El Mundo Poético De Bob Dylan
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View metadata, citation and similar papers at core.ac.uk brought to you by CORE provided by Repositorio da Universidade da Coruña EL MUNDO POÉTICO DE BOB DYLAN VICENTE ARAGUAS ÁLVAREZ UNIVERSIDADE DA CORUÑA (2014) Departamento de Filoloxía Inglesa Tese dirixida por: Antonio R. de Toro El mundo poético de Bob Dylan AGRADECIMIENTOS 4 Esta tesis doctoral hubiera sido impensable sin el apoyo, la comprensión y la paciencia infinitas de Antonio Raúl de Toro Santos. Compañero -¡y amigo!- en los viejos (de plata vieja, quiero decir) días de Santiago de Compostela, en cuya Universidad, aires de 1968, los tiempos estaban cambiando a un ritmo tan apasionante como el de las canciones de Bob Dylan. En el espíritu del cual hice por forjarme. Y aunque el viejo (de plata vieja, de nuevo) Dylan lo más probable es que jamás lea estas páginas para él mi más rendido agradecimiento. Porque sin él esto sería imposible, Y aunque hubiese abordado nuevas navegaciones la música siempre sería idéntica: la suya. Y ahora debo decir que lo que al final desembarcó en A Coruña tuvo un destino primero en Alacant, a las órdenes de Brian Hughes (O Captain! My Captain!), en forma de memoria de licenciatura, también dylanita, con Kevin Power y Francisco Xavier Carro en la tripulación igualmente. Patricia Serrano merece también mi gratitud, por haber ordenado y archivado con cariño y eficacia lo que aquí se presenta, supliendo mis carencias en materia informática. Y Ana Andrea Araguas Baliño, por ser mi motor en tantas cosas, debe estar aquí ineludiblemente. Y lo está. 5 ÍNDICE El mundo poético de Bob Dylan Pág. Prólogo: 14 Perfil biográfico: 35 Letras y poemas: 81 Contexto literario: 107 Opera Prima: 121 The Freewheelin´ Bob Dylan: 141 Cuando los tiempos iban a cambiar: 151 Este lado de Bob Dylan: 197 Contratextos: 233 Harina de otro costal: 253 Highway 61 Revisited: 267 Blonde on Blonde: 285 Addenda: 329 Conclusiones: 345 Bibliografía: 354 Discografía: 361 10 PRÓLOGO El mundo poético de Bob Dylan ¿Insistir en Bob Dylan cuando de éste ya se ha dicho casi todo? ¿Volver a hablar de quien, entre otros muchos, ha inspirado un libro que lleva el inefable título de Oh No! Not Another Bob Dylan Book, de Patrick Humphries y John Bauldie? ¿Hacer que siga dando vueltas una noria que tantas veces lleva en sus cangilones material de desecho? ¿Remover unas cenizas, las del primer Bob Dylan, a las que el viento parecía haber llevado bien lejos? ¿Traer, en fin, a colación poética a alguien a quien los eruditos a la violeta siguen discutiéndole tales méritos, tal como hicieron con Leonard Cohen, mucho más que simple letrista y aun así de gran porte a la hora de confeccionar los textos que ilustran sus melodías, con motivo del Premio Príncipe de Asturias otorgado al novelista, poeta y cantautor canadiense? Curiosamente, al menos en España, nadie puso en tela de juicio los valores dylanianos cuando le fuera otorgado el mismo premio. En todo caso sería el propio Dylan quien cortó por lo sano la posible polémica no acudiendo a recoger el galardón, tal como algunos habíamos vaticinado que acabaría haciendo. Y es que una cosa es predicar, otra bien diferente dar trigo, y una última -en 14 fin- ceder gratuitamente una imagen trabajada desde la dureza, alzada desde la contradicción y vendida a un precio dificilísimo de calcular para quien no termine de ver la capacidad comercial de quien viendo que había quien se hacía de oro con sus discos piratas terminó autoeditándolos. En algo que se podría llamar rizar el rizo o, a la manera francesa, “tour de force”. Y valga el giro franco para quien se jactó de haber dedicado su primera canción a Brigitte Bardot. Mito erótico desde los últimos cincuenta hasta la primera mitad de la década de los setenta. Hoy personaje ajado, pero no ya por la inevitable usura de los años, sino por la cascada ideología de que hace gala. A BB, ¿qué se le va a hacer?, la devoró el tiempo, con recursos negativos que no tienen siquiera la pureza estética de los versos de Villon cuando canta a las “neiges d´antan”. A Bob Dylan, en cambio, la dureza cronológica no le ha hecho mella en su mundo artístico, tan vivo y bullidor como hace cincuenta y dos años cuando aparece su primer disco. Y, no sólo eso, sino con extraordinaria influencia, musical y literaria, en quienes han venido después, se llamaran o no del de Duluth. Mariscal de tan abigarrado ejército de seguidores que me decía en cierta ocasión Benjamín Prado, uno de los más conspicuos, que su cálculo en España se hace imposible, y que en todo caso nos lleva a un número amplísimo. La hija de Prado (y de Teresa Rosenvinge) se llama, precisamente, Dylan. Y echémosle hilo a la cometa de la influencia cósmica y, por lo tanto, poderosísima de 15 El mundo poético de Bob Dylan este cantante, compositor, letrista, poeta, actor, novelista, intérprete, guitarrista y no sé cuántas cosas más que de él nos sería dado decir. Y ahora, volviendo a las consideraciones previas, en primer lugar expondré que de cuanto se ha dicho acerca de Bob Dylan, y sobre él han caído cántaros de letra impresa, tantos como en la lluvia aquella de Pablo Guerrero, claramente inspirada en la famosa dylaniana, bíblica en su esplendor, cadencia, fiereza y espíritu, pocas, muy pocas han sido las interpretaciones novedosas. Mal común en todo caso a muchas de las investigaciones que se introducen de rondón no solo en el mundo académico, sino también en el de “batalla” que quiere ser equidistante entre éste y el representado por los “medios”. Y es que lo presuntamente novedoso, a lo que me refería, no se ha tratado en muchos casos sino de un mero trasvase de huesos: material archiconocido que los presumibles especialistas se han limitado a trasladar sin añadir apenas nada de su propia cosecha. Y cuando esto ha ocurrido, hablo de la bibliografía española sobre el asunto, se ha incurrido en la hagiografía vergonzante cuando no en la invención peregrina. Clásica resulta ya por el conjunto de tropelías cometidas por su perpetrador la “versión” -así, entre comillas, y por llamarle algo- castellana que de los textos dylanianos aparece en el Bob Dylan ordovasiano. Traducir: 16 I was born at the bottom of a wishing well por: Nací con profundos buenos sentimientos (Ordovás, 143) o the skeleton keys por: las llaves esqueléticas (Ordovás, 203) Es algo más que un simple disparate. Bien entendido que Jesús Ordovás, vaya en su descargo que fue pionero a la hora de poner en nuestro idioma a Dylan, también que éste puede ser enrevesado (no en el caso que acabo de citar, pues se trata de versos que podría interpretar casi que cualquier profano en la lengua anglicana), no estaba intentando traducir libremente a Bob Dylan. Lo que sí parecen hacer en determinados momentos Miquel Izquierdo y José Moreno en la versión que hacen de los textos cantados de Robert Zimmerman. En un libro de momento impagable, por único, que se llama Bob Dylan Letras y que constituye, hasta que venga otro a superarlo, canon y tributo al entendimiento en español del universo de un hombre que hace poema de la letra de canción, y de ésta poema en proceso incesante del que da testimonio este volumen de casi mil 17 El mundo poético de Bob Dylan trescientas páginas, y que a una traducción cuidada en líneas generales añade las notas de Alessandro Carrera. Unas notas que a mí se me antojan muy importantes pues explican, en lo posible, la génesis de las canciones y, consecuentemente, de los textos que las justifican, si no gestual sí conceptualmente. Quiero decir con ello que este volumen es oro o, al menos, plata vieja en un conjunto (la bibliografía española sobre Bob Dylan) opaca o de brillo limitadísimo. Lo que no deja de contradecirse con las pasiones que Dylan levanta en España. Y doy fe del público fidelísimo que ha venido acompañándolo en los conciertos que entre nosotros ha dado. El primero al que asistí, el del 26 de junio de 1984 en el estadio de Vallecas. Con Carlos Santana como telonero. Un Santana, por cierto, recién convertido al credo religioso que había conseguido arrancarlo de las drogas, y que prologaba sus interpretaciones con morosísimas proclamas de converso, secundado por el percusionista nicaragüense Chepito Areas. Por fin llegó la hora de Dylan y era ya la una de la mañana y el de Duluth fue más que generoso a la hora de desgranar repertorio para unos fieles más que convertidos a su opción artística. Y por cierto que él mismo, pues anduvo metido en drogas hubo –como Santana y tantos otros- de buscar apoyaturas para salir de ellas en congregaciones religiosas. Y de ahí los discos de su época “mística” que, pues quedan lejos de este estudio, merecerán otro lugar para ser analizados. Pero aquella 18 noche vallecana Dylan ya los había grabado, indicativo de que tal época había quedado atrás, y “noblesse obligue” no quiso atormentarnos a sus fieles con sus cantos “infidels” optando por los viejos éxitos que era lo que todos estábamos esperando. Seguimos haciéndolo, lo que sin duda es otro cantar. Como otro es el cantar que afecta a los libros escritos en inglés sobre Bob Dylan. Aquí, en algunos casos (cada vez en más, obviamente) pues la bibliografía sigue medrando, sí existe el rigor y el deseo de analizar por lo menudo las innovaciones dylanianas. Sin embargo, los mejores libros sobre el tema, excepción hecha del clásico de Anthony Scaduto, Bob Dylan, nunca vieron la luz en español y a estas alturas parece poco probable que lo vayan a hacer.