuales que se incluyen en el documento. La segunda, titulada Petróleo y demás hidrocarburos, recoge los retos de explotación de los mismos, el marco jurídico, la pro- puesta de reforma y los beneficios esperados. La tercera se dedica a la Energía Eléctrica y se subdivide en los mismos aspectos de la anterior. "La propuesta de reforma que hoy se somete a consideración: 1) Man- tiene la propiedad de la Nación sobre los hidrocarburos en el subsuelo, sólidos, líquidos y gaseosos en todo momento; 2) Mantiene la prohi- bición de otorgar concesiones, al basarse en la conducción decidida e irrenunciable de las actividades del sector por parte del Estado, en el entendido de que sólo éste puede disponer de los recursos del subsuelo; 3) Plantea la incorporación de contratos, que celebre el Ejecutivo Fede- ral, con organismos y empresas del Estado y terceros que permitan ex- pandir y hacer más eficientes las actividades de exploración y extracción de hidrocarburos, y 4) Autoriza, a partir de permisos otorgados por el Ejecutivo Federal, la participación de terceros en refinación, transporte, almacenamiento y distribución de hidrocarburos sin que se ponga en riesgo la propiedad de nuestros recursos."9 Los aspectos fundamentales de la iniciativa presentada por el Presi- dente de México, Peña Nieto, son los siguientes: • Contratos de utilidad compartida con el sector privado en las áreas de exploración y extracción cuando así convenga al interés nacional para generar energía más barata. • El Estado como único dueño de Petróleos Mexicanos (Pemex), de las reservas y de la renta petrolera, se queda con todo el beneficio que se obtenga de la producción de petróleo y gas, después de que se pague en efectivo a las empresas por sus costos de operación y de capital. •Participación del capital privado en las actividades de refinación, petroquímica, transporte y almacenamiento de petróleo y gas, así como de sus derivados, a través de permisos. • Nuevo régimen fiscal más competitivo para Pemex. (A realizarse en septiembre como parte de una iniciativa de reforma fiscal). • Reestructurar Pemex y dotarla de más autonomía de gestión. • Mejorar las condiciones de transparencia y rendición de cuentas en Pemex.

9Iniciativa de Decreto por el que se reforman los artículos 27 y 28 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, presentada por EPN el de 2013. 128 MSc. Nidia Alfonso Cuevas

• Establecer reglas de contenido nacional en las compras de proveedo- res de Pemex. En cada uno de los puntos anteriores pudieran establecerse las brechas a la "voluntad manifiesta" de mantener la soberanía sobre los hidrocar- buros. Por otra parte, resulta interesante, o indignante según sea el ana- lista, la manipulación de los deseos y designios del ex presidente Lázaro Cárdenas en cuanto a su interpretación acerca de la soberanía sobre los hidrocarburos, incluyendo exploración, perforación y explotación de los yacimientos. La propuesta incluye la contratación a través de Pemex de terceros pero no ratifica la obligación de que esos terceros sean exclusi- vamente mexicanos. Es conocido que las empresas transnacionales en México, se denominan multinacionales y se consideran como mexicanas ya que por lo general poseen participación de capital nacional. Con estos aparentes olvidos u omisiones, podemos adelantar qué va a pasar cuan- do comiencen las licitaciones para contratar a terceros. Es oportuno señalar que se recoge la propuesta de cambiar el siste- ma fiscal para Pemex, lo cual permitiría…"redefinir su relación con el Estado mexicano, pasando de una visión estrecha como generador de ingresos públicos en el corto plazo, a una de perspectiva amplia y de lar- go plazo."10 Sin embargo, esta medida aparece vinculada a las anteriores, no las excluye. En el acápite de la energía eléctrica se vuelve a la figura de Lázaro Cárdenas, ensalzando su visión acerca de la importancia de las bases institucionales para promover y desarrollar esta actividad. Se reconoce, de igual modo, lo avanzado de la ley para la época al considerar tanto cuestiones técnicas como económicas que tuvieran participación tanto del sector público como privado. En las propuestas para el sector eléctrico, se aclara que al no ser un recurso natural, el mayor interés es que el servicio eléctrico sea recibi- do por los mexicanos con los mejores precios posibles y deja claro que "Permitir la generación de energía eléctrica por parte de particulares, facilitará dar a los mexicanos y a los sectores público, privado y social energía más barata."11 Como economista y sobre todo como marxista, esta autora no percibe la fundamentación de que la energía eléctrica o cualquier otro recurso o servicio, sea más barato para los consumidores por la única razón de que sea producido/ suministrado por privados. Las respuestas no se hicieron esperar. Académicos y partidos políticos cuestionaron de inmediato, la naturaleza privatizadora de la reforma. La propuesta del Partido de la Revolución Democrática (PRD) propuso

10“Reforma energética”, versión digital en Pdf, tomado del sitio oficial de la Presidencia de México. p. 14. 11Ibíd, p. 23. La reforma energética en México o la entrega definitiva a los Estados Unidos 129 ocho ejes estratégicos para la reforma energética, algunos de los cuales coinciden con lo presentado por EPN. Cuauhtémoc Cárdenas fue el en- cargado de divulgarlos públicamente y son: 1. Cambio en el régimen fiscal de Petróleos Mexicanos (Pemex). 2. Autonomía presupuestal a Pemex. 3. Autonomía de gestión. 4. Fortalecer a la Secretaría de Energía (Sener) y a la Comisión Nacio- nal de Hidrocarburos. 5. Tarifas, precios y subsidios de los combustibles y la electricidad para un acceso equitativo a la energía. 6. Convertir al Fondo de Estabilización de Ingresos Petroleros en un organismo financiero. 7. Impulsar la investigación y desarrollo tecnológico. 8. Transición energética, cuidado del medio ambiente y desarrollo sustentable.12 No imaginemos que el tema surge con la propuesta oficial de reforma energética. Un estudio realizado por la Cámara de Diputados en 2009 señalaba que: "La modernización de PEMEX tendría que definir que los excedentes que se generen en la actividad petrolera nacional se asignen únicamente a las actividades propias de este sector."13 De igual modo, en 2008 los profesores de la UNAM, Emilio Caballero y Carlos Tiello proponían que: "La autonomía de gestión y presupues- tal de Pemex debería permitirle controlar directamente una parte del excedente económico después del pago de impuestos, derechos y apro- vechamientos, que tendría como destino únicamente la conservación, expansión y modernización de la empresa, así como los gastos para la investigación y desarrollo."14 A través de los autores citados podemos inferir, que si el estado mexi- cano es el que determina la política impositiva y esta no le otorga a Pemex, la autonomía para retener fondos no ya para su ampliación y desarrollo, sino tan siquiera para su reproducción simple, corresponde en exclusiva a esa instancia, cambiar ese orden de cosas. No se trata de elevar los impuestos a las familias mexicanas pero sí de buscar que las grandes empresas y propietarios que radican en territorio mexicano aporten más por el uso de los recursos que explotan. Esto permitiría al estado recaudar los fondos necesarios para sustituir gradualmente, lo que Pemex dejaría de aportar para reinvertirlo en sí misma.

12PRD presenta su propuesta de Reforma Energética. http://www.elfinanciero.com.mx/component/content/article/139- no-te-pierdas/19980-prd-presenta-su-propuesta-de-reforma-energetica.html. 13M. Reyes Tépach: “El Régimen Fiscal de PEMEX y la asignación de los ingresos presupuestarios excedentes petroleros y no petroleros del Gobierno Federal, 2006-2009”, material digital en Pdf. P.39. 14Emilio Caballero Urdiales y Carlos Tello Macías: “Reforma fiscal de Pemex. Situación actual y propuesta de reforma”, Ob. cit., p. 11. 130 MSc. Nidia Alfonso Cuevas

No es posible cuestionar la obsolescencia de la infraestructura de explotación del petróleo mexicano cuando esta ha sido impuesta, y sos- tenida, por el propio Estado. Tampoco se trata de reiterar la ineficiencia estatal para administrar eficientemente empresas, de lo que se habla es de modificar la carga impositiva que pesa sobre Pemex y que lastra tan importante fuente de recursos para la nación mexicana. Además del tema impositivo cabe señalar, que mucho se ha cuestio- nado la "ineficiencia" de Pemex. "El crecimiento del sector energético de México se ha vuelto vulnerable por las permanentes restricciones financieras. Las industrias energéticas de propiedad estatal generan ineficiencia en el abastecimiento energético del mercado nacional. Para remediar esos problemas, México necesita encontrar caminos para abrir el sector energético del país a la inversión extranjera sin perder el con- trol sobre sus industrias energéticas nacionalizadas.15 Esta propia autora proponía "México no tiene una capacidad de inversión para perforar y explorar nuevas reservas potenciales de petróleo, mientras se cree que el país está dotado de considerables recursos energéticos. México requiere abrir su mercado energético nacional a la inversión extranjera con el objeto de cubrir la demanda energética interna y la de Estados Unidos”.16 Es obvia la intención de restar a México las posibilidades de mantener la autonomía sobre Pemex y hacerla eficiente a la vez. En el Anexo 1 se muestran indicadores comparativos de las diez principales empresas petroleras de hoy y es significativo apreciar que en materia de Costos de producción, muestra el indicador más eficiente, mientras que en cuanto a los costos de exploración y desarrollo, solo es superada por la Shell. Pemex destaca por tener el por ciento más alto de Utilidades sobre ingresos antes de impuestos (55%) y solo es superada por la Exxon, en cuanto a cantidad de barriles producidos. Las utilidades después de impuestos no son comparativas toda vez que ya ha sido analizado el tema con anterioridad, sin embargo resul- ta significativo que ocupa el primer lugar en Impuestos pagados y en el por ciento de Impuestos y derechos sobre Utilidades (54,8%). Cabe preguntarse entonces ¿Quién rescata a quién? o mejor, ¿Resulta Pemex realmente ineficiente al compararse con sus posibles salvadoras? Esta autora considera que la propuesta de reforma energética, resulta muy oportuna y en total correspondencia, con la visión de seguridad planteada por los Estados Unidos a partir de los sucesos del 11/9. Por otra parte, resulta significativo que a solo tres semanas de la toma de posesión de Enrique Peña Nieto, el senador republicano Richard G.

15Jacqueline Adamczewski: “Seguridad energética de América del Norte: una cuestión de formación de identidad colectiva”, material digital en pdf, no 347, julio-agosto 2007. p. 13. 16Ibíd., p. 14. La reforma energética en México o la entrega definitiva a los Estados Unidos 131

Lugar, redactó un extenso informe del Comité de Asuntos Exteriores, dirigido a la Casa Blanca, con una valoración muy amplia y documen- tada de los escenarios para la reforma energética en México. Informe que se elaboró tras varias consultas que incluyeron el encuentro con el equipo de transición de Enrique Peña Nieto, con directivos de Pemex, de la Comisión Nacional de Hidrocarburos y con especialistas y analistas de la embajada de Estados Unidos en México.

México en la ASPAN y en el Proyecto Mesoamericano

Con la puesta en vigor en 1994 del Tratado de Libre Comercio de la América del Norte (TLCAN) se inaugura la era neoliberal de los acuer- dos comerciales en América Latina. Canadá, Estados Unidos y México acordaron eliminar las barreras comerciales, entiéndanse impuestos, tarifas y todo tipo de protección nacional, que impidieran el libre paso, de los productos más "competitivos" de los países en cuestión. El TLCAN se estructuró en 22 capítulos divididos en ocho partes. Su contenido incluyó desde el tema del trato nacional y el acceso a los bienes de mercado hasta la propiedad intelectual, pasando por normas aduaneras, fitosanitarias, compras del sector público, inversiones, servi- cios financieros, comercio transfronterizo, sector agropecuario, la energía y la petroquímica básica entre otros. A pesar de que el Capítulo VI está dedicado a la energía y la petroquímica, Estados Unidos no pudo tener un acceso directo al control del petróleo mexicano por la ya explicada traba constitucional. En el momento de las negociaciones del TLCAN, México quedó como un mejor negociador que Canadá. Después de todo, Canadá había en- tregado el control de su industria de la energía unos pocos años antes, en el TLC bilateral, y México tuvo éxito en “proteger” a su industria. Al valorar este tema veinte años después, apreciamos que comparativamen- te, Canadá no solo produce petróleo y gas natural, sino que además crea empresas de energía eficientes en petróleo, gas natural, tuberías y todo tipo de servicios auxiliares. En 2005 se acuerda la Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte (ASPAN) conocida también como el TLCAN-Plus pues es firmada por los mismos países que su antecesor. A instancias de Estados Unidos, se incluye el tema de seguridad, el cual se ha ido incorporando a su vez, a toda la estrategia de dominación y control de la 132 MSc. Nidia Alfonso Cuevas nación norteña. Bajo el pretexto de la seguridad y la competitividad se promueve crear una gran zona de complementariedad en estas materias, que responda a los intereses y necesidades de recursos del Norte. El contenido de la ASPAN es amplio y contiene temas de gran tras- cendencia como Bienes de manufactura y Competitividad sectorial y regional, Movimiento de bienes; Comercio electrónico, Servicios finan- cieros; Transporte; Energía; Medio ambiente, Agricultura y alimentos, Salud, y Seguridad. Estos temas responden a los cinco ejes fundamenta- les recogidos en la Declaración de Montebello, Canadá, suscrita en 2007, por los tres firmantes del TLCAN/ASPAN: • Fortalecimiento de la competitividad de América del Norte • Inocuidad alimentaria y de productos • Energía sostenible y medio ambiente • Fronteras seguras e inteligentes • Manejo de emergencias y de protección civil.17 Como antecedente directo de este análisis no podemos obviar al Proyecto Mesoamericano. Esta iniciativa es resultado directo del Plan Puebla Panamá y del que México fue su principal promotor. El cambio de nombre no implicó modificaciones en el contenido del anterior. La herencia abarcó 22 programas que garantizarían la creación de corredo- res de infraestructura, desarrollo y utilización óptima de recursos. Con un solo golpe de vista al área geográfica que abarca el Proyecto Mesoamericano, salta a la vista la pretensión de que los corredores se conviertan en vías de acceso directo a los recursos naturales de la zona, de Sur a Norte, y que de vuelta, transporten las mercancías y servicios "competitivos" del Norte hacia el Sur. Dentro de sus planes estratégicos más importantes, está la infraestructura energética que abarca las ener- gías hidráulica y eólica para la generación de electricidad. La integración eléctrica de América Central debe conectarse con Estados Unidos y Mé- xico hacia el Norte y con América del Sur. La verdadera propuesta en materia de energía es la conformación de un mercado energético para América del Norte, a través de ampliar lo negociado en el TLCAN; es decir, incorporar lo que se conoce como el TLCAN plus. La particularidad de la negociación fue que se inscribió la agenda energética (la propuesta históricamente añorada por los Estados Unidos) y quedó fuera de la negociación la iniciativa correspondiente a la inmigración mexicana a Estados Unidos.18 México, es el séptimo productor mundial de crudo y el 80% de sus exportaciones petroleras van a parar a Estados Unidos. Esto nos lleva a

17Ver Nidia Alfonso Cuevas: México: ¿crisis del desarrollo?, Ponencia presentada y recogida en CD Memorias X Semi- nario de Relaciones Internacionales: ISRI 2012, ISBN 978-959-16-1538-1. 18Rosio Vargas y Víctor Rodríguez Padilla: “La energía en la Alianza para la Seguridad y Prosperidad en América del Norte”, material digital en Pdf, p. 4, Revista Norteamérica, No 1, enero-junio de 2006. La reforma energética en México o la entrega definitiva a los Estados Unidos 133 pensar que con la Reforma energética propuesta por EPN, se produci- rán licitaciones a favor de la construcción de gasoductos y oleoductos que llevaran de manera "segura y eficiente", el crudo mexicano hasta el territorio norteamericano y que estas propias instalaciones podrán ser dirigidas hacia otras zonas mesoamericanas bajo los mismos principios de competitividad y eficiencia. Igual tratamiento merece el sistema eléc- trico que contiene la reforma propuesta. A juicio de esta autora la relación bilateral en materia energética es un ensayo de lo que puede ser el futuro de los corredores mesoamerica- nos. De garantizarse el acceso directo a las fuentes más importantes de recursos energéticos, dígase hidrocarburos, agua y aire, el siguiente paso será sin duda alguna, la explotación desmedida de los mismos. Civilizar la Ruta Maya, el Amazonas y las tierras de cientos de poblaciones origi- narias, será tarea rápida y casi irreversible, toda vez que las empresas na- cionales de los países implicados, no tendrán posibilidades de enfrentar el poder de las empresas transnacionales que se asienten en la zona. Un inicio importante de estas acciones lo constituye el reciente anuncio de la construcción de un gasoducto que unirá Guatemala con México y que deberá estar funcionando para el 2016.19 De igual modo no sería ocioso imaginar los efectos a largo plazo de esta reforma, toda vez que a nivel mundial se vislumbra un cambio en el modelo energético. El gas shale ha entrado en el debate internacional sobre modelos energéticos. Se calcula que los tres miembros del TLCAN poseen considerables reservas. Estados Unidos 862 trillones de metros cúbicos de gas shale, seguido por México con más de 682 y Canadá con 388. Curiosamente las reservas mexicanas están ubicadas geográfica- mente en áreas colindantes con Texas, lo cual reafirma la posibilidad de materializar la visión de los corredores energéticos mesoamericanos.

… y finalmente se entregó el petróleo

Otra manera de dimensionar el reto de capacidad de ejecución en aguas profundas, es comparar la actividad que se está realizando en la parte del Golfo de México que corresponde a los Estados Unidos, con la actividad llevada a cabo por Petróleos Mexicanos en nuestras aguas territoriales. En Estados Unidos, en 2012 se perforaron 137 pozos con profundidades superiores a 500 metros, mientras que en México esta cifra apenas ascendió a 6. También es importante hacer notar que en Estados

19México y Guatemala planean construir gasoducto entre ambos países.http://www.sela.org/view/index. asp?ms=258&pageMs=26402&item_id=118713. Consultado3/2/14. 134 MSc. Nidia Alfonso Cuevas

Unidos participan más de 70 empresas en estas actividades, mientras que en México el riesgo y la responsabilidad recae sólo en una (Pemex). 20 Diciembre de 2013 fue testigo del spring final de la carrera hacia la reforma energética. Declaraciones en las conversaciones interparlamen- tarias EU- México anticipaban su propósito de convertir a América del Norte en la "principal región productora de hidrocarburos del mundo"21 a pesar de no haberse aprobado en ninguno de los órganos legislativos. La tan anunciada propuesta circulada desde agosto, se presentó para debate el 11 de diciembre de 2013. El documento contentivo constaba de 29 páginas de las cuales 26, están referidas al análisis y justificación de la necesidad de adecuarse a las "mejores prácticas internacionales" tanto en materia de hidrocarburos como de energía eléctrica, incluyendo un acápite para las energías renovables. El mismo día en la Gaceta Parlamentaria22 se publicaba la aprobación por la Cámara de Senadores y se remitía a la Cámara de Diputados para su debate y aprobación. El factor tiempo que en un momento inicial se vislumbraba como un posible obstáculo, se convirtió en el gran aliado. Las sesiones ordinarias del Congreso debían concluir el 15 de diciembre y en caso de no aprobarse para esa fecha, debía esperar hasta febrero en que se reiniciaran las mismas. La posibilidad de extender de manera extraordinaria las sesiones23 fue valorada sin embargo, las celebraciones de fin de año aceleraron la aprobación final. La Cámara de Diputados selló el tema al día siguiente con 354 votos a favor y 134 en contra.24 El 2014 siguió la línea temática de los vaticinios que desde el 2013, auguraban cuantiosos beneficios a partir de la aprobación del regalo energético. Se esperan montos de 10.000 millones de dólares anuales por concepto de Inversión Extranjera Directa (IED) para el sector ener- gético,25 montos que no solo deben provenir de Estados Unidos sino además de China toda vez que desde el ascenso de EPN, ha habido un importante acercamiento entre ambas naciones.26 De igual modo tal y como se recoge en la letra de la propuesta energética, como lo refrenda- do en la Gaceta Parlamentaria, se prevé un importante crecimiento en

20Reforma energética, documento digital en Pdf (lo destacado en cursiva es de la autora). Ver en http://presidencia.gob. mx/reformaenergetica/assets/descargas/40_pags.pdf 21Perfilan México-EU alianza energética. http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/936070.perfilan-mexico-eu- alianza-energetica.html. Consultado 2/12/13. 22Ver Gaceta20131211-VIII, documento digital versión Pdf en http://gaceta.diputados.gob.mx/http://sener.gob.mx/ webSener/res/prensa/Reforma_Energetica-Decreto.pdf 23Partido gobernante México buscaría periodo extraordinario en Congreso para reforma energética. http://noticias. terra.com/america-latina/mexico/partido-gobernante-mexico-buscaria-periodo-extraordinario-en-congreso-para-reforma- energetica,ed6e5b49c4082410VgnCLD2000000ec6eb0aRCRD.html. Consultado 2/12/13. 24Ver http://aristeguinoticias.com/1212/mexico/avalan-diputados-la-reforma-energetica-354-a-favor-134-contra/ Consultado 27/1/13 25México captará 10,000 MDD anuales por la reforma energética, 8 de enero de 2014 http://yucatan.com.mx/mexico/ mexico-captara-10000-mdd-anuales-por-la-reforma-energetica. Consultado el 21/01/14. 26México destaca el potencial para las inversiones chinas Jueves, 16 de enero de 2014 http://yucatan.com.mx/econo- mia/industria/mexico-destaca-el-potencial-para-las-inversiones-chinas. Consultado el 21/01/14. La reforma energética en México o la entrega definitiva a los Estados Unidos 135 el uso de fuentes renovables a través de contratos con transnacionales27 norteamericanas y europeas, propietarias de las tecnologías más renova- doras en este campo. Desde el anuncio de la propuesta, la reacción popular no se hizo es- perar. Declaraciones, manifestaciones, análisis y artículos de muy diversa naturaleza han sido producidos y tanto dentro como fuera de México. Esta autora coincide con una analista que afirmaba que …con esta firma se autorizó el saqueo del petróleo mexicano,28 pero también es oportu- no señalar que esta entrega, ha sido un proceso paulatino y sistemático que no comenzó en agosto de 2013 con la propuesta en sí, sino con las múltiples concesiones y permisos otorgados por México a empresas norteamericanas para diversas actividades petroleras. Esta modificación de los artículos 27 y 28 de la Constitución mexicana que parece casi in- significante porque al final son dos artículos, no más, elimina el último obstáculo que tenían los Estados Unidos para acceder de una manera "libre y competitiva"(¿quién podrá ser libre de competir con ellos?) a los recursos energéticos mexicanos. Esta autora considera que en veinte años de TLCAN, Estados Unidos logró desangrar en mayor proporción los recursos mexicanos que con la usurpación de Texas, Baja California y Nuevo México. En fin, la suerte de los hidrocarburos mexicanos está echada y con ella, el destino de la soberanía de la nación azteca.

Conclusiones

• El petróleo mexicano fue, sin duda alguna, el gran ausente del TL- CAN pero veinte años después el gobierno mexicano abre las puertas al capital extranjero. • La propuesta presentada no constituye en modo alguno, la única ni mejor variante para lograr la eficiencia de la explotación del crudo mexicano. • La seguridad energética es un componente importante en la estrate- gia de seguridad diseñada por los Estados Unidos a partir de los sucesos del 11/9 y en especial, la estabilidad del suministro del crudo mexicano. • La energía eléctrica constituye una actividad de mayores y más rápi- das posibilidades de ser controlada por empresas transnacionales. • La Reforma energética está en correspondencia total con el Proyecto Mesoamericano al establecer la posibilidad de participación de terceros

27México.- Enel y el Instituto Mexicano de Investigaciones Eléctricas intercambiarán información. http://www. notimerica.com/mexico/noticia-mexico-enel-instituto-mexicano-investigaciones-electricas-intercambiaran-informa- cion-20140114095319.html. Consultado 21/01/14. 28México en las garras de los globalizadores Vicky Peláez (RIA NOVOSTI, especial para ARGENPRESS.info) martes, 21 de enero de 2014. 136 MSc. Nidia Alfonso Cuevas en las diversas actividades que contiene la explotación de los hidrocarbu- ros y la generación de energía eléctrica.. • La matriz costo-beneficio de la reforma energética no debe verse solo desde los ingresos esperados y el mejoramiento tecnológico de Pe- mex. El avance mundial hacia un cambio de modelo energético y visión de Estados Unidos de hacer de América del Norte el primer productor mundial de hidrocarburos (incluyendo el gas shale), deben ser valorados a profundidad. • A pesar del rechazo popular que recibió la reforma energética desde su propio anuncio, fue aprobada en tiempo record, lo cual evidencia la comunidad de intereses de la oligarquía mexicana, representada en Senado y Congreso, con los objetivos de Estados Unidos para América Latina en general y para México, en particular.

ANEXO # 1 Las órdenes ejecutivas del Presidente de EE.UU.: definición y alcance

MSc. Ana María Valido Alou Investigadora del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI)

Introducción

El Presidente de los Estados Unidos dispone de un conjunto de ins- trumentos para influir en los procesos de conformación de políticas públicas que son competencia del gobierno federal (política exterior, inmigración, impuestos, i.a.). De ellos, las órdenes ejecutivas sobresalen como la forma más eficaz de ejercer su autoridad como jefe de estado, jefe del ejecutivo y comandante en jefe. Las órdenes ejecutivas son directivas que emite el Presidente por medio de las cuales puede decretar que los funcionarios de la rama eje- cutiva o las agencias realicen determinadas acciones o que detengan la ejecución de cierta actividad. También sus funciones están dirigidas a efectuar cambios en los procesos de ejecución de políticas públicas, al delegar en ellos el ejercicio de determinadas funciones en materia de in- terpretación administrativa de las leyes y su aplicación a casos concretos. En torno a la facultad del Presidente para emitir órdenes ejecutivas se han establecido varios debates importantes. En primer lugar, definir las posibles diferencias en relación con los contenidos y las formalidades para la emisión de varios instrumentos a los cuales de forma genérica se les denomina “órdenes ejecutivas”, pero que se distinguen entre sí por razón de los objetivos de política doméstica y exterior que persiguen y a quiénes van dirigidos. En segundo lugar, se analiza la ausencia de disposiciones constitucio- nales que ofrezcan una definición conceptual de este tipo de instrumen- to y que permitan determinar su valor jerárquico en el ordenamiento jurídico estadounidense. 138 MSc. Ana María Valido Alou

Finalmente, se cuestiona la autoridad legal del Presidente para emitir este tipo de documento ya que la Constitución de los Estados Unidos, específicamente el artículo II que regula las prerrogativas presidenciales, no lo hace de forma explícita. En relación con este último aspecto, el criterio de los autores consul- tados1 es que la ausencia de límites normativos a la facultad del Presiden- te de emitir órdenes ejecutivas es absolutamente intencional y tiene su explicación en la tendencia histórica de fortalecer el papel del ejecutivo en los procesos de conformación de políticas públicas, sobre todo a par- tir de la Segunda Guerra Mundial. Por esta razón, las cortes de justicia han sido reticentes a aceptar ca- sos en los cuales los magistrados tengan que pronunciarse respecto a la determinación del alcance de las prerrogativas presidenciales en el ejercicio de las funciones que le confiere la Constitución de los Estados Unidos, lo cual también abarca la discusión en torno a la legitimidad de las órdenes ejecutivas.2 No obstante, las órdenes ejecutivas han sido aceptadas como un ele- mento inherente al ejercicio de la autoridad constitucional y legal del Presidente de los Estados Unidos y son consideradas fuente de derecho.3 La importancia de estudiar ciertos temas que pertenecen al ámbito del derecho constitucional estadounidense, y que tienen relevancia teó- rica y práctica respecto a los procesos de conformación de política hacia Cuba, resulta del hecho de que tanto las primeras medidas de bloqueo parcial, así como el bloqueo total impuesto a la República de Cuba fue- ron instrumentados en buena medida a través de órdenes ejecutivas.4 El objetivo de este trabajo consiste en el análisis de los elementos esenciales sobre la naturaleza de las órdenes ejecutivas, su alcance en los procesos de conformación de políticas públicas y los fundamentos de derecho que le otorgan al Presidente de los Estados Unidos la autoridad constitucional y legal para emitir este tipo de documento, a la luz de una revisión crítica de la Proclama Presidencial No. 3447 del 3 de febrero

1A. Ginnochio y K.L. Doran: The Boundries of Executive Authority, CEES, Colorado, 2008; K.M. Stack: “The President´s Statutory Power to Administer the Laws”, Columbia Law Review, Vol. 106, No. 2. 2006 y del mismo autor: “The Reviewability of the President´s Statutory Powers”, Vanderbilt Law Review, Vol. 60. No. 4, 2009. 2K.M. Stack: “The Reviewability of the President´s Statutory Powers”, Ob. Cit. 3V.K. Burrows: Executive Orders: Issuance and Revocation, Congresional Research Service: Washington D.C., 2010. 4La imposición del bloqueo parcial contra Cuba se realizó a través de órdenes ejecutivas: la No. 3355 del 6 de julio de 1960 en la que el Presidente Eisenhower dispuso la reducción de la cuota azucarera asignada a Cuba en el mercado norteamericano para ese año y el primer trimestre de 1961; la No. 3383 del 16 de diciembre de 1960 mediante la cual se determinó que la cuota para el primer trimestre de 1961 sería cero, y la No. 3401 del 31 de marzo de 1961, que mantuvo la cuota azucarera en cero. El 3 de febrero de 1962 el presidente Kennedy emitió la Proclama No. 3447 que decretó el embargo de todo el comercio con Cuba. De todas las órdenes ejecutivas decretadas contra la Isla, esta es la de mayor importancia e impacto. Con posterioridad, al menos en tres ocasiones más se ha hecho uso de este tipo de documento para prorrogar la vigencia del sistema de prohibiciones contenidos en las Regulaciones para la Administración de las Exportaciones (OE No. 12444), prohibir la entrada a los Estados Unidos de funcionarios y empleados del gobierno o del Partido Comunista de Cuba (OE No. 5377), y extender el alcance de la emergencia nacional en respecto a Cuba para impedir la entrada de embarcaciones de recreo estadounidense en aguas cubanas (OE No. 6867). Las órdenes ejecutivas del Presidente de EE.UU.: definición y alcance. 139 de 1962, titulada “Embargo sobre el Comercio con Cuba”. Esta orden ejecutiva es el elemento fundacional del “(…) andamiaje que sustenta jurídicamente, dentro de la normativa norteamericana, el ilegal bloqueo impuesto a Cuba (…)”5 Las órdenes ejecutivas: definición y alcance

El artículo II de la Constitución de los Estados Unidos de América y las leyes ordinarias mediante las cuales el Congreso autoriza al Presi- dente a realizar determinados actos, constituyen la base jurídica para el ejercicio de sus funciones como jefe de la rama ejecutiva. Las Secciones 2 y 3 del artículo II definen las prerrogativas de carácter general que determinan el ámbito de acción preferencial del Presidente. Las más importantes son ser jefe supremo del ejército y de la armada de los Estados Unidos, suspender la ejecución de sentencias y conceder indultos por delitos contra la nación, negociar acuerdos internacionales, nombrar embajadores, designar a los funcionarios de la rama ejecutiva y a los jueces de la Corte Suprema de Justicia. De igual forma, velará por el fiel cumplimiento de las leyes. Las leyes ordinarias regulan aspectos más específicos de la acción pre- sidencial, como por ejemplo, la Ley de Comercio con el Enemigo,6 que le otorga al Presidente amplio poder regulatorio para establecer embargos económicos como medida para hacer cumplir objetivos de la política exterior. Por tanto, las decisiones presidenciales que encuentran su fundamen- to en el ejercicio de las prerrogativas conferidas por el artículo II de la Constitución son el resultado de la autoridad constitucional; y aquellas que se afirman en las leyes ordinarias, son consecuencia de la autoridad legal del jefe del ejecutivo. El Presidente estadounidense cuenta con un importante número de “herramientas” para influir en los procesos de ejecución de políticas públicas internas y para las relaciones exteriores, tales como las órdenes ejecutivas, las proclamas presidenciales, los memorandos, las declaracio- nes, las directivas de seguridad nacional, los comunicados ejecutivos, el veto, y la facultad de ejecutar acuerdos internacionales. En relación con los cinco primeros instrumentos de los antes men- cionados, se cuestiona si entre ellos existe alguna diferencia de conte- nido o si las distinciones son meramente de orden formal. Los criterios son diversos, y algunos especialistas afirman que confundirlos entre si

5O. Miranda Bravo: Cuba/USA. Nacionalizaciones y Bloqueo, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1996, p.43. 6Ley Pública 65-91 [H.R. 4960], 40 Statu. 411, aprobada el 6 de octubre de 1917, enmendada. (…) Que [50 U.S.C. ap. 1] esta Ley será conocida como “Ley de Comercio con el Enemigo”. 140 MSc. Ana María Valido Alou y denominarlos genéricamente como “órdenes ejecutivas” constituye un grave error técnico-normativo.7 Otros estiman que lo único que los singulariza es el hecho de que las órdenes, las directivas y las proclamas son indiscutiblemente fuente de derecho y por tanto se integran auto- máticamente al Registro Federal, mientras que los memorandos surtirán tales efectos sólo si el Presidente determina que estos son de aplicación general.8 Por lo anterior, no existe consenso y persiste la tendencia de que cada autor afirme lo uno o lo otro, en dependencia de los objetivos de análisis y sobre todo en relación con los aspectos que determinan la posibilidad de que las decisiones presidenciales puedan ser revisadas por las cortes de justicia. En definitiva, el único límite claramente establecido a la autoridad constitucional y legal del Presidente para emitir órdenes ejecutivas es que estas no pueden contravenir lo dispuesto en la Constitución y en las leyes federales, lo cual es perfectamente compatible con la facultad presidencial de administrar las leyes justamente a través de este tipo de instrumento. Lo cierto es que se evidencia una tendencia histórica a fortalecer la prerrogativa presidencial de presentar un grupo de documentos que tienen distintos niveles de jerarquía en el ordenamiento jurídico esta- dounidense9 y que a los efectos prácticos, fortalece la posición de la rama ejecutiva en lo relativo a la aplicación de las leyes, ya que por interpre- tación administrativa se puede variar su sentido y alcance, sin que sean necesario modificar o derogar la ley. La Constitución de los Estados Unidos no contiene ninguna disposi- ción relativa al valor conceptual de las órdenes ejecutivas. La descripción más ampliamente aceptada es la que ofreció el Comité de Operaciones Gubernamentales de la Cámara de Representantes en el año 1957 defi- niéndolas como “(…) directivas o acciones del Presidente. Cuando estas se basan en la autoridad del Presidente que deriva de la Constitución o las leyes ordinarias, pueden tener la fuerza y el efecto de la ley… En sen- tido estricto, las órdenes y proclamas ejecutivas son documentos escritos que se denominan de esta forma… Las órdenes ejecutivas generalmente están dirigidas a los funcionarios de gobierno, y determinan las acciones de estos y de las agencias federales (…)”10 Lo anterior enfatiza la necesidad de que las órdenes ejecutivas en- cuentren su fundamento jurídico en el texto constitucional o normas jurídicas ordinarias para que sean consideradas fuente de derecho. Por

7A. Ginnochio y K.L. Doran:The Boundries of Executive Authority, Ob. cit.; y K.M. Stack: “The Reviewability of the President´s Statutory Powers”, Ob. cit. 8V.K. Burrows: Executive Orders: Issuance and Revocation, Ob. cit. 9Ver Anexo 1, “Lista de órdenes ejecutivas por Presidentes”. 10A. Ginnochio y K.L. Doran: The Boundries of Executive Authority, Ob. Cit., p. 5; V.K. Burrows: Executive Orders: Issuance and Revocation. Washington, Ob. cit., p.2. Las órdenes ejecutivas del Presidente de EE.UU.: definición y alcance. 141 tanto, en términos de relación jerárquica, estas directivas vienen a situar- se en un lugar inmediatamente posterior a la Constitución y las leyes ordinarias en atención al órgano que las emite, es decir, el jefe de la rama ejecutiva. Teniendo en cuenta lo anterior, las órdenes ejecutivas pueden ser modificadas o derogadas solamente por determinación presidencial, por una ley del Congreso o por decisión judicial. Otra forma de poner fin a lo dispuesto en este tipo de documento es que el mismo nazca con un término o condición, o porque los propósitos para los cuales fue emitido se hayan cumplido. La Constitución de los Estados Unidos tampoco regula los fines y pro- pósitos de las órdenes ejecutivas. Se ha establecido la costumbre de que este tipo de instrumento sirva de vehículo para hacer cumplir decisiones presidenciales que están dirigidas a los funcionarios y agencias que inte- gran la rama ejecutiva, para delegar facultades en ellos o para reordenar el sistema de agencias, con la finalidad de influir en todo lo relativo a la gestión de los recursos humanos y la organización del gobierno federal. También sirven las órdenes ejecutivas para establecer acciones en aquellas esferas en la cual el Presidente tiene preferencia, como las rela- ciones exteriores, la inmigración, el manejo de la información clasificada, la designación de funcionarios diplomáticos y consulares, las operaciones militares y disciplina del ejército, así como el control de las concesiones administrativas. En relación con las formalidades para la emisión de estos documentos, las mismas quedaron establecidas en la Orden Ejecutiva No. 7298 de 1936, presentada por el presidente Frankin D. Roosvelt, que dispuso la manera uniforme de elaborar las propuestas de órdenes y proclamas ejecutivas, incluyendo lo relativo a su publicación en el Registro Federal. Los presidentes Kennedy, Johnson, Carter y Reagan realizaron impor- tantes modificaciones a los aspectos procesales, pero la finalidad de todas ellas fue alcanzar un mayor rigor respecto a la publicidad y codificación de las órdenes ejecutivas.11

Revisión judicial de las órdenes ejecutivas

La naturaleza normativa de las órdenes ejecutivas fue reafirmada por el juez Robert H. Jackson12 de la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos quien estableció por la vía jurisprudencial el marco analítico para

11Anterior a 1907, las órdenes ejecutivas eran enumeradas y preservadas de forma aleatoria en el archivo del Departa- mento de Estado. No fue hasta la aprobación de la Ley de Registro Federal de 1935 que se establecieron los proced- imientos de publicación y conservación de las órdenes, disponiéndose que estas serían conservadas en la División del Registro Federal. A. Ginnochio y K.L. Doran: The Boundries of Executive Authority, Ob. cit. 12Robert Hounghwout Jackson (Febrero 13, 1892-Octubre 9, 1954). Fue Fiscal General de los Estados Unidos de América entre 1940 y 1941, y Juez Asociado de la Corte Suprema de Justicia de 1941 a 1945. También fue fiscal jefe de 142 MSc. Ana María Valido Alou evaluar la legitimidad de estas directivas mediante la decisión del famoso caso Youngstown Sheet & Tube Co. vs. Sawyer13 en el año 1952. En dicha sentencia el juez Jackson definió lo que en términos doc- trinales y jurisprudenciales se conoce como “prueba tripartita” para analizar si el Presidente ha ejercido sus prerrogativas constitucionales o normativas correctamente o se ha excedido en el ejercicio de sus fun- ciones. De acuerdo con el criterio del juez Jackson, la legitimidad de las de- cisiones presidenciales que se llevan a vías de hecho mediante órdenes ejecutivas está condicionada por los siguientes elementos: 1. Que el Presidente actúe dentro de los límites expresamente autori- zados por el Congreso. De cumplirse este supuesto, las órdenes ejecutivas gozarán de legitimidad absoluta ya que las disposiciones contenidas en ellas estarán justificadas jurídicamente no sólo en relación con las pre- rrogativas generales que facultan al jefe del ejecutivo para realizar estos actos, sino por la autoridad legal que le ha sido expresamente conferida por razón de la legislación ordinaria. Que el Presidente actúe no obstante la falta de autorización expresa del Congreso. Este supuesto deriva en la conformación de una “zona gris” en cuanto a poder determinar si el jefe del ejecutivo se extralimitó en el ejercicio de sus funciones. En estos casos, la legitimidad de las direc- tivas presidenciales se establece mediante la definición de a cuales de los órganos, legislativo o ejecutivo, le correspondía actuar ante determinada circunstancia. 2. Que el Presidente actúe en contra de lo establecido por el Con- greso. Ante este supuesto, las decisiones del jefe del ejecutivo son muy vulnerables y la única vía para detener una acción en su contra es que la Corte Suprema de Justicia inhabilite al Congreso para someterlas a revisión judicial. Otro aspecto relevante a tomar en consideración para valorar la le- gitimidad de las órdenes ejecutivas es delimitar de forma inequívoca el ámbito de competencia preferencial al cual corresponde la decisión en cuestión. Igualmente, los autores consultados14 le conceden gran importancia al elemento circunstancial ya que los fundamentos de hecho son los que fijan la necesidad de la acción presidencial y apuntan hacia la correlación los Estados Unidos durante los juicios de Nüremberg. 13El caso surge a partir de la decisión del presidente Harry Truman de tomar el control de las fábricas de acero durante un período de desacuerdo entre los obreros y los patrones, lo cual provocó la paralización de esta industria en momentos en que se estaba desarrollando la guerra de Corea. Truman intentó hacerse del control sobre las fábricas para garantizar la continuidad de la producción de acero. La Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos determinó que el jefe del ejecutivo se había excedido en el ejercicio de sus prerrogativas constitucionales. 14M.J. Lindsay: “Congress and Foreign Policy: Why the Hill Matters”, Political Science Quarterly, Vol. 107. No. 4, 1992-93; R.B. Zoellick: “Congress and the Making of US Foreign Policy”, Survival, Vol. 41, No. 4, 1999-2000; K.M. Stack: “The President´s Statutory Power to Administer the Laws”, Ob. cit. y “The Reviewability of the President´s Statu- tory Powers”, Ob. cit. Las órdenes ejecutivas del Presidente de EE.UU.: definición y alcance. 143 de fuerzas en un momento histórico determinado, que en última instan- cia, es lo que puede dar origen a su revisión judicial.

La Proclama Presidencial No. 3447 de los Estados Unidos de América del 3 de febrero de 1962. Análisis crítico

Al imponer el bloqueo total contra Cuba en febrero de 1962, sin que existiera un estado de guerra entre ambos países, el presidente Kennedy se apoyó en el precedente instituido por el presidente Truman cuando este último declaró una situación de emergencia nacional durante la guerra de Corea en 1950. En aquel momento, Truman argumentó del “peligro inminente que la agresión comunista y el movimiento comu- nista internacional” representaban para la seguridad nacional de los Estados Unidos.15 Kennedy hace uso de este precedente y valora que la “(…) ofensiva subversiva del comunismo sino-soviético con el cual el Gobierno de Cuba está públicamente alineado”16 compelía a los Estados Unidos a tomar las medidas que pudieran considerarse apropiadas para su autodefensa. Asimismo, afirma que “(…) el actual Gobierno de Cuba es incompatible con los principios y objetivos del Sistema Interamericano”,17 argumento tomado de la Declaración Final de la Octava Reunión de Ministros de de Relaciones Exteriores de la Organización de Estados Americanos (OEA). Estos constituyeron los fundamentos de hecho para hacer efectivo el bloqueo total contra la Isla a través de la Proclama Presidencial No. 3447 del 3 de febrero de 1962. Sirve de fundamento de derecho a esta directiva, la Ley de Asistencia al Exterior del 4 de septiembre de 1961, específicamente la Sección 620, inciso (a),18 que prohíbe cualquier forma de asistencia al gobierno de Cuba y faculta al Presidente de los Estados Unidos a imponer y mante- ner un embargo de todo el comercio entre los Estados Unidos y la Isla.

15S. Castro Mariño: Análisis de la codificación del bloqueo económico, comercial y financiero a la República de Cuba por la Ley Helms-Burton, Centro de Estudios sobre Estados Unidos, La Habana, 1999, p. 12; R. Dávalos Fernández: ¿Embargo o bloqueo? La instrumentación de un crimen contra Cuba, Editorial Capitán San Luis, La Habana, 2012, p.122; M. Krinsky y D. Golove: United States Economic Measures Against Cuba, Aletheia Press, Northampton, 1993, p. 92. 1627 Fed.Reg. 1085, 7 de febrero de 1962. Ver Anexo 2, texto íntegro de la Proclama Presidencial No. 3447 del 3 de febrero de 1962, titulada “Embargo sobre el Comercio con Cuba”. 17Ibíd. 18Ley Pública 87-195 [S. 1983], 75 Stat. 424, aprobada el 4 de septiembre de 1961, enmendada. Una Ley Para pro- mover la política exterior, la seguridad y el bienestar general de los Estados Unidos a través de la asistencia a los pueblos del mundo en sus esfuerzos por el desarrollo económico y la seguridad interna y externa, y para otros propósitos. (…) Que esta Ley puede ser citada como la “Ley de Asistencia al Exterior de 1961”. Parte III, Capítulo 1 – Disposiciones generales, Sección 620 (a), 22 U.S.C. § 2370(a) sobre Prohibición de Suministrar Asistencia. (1) No se suministrará ninguna asistencia de acuerdo con esta Ley al actual gobierno de Cuba. Como medio adicional para instrumentar y hacer efectiva la política expresada en la oración precedente, el Presidente queda autorizado a establ- ecer y mantener un embargo total de todo el comercio entre los Estados Unidos y Cuba”. (2) Excepto cuando el Presidente considere necesario, en función de los intereses de los Estados Unidos, no se sumi- 144 MSc. Ana María Valido Alou

La Proclama Presidencial No. 3447 significó jurídicamente la declara- ción formal del bloqueo total contra Cuba19 A través de este documento el presidente Kennedy dispuso que el Departamento del Tesoro quedaba encomendado de establecer las regulaciones necesarias para prohibir la importación a los Estados Unidos de todos los productos de origen cu- bano, así como la importación de productos desde o a través de Cuba, lo cual se concretó con la promulgación de las Regulaciones del Control de Activos Cubanos del 9 de julio de 1963 (CACR, por sus siglas en inglés). Igualmente, ordenó al Departamento de Comercio que en cumpli- miento de las disposiciones contendías en la Ley de Control de Expor- taciones de 1949, mantuviera todas las prohibiciones en cuanto a las exportaciones de productos estadounidenses a la Isla. Por tanto, a través de la Proclama No. 3447, el Presidente de los Esta- dos Unidos delegó la autoridad discrecional para interpretar y aplicar to- das las normas jurídicas que regulan el bloqueo comercial, económico y financiero impuesto por el gobierno de los Estados Unidos contra Cuba, en los Secretarios del Tesoro y de Comercio y sus entidades administrati- vas quedaron facultadas para emitir las regulaciones necesarias. De igual forma, quedaron encargadas de aprobar las excepciones al conjunto de prohibiciones establecidas mediante el proceso de otorgamiento de li- cencias. Si bien el fundamento de derecho del bloqueo contra Cuba lo cons- tituye declaradamente la Sección 620, inciso (a) de la Ley de Asistencia al Extranjero de 1961, la facultad para delegar autoridad en funcionarios o agencias federales para que administren este tipo de sanciones econó- micas contra un país, la confiere la Sección 5, inciso (b) de la Ley de Co- mercio con el Enemigo.20 Esta ley es también fuente de la autoridad legal necesaria para instituir las reglas y regulaciones que autoricen la emisión nistrará ninguna asistencia de acuerdo con esta Ley a ningún gobierno de Cuba, y tampoco Cuba estará facultada para recibir cuotas autorizando la importación de azúcar cubano en los Estados Unidos o para recibir cualquier otro beneficio de acuerdo con las leyes de los Estados Unidos, hasta que el Presidente determine que este gobierno ha tomado los pasos adecuados de acuerdo con los estándares del derecho internacional para devolver a los ciudadanos de los Estados Unidos y a las entidades no menos del 50% de los bienes propiedad de ciudadanos estadounidenses, o abone una compensación equitativa a estos ciudadanos y entidades por los bienes tomados de estos ciudadanos y entidades en o después de Enero 1, 1959 por el Gobierno de Cuba. 19R. Dávalos Fernández: ¿Embargo o bloqueo? La instrumentación de un crimen contra Cuba, Ob. cit., p. 133 y O. Miranda Bravo: Cuba/USA. Nacionalizaciones y Bloqueo, Ob. cit., p. 40. 2050 U.S.C. app. 5(b) (1) Durante el tiempo de guerra, el Presidente puede, a través de cualquier agencia que el puede designar, y de acuerdo con tales reglas y regulaciones que el puede prescribir, mediante instrucciones, licencias, o cualquier otra – (A) investigar, regular o prohibir cualquier transacción de intercambio exterior, transferencia de créditos o pagos entre, por, a través de, o a cualquier institución bancaria, y la importación, exportación, atesoramiento, fundición o destinar oro o plata en moneda o lingote, divisas o valores y (B) investigar, regular, ordenar o compeler, anular o hacer nulo, evitar o prohibir cualquier adquisición, posesión, tenencia, uso, transferencia, transportación, importación o exportación de, o negociar o ejercer cualquier derecho, poder o privilegio respecto a, o realizar transacciones que tenga como objeto cualquier bien en el cual un país extranjero o de sus nacionales tenga interés alguno respecto a cualquier bien sujeto a la jurisdicción de los Estados Unidos. Y el Presidente, de acuerdo con los términos que él decida, le otorgará a cualquier agencia o persona que el designe, la tenencia, el uso, la administración, la liquidación, la venta o cualquier otra transac- ción respecto a los bienes o interés de cualquier país extranjero o de sus nacionales, en interés y para beneficio de los Estados Unidos.(…). (2) Cualquier pago, transferencia, asignación o entrega de bienes o intereses (…). Las órdenes ejecutivas del Presidente de EE.UU.: definición y alcance. 145 de instrucciones, licencias u otras disposiciones que sean necesarias para instrumentar tales medidas.21 La aplicación a Cuba de la Ley de Comercio con el Enemigo permitió ampliar el rango de las sanciones contra la Isla hacia otras que rebasa- ban lo estipulado por la Ley de Asistencia al Extranjero de 1961. Es por ello que Dianne E. Rennack y Mark P. Sullivan afirman que “La Sección 620(a) de la Ley de Asistencia al Exterior de 1961 junto con la Ley de Comercio con el Enemigo, continúan siendo hasta hoy las fuentes de autoridad legal fundamental del embargo comercial y financiero abarca- dor respecto a Cuba.”22 Algunos autores son del criterio de que la aplicación a Cuba de la Ley de Comercio con el Enemigo, también significó su calificación como “enemigo” de los Estados Unidos atendiendo a lo establecido en la Sec- ción 2 de esta Ley.23 Lo anterior es discutible, ya que la entrada en vigor de la Ley de Po- deres Económicos para Emergencia Internacional de 197724 limitó los efectos de dicha norma jurídica sólo a períodos de guerra declarada. Al mismo tiempo, dispuso que se mantendrían en vigor las sanciones contra un país impuestas antes del 1ro de julio de 1977, por razón de emergencia nacional decretada por el Presidente de acuerdo con lo dispuesto en la Ley de Comercio con el Enemigo, siempre y cuando el jefe del ejecutivo las prorrogara anualmente, argumentando su utilidad para el interés nacional de los Estados Unidos.25 Esta es la razón por la cual a partir del 8 de septiembre de 1978, mo- mento en el que por primera vez se prorrogó la vigencia de la Ley de Comercio con el Enemigo respecto a Cuba, el Presidente de los Estados Unidos emite anualmente y alrededor de igual fecha un Memorandum estableciendo la continuidad del bloqueo contra Cuba por el período de un año más, para lo cual invoca la autoridad que le confiere la Sección

2150 U.S.C. app. 5(b)(1). 22D. Rennack y M.P. Sullivan: U.S.-Cuban Relations: An Analytic Compendium of U.S. policies, Laws & Regulations, Occasional Paper, The Atlantic Council of the United States, Washington D. C., 2009, p. 17. 2350 U.S.C. app.2 —Definiciones. Que la palabra “enemigo”, en la forma en que se emplea aquí, significará, a los propósitos de este comercio y de esta Ley (…)— R. Dávalos Fernández:¿Embargo o bloqueo? La instrumentación de un crimen contra Cuba, Ob. cit., p.133. 24Ley Pública 95-223 de 28 de diciembre de 1977, Una Ley sobre los poderes del Presidente en tiempo de guerra o emergencia nacional. (…) Título II – Poderes Económicos para Emergencia Internacional. Título Corto. Sec. 201. Este título puede ser citado como “Ley de Poderes Económicos para Emergencia Internacional”. 25Secciones 101(a) y (b) de la Ley de Poderes Económicos para Emergencia Internacional. Título I – Enmiendas a la Ley de Comercio con el Enemigo. Derogación de todos los poderes de emergencia nacional de acuerdo con la Ley de Comercio con el Enemigo. Sec. 101(a). La Sección 5(b)(1) de la Ley de Comercio con el Enemigo se enmienda al eliminar del texto de la sub- sección (A) la frase “o durante cualquier período de emergencia nacional declarada por el Presidente”. (b) No obstante la enmienda introducida en la sub-sección (a), la autoridad conferida al Presidenta por medio de la sección 5(b) de la Ley de Comercio con el Enemigo, que estaba siendo ejercida respecto a determinados países antes del 1 de julio de 1977, como resultado de que el Presidente declarase contra ellos el estado de emergencia nacional antes de esta fecha, puede continuar siendo ejercida respecto a estos países excepto que, a menos que sea prorrogada, cese el ejercicio de dicha autoridad. (…) El Presidente puede extender el ejercicio de dicha autoridad por el período de un año a través de decisión anual de que el ejercicio de esta autoridad en relación con un país determinado está en el interés nacional de los Estados Unidos. (…) 146 MSc. Ana María Valido Alou

101, inciso (b) de la Ley de Poderes Económicos para Emergencia Inter- nacional de conjunto con la determinación de caducidad de la misma contenida en el memorándum del año anterior.26 Por tanto, la vigencia de las sanciones económicas contra Cuba que tienen base en la Ley de Comercio con el Enemigo, se prorroga por me- dio de otro instrumento cuyo uso es prerrogativa del Presidente y que se inscribe en el grupo de las llamadas “órdenes ejecutivas”, que es el Memorandum. Retomando lo dispuesto en la Proclama Presidencial No. 3447, la re- visión crítica de este documento permite arribar a la conclusión de que el bloqueo, como instrumento de la política de hostilidad del gobierno de los Estados Unidos contra Cuba, continua intacto, mientras que los elementos circunstanciales que se esgrimieron para determinar su ejecu- ción, ya no existen. Primeramente, por la desintegración de la URSS y la desaparición del Campo Socialista así como la nueva proyección de China en el sistema de relaciones internacionales por su condición de potencia económica y política emergente. Por otras parte, el trascendental cambio político y social que está teniendo lugar en América Latina a partir del triunfo de la Revolución Bolivariana en Venezuela y el afianzamiento de un conjunto de gobiernos progresistas con políticas alternativas al neolibe- ralismo, que ha reconfigurado el mapa político de la región, propiciando una interrelación más fluida de Cuba con las naciones del continente y de la región del Caribe. La plena inserción de la Isla en un conjunto de mecanismos de integración y cooperación regional de distintos signos y niveles dentro de los que se destaca la Comunidad de Estados Latinoame- ricanos y Caribeños (CELAC) y la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), es exponente de la importancia de Cuba como interlocutor regional e internacional. Por otro lado, en las dos últimas Cumbres de las Américas, la celebradas en Puerto España (Tri- nidad y Tobago) y Cartagena de Indias (Colombia), los países miembros establecieron por consenso como precondición para la celebración de su próxima reunión, la presencia de la mayor de la Antillas en dicho foro. Por tanto, resulta pertinente plantearse la siguiente interrogante: ¿qué legitimidad tiene un instrumento normativo cuyos fundamentos de hecho ya no se cumplen? Responder a esta pregunta es volver una vez más sobre el anacronismo y la ilegitimidad del bloqueo contra Cuba como el principal instrumen- to de los Estados Unidos para la realización de sus objetivos de política exterior respecto a la Isla, es decir, el cambio de régimen en Cuba.

26Ver Anexo 3, “Memorando Presidencial-Determinación Presidencial sobre la Ley de Comercio con el Enemigo”. Las órdenes ejecutivas del Presidente de EE.UU.: definición y alcance. 147

Teniendo en cuenta lo analizado en torno a los elementos más generales de las órdenes ejecutivas como instrumentos del Presidente estadounidense para influir en los procesos de conformación de políticas públicas internas y la exterior, la única forma de modificarlas o derogar- las sería mediante una ley del Congreso por decisión judicial o mediante otra orden ejecutiva, cualquiera que sea su denominación. La presencia de legisladores cubano-americanos en el Congreso de los Estados Unidos continúa siendo un obstáculo para que prosperen proyectos de ley que favorezcan el interés de sectores económicos, co- merciales, académicos y ambientales, entre otros.27 Esta presencia, en general, y su ubicación en posiciones clave en los comités y subcomités de la Cámara de Representantes y del Senado que desempeñan un im- portante papel en los procesos de conformación de política hacia Cuba, continuará siendo una limitación. No obstante, lo anterior no excluye que coyunturalmente se incor- poren al torrente legislativo estadounidense un conjunto de iniciativas que favorezcan la prevalencia de intereses económicos de sectores muy específicos y que se autoricen transacciones comerciales y financieras en la esfera de la producción y los servicios. En relación con lograr una opinión favorable en las cortes de justicia, el altísimo nivel de politización de estos temas lastra la accesibilidad a la revisión judicial de cualquiera de las disposiciones que regulan el blo- queo contra Cuba. Sin embargo, el uso de las cortes en casos particulares de defensa de la soberanía nacional cubana puede ser viable. Por último, analizando la posibilidad de que el presidente Obama haga uso de sus prerrogativas constitucionales y legales para avanzar hacia una mejoría de las relaciones con Cuba, por el momento no se aprecia un compromiso serio del jefe del ejecutivo en este sentido.28 Aun cuando en 2009 diera ciertos pasos que se valoran positivamente, los elementos más característicos del bloqueo contra Cuba tales como la persecución de las transacciones comerciales y financieras con la Isla y la aplicación de multas millonarias a instituciones bancarias y compañías, entre otras, continúan vigentes y condicionados a que en Cuba se pro- duzca un cambio de gobierno. No obstante, teniendo en cuenta la vigencia de la Ley de Comercio con el Enemigo respecto a Cuba y la autoridad legal que esta le confiere al Presidente de los Estados Unidos para imponer y modificar embargos, se pueden identificar un conjunto de acciones que este puede realizar mediante el ejercicio de sus facultades ejecutivas.

27J. Vidal: Presentación en la clausura del Intercambio de opiniones entre académicos de EE.UU. y Cuba, auspiciado por el Centro de Investigaciones de Política Internacional los días 17 y 18 de diciembre, 2012. Versión digital, p. 1, 2012. 28Ibíd, p. 2. 148 MSc. Ana María Valido Alou

En la práctica, el bloqueo contra Cuba se instrumenta a partir de las Regulaciones del Control de Activos Cubanos emitidas por el Depar- tamento del Tesoro y las Regulaciones de la Administración de Expor- taciones del Departamento de Comercio acorde con lo dispuesto en la Sección 5 inciso (b), apartado (1) de la Ley de Comercio con el Enemigo. Dichas regulaciones prohíben todo tipo de transacción económica, comercial y financiera entre Cuba y los Estados Unidos a menos que estas sean autorizadas por el jefe del ejecutivo o por los funcionarios o agencias que el designe. El mecanismo establecido es el otorgamiento de licencias como ex- cepción a las prohibiciones mediante interpretación administrativa de la ley, lo cual se estipula en la Sección 3, incisos (a), (b) y (c) de la Ley de Comercio con el Enemigo.29 Es importante aclarar que aun cuando en la práctica se hace referen- cia al carácter general o específico de las licencias, la norma no establece ningún tipo de distinción. El mismo instrumento jurídico que le otorga al Presidente la auto- ridad legal requerida para establecer sanciones económicas contra un país, es decir, la Ley de Comercio con el Enemigo, es la misma que le confiere amplio poder regulatorio para otorgar licencias con la finalidad de autorizar transacciones comerciales y financieras que de lo contrario, serían ilícitas. Por tanto, el Presidente de los Estados Unidos goza de amplios pode- res legales para modificar el bloqueo contra Cuba sobre las base de los mismos presupuestos jurídico-normativos que fundamentan su ejecu- ción.

29[50 U.S.C. app. 3] —Será ilícito— (a) Para cualquier persona en los Estados Unidos, excepto con licencia del Presidente otorgada a tal persona, o al enemigo, o aliado del enemigo, tal como se dispone en esta Ley [secciones de la 1 a la 6, 7 a la 39, y de 41 a la 44 de este apéndice], comerciar, o trata de comerciar, directa o indirectamente, con, hacia, desde, para, en beneficio de, a nombre de cualquier otra persona, con conocimiento o causa razonable para suponer que esta otra persona es un enemigo o aliado del enemigo, o está desarrollando o tomando parte en tal comercio, directa o indirectamente, por, o a nombre de, en beneficio de un enemigo o aliado del enemigo. (b) Para cualquier persona, excepto con la licencia del Presidente, transportar, o intentar transportar hacia o desde los Estados Unidos, o para cualquier dueño, amo, o cualquier otra persona a cargo de una nave con registro de los Estados Unidos transportar o intentar transportar de cualquier lugar a otro, a cualquier súbdito o ciudadano de una nación enemiga o sus aliados, con conocimiento o causa razonable para suponer que la persona transportada o que se pretenda transportar es un súbdito o ciudadano de esta clase. (c) Para cualquier persona (distinta de una persona al servicio del Gobierno de los Estados Unidos o del gobierno de cualquier nación, excepto de una nación enemiga o sus aliados, y distinta de estas personas o clases de personas que puedan ser eximidas por el Presidente o por aquella persona que el designe) enviar, sacar, introducir o intentar hacerlo a los Estados Unidos cualquier carta o cualquier escrito o forma tangible de comunicación, exceptuando el curso normal del correo; y será ilícito para cualquier persona enviar, tomar o transmitir o intentar hacerlo fuera de los Estados Unidos cualquier carta o escrito, libro, mapa, plano u otro documento, imagen, telegrama, cablegrama o mensaje inalámbrico, o cualquier otra forma de comunicación destinada para o para ser entregada, directa o indirectamente, a un enemigo o aliado de enemigo. A menos que cualquier persona pueda enviar, tomar o transmitir fuera de los Estados Unidos cualquier cosa aquí prohibida, si primero lo somete al Presidente o a cualquier oficial que este haya designado, y obtenga licencia o autorización del Presidente, de acuerdo con aquellas reglas y regulaciones, y con aquellas excepciones que prescriba el Presidente. (…) Las órdenes ejecutivas del Presidente de EE.UU.: definición y alcance. 149

Es importante aclarar que la Ley de Comercio con el Enemigo no es- tablece ningún límite al otorgamiento de licencias, por lo que se trata de una prerrogativa presidencial de carácter notablemente extenso siempre y cuando no contravenga lo dispuesto en la ley, por lo que la autoridad legal del Presidente para otorgar licencias es muy amplia. Siendo así, la autoridad legal del Presidente de los Estados Unidos para influir o actuar directamente respecto a la flexibilización del bloqueo contra Cuba mediante la emisión de órdenes ejecutivas puede abarcar, como mínimo, las siguientes acciones.30 Viajes a Cuba: • Ampliar el rango de los viajes dentro de las doce categorías existentes; • Eliminar las frecuencias de los viajes por motivos familiares; • Ampliar los viajes por asuntos académicos; • Eliminar el límite a los gastos diarios (per diem) por conceptos de viaje lo cual comprende alojamiento, alimentación y transportación dentro del país, i.a.; • Autorizar los viajes a Cuba desde cualquier ciudad de los Estados Unidos; • Autorizar viajes vía ferry; • Otorgar licencia general para que las agencias de viajes organicen destinos a Cuba. Exportaciones agrícolas a Cuba: • Facilitar el intercambio comercial de estos productos, flexibilizando ciertos mecanismos bancarios; • Reinterpretar el concepto “pago en efectivo” y autorizar el embarque de los productos antes de que se reciba el pago; • Facilitar los términos de embarque; • Ampliar lista de productos que pueden ser exportados a Cuba. Medicinas y equipos médicos: • Autorizar la exportación de medicinas y equipos médicos que pueden ser utilizados en la fabricación de productos biotecnológicos en Cuba; • Autorizar la venta de materia prima para la producción de medica- mentos. Limitar los efectos extraterritoriales del bloqueo: • Eliminar la prohibición del uso del dólar estadounidense en las tran- sacciones internacionales de Cuba; • Autorizar a los barcos que naveguen con pabellón de terceros países que hayan tocado puerto cubano por concepto de transportación de

30S. Castro:¿Es posible cortar el Nudo Gordiano?: Límites y posibilidades para un diálogo respetuoso y necesario entre los gobiernos de Cuba y los Estados Unidos de América. Presentación en el Intercambio de opiniones entre académicos de EE.UU. y Cuba, auspiciado por el Centro de Investigaciones de Política Internacional los días 17 y 18 de diciembre, 2012. Versión digital. R Dávalos Fernández:¿Embargo o bloqueo? La instrumentación de un crimen contra Cuba, Ob. cit. S. F. Propst: Presidential Authority to Modify Economic Sanctions Against Cuba, Hogan Lovells US LLP, Washington D.C., 2011; J. Vidal: Presentación en la clausura del Intercambio de opiniones entre académicos de EE.UU. y Cuba, auspiciado por el Centro de Investigaciones de Política Internacional los días 17 y 18 de diciembre, 2012, Versión digital. 150 MSc. Ana María Valido Alou mercancía o traslado de pasajeros hacia o desde Cuba, a no tener que dejar transcurrir el término de 180 días para poder realizar operaciones de carga y descarga en los puertos de los Estados Unidos; • Flexibilizar o eliminar la prohibición de importación a los Estados Unidos de artículos producidos en todo o en parte con materia prima proveniente de Cuba.

Conclusiones

Bajo el concepto “órdenes ejecutivas”, se agrupan varios instrumentos que sirven al Presidente de los Estados Unidos para influir en los proce- sos de conformación de políticas pública en el ámbito doméstico y en las relaciones exteriores. Aun cuando la Constitución de los Estados Unidos no hacer alusión explícitamente a las órdenes ejecutivas y su correspondiente valor jurí- dico, las mismas se han establecido como fuente de derecho y ocupan un significativo lugar dentro del ordenamiento jurídico estadounidense. La facultad del Presidente para emitir órdenes ejecutivas deriva esen- cialmente de las disposiciones contenidas en el artículo II de la Consti- tución de los Estados Unidos, como parte de sus prerrogativas generales, pero también se invoca la autoridad delegada en él mediante las leyes ordinarias. La Proclama Presidencial No. 3447 del 3 de febrero de 1962 emitida por el presidente John F. Kennedy es uno de los instrumentos norma- tivos de mayor importancia dentro del conjunto de disposiciones que sustentan jurídicamente el bloqueo comercial, económico y financiero contra Cuba. Esta directiva estableció su carácter general y designó a los funcionarios que tendrían la responsabilidad de ejecutar las medidas administrativas para hacerlo efectivo. Una valoración crítica en torno a los elementos histórico-lógicos que sustentan este documento devela una gran contradicción: en tanto los efectos de sus disposiciones continúan intactos, los argumentos circuns- tanciales que sirvieron de pretexto a esta medida ya no existen. Esta realidad, más allá de todas las consideraciones éticas, y las graves afectaciones que a lo largo de más de cincuenta años ha provocado al pueblo de la República de Cuba, cuestiona la legitimidad del bloqueo económico, comercial y financiero contra la Mayor de la Antillas en los términos que queda establecido mediante la Proclama Presidencial No. 3447 del 3 de febrero de 1962. Las órdenes ejecutivas del Presidente de EE.UU.: definición y alcance. 151

Su relación con la Ley de Comercio con el Enemigo, específicamente con lo dispuesto su Sección 3, incisos (a),(b) y (c), permite definir un con- junto de acciones que el Presidente de los Estados Unidos puede llevar a cabo mediante órdenes ejecutivas en áreas tales como los viajes a la Isla, las visitas familiares, los intercambios académicos, las exportaciones agrícolas, la compra de productos médicos y medicina, y finalmente, para limitar los efectos extraterritoriales del bloqueo para facilitar la participación de Cuba en transacciones internacionales.

152 MSc. Ana María Valido Alou

Anexo 1 Lista de órdenes ejecutivas por Presidentes Las órdenes ejecutivas del Presidente de EE.UU.: definición y alcance. 153

Anexo 2 Proclamation 3447 Embargo on all trade with Cuba

Source: The provisions of Proclamation 3447 of Feb. 3, 1962, appear at 27 FR 1085, 3 CFR, 1959-1963 Comp., p. 157, unless otherwise noted. WHEREAS the Eighth Meeting of Consultation of Ministers of Fo- reign Affairs, Serving as Organ of Consultation in Application of the Inter-American Treaty of Reciprocal Assistance, in its Final Act resolved that the present Government of Cuba is incompatible with the principles and objectives of the Inter-American system; and, in light of the subver- sive offensive of Sino-Soviet Communism with which the Government of Cuba is publicly aligned, urged the member states to take those steps that they may consider appropriate for their individual and collective self-defense; WHEREAS the Congress of the United States, in section 620(a) of the Foreign Assistance Act of 1961 (75 Stat. 445), as amended, has authorized the President to establish and maintain an embargo upon all trade bet- ween the United States and Cuba; and WHEREAS the United States, in accordance with its international obligations, is prepared to take all necessary actions to promote national and hemispheric security by isolating the present Government of Cuba and thereby reducing the threat posed by its alignment with the com- munist powers: NOW, THEREFORE, I, JOHN F. KENNEDY, President of the United States of America, acting under the authority of section 620(a) of the Foreign Assistance Act of 1961 (75 Stat. 445), as amended, do 1. Hereby proclaim an embargo upon trade between the United States and Cuba in accordance with paragraphs 2 and 3 of this proclamation. 2. Hereby prohibit, effective 12:01 A.M., Eastern Standard Time, Fe- bruary 7, 1962, the importation into the United States of all goods of Cuban origin and all goods imported from or through Cuba; and I he- reby authorize and direct the Secretary of the Treasury to carry out such prohibition, to make such exceptions thereto, by license or otherwise, as he determines to be consistent with the effective operation of the embar- go hereby proclaimed, and to promulgate such rules and regulations as may be necessary to perform such functions. 3. AND FURTHER, I do hereby direct the Secretary of Commerce, under the provisions of the Export Control Act of 1949, as amended (50 154 MSc. Ana María Valido Alou

U.S.C. App. 2021-2032), to continue to carry out the prohibition of all exports from the United States to Cuba, and I hereby authorize him, under that Act, to continue, make, modify, or revoke exceptions from such prohibition. Fuentes: http://www.archives.gov/

Anexo 3 The White House Office of the Press Secretary

For Immediate Release September 10, 2012 Presidential Memorandum—Presidential Determination on Trading With the Enemy Act

MEMORANDUM FOR THE SECRETARY OF STATE THE SECRETARY OF THE TREASURY

SUBJECT: Continuation of the Exercise of Certain Authorities Under the Trading With the Enemy Act

Under section 101(b) of Public Law 95-223 (91 Stat. 1625; 50 U.S.C. App. 5(b) note), and a previous determination on September 13, 2011 (76 FR 57623, September 15, 2011), the exercise of certain authorities under the Trading With the Enemy Act is scheduled to terminate on Septem- ber 14, 2012. I hereby determine that the continuation for 1 year of the exercise of those authorities with respect to Cuba is in the national interest of the United States. Therefore, consistent with the authority vested in me by section 101(b) of Public Law 95-223, I continue for 1 year, until September 14, 2013, the exercise of those authorities with respect to Cuba, as implemented by the Cuban Assets Control Regulations, 31 C.F.R. Part 515. The Secretary of the Treasury is authorized and directed to publish this determination in the Federal Register.

BARACK OBAMA

Fuente: https://www.federalregister.gov/ Cuba-Estados Unidos: la politización de la lucha antidroga, límites y posibilidades de la cooperación

Lic. Alejandro L. Perdomo Aguilera MSc. Santiago Espinosa Bejerano Investigadores del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI)

Introducción

Las relaciones entre Cuba y Estados Unidos han resultado polémicas y peculiares en el contexto interamericano, incluso antes del triunfo revolucionario de enero de 1959. Con el impacto del proceso histórico cubano y su influjo en la región se han incrementado los conflictos y contradicciones bilaterales a lo largo de más de media centuria. Esta realidad ha impedido una visión despolitizada de cualquier aris- ta de la relación entre ambos países. Los problemas político-diplomá- ticos, el fenómeno migratorio, las limitantes impuestas por el bloqueo económico-comercial y financiero a Cuba, condicionan una lucha entre intereses contrapuestos que hacen sumamente difícil el progreso de una colaboración bilateral. Sin embargo, existen varios nexos culturales y responsabilidades político-geoestratégicas que resultan insoslayables fortalezas y oportu- nidades para un mejoramiento de las relaciones. Uno de los temas más importantes donde existen intereses comunes es en el enfrentamiento a las amenazas a la seguridad a que se ve sometido el sistema-mundo con el auge y desarrollo de los flujos ilícitos trasnacionales. Dicha problemá- tica merece el impulso de mayores esfuerzos en beneficio de la seguridad de dos pueblos cuyas costas más próximas sólo distan 90 millas. 156 Lic. Alejandro L. Perdomo Aguilera / MSc. Santiago Espinosa Bejerano

Esta realidad coloca a la temática de seguridad en una situación compleja para el entendimiento y la necesaria colaboración, por lo que resulta un reto insoslayable para ambos gobiernos, los continuos análisis y esfuerzos encaminados hacia la regularización de las relaciones bilate- rales, si bien aspirar en tales circunstancias a una normalización resulta utópico. La lucha contra el tráfico ilícito de drogas ha sido uno de los temas donde mayor coincidencia ha existido entre Cuba y Estados Unidos, en cuanto a la necesidad de luchar contra el tráfico ilícito de drogas. Gracias a ello se ha establecido una coordinación puntual para su enfrentamiento, que ha estado avalada por la eficiente labor de las autoridades cubanas en el control e interdicción de estupefacientes y sustancias psicotrópicas. A partir de este entendido, el trabajo tiene como objetivo presentar los retos y perspectivas entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos de América, en torno a la posible y necesaria profundización en la coopera- ción para la lucha antinarcóticos. El tráfico ilegal de drogas es un negocio que genera prácticas ilíci- tas y se asocia a delitos conexos de criminalidad transnacional como el lavado de dinero, el tráfico de armas, personas y órganos. Las disímiles repercusiones de narcotráfico lo convierten en una de las amenazas más importantes para la seguridad nacional de los estados-naciones, así como la seguridad internacional. El comercio de drogas ilícitas y estupefacientes tiene un importante trasfondo económico. A través del negocio ilícito de las drogas genera a nivel internacional anualmente 320 000 millones de dólares, con un mercado que sobrepasa los 200 millones de consumidores a nivel global.1 Alrededor de estas realidades se tejen una serie de intereses económicos, políticos y diplomáticos. Ello repercute en los niveles de violencia, crimi- nalidad e inseguridad de la sociedad internacional.

El papel de los EE.UU. en el enfrentamiento al tráfico ilícito de drogas y otros delitos conexos

En la década de 1980, el tráfico de estupefacientes de América Latina y el Caribe hacia Estados Unidos comenzó a tomar repercusión en la seguridad de ese país. Ante esa situación, el entonces presidente Ronald Reagan promulgó la declaración de la guerra contra las drogas en febre- ro de 1982.2

1UNODC, de United Nations Office on Drugs and Crime, 2012.Obtenido de http://www.un.org/spanish/Depts/dpi/ boletin/drogas/. 2B. Bagley: La política exterior estadunidense y la guerra contra las drogas: Análisis de un fracaso político, 1989. Cuba-Estados Unidos: la politización de la lucha antidroga... 157

Obviamente Reagan no fue el primer presidente en atender este fla- gelo. En 1914 fue aprobada el Acta de Harrison que ilegalizaba el consu- mo de la cocaína y de los opiáceos. El presidente Nixon también atendió el tema al igual que el demócrata James Carter. Sin embargo, Ronald Reagan fue el que planteó una política más fuerte contra este problema que, además, ya había tomado una mayor importancia en cuanto a los montos de tráfico y consumo. La política exterior de Reagan construyó pretextos para justificar la injerencia de ese gobierno en los asuntos internos de otros Estados y evaluar la bilateralidad multi-causal del tema del narcotráfico. Este fue un aspecto cardinal de la proyección hacia Centroamérica en el contexto del apoyo a las fuerzas contrarias a la Revolución Sandinista y a los mo- vimientos de liberación nacional, particularmente en el Salvador. Los conflictos en Centroamérica durante la década del 80, acrecenta- ron las diferencias entre Cuba y Estados Unidos. El gobierno de Reagan incrementó la agresividad contra la mayor de las Antillas con nuevos planes desestabilizadores, que eran justificados con una fuerte campaña mediática y diplomática que criticaba el apoyo que ofrecía el gobierno cubano a los movimientos progresistas de la subregión centroamerica- na. El Informe de Santa Fe I de mayo de 1980, expresa la resistencia de Washington a la colaboración brindada por Cuba a los movimientos de izquierda en Latinoamérica, especialmente hacia Nicaragua, el Salvador y Guatemala.3 Entre los objetivos de esta política estaban impedir la aparición en Centroamérica y el Caribe, de nuevos estados de corte cubano, que pu- diera amenazar la seguridad de Estados Unidos, convirtiéndose en una plataforma de actividad subversiva que pusiera en peligro las vías ma- rítimas vitales para dicha seguridad. En este sentido, la Administración Reagan (1981-1988) dispuso como una de las condiciones para restablecer las relaciones con el Archipiélago, el compromiso por la parte cubana a no exportar la Revolución.4 Debido a estas circunstancias y al hábil manejo del presidente Reagan en los medios de comunicación, la cruzada contra las drogas obtuvo el apoyo de los sectores conservadores, que le permitió crear las bases so- ciales y políticas para impulsar una legislación contra el narcotráfico más severa. De esta forma, en 1986 se aprobó en el Congreso Federal un Acta antidrogas que solicitaba un papel más activo de las fuerzas armadas en las fronteras aéreas y marítimas, para la interdicción de estupefacientes. Con ello se impulsó a nivel Federal el aumento de los gastos para el

3N. García: De Ford a Bush, Editora Política, La Habana, 2008. 4Ibíd 158 Lic. Alejandro L. Perdomo Aguilera / MSc. Santiago Espinosa Bejerano programa de control de narcóticos en los siete años posteriores de sus dos mandatos, alcanzando 43 billones de dólares anuales en el año 1988.5 El objetivo central del Acta antidrogas era la reducción del trasiego proveniente del exterior, particularmente desde América Latina y el Ca- ribe. La legislación facilitó el incremento en 1.7 billones del total de las autorizaciones del presupuesto federal para la campaña antinarcóticos, que llegó al monto de 3.9 billones para el año fiscal de 1987.6 En 1988 el Congreso Federal cuestionó las políticas de Reagan en la guerra antidrogas. En estas críticas se destacó el posible Secretario del Departamento de Estado del segundo mandato de Obama, John Kerry, que por aquel entonces era senador demócrata del Estado de Massachu- setts. Kerry protestó la “pasividad” de las investigaciones gubernamenta- les respecto a los Contras que participaron en el negocio de las drogas, para costear la guerra contra los Sandinistas en Nicaragua. La política de Reagan contra las drogas tuvo como limitante que solo fue aplicada de manera unidireccional. Por ello, se priorizó el control sobre la oferta de estupefacientes provenientes de América Latina y el Caribe, sin atender las consecuencias de este negocio para las poblaciones de donde provenían las drogas, ni la desproporción entre la seguridad de la frontera estadounidense y la de los países emisores, lo que posibilitó variar las rutas de acceso al mercado estadounidense, vulnerando su se- guridad. En 1989, la Administración de George W. Bush inició la Iniciativa Andina, conforme al interés de continuar desarrollando la lucha contra las drogas hacia Nuestra América.7 Durante el decenio de 1990, tanto con el gobierno de republicano de Bush padre (1989-1993) como en el doble mandato demócrata de William Clinton (1993-2001), la política antidrogas estadounidense continuó la militarización; acogiendo a este flagelo como pretexto suplente de la Guerra Fría y los conflictos en Cen- troamérica, para el aliento del Complejo Militar Industrial. No obstante, en el gobierno de Bill Clinton se advirtió una diplomacia más mesurada, que paulatinamente iba concentrando fuerzas militares en la subregión Andina, particularmente en Colombia. En 1999 Clinton inició el Plan Colombia, con un incremento considerable del paquete militar para la lucha contra el tráfico ilegal de drogas en ese país, lo que evidenció los intereses de dominación geoestratégica en esa subregión. En la primera década del siglo XXI, durante los dos mandatos de Geor- ge W. Bush hijo, se apreció una profundización de las políticas militaris- tas con un marcado viso unilateral, guiado por la Estrategia de Seguridad Nacional (ESN) de 2002, que acarreó grandes problemas en términos de

5B. Bagley: Ob. cit 6Ibíd 7C.Youngers & E. Rosin: Drogas y Democracia en América Latina; El impacto de la política de Estados Unidos Ed. E. Biblos, Buenos Aires, 2005, p.15. Cuba-Estados Unidos: la politización de la lucha antidroga... 159 imagen y relaciones político-diplomática con Latinoamérica y el Caribe. La política exterior y de seguridad guiada por el “poder duro” condujo a la agudización de las contradicciones entre Washington y los gobiernos reformistas y de izquierda en la región. En el doble mandato de W. Bush incrementó los programas anti- drogas en la región, sumando al Plan Colombia, la Iniciativa Mérida, firmada con el gobierno del ex presidente mexicano, Felipe Calderón. Este programa de seguridad estadounidense consolidó el paquete hacia Centroamérica, con la Iniciativa de Seguridad para América Central (CARSI). En ambos casos la colaboración antidroga ha priorizado el pilar militar en detrimento de las múltiples consecuencias del trasiego ilegal de drogas, para la salud, los derechos humanos, la violencia y la gobernabilidad de los territorios y países más afectados en la subregión centroamericana. A la luz de casi tres décadas de la mencionada declaración de guerra contra las drogas de Reagan en 1986, hacia Latinoamérica y el Caribe, se han extendido las estrategias del gobierno estadounidense por todo el hemisferio occidental y, con ellas, la inseguridad, la violencia y los índices de producción, trasiego y consumo. Esta realidad demuestra que, más allá de los logros en interdicción de estupefaciente y sustancias psicotrópicas que se suelen reportar, el negocio de la producción y co- mercialización de drogas ilícitas se sigue esparciendo por las Américas. El efecto globo del negocio de las drogas caracterizado por Bruce Bagley, continúa afectando la seguridad y la prosperidad interamerica- na; ampliando sus cárteles y micro grupos de narcotraficantes desde la subregión andina hacia todo el hemisferio, con particular incidencia en México y Centroamérica. Esta situación denota fallas en las políticas apli- cadas hasta el momento, que argumentan la necesidad de una modifica- ción de los instrumentos y vías en la lucha antinarcóticos. Con ese fin, debe impulsarse una cooperación más coordinada, donde se atiendan las peculiaridades de cada país y se tomen en cuenta los intereses de ambas partes.

Hacia un necesario acuerdo bilateral entre Estados Unidos de América y la República de Cuba

Desde 1999 se estableció una cooperación caso a caso para la lucha contra el narcotráfico entre los gobiernos de Cuba y de Estados Unidos, a sólo unos meses del fin del segundo mandato del presidente demócrata 160 Lic. Alejandro L. Perdomo Aguilera / MSc. Santiago Espinosa Bejerano

William Clinton. A partir de esta coordinación se dispuso de un encarga- do de Guardacostas en la Sección de Intereses de EE.UU. en La Habana (USINT), para mantener una comunicación operacional con las autori- dades cubanas, estableciéndose los protocolos para la cooperación caso a caso entre ambos gobiernos. En las coordinaciones realizadas por más de una década se ha probado la factibilidad de esta relación, apreciándose las potencialidades existentes por ambas partes para una relación más activa.8 Sobre este aspecto realizó declaraciones positivas el general Barry Mc Caffrey, quien en su desempeño como jefe de la Oficina de Control de Drogas de la Casa Blanca, señaló la conveniencia de una expanción de la colaboración entre Guardacostas y Guardafronteras, así como la amplia- ción de los contactos y la coordinaciones entre los mandos militares en la zona de Guantánamo.9 No obstante a este avance, académicos estaodunideses como Randy Beardsworth, opinan que incluso dentro de los marcos existentes, Esta- dos Unidos pudieran ampliar las relaciones bilareales. Sin embrago, el escenario ideal sería con la firma de un acuerdo entre ambas naciones que diera paso a una relación más fructífera en la lucha contra el narco- tráfico. La posibilidad de la firma de un acuerdo bilateral con la República de Cuba sería un paso trascendental del gobierno de Estados Unidos de América, en favor de conducir una política más profunda en la lucha antinarcóticos, donde prevalezcan los intereses de seguridad sobre la politización sufrida en la relación bilateral. El gobierno estadounidense ha reconocido la eficiencia de Cuba en el enfrentamiento al tráfico ilegal de estupefacientes en los últimos informes anuales del Departamento de Estado, como se corrobora en el reporte del 7 de marzo de 2012, titulado “Estrategia para el Control Internacional de Narcóticos”10 Estos documentos reflejan las oportuni- dades que existen para el cambio hacia una política más pragmática, que priorice los intereses de seguridad nacional sobre los factores político- ideológicos, influidos por ellobby cubanoamericano, que impiden la consolidación de la seguridad de los EE.UU. en el Caribe. La coordinación positiva que se ha establecido entre los especialis- tas del Ministerio del Interior (MININT) de Cuba, desde la Dirección Nacional Antidrogas (DNA) y las Tropas Guardafronteras (TGF) con el

8R. Beardsworth: U.S.-Cuba Functional Relationships a security imperative [Sección de libro] // 9 ways for US to talk to Cuba and for Cuba to talk to US / aut. libro Stephens Sarah, , The Center for Democracy in the Americas, Washington DC, 2009. 9C. Alzugaray: “La seguridad nacional de Cuba frente a los Estados Unidos: conflicto y ¿cooperación?”, Temas, abril- septiembre no. 62-63, La Habana 2010, .pp.43-53. 10INL. Obtenido de Sitio Oficial de la Oficina de Asuntos Internacionales sobre Narcóticos y Procuración de Justicia de los Estados Unidos de América, 2012, en http://www.state.gov/p/inl. Cuba-Estados Unidos: la politización de la lucha antidroga... 161 gobierno estadounidense, mediante el encargado de Guardacostas de la Sección de Intereses de EE.UU. en La Habana (USINT), demuestra las potencialidades existentes. Según la USINT entre los objetivos básicos de su trabajo se encuentra realizar “(…) los esfuerzos por reducir la amena- za global que representa el crimen y el narcotráfico”.11 El establecimiento de un acuerdo con Cuba, abriría un abanico de posibilidades para profundizar las relaciones, sobre la base del respeto y el interés mutuo. No obstante a que en la actualidad existe una coopera- ción caso a caso entre ambos gobiernos, la práctica ha mostrado que esta cooperación resulta insuficiente. A pesar de que la propuesta de Cuba para un acuerdo bilateral con Estados Unidos de América es similar a la establecida con los otros países con que mantiene relación, el acuerdo no ha sido respondido por ese gobierno. Mediante la concertación de un acuerdo bilateral, Estados Unidos América podría lograr: • Una mayor seguridad en sus fronteras aéreas y marítimas, con un intercambio de información operacional en tiempo real que aumentaría la eficiencia y competitividad de las autoridades a cargo. • Podría disminuir la penetración de drogas a partir de un intercam- bio más sistemático y no caso a caso entre los especialistas de ambos Estados. Ello perfeccionaría los niveles de control e interdicción por las autoridades ambos países, con el impulso de cursos de capacitación técnica-operacional, propicios para el intercambio de experiencias. • Le concedería un mayor pragmatismo en la lucha antinarcóticos, al concertar de manera oficial con un actor de prestigio y credibilidad en el hemisferio occidental para el enfrentamiento a este flagelo. • Podrían establecerse mecanismos de cooperación en la asistencia médica-humanitaria. La colaboración médica, desarrollaría la preven- ción y los tratamientos de rehabilitación para los consumidores no sólo de ambos países, sino también para la cooperación con terceros. • Obtendrían una actualización más precisa sobre las rutas y los medios que se ejecutan en el trasiego de drogas y otros delitos conexos, que dinamizaría las vías de información e identificación coordinada de grupos criminales, embarcaciones, así como las distintas formas en que operan para el trasiego de cargas, lo cual permitiría hallar las formas más viables para su control y captura. • Estados Unidos de América consolidaría su sistema de seguridad al profundizar el intercambio técnico-operativo con un país de alta eficien- cia en la lucha antinarcóticos.

11Sitio oficial de la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana ( USINT), 2012. 162 Lic. Alejandro L. Perdomo Aguilera / MSc. Santiago Espinosa Bejerano

• Este acuerdo, además, mejoraría la imagen internacional de EE.UU. al preponderar sus intereses de seguridad nacional sobre el conflicto político-ideológico entre ambos países. Un paso diplomático de esta índole, demostraría la voluntad política del gobierno estadounidense para avanzar en la regularización de las relaciones con Cuba, desde una óptica más objetiva, que tome en cuenta los beneficios que tendría para su seguridad nacional y respete la sobera- nía y autodeterminación del pueblo cubano.

El sistema de enfrentamiento, prevención y cooperación internacional de Cuba en la lucha antidroga

El tráfico ilícito de drogas entre América Latina y el Caribe y EE.UU., influye sensiblemente en las medidas que debe tomar el Estado cubano para proteger su territorio y a sus ciudadanos del trasiego y consumo de drogas, a pesar de que los índices de consumo y trasiego en Cuba no son significativos respecto a la regularidad en la región. Ante la posición geoestratégica de Cuba, ubicada en un área donde se entrecruzan varios corredores (aéreos y marítimos) del tráfico de estupefacientes hacia y desde Estados Unidos, el sistema de vigilancia y control del gobierno cu- bano ha debido configurarse en función de enfrentar responsablemente a ese flagelo. La seguridad cubana establecida para este problema, se organiza des- de el Ministerio del Interior (MININT), en coordinación con las Fuerzas Armadas Revolucionarias (MINFAR). Para ello cuentan con la Dirección Nacional Antidrogas (DNA), la Comisión Nacional de Drogas (CND) y las Tropas Guardafronteras (TGF), que vigilan las aguas jurisdiccionales, las costas y el espacio aéreo con la Operación Aché,12 en sus diferentes ediciones. La Aduana General de la República se encarga del control en los aeropuertos, puertos y marinas internacionales. Para enfrentar el escaso mercado interno existe la Operación Coraza Popular,13 iniciada en 2003. El MINFAR le presta una gran importancia tráfico de drogas. La Ma- rina de Guerra Revolucionaria (MGR) colabora estrechamente con las Tropas Guardafronteras (TGF) en la localización e intercepción de naves

12La Operación Aché III, comenzó el 25 de marzo de 2003 para fortalecer el enfrentamiento antidroga, con la revisión del cayerío y borde costero, contra los buscadores de recalos, y el monitoreo de los medios navales y aéreos sospecho- sos de trasiego ilegal de drogas en las aguas territoriales y el espacio aéreo cubano. También se encarga de la búsqueda y destrucción de sembradíos de marihuana en el territorio nacional. F. Arias: ¿Cómo ganar la guerra antidrogas? Una propuesta desde Cuba, Editorial Capitán San Luis, La Habana, 2013, p. 67. 13La Operación Coraza Popular, comienza el 23 de enero de 2003 como acciones permanentes del MININT en todo el país contra la delincuencia vinculada al tráfico ilícito de drogas, en FranciscoArias, Ob. cit., 2013, p. 67. Cuba-Estados Unidos: la politización de la lucha antidroga... 163 sospechosas que penetran las aguas cubanas. La Fuerza Aérea actúa de forma similar, ubicando los movimientos de las naves y detectando la posible existencia de cargas en los mares que rodean al archipiélago. El Ejército tiene la tarea de barrer extensas zonas de playas y pantanos con el objetivo de detectar recalos de drogas. La Dirección Nacional Antidrogas (DNA) es la dirección rectora del Sistema Ministerial de Enfrentamiento a las Drogas y por tanto la encargada del operativo y estrategia contra el tráfico ilícito de drogas y otros delitos conexos como el lavado de dinero. Para ello centraliza la información relacionada con estos delitos, y desarrolla los contactos con la INTERPOL y los servicios antidrogas de otros países. Esta cooperación con otros países e instituciones, se fundamenta en la firma de acuerdos bilaterales y regionales de colaboración conjunta en la lucha contra el narcotráfico. La Comisión Nacional de Drogas (CND) se encarga de dirigir el sis- tema de prevención, en coordinación con los órganos pertinentes de la Administración Central del Estado y las diversas organizaciones políticas y de masas con que cuenta la nación. Este trabajo tiene un impacto favo- rable en la reducción de la demanda de estupefacientes y la socialización de los programas de prevención. El programa nacional de prevención del uso indebido y control de drogas, es dirigido por la Comisión Nacional de Drogas (CND), en coor- dinación con el Ministerio de Salud Pública (MINSAP) y las diferentes organizaciones políticas y de masas que apoyan el sistema de prevención y rehabilitación. Este programa se traza hacia áreas específicas de aten- ción, como la salud mental y las adicciones, y la labor en el sistema edu- cacional; con planes de atención que van desde el trabajo con la niñez, la adolescencia y juventud, hasta las universidades. Los objetivos esenciales del sistema de enfrentamiento y prevención del trafico consumo ilícito de estupefacientes son la reducción de oferta de drogas (la cual es insignificante respecto a la norma de la región), imposibilitando que los narcotraficantes tengan en el archipiélago una ruta establecida. La legislación cubana ha mantenido una política estricta en la preven- ción y penalización del tráfico ilícito de estupefacientes y otros delitos conexos. En el Código Penal cubano, máxima ley sustantiva penal, en el título tercero del capítulo V de la sección cuarta, en el artículo 190.1 y siguientes, el legislador cubano ofrece una protección amplia a tales deli- tos, pues tipifica las conductas de: “Producción, Venta, Demanda, Tráfico, 164 Lic. Alejandro L. Perdomo Aguilera / MSc. Santiago Espinosa Bejerano

Distribución y Tenencia Ilícitos de Drogas, Estupefacientes, Sustancias Sicotrópicas y Otras de Efectos Similares.” La denominación de esta sección fue modificada por el artículo terce- ro del Decreto-Ley número 150 del 6 de junio de 1994.14 También han sido implementadas otras medidas sancionadoras de índole administrativa entre las que se destacan: el Decreto 277 de 1995 y el Decreto Ley 232 del 21 de enero del 2003, para la confiscación de tierras y bienes por cultivo de marihuana. El decreto Ley 232 dispone en su artículo número uno: “la confiscación o, en su caso la pérdida del respectivo derecho de las viviendas o locales, en los que: a) se produzca, trafique, adquiera, guarde, consuma, oculte o de cualquier otro modo se realicen hechos que, directa o indirectamente, se hallen relacionados con las drogas ilícitas, estupefacientes, sustancias psicotrópicas u otras de efectos similares.”15 También se perfeccionó la tipificación contra el delito de lavado de di- nero y la aplicación de la confiscación de bienes y productos obtenidos a través del negocio de las drogas. En el título XIV en el capítulo segundo, artículo 346.1 regula: “ El que adquiera, convierta o transfiera recursos, bienes o derechos a ellos relativos, o intente realizar estas operaciones, con conocimiento o debiendo conocer, o suponer racionalmente por la ocasión o circunstancias de la operación, que proceden directa o indirec- tamente de actos relacionados con el tráfico ilícito de drogas, el tráfico ilícito de armas o de personas, o relacionados con el crimen organizado, incurre en sanción de privación de libertad de cinco a doce años.”16 En el enfrentamiento al blanqueo de capitales, el Banco Central de Cuba emitió la Resolución número 66 de 1998, en materia de secreto bancario y la Resolución número 91 de 1997, referida a la metodología para la detección de dinero ilícito. Para la prevención del uso de drogas ilegales se han realizado importantes modificaciones como las recogidas en Ley 41 de 1983; la Resolución número 67 de 1996, que regula el Con- trol de los Precursores y Sustancias Químicas Esenciales y la Resolución número 37 de 1998 del Ministerio de Salud Pública (MINSAP). Gracias a este sistema de enfrentamiento y prevención, la República de Cuba ha mantenido un riguroso control que registra entre sus últimas cifras, la ocupación de 1,44 toneladas de narcóticos en los primeros cinco meses del año 2012, la mayoría de estos relacionados con los recalos.17 El trabajo de las autoridades cubanas en el enfrentamiento a este flagelo le ha posibilitado una alta eficiencia, logrando sus mayores cifras en 2011. “En total se enfrentaron 399 hechos de recalos (291 más que en el 2010),

14Gaceta Oficial de Cuba(s.f.), Recuperado el 9 de 9 de 2013, de Gaceta Oficial de Cuba, www.gacetaoficial.cu. 15Gaceta Oficial de la República de Cuba. http://www.gacetaoficial.cu/html/codigo_penal.html#A6. 16Gaceta Oficial de la República de Cuba. Código Penal de Cuba. http://www.gacetaoficial.cu/html/codigo_penal.html#A6. 17Sitio Oficial del MINREX, Sitio Oficial del MINREX, 2012. Recuperado el 2013, de www.cubaminrex.cu Cuba-Estados Unidos: la politización de la lucha antidroga... 165 en los que se incautaron 8 508 kg de drogas, la mayoría marihuana (8 418 kg), 81.7 kg de cocaína y 7.42 kg de hachís”18 En el ámbito internacional Cuba ha demostrado seriedad en el cum- plimiento de sus responsabilidades como país signatario de las Conven- ciones de la ONU, relativas a la lucha antidroga como la Convención Única de la ONU de 1961, ratificada por Cuba el 30 de agosto de 1962 y su Protocolo enmendado en 1972, al cual se adhiere La Habana el 14 de diciembre de 1989; el Convenio sobre Sustancias Psicotrópicas de la ONU de 1971, ratificado por la Isla el 26 de abril de 1976; la Convención de las Naciones Unidas contra el Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sus- tancias Sicotrópicas de 1988, ratificada por Cuba el 5 de junio de 1996; la Convención de la ONU contra la Corrupción de 1988; la Convención de ONU contra la Delincuencia Transnacional Organizada y de su Protoco- lo contra la Fabricación y Tráfico Ilícitos de Armas de Fuego. La República de Cuba es Estado Miembro de la Comisión de Estupe- facientes de las Naciones Unidas desde 1996, de las reuniones de Jefes de Organismos Encargados de Combatir el Tráfico Ilícito de Drogas (HON- LEA) de la ONU para América Latina y el Caribe, del Plan de Acción de Barbados para la Cooperación en el Caribe sobre Drogas, desde su creación en 1996 y del mecanismo de Coordinación y Cooperación de la Unión Europea, América Latina y el Caribe, también desde su fundación en el año 1999. Cuba participa sistemáticamente en conferencias internacionales de lucha contra el narcotráfico, como la reunión de Jefes de las Naciones Unidas de los Organismos Nacionales Encargados de Hacer Cumplir la Ley (HONLEA), presentando las estadísticas trimestrales sobre las inter- dicciones de drogas a la Junta Internacional de Fiscalización de Estupe- facientes de las Naciones Unidas (JIFE), según afirma el informe de la Oficina de Asuntos Narcóticos Internacionales y Aplicación de la Ley, del Departamento de Estado, 7 de marzo 2012.19 Las autoridades cubanas mantienen también una coordinación fructífera con la Organización Mundial de Aduanas (OMA) confirma su compromiso a colaborar en la lucha internacional contra este flagelo. Con ese objetivo, el gobierno cubano ha fomentado su cooperación con diversos países y ha ratificado acuerdos con la Federación Rusa, y con Canadá y el Reino Unido de Gran Bretaña (RUGB) ha llegado a memo- randos de entendimiento. Estos memorandos de entendimiento en la práctica resultan acuerdos bilaterales, como el acuerdo bilateral entre Cuba y Estados Unidos por el tema migratorio.

18F. Arias Fernández: Granma, 13 de enero de 2012, en www.granma.cubaweb.cu. 19Departamento de Estado de los EE.UU, 2012, en: www.state.gov/inl/rls/nrcrpt/2012 166 Lic. Alejandro L. Perdomo Aguilera / MSc. Santiago Espinosa Bejerano

Un ejemplo de la factibilidad de estas colaboraciones se aprecia en la establecida con el Reino Unido de Gran Bretaña (RUGB) desde 1994. Esta relación ha permitido la concertación de un amplio programa de entrenamiento actualizado para los oficiales cubanos y el suministro de equipos de alta tecnología al MININT, destinados a la lucha contra las drogas, lo que muestra el respeto y consideración de ese país por la rigurosa política antidroga que establece Cuba. Según el jefe de la Dirección Nacional Antidrogas (DNA), el Coronel Domingo Ibáñez: “Cuba tiene suscritos acuerdos bilaterales en ese es- fuerzo con 35 naciones, entre estas Argentina, Bahamas, Brasil, Bolivia, Chile, Chipre, Colombia, Ecuador, Francia, Haití, Italia, Jamaica, Líbano, Mongolia y Venezuela”20 A partir de estas colaboraciones, las autorida- des cubanas han profundizado los intercambios informativos en tiempo real, así como otros contactos de trabajo con los servicios antidrogas de varias naciones, con el propósito de fortalecer la cooperación operacio- nal, en la lucha contra ese flagelo.

Perspectivas de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos para la lucha contra el tráfico de estupefacientes y otros delitos conexos

Las acciones de la República de Cuba a nivel nacional e internacional para la lucha antinarcóticos, reflejan una práctica eficiente y solidaria, que validan la posibilidad de un acuerdo bilateral de cooperación con Estados Unidos. Los índices de tráfico de la región en los últimos años, según a las cifras de la Oficina de las Naciones Unidas para la Droga y el Crimen (ONUDC); la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefa- cientes (JIFE) y la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas (CICAD) en las Américas, así como los datos que reporta el Departamento de Estado, reconocen la generalización del trasiego drogas por todo el hemisferio occidental. En estas circunstancias, la colaboración entre ambos países resulta un tema de suma importancia geoestratégica donde el gobierno estadounidense tiene una alta responsabilidad. La relección Barack Obama para un segundo período, alienta las ex- pectativas hacia un mejoramiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. El presidente demócrata, sin las presiones de otra elección y fa- vorecido por el comportamiento del voto cubanoamericano del Estado de la Florida, pudiera favorecer una relación con la República de Cuba, donde se potencien los aspectos de interés mutuo.

20Datos ofrecidos por la Dirección Nacional Antidrogas de Cuba (DNA), 2012. Cuba-Estados Unidos: la politización de la lucha antidroga... 167

En el plano internacional existe un consenso sobre la necesidad de ese camino. La votación en la Asamblea General de Naciones Unidas, en Nueva york, el 13 de noviembre de 2012, a la Resolución: “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos de América contra Cuba”, fue aprobada con 188 votos a favor, tres en contra y dos abstenciones, lo que refleja el consenso inter- nacional para la abrogación de esa política. La intervención del canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla, en el marco de esas votaciones, confirmó la voluntad de Cuba para la rea- lización de un acuerdo bilateral en la lucha antidroga, al expresar “(…) el ofrecimiento al gobierno de Estados Unidos de negociar acuerdos de cooperación en áreas del mayor interés mutuo, como el enfrentamiento al narcotráfico, al terrorismo, al tráfico de personas y para la completa re- gularización de las relaciones migratorias, así como para la prevención y la mitigación de desastres naturales y la protección del medio ambiente y de los mares comunes”.21 Entretanto, muchas de las críticas realizadas por el gobierno esta- dounidense al cubano, han quedado descolocadas en el tiempo, debido a las transformaciones que la República de Cuba ha realizado en los últimos años, como parte de un proceso autónomo y necesario para la prosperidad del pueblo cubano. Las posibilidades de cooperación que presenta la mayor de las Anti- llas en tres temas de especial prioridad en la región, como la preparación y el enfrentamiento a los desastres naturales, la lucha antinarcóticos y la asistencia médica, resultan muy factibles ya no sólo para el intercambio bilateral sino también para la cooperación con otros países del hemisferio. Un ejemplo del gran potencial de Cuba en este sentido, lo constitu- yó la relación concertada luego la catástrofe ambiental en Haití, donde nuestro país mostró cómo se puede concertar una relación bilateral fruc- tífera para la ayuda a terceros. Sin embargo, estas posibilidades resultan mediatizadas, desconociendo realidades que lejos de toda lógica política, responden a los intereses de la humanidad.

Conclusiones

La República de Cuba reconoce la importancia de una cooperación constructiva con Estados Unidos en la lucha contra el tráfico ilícito de drogas y otros delitos conexos. Las consecuencias de este flagelo para la

21Intervención del canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla, en el marco de esas votaciones contra el bloqueo, Naciones Unidas, 13 de noviembre de 2012, en Cubadebate, obtenido de http://www.cubadebate.cu/especiales/2012/11/13/canciller- cubano-en-onu-el-presidente-obama-tiene-la-oportunidad-de-iniciar-una-nueva-politica-hacia-cuba/. 168 Lic. Alejandro L. Perdomo Aguilera / MSc. Santiago Espinosa Bejerano seguridad ciudadana, los derechos humanos y la convivencia democráti- ca de los estado-nacionales lo ameritan. Sin embargo, la responsabilidad común y compartida entre ambos países en el enfrentamiento al narcotráfico, no se asume de manera in- tegral por Estados Unidos. Las limitantes establecidas por Washington para la cooperación con la República de Cuba, a pesar de los niveles de seguridad que mantiene el archipiélago, y su disposición para firmar un acuerdo de cooperación bilateral, son una prueba de ello. El gobierno de Estados Unidos de América tiene una inmensa capa- cidad para asistir a Cuba en la realización de una tarea aún mejor, en las áreas de mayor preocupación para los organismos de seguridad nor- teamericanos; mientras que la mayor de las Antillas posee los recursos humanos necesarios para llevarla a cabo. Si bien el país norteño cuenta con su poderío económico, tecnológico y militar, el archipiélago tiene el personal médico, la experiencia y voluntad política, patentizada en su gran prestigio internacional. No obstante, ante la ausencia de un acuerdo bilateral, la República de Cuba continúa desarrollando su sistema de seguridad y prevención contra el tráfico ilícito de drogas y otros delitos conexos, con una actitud cooperativa y responsable en las relaciones que se mantienen caso a caso con Estados Unidos. El gobierno cubano, consciente de la pertinencia de este acuerdo, realiza una cooperación puntual, donde refleja el respeto al ordenamiento jurídico y a las competencias de cada parte. Independientemente de lo que reflejen los grandes medios de co- municación, el pueblo cubano mantiene abierta su solidaridad y coo- peración, bajo los marcos del respeto a los principios internacionales de los pueblos, pues la politización que sufren temas tan vitales para la prosperidad y la seguridad de ambos países, deberá de cambiar algún día. Las potencialidades existentes en ambas naciones para el intercambio de información operacional, de una forma sistemática, que contribuya al mejoramiento de la seguridad, la salud y el bienestar social de ambos pueblos, ameritan la continuidad de los esfuerzos político-diplomáticos, para la realización de un acuerdo bilateral. Con ese acuerdo, Cuba pudiera brindar mecanismos más dinámicos de cooperación, así como una mayor coordinación para la asistencia a otros países de la región. Se tendría la oportunidad histórica, de concer- tar políticas para enfrentar el tráfico de estupefacientes y otros delitos conexos, de una forma más transparente y participativa. La importancia de la mayor de las Antillas desde el orden geoestra- tégico en el Gran Caribe y su legitimidad en el enfrentamiento a estos delitos, indicaría un camino más expedito en la relación de EE.UU. con Cuba-Estados Unidos: la politización de la lucha antidroga... 169 el hemisferio occidental. Desde una colaboración más integral y respon- sable, Washington pudiera mejorar las consecuencias del Plan Colombia y la Iniciativa Mérida para la violencia, la criminalidad y la convivencia democrática de los países más afectados. Los niveles de seguridad que garantiza el Estado cubano en el enfren- tamiento al narcotráfico, permitirán ampliar sus relaciones de coope- ración político-diplomáticas y militares con otros países y organismos internacionales, donde el alcance de un acuerdo bilateral con EE.UU. es un paso inminente, para la paz y la seguridad interamericana. En el actual contexto político, bajo el segundo mandato de la Admi- nistración Obama (2013-2017), la política exterior norteamericana se ca- racteriza por el uso del poder inteligente y las tres D, entendidas como el uso de la Diplomacia y el Desarrollo como complemento de la Defensa. En tal sentido, se ha aplicado el poderío informacional, aprovechando el leve mejoramiento de las relaciones, lo que se refleja los intercambios académico-culturales. En el último período se han advertido cambios entre ambas partes que indican la existencia de mejores condiciones para la regularización de las relaciones. Por la parte cubana, la nueva Ley Migratoria, la actua- lización del modelo económico y la legislación que de él emana, indican una brecha hacia regularización de los vínculos entre ambos Estados- nacionales. La reciente encuesta realizada por Atlantic Council arrojó que la mayoría de los cubanos o ciudadanos de origen cubano en la Florida están a favor de un mejoramiento en las relaciones bilaterales. Según esa encuesta en el caso de los encuestados de origen cubano favorecen la normalización con un balance de 79% a favor y 21% en contra, en la Florida, y en el resto del país se manifiestan 73% a favor y 26 en contra. Para el resto de los encuestados, el balance se comportó inferior con un 63% que respalda la normalización, mientras que un 30% se opone, en la Florida, y en el resto de los Estados el respaldo a la “normalización” oscila entre el 56 a favor y el 35% en contra.22 Otras señales del mejoramiento de las condiciones para el intercam- bio bilateral que merecen destacarse, han sido el impacto favorable de la visita de los músicos estadounidenses Beyoncé Giselle Knowles y su esposo Shawn Corey Carter (Jay-Z); las visitas de varios congresistas es- tadounidenses a Cuba y las declaraciones en relación con la Isla del ex gobernador de la Florida, Charlie Crist, conforme con el fin del embargo (bloqueo). Estos ejemplos denotan la necesidad y posibilidad de un cam- bio de política, a favor del desarrollo de la colaboración bilateral y del mejoramiento de las relaciones entre ambos pueblos.

22Atlantic Council.CUBA-USA: A New Public Survey Supports Policy Change, pp.32, en http://www.atlanticcouncil. org/images/publications/2014cubapoll/US-CubaPoll.pdf.

La comunidad cubanoamericana y su impacto en la política de Estados Unidos hacia Cuba

Dr. Jesús Arboleya Cervera Profesor Titular adjunto de la Universidad de La Habana y del Instituto de Relaciones Internacionales de Cuba (ISRI), y colaborador del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI)

Composición económica y social de la comunidad cubanoamericana y sus características culturales

Según el censo de 2010, en Estados Unidos viven 1 884 000 personas de origen cubano, lo que representa el 3,7% de la población hispana (ver tabla 1).1 A los inmigrantes cubanos y sus descendientes se les denomina usualmente “cubanoamericanos”, sin importar su estatus legal o lugar de nacimiento. Más allá de lo cuestionable que pueda resultar este apela- tivo, el concepto de “cubanoamericano” tiene la importancia de reflejar el proceso de integración de los inmigrantes cubanos a la sociedad esta- dounidense y ubicar el estudio de sus características en el entorno real en que se desarrollan sus vidas, hasta convertirse en “norteamericanos de origen cubano”.2 El factor político, determinado por la función contrarrevolucionaria asignada por Estados Unidos a la emigración cubana, ha determinado la velocidad de este proceso, el éxito relativo de la experiencia y la singula- ridad de la ideología predominante. No obstante, en su esencia, ha sido

1PEW Hispanic Center: Hispanic of Cuban Origin in the United States, Washington D.C., June 27, 2012. 2Ver Jesús Arboleya: Cuba y los cubanoamericanos. El fenómeno migratorio cubano, Premio Casa de las Américas 2013, en proceso de publicación; del mismo autor, La contraRevolución Cubana, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1997 y La Revolución del otro mundo, Editorial Ocean Press, Melbourne, 2007. 172 Dr. Jesús Arboleya Cervera

bastante similar a lo acontecido al resto de los inmigrantes en la historia de ese país, toda vez que constituye el resultado lógico de la formación de una sociedad tan diversa y segmentada como la estadounidense, donde los individuos solo pueden integrarse mediante la aceptación de su gru- po étnico por parte del conjunto social y, por tanto, tratan de conservar las cualidades identitarias que garantizan este reconocimiento. El resultado es que los inmigrantes cubanos y sus descendientes consti- tuyen parte integral de la sociedad estadounidense y actúan básicamente en función de los requerimientos que les impone esta condición, lo que La comunidad cubanoamericana y su impacto en la política... 173 implica una relación cualitativamente distinta respecto a su patria de origen y transformaciones culturales que también lo diferencian de la sociedad cubana. Como ha dicho el investigador cubanoamericano Gustavo Pérez Fir- mat, un estudioso de este asunto: “[…] una cosa es ser cubano en Estados Unidos y otra distinta ser cubanoamericano […] la cultura cubanoame- ricana ha alcanzado una configuración propia, que la distingue de la cultura cubana de la isla tanto como de la norteamericana.”3 Según estudios realizados a principios de este siglo por los sociológi- cos Alejando Portes y Rubén G. Rumbaut, los cubanoamericanos mues- tran un alto grado de filiación con este término, superando incluso al de “cubano”, sin importar para ello la fecha de arribo a ese país, lo que nos indica la existencia de cierta conciencia de esta diferenciación también en Cuba (ver tabla 2).

Al analizar estos resultados y compararlos con encuestas similares con menores de 18 años, el sociólogo Lisandro Pérez destaca que la categoría de "cubanoamericano" continuaba siendo predominante entre los más jóvenes, con lo que se demuestra la vigencia y eventual preservación del término.4 No obstante, sigue siendo la matriz cultural cubana la que caracteriza al cubanoamericano dentro de la sociedad norteamericana, por lo que a través de la cultura se mantiene inevitablemente conectado con la socie- dad cubana, aunque sean distintos muchos de los valores adquiridos o perpetuados y otras sus metas de vida, sus motivaciones y las prioridades resultantes de sus condiciones de existencia.5

3Gustavo Pérez Firmat: Vidas en vilo. La cultura cubanoamericana, Editorial Colibrí, España, 1994, p. 17. 4Rubén G Rumbaut y Alejandro Portes: Ethicities, University of California Press, Berkeley, 2001, p.108. 5Como podrá observarse, para facilitar la redacción, se emplean indistintamente los términos “estadounidense” y “norteamericano”, cuyas inexactitudes han sido mencionadas por muchos autores. A falta de mejores alternativas, ambos términos se utilizan solo en español para contraponerlo a la denominación de “americano” (Americans), más discrimina- dor aun, que es como se identifican los propios ciudadanos de Estados Unidos y son reconocidos en el resto del mundo. En tal sentido, a pesar de sus limitaciones, tienen un carácter contestatario respecto al lenguaje dominante y su uso está avalado por la práctica. 174 Dr. Jesús Arboleya Cervera

El 59% de los cubanoamericanos son inmigrantes y otros 775 000 (41%) nacieron en ese país.6 Tales datos nos permiten calcular que el llamado “exilio histórico” —aquellos que arribaron antes de 1980—, en la actualidad apenas constituye el 20% de la población total. Por su parte, los “nuevos emigrados”, o sea los que llegaron después de esa fecha, superan el 52% del total de inmigrantes y componen el ingrediente demográfico más dinamizador de la comunidad, ya que su proporción tiende a aumentar incluso en relación con los descendientes, los cuales disminuyeron en términos relativos del 46% que mostraban en 2000 al 41% en 2010.7 También los nuevos inmigrantes han influido en el rejuvenecimiento de esta población, la cual reporta uno de los mayores promedios de edad de la sociedad norteamericana (40 años), por encima de la media nacional (37) y muy superior a la media latina, que apenas alcanza los 27 años.8 En la actualidad, el 21% de los cubanoamericanos tiene menos de 18 años y un 28% está comprendido entre las edades de 19 y 40. El grupo etario más nutrido es el de aquellos que tienen entre 41 y 64 años (34%) y el 17% supera esta edad.9 El 67% (1 021 000) de los cubanoamericanos vive en el estado de la Florida, lo que de por sí los convierte en el grupo latino con mayor con- centración geográfica en el país. Este grado de concentración resulta aún más sobresaliente si se tiene en cuenta que el 48% (856 000) reside en el condado de Miami, donde se asienta el llamado “enclave cubanoame- ricano”. A esto se suma que muchos viven en los condados adyacentes a esta ciudad, extendiendo sus particularidades culturales también a estos territorios.10 Otra particularidad del enclave cubanoamericano es que, más que dis- persarse, como ocurre normalmente durante el proceso de integración de los inmigrantes, la tendencia ha sido atraer a la población de origen cubano residente en otros lugares. Podemos suponer que la atracción fundamental radica en la cultura, dado que las estadísticas demuestran que quienes viven fuera del enclave reciben proporcionalmente mayo- res ingresos.11 A pesar de que apenas constituyen el 6,5% de la población del estado, los cubanoamericanos representan el 34% de la población del conda- do de Miami y el 60% de la población latina que radica en el mismo.12 Tal composición demográfica ubica a Miami como la tercera ciudad de

6PEW Hispanic Center: Hispanic of Cuban Origin in the United States, Ob. cit. 7Susan Eva Eckstein: The Immigrant Divide, Editorial Routlege, New York, 2009, table 1.3 y PEW Hispanic Center: Hispanic of Cuban Origin in the United States, Ob. cit. 8PEW Hispanic Center: Hispanic of Cuban Origin in the United States, Ob. cit. 9Ibíd. 10Ibíd. 11Susan Eva Eckstein: Ob. cit., p. 89. 12U.S. Census Bureau, Census Redistrincting Data. Summary File, 2010 tabla P1. La comunidad cubanoamericana y su impacto en la política... 175

Estados Unidos en cantidad de inmigrantes, después de Los Ángeles y New York, y la única de las grandes ciudades norteamericanas habitada por una mayoría de personas de procedencia latinoamericana. La base económica de Miami depende en lo fundamental del merca- do exterior, del turismo y de los servicios comerciales y financieros hacia América Latina. El 50% del mercado externo del estado de la Florida se genera en Miami y por sus puertos y aeropuertos transita el 90% de los embarques norteamericanos hacia el subcontinente. El aeropuerto de Miami es el principal nudo del transporte aéreo de pasajeros entre Estados Unidos, América Latina y Europa occidental, y ocupa la tercera posición, detrás de Hong Kong y Tokio, en el transporte de mercancías. En Miami se concentra un tercio de las empresas hispanas más impor- tantes de la nación y alrededor de 200 corporaciones multinacionales tienen sus oficinas para Latinoamérica radicadas en el área. El liderazgo de Estados Unidos en el campo de las nuevas tecnologías de la infor- mación aumenta la competitividad de Miami en esta esfera, al tener la capacidad de ofrecer el servicio de forma bilingüe. Además, brinda acce- so directo a información comercial y financiera relativa a los mercados que interactúan en la ciudad, lo que propicia se concentre allí la mayor cantidad de bancos internacionales de Estados Unidos. La capacidad de Miami para brindar servicios bancarios norteame- ricanos en español ha contribuido a atraer a buena parte del capital privado que emigra de América Latina en busca de seguridad y mejores beneficios, a lo cual se suma la laxitud que ha caracterizado el sistema bancario miamense para lidiar con estos capitales, lo que ha contribui- do a la ventaja comparativa de Miami como interlocutor financiero de América Latina con Estados Unidos. Asimismo, estos bancos compiten por el mercado local hispano, considerado el tercero más rico del país. El turismo latinoamericano también tiene a Miami entre sus prin- cipales destinos. Por lo general se trata de turistas con un alto poder adquisitivo, cuyas compras en el mercado local ha influido en que el sur de la Florida sea la zona donde se registra un mayor crecimiento de grandes centros comerciales en Estados Unidos. Teniendo en cuenta estos datos, estudios de mercado realizados por especialistas de la Universidad Complutense de Madrid achacan el auge económico experimentado por Miami a sus características culturales, especialmente al bilingüismo, toda vez que plantean que si bien los aran- celes y otros obstáculos legales pueden ser eliminados por disposiciones administrativas, no ocurre igual con las barreras culturales que encarecen y dificultan el proceso comercial. Esto es particularmente cierto en la 176 Dr. Jesús Arboleya Cervera industria del entretenimiento y, según ellos, es lo que explica que Miami se haya convertido en lo que denominan el nuevo "Hollywood latino."13 Los cuarteles generales de Univisión y Telemundo, las más grandes ca- denas de televisión hispanas, se localizan en Miami; así como los centros operacionales de los principales canales de televisión norteamericanos que emiten por satélite hacia América Latina. En consecuencia, Miami ha desbancado a New York como el segundo mercado publicitario hispa- no más importante del país, detrás solo de Los Ángeles. La existencia de esta industria del entretenimiento hispana enfatiza el perfil latino de Miami, así como el papel preponderante de los cu- banoamericanos en su funcionamiento, aun cuando ni los artistas ni los principales capitales sean mayormente cubanoamericanos. También potencia el papel de los cubanoamericanos en áreas tan sensibles como los medios de información televisivos, donde han llegado a controlar buena parte del proceso productivo en cadenas tan importantes como la CNN en español, aunque su sede principal está en Atlanta. Ni siquiera Cuba escapa al comercio latinoamericano de Miami. Un aspecto poco estudiado es el impacto del mercado cubano en la eco- nomía miamense, específicamente en el enclave cubanoamericano. Las empresas de vuelos charter y las agencias de viaje a Cuba conforman una red de establecimientos que ha sido capaz de sobrevivir todos los ava- tares del conflicto entre los dos países. Multitud de tiendas y farmacias subsisten gracias a la demanda cubana y diversas empresas se ocupan del traslado de artículos y el dinero a la Isla. El negocio de los “maleteros” —personas que transportan estas cosas— abarca a cientos de individuos y ha dado forma a un mercado informal con características culturales tan peculiares, que ha devenido parte del “paisaje social” en ambos países. Como resultado de las ventajas comparativas antes mencionadas, Miami se ha convertido en el centro de las operaciones comerciales de Estados Unidos con América Latina, en una plaza para la difusión de la cultura y la ideología norteamericanas en América Latina, así como un importante emporio financiero internacional, especializado en el mercado latinoamericano. Los cubanoamericanos han aportado buena parte del capital humano que ha posibilitado este desarrollo y son los más preparados para aprovecharlo, ya sea como gerentes y profesionales o como socios de las empresas orientadas a estos fines. El dinamismo del mercado étnico cubanoamericano, así como la rápida estructuración clasista del enclave, estuvieron determinados por la emigración de una oligarquía nacional vinculada históricamente con

13Sergio Plaza Cerezo: Un análisis económico del mercado hispano en Estados Unidos, Universidad Complutense, Madrid, 2008. La comunidad cubanoamericana y su impacto en la política... 177 grandes empresas estadounidenses y con reservas de capital en ese país antes del triunfo de la Revolución; por las enormes inversiones reali- zadas por el gobierno de Estados Unidos para el sostenimiento de la guerra contra Cuba y la asistencia a los inmigrantes cubanos; así como por el papel desempeñado por estos en la mencionada expansión de las inversiones estadounidenses en América Latina, a partir de la cual la burguesía cubanoamericana ha fundido sus intereses con los sectores dominantes de la región o competido con ellos, hasta imponer un mode- lo cultural en el área al que incluso el resto de los norteamericanos han tenido que adaptarse. En la actualidad, el capital de la burguesía cubanoamericana responde a tres fuentes fundamentales: el invertido en empresas transnacionales o grandes consorcios norteamericanos, los cuales muchas veces tienen antecedentes que se remontan al período neocolonial cubano, pero tam- bién pueden ser la resultante de la lógica expansión de capitales surgidos en la emigración; los negocios que funcionan dentro del enclave cuba- noamericano de Miami, donde no están los mayores capitales pero sí los más numerosos; y el capital acumulado a partir del tráfico de drogas y otras actividades ilícitas, el cual incluye ramificaciones en otras áreas de la economía. Si analizamos la pirámide de la población económicamente activa, encontraremos que esta burguesía apenas constituye el 1% del total, mientras la que pudiera ser considerada como la “clase media”, dígase pequeños propietarios, dirigentes administrativos y profesionales relati- vamente bien remunerados, constituyen el 38% del conjunto. Más abajo estaría un 60% de asalariados, dentro de los cuales un 40% se ubica en la escala de los trabajos peor remunerados.14 El ingreso per cápita anual de los cubanoamericanos es de 25 000 dólares, por encima del conjunto latino (20 000), pero por debajo de la media nacional (33 125). Un 57% son propietarios de sus casas, lo que de nuevo los coloca en una posición intermedia entre los latinos (47%) y la media nacional, calculada en 65%.15 Vale decir que, como reflejo del estado de la economía norteamericana, estos indicadores disminuyeron de forma global durante el último decenio. Según los últimos datos disponibles del Survey Business Owner de la Oficina del Censo de Estados Unidos (SOB), en el año 2007 los cu- banoamericanos eran dueños de 251 000 empresas, el 75% de las cuales estaban radicadas en la Florida. Ello representó un crecimiento de casi el doble de las que poseían en 2002. Sin embargo, solo 32 329 de estas

14Phillip Martin y Elizabeth Middley: “La cantidad de personas nacidas en el extranjero alcanza un máximo sin prec- edente en los Estados Unidos”, en Population Reference Bureau, 2009, www.prb.org. 15PEW, 2012: Ob. cit. 178 Dr. Jesús Arboleya Cervera empresas contrataban fuerza de trabajo —una cantidad casi idéntica a la de 2002—, por lo que básicamente tal incremento se debió al estableci- miento de negocios personales independientes, con escasa acumulación de capital.16 A pesar de que las principales firmas cubanoamericanas solo repre- sentaban el 13% del total, generaban el 85% de los ingresos, 43,400 millo- nes de dólares. Mientras el promedio de ingresos de estas firmas fue de 1,3 millones de dólares anuales, el de los pequeños negocios individuales apenas alcanzó 35 809, todo lo cual nos indica un alto grado de concen- tración del capital.17 Tales datos demuestran que resulta exagerado el estereotipo que de- fine a los cubanoamericanos como una “comunidad de empresarios”, al contrario, lo que se aprecia es una profunda diferenciación clasista, no solo entre empleados y empleadores, sino entre los propios propietarios de negocios, muchos de los cuales pudieran haber surgido como alter- nativa al aumento del desempleo en los últimos años. A pesar de esto, tampoco deja de ser cierto que los cubanoamericanos ocupan el primer lugar entre los negocios latinos y se ubican solo detrás de chinos, hindúes y coreanos, dentro del conjunto de las minorías nacionales. Según el censo de 2010, 814 000 personas integraban la fuerza laboral cubanoamericana empleada, aproximadamente el 45% de la población adulta, por encima de la media latina, la cual mostraba un 41% de incor- poración al trabajo. Mirado desde el punto de vista de su distribución por sectores, el 63,5% laboraba en asuntos relacionados con la informa- ción, las finanzas y otros servicios relacionados con estas actividades; el 22% en el comercio y la transportación; un 7,3% en la manufactura y el 7% en la construcción, la agricultura y la minería.18 (Ver tabla 3.) Estos indicadores se corresponden con la estructura económica nor- teamericana, donde el 63% de la fuerza laboral está empleada en labores relacionadas con la información y las finanzas; solo un 8% lo está en la construcción, la minería y la agricultura, y un 10% en la manufactura. Incluso es bastante similar a la composición laboral de los latinos, ya que es un mito que la mayoría de estos están empleados en la agricultura, cuando en realidad se trata del sector que menos hispanos emplea, al menos de los establecidos legalmente en el país. No obstante, sí aparecen diferencias entre los cubanoamericanos y el resto de los latinos en cuanto al estatus ocupacional. Mientras el 33,4% de la fuerza laboral cubanoamericana realizaba trabajos como administradores y profesionales —el mayor por ciento ocupacional—, apenas un 21% de la media hispana se ocupaba en tareas de este tipo.

16Survey of Business Owner (SBO): US CENSUS BUREAU, 2007. 17Ibíd. 18PEW Hispanic Center: Hispanic of Cuban Origin in the United States, Ob. cit. La comunidad cubanoamericana y su impacto en la política... 179

Otro 26,5% de los cubanoamericanos trabajaba como vendedores y ofi- cinistas, faenas que solo desempeñaba el 22% de la fuerza laboral latina. Sin embargo, en actividades de servicio laboraba el 24% de la media hispana —la mayor fuente de empleo del grupo—, mientras un 17,5% de los trabajadores cubanoamericanos realizaban esta labor. Por último, el 12% de los latinos eran constructores, mineros y agricultores, tareas que apenas desempeñaban el 5,7% de los cubanoamericanos; así como el 180 Dr. Jesús Arboleya Cervera

20% se ocupaba de trabajos de mantenimiento, producción y transporte, donde estaba empleada el 16,7% de la fuerza laboral cubanoamericana. Llama la atención el considerable incremento del índice de desem- pleo de los cubanoamericanos en relación con la población laboral acti- va (12,7%), mayor al de la media nacional (10,2%) e incluso ligeramente superior al del conjunto hispano (12,4%). Lo que significa que este indi- cador prácticamente se duplicó desde el año 2000, cuando apenas alcan- zaba el 6,1%, mientras que la media hispana decreció del 14,6% que tenía en esos momentos.19 Ello puede estar determinado por el incremento del desempleo en la Florida (11,5%), superior a media nacional (9,6%), y particularmente en Miami, donde alcanzó la cifra de 13,6% en 2010.20 El 18% de los cubanoamericanos viven por debajo del nivel de pobre- za, otro indicador negativo que creció casi un 5% en los últimos diez años, alejándose de la media nacional (15%), aunque sigue siendo inferior al promedio hispano, que alcanza un 25%. Por su parte, también aumentó un 2% el número de cubanoamericanos que no cuenta con seguro mé- dico, hasta abarcar a una cuarta parte de la población, colocándose de nuevo en un nivel intermedio entre la tasa nacional (16%) y la media hispana, ascendente al 31%.21 Los cubanoamericanos muestran un índice de encarcelamiento de 3,01%, solo superado por los puertorriqueños (5,06%) entre los latinos, y equivalente a la media nacional de Estados Unidos (3,04%), la cual es la mayor del mundo.22 Podemos entonces concluir que aunque el llamado Golden Exile no lo es tanto. Sin embargo, en términos comparativos, aún la situación económica y social de los cubanoamericanos es mejor que la de la ma- yoría del resto de los grupos latinos, lo cual se corresponde con el nivel educacional promedio, toda vez que el 24% ha superado la enseñanza media superior, mientras solo un 13% de los latinos ha alcanzado ese nivel.23 Si a ello agregamos que alrededor de un 90% de los cubanoamerica- nos se consideran blancos, podemos comprender la razón por la cual se conciben más cerca de la clase media blanca norteamericana que cual- quier otro grupo étnico o nacional minoritario en Estados Unidos, un elemento que influye en sus actitudes políticas. Como vimos, el nivel de desempleo se ha agravado como consecuen- cia de la crisis económica y la globalización de la economía miamense, con el consiguiente traslado de puestos de trabajo antes muy socorridos en Miami —como el de las factorías—, hacia países donde la mano de

19U.S. Census Bureau, 2010. Census Redistrincting Data. Summary File. 20Bureau of Labor Statistics (BLS), US Department of Labor, 2011. 21PEW Hispanic Center: Hispanic of Cuban Origin in the United States, Ob. cit. 22Alejandro Portes y Rubén G. Rumbaut: Immigrant America, Ob. cit. tabla 26. 23PEW Hispanic Center: Hispanic of Cuban Origin in the United States, Ob. cit. La comunidad cubanoamericana y su impacto en la política... 181 obra es más barata. Debido a esto, algunos analistas consideran que, en términos de mercado de trabajo, Miami se ha convertido en “una econo- mía de servicios de bajos salarios”.24 Sin embargo, a esta descripción, la cual sin duda caracteriza la situación de la mayoría, habría que agregar la existencia de un segmento laboral donde priman altos estándares de calificación que polarizan el mercado laboral en sus extremos, como ocurre en la mayor parte de Estados Unidos, lo cual beneficia a los cuba- noamericanos debido a su mejor preparación profesional. Aunque la condición de cubanoamericano no está únicamente deter- minada por ello, el bilingüismo es el patrón de medida por excelencia para calcular el grado de integración de los cubanos a la sociedad nor- teamericana. También constituye una característica que singulariza a la cultura cubanoamericana respecto a la cubana, dado que no solo refleja el dominio de los dos idiomas, algo posible en cualquier parte, sino la asimilación de ambas culturas y su reproducción en una singular que las abarca, con sus correspondientes modificaciones. Según se desprende de estudios realizados en 2007 en Miami, más del 70% de los cubanoamericanos hablaban español dentro y fuera de sus casas, por lo que ese idioma sigue primando en la mayoría de los hogares cubanoamericanos. Sin embargo, una proporción similar de los nacidos en Estados Unidos se sentían más a gusto hablando en inglés y ello abarca la casi totalidad de los miembros de la tercera generación. En resumen, aunque el 74% de la comunidad prefería que el inglés preva- leciera en la educación de sus hijos, una proporción similar alentaba el aprendizaje de ambos idiomas.25 Tal disposición por conservar la lengua materna está relacionada con la fuerza de la cultura cubana, pero más importante aún es su funcio- nalidad para la propia identidad cubanoamericana y las exigencias im- puestas por la estructura económica de la región, donde el bilingüismo constituye un atributo para insertarse en el mercado laboral. Ello lo con- firman estudios realizados por la Universidad de Miami, en los cuales se plantea que la renta de los hispanos bilingües es un 60% mayor que la de aquellas personas exclusivamente angloparlantes.26 Mirado desde otro punto de vista, esta exigencia al bilingüismo perjudica a los nuevos inmigrantes que dominan menos el inglés. Es entre los profesionales nacidos o formados en Estados Unidos, don- de resulta más evidente la evolución de la cultura cubanoamericana, no solo porque constituyen los más aptos para vincularse con el resto de la sociedad y avanzar en la escala social, sino porque, en muchos casos, este

24Susan Eva Eckstein: Ob. cit., p.85. 25Ibíd., tabla 2.4. 26Sergio Plaza Cerezo: Ob. cit., p.14. 182 Dr. Jesús Arboleya Cervera proceso tiende a distanciarlos de la ideología predominante en el enclave e incorporan una nueva visión de su realidad y del mundo circundante. Los descendientes nacidos en Estados Unidos muestran los mejo- res indicadores de los cubanoamericanos dentro del mercado laboral norteamericano. Según el censo del 2000, el 41% ya se ubicaba en las posiciones mejor retribuidas y solo un 12% se encontraba por debajo del umbral de la pobreza. Ni siquiera los primeros emigrados, con indicado- res del 36% y el 14%, respectivamente, superaban esta condición.27 Aunque gracias al capital humano de que son portadores, los nuevos inmigrantes también han podido insertarse con relativa rapidez en el mercado laboral y muchos de ellos ascender en su estatus ocupacional, su situación contrasta con la de los primeros emigrados y sus descendien- tes. Entre los que llegaron en la década del 80, un 23% desempeñaban ocupaciones de alto nivel profesional y un 22% estaba ubicado en traba- jos poco apreciados. El 12% devengaba altos salarios y, en contraste, un 20% vivía por debajo del umbral de pobreza. Por su parte, en el caso de los que arribaron después de 1990, se registraba un 18% en los mejores empleos y el 24% en el estrato más bajo del mercado laboral. Mientras que el 7% devengaba altos ingresos, el 24% vivía por debajo de nivel de pobreza.28 El cuadro que nos presentan estos datos es una comunidad muy segmentada desde el punto de vista clasista y cierto deterioro de sus indicadores económicos y sociales básicos, con profundas diferencias culturales entre los diversos grupos de inmigrantes y de estos con los descendientes, a lo que habría que agregar la existencia de prioridades y objetivos disímiles en sus relaciones con Cuba, todo lo cual ha influido en la dinámica política de esa población, transformando muchos de sus patrones tradicionales.

Estructuras políticas de la comunidad cubanoamericana y su influencia en las relaciones con Cuba

En correspondencia con la estructuración clasista resultante de estos procesos, la organización de los enclaves étnicos en Estados Unidos lle- va aparejada la aparición de organizaciones, grupos e individuos que asumen el control político de estas comunidades y aparecen como sus representantes en las relaciones con el resto de la sociedad. Con los cubanoamericanos ha ocurrido lo mismo, aunque con particu- laridades determinadas por el origen social de los primeros inmigrantes,

27Susan Eva Eckstein: Ob. cit., tabla 2.5. 28Ibíd. La comunidad cubanoamericana y su impacto en la política... 183 su experiencia política previa en Cuba y sus vínculos históricos con el sistema estadounidense. Sobre todo ha sido esencial la función contra- rrevolucionaria asignada por Estados Unidos a la emigración cubana, fuente de beneficios extraordinarios, que determinaron las condiciones de su asentamiento e integración a la sociedad norteamericana. Ello explica que el tema cubano haya sido un asunto recurrente en las campañas políticas locales y que con la excusa de la defensa de “La Causa” contrarrevolucionaria se estableciera un férreo control político interno por parte de la burguesía cubanoamericana, potenciando su acceso a las estructuras políticas y económicas de la región, así como sus vínculos a escala nacional en Estados Unidos. También el neoliberalismo económico, la fuga de capitales y el co- mercio desigual de Estados Unidos con América Latina han resultado fenómenos beneficiosos para la economía miamense e influido en las posiciones de la comunidad cubanoamericana hacia los problemas de la región. Por otro lado, la correspondencia de intereses de la extrema de- recha con los sectores conservadores estadounidenses ha determinado el papel desempeñado por los cubanoamericanos en el sistema norteame- ricano e influido en las preferencias electorales hasta ahora demostradas. Como resultado de estos condicionamientos e influencias, los cuba- noamericanos constituyen uno de los grupos minoritarios más conser- vadores de Estados Unidos y Miami se ha convertido en la “capital” de la derecha latinoamericana. El análisis que nos ocupa, radica precisamente en evaluar los factores que en la actualidad influyen a favor o en contra de esta realidad y sus tendencias hacia el futuro. Los cubanoamericanos controlan un tercio de los puestos electivos en el condado Miami-Dade29 y la administración de las municipalidades donde están concentrados. También ocupan posiciones directivas en áreas donde incluso no son mayoría, lo que indica su integración con otros grupos de poder de la región. De los trece congresistas latinos estaduales de la Florida, once son cubanoamericanos y, entre ellos, diez son republicanos de Miami. La excepción la constituye José Javier Rodríguez, un joven demócrata miamense que, desde posiciones progresistas y con el apoyo de grupos de izquierda, triunfó sobre un candidato de la extrema derecha en las elecciones de 2012, creando un precedente prácticamente impensable en el pasado reciente. La maquinaria política local cubanoamericana puede ser descrita como una fuerza política bastante compacta, donde los conflictos en- tre los políticos, muchas veces escandalosos, no alteran en esencia su

29Ibíd. p. 94. 184 Dr. Jesús Arboleya Cervera dependencia y funcionalidad para los grupos económicos dominantes, los cuales no han tenido escrúpulos a la hora de imponer sus intereses, utilizando para ello todo tipo de mecanismos de control social, desde el terrorismo hasta los medios de difusión, por lo que el entorno político cubanoamericano califica entre los más corruptos e intolerantes del país. Si bien los anglos continúan siendo los dueños de los grandes capitales de la Florida, así como los principales ejecutivos de las grandes empresas, la burguesía cubanoamericana ha sabido ganar espacios en esta estructu- ra y, sobre todo, acceder a buena parte de los negocios gubernamentales relacionados con la localidad. No se trata de un botín menor, entre 1970 y 2000, el sector público miamense aumentó su tamaño 27 veces y llegó a gastar 25 000 millones de dólares anuales. De hecho, la fuente funda- mental de empleo del llamado “exilio histórico” no son las empresas del enclave, como muchas veces se piensa, sino este sector público.30 El 73% de la comunidad cubanoamericana tiene la ciudadanía nor- teamericana.31 En el caso de los inmigrantes, son ciudadanos el 90% de los cubanoamericanos que llegaron antes de 1980 y el 60% de los arribaron entre esa fecha y 1990, aunque solo el 18% de los que han llegado con posterioridad.32 Esto explica que el peso del llamado exilio histórico en el padrón electoral resulte desproporcionado en relación con su real im- portancia demográfica, que los nuevos inmigrantes tengan aún un escaso impacto en los procesos electorales y que los descendientes nacidos en Estados Unidos constituyan un factor de importancia creciente en este contexto. Más del 90% de los cubanoamericanos elegibles para votar estaban ins- critos antes del 2010, lo que indica un alto grado de participación política. De ellos, el 69% eran republicanos, mientras que la media latina no sobre- pasaba el 38%. Llama la atención que el 67% de los nuevos emigrados ins- critos eran también republicanos, por lo que solo los nacidos en Estados Unidos (58% demócratas) establecían la diferencia respecto a la afiliación partidista predominante entre los electores cubanoamericanos.33 Tal evolución, unida al incremento de otros latinos en el estado, ha determinado que a partir del 2008 los republicanos perdieran la mayoría hispana que llegaron a ostentar en la Florida (ver tabla 4).34 Ello también ha tenido repercusiones políticas en el condado de Mia- mi, aunque la mayoría republicana entre los hispanos se mantiene, gracias a que el 58,6% de los cubanoamericanos son republicanos y estos conti- núan siendo la fuerza política latina predominante en el área.35 Aún así,

30Ibíd. p.102. 31PEW Hispanic Center: Hispanic of Cuban Origin in the United States, Ob. cit. 32Cuba Facts: Recents Cuban-American Voting Patterns, Miami, November 2011. 33Susan Eva Eckstein: Ob. cit., tablas 3.2 y 3.3. 34PEW Hispanic Center: Hispanic of Cuban Origin in the United States, Ob. cit. 35Cuba Facts: Ob. cit. La comunidad cubanoamericana y su impacto en la política... 185

es de notar que en Miami el índice de cubanoamericanos republicanos es menor que la media de esta población, lo que está relacionado con el asentamiento de los nuevos inmigrantes en el enclave y el desplazamien- to hacia otras zonas de aquellos con mayores recursos económicos. Todo ello ha afectado el monolitismo político que hasta ahora ca- racterizó al electorado cubanoamericano. Si bien tienden a apoyar a los candidatos de su propio grupo nacional y estos por lo general son conservadores republicanos, en los últimos años se aprecia la tendencia a votar por candidatos más liberales. Al parecer, tal conducta no es ajena a las transformaciones ideológicas que se aprecian en esta comunidad. Según encuestas realizadas a pie de urna en 2010, el 20% de los cubanoa- mericanos se definió como liberal, un 38% como moderado y solo el 42% prefirió considerarse conservador.36 Así lo confirma, además, la evolución que ha tenido el voto cubano- americano en las últimas elecciones presidenciales. Mientras que Bush obtuvo el 75% y 78% de la votación en 2000 y 2004, respectivamente; McCain apenas consiguió el 64% en 2008.37 Incluso en las pasadas elec- ciones de 2012, la preferencia por el candidato demócrata Barack Obama aumentó del 38% que obtuvo en 2008,38 a una cifra que ronda el 50% de los electores, según diversas encuestas. Aunque falta por estudiar sus causas y determinar si se trata de una tendencia que persistirá en el futuro, la significación del voto cubanoa- mericano en las últimas elecciones consiste en que, a diferencia de alre- dedor del 40% obtenido por Bill Clinton en 1996, cuando el aumento del voto cubanoamericano hacia los demócratas se logró gracias a su

36Ibíd. 37Ibíd. 38Ibíd. 186 Dr. Jesús Arboleya Cervera alianza con la extrema derecha, Obama basó su campaña en propuestas respecto a la política hacia Cuba que entraban en franca contradicción con la plataforma de estos grupos, los cuales trabajaron activamente en su contra. En realidad, Carter y Obama han sido los únicos presidentes norteamericanos que no han tenido un vínculo orgánico con la extrema derecha cubanoamericana. La mayor parte de los analistas achacan este resultado al impacto de los nuevos inmigrantes y la emergencia de jóvenes nacidos o formados en Estados Unidos dentro del conjunto de votantes y aunque algunos opinan que esto refleja un mayor desinterés por el tema cubano, no pa- rece que fue lo acontecido en las elecciones. Si los electores cubanoamericanos hubiesen votado por razones ex- clusivamente económicas, lo más probable es que tantos no lo hubieran hecho por Obama, tal y como ocurrió en el resto del país. Tampoco los movilizó una reforma migratoria que no necesitan o el problema de los indocumentados. Por último, aunque efectivamente a una población con altos índices de envejecimiento debiera preocuparle las propuestas republicanas contra los beneficios sociales, paradójicamente no fue este segmento el que votó por el Presidente u otros candidatos demócratas. Dos hechos, de cierta forma relacionados, saltan a la vista como posi- bles causas del resultado electoral: el temor de muchos a que la política hacia Cuba regresara a sus fundamentos más hostiles y el rechazo ideo- lógico de las nuevas generaciones al extremo conservadurismo de los re- publicanos, quedando otra vez establecida la diferencia entre el llamado “exilio histórico” y la mayoría del resto de la sociedad cubanoamericana. Un aspecto muy discutido ha sido la significación del cambio ocurri- do en los indicadores electorales de los cubanoamericanos y su impacto en diversos aspectos de la vida política norteamericana. En verdad, la importancia del voto cubanoamericano ha sido bastante exagerada, toda vez que representan menos del 5% del electorado de la Florida y del 1% del país. Ni siquiera en los condados floridanos donde se concentra la inmensa mayoría de los votantes cubanoamericanos, dígase Miami, Broward y Monroe, su voto ha sido decisivo cuando se trata de elecciones presidenciales, donde siempre han ganado los candidatos demócratas, sin importar el nivel de preferencia que hayan tenido entre los votantes cubanoamericanos.39 La conclusión es que el voto cubanoamericano solo puede resultar decisivo en las elecciones locales, donde la participación del resto del electorado es más escasa. En tal sentido, las transformaciones sociales ocurridas en el sur de la Florida, incluso dentro de la propia comunidad

39Ramón Sánchez Parodi: “La sociedad socialista cubana: actualidad, desafíos y perspectivas”, Ponencia en el CIPI, La Habana, 2012, p.9. La comunidad cubanoamericana y su impacto en la política... 187 cubanoamericana, tienden a debilitar la importancia comparativa del voto cubanoamericano en la región, afectando el predominio hasta aho- ra alcanzado por las fuerzas políticas de la extrema derecha cubanoame- ricana, lo que no quiere decir que dejarán de tener un peso importante en el balance regional. Sin duda, este proceso también puede afectar el impacto de los cuba- noamericanos a escala nacional, aunque no existe una correspondencia absoluta entre una cosa y la otra. Las afiliaciones a nivel local han estado influidas por la política hacia Cuba debido a las razones antes apuntadas, pero pueden evolucionar en función de otros intereses, en la medida en que disminuyan los beneficios resultantes de esta vinculación. De aquí la importancia del estudio de estas estructuras a partir de su propia dinámica local, las cuales tienden a tener un carácter más permanente, cualquiera sean las posiciones respecto a Cuba. Por otra parte, la influencia alcanzada por los grupos políticos cuba- noamericanos en ciertos aspectos de la política norteamericana nunca ha dependido del peso específico de su electorado. Por ejemplo, el papel de los cubanoamericanos en asuntos tan debatidos como el derecho al aborto o los programas nacionales de asistencia social resulta insignifi- cante, pero ha tenido mayor relevancia en temas como el de las relaciones con Cuba, dado que el interés del resto de la población es más limitado, otorgándoles un protagonismo que sobrepasa su peso específico real. Lo determinante en este sentido ha sido ser funcionales a determi- nados grupos de poder dentro del sistema político estadounidense, así como su capacidad para interactuar con este, en lo cual ha incidido la existencia de una cultura política que tiene antecedentes en Cuba y se extendió en el propio quehacer de la actividad contrarrevolucionaria. Esta imbricación es lo que explica la influencia de los cubanoamericanos en la política de Estados Unidos hacia Cuba. No son, por tanto, los que deciden esta política, pero su activismo ha sido un componente esencial en la construcción de un consenso respecto a la misma y también han contribuido a su diseño e implementación. A escala nacional, el activismo de estos grupos se ha expresado a través de lo que ha dado en llamarse el “lobby cubanoamericano”. Un conjunto de organizaciones, grupos y personas de extrema derecha que, no por he- terogéneo y muchas veces en conflicto, deja de actuar con un alto nivel de coherencia política en ciertos temas y aprovecha su condición étnica para supuestamente representar los intereses de toda la comunidad de origen cubano, incluso de la propia población cubana. El lobby cubanoamericano se organizó en la década de 1980, en correspondencia con el grado de integración social ya existente en la 188 Dr. Jesús Arboleya Cervera comunidad cubanoamericana y los intereses de los grupos conservado- res estadounidenses, que lo incorporaron a sus fuerzas. Ello dio origen a la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), cuya cualidad esencial fue representar los intereses de la entonces naciente burguesía cubanoamericana y establecer un vínculo orgánico con los grupos polí- ticos dominantes de la sociedad norteamericana. Tal proceso constituyó un cambio trascendente en la propia natu- raleza de la contrarrevolución, toda vez que reflejó un cambio de su condición nacional, incluso del desplazamiento del escenario básico de su actuación. Aunque oculto en un lenguaje político que los identifica como “cubanos” cuando les conviene, la realidad es que el lobby cubano- americano constituye una fuerza estadounidense destinada a influir en la política de “su país”, dígase Estados Unidos, lo que explica el relativo desinterés por establecer bases políticas reales dentro de Cuba y deslegi- tima cualquier pretensión nacionalista cuando se refiere a la sociedad cubana. El objetivo esencial de la FNCA, así como del lobby cubanoamericano en general, ha sido propiciar la intervención militar norteamericana en Cuba y, por imposición de Estados Unidos, ocupar el vacío de poder que generaría esta situación. Ni siquiera se trata de un plan anexionista que otorgaría derechos a los cubanos en ese país, sino el restablecimiento de un sistema neocolonial con cualidades de protectorado, cuyas caracterís- ticas se remontan a 1902. La capacidad para movilizar recursos económicos con fines políticos fue un factor decisivo en la influencia alcanzada por esta organización. Durante el período comprendido entre 1982 y 2000, el Free Cuba PAC, creado por la FNCA para canalizar sus contribuciones, invirtió 1,3 millo- nes en este esfuerzo. Ello era equivalente a la mitad del dinero distribui- do por las 67 organizaciones que conformaban el lobby judío y el doble del lobby albanés, clasificado entonces, un poco sorpresivamente, como el tercero entre las organizaciones étnicas de este carácter.40 Buena parte de este dinero ni siquiera tenía que ser desembolsado por los supuestos donantes. Investigaciones realizadas por el profesor John Nichols, en 1988, demostraron una coincidencia casi absoluta entre los fondos que la FNCA recibió de la National Endowment for Democracy (NED) y sus contribuciones a los políticos que se prestaban a cooperar con ella.41 No obstante, no solo se trató del volumen de las contribuciones, sino de su oportunidad y conveniente ubicación, logrando influir en

40Susan Eva Eckstein: Ob. cit., p. 108. 41Gaeton Fonzi: The last investigation, Thunder’s Month Press, New York, 1993, p. 119. La comunidad cubanoamericana y su impacto en la política... 189 importantes políticos nacionales. Combinado con el apoyo guberna- mental a sus iniciativas, ello permitió a la FNCA la realización de pro- yectos que llegaron a tener impacto en la política nacional y exterior del país, particularmente en el caso de Cuba. La muerte de Jorge Mas Canosa, en 1997, así como la victoria de Geor- ge W. Bush en las elecciones de 2000 —en conflicto con el clan Mas—, disminuyeron el peso específico de la FNCA en la vida política cubano- americana y ello generó un vacío de liderazgo que no ha tenido relevo, aunque la extrema derecha ha mantenido su control sobre la comuni- dad y el lobby cubanoamericano, con otros protagonistas, ha continuado teniendo una participación relevante en la política de Estados Unidos hacia la Isla. En la actualidad, el lobby cubanoamericano ya no depende de un hombre o de una organización, como fue el caso de la FNCA. Constituye una maquinaria política más o menos informal que, aunque asentada en el enclave de Miami, trasciende sus fronteras, para integrarse a las principales corrientes de la vida política norteamericana. Sus representantes han llegado a ocupar la gobernación del estado de la Florida y están integrados a las estructuras de ambos partidos a escala estadual y nacional; han ubicado figuras en cargos nacionales de importancia, incluso secretarías del gobierno federal, así como también han sido asesores del presidente en el Consejo de Seguridad Nacional y embajadores de Estados Unidos en varios países. Junto a esto, ha ido en aumento su presencia en la burocracia guber- namental, lo que les permite influir de forma permanente en el diseño e implementación de políticas, sin importar cuál sea el gobierno de turno. Tal presencia se manifiesta de forma particular en la política de Estados Unidos hacia América Latina y especialmente hacia Cuba. Convertidos en “especialistas” de la región, los burócratas cubanoamericanos trasla- dan al gobierno norteamericano su visión respecto a la realidad latinoa- mericana y muchas veces son los encargados de gestionar la diplomacia, por lo que si bien no son los que deciden la política del país, influyen de manera importante en ella. También cuentan con varias organizaciones denominadas political action committes (PACs), encargadas de contribuir selectivamente a las campañas de los políticos sobre los cuales pretenden influir o contra aquellos que no se pliegan a sus demandas. Tales organizaciones revisten una importancia primordial en procesos electorales cada día más costo- sos, para no hablar de la corrupción envuelta en esta dinámica, mediante 190 Dr. Jesús Arboleya Cervera la cual logran enriquecerse muchos políticos del país. Definidos dentro de la categoría de special interest groups, lo que quiere decir que están enfocados casi exclusivamente en el tema cubano, los PACs cubanoame- ricanos demuestran ser particularmente activos e influyentes. Actualmente, el más importante de estos grupos es el US-Cuba Democracy PAC, cuya directiva son millonarios y activistas políticos cubanoamericanos afiliados a ambos partidos. Sus objetivos declarados, según lo especifica su sitio web, son: oponerse a cualquier legislación que “prolongue la existencia” del régimen cubano; “alentar” a los congresis- tas norteamericanos con vistas a que influyan sobre sus colegas en otros países para que apoyen esta política; defender al Hemisferio Occidental contra la “amenaza” que significa Cuba y preparar “nuevos líderes” cuba- noamericanos, encargados de dar continuidad a esta tarea.42 Creada en 2003, ese mismo año esta organización realizó contribu- ciones por medio millón de dólares a más de doscientos políticos nor- teamericanos, cuatro veces más que las realizadas por la FNCA entre 1998 y 2004 y el doble de las que hizo en 1984, cuando estaba en el tope de su influencia. Esto lo ubicó entre los primeros 150 de los más de 1 500 PACs existentes en Estados Unidos.43 Ahora bien, desde 2008, cuando obtuvieron el máximo de sus recau- daciones (802 799) y aportaron las mayores contribuciones (767 500), se observa un sostenido decrecimiento de su capacidad de convocatoria e influencia en los procesos electorales. En 2010 recaudaron 634 254 dóla- res y aportaron 471 000, mientras que en 2012 solo recaudaron 511 722 dólares, lo que implicó que sus contribuciones disminuyeran a 304 000, un descenso de más del 60% en apenas cuatro años.44 También se modificó el objetivo de su influencia. Si bien en 2008 el 59% del dinero fue a parar a manos de políticos demócratas, entre ellos 52 de los 66 que habían apoyado iniciativas favorables a Cuba, y esta preferencia aumentó al 70% en 2010, en 2012, el 62% estuvo destinado al apoyo de políticos republicanos, lo que pudiera constituir un indicativo más de la polarización política existente en el país y la consiguiente re- ducción del margen de maniobra de estos grupos.45 Además, la extrema derecha cubanoamericana tiene presencia en varios “tanques pensantes”, especialmente de tendencia conservadora; en supuestas organizaciones de derechos humanos que reciben fondos del gobierno para el ejercicio de la política oficial por vías no guberna- mentales; en importantes bufetes de abogados y en empresas cabilderas privadas, muchas veces integradas por cubanoamericanos que han for- mado parte del gobierno.

42www.uscubapac.com 43Susan Eva Eckstein: Ob. cit., p. 120. 44Center for Responsive Politics (CRP): Open Secrets.org, 2013. 45Ibíd. La comunidad cubanoamericana y su impacto en la política... 191

Aunque algunos políticos de este origen ya no dependen del voto cubanoamericano, donde quizá existe una mayor relación entre la fuer- za política local y su influencia a escala nacional es en la elección de un grupo de congresistas y senadores federales, que han convertido a esta comunidad en el grupo hispano proporcionalmente mejor representado del país. De aquí que, cualquier variación en la composición de estos políticos, reviste una importancia estratégica para la influencia del lobby cubanoamericano en la política hacia Cuba. Son cubanoamericanos cuatro de los treinta congresistas federales latinos. Mario Díaz-Balart e Ileana Ros-Lethinen son republicanos de Miami y Joe García es un demócrata de la misma ciudad. Completa la lista Albio Sires, de New Jersey, alguien que comenzó su carrera como demócrata, después se pasó al Partido Republicano, más tarde se declaró independiente y finalmente regresó al Partido Demócrata. También son cubanoamericanos los únicos tres latinos senadores del país: el demócra- ta Bob Menéndez, de New Jersey, y los republicanos Marco Rubio, de la Florida, y Ted Cruz, de Texas. A pesar de también constituir un producto de la maquinaria política miamense, debido a su respaldo a la política del presidente Obama hacia Cuba, el triunfo de Joe García, primer demócrata cubanoamericano que obtiene un escaño federal en el sur de la Florida, constituyó una altera- ción apreciable del monolitismo que caracterizaba a la representación cubanoamericana en el Congreso norteamericano. Al igual que García, nacido en Miami, los senadores cubanoameri- canos Marco Rubio y Ted Cruz forman parte del relevo generacional de políticos cubanoamericanos, lo cual también está ocurriendo con bastante asiduidad a nivel local en Miami.46 Aunque pudiera suponerse que la emergencia de esta nueva gene- ración implicaría la adopción de posiciones más liberales dentro del espectro político estadounidense, así como actitudes más flexibles en el caso de las relaciones con Cuba, en la mayor parte de los casos esto no se ha confirmado en la práctica. La razón son los vínculos de estas personas con los grupos de la extrema derecha, a través de los cuales han accedido a los recursos económicos y la influencia que se requiere para participar en la política de Estados Unidos. A pesar de contar con una mayoría republicana en la Cámara de Representantes y llegar a ocupar posiciones tan importantes como la presidencia de la Comisión de Relaciones Exteriores de esa entidad, en la persona de Ileana Ros; durante los gobiernos de Barack Obama, el lobby

46Robert Menéndez también nació en Estados Unidos, pero su ascenso en la política refleja otro proceso. 192 Dr. Jesús Arboleya Cervera cubanoamericano no ha podido concretar iniciativas legislativas que refuercen significativamente la política contra Cuba. Ello demuestra las limitaciones de estos grupos para actuar en franca oposición a la política gubernamental y también que el balance puede cambiar si la política del gobierno les resulta favorable. De todas formas, aprovechando la polaridad existente entre ambos partidos, la debilidad de los grupos que apoyan una reformas de la políti- ca hacia Cuba y la propia falta de voluntad del ejecutivo en este sentido, la extrema derecha cubanoamericana en el Congreso ha sido capaz de bloquear aquellas iniciativas destinadas en sentido contrario a sus posi- ciones; dificultar acciones gubernamentales encaminadas a flexibilizar la política hacia Cuba y, sobre todo, a fiscalizar la implementación de la normas vigentes, especialmente el bloqueo económico, a través de presiones e influencias sobre los organismos encargados de ejecutarla, como es el caso del Departamento de Estado y la oficina OFAC del De- partamento del Tesoro. El resultado ha sido que su actividad ha contribuido al mantenimien- to del statu quo en sus aspectos esenciales, lo cual, aunque favorece po- lítica y económicamente a la extrema derecha cubanoamericana, dado que la ley Helms-Burton y el Plan Bush continúan siendo la base de la política oficial de Estados Unidos hacia Cuba, también refleja el retroce- so relativo de la capacidad de acción que tuvieron en otros momentos. Otro aspecto en que se ha hecho sentir el activismo del lobby cuba- noamericano ha sido en la política de Estados Unidos hacia América Latina. En tal sentido, han creado dificultades para el ejercicio del “nue- vo comienzo” proclamado inicialmente por Obama para las relaciones con la región y, desde el Senado, han bloqueado el nombramiento de funcionarios y embajadores encargados de llevarlo a la práctica. Resulta evidente el apoyo que han brindado a la contrarrevolución en Venezuela y otros países progresistas de la región, lo que no excluye la participación en acciones subversivas concretas y la protección de los involucrados, en coordinación con los servicios especiales estadouniden- ses, con los cuales mantienen relaciones históricas. Incluso, algunos le achacan un activo protagonismo en el golpe de Estado en Honduras y, de hecho, Ileana Ros fue la política norteamericana que mayor respaldo público brindó a los golpistas. Más importante aún, la extrema derecha cubanoamericana funciona integrada a la derecha latinoamericana y ha sido un factor relevante en los intentos de revitalización de estas fuerzas en la región, destacándose su participación en la creación de coaliciones entre los diversos grupos La comunidad cubanoamericana y su impacto en la política... 193 y países, el financiamiento de sus actividades, la manipulación de la opi- nión pública y el acceso a diversos sectores de poder norteamericanos, con vista a influir en la política de Estados Unidos al respecto. Sin duda, el lobby cubanoamericano constituye una fuerza política nada despreciable, con experiencia política, recursos económicos e importantes contactos dentro y fuera de Estados Unidos. Sin embargo, enfrenta una contradicción objetiva básica: la falta de viabilidad de sus presupuestos respecto a la política de Estados Unidos hacia Cuba. Ello no solo se expresa en la incapacidad para llevar a vías de hecho el objetivo histórico de destruir a la Revolución cubana y mucho menos de aislar a Cuba del concierto latinoamericano en las actuales circunstan- cias, sino en el debilitamiento de su propia base social, como resultado de los cambios ocurridos en la comunidad cubanoamericana. Desde 1991, el Cuban Research Institute (CRI) de la Universidad Internacional de la Florida, viene realizando encuestas respecto a las inclinaciones políticas de la comunidad cubanoamericana, las cuales muestran una sostenida tendencia al incremento de los indicadores que distancian a la mayoría de la agenda del “exilio histórico”, especialmente en cuanto a la política hacia Cuba y las relaciones con la Isla. Todavía en la última encuesta, llevada a cabo en 2011, se observan resultados contradictorios: mientras el 56% continuaba apoyando el mantenimiento del bloqueo económico, una cifra similar lo consideraba inefectivo y el 75% respaldó la venta de medicinas y alimentos. Incluso, un 58% se manifestó a favor del restablecimiento de relaciones diplomá- ticas entre los dos países.47 Lo que sí resultó evidente fue el apoyo creciente a establecer facili- dades para el desarrollo de los vínculos con Cuba. El 57% respaldó la posibilidad de que todos los norteamericanos pudiesen viajar a Cuba sin restricciones y el 61% se opuso a las propuestas de ley encaminadas a limitar esta posibilidad. Siendo una actitud particularmente mayoritaria entre los que emigraron después de 1994 (76%), los jóvenes entre 18 y 44 años (74%) y los nacidos en Estados Unidos, que alcanzaron un 72%.48 Aunque aún ninguna tendencia organizada se equipara en influencia a la extrema derecha, dentro de la propia elite de la burguesía cubanoa- mericana han aparecido sectores que antes apoyaban la agenda de estas fuerzas y ahora plantean revisar los presupuestos de esta política. De nuevo, estamos en presencia de la convocatoria a un diálogo con Cuba que no excluye el interés contrarrevolucionario de transformar el carácter socialista del régimen cubano, lo que tiene implicaciones para la seguridad del país que no pueden ser ignoradas. Así y todo, implica un

47Cuban Research Institute (CRI): 2011 Cuba Poll, Brookings Institution, Miami, September 2011. 48Ibíd. 194 Dr. Jesús Arboleya Cervera fracaso para la extrema derecha, ya que no solo afecta el clima de belige- rancia que ha promovido, sino las bases políticas de su control sobre el resto de la comunidad. La más importante de estas organizaciones es el Cuban Study Group (CSG), dirigida por el empresario Carlos Saladrigas e integrada por un número relativamente importante de hombres de negocios del mismo origen que se declaran “moderados”. Aunque dice ser una organización no partidista y evita intervenir institucionalmente en las campañas polí- ticas, evidentemente el CSG tiene sus bases en sectores demócratas de la comunidad cubanoamericana, mantiene vínculos con la administración Obama y trata de influir tanto en la política de Estados Unidos hacia Cuba, como en la propia política interna cubana, a partir de sus estre- chos vínculos con la Iglesia católica. Influidos en buena medida por las posiciones de esta Iglesia, este grupo promueve una agenda de “conciliación entre cubanos”, aspiran a participar en los cambios económicos que se promueven en la Isla y han financiado estudios para demostrar que tal sentimiento es el preva- leciente en la comunidad cubanoamericana. El paso más definitorio de esta organización respecto a la política de Estados Unidos hacia Cuba, ha sido la propuesta de eliminar la ley Helms-Burton, lo que los coloca en franca oposición con la extrema derecha cubanoamericana. Otro grupo alternativo que se ha destacado en los últimos años, al menos desde el punto de vista mediático, ha sido el Cuban Americans for Engagement (CAFE). Surgido en abril de 2012, está básicamente in- tegrado por académicos e intelectuales relativamente jóvenes, muchos de los cuales emigraron a Estados Unidos en los últimos años, aunque también agrupa a otras personas de diverso origen y tiempo de estancia en Estados Unidos. Desde una perspectiva bastante liberal y usualmente progresista, CAFE publica un boletín electrónico donde se analizan problemáticas relacionadas con las relaciones entre los dos países y aboga por un mejo- ramiento de las mismas. También han realizado acciones de cabildeo en el Congreso norteamericano y hacia el propio gobierno cubano, así como ha establecido relaciones con grupos estadounidenses del mismo corte, especialmente el Centro para la Democracia en las Américas (CDA). Si se evalúa a partir de su capacidad de convocatoria y los recursos económicos de que dispone, habría que concluir que su influencia real es bastante escasa. No obstante, CAFE ha resultado funcional al propósito de alentar el debate sobre Cuba, en detrimento del predominio de la extrema derecha cubanoamericana en este campo. La comunidad cubanoamericana y su impacto en la política... 195

A este grupo se suman otros, liberales y de izquierda, que histórica- mente han defendido el diálogo con Cuba y cada día se involucran más en la política local, con la esperanza de que el arribo de los nuevos inmi- grantes cambie la correlación existente. Sin embargo, contra esos grupos conspira la escasa participación política de su potencial base electoral, así como la propia situación social de estos, la cual los hace dependientes de los sectores económicos dominantes y ello pudiera explicar el alto número que se han inscrito como republicanos. De cualquier forma, son escasos los nuevos inmigrantes que se han sumado a grupos contrarrevolucionarios y otras agrupaciones políticas de la extrema derecha. Al margen de cuáles sean sus diferencias con el sistema político cubano, la singularidad de estos sectores radica en que sus pretensiones no son “recuperar” lo perdido en Cuba, aspiración que ha condicionado la ideología y las prioridades políticas del “exilio histó- rico”. Otra también es su procedencia social, la experiencia de vida y los vínculos de estas personas con la sociedad cubana, por lo que les resulta absolutamente ajeno el presupuesto de condicionar el contacto con su país de origen al triunfo del proyecto contrarrevolucionario. Toda vez que el mantenimiento de la beligerancia contra Cuba exige este aislamiento y en ello se sustenta el discurso de la extrema derecha, las relaciones con Cuba se han convertido en el punto de demarcación del espectro político cubanoamericano. La voluntad de relacionarse con Cuba se expresa de muchas maneras, entre otras, el interés en actualizarse de lo que ocurre en el país y disfru- tar de su cultura; la constante comunicación con familiares y amigos; los viajes en ambas direcciones y los envíos de remesas. Incluso la posibili- dad de invertir en el país, lo cual ya se concreta de manera informal a través de los pequeños negocios que se han desarrollado en el país, como resultado de la actualización del modelo económico cubano. Más 375 000 emigrados visitaron el país en 201049 y otros 400 000 lo hicieron en 2011, entre ellos alrededor de 300 000 procedentes de Esta- dos Unidos.50 Esto los convierte en uno de los principales componentes del flujo turístico a Cuba, ya que aunque la ley norteamericana prohíbe que ese sea el objetivo del viaje, en la práctica muchas veces se comporta como tal. No existen fuentes públicas para fijar con exactitud el monto de las remesas enviadas por los cubanoamericanos a Cuba, pero la mayor par- te de los analistas coinciden en calcular una cifra que ronda los 2 000 millones de dólares anuales, constituyendo uno de los principales in- gresos de dinero neto al país. Según una encuesta realizada por Diálogo

49Omar Everleny: Cuba: turismo total, Centro de Estudios de la Economía Cubana, 2011. 50González Delgado y Sergio A. Gómez Gallo: “Las medidas para actualizar la política migratoria responde al actual momento histórico de la Revolución”, en Granma, La Habana, 25 de octubre de 2012. 196 Dr. Jesús Arboleya Cervera

Interamericano a 300 familias cubanas y cuyos resultados aparecieron en la revista Palabra Nueva, publicación de la Arquidiócesis de La Haba- na, el 57% de las personas que reciben remesas utiliza o piensa utilizar, al menos, una parte para el desarrollo de pequeños negocios.51 En cuanto a la composición de los remitentes, estudios realizados en Estados Unidos en 2007, antes de que fueran flexibilizadas las restric- ciones por parte del gobierno de Obama, mostraban que mientras un 75% de los que emigraron después de 1985 enviaban remesas a Cuba, solo lo hacía el 31% de los que llegaron antes de 1964. Esta proporción aumentaba en relación con la fecha de salida de Cuba: 45% para los que emigraron entre 1965 y 1975 y 51% para los anteriores a 1984. No obs- tante, llama la atención que un 47% de los nacidos en Estados Unidos también enviaba dinero a Cuba.52 La extrema derecha ha tratado por todos los medios de entorpecer este mercado y para ello ha promovido desde acciones legislativas hasta ataques terroristas, en parte porque se trata de un negocio muy lucrativo que escapa a su control y tiende a servir de base económica a fuerzas políticas alternativas. Pero también porque es el canal a través del cual se concretan contactos humanos y culturales entre los cubanoamericanos y la Isla, lo cual se contrapone al clima de beligerancia que justifica su política. Resulta evidente que el tema de las relaciones con Cuba constituye una necesidad existencial de los nuevos inmigrantes, colocándolos en franca oposición con las propuestas republicanas encaminadas a limitar estos contactos. Pero esta contradicción no resulta tan clara en el caso de los jóvenes nacidos o criados en Estados Unidos, cuyo vínculo con su patria de origen tiene un valor más difuso e incluso muchas veces ni siquiera se materializa en la práctica. De resultas, es de suponer que el interés por Cuba de estas personas responde básicamente a necesidades culturales, relacionadas con la propia identidad de los cubanoamerica- nos y la evolución de sus tendencias políticas endógenas. Conscientes de que estas manifestaciones ponen en crisis todo el an- damiaje que sustentan sus posiciones, la extrema derecha ha tratado no solo de impedir el contacto con la sociedad cubana, sino de utilizarlo como excusa para retrasar la eventual participación de los nuevos inmi- grantes en la vida política norteamericana y en tal sentido han propuesto enmiendas a la propia Ley de Ajuste Cubano. No es descartable entonces que en algún momento se vuelvan tam- bién contra el convenio migratorio de 1994, si tenemos en cuenta que es

51Manuel Orozco y Katrin Hansing: “Remesas: presente y futuro de la pequeña empresa en Cuba”, en revista Palabra Nueva, La Habana, mayo de 2011. 52Susan Eva Eckstein: Ob. cit., p. 178 y tabla 6.2. La comunidad cubanoamericana y su impacto en la política... 197 la vía que alimenta el ingreso masivo de los nuevos inmigrantes cubanos y el único acuerdo existente entre los dos países. Tal eventualidad po- dría ser respaldada por el gobierno norteamericano, toda vez que estos inmigrantes constituyen una carga social que no se compensa con los beneficios políticos que dieron origen a su excepcionalidad. La conclusión es que la agenda ultraderechista se contradice cada día más con los intereses de los grupos emergentes de la comunidad cuba- noamericana respecto a los vínculos con Cuba y ello tendrá inevitables consecuencias para su capacidad de convocatoria y control sobre el resto de la comunidad cubanoamericana. Teniendo en cuenta la polarización y el equilibrio existente entre las fuerzas que dominan el escenario político estadounidense, lo cual torna sumamente difícil la posibilidad de un predominio conservador como el existente en décadas pasadas; el agotamiento de su agenda política; la desaparición física de su base política natural y el impacto adverso de las transformaciones sociales que están ocurriendo en la comunidad cuba- noamericana, es posible afirmar que el futuro del lobby cubanoamerica- no es cuando menos incierto, con tendencia a disminuir su influencia en la política de Estados Unidos hacia Cuba. Se trata de un proceso por demás irreversible, dado que está determi- nado por la incapacidad estructural de Estados Unidos para reproducir la función contrarrevolucionaria que cumplía la emigración cubana, debido a factores que escapan a su control. No obstante, la velocidad con que esto ocurra dependerá de múltiples factores, lo que obliga al estudio sistemático de sus condicionantes, en particular su interrelación con la dinámica política norteamericana. También abre espacio al esta- blecimiento de políticas por parte de Cuba que contribuyan a acelerarlo.

Conclusiones

Recientes investigaciones del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana (CEDEM) indican que la emigración será una constante en el futuro predecible de la sociedad cubana y representará una pérdida neta superior a las 40 000 personas anuales, lo cual influirá en el monto y el envejecimiento de la población, debido a la juventud promedio de los emigrantes.53 A esta realidad tiene que enfrentarse la política cubana cuando se plantea lidiar con un fenómeno que tiene consecuencias sociales,

53Antonio Aja y Juan Carlos Albizu: La emigración en la dinámica demográfica actual, CEDEM, Universidad de La Habana, 2012. 198 Dr. Jesús Arboleya Cervera económicas, políticas, culturales y de seguridad nacional, tanto a escala doméstica, como en el conjunto de sus relaciones exteriores, especial- mente con Estados Unidos. El 80% de los emigrantes cubanos se han asentado en Estados Unidos y todo indica que esta continuará siendo la tendencia. Estimulada por ese país para crear la base social de la contrarrevolución y el centro de sus principales activistas, la emigración ha sido un factor muy negativo en las relaciones entre los dos países, sobre todo cuando devinieron par- te integral de esa sociedad, en su condición de cubanoamericanos, y la extrema derecha asumió su representación política. Revertir este papel constituye un ingrediente básico de la política de Cuba hacia Estados Unidos y para ello resulta indispensable neutralizar a la extrema derecha cubanoamericana. Mirado desde este punto de vista, el influjo de los nuevos inmigrantes cubanos en ese país resulta be- neficioso para Cuba, toda vez que, por su propia naturaleza, transforman la base social que ha servido de sustento a la contrarrevolución. En igual sentido actúa la emergencia de las nuevas generaciones y su apreciable distanciamiento de las posiciones tradicionales del “exilio histórico”. Aunque se trata de una problemática que requiere de futuras investigaciones, resulta evidente que constituye un elemento más del debilitamiento de la función contrarrevolucionaria que hasta ahora ha desempeñado esta población y su eventual inviabilidad, dentro del con- texto de la política de Estados Unidos contra Cuba. Este escenario obliga a reflexionar sobre los presupuestos que por mu- cho tiempo predominaron en la visión cubana del fenómeno migratorio y el asentamiento de los emigrantes en Estados Unidos. Hasta la ley de Ajuste Cubano ha dejado de ser funcional a la política norteamericana y se ha convertido en un problema para la extrema derecha. En igual sentido actúan los acuerdos migratorios, por lo que no es descartable que se tornen objeto de contradicciones en el seno de la comunidad cubanoamericana y su mantenimiento devenga tema de debate entre los dos países. A pesar de que aún tales transformaciones no son suficientes para contrarrestar el predominio alcanzado por la extrema derecha en la co- munidad cubanoamericana y su influencia en el diseño e implementa- ción de la política de Estados Unidos hacia Cuba, ya es posible observar un deterioro del poder y la capacidad de influencia que antes tenían estos grupos. Factores concretos determinan el distanciamiento de los intereses más generales de la comunidad cubanoamericana con la extrema derecha, La comunidad cubanoamericana y su impacto en la política... 199 afectando tanto el balance de fuerzas existente en el enclave, como su peso en el debate respecto a las relaciones con Cuba. El devenir de este proceso dependerá de muchas variables, en parti- cular la situación interna de Estados Unidos y los progresos del modelo económico cubano, pero aún así parece inexorable, tanto porque el discurso de la extrema derecha se contrapone con lógicas culturales y existenciales que imponen su propia dinámica en la comunidad cuba- noamericana, como por estar relacionado con el fracaso del proyecto contrarrevolucionario, al menos de sus tendencias más agresivas. Por otro lado, razones económicas, políticas y la propia problemática migratoria existente en ese país, impide a Estados Unidos sostener por tiempo indefinido la política de privilegios y beneficios que sirvió de base a la función contrarrevolucionaria de la emigración cubana y ello ya se confirma en la práctica. En la actualidad, el debate respecto a las relaciones con Cuba cons- tituye el punto de demarcación de las posiciones políticas en el seno de esta comunidad. Aunque este interés responde a razones y objetivos diversos y muchas veces ni siquiera es la política o la ideología el aspecto central de las motivaciones de la mayoría, se traduce inevitablemente en política, en la medida en que altera el orden vigente dentro del enclave y pone en crisis el discurso que ha sustentado la política contra Cuba. Por esta razón, al margen de las intenciones contrarrevolucionarias que también lo estimulan y las consecuencias indeseadas que siempre comporta, el contacto pueblo a pueblo, entre los cubanoamericanos y la sociedad cubana, constituye el recurso más efectivo del que dispone Cuba para sumar a buena parte de la comunidad cubanoamericana a las corrientes que favorezcan un cambio de la política de Estados Uni- dos hacia Cuba, lo que además significaría un estímulo decisivo para las mismas. La nueva política migratoria constituye un paso importante en esta dirección, pero sus disposiciones aún no son tan favorecedoras para los que emigraron con anterioridad a su promulgación y para los descen- dientes nacidos en Estados Unidos, por lo que todo lo que pueda legislar- se en función de facilitar los contactos y profundizar el compromiso de los emigrados y sus descendientes con su patria de origen, contribuiría decisivamente a este empeño. En igual sentido, aunque conlleva repercusiones políticas que no pueden ser desconocidas y obligan a un adecuado control, el desarrollo de vínculos económicos de los cubanoamericanos en Cuba puede servir de base a un cambio cualitativo en sus relaciones con el país y estimular 200 Dr. Jesús Arboleya Cervera que sectores de la burguesía, determinantes en el acontecer político del enclave, se distancien aún más de la extrema derecha y favorezcan un cambio de la política norteamericana. Muchas veces, de lo que se trata es de avalar oficialmente lo que ocu- rre espontáneamente en la práctica. En realidad, nunca antes las relacio- nes de la sociedad cubana con la comunidad cubanoamericana han sido más amplias y sistemáticas. Ello incluye no solo el contacto familiar, sino vínculos personales e institucionales en muy diversas esferas de la vida nacional, incluso el comercio entre ambas sociedades e inversiones en los pequeños negocios que se desarrollan en el país. Aunque no es de esperar que ello se traduzca en un apoyo mayori- tario al sistema socialista cubano, la conclusión más importante de este análisis, es que existen condiciones objetivas para que las transforma- ciones sociales de la comunidad cubanoamericana repercutan a favor de establecer mejores relaciones con Cuba y ello tendría consecuencias inevitables en la estructura política del enclave, así como en el balance de fuerzas que actualmente representan a esta población en el sistema político estadounidense. Ello potencia la capacidad de la política cubana para influir en este proceso, lo que tendría repercusiones apreciables en la política nor- teamericana hacia la Isla e incluso pudiera beneficiar al país en el plano doméstico, contribuyendo a su cultura y su economía. Mirado de esta manera, la existencia de una comunidad cubanoame- ricana voluminosa y potente no es necesariamente mala para Cuba, sino que, por el contrario, podría convertirse en un factor que contribuya al desarrollo del país y a la resistencia del pueblo cubano frente a las pretensiones hegemónicas de Estados Unidos, si la política cubana se adecua a la nueva realidad y contribuye a estimular sus tendencias más positivas. Las investigaciones relativas a esta temática, no solo pueden aportar un arsenal teórico indispensable para la comprensión del fenómeno, sino que tendrá la utilidad práctica de contribuir al diseño de las políticas más convenientes para enfrentarlo y, de hecho, deben formar parte de la política misma, toda vez que implican el desarrollo de intercambios con académicos e instituciones cubanoamericanas y norteamericanas en general, así como la realización de eventos y otras formas de contacto, que contribuyan al mejor entendimiento entre las partes.