Libro – Parte II
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Un fantasma ha recorrido Europa y nosotros tenemos mucho miedo. Mamá dice que aunque esté Gómez gober- nando hubiéramos estado más tranquilos allá y que aquí todo es muy amenazante. En Rusia mataron al Zar y a la Zarina y a todas las princesas y llegaron los bolcheviques, que por la explicación que nos dio papá parece que son peores que los chácharos porque los eslavos son muy crueles, los bolcheviques quieren matar a todos los niños ricos como hicieron con los hijos del Zar y obligan a la gente a trabajar aunque no les dan comida. En Alemania también hubo una revolución de unos señores que se llaman espartaquistas, son parecidos a los bolcheviques, pero a la señora que los dirigía la asesinaron, se llamaba Rosa Luxemburgo, Luxem- burgo como el parque, también eran comunistas y querían matar a toda la gente rica de Alemania y saquearles sus pala- cios y quitarles las casas. Del Imperio Austro-Húngaro, que tanto nos había contado tía Malena que vivió en Viena, pa- rece que no va a quedar nada, también hay un presidente que es revolucionario y tiene un nombre muy raro, se llama Bela Kun. Así que no sé por qué estamos aquí porque papá dijo que nos veníamos a Europa para completar nuestra educación y porque con Gómez no podíamos vivir tranqui- los, pero me parece que deberíamos haber escogido otro sitio. Papá y mamá escuchan el radio todo el tiempo y dicen que el comunismo va a invadir el mundo, en París hubo 133 hace poco una guerra, las calles están llenas de mutilados y en el metro a cada rato hay que dejarle el asiento a los heri- dos de guerra y toda la gente se ve muy sucia y muy pobre y no me está gustando nada, yo se lo dije a mamá que prefería mucho más vivir en Caracas y que le dijera a mi papá que regresáramos pronto, pero ella dice que de momento no se puede, tenemos que esperar a que se muera Gómez, pues a mí me parece muy aburrido que uno tenga que estar espe- rando a que se muera un señor que no se sabe cuándo se va a morir, y que ni siquiera lo conozco porque nunca lo he visto, sólo sé que va de uniforme y lleva unos bigotes a lo Kaiser y más nada. Llegamos a Francia en el Versailles des- pués de un viaje larguísimo, Olga y yo nos mareamos por- que había muchas tormentas y estuvimos varios días sin salir del camarote hasta que desembarcamos en Le Havre, de allí nos vinimos en un tren a París y ahora vivimos en la Rue Copernic, XVI arrondissement. Papá dice que es un apar- tamento muy bueno pero a mí no me parece porque lo com- paro con la casa nuestra en Veroes y es mucho más chiqui- to, tiene una habitación grande donde duermen papá y mamá, otra donde dormimos Olga y yo, un escritorio para papá, y después un pasillo larguísimo y oscuro que me da mucho miedo, lo paso corriendo cuando entro, luego está el salón y el comedor y más nada. Benita duerme en un cuarto más chiquito que queda al lado del nuestro. Me ho- rroriza el colegio, se lo dije a mamá, que yo quería que me pusieran unos profesores particulares como a Enriqueta, pero papá dijo que eso era una ridiculez y que tenía que ir al colegio como todo el mundo pero yo no quiero ir, odio a las monjas de ese colegio y a las niñas también y no me entien- den ni las entiendo. Además yo no sé por qué si dicen que 134 ésta es la ciudad luz es tan oscura, casi no tiene sol sino un ratico y tampoco es sol de verdad sino que sale una lucecita un rato, cuando voy para el colegio hace muchísimo frío y es completamente de noche y cuando regreso ya se fue la luz otra vez, Olga dice que hay que esperar la primavera porque París se va a poner precioso cuando llegue la primavera y que estamos en la Belle Époque, pues lo de la primavera es como el cuento de Gómez, todo el tiempo estamos espe- rando algo que va a pasar y yo quiero vivir como en Caracas, sin esperar nada, sino que esté pasando lo que uno quiere que pase. Mamá dice que yo no me doy cuenta de la opor- tunidad que tengo de educarme en París y que hablaré fran- cés perfectamente cuando sea grande, pero yo hablo ya muy bien el español y no quiero esperar a ser grande para hablar algo. Menos mal que no somos los únicos, hay muchos ami- gos nuestros que ya estaban cuando llegamos y todos viven bastante cerca. Pedro Miguel, Enriqueta y Guillermo viven en la Rue des Sablons, a Pedro y a Guillermo los metieron en el Lycée Janson de Sailly, Enriqueta no va al colegio por- que como está grande no tiene sino unos profesores que van a su casa y no se tiene que levantar de noche como nosotras. Benita va los domingos a la Rue de la Pompe a misa, a la capilla de la Misión Española porque se reúne luego con las sirvientas españolas y dice que por lo menos puede hablar con alguien pero está muy arrepentida de ha- berse venido, la verdad es que cada vez que sale a la calle la gente se queda mirándola porque nunca han visto personas de color, el otro día me preguntaron que si éramos abisinios, me dio mucha rabia y me puse a llorar y no le pude contes- tar a la señora que somos sudamericanos, así que le dije a mamá que no quiero salir más con Benita sola porque eso 135 me dio mucha pena, papá se rió pero a él le hará gracia, a mí ninguna, menos mal que nadie más lo supo porque si mis amigas de Caracas supieran ese cuento se burlarían de mí. Lo que sí me pareció divertido fue lo que nos pasó cuando estábamos Pedro Miguel y yo en el laguito de las Tullerías con papá, era bastante tarde y casi no quedaba gente, sólo nosotros porque Pedro estaba encantado con un barco de vela que le regalaron y unos niños en frente empezaron a tirarles piedras a los cisnes, entonces papá nos dijo ustedes van a ver que esos niños son venezolanos porque ese afán de destrucción no puede ser de otra parte y se acercó a ellos y les preguntó niñitos, ¿ustedes son venezolanos?, y ellos siguieron tirando las piedras y le contestaron a coro sí se- ñor, de los Williams de Maracaibo. Nos reímos muchísimo y mi papá le dijo a Pedro Miguel ves, no tienes que preocuparte, desde aquí también puedes conocer a tu país, porque a Pedro le pasa lo mismo que a mí, él tiene muchísi- mos años en París, casi desde que nació, no se acuerda de Caracas y dice que cuando sea grande y regresen no va a saber qué hacer allá y todo le va a parecer muy extraño. Olga en cambio está encantada porque todos los rusos bue- nos están aquí y hay muchísimo ballet, vamos casi todas las semanas porque es la temporada y Olga vio bailar a la Karsevina y se le caían las lágrimas de la emoción, tenemos un abono para todas las representaciones, después papá nos lleva al Elysée-Matignon, un sitio muy elegante, es muy di- vertido ver a la gente lo bien vestida que va, a papá le queda malísimo el frac, pero mamá lo obliga porque le encantan las galas y ver a las señoras de largo con unas pieles bellísi- mas que en Caracas aunque uno las tuviera no se las podría poner. Los domingos vamos al Palais de Glaces a patinar 136 con Pedro Miguel y después paseamos un rato con papá y mamá por el Bois que es aburridísimo, damos unas vueltecitas y luego se toman el aperitivo y almorzamos en Prunier, que está cerca y abre los domingos. Los domingos por la tarde se queda la casa tristísima. Benita no está por- que es su día de salida y mamá se encierra en el escritorio a escribir cartas con papá, Olga y yo leemos o pintamos, es cuando más echo de menos la casa de mi abuelo en Macuto y quisiera bañarme en el mar, todo me parece tan largo y tan oscuro como el pasillo, como si estuviéramos metidos en un tubo del que no sabemos cuándo saldremos y sólo pode- mos esperar. El cine sí me gusta porque antes no lo había visto nunca, ayer fuimos a ver El hijo del Sheik, de Rodolfo Valentino, es preciosa, sale vestido de príncipe árabe con un diamante en la frente y Olga dijo que si no se casa con un hombre parecido a Rodolfo Valentino prefiere morirse sol- tera, es muy divertido porque la señora que toca el piano se sienta frente a la pantalla y mientras va pasando la película, va tocando la música de acuerdo con las escenas, por ejem- plo, una música frenética cuando él sale a caballo huyendo, o una música muy dramática cuando salta por la ventana porque el otro príncipe quiere robarse a la Pola Negri y es un momento de mucha tensión, después cuando se acercan y él la rodea con el brazo para besarla y se besan rapidito toca un nocturno, es un trabajo muy difícil porque aun cuan- do se haya visto la película varias veces tiene que estar muy atenta a los cambios.