Orinoco Darío Fajardo Montaña / Fondo Fen Colombia / Fernando Urbina

Contenido

PRESENTACIÓN ...... 3 DEL EDITOR ACADEMICO AL LECTOR ...... 5 PROLOGO - ORINOQUIA: COLONIZACIÓN, FRONTERA Y ESTRUCTURACIÓN TERRITORIAL ...... 10 LA GRAN CUENCA DEL ORINOCO ...... 40 BIOGEOGRAFÍA DE LA ORINOQUIA COLOMBIANA ...... 75 FLORA ORINOQUENSE ...... 120 LA FAUNA DE LA ORINOQUIA ...... 172 LAS SOCIEDADES INDÍGENAS DE LOS LLANOS: SISTEMAS ECONÓMICOS Y CARACTERÍSTICAS SOCIO-CULTURALES ...... 217 IMPACTO DE LAS MISIONES RELIGIOSAS Y DE LAS GUERRAS DE INDEPENDENCIA EN LA CONSTRUCCIÓN Y DESTRUCCIÓN DE PUEBLOS Y CIUDADES COLONIALES EN LOS LLANOS ...... 251 EL PROCESO DE CONSTRUCCIÓN TERRITORIAL DE LA ORINOQUIA COLOMBIANA EN EL SIGLO XIX ...... 274 AVENTUREROS, CRONISTAS Y CIENTÍFICOS EN LA ORINOQUIA ...... 298 ENCUENTRO DE DOS SABIOS: SER INDÍGENA EN EL LLANO DEL PRÓXIMO MILENIO ...... 325 LA CULTURA LLANERA Un análisis etno-semiótico ...... 353 SISTEMAS DE PRODUCCIÓN EN LA ORINOQUIA COLOMBIANA ...... 369 PETRÓLEO Y DESARROLLO ...... 398 RED VIAL Y TRANSFORMACIÓN URBANA HACIA EL FUTURO ...... 418 LA CIENCIA Y LA TECNOLOGÍA EN LA ORINOQUIA ...... 437 LOS AUTORES ...... 454

PRESENTACIÓN Por ALBERTO MONTOYA PUYANA Presidente Financiera Energética Nacional S.A.

Viaje de Edouard André 1875- 1876 Caza de monos en los Llanos. Matando a la madre se apoderan de la cría Lámina de Riou

En la Orinoquia, territorio al cual está dedicado este libro, se vislumbra con fuerza y esperanza la Colombia del siglo XXI. Esta región hacia la cual se está desplazando el eje del desarrollo del país, cuenta con un riquísimo inventario de recursos económicos y culturales que con el petróleo y las inmensas pasturas, aptas estas para más moderna ganadería y el exitoso desarrollo de la agroindustria, constituyen un transecto biofísico y social cuyo desarrollo a cabalidad modificará substancialmente el conjunto económico nacional y determinará de manera destacada la expansión territorial del país.

Estas elementales reflexiones hacen inaplazable la necesidad de considerar esta región de la patria como una realidad política importante y precisar así su papel estratégico dentro del

3 conjunto del país y su notable aporte social, económico y cultural a la Colombia del año 2000.

Dentro de este pensamiento consideramos que es fundamental el conocimiento a conciencia de la Orinoquia, de las dinámicas que rigen las relaciones entre sus gentes y el espacio que ocupan, de los elementos culturales que han ido desapareciendo, de los que han venido consolidándose y de aquellos elementos nuevos que determinan el proceso de articulación social, económica y espacial que la Orinoquia está estableciendo con el resto del país. Aquí resulta oportuno recordar lo determinantes que son para el desarrollo de las sociedades las características del espacio en el cual se construyen y se asientan, porque es en este proceso de la construcción social e histórica del territorio, es en este proceso de ocupación y apropiación donde se consolida la identidad y se valoriza la cultura como condiciones necesarias para un buen vivir de la sociedad.

Por las anteriores consideraciones y porque el desconocimiento casi absoluto de esta región de la patria han generado el desdén de varias generaciones de gobernantes sobre la Orinoquia, creimos que el FONDO FEN COLOMBIA y la FINANCIERA ENERGÉTICA NACIONAL S.A. dentro de su programa de edición de libros sobre las grandes regiones colombianas debían, al aproximarnos al nuevo siglo, producir este volumen cuyo aporte fundamental es hacer una caracterización de esta importante e interesante región de la patria.

Con esta obra, en consecuencia, pretendemos señalar algunos elementos que contribuyan a un ordenamiento territorial que apunte al manejo sustentable de los recursos naturales, como el más alto requerimiento para la construcción espacial que se adelante particularmente en aquellos lugares del planeta donde el patrimonio más valioso es una alta diversidad biológica.

4

DEL EDITOR ACADEMICO AL LECTOR

Una de las regiones de Colombia menos conocida e investigada es la Orinoquia. Más aún, los estudios profundos y sistemáticos que se han realizado sobre esa inmensa cuenca permanecen en el olvido o en la indiferencia y nunca llegaron al gran público tanto regional como nacional. Para el colombiano medio este territorio significa ―llanura, soledad y viento‖.

Si bien es cierto que los llanos herbáceos que señorean sobre una gran parte de la planicie constituyen el paisaje más típico de la región oninoquense, también lo es que en la cuenca del Orinoco hay mucho más que eso: Andes, selvas, serranías, planicies de erosión, etc. El desconocimiento de tal realidad afecta gravemente la visión de los problemas y las posibilidades allí presentes, porque reconocer sólo una parte de la realidad significa la exclusión de aquellas otras que no se quieren o no se pueden ver.

Consciente de ello, el Fondo para la Protección del Medio Ambiente ―José Celestino Mutis‖ FEN-Colombia, convocó a un selecto grupo de especialistas sobre la Orinoquia para que hiciesen un resumen, lo más completo posible, sobre la conformación de toda la zona orinoquense de Colombia y las relaciones entre su sociedad y su espacio como elemento unificador delimitador se tomó la hidrografía, enmarcando el estudio en la cuenca del Orinoco en territorio colombiano. Ello significa salirse de la planicie y ascender los Andes y las sierras guayanesas (como la Macarena) hasta las nacientes de todos los ríos tributarios del Gran Orinoco. Igualmente, significa empujar los límites hacia el sur del río Guaviare entrando a la selva hasta encontrar la bifurcación con los ríos que drenan hacia el Amazonas: el Guainía-Río Negro, el Vaupés, el Apaporis, el Caguán.

Aunque se usó la hidrografía como el elemento que mejor podía darnos la visión regional orinoquense, ello no quiere decir que ésta sea la única caracterización posible. Por ejemplo, el Corpes engloba en su concepción de Orinoquia los departamentos cuyas capitales se encuentran en la planicie oriental dentro de la cuenca; y por sus relaciones históricas- económicas, le agrega el Departamento del Vaupés, perteneciente a la cuenca del Amazonas. En realidad, las regiones se analizan de acuerdo con elementos que varían según el punto de vista adoptado por los investigadores: morfología, vegetación fauna, hidrología, economía, historia, etnología, política, etc. Lo importante es tener claro el por qué se usa un determinado indicador y mantenerlo sistemáticamente.

Detrás del presente estudio está la preocupación por el manejo ambiental y la sustentabilidad de los recursos. Especialmente por el manejo de las aguas en una de cuencas hidrográficas más ricas del planeta pero, a su vez, de mayor fragilidad. La vertiente andina que desciende hasta la planicie es demasiado abrupta y los ríos que nacen allí literalmente se desploman centenares de metros por cada kilómetro de recorrido horizontaL La capacidad erosiva de ellos resulta muy grande y se aumenta con la acción del hombre: por medio de la tala de. los bosques, la construcción de carreteras y el pésimo manejo de las tierras agrícolas. El. poblamiento masivo de la vertiente Andino-orinoquense representa una catástrofe potencial si continúa con la fuerza y la falta de planificación actual.

Igualmente, los importantes descubrimientos petroleros en Arauca, Casanare y Meta están causando innumerables efectos ambientales directos e indirectos sobre las cuencas hidrográficas, la flora y la fauna.

Tales efectos no provienen tanto del manejo de los crudos sino de la tupida malla infraestructural que exige tal industria. Principalmente las carreteras a los pozos, el tendido y mantenimiento de los oleoductos, poliductos y gasoductos, las plantas de almacenamiento y los campamentos. A su vez, la telaraña infraestructural petrolera atrapa gente como si fuesen moscas atraídas por la facilidad en las comunicaciones, las fuentes de empleo, la valorización de la tierra y la ampliación del mercado. Todos los espacios libres se copan y saturan generando una súbita demanda sobre los recursos sin dar tiempo para establecer reglas claras de utilización. Es la piñata de los recursos, en donde cada cual usca agarrar lo máximo posible sin importarle qué y a quién pueda atropellar en su loca corrida. Es necesario controlar todo esto para que el espejismo de la riqueza no se transforme luego en pobreza total, cuando se descubra que el tesoro no estaba en el petróleo sino en la tierra que lo guardaba.

El piedemonte orinoquense es actualmente la región de Colombia con el más alto índice de crecimiento poblacional. De la noche a la mañana surgen pueblos de la nada; los pueblos se convierten en ciudades en urbes. El llanero ha perdido rápidamente sus puntos de referencia y le resulta muy difícil crear una cultura nueva ante las avalanchas de cambios que se suceden uno tras otro. La Orinoquia se urbaniza a una velocidad de vértigo pero mantiene algunos referentes culturales de su largo período rural, los cuales pueden pemitirle mantenerse a flote. Especialmente la idealización del hato ganadero y la dura libertad del vaquero en la llanura abierta han servido para mantener el sentimiento identificatorio indispensable para no llegar al caos. El culto al caballo y la vaquería reflejado en el deporte del coleo, la tradición culinaria de la ―mamona‖ o ternera asada, que siempre ha sido parte de la vida de los hatos. Además, la música ―llanera‖, originada en las misiones y haciendas de los jesuitas en donde se introdujo el arpa como instrumento de oficio religioso entre los indígenas y los esclavos negros; ellos se encargaron de difundirla por los hatos y pueblos, mezclándolo con el cuatro y los capachos en la música popular. Esas tradiciones han demostrado ser herramientas muy poderosas para sostener la unidad y, más aún, para ―llánerizar‖ a los ―guates‖ andinos. Un migrante se torna llanero en una sola generación mientras que, por ejemplo en se requieren tres para tornar los migrantes en bogotanos. La falta de tradiciones identificatorias es un fuerte obstáculo para la unidad. La cultura no es un lujo, es una necesidad.

6

La historia y la geografía son también elementos identificatorios, en cuanto muestran los procesos de creación social del territorio y su producto espacial. La historia de la Orinoquia se caracteriza por un sino trágico en donde cada período está señalado por la destrucción casi total de la población y su enmarca: la época precolombina, que según indican las últimas investigaciones arqueológicas fue más importante de cuanto se creía hasta hoy, fue cruelmente arrasada por la conquista española; igualmente, el intenso trabajo reorganizador de los misioneros coloniales terminó con. las guerras de independencia que llevaron a los pueblos, los hatos, la economía y los habitantes muy cerca de la extinción total. Ya a mediados del siglo XX, la recuperación difícilmente lograda durante 130 años tuvo el enorme daño de la Violencia: miles de muertos, pueblos quemados y bombardeados y hatos abandonados fueron e! saldo de ese cruento período. Hoy se vislumbra la redención de la Orinoquia, pero las huellas de tantos años de sufrimiento durarán mucho tiempo en la historia y en el paisaje.

Chorro de Ventanas a 30Km de Puerto Carreño aguas arriba del río Orinoco. Lugar conocido corno Mis Amores, cuyas piedras según las creencias locales son hábitat de un caimán gigante. Foto - María Claudia Díazgranados

Actualmente se presentan en la región dos grandes bonanzas: una legal, el petróleo; otra ilegal, la coca. Ambas generan enormes ingresos monetarios que están irrigando generosamente la economía oficial y particular e impulsando cambios infraestructurales sin precedentes en Colombia. Aunque no se pueden ver las dos bonanza con una misma óptica, ya que la çoca produce daños gravísimos sobre la sociedad en general, hay ciertos efectos económicos relativamente compatibles por su perversidad, es decir, contrarios a los buscados.

7

Como fue analizado magistralmente para por Roberto Briceño-León en su libro los efectos perversos del petróleo, la explotación petrolera genera ingresos por regalías para las regiones, que tienen el efecto de transformar a las sociedades receptoras en rentistas. Prácticamente se alquila el subsuelo y el suelo a cambio de un porcentaje de las ganancias y ese .lucro transforma una sociedad productora en una sociedad derrochadora. Los incentivos para generar riqueza real se acaban, ya que es difícil encontrar alguna actividad que dé ingresos tan altos como el petróleo. Ya no es rentable producir y, por eso, la economía se concentra en el sector terciario, especialmente en la venta de artículos, de lujo, y en la especulación inmobiliaria. Nada se produce, porque es más barato importar debido ajos altísimos costos de la mano de obra que tiene como base salarial la ofrecida por las empresas petroleras.

Otro problema concomitante es. la conversión de los puestos públicos en una forma de participar en la renta petrolera. La corrupción administrativa deja de ser un delito para convertirse en un derecho adquirido a fin de sacar la parte que a cada cual le corresponde de la riqueza colectiva. Ello no solo produce corrupción sino que, además, anarquiza la administración públiça conduciéndola a su parálisis.

La coca también tiene efectos económicos perversos parecidos a los del petroleo, en el sentido de que acaba con todas las demás actividades productivas porque las encarece excesivamente. Los salarios-coca no permiten la producción agrícola; la gasolina-coca, que se compra a precios enormes, encarece el transporte; el cemento-coca, comprado cinco o diez veces por encima del precio medio nacional para usarlo en la extracción dé la cocaína, encarece la vivienda; y el derroche de los coqueros produce efectos inflacionarios que hacen la vida muy difícil para el ciudadano honrado. La coca es, por lo tanto, el beneficio para unos pocos a costa del bienestar de la mayoría. Y eso sin contar con los efectos sobre la moral pública al crear el espejismo del dinero fácil., especialmente en la juventud.

En los análisis realizados por los diversos autores que enriquecieron con sus aportes esta visión general de la Orinoquia, se reflejan la formación científica de cada uno de ellos y el estado de los diversos problemas enfocados. Entre los economistas y planificadores se nota el optimismo generado por el gran desarrollo actual de la Orinoquia; evidentemente, hay un crecimiento acelerado, impulsado por los grandes aportes en dólares que está generando el petróleo Los cambios son muchos y ellos se aprecian en más trabajó; mayores ingresos per cápita y en el mejoramiento de la infraestructura necesaria para sostener el crecimiento. Pero los ecólogos y sociólogos miran la otra cara de la moneda: ese ‗tipo de‘ crecimiento no es sustentable en‘ la forma como se está llevando a cabo actualmente. Los daños al ecosistema ya están alcanzando niveles irreversibles y no hay planes consistentes para detenerlos. Igualmente el crecimiento masivo de la población no está dando tiempo para planear adecuadamente el futuro que se puede ofrecer a los ,desheredados de las bonanzas, que son la mayoría. Son más las necesidades que se van creando frente a las que se van solucionando. El pasivo crece y amenaza el porvenir.

8

Orinoquia se encuentra entre un pasado de violencia y pobreza, fue necesariamente debe superar, y un posible futuro de riqueza y verdadero desarrollo, que depende mucho de las decisiones que sean tomadas hoy. Este libro apuesta a favor de ese futuro.

9

PROLOGO - ORINOQUIA: COLONIZACIÓN, FRONTERA Y ESTRUCTURACIÓN TERRITORIAL Por DARÍO FAJARDO MONTAÑA

La economía colombiana ha estado ligada, desde sus orígenes en la época colonial, al comportamiento de los precios internacionales de sus exportables. El tamaño de las economías ligadas estos productos, posiblemente. con la excepción del café, no han generado estructuras que permitan márgenes significativos de autonomíay, en consecuencia, las regiones productoras de estos bienes también han estado condicionadas en su desarrollo, su expansión y contracción, por estos comportamientos de los mercados internacionales. Este ha sido el proceso de los ciclos dél oro y la plata, desde las. épocas de los ―reales de minas‖ de Cáceres y Zaragoza en Antioquia, Mariquita en Tolima y Pamplona en Santander, hasta los trágicos y escandalosos episodios de las empresas mineras del Chocó; de las quinas, la tagua, el caucho y ahora del petróleo y los cultivos para fines ilícitos en Orinoquia y Amazonia.

Esta ha sido la historia de prácticamente todas las regiones colombianas, como lo ha sido en otras latitúdes en donde no se han consolidado economías nacionales fuertes, con efectos nocivos para los países y regiones en donde ello ha ocurrido, La Orinoquia, región a la cual está dedicado este libro, no ha escapado de este sino, pero su potencialidad, vislumbrada por generaciones de empresarios, desde los jesuitas en el siglo XVII hasta por quienes tienen hoy a la región en su mira, posee proyecciones que pueden modificar buena parte del conjunto económico nacional y de su ordenamiento espacial.

La Orinoquia colombiana ha sido vista desde los centros de poder en donde se ha construido el ordenamiento político y económico del país, como una frontera permanente, desposeída de valor económico, político y estratégico. Como veremos, esta visión no hace justicia al significado de sus recursos y solamente se explica dentro de la lógica del poder encabado en el mundo andino.

Por otra parte, los efectos que la incorporación del conjunto de estos recursos tiene y tendrá para el país, exceden el significado coyuntural de un ciclo exportador. Sin embargo, una región como realidad política supone no solamente la existencia de sus recursos o la explotación de los mismos, sino la comprensión de su papel dentro del planteamiento estratégico nacional y la configuración efectiva de un proyecto político encaminado a hacer real este papel.

La historia de esta región ha enmarcado distintos episodios de afirmación y existen manifestaciones de diversos esfuerzos encaminados a fortalecer su identidad Sin embargo, la ubicación geográfica de la región con respecto al país no la ha configurado, dentro de la visión nacional, como región estratégica. En las circunstancias actuales, cuando la Constitución Nacional ha hecho de la descentralización un principio político rector y se reconocen a las regiones y a las comunidades sus espacios de negociación en el conjunto nacional, en concordancia con las tendencias que se desarrollan al nivel internacional, la incorporación de la Orinoquia en el planteamiento estratégico nacional precisa de un proceso en doble vía, de las comunidades de la región hacia la nación y de ella y de su estado hacia la región y sus comunidades. Este proceso, a su vez, demanda el entendimiento de la región y sus recursos y una comprensión de las dinámicas que rigen las relaciones entre las sociedades y su espacio. En otras palabras, se requiere de ―una teoría de lo regional‖ y de ―una teoría sobre la región‖, para impulsar la comprensión estratégica de la Orinoquia çolombiana como parte de la nacionalidad.

Estas son las tareas para las cuales Colombia: Orinoquia espera realizar su aporte y estas líneas así lo proponen en esa secuencia: algunas reflexiones teóricas sobre las relaciones ―espacio-sociedad‖ y el ordenamiento del espacio, seguidas por algunas anotaciones básicas sobre las características de la región, como soportes para delinear una propuesta. Las reflexiones teóricas han sido expuestas por el autor en otras oportunidades y en esta ocasión se presenta una síntesis de las mismas.

Las fronteras como construcción social

Las fronteras constituyen un tema de interés para distintos campos de las ciencias, desde la geografía humana, la antropología y la arqueología hasta la politología. Tal como lo plantean los geógrafos humanos, como Carl Sauer, tanto en el caso de este concepto como en el de ―límite‖ hay una participación de la intervención humana: en las fronteras, según se ha clarificado cada vez más, se trata de espacios de influencia de sociedades diversas; los límites, que pueden tener correspondencia con aspectos físico-geográficos, guardan relación igualmente con el propio desarrollo de las sociedades.

En efecto, como lo señala Ernesto Guhl, al tratar las relaciones entre fronteras políticas y límites naturales, estos últimos, como en el caso de cotas altimétricas o de tipos de suelos, etc., pueden demarcar niveles restrictivos para la ocupación humana, pero ello depende del

11 desarrollo tecnológico con el que cuente una sociedad determinada. Un ―límite natural‖ de ocupación del espacio para una sociedad puede no ser válido para otra que disponga de los medios técnicos y tecnológicos requeridos para superar las restricciones impuestas por dicho límite.

A continuación se presenta una reflexión teórica en torno a la temática de las relaciones entre las sociedades y sus ―especialidades‖ (siguiendo la propuesta de J. L. Coraggio, 1988). Esta exposición se centra en los temas básicos de la reflexión teórica, a saber: las dinámicas de las articulaciones espaciales y los desequilibrios regionales; los impactos de los conflictos generados en el interior de la frontera sobre las regiones en proceso de articulación con el sistema espacial nacional y las relaciones entre las formas de ocupación de las fronteras con las políticas nacionales.

El espacio, producción social

A finales de los años setenta, se abrió paso el tema de ―lo regional‖ como parte de los debates académicos en torno al Estado y sus relaciones con los distintos sectores sociales, dentro y fuera de las formaciones nacionales y plurinacionales. ―Lo regional‖ pareció reemplazar a la ―cuestión campesina‖, tema que había captado previamente el interés de las ciencias sociales, en particular de la sociología y la antropología.

La sucesión de estas dos problemáticas, ―campesinos‖ y ―región‖, no obedeció al azar. El estudio de las economías y sociedades agrarias necesariamente desbordó, desde sus comienzos, las particularidades internas de las mismas, para indagar sobre sus relaciones económicas, sociales, políticas y culturales con el entorno nacional e internacional. Alain Lipietz (1977) pionero de la temática regional, planteó, precisamente, el asunto de las relaciones entre campesinos y desarrollos regionales, considerando las alternativas de disolución o articulación .de estas unidades de producción al desarrollo económico, de acuerdo con las peculiaridades de‘unas y otro. Este ángulo fue destacado posteriormente por Eduardo Archetti (1989), quien señala la estrecha articulación que existe en América Latina entre ―cuestión -campesina‖ y ―cuestión regional‖. Sin dejar de lado la ―temática campesina‖, la exploración sobre la cuestión regional debió remontarse al nivel más general de la constitución del espacio y sus implicaciones epistemológicas. Lipietz y Horacio Sormani (1977) enfatizan la concepción de la construcción histórica, y por tanto social, del espacio, señalando la indisolubilidad de las relaciones entre las agrupaciones humanas y la elaboración física e intelectual de sus hábitats.

Esta reflexión, en términos más amplios, sustenta cómo ninguna sociedad existe en el vacío, sino que se desarrolla dentro de un espacio concreto, al cual transforma al apropiarse de sus recursos, interpreta y valora, estableciéndose una estrecha y continua relación entre las características de cada sociedad y las de su entorno.

12

Esta relación se dinamiza permanentemente, no sólo por el uso que las sociedades hacen de los recursos disponibles y significativos dentro de su hábitat, sino, también, por las transformaciones que ocurren en su haber tecnológico, con el cual la determinación de los límites naturales se convierte en condicionamiento: la disponibilidad de medios técnicos para neutralizar las condiciones climáticas (abrigo, combustible, etc.), permite ocupar espacios que sin ellos serían inhabitables o aprovecharlos en períodos en los cuales, de otra forma, sería imposible hacerlo (inviernos, etc.).

De la concepción del espacio como construcción social, se desprende un conjunto de derivaciones del cual hacen parte los componentes espaciales de la formación de los mercados, la articulación de regiones en sistemas regionales y el papel del Estado dentro de la operación de estos sistemas.

Cafetales en los Llanos S. XIX. Viaje de Edouard André 1875-1876 Lámina de Riou

Los procesos de producción y circulación de bienes, como todas las demás actividades sociales, ocurren en un espacio; así como todas las demás actividades sociales, la apropiación dé los recursos y la producción de bienes, como resultado de los desarrollos técnicos, adquieren niveles crecientes de especialización, dando cabida a la división social de la producción, la cual se expresa también en términos espaciales: por razones del acceso a las materias primas, por otras conveniencias técnicas, sociales y culturales, como lo puede ser la valoración de los espacios, su visualización, etc., ocurre una división social espacial del trabajo.

13

Dentro de esta misma dinámica tiene lugar el desarrollo del intercambio y la circulación de la producción dentro de un ámbito territorial. Los procesos productivos y la circulación (formación y desarrollo del mercado) en espacios característicos, conducen al establecimiento de relaciones entre estos mismos espacios y por ende, a la configuración de sistemas regionales construidos sobre la base de la especialización productiva y la circulación. Las leyes económicas (formación del valor) se expresan en la construcción de estos sistemas a través de las jerarquizaciones paulatinamente establecidas, cuyos contenidos tienen que ver, fundamentalmente, con la apropiación social y territorial de excedentes generados en la producción y en la circulación.

Los estudiosos de las culturas andinas (Troll, Murra, Kauffmann, Ravines,‘ etc., citados por E. Guhl), han destacado una característica peculiar referida a su despliegue espacial como es la ―integración vertical‖ en la producción y circulación, resultante de la brusca disposición del relieve, la cual comprende notables elevaciones dentro de cortos espacios. A diferencia de otras estructuras geográficas como las dispuestas en Europa Occidental o Norteamérica, en donde grandes o medianas planicies ofrecen superficies continuas para la producción agrícola y facilitan la circulación, en la América andina el desarrollo agrícola ha debido sustentarse en tecnologías para declives pronunciados (andenes, etc.) y configurar una oferta cuya heterogeneidad guarda más relación -con los pisos térmicos en los cuales se despliega, que con variaciones estacionales a lo largo del ciclo anual. De esta manera, la satisfacción de las necesidades de estas sociedades se ha consolidado históricamente a través de la integración de una oferta producida en un mosaico espacial dispuesto verticalmente y articulado bajo sistemas operantes durante siglos.

El desarrollo de la minería colonial en lo que fuera la Nueva Granada (siglos XVII y XVIII) se sustentó, a su vez, en procesos de articulación regional, en donde la especialización minera del occidente (desde Barbacoas, Nariño, hasta Nóvita, Chocó, adentrándose hasta Cáceres y Zaragoza), tuvo su complementación en el oriente agrícola (provincia de y Vélez, etc.) dentro del aparato colonial, el cual estableció las regulaciones para la provisi6n .de mano de obra (conducciones y mitas) y alimentos. Estas regulaciones fueron aplicadas en gran medida, para garantizar la actividad minera, de importancia vital para el sistema fiscal español; su cumplimiento fue rigurosamente vigilado y constituyó el punto de referencia para las reclamaciones de encomenderos, mineros y comerciantes. (Colmenares, G.; González, M., Fajardo, D. 1968).

Desarrollos económicos más recientes, como lo son la producción azucarera o la bananera afianzada en el Urabá antioqueño en la década de 1960, escenificaron, igualmente, procesos de integración entre las áreas especializadas en cultivos y las de economía campesina, proveedoras de los ―bienes salario‖ requeridos para sustentar la mano de obra aplicada a la producción agroindustrial. Esta misma ―lógica‖ de articulación sustentó la formulación y aplicación de distintos proyectos de desarrollo regional en varios países del ―Tercer Mundo‖, en particular dentro de América Latina, con los cuales se mejoraron las

14 condiciones de la producción y la productividad para estabilizar el desarrollo de elementos más competitivos de las economías nacionales.

En el caso del régimen colonial y ya dentro del ordenamiento republicano en el caso de los sucesivos programas de colonización, en si los de colonización dirigida, en los proyectos de ―ciudades intermedias‖, etc., se advierte, con todos los matices de cada caso, el papel asumido por el Estado en la organización del territorio como espacios de producción económica y reproducción social.

Las observaciones anteriores destacan los temas de interés para las problemáticas referidas a las dinámicas de los asentamientos humanos en la Orinoquia; ellas son: el espacio como construcción social; la relación entre la diferenciación del espacio y la diferenciación en el desarrollo social y, por último, la función del Estado en la organización del territorio.

La diferenciación socio-espacial y las fronteras

Héctor Capraro (1988), uno de los analistas que recientemente se han ocupado de las relaciones ―sociedades-espacio‖ propone de manera escueta: ―la región es una consecuencia de la división? social del trabajo‖. Detrás de esta afirmación se encuentran una serie de reflexiones que bien merecen ser consideradas ―in extenso‖ por sus implicaciones.

En primer lugar, los dos términos de la proposición, el espacial y la actividad social y productiva aparecen entrelazados en una relación de causalidad; la región (el espacio o una porción específica del mismo) es un resultado de la actividad de la sociedad. No se niegan las características físicas de este fragmento espacial, pero su constitución, su delimitación hacia el exterior y en su interior, es el resultado de la intervención humana, según lo expuesto inicialmente.

Salinas de Upín cerca de villavicencio, S. XIX

15

Viaje de Edouard Ancré, 1875-76 Lámiva de Riou

Este razonamiento se proyecta en un sentido dinámico, histórico, al considerar que las sociedades humanas no son estáticas; por su esencia se transforman, se expanden en sus tamaños y en sus necesidades, amplían sus demandas y presiones sobre los recursos a partir de los cuales logran su supervivencia. La expansión de una sociedad, de su actividad productiva conduce a la ampliación de su espacio de influencia; internamente conduce también a la diversificación de sus actividades, al desarrollo de la división del trabajo dentro de sus propios miembros, según líneas de sexo y edad inicialmente. A su vez, en procesos suficientemente conocidos, a la ampliación productiva y a la búsqueda de intercambios de excedentes por bienes deficitarios.

Teniendo en cuenta que los procesos productivos, como cualquiera otra actividad social, ocurren en un espacio específico, la especialización de las labores también tiende a ocurrir en espacios diferenciados, según la disponibilidad de los recursos y los desarrollos tecnológicos de la sociedad. Obviamente, la recolección, la pesca y la cacería, para hablar de etapas tempranas de la historia de las sociedades, ocurrían en espacios diferenciados de aquellos de la vivienda, de la horticultura o la elaboración de instrumentos. Igualmente, dadas las particularidades del desarrollo de las sociedades y de la oferta de los recursos se generaron procesos de especialización n productiva de las comunidades, los cuales a su vez dieron pie al establecimiento de relaciones de complementación y, de paso, a la articulación de los espacios y el paulatino establecimiento de sistemas jerarquizados de relaciones espaciales. Múltiples son los casos señalados y estudiados, siendo el de la complementación de regiones mineras con regiones agrarias durante los siglos XVI-XVIII en la América colonial, tal vez, uno de los más conocidos en nuestra historia.

La expansión de una sociedad sobre un espacio como resultado de su crecimiento demográfico y de la ampliación de sus demandas de recursos, puede implicar procesos de conflicto con otras sociedades ya establecidas en tal espacio y, consecuentemente, el desarrollo de procesos militares o políticas que expresan las nuevas relaciones territoriales. Esta dinámica es una de las múltiples posibilidades de desarrollo de las sociedades; en efecto, una vía evolutiva de una determinada sociedad puede ser su propia diversificación productiva, pero otra, su especialización o también, lo más común, una combinación de distintos grados de especialización y diversificación, con las peculiaridades que ello puede implicar en su organización interna, en sus instituciones políticas y en sus representaciones culturales.

De acuerdo con esa propia dinámica interna y con las características físicas, ecológicas, culturales, etc. de su entorno, la proyección en el tiempo de una determinada sociedad lleva,

16 necesariamente, a su expansión sobre el espacio y al establecimiento de variados tipos de relaciones con las sociedades circundantes. Este proceso conduce, entonces, a la definición de las fronteras, las cuales resultan de la propia configuración de los asentamientos humanos, de los límites de su capacidad de control de un territorio en términos técnicos, culturales y militares y de las capacidades de las sociedades vecinas para controlar sus propios territorios.

A este respecto dice Lattimore (1968): ―Una frontera se crea cuando una comunidad ocupa un territorio. A partir de allí, la frontera se conforma y modifica de acuerdo con la actividad y el crecimiento de la comunidad o por el impacto causado sobre ella por otra comunidad‖. De esta propuesta sintética se destacan los elementos para ser desarrollados en tomo al tema de las fronteras como núcleo de este ensayo y de la problemática que enlaza a los demás trabajos de este libro: la connotación de construcción histórico-social y las relaciones que se establecen entre las comunidades que eventualmente compren por un espacio. Este mismo autor destaca, en consonancia con la primera observación, el carácter móvil de las fronteras, su modificabilidad a través del tiempo y como resultado de las transformaciones ocurridas en las propias sociedades.

A este respecto, Lattimore señala cómo un determinado accidente geográfico puede ser calificado como frontera por una comunidad: un borde montañoso, apreciado como inexpugnable. Sin embargo, esta percepción posiblemente se modifica con el paso del tiempo y el desarrollo tecnológico, con lo cual el significado de dicho accidente se altera totalmente; igual puede ocurrir con cualquiera otra ―frontera natural‖ (un río, un lago, una extensión desértica) la cual es apreciada como ―insuperable‖ en virtud de los alcances tecnológicos de esa sociedad en un momento determinado de su desarrollo. histórico; sin embargo, transformaciones posteriores de su acervo técnico (medios de transporte, etc.) modifican esta percepción y por tanto su significado como ―barrera‖.

El carácter histórico-social de las fronteras, el estar supeditadas a los procesos de desarrollo de las sociedades que se encuadran dentro de ellas, imprime otro rasgo digno de tenerse en cuenta: las fronteras, más que un corte tajante entre espacios ―propios‖ de determinadas comunidades, constituyen ámbitos de transición en los cuales se hacen sentir las influencias de las comunidades distribuidas a‘uno y otro lado de tales fronteras. Patricia Vargas (1993) en su estudio sobre las comunidades Embera y Cuna enfrenta la temática de la territorialidad como eje de sus análisis y privilegia el tratamiento de las fronteras, para las cuales pronope una definición en el sentido planteado anteriormente: ―la frontera la entiendo como la transición entre dos o más territorialidades. Esto es, territorios donde predominan formas culturales de una sociedad específica, se dan avanzadas de otra sociedad en formas tales como la militar, la misional, la economía extractiva, la comercial, la minera, la agrícola, etc‖.

17

De esta manera se afianza la apreciación de las fronteras, no como un ―simple‖ límite físico, sino como una construcción social. En términos más amplios, la frontera forma parte del proceso de apropiación de un territorio por una sociedad dada, dentro del cual establece su identidad frente a sí mismo y a las sociedades vecinas y sus límites expresan la capacidad de apropiación de ese espacio. En virtud de la, propia dinámica de cada sociedad, las fronteras pueden tener un carácter móvil; una sociedad en proceso expansivo tiende a ampliar su dominio sobre los territorios .de otras sociedades con miras al control de recursos estratégicos, a través de medios militares, culturales, políticos, comerciales, etc.

La ocupación de las fronteras es, entonces, el proceso a través del cual una sociedad en expansión toma territorios de otras sociedades absorbiéndolas, destruyéndolas o desplazándolas, para entrar posteriormente a articular estos nuevos espacios a su engranaje económico, político y social.

La expansión territorial implica, para las sociedades que la asumen, la capacidad de acumular y dirigir recursos de distinta índole sobre los espacios disputados para afianzar su dominación en ellos; implica también, la capacidad de afianzar por distintos medios su control, suma que subraya, a su vez, la disponibilidad del aparato político, económico, y militar representado por el Estado. Este aparato resume, entonces, la visión estratégico- espacial de los sectores de la sociedad interesados en su expansión, así. como su capacidad de intervención sobre el territorio objeto de la misma. De esta manera, en procesos de expansión territorial, se afirma la función del Estado como integrador del territorio; a dicha función se hará una referencia más detallada posteriormente.

Las consideraciones anteriores conducen a precisar el tratamiento de las relaciones entre la sociedad, el territorio y los recursos naturales con las funciones políticas del Estado en lo referente al ordenamiento espacial.

La ocupación del espacio y el ordenamiento territorial

El tema de la ocupación de las fronteras corresponde, esencialmente, a la ocupación del espacio y más específicamente, al establecimiento, en áreas determinadas, de asentamientos con nuevos sistemas de poblamiento. Esta definición básica contiene varias implicaciones que se examinan a continuación.

Al hablar de ―establecimiento‖ se hace referencia a un proceso de alguna duración temporal, durante el cual se desarrollan actividades dirigidas a posibilitar la subsistencia de un colectivo humano, en este caso, a partir del aprovechamiento de recursos disponibles en ese espacio. Tales actividades se cumplen a partir de la existencia efectiva de los recursos disponibles, cuya utilización requiere él conocimiento de su esencia, sus atributos, formas de empleo y acceso a los mismos.

18

La ocupación de espacios dentro de esta dinámica tiene otras implicacioness. De una parte, conlleva el desplazamiento de las poblaciones que acceden a los mismos a partir de sus lugares de origen, motivado por razones de distinta índole, como pueden ser el agotamiento de los recursos que garantizaban su existencia previamente, el crecimiento demográfico que desborda la capacidad de su espacio nativo para sustentar a los nuevos miembros, o las presiones efectivas de otras comunidades para apropiar los recursos que sustentaban a la población original.

El territorio y los recursos naturales

Ahora bien, al hacer referencia a un territorio como ―continente de un determinado proceso de asentamiento humano se contemplan como parte del mismo y comprendidos como sistema, a todos sus componentes bióticos y abióticos: el suelo y sus elementos químicos, el relieve y sus accidentes, las aguas, el clima, la fauna y la flora. Estos componentes del medio se convierten en recursos (renovables o no renovables) según el significado que tengan para las comunidades asentadas en ese espacio o para otras comunidades con intereses y acceso a los mismos.

La transformación en recurso de estos componentes del espacio está asociada con el conocimiento que tenga de ellos el grupo humano, del valor que represente para su supervivencia y de las capacidades que desarrolle, por observación y experimentación o por adquisición de conocimientos, para su aprovechamiento. A más de estos procesos, que se convierten en la base de la apropiación del recurso, se generan las capacidades de transformarlo (técnicas y tecnologías) y de representarlo dentro del sistema de relaciones con el medio circundante. En esta esfera se ubican los conocimientos, sacralizados o científicos, de los recursos y las formas de desarrollarlos y transmitirlos.

Por otra parte, la valoración de los recursos naturales y del territorio en general por parte de la sociedad, conduce á la búsqueda del control y apropiación por parte de ella misma o de los sectores que, dentro de ella, cuenten con los medios para ejercer este control y apropiación, lo cual plantea conflictos, potenciales o reales, con otros sectores de la sociedad u con otras sociedades. En uno u otro caso, la definición del control de estos recursos conlleva la utilización de medios de distinto tipo (políticos, jurídicos militares, etc.) para hacer efectiva la voluntad de exclusión del acceso.

Una parte fundamental del desarrollo histórico de cualquier sociedad es la definición de su territorio. En ella participan: la identidad de las poblaciones que conforman el conglomerado nacional (¿quiénes conforman esa nación?); la definición del espacio necesario para su preservación y desarrollo (¿qué espacio requiere?) y, por último, las capacidades de ese conglomerado social para logra, el reconocimiento su territorio (¿cuál es ―su‖ espacio?). En cada uno de estos componentes participan, a su vez, otros elementos

19

çomo son la historia, la cultura y las relaciones políticas como parte de la identidad, los conocimientos científicos y técnicos del territorio y de los recursos (el desarrollo de los conocimientos geográficos, geológicos y mineralógicos, hidrológicos, botánicos, etnográficos, etc.), como bases para el reconocimiento y valoración del territorio y, por último, la capacidad política, técnica y militar de la sociedad para proteger, preservar y ordenar su espacio, que bien puede ser el nacional.

El reconocimiento del territorio (y sus recursos) y la valoración del mismo en términos de las necesidades presentes y futuras de la preservación y desarrollo de la nación, se expresa en una jerarquización de los espacios que lo componen, a fin de establecer y aplicar criterios y prioridades en su ocupación, aprovechamiento, protección y defensa. De alguna manera podría decirse que la capacidad para valorar el territorio se expresa en su protección efectiva.

De acuerdo con lo anterior, las políticas dirigidas hacia el ordenamiento territorial y ambiental y hacia la administración del espacio, expresan tanto el conocimiento de sus componentes y dinámicas como la apreciación que de ellos ha logrado la sociedad en función de su supervivencia y desarrollo, así como la capacidad real para preservarlo y protegerlo. Este es el sentido de una política de doblamiento, dentro de la cual se estimula o desestimula la ocupación de determinados espacios mediante la asignación de recursos para infraestructuras y producción, apoyos fiscales, etc., o se penaliza el uso de determinados recursos o el simple asentamiento.

―Puerto‖ o finca a orillas del río Güejar, cerca de la Sierra de la Macarena Foto-Fernando Urbina

20

Por otra parte, con respecto al diseño y aplicación de las políticas públicas, su efectividad descansa en el reconocimiento que se haga en ellos de los interlocutores, sus intereses y la concertación que se adelante en función del bien público. Este componente político incorpora otro ángulo estratégico en las relaciones ―territorio recursos naturales-sociedad‖, cual es el acceso real de los miembros de las colectividades a los recursos que brinda ese espacio.

En efecto, el desarrollo de cada sociedad lleva aparejados procesos de diferenciación entre sus miembros en razón de su poder físico, económico, político, destrezas adquiridas, etc.; lo cual se expresa en el control efectivo que cada grupo, dentro de ella, ejerce sobre el acceso a sus recursos: tierras, territorios y lugares estratégicos, aguas, minerales y otros bienes valorados por la sociedad. Puede afirmarse que los conflictos internos y externos de cualquier conglomerado humano ocurren en tomo al control de sus recursos; alrededor de el se organiza cada colectividad y también en tomo a su aprovechamiento y desarrollo se transforman las capacidades espirituales, científicas y técnicas de cada sociedad.

De esta manera, la realidad de cualquier ordenamiento del territorio y de sus recursos ordenamientos territoriales y ambientales) expresa, no solamente el conocimiento y valoración que la respectiva sociedad logre de ellos, sino también las relaciones de poder existentes en su interior y, en una u otra forma las relaciones que puedan existir entre esa sociedad y otras que compitan por sus bienes.

Ahora bien: la historia de las sociedades, al girar en tomo al manejo de sus territorios y recursos, es así mismo la historia de las formas como esas sociedades se han apropiado de ellos, los han transformado y desarrollado. La valoración que hoy se ha generalizado sobre los llamados ―conocimientos o saberes tradicionales‖ en torno al aprovechamiento‘ humano de los recursos naturales (etnobotánica, etnozoología, medicinas étnicas, etc.), no es cosa distinta que el reconocimiento de la validez que tienen estos conocimientos como resultado de la observación, la experimentación y la generalización sobre las propiedades de esos recursos.

21

La cantina es prácticamente la única diversión urbana del colono y su maldición. Allí deja los pocos lucros que haya podido sacarle a sus cosechas Foto-Fernando Urbina

En este mismo orden de ideas, la ocupación sostenida de un espacio por una sociedad conlleva el desarrollo de conjuntos de conocimientos que podrían definirse como la ―interpretación de la capacidad resistencial de ese espacio‖: es el conocimiento de sus posibilidades y limitaciones, de los medios técnicos para aprovecharlas y la capacidad de transmitir ese conocimiento (ver Utria, 1992). La sucesión de poblaciones en un espacio implica entonces, la permanencia de una determinada tradición, en manos de un continuo social (etnia, etc.) o su suplantación por otro conglomerado social, con la consecuente apropiación de esos saberes o su desconocimiento. La mayor valoración de los recursos y de las sociedades que los han descubierto y transformado conduce necesariamente a la valoración de estos conocimientos.

Dentro de esta lógica se ubica la aceptación cada vez más generalizada en la actualidad, de los saberes obtenidos por las comunidades indígenas, campesinas o raizales en el manejo de los recursos naturales y más específicamente, de la biodiversidad.

Los estudios etnobotánicos y de los sistemas de producción de estas comunidades (Castaño; 1993; Correa, 1990; Garzón y Macuritofe, 1993; Hetch y Cockburn, 1994; Politis,1996; Schultes,- 1988; etc.) han colocado en el haber científico los aportes de grupos humanos con tradiciones centenarias y aún milenarias de manejo de su hábitat. Junto con ello, se han alcanzado algunos niveles de profundidad en la comprensión de la génesis de determinados paisajes (como construcción antrópica) y, consecuentemente, del significado de la acción humana en la transformación de los ecosistemas y en la configuración de la biodiversidad.

22

Los adelantos alcanzados en estas líneas del conocimiento han permitido no solamente un mayor entendimiento de la ecología en general, sino también abrir paso a la participación efectiva de las comunidades en el manejo de los recursos naturales asociados a sus territorios. De las visiones que privilegiaban un conservacionismo excluyente con respecto a las comunidades, se ha llegado a reconocer como ellas han transformado y desarrollado sus ecúmenes (incluyendo, la biodiversidad), lo Gual permite entender que el manejo le las ―claves de la capacidad resistencial‖ de su espacio histórico posibilita a sus comunidades la sostenibilidad de su entidad social, económica, política y cultural.

Esta perspectiva permite también comprender que si las condiciones técnicas de aprovechamiento de los recursos consultan las posibilidades del medio con respecto ala población que debe sustentar, es posible garantizar la permanencia de esa comunidad y su desarrollo en un determinado hábitat; si las presiones ejercidas sobre la oferta ambiental y las tecnologías para su aprovechamiento no consultan estas capacidades, este poblamiento no será sostenible.

Ocupación de ecosistemas estratégicos

Alwin Gentry, en un conocido artículo (1993) formula una pregunta aparentemente simple: ―por qué un mundo que tiene más especies es más rico qué uno que no las tiene?‖. Este interrogante, puerta de entrada a la valoración económica de la biodiversidad, conduce también a la valoración de los espacios en los cuales ella se desarrolla.

En efecto, la primera característica de la dinámica de los organismos es su ubicación en un espacio dado, dentro del cual se transforma y entra en relación con otras manifestaciones de vida. Es en el espacio en donde actúan las variables climáticas, edáficas, etc. y con respecto a las sociedades humanas, el inventario y el despliegue físico de los organismos y de los demás componentes del medio‘son los condicionantes de sus posibilidades de desarrollo.

Anteriormente se ha señalado que la distribución social del territorio y de sus recursos depende del conocimiento y valoración que se tengan de ellos, pero también de las relaciones de poder que configuren a esa determinada sociedad. Por otra parte, la interacción entre el medio y las comunidades humanas induce transformaciones de variados alcances en los ecosistemas, dependiendo de las presiones que se ejerzan sobre esos recursos y de ‗las características técnicas de esas presiones.

Una determinada sociedad puede establecer patrones de aprovechamiento‘de su oferta ambiental sostenibles durante períodos prolongados, pero al incrementar sus demandas sin transformar sus tecnologías productivas induce desbalances en‘ las dinámicas de esos recursos, con lo cual pone en riesgo su propia sostenibilidad, como lo han demostrado numerosas culturas.

23

El incremento de estas demandas puede provenir de la ampliación de la base demográfica o de las relaciones de poder, expresadas en formas de apropiación de los recursos en el interior de esa sociedad o de exigencias externas ejercidas sobre ella. Por .estas razones la sostenibilidad es, necesariamente, un resultado del desarrollo histórico de las sociedades, de la evolución de sus conocimientos sobre su entorno y de la capacidad de adecuar sus demandas (incluyendo las derivadas de su configuración tecnológica), a las posibilidades efectivas de su entorno.

La heterogeneidad de los ecosistemas guarda relación con las magnitudes de la biodiversidad: una mayor variedad de espacios geográficos y, por tanto, una mayor variedad ecosistémica conduce, necesariamente, a una mayor biodiversidad, o en palabras de Andrés Etter, a la megadiversidad biológica de especies (1993). Por otra parte, la acción de las comunidades humanas sobre su entorno genera transformaciones de diversos alcances en la biodiversidad desarrollada en cada ecosistema y estos alcances guardan también relación con el conocimiento existente sobre los recursos y su valoración para estas comunidades.

La indagación científica y los conocimientos tradicionales en torno a la composición de los ecosistemas y a sus dinámicas permite establecer la importancia, interrelaciones y jerarquizaciones de los sistemas naturales, lo cual, en términos de las ciencias y de la gestión ambiental, se traduce en la identificación de los denominados ―ecosistemas estratégicos‖ (Márquez, 1996).

Esta caracterización expresa entonces, el significado de espacios específicos, en los cuales se ha generado una elevada biodiversidad, la cual a su vez, incide en la riqueza natural de espacios circundantes. Según lo expresado acerca del ordenamiento territorial-ambiental, en la medida en que una sociedad conoce su espacio y sus recursos y los valora de acuerdo con sus necesidades del corto, mediano y largo plazo, establece una organización para el uso y destino de cada uno de los componentes de su territorio.

Esta organización del espacio traduce, como lo hemos visto, no solamente los conocimientos disponibles sino también y de manera determinante, las relaciones de poder que estructuran a esa sociedad. Puede existir una elevada valoración de un espacio en términos de su significado ambiental, pero si la sociedad respectiva no tiene condiciones políticas para preservarlo, difícilmente puede haber coherencia en las acciones que incidan en su preservación o destrucción: ―Un grupo social que no tiene el poder y la capacidad para comandar sus relaciones sociales no tiene tampoco el poder y ‗la capacidad para ordenar sus relaciones con el medio natural‖ (Domínguez, 1992, p. 67).

Reflexiones sobre la colonización y los recursos naturales en Colombia

24

En Colombia, dadas las características de su desarrollo histórico, económico y político, la ocupación del territorio no ha traducido un proyecto estratégico de largo alcance. Ha sido más el resultado de las formas de apropiación privada del territorio, derivadas, en un principio, de la administración colonial española y, posteriormente, del enajenamiento que hiciera el débil estado republicano a favor de los sectores más poderosos de la sociedad de entonces (Le Grand, 1988). En esta secuencia han incidido de manera determinante y, prácticamente desde sus principios, los mercados externos: durante el período colonial español, la búsqueda de los veneros auríferos y de las minas de plata configuré buena parte de los distritos de la administración territorial (Colmenares, 1988). Luego del agotamiento de este recurso ocurrieron los ciclos de las quinas, el añil, el tabaco, la ganadería (en la Costa Atlántica), el café, el caucho, la tagua, las pieles y finalmente los ―cultivos, ilícitos‖, como dinamizadores de las sucesivas ampliaciones de la frontera agrícola.

En la retaguardia de esta dinámica han actuado, a su vez, los patrones históricos de tenencia de la tierra, así como también los efectos del modelo de desarrollo acogido por las dirigencias nacionales. Según lo señalan los distintos estudios sobre el tema y lo ratifican las evaluaciones más recientes de la problemática agraria colombiana (Heath & Deininger, 1997), la tenencia de la tierra en el país está caracterizada, definitivamente, por una elevada concentración de la propiedad: baste citar a los mencionados expertos del Banco Mundial, quienes señalan como entre 1960 y 1988 el coeficiente de Ginni solamente se desplazó de 0.867 a 0.840, tendencia confirmada por la recientemente publicada Encuesta Agropecuaria de 1995 (DANE, 1996). A su vez, esta tendencia se ha conjugado con un modesto desarrollo productivo, centrado fundamentalmente en la mediana y pequeña propiedad (Mesa, 1989).

Por otra parte, las condiciones de la política macroeconómica para la producción agrícola y pecuaria, en particular las tasas de interés y cambiarias, y en conjunto, la sobreprotección brindada por el Estado al sector financiero, han confluido con la concentración de la propiedad y las consiguientes rentas monopólicas de la tierra, para generar una agricultura no competitiva, desligada de sistemas eficientes de procesamiento agroindustrial y comercialización.

Con ello, las posibilidades de reasignación a otros sectores productivos de la población expulsada del campo por la concentración de la propiedad y por las formas de violencia asociadas a ella (de lo cual son dicientes las cifras actuales sobre desplazados del campo por los conflictos armados), tal como lo recomendara Lauchlin Curie a comienzos de los años cincuenta, se han hecho particularmente limitadas y traumáticas. El resultado ha sido el incremento de la informalidad y la pobreza urbana, dentro de un panorama de extendido desempleo de carácter estructural.

En este contexto acompañado por la reconocida debilidad del Estado, es fácil, comprender las tendencias demográficas de la ruralía colombiana, en donde se distingue, de una parte,

25 la continuidad de las migraciones campo-ciudad en las áreas centrales del país y, de otra, la ampliación de los procesos colonizadores de las tierras bajas cálidas de nuestros bosques húmedos (Oninoquia, Amazonia, Andén Pacifico, Valle medio del Magdalena, Urabá).

El afianzamiento de la concentración de la propiedad territorial rural ha ocurrido con fuerza particular en las tierras de mejor vocación agrícola y pecuaria, aun cuando no exclusivamente en ellas, como lo demuestra la Encuesta Agropecuaria mencionada. Al margen de estos espacios han quedado otros territorios (relictos de los páramos y el grueso de los bosques tropicales), los cuales, al tiempo que constituyen santuarios de biodiversidad, por la configuración de sus suelos y sus características climáticas no ofrecen atractivos para la producción agrícola o pecuaria dentro de los patrones tecnológicos dominantes, convirtiéndose así en las áreas marginales propicias para el asentamiento de las poblaciones expulsadas del interior de la frontera agrícola, siguiendo tendencias claramente reconocidas a nivel mundial, de los procesos que han conducido a conflictos económicos y políticos derivados de la concentración. de la propiedad rural y la exclusión de los, pequeños campesinos del acceso a la tierra, (ver Bitiswanger, 1993).

En otros términos, las colonizaciones campesinas tienden a dirigirse hacia espacios que, por sus características edafológicas y climáticas, han generado amplios contenidos de especies biológicas, al tiempo que presentan limitada potencialidad para las prácticas agrícolas y pecuarias dominantes.

Confluyen en este cuadro dos grandes componentes de un ordenamiento territorial: de una parte, la valoración de los territorios y sus recursos, resultante de la difusión; en muchos sectores de la sociedad, de conocimientos y apreciaciones, prácticamente universales, sobre la biodiversidad y la urgencia de su conservación. Por otra parte, el surgimiento de condiciones políticas que, eventualmente, pueden facilitar acuerdos entre los pobladores y el Estado en torno a la organización del territorio y al manejo de sus recursos.

26

El desorden característico de la ocupación previa de estos Foto-Fernando Urbina territorios fije, como ya se señaló, el resultado de una ausencia de Estado, de un vacío en la jerarquización de los componentes del espacio nacional, de la carencia de políticas y orientaciones para el poblamiento, la formación de los asentamientos humanos y el acceso a la tierra, El resultado ha sido, a más del profundo deterioro ambiental y la ampliación de la pobreza, el surgimiento de condiciones que ponen en jaque el modelo social, económico y político vigente. Al mismo tiempo, la Carta Política reconoce la creciente demanda de las comunidades por ampliar sus caminos de decisiones en la gestión del Estado, del territorio y del patrimonio ambiental, con todo lo cual queda en el pasado la pretensión de ordenar la casa desde arribar, de imponer un ordenamiento del espacio nacional desde la cúpula del Estado central, pretensión que demostró con creces, su plena inoperancia..

No obstante, el propósito central de la sociedad en su conjunto de alcanzar un desarrollo sostenible en términos ambientales, económico y políticos, solo podrá ser viable con una gestión participativa pero también técnicamente orientada. Es acá en donde se abren las demandas para desarrollar métodos participativos y eficientes de gestión ambiental.

En este punto es necesario insistir en el reconocimiento de las realidades presentes en las relaciones entre las comunidades y su medio natural. En primer término, la formulación de cualquier proyecto de gestión ambiental ha de partir de clarificar los objetivos y metas del mismo, sustentados en un diagnóstico adecuado de las condiciones ambientales y humanas del espacio definido como escenario del proyecto (ver Etter, op. cit., pp. 58-59).

Al respecto se deberá tener en consideración la génesis de los asentamientos, la cual explica, en buena medida, las características y tazones del manejo ambiental. En segundo lugar, es necesario contar con la valoración de los saberes tradicionales sobre el territorio y sus recursos y, no menos importante aún establecer las bases y contenidos de la concertación en torno a la ocupación y manejo de los espacios previstos como escenarios de los acuerdos.

Las colonizaciones en la perspectiva histórica

Como lo testimonia un creciente número de trabajos, la colonización de las selvas y llanuras subtropicales tropicales de América, tiende a convertirse en un área especializada de lo que pondría llamarse las "sociologías de la colonización". En estos estudios, que muestran con profundidad cada vez mayor las especificidades de este proceso en nuestras latitudes, se plantean distintos temas, corno son las tecnologías de uso de los recursos, los choques culturales (que han conducido, por ejemplo, a la liquidación de comunidades indígenas), las relaciones con el Estado, etc.

En el caso colombiano tienden a configurarse ciertas peculiaridades que vale resaltar desde ahora, el ciclo migración-colonización-conflicto-migración", que traslada a muchos de sus

27 actores, inclusive a través del tiempo y el espacio, como elementos constantes en el proceso de la colonización y que detrás de ellos lleva y reproduce las estructuras agrarias y las contradicciones propias de ellas, prácticamente a todos los rincones de la frontera agrícola. Una segunda particularidad que se va haciendo visible en esta historia, es la presencia de la organización de los colonos, fenómeno que contrasta con el individualismo que comúnmente se presenta en las sociedades de frontera.

El lector encontrará que este último elemento no constituye propiamente una generalidad en todo el proceso; se origina, según los testimonios, en ciertas regiones del sur y del oriente del Tólima, determinado por condiciones gremiales y políticas características, y de allí se expande gradualmente hacia zonas en donde se proyectan las sucesivas corrientes de colonos, expulsados por los continuos conflictos agrarios y políticos. En esta expansión la práctica de la organización deviene, podríamos decirlo, en parte de una cultura de la colonización.

Un aspecto que amerita mayor estudio y reflexión es el referido a la configuración social de los espacios en la colonización. Por lo general, en nuestro caso, las apreciaciones sobre la ocupación del espacio en las fronteras reseñan la formación de núcleo pre-urbanos o urbanos, la estructuración de la tenencia y uso de la tierra, la aplicación o construcción de infraestructura etc.; sin embargo, dichas apreciaciones carecen de una visión de conjunto sobre el espacio, sus articulaciones y sus dinámicas. Como se verá más adelante, la ocupación de ese "medio país" que enmarcaría la Oninoquia y la Amazonia colombianas configura, en forma gradual, la prospectiva, de integración de un vasto espacio, con características ecológicas, , económicas, sociales, políticas y culturales marcadamente disímiles de las que con anterioridad han estado presentes en la integración del país andino o del "país" de las sabanas y litorales caribeños.

Estos "nuevos" elementos lo son sólo en las proporciones en que intervienen en su mezcla. El "capitalismo rapaz" que hoy actúa en el narcotráfico y actividades asociadas, es nuevo, solamente en sus alcances y dimensiones: las tradiciones del campesinado andino hunden sus raíces en las sociedades coloniales y postcoloniales del siglo XIX pintadas por Eugenio Díaz o Medardo Rivas, sin embargo ahora se encuentran en, nuevos espacios y disponen de mayores recursos. Pero hay también esos elementos novedosos que antes se señalaban: la organización político-gremial como factor de cultura colonizadora y, con ella, las proyecciones militares que plantean las experiencias guerrilleras. Esto ,es lo "viejo" y lo "nuevo" que entra a integrar a esta nueva Colombia de las selvas y de las llanuras orientales. A continuación se examinan los aspectos históricos de la colonzación que sé han considerado más relevantes.

Se han caracterizado corno colonización al proceso de apertura de la frontera agrícola, a través de distintos tipos de trabajadores del campo. Las tierras que ha delimitado esta frontera han estado varias veces bajo títulos de uno u otro tipo (mercedes reales,

28 concesiones, haciendas) que son finalmente impugnados, pero sin dejar de construir un condicionante para el usufructo de las mismas.

Hato en medio del Llano Foto - Fernando Urbina

La ocupación del territorio colombiano por parte de los conquistadores europeos se extendió, en lo fundamental, por los valles y cordilleras andinos y por la llanura del Caribe, buscando el acceso de los recursos minerales (oro y plata) a la mano de obra (y subsecuentemente a la tributación indígena). La ocupación se dirigió luego a las tierras que permitían la producción de los alimentos y otros bienes requeridos para los asentamientos, al igual que 'el control de la misma mano de obra.

Las características económicas, políticas y culturales dé la Conquista definieron una. rápida concentración de la propiedad territorial, afectando negativamente tanto a las comunidades indígenas como a las capas de mestizos y "blancos pobres", que comenzaban a configurar el campesinado.

Las diferentes regiones que hacia la terminación del período colonial (finales del siglo XVIII) componían el entonces territorio de la- Nueva Granada, sirvieron de marco para la estructuración de sociedades diferenciadas, en las cuales, al parecer, el patrón común lo constituyó la concentración de la propiedad territorial, (ver por ejemplo, Fals Borda, 1979; Colmenares, 1975; López T., 1970), si bien con matices de ocurrencia local, según lo señala Marco Palacios en sus referencias a la propiedad agraria en Cundinamarca (Palacios, 1981).

La densificación demográfica ocurrida en las regiones centrales del país a partir de la segunda mitad del siglo XIX estimuló el desbordamiento de las fronteras agrícolas.

29

Previamente, algunas zonas habían escenificada procesos puntuales de colonización, esto es de asentamientos estables en el interior de medios selváticos para desarrollar economías de base agrícola, recolectora y cazadora, como lo fueron los "palenques", de esclavos cimarrones. No obstante, las colonizaciones de este tipo que se sostuvieron durante mayor tiempo, no trascendieren los, límites microrregionales, restringiéndose a constituir un componente de la configuración étnica-regional. A diferencia de los últimos movimientos, las colonizaciones desarrolladas en las vertientes andinas entre finales del siglo XVIII y comienzos del XX, trascendieron las. esferas locales y proporcionaron productos para la articulación de Colombia con los mercados internacionales en diferentes coyunturas del período (Ocampo, 1984; Le Grand, 1988).

Tal vez el más conocido de estos procesos de colonización ha sido el antioqueño, analizado en un principio por James Parsons (l949) y revaluado más adelante por Alvaro López Toro. Independientemente de la ideologización elaborada sobre este fenómeno, centrada en una imagen democrática e igualitaria de un proceso que en realidad estuvo alejado de tales características (Arango,1977; Christie,1986), sus alcances sociales, económicos y espaciales' le otorgan un lugar preponderante en la formación de la Colombia rural.

Estas características están cimentadas en las relaciones sociales desde las cuales se proyectó la colonización antioqueña. De tales relaciones sociales generadas por una economía minera de explotaciones pequeñas e inestables, realizada por trabajadores libres estaban completamente ausentes los vínculos propios de las sociedades hacendarias que primaron en otras regiones del país. De igual manera estaban ausentes otras formas de sujeción entre los mineros y comerciantes, como las que tuvieron ocurrencia, por ejemplo, en el Brasil (López Toro, op. cit). Una peculiaridad de la colonización antioqueña consistió en la vinculación temprana que ocurrió entre empresarios capitalistas de la región y los pioneros de la colonización. Está vinculación, dado el poder de los pioneros y en virtud de su interés por valorizar las tierras que respaldaban los bonos de deuda pública que habían adquirido, se tradujo en la asignación de fondos para la construcción de infraestructura y la legalización de la tenencia de las tierras colonizadas en las primeras etapas de la ampliación de esta frontera.

De tal manera, las primeras fases de esta colonización actuaron sobre tierras en concesión (como ocurriera desde la providencia del oidor Mon y Velarde a finales del siglo XVIII). En otros términos, era una colonización que contaba con la anuencia del Estado y de los empresarios locales, factor que facilitó la dinamización del proceso a través del apoyo con infraestructuras, que permitió una más rápida integración económica de la frontera. Los flujos posteriores de la colonización se proyectaron ya sobre tierras baldías: en este caso, sin embargo, las particularidades de la organización social y de la ideología dé estos núcleos de colonos, enfáticamente colectivistas y organizados, dieron vía a una pronta articulación con la administración estatal. Comentando la relación que entonces se dio entre las instituciones estatales y las comunidades de colonos, López Toro advertía con una

30 premonición plenamente válida para las condiciones actuales de la colonización: "Si las expectativas de aquellos pioneros hubiesen auspiciado la consolidación del latifundio en las nuevas colonias, es presumible que la vigencia de la ley, la preservación del orden público y el control de los conflictos sociales se hubieran convertido en problemas insolubles para una administración pública tan inestable como la de Colombia durante el siglo pasado". (op. cit.: 43).

El modelo inicial de la colonización antioqueña se modificó posteriormente dando paso a procesos de concentración de la propiedad. En estas condiciones los nuevos emigrados no pudieron constituir las pequeñas y medianas empresas agrícolas de la primera etapa y configuraron la base de una población dependiente. El papel de esta última en su carácter de asalariada dentro del proceso de acumulación que dio base a la industrialización del noroccidente colombiano, ha sido estudiado por Mariano Arango, quien, sin embargo, desestima las etapas de mayor equilibrio social y económico que sirvieron de sólido fundamento al posterior desarrollo". (Arango, op.cit).

El proceso colonizador antioqueño, por su significado económico y social y por su prolongación temporal, que se extiende desde finales del siglo XVIII y prácticamente hasta el presente, si se tiene en cuenta la incorporación de tierras en Urabá y el Magdalena Medio, ha opacado en alguna medida fenómenos similares ocurridos en otras regiones del país. Jorge Villegas, en sus estudios sobre la propiedad agraria en Colombia, enmarcó estas historias en el conjunto por él denominado "la colonización de vertiente" y en ella englobó tanto la expansión antioqueña como los procesos que tuvieron lugar en el centro y oriente del país, originados en contextos diferentes del primero (Villegas, 1978).

Los testimonios sobre la colonización de occidente insisten en señalar la génesis de la misma en la pobreza de los suelos y la inestabilidad de la explotación de la minería del oro. En el oriente, particularmente en Santander, Jorge Villegas, con base en las cifras de población, considera los efectos de la crisis artesanal resultantes de la política librecambista asumida por los gobiernos nacionales, como factor desencadenante de la expansión sobre las tierras de vertiente en el oriente colombiano. A este respecto es importante considerar cómo determinadas condiciones externas se han constituido en factores de presión para los procesos de ampliación de la frontera agrícola del país con una recurrencia como la que hoy se advierte, cuando diversos frentes de colonización reflejan la impronta, tanto de la crisis de las economías occidentales y sus secuelas de deterioro en las estructuras productivas del Tercer Mundo además del empobrecimiento de sector sociales que buscan salidas en la aventura colonizador como el floreciente mercado de narcóticos.

Villegas, en sus estudios, explora, además de las etapas iniciales de la mencionada colonización, su extensión hacia el oriente (Manizales, Pereira y el norte de Tolima) y los procesos ocurridos en Cundinamarca Boyacá y los Santanderes. La colonización del Viejo Caldas, tal como lo revela el autor, con base en las evidencias documentales,

31 definitivamente se aparta la imagen idílica de la conquista democrática de la frontera. El proceso ya visto en sus desarrollos e implicaciones legales y jurídicas, estuvo desde sus inicios sacudido por conflictos sociales de distinta índole. En un principio, es evidente la diferenciación entre aquel que disponían de recursos económicos para afrontar colonización con recuas de mulas, bastimentos y herramientas, etc., y aquellos que solamente contaban con su fuerza de trabajo y la de sus familiares, quienes eran frecuentemente contratados como taladores y para que más adelante se convirtiesen en arrendatarios de poseedores de la tierra. Pero las mayores contradicciones se habrían de desarrollar, a lo largo de todo el siglo XIX y a principios del presente, entre los colon independientes y favorecidos por concesiones ampliadas de manera fraudulenta, a medida que los peones abrían perspectivas a las selvas de vertiente.

Estos conflictos los ilustra el autor en torno a las concesiones de Villegas y Aranzazu, y a las sociedades de Gónzalez Salazar y Burilá. Allí se aprecia como esfuerzo de los concesionarios por extender sus dominios y aprovechar la valorización creada por el trabajo de los colonos, tropezó en forma continua con la resistencia de estos últimos, y cómo la retaliación de los acaparadores se dio entonces bajo la especie de amenazas, incendios de casas y destrucción de enseres, formas de violencia que habrían de repetirse un siglo más tarde en el marco de la crisis política y social que consumió al país por más de una década y en la cual la mayor parte de las víctimas fueron, igualmente, campesinos y colonos.

La ampliación de la frontera agrícola en el centro oriente y el oriente del país -esto es, Cundinama Boyacá y los Santanderes-, la documenta Villegas únicamente con las memorias de Medardo Rivas y Manuel Ancízar. Este proceso ocurrió, según referencias, dentro de las líneas trazadas por la política de asignación de baldíos que, len particular desde la desamortización de Bienes de Manos Muertas, afianzó y fortaleció la formación del latifundio. En esta modalidad, la población Campesina que se desplazó de los antiguos resguardos indígenas y de otros núcleos humanos hacia la frontera agrícola, desmontó las tierras en los bordes de las haciendas, abriendo paso a la expansión de las mismas sobre los, baldíos de la nación.

32

Placa conmemorativa de la entrega de armas por la guerrilla del Llano al general Alfredo Duarte Blum durante el gobierno de Gustavo Rojas Pinilla. Foto: Andrés Hurtado

Marco Palacios, sustentado en los censos de población de 1843, 1870. y 1912, así como en los estudios geográficos de Alfred Hettner, Agustín Codazzi, J. Holton y, primordialmente en el Catastro de Cundinamarca, pone en evidencia, además, la particular regionalización de la estratificación social de este arraigado asentamiento, mediante la cual se definían -con gran persistencia hasta el presente- nítidas subzonas de pequeña, de mediana y de gran propiedad. Esta red social proyectó "puntas" de colonización hacia tierras templadas y -aún frías (Alto Sumapaz), algunas de las cuales fueron protagonistas de los conflictos que más adelante habrían de configurar los desarrollos centrales de este estudió; tales fueron los casos de Sumapaz y del , zonas en las cuales se dieron dos tipos de conflictos: el no reconocimiento de la propiedad de las haciendas sobre los baldíos y la lucha por el derecho a la siembra de café: dificultades afrontadas organizadamente por los colonos y los campesinos.

ORINOQUIA: ALGUNOS RASGOS BÁSICOS

La heterogeneidad regional

Según lo señalan los estudiosos, muchas de las visiones dominantes sobre la región se han caracterizado por el simplismo de su imaginario, tanto humano como paisajístico. Algunos trabajos, de los cuales se contó con una muy buena muestra en el Primer Simposio de Historia de los Llanos colombo-venezolanos, celebrado en 1988, contrastan estas visiones con los resultados de investigaciones que dejan ver, entre otras cosas, las complejas

33 relaciones entre las diversas modalidades de los asentamientos precolombinos y la heterogeneidad de los ecosistemas de la región, las visiones estratégicas que se han generado sobre la región y los proyectos políticos y económicos concomitantes, así como las múltiples perspectivas que plantea la Orinoquia colombiana para el desarrollo del país.

Colonos 'vegueros" rumbo al pueblo. Foto: Diego Garcés

De acuerdo con estas realidades y con los procesos que hoy escenifica este espacio de la geografía nacional habría que re-pensar su significado dentro de una visión de más largo plazo del desarrollo colombiano. En efecto, la región, al tiempo que abarca una importante porción del territorio colombiano, comprende dentro de ella varias subregiónes, identificadas inicialmente como "piedemonte", "llanura" y "selva", con sus componentes de suelos y ecosistemas, sobre los cuales han avanzado estudios relevantes realizados por el Instituto Geográfico Agustín Codazzi. Asociados con estos trabajos existen también análisis referidos a los procesos históricos y socioeconómicos de las subregiones y las tendencias poblacionales, todo lo cual sustenta la apreciación sobre la creciente dinámica de desarrollo configurada en tomo a la explotación de los hidrocarburos, el afianzamiento de la agroindustria de algunos rubros, lo cual ha atraído, de una parte, crecientes inversiones internacionales y nacionales y de otra una extensa movilización de población.

Las relaciones socio-políticas dentro de las cuales avanzan estas tendencias favorecen procesos de concentración de la propiedad por medios violentos, lo cual no ha hecho cosa distinta que reproducir y ampliar los escenarios del conflicto interno. Estas condiciones afectan, necesariamente, las perspectivas de la región y dado su significado, es indispensable prever un desarrollo más armónico de las mismas.

Las tendencias del desenvolvimiento de la región apuntan, como se ha señalado, hacia la ampliación de su base poblacional y hacia un muy rápido incremento de su participación en

34 el conjunto de la economía nacional. En efecto, según los análisis de la información intercensal, la Orinoquia encuadra un proceso de rápido crecimiento poblacional: de acuerdo con el Corpes (1994), "en 1951, según el Censo Nacional de Población, la región contaba con 122.878 personas de las cuales el 27.9% residían en los incipientes conglomerados urbanos. Cuarenta y dos años después, Censo de 1993, su población se había incrementado 8 veces más, es decir, alcanzaba 975.342 personas. Y se gana peso relativo en el total nacional pues en 1951 se contenía al 1.1% de la población, en 1964 el 1.6%; en 1973 el 1.9%, en 1985 el 2.2% y en 1993 el 3%."

De acuerdo con esta tendencia y teniendo en cuenta que la población regional en 1994 asciende a 1.068.928 personas, en diez años (2004) habrá aumentado a 1.92 1.227 habitantes. Estas cifras se traducen en un aumento absoluto de 852.349 personas durante la década con un promedio de 85.000 nuevos pobladores por año en la Orinoquia.

Por otra parte, en lo referente a la participación de la región en la actividad económica nacional y con las salvedades que implican las limitaciones de las cifras disponibles, se calcula que en la presente década, la Orinoquia genera entre el 4 y el5% del PIB nacional. Esta participación se sustenta particularmente en dos rubros: la producción agrícola y el petróleo, los cuales, según el CORPES, se comportan de igual manera que el resto de la economía nacional: "a medida que se logra un mayor nivel de producto interno bruto, el sector agropecuario pierde participación y el empleo agrícola disminuye como proporción del total".

En el comportamiento de la producción agrícola en los rubros de mayor productividad (arroz y palma africana), es evidente la ventaja de la región frente al conjunto nacional: a comienzos de los años noventa, con anterioridad a la crisis que marcó al período, se estimaba que la región producía "cerca del 27% de la producción total nacional de arroz y en términos regionales el departamento del Meta generaba el 76% del grano mientras Casanare aportaba el 23% del mismo". Para ese entonces se registraba un importante incremento de la producción en el Meta con un aumento inferior de la superficie cosechada, indicativo de una mejora sustancial de la productividad por hectárea. Según los análisis del CORPES, la palma africana producida en la Orinoquia representaba el 40% del total nacional, concentrada en el Meta y Casanare. La soya se siembra preferencialmente en el Meta (99% para 1992) y la producción regional representa el 25% del total nacional. En el caso del sorgo su producción se concentra en Casanare (90%) y se genera el 6% del total nacional. El algodón del Meta (69%), Casanare (21%) y Vichada (4.7%), aporta el 4.5% del total nacional.

Estas cifras hoy resultan afectadas por el proceso de la apertura económica, la cual ha inducido un descenso en la producción al exponerla a la competencia de los mercados internacionales. Vale señalar que en el caso de la soya, el país amplió las importaciones procedentes de Bolivia, en donde la estructura de costos resultaba altamente competitiva

35 frente a la colombiana. En efecto, mientras en nuestro país el costo de la renta del suelo participaba en un 11%, en Bolivia. este rubro solamente representaba el 1%, situación que pone sobre la mesa los costos que la concentración de la propiedad territorial representan para la competitividad de la producción nacional.

A este respecto vale también señalar cómo la Encuesta Agropecuaria de 1995 (DANE, 1996) señala al departamento del Meta como uno de los que presentan los mayores niveles de concentración de la propiedad territorial, a la vez que se ha constituido, según la información censal, en una de las principales áreas de expulsión de población por razones de violencia.

En cuanto a la industria de los hidrocarburos, se advierte que este sector aporta cerca del 92% del total de regalías liquidadas por la explotación de recursos naturales no renovables. Para el futuro inmediato se estima que esta participación ascienda a niveles aún superiores al 95% cuando empiecen a operar los recientes hallazgos petroleros en el piedemonte llanero: "en 1979, la participación regional ascendía al 3,3% del total de regalías petroleras; catorce años luego, sé había incrementado al 40,3% y para los próximos años se espera que esta participación alcance niveles superiores al 95% del total mencionado, una vez empiecen a operar las explotaciones de Cusiana y Cupiagua. En este sentido se estima que las reservas de petróleo efectivas en dichos yacimientos ascienden a 2.200 millones de barriles mientras las reservas de gas ascienden a 85 mil millones de metros cúbicos".

En términos de regalías y en cifras absolutas, la región recibió, por concepto de participación en las mismas la suma de $418.094 millones de pesos entre 1979 y 1993. Para efectos comparativos, la Nación realizó en la región una inversión por valor de $105.559 millones de pesos entre los años 1987 y 1990 inclusive. Así, el Tesoro nacional, durante cuatro años realizó una inversión equivalente al 25% del total de la participación recibida por los departamentos y municipios petroleros de la reglón durante los últimos catorce años.

La magnitud de estas cifras contrasta, sin embargo, con las brechas en las condiciones del desarrollo social de la región, según lo constata el estudio realizado por el Instituto Sinchi en el departamento del Guaviare (1996). Las dificultades generadas por las condiciones ambientales y a la concentración de la propiedad territorial, se añade el manejo patrimonialista dado a los recursos públicos, lo cual incide en la ampliación de los conflictos sociales en el conjunto de la región. Este fenómeno ha generado nuevas tensiones en las fronteras, particularmente en la colombo-venezolana, poniendo de manifiesto la fragilidad del control que el Estado colombiano tiene sobre las mismas, a pesar del carácter estratégico que la región representa para el país.

Hacia una propuesta: la Orinoquia en el planteamiento estratégico nacional

36

Las reflexiones, cifras y análisis precedentes proporcionan una visión de la Orinoquia en donde se combinan, de una parte, la potencialidad de sus recursos, ya en explotación, así como las tendencias de la población, que evidencian la constitución gradual de un nuevo eje en el desarrollo de la economía nacional y de las estructuras regionales de sus asentamientos humanos.

Es evidente que la región representa un recurso estratégico como territorio (considerada en conjunto, con su población, sus recursos y su localización geográfica), pero Colombia no ha dispuesto en ella una capacidad para construir una frontera sólida, no en términos estrictamente militares sino, más importante aún, como marco para el desarrollo de robustas economías regionales que fortalezcan a los débiles asentamientos hoy existentes y reemplacen la peligrosa y precaria economía del narcotráfico que hoy nos ha conducido a una tragedia nacional. Definitivamente, la presencia actual de la nación y de su Estado en la región no refleja una valoración estratégica de la misma.

Por otra parte, los conflictos desatados en buena parte de nuestra Orinoquia, resultantes del traslado hacia su interior de las problemáticas derivadas de la concentración de la propiedad, del aprovechamiento inadecuado de los recursos naturales, de la pobreza y la exclusión, han resultado en la extensión hacia ella de los escenarios del uarcotráfico y de la guerra asociada con él de una u otra forma. En este panorama se ha abierto camino la desestabilización de la frontera, con los riesgos que una situación de conflicto puede representar para una región poseedora de recursos estratégicos para el desarrollo de quien los controle.

Ante esta perspectiva, la responsabilidad de la nación es la de incorporar a la región en su "visión de futuro", desarrollando una estrategia que permita construir la región como resultado de una política de poblamiento, con sus particularidades y consensos y dentro de la perspectiva de los intereses de la nación en su conjunto. Un propósito de esta naturaleza solamente podrá sustentarse mediante la generación de situaciones de equilibrio en el acceso a los recursos producidos por la sociedad, como base de su solidaridad con un proyecto nacional dirigido a establecer condiciones sostenidas de bienestar y convivencia pacífica para todos los colombianos y de capacidad nacional para defender sus intereses estratégicos ante la comunidad internacional.

BIBLIOGRAFÍA

Arango, M.. Cafe Industria en Colombia. Carlos Valencia, Bt, 1977.

Binswanger, H. et al. Power, Distortions, revolt, and reform in agricultural land relations. The World Bank, Washington, 1993.

37

Capraro, H. M. Consideraciones sobre la regiÚn y el Estado. En: Esteso, R. & Capraro, H. M. Norte Grande: Estado, RegiUn y DescentralizaciUn, IIPAS, Buenos Aires, 1988.

CastaÓo A., G . El manejo de la biodiversidad por parte de las comunidades campesinas de la regiÚn central del Valle del Cauca. En: Varios, Nuestra Diversidad BiolÚgica. CEREC- Fund. A. Angel Escobar, Bt., 1993.

Colmenares, G.La formación de la economla colonial (1500-1740). En: J. A. Ocampo (cd.), Historia econümica de Colombia. FEDESARROLLO-Siglo XXI Editores, Bt., 1987.

CORPES Orinoquia. Orinoquia hacia el siglo XXI. Plan de desarrollo regional 1994-2004. Bt', 1994.

Cortea, E. (ed.). La selva humanizada. CEREC. ICAN'Fondo FEN, Bt'., 1990.

DANE. Encuesta nacional agropecuaria. Resultados 1995, Bogotá.

Dominguez, C. Geografía política y ordenamiento territorial. En: Varios,Ordenamiento territorial, IGAC-COT-DNPA, Br'., 1992.

Etter, A. Diversidad ecosistÉmica en Colombia hoy. En: Varios, Nuestra Diversidad BiolÚgica, (citado).

GarzÚn, N. C. & V. Makuritofe. La noche, las plantas y sus dueños, Corp. Araracuara, Br'., 1993.

Gentry, A., El significado de la biodiversidad EnVarios, Nuestra diversidad biolÚgica, (citado).

Heath, J. & K. Deininger. Implementing negotiated land reform: The case of Colombia, The World Bank, Washington, 1997 (poligraf.).

Hetch, S. & A. Cockburn. La suerte de la selva. UniAndes-Tercer Mundo, Bt'., 1994.

Le Grand, C.. Frontier expansion and peasant frontier in Colombia 1830-1936, U. of New Mexico Presa. Albuquerque, 1986.

Lipietz, A. El capital y su espacio. Siglo XXI Editores, Mexico, 1977.

LÜpez, A. MigraciÚn y cambio social en Antioquia durante el siglo XIX. U. de los Andes, Bt'., 1970.

M'rquez, O. Ecosistemas estrategicos y Otros estudios de ecología ambiental. Fondo FEN, Bt'., 1996,

38

MinAgricultura.DNP. El desarrollo agropecuario en Colombia. Informe final misión de estudios del sectot agropecuario, Depto. Nal. PlaneaciUn, Bogar', 1990 (citado como Mesa, 1990).

Ocampo, J. A.. Colombia y la economía mundial 1830-1910. Siglo XXI Ed., Br', 1984.

Politis, O. . Sinchi, Bt', 1996.

Schultes, R. E. Where the goda reign. Planta and peoples of the Colombian Amazon, WWF, London, 1988.

Sormani, H. Formación social y formación espacial: hacia una dialéctica de los asentamientos humanos, Estudios Sociales Latinoamericanos No 17, CSUCA, San JosÉ, 1977.

Urna, R. D. Ordenamiento ambiental territorial: hacia un enfoque conceptual. En: Varios,Ordenamiento territorial, (citado).

Varios. Los asentamientos humanos del Guaviare: Dinamica y perspectivas. Sinchi, Bt'., 1996.

Villegas, Jorge. "La Colonización de vertiente del siglo XIX en Colombia". Estudios Rurales Latinoamericanos, Vol. 1 No. 2, Bogota, 1978.

39

LA GRAN CUENCA DEL ORINOCO CAMILO DOMÍNGUEZ. Profesor de la Universidad Nacional de Colombia

Raudal "alto" en el río Inírida. Las duras rocas graníticas producen estos saltos que interrumpen la navegación. Foto - Fernando Urbina

¿Qué es la Orinoquia?

El concepto básico para identificar la región de la Orinoquia es el de cuenca hidrográfica, aguas que confluyen eh el río Orinoco. Esto Es decir, el área donde se recogen todas las incluye: a) las vertientes andinas donde nacen los tributarios del norte y del occideñte; b) el Macizo de las Guayanas, donde nacen los tributarios del sur; y, c) las planicies, hacia el centro, donde nacen las aguas de morichales y pequeñas sérranías, que se agregan, en su mayoría, a los afluentes que bajan de los Andes. El gran río y sus afluentes crean una identidad regional que se imprime subregionalmente a las geoformas por donde discurren las aguas que se juntan a la región hidrográfica. Es así que podemos hablar de una subregión GuayanoOrinoquense, otra Andino Orinoquense, y de una Planicie Orinoquense en la cual están incluidas las llanuras herbáceas denominadas Llanos del Orinoco.

En total estamos considerando un gran valle, que en su parte plana tiene un promedio de 500 km de ancho, flanqueado por montañas que al noroccidente ,en los Andes, llegan a superar los 5.000 metros de altura (Nevado del Cocuy) y al suroriente, en la Guayana, llegan a los 2.875 metros (Monte Roraima). Es una superficie de 1‘032.524 km 2, de los cuales 388.101 (37,6%) están en Colombia y 644.423 (62,4%) en Venezuela. En este último país la región orinoquense cubre cerca del 70,6 % del territorio nacional, mientras que en Colombia cubre el 34 %.

Geomorfología

Subregión GuayanoOrinoquense. Debido a la deriva de la corteza terrestre (demostrada por Wegener) el antiguo continente de la Pangeae se fracturó en el Mesozoico y derivó en grandes trozos que hoy ‗hacen parte de la India, Africa central, la Antártida y Suramérica.

El trozo que hoy forma parte de Suramérica cubre la mayoría de la Amazonia y la Orinoquia, en los grandes macizos ubicados al sur y al norte del Valle del Amazonas denominados, el primero Macizo Central Brasileño, y el segundo Macizo de las Quayanas.

El Macizo de las Guayanas se extiende, de oriente a occidente, desde muy cerca del Océano Atlántico hasta la Sierra de la Macarena, al pie de los Andes; y en dirección norte sur, va desde las vegas del río Orinoco hasta unos doscientos kilómetros antes de llegar al río Amazonas. En su mayor parte el Macizo ha sido destruido por la acción de los movimientos tectónicos y por intemperismo, a lo largo de centenares de millones de años desde el Precámbrico hasta hoy, dejando extensas planicies donde las rocas antiguas subyacen bajo delgadas capas de arena o de sedimentos (peniplanos y pediplanos). Los contactos entre esas superficies de erosión y los sedimentos más recientes están marcados por saltos y raudales,, producto de la erosión diferencial de superficies con diversa dureza. En algunos lugares de esa planicie aparecen peñoles (montañas islas), pequeñas serranías y mesas que son cerros testigos de las antiguas alturas hoy desaparecidas. En la parte colombiana y venezolana los ríos que nacen en la planicie guayanesa se bifurcan bien hacia el Amazonas, bien hacia el Orinoco.

Hacia el nordeste y el oriente, el Macizo se eleva en grandes sierras y gigantescos bloques (tepuyes) ,que se encumbran verticalmente a un promedio de 2.000 metros, pero que llegan a los 2.875 m en el Monte Roraima y a los 3.014 m en el Pico de la Neblina, Un espinazo de grandes sierras (que pertenecen a la cuenca amazónica) separa la mayoría de afluentes del Orinoco de los del Amazonas en Guyana, Surinam y Guayana Francesa. Estas son las

41 sierras de Tapirapeco, Parima, Pacaraima Acaraí y Tumucumaque. De estas sierras se desprenden ramales entre los cuales se encajonan profundamente los numerosos ríos que se forman en esas montañas, descendiendo furiosamente en raudales y saltos hasta encontrar las planicies sedimentarias en donde los cursos se tornan mansos.

En esta región hay que considerar como forma especial a la Sierra de la Macarena, ubicada al suroccidente en medio de los afluentes superiores del Guaviare: el Guayabero y el Ariari. Dicha Sierra está constituida en su mayor parte por rocas cristalinas del Precámbrico y sedimentos paleozoicos que alcanzan alturas superiores a los 3.000 metros. Su ubicación, en un ángulo donde confluyen los Andes (con sus rocas mesozoicas), las selvas amazonenses y las sabanas orinoquenses, ha producido un mosaico geológico, pedológico y biótico en donde han encontrado refugio especies únicas de animales y plantas.

Subregión de la Planicie Orinoquense. Entre las montañas del Macizo de las Guayanas y la Cordillera de los Andes se forma una extensa planicie, en su mayor parte de origen sedimentario del Terciario y Cuaternario, más algunas porciones de la planicie de erosión sobre el basamento guayanés. Este enorme valle se extiende en forma de arco, primero de sur a norte y luego de occidente a. oriente, por 1.500 kilómetros.

Hay un imperceptible descenso de 17,3 centímetros por kilómetro desde el alto río Inírida, que tiene una altura promedio de Z60 metros sobre el nivel del mar, y la desembocadura del Orinoco al Océano Atlántico en el Delta Amacuro.

El ancho promedio de la planicie es de 500 kilómetros, pero en algunas secciones alcanza a tener más de 700 kilómetros. Tal es el caso del extremo sur, desde el río Orinoco hasta el pie del Macizo de Sumapaz sobre el paralelo 3° 30‘ N, en donde alcanza un ancho de 800 kilómetros.

Por lo tanto, una parte de la planicie está confundida con la Subregión Guayano- Orinoquense: entre el Guaviare y el Guainía y costeando el Orinoco (por el occidente) entre el Guaviare y ‗el Meta. En esa parte surgen pequeñas mesas, serranías y cerros aislados en medio del valle, que pueden observarse a gran distancia porque cortan abruptamente un horizonte aplanado. No obstante que los suelos son en su mayor parte arenosos y la roca aflora en muchos lugares, hay gran coincidencia entre esa parte de la planicie guayánica y las formaciones vegetales de tipo amazónico. Sin embargo, la causa debe procurarse en factores climáticos y no edáficos (suelos), relacionando los vientos alisios con el número de meses secos, como veremos más adelante.

A partir del río Vichada, primero hacia el norte y luego hacia el oriente, la planicie está cubierta principalmente de los pajonales llaneros en los interfluvios y de los llamados bosques de galería en las vegas de los ríos. Se entra, entonces, a los paisajes de sabana, que van desde el río Orinoco hasta cerca de la Cordillera de los Andes, en Colombia y Venezuela.

42

El Llano es una sinfonía instrumentada entre el clima, la morfología y el suelo. La mayor o menor fortaleza de uno cualquiera de esos factores transforma el paisaje dándole nuevas formas y colores a la vegetación. Durante seis meses llueve torrencialmente en el Llano, inundándolo en su mayor parte y desbordando los ríos en los otros seis meses hay una sequía severa, mantenida por los alisios del noreste, que sólo puede ser soportada por una vegetación muy resistente a tal fenómeno. Por eso, una morfología alta y con fuerte, escorrentía puede ser muy favorable en el período seco; al contrario, las partes bajas o ―esteros‖, son muy útiles durante la sequía porque mantienen pastos verdes, pero en el período de lluvias están sometidas a las inundaciones.

Las diferencias altitudinales en el Llano pueden ser vistas a nivel macro, para grandes superficies, y a nivel meso y micromorfológico. A nivel macro se distinguen las altillanuras de los llanos de inundación; por ejemplo, la altillanura del Departamento del Vichada, con sus ríos incrustados en la planicie sedimentaria por su mayor fuerza erosiva, y la llanura de inundación del Arauca, en Colombia y Venezuela, con sus enormes esteros y entrelazamientos de sus ríos y caños que durante las lluvias, se juntan en una sola masa de agua.

Las masas de sedimentación terciaria, cerca de la cordillera, representan geoformas de extensión media, alcanzando varios centenares de kilómetros cuadrados. Por lo general se componen de piedras y gravas conglomeradas, con alturas entre 100 y 200 metros y cortadas por farallones en sus lados. Se encuentran en el Departamento de Arauca, en la parte colombiana, y en el Estado de Anzoátegui, en los llanos de Venezuela.

Hay una microforma muy especial en las áreas en donde existen médanos fósiles del Pleistóceno, entre el y el Casánare. Los médanos arenosos y los ―bancos‖ de gredas se levantan unos pocos metros sobre los grandes planos inundables del bajo llano, conformando taludes naturales en los que se construyen las casas de las haciendas y por donde se trazan los caminos de invierno‖. Un camino de ese tipo es el que describe Agustín Codazzi en su viaje entre Betoyes y Arauca, en 1856, atravesando las inundaciones del Ele, el Lipa y los esteros de Cachicamo.

La planicie remata en su extremo oriental en el grandioso delta del Orinoco, cotiocido como Delta Amacuro. Esta es una región pantanosa, producto de los avances sobre el océano por los sediméntos que arroja el gran río en su desembocadura. Estos pantanos están cubiertos de selvas y manglares muy intrincados, famosos por las plagas que los habitan.

Subregión AndinoOrinoquense. La Cordillera de los Andes y su prolongación venezolaná conocida como Cordillera de la Costa, forman un anfiteatro gigantesco, de casi 2.000 kilómetros de longitud, que‘enmarcan la Planicie Orinoquense hacia el norte y occidente. Las vertientes que drenan sus aguas hacia tributarios del río Orinoco conforman un cinturón que podemos denominar AndinoOrinoquense.

43

Como esas montañas fuerzan a las masas húmedas de los llanos hacia las pártes altas, producen lluvias orográficas que regresan a las llánuras en forma de innumerables ríos, algunos de ellos gigantescos, tales como el Guaviare, Meta, Casanare, Arauca y Apure. Por ello, aunque este cinturón representa menos del 6% de la Orinoquia, tiene una enorme importancia para la totalidad del sistema hidrográfico.

La subregión AndinoOrinoquense se inicia, al sur, en la Cuchilla los Picachos, que la separa de la subregión AndinoAmazónica. Más al norte se encuentra el Macizo de Sumapaz que complementa con sus aguas la formación de los dos grandes ríos que constituyen el Guaviare: el Guayabero y el Ariari.

Entre el Sumapaz y la Sierra Nevada del Cocuy, las nacientes de los ríos que fluyen hacia el Meta se encuentran a muy poca distancia de las grandes ciudades del y de los núcleos económicos que, como Bogotá, toman aguas de los afluentes superiores y transforman en energía, varios dé sus caudales. Un río de historia tan importante como el Teatinos, donde se dio la batalla de Boyacá, pertenece a la cuenca del Meta y se encuentra a pocos kilómetros de Tunja.

En la Sierra Nevada del Cocuy se forman grandes helesos y lagunas glaciares que proveen de agua a numerosos caudales que descienden de sus cumbres. Los ríos Casanare, Ele y‘ Arauca tienen sus principales cuencas de captación entre esas cumbres, lo cual les garantiza un buen caudal durante todo el año porque la sequía del verano se compensa con Los deshielos. Ya en los Andes de Venezuela, los helerós de la Sierra Nevada de Mérida proveen parcialmente de agua a varios afluentes superiores del Apure que van por el Caparo y el Suripa.

Entre la Sierra Nevada del Cocuy y la Sietra Nevada de Mérida, la Planicie del Orinocó se introduce profundamente en los Andes formando una especie de ―bahía‖ resguardada de los vientos alisios y, por lo tanto, muy húmeda. Allí se han originado las selvas del Aráuca, Sarare y Uribante, que actualmente están siendo arrasadas por la colonización.

Entre Barquisimeto y Valencia, donde se encuentran los afluentes superiores del Cojedes y el Pao, la cuenca del Orinoco sobrepasa los10 grados norte y se acerca hasta las costas del Mar Caribe a menos de 25 kilómetros. Esos ríos, lo mismo que el Guárico y su afluente el Orituco, nacen en pequeñas serranías y mesas que hada ‗el oriente van‘ siendo cada vez más bajas. Al oriente del Estado Guárico y en el Estado de Anzoátegui las aguas en esas mesas de poca altitud fueron captadas por la gran cuenca del río Unare y sus numerosos afluentes que van hacia el Caribé directamente. Por ello, los afluéntes del Orinoco nacen al sur de los Llanos y con de muy corta longitud. Sin embargo, aunque los ríos de la costa norte invaden hacia el sur, las formaciones vegetales llaneras llegan hasta la costa, pero mezcladas con formas arbustivas.

44

Al extremo oriental, en el Estado de Monagas, la Cordillera de la Costa sólo da origen a pocos afluentes del Orinoco, los cuales se juntan al río Guanipa que desemboca en el Caño Mánamo, el brazo más norteño del Delta Amacuro. En la práctica podemos decir que la faja AndinoOrinoquense termina en el alto Orituco, afluente del Guárico, en‘el meridiano 66° al suroriente de Caracas.

Laguna del Pañuelo, una de las más hermosas del ría orinoco en cercanías a Puerto carreño. Sus bordes se encuentran enmarcados por grandes rocas pertenecientes a la formación del Escudo Guayanés, que encierran además encantos e historias.

Islas castillo en el medio Orinoco. cerro granítico donde observamos las marcas de crecientes. Fotos - fernando Urbina

45

El río Arauca corre difícilmente sobre la planicie formando un curso divagante con grandes meandros

Llanuras de desborde en Arauca durante el verano. La fauna migra hacia los ríos principales. Fotos - Diego Garcés

La hidrografía

El drenaje de la cuenca del Orinoco es muy diverso y complejo, debido a la gran variedad de estructuras geomorfológicas que deben recorrer los numerosos ríos que conforman esa

46 red. El Macizo de las Guayanas, la Planicie y los Andes generan tipos muy diversificados de corrientes fluviales unidas, sin embargo, por la imponente masa del Orinoco.

Exceptuando los primeros kilómetros de recorrido a partir de su nacimiento y su desembocadura, el Orinoco va recostado al Macizo de las Guayanas, siguiendo su contorno al occidente y al norte. Este fenómeno se debe, posiblemente, a los sedimentos que se depositan en mayor cantidad al pie de los Andes creando un suave declive, primero en dirección al oriente y luego hacia el sur, lo cual fuerza a las aguas que descienden del Macizo de las Guayanas a permanecer al inicio de la Planicie, creando un canal en su orla.

El río Orinoco nace al sur del Macizo de las Guayanas en la Sierra de Parima. El lugar de su nacimiento, en el Pico Delgado-Chalbaud, se localiza a los 1.047 m.s.n.m. Luego desciende en dirección oriente-occidente por unos 250 km hasta encontrarse con el río Mavaca. Desde ese punto tuerce su curso hacia el NW hasta su encuentro con el gran río Guaviare.

Casi en la mitad de ese trayecto se produce un interesante fenómeno de interconexión fluvial entre el Orinoco y el Río Negro (afluente del Amazonas) por medio del Brazo Casiquiare. Este fenómeno de interconexión, o anastomosis, es de un inmenso valor porque sirve de canal navegable entre dos de las cuencas hidrográficas mayores del mundo. Grandes exploradores, como Francisco Solano, o Hamilton Rice, dedicaron notables esfuerzos al estudio de este fenómeno. Lo más interesante es que, aunque existe un desnivel suficiente para llevar las aguas del Orinoco hacia el Río Negro a una velocidad promedio de dos metros por segundo, el alto Orinoco no haya sido capturado por el Río Negro, convirtiéndolo en afluente del Amazonas. Los 250 kilómetros de ese canal natural pertenecen totalmente a Venezuela, siendo transitados por algunas lanchas pequeñas y medianas, con capacidad entre 100 y 300 toneladas.

El encuentro del Guaviare con el alto Orinoco es el encuentro de dos ríos prácticamente iguales en cuanto a caudal. Ya en ese punto el Orinoco ha recorrido 890 km de su curso mientras que el Guaviare tiéne 1.350,km de longitud. Siempre se tiene la duda de si el Guaviare no es verdaderamente el alto Orinoco, como fue planteado por Humboldt en su Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente. Sin embargo, como lo resuelve el mismo científico, el rumbo y el tipo de las aguas oscuras que prevalecen en el medio Orinóco son las mismas del curso que viene del Macizo de las Guayanas, lo cual indica que ese es el verdadero Orinoco.

La porción de 510 km del Orinoco, entre la boca del Guaviare y la boca del Apure, es considerada como el medio Orinoco, El río toma un curso norte hasta la boca del Meta; de allí hasta el Apure forma el llamado Codo del Orinoco, en donde el río gira en un arco de aproximadamente 225 km para tomar un nuevo curso hacia el oriente.

47

Ese tramo del Orinoco se caracteriza por los grandes raudales que impiden la navegación continua, especialmente los de Atures y Maipures. Ellos son de paso difícil aun para canoas descargadas, las cuales deben ser arrastradas por sobre lajas de piedra en varios puntos. Por el lado venezolano existe una carretera entre Morganito y Puerto Ayacucho que sirve para el traslado de mercancías, obviando por tierra el paso de los raudales.

En el medio Orinoco el caudal del río se aumenta básicamente por los grandes ríos que le caen por su orilla izquierda. La mayoría de ellos nacen en los Andes y tienen aguas barrientas. Casi todos son navegables por embarcaciones medianas de entre 50 y 300 toneladas. Además del Guaviare están: el Vichada, con 700 km de longitud; el Meta, con 1.000 km; el Arauca, con 1.000 km y el Apure, con 1.110 km. Algunos de los afluentes de estos ríos llegan a ser gigantescos, tal es el caso del Inírida (afluente del Guaviare), el Casanare (afluente del Meta), el Portuguesa y el Cojedes (afluentes del Apure).

La planicie entre el Meta y el Apure, conocida como llano bajo o llano de inundación se caracteriza por el gradiente casi nulo de sus ríos y la gran precipitación que reciben durante el periodo de las lluvias. Esas grandes masas de aguase encuentran con las del Orinoco y se forma un represamiento de ellas, desbordando los cauces e inundando centenares de miles de km 2. Las aguas de los ríos y caños se juntan en una intrincada red de canales y lagunas, conocidas en la región con el nombre de esteros. El llano de inundación cumple un importantísimo papel ecológico para la biota, al mismo tiempo que es la gran válvula de seguridad que evita el desbordamiento masivo del cauce principal del río. Si, en nombre del progreso, se desecan los esteros del Lipa, Ele, Arauca, Sinaruco, Capanaparo y Apure, el nivel del río Orinoco ascenderá varios metros durante el "invierno", arrasando las ciudades ribereñas del bajo Orinoco.

Los grandes mantos de agua, temporales y permanentes, que se forman entre el Meta y el Apure son, además, santuarios para la fauna orinoquense de todo tipo y refugio para las aves migratorias. Esas lagunas son lugares para el desove de los peces, fuente de alimentación para los saurios y quelonios, áreas de pastoreo para los chigüiros y manatíes, orillas de anidación protegida para las aves y los saurios, áreas de caza y reproducción para las anacondas y las boas, y zonas de caza para los "tigres" (jaguares), tigrillos, leones (pumas) y demás gatos de las selvas y sabanas.

Aunque sabemos poco de las aves migratorias que visitan los Llanos, se tienen informes sobre el pato careto ( Anas discors); chorlos y caicas (Bartramia Longicauda); gaviotas de río ( Sterna spp.); gaviota picotijera (Rynchops cinerascens); la garza del ganado (Bubulcus ibis); alcaravanes (BeLonopterus spp.); la tijereta (Muscivora tyrannus); el halcón peregrino (Falco peregrinus); el halcón palomero (Falcon columbarius); el águila pescadora (Paridion haliaetus); el águila migratoria (Buteo swainsoni) y muchas más.

48

A partir de la boca del Apure y el Manapire (que desemboca 16 km más abajo) se encuentra el bajó Orinoco. La población de Caicara marca el inicio de la navegación para barcos de gran calado y la parte más desarrollada del gran río que mide 750 km.

En el bajo Orinoco pierden importancia los afluentes del lado izquierdo y la ganan los afluentes que descienden desde las Guayanas. Primero el Cuchivero y luego los enormes ríos Caura y el Caroní-Paragua. El Caura, con aproximadamente 800 km de longitud y el Caroní, con 1.000 km, descienden de las sierras de Pacaraima y Parima, desde alturas cercanas a los 2.000 m hasta casi el nivel del mar. En ese fuerte descenso se cargan de una gran energía que está siendo utilizada en centrales hidroeléctricas, especialmente en la segunda represa del mundo, Gurí, que da la energía necesaria para la intensa minería de hierro y aluminio del Caroní, en Cerro Bolívar (Ciudad Piar), Arrozal, El Pao y El Callao.

En el caso de El Callao, estamos dentro de la cuenca del Cuyuní que peltenece al río Essequibo y no al Orinoco. Sin embargo, está muy vinculado al Caroní por la carretera que lo une a Ciudad Bolívar y a Ciudad Guayana. Gran parte de la cuenca del Essequibo es, reclamada por Venezuela como parte de su territorio.

El delta del Orinoco, o Delta Amacuro, es un inmenso abanico cuyo arco mayor mide 300 km. Tiene 12 canales. importantes y una multitud de pasos menores por pequeñas islas. Los canales de mayor navegación son de norte a sur: Manamo, Pedernales, Tucupita, Araguao, Laran y Río Grande. Es un laberinto de pantanos muy insalubres. En uno de sus canales se encuentra la población de Tucupita, capital del Estado Delta Amacuro.

49

Clima

La ubicación plánetaria de la Otinoquia, en una faja latitudinal que va desde 0 ° 40' N, en la Sierra Tapirapeco (al sur del Estado Amazonas) hasta los 10 017 'N, en el alto río Pao (en el Estado de Carabobo), nos está indicando un área totalmente tropical y parcialmente ecuatorial. Esa ubicación determina unas condiciones en la dinámica meteorológica que caracterizan el comportamiento de los factores climáticos.

Además de la ubicación planetaria hay que tener en cuenta factores regionales y locales que transforman el desarrollo general creando comportamientos climáticos más localizados. Tal es el caso de la orografía, la cercanía o lejanía del mar, las grandes superficies inundadas y la cercanía o lejanía del Ecuador.

Los climas ecuatoriales y tropicales no significan necesariamente altas temperaturas como generalmente se cree, ya que lugares con nieves perpetuas, como los nevados del Cocuy y Mérida, también tienen climas tropicales. Al trópico, y por ende al Ecuador, lo caracterizan la falta de verdaderas estaciones y la distribución en casi 12 horas de luz y 12 de oscuridad durante Los días de todo el año, con variaciones muy, pequeñas. Lo importante de la zona tropical, es decir la faja comprendida entre los 23 1/2 grados sur y los 23 1/2 grados norte, es el movimiento hacia el norte y el sur de la Convección Intertropical, CIT, una faja de bajas presiones causada por el calentamiento que proviene de la insolación vertical del sol según su movimiento entre los dos trópicos. Las grandes masas calentadas ascienden y, al descompresionarse, se transforman en lluvias convectivas a todo lo ancho de la CIT. Sólo cuando el trópico está libre de la CIT se presenta la sequía.

El cinturón intertropical es de ancho muy variable: cuando es angosto alcanza a cubrir una misma zona dos veces al año y a dejarla libre otras dos veces (bimodal) cuando es muy ancho, sobre grandes zonas abiertas o planas, produce un solo. periodo de lluvias y otro de sequía (monomodal). La excepción es la faja propiamente ecuatorial-tropical (2 1/2 grados norte a 2 1/2 grados sur) que nunca se ve totalmente libre de la CTI y, por eso, tiene lluvias durante todo el año, aunque disminuidas hacia julio o hacia enero.

En general todo el valle del Orinoco es monomodal, con un solo periodo de lluvias y otro de seca, llamados impropiamente invierno" y "verano" en una terminología ya fuertemente arraigada en el Trópico. No obstante que toda la Orinoquia se encuentra en el hemisferio norte, se llama "invierno" a 'las lluvias que se presentan con más fuerza entre junio y septiembre, es decir al verano planetario de dicho hemisferio. Al contrario, el "verano" o período seco se da con mayor fuerza entre diciembre y marzo, que corresponde al invierno del hemisferio norte.

50

En algunas áreas, como en el alto Orinoco-Río Negro, el período de lluvias es todavía más fuerte y prolongado, iniciándose en abril y llegando hasta fines de noviembre y aún hasta mediados de diciembre; más de ocho meses durante los cuales hay fuertes aguaceros diarios, la mayoría de los cuales se prolongan durante varias horas. En realidad esta zona carece de un verdadero período seco ya que se encuentra sobre la faja ecuatorial; por eso, aún en los meses de enero y febrero se pueden presentar intensas lluvias en medio del "verano".

La faja de las calmas inicia su cubrimiento de la Orinoquia, por el sur, durante el equinoccio de abril y alcanza su total cubrimiento en el solsticio de junio, cuando la vertical solar Una de las quebradas que llega al Trópico de Cáncer. Las lluvias comienzan a descienden desde la Sierra de disminuir cuando la vertical solar traspasa de nuevo el La Macarena creando un Ecuador hacia el sur, a finales de septiembre, "arrastrando" hábitat muy rico. tras de si la faja de las calmas que, sin embargo, sigue Foto: Femando Urbina cubriendo gran parte de la Orinoquia varios meses más hasta despejarla casi totalmente (excepto al extremo sur) en diciembre, en el solsticio de invierno del hemisferio norte.

Cuando se inicia el "invierno" y antes de finalizar este, se presentan fuertes tormentas eléctricas y chubascos violentos en toda la Orinoquia. Esto se debe a la inestabilidad de la atmósfera cargada de humedad, lo cual facilita la formación de cúmulonimbus que ascienden verticalmente a gran velocidad, cargándose eléctricamente en grandes cantidades por la intensa fricción. Resulta uno de los' espectáculos más sobrecogedores de la naturaleza observar una tormenta de esas durante el mes de noviembre, con todo el cielo cubierto de nubes intensamente negras pero cruzadas por centellas que revientan como explosivos en la medida que se unen con la tierra. Junto con los rayos se desploman las nubes en gruesas gotas, que golpean horizontalmente debido a la fuerza de los vientos al iniciarse la lluvia, y luego se, transforma en una cortina tan densa que hace difícil respirar. Ese fenómeno de los vientos locales cuando se inician las lluvias se debe al repentino enfriamiento de la atmósfera creando una isobara de alta presión que se desplaza en la dirección de donde todavía está seco. Para el hombre y los animales de las selvas y las sabanas la fuerza de los vientos es la medida de la fuerza de las lluvias que los siguen.

El alto Orinoco y sus afluentes inician la creciente antes que el medio y bajo Orinoco y por eso el río principal represa las aguas de los afluentes que le van cayendo a lo largo del curso hasta su desembocadura. Principalmente los ríos del llano bajo, entre el Meta y el Apure, son los más afectados por ese fenómeno. Los ríos se van hinchando de la boca hacia arriba, poco a poco, hasta que comienzan a llegar las aguas que bajan de los Andes, en donde el

51

"invierno" se inicia después. Hacia él mes de junio ya no cabe tanto líquido en el cauce de los ríos y comienzan a desbordarse. Como si esto fuera poco, en abril se inician las lluvias en el medio y bajo Orinoco y todos los ríos, caños, esteros y lagunas de la planicie también se desbordan hacia junio. De allí en adelante, hasta septiembre, los llanos bajos forman una sola laguna que se pierde en el horizonte. Sin embargo, la vida florece a más no poder debido al desove de los peces, la llegada de las aves migrantes, el despertar de los saurios que permanecían enterrados bajo el lodo, el apareamiento de los chigüiros y la enorme multiplicación de los insectos hematófagos que hacen su agosto con el bullir de la vida.

En octubre comienzan á disminuir las lluvias y los ríos se van limitando a su cauce. En noviembre comienza la sequía con la llegada de los vientos alisios del nordeste.

Los alisios del nordeste se originan en el centro anticiclonal de las Azores, en el Atlántico Norte, y se dirigen hacia el centro de bajas presiones de la CIT, ubicada muy al sur durante los meses de noviembre a marzo. Son vientos planetarios de largo curso que, debido, al, efecto de Coriolis, tuercen su dirección hacia el suroeste barriendo el norte de Suramérica durante esos meses.

Los alisios se caracterizan por su inversión térmica, siendo relativamente más fríos a ras del suelo que arriba. Por eso no permiten la formación de nubes, desecando todo a su paso, excepto cuándo son impulsados bruscamente hacia las montañas después de cruzar las llanuras ardientes. Los vientos corren libremente por los Llanos durante el día y la noche, acelerándose en lo más fuerte del "verano" por las bajas presiones que se originan en la Planicie, lo cual aumenta su poder desecante y la capacidad para dispersar las nubes. Mientras más plano y libre de obstáculos mayor es su aceleración y su fuerza desecante. Por eso las llanuras abiertas son las que sufren la mayor sequía, especialmente cuando en una llanura un poco más alta y bien drenada, porque allí se juntan la evaporación y la escorrentía dejando los suelos totalmente secos y agrietados durante el verano. Tal es el caso de los llanos del Vichada, en Colombia, y de Calabozo, en Venezuela.

Mientras más violento es el cambio entre el "verano" y el "invierno" son menos las especies de plantas que lo pueden resistir 1 Ellas deben sobrevivir al ahogamiento bajo las aguas de la inundaciones para, en el siguiente período, sobrevivir sin una gota de agua con temperaturas que sobrepasan los 40 0C hacia el mediodía. Sólo algunas "pajas bravas" de sabana y algunas plantas muy bastas como el chaparro -(Curatella spp.) han logrado adaptarse evolutivamente a semejantes condiciones, enseñoreándose totalmente de los Llanos.

Las montañas juegan un papel muy complejo en la distribución de las lluvias y los vientos. La faja AndinoOrinoquense es muy húmeda y lluviosa, especialmente hasta los 2.000 m de altitud, en donde se conservan todavía relictos de las selvas que existían originalmente allí.

52

Más arriba se producen cinturones de bosque nublados hasta los 3.500 m que es donde se inician los páramos y las regiones nivales.

La Guayana también es muy lluviosa, pero los suelos pedregosos y arenosos tienden a producir cierto grado de sequedad edáfica, lo cual se refleja en la menor exuberancia de los bosques guyanenses. Sobre las rocas de los tepuyes sólo puede surgir una vegetación muy pequeña y esparcida, adaptada para vivir en las condiciones de pobreza absoluta dé los suelos. En otros casos, la interposición de altas sierras en el camino de los vientos humectantes produce efectos totalmente opuestos en uno y otro lado de la montaña. Tal es el caso de la Sierra de Parima que se interpone frente a los vientos que provienen del Océano Atlántico condensando su humedad hacia el oriente dando origen a una selva muy densa y húmeda; al contrario, cuando los vientos descienden hacia el occidente ya vienen secos y se encargan de absorber la humedad de la zona, dando origen a la Gran Sabana guayanesa en el alto Caroní.

Las montañas andinas y de las guayanas encajorianlos alisios forzándolos a seguir el camino del Meta y del alto Vichada, al pasar el Codo del Orinoco. Por eso, no se puede navegar en el alto y parte del medio Orinoco con embarcaciones a vela. Luego de pasar la boca del Meta se da un cambio muy grande en el movimiento atmosférico: si remontamos las aguas de este último río, de oriente a occidente, podemos llegar casi hasta las bocas del Upía utilizando velas en casi todo el trayecto; al contrario, si seguimos remontando el Orinoco tomamos rumbo hacia el sur y el Macizo de las Guayanas obstaculiza los vientos alisios del NE. Como lo notaron Humboldt, Codazzi y Chaffanjon, la atmósfera se torna quieta y pesada, aumentán las lluvias, la plaga de mosquitos se vuelve insoportable y ya no hay vientos para impulsar las velas. Antes del inicio de la navegación con motor, el remontar el alto Orinoco y sus afluentes era una penosa operación que se realizaba únicamente a fuerza de remos.

Los alisios entran por la costa venezolana a los Llanos, especialmente por el ancho paso que deja el Valle del Unare. Se extienden luego por la planicie en dirección suroccidental trazando un gran arco que, en las cercanías de la Serranía de la Macarena, toma una dirección sur logrando penetrar en las selvas amazónicas al sur del río Guayabero. Ese último rezago de los alisios es, posiblemente, la causa de que existan las Sábanas del Yarí, una planicie cubierta de pastos en medio de la selva.

Los promedios meteorológicos que se dan a continuación muestran que la Oninoquia venezolana es más seca que la colombiana. La parte oriental, en Valle de la Pascua y Ciudad Bolívar, llega a tener hasta seis meses secos al año. Sin embargo, el Delta Amacuro (Tucupita) tiene una seca más corta, de tres meses, y Santa Elena del Uairén ya no presenta meses secos no obstante ser una región de sabanas.

53

En la Oninoquia colombiana los sitios más secos son Arauca y Puerto Carreño, en donde la sequía se extiende entre los meses de noviembre y marzo. En la medida que nos acercamos a la cordillera o vamos hacia el sur aumenta la lluviosidad y hay menos meses secos. Tenemos, por ejemplo, que en Saravena (Arauca) y Villavicenció Cjvleta), que están muy cerca de la cordillera, sólo el mes de enero es verdaderamente seco.

En San Carlos del Río Negro, que se encuentra a menos de 2 ° N, ya se hace sentir con toda intensidad el efecto ecuatorial, no hay un solo mes seco y todos los meses del año la precipitación media rebasa los 200 mm, superando los 400 mm durante los meses de junio y julio.

Divisiones político - administrativas de la Orinoquia

Aunque, como decíamos inicialmente, el concepto básico para distinguir la Orinoquia es el de cuenca hidrográfica, no existe un ordenamiento territorial que se guíe por la hidrografía para su división político-administrativa. Especialmente en la faja AndinoOninoquense la conciencia sobre la pertenencia a la gran cuenca es muy vaga -y confusa. Por lo tanto, es muy difícil la unión de esfuerzos para manejar los recursos ambientales. Esa conciencia de pertenencia se refleja en la participación o no en organismos regionales de tipo económico social o ambiental. Tales el caso de las corporaciones regionales orinoquenses,. las cuales sólo actúan con los estados o departamentos de la planicie o de la Guayana segregándose del cinturón AndinoOninoquense.

Algo que tiene una importancia fundamental es la localización de la capital de cada división político-administrativa. Si el centro administrativo se encuentra sobre la cordillera, en una cuenca hidrográfica que no sea Orinoquense, el resto del territorio que sí pertenece a la cuenca del Orinoco pierde el carácter Oninoquense: La capital imprime su carácter aunque la mayor parte de su espacio haga parte de otra cuenca. En el caso colombiano es notable, como ejemplo, el Departamento de Boyacá, el cual pertenece casi en un 40% a la cuenca del Orinoco pero no participa en los organismos regionales de ella.

Lo contrario ocurre en las divisiones administrativas pertenecientes a la subregión OninocoAmazonense del sur de la cuenca, las cuales agregan segmentos de ríos amazónicos o del Essequibo a la Orinoquia, por razones históricas, económicas o por facilidades de comunicación. Tal es el caso del Meta, Guaviare y Guainía en Colombia, y de los estados de Amazonas y Bolívar en Venezuela:

Meta: debido a que el municipio de Macarena llega hasta el río La Tunia, participa en la cuenca del Caquetá, afluente amazónico;

Guaviare:. en el sur y el occidente es recorrido por el Vaupés (afluente del Río Negro) y por el Apapónis (afluente del Caquetá);

54

Guainía: toda su parte sur pertenece a la cuenca del Río Negro.

Estado de Amazonas: en su mayor parte es Oninoquense, pero al sur los departamentos (equivalentes al municipio colombiano) de Casiquiare y Río Negro, con 61.000 km 2, pertenecen a la cuenca del Guainía-Río Negro;

Estado Bolívar: su extremo noroniental (con 28.000 km 2) pertenece a la cuenca del Essequibo, por tener dominio de la parte alta del río Cuyuní.

55

Ruth Lyli Flórez

56

Diego Garcés

Andrés Hurtado

57

Diego Garcés

58

59

60

61

DATOS CLIMATOLÓGICOS

ENE FEBR MAR ABRI MAY JUNI JULI AGO SEPT OCT NOVI DICI RO ERO ZO L O O O STO IE U EM EM Prec. Prec. Prec. Prec. Prec. Prec. Prec. Prec. Prec. Prec. Prec. Prec. T° T° T° T° T° T° T° T° T° T° T° T° ARAUC 10 2 9 28. 30 2 120 199 280 270 222 2 177 160 91 26 27 2 A 7.2 2 8.7 27.5 26.3 25.7 25.5 5.9 26.4 26.7 .9 6.9

PUERT O 12 2 22 30 34 3 118 120 452 418 336 2 209 178 96 28 31 2 CARRE 8.9 .1 0.6 29.2 27.5 26.4 26.2 6.5 26.9 27.5 .3 8.3 ÑO

PUERT O 75 2 82 27 118 234 95 2 401 452 356 2 315 212 196 2 112 INIRID 6.5 .7 27.3 26.5 6.1 25.6 25.5 5.7 26.0 26.2 6.4 26.4 A

SAN 30 2 53 28. 129 251 350 439 318 300 2 284 272 176 2 79 2 JOSE D 7.1 3 27.9 26.5 25.5 24.7 25.4 4.9 25.3 25.7 6.2 6.4 OCUNE

SARAV 50 2 86 25. 126 286 391 416 318 337 2 313 304 176 2 104 ENA 5.4 9 25.8 25.7 25.5 24.3 24.6 5.0 25.3 25.7 5.4 25.4

V/CENC 58 2 111 197 517 563 507 400 393 2 363 432 398 2 145 IO 6.3 27.0 25.4 25.4 24.8 24.1 23.9 4.4 25.3 25.1 5.4 25.4

SAN 0 2 5 27. 12 2 75 2 172 250 280 275 2 160 120 45 2 5 26 FERND. 6.5 3 8.7 8.6 27 25.9 25.8 6.0 26.5 26.9 6.8 .6

MATUR 55 2 28 25. 25 2 40 2 105 210 200 180 2 130 105 115 2 105 IN 5.0 3 5.9 6.8 26.7 25.8 25.8 6.0 26.6 26.6 6.0 25.4

VALLE 10 2 10 27. 8 27. 40 2 110 205 170 165 2 105 70 2 30 2 15 2 DE 5.8 0 8 8.1 27.9 26.2 25.5 6.0 26.7 6.8 6.9 6.7 PASCU

62

A

TUCUPI 80 2 48 25. 50 2 60 2 125 220 205 180 2 120 105 135 2 140 TA 4.9 3 5.7 6.2 26.3 25.9 26.0 6.4 27.8 27.0 6.0 25.3

CURIAP 175 98 25. 95 2 120 250 265 245 170 2 135 155 210 2 210 O 25.5 6 5.8 26.2 26.6 26.2 26.3 6.8 27.1 27.0 6.3 25.8

PUERT O 25 2 25 28. 60 2 150 310 410 400 290 2 190 175 120 2 45 2 AYACU 8.0 4 8.5 27.6 26.0 25.6 25.5 5.8 26.0 26.4 7.0 7.4 CHO

CIUDA D 25 2 15 27. 10 2 25 2 115 155 180 170 2 155 90 2 55 2 40 2 BOLIV 6.9 0 8.0 8.6 28.3 27.0 27.0 7.5 28.0 8.0 7.9 7.1 AR

SAN 245 225 295 305 400 410 360 305 2 270 265 230 2 215 CARLO 26.0 26.1 25.9 25.7 25.2 25.0 24.9 5.4 25.9 28.0 6.1 26.0 S

SANTA 70 2 65 21. 85 2 155 220 250 220 190 2 120 120 125 2 95 2 ELENA 0.1 0 2.1 22.0 21.7 21.0 20.7 1.0 21.2 21.7 1.5 1.2

Prec. = Precipitación en milímetros T°= Temperatura en grados centigrados

63

CUENCA DEL ORINOCO DIVISIÓN POLÍTICO ADMINISNTRATIVA COLOMBO VENEZOLANA

DIVISIONES POLÍTICO - ADMINISTRATIVAS DE COLOMBIA Y VENEZUELA QUE PARTICIPAN, TOTAL O PARCIALMENTE, EN LA CUENCA DEL ORINOCO

Venezuela

Estado Participación en la cuenca Capital

Delta Amacuro total Tucupita Amazonas casi total, excepto Casiquiare y Río Negro Puerto Ayacucho Bolívar casi total, excepto el Cuyuní Ciudad Bolívar Monagas total Maturín Anzoátegui parte sur Barcelona Guánico total San Juan de los Morros Aragua sólo el extremo sur Maracay Cojedes total San Carlos Carabobo parte sur Valencia Yaracuy sólo el extremo sur San Felipe Portuguesa total Guanare Apure total San Femando total Barinas

64

Mérida sólo el alto Unibante Mérida Táchira sólo el alto Unibante San Cristóbal Lara sólo el extremo sur Barquisimeto Trujillo sólo el extremo sur Trujillo

Colombia

División Departamental Participación en la cuenca Capital

Guainía parcial, excepto el Guainia - río Negro Puerto Inirida Guaviare parcial, excepto el Vaupés y el Apaporis San José Meta casi total, excepto el río La Tunia Villavicencio Vichada total Puerto Carreño Arauca total Arauca Casanare total Cundinamarca parte oriental Bogotá Boyacá parte oriental Tunja Norte de Santander alto río Arauca Cúcuta

La Región AndinoOrinoquense

Las vertientes andinas que pertenecen a la cúenca del Orinoco, en Colombia y Venezuela, tienen solamente una superficie de 56.673 km cuadrádos, lo cual es un poco mas de una vigésima parte de la cuenca. Sin embargo, tienen una población de 2‘52 1.000 de habitantes, lo cual representa el 31,3 % dé toda la población orinoquense. Esas altas densidades están ejerciendo una fuerte presión sobre los recursos bióticos e hídricos de gran parte de las nacientes de los ríos que ya empiezan a sufrir daños en los ecosistemas. Las divisiones administrativas que tienen a su cargo dichas cuencas hidrográficas son las siguientes:

MUNICIPIOS ANDINOORINOQUENSES DE COLOMBIA

NORTE DE SANTANDER

CABECERA AREA AREA MUNICIPIO COBERTURA INCLUIDA TOTAL INCLUIDA

CÁCOTA sí Total 135 135 CHITAGA sí Total 1.172 1.172 LABATECA Sí Total 249 249 PAMPLONA No Parcial 313 51

65

PAMPLONITA No Parcial 300 14 SILOS Sí Total 376 376 TOLEDO Sí Parcial 141 133

TOTAL 7 2.130

ARAUCA

CABECERA ÁREA AREA MUNICIPIO COBERTURA INCLUIDA TOTAL INCLUIDA

FORTUL No Parcial 1.024 SARAVENA No Parcial 907 2.877 TAME No Parcial 5.542

Total 3 2.877

CASANARE

CABECERA ÁREA ÁREA MUNICIPIO COBERTURA INCLUIDA TOTAL INCLUIDA

ACUAZUL CHÁMEZA No Parcial 1.455 663 HATO Sí Total 289 289 COROZAL No Parcial 5.581 375 LA SALINA Sí Total 194 194 MONTERREY No Parcial 759 483 NUNCHIA No Parcial 1.101 303 PAZ DE No Parcial 12.115 258 ARIPORO No Parcial 786 138 PORE sí Total 179 129 sí Parcial 408 243 SABANALARGA Sí Total 291 291 SÁCAMA Sí Total 1.136 1.136 TÁMARA No Parcial 2.391 538 No Parcial 2.532 668 YOPAL

66

TOTAL 14 5.758

BOYACÁ

CABECERA ÁREA AREA MUNICIPIO. COBERTURA INCLUIDA TOTAL INCLUIDA

ALMEIDA Total Sí 57 57 AQUITANIA Total sí 876 876 BERBEO Total sí 67 67 BOYACA Total si 48 48 CAMPOHERMOSO Total si 302 302 CHINAVITA Total Si 128 128 CHISCAS Parcial No 664 422 CHITA Parcial No 614 346 CUBARÁ Parcial No 1.164 963 CUCAITA Parcial No 43 6 CUÍTIVA Parcial No 43 21 GÁMEZA Parcial No 117 38 GARAGOA Total sí 240 210 GUATEQUE Total sí 37 37 GUAYATÁ Total Sí 81 81 GÜICÁN Parcial No 917 696 JENESANO Total Sí 53 53 LA CAPILLA Total Si 54 54 Total sí 686 686 MACANAL Total Si 198 198 MIRAFLORES Total Sí 265 265 MONGUA Parcial No 354 234 NUEVO COLÓN Total Si 50 50 PACHAVITA Total si 67 67 PÁEZ Total sí 326 326 PAJARITO Total Sí 322 322 PAYA Total Sí 584 584 PESCA Parcial No 247 91 Total sí 298 298 RAMIRIQUÍ Total Sí 139 139 RONDÓN Total Sí 159 159 SAMACA Parcial No 150 58 SAN EDUARDO Total Sí 106 106

67

SAN LUIS DE GACENO Total Sí 247 247 SANTA MARÍA Total Sí 532 532 SIACHOQUE Parcial No 167 19 SOCOTÁ Parcial No 617 410 Parcial No 214 62 SORACA Total Sí 83 83 SUTATENZA Total Sí 41 41 TASCO Parcial No 210 48 TENZA Total Sí 49 49 TIBANA Total Sí 133 133 TOTA Parcial No 216 19 TUNJA Parcial No 118 77 TURMEQUÉ Total Sí 80 80 ÚMBITA Total Si 130 130 VENTAQUEMADA Total Sí 151 15 VIRACACHÁ Total sí 64 64 ZETAQUIRÁ Total Sí 255 255

TOTAL 50 10.338

CUNDINAMARCA

CABECERA ÁREA ÁREA MUNICIPIO COBERTURA INCLUIDA TOTAL INCLUIDA

CAQUEZA Total Sí 106 106 CHIPAQUE Total - sí 130 130 CHOACHÍ Total Si 209 209 CHOCONTÁ parcial No 302 37 FÓMEQUE Total Sí 4‘78 478 FOSCA Total sí 115 115 GACHALA Total Sí 441 441 GACHETA Total Sí 257 257 GAMA Total sí 107 107 GUASCA Parcial No 346 134 GUATAVITA Parcial No 294 91 GUAYABETAL Total Sí 212 212 GUTIERREZ Total Si 427 427 JUNÍN Total sí 337 337 LA CALERA Parcial No 340 158 MACHETA Total Si 224 224

68

MANTA Total SI 103 103 MEDINA Parcial No 1.192 824 PARATEBUENO Parcial No 893 220 QUETAME Total Sí 138 138 SANTAFE DE Parcial No 1.518 434 BOGOTÁ D.C. Total Sí 57 57 TIBIRITA Total sí 551 551 UBALÁ Total sí 117 117 UBAQUE Total sí 213 213 UNE Parcial No 235 45 VILLAPINZÓN

TOTAL 26 6.165

META

CABECERA ÁREA ÁREA MUNICIPIO COBERTURA INCLUIDA TOTAL INCLUIDA

ACACIAS BARRANCA DE Parcial No 1.149 620 UPÍA Parcial No 668 10 CUBARRAL Parcial No 1.158 1.080 CUMARAL Parcial No 580 95 EL CALVARIO Total Sí 286 286 EL CASTILLO Parcial No 573 205 GUAMAL Parcial No 638 585 LA URIBE + Parcial No 8.287 4.566 MESETAS Parcial Sí 852 784 LEJANÍAS Parcial No 289 110 RESTREPO Total sí 162 162 SAN JUANITO Parcial No 1.328 275 VILLAVICENCIO

TOTAL 13 8.778

SANTANDER

MUNICIPIO CABECERA INCLUIDA COBERTURA ÁREA TOTAL ÁREA

69

INCLUIDA

CERRITO Parcial No 416 254 CONCEPCIÓN Parcial No 333 175 TONA Parcial No 342 139

TOTAL 3 568

Superficie y población AndinoOrinoquense de Colombia

La vertiente oriental de los Andes colombianos hacia el Orinoco es -bastante despoblada si la comparamos con la vertiente que mira hacia el Magdalena; sin embargo, tiene una densidad 6,4 veces Mayor que la Planicie. Esta última tiene 2,4 habitantes/km 2, mientras que la parte andina tiene 15,4 habitantes/km 2.

DEPARTAMENTOS MUNICIPOS AREA INCLUIDA POBLACION

ARAUCA 3 2.877 13.031 BOYACÁ 50 10.338 263.228 CASANARE 14 5.758 24.035 CUNDINAMARCA 26 6.165 186.673 META 13 8.778 42.553 NORTE DE SANTANDER 7 2.130 29.093 SANTANDER 3 568 6.427

TOTAL 116 36.614 565.040

Superficie y población AndinoOrinoquense de Venezuela

Los Andes orinoquenses de Venezuela son mucho más poblados qué sus correspondientes colombianos, debido a que son menos húmedos y, en su mayor parte, no son tan abruptos. En sólo 17.059 km2 tienen 1‟955.959 habitantes, lo cual arroja una densidad de 114,7 habitantes/km 2. También se debe tener en cuenta que muchas regiones costeras son demasiado secas y por eso se prefieren las vertientes hacia la Orinoquia para el desarrollo de la ágricultura y la ganadería, lo cual concentra un a mayor población.

ESTADO SUPERFICIE POBLACIÓN

ARAGUA 2.824 372.255 LARA 2.912 756.258 YARACUY 1.200 55.503 TRUJILLO 1.270 86.253 MÉRIDA 3.347 127.150

70

TÁCHIRA 506 558.540

TOTAL 17.059 1‘955.959

Total de la región AndinoOrinoquense

En total la región AndinoOrinoqueñsede Colombia y Venezuela, desde la Cuchilla de los Picachos, al suroccidentée, hasta el alto río Orituco, al nororiente, cubre una región montañosa de sólo 53.673 km 2, pero tiene una población de 2‘520.999 habitantes. La densidad para Colombia es de 15,4 habitantes/ km 2, mientras que para Venezuelaes de 114,7 habitantes/km2.

SUPERFICIE POBLACION

COLOMBIA 36.059 565.040 VENEZUELA 17.059 1‘955.959

TOTAL 53.673 2‘520.999

Superficie y población Orinoquense total

Superficie y población orinoquense total-Venezuela

AREA ÁREA POBLACIÓ DENSIDA CAPITA POBLACIÓ ESTADO TOTA INCLUID N D L N L A TOTAL MEDIA

AMAZONAS 181.000 120.000 75.210 66.085

DELTA 40.200 40.200 94212 94.212 AMACURO BOLÍVAR 238.000 199.500 1‘OO 1.804 1‘001.804

MONAGAS‘ 28,900 28.900 502.539 502.539

ANZOATEGU 43.300 29.700 931.836 121.139 18.72 556.067 I

GUÁRICO 64.986 64.986 513.385 513.385

ARAGUA 7.014 2.824 1‘359.668 435.094 13 1.82 372.255

71

COJEDES 14.800 14.800 192.368 192.368

CARABOBO 4.650 2.378 1‘734.640 1‘092.623 138.07 328.326

LARA 19.800 2.912 1‘299.269 662.627 32.15 756.258

YARACUY 7.100 1.200 395.651 67.261 46.25 55.503

TRUJILLO 7.400 1.270 536.938 34.364 67.92 86.253

PORTUGUES 15.200 15.200 599.670 599.670 A APURE 76.500 76.500 285.412 285.412

BARINAS 35.200 35.200 456.263 456.263

MÉRiDA 11.300 3.347 604.619 175.340 37.99 127.150

TÁCHIRA 11.100 5.506. 876.628 245.456 5 6.86 558.540

TOTAL 644.423 6‘55 2.090

Hacienda en los Llanos, Siglo XIX

Superficie y población orinoquense total-Colombia

Sumando la población AndinoOrinoquense con el resto de la cuenca del Orinoco colombiana tenemos un total de 1‘S 11.938 habitantes para una superficie de 388.101 km2, el resultado es una bajísima densidad de 3,9 habitantes/km 2.

72

Esta densidad se muestra aún más baja si el cálculo se realiza para los 351.487 km 2 de la planicie, porque allí sólo hay una población de 946.898 habitantes, lo cual indica una densidad de 2,4 habitantes/km 2.

DEPARTAMENTO SUPERFICIE POBLACIÓN

ARAUCA 23.818 152.814 BOYACÁ 10.338 263.228 CASANARE 44.640 168.685 CUNDINAMARCA 6.165 186.673 GUAINÍA 72.238 23.580 GUAVIARE 42.327 75.254 META 85.635 583.418 NORTE DE SANTANDER 2.130 29.093 SANTANDER 568 6.427 VICHADA 100.242 22.766

TOTAL 388.101 1‘511.938

Superficie y población para toda la gran cuenca del Orinoco

Como resultado final de los cálculos anteriores, tenemos que toda la cuenca del Orinoco tiene una superficie de 1‘032.524 km 2, en donde habitan 8‘064.028 personas, arrojando una densidad de 7,8 habitantes/km 2.

SUPERFICIE POBLACION

VENEZUELA 644.423 6‘552.090 COLOMBIA 388.101 1‘511.938

TOTAL 1‘032.524 8‘064.028

Sin falsas expectativas podemos decir que la cuenca del Orinoco ofrece enormes posibilidades actuales y futuras para un verdadero desarrollo sustentáble. La baja densidad poblacional permite planificar sin çavsar los traumatismos que ocurren en las áreas densamente pobladas y hay muchos recursos que pueden ser utilizados para elevar el nivel de vida sin dañar el ecosistema. Exceptuando los suelos, que no son de altá calidad pero- que pueden mejorarse, la región ofrece enormes recursos de agua, petróleo y minerales, además de luz, calor y humedad que significan energía biótica aprovechable si se utiliza la tecnología adecuada para transformar esa riqueza potencial en riqueza real.

73

BIBLIOGRAFÍA

Bustamante, Edgard (coordinador) - Maravillosa Venezuela. Círculo de Lectores, Caracas, sf. -

Codazzi, Agustín. Provincia de Casanare. Inédito

Chaffanjon, Jean. El Orinoco y el Caura. Editorial Croquis, Caracas, 1989.

Humboldt, Alejandro von. Viaje « las Reg i ones Equinocciales del Nuevo Continente. Monte Avila Editores, Caracas, 1985.

Instituto Geogiafico‖Agustín Codazzi‖; Adas Regio n al Ori n oquia-Amazonia. Imprenta IGAC, Bogotá, 1983. -

Venezuela. Anuario Estad í stico de Venezuela 1991. Republica de Venzuela, Presidencia de la República,- Oficina Central de Estadística e Informatica OCEI, Casacas, 1991.

74

BIOGEOGRAFÍA DE LA ORINOQUIA COLOMBIANA JOAQUÍN MOLANO B. Universidad Nacional de Colombia

―Vuelve a tener sentido pensar en la naturaleza como algo vivo. La vieja cosmología de la máquina del mundo, con el ingeniero divino como accesorio opcional, está siendo reemplazada dentro de la propia ciencia.‖ - -Sheldrake, 1994

Foto - Fernando Urbina

De la vida y la geografía de la vida

Es claro que los conceptos con los cuales. hemos venido construyendo la visión del mundo a través de siglos han venido transformándose, al igual que los conceptos y las visiones de la naturaleza, de la vida y de sus ambientes. Si reconocernos la diversidad en esos ámbitos, en la cultura y en las propias sociedades, no debe asombramos la riqueza que podamos encontrar al abrir nuestra perspectiva de interpretación al mundo de la complejidad. La vida es una prodigiosa aventura que comenzó a gestarse por allá hace quince mil millones de años y que se aproximó más a su génesis cuando el. agua surgió del maravilloso crisol de la mega-atmósfera, donde la energía y la materia definieron transmutarse en un sistema solar con una Tierra azul cubierta de agua y de vida. Hace cerca de tres mil quinientos millones de años se vienen desarrollando los procesos evolutivos y cualitativos de la vida, creando estructuras, funciones y características mediante el completo sistema metabólico, cuya acción permanente hace funcionar y perfeccionar el sistema de la vida.

En esta misma dimensión encontramos al ser humano, el cual empezó su proceso de hominización hace sólo veinte millones de años, de quien se sabe que hace sólo un millón de años cumplía su proceso evolutivo. Esto significa que cerca del 99,6% de la historia del planeta se efectuó sin su presencia y que toda la existencia humana se ha realizado sin desligarse de la naturaleza. Para entender la vida en su larga historia y comprender el vivir como condición cultural, hay que integrar la vida a la naturaleza y la sociedad y la cultura a la misma naturaleza. Esta ha sido desvirtuada en su profundo significado de fuerza creadora y reguladora del mundo. Al ser personificada se convirtió en madre, en la fuente y la fuerza sustentadora de todas las cosas. En las mitologías antiguas, la madre tierra era la fuente original del universo y gobernaba el destino, el tiempo, la eternidad, la verdad, la sabiduría, la justicia, el amor, el nacimiento y la muerte (Sheldrake, 1994).

Hoy, la naturaleza es casi una abstracción que no nos contiene y que se suplanta con términos reducidos y equívocos como entorno, ambiente, conservación y todas aquellas ideologías altruistas de la supervivencia. En una síntesis breve, se puede decir que hay una inmensa dificultad para pensar y aceptar que el ser humano -hombre y mujeres, se debe, y pertenece a la naturaleza. Volver a ella, en palabras de Sheldrake (1994), significa reconectarse con las fuentes de la vida.

Reconociendo la diversidad ambiental, tanto en elementos como en factores, nuestro territorio antes de ser abrazado por la civilización estaba formado por tres grandes paisajes: las selvas, dominantes en su extensión como bioma intertropical favorecido para promover la exuberancia de la vida; las sabanas septentrionales de Suramérica, formaciones vegetales y animales donde predominan las gramíneas sobre terrenos planos, ondulados y disectados, sometidos a ritmos estacionales marcados en donde se suceden inundaciones y sequías a través del año; finalmente, los páramos, complejos y variados biomas de las altas montañas andinas ecuatoriales y subecuatoriales, con una composición vegetal, la cual va desde especies autóctonas endémicas hasta plantas circumpacíficas y cosmópolitas.

Selvas, sabanas y páramos eran los paisajes dominantes que conformaban el territorio colombiano antes de la penetración europea de la civilización (Molano,1992). Sobre complejos sistemas montañosos, en sus vertientes, valles transversales, valles interandinos, altiplanicies, sabanas inundables, sabanas disectadas, sábanas onduladas, páramos altos, páramos medios y páramos bajos, la vida se reprodujo bajó máximas condiciones de

76 biodiversidad , haciéndonos herederos de una naturaleza plena de vida y de abundancia, dentro de la cual hemos construido naciones, territorios y patrias.

La diversidad cultural tiene a lo largo de la historia humana una amplia representación de hombres y mujeres conformados y evolucionados bajo distintos patrones, pautas y prácticas productivas y organizativas de sus vidas: son los indígenas, los europeos y los contemporáneos. Los indígenas, hombres tempranos de América, habitaron nuestras selvas, sábanas y páramos haciendo uso de múltiples estrategias culturales y de sistemas productivos diversos, exitosos tanto para la naturaleza física y biótica, como para la continuidad de los procesos socio-próductivos y simbólicos. Construyeronn en su larga historia paisajes que expresaban su realidad dinámica y compleja, como procesos para la perpetuidad de la vida de una sociedad.

En dichos paisajes se expresaban las relaciones de identidad entre la naturaleza la sociedad entretejidas por los fuertes lazos del pensamiento mágico, en el cual la representación y comprensión del mundo están referidos a una realidad original vinculada con el orden cósmico y la sacralidad; donde los atributos de las singularidades ontológicas del orden de lo primordial, lo verdadero, lo permanente: Los mitos expresaban esas formas de representación y entendimiento de sí mismos, del entorno o de la relación con su ambiente; surgen del imaginario colectivo y proporcionan la cohesión y la identidad tanto del grupo como del individuo. El universo animista estaba pletórico de símbolos, de mundos escondidos o intuidos, de situaciones presentidas, en los cuales los hombres y las mujeres desarrollaban sentimientos de coherencia, de pertenencia y solidaridad con el ser del mundo, presupuesto de todo acontecer.

De acuerdo con Sheldrake (1994), es un universo poblado de fuerzas concebidas de manera cosmomórfica, representadas con el mismo tejido del universo; una naturaleza-encantada, vaso comunicante entre las esferas de la phisis, la vida y la sociedad.

Las selvas, las sabanas y los páramos eran la vida, el universo sin fin, el todo; sin elementos aislados de su entorno ni tampoco enmudecidos ante los símbolos. De esta manera se construyó el núcleo de nuestras culturas americanas, expresado bajo un lenguaje críptico donde se manifiestan las complejas relaciones con la cultura, la vida y los paisajes. Se‘ trataba de la comprensión del mundo por la identidad con él.

Este pensamiento mítico aún pervive en cerca de ochocientos mil colombianos, quienes hablan más de sesenta lenguas y representan la más larga y auténtica tradición cultural, pues hoy, a pesar de los avances tecnológicos y científicos, no hemos podido alcanzar las respuestas que los pueblos nativos lograron hace milenios para entender comprendiendo y no solamente explicando el mundo.

Desde tiempos inmemoriales hasta el siglo XVI se dio por entendido que el mundo de la naturaleza estaba vivo. Sin embargo, con la llegada de los europeos a nuestro suelo arribó

77 un modelo distinto, un paradigma basado en lo utilitarista y lo antropocéntrico, en el cual el conjunto de los seres está al servicio del hombre, atendiendo a sus deseos y sus preferencias, sin una ética que ponga límites a los deseos humanos ni a la ventaja individual. Este paradigma ha sido denominado cómo el modelo civilizatorio. Bajo este modelo hemos contrapuesto mito y ratón, hemos desacralizado el mundo mediante una riesgosa aventura intelectual, la cual ha dejado al ser humano frente a la responsabilidad de sus actos (Angel, 1989) Al desmitificar el mundo natural, se despeja el camino para la manipulación tecnológica amparado en la filosofía mediante la cual se busca dar coherencia al nuevo orden, junto con el derecho como instrumento de dominio de la naturaleza y la sociedad y con el aporte de una visión cristiana del mundo convertida en dogma.

Estos tres pilares sirven de base para implementar el proceso de conquista y posterior colonización de nuestra naturaleza y nuestras sociedades americanas. Así nacemos a la modernidad afianzando la civilización como discurso ideológico que se impone bajo los criterios de la racionalidad, desconociendo y negando nuestra realidad cultural y natural- americanas. El modelo europeo fue pautando determinadas maneras de producir, construir y percibir la realidad. En términos de la comprensión de la vida exuberante y desconocida encontrada en todos nuestros ambientes y paisajes, no hubo sino una voluntad de dominio sobre la naturaleza y una neutralidad valorativa, la cual nos dispuso ante la fatalidad de un único modo de producción ante el mundo.

Esta forma de vernos se fue manifestando en la destrucción de las múltiples expresiones de la. vida neoecuatorial encontrada desde el mar hasta las selvas y desde las sabanas hasta los páramos. El modelo europeo daba a la producción una prioridad absoluta sobre las condiciones de la biodiversidad de nuestros paisajes y ecosistemas y sobre otras dimensiones de lo humano. Con la tala y la quema de nuestras selvas, sabanas y páramos, se fue destruyendo la vida americana hasta configurar paisajes mediterráneos en nuestros valles, litorales y montañas. Con el descreimiento y la desesperanza, fuimos inferiores porque fuimos diferentes y porque no alcanzamos el reconocimiento de los criterios universales de la cultura occidental. De esta manera, hemos venido transitando un progresivo y permanente proceso de destrucción de la vida bajo un modelo civilizatorio que ha perdido toda noción de armonía y de sentido.

Nunca se había alterado en forma tan palpable el equilibrio de los ciclos de la vida por acción antrópica. Surgimos a nivel planetario bajo un sistema unificado de explotación del mundo natural, no exactamente como consecuencia del desarrollo tecnológico, sino como consecuencia de sin sistema de acumulación y explotación ligado a los símbolos de progreso y civilización. En nuestro subcontinente los complejos sistemas naturales físicos y bióticos, las diversas expresiones culturales de la sabiduría, las variadas formas de organización social y política, fueron sometidas a la destrucción.

78

En la visión de Rosenzvaig (1996), éramos el desorden frente al orden de la civilización, la cual retrataba a una nación civilizada como un país sin naturaleza y cultura propias. A la ideología de la civilización se integró la ideología del desierto, entendida como una política para considerar a nuestros territorios como despoblados, como espacios vacíos. El desierto es el punto culminante de la naturaleza entendida como barbarie. Estas ideologías se amparaban en una visión mecánica y naturalista del mundo, de acuerdo con el esquema de las ciencias físicas, el cual había copado para entonces todos los espacios posibles de una mirada universal del mundo y de la sociedad.

Con los aportes de las revoluciones científicas de la modernidad, pudimos saber que la naturaleza no puede ser influida por hechizos ni encantamientos, sino que bajo la razón técnica es gobernada por leyes impersonales, las cuales operan de modo uniforme en todo momento y lugar, permitiendo un control y dominio creciente del mundo.

Bajo estas profundas determinaciones, la geografía, esa antigua pero indispensable herramienta para sabernos en los espacios del tiempo, nos ayuda a descifrar las fisonomías que poseímos en nuestros orígenes territoriales y en nuestros ambientes de la naturaleza y de la vida. El universo americano en las zonas ecuatoriales, nos muestra en la etapa pre- europea una configuración muy distinta a la construida durante el largo período colonial y a la heredada y transformada bajo el período republicano. El país, en su inmensa área, poseía una cobertura continua de selvas, las cuales se levantaban frente al mar o se prolongaban en él como manglares, manteniendo una desconcertante penetración por las planicies litorales, los valles interandinos, los valles andinos, las distintas vertientes hasta alcanzar las islas de páramo en las cumbres andinas o unirse al universo verde de la Amazonia.

En la Orinoquia colombiana las selvas revestían los piedemontes y parte de las planicies para alcanzar una última proyección, dentro de las sabanas como selvas longitudinales a las corrientes que buscan el río Orinoco o fragmentándose en las sabanas como matas de monte. Una biogeografía de la vida que existió antes de transitar por los caminos de la civilización nos muestra una herencia natural y cultural, la cual no tiene representación en los paisajes conocidos en el presente. Nos desconocemos y nos asombramos de nuestros orígenes de abundancia, complejidad y diversidad dentro de los cuales fuimos construyendo sociedades empobrecidas junto a ambientes cada vez más desestabilizados y pauperizados.

La biogeografía es una rama de las ciencias geográficas impregnada de naturalismo y de una visión mecánica del mundo, la cual tuvo en la etnobotánica y la geografía de las plantas unas herencias tempranas hacia la segunda mitad del siglo XVIII. Posteriormente se convierte en una disciplina decimonónica de gran interés para el conocimiento de países y subcontinentes de distintas regiones del mundo, caracterizándose por atender a la distribución de los seres vivos sobre la superficie terrestre, tomando en cuenta los factores que intervienen en dicha distribución, unas veces, y los intereses por conocer las potencialidades de los recursos así distribuidos otras. Se trató de superar

79 metodológicamente el rígido criterio de oponer tajantemente a los organismos y sus condiciones reales de existencia. Su evolución la va perfilando como una disciplina integral, en la cual convergen: a. el estudio de las áreas geográficas determinadas por familias, géneros o especies de organismos vivos, de cuyo desarrollo surgieron los estudios corológicos; b. el estudio de las comunidades de organismos tomando en cuenta composición, organización dinámica y extensión geográfica con lo cual se dio lugar a la biocenología; c. finalmente, el análisis de las relaciones de las comunidades y los organismos con los elementos y factores del medio natural, mediante lo cuál se dio origen a la ecología.

De esta manera, la biogeografía estructuró un campo de saber en el que aproximó las ciencias de la vida, las ciencias naturales las ciencias geográficas, con lo cual no sólo proyectó y dio origen a otras disciplinas, como la ecología, sino que realizó aportes al conocimiento mediante descripciones geográficas sencillas pero a la vez con información documentada de las ciencias biológicas.

Además, en una perspectiva contextual, se relacionó con un conjunto de ciencias o campos de la ciencia en donde cabe destacar la fisiología, la paleontología, la botánica, la climatología, la edafología, la geomorfología, la paleobotánica, la hidrología y la genética entre otras tantas, lo cual le permitió configurarse como una ciencia síntesis o puente, más relacionada con la comprensión de la presencia, de la vida en determinado lugar que con la explicación particular de algunas características, o relaciones especificas de ella o de su entorno.

Tampoco fue una ciencia acabada o estrechamente relacionada con la determinación de leyes y regularidades, tan común para las ciencias naturales imbuidas por el modelo mecanicista del orbe. La biogeografía, con el progresivo avance del conocimiento del mundo y con el desarrollo de la conciencia sobre la importancia de la vida bajo cualquiera de sus manifestaciones, se convierte en una importante disciplina de corte ambiental, la cual tiene como misión generar una reflexión profunda, ya no únicamente sobre la distribución de la vida, sino sobre la permanencia y continuidad que posee bajo determinantes más complejos, en donde no sólo se pueden contemplar los elementos biogeoquímicos del entorno sino una gama de situaciones sociales, políticas y culturales proyectadas por las sociedades modernas desde hace cerca de cinco siglos. La biogeografía, sin perder la vida Lomo objeto de estudio, se ha visto obligada a evolucionar considerablemente en la determinación de- las nuevas condiciones naturales y socio- culturales que enmarcan el panorama de la vida en el tiempo presente. Así, el puente con las ciencias de la sociedad es más amplio y comprende muchas más razones para tratar de conseguir y entender el sentido de la vida, cuando hemos copado el planeta con nuestros proyectos y nuestras acciones contundentes y paradójicas.

80

La biogeografía contemporánea entiende que debe asumirse un análisis e interpretación más profundos de la existencia y permanencia de la vida; sobre todo cuando hemos contrapuesto al hombre y la naturaleza; hemos desintegrado el tiempo y el espació, hemos separado el conocimiento de la sabiduría, hemos opuesto al sujeto y al objeto y hemos aislado la teoría de la práctica, todas ellas dentro de un modelo de fragmentación del mundo y de la vida. Por lo tanto, la biogeografía no puede encargarse únicamente de la distribución de la vida sobre una sección del planeta, cuando muchas especies han desaparecido en tiempos relativamente breves, o cuando las existentes se hallan en vía de extinción. Tampoco es posible detener la mirada sólo en las plantas o algunos taxones animales, cuando el ser humano ha copado el planeta y sometido e integrado la vida bajo poderosos y complejos procesos de socialización.

La biogeografía, al finalizar este siglo y a comienzos del siglo XXI, debe ser una disciplina geográfica-ambiental con unas elaboraciones teoricas novedosas, en las cuales no desconozca las formaciones ideológicas ocurridas paralelamente con la aprehensión de la naturaleza y con su historia evolutiva y cultural. Como campo de la cultura, la biogeografía debe convalidarse con experiencias concretas, experiencias de vida. Aquí residen su importancia y su riqueza, su espacio para reafirmar su singularidad y su propia naturaleza. La biogeografía puede explorar los caminos de la vida para traer el mundo de la naturaleza al palco de la subjetividad, con el fin de establecer otras formas de sentido y otras posibilidades, de comunicación .

Laguna de alta montaña en la cuenca de captación de río Orinoco

81

Ascenso de las neblinas orinoquenses en el páramo alto Fotos - Andrés Hurtado

Medios naturales y ambientes de la Orinoquia colombiana

La Orinoquia es considerada por antonomasia como una región natural de Colombia. Región geográfica reconocida en la homogeneidad de algunos elementos naturales, en donde sobresale la aparente geomorfología plana y una relativa continuidad de la cobertura de gramíneas. Dicha caracterización regional acompañada de esa homogeneidad del medio natural, ha permitido construir un concepto en parte obvio y en parte equívoco, pues el Llano o las sabanas, como es denominada una porción importante de la Orinoquia fue considerado a través de los siglos como un territorio vacío de seres humanos y de recursos naturales de importancia. Es la concepción de desierto de vida, la ideología que dará cuenta de procesos violentos de conquista, los cuales convertirán al Llano en sujeto posterior de colonización de sus sabanas y selvas.

Considerada como una región geográfica unificada en torno a la cuenca hidrográfica del río Orinoco, la Orinoquia colombiana posee un conjunto de elementos que la estructuran, vinculan, relacionan y definen. El espacio regional subtendido por la cuenca hidrográfica comprende distintas áreas y unidades de paisaje, aparentemente independientes de las tradicionales llanuras orientales. Esos paisajes o subunidades orinoquenses son:

Subregión AndinoOrinoquense

• Páramos

• Selva andina y sub-andina

• Piedemonte de influencia andina

82

Subregion de los Llanos O r ie ntales

• Planicies de pantanales y desbordes

Sabanas planas de la altillanura

Sabanas onduladas o disectadas

• Sabanas de desborde

• Llanura eólica

• Zona aluviales recientes

Subregión del Andén orinoqués

Subregión transicional Orinoquia-Amazonia

Sierra de la Macarena

La vida en cada uno de estos paisajes o conjuntos de ecosistemas, está ligada a un sinnúmero de fenómenos y condiciones paleoambientales y ecológicas, los cuales han venido evolucionando no sólo atendiendo a las dinámicas ecuatoriales que rigen esta porción del planeta, sino incorporando amplios procesos de poblamiento y organización territorial. Veamos cada una de dichas subregiones.

Subregión AndinoOrinoquense

Comprende los amplios flancos que ofrece la Cordillera Oriental colombiana sobre la cuenca hidrográfica del Orinoco. Corresponde a la parte maciza y enhiesta de la Cordillera y abarca longitudinalmente una extensión cercana a los seiscientos kilómetros. Político- administrativamente, incluye territorios de los departamentos dé Caquetá, Huila, Cundinamarca, Meta, Boyacá, Santander, Casanare, Norte de Santander y Arauca. Vergara y Velasco (1981) la denominaba Cordillera de las Llanuras, observando que en ella crecen juntas las selvas y las sabanas, en una tierra cortada por profundos barrancos a cuyo pie corren los ríos, y luego empinados estribos que con vegetación o sin ella trepan hasta la región de los páramos. Es allí donde se encuentran bosques enteros de piñas silvestres, que con su aroma embalsaman el aire, y también árboles productores de resinas y bálsamos variados; pero la mayor parte del suelo aun permanece despoblada e inculta y sin caminos que den acceso a quienes quieran aprovechar sus grandes riquezas. Esta visión la obtiene el autor citado en la década de los ochenta del siglo pasado.

La vertiente cordillerana integra tres biomas o zonas de vida con una fisonomía vegetal y animal características. El primer bioma lo constituye un conjunto de páramos, el cual

83 corona y circunda las partes más elevadas del macizo montañoso andino. Sobresalen entre otros muchos, los páramos de Sumapaz,- Chingaza, Guasca, Toquilla, Pisba, Rechíniga, Güicán-Cocuy, Carcasí, Almorzadero y Tamá. Estos páramos han heredado un paisaje geomorfológico de origen glaciar y fluvio-glaciar, razón por la cual se encuentran surcados de lagunas y lagos, donde comienzan muchos de los ríos y quebradas que buscan tributar al océano Atlántico a través del río Orinoco. Algunos ríos se desprenden desde los campos nevados, como ocurre con la Sierra Nevada del Cocuy.

En este conjunto de páramos encontramos una gran riqueza biológica, producto no sólo del arribo dé una considerable cantidad de especies tropicales y extratropicales sino también del ascenso y adaptación de la vegetación ecuatorial, la cual progresivamente fue evolucionando a medida que los Andes emergían hasta cubrirse de nieves y heleros. Por esta razón, los páramos contienen muchas especies endémicas acompañadas de especies migrantes venidas de las regiones australes, antárticass, boreales y circumpacíficas. La caracterización de estos páramos la han realizado connotados investigadores entre los cuales destacan: Ancízar (1983), Codazzi (1958), Cleff (1977), Bernsen (1991), Cuatrecasas (1989), Guhl (1982), Hettner (1976), Rangel (1989) y Van der Hammen (1979).

Muchos de estos páramos son parques nacionales, sobresaliendo para la subregion AndinoOrinoquense el Parque Nacional Natural del Cocuy, con 306.000 hectáreas; el Parque Nacional Natural Chingaza, con 50.374 hectáreas; el Parque Nacional Natural de Pisba, con 45.000 hectáreas; el Parque Nacional Natural de Sumapaz, con 154.000 hectáreas, y el Parque Nacional Natural Tamá, con 48.000 hectáreas, todos ellos establecidos con el propósito de conservar la importante riqueza biológica de los altos Andes ecuatoriales.

El segundo bioma lo constituyen las selvas de vertiente, denominadas selva Andina y selva Sub-Andina, las cuales copan en buena medida los flancos cordilleranos desde proximidades de los páramos hasta alcanzar los 800 metros de altura sobre el nivel del mar. Parte de estas selvas están comprendidas y protegidas por los parques naturales antes citados. Estas selvas de vertiente se diversificaron en forma considerable por causa de la enorme versatilidad del relieve, las variables condiciones climáticas generadas por los cambios altitudinales y la integración ecológica alcanzada para cada nicho, hábitat o conjunto de ecosistemas. Estas selvas coparon todas las vertientes de los Andes colombianos, incluyendo altiplanos y profundos cañones. Ellas han representado la mayor riqueza en biodiversidad de nuestro país, pues han evolucionado en un amplio espectro de ambientes dentro de los cuales hubo necesidad de adaptarse generando diferenciaciones específicas y asumiendo las barreras que la propia orografía ofrecía como condición de existencia.

84

Por fortuna para la Orinoquia, las selvas de vertiente se mantienen en forma considerable, debiéndose destacar los núcleos que circundan al Páramo de Sumapaz y que comprenden las cuencas altas de los ríos Papaneme, Guape, Güejar, Ariari, Blanco y La Cal. Otra sección de selva se encuentra aún entre el Páramo de Chingaza y los Farallones de Medina, intervenida por colonización tardía, comprendida por las cuencas de los ríos Guatiquía, Caney, Guacavía y Humea. Otro núcleo de selva existe desde la parte alta del río Cusiana hasta las estribaciones del Páramo de Pisba, incluyendo los valles altos de los ríos Charte, Cravo Sur, Pisba, Paüto y Ariporo. Un cuarto núcleó selvático, más extenso y mejor preservado que todos los anteriores, lo representa el espeso conjunto selvático que se extiende al oriente de la Sierra Nevada del Cocuy-Güicán, cubriendo la parte alta, media y baja de la vertiente y conformada por, las cuencas de los ríos Casanare, Aguas Blancas, Río Negro, - El Playón, San Lope, Tocoragua, Tame, Cravo Norte, Cusay, San Miguel, Bojabá, Covaría, Cubugón y Margua, en Colombia, y Cutufí, Sanare y Quinimarí, en Venezuela. Parte de estas selvas integran la porción superior del refugio selvático pleistocénico del Sarare,valioso enclave de la biodiversidad de las selvas de la Orinoquia, similar en importancia a la Sierra de la Macarena.

En la parte inferior de la vertiente AndinoOrinoquense, encontramos la tercera formación selvática, representada por un conjunto de vegetación densa de piedemonte, el cual guarda mayor identidad con las selvas de la Amazonia. Por condiciones edafológicas y pluviales conjugadas con unas especiales características ecológicas, la selva de piedemonte se extendió desde cerca de los mil metros sobre el nivel del mar hasta una altura próxima a los doscientos metros sobre la planicie oriental.

Las selvas amazónicas delimitaban las sabanas siguiendo tres modelos: uno transicional, formado por sabanas inclusas dentro de un mosaico de caatingas y selvas de galería, por el sector meridional; una orla de selva cuajada de piedemonte alimentada por considerables volúmenes de precipitación, la cual se proyectaba hacia el piedemonte AndinoOrinoquense en Venezuela, situándose al occidenté de las sabanas hasta alcanzar cerca de cien kilómetros de extensión y un último conjunto de selvas proyectadas sobre el Andén del Orinoco, constituidas por selvas de galería, hylea amazónica y algunas caatingas y sabanas inclusas no dominantes, por el oriente. Las sabanas en territorio colombiano estaban circundadas por selvas de distinto tipo, las cuales también atravesaban, como selvas de galería dichos llanos.

El conjunto de ecosistemas selváticos del píedemonte reunía las condiciones más favorables para el desarrollo de la vida vegetal. Permitía no sólo captar la abundante precipitación y acumular la humedad en el microclima bajo el dosel sino también propiciar las condiciones óptimas para realizar la síntesis de las proteínas dé manera continua, razón por la cual los espacios de la selva se convirtieron en los refugios terrestres más adecuados para contener y preservar las especies vivientes. Las selvas de piedemonte se transformaron en refugios estratégicos para la vida vegetal y animal, pues las poblaciones se irradiaban

85 tanto hacia la vertiente, manteniendo la unidad de las selvas andinas, como dispersándose por el corredor de selva densa del piedemonte longitudinal de la cordillera, o proyectándose hacia el oriente por las selvas de galería, permitiendo así importantísimos ciclos vitales de la fauna en sus más variados taxones. Las selvas de piedemonte se redujeron considerablemente durante las épocas secas de las glaciaciones pleistocénicas y muchas de ellas definitivamente no desaparecieron, haciendo posible la conservación de la biodiversidad y favoreciendo su especiación.

Alta montaña andino-oriquense Foto-Andrés Hurtado

El ría Guaviare es un típico río blanco porque viene de la Cordillera de los Andes y lleva muchos elementos en suspensión. La fauna acuática es relativamente rica. Foto-Fernando Urbina

86

Raudales de Tomachipán en el alto Inírida. Bajo las aguas aparecen las plantas de "carurú" que sirven de alimento a las dantas. Fotos - Fernando Urbina

Los pastos naturales o "pajas bravas" en floración. Cuando están totalmente maduras no pueden ser digeridas por el ganado Foto - Diego Garcés

La transformación de estas selvas de piedemonte. es, señalada por Ganuza (1924), citado por Pérez (1997), quien indica en su obra la riqueza y exuberancia de las especies de fauna y flora existentes tanto en el piedemonte como en la planicie selvática. Ganuza expresa que la abundancia de la vegetación que existió en el período precolonial y colonial no es nada comparable a la pobreza de la fisonomía vegetal actual, pudiéndose señalar la existencia de

87 abundante macrofauna (en tamaño y cantidad) para los tiempos antiguos, extinguida y cambiada por una escasa microfauna en el presente. Un estudio más reciente de Svenson (1996), señala como para 1950 el actual departamento de Arauca contaba con una superficie de selvas del orden del 45% de su territorio; el desmonte por colonización se inició en 1960 y ya hacia 1990 se habían destruido cerca del 90% de estas preciosas selvas, herederas del refugio selvático pleistocénico, con menos de un 10% del aprovechamiento de sus maderas, pues las quemas siguieron los procesos de tala y no fue posible evitar la destrucción de aquel refugio biogeográfico de la diversidad.

Un tercer ejemplo de la cobertura selvática del piedemonte lo tomamos, entre otros muchos, de Bates (1948), quien realizó una visita en 1941 a sectores circundantes a Villavicencio, y expresó que la vertiente cordillerana andina en este sector fue indudablemente continua en cuanto a su cubierta selvática. Manifiesta la presencia aun perdurable de la selva en varios sectores, la cual bajo condiciones naturales es prácticamente inatacable por el fuego. Sin embargo, en los últimos siete años el autor citado encontró una destrucción considerable de la selva para convertir dichos lugares en sabanas de pastizales para los ganados. Las planicies de piedemonte estaban igualmente cubiertas de selvas lluviosas, extendidas en más de 20 kilómetros hacia el este; no obstante, se encontraban para entonces sabanas antrópicas entre los ríos Negrito-Guatiquía, Guacavía - Guatiquía, Guayuriba-Metica y Humea-Cabuyaro., manteniéndose la selva en torno a los cursos de los ríos y sus caños afluentes como selvas de galería, de las cuales hoy ya no hay nisiquiera rastros.

Las sabanas naturales distaban más de 80 kilómetros de Villavicencio y se localizaban al oriente del río Metica. Esta visión obtenida por Bates, apenas da cuenta de la lograda por Restrepo (1957), .quien desde el Alto de Buenavista, en 1869, observó la inmensa planicie de selva, la cual de trecho en trecho dejaba ver el agua de sus ríos. Sólo una sabana roturada en las selvas de Apiay existía como expresión de las misiones jesuíticas en esta porción de la Orinoquia. Restrepo dice que es muy difícil hacer una enumeración siquiera aproximada de los abundantes‘ productos de estos territorios, entre los cuales exalta las quinas, ipecacuanas, zarzaparrillas, gusanos de seda, caobas, ébanos, guayacanes, sándalos, granadillos, macanas, copaibas; así como un listado de especies faunísticas inexistentes para los estudiosos de la biogeografía de estas zonas en el tiempo presente.

Subregión de los Llanos Orientales

Çomprende la porción de sabanas septentrionales de Sudamérica, las cuales a manera de cuña hacen presencia en el territorio colombiano, desde los ríos Arauca, Capanaparo y Meta en el noreste, hasta el Guayaberoy el Guaviare en el suroeste. El subsuelo de estas sabanas se ha conformado de materiales cenozoicos, principalmente del Terciario, tanto de

88 origen marino como continental. El Cuaternario corresponde a coberturas de sedimentos fluviales y paludales aportados por las corrientes que cruzan las planicies y acumulaciones que el viento genero durante las glaciaciones extendiéndolas como campos de dunas en vastas áreas del. actual Llano. Todos los materiales sedimentarios, tanto de edad terciaria como cuaternaria descansan sobre una antigua plataforma perteneciente al Escudo de las Guayanas, el cual aflora en algunas secciones de la Cordillera Oriental, sobre el margen del Andén Orinoqués y en las serranías y montes islas que se extienden desde el territorio del Guainía hasta la Sierra de la Macarena. El escudo está formado por rocas precámbricas cuya edad oscila entre los mil y mil ochocientos millones de años.

Tectónicamente, la plataforma que contiene las sabanas está delimitada por sistemas de fallas o profundas rupturas, las cuales se ubican en el piedemonte andino y guayanés, respectivamente. Sin embargo, existe una falla diagonal en sentido SW-NE, la cual no sólo fragmentó la plataforma central de las sabanas, sino que dejó el bloque occidental en proceso de hundimiento o subsidencia. El río Meta sigue el curso de esta falla y puede decirse que ha sido captado ó inducido a seguir su rumbo. El bloque al occidente del río Meta mantiene una subsidencia activa, razón por la cual sus paisajes se caracterizan por el desborde y anegación de extensas áreas en territorio de Arauca, Casanare y Meta. Esta subregión inundable ha sido catalogada como Orinoquia mal drenada tomando en cuenta criterios técnicos. asociados a esquemas productivos, tipo revolución verde. En verdad no se trata de una Orinoquia mal drenada, sino de una Orinoquia bien inundada, en donde se retienen considerables volúmenes de agua, los cuales provocan una elevada producción acuática continental de singular valor ecológico, económico y cultural.

Los Llanos Orientales han sido reducidos a una interpretación fisiográfica homogenizante, lo cual ha impedido conocer la enorme variabilidad de los paisajes geomorfológicos y la desigual distribución y comportamiento de los elementos climáticos, edáficos, hídricos, vegetales y animales, sin adicionar a ello los procesos complejos de intervención y ordenamiento de su territorio por la acción humana. Hernández (1994), agrupa este conjunto de ambientes y paisajes como sabana abierta, sabana arbolada, morichales, médanos con vegetación de sabana abierta, bosque de galería, vegetación de pantano y piedemontes, sabanas y bosques de los afloramientos rocosos, bosques de altillanura y matas de monte, estableciendo cómo en o dentro de estas agrupaciones existen las sabanas y los pastizales. Otras caracterizaciones han agrupado a la Orinoquia en su conjunto de paisajes geomorfológicos donde se ubica el piedemonte, los aluviones recientes, la Orinoquia mal drenada, la Orinoquia bien drenada y el Andén del río Orinoco (FAO, 1965 y Cortés, 1978, citados por Mejía, 1984). Los criterios que respaldan estas sectorizaciones se basan en análisis disciplinares procedentes de la biología, la geomorfología y la edafología acompañados de algunos fundamentos climáticos y ecológicos; en síntesis, una sectorización natural del entorno. Reconociendo dichas condiciones naturales, pero

89 sabiendo de las amplias transformaciones provocadas por el ser humano, analizamos a continuación las subunidades de los Llanos Orientales.

Planicies de pantanales y desbordes

Conforman una considerable extensión de sabanas y selvas situadas en su mayoría sobre la margen izquierda del río Meta y hasta alcanzar las estructuras bajas del piedemonte. En conjunto los ríos Arauca, Casanare, Meta y Vichada poseen una superficie pantanosa de 97.870 hectáreas, acompañadas de 16.600 hectáreas de ciénagas. Además de las áreas de desborde de los ríos que divagan sobre las planicies, encontramos en los departamentos de Meta, Casanare y Arauca, pero continuando eh el Estado de Apure en Venezuela, una extensa área deprimida entre el piedemonte y el río Meta, en la cual los ríos que provienen de la cordillera o del piedemonte, a medida que avanzan sobre la planicie se van tornando zigzagueantes y altamente meándricos, mostrando una gran cantidad de madres viejas como producto de un lento y a veces indefinido tránsito hacia la llanura inferior. Dentro de esta dinámica se llega a un momento en el cual los ríos prácticamente desaparecen o se reducen a caños de balos volúmenes de caudal y estrechos cauces, rodeados de amplias áreas de desborde o campos de pantanales. Los ríos incidentes en estas áreas deprimidas se subsumen expandiéndose sobre el horizonte de las sabanas, alimentando ciénagas, esteros, raudales y complejas estructuras de pantanos con distinta extensión y profundidad, determinados por los meso y microrrelieves de la propia dinámica hidráulica (orillares), o por, la aparición de dunas y escarceos.

En un lenguaje más accesible podemos decir que los ríos cordilleranos desaparecen en los pantanales y que estos transforman y condicionan la dinámica hidráulica de las corrientes que buscan desembocar sobre el río Meta. Luego de transitar las aguas por las amplias áreas de los pantanales sin cauce fijo o preestablecido, paulatinamente empiezan a buscar cauces menores, los cuales inician el origen de otros ríos, incluso con otros nombres para finalmente desembocar en el río Meta o uno de sus afluentes de importancia.

El curso de los ríos Capanaparo, Cinaruco y el propio río Gravo Norte

En el mapa sobre unidades fisiográficas se representan algunos pantanales dentro del área aluvial de desborde, delimitados por la sabana formada de dunas y médanos, los cuales establecen un campo extenso de relieves eólicos extendidos por los departamentos de Arauca, Casanare, Meta y Vichada. Los pantanales y áreas extensas de desborde son verdaderos refugios para la vida continental y acuática. En lugar de desecar los pantanales, apoyados en el criterio moral de mal drenados, debemos reconocer, con una visión más amplia y completa de la vida, que en las zonas de los humedales orinoquenses poseemos una riqueza invaluable en especies ac4ticas y anfibias. No se trata de destruir estos refugios biogeográficos acuáticos, sino de aprovechar la producción natural de las aguas preservando sus ecosistemas y haciendo sustentable su uso y manejo. La desecación ha sido

90 una práctica desafortunada de los planificadores agrarios, quienes en una interpretación equivocada de nuestro entorno ecuatorial, han pretendido asemejarnos a otros países sin agua y sin selvas. De acuerdo con Mejía (1981), Colombia condensa cerca del 3% del agua del planeta y cuenta con regiones que reciben las más altas pluviosidades del globo, lo cual hace posible que el país aporte alrededor del 12% del caudal del río Amazonas. No se trata de recuperar las tierras del agua, sino de mantener el agua sobre la Tierra, pues el agua es origen primordial donde todo se diluye y crece. La biogeografía convoca a otras disciplinas a dedicar más atención y producción de pensamiento en torno al mundo del agua, con el fin de conocer y comprender la calidad y la naturaleza de estos cuerpos, su estructura y funcionamiento, su metabolismo y su dinámica, las formaciones y secuencias de la vida en las comunidades acuáticas y las complejas relaciones entre los ciclos pluviales, los ciclos fluviales, los ciclos biológicos, los ciclos de eutrofización y los ciclos productivos y reproductivos de las sociedades humanas.

La Orinoquia colombiana es una región con 7 a 8 meses de lluvias abundantes durante el año y con uña nubosidad alta que transfiere considerables volúmenes de agua de origen oceánico. Además, cuenta con una extensa red de quebradas, caños y ríos que transitan por las sabanas a través de cauces irregulares, meándricos y trenzados, los cuales se explayan sobre vegas y playones, desbordándose en muchas oportunidades para anegar áreas de influencia o para alimentar esteros, ciénagas y pantanales. El agua es estacional sobre las sabanas pero ella ha construido ambientes fluviales y lacustres esenciales para la conservación de la vida en esos ambientes oligotróficos y de aparente pobreza.

Los pantanales siembran los ríos y caños de peces, caimanes, babillas, caracoles, tortugas, cangrejos y un universo de especies del fitoplanton y zooplanton, aportando a su vez una considerable riqueza en avifauna, batracios, reptiles y mamíferos al ambiente continental. El agua en la Orinoquia define la fisonomía de grandes paisajes y ella se convierte. en el centro de dichos panoramas en ambientes lénticos o lóticos por donde transitan los caminos que conducen a la vida. Desecar la Orinoquia es cometer los mismos errores en que hemos caído en el Caribe, el Cauca, el Magdalena o en los altiplanos andinos. Sin duda el modelo a seguir es otro, si es que existe.

91

92

Sabanas no inundables

Se encuentran ubicadas al sur y al Oriente del río Meta y Metica hasta hacer contacto con el Andén del Orinoco. Estos Llanos Orientales son conocidos como la Altillanura, por estar ubicados al Oriente sobre el bloque que demárca la falla tectónica del río Meta. Se subdividen en dos unidades: la Altillanura plana la Altillanura disectada. Geológicamente están conformadas por materiales sedimentarios acumulados en ambientes marinos y costeros, redepositados al emerger la Cordillera Oriental, donde han sido sometidos a procesos de intemperización y lavádo profundo, lo cual ha disminuido su composición mineralógica y en consecuencia ha empobrecido sus suelos. De acuerdo con Botero (1990), la Altillanura está formada por materiales aluviales pliopleistocénicos, los cuales fueron afectados por la gran falla que corre e induce el cauce del río Meta. Posee drenajes con dirección éste y sur y por lo tanto la Altillanura no pertenece únicamente a las sabanas del Meta-Orinoco, sino que también integran el área transicional de la Orinoquia y la Amazonia.

La Altillanura plana, como paisaje particular, se sitúa al sur del río Meta y comprende buena parte del departamento del Vichada. Posee una cobertura de materiales acumulados por el viento, dando lugar a campos de dunas formadas por arenas finas. El relieve es suave

93 con proceso de disección. amplia en donde los ríos depositan sedimentos, en forma cuasihorizontal. En el paisaje de la Altillanura se encuentran pequeños valles de erosión en torno a los cuales se forman selvas de galería; aparecen también depresiones anchas y alargadas de tipo erosionalcoluvial, que dan lugar a los esteros.

Debido a que el drenaje es imperfecto en grandes áreas, se presentan fenómenos de encharcamiento durante el período de lluvias, generando anegamiento del suelo, sobre todo en donde el agua tiene una lenta penetración. Cada uno de estos ambientes determina una vegetación propia y un mayor o menor desarrollo de las especies comunes, sobre todo arbóreas y arbustivas. La Altillanura presenta como dominante una vegetación de sabana herbácea extensa y continua con presencia de leñosas dispersas o concentradas en matas de monte y selvas de galería. Las especies de gramíneas más abundantes son Trachypogon, Andropogon, Axonopus, Paspalum y Leptocoryphium. Las especies arbóreas están distribuidas en relación con las aguas que drenan la Altillanura y con la calidad de los suelos en cuanto a contenido de algunos elementos menores y una determinada presencia de mesofauna del suelo.

Complementa a la Altillanura plana la Altillanura disectada, la cual se extiende inmediatamente al sur de aquella, ocupando territorios de los departamentos del Meta y Vichada. Sus paisajes se caracterizan por un conjunto de lomeríos y colinas completadas por taludes de distinta longitud, pendiente y modelado, junto con depresiones y valles zigzagueantes entre la multitud de domos. Sobre el horizonte, donde aún no ha sido destruida la capa superior de sedimentos pleistocénicos, se observa la fisonomía relictual de la planicie que conformaba la Altillanura. Se conoce también como Serranía en razón de que el proceso de erosión. y modelado ha dado lugar a meso y micro relieves, los cuales se asocian con las geoformas de una serranía, En la Altillanura ondulada y disectada existe un conjunto de formas o mesorrelieves de gran variabilidad, provocados por múltiples patrones de erosión. En cada forma o conjunto de ellas se establecen condiciones distintas para la ocupación de la vegetación, siendo dominantes las gramíneas sobre los planos superiores y las laderas largas, y esteros y matas de monte o selvas de galería que se forman sobre las depresiones plano-cóncavas, los fondos de valle y las vías de drenaje. Al deteriorarse el suelo original, se ha perdido. un potencial importante para el desarrollo de una vegetación más exuberante; la intemperización y el proceso de denudación han permitido la creación de corazas formadas por óxidos de hierro y aluminio, lo cual hace de esta región un lugar apto para ganadería extensiva y agricultura de subsistencia muy localizada. La Altillanura, de acuerdo con Sarmiento (1994), es por excelencia la tierra de las sabanas estacionales.

Subregión transicional OrinoquiaAmazonia

94

Abarca una franja de extensos ecotonos entré sabanas y selvas con una extensión cercana a los ciento veinte mil kilómetros cuadrados al sur del río Vichada, que comprende las cuencas de los ríos Uva, Guayabero, Ariari, Guaviare, Inírida, Papunauay Alto Vaupés. Políticamente corresponde a territorios de los departamentos de Mcta, Vichada, Guaviare, Guainía y Vaupés.

Los paisajes integran geomorfológicamente un conjunto de altillanuras, proyección de la Altillanura llanera hacia el sur, las cuales se identifican, de acuerdo con Botero (1990), en Altillanura ligeramente ondulada, Altillanura fuertemente ondulada, estas dos geoformas localizadas entre la llanura aluvial del río Meta y la llanura aluvial del río Vichada; luego, entre la anterior llanura y la llanura aluvial del río Guaviare aparece una altillanura moderadamente ondulada con algunas terrazas antiguas. Esta Altillanura llanera posee una menor altura relativa debido a la inclinación regional del relieve. Por el incremento de la humedad, se cubre parcialmente de selvas. Al sur del río Guaviare se encuentran todavía algunos segmentos de Altillanura con vegetación de sabana, como es él caso de las Sabanas. de la Fuga. Un poco más al sur lasa superficies pliopleistocénicas aparecen más onduladas y emergen dentro de ella formas colinares de edad paleozoica, en ciará discordancia (Botero, 1990). De manera similar a la Altillanura más septentrional, las ubicadas a lado y lado del río Guaviare también sufren de anegamiento por encharcamiento. Las terrazas antiguas pueden tener dos tipos de cobertura vegetal, siendo predominante la vegetación sabanícola en las existentes entre los ríos Vichada y Guaviare, en tanto que las del Vaupés y Guainía tienden a mantener selvas ralas o caatingas. Yendo dé norte a sur podemos hablar de sabanas con penetración de conjunto de selvas, pero adelante del Guaviare la selva ya contiene a las sabanas y éstas aparecen inclusas dentro de la propia hylea.

El área transicional Orinoquia-Amazonia constituye un espacio de contacto a través de un complejo ecotono, el cual es mucho más difícil de ubicar debido a la acción humana tanto indígena como de caucherías y colonización contemporánea. Allí las selvas y las sábanas ocupan territorios de distinto tamaño y diferente densidad. Las selvas alcanzan significativos espacios entre los interfluvios así como a lo largo de las vegas de los ríos. Son selvas de galería o de planicie aluvial muy semejantes a las selvas amazónicas propiamente dichas; se encuentran igualmente selvas ralas con pisos ocupados por herbáceas y súbarbustivas y sobresuelos de arenas blancas, denominadas caatingas; finalmente se hallan selvas mucho más localizadas sobre afloramientos rocosos tipo serranías, colinas y montes islas, las cuales alcanzan una diferenciación fisonómica en razón de la presencia de fragmentos del Escudo Guayanés, compuestas por rocas remetamorfizadas con coberturas graníticas de escaso o nulo desarrollo edáfico y rigurosas condiciones ambientales.

Son selvas ralas con individuos que reducen su tamaño, las cuales exhiben características escleromorfas y presentan un, endemismo notable. Por otra parte se convierten en refugio

95 de especies pantropicales como es el caso del género Velloziaentre otros. Los suelos de esta zona transicional se desarrollan en general sobre sedimentos derivados de la saliente precámbrica del Vaupés, las cuales guardan en su génesis su carácter hidromórfico o podzólico. Según Domínguez (1985), los suelos de esta formación son muy arenosos, con una escasa capa de materia orgánica, cuya pobreza en nutrientes provoca en la vegetación estructuras xeromórficas y esclerosis. Rodeando estas selvas o existiendo en forma inclusa están las sabanas de Gramíneas,Ciperaceae, Rapataceae, Xiridaceae Orchidaceae.

Como área de transición entre sabanas selvas, esta subregión establece un importante contacto de continuidad y de ruptura entre dos biomas, cuya interpretación, manejo, estudio y ordenamiento requiere de una investigación integral y unas decisiones políticas de desarrollo sustentable.

Subregión del Andén Orinoqués

Integran esta subregión los territorios situados sobre la margen izquierda del río Orinoco en territorio colombiano, en una franja que se extiende desde proximidades a Puerto Inírida hasta Puerto Carreño, abarcando una banda de cerca de 70 kilómetros al occidente del río Orinoco. Es denominada por Botero (1990), como paisaje de la Altillanura residual con un relieve muy suave, casi plano, alterado sólo por ciertos afloramientos rocosos, algunas veces haciendo parte del mismo plano y otras formando montes islas. Por fuera de estas áreas rocosas se encuentran grandes planos de depósitos arenosos interferidos por valles erosionados y esteros. Esta superficie de aplanamiento está cubierta en gran parte por materiales sedimentarios provenientes de la cordillera, los cuales se adelgazan de occidente a oriente hasta desaparecer totalmente. Sobre la superficie de esta peniplanicie compleja se presenta una delgada capa de arenas eólicas de escaso espesor. La vegetación intercala sabanas arboladas con Byrsonima y Curatella rodeando selvas ralas o transicionales de poco desarrollo, por encontrarse sobre afloramientos rocosos y depresiones. Esta vegetación marca otro ecotono nuevo con Cransición hacia los tipos de sabanas de origen guayanés y selvas ralas sobre interfluvios o dunas sobre los aluviones de los ríos. La confluencia de una red amplia de ríos y caños sobre el río Orinoco hace que se integren las selvas sobre el Andén Oninoqués, extendiéndose hacia las sabanas a través de los valles de los ríos Tomo, Bita, Tuparro, Vichada, Mataven, Guaviare e Inínida (Molano, 1996). Salamanca (1983), establece que la vegetación no tiene un tipo de dominancia de gramíneas, como en el caso de las sabanas típicas de la Altillariura, sino que las plantas son de tipo arbustivo y árboles pequeños, cuyo desarrollo depende de su localización o relación con las delgadas capas de materia orgánica y la disponibilidad de agua o en el subsuelos La vegetación tiende a soportar condiciones de estrés debido a la rápida circulación del agua por los ecosistemas, lo cual determina un carácter xeromorfo acentuado. Sobre algunos afloramientos de las rocas del Escudo de las. Guayanas se encuentran especies de Vellozia, Paepalanthus, Mandavilla, Cissus y Eleochaeris, entre otras.

96

Por constituir transición entre las sabanas propiamente dichas de la Altillanura, las formaciones de selva sobre el Escudo Guayanés y las sabanas del Escudo de Guayanas, este Andén tiene una importancia grande en términos biogeográficos, máxime cuando en el macizo de las Guayanas se encuentra el centro de origen y de dispersión de muchas especies vegetales y animales. Debido a ello, en 19.80 se creó el Parque Nacional Natural del Tuparro, el cual comprende 548.000 hectáreas. La fauna es muy diversa habiéndose reportado dos nuevos géneros de cánidos (Chrysocyon brachyurus y Speothos venaticus), dentro de una amplia gama de primates, nutrias, tigres, armadillos; osos, báquiros, venados infinidad de aves y peces de colores.

Subregión de la Sierra de la Macarena

Situada en el extremo suroccidental de la Oninoquia, conforma un conjunto de estructuras y paisajes enclavados en el piedemonte andino y rodeados de mesas, vegas, cañones, colinas, llanuras de inundación, afloramientos rocosos y geóformas de la vertiente baja cordillerana. Posee una doble delimitación si se tiene en cuenta la serranía antigua, la cual está delimitada por los ríos Duda, Guayabero y Guejar, en tanto que como reserva natural se extiende desde el propio piedemonte andino hasta abarcar la convergencia de las cuencas de los ríos Aniani y Guayabero.

Ha sido un lugar excepcional para el desarrollo y la evolución de la vegetación y la fauna de origen guyanense, amazónica, orinoquense y andina, razón por la cual ha sido considerada corno "un laboratorio de la naturaleza", como "un tesoro del mundo", como reserva biológica", como "enclave biogéográfico", como "reserva natural", como "reserva biológica integral", como "patrimonio científico mundial", como "reserva nacional para la ciencia", como "reserva biológica única en el mundo", según declaraciones de investigadores, viajeros, científicos e instituciones nacionales e internacionales vinculadas a la preservación de la diversidad y el estudio de la evolución y la permanencia de la vida.

En cuanto a su origen geológico y morfológico, la Sierra de la Macatena es un núcleo rocoso emparentado con el Escudo de las Guayanas, una vieja estructura de edad precámbrica, la cual tiene expresión en el territorio centrooriental de Colombia como basamento sobre el cual descansan muchos tipos de sedimentos marinos y continentales; aparece también como fundamento de las vertientes cordilleranas a manera de macizos como el de Garzón, Quetame o Guantiva en la Cordillera Oriental o como contrafuerte de las vertientes de la Cordillera Central.

Esta herencia geológica precámbrica o paleozoica define la estructura continental del territorio colombiano; finalmente aparece también como montes islas (Inselberges), zócalos, peniplanicies, escudos y serranías, entre las cuales se destacan Naquen, Araracuara, Chinibiquete y La Macarena. Por causa de su origen tan antiguo en el tiempo y

97 debido a los múltiples eventos contenidos en su propia evolución, la Sierra de la Macarena es considerada un relieve insular de singular valor a través del cual se conectaron biogeográficamente los Andes al centro de origen y dispersión de las Guayanas, desde el cual se poblaron las rocas desnudas surgidas del fondo del mar o las rocas rejuvenecidas integradas en el proceso emersivo andino.

Los mares del período Terciario, antes de emerger la Cordillera Oriental contaban con un archipiélago amplio sobre la plataforma guyanesa, el cual se alejaba de los litorales sobre las márgenes del actual río Orinoco y se articulaban en un núcleo donde a no muy larga distancia se encontraban la Sierra de la Macarena, el Macizo de Garzón, Los Picachos, el Macizo de Quetame y el Macizo de Guantiva, junto con otros menores, los cuales la Cordillera incorporó en sus sedimentos y los mantiene en su estructura.

Los cambios paleoclimáticos y la transformación geomorfológica sufrida bajo la influencia andina, permiten interpretar el importante papel cumplido por la Sierra de la Macarena en tanto isla biogeográfica oceánica, isla biogeográfica continental amazónica, isla continental oninoquense e isla continental guyanesa, todo lo cual fue generando una compleja composición de la flora y la fauna a manera de mosaico biológico de gran diversidad. Es por esto que en los estudios e investigaciones allí realizados se han hecho, hallazgos en términos de nuevas especies cosmopolitas, especies endémicas y especies pantropicales.

Analizando los aspectos biogeográficos de la Sierra podemos destacar, bajo condiciones del presente, la abundancia de la vegetación existente tanto sobre su propia estructura como en los terrenos terciarios y cuaternarios que la circundan. En primer lugar se destaca un paisaje de selvas extendido sobre las vegas, las terrazas y las colinas que hacen contacto con las geoformas del piedemonte. La selva original la circundaba en su totalidad y la penetraba en sus valles y laderas interiores, provocando una cobertura propia, emparentada en las selvas amazónicas y las selvas andinas. Sobre el domo de la Sierra, tachonado de tepuyes y emergido desde los cuatrocientos metros hasta los dos mil metros sobre el nivel del mar, existe un basamento cristalino bastante antiguo, en el cual hay suelos más delgados y de menor fertilidad que contienen una vegetación compleja donde se matizan taxones de distintos y distantes orígenes.

98

Una muestra de la diversidad biológica de la Sierra de la Macarena, en un territorio de

99

1‘019.036 hectáreas, sobre un domo de 120 km de largo y entre 20 y 40 km de ancho, lo expresa Avellaneda (1989), al referir un listado preliminar de treinta órdenes botánicos representados por sesenta y tres familias; y una gama mucho más amplia de géneros y especies, además de una significativa presencia de macro, meso y microfauna, lo cual comprueba la importancia de esta área biogeográfica en donde es posible hallar contactos y ecotonos de especies de selva húmeda, selva rala, vegetación xerofítica y vegetación de sabana, definidas como formaciones vegetales de selvas densas, selvas ralas, matorrales densos, matorrales ralos y vegetación herbácea. Una versión ilustrada con detalle, la encontramos en el trabajo sobre mamíferos realizado por la Asociación para la Defensa de La Macarena, difundido con fines conservacionistas (Cabrera y Molano, 1995). Luego de sobrepasar el cinturón selvático del río Guayabero en dirección sur se encuentran las sabanas del Refugio extendidas hasta el caño Morrocoy, cuya selva de galería las separa de las sabanas de La Tunja extendidas a lo largo del río TuniaMacaya (alto río Apaponis), y un poco más hacia el suroccidente se encuentran las sabanas del Yarí con una extensión mayor a los 100 kilómetros cuadrados siguiendo a lado y lado del río Yarí (Domínguez, 1985), convirtiéndose en el núcleo de sabanas amazónicóoninoquenses más próximas a la línea ecuatorial con tan sólo 1° 10‘ de diferencia latitudinal.

Estas sabanas inclusas presentan una vegetación herbácea donde se combinan géneros o familias como las gramíneas, las ciperáceas, las bromeliáceas y guardan relación con las sabanas que se encuentran en la zona suroniental de la Sierra de la Macarena, conocidas como sabanas de Caño Cristales, caño Cufuche y sabanas El Temblón, homogenizadas mediante quemas, pero con una composición florística más relacionada con flota de los antiguos escudos, como la familia de las Velloziaceae presente en África y América.

Por todas estas maravillosas condiciones de la historia natural, física y biótica, la Sierra de la Macarena ha sido reconocida a nivel mundial como un refugio de la vida planetaria y continental y considerada por ello patrimonio de la humanidad; y a nivel nacional,‘ mediante su establecimiento como Reserva Nacional en noviembre de 1948 según la Ley 52. En noviembre de 1963 fue incorporada a la Universidad Nacional con fines científicos y educativos y en 1989 fue creado el Parque Nacional Sierra de la Macarena, con un área de 630.000 hectáreas, integrado a un área de manejo especial de 3‘5OO.OOO hectáreas, las cuales comprenden además la Cordillera de Los Picachos y el Parque . Como una acción más directa en términos administrativos y gubernamentales, el Ministerio del Ambiente ha creado una corporación regional exclusiva para la Sierra de la Macarena, procurando así realizar una gestión ambiental de mayor proyección sobre este territorio.

100

Caño Limón Foto -Diego Garcés

La Orinoquia colombiana posee en forma compartida con la Amazonia un conjunto de ecosistemas invaluables, los cuales integran un banco biológico de plasma germinal (Molano, 1972), no sólo para conservar sino para estudiarlo y utilizarlo con el fin de restablecer su propia dinámica y la de otras áreas a recuperar con especies autóctonas.

Los cinco microambientes antes presentados además de constituirse en medios naturales propios, integran una gran variedad de ecosistemas y paisajes, los cuales vienen a conformar las unidades biógeográficas básicas de la Orinoquia, en cada una de las cuales podemos aprender a comprender y a apreciar las fuerzas y los procesos que conforman el mundo de las sábanas y las selvas en la Alta Orinoquia.

Génesis, posibilidades y riesgos

La biogeografía proyecta una imagen de la naturaleza de los biomas, de las estructuras de

101 sus paisajes y de la permanencia y continuidad de la vida. En la Qrinoquia se despliega ante nuestros ojos el subcontinente suramericanp con sus estructuras de montañas, selvas y sabanas, tan a menudo considerados como elementos sobreentendidos. Es aparente la distribución casual de sus paisajes, y por ello debemos aún explicar brevemente la acción conjunta de complejas fuerzas, las cuales operaron dentro de temporalidades múltiples en fases siempre dinámicas.

De la génesis

Como paisaje biogeográfico, la Orinoquia atendió en su desarrollo y conformación a las fuerzas fundamentales que esculpieron y plasmaron la tierra tanto física como biológicamente. Los elementos del ambiente físico, así como los componentes de la vida neoecuatorial aquí surgida, se desarrollaron atendiendo al equilibrio variable que siempre se mantuvo entre la tierra y el agua (continente-Océano), las fuerzas que construyen montañas y las que erosionan y degradan las superficies emergidas, el desarrollo de las comunidades vegetales y las poblaciones animales, los cambios macroclimáticos y las condiciones climáticas regionales y locales. Los paisajes de la Orinoquia son una escena fragmentaria de la prolongada-historia del continente.

Las sabanas del norte de Sur América son formaciones vegetales de pastos y hierbas con gran continuidad como estrato herbáceo y con una relativa discontinuidad en las especies arbóreas, las cuales se distribuyen ya sea como plantas leñosas dispersas, como matas de monte o como selvas de galería, de acuerdo con las características específicas de los suelos, las aguas y las propias adaptaciones de las plantas. Estas sabanas se definen biogeográficamente como sabanas neoecuatoriales, haciendo alusión a las condiciones de humedad y al régimen temporal anual, el cual establece un prolongado período de lluvias hasta de 9 meses, seguido de un período seco con duración máxima hasta de 5 meses.

Las sabanas neoecuatoriales encuentran en el agua condiciones formativas importantes, pues debido a la convergencia de las masas de origen oceánico y continental sobre la franja ecuatorial, esta zona se ctonvierte en una de las más húmedas del planeta. El agua se manifiesta y permanece mediante abundantes precipitaciones, que se tornan más elevadas en volumen sobre los márgenes de las sabanas en donde existen condiciones más apropiadas para condensar las masas de nubes que se desplazan por las sabanas. Hacia el centro de ellas disminuyen los valores de precipitación, descendiendo progresivamente desde los 2.000 mm hasta alcanzar promedios anuales inferiores a los 1.300 mm de pluviosidad.

La temperatura no fluctúa significativamente como es usual en las zonas isotérmicas ecuatoriales, por lo tanto podemos expresar que la estacionalidad en esta franja del planeta sobre las bajas latitudes es pluvial a lo largo del año y es diaria en términos de su máxima

102 variabilidad térmica. Estos parámetros ambientales determinan la fisonomía de la sabana, tomando en cuenta los criterios ecológicos que las regulan. Sarmiento (1994), precisa que tanto en los aspectos funcionales como en su misma fisonomía los cambios son manifiestos, presentándose un tapiz verde durante el período de lluvias como consecuencia de la activa reproducción de la vegetación y el intenso crecimiento de todas las formas vivas en general; por el contrario, durante la época de sequía la vegetación y la vida sabanera en general soportan un rigor extremo, el cual se evidencia en el estrés que deben soportar las especies de estos ecosistemas, los cuales deben incluso detener sus ritmos biológicos hasta alcanzar fases de reposo o latencia total; entonces la fisonomía adquiere un carácter estival, con tonalidades de color amarillento pardusco, grisáceo y negro, colores asociados con los procesos de marchitamiento hasta culminar en la quema de la sabana.

Una muestra de las sabanas se presenta en la figura sobre tipología en donde Sioen y Vareschi (1982), sintetizan algunos caracteres que representan las sabanas inundables, las sabanas no quemadas, las sabanas quemadas y pastoreadas, las sabanas sobre llanuras inundables sometidas al fuego, las sabanas arboladas sobre las planicies y las sabanas arboladas sobre serranías o mesas disectadas. Los perfiles de estas sabanas expresan una fisonomía no ecológica sino antrópica o ambiental. La fisonomía y el funcionamiento de estos ecosistemas, sobre todo en los últimos siglos, mantienen en los sistemas de uso y manejo que las sóciedades llaneras han establecido, los principales determinantes para su continuidad y su expresión en términos de paisajes contemporáneos. En estos procesos de construcción del entorno donde convergen la producción natural de las sabanas y las distintas formas de la producción social, es donde la biogeografía tradicional encuentra enormes dificultades para poder responder por la distribución de los organismos vivos sobre una determinada región.

Remontándonos un tanto más en el tiempo, sin descender hasta sus orígenes en el Terciario, queremos interpretar los cambios biogeográficos provocados por la acción global de las glaciaciones e interglaciaciones sucedidas durante el período del Pleistoceno, sobre todo en su fase tardía, cuyos registros aparecen más evidentes en este lugar del planeta. El proceso de enfriamiento global produjo la formación de extensos casquetes y campos de hielo en las partes altas de las montañas con un consecuente proceso de desaturación de la atmósfera expresa en un resecamiento general, el cual creó condiciones para que los biomas alcanzaran otros patrones de distribución, desconocidos bajo las circunstancias reinantes durante el clima de interglaciación que vivimos.

En el mapa sobre glaciaciones se representa la distribución de los principales biomas relacionados con la Orinoquia durante el período glaciar, interpretando la dinámica seguida para entender estas transformaciones básicas, las cuales no sólo han marcado el carácter de dominancia o de refugio, sino que conforman la herencia de los procesos genéticos de las sabanas y de las selvas en el oriente del país. Por causa del descenso de la temperatura y la considerable reducción de la humedad relativa, la parte central de los llanos orinoquenses

103 cambiaba la fisonomía de sabana por la de desierto o región árida.

La acción de los vientos alisios estimulada por amplios gradientes de presión y prácticamente reales barreras, hizo posible que los materiales cuaternarios y aun las arenas finas, arcillas y limos fueran removidos y acumulados por el movimiento del viento provocando campos extensos de dunas y médanos, estudiados por Tricart (s.f.) y Khobzi (1981); este último autor distingue cinco fases áridas producidas entre el antepenúltimo glaciar y el Holoceno.

Los acumulados eólicos que cubren gran parte de las llanuras colombo-venezolanas presentan como característica una variada existencia yendo desde paleoformas fósiles hasta dunas y médanos activos; se encuentran desde dunas parabólicas hasta dunas longitudinales, estas últimas más propias de los desiertos; hay campos de dunas más o menos homogéneos en tanto otros se encuentran muy disectados por las corrientes; las hay antiguas y recientes evidenciando la reiterada acción de los paleoclimas áridos en forma cíclica; las hay evidentes y las hay sepultadas, como expresión de la continuada migración de las arenas. Donde ellas no aparecen, sobre todo en la franja de influencia andina en los llanos occidentales y suroccidentales, puede existir el desierto o la zona árida intensa, peto los acumulados más gruesos y pesados impidieron la presencia de las geoformas del viento.

Contrasta en el presente, la existencia de una amplia llanura eólica formada bajo condiciones de extrema aridez dentro de las áreas inundables o llanuras de desborde, sirviendo las dunas y medanos de diques, bancos de arena y otras formas que adquieren el carácter de relieve positivo durante las prolongadas lluvias y son usadas para mantener los ganados a salvo o para contener las viviendas o algunas otras expresiones de la infraestructura social llanera.

Raudal "alto" en el Llano inundado Inírida medio. La planicie de las guyanas Foto - Diego Garcés con sus rocas de

104

extraordinaria dureza, obliga a los ríos a correr en forma de raudales. Foto - Fernando Urbina

Los ojos de agua donde van a beber los granados en medio del hato Foto - Fernando Urbina

105

Descenso de las aguas al inicio del verano en los esteros de Casnare Foto - Diego Garcés

106

En los más fuerte del verano los fondos de las lagunas quedan expuestos al sol y se cuartean por expansión

Durante estos eventos glaciares, la sabana circundaba o penetraba en forma insular sobre los campos de dunas, médanos y escarceos o hacía transición con los espacios desiertos con coberturas vegetales muy pobres, las cuales ganaban continuidad a medida que los climas se tornaban menos secos. El límite de las sabanas variaba fundamentalmente, pues además de ser marginal al área de extrema aridez, penetraba por los espacios antes ocupados por las selvas hasta alcanzar los piedemontes andinos y el corazón de la Amazonia colombiana, principalmente sobre las selvas que ocupaban la proyección del Escudo Guayanés conocido como Saliente del Vaupés en Colombia y hasta proximidades del refugio selvático de galería sobre la planicie aluvial de los ríos Putumayo, Caquetá y Amazonias.

Las sabanas, al extenderse sobre el espacio de las selvas amazónicas y de piedemonte andino, obtuvieron una riqueza mesológica importante para su proceso de adaptación y especiación, pues al tener que ocupar una mayor diversidad de biotipos y provocar interacciones más complejas con ambientes y especies distintas, encontraron más oportunidades y más riesgos, debiendo incorporar agentes evolutivos eficaces en el conjunto de la biocenosis. De esta manera, las planicies orientales del país estaban cubiertas por sabanas en una proporción dominante con una franja desértica en parte de los actuales departamentos del Meta, Vichada, Casanare y Arauca. Completaba la distribución biogeográfica de los desiertos y las sabanas, un conjunto de refugios selváticos marginales tanto en las sabanas como en las estructuras andinas y el Escudo de las Guayanas. Se destacan allí los refugios del Napo y la planicie aluvial de los ríos Caquetá y Putumayo, situados en la parte suroccidental de la planicie oriental.

107

A lo largo de la Cordillera Oriental, tanto en territorio colombiano como venezolano, se extendía una selva basal entre los 800 y los 2.200 m.s.n.m., la cual servía de refugio longitudinal al eje cordillerano, dentro del cual convergían las múltiples especies vegetales y animales de las selvas andinas, subandinas y ecuatoriales, en un apretado cinturón de baja vertiente. Se destacan unos importantes refugios por su continuidad como son la Sierra de la Macarena y las selvas del Sarare, núcleos biodiversos en dónde se conservó un gran número de especies de flora gondwanica, pero donde además se provocaron procesos de especiación, los cuales vinieron a enriquecer las selvas y sabanas de planicie, así como las formaciones vegetales de vertientes andinas.

Otro refugio de gran significado, lo representa el de Imerí, ubicado sobre y en las márgenes del Escudo Guayanés comprendiendo la región del Alto Rionegro Guainía. Sus selvas mantenían elementos vegetales y faunísticos de floras amazónicas y guayánicas, con las cuales se repoblaban buena parte de las selvas del Guainía, Vaupés, Quaviare. y Vichada, en territorio colombiano.

Un último refugio lo constituye la franja selvática ubicada en las bocas del río Orinoco sobre el Delta Amacuro, la cual mantuvo en sus espacios elementos higrófilos de mucha irrelevancia, como los manglares en la franja de influencia marina y la selva suramericana en el Hinterland más continental. A partir de estos refugios pleistocénicos se repoblaban las especies selváticas del presente, durante un tiempo relativamente breve. Como es conocido, durante la última glaciación iniciada hace cerca de 116.000 años, se provocaron entre 20 y 25 eventos glaciares con sus correspondientes fases interglaciales, sucesos que debieron afectar con mayor o menor intensidad las áreas de distribución biogeográfica de los biomas de desierto, selva y sabana antes anotados.

Las planicies orientales orinoquenses, una vez que se provocaba el paso de la glaciación hacia la interglaciación, cambiaban la ubicación anterior de sus biomas, bajo una distribución biogeográfica bastante diferente, no sólo en términos de sus áreas sino en la localización y composición de los ecosistemas. En el mapa sobre los óptimos representamos los nuevos espacios ocupados por las sabanas y selvas; ahora carentes de desiertos o zonas de extrema aridez. La planicie orinoquense colombo-venezolana se cubre de campos de gramíneas y sabanas abiertas o arboladas, matas de monte o morichales, vegetación de pantanos y campos inundables, selvas de galería y sabanas de altillanura, sabanas de mesas y sobre afloramientos rocosos.

Es una región extensa con cerca de 500.000 km 2 en una matriz dominante de pastizales, surcada de selvas en torno a las corrientes de drenaje, las cuales se convierten en rutas y puentes de contacto y expansión de las especies de las selvas circundantes a los llanos y en refugios de una rica fauna mixta selvático-sabanícola. Las selvas de galería interconectan y dispersan el germoplasma de las selvas y las sabanas. De manera general, las sabanas se visualizan ahora como una gran isla de pastizales dentro de un mar verde de selvas

108 ecuatoriales, las cuales las penetran a través de una gran cantidad de canales (selvas de galería), fragmentándola en subunidades menores caracterizadas no sólo por sus condiciones morfológicas y edáficas, sino por su fisonomía y funcionamiento.

Florísticamente, la sabana de pastizales muestra una gran diversidad de especies en los distintos estratos y ambientes climáticos y edáficos. En las sabanas planas, onduladas y de abanicos, predomina la saeta peluda (Trachipogon vestitus)acompañada de pasto de embarre (Paspalum pectiriatum) y rabo de mula (Leptocoryphium lanatum). En las sabanas húmedas se encuentran variedades de pajas de agua (Hymenachiie amplexicaulis, Luziola spruceana, Panicum elephantzpes, Panicum dichtomiflorum y Paspalum repens), asociados con herbáceas de distinta parte (Xyris sp., Abolboda sp., Paepalanthus sp., Heliconia sp.) y arbustos o árboles pequeños (Xilopia sp., Vismia baccifera, Cassearia sp. y Genipa caruto).

Las sabanas secas dominantes en la altillanura comportan varias especies de gramíneas como saeta peluda (Trachipogon vestitus) guaratara (Axonopus purpusii)paja lisa o saeta (Trachipogon plumosus) pasto negro (Paspalum plicatulum) y el pasto de embarre (Paspalum pectirtatum) cuya dominancia o presencia se corresponden con las mesas o planicies altas o medias, con capas endurecidas de óxido (arrecifes) o sobre suelos pedregosos. Se asocian matas de monte y arbustos dispersos relacionados con la acción de los termitas y las fuentes de agua, sobresaliendo la palma de. corozo (Acrocomia sp.) el manteco (Byrsonima crassifolia) el moriche (Mauritia minor) , el merecure (Licania pirifolia) el gualanday (Javacanda sp.) el chaparro (Curatella americana) y el chaparrote (Palicourea rigida).

Las selvas de galería, los morichales no intervenidos y las matas de monte extendidas como selvas de pantanos, poseen una composición florística distinta y más variada sobresaliendo la palma de corozo (Acrocomia sp.), el gualanday (Jacararula obtusifolia), el árbol flor amarillo (Tabebuia serratifolia), y el japumo (Xilopia aromatica), el bototo (Cochlospermun orinocense) , el caruto (Genipa caruto), el tórtolo (Schefflera morototoni) , el niopa o yopo (Anadenanthera peregrina), las chibechas (Ficus spp.), las ceibas (Ceiba pentadra) , el cachicamo (Calophyllum sp.) ,guamos (Inga spp.), cañafístulos (Cassia moschata), la palma de macana (Enterpe precatoria) , la palma chiapo o zancona (Socratea exorrhiza), palma de chontaduro (Bactris gasipaes), la palma mil pesos (Jessenia bataua), palma de mayorca (Oenocarpus sp), palma de cubaro (Bactris cubaro) , guafas o guaduas (Guadua sp.)árboles de tacay (Caryodendrum orinocense) y corpulentos árboles de cedro macho(Bombacopsis quinatum). Estos árboles, arbustos y palmas se ubican en selva de galería o selvas pantanosas las cuales pueden alcanzar varios kilómetros de ancho y muchos, más siguiendo longitudinalmente las corrientes de agua; en otras circunstancias, las matas de monte son nichos o parches de vegetación selvática, aislados un tanto de tales corrientes, pero asociados a depresiones, termiteros o lugares con niveles freáticos altos.

109

Las matas de monte, como plantea Hernández (1994) si no se les interviene por tala y control por fuego, tienden a invadir o recuperar los espacios de las sabanas.

Las selvas de estos ambientes son indudablemente estratificadas con buen número de parásitas y epífitas y con una fauna asociada de gran riqueza donde sobresale el venado sabanero (Odocoileus virginianus), el zorro gatuno (Vulpus cinereo argenteus), el oso palmero (Myrmecvphaga tridactyla), el oso mielero (Tamandua tetradactyla), roedores menores (Sigmoden sp. y Zygodontomys sp.), el cachicamo o armadillo (Dasypus novemcinctus y Das ypus kappleri), el perico -ligero (Brady pus griseas y Choloe pus hoffmanni), el tigre colorado (Felis concolor) , el canaguaro (Felis pardalis) el tigrillo (Felis wiedii),la danta (Tapirus terrestris), el maparito (Galactis vittata) el venado soche (Mazama americaria),la lapa o tinajo (Agouti paca). Sin agotar el inventario de mamíferos, los ecosistemas de sabana y selvas poseen una abundancia grande de aves, reptiles, anfibios, peces, insectos, arácnidos, etc., cuyo conocimiento aún espera ser descifrado tanto en sus. determinaciones como en su etología.

Las selvas que rodean las sabanas septentrionales de Suramérica no poseen las mismas características desde la perspectiva de su origen, pues algunas de ellas derivan de refugios selváticos, otras de sectores con área de influencia seca sobre el margen caribeño, otras desde campos de desborde o. inundación y otras desde serranías o fragmentos de escudos antiguos. Esto permitió caracterizarlas como selvas de serranías y mesas al sur de Puerto de La Cruz y sobre territorios del Valle de Pascua, Zaraza y Guanipa en el sector centro-norte de Venezuela; selvas de piedemonte en territorio, de Táchira, Barinas y Portuguesa en la parte centro-occidental de Venezuela; selvas de piedemonte de los territorios del Meta, Casanare y Arauca; selvas de serranías y mesas en el sector de la Sierra de la Macarena y las vegas del Ariari-Guayabero; selvas transicionales amazónicas del Guaviare, en el sector sur de la Orinoquia; selvas de galería y caatingas del Guainía, Guaviare y Vichada, en el oriente de Colombiá; selvas del Andén Orinoqués con influencia de formaciones geológicas y vegetales del suelo guyanés sobre las márgenes del medio Orinoco; selvas del Estado Amazonas extendidas a lo largo de los valles fluviales y delimitadas por serranías y sabanas; selvas del bajo Orinoco-Caroní, las cuales delimitan los llanos al sur del río Orinoco y selvas del Delta Amacuro, extendidas sobre las islas y penínsulas del gran delta.

Bajo condiciones pre-civilizatorias europeas, estas selvas se extendían como una orla verde que delimitaba los ambientes de sabanas y los vinculaba con las dominantes selvas ecuatoriales de planicies, litorales y montañas.

Comparativamente, los límites biogeográficos de las sabanas y las selvas orinoquenses y amazónicas muestran una gran movilidad espacial y temporal ante la acción de los eventos glaciares e interglaciares. La fisonomía de los paisajes biogeográficos dentro de estos eventos globales se muestra de manera contrastante, sobre todo cuando el mundo de la vida atiende las fluctuaciones y los cambios de la sequía y la humedad, el calor y el frío, la

110 aridez y las inundaciones, los refugios de selvas y de desiertos, todos ellos ocurridos en la Orinoquia desde tiempos pleistocénicos.

En el mapa sobre la situación prehispánica se encuentran representados los espacios ocupados por las selvas y las sabanas antes de la intervención europea sobre la Orinoquia colombiana y en una etapa de afianzamiento del óptimo climático interglacial. Debe resaltarse la extensa red de selvas que circundan y atraviesan las sabanas, reduciéndolas a islas de mayor o menor tamaño con una configuración determinada por la forma longitudinal de los ríos y sus selvas de galería o por las características morfológicas del relieve, llegando en muchos casos a constituirse en formaciones vegetales azonales dentro del bioma dominante de las selvas, sobre todo al sur y al occidente del río Vichada.

Ese carácter insular de las sabanas puede haber significado para algunas especies condiciones evolutivas y/o adaptativas propias, pues el carácter de la sabana permanentemente inundada, sabana parcialmente inundable, sabana disectada, sabana de dunas y escarceos, sabana marcadamente estacional y sabana sobre suelos oligotróficos, ‗ofreció en cada caso y bajo condiciones ecológicas distintas, posibilidades para determinadas especies y limitaciones para otras que buscaron dispersarse o colonizar espacios más amplios. Esta forma de existencia insular, unida a los drásticos cambios ambientales generados por las glaciaciones, pueden considerarse responsables de las variaciones genéricas y la diversidad especifica encontrada tanto en las características propias de las especies como en los procesos fisiológicos de respuesta a la nutrición, la reacción al calor, la luz y la humedad acordes con los ritmos temporales anuales en la zona ecuatorial y subecuatorial.

Este carácter aislado también hizo posible que algunas especies propias de otros ambientes lograran refugio en estas variadas sabanas, donde si no encontraron un ambiente óptimo, si hallaron ciertas condiciones y exigencias de vida análoga. Esta situación se aprecia sobre todo en las sabanas sobre afloramientos del Escudo de las Guayanas, ya sea sobre peniplanicies o sobre serranías, donde es frecuente encontrar refugios de especies paleoendémicas como es el caso del género Vellozia,emparentado con flora del Escudo de las Guayanas y los escudos africanos; el caso de las piñas silvestres con los géneros Navia, Ananas y Aechmea correspondientes a la provincia biogeográfica guyanesa.

Sobre las peniplanicies o sedimentos rocosos del escudo granítico antiguo, las características edáficas establecen condiciones particulares de, afianzamiento de la vegetación, adquiriendo ésta la fisonomía sabanoide con predominio de familias de Xiridaceae, Ciperaceae, Juncaceae, Eriocaulaceae y Gramíneae, acompañadas de arbustos y árboles con coberturas no densas en donde es posible encontrar los géneros Ilex sp. y Roupata sp. de la familia Clusiaceae; Gongylolepis martiana de la familia Compositae, y otras especies como Bonnetia martiana, la ceiba enana Pochota coriaceae, Schefflera sp., Senefelderopsis chiribiquetensis, Tepuianthus savannensis, Graffenrieda

111 fantastica, Clusia chiribiquetensis, Clusia sessilis y Clusia columnaris,así como piñuelas del género Pitcarmia, según lo establece Hernández (1994) para las planicies de denudación, mesas y montes islas encontrados en el área transicional entre Orinoquia y Amazonia.

En el mapa sobre sabanas y selvas prehispánicas de la Orinoquia colombiana puede visualizarse que las sabanas no son completamente dominantes y que a pesar de mantener una continuidad con las sabanas venezolanas, el contacto y la interpenetración de estos biomas es cada vez más interpolado e intercalado hasta llegar a formar asociaciones mixtas de plantas y animales. Entendidas así, las sabanas del oriente de Colombia eran más reducidas en su tamaño, más localizadas en su distribución, más arboladas y de mayor armonía con la fauna, más insular en términos de las condiciones hídricas, edáficas, morfológicas y ecológicas de los distintos ambientes y más estables en términos de la estacionalidad, hídrica y la acción del fuego. Es decir, unas sabanas que no conocemos hoy, en razón de los cambios profundos provocados en sus paisajes y sus estructuras ecosistémicas por los sistemas de uso, y las prácticas de manejo a que han sido sometidas desde hace cerca de quinientos años.

Esta nueva forma de existencia la representamos en el mapa actual de las sabanas y las selvas de la Orinoquia colombiana, en el cual de manera comparativa con el mapa precedente, puede establecerse el contraste que manifiesta la distribución de los biomas en

112 consideración. Indudablemente es fácil de visualizar el retroceso de las selvas tanto en el piedemonte como en las vertientes orinoquenses, así como la casi destrucción o reducción extrema de las selvas de galería. Concordante con este proceso, encontramos el de sabanización de la Orinoquia, el cual no sólo expandió la matriz de pastizales sobre los espacios selváticos, sino que integren un solo cuerpo las estructuras vegetales y faunísticas de las sabanas insulares. Además, integró sabanas inclusas en las selvas al conjunto de sabanas orinoquenses y creó nuevas sabanas antrópicas dentro del bioma selvático transicional hacia la Amazonia.

Ahora muchas fracciones de selva se mantienen como insulares dentro del mar de gramíneas y son indudablemente formaciones relictuales frente a la acción antrópica, que no encuentra aún forma de mantenerlas menos de restablecerlas. La vertiente AndinoOrinoquense posee unos modos de transformación de las selvas desde, el período colonial, en el cual fueron roturadas y posteriormente penetradas para conformar sistemas de producción agrícola y pecuaria de tipo mediterráneo, las cuales a pesar de haber logrado afianzarse bajo la modalidad de economías campesinas expresan cada vez más profundos problemas ambientales.

El piedemonte selvático fue talado y potrerizado en una franja que se extendía entre los 70 y los 120 kilómetros desde las colinas y mesas del piedemonte hasta la curva de nivel de los 200 metros sobre el nivel del mar. Así de la selva original sólo hay relictus sobre la vertiente destacándose los refugios selváticos, del Sarare y la Sierra de la Macarena, también .en proceso de colonización, es decir, de destrucción de su diversidad por causa de la inequidad, el hambre y el conflicto

Perspectiva ambiental de la Orinoquia

Es de reconocer que las sabanas ecuatoriales suramericanas junto con los demás ecosistemas y biomas de selvas de planicies (Airicos) y selvas de vertiente (Arcabucos), páramos, vegetación xerófila de enclaves interandinos y litorales, así como la vegetación hidrófila de várzeas, zapales, pantánales, esteros, igapós, morichales y deltas, représenta uno de los paisajes más variados en término de sus medios naturales, sus ritmos estacionales, su variedad de hábitat, nichos, vegetación y su fauna interrrelacionada con todos los biomas circundantes. Con tales características era, y aún manifiesta serlo, una de las regiones intertropicales donde los organismos vivos alcanzaron un gran desarrollo tomando en cuenta la variedad de formas vivas, la complejidad de sus relaciones y lo específico de sus procesos adaptativos.

La evolución de la vida en las regiones ecuatoriales encuentra en las selvas, las sabanas y los páramos una riqueza mesológica sin igual, sobre todo si se toma en cuenta la diversidad y ritmicidad de los elementos y factores abióticos que conforman dichos ambientes, precedidos por la precipitación siempre abundante bajo muchas formas y tiempos; los

113 procesos de escorrentía y flujos sobre y dentro de los écosistemas; la distribución del calor en amplias gamas de temperatura; la enorme variabilidad de los paisajes; generadas por la altitud, enriquecidos por la disyunción y la longitud de las vertientes; el continuado proceso formativo de los suelos donde convergen la abundancia de rocas, la variación de sus climas, la biodiversidad de la flora y la fauna, agentes creadores, transformadores y diferenciadores de la riqueza edáfica ecuatorial; y el fuego determinado en forma natural por la producción primaria, la luminosidad, la insolación y la frecuencia de las lluvias.

Representa una visión muy estrecha limitar la Orinoquia sólo a los paisajes de las sabanas orinoquenses. Esta es una perspectiva que debemos cambiar antes de reducir todos los demás ecosistemas y paisajes de selvas y pantanales existentes en vertientes, piedemontes, serranías y distintos tipos de planicies a campos de gramíneas bajo la acción reductora del fuego. Las sabanas están representadas por un conjunto de ecosistemas pirófilos cuya adaptación y evolución ha determinado características propias de las especies. Incluso en el proceso temprano del poblamiento de las sabanas, el uso del fuego constituyó una práctica consuetudinaria en fines de uso y manejo de estos paisajes.

Esta práctica se incrementó de manera considerable y en forma progresiva con la llegada de los españoles y alemanes a las sabanas de Venezuela y Colombia. Desde entonces, no sólo las sabanas naturales sino los demás ecosistemas arbolados y selváticos vienen recibiendo la acción del fuego como una práctica de limpieza; es decir, de homogenización de su flora y su fauna. Es la historia de la civilización que no pudo entender las bases de la riqueza biológica y cultural ecuatorial y que optó por reducir la naturaleza a la destrucción del fuego, proyectando un país de cenizas y de humo. Este es uno de los problemas ambientales centenarios que aquejan y acosan a los biomas y paisajes de la Orinoquia colombiana y la Orinoquia en general.

Como consecuencia de esta concepción de "limpieza" y de las prácticas de manejo de un mundo ilímite, "desierto" e "inagotable", hemos venido constituyendo desde hace ya varios siglos un desierto biológico. La ganaderización de'la Orinoquia como sistema y práctica productiva, es igualmente un proyecto europeo vendido en nuestro medio como un destino inexorable para "aprovechar" la Orinoquia. Sin embargo, la producción de proteína animal a partir de bovinos es la más costosa en términos ecológicos, económicos y ambientales. Para que estos ganados pasten es necesario quemar la sabana, es decir, reducir a energía toda la biomasa y así privilegiar el surgimiento de brotes tiernos para los vacunos, en detrimento de la alimentación de todas las cadenas tróficas milenarias que enlazan selvas, sabanas, pantanales, altillanuras y serranías.

Aunque como plantea Sarmiento (1994) hay una verdadera dependencia de muchas especies por el fuego, el uso indiscriminado y continuo cuestiona la capacidad de supervivencia de muchas otras formas vivas y de la sabana biodiversa, reduciéndola a pastizales pirorresistentes de gran pobreza biológica. Sólo a manera de ejemplo, la

114 producción de proteína animal entre el ganado vacuno y los chigüiros es prácticamente incomparable a favor de este último, el cual requiere de los pastos naturales, las sabanas inundadas, las matas del monte y todo el tejido de los ecosistemas orinoquenses.

Biogeográficamente las sabanas actuales aparecen como paisajes homogéneos de gran intervención antrópica y con profundas transformaciones en su funcionamiento y su estructura. Además, ha existido un progresivo proceso de expansión de los pastizales sobre áreas que anteriormente habían sido selvas, siendo el piedemonte el ejemplo más claro de las sabanas de origen'humano y cuyos procesos de construcción se desconocen o hacen parte de epopeyas lejanas en las memorias de los colonizadores mayores. De todas maneras el paso de selva a sabana no está en las raíces culturales, es la herencia de una nación que debería mantener elementos de identidad con las selvas y las sabanas hechas. De estas acciones socioeconómicas no ha escapado ni siquiera la Reserva de la Macarena, Parque Nacional Natural, patrimonio de la humanidad; la cual al ser alcanzada por los procesos de colonización semiespontánea y semidirigida, así como por la estrategia insurgente y la colonización del turismo, se ha ido convirtiendo en un espacio cada vez más intervenido por el saqueo y extracción de la madera, la caza y tráfico de fauna, la tala y las quemas para agricultura itinerante, la roturación para el cultivo de coca y en general la incorporación de sus recursos a la economía del mercado que la circunda y la demanda.

La tala en las selvas de vertiente ha desregulado el flujo de las corrientes de agua que nacen desde los propios páramos. Es frecuente en época de lluvia el desbordamiento de los ríos y aún el cambio de cauce como consecuencia de la deforestación de las vegas. Con el desbordamiento se están aportando materiales cordilleranos al piedemonte, transferidos ahora en mayor cantidad por los procesos de erosión de distinta índole, así como la remoción de escombros o de materiales que se deslizan sobre los cauces. El agua que inundó siempre las sabanas y que averió los cauces de los caudalosos ríos, amenaza ahora a las sociedades llaneras que se establecieron en sus márgenes, donde instalaron una infraestructura valiosa, todo lo cual incrementa el potencial de riesgo por inundaciones y por avalanchas.

Se agrega a estas acciones el desencadenamiento de procesos naturales no regulados, la contaminación de aguas servidas y los desechos o residuos de la producción, lo que han ido convirtiendo a los ríos en corrientes con dificultades para mantener sus condiciones fisicoquímicas y por tanto su productividad acuática tradicional. La pesca ha escaseado y cada vez más nos aproximamos a los ríos de hambre, desconocidos en otros tiempos en la Oninoquia.

El potencial de riesgo sísmico se torna ahora más preocupante, sobre todo cuando la infraestructura urbana y la productiva de la Orinoquia han crecido considerablemente y se han ubicado sobre el piedemonte, donde se encuentra un importante conjunto de fallas conocido como Sistema Guaicaramo, el cual no sólo delimita la estructura cordillerana de

115 la planicie oriental, sino que afecta directamente la mayor parte de las estructuras cuaternarias no cohesionadas y por tanto de mucha inestabilidad.

El riesgo socio-económico tiene múltiples expresiones, tales como la implementación de sistemas productivos que han hecho perder la autosuficiencia alimentaria de los pobladores; la extracción de recursos naturales de la vegetación y la fauna con lo cual se va perdiendo la biodiversidad relictual existente aún en algunos ecosistemas secundarios; la explotación del subsuelo, principalmente de los hidrocarburos con la cual se generan situaciones sociales, económicas, políticas y culturales desconocidas, convirtiéndose temporalmente en un espejismo y una contradicción al desarrollo regional y local y deja las herencias del abandono y la miseria cuando culminan las economías de extracción; el enfrentamiento de los actores en conflicto, el cual crea condiciones para despoblar regiones por muertes, amenazas y desplazados, perdiendo así los recursos humanos necesarios para la producción y el desarrollo socio-económico; y, finalmente, una acción estatal que no tiene la posibilidad de incidir en los procesos sociales y políticos y cuya calidad y proyección no alcanza para desarrollar las bases sustentables de una sociedad equitativa y armónica con su naturaleza física y biótica.

La infinidad de paisajes que atraviesan el horizonte orinoquense contienen una larga historia de creación, transformaciones, saqueo, cambios y modificaciones, las cuales hacen de dicha fisonomía un motivo de gran preocupación y de profunda reflexión. Las sabanas que hace años descubrieran los viajeros ya no existen como tales o son muy diferentes. Las clasificaciones que de ellas se han hecho, se han ido desvirtuando y hay necesidad de redefinirlas. La ciencia, con todo su desarrollo, no ha contado con la capacidad ni con la fortuna de poder detener el avance de destrucción y cambio de estos ambientes.

Una biogeografía contemporánea se ve abocada a replantear sus conceptos, y sus métodos para poder dar cuenta de la permanencia del cambio. Predomina un proceso de construcción del espacio geográfico donde el horizonte ilímite ahora constituye un mundo finito, donde los recursos naturales inagotables se visualizan como limitados, donde la producción inagotable de la naturaleza es ahora entendida como frágil, sobre todo en términos de la permanencia de la vida; donde la propia racionalidad productiva no se puede exaltar como único modelo a seguir; donde la naturaleza no puede concebirse ni manejarse como algo externo a nosotros mismos.

En la Oninoquia la historia de la naturaleza, la historia social y la historia cultural acumulan una sucesión de rupturas y fragmentaciones locales y regionales, las cuales vulneran tanto las estructuras de la naturaleza ecosistémica como la dimensión ética y política de los pueblos y comunidades que integran las sociedades orinoquenses. La biogeografía como disciplina que aborda la espacialización de la vida, por su propia necesidad interpretativa, asume a la naturaleza como un todo integrado en la identidad de la naturaleza y la sociedad, buscando así no sólo convocar diálogos interdisciplinarios sino aportar a la problemática

116 ambiental contemporánea elementos de unificación y de análisis, tan necesarios ante la precariedad interpretativa de estas relaciones complejas. El concepto de naturaleza tanto para la Orinoquia como para cualquier otro lugar se convierte en un elemento fuertemente unificador del pensamiento de la humanidad.

BIBLIOGRAFÍA

Ancízar, Manuel. Peregrinación de Alpha por las provincias del norte de la Nueva Granada en 1850- 1851, Hego impresores, Bogotá, 1983.

Angel, Augusto. "El pensamiento ambiental". En: Ecosistema y Cultura, introducción al estudio del medio ambiente. Mecanografiado. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, 1989.

Avellaneda, Mario. "El impacto de la colonización sobre la Reserva Nacional La Macarena y determinación del estado actual del sistema natural en las áreas perturbadas". En: La Macarena, Reserva biológica de la humanidad, Centro editorial, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 1989.

Bates, Marston. "Climate and vegetation in the Villavicencio Region of Eastern Colombia". En: The Geographical Review, vol. 38, No.4, 1948.

Bemsen, O. "Observaciones preliminares sobre el cultivo en zonas de páramo de Colombia", En: Novedades colombianas, Nueva época, No.3, Universidad del Cauca. Popayán, 1991.

Botero, Pedro José. Proyecto Orinoquia-Amazonia colombiana. Informe final. IGAC. Bogotá ,1990.

Cabrera, Jaime Andrés y Molano, Fernando. Mamíferos Macarena. Asociación para la Defensa de La Macarena, Bogotá, 1995.

Cleef, A. Secuencia altitudinal de la vegetación de los páramos de la Cordillera Oriental. Procc, Simposio Internacional de Ecología, Tropical, Panamá, 1977.

Codazzi, Agustín. Jeografía física i política de las Provincias de la Nueva Granada. Comisión Corográfica. Banco de la República, Bogotá, 1958.

Cortés, A. Capacidad de uso actual y futuro de las tierras de la Orinoquia colombiana. IGAC. Bogotá, 1978.

Cuaatrecasas, J. "Frailejonal, cuadro típico de la egetación en los páramos andinos". En: Pérez - Arbelaezia, vol. II, No.8, Bogotá, 1989.

117

Domínguez, Camilo. "Estudios sobre paleoclima y especiación en el oriente de Colombia". En: Geografía U. N. No.1. Departamento de Geografía, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 1979.

Domínguez, Camilo. Amazonia colombiana. Biblioteca Banco Popular. Textos universitarios, Bogotá, 1985.

FAO. "Reconocimiento edafológicó de los Llanos Orientales Colombia". En: La vegetación natural y la ganadería de los llanos orientales. Roma, 1966.

Ganuza, Marceliné. Monografía de misiones candelarias. Bogotá, 1920.

Guhl, Ernesto. Los páramos circundantes de la Sobona de Bogotá. Jardín Botánico "José Celestino Mutis", Bogotá, 1982.

Hernández, Jorge et al. "Sabanas de Colombia". En: Sobonas naturales de Colombia.Banco de Occidente, Cali, 1994.

Hettner, A., La cordillera de Bogotá. Banco de la República, Bogotá, 1976.

Khobzi, Jean. "Los campos de dunas del Norte deColombia y de los Llanos de la Orinoquia (Colombia y Venezuela)". En: Revista CIAF, -vol.6 Nos. 1-3. Bogotá, 1981.

Mejía. Mario. Producción acuática continental colombiana. Documento inédito. Universidad Nacional de Colombia, 1981

Mejía, Mario. Orinoquia colombiana: Sobonas de la altillanura. Universidad Nacional de Colombia, Palmira, 1984.

Molano, Joaquín. Un tesoro del mundo: La Sierro de la Macarena. Universidad Jorge Tadeo Lozaño,Bogotá. 1972.

Molano, Joaquín. "Paisajes de la Alta montaña Ecuatorial". En: El páramo: Ecosistemas de alta montaña. Serie Montañas Tropicales, vol. 1. Ecoan. Editorial Códice, Bogotá, 1995.

Mo l ano, Joaquín,- Visión regional de la Orinoquia y el Arauca. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. (En prensa).

Molano, Joaquín. "Así era la tierra: Arcabucos,- sabanas y páramos". En: Revista Credencial No.27, Bogotá, 1992.

Pérez, Héctor. La Hacienda Caribabare. Estructura y relaciones de mercado, 1767- 1810. CORPES Orinoquia, Bogotá, 1997.

Peter, Arno. Atlas de Peters. Larousse, Impreso por Neue Stalling, A. Oldenburg, Alemania, 1991.

118

Rangel, O. "Páramos de Colombia. Su manejo j conservación ambiental". En: Colombia, gestión ambiental poro el desarrollo. Editorial Guadalipe, Bogotá, 1989.

Restrepo, Emiliano. Una excursión al territorio de San Martín. Biblioteca de la Presidencia de Colombia No.45, Editorial A.B,C., Bogotá, 1957.

Rosenzvaig, Eduatdo. Etnias y árboles. Historia del. universo ecológico Gran Chaco. Premio Casa de las Américas - Colcultura, Bogotá, 1996.

Sarmiento, Guillermo. "Sabanas naturales. Génesis y Ecología". En: .Sabanas rraturoles de Colombia. Banco de Occidente - Credencial, Cali, 1994.

Sheldrake, Rupert. El renacimiento de la naturaleza.-Ediciones Paidas Ibérica S.A, Barcelona, 1994.

Svenson, Gustavo."La erradicación de los bosques de la Orinoquia". En: Segundo Encuentro de Orinocólogos. - CORPES. Orinoquia, Bogotá, 1996.

Tricart, Jean. "Existencia de médanos cuaternarios en los Llanos del Orinoco". En: Colombia geográfica, Año IV, vol. V, No.1, Bogotá, (s.f.)

Van der Hammen, T. "Historia y tolerancia de los ecosistemas parameras". En: Semirrario Internacional sobre el Medio Ambiente Páramo, U.L.A., Mérida, 1979.

119

FLORA ORINOQUENSE J. ORLANDO RANGEL-CH. Instituto de Ciencias Naturales, Universidad Nacional de Colombia

Fernando Urbina

Introducción

Este manuscrito, con punto de gravedad en los tratamientos sobre la flora y la vegetación de áreas aledañas y propias de la cuenca del Orinoco, pretende dar una visión integradora que se inicia en las partes altas en las estribaciones de la Cordillera Oriental en la región de Sumapaz, costado que mira a San Martín; incluye luego a la Sierra de la Macarena y concluye con el tratamiento de los ambientes que se involucran en la llanura inundable y en la Altillanura.

Se confiere especial énfasis a los tipos de vegetación definidos según las especies dominantes en densidad y en cobertura y se adicionan algunos rasgos de su ecología, principalmente características del suelo y del clima.

Gradiente montañoso (región de Sumapaz)

Se consideran aquí: la alta montaña (por encima de 3.000 m de altitud), la media montaña (1.100-2.900 m) y la baja montaña (por debajo de 1.100 m).

En cada región se encuentra vegetación zonal, es decir aquella que alcanza su desarrollo acorde con las variaciones climáticas a nivel general, y azonal, que para su establecimiento depende de suministros extras en algún factor como humedad del suelo o contenido de nutrientes. La vegetación de alta montaña

Abarca las regiones de vida del páramo (pajonales, matorrales, chuscales) y la Andina (bosques, selvas), según Cuatrecasas(1958) y Rangel (1991).

El monto anual de las lluvias es de 1.972,2 mm con variación entre 706 y 5.449,8 mm (Tabla 4). El promedio mensual multianual es 164,35 mm (58,8- 454,2 mm). El régimen de distribución de las lluvias es unimodalbiestacional, con 8 meses humedos (desde abril hasta noviembre). La época lluviosa va desde abril hasta noviembre; los meses más lluviosos son junio y julio con 266,7 y 252,7 mm respectivamente (Aguilar & Rangel, 1995). El período seco va desde diciembre hasta marzo y el valor mínimo corresponde al mes de enero con 55,52 mm (Figura 1). La temperatura media fluctúa entre 4,8 y 100 C. La temperatura máxima promedio es 11 \° C.

Estacio Dept Altit Lati Lon M E S E S n o. ud t. g. En Ma Ab Ma No Feb Jun Jul Ago Sep Oct Dic e r r y v AL La 399 04° 136 147 251 461 611 751. 734. 532. 479 Meta 532 475 305 TA Dantas 6 54´ .3 .5 .1 .5 .7 2 4 9 .4 MO Australi C/ma 305 04° 17. 45. 81. 101 167 148. 169. 120. 96. 75. 32. 130 N- a rca 0 24´ 3 1 3 .8 .4 2 5 9 5 5 8 TA C/ma 315 El Hato 28 41 12 100 156 90 43 50 44 50 76 16 ÑA rca 0 300 Lag. de C/ma 370 44 60 62 116 138 150 152 110 109 142 116 44 m Chisaca rca 0 Alto de C/ma 380 52 40 62 110 130 194 165 174 94 100 120 34 Caicedo rca 0 Tota 277 336 468 889 120 133 126 101 875 866 432 Prec. 887 l .6 .6 .4 .3 3 3.4 3.9 8.8 .5 .9 .6 Pro 55. 66. 93. 177 240 266. 252. 203. 175 179 173 86. Prec. dio me 52 72 7 .9 .6 68 78 75 .1 .5 .3 5

121

Med Manzan 120 4°0 73° 136 147 251 461 611 751. 734. 563. 479 305 Meta 532 475 ia ares 0 7 48 .3 .5 .1 .5 .7 2 4 9 .4 .8

Mon La 147 03° 74° 73. 112 194 521 327. 253. 176 174 171 98. Huila 56 327 - legiosa 5 20 44 8 .8 .2 .3 6 4 .7 .7 .2 2

Peñas C/ma 205 03° 74° 46. 60. 73. 106 76. 102 65. raña 117 44.7 49.9 51.2 61 Blancas rca 0 58 27 1 8 6 .3 4 .7 1

La 110 C/ma 230 04° 74° 38. 82. 110 184 298 321. 372. 264. 172 159 105 61. primave - rca 0 08 03 7 2 .8 .3 .1 4 1 4 .2 .1 .5 4 ra

290 C/ma 225 04° 74° 56. 58. 86. 109 62. 109 112 68. Pasca 80 47.3 39.8 45.5 0m rca 6 19 18 7 3 2 .6 6 .1 .5 5

Tota 333 422 634 106 134 149 152 178. 100 994 971 Prec. 599 l .8 .6 .5 6 7 1.6 3.8 4 4 .3 .3 Pro 66. 84. 126 213 269 298. 304. 235. 200 198 194 119 Prec. dio me 76 52 .9 .3 .5 32 76 68 .9 .8 .2 .8 El 03° 74° 24. 25. 68. 76. 49. 84. 96. 49. baja banquit Huila 800 46 72.5 48.4 44.9 23 51 2 4 8 1 2 8 8 9 o mon Miraflo 103 03° 74° 57. 94. 139 199 94. 188 217 94. Huila 180 155 84.3 79.8 - res 5 28 46 6 6 .9 .2 9 .2 .9 3

C/ma 04° 74° 71. 88. 127 153 121 85. 152 145 94. taña Pandi 950 55.3 42.6 43.4 rca 12 29 1 5 .9 .1 .1 8 .1 .4 3

110 La C/ma 04° 74° 74. 66. 117 146 166 69. 169 156 82. 675 90.8 50.9 47.9 0m Playa rca 11 30 1 5 .7 .4 .3 1 .4 .5 3

Tota 431 567 543 373. 226. 594 616 320 Prec. 227 275 216 299 l .5 .5 .5 6 2 .5 .6 .8 Pro 56. 68. 107 141 135 74. 148 154 80. Prec. dio 93.4 56.6 54 me 75 75 .9 .9 .9 8 .6 .1 2

122

Región de vida del páramo

Vegetación zonal

Incluye tipos de vegetación muy sencillos en su estructura y en su composición florística, como prados, herbazales y matorrales, hasta bosquecitos y bosques bien desarrollados que son complejos en su arreglo fisonómico y en su constitución florística (Figura 2).

Figura 1. Marcha anual de la precipitacion en la Alta Montaña . Region de Sumapaz

Prados

Vegetación con predominio del estrato rasante o en algunos casos con un estrato herbáceo pobre en cobertura y con uno o dos elementos dominantes. Dentro de esta categoría se pueden incluir los cojines o colchones de plantas que crecen sobre cubetas, lagunas y lagunetas como los tremedales de Plantago rigida, Azorella crenata, Disticha muscoides y Wemeria humilis. Los más importantes dominados por una o dos especies son:

Draba sericea. Vegetación en tapetes, en donde aparecen Draba sericea, Niphogeton ternata, Hypochoeris sessiliflora, Cerastium arvensis y especies de Senecio. Se le encuentra en la vía al cerro Nevado entre 3.600-3.900 m.

Rlyzcocarpus purpuracens y Racomitrium cris pulum. Vegetación que se establece en el límite superior de la zona de condensación en sitios con bastante humedad, en terrenos muy inclinados y rocosos, entre 3.600 y 3.900 m.

Senecio summus. Tapetes densos en donde también se encuentran hepáticas y musgos como Metzgeria gigantea, Plagiochila depenclula, Poro trichum sp., Amphidium y cyathicarpum, Bartramia angusti.folia, Mohrinia ehrenbergiana, Radula sp., Plagiochila cuatrecasas u y Herbertus subdentatus. Se distribuye entre 4.000 y 4.200 m.

123

Senecio niveo-aureus y Erythrophyllopsis andina.

Vegetación dominada por Erythrophyllosis andina y Senecio niveo-aureus; se establece entre 3.950 y 4.350 m. Entre las especies acompañantes figuran: Hypochoeris sessili flora, Luzula cf. racemosa, Lachemilla tanacetifolia, Aongstroemia julacea, Zygodon pichinchensis, Tortula andicola, Bryum argenteum, Leptocaulon albicans y especies de Draba y Cladonia.

Senecio niveo-aureus y Luzttla gigantea. Vegetación que crece en zonas protegidas en donde se favorece de los cambios climáticos bruscos. Es frecuente encontrarla en el límite entre las franjas media del páramo y el superpáramo (4.000-4.100 m). Otras especies importantes sois: Baccharis tricuneata y Orftrophium peruvianum.

Senecio canescens y Calamagrostis effusa. Vegetación con área de distribución restringida. Entre las especies acompañántes se encuentran Arcytophyllum muticum, Carex pichinchensis, Hypericum prostratum, Pleurozium schreberii y Bremutelha sp.

Valeriana plantaginea y Racomitrium cris pulum. Comunidad rosetófila (4.000-4.100 m) con briofitos que crecen sobre las rocas. Valeriana plantaginea forma largas rosetas de color verde oscuro; otras especies asociadas son Racomitrium crispulum, Erigeron chionophilus, Polystichiurtr sp., Alstenstenia paludosa y Montia meridensis; son muy llamativas las rosetas de Senecio niveoaureus y de Draba rositae subsp. sumapacis.

Matorrales

Vegetación arbustiva con altura menor de 5 m y predominio de elementos leñosos; se establecen desde el páramo bajo hasta el superpáramo. Los matorrales con mayor área de distribución están dominados por especies de Diplostephium (romero de páramo), Pentacalia, Castilleja (bandera de Castilla) e Hypericum (chites). Entre las comunidades más ampliamente distribuidas se encuentran las de Hypericum laricifolium y Penta4zlia vemicosa. Otros matorrales de significancia ecológica son los siguientes:

124

COMUNIDAD DE Espeletia grandiflora y Calamagrotis effusa CUNDINAMARCA; PARAMO DE SUMAPAZ, ALREDEDORES DE LA CUCHILLA DE LA RABONA, 3700 — 4025 m

Pentacalia reissiana. Dominan los arbustos de Pentacalia reissiana, acompañado por Hypericum laricifolium ssp. laricoides, Rumex tolimensis (lengua de vaca), Carex pichinchensis, Valeriana plantaginea, Greigia cf. mulfordii (piñuela) y por los musgos y hepáticas S ymphyo.gyna sinuata, Sphagnum sancto-josephense y especies de Breutelia. Este tipo de matorral, muy frecuente en él Páramo de Sumapaz entre los 3.400 y 3.900 m, representa la escasa vegetación leñosa que aún persiste en la zona, razón por la cual debe promoverse su conservación.

Diplostephium alveolatum. Además de Diplostephium alveolatum, son elementos importantes Diplostephium revolutum,Baccharis tricuneata (sanalotodo) y Castilleja fissifolia. Se encuentra entre 3.400 y 4.020 m.

Pentacalia nitida. Vegetación ampliamente dominada por Pentacalia nitid.a. Entre las especies acompañantes figuran Miconia salicifolia, Fuchsia sp., Acaena clon gata y especies de Geranium, Oxalis y Pemettya prostrata. Se establece entre 4.000-4.100 m.

Arcytophyllum nitidum. Los arbustos de Areytophyllum nitidum están acompañados por Castillejafissifolia (bandera de castilla), Altensteinia fimbriata, Baccharis tricuneata (sanalotodo), Hieracium avilae y especies de Lourteigia y de Espeletia. Se establece entre 3.750 y 3.900 m.

ArcytophyUum caracasanii y Cortaderia sericantha.

125

Matorral bajo con un estrato arbustivo dominado por Arc ytophyllum caracasanii; se distribuye entre 3.400- 3.650 m.

Hypericum laricifolium. Matorral con 3 estratos. La especie dominante, Hypericum Laricifolium ssp. laricoides, está acompañada por Thuidium peruvianum, Hypnum amabile, Peltigeria dolichorhiza, Peltigeria pulverulenta, Orthrosanthus chimboracesnsis, Geranium sibbaldioides y Pernettya prostrata. Es un tipo de vegetación de amplia distribución en la zona.

Hypericum juniperinum. Matorral bajo (3.700 m) dominado por Hypericum juniperinum. Entre las especies asociadas figuran Rumex acetosella, Espeletia grandifloro (frailejón) y Arcytophyllum muticum.

Diplostephium juajibioyi. Matorral bajo (3.500 m) en donde además de Diplostephium juajibioyi, son especies comunes Centropogon ferrugine.us, Gynoxys pendula, Acnis tus quitoensis, Miconia andina, Miconia mesmeana var. jabonensis, Miconia salicifolia, Polystichum sp., Ribes andicola, Solanum bogotense, Echeveria bicolor y Herbertus subdentatus.

Valeriana arborea y Gynoxys hirsutissima. Matorrales altos, en sitios rocosos y abrigados (3.500-3.700 m), en donde el ecoclima es más favorable. Se presenta un estrato arbustivo en el cual dominan Valeriana arborea y Gynoxys hirsutissima, acompañados por Hypericum laricifolium, Diplostephium alveolatum, Miconia salicifolia y Hes peromeles heterophylla. En el estrato herbáceo, las especies características son: Myrrhidendron glauscesceris, Castilleja fissifolia y Cestrum melanochloranthum. Sobre el suelo se establecen Sizigiella anomala y especies de Plagiochila.

Baccharis revoluta y Cortaderia cf. nitida . Matorral paramuno (3.600-3.650 m) con especies que alcanzan hasta 3 m. Se distinguen tres estratos: uno arbustivo, cuyas especies características y dominantes son Baccharis revoluta, Pentacalia vernicosa, Baccharis tricuneata, Hypericum thuyoides y Pentacalia vaccinioides; uno herbáceo donde los elementos característicos son Cortaderia cf. nitida, Sisyrinchium cf. jamesonii, Orthrosanthus chimboracensis, Festuca dolichophylla y Val e ri a na pldntaginea y un estrato rasante dominado por Are ytophyllum muticum, Geranium sibbakliodes y Lachemilla hispidula.

Chuscales

Vegetación dominada homogéneamente por el bambú paramuno (Chusquea tessellata) , crece en sitios húmedos hasta pantanosos. Entre los de mayor área de distribución figuran los dominados por:

Chus quea tesseflata y Sphagnum magellanicum. Chuscal con un tapete homogéneo de musgos en donde domina Sphagnum magellanicum. También son especies

126 importantes Sphagnum sancto-josephense y Breutelia karsteniana. Crece en los alrededores de. lagunas, lagunetas y charcas (3.700-4.000 m).

Chus quea tessellata, Espeletia grandiflora y Calatnagrotis effusa. Chuscal-frailejonal (3.700-4.025 se asocia con el pastizal de Calamagrostis effusa de tal manera que constituye una mezcla de varias asociaciones. Además de las espedes dominantes también son importantes Pernettya prostrata, Rhynchospora macrochaeta, Bartsia orthocarpiflora y especies del estrato rasante como Geranum sibbaldiiciides, Sphagnum magellanicum y Campylopus se. Se establece en terrenos planos, encharcados y en laderas inclinadas con suelos secos.

Bosques achaparrados

Son un tipo de vegetación con un estrato de arbolitos de 8-10 m de altura, en donde casi siempre dominan una o dos especies. Ejemplo típico lo constituyen, los bosques de Polylepis (palo colorado o coloradito), los de Escallonia myrtilloides (tibar) y de Hes peromeles heterophylla (mortiño). En algunos casos sus áreas de distribución se han fragmentado debido a la acción de los glaciares. Los más importantes se encuentran dominados por:

EscaUonia myrtilloides. Vegetación que crece sobre las bases de la morrepas que están permanentemente saturadas de agua. En el estrato arborescente acompañan a la variedad dominante, Cestxum parvifolium y especies de Gynoxys y de Diplostephium.

Vegetación azonal

Se establece en charcas, lagunas, lagunetas y en áreas pantanosas; depende de un suministro extra de agua para su perpetuación. Se diferencian varias categorías (Cleef, 1981):

Prados

Los más importantes se encuentran dominados por:

Campylopus cavifolius (musgo). También son frecuentes otros elementos de amplia distribución en la vegetación del páramo como Pernettya prostrata var. purpurea, Riccardia sp., Ariastrophyllum leucocephalum y Lepidozia macrocolea. Se distribuyen entre 3.400 y 3.650 m.

127

Equisetum bogotense. En ocasiones la especie dominante forma tapetes densos. Otras especies acompañantes son Rhynchospora macrochaeta y Eleocharis acicularis. Se encuentra a 3.450 m.

Lupinus alopecuroides y Mimulus glabratum. En el estrato herbáceo domina Lupinus alo pecuroides (frijoliulo), acompañado por Mimulus glabratus y Calceolaria mexicana. Sobre el suelo se encuentran Anomobryum plicatum, Senecio niveoaureus, Calamagrostis ligulata y Ranunculus flagelliformis. Se establece entre 3.500-4.000 m, en hondonadas pantanosas.

Breutelia lorentzii (musgo). Cubre áreas húmedas y con buena cantidad de agua en el sustrato, entre 3.700 y 4.000 m. Las especies dominantes son Breutelia lorentzii yRhacocarpus purpurascens y están acompañadas de Ourisia muscosa y Brachiolejeunea securifolia.

Depranocladus revolvens. Cubre a manera de tapiz zonas pantanosas a 3.700 m, en las cuales además del musgo dominante aparecen Werneria pygmaea y Oritrophium limnophilum ssp. mutisianum.

Vegetación de pantano

Entre las comunidades con mayor área de distribución y mas representativas por sus aspectos de estructura y de composición florística, figuran:

Matorrales

Ageratina tinifolia. En esta vegetación, además de la especie dominante Ageratina tinifolia, aparecen como asociadas Baccharis prunifolia, Escallonia myrtilloides, Hypericum lycopodioides, Hypericum lariicifolium, Gynoxys sp., Ribes andicola, Vallea stipularis, Oreopanax sp., Miconia salicifolia, Bucquetia glutinosa y especies de Pentacalia, Miconia, Geranium y Cestrum. Se establece en los bordes de corrientes de agua, en cercanías de los bosques alto-andinos, en áreas clareadas. Aparentemente alcanza mayor desarrollo cuando hay áreás desprovistas de vegetación natural. Se distribuye entre 3.300 y 3.450 m.

Diplostephium revolutum. Se conforma un estrato arbustivo en donde dominan las copas redondeadas de Diplostephium revolutum, acompañado por Puya goudotiana, Chus quea tessellata, Aragoa abietina. Se distribuye en sitios planos, muy pantanosos entre 3.400 y 3.700 m.

128

Cortaderales

Vegetación dominada por especies de Carex (cortadera) y otras formas graminoides. Se extienden ampliamente por las orillas de las lagunas, lagunetas, en zonas esporádica y permanentemente inundables. Las más comune tienen como dominantes a:

Carex jamesonii, Carex pichinchensis y Carex acutata Entre las especies acompañantes figuran Lachemilli ma;;doniana, Calamagrostis effusa (paja de páramo) Pernettyaprostrata var. pupurea (reventadera), Blechnun loxense, Valeriana plantaginea, Symphyogyna sinuata Lachemilla mandoniana (guarda rocío), Ranunculw flagelliformis , Nertera granadensis, Senecio subruncinnatw y Polytrichum commune. Otras especies acompañantes son Sphagnum magellanicum, Are ytophyllum muticum Hypericum y Paspalum bonplandianum.

Pastizales

Los más importantes se encuentran dominados por:

Calamagrostis ligulata. Pastizal bajo dominado por especies de gramíneas que alcanzan hasta 50 cm de altura. Son especies características importantes: Calarnagrostis ligulata, Cerastium imbricatum, Montia meridensis, Draba sericea, Geranium confertum y Lupinus cf. verjonensis. Se establece entre 3.400 y 3.900 m.

Cal amagrostis ligulata con los musgos Drepanocladus aduncus y Calliergonella cuspidata . Entre las especies acompañantes se encuentran Scorpidium scorpioides, Campylopus sp., Elatine cf. chilensis y Cardamine bonaerensis. Se establece en lagunetas y depresiones con espejo de agua a 3.480 m.

Calamagrostis ligulata y Montia fontana. Pastizal en el cual figuran como, especies asociadas Montia fontana y Epilobium meridense. Se establece en depresiones húmedas del Nevado de Sumapaz hasta 3.900 m. Está claramente asociada con el sustrato fangoso.

Calamagrostis ligulata con el musgo Sphagnum sanctojosephense. En un estrato herbáceo dominan Calamagrostis ligulata y especies de Carex. Las especies dominantes del estrato rasante son Sphagnum sancto-josephense, Sphagnum magellanicum y Pleurozium schreberi. Se encuentra bien desarrollada en la Laguna Primavera 3.530 m, en el Páramo de Sumapaz.

Calamagrostis ligulata y el musgo Breutelia allionii. Como especies asociadas aparecen Carex bonplandii y especies de Campylopus y Geranium. Sustituye a la comunidad anterior en la medida en que aumenta la elevación, entre 4.100-4.200 m.

Vegetación de turbera

129

En lagunetas, lagunas y depresiones se establecen plantas que crecen en forma de cojines o tapetes. Con el material de arrastre que llega por las aguas se va produciendo la colmatación de las cavidades y se producen colonizaciones vegetales que se caracterizan por el dominio de una o dos especies. Cuando la turbera se ha extendido y el sustrato se ha consolidado invaden otras plantas como gramíneas que van a iniciar el proceso de terrización del ambiente. Sobresalen las comunidades dominadas por:

Plantago rigida y Sphagnum cf. magellanicum. Cojines de amplia distribución en la región (3.500-3.700 m); se establecen en hondonadas y cubetas terrizadas, muy húmedas. Entre las especies acompañantes se encuentran Werneria humilis, Eryngium humile, Diplostephium revolutum, Carex pichinchensis y Colobanthus quitense.

Muhlembergia fatigiata y Plantago rigida. En un estrato herbáceo alto ocasionalmente se encuentran las cañas del bambú paramuno Chus quea tessellata y arbustos de Pentacalia vaccionioides. En el estrato bajo son dominantes Carex pichinchensis, Valeriana longifolia, Calamagrostis interrnedia, Calamagrostis effusay Festuca dolichophylla. Son bastante comunes entre 3.500 y 3.900 m.

Werneria humilis. Entre las especies asociadas figuran Gentiana sedifolia, Carex tris ticha, Diplostephium revolutum, Breutellia karsteniana, Sphagnum magellanicum y Pernettya prostrata.

Azorella multif ida. Cojines dominados por Azore ha multifida a la cual se asocian los musgos Breutehia chrysea y Bryum ehlipsifolium. Se establecen valles estrechos entre 4.050 y 4.200 m.

Esfangales

Vegetación de charcas, lagunetas, con bajo contenido de nutrientes en el sustrato. Los principales se encuentran dominados por:

Sphagnum cyclophyllum. Vegetación de charcas y corrientes de agua entre 3.800-3.900 m. Sphagnum cyclophyllum es la especie dominante; en ocasiones aparece como especie acompañante Isoetes novogranatensis.

Vegetación acuática

Plantas que arraigan en el fondo de lagos, lagunetas y charcas. En ocasiones sus órganos vegetativos salen a la superficie, mientras en otras están sumergidos (Cleef, 1981; Rangel & Aguirre, 1983). Se encuentran comunidades dominadas por:

Potamogeton berteroanus y Scorpidium scorpioides. En lagunetas y pequeños riachuelos, como en la laguna La Guitarra a 3.425 m, en el Páramo de Sumapaz. Las especies

130 dominantes son Potamogeton berteroanus, Isoetes glaciahis, Eleocharis acicularis, Myriophyllum elatinoides y Scorpidium scorpioides. Otras especies acompañantes son Lilaeo psis schaffneriana y Nitehla flexilis.

Especies del helecho acuático Isoetes. La zona paramuna de Sumapaz es quizás una de las más ricas en variedad y diversidad de especies de Isoetes, las cuales en su mayoría dominan en una localidad determinada, originando asimismo comunidades con características ecológicas muy particulares.

Entre las comunidades propias de riachuelos y quebraditas, entre 3.500 y 4.100 m, las de mayor extensión están dominadas por: Isoetes karstenii, Isoetes sociae , Isoetes cleefii e Isoetes glociahis. Casi siempre están açompañados por especies de briofitos como Ditrichum submersum, Isotachis serrulata, Blindia magellanica, Cryptochila grandiflora, Calypogeia andicola y plantas vasculares como Elatine cf. chilensis y Calhitriche cf. nubigeria.

Limosella australis. Vegetación típica que se establece en la laguna de La Primavera, cerca del Páramo de Sumapaz a 3.700 m, en donde dominan Limosella austrahis yMyriophyhlum elatinoides; como especies acompañantes figuran: Hydrocotyle ranurtculoides, Elatine chilensis y Eleocharis acicularis.

Hydrocotyle ranunculoides y Myriophyllum (quitensis) elatinoides. Vegetación anfibia. Aunque preferentemente arraiga en lagunas, puede resistir en ambientes pantanosos como en la laguna La Primavera a 3.550 m. Las dos especies dominantes forman una capa espesa. En la superficie aparecen como especies flotantes Azohla fihicoides y Wolffia sp.

Dendrocryphaea iatifoiia y Platyhypnidium riparioicles. La especie dominante y exclusiva es Platyhypnidium riparioides y puede estar acompañada deDendrocryphaea latifohia, Grimmia apicola var. rivularis y especies de Riccardia y de Racomitrium.

Nite lila ciavata y Nitella fiexilis. Vegetación completamente sumergida en donde las especies características están acompañadas por Egeria canadensis, Potamogeton ihhinoiensis y Myriophyhlum elatinoides. Esporádicamente se censaron algas como Dichotomosiphon cf. tuberosum y Calo thrix sp. Se encuentra en la laguna La Guitarra en la región de Sumapaz a 3.600 m.

Región de vida andina (2.950-3.500 m)

Vegetación de las selvas y bosques

131

Selva de Weinmannia microphyila, Clusia cf. multiflora y Neurolepis cf. aperta. Se presenta un estrato arbóreo, con elementos hasta de 25 m de altura en el cual dominan Weinmannia microphylla, Ciusia multiflora y especies de Miconia y de Freziera. En el estrato bajo es muy particular el vigor de Neurolepis aperta que forma agrupaciones densas. Se establece entre 2.900-3.100 m en el camino entre «El Buque y San Martín» (Llanos Orientales).

Bosque de Weinmannia rollotii, Weinmannia microphylia y Neurolepis aperta.Vegetación que sustituye en el gradiente altitudinal (3.100-3.300 m) a la selva de Weinmannia microphylla. La característica más singular es la abundancia dominancia de Wéinmannia rohlotii, cuyas hojas con coloración rojiza por el envés, confieren rasgos fisionómicos muy particulares a la fitocenosis.

Bosque ralo de Myrsine dependens, Buddieiia lindenii y Miconia ferruginea. Con elementos de 8-10 m de altura y dominio de Myrsine dependens. Se establece entre 3.300- 3.400 m en sitios con un contenido bajo de agua en el sustrato.

Bosque de Miconia cf. salicifolia, Oreopanax nitidum y Dipiosthephium tenuifolium. Vegetación arborescente que bordea el límite altitudinal superior en las cercanías del páramo entre 3.400 y 3.600 m (3.550 m). Además de las especies dominantes, son de importancia Gaultheria floribunda. e Ilex cf. kunthiana.

Bosque bajo de Miconia cleefii y Baccharis macrantha. Vegetación con aspecto fisionómico singular por el colorido de los tallos y flores de Miconia cleefli. Entre las especies asociadas figuran Castillejaflssiofolia, Gaubtheria floribunda y Baccharis tricuneata. Es el último tipo de vegetación con dominancia de formas leñosas en el gradiente altitudinal, ya que a continuación se presenta el pajonal de páramo.

Bosque de Clusia multiflora, Ternstroemia cf. meridionalis y Schefflera sp. En el estrato arbóreo, donde también es importante Ciusia aff. Minor, se presentan elementos de 20 m de altura. En el estrato subarbóreo son dominantes Ilex sp., Hedyosmum bonphandianum, Miconia sp. y Ardisia cf. foetida. En los estratos bajos són muy frecuentes los individuos de Neurolepis aperta, Macleania rupestris y especies de Pilea y Elaphoglosum (entre 2.900-3.100 m). Los sitios en donde arraiga esta vegetación son casi planos, el suelo no es muy profundo, tiene una capa de humus de 20 cm de espesor promedio. En algunos casos hay afloramientos rocosos. Sobre el suelo se dispone una capa de hojarasca más o menos homogénea .en su distribución.

Bosque de Ciethra cf. fagi folia y Ciusia minor. Como especies acompañantes aparecen Ocotea cahíophylla y Weinmannia balbisiana. En el estrato de arbolitos dominan Terns troemia meridionaiis, Brune hija comochadifohia y Drimys granadensis. En los estratos bajos dominan Neurolepis aperta y especies

132 deCybianthus y Miconia. La comunidad se establece entre 3.100-3.300 m; los sitios son inclinados y el suelo es profundo.

Bosque de Ternstroemia cf. meridionalis y especies de Ciusia y de Schefflera.Vegetación con elementos que alcanzan 20-2.2 m de altura. En el estrato arbóreo inferior aparecen Weinmannia cf. microphyila y especies de Ibex y Ardisia. En los estratos bajos domina ampliamente Neuroiçbis aristata que forma tapetes homogéneos; como especie asociada figura Epiclendrum sp. Los sitios en que se establece en algunos casos tienen bastantes rocas; el suelo es superficial (80 cm de espesor), la capa de hojarasca es de 5 cm de espesor.

Figura 2: Marcha anual de la precipitación en la media Montaña (1.100-2.900M) Region Sumapaz

La vegetación de la media montaña

En esta franja, el monto promedio anual de las lluvias es 2.313,56 mm, con variación entre 854 y 5.449 mm (Tabla 1). El valor promedio mensual es de 192,8 (71,2-454,2 mm). El régimen de distribución de las lluvias es unimodal-biestacional, con 8 meses húmedos. El período de mayor Çoncentración de lluvias comprende desde abril hasta noviembre y el mes más lluvioso es julio con 304,76 mm. El período de lluvias escasas comprende diciembre hasta marzo; el valor mínimo se presenta en enero, con 66,76 mm (Figura 3). La temperatura media fluctúa entre 11,5 y 1 7 ° C y la temperatura máxima entre 18 y 24 0C.

Los tipos de vegetación que se encuentran en esta franja son los siguientes:

Selva de Weinmannia cf. glabra, Weinmannia cf. fagaroides, Myrsine ferruginea y Ciusia minor. En los estratos altos con elementos hasta de 20 m de altura, las especies dominantes son Weinmannia glabra. Ternstroemia meridionaiis, Brune bija comocbadifolia, Nectandra aff. reticubata y especies de Sympiocos y Hieronyma. El sotobosque, muy tupido, está dominado por especies de Hedyosmum (silba-silba, granizo), de Pa icourea y por Ruagea glabra. Los estratos bajos están representados por especies de Chiamaedorea, Cybianthus, Asplunclia, Schefflera, Chidemia y Miconia. La capa de hierbas es de apreciable cubrimiento, las especies dominantes pertenecen a los

133 géneros Greigia (Bromeliaceae), Trichomanes (Polypodiaceae) y Chaniaedorea (Palmae). Entre los trepadores aparecen varios helechos como Eriosorus flexuosus y Ehaphoghossum sp. La vegetación sé establece entre 2.100-2.300 m, en el filo que de la colonia penal de Acacías sube hasta las cercanías del Buque, en el sector de Sumapaz.

En los sitios estudiados la pendiente varía desde nula o casi plana hasta pronunciada. Los troncos están muy epifitados por especies de musgos y de hepáticas. Sobre el suelo abundan los musgos, indicativos de la elevada humedadambiental; la hojarasca es abundante, cubre cerca del 60% del suelo. Las copas de los árboles con frecuencia se caen; los troncos en descomposición son usuales; son muy comunes las raíces sostenedoras en el arbolado.

Bosque ralo de Weinmannia fagaroides, Ternstroemia meridionalis, Cybianthus sp. y Drimys granadensis.

Constituye la vegetación de la cima en el filo que de la colonia penal de Acacías conduce hacia la región de Sumapaz. Es un claro ejemplo del efecto de filo sobre el porte de la vegetación, estos bosques suelen ser más propios de sitios más altos, cerca de 3.100 m, pero por alcanzarse el punto mayor a este nivel en el filo montañoso, se produce el corrimiento de los límites corológicos. No hay un estrato arbóreo definido; los elementos más altos alcanzan 7 ni de altura y conforman un estrato de arbolitos raquíticos, con copas discontinuas. Entre las especies dominantes figuran Drimys granadesis Gaidaendron punctatum, Cybianthus sp., Weinmannia roibotji, Weinmannia microphylla y variedades de Freziera, Miconia (Melastomataceae), Clusia (Clusiaeeae) y Hedyosmum (Chloranthaceae). En los estratos bajos,.las especies con mayores valores de abundancia-dominancia son Cuhcita connifoiia, Gauitheria fohiobosa e individuos de Sympbocos y de Chamaedorea. Entre la epífitas aparecen Sphyrospertum cordifohium, Eriosorus flexuosus, especies de Schefflera y de Aspbundia. Las epífitas vistosas están representadas por Ebheanthus purpureus y especies de Grammitis (helecho, Polypodiaceae). La vegetación se establece entre 2.400 y 2.450 m; aunque no se diferenció un suelo verdadero en sentido estricto, sobre éste se dispone una capa espesa de briofitos terrestres; los arbolitos crecen bastante separados unos de otro.

Selva de Weinmannia microphylla y especies de Aichornea (Euphorbiaceae) y de Matisia (Bombabaceae). Vegetación con elementos de 35-40 m de altura y copas de 40- 50 m 2 que conforman. una bóveda arbórea continua; además de las especies dominantes, en el arbolado también aparecen ejemplares de Sapotaceae, Nectandra(Lauraceae), Guarea (Meliaceae) y Cinchona (Rubiaceae). En el

134 sotobosque bien desarrollado y vigoroso dominan las palmas, acompañadas por Miconia ferruginea, Garcinia (Rheedia) madruño, Trichiiia sp., Psychotria fuliginosa y especies deClusia, Cybianthus, Siparuna, Guarea y Eugenia. En los estratos bajos aparecen Psychotria poeppigiana, Aegiphila sp., Piper grande y especies de Ardisia, Chamaedorea y Sympbocos. Entre las trepadoras aparecen Elaphoghossum eximium, Gurania sp. y especies de Peperomia, Passiflora y Asplundia. Los sitios sobre los cuales se establece esta vegetación son ligeramente inclinados como en el camino entre la colonia penal de Acacías y la Argentina (1.700-2.000 m); el suelo es muy pobre en materia orgánica; las raíces no profundizan más de 60 cm; en ocasiones son frecuentes los. guijarros. La hojarasca cubre casi la totalidad del sitio.

Selva de Biliia columbiana y especies de Pouteria ((Sapotaceae), de Eschweilera(Lecythidaceae) y de Aichornea (Euphorbiaceae). Vegetación con un estrato arbóreo muy vigoroso, cubre más del 75% de la superficie; además de las especies dominantes también aparecen representantes de Cupania (Sapindaceae), Sapium(Euphorbiaceae), Myrtaceae, Matisia (Bombacaceae) y Guarea (Meliaceae). En el sotobosque, crecen de manera muy densa individuos de Graffenrieda(Melastomataceae), Urera (Urticaceaae), Cornus peruvicna, Remigia (Rubiaceae), Cinchona, Trema micrantha e Inga (Mirnosaceae). En los estratos. bajos predominan especies de Cephaehis (Rubiacae), Reneaimia (Zingiberaceaea), Begonia, Chamaedorea y Piper (Piperaceae). Las enredaderas más frecuentes son especies deGurania, Anthurium (Araceae), Monstera (Araceae) y Polypodium (Polypodiaceae). Los árboles están poco epifitados, los.sitios (1.000-1.500 m) sobre los cuales arraiga la vegetación son muy inclinados, hay bastantes guijarros, la hojarasca cubre cerca del 90%.

La vegetación de baja montaña

En esta franja, el monto anual de la precipitación es 1.172,8 mm con variación entre 687 y 1.585 mm (Tabla 1). El promedio mensual multianual es 97,7 mm,con valores que van desde 57,3 hasta 132,1 mm. El régimen de distribución de las lluvias es bimodal- tetraestacional, con predominio de meses secos (7). La época de mayor concentración de las lluvias comprende desde marzo hasta mayo; la segunda época corresponde a octubre y noviembre. La época de menor concentración de lluvias va desde junio hasta septiembre, con el menor valor (54 mm) en el mes de agosto (Figura 4). La temperatura media es 22 0C y la máxima promedio fluctúa entre 32-330C.

Los tipos de vegetación que se encuentran en esta franja son los siguientes:

135

Selva con especies de Brosimum, Inga y Zanthoxylon (Rutaceae).Corresponde a una vegetación alta, con elementos de 35 m de altura, en la zona de transición entre las regiones de vida subandina y tropical. Además de las especies dominantes también son importantes las especies de Ficus, Cecropia, Porouma (Cecropiacéae), Cedrela y Qcotea (laurel arenillo). En el sotobosque muy desarrollado dominan las palmeras: especies de Socratea, Chamaedorea y Bactris, junto con Saurauiaflocosa, Ruagea glabra, Stromanthe tonckat y especies de Micunia. En los estratos bajos las especies más comunes pertenecen a los géneros Heliconia y Dicfenbachia. También son característicos de esta selva Campehia zanonia, Anthurium formosum y Asplenium escragnollei. Entre las epífitas aparecen Peperomia sp. y Poiypodium fusco punctatum. La comunidad se establece entre 900 y 1.050 m. en el sector de San Cristóbal, en los alrededores de la colonia penal de Acacías (Meta).

Bosque de Cassia cf. moschata y especies de Miconia. Se caracterizan por el dominio absoluto de especies de Legúminosae; come asociadas aparecen Cecropiasp. y Dydimopartax morototonii. En el sotobosque las especies más frecuentes pertenecen a los géneros Inga, Vismia, Cecropia y Miconia minutiflora. Los estratos bajos son florísticamente pobres, muy ralos. Los sitios son planos, se notan evidencias de entresaque.

Bosque con especies de Leguminosae. El dosel es continuo, los troncos son erectos, están epifitados por líquenes, predominan las especies de Leguminosas, Cecropia y Guarea. En el sotobosque son frecuentes dos especies de palmeras y varias de Rubiaceae. Esta vegetación se encuentra representada en los alrededores de Acacías (Meta).

Figura 3. Marcha anual de la precipitación media en la baja montaña (menos de 1.100 m). Region de Sumapaz

Análisis de la riqueza y de la diversidad vegetal

En el sector analizado desde la parte baja hasta la alta montaña se obtuvieron registros de 1.141 especies vegetales, 479 géneros y 180 familias (Rangel et al., 1995).

136

Las familias con mayor número de especies son: Asteraceae, Polypodiaceae y Orchidaceae (Tabla 2). Entre las familias con mayor número de géneros se encuentran: Asteraceae, Orchidaceae y Poaceae (Tabla 3).

Los géneros más ricos en especies son Senecio (Compositae), Ciadonia (Liquen) yBaccharis(Compositae) (Tabla 4).

Tabla 2. Familias con mayor número de especies en el gradiente de montaña de la región de Sumapaz.

FAMILIA No. Especies

Asteraceae 157 Polypodiaceae 49 Orchidaceae 48 Poaceae 48 Rubiaceae 33 Rosaceae 28 Melastomataceae 26 Solanaceae 25 Scrophulariaceae 24 Ericaceae 24

Tabla 3. Familias con mayor número de géneros en el gradiente de montaña de la región de Sumapaz.

No. Géneros FAMILIA

Asteraceae 50 Orchidaceae 22 Poaceae 20 Rubiaceae 19 Ericaceae 11 Polypodiaceae 11 Solanaceae 10 Apiaceae 9 Rosaceae 8 Melastomataceae 8

Tabla 4., Géneros con mayor número de especies en el gradiente de montaña de la región de Sumapaz.

137

GÉNERO No. Especies

Senecio-Pentacalia 27 Cladonia 17 Baccharis 15 Miconia 15 Campylopus 12 Epidendrum 12 Peperomia 12 Espeleda 8 Agrosus 8 Breutelia 7

PARQUE NACIONAL NATURAL SIERRA DE LA MACARENA

Se localiza éntre 2°15´ - 3°3´ latitud norte y 73°50´ -74°12´ longitud oeste. Cubre un área de 630.000 hectáreas, con altitudes desde los 200 hasta 2.800 m. Mide 130 km de norte a sur y 35 km de oriente a occidente. Está ubicado en el extremo suroccidental del departamento del Meta y comprende áreas de los municipios de La Macarena, Mesetas, Vista Hermosa, San Juan de Arama (del cual dista unos 100 km) y Puerto Rico. Su límite septentrional es el río Cafre y las cabeceras del caño Cabra. Al sur limita con el río Guayabero y al occidente con el río Duda. La Macarena se sitúa sobre un basamento precámbrico del Escudo Guayanés. En el extremo noreste de la Sierra, se encuentran rocas sedimentarias fosilíferas del Cámbrico y del Ordovícico, cubiertas por areniscas gruesas sin fósiles, que se consideran pertenecientes al Devónico. En el valle longitudinal de la porción sur de la Sierra, encima de areniscas rojas y semitubulares, aparece la formación Guayabero (del Paleoceno), con areniscas arcillosas, lutitas grises y verdes y areniscas rojas de origen marino. La mayor parte dé la planicie ondulada que ciréunda la Sierra está formada por rocas sedimentarias que datan del Oligoceno al Plioceno, de origen fluvial o lagunar marino y constan de conglomerados, areniscas y arcillolitas (INDERENA, 1990).

Los suelos son moderadamente evolucionados, usualmente pobres en nutrientes y poco profundos (Orthents). En la planicie ondulada, al sur del caño Sardinata, los suelos son ácidos, muy evolucionados y a los tipos Haplorthox y Dystropepts. En la planicie ondulada al norte del mismo caño, que flanquea la Sierra por el nordeste, los suelos se desarrollan sobre terrazas antiguas, bien drenadas, pero pobres en nutrientes; se presentan los tipos Haplorthox, Dystropepts y Ultisoles. En la vega del río Guayabero, desde las inmediaciones de la confluencia del caño Lozada hacia el oriente y en los lechos de inundación de los caños Yarumales, Correntoso, Cabra y La Ceiba, los suelos son poco evolucionados. En las partes altas; los suelos son escasa o

138 moderadamente evolucionados, usualmente pobres en nutrientes y poco profundos (INDERENA, 1986).

El patrón de distribución de la precipitación es unimodal-bioestacional con un período de lluvias de seis meses desde abril hasta septiembre. El promedio mensual es de 216,4 mm. El mes más húmedo es junio, con 324 mm. La época menos lluviosa está comprendida entre octubre y marzo y el mes con el valor más bajo es enero, con 38,8 mm. La temperatura máxima promedio en la estación La Macarena (350 m) es 33,40 C; el valor extremo se registra en marzo con 350 C y el valor mínimo de 31,90 C en junio-julio. La temperatura media es de 25,5 0C. La temperatura mínima muestra un valor promedio anual de 18,60 C. Diciembre es el mes con el valor mínimo y en noviembre, con 19,4 °C, el valor máximo.

La media anual de evaporación es 111,2 mm y la época de mayor evapotranspiración va desde octubre hasta marzo; febrero es el mes con el máximo valor, 139,4 mm. La fase con mayor intensidad del fenómeno se inicia en abril y culmina en septiembre con el valor más bajo en junio con 84,2 mm. El período con los mayores valores de evapotranspiración se inicia en septiembre y va hasta finales de marzo, meses secos que coinciden con la época de los menores valores de humedad relativa y los mayores valores de temperatura máxima y temperatura media. El valor mayor mensual de evapotranspiración potencial es 136,5 mm en enero y el total anual es 1.444,6 mm.

El análisis de Thornthwaite registra un índice de humedad de 68,63 y un índice de aridez de 5,60; el factor de humedad es 65,27.El tipo de clima es B3 rA'a', caracterizado por ser húmedo, sin déficit de agua, megatermal y baja concentración de calor en el período de verano térmico (Rangel et al., 1995).

Vegetación

De acuerdo con Rivas & Sánchez (1990), al nororiente de la Sierra, entre 450 y 500 m, se presenta un bosque multiestratificado con elementos superiores a los 25 m de altura, en donde las palmas y las lianas son abundantes al igual que las epífitas y hemiepífitos. En el estrato arbóreo se encuentran Biblia cohumbiana (cariseco), Brosimum uti l e, Cariniana pyriformes y especies de Eschweilera y Mabea. En los rastrojos secundarios predominan Pteridium aquiinum y Heliocarpus cf.popayanensis. Muñoz et al (en prensa), para el sector de La Cutía diferenciaron tres tipos de hábitat con su respectiva vegetación así:

Sabana

139

Compuesta principalmente de gramíneas con una altura hasta de 60 cm, entre las cuales dominan Axono pus pulcher, Trachypogoh plumosus y Andropogon leucostachyus. Se encuentran también algunas especies arbustivas de los géneros Hyptis (Labiatae) y Miconia (Melastomataceae) En la sabana se encuentran parches de vegetación arborescente con un dosel de 10 a 15 m de alto, en donde las especies más frecuentes son Didymopanax (Schefflera) morototonii (mano de oso),Erythroxyium macrophyhlum (coca), Jacaranda caucana (guayacán), Pera arborea, Raimondia cherimoiioides, Vismia niacrophyiia (punta de lanza) y Xybopia aroniatica (tinto).

Bosque de galería

Vegetación con más de 20 m de altura y cinco estratos. En el herbáceo, las especies dominantes pertenecen a los géneros Ruellia (Acanthaceae), Pera (Euphor- biaceae),Stylosanthes (Fabaceae), Sinningia (Gesneriaceae), Heliconia (Heliconiaceae ), Hyptis(Labiatae) y Lantana (Verbenaceae). En el estrato arbustivo predominan especies de Clusia (Clusiaceae), Hirtella (Chrysobalanaceae), Davilla (Dilleniaceae), Siparuna (Monimiaceae), Piper (Piperaceae), Polygala (Polygalaceae) y de Miconia(Melastomataceae). En el estrato subarbóreo, son frecuentes las especies de Inga(Mimosaceae) y Cassia (Caesalpinaceae). En el estrato arbóreo tanto inferior como superior, se establecen especies de Fusaea (Annónaceae), Nectandra (Lauraceae), Machaerium (Fabaceae), Cecropia (Cecropiaceae) e Inga (Mimosaéeae). La topografía del terreno varía entre ondulada y plana. Se observó una fuerte actividad antrópica, representada en tala y quemas.

Bosque secundario

Vegetación también con cinco estratos. En el herbáceo, las especies más frecuentes pertenecen a los géneros Senna (Caesalpinaceae), Mimosa (Mimosaceae), Mikania(Compositae), Miconia (Melastomataceae) y Davilla (Dilleniaceae). En el estrato arbustivo se encuentran representantes de las familias Myrsinaceae, Myrtaceae, Sapotaceae, Rubiaceae, Melastomataceae e Hypericaceae. En el estrato subarbóreo, se encuentran especies de los géneros lnga (Caesalpinaceae), Miconia(Melastomataçeae), Bunchosia (Malpighiacea e) y Cassia (Caesalpinaceae) y en el arbóreo inferior de Bunchosia (Malpighiaceae). Esta zona ha sido alterada por las quemas y la deforestación causada por los colonos de la región.

Hirabuki (1990) se refirió a la vegetación quese establece entre los aluviones que genera el río Duda y las terrazas a 80-100 m de altitud. En las zonas recientemente abandonadas por el río se establecen matorrales dominados por

140

Tessaria integrifoLia(Asteraceae) y Cecropia sp. (Moraceae); en los estratos bajos domina Hymeriachne amplexicaulis (Poaceae). A continuación y en los barrancos dominan las especies de Cecropia y gramíneas; en este tipo de bosque hay un incremento vigoroso de las trepadoras. El tipo de vegetación que sigue se caracteriza por el aumento de la complejidad florística y estructural, aparecen individuos hasta de 30 m, especialmente de Sponclias mombin. En los clareos naturales, se encuentran Phenakospermumgrácrnense (Strelitziaceae) y en los estratos bajos, especies dePariaria y Olyra.

Análisis de la riqueza y de la diversidad vegetal

Para las partes cubiertas en el inventario, los estimativos preliminares cifran en 1.568 las especies de plantas vasculares y en 144 las de criptógamas.

Las familias de angiospermas mejor representadas a nivel específico son: Legurrdnosas, Poaceae y Rubiaceae (Tabla 5). Entre las familias con mayor número de géneros están Leguminosae, Rubiaceae, Poaceae y Asteraceae (Tabla 6). Los géneros más ricos en número de especies son Miconia y Ficus (Tabla 7).

Tabla 5. Familias con mayor número de especies en la Sierra de la Macarena.

FAMILIA No. Especie

Leguminosae 86 Poaceae 72 Rubiaceae 67 Melastomataceae 63 Moraceae 50 Euphorbiaceae 44 Bromeliaceae 37 Palmae 36 Asteraceae 36 Araceae 30

Tabla 6. Familias con mayor número de géneros en la Sierra de la Macarena.

FAMILIA No. Géneros

Leguminosae 39 Rubiaceae 39

141

Poaceae 31 Asteraceae 22 Euphorbiaceae 20 Melastomataceae 20 Moraceae 15 Apocynaceae 15 Palmae 15 Cyperaceae 13

Tabla 7. Géneros con mayor número de especies en la Sierra de la Macarena.

GÉNERO No. Especies

Miconia 28 Ficus 19 Peperomía 17 Piper 15 Paullinia 11

Vegetación de páramo alto. Al fondo un frailejonal (Espeleria spp) Nevado del Cocuy Foto - Andrés Hurtado

142

Selva sobre selva. Arbol cubierto de epifitas y parásitas de gran belleza Foto - Fernando Urbina

Quebrada encañonada en la Sierra de la Macarena. L Planta de Vellozia sobre la Sierra de la a intensa Macarena. Esta planta muy antigua se encuentra humedad sobre los relictos del Macizo de la Guayana propicia el Foto - Fernando Urbina desarrollo de muchas aráceas:. Foto - Fernando

143

Urbina

Al frente un pajonal de sabana. Son gramíneas pirófilas muy resistentes a la sequía, generalmente del género Trachypogon. Al fondo un morichal, formación casi homogénea de la palma moriche (Mauritia)Foto - Diego Garcés

Endemismos

Entre las especies con área de distribución endémica y/o restringida figuran Justicia cystolithosa, Justicia charadrophilla y Justie ia oreopoa (Acanthaceae); Aechmea bromeliifolia (Ptromeliaceae), Asplundiarhodea (Cyclanthaceae); Aniba panurensis(Lauraceae), Eschweilera cabrerana y Gustavia macarenensis (Lecythidaceae), Hiraea idroboana (Malpighiaceae); Cuphea philombria (Lythraceae), Geonoma euspatha y Geonoma interrupta (Palmáe); Alternanthera porrigens var mearsii(Amaranthaceae), Connarus jaramilloi y Connarus perturbatus (Connaraceae),. Mezia incluidens (Malpighiaceae), lnga macarenensis (Mimosaceae), Piper echinovarium (Piperaceae), Sterculia guapayensis (Sterculiaceae) y Vellozia macarenensis (Velloziaceae). Qtros registros importantes los constituyen los hallazgos de Tabebuia uleana (Bignoniaceae), Anomospermum reticulatum(Menispermaceae) y Dimerocostus strobilaceus (Zingiberaceae).

144

Piedemonte y planicie

En esta extensa zona, el gradiente altitudinal varía entre 80 y 500 m. Se pueden considerar tres subregiones naturales: Piede monte con elevaciones hasta 500 metros y en las proximidades de las estribaciones de la Cordillera Qriental; abanicos aluviales (<400 m) sujetos a inundaciones estacionales y Altillanuras no sujetas a inundaciones estaciónales.

Aunque los suelos tienen en general características físicas buenas, el nivel de fertilidad es muy bajo como lo demuestra la pobreza en materia orgánica y en elementos nutritivos para las plantas. La acidez es muy marcada, el contenido de aluminio de cambio es alto. Se presenta carencia casi total de minerales fácilmente intemperizables y ricos en los elementos requeridos por la vegetación (Fundación Universidad Jorge Tadeo Lozano, 1913). Los materiales que forman los suelos del Llano, especialmente los Oxisoles, han llegado a una etapa de su evolución en la cual la mayor parte de los elementos nutritivos está en el ciclo orgánico que se forma entre la vegetación y la materia orgánica del suelo. La parte mineral está constituida por minerales muy difícilmente alterables como el cuarzo, la caolinita, los óxidos y sesquióxidos (Fundación Universidad Jorge Tadeo Lozano, 1973).

Los valores máximos de la temperatura se encuentran en el primer trimestre del año; la diferencia entre los extremos es 4-5 0C. La temperatura máxima promedio es de 33,6 0C. Se presenta una isotermia anual con un valor promedio de 25,9 0C. La temperatura mínima promedio es de 19 0C. En general hay un período de baja humedad relativa en el último y primer trimestre del año y un periodo de alta humedad entre abril-agosto con un máximo en junio y julio. El valor medio es de 80,4%, con una distribución homogénea alrededor de esta media (Rangel & Aguilar, 1995). Hay un período de concentración de brillo solar entre el último y primer trimestre del año, que alcanza su mayor valor en diciembre, enero y febrero. El período de disminución del fenómeno va desde febrero-marzo, hasta septiembre-octubre, con el valor mínimo en junio; el valor promedio es de 149,9 h.m. La evaporación es mayor en enero y febrero y disminuye hasta mayo y junio cuando se presentan los valores mínimos. La evaporación promedio es 108,25 mm. El régimen de distribución de las lluvias es de tipo unimodal-biestacional con una temporada lluviosa entre abril y noviembre; julio tiene el registro más alto de precipitación 370 mm; la temporada de «sequía» va desde noviembre hasta febrero, enero es el mes con menor precipitación 25 mm. La precipitación varía desde menos de 1.500 mm al año en el sector nororiental hasta 3.500 mm en el piedemonte al occidente de la región (Rangel et al., 1995).

Vegetación

En la extensa. región se establecen diferentes comunidades definidas con base en la fisonomía y en la composición florística (PRÓRADAM, 1979; FAO, 1965).

145

En cuanto al carácter original o secundario de los tipos de vegetación dominante de sabanas o bosques, no existe un criterio unánime. Quizá cuando aumenten los trabajos de cursos experimentales como el de Torrijos (1996) se tendrán mejores elementos de juicio para esclarecer el asunto. Rangel et al. (1995) compilaron la información pertinente y propusieron un arreglo con base en las características florísticas y en las unidades de paisaje, que muestra el siguiente reparto (Figura 5).

Paisaje de la llanura aluvial

Zona bajo la influencia directa de los ríos; los suelos varían desde bien a mal drenados, según su localización en los bancos o en los bajos. Los suelos de los bancos son por lo general de texturas gruesas, mientras que en los bajos hay suelos de texturas finas. Según el tiempo de colonización y la estabilización de la vegetación, se reconocen etapas con predominio de elementos de porte bajo, tipo matorral y bosques achaparrados y etapas maduras con elementos de más de 15 m de altura.

Bosques de vega

En esta categoría se incluyen bosques de las vegas de los ríos Arauca y Guaviare. Las especies dominantes pertenecen a los géneros, Ocotea (Lauraceae), Brosimun(Moraceae), Eugenia (Myrtaceae), Protium (Burser aceae), Pouteria (Sapotaceae) y Nectandra (Lauraceae). En los estratos medios aparecen como especies dominantes Pro tium tenuifolium y Vismia baccifera y en el estrato inferior Calliartclra surinamensis (Mimosaceae) y especies de Jessenia (Palmae).

Bosque tipo morichal

Vegetación con una dominancia marcada de Mauritia flexuosa, cuyos individuos pueden alcanzar 18 m de altura y conformar un dosel casi homogéneo. La dominancia específica del estrato superior se repite en la parte media. En el estrato inferior figuran Hedyosmum bomplaridianum (Chloranthaceae), Trichantera gigantea(Acanthaceae), Miconia scorpioides, Caraipa llanorum (Guttiferae), Alchomea triplinervia y especies de Protium, Vochysia y Cecropia.

También se han reseñado otras comunidades como el Bosque mixto dominado por especies de Nectandra y de Palmae y el Bosque de Jessenia polycarpa y Alchomeasp.

146

Bosques de las terrazas bajas (terrazas del río Guaviare)

Los estratos superiores tienen como especies dominantes a Guarea sp., Hemicrepidospermum rhoifolium (Burseraceae), Pera arborea (Euphorbiaceae), Virola sebifera (Myristicaceae) y Aspidospernia sp. (Apocynaceae). En el estrato niedio aparecen Guarea sp., Virola sebifera y Attalea insignis. En el estrato inferior son frecuentes los individuos de Oenocarpus minor, Scleria malaleuca (Cyperaceae), Orthopappus angustifolius (Asteraceae) y Spatiphyllum canaefolium (Araceae).

PRINCIPALES TIPOS DE VEGETACION EN UN CORTE IDEALIZADO EN LOS LLANOS ORIENTALES — QRINOQUIA COLOMBIANA

Paisaje de la altillanura

Los suelos de la Altillanura tienen texturas finas a moderadamente gruesas, son profundos, de buenas características físicas pero con niveles bajos de fertilidad; se presenta erosión por escurrimiento concentrado y erosión laminar y eólica localizadas (Cortés, 1986). Los suelos bien drenados de las Altillanuras son altamente susceptibles a la erosión por el viento y por las aguas de escurrimiento. Los suelos pobremente drenados de los paisajes eólicos y de las Altillanuras son muy propensos a sufrir solifluxión (Fundación Universidad Jorge Tadeo Lozano, 1973). Problemas importantes con relación al manejo de estos suelos son el peligro de erosión y los movimientos de masa debido a estabilidad deficiente (Goosen, 1971). La vegetación presenta marcada heterogeneidad de. especies y por sus condiciones fisionómicas corresponden a los bosques de transición entre la vegetación muy húmeda tropical de la Amazonia y la vegetación menos húmeda de la cuenca del Orinoco. Se caracteriza por presentar un estrato arbóreo superior en el cual los elementos dominantes pertenecen a Didymopanax morototonni (Araliaceae) y especies de Aspidosperma,

147

Nectandra y Brosimun. En este estrato entran a figurar varias palmas como Socratea durissima, Astrocaryum vulgare y Oenocarpus minor. En el estrato inferior, las especies más frecuentes son Calliandra surinamensis (LEGMimosaceae), Miconia sp, Waltheria glomerulata (Sterculiaceae) y Curatella americana (Dilleniaceae).

Terrazas aluviales

En el estrato superior con individuos de más de 15 m de altura, los elementos más importantes pertenecen a Pourourna guianensis (Cecropiaceae), Rinorea microcarpa(Violaceae) y a especies de Protium, de Virola y de Nectandra. En el estrato inferior abundan las palmas como Jessenia polycarpa y Maximiliana elegans.

Paisaje de las colinas de piedemonte

Se ubican en la zona de transición entre las formaciones boscosas de la cordillera y las de la sabana. Los suelos pueden ser excesivamente drenados, con texturas gruesas y finas y con alta susceptibilidad a la erosión. Las diferencias en el clima y en las características de los suelos a lo largo del piedemonte hacen que se presenten cambios. en la vegetación. Un arreglo espacial (geográfico-ecológico) muestra las siguientes particularidades:

ZONA SUR: Con montos elevados de precipitación (2.200 mm). La vegetación tiene un estrato superior en el cual los elementos dominantes pertenecen a Iríartea cometo (Palmae), Enterolobium éontortisiliqua y especies de Protium, Virola, Nectandra, Ocotea y Pourouma. En el estrato inferior se encuentran individuos deVismia baccifera, Clusia sp, Clavija sp, Heliconia sp. y de las palmas Iriartea corneto y Euterpe sp.

ZONA CENTRAL: Es la región menos húmeda de las tres en consideración; eh la vegetación se manifiestan como elementos importantes especies de palmas como Socratea durissima, Iryartea sp. y Attalea insiguis.

ZONA SEPTENTRIONAL: La vegetación se asemeja a la de los bosques de Jessenia polycarpa con Hyeronima alchorneoides.

Sabanas

148

Según FAO (1965) y la compilación de Castillo (1992) y de Ratigel et al. (1995), los tipos de sabanas que se pueden diferenciar son: sabanas con restos de bosque, sabanas inundables, sabanas húmedas sabanas secas (Figura 6).

Sabanas con restos de bosque

Sabana de Melinis minutiflora. La especie dominante es Melinis minutiflora;también son importantes Homolepis aturensis, Panicum versicolor y Panicum trichoides (Poaceae). Otras especies asociadas son Andropogon bicornis, Andropogon selloanus, Panicum pilosum (Poaceae), Scleria hirtella (Cyperaceae) y varios arbustos pioneros de la sucesión hacia bosque, como Vismia baccifera (Hypericaceae) y especies de Miconia.

Sabana de Paspalum carinatum. En esté tipo de vegetación aparece un estrato bajo con individuos entre 10-20 cm de altura; las especies dominantes son Paspalum carinatum, Trachypogon montufari, Trachypogon vestitus y Bulbostylis junciformis(Cyperaceae). Otras especies asociadas son Paspalum pectinatum y Rhynchospora globosa. Un elemento leñoso típico de esta sabana es Bowdichia virgilioides.

Sabana de Trachypogon ligularis y Paspalttm carinatum . Vegetación con 2 estratos; en el superior aparecen elementos leñosos como Bowdichia virgilioides(LEGFabaceae), Curatella americana y Cassia tetraphyfolia, junto con las gramíneas dominantes Trachypogon ligularis y Paspalum carinatum.

Vegetación quebrada Foto - Fernando urbina

149

Este árbol, con más de diez metros de diámetro en la base del tronco, ha sido protegido por su dueño durante años: Sierra de La Macarena

Transectos Florísticos Abalizados

150

El yarumo o guarumo Foto y flor de (Cecropia sp. ) "totumo" o maraco Coloniza (ouroupia guianesis) a las vegas de los ríos y orillas del Ariari. los conucos recién La planta es muy abandonados. Sus apetecida por los hojas basifican el animales suelo de la selva Foto - Diego Garcés

Bosque secundario con sotobosque de palmas Flor de Bromelia en crecimiento. Foto - Miguel Morales Casanare Foto - Fernando Urbina

Sabanas inundables

Ocupan un medio periódicamehte inundado con un nivel de agua de más de 10 cm de altura. En este ambiente se establece vegetación con elementos que

151 constituyen un estrato arbóreo superior en donde aparecen Mauritia flexuosa y un estrato inferior dominado por las gramíneas Manisuris aurita, Mesosetum chaseae y Mesosetum rottboe llioides, unto con elementos arbustivos como Ipomea crassicaulis y Jussiaea lithospermifolia.

Se diferencian varios tipos de acuerdo con la dominancia de especies de Andropogon.

Sabana propiamente dicha de Andropogon . Las especies dominantes son Andropogon bicornis, Andropogon hipogynus, Andropogon virgatus, Sorghastrum parviflorum y Rhynchospora sp. Otras especies frecuentes son: Axonopus sp, Jussiaea lithospermifolia, Eriochrysis holcoides, Setariageniculata, Cyperus has pany Rhyrtchospora barbata.

Sabana de Andropogon virgatus. La especie dominante es Andropogon virgatus.

Sabana de Mesosetum. Las especies dominantes en el estrato superior son Eriochrysis liolcoides, Mesosetum chaseae y Mesosetum rottboellioides y en el estrato inferior Panicum stenoides.

Sabanas húmedas

La vegetación se establece sobre sitios húmedos ocasionalmente inundados con nivel de agua poco profundo; se caracteriza por la presencia de Eriochloa distach ya, Paspalum erianthum, Fimbristylis complanata, Psidium eugenii y especies de Blechnum. Agrupa los siguientes tipos:

Sabana de Leptocoryphium lanatum. La vegetación muestra un estrato superior con macollas de Elionurus tripsacoides, Manisuris aurita y con elementos leñosos como Jussiaea lithospermifolia y Rhynchanthera grandiflora. En el estrato medio se encuentran Leptocoryphium (Anthenantia) lariatum, Andropogon selloanus, Axonopus purpusii, Eriochrysis hoboides, Sorghastrum parviflorum y Rhynchospora globosa.

Sabana de Trachypogon ligularis. Vegetación con un estrato superior con elementos leñosos de Byrsonima crassifolia, Curatella americana, Pavonia speciosa (Malvaceae), Psiclium guianeense (Myrtaceae) y gramíneas de 5 0-60 cm de altura, entre las cuales figuran Trachypogon ligularis, Leptocoryphium lanatum, Andropogon selloanus y Pasjalum pectinatum.

152

Sabanas secas

Se establecen en ambientes secos, sobre suelos bien drenados que no se inundan. Se distinguen los siguientes tipos

Sabana de Trachypogon vestitus y Axonopus purpusii. En la vegetación se diferencian 2 estratos; en el superior figuran como dominantes Trachypogon vestitus , Panicum versicolor, Sporobolus indicus y Setaria geniculata. En el inferior aparecen Axonopus purpusii, Andropogon brevifolius, Panicum stenodoides, Paspalum convexum, Aristida capillacea, Gymnopogon fastigiatus, Panicum laxum, Thrasya paspaloides, Centrosema angustifolium, Chaptalia nutans (Asteraceae), Eriosema simplicifolia (LEGFabaceae) y especies deBorreria (Rubiaceae) y de Polygala (Polygalaceáe). Se distribuye en los abanicos inferiores desde el río Guacavía hasta el río Tame; en los diques de desborde entre los ríos Upía y Humea y en las terrazas intermedias del río Meta (FAO, 1964).

Sabana de Paspalum pectinatum. Las especies dominantes son Paspalum pectinatum, Trachypogon ves titus y Leptocoryphium lanatum. En la vegetación leñosa se presentan individuos aislados de Curatella americana, o matas de monte con Palicourea rigida, Jacaranda lasiogine (Bignoniaceaea), Xylopia aromatica (Annonaceae) y Lantana moritziana (Verberiaceae). Se le encuentra en las terrazas altas de San Martín, San Juan de Arama, en las mesetas de los ríos Casanare y Ariari (FAO, 1964).

Sabana de Trachypogon vestitus. Aparece solamente como dominante Trachypogon ves t itus. Con menores valores de cobertura y presencia, figuran Paspalum pectinatum y Leptocoryphium lanatum.

Vegetación acuática y de pantano

En zonas inundadas con agua corriente se establecen manchas de vegetación flotante y arraigada con Eichornia heterosperma, Panicum laxum, Commelina ele gans, Eleocharis mutata y Polygonum punctatum. Ejemplo típico de esta vegetación se encuentra en los raudales de los ríos Cinaruco y Cravo Norte (FAO, 1964). En los planos meándricos se establecen manchas de vegetación dominadas por Leersia hexandra.

153

Hymenachne amplexicaulis y Ludwigia inclinata. Entre las plantas acuáticas propiamente definidas figuran Cabomba piauhyen.sis, Eichorniadiversifolia, Echinodorus tenellus y Eleocharis minirna (Castillo & Forero, 1991).

Análisis de la riqueza y de la diversidad vegetal

Para esta extensa región natural, se registran 2.700 especies, correspondientes a 807 géneros y 180 familias.

Las familias más ricas a nivel genérico y específico son Rubiaceae, Leguminosae y Poaceae (Tablas 8 y 9). Los géneros con mayor número de especies son Psychotria y Palicourea (Tabla 10).

Tabla 8. Familias con mayor número de especies en la Orinoquia.

FAMILIA No. Especies Rubiaceae 705 Leguminosae 255 Poaceae 214 Cyperaceae 96 Melastomataceae 94 Asteraceae 79 Orchidaceae 68 Euphorbiaceae 60 Palmae 46 Apocynaceae 44

Vegetación a orillas de un caño en la planicie. Casanare Foto - Diego Garcés

154

Foto y flor de "totumo" o El yarumo o guarumo maraco (Cecropia sp. ) Coloniza (ouroupia guianesis) a las vegas de los ríos y los orillas del Ariari. conucos recién La planta es muy apetecida abandonados. Sus hojas por los animales basifican el suelo de la selva Foto - Diego Garcés

Bosque secundario con Flor de Bromelia sotobosque de palmas Foto - Miguel Morales en crecimiento. Casanare Foto - Fernando Urbina

Sabanas inundables

Ocupan un medio periódicamehte inundado con un nivel de agua de más de 10 cm de altura. En este ambiente se establece vegetación con elementos que constituyen un estrato arbóreo superior en donde aparecen Mauritia flexuosa y un estrato inferior dominado por

155 las gramíneas Manisuris aurita, Mesosetum chaseae y Mesosetum rottboe llioides, unto con elementos arbustivos como Ipomea crassicaulis y Jussiaea lithospermifolia.

Se diferencian varios tipos de acuerdo con la dominancia de especies de Andropogon.

Sabana propiamente dicha de Andropogon . Las especies dominantes son Andropogon bicornis, Andropogon hipogynus, Andropogon virgatus, Sorghastrum parviflorum y Rhynchospora sp. Otras especies frecuentes son: Axonopus sp, Jussiaea lithospermifolia, Eriochrysis holcoides, Setariageniculata, Cyperus has pany Rhyrtchospora barbata.

Sabana de Andropogon virgatus. La especie dominante es Andropogon virgatus.

Sabana de Mesosetum. Las especies dominantes en el estrato superior son Eriochrysis liolcoides, Mesosetum chaseae y Mesosetum rottboellioides y en el estrato inferior Panicum stenoides.

Sabanas húmedas

La vegetación se establece sobre sitios húmedos ocasionalmente inundados con nivel de agua poco profundo; se caracteriza por la presencia de Eriochloa distach ya, Paspalum erianthum, Fimbristylis complanata, Psidium eugenii y especies de Blechnum. Agrupa los siguientes tipos:

Sabana de Leptocoryphium lanatum. La vegetación muestra un estrato superior con macollas de Elionurus tripsacoides, Manisuris aurita y con elementos leñosos como Jussiaea lithospermifolia y Rhynchanthera grandiflora. En el estrato medio se encuentran Leptocoryphium (Anthenantia) lariatum, Andropogon selloanus, Axonopus purpusii, Eriochrysis hoboides, Sorghastrum parviflorum y Rhynchospora globosa.

Sabana de Trachypogon ligularis. Vegetación con un estrato superior con elementos leñosos de Byrsonima crassifolia, Curatella americana, Pavonia speciosa (Malvaceae), Psiclium guianeense (Myrtaceae) y gramíneas de 5 0-60 cm de altura, entre las cuales figuran Trachypogon ligularis, Leptocoryphium lanatum, Andropogon selloanus y Pasjalum pectinatum.

Sabanas secas

Se establecen en ambientes secos, sobre suelos bien drenados que no se inundan. Se distinguen los siguientes tipos

156

Sabana de Trachypogon vestitus y Axonopus purpusii. En la vegetación se diferencian 2 estratos; en el superior figuran como dominantes Trachypogon vestitus , Panicum versicolor, Sporobolus indicus y Setaria geniculata. En el inferior aparecen Axonopus purpusii, Andropogon brevifolius, Panicum stenodoides, Paspalum convexum, Aristida capillacea, Gymnopogon fastigiatus, Panicum laxum, Thrasya paspaloides, Centrosema angustifolium, Chaptalia nutans (Asteraceae), Eriosema simplicifolia (LEGFabaceae) y especies deBorreria (Rubiaceae) y de Polygala (Polygalaceáe). Se distribuye en los abanicos inferiores desde el río Guacavía hasta el río Tame; en los diques de desborde entre los ríos Upía y Humea y en las terrazas intermedias del río Meta (FAO, 1964).

Sabana de Paspalum pectinatum. Las especies dominantes son Paspalum pectinatum, Trachypogon ves titus y Leptocoryphium lanatum. En la vegetación leñosa se presentan individuos aislados de Curatella americana, o matas de monte con Palicourea rigida, Jacaranda lasiogine (Bignoniaceaea), Xylopia aromatica (Annonaceae) y Lantana moritziana (Verberiaceae). Se le encuentra en las terrazas altas de San Martín, San Juan de Arama, en las mesetas de los ríos Casanare y Ariari (FAO, 1964).

Sabana de Trachypogon vestitus. Aparece solamente como dominante Trachypogon ves t itus. Con menores valores de cobertura y presencia, figuran Paspalum pectinatum y Leptocoryphium lanatum.

Vegetación acuática y de pantano

En zonas inundadas con agua corriente se establecen manchas de vegetación flotante y arraigada con Eichornia heterosperma, Panicum laxum, Commelina ele gans, Eleocharis mutata y Polygonum punctatum. Ejemplo típico de esta vegetación se encuentra en los raudales de los ríos Cinaruco y Cravo Norte (FAO, 1964). En los planos meándricos se establecen manchas de vegetación dominadas por Leersia hexandra.

Hymenachne amplexicaulis y Ludwigia inclinata. Entre las plantas acuáticas propiamente definidas figuran Cabomba piauhyen.sis, Eichorniadiversifolia, Echinodorus tenellus y Eleocharis minirna (Castillo & Forero, 1991).

Análisis de la riqueza y de la diversidad vegetal

Para esta extensa región natural, se registran 2.700 especies, correspondientes a 807 géneros y 180 familias.

157

Las familias más ricas a nivel genérico y específico son Rubiaceae, Leguminosae y Poaceae (Tablas 8 y 9). Los géneros con mayor número de especies son Psychotria y Palicourea (Tabla 10).

Tabla 8. Familias con mayor número de especies en la Orinoquia.

FAMILIA No. Especies

Rubiaceae 705 Leguminosae 255 Poaceae 214 Cyperaceae 96 Melastomataceae 94 Asteraceae 79 Orchidaceae 68 Euphorbiaceae 60 Palmae 46 Apocynaceae 44

Vegetación a orillas de un caño en la planicie. Casanare Foto - Diego Garcés

158

Vegetación a orilla de un caño en la planicie: Casanare Foto - Diego Garcés

Tabla 9. Familias con mayor número de géneros en la Orinoquia.

FAMILIA No. Géneros

Rubiaceae 105 Leguminosae 76 Poaceae 66 Asteraceae 41 Orchidaceae 26 Euphorbiaceae 26 Melastomataceae 25 Apocynaceae 20 Cyperaceae 20 Palmae 18

Tabla 10. Géneros con mayor número de especies en la Orinoquia.

GÉNERO No. Especies

Psychotria 156 Palicourea 38 Panicum 3 5 Coussarea 19

159

Subregiones

Las tendencias en la repartición según subregiones muestran que la Altillanura (subregión 3) registra el mayor número de especies 1.505, pertenecientes a 653géneros y 155 familias; le siguen la subregión 1 (Piedemonte) con 754 especies, 393 géneros y 127 familias y por último la subregión Abanicos aluviales (subregión 2) con Z32 especies, 173 géneros y 72 familias (Rangel et al., 1995).

Las familias mejor representadas en cuanto al número de especies en las diferentes subregiones son:

Subregión de Altillanuras: Rubiaceae (560), Leguminosae (178), Poaceae (182) y Palmae (33).

Subregión Piedemonte:Rubiaceae (230), Leguminosae (94), Poaceae (68) y Solanaceae (16).

Subregión de Abanicos aluviales: Rubiaceae (59), Poaceae (37), Leguminosae (27) y Boraginaceae (6).

En cuanto al número de géneros, las familias mejor representadas son:

Subregión de Altillanuras: Rubiaceae (89), Leguminosae (63), Poaceae (61) y Palmae (10).

Subregión Piedemonte: Rubiaceae (51), Leguminosae (39), Poaceae (22) y Polypodiaceae (9).

Subregión Abanicos aluviales: Rubiaceae 23), Leguminosae (21), Poaceae (20), Cyperaceae 7) y Sapindaceae (4).

PARQUE NACIONAL NATURAL EL TUPARRO

Se localiza en el departamento del Vichada, en jurisdicción del municipio de Puerto Carreño, al occidente del río Orinoco, que le sirve de límite oriental en la frontera con Venezuela, entre 5°00´ y 5°34´ latitud norte y entre los 67°52´ y 69°10´ longitud oeste. Limita al sur con los ríos Tuparrito y Tuparro, al norte con el río Tomo y al occidente con los caños Hormiga y Janipa, en la zona conocida como el Tapón. Es una extensa llanura aluvial que incluye ríos de cauce lento con áreas pantanosas asociadas y bosque ribereño, extensos pastizales y palmares inundados, entre 80 y 315 m de altura. El 85% del Parque puede llegar a inundarse en la estación húmeda (Scott & Carbonell, 1986).

160

En el área del Parque predominan las rocas del Precámbrico que pertenecen al Escudo de la Guayana sobre el' cual se han depositado sedimentos lacustres y salobres. Los afloramientos del Escudo Guayanés de origen Precámbrico y Paleozoico se sitúan hacia el sector oriental, bordean el bajo río Tomo y parte del Orinoco y constituyen los llamados Inselberge o domos aislados. Se presentan como cerros redondeados convexos y se hallan rodeados por afloramientos cenozoicos (Kohbzi et al., 1980) con arenas blancas que le confieren características especiales a la flora que allí arraiga (Barbosa, 1992).

Los suelos tienden a ser ferralíticos, espesos y lixiviados, tienen texturas francas y franco- arenosas. En algunos sectores de la reserva, los suelos son arenosos, espesos de tipo Tropectic, muy ácidos y varían de acuerdo con la geomorfología y con la posición topográfica. En la Altillanura plana predominan los tipos Ustox o Psamments, en la Altillanura cóncava varían entre Aquepts., Psamments, Aquods y Orthox y en la Altillanura disectada a lo largo de los caños son Ustox u Orthox. En las llanuras de desborde son Fluvents, Aquents, Aquepts y Aquopts. En los esteros, los tipos más comunes son Aquopts y Tropepts (Inderena, 1986).

La temperatura máxima promedio es 34,5 0C, con una expresión mayor en marzo; la temperatura media anual es 26,4° C y la temperatura mínima es 20,1 0C. La precipitación anual es 2.981 mm. El régimen de distribución. de las lluvias es de tipo unimodal- biestacional con una época de concentración de lluvias de 7 meses de duración, que se inicia en abril y concluye en octubre; la época seca comienza en noviembre y termina en marzo (Lowy & Rangel, 1993).

Vegetación

Según Vincelli (1981) y Barbosa (1992), en el área del Parque se presentan diversas comunidades vegetales que obedecen. en su distribución a las variaciones en el ecoclima y en el sustrato. De manera general se pueden agrupar así:

Bosques de Altillanura

Presentan un estrato arbóreo bien definido en el cual dominan Jacaranda copaia(Bignoniaceae), Qualea rosea (Vochyziaceae), Parkia pendula (LEGMimosaceae), Couma macrocarpa (Apocynaceae) y Sclerolobium sp. (LEGCaesalpiniaceae). Se establecen especialmente en el extremo sur del Parque, en sitios con suelos bien drenados.

PALMARES DE ATTALEA sp. Se establecen sobre afloramientos graníticos, en algunos casos sobre la roca desnuda. Según el grado de meteorización de la roca, la pendiente y la

161 formación de suelo, se diferencian varios estadios o fases de sucesión que culminan con los bosques de Attalea (Palmae).

En una de las fases sucesionales, se establece un bosque dominado en los estratos altos por Hymenolobium petreutn (LEGFabaceae), Platycarpum orinocense(Rubiaceae), Cordid bicolor (Boraginaceae), Tapirira guianensis (Anacardiaceae) y en los estratos bajos por Crotalaria maypurensis (LEGFabaceae) y Mimosa microcephala (LEGMimosaceae).

En otra fase del proceso de suéesión, es característico el dominio de Vellozia litophilla (Velloziaceae), Anthurium bonplandii (Araceae) y Pitcairnia pruinosa(Bromeliaceae).

Bosques riberinos en áreas inundables

Presentan un estrato arbóreo en donde son dominantes Couma macrocarpa(Apocynaceae), Calo plrvllum lucidum (Guttiferae), Jessenia bataua y Mauritia flexuosa (Palmae). En el sotobosque predominan Phenakospermum guianense(Strelitziaceae), Heliconia psittacorum (Musaceae) y especies de Calathea y de Ischnosiphon (Maranthaceae).

Bosques riberinos en áreas no inundables

Las diferencias florísticas con el anterior tipo de vegetación son marcadas; ene1 estrato arbóreo dominan Himatanthus articulatus (Apocynaceae), Sclerolobium odoratissimum, Hymenaea courbaril (LEGCaesalpiniaceae) y Enterolobium schomburgkii (LEGMimosaceae).

Bosques en áreas de rebalse

Hay un estrato arbóreo en el cual dominan Ocotea cymbarum (Lauraceae); Campsiandra comosa (LEGCaesalpiniaceae), Machaerium inundatum(LECFabaceae), Licania longistila (Chrysobalanaceae), Malouetia virescens(Apocynaceae), Miconia aplostachya (Melastomataceae), Pithecellobium divaricatum y Pithecellobium glomeratum (LEGMimosaceae).

162

Morichales o palmares

Dominados por Mauritia flexuosa (Palmae, moriche) en sitios encharcados; también se encuentran especies de Chamaecrista (LEGCaesalpiniaceae); Heliconia psittacorum (Musaceae), Desmodium barbatum (LEGFabaceae) y Byrsonima coccolobae folia (Malpighiaceae).

Sabanas

De acuerdo con la dominancia a nivel florístico, las sabanas en la Altillanura pueden constituir: a) Vegetación caracterizada por especies de Paspalum; b) Sabanas de Stipay c) Sabana dominada por especies de Stipa y de Mesosetum.

En la llanura aluvial son muy característicos los zurales, en donde son especies características Axono pus aureus (Poaceae), Elyonurus adustus (Poaceae), Palicourea rigida (Rubiaceae), Byrsonima verbacifolia (Malpighiaceae), Rhync.hospora barbatay Scleria muhlenbergii (Cyperaceae). Análisis de la riqueza y de la diversidad vegetal

Para el área del Parque se estiman en 535 las especies de plantas superiores, que corresponden a 111 familias y a 344 géneros (Vincelli, 1981; Barbosa, 1992). No se cuenta con inventarios de la flora criptogámica, ni de hongos, ni de líquenes. La cifra representa el 25% de las especies con área de distribución en la Oninoquia colombiana; puede considerarse como alta y da una idea de la riqueza florística de la zona.

Tabla 11. Familias con mayor número de especies en el Parque Nacional Natural El Tuparro.

FAMILIA No. Especies

Leguminosae 46 Poaceae 44 Melastomataceae 28 Rubiaceae 27 Apocynaceae 21 Cyperaceae 21 Chrysobalanaceae 16 Bignoniaceae 13 Palmae 12 Orchidaceae 12

163

Tabla 12. Géneros con mayor número de especies en el Parque Nacional Natural El Tuparro.

GÉNERO No. Especies

Licania 12 Miconia 10 Hyptis 9 Rhynchospora 8 Panicum 7 Palicourea 6 Paspalum 6

Las familias mejor representadas en número de especies son: Leguminosae, Poaceae y Melastomátaceae (Barbosa, 1992) (Tabla 11). Los géneros más ricos en número de especies sor Licania, Miconia e Hyptis (Tabla 12).

Endemismos

De acuerdo con Barbosa (1992) y con la base de datos del proyecto Biodiversidad (Rangel et al., 1994) las siguientes especies tienen áreas de distribución endémica y/o restringida: Pseudobombax croizatti (Bombacaceae), Casearia ultnifolia(Flacourtiaceae), Mabea parviflora (Euphorbiaceae), Chamaecrista parvistipula(LEGCaesalpiniaceae), Hymenolobium petraeum (LEGCaesalpiniaceae), Byrsonima coccolobifolia (Malpighiaceae), Psidium salutare (Myrtaceae), Cattleya violaceae(Orchidaceae), Geonoina diversa, Oenocarpus minor (Palmae), Axonopus anceps, Mesosetum loliiformis, Paspalum carinatum, Paspalum contractum, Paspalum pectinatum, Paspalum pulchellum, Sporobolus cubensis (Poaceae), Qualea paraensis(Vochysiaceae) y Aristolochia goudotii (Anistolochiaceae).

164

Canal de desagüe de una laguna en el verano, antes de caer al río Arauca. Pasto de Chigüiro Foto - Diego Garcés

CONSIDERACIONES FINALES

Los tipos de vegetación en la zona objeto del trabajo incluyen desde las comunidades abiertas, pajonales y pastizales dominados por especies de gramíneas, tanto en la parte alta del gradiente de montaña como en las sabanas, hasta la vegetación boscosa y selvática de las franjas media y baja de la cordillera que igualmente guarda semejanzas florísticas y estructurales con la de las vegas y la de los bosques de galería de La Macarena y de la Oninoquia.

En el páramo del costado oriental del macizo de Sumapaz, la vegetación está tipificada por los matorrales dominados por especies de Asteráceae, los chuscales con el bambú paramuno Chus quea tessellata y los prados, fitocenosis indicadoras de las condiciones de elevada humedad ambiental de la vertiente. En la vertiente interna que mira al valle del Magdalena (menos húmeda) por el contrario predominan los pajonales con Calamagrostis effusa y los frailejonales con Espeletia grandiflora yEspeletia sumapacis.

La vegetación de las selvas y bosques de la parte media del gradiente montañoso es muy singular por su porte fisionómico y por la composición florística; en algunos casos estas comunidades constituyen parches relictuales de las extensas selvas y bosques originales con especies de Weinrnannia (encenillo).

En el espacio cordillerano, la riqueza florística a nivel de familias muestra a las Asteráceas, Polypodiáceas, Orchidáceas y Poáceas como las más diversas, patrón que sigue la tendencia señalada por Rangel (1995) para otras series altitudinales en los Andes colombianos. Entre los géneros más ricos en especies, aparecen Senecio (Pentacalia), Baccharis y Miconia.

165

Los pocos datos disponibles sobre la vegetación de La Macarena, especialmente de la parte baja, muestran el predominio de bosques con Billia columbiana (caniseco) y Brosimum utiie (lechero) entre otras especies que guardan bastante parecido con las fitocenosis de las franjas baja y medias de la zona andina, igualmente dominadas por estas especies. La ausencia de levantamientos de vegetación completos, no facilita una comparación a un nivel más profundo, pero es relevante la similitud florística con base en las especies características. La vegetación abierta de pajonales con especies de Andropogon, de Trachypogon y A xonopus se asemeja bastante a las sabanas de la Orinoquia, obviamente su área de distribución es más reducida. En la Sierra de la Macarena, la riqueza de la flora muestra a las familias Leguminosae, Poaceae y Rubiaceae con el mayor número de especies, patrón similar al que presentan las subregiones de la extensa región natural adyacente de la Oninoquia.

En la Oninoquia predominan los pajonales y pastizales en ambientes ecológicos muy variados (sabanas secas, húmedas, inundables, con restos de bosque). En los sitios bajo la influencia directa de un nivel freático superficial se establece vegetación boscosa y selvática en ciertos casos muy parecida en su composición florística y en su aspecto fisionómico con la de la cercana región Amazónica como los, palmares con Mauritia flexuosa (morichales de los Llanos, cananguchales de la Amazonia), los bosques de vega dominados por especies de Pouteria, Brosimum y Lauraceae y los bosques de terrazas y colinas con especies de Sclerolobium, Entero lobium e Hymenaea. A nivel de inventario florístico, quizás sea la Oninoquia una de las regiones naturales con mejor nivel de conocimiento; los estimativos más recientes sitúan en una cifra cercana a las 3.000 especies su riqueza florística con predominio de las familias Rubiaceae, Leguminosae y Poaceae. De las subregiones que se consideran en la extensa Oninoquia, la Altillanura presenta la mayor concéntración de especies.

Conservación y nuevas áreas propuestas

En el gradiente de montaña, las regiones central y norte del macizo de Sumapaz quedaron incluidas como Parque Nacional Natural desde 1977. Cleef (1997) propone que la zona alrededor del Nevado de Sumapaz con sus valles amplios y sus laderas sea considerada como zona protegida, una categoría de santuario de flora y de fauna, en razón a la considerable cantidad de endemismos en su flora. La vegetación del superpáramo (por encima de 4.000 m) se establece sobre un basamento calcáreo, único en el norte de los Andes (Cleef, 1997). Quizás si se logra conectar esta franja con la de los bosques y selvas dominadas por especies de Weinmannia (encenillos) de la parte media de la montaña, se estaría seleccionando una zona ideal con superficie adecuáda para promover programas de protección de la vida silvestre en donde puedan subsistir elementos cuyas poblaciones se

166 consideran en estado crítico de conservación, como el oso de anteojos (Tremçrctos ornatus) y el tigrillo (Felistigrina).

La superficie de la Sierra dé la Macarena fue declarada Reserva Natural el 24 de noviembre de 1948. En 1989 se delineó nuevamente y los límites actuales se conectan con los de la Reserva Natural Parque Tinigua y con los del Parque Cordillera de los Picachos. Habrá que definir e impulsar programas de canalización de intereses entre los colonos y los campesinos de la zona, buscando la preservación de la parte alta de la Sierra.

En la Oninoquia la superficie protegida es de 11.888,8 Km2 que corresponde a las localidades de los Parques Nacionales Naturales de Cordillera de los Picachos, El Tuparro y Ttnigua; la superficie sin protección oficial de los recursos bióticos es 142.304,4 Km. En la Orinoquia en los ambientes de Altillanura todavía se encuentran extensas zonas cubiertas por vegetación boscosa que no han sido utilizadas en la agricultura por las condiciones naturales; sin embargo se están implementando las técnicas para implantar cultivos integrales que facilitan un manejo sostenido. Ante las expectativas de un incremento en el uso de los ambientes de Altillanura, deberían impulsarse acciones concretas para establecer áreas de reserva en este paisaje. Se propone la creación de una zona de amortiguación que incluya un corredor que comprenda localidades de Puerto López, Puerto Gaitán, Puerto Carreño y Gaviotas. En la Llanura Aluvial de Desborde se propone como área de amortiguación los alrededores de Caño Limón, donde en la actualidad se lleva a cabo la extracción petrolera; esta zona en años anteriores fue propuesta como. santuario de fauna y flora.

Árbol con raíces tabulares o bambas.

Bosque de galería en Casanare.

167

Foto: Fernando Urbina Amenazas

Los bosques de la parte alta del gradiente montañoso (vertiente oriental) están en peligro por la extracción de las especies maderables; sin embargo la distancia considerable que los separa de los poblados, favorece por ahora su preservación. Aparentemente, la amenaza mayor para la conservación de la biota en esta vertiente llanera se relaciona con los planes futuros para utilizar el agua de los reservorios naturales (lagunas, lagunetas, charcas). Las obras civiles que se ejecutarán: carreteras, represas, campamentos, transformarán considerablemente el paisaje; por lo tanto, si se desea preservar; es urgente cuanto antes definir las zonas dé conservación.

En la Oninoquia, de acuerdo con Castaño (1993), la actividad que más ha afectado a la región en los últimos años es la prospección y explotación petrolera. En el área se encuentran dos grandes complejos, Caño Limón, en el departamento de Arauca, y Cusiana, en el departamento de Casanare. La explotación del petróleo es una seria amenaza para la estabilidad del patnimonió natural, genera un deterioro cultural agudo por las trochas de exploración que permiten a cientos de colonos establecerse inadecuadamente en el área, con serias consecuencias socioeconómicas no sólo para los inmigrantes sino también para los pueblos tradicionales que habitan estos territorios. El impacto principal se ha ejercido sobre el plano de inundación del río Arauca, principalmente por las redes viales asociadas a la construcción y operación del centro petrolero que han interrumpido los flujos naturales de los sistemas hidrológicos. Durante la fase de prospección, la utilización de explosivos, la construcción de helipuertos, la tala de vegetación sobre transectos de cientos de kilómetros y el uso de herbicidas y desfoliantes han influido negativamente sobre los recursos biológicos. Durante la fase de producción hay contaminación química a través de la llamada agua de formación. La quema permanente de gas en las explotaciones, libera a la atmósfera altas concentraciones de anhídrido sulfúrico, monóxido de carbono y anhídrido carbónico que contaminan severamente el aire, dañan la vegetación y provocan las migraciones de insectos, aves y otros animales (Castaño, 1993).

También ha contribuido en la degradación de ciertos ambientes la ganadería extensiva y semi intensiva, actividad implicada seriamente en la pérdida de la biodiversidad, al reducir significativamente el nivel de materia orgánica en el suelo y aumentar la erosión y compactación de los suelos. En los paisajes aluviales y de piedemonte la extracción intensiva de maderas es la principal actividad.

En El Tuparro aparentemente no se presentan amenazas que afecten la biota del Parque; sin embargo el entresacado de los bosques que se hace de manera ilegal, la caza y la pesca incontroladas pueden afectar su riqueza biótica.

Agradecimientos

168

A la bióloga Sofía Lleana Rentería y a la tecnóloga en Recursos Naturales Renovables Aída Garzón por su colaboración en la preparación del manuscrito.

BIBLIOGRAFÍA

Aguilar-P, M. & J. O. Rangel-Ch. Clima del ParqueNacional Natural Sumapaz y sectores aledaños. En: J. O. Rangel-Ch, (cd.). Compilación de Información Biórica.Ecología de la Región del Sumapaz. Bogotá, 1994, pp.1-40.

Barbosa, C. Contribución al conocimiento de la flórula del Porque Nacional Natural El Tuparro. Biblioteca Andrés Posada Arango 3, Inderena. Bogotá, 1992, pp. 270.

Castaño, C. Situación general de la conservación de la biodiversidad en la región amazónica:

Evaluación de la áreas protegidas, propuestas y estrategias. Proyecto FAO/TCP/RLA/0160. Quito, 1993, pp. 111.

Castillo, A. Rasgos fitogeográficos en la región de la

Orinoquia. Contribución del proyecto: Estudio de la diversidad biótica de Colombia. Convenio INDERENA-Universidad Nacional de Colombia, (Documento Interno). 1992.

__& F. A. Forero. Estudio ecológico comparativo de los macrófitos acuáticos en dos sistemas lagunares del municipio de Puerto López (Meta). Trabajo de grado. Departamento de Biología. Universidad Nacional de Colombia (manuscrito). Bogotá, 1991.

Cleef, A. M. The vegetation of the paramos of the Colombian Cordillera Oriental.Dissertaciones Botanicae 61, L. Cramer, Vaduz. También publicado en: El Cuaternario de Colombia 9 (T van der Hammen, cd.) Amsterdam, 1981, pp. 321.

______Páramo de Sumapaz. Región Colombia. En: WWF and IUCN. Centres of Plant Diversity, A guide and Strategy for their Conservation. 3. Cambridge, 1997, pp. 437-441.

Cortés, A. Las Tierras de la Orinoquia. Capacidad de uso y futuro. Universidad jorge Tadeo Lozano, Bogotá, 1986, pp. 10-14.

Cuatrecasas, J. Aspectos de la vegetación natural de Colombia. Rey. Acad. Col. Cs. Ex. Fis. Nat., 10 (40), 1958, pp. 221.268.

169

FAO. Reconocimiento edafológico de los llanos Orientales, Colombia. Tomo III. La vegetación natural y la ganadería. Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Roma, 1965, pp. 232.

Fundación Universidad Jorge Tadeo Lozano. Génesis, Clasificación y Aptitud de explotación de algunos suelos de la Orinoquia y Amazonia colombianas.Bogotá,1973, pp. 185.

Goosen, D. Physiography and soils of the Llanos Orientales, Colombia. International Institute for Aerial Survey and Earth species (I.T.C.), Enschede, Holland, 1971, pp. 198.

Hirabuki, Y. Vegetation and landform structure in the study area of la Macarena: A physiognimic investigation, in Fields studies of new world monkeys, La Macarena, Colombia Vol 3,1990, pp. 35-48.

INDERENA. Tuparro: El horizonte abierto, Revista de los Parques Nacionales de Colombia 1 (10), Bogotá, 1986, pp. 1-10.

______Nuevos Parques Nacionales. Colombia. Instituto Nacional de los Recursos Naturales Renovables y del Medio Ambiente. Santafé de Bogotá, 1990, pp. 238

Khobzi, j., S. Kroonenberg., P. Faivre & A. Weeda. Aspectos geomorfológicos de la Amazonia y Orinoquia colombianas. Revista CiAP 5 (1), 1980, pp. 97-126.

Lowy, P. & J.C. Rangel-Ch. Caracterización climática de la Orinoquia colombiana. Contribución del Proyecto Estudio de la Diversidad Biótica de Colombia. Convenio Inderena-Universidad Nacional de Colombia. (Documento Interno). 1993.

Muñoz-S., J., A. Cadena & J.C. Rangel-Ch. (en prensa). Ecología de los Murciélagos Antófilos del Sector La Curia, Serranía La Macarena (Colombia). Rey. Acad. Col. Cs. E. Fis. Nat.

Proradam. La Amazonia Colombiana y sus Recursos. Proyecto Radargramérrico del Amazonas. Tomo 1 (Memoria Técnica). Bogotá, 1979, pp. 590.

Rangel-Ch., J. O. Características bioecológicas y problemática de manejo de la Región Paramuna de Colombia. Volumen especial del seminario Páramos de Colombia. Suelos Tropicales. Bogotá, 1989.

Vegetación y Ambiente en tres Gradientes Montañosos de Colombia. Tesis de Doctor. Universidad de Amsterdam. Amsterdam. Holanda, 1991, pp. 349.

______La diversidad florística en el espacio andino de Colombia. En: S. Churchill, H. Balslev, E. Forero & J. Luteyn (eds) Biodiversity and Conservation of

170

Neotropical Montane Forests. The New York Botanical Garden. New York, 1995, pp. 187- 205.

______& J. Aguirre-C. Comunidades acuáticas altoandinas. Vegetación sumergida y de ribera ene1 Lago de Tota (Boyacá, Colombia). Caldasia 13 (65). Bogotá, 1993, pp. 719-?42.

______& M. Aguilar-P. Una aproximación sobre la diversidad climática en las regiones naturales de Colombia. En: J. O. Rangel-Ch. (cd.) Colombia Diversidad Biótica 1. Instituto de Ciencias Naturales. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 1995, pp. 25-76.

______M. Aguilar-P. & P. Lowy-C. Parque Nacional Natural Sierra de la Macarena, En: J. O. Rangel-Ch. (cd.) Colombia Diversidad Biótica 1. Instituto de Ciencias Naturales. Universidad - Nacional de Colombia. Bogotá, 1995, pp. 112-120.

______P. Lowy-C. & M. Aguilar-P. Compilación de la información biológica de la región del Súmapaz. Convenio Alcaldía de Sumapaz - Universidad Nacional de Colombia- Instituto de Ciencias Naturales (inédito). 1995.

______P. Lowy-C. & A. Garzón-C. Parque Nacional Natural El Tuparro. En: j. O. Rangel. Ch. (cd.) Colombia Diversidad Biótica 1. Instituto de Ciencias Naturales. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, 1995, pp. 255-262.

______P. Lowy-C., M. Aguilar.P. & A. Garzón-C. Tipos de Vegetación en Colombia. En: J. O. Rangel-Ch. (cd.) Colombia Diversidad Biótica II. Instituto de Ciencias Naturales. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, 1997, pp. 89-382.

______H. Sánchez-C., P. Lowy-C., M. Aguilar-P. &A. Castillo. Región de la Orinoquia. En: J. O. Rangel-Ch. (ed.) Colombia Diversidad Biótica 1. Instituto de Ciencias Naturales. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, 1995, pp. 239-254.

Rivas, M. & P. Sánchez. Contribución al conocimiento de la estructura de la comunidad de quirópteros de bosques de galería en inmediaciones de la Serranía de la Macarena. Tesis de grado. Departamento de Biología. Universidad Nacional (inédito). 1990.

Scott, A. &. M. Carbonell. Inventario de Humedales de la Región Neotropical. IWRB Slimbridge & UICN. Cambridge. 1986, pp. 140-168.

Torrijos-O., P. La quema y la sucesión secundaria de la vegetación en sectores de la estación biológica Carimagua-Llanos Orientales. Trabajo de Grado. Universidad Nacional de Colombia. Departamento de Biología (inédito). 1996.

Vincelli, P. Estudio de la vegetación del territorio faunistico El Tuparro. Cespedesia 10 (37- 38). Cali, Colombia, 1981, pp. 7-54.

171

LA FAUNA DE LA ORINOQUIA THOMAS R. DEFLER Imani, Universidad Nacional de Colombia - Fundación Natura JOSÉ VICENTE RODRÍGUEZ Conservación Internacional de Colombia.

Caracara (Polyborus) Foto - Garcés

INTRODUCCIÓN

La típica fauna orinoquense, está representada en la literatura y la tradición por los animales que han sido más evidentes al ojo o al oído humanos, o los que con mayor frecuencia figuran en los cuentos, leyendas y temores de la gente, o aquellos que son el blanco más frecuente de. la caza para consumo. Los más conocidos y fácilmente observados en los Llanos Orientales incluyen el venado sabanero (Odocoileus

172 virginianus), el chigüiro (Hydróchaeris hydrochaeris), y la corocora roja (Eudocimus ruber). La fauna orinoquense abarca también a uno de los animales con la vocalización más poderosa del reino animal como lo es el araguato o mono cotudo (Alouatta seniculus) qué puede ser escuchado a varios kilómetros de distancia, o las diversas especies de guacamayas (Am spp.), cuyas bandadas rompen el silencio de la mañana al dirigirse a sus habituales lugares de alimentación o al atardecer cuando regresan a sus dormideros. También comprende varios animales que se consideran peligrosos para los humanos, como el tigre (Panthera onca), el güío negro o anaconda (Eunectes murinus), el caimán del Orinoco (Crocodylus intermedius) y la cuatronarices (Bothrops atrox).

Por ser las más evidentes y vistosas, las aves son tal vez el grupo de vertebrados que mayor simpatía despierta en el público en general. Igualmente es el grupo de más alta diversidad dentro de los vertebrados, ya que puede superar el millar de especies y subespecies. Esta es la región natural que contiene un mayor porcentaje de la avifauna nacional; no obstante, su estado de conservación deja mucho que desear y los cambios introducidos al medio ambiente, por el desordenado e inconsciente desarrollo agrícola y pecuario, han reducido notablemente las poblaciones de diversas especies y puesto en duda la. supervivencia regional de otras, cuya distribución natural ha tenido en los Llanos una importante zona de alimentación en sus habituales y obligadas rutas de migración transcontinental o regional.

Dentro de los grupos más conocidos se encuentran las zancudas o ciconiiformes, cuyo orden incluye todas las garzas, garzones o gabanes, como son llamados eh nuestra Orinoquia y dentro del cual se encuentran las aves de mayor talla del país; otros miembros de este orden son las corocoras, las cuales descuellan por su hermoso colorido, así como por los desplazamientos masivós desde sus áreas de alimentación hasta los dormideros o garceros. Otro grupo de gran vistosidad y relevancia es el de los patoso anseriformes, particularmente los pisingos (género Dend ocygna) , que presentan masivas migraciones locales desde las planicies hacia el piedemonte, que se suman a las migraciones transcontinentales.

173

Sin embargo, hay cientos de otras especies animales menos conocidas que conforman. esta riquísima fauna. A pesar de que las especies sobre las cuales existe mayor información en el país se encuentran en los Llanos Orientales, en conjunto la fauna orinoquense ha sido poco estudiada y su diversidad es mucho. más alta a medida que nos acercamos a la El zocay (Callicebus cupreus zona selvática al sur de las sabanas. Los extremos en ornatus) se encuentra en el variabilidad topográfica y en abundancia de piedemonte, al suroccidente de la vegetación generan diversos niveles horizontales de

Orinoquia. Es monógamo. riqueza de especies, así la diversidad es más baja en Foto: Sara Defler las planicies, pero va aumentando a medida que se avanza hacia el suroccidente. Adicionalmente la multiplicidad de algunos grupos de vertebrados aumenta desde el nivel de las sabanas hacia el piedemonte y disminuye desde el piedemonte hacia las alturas de los páramos. Así en la figura sobre la distribución se ilustran los niveles en la diversidad de especies de primates, que varían desde dos especies en las planicies de los Llanos, hasta once especies en la selvas orinoquenses, probablemente debido al aumento en las posibilidades de hábitats que brindan las selvas del sur de la región. Igual sucede con otros grupos, de mamíferos, aves, reptiles y anfibios.

A diferencia de la zona norte de la región orinoquense, la selva que circunda los ríos Guayabero, Guaviare e Inírida es continua y cerrada; y gradualmente se conecta con la selva amazónica. Por esto la región órinoquense desde el punto de vista biológico no es fácil de separar de la hylea amazónica. Por ello la fauna de la Orinoquiageneralmente no es endémica, sino que forma parte de una fauna amazónica sensulatu, la cual se extiende desde las selvas más australes y penetra en los bosques de galería de la sabana, aunque con un evidente empobrecimiento sucesivo de especies.

Fauna de los Llanos Orientales

Los Llanos son para mucha gente la parte más familiar de la Orinoquia, particularmente por la facilidad de observar su fauna y por la abundancia y vistosidad de sus elementos. Por esta razón existe una visión más romántica sobre estos territorios que sobre las selvas o las laderas andinas, que también forman parte de la región desde un punto de vista biogeográfico. Sin embargo, parece sorprendente el hecho de que los Llanos contengan pocas especies nativas o endémicas, a pesar de poseer una gran similitud con las grandes sabanas africanas, en las cuales sus inmensas manadas de mamíferos son endémicos. Sin embargo, el origen de los Llanos Orientales es comparativamente reciente, tal vez menos de un millón de años. Sus suelos son sumamente pobres y se formaron a partir de la

174 sedimentación de la Cordillera de los Andes y de las arenas ólicas del antiguo Escudo Guayanés al oriente. Este hecho probablemente ha limitado el desarrollo de un mayor número de endemismos. Es importante subrayar que la fauna de los bosques de galería que surcan las planicies de las sabanas orinoquenses en realidad corresponde a una fauna amazónica empobrecida, con la adición de algunos elementos de otras formaciones vegetales del norte.

Peces

Los peces orinoquenses de agua dulce son escasamente conocidos. Se han contado 258 especies para la región hasta el momento, aunque en la Orinoquia venezolana la lista de peces supera las mil especies. Es probable que la Orinoquia colombiana, tenga 75% de las especies identificadas en Venezuela, más otras endémicas colombianas, pero faltan las investigaciones indicadas para verificarlas (Hernández C., 1993). Muchas éstas son aquellas igualmente conocidas en la Amazonia o de especies muy relacionadas, dado que hay conexiones acuáticas entre estas dos gigantescas cuencas que han permitido intercambios hasta cierto punto. Se puede destacar el famoso temblón (Electrophorus electricus) , que ha generado muchas leyendas y temor por el peligro de su descarga eléctrica, especie encontrada en ambas cuencas. También se puede destacar el pavón (Cichla ocellaris), pez frecuentemente buscado como fuente de proteína. Seguramente los peces más notorios en la Orinoquia son las variedades de "caribes" o "pirañas" (Serrasalmus spp.), los que generan mucho miedo por los cuentos de ataques, y es verdad que bajo ciertas circunstancias, sobre todo si hay sangre presente en el agua, son, capaces de devorar un animal grande en minutos. Otro pez muy apreciado por los pescadores es la payára (Hydrolycus scomberoides) , que posee una boca llena de dientes alargados e impresionantes y crece a veces más de un metro. También la gamitana (Colossoma brachypomus) es muy apreciada por su carne. Muchos peces ornamentales se encuentran en esta cuenca y ello ha conducido a un gran comercio internacional. Entre ellos se pueden nombrar las tetras (Cheirodon axelrodi, Axelrodia riesei y otras),, hacha (Thoracocharx stellatus, Amblydoras hancocki), el "cuatro- ojos" (Anableps anableps, Ancistrus spp.), varios cíclidos como Aequiclens spp., Cichl asoma spp., el famoso Poecilia reticulata y varias otras especies de este género, y muchas más.

Reptiles y anfibios

En este conjunto muchas especies llaneras se relacionan no sólo con las selvas del sur de la Orinoquia y de la Amazonia, sino que particularmente recibieron una fuerte influencia xerofítica del sur de América y América Central. Algunas especies de ranas del género Leptodactylus muestran areales de distribución muy amplios, desde el sur de

175

México hasta Bolivia. Algunas especies de reptiles y anfibios tal vez evolucionaron en las zonas xeroffticas del NE de Sur América y penetraron en los Llanos a través de los corredores favorables disponibles. Según Rivero Blanco & Dixon (1979), entre ellas se pueden destacar las siguientes: las ranas (Bufo granulosus, Hyla crepitans, Hylarostrata, Leptodactylus bolivianus y Pseuchsparadoxus); el morrocoy (Geochelone carbonaria) ; los lagartos (Ameiva ameiva, A.bifrontata, Cnemidophorus lemniscatus, Gymnophthalmus speciosus, Tropiclurus torquatus) y las serpientes (Crotalus durissus: la cascabel, Mastigodryas pleei, Micrurus isozonus, Pseudo neuwiedi, Tantilla semicincta y Thamnodynastes strigilis).

Las especies que se encuentran tanto en los Llanos como en la selva circundante debido a la presencia de agua durante muchos meses del año son las siguientes: tres anuros (Bufomarinus, Hyla microcepha l a, H. rubra); un crocodilio, la babilla, (Calman crocodylus); una tortuga (Kinosternon scorpioides); un lagarto, la iguána(Iguana iguana); y tres serpientes (Eunectes murinus, Helicops angulatus y Leptodeira annulata).

El grupo más ampliamente distribuido por su plasticidad ambiental comprende: tres lagartos (Ameiva ameiva, Thecaclactylus rapicauclus y Tupinambis tequixin) y doce serpientes (Boa 'constrictor, Clelia delia, Drymarchon corais, Epicrates cenchria, Imantodes cenchria, Leptophis ahaetulla, Mastigodryas boddaerti, M. bifossatus, Oxybelis aenus, Spilotes pullatus, Sibon nebullatus, Tantilla melanocephala).

Finalmente los reptiles y anfibios, que pueden considerarse como endémicos de la Orinoquia son cuatro ranas (Hylaminuscula, H. wandae, Physalaemus enesefae y Pipra parva); un cocodrilo, el caimán del Orinoco (Crocodylus intermedius); una tortuga (Podocnemis vogli); nueve lagartos (Anolis onca, Bachia bicolor, B. guianensis, B. talpa, Gonatodes vitatus, Hemidactylus palaichtus, Lepidoblepharis sanctaemartae, Ophryoessoides erythogaster, Tretioscinactus bifasciatus); cuatro culebras (Bothrops lansbergii, Crotalus vergrandis, Helicops danieli, H. scalaris).

Algunos de los animales más sobresalientes en una forma u otra de los arriba mencionados son el sapo (Bufo marinus), el morrocoy (Geochelone carbonaria), los lagartos (Ameiva ameiva y Tupinambis tequixin), los crocodilios, la babilla (Caiman crocodylus), el caimán del Orinoco (Crocodylus intermedius) y las serpientes: la boa (Boa constrictor), el güío negro (Eunectes murinus), la cascabel (Crotalus durrissus) y la cuatronarices (Bothrops atrox).

El sapo (Bufo marinus) es el anfibio más frecuentemente visto en las proximidades de las áreas habitadas y usualmente se refugia en los alrededores. Cuando llueve, se observan mucho más que durante la época seca, y es común encontrarlos cerca a las fuentes de luz artificiales donde cazan insectos. Los ejemplares más grandes tienen un tamaño apreciable y pueden ingerir otras ranas y animales pequeños.

176

El morrocoy (Geochelone carbonaria) a veces se encuentra en gran abundancia en ciertos bosques de galería y en las sabanas circundantes. Esta atractiva tortuga tiene vistosas marcas rojas en la cabeza y las patas. Se alimenta de animales muertos e igualmente de los frutos caídos al piso. Ha sido una fuente de carne para indígenas y colonos. El lagarto Ameiva ameiva, es el lagarto más evidente en los claros cerca a las casas y en las sabanas. El verde brillante de los machos adultos contrasta con las hembras, menos verdes, y los dos muestran poblaciones muy altas en los hábitats apropiados. La iguana (Iguana iguana) también alcanza poblaciones bastante altas en los árboles cercanos a los poblados y a lo largo de cursos de agua, lanzándose a la corriente desde grandes alturas cuando se sienten presionadas. Su carne es apreciada al igual que sus huevos, los cuales son puestos en suelos arenosos usualmente ribereños. Otro lagarto típico, es el mato o lobo pollero (Tupinambis tequixin) que usualmente alcanza una talla de 1 m. Es un cazador agresivo y se vuelve un problema cerca de los poblados, dado que caza y mata a los polluelos de las gallinas y otros animales domésticos.

Dentro de los crocodilios, la babilla y el caimán del Orinoco son los elementos faunísticos más importantes de los Llanos. Aunque la babilla no es peligrosa para los seres humanos, es cazada y comida por éstos. Por la importancia comercial de la especie, se han desarrollado notables programas de cría en cautividad. En contraste, el caimán del Orinoco es un animal que alcanza mayores tallas que las babillas y su agresividad causa mucho temor. Dado que su piel es comercialmente valiosa, la especie ha sido cazada casi hasta la extinción en muchas regiones de su distribución. Se debe considerar como una especie en peligro para ser protegida por lo menos en los parques nacionales y reservas de la Orinoquia.

La boa (Boa constrictor) se encuentra frecuentemente en el bosque de galería y la vegetación adyacente. Estos boidos pueden alcanzar hasta 4 m de largo y son considerados como un peligro potencial para los animales domésticos. Sin embargo, no son peligrosos para el hombre; En contraste, el güío negro o anaconda puede alcanzar más de 11 m de largo, y se considera peligrosa bajo ciertas circunstancias, ya que ha atacado y matado seres humanos. Es un cazador nocturno en los flujos de agua. donde acecha y atrapa roedores grandes como la lapa (Agouti paca), el chigüiro(Hydrochaeris hydrocaeris) o a varios rumiantes cuando van a beber, como los venados (Mazama spp.) y tal vez el zaino (Tayassu tajacu) . Otra serpiente bastante temida es la cascabel (Crotalus durissus),la cual se halla en bosques muy secos y en las sabanas. Su mordedura puede ser peligrosa. Las más frecuente es la cuatronarices (Bothrops cf. atrox) , tal vez porque es atraída hacia las casas por la presencia de roedores pequeños que son su principal alimento.

177

1. Serrasalmus: El pez caribe famoso por su gran voracidad. Ataca en cardúmenes. Foto - Diego Garcés 2. Rana Hyla. Foto - Diego Garcés 3. Tortuga morrocoy (Geochelone carbonaria). Es una tortuga de hábitos terrestres, muy común en los bosques de galería. Foto - Fernando Urbina

178

1. Lagarto (Cnemidophorus Lemniscatus). Foto - Diego Garcés 2. Serpiente del llano. frecuentemente se encuentra cerca al agua. Es una serpiente poco venenosa. (Helucps. sp). Foto - Diego Garcés 3. Caimán llanero (Crocodylus intermedius), especia en extensión por hacer sido cazado bárbaramente para sacar su piel. Río meta. Foto - Diego Garcés

Aves

Al igual que los demás grupos de vertebrados, las aves del Llano comprenden especies adaptadas a hábitats abiertos, otras dependen de superficies de agua, y algunas tienen una elasticidad adaptativa que les permite sobrevivir en muchos tipos de hábitats. El régimen climático de esta región con un marcado período de lluvias con afluencia masiva de aguas y otro de fuerte verano abruptamente cambia las condiciones de vida para muchas especies animales. No obstante, las aves, gracias a su posibilidad de desplazarse fácilmente,

179 aprovechan al máximo la oferta ambiental de recursos alimenticios de las épocas favorables tal vez como ningún otro grupo animal.

Muchas de ellas ocupan los bosques de galería y la franja de selva del sur de la Orinoquia. De éstas las que ocupan el piso del bosque comprenden ocho especies de gallinetas de monte o perdices (Tinamidae), que sólo frecuentan los estratos bajos para dormir. Este interesante grupo de aves tiene hábitos diurnos y crepusculares y se caracteriza por la vistosidad de sus huevos de tonos azules y achocolatados, los cuales colocan descuidadamente en el piso entre las raíces tabloides de algunas especies de árboles. Las más evidentes corresponden al género Tinamus, gracias a su mayor tamaño y a la forma vigorosa de vuelo, el cual es apreciado cuando el observador desprevenido se acerca a un individuo que espera hasta que el intruso esté muy cerca para, abruptamente, levantar el vuelo y ocultarse a corta distancia, gracias a su coloración mimética. Con predominancia por los estratos arbóreos tenemos cerca de 14 especies y subespecies de crácidos de pavas y güacharacas (Cracidae), que constituyen junto con los tinámidos un importante recurso alimenticio para las comunidades indígenas de la región. Las más evidentes por el bullicio que generan al amanecer y atardecer cuando se reúnen masivamente son las guacharacas del género Ortalis. Por su tamaño y vistosidad podemos mencionar a las pavas Penelope jacquacu, Aburria pipile y a las seis especies de paujiles del género Crax.

Resalta en los límites de las matas de monte, en las riberas de los caños y en los bosques de galería la tirana o tigana, Eurypyga helias, hermosa ave representante de una familia monotípica (Eurypygiclae) llamada así por el despliegue arrogante de sus alas que muestran un hermosísimo e intrincado diseño de color. Varias especies de palomas (Columbidae), al menos 15, pueblan esta región, siendo las más comunes las torcazas Columba speciosa, C. cayennensis y O. subviriacea, las abuelitas Columbina minuta, O. talpacoti, Claravis pretiosa, la paloma pipa Leptotila rufaxilla. No menos de veintitrés especies de loros (Psittacidae) se encuentran representados en la Orinoquia, siendo los más evidentes por su tamaño y colorido vistoso las guacamayas Ara macao, A. ararauna, A. chloroptera, A. severa y A. manilata,los pericos de los géneros Brotogeris, Touit y Forpus y las cotorras Amazona ochrocephala y A. amazonica. De las familias del orden más diversificado del país tenemos los colibríes (Trochilidae), con un total de 149 especies a nivel nacional y 63 en la región, entre los que podemos destacar a los ermitaños del género Phaethornis, estrechamente asociados con los platanillos (asociaciones de Heliconia) y a otros chupaflores como Anthracothorax nigricollis , Chlorestes notatus, Chlorostilbon mellisugus, Thalurania furcata, Amazilia versicolor, A. fimbriata. Otro de los grupos de gran complejidad y diversidad es el de los atrapamoscas (Tyrannidae), cuyas especies son altamente silvícolas y gran parte de ellas de hábitos crípticos, lo cual las hace difíciles de observar y de reconocer, aún para el observador especializado. Esta familia alcanza alrededor de cien especies, que representan cerca del 60 % del total del país. Otros grupos de importancia son las soledades trogones (Trogonidae), de gran belleza y colorido,

180 con ocho especies; los martín pescador con cinco especies que surcan las riberas de los ríos y quebradas en busca de alimento; once especies de tucanes de los géneros Ramphastos y Pteroglossus, principalmente mantienen el concierto diario de estos bosques con su lúgubre y lastimero canto. Las veinticinco especies de carpinteros (Picidae), animan los atardeceres con su martilleo constante sobre los troncos secos y vivos durante la construcción de sus nidos, siendo los pioneros en la perforación de oquedades que posteriormente son utilizadas por una cadena de inquilinos, entre los cuales se encuentran otras especies de aves, mamíferos y reptiles que año tras año las van acondicionando para alojar allí a sus familias. De las 70 familias representadas en la región merece mencionar también a los azulejos, suimas y cardenales que poseen cerca de 65 especies en la Orinoquia, todas ellas de vistoso colorido, como el del azulejo siete colores Tangara chilensis.

Aunque la mayoría de aves llaneras se localizan en los denominados bosques de galería, una quinta parte de las especies se encuentran asociadas a los ríos y esteros o lagunas permanentes, sean ribereños o aislados en medio de las sabanas, en cuyo caso se denominan matas de monte. Como se mencionó anteriormente esta avifauna está altamente relacionada con la del norte de Venezuela ya de las planicies de la región MagdalenoCaribe. dentro de sus elementos importantes encontramos: dos garzones (Ciconiidae) (Ciconia maguan, Jabiru myctenia); cuatro coclíes y corócoras (Threskiornithidae) (Theristicus caudatus, Cercibis exycerca, Eudocimus albus, E. ruber); tres gavilanes (Accipitridae) (Circus buffoni, Heterospizio.s meridiorialis, Buteo albicaudatus); tres halcones (Falconidae) (Polyborus plancus, Milvago chimachima, Falco femoralis); una paloma (Columbidae) (Scardafella squammata) ; tres loros (Psittacidae) (Aratinga acuticauda, A. pertinax, Forpus conspicillatus); un buho (Strigidae) (Speotyto cuniculania); un bucónido (Bucconidae) (Hypnelusruficollis); un hornero (Furnatiidae) (Phacellodomus rufifrons); dos hormigueros (Formicariidae) (Sakesphorus canadensis y Thamnophilus nigrocinereus) ; tres mosqueros (Tyrannidae) (Atalotriccus pilaris, Todirostrum sylvia, Machetornis nixosus); un cucarachero (Troglodytidae) (Thryothorus rufalbus); dos mirlas (Turdidae) (Turdus Leucomelas y T. nudigenis) ; un motacílido (Motacillidae) (Anthus lutescens); tres ictéridos (Icteridae) (Agelaius icterocephalus, Icterus nigrogularis, Sturnella magna); una tanagra (Thraupidae) (Euphonia chlorotica) y pinzones, espigueros y canarios (Fringillidae) (Arremonops conirostris, Sporophila plumbea, S. intermedia, Sicalis flaveola, Emberizoides herbicola, Ammodramus humeralis), entre otros.

El grupo de aves más asociado a las superficies de agua como los ríos, caños, lagunas o esteros y sabana inundada se puede enumerar como sigue: las garzas Ardea cocoi, Casmerodius albus, Egretta thula, Florida caerulea, Butorides stniatus, Bulbulcusibis, Synigma sibilatrix, Nycticorax nycticorax, Trigrisoma lineatum(Ardeidae) y Cochlearius cochlearius (Cochleariidae); el garzón Mycteria americana(Ciconiidae) y los coclíes (Threskiornithidae) (Mesembrinibis cayennensis y Phimosus infuscatus); el pato

181 cucharo (Ajaia ajaia); el buitre de ciénaga o arauco (Anhimidae) (Anhima cornuta); los patos (Anatidae) (Amazonetta brasiliensis, Dendrocygria viduata, Neochen jubata y Cairinia moschata); las pollas de agua (Rallidae) (Aramicles cajanea, Porphyrio martinica y P. flaviros tris); el zambullidor patirrayado (Heliornithidae) Heliomis fulica; la tirana (Eurypygidae) Eurypyga helias; el gallito de ciénaga (Jacanidae) Jacania jacaría; los martín pescador Chloroceryle amazona, C. americana, C. inda y C. aenea entre otros.

Mamíferos

El areal de distribución de muchos de los mamíferos encontrados en los Llanos son extensiones de la fauna amazónica, aunque la composición que se encuentra en los bosques de galería es menor en diversidad de lo esperado para un área cubierta de selva. Una de las especies cuya distribución está relacionada estrechamente con las grandes planicies, es precisamente el venado sabanero (Oclocoileus virginianus), el cual no penetra en la selva, pero es abundante en los pastizales. No obstante, parece existir en los claros o minisabanas que esporádicamente se presentan en los bosques típicamente amazónicos, así como en otras vastas regiones, con hábitats similares, del resto del continente suramericano hasta Norteamérica. Actualmente se le puede observar fácilmente donde no está sujeto a presión de caza, llegando a ser numeroso en áreas donde se les protege. Sin embargo, la ganadería ha traído consigo una de las peores enfermedades de los animales de pezuña hendida, la fiebre aftosa, la cual conjuntamente con la cacería es la responsable de la erradicación de la especie en amplias zonas de la región.

Un buen ejemplo de la elasticidad ambiental es el puma o león (Felis concolor), el cual es común en muchas partes de los Llanos, y su distribución alcanza toda Sudamérica hasta la Patagonia, e igualmente hasta Norteamérica. Aunque el tigre mariposo (Panthera onda) no tiene una distribución tan amplia como la del puma, sí se encuentra en todos los bosques tropicales y subtropicales hasta el norte de Argentina, al sur, y hasta México. A pesar de que estos dos grandes felinos están considerados como componentes de la fauna amazónica, sus distribuciones son pan-neotropical, en el caso del tigre mariposo, y panamericana en el caso del puma.

Chuchas

La fauna llanera también incluye algunos marsupiales, siendo los más conocidos la chucha de oreja negra (Didelphis marsupialis), la chucha roja real (Metachirus nuclicaudatus), el micuré (Micoureus cinereus), y el tunato común (Marmosa muniria). Estos animales son de hábitos nocturnos, y su dieta está constituida principalmente por invertebrados, pequeños vertebrados y una vasta gama de frutos silvestres y cultivados. La primera de ellas frecuenta con regularidad las áreas de habitación campesinas en busca de alimento, especialmente aves de corral. Se les conoce como activos y persistentes predadores y

182 cuando son agredidos simulan estar muertos para evitar golpes mayores y después se alejan a recuperarse de sus lesiones.

Osos hormigueros

Los osos hormigueros no tienen dientes y presentan un rostro muy alargado, precisamente adaptado a sus particulares hábitos alimenticios. La lengua es extremadamente larga y cilíndrica, por lo tanto adaptada para ser introducida en las complejas madrigueras de los termiteros y hormigueros, cuyos habitantes les sirven de alimento. El oso hormiguero palmero (Myrmecophaga tridactyla), es la especie más grande de esta familia, alcanza hasta los 40 kg de peso. Frecuentemente se les observa andando por las sabanas, especialmente al atardecer, aunque probablemente pasan más tiempo escondidos en los montes de galería. Estos animales se mueven por grandes extensiones en busca de comida, hormigas y termites que consiguen mediante el uso de sus fuertes garras delanteras, con las que se dice pueden matar hasta al predador más peligroso como el jaguar. El tamandua u oso melero(Tamartdua tetradactyla) es mucho más pequeño que el palmero con sólo 4-8 kg de peso. Se ve rara vez lejos de su hogar en el dosel del monte, donde se mueve ayudado por su poderosa cola prensil. Estos animales tienen hábitos diurnos y crepusculares y se alimentan de termites, hormigas y abejas que elaboran sus nidos especialmente en los árboles, donde el oso palmero no puede alcanzarlos. El osito trueno (Oyclopes didactylus) es el más pequeño de los hormigueros y difícil de ver debido a su tamaño pequeño (200 g) y sus hábitos nocturnos, aunque también son considerados raros, por sus bajas densidades de población. Estos animalitos se desplazan sobre las ramas siempre colgantes, cazando hormigas y otros insectos.

183

1. Anaconda (Eunectes murinus), es de hábitos acuáticos. Puede alcanzar entre 8 y 12 m de longitud y un peso cercano a una tonelada. Sin embargo, la inmensa mayoría de los especímenes no sobrepasan los tres metros. Mata sus víctimas por constricción. Foto - Diego Garcés 2. Venado caramerudo (Odocoileus virgianus) joven. Este venado no entra a la selva porque tiene cachos ramificados en edad aduslta. Foto - Diego Garcés. 3. Sapo gigante (Bufo marinus). Foto - Diego Garcés

184

1. Las corocoras rojas (Eudocimus ruber) son posiblemente las aves de pantano más bellas de Suramérica. Su pico es curvo para escarbar en el lodo en busca de comida. Hay también corocoras blancas (E. albus) y negras (Phimosus spp.). Foto - Diego Garcés 2. Pato carretero (Neochen jubata). Es migrante. Se encuentra en parejas. Foto Diego Garcés 3. Cachicamo común (Dasypus novemcinctus). Tiene una gran difución en las selvas y sabanas orinoquenses donde es muy apreciado por su carne. Foto - Fernando Urbina

Perezosos

185

Los perezosos de los Llanos comprenden dos especies, el perezoso de tres dedos (Brady pus variegatus) y el de dos dedos (Choloe pus hoffmanni). El de dos dedos usualmente es el más común y la manera en que se reparten dentro de los bosques y sus relaciones interespecíficas son poco conocidas. El primero de ellos está probablemente mejor adaptado a diversas condiciones del hábitat, ya que se le puede encontrar tanto en el bosque como en árboles aislados y en manchas de guarumos (Oecropia sp.); en cambio el perezoso de dos dedos parece restringido a bosques primarios con poca o ninguna intervención. Sus hábitos alimenticios incluyen las hojas, flores, renuevos y algunos frutos de una gran variedad de especies.

Armadillos

Los armadillos comprenden cinco especies en los Llanos Orientales y debido a la presión de caza el más grande de ellos está en peligro de extinción. Este armadillo gigante, también llamado trueno u ocarro (Pniodontes maximus) alcanza los 30 kg de peso y es de hábitos nocturnos. Se alimentan principalmente de hormigas y termites que se utican tanto en las áreas abiertas como en el piso del bosque o sabana. Viven en cuevas, las cuales excavan con sus fuertes y grandes uñas. El armadillo hediondo(Cabassous unicinc tus) pesa alrededor de 2-4 kg, es nocturno y también se alimenta de hormigas y termites. La cola está desprovista de escamas grandes, razón por la cual le aplican el nombre común de coletrapo. Habitan en cuevas excavadas tanto en barrancos en las sabanas como dentro de los bosques de galería. El armadillo sabanero (Dasypus sabanicola) es tal vez el más conocido. Son cazados en las sabanas por mucha gente, que los persiguen con perros hasta atraparlos. Aunque consumen también hormigas y comejenes, adicionalmente comen animales muertos, frutos, hongos y otro material vegetal. Dasypus kappleni o el armadillo artacacho se encuentra más en los bosques mientras Dasypus novemcictus, el cachicamo, se encuentra en una variedad de hábitats desde bosque hasta sabana.

Murciélagos

Los murciélagos orinoquenses son mal conocidos y falta mucho trabajo para distinguir de modo completo las especies que allí se encuentran. Sin embargo, existen algunas colecciones y estudios que han originado la lista de la Tabla 1, cuyo total comprende 96 especies de las 171 registradas para el país.

Rivas & Sánchez (1990) reportaron 43 especies de murciélagos para una zona del norte de la Sierra de la Macarena, cuyo hábitat incluye bosques de galería, sabana y vegetación secundaria. Esta comunidad comprende más o menos el 25% de las especies colombianas y es una de las agrupaciones de murciélagos más rica en especies identificadas para el

186 neotrópico. La comunidad está compuesta de 32% frugívoros nómadas, 20% frugívoros sedentarios, 15% insectívoros aéreos, 23% insectívoros del follaje, 6% polinívoros, 2% carnívoros y 2% hematófagos. Una especie (Carollia perspicillata) fue muy dominante sobre todas las demás, representando 56% de todos los individuos capturados y liberados. Las que le seguían en abundancia eran Antibeus planirostris (9,1% del total), Desmodus rotundus (5.4%) y Artibeus fuliginosus (4,2%).

Como estos animales voladores son nocturnos y generan cierto temor entre los pobladores, no son muy conocidos a nivel particular por la gente. Sin embargo, por su número de especies son una parte muy importante de la diversidad de los mamíferos. Probablemente más de 100 especies se encuentran en la Orinoquia. Las más conocidas están siempre relacionadas con las actividades domésticas, ya sea porque viven en los techos y paredes de las casas o porque inciden sobre la salud de los animales domésticos, como es el caso del murciélago vampiro (Desmodus rotundus)cuya actividad se manifiesta por las hemorragias que produce en los cuellos y otras partes del ganado vacuno y caballar principalmente, a los cuales luego de morderlos lame su sangre aplicándoles con la saliva un anticoagulante cuya acción dura varias horas. Otro de los acompañantes cotidianos, cuando se desplazan en canoa especialmente por las riberas de los ríos y quebradas, es el "murcielaguito narigón", Rhinchonycteris naso, que vive en grupos sociales de 3 a 45 individuos, usualmente alrededor de 12, colgados de las ramas bajas, de tal manera que al acercárseles salen masivamente espantados para buscar la rama más cercana.

Primates

Como este grupo'requiere de manera imprescindible de árboles para vivir, el número de especies de primates en los Llanos Orientales es bajo y se limita a los bosques de galería y matas de monte. No obstante, el araguato o cotudo (Alouatta seniculus) es uno de los animales de la región que genera un reconocimiento dentro de la fauna regional, especialmente por su poderosa vocalización, la cual se siente en el ambiente en la madrugada y al atardecer como elemento muy típico de estas tierras. Esta particularidad es frecuentemente resaltada en las canciones de música llanera. Usualmente estos monos viven en grupos de alrededor de seis individuos con un macho adulto, tal vez un macho subadulto y 2-3 hembras con crías. Se alimentan en un 50% de hojas tiernas y 50% de frutos y flores. Otro primate igualmente conocido es el maicero (Oebus apella) que comúnmente se encuentra en los mismos bosques de galería donde habitan los araguatos. Viven en grupos de 8-10 individuos, normalmente con un macho adulto, otros machos subadultos y varias hembras y crías. Son omnívoros, y comen todo lo que puede servirles de alimento: frutos, vertebrados como lagartos, polluelos, pequeños mamíferos, insectos, etc. En las zonas de colonización aprenden a invadir y a comer los cultivos de maíz, cacao y otros sembrados por lo cual en esas localidades son considerados como plaga. Son muy

187 inteligentes y existen muchas historias sobre sus estrategias para ganarse la vida y escapar de sus enemigos. En ciertas partes de los Llanos (como el norte del Arauca y el este del Vichada) es reemplazado por el cariblanco (Cebus albifrons) , un tipo de maicero con una coloración muy clara. En el Vichada'lo denominan como "mono blanco", en contraste con el "mono negro" (O. apella). Allí se encuentran en manadas de hasta 35 individuos, con varios machos y hembras adultas con sus crías. También son omnívoros con una dieta muy similar a los "monos negros".

Las viudas o viuditas (Oallicebus torquatus) no son bien conocidas como fauna típica de los Llanos Orientales, sin embargo se encuentran en poblaciones no muy extensas al sur del río Tomo, en el occidente del Departamento del Vichada. Estos pequeños primates monógamos de 1,5 kg viven en parejas con una o dos crías y se alimentan de pequeños frutos, insectos y a veces de hojas tiernas. Son frecuentes en los montes cercanos al centro de visitantes del Tapón en el Parque Nacional Natural El Tuparro.

En la noche llanera se puede escuchar la vocalización del mico nocturno o marteja (Aotus sp.), único primate de actividad nocturna en el mundo. Estos animales duermen en huecos de árboles muertos o en nudos de bejucos de donde salen en la noche para buscar su alimento, el cual está constituido especialmente por frutos e insectos. Son monógamos y usualmente no se observan en grupos más de 2-5animales. Su distribución no incluye la porción central del departamento de Casanare ni el norte del río Tomo en el departamento del Vichada.

Al sur del río Vichada y al oeste del río Metica y por el rebalse del río Meta hacia el oriente se encuentra el tití (Saimiri sciureus) , que es un primate pequeño de 1 kg de peso que anda en grupos de 15-20 individuos con varios machos y hembras adultas. Se alimentan de insectos y frutos. Otra especie monógama que tiene hábitos similares a los de las viuditas (Callicebus torquatus) es el mico Oallicebus cupreus ornatus que entra a los Llanos solamente en el límite suroccidental. Al acercarse al piedemonte empiezan a aparecer pequeñas manadas de la marimonda (Ateles belzebuth) y de los churucos (Lagothnix lagothricha), que prefieren los bosques más altos y densos.

188

En el bosque alto y denso Mico "güeviblanco" del piedemonte, (Saguinus inustus) La Macarna y el guaviare Selva transicional hacia la se encuentran Amazonia, al sur el churro (Lagthrix del río Guaviare lagothrica)

La marimonda o mico Cusumbo (Nasua nasua), araña (Ateles Belzebuth) anda en pequeñas en la selva densa. Su cola manadas de hembras con tiene sus hijos. El macho es excelentes cualidades solitario, excepto en la prensiles época de apareamietno

189

Las viudas o viuditas (Callicebus torquatus) no son bien conocidas como fauna de los Llanos, sin embargo se encuentran en poblaciones no muy extensas al sur del río Tomo, al occidente del departamento del Vichada. Foto Sara Defler

Nombre científico: Pteronura brasiliensis - Nombre común Perro de agua, nutria gigante. Especie en peligro de extinción. Mamífero que se alimenta únicamente de peces y cuya piel fue apreciada en la década de los 50. Río Bita (vichada). Foto Fernando Trujillo

Carnívoros

190

Hay 14 especies de carnívoros conocidos en los Llanos Orientales y queda la posibilidad de que exista por lo menos otra especie de cánido de zonas abiertas, muy común en el Brasil, donde es denominado ―lobo guará‖ (Orysocyon brachyurus) del cual se tienen algunas evidencias en la región. De los cánidos, uno es conocido como el perrito venadero (Speothos venaticus); caza en pequeños grupos en las sabanas y bosques, inclusive zambulléndose en el agua tras sus presas. El zorro perruno(Oerdocyonthous), es el cánido más frecuentemente observado gracias a los faros de los vehículos debido a que le gusta andar de noche a veces por las carreteras. Más raro es el zorro gatuno (Urocyon cinereoargenteus), que se distribuye desde Norte América hacia el sur alcanzando precisamente el extremo sur de su areal de distribución en los Llanos.

De la familia de los mapaches (Proc yonidae) se encuentran tal vez tres miembros en los Llanos Orientales. El cusumbo (Najua niasua) es diurno y anda usualmente en manadas de 20-30 individuos entre hembras y crías, ya que los machos son solitarios, excepto durante la época de apareamiento. Poseen una trompa alargada que utilizan para husmear en cualquier hueco donde pueda haber una posible presa, por lo general pequeños vertebrados o invertebrados. También comen frutos y viven en muchos tipos de bosque. El mapache (Proc yon cancrivorus) es nocturno y vive cerca del agua donde caza muchas de sus presas tales como peces, cangrejos e insectos. Es solitario o en grupos de varias hem- bras con algunas crías; durante el día duerme en árboles huecos. El perro de monte, mico nocturno o cuchicuchi (Potos flavus) es un carnívoro solitario que es frecuentemente confundido con el mico nocturno (Aotus sp.), por sus hábitos nocturnos y porque a menudo confluyen en los mismos árboles para alimentarse. Andan ruidosamente de árbol en árbol y su gritería nocturna es a veces el sonido que predomina en el bosque. El leoncillo o mico nocturno (Bassaricyon gabbii) a veces se confunde con Potos flavus o el primate Aotus sp., porque se juntan los tres en el mismo árbol.

De la familia de los mustélidos (Mustelidae) se pueden destacar cuatro especies todas ellas caracterizadas por su cuerpo alargado y ágiles movimientos y astucia. El mapuro (Galictis vittata), un animal de 2 kg que anda solo o en parejas por los bosques y sabanas cazando diversas presas, el ulamá (Eira barbara) también de hábitos solitarios o por parejas, se les observa en el piso o en los árboles por cuyas ramas se desplazan con agilidad y elegancia y con menos frecuencia en la sabana abierta, aunque no muy lejos de los árboles; come lo que encuentre a su paso (incluyendo a veces micos y muchos frutos); pesa alrededor de 3-7 kg, es de color castaño oscuro a negro, pero tiene la cabeza más clara. La nutria (Lutra longicaudis) se encuentra especialmente en los ríos más pequeños, usualmente por parejas o solitaria; su dieta está constituida casi exclusivamente por peces y crustáceos. Su colorido es castaño oscuro. El perro de agua (Pteronura brasiliensis) vive en los ríos medianos e inclusive en ríos y quebradas utilizados por las nutrias y probablemente las reemplazan en los lugares donde compiten. Esta especie llegó a sus límites poblacionales más bajos en la década de los 70, debido a la caza incontrolada para obtener sus pieles. No obstante, gracias

191 al control internacional la especie está volviendo a aparecer ahora en muchas partes de su area de distribución original, e incluso es más fácil observarlas que antes. En el Parque Nacional Natural El Tuparro en el Vichada siempre han tenido una población sana e igualmente en el río Bita al norte de El Tuparro. Es la especie de nutria más grande en el mundo, llegando a alcanzar 25-30 kg. Viven en manadas de 6-8 individuos que comprenden la pareja con sus crías de varios años. Mantienen madrigueras ribereñas y ―resbaladeros‖ por donde se lanzan al agua; igualmente mantienen ―comederos‖ donde pasan el tiempo ingiriendo pescado, su principal alimento, y observando su terreno, el que defienden enérgicamente.

Los gatos o félidos (Felidae) son el grupo más destacado de la fauna, en particular las especies grandes y potencialmente peligrosas. Hay cinco especies que se encuentran en los Llanos. El tigrillo, canaguaro o manigordo (Felis pandalis) es posiblemente el más común de estos gatos llaneros. Andan solitarios en busca de animales pequeños y no les gusta mucho subir a los árboles. Pesan de 8-9 kg y su colorido y diseño es muy atractivo. En esta especie la cola es más corta que la pierna trasera. El tigrillo peludo (Felis wiedii), es más o menos del mismo peso del anterior; también posee una piel manchada, pero en el cuello los pelos se dirigen hacia adelante en contraste con F. pardalis, cuyos pelos se orientan hacia atrás. La cola de E. wiedii es más larga que el miembro trasero. Esta especie de tigrillo también caza vertebrados pequeños, pero es más arborícola que F. pardalis. El tercer gato pequeño de los Llanos es el gato pardo o gato servante (E. yagouaroundi) que pesa entre 5- 9 kg, y es de un color gris o castaño salpicado sin manchas. Es nocturno y diurno y anda en pareja o solitario. Comen mamíferos pequeños, aves y reptiles y frecuentan varios tipos de vegetación.

El puma o león colorado (Felis concolor), utiliza la Sabana y las orillas de los bosques para la caza de sus presas favoritas como son los venados, los chigüiros, armadillos, etc. Pesan hasta 130 kg, y poseen un color castaño amarillento con el vientre más claro. Son tímidos y en muchas partes de su distribución rara vez son observados. En algunas zonas la ausencia de presas naturales los motiva a predar animales domésticos, por lo cual son erradicados mediante partidas de caza organizadas.

El tigre o jaguar (Panthera onca), es una de las especies de la fauna más famosa y temida para mucha gente, aunque en realidad este felino de 100-160 kg es tímido y usualmente evita el contacto con los humanos. Posee unos ciento cincuenta nombres en las diferentes lenguas indígenas y en español a nivel nacional, lo cual denota su importancia en términos culturales. Existe una fase melánica en la cual los individuos son predominantemente negros y por esta razón la creencia popular de asociarlos con otra especie que llaman ―pantera‖. Son activos cazadores y dentro de sus presas se encuentran el venado, algunas aves, peces, perezosos, armadillos, caimanes y delfines de agua dulce. Al igual que el puma, los eventuales ataques a animales domésticos generan la preparación de partidas de caza entre los lugareños, las cuales acosan y persiguen al animal hasta atraparlo.

192

Delfines

De las dos especies de delfines de agua dulce del país, solamente la tonina (Inia geoffrensis) que alcanza 2-3 m y un peso de hasta 160 kg, es conocida en los Llanos Orientales, y todos los trabajos de campo recientes desarrollados por especialistas en el bajo río Meta no encontraron rastros de Sotalia fluviatilis que sí es muy abundante en la Amazonia. Sin embargo es conocida en otras partes de la Orinoquia. La tonina se encuentra tanto en ríos grandes como en quebradas pequeñas adonde llega en persecución de los peces que constituyen su dieta principal. Su aleta dorsal no es muy conspicua, en contraste con la de Sotalia. Según uno de los científicos más estudiosos de este grupo, las toninas de los Llanos suelen ser mucho más juguetonas y saltadoras que las de la cuenca amazónica.

Manatí del Caribe

Este mamífero acuático (Tnichechus manatus) se encuentra en el río Meta y otros ríos orinoquenses al norte. Es perseguido por su carne y por eso está bastante amenazado, a pesar de ser difícil de detectar. Se alimenta de pastos y otra vegetación disponible flotante o ribereña. Como su nombre lo indica es la misma especie del Caribe que penetra también a otros ríos del país corno el Atrato, Sinú, Magdalena y tributarios y en todas ellas su supervivencia se encuentra seriamente amenazada.

Danta

La danta (Tapirus terrestris) es el mamífero nativo más grande de los Llanos Orientales y una de las tres existentes en el país; se encuentra además en todo el piso cálido de Colombia excepto en la planicie costera del Pacífico donde es remplazada por la danta centroamericana (Tapirus bairdii). Alcanzan 250 kg de peso, por lo cual son altamente apreciadas como presas de caza. Son vegetarianas, grandes nadadoras y de actividad más nocturna que diurna. Son solitarias y tímidas, aunque se forman grupos con frecuencia en los denominados salados, donde por ser predecibles son cazadas con facilidad, tanto por los nativos como por los colonos. De día descansan en la vegetación muy densa y cuando se sienten amenazadas huyen despavoridas causando gran alboroto. Tales ruidos son a veces el único indicio de que una danta está cerca.

Ungulados

Se encuentran dos especies de cerdos silvestres y 3 especies de venados en los Llanos. El zaíno o báquiro (Tayassu tajacu) es el más común de los cerdos de monte; o por lo menos,

193 el más observado. No obstante, los datos sobre la densidad de esta especie son precarios. Anda en manadas pequeñas, usualmente de 6-9 individuos, que no hacen mucho ruido si no tienen la sensación de peligro, en cuyo caso chasquean los colmillos de una manera ruidosa y amenazadora. Pueden pesar entre 17-30 kg y se distinguen por su pelaje ralo, grueso y erizado con un collar pectoral blaliquecino característico. La segunda especie de cerdo es el cafuche o chacharo como se le conoce en otras partes del país (Tayassu pecari). Es mucho más grande, ya que llega a pesar entre 25-40 kg, es de un color más oséuro en comparación con la otra especie de Tayassu y la barbilla es de color blanco. El cafuche anda erráticamente en bandas muy grandes, a veces de más de 100-200 ejemplares, las cuales son muy perse.guidas por los cazadores. En ambos casos son omnívoros y consumen una gran variedad de frutos, semillas y pequeños animales que recogen del piso.

Nombre cientifico: Inia geoffrensis hurnboldtiana. Nombre común: Tonina, delfín rosado. Río Orinoco (Vichada). Foto: Femando Trujillo

En los Llanos existen 3 especies de venado en la parte que comprende las sabanas y los bosques de galería. El venado sabanero o coliblanco (Odocoileus virginianus) es el más observado, dado que vive en las sabanas circundantes a los bosques de galería. Su visibilidad y su tamaño grande, de 30-50 kg, lo hacen un blanco fácil para el cazador. Su coloración es acanelada y posee una cornamenta muy ramificada en los machos. Por ser una especie de pezuña hendida es muy susceptible a la fiebre aftosa, enfermedad que ha traído consigo la muerte a muchos individuos debido a su cercanía con el ganado vacuno. Es por eso que la especie ha desaparecido en muchas partes de los Llanos.

En los bosques de galerías habita el venado colorado (Mazama americana), que es mucho menos visible y conocido que el venado sabanero, dado que está mejor adaptada al interior de bosques y selvas. Estos animales pesan alrededor de 24-48 kg y se alimentan de frutos caídos, vegetación (brotes y hojas tiernas), hongos y flores. Son de un color rojizo en el

194 dorso y en el vientre, y los machos poseen cornamentas sencillas, sin bifurcaciones, que permiten un desplazamiento más eficiente dentro del bosque.

El más pequeño de los tres es el venado cenizo o gris (Mazarrta gouazoubi ra) , que alcanza un peso de 11-18 kg y tiene un color grisáceo con el vientre blanco. Probablemente se encuentra con mayor frecuencia en las zonas selváticas del sur, pero de todas maneras son poco conocidos y observados en comparación con el venado colorado.

Ardillas

La ardilla colorada (Sciurus igniventnis) , es la más común en el Parque Nacional Natural El Tuparro y se encuentre igualmente en el note del Vichada. Este animal tiene el color del tronco blancuzco amarillento mezclado cor negro, con antebrazos. y vientre anaranjados; se mueve desde el dosel del bosque hasta el piso. Se alimenta de las nueces de palmas y otros frutos disponibles. Otra especie, S. g ranatensis, se encuentra también en sectores de los Llanos.

Cafuche (Tayassu pecari). Cerdo de monte que anda en grandes manadas de 100.200 individuos. Es muy perseguido como presa por los grandes carnívoros y el hombre. Foto: Sara Defler

Ratones

Hay numerosos roedores de este grupo en los Llanos, como son los ratones arroceros (Qryzomys capito y otras); el ratón aterciopelado sabanero (Qecomys speciosus) ; el ratoncito espinoso oriental (Neacomys spinosus) ;la rata acuática (Nectomys

195 squamipes); el ratón trepador (Rhipidomys spp.); la rata acuática (Holochilus venezuelae); y las introducidas: la rata negra (Rattus rattus) y la rata de Noruega (Rattus norvegicus). Se encuentra también el ratón exótico llamado ratón doméstico (Mus domesticus).

Roedores caviomorfos

Estos roedores son de tamaño bastante grande y evolucionaron como un grupo endémico en Sur América. Incluyen el puercoespín común (Coendou prehensilis) de 3-5 kg, de color negro o castaño oscuro con el pelo modificado en forma de espinas para la defensa. Son arborícolas y comen frutos, semillas y corteza; Tal vez el caviomorfo más conocido es el chigüiro o capybara (Hydrochaeris hydrochaeris), el roedor más grande del mundo ya que alcanza los 35-65 kg de peso y andan en ciertas partes de los Llanos en manadas muy numerosas. Se alimentan de pasto y sus hábitos son acuáticos con gran habilidad para zambullirse rápidamente y caminar bajo el agua. La lapa o guagua (Agouti paca) es el animal más perseguido por su carne. Pesa 5-13 kg, y es de color castaño con 3-4 listas de manchas blancas a lo largo de los flancos. Son nocturnos y solitarios, excepto durante el período reproductivo en el cual la madre permanece con sus crías. Comen frutos caídos en el piso y son comunes cerca al agua, donde pueden escaparse fácilmente de sus enemigos a través de complejas redes de túneles con múltiples salidas, inclusive algunas subacuáticas. El jpicure o ñeque (Dasyprocta fuliginosa) pesa 3,5 kg, es de un color negruzco con pelos punteados de blanco, vive solitario o por parejas en los bosques. Come frutos y nueces y es fuertemente perseguido corno pieza de caza, especialmente por su carne. Los ratones escontatos o jabalíes (Proechimys sp.) son los más conocidos y se encuentran representados por varias especies.

Conejos

La Orinoquia contiene dos especies de lagomorfos o conejos, una especie Silvilagus floridanus o conejo sabanero, cuya areal de distribución más austral llega a los Llanos, y S. brasiliensis el conejo de monte o tapiti, una especie que está ampliamente distribuida en Sur América, especialmente en las orillas de bosque y selva (ecotono). El conejo sabanero es la especie más observada en los pastizales de los Llanos orientales.

Las selvas orinoquenses

Tal vez el número de especies de todos los grupos animales se incrementa a medida que se penetra en las selvas de la Orinoquia con respecto a la región de las sabanas, aunque no existen listas muy completas para la mayoría de los grupos. Lynch (1979) anota que las selvas orinoquenses o lo que él llama "supra-amazónicas" son las áreas con menor

196 endemismo de ranas, representadas tan sólo por 2 especies hasta la fecha. El área contrasta ampliamente con la alta Amazonia con 80 especies endémicas reconocidas hasta 1979.

Los reptiles tampoco son fáciles de contabilizar para estas selvas, pero la información disponible demuestra un aumento en las serpientes crotálidas y elápidas de manera que de las 45 especies de culebras en toda la Orinoquia, 38 ó más se encuentran en la selvas y 18 en los Llanos, y entre las 58 especies de lagartos selváticos, tan sólo la mitad se encuentra en los Llanos. De las corales y cuatronarices, hay 3 especies de Micrurus y una especie de Bothrops en los Llanos y 6 de Micrurus y 2 Bothrops en la zona sevática. Igualmente hay un aumento abrupto en el número de especies de aves en las selvas orinoquenses en comparación con las de los Llanos, pero especialmente en ciertas familias que dependen de néctar, flores y frutos, como los picaflores, palomas, loros, quetzales, jacamares, bucónidos, carpinteros, trepatroncos, hormigueros, saltarines, cotíngidos, tanagras, ictéridos, etc. Las selvas albergan la majestuosa águila harpía (Harpia harpyja) y a otras típicas aves de selva que no pasan a la sabana, como las monjas (Monasa nigrifrons y M. morphoeus), los tentes (Psophia cre pitans) y el paujil nocturno (Nothocrax urumutum), entre otras.

En los mamíferos también el aumento en número es notable. Casi todos los registrados para los Llanos se encuentran en las selvas. Pero, adicionalmente hay más marsupiales (Philander opossum, Chironectes minimus, Marmosops sp., Marmosa lépicla, etc.); ocho especies más de primates (Saguinus fuscicollis, 5. nigricollis, 5. inustus, Ateles belzebuth, Cacaj áo melanocephalus, Aotus vociferans, A. trivirgatus); otra especie de cánido (Atelocynus microtis); una más de venado (Mazama gouazoubira); más ardillas (Microsciurus flaviventer), y de otros roedores como el ratón conocono crestiamarillo (Isothrix bistriata), yel ratón puyoso pequeño (Mesomys hispidus), además de una gran variedad de murciélagos.

De los primates de las selvas orinoquenses, quizás el más destacado es el churuco (Lctgothrix lagothricha). En la Orinoquia hay dos subespecies de churuco, L.I. lagothricha que es el común al sur del río Guaviare y de las selvas al oriente del río Caguán y L.llugens, la subespecie más amenazada que se encuentra en el piedemonte y los parques nacionales: Sierra de la Macarena, Tinigua y Cordillera de los Picachos. Este robusto mico anda en grupos de 20-40 animales con varios machos y hembras adultas y sus crías. Comen más que todo frutos y tragan enteras las semillas, las cuales más tarde caen al piso de la selva en las heces. Así, este animal juega un papel de gran dispersor de semillas en la selva orinoquense e inclusive amazónica.

Otra especie de primate que se encuentra al sur del río Guaviare es el chucuto (Cacajao melanocephalus), no muy conocida ni numerosa en Colombia. Esta especie de uacari, con una cola truncada vive en las cuencas de ríos de aguas negras donde se alimenta de semillas usualmente inmaduras. Socialmente practican un sistema de fisión-fusión donde

197 varía el número del grupo, desde uno o pocos hasta más de 100 animales andando juntos, de acuerdo con la oferta alimenticia disponible.

También habita al sur del Guaviare el pequeño primate Saguinus inustus o "tití diáblito" o "hueviblanco", que es poco conocida. Su densidad es elevada en la vegetación secundaria, cercana a las actividades humanas, y generan cierta dependencia con el desarrollo de estos bosques, aunque también se hallan selva adentro. Sus manadas varían de 5-9 individuos y al parecer son insectívoros (50%) y frugívoros (50%), como otros miembros más conocidos de este género.

La Sierra de la Macarena

La Sierra de la Macarena se encuentra situada en una posición tal que su flora y fauna tienen elementos de origen amazónico, andino y guyanense, por lo cual se constituye como un eslabón único desde el punto de vista biogeográfico, lo que motivo su establecimiento primero como Reserva Biológica en 1948 y luego, en 1989, como área de manejo especial, conjuntamente con otros tres parques nacionales. La fauna es muy variada al igual que la flora: en las partes bajas se presentan elementos básicamente amazónicos y orinoquenses yen la parte alta existen algunos elementos andinos.

De los anfibios la más interesante es una "rana marsupial" de las alturas (Gas trotheca medemi). Los reptiles incluyen el caimán del Orinoco (Crocodylus interinedius); la babilla (Caiman crocodylus); y dos especies de cachirre (Paleosudius txigonatus y ypalpebrusus); la tortuga mata mata (Che lus fimbriatus); la terecay (Podocnemus unifilis); el morrocoy (Geochelone denticulata) y la tortuga tapaculo (Kinosternon scorpioides).

De las 500 especies de aves que son conocidas en el Parque, por lo menos 33 de ellas, primariamente andinas, alcanzan su distribución más oriental en la Sierra de la Macarena. Estas aves incluyen un halcón (Accipitridae) (Accipiter striatus); dos halcones (Falconidae) (Micrastur ruficollis y Falco deiroleucus); un crácido (Cracidae) (Aburria aburri); una paloma (Columbidae) (Geotrygon violacea); dos psitácidos (Psittacidae) (Ara militaris y Touit stictoptera); seis colibríes (Trochilidae) (Phaethornis griseo gularis, Colibri delphinae, Colibri thalassinus, Arnazilia viridigaster, Chalybura buffonii); una soledad (Trogonidae) (Trogon personatus); dos trepatroncos (Dendrocolaptidae) (Xiphocolaptes promeropirhynchus y Dendrocolaptes picumnus); un hormiguero (Formicariidae) (Myrmeciza atrothorax);los atrapamoscas (Tyrannidae) (Myrmeciza immaculata y Leptopogon superciliaris, Leptopogon superciliaris, Platyrinchus mystaceus, Pyrrhomyias cinnamomea, Sayornis nigricans y Platyritichus cororíatus); dos mirlas (Turdidae) (Myadestes ralloid.es y Catharus dryas); un ictérido (Icteridae) (Icterus chrysater); dos remitas (Parulidae) (Myioborus miniatus y Basileuterus culicivorus); tres azulejos (Thraupidae) (Tangara guttata, T. xanthocephala, y T.

198 nigroviridis) y dos fringílidos (Fringilidae) (Atlapetes brunneinucha y Zonotrichia capensis).

En los mamíferos la mayoría de las especies que se encuentran en las selvas orinoquenses también alcanzan la región de La Macarena, por lo cual la mayoría de la fauna de mamíferos representados allí es amazónica (sensu lato). Sin embargo, algunos elementos como el oso de anteojos (Tremarctos omatus) se encuentran en las partes altas de la Sierra, siendo una especie que proviene de la región andina, igual que el curí (Cavia porcellus) y la ardilla Sciurus spadiceus tricolor, mientras que el venado sabanero (Odocoileus virginianus) es un elemento ampliamente distribuido en todo el continente americano.

De los primates de la Sierra se pueden destacar los del género Aotus (probablemente A. brumbacki), además de las viuditas Callicebus torquatus, C. cupreus ornatus (esta última subespecie endémica de Colombia), Cebus apella, Alouatta seniculus, Saimiri sciureus, Ateles belzebuth y Lagothrix lagothricha. La marimonda (Ateles belzebuth) es el primate más amenazado del grupo por las modificaciones ambientales del oriente de la Sierra. Esta especie requiere de la protección que le brindan los tres parques que se encuentran en la Sierra de la Macarena y las estribaciones de la cordillera adyacente. Lamentablemente sus poblaciones siguen disminuyendo al igual que otras especies de primates grandes del país. Fue precisamente en La Macarena, al norte del río Guayabero, donde hace 30 años Lewis Klein llevó a cabo una investigación ecológica básica de este primate. Encontró que viven en una sociedad similar a la de los chimpancés, donde las hembras viven con sus crías y andan con ellas y sus amigas, mientras los machos incluyen en su propio ámbito varias hembras con las cuales se juntan solamente de vez en cuando.

Otra subespecie amenazada es el churuco de montaña Lagothrix lagothricha lugens, que también depende de los tres parques de la región de La Macarena para su sobrevivencia, dado que el resto de su areal natural está bastante deteriorado por la deforestación.

199

1. Chinche 2. Rana 3. Picure o ñeque (Myoprocta sop.). Pequeño roedor muy astuto. Persigue la yuca de los conucos y por eso es sometido a una intensa casería. Foto - Sara Defler. 4. Camarón del río 5. Loricariichtus sp. 6. Farlowella sp. 7. Hemisorubim sp. 8. Anguila (Synbranchus marmoratus) Foto - Diego Garcés

200

Alcaraván (Vanellus chilensis) Chenchena o pava hediondo el ave simbólica se (Opisthocomus hoazin). Vive Llanon. Anda en el suelo y en las lagunas u caños, en protege sus huevos con furia, grupos Es una ave muy lanzando grito estridente y primitiva sobrevolando sobre el invasor. Foto - Diego Garcés Foto - Diego Garcés

Tente (Psophis crepitans). Ave Garza blanca con copete negro corredora muy apreciada por y cara azul (Pilherodus indígenas y colonos como pillatus). Se la encuentra en el protectora del hogar, debido a piedemonte llanero que si alimenta de serpientes y Foto - Diego Garcés alimañas peligrosas. foto - Fernando Urbina

201

Cigüeña migrante Jabiru myceteria que anda en los Graza azul (Ardea cocoi) Llanos durante la época seca y Foto - Diego Garcés en el invierno vuela al hemisferio sur . Foto - Diego Garcés

Piedemonte orinoquense

Biogeográficamente el piedemonte orinoquense es una extensión de la selva aledaña orinoquense, y a su vez una extensión de la selva amazónica, pero con un empobrecimiento de especies amazónicas debido a su carácter. original como península y con una orientación del sur al norte. Sin embargo, hay especies de fauna que no son propiamente amazónicas, como los primates Callicebus cupreus ornatus, Aotus brumbacki y Ateles hybridus. El piedemonte es un hábitat más fértil y con más precipitación durante la época seca que los Llanos, y es por eso que sus bosques son más densos y tienen más especies de plantas y animales en comparación con los bosques de galería. Esta región de la Orinoquia, desde alrededor de los 500 m hacia arriba, tiene unos elementos especiales que parecen tener su origen allí, tal vez denotando un refugio pleistocénico, que Brown (1982) ha llamado el "Refugio de Villavicencio", el cual estaría caracterizado por un complejo de mariposas endémicas de las subfamilias Heliconiini Ithomiinae (Nymphalidae). Hernández C. (1992) sugiere que este refugio se extendió desde el río Ariari hasta el Casanare y desde alturas de unos 500 m hacia arriba, conectándose con los bosques nublados.

Igualmente el ratón Oryzomys yunganus se halla principalmente en esta zona, aunque también se extiende hacia el sur. Otra especie de roedor amenazado que se encuentra esporádicamente (tal vez debido a ios disturbios antropogénicos) en las laderas de la cordillera es la pacarana (Dinomys branickii). Los primates Callicebus cupreus ornatus y tal vez el primate Aotus brumbacki se encuentran en las partes más bajas y son también elementos endémicos del piedemonte. De la primatofauna completa de esta parte de la

202

Orinoquia se pueden destacar, aparte de las especies nombradas anteriormente, el tití (Saimiri sciureus albigena), el choyo (Lagothrix lagothricha lugens) y las marimondas (Ateles belzebuth y Ateles hybridus), este último sin duda el primate más amenazado de toda la Orinoquia debido a la pérdida de su hábitat.

Bosque montano

El bosque montano ocupa la parte de las laderas desde el piedemonte hasta el páramo, que corresponde a la transición del piso cálido o tropical (desde 600-1.000 m.s.n.m.) pasando por todo el piso templado (subtropical) hasta el páramo a alturas de más o menos 3.000- 4.800 m.s.n.m. No se pueden definir los límites altitudinales exactos, ya que éstos varían según las condiciones locales de humedad, temperatura y suelos. Generalmente se puede decir que la temperatura promedio anual varía en un termogradiente altitudinal de 0,54- 0,66 0C/100 m. El piso térmico cálido de las tierras bajas (o tropicales) puede tener básicamente una temperatura anual de más de 24 0C. Según esta relación si un sitio cerca a Villavicencio a 600 m.s.n.m. tiene una temperatura de 27 0C al mediodía, se puede calcular que en un transecto altitudinal, un lugar en la Cordillera al oeste a los 1.500 m.s.n.m. tendrá una temperatura de más o menos 22 0C y en el páramo a 4.000 m a la misma hora podía tener unos 7 0C.

El termogradiente en las laderas de la Cordillera afecta mucho la flora y la fauna que se encuentra en cada altura, debido a los efectos fisiológicos. En el caso de los animales probablemente los cambios en los tipos de vegetación también serían factores importantes que afectan la fauna. Tales efectos del termogradiente causan una disminución en el número de especies de la mayoría de animales desde el piso cálido, donde se hallan (en el común de grupos) en números más altos, hasta el páramo, donde se encuentran los más bajos. Efectos de termogradiente en las plantas también controlan la oferta alimenticia disponible de la vegetación, la cual establece un límite en las densidades de ciertas especies de animales y también impide que dos competidores convivan en la misma zona.

Todos estos efectos (fisiológicos, disminución de alimento y competencia), establecen los límites de altura para cada animal. Cada límite natural es distinto y por eso el empobrecimiento de la fauna desde el piso cálido ocurre paulatinamente. Desde la planicie hasta las alturas de 2.300-2.600 m.s.n.m. la fauna tiene su origen básicamente en elementos de las tierras bajas y las tolerancias altitudinales de esta fauna también varían; por ejemplo, los osos hormigueros (Myrmecophagidae) desaparecen a los 1.700 m, y su principal alimento, las hormigas en general, casi desaparecen a los 2.000-2.6000 m.s.n.m. (Ortiz, 1991), aunque algunas pocas especies alcanzan al páramo.

Los primates muestran una tolerancia térmica con relación a la raíz cúbica de su peso corporal, de tal forma que las especies pequeñas alcanzan poca altura en su distribución

203 natural y las grandes pueden llegar hasta alturas considerables. Así, en la Orinoquia las de menor talla tienen un límite de 500-600 m.s.n.m (Saguinus nigricollis, S. fuscicollis, Callicebus cupreus y C. torquatus). El Saimiri sciureus, que es un poco más grande que los anteriores, puede llegar hasta los 1.500 m y los más grandes como: Ateles belzebuth hasta los 2.500 m, Cebus apella y Lagothrix lagothricha hasta los 2.800 y 3.000 m respectivamente. El que llega más alto es el Araguato o aullador Alouatta seniculus que alcanza los 3.200 m.s.n.m. No obstante existen excepciones a la regla, como ocurre con el pequeño primate nocturno o marteja Aotus hershkovitzi o A. lemurinus, los cuales parecen poseer algunas adaptaciones fisiológicas que les permiten sobrevivir en alturas considerablemente mayores a las de otros primates de tamaño similar.

Después de los 2.600 m.s.n.m el número de especies desciende rápidamente, mientras la proporción de especies endémicas aumenta. Además, empiezan a dominar las especies que tienen su origen en los Andes. De las aves un análisis de Hilty & Brown (1986) destaca los siguientes elementos andinos en: las laderas de la Orinoquia: 2 Anatidae, 4 Accipitridae, 1 Falconidae, 4 Cracidae, 2 Rallidae, 2 Columbidae, 4 Psittacidae, 1 Caprimulgidae, 2 Strigidae, 32 Trochilidae cerca a Bogotá, 3 Trogonidae, 1 Capitonidae, 4 Ramphastidae, 7 Pícidae, 3 Dendrocolapidae, 13 Furnariidae, 1 Formicariidae, 2 Rhinocryptidae, 1 Pipridae, 7 Cotingidae, 22Tyrannidae, 1 Hirundinidae, 1 Corvidae, 5 Troglodytidae, 1 Turdidae, 1 Motacillidae, 1 Vireonidae, 1 Icteridae, 5 Parulidae, 7 Coerebidae, 16 Thraupidae y 7 Fringillidae. El número de chupaflores (Trochilidae) es especialmente numeroso a estas alturas.

Otra parte de la avifauna incluye aquellas que se encuentran también en el piedemonte y que suben hasta cierta altura. Ellas incluyen un Apodidae (Chaetura cinereiventris), varios Trochilidae (Phaethornis griseogularis, P. guy,. P. augusti, Doryfera johannae, Campylopterus falcatus, Colobri delphinae, C. thalassinus, Klais guimeti, Lophornis delattrei, Popelairia popelairii, Chlorostilbon poortmanni); un Buconidae (Malacophila fulvogulans); tres Ramphastidae (Aulacorhynchus haematopygus, Ramphastos ambiguus, Campylorhamphus trochilirostnis); un Funariidae (Synallaxis cinnamomea); tres Formicaniidae (Myrmotherula schisticolor, Herpsilochmus rufimarginatus, Chamaeza campanisona, Graflaria guatimalensis). El resto de esta avifauna comprende especies que se encuentran en un amplio rango de hábitats en todo el país e incluyen las siguientes: aura cabecirroja (Cathartes aura); el gallinazo (Coragyps atrátus); águila pescadora (Pandion haliaetus); el gavilán grillero (Buteo magnirostnis); el corcovado de cresta (Colinus cristatus ); el pájaro ardilla (Piaya cayana); el currucutú (Otus choliba); el bujío común (Nyctidromus albicollis); el barranquero (Momotus momota); el cabezón alifronjeado (Pachyramphus polycolpterus); el mosquero (Elaenia flavogaster); el atrapamoscas sinirí (Tyrannus melancholicus); 4 cucarachero (Troglodytes solstitialis); el sinsonte (Mimus gilvus); el vireo ojirojo (Vireo olivaceus) y el chamón-mirla enano (Molothrus bonariensis). Aves avistadas por INDERENA (1984) para los bosques de montano bajo de los páramos

204 de Chingaza són la gallineta azul (Tinamus tao); el paujil (Crax alector); el paujil copete de piedra (Crax pauxi); las pavas (Penelope argyrotis y P. jacquacu); el pato de los torrentes (Merganetta armata); el toropisco (Pyroderus scutatus); el águila de isidora (Oroaetusisidori) ye! gallito de roca, tuncí o berreador (Rupicola peruviana).

Hay una gran cantidad de anfibios en las laderas, especialmente ranas de las familias Dendrobatidae, Hylidae y Leptodactylidae. Tal vez esta riqueza está influenciada por el gran número de hábitats de quiches o bromelias que se encuentran en los árboles de este tipo de bosque. Una nana recientementemente descrita Gentrolenella acanthidiocephala (Ruiz C. & Lynch, 1989) pertenece a esta parte de la Oninoquia al igual que muchas otras especies de anfibios y reptiles. Algunas ranas que no se encuentran en los propios Llanos sí se hallan aquí. Otra rana común es Centrolene gecko ideum, una de las pocas ranas que incluyen peces en su dieta y en un lugar de las laderas a 2.000 m se encontraron también las rana Colostethus subpunctatus, Hyla bogotensis, Hylaphyllognatha, Eleutherodáctylus frater, Eleutherodactylus sp. y Centróienella sp. (Rueda A., 1994).

Bosque nublado

Es verdad que todas las laderas pueden nublarse, y con el aumento en la altura se incrementan las nubes y disminuye la incidencia solar, causando varios cambios en la vegetación, así como hábitats disponibles párata fauna. En este artículo se denomina el bosque montano alto como "bosque nublado" propiamente dicho, que corresponde al bosque más próximo al páramo, más o menos entre 2.000 3.000 m el mismo piso térmico frío.

La diversidad de la fauna en bosque nublado se ha disminuido apreciablemente por las condiciones ambientales. Inventarios Diego Garcés llevados a cabo en la Reserva Carpanta, aportaron algunos datos

valiosos sobre esta zona. Esta reserva ocupa tierras en la zona del piso térmico frío entre 2.340-3.340 m.s.n.m., lo que incluye el borde (ecotono) entre los últimos bosques y el páramo. El inventario de anfibios y reptiles encontró solamente 6 anfibios y muy pocos reptiles en estas alturas (Rosas, 1993). Los grupos más diversificados fueron las aves con 156 especies y los mamíferos con 23 especies. Algunas son de estas alturas, como es el caso del guache (Nasuella olivacea) que es un prociónido cuya ecología y comportamiento son desconocidos, pero también se encuentra el cusumbo (Nasua nasua) de la misma familia. Tal vez uno de los elementos de gran importancia por su tamaño, aunque presumiblemente extinguida en parte de su areal, es la danta de páramo (Tapinis pinchaque). Adicionalmente se encuentran el puma (Felis concolor); el gato servante (Felis yagouaroundii); el conejo (Silvilagus brasiliensis); la ardilla (Microsciurus pucheranii); los ratones acuáticos (Icthiomys hidrobates, Neusticomys monticolus y Chibchanomys sp.) y

205 posiblemente los roedores cnicétidos (Aepeomys Iugens, Thomasomys hilophilus y Adodon si.); tal vez la pacaraná (Dinomys branickii) y el venado Mazama rufinus. Sumando las posibilidades con los registros actuales daría un número de 36 especies de mamíferos para la región, silos que faltan en el inventario pueden ser registrados (López & Montenegro, 1993). Esta parte del bosque montano está muy amenazada, debido a la tala para la agricultura.

El bosque nublado del Parque Nacional Natural Chingaza y el Sumapaz albergan la gallineta azul (Tinamus. tao); el paujil (Crax alector erythrognatha); el paujil copete de piedra (Pauxi pauxi); las pavas (Penelope argyrotis y P. jacquacu jacquacu); el pato de los torrentes (Merganeta armata colombiana); el toropisco (Cephalopterus ornatus); el gallito de roca (Rupicola peruviana aequatonialis) y el águila (Oroaetus isidoni), entre otras (INDERENA, 1984).

Ouanuco o comichi (Anhima cornuta) , Ave de las vegas y pantanos. Tiene un cuemito en la cabeza y espolones en las alas.

Páramo

Los páramos tienen una cifra para su fauna aún más empobrecida por las condiciones rigurosas de este tipo de hábitat. Sin embargo se encuentran unos anfibios y lagartos interesantes, como por ejempo, la salamandra o charchala (Bolitoglosa spp.) y once especies de ranas, entre las cuales se puede destacar Hyla labialis kraussi, Hyla bogotensis, Hylopsis buckleyi, Golosthetus subpunctatus, Eleutherodactylus bogotensis, E. elegans, E. buergeni, y la nana endémica Atelopus (Rueda A. & Hoyos, 1991). Se encuentra en estas alturas solamente una culebra, Atractus crassicaudatus. Entre los 4-5 lagartos simpátnicos en cada comunidad se encuentran Anadia bogotensis, Proctoporus striatus, P.

206 heterodermus, Stenocercus cf. trachycephalus (probablemente se incluyen dos especies), 5. latchi (en Cocuy), y Stenocercus sp.

De las aves del páramo, tal vez la más famosa es el cóndor (Vultur gryphus) que antiguamente se encontraba en todo el país particularmente en la zona andina aunque sus desplazamientos gracias a su capacidad de vuelo, podían llegar hasta los mismos Llanos orientales en busca de alimento. El pato turnio (Oxyura jamaicensis andina) es una de las aves típicas de estas alturas. Otras especies son el águila de páramo (Geranoaetus melanoleucus); los patos (Anas flavirostnis.y Anas flavorostris); la caica común (Gallinago nobilis); la caica sola (Gallinago stricklandii); el aguardientero (Grallania quitensis); las quinchas (Lesbia victoniae, Ghalcostigma heteropogon, Oxypogon guerinii, Metallura tyrianthina tynianthina y Eniocnemis cupreoventris); los furnáridos (Cinclodes fuscus oriovatus, Asthenes flammulata flammulata, Schizoeaca fuliginosa fuliginosa y Leptasthenura andicola); la alondra (Anthus bogotensis); el azulejillo (Dubusia taeniata taeniata) y el fningílido Phrygilus unicolor grospizotesa (Hernández C. et al., 1984).

Gircunstancialmente esta región alberga los e1çmento~ terrestres de mayor talla en el país, algunos de ellos restringidos a sus alturas como el venado sabanero (Odocoileus virginianus goudoti), el más im.ponente representante de las siibespecies colombianas y la danta conga o de páramo (Tapirus pinchaque), aparentemente casi extinta en Cundinamarca. El oso de anteojos (Tremarctos ornatus), único representante de los úrsidos en Suramérica y el cóndor de los Andes (Vultur gryphus), son otros de los grandes exponentes de la fauna nacional que aunque permanecen en las grandes alturas gran parte de su tiempo también bajan a otros pisos térmicos con frecuencia.

Conservación de la fauna orinoquense

La conservación de la fauna oninoquense se encuentra estrechamente ligada con la de los ecosistemas. Desafortunadamente la gran actividad que en los últimos años se ha desarrollado en las zonas del piedemonte oninoquense y amazónico ha venido ejerciendo notables cambios en los ecosistemas que se encuentran aguas abajo de todas las fuentes de los ríos que tienen su origen en las estribaciones andinas. Si analizamos rápidamente la conformación ortográfica de la Orinoquia, podemos observar que toda la red de afluentes que tributan al río

Orinoco se originan en la vertiente oriental de la Cordillera Oriental y corren serpenteantes hacia el Orinoco, su destino final. Esta situación posibilita que todos los elementos contaminantes generados en las cabeceras puedan ser transportados rápida y eficientemente hacia el oriente, afectando toda la productividad de la cuenca. En la actualidad, tal vez el riesgo más amenazador es el desarrollo petrolero de la región, el cual ha generado una impresionante red de interconexión por medio de oleoductos, la cual necesariamente

207 atraviesa las innumerables corrientes, cuyos derrames accidentales o provocados por las actividades guerrilleras ya han demostrado su capacidad de daño por las grandes extensiones involucradas y por el efecto devastador sobre la productividad del ecosistema acuático. Pero no sólo el transporte de petróleo crudo es preocupante, pues ya se ha demostrado que las labores de perforación también tienen consecuencias caóticas para el medio acuático, por la introducción al sistema de elementos contaminantes procedentes de los lodos utilizados para la labor de perforación, en virtud del inmenso volumen generado por esta labor, necesariamente se producen desbordamientos en las piscinas que los retienen, yendo a parar irremediablemente a las quebradas y ríos cercanos.

En segundo orden tenemos el gran desarrollo agrícola de la región del piedemonte, en la cual los sembradíos de arroz, particularmente, se han incrementado a cientos de miles de hectáreas en los últimos años. Esta actividad involucra al sistema impresionantes cantidades de pesticidas y fertilizantes que terminan en las corrientes de agua. Adicionalmente los cultivos de arroz, por el gran volumen de agua que utilizan, posibilitan un hábitat atractivo para las poblaciones de aves acuáticas, especialmente patos, que por esas épocas confluyen en sus migraciones locales y transcontinentales en la región, lo cual no es necesariamente benéfico para su conservación, dado que su presencia es rechazada violentamente por los cultivadores, llegando en algunos casos a ser envenenados masivamente con cebos.

Adicionalmente, las prácticas de caza y el desarrollo ganadero han tenido un papel negativo en la conservación de importantes elementos de la fauna regional, ya que para citar algunos casos, como es el del venado llanero o caramerudo, sus poblaciones se han visto diezmadas principalmente por su contagio con la fiebre aftosa, erradicando poblaciones de grandes extensiones más eficaz y rápidamente que cualquier actividad de caza ilegal. Un caso similar del efecto negativo de la ganadería ha sido el del chigüiro, cuyas poblaciones vienen sufriendo aprovechamientos irracionales o envenenamientos masivos e ilegales para evitar la competencia con el ganado, ignorando de esta manera el gran potencial de la especie como recurso económico, que con adecuadas prácticas de manejo podrían llegar a superar en productividad a cualquier especie exótica de la región. Toda esta gran problemática requiere grandes esfuerzos educativos y de control que deben profundizarse urgentemente.

El reto es entender y aceptar el hecho de que la fauna y la flora de Colombia son una riqueza para el país y buscar soluciones que permitan una conservación integral de los recursos, paralela a un desarrollo racional. El pueblo necesita comer, pero el país necesita asegurar el futuro para la inmensa diversidad que pertenece al pueblo colombiano y al mundo. La educación tiene que onientarse en el sentido de que estos recursos son vulnerables y que representan una de las herencias más ricas en el mundo entero. La pérdida de esta riqueza significa una disminución de las opciones de supervivencia en el futuro del país. Si un organismo no parece ofrecer un valor directo o de capital actualmente, nadie sabe aún lo que pueda representar para las próximas generaciones.

208

Hay ahora varias especies en la Oninoquia que están altamente amenazadas y que merecen una protección especial, si pretendemos asegurarlas para el futuro. Por ejemplo, la danta (Tapirus pinchaque) es una de las más afectadas y a pesar de tener un areal extenso, es tal vez la que mayores presiones enfrenta, por ser un animal muy predecible y por la opción de rentabilidad que ofrece al cazador, dado su gran tamaño y aprecio como pieza de caza. El cóndor (Vultur gryphus), símbolo del país, aunque se ha reintroducido en los últimos años en Sumapaz, tiene una población muy reducida y en muchas partes de su areal histórico ya no se encuentra. El chigüiro (Hydrochaenis hydrochaenis) y el venado coliblanco (Odoçoileus virginianus), representan. el segundo grupo de grandes vertebrados amenazados que requieren urgentes medidas de manejo que permitan lograr su supervivencia. Aunque es elemento andino típico el oso de anteojos (Tremarctos ornatus), quizás es la especie de mamífero más amenazada en todo el país y su conservación depende principalmente de la educación y difusión que corrija las creencias erróneas que sobre. ella existen.

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) a través de la Comisión de Sobrevivencia de Especies y sus grupos de especialistas, ha sido trascendental en la definición de un sistema de evaluación del estado de las especies amenazadas en el mundo, que nos ayuda a enfocamos en aquellas que más necesitan atención en cuanto a su estado de riesgo. La tabla final lista las especies colombianas clasificadas en el sistema de la UICN. Las especies generalmente llamadas "amenazadas" tienen tres niveles o categorías distintas que miden el nivel del peligro: "Ct" ("Crítica") o la más amenazada, una especie que está a punto de extinguirse; "En" ("En peligro"), una especie no tan críticamente en peligro, pero que está fuertemente amenazada, y "Vu" ("Vulnerable"), una especie eh peligro pero en un nivel más bajo qué las otras dos. Estas tres categorías tienen definiciones técnicas que permiten a los especialistas en cada grupo identificar el nivel de riesgo para cada especie de una manera más racional que en las anteriores clasificaciones. La Tabla presenta una lista de especies y subespecies amenazadas, de las cuales 3 especies snñ "Cr", 4 especies y una subespecie son "En" y 12 especies y 2 subespecies son "Vu" en la Oninoquia.

Se debe aceptar que la situación de la fauna silvestre a nivel regional atraviesa por un período crítico, por lo cual los esfuerzos institucionales, tanto de las empresas del Estado como de las que aprovechan los recursos naturales deben ser urgentes y coordinados, so pena de perder irremediablemente en el inmediato futuro la opción de aprovechar los beneficios de nuestra herencia natural.

209

Tabla 1. Lista de murciélagos oninoquenses depositados en la colacción del Instituto de Ciencias Naturales de k Universidad Nacional de Colombia y en la colección del Intituto von Humboldt.

Especies Lanos Selva

La Macarena Piedemonte Laderas Páramos

Familia Emballonuridae

Centronycteris maximiliani X

Cormura brevirostris X X

Cyttarops alecto X

210

Diclidurus albus X X X

Peropteryx leucoptera X X X

P. kappleri X X

P. macrotis X X

Rhynchonycteris naso X X X

Saccopteryx bilineata X X X

S.canescens X

S. leptura X

S. vespertilioniae X X

Familia Noctilionidae

Noctilio albiventris X

N .labialis X X

N. leporinus X X X

Familia Mormoopidae

Pteronotus pamelli X

Familia Phyllostomidae

Subfamilia Phyllostominae

Chrotopterus auritus X X

Lonchorhina aurita X X X

L. orinocensis X X

Mycronycteris brachyctis X

M. megalotis X X X

M. minuta X X

M. nicefori X X

M. brachyotis X X

M. hirsuta X X

Mimon crenulatum X X X X

M. megalotis X X

Phyloderma stenops X X X X

Phyllostomus discolor X X X X

P. elongatus X X X X

P. hastatus X X X X

Tonatia bidens X X X X

T. brasiliensis X X X X

T. carrikeri X X

T. minuta X X X X

211

T. silvicola X X X X

Trachops cirrhosus X X X X

Vampyrum spectrum X X

Subfamilia Glossophaginae

Anoura cultrata X X

A. geoffroyi X X X X

Choeroniscus godman X X

Glossophaga alticola X X X

O. longiróstris X X X X

O. soricina X X X X

Subfamilia Lonchophyllinae

Lionycteris spurrelli X X X X

Lonchophylla robusta X X X

L. thomasi X X X

Subfamilia Carollinae

Carollia brevicauda X X X

C. castanea X X X

C. perspicillata X X X

Rhinophylla alethina X X X

R. fischerae X X X

R. pumilio X X X

Familia Emballonuridae

Subfamilia Stenodermatinae

Ametrida centurio X

Artibeus cinereus X X X

A. crenulatum X

A. fuliginosus X X X

(A. obscurus)

A. hartii X X X

A. jamaicensis X

A. lituratus X X X

A. pamelli X

(Pteronotus pamelli)

A. phaeotis X X X

A. planirostris X X X

212

A. falla X

Chiroderma trinitatum X

C. villosum X

Mesophylla macconnelli X

Platyrrhinus branchycephalus X

P. helleri X

P. infuscus X

P. vittatus X

Sphaeronycteris toxophyllum X

Stiurnia erythromos X

S. lilium X X X

S. ludovici X X

S. tildae X X

Uroderma bilobatum X X X

U. magnirostrum X

Vampyressa bidens X

V. pusilla X

Subfamilia Desmodontinae

Desmodus rotundus X

Familia Vespertilionidae

Subfamilia Vespertilioninae

Eptesicus brasiliensis X

Lasiurus borealis X

L. ega X

Myotis albescens X

Myotis nigricans X X X

M. riparius X

Rhogeessa tumida X

Familia Molossidae

Molossops planirostris X

Molossus ater X X X

M. molossus X

M. tropidorhynchus X

Nyctinomops laticaudatus X X X

Tadarida brasiliensis X

213

Tabla 2. Clasificación con el sistema de la UICN de fauna orinoquense amenazada en las tres categorías más altas

CR EN (en Especies y subespecies orinoquenses en peligro VU(vulnerable) (critico) peligro) choyo -Lagothrix lagothricha lugens X caimán llanero - Crocodylus intermedius X armadillo trueno o gigante - Priodontes X maxI mus danta del páramo - Tapirus pinchaque X pacarana - Dinomys branickii X copetipiedra - Crax pauxi X mico marimonda - A t eles hybridus hybridus X oso palmero - Myrmecophaga tridactyla X mico nocturno de Brumback -Aotus brumbacki X oso andino - Tremarctos ornatus tonina Inia X geofrensis mico nocturno - Aotus lemurinus X perro de monte, perrito venadero - X Speothosvenatacus comadreja colombiana - Mustel felipei X perro de agua - Pteoronura brasiliensis X manatí del Caribe - Tr I chechus manatus X cotorrita pechiparda - Pyrrhura calliptera X perico alisaraviado - Touit stictoptera X cabezón - Peltocepalus dumerilianus X boquiblanco de Hernández - Sagunius X nigricollisherriandezi socay - Callicebus cupreus ornatus X marimba - Ateles belzebuth belzebuth X

214

BIBLIOGRAFÍA

Alberico, M., Hernández Camacho, J., & Cadena, A. (en prep.). Los mamíferos de Colombia. Manuscrito inédito.

Avila.Pires, T.C.S. Lizards of Brazilian Amazonia. Zoologische Verhandelingen, No. 299, Naationaal Naturhistorisch Museum, Leiden, 1995, 706 pp.

Brown, K. 5. Paleoecology and regional patterns of evolution in neotropical forest butterflies. En: Biological Diversification in the Tropics, 0.1. Prance, Columbia University Presa, New York, 1982, pp. 255.308.

Eisenberg, J.E Density, productivity, and distribution of mammals in two Venezuelan habitats. En: Vertebrate Ecology in the Northern Neotropics. Smithsonian lnstitution Presa- 104, Washington, D.C. 1978.

Eisenberg, J.F. Mammals of the Neotropics, Vol. 1: Panama, Colombia, Venezuela, Güyana, Suriname, French Guiana. University of Chicago Presa, Chicago, 1989.

Emmons, L. H. Neotropical Rainforest Mammals. University of Chicago Presa, Chicago, 1990.

Haffer, J. Speciation in Amazonia forest birds. Science 165, 1969, pp. 131 137

Haffer, J. Avian Speciation in Tropical South America, Nutall Ornithological Club, Cambridge, Mass, 1974.

Hernández C., JI. Una síntesis de la historia evolutiva de la biodiversidad biológica: lecciones para Colombia. En: Nuestra Diversidad Biológica, CEREClFundación Alejandro Angel Escobar, Bogotá, 1993, pp. 270-287.

Hernández C., JI., Sánchez P., H. & Latorre, J.P. Colombia: Parques Nacionales. INDERENA Fondo FEN Colombia, Bogotá, 1984.

Hernández C., J., Walschburger B., T, Ortiz Q., R. & Hurtado 0., A. ―Origen y distribución de la biota suramericana y colombiana‖. En: La Diversidad Biológica de Iberoamérica 1. Acta Zoológica Mexicana, Xalapa, México, 1992, p. 55

Hilty, S. L. & Brown, W. L. Birds of Colombia. Princeton University Presa, Princeton, 1986.

IUCN 1996 IUCN Red List of Threatened Animals. Ed. L Baillie & B. Groombridge, IUCN, Oland, Switzerland, 1996.

López A., H.F. & Montenegro D., O.L. ―Mamíferos no voladores de Carpanta‖. En: Andrade, 0.1., Carpanta: Selva Nublada y Páramo. Fundación Natura, Bogotá, 1993.

215

Nowak, R.M. Walkefs Bats of the World. TheJohns Hopkins University Press, Baltimore, 1994.

Ortiz von Halle, B. ―La fauna de los bosques montanos‖. En: Bosques de Niebla de Colombia. Cristina Uribe Editores, Bogotá, 1991.

Rivas Pava, M. del Pilar Contribución al conocimiento de la estructura de la comunidad de quirópteros de bosques de galería en inmediaciones de la Sierra de La Macarena. Tesis de grado, Universidad Nacional de Colombia, 1990.

River B., C. & Dixon, j. R. Origin and distribution of the herpetofauna of the dry lowland regions of northern South America. En: The South American Herpetofauna: Its Origin, Evolution, and Dispersal, de W.E. Duellman, Museum of Natural History, The University of Kansas, Topeka, 1979, pp. 281-298.

Rodríguez M., ).V., Hernández C., J. 1., Defler, T.R.,

Alberico, M., Mast, R.B., Mittermeier, R.A. & Cadena, A. Mamíferos Colombianos: Sus nombres comunes e indígenas. Conservation International, Occasional Papera in Conservation Biology No. 3, 1995.

Rueda A. J.V. Estudio anatómico y relaciones sistemáticas de Centrolene geckoideum (Salientia: Anura: Centrolenidae). Trianea 5, 1994, pp. 133-187.

Rueda A. J.V. & Hoyos, J.M. Atelopus muisca, nueva especie de anfibio (Amphibia Anura: Bufonidae) para el Parque Nacional Natural Chingaza, Colombia‖. Trianea 4, 1991, pp. 471-480

Ruiz C., P.M. & Lynch, J~D. ―Una nueva especie de Centrolenella Noble, 1920 (Amphibia: Anura: Centrolenidae) de la Cordillera Oriental de Colombia. Trianea 3, 1989, pp. 67-75.

Sánchez P., H., Hernández C., JI., Rodríguez M., J.V. & Castaño U., C. Nuevos Parques Nacionales. INDERENA, Bogotá, 1990.

Sánchez C., H., Castaño M., O., Cárdenas A., 0. ―Diversidad de reptiles en Colombia‖. En: Colombia: Diversidad Biótica I., Ed. Rangel Ch., J.O., Instituto de Ciencias Naturales, Universidad Nacional, Bogotá, 1995, pp. 277-325.

216

LAS SOCIEDADES INDÍGENAS DE LOS LLANOS: SISTEMAS ECONÓMICOS Y CARACTERÍSTICAS SOCIO-CULTURALES AUGUSTO J. GÓMEZ L. Profesor de la Universidad Nacional de Colombia INES CAVELIER DE FERRERO Investigadora Fundación ERIGAIE

Fernando Urbina

SISTEMAS ECONOMICOS Y CARACTERÍSTICAS SOCIO-CULTURALES

Las imágenes negativas que muy pronto, desde el siglo XVI, surgieron sobre las sociedades aborígenes de los Llanos (―caribes‖, ―gentiles‖, "vagabundas‖, ―bárbaros‖, etc.) todavía difundidas ampliamente en el siglo XX, han impedido advertir, sin prejuicios, las ingeniosas estrategias por ellas desarrolladas para el manejo y domesticación de cultígenos y, en general, para la utilización de los recursos. En contraste con la subutilización económica y particularmente agrícola del Llano en la actualidad, las investigaciones arqueológicas y etnohistóricas sugieren cómo en el pasado prehispánico las sociedades que allí habitaron desarrollaron complejos sistemas que hicieron posible el manejo y aprovechamiento eficiente de los ecosistemas regionales.

Tales habilidades y conocimientos fueron desarrollados durante largo tiempo por grupos humanos llaneros, cuyas características y cronología comienzan a conocerse. En efecto, y si bien hasta hace poco se consideraba remota una ocupación de las tierras bajas tropicales por grupos de cazadores-recolectores, en los Llanos se han registrado asentamientos de esta etapa. En la región del medio río Orinoco venezolano, sobre terrazas, bancos y diques adyacentes al cauce actual o al antiguo, se encontraron tres sitios cuyos componentes arcaicos estarían relacionados con aquellos de la región andina, en la Cordillera Oriental colombiana (Barse 1995). La primera fase fue registrada en los sitios Culebra y Provincial (fechados en 9.020 ±)

100 y 9.210 ± 120 A.P.). En este último, un conjunto de raspadores de lasca y herramientas producidas por abrasión y picado, asociados a fogones con carbón vegetal y restos de frutos de palma, yacían en un paleosuelo, remanente de la antigua cobertura ―boscosa‖. A partir de este período temprano, se habría desarrollado otro componente registrado también en el sitio Culebra, del cual se obtuvieron raspadores y dos puntas de proyectil con tallos contraídos, cuya materia prima es ajena a la hoya del Onrinoco. Con similares características se encontró un piso de ocupación que contenía piedras quemadas éstos de frutos de palma junto con raspadores en POZ Azul Sur-2, fechado en 7010 ± 190 A.P. Los materia es de este segundo componente, y en especial la presencia de puntas de proyectil, se han interpretado como el reflejo de las condiciones ambientales más secas del Holoceno medio (Barse, 1995), donde una situación de vegetación de sabana haría necesarias herramientas de caza para animales típicos de este ambiente.

Hacia esta misma época, un abrigo rocoso cercano río Guaviare, al suroniente de la Sierra de la Macarena, era usado como vivienda por grupos de cazadores-recolectores hace 7.250 años. Poseían una tecnológía simple dirigida a la explotación de recursos del bosque, tanto animales como vegetales, y posiblemente debido a su uso para maderas y otras plantas, se encuentran predominantemente herramientas de raspador elaboradas en chert, cuarzo y cuarcita. Además consumían frutos diversos, cuyos restos aún carecen de idenificación. A partir de las características de precipitación y vegetación actuales, se puede suponer que el hábitat en el cual desarrollaron sus actividades de caza y recolección sería selvático. Sin embargo es posible que fuera algo menos húmedo que el actual, si tenemos en cuenta los resultados de los análisis paleoclirnáticos, los cuales se tratarán en detalle más adelante.

Se ha postulado (Barse 1995) que esta tradición arcaica en los Llanos, con grupos dedicados a la caza y recolección, que posiblemente derivó hacia un manejo hortícola incipiente, pudo continuar hasta hace 4.000 6 3.000 años. Esta situación podría verse reflejada en los hallazgos del sitio La Maporita localizado en el piedemonte del Casanare. Allí, un piso de ocupación fechado en 3620 ± 50 A.P., contenía artefactos líticos

218 tallados obtenidos con una técnica sencilla de percusión directa. Sin embargo, a diferencia de los otros sitios mencionados en donde predominaban los raspadorespropios para trabajo sobre madera; en este caso se tiene una mayor proporción de lascas de corte, seguida por desechos de talla, núcleos, y finalmente los raspadores en menor cantidad. En el lugar se observó un deposito de arenas finas transportadas por el viento, que es característico de tina sabana con vegetación abierta; esto permite proponer que la tecnología lítica descrita refleja un uso orientado a este hábitat (López et al. 1993).

Aunque escasos, los datos sobre estos primeros asentamientos de cazadores-recolectores indican distintas formas tecnológicas propias para la explotación de recursos variables, el acceso a los cuales pudo verse afectado por los cambios de vegetación y clima del Holoceno, desde hace unos 10.000 años. Tales variaciones se han verificado en la región de las sabanas orientales a partir de perfiles palinolégicos de los llanos al sur de San Martín, donde se identificó un período seco y vegetación predominante de gramíneas, desde c. 6000-5000 hasta el 3800 A.P. Igualmente, mediante sondeos efectuados en la sabana de Rupununien Guyana se pudieron apreciar fases de cambio climático representadas por vegetación de gramíneas en la época seca y fría del 7300 y del 6000 A.P., alternando con bosques algo más húmedos donde predominaban árboles de Byrsonima (Van der Hammen, 1992). Según estas informaciones, así como las características de las ocupaciones tempranas en las sabanas orientales basta ahora conocidas, se puede señalar que los grupos primigenios de cazadores-recolectores preferían ambientes ribereños más húmedos y una vegetación con mayor componente boscoso. La ubicación de estos pobladores en zonas con menor variación estacional posiblemente buscó evitar la escasez de algunos alimentos, previsible en las sabanas con marcada sequía anual. Es posible que desde estas primeras ocupaciones surgieran algunas estrategias de subsistencia de los grupos nómadas llaneros, como alta movilidad para explotar biotopos diferentes en busca de alimentos, y las prácticas de distribución de recursos en el interior y entre bandas. De igual forma es aparente qué desde muy temprano las poblaciones llaneras seleccionaron las palmas y su hábitat de bosque de galería y esteros como recursos de importancia, zonas que posteriormente serían valiosas para la agricultura.

Antes de considerar los desarrollos de grupos sedentarios, es relevante hacer unas consideraciones generales sobre la discusión de las relaciones entre culturas-basadas en maíz (semicultura), respecto a aquellas que tenían como base de subsistencia el cultivo de yuca (vegecultura). Cada uno de estos sistemas ha sido tradicionalmente identificado a partir de los instrumentos característicos para procesar tales alimentos. De esta forma las manos y metates indicarían una subsistencia basada en maíz mientras que los platos budares implicarían el cultivo de raíces, particularmente la yuca brava (no obstante véase De Boer, 1975). Actualmente los arqueólogos prefieren contar con restos vegetales carbonizados o secos, así como polen, para establecer las prácticas de subsistencia del pasado. Sin embargo en los años cincuenta sé carecía de estos datos, así que los

219 arqueólogos Cruxent y Roüse (1958), siguieüdo los planteamientos de Sauer se basaron en las evidencias indirectas ya mencionadas y propusieron que en Venezuela, contrario al origen andino del poblamiento postulado por Steward, había dos grandes centros de desarrollo cultural: uno oriental, temprano, situado en la cuenca del Orinóco, con la yuca como alimento principal y representado por la tradición Saladoide Barrancoide; y otro occidental, temporalmente posterior, que estaría concentrado alrededor del Lago de Maracaibo, con importantes elementos ceremoniales y agricultura de maíz. A partir de tales centros se habría dado una interacción posterior, originando híbridos como el Araúquinoide. Posteriormente, los grupos maiceros se habrían expandido, prevaleciendo en gran parte del país (Cruxent & Rouse, 1958).

Algunos elementos del desarrollo cultural mencionados en estas hipótesis se han podido reconstruir con mayor detalle a partir de investigaciones realizadas tanto en Colombia como en regiones vecinas de Venezuela, ubicadas éstas hacia el norte y oriente del territorio colombiano; Estas informaciones nos permiten uña aproximación a la historia del piedemonte septentrional, así corno los llanos medios y bajos, antes de considerar las peculiaridades de las sociedades del piedemonte sur, que se relacionarán posteriormente. El primer caso corresponde a los llanos altos y medios de Barinas, que prolongan los llanos de Casanare y Arauca hacia el nororiente, bordeando la Cordillera Oriental o de Mérida. Allí la ocupación por ceramistas cultivadores de maíz de la serie Osoide se ha identificado para la primera fase llamada Caño del Oso (2180-1300 A.P.). Posteriormente, la presencia de budares indicaría que la gente de la fase La Betania (1300-750 A.P.), asociada con la expansión Arauquinoide, dependía de la yuca para la subsistencia (Zucchi 1968, 1972,1973). Otros trabajos (Garson, 1980; Spencer & Redmond, 1992), han planteado el surgimiento de cacicazgos a partir del 1450 A.P., caracterizados por una jerarquía de asentamientos en tres niveles, con un gran centro regional y construcciones de montículos, calzadas y campos drenados. Adicionalmente se constató un crecimiento demográfico: sólo tres pequeños asentamientos pertenecen al período 1650-1450 A.P., mientras que entre 1450 y 950 A.P. se encuentran 32 sitios habitados. Para la última época, la diferenciación social es aparente en las viviendas y los entierros. Aunque se ha discutido que los intercambios a larga distancia en los Llanos eran de baja intensidad y estaban basados en bienes de prestigio (Gassón, 1996) en este caso se han identificado varios elementos que permiten suponer un nivel de organización socio-política avanzado, como el incremento del comercio con la zona andina y las técnicas defensivas para la guerra. Igualmente se considera avanzada una tecnología agrícola con campos drenados donde predominaba el cultivo del maíz (Spencer & Redmond, 1992).

Otro sector cuya ocupación prehispánica puede relacionarse con la expansión Arauquinoide, son las llanuras eólicas del río Meta y sus afluentes, en Arauca. Allí, un patrón de asentamiento ribereño fue identificado en tres sitios que ocupan de 1 a 2 hectáreas cada uno, ubicados en las riberas de los ríos Casanare, Ariporo y Meta (Giraldo

220 de Puech, 1988). Los materiales cerámicos fueron divididos en cinco tipos según sus características de pasta y color de superficie. El tipo A, más abundante, presenta formas de anchos cuencos de base anular plana y platos hondos de bases planas (budares), utilizados probablemente para la preparación del casabe. Los escasos elementos decorativos son acanaladuras, impresiones de cestería y textiles, falsas asas, asas modeladas zoomorfas, y pintura roja, carmelita o negra alternada con rosado en motivos curvos, ángulos o rombos. También existen pintaderas cilíndricas con motivos geométricos. Una fecha obtenida en Bomhay, en la margen meridional del río Meta, sitúa tos hallazgos en 767 ± 85 A.P. y la autora considera que la cerámica se relaciona con aquella de Arauquín, sitio epórumo localizado en el Orinoco medio de Venezuela.

El sistema de campos elevados relacionado con el desarrollo de complejidad socio-política también fue utilizado en tiempos prehispánicos en Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Surinam y Guayana Francesa, y constituye una manifestación de la adaptación de grupos agricultores a ecosistemas que, como los del Llano, presentan fuertes períodos de exceso y de falta de agua durante el ciclo anual. Los campos drenados, montículos o camellones de cultivo, buscan manejar las condiciones de anegamiento e igualmente aprovechar la humedad remanente en época de sequía. En Colombia tales áreas modificadas han sido registradas en la zona de colinas disectadas, en un sector de bajos del caño Cumaral, cerca al río Manacacías (Reichel-Dolmatoff, G. y A., 1974). El complejo de caño Cumaral cubre unas 100 hectáreas y en una sola de ellas se contaron cerca de 1.000 montículos. Cada amontonamiento de tierra puede medir entre uno y seis metros de diámetro y tienen de 60 a 100 cm de alto. Las excavaciones y recorrido del área no permitieron identificar cerámica asociada o elementos que permitan establecer su cronología, pero el autor considera que fueron hechos por el hombre, en época prehispánica con el fin, de sembrar yuca. Los terrenos bajos son apropiados para la siembra en tanto se puedan controlar las inundaciones a las cuales están expuestos durante la temporada de lluvias. Tales montículos, según los autores, podían servir para sembrar raíces como la yuca, pues su elevación sobre el pantano protegería las plantas de la excesiva humedad. Adicionatmente en verano, los montículos conservarían un núcleo de textura floja apropiado para el crecimiento de estos cultígenos. Unos pocos montículos, similares a los descritos, se encontraron en un bajo adyacente al caño Húmapo, cerca de su desembocadura en la margen sur del río Meta (Mora & Cavelier, 1984). Para estos sectores modificados se carece hasta el momento de asentamientos relacionados o de evidencias directas, como polen o restos de plantas, que puedan darnos luces sobre el tipo de vegetales allí cultivados.

Un caso ilustrativo para la hipótesis de Rouse y Cruxent sobre la existencia temprana de un ―centro cultural oriental‖ de vegecultores, se ha identificado en Parmana, medio Orinoco en, Venezuela, donde Roosevelt (1980) encontró fases sucesivas de ocupación desde hace unos 4.000 años. En una primera época (4050 a 2750 A.P.) se presentaban pequeños asentamientos sobre los diques del río Orinoco, con una baja densidad de población (0,2 a

221

0,3 habitantes por kilómetro cuadrado) y una subsistencia basada en yuca, a juzgar por los budares y las pequeñas astillas de piedra, testigos remanentes de antiguos ralladores dé madera incrustados con esquirlas agudas. Luego estas gentes fueron abruptamente reemplazadas ó absorbidas por otros grupos emparentados con el occidente de Venezuela. En este período (2750 a 1550 A.P.); cuando los poblados eran más grandes y aparecen en mayor cantidad, se encuentran los primeros restos de maíz y metates. Se ha calculado que la población entonces creció hasta cuatro veces más que la del período anterior. En una tercera época, donde se reconoce la influencia de los Arauquinoides, se estabiliza la población, que llega a ser hasta 20 veces mayor que durante la primera ocupación. La autora estima que hay una correlación temporal entre la primera aparición del maíz y el crecimiento demográfico. Si bien cuestiones tan relevantes como las tratadas en esta reconstrucción histórica se pueden establecer para las zonas adyacentes, la región del medio Orinoco de Colombia continúa inexplorada. Sin embargo las similitudes entre algunos materiales cerámicos encontrados en proximidades de Puerto Carreño, en territorio colombiano, permiten suponer la ocupación de esta región al menos por gentes de una de las fases tempranas (Ronquín-Sornbra) señaladas por Roosevelt. De igual forma los hallazgos de Castaño permiten proponer una interesante secuencia de cambios culturales, y cabe a los investigadores colombianos continuar tales estudios.

Pinturas rupestres en el río Guayabero. Eatos perroglifos, cuya antigüedad se desconoce, se encuentran principalmente en los grandes raudales y representan escenas de caza y pesca. Foto: Enrique Bautista

Para la época tardía se han registrado en el norte de los Llanos de Colombia otras zonas que dan cuenta de formas diversas de asentamiento y de utilización de los recursos regionales en la antigüedad. En virtud de la investigación desarrollada por Mora y Márquez, en 1982,

222 se conoce la ocupación de los llanos altos del municipio de Yopal durante la primera mitad del siglo XVII (1620 + 50) así como sus formas de utilización del medio:

―Los habitantes pertenecientes a esta etnia parecían preferir para ubicar sus asentamientos el área extensa de abanicos aluviales. Allí la escasa pendiente, los materiales finos, la existencia de un horizonte impermeable en los suelos y la abundancia de lluvias durante la temporada invernal, los obligaba a buscar dentro del territorio aquellas partes más altas y a salvo de las inundaciones periódicas: bosques de galería y matas de monte.

Podríamos decir que dentro de un paisaje conformado por grandes extensiones de sabana, que no presenta accidentes topográficos notables y con suelos mal drenados, estos habitantes intentaban la maximización del medio buscando aquellos lugares en los cuales se conjugaba el mayor número de unidades de paisaje diferentes, obteniendo de esta manera las ventajas de todos ellos a lo largo de las estaciones‖. (Mora y Márquez, 1982,p. 9).

En esta región se localizaron más de 20 asentamientos prehispánicos, separados entre sí por distancias entre uno y cinco kilómetros y asociados a zonas de cobertura boscosa. Todos ellos son superficiales (10-30 cm de profundidad) y de poca extensión (100 a 300 m 2). La actividad agrícola constituía la base de la economía, a juzgar por el gran número de platos budares, hachas de piedra y percutores líticos, que sugieren el consumo de yuca y semillas. Esta base se habría complementado con la caza de pequeños mamíferos y aves, cuyos restos se encontraron dentro del basurero excavado.

La ocupación del piedemonte y llanos altos meridionales, exige inicialmente una consideración geográfica que introduzca las diferencias con las regiones presentadas anteriormente. En efecto, se ha considerado como transicional entre llanos y selva amazónica, la franja del río Guaviarey su continuación hacia el norte, adyacente a la Sierra de la Macarena y la Cordillera Oriental, en virtud de las condiciones climáticas imperantes. Una lectura dé los datos de precipitación y temperatura desde el norte llanero hacia el Amazonas muestra un cambio gradual desde una estación seca marcada con una menor precipitación. anual y temperaturas más altas, hacia estos sectores .cercanos al bosque húmedo tropical, donde las estaciones de sequía y lluvias apenas se diferencian, la cobertura boscosa ayuda a mantener más baja la temperatura, y en general se cuenta con mayores precipitaciones.

223

Pintura rupestre del Inírida. Representa un venado, un bagre y diseños geometricos de sebucanes. Foto: Femando Urbina

Es en este paisaje donde se ha logrado identificar una serie de yacimientos que comparten un componente cerámico estilísticamente muy similar. A partir de estas informaciones, complementadas por unas fechas tardías, se ha planteado que para, el siglo XVI un conjunto de grupos identificados por los cronistas pueden corresponder a los restos encontrados por los arqueólogos. Esta situación nos permite, en páginas subsiguientes, recopilar información de crónicas para complementar el esquema cultural. Sin embargo, surge la inquietud sobre la antigüedad de tal ocupación, su filiación y proceso de desarrollo en el área. Es aquí donde algunas pistas provenientes de fuentes diversas pueden ayudar en la reconstrucción; la cual deberá ser corroborada y complementada con futuros estudios.

Desde el trabajo de áreas culturales propuesto por Steward con base en informaciones del siglo XVI y siguientes, Kirchoff, apoyado en datos lingüísticos, mencionó que en la zona sur dé los Llanos, los habitantes denominados debían pertenecer a la familia Arawak. Posteriormente, Reichel-Dolmatoff (1978) señaló el parecido entre ciertas costumbres reportadas por los cronistas para los Guayupe, y aquellas de la región del Vaupés. Entre ellas apuntaba que el consumo de alucinógenos como el yopo (Anadenanthera peregrina), árbol leguminoso característico de sabanas y el tabaco eran de primera importancia. Esta práctica se asociaba a la capacidad chamanística de convertirse en jaguares, complejo relacionado con plantas alucinógenas, la mayor parte de ellas asociadas con la selva tropical. Sin embargo el autor anota que el uso del rapé de yopo es característico de las sabanas, aunque también se observó en el alto Orinoco, la región del Vaupés y entre los Huitoto, grupo selvático. Adicionalmente, el autor presenta la distribución de grupos Arawak en la porción noroniental del Vaupés, y formula la hipótesis

224 según la cual el pluralismo cultural de la zona podría haberse originado cuando bandas de cazadores recolectores, cuyo remanente son los Makú, habrían sido desplazadas por una entrada posterior de los Arawak, siendo éstos a su vez divididos por invasores Tukano. Varios trabajos se han ocupado de la dispersión Arawak en Suramérica, especialmente Lathrap (1970), quien señaló la distribución de lenguas pertenecientes al tronco Arawak desde las Antillas hasta el Gran Chaco. El movimiento de grupos de selva tropical se habría originado en el Amazonas central con dos grandes oleadas migratorias, que en busca de suelos aluviales fértiles. finalmente habrían colonizado hasta las zonas más extremas ya mencionadas. El trabajo más reciente de Zucchi (1988) en el alto Orinoco indica una gran complejidad cultural en lo arqueológico, y la reconstrucción de tradición oral entre grupos indígenas actuales permite suponer como habrían sido en el pasado algunos de estos movimientos a lo largo de los ríos. El caso de los Piapoco, hoy considerados gente de sabana, es ilustrativo: desde una creación mítica en algún raudal del Alto Isana o Caquetá, en la selva tropical, habrían llegado al Vaupés, para luego remontarlo y por tierra llegar hasta el Guaviare. cerca de la confluencia del río Ariari. Desde esta zona sucesivos desplazamientos los habrían llevado al Atabapo, Orinoco, Vichada, Meta, Pauto, y finalmente a sus lugares de habitación actuales entre el Vichada y el Guaviare.

Si bien las posibles vinculaciones esbozadas deberán explorarse a partir del registro arqueológico, algunas similitudes en los materiales cerámicos han llevado a varias propuestas respecto a la filiación de estas gentes. Marwitt apunta la vinculación con el horizonte polícromo de la Amazonia, así corno con la fase Cotua del alto Orinoco, relacionada a su vez con los Saladoides del bajo Orinoco. Por otra parte, los datos de distribución de sitios arqueológicos con materiales similares apuntan a la ocupación de una serie de unidades fisiográficas que habrían compartido una cobertura boscosa significativa. El sitio hasta ahora ubicado más al norte por Marianne Cardale (comunicación personal) corresponde a la salina de Upín, en el municipio de Restrepo. Siguiendo hacia el sur, en las terrazas del río Acacías, un pequeño asentamiento fechado en 1570 ± 50 A.P. presenta los mismos ‗materiales, asociados a restos carbonizados de maíz, frutos de la palma de chontaduro y restos de vainas de yopo (Mora y Cavelier, 1984). En ambas bandas del río Ariari, entre Cubarral y Puerto Lleras, Marwitt (1973, 1975) registró 24 sitios, algunos de los cuales con extensiones de más de seis hectáreas. Los materiales cerámicos, acumulados densamente aunque en poca profundidad, se caracterizan por tener desgrasante de tiestos molidos, arena o caraipe, una corteza silícea molida. Los budares son comunes, así como grandes ollas de base plana y boca amplia; también se encuentran ollas pequeñas con bordes salientes, cuencos con adornos zoomórficos en el borde, y varias ollas y cuencos de forma cuadrada o romboidal. Varias grandes ollas que fueron usadas como urnas de enterramiento son representaciones antropomorfas con rasgos faciales, brazos y piernas aplicados y modelados. Es común la decoración incisa combinada con modelado, así como la pintura roja y blanca sobre rojo en diseños similares a los incisos. Una fecha temprana, obtenida en un banco del río Ariari cerca de Puerto Caldas, es de 2710 A.P., mientras que

225 una posterior obtenida en Granada corresponde al 1140 A.P. El autor encuentra que la cerámica es muy homogénea y no explica las posibles diferencias entre materiales con una considerable distancia cronológica entre sí. Otro hallazgo en la misma zona, el cual fue imposible fechar, corresponde al poblado de Puerto Santander, donde se encontró un cementerio con gran cantidad de urnas, algunas de ellas antropomorfas, así como ollas y cuencos correspondientes al mismo estilo ya mencionado (López y Mora, 1990). En su interior, huesos calcinados atestiguan la práctica de incinerarlos difuntos, que fuera descrita por el cronista Aguado.

En años recientes, una prospección realizada en el río Guayabero logró identificar elementos complementarios a los ya relacionados, indicando la máxima extensión meridional hasta ahora registrada para estas gentes. López (1993) registró 9 sitios, efectuando cortes detallados en dos de ellos. En el sitio de Angosturas 1, y asociada al mismo estilo cerámico ya relacionado, se obtuvo una fecha de 1670 ± 100 A.P. Adicionalmente se hallaron instrumentos líticos para molienda, yunques y golpeadores.

Es evidente que la ocupación prehispánica de esta región de piedemonte y llanos altos del sur del Meta tiene un componente selvático. Sin embargo la diversidad de formas de ocupación y de aprovechamiento de los recursos así como el control de diferentes subregiones del paisaje por parte de la misma etnia, como las terrazas en varios niveles, planos aluviales, sabanas interfluviales y piedemonte cordillerano, implican una prolongada ocupación de estas áreas, lo cual llevó a su aprovechamiento integral.

Las investigaciones recientes corroboran la diversidad y complejidad de los asentamientos prehispánicos, muchos de los cuales prolongaron su existencia hasta bien avanzado el siglo XVII. La correlación de informaciones tales como la localización de asentamientos, testimonios etnohistóricos y de cronología establecida con base en análisis de radiocarbono de los yacimientos arqueológicos, hizo posible la delimitación de un territorio habitado por la etnia de los Guayupe. En síntesis, los investigadores expresan al respecto:

―Así se pudo identificar un estilo cerámico con una etnia de principios del siglo XVI, proponiéndose algunas pautas de poblamiento, de acuerdo con la especialización económica de cada conjunto habitacional. Con lo anterior se indica la existencia de una fuerte cohesión política en el interior del territorio, así como un intercambio de productos; éste para elementos como el algodón, abarcaría de igual forma a otros grupos (los Muisca del altiplano).

El área que se encontraba ocupada por estos indígenas durante el siglo XVI y con toda posibilidad en los antecedentes, comprende algo más de 42.000 kilómetros cuadrados y representa una alta complejidad...‖. (Mora y Cavelier, 1985).

En el piedemonte del Meta los Guayupe tenían sus viviendas o bohíos, que ―son largos y de vara en tierra, a quien los españoles llaman caneyes, en donde habitan y moran muchos

226 indios casados juntos y su dormir es en hamacas de algodón o de Damazagua‖ (Aguado, 1930; Tomo II, p. 146). Las tierras altas, libres de inundación, y las tierras bajas, conformaron el territorio de esta etnia:

―La provincia de los , cuya región y tierra participa de los altos de la cordillera y de lo bajo de los Llanos; porque desde donde el pueblo (San Juan de los Llanos) está puesto para arriba, está toda la serranía que cuelga y depende de la cordillera, donde toda la más de esta gente Guayupe, están poblados; la cual es tierra no muy escombrada ni rasa, porque a partes tiene y cría en sí grandes montañas y partes sabanas‖. (Aguado, 1930;TomoII,p. 136).

La yuca y el maíz, lo mismo que bienes provenientes de las actividades de la caza y la pesca, fueron la base del sustento de los Guayupe:

―los mantenimientos de estos Guayupes son yuca, maíz, cazabi y pescado y carne de venado que, como dije, se matan en esta tierra muchos, puercos de monte que llaman vaquira y todas otras comidas; empero, su principal sustento es el beber y todo lo más del maíz y yuca que cogen lo desprenden en hacer sus brebajes‖. (Aguado, 1930; Tomo II, p.149).

A la producción y consumo de estos bienes correspondió un sistema de creencias y nociones asociadas con el movimiento astral durante el año, dentro del cual les fue posible determinar los períodos de lluvias y los signos de fertilidad y abundancia, directamente ligados con los ciclos agrícolas, de pesca y de caza:

“Cuando la luna trae consigo un cerco redondo que la ciñe toda icen que es señal de gran fertilidad y abundancia de comidas, y espera muy prósperos temporales y cuando el cerco de la luna es quebrado o medio lo tienen a muy mala señal; así de hambres como de enfermedades y otras calamidades, y para quitar estos males que por el prodigio de la luna entienden que les han de sobrevenir, salen de sus casas y comienzan a soplar a todas partes, con el cual soplo dicen que echan la futura calamidad fuera de su tierra, y tras e stos hacen grandes ayunos, con las cuales cosas ellos están satisfechos que todo punto hacen cesar aquellas cosas que imaginan haberles de sobrevenir por la señal de la luna”. (Aguado, 19 30; Tomo II, p. 157).

Rituales y fiestas celebraban los Guayupe para honrar a Inainigui quien les ―ha dado y da todos los mantenimientos de yuca, maíz, carne, pescado y otras cosas para su sustento‖ (Aguado, 1930; Tomo II, p. 156). También acostumbraban a tomar la yopa y el tabaco, lo primero, una semilla o pepita de árbol y lo otro ―es cierta hoja que crían, ancha, larga y vellosa, y esto lo toman en humo, unas veces por la boca y otras veces por las narices‖ (Aguado, 1930; Tomo II, p. 151). También, con motivo del entierra de sus muertos celebran ceremonias los Guayupe, para las que se adornaban con ―ricos atavíos y chagualejas o joyas de oro y cuentas hechas de caracoles y algunos cobertores de plumas‖.

227

(Aguado, 1930; Tomo II,p. 153).

Puntas metálicas de flechas para la pesca. La caña se obtiene de la ‗cañaflecha‘ o ―cañabrava (Gynertum sagitsarum). Foto: Femando Urbina

En cuanto a las relaciones de los Guayupe entte sí y con sus vecinos Aguado expresa que: ―es gente que se hace muy poca guerra la una a la otra, ni aún a las naciones comarcanas, antes procuran vivir en ocio y quietud‖. (Aguado, 1930; Tomo II, p. 149)..

El sedentarismo, el aprovechamiento de tierras altas y bajas, lo mismo que un desarrollo de la agricultura complementada con la caza, la pesca y la recolección, fueron característicos de esta etnia.

Similar a este esquema es la propuesta de Lathrap (1970), quien destaca que la cultura de selva tropical surge tempranamente como un desarrollo amazónico basado en el cultivo de raíces, en el cual no participaron agentes externos. Estas perspectivas, más allá de la preocupación por los movimientos de población y lasinfluencias dé una cultura o región sobre otra, señalan la necesidad de encontrar explicaciones para los desarrollos autóctonos a‘partir de ocupaciones tempranas en los mismos llanos, sin restar importancia al hecho de que se dieron relaciones entre diversas gentes provenientes de ambientes y culturas distintos, lo cual enriqueció tales procesos.

228

En la‘misma ―provincia‖ donde más tarde se fundara San Juan de los Llanos, y vecino de los Guayupe, tuvo su territorio la nación de los indios Saes, ―que‘ en algunas cosas difieren y‘varían de las costumbres de los guayupe porque en todo lo demás casi son uniformes y así no habría mucho que decir dé ellos‖. (Aguado, 1930; Tomo II, p. 159).

―Grandes trabajadores y agricultores‖, tuvieron los Saes por principal comida la yuca, batatas, pan de maíz y pan de yuca, lo mismo que maní, fríjoles y ―otras legumbres de poca sustancia, con que viven tan contentos y lucios y gordos como otras naciones con sus opulentas comidas‖. (Aguado, 1930; Tomo II, pp. 159, 161, 162).

Según Aguado, en Cuanto a vivienda, ceremonias y concepciones, los Saes guardaban semejanza con los Guayupé. Sin embargo, aquellos, ―gente robusta e indómita y fugitiva‖, fueron enemigos de los españoles a quienes opusieron resistencia, negándose a su ―trató, conversación y amistad‖, actitud opuesta a la asumida por los Guayupe frente a los invasores.

Fueron fundamentalmente los territorios Guayupe y Sae los que sirvieron de punto de escala y de sustento a la mayor parte de los grupos invasores durante el siglo XVI. Esta circunstancia explica en parte el hecho de que se haya tenido descripciones detalladas de ellos. No ocurrió lo mismo con otras etnias, como los Omeguas, que ocupaban entonces territorios entre los ríos Meta, Guayabero y Guaviare. (Mora, Cavelier, 1985; pp. 2 1-56).

Es posible sin embargo obtener de la obra de Aguado nombres y referencias breves sobre otros grupos y pueblos, de los que poco se puede inferir con relación a su economía y organización social. No obstante, esas referencias nos sugieren una más vasta ocupación de los Llanos y diversas formas de adaptación que replantean la concepción tradicional de un nomadismo asociado a prácticas caníbales de grupos en estado salvaje‖, concepción ésta difundida y esgrimida por "huestes conquistadoras‖ y más tarde por misioneros para justificar la guerra contra aquellos.

Referencias en torno a la ―provincia‖ de los indios Eperiguas o pueblos como el del cacique Buzama y el denominado Capoquingua, estabieéido en la cumbre de un alto cerro, lo mismo que el conformado por ocho grandes casas en la banda sur del río ―Guayare‖;‘ ―con buen golpe de gente‖ y el de Barranca Bermejas con ―veinte grandes casas de morada‖, dan testimonio de la diversidad étnica y de sus asentamientos en los Llanos en el siglo XVI. Otros, mencionados por el mismo cronista, como los ubicados en lo que más tarde los españoles llamaran Valle de San Jerónimo, ―de razonable disposición de tierra y de algunos poblezuelos‖, o el aledaño a un río ―que tenía cantidad de labranzas de yuca, maíz y batatas donde se ‗holgar5n los españoles‖, más las tierras de los indios de Papamene Choques, estos virtualmente establecidos dentro de los límites territoriales de los Guayupe, confirman esa diversidad (Aguado, 1930; Tomo II, pp.l65, 172, 173, 176, 181, 191; Tomo 1, p. 324).

El poblamiento del piedemoñte de los llanos del Casanare también sugiere una gran

229 complejidad económica y cultural, gracias a los distintos asentamientos de etnias que allí habían prosperado hasta el siglo XVI.

Los Tunebo, cuyo territorio en la parte sur limitaba con el de los , tuvieron sus asentamientos durante el período prehispánico en la vertiente oriental de la Sierra Nevada del Cocuy y en tierras planas del Llano (Langebaek, 1985; p.S). Estos asentamientos que constituyen virtualmente un caso característico de la estrategia de verticalidad, lo que le ha permitido a esta etnia acceder secularmente a recursos de diferentes pisos térmicos, parece muy a pesar de las evidentes presiones que históricamente sobre ella y sus territorios sé han ejercido:

―En las laderas de La cordillera, los agricultores Tunebo aprovechan los diferentes pisos ‗térmicos desde el llano propiamente dicho, hasta las tierras frías y el páramo. Cada unidad familiar posee viviendas y sembrados en los pisos medio y alto que habitan en forma sucesiva y también se desplazan periódicamente a las tierras planas del llano en busca de productos de pesca y recolección‖. (Ortiz, Pradilla; 1984; pp. 4,5).

La vecindad espacial entre los Tunebos y Laches ha generado dificultades en la delimitación dé los sendos territorios que ocupaban en el siglo XVI:

―En el área del Güicán, cerca del cacicazgo de Pan queba sujeto al Cocuy, tenía sede un grupo llamado Tunebo, probablemente constituido por indígenas de la Nación tuneba de Guaycana que figura como una parte del cacicazgo de Panqueba en documentos coloniales de finales del siglo XVI y comienzos XVII‖. (Langebaek, 1985; p.3).

Pimpina. Alfarería- indígena antropomorfa y muy decorada de los

230

grupos Guahibo. Vichas Foto: Roberto Marín

Langebaek advierte la necesidad de establecer una diferenciación entre Tunebos y Laches en virtud de confusión que al respecto subsiste, sirviéndose para el de las referencias existentes en fuentes tempranas:

“Las fuentes tempranas, especialmente en las crónicas, se habla de Ladies pero no de Tunébos. Luego, en papeles más tardíos se hace frecuente referencia a los Tunebos como nación rebelde en oposición a los indígenas ladinos reducidos al sistemas de encomienda, a la vez que se les ubica en una gran diversidad de sitios como los alrededores de Chita, las cabeceras del río Cravo, Labateca y “en general” en todo el piedemonte desde Labranzagrande, al sur, hasta alcanzar territorio veúezolano.

Según La información disponible, parece probable que inicialmente se llamara Tunebos a los indígenas pertenecientes al cacicazgo Lache de Panqueba cuya sede principal está en Ciüicán (el mismo Guaycana), pero que con el tiempo el nombre se generalizaría a todos aquellos indígenas, no necesariamente de la confederación del Cocuy, libres de dominio español en la sierra, corroborando la hipótesis de Triana en el sentido de que los Tunebos actuales ―posiblemente fueron derivados de los Laches de Güicán‖ (Langebaek, 1985;pp. 3,4).

Estas y otras dificultades que han surgido en la delimitación de los espacios étnicos de la primera mitad del siglo XVI, obedecen en gran medida a los desplazamientos y cambios ócurridos desde que la presencia de los europeos se insinuara y se expresara en estos territorios. Sinembargo, existen todavía múltiples posibilidades de responder los interrogantes que han ido surgiendo en los últimos años y planteados especialmente a partir del avance de las investigaciones arqueológicas. El acceso a nuevas fuentes documentales como, por ejemplo, la revisión de los testamentos de los caciques del siglo XVI (Gaspar, 1596; Tomo 21), conduciría a respuestas pertinentes.

Estrategia similar en cuanto al manejo de diferentes pisos térmicos para el acceso a diversos productos, parece haber sido la .de la confederación del Cocuy durante el período prehispánico, según estudios, recientes:

“El territorio de la confederación del Cocuy incluía los flancos occidental, oriental y sur de la Sierra Nevada de este mismo nombre y abarcaba pisos térmicos- desde Las nieves perpetuas hasta los llanos orientales, es decir, tierras de páramos (3.000 y más m.s.n.m.), frías (2.000-3.000 m.s.n.m.), templadas (1 .000-2.000m.s.n.m.), y cálidas (hasta 1 .000m.s.n.m.). Más que ninguna otra parte de la cordillera oriental de Colombia,

231 el territorio ocupado por los Laches se caracteriza por su enorme variedad de nichos ecológicos como resultado de variaciones „en altura, régimen de lluvias y fertilidad de las tierras”. (Langebaek,1985; p. 2).

La revisión de la información documental del siglo XVI relacionada con el Cocuy permite inferir su importancia económica durante el período prehispánico, virtualmente por su condición de centro de intercambio, clave en la circulación de productos provenientes de las tierras bajas y medias (de los Llanos), dirigidos hacia las tierras altas (territorio Muisca, Tunebo y Lache especialmente), lo mismo que de otros bienes que circularon en sentido contrario, es decir, de las tierras altas hacia las medias y bajas.

El papel del Cocuy como centro importante de intercambio y circulación de bienes diversos durante el período prehispánico, se explica precisamente por su ubicación privilegiada, en razón de limitar su territorio de un lado con sectores étnicos muiscas (de Sogamoso y ) y del otro, con múltiples etnias vecinas:

―En el flanco oriental, por su parte, los cacicazgos del Cocuy tenían por vecinas a varias comunidades, tal vez étnicamente emparentadas, pero que no habían alcanzado un desarrollo político considerable, como sería el caso de Támara y Tecasquirá que no eran sujetos a nadie, así como con diversos grupos achaguas y caquetíos que vivían en el llano propiamente dicho.‖ (Langebaek, 1985; p. 2).

Ya hemos sugerido en párrafos anteriores la operancia de vínculos entre diferentes etnias. Efectivamente los llanos altos y bajos constituían el hábitat de distintas naciones indígenas cuya red de relaciones (regionales e interregionales) las integraba a espacios más amplios, permitiéndoles el acceso a recursos, como los producidos en los altiplanos andinos y otros de selva húmeda tropical, de la región amazónica. A su vez, las sociedades indígenas llaneras suministraron importantes materias primas y bienes a sociedades vecinas y virtualmente a otras establecidas en territorios más distantes.

Algodón, miel, yopo, tabacó, aceite (extraído de huevos de tortuga), ají, plumas, maní, fueron algunos de esos bienes que sirvieron a las etnias del Llano para obtener otros como.la sal, objetos de oro, mantas, etc., testimonios tempranos confirman la existencia de relaciones de intercambio y aun los orígenes y los destinos de los productos:

“Andan desnudos en carnes los indios Guayupes no porque les faltaría algodón de que hiciesen vestidos, mas por ser ellos en sí lajativos y de poco trabajo, y también como la tierra es tan cálida que jamás se siente frío en ella, aunque sea tiempo de muchas aguas, no hay rigor de frío que los compela a abrigarse como a otros indios de tierras frías, como son los de Santa Fé, Tunja y Vélez, que aunque en los naturales Moxcas no se coge ningún algodón, ellos por abrigarse y tener con que cubrir sus carnes lo traen de estos llanos y gente que junto a ellos habitan”. (Aguado, 1930; Tomo 11, p.145).

232

Otras referencias sobre los Cuayupe señalan su utilización de ―anchas trenzaderas de algodón‖, ―hamacas de algodón‖ y su costumbre de consumir ―yopa‖ y ―tabaco‖, hábito este muy generalizado en todo el Nuevo Reino. En este ámbito de las relaciones de intercambio, llama la atención la utilización entre los Guayupe de ―joyas de oro y cuentas hechas de caracoles‖ lo que sin duda obtenían de otras etnias, mediante trueque con‘ algodón, yopo y tabaco. Obsérvese, en consecuencia, que los Guayupe no tuvieron tradición como orfebres ni como tejedores (Aguado, 1930; Tomo II, p.p. 145, 146, 151, 153).

Langebaek expresa sobre la naturaleza de estos intercambios que ―los muiscas adquirían productos de las más diversas procedencias, como totumos, yopo, guacamayos, algodón, miel y cera de los llanos orientales‖ (Langebaek, 1985; p. 20). El mismo investigador en otro de sus trabajos reitera y amplía su afirmación anterior:

―las relaciones de intercambio con la región de los llanos orientales parecen haber sido importantes. Al igual que para los Muiscas, las planicies del oriente resultaron supremamente atractivas para los indígenas de la sierra que allí podrían obtener una gran variedad de bienes que no conseguían, o escaseaban, en su territorio. El piede monte se describe en documentos de archivo y relaciones de cronistas y viajeros, como una región muy rica en yopo, miel, cera, cueros de felino, algodón, coca, totumos, guacamayas y papagayos, así como maní. Los indígenas caquetíos producían algodón, miel, aves de plumería, totumos, coca y yo po, en Chipa había excedentes de miel y pescado y en Guicureo y Chuaca los indígenas conseguían guacamayos y papagayos para trocarlos por mantas‖. (Langebaek, 1985; p.16).

De informes sobre el Nuevo Reino de Granada se infiere la existencia de relaciones, durante el período prehispánico, de los grupos de los Andes con los de la vasta extensión de los Llanos y Orinoco: y aunque de aquellos ámbitos de tan basto [sic) dominio en más de 1.500 leguas, habitado de bárbaros indómitos, hay varias noticias de las que con sus experiencias tuvo Francisco de Utre y de que pasasen a ellos los de la provincia de los ANDES con toda su riqueza antes que los españoles pacificacen los del Perú‖. (Tienda de Cuerbo; 1734, folios: 50,51).

Los indios de Cabalo, en los Llanos, que años después harían parte de la jurisdicción del Santiago de las Atalayas, tuvieron tradición como tejedores, con acceso directo a la materia prima, algodón, lo que más tarde contribuyó a su sometimiento y menoscabo: ―en la ciudad de Santiago de las Atalayas, los achagua... encerrados, atareados todo el día en desmontar e hilar algodón, más oprimidos y sujetos que si fueran esclavos...‖. (Ospina Vásquez, citado por Romero, María Eugenia, 1983).

Dentro del conjunto de las relaciones de intercambio antes señaladas, la sal tuvo un lugar preponderante en los hábitos de coonsumo de los grupos étnicos del Llano durante el

233 período prehispánico (Langebaek, 1985; pp. 22,23). A ese mismo recurso, a su producción y circulación, estuvieron íntimamente asociados procesos posteriores, como el del ingreso y consolidación de las misiones en el piedemonte llanero y el del surgimiento y expansión de la frontera ganadera. Si bien núcleos como Zipaquirá, Nemocón, Gachetá, Taura y Vijua se habían especializado en la producción de sal, este producto lo obtenían los grupos del Llano del ―pueblo de la sal‖:

―En el territorio de la confederación del Cocuy, parte importante de las actividades económicas se orientaba a la explotación de sal en el ‗pueblo de la sal‘, en el alto ríoCasanare, cuyos indígenas declararon en 1571, ‗hacer sal y cocerla‘ para darla a comunidades vecinas a cambio de mantas, algodón y carne. Al pueblo de la sal‘ acudían miembros del cacicazgo del Cocuy con maíz, papas y fríjoles para conseguir el producto, así como los de Sacama quienes obtenían algodón en los llanos ‗a trueco de sal que llevan del dicho pueblo‖. (Langebaek, 1985;pp. 21, 22).

Las rutas y destinos de la sal y de muchos otros productos, hacen suponer itinerarios más extensos e intensos que no sólo cubrían los Llanos en distintas direcciones. Estos sugieren vínculos efectivos con áreas más distantes e inclusive con sociedades asentadas en las costas, cuya comprobación contribuiría a despejar importantes interrogantes en tomo a la presencia de ciertos grupos humanos en los Llanos y la Amazonia. Frecuentes desplazamientos de sectores indígenas desde el bajo Orinoco hacia el interior‘ de los Llanos en busca del ―hombrecillo de oro‖ y la evidencia de haberse hallado en su poder piezas del ―precioso metal‖, confirman la gran extensión de las redes de intercambio. En las crónicas mismas de Castellanos, Piedrahita y Simón, se afirma ―que por el río Casanare circulaban mantas, panes de sal y figuras de oro provenientes de la cordillera en cuyo rastro vinieron a salir a los pueblos de... Cocuy y Chita...‖. (Langebaek, 1985; p. 17).

La circulación de éstos y de muchos otros productos con base en los cuales se generaron redes comerciales regionales e interregionales (Morey, 1975; Langebaek, 1985), señala las dimensiones de un universo prehispánico dinámico, complejo y más integrado que el de simples hordas y bandas salvajes errantes, sin ninguna adaptación y compenetración con su medio y sin otro vínculo con sus vecinos que no fuera el de la guerra y la antropofagia.

El estado actual de los estudios arqueológicos, lo mismo que las contribuciones de trabajos sobre arte rupestre y de la investigación etnohistórica sobre los Llanos Orientales colombianos posibilitan el conocimiento en su conjunto de dinámicas económicas regionales diferenciadas y ofrecen importantes pautas para la comprensión de intensas relaciones interregionales.

234

Plumas direccionales para flecha. Esas plumas se obtienen de guacamayas y gallitos de roca. Foto: Femando Urbina

Mora, después de evaluar los resultados de las investigaciones arqueológicas, cuestiona precisamente una de las visiones más difundidas sobre los Llanos y plantea, a manera de conclusión, la existencia de sociedades más complejas:

«Todo lo anterior permite desechar la visión que se tuviera de los Llanos Orientales, como territorios ocupados a lo Largo de los tiempos por pequeños bandas de cazadores nómad a s, sin asentamientos permanentes y con una baja cohesión socio-política. Por el contrario, se erige ante nuestros ojos La existencia de „nuevos‟ sistemas de agricultura, una alta población , un intrincado sistema comercial y la existencia de cacicazgos». (Mora, 1985; p. 9).

RELACIONES DE CONTACTO: LOS INICIOS DE LA DESESTRUCTURACION DE LAS SOCIEDADES ABORIGENES

En la primera mitad del siglo XVI varias expediciones europeas habían ingresado ya por distintos frentes al territorio llanero. La expedición orde[nada por Gonzalo Jiménez de Quesada con el propósito de establecer la ubicación de las minas de esmeraldas, llegó hasta la provincia y señorío del cacique de Somoridoco Esta expedición, encabezada por el capitán Pedro Fernández de Valenzuela, observó desde el sitio de las minas ―una anchura y llanura de tierra apacible a sus ojos que, con el deseo y codicia que tenían de haber otra cosa mejór y mas rica que la de la fortuna les había puesto en las manos, se les figuraba que la que veían no podía dejar de ser tierra muy próspera y de mucho valor‖. (Aguado, 1930; Tomó I p. 197). Aguado refiriéndose a este suceso expresa:

―Era esta llanura que desde estas minas veían, los llanos que ahora dicen de Venezuela, tierra toda anegadiza y de rara y paupérrimas poblaciones, y muy enferma por los malos

235 aires que en ella corren, mediante los gruesos y corruptos vapores que de las tierras anegadizas y lagunas se levantan y congelan‖. (Aguado, 1930; Tomo 1, p. 197).

Informado Jiménez de Quesada de la veracidad de la existencia de las minas de esmeraldas y de las llanuras que sus súbditos habían observado, se dirigió hacia Somondoco de donde envió al Capitán San Martín y a otra gente de a pie y de a caballo a descubrir y a ver lo que era la tierra llana:

―El capitán San Martín siguió su descubrimiento y viendo la mala disposición de la tierra por do iba, envió a decir al general que no curase de seguirle, porque no había disposición de tierra por donde iba para poder pasar con su gente; porque, demás de ser agria y doblada, era muy estéril y falta de comida...”. (Aguado, 1930; Tomo I,p. 198).

Entre tanto, Nicolás de Federman, Teniente de Jorge Espira (gobernador éste de Venezuela y quien también había entrado a los Llanos en demanda de ) saliendo de la ciudad de Coro y después de visitar las provincias de Pacabueyes y Valle de Upar, prefirió seguir su descubrimiento por la vía de los llanos de Venezuela, llegando al pueblo de Nuestra Señora, donde más tarde se pobló la ciudad de San Juan de los Llanos. Desde allí remontó la cordillera e ingresó a las tierras de Pasca, jurisdicción del cacique Moxca, sufragáneo de Santa fe, donde entró en relación con Jiménez de Quesada.

Espira había perdido contacto con su Teniente Federman al haberse equivocado de ruta. En consecuencia envió a su cápitán Montalvo de Lugo desde Coro, çon el fin de dar aviso a Federman y a su gente, para que no se perdiese. Encargado de esta misión, el capitán Montalvo llegó a la provincia de Barquisimeto de donde se desemboca a los Llanos. Estando en esa provincia se encontró con el Capitán Reinoso a cuyo cargo. había auedado parte de la gente de Sedeño, Gobernador de Trinidad, que había llevado desde la costa de Maracapana y Cabahua en busca del Meta.

Indígenas Puinaves del río lnírida. Foto: Femando Urbina

Muerto Sedeño en esta expedición, fue elegido Reinoso Capitán General y después de haber enfrentado muchas dificultades, casi ―perdido y desbaratado‖, volvió atrás, llegando a Barquisimeto donde fue puesto presa por Montalvo, y enviado a Coro para que de allí lo

236 despachasen a Santo Domingo para ser juzgado por presuntas resistencias y desacatos a jueces de la Audiencia.

Montalvo, sumando la gente de Reinoso con la suya, ingresó a los Llanos en busca de Federman, ―donde pasó su gente por el yugo y trabajo que los demás sus antecesores en esa derrota habían pasado, con hambres y enfermedades y muertes, así de tigres como de caimanes y otros infortunios que consumían a los hombres (Aguado, 1930; Tomo 1, p. 321). Antes de llegar al pueblo de Nuestra Señora, por donde Federman había transitado, indios de la sierra le informaron de la existencia allí de españoles y atravesando la cordillera llegó a Tunja donde estableció estrecha relación con Hernán Pérez de Quesada, jefe supremo de esa tierra, en ausencia dé su hermano, Gonzalo Jiménez de Quesada.

Pérez de Quesada, animado por Montalvo de Lugo, promovió la idea de organizar una gran expedición para descubrir El Dorado, ―...o de cierta noticia adelante de los Choques y Papamene, a quién atribuyeron este nombre de Dorado. Porque como el capitán Montalvo había andado en toda la jornada con el Gobernador Jorge Espira, había visto las noticias que los indios de Papamene y Choques les habían dado de que adelante de aquella mala tierra había infinitas gentes que poseían gran cantidad de oro y plata, y en el reino había en este tiempo gran número de gente y todo en él no se podría sustentar sin notable daño de los naturales, fue fácilmente Hernán Pérez determinado de juntar gente e ir en demanda de las tierras que el capitán Montalvo le decía, en las cuales, como he dicho, le prometía gran facilidad, así de riquezas como de naturales‖ (Aguado, 1930; Tomo 1, pp. 321, 322).

Cocina típica de la cultura Curripaco. El perro busca el fuego para contrarrestar el frío biológico producido por la alta humedad. Foto: Femando Urbina

237

Pueblo de indígenas deculturados a orillas del río Inlrida: Este tipo de ptieblos crea numeroso problemas ecológicos, nutricionales y sanitarios para sus habitantes. Foto: Femando Urbina

Fue esta quizá la expedición más numerosa que ingresó a los Llanos. Estuvo conformada por doscientos ochenta hombres bien aderezados, de los que habían hecho parte tanto de las filas de Jiménez de Quesada, como de Federman, Belalcázar, Lebrón y de las que había traído consigo Montalvo. Para la misma expedición fueron reunidos entre ocho y diez mil indios e indias Moxcas, como cargueros y ayudantes de tropa.

En el mes de septiembre de 1540, Hernán Pérez de Quesada y los capitanes Montalvo, Martínez y Maldonado, partieron con su tropa e indios de Santa fe hacia el pueblo de Nuestra Señora, en los Llanos, atravesando la cumbre de los, páramos de Pasca, donde sufrieron las primeras bajas por temporal de frío.

Después de reponerse a tropa en el pueblo de Nuestra Señora, esta avanzó hasta el río Guanayare y cruzándolo llegó posteriormente al río Papamene, ―que está a la entrada de las montañas por donde Hernán Pérez rehusó entrar temiendo su perdición y la de su gente‖ (Aguado, 1930; Tomo 1, p. 323). Siguiendo la descripción de Aguado (y por la descripción que él mismo hace del río Papamene y del curso de éste) ―las montañas‖ a las que Hernán Pérez incursionó con su gente eran precisamente las de la Sierra de la Macarena.

Después de las muchas dificultades que vivió esta expedición de Hernán Pérez, unos pocos de los que la conformaban lograron ascender al valle de Sibundoy donde se integraron a los grupos de conquistadores que algunos años antes habían ingresado desde el Perú con Belalcázar para la conquista de lo que más tarde sería la Gobernación de Popayán. El fracaso rotundo de esta expedición lo describe detalladamente Aguado y ,lo resume en uno de los apartes de su obra:

238

―Perdió Hernán Pérez de la gente que sacó del Nuevo Reino, desde que se metió por las montañas de Papamene y Choques hasta que llegó al Valle de Sibundoy, pasados de cien españoles y más de ocho mil personas de indios e indias y la mayor parte de los caballos que todos fueron muertos de hambre y ahogados en ríos y de enfermedades que por la mala constelación de la tierra les daban y a manos de indios‖. (Aguado, 1930; Tomo I,p. 331).

Una reflexión en torno a las características de las expediciones que hasta aquí hemos relacionado, nos permite de manera preliminar determinar el interés de las mismas en la búsqueda de minerales preciosos, es decir, lo que históricamente se conoció como la búsqueda de ―El Dorado‖. De otro lado y en estrecha relación con tal búsqueda, las incursiones a los Llanos tuvieron un efecto desintegrador y devastador sobre las distintas etnias indígenas que hasta entonces habían entrado en contacto con tales expediciones, como bien puede interpretarse‘ del texto que a continuación citamos:

―... donde comúnmente los españoles solían llamar el pueblo de Nuestra Señora, paresciole tierra de buena disposición para tener minas de oro, y en ella había cantidad de naturales, aunque no muchos, los cuales después vinieron a ser menos; porque como todas las compañías de los españoles que salían antiguamente a descubrir y venían bajando la Sierra iban a parar y descansar en esta provincia de estos Guayupes y pueblo de Nuestra Señora, y en aquel tiempo se hacían esclavos los indios, demás de esto no tenían cuasi por escrúpulo matar, ni maltratar, ni castigar, ni cargar, ni sacar de sus naturales los indios, fueron estos pobres Guayupes muy arruinados y destruídos así de sus personas, mujeres e hijos como de sus casas y haciendas; porque antes de Federmán estuvo en ellos alojado el gobernador Jorge Espira, con más de trescientos hombres muchos días, y después de él estuvo el Teniente Federmán con ciento setenta hombres y después de Federmán estuvo Hernán Pérez de Quesada, que salió del reino en demanda del Dorado con más de doscientos hombres y más de ocho mil indios Moscas, que son ruina y asolación de todo lo que por delante topan; y después de Hernán Pérez de Quesada estuvo el General Felipe de Utre con otros cien hombres; y toda esta gente se sustentaba en tiempo que en esta provincia de los Guayupes esta de lo que los míseros indios tenían para su sustento y cada cual de estos capitanes y de sus soldados procuraron haber y tomar lo s indios que podrían de esta provincia y nación para que les sirviesen; pues gente tan combatida fue y tan salteada y llevada en cautiverio ,imposible es que quedase mucha de ella, porque considerados los daños que en aquellos tiempos se hacían en los indios tan libre y atrevidamente, es imposible que estos Guayupes, habiendo estado en ellos las compañías de gentes que se ha referido, no dejase de ser tan atribulados y destrozado cuanto he significado y mucho más (Aguado, 1930;Tomo II‟, pp. 117,118).

En este orden de ideas, la caracterización de las relaciones de contacto entre las expediciones europeas y los grupos étnicos del Llanos que las padecieron en el

239 transcurso del siglo XVI y primeras décadas del siglo XVII, no corresponde a la noción de conquista. Si se observa el carácter de paso transitorio de las expediciones y su objetivo principal, alcanzar ―El Dorado‖, debe excluirse la idea de la acción conquistadora en los Llanos. La incursión de tales expediciones allí, no generó un control permanente de carácter militar, político y social de las sociedades indígenas o de un número significativo de miembros de éstas, como sí aconteció, por ejemplo, en territorio Muisca, donde fue posible, en el mismo siglo XVI, la instauración y el funcionamiento de la encomienda.

En contraste con lo ocurrido en el territorio Muisca, en los Llanos los ―repartimientos‖ de indios fueron escasos. Las pocas encomiendas que se concedieron, lo fueron más de nombre, pues no rindieron los frutos (tributos) esperados por sus titulares, en virtud de las dificultades que éstos encontraron para ―poner en policía‖ a sus tributarios y en razón de otras causas estructurales relacionadas con las formas de ocupación del espacio y de aprovechamiento tradicional de los recursos de la región.

Los repartimientos otorgados afectaron, dentro del conjunto del extenso territorio llanero, tan sólo a la escasa población nativa adscrita a las entonces restringidas jurisdicciones de Támara y Santiago de las Ataláyas.

La administración de estas encomiendas fue delegada en algunos casos a mayordomos que en ausencia de sus titulares carecieron de poder efectivo para el control y funcionamiento de las mismas (Jiménez de Quesada, 1565). En otros casos, surgieron prolongados pleitos y disputas entre quienes se consideraban con méritos para acceder al título de una misma encomienda (Sánchez, 1593). Mientras se dio curso legal a dilatados trámites y probanzas, huyeron y/o se extinguieron los ―naturales‖ tributarios o encomendados y, por supuesto, perdieron vigencia las encomiendas.

Pero otras causas también contribuyeron históricamente para hacer impracticable allí esta institución de la encomienda. En particular, la actitud de los indios frente a las formas de control y de dominación que se pretendieron instaurar (y entre éstas, las tendientes a someterlos al pago de tributo), no fue pasiva. Por el contrario, las sublevaciones indígenas precisamente de Santiago de las Atalayas en el siglo XVI (Rojas, 1590) constituyeron una respuesta frente al intento de los invasores por instaurar un nuevo orden.

El contacto entre los europeos y las sociedades indígenas de los Llanos que lo padecieron durante el siglo XVI, se tradujo en el despoblamiento de sus territorios étnicos, en virtud de la huida masiva de los nativos, de la esclavización, de las enfermedades, produciéndose, en consecuencia, la rápida desaparición de muchas de dichas sociedades.

Es posible determinar, para la época, la desocupación de territorios étnicos específicos (especialmente en el piedemonte del Meta), particularmente los ocupados por aquellas sociedades sedentarias que habían desarrollado la actividad agrícola. También, los miembros de los grupos afectados directamente por el contacto, al huir hacia la ―tierra-

240 adentro‖, crearon presiones sobre otros espacios étnicos que aún no habían sido penetrado por las incursiones europeas del siglo XVI. Son frecuentes las descripciones en la obra de Aguado que permiten observar estos fenómenos de huida, dispersión, aniquilamiento y desaparición de los grupos involucrados en el encuentro con los europeos:

―.. y así marchó (Avellaneda) con su gente hasta llegar a un paralelo que los españoles llamaron de las Barrancas Bermejas, que tenía veinte casas grandes de morada en cuyas entradas había hechos algunos hoyos con estacadas en que los españoles cayesen y se estacasen. Los moradores de este pueblo, desde que vieron la gente que a él llevaba enderezado su camino, desarmaron sus moradas y huyeron...”. (Aguado, 1930; Tomo II, pp. 176, 177).

Pero no sólo el contacto en virtud de la presencia y de los ―adelantamientos‖ europeos trajo como consecuencia entre los indígenas de los Llanos la huida y la dispersión de éstos. El contacto allí revistió un carácter particularmente violento. Cuando Hernán Pérez de Quesada estando en los Llanos pretendió retornar (en vista de los reiterados tropiezos de su expedición), por él mismo camino que había ingresado, dos de sus acompañantes le aconsejaron no hacerlo, a causa de que toda la tierra que atrás dejaban era de poblaciones, y esas quedaban tan destruidas y arruinadas que se creían no hallarían en ellas ningún género de comida con que poder salir a lo raso y perecían todos de hambre en el camino‖ (Aguado, 1930; Tomo 1, p. 325).

Otras descripciones más patéticas, relacionadas con el aniquilamiento de indígenas, trae Aguado al referirse a los enfrentamientos de las tropas de Avellaneda con grupos indígenas de los Llanos:

“y como los indios, prosiguiendo su huida, se fuesen retirando a una montaña que cerca estaba y fuesen en tanta cantidad que los unos a los otros se impidiesen huir y caminar, eran más damnificados de los soldados y negros que iban siguiendo el alcance, y matando y desjarretando otros dejaban el camino bien poblado de cuerpos de indios. Y añadióseles a los bárbaros otro daño mayor, y fue que como en el camino de la montaña estuviese atravesado un grueso árbol que les impedía el huir con ligereza, caían los unos sobre los otros, y en este lugar no les era a los que les seguían más matar indios que hormigas”. (Aguado, 1930; Tomo II, p. 176).

Bajo las características señaladas se produjo el contacto entre ―blancos‖ e indios en los Llanos durante el siglo XVI. En ese contexto surgió una frontera móvil, es decir, un ―espacio desocupado‖ o ―tierra de nadie‖ (definido y redefinido constantemente, según la dirección, el ritmo y la intensidad de las penetraciones europeas), que separaba a los distintos grupos étnicos de la presencia y de la acción invasora. Esta frontera móvil se caracterizó por el avance de las incursiones de las expediciones, el aniquilamiento

241 progresivo de los nativos y el desplazamiento de la mayoría de los grupos sobrevivientes en su intento por escapar a su extinción total.

Durante la segunda mitad del siglo XVI, las características de las expediciones que incursionaron en los Llanos mi se diferenciaron estructuralmente de las realizadas en la primera mitad del mismo siglo. En el año de 1555 Juan de Avellanada Temiño, con permiso otorgado por los Oidores para descubrir y aprovechar las minas de oro que encontrase, preparó un nueva expediciónñ a los Llanos. Con este propósito, reunió en Santa fe veinticinco españoles a quienes equipó con su propio caudal y emprendió la expedición que daría lugar a la primera fundación de San Juan de los Llanos, en 1556, teniendo como punto de iniciación el paraje conocido entonces por los españoles como Nuestra Señora.

Avellaneda, que era encomendero y vecino de Santa fe, había participado en calidad de soldado en la expedición de Federman y años antes de vincularse a las filas de éste había estado con el capitán Herrera en el río Uripaparia y luego había penetrado a las tierras de Cabagua, en compañía de Jerónimo Ortal. Después de recorrer muchas tierras incógnitas salió a la provincia de Tocuyo y Barquisimeto con Nieto y Alderete donde entró en relación con Nicolás de Federman y su gente.

Salió Avellaneda de Santa Fe y cruzando la cordillera halló una población que estaba a la entrada del territorio de los Guayupes que le pareció propicia y de buena disposición para establecimiento y fundación. Allí hizo Avellaneda contacto con su principal o cacique, llamado Marizaqua, persona estimada entre los Guayupe, contacto que realizó por medio de Juan de Gutiérrez de Aguillón que conocía bien la lengua y era encomendero de otro cacique más cercano a Santa fe llamado Paz.

La niñez indígena mira su difícil futuro.

242

Foto: Femando Urbina Aguado en su narración permite advertir la existencia de diferentes etnias vecinas entre sí en el piedemonte llanero y sus relaciones de amistad e intercambio tradicional, que a su vez fueron aprovechadas por Avellaneda en su propósito de fundar una población en los Llanos:

―Este principal de la encomienda de Aguilón tenía antigua contratación y amistad con el cacique Marizagua, que iba así mismo con Juan de Avellaneda y la demás gente por cuya intersección y la importunación de Avellaneda el Cacique Marizagua envió hablar a ciertos principales de los Guayupes llamados Yaya y Qauere, Tamajagua, haciéndoles saber cómo estaban allí en sus pueblos los españoles dichos, que pretendían pasar adelante a sus poblaciones a vivir entre ellos y que según con él las muestras habían dado, era gente que ni hacía ni pretendía hacer ningún mal ni daño a los indios, antes les trataban bien y amigablemente y les daban de lo que tenían; entre los cuales venía Aguillón, español, a quien él tenía particular amistad y voluntad, y entendía que les sería favorable; y de que el principal o capitán de los españoles deseaba verlos en su amistad que le parecía que debían ganarlo por la mano y ser sus amigos y venirle a visitar; pues después de fuerza o de grado lo habían de venir a hacer‖. (Aguado, 1930; Tomo II,p. 119).

En estas circunstancias y mediaciones los caciques Guayupes establecieron contacto con Avellaneda y su gente, quienes entregaron a los indios ―rescates de españoles‖, es decir, cuentas de vidrio y cuchillos en gratificación por su actitud de alianza. Esta relación se materializó en el poblamiento tanto de indios como de españoles de la una y otra banda del río Ariári respectivamente, quedando separados unos de otros por el cauce del río mismo, medida ésta aplicada por Avellaneda para evitar los desmanes de españoles contra los nativos.

Después del dispendioso recorrido de Avellaneda que le permitió estrechar relaciones con los Guayupe, debió emprender otro, en busca de minas dé oro. ―Los indios, como en esta provincia jamás lo acostumbraron a sacar, no supieron dar razón de lo que se les preguntaba y así estaba el negocio más ciego y oscuro de lo que Avellaneda quisiera‖. Sólo sería un tiempo después cuando un grupo enviado por Avellaneda, compuesto por negros e indios, buenos lavadores y sacadores de oro, hallaron muestras de mineral de buen quilate en las cabeceras del río Ariari.

A partir de entonces le fue concedido el permiso legal para fundar, poblar y adelantar los «repartimientos de naturales» acostumbrados en estos casos, y así estableció una fundación (en 1556) siete leguas más adelante del establecimiento original en el río Ariari (de 1555) y que más tarde fue trasladada a tres leguas más abajo, en las riberas del río Guape, a una legua del pueblo que antes los españoles habían conocido como Nuestra Señora.

El proceso seguido de fundación, traslado y retraslado que caracterizó la existencia de esta población, una de las más importantes de las creadas en los Llanos en el siglo XVI (con

243

Santiago de las Atalayas), obedeció a la dinámica propia de la actividad minera de aluvión, en tanto el agotamiento del mineral superficial obligó a la búsqueda de nuevos yacimientos y, en consecuencia, al abandono de las fundaciones iniciales. Esta circunstancia económica explica la vida efímera y, en general, el fracaso de las nuevas fundaciones que por entonces emprendió Avellaneda en los Llanos. También y bajo la misma perspectiva es explicable la poca prosperidad de las minas y el cuadro de ruina que por entonces presentaba ya San Juan de los Llanos, según lo expresado por el mismo cronista:

“De ella [Santafé) salió perdido [Avellaneda) y se volvió a vivir a San Juan de los Llanos, donde ha estado sustentándola hasta el día de hoy, aunque con trabajo suyo y de los españoles; porque los indios y naturales de aquella provincia fueron después mucho menos de los que al principio parecieron, porque las minas de oro no salieron tan prósperas como pensaron y las muestras dieron y así ha sido este pueblo másdestrucción y ruina de españoles, que por ir y venir a él y sustentarlo han perecido ahogados de ríos y muertos de indios y de fieras, que en pro ni utilidad particular ni general...”. (Aguado, 1930; Tomo II,p. 134).

Persistió Avellaneda en sus intentos de ir a poblar en aquellos lugares donde encontrase minas de oro, siéndole otorgada licencia para buscar y descubrir el Valle de la Plata del que tiempo antes se tenía noticia entre españoles. Con este propósito salió con su gente de San Juan de los Llanos e ingresó a territorio de los indios Eperiguas donde cruzó el río Oma, alojándose más tarde en las riberas del Guayare. Después de sostener varios enfrentamientos con distintos grupos de indios y de fundar la ciudad de Burgos, de efímera existencia, cruzó la cordillera y transitó por el Valle de las Tristezas hacia Santafé, no sin antes haberse dispersado los pocos hombres que quedaban de su fracasada expedición.

Avellaneda regresó de nuevo a San Juan, donde ya pocos españoles acudían, hallando las minas abandonadas y un escaso número de indios. Desde entonces esta temprana fundación, que había perdido ya su importancia inicial como centro minero, dejaría también de ser el lugar usual de arribo y de encuentro de los expedicionarios que allí incursionaban en busca de El Dorado y perdería su importancia como eje del contacto y de asimilación de los grupos nativos.

San Juan de los Llanos corrió con una suerte similar a la de muchas otras fundaciones tempranas cuyo nacimiento, prosperidad y existencia dependieron en gran medida de sus yacimientos metalíferos, desapareciendo casi por completo cuando éstos se agotaron. Aguado advirtió precisamente desde entonces, la íntima relación de la vida de estas fundaciones con las posibilidades de aprovechamiento de sus minas:

―Y doy cierto que si el Capitán Avellaneda no hubiera de ordinario residido en este pueblo, entiendo que se hubiera despoblado, porque en semejantes pueblos o ciudades, en faltando los fundadores de ellas, que los procuran sustentar por su propia honra, luego son perdidos

244 y los que tienen minas de oro e indios y las minas durasen‖. (Aguado, 1930; Tomo II,p. 199).

El aislamiento de San Juan de los Llanos de céntros de poder español, en proceso de consolidación, como Santafé, Popayán o Tunja, hizo más vulnerable su existencia. Sólo sería durante el siglo XVII y en el transcurso del siglo XVIII, cuando grupos misioneros realizaron intentos por fomentar pueblos (de indios o «reducciones») en los Llanos, cuando San Juan viviría una lenta pero efímera recuperación. Todavía en el siglo XVIII y a pesar de los esfuerzos de los jesuitas por incorporar la región de los Llanos y, por supuesto, a sus habitantes nativos, estos seguían resistiendo, al avance evangelizador y «civilizador». Además del suicidio, se sabe de otros comportamientos culturales de resistencia indígena frente al sometimiento, como el de la «esterilidad buscada», mediante prácticas abortivas y el uso de plantas anticonceptivas, según lo observó el padre Gumilla, por largos años misionero en el Orinoco durante el siglo XVIII:

«Dos razones, tanto más fuertes cuanto más observadas y remiradas con largas reflexiones y experiencias, convencen y prueban la dicha voluntaria esterilidad; porque en primer lugar, muchas personas de maduro juicio han observado, que en las partes en que decaece conocidamente el número de indios, se ven muchas indias sin hijos, y enteramente estériles: y éstas son las casadas con indios; pero al mismo tiempo se reconoce en los mismos parajes y pueblos, que todas las indias casadas con europeos o con mestizos, cuarterones, mulatos, zambos y también las que se casan con negros, son tan fecundas y procrean tanto, que pueden apostar, a buen seguro, con las hebreas, más rodeadas de hijos. ¿Y quién habrá a quien no cause armonía, dé gran golpe, y le dé en qué esta tan visible y notable diversidad entre unas y otras indias de un mismo país, temperamento y de un mismo lugar?

¿Qué causa oculta hay aquí? ¿Qué diferencia? Digo que de la diferencia nace la causa: la diferencia está en que si la india casada con indio procrea, salen indios humildes, desatendidos de las otras gentes, prontos a servir hasta a los mismos negros esclavos (como ya dije en su lugar), salen los indios sujetos al abatimiento, hijo de la cortedad de su ánimo y de su innato temor, obligados al tributo, que aunque llevadero, se mira como carga y lunar; pues no quiero parir semejantes hijos, dijeron y dicen las indias de las catorce islas Marianas (por otro nombre de los ladrones) y a lo más (como de la nación de los guayanos me aseguró el Rmo. P. Fra. Benito de Moya, religioso capuchino, misionero apostólico y dos veces prefecto de sus misiones) logran sólo el primer parto para su consuelo, y toman yerbas para impedir los demás. Es cierto que la esterilidad voluntaria y buscada con tales medicinas es detestable., es contra la ley de Dios y contra el bien del género humano; pero no se puede negar que hay males, los cuales, o realmente o la apre- hensión, sean peores que la esterilidad mirada en sí puramente, por falta de hijos de que va acompañada; y así vemos que en este sentido dijo Cristo a las hijas de Jerusalén: cuando llegue la calamidad que os anuncio entonces serán dichosas las estériles y aquellas cuyos vientres no dieron fruto; y en este sentido excita Isaías a que los estériles alaben a

245

Dios; y el apóstol a la de Galacia: porque llegada la tribulación, sentirán sólo su propio daño, y no la congoja de ver en él a sus hijos». (Gumilla, citado por Jaramillo Uribe; 1989; pp. 133-134).

Según Ortiz y Pradilla, a pesar de los efectos destructivos de las expediciones ―conquistadoras‖ (pueblos devastados y campos), todavía en el siglo XVIII se mantenían vivos los mecanismos de integración social entre los grupos indígenas sobrevivientes de los Llanos, basados en la complementariedad ecológica, diversidad de estrategias de subsistencia y especialización técnica como bases del comercio intertribal; exogamia étnica y clanil y relaciones jerárquicas como marco de las relaciones interétnicas; multilingüísmo e intercambios rituales de paz para mantener el acceso a los recursos (Ortiz, Pradilla, 1984; pp. 1,3).

Fernando Urbina

BIBLIOGRAFÍA

Aguado, Fray Pedro de. Recopilación historial resolutoria de Santa Marta y Nuevo Reino de Granada de las indias del Mar Océano. Tomos I, II. Espasa Calpe, Primera Edición, Madrid, 1930.

Barse, William. ―El período arcaico en el Orinoco y su contexto en el norte de Sud América‖. En: Ámbito y ocupaciones tempranas de la América tropical, eds. I. Cavelier & 5. Mora. Fundación Erigaie, Instituto Colombiano de Antropología, Bogotá, 1995.

Barse, William. Preceramic occupations in the Orinoco river valley. Science 250: 1388- 1390, 1990.

246

Botero, Pedro José & Doris Helena Serrano. ―Estudio comparativo de Orinoquia- Amazonia‖ (ORAM) colombianas. Revista CIAF 13(1):87-1 15, Bogotá, 1992.

Cavelier, Inés & Santiago Mora, eds. Ámbito y ocupaciones tempranas de la América tropical. Fundación Erigaie, Instituto Colombiano de Antropología, Bogotá, 1995.

Correal, Gonzalo, Femando Pifieros & Thomas van det Hammen. ―Guayabero I: un sitio precerámico de la localidad Angosturas II, San José del Guaviare‖. Revista Caldasia, Instituto de Ciencias Naturales, Universidad Nacional. 16(77):245-254, Bógotá, 1990.

Cruxent, J.M & Irving Rouse. An archeological chronology of Venezuela. 2 vol,. Social Science monographs VI, Pan American Union, Washington, 1958

Darch, J.P. ―Drained field agriculture in tropical Latin America: parallels from past to present‖. Journal of Biogeography 15:87-95, 1988.

Garson, A. Prehistory Settlement and Food production in the Savanna Region of ―La Calzada de Páez‖, Venezuela. Ph D Dissertation Dp. of Anthropology, Yale University, New Haven, 1980.

Gaspar. junio 5 de 1596. Testamento de Gaspar Cacique de Chita. Archivo Regional de Boyacá, Archivo Histórico, Tomo 21.

Gassón, Rafael A. ―La evolución del intercambio a larga distancia en el nororiente de Suramérica:bienes de intercambio y poder político en una perspectiva diacrónica‖. En: Caciques, intercambio y poder: interacción regional en el área intermedia de las Américas. Editores Carl H. Langebaek y Felipe Cárdenas, Dpto. de Antropología, Universidad de los Andes, Bogotá, 1996.

Giraldo de Puech, María de la Luz. Investigación arqueológica en los Llanos Orientales, región Cravo-Norte, Arauca. Boletín del Museo del Oro 21:3-23, Bogotá, 1988.

Goosen D. Physiography and soils of the Llanos orientales, Colombia. International lnstitute for Aerial Survey and Earth Sciences, Eschede, 1972.

Gumilla, Joseph. El Orinoco Ilustrado. Editorial AB O, Bogotá, 1955.

Jaramillo Uribe, Jaime. ―La población indígena de Colombia en el momento de la Conquista y sus transformaciones posteriores‖. Ensayos sobre historia social colombiana. Universidad Nacional de Colombia. 2a. reimpresión. Bogotá, 1974.

Langebaek, Carl Henrik. Producción Agrícola y Desarrollo Sociopolítico entre los Chibchas de la Serranía de Mérida y la Cordillera Oriental de Colombia. Siglo XVI. Bogotá, s.f.

247

Langebaek, Carl Henrik. Noticias de caciques muy mayores. Origen y desarrollo de sociedades complejas en el nororiente de Colombia y norte de Venezuela. Universidad de los Andes, Bogotá, 1992

Langebaek, Carl Henrik. Tres formas de acceso a productos en territorio de los Cacicazgos sujetos al Cocuy, siglo XVI. Bogotá, 1985.

Lathrap, Donald. The Upper Amazon. Praeger, New York, 1970.

López, Elizabeth & Santiago Mora. Puerto Santander: un yacimiento arqueológico guayupe. Ms. inédito, lOAN, Bogotá, 1990.

López, Elizabeth. Prospección arqueológicafisiográfica de los antrosoles en la llanura aluvial del río Guayabero. Tesis, Departamento de Antropología, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 1993.

López, Serna, Mejía y Montoya. Reconocimiento y prospección arqueológica. Oleoducto Cusiana El Porvenir y facilidades de producción. Informe Final. BP Exploration Company (Colombia) Ltd. Ms. Inédito, 1993.

Marwitt, John P. & Robert Morey. Excavaciones arqueológicas experimentales en la región Ariari. Resumen para el Instituto Colombiano de Antropología. Ms. Inédito, 1973.

Marwitt, John P. Archeological research in the Colombian llanos. SymposiumonAnthropological research in the Colombian and Venezuelan Llanos. Annual meeting, American Anthropological Association, San Francisco, 1975.

Marwitt, John P., Robert V. Morey & James A. Zeidler. Reconnaissance of the upper Ariari river region. Department of the Meta, Eastern Colombia. 38‖‘ annual meeting of the Society for American Archaeology, San Francisco. Ms. Inédito, 1973.

Mora, Santiago & Inés Cavelier. ―Guayupes y Achaguas: siglo XVI‖. En: Los Llanos, una historia sin fronteras. Primer simposio de historia de los Llanos Colombo-Venezolanos, pp. 74-86. Vi.llavicencio, 1988.

Mora, Santiago, Cavelier, Inés. Contrapunteo Llanero. Tesis de grado. Departamento de Antropología, Universidad de los Andes, Bogotá, 1983.

Mora, Santiago. Los Llanos Orientales Colombianos. Arqueología. Inédito. FIAN, Bogotá, 1985.

Mora, Santiago. Llanos Orientales. En: Colombia Prehispánica. Instituto Colombiano de Cultura, pp.189-200. Bogotá, 1989.

248

Mora, Santiago; Inés Cavelier de F. Mirray: Arqueología del Departamento del Meta. Informe inédito. FIAN, Banco de la República, Bogotá, 1985.

Mora, Santiago; Inés Cavelier. ―Agricultores del piedemonte: los Guayupe‖. Boletín de Antropología, 4(4):35-44. Universidad Javeriana, Bogotá, 1989.

Mora, Santiago; Inés Cavelier. ―Resulados preliminares de una prospección en el piedemonte llanero, Departamento del Meta‖. Maguaré, Revista del Departamento de Antropología, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 1987.

Mora, Santiago; Márquez R. Elizabeth. Investigaciones Arqueológicas en el Municipio de Yopal, Casanare, FIAN, Banco de la República, Bogotá, 1982.

Morey, Nancy. Etnohistory of the Colombian and Venezuelan Llanos. Ph.D. Dissertation. Utah University, 1975.

Morey, Robert y Nancy. Relaciones Comerciales en el pasado en los Llanos de Colombia y Venezuela. Universidad Católica Andrés Bello. Instituto de Investigaciones Históricas, Caracas, 1975.

Morey, Robert. ―Warfare Patterns of Colombian Guahibo‖. Actas y Memorias: Vol. 4, XXIXCongreso Internacional de Americanistas.Instituto de Estudios Peruanos. IEP. Lima, 1972.

Ortiz, Francisco, Pradilla, Helena. Visión Emográfica de los LLanos Orientales de Colombia. Instituto Colombiano de Antropología, Bogotá, 1984.

Reichel-Dolmatoff, Gerardo. El chamán ye! jaguar. Siglo XXI Editores, México, 1978.

Rojas, Luis. 1590. Requerimiento de Luis de Rojas, apoderado de Martín de Rojas, a Antonio Ruiz Mancipe, Teniente de corregidor, por la rebelión de los indios y de la muerte de Pedro de Daza en Santiago de las Atalayas. Archivo Regional de Boyacá, Archivo Histórico. Tomo 17, Folios 5.

Romero Moreno, María Eugenia & Claudia Romero. Desae el Orinoco hacia el siglo XXI: el hombre, la fauna y su medio. Fondo FEN Colombia, Bogotá, 1989..

Romero, María Eugenia. Antecedentes para la Historia cultural y Económica de la Orinoquia Colombiana. Universidad de los Andes, Bogotá, 1983.

Spencer, Charles S. & Elsa Redmond. ―Prehispanic chiefdoms of the westem venezuelan Llanos‖. World Archaeology 24(1):134-157, 1992.

249

Spencer, Charles S. Coevolution and thedevelopment of Venezuelan Chiefdoms. In:Profiles in Cultural Evo!ution. pp.l37-165. Eds.A.T. Rambo & K. Gillogly. AnthropologicalPapers Museum of Anthropology No. 85. AnnArbor, 1991.

Tienda de Cuerbo. Informe de Bartolomé Tienda de Cuerbo sobre los motivos de creación del cargo de Virrey en el Nuevo Reino de Granada y causas para su posterior abolición‖. San Idelfonso- VIII- 1734 ms. orig. Dirección General de Soberanía Nacional. Colección: Vacas Galindo. Tomo II FIs. 50,51

Useche, Mariano. El Proceso Colonial en el Alto Orinoco-Río Negro durante los siglos XVI, XVII, y XVIII, una introducción a la Etnohistoria Regional. Finarco, Banco de la República, Bogotá, 1984.

Van der Hammen, Thomas. Historia, ecología y vegetación. Fondo FEN Colombia, Fondo de Promoción de la Cultura del Banca Popular, Corporación Colombiana para la Amazonia, Bogotá, 1992.

Whitmore, T.C. & G 1. Prance, eds. Biogeography and quaternary history in tropical America. Oxford Science publicatións, 1987.

Zucchi, A. y W. Denevan. ―Campos Agrícolas Prehispánicos en los llanos de Borinas, Venezuela‖. Indiana 2:209-216. Ibero Amerikanisches Institut, Berlin, 1974.

Zucchi, Alberta. A new date on the antiquity of polychrome painting from Venezuela. American Antiquity, 37(3): 439-445, 1972.

Zucchi, Alberta. ―Algunas hipótesis sobre la población aborigen de los llanos Occidentales de Venezuela‖, en Acta Científica Venezolana. No, 19, Departamento de Antropología, pp. 135-139; 1968.

Zucchi, Alberta. ―La Prehistoria de los llanos Occidentales: Investigaciones recientes‖, Acta Científica Venezolana No. 23:185-187,1972.

Zucchi, Alberta. ―La tecnología Aborigen y el aprovechamiento agrícola de nuestras Sabanas‖. Revista Líneas No. 219, 1975.

Zucchi, Alberta. Nuevos datos sobre la arqueología de los Llanos occidentales de Venezuela, 380 Congreso Internacional de Americanistas, München, 1969.

Zucchi, Alberta. Prehistoric human occupations of the western venezuelan Llanos. American Antiquity 38(2)-April, 1973.

250

IMPACTO DE LAS MISIONES RELIGIOSAS Y DE LAS GUERRAS DE INDEPENDENCIA EN LA CONSTRUCCIÓN Y DESTRUCCIÓN DE PUEBLOS Y CIUDADES COLONIALES EN LOS LLANOS HÉCTOR PUBLIO PÉREZ ÁNGEL Centrode Historia de Casanáre Yopal, Casanare

ACCIÓN DE LAS REDUCCIONES Y DE LAS MISIONES

Con el arribo de españoles a los Llanos en 1531, tras el Dorado (Xerirá), se alteraron las formas de vida de los nativos llaneros; sin embargo, la insistencia de los conquistadores en la búsqueda del Xerirá, poco a poco se esfumó. Fueron entonces encomenderos, cazadores de esclavos y misioneros los que fundaron, a partir de reductos y misiones, pueblos y ciudades en los Llanos con la impronta de la vida: española por lo que el proceso de poblamiento colonial y el ensanchamiento de la frontera oriental colombiana está ligado al papel desarrollado por las comunidades religiosas, y en especial de los jesuitas.

251

Si bien es cierto que los españoles fundaron poblaciones en las entradas del Llano (piedemonte) la misión fue la institución más importante de la dominación imperial sobre la población nativa llanera y como resultado de la mezcla entre españoles e indígenas resultó la cultura del hombre de a caballo los llaneros, quienes contribuyeron de manera efectiva en las guerras de Independencia.

La expansión de. los religiosos en los Llanos se inició junto a la organización de expediciones españolas, de cuya acción surgieron tres ciudades ubicadas en el, piedemonte: Santiago de las Atalayas (1588, que se convirtió en capital de los Llanos, San José de Pore (1644) y Santa Rosa de Chire (1672). Estas ciudades, aunque fundadas por españoles, fueron sitios coyunturales o de plataforma de los misioneros para lanzarse al contacto de las tribus que deambulaban por la llanura. El español siempre rehusó internarse en una región que sólo le ofrecía penalidades y dificultades por los caminos; la rudeza del clima y, la hostilidad de los indígenas; por esas razones su influencia apenas se aproximó al piedemdnte con el desarrollo de encomiendas y de unos pocos pueblos.

Fueron las reducciones y misiónes 106 rasgos más conspicuos utilizados por agustinos, dominico, franciscanos y jesuitas desde 1620 hasta 1767, para llegar a convertir a miles de indígenas de los Llanos, con métodos desde los más filantrópicos hasta los más aberrantes según el Comisionado Alvarado (Cuervo, 1881); hacia 1760 tenían reducidos a más de 15.000 indígenas con 31 misiones, de las que más de la mitad eran de los jesuitas (Del Rey,1966, p. 283).

Logrado el proceso de cristianización a través de la misión, dieron solidez a una próspera economía dela región durante los siglos XVII y XVIII a mediante de la enseñanza de labores agrícolas y ganaderas, dando origen con ello a la organización de un complejo socio- económico con la formación de pueblos y haciendas.

El éxito misionero alcanzado con las reducciones y misiones, modificó el panorama socio- cultural de los Llanos; los antiguos pueblos de indios, al ser sometidos al régimen de doctrina, con el paso del tiempo se convirtieron en parroquias de «españoles», llegando a adquirir la categoría de pueblo o ciudad durante la colonia. En la época republicana, algunos mantuvieron la categoría de municipio, otros desaparecieron por circunstancias como las adversidades geográficas (clima, lluvias y sequías), por las perturbaciones constantes de nativos belicosos o por el retiró de los religiosos, entre otras causas.

Durante el proceso aculturizador por parte de los misioneros para reducir a los nativos de los Llanos los jesuitas implementaron el diseño clásico español, para dar origen a sus asentamientos: alrededor de la plaza central localizaban la iglesia, la casa de Gobierno, los graneros públicos y la casa del cura. Las calles estaban situadas en ángulos rectos y se extendían hacia afuera desde la plaza. Los indios construían sus casas grandes y adecuadas para albergar varias familias, las que hacían con materiales locales (Rausch, 1984).

252

Para el siglo XIX se siguen los mismos lineamientos como lo afirma Legrand: "El primer paso para la construcción de un caserío era la construcción de la Capilla; una tarea colectiva. Venían luego la plaza de mercado, el cementerio y la cárcel; edificaban también, una escuela y una oficina para el Inspector de Policía, asignado allí por las autoridades departamentales. Al mismo tiempo entraban en escena tenderos y artesanos, ansiosos de proveer mercancías como machetes, telas, sal, fósforos, cuya producción no estaba al alcance de los colonos,, Poco a poco estos asentamientos de frontera se fueron convirtiendo en pueblos vigorosos por su actividad económica y religiosa; aunque algunos perdieron su categoría y son hoy en día corregimientos, otros se han mantenido como municipios" (Legrand, 1988, p. 55).

Otros aspectos que identifican la construcción de un pueblo llanero son: la amplitud de sus calles y de la plaza central y un árbol o árboles como el samán, ceiba, yopo, caracaro y variedades de palma; como ejemplos se pueden señalarlos municipios de Sabanalarga, Yopal, San Martín entre otros.

La construcción de pueblos para atraer a los nativos y la figura paternalista del misionero, fueron borrando los rastros de una cultura nativa en los Llanos, transformando aquel paisaje socio-cultural, por el europeo de corte feudal, dando origen a una cultura caracterizada por una permanencia casi inamovible, algunas veces en lo relacionado con las costumbres, otras veces en lo arquitectónico en casos específicos como Támara y Nunchía, a pesar de muchos momentos aciagos de violencia a que han estado expuestos a través del tiempo.

DISTRIBUCIÓN DE LOS MISIONEROS EN LA REGIÓN

Hacia 1620, jesuitas y dominicos intentaron penetrar en el piedemonte llanero, pero la

253 resistencia del clero secular y de españoles encomenderos, los hicieron desistir, El 12 de julio de 1662 Diego de Egües organizó la Junta de Propaganda de Fide la que dividió a los Llanos en cinco grandes territorios y asignó responsabilidades a los religiosos en cada uno de ellos, subvencionandoa cada misión con$1.000 pesos para las campanas, vestidos y otros útiles, además de pagar $350 y $450 por año, a cada misionero en el campo.

El convenio del 12 de julio dio a cada orden religiosa la sección de los Llanos sobre la cual había demostrado interés. Las asignaciones al sur del río Meta fueron vagas, debido a los escasos conocimientos geográficos de la zona; los Dominicos recibieron la misión entre Chíos y Mambita en Medina, la que había sido iniciada por el misionero Ronquillo. El clero secular continuaría en las ciudades de San Juan y San Martín. El territorio oriental de estos, o la parte de los Llanos visitada por P. Bernardo de Lira en 1655, fue para los franciscanos.

El acuerdo confirmaba a los agustinianos en las doctrinas de Chita, Támara y pueblos circundantes en Casanare, a los cuales les habían servido por muchos años, en algunos casos desde 1585. También quedó consignado que se les permitía entrar a los Llanos de San Juan y San Martín, desde su doctrina en Fómeque. La Junta ordenó a los recoletos (una rama de los agustinos que apareció en la Nueva Granada en 1604, por algún tiempo llamados candelarios), fundar misiones entre los ríos Upía y Cusiana. Finalmente otorgó a los jesuitas los valles desde el río Pauto hasta San Cristóbal y Barinas, excepto los pueblos asignados a; los agustinos y todos los Llanos de Caracas, siguiendo una línea imaginaria del río Pauto hasta las junglas al sur del Meta.. A pesar de su imprecisión, este arreglo fue efectivo y se mantuvo con algunas alteraciones menores hasta la expulsión de los jesuitas en 1767 (Rausch, 1984).

Los agustinos tenían las mejores condiciones en Casanare, debido a que desde 1628 venían sosteniendo las doctrinas de Chita, Támara, La Salina, Pisba, Paya, Guaseco, Morcote, Labranzagrande y Chámeza. La nueva misión de Sácama fue fundada en 1678. Hacia 1770 los agustinos tenían bajo su control 6.458 indios en diez pueblos con indios Tunebos y Giraras, es decir aquellos grupos nativos ubicados sobre el piedemonte llanero.

254

FUENTE Jane M. Rausch, Una frontera en la sobona tropical. Los Llanos de Cplombia, 1531-1831; Colección Bibliográfica Banco de la República, Bogotá, 1954

255

FUENTE Jane M. Rausch, Una frontera en la sobona tropical. Los Llanos de Cplombia, 1531-1831; Colección Bibliográfica Banco de la República, Bogotá, 1954

256

UBICACIÓN DE LOS ESTADOS MISIONEROS EN RELACIÓN CON LA FRONTERA ENTRE LOS IMPERIOS COLONIALES DE ESPAÑA Y PORTUGAL

Los agustinos intentaron establecer una cadena de misiones por el piedemonte, pero fallaron en su intento pues al desplazarse de la doctrina que tenían en Caqueza hacia los Llanos de San Juan y San Martín y al oriente de Medina no pudieron establecer una misión permanente, por dificultades como la oposición de los encomenderos sobre esta zona de frontera.

Los franciscanos tuvieron éxito en los Llanos de San Juan y San Martín, fundando pueblos como San Miguel del Ariari, Santo Eccehomo de Cüranabe y San Antonio de Mararyal sobre la Sierra de la Mácarena, además de. Tamane, Vijaguál, el Rayo y Arriane con 360 indígenas. A pesar de estas importantes referencias, es poca la información que se Conoce acerca de la acción de esta comunidad en la formación y consolidación dé los pueblos llaneros.

257

Los recoletos concentraron su acción entre los ríos Upía y Cusiana, fundando con Achaguas en la región de la quebrada Upamena, la reducción de Barroblanco o Sabana Alta, sobre las riberas del Cusiana. En 1664, fundaron sobre esta misma área la misión de Concepción de Iximena, localizada cerca del caño Dumagua. Estas misiones prosperaron gracias a la hacienda Xixigua que ellos organizaron a lo largo del río Túa y el Upía.

Mientras tanto los jesuitas, con la visión que los caracterizó, fueron absorbiendo a lo largo de todo el Reino sitios estratégicos hasta lograr la organización de un gran complejo económico-cultural mediante la creación de reducciones, misiones, haciendas y pueblos de los Llanos; al parecer, los objetivos de la comunidad estaban proyectados hacia el control social, ideol6giéo y económico de toda América desde el norte hasta el sur; hipótesis que se puede sustentar al observar la disposición de las tierras que dominaron a través de las misiones y haciendas hasta 1767.

Los jesuitas habían intentado ingresar a los Llanos en 1620, pero la pertinaz oposición del clero secular y los colonos españoles los hicieron desistir. Treinta y nueve años después (1659), Ingresaron por seguida vez a los Llanos. Para facilitar tal empresa, realizaron el intercambio de la doctrina de Tópaga en Boyacá, por la del Pauto-Manare, estableciendo misiones en lame con indígenas Giraras, en San Salvador, sobre la margen derecha del río Casanare, con Achaguas; y en Patute con Tunebos. Así mismo crearon las reducciones de Macaguana, San Ignacio y San Joaquín de Atamare, las que fracasaron debido a una epidemia de viruela y por la hostilidad de lqs Goahibos.

En 1661 (antes del convenio de Fide), por solicitud del Padre Cujía, los jesuitas recibieron una merced de tierras de tres estancias de ganado mayor a uno y otro lado del río Casanare (AGN: Richmond,-844., fi. 4). Con esta merced nace la Hacienda Caribabare, la que llegó a tener 447.700 hectáreas, la más grande en extensión con relación a las demás haciendas de América española. A partir de Caribabare surgen las haciendas de Tocáría y Cravo en Casanare, extendiendo luego su dominio a Patute, Betoyes y Barinas al norte y Apiay al sur en el Meta.

Al reconstruir la extensión y delimitación de las haciendas llaneras a través de los archivos, se logró establecer que estas tuvieron continuidad territorial de sur a norte en una franja entre el piedemonte y la llanura, utilizando en dicha área un fuerte control del comercio en ganado, productos agrícolas y textiles con Tunja, Santa fe y Santiago de las Atalayas, intercambio comercial que también se extendió con Barinas, y con la ruta del Orinoco hacia el mar y hacia Europa.

A finales del siglo XVII los jesuitas, acosados por las inclemencias del medio, por las enfermedades, por el ataque tanto de encomenderos como de indígenas belicosos, redujeron su acción cristiano-colonizadora. Sin embargo, en 1715 fue asignado el Padre Joseph

258

Gumilla, quien inició una nueva ofensiva de evangelización a partir de lame y 7Betoyes para fundar misiones entre los ríos Casanare y Cravo Sur en Casanare.

Con la acción evangelizadora de Gumilla se fundaron los pueblos de San Francisco Regis de Guanapalo por el Padre José Cabarte en 1723, más tarde trasladada con el nombre de Surimena. Nuestra Señora de la Concepción por el S.J. Juan Rivero en 1727; también trasladada con el nombre de Jiramena. San Miguel de Macuco por el S.J. Manuel Román; Casimena por el S.J. Juan Espinosa en 1746.

Mientras tanto, Gumilla seguía buscando un control sobre el río Orinoco, fundando en 1731 a Concepción de los Guaquiries, San José de los Mapoyes, Santa Teresa de Tabage y Nuestra Señora de los Ángeles. Gumilla viajó a España y con la experiencia recogida publicó El Órinoco Ilustrado: Historia Natural Civil y Geográfica de este gran Río, obra básica de consulta para conocer la acción de los jesuitas en los Llanos.

El impacto de los religiosos en la reconstrucción de pueblos llaneros, en primera instancia generó un proceso económico-social, fortalecido a partir de la organización de las haciendas agrícolas. También contribuyeron en la modificación de la cultura nativa en aspectos como su forma de vida, la concepción de su entorno, la idea de propiedad, la creencia en sus dioses, el idioma, entre otros. Así mismo, los nativos de la región fueron diezmados por la violencia en el contacto colonizador al constituirse en uno de los puntos de codicia entre españoles encomenderos, misioneros y extranjeros holandeses y alemanes; estos últimos se mezclaron con caribes para cazar nativos Sálivas y Achaguas y quitarles la piel, muy apetecida en los mercados europeos para hacer lámparas (Rodríguez, 1987, p. 57).

También contribuyeron al descenso demográfico, las enfermedades y epidemias del blanco europeo; el traslado de nativos de una reducción a otra y la prohibición hecha por los misioneros de cazar y pescar, creó además un estado de desnutrición y apatía incluso para la misma reproducción entre ellos, originando una alta disminución de la población durante los siglos XVII y XVIII, que condujo a la desaparición de muchos reductos indígenas y de poblaciones que estaban relativamente consolidadas (Sánchez-Albornoz ,1977).

Los misioneros en su afán evangelizador insistían en organizar pueblos para mantener su control en la región. Al respecto se afirma que el cura, tratando de obtener el consentimiento de algunos indios para ser bautizados, así fracasara volvía a insistir en la labor de organizar un pueblo. Usualmente seleccionaba un sitio cerca de un río, el cual le proporcionaba tierra fértil y le permitía en lo posible comunicarse con Otros asentamientos. Si comprobaba que la selección original era indeseable, movía el pueblo a un mejor sitio sin mucha ceremonia; y la frecuente movilización fue una característica de los incipientes pueblos llaneros. La primera casa construida por los indios era para el misionero, quien la utilizaba como su residencia y como iglesia. Cuando la comunidad crecía, los indios

259 construían su propia iglesia en bahareque(paredes de estacas entrelazadas con cañas y cubiertas con barro) y palmas, o solamente palmas (Pacheco,1959, p. 378).

Los misioneros utilizaron diversas argucias para mantener en sumisión a los nativos. Por ejemplo, aprendieron sus propios dialectos y les enseñaron a alabar al dios cristiano en su misma lengua; los mismos rituales y cantos nativos fueron acomodados para alabar a Dios, para introducirles luego el idioma castellano y así enseñarles a leer y escribir. El sacerdote jesuita Gumilla observó que para fortalecer la creación de un poblado era fácil atraer inicialmente a los nativos no belicosos adiestrándolos en una actividad manual, e implementar así trabajos en talleres de herrería, hilandería, carpintería y sastrería, etc.

En el aspecto económico-agrícola los misioneros crearon «el campo de Dios» y el «campo del hombre». Cada reducción, como germen del pueblo, tenía su campo común llamado «campo de Dios», cuyas cosechas eran para la comunidad y para vender en poblaciones circunvecinas. De igual manera, tenían un terreno donde les hacían cultivar en forma individual para sí mismos, con la prohibición de vender sus cosechas; éste era llamado «el campo del hombre», con el que se fueron introduciendo en la mentalidad nativa el concepto de la propiedad privada sobre la tierra.

Los nativos más dóciles y leales fueron preparados para cargos políticos y militares. Cada pueblo tenía capitanes nativos, tenientes, policías y gobernadores, quienes eran los encargados de anotar los actos de holgazanería y embriaguez de los demás nativos. El cronista Rivero afirma que los sábados en la tarde se reunían para rezar y castigar con azotes o con el cepo a quienes habían cometido las fallas señaladas; termina diciendo el cronista: las autoridades nativas fueron tan cumplidoras de su tarea asignada que no dejaron escapar la menor falta sin perdonar a nadie, señalándoles como modelos para muchas repúblicas (Rivero, 1956, p. 256).

La estructura socio-jurídica creada por los misioneros en pueblos nativos coloniales de los Llanos estableció tan fuertes costumbres, que tales formas y comportamientos se observan y se están aplicando en los actuales resguardos de nativos llaneros de manera similar; por ejemplo en la jerarquía de Gobernador y Capitanes en los resguardos de Mochuelo, Orocué y de Barronegro en Casanare. En el caso de los castigos, no hay mayor verdugo para la población que el mismo indígena o el mestizo para con su propio pueblo, constante arraigada no sólo en la mentalidad colombiana sino en la latinoamericana.

En los Llanos de Casanare se creó una cadena de misiones que se fueron convirtiendo en aldeas, poblaciones y ciudades con un régimen administrativo riguroso. Sin embargo, es importante señalar una primera etapa en la conformación de poblaciones en los Llanos, antes de la llegada tanto de españoles como de misioneros, lograda por los nativos quienes habían establecido algunas que, aunque incipientes, tenían una estructura que permitía tal categoría. Es el caso de Chámeza, fundada en 1429 por el Cacique Chámeza, cuyo sitio

260 original fue trasladado luego por los encomenderos; Sácama, cuya población también figura en los archivos como población indígena propiamente establecida, y La Salina, pueblo formado por indios Laches en 1537 (Correa, 1965).

Con el ingreso de las comunidades religiosas establecemos una segunda etapa, (siglo XVII y parte del XVIII), que resulta ser la de mayores avances en el proceso de colonización, ampliación de la frontera y creación de ciudades coloniales, hasta antes de la expulsión de los jesuitas (1767). Después de la expatriación de los ignacianos hasta 1810, fueron otras comunidades religiosas las que generaron un nuevo proceso de poblamiento y construcción de poblados en los Llanos, resaltando la destrucción y abandono de otros. Se puede mencionar entre ellos a San Regis de Guanapalo Macuco, Jiramena, Casimena, Santa Helena del Cusiva, San Joaquín de Garibay, Santa Helena de Upía, Mesa de San Pedro, Sabana Alta, Iximena, Recetor, Zapatosa Morcote, el Morro, Nunchía, Manare, Ten, Pauto, San Salvador. En el caso de Recetor y Chámeza aún conservan como pueblos; otros subsisten con corregimientos, pero la gran mayoría han desaparecido.

Una tercera etapa corresponde a la creación de algunas poblaciones (cinco en total) en uno de los períodos más precarios para los Llanos como lo fue el siglo XIX. Unas se han mantenido, quizás con el mismo ritmo de crecimiento y poblamiento colonial o han logrado un relativo desarrollo por circunstancias coyunturales de carácter económico o social en relación con fenómenos de violencia; mientras que otras han desaparecido por circunstancias administrativas, geográficas o climática

Sin embargo, y a pesar de la caracterización que hace Oviedo de las poblaciones coloniales, se puede señalar que reconstruir los comienzos de una población y recibir la denominación de ciudad como tal, tropieza con serias dificultades conceptuales. Es necesario tener en cuenta que no existieron durante la colonia unos parámetros definidos que dijeran a partir de qué momento un simple villorrio se convierte en aldea, pueblo o ciudad. Quizás se han categorizado como tales en el presente estudio por sus funciones comerciales, administrativas religiosas; en algunas por su estructura física, etc., puesto que las referencias demográficas son fragmentarias y mal permiten una escala real, porque su población es mestiza itinerante, mientras que la indígena es una parte dócil y otra indócil, lo que no permite señalar una población más o menos constante y definida.

En los Llanos de Casanare existen poblaciones de origen indígena, colonial, republicano y contemporáneo; unas se conservan quizá como nacieron; otras han desaparecido; algunas han tenido un relativo desarrollo y otras son de joven formación y están viviendo un franco desarrollo.

EL IMPACTO DE LA EXPULSIÓN DE LOS JESUITAS

La expulsión de los jesuitas en 1767 creó una desestabilización en las poblaciones llaneras; mientras que los jesuitas hacían trabajar al nativo haciéndolo sentir bien el Corregidor de la

261

Provincia e inclusive las otras comunidades religiosas los trataban con mayor rudeza, lo cual originó un antagonismo de parte de los españoles y mestizos hacia los ignacianos. Pero, pese a tal situación, los pueblos que antes eran de control jesuita, empezaron a reactivarse bajo el control de los dominicos.

Iglesia en los Llanos; del libro Viaje de Edouard André: 1875-1876

El clima insalubre y ardiente, la cantidad de mosquitos y alimañas y la rivalidad entre indígenas y mestizos redujo el interés de los misioneros y disminuyó la población nativa al buscar controlarlos en un poblado. De otra parte la hostilidad del medio hacía que se trasladaran con frecuencia las poblaciones, inclusive cambiando el nombre. Por ejemplo en 1767 Jiramena tenía 137 habitantes, en 1783 la población decayó a 123 habitantes y fue trasladada a un nuevo sitio con el nombre de Nuestra Señora de los Dolores Pajure, y en 1806 su población era de 140 indígenas Achaguas.

Los franciscanos, a través de cartas al Provincial acusaban el aislamiento geográfico, la pobreza material, los escarpados caminos (en los pueblos del piedemonte) y en los Llanos los crecidos ríos sobre todo en invierno, la rudeza del clima y las distancias entre los pueblos, pues eran necesarios varios días de camino para llegar de uno a otro. Un misionero, escribió que sus habitantes sólo viven de plátano y casabe; decía además: yo ya no tengo paciencia para soportar tanta necesidad y penalidades, ni tanto trabajo (Ancua Robledo, 1910, p. 248). De otra parte la abierta hostilidad de los funcionarios locales contra los misioneros era radical; por ejemplo en 1801 el alcalde de San Martín presentó cargos contra Juan Joaquín Zubieta, misionero franciscano, acusándolo de trasladar los pueblos de un sitio a otro para poder cobrar mayores estipendios (Rausch, 1984, p. 206). Una muestra

262 de esa movilidad se percibe en el informe de Fray Vicente Olarte, el 29 de octubre de 1806, cuando indicaba que un total de 1.542, Goahibos y Achaguas residían en siete pueblos distribuidos así:

San Miguel de Túa (antes Macurrubá), 328; Santa Cruz de Marayal (antes Pachaquiaro), 280; San Antonio de Cabuyaro (antes Iracá), 166; Nuestra Señora de los Dolores de Pajuare (antes Jiramena), 140; Nuestra Señora de Campoi del Arrojo (antes Rayo), 212; Concepción de Arama, 268; Maricuare (antes Macatía), 148. La iglesia del poblado de techumbre de paja con dos campanas de tamaño mediano, tenía una apariencia pobre, pero decente. Los indígenas cuidaban con esmero sus viviendas y sus campos (Ancua, 1910, p. 261).

Los recoletos administraron los poblados fundados antes de la expulsión de los jesuitas: Sabana Alta (Upamena) fundada en 1662; Iximena en 1664 con 1.335 habitantes; San Pedro de Upía a comienzos del siglo XVIII; además administraron Sunimena, Macuco y Casimena.

El éxito de los recoletos se fue acrecentando a tal grado que en 1789 renunciaron al subsidio económico de la Corona y crearon otras haciendas con el fin de fundar nuevas poblaciones. En 1797, Guanapalo, Guacavía, Caviuna, Buenavista y Santa Rosalía tenía cada una su propia hacienda y al llegar el año de 1810, según el censo, los recoletos tenían nueve poblaciones con 8.070 indígenas, al igual que nueve haciendas con 104.400 cabezas de ganado, 2.981 potros y 6.044 yeguas (Ganuza, 1921, p.57)

LAS GUERRAS DE INDEPENDENCIA EN LA CONSTRUCCIÓN Y DESTRUCCIÓN DE PUEBLOS LLANEROS

El agudo descenso de la población nativa redujo la prosperidad de las poblaciones llaneras, al disminuir, la mano de obra en la entonces regular industria textil y en el trabajo de la ganadería por parte de la también diezmada población mestiza. Es de anotar que así como la Provincia sirvió con sus gentes a la causa independentista, al mismo tiempo entregó las riquezas de sus indígenas, de sus gentes y sobre todo el ganado de las haciendas que administraban los religiosos por lii que la Provincia quedó sumida en un estado de postración.

El panorama que se presentaba debilitó la actividad económica de Santiago de las Atalayas, Chire y Pore como las ciudades más avanzadas; con mayor razón la de poblaciones menores como Ten, Manare, Pauto, Támara, Morcote entre otras; tal estado de zozobra hizo emerger la rivalidad entre los corregidores y los misioneros, señalando que los clérigos tenían el poder absoluto sobre las poblaciones y que los indígenas obedecían más al Çura que al Corregidor considerando a este último corno «juez de palo» (Arciniegas, 1951, p. 228).

263

Desde 1781, las desacertadas reformas económicas emprendidas por Gutiérrez de Piñeres encendieron la chispa de levantamiento popular en más de la mitad de las poblaciones llaneras, las que participaron con decisión en los conflictos de los comuneros y la independencia, dejando como consecuencia el deterioro y extinción de muchos de estos pueblos.

Los pueblos llaneros estuvieron supeditados a las disputas e intrigas entre funcionarios locales y religiosos; pero la suspensión de un religioso por lo general lo llevaba a un estado de precariedad o a su extinción. Tan sólo el ataque de los indígenas a los pueblos hacía que sus clérigos y funcionarios locales se unieran para pedir soldados y así poder retener a los indígenas cristianizados. En un informe del Padre Miguel Blanco alertaba la disminución de indígenas en los pueblos señalando que en Soledad del Gravo quedaban 141, San Javier de Cuiloto 141, San José de Ele 18º y San Joaquín de Lipa 180-(Ganuza, 1921, p. 99). Decadenciaque se acentuó, pues en 1807 el Corregidor indicaba que en las poblaciones anteriores tan sólo quedaban 117 personas; Gravo tenía 15 viviendas; Cuiloto 44; Ele 23; Lipa ya estaba abandonado.

Desde el año 1810 se buscó a través de un proyecto incentivar la acción de los recoletos con la creación de un colegio en Morcote, pero pasados tres años de insistencia, el Colegio no funcionó. En 1803 el Virrey Mendinueta, para incentivar la acción misionera y poder sostener los pueblos, hizo una propuesta en tres etapas, que consistían en crear en los Llanos un obispado, fundar un colegio para capacitar misioneros y fomentar la colonización de inmigrantes blancos, medidas que se buscaba implementar ante la notoria decadencia de los pueblos llaneros.

Teniendo en cuenta que la actividad ganadera y la acción misionera eran el sustento primordial de las reducciones y de los pueblos llaneros, la expulsión de los jesuitas y el proceso de acomodamiento de las otras comunidades religiosas en el Llano durante el período 1767-18 10 desestabilizaron la economía regional y social de los llaneros. Un segundo renglón de la economía alrededor de la producción de algodón y textiles pudo sostener, no el desarrollo, sino la permanencia de los pueblos como el caso de Pore, donde existió también una curtiembre de pieles que convertían en cueros de gran calidad.

Pueblos como Pore, Santiago de las Atalayas, Chire, Puerto de Casanare, Manare y poblaciones circunvecinas a la Provincia como Cáqueza, Lengupá, Labranzagrande, Socotá y Chía se surtieron durante el siglo XVIII de las haciendas de Gravo, Garibabare, Tocaría y Apiay (Oviedo, 1930, p. 220).

264

FUENTE: Jane M. Rausch. Una frontera en la sobona tropical. Los Llanos deColombia 1531-1831. Colección Bibliográfica Banco de la República, Bogotá, 1994

265

1. Plaza e iglesia de Acacías , Meta Foto - Miguel Morales 2. Plaza principal de Cumaral, Meta. La amplitud de las calles es típica de las ciudades nuevas de la Orinoquia Foto - Miguel Morales 3. Ruinas del Pore colonial: Esta población es el símbolo de la atormentada historia llanera. Foto - Andrés Hurtado 4. Placa en recuerdo del paso efectuado por las tropas de la Independencia por la población de Pore, en junio de 1819, rumbo a Paya, Pisba y la Batalla de Boyaca. Foto - Andrés Hurtado 5. Facciones de una bella jovencita llanera Foto - Diego Garcés 6. La vaquería se inicia al amanecer y termina al ocaso Foto - Fernando Urbina

De otra parte, las haciendas contribuyeron a la formación de la estructura social de los pueblos de los Llanos, en el momento en que empezaron a liberar la mano de obra convirtiendo a indígenas, mestizos y blancos pobres en peones jornaleros y concertados, lo que originó un campesinado de precarias condiciones económicas, el que aún prevalece como trabajador de hato. Mano de obra que se concentraba en los pueblos de Gravo, Paya, Manare, Morcote y Támara. Este sistema conllevó la decadencia de la población indígena y el crecimiento de la población mestiza; con este sistema es notorio el afán de los hacendados por liberarse de los tributos sociales y religiosos a que estaban obligados por la contratación de mano de obra indígena.

266

La liberación de la mano de obra indígena y el crecimiento del trabajador mestizo, fortalecieron el creciente conflicto social reflejado en los ataques de los indígenas, en especial de Goahibos a las haciendas y a las poblaciones; así mismo la reacción del mestizo haciendo emboscadas para acabar en masa la población indígena. También surge el abigeato o robo de ganado, práctica que ejercían tanto mestizos como indígenas, que produ- cía un grave estado de zozobra y de precariedad económica, teniendo en cuenta que la hacienda estaba íntimamente ligada a la evolución de los pueblos y ciudades llaneras.

Encontramos entonces que con el deterioro de las haciendas y con el viraje en el sistema laboral, desaparecieron muchos pueblos, especialmente aquellos donde la mayoría de su población era indígena.

A lo largo de la época colonial la Corona siempre consideró la fundación de ciudades como un elemento primordial en el proceso de conquista y colonización de nuevos dominios. El inmigrante español que se estableció en América provenía de un medio urbano; en consecuenciaa en los territorios fronterizos, en particular, consideró a las poblaciones como el núcleo de donde emanaban la autoridad y el orden, aparte de los lineamientos de una vida civilizada, lo que se oponía por completo a la supuesta anarquía reinante en las culturas indígenas.

267

Llegada a Villavicencio Del Libro Viaje de Edouard André: 1875-1876

El proceso acostumbrado para la conformación de un grupo indígena consistía en la reunión de varias familias que se congregaban en una aldea o caserío, que con el tiempo se convertía en una viceparroquia, anexa a la parroquia más próxima. Desde un punto de vista legal la definición de parroquia involucraba una comunidad cuyo único objeto era servir de residencia a los españoles, y contenía una iglesia, una cárcel y un ente legal conformado por magistrados civiles. Para la creación de nuevas parroquias según autorización emanada del arzobispo se requería un número adecuado de habitantes que permitieran el sostenimiento de tres cofradías, las que a su vez, debían producir los ingresos suficientes para pagar al párroco un estipendio anual mínimo equivalente a ciento cincuenta o doscientos pesos, aparte de los elementos esenciales para la celebración de los ritos católicos (Phelan, 1978, p. 40).

Existía una jerarquía perfectamente definida entre ciudades, poblaciones, aldeas y parroquias, de donde se desprenden las rivalidades entre centros urbanos que trataban de dar realce a su renombre político o administrativo, y desempeñaban un papel preponderante en el origen de innumerables situaciones de conflicto en la Nueva Granada durante la época de la colonia (Colmenares, 1978, p. 285).

Entre 1767 y 1810 en Casanare sólo se fundaron dos parroquias; ninguna en los Llanos de San Juan y San Martín. A medio camino entre Pore y Morcote se intentó refundar la parroquia de Tocaría, fundada durante el siglo XVI, pero que había sido consumida por el fuego en dos oportunidades, lo que hizo abandonar tal intento. Hacia 1770 habitaban en aquel paraje unas 100 personas las que tenían que trasladarse a Morcote á recibir el culto religioso, pero debido a que el camino se hacía intransitable en época de invierno solicitaron sus habitantes, con el apoyo del Gobernador Francisco Domínguez de Tejada y

268 del cura de Morcote, la creación de la parroquia; dicha solicitud fue aprobada por el arzobispado y se fundé entonces la parroquia de San Carlos de Nunchía, el 27 de noviembre de 1770 (AGN: Poblaciones de Boyacá, Vol. 2, fis. 845-901).

El segundo pueblo fundado fue la Villa de Santa Bárbara de Arauca el 4 de diciembre de 1780 por iniciativa del sacerdote Juan Isidro Daboin y de un trabajador agrícola de Barinas, quienes asistieron a los indígenas, llevando al lugar ganado de Barinas, Cuiloto y Betoyes y unos esclavos negros. Cón ellos construyeron, a orillas del río Arauca, casas con techumbre de palma y con el permiso del Gobernador Caicedo que tenía su residencia en Morcote, nació así dicha parroquia, que tuvo gran. prosperidad debido a la facilldad de comunicación con el comercio venezolano.. En 1793 ya tenía la categoría de Viceparroquia anexa a Chire hasta que llegó a convertirse en una importante ciudad con residencia de españoles, desalojando lentamente la población indígena.

De esta manera encontramos que en un lapso de 40 años tan sólo sé fundaron dos poblaciones en los Llanos, señalándose el lento crecimiento y la decadencia de las ciudades antiguas como estaba ocurriendo con Santiago de las Atalajas, Pore y Chire que vivían urja situación de gran pobreza. En Chite por ejemplo, ya no había personal calificado para desempeñar cargos públicos, por lo que se nombré un alcalde pedáneo (el que atiende cargos de poca importancia y castigaba faltas leves); además se acusé al Padre Ferrena de haber cambiado de lugar cinco veces a la población de Chire.

Igual situación se vivió en Santiago de las Atalayas, cuyos habitantes también se empeñaron en buscar una situación más favorable para su población, localizada en las riberas del río Aguamena, en la parte de una montaña que impedía el paso de los vientos, con un clima húmedo y malsano que provocaba continuas enfermedades en sus habitantes. El gobernador Domínguez de Téjada, pronosticó que si no se cambiaba de lugar esta población se extinguiría; con el entusiasmo de algunos habitantes se trasladó dicha cuidad a un sitio llamado Chitamena al otra lado del río Cusiana, cuyos trabajos de construcción se adelantaron en agosto de 1778 (AGÑ: Poblaciones de Boyacá, Vol. 2, fi. 671).

En adelante Santiago de las Atalayas vivió un permanente litigio discutiendo si volvían al mismo sitio o si se resignaban a seguir a orillas del río Chitamena. Esta ciudad continué en franco deterioro, hasta llegar a extinguirse entre la segunda y tercera década del siglo XX, y luego desaparecer de los mapas de Casanare.

También se encuentra que al sur la primera ciudad que se había fundado en 1555 en las llanuras del Ariari, San Juan de los Llanos, luchaba por sobrevivir o por anexarse a San Martín porque no había quien ocupara los cargos municipales. En 1785 Fermín García, Alcalde de San Juan, las emprendió contra un palenque de negros libertos que vivían cerca al pueblo y que en su concepto constituían una amenaza para la población, pidiendo ayuda a la escolta de San Martín para tal objetivo pero le fue negada (AGN: Negros y Esclavos de

269

Boyacá, Vol. 2, fis. 392-424). No se conoce en qué terminó tal intención, pero podemos señalar la importancia de la existencia de un palenque en los Llanos que junto al de los esclavos negros llevados a las haciendas. de Caribabare y Tocaría, contribuyen a profundizar en el estudio sobre la formación de la población mestiza llanera. Además, se pudieron detectar las enconadas rivalidades entre pueblos vecinos, aspecto que también contribuyó a la destrucción de muchos pueblos coloniales como el caso señalado.

Al finalizar el siglo XVIII, San José de Pote era la única ciudad existente de seis que habían fundado los españoles en el siglo XVI. en el piedemonte llanero. Según el censo de 1-7 78, la representación mestiza de Pote ascendía al 79% del total de la población de la Provincia esta ciudad también llegó a ser capital de la Nueva Granada en el período independentista (18 de diciembre de 1818), y permanece aún corno un pueblo olvidado, sin haber podido vivir ni siquiera de su propia gloria.

En 1824 José Manuel Restrepo, Ministro del Gobierno, aducía que a la ausencia de sacerdotes era atribuible la desaparición de muchas poblaciones en las regiones del Orinoco, Apure y Meta y proponía la promulgación de nuevas leyes que propiciaran el regreso de los religiosos a dichos sitios, situación que pocas veces sé cumplió.

El 16 de julio de 1826, Salvador Camacho Roldán, siendo Gobernador se enteré que un vecino de Chire había fundado dos poblados indígenas con los nombres de San Simón y San Francisco Ciriaco de Córdoba en las riberas del Meta. Camacho abrigaba la esperanza de que este fuese el comienzo de una nueva era de desarrollo en la Provincia, pero muy pronto quedó desencantado puesto que dichas poblaciones pronto desaparecieron, porque los mestizos nunca pudieron establecer buenas y duraderas relaciones con los indígenas (Gaceta de Colombia, julio 16 de 1826). A medida que la población y la economía decaían de manera progresiva, Camacho Roldán presentó su renuncia al cargo de Gobernador en 1827 con una predicción de mal augurio: «La Provincia marcha hacia la ruina; poco a poco desaparece la población y la poca riqueza que queda. Me apena en lo más profundo de mi alma lo que sucede, y soy impotente para resolverlo» (Carta de Camacho a Santander, enero 25 de 1827. Bushnell, 1954, p. 189).

De otra parte Juan Nepomuceno Moreno, nativo de Casanare, comandante de armas en la Independencia, luché por reivindicar la Provincia del estado de postración en que se encontraba después de la guerra; fue tal el desconocimiento del gobierno granadino hacia los Llanos, que Moreno propuso en 1830 anexar la Provincia a Venezuela, acción que no prosperó por lá rivalidad entre caudillos venezolanos y casanareños.

Juan Nepomuceno Móreno conservé su popularidad e influencia en Casanare hasta su muerte acaecida en 1839. En su hato cercano a la Fragua, parroquia dónde había nacido, comenzó a formarse el pueblo de Moreno, un asentamiento que llegó a eclipsar a Pore que era su capital, convirtiéndose en la población más próspera entre 1870 y 1885 (Ayape,

270

1941, p. 794). Pero en la primera década del siglo XX de Moreno ya no quedaban sino las ruinas, dé las cuales aún se conservan algunas paredes en bloque de barro y calicanto, dejando notar calles amplias y casas grandes y espaciosas.

Los Llanos de Casanare, durante el siglo XIX, quedaron sumidos en el olvido republicano y muchos de sus pueblos no resistieron los embates de la miseria y de la violencia; como recuerdo sólo queda su historia de haber contribuido a la formación de la nacionalidad colombiana, siendo apenas nuevos hechos coyunturales como la guerra de los Mil Días o la violencia de 1948 al 53, los que hicieron que algunas poblaciones desaparecieran, como Moreno y Zapatosa, o que nacieran otras, como Sevilla, Paz de Aniporo y . De la misma manera, en el orden económico los recientes hallazgos petrolíferos están fortaleciendo y proyectando un vigoroso desarrollo de poblaciones de reciente fundación como Aguazul y Paz de Aniporo, ya mencionados, además de Tauramena, Yopal y Villanueva entre otras, en las que también han aumentado las secuelas negativas que trae consigo este tipo de crecimiento.

Podemos finalizar diciendo que va en camino de cumplirse el pronóstico del Senado cuando el 29 de septiembre de 1892 se afirmó que: «Los Llanos de Casanare y San Martín, por su topografía, fertilidad de sus suelos y la abundancia y riqueza de sus productos naturales, está llamada a ser en corto plazo, el centro de la civilización más avanzada, tal vez, y tan rico como cualquiera de los territorios actuales del interior» (Anales del Senado, Septiembre de 1892, p. 167).

Campamento provisional. Alto Inírida. Indígemas Curripacos Foto - Fernando Urbina

271

BIBLIOGRAFÍA

Fuentes de Archivo

Archivo General de la Nación (AGN).

Fondos: Temporalidades Leg. 17 y 23; Poblaciones de Boyacá Leg. 2; Negros y Esclavos de Boyacá, Legajo 2; Richmond, Legajo 841.

Notaría de Yopal Casanare (ANY), Legajos 1789 y 1794

Cronistas

Delgado, Daniel. R.P.E Excursiones por Casanare. Imprenta de la Luz, Bogotá 1909.

Gumilla, Joseph. El Orinoco Ilustrado. Biblioteca Nacional de Historia, Caracas, 1963.

Jerez, Hipólito. LosJesuitas en Casanare. Bogotá, 1952.

Rivero, Juan. Historia de las Misiones de los Llanos de Casanare y los ríos Orino co y Meto. Biblioteca de la Presidencia de la República, Vol. 23, Bogotá, 1956. Libros y artículos

Arcila Robledo, Gregorio. Las Misiones Franciscanas en Colombia, Bogotá 1910.

Arciniegas, Germán. Los Comuneros. México, 1951

Ayape, Eugenio. Misiones de Casanare. Boletín de Historia y Antiguedades No. 28(1941) 769.798.

Bushnell, David. The Santander Regume in Gran Colombia. Newark 1954.

Colmenares, Germán. Las Haciendas de Los Jesuitas en el Nuevo Reino de GranadaEdit. Antares, Bogotá, 1969.

______La economía y las sociedades conyugales, 1550-1800 En: Manual de Historia de Colombia. 1:225-300, Colcultura, Bogotá, 1978- 1980.

Correa, Ramón C. ―Casanare y pueblos antiguos de esta Provincia., En: Repertorio Boyacense.Tunja, 1965.

Cuervo, Antonio. Colección de Documentos Inbi4tos sobre la Geografía y la Historia de Colombia, 3 vols. Bogotá, Zalamea Hnos., 1891-1894.

Del Rey Fajardo, José. Documentos jesuíticos relativos ala Historia de la Compaflla de Jesús en Venezuela, 4 yola., Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1966.

272

Ganuza, Marcelino. Monografía de las misiones vivas de los Agustinos Recoletos (Candelarios) en Colombia. 2 Vols. Bogotá, 1921.

Legrand, Katherine. Colonización y Protesta Campesina en Colombia, 1850-1950.Centro Edit. Universidad Nacional, Bogotá, 1988.

Oviedo, Basilio Vicente de. Cualidades y riquezas del Nuevo Reino de Granada.Bogotá, 1930.

Pacheco, Juan Manuel. Los Jesuitas en Colombia, 2 Vols. Academia Colombiana de Historia, Bogotá, 1959- 1962.

Pérez Angel, Héctor Publio. La Hacienda Carib abare: Estructura y Relaciones de Mercado 1767-1810. Edit. Presencia, Bogotá, 1997.

Phelan, John L. The People and the King. Madison, 1978.

Rausch, Jane M. A Tropical Plains Frontier. The Llanos of Colombia 15 31- 1831.University of New México Press, Alburquerque, New México, 1984.

Rodríguez Mirabal, Adelina C. La Fundación del Latifundio Ganadero en los Llanos del Apure 1750-1800. Caracas, 1987.

Sánchez-Albornoz, Nicolás. La Población de América

Latina. Desde los tiempos precolombinos al año 2000. 2a. edic. Alianza Universidad, Madrid, 1977.

273

EL PROCESO DE CONSTRUCCIÓN TERRITORIAL DE LA ORINOQUIA COLOMBIANA EN EL SIGLO XIX GUIDO BARQNA B. AUGUSTO GÓMEZ L. CAMILO DOMÍNGUEZ

Cascada de Chijara en el camino a Villavicencio. Viaje de Edouard André. Lámina de Riou

TRANSFORMACIONES TERRITORIALES DURANTE EL SIGLO XIX

Las guerras de Independencia significaron una pérdida enorme para la Orinoquia, ya que se destruyeron tres siglos de formación territorial que se habían logrado por medió de una extrema crueldad y sacrificio. Durante el período colonial el Estado español y las Misiones jesuíticas lograron crear pueblos de tipo europeizante, abrir haciendas ganaderas, establecer la navegación en numerosos ríos y trazar caminos para el comercio. Una enorme riqueza social estructurada con el sudor y la destrucción cultural de las comunidades indígenas de la región que, mal que bien, ya hacían parte de esa nueva realidad.

La guerra significó la desocupación de pueblos enteros, de los cuales la mayoría de sus habitantes sucumbieron en la lidia, más por hambre y enfermedades que por las balas. Los indígenas que no perecieron en la lucha se retiraron a las montañas en busca del sustento y para huir de las numerosas enfermedades que se desataron por las hambrunas y por la falta de salud pública. Las haciendas fueron desocupadas, porque los combatientes tomaron las reses y los caballos como impuesto de guerra, llevándolas a la ruina. Sin gente, sin pueblos y sin haciendas se acabó el comercio y los caminos y la navegación perdieron su objeto.

Cuando terminaron las guerras el gobierno republicano quiso reorganizar este caos, pero la escasez de recursos limitó demasiado su actuación. Además, no hubo gente para repoblar y, para ahondar el problema, la población indígena se declaró en franca rebeldía contra un nuevo sistema que los discriminaba aún más que el antiguo. El Gobierno no trató al indio como ciudadano, simplemente lo usó como animal de trabajo o de imposiciones. Luego, cuando se rebeló, lo manejó como una plaga que se debía combatir. En el Llano, como en el resto de América, el conflicto entre modernización, sinónimo de civilización y vida comunitaria, sinónimo de barbarie, se convirtió en la ―ley de las fronteras‖ que se resolvió a costa del exterminio físico de los antiguos pueblos americanos.

275

A partir de 1820 se inició la reconstrucción de los pueblos que aún quedaban y se buscó establecer una organización administrativa y un gobierno. Para 1831, cuando se creó la República de la Nueva Granada, se dividió administrativamente el país en departamentos, éstos en provincias, las provincias en cantones, y los, cantones en distritos parroquiales. La mayor parte de la Orinoquia quedó integrada en el Departamento de Boyacá, bajo el nombre de Provincia de Casanare, cuyos límites iban desde lo alto de la Cordillera hasta el río Guaviare y desde el río Upía hasta los ríos Arauca, Meta y Orinoco. La parte al occidente del río Upía se integró a la Provincia de Bogotá, del Departamento de Cundinamarca, con el nombre de Territorio de San Martín.

―Posteriormente fueron abolidos los departamentos y quedaron sólo las provincias. Esta división duró más de veinte años‖ (Pérez, 1883, p. 111). Para el censo de 1843, San Martín figuró como cantón de la Provincia de Bogotá, con una población de 1.877 habitantes. Sus ocho distritos parroquiales eran: San Martín, Cabuyaro, Concepción de Arama, Giramena, Medina, San Antonio de Iracá, San Juan y Santo Tomás.

276

Para el mismo censo, la Provincia de Casanare figuró con una población de 18.489 habitantes. Estaba compuesta por seis cantones y 29 distritos: Pore (Pore, Támara, Trinidad); Arauca (Arauca, Arauquita, Cuiloto); Chite (Chire, Betoyes, Macaguane, Manare, Muneque, lame, Ten); Macuco (Cafifí, Guayabal, Maquivor, Surimena); Nunchía (Paya, Labranza grande, Marroquín, Morcote, Nunchía, Pisba); Taguana (laguana, Barroblanco, Chámeza, San Pedro, Santiago, Zapatosa).

En 1853 fueron abolidos los cantones y San Martín volvió a ser territorio de la Provincia de Bogotá.

Casanare continuaba siendo provincia en 1856 cuando fue visitada por la Comisión Corográfica. En el mapa regional y en los documentos inéditos escritos por Agustín Codazzi aparece la siguiente información que nos da la mejor idea de su organización territorial a mitad del siglo XIX:

―Cuadro sinóptico de la provincia por circuitos municipales y distritos‖

En lugar de dar cuadros geográficos, físicos y estadísticos de cada Circuito Municipal daremos una rápida noticia sobre cada una de las cabeceras de estos centros eleccionarios; pues que todos están en circunstancias iguales en cuanto a los terrenos y no saben las mismas autoridades hasta dónde llegan sus límites; de manera que sería imposible determinar la extensión de cada Circuito, y lo que verdaderamente encierra en sí. Por lo que toca a la posición de cada pueblo, su altura, temperatura, datos estadísticos y frutos que cultivan, todo se halla en el cuadro estadístico que precede, y sería superfluo repetirlo; lo mismo diremos sobre las plantas y animales, que se encuentran en la descripción general y que se, hallan en cada fracción en que está dividida la Provincia con objeto puramente eleccionario.

Circuito de Moreno, cuya cabecera es Moreno

Hoy capital de la Provincia de Casanare. Se llama así porque el Concejo Municipal le puso ese nombre para recordar la memoria de un casanareño que llegó a ser general y que había combatido en la guerra de la Independencia. Se halla situado en una bella mesa no muy lejos del río Ariporo y cerca del de Muese. Por un acuerdo del mismo Concejo Municipal se transfirió la capital, que antes estaba en Pote, a un pequeño vecindario, llamado La Fragua, sin duda porque allí había existido o existía una herrería; todo esto se hizo en 1850, época en que una peste asolaba a Pore, y desde entonces quedó casi abandonado este pequeño pueblo y se improvisó uno de palma que hoy cuenta ya muchas casas de teja en la mesa ,de que hablamos. Es fácil llevar el agua del Ariporo al centro de, la población, cuando haya más riqueza y espíritu público. Se diría que los que están en esta capital se hallan como transeúntes que apenas ponen la tienda de campaña

277 para dormir y levantarse por la mañana, a seguir su viaje, así es que no han pensado en la educación primaria.

Circuito de Melgarejo, cuya cabecera es Chire

El nombre de Melgarejo recuerda a un Coronel casanareño muerto en la última campaña de 1854 para restablecer el orden constitucional, y en cuanto a Chire da pena recordar que fue ciudad fundada por Don Adrián de Vargas en 1689, y en el año de 1792, según Oviedo, tenía 100 vecinos, y hoy cuenta 400 no más. Su posición no es la misma de entonces, pues ha ocupado tres diferentes lugares en estas sabanas. En la guerra de la Independencia se dio en la sabana, que ocupaba entonces, que no es la que tiene hoy, la celebración dada contra la caballería española por el General Ricaurte el 31 de octubre de 1815. El pueblo donde hoy está situado Chire no tiene más casas de paja que las que forman en el cuadro de la plaza.

Circuito de Arauca, cuya cabecera es Arauca

Esta villa fue fundada a las orillas del río de este nombre y en 1782 era Parroquia, puesta en el término entre los llanos del Apure y Casanare. Ha sido siempre un punto comercial para la compra y venta de los ganados al paso que la navegación del Arauca, sobre cuya orilla está fundada la villa, le ha facilitado el comercio con Guayana por medio del Orinoco. Desde un principio ha servido y sirve aún hoy de abrigo a muchos venezolanos que están mal en su tierra y buscan una nueva donde vivir y progresar. Siempre este punto será interesante por su posición y por el comercio que puede hacer.

Circuito de Cisneros, cuya cabecera es Labranzagrande

Recuerda el nombre de un jefe de caballería casanareño, que murió gloriosamente en las calles de Bogotá luchando contra los dictatoriales en 1854. Labranzagrande existía ya en 1761. Un buen curato que tenía muchos indios y más de 300 vecinos blancos y mestizos, hoy es el más poblado de toda la Provincia y aquel también que tiene más caserío de teja. Su posición en el camino para trasmontar la cordillera a Sogamoso lo hace tanto más interesante cuanto que podría hacerse a la orilla del río, un camino llano por donde pasaran los ganados sin fatiga, y sin despearse ene1 tránsito, como hoy sucede, por el actual camino en que se ven forzados, por las muchas piedras, a cubrir toda senda con una gruesa capa de paja. También está en una situación favorable para potreros, sea para engordar, sea para hacer que descansen los ganados, y la serranía se presta maravillosamente hasta para un camino para carros, lo que se hará cuando así lo exija la gran población, riqueza y

278 comercio; hoy solamente se debería pensar en un buen camino por la cantidad de los ganados, único comercio que puede hacerse.

Circuito de Gutiérrez, cabecera Cafifi

Este trae a la memoria otro valiente jefe que murió al lado de su compatriota Cisneros por la misma causa y el mismo día en Bogotá. En cuanto a Cafifí no es de antigua fundación: los restos de Guanapalo destruido plantaron un pueblo en la orilla izquierda del Pauto por ser éste el río por el cual se navegaba hasta cerca de Pore cuando era capital y hoy sirve también para los de Moreno. Allí se estableció un administrador de aduana que está ya suprimido. Cafifí como pueblo está en la infancia y sobre todo tiene un temperamento malsano. La cifra de su población de 218 almas habla elocuentemente en el particular.

Circuito de Taguana, cabecera Chámeza

El nombre de Taguana es triste en la historia, pues siendo Parroquia fundada en 1793 llegó a ser cabecera de Cantón, y tres veces cambió de posición, y siempre fue destruida por las pestes; así es que hoy no figura ni como aldea. Chámeza fue Parroquia en 1791 y se llamaba de Vija por causa de que antes estaba fundada en otro lugar donde había una mina de sal gema, que por la caída de un pedazo de cerro quedó perdida y se transfirió al lugar actual, en un plano donde hay piñales silvestres y cerca de un ojo de agua que da una sal hermosa. Su posición cerca de otras salinas y en un valle sano, debería prosperar más de lo que se ve y sus malos caminos son la causa que la pone fuera de todo movimiento comercial.

Los distritos parroquiales que pertenecen a cada Circuito Municipal están en el cuadro estadístico que antecede, de esta breve noticia, y por el número de sus habitantes y de sus ganados, se viene en conocimiento de lo que son pues que en cuanto a caserío son todos de paja, si se exceptúa a Marroquín, Nunchía, Paya, Pisba, Pote, Támara y Ten, en donde hay algunas casas de teja." (Codazzi, Informes, 1856).

En 1868 y 1869 San Martín y Casanare pasaron a la administración directa de los Estados Unidos de Colombia en calidad de territorios, cedidos a ella por los estados de Cundinamarca y Boyacá. En ese cambio, la Unión agregó a San Martín la región comprendida entre el Meta y el Guaviare, segregándola de Casanare. Este último territorio quedó limitado a la región que hoy comprende los depártamentos de Arauca y Casanare.

Cuando se crea la República de Colombia, en 1886, la situación de los Llanos continuó en calidad de territorios hasta muy avanzado el siglo XX.

279

280

LA COMISIÓN COROGRAFICA EN CASANARE Y SAN MARTÍN DENTRO DEL PROCESO DE CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO NACIONAL

La definición de Colombia como Estado nacional, surgida a partir de 1821 con la Constitución de Cúcuta y reafirmad a posteriormente en todas y cada una de las cartas constitucionales y sus reformas posteriores, efectuadas en el siglo XIX y hasta 1886, puso de presente la necesidad de contar no sólo con la Carta o el Mapa de la Nación sino, a través de ésta, de incorporar territorios y poblaciones que hasta ese momento estaban muy débilmente articulados al sistema político-institucional, económico y social, de la naciente República. En este sentido, para los gobiernos nacionales de ese entonces se presentaron tres niveles de dificultad que a la postre serían los que mayor incidencia tendrían en el rompimiento del proyecto inicial de Estado nacional, cuya concreción estuvo enmarcada en la creación de la Gran Colombia.

En efecto, la herencia colonial, al centrarse en el proyecto de indianidad y establecer un sistema político, económico y social que sólo servía a los intereses de la metrópoli, dio lugar al surgimiento histórico de fronteras administrativas que estaban al servicio de la transferencia de excedentes, propios de economías extractivas, a España. Para ello creó centros urbanos hegemónicos desde los cuales controlar y administrar los diferentes grupos de población sujetos a la exacción colonial. Este proceso, cuyo desenvolvimiento requirió aproximadamente trescientos años, propició la consolidación de poderes locales y

281 regionales, en manos de los sectores de elite constituidos, creando tensiones permanentes de toda índole entre éstos y los funcionarios de la Corona, desde la segunda mitad del siglo XVIII. Con el advenimiento de la Independencia el ejercicio del poder político y administrativo, propio del ensamblaje colonial, se desplazó a estos grupos hegemónicos, sin transformar estructuralmente las fronteras administrativas originalmente establecidas. Fue así como, en el momento del surgimiento de la Gran Colombia, el incipiente Estado nacional arrastró consigo problemas derivados de las tensiones de grupos hegemónicos locales y regiones administrativas en competencia, dando lugar a obstáculos de integración funcional de estos territorios entre sí.

El segundo nivel de dificultad, profundamente relacionado con el anterior, se desenvolvió en articulación con la relativa especialización productiva regional que todos y cada uno de los territorios coloniales habían logrado desarrollar a lo largo del período colonial, frente al sistema económico internacional de la época. De acuerdo con esta circunstancia, mientras la Nueva Granada aparecía como ―espacio‖ productor de metales preciosos y posteriormente, en los años finales del siglo XVIII, de quinas, la Capitanía de Venezuela era considerada como productora principalmente de cacao. Lo mismo sucedió con la Audiencia de Quito, cuyos obrajes servían para transferir productos textiles a otras regiones vecinas, especialmente el Virreinato del Perú y la Gobernación de Popayán. En este sentido, la participación mercantil en la esfera internacional para la mayoría de las grandes divisiones administrativas coloniales, sólo estuvo respaldada por ciertas materias primas (los cueros, el palo brasil, quina, cacao) y metales preciosos. Esta débil articulación económica de las antiguas divisiones administrativas coloniales al mercado internacional de principios del siglo XIX, condujo, progresivamente, al afianzamiento de las diferencias políticas y administrativas de los sectores sociales. que habían tenido protagonismo en la separación de estos territorios de los destinos de la metrópoli, y con ellas, a la exacerbación de intereses económicos por enormes extensiones de territorios aún no explotados, que se suponía contenían ingentes riquezas con las cuales participar en el conjunto de la economía capitalista de esta centuria. Lo anterior condujo a incrementar las presiones para controlar, por parte de cada una de las divisiones administrativas heredadas, cuya memoria aún no se había perdido, los ―territorios‖ hasta ese momento ―ausentes‖, en los términos de sus jurisdicciones tradicionales, y con esto al agrietamiento y posterior ruptura del proyecto consolidador de la Gran Colombia.

Finalmente y como consecuencia de los dos niveles problemáticos y de complejidad anteriores, los desplazamientos de población a los ―territorios ausentes efectuados ante la inercia de la voluntad política de los gobernantes del Estado nacional y aún de los sectores hegemónicos regionales, reiniciaron con mayor fuerza los ciclos espasmódicos de economías extractivas y con éstos la redefinición de los componentes étnicos de la nación que pugnaba por surgir. En efecto, se dio lugar a movimientos de colonización territorial enmarcados en concepciones de ―barbarie, salvajismo‖ y ―civilización‖ que

282 comprometieron radicalmente a grupos nativos de selva y llanuras~ que no habían sido articulados definitivamente al proyecto de indianidad originalmente trazado. Surgieron ―fronteras‖ que ya no tenían nada que ver con las divisiones político-administrativas coloniales y mucho menos con aquellas que en los órdenes internos dividían unas provincias de otras. Ello produjo para el Estado nacional colombiano del siglo XIX, nuevos niveles de dificultad en su capacidad de presencia institucional en los territorios de esta manera vinculados y a su vez, la exigencia de revisión y actualización de las demarcaciones internacionales efectuadas a finales del siglo XVIII y en la primera década del XIX.

En este orden de ideas, la Comisión Corográfica dirigida por. Agustín Codazzi se inscribió en el contexto problemático anterior. Como tal, ella no sólo respondía al interés de erigir la Carta de la Nación. La prospección del territorio nacional conformado por los asentamientos humanos con sus diversas formas de poblamiento y economías y por enormes extensiones de cuya composición apenas se tenía noticia, exigió el trazado, en el plano, de los caminos que se debían recorrer y de los itinerarios militares que en su tránsito se debían establecer. A la par de esto, sus miembros estaban en la obligación de atender a las variantes locales y regionales de usos y costumbres, a las diferencias económicas, a las posibilidades de articulación de una región con otra u otras y establecer la existencia de grupos ―indígenas‖ a los cuales someter y adoctrinar.

De allí que sus resultados no sean sólo de orden geográfico y militar. Por el Contrario, y en contravía de la Creencia generalizada de lo que fue esta Comisión, el análisis de sus alcances da lugar a lo que podríamos llamar una visión crítica del camino elegido para la construcción de la nación, tanto en el nivel de sus ejecuciones como en el pensamiento de sus protagonistas.

En otras palabras, el estudio de los materiales de la Comisión Corográfica, al ser ésta. prácticamente la primera propuesta de ordenamiento territorial nacional, permite establecer las regularidades sociales, culturales, económicas y políticas que determinaron el camino de la nación y sus efectos en los órdenes interno e internacional posteriores. Pero así mismo, da pie para comprender el papel reservado para los miembros de los grupos étnicos que poblaban bajo diversas formas de organización social la mayoría de los llamados ―territorios ausentes‖ y aún algunos de los que habían sido vinculados a la integración política y social, desde el período colonial. Dentro de esta perspectiva, el análisis de la Comisión al poner de presente las dinámicas económicas y sociales que gravitaron sobre el conjunto de la población colombiana y sobre su organización política, señala cómo se construyó el ―camino de los desencuentros‖ entre los miembros formales de la nación política y las otras naciones. Da lugar a un ―cuadro‖ dibujado con todos los ingredientes ideológicos que hablaban de una ―superioridad moral‖ de los nacionales hispanizados y ―civilizados por la impronta cristiana‖ frente a los naturales de esas otras naciones. Se enmarca dentro de un movimiento, internacional para la época, de genocidio, etnocidio, esclavización, reserva e ‗internación de naturales que construyeron varias ―épicas‖ como la

283 norteamericana en los territorios del oeste, la mexicana en la frontera con la nación política anglosajona y la colombiana, venezolana y brasileña en la Oninoquia y selva amazónica.

En este sentido, en el siglo XIX no sólo fue importante el movimiento científico internacional que buscaba construir lo más detalladamente las respectivas cartas ciudadanas de las naciones políticas del mundo, sino los procesos de expansión interna de todas y cada una de las repúblicas existentes en este período que dieron lugar a profundas modificaciones en sus ordenamientos internos y en sus fronteras internacionales, con la consecuente generación de conflictos bélicos y diplomáticos muchos de los cuales todavía no han llegado a su fin. La Comisión Corográfica, en estas circunstancias, se desenvolvió en el interior de estas problemáticas, dando lugar a una historia cuyos efectos gravitan en la actualidad.

EL ESTADO NACIONAL Y LOS “TERRITORIOS AUSENTES”

Analizada la distribución territorial y poblacional heredada por la Gran Colombia, fácilmente se descubre un hecho asombroso que comprometió hombres, sociedades y regiones, en los años iniciales del siglo XIX y hasta bien entrada la actual centuria: las fragmentaciones regionales y, con ellas, la insularidad de las estructuras territoriales que sirvieron de asiento a los sistemas económicos y sociales que han caracterizado la sociedad colombiana en su conjunto a lo largo de su vida republicana. En efecto, mientras que algunas regiones lograron crear mecanismos y redes de articulación social y económica entre sus pobladores y con otros pertenecientes a espacios económicos subsidiarios, muchos otros territorios apenas si fueron mencionados y tenidos en cuenta en el marco de las relaciones políticas y sociales instauradas.

Paradójicamente, tal y como lo revelan los cronistas de Indias y luego los diarios e informes de viajeros, las ―noticias‖ que se tenían de muchos territorios enmarcados dentro de la Gran Colombia por los límites internacionales establecidos en las postrimerías del siglo XVIII y posteriormente a lo largo del XIX, al mismo tiempo que ―hablaban‖ de las ingentes riquezas existentes en su interior, mencionaban las ―hordas‖ de tribus ―salvajes‖ que las poblaban y los enormes esfuerzos que había que hacer para integrar estos territorios al concierto de la ―economía nacional‖. Esta visión contradictoria, preñada de imágenes y representaciones tantas veces repetidas desde el período colonial, a la par que aproximaba estas regiones al ―imaginario de lo nacional‖, las alejaba en cuanto a sus posibilidades de una efectiva incorporación a la sociedad que se representaba a sí misma como heredera de las tradiciones que hacían de Europa, en el siglo XIX, el lugar y el espacio privilegiados de realización del capital, y con él, de la civilización.

284

Fernando Urbina

Para el Estado nacional surgido de la épica independentista, los espacios en los que no se había enmarcado el entable colonial eran ―territorios ausentes‖: de vida social regulada eficazmente por el sistema político e institucional que lo caracterizaba; de actividades económicas que se asemejaran a aquellas que se habían desarrollado a lo largo de trescientos años de dominio colonia[pero que al mismo tiempo estuvieran en capacidad de integrarte a la división internacional del trabajo surgida dentro del sistema económico a que se había dado lugar con la Revolución Industrial y la ampliación de las redes de marcado al nivel mundial; de un sistema religioso y cultural (la religión católica), capaz de modificar las costumbres ―bárbaras‖ de los pueblos y naciones que en su interior se asentaban. La paradoja consistía en que la ―ausencia‖ no era entendida en relación con la debilidad estructural del Estado nacional recién surgido, sino como expresión de la ―naturaleza‖ de los hombres y del medio que habían resistido por más de trescientos años la épica devastadora de hombres, pueblos y culturas, conocida como colonización española.

De allí que, iniciada la fase republicana y no importando las diferencias políticas y sociales que intervendrían en la disolución de la Gran Colombia, se desarrollaran procesos tendientes a colonizar estos territorios, reproduciendo las mismas tecnologías de genocidio, sujeción y subordinación frente a sus ―naturales‖, que se habían dado en el período colonial, por parte de todos los Estados nacionales surgidos al ―calor‖ de las contiendas políticas del siglo XIX. El desenvolvimiento de estos procesos estuvo caracterizado, históricamente, por la puesta en marcha de dos ―modelos‖ de colonización que claramente respondían a los mecanismos de articulación/desarticulación regional, empleados desde el período colonial.

285

Lámina de los Llanos de Casanare realizada por la Comisión Corográfica. Mediados del siglo XIX

El primero de ellos, fue producto de la expansión dinámica de las antiguas economías agrarias y mineras que se habían logrado consolidar desde la segunda mitad del siglo XVIII, en relación con determinados centros urbanos del interior (Santa fe de Bogotá, Cartagena, Santa fe de Antioquia, Ambalema, Popayán, Pasto, etcétera), y a su vez, redistribuyendo los territorios de resguardos indígenas originalmente asignados a estas comunidades por la Corona. Este movimiento, que implicó el desplazamiento de poblaciones indígenas de resguardo a sitios circunvecinos, se efectuó como producto de las relaciones money-commodity surgidas en particular como efecto de la demanda agregada de bienes e insumos para las economías extractivas de metales preciosos y minerales, así como resultado de la ganadería extensiva que se impulsó fundamentalmente desde el siglo XVIII. Los llanos de San Martín y Casanare fueron lentamente poblados e ―integrados‖ de esta manera a la economía virreinal y luego de la República.

El segundo ―modelo‖, que va a surgir como resultado de la economía capitalista internacional del siglo XIX y posterior, se desarrolló en relación con las economías extractivas de materias primas impulsadas por el Estado nacional colombiano. En su interior, guardadas las diferencias de lugar y época, se reprodujeron los mismos sistemas de principios del período colonial, de sujeción de naturales por medio de su esclavización y explotación. En el siglo XIX fueron comprometidos con su dinámica, el extenso territorio del Caquetá, los llanos de San Martín y Casanare, las llanuras del Magdalena y las selvas del Opón y del Carate, principalmente.

En este orden de ideas, el análisis de los materiales de la Comisión Corográfica dirigida por Agustín Codazzi, más de permitirnos comprender los alances de la misión científica

286 colombiana más importante del siglo XIX y hasta hoy, nos da pie para establecer una reflexión crítica sobre sus logros en los territorios de los llanos de Casanare y San Martín; en los cuales se desarrollaron los dos ―modelos‖ económicos y de‘ocupación territorial antes señalados. Es por ello que consideramos de relevancia no solo el levantamiento de los pianos cartográficos, de los itinerarios de los caminos recorridos, y todos los materiales escritos de la Comisión, sino su ubicación en el marco de la organización estatal colombiana existente en ese entonces.

LA SITUACIÓN DE LOS LLANOS EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIX

La participación indígena, lo mismo que de mestizos, negros y mulatos de los Llanos en el proceso de independencia, produjo consecuencias sociales y económicas considerables en la región. Las antiguas reducciones indígenas fundadas por los misioneros jesuitas, cuya desintegración se había iniciado, desde la expulsión de la Compañía, terminaron por despoblarse. La incorporación de un gran número de hombres a los ejércitos y la creciente demanda de ganados y productos para el sustento de éstos, se tradujo en el abandono de los conucos y en el agotamiento de los hatos que bien pronto provocaron la ―decadencia de tan vasto territorio‖ (Gobierno Supremo, 1822; folio 592).

Las cifras señalan un drástico declive demográfico regional en el transcurso de los años 1812 y 1822, ‗‗porque mueren los hombres y no son reemplazados‖. Según los censos levantados por Salvador Camacho, Gobernador de los Llanos en la época, en el año de 1812 habitaban allí 48.862 almas; en 1821, 19.604, y en 1822, 17.451, es decir, una disminución de.31.411 almas en diez años (Camacho, 1823, fls. 589-596).

Este exterminio de los llaneros y, con ello, los ―desiertos campos feraces‖ configuraron una nueva situación regional. Las tierras sobre las cuales los misioneros jesuitas habían levantado sus haciendas (posteriormente adquiridas por particulares) y aquellas que progresivamente colonos y hacendados incorporaron al contexto colonial; perdieron su importancia económica y, con ello, se inició en la región un período de depresión generalizada. Esta circunstancia permitió el retorno de los miembros indígenas sobrevivientes a sus antiguos territorios étnicos, lo que en conjunto hizo posible su lenta recuperación demográfica y la reanudación de sus desplazamientos estacionales, lo mismo que el ejercicio de sus actividades productivas tradicionales.

La nueva situación que se produjo en los Llanos, en virtud de los efectos de las guerras de independencia, puede apreciarse, por ejemplo, en los informes de la época, como aquel levantado por el Gobernador de Casanare sobre las ―tierras baldías y aun desconocidas y habitadas por los indios gentiles y guahibos‖. Esa nueva situación regional de crisis y de ruina estuvo expresada, también, por la desaparición de ―pueblos demolidos por la guerra‖ y los que quedaron despoblados: porque ―los indios se hallan en los montes‖ o en ―partidas sublevadas de indígenas‖ que se retiraron a parajes distantes. Según se desprende de las

287 descripciones del mismo informe en referencia, la banda sur del río Meta, que había sido zona de refugio de grupos indígenas durante el siglo XVII y XVIII, seguía siendo una ―tierra incógnita‖ en la primera mitad del siglo XIX:

“Indagando las distancias por jornadas y después reduciendo estas a leguas, he creído que sobre un poco más o menos no faltan de quince a veinte mil leguas cuadradas entre la serranía y la llanura; esta última es inmensa y aún desconocida en las aproximaciones del río Meta. No va incluido en este cálculo el territorio que esta Provincia posee al otro lado del Meta, cuyos términos, según las relaciones de los que han navegado el Orinoco y de él han pasado al río Casiquiare y al Ríó Negro que desemboca ene1 Marañón, se extiende hasta las posesiones del Brasil por las cabeceras de los ríos Caquetá, Putumayo y Napo, que desaguan también en el Marañón (Amazonas)‖. (Informe, 1825, fis. 868-873).

A mediados de la década de 1820, tan sólo en algunos lugares situados en la cordillera persistían reductos de poblaciones y allí había ―tierras pertenecientes a particulares‖, y en uno que otro espacio en el llano, ―pero siempre aproximado a la serranía‖. Entre tanto, en el Cantón Oriente ―todas las tierras‖ eran consideradas baldías y muy fértiles, donde los indios ―gentiles vivían tan robustos cuanto lo puede estar un hombre bien asistido en Bogotá‖. En cuanto al Cantón Norte (Tame), las tierras que se extendían entre el Caño-Negro y el río Casanare también eran consideradas por la época como baldías, no habiendo sido posible obtener noticias de otros ―terrenos, a efecto de ser muy remotos y muy revestidos de indios gentiles‖. Desde las bocas del río Lipa hacia las bocas del río Aniporo,‘ costeando éste hacia arriba, hasta la boca del río Chite y de ésta en línea recta a salir por la parte norte hasta la boca del caño Cuao, se calcularon ―120 leguas cuadradas de tierras baldías, compuestas de sabanas remotas, montañas y algunos caños, en donde también subsisten los gentiles Guahibos‖. En total se calculó por entonces (1825) que en el Cantón del Norte había 336 leguas de tierras baldías ―habiendo quedado excluidos de esta tasación los resguardos de los pueblos de Lipa, Iguanitas, Cuiloto y Cravo, los cuales, con excepción de Cuiloto, no se hallan fundados, pues la guerra los demolió, pero sus habitantes tratan de hacerlo porque aunque al presente se hallan en los montes...‖. Entre tanto, las montañas comprendidas desde el río Ele hasta el río Atauquita, estaban ―habitadas por los gentiles Tunebos, el lugar de Arauquita [era] habitado por varias partidas sublévadas de indígenas que se [hallaban] reunidas en aquel paraje‖ (Informe, 1825, fis. 868-873).

Un conjunto de causas, todas ellas estrechamente relacionadas con la depresión y ruina generalizada que se vivió en los Llanos a partir de las guerras de independencia, explican la desestructuración de aquellos pueblos de indios que aún subsistían que fueran fundados en los siglos XVII y XVIII, lo mismo que el menoscabo de las misiones religiosas. En este sentido, el Corregidor y Juez Político del Departamento de Chita señalaba que los naturales comprendidos en los pueblos de su partido (Chita, Cocuy, Guacamayas, Boavita, Chirca y Güicán), que habían dado prueba de su contribución y servicio a la causa libertadora, estaban reducidos a la miseria, quedándoles cómo único recurso para su Sustento las tierras

288 de sus resguardos (Corregidor, 1820, fi. 86). También, la resistencia de los indios a pagar tributo contribuyó al despoblamiento de vatios de los antiguos pueblos de misiones al huir los ―naturales‖ a los montes:

“Los pueblos de C hisca y G ü icán, que son misiones, se vieron en tiempo anterior es el mejor aumento por los rápidos progresos que iba haciendo en ellos la conversión de los infieles, al celo y política moral que observaron aquellos ministros evangélicos, pues sólo en el pueblo de Güicán se llegaron a contar ciento y tantos indiecitos de doctrina; pero !qué dolor! luego que se trató de exigirles el tributo a los que ya convertidos y cristianos moraban en el pueblo, detestaron y apostataron de la religión, huyendo a los montes a donde antes era su residencia y en número tan considerable que de los convertidos no quedaría la décima parte, quedando tan escarmentados que en tantos años que han pasado no se ha arrepentido uno de aquellos, pero muchos menos convertirse un infiel, aunque hayan tratado de persuadirlo, siendo la respuesta uniforme de todos, que no quieren nuestra religión, porque los obligan a pagar tributo, y que ellos son libres desde su nacimiento”. (Angarita, 1820, fi. 90. Véase también Moreno, 1820, fis. 65,72-75,77; Montaña, 1821,fls. 80,81).

En otros casos, la crisis producida por las guerras de independencia y las dificultades para controlar la extensa llanura, estimularon la formación en la región de grupos de ―indios cimarrones‖ y de ―zambos‖ dedicados al saqueo, que pretendieron además engrosar su número mediante el asalto y la captura de indios de los pueblos de misiones (Blanco, 1820, fis. 1088-1091). Otra de las causas que contribuyó a la extinción de los ya deprimidos establecimientos o ―reducciones misioneras‖, además de la huida de los indios a los montes, fue la falta de recursos económicos pata el. mantenimiento de la iglesia y la doctrina. Los ganados y bienes de las antiguas haciendas fueron tomados pata el sustento de las tropas, lo mismo que los fondos que originalmente sirvieron de base económica para la conformación de pueblos de indios en los Llanos:

―En oficio de 20 de septiembre pasado No. 676 me previene indique a V. S. los medios que puedan adoptarse para repoblar los pueblos destruidos en las misiones de Meta y Cuiloto: para hacerlo con la extensión y claridad posible y que se logre el éxito, caso que la empresa se realice, es preciso suponer, primero, que las iglesias así como las casas de los antiguos pobladores enteramente desaparecieron. Segundo, que igual suerte sufrieron los fondos que se establecieron en el principio de su fundación, para socorrer los indígenas de ambas misiones y manutención de sus iglesias consistentes en ganados y bestias que se sacaron de las haciendas de Macuco, Guanapalo, Surimena y Casimena. Tercero, que los indígenas se han retirado a los montes y recobraron su primitiva salvaje vida‖. (Camacho, 1823, fis. 652,653; 1823, fis. 604-607; Lee, otros, 1824,fls. 888-893).

Muchos otros testimonios de la época dan cuenta de la precaria situación económica de los Llanos, que hacía imposible la adecuada administración de la región, lo mismo que del

289 lamentable estado de las poblaciones. En 1824, cuando renunciara el Juez Político ordinario del Cantón Oriente,, Teniente Coronel Getónimo Nabas, el Gobernador de Casanare solicitó al Gobierno Superior que no se aprobara la renuncia en referencia ya que durante la administración de Nabas habían mejorado considerablemente los pueblos, ―o por mejor decir, él los ha creado de nuevo, pues se hallaban en una lamentable languidez y desolación‖. El mismo Gobernador atribuyó la causa de la renuncia de Nabas a las dificultades económicas de la administración. regional, de ahí el pago inoportuno de los sueldos por falta de compradores de ganados y de la notable. escasez de caballos que impedían la administración de las haciendas, de donde se satisfacía tal salario (Nabas, 1824, fis. 256, 257). Por los mismos años la Junta Provincial de Casanare solicitó la construcciÓn de varios puentes y la composición de caminos, ya que la falta de aquellos y el mal estado de éstos obstaculizaban el comercio y las comunicaciones de dicha Provincia con las de la antigua- Nueva Granada. La misma Junta planteó la necesidad de la ―reducción de los bárbaros indígenas‖, labores todas éstas que en conjunto debían emprenderse para ―desarrollar la riqueza que hoy está muerta‖ (Junta Provincial, 1825, fi. 224). No sólo el mal estado de los caminos sino también el dominio territorial que sobre algunas áreas habían alcanzado por entonces los Guahibos, ‗contribuyó a agravar ‗la ostensible crisis económica de los Llanos y la tuina de las poblaciones que ya desde las guerras de independencia se había iniciado... a todo esto se sumó la epidemia de viruela:

―Notoria y sabida es la cruel persecución que los habitantes de esta provincia sufren de los bárbaros llamados guagivos; pero en ninguna parte los peligros son mayores que en el tránsito de esta capital al cañón de Arauca. El comercio y las comunicaciones casi están obstruidas de una a otra, a causa de que no pueden viajar dos o tres personas solas sin arriesgar su vida a eminente (sic) peligro como la triste experiencia los acredita. ¡Cuántos han sido asesinados en aquellos desiertos y pasos montuosos y difíciles de los ríos y caños que hay que atravesar!. La dificultad y el riesgo momentáneamente se aumentan con la destrucción que van experimentando las parroquias de Tame, Macaguane, Betoyes y Cuiloto. Situadas éstas en el tránsito, son un apoyo y consuelo a los pasajeros y temor a los salvajes. Como se compongan de indígenas, gentes miserables, por consecuencia de la viruela, y aun de las exacciones que se les [ilegible) de numerosas que eran han quedado reducidas a tan corto número de vecinos que ninguna alcanza aciento...‖. (Junta Parroquial, 1825, fis. 103,104).

290

Lámina de la Comisión Corográfica. Mediados del siglo XIX

Frente al obstáculo que, según las autoridades regionales de la época, constituía la existencia de ―indígenas salvajes‖, se solicitaron recursos económicos y se propusieron posibles estrategias pata su reducción. Una de estas consistía en ―darles socorros de carne y algunas herramientas‖ a los ―indígenas errantes que salen a las poblaciones del Meta en capitanía de 200 y 300‖, haciendo uso de los virtuales reçursos de las haciendas. Se sugirió, además, que estos socorros de carne y herramientas debían ser entregados a Siriaco Córdoba, hombre blanco que vivía entre los indígenas errantes, todo lo cual tenía como principal fin fundar poblaciones, ya que eran ―muchos los indígenas que podían civilizarse en las costas del Meta, Casanare y del Arauca‖, poblaciones que serían guiadas por cuatro o seis hombres que les enseñarían a los nativos a ―trabajar, a construir sus casas, a que los mantengan siempre reunidos, y a que cuiden las herramientas y demás con que sean auxiliados‖ (Camacho,. 1826, fi. 237). Sin embargo, la puesta en práctica de las estrategias sugeridas significaba la disponibilidad de recursos económicos, los cuales eran escasos, tanto por el estado de ruina que en la región había causado la guerra (especialmente en cuanto al bajo .número de ganados), como por la saca ilícita hacia Venezuela de las pocas cabezas de vacunos que hablan quedado después de la guerra:

―... la actual situación de este Cantón (Chire) es dueña de la más grande compasión a consecuencia de la suma pobreza e infelicidad que envuelve a sus habitantes los que la mayor parte son indígenas infelicísimos, pues uno y otro que tengan algunos cortos bienes en ganados vacunos, perdieron la mayor parte de ellos en el año próximo pasado de 1826, que por algunos extra i dores (sic) de ganados de esta provincia para la de Venezuela actualmente se lo llevaron, dejándoles por este medio infeliz, en virtud que como apenas

291 empezaban a procrear por rebaños muy pequeños por muy pocos que les quitaron los dejaron destituidos, siendo tan verídico que con excepción de cinco individuos que residen en toda la comprehensión del Cantón que tienen un medio pasar, el resto de habitantes deben titularse mendigos pues no piden limosna por un acto de virtud, todo promovido de los motivos siguientes: primero, y principalmente el que la guerra pasada desoló a este Cantón con tal efecto que hasta el año 1821 no se veía en toda la extensión de sabana que comprende a éste, que es desde el río Cravo al de Aríporo, un solo mueble de la especie cabalgar o vacunos, pues todo se había consumido por las tropas republicanas y nada por los españoles, debiendo o llegaban (sic) con verdad que ninguno de los cantones de esta provincia le iguala a éste en la destrucción y desolación, y sin que parezca temeridad el asegurar que de todos los cantones de que se compone la República, apenas se presentará igual a éste en los padecimientos, y patriotismo, lo que por su notoria publicidad físicamente está probado, sobrepasándole en mayor grado de las otras parroquias de este Cantón, la ciudad de Chire que no tan sólo cooperó con todos sus habitantes; que la mayor parte murieron en la lucha de la independencia, sino con todos los intereses de que existía, pues con todo contribuyó para sostener las emigraciones y tropas de la República, no reservando ni los vasos sagrados y demás fincas destinadas al servicio del culto divino, su cofradía de donde se cubría la congrua sus tentativa del curay oblata, todo, todo lo tomó el Estado y hasta la fecha apenas se le han devuelto cuatro piezas de las del servicio del templo, lo que se ha conseguido en virtud de los repetidos reclamos hechos por esta municipalidad y por último de sus sacrificios incendiado por las tropas republicanas con el objeto de que no se refugiase en él las tropas enemigas, todo lo expuesto ha impedido e impedirá el que se conserva y progreso este cantón, (sic) inter la representación nacional en mérito del relato que quedó hecho no le facilite su felicidad concediéndole algunas exensiones de algunos de los pechos con que se hayan gravados sus habitantes con el de la captación y el de estipendio con que se hayan gravados los indígenas de las parroquias conocidas antes con el nombre de Casanare, cuyo gravamen no alcanzaban a cubrir por impedírselo su actual estado de pobreza y que cuando se llega el caso de ejecutarlos al pago de algunas dichas pensiones por sus res prctivos jueces toman el arbitrio de fugarse a los montes con sus familias, de donde jamás vuelven; efecto físico y que en grado excesivo de pocos años a esta parte, ha causado la despoblación de dichas parroquias...”. (Moreno, 1827, f l s. 183-186).

Las guerras de independencia no sólo causaron una notable escasez de recursos y la disminución sensible del comercio regional e interregional sino, además, la pérdida de los sistemas de control sobre aquellos núcleos de población indígena que durante el siglo XVIII estuvieron adscritos a pueblos y misiones. El caso de los Tunebo, que habían estado sujetos durante el período colonial al régimen de doctrina, constituye un ejemplo de la nueva situación que se planteara en la primera mitad del siglo XIX: éstos habían conformado núcleos de población en zonas de refugio que estaban al margen del control

292 político-administrativo y religioso y habían adquirido la condición de ―infieles‖, motivo por el cual el nuevo té gimen expidió decretos para lograr su ―conquista‖ y ―civilización‖:

―Habiendo extendido la visita de provincia hasta los pueblos de Güicán y Chiscas situados al pie de la sierra donde están radicadas considerables porciones de indígenas infieles, que son allí conocidos con el nombre de Tunebos, he hallado un objeto bien digno de la benignidad y celo del gobierno. Confieso que carecía de esta noticia y al ver la facilidad con que se pueden atraer éstos a la religión, e introducir civilidad entre ellos, he creído de mi deber buscar arbitrios para este fin ".

―Ofíciese a los curas de las parroquias de Chiscas y de Güicán, diciéndoles que esta prefectura ha propuesto al supremo gobierno la conquista y civilización de los indígenas tunebos, que para dar órdenes del caso, el gobierno quiere conocer por menor los medios que podrán adoptarse para reducirlos a poblado y civilizarlos; que para evacuar este informe la prefectura quiere oír lo que sobre el particular dirán y aconsejarán los expresados‘ curas...‖. (Prefectura, 1829, fás. 200, 202).

El abandono de fundaciones y pueblos por parte de los indígenas fue una constante histórica regional durante la segunda mitad del siglo XIX. Las autoridades locales consideraban que ―la fuga de los naturales hacia los montes‖ se debía al cobro de la contribución personal con la cual no podían cumplir los indígenas dado que ―en aquellos pueblos no se encuentran vecinos blancos agricultores o criadores que los puedan ocupar, siendo para ellos muy dificultoso hallar dinero si no es ausentándose a tres o cuatro días de distancia a hacer trabajo, como al cantón de Arauca y al del centro‖. En el año de 1830 se produjo la fuga de ―los indígenas de Tame y Betoyes por cobrarles la contribución personal‖ y en consecuencia se propuso que el prefecto de Boyacá ptocutata formar una milicia de hombres blancas y honrados que se encontraran en los pueblos para la reunión de los indígenas que se habían fugado y para la ―recolección‖ de, los que habían variado de domicilio, lo mismo que para el control de los testantes (Osorio, 1830, fis. 140,140a; Vesga, 1829, fls, 147,148). Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos para adelantar las‘ acciones sugeridas, tendientes a evitar la fuga de los indígenas hacia los montes, fueron pocos los resultados conseguidos dada la escasez de recursos económicos, tanto en la instancia regional como en la ―nacional‖, lo cual impidió la vinculación y sostenimiento de misioneros y milicias, reduciéndose la capacidad de control de las autoridades locales frente a los grupos nativos, que poco a poco fueron recobrando su vida ―errante y salvaje‖ y retornando a su estado ‗‗gentil‘‘ haciendo suya una territorialidad cada vez más amplia con base en patrones de caza, pesca, recolección y horticultura, configurándose así una nueva situación sociocultural en la historia dé los Llanos, a cau6a de la crisis económica y político-administrativa del nuevo régimen cuyos sistemas de control y de poder no alcanzaban los linderos de las extensas llanuras.

293

La obra adelantada por la Comisión Corográfica entre los años de 1855 y 1856, y dirigida por el General Agustín Codazzi, permite establecer el retorno de distintas etnias y grupos indígenas a sus territorios tradicionales después de las guerras de independencia que habían provocado un notable declive demográfico (de ―libres‖, ―mestizos‖ e indios de las reducciones) y, con ello, una disminución de las presiones sobre la población nativa. Aquellos miembros de las sociedades indígenas que habían sobrevivido gracias a haberse internado en zonas de refugio y, en consecuencia, libres de las ―pestes y las enfermedades‖, hicieron posible la reconstrucción dé grupos que progresivamente ocuparon aquellos territorios donde años antes misioneros, hacendados y colonos se habían establecido. La observación de las fuentes cartográficas elaboradas por la Comisión en referencia, a mediados del siglo XIX, así lo demuestran.

En este contexto de recuperación demográfica y de acceso a sus territorios tradicionales, los grupos indígenas sobrevivientes volvieron a encontrar en el cultivo del maíz, de la yuca (dulce y amarga), lo mismo que en la caza, la pesca y la recolección, las fuentes básicas para su reproducción. Las ―Noticias de la Comisión Corográfica‖ dan cuenta de la situación general indígena en los Llanos por el año de 1856, de sus actividades, del aprovechamiento de los recursos y de sus características socioculturales.

Según la apreciación de los miembros de la Comisión Corográfica, y particularmente de Agustín Codazzi, no habría sido difícil reducir estos distintos grupos indígenas a la ―vida social‖, y sus ―limitadas facultades intelectuales‖ se modificarían con el tiempo y ―con la mezcla con otras personas más inteligentes que ellos‖. Según el concepto de la Comisión en referencia, estas ―razas‖ no habían progresado. Por el contrario, habían disminuido por el efecto de las pestes y de las enfermedades, muchas de las cuales no conocían antes, como la viruela y el sarampión que habían ―hecho estragos y destruido razas enteras‖. Codazzi comentaba que en sus viajes al alto Orinoco observó que ―ríos enteros habían quedado sin un solo poblador‖, porque los indios habían muerto de sarampión excepto algunos que se habían internado en la selva huyendo de la enfermedad.

El mismo Codazzi, en su condición de director de la Comisión Corográfica,. consideró como los dos más grandes obstáculos para el desarrollo de la Provincia de Casanare, la existencia de los indios y las condiciones climáticas del territorio. Estimaba que ―para hacer retroceder a estos bárbaros se necesitaría de una gran población, la que no podía llegar sino paulatinamente. El mismo geógrafo observaba que por entonces era imposible hacer la guerra a los indios o emprender su reducción total, pero creía que no era difícil alejar sus incursiones (Ardila, Lleras, 1985, pp. 262, 263). En síntesis, las medidas propuestas por la Comisión para ―poblar los Llanos Orientales‖ consistían en la mezcla de los nativos con una ―gran masa de población‖ (no indígena), lo mismo que la distribución entre ellos de herramientas y regalos:

294

“No debemos creer que los indios de Casanare y Meta se podrán reducir con discursos ni aprendiendo la doctrina cristiana. Esas cosas se conseguirán más tarde, cuando una gran masa de población se haya mezclado con ellos y hayan formado una raza distinta, como ha sucedido con las demás partes de la república.

Entre tanto se debería hacer lo que hacían en otra época los misioneros, sirviéndonos en lugar de éstos, de hombres de color, acostumbrados no solamente al clima, sino a tratar con tribus.

Estos tendrán el título de Capitanes pobladores y se les daría lo necesario para atraer con regalos algunas familias a vivir en ciertos puntos sobre el río Meta. Allírecibi rían herramientas, levantarían chozas y se les daría carne y vestuario... Naturalmente el capitán poblador habría de dar a sus indios participación en las ganancias, para que con ellos podrían formar siembras de tabaco y café”. (Ardila, Lleras, 1985, p. 266).

Efectivamente, la incursión de contingentes de población que en calidad de extractores (de quinas, garcetos; pieles, etc.) y que en condición de colonos fueron ingresando y estableciéndose en los Llanos desde finales del siglo XIX y a lo largo del siglo XX, generaría procesos de ocupación y poblamiento estructuralmente diferenciados de aquellos que habían permitido hasta entonces la reproducción de los grupos nativos y, literalmente, harían ―retroceder a estos bárbaros‖, los indios, como expresara Codazzi. Desde mediados del siglo XIX se emprendió una guerra de exterminio, especialmente contra los Guahibos, Cuivas y Chiricoas... esa guerra continuó a lo largo del siglo XX.

BIBLIOGRAFÍA

Angarita, Francisco. ―Informe sobre Chisca y Güicdn, pueblos de misiones, y su despoblamiento por obligársele a los indios a pagar tributo‖. Archivo General de la Nación, Sección República; Fondo Indios, Tomo I; folio 90. Año 1820.

Ardua, Jaime y Llera,, Camilo, Batalla Contra el Olvido, Bogotá, 198S

Blanco, J.F. ―Informe sobre los ataques realizados por una partida de naturales y de zambos, comandada por el negro Zabala, contra los pueblos de Misiones Archivo General de la Nación, Sección República; Fondo Indios; Tomo 1; folios 1088.1091. Año 1820,

Camacho, Salvador. ―Cuadro general del censo de la Provincia de Casanare, Departamento de Boyacá‖. Archivo General de la Nación, Sección República; Fondo Congreso; Tomo 24; folios 589.596. Año 1823.

295

Camacho, Salvador. ―Solicitud de Adjudicación de curas para los pocos indios que han quedado en los pueblos‖. Archivo General‘ de la Nación, Sección República; Fondo Curas y Obispos; Tomo 14; folios 604-607. Año 1823.

Camacho, Salvador. ―Informe sobre los socorros de carnes y herramientas entregados a los indígenas errantes del Meta‖. Archivo General de la Nación, Sección República; Fondo Indios; Tomo 1; folio 237. Año 1826.

Codazzi, Agustín. Descripción de la Provincia de Casanare. Manuscrito, -1856. Biblioteca Nacional de Turín, Italia, Fondo Cora, 5 III 21161.

Corregidor. ―Informe del Corregidor Juez Político del Departamento de Chita, sobre el tributo indígena‖. Archivo General de la Nación, Sección República; Fondo Indios; Tómo I; folios 86,87. Año 1820.

Gobierno Supremo. ―Informe dirigido al Gobierno Supremo sobre la Provincia de Casanare‖, Archivo General de la Nación, Sección República; Fondo Congreso; Tomo 24; folio 592. Año 1822

Informe. ―Informe sobre Terrenos Baldíos. Llanos de Casanare‖. Archivo General de la Nación, Sección República; Fondo Secretaría del Interior y Relaciones Exteriores; Tomo 153; folios 868.873. Año 1825.

Junta Provincial. ―Denuncia elevada por la Junta Provincial sobre la persecución que sufren los habitantes de Casanare por parte de los bárbaros Ouahibos‖. Archivo General de la Nación, Sección República; Fondo Indios; Tomo 1; folios 102,104. Año 1825.

Junta Provincial. ―Solicitud de recursos elevada por la Junta Provincial para la composición de caminos y la reducción de indígenas bárbaros‖. Archivo General de la Nación; Sección República; Fondo Indios; Tomo 1; folio 224. Año 1825.

Lee, Ignaéio; otros. ―Solicitud‘ de los indígenas de la Parroquia de Manare par que se les provea cura y se les exima del pago del mismo por la condición, infeliz en que los dejó la guerra‖. ArchivoGeneral de la Nación; Secció, República; Fondo Indios; Tomo 1; folios 888.893. Año 1824.

Montaña, José Antonio. ―Solicitud del Síndico Procurador Municipal Interin del Cantón de Sogámoso para que se deélaren exentos del pago de la contribuciones civiles a los indios de su jurisdicción‖. Arçhivo General de la Nación, Sección República; Fondo Indios; Tomo 1; folios 80,81. Año 1821

Moreno, José Nepomuceno. ―Solicitud para que se exima del pago de tributos los indios por su deplorable estado de pobreza‖. Archivo General de la Nación Sección República; Fondo Indios; Tomo 1; folios 65, 72-75, 77. Año 1829.

296

Moréno, José Nepomuceno. ―Solicitud para que se exima a los indios del pago de algunas obligaciones (capitación, estipendio y oblata) y fuga de éstos a los montés‖. Archivo General de la Nación, Sección República; Fondo Indios; Tomo 1; folios 183-186. Año 1827.

Navas, Gerónimo. ―Carta de renuncia del Juez Político del Cantón & Oriente. Macuco‖. Archivo General de la N2ción, Sección República; Fondo Indios; Tomo I; folios 256,25 7. Añp 1824.

Osorio, N. ―Informe del Prefecto de Boyacá sobre la, fuga de los indígenas de lame y Betoyes por cobrárseles la contribución personal‖. Archiso General de la Nación,‘Sección República; Fondo Indios; Tomo I; folios 140,140a. Año 1830.

Pérez, Felipe. Geografía General Física y Política de los Estados Unidos de Colombia y Geografía Particular de la Ciudad de Bogotá. Imprenta de Echeverría Hermanos, Bogotá, 1883.

Prefectura. ―Propuesta de la Prefectura del Departamento de Boyacá para la reducción de los indígenas Tunebo‖. Archivo General de la Nación, Sección República; Fondo Indios; Tomo 1; folios 200,202. Año 1829.

Vesga, Francisco Javier. ―Exposición de motivos sobre la necesidad del cobro de tributos a los indios y la fuga de éstos a los montes produciéndose la extinción de los pueblos‖. Archivo General de la Nación, Sección República; Fondo Indios; Tomo 1; folios 147-148. Año 1829.

297

AVENTUREROS, CRONISTAS Y CIENTÍFICOS EN LA ORINOQUIA MARIO MEJIA GUTIERREZ

El recuento de exploradores, viajeros y científicos en la Orinoquia podría presentarse al menos en dos grandes períodos: colonial y republicano, excusando referencias a los viajeros de la mitología indígena.

La época colonial se manifiesta en correlación con las tres políticas metropolitanas que se sucedieron en la administración de los asuntos americanos: la de los Reyes Católicos, la de los Austrias y la de los Borbones.

La época republicana, a su vez, acusa la influencia del balance de poder entre Europa (en particular Inglaterra) y los Estados Unidos de América con respecto a sus intereses en Sudamérica. Desde luego ocurrió alguna expresión de nacionales en la exploración de los territorios de cada país. El presente relato llega hasta la década de 1950, es decir, hasta una época en que los aventureros de sello personal han sido ya reemplazados por empleados de instituciones. No nos referiremos a la labor de estas instituciones ni de sus contratistas.

Período de los Reyes Católicos (1492-15 19)

Inocencio VI concedió en 1486 la Bula del patronato a los Reyes Católicos, donde la cooperación entre la Iglesia y el Estado cae bajo la dependencia de este último, al acceder al derecho de proponer candidatos a los nombramientos eclesiásticos. En Bulas de 1493 Alejandro VI otorgó a los Reyes Católicos el derecho exclusivo de evangelización. El "Pase Regio" de 1538 facilitó luego a los Habsburgos controlar toda disposición eclesiástica a las áreas de conquista, y poner en marcha la política de "reducciones" (a cargo frecuentemente de misioneros), paralela a la de "encomiendas" (casi siempre a favor 'de los militares conquistadores).

Las "capitulaciones". constituyeron el inicial instrumento descubridor de los Reyes Católicos, modalidad qué sería heredada por los Austrias o Habsburgos.

Fue Fernando. el Cátólico quien en 1514, determinó convertir la aventura, americana en empresa estatal de colonización, hecho que ocurre con la expedición de Pedrariás a Urabá (Alvarez, 1944). El teólogo Francisco de Cobos redactó para ésta empresa el famoso "requerimiento".

"...y al cabo de diez y siete días los cuales nuestro señor me dio de próspero viento, martes 31 de julio de 1498 a medio día nos amostró tierra, e yo la esperaba el lunes antes... . Esta vez no fue Rodrigo Triana quien gritó tierra! sino Alonso Pérez a la vista de Trinidad. A continuación Colón (en su tercer viaje) explora las costas del Orinoco:

"torno a mi propósito de la tierra dé Gracia y rió y lago que allí hallé, a tan grande que más se le puede llamar mar que no lago mas yo muy asentado tengo en el ánima que allí donde dije es el Paraíso terrenal..." (Gómez. 1978); es el Mar Dulce de Colón.

Alonso de Ojeda, compañero de Colón en su segundo viaje, contaba con el apoyo de su homónimo y primo, inquisidor de España, íntimo del obispo de Burgos Juan Rodríguez Fonseca, malqueriente de Colón. Es así como el de Burgos favorece la aventura de Ojeda, financiada (no por la corona, que ya había adquirido compromisos con Colón) sino por comerciantes de Sevilla. En esta expedición vienen Juan de la Cosa; para morir en Turbaco, Américo Vespucci, para dar un nombre al continente, y Juanoto Berardi, proveedor de armas, agentes de los Médicis y representante de Colón ante la corte. Zarparon el 18 de mayó de 1499. Su periplo por las costas del norte de Sudamérica los llevó desde las Guayanas hasta Urabá, ésta la gobernación concedida a Ojeda.

Al poco tiempo de Ojeda zarparon Alonso Niño (compañero de Colón en dos viajes) y Cristóbal Guerra, arribando al Golfo de Paria y regresando a España a principios de 1500.

299

Vicente Yáñez Pinzón avistó costas del Brasil en enero de 1500. A su regreso, costeando, es bautizado el Orinoco como río Dulce; al retorno, cargado de palo brasil para tintorería de textiles, hizo escala Yáñez en La Española el 23 de junio de 1500.

En febrero de 1500 salió de España Diego de Lepe, quien viajó hasta cabo San Agustín (Brasil) en cacería de esclavos. Cristóbal Guerra especializó su segunda expedición a Paria enel "rescate" de perlas (Gómez 1978).

Con Colón, Ojeda, Niño, Yáñez, Guerra y Lepe se cierra el período de los Reyes Católicos, para Continuar con el de los Austrias.

Período de los Habsburgos (1519 - 1700)

Los jesuitas fueron en Sudamérica los principales (y a veces únicos) ejecutores de la política imperial y misional, mediante las "reducciones" de los Llanos, Maynas, Quijos, Chiquitos y Guaraní, que constituyeron la real posesión española en la indefinida frontera luso-española, donde cada una de estas coronas realizaba operaciones expansivas. Expulsados por los Borbones en 1767, al ser considerados un peligro político para la "modernización ilustrada", los jesuitas constituyen la fuente fundamental de crónica exploradora y viajera de los Llanos de Colombia: Gumilla, Rivero, Gilij, Cassani son los cronistas más conocidos de aquella época; Mercado, por el contrario, es el menos mencionado de este grupo.

Dos aventureros inauguran el período de los Austrias: Juan Berrío o Berrío de Queixo, en 1520, fracasando en forzar las barras del río y regresando con el nombre del curso bajo: "Uyaparí"; allí naufragó Juan Cornejo en 1531. (Gómez, 1978).

Diego de Ordaz, 1531-32, remontó el Orinoco desde el mar en extensión del orden de mil kilómetros, hasta los grandes raudales a la altura de Ayacucho, virando luego, guiado por el indígena Tanate, por las bocas del Meta hacia arriba. Este buscador de Eldorado, había ganado de Carlos V escudo de armas y títulos de comendador de Santiago y adelantado del río Marañón por sus aventuras al lado de Ojeda, Juan de la Cosa, Cortés y Velázquez. Fue el primer europeo en. escalar el Popocatepetl. El 20 de mayo de 1530 se firma su capitulación:

"...primeramente vos doy licencia e facultad para que por nos y en nuestro nombre y de la corona real de Castilla podays conquistar y poblar las dichas tierras y provincias que hay desde el dicho río del Marañón hasta el cabo de la Vela de la gobernación de los dichos alemanes en que puede ayer dozientas leguas de costa poco más o menos con tanto que no toqueys en cosa alguna que sea dentro de la demarcación del serenísimo Rey de Portugal nuestro hermano...

Zarpó Ordaz de San Lúcar de Barrameda el 20 de octubre de 1530. Sus tenientes Jerónimo de Ortal, Alonso de Herrera y Alvaro de Ordaz, sucedieron a Diego de Ordaz en las

300 exploraciones del Orinoco con insuceso. Fue envenenado por su rival Ortiz de Matienzo en viaje de dilucidación de discordias a la Real Audiencia de Santo Domingo. Antonio Sedeño compitió con Ortal desde la gobernación de Trinidad, y murió rumbo al Meta, "enyerbado por cierta india esclava". Se atribuye a Diego de Ordaz la fundación de efímera vida de Santo Tomás de las Guayanas en 1532, cerca de las bocas del Caroní en el Orinoéo (Gómez, 1972; Mejía, 1993). Herrera reconoció el Meta ampliamente en 1535 (Acevedo, 1974). Mientras Ordaz y sus tenientes invirtieron la década de 1530 buscando El dorado de Manoa por el Orinoco y el de los Andes por el Meta, los Welsers creyeron hallarlo por el piedemonte del Llano: desde Coro-Venezuela los agentes de los Belzares, banqueros alemanes financieros de Carlos V, buscaron el paso hacia el Birú por el pie de monte de la Cordillera Oriental,, llegando hasta los ríos Caguán, Guaviare y Vaupés de una parte, y hasta Cundinamarca por otra: Jorge Hobermuth von Spira 1536, Nicolás von Federman 1538, Felipe von Hutten 1541. Se atribuye a Federman la fundación de nuestra Señora de Fragua en 1538, que se repetiría 18 años después como San Juan de los Llanos, en cercantas del río Guape, tributario del Ariari, por Juán de Avellaneda, subalterno de los Quesadas de Santa Fe de Bogotá (Acevedo, 1974; Mejía, 1984; Arciniegas, 1988).

El clan de los Quesadas organizó diversas aventuras hacia Oriente: Hernán Pérez de Quesada, 1542; Juan de Avellaneda, 1555; Frañcisco Pérez de Quesada, 1556; Antonio de Berrío y su hijo Femando, 15 84-97, y luego su nieto Antonio de Mendoza.

Hernán Pérez de Quesada explora los piedemonte del Caquetá y del Putumayo, 154 1-42; mueren siete mil de sus ocho mil indios cargueros; la expedición es licenciada en Sibundoy, valle que ya venía siendo conquistado y colonizado desde Pasto (Mejía, 1993). Hernán se titulará después "descubridor del país de la canela" (Arciniegas, 1988).

Mocoa y Ecija de los Sucumbíos son fundadas en 1556 por Francisco Pérez de Quesada para explotar con brazos de indio placeres auríferos. Estos poblados son pronto destruidos por las tribus cofanes y encabelladas (Mejía, 1993).

Ambos hermanos, Hernán y Francisco, mueren de rayo en puerto sobre el Magdalena mientras viajaban a Cartagena para dirimir sus pleitos con los Lugo de Santa Marta, ante la llegada del visitador Diez Aux de Armendáriz (Arciniegas, 1988).

El 27 de octubre de 1561 le es cortada la cabeza, después de arcabuceado, a Lope de Aguirre, apodado "el tirano", "en el amplio escenario que tenía por fondo a Barquisimeto". Aguirre había desembarcado su tropa (en especial sus enfermos) en la isla de Margarita, bahía de Paraguache, ,hoy de El Traidor, el 20 de julio de 1561. Su ingreso por el Orinoco probablemente buscara la reconquista del Birú, quizás retomando por el Casiquiare al Amazonas. Esta célebre aventura venía siendo planeada por el virrey del Perú y marqués de Cañete Don Andrés Hurtado de Mendoza desde 1559, con el objeté de ocupar a los levantiscos del Perú y de Quito en la conquista del país de Omagua o de Eldorado.

301

Partieron los guerreros desde el Cuzco, vía Quito, a los astilleros de Topesana en el Huallaga, de donde zarparon el 26 de septiembre de 1560. El lo. de enero de 1561, el jefe de la partida, Don Pedro de Ursúa (el enamorado de Doña Inés de Atienza) fue asesinado por Aguirre en las bocas del Putumayo. Dice Aguirre en su carta de rebeldía a Felipe II: "...a la salida que hicimos del río de las Amazonas, que se llama el río de Marañón, vine a una isla de cristianos que se llama La Margarita... (Gómez, 1978).

En febrero de 1569, saliendo de Santa Fe de Bogotá, Gonzalo Jiménez de Quesada, ya con setenta años, expedición a desde sus encomiendas del piedemonte llanero con 300 españoles, 1.500 indios, 1.100 caballos, 600 vacas, 800 cerdos, buscando El dorado hacia Guayana (Manoa); al cabo de dos años y medio regresan a Bogotá cincuenta españoles y treinta indios. Se calcula en 150 mil ducados la inversión personal de Quesada en esta entrada (Mejía,1993; Arciniegas, 1988).

La uva caimarona o camuirró (Pourouma cecropiaefolia) es descrita por el cronista. en textos de Elegías de varones ilustres de indias(Patiño, 1985), con motivo de este viaje. No obstante el alto costo de su aventura, Gonzalo Jiménez de Quesada obtiene la gobernación de El dorado. Dice en su testamento:

"Declaro por mi sucesor en la segunda vida de la dicha gobernación de Eldorado al capitán Antonio de Berrío, marido de Doña María (de Oruña), mi sobrina, o si él fuese muerto, a su hijo mayor (Fernando), y asilo suplico a su majestad lo conforme a la merced que me hizo de ello"(Arciniegas, 1988).

En 1574 se llevó a cabo la segunda tentativa de Don Pedro Malaver de Silva en busca de Eldorado; de sus 170 hombres sólo sobrevivió Juan Martín de Abújar quien de prisionero de los indios pasó a cacique, fugándose luego a Margarita (Gómez, 1978). Don Antonio de Berrío era veterano de guerra en Lombardía, Flandes e Italia, y contra moros en Africa. Fue el primero en establecer la ruta Bogotá - río Casanare - Meta Orinoco - Guayana - Trinidad en 1584 -86;. llamó al río Meta, Candelaria; fundó el efímero poblado de Santísimo Sacramento en el estrecho de Barraguán (entre las bocas del Meta y del Apure). En su segunda viaje desde Bogotá, 1591 93,fundó en Trinidad a San José de Oruña; un poco más arriba del complejo del delta pobló Santo Tomás de Guayana en 1593, lo que ahora se llama los Castillos de la Guayana; luego promovió mediante su teniente Domingo de Ibargoen y Vera la más numerosa expedición del siglo XVI a América: familias enteras hasta 2.000 personas, 20 capitanes, 22 religiosos, zarparon de San Lucár de Barrameda el 23 de febrero de 1596. A la vista estaba Eldorado, hacia Manoa como lo informara a Berrío el cacique Morequito. Tan lucida esperanza se esfumó prónto: desaveniencias con el gobernador Vides de Cumáná por disputas territoriales, fracaso del capitán Alvaro Jorgé con la flor de lbs soldados en busca de Manoa, y aparición de Raleigh en escena: quemó a santo Tomás y tomó preso a Berrío; luego de liberado, murió Berrío en 1597 en Santo Tomás a la edad de 75 años. (Gómez 1978). Con la expedición de Berrío, 1596, vino a

302

América el jesuita Bernabé Cobo, de vocación naturalista, quien pasó a Santo Domingo en 1597 y a Cartagena en 1600; de 1629 a 1642 trabajo en Centroamérica, y luego se radicó en Lima, donde murió en 1657. De su extensa obra Historia del Nuevo Mundo los libros qóinto y sexto tratan de plantas americanas, en general peruanas. Su permanencia en el bajo Orinoco fue fugaz (Patiño, 1985).

El lugarteniente de Raleigh, Lawrence Keynes, informó a Europa sobre el curare en su segundo viaje (1617-18). Sir Walter Raleigh, poeta, filósofo, historiador, marino, cortesano, inventor, estadista, pirata, iniciador del imperio inglés, en 1595 organiza su primera aventura guayánica, dos más en 1615 y una cuarta en 1616. En su fantasioso libro El descubrimiento del vasto, rico y hermoso imperio de la Guayaná recoge la leyenda de los hombres-rayas, de Sipapo, que tienen la boca en el ombligo. Según Raleigh "Guayana. es un territorio que nunca ha sido saqueado ni explotado, la tierra jamás ha sido arada ni la bondad del suelo ha sido nunca abonada, las tumbas no se han abierto para sacar el oro, las minas no se han excavado ni los templos se han saqueado...". "El soldado común peleará por el oro, y se podrá pagar a sí mismo sin encogimiento con patenas de medio pie de anchas...". Encerrado 13 años en la Torre de Londres bajo el cargo de conspiración contra el rey Jacobo (sucesor de la "Reiná Virgen", Isabel), se dedicó a meditaciones y artes de laboratorio de donde resultó su monumental obra Historia del Mundo. Pierde su cabeza, mejor dicho se la cortó el verdugo en 1618, al regreso de su cuarta piratería, porque ya tenía perdida desde 1595 cuando empezó a soñar con Eldorado de Mánoa y desde que su hijo murió en lucha con los españoles en 1616 (Mejía, 1993; Gómez, 1978).

Don Manuel Martín de Mendoza y Berrío, sucesor de Fernando Berrío (hijo éste de Antonio), costeó al jesuita Dionisio Mesland para que hiciera fundaciones en la Guayana.

303

Don Martín fundó en 1643 el Triunfo de la Cruz y Nueva Cantabria del Orinoco, efímera, aunque próspera, cerca de la actual Cabruta (Gómez, 1978).

Desde temprano el siglo XVII, los jesuitas venían construyendo sus reducciones: Paraguay desde 1609, Casanare desde 1611, Maynas desde 1619. El origen jurídico de esta forma político - religiosa se atribuye a las leyes de Burgos, 1512; a las instrucciones a los padres jerónimos, 1516; a las Nuevas Leyes, 1545; la reducción en poblados había sido propuesta por Fray Bartolomé de las Casas, 1516, quien fracasó en su intento en Cumaná, 1520 (Iribértegui, 1987).

El jesuita Pedro de Mercado nació en Riobamba (Ecuador) en 1620; ingresó a la Compañía en Quito en 1636 y pasó al Nuevo Reino en 1655 como párroco del real de minas de Santa Ana (Falan, Tolima). Fue rector en Honda en 1659, maestro de novicios en Tunja en 1667, rector de la Universidad Javeriana en Santa Fe en 1687, viceprovincial en 1689. Murió en 1701 en Santa Fe. La Historia de la provincia del Nuevo Reino y Quito de la Compañía de Jesús, del padre Mercado, cubre el período 1618 - 1683. Algunos de los párrafos de la obra del padre Rivero son copia textual de Mercado y"puede decirse que la mayor parte de la obra del padre José Casani, Historia de la Compañía de Jesús de la provincia del Nuevo Reino de Granada, no es sino un resumen y arreglo de la obra del padre Mercado (según el jesuita Juan Manuel Pacheco en el prólogo de la edición de la mencionada Historia del padre Mercado, 1957 (Biblioteca de la Presidencia de la República de Çolombia).

La alianza de la casa Berrío con los jesuitas obra durante la Gobernación concedida a aquellos. Don Fernando Arias de Berrío confía su doctrina de Chita a lo~ jesuitas y desde allí visita con el padre Miguel Jerónimo de Tolosa las fundaciones de Morcote, Támara y Pauto, que son luego asistidas respectivamente por los padres Diego de Acuña, Josef Dadei y Domingo Molina. Las expediciones de Raleigh dan al traste con el poder de los Berrío. En consecuencia, la Guayana y cayendo cada vez más en la órbita de las gobernaciones de Venezuela.

En 1660 el padre provincial, Hernando Cabero, reinicia la intervención de la Compañía en el Llano con., la exploración de los padres Francisco de Alvarez y Prancisço Jimeno, quienes recorrieron territorios de Pauto, Casanare y Cravo. En consecuencia la Compañía trasmutó la próspera doctrina de Tópaga por la pobrísirna de Pauto, fundando en el puerto de Casanare.

"a la banda que mira al Nuevo Reino..., el pueblo San Salvador del puerto de nurnerosisirna nación ajagua..., y posteriormente 1661-64 a Tame entre los giraras, a Nuestra Señora del Pilar de Patute entre tunebos, a San Francisco Javier de Macaguane entre los ayricos, a San Ignacio en el Pauto entre Guaibos y Chiricoas,. a San José de Aritagua seis días Casanare abajo entre ochaguas, a San Joaquín de Atanari y San Joaquín de Onocutare en el bajo Cravo, çerca del río Meta...".

304

En 1681 comienza la evangelización jesuita al Orinoco, desde Santa Fe a través del Casanare y del Meta; primeros misioneros los padres Ignacio Fiol, Gaspar Bech, Cristóbal Ridel y Agustín de Campos. Según relación del padre Julián Vergara, misionero en el Orinoco, los padres Fiol, Beck y Theobast murieron mártires de los'caribes en 1684. Ya los caribes venían pertrechádos por los herejes ingleses y holandeses en busca de "macos" o esclavos. La fuga del padre Vergara del Orinoco-al Pauto tomó "ciento y cinco días, los sesenta por tierra y los cuarenta y cinco por agua...

La carta del padre Vergara no deja dudas en cuanto que a cada fundación o reducción jesuita le correspondía un hato. Ya desde la época de los Berríos el padre Mesland se quejaba desde Guayana que se le habían acabado los ganados.

Entre 1638-39 tuvo lugar la expedición de Don Pedro de Texeira, portugués, quien remontó el Amazonas, terminando en Quito. Con Texeira regresaron a Quito los legos Fray Domingo Brieva y Fray Andrés de Toledo quienes habían recién surcado el. Napo y el Amazonas hasta su desembocadura (ya antes el jesuita Ferrer había navegado, el primero, el Putumayo desde Quito, y sus compañeros padres Luca de la Cueva y Raimundo de Santa Cruz exploraron el sureste hoy colombiano). El capellán jesuita Cristóbal de Acuña, rector del colegio de Cuenca, hizo la crónica del viaje, y en ella hay referencia a la anastomosis del Casiquiare:

"...A la banda del norte está un río muy grande con legua y media de boca y aguas tan negras, que se distinguen de las otras, efecto que dio nombre al río llamándole Negro. El piloto mayor que navegó dos o tres días por este río Negro,dice que según la noticia que pudo tener de algunos indios, nace este río en algunas sierras vecinas al Nuevo Reino de Granada y que en su origen se divide, en dos brazos; el uno de ellos con el nombre de río Negro, desagua después de largo curso en el de las Amazonas, y el otro viene a desaguar en el mar del norte a la vista de la isla de Trinidad y piensan que este río es el famoso río Orinoco..." (Acevedo, 1974).

La crónica de Acuña se tituló Nuevo descubrimiento del Gran Río de las Amazonas. Se explica este espíritu colaborador entre portugueses y españoles por cuanto Portugal y España forman parte de una misma corona entre 1580 y 1640 (Mejía, 1993).

Entre 1647-48 se llevó a cabo la exploración del, río Apure desde Barinas por Miguel- de Ochogavia, quien. dio término a su aventura en Santo Tomás de Guayana. Ya Jorge. Spira y Felipe Hutten habían cruzado este río un siglo antes (Gómez, 1978). Su cronista fue Fray Jacinto de Carvajal en Relación del descubrimiento del río Apure, hasta su ingresó en el Orinoco; es la primera mención de frutales endémicos. Patiño aporta una lista de quince árboles frutales identificables hoy en esta crónica (Patiño, 1985).

No obstante el misionamiento (de su parte los dominicos se habían instalado entre el Ariari y el Humea, según Domínguez, 1982), la práctica de "guerra justa" y "rescate" tuvo

305 subsiguientes desarrollos: el padre Rivero relata las incursiones de Alonso Jiménez, hacia 1606, sobre los achaguas del río Meta; las de Lázaro de la Cruz; las de guayaneses que penetraron hasta el río Uva; las de Antonio de Tapia, 1650, y Juan López Picón, 1657 (ciento cuarenta esclavos) que usaron la ruta Meta -Muco - Vichada - Orinoco; las de Don Francisco de Unsueta sobre los achaguas del Casanáre; las del capitán Navarro quien entró en conflicto con el padre Ellansi en tierra de achaguas. Trae el padre Rivero la historia del indígena Chepe Cavarte, adoptivo el padre José Cavarte, ambos grandes andariegos evangelizadores del Uva, del Barraguári y del Airico. .

Período de los Borbones (1700 - 1810)

Continuando la misión iniciada desde los Habsburgos, los jesuitas fueron pioneros del lado español en buscar la posesión del alto Orinoco: fundaron Pararuma en 1733; Carichara en 1734-36; San Borja en 1738; Cabruta y Anabeni en -1739 y por la misma época San Juan Nepomuceno de Atures (primero del lado derecho y luego del izquierdo del río, que es el lado vadeable del raudal). Destacóse en estas labores el Padre Francisco González (Gómez, 1978).

En la Historia de la provincia de San Antonio del Nuevo Reino de Granada en'la religión de Santo Domingo de Fray Alonso de Zamora, publicada en Barcelona en 1701, se citan algunas plantas llaneras (Patiño, 1985). Zamora no parece haber sido misionero del Llano.

El padre Joseph Gumilla es el cronista llanero más conocido; formó parte del último grupo de jesuitas que misionaron desde Santa Fe hasta las costas, de Guayana. Nació en Cárcer - Orihuela, en 1686, ingresó a la Compañía en 1704; fue enviado a Santa Fe en 1705; se ordenó en 1714; partió para los Llanos en 1715, donde dispuso de inmediato la fundación de San Ignacio de los Betoyes; Pasó nueve años en el Apure. En 1731 exploró las -bocas del Orinoco buscando rutas de abastecimiento a las misiones. La serie de fundaciones jesuitas reiniciadas en 1661 sobre el Casanare y las nuevas sobre el Orinoco y otros tributarios recibieron pronto el ataque de holandeses, "judíos" e ingleses aliados con los caribes. En sólo 1732 se habían fundado la Purísima Concepción de Guayqueries, San José de Mapoyes, los Ángeles y Santa Teresa de Sálivas (al decir del padre José del Rey, quien sigue): "El 24 de enero de 1733 los jefes Taricura y Araguare reanudaron sorpresivos asaltos" en septiembre y octubre destruyeron San Miguel de Vichada, San José de Otomacos y San Ignacio de Guamo...". En 1734 los jesuitas entregan los pueblos Guayanos a una comisión de dominicos y de agustinos. De inmediato el misionamiento del medio Orinoco es entregado a las misiones de Píritu de Observadores de San Francisco y el bajo a los padres capuchinos catalanes: fue el fin de la gobernación de El Dorado de Quesadas y Berríos y el afianzamiento de los gobernadores de Cumaná y de Nueva Andalucía. Los jesuitas Llauri y Julián de Vergara fueron restituidos entonces a la misión de Casanare. En

306

1737 Gumilla pasa al rectorado del colegio de Cartagena y en 1738 es designado provincial del Nuevo Reino. Ese año viaja a Madrid y a Roma como procurador y en 1741 publica en Madrid su famoso Orinoco ilustrado (en 1791 se publica una versión corregida con el título Historia natural, civil y geográfica de las naciones situadas en las riveras del río Oninoco...etc.). Regresa en 1743 al Nuevo Reino y fallece el 16 de julio de 17.50. Se le recuerda también como habilísimo artesano y como conocedor de lenguas indígenas (prólogo de Luis Duque Gómez a la edición facsimilar de la compañía Carvajal, de Cali, 1984, de la mencionada Historia Natural de 1791).

Gumilla menciona la "entrada" en 1728 de Juan González Navarro, hijo del gobernador de Margarita, por orden del gobernador de Trinidad, Don Agustín de Arredorido, "Orinoco arriba hasta que el piloto perdió el tino; y al cabo de catorce meses de continuos riesgos de la vida, se volvieron sin noticia alguna cierta del célebre Dorado, que era el único fin de su viaje".

De Gumilla se infiere que holandeses y "judíos" fueron los inventores del endeude: "porque la paga, valor o rescate que da el holandés al caribe por un esclavo, que llaman Itoto, es una caxa con llave y en ella diez hachas, diez machetes, diez cuchillos, diez mazos de abalorios, una pieza de platilla para su guayuco, un espejo para pintarse la cara a su uso, y unas tixeras para redondear su melena; y más una escopeta, pólvora y balas, un frasco de aguardiente, y otras menudencias, como son agujas, alfileres, anzuelos, etc. Pero lo que el caribe da por un esclavo cuando lo compra en las Naciones distantes, es un hacha, un machete y algunas vagatelas mas... Con todo siempre viven adeudados los más de ellos y tanto que los mismos holandeses y judíos de Surinama les obligan a salir o acompañar, para ir cobrando algo y no perderlo todo".

El gobernador de Cumaná, Don Carlos de Sucre, calculaba por la época el comercio de esclavos en 600 ó700 anuales. Gumilla estima que hacia 1738. el contrabando de Filipinas a México, de Brasil a Perú, de Curazao y Jamaica a tierra firme constituía el más valioso renglón comercial.

Gumilla no conoció personalmente territorios del Orinoco más arriba de las bocas del Guaviare; por eso negó en principio la anastomosis del Casiquiare, hecho que admitió después del viaje del padre Román.

El jesuita Juan Rivero misionó en los Llanos entre 1720 y 1736, año de su muerte. Había nacido en el reino de Toledo en 1681. En su Historia de las misiones de los Llanos de Casanare y de los ríos Orinoco y Meta describe el aprovechamiento delos recursos naturales de flora y fauna y las formas de cultura material de Guahibos, Chinicosas, Achaguas, Ainicos, Giraras...

Este es un libro que debe constituir, junto con los de Gumilla y Gilij, lectura obligada de los trabajadores etnosociales y naturalistas en Orinoquia. La obra de Rivero fue de publicación

307 tardía, 1883, según anota Patiño. Rivero sobresalió como estudioso de lenguas indígenas: airico, botoye (arauca y ele) y achagua como lo anota Ramón Guerra Anzola en el prólogo de la edición de 1957 de la Biblioteca de la Presidencia de la República de Colombia.

El padre José (Joseph) Cassani escribió la Historia de la Provincia de la Compañía de Jesús del Nuevo Reino de Granada en la América, descripción y relación exacta de sus gloriosas misiones en el reino, Llanos, Meta y río Orinoco, publicada en Madrid en 1741. Este cronista ya lo hemos mencionado con ocasión de la obra del padre Mercado (quien dicho sea de paso no conoció en persona el Llano).

Fotos Diego Garcés

El padre Filipo Salvatore Gilij, italiano, trabajó 6 años en Santa Fe. En 1749 misionó por el Meta y el Orinoco hasta Carichana. Residió 18 años entre Tamanacos y comarcanos, hasta la expulsión de la Compañía en 1767,. Escribió .su obra en Europa: Ensayo de Historia Americana (Patiño, 1985).

Se mencionan como fundaciones capuchinas del bajo Orinoco: San Miguel del Palmar, 1746; Nuestra Señora del Rosario de Guasipati, 1757; Belén de Tumeremo, 1788 (Gómez, 1978).

En 1726 el criador Pedro,Figueroa, del actual estado de Anzoátegui, regaló 28 vacas y 2 toros que fueron base de la ganadería guayanesa,. que en 1778 contaba con 180.000 cabezas en las misiones y 40.000 de particulares (Gómez, 1978).

308

Gómez (1978) menciona al cirujano Nicolás Hortsmann como explorador de diversos afluentes de la banda derecha del alto Orinoco: otro que le insistía a Eldorado.

El 4 de febrero de 1744 el, padre Manuel Román salió de Cabruta con una escolta de salivas y el soldado Casagrande, Orinoco arriba, noticioso de la presencia de portugueses al sur de Maypures, encontrando en las cercanías del Atabapo una embarcación de portugueses procedente del Río Negro, en compañía de los cuales el P. Román pasó del Orinoco al Casiquiare y de éste al Río Negro. Román permaneció ocho meses en dominios portugueses del alto Río Negro hasta el regreso del padre Aquiles Avogadri desde el Pará; éste investigaba para la corona de Portugal "si son bien o mal comprados los indios esclavos". En seis años Avogadri había registrado ocho mii esclavos. Se estiman en veinte mil en el período 1740-50 (Mejía, 1993).

La Comisión de Límites: las coronas de España y Portugal habían convenido en enero 13 de 1750 en Madrid, la creación de una Comisión Mixta de Límites en las posesiones amenicanas.

Un doble matrimonio se había realizado en 1728: Fernando VI de España (que asumió el trono en 1736) con Bárbara de Braganza de Portugal, y José de Portugal con Ana Victoria de España. El tratado buscaba perfeccionar las jurisdicciones territoriales y ajustar barreras a las potencias rivales instaladas en las Guayanas. Dice la cédula española:

"He nombrado para que vayan por el río Marañón a Don José de Iturriaga (quien había sido director de la Compañía Guipuzcoana de Venezuela), jefe de la escuadra de la real armada; a Don Eugenio de Alvarado, coronel de infantería; a Don Antonio de Urrutia, capitán de navío de mi armada; y al capitán de fragata Don José Solano, para que sirvan de comisarios míos en primero, segundo, tercero y cuarto lugar, por el orden de su nombramiento, los cuales... atravesarán el río Orinoco, conduciéndose por tierra o por agua hasta las cabeceras del río Negro...". Además de los jefes (de los cuales Urrutia murió recién llegado), la comisión contaba con José de Iguja, gobernador de Cumaná, el geógrafo Juan Galán, los ingenieros Juan Monri Pizano y José Vir, los cósmógrafos José de los Santos Cabrera, Francisco Quelén, Apolinar Díaz de la Fuente y Juan de Arias (con sus auxiliares Ignacio Millán, Vicente Díaz, Nicolás Guerrero). Los botánicos médicos Pedro Loeffling, sueco discípulo de Lineo, Benito Paltor y Antonio Condal; dibujantes como Juan de Dios Castel; ciruj anos: Francisco Rodríguez, Antonio Ramírez, Antonio Alvarez y Matías Veral (Useche, 1984; Gómez, 1978; Mejía, 1993).

309

Loeffling murió prematuramente en febrero 22 de 1756, siendo continuada su labor por el franciscano Añtoriio Caulín, capellán de la comisión Unó de los encargos a Loefflirrg era conceptual sobre las éxstencias de cacao y canela: Gumilla había mencionado una canelá del Orinoco, el Guarimán Aniba canelilla, diferente de la caqueteña (ésta en vano confiada a Mütis) (Patiño, 1985). La obra de Caulín, Historia de la Nueva Andalucía con varios capítulos de la flora lánera, se publicó en 1779 (Patiño, 1985).

Iturriaga entró en contradicción con los jesuitas del Orinoco y obtuvo por cédula real de noviembre 2 de 1762 la entrega de la misión de Maypures (jesuita) a los capuchinos andaluces. Gilij dice que él transmitió esta orden al encargado del lugar padre Francisco Olmo, en 1764, quien le dio cumplimiento.

El padre Olmo, jesuita, acompañó desde San Juan Népomucenó de Atures a los delegados de la comisión de límites, quienes fundan en 1758 San Femando de Atabapo, sobre la población Guaipuinabe de Maracoa; del capitán indígena Cruceru, misión cumplida por José Solano; subalterno del virreynato de Santa Fe. Destruida San Fernando en 1760 por los indígenas, el padre Olmo regresó a Atures: sería el último actor de la Compañía en la etapa borbónica en el alto Orinoco. (Atures había sido fundado en 1682 por el padre Ignacio Fiol, en 1734 por el padré Olmo y en 1748 por el padre Francisco González, según Gómez, 1978).

Fue entonces electo "presidente de las nuevas misiones del alto Orinoco y río Negro" fray José Antonio de Xerez, de quien se conocen varios informes (1766,1768,1769) dirigidos a Solano (Iribertegui, 1987). En la primera carta, Xerez se excusa de presentarse en. Santa Fe y cuenta las diligencias hechas para fundar Santa Bárbara y para llevar más indígenas a San Carlos y a San Francisco Solano, y se lamenta de la usurpación de territorios del alto Río Negro por los portugueses, quienes han construido el fuerte de San

310

José de los Maravitanas (su última avanzada). En el segundo informe se refiere a la abundancia de la nuez Bertolethia y de los cacaotales silvestres; en el tercero cuenta la apertura del camino del istmo de Pimichín:

"...y es la abertura de un ancho de 6 varas del camino, que corre desde el caño Tuamimi del río Atabapo hasta el de Pimichini que entra al río Negro, y consistiendo en 4 horas de camino por tierra se excusan 30 días de navegación que se gastan desde las bocas del río Guaviare y Atabapo hasta la cabecera del Casiquiare y desde allí al río Negro...". Se da el crédito de esta obra al teniente de fragata Don Nicolás Guerrero.

El gran personaje de la comisión de límites (que actuó hasta 1760) y subsiguientes trabajos fue Don José Solano, ingeniero, geógrafo, gobernador del Casiquiare (Iturriaga fue nombrado gobernador de Guayana). Solano preparó entre 1756-59 las condiciones para obtener alianza con los Guaipuinabes, liderados entonces por Crucero, quienes proveían de esclavos a los portugueses; Crucero aceptó en 1758 la conclusión del fuerte de San Fernando de Atabapo. Solano promovió acercamientos amistosos con Irao, guerrero contra los portugueses; y con Immo, jefe de los Manetivitanas. Exploró la ruta del Meta en 1757, llegando hasta Santa Fe; ordenó a Patricio Díaz y a Juan Romero la exploración del Guaviare, quienes viajaron hasta Santa Fe, entre mayo 8 y diciembre 17 de 1758. Simultáneamente se practicó la ruta del Vichada, que ofrecía salidas al Meta por los ríos Muco, Guarrojo y Planas. Por sus órdenes exploraron el alto Orinoco Andrés Fernández de Bohadilla, Apolinar Díaz de la Fuente, Simón Santos.

Solano promovió numerosos poblamientos en la nueva modalidad borbónica (capitanes indios controlados por tenientes colonos): San José de Maypures, frente~ a Sanariapo, 1756; San Fernando de Atabapo en dos ocasiones, 1758-59; la apertura del camino de Pimichín; las fundaciones de Yavita y Manoa en 1760 por los caciques homónimos en los extremos del istmo de Pimichín; las de Santa 'Bárbara de Ventuari, San Francisco Solano, San Carlos, San Felipe; introdujo ganados a la Esmeralda (Mejía, 1993).

Solano (según Gómez,1978) fue luego (1763-71) gobernador de Caracas, capitán general de la provincia de Venezuela. En 1771 fue promovido al gobierno de Santo Domingo, de donde pasó a España. Allí se desempeñó como capitán general de Andalucía y gobernador de Cádiz. Participó en las campañas de Rosellón, comandó las tropas que invadieron a Portugal en 1807, siendo asesinado en asonada popular en Cádiz en 1808 (mayo 29). Recibió la orden de Santiago, el marquesado del Socorro, los grados de capitán de navío y de teniente de guardias marinas. Con Solano se dilucida la fantasiosa cartografía que cursó entre 1656 y 1730 donde se relacionaba el río Caquetá con el Orinoco, por ejemplo. (Acevedo, 1974).

El actor subsiguiente a Solano es Manuel Centurión Guerrero de Torres, gobernador de Guayana. Éste propició más de una expedición a los afluentes de la banda derecha del alto

311

Orinoco: las de Antonio Santos de la Fuente 1770-71 y 1774-75, ésta con el capitán Antonio Barreto, veterano del grupo de Solano; la de Nicolás Rodríguez, 1775-76, compañero de Santos en la primera aventura (partió de Angostura, saliendo al río Blanco).

En las Memorias científicas de Mutis, publicadas por la Academia de Ciencias de Estocolmo, 1769, apéndice II, se incluye una "Memoria sobre las palmas del Nuevo Reino", al parecer, de la pluma del cura de leguas en el río Upía, corresponsal de Mutis, donde se describen palmas de Casanare (Patiño, 1985). Como se sabe, la Real Expedición Botánica confiada a Mutis tuvo carácter marcadamente andino.

Probablemente el viajero científico más divulgado en Sudamérica haya sido Alejandro de Humboldt (Berlin, 1769-1859), quien arribó a costas venezolanas el 16 de julio de 1799 en compañía de Amado Goujaud, llamado Bonpland (La Rochela, 1773 - Santa Ana, Argentina, 1858) (Patiño, 1985). Por el azar de una epidemia en su barco, estos viajeros deciden quedarse en tierra hasta mejor oportunidad: "...Sin la enfermedad que reinó a bordo del Pizarro, no hubiéramos penetrado jamás en el Orinoco, el Casiquiare y hasta los límites de las posesiones portuguesas del río Negro" (Gómez, 1978, citando a Humboldt). Los viajeros penetran al Llano por Villa de Cura, San Juan de los Mórros, el Sombrero, Calabozo y San Fernando, descendiendo por el Apure al Orinoco, río que alcanzan el 5 de agosto de 1800. Del Orinoco pasan a Atabapo y por el istmo de Pimichín al Guainía o Negro, hasta San Carlos, regresando por el Casiquiare al Orinoco, por donde bajan hasta Angostura, y cruzan hacia Caracas por los Llanos de Pao (Gómez, 1978). Es bien conocido que en su libro Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente, Humboldt sugiere al Guaviare como origen del Orinoco, tal como ya lo había escrito Fray : "...el Orinoco es el mismo Guavyari...", adoptando el punto de vista de los "geógrafos naturales" indígenas. Humboldt describe el fuerte de San Felipe, construido bajo la dirección del ingeniero José Gabriel Clavero en 1755, y máxima avanzada militar española en el alto Río Negro. Cabe mencionar al naturalista Alexandre Rodríguez Ferreira, del lado brasilero, quien recorrió el medio y bajo Río Negro entre los años 1783 y 92. Este viajero cumplió papel fundamental en las negociaciones de límites entre España y Portugal, pues sus informaciones fueron muy útiles a los lusitanos (Domínguez y Mejía, 1988).

Período republicano (1810 - 1950)

Gómez, 1978, menciona el periplo del canónigo Cortés de Madariaga "quien salió de Bogotá el 14 de junio de 1811 hasta llegar al Meta, navegación que continuó por el Orinoco - Arauca -Apure y Guárico, rumbo a Caracas, donde llegó el 29 de Agosto."

En 1819 el Congreso de Angostura recibió solicitud de los súbditos ingleses Ricardo Jaffroy, Carlos Herring, Guillermo Walton y Tomás Noulan para crear una provincia

312

(prolongación de la Guayaña inglesa) con el nombre de "Nueva Erín", cuya capital sería "Nueva Dublín"; respaldaba la solicitud el coronel Jaime S. English.

En 1823 el congreso de la Gran Colombia (Angostura), concedía privilegio al coronel inglés James Hamilton para establecer navegación a vapor por el Orinoco, no cumplido por el solicitante, iniciándose así una larga lista de pioneros y de buques en la epopeya de la navegación del Llano. Su libro Travel to the interior province of Colombia (London. Murray, 1827) fue publicado en castellano en 1955 por el Banco de la República (Acevedo, 1974).

Francisco Antonio Zea (Medellín, 1766 - Bath, Inglaterra, 1822 ) entre 1791 y 1794 fue agregado por el virrey Espeleta como botánico a la Expedición Botánica. Preso por conspirar con Nariño, fue descerrado a Cádiz. Sobreseído en 1799, casó con linda española y pasó a estudiar a París en 1803 con el apoyo del gobierno de Godoy. A la muerte de Cavanilles, le sucedió como director del Jardín Botánico de Madrid. Su intervención en el Llano se debió a funciones políticas en el congreso de Angostura de 1811 del cual fue vicepresidente. A partir de 1817 dirige El correo del Orinoco.Pasa en 1819 a Europa como plenipotenciario de la Gran Colombia, en especial encargado de asuntos financieros. En 1822 contrató la Comisión Científica Francesa, constituida por Mariano de Rivero y Ustariz (químico peruano), Juan Bautista Boussingault, Francisco Roulin (zoólogo), Justino María Goudot y James Bourdon (entomólogo); careciendo el gobierno de fondos adecuados, los comisionados se tuvieron que dedicar a labores comerciales diversas (Patiño, 1985).

Humboldt y Arago fueron protectores afines de varios miembros de esta comisión; Humboldt le escribe a Boussingault

"... He aquí mi querido Boussingault, algunos pequeños instrumentos que dejo sobre su mesa... (julio, 1822)...fui a buscar al señor Paulin para pedirle que llevara a usted las obsidianas, el perlstein, la sienita y el granito rojo que encierro en una cajita..." (agosto 5 de 1822) ..."le envío, mi querido amigo, el último cuaderno de los Andes"...(agostó 13 de 1822)" Para mi pequeña tranquilidad le envío, querido amigo, un crédito de mil francos... por nuestra amistad le ruego no preocuparse por este dinero" ... "es posible que lea pronto en los diarios que yo acompañaré al Rey de Prusia al congreso de Verona y durante su viaje a Nápoles, cosa que me alejará algunos meses de mis trabajos, pero no cambiará nada a los proyectos que deben reunirme con usted en el Nuevo Mundo..." (agosto 21. de 1822). Y en agosto 22 de 1822: "...Querido amigo, usted se contrató por cuatro años y si no se casa en Bogotá, lo que es posible que suceda, porque usted es joven, espiritual y amable, y yo no sería quien me opusiera a ello, pasará otros largos años conmigo bajo mi techo" ... "Si no me hubiesen pintado a sus ojos como un hombre poco accesible, habría tenido la felicidad de conocerlo cinco meses antes y habríamos podido modificar nuestros proyectos...". En agosto 31 de 1822: "Cómo me ha hecho feliz su carta, mi querido amigo, estaba triste

313 porque temía que hubiese partido sin recibir mi último despacho" ... "le envío prueba, todavía en borrador, de mi geognosia..."(Boussingault, Memorias).

El aun joven Alexander Humboldt en su viaje por el río Orinoco, realizado en compañía del botánico Aime Bonpland

El 13 de enero de 1824 Boussirigault, Rivero y Roulin (cirujano militar, cleptómano, según el primero), partieron de Santa fe al Llano por la vía de Cáqueza, llegando a Apiay el 21, donde dejaron un clérigo que venía castigado por vida licenciosa. Visitaron los Llanos de San Martín y de San Juán de Arama. Descendieron en mula por la ruta del Humadea al Meta, que navegaron curso abajo dos, tres semanas. Doblegados por las fiebres regresaron a Bogotá por la misma ruta de ingreso, al cabo de dos meses. De Chipaque dice Boussingault: "aldea india de cabañas circulares, cubiertas de paja"; y de San Martín: "miserable aldea, pomposamente llamada La Villa de San Martín de los Blancos (sic)... Todo un fiasco la gran misión científica francesa en los Llanos, que fue encargada de llenar el vacío dejado por Hurnboldt", al decir del propio Boussihgault. Este relata que su grupo disparó, causando heridos y pronosticando muertos, sobre una partida de Guahibos que, a distancia, les tiraron unas flechas en unas playas del Meta. Después de negocios mineros Boussingault regresó a Francia donde se le tiene como fundador de la química agrícola.

314

Pueblo de los siusí en Cururú, cuára. Rio Aiary: foto - Koch - Grünberg

Cachoeira Yurupary. Río Caiary - Vaupes Foto - Koch-Grünberg

Goudot viajó al Meta y a los Andaquíes (1824), pasando luego a excursiones andinas. Regresó a Europa en 1842 donde trabajó un tiempo en el Museo de Historia Natural de París. Volvió a Colombia donde murió en Honda en 1845 en la mayor miseria (Patiño, 1985).

En 1837-38 Agustín Codazzi, en cumplimiento de contrato geográfico con el gobierno de Venezuela, remontó el Orinoco para comprobar la anastomosis del Casiquiare. Es famoso

315 su informe sobre la situación del cantón Río Negro que ―se puede llamar una República distinta de la de Venezuela; allí no impera la lei, y sólo el capricho del jefe político y de sus subalternos alcaldes que se creen ser las únicas que deben allí mandar y que aquel su patrimonio, y los indios sus esclavos‖. (Iribertegui, 1987).

Por iniciativa presidencial del general Tomás Cipriano de Mosquera, en 1849 Codazzi fue contratado por el gobierno del general José Hilario López para el levantamiento de la carta geográfica de la Nueva Granada, en cuyas labores murió Codazzi de fiebres en la aldea de Espíritu Santo (hoy Codazzi) en 1859. Códazzi realizó su séptima excursión en 1856, cuando visitó los Llanos de San Martín, Meta, Casanare y Arauca.

Grabado mostrando al viajero francés Edouard André, quien viajó por el territorio de Casanaré. (Meta) en 1875-1876 . Lámina de Riou

Regresó a Bogotá por Medina y Gachalá; había bajado por el cañón de Chingaza a Cumaral (Acevedo, 1974; Mejía, 1984).

José Jerónimo lriana (1828 - 1890) fue uno de los integrantes de la comisión geográfica de Codazzi; entre 1851 y 58 colectó 50.000 muestras de 4.500 especies, que entregó en 38 volúmenes. Colectó en los Llanos de San Martín en 1858. En 1855 había sido comisionado a Europa para trabajar con el botánico belga Jean Jules Linden en una flora útil de

316

Colombia, labor que Linden no fue capaz de cumplir. En 1871 se le encargó de revisar en Madrid los archivos de la Expedición Botánica, labor que realizó en 1872, publicando un libro sobre las quinas. En 1867 y 1889 dirigió el pabellón colombiano de la exposición de París, recibiendo galardón en 1867.

André en compañia de chiquillos de Villavicencio en una cacería de mariposas Viaje de Edouard André: 1875-1876

―De 1838 a 39, Roberto H. Schomburgk, alemán al servicio de Inglaterra, saliendo de Demerara remontó el Esequibo, pasó al río Branco y después de atravesar la Sierra Parima descendió por el Padamo al Orinoco para seguir por el Casiquiare al Amazonas‖ (Gómez, 1978; Iribertegui, 1984).

―El brasileño Pedro Joaquín Ayres, después de explorar el Cuyuní, subió por el Sipapo a mediados de 1842, y de sus cabeceras salió al Ventuari, por el que bajó al Orinoco‖ (Gónez, 1978). Ayres estuvo ligado a la proyección comercial brasileña hacia el alto Río Negro (Iribertegui, 1984).

Dionisio de Arnaud se desempeñó como comisario del Mawaca, entre 1835 y 37, nombrado por el gobernador de Guayana, general Tomás de Heres. Fundó varios poblados (Gómez, 1978). Personiaje notable del medio siglo fue Francisco Michelena y Rojas, llamado el ―viajero universal‖, por haber dado vuelta al mundo tres veces. Fugaz y ético gobernador del territorio de Amazonas, 1858, visitó la región cuatro veces. En 1855 remontó el Orinoco y el Atabapo, descendiendo por el Guainía - Negro hasta el Amazonas. Invirtió en ello Cuatro años. En 1858 exploró el Cunucunuma y el Mawaca, el Casiquiare, el Tigre y el

317 istmo de Pimichín regresando por el Orinoco hasta el mar. Murió en Yavita en 1876 dizque de caída de árbol. Su obra Exploración oficial fue publicada en Bruselas en 1867 (Gómez, 1978).

Patiño (1985), reseña algunos botánicos que colectaron en el Llano (y por supuesto en otros lugares de Venezuela .y Nueva Granada o Confederación Granadina): Jean Jules Linden, belga, 1843, en Barinas y Carabobo; Nicolás Funk, luxemburgués compañero del anterior, quien vino a llevar orquídeas; Herman Gustav Wilbelm Karl Karsten, prusiano, quien hacia medio siglo fue al Llano acompañado de Triana: de allí la taxonomía del inchi o cacay o tacay Cariodendron orinocense, una de las grandes plantas promisorias del oriente colombiano; Karl Ferdinand Appun, de Silesia, quien exploré los llanos venezolanos entre 1849-58, y estudió la flora guayánica en 1850 y 1871; se suicidé en 1872; Richard Spruce, inglés, quien partió hacia. Belén en 1849, explorando territorio amazonense brasilero, por el que penetró al complejo del Casiquiare y afines entre 1853 — 54; Alfred Russell Wallace, inglés, famoso por haber formulado la teoría de la evolución antes que Darwin: ingresó a la Amazonia por Belén en 1848, donde permaneció cuatro años y desde donde incursioné en el alto Río Negro en 1851; vendía insectos a coleccionistas de Europa. Eduard Franzuás André, francés (el que se nos llevó las bromelias y los anturios), quien entró por Puerto Salgar en 1875 y atravesé el país hasta Ecuador; de Bogotá se desvié, a los Llanos de Meta y 2asanare; en uno de sus dibujos aparece su grupo disparando a discreción sobre aves y micos de la selva.

Joaquín Díaz Escobar se atribuye la fundación de Orocué en 1858 como un acto geopolítico frente a las pretensiones venezolanas sobre los Llanos de Colombia. La obra Bosquejo estadístico de la región oriental de Colombia y medios económicos para su conquista, sometimiento i desarrollo industrial y político, 1879, construye un diagnóstico de la situación en ese momento; contiene pasajes guasones y pintorescos, tales como aquel en que calcula el número de mosquitos del Llano.

Agustín o Augusto Trouchon, francés, explorador, industrial e inventor (se le atribuye un ventilador para coágular caucho), fracasado de Guayana, se estableció en 1860 en Solano- Casiquiare, siendo considerado el pionero de la cauchería en la Orinoquia selvática (Gómez; 1978).

318

Procesamiento de la mandioca: la masa se exprime por medio del tipití. Foto: Th. Koch – Grünberg

Juan Bautista Dalia Costa (1823 -94), ha sido calificado de ―infatigable viajero‖; gobernador repetidas veces de Guayana, mereció el título de ―civilizador‖ por su espíritu altruista y dinámico (Gómez, 1978).

En 1884, Juan Chaffanjon, explorador francés, fue encargado por el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes de Francia de la historia natural y antropológica del río Orinoco. Dice en su obra L‘Orenoque et le Caura, París, 1889, que él puso el pabellón francés en las fuentes del Orinoco el 18~de diciembre de 1886. Algunos lo tildan de inexacto (Gómez, 1978).

El misionero José de Calazans Vela en 1889 explora el Guaviare. En su libro Desde Villavicencio hasta San Fernando de Atabapo describe los recursos del río para atraer la atención el gobierno colombiano en momentos en que Venezuela hacía concesionaria de los recursos naturales regionales a la Compañía General del alto Orinoco (Mejía, 1993).

En 1870 se publica Una excursión al territorio de San Martín, de Emiliano Restrepo. Este autor a la par de Joaquín Díaz Escobar, constituye obligada lectura para los colombianos interesados en el Llano; es el punto de vista de un patriota y progresista en términos decimonónicos: enfatiza la prioridad del camino Bogotá - Villavicencio en cuanto obras públicas; reclama los derechos de Colombia el caño Casiquiare, defendidos en Caracas por

319 el plenipotenciario Manuel Murillo Toro; es prospectivo sobre renglones agrícolas; defiende el tamaño del hato en 2.500 hectáreas, con potreros de cien hectáreas; describe formas de cultivo en la sabana, especialmente la de acorralamiento de ganado para enriquecerla con estiércol; entiende la seguridad alimentaria a nivel de finca; cree en la civilización de los ―salvajes‖ a través de peonaje sobre la hacienda Ocoa, de Reyes y Silva; describe modelos de biodiversidad; hace aportes a la extracción de salde Upín, su transporte, comercio, precio y efecto sobre la ganadería; consigna elementos de cálculo para entender que una hectárea de piedemonte valga cincuenta centavos; nos recomienda la lectura de Gumilla, Cassani, la geografía de Felipe Montenegro Colón, Caulín, Michelena, la geografía de Felipe Pérez, Rivero, la memoria de límites de José María Quijano Botero; nos informa la existencia de petróleo en Medina...

Trampa giráo para capturar peces pequeños Foto: Th. Koch - Grünberg

Iribertegui, 1984, menciona la presencia en San Femando de Atabapo del conde Ermanno Stradelli en 1880. Debemos a Stradelli la primera versión de nuestra epopeya indígena el yuruparí.

Gómez, 1978, trae una apretada relación de viajeros y científicos del medio siglo y fines del XIX. El botánico escocés Richard Spruce, quien, entrando por el Amazonas, remonta el Río Negro y se establece en San Carlos durante 1853-54, explorando amplios territorios. Los venezolanos Miguel Tejera, Alfredo Jahn y Vicente Marcano: Tejera es jefe de la delegación de su país a la comisión de límites de 1879-80; Jahti en 1886, siguiendo la ruta

320

Orinoco-Casiquiare-Río Negro; Marcano en 1887, hasta los raudales de Atures. Los naturalistas franceses Jules Crevaux y Eugenio Bougerot: Crevaux, explorando el Guaviare y bajando el Orinoco hasta el delta, 1880- 81; Bougerot, estudiante de la flora del Sipapo. Los colombianos Modesto Garcés y Santiago Pérez Triana: Garcés, bajando por el Vichada al Orinoco, internándose desde San Félix al Yuruarí, 1~885 y publicando Un viaje a Venezuela.Pérez, quien en 1894, huyendo del furor político, hace la ruta Túa-Metá- Vichada-Orinoco, rumbo a Europa, publicó su libro De Bogotá al Atlántico, donde entre enumeración de recursos naturales-y elucubraciones bizantinas nos cuenta cómo su guía le fabricó una bolsa con senos frescos de guahiba, muy a pesar de Pérez y probablemente de la guahibá también, 1894.

Acevedo, 1974, menciona a Otto Burger, quien en 1896 - 97, enviado por la Academia de Ciencias-de Götinga, viaja desde Barranquilla hasta el Orinoco. Domínguez y Mejía, 1988, mencionan las exploraciones del estadinense C. C. Todd, 1899, sobre el Orinoco y el Amazonas.

En Gómez, 1978, hacemos ingreso al siglo XX con el venezolano B. Tavera Acosta quien exploré el sistema Guainía . Río Negro hasta Cocuy en 1900; en 1903 pretendió llegar a las fuentes del Orinoco, fracasando; entre 1904-8 se dedicó al bajo Orinoco. Herbert Spencer Dickey, quien a principios del siglo se interesó por el origen del Orinoco;. el estadinense Arthur Fríel, 1923, quien escribió El río de las siete estrellas.El ex rey Leopoldo de Bélgica, a quien la palma chiquichiqui esperé para que le diera su nombre, Leopoldimia piassava, 1952, Territorio Federal del Amazonas. El lingüísta, antropólogo y naturalista alemán Thedor Koch-Grünberg exploré entre 1903 - 5 el alto Guainía y el Caquetá. Entre 1910 - 13 exploré las montañas de la Guayana venezolana y de la inglesa, saliendo a San Fernando de Atabapo y de allí al Amazonas. Sirvió a Inglaterra.

Toca mencionar a Hamilton Rice, quien según Domínguez y Mejía, 1988, al servicio de Estados Unidos e Inglaterra recorre el Ariari, el Guaviare, el Inírida, el Isana y el Río Negro, en 1911. De acuerdo con Iribertegui (1904) en 1920, Rice pretendió penetrar a territorio guajaribo, donde ―por miedo ametrallaron a varios ‖ fracasando desde luego la expedición (otro Boussingault).

Es en esta década de 1920 cuando se desarrolla la acción de La Vorágine de José Eustasio Rivera (1889 - 1928), publicada en 1924. Rivera residió en Puerto Carreño y en San Femando de Atabapo.

El período de 1920 a 1945 corresponde a la exploración de los recursos mineros de la Guayana venezolana por diversas compañías; por ejemplo la United Steel Corp. a través de la Orinoco Mining Co., capítulo culminante de los exploradores mineros de fin del siglo XIX, como Cyrennius Fitzgerald en 1886 y George Turnbull en 1887 (Gómez, 1978).

321

Es en 1924 cuando se concluye la carretera Puerto Ayacucho - Sanariapo (hecha a mano, cargando tierra en conchas de charapa a falta de carretillas), frente a los grandes raudales. Santiago Aguerrevere es el ingeniero, a la vez fundador de Puerto Ayacucho (Gómez, 1978).

Edouard André y sus ayudantes preparando las colecciones de botánica y zoología en una posada en Chipaque

El 9 de octubre de 1937 el aviador estadinense Jimmy Angel, acompañado de su esposa y un peon, arboriza su avioneta sobre la cima del cerro Auyantepuy (del sistema Roraima, compartido hoy por Venezuela, la Guayana inglesa y Brasil), para crear méritos sobre el salto Churunmerú de 802 metros de altura, y a doce días de penosa marcha desde el caserío indígena de Camarata (Gómez, 1978).

Acevedo, 1974, aporta la relación de mapas, cartas y planos de limitantes de fronteras; ejemplos, plano general del sector Yavita - Pimichín, comisión Suiza, 1923; plano de la línea Arauca - Meta, 1932, Comisión Mixta; plano descriptivo construido por la comisión colombiana sobre el cruzamiento del río Capanaparo en la línea Arauca - Meta; plano del río Arauca desde Arauquita hasta Todos los Santos, Comisión Mixta, 1930; carta geográfica del río Orinoco entre los ríos Meta y Vichada, Comisión Mixta, 1931; carta de las islas Ratón y Tiro en el río Orinoco; plano del río Arauca en la bifurcación del Guárico, 1930, etc.

Iribertegui, 1984, destaca los estudios arqueológicos y antropólógicos de J. M. Cruxent y Karmen Kaye en 1948 - 49; de Cruxent en la expedición franco - venezolana, 1950 - 51; de Cruxent y el rey Leopoldo en 1953; de Cruxent con Betty Meggers y Clifford Evans, 1957.

322

Forzoso es referirse a la Expedición franco - venezolana, 1951, que declara haber llegado a las fuentes del Orinoco en noviembre 27 de 1951. Uno de los dos brazos originarios del Orinoco había sido explorado en 1942 por Miguel de Lemos e Hilario Itriago, criollos.

BIBLIOGRAFÍA

Acevedo, E. Las ciencias en Colombia. Geografía, Cartografía. En: Historia Extensa de Colombia. Vol. XXIV, Bogotá, Ed. Lerner, 1974.

Arciniegas, O. El Caballero de El Dorado. Ed. Planeta Colombiana S.A., 1969.

Alvarez, P. Pedrarias Dávila. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo. Madrid, 1944.

Boussingault, J. B. Memorias 1802 . 1832. Trad. Alexander Koppel. Banco de la República, Bogotá. 5 tomos.

Domínguez, C. y M. Mejía. ―Científicos y viajeros occidentales en Amazonia‖. En: Colombia amazónica. Universidad Nacional de Colombia y Fondo para la Protección del Medio Ambiente ―José Celestino Mutis‖. Bogotá, 1988. Gómez, R. Orinoco, río de libertad. Banco de la República. Bogotá, 1978.

Gumilla, Joseph. Historia Natural Civil y Geográfica de las naciones situadas en las riberas del río Orinoco. Ed. facsimilar Carvajal y Cia. Cali. Dos tomos, 1991. lribertegui, R.. Amazonas: el hombre y el cmácho. Vicariato Apostólico de Puerto, Ayacucho. Caracas, 1984.

Mejía, M. Orinoquia Colombiana: sabanas de la altillanura: clima y uso de la tierra. Universidad Nacional de Colombia. Palmira, Valle, 1984.

Mejía, M. Amazonia colombiana: Historia del uso de la tierra. CORPES de Amazonia, Bogotá, 1993.

Mercado, P. Historia de la provincia del Nuevo Reino y Quito de la Compañía de Jesús. Biblioteca de la Presidencia de Colombia. Bogotá, cuatro tomos, 1957.

Patiño, Y. M. Historia de la botánica y de las ciencias afines en Colombia. En: Historia extensa de Colombia, Vol. XVI, Academia Colombiana de Historia, Bogotá, 1985.

Restrepo, Emilio. Una excursión al territorio de San Martín. Biblioteca de la Presidencia de la República. Bogotá, 1957.

323

Rivero, J, Historia de las misiones de los Llanos de Casanare y los dos Orinoco y Meta. Biblioteca de la Presidencia de Colombia. Bogotá, 1956.

Useche, Mariano. El proceso colonial en el alto Orinoco - Río Negro (siglos XVI a XVIII). Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales, Banco de la República, 1987.

324

ENCUENTRO DE DOS SABIOS: SER INDÍGENA EN EL LLANO DEL PRÓXIMO MILENIO MARÍA EUGENIA ROMERO MORENO

A las familias Catimay y Llmejé de Morichito (Casanare), Gaitán, de.PLinas y Abaribá; Cantanay y Martínez en Humapo (Meta); a CasiWo Yepes y a Juan Bautista Mariño.

A Berichá Aguablanca en Cubará (Boyacá)

Káua disparando con la cerbatana. Río Aiary Foto - Koch-Grünberg

Preámbulo: Historia y región

325

La llanura orinoquense colombiana cobra cada día un papel más importante en el ámbito nacional e internacional, no solamente por la existencia de reservas de recursos naturales como el gas y el petróleo así como empresas agroindustriales, sino por su recurso de paisajes y ambientes promisorios para el establecimiento de centros de población tanto urbana como rural. Por otra parte, incipientemente ya parece tomar cuerno un interés y necesidad de las comunidades y de la sociedad en general por ocupar y relacionaxse con el espacio en una forma adecuada al medio con empresas de educación ecológica, turismo científico y ecológico así como con explotaciones biodesarrolladas como la piscicultura, la cría de especies nativas, la silvicultura, entre otras. Sin embargo, los esfuerzos para estos intereses no parecen suficientes; la ecología tal y como toma forma en la región y en el país, por supuesto- aún pertenece a un discurso y no desempeña un efecto real y cotidiano en la sociedad y en los grupos sociales.

La región orinoquense, como tal, ejerce un significativo papel en razón de su localización en la parte septentrional de América del Sur 1 y es bien seguro que en épocas prehispánicas fue lugar de paso de poblaciones procedentes del Amazonas y viceversa así como de los Llanos Occidentales de Venezuela. Debe recordarse, por ejemplo, la migración de grupos Arauquinoides migrantes de los Llanos del Orinoco de Venezuela, pórtadores de tradiciones como la elaboración de cerámica. (Zucchi, Alberta, 1968).

Más recientemente, durante el siglo XIX tuvo lugar una amplia migración de población procedente de Venezuela que se instaló en pueblos ribereños del llano metense, araucano y casanareño.

Las visiones promisorias sobre la región ya las habían propuesto viajeros como A. Humboldt (1846) y Felipe Pérez (1862) entre otros, en el siglo XIX mientras que gobernantes como Rafael Reyes (1905) y Alfonso López Pumarejo (1936) trataron de poner en práctica diversas estrategias como explotaciones productivas la construcción de vías, la colonización dirigida, la adjudicación de baldíos, estudios de diversa índole y la creación de asentamientos

A pesar de algunos esfuerzos ya realizados, solamente en el futuro se podrán ver grandes y mejores acciones para el bienestar y el nivel de vida de sus habitantes. En la Orinoquia existe en la actualidad el crisol de una sociedad nueva como proceso económico, social y étnico en curso.

1 Se anota que es más o menos a comienzos de la década de los años 1980 cuando comienza a aparecer en la literatura sobre la región la denominación "Orinoquia - región orinoquense"; antes más bien denominada "los llanos o el llano". 326

Curandero indígena con pinturas rituales hechas con el achiote (Bixa orellana). El sombrero y el traje "occidental" muestran el sincretismo entre dos culturas. Foto: Femando Urbina

En la historia de la región orinoquense es posible identificar elementos comunes con la historia de otras regiones de "frontera" como Urabá y Amázonia, entre otras en donde a través de constantes movimientos político-sociales se han dado etapas específicas a saber: la conquista, la esclavitud, la aniquilación y desplazamiento de las etnias indígenas, el adoctrinamiento por parte de las misiones, los ciclos de explotación de quina, caucho, animales y pieles de animales, fibras, resinas y más recientemente el auge de la producción de estupefacientes como la pasta de coca y la cocaína. Ello ha dado lugar a una sociedad con unas relaciones determinadas dentro de ella misma y hacia afuera, donde

"las relaciones socio-políticas dentro de las cuales avanzan estas tendencias, favorecen procesos de concentración de la propiedad por medios violentos, lo cual no ha hecho cosa distinta que reproducir y ampliar los escenarios de conflicto interno. Estas condiciones afectan, necesariamente las perspectivas de la región y, dado su significado es indispensable prever un desarrollo más armónico de la misma." (Fajardo, Darío, 1997).

Conflictos económicos y sociales característicos, del siglo XX en la región han dejado como resultado grupos humanos emprobrecidos que habitan los tugurios de ciudades y pequeños pueblos además de colonos y campesinos trashumantes, sin tierra, desplazados debido a conflictos con la propiedad y al tipo. de explotación del medio, además como

327 resultado de las características que han tomado las relaciones productivas, han tenido que acudir a la "migración de retorno esto es, a abandonar sabanas, selvas y conucos que construyeron y ocuparon hace 15 ó más años.

"Los conflictos desatados en buena parte de nuestra Orinoquia, resultantes del traslado hacia su interior de las problemáticas derivadas de la concentración de la propiedad, del aprovechamiento inadecuado de los recursos naturales, de la pobreza y la exclusión, han resultado en la extensión hacia ella de los escenarios del narcotráfico y de la guerra asociada con él de una u otra forma."(Fajardo, op. cit.).

Los grupos indígenas no han sido ajenos a la historia reciente en la Orinoquia: afectados por la ocupación de su territorio ancestral en sabanas y matas de monte hubieron de plegarse unos a las instituciones de la misión, la hacienda y el hato; otros buscaron más al oriente y al sur refugio en selvas y sabanas adquiriendo recientemente el derecho a Resguardos y Reservas. Al escribir la historia del siglo XX en la Orinoquia deberá afirmarse que ésta se caracterizó por los conflictos políticos y sociales derivados de las relaciones productivas en el interior del país que llevó a una amplia migración de población desde finales de los años 1950 hasta 1960 durante la etapa conocida como "la guerra" y, por un continuo conflicto social, político y militar entre actores del narcotráfico, el paramilitarismo, la guerrilla y miembros de las instituciones del gobierno, donde la población civil integrada por campesinos, colonos, comerciantes, agricultores, ganaderos e indígenas entre otros- se encontró entre el fuego cruzado.

Foto de una antigua maloca del alto Río Negro tomada por el etnólogo Theodor Koch - Grünberg

328

En el futuro próximo es deseable que los esfuerzos de investigación sociológica, geográfica, antropológica, etnológica, histórica y etnográficá se desarrollen ampliamente para ser divulgados entre sus coterráneos y que de esta manera el saber ciéntífico acumulado cumpla el papel de la ciencia: diseminar y profundizar el conocimiento. Para ello el hombre orinoquense y llanero del siglo XXI se apoderará de lo mejor de la tecnología para conocer, reproducir y ampliar este acervo social y cultural, compartirlo en su región y con los habitantes de otras áreas del país.

El espíritu del próximo milenio abre compuertas para establecer y desarrollar mecanismos de ampliación y divulgación del conocimiento adquirido en diversas ramas del saber: la etnología, la etnohistoria, la arqueología, la literatura oral, el folclor, la ecología, la geografía y la historia.

Es importante señalar que en el contexto del desarrollo institucional la creación de centros académicos regionales en la Orinoquia es bien reciente; la Universidad Tecnológica de los Llanos Orientales.-Unillano se creó en 1976; en la década de los años 80 le siguieron la organización de instituciones como Córpometa y los programas de educación a distancia de diversos centros como la Universidad Santo Tomás y la Escuela Superior de Administración Pública -ESAP-, entre otras. La Universidad de la Amazonia en Florencia fue creada en 1982 y el Instituto de Investigaciones Amazónicas Imani, en 1984. Existen todas la posibilidades de dar estructura y acogida a esfuerzos de investigación que permitan desarrollar, divulgar y compartir el conocimiento sobre la región.

¿Quiénes son ellos?

Los grupos indígenas de la Orinoquia han utilizado tradicionalmente los nichos ecológicos o biomas de manera alternativa. Estos grupos, ligados estrechamente al medio natural, mantienen una relación directa con los elementos que le proporcionan al hombre los medios de subsistencia, elementos que deben ser aprovechados en forma racional manteniendo el equilibrio que permita la supervivencia

Los grupos étnicos llanero-colono y las distintas etnias de ascendencia aborigen, a saber: Achagua, Amorúa, Chiricoa, Cuiva, Curripaco, Guahibo-Sikuani, Guayabero, Macaguane, Maciguare, Piapoco, Piaroa, Sáliba, U'wa (Tunebo) y Yaruro, son los grupos que ocupan la región orinoquense. Actualmente estas etnias, en su mayor parte, acusan graves y preocupantes situaciones de deterioro físico y cultural y escasos niveles de bienestar en su vida cotidiana; viven el arrebatamiento e invasión de los territorios ancestrales y la crisis en la identidad y organización política. Aún los grupos aborígenes son vistos con una actitud generalizada de superioridad por parte de la sociedad nacional que - desafortunadamente- ya en el siglo XXI, no ha cambiado.

329

Las formas "antiguas" esto es, coloniales- de dominación: esclavitud, vasallaje, servidumbre, endeude, adoctrinamiento, han sido sustituidas por otras; algunas de ellas permanecen; entre éstas, por ejemplo, el endeude, la servidumbre, el clientelismo y el adoctrinamiento religioso y político.

Las estructuras sociales y económicas fueron cambiando con e tiempo y algunas de ellas sabemos que desaparecieron; pero desconocemos si las etnias actuales han sustituido totalmente los objetos de intercambio intertribal e interétnico por otros; si se dan intercambios ceremoniales, ajustados a nuevas realidades religiosas; o si, por ejemplo, las cadenas productoras de curare, barbasco, caraño, objetos de fibra, canastos, ralladores de yuca, achiote, pescado seco para no citar sino unos pocos artículos aún perviven. Es cierto que han adoptado un amplio número de objetos y alimentos de la sociedad occidental.

Poco se conoce respecto a la dinámica social del mestizaje entre miembros de grupos étnicos y de estos con individuos de la sociedad de los ―blancos‖. La evidencia histórica de los grupos étnicos llaneros señala que prácticamente ningún grupo habita en la actualidad sus territorios ancestrales y que difícilmente en algunos de ellos con los Achagua por ejemplo, sería posible reconstruir una historia de origen debido a la conversión religiosa impositiva que han vivido. Con otros como los Sáliba, Piaroa, Cuiva o subgrupos Sikuani- Guahibo aún sería posible generar y emprender dichos procesos de autodeterminación.

Los desarrollos de construcción social en las etnias indígenas manifiestan la consolidación de nuevos grupos mestizos o llaneros. Por ejemplo, son muy claras las condiciones de aculturación con situaciones de bilingüismo y biculturalismo, en las que aún se distinguen componentes de la vida social y la cultura, las costumbres, los ritos, la artesanía, la toponimia regional y local, el folclore y los modos de vida. Mientras ello sucede, existen otros grupos que no aceptan tan fácilmente la adopción de nuevas costumbres y hábitos de vida.

Sin embargo, continúan los procesos y las relaciones para la construcción social, dinámica y acelerada en los diversos espacios geográficos de la región orinoquense; allí podrán desarrollarse otras actividades sociales y productivas de grupos y comunidades para continuar adaptando y construyendo a partir de su pasado y de su experiencia en sus relaciones con ―los blancos y racionales‖- la reproducción de su propia vida e historia social.

―En la confluencia del Camejíy del Orinoco se descargan los bagajes, y los indios, familiarizados con todos los escollos del raudal, conducen la piragua hasta la embocadura del Toparo, donde ya el peligro se considera pasado... Cada una de las rocas que forman los escaños del Raudal se conoce con un nombre particular: Uirapuri, Suripamana, Avagurí, Jaarivenl...‖ Alejandro von Humboldt. Viaje a las regiones equinocciales. (1846, pg. 228).

330

Introito

Antonio Umejé, Sáliba de Orocué, conocía las riberas del Meta como la palma de su mano, eran tantas las veces que había hecho ese viaje desde niño con su padre Ramón, en curiara a vela desde Orocué hasta el Casanare y aún más allá del Meta y del Orinoco, hasta cerca de Caicara donde vivían sus parientes Joropa, del grupo Sáliba; también había ido hasta Puerto Lucera frente a Puerto Ayacucho a visitar a sus tíos Yaguidua por parte de madre; pero para subir a Puerto Lucera tocaba llegar a Casuarito, pasar a Puerto Ayacucho y dar la vuelta por Venezuela pues los raudales no dejaban navegar.

Sus amigos Sikuani le habían contado que ―aquellas piedras inmensas que rodean el Orinoco y las bocas del Vichada eran resultado de las virutas desperdigadas cuando la gente bachaco había roído el árbol de Kalibirinae, el árbol de la comida.‖ El cerro Autana, el Sipapo, el Unianato, todos esos sitios tenían sus historias Sikuani.

―Durante horas la selva se había empinado hacia el cielo, del que sólo se percibían algunos jirones azules o blancos inmóviles por los entretejidos de ramas y hojas. Luego, de pronto, se abrió ante una gran piedra blanca y chata, agrietada en todos sentidos, como un ventisquero, por precipicios que era preciso saltar uno tras otro. Hacia el norte esta plataforma se detenía encima de un cañón sombrío del que subía el enorme trueno del río. Hacia el oeste la prolongaba un mamelón de doscientos metros, donde la selva empezaba de nuevo y que una delgada línea blanca, en la cima, separaba del cielo. Sobre toda la superficie del acantilado, animales, hombres y signos rojos cabalgaban en un palimsesto de danzas inmóviles. Allí estaba.

¿ Cuánto tiempo hacía que las aves del cielo y las fieras de la selva eran los únicos que conocían ese gran libro de imágenes abierto en medio del silencio? Sin duda siglos y q uizá milenios. Mirábamos uno tras otros todos esos dibujos de los cuales los unos brillaban de un color rojo tan vivo como si hubiesen sido trazados la víspera, mientras que otros, borrados en sus tres cuartas partes, no eran más que sombras de color de rosa que corrían por la piedra.

Quién? ¿ Cuándo? ¿ Cómo?. ...‖. Alain Gheerbrandt La Expedición Orinoco - Amazonas (1948 - 1950).

Antonio era un experto en la navegación a vela y conocía cómo y dónde conseguir las maderas para hacer las canoas y canaletes. De su tío Horacio Joropa aprendió a hacer los cabos de vela, las botavaras, el. tangón, la espadilla y- las palancas en maderas duras, de cedro o majagüillo. También sabía elaborar cuidadosamente los animales que ahora se vendían como artesanía; ya era como un poca difícil conseguir los palos de cedro, saquisaqui y el ―palo de boya‖ para tallar dantas, lapas, arditas, lagartos, tigres,

331 morrocoyes, osos, venados, canaletes y remos de juguete; tenían que ir cada vez más adentro de las matas de monte; en las escuelas le gustaba enseñar a los niños el arte de la manufactura de los animalitos.

Diversos estilos de los recipientes para llevar dardos envenenados para cerbatana. Foto: Koch – Grünberg

Antonio nació en Paravare en las riberas del río Meta, por allá en los años de mil novecientos cuarenta y pico, antes de la. ―guerra‖, el se acordaba de Guadalupe Salcedo, de los hermanos Parra y del Bautista; escuchó las andanzas de Eduardo Franco y de la entrega de las armas en Paz de Ariporo; por ese tiempo pasaron un par de años en Venezuela huyendo de la violencia; entonces Antonio debería tener unos ocho años. Hijo de Rosa Catimay y de Ramón joropa, de pequeñito comenzó a ir a la escuela y luego lo llevaron al internado de Orocué. Solamente en vacaciones podía ir a casa de sus padres; extrañaba todo lo de su aldea: las chagras, los conucos, el huerto de frutales del abuelo con mangos, limones, naranjas y lechosas; le gustaba sentarse junto al fogón de la cocina en un rancho separado de la casa, según costumbre que decían venía de la gente Atsáwa; añoraba las cacerías de candelillas y las linterneadas de caimán en la noche cuando se podían ver las estrellas fugaces.

Paravare había sido fundado por uno de sus abuelos -Juan Joropa- en los días del gobierno del viejo López, el muelón. Antonio aprendió las letras y siguió trabajando con el Vicariato como maestro en las escuelas Sáliba de Casanare; estuvo en El Consejo, en el mismo

332

Orocué, en Guanapalo y en Paravare; su último puesto lo había tenido en Caño Mochuelo, en las escuelas de La Juliana y Cucurital. Hablaba con fluidez el Sáliba, el español; comprendía el Guahibo o Sikuani que llamaban ahora.

Lámina de la Comisión Corográfica sobre la Orinoquia. Indígenas Guahibos en ini morichal. S.XIX

La mayor parte de sus parientes venían a Orocué al mercado dominical e iban a la iglesia de Orocué a los casorios y bautizos; trabajaban en conucos y chagras en cultivos de yuca dulce, yuca brava, plátano topocho y cambure, arroz, maíz y frutales; otros más tenían ganados, marranos y caballos.

Sus hermanas - Inés y Rosa - residentes en Cubarral, Caño Mochuelo, eran expertas alfareras; con la técnica tradicional de la abuela Jacinta Tapaje recogían la tierra de ―loza‖ o tierra dura y la mezclaban con la ceniza de la concha de palo cagüí -canapé- para hacer las vasijas. De sus diestras manos salían hermosas y suaves pimpinas en forma de mujer, budares, ollas, tinajas, alcancías, muñecas, figuras de toninas, unas para el uso diario y la mayor parte de ellas para llevarlas a vender a Orocué o a Yopal.

333

Poblado indígena en el Andén Orinoqués. Al pie hay una serranía de formación guayanesa. Foto: Femando Urbina

Su mujer Carmen. Chamarraví, Sáliba de la antigua ―nación del Duya‖ había fallecido hacía varios años sus hijos, Jacinto y Manuel vivían aún en Paravare con sus mujeres e hijos; Umejé tenía ya cuatro nietos; vivía casi continuamente en Paravare cuando no trabajaba en las escuelas.

El encuentro de Ikotia y Antonio

José María o Ikotia, chamán, careca o piache de todas las tribus del Tomo y del Tuparro estaba en el mismo sitio en donde Antonio Umejé le había dejado hacía algunas lunas, en el muelle de Puerto Carreño, la ciudad del Orinoco y del Meta; él mismo creía que en ninguna parte del mundo se veía el cielo tan redondo y combado como allí. Se encontraron cuando el. uno, Antonio, esperaba una faléa que lo llevara a, Santa Rosalía y de allí a Orocué y José María se iba a visitar a sus-parientes en las aldeas del Bita. Antonio y José María eran bien andariegos, como mucha de la gente indígejia y llanera que habita en las sabanas del oriente.

Incomprensiblemente todo el paisaje. quedó quieto, sin moverse como en una fotografía: al fondo, el Río, para Antonio el más inmenso y hermoso del mundo el Orinoco en su encuentro con el Meta el cielo azul torneado por las figuras caprichosas de las nubes con caras redondas como duendes. Antonio comenzó a imaginarse, como lo había hecho otras veces, de. quiénes podrían ser esas caras, los objetos personas o duendes que podían representar. ¿Acaso era el dueño de las dantas que ahora se tornaba esquivo pues esos

334 animales ya no se veían? ¿o el dueño de los pescados a quien se pedía permiso antes de ir a la pesca? Así, se le pasó un rato.

Antonio había vivido los días anteriores en el río, en las aldeas Sikuani a donde solamente .se llega por entre caños cubiertos de selva como la boca de un túnel, entrando por los caños. Buscando, buscando a canalete había podido entrar al Bita, hasta llegar a Guáripa, Caño de La Hormiga y Caño Bachaco a visitar a viejos amigos; por allá vivía el viejo Tanilao Ponaré con quien conservaba una gran amistad.

Existe un paso con la triple incisión en forma de ―V‖ que señala la entrada del paso secreto, con el Signo, en la entrada del Caño de la Guacharaca, situado a unas dos horas de navegación, más arriba del Vichada: conduce, bajo bóvedas de vegetación a una aldea de iridios Guahibo, que tiene su atracadero en una ensenada oculta. ―Alejo Carpentier. Los Pasos Perdidos, 1987, p.415

Antonio conocía tanto esas sabanas, caños y ríos así como los del Casanare, porque había trabajado como profesor y luego como inspector de la Contratada. Eran exactamente las ,cinco de la tarde y allí, en el parque enmarcado por inmensas palmas y sombreados almendros y floramarillos, estaban la iglesia, él comando, la antigua comisaría, el banco, casi todas construcciones nuevas. Las calles, aún sin pavimentar, permanecían de color arena rojiza, como las había conocido de chiquito. De repente las gentes en motocicletas y a pie, los niños, los carros, los soldados, todos se quedaron quietos como estatuas, tal como lo habían hecho años atrás, al escuchar el himno. Dos veces al día se izaba j arriaba la bandera de la patria llevada hasta el patio de armas por un estafeta que portaba una caja de madera. Mientras tanto, la banda dé la Armada interpretaba el himno nacional.

José María -Ikotia- ya no se ‗ocupaba de trabajar como motorista en el Apostadero; hacía ya varios años había decidido volver a su ―comunidad‖, a Kiley, en el Aiwa Vichada a ocupar el cargo de capitán y piache ambos cargos al tiempo honor que no muchos habían podido alcanzar. Pero sus ocupaciones y el deseo de viajar lo llamaban a ñavegar por el Méta, el Guarrojo, el Vichada y el Orinoco; era su modo de vida. Sus manos encallecidas estaban ahora quietas, luego ya ocupadas en prender un cigarrillo, en apagar el fósforo, en cambiarse la cachucha de un lado para otro. No tenía ni un cabello blanco. ―Los hombres chamanes no tienen canas‖ le había dicho a Antonio algún día y entonces él no logró comprenderlo.

José María conocía casi todos los meandros y remansos del Río y sus afluentes: el Meta, el Torno, el Tuparro, Ariporo, el» Pauto, La Hermosa, e‘l Vichada o Vitsaramene, el Uva, el Iteviare y el Siare çon el Chupave y el Tiyabá; había subido por el Guaviare, pasando por Barranco Mina, Barranco Ceiba y Barranco Colorado, visitando a la gente Cunimía o Guayabero que venía paso a paso huyéndole a la colonización del piedemonte del Ariari. Había alcanzado a ascender, bien arriba, a las rocas del Guayabero y del Papamene, donde

335 la niebla se juntaba con el frío de la montaña, ese Sitio lo llamaban ―el otro mundo‖. Había visitado las cabeceras del Atabapo y del Ventuari hasta adentro de Puerto Inírida en la Guainía con una cuadrilla para sacar el chiquichiqui. Conocía las sabanas del Vichada y del Tomo a la perfección.

Antonio y José María se sentaron a conversar de cara al río, saludándose como si se hubieran visto ayer, como solamente se saludan los viejos amigos; José María le ofreció la mano de una manera particular, haciendo un cuenco con la palma rozando la de Antonio casi imperceptiblemente. La gente Jiviya casi no se saludaba con el discurso y saludo ceremonial Atsáwa y Sikuani que era lo ―antiguo‖ sino con la mano, como el ―racional‖. El discurso se dejaba para recibir las visitas en las ceremonias de cosecha o de celebración.

Pero mientras tanto Antonio Umejé había visto otros ríos y lagos, el Cauca y el Magdalena, el Arauca, el Atrato y el Paría. ..y tantos otros; Antonio iba al mundo de los blancos y siempre volvía; se sentía más Sáliba que ―blanco‖. Con caminar pausado bajaron al puerto, que ahora estaba unos cuantos metros más abajo. Se dibujaban al oriente unas nubes negras, cargadas de tormentas como se ven en septiembre y que ya casi traían el estruendo del trueno; a Antonio, lastimosamente el río ya no le pareció tan inmenso; se sentaron a la orilla, encima de una canoa de madera de cedro volteada, calafateada con peramán, de textura tan suave.

En la playa permanecían las huellas del mercado matutino, hojas secas, frutas podridas, pedazos de cebollas y tomates. Los colores del cielo creo que no tienen nombre: era un azul intenso, otro azul más claro; más allá un rosicler, en el fondo, en los confines, un gris mojoso con destellos naranjas.

Oteando el horizonte, Ikotia permaneció unos minutos en silencio. Luego, quitándose la cachucha y dándole vuelta en las manos me dijo:

“Oiga pariente , ¿qué le parece si va hasta Kiley en Aiwa Vichada y nos hace una visita? saque el tiempo y por allá los esperamos; para el tiempo de la tortuga en enero, pitsunijuaneto lo esperamos. Si llega a ir podemos ir a mariscar y de pronto hasta a pescar, ¿no le parece?”

Antonio se quedó pensativo y recordó la última vez que había visitado Kiléy; también había sido en verano, el viaje había sido con su mujer, la finadita Carmen y las petribas, organizaron baile de jalecumá, de cacho e ‗venado y carrizo, obviamente acompañado con yucuta y yare -sopa con ají y pescado; había mucha comida lapa y danta con ají. Todos estuvieron en la wakera, ceremonia del intercambio de comida de caza y pesca; como que las telarañas del tiempo le estaban nublando la mente y los ojos. Pero le dijo:

“Bueno pariente, por allá le llego, tengo deseos de comprar unos perros y de negociar unas vacas, me dicen que por allá están como buenos esos animales... Juan Ponaré me

336 prometió unos perros, allá le caigo, no sé cuándo pero allá llego.” De costumbre estos dos personajes se llamaban parientes .

La visita en el verano pitsunijuaneto, tiempo de tortuga

Así fue como Antonio decidió ir a visitar a José María en Kiley, poblado en el resguardo Aiwa. Añtonio como buen Sáliba quería ser más sedentario, quedarse un tiempo en Paravare o en Orocué; pero algo en su vida interna lo impulsaba a viajar, a no quedarse mucho tiempo en un sitio, y a ―andar‖ como la gente Jamorúa (Amorúa) y Cuiva; ellos sí habían sido los nómades por excelencia. Salió temprano de Santa Rosalía en donde había logrado comprar ―bastimento‖ para el viaje y un mercado de grano para el pariente; la falca lo llevó a él y a su hijo Ramón hasta el puerto de Remolino adonde esperaron a la tarde que llegaría un camióó con destino a Santa Rita. No era fácil que allí llegara, pues los que viajaban a Santa Rita no acostumbraban a hacer el desvío para entrar a Remolino, Colgaron los chinchorros en la tienda de Marcolino, un colono tólimense conocido por ser más amigo de los indios. Al día siguiente pasó un camión que los podía llevar a Kiley; allí lo recibió con la hospitalidad de siempre José María, Ikotia.

José María lo invitó a su rancho, le asignó el rincón de las visitas donde Antonio guindó su chinchérro. Esperaron a la tarde para degustar un caldo de curito que habían preparado las nietas de José María. Antonio notó con interés que a la izquierda de la entrada del rancho, que ya no tenía tanta forma como la maloca tradicional con el techo hasta el piso, había‘ una repisa con una montaña de papeles y unos libros. Con curiosidad preguntó a José María de dónde habían salido aquellos papeles, a lo que él le contesté: ―Me los han traído los profesores, los bilingües de Santa Teresita que a veces vienen por acá‖.

Todavía con mayor curiosidad Antonio preguntó a Ikotia si era cierta la belicosidad que se decía tenían los Guahiboso los Cuivas en el pasado. ―Pues sí que éramos bravos‖, respondió Ikotia, ―pero también era como parte de leyenda, de fama de guerreros; pero los ―blancos nos acostumbraron a flechar y nuestros abuelos respondieron flechando las falcas, reses, gentes, todo por igual así era de antiguo. Venían a robarnos las petribas, las pollas decían ellos y nosotros respondíamos con flechas con veneno. Nos corrieron de las sabanas y ya casito llegamos á Venezuela; mejor dicho, con los asuntos recientes, ¿no sabe usted que ya varias familias Curripaco se han ido para Venezuela?

Pero los Guahibos de antaño también hacían intercambios, con o sin ceremonias, visitaban las aldeas Atsáwa -Achagüa- para canjearles flechas, achiote, pescado y carne de monte, a cambio de productos como casabe, mañoco, catibía y tubérculos. En esos mirray se encontraban además otros productos como perros de caza, do los Guayabero Cunimía, colláres de cuentas que traían los Piaroa o Pume de dónde los Ye‘kuana Makiritare, arcos de madera, artículos de fibra, yopo, piedras para pulir ollas peramán, aceite de seje, palo brasil, onoto, pinturas y hamacas; recibían conchas marInas de bien lejos además de caraño

337 y otoba preparado por los U´wa del Cocuy. El curare venía de abajode bien abajo del llano, en su encuentro con las selvas del Atábapo.

―Por eso se sabe que éstos llanos y selvas del Orinoco y sus gentes somos como hermanos con las gentes del Amazonas,, compartimos muchas cosas como las vasijas dé barro, las variadas clases de yuca brava, la cesterías, todo lo que son cebucanes, balayes, mapires, catumares; ellos también tienen flautas de pan o carrizos, ají, caapi, yopo, curare y maracas‖.

―Yo he conocido casi todas esas momowi o gentes, los Yaruro o Pume como emparentados por la lengua con los Piaroa, los Amorúa o Jamorúa caminantes y navegantes que ahora viven muy juntos con los Sikuani. Ahora viven por grupitos los Wipiwe, Siripu y Mariposo en Caño Mochuelo; después de ocupar las vastas llanuras allí han quedado unos pocos. Hasta a los Cuiva los han arrinconado en el Aguaclara.‖

Ikotia señaló con ese comentario la sabiduría que poseía sobre los indígenas del llano, del piedemonte y dé la selva y continuando la conversa le dice a Umejé: ―¿No ve pariente como los Atsáwa y ustedes los Sáliba han sido los que más se ,han tratado con los blancos? ¿Por qué?, porque tienen algo así como un alma de comerciantes, de tratar más con objetos y con gentes. Eso del comercio como que hasta ahora lo estamos aprendiendo nosotros los Sikuani.....estamos aprendiendo de las vacas y del arroz, ahí poco a poco pero estamos aprendiendo.

Los Curripaco y los Puinave del lnírida son El casabe o torta de yuca brava constituye

338 muy hábiles en la elaboración de canastos. Es el ―pan‖ orinoquense y amazónico. un trabajo básicamente femenino pero los Acompaña casi todas las comidas. Foto: hombres también saben hacerlos. Foto: Femando Urbina Femando Urbina

―Antes mucho antes del mundo los Jivi eramos todos animales, de allí viene la gente tigre y la gente guacamaya que son del alto Vichada, la gente del mico, del bajo Vichada, pero también la gente sardinita, caimán, danta, perro de agua y otras. Esas gentes, esos momowi o grupos de gentes se distinguían por pertenecer a cierto río, al Ariporo, al Tuparro o cualquier otro; se diferenciaban además por su hablar más rápido o lento el mismo idioma; unos eran más altos y robustos, otros más bajitos y regordetes, a veces se los comparaba con el mismo animal al cual pertenecían. Esos grupos han cambiado; se han acabado unos y otros se están rehaciendo‖.

―Nuestra vida de todos los días está marcada por las cosas que nos rodean, la maloca, los instrumentos de cacería y pesca, los canastos para el trabajo de la yuca; en los cebucanes y sopladores se distingue la pinta del curito; la piel del güío y de la rana aparece en las guapas y balayes que tejemos; así que nuestra historia está ahí. En canastos como en los libros de los blancos- nosotros leemos las historias en el tejido de las fibras de juajuá; en los cielos estrellados está la historia de la familia Tsamani-Iwinai o las Pléyades -Kajuyali es la constelación de Orión. Cada recodo del río o en las grandes piedras del Orinoco; cada raudal tiene su relato‖.

―A tres o cinco kilómetros de Encaramanada (cerca a las bocas del Manapire) se levantaba, en medio de la sabana, una peña llamada Tepuremene la Roca Pintada. Muestra dibujos de animales y signos simbólicos. Las representaciones que hemos encontrado en rocas de lugares ya deshabitados son Estrellas, Soles, Jaguares, Cocodrilos. No me parecieron objetos de culto religioso‖. Alejandro von Humboldt. Viaje a las regiones equinocciales (1859)

Antonio lo escuchaba en silencio y pensó por qué su pueblo Sáliba ya casi no recordaba historias como esas, lo que contaban los ancianos eran historias de la Virgen y de la iglesia... esa memoria ya no existía, seguro que los Sáliba sí tenían algún otro relato además del de Puru.

Con las sombras de la noche acordaron salir temprano a pescar en las lagunas para poder preparar un buen guiso con casabe.

339

El "zarzo". parte alta de la vivenda en áreas inundables: Allí se vive durante el inverno. Foto - Fernando Urbina

Al día siguiente, caída la tarde, después de haber repartido los valentones producto de la pesca, Antonio y José María se sentaron en la puerta de la casa, junto a un árbol de yopo; pára ellos dos era muy importante conversar, escucharse entre sí, aunque a veces, José María era el que más hablaba. Ocasionalmente, escuchaban el silencio en la oscuridad de la noche. Al oriente se veían las Pléyades -Iwinai-, los miembros inteérantes de la familia Tsamani que viajó al cielo para convertirse en estrellas.

―Los Sikuani hemos aprendido mucho con el tiempo -dijo Ikotia- ―usamos la sabana y los bosques, según si llueve o es verano; aquí hay un tiempo y una época para cada cosa; el río, el monte, el morichal, los animales, todo es un cuerpo que debe ser cuidado y respetado. Aquí todo tratamos de compartirlo con el vecino o el pariente; un favor no se le niega a nadie, la comida que se consigue se reparte y el que no lo haga, recibe, una sanción del grupo‖.

La mariscada es la forma para obtener carne, y claro, de paso podemos ir a mariscar mañana o el día después, ¿no le parece?, los Sikuani del ―llano adentro‖, esto es del Vichada, salen a mariscar en verano y en partes donde aún se consiguen algunas especies; les acompañan los hombres adultos y los niños desde pequeños.‖

Allí terció Antonio ―atravesándole el macho‖; quería explorar el conocimiento de José María acerca de un tema del cual era difícil que él hablara: ―¿Y cómo así que los Sikuani

340 son supersticiosos? ¿creen en muchos agüeros, en maras y duendes, en maleficios y augurios, cómo es eso?‖.

José María entendió para dónde iba el Umejé encendieiido un pielroja, con escupitajo al piso de tierra le dijo:

―Vea pariente, todo lo que nos rodea, las plantas, la yuca, los animales y hombres todos somos por igual seres vivos, como personas; pero hay espíritus vengativos que andan haciendo el mal que a cualquiera lo puede afectar en un momento u otro; así que le puede dar reumatís por un maleficio; si un piache le manda el maleficio y usted no tiene las hierbas maras, la protección, entonces se puede morir. Pór eso los piaches hemos sido perseguidos desde siempre y se han atacado nuestras creencias. Hay enfermedades producidas por brujería o maleficios que sólo reconocen y curan los médicos indígenas...‖ .

―El maneni o Tsawikuli es un maleficio mal hecho, o brujería; a ella obedecen las enfermedades que no conocemos o a las que no se le encuentran una clara explicación, como el cáncer y la lepra. Vea pues que los Maciguare por ejemplo, pensaron que fue por la ―brujería‖ de los Wipiwi y Amorúa unos casos de sabañones y una muerte misteriosa ocurrida dentro de la comunidad hace algunos años.‖

―Nosotros como piaches vemos el presente y el futuro en los sueños, en las visiones con yopo, y para las curaciones tenemos un poder que nos da la sabiduría y el aprendizaje además de la protección del dueño de cada objeto curativo; entre poderes amigos- y enemigos podemos curar con el soplo acompañado de cánticos, invocaciones, bailes, pases, succiones, rezos y bebedizos.‖

―Frío del hacha, frío de las gotas de agua, que se produzcá mejoría: Sal dolor, no molestes más. Pececito mueve la boca. Pececito, canto para que salgas...

Esa noche, Antonio y José estuvieron fuera del rancho hasta que Venus se apareció por el oriente. A la semana siguiente tuvo lugar una ceremonia del rezo del pescado pues Lucía, nieta de Ikotia, había llegado a la edad de muchacha. Una gran fiesta congregó a la parentela para la noche del rezo del pescado.

Finalizando esa luna, Antonio Umejé se fue abajo, hasta la casa de Juan Ponaré, en Buenavista, caiño Mataregia, en el Bajo Vichada. Allá llegó a negociar sus perros, trata que le tomó algunos días más. Después, con perros y dos vacas paridas Umejé volvió a Kiley antes de emprender el viaje de regreso a Santa Rosalía.

Derebü, el hombre tigre

341

Habían pasado como dos lunas, llegaba a su fin el tiempo de la tortuga y Antonio no se decidía a marcharse. Sabía que tenía que volver a Orocué, tal vez a buscar un trabajo en la Alcaldía, o posiblemente con el FER; le había prometido al doctor Sarmiento del FER de Yopal que volvería para las clases de febrero, pero no acababa de decidirse; mientras tanto, las clases ya habían empezado. Allí, en las sabanas del Vichada la ―vida era tan sabrosa...!‖. Disfrutaba de la amistad cálida de su ―pariente‖ José María y hasta había pensado en llevar al chinchorro de cumare a Weninae, Julia, la petriba sobrina de José María.

Un atardecer con el sol de. fuego ocultándose en la cercana mata de monte, José María inició una de sus acostumbradas conversas, que a veces, terminaban cuando los luceros ya aparecían por el occidente.

―¿ Se acuerda de la historia que le conté en la Guainía?‖ le dijo José María a Antonio.‖Quiero que escriba esa historia, que la escriba para mí y para mis nietos que van a la escuela de Santa Teresita del Tuparro, ellos ya saben leer y la quieren escribir en lengua; ahora hay unos profesores que les enseñan a escribir en Sikuani; por eso quiero volver a contársela hoy.‖

Antonio lo miró a los ojos, pequeños, achinados y de color indefinido; observó con detalle los profundos surcos de su faz; analizó su edad indefinida y el color de su tez; dirigió la vista a la inmensidad del cielo y a los rayos del sol que rielaban en el agua del porrongo cercano.

Antonio soñaba despierto, eso le sucedía desde pequeño y no lo podía evitar; en cualquier instante, debido entre otros al color del cielo, a una melodía de tambor o de flauta tsitsito, o acaso al rítmico botuto, al aroma de las flores, del mastranto o de la guaratara, todo eso lo transportaba lejos, a evocar épocas pasadas, entonces así viajaba en el espacio y en el tiempo; en ese momento algo así le sucedió y recordó aquel día en que había visto a las toninas cerca de las Bocas de La Hermosa, en la caída al Meta. Sintiendo una emoción que jamás olvidó y que le daba gusto recordar, Antonio corría por la playa de la orilla del río, con una tropilla de chiquillos detrás de él, gritando al unísono: ―...las toninas...las toninas...las toninas!...‖. Eran como cuatro!! En una fotografía que tiene ya muchos años apenas se notan cuatro manchitas muy pequeñas; Antonio sabe que son las toninas y bufeos, aquellas dos mujeres que de tanto bañarse en el río se convirtieron para siempre en toninas!.

―Kasibali , punto cierto, fantástico, lejano. Hoy, ayer, un día sueño con el mar, la tarde que se pierde entre la lluvia de octubre, un mes desmoronado..‖.

342

Volviendo en sí, regresando de su divagación , pues Antonio era poeta, trató de responder la pregunta de José María y haciendo memoria le inquirió: ―¿Pero cuál historia? ¿Cuál de todas Sus Historias? ¿La de cuando los ríos de estas sabanas y selvas corrían de abajo hacia arriba, hacia las montañas? ―.

Antonio pensó ojalá sea esa Historia, la de antes del gran cataclismo, de la inundación, cuando las aguas de los ríos del Llano y de la selva corrían de abájo para arriba, mucho antes del árbol de la comida Kalivirinae, de Kutsi kutsi la ardilla, de danta y la gente bachaco..cómo quisiera escuchársela hoy!!

―Con frecuencia las figuras jeroglíficas han sido talladas a mucha altura en Las paredes de la Roca Pintada, en sitios a donde sólo podría Ile garse con andamios. Si se pregunta a los indígenas cómo fue posible tallar aquellas imágenes, responderán sonriendo, como si dijesen algo que sólo un blanco puede ignorar, que cuando la Gran Crecida, sus abuelos llegaron hasta aquellas alturas en la Piragua...‖ Alejandro von Humboldt. Viaje a las regiones equinocciales. (1859).

―Hay mañanas en que quisiera ser naturalista, geológo, etnógrafo, botánico, historiador, para comprenderlo todo, anotarlo todo. Una tarde descubrí con asombro que los indios de aquí conservan el recuerdo de una epopeya que Fray Pedro está reconstruyendo a fragmentos. Es la historia de una migración caribe, en marcha hacia el norte, que lo arrasa todo a su paso y jalona de prodigios su marcha victoriosa.‖

―Se habla de montañas levantadas por la mano de héroes portentosos, de ríos desviados de su curso, de combates singulares en que intervinieron los astros. Las noches en que se emborracha ritualmente con un polvo sorbido por huesos de pájaros, el Capitán de los Indios se hace bardo y de su boca recoge el misionero jirones del cantar de gesta, de la saga, del poema épico, que vive oscuramente -anterior a su expresión escrita- en la memoria de los Notables de la Selva.‖ Alejo Carpentier. Los pasos perdidos (1987).

José María seriamente le dijo:

―No, esa no. Quiero es contarle la historia de Derebü el hombre tigre, el que nunca murió.‖

―¿Derebü?!...?...‖ Antonio cerró los ojos, con mucho esfuerzo buscó en el libro de las remembranzas y llegó a su mente la imagen de una noche de inmensa oscuridad y estrellas, alrededor de una coleman en el internado de Puerto Inírida, la luna se reflejaba en el río...

Allí estuvieron escuchando esa historia, pero, ¿incompleta? Antonio, con su memoria de Sáliba conocedor del mundo indígena y del mundo ―del racional‖, buscó inútilmente en los recodos de su cabeza y no pudo encontrar su final; algo estaba fallando en su cerebro; debería buscar al brujo de Wualabó a ver qué le decía, o, tal vez, podría formular su inquietud al mismo Ikotia, pero lo dudaba pues podría pensar que le iba a dar la locura y le- tendrían que cantar:

343

―Deja que vaya esa mariposa. Canto para que sueltes todo lo malo, todo lo malo que tienes en el cuerpo... vete mareo. Danta: te estoy sobando con la mano esta cabeza loca, esta cabeza mareada... te quito el sueño, te quito el mareo... Mawine - xeno (árbol) que invoco para curar aleteo del pavo real... Pensamiento de tu corazón, espinas de la sensitiva, crezcan rápido; aleteo de las aves que empiezan a volar.. te quito la locura y quedará solo el sueño...‖.

Antonio le tenía miedo al mal de la cabeza, mal que le había dado también a su tío y a su abuelo. Esa noche los acompañaba Falla no recordó su primer nombre, ¿acaso Octavio? el experto cauchero del río Algodón luciendo una larga melena, blanquísima y lisa. Había más personas: un enfermero Piapoco, que le salvé a la hora de la siesta en el puesto de salud el día anterior de una mordedura de culebra verde esmeralda: el siseo de la culebra sobre la madera lo despertó y ante su llamado que a pesar de la desesperación y del susto no supo cómo pudo ser sereno, el piapoco - abrió la puerta para darle muerte con un machete... ¡La volvió un tasajo! .

Estaban allí -escuchando esa historia- un teniente de la Armada, comandante de un ARC, de lo que después fue la Fuerza Naval de Oriente, con sede en Puerto Carreño, un supervisor de la Contratada, otras dos o tres personas del Ministerio qué estaban identificando los hitos de las fronteras con Venezuela y Brasil localizados en medio de las selvas; decían que venían del río Xié y de San Carlos del Río Negro, en el Cocui.

Antonio no logró identificar sus nombres ni las caras de otras personas. Los rostros estaban cubiertos por las sombras del tiempo... como telarañas; eso le estaba sucediendo últimamente con inusitada frecuencia.

―Derebü era el piache de los piaches... el curaca mayor comenzó José María poseía las sabidurías y conocimientos de la tierra y del cielo, del fuego y del agua. Desde niño recibió de sus abuelos y tíos, de Wanaka y Maulesi, los más profundos pensamientos, relatos y palabras de la piedra acera, cayácl la piedra del fuego que traían del septentrión, de adentro de otras selvas. Le enseñaron acerca de las plantas y sus dueños, del yopo, el caapi, la coca, el curare, la xuipa, el barbasco y el tabaco. Conocía las fibras de las palmas -cumare, seje, moriche, choapo, pipire, cubarro y otras- además, sabía para qué servían sus frutos y sus lianas; en su largo entrenamiento de años aprendió cómo hablar con los dueños del bosque y de los animales para pédirles los permisos necesarios.

344

Elaboración de la torta de casabe sobre el budare o asador. Las mujeres Puinave realizan esta labor diariamente, Foto: Femando Urbina

En su memoria guardó los cantos y relatos sobre el origen de la gente tigre, de la gente danta, de la gente araguato y de sus mundos. Se ejercité en sanar y curar con soplos, maracas, hierbas, frutos y raíces.

Pero un día, por el gran Río -el Meta conocido antes como Metha- vinieron subiendo unas canoas inmensas -como malocas flotantes- con hombres brillantes; traían animáles grandes más altos que las dantas para en ellos cabalgar. Eran cuatro curiaras inmensas; después supo que los llamaban bergantines. Cerca del Siare, sitio en el Orinoco, visitaron la maloca de Derebü mientras las mujeres y los niños estaban en las chagras y los demás hombres habían ido de cacería. Cuando ellos regresaron -uno a uno- los fueron aprehendiendo. Los extraños traían hachas de metal y tubos de fuego. Cuando se hicieron presentes los viejos piaches sabios, a el-los también los apresaron.

Con ellos venía un hombre danta nativo del Alimena, llamado Francisco, él ya no era de la gente tigre; había cambiado su lengua, su gente, hasta su vestido. Entonces se dirigió a Derebü para invitarlo a un viaje por el río arriba, quería ir hasta encontrar Manoa, la ciudad del oro. Derebü hizo creer que él no sabía nada de eso, que no conocía el asunto, pero él comprendía perfectamente que por allí arriba, por el río Catnimani y la Sierra Cupuira en el Alto Oninoko se llegaba al río Branco y luego al encuentro con el ―otro gran río‖, el Amazonas, el río de muchas leguas que salía a encontrarse con el mar, con el agua grande.

Eso lo conocía por la vida de la gente Kawini y los relatos del Kuwai; ellos eran los guardianes del gran bosque que albergaba los remansos y meandros de esos ríos; ese espacio representaba el corazón recóndito del mundo, pero allí no podía entrar nadie sin ayuno, sin rezo y sin permiso anticipado de los dueños de los animales.

345

Derebü -cuyo verdadero nombre era Jowai- no estaba interesado en viajar, ya había explorado suficiente. Conocía mentalmente lo que había más allá del Río, de las sabanas y de las selvas. Había visto con los ojos del espíritu -en sus viajes astrales cuando sorbía yopo- lo que existía debajo de la tierra, en el mundo acuático de Bakats6lowa y arriba, arriba, en los cuatro cielos de los cuatro colores y en el pueblo de Tsamani, las estrellas que habitaban el cielo. No hubo excusa posible; se lo llevaron al día siguiente en una canoa maloca que le pareció inmensa. Tuvo que dejar a su mujer, Ainawi y a sus dos hijos pequeñitos, Dali y Lipai.‖

José María se detuvo en este punto -y repitió-: ―Eso fue hace mucho, muchísimo tiempo. El jefe de los hombres brillantes de las malocas viajantes por el río se llamaba Alonso de Herrera y venía del otro lado del Orinoko. Su viaje se debía a la búsqueda del oro, de la ciudad de Manoa y el árbol de la canela, eso era lo único que querían. Lo buscaban con ansiedad por el Perú, por los Quixos, por el Orinoko, por el Metha, por todas partes del continente ".

Los extraños deseaban de Derebü su ayuda para encontrar las aldeas de oro y los árboles de las especias. Así fue como estuvo con ellos casi diez lunas; comenzando en la luna de la tortuga charapa hasta la luna parida, cuando la luna aparece con una estrella junto, con un hijo llamado Pomona.

Los soldados se fueron cansando de ir para un lado y otro; subieron los raudales de Carichana y abandonaron las canoas gigantes en los raudales de Atures y Maipures; siguieron en otras canoas de Guaypunabis y a pie. Pero además, se dieron cuenta que Derebü o no sabía o tuo quería llevarlos hasta donde estaba el Metha, el oro; por más búsquedas no lograron encontrar el árbol de la canela. Escapando de bravos indios que les flechaban al paso, sufrían hambres -janipa-, faltaba la comida, sentían fríos en las madrugadas; los caballos se habían muerto y formaron parte de la dieta; estaban fatigados.

―Desde La confluencia del río Paruasi, el Orinoco está lleno de rocas y arrecifes de granitó por lo cual se forman allí los rápidos o pequeñas cataratas, que a primera vista pueden inquietar al viajero por sus muchos remolinos... En el sector de su curso orientado de sur a norte se extiende sobre el Orinoco una cadena de montañas graníticas. Frenando dos veces en su carrera, rompe furioso a través de las rocas que forman gradas y diques transversales.., nada hay tan grandioso como este paisaje. Situado de modo que se domine con la mirada la interrumpida serie de cataratas, la enorme superficie de espumas y vapores iluminados por los rayos del sol poniente, parece como si se viera todo el río colgando sobre su lecho... Las dos grandes cataratas del Orinoco se originan al quebrar el río las Montañas del Parima.

Los indígenas las llaman Mapara y Quitunam, nombres que sustituyeron los misioneros por los de Atures y Maypures, apelativos de las tribus que han reunido en dos pueblos más

346 cercanos a dichas cataratas...” Alejandro von Humboldtl Viaje a las regiones equinocciales (1846).

Decidieron volver a bajar el Orinoco y entre uno de aquellos caños, tal vez entrando por el Vichada cerca de Aiwa, lo que hoy es Santa Rita, o por el Tuparro Araita, pensando que regresarían al gran. río los cogió un verano y el galeón o bergantín, como llamaban a la maloca navegante, se quedó atascado entre el monichal. Inútilmente trataron de sacarlo y prefirieron abandonarlo y buscar el noroniente por medio de los caminos de la sabana.

Una mañana, un lugarteniente de, Herrera, el más descontento de todos con la situación, aprovechando la ausencia del capitán mayor y cansado con la indiferencia de Derebü le colocó una soga al cuello con una piedra bien atada con sogas de canangucho. El capitán ordenó tirarlo al río, al Orinoco; pocos hombres lo acompañaban pues los demás se habían salido a buscar maderas y çacería; con la soga atada al cuello Jowai se hundió en el aguabájo el peso de la piedra. Ni siquiera Francisco Alimena movió un dedo para evitar la tragedia.

Jowai bebió el líquido cristalino del gran Río éste, por ser de fondo de piedra no tenía arenanado y conversé con las toninas, con los bufeos; caracoles, con el dorado y el valentón. Alcanzó a recibir un destello fulminante, rojo, como un fogonazo de pólvora...

En esos instantes entendió que su espíritu abandonaría para siempre la faz de la tierra y que iría a otra parte a juntarse con sus ancestros. Sintió que no podría volver a cónversar con el dueño de la danta, del pecarí y que jamás se volvería a convertir en hombre tigre. Ya no podría ver jamás al caimán negro del Lipa. Pero no, Jowai quería vivir, deseaba volver a ver a Ainawi y a los niños construyendo pequeños arcos y flechas para jugar. Deseaba volver a ver las palmas de seje floreciendo y su chagra con copas de oro y diversas matas de yuca nobawa, dalikai y otras; quería navegar por el Tomo y el Duya, bajo el sol inmenso y sentir la brisa fresca en el rostro. Quería, quería ir a la fiesta del Jalecumá, deseaba, anhelaba tantas cosas... como buscar huevos de tortuga terecay en la playa venanera...!

Banquitos rituales utilizados por indígenas Puinaves. Foto: Fernando Urbina

347

Nadando hasta el cansancio, haciendo figuras como los bufeos, Jowai alcanzó una orilla, luchando por librarse de la soga con las piedras. Agotado, pudo llegar -de noche- a la Isla de Atures; sobre las piedras le pareció ver o soñar a lo lejos la silueta del Ujiianato de donde salieron las gentes del interior de la tierra al comienzo del mundo.

Y allí, desde ese instante, vivió para toda la eternidad, ¡para siempre! Se Convirtió en aitawa, en eterno. Jowai vivió para hacer y enseñar otras cosas; permaneció para hacerle el bien, cuidar y curar á las gentes de los llanos de la sabana, del río y del bosque. Conocía los remedios de las plantas y hojas, como el koduiro o guayabo de monte para cicatrizar las heridas, o el aniroai, gualanday, para curar las afecciones de la piel. Vivió con la gente danta, con la gente tortuga, con la gente tigre. Inútilmente buscó a Ainawi, a los niños y a su tribu pero no los encontró; le dijeron que se habían ido a Caicara con la gente danta, escapando de Herrera y sus soldados.

Cuando iba al morichal se quedaba vagando por semanas o acaso meses; allí vivía su transformación, se convertía en hombre tigre; aprendió jodas las lenguas de la sabana y de la selva, el sikuani, el piapoco, el atsáwa, el piaroa, el makiritare, el cuiva; aprendió estas lenguas, las de los hombres y las de los animales mientras recogía en su mochila raíces, hojas, piedras, semillas, ojos de venado y cuarzos.

Tiempo después se topó con otros hombres brillantes y subiendo el Orinoco buscaron las fuentes del Guaviare y del Atabapo y fueron más al sur tratando de hallar el tesoro de Yaguarcocha, el Inca. Pero todo fue en vano e inútil; Jowai volvió para buscar mujer en el clan de la garza y tuvo otros hijos, nietos y bisnietos.

Regresó a su tierra cerca del Gran Río y fue chamán, cazador, pescador, caminante del bosque y recogedor de hierbas y raíces, recolector de chiquichiqui, siringuero y canoero.

Estuvo en Carreño, cuando la violencia y para la época del problema con el médico Bayer, se unió a sus cuadrillas durante un tiempo. Después, andando, estuvo empleado de motorista en el Apostadero... y quiso volver a su gente, a Kiley Aiwa donde se quedó con su mujer y sus hijos...‖.

José María sonrió.., y no dijo una palabra más.

Antonio Umejé lo miró aterrado y pasmado, su confusión no tenía límites, no lo podía creer, se le caía la comba del mundo encima! En su medio siglo de vida Sáliba y occidental jamás había escuchado o leído algo similar.

―Entonces... hace tiempo le conocí y aquí está, mirando al porrongo, conversando conmigo‖, pensó Antonio... José María es Derebü, es Jowai, es Ikotia... es... es... ¡el hombre tigre!!

348

José María Ikotia, el de los múltiples nombres y vidas, sonrió con picardía; mientras Antonio, riendo y llorando al tiempo no sabía qué decirle. Con su rostro hacia el río, Ikotia recibía el reflejo rojizo del sol y un atardecer como sólo se ve allí les acompañaba con su último rayito de sol rielando sobre las aguas. Ikotia, con la nobleza de siempre, dando un par de suaves palmadas en el hombro de Antonio le dijo:

―Ya sabe cómo es..

Antonio recordó que el color de los cielos al atardecer se debía, según los Sikuani, a la silueta de la ardilla Materri cuando fue lanzada al cielo al tratar de tumbar el árbol de la comida, el Kaliavirinae.

Ahora, han pasado varias lunas y José María acaba de terminar de leer detenidamente ―Su Historia‖. La historia de Ikotia, de Dowebü, de Jowai, el hombre tigre, el hombre aitawa, el ser eterno.

GLOSARIO balay o guapa: canasto plano -de 20 a 8O cm - adonde se sacan las tortas de casabe una vez se han cocinado en el fogón. Elaboradas con fibra de juajuá, de diferentes colores: café, rojo y negro; tienen distintos diseños como aquellos de las pieles de güío, pescado curito, las estrellas, etc. barbasco: bejuco silvestre y cultivado en los conucos utilizado para pescar. Se machaca el bejuco muy bien y las fibras se botan al agua de tal manera que sueltan una sustancia que adormece a los peces y permite su captura. budare: plato de cerámica utilizado para tostar las tortas de casabe. cagüí: árbol de cuya corteza se extrae ceniza para mezclar en el barro para elaboración de la cerámica Sáliba. Conocido como kawinae o canapé. (Mayna pacif). canangucho: tipo de palma cuyas hojas de utilizan para techar casas, hacer canastos y sogas. casabe: torta elaborada con harina de yuca brava previamente cernida. catibía: forma de preparación de la harina de yuca brava, empacada en hojas de plátano o canangucho, especial para viajar. catumare: canasto abierto en la parte superior, tejidoen palma de cumare o fibra de mimbe o mamure. Sirve para cargar la yuca, las pepas o frutos del conuco y del monte.

349 cebucán: especie de tubo hueco hecho de fibra de juajuá. Según la historia Sikuani Masuldani lo hizo imitando la boa constrictor; su tejido imita la piel de este animal. También se dice que su tejido representa el camino Diosonamuto que atraviesa los llanos de occidente a oriente sin cruzar ningún río. chagra: conuco, sementera, sembtadío. Chacra. chamán: payé, piache, careca, brujo, hechicero, adivino, curandero indígena. chiquichiqui: fibra utilizada en la elaboración de escobas. coca: arbusto de unos tres metros de alto cuyas hojas mascan los indios mezcladas con polvo de caracol o cenizas. Produce fuerzas para trabajar y evita el hambre. conuco: sementera, sembradio, chagra. cumare: palma. De las hojas se extraen fibras utilizadas para tejer mochilas y hamacas. curare: sustancia resinosa y venenosa proveniente de la corteza del árbol de merecure, utilizada para emponzoñar flechas y lanzas. Contiene estricnina. curiara: embarcación y medio de transporte por excelencia de los indígenas del Llano. Se construye del tronco ahuecado de un árbol, de una sola pieza. falca: borigo, embarcación construida de varias piezas, calafateada, tradicionalmente con techos de palma. maloca: habitación típica de las tribus amazónicas, de gran tamaño y con una importancia social, religiosa y ritual. La maloca tradicional podría albergar hasta doscientas personas. matas: hierbas o piedras utilizadas como protección para los maleficios. matas de monte: ―asociaciones vegetales que se presentan dispersas en la sabana y dan lugar a la toponimia local como medio de orientación. Algunas tienen palmera Mautitta, chaparros, moriches Humboldt, A. Viaje a las regiones equinocciales. 1846, pg. 125). peramán: resma elaborada con caucho utilizada para calafajear embarcaciones. siringuero, siringa: persona que trabaja en la extracción del caucho hevea. wakera: ceremonia del intercambio y repartición de comida y de los productos de caza y pesca. yagé: bebida alucinógena utilizada por chamanes y curacas indígenas como parte de los rituales. Se prepara de un bejuco de su mismo nombre.

350 yare: jugo resultañte de exprimir la yuca brava, cocinada. Se consume como sopa con ají, acompañado de carne o pescado. yopo: alucinógeno con poder adivinatorio y mágico ampliamente utilizado por las tribus del Llano. Extraído del árbol de su mismo nombre (Anadenanthera peregrina) en Sikuani se llama dopanae. Dopabene: polvó de yopo. Se inhala por la nariz con un instrumento denominado tsiripu que consta de dos cañones de plumas de garza o de huesos delgados que se sujetan formando una Y, en cuyos extremos se adhieren dos pepas pequeñas de cumare que se acomodan en las fosas nasales. yuca brava: alimento esencial de las tribus oninoquenses y amazónicas. Se conocen variadas clases con características especiales cada una; antiguamente también eran gente y hablaban. Se encuentran la yuca caimán, la yuca guabina, la yuca coporo, la yuca bocachico, la yuca pavón.

BIBLIOGRAFÍA

Almeida, Alfredo. Jivikobee Kanali. Cerámica Jivi. Editorial Iinta, Papel y Vida, Puerto Ayacucho. Venezuela, 1989.

Arango Raúl y E. Sánchez. Los pueblos indígenas de Colombia: población y territorio. Departamento Nacional de Planeación, Bogotá, 1989.

Benaissa Taik. Vocabulario Sáliba Español y Español Sáliba. Instituto Lingüístico de Verano. Lomalinda, Meta, 1991.

Blanco, Luis. Cal jebirni- nae Cudeido. Literatura Jivi (Guahiba). Gráficas Roche. Caracas, Venezuela, .1985.

Fajardo, Darío.- Orinoquia: colonización, frontera y estructuración territorial m.s. Santafé de Bogotá, 1997.

Guhl, Ernesto. Escritos Geográficos. Las fronteras políticas y los límites naturales. Fondo FEN Colombia. Bogotá, 1991,

Matiño, Juan Bautista, Rosalba Jiménez y Tania Roelens. El canto de los peces. Litografía Arco. Bogotá, 1994.

Mejía Gutiérrez, Mario. ―Qrinoquia Colombiana: clima y uso de la tierra: énfasis en las sabanas de la altillanura‖. En: Modalidades de Ptoducción en la Otinoquia Colombiana: secuencia histórica, Bogotá, Colciencias. 1889.

Queixalos, Francisco. Diccionario Sikuani Español. Lingüística Aborigen de Colombia CCELA. Universidad de los Andes. Bogotá, 1988.

351

Queixalos Francisco. Entre cantos y llantos.Tradictón aral Sikuani. Etnollano. Bogotá, 1991.

Reichel Dolmatoff, Gerardo.‖Las zonas culturales de Colombia y sus elementos constitutivos‖. Boletín de Arqueología Vol,II No. Bogotá, 1946. Pg.3-17.

Romero, María Eugenia (Compilador y coautor).. ―Café, Caballo y Hamaca‖. En: Memorias del Simposio sobre desarrollos recientes en la historia de los Llanos Colombo- Venezolanos. Nueva Orleans. Julio de 1991. Coedición Abya Yala - Orinoquia Siglo XXI. Colección Quinto Centenario vol 47. Quito. Enero de 1992.

Romero María Eugonia, Luz Marina Castro, Amparo Muriel, Esperanza Aguablanca., Grupos étnicos de la Oninoquia Colombiana.

Colección ―Geografía Humana de Colombia‖. Instituto de Cultura Hispánica. Santa fe de Bogotá. Tomo III Volumen 1 y4. 1993.

Romero María Eugenia y Claudia Romero. Desde el Orinoco hacia el Siglo XXI el hombre, la fauna y su medio. II Concurso Nacional de &ología, 1986, Fündo FEN Colombia. Bogotá, 1989.

Zucchi, Alberta. ―Algunas hipótesis sobre la población aborigen de los Llanos Occidentales de Venezuela‖. Acta Científica Venezolana, 19, pp. 135- 139, 1968.

352

LA CULTURA LLANERA Un análisis etno-semiótico HILDA LUCÍA DÍAZ G.

El presente artículo tiene como propósito aprovechar la información existente sobre las características de lo llanero, para intentar descifrar la significación simbólica delos textos1 verbales y no verbales, de algunas manifestaciones culturales llaneras.

La semioticidad (significación) de una cultura, está dada fundamentalmente por la forma en que esa sociedad se relaciona con los signos y los convierte en un sistema de representación

1 El concepto de texto qué manejamos es el que propone Lotman: “Entendemos por texto en un sentido más amplio, cualquier comunicación que se haya registrado (dado) en un determinado sistema signico. Desde este punto de vista, podemos hablar de un ballet, de un espectáculo teatral, de un desfile militar y de todos los demás sistemas sígnicos de comportamiento como de textos, en la misma medida en la que aplicamos este término a un texto escrito en una lengua natural, a un poema o a un cuadro”. Jurij Lotman et al. “El problema del signo y del sistema sígnico en la tipología de la cultura anterior al siglo XX”. En: Semiótica de la cultura. Ediciones Cátedra, Madrid, 1979. (:245). para facilita comunicación social. Dentro de los elementos culturales que sufren este fenómeno están los comportamientos sociales, los mitos, los ritos, las creencias. La lengua cumple un papel muy importante en la relación del signo con la comunicación puesto que se efectúa a través de ella. Sin embargó, el estudio de la tipología de una cultura no sólo se hace a través de la lengua, ya que existen otros tipos de lenguajes que también juegan un papel muy importante, como el no verbal y el icónico.

Así, en este estudio de la cultura llanera consideramos en primer lugar la correspondencia de lo simbólico con el lenguaje verbal y el no verbal, es decir, las manifestaciones culturales expresadas a través del habla particular del llanero, y a nivel no verbal, los diferentes tipos de rituales que se realizan en diversas ocasiones. En segundo lugar, tratamos la relación simbólica espacio-sociedad llanera, y las relaciones proxémicas del llanero con su entorno.

La propuesta de análisis de la cultura llanera que hacemos es, hasta donde sabemos, novedosa. En este artículo pretendemos sólo proponer una fuente insospechada de información sobre el llanero y su entorno, dejando planteada la necesidad de eláborar un estudio de la cultura desde esta óptica.

Consideraciones generales

Desde el punto de vista del significado de una cultura ante propios y extraños es muy importante tener en cuenta que ―la cultura no es un conjunto universal, sino tan sólo un subconjunto de una determinada organización. Por esto al hacer un estudio semiótico de la cultura vemos cómo la organización cultural que presenta un determinado grupo cultural es una organización cerrada que se presenta con el transfondo de la no-cultura. La no-cultura es lo diferente, lo extraño a mi modo habitual de ver, sentir y actuar en el mundo. Es una religión diferente, un modo de vestir diferente, una manera de pensar diferente. Pero siempre el sentido de nuestra propia cultura está dado por la oposición, por esa existencia del otro, de la no-cultura, que es lo que en últimas dota de significado a mi propio comportamiento cultural‖.2 Así, el sentido está en la diferencia.

El estudio semiótico de la cultura llanera nos lleva a considerarla como un conjunto que hace parte de una macrocultura, la colombiana. A su vez, una tipología de esta cultura nos plantea la existencia de las subculturasque la conforman: la de los cultivadores, la del llanero citadino, la del llanero criollo, la de los colonos. Los rasgos significantes - semióticos- que caracterizan estas subculturas, son los que van a hacer diferente al llanero del costeño, del bogotano y del habitante de cualquier otra región del país. Por su parte, el conjunto de rasgos semióticos que caracterizan la macrocultura colombiana, permiten diferenciar al colombiano de un francés o un mexicano.

2 Jurij M. Lotman y Boris A. Uspensky. “Sobre el mecanismo semiótico de la cultura”. En: Semiótica de la cultura. Velograf, Madrid, 1979. (:67). 354

Lámina de Edouard André. Vaquería en el Llano, Obra de Riou,

En la base de la significación de la cultura llanera está una oposición fundamental que es la esencia que caracteriza lo llanero: el estatismo versus la movilidad. Así tenemos que una de las características del llanero criollo es su movilidad, puesto que tiene que desplazarse continuamente para laborar en los hatos. Este hecho genera formas especiales de relacionarse con la sociedad y el entorno, determinadas no sólo por la oferta de trabajo en los hatos, sino también por las épocas de invierno y de verano, que en el Llano rigen el tipo de trabajo que se realiza.

El colono, otra de las subculturas llaneras, se desplaza también por motivos diferentes; su vida está atravesada por un continuo movimiento. Por su parte, el llanero citadino ha perdido su movilidad y se ha vuelto relativamente sedentario obligado por los nuevos oficios que desempeña. Los cultivadores o conuqueros son, dentro de esta cultura, prácticamente una minoría. Sin embargo, en razón de su oficio se vuelven sedentarios, hasta que el terreno se agota y se ven obligados a buscar un sitio más fértil.

La movilidad del llanero es lo que caracteriza a esta raza como una raza bravía que necesita de grandes espacios para poder vivir y que la lleva a buscar por todos los medios su libertad; hecho ampliamente demostrado en las gestas libertadoras y en las diferentes épocas de violencia de la región y el país.

Por otro lado, es interesante observar cómo en las épocas de grandes cambios sociales las culturas aumentan su signicidad (aumento del simbolismo). En los Llanos este aumento de simbolismo se ve reflejado en la sociedad consumista que impone hasta en el hato más alejado en la llanura o en la espesura del bosque, la presencia del radio, del televisor o del teléfono, que han ido suplantando lenta pero inexorablemente la tradición oral. Los

355 cuenteros de antaño han ido desapareciendo para dejar espacio al vacío de comunicación e interacción humana que trae consigo la televisión. Además de la connotación que estos electrodomésticos tienen, pues se convierten en signo de estatus para el que los posee.

Relación de la cultura con el lenguaje verbal y no verbal

En el análisis semiótico de la cultura, un elemento importante a tener en cuenta es la relación de ésta con la lengua natural. El desarrollo de la lengua natural dentro de una cultura ―es lo que proporciona a los miembros del grupo social el sentido intuitivo de la estructuralidad con su transformación del mundo ―abierto‖ de los realia en el mundo ―cerrado‖ de los nombres, obliga a los hombres a interpretar como. estructuras fenómenos cuya estructuralidad, en el mejor de los casos, no es evidente... Es suficiente con que los participantes en la comunicación lo consideren una estructura y lo utilicen como tal, a fin de que comience a revelar propiedades paraestructurales. Se comprende pues, cuán importante es la presencia, en el centro del sistema de la cultura, de un manantial tan vigoroso de estructuralidad como es el lenguaje‖.3

Resulta pues comprensible cómo el habla de una región identifica de manera inequívoca al habitante de la misma: la ―r rodada‖ del bogotano, la‖ s sibilante‖ del paisa. El llanero tampoco está exento de características peculiares en su expresión.4 Según un estudio realizado por el profesor José Joaquín Montes del Instituto Caro y Cuervo5 , los siguientes son los aspectos típicos del habla llanera:

La herencia indígena. Los habitantes indígenas de la comarca han dejado su huella en el lenguaje cotidiano del llanero, en diferentes términos que han ido pasando de las lenguas indígenas al español. Así tenemos voces indígenas en los nombres de las plantas de la región como cumare, mapora, suy, yaray, bototo, etc. En los utensilios que el criollo ha adoptado de las culturas indígenas tales como chiramo ―utensilio colgante‖ (expresión utilizada en Tame), budare, mapire ―canasto‖ (expresión utilizada en Arauca); catumare ―vasija de palma‖, corota ―vasija de totumo‖; o en los alimentos indígenas como majule ―papilla de topocho‖, catibía ―masa de yuca rallada‖.

Las voces indígenas aparecen de manera natural en los toponímicos del territorio, pues muchos de los nombres que estos sitios tenían, se deformaron y adaptaron a la pronunciación del español dando así lugar a hidrónimos y topónimos como Guatiquía,

3 Idem. (:70). 4 Según Saussure el habla es el evento individual en el que interviene la voluntad del individuo para realizar las combinaciones que considere pertinente hacer Ferdinand de Saussure. Curso de lingüística general. Nuevomar, México, 1982 (:35,40,41). 5 José Joaquín Montes. El español hablado en los Llanos Orientales. Presencia, Santa fe de Bogotá, 1996 356

Guaviare, Aniani, Guayuniba, Guarca, Guanicaramo, etc.

Otra expresión menos conocida del aporte indígena es la hecha a la antroponimia de la región en apellidos como Catimay, Cuburuco, Humejé, Yavimay, Guanay, Cuyaré, etc.

El desarrollo interno. Según Montes las condiciones peculiares del Llano hacen que la lengua se reorganice en microsistémas léxicos que dan origen a que un verbo como mirar haya avanzado sobre el campo semántico de ver y hacer borrar casi completamente este último verbo del uso corriente. ―Entonces miró el presidente Rojas Pinilla que el Llano era una gran belleza‖, ―¿El no está por aquí? ―No lo he mirao‖. Aparentemente. la pareja oír- escuchar está corriendo con la misma suerte, y en este par el último verbo tiende a absorber el primero. Típico del Llano es también establecen una clase especial en la -clasificación de las, musáceas comestibles; el llanero las divide en tres grupos: plátanos, cambures y topochos y hace del último grupo la clase, particular mencionada. Este fenómeno quizás se deba a la importancia de esta especie en la alimentación del llanero. La influencia de lo indígena se observa también a través de expresiones y dichos que reflejan la lucha sorda que desde tiempos ancestrales se ha desarrollado entre los indígenas y todos los ―blancos‖ que los han despojado de su territorio. Es común escuchar al criollo expresarse del indígena a través de estos vocablos; en ellos queda plasmado lo que el llanero . piense del indígena en palabras como Tunebo, que equivale a ―montaraz‖, y guajibo a ―tímido o huraño‖. ‗Montes cita un refrán que refleja de manera patética la violación de los derechos de los indígenas en su vida y propiedades causados en años recientes por la disputa entre ―blancos‖ e indios por el espacio, por la tierra: ―Ni burro es bestia ni indio es gente, ni casabe sirve pa‘ bastimento ".

Existen también voces de raigambre hispánica tradicional usadas en el Llano con un sentido particular como: el cerro, ―la cordillera, la zona andina‖; guate persona de la cordillera‖; saquero, ―el que compra ganado‖; el interior, ―al occidente de la cordillera‖ y muchas más.6

6 A este respecto consultar el diccionario sobre el habla llanera de Hugo Mantilla Trejos. Diccionario llanero. Talleres del Grupo Impresor Ltda., Bogotá, 1987; y María Teresa Cobos. “Del habla popular en el Llano” en: Boletín cultural y bibliográfico. Vol. XI, N.5. S.E., Bogotá, 1966. 357

Angulo de techo en una casa. Techo de hoja de palma finamente tejido. Foto: Femando Urbina

A nivel de la fonética podemos observar la influencia de las hablas de tipo ―serrano‖ (de Boyacá, Cundinamarca y Santander) que integran un rasgo distintivo del ―español del Atlántico‖, el yeísmo o igualación en un sólo fonema de la 11 y la y.

En la pronunciación de la r se encuentran también rasgos del ―español Atlántico‖ y el ―serrano‖, es decir, en algunos sitios se pronuncia débil y con frecuencia asibilada, es decir parecida a unas como en cantar (rasgo serrano), y en otros se asimila la r a la 1 (rasgo ―Atlántico‖). Lo mismo sucede en la articulación de las (implosiva) como en maíh o la pérdida como en cataplama. En la gramática y el léxico del llanero, se observan también influencias del español costeño y andino.

Otro rasgo distintivo del lenguaje verbal de la comarca, es la composición de coplas a propósito de cualquier evento de la vida que merezca ser recordado. Las coplas pueden ser cantadas o declamadas, en ellas se prohibe, se exhorta, se aconseja, se exalta o se enamora según sea el caso y la necesidad. Casi cualquier cosa se puede decir a través de ellas. En este tipo de expresión oral se sincretiza la influencia española, en cuanto a la composición musical y la tradición oral del indígena habitante de la región.

En las leyendas y las creencias encontramos también algunos rasgos distintivos que identifican al llanero dentro de la cultura colombiana. Dentro de las más conocidas está la

358 costumbre de ―rezar‖ el ganado con el objeto de sanarlo de alguna dolencia, cuyo origen está en España. En Colombia la gran mayoría de las supersticiones tienen influencia indígena, española o africana.7

Las leyendas del Llano constituyen el último aspecto que tendremos en consideración, dentro de la relación cultura-lenguaje verbal. En general las leyendas de la región tienen origen indígena, español o religioso. Una de las más conocidas e‘ la del Silbón o la historia de Secundino Guanay descendiente directo de los indígenas Achagua. Se cuenta que Secundino trabajó como caballicero (encargado de las bestias en un hato ganadero) durante mucho tiempo, y un buen día impulsado por una ambición desbordada decidió independizarse y hacerse rico a como diera lugar. Para ello el protagonista mata a un sinnúmero de personas, con una característica en todos los casos: antes de ocurrir la muerte de la persona se escuchaba un silbido que le ponía los pelos de punta hasta al más guapo. Secundino termina muriendo víctima de su propio invento, atraído hacia un bajo del río en una noche borrascosa por el silbido del mismo diablo. A partir de su muerte y en noches oscuras sin luna, miles de llaneros aseguran haber visto un jinete vestido de negro sobre un caballo del mismo color emitiendo un silbido que aterroriza al que lo escucha.

En la base de toda leyenda existe en general un código ético que busca transmitir una enseñanza moral, lo mismo que unas normas de comportamiento. La narración de un mito tiene como objetivo central un hacer transformador que contiene tres dimensiones: la pragmática, la cógnitiva y la tímica (del griego thumia, de thumos ―corazón‖, afectividad).

La significación (sentido último) de una leyenda no es simplemente una transmisión del saber; mediante la búsqueda de un objeto valor (en el caso del Silbón la acumulación de riqueza sin importar los medios), pone en relación dos participantes de la cadena comunicativa: el destinador (quien la cuenta), y el destinatario (el que la escucha), con el objetivo de lograr una transformación en el último. En el Silbón esa transformación puede ser de tipo pragmático, no ser codicioso; de tipo cognitivo, todo mal tiene su castigo; o de tipo tímico, sentir terror frente al mal. Así, las leyendas cumplen con su objetivo fundacional, la transformación del ser mediante una lección aplicable a la vida real.

El lenguaje no verbal. Las expresiones del lenguaje no verbal más auténticas de la región están expresadas en los rituales, a través de los cuales el llanero busca retrotraer mediante la realización del ritual costumbres ancestrales que actualizan las recomendaciones, prohibiciones o exhortaciones de sus antepasados. También se utilizan para pedir la realización, a criaturas celestiales, de favores especiales.

Estos rituales pueden ser de carácter sagrado o profano. Dentro de los primeros tenemos el velorio del angelito, costumbre heredada de los españoles, que despide de este mundo al

7 Para obtener una información más detallada sobre las supersticiones en Colombia consultan: Javier Ocampo López. Supersticiones y agüeros enColombia. El Áncora Editores, Bogotá, 1993. 310 Ps. 359 niño muertd‘ con un baile en el que participan sus padres, los familiares y amigos y que dura toda la noche. Otro ritual conocido es el baile ofrecido a San Pascual Bailón; algunos dicen que después de conseguido el favor requerido, otros dicen que debe realizarse antes de conseguirlo. En cualquiera de los dos casos el oferente debe bailar durante toda la noche.

En estos rituales el espacio sagrado se actualiza en el presente a través del baile: el angelito parte de viaje al otro mundo en medio dé la música y la celebración de los deudos y amigos de la familia, y los favores de San Juan se consiguen bailando toda la noche sin descanso. El baile es pues el enlace entre el mundo sagrado y el mundo profano, lo mismo que la música, puesto que no hay baile sin música. Igualmente en los dos rituales la celebración dura toda la noche, elemento que connota la presencia de un código cosmogónico que relaciona la vida con el día, la muerte con la noche. El tránsito del mundo terrenal al mundo celestial se hace en la noche; así como la noche da paso a un nuevo día, la muerte da paso a la vida celestial en un caso, y ene1 otro al contacto con el santo personaje que va a prodigar sus favores.

El propósito de fondo de los rituales en todas las épocas de la humanidad, ha sido el de transmitir la ideología dominante y conseguir la intenionización de patrones de comportamiento y creencias que van perfilando las sociedades de cada época. Un análisis del sentido del ritual, no importa su carácter profano o sagrado, nos muestra cómo en la base semiótica (de significado) del ritual existe un código que es el que transmite, a distintos niveles, el mensaje que se desea comunicar.8

8 Esta afirmación es válida incluso para sociedades tan antiguas como la maya. A este propósito consultar: Hilda Lucía Díaz. Approche ethno-sémiotique de l’image précolombienne. La gestuetle maya dans le nituel de l’autosacrifice. Thése de doctorat de l’Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales. Paris, Nov. 1993,

360

Las diferentes interpretaciones de este mensaje, se relacionarán directamente con los elementos culturales que posea el decodificador (la persona a quien va dirigido el mensaje), para poder extraer de él la información contenida.

En los dos rituales mencionados, es claro que la ideología que se transmite a través de su práctica es la católica, por las deidades a quienes se dirigen y por ser tradiciones traídas por los españoles, que utilizan de manera sincrética la música de los habitantes de la región como elemento importante de acompañamiento en la ejecución del ritual. En la actualidad estos rituales tienden cada vez más a desaparecer para ser reemplazados por costumbres más citadinas. De todas formas es interesante observar que son costumbres que se han conservado durante varios siglos y que sólo hasta hoy, ante el avance de los medios de comunicación, han tenido que ceder terreno a otras formas de expresión y de transmisión de la ideología.

Dentro de los rituales llaneros con carácter profano más conocidos está el de las famosas Cuadrillas de San Martín. Este ritual, que lleva más de dos siglos representándose, sintetiza la influencia en la formación de nuestra cultura de los tipos raciales indígena, español, negro y moro. San Martín es uno de los pueblos más antiguos de los Llanos; fue fundado en 1555. El espectáculo de las cuadrillas fue creado por un sacerdote español, cura párroco de San Martín, en 1735 y a partir de ese año se celebra todos los 11 de noviembre. El espectáculo ecuestre está compuesto por cuatro cuadrillas de doce jinetes cada una. Cada cuadrilla representa a los siguientes grupos étnicos: Guahibos, Negros, Moros y Blancos simbolizando los razas que se mezclaron en la formación del criollo colombiano. Durante el

361 acto ritual se interpretan diez escenas, que están relacionadas con el encuentro brutal y la fusión posterior de las razas mencionadas, pasando por la conquista, la colonia, la independencia y la república, con una gran riqueza expresiva, sobre todo por el movimiento y las figuras de los jinetes en sus desplazamientos por el campo ecuestre.

Dentro del ritual profano de las Cuadrillas de San Martín cada una de las escenas representadas está asociada a un recorrido diferente, cuyo contenido simbólico está dado por una mímica particular. La narración gestual representada se ha conservado durante varios siglos, transmitiendo de generación en generación un código biológico que tiene como oposición fundamental la vida versus la muerte, que en última instancia le da sentido y legitimidad a la representación. En cada una de las escenas, la vida termina imponiéndose en los combates que libran entre sí los grupos étnicos representados; siempre hay un vencedor que logra imponer sus condiciones de sometimiento, encargándose a su vez el ritual de transmitir la ideología de ese vencedor. Así vemos como el estudio de los gestos y la gestualidad en una cultura proporciona informaciones invaluables que ponen de manifiesto y transmiten relaciones de tipo religioso, político y social.

Relación del espacio y la cultura

El paleontólogo Leroi-Gourhan afirma que para todo grupo humano el hábitat responde a una triple necesidad: la de crear un medio, un instrumento de supervivencia económica técnicamente eficaz; la de asegurar una distribución espacial al sistema de relaciones sociales, y

la de poner orden al cosmos; esto es organizar desde un centro material y simbólico, el universo circundante y, a su vez, soportar una imagen ordenada deluniverso9

La necesidad de tener un espacio delimitado para el accionar cotidiano del individuo, es una de las condiciones básicas, de realización de cualquier especie humana o animal. El espacio es el que marca las fronteras entre uno y otro grupo, pero a su vez es el que permite que las interacciones se efectúen a partir de una noción de pertenencia, que da la seguridad para que la comunicación que se busca sea efectiva. Sin espacio, los conflictos aparecen y la comunicación se cierra.

La historia de la humanidad está plagada de invasores que han despojado de sus territorios a pueblos, naciones y grupos humanos. La Oninoquia no es una excepción y la historia de la región está determinada por la historia de los desalojos, primero de los indígenas por

9 Leroi-Gourhan, André. El gesto y la palabra. Caracas, U. Central, 1971 (:311). 362 parte de los españoles, luego de los indígenas por parte de los criollos, de los colonos por la violencia, de los indígenas por los colonos; es una historia que hasta el presente no termina.

Estos desalojos casi permanentes, al menos para una parte de la población, generan algunos rasgos particulares en las expresiones culturales que veremos más adelante cuando hablemos de los colonos.

La relación espacial de las otras dos subculturas, la del llanero criollo y el citadino, está determinada por las oposiciones básicas que le dan significación a su imaginario proxémico. La primera de estas oposiciones es la de espacio abierto y espacio cerrado. Para el llanero criollo su macrocosmos es la llanura inmensa, es la esencia del espacio abierto sin límites. Por su parte el llanero citadino ha restringido ese espacio al urbano, su hábitat se transformó en un espacio cerrado, limitado por las propias fronteras de la ciudad. Los dos tipos de espacio dan origen a formas diferentes de relacionarse con él, apareciendo la segunda oposición fundamental de significación aquí y afuera. En el análisis de esta oposición es necesario considerar la persona que habla y la que escucha, el destinador y el destinatario.

Cuando el que habla es el llanero criollo, el aquí y los elementos que lo constituyen son los que los hacen diferentes del que está afuera, que no está en la llanura, que está en la ciudad. Esos elementos están relacionados no sólo con él espacio geográfico ocupado, sino también con la forma como el llanero criollo se relaciona con ese espacio.

El modelo espacial del llanero criollo está conformado por un centro material que organiza su cosmos, el hato. Al interior del hato, el microcosmos gira alrededor de la vivienda del patrón y de la suya, en caso de habitar en una fundación.10 La forma económica de explotación, el hato, genera una forma de vida puesto que el llanero criollo prácticamente carga con su "casa" al hombro durante sus desplazamientos por la llanura en busca de trabajo y durante el traslado del ganado de una parte a otra. Así, lleva la capotera donde introduce la hamaca o chinchorro, el bayetón o poncho de paño para protegerse de la lluvia

10 En el hato o hacienda, forma de explotación económica que introdujeron los jesuitas en 1624 aproximadamente, la vivienda principal o casa más grande es destinada para la habitación del dueño. Se acostumbra a construir una casa más pequeña para el encargado del hato y su familia. Cuando la casa principal es lo suficientemente grande, se destina un sector de la misma para la habitación del encargado. En el hato puede haber uno o varios fondos o fundaciones que son casas más pequeñas situadas en los linderos, donde vive un hombre con su familia responsable de cuidar el ganado y los linderos de la fundación. Es la casa principal del hato existen diferentes tipos de trabajadores que están bajo la responsabilidad del caporal o encargado, quien es el jefe de la peonada. Desde el comienzo de la organización territorial del llanero, el hato pasó a ser el eje de toda actividad económica y social, además de generar conflictos interétnicos con los indígenas de la región compitiendo por los espacios territoriales que los blancos y criollos quitaban al indígena. 363

(en la actualidad se ha cambiado por "el encauchado", una especie de capa hasta los pies, hecha de plástico), y la carne seca o frita que lleva en el pollero11 sobre el anca del caballo.

Incrustaciones de piedrecitas cuarcíticas sobre una tabla untada de goma peramán para fabricar ralladores de yuca. Estos ralladores son artesanías de trueque muy valiosas en el alto Orinoco y Río Negro. Rio Isana. Foto: Koch- Grünberg

El aquí determina también los elementos que permiten al llanero criollo ser diferente del que está afuera, del citadino. Esta oposición llanero criollo ¡ llanero citadino señala la frontera entre lo tradicional y lo conservador frente a lo moderno y evolucionado. Sin embargo, el proceso diferenciador todavía no está terminado, sigue en curso, es un proceso joven que comenzó hace sólo unas décadas. Por esto el llanero citadino conserva todavía mucho de su arraigo a la llanura, a algunas costumbres que se originaron en el trabajo del ganado, como el coleo; a algunos alimentos que se comían en los trabajos del Llano, como la carne salada. Por su parte el llanero criollo ha incorporado algunos de los elementos de la modernidad a su vida cotidiana: el televisor, el radio y en algunos hatos la telefonía celular.

En el modelo espacial del llanero se encuentran confrontadas dos lógicas del espacio, dos topologías; cada una de ellas se expresa a través de elementos que le son propios. Así tenemos una tipología de lo homogéneo, expresada en elementos como el geográfico, el social y el político y una tipología de la diferencia, en la que el tópico es el de los lugares y no el de las partes, en la que las diferencias se integran y no se yuxtaponen. Tanto en el

11 El pollero es un doble talego hecho en tela que al colocarse sobre las ancas del caballo cae como las alforjas. 364 imaginario del llanero criollo como en el del citadino, el espacio geográfico por excelencia es la inmensidad de la llanura; el espacio social gira en tomo a la familia nuclear y el espacio político está determinado por las actividades de esta índole, que se ejercen en los poblados y las ciudades. Las diferencias que se manifiestan a nivel del espacio geográfico habitado llanura-ciudad, se integran para dar origen a un imaginario que a pesar de tener diferencias caracterizadas por la oposición rural no rural, se muestra como un conjunto homogéneo que distingue al llanero del colombiano dé cualquiera otra región.

La ciudad se contrapone al pueblo en cuanto a la extensión espacial que ocupa; sin embargo, estos dos espacios topológicos comparten en su organización espacial interna algunos rasgos que caracterizan las ciudades y los pueblos de Colombia. La organización comporta tres redes que se superponen entre sí y que cumplen una función.

La red urbana se construye alrededor de un centro topográfico simbólico, el espacio político, que funciona en el centro de la ciudad o del pueblo, cuyo significante semiótico es el poder, puesto que en el centro de la ciudad están concentrados los sitios en que se ejerce el poder tanto político como religioso: la catedral y el palacio de gobierno en tomo a una plaza principal.

Yeguas en el corral. Animales de cría indispensables en los hatos. Foto: Femando Urbina

365

Llaneros del vichada (1972) Foto - Fernando Urbina

Niños Sikuani - Vichada. Foto - Fernando Urbina

La segunda red está constituida por el espacio social cuya unidad es el barrio. En el barrio se expresa la unidad familiar, se establecen los contactos que dan soporte a la red social. Tanto el espacio político como el social están comunicados por el espacio del intercambio la calle. Allí es donde se efectúan las transacciones de toda índole, es la unidad de consumo.

En las ciudades y pueblos llaneros existe además un espacio topológico importante cuyo significante es el económico, es el centro de acopio y venta del ganado.. En estas ciudades y pueblos el intercambio no sólo se da en las calles, en los mercados y supermercados, sino

366 que tiene un espacio exterior significante, de carácter vital para la economía de la región. Estos espacios, están generalmente localizados en las afueras del espacio urbano, simbolizando con ello su ligazón al hábitat natural de los huéspedes vacunos que alberga.

Los colonos

Es otra de las subculturas llaneras. El rasgo. semiológico que caracteriza a este grupo cultural es el de la movilidad. El colono es una sociedad adaptativa en continuo cambio que construye un tipo de sociedad sin raíces profundas.

La significación de la sociedad del colono está determinada por una oposición fundamental que es la unidad versus la pluralidad. El grupo humano trashumante de los colonos, está formado en la gran mayoría de los casos por gentes venidas de varios departamentos (Cundinamarca, los Santanderes, Huila, Boyacá y recientemente del Valle), que han sido desplazadas por la violencia y han buscado refugio en las tierras de la Orinoquia, y más comúnmente en el piedemonte llanero. Por razones de supervivencia, los colonos se constituyen como un grupo humano, la unidad, que tiene en sus interior múltiples y variadas características culturales, la pluralidad.

El colono posee aparte del rasgo semiológico de la movilidad, otra característica que le es propia, relacionada directamente con la actividad económica más importante que ejerce, el cultivo de plantas alucinógenas. Según un estudio adelantado por la Universidad Nacional de Colombia, dentro de los hábitos culturales del colono se distingue una gran avidez por la información política nacional e internacional, puesto que de allí deducirá, de manera generalmente acertada, las variaciones en el precio de la coca, según oscile la política de represión del narcotráfico y del narcocultivo.

Respecto a las creencias y a la religiosidad que mantienen los colonos, no existen prácticas con diferencias significativas de las del llanero de otras regiones. El colono tiene supersticiones y prácticas animistas, como por ejemplo, el rezo de los animales; y la iglesia a través del Vicariáto Apostólico del Ariari, tiene el control por lo menos nominalmente, de la totalidad de las escuelas e internados.

En conclusión, podemos decir que un estudio semiótico de la culttiira pone de relieve diferentes tipos de relaciones simbólicas, proxémicas, éticas, topológicas que no pueden demostrarse con un mero inventario de los rasgos que caracterizan una cultura.

367

BIBLIOGRAFIA

Cobos, María Ietesa. "Del habla popular en el Llano", Boletín cultural y bibliográfico. Vol. XI, No 5, 5. E., Bogotá, 1966

Cubides, Fernando. "Aspectos políticos y organización comunitaria", En: La Macarena, Reserva Biológica de la humanidad. Territorio de conflictos. Universidad Nacional, Bogotá, 1989.

Díaz, Hilda Lucía. "Approche ethno-sémiotique de l'image précolombienne. La gestuelle maya dans le nittiel de l'autosacrifice", Tesis doctoral. París, 1993.

Junij, Lotman et al. Semiótica de la cultura. Ediciones Cátedra, Madrid, 1979.

Leal, Claudia. A la buena de Dios. Cerec, Bogotá, 1995.

Lenoi-Gourhan, André. El gesto y la palabra, Universidad. Central. Caracas, 1971.

Mantilla Trejos, Hugo. Diccionario llanero. Talleres del Grupo Impresor ltda., Bogotá, 1987.

Montes, José Joaquín. El español hablado en los Llanos Orientales. Instituto Caro y Cuervo, Bogotá, 1996.

Ocampo López, Javier. Supersticiones y agüeros en Colombia. El Áncora Editores, Bogotá, 1993.

Saussure, Ferdinand de. Curso de lingüística general. Nuevomar, México, 1982.

368

SISTEMAS DE PRODUCCIÓN EN LA ORINOQUIA COLOMBIANA MARIO MEJÍA GUTIERREZ

De acuerdo con FAO, 1966, y Cortés, 1978, la llanura orinoquense colombiana ofrece cinco grandes paisajes geomorfológicos que cubren 26 millones de hectáreas, una cuarta parte del territorio nacional.

Cuadro No. 1 ORINOQUIA COLOMBIANA PAISAJES GEOMORFOLÓGICOS FAO, 1966. CORTÉS, 1978

PAISAJES HECTÁREAS PORCENTAJES

Piedemonte Aluviones recientes Orinoquia mal drenada: 653,8 2,5 - Llanura aluvial 1.286,9 2.950,6 5,0 11,3 de desborde 2.076,9 8,0 - Llanura eólica 210,6 666,9 0,8 2,6 - Pantanos 4.200,0 16,0 Orinoquia bien drenada: 9.000,0 34,6 - Terrazas aluviales 5.000,0 19,0 - Altillanuras planas - Altillanuras disectadas Andén Orinoqués

TOTAL 26.045,7 99,8

El piedemonte y los aluviones recientes

Corresponden al inmediato sistema andino; fueron primeramente paisajes de selvas; han venido soportando la mayor intervención en términos de ―Revolución Verde‖: ganadería de ceba y agricultura tecnificada (palma africana, cacao, plátano, arroz, algodón, sorgo, soya); debido a la alta fertilidad natural de los suelos se destaca el núcleo palmero de Villanueva, al nordeste de Villavicencio.

La Orinoquia mal drenada

Está situada en Arauca y Casanare entre el piedemonte y el río Meta. Es el área del chigüiro y de los garceros.

Está dedicada a la ganadera extensiva de cría. Se caracteriza por una alternancia entre el período pluvial o de inundación y el período seco o de escasez de pastos y agua. Soportó primariamente paisajes de selvas, sabanas, morichal, lagunas y pantanos.

La Orinoquia bien drenada

Consta de terrazas aluviales (que alternan con los aluviones recientes), primariamente en selvas y hoy ―desarrolladas‖ con actividad agropecuaria, y de altillanuras, ya planas, ya

370 disectadas, cubiertas primariamente de sabanas, dibujados sus drenajes dendríticamente con bosques de galería (ls &bien dreñados) y con morichales (los mal drenados);.

Su destino ha sido la ganadería de cría, hoy en tránsito a ceba a partir de algunas introducciones teçnológicas. Estas sabanas de altillanuras ocüpan en Meta y Vichadá el espacio al sur de la falla del río Meta hasta el ecotono de la selva amazónica en el río Guaviare.

El Andén Orinoqués

Se sitúa en el Vichada, al oeste del río Orinoco. Es paisaje de sabanas y del ecotono de la selva amazónica. Se distingue de las altillanuras por la naturaleza marcadamente guayánica del andén, manifiesta en sedimentos superficiales cuarcíticos. Se proyecta este ecotono selvático por Guainía y Vaupés hasta el río Caquetá. Es en este andén donde se dan las más exageradas manifestaciones de la ganadería extensiva de la Orinoquia colombiana, tanto por el manejo a fuego de las sabanas, como por la utilización del área (hasta sesenta hectáreas por cada res).

MODALIDADES HISTÓRICAS DE USO DE LA TIERRA

A través del proceso histórico de poblamiento de la llanura orinoquense han ido surgiendo diversos métodos, modalidades, sistemas o estructuras de aprehensión de los recursos del entorno; un esquema al respecto se ofrece a continuación:

 Indígenas

Uso de selva, sabana y río

Conuco de: mata de monte, playón o várzea, vega, morichal, sabana.

Huerto de las frutas.

 Coloniales

Extracción de esclavos

Extracción de fauna y flora

Hato (vacunos de cría).

 Modernas

Extracción de recursos del agro para la exportación

Ceba de vacunos

371

Agricultura tecnificada

Ensayos de silvicultura y piscicultura

Extracción de minerales

Narcotráfico

―Módulos de Apure y Casanare

Tales actividades coexisten actualmente y son utilizadas en diversos grados por las diferentes culturas llaneras: así, por ejemplo, mientras algunos grupos indígenas empiezan a apropiarse de la práctica de la ganadería vacuna, investigadores naturalistas insisten en la promisoriedad de múltiples especies vegetales y animales de selvas, ríos y sabanas.

MODALIDADES INDÍGENAS: El ámbito de la biodiversidad múltiple

Uso de la selva, sabana y río

Los cronistas y viajeros son pródigos en enumerar las aplicaciones de diversa índole de los productos de la naturaleza.

Selva

La selva de las sabanas se compone de morichales (en los ―bajos‖, depresiones mal drenadas) y de matas de monte en ―altos‖ de sabana o en ―bajos‖ bien drenados.

Las selvas de vega de ríos barrosos (en especial Meta y Guaviare), contienen a su vez recursos específicos. Las selvas del Andén Orinoqués (Vichada, Guainía) y las del Guaviare participan de los aportes del ecotono amazónico. Como es evidente la fauna terrestre y la acuática han acomodado sus ciclos reproductivos y migratorios a las modalidades hidrográficas y fenológicas impuestas por el ciclo climatológico.

A continuación un listado de plantas de selva obtenido por el autor en la Orinoquia central colombiana, cultura Sikuani:

Palmas alimenticias de mata de monte

372

Moriche - Maurida, sin duda la palma fundamental del Llano, proveedora de nueces (cuando está verde el fruto), de aceite (cuando está maduro el fruto), de almidón de su cogollo, de materiales de construcción, de larvas de coleóptero al descomponerse el tallo, fundamento de la cadena alimenticia acuática y ambiente reproductivo de un sinnúmero de aves.

El Seje — Jessenia, como fuente primaria de ―leche‖ (bebida obtenida de sus frutos maduros macerados en agua tibia) y ocasionalmente como fuente de un aceite escaso con calidad de olivas.

Palmas cucurita — Maximiliana, Seje chiquito, palma de agua, chiquichiqui — Leopoldinia; Choapo — Socratea, coquito — AtaLea, Manaca — Euterpe: se consume la ―‖ de sus frutos o sus cogollos o palmitos.

Árboles alimenticios de mata de monte Avichure o sorva o pendare o juan soco — Counia: fruto y látex Algarrobo — Hymenea: pulpa o arilo harinoso y seco de sus frutos Madroño — Rheedia: arilo acídulo de los frutos Caruto — Genipa: pulpa del fruto Caimito — Chrysophyllum: pulpa del fruto Lechemiel — Lacmellea: fruto Merecure — Lycania: pulpa del fruto Sarrapio — Cumarouna: pulpa del fruto Chirimoyo montañero — Rollinia: pulpa del fruto Guácimo — Guazuma: fruto maduro Yarumo — Cecropia: las inflorescencias Piñuela — Bromelia: del sotobosque: el fruto acídulo con apariencia de lulo, en los racimos erectos. Árboles alimenticios del piedemonte y de la vega del Meta Palma Cumare — Astrocaryum: la nuez del fruto Cacay o Inchi — Carodendron: sus nueces Hobo — Spondias: pericarpio del fruto y la buena energía de su sombra

Cometure: sus frutos dulcísimos similares al fruto del cafeto. La mata de monte y la selva de vega proveen una serie de aves, mamíferos y reptiles de alguna importancia en la vida cotidiana y cuya larga lista tendremos que ahorrarnos en consideración al espacio disponible.

Sabana

Los tipos de sabana son múltiples. En general la sabana proveyó al indígena multiplicidad de plantas medicinales, a la vez que le sirvió de fuente de cacería: la quema de pedazos de sabana fue en sí un método de caza.

373

El principal herbívoro mamífero de la sabana indudablemente ha sido el chigüiro — Hydrochaerus, frente a los de las sabanas de altillanura, representados en dos insectos: las hormigas arrieras Atta y Acromyrmex y los comejenes, ambos aportantes de formas comestibles

Los alimentos arbóreos de sabana están representados en uvo Coccoloba, manteco B yrsonima, merey o marañón Anacardium, caruto Genipa, algarrobo Hymenea, palma de corozo.

Lámina sobre agricultura indígena a orillas del Orinoco que se encuentra en el libro del Padre Felipe Salvador Gilij: Ensayo de Historia Americana.

Ríos y ciénagas

Sin duda la fuente proteica indígena fundamental. Gumilla, Ribero y Humboldt se maravillaron de la diversidad acuática y del tamaño de algunas especies.

La tortuga charapa Podocnemis, constituyó el recurso principal, agotado en la época de la cauchería. En 1883, relata Pérez Triana, en la playa de Manteca situada entre las bocas el Meta y del Apure: ―la cosecha de huevos alcanzaba para producir de setenta a ochenta mil galones de aceites equivalente a cuatro o cinco millones de huevos, parte de la postura de tal vez medio millón de adultas que llegaban a las playas de esa sola isla cada año...‖

374

4. Faena ganadera en el llano inundable 1. Arrozales con sistemas de ruego y carreteras Foto - Fernando Urbina internas Foto - Diego Garcés 5. Piscicultura Granja Experimental Agua 2. Planta procesadora de arroz Villavicenvia. Linda. Cumaral Meta Foto - Miguel Morales Foto - Miguel Morales 3: Planta procesadora de aceita de palma. 6: Labores agrícolas modernas con el uso restrepo .meta de cosechadores Foto - Miguel Morales Foto - Diego Garcés

CONUCO

Constituye la modalidad agrícola proveedora de energía, representada en el cultivo de la yuca Manihot en especial, la variedad "brava": "... que las plantó en estas indias el glorioso apóstol Santo Tomás", al decir del padre Ribero.

375

Se distinguen al menos cinco tipos de conucos: de sabana (por relatos de cronistas y por excavaciones de arqueólogos), de mata de monte, de vega, de playón o várzea, de morichal, todavía practicados a excepción del de morichal, ya en desuso.

Cada tipo de conuco manifiesta técnicas especificas para su realización, además de un preciso conocimiento del transcurso anual del clima:

Conuco de mata de monte

En la literatura se le llama también chagra, roza, milpa, agricultura de corte y quema, itinerante, trashumante, migratoria.

El conuco fundamental, el de yuca, se lleva a cabo mediante la secuencia siguiente;

Diciembre enero : socola y derriba Febrero: quema Marzo: siembra Abril: siembra de asociados.

Asociados plátano topocho, tavena mapuey ñame, caña, piña, sandía, parsha, luló, áhuyama, zapallo, ocumo, ajíes.

Este tipo de conuco puede albergar desde dos decenas de razas de yuca (Sikuanis) hasta tres o cuatro decenas (Puinaves, Piarpas, Curripacos) cada uno con uso y durabilidad específicas; esta diversidad habido estudiada al detalle por el autor de '"Diversidad de yuca, Manihot esculenta. Krantz en Colombia: Visión geográfico cultural", 0986-88.

Del conuco de yuca se extraen alimentos durante dos o tres años mientras se abandona al barbecho natural (unos cinco años como mínimo. Este tipo de conuco se ha vuelto crítico en el sector de las sabanas, donde sólo el 10% de la tierra consiste en matas de monte, porque la presión demográfica acorta cada vez más las tecnologías microbiales, trofobióticas, orgánicas, propias de las agriculturas alternativas.

El maíz se cosecha a veces como cultivó de mitaca, al estilo "tapao", así.

Agosto: "salida de aguas", socola, derriba Septiembre: siembra Octubre y Noviembre: Tiempo seco, cosecha

Conuco de vega

Se prefiere aquí el maíz como elementos fundamental en la siguiente secuencia, tomada por el autor en el Meta Sicuani:

376

Enero: socola y derriba Febrero: quema Marzo: siembre Abril y mayo: limpias Junio: Cosecha desde canoa (la vega está inundada nuevamente)

Conuco de playón, várzea, verano sereno

Es modalidad común con Amazonia y caribe. Se utilizan las playas (parte del lecho del río en estiaje), que quedan en seco par períodos mayores de sesenta días. Estas playas se preparan (corte y quema de hierbas riberanas) en el verano anterior. Al año siguiente, en la medida que aparecen los playones (octubre a mayo), se procede a la siembra.

Para el efecto se utilizan cultivos de período supercorto: yucas de tres meses, maníes, frijoles, maíces precoces, arroces, zapallos, sandía, tomate. Obviamente, playones altos permiten cultivos de mayor período: yucas de siete meses, algodón de cinco meses.

A principios del siglo XVIII el padre Gumilla había observado entre los Otomacos: "también labran el terreno que van dejando las lagunas, cuando van secándose, al paso que va menguando el Orinoco, y como aquella es tierra podrida, logran abundantes cosechas...".

Conuco de morichal

En desuso en el Llano colombiano, todavía practicado por los Karina del mesollano venezolano, según Civrieux, 1974.

Para el conuco de morichal, recordado por los ancianos Sikuanis del Meta, se construyen camellones de tierra, que resultan alternando con zanjas de drenaje; obviamente, la siembra se ejecutará sobre los camellones.

Una variante de la técnica de camellones-zanjas, consiste en levantar montículos (las tolas y tolitas del Pacífico tumaqueño), como lo sueñan los ilustradores del libro del padre Gilij, donde las raíces de yuca semejan zanahorias, los papayos aparecen con un dosel estilo cola de pavo, los plátanos simulan palmas datileras.

En el Caribe las tolas y camellones se convierten en eras alzadas, como lo relata Oviedo. Civrieux anota que la yuca "tua - tua" es preferida por los Kanina para ser cultivada en morichales.

Conuco de sabana

377

De esta estructura quedan algunos vestigios estudiados por Zucchi y Denevan, 1974, Barinas, caño Ventosidad.

Ya el padre Gumilla había escrito: "levantan la tierra de uno y otro lado del surco, tapando la paja y el heno con la tierra extraída del uno y del otro lado; luego siembra su maíz, yuca o manioca y otras raíces, en todas partes gran cantidad de pimiento...".

HUERTO DE LAS FRUTAS

A diferencia de las culturas caribeñas (Oviedo trae una larga lista de frutas de los huertos), y de las culturas de selva más sedentarias, el huerto de las frutas parecería poco practicado en las sabanas. Los cronistas de los siglos XVII y XVIII se refieren a las frutas como aprovechamiento de la flora espontánea.

Humboldt escribe: "...el 15 de Julio (1800) llegamos a la fundación o Villa de Pao, establecida en 1744 y excelentemente situada para servir de depósito entre Nueva Barcelona y Angostura. Su nombre completo es Concepción del Pao. En los alrededores hay algunos árboles frutales, cosa rara en las estepas. Vimos incluso cocoteros que, a pesar de la gran distancia del mar, parecen muy corpulentos...".

De Civrieux afirma que la actual fruticultura Kariña es imitación de los vecinos criollos

Nosotros diríamos que la fruticultura de árboles permanentes es consecuencia de la sedentariedad. Así lo hemos visto entre los Sikuani, maestros de la subsistencia nómada, hoy obligados a localizarse.

MODALIDADES COLONIALES

"GUERRA JUSTA" Y RESCATE

Es con la expedición de Pedrarias Dávila a Urabá, 1514, cuando Fernando el Católico toma la decisión de sustituir las "capitulaciones", instrumentos de relación de la Corona con aventureros, exploradores (Colón, Niño, Guerra, Ojeda), por una política estatal de descubrimiento, conquista y colonización. Se redactó entonces el requerimiento, forma sacramental de conminación a los indios para reducirse a obediencia y cristianización. La no aceptación inmediata del requerimiento justificaba la guerra y por lo tanto la esclavización.

La modalidad de "Guerra justa" perduró como política española hasta 1680, cuando fue oficialmente prohibida en la administración de Carlos II. En el directorio de Pombal se

378 tomaron medidas similares (década de 1760) de parte de los portugueses (las coronas lusa e hispana estuvieron unificadas entre 1580 y 1640).

El rescate, desde, luego, se refiere a las relaciones de comercio impuestas por los conquistadores a los indígenas, las cuales van evolucionando desde la encomienda de prestación de servicios, a la de pago de impuestos (1549), hasta el reclutamiento para trabajo forzoso, pago en obrajes y construcciones: Coatequil en México, Mita en el Perú.

Las rivalidades entre metrópolis colonizadoras exacerbaron las prácticas de esclavización: a cambio de herramientas, mercancías y armas. Los Guaipuinabes del alto Orinoco y los Canijonas de Amazonia se convirtieron en proveedores de esclavos a los portugueses, y los Caribes del mesollano a los holandeses.

Se ha dicho que Caribes y Guaipuinabes y Guahibos llegaron a incursionar hasta los altos Meta y Guaviare.

Entre 1530 y 1590 hubo veintisiete incursiones europeas en territorio orinoquense, lo que implicaba recuperación de costos capturando indios para la carga y para la venta. En 1744 los registros reales portugueses contabilizaban treinta y seis mil esclavos extraídos en el alto Río Negro, y en ese mismo año los registros jesuitas alcanzaron a mostrar la salida de doce mil indígenas cautivos del Llano.

Por supuesto, la Conquista destruyó las extensas relaciones de intercambio entre los distintos grupos indígenas, no obstante el control simultáneo de diversos pisos altitudinales, que fue política de autoabastecimiento de las culturas indígenas, y que afectaron el piedemonte llanero, por donde se transportaba sal desde la Cordillera Oriental hacia la llanura, y se llevaba yopo, sustancias medicinales y artesanía de la llanura a los templos muiscas del interior andino.

Cada cañón de río andino fue utilizado como camino entre la cordillera y el llano, especialmente cuando había alguna salina de por medio.

Los esposos Morey, 1975, sugieren cinco grandes mercados indígenas en la estrella fluvial del Oninoco: el mercado tortuguero de los raudales de Atures y de Maipures; el mercado de pescado en los raudales de Atures; el mercado tortuguero del Guaviare Inírida; el mercado de pescado en el piedemonte (los Morey citan sólo el del río Cojedes); el mercado de curare.

EXTRACCIÓN DE FLORA Y FAUNA

Esta actividad constituyó otra contrapartida de reséate. Humboldt encontró en el campamento tortuguero de Pararuma (entre las bocas del Apure y del Meta) que los misioneros comerciaban telas, aparejos de pesca y herramientas metálicas europeas contra

379 productos indígenas: tabaco, peramán o breo o resma de ―maní‖, tinte, chica, huevos de tortuga, aceite de estos huevos, aves vivas (especialmente gallitos de roca) y micos.

Animales vivos eran exportados a Europa como curiosidades tropicales. Humboldt compró algunos con el mismo fin.

CRÍA DE GANADOS

El ―hato‖ constituye la obra maestra colonial en el Llano. Los jesuitas lo llevaron a la máxima expresión en sus reducciones. De acuerdo con Gómez Picón (1978) fue en 1530 cuando la audiencia de Santo Domingo redespachó a Venezuela dieciocho vacas paridas, dos potros garañones y diez yeguas jerezanas; este pie de cría y once familias cordobesas, encabezadas por Cristóbal Rodríguez, partieron de El Tocuyo para fundar el caserío de San Luis de la Unión en el piedemonte, entre el Arauca y el Apure. Para fines del siglo XVI ya existían en el Apure y Guárico 14.000 vacunos y 7.000 caballares; a mediados del siglo XVII veinte hatos contaban allí 138.000 cabezas.

La Comisión de Límites, a mediados del siglo XVIII, hizo esfuerzos por dar base económica a la propuesta colonizadora borbónica en el alto Orinoco. No se trataba ya del modelo inicial de poblamiento separado entre europeos e indios por encomienda, sino de las fundaciones mixtas con capitán indígena y tenientes colonos.

Don José Solano, al servicio del Virreinato de Santa Fe, por indicaciones del propio Don José Iturriaga, comisionado de límites, envió ganado vacuno a Santa Bárbara en las bocas de Ventuari; su conductor, Miguel Sánchez, murió al llegar a dicho sitio. Ocho años después el gobernador de Guayana Miguel Ceñtunión despaché otro lote vacuno a las sabanas de la Esmeralda, ganados que ya habían desaparecido en 1795. Desde luego las sabanas o caatingas del alto Orinoco constituyen un ambiente menos nutritivo a los ganados que las sabanas graminosas del llano.

El plan geopolítico de los Quesadas, la comunicación del Nuevo Reino de Granada con la Metrópoli, podría efecttiarse por la ruta Casanare-Orinoco (calificada todavía a mediados del siglo XIX por el geógrafo Eliseo Reclus como la ruta natural entre Bogotá y Europa). Se trataba de una conclusión que resumía las experiencias de los Welsers al Llano desde Venezuela (década de 1530), las de los propios Quesadas y de sus tenientes, desde Bogotá (décadas de 1540 y 50) así como las de Ordaz y Hortal desde las propias bocas del Orinoco.

380

Aserrío maderero en el Retorno. Guaviare Foto: Fernando Urbina

Don Antonio de Berrío, al casar con sobrina de Gonzalo Jiménez de Quesada, hereda los planes políticos de los fundadores del Nuevo Reino. Entre 1584 y 97 Don Antonio y sus tenientes establecieron la ruta Bogotá -Casanare - Meta - Orinoco - Trinidad, fundando Santo Tomé de la Guayana (después Angostura) y San José de Oruña en Trinidad.

Don Martín de Mendoza y Berrío, tercera generación de los Berríos (Don Antonio y luego Don Fernando) encomendero de Chita, hace alianza con los jesuitas y equipa al padre Dionisio Mesland para qué continúe fundaciones en la Guyana (bajo Orinoco).

En 1661 se procede a la fundación jesuita de San Salvador del Puerto de Casanare, dándose principio a la extensa cadena de fundaciones de esta Compañía en Orinoquia hasta su expulsión. en 1767.

La reducción jesuita implica también actividades artesanales. Manare, Morcote, Támara produjeron y comerciaron lozas y lienzos que abastecían al Llano y que competían en el altiplano andino con las artesanías de Quito, Socorro y Tunja.

Los mayores hatos de los jesuitas fueron los de Caribabare, Cravo y Tocaría en la región del Casanare, y de Apiay en la región del Meta. Hatos menores fueron: San Miguel de Macuco (Orocué) con 22.000 reses en 1730; San Francisco Regis (2.068 indios) con 20.000 reses, 1716, situado según Humboldt en el desfiladero Barraguán entre las bocas del Meta y

381 el Apure; San Luis de Casimena (1.032 indios) con 24.000 reses, 1746; San Agustín de Guanapalos (663 indios) con 33.000 reses, 1763 (Romero, 1983). Hatos misionales posteriores a los jesuitas muestran inventarios modestos; es el caso de los agustinos: Santa Rosa de Capabune (460 indios) con 900 reses, 1794; San Pablo de Guacavía (631 indios) con 1.200 reses, 1784; San José de Caviona (458 indios) con 900 reses, 1793; San Nicolás de Buenavista (450 iridios) sin inventario, 1794; San Guillermo de Arimena (405 indios) con 900 reses, 1805 (Romero, 1983).

Correlativa con la estructura del hato se generó la institución de los vegueros, fuerza de trabajo auxiliar, relativamente independiente, con agricultores de autosubsistencia, proveedores del hato.

Crías de caballos en el piedemonte Foto - Fernando Urbina

382

Conos de Chiqui-chiqui, fibra que se extrae de la palma Leopoldinia piassaba. Se usa en fabricación de escobas y cepillos. Río Guianía

MODALIDADES MODERNAS

Con esta denominación nos referimos a la evolución republicana de la aprehensión de los recursos. La ganadería en el primer siglo republicano continúa basándose en el hato de cría.

De otro lado la introducción de las jóvenes repúblicas al comercio internacional desataría modalidades extractivas que constituyen la más dolorosa historia de las relaciones entre la clase empresarial exportadora y los aborígenes del sector selvático.

EXTRACCIÓN DE RECURSOS DEL AGRO PARA LA EXPORTACIÓÑ

Humboldt, 1800, postulaba a Angosturas como puerto de ventajas frente a la Guaira y Puerto Cabello con relación a la navegación á vela hacia Europa. Las actividades del alto Orinoco se realizaban entonces en el eje San Fernando de Atabapo-San Fernando de Apure- Barinas. El llano barinés entregaba mulas, azúcar, cacao, cueros, añil, algodón a cambio de géneros europeos.

Agustín Codazzi, al servicio entonces del gobierno de Venezuela, denunciaba en 1838 las abusivas relaciones de servicio de los indígenas en el alto Orinoco: ―...la primera medida que toman al recibir el bastón Codazzi se refiere a ―los políticos‖, o sea, a los administradores gubernamentales es la de llamar a todos los indios útiles, hacerles abandonar sus conucos y casa y llevarlos al Casiquiare a cortar madera, otros a reunir chiquicbique, y después a torcer cabuya, a construir lanchas; mientras que las mujeres las emplean en tejer chinchorros, dándole su pacotilla al 500 por ciento

383

En 1841, Páez, en su ―decreto orgánico de las misiones de Guayana‖, se ocupa de reafirmar los derechos ciudadanos de los indígenas, y ordena que éstos ,sean asistidos en sus contratos por el director de la reducción o quien lo represente.

En 1845, Soublette vuelve nuevamente en un decreto contra los abusos en el alto Río Negro, y especialmente apunta a que los funcionarios de las reducciones remuneren a los indios cuando, se‘ sirvan de ellos, y además respeten los compromisos de los indios con terceros.

En 1856, José Tadeo Monagas, en decreto de junio 2, vuelve sobre la ―igualdad‖ ciudadana de los indígenas ante sus contratantes. Y en 1857 ―queda abolida, la moneda ficticia de corotos‖, capital circulante del endeude.

En 1873,José Antonio Guzmán Blanco decreta entre otras medidas igualitarias para los indios,, que ―con la muerte del indígena quedan canceladas todas las deudas‖, frente a la heredabilidad de los compromisos. Pero el llamada ―padre y protector de los pobres» también decreta:

Art. 31 . El cargo de concejil es inexcusable de todo indígena idóneo para el caso, el servicio de posta o correo en el Territorio y el de bogas, patrones y prácticos. Por estos servicios deberá alimentársele y remunerársele suficientemente.

Art. 32. También es cargo inexcusable el servicio de cazador o de pescador impuesto por el prefecto con duración determinada cuando, según la costumbre y necesidad, esto sea indispensable, a juicio del gobernador. Deberá igualmente alimentarse y remunerarse racionalmente al indígena que preste estos servicios.

Este artículo 32, es toda una síntesis de la estructura vertical social de opresión y explica la rebatiña regional del poder político en alianza con los mercaderes locales: un centenar de gobernadores entre 1842 y 1900.

Destácanse aquí, de un lado, Michelena y Rojas, ―el viajero universal‖ (uno de los cuatro gobernadores del breve período 1856-57) en cuya fugaz administración prevalecieron el respeto a los derechos ciudadanos, la libertad de movimiento, el pago del salario en dinero; y de otro, Tomás Funes, 19 13—1921, personaje que tipifica‘ el comerciante — gobernante de la época.

El decreto de Guzmán Blanco es particularmente agresivo contra Colombia:

Art. 35. Por el Ministerio de Hacienda se dictarán las medidas necesarias al establecimiento de una aduana, para las importaciones de Colombia, en el punto limítrofe con Venezuela, que es donde se reúne el Guayabero y el Ariari para formar el Guaviare. Esta oficina deberá establecerse, entre tanto, en San Femando de Atabapo, se faculta al gobernador del

384

Territorio para que la vaya situando hacia el este (sic), hasta que pueda definitivamente colocarse en el punto mencionado.

Trataba el presidente Guzmán de aprovecharse del bajo nivel de posesión de Colombia sobre el Guaviare, frente a la presión de Colombia hacia el este a través de los ríos Meta y Arauca.

Joaquín Días Escobar se declara consciente de esta situación geopolítica, por lo mismo justifica la fundación de Orocué, en agosto de 1858, que él se atribuye. Colombia había decretado en 1861 la libre navegación del Meta y sus afluentes y mantenía aduana en las bocas del Casanare.

En 1869 el ejecutivo venezolano reglamenté el tránsito comercial hacia Colombia y creó el resguardo de El Amparo en Arauca. Venezuela buscaba heredar los beneficios que le confería el hecho de que Angostura fue sede del primer gobierno de la Gran Colombia. En 1819 José Prudencio Padilla fue encargado de limpiar de naves de guerra españolas el bajo Orinoco.

Entre agosto de 1818 y marzo de 1819 el Puerto de Angostura registré 204 zarpes y atraques. En 1818 el gobernador inglés de Trinidad, ,Mr. Wooffor, ensayé la navegación a vapor hacia el bajo Orinoco. Ese mismo año la goleta ―Baninesa‖ hizo el aprendizaje de la ruta hacia Nueva York.

En 1821 el Congreso Grancolombiano decretó exencines a la importación de elementos necesarios para la agricultura, la minería y la navegación. Se prohibía la importación de azúcar, panela y añil; y en 1823 el coronel inglés James Hamilton recibió privilegio para navegar a vapor el Orinoco, iniciativa fallida.

Entre 1856 y 57 se logró establecer un servicio de vapor por el río Meta. En 1864 el Orioco era visitado por buques de 16 banderas europeas y de Estados Unidos. A su vez, las casas comerciales de Manaos se proyectaban sobre el alto Orinoco y el Río Negro.

En 1862 el comercio del Guainía y del Atabapo declaraba que las mercancías brasileras resultaban más baratas que las introducidas desde Angostura. Mientras‘ tanto el piedemonte llanero continuaba su intercambio andino: Codazzi, en cumplimiento de su contrato con el gobierno de José Hilario López, anota que el cantón de Cocuy, de la provincia de .

―con los indios Tunebos recibe el cantón: cacao, cera, mochilas, otoba, caraña y la yerba yopa, que cura la encefalia; da en cambio: sal, , herramientas y objetos de adorno. Con Casanare recibe el cantón ganado vacuno; da en cambio: caballos, mulas, salones‖.

Entre 1860 y 1869 pasaron por Ciudad- Bolívar (Angostura) con fines de exportación:

385

Pieles de res 1‘400.000 unidades Pieles de venado 494.000 unidades Sarrapia 327.000 libras Bálsamo de copaiba 249.000 libras Tabaco 28.000 pacas Algodón 16.000 balas Café 16.000 sacos

A lo anterior se añaden cantidades no precisadas de cacao, caucho, amargó, dividivi y añil.

El estilo de las importaciones era, en 1821: sillas de montar, fuetes, cajas de costura, vestidos, jabones, cepillos, brochas y escobillas, negro de humo, pantalones, barberas, navajas, tijeras, pistolas, sables, cerveza.

Los productos principales de extracción selvática orinoquense fueron en su orden histórico:

El chiquichiqui; fibra de la palma Leopoldinio., que ya era conocida desde la época colonial, para torcer cables de marinería.

La quina; que se exploté en el piedemonte llanero. Villavicencio aparece en 1842 como fundación de agricultores de Quetame que necesitan una base para obtener pieles de animales silvestres y quina, y que creen poder cultivar allí cacao y caña (Romero, 1983); las quinas orientales no alcanzaron a ser exportadas.

La sarrapia era ya exportada en 1824 desde Casanare a Inglaterra. La nuez del fruto se utilizaba como aroma para tabaco. Hacia 1885 se alcanzó el pico de la extracción al amparo del más alto precio: dos mil bolívares por quintal. Fue desplazada hacia Í930 por sustancias sintéticas.

Las exportaciones colombianas de caucho comenzaron hacia 1854 con base en árboles de los valles interandinos mediante la técnica del derribo. Hacia 1890 sólo se encontraba goma en la periferia del país: Pacífico, Amazonia, Orinoquia. Trouchon,. francés, es señalado como iniciador de la cauchería en el Casiquiare en 1860. En 1912 se concentraban en Villavicencio las gomas de Castilloa y‟Hevea del Meta y del norte del Caquetá. Iribertegui (1987), aporta un minuciosa relación de las casas inglesas, alemanas y corsas que usufructuaron la cauchería desde Ciudad Bolívar.

En Orocué tuvo asiento la Casa Siebert—Franzino, liquidada en 1902, que sostenía relaciones con todo el Llano colombiano, sabanero y selvático, en cuyo inventario final figuraban cueros de res, de venado, plumas de garza, copaiba, café y sarrapia.

La organización de la cauchería contaba con cuatro estructuras ejecutivas (Iribertegtii, 1987), a saber:

386

Los regatones o embarcaciones encargadas de recoger productos en las barracas y regresar cargadas de mercancías industriales para el avance o endeude.

Las barracas o bodegas a la orilla del río dado en concesión o vendido por el gobierno.

Los gobernantes o cazadores de indios y en general ejecutivos de los grandes comerciantes.

Los mañoqueros, proveedores de mañoco o fariña, el alimento básico suministrado al indígena a la campaña selvática (octubre a mayo en las zoñas bajas para el caucho, y junio a septiembre en las altas, para la balata).

También se dio, en menor escala, la posibilidad del trabajo independiente, especialmente por parte de colonos no indígenas. La participación de colombianos ligados a compañías caucheras -―del Río Negro aparece en relaciones detalladas de Iribertegui:

Colombianos 19, frente a 44 otros no venezolanos. Colombianos 21, frente a 47 otros no venezolanos. Colombianos 22, frente a 19 otros no venezolanos. Colombianos 19, frente a 23 otros no venezolanos.

Las industrias locales básicas de la época estuvieron en la línea de las embarcaciones y de la producción de caña de azúcar ―melao‖ y destilería: cada comerciante tenía su destilería. La cauchería entra en crisis hacia 1913; la producción proveniente de plantaciones inglesas y holandesas de oriente recibirá un ―segundo aire‖. con la segunda guerra mundial, cuando los japoneses toman aquellas plantaciones, incluyendo los cultivos de quina (que habían acabado con la quinería colombiana desde 1882, lo que explica que las quinas del alto Orinoco no fueron explotadas). Con motivo de la guerra aparecieron la quina y el caucho sintéticos. Este ―segundo aire‖ fue protagonizado por la Rubber Develo pment Company, Agency of U. S. Government y su carnal la “Chiclet‖, gerenciadas ambas en el alto Orinoco por el señor Pacheco, indio mexicano.

En 1951 el caucho dejó de figurar en las estadísticas colombianas de exportación y en‘ 1957 se expide un decreto de nulidad del endeude.

La balata o el balatá, exclusivo de los cerros del alto Orinoco, antecedente y contemporáneo del caucho. Esta goma se obtenía derribando los árboles, de donde el recurso terminé arrasado hacia 1920.

Las plumas de garza, que hicieron furor en Európa entre 1880 y 1914.

Otro elemento fundamental del abuso de los gobernantes y comerciantes sobre los indígenas fue la desaparición de las misiones españolas, y en general toda clase de clero, al triunfar los republicanos. Fue el militar venezolano Hipólito Cuevas el ejecutor de la expulsión de los franciscanos del alto. Orinoco en 1817. Por esta misma época Juan

387

Aldana, jefe patriota, había degollado 22 capuchinos realistas de Guayana. Capuchinos y salesianos reasumen un siglo después con la ley de misiones de 1915 y el Reglamento de 1922. Recordemos que para los jesuitas el indio encomendado o reducido era un hombre libre, filosofía política que los llevó a perder el favor de la Corona. En Colombia fue necesaria la derrota del radicalismo liberal para que en 1890 se restableciera el servicio misional y los curatos en las periferias indígenas.

EVOLUCIÓN DE LA GANADERÍA HACIA CEBA

Recuento histórico

La expulsión de los jesuitas en 1767 constituyó un depresión en la ganadería vacuna de cría, así como también la guerra de Independencia, al menos en la segunda década del siglo XIX

Ya habíamos mencionado antes la vinculación de hacendados de aliento del país andino al piedemonte (ejemplos el dominio Yacuana con 22.000 hectáreas y la hacienda El Buque de Sergio Convers Codazzi y de Sergio Convers Sánchez, yerno del general Codazzi). Fundamentalmente se trataba de ganaderías de cría y de levante.

El estado general del piedemonte y del llano adyacente, es descrito desde Orocué por Joaquín Díaz Escobar hacia 18-79, dando por sentado que la actividad principal es la producción de vacunos para ser cebados en el interior andino (a donde se arreaban por mediocres caminos de herradura) o para ser embarcados en los ríos Arauca, Casanare y Meta, hacia Venezuela.

―Otros ramos de industria actual, en general son aún más insignificantes, como las queseras, manufacturas de cabuya y chinchorros de parte de algunos indios errantes, la extracción de aceites (de huevos de tortuga en especial), elaboración de dulce casabe, almidón, la pesca y la caza, artículos de consumo interior, y de alguna exportación, consistiendo ésta en los ganados indicados ya; y por agua veinte mil cueros de res al pelo, recolectados aún en algunos pueblos del interior (andino), algunos cueros de venado y tigre, cuatro mil quintales de café, quinientos chinchorros o hamacas, cuarenta quintales de goma elástica (caucho), doscientos quintales de queso, ciento cincuenta quintales ‗de carne salada, algo de casabe y dulce en melao y arroz. Esto es todo lo que exportan anualmente esos pueblos, por el Meta y el Arauca hacia Ciudad Bolívar, importando en cambio sobre dieciséis lanchas veleras $800 mil en licores, sal, loza, quincallería y telas de algodón y de hilo‖.

Díaz estima en $12.000 las mercancías ―que por el Orinoco le van a nuestras tribus del Inírida y del Atabapo‖, y calcula que las dos quintas partes de todas las importaciones están representadas en licores.

388

Díaz aprecia el esfuerzo de algunos grandes ganaderos del piedemonte y de Orocué en los que veía una esperanza progresista y cita los empresarios Bernardo Herrera, Uribe y Lorenzana, Emiliano Restrepo, José Alonzo, Gabriel Antonio Reyes Luis y Leopoldo Andueza, Luis Valiente, Benigno Meléndez, Antonio y Ramón del Real, Sergio Convers, Ramón Oropesa, Socorro Figueroa, Lino Barreto, Antonio Mantilla, Antonio y Ricardo Roldán, Manuel Chaparro, Antonio y Agustín Samudio, Esteban Castillo, Juan Abella, Francisco Chaparro y algunos más.

Como empresas agrícolas conexas (Díaz no especifica los cultivos, pero otros autores como Mistral hablan de cacao, caucho, sarrapia, caña), menciona las de Convers, Restrepo, Reyes, Silva, Suárez y Fortul.

El mismo Joaquín Díaz Escobar, 1879, enfatiza el papel de avanzada de Orocué sobre los desiertos del Llano, y dice que apenas fundado hace 18 años (1858) ya rivaliza con Arauca y San Martín: ―le constituyen trescientas casas pajizas y tres cubiertas de zinc: mil cuatrocientos habitantes colombianos y venezolanos, comerciantes, ganaderos, marineros y unos pocos agricultores.. En su jurisdicción hay hoy doce fundaciones o haciendas que no bajan de sesenta mil reses; empezando la de El Tigre de los señores Reyes Patria, la de Guarimena de los señores Del Real, la de San Pablo del señor Antonio Reyes Çamacho, la de la Ceiba del señor Luis Valiente, la de La Venturosá, la de Barrera, El Diamante, El Gusto, Maremare, Duya, La Miel y otras del atrevido empresario Benigno Meléndez, cuya fundación se encuentra al, otro lado del Meta, como de vanguardia y contacto con las hordas salvajes‖. ―Fuera de esas doce haciendas hay otras pequeñas fundaciones en esa jurisdicción, de individuos que tienen cortos rebaños, que no bajan de cuatro mil reses o mas‖.

No deja de registrar Díaz Escobar la resistencia venezolana a los enclaves colombianos, pues a pesar de todo esto, también es preciso decirlo, ese importante pueblo ya se ha visto en víspera de dejar de existir por amenaza del bandalaje de algunos venezolanos de malos sentimientos que han penetrado hasta allí, y cuyos hombres están amenazando de muerte todo este desarrollo‖. Por lo tanto ―el Gobierno general sin demora debe trasladar allí la capital departamental de ese territorio‖.

El tamaño ideal de hato es considerado por Díaz én diez mil hectáreas. En las buenas fundaciones la densidad ganadera era entonces de una res por ocho hectáreas. Hacia 1960 la FAO y otros autores estimaban en dos mil quinientas hectáreas el tamaño mínimo del hato sabanero, con alrededor de quinientas reses. El hato mínimo propuesto para la década de 1960 por técnicos del CIAT era de 60 vacas en 300 hectáreas.

Díaz es crítico de los factores limitantes de la productividad del hato, en particular las condiciones climáticas y la calidad de las hierbas de la sabana: el piedemonte ―apenas ha llegado a la pequeña significación de 250.000 reses de cría‖; la natalidad era del 20% anual,

389 se suponían 30.000 partos por año que se balanceaban con una extracción de 13.000 reses hacia Venezuela y los Andes colombianos adyacentes, 8.000 de consumo local y 9.000 de aumento del inventario. Darle sal al ganado dos veces por mes se consideraba práctica eficiente; la sal se importaba de Venezuela en cantidad de mil toneladas anuales: el precio de la sal en Ciudad Bolívar era de $6 por carga de diez arrobas granadinas y se vendían en el Llano colombiano entre $15 y $20 por carga. En las simultáneas revueltas de 1860 en Colombia y Venezuela, la sal subió a $100 por carga. Díaz sostiene que la sal para ganadería tendría que valer a $0,20 la arroba.

Se recetaban quemas anuales de la sabana, y se da a entender que los pastos sabaneros alcanzaban entonces un metro de altura. Ya Qumilla había dicho que la altura superaba la de un hombre.

La derrengadera, el muermo y la hermosa diezmaban los criaderos de caballares (diez mil muertes en Casanare y San Martín en 1877); el agua fría era tenida como excelente remedio contra la derrengadera, y el amoniaco por vía nasal contra el muermo; una gran cantidad de afecciones en animales y en humanos se trataban con limón.

La única manufactura de exportación indígena eran las hamacas de cumare, adornadas de plumas, ―que alcanzaban el fabuloso precio de ochenta pesos- en: los mercados de París y de otros lugares de Europa.

Pocos caminos eran practicables hacia el interior nacional: el de La Uribe a Colombia- Huila, el del cañón de Cusiana (Sogamoso-Iza-Cuítiva-Tota-SisbacáChámeza-Tauramena- Puerto Uverito del Cusiana) y el de Bogotá por Cáqueza hacia el Meta y San Martín. La opción de ceba comienza en el piedernonte a principios del siglo XX con la introducción de los, pastos puntero - Hyparrhenia y Chopín -Melinis. En la década de 1930 el camino de Cáqueza se transforma en carreteable que une a Bogotá con Villavicencio, vía que se extendió a Puerto López (la puerta de la altillanura) entre 1932 y 1936. Hacia 1928 se fundan los grandes hatos de Pupure(del, colombiano Miguel Melgarejo) y Casuria, en los alrededores de Puerto Gaitán, la puerta del Vichada.

Arauca y Casanare continuaban usando caminos de herradura. Dice Romero (1983): ―Recuas y bueyes viajaban desde Támara a Socotá con café; desde Arauquita hasta la Provincia de Gutiérrez con 200 cargas semanales de cacao y había continuo tráfico de partidas hasta de 500 bueyes cargados entre Arauquita y La Aguada; en sus cercanías se encontraba el puerto de La Plata sobre el Pauto‖.

Los ganados de Arauca y Casanare subían al altiplano por los caminos de Soatá-Chita (Cañón del Casanare) y de Güicán-Boavita (cañón del Rudiván-Arauca).

―La guerra civil de 1948-53 deprimió severamente la ganadería. Pueblos enteros fueron incendiados (ejemplo: Uribe, Cumaral, La Aguada, Moreno Pachaquiaro, Trinidad, Ten).

390

Los ganados dormían entre las casas y comían la cal de las paredes a falta de sal. Es posible que hacia 1950 el inventario de los Llanos del Meta alcanzara apenas a 300.000 cabezas‖. (Romero, 1983)

En la década de 1940 las trochas carreteables de la Troco, compañía petrolera, facilitaron la penetración por automotor a la altillanura en todas direcciones: el Vichada resulté accesible: la actual carretera a Santa Rita, bordeando el Vichada, se atribuye a dicha compañía.

Tecnologías para la producción vacuna

A continuación nos referimos a siete tecnologías, tres de ellas con tradición y cuatro propuestas en vía de práctica y ajuste:

Colonial. Es el sistema descrito por Díaz Escobar de pastoreo extensivo de sabanas. El fuego es la herramienta fundamental: las razas casanareña y sanmartinera se produjeron en esas condiciones. Ganaderías de cría.

Colonial más minerales. Se da suplemento, al animal con 16 kg de minerales anuales. La natalidad al 50%. Mestizaje cebú. Ganadería de cría.

Braquiaria. introducido en el piedemonte en la década de 1950 para ceba de mestizaje cebú. División de potreros. Suplemento de minerales en 22 kg/año/cabeza. Natalidad 65%. Capacidad de carga 1,3 a 1,7 reses/ha. Novillos de tres a cuatro años con 350-470 kg.

Sabaria de gramíneas y leguminosas. Fue propuesta de la década de 1960 originada en el CIAT de Carimagua: la gramínea promovida fue el Andropogon gayanus(africano) con leguminosas acompañantes: Stylosanthes, Pueraria, Desmodium. Se le atribuye al sistema el 75% de la natalidad. Carga de 2 reses/ha. Por supuesto, división de potreros y suplementación de minerales.

Potreros de apoyo a la sabana. Esta propuesta de los años sesenta es una aproximación al sistema de gramíneas y leguminosas. Se apoya el pastoreo extensivo de sabanas con algunos potreros especialmente adecuados. Desde luego, se suplementan con minerales.

El potrero arborizado. Es propuesta del autor, desde 1981. Se apoya en la capacidad de ramoneo sobre árboles y arbustos. En el cerrado brasilero el 60% del consumo del animal proviene del ramoneo en la estación seca (la estación crítica).

La ganadería al estilo guajiro es otro ejemplo pertinente. La sabana no sólo posee árboles pirorresistentes sino que es susceptible de sustentar con apoyo de abono orgánico múltiples árboles forrajeros. Edgard López y Rubén García con la dirección del autor trabajaron esta propuesta en San Rafael de Planas entre 1981-84.

391

Forrajes alternativos. Es propuesta de los años ochenta con modalidad de riego en el período noviembre-marzo. Necesita aportes sustanciales de abono orgánico.

Se considera especialmente apta para pequeña ganadería, se basa en el cultivo intensivo de forrajes de alto potencial de biomas: caña, plátanos, arbustos proteicos.

Evolución de los inventarios y la productividad

Inventarios. El cuadro No. 2 refleja apenas el mantenimiento de los inventarios en los últimos veinte años, como corresponde a la situación adversa a las opciones de la vida rural que se ha venido agudizando en el país: la crisis general de valores inherentes al materialismo social; los conflictos de orden público del último medio siglo; las relaciones de poder y posesión creados por el narcotráfico en los últimos años y sus correlativos de delincuencia común.

Los efectos de la violencia internacional económica (renuncia a la seguridad alimentaria nacional y a la protección al agro frente a la apertura al comercio mundial), desencadenada en los noventa, se han sentido en mayor grado en el campo agrícola, además de la violencia social interna.

Cuadro No. 2 ORINOQUIA COLOMBIANA INVENTARIO BOVINO (MILES DE CABEZAS)

REGIÓN 1977 1 1995 2 1996

Arauca 238 510 - Casanare 1.662 2.752 1.885 Meta 1.159 - 1.354 - Vichada 375 - 60 Guaviare 4 15 - 5 Guainla 5 2 -

1. Mejía, 1980. 2. Encuesta Nacional Agropecuaria, 1995; Nótese la incongruencia con las de URPAS, patente en el caso del Casanare, 3. URPAS 4. Estimado a partir de Acosta, 1.993. 5. PRORADAM y estimativos del autor Fuentes: Mejía, 1984, y Urnas departamentales, 1997

Productividad. Este asunto, a la vista de las cifras de la URPA, 1996, revela que el Meta (el departamento demográficamente más desarrollado del Llano) ha sido la región más dinámica en cuanto transformaciones de las pasturas (1,1 millones de hectáreas de ―pradera mejorada‖ frente a 2,4 millones de hectáreas de ―pradera tradicional‖), y que el ordeño de

392 vacas en producción ha sido más practicado (aunque apenas 88 mil vacas en ordeño con sólo 3 litros/ vacas/día frente a un total de 645.000 vacas secas).

El sesgo lechero del Caquetá (a partir de 1970 por efecto de la apertura del mercado Nestlé- Cicolac), contrasta con la afirmación del Llano hacia carne.

La evolución de la capacidad de carga muestra los más distantes extremos: desde un mínimo de 0,09 cabezas por hectárea en los altillanos de Puerto Gaitán (donde se halla el centro experimental Carimagua del ICA; dAT) hasta un máximo de 1,56 en el piedemonte (Cubarral), para un mediocre promedio de 0,39 en 3,5 millones de hectáreas: el tránsito de la ganadería extensiva a la intensiva apenas se plantea en el Llano en vísperas del tercer milenio.

LA AGRICULTURA

Cabe mencionar aquí tres aspectos: la agricultura de abasto o subsistencia típica local (yuca, plátano); la agricultura de colonización o tránsito a la ganadería, y la agricultura tecnificada.

La agricultura de abasto crece al ritmo demográfico: es el caso de la yuca, elemento altamente perecedero, el plátano con más opciones de durabilidad. Aprovecha el mejoramiento de las vías hacia los grandes mercados, en especial hacia Bogotá.

La agricultura de colonización se ha especializado en maíz manual y arroz secano también manual: los cultivos ilícitos se han convertido en distractor frente a este tipo de agricultura y a la de abasto local.

Cuadro No. 3 ORINOQUIA COLOMBIANA EVOLUCIÓN DE LOS CULTIVOS ENTRE 1.985 Y 1994 MILES DE HECTÁREAS

CULTIVOS ARAUCA CASANARE META VICHADA GUAVIARE

1985 1994 1985 1994 1985 1994 1985 1994 1985 1994

Cacao 5.9 9.7 * * 6.0 1.9 * * * 0.8 Caña panela 0.2 0.4 4.9 * 2.1 1.0 * * * 0.4 Palma africana * * 1.7 7.9 5.9 42.0 * * * * Plátano 7.0 17.3 8.0 4.5 9.8 18.8 * 0.4 * 1.2

393

Yuca 5.0 3.4 3.7 1.7 3.1 5.2 * 0.2 * 1.0 Algodón * * * 0.4 9.2 0.5 0.4 0.3 * * Arroz riego * * 13.0 20.0 34.8 53.5 * * * * Arroz secano mecanizado * * 1.8 15.5 35.6 45.4 * * * * Maíz tecnificado * * 0.1 0.3 4.2 13.3 * * * * Maíz manual 27.0 7.7 7.6 5.0 9.7 15.5 * 0.5 * 8.5 Sorgo * * 1.1 1.0 13.6 10.2 * * * * Soya * * * * 0.1 15.3 * * * *

* inexistentes o poco significativo. Fuentes: Urpas regionales

En la agricultura tecnificada el Llano ha privilegiado a partir del medio siglo: palma de aceite, algodón, arroz de riego y arroz secano, soya, sorgo, maíz El Meta ha sido el departamento de mayor desarrollo agrícola.

El cuadro No. 3 refleja las tendencias de crecimiento o de retroceso de las principales opciones de Cultivo en los últimos años (1985-94). Los crecimientos se han dado en palma, plátano, arroz y soya. Pero la reposición en palma es apenas del 2% anual (El Espectador, abril 27 de 1997)

Silvicultura

Lejos está el Llano colombiano de las superficies sembradas en Pinus caribea en el lado venezolano.

Los pioneros de la silvicultura han sido: Triplex Pizano en Puerto Gaitán desde 1976, Gaviotas desde 1977 y Pinoquia S.A. en La Venturosa desde 1979;

Piscicultura

Como resultado de la deforestación andina los ríos han aumentado su nivel de arrastre de sedimentos; la tala riberana ha dejado los peces sin, alimento; los agroquímicos han envenenado las fuentes; la sobrepesca nunca tuvo control. Ya no estamos en la época de Gumilla, de Ribero o de Humboldt. No obstante, todavía la pesca registra algunos tonelajes; ejemplo: Meta, 1.776 entre 1970-78 y Arauca 1.004 toneladas eñtre1982-88,,

Según URPA, en 1996 catorce empresas piscícolas cubrían 132 hectáreas en 7 municipios del Meta, lo que indica ya el incipiente paso de la piscicultura de los pequeños pozos de subsistencia a tamaños comerciales.

394

De todos modos, aún estamos lejos de la piscicultura moderna china con diez eslabones de la cadena trófica en cada estanque, rendimiento de 20kg/día/ha, y extensiones en bloques de ochenta mil hectáreas, como en los alrededores de Cantón.

PROSPECTIVAS VEGETALES PROMISORIAS

Salvador Camacho Roldán, en sus memorias de fines del siglo XIX, destaca para el Llano frutales nativos como el merecure y el lechemiel; Humboldt destacó el moriche, el peramán, el algarrobo, el laurel; Gumilla el moriche y ,el seje; la extractiva selvática se encarnizó encaucho, balata, chicle, chiquichiqui, copaiba, sasafrás, sarrapia; Díaz destaca árboles maderables como mure, congrio, cachicamo, samán.

En la fauna acuática destácanse los chigüiros (sobresalientes en la Orinoquia mal drenada), así como numerosos reptiles y quelonios, babillas, champas, para mencionar las dos de más alto potencial.

Todavía quedan enclaves de selva de altísima importancia biológica de extensión suficiente. Sólo en vía de ejemplo citaremos para el departamento de Arauca 99.000 hectáreas en el piedemonte, 71.000 hectáreas intactas en la alta montaña cocuyana y 77.000 poco intervenidas. La vida no puede perder actualidad en nuestro país; la vida es una sola. Cada persona que muere, cada árbol que se abate, cada insecto destruido, disminuyen la cantidad total de vida.

En los sistemas de producción que implican formas de vida es urgente introducir métodos de no violencia, opciones de vida, propuestas alternativas frente a los biocidas de la cultura química, proyectos no sólo sostenibles sino también autosustentables.

BIBLIOGRAFÍA

Baqueto, Alvaro. ―Reconocimiento arqueológico en el alto río Vichada‖. Fundación de Investigaciones Arqueológicas del Banco de la República. Informe mecanografiado, Bogotá. 1984

Camacho R. Salvador. s. Memorias 1845 899. Ed. Bedout, Medellín,

Codazzi, Agustín, (1856) Geografía F ís ica y Pol ít ica de las provincias de la Nueva Granada: provincias Tundama y Tunja. Banco de la República, Bogotá, 1956.

Cortés L., Abdón, Capacidad de uso actual y futuro de las tierras de la Orinoquiacolombiana. IGAC., Bogotá, 1978.

Davidson, Bruce R. Economic aspects small ranching on inproved pasrures in the colombian Llanos. CIAT, Mecanografiado, Cali, 1983.

395

Díaz E., Joaquín.. Bosquejo estadístico de la región oriental de Colombia y medios económicos para su conquista, sometimiento y desarrollo industrial y político. Imprenta de Ignacio Borda, Bogotá, 1879.

FAO. Reconocimiento edafológico de los Llanos Orientales. Colombia. La vegetación natural y la ganadería de los Llanos Orientales, Róma, 1966.

Friede, Juan. Los Welser en la conquista de Venezuela. Ed. Edime, Caracas,1961.

Galvis H, Carlos & Valencia Z. Hernando. Efecto edáfico de la hormiga arriera Atta laevigata en algunos suelos del centro de Desarrollo Integrado ―Las Gaviotas‖ en la Orinoquia Colombiana. Universidad Nacional de Colombia. Departamento de -Biología. Tesis de grado, Bogotá, 1975.

Gómez P., Rafael. Orinoco, río de libertad, Banco de la República, 501p, Bogotá,1978.

Grasse. ―The soil fauna of tropical savanna; the termites‖. En Tropical SavannasElsevier Publishing Co., pp 505-540, 1983.

Gumilla, José. Historia Natural Civil Geográfica de las naciones situadas en las riveras del río Orinoco. Edición facsimilar, Tomos 1 y II. Carvajal y Cia., Cali. 1984 y 1985.

Gutiérrez P., Uriel. Evaluación económico-financiera de tecnologías disponibles en relación al tamaño de la finca: el caso de la ganadería de los llanos orientales de Colombia-. Tesis, de grado. Universidad de los Andes. Facultad de Economía, mecanografiado, Bogotá, 1979.

Humboldt, Alejandro. (1807) Cuadros de la naturaleza. Tomos 1 y II, Monte Avila editores, Caracas, 1985. –

______(1808-1834) Viaje a las regiones equinocciales del nuevo continente hecho entre 1799 y 1804. Ed. Guadarrama, Barcelona, 1981.

Iribertegui, R. Amazonas: el hombre y el Caucho. Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho, Monografía No 4,1987.

Mája, Marco A. Maestro bilingüe de la escuela guahiba de San Rafael de Planas, 1983.

Mejía O, Mario. Puerto Carreño: Comisaría del Vichada. Economía básica. Corporación Araracuara, Bogotá, 1983.

______Puerto lnírida-comisaría del Guainta: economía básica. Corporación Araracuara. Bogotá, 1980.

______UNUMA: Reserva Guahiba y Piapoco de Puerto Gaitán-Meta, San José de, Ocuné—Vichada, Universidad Nacional de Colombia, mecanografiado, Bogotá, 1980

396

______Orinoquía colombiana: sabanas de la altiUanura: clima y uso de la tierra, Universidad Nacional de Colombia, Palmira, 1984.

______Diversidad de Yuca-Maniho esculento. Krantz en Colombia: Visión geográficocultural. COA, Bogotá, 1991.

______et al. Árboles de la altillanura orinocense promisorios para el potrero arborizado (1981-84). Tesis de grado, Facultad de Agronomía, Universidad Nacional, ,Bogotá, 1987.

Mullenax, Charles. ―Adecuación y manejo de sabanas naturales en la altillanura de los Llanos Orientales de Colombia‖. En: Carta Agraria, pp. 2-16, Bogotá, 1979.

Ortiz, Francisco. Etnoastronomía de los grupos Arawak de los Llanos (informe de primer año), mecanografiado, Universidad Nacional de Colombia — Colciencias, Bogotá, 1984.

Pérez T, Santiago (1897). De Bogotá al Atlántico. Mineducación, Bogotá, 1945.

Reichel Dolmatoff O. & A. ―Un sistema de agricultura prehistórica de los Llanos Orientales‖. En: Revista Colombiana de antropología, Vol. 17, pp. 189.200, Bogotá, 1978.

Rivero, Juan. Historia de las Misiones de los llanos de Casanare y los ríos Orinoco y Meto, Biblioteca de la Presidencia de Colombia, Bogotá, 1956.

Romero, María E., Antecedentes para la historia cultural y económica de la Orinoquia Colombiana. Universidad de los Andes, mecanografiado, Bogotá, 1983.

Vera, R. & Sere C. Visit to the family farm prototype unit and ranches of the eastern plains of Colombia, archivo CIAT, mecanografiado, Cali,. 1984.

______et al. Development of improved grazing systems of tropical America, 19 p papel presentado al 2do mt. Rangeland Cgngress. Adelaide, Australia, mayo 1984.

Weniger, Joachim H. ―Beef and dairy tanching in Latin America‖. En: Animal Research and Development. Inst. for scientific Coop. Tübingen, Vol. 17, pp. 118-126, 1983.

Zucchi, Alberta. ―La tecnología aborigen y el aprovechamiento agrícola de nuestras sabanas‖. R ev. Líneas ,No 219, Caracas, 1975.

397

PETRÓLEO Y DESARROLLO ORLANDO AGUILAR G. CARMEN GALEANO LEONEL PÉRÉZ B. CORPES Orinoquia

Lámina de Edouard André. Los pájaros en lso Llanos. Obra de Riou

HISTORIA DEL PETRÓLEO

Los contratos petroleros de concesión con grandes ventajas para el capital extranjero fueron la modalidad que predomine desde 1905.

A partir de los años 40 compañías multinacionales buscaron petróleo en la Orinoquia colombiana. En los años 70 los expertos mostraron las bondades petrolíferas del subsuelo orinoquense. La eliminación del sistema de concesión y la nueva forma de asociación estimularon al capital extranjero.

El contrato de asociación es una herramienta que ha usado el país desde 1974 para vincular capital extranjero de riesgo y tecnología privada internacional en la exploración de petróleo. Bajo esta modalidad se han encontrado los yacimientos petrolíferos en la Orinoquia.

La filosofía del contrato de asociación es que el socio privado realice bajo su propio nesgó las inversiones exploratorias. En caso de encontrarse un campo productivo, su explotación la hace asociado y no individualmente, bajo la dirección de un comité ejecutivo en el que están representados la Nación, con Ecopetrol, y la empresa asociada.

Desde la creación de este sistema de contratación dicha distribución corresponde al 50 por ciento para Ecopetrol y otro tanto para el socio privado. En 1989 se introdujo una variación en esta proporcionalidad, condicionándola al volumen de producción acumulado, así: desde el inicio de la, explotación hasta un acumulado de 60 millones de barriles, al socio le corresponde 50 por ciento de la producción después de regalías. Desde este punto, por cada 30 millones de barriles de producción acumulada el socio recibe el 5 por ciento menos hasta llegar a un mínimo de 30 por ciento, que se da a partir de 150 millones de barriles.

En 1996 se incorporé, para los nuevos contratos de asociación, el factor R, parámetro internacionalmente reconocido, qué ‗permite hacer una distribución de la producción más razonable económicamente. Para la repartición se tiene en cuenta el volumen de invérsión, la producción, los costos y los precios del petróleo.

En Casanare y el Meta los primeros hallazgos se lograron en los años 70 en las zonas de Trinidad y Tocaría, primero, y Apiay y Cubarral, después. Se destacaron por sus éxitos las siguientes compañías extranjeras: Occidental, Shell, British Petroleum, Triton, Total y - Chevron, además de Ecopetrol, que es el socio principal en representación del Estado colombiano.

ARAUCA

El Departamento de Arauca durante varios años estuvo enmarcado en un.. contexto de abandono y marginalidad. Su economía se basaba principalmente en la actividad agropecuaria. Los recursos para inversión y gastos operativos del Departamento provenían directamente del gobierno nacional. Por supuesto, eran insuficientes para atender las necesidades de un Departamento atrasado.

Su cobertura en servicios de salud y educación era extremadamente baja y adolecía de la infraestructura vial y energética.

La explotación petrolera en Arauca se inicia en 1959 con la perforación del pozo la Heliera 1 en Puerto Rondón y el pozo Tame 1 por la Socony-Mobil y la Shell en 1960. En 1980, Intercol perfora los pozos Arauca 1 y 2 en Saravena. En 1981 Ecopetrol perfora el pozo Río Ele. Las anteriores perforaciones tuvieron una producción modesta.

La actividad exploratoria a comienzos de los años 70 estaba en detrimento, lo que condujo al país a convertirse en importador neto de crudo a partir de 1975. Esta situación llevó al gobierno nacional a dar un viraje en la política petrolera, en el sentido de abolir el sistema

399 de concesión y abrir paso al esquema de contrato de asociación, para estimulan la vinculación de compañías petroleras internacionales al sector.

Como fruto de esta política se produjo el descubrimiento del pozo de Caño Limón, el más importante en la historia colombiana hasta ese entonces, con reservas de 1,2 billones de barriles. Un año después se descubrieron otros pozos, como La Yuca. y Matanegra. Estos hallazgos marcaron el repunte de la producción de crudo que le permitió al país no sólo alcanzar su autosuficiencia petrolera a partir de 1986, sino recobrar su condición de exportador neto de crudo. Desde la óptica regional, este descubrimiento abrió las posibilidades de desarrollo a una zona secularmente marginada.

La explotación de Caño Limón significó para la entonces intendencia y otros entes públicos de Arauca, así como para la Nación, un aumento considerable en sus ingresos. En 1986 los recursos transferidos por el sector de hidrocarburos a los diferentes entes de la administración pública en el país sumaron $17.798 millones, monto del cual el departamento de Arauca, los municipios de Arauca, Arauquita, Saravena y el Corpes Orinoquia recibieron el 38,1 por ciento.

En 1987, gracias a la mayor producción de crudo y a las reformas introducidas al régimen de regalías mediante la Ley 75 de 1986, las cesiones subieron a $44.491 millones.

En la actualidad Arauca dejó de ser el primer productor para darle paso a Casanare con sus pozos de Cusiana y Cupiagua.

Caño Limón Arauca

400

Foto - Diego Garcés CASANARE

Las primeras exploraciones que se realizaron en el piedemonte llanero, en la cuenca de los Llanos Orientales, las realizó la empresa Shell en el pozo San Martín 1 con resultados negativos.

Posteriormente, en la década de los 60, se perforaron los pozos Unete, Tauramena, Buetiavista y el Morro, que aunque dieron señales de petróleo, no presentaron resultados favorables. En los 70 se realizaron 12 exploraciones sin resultados positivos hasta que en la década de los 80 se inició una tercera etapa, firmándose 14 contratos de asociación, más de 6.000 km de sísmica y 22 pozos perforados.

Los objetivos propuestos no se alcanzaron porque no existía la tecnología para perforar a grandes profundidades en una zona con enormes dificultades geológicas y poca información del subsuelo.

Los pozos perforados en Cusiana y Cupiagua alcanzan entre 15.000 y 18.000 pies de profundidad, poco más del doble de los perforados en el yacimiento de Caño Limón en Arauca.

En 1982 Ecopetrol y la compañía estadounidense Triton Colombia Inc., perforaron los pozos la Cabaña 1 y La María 1 con resultados negativos. En 1987 la empresa inglesa Bnitish Petroleum Exploration BP, designada operador, y la compañía francesa Total, adquirieron una participación en este contrato de asociación denominado Santiago de las Atalayas.

En 1988 con la perforación del pozo Cusiana 1, se descubre el gas y se abandona Cusiana 2 por problemas mecánicos. En 1990 se inició la perforación del pozo Cusiana 2, comprobándose así la presencia de un gigantesco yacimiento de petróleo y de gas en el piedemonte casanareño, denominado Campo Cusiana.

Con la evaluación de este campo, en 1992 se perforó el pozo Cupiagua 1, que permitió el descubrimiento de una estructura diferente, denominado campo Cupiagua.

401

Los hidrocarburos de estos campos contienen petróleo, gas y agua y se encuentran almacenados en tres formaciones geológicas diferentes: Mirador, Barco y Guadalupe.

El alto grado de porosidad y permeabilidad de la roca sedimentaria en donde se hallan los hidrocarburos permite un alto grado de fluidez, logrando eficientes niveles de producción. Los crudos de Cusiana y Cupiagua son de excelente calidad, su bajo contenido de sal y azufre, y la ausencia de metales, como el vanadio y el níquel, los hacen atractivos para el mercado mundial. Los campos contienen más de 2.000 millones de barriles de petróleo y cantidades significativas de gas.

Con el propósito de optimar la infraestructur de oleoductos existentes en el país, la producción de Cusiana y Cupiagua se realiza en dos etapas: la primera permitió producir 190.000 barriles por día, mientras que la segunda permitirá estabilizar la producción en 500.000 barriles diarios.

Las inversiones para el desarrollo del proyecto se estiman en 5.000 millones de dólares e incluyen construcción de las instalaciones y oleoductos y trabajos de perforación.

META

402

Ecopetrol realiza actividades de exploración y explotación en el área de la Oninoquia desde los años 70, cuando se descubrieron los campos de Castilla y donde actualmente explota en asociación, con la Chevron los campos Castilla y Chichiméne.

El descubrimiento del Campo Apiay se realizó en 1981, con la perforación del pozo Apiay 1, que produjo en pruebas 1.500 barriles diarios de petróleo. Con este hallazgo se intensificó la exploración en el área, dando como resultado el descubrimiento, de los campos Sunia, Guatiquía y Libertad.

Para el desarrollo de estos campos se perforaron 52 pozos en el área Apiay-Aniani, se intensificó el trabajo en los campos Castilla norte y este; se construyeron las estaciones recolectoras de crudo Apiay-Sunia-Libertad. El proyecto de gas cuenta con una planta compresora, una unidad deshidratadora y estaciones receptoras de gas en Villavicencio y Bogotá. Se construyó además una planta de refinería y el Oleoducto Central de los Llanos que transporta el crudo a los centros de refinería del país.

Existen tres estaciones recolectoras (Apiay, Surja y Libertad-Reforma) con capacidad de tratamiento de 45.000 barriles promedio día y 150.000 barriles de almacenamiento.

Las estaciones tienen como objetivo separar, medir y recoger la producción de crudo, gas y agua para dejar el crudo dentro de las especificaciones exigidas para su entrega a las estaciones de bombeo del Oleoducto Central de los Llanos, el cual lo envía a la Refinería de Barrancabermeja para su procesamiento.

La planta de refinería se diseñé para procesar 2.500 BPD de crudo de los campos de Castilla y Apiay y para producir 1.500 BPD de asfalto sólido con el fin de abastecer la demanda del centro y oriente del país. Además del asfalto, se obtiene para el Departamento, 250 BPD de Gasolina, 100 BPD de queroseno, 650 BPD de ACPM.

De la planta de gas diseñada para procesar 18 millones de pies cúbicos por día MPCD de gas proveniente de los campos de Apiay, Sunia y Libertad-Reforma, se obtiene gas combustible, gasolina natural y propano refrigerante. La planta genera el gas combustible para consumo doméstico de Villavicencio y Santa fe de Bogotá.

El gasoducto Apijiy-Villavicencio- Bogotá - con una longitud de 133 kilómetros, transporta 15 millones de pies cúbicos por día -MPCD- de gas asociado proveniente de los campos de Apiay, Sunia y Libertad. Por último se construyó la estación de bombeo Apiay que recoge, almacena y despacha los crudos provenientes de los campos de Apiay, Sunia y Libertad- Reforma.

IMPACTOS SOCIECONÓMICOS DEL PETRÓLEO EN ARAUCA

403

Hasta el descubrimiento del campo petrolero de Caño Limón, el departamento de Arauca estuvo enmarcado en un contexto de abandono y marginalidad. Su población rural se dedicaba a la ganadería extensiva y a la agricultura de subsistencia. Su población urbana dependía del comercio con Venezuela y de la burocracia local. Los recursos para funcionamiento e inversión del Departamento provenían del gobierno nacional. Pon supuesto, los recursos transferidos eran insuficientes para atender las necesidades de un Departamento atrasado.

Arauca pasó de un presupuesto de un millón de dólares en 1985 a cien millones de dólares en 1991, por concepto de regalías petroleras. Luego habría de comenzar el declive.

Antes de Caño Limón, en Arauca había solamente 130 kilómetros de carreteables construidos por el Incora -con dineros del BID- entre 1963 y 1978. Estos carreteables se hallaban alrededor de Saravena, mientras en sitios como lame solamente se utilizaba el transporte aéreo. En Arauca, la capital, la única vía terrestre era la carretera hacia San Cristóbal y Cúcuta, por territorio venezolano. Entre 1964 y 1967, el gobierno venezolano había construido el puente internacional José Antonio Páez para facilitar el uso de esta carretera. Las oficinas gubernamentales eran muy pobres. Las coberturas en la educación primaria y secundaria, así como los servicios de acueducto y alcantarillado eran extremadamente precarios. No había televisión ni telefonía.

Se tenían 25 mil hectáreas de agricultura de subsistencia y 50 mii hectáreas de pastos mejorados. La red de caminos vecinales en la práctica no existía. Análoga situación se daba con la asistencia técnica, programas crediticios, capacitación, mercadeo, bodegaje y actividades complementarias. El concepto de agroindustria era desconocido.

Después de Caño Limón, no obstante la duplicación de la población de Arauca, los indicadores demuestran el buen uso de las regalías.

En 1983 Arauca contaba con 66.171 habitantes aproximadamente, de los cuales el 70 por ciento se estableció en el piedemonte y el 35 por ciento restante se ubicó en la parte este del Departamento.

Arauca comprende dos subregiones principales: sabana y piedemonte, además de la cordillera y la selva del Lipa, que determinaron el surgimiento de dos modos de explotación económica diferentes. En la sabana se encontraba a modo de explotación del territorio el modelo del hato ganadero. En el piedemonte se encontraba la débil producción agraria (plátano, cacao, maíz y yuca). La cordillera y la selva estaban vírgenes, con sus riquezas faunísticas y maderables intactas.

Excepción hecha de entidades como el Incora y la Caja Agraria, las instituciones públicas se caracterizaban por su ausencia. Esta situación de por sí negativa se agudizó con la

404 aparición de lo que se podría considerar un para Estado: la guerrilla, que desde finales de los años setenta, instaura un régimen de control en la región.

En 1982 la Occidental, como parte de la asociación Cravo Norte, perfora el pozo número uno que posibilita el hallazgo de Caño Limón, en junio de 1983. Con un total de 1,2 billones de barriles de reservas calculadas, este campo inicia su vida útil el 7 de diciembre de 1985, habiendo producido un promedio de 193.000 barriles diarios y un total de‘778 millones de barriles en el lapso 1986-1996. Caño Limón que ha aportado el 65% d‘e sus reservas, producirá el 35% restante en los próximos quince años.

Estos 778 millones de barriles extraídos a diciembre 51 de 1996, generaron 750 millones de dólares en forma de regalías al departamento de Arauca y 200 millones de dólares a los municipios productores (Arauca, la capital, recibió el noventa por ciento, Arauquita y Saravena, el restante diez por ciento). Á continuación se describe la utilización de estos recursos:

VIAS

Se construyeron y pavimentaron 457 kilómetros de las siguientes carreteras: Sanavena- Arauquita-Arauca, 120 krn; Arauca-Tame-río Casanare 231 km; SaravenaTame, 70 km; Saravena-río Bojabá, 18 km; Tame-río Tame, 5 km; lame-Rincón Hondo, 14 km. Así, el departamento de Arauca tieñe un promedié de 19,6km de pavimento por cada 1.000‘ km2, el cual es mayor que el promedio nacional. Culminados 67 km que se hallan sin pavimentar en el tramo Arauca-Tame,.y 60 km en el trayecto Araúca-Arauquita, el Departamento podrá disfrutar de un buen anillo vial uniendo los cinco municipios más poblados de su territorio.

Se construyeron, además, 426 kilómetros de las siguientes carreteras: Rincón Hondo-Puerto RondónGravé Norté 166 km; Arauca-Cravo Norte, 120 km; Arauca-Caracol, 140 km. Estas vías requirieron diez grandes puentes y casi 200 de tamaño pequeño o mediano. Entre los primeros se destacan los ubicados sobre los ríos Agualimón, Bojabá, Banadía, Cananal, Lipa, Ele, y dos sobre el río Gravo.

Se pavimentaron 130 kilómetros de calles en la ciudad de Arauca, 50 km en Saravena, 50 km en lame y cantidades menores en los demás municipios del Departamento. Se, ampliaron y mejoraron los aeropuertos de la totalidad de los municipios araucanos. Arauca es quizá el único Departamento de Colombia que tiene cuatro aeropuertos pavimentados y tres semiásfaltados con suelo-cemento.

Durante mucho tiempo el río Arauca produjo centenares de familias damnificadas y pérdidas materiales millonarias en la capital departamental. Este flagelo fue desterrado gracias a la riqueza petrolera. Con recursos del municipio de Arauca se inició en 1990 la construcción del Dique Perimetral, un terraplén de odié kilómetros de largo por dos a tres

405 metros de alto que rodea la ciudad. Dos años después con recursos del Departamento se duplicó la extensión del Dique.

En servicios públicos el departamento de Arauca en el último decenio aumentó de manera significativa las coberturas de los servicios de acueducto y alcantarillado. La cobertura del acueducto que en 1985 era del 40 por ciento subió a un 62,5 por ciento en 1993. La cobertura del ,servicio de alcantarillado en el Departamento tuvo un aumento drástico al pasar de 6,6 por ciento en 1985 al 32,8 por ciento en 1993.

La cobertura del alcantarillado del municipio de Arauca, la capital, es de sólo el 48 por ciento. Se realizan ampliaciones y extensión de redes para lograr coberturas del 90 por ciento en el lapso 1997-1998, incluyendo un sistema de tratamiento de aguas residuales.

Tame, el segundo municipio en importancia del Departamento, aunque con racionamiento, tiene acueducto con cobertura física total, con redes de distribución en buen estado y con cobertura de la micromedición del 84,7 por ciento.

Planta de almacenamiento de crudos en Caño Limón, Arauca. Foto: Diego Garcés.

406

Torre de perforación en el Llegada de los crudos a la planta piedemonte de Casanare. Foto: de Apiay, Meta. Andrés Hurtado Foto : Fernando Urbina

La cobertura del servicio de energía eléctrica aumentó considerablemente en el transcurso del periodo 1986-1996. En 1985 la energía eléctrica de la ciudad capital (doce horas diarias) era suministrada por Venezuela. En los demás municipios se tenía una cobertura promedio de dos a cuatro horas diarias, mediante el uso de plantas Diesel. En 1993 el cubrimiento urbano habla ascendido al 65,5 por ciento durante 24 horas diarias, mientras la rural alcanzaba el 27 por ciento.

En lo concerniente a las telecomunicaciones, Telecom en 1995 estableció diez mil líneas telefónicas y programó 25.000 a largo plazo. El programa incluyó un sistema que integra 85 comunidades rurales a la red telefónica y la ampliación del DDN, DDI y servicio de telex. Se hizo posible la señal de televisión, la cual tiende a mejorar.

En cuanto a educación, la cobertura de primaria y secundaria en el Departamento pasó del 40 y 12 por ciento en 1985, al 95 y 28 por ciento respectivamente, en 1993.

En los años 90 aparecieron diez instituciones de educación superior, la mayoría de ellas apoyadas por el Departamento y la ciudad capital. En, 1 996. Arauca contaba con 1.632 estudiantes universitarios. Gracias al Fondo de Fomento Educativo se becaron cerca de 3.000 profesionales en todas las universidades del país y se patrocinaron posgrados dentro y fuera del país

407

Con la Universidad Nacional se capacitó a nivel de Magister un grupo de quince profesionales. En el exterior realizaran estudios de posgrado treinta profesionales, La mayor parte de estos últimos regresó a Arauca a prestar su apoyo a la región.

En 1996 se logró la vinculación de la Universidad Nacional‘mediante la creación de una Sede, similar por su orientación a las establecidas en otros puntos de frontera del territorio nacional. Esta conquista había sido planteada por el Plan Quinquenal de Desarrollo como un asunto estratégico para la consolidación socio-cultural del Departamento.

En el sector de la salud lo primero que se percibe como diferencia entre los años 1985 y 1992, es la diversificación en las profesiones relacionadas con la salud. También se podría hablar de un mayor número de profesionales por habitante, sino se tuviera el gran aumento poblacional que se suscitó en estos años. El fenómeno de diversificación se observa también ,en la infraestructura física,, con una mayor presencia de centros y puestos de salud, así como hospitales regionales y municipales en los cuales ha mejorado la capacidad de atención.

Para el sector agropecuario, a través del Fondo de Desarrollo Agropecuario, se hicieron créditos pon 50 millones de dólares a pequeños y medianos empresarios logrando así incrementar la frontera agropecuaria.

IMPACTOS SOCIOECONOMICOS DEL PETRÓLEO EN CASANARE

El departamento de Casanare ha cobrado importancia nacional a partir de los descubrimientos, exploración y explotación de los campos de Cusiana y Cupiagúa, entre los principales, ubicados en los municipios de Tauramena y Aguazul respectivamente.

Esta bonanza del oro negro, a pesar, de traerle grandes beneficios socioeconómicos, puede generar problemas consustanciales a través del proceso de desarrollo en el territorio casanareño.

Es importante anotar que Casanare reporta regalías desde 1990, y que de los 19 municipios que la componen, 9 de ellos son productores (ver cuadro de producción), lo cual le permite al Departamento percibir regalías tanto en el orden departamental como en el orden. municipal (ver cuadro de regalías).

Teniendo en cuenta que Casanare pertenece a la Oninoquia colombiana, región rica en hidrocarburos, es importante mirar cómo en el curso de la historia el departamento. de Arauca en su bonanza petrolera tuvo mucho que ven con el desarrollo de la región casanareña. Con inversión producto de las regalías de Arauca a través del Fondo de Inversión Regional -Corpes Oninoquia (ver comportamiento de 1990 a 1996), ha realizado

408 obras de infraestructura vial, eléctrica y diversos programas de desarrollo social. (Ver cuadro regalías).

REGALÍAS PRODUCIDA EN ARAUCA AÑO APORTE % INVERTIDAS EN CASANARE

1990 568‘814.423 4,7 1991 20.881‘294.3 10 47 1992 18. 169‘023.878 52 1993 1.71 7‘7 15.544 17 1994 995‘832.895 11 1995 1.339‘147.870 13 1996 854‘792.400 8

Fuente: Distribución Presupuestal Corpes Orinoquia 1 990-1996: julio de 1997.

Vale la pena observar como en los años 1991 y 1992 Arauca aportó considerablemente al desarrollo casanareño, especialmente en la construcción de la Troncal del Llano en diferentes tramos y en vías secundarias tales como: Aguadara-Monterrey-Aguazul; Tocaría- La Cabuya; Vía Yopal; Pajanito-Unete; La Cabuya-Sácama-Arenal.

Con estos aportes Casanare tuvo la posibilidad de fortalecer su malla vial y prepararse para el proceso que posteriormente se abriría con su bonanza petrolera que empezó a desarrollarse a partir de 1996 y se proyecta hasta el 2010.

En los últimos años, Çasanare se ha convertido en centro de transformación económica, social y política tanto a nivel nacional como internacionalmente. La explotación de los campos petroleros de Cusiana y Cupiagua y las reservas energéticas probables a lo largo del piedemonte, le otorgan una condición crítica para el desarrollo nacional y de posibilidades para superar las carencias de los habitantes de su región en los próximos años.

En este sentido Casanare, a pesar de los conflictos socialés y políticos que le ha tocado afrontar, se viene preparando para asumir el reto que le traerá esta bonanza. Ha diseñado diferentes propuestas programáticas, como el plan de desarrollo ―Primero Casanare 1996- 1998‖, que tiene incorporado el componente vial como una de las principales posibilidades a desarrollar y que espera realizar con la participación tanto de entidades locales como nacionales.

Teniendo claro que del presupuesto departamental el 90% proviene de las regalías, el gobierno regional tiene proyectado utilizar el 43% del total en infraestructura de apoyo a la producción, quedando un 57% para inversión social y fortalecimiento institucional.

409

Durante 1996 y primer trimestre de 1997 se ejecutó sólo un 16,5%, teniendo entre sus obras más representativas:

-Pavimentación y mantenimiento de la Troncal del Llano.

-Pavimentación y construcción de las vías secundarias: Aguazul-Maní; La Nevera-San Luis de Palenque; Pore-Trinidad.

-Construcción y mantenimiento de vías terciarias, de las cuales se construyó durante tan corto tiempo el 60,9% de lo programado para 1997 y el mantenimiento de 198,9 kilómetros de vías terciarias,

-Se han adelantado obras en materia de interconexión y expansión eléctrica.

Hacia el futuro se tiene prevista la construcción de 70 kilómetros de redes primarias de transmisión de energía eléctrica y dar paso a la creación de la Empresa de Energía de Casanare, para beneficio de todos sus pobladores.

-Expansión y potencialización del sistema de telecomunicaciones.

-Proyecto de gasificación.

-Apoyo a los programas de salud, educación, mejoramiento de vivienda rural y saneamiento básico.

Todos estos proyectos y ejecución de obras son y serán de gran beneficio para la región, ya que le incorporan a su dinámica social permanente, los servicios básicos que hasta el momento no poseía el Departamento, garantizando además la reactivación de otros sectores de la, economía, lo cual permitirá unas mejores condiciones de desarrollo y crecimiento.

Pero no todo es positivo. Esta bonanza, que apenas comienza, trae consigo problemas sociales y el Departamento aún no está totalmente preparado para recibirlos y atacarlos a tiempo. Ellos son: la migración permanente y creciente buscando posibilidades de trabajo ante el creciente desempleo en el resto del país; los efectos inflacionarios que hacen que la población de escasos recursos no tenga acceso a los bienes y servicios, la inseguridad social de actores en conflicto al margen de la ley, que de no atacarse a tiempo, afectan directamente la tranquilidad y convivencia ciudadana, en especial en los grandes centros de producción petrolera; expresiones de lumpenización y prostitución, que afectan directamente a la población civil, en últimas la receptora de todo el acontecer diario.

La celeridad de los tiempos actuales no ha brindado un tiempo suficiente para atender todas las demandas históricas y las nuevas, lo cual se refleja en la baja calidad de vida de la población departamental.

410

El Departamento tiene el reto de generar condiciones para superar las tendencias divergentes y apoyar la creación de nuevos espacios que le permitan la realización plena de las fuerzas productivas y unas mejores posibilidades de desarrollo a la población en general.

Se debe entonces, por lo tanto, estar bien preparados para la etapa post-petrolera, que requiere la integración del mercado interno, subir el nivel de vida de la población, la provisión de la infraestructura, medios y servicios, lo cual genera estímulos que permiten la consolidación de las dinámicas productivas, de los diferentes sectores y agentes modernos para la ampliación de k5s espacios económicos regionales, y por lo tanto garantizar mejores condiciones para la actividad productiva de los sectores marginados, a fin de incorporar de una forma adecuada a las nuevas oportunidades productivas y sociales. Todo esto sin olvidar la población vulnerable (creciente en la región), que a pesar de los apoyos dados no ha logrado integrarse a la modernización socioeconómica y que como todos los demás ciudadanos tiene el derecho a participar de los beneficios del desarrollo que enmarca en el próximo decenio la actividad petrolera.

El Casanare del futuro dependerá de la forma como se empleen los recursos actuales y potenciales, provenientes de la participación en las regalías producto de la explotación petrolera.

IMPACTOS SOCIOECONÓMICOS DEL PETRÓLEO EN EL META

La dinámica económica del departamento del Meta no es ajena al sector petrolero. Aunque su participación en el desarrollo local es menor que Arauca y Casanare, el petróleo, y ahora el gas, han sido importantes para elDepartamento y los municipios productores (Villavicencio, Acacías, Castilla la Nueva, Puerto Gaitán y San Martín).

411

Las gigantescas antorchas donde se queman los gases generados por los crudos iluminan el río Arauca. Foto: Diego arces

Con el aporte de las regalías departamentales y municipales, los recursos del Fondo de Inversión Regional, FIR, y con los aportes del Fondo Nacional de Regalías, FNR, a partir de 1994, el Departamento ha impulsado programas y proyectos en los diferentes sectores socioeconómicos, que han permitido multiplicar los recursos provenientes de otras fuentes de financiación para su inversión.

Antes del petróleo el Meta tenía un sector agropecuario consolidado en la región, al igual que un sector agroindustrial en proceso embrionario. El Departamento no sólo depende del sector agropecuario, ya que diversificó su economía impulsando otros renglones como los servicios, el comercio y una pequeña industria que, aunque no compite con los grandes centros industriales del país, es representativa.

La actividad económica en la Orinoquia está afectada por variables exógenas y endógenas del modelo aperturista y por las políticas adoptadas a nivel nacional para ajustarse al mercado mundial. A pesar de lo anterior y con índices negativos de crecimiento en algunos sectores, el sector agropecuario sigue estando a la vanguardia.

Sectores como el minero (incluido el petróleo), el comercio, la industria manufacturera, los servicios del gobierno y el transporte han tenido un peso significativo en el PIB departamental.

La diferencia del Meta con los demás departamentos de la Orinoquia está en que su economía es diversificada. La cercanía de Bogotá con su capital Villavicencio, la convierte en el centro más atractivo y de mayor conveniencia para intercambio comercial y de

412 servicios. Arauca y Casanare están dependiendo del petróleo; Guaviare, Guainía y Vaupes ricos en biodiversidad y recursos naturales, basan su economía en un sector agropecuario incipiente y en cultivos ilícitos. De los departamentos de la Orinoquia es el Meta el que más aporta al PIB nacional con el 1,7%.

Históricamente se demuestra que las regalías son en promedio, en la última década, il‟55% de los ingreso. del presupuesto departamental. El Méta participa con el 10,6% de la producción de crudo del país a través de Ecopetrol y las compañías extranjerss ubicadas en Acacías, Castilla la Nueva y Puerto Gaitán. También participa con el 4,7% de la producción de los derivados del petróleo como la bencina, el ACPM, el asfalto y ci gas. Con el crudo de Castilla se produce el 19% del asfalto del país y en el campo de Apiay se obtiene el 11% de gas nacional.

Con las regalías directas y con los recursos indirectos para ejecutar anualmente, es comprometedor asegurar que el desarrollo del Departamento y el nivel de vida de su población se debe esencialmente al petróleo, menos conociendo que sólo hasta mediados de 1997 es departamento petrolero, con recursos adicionales que no van al Fondo Nacional de Regalías. Sin embargo tampoco puede olvidarse que el petróleo es importante en la vida de los metenses.

En la actualidad Villavicencio y los municipios cercanos están creciendo aceleradamente. Esto obedece a fenómenos migratorios de población que busca mejores alternativas de vida y más aún hoy, con la construcción de la vía Bogotá Villavicencio.

La migración ha dinamizado al sector de la construcción al sector financiero, y a los servicios personales y domésticos que aunque están afectados por la crisis de la economía nacional, relativamente se están fortaleciendo en el Departamento.

Para los municipios productores de petróleo y gas en el Meta la situación es diferente. Villavicencio es el primer productor municipal con 16.13 1‘992.620 millones de pesos en regalías entre 199 y 1996, luego están Castilla la Nueva y Acacías con 7.796‘O55 15 y 5.224‘967.388 millones de pesos respectivamente. Las regalías de San Martín y Puerto Gaitán son muy Inferiores a los anteriores municipios. Lo importante del análisis esta en que Villavicencio a pesar de recibir más dinero que los otros municipios juntos sólo recibe en promedio corno regalías el 14% de sus ingresos del presupuesto, mientras que para Castilla la Nueva y Acacías las regalías tienen un peso fundamental.

413

Las serpientes de acero de los oleoductos, gasoductos y poliductos cruzan el piedemonte y ascienden los Andes transformando el paisaje y produciendo efectos ambientales de delicadas consecuencias. Foto: Femando Urbina

Lo anterior significa que para Villavicencio, al igual que para el Meta, el petróleo es importante pero puede sobrevivir cuando se agote porque su economía también es diversificada. En lo concerniente al proyecto de masificación del gas se considera de gran valor ya que tiene un alto contenido social, pues suministra gas doméstico a las familias de bajos recursos en condiciones seguras. A la vez reemplaza el consumo de energía eléctrica, produciendo menores desechos y con un costo inferior favoreciendo el ahorro de energía del país.

IMPACTOS AMBIENTALES

Mediante el Decreto No. 1753 del 3 de agosto de 1994, el Ministerio del Ambiente reglamento la expedición de licencias ambientales como elemento necesario para la protección del medio ambiente y los recursos naturales.

414

De acuerdo a esta reglamentación esta tarea le corresponde a Corponinoquia en la región. Las compañías petroleras y Ecopetrol están incluyendo la gestión ambiental en sus proyectos. La filosofía ambientalista se basa en los siguientes principios que ha adoptado Ecopetrol para el manejo sustentable del desarrollo: planificar con el componente ambiental; responsabilizar a todos los niveles de los efectos ambientales producidos por la toma de decisiones; la conservación de los recursos es deber de todos; la prevención de los impactos negativos debe incluirse en la planificación de las acciones; la investigación debe estar al servicio de la sociedad y su entorno natural.

La política del sector petrolero obliga a realizar estudios ambientales, con planes de manejo, de contingencia y mitigación que involucran componentes como el ecológico, la contaminación ambiental, lo estético y los aspectos humanos.

Esta política tiene sus restricciones pues los procesos y estudios establecidos sólo se hacen en el área donde se localiza el proyecto, situación que permite ajustar los planes de manejo ambiental para un adecuado control de las etapas de construcción y operación de los mismos. Con esta política queda por fuera el resto de región que se ve afectada directamente por los proyectos del sector, desconociendo en gran parte los ecosistemas con su intercambio biológico.

Los estudios de impacto ambiental deben tener un carácter integral y un enfoque sistémico que permita las interrelaciones entre los componentes del sistema tales como los recursos naturales, la infraestructura y el hombre. En Arauca no se tuvo presente este enfoque sistémico, no se preparó a su población ni a sus dirigentes. Por eso hubo errores con alto costo social y ambiental: se realizaron obras innecesarias y mucha imprevisión para impedir el deterioro del medio ambiente. La destrucción de ríos y caños, bosque, fauna y flora, se liga a la colonización acelerada y la apertura de vías de comunicación.

Se advierte gran incapacidad para enfrentar los problemas de la sociedad araucana post- petrolera. Parecería que lo único consistente es la rogativa de la dirigencia para que aparezca más petróleo con sus regalías. Lo cierto es que se tiene una buena infraestructura material y empresarial para progresar sin necesidad de nuevos descubrimientos petroleros, siempre que se "despetrolice" la mentalidad emergida con el aparecimiento de Caño Limón y se piense en la nueva realidad.

En Casanare el impacto ambiental tiene que ver con el medio biofísico. Se presenta como un impacto de carácter puntual a la vez reforzado con la mencionada estrategia de la empresa petrolera de no hacer evidente desde un comienzo, la magnitud real global que puede alcanzar el proyecto en su máximo desarrollo.

Otros efectos que deben tenerse en cuenta en la región y en general en el país son los relacionados con el recurso agua. El medio acuático es el de mayor sensibilidad desde el

415 punto de vista ecológico. Estos riesgos están ligados a las dificultades en el manejo de grandes volúmenes de aguas asociadas.

Los riesgos incluyen la posibilidad de derrames de crudo, lodos de perforación y otras sustancias contaminantes por errores o fallas de tipo técnico en las estructuras de manejo de dichas sustancias. Los factores externos como atentados a las líneas de conducción, deterioran el medio ambiente y reflejan a su vez, problemas de orden público en el área de influencia.

Las consecuencias de un derrame tienen implicaciones a nivel de microcuencas y cuencas hidrográficas. El trato que se le da a este tipo de problemas se realiza con planes de contingencia, sin manejo integral de la cuenca afectada.

Es importante evaluar los impactos negativos generados por la radiación que se presenta por la combustión de 600 mil pies cúbicos de gas/día en Casanare. Lo mismo que los efectos de la emisión de partículas de polvo a la atmósfera.

Sobre el recurso suelo, dadas las condiciones geotécnicas del piedemonte llanero con presencia de geoformas y una estructura poco estable, cualquier acción fuerte sobre el suelo conlleva riesgos sobre su estabilidad y el desgaste orgánico.

El desequilibrio que se genere sobre el clima, la cobertura vegetal, los drenajes, la topografía y morfología del suelo, incide en la dinámica del sistema para alcanzar su estabilidad física.

Sobre lo estético, la intromisión de elementos extraños deteriora la composición del paisaje. Es obligatoria para las empresas petroleras la secuencialidad en el proceso de descapote y de remoción de la capa orgánica, para que no ocurra como en los proyectos del Centro de Producción Final, CPF, de Cupiagua y Cusiana, donde se pretendió retirar de una sola vez todo el material de descapote, deteriorando el paisaje y comprometiendo la estabilidad del suelo, la cobertura orgánica y la seguridad de los trabajadores.

Al paisaje lo afectan las instalaciones para la perforación de los pozos, las obras lineales tales como líneas de flujo y de transmisión eléctrica, lo mismo que las vías necesarias para el desarrollo de los proyectos petroleros.

En lo concerniente al factor humano, a pesar de los programas sociales y de la inversión que las empresas petroleras realizan cada año, el aspecto cultural se ve afectado, teniendo como resultado directo alteraciones y modificaciones substanciales de las condiciones socioeconómicas y ambientales de las comunidades del área de influencia. También se causan impactos indirectos que obedecen a la dinámica de los proyectos con consecuencias que se evalúan en el mediano y largo plazo.

416

Los programas establecidos para atacar los impactos directos generalmente están relacionados con educación, infraestructura básica, programas comunitarios, información, monitoreo y seguimiento de los proyectos. Para los impactos indirectos son definitivos los programas de fortalecimiento institucional y desarrollo económico.

Para la bonanza petrolera en Casanare es necesaria la planificación de Yopal, pues ya comienza su transformación acelerada, se notan los cambios en la organización física, económica, social, cultural, política y ambiental. Las actividades alrededor de la industria petrolera conllevan una serie de impactos negativos que se reflejan en deterioros ambientales, en cambios del aparato productivo, en la organización social y en las condiciones generales de orden político, regional y territorial.

Los planes de manejo, aunque bien formulados, dan sólo respuesta parcial a la problemática asociada al los impactos ambientales, por tanto deben rediseñarse para que cumpla con los propósitos de prevenir, mitigar y compensar los efectos de la ejecución de los proyectos petroleros.

Se requiere de grandes esfuerzos para atender en forma adecuada los asuntos ambientales. De acciones integrales depende la solución a los problemas reales de calidad de vida de las poblaciones. Es fundamental comprender las interrelaciones entre los ecosistemas, la dotación de infraestructura vial y energética,. el saneamiento básico y el establecimiento de formas de economía productiva de acuerdo a las condiciones de fragilidad de tales ecosistemas.

BIBLIOGRAFÍA

Cámara de Comercio de Villavicencio. Indicadores económicos regionales. Villavicencio, 1994.

Cámara de Comercio de Villavicencio. Indicadores económicos regionales Villavicencio, 1996.

Distribución presupuestal Corpes Orinoquia 1990. 1996. Villavicencio, julio de 1997.

Ecopetrol. Estadísticas de la industria petrolera. Ecopetrol, Santa fe de Bogotá, 1995.

Ecopetrol. Estadísticas de la industria petrolera. Ecopetrol, Santa fe de Bogotá, 1996.

Ecopetrol. El petróleo y su mundo. Santa fe de Bogotá, Ecopetrol, s.f.

Ecopetrol. Gerencia plan de desarrollo "primero Casanare". El Yopal mayo de 1997.

417

RED VIAL Y TRANSFORMACIÓN URBANA HACIA EL FUTURO LEONEL PÉREZ B. CORPES Orinoquia

Diego Garcés

POBLAMIENTO DEL LLANO

Que entre los indígenas precolombinos del Llano y los Chibchas del altiplano cundiboyacense hubo un intenso intercambio, comercial, lo han venido demostrando los estudios recientes de los historiadores nativos y foráneos. Este se produjo a través de caminos aún existentes, sobre los cuales se transaron mercancías de diversa índole que expresan un grado significativo de complejidad de la estructura económica y social de los aborígenes orinoquenses. En este escenario, aparecieron los conquistadores españoles que por la fuerza trataron de someterlos, llevarlos a Santa fe y dispersarlos. También hubo esfuerzos por organizarlos en poblaciones como San Martín, San Juan de los Llanos, Medina o La Salina.

Luego, a comienzos del siglo XVII llegaron los jesuitas, unos provenientes de la cordillera, otros del río Orinoco. Su ordenamiento propició un tipo de poblamiento diferente. Sus haciendas se convirtieron en el prototipo de lo que iría a constituir en. Los siglos siguientes la forma de poblamiento más típica de la Orinoquia. Este modelo recuerda las haciendas feudales de donde emergieron los burgos, que más tarde se transformarían en las ciudades de la época moderna.

Desde mediados del siglo XVI los misioneros jesuitas establecieren un modelo de poblamiento basado en haciendas, colegios y formas de mercadeó avanzados para la época. Sus haciendas más importantes fueron las de Caribabare. Tocaría, Cravo y Apiay, localizadas en el piedemonte de lo que hoy son los departamentos de Arauca, Casanare y Meta, respectivamente.

Con el paso de los siglos se dieron otras formas de poblamiento, cuja consolidación demográfica advierte, diferencias regionales en su interior. En el siglo XIX se consolidaron formas distintas de poblamiento en el piedemonte llanero de Arauca, Casanare y Meta, en las colonizaciones del Ariari, el Sarare y Guaviare, la Sierra de la Macarena, así coma en Guainía, Vaupés y Vichada:

En los distintos oleajes demográficos la historia del poblamiento llanero avanzó con el afán de controlar y poseer las extensiones de tierra allí existentes: Con el dominio territorial los grupos advenedizos aspiraban a favorecer la expansión de formas económicas tradicionales: latifundios de ganaderías extensivas ante todo.

Los habitantes ancestrales de los bosques y las vegas del piedmonte y de las sabanas fueron desplazados de sus antiguos territorios por lo blancos que llegaron a poseer y explotar tierras. Más tardé las diferentes guerras de independencia y las guerras civiles motivaron la emigración de la población ―blanca‖ e indígena. Los ganaderos de Arauca, Casanare y Meta ayer como hoy, se enfrentaron a los indígenas (Guahibós y Tunebos, entre otros), buscando desplazarlos a través de medios casi nunca pacíficos.

El poblamiento de la Orinoquia estuvo cruzado y delimitado por diferentes conflictos interétnicos que en últimas determinan la posesión y el uso de las tierras,. Esto puede verse reflejado en la percepción del llanero actual y del colono hacia el indígena. La actitud de los primeros hacia los ―indígenas suele ser de menosprecio; hasta hace poco tiempo muchos los consideraban ―irracionales‖ o sub-humanos.

El Estado ha tratado de reglamentar en los últimos años la adjudicación de reguardos y reservas para los grupos indígenas. Sin embargo,. la tarea no ha sido fácil y algunas

419 reservas todavía tienen en su interior colonos que se niegan a abandonarlas. Los conflictos interétnicos continúan entre los actuales habitantes del Llano, aunque ya no tienen la frecuencia y las manifestaciones tan brutales de antaño.

De todos modos, la tecnificación de la ganadería y la explotación petrolífera reciente han valorizado la tierra, lo cual ha contribuido a exacerbar la competencia por los espacios territoriales existentes. Puede decirse que el conflicto está vivo y continuará mientras no haya allí verdadera reforma agraria y más eficiente presencia estatal.

CRECIMIENTO POBLACIONAL EN COLOMBIA Y LA ORINOQUIA

Mientras en Colombia la tasa de crecimiento poblacional ha decrecido de 3,5 en 1950 a 1,9 por ciento en los años 90, en la Orinóquia esta tendencia se ve compensada por los flujos migratorios que impulsan un crecimiento alto respecto de otras regiones1 . Aquí, el crecimiento supera el 5 por ciento. En 1973 la región albergaba el 1,5 por ciento de la población nacional; en 1985 el 2,7 por ciento y en 1993 el 3,4. Todo indica que la Orinoquia tendrá más del 10 por ciento de la población colombiana antes del año 2020.

Las colonizaciones del Llano (campesina espontánea, de frontera y la armada), provenientes de los departamentos de Boyacá, Tolima, Cundinamarca, Santánder y Huila, se iniciaron hacia el piedemonte llanero, primero, y hacia la altillanura y laregión selvática del sur, después2 . Diversos factores de índole económica, social y cultural han generado un elevado índice de migración desde diversos sitios del interior del país hacia los Llanos Orientales, lo que ha llevado a un gran crecimiento de las ciudades y poblados, especialmente del piedemonte llanero.3

El piedemonte llanero ha sido el área por excelencia para el asentamiento colonizador. Esta subregión está situada en un corredor que se localiza entre la Cordillera Oriental y de 20 a 40 kilómetros al este de la misma. Según estudios de FAO y el IGAC, la extensión de este corredor es de 653.755 hectáreas4. En el piedemonte llanero se encuentra el oçhenta por ciento de la población de la Orinoquia. Dentro de las diez ciudades más pobladas están: Villavicencio, Yopal, Acacías, Granada, lame, San Juan de Arama, San Martín y Saravena.

1 Corpes Orinoquia. Orinoquia hacia el siglo XXI. S.L., S.E., 1994. 2 Corpes Orinoquia. Pp. Cit. P. 30. 3 “Algunos aspectos urbanos de los Llanos Orientales” en: Economía Colombiana. No. 105. Máyo.junio 1974. (:67.72). 4 Leonel Pérez Barefio, “Subregiones y estudios de carácter socio-económico en la Orinoquia colombiana”: Memorias del Encuentro Nacional de Investigadores sobre la Orinoquia. ICFES, Santa fe de Bogotá, 1983. Ps. 178-179. 420

Paso del río Guaviare, hace 100 años

El colono de la Orinoquia -antes campesino de los Andes-, aparece en los años 50 a raíz de los programas de pacificación y reforma agraria. En el piedemonte araucano y casanareño el colono se dedicó a la agricultura tradicional deviniendo luego en pequeño ganadero intensivo. La colonización campesina que se concentra en torno a la Sierra de la Macarena, el Cañón del Duda y la cuenca del Ariari-Guejar, después de los años 70 ha venido dependiendo principalmente de los cultivos ilícitos. Las recientes colonizaciones del Vichada y el Guaviare, connotan varias actividades económicas: coca, ganadería, turismo, forestación y comercio, en un territorio donde aún la presencia del Estado es precaria. En esta región, por ejemplo, son muy pocos los cultivadores que acreditan propiedad de la tierra.

En los próximos cincuenta años, la región del piedemonte llanero seguirá experimentando cambios tecnológicos y sociales que están en la base del crecimiento urbano. El mejoramiento de las vías de comunicación y los servicios públicos, intensificarán esta tendencia. El riesgo que se debe evitar es que este auge no sea planificado, pues la experiencia ha mostrado que en las zonas de súbito crecimiento, el desarrollo urbano ha adolecido de bienestar, social y economías autosustentbles. Las bonanzas muchas veces dejan secuelas amargas de improvisación y derrocho.

421

Villavicencio y los Llanos. Lámina de Riou

Lanchones del Meta y el Orinoco. Foto: Diego Garcés

En la reestructuración y modificación del espacio urbano se debe recordar que éste es un fenómeno social y cualquier cambio espacial urbanístico debe servir de ―puente entre el funcionamiento global de la ciudad y la operación particular de cada uno de sus

422 elementos‖.5 Por esta, al planificar las ciudades del siglo XXI, se deben centrar los esfuerzos en mejorar las condiciones de vida de las ciudades intermedias dotándolas de infraestructuras sociales, económicas y políticas que coadyuven a mitigar la migración hacia las grandes ciudades.

En los últimos años los gobiernos locales han ganado una mayor autonomía política y administrativa. Dentro de sus competencias están la reglamentación y control del ordenamiento urbano, del ambiente y la planeación territorial. El reto de los próximos años requiere equipos de especialistas que adelanten los estudios de proyección del poblamiento urbano del piedemonte llanero para el siglo XXI.

LOS ACCESOS ANDINOS

El poblamiento orinoquense ha crecido en buena medida sobre la base del avance en la construcción y mejoramiento de carreteras para conectar su mercado con los centros de consumo de las regiones andinas vecinas. Se destacan seis accesos andinos, por los que diariamente pasan más de diez mil vehículos en ambas direcciones. De norte a sur, estos son:

Total Km Km sin

Km Pav. Pav.

1. Pamplona-Saravena 170 25 145

2.Socha-Sácama-Tame 181 62 119 (Ruta Libertadores)

3. Sogamoso-Aguazul-Yopal 124 100 24

4. Chocontá-Guateque-Sabanalarga (Alterna al Llano) 130 46 84

5. Bogotá-Villavicencio 92 92 0

6. Colombia-Uribe 112 0 112

5 Ciudades y ciudadanía. La política urbana de “El Salto Social”. Documentos Conpes, Ministerio de Desarrollo Económico/INURBE, Santa fe de Bogotá, s.f., ps.3 y 4. 423

Carretera en construcción que va hacia La Macarena, Meta. Foto,: Femando Urbina

Podría desarrollarse la variante Sogamoso Labranzagranide -El Morro-Yopal, que reduce en un treinta por ciento la ruta por Aguazul.

Se observa que entre los accesos andinos al piedemonte llanero, se tiene un 40 por ciento pavimentado y un 60 por ciento sin pavimentar, sobresaliendo por su mayor consolidación las rutas Villavicericio-Bogotá y Sogamoso-Aguazul-Yopal y por su atraso las carreteras Colombia-Uribe y Pamplona-Saravena. En lugar intermedio están las vías Alterna al Llano y Ruta de Los Libertadores, cuyos tramos pavimentados llegan al 30 y 35 por ciento, respectivamente.

La vía Pamplona-Saravena

El acceso Pamplona-Saravena tiene una longitud de 170 km, de los cuales están pavimentados 25. El Instituto Nacional de Vías hace inversiones importantes en los 76 km comprendidos entre Pamplona y Alto de Santa Inés. Su trazado preliminar es bastante precario a nivel de afirmado;, su mantenimiento y adecuación son escasos. La vía une a las poblaciones de Samoré, Gibraltar, San Bernardo de Bata y Cubará.

La vía Socha-Sácama-Tame

El acceso Socha-Sácama-Tame es un trayecto de la Ruta de los Libertadores, con una longitud de 181 km de los cuales están pavimentados 4 km en el tramo Sácama-La Cabuya

424 y 57 km entre La Cabuya y TAME. En 1997, el Fondo Nacional de Regalías, Findeter y el Corpes Orinoqtiia invirtieron 2.5O0 millones de pesos en algunas obras de arte y colocación de material de afirmado en tramos críticos de la vía. El Corpes Orinoquia, con el apoyo del Corpes Centro Oriente y la Gobernación de Boyacá, elabora los estudios y diseños para la construcción de una vía moderna de importancia binacional. Para la culminación de está vía se requiere su inclusión dentro del programa de expansión de la red nacional, lo cual. ya ha sido aprobado por el Invías y se halla en estudio por parte del DNP y el Conpes.

La vía Sogamoso-Aguazul-Yopal

Esta vía tiene una longitud de 124 km. El último trayecto por pavimentar, Crucero-Corinto- río Unete de 24 km está siendo asfaltado por el Instituto Nacional de Vías, que está invirtiendo 8.489 millones de pesos. Se espera culminar la pavimentación a mediados e 1998.

La vía Chocontá-Guateque-Sabanalarga (Alterna al Llano)

El acceso Chocontá-Guateque-Sabanalarga, de 130 km, considerado como vía alterna para el transito Bogotá-Villavicencio, es una carretera de primer orden que sirve al sur de Boyacá, Casanare y al Oriente de Cundinamarca, además de que en su trayecto se encuentra la represa de Chivor. Esta vía, atendida por el Instituto Nacional de Vías, tiene previstas inversiones entre 1997 y 1998 por valor de 3.214 millones de pesos para su recuperación y pavimentación además de las inversiones de la Empresa de Energía de Bogotá e Isagen por un valor de 1.350 millones de pesos.

La vía Bogotá-Villavicencio

El acceso Bogotá-Villavicencio, antaño de 110km, tiene hoy una longitud de 97 km. Con la construcción de los dos túneles a la salida de Bogotá y a la entrada a Villavicencio, la distancia se reducirá a 92 km. Actualmente el Instituto Nacional de Vías realiza su readecuación a un costo de 93,8 millones de dólares.

Los trabajos están divididos en tres tramos, comprendidos entre el km O y el km 55 que construye Coviandes S.A. mediante un contrato de concesión durante 16 años; del km 55 al km 87,5 lo construía Andrade Gutiérrez S.A., mediante un contrato directo del Instituto Nacional de Vías (esta firma fue cambiada en abril de. 1997); del km 87,5 a la intersección

425 con la vía a Acacías en Villavicencio, construye Recchi G.L.E de Italia, mediante un contrato directo del Instituto Nacional de Vías.

Se espera que antes de diciembre de 1999, la vía de 92 kmsin incluir aún los dos túneles haya sido culminada satisfactoriamente. De ser así, se reducirá el tiempo de transporte terrestre a la mitad, de tres horas a 90 minutos, entre Bogotá y Villavicencio.

La vía Colombia-Uribe

El acceso Colombia-Uribe tiene una longitud de 112 km, de los cuales 40 están en explanación. Esta vía que une al Departamento del Meta con el Huila permitirá el acceso del Llano al Océano Pacífico y su conexión con la vía Panamericana hacia el Ecuador. Hace parte de la carretera Buenaventura-Caracas. El Corpes Orinoquia realiza los estudios y diseños pertinentes.

LA TRONCAL DEL LLANO

El proyecto de la Carretera Marginal de la Selva nace como un acuerdo de integración internacional entre Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia en el año de 1963.

Posteriormente, Venezuela se une al proyecto.

A su paso por el Llano colombiano, entre San José del Guaviare y el río Arauca, la Marginal de la Selva se denomina Carretera Troncal del Llano. Se presenta como una vía de integración regional que facilita la comunicación de las poblaciones que cruza; integra espacialmente la zona del piedemonte, facilita la integración del mercado regional, es decir, el flujo de personas, bienes y servicios dentro de la región y de ésta con el resto del país y permite el tránsito desde la zona andina hacia Venezuela y desde este país hacia el Océano Pacifico.

La Troncal del Llano tiene como objetivo principal ser el proyecto motor de una estrategia nacional para una paulatina ocupación de la región a través de un sistema intermodal de transporte que permita ampliar la frontera agrícola, facilitar el acceso de los productos regionales a los centros de consumo y posibilitar el reordenamiento territorial del área que cruza.

Se plantea que el auge del mercado llanero se logrará en la misma medida que se garantice la integración regional, mejorando las condiciones de operación de la red troncal y garantizando la comunicación expedita entre las principales zonas de producción.

426

La Troncal del Llano ha avanzado en los departamentos de Arauca, Casanare y Meta. En Arauca se tienen 75 km pavimentados y 46 km sin pavimentar; en Casanare 240 y 58 km, respectivamente, y en el Meta 240 y 170 km, respectivamente. Sólo falta un puente grande por construir: el del río Casanare en San Salvador, cuyo diseño realiza el Comes Orinoquia.

La Carretera Marginal de la Selva cuenta con 1.850 km de los cuales se tienen pavimentados 853, es decir un 46 por ciento. El Instituto Nacional de Vías tiene proyectadas inversiones para el período 1997-1998 de 50.000 millones de pesos, de lo que podría tomar la vía del piedemonte más del setenta por ciento.

LAS VÍAS DEPARTAMENTALES HACIA EL LLANO ADENTRO

Además de los seis accesos andinos principales y la Troncal del Llano, se vienen construyendo cinco carreteras importantes que avanzan en la dirección oeste-este. Estas vías buscan extender la frontera económica hacia el Llano adentro, lográndose así la aproximación de la frontera al mercado colombiano. Estas seis vías pueden describirse de la siguiente manera:

La Diagonal Tame-Arauca

Esta carretera es la más nueva y avanzada de todas. Fue ideada, construida y pavimentada en solo diez años (1987-1996). Tiene una longitud de 174 km, de los cuales a diciembre de 1996 se tenían pavimentados 1 km. Esta vía se adelantó en su totalidad con recursos regalías del departamento de Arauca, el cual invirt allí 90 millones de dólares en el lapso considerado. Su impacto económico se expresa en el aparecimiento consolidación de pequeños poblados como Panam Puerto Jordán, Santo Domingo, Flor Amarillo y Betoyes los cuales han establecido una pujante agricultura tecnificada (arroz y plátano, especialmente), ganadería y un activo comercio. También se observa un impacto negativo fuerte sobre el medio ambiente, el cual se refleja en la destrucción dramática de las fuentes hídricas, fauna y la flora. Por lo menos 29 km de pavimento destruyeron por falta de mantenimiento en el lapso 1996- 1997.

La vía río Bojabá-Saravena-Arauquita-Arauca

Esta carretera de 180 km, tiene 120 km a nivel pavimento y 60 sin pavimentar (en el trayecto Arauqúita-Arauca). Corre paralela al río Arauca atraviesa una zona rica en agricultura, ganadería maderas y pesca.

427

La vía Tame-Rondón-Cravo Norte

Esta vía, de 180 km, también fue construida con recursos de regalías del Departamento de Arauca. Tiene catorce kilómetros de pavimento y el resto a nivel de base granular. Corre el riesgo de ser deteriorada en forma grave por los fuertes inviernos y la precariedad de su mantenimiento. Esta obra acarreó una inversión de 30 millones de dólares en el lapso señalado.

La carretera La Nevera-San Luis

Esta carretera tiene 27 km pavimentados de los 80 km previstos; viene siendo construida desde 1995 con recursos de regalías del departamento de Casánare. Es muy probable que sea pavimentada antes de los próximos tres años, habida cuenta las grandes inversiones que allí se realizan y se prolongaría hasta Orocué sobre el río Meta. Vale la pena indicar que testé municipio casanareño, destacada población en el siglo XIX, tiene todas las condiciones para recuperar su esplendor y convertirse en un eje de desarrollo importante.

La carretera Pore-Trinidad

De 75 km, de los cuales se encuentran pavimentados 20. Avanza a ritmo lento.

La vía. Aguazul-Maní

La vía Aguazul-Maní de 56 km viene siendo construida y pavimentada con recursos de regalías, del Departamento de Casanare. Esta obra, que se acerca al río Metá, favorece una muy fertil región en la cual se han consolidado modernos cultivas alma de arroz, palma africana, así como forestación y ganadería. Con seguridad logrará ser pavimentada en un lapso muy cortó porque ya se tienen 38 km con asfalto.

La carretera Villavicencio-Puerto López-Puerto Carreño

Se viene construyendo hace más de 50 años y avanza en forma lenta. El tramo Villavicencio-Puerto López, de 86 km, se encuentra bien pavimentado, con lo cual se ha favorecido una extensa región arrocera, ganadera y turística. El tramo Puerto López-Puerto Gaitán de 116 km, se encuentra pavimentado en su primera mitad. Llano adentro, pasando por Carimagua; esta vía se utiliza de modo intenso durante el verano y en forma más reducida en el invierno. Los 800 km que separan a Villavicencio de Puerto Carreño se

428 constituyen en un reto ambicioso para lograr concretar en forma de carretera pavimentada durante los próximos decenios. En su derredor sobre todo en el Vichada- se hallan las ores tierras para la forestación.

La carretera de La Dignidad: Puerto Carreño. Puerto Nariño

Se localiza paralela al tío Orinoco y lleva el nombre de La Dignidad por cuanto hoy en día los colombianos deben utilizar la carretera venezolana para arribar a territorio de Colombia, debido a la imposibilidad de atravesar los raudales de Atures y Maipures del río Orinoco. La carretera de La Dignidad, de 350 km, une a Puerto Carreño y Puerto Nariño, pasando por Casuarito y el Parque El Tuparro. Este último; de inmenso valor ecológico y turístico, seguramente será reconocido con mayor conciencia en los próximos años.

LA NAVEGABILIDAD DEL RIO META

El Corpes Orinoquia, a través de un convenio con él Ministerio de Transporte y el Ministerio del Medio Ambiente, prepara un plan de manejo que busca recuperar la navegabilidad del río Meta. Las áreas de trabajo inmediato son la reforestación de riberas, reconfiguración geométrica del cauce, análisis general de la cuenca y aprovechamiento de las fotografías nuevas del cauce. Estos proyectos se dividen en Proyectos Departamentales y Proyectos Piloto.

PROYECTOS DEPARTAMENTALES DE REFORESTACION

La evidencia que surge del estudio de la cuenca indica que el proceso de deterioro tanto hidráulico como ambiental fue causado por la deforestación de las riberas y por la incapacidad del río para crear islas viables y reforestarlas nuevamente así como las playas que se van formando,. El río se ha vuelto, más ancho, menos profundo y más lento, lo que ha limitado seriamente la navegación. Además, el río deja de producir el elevado volumen de pepas, frutas e insectos que alimentaban los peces, con lo cual la ictiofauna se acaba.

Siguiendo esta línea de análisis, el primer paso para la rehabilitación del río debe ser la reconstrucción del cordón forestal en sus riberas. Y este cordón debe responder a los treinta metros de ancho que exige la Ley.

Se han estado considerando tites estrategias para disminuir los costos de estos proyectos departamentales. Una es la disminución del largo total del cordón forestal (984 kilómetros en el Meta y 756 km en el Vichada). Otra estrategia es el desarrollo de sistemas más eficientes para la siembra de las plántulas. Y la tercera estrategia es el desarrollo de

429 sistemas más económicos de protección del cordón forestal, recién sembrado, de los ataques del ganado.

Los proyectos piloto de reforestación

Los proyectos piloto de reforestación de riberas tienen los siguientes objetivos:

1. Evaluar los diferentes sistemas de siembra: semilla, estaca, trasplante.

2. Evaluar el comportamiento de las diferentes especies nativas que se han preseleccionado. Estas especies deben tener buena capacidad de agregar y compactar el suelo por las características de sus raíces; del en poder sobrevivir a las inundaciones y deben ser capaces de crecer con rapidez.

3. Evaluar el comportamiento real del nivel de tolerancia. Este nivel ha sido definido como del 12,5%, equivalente a los cuarenta y cinco días. Esto significa que durante el 12,5% del tiempo del año, aproximadamente 45 días, las áreas sembradas estarán cubiertas dé agua y tolerarán la inundación.

4. Obtener criterios que orienten la organización y la logística de los proyectos departamentales y que permitan refinar los procedimientos enunciados en los proyectos ya preparados.

5. Desarrollar criterios que lleven a minimizar los costos de los proyectos departa- mentales, especialmente con relación a la protección del ganado.

6. Ensayar y evaluar medios biológicos para incrementar la tasa de crecimiento de las especies transplantadas.

En principio se piensa que sería útil desarrollar proyectos piloto en tres sitios representativos de la cuenca: Puerto López., Orocué y Puerto Carreño.

Proyectos para la reconfiguración geométrica del cauce

Si la deforestación de las riberas permitió la ampliación del cauce, una vez en mar un proyectó de reforestación debe pensarse en idear instrumentos para disminuir nuevamente el ancho del cauce a las condiciones originales. Se ha considerado que la mejor manera de lograrlo es ―siguiéndole la corriente al río‖, es decir, colaborando con el río en lo que éste trata de hacer con dificultad, y aplicando en tal proceso la tecnología moderna.

Se ha observado que el río trata de crear islas en tos puntos más anchos depositando en ocasiones hasta 40 cm de arena por año; luego las reforesta y las une a ,la tierra firme. Pero la capacidad del río para hacer su trabajo se ha disminuido por la carencia de desechos vegetales y de semillas en las riberas.

430

Para acelerar la creación de islas y el cierre de brazos, se ha planteado la construcción de ―trinchos de río‖ consistentes en clavar palos y utilizarlos para apoyar barreras de bolsas de plástico llenas de agua y arena.

Los carretables del Llano. Fuente de Oto, Meta Foto: Miguel Morales

EL TRANSPORTE AÉREO

El transporte aéreo en la Orinoquia comenzó en 1935, cuando los aviones catalinas comenzaron a acuatizar en pavimentados, que en orden de importancia son los de Yopal, Apiay, Villavicencio, Arauca, Tame, San José del Guaviare, Puerto Carreño, Inírida, Saravena, Arauquita, Carimagua y Villanueva. En la actualidad se trabaja en la pavimentación del aeropuerto de Mitú. Otros veinte se hallan en buen estado y se tiene decenas de pistas adecuadas para el transporte de carga y pasajeros.

ESTRUCTURACIÓN TERRITORIAL

Camilo Domínguez ha expuesto algunos de los problemas que determinan en el piedemonte llanero la organización territorial sobre una jerarquía de funciones que parte de un epicentro y se extiende en forma ininterrumpida hacia los extremos de su periferia‖. Son ellos: la

431 ausencia de vías de comunicación, la predominancia de latifundios, la baja densidad demográfica regional y la extrema violencia.

Es probable que la falta de carreteras tienda a ser ,un problema en vía de superación en corto plazo, habida cuenta del magnífico. avance de las vías al Llano y dentro del Llano en sus departamentos principales. El peso del latifundio es más significativo en Casanare que en Meta y Arauca. Los dos últimos problemas señalados por el profesor Domínguez son indiscutibles.

Análogamente, se podrían señalar nuevas circunstancias que propician el impulso poblacional, a saber: el descubrimiento de los más importantes hallazgos petroleros y gasíferos de la historia nacional en el piedemonte araucano y casanareño; la dinámica de la integración colombo-venezolana; la modernización de la carretera Bogotá-Villavicencio; la ampliación y consolidación del sistema educativo regional; la posibilidad de implementar procesos científicos y tecnológicos en el mediano plazo.

La subregión de Casanare

El citado autor concentra su atención en la estructuración territorial del Casanare, que abarca tres sub-centros en búsqueda de liderazgos urbano-funcionales a saber: El del centro, mediante el sistema conurbano Yopal-Aguazul que, unido por 27 km sobre carretera pavimentada,. tiende a constituirse en área urbana capaz de compartir funciones en materia de educación y salud, actividades económicas y prestación de servicios administrativos. Entre ambas poblaciones, hoy cabezas de explotaciones petrolíferas, albergan alrededor de 100.000 habitantes. De esta forma, el eje Yopal-Aguazul se convierte en el epicentro urbano más importante de la Orinoquia después de Villavicencio (400.000 habitantes).

En el sur, Villanuéva que representa el motor de una significativa actividad agrícola, ganadera y forestal, se consolida sobre la base de la modernización rural y el mejoramiento de las vías carreteables. Antes de que culmine 1998, la carretera Villavicencio-Villanueva Yopal-Paz de Ariporo, de 370 km, estará pavimentada en su totalidad, lo cual dará impulso al corredor petrolero que se extiende por el piedemonte casanareño. La Vía Alterna al Llano, por su parte, avanza lenta y seguramente hacia su completa pavimentación.

En el norte, el sub-centro urbano lo constituye Paz de Ariporo, población que lidera los intereses de la zona más atrasada del Casanare. Esta, que se ha visto favorecida por la terminación y mejoramiento de la Ruta de los Libertadores (Socha-Sácama-La Cabuya), comprende además los municipios de La Salina, Sácama, Hato Corozal y Pore, además de Nunchía y Támara. El avance en la Troncal del Llano, que llegó a nivel de pavimento a Paz de Ariporo en diciembre de 1997, le dará gran impulso a su economía.

La subregión de Arauca

432

En el departamento de Arauca, durante los últimos 40 años se han diferenciado tres subregiones: Tame, influida por Boyacá y Casanare; Saravena, auspiciada por los Santanderes; y Arauca ligada a Venezuela y, en épocas más recientes, afectada por la migración que propició la era petrolera.

Estas tres ciudades constituyen un triángulo que encierra la actividad económica sustancial del Departamento. Terminando la pavimentación de los tramos faltantes, la orientación de la producción y el comercio habrán de transformar la realidad económica araucana.

De otra parte, como fuerzas centrípetas y centrífugas, los poderes de atracción de ambos lados de la frontera habrán de determinar el destino final del acumulado social y económico. En este aspecto, es predecible que la dinámica de la integración binacional colombo-venezolana ejercerá gran influencia sobre Arauca y la Orinoquia.

La subregión del Meta

En el Meta se pueden también concebir tres polos de atracción económicos y poblacionales. El primero y más influyente, Villavicencio, cuya cercanía a Bogotá y liderazgo regional le garantizan un crecimiento acelerado. A este polo se vinculan Restrepo y Cumaral, puntos de enlace con el sur de Casanare.

Un segundo polo se desarrolla en el Arjari, cuya capital, Granada, concentra el esfuerzo de la colonización que gira en su derredor. Este polo ha subsumido en su empuje a poblaciones tan tradicionales como San Martín y San Juan de Arama.

Un tercer polo orientado por Puerto López y que mira al río Meta y al Vichada, construye un modelo económico interesante sobre la base del ecoturismo, haciendas ganaderas modernas y proyectos de forestación.

Cuadro No. 1 POBLACIÓN ORINOQUIA

Meta 618.427 59,5% Arauca 137.193 13,2% Casanare 158.149 15,2% Guainla 13.491 1,3% Guaviare 57.884 5,5% Vaupés 18.235 1,7% Vichada 36.336 3,5%

433

Total Orinoquia 1 ‗039.715 100,0%

Fuente: Dane, Censo 1993.

El Censo de Población de 1993 indica que el 59,5 por ciento de los habitantes de la Orinoquia se hallan en el departamento del Meta, el 15,2 por ciento en Casanare, el 13,2 por ciento en Arauca y el restante 12,1 por ciento en Guaviare, Vichada, Vaupés y Guainía. Un estimativo para 1997 permite observar que al terminar este siglo, Casanare habrá mostrado el mayor índice de crecimiento demográfico nacional, como consecuencia de la explotación de sus yacimientos petrolíferos, los más grandes del país descubiertos hasta ahora.

LAS CIUDADES DE LA ORINOQUIA

El cuadro No. 2 que se refiere al crecimiento de las ciudades en la Orinoquia durante el lapso 1973-1993, muestra que entre las diez ciudades de mayor crecimiento se hallan cuatro de Arauca, tres del Meta, dos de Casanare y una del Guaviare. Establece que mientras Colombia creció un 47,4 por ciento en el período considerado, Villanueva lo hizo en un 574,6 por ciento, Yopal en un 319,8 por ciento y Villavicencio en 178,9 por ciento.

434

Cuadro No. CRECIMIENTO DE LAS CIUDADES DE LA ORINOQUIA DURANTE 1973-1993 1973 1985 1993 %

1 Vill anu eva .(C)

2 Leja nías (M)

3 La Mac aren a (M)

4 14.384 12.700 Yop 10.367 44.76 al 2.132 1.906 1.710 10. 6.693 9.847 5.091 23.1 1 48.237 22.9 574,6 566,3506,2 31 (C) 662 12.105 5.760 12.35 6941.476 13.91226.736 3 9,8 298,4 298,1222,1

4 97.596 12.040 13.184 191.001 19.308 15.010 1 39.796 272. 178,8 116,3 116,1 5 Sa 118 26.049 28 n .491 Jose del O. (O)

6 Ara uqui ta (A)

7 Ara uca (A)

8 Vill

435 avic enci o (M)

9 Sara ven a (A)

10 Tam e (A) Fuente: Dane Censos de 1973, 1985 y 1993.

Si se advierten las nuevas circunstancias que afectan a Yopal y Villavicencio, es de esperar que en el lapso 1993-1997 estados ciudades encabecen la lista de crecimiento poblacional. De ser así, tenderá a consolidarse el corredor petrolero ubicado en su recorrido.

Entre esas diez poblaciones no aparecen aún Puerto Carreño, Inírida y Mitú; sin embargo en estas se desarrollan también procesos importantes de consolidación urbana. Con mayor presencia estatal, obras de infraestructura y modernización institucional, el avance se producirá más pronta y eficientemente.

436

LA CIENCIA Y LA TECNOLOGÍA EN LA ORINOQUIA HILDA LUCÍA DIAZ G.

En el último cuarto de siglo el mundo contemporáneo ha estado viviendo una serie de cambios tecnológicos y de replanteamientos de paradigmas científicos, llevando a una posición de primera línea los procesos de progreso y de difusión del conocimiento. Estos cambios han permitido una reestructuración del poderío económico mundial y han abierto la posibilidad para los países en vías de desarrollo, industrializarse y de avanzar hacia una nueva división internacional del trabajo. Según el Consejo de Competitividad Europeo "en el siglo XXI habrá siete industrias de punta: la biotecnología, la informática, la microelectrónica, las telecomunicaciones, la robótica, la industria de nuevos materiales y la aviación civil. Ninguna de estas industrias depende de los recursos naturales. Ni de la mano de obra batata. Ni siquiera del capital, que va a donde lo llaman con la velocidad de la luz. Estas industrias dependen de un nuevo factor de producción: se llama el conocimiento...". 1 Así pues tenemos que en el contexto económico internacional se gesta en los albores del siglo XXI, un predominio económico de los países que logren consolidar una hegemonía científica y tecnológica.

Casi todo el mundo coincide en reconocer que el conocimiento será el capital más importante con que contarán los países que pretendan seguir teniendo predominancia dentro

1 Hernando Gómez Buendía. "El futuro es ya" en Lecturas Dominicales, El Tiempo, noviembre 9 de 1997. (: 5). del concierto internacional. "La experiencia demuestra que la generación de conocimiento y el avance tecnológico constituyen motores poderosos del desarrollo y del progreso de las sociedades contemporáneas. La existencia de personas formadas para investigar y aplicar creativamente el conocimiento incide más que la abundancia de recursos naturales, la mano de obra y el capital, en la capacidad de los países por resolver sus problemas".2

Colombia, como la mayoría de los países del hemisferio sur, ha experimentado en los últimos cincuenta años variaciones profundas que han afectado su estructuras sociales y económicas con resultados que comienzan a verse en un cambio en los valores, la calidad de vida y las actitudes de los ciudadanos. Estos cambios comienzan a reflejarse en la aprobación de la nueva Constitución en 1991 y en la torna de conciencia de estas nuevas direcciones de la competitividad a escala mundial, como la expedición de la ley 29 de 1990 que "asignó al Estado colombiano la responsabilidad de promover y orientar las actividades de ciencia y tecnología y de vincularlas a los procesos de desarrollo económico y social que buscan el mejoramiento de las condiciones de vida la población colombiana". 3 Así, la formación de personas competentes para investigar se convierte en uno de los mayores retos para el país en el siglo XXI.

Prácticamente es a partir de la promulgación de Ley 29,de 1990 que el país se concientiza de la importancia del estímulo a la Ciencia y la Tecnología para su desarrollo, lo mismo que para acrecentar su competitividad en el mercado internacional. Hasta ese momento la investigación era considerada "cosa de académicos" y tarea sólo de algunas universidades que podían darse el lujo de patrocinar investigaciones. Esta actividad se cumplía principalmente en el centro del país y esporádicamente se impulsaba en algunas otras regiones.

Esta nueva política tiene como beneficio adicional el permitir que

las regiones tengan también acceso a los recursos que el Estado Fernando Urbina destina a la investigación.

La Política Nacional de Ciencia y Tecnología está centrada en cinco estrategias encaminadas a "integrar la ciencia y la tecnología en los diversos sectores de la vida nacional, buscando incrementar la competitividad del sector productivo en el contexto de una política de internacionalización de la economía y mejorar el bienestar y calidad de vida de la población colombiana".4

2 Angela Restrepo Moreno et al. "En búsqueda del potencial de los universitarios colombianos para la investigación". En: (Innovación y Ciencia. V.V - N. 4 1996. :48.55). 3 Colciencias. Política de regionalización de la ciencia y la tecnología. Mimeo 4 Idem. (:6). 438

La situación que experimenta el país, en el campo de la ciencia y la tecnología, muestra que una gran parte de los problemas que limitan su avance están ligados a situaciones estructurales. Los factores que hasta el momento han implicado un atraso en el desarrollo de estas actividades son, entre otros: las condiciones deficientes en las que se imparte la educación básica primaria y secundaria; la falta de temas y esquemas pedagógicos que incentiven en el educando inclinaciones investigativas; la debilidad de los programas de pregrado existentes en las regiones; la poca relación de los procesos docentes y los investigativos y dé éstos con los procesos productivos; la falta de una infraestructura adecuada para el desarrollo de procesos de investigación en los centros académicos del país; la baja remuneración del trabajo de los investigadores; la poca familiarización y acceso a herramientas como Internet, redes de transmisión de datos, teleconferencias y el naciente proceso de institucionalización del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología.

La solución a estos problemas es a largo'plazo. Para ello se deben "diseñar políticas, estrategias, mecanismos e instrumentos que permitan abordar el complejo conjunto de circunstancias que intervienen en el desarrollo de la ciencia y la tecnología en el país. Se trata de promover planes estratégicos y planes de acción que comprometan a todos los actores interesados, incluidos el Gobierno Central, los Gobiernos Regionales y las instituciones de cada región, pues sin la acción decidida de cada uno de ellos será imposible encontrar vías hacia la superación real y concreta de las dificultades que hoy experimentamos".5

El gran reto para el país es, entonces, lograr un fuerte desarrollo de la ciencia y la tecnología que involucre a todas las regiones que lo conforman, lo mismo que a todos los sectores de la población implicados, tanto civiles como gubernamentales, para poder lograr ser competitivo en el mercado internacional.

LA REGIÓN DE LA ORINOQUIA Y EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO

Con la aprobación de la Constitución Nacional de 1991 se comienzan a generar otros tipos de relaciones entre a sociedad civil y el Estado, lo mismo que entre la Nación y las entidades territoriales. Estas nuevas bases constitucionales dan una gran importancia a las regiones, convirtiéndolas en el pilar fundamental del proceso de descentralización abierto a partir de ese año en el país. El proceso de formación de las nuevas regiones se da por la asociación voluntaria de los departamentos con el objeto de impulsar el desarrollo económico y social del respectivo territorio. Este nuevo ordenamiento es tenido en cuenta por parte de Colciencias, para la organización de la gestión de las actividades de la ciencia y la tecnología en Colombia.

A partir de las recomendaciones de la Misión Nacional se desarrollaron, entre 1990 y 1991, una serie de instrumentos jurídicos cuyo propósito es el de involucrar las dinámicas

5 Op. cit. (:8). 439 regionales en la construcción de una base de conocimiento para el país. Esta estrategia busca aprovechar las fortalezas y habilidades de cada región, con el objeto de lograr la interacción y comunicación científica y tecnológica entre las diversas regiones que conforman el país.

En la comarca, esta política ha tenido su expresión a través de la Comisión Regional de Ciencia y Tecnología Orinoquia, que desde su creación en 1994 ha impulsado diversos programas para el apoyo de la Ciencia y la Tecnología, como la Feria de la Ciencia, el programa de Cuclí-Cuclí (que estimula en los niños la inclinación hacia la investigación) y las convocatorias regionales y nacionales para la financiación de proyectos de investigación en distintas áreas del conocimiento, entre otras actividades.

Adicionalmente, a partir de la creación de la Comisión Regional de Ciencia y Tecnología de la Orinoquia se comienza a hacer un seguimiento más sistemático de los avances del conocimiento en la región, lo mismo que a establecer el estado del arte mediante el documento elaborado por la Misión Regional.

En este documento se proponen de acuerdo a los resultados del estudio realizado, las líneas de investigación prioritarias para la región. Esta Misión estuvo a cargo de destacados investigadores y otros actores importantes de la vida regional.

Aproximación al estado del arte en ciencia y tecnología en la región orinoquense (Arauca, Casanare, Meta y Vichada)

Colciencias dividió el país en cinco regiones en el marco de la Ciencia y la Tecnología, y considera dentro de la Orinoquia los departamentos de Arauca, Casanare, Meta y Vichada. Dicha división difiere de la utilizada por el Corpes de la Orinoquia que incluye, además de los departamentos mencionados, a Vaupés, Guainía y Guaviare. En el documento que la Misión Regional de Ciencia y Tecnología Orinoquia elabora para Colciencias en 1994, la región de la Orinoquia está conformada por los cuatro departamentos inicialmente mencionados.

Este documento parte de considerar la gran variedad en flora y fauna que posee la región y la falta de atención que el país le ha dado a esta biodiversidad, que es una potencial riqueza para la economía colombiana. A pesar de tener cerca de 80.000 especies de plantas comestibles, sólo 50 de ellas constituyen el 90% de nuestros alimentos. Se afirma que en el país se ha perdido la sabiduría de los aborígenes americanos, quienes manejaron los recursos naturales con ingenio respondiendo a las dificultades del terreno y a la diversidad de los pisos térmicos (multiplicidad de ecosistemas, huerto habitacional, agricultura en terrazas, etc.), teniendo como consecuencia la deforestación creciente que se observa en diversas áreas de la Orinoquia colombiana.

440

Por otro lado, se considera que debido a la subordinación de la política educativa al esquema de países ricos y pobres, dominantes y dominados, norte y sur, la educación secundaria y universitaria en Colombia es de acceso limitado y elitista y el sistema educativo se basa en la información, es sustitutivo y repetitivo, y no estimula la participación. En consecuencia, el educando no adquiere una actitud hacia la investigación, el análisis y la participación en procesos constructivos. A su vez, los pénsumes de secundaria y universidad poco corresponden a un objetivo de identidad nacional, a un reconocimiento de lo que hemos sido y somos, lo que tenemos en recursos y su potencialidad, lo que hace que nos conozcamos poco.

Dice además el documento, que la tenencia de la tierra y su utilización en la región, son factores que generan una gran tensión social. Es el caso de la ganadería extensiva, en donde la rentabilidad social está cuestionada por el mínimo empleo que genera, menos de 20 jornales/ha/año (Forero, 1991) y sobre todo porque en la zona de frontera agrícola es la herramienta utilizada para el crecimiento del latifundio que origina serias tensiones sociales (Fajardo, 1989 y Molano, 1990).6

La aproximación que hace la Misión Regional al estado de la Ciencia y la Tecnología en la zona, está basada en una muestra de 150 encuestas que cubren tres áreas de investigación y nueve programas definidos. De 125 encuestas realizadas, el área Agrícola y Pecuaria aporté el 74,4% de las mismas, confirmando así la vocación de la región. Esta área cuenta con el recurso humano más altamente calificado, 17,4% entre PhD, master y otros posgrados. "Los grupos de investigación del programa de Ciencia y Tecnología Agropecuaria actualmente trabajan de manera especial en manejo agronómico, fitomejoramiento, ajuste de transferencia tecnológica y manejo de reproducción animal. Su principal fuente de financiación es el Estado a través del presupuesto nacional".7

En el año 95 los proyectos de investigación estuvieron dirigidos hacia el área del mercado, desarrollo socio-económico del sector rural, fitomejoramiento, preservación de recursos naturales, reproducción animal, transferencia tecnológica y programas de ceba y levante.

Según el mismo documento, el programa de Desarrollo Tecnológico, Industrial y de Calidad es el segundo en importancia dentro del área agropecuaria. La tecnología industrial apoya a la pequeña y mediana empresa privada, quienes son escépticos en cuanto a su ampliación y modernización, debido a la deficiente infraestructura energética, vial y de servicios básicos. La actividad se centra en la producción, la asistencia técnica y la comercialización.

6 Colciencias. "Misión Regional de Ciencia y Tecnología Orinoquia" En: Ciencia y Regiones. La construcción de un país. Antropos, Santa fe de Bogota, 1994. (:354-355). 7 p. cit. (:363). 441

El programa de Desarrollo Industrial y de Calidad carece de una infraestructura científico- tecnológica apropiada, que le permita desarrollar investigaciones fundamentales dirigidas a la producción y transformación de productos derivados del sector animal.

El programa de Ciencias del Medio Ambiente y el Hábitat tiene como actividad principal el manejo y la preservación de los recursos y conservación de especies. Este programa centra los estudios. que realiza en el desarrollo sostenible del medio, conservación de especies animales, conservación, de microcuencas y reproducción de especies vegetales nativas. La divulgación de los trabajos sobre el tema se hace a través de dos revistas internacionales, cinco nacionales y algunos boletines regionales. Los estudios de biotecnología son realizados por la Universidad de los Llanos y muy pocas entidades de la región se encuentran vinculadas a los proyectos de investigación en el área.

En cuanto a los estudios en las áreas de las Ciencias Humanas tenemos que en 1983, en el Encuentro de Investigadores en Orocue, se establecieron algunas líneas de investigación antropológica que ampliaban los intereses meramente etnográficos que hasta el momento habían predominado. Entre 1.980 y. 1990 aparecen realizadas 144 investigaciones que contemplan nuevas temáticas relacionadas con diversos grupos sociales, campesinos y colonos y con las relaciones interétnicas, sociales y económicas de estos grupos. Como tarea urgente para los años venideros sé plantea realizar estudios más profundos de lingüística y etnología de las comunidades

indígenas; desarrollar investigaciones sobre los Fernando Urbina aspectos socioculturales del colono y el veguero; sobre la significación del hato como el centro del poder político en la llanura y de las relaciones interétnicas que se dan en su interior. Es también necesario indagar sobre los procesos de impacto en la población que habita los Llanos Orientales, de los nuevos procesos productivos como la agroindustria y la economía petrolera, lo mismo que los ligados a la economía informal. En general, en el campo de las Ciencias Sociales y Humanas los grupos de investigación de la región se inclinan por trabajar en programas de desarrollo económico regional y local lo mismo que de servicios y patrimonio -cultural-. Los trabajos sobre Historia de la Orinoquia se han centrado en él estudio de temas regionales que sirven o han servido para corroborar epopeyas de hombres ilustres o eventos históricos en los cuales los Llanos han tenido alguna relación marginal. Las necesidades más sentidas de este sector están en la capacitación y especialización en las disciplinas afines, ya que la región no cuenta con programas de postgrado o maestría.

442

Una temática importante que ha sido objeto de la investigación de folclorólogos y algunos antropólogos, es la relacionada con la tradición oral. Los investigadores han recogido, en la mayoría de las veces de manera poco sistemática, la gran variedad de formas de expresión oral del folclor llanero, entre otras las coplas, las leyendas; creencias y canciones de la Orinoquia. Este es un campo abierto a la investigación de lingüistas, semiólogos y antropólogos que se interesen por las manifestaciones orales de la cultura, que corren el nesgó de desaparecer ante él avance de los nuevos medios de comunicación que son visuales por excelencia.

En cuanto a las Ciencias-de la Salud; el documento no precisa el estado del arte debido a la falta de información confiable y al estado de dispersión de la misma. Un estudio sobre las condiciones de salud en la Orinoquia debe tener en cuenta las características de cada uno de los departamentos que conforman la región su población (algunos con mayoría indígena), la cercanía o no a la capital del departamento y el uso de otras prácticas de sanación corno es el caso de las medicinas tradicionales de los indígenas.

En los últimos años se ha venido trabajando en la Facultad de Enfermería de la Universidad de los Lianos en el área de la medicina tradicional de los indígenas, y algunos de los trabajos de investigación que se han desarrollado como requisito para optar al título profesional desde 1988, se han dedicado a este tema. Hasta el presente se. cuenta con cerca de 106 monografías descriptivas que son una buena referencia sobre los problemas de salud de la región, particularmente de Villavicencio.

El estudio de las diferentes formas que toma la violencia en la región es otro de los ternas que merece toda la atención de los investigadores sociales. El homicidio es la primera causa de mortalidad en la región y lo cierto es que todas las formas de violencia campean, desde la guerra de "baja intensidad" de la guerrilla contra el Estado, y viceversa, hasta las formas más crudas de la delincuencia común. La violencia ejercida contra los niños, aparte dé los maltratos originados por la guerra y la pobreza, es común y en Villavicencio se comete anualmente el más alto número de agresiones sexuales infantiles en el país, con lo que esta capital tiene un deshonroso primer puesto dentro del panorama nacional.8

8 Según estadísticas del ICBF Regional Meta. 443

En lo relacionado con la Economía los trabajos orientados a interpretar los procesos económicos de la Orinoquia brillan por su ausencia. Esta carencia se explica en parte por la ausencia de modelos o escuelas de pensamiento económico regional. Las recientes aproximaciones interpretativas globales más importantes responden a la necesidad de formular planes de desarrollo regional y tienen las limitaciones propias de lo ordenado institucionalmente con propósitos de viabilidad inmediata.9

En el desarrollo económico de los Llanos, como lo señalan numerosos estudios, tuvieron un

considerable impacto las Misiones. Este fenómeno Fernando Urbina no ha sido estudiado en profundidad y existe una

carencia de estudios comparativos y del marco geopolítico que inspiraron las Misiones y las clausuraron.

En cuanto al aspecto demográfico en la región, muy relacionado con el desarrollo económico, es imperioso adelantar estudios de poblamiento que den cuenta de los nuevos flujos migratorios producidos por la violencia, los desplazamientos y el narcotráfico que han hecho llegar a la zona gente de diversa procedencia social, geográfica y étnica. En los últimos años los indicadores de necesidades básicas insatisfechas han descendido y ciudades como Arauca, Yopal, Villavicencio, han experimentado un aumento de la población flotante alterando considerablemente los ejercicios de planeación estratégica y prospectiva que se habían realizado hasta el momento en que se elaboré la investigación de la Misión Regional (1994).

El estudio sugiere como temas de investigación necesarios para la región...los siguientes: establecimiento de sistemas de información; bases de datos; indicadores estratégicos; estudio de las diversas formas de conocimiento de los indígenas y mestizos; estudios antropológicos y etnológicos de las formas de producción ancestrales; consecuencias de la permanencia histórica de las misiones jesuíticas frente. a otras misiones; particularidades de la economía del petróleo en la Orinoquia frente a otras áreas de producción; formas de desarrollo de la economía del petróleo; etnias y relaciones fronterizas en la Orinoquia y la Amazonia; potencial de uso y tenencia de la tierra; estudios comparativos de la Oninoquia colombiana y venezolana; dinámica de las migraciones y el poblamiento en la Orinoquia. Otra área que precisa investigación tiene que ver con la.

9 Por ejemplo él Plan de Desarrollo Regional 1994-2OO4, del Corpes de la Orinoquia. 444 valoración de las especies silvestres en general y con las extracciones de material genético y su importancia estratégica.10

La región debe propiciar la creación de centros de documentación y bibliotecas conectadas a los más modernos sistemas de información. Al respecto se han comenzado a hacer algunos esfuerzos. que se han materializado en la biblioteca Germán Arcieniegas, inagurada en noviembre de 1997, y la biblioteca de la Oninoquia que funciona en la sede del Corpes de la Orinoquia, desde el mismo año, donde se pueden consultar una gran parte de los trabajos publicados y de investigación que se han hecho sobre la región. Por otro lado, un gran avance en las comunicaciones satelitales se logró a mediados de 1997 con la instalación de un nodo regional para Internet en Villavicencio, con lo cual los costos de la comunicación se abarataron pues hasta ese momento se efectuaba vía Bogotá.

ENTIDADES QUE REALIZAN INVESTIGACIÓN EN LA ORINOQUIA

La investigación en la Orinoquia se ha centrado básicamente en las áreas agropecuarias en las que se concentran, como vimos anteriormente, más del 70% de los esfuerzos económicos y de capital humano. Debido a esta situación, dentro de las recomendaciones del Plan de Desarrollo Regional 1994-2004 del Corpes de la Qrinoquia, se enfatiza en la necesidad de crear una inteligencia regional "en todas las áreas del conocimiento, profesiones y técnicas, en cuanto capital humano disponible para la comprensión, asimilación, adecuación, promoción y administración de la realidad socioeconómica, política y cultural de la Orinoquia, al interior y exterior de la región". 11 Igualmente se propone la creación del Instituto Orinoquense de Investigaciones que adelante estudios en tecnología para la producción, ciencias básicas naturales y en áreas socioeconómicas, políticas y' culturales.

Es indudable que la Oninoquia necesita impulsar la investigación, a corto plazo, en otras áreas del conocimiento que permitan trazar políticas de desarrollo más acordes con las necesidades reales.

Las entidades más importantes que actualmente adelantan estudios de investigación en la Orinoquia son las siguientes:

British Petroleum Exploration

Esta multinacional invierte recursos en programas de beneficio para la comunidad que habita en cercanías a los sitios de exploración. Las inversiones que ha hecho hasta el momento han sido en las áreas de desarrollo humano, fortalecimiento institucional,

10 Op. cit. Colciencias, 1994. (:363 - 388). 11 Corpes de Orinoquia. Orinoquia hacia el siglo XXI. Plan de desarrollo regional 1994-2004. S.E., S.L., 1994. (339). 445 desarrollo empresarial, protección ambiental, e infraestructura. Igualmente la BP financia la granja experimental de "El Alcaraván" localizada en Arauca.

GORMAD - Corporación Orinoquia Mal Drenada

Esta Corporación se constituyó en agosto de 1994 con el apoyo de diversas entidades, entre ellas el Ica, Corpoica, Instituto Geográfico Agustín Codazzi, la Universidad de los Llanos, los Fondos Ganaderos de Arauca y Casanare y Fedearroz. Dentro de los aspectos básicos que se propone estudiar en la Orinoquia están el del clima, el régimen de lluvias y humedad, la intensidad y duración del brillo solar, lo mismo que impulsar la divulgación y mercadeo de los resultados de las investigaciones en la región que posee 27 millones de hectáreas.

El SINGHI-Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas

Es una corporación civil sin ánimo de lucro, vinculada al Ministerio del Medio Ambiente. A pesar de que su radio de acción más importante está localizado en la Amazonia, se incluye entre los Institutos que investigan en la Orinoquia puesto que su acción cubre los departamentos del Guanía y del Guaviare considerados dentro de la Orinoquia por el Corpes.12 El Sinchi nació como la Corporación Araracuara y como tal sostuvo con el gobierno de Holanda un contrato de 1967 a 1990. Debido a la ley de protección del medio ambiente la Corporación se transformó en el Sinchi. Las áreas de investigación del Instituto son cuatro: biodiversidad, sistemas de producción, asentamientos humanos y sistemas de información. El Sinchi completé 20 años de operación en la región.

Orinoquia siglo XXI

Esta fundación privada sin ánimo de lucro fue creada en 1988 y recibió recursos de Colcultura, y otras entidades hasta 1993. Las áreas de investigación fueron principalmente en Arquelogía, Historia, Música, Folclor y Cultura. Su directora, María Eugenia Romero Moreno, es una especialista de la región que ha publicado diversas obras sobre la Orinoquia. Esta fundación cuenta con un Centro de Documentación y mantiene colecciones etnográficas itinerantes.

El Instituto de Investigaciones para la Orinoquia colombiana de la Universidad Tecnológica de los Llanos Orientales

Este Instituto fue creado en 1987 pero sólo hasta 1993 comenzó a realizar una labor significativo. En la actualidad existen 36 investigaciones adelantadas por profesores de la

12 Los datos sobre las entidades que realizan investigación en la Orinoquia han sido tomados de un trabajo de consultoría que el Instituto SER realizó para el Corpes en los años 96 y 97. Instituto SER de Investigación. Propuesta para la creación del Instituto Orinoquense de Ciencia, Tecnología y Formación Avanzada. Mimeo. 446

Universidad y cofinanciadas por otras entidades. La gran mayoría de estas investigaciones estén motivadas por la necesidad de los profesores de cumplir con uno de los requisitos de ascenso en el escalafón.

La Universidad posee una granja experimental y una estación piscícola para los estudiantes de Ciencias Agropecuarias, que son utilizadas para la realización de algunos proyectos de investigación.

El Instituto de Investigaciones publica, con el apoyo de la Universidad, tres revistas científicas en las cuales se dan a conocer los resultados de las investigaciones. Estas revistas son: Orinoquia, revista científica del Instituto de Investigaciones para la Orinoquia Colombiana; Experiencias y reflexiones en salud, revista de la Facultad en Ciencias de la Salud, y Revista M.V.Z., de la facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Universidad de los Llanos.

CORPOICA- Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria

Corpoica es una entidad conocida ampliamente en la región. La sede de Villavicencio tiene también a su cargo las granjas experimentales de La Libertad y Canimagua, respectivamente, con una extensión de 1.350 y 27.000 hectáreas. Un 70% de las investigaciones realizadas por la Corporación se hacen por petición de los interesados y se llevan a cabo en las fincas o instalaciones de los agricultores y empresarios que las solicitan.

Recientemente se formulé el Plan Estratégico de Investigación que definió cuatro áreas: el programa agrícola; el pecuario, el de transferencia de tecnología el de sistemas de producción (cultivos anuales, perennes economía campesina y sistemas agropastoriles). Se busca que los proyectos que se adelanten en cada una de las áreas definidas tengan el componente de transferencia de tecnología que ha sido una de las debilidades que se quieren superar en las investigaciones por venir.

Las instalaciones de la granja La Libertad poseen una infraestructura bastante completa que comprende desde las maquinarias necesarias para las labores de campo hasta sofisticados laboratorios de fitopatología, entomología, fisiología y reproducción. Se cuenta con un personal de 35 investigadores, la mitad de los cuales poseen título de posgrado. Por otro lado, la Corporación cuenta con un programa de pasantías, de seis meses de duración, establecido con varias universidades del país. Los proyectos de investigación se desarrollan al interior de grupos interdisciplinarios que buscan dar soluciones de manera integral a los problemas planteados en sus trabajos.

La investigación y el medio ambiente

447

La Orinoquia ha pasado a engrosar el número de regiones que con una idea equivocada de desarrollo han ocasionado graves daños a sus ecosistemas, deteriorando sus recursos naturales, incrementado los niveles de contaminación, erosionando sus culturas, subestimando el conocimiento local y en general alejándose del verdadero sentido de desarrollo: el hombre como ser integral de la naturaleza, como parte de un todo, como ser de un universo cósmico en equilibrio.13

En la región no sólo se está dando una pérdida del conocimiento de algunas culturas indígenas ancestrales sobre el medio ambiente y su relación con el uso de la tierra, sino también de destrucción de la biodiversidad y de los recursos genéticos, de los suelos y las aguas, lo cual causa sedimentación en los cauces con desbordes e inundaciones, que ocasionan una disminución de los suelos y aguas y de la lluvia por la deforestación.

Es prioritario entonces, emprender un estudio integral que dé cuenta de las formas en que la naturaleza y el hombre puedan volver a encontrar un equilibrio, antes de que el proceso actual de destrucción se torne irreversible. Esta responsabilidad también nos compete a nivel internacional, puesto que es necesario preservar unas de las faunas y floras más ricas, y algunas especies únicas en el mundo.

Tomar conciencia de la importancia de estos estudios pasa por hacer un análisis diferente de la historia de la región "... la historia de las sociedades, al girar en tomo al manejo de sus territorios y recursos, es también la historia de las formas como esas sociedades se han apropiado de los mismos, los han transformado y desarrollado. La valoración que hoy se ha generalizado sobre los llamados conocimientos o saberes tradicionales en tomo al aprovechamiento humano de los recursos naturales (etnobotánica, etnozoología, medicinas étnicas, etc.),no es cosa distinta que el reconocimiento de la validez que tienen estos conocimientos como resultado de la observación, la experimentación y la generalización sobre las propiedades de esos recursos‖. 14

Esta área del conocimiento está en mora de asumirse en la región de manera integral, aprovechando al máximo toda la riqueza de los saberes tradicionales que por siglos han interactuado con el medio de manera armónica.

La situación de la investigación en la Orinoquia, hasta aquí descrita, ha avanzado muy poco en los casi 3 años que han transcurrido después del estudio que efectuó la Misión Regional de la Orinoquia. En algunos casos incluso ha desmejorado, como en el del Centro Experimental de Carimagua que perdió el principal aporte económico que lo sostenía, el del CIAT, sumiéndolo en una crisis muy difícil de resolver.

13 Colciencias.”Misión Regional de Ciencia y Tecnología Orinoquia”. En: Ciencias y regiones. La construcción de un país. Ediciones Antropos, Santa fe de Bogotá, 1994. (:351). 14 Darío Fajardo. “Orinoquia: Colonización, frontera y estructuración territorial”. En este mismo libro, 1998. 448

Fernando Urbina

LA EDUCACIÓN EN LA ORINOQUIA

El desarrollo de la Ciencia y la Tecnología va de la mano con el de la educación y capacitación del recurso humano; son dos caras de una misma moneda. Los éxitos y las carencias de la educación se ven reflejados necesariamente en los comportamientos y resultados dé la investigación.

La orientación que actualmente se le da a la formación educativa universitaria deja mucho que desear, ya que desde hace tiempo no responde a las necesidades de la sociedad actual. Galileo decía acertadamente: ―Mi ciencia se discute en las plazas públicas; desgraciada la época en que la ciencia ya no sea tema en los mercados‖. Esa época ―desgraciada‖ se puede sentir en Colombia pues lamentablemente la ciencia ha sido, sólo en contadas ocasiones, tema de los ―mercados y plazas públicas‖, es decir, de las universidades de la época moderna.

En el sentido del pensamiento de Galileo, la universidad debería ser el centro cultural más importante de la ciudad y la aldea; de donde irradien la ciencia, los conocimientos, las artes, los experimentos y atesore y circule por sus cátedras las llamadas medicinas alternativas, las creencias y tradiciones y los saberes intuitivos. Para esto es importante profundizar y en muchos casos establecer un diálogo de saberes que requiere publicaciones, intercambios de maestros y conferencistas, concursos diversos y una adquisición y utilización intensiva de los medios de comunicación.15

En la Orinoquia, por ejemplo, se debería estudiar en profundidad la gran sabiduría que poseen las comunidades indígenas y establecer un diálogo de saberes con ellos, diálogo que

15 Misión Nacional para la modernización de la universidad pública. Informe final. Mimeo, Bogota, 1995. (:8.9).”- Los datos que utilizamos en esta parte del documento han sido extraidos del análisis realizado por Claudia Bahamón para el Corpes de la Orinoquia en el documento Información estadística sobre la educación superior en la Orinoquia de 1997. 449 seguramente enriquecería entre otras cosas nuestra visión del mundo, la interacción del hombre con la naturaleza y las formas de relacionarnos con nuestro cuerpo en procura de un mayor equilibrio interno y externo.

La falta de una educación orientada a formar investigadores se deja sentir con más fuerza aún, debido a lo extenso y aislado del territorio. El acceso a la educación, a pesar de haberse aumentado considerablemente los centros educativos, deja todavía mucho que desear en cuanto a su calidad. Los profesionales egresados de la región, están en la gran mayoría de los casos en desventaja frente a la competencia de los egresados de otras universidades del país. Es común encontrar en los más diversos oficios, como secretarias, recepcionistas y taxistas a personas que poseen títulos universitarios en Psicología, Administración de Empresas y otros, que por no haber podido conseguir trabajo en el área de su especialización se ven obligados a emplearse en cualquier cosa.

El panorama de la situación de la educación superior en la Orinoquia nos muestra algunos datos sorprendentes, en cifras que son poco conocidos. Actualmente se ofrecen en la Orinoquia un total de noventa carreras en diversas instituciones de educación superior. Entre los años 91 a 97 se han abierto en el Meta 12 centros educativos, 3 en el Vaupés, 6 en el Vichada, 11 en Arauca, 9 en Casanare, 7 en Guanía y 5 en Guaviare. Las modalidades que se ofrecen son la presencial, semipresencial y a distancia; algunos de ellos sólo ofrecen esta última.

La modalidad semipresencial se ha convertido en la favorita de los estudiantes que hacen cursos de posgrado, así tenemos que de 104 estudiantes que hacían posgrado en la modalidad presencial en 1994 y ningún estudiante en la semipresencial, se pasó en el 97 a tener 672 estudiantes en la modalidad semipresencial y ninguno en la presencial.

Al nivel de pregrado las carreras que cuentan con mayor número de estudiantes en la modalidad presencial son Administración Financiera con 1.823 estudiantes; Administración Pública y Municipal con 1.928 estudiantes; Administración de Empresas y Agroindustria con 2.666 estudiantes; Agronomía con 1.645 estudiantes; Contaduría Pública con 3.079 estudiantes; Derecho con 1.671 estudiantes; Ingeniería de Sistemas con 1.337 estudiantes; Licenciatura Básica Primaria con 1.159; Licenciatura en Producción Agrícola con 1.150 y Medicina Veterinaria con 1.623 estudiantes.

Según estos datos, aparentemente la región podré contar con un número suficiente de especialistas que por lo menos al nivel de pregrado colaborarán en los procesos de descen- tralización que se originaron en el país a partir de la Constitución del 91. Además, podemos observar que las carreras que han sido tradicionales (Agronomía y Medicina Veterinaria) en la región y que están de acuerdo con la productividad de la misma, siguen teniendo la preferencia dentro del estudiantado. Sin embargo, es preocupante ver que las Ciencias Sociales y Humanas siguen a la zaga en una región en la que cada vez se hace

450 imprescindible contar con antropólogos, sociólogos, economistas, semiólogos, geógrafos e historiadores que den cuenta de los fenómenos sociales que deben estudiarse en profundidad.

Entre los posgrados que cuentan con mayor número de estudiantes están Gerencia en Servicios de Salud con 215; Gestión de la Planificación Urbana con 148; Gestión Pública con 141; Maestría en Administración con 123 y Derechos Humanos con 76.

El aumento de los estudios de posgrado no se ve reflejado en los proyectos de investigación que obtienen financiación de Colciencias en las convocatorias nacionales, aunque sí se percibe a nivel regional en donde se pasó de no tener ningún proyecto aprobado en las convocatorias nacionales de Colciencias de los años 94 y 95, a lograr dos en ciencias agropecuarias y uno en educación en el 96. En las convocatorias regionales que impulsa la Comisión Regional de Ciencia y Tecnología se pasó de 14 propuestas en el año 95 a 46 en el 97. La gran mayoría de estas propuestas adolecen de un manejo mínimo de las técnicas y herramientas de investigación, pero reflejan un creciente interés por su ejercicio. En las becas que Colciencias otorga anualmente para realizar maestrías y doctorados en el exterior, la Orinoquia no ha obtenido ninguna. ¿Será este fenómeno el reflejo de una formación académica deficiente o un desinterés por los cursos de formación en el exterior? A nuestro parecer puede tratarse de una combinación de los dos factores puesto que en general el llanero, el que ha nacido y ha sido criado en la región, es bastante pegado al terruño y es posible que por la misma razón hayan tenido tanta acogida los cursos de posgrado que actualmente se ofrecen, y porque económicamente resulta más accesible estudiar en el sitio donde habita la familia. Por otro lado, la evidente baja calidad de la formación educativa elimina a los posibles participantes antes de haberse presentado a concurso.

El manguaré, primera forma de comunicación en la Orinoquia. Lámina de Gumilla en su libro El Orinoco llustrado

451

LA EDUCACIÓN Y EL FUTURO DE LA REGIÓN

El análisis de los datos de la situación de la educación superior en la Orinoquia nos lleva a plantearnos una serie de interrogantes sobre el futuro de los profesionales que están egresando cada año con un título universitario. Existe en el momento una amplitud de ofertas educativas que sorprenden en una región que tradicionalmente ha estado aislada de los avances educativos e investigativos del centro y otras regiones del país. Es innegable que los empresarios dedicados al negocio de la educación han visto en la región una yeta rica para explotar y por ende influenciar con las variadas ofertas que se encuentran en el mercado. Lamentablemente esas ofertas no han tenido en cuenta la necesidad de formar profesionales en áreas que como las Ciencias Sociales y Humanas carecen de personal calificado que asuma los estudios urgentes que la región necesita.

Es importante que las universidades e instituciones que ofrecen estudios de educación superior planeen las carreras, hacia el futuro, de acuerdo a las necesidades reales de la región, mejorando la calidad de los programas y la formación de investigadores en las áreas que reclama con urgencia la Orinoquia, como: manejo del medio ambiente, educación ambiental, las diferentes variedades de las ciencias sociales, informática y todos los nuevos avances de la comunicación, etc.

Si se continúa con la tendencia actual se obtendrá como resultado profesionales frustrados que han gastado tiempo, dinero y energía capacitándose en áreas que se irán saturando progresivamente, con el agravante de contar con pocas ofertas de trabajo disponibles, aumentando con ello el subempleo y las posibilidades de generar más violencia ante la carencia de oportunidades laborales y de un mejor nivel de vida.

La otra posibilidad, mucho más positiva, es que el alto número de estudiantes egresados de los diferentes posgrados en la región sean un factor de presión para que se establezcan, en corto tiempo, centros de investigación de alto nivel que ofrezcan maestrías y dados para formar la ―inteligencia de la región‖ que esta os en mora de crear. Por lo demás una política de este tenor atraería a una parte del estudiantado que tradicionalmente se educa en Bogotá hacia Villavicencio, constituyéndose en una ciudad estudiantil alternativa con la infraestructura y el capital humano necesarios para la docencia y la investigación. Para ello también es urgente pensar en mejorar la calidad de las carreras y posgrados que existen en la actualidad.

La región y en especial Villavicencio por su cercanía a la capital del país, con la nueva carretera que quedará a tan solo hora y media, reune las condiciones para convertirse en ciudad estudiantil alternativa a Santa fe de Bogotá, como ya se dijo. Es muy probable que esta haya sido una de las razones que han movido a universidades como los Andes, la Javeriana y la Nacional (que abrió la sede Arauca en noviembre de este año). entre otras, a estudiar la posibilidad de abrir subsedes en la región.

452

La planificación seria y organizada será la única arma con la que se podrá evitar en un futuro muy cercano, cuando la carretera Bogotá-Villavicencio esté terminada, que la puerta de entrada al Llano se convierta en un centro turístico para fines de semana de los bogotanos con todas las secuelas que ello implica.

453

LOS AUTORES

AUGUSTO J. GÓMEZ L.

Antropólogo, Universidad del Cauca. Maestría en Historia Andina de FLACSO. Docente investigador, Universidad Nacional-Leticia. Publicaciones recientes sobre Amazonia y Orinoquia: Indios, colonos y conflictos. 1870-1970; La economía extractiva en la Amazonia colombiana, 1850-1930 (en coautoría con Camilo Domínguez); Obras completas de la Comisión Corográfica: el territorio del Caquetá (en coautoría con Guido Barona y Camilo Domínguez).

CAMILO DOMÍNGUEZ

Doctor en Geografía Humana, Universidad de Sao Paulé, Brasil. Profesor de Geografía Política y Geografía del Amazozias en el Departamento de Geografía y en el Instituto Amazónico de Investigaciones (IMANI) de la Universidad Nacional. Autor de varios libros y numerosos artículos sobre las temáticas amazónicas y orinoquenses.

CARMEN GALEANO

Economista, Universidad Autónoma Latinoamericana. especialista en evaluación socioeconómica de proyectos. Asesora del CORPES Orinoquia en formulación y evaluación de proyectos departamentales y municipales y seguimiento a la inversión nacional. Participó en el diagnóstico del plan. regional de desarrollo de la Orinoquia, en la elaboración de presupuestos de proyectos sociales y en el estudio de factibilidad para la implementación de empresas rentables. Coordinó el manejo de las relaciones interinstitucionales con entidades internacionales de cooperación para el desarrollo.

DARÍO FARDO MONTAÑA

Antropólogo, Universidad. Nacional de Colombia, Master in Arts, Historia de América Latiúa, Universidad de California en Berkeley. Profesor asociado, Facultad de Ciencias Económicas, Universidad Nacional. Consultor, Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura-IICA; Autor de: El régimen de la encomienda en la Provincia de Vélez, 1968; Violencia y desarrollo, 1978; Haciendas campesinos y políticas agrarias en Colombia, 1993; Colonización y estrategias de desarrollo, 1997, entre otros.

GUIDO BARONA B.

Historiador. Profesor, universidades del Cauca y del Valle. Autor de: Legitimidad y sujeción; Los paradigmas de la "invención" de América; La maldición de Midas en una región del mundo, colonial; Popayán 1730-1830; editor y comentarista (junto con Cámilo Domínguez y Augusto Gómez) de la Geografía Física y Política de la Confederación Granadina: estado del Cauca, territorio del Caquetá, en: Obras Completas de la Comisión Corográfica.

HÉCTOR PUBLIO PÉREZ

Historiador. Maestría en Investigación y Docencia de la UPTC-Tutija. Ha trabajado la historia de la Orinoquia; director de la revistá Caribabare que contiene varios de sus artículos. Autor de: La participación de Casanare en la guerra de independencia, 1809- 1819; y La hacienda Caribabare: Estructura y relaciones de mercado, 1,767-18 10.

HILDA LUCÍA DÍAZ G.

Filología e Idiomas, Universidad Nacional. Master en Ciencias del Lenguaje de la Universidad Autónoma de Puebla, México. Doctorado en Antropología Social y Etnología de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París. Dirigió el proyecto de creación del Instituto Orinoquense de Ciencia, Tecnología y Formación Avanzada, Villavicencio.

INÉS CAVELIER DE FERRERO

Arqueóloga con postgrado en palinología. Miembro directivo de la Fundación Erigaie. Tesis: Contrapunteo Llanero, Departamento de Antropología, Universidad de los Andes, Bogotá, 1983. Coautora, con Santiago Mora: Ámbito y ocupaciones tempranas, de la América tropical; "Resultados preliminares de una prospección en el piedemonte llanero, Departamento del Meta"; Maguaré; "Guayupes y Achaguas: siglo XVI", en: Los Llanos, una historia sin fronteras.

ORLANDO RANGEL

455

Doctor en Biología (Ph.D.), Universidad de Amsterdam. Profesor Asociado, Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional, del cual fue Director. Más de 100 artículos científicos publicados. Entre sus libros: Ecología de los páramos andinos, una visión preliminar integrada; Vegetación y ambiente en tres gradientes montañosos de Colombia; Colombia, diversidad biótica 1 y II; Glosario fitoecológico de las Américas, Vol.I: América del Sur: países hispanoparlantes.

JOAQUÍN MOLANO B.

Magister Scientiae en Ecología Tropical. Candidato a Doctor en Ecología Tropical. Director, Universidad Nacional-Arauca. Autor de: Estudio biogeográfico del páramo de Guerrero, 1983; Villa de Leiva, una catástrofe ecológica, 1990; "Paisajes de la alta montaña ecuatorial" y "Problemática ambiental del páramo andino", en: El páramo, ecosistema de alta montaña, Serie Montañas Tropoandinas, Vols. 1, 2: 995-96;"Paisajes de Villa de Leyva", en: Villa de Leyva: Huella de los siglos,1986.

JOSÉ VICENTE RODRÍGUEZ

Biólogo, Universidad Nacional. Autor de varios libros y artículos sobre fauna y parques nacionales. En prensa: Los loros de Colombia. Director Científico de Conservación Internacional - Colombia.

LEONEL PÉREZ B.

Sociólogo, Magister en Ciencia Política del Instituto Tecnológico de Massachussetts. Profesor universitario. Director del CORPES Orinoquia. Investigador y funcionario en programas orinoquenses, especialmente en el campo de la planificación. Autor de: Los planes de desarrollo en la Orinoquia y la Amazonia, 1986; La ruta de los libertadores, 1997; Multinacionales, Estado y petróleo, 1998.

MARÍA EUGENIA ROMERO MORENO

Antropóloga, postgrado en la Universidad de Southern Illinois. Investigadora y directora de programas en "Orinoquia Siglo XXI". Ha participado en programas de investigación y seguimiento de proyectos sociales en nutrición y salud. Autora de varios libros y numerosos artículos sobre la Orinoquia.

456

MARIO MEJÍA GUTIÉRREZ

Agrónomo, Universidad Nacional-Palmira. Profesor de economía agrícola y problemas del desarrollo U.N.-P.. Ha publicado más de una docena de libros y numerosos artículos sobre Orinoquia y Amazonia.

ORLANDO AGUILAR G.

Economista. Estudios de Maestrfa en Planeación Urbano-Regional, Universidad Nacional- Medellín. Asesor del CORPES Orinoquia. Autor de: "Los asentamientos del Área de Manejo Especial de la Macarena, AMEM", en: Orinoquia la Región, 1997; Región Orinoquía Visión monográfica, CORPES Orinoquia, 1996; "La Reforma y la Morfología urbano regional", en: Revista Universidad Nacional de Colombia, 1993; "Las finanzas públicas en el Estado de Antioquia", OIKOS, 1988.

THOMAS R. DEFLER

Ph.D. en Zoología (con énfasis en ecología y comportamiento animal, principalmente primates) de la Universidad de Colorado. Estableció la Estación Biológica Caparú en el Vaupés donde lleva 15 años de investigaciones sobre primates. Profesor Asociado del IMANI (Instituto Amazónico de Investigaciones de la Universidad Nacional). Ha publicado numerosos artículos sobre primates y conservación. En prensa: Primates de Colombia: Historia natural y conservación, español e inglés, ilustrado por Sara B. Defler.

457