Provisional draft

SOPHIE DE GROUCHY, TRADUCTORA CRÍTICA DE Simona Pisanelli (Universidad de Salento)

El papel estratégico de la mujer en la difusión de las ideas y los valores de la Ilustración

Aún hoy, para los interesados en los acontecimientos que -en la segunda mitad del siglo XVIII- llevaron al final del Antiguo Régimen, la Histoire de la Révolucion française de Jules Michelet es una referencia obligada. El mismo autor ha dedicado un volumen adicional a Les femmes de la Révolution, con el fin de señalar el importante papel de la mujer en el cambio de la sociedad francesa. Sin embargo, la impresión es que Michelet haga coincidir el poder revolucionario de la mujer, de manera reductiva, con el papel de madre. Cuando se refiere a la capacidad de la mujer para criar al "hombre nuevo" con nuevos métodos, sin miedo a amamantar y manteniéndolo cerca de sí mientras duerme, Michelet está ciertamente influido por Rousseau: "Ce qu’elles eurent de plus au dix-huitième, et qui les rendit invincibles, fut l’amour enthousiaste, la rêverie solitaire des grandes idées, et la volonté d’être mères, dans toute l’extension et la gravité de ce mot" (Michelet 1855, p. 143). Tal y como se conoce, la posición del filósofo ginebrino es bastante ambigua: si por un lado Rousseau crítica la idea de la mujer relegada a la esfera familiar (ver su Emile), por otro lado tiende a asignarle un plan subordinado con respecto al hombre, en la esfera pública. Las mujeres que leían a Rousseau apreciaban sus obras: “after reading his writings, they dared expect something more from life than self-abnegation in the performance of their duties as wives and mothers” (May 1987, p. 310), sin limitarse a la esfera privada, como él proponía. Muchas de ellas transformaron un espacio privado, como el salón de casa, en un "lugar público", participando activamente en la vida política del país1 y en la "conversación mundana". Rousseau era muy crítico hacia la "conversación mundana", considerando un escandalo el hecho de que "no sólo participaban en ella eruditos y hombres de letras, sino también hombres de todas las condiciones e incluso mujeres" (Rousseau 1964, pp. 232-3; cursiva añadida). A pesar de ello, las mujeres estában asumiendo un papel central: no sólo perfectas anfitrionas, ellas poseían conocimientos artísticos y literarios útiles para entretener a los huéspedes de manera agradable. Entrando cada vez más activamente en los debates políticos, participando en la elaboración de propuestas para la construcción de un nuevo orden social que sustituyera el del Ancien Régime. Mujeres y hombres "discutaient les grandes questions de l’époque" y "les spéculations littéraires et philosophiques avaient fait place aux luttes ardentes de la politique" (d'Arvor 1897, p. 17). Por otra parte, los intelectuales adoptaron la conversación como un "método abierto de investigación", capaz de favorecer "el progreso de la razón [....] y destinado a garantizar concretamente la cohesión social y a reforzar el interés por el bien público" (Sermain 1993, p. 128). En otras palabras, "l'esprit de société dominait alors tout en " (d'Arvor 1897, p. 17), aunque no era compartido por todos. Como se sabe, Rousseau veía los procesos de civilización como instrumentos peligrosos de corrupción de la pureza original del ser humano y Michelet acabó negando a las mujeres un papel sustancial y progresista que, en un principio, les había atribuido. No es por casualidad si Michelet atribuye menos fuerza a la "puissance des salons, le charme de la conversation, [que] furent alors,

1 «Le drame privé, le drame social, vont se mêlant, s’enchevêtrant» (Michelet 1855, p. 24). 1 Provisional draft

quoi qu'on ait dit, secondaires dans l'influence des femmes" y a la relación positiva entre emancipación femenina y debate público (Michelet 1855, p. 11). Esta última posición es apoyada por otros autores, como Robert Darnton, que niega explícitamente el papel de la mujer en la difusión de las nuevas ideas políticas del siglo XVIII: "las mujeres no eran una fuerza motriz detrás de las escenas de la Ilustración" (Mason 1998, pp. 271-279) porque los personajes femeninos con cierta "centralidad en la vida intelectual" estaban presentes "en una proporción entre el 3 y el 4 por ciento en las listas de escritores de la época" (Craveri 2001, p. 582). De manera más general, "los grandes salones alineados en el lado de la Ilustración no superaban la media docena [y] sus visitantes se redujeron a unos pocos cientos de personas" (Craveri 2001, p. 401). También hay diferentes interpretaciones de la libertad de expresión. A pesar de la convicción de Diderot de que los discursos que se desarrollaron en tales ocasiones eran capaces de actuar sobre todas las clases de ciudadanos (y no sólo sobre los que accedían a los artículos escritos)2, hay que tener en cuenta, en primer lugar, que no todo el mundo tenía acceso a los salons y, en segundo lugar, que en estos no reinaban necesariamente la absoluta libertad de pensamiento y de expresión que habían sido acreditadas por los contemporáneos. No todos correspondían a la imagen de la "verdadera agora", de las "islas felices donde refugiarse de la injerencia y brutalidad del poder" (Craveri 2001, p. 499). Por otra parte, es cierto que en los salons franceses de la segunda mitad del siglo XVIII había un creciente "alto grado de integración de los dos sexos": "hombres y mujeres... querían ser iguales y... se elegían el uno al otro en función de sus afinidades mutuas" (Craveri 2001, p. 16). Este fue el caso de una de las parejas más famosas de la época, Marie Jean-Antoine Nicolas de Condorcet y su esposa Sophie de Grouchy. En este artículo nos centraremos en el personaje de Sophie de Grouchy, tratando de separarla, en la medida de lo posible, de la figura de su marido (cuyo papel como gran representante de la Ilustración francesa ha sido investigado en varios niveles por la literatura especializada)53. En primer lugar, reconstruiremos los momentos más importantes de la biografía de Sophie de Grouchy, identificando las influencias de otros autores en su enfoque filosófico. En segundo lugar, se mencionará el papel de De Grouchy en la difusión de la Teoría de los Sentimientos morales de Adam Smith en Francia, gracias a su traducción (1794), "que se convirtió en la traducción estándar en las próximas décadas" (Kuimper, p. 6; cf. también Forget 2003, Brown 2008, Pisanelli 2015). Finalmente, nos detendremos en la crítica que, en sus Lettres sur la Sympathie (1798), Sophie de Grouchy dirigió al pensador escocés.

Retrato biográfico de Sophie de Grouchy

Sophie de Grouchy, la primera de los cuatro hijos de los marqueses François Jacques y Henriette de Grouchy, nació en Meulan el 8 de abril de 1764. Su padre, que no había podido tener hijos de su primer matrimonio con Nicole-Ursule-Elisabet Cousin, acogió con gran alegría el nacimiento de su hija mayor, resultado de su segundo matrimonio con Henriette Fréteau, varios años más joven que él. Desde muy joven, Sophie se ha dedicado al estudio de diversos instrumentos musicales y lenguajes

2 Así Diderot escribió en una carta dirigida a Necker, el 22 de junio de 1775. Veáse Choix de lettres du XVIIIe siècle, publiées avec une introduction, des notices et des notes par Gustave Lanson, Hachette, , 1891, p. 211. 3 No se quiere caer en la contradicción de declarar una atención particular a Sophie de Grouchy, sin dejar de llamarla por el nombre de su marido, Sophie de Condorcet, como ocurrió en la única edición italiana de las Lettres disponibles en ese momento, cfr. M.A. Sarti 1995. 2 Provisional draft

extranjeros (inglés y alemán, así como latín), mostrando actitudes artísticas e intelectuales que le serán útiles especialmente en la fase más complicada de su vida, durante el Terror de Robespierre. Esta formación polifacética no es inusual, dado el entorno en el que la "jolie Grouchette" (apodo que se le dio cuando era niña) pasa los primeros años de su vida. Sólo por poner algunos ejemplos: a) El tío materno de Sophie, el consejero Fréteau de Saint Just, elegido presidente de la Asamblea Nacional y promotor de la concesión al soberano de Francia del título constitucional de "Rey de los franceses", recibió en su hotel a importantes personalidades como "Turgot, d'Alembert, et plus tard, Beaumarchais et Condorcet" (d'Arvor 1897, p. 3); b) su tía materna está casada con el magistrado Dupaty (d'Arvor 1897, p. 3; Boissel 1988, p. 20), erudito en derecho penal, traductor y comentarista sobre la obra de Cesare Beccaria; c) a través de Dupaty, Sophie se encontrará no sólo con Condorcet, sino también con Cabanis64, médico y fisiocráta, con quien hará una amistad profunda y duradera, como lo atestiguan las Lettres sur la sympathie dirigidas a él; d) entre los amigos de la familia que frecuentan la casa, también está "Roucher, le charmant poète des Mois" (d'Arvor 1897, p. 2; ver también Boissel 1988, p. 18), que juega un papel importante en la vida de Sophie de Grouchy y Condorcet: Roucher le da clases de inglés (Boissel 1988, p. 29) y, como he intentado demostrar en otras obras, es probablemente el verdadero autor de la traducción parcial de La riqueza de las naciones de Smith, publicada en dos números consecutivos de la Bibliothèque de l'homme public, erróneamente atribuida a Condorcet). Es decir que los miembros y los amigos de la familia de Grouchy "appartiennent de plus en plus à cette société et du mérite remplacent celle de faste et de magnificence, où l’étude est encouragée et la frivolité méprisée" (Boissel 1988, p. 22). En este ambiente, Sophie de Grouchy es querida y apoyada por todos cuando, golpeada por la viruela, corre el riesgo de morir (1795). Los médicos consideran que su situación es desesperada y anuncian su muerte. Contra todas las malas predicciones y mostrando "un coraje bien superior a todos los que [su madre] pouvai[t] présumer", Sophie de Grouchy no sólo se restablece, sino adquiere los rasgos de "une des femmes les plus belles de son temps" (d'Arvor 1897, p. 4). Después de su enfermedad y durante su adolescencia, Sophie de Grouchy sigue a su madre en sus visitas a las familias más pobres de su vecindario, llevando bienes reconfortantes con el fin de aliviarles de la pobreza. Al mismo tiempo, se dedicó a la educación de sus hermanos menores, sin descuidar la suya propia. Para un adolescente, las lecturas de Sophie de Grouchy son notables: Montesquieu, Condillac, Rousseau, pero también Tasso, Fénelon (Boissel 1988, p. 35), Shakespeare, Ovidio, Séneca, Marco Aurelio (Simó Hurtado 2013, p. 16). Sin embargo, la fase más importante de la formación de Grouchy comenzó en septiembre de 1874. Su madre decidió enviarla al convento de Neuville-en-Bresse para completar sus estudios, pero, contrariamente a lo que ella esperaba, la personalidad de la hija no se conforma con las creencias religiosas del convento. Por el contrario, Sophie de Grouchy se deja seducir por la filosofía. Comparte "l'engouement de ses contemporains pour Voltaire et surtout Jean-Jacques Rousseau" (d'Arvor 1897, p. 11) y lee el Système de la nature escrito por d’Holbach. Según su biógrafo Boissel, esta última obra habría desencadenado en ella una verdadera crisis moral, que la llevó a aceptar la

4 Boissel sugiere que Sophie de Grouchy estaba fuertemente fascinada por Cabanis, en quien reconocía muchos de sus rasgos: «scepticisme, non-conformisme, goût de l’action, solide sens de l’humour, curiosité excessive» (Boissel 1988, p. 59). Boissel cuenta que Sophie de Grouchy esperaba un matrimonio con Cabanis, quien -sin embargo- nunca pidió su mano (Boissel 1988, p. 64) y luego se casó con su hermana menor, Charlotte de Grouchy. 3 Provisional draft hipótesis planteada por d'Holbach sobre la idea de la figura de Dios como autor de las cosas que la razón del ser humano no es capaz de explicar (Boissel 1988, p. 84). Al regresar a la casa de su padre el 20 de abril de 1786, de Grouchy había cambiad mucho. A su madre le preocupaba que su "irréligion complète" (d'Arvor, p. 14) había anulado el amor al prójimo que ella misma le había enseñado. Sin embargo, el ejemplo de la madre de Grouchy seguirá siendo una guía hasta el final de sus días, como lo demuestran también las palabras de agradecimiento dirigidas a ella en la primera de sus Lettres sur la sympathie. Sophie de Grouchy sigue creyendo en la importancia del amor al prójimo, pero -influida también por la lectura de las obras de Rousseau75 y su concepto de pitié- identifica su origen en algo distinto del sentimiento religioso. Su sentimiento de "irreligión" se fortaleció durante su matrimonio con Condorcet, quien le pidió la mano -con la mediación de su tío, Dupaty- en agosto de 1786. El 28 de diciembre del mismo año, Sophie de Grouchy se casó con Condorcet, "le philosophe vivant qu'elle apprécie le plus" "avec d'Holbach" (Boissel 1988, p. 92). Inmediatamente después de la boda, Sophie de Grouchy se trasladó al Hotel de la Monnaie, donde Condorcet se alojó en virtud de su cargo de Inspector de la Moneda. El salón de la pareja acoge a muchos de los personajes que conocieron y frecuentaron a la familia de Sophie de Grouchy desde su infancia (Fréteau, Dupaty, Cabanis, Garat, Roucher), pero también al secretario perpetuo de la Academia Francesa y a numerosos periodistas, publicistas, editores (Boissel 1988, p. 102). Además, hay oradores del Lycée (asistidos por De Grouchy y M.me Necker) como La Harpe, profesor de literatura; Garat y Marmontel, de historia; Lacroix y el propio Condorcet, de matemáticas; Fourcroy, de química e historia natural; Parieux, de física. Las suposiciones compartidas por todos los miembros del Lycée se expresan en la introducción que Condorcet hace de él: "toutes les prétentions naissent également de l’ignorance de l’homme et de l’ignorance plus grande qu’il suppose à ceux devant lesquels il les montres" (d'Arvor 1897, p. 20). Finalmente, el Salón de la Moneda fue frecuentado por varios intelectuales extranjeros: "l’Américain Thomas Payne, l’Anglais Williams, l’Écossais Mackintosh, le Genevois Dumont, l’Allemand Anacharsis Clootz" (Michelet 1885, p. 86). Michelet es uno de los pocos que no comete el error de incluir entre ellos a Adam Smith, quien - según testimonios infundados - pasó por el salón del Condorcet en este mismo período, inmediatamente después de obtener el cargo de rector de la Universidad de Glasgow (Boissel 1988, p. 103). La pareja Condorcet es incansable. No dejan de pensar y escribir incluso cuando están solos. En algunas de las obras de Condorcet se puede reconocer las intervenciones de Sophie de Grouchy, especialmente en lo que se refiere a cuestiones feministas: Sophie conocía la obra de Mary Wallstoncraft A Vindication of the Rights of Woman, recomendada también a . Esta última es una militante feminista que de Grouchy encuentra por la primera vez en uno de los Clubs de la Révolution française, asociaciones culturales y políticas republicanas que se reúnen periódicamente en París (Hurtado Simó 2013, pp. 18-19). Las tendencias republicanas de Sophie de Grouchy, cada vez más evidentes en la primavera de 1789,

5 En la introducción, vimos cómo Rousseau había conquistado a las mujeres con su teoría de la maternidad, una teoría que había fascinado a la propia de Grouchy. También mencionamos la «discrepancy between [the] Rousseau’s conception of womanhood and some of [the] most irrepressible aspirations as women who yearned to play a significant part on the stage of the world» (May 1987, p. 312). Muchas mujeres estaban dispuestas a superar esa discrepancia. La propia De Grouchy habría dicho: "Il faut pardonner quelque chose à celui qui nous a appris à etre mère" (d'Arvor 1897, p. 12), refiriéndose al hecho de que al menos cuatro de los hijos de Rousseau habían sido asignados a un hogar de niños abandonados. 4 Provisional draft cuando el soberano anuncia la convocatoria de los Estados Generales (Boissel 1988, p. 110), encontraron su mayor expresión en la Déclaration des droits de l'homme et du citoyen (26 de agosto de 1789). El entusiasmo de De Grouchy está destinado a disminuir rápidamente, cuando la "monarchie constitutionelle, un système hybride a ses yeux" (Boissel 1988 p. 129) impide el paso definitivo del Ancièn Régime a la República. Después de la abolición del papel de Inspector de la Moneda, los Condorcet deben abandonar el palacio en el que viven, reconstruyendo su salón en su nueva casa. Su creciente propensión a la República, que culminó con la fundación de la "Société républicaine" y la nueva revista Le Républicain, trajo muchos enemigos a los Condorcet, entre ellos Robespierre. El 27 de abril de 1791, François Chabot, miembro del grupo Robespierre, denuncia a los dos esposos de Condorcet. Mientras que Condorcet es criticado por sus teorías e ideas políticas, Sophie de Grouchy es acusada de una conducta deplorable en la esfera privada. Es una demostración más del hecho de que las mujeres eran atacadas a nivel personal incluso cuando lo que se quería detener eran sus ideas políticas. De hecho, entre los dos Condorcet, la esposa es la que asume las posiciones más "extremistas", criticando a su marido por su deseo de asistir al nacimiento "sereine et pure" de la República (Boissel 1988, p. 149). Por otra parte, no hay que olvidar que Condorcet también había votado en contra de la decapitación del soberano, aunque sólo fuera porque era contrario a la pena de muerte: el "considère que c'est la monarchie qu'il faut éliminer, pas le monarque" (Boissel 1988, p. 157). Para mantener a salvo a su mujer y a su hija, Condorcet decide abandonar la casa, refugiándose en casa de M.me Vernet, donde escribirá el Avis d'un proscrit à sa fille y la Esquisse des progrès de l'esprit humain. A partir de ese momento, con dificultades económicas, Sophie de Grouchy vive de lo que puede ganar vendiendo sus joyas, diseñando camafeos y retratos y, finalmente, dirigiendo una tienda de lencería. Sophie verá a su marido unas cuantas veces antes de que decida dejar la casa de M.me Vernet el 25 de marzo de 1794. Dos días después, Condorcet es reconocido y detenido. El 30 de marzo de 1794, muere en su celda. Sin saber de su condición de viuda, de Grouchy descubrirá la muerte de Condorcet sólo seis meses después. Mientras tanto, convencida de que su marido estaba a salvo en Suiza, donde ella planeaba refugiarse, Sophie emprendió la traducción de la Teoría de los Sentimientos Morales.

Sophie de Grouchy traductora y crítica de Teoría de los Sentimientos Morales

Durante más de dos siglos, la literatura ha dado por sentado que Sophie de Grouchy había acogido a Adam Smith en su salón. Esta noticia es claramente falsa (Pisanelli 2015 y Pisanelli 2018, pp. 21-44). Sin embargo, el nombre de Grouchy sigue vinculado al nombre de Smith por su traducción de la Teoría de los Sentimientos Morales, un trabajo que le permite entrar en el debate sobre la "relación causal entre el nacimiento de la sociedad moderna y la mejora o el empeoramiento de las virtudes, públicas o privadas" (Pisanelli 2016, p. 68). Hay que decir que el texto de la traducción no está acompañado por ninguna nota crítica y que la traductora decide concentrar su crítica a Smith en el apéndice titulado Lettres sur la sympathie, dirigidas a Cabanis. En la primera de las ocho Lettres, de Grouchy afirma: "je n'entendais pas assez l'anglais pour lire l'original", pero "j'ai osé enfin... entreprendre" la traducción de la teoría (de Grouchy 1995, p. 48). Esta declaración suya ya plantea algunas preguntas. Es bastante extraño que de Grouchy se refiera a su incierto conocimiento 5 Provisional draft

del inglés, si se considera una serie de acontecimientos que enriquecen su biografía intelectual: a) de Grouchy se había acercado al estudio del inglés (y otras lenguas extranjeras) desde niña, ayudada también por el poeta Roucher; b) la casa de los Condorcet era frecuentada por varios intelectuales extranjeros. , por ejemplo, había vivido con ellos durante un periodo de tiempo: "Habla francés muy mal. Esta es una de las razones por las que se siente cómodo con los Condorcet. En su mesa se habla perfectamente la lengua materna" (Boissel 1988, p. 132); c) de Grouchy se había propuesto como traductora de la última obra del mismo Paine, Rights of Man, pero, al enterarse de que la editorial francesa ya había asignado la traducción a otros, se habría dedicado a traducir el laudatorio retrato de la Revolución Francesa de James Mackintosh, Vindicae Gallicae (escrito en inglés, a pesar de su título en latín) (Boissel 1988, p. 133); d) de Grouchy también tradujo en pocas horas una petición del propio Thomas Paine para la proclamación inmediata de la República (Boissel 1988, pp. 136-137); e) Además, Thomas Paine le había confiado la traducción de su Answer to Four Questions on the Legislative and Executive Powers para la publicación del texto francés en el "Chronique du mois" (Boissel 1988, p. 147); f) Finalmente, de Grouchy traduce al inglés "à la hâte - c'est n'est pas la prèmiere fois!" La opinión de Tomás Paine sobre el juicio de Luís XVI, que hay que leer urgentemente en presencia de los diputados antes de decidir sobre la muerte del soberano (Boissel 1988, p. 158). La falsa modestia de de Grouchy parece aún más sorprendente si se tiene en cuenta su deseo expreso de proponer un texto francés de la TMS que sea mejor que las traducciones anteriores de Marc- Antoine Eidous (1764), criticadas por el propio Smith86, y la del abad Blavet (1782). Además, de Grouchy parece haber tenido éxito en su propósito, ya que desde hace mucho tiempo ha sido considerada como la "traductora contemporánea más conocida de Smith" (Britton 2009, p. 72). Sin embargo, por muy completa que sea, su traducción no siempre es literal: está llena de "inexactitudes lingüísticas", lo que podría deberse a su dificultad "in translating English terms whose correspondance in France was not clearly established in her times" (Breban- Dellemotte 2016, p. 8). No es mi intención enumerar sistemáticamente la traducción de la filósofa francesa y comprobar la repetición de los cambios que ha introducido en el texto original (para esta comparación entre las dos traducciones, véase el artículo de Laurie Bréban y Jean Dellemotte: From one form of sympathy to another: Sophie de Grouchy's translation of and commentary on Adam Smith's Theory of Moral Sentiments). La cuestión que se plantea aquí es, por tanto, si estos cambios se deben a una dificultad objetiva de encontrar el correspondiente exacto en francés, como han mencionado benévolamente Bréban y Dellemotte, o si Sophie de Grouchy sustituyó deliberadamente los términos más fieles a la traducción por otros más funcionales a las críticas que más tarde se expresarán en sus Lettres. La única certeza es que el concepto de simpatía delineado en general por de Grouchy no tiene nada o poco que ver con el original de Smith, por una serie de razones que trataremos de demostrar en el resto del artículo.

6 “It was a great mortification for me to see the way my book (Theory of Moral Sentiments) had been translated into the language of a nation where I surely do not aspire to be valued more than I deserve” (Mossner-Ross, 1977, lettre n. 130, p. 161). 6 Provisional draft

Tal como Sophie de Grouchy declaró que no conocía "el inglés lo suficientemente bien como para leer [el TMS] en su versión original", a pesar de su probada capacidad para traducir textos muy complejos del inglés al francés, la autora de las Lettres sur la sympathie anuncia: "Estoy lejos de poder compararme con Smith" (de Grouchy 1995, p. 48). Dirigiéndose a Cabanis, destinatario de sus cartas, de Grouchy pide un juicio sólo sobre sus propias reflexiones y no sobre las del filósofo escocés. Esto no es algo fácil de hacer ya que de Grouchy ha sido crítica con Smith desde el principio, acusándole de no querer buscar las causas profundas de la simpatía. Según su interpretación, Smith se limitó a establecer su existencia y a afirmar sus principales efectos, sin demostrar "su causa primaria" y sin especificar que "debe pertenecer a todo ser sensible, y ser susceptible de reflexión". Las intenciones de Sophie de Grouchy se exponen aquí explícitamente: "Ya verán cómo he tenido la osadía de compensar estas omisiones" (de Grouchy 1995, p. 49).

Sobre la definición y las causas de la simpatía

Para explicar el origen de la simpatía, de Grouchy se refiere en primer lugar a las sensaciones y luego a los conceptos de impresión y reflexión, "alejándose del reduccionismo sensista de Condillac" (Hurtado Simó 2013, p. 25). En este sentido, su visión no parece muy diferente a la de Smith y no justificaría su crítica, ya que incluso Smith parte de las sensaciones para explicar el comportamiento humano. Un análisis más profundo, sin embargo, muestra una diferencia decisiva: las sensaciones a las que se refiere Smith están determinadas inmediatamente por la relación entre el individuo que las percibe y el individuo que es objeto de simpatía: "as long as we ourselves are at our ease, our senses will never inform us of what [the other] suffers" (Smith 2009, p. 81; itálica añadida). La sensación supone inmediatamente la convergencia entre la dimensión individual y la dimensión social, dando por sentadas las facultades (socialmente) educadas que el individuo posee. Que Smith asuma una función activa, y no meramente pasiva, del sujeto sensible se especifica más cuando escribe: "it is by the imagination only that we can form any conception of what are his sensations. Neither can that faculty help us to this any other way, than by representing to us what would be our own, if we were in his case. It is the impressions of our own senses only, not those of his, which our imaginations copy" (Smith 2009, p. 82; itálica añadida). Sólo a través de este camino el sujeto observador puede experimentar el mismo tipo de emoción que el sujeto observado. Por lo que se refiere al grado de intensidad, eso depende de la mayor o menor imaginación del sujeto investigador. El razonamiento de Sophie de Grouchy no parece muy diferente del de Smith, al menos hasta cierto punto. En la primera de sus Lettres, la autora se refiere al concepto de sensación introducido en 1690 por Locke, autor de An Essay Concerning Human Understanding. Esta obra "vino por el camino de los franceses. Locke había sentado las bases del bon sens, del sano intelecto humano, es decir, había dicho, indirectamente, que no se da ninguna filosofía separada de los sanos sentidos humanos y del intelecto basado en ellos" (Engels-Marx, La sacra famiglia, pp. 143-4). Sin embargo, de Grouchy – que desea ir más allá del enfoque original de Locke y Condillac – combina los conceptos de impresión y reflexión con el de sensación (Hurtado Simó 2013, pp. 24- 25) e introduce el concepto de sensación compuesta, partiendo de los efectos que el dolor causa al individuo: a) en un primer nivel, el hombre siente la sensación de dolor en la parte afectada del cuerpo; b) en un segundo nivel, experimenta una sensación general de malestar que irradia desde la

7 Provisional draft

parte directamente afectada al resto del cuerpo (que puede persistir incluso después del cese de la primera) (de Grouchy 1995, pp. 49-50). La “sensación general" es, por tanto, la más importante, porque se renueva a través de la memoria de los males sufridos en el pasado o a través de la imaginación, en caso de que la memoria se haya desvanecido.

Después de explicar cómo el individuo se relaciona con el dolor que ha sufrido personalmente e individualmente, Sophie de Grouchy extiende su razonamiento a la esfera interpersonal.

"Como la memoria que una vez sentimos reproduce en nosotros la impresión dolorosa que sienten todos nuestros órganos, y que es parte del dolor local causado por ese mal, así también sentimos esa impresión dolorosa cuando, al encontrarnos en posición de discernir los signos del dolor, vemos el sufrimiento de un ser sensible, es decir, sabemos que sufre" (de Grouchy 1995, p. 51).

Más allá de las variantes terminológicas adoptadas, el enfoque de Sophie de Grouchy parece cercano al de Smith. Sin embargo, la traductora francésa de la TMS parece no compartir algunos elementos importantes del capítulo de Smith sobre la simpatía: a) Sophie de Grouchy admite la posibilidad (muy extendida) de sentir inmediatamente simpatía hacia alguien que no conocemos, si – viéndole por primera vez – tenemos la impresión de que su apariencia y la forma en que se mueve denotan cualidades que encontramos apreciables por varias razones: o porque "nos interesan particularmente, en relación con las nuestras, o porque ocupan el primer lugar en nuestra estima, o porque la combinación de estas cualidades nos parece singular y estimulante" (de Grouchy 1995, p. 77). b) El impacto de la impresión puede incluso distorsionar la capacidad de evaluar objetivamente lo que se observa: "a veces esta primera impresión es tan fuerte que nos perturba, y nos subyuga hasta el punto de quitarnos la facultad de observar" (de Grouchy 1995, p. 78). c) Además, cuanto más entusiasta sea el observador, más simpático será el individuo observado, sin que sea necesaria ningún tipo de reflexión (de Grouchy 1995, p. 80). Entre otras cosas, hay que recordar que Sophie de Grouchy admite la posibilidad de una fuerte simpatía incluso por personas con las que no se comparten "gustos, opiniones y, sobre todo, modos de sentir". Esto pasa cuando uno se enamora de alguien que, por muy diferente a quien lo ama, tiene un "mérito extraordinario". (de Grouchy 1995, p. 92). Veamos la posición de Smith, para ver si la crítica de de Grouchy es plausible. Smith no cree que la impresión pueda desencadenar inmediatamente la simpatía. Para el autor escocés, la simpatía proviene de un mecanismo racional determinado por el contexto cultural y los valores compartidos por la comunidad en la que vivimos. A diferencia de Sophie de Grouchy, Smith no considera suficiente "discernir los signos de dolor" en otra persona para sufrir con ésta. Según el autor escocés, el ser humano, que es racional, siente la necesidad de conocer las causas reales de un fenómeno antes de participar plenamente en él. Por lo tanto, hasta que no sepamos las razones de ésto, "even our sympathy with the grief or joy of another, before we are informed of the cause of either, is always extremely imperfect" (Smith 2009, p. 86). Los dos capítulos de la obra de Smith dedicados a la manera in which we judge of the propriety or impropriety of the affections of other men, by their concord or dissonance with our own (Smith 2009, pp. 93-105) confirman la importancia que el autor atribuye a este aspecto. En estas páginas, Smith intenta demostrar que, antes de sentir simpatía por los demás, el individuo evalúa a fondo las causas del "afecto" de los demás. Puede suceder, por lo tanto, que el individuo que considera la

8 Provisional draft

reacción de un hombre desproporcionada a la causa que la produjo, no se reconozca en esa reacción, o que la percepción inmediata de una injusticia sufrida por un individuo que solicita "simpatía" se convierta incluso en un sentimiento opuesto, si una consideración más cuidadosa muestra que la ofensa recibida no está totalmente injustificada:

"I say, That wherever the conduct of the agent appears to have been entirely directed by motives and affections which we thoroughly enter into and approve of, we can have no sort of sympathy with the resentment of the sufferer, how great soever the mischief which may have been done to him. When two people quarrel, if we take part with, and entirely adopt the resentment of one of them, it is impossible that we should enter into that of the other. Our sympathy with the person whose motives we go along with, and whom therefore we look upon as in the right, cannot but harden us against all fellow-feeling with the other, whom we necessarily regard as in the wrong" (Smith 2009, p. 188).

Este extracto de la TMS, así como su comienzo, deja claro que para Smith la simpatía es una facultad universal. Como tal, "is by no means confined to the virtuous and humane" (Smith 2009, p. 81, itálica añadida) y también involucra a aquellos que están exclusivamente interesados en sí mismos:

"How selfish soever man may be supposed, there are evidently some principles in his nature, which interest him in the fortune of others, and render their happiness necessary to him, though he derives nothing from it except the pleasure of seeing it. Of this kind is pity or compassion, the emotion which we feel for the misery of others, when we either see it, or are made to conceive it in a very lively manner" (Smith 2009, p. 81, itálica añadida).

Obviamente, por muy grande que sea la "compassion" del espectador "can never be exactly the same with original sorrow" experimentado por el individuo observado (Smith 2009, p. 103): "the secret consciousness that the change of situations, from which the sympathetic sentiment arises, is but imaginary, not only lowers it in degree, but, in some measure, varies it in kind, and gives it a quite different modification". Sin embargo, continúa Smith, "These two sentiments, …, may, it is evident, have such a correspondence with one another, as is sufficient for the harmony of society. Though they will never be unisons, they may be concords, and this is all that is wanted or required" (Smith 2009, p. 103), para permitir que la sociedad se mantenga y se desarrolle aprovechando tanto las dotaciones "naturales" de los individuos, como los comportamientos que resultan de ellos. Aunque la simpatía es fundamental desde el punto de vista de la vida social y su dinámica evolutiva, no coincide con la compasión:

"Pity and compassion are words appropriated to signify our fellow-feeling with the sorrow of others. Sympathy, though its meaning was, perhaps, originally the same, may now, however, without much impropriety, be made use of to denote our fellow-feeling with any passion whatever" (Smith 2009, p. 84).

A diferencia de Smith, la filósofa francésa atribuye un papel predominante a la compasión que es innata: "un germen depositado en el fondo del corazón humano por la naturaleza" (de Grouchy 1995, p. 62) que, como veremos más adelante, activa las relaciones simpáticas. Esta elección epistemológica se justifica por dos razones que no son homogéneas: la primera proviene de su biografía y la segunda de la influencia de Rousseau. Con referencia al primer aspecto, de Grouchy guarda el recuerdo de las visitas a las familias pobres de Meulan, a las que su madre (movida por sentimientos religiosos) y ella (poco más que una niña) llevaban bienes. En cuanto al segundo

9 Provisional draft aspecto, es evidente la influencia en las reflexiones de de Grouchy de la categoría de piedad de Rousseau. Es una categoría que no se complica con valores compartidos socialmente de momento que pertenece al hombre en su estado natural. En este sentido, el predominio de la piedad en la categoría de la simpatía parece representar una especie de antídoto contra "los males producidos por el interés personal en las grandes sociedades", contra "el poder de la fuerza que el hombre encuentra en todas partes sobre sus pasos" (de Grouchy 1995, p. 60).

Se ha mencionado que en de Grouchy el concepto de reflexión es crucial para explicar la génesis de la simpatía y su función. Ella define la reflexión como lo que "prolonga las ideas traídas por nuestros sentidos" (de Grouchy 1995, p. 61). En otras palabras, es lo que nos permite recordar el sentimiento de simpatía que hemos experimentado incluso cuando el sentimiento que sentimos en presencia de un dolor se desvanece. La reflexión es esencial porque desarrolla los efectos de la compasión, convirtiéndola en un elemento fundamental del comportamiento humano (de Grouchy 1995, p. 62). Se puede deducir que el hombre es más "comprensivo" cuanto más "sensible y reflexivo" es (de Grouchy 1995, p. 63), aunque la facultad y la eficacia de la reflexión no se den inmediatamente. De hecho, según de Grouchy, la reflexión presupone un proceso de perfeccionamiento de las habilidades individuales (garantizado por la educación): "los habitantes del campo y, en general, aquellos que por su actividad están más ligados a las ocupaciones materiales, que no dan lugar a la reflexión, son menos susceptibles a la compasión que otros hombres" (de Grouchy 1995, p. 63). Pero la reflexión, como ella misma explica unas páginas antes, es simplemente lo que nos permite recordar y sentir compasión por "un mal que nuestros ojos han visto un solo momento" (de Grouchy 1995, p. 61), por un "dolor que se renueva a su vista o a su simple memoria" (de Grouchy 1995, p. 64). Por lo tanto, por un lado, no requiere una meditación larga y profunda, que el trabajo manual impediría, y por otro lado, encuentra su hábitat natural precisamente en situaciones caracterizadas por la fatiga y el dolor. Creo que la propuesta de una intervención legislativa a favor de la "igualdad de riquezas" – de la que resultó para [cada individuo], sin excepción, un estado de comodidad tal que le permita alcanzar el de reflexión necesario para la perfección de todos los sentimientos naturales, y en particular el grado de compasión y comprensión hacia los seres humanos" (de Grouchy 1995, p. 64) – está en contradicción con lo que la propia autora ha declarado anteriormente. De Grouchy está "casi obsesionada, como Rousseau" con la idea de la igualdad absoluta, "no sólo moral sino también económica" (Sarti 1995). Sin embargo, la consecución de ese ideal y la desaparición del sufrimiento causado por la desigualdad y la pobreza de algunas clases sociales no dejarían otra razón para experimentar el tipo de simpatía que de Grouchy tiene en mente. La diferencia con Smith es obvia. Este último, distinguiendo entre compasión y simpatía, concibe los procesos de igualdad como un fortalecimiento de las características de los individuos, como cuerpos sociales. Cuando Smith habla de simpatía, inmediatamente historiza su discurso. Es una peculiaridad del hombre que sirve para fortalecer las bases de la naciente sociedad comercial, aumentando la posibilidad de una mayor igualdad de los individuos a través del crecimiento y la redistribución de la riqueza social, garantizada no sólo por las instituciones (como lo invocó Sophie de Grouchy7). Por otro lado, sólo en un sistema social en el que todos los individuos comparten las

7 Hay que recordar que Condorcet, a diferencia de Sophie de Grouchy y demostrando estar más cerca de Smith, mostró cierta resistencia a confiar completamente en la intervención decisiva de las instituciones: puesto que todavía están formadas por hombres, las instituciones no están a salvo de la corrupción de la que de Grouchy acusa a los individuos. No es raro que los mecanismos de funcionamiento del Estado (la institución por excelencia) permanezcan ocultos a los ciudadanos (Durante 2009, p. 18). 10 Provisional draft reglas básicas del juego (formales e informales) son posibles procesos "automáticos", como los del mercado, que se basan en el supuesto de que los que celebran un contrato o comercio no están expuestos a engaños o estafas. En esta tipología de contexto, en la vida cotidiana de la actividad económica, por ejemplo, no es necesario recurrir a procedimientos complejos para relacionarse con los demás; es suficiente confiar en la reciprocidad de la satisfacción de los propios intereses: "el proveedor, el financiero, el trabajador del que cada uno de nosotros depende, no actúa como una personalidad, sólo entra en contacto con nosotros porque suministra bienes, presta dinero, realiza un trabajo" (Simmel 1977, p. 427; sobre esto, véase también Gioia 2016, p. 32). Smith lo explica en una de las líneas más famosas y mencionadas de la Riqueza de las Naciones: "it is not from the benevolence of the butcher, the brewer or the baker that we expect our dinner, but from their regard to their own interest. We address ourselves, not to their humanity but to their self-love, and never talk to them of our own necessities but of their advantages" (Smith, WN, libro I, capítulo 2).

Obviamente, esto no significa reducir el comportamiento humano al egoísmo. Smith, aunque no subestima el papel de las pasiones egoístas (Smith 2004[1790], I, ii, V, pp. 49-52), no acepta que se utilicen como única explicación para el comportamiento del individuo:

"Smith's criticisms of the utilitarian approach, in every variant, highlight the logical difficulties of the views of those “splenetic philosophers”, like Mandeville or Hobbes, who – “in judging of human nature” (Smith 2004 [1790], III, ii, 27, p. 148) - consider individuals to be exclusively determined by their natural selfishness and by their desire to pursue only their own private good. This approach cannot explain sociability, because it lacks an understanding of the complex array of human passions at the base of human behaviors" (Gioia 2018, p. 5). Sophie de Grouchy, como demuestra en sus Lettres y en la traducción de la TMS, tiende a simplificar este enfoque, ignorando la distinción smithiana entre los conceptos de self love y selfishness, reduciendo el primero al segundo: "mientras que Smith utiliza el segundo término con moderación y en general de manera peyorativa, el "amor propio" se refiere en sus escritos al cuidado natural que un individuo tiene con sus propios intereses y bienestar, que no es en sí mismo perjudicial" (Bréban- Dellemotte 2016, pp. 8-9). Cuando Smith habla de self love, no piensa en un individuo que se preocupa sólo de sí mismo, sino en un individuo que se conoce a sí mismo mejor que nadie, que sabe reconocer sus propias necesidades y que sabe cómo obtener los medios necesarios para satisfacerlas: "Every man is, no doubt, by nature, first and principally recommended to his own care; and as he is fitter to take care of himself than of any other person, it is fit and right that it should be so" (Smith 1976: 82). Ahora bien, este razonamiento suyo no es muy diferente de lo que Condorcet promovió, cuando invocó la educación como la herramienta para liberar a cada individuo de su dependencia de los demás: un ciudadano que adquiere las herramientas cognitivas mínimas necesarias para gestionar sus propios asuntos reduce el riesgo de ser engañado por aquellos a los que se ve obligado a confiar el cuidado de sus propios asuntos (Condorcet 1995, p. 194). La misma De Grouchy dice:

"El placer que sentimos al seguir nuestra razón se compone también de la conciencia de nuestra libertad y de una especie de independencia y superioridad frente a las causas más cercanas que pueden perjudicarnos; así, nos tranquiliza, nos eleva a nuestros propios ojos y satisface la tendencia tan natural de que todos tenemos que depender sólo de nosotros mismos, tendencia que tiene su origen en la mayor certeza que tenemos de nuestro bienestar, cuando está en nuestras manos" (de Grouchy 1995, p. 150).

11 Provisional draft

El último enfrentamiento: sobre la justicia

El último argumento de enfrentamiento entre Sophie de Grouchy y Smith que queremos tener en cuenta en este trabajo, es el relacionado con la definición de justicia. También en este caso de Grouchy es muy crítica con el autor escocés. En su sexta carta, Sophie de Grouchy lamenta la visión demasiado vaga de justicia en la obra de Smith. Según de Grouchy, la capacidad del individuo para distinguir entre el bien y el mal depende de su capacidad de reflexión, lo que a su vez aumenta su capacidad de abstracción. Sólo así es posible determinar las leyes generales que regulan las acciones de todos los hombres, sin necesidad de considerar, de vez en cuando, cada caso individual (de Grouchy, 1994, págs. 143-144). De Grouchy acusa a Smith de razonar en términos de casos individuales, confiando su juicio sobre lo que es correcto o injusto a una especie de internal sense, cuya existencia se da por sentada y no se explica. Probablemente, como sugieren Bronw y McClellan, se refiere a esta cita de Smith: "When these general rules, indeed, have been formed, when they are universally acknowledged and established, by the concurring sentiments of mankind, we frequently appeal to them as to the standards of judgment [...].They are upon these occasions commonly cited as the ultimate foundations of what is just and unjust in human conduct" (Smith 2009, p. 333). De hecho, Smith explica esa especie de "armonía o desarmonía con el sentido interno", utilizando su peculiar enfoque inductivo-deductivo, dirigido a comprender cómo se formulan las reglas generales. Si desaprobamos el comportamiento de otros y notamos que otras personas a nuestro alrededor también lo desaprueban, nos autoimponemos a no comportarnos de la misma manera; si aprobamos el comportamiento de otros y notamos que otras personas a nuestro alrededor también lo aprueban, nos proponemos emular ese comportamiento. "It is thus that the general rules of morality are formed. They are ultimately founded upon experience of what, in particular instances, our moral faculties, our natural sense of merit and propriety, approve, or disapprove of" (Smith 2009, p. 331). El hecho es que Smith no piensa en términos de "hombre aislado" del resto de la sociedad, ni se concentra en casos individuales, sino que comienza con casos individuales para ilustrar las reglas generales del comportamiento humano. Él, atento observador de la sociedad de su tiempo, no ignora las propensiones egoístas ni el comportamiento antisocial de los hombres, ni su tendencia "a compartir todas las pasiones de los ricos y de los poderosos". Tampoco subestima los efectos negativos de un comportamiento inadecuado, alentado por la velocidad de los procesos de enriquecimiento de la "commercial society" y por una cierta relajación de las normas morales. Sin embargo, no cree que las normas morales más apropiadas y más estrictas puedan provenir de instituciones individuales (instituciones educativas) o del Estado. La evolución progresiva de la sociedad y la corrección de cualquier comportamiento inapropiado debe derivar de la dinámica del comportamiento individual: "the uniform, constant, and uninterrupted effort of every man to improve his condition, the principle from which public and national, as well as private opulence is originally derived, is frequently powerful enough to maintain the natural progress of things toward improvement, in spite both of the extravagance of government, and of the greatest errors of administration" (Smith 1976, I: 364, itálica mia). El progreso económico y social debe basarse en la tendencia de los individuos a operar a través del mecanismo del imparcial spectator, con el fin de obtener la aprobación de los demás y de sí mismos:

12 Provisional draft

"It is not the soft power of humanity, it is not that feeble spark of benevolence which Nature has lighted up in the human heart, that is thus capable of counteracting the strongest impulses of self-love. It is a stronger power, a more forcible motive, which exerts itself upon such occasions. It is reason, principle, conscience, the inhabitant of the breast, the man within, the great judge and arbiter of our conduct" (Smith 2009, pp. 294-295).

La evaluación racional del propio comportamiento, dado el contexto social y los principios compartidos, permite verificar su idoneidad, haciendo converger los dictados de la propria acción hacia una regla general. Aquí también, Smith, por un lado, plantea la hipótesis de la existencia de propensiones naturales características del hombre y, por otro, se refiere a los procesos históricos dentro de los cuales estas propensiones se pueden desarrollar, en función de la armonía de la comunidad. En la concepción de Smith no hay una visión apriorística del orden social y las propensiones naturales, como tales, no definen reglas o conjuntos de reglas, sino caminos y procedimientos a través de los cuales cada individuo experimenta armonía dentro del orden social en el cual actúa. No hay una reflexión abstracta en Smith (que reprochaba a los estoicos y filósofos tradicionales) sobre lo que es correcto e injusto, porque esto inevitablemente resultaría en una regla a priori de vida social (como hacen Rousseau y de Grouchy). En Smith encontramos, y repetimos continuamente, la afirmación de que estamos hechos para vivir en sociedad y que la sociedad necesita reglas compartidas para mantenerse y desarrollarse (Smith 2009, pp. 210-211).

"Society may subsist among different men, as among different merchants, from a sense of its utility, without any mutual love or affection; and though no man in it should owe any obligation, or be bound in gratitude to any other, it may still be upheld by a mercenary exchange of good offices according to an agreed valuation" (Smith 2009, p. 210).

Y, para aclarar este concepto con una hipótesis extrema, continúa:

"If there is any society among robbers and murderers, they must at least, according to the trite observation, abstain from robbing and murdering one another. Beneficence, therefore, is less essential to the existence of society than justice. Society may subsist, though not in the most comfortable state, without beneficence; hut the prevalence of injustice must utterly destroy it" (Smith 2009, p. 211).

Conclusiones El objetivo de este artículo no era un comentario preciso sobre las ocho Lettres sur la sympathie de Sophie de Grouchy, ni hacer una comparación sistemática entre ellas y la Teoría de los Sentimientos Morales de Smith. Estas dos operaciones no se realizan fácilmente, por dos razones: primero, porque Sophie de Grouchy nunca menciona explícitamente los pasajes de la TMS a los que se refiere; segundo, porque la autora de las Lettres trata los mismos temas de manera fragmentaria, evidenciando una cierta tendencia a la repetición. La solución ideal, por lo tanto, parecía centrarse en los temas de Smith más duramente criticados por Sophie de Grouchy. Resumamos brevemente el primer y el tercer punto presentados en este ensayo, dejando el segundo aspecto como el último, sobre el que añadiremos algunos elementos más.

1) La relación entre la sensación y el comportamiento humano. Sophie de Grouchy cree que el mecanismo espontáneo de la impresión es suficiente para activar el mecanismo de la simpatía del individuo por los demás. La importancia que Smith concede al contexto social y a los valores que

13 Provisional draft comparte no parece tener eco en las reflexiones de De Grouchy.

2) Paradójicamente, a la hora de determinar qué es la justicia, de Grouchy reprocha a Smith por razonar en términos de un "hombre aislado", que recurre al internal sense, sin preocuparse por observar reglas sociales compartidas. Como se conoce, estas no son las conclusiones a las que llega Smith. La conveniencia del impartial spectator sirve para subrayar la conciencia del individuo de tener que moverse dentro de un contexto caracterizado por reglas formales e informales socialmente compartidas.

3) El punto en el que el análisis de Grouchy se aleja más del sentido general de la TMS de Smith es el relativo a la compasión. Mientras Smith considera la compasión como una posible forma de simpatía, de Grouchy las considera coincidentes. Además, cree que la compasión (y por lo tanto la simpatía) puede y debe ser la base de una sociedad de hombres y mujeres iguales en todos los aspectos. En cierto modo, esta actitud de de Grouchy es sorprendente, especialmente si se considera su cercanía intelectual (a través de Turgot) y personal (a través de Condorcet) al entorno de la Ilustración en el que se plasma la teoría de la perfección indefinida del hombre. Consideramos que "las teorías del progreso" desarrolladas por "Turgot a Condorcet, prefiguran la perfección moral y política del hombre" con el objetivo de definir una "nueva imagen del ciudadano", insertada en una dinámica de emancipación económica (Magrin 2007, p. 73). No es casualidad que Condorcet, en su Esquisse, se refiera al hecho de que "las relaciones morales son complicadas y se multiplican" en una sociedad caracterizada por la "idea de intercambio" (Condorcet 1995, p. 49). Él destacaba la presencia de limitaciones económicas, políticas y culturales propias de un orden social que, aunque mostraban extraordinarias propensiones progresistas, no parecían capaces de realizarlas plenamente. Condorcet tampoco consideraba deseable una igualdad absoluta del tipo propuesto por de Grouchy, destinado a hacer una tabula rasa de la diferencia de talentos y de las diferentes propensiones de los individuos que representan, en cambio, una "desigualdad útil para el interés de todos" (Condorcet 1995, p. 88). De Grouchy se orienta hacia una lógica reduccionista que la lleva a deshistorizar su análisis y a una interpretación no siempre filológicamente precisa y prudente de la compleja visión de Rousseau. El resultado es un uso quizás demasiado superficial de la dicotomía hombre natural-hombre virtuoso vs hombre social-hombre corrompido. Limitando el problema de la simpatía exclusivamente a la propensión del individuo y dejando en segundo plano el tema de los vínculos económicos y sociales, de Grouchy parece buscar los medios técnicos capaces de despertar la propensión virtuosa del hombre en relación con el "germen depositado en el fondo del corazón humano por la naturaleza". Estos expedientes se identifican con la educación y el proceso educativo, cuyos agentes principales son la familia y las estructuras educativas: al enseñar el ejercicio de la facultad intelectual llamada reflexión, éstas facilitan el surgimiento de la compasión, y por lo tanto de la simpatía, en los niños y los jóvenes (de Grouchy 1995, p. 56).

En última instancia, la impresión que se tiene al leer las Lettres es que - como ya han subrayado correctamente Bréban y Dellemotte - el concepto de simpatía desarrollado por Sophie de Grouchy no puede superponerse al de Adam Smith. En mi opinión, esto debilita a priori buena parte de las críticas contenidas en las Lettres y elimina la fuerza de la actitud polémica de la autora francésa hacia aquellos intelectuales que utilizan determinados expedientes retóricos para presentar sus opiniones de forma convincente al público:

14 Provisional draft

"Otra manera de ganarse el corazón (y quizás la más efectiva de todas), es conectar con principios universalmente reconocidos, especialmente con opiniones adoptadas con entusiasmo, otras opiniones que de ninguna manera son las consecuencias. Estos últimos son precedidos por una escolta que los hace cumplir. [...] a veces la persuasión se obtiene incluso con el uso de ciertas palabras consagradas por la costumbre, que inspiran una especie de veneración y entusiasmo por las grandes ideas que evocan" (de Grouchy 1995, p. 117).

Paradójicamente, este fragmento parece describir con precisión la operación que de Grouchy realizó en sus Lettres; sin embargo, no iré tan lejos como para imaginar que de Grouchy ha decidido conscientemente entrar en controversia con un gran autor como Adam Smith sólo para acreditarse antes los intelectuales contemporáneos (ya era apreciada por muchos, por méritos totalmente atribuibles a ella).

Bibliografía Arvor (Mesdames d’), Les femmes illustres de la France. Madame de Condorcet, 1764-1822, n. 2, 1-10, août 1897

Boissel T., Sophie de Condorcet, femme des Lumières, 1764-1822, Paris, Presses de la Renaissance, 1988 Bréban L. – J. Dellemotte, From one form of sympathy to another: Sophie de Grouchy’s translation of and commentary on Adam Smith’s Theory of Moral Sentiments, in “HAL”, 2016.

Britton J. (2009), Translating Sympathy by the Letter: Henry Mackenzie, Sophie de Condorcet, and Adam Smith, Eighteenth-Century Fiction, 22(1): 71-98.

Brown K. – J.E. McClellan III, “Introduction: the letters, their author, and her times”, in S. de Grouchy, Letters on Sympathy (1798). A critical edition, American Philosophical Society, Philadelphia, 2008

Condorcet, Saggio di un quadro storico dei progressi dello spirito umano, a cura di G. Calvi, Roma, Editori riuniti, 1995

Craveri B., La civiltà della conversazione, Adelphi, Milano, 2001

Durante G., La nuova carta dei poteri. Dispotismo, interessi e possibilità dell’eguaglianza, in Condorcet, Gli sguardi dell’illuminista. Politica e ragione nell’età dei lumi, Dedalo, Bari, 2009

Forget E., Cultivating Sympathy: Sophie Condorcet’s Letters on Sympathy, in “Journal of the History of Economic Thought”, 23 (2001), pp. 319-337

Gioia V., Economia politica e Socialismo: homo oeconomicus e “coscienza sociale”. Durkheim interprete di Saint-Simona, in M. Longo-F. Spina (a cura di), La passione per il sociale. Scritti per Marcello Strazzeri, Pensa MultiMedia, Lecce, 2016

Gioia V., From "prudent man" to homo oeconomicus. Does historicity matter for the category of individualism?, forthcoming

15 Provisional draft

Grouchy (de) S., Sulla simpatia, a cura di M.A. Sarti, Sellerio, Palermo, 1995

Hurtado Simó R., La filosofía de Sophie de Grouchy. Gnoseología, ética, política y feminismo, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2013

Mason H.T. (ed.), The Darnton debate. Books and revolution in the eighteenth century, Studies on Voltaire ent the Eighteenth century, The Voltaire Foundation, Oxford, 1998

May G, Rousseau's "Antifeminism" Reconsidered in S.I. Spencer (ed.), French Women and the Age of the Enlightenment, Indiana University Press, 1987

Michelet J., Les femmes de la Révolution, Adolphe Delahays. Libraire-Éditeur, Paris, 1855

Pisanelli S., Adam Smith and the . Did they really meet?, in “Iberian Journal of History of Economic Thought”, vol. II, issue 1, 2015

Pisanelli S., Madame de Grouchy e Adam Smith: confronto sulla sympathy. Dai moventi individuali all’equilibrio sociale, in M. Longo-F. Spina (a cura di), La passione per il sociale. Scritti per Marcello Strazzeri, Pensa MultiMedia, Lecce, 2016

Pisanelli S., Condorcet et Adam Smith: Réformes économiques et progrés social au siécle des Lumiéres, Classiques Garnier, Paris, 2018

Rousseau J.J., Julie ou la Nouvelle Héloïse, parte seconda, lettera XIV, in Oeuvres complètes, cit., vol. II, 1964

Sarti M.A. (a cura di), Sulla simpatia, Sellerio, Palermo, 1995

Sermain J.P., “La conversation au XVIIIe siècle : un théâtre pour les Lumières ?”, in Convivialité et politesse. Du gigot, des mots et autres savoir vivre. Études rassemblées et presentées par Alain Montadon, Faculté des Lettres et Sciences humaines de l’Université Blaise Pascal, Clermont- Ferrand, 1993, fasc. 39, p. 128.

Simmel G., La filosofia del denaro, Utet, Torino, 1977

Smith A., Indagine sulla natura e le cause della ricchezza della nazione, ISEDI, Milano, 1976

Smith A., Teoria dei sentimenti Morali, Bur, Milano, 2009

16