Libro De Las Comarcas
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De la Historia II Página anterior: Alcañiz. Pinturas murales en la torre del Homenaje del castillo de la Orden de Calatrava El Bajo Aragón: de la Prehistoria 1 a la época islámica JOSÉ ANTONIO BENAVENTE SERRANO Paleolítico y Epipaleolítico En el momento actual de las investigaciones los hallazgos que, con certeza, pueden considerarse más antiguos en la comarca del Bajo Aragón se sitúan en el Paleolítico medio o musteriense. Se trata de diversas piezas de indudable técnica levallois (núcleos, lascas, puntas) encontradas en superficie en el Cabezo Marañán de Castelserás, que sue- len asociarse al hombre de Neandhertal y que pueden remontarse a hace unos 40.000 años. El Paleolítico supe- rior, extrañamente, no está documentado con seguridad en esta comarca si bien se han realizado algunos hallaz- gos en varios abrigos próximos del Maestrazgo (Cantavie- ja, Ladruñán). Quizás todavía no se hayan sabido identifi- car las industrias líticas locales de esta fase final del Paleolítico. La ocupación durante el Epipaleolítico, tras la última glaciación hace unos 10.000 años, aparece algo mejor documentada en el Bajo Aragón aunque todavía escasa- mente en comparación con la del Matarraña. En el Epipaleolítico aragonés, la Dra. Pilar Utrilla ha diferenciado una fase macrolítica, que podría desarrollarse a lo largo del IX milenio a. C., y otra posterior microlítica. Ambos tipos de piezas aparecen con relativa frecuencia en esta zona. Las piezas macrolíticas, o de gran tamaño, son espe- cialmente frecuentes en áreas donde aflora de forma natural el sílex como en Los Pedreñales de Castelserás, aunque posiblemente se trate de una facies tecnológica que pudo perdurar durante mucho más tiempo. Las microlíticas, o de muy pequeño tamaño y de formas geométricas, así como algún microburil, se han hallado en los alrededores de La Salada Grande de Alcañiz, lo que confirma la ocupación de esta zona en torno a los milenios VI o V a. C. Probablemente, los reducidos grupos humanos epipaleolíticos o neolíticos que vivían en el Bajo Aragón de la caza, la pes- ca y de la recolección de especies silvestres fueran los autores de las pinturas rupes- tres del conocido abrigo de Val del Charco del Agua Amarga de Alcañiz. De la Historia 63 Neolítico y Eneolítico El Neolítico aparece ya mejor documentado en el Bajo Aragón, en yacimientos como los de Alonso Norte y Las Torrazas de Alcañiz, que han sido objeto de exca- vaciones arqueológicas recientes. Ambos, que se han adscrito al Neolítico medio, se encuentran junto a abrigos rocosos en áreas dominantes y próximos a zonas húmedas. Otros sitios en los que han aparecido microlitos retocados en doble bisel (gene- ralmente segmentos y medias lunas) y cerámicas impresas o incisas neolíticas son los del Cabezo Vara de Castelserás y San Bartolomé y Las Margaritas de Alcañiz. En esta época, en torno al V o al IV milenio a. C., comienzan a documentarse en el Levante peninsular nuevas y revolucionarias actividades como la agricultura, la domesticación de animales, el uso de la cerámica o el pulimento de la piedra. Sin embargo, en el Bajo Aragón, el Neolítico parece tener una clara continuidad con las épocas precedentes, con unos modos de vida arcaicos en los que la caza y la recolección seguirían siendo actividades básicas durante mucho tiempo. Buena parte de los yacimientos líticos de superficie o talleres de sílex, tan abundantes en este territorio, podrían pertenecer a estos momentos. Sílex de época eneolítica. Cueva sepulcral de La Cortada I de Torrecilla de Alcañiz 64 Comarca del Bajo Aragón Edad del Bronce El Bronce antiguo, a partir del segundo milenio a. C., está representado a través de los numerosos hallazgos de determinadas puntas metálicas o de sílex de pedúnculo y aletas (que a menudo imitan las de bronce), elementos de hoz, cerá- micas lisas, ornamentos de piedra y hueso, hachas de piedra, etc. aparecidos en yacimientos como el Cortado de Baselga, La Masada de Ram y Las Torrazas de Alcañiz o la Loma Grasa de Valmuel, donde se han constatado lugares de habita- ción en abrigos o junto a bloques rocosos. También en la cuenca del Mezquín se ha documentado, en torno al año 2000 a. C., la utilización de algunas oquedades y covachos como lugares de enterramiento colectivo en las cuevas sepulcrales de La Cortada II y Balsa Nueva de Torrecilla de Alcañiz. En los periodos del Bronce medio y final, entre 1600 y 800 a. C. aproximadamente, parece tener lugar en este territorio el inicio y desarrollo de los primeros núcleos urbanos o auténticos poblados, lo que significa la plena sedentarización de sus habi- tantes. La agricultura y la ganadería adquieren paulatinamente un mayor desarrollo y se populariza el uso del metal, sobre todo del bronce, para la fabricación de diver- sos objetos, armas y útiles. En la comarca del Bajo Aragón se conocen importantes yacimientos de esta época en los que se han realizado excavaciones arqueológicas: el Cabezo del Cuervo, junto a Alcañiz, y el Cabezo Sellado, en la partida de Valde- vallerías, junto al río Regallo. Estos dos poblados, alejados entre sí unos 20 km, fue- ron contemporáneos y en ambos casos se registra la existencia de una serie de caba- ñas de planta circular o cuadrangular superpuestas en varios niveles de ocupación. Hacia el año 1100 a. C., aproximadamente, llegaron a estos pequeños poblados las influencias tecnológicas y culturales de nuevos grupos humanos procedentes del sur y sureste de Francia que trajeron una modalidad funeraria hasta entonces desconocida: la incineración. La presencia de la cultura de los Campos de Urnas está bien documentada a partir de los numerosos hallazgos de urnas de cerámica decoradas con acanalados, incisiones y escisiones. La metalurgia del bronce alcan- za un gran desarrollo, así como la agricultura y la ganadería. Los poblados comien- zan a tener una cierta ordenación urbanística, con calles o espacios centrales y casas de planta rectangular con una o más dependencias. En el Bajo Aragón per- tenecen a estos momentos los poblados del Siriguarach y San Martín en Alcañiz, la Loma Grasa de Valmuel, Monte Ardid de Castelserás, Santa Flora y La Azarolle- ra en Mas de las Matas, etc. Edad del Hierro La Primera Edad del Hierro, entre los siglos VIII y VI aproximadamente, constitu- ye un complejo periodo cultural con distintas influencias recibidas por la pobla- ción indígena: por una parte, la de los grupos célticos o de Campos de Urnas tar- díos, llegados desde el otro lado de los Pirineos; por otra, la de los grupos que ocupaban la Meseta peninsular (Cultura de Cogotas); y, finalmente, a partir del De la Historia 65 siglo VII a. C., la llegada de los influjos coloniales mediterráneos de griegos y feni- cios. Entre las características propias de estos momentos habrá que resaltar las nuevas formas de enterramientos en túmulos con urnas de incineración en su inte- rior; el uso generalizado de la metalurgia del bronce y los inicios de la del hierro, ésta última constatada en yacimientos de Mas de las Matas entre los siglos VIII y VII a. C.; la expansión de la actividad agrícola y ganadera; la llegada de las pri- meras cerámicas de origen griego o fenicio, etc. Especialmente, la dispersión de las necrópolis tumulares, en cuyas tumbas se solí- an depositar diversas ofrendas, coincide con mucha exactitud con el territorio natural de la Tierra Baja aragonesa, aspecto éste que constituye uno de los pri- meros indicios para delimitar un territorio de clara unidad cultural e histórica. En la actual comarca del Bajo Aragón pueden incluirse en esta época yacimientos como Siriguarach, San Martín y El Cascarujo de Alcañiz, Ermita de Santa Bárbara de La Codoñera, La Fila de la Muela de Alcorisa, Santa Bárbara y Las Terraceras I y II de Mas de las Matas, etc. Época ibérica La época ibérica constituye uno de los periodos más importantes y ricos dentro del panorama arqueológico del Bajo Aragón, con una gran cantidad de yacimientos y poblados dispersos a lo largo de su territorio. Las poblaciones locales recibieron a partir del siglo VII a. C. una serie de importantes influencias llegadas desde la costa que ofrecían un mayor desarrollo tecnológico y cultural. Entre las novedades asimi- ladas muy pronto por los pobladores locales destacan el uso del torno de alfarero, la utilización masiva de la metalurgia del hierro, el uso del alfabeto y las monedas, las nuevas estructuras urbanas y técnicas constructivas, un intenso comercio de inter- cambio de diversos productos, nuevos conceptos religiosos y sociales, etc. Se han distinguido en el proceso de iberización de esta zona del valle del Ebro dos fases: una independiente, o puramente ibérica, desde el siglo VI a. C. hasta la llegada de los romanos en el año 218 a. C., y otra ibero-romana desde esta fecha hasta el año 49 a. C. (batalla de Ilerda entre César y Pom- peyo). En la comarca del Bajo Aragón, en la zona central del territorio ocupado por la etnia de los ausetanos del Kalathos ibero (yacimiento de Ebro (u ositanos), existe una sor- La Guardia, Alcorisa) prendente cantidad de yacimientos y 66 Comarca del Bajo Aragón Caballo de El Palao (Alcañiz), espléndida muestra de la escultura ibera hallada en la comarca bajoaragonesa poblados ibéricos que confirman la existencia de una jerarquización del hábitat con algunos grandes núcleos urbanos que podrían entrar en la categoría de ciu- dades. A éstos seguirían otros poblados de menor importancia y un considerable número de pequeños asentamientos aislados y de carácter rural. En la primera categoría podrían incluirse los poblados de La Caraza, de Valdevallerías y de El Palao de Alcañiz (a partir del siglo II a. C.), en los que existen restos de carácter monumental como aljibes o cisternas, torreones, zonas amuralladas y fosos defen- sivos, posibles templos, estelas funerarias, estatuaria en piedra exenta, etc.