SOPHIE DE GROUCHY, TRADUCTORA CRÍTICA DE ADAM SMITH Simona Pisanelli (Universidad De Salento)
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Provisional draft SOPHIE DE GROUCHY, TRADUCTORA CRÍTICA DE ADAM SMITH Simona Pisanelli (Universidad de Salento) El papel estratégico de la mujer en la difusión de las ideas y los valores de la Ilustración Aún hoy, para los interesados en los acontecimientos que -en la segunda mitad del siglo XVIII- llevaron al final del Antiguo Régimen, la Histoire de la Révolucion française de Jules Michelet es una referencia obligada. El mismo autor ha dedicado un volumen adicional a Les femmes de la Révolution, con el fin de señalar el importante papel de la mujer en el cambio de la sociedad francesa. Sin embargo, la impresión es que Michelet haga coincidir el poder revolucionario de la mujer, de manera reductiva, con el papel de madre. Cuando se refiere a la capacidad de la mujer para criar al "hombre nuevo" con nuevos métodos, sin miedo a amamantar y manteniéndolo cerca de sí mientras duerme, Michelet está ciertamente influido por Rousseau: "Ce qu’elles eurent de plus au dix-huitième, et qui les rendit invincibles, fut l’amour enthousiaste, la rêverie solitaire des grandes idées, et la volonté d’être mères, dans toute l’extension et la gravité de ce mot" (Michelet 1855, p. 143). Tal y como se conoce, la posición del filósofo ginebrino es bastante ambigua: si por un lado Rousseau crítica la idea de la mujer relegada a la esfera familiar (ver su Emile), por otro lado tiende a asignarle un plan subordinado con respecto al hombre, en la esfera pública. Las mujeres que leían a Rousseau apreciaban sus obras: “after reading his writings, they dared expect something more from life than self-abnegation in the performance of their duties as wives and mothers” (May 1987, p. 310), sin limitarse a la esfera privada, como él proponía. Muchas de ellas transformaron un espacio privado, como el salón de casa, en un "lugar público", participando activamente en la vida política del país1 y en la "conversación mundana". Rousseau era muy crítico hacia la "conversación mundana", considerando un escandalo el hecho de que "no sólo participaban en ella eruditos y hombres de letras, sino también hombres de todas las condiciones e incluso mujeres" (Rousseau 1964, pp. 232-3; cursiva añadida). A pesar de ello, las mujeres estában asumiendo un papel central: no sólo perfectas anfitrionas, ellas poseían conocimientos artísticos y literarios útiles para entretener a los huéspedes de manera agradable. Entrando cada vez más activamente en los debates políticos, participando en la elaboración de propuestas para la construcción de un nuevo orden social que sustituyera el del Ancien Régime. Mujeres y hombres "discutaient les grandes questions de l’époque" y "les spéculations littéraires et philosophiques avaient fait place aux luttes ardentes de la politique" (d'Arvor 1897, p. 17). Por otra parte, los intelectuales adoptaron la conversación como un "método abierto de investigación", capaz de favorecer "el progreso de la razón [....] y destinado a garantizar concretamente la cohesión social y a reforzar el interés por el bien público" (Sermain 1993, p. 128). En otras palabras, "l'esprit de société dominait alors tout en France" (d'Arvor 1897, p. 17), aunque no era compartido por todos. Como se sabe, Rousseau veía los procesos de civilización como instrumentos peligrosos de corrupción de la pureza original del ser humano y Michelet acabó negando a las mujeres un papel sustancial y progresista que, en un principio, les había atribuido. No es por casualidad si Michelet atribuye menos fuerza a la "puissance des salons, le charme de la conversation, [que] furent alors, 1 «Le drame privé, le drame social, vont se mêlant, s’enchevêtrant» (Michelet 1855, p. 24). 1 Provisional draft quoi qu'on ait dit, secondaires dans l'influence des femmes" y a la relación positiva entre emancipación femenina y debate público (Michelet 1855, p. 11). Esta última posición es apoyada por otros autores, como Robert Darnton, que niega explícitamente el papel de la mujer en la difusión de las nuevas ideas políticas del siglo XVIII: "las mujeres no eran una fuerza motriz detrás de las escenas de la Ilustración" (Mason 1998, pp. 271-279) porque los personajes femeninos con cierta "centralidad en la vida intelectual" estaban presentes "en una proporción entre el 3 y el 4 por ciento en las listas de escritores de la época" (Craveri 2001, p. 582). De manera más general, "los grandes salones alineados en el lado de la Ilustración no superaban la media docena [y] sus visitantes se redujeron a unos pocos cientos de personas" (Craveri 2001, p. 401). También hay diferentes interpretaciones de la libertad de expresión. A pesar de la convicción de Diderot de que los discursos que se desarrollaron en tales ocasiones eran capaces de actuar sobre todas las clases de ciudadanos (y no sólo sobre los que accedían a los artículos escritos)2, hay que tener en cuenta, en primer lugar, que no todo el mundo tenía acceso a los salons y, en segundo lugar, que en estos no reinaban necesariamente la absoluta libertad de pensamiento y de expresión que habían sido acreditadas por los contemporáneos. No todos correspondían a la imagen de la "verdadera agora", de las "islas felices donde refugiarse de la injerencia y brutalidad del poder" (Craveri 2001, p. 499). Por otra parte, es cierto que en los salons franceses de la segunda mitad del siglo XVIII había un creciente "alto grado de integración de los dos sexos": "hombres y mujeres... querían ser iguales y... se elegían el uno al otro en función de sus afinidades mutuas" (Craveri 2001, p. 16). Este fue el caso de una de las parejas más famosas de la época, Marie Jean-Antoine Nicolas de Condorcet y su esposa Sophie de Grouchy. En este artículo nos centraremos en el personaje de Sophie de Grouchy, tratando de separarla, en la medida de lo posible, de la figura de su marido (cuyo papel como gran representante de la Ilustración francesa ha sido investigado en varios niveles por la literatura especializada)53. En primer lugar, reconstruiremos los momentos más importantes de la biografía de Sophie de Grouchy, identificando las influencias de otros autores en su enfoque filosófico. En segundo lugar, se mencionará el papel de De Grouchy en la difusión de la Teoría de los Sentimientos morales de Adam Smith en Francia, gracias a su traducción (1794), "que se convirtió en la traducción estándar en las próximas décadas" (Kuimper, p. 6; cf. también Forget 2003, Brown 2008, Pisanelli 2015). Finalmente, nos detendremos en la crítica que, en sus Lettres sur la Sympathie (1798), Sophie de Grouchy dirigió al pensador escocés. Retrato biográfico de Sophie de Grouchy Sophie de Grouchy, la primera de los cuatro hijos de los marqueses François Jacques y Henriette de Grouchy, nació en Meulan el 8 de abril de 1764. Su padre, que no había podido tener hijos de su primer matrimonio con Nicole-Ursule-Elisabet Cousin, acogió con gran alegría el nacimiento de su hija mayor, resultado de su segundo matrimonio con Henriette Fréteau, varios años más joven que él. Desde muy joven, Sophie se ha dedicado al estudio de diversos instrumentos musicales y lenguajes 2 Así Diderot escribió en una carta dirigida a Necker, el 22 de junio de 1775. Veáse Choix de lettres du XVIIIe siècle, publiées avec une introduction, des notices et des notes par Gustave Lanson, Hachette, Paris, 1891, p. 211. 3 No se quiere caer en la contradicción de declarar una atención particular a Sophie de Grouchy, sin dejar de llamarla por el nombre de su marido, Sophie de Condorcet, como ocurrió en la única edición italiana de las Lettres disponibles en ese momento, cfr. M.A. Sarti 1995. 2 Provisional draft extranjeros (inglés y alemán, así como latín), mostrando actitudes artísticas e intelectuales que le serán útiles especialmente en la fase más complicada de su vida, durante el Terror de Robespierre. Esta formación polifacética no es inusual, dado el entorno en el que la "jolie Grouchette" (apodo que se le dio cuando era niña) pasa los primeros años de su vida. Sólo por poner algunos ejemplos: a) El tío materno de Sophie, el consejero Fréteau de Saint Just, elegido presidente de la Asamblea Nacional y promotor de la concesión al soberano de Francia del título constitucional de "Rey de los franceses", recibió en su hotel a importantes personalidades como "Turgot, d'Alembert, et plus tard, Beaumarchais et Condorcet" (d'Arvor 1897, p. 3); b) su tía materna está casada con el magistrado Dupaty (d'Arvor 1897, p. 3; Boissel 1988, p. 20), erudito en derecho penal, traductor y comentarista sobre la obra de Cesare Beccaria; c) a través de Dupaty, Sophie se encontrará no sólo con Condorcet, sino también con Cabanis64, médico y fisiocráta, con quien hará una amistad profunda y duradera, como lo atestiguan las Lettres sur la sympathie dirigidas a él; d) entre los amigos de la familia que frecuentan la casa, también está "Roucher, le charmant poète des Mois" (d'Arvor 1897, p. 2; ver también Boissel 1988, p. 18), que juega un papel importante en la vida de Sophie de Grouchy y Condorcet: Roucher le da clases de inglés (Boissel 1988, p. 29) y, como he intentado demostrar en otras obras, es probablemente el verdadero autor de la traducción parcial de La riqueza de las naciones de Smith, publicada en dos números consecutivos de la Bibliothèque de l'homme public, erróneamente atribuida a Condorcet). Es decir que los miembros y los amigos de la familia de Grouchy "appartiennent de plus en plus à cette société et du mérite remplacent celle de faste et de magnificence, où l’étude est encouragée et la frivolité méprisée" (Boissel 1988, p. 22).