Capítulo Vih
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CAPÍTULO VIH LOS DESCUBRIMIENTOS DE PASCUAL DE ANDAGOYA Primeras noticias de su vida.—Año de nacimiento.—Toma parte con Balboa en la construcción de su armada.—Expedicionario y cronista.— II. Fué el primero que emprendió por el Pacífico el descubrimiento de la América Meridional.—Su relato.—¿Cuál fué el límite de sus descu• brimientos?—III. Crítica histórica.—IV. Naufragio.—Se refuta a Montesinos.—Resumen de sus servicios. I Las expediciones anteriores, como habrá visto el lector, se dirigían hacia las costas centroamericanas. Nadie, hasta 1522, había explorado las de aquel mis• mo mar con rumbo al Este y Sudeste, más allá de Punta de Carachine o de Pinas, situada en el ex• tremo Sur del golfo de San Miguel. Y, sin embargo, por allí debían saberse los nuevos grandes secretos que encerraba la tierra, y descubrirse un imperio in• dígena poderoso, y hallarse ingentes riquezas, más fabulosas que las que por aquellos años eran descu• biertas en la América Septentrional por las huestes acaudilladas por Hernán Cortés, una de las figuras más grandes de la Historia. La revelación de estos se• cretos y la certidumbre acerca de la existencia de un imperio poderoso situado por las costas meridionales bañadas por el Pacífico, fueron debidas al vasco Pas- - 126 - cual de Andagoya. No tuvo la suerte de llegar a las tierras del Perú, a causa de un accidente fortuito que le imposibilitó para continuar sus importantes explo• raciones; pero las noticias por él adquiridas y traídas a Panamá, movieron a otros a tomar' sobre sí, con fe y perseverancia, la difícil empresa. "Pascual de Andagoya, escribe Oviedo, su amigo y biógrafo, natural del Condado de Vizcaya, en el valle de Quartango, que es a tres leguas de la villa de Tabira de Durango, a una y media de la ciudad de Orduña, fué hijo de un hidalgo llamado Juan Ibáñez de Arza" (1). Pasó al Darién, siendo mance• bo, agrega Oviedo, al servicio de Pedrarias Dávila, en 1514, quien, más tarde, le dio repartimiento de indios y le casó con una doncella de su mujer, de apellido Tovar. El nombre de esta dama, primera mujer de Andagoya, se halla en blanco en los dos códices manuscritos que se conservan de la historia de Oviedo (2). Nada sabemos respecto de Andagoya durante su permanencia en España (3). Llegó al Darién a la (1) «Andagoya es un lugar del Ayuntamiento de Cuartango, partido judicial de Vitoria, en Álava», se lee en el Diccionario Enciclopédico Hispano-americano, donde, no sin extrañeza, no hemos hallado nada re• ferente a nuestro Pascual de Andagoya. (2) OVIEDO, lib. XLIV, cap. I. (3) Resulta perfectamente inútil la consulta de los historiadores del País Vasco respecto a verdaderas eminencias que ha producido nuestra tierra y que son ignoradas por sus hijos. VICENTE G. DE ECHÁVARRI, en sus Alaveses ilustres, obra editada por la Excma. Diputación de Álava, trae, en el tomo VI y último, un catálogo, a modo de apéndice, de los hijos de aquella provincia no mencionados antes por él, y reproduce la conocida nota biográfica sobre Andagoya, publicada por Fernández de Navarrete en el tomo III de su Colección de Viajes, 127 — temprana edad de unos diez y seis años, de manera que nació por el de 1498. Sábese esto por ciertas in• formaciones hechas en Panamá, en 1533, en las cuales declara tener treinta y cinco años, poco más o menos, como en su lugar se dirá. Lo que hizo en América, en los primeros tiempos, lo cuenta él mismo en su interesantísima Relación de los sucesos de Pedrarias Dávila, o, según el título que le puso Muñoz, descu• bridor del manuscrito, Relación de las provincias de Tierra Firme, Río de San Juan y el Perú, que ha sido traducida al inglés por Markham, con el título de Narrative of the Proceeding of Pedrarias Dávila, y publicada en Londres en 1865 por la Hakluyt Society, en vista de la innegable importancia que encierra para el perfecto conocimiento de los sucesos desarro• llados en las primitivas colonias establecidas en el Continente. En la primera empresa en que tomó parte fué en la construcción de los navios de Núñez de Balboa, en lo cual, a más de su persona, puso su dinero, como consta de una Real cédula que le otor• gó el emperador Carlos V, fechada en Toledo, con• cediéndole el uso de escudo de armas. A los diez y siete años, en 1515, estuvo en la expedición empren• dida al Cenú por el gobernador Pedrarias para sa• ber del paradero del capitán Becerra. De vuelta de este viaje salió con otros capitanes, formando parte en la expedición del Alcalde mayor Gaspar de Espi• nosa a las tierras de Nata y Escoria, de cuyo viaje^ de las tierras que se iban descubriendo y de las cos• tumbres de sus habitantes, es el cronista que da más extensos pormenores. Vuelto a Santa María de la Antigua, en el Atlántico, 128 — se trasladó con Pedrarias a las costas del Pacífico, cuyo clima, según él, era más sano, y cuya zona es• taba más poblada de indígenas que la que da al otro mar (1). Estuvo presente, y firma como testigo en el acto de posesión de soberanía, celebrado por Pedra• rias en enero de 1519, de las tierras, costas e islas de aquel mar, en nombre de los Reyes de España. El propio año se fundó Panamá, metrópoli de las nue• vas comarcas, y fué Andagoya uno de sus primeros Regidores, probablemente en 1521, en que se esta• bleció su primer Ayuntamiento. En 1519 fué la se• gunda expedición de Espinosa, con el objeto de des• cubrir tierras por el lado del Poniente, y tomó parte en ella, declarando que el navio despachado de Pun• ta Burica descubrió el golfo de San Lúcar. Vuelto a Panamá, debió reunir algún dinero, pues• to que a poco, en 1522, teniendo veinticuatro años, comenzó por su cuenta, con licencia del gobernador Pedrarias, la exploración de las costas de la América Meridional. Oviedo asegura que esta expedición se realizó en 1525, lo que no es verdad; y que Andago• ya estaba rico y pidió licencia "para ir a descubrir el cacique de Perú e la costa adelante del golfo de San Miguel". Pedrarias le hizo su capitán, y en este via• je, son palabras de Oviedo, "descubrió el dicho An- (1) En confirmación de lo que en otra parte decimos por simples con jeturas, podemos corroborar ahora con el testimonio de Andagoya, que era más densa la población indígena en las faldas del Pacífico que por las del Atlántico, puesto que esc ribe: * Vasco Núñez hacía poco que había, visto la Mar del Sur y llegado cerca de ella. Las capitanías y gentes que hacia aquella parte salieron, por ser la tierra más sana y más poblada...» «La primera provincia desde Acia hacia el Oeste es Coniagre... desde allí—era—la tierra bien poblada...» —T- 129 — dagoya el río de San Juan, que está en dos grados de aquesta parte de la equinocial". Poco antes asegura el mismo historiador que Andagoya partió de Pana• má "con cierta armada y gente" (1). Andagoya efec• tuó el viaje en una armada, en varios navios, pues así lo dice Oviedo, asegura lo propio él mismo en su Relación, y se afirma igual cosa en la Real cédula que años después le otorgó el emperador Carlos V con• cediéndole el uso de escudo de armas, en cuyo do• cumento se lee: "Fletasteis ciertos navios en que fuis• teis a descubrir la provincia de Perú..." II Pero lo que el propio Andagoya nos refiera será la mejor información y la más autorizada respecto a sus importantes exploraciones por las costas sud• americanas del Pacífico. "En el año 1522—relata Andagoya—, siendo Vi• sitador general de indios, salí yo de Panamá, a visi• tar la tierra la vuelta del Este, y llegado al golfo de San Miguel, pasé a visitar una provincia que se decía Chochama, bien poblada de gente y lengua de los Cueva. Aquí supe cómo por la mar venían ciertas (I) OVIEDO, Proemio del lib. LXIV y cap. I del mismo libro. Oviedo coloca la situación del río San Juan en dos grados latitud Norte; y en esto está equivocado. Le indujo a error un mapa que dice le obsequió Almagro, de sus primeras exploraciones por aquellas costas en 1526, en cuyo mapa, que el historiador publica en su gran Historia General y Natural de las Indias, obra que le ha valido justa fama de eminente naturalista, se sitúa el mencionado río San Juan en dos grados de latitud boreal. 9 - 130 — gentes en canoas a hacerles guerra todas las lunas llenas, y tenían tanto miedo dé aquella gente los de aquella provincia, que no osaban ir a la mar a pes• car: éstos eran de una provincia que se dice Birú, de donde, corrompido el vocablo, se llamó Pirú. Toda la tierra de allí adelante era de gente crecida y belicosa. Pidiéndome favor este Chochama para de• fenderse de ellos, y para descubrir lo que había de allí adelante, que hasta entonces no había sido des• cubierto, envié a Panamá a traer más gente de la que tenía; y venida, tomando aquel señor—el caci• que—y las lenguas y guías que él tenía, caminé seis o siete días hasta llegar a aquella provincia que se dice Birú y subí un río grande arriba cerca de vein• te leguas, donde hallé muchos señores y pueblos, y en la frontera una fortaleza en la junta de dos ríos, muy fuerte, y gente guardándola de guarnición; y puestos las mujeres y niños y hacienda en salvo, la defendían bravamente".