UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA UNIDAD DIVISÓN DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES POSGRADO EN DESARROLLO RURAL NIVEL MAESTRIA

"El Territorio como elemento de identidad del Pueblo de Santa Cruz Acalpixca - Xochimilco en la resistencia al crecimiento de la mancha urbana".

T E S I S PARA OPTAR POR EL GRADO DE MAESTRA EN DESARROLLO RURAL

PRESENTA: Edith Miriam Ramírez Elizalde

DIRECTORA: Gisela Landázuri Benítez

México, D.F. Marzo de 2014

Í N D I C E

Presentación.………………………………………………………………………...1

Introducción………………………………………………………………………….6

Capítulo 1 Los acalpixquenses…………………………………………………..12

1.1 La trayectoria: De cuidadores de canoas y chinamperos a escoberos…...13 1.2 Las tradiciones de Santa Cruz Acalpixca: la Feria del Dulce Cristalizado y las Fiestas Religiosas………………………………………………………………..22 1.2.1 La Feria del Dulce Cristalizado…………………………………………..23 1.2.2 Las fiesta: la Virgen de los Dolores y de la Santa Cruz……………....26 1.3 Territorio…………………………………………………………………………...31 1.4 Pueblos Originarios: el porqué de la defensa del territorio…………….….…36

Capítulo 2 Terruño acalpixquense: La resistencia al crecimiento de la mancha urbana……………………………………………………………………....46 2.1 Mito de la tenencia de la tierra…………………………………………………..49 2.2 Nahualapa (Agualapa) una acción de resistencia en conjunto……………...56 2.3 Brotes de la Mancha urbana..…………………………………………….……...78

Conclusiones………………………………………………………………………...85

Bibliografía…………………………………………………………………………....96

AGRADECIMIENTOS.

A mi madre quien siempre me apoyó y animó a inscribirme en la maestría, quien con su ejemplo me enseño que uno puede hacer lo que se propone y que se que donde está es feliz de que cierre este ciclo.

A Julio mi compañero de vida, quien no sólo me llevo a conocer su pueblo (Santa Cruz Acalpixca) sino que me compartió el cariño y el interés por desarrollar proyectos en dicho territorio.

A mis dos pequeñit@s Helena y Emiliano, que se han convertido en los motorcitos que impulsan mi vida.

A mi asesora Gisela Landázuri, quien confió en mi y siempre me apoyo.

A la banda de la mdr13, con quienes compartí discusiones y anécdotas que enriquecieron mi investigación.

A todas las personas acalpixquenses que se dieron tiempo para realizar las entrevistas que han dotado de contenido a esta investigación.

A las y los profesores del Posgrado y a Gude.

Santa Cruz

Vengo de tierras lejanas A venirles a decir Lo que tiene de bonito El pueblo donde nací

Mi Santa Cruz Acalpixca Tierra donde yo soy Esta canción te compuse Para cantártela yo

Santa Cruz tierra linda Tierra hermosa, tierra de Dios

El cerro del Cuatlallely Es muy alto de verdad Con sus tres cueces en medio Y a un lado el camino real

Y desde ahí se divisa Mi pueblito sin igual Y el reverdear de sus campos Que son de puro maizal

Santa Cruz…

En el Barrio del Ojo de Agua Tiene un manantial En agua muy cristalina Que va por todo el canal

Ahí es donde se refleja La carita de mi amor Donde se encuentra lavando La causa de mi dolor

Santa Cruz

La arboleda que se mira En la mera población Son árboles que dan vista A toda nuestra región

En medio se ve su iglesia En lo alto se ve su cruz Es el orgullo de todos Pueblito de Santa Cruz…

Canción Popular.

PRESENTACIÓN

En el sur del Distrito Federal nos enfrentamos a una ruralidad que se identifica por las características y/o por los patrones culturales que conviven con el territorio urbano en el día a día, donde se comparten actividades productivas, culturales y territorios escasamente definidos. Por esta razón, es importante retomar la discusión sobre la transformación en las relaciones entre el Estado y la sociedad, en donde la disputa por el proyecto de desarrollo con sujetos sociales activos sea la búsqueda de un proyecto alternativo en el cual todos estén incluidos.

En este proceso de cambios y diversificación, el fenómeno más evidente es la expansión de la mancha urbana que ha ido modificando de manera física los poblados y comunidades rurales, incorporándolos a una dinámica semi-rural, cuyos principales impactos se encuentran en la creciente contaminación, en la degradación ambiental, en los asentamientos irregulares y en la escases de servicios públicos, principalmente el agua.

Este es el caso de Xochimilco, ubicado al sur de la Ciudad de México, que desde su conformación como Delegación ha atravesado una serie de cambios que han propiciado una urbanización desordenada, debido a los intereses políticos y económicos que subyacen, originando problemas y conflictos en las comunidades.

Antes de continuar se hace necesario puntualizar que el objetivo de este estudio no es describir el proceso de urbanización como un “monstruo” sino poner de manifiesto los problemas que conlleva, cuando éste proceso se hace de manera descontrolada, sin una planeación adecuada que esté acorde a la situación de los contextos históricos, culturales y las necesidades de la población.

La investigación se realizó en el pueblo de Santa Cruz Acalpixca, localizado a ocho kilómetros al sureste del centro de Xochimilco, en las coordenadas geográficas 19º 15’ 38" de latitud norte y 99º 05’ 12" de longitud oeste y a una

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altitud de 2,240 metros sobre el nivel del mar en la parte baja y hasta 2,400 msnm en la parte de la montaña.

Santa Cruz Acalpixca es uno de los catorce Pueblos Originarios que conforman la delegación de Xochimilco: Santa María Tepepan, Santa Cruz Xochitepec, Santa María Nativitas, San Luís Tlaxialtemalco, San Gregrorio Atlapulco, Santiago Tulyehualco, Santa Cruz Acalpixca, San Lorenzo Atemoaya, San Luchas Xochimanca, San Andrés Ahuayacan, San Mateo Xalpa, Santiago Tepetlapan, Santa Cecilia Tepetlapa y San Francisco Tlalnepantla.

El reconocimiento de Pueblos Originarios se les dio por una exigencia que hicieron al gobierno de la Ciudad de México a fin de que se reconociera su identidad, así como su derecho a organizarse y representarse ante el Estado. A través del Programa de Apoyo a Pueblos Originarios (PAPO), se creó un primer instrumento gubernamental de apoyo limitado a estos Pueblos.

“Aquellas colectividades humanas que, por haber dado continuidad histórica a las instituciones políticas, económicas, sociales y culturales que poseían sus ancestros antes de la conquista, la colonización o la creación de las actuales

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fronteras del Distrito Federal, poseen formas propias de organización e instituciones económicas, sociales, políticas y culturales ó parte de ellas [también son consideradas por ser comunidades históricas, con base territorial y con identidades y cultura diferenciadas]. Mismo que estarán regulados por el Consejo de los Pueblos y Barrios Originarios del Distrito Federal, como un órgano de coordinación de la Administración Pública del Distrito Federal y participación ciudadana, enfocado al fomento, preservación y difusión de la cultura originaria y tradicional de los pueblos y barrios originarios de la Ciudad de México” (Gaceta Oficial del Distrito Federal, publicada el 21 de marzo de 2007).

“Sin embargo, el reconocimiento oficial de sus propiedades comunales y ejidales los ha llevado a enfrentar una serie de procesos legales que también ha impulsado la reconstrucción de las historias locales que se encuentran en la memoria colectiva y, en muchos casos, en forma escrita” (Romero, 2009).

Cabe mencionar que el concepto de Pueblo Originario en la Ciudad de México, aún está en debate y que lo que se busca, es romper con las ideas románticas basadas en el monumentalismo y la raza cósmica, ideas producidas por el Antropólogo Manuel Gamio (1883-1960) y José Vasconcelos (1882-1952), en el que “originario” no se remonte a la historia que unos vestigios arqueológicos cuentan, sino a la memoria colectiva y al imaginario qué estos pueblos en su andar han tatuado sobre su territorio y enmarcado para sus futuras generaciones.

La investigación surge a partir de la implementación de un proyecto de mejoramiento barrial en el que se remodeló la plaza central de Santa Cruz Acalpixca, y en la que no se tuvo la participación comunitaria esperada, por lo que surgió la inquietud de identificar aquellos elementos que impulsan la organización y participación de los habitantes de éste pueblo.

Por ello, entender la participación como el actuar junto a otro en la resolución de un problema común es una pieza fundamental. Pero en el caso de un Pueblo Originario se hace necesario considerar otros elementos más allá del problema en

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sí, pues la cohesión de estos pueblos incluye elementos sustanciales de identidad y territorio.

Así, el desarrollo del individuo o la construcción de una comunidad implica asentarse en un medio concreto, donde se da un proceso de aprendizaje, de obtención de conocimientos y de intervención para la sobrevivencia, el cual con el paso del tiempo va dejando una huella en la comunidad, su acción sobre el medio se constituye en una experiencia, una práctica o una praxis, la cual se incorpora en la historia vivencial de la comunidad y forma parte de la construcción de la cultura, surgiendo así, símbolos y ritos, que hablan de ella (Rozas, 1992).

Estos símbolos y ritos comunitarios encierran en sí mismo historias y vivencias personales de los habitantes, mismos que no son visibles a simple vista para los que llegamos de fuera; por lo que llevar a cabo un proyecto de reconfiguración del paisaje, sin hacer una investigación previa, retomando elementos de la memoria colectiva, propició que lejos de considerarse beneficiados los habitantes originarios del pueblo, sintieron una amenaza cuando se cortaron los árboles de eucalipto que estaban en la plaza a rehabilitar. Decisión que se tomó porque se tenía conocimiento de que este tipo de árboles no eran adecuados para espacios públicos, ya que su composición es vidriosa y se caen, ocasionando accidentes; aunado al hecho de que obstaculizan el crecimiento de flora circundante.

Ante esta situación de “intromisión”, un grupo de habitantes se organizó para colocar en los árboles hojas de colores con leyendas como “no me mates, te doy vida, sálvame”. En este sentido, fue claro que para las personas del pueblo el significado y el valor de los árboles era más grande que el peligro que les representaba su presencia. Pues en una revisión posterior de un libro sobre Santa Cruz Acalpixca; llamado así y escrito por Anáhuac González, en el programa de PAPO (programa de Apoyo a Pueblos Originarios), se encontró que las personas tenían recuerdos gratos de la plaza, vinculados con el aroma del alcanfor que despedían los árboles de eucalipto.

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Durante el desarrollo de éste proyecto se tuvo la posibilidad de interactuar con algunas personas originarias, quienes contaban que habían tenido algunas acciones de organización y participación comunitaria en torno a la defensa del territorio a principio de los años noventa. Lo anterior, debido a que diversas organizaciones políticas y sociales habían intentado invadirles predios presuntamente baldíos, en los barrios de la Tabla, La Gallera, Los Almendro y Nahualapa; siendo éste último predio uno de los más recordados y mencionados como un triunfo, en el que la comunidad se integró y participó para impedir que una asociación civil construyera una unidad habitacional, "que no sólo traería “invasores” sino que además les robarían el agua".

Así fue como se identificó que la participación de los originarios se vinculaba a su identidad individual y colectiva desarrollada en su territorio. De ahí la inquietud de identificar los elementos que se encontraban detrás de dicha identidad y arraigo al territorio.

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INTRODUCCIÓN

En Santa Cruz Acalpixca son pocas las investigaciones escritas en torno al territorio y la mancha urbana, a pesar de que son visibles las consecuencias de dicha relación, como por ejemplo, el incremento de la población, los asentamientos irregulares, la pérdida de ojos de agua, canales, flora y fauna y la modificación de actividades económicas y sociales que alteran el tejido social.

Para recuperar la información que permitió hacer el análisis en la investigación, se retomó como herramienta técnica la historia oral, debido a que no se encontró con el registro escrito suficiente a causa del tiempo que ha transcurrido; así pues, éste trabajo de investigación se basa en la memoria colectiva de algunos originarios que participaron de manera directa e indirecta en las acciones de resistencia al crecimiento de la mancha urbana.

Otra fuente de información fue la participación en las fiestas y celebraciones de la comunidad, misma que permitió observar, identificar y hacer entrevistas formales e informales a algunos actores sociales, elementos que se retoman para el análisis de la investigación.

Considerando tal como indica Gili María (2010), que en la entrevista el relato obtenido, es también producto de la interacción entrevistador-entrevistado, donde el primero, establece y propone los temas a abordar y el otro, es depositario de la tradición oral de sus antecesores, al socializar y compartir la tradición de su lugar. En esta investigación la propuesta fue pedir al entrevistado la descripción de cómo recordaba que era el paisaje y la convivencia de los habitantes del pueblo; surgiendo de manera implícita a lo largo de las entrevistas una reflexión comparativa entre el presente y el pasado, donde resaltaron rasgos identitarios y juicio valorativos de un pasado “mucho mejor y más bonito”.

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Es importante resaltar que la historia oral y la memoria colectiva se contraponen a la historia tradicional, a la cual sólo le interesa describir de manera lineal, y destacar a los héroes o los vencedores de los acontecimientos que narra; en tanto la historia oral y la memoria colectiva trabajan temas vinculados a la historia obrera y a los nuevos movimientos sociales, con el objetivo de dar voz a los sin voz, a los marginados por la historia tradicional (Gili María, 2010).

La historia oral se lleva a través de relatos, que son el registro de los acontecimientos elaborados a partir de lo vivido y lo transmitido, ofreciendo la posibilidad de observar la estrecha relación existente entre experiencia y narración de hechos. En la historia oral en cada sujeto aparecen las visiones compartidas por su grupo de pertenencia, aquellas tradiciones y lecturas de la realidad que se acumulan y sedimentan en torno a narrativas nuevas y viejas, formas propias de ver y narrar la propia comunidad (Gili María, 2010).

La historia oral y la memoria colectiva tienen cierta relación, la discusión epistemológica las vincula de manera dialéctica, sin embargo, para fines de esta investigación no se entró en dicha discusión, retomándose la memoria colectiva como el eje que permitió recuperar los datos sobre las acciones de resistencia al crecimiento de la mancha urbana en el pueblo de Santa Cruz Acalpixca.

La memoria colectiva pretende dar cuenta de las formas de conciencia del pasado compartidas por un grupo social en el presente, por su parte, las memorias individuales se inscriben en el seno de la memoria colectiva del grupo de pertenencia social primario.

Dice Halbwachs (citado en Aravena, 2003:89) “aquí nos confrontamos a la doble dimensión de las memorias: aquella que resulta de la mirada del presente compartido hacia un pasado; y, aquellas expresadas en el relato de cada individuo, que sorprenden por sus puntos en común más que por sus diferencias, confluyendo de esta manera hacia la existencia probable de una memoria

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colectiva”. Ambas memorias se entrecruzan y van conformando la identidad del individuo.

La memoria no es sólo individual ni autobiográfica, sino también colectiva, ya que los individuos comparten territorios que generan recuerdos compartidos, capaces de transformarse en un discurso social de grupo. Igualmente, se sabe que este proceso de conformación de la memoria colectiva, no es un fenómeno ahistórico, sino que tiene lugar en el presente, de manera selectiva, en ciertos lugares o territorios que se vuelven simbólicos.

Para la presente investigación es importante rescatar la tesis de Halbwachs, que retoma Aravena (2003), en la que habla de aquellas "unidades significativas", de orden material o ideal, sobre las que la voluntad de los hombres o el trabajo del tiempo, hizo un elemento simbólico de una cierta comunidad, lo que él llama los "lugares de memoria".

Como se ha mencionado, uno de los elementos sustanciales del análisis y de la tesis se retoman de las entrevistas que se realizaron a algunos originarios, en las que narraban como recordaban de manera individual y colectiva a su pueblo y los acontecimientos de resistencia en los que participaron o presenciaron.

“La existencia de estructuras materiales organizacionales, como receptoras de la memoria colectiva, entregan pistas sobre la existencia de tales lugares de expresión de la memoria colectiva, como son el baile, el mito, el rito. Así el mito, el rito, la religión o la organización podrían ser lugares simbólicos de la memoria, sin embargo hay que precisar que esos lugares no deben ser entendidos de ninguna manera, como simples receptores de la memoria, pero sí como contexto” (Aravena, 2003:91).

En el caso de Santa Cruz Acalpixca, el predio de Nahualapa que se decía había sido una laguna cobra un significado relevante en las entrevistas, ya que se le da

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un “simbolismo mágico” que se conforma de experiencias vividas y mitos que ahí se recreaban, como la existencia de carpas de colores (peces) y de sirenas.

Se trata entonces de la apropiación de diversos territorios o lugares de la memoria que constituyen el fundamento identitario del arraigo de los originarios. Así, la memoria colectiva se hace producto de un proceso social por el cual se construye sentido respecto del pasado y el presente de cada sociedad; siendo al mismo tiempo un elemento constitutivo y esencial de la identidad de una persona y de un grupo social.

El recuerdo histórico es el que legitima la identidad de una persona y de un grupo social:

“…la memoria es una construcción social del sentido del pasado que se funda en el recuerdo, es el acto y la capacidad de los sujetos de recordar, es entonces un discurso que no sigue siempre un orden cronológico, sino más bien reglas subjetivas en relación a la temporalidad donde los actores, al recordar, saltan de un periodo a otro, sin mediación ni relación de causalidad lineal” (Milos 2005, citado en Gili, 2010:4).

Por ello, en toda la investigación aparecen fragmentos de las entrevistas que se realizaron a algunos habitantes del pueblo, tratando de hacer un relato fluido de la memoria colectiva que se recopiló de las entrevistas y pláticas informales (evidenciados para fines prácticos en letras cursivas).

La memoria tiene una estructura narrativa, sus contenidos, formas y maneras de expresión provienen de la vida cotidiana de quien vio y sintió lo que contaba. Para Mendoza (2004) la memoria se construye sobre la base de narraciones que constituyen formas de discursos y modos de organizar experiencias que se expresan en relatos lógicos que muestren la verosimilitud de lo que se está recordando o relatando.

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Se considera que son las narraciones, las que dotan de sentido el mundo en el que habitamos y que cada territorio es reconocido y conocido a través de las narraciones de los que los habitan; así mismo es preciso reconocer que estas narraciones están cargadas de los significados que les otorgan los que las recuerdan.

Durante las entrevistas se reflejaba la nostalgia de lo que fue Santa Cruz Acalpixca y se repetían frases como "antes era más bonito", "la gentes se conocía y saludaba", "no había necesidad de poner bardas, pues aquí todos sabían de quien eran las tierras y hasta donde llegaban." "Ahora todo es más feo, con la llegada de los invasores (avecindados), vino la inseguridad, los robos, la escases de agua y la extinción de un paisaje lleno de vegetación y ojos de agua que invitaban a nadar".

El pasado colectivo se reorganiza en el plano simbólico, es el resultado de reapropiaciones y dotaciones de sentido otorgadas por diferentes actores en diversos momentos. Así, el registro de la memoria oral supone indagar en la memoria colectiva: las formas de la identidad social, sus relatos y vaivenes, el imaginario social, sus representaciones y formas de construcción e institucionalización de lo social.

Las siguientes preguntas guiaron la elaboración de este documento:

¿A partir de qué elementos se organizan y participan los acalpixquenses en la defensa de su territorio.?

¿Qué papel juegan la identidad, el reconocimiento oficial de los pueblos originarios y el arraigo al territorio en la resistencia al crecimiento de la mancha urbana.?

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En esta investigación se retomaron entrevistas, la información escrita (documentos oficiales, notas periodísticas, artículos y libros), así como la observación y participación directa en las ceremonias o ritos de este pueblo. Lo anterior, a fin de recopilar y generar información que sirva a las nuevas generaciones e investigadores a identificar aquellos elementos culturales del territorio que están presentes en las acciones de resistencia, así como aquella historia no escrita de los movimientos sociales de esta época.

También, se pretende contribuir a entender qué elementos culturales y sociales se agregan o modifican en los procesos de participación y organización de los territorios denominados como semi-rurales o rururbanos cuando se amenaza su territorio con el crecimiento desordenado de la mancha urbana.

Originalmente esta investigación se proponía brindar elementos teóricos y prácticos para la implementación de proyectos comunitarios o de mejoramiento urbano, en donde se abarcará las necesidades sociales del territorio de Santa Cruz Acalpixca; no obstante también se encontró la necesidad de comprender lo que era el territorio para la gente, su historia y significado en el marco de un proceso de resistencia al crecimiento de la mancha urbana que se detonó en los años 90.

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Capítulo 1 Los acalpixquenses

Para poder entender quiénes son los acalpixquenses, gentilicio que se emplea para este capítulo, se hará un breve recorrido histórico que nos brinde los elementos que les fueron conformando su identidad e imaginario colectivo para hacerlos diferentes a otros pueblos de la Ciudad de México.

Lo anterior, también con la finalidad de encontrar ese conjunto de factores históricos y actuales que estuvieron inmersos en el proceso de resistencia al crecimiento de la mancha urbana. Este recorrido de igual forma busca rescatar el origen del Pueblo de Santa Cruz Acalpixca, con el objetivo de entender los procesos de organización y participación, no sólo de sus tradiciones, sino también de la acciones de resistencia que en su memoria colectiva recuerdan y en los que la identidad ha sido la piedra angular.

Además, se describen las diferentes estrategias de sobrevivencia económica y cultural que con el tiempo fueron adoptando a fin de no desaparecer en la modernidad que la Ciudad de México del siglo XX; época en la que se pretende transformar el territorio rural por ser la imagen del pasado que choca con la visión de “desarrollo”.

Definitivamente este hecho ha trastocado sustancialmente algunos de las tradiciones que fortalecen la identidad y la participación, tal es el caso de la feria del dulce cristalizado que inició como una forma de convivencia comunitaria, transformándose ahora en un espacio comercial, en el que se llegan a encontrar más puestos de otros productos que del propio dulce; o las fiestas religiosas, donde la intensión estaba en reunir y hacer partícipes a todos los habitantes, pero tras la llegada de migrantes, ahora se han concentrado sólo hacia los originarios.

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1.1 La trayectoria: De cuidadores de canoas y chinamperos a escoberos

En la zona de Xochimilco habitaban tribus preclásicas de , y (1500 - 200 a.C.), y posteriormente, en el periodo período clásico, los tehotihuacanos (200 a. C.- 700 d.C.). Al parecer, fue alrededor del año 1254 d.C. que Acalpixca fue fundada por los xochimilcas, la primera de las tribus nahuatlacas que, procedentes de Aztlan, arribaron al Valle del Anáhuac. En 1265 d.C., el primer señor de Xochimilco, Acatonalli, fundó el pueblo ubicado en el cerro Cuauhilama. Se ha escrito que entre 1450 y 1521, Santa Cruz Acalpixca era una pequeña villa, aunque el centro rector del área; siendo por esa época el grabado en las rocas que aún en día perduran en el Cerro de .

Aquellos pobladores dedicados a la agricultura fundaron su señorío con Acatonalli, su primer gobernante, quien ante la terrible escasez de alimentos propuso ante el Consejo de Ancianos sobreponer en el lago unas varas y cieno lacustre, creando así las en la zona lacustre del valle; método agrícola que se ha transmitido de generación en generación desde el México prehispánico hasta nuestros días, comenzando a producir maíz, chile, frijoles calabazas y principalmente flores, así como otros cultivos. Desde entonces se le llamó Xochimilco, “Lugar de la Sementera Florida”.

Santa Cruz Acalpixca se ubica en el extremo meridional de la Cuenca de México, y su altura, aproximadamente 40 o 50 metros respecto del nivel del lago de Xochimilco, le proporcionaron en la época precolombina una panorámica privilegiada, lo que le permitió cumplir una función de vigilancia en el tráfico lacustre hacia Tenochtitlán.

En su geografía contaba al norte con una gran extensión de zona chinampera y un canal de aproximadamente dos kilómetros de extensión, su principal actividad económica era el cultivo de maíz, calabaza y hortalizas, y en menor medida el

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comercio. En el suroriente y sur poniente se encuentra el área cerril que fungía como área agrícola y que a la fecha presenta agudos problemas por el crecimiento de diversos asentamientos irregulares (Méndez Cárdenas, 1998).

De acuerdo a los datos que arroja el Decreto que contiene el Programa Delegacional de Desarrollo Urbano para la Delegación del Distrito Federal en Xochimilco, (Publicado en la Gaceta Oficial del Distrito Federal, No. 53-Ter del 6 de mayo del año 2005), los asentamientos irregulares en Santa Cruz Acalpixca ascendían en el año 2004 a 20, estando involucradas1873 construcciones, 2810 familias, 14,048 personas y 69.87 hectáreas.

Entre los asentamientos humanos con mayores riesgos está el de San José Obrero, “Ahualapa” y “Las Tres Cruces”, los tres ubicados en el Pueblo de Santa Cruz Acalpixca.

El origen de las chinampas según el cronista de Xochimilco, Sebastián Farfán (entrevista mayo 2009), tiene que ver con una batalla que perdieron con el pueblo de . Los de este último reino, como sabían que los xochimilcas producían flores, les pidieron que le llevaran flores al rey, así que lo que hicieron fue construir una balsa de madera, le echaron tierra y vieron que flotaba, entonces le sembraron flores y la mandaron a Azcapotzalco, así es como se da uno de los primeros registro de las chinampas.

Las chinampas son parcelas rectangulares construidas al interior de los canales, en ellas los campesinos generaron un espacio de producción agrícola perfectamente adaptados a los lagos y canales someros característicos de la Cuenca de México. Son estancadas en su perímetro exterior con una especié de sauce denominado ahuejote (Salix bonplandiana, Kunth, 1817), endémico de la región, cuyas raíces impiden la deformación y dislocación de la tierra que sirve para sembrar, además de darles sombra y servir como cortina rompe vientos (Aréchiga, 2006).

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En la época prehispánica, el pueblo de Santa Cruz Acalpixca recibió el nombre de Atenco, “A la orilla del agua”, posteriormente se le llamó Acalpixca, que significa “Vigilantes de canoas” o “Lugar donde se guardan las canoas”, pues es posible que el área situada al pie del cerro en el que se encuentra el sitio fuera utilizada como embarcadero.

…se cuenta que un fraile vio que los indígenas tenían una diosa en uno de los ojos de agua, con esta idea de la evangelización es sustituida por una Cruz, y a partir de ahí se le pone al pueblo Santa Cruz Acalpixca. Don Raúl del Valle, entrevista 2008.

Para el pueblo de Santa Cruz Acalpixca, la conquista al igual que para muchos de los pueblos originarios de Xochimilco se dio con un rompimiento cultural violento. Los españoles impusieron su cultura, sin embargo estos pueblos se resistieron y lograron que no se destruyera del todo, haciendo una mezcla entre la nueva cultura y la propia, ello se puede identificar en muchas de las poblaciones de la República, en los alimentos, en los rituales y fiestas, así como también en los vestigios arquitectónicos que dan cuenta de los que por ahí pasaron.

De ahí que no haya registros documentados que den cuenta qué aconteció con el pueblo, pero algunos originarios iban describiendo o relatando a lo largo de las entrevistas algunos acontecimientos o paisajes de Santa Cruz Acalpixca, después de la independencia.

Cuenta la gente del pueblo que antes de la llegada de los españoles, el asentamiento estaba en las montañas ya que el agua llegaba hasta las faldas de los cerros. De hecho, en la parte alta del cerro de Cuauhilama se tiene una vista panorámica del pueblo y una parte importante de la Ciudad de México, lo que sustenta el nombre de "Vigilantes de canoas", pues ahí se divisaban las canoas que procedían del lago de Xochimilco.

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Actualmente el INAH está llevando a cabo excavaciones en Cuahilama, y ha mostrado hallazgos que pudiesen cuestionar el que de verdad haya sido un centro ceremonial, varios arqueólogos dicen que tiene más características de una aduana Azteca, donde las embarcaciones pasaban a anotar las mercancías que transportaban, además se considera que los petroglifos eran una forma de identificar esa aduana cómo Azteca, no obstante todo queda en meras explicaciones de un rompecabezas que aún no se terminan de armar (Don Alfredo Ortega, entrevista Agosto 2010).

En 1559 Xochimilco adquiere el rango de Ciudad y para finales del siglo XVI se constituyó en la provincia del mismo nombre. Los cambios de gobierno en la colonia llevaron a la creación de cabildos, constituidos por un gobernador, alcalde y regidor; este órgano de gobierno quedaba bajo la tutela de la corona teniendo una jurisdicción limitada y una autonomía relativa. A pesar de esto, las distintas administraciones virreinales que se sucedieron reconocieron por un tiempo a los tlahtoques (caciques), dándoles participación en la política. Su papel consistía básicamente en desempeñarse como intermediarios entre su pueblo y el nuevo Estado. Hacia 1570 muchos pueblos ya no contaban con sus representantes tradicionales.

En la época de la colonia no existen registros de qué sucedió con el pueblo de Santa Cruz Acalpixca, pero se menciona que en el año de 1777 la Nueva España tuvo una crisis poblacional, en donde los xochimilcas tuvieron una epidemia de viruela que propició que una gran parte de éstos habitantes muriera.

El cronista de la delegación Xochimilco Sebastián Farfán comentaba que …a la llegada de los españoles, los de Acalpixca vieron cómo muchos españoles se ahogaban en los canales y que muchos de los xochimilcas de la región lacustre, se escondían en las chinampas para que no los encontraran y los hicieran esclavos.

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Es claro que la desde la perspectiva de la historia del cronista se volvió un elemento de supervivencia en muchos sentidos, que permitió que muchos xochimilcas no fueran masacrados o esclavizados y además de les brindaba alimento.

La producción agrícola de las chinampas, al igual que en otros Pueblos de la Delegación Xochimilco era la actividad más importante, pues de ahí se sostenían económicamente…a muchos de mis amigos no los dejaban ir a la escuela, cuando estos pedían un lápiz o un cuaderno, el papá contestaba: qué cuaderno ni que nada, usted es campesino y tiene que trabajar en la chinampa, Don Raúl del Valle, entrevista 2008.

En la época moderna, la transformación de la Ciudad de México y del territorio de Xochimilco impactó de manera directa al pueblo de Santa Cruz Acalpixca. Debido al crecimiento de su población interna y a la construcción del acueducto que dotaría de agua a la Ciudad de México se ocasionó una baja considerable en sus niveles de agua; que entre 1930 y 1940 debilitó los manantiales trayendo como consecuencia la desecación de los canales y la disminución de la producción agrícola.

Estos factores propiciaron el abandono de la actividad en la zona chinampera, dejando a los originarios sin alternativa económica para subsistir y provocando su salida del pueblo a otros lugares en búsqueda de alternativas, entre ellos el centro de la Ciudad de México para poder trabajar y obtener recursos que les permitiera subsistir; aunque con ello se modificasen de manera drástica las relaciones familiares y comunitarias que les daba la producción agrícola.

No obstante, al día de hoy la desecación de los canales, la extracción de agua de múltiples pozos y el crecimiento de los asentamientos irregulares han puesto a la actividad agrícola de Santa Cruz Acalpixca al borde de la extinción. En la actualidad en Xochimilco quedan un poco más de dos mil hectáreas de

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chinampas, aunque sólo la mitad de esa área se cultiva, siendo hasta el día de hoy uno de los sistemas de cultivo intensivo más productivo del mundo (Arechiga, 2006).

Y aún con la pérdida de la chinampa, en el pueblo es posible observar que la identidad del campesino aún persiste en el imaginario de algunos originarios, quienes han logrado mantener un "pedazo de tierra" destinado a la siembra de maíz y algunas hortalizas que les permite estar ocupados y obtener un ingreso para sus familias.

Santa Cruz fue un pueblo muy chiquito, estaba lleno de agua y las familias se dedicaban a sembrar hortalizas y alcatraces, también habían muchos árboles frutales, como membrillo, ciruela, duraznos y los ahuejotes denominados "Viejos del agua", considerados los vigilantes encargados de cercar las chinampas, proteger contra el viento y el desgaste del suelo y por su forma, permitir el paso de la luz del sol hacia los cultivos. (Don Raúl del Valle, entrevista 2008).

Antes estaba más bonito, uno se podía ir a bañar al ojo de agua que estaba allá. (Señalaba un sitio sobre la carretera de Tulyehualco-Xochimilco) y el agua era cristalina. También uno podía ir a cortar chabacanos y ciruelas en la orilla de los canales. (Doña Manuelita, entrevista 2008).

…el pueblo estaba conformado por 480 familias, de las que se encontraban los Castro, Sabalzas, Alquicira, González, Castillo, Del Valle, Serralde, Romero, Ortega, López, Rosas. El pueblo llegaba de la avenida que va a Tulyehualco, hasta las faldas del cerro. Era un pueblo muy pequeño, los barrios y las colonias se fueron poblando ya después. De hecho la zona de la chinampa y la montaña estaban vacías, no vivía la gente… (Don Francisco Alquicira, entrevista 2009).

En esta descripción es posible identificar que era un pueblo pequeño y que su población se concentraba en la parte central. Aún en la actualidad esta división se

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puede observar en la parte central del pueblo, pues es ahí donde se concentra la población originaria, la cual se siente de alguna manera amenazada por los "invasores", como es que llaman a la población de avecindados que se encuentran en las zonas de la montaña y ex chinampa.

La gente de la comunidad en términos económicos no sólo se dedicaba a la producción y venta de hortalizas en la región y en el mercado de Jamaica, sino a las escobas que hacían con material que traían de la zona de la montaña del pueblo, que con el tiempo se extinguió, debido a que sólo la explotaban y no la producían. Esta actividad implicaba todo un ritual familiar, pues sus miembros se iban por varios días a conseguir la escobilla, después se ponía a secar en las vías del tren que por ahí pasaba.

Iban los antigüitas al monte a traer escoba, entonces se estaban tres o cuatro días allá juntando escoba que no traían mucho porque era muy pesado, lo que agarraban en la mano así (lo que les abarcaba con los brazos) las traían, se llevaban su itacate, unos garrafones se llamaban “tecomatitos”, los llenaban de pulque iban al campo… con su manojote de pasto como llegaba húmedo, lo ponían en la orilla del tren… formaban un círculo con las escobitas y ya en la tarde la recogían; estaban tres o cuatro días, ya que estaba seca. Ellos se dedicaban a hacer las escobas… la escobilla era como pasto largo que le llamaban escobita cambray, que sacaban de la montaña. Se iban a México a venderlas. (Doña Manuelita, entrevista 2008).

Se dice que estos productos los vendían en la Ciudad de México, en la zona de Jamaica y de la Viga, pasaba un tren que toda la gente conocía como la Góndola y ahí se subían para llevar sus productos a vender.

Después de la Revolución Mexicana la situación económica de los originarios se vio difícil …por lo que decidieron retomar las enseñanzas de los franciscanos que consistía en la elaboración de dulce cristalizado; algunas familias que contaban

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con una producción de hortaliza aún familiar, comenzaron por la producción de mermeladas y conservas, después se dio la producción del dulce cristalizado, la cual con el tiempo se volvió un símbolo significativo y distintivo del pueblo (Don Francisco Alquicira, entrevista 2009).

Sin embargo esta historia de la enseñanza de los franciscanos se contrapone a la historia de Don Alfredo Ortega, quien en su libro editado en el marco del Programa de Apoyo a Pueblos Originarios (PAPO) cuenta que la historia del dulce cristalizado se inicia cuando un originario de apellido Aguirre, introduce la idea del dulce cristalizado, después de trabajar en la Merced por ahí de los años 40.

Se narra que esta persona aprendió a elaborar el dulce cristalizado y se dio cuenta que en Santa Cruz Acalpixca se tenía la materia prima como la calabaza, el chilacayote y la leña. Así, al señor se le ocurrió experimentar con ellas, y al transcurso del tiempo la elaboración del dulce cristalizado le ha dado a Santa Cruz Acalpixca una especificidad en el contexto de la Ciudad de México.

En Santa Cruz Acalpixca es evidente como la población fue aprovechando sus recursos naturales para sobrevivir, pues se dedicaron a producir la chinampa, aunque se cree que muy poco, ya que los terrenos chinamperos les fueron entregados después de 1910. También se habla que en el Pueblo eran ganaderos y los terrenos de la montaña los utilizaban para la siembra de forraje para alimentar a los animales.

Otros habitantes hacían escobas con una planta que se daba en el cerro llamada popotillo; después aprendieron a elaborar dulce cristalizado de las frutas y verduras que se daban en el pueblo. Otros migraron a desarrollar actividades de mecánicos y a la extinta Compañía de Luz y Fuerza del Centro. Otros pobladores tuvieron la posibilidad de estudiar y ejercer su profesión.

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Así, los habitantes han pasado de chinamperos a escoberos y de escoberos a dulceros, sin embargo en la actualidad son pocos los que se siguen dedicando al dulce, pues la mayoría de los hijos son profesionistas que regularmente desempeñan su trabajo fuera de los límites del pueblo.

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1.2 Las tradiciones de Santa Cruz Acalpixca: La Feria del Dulce Cristalizado y Las Fiestas Religiosas

Las tradiciones que conserva el pueblo de Santa Cruz Acalpixca se encuentran íntimamente relacionadas con su memoria histórica. Las más importantes están vinculadas con la elaboración del dulce cristalizado y los ritos religiosos: la fiesta de la Virgen de los Dolores y la Feria de la Santa Cruz.

La primera de ellas se lleva a cabo a través de una feria anual que ha tomado importancia para la comunidad. Tras la decadencia de la agricultura y la escasez de escoba, el dulce cristalizado ha permitido a los habitantes de Santa Cruz subsistir económicamente. En este contexto, la producción del dulce se ha convertido con el paso del tiempo en un elemento identitario del pueblo, tal como se muestra a la entrada donde hay una arco con la leyenda "Bienvenido a Santa Cruz Acalpixca, Tierra del dulce cristalizado".

Por su parte, la celebración de las fiestas religiosas tiene que ver primero con las tradiciones de otros pueblos de Xochimilco y las delegaciones colindantes, ya que en la región se identifican y vinculan las comunidades por la veneración del Santo al que se erige la iglesia de cada una; y segundo, porque éstas fiestas propician la participación de los feligreses, misma que se ha aprovechado para generar procesos de organización relacionados a otros ámbitos.

La importancia de retomar estás celebraciones radica en el hecho de reconocer que son el nítido reflejo de la identidad del pueblo, y que en ellas es posible encontrar claves para el análisis de las problemáticas sociales que actualmente se enfrentan en la localidad.

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1.2.1 La Feria del Dulce Cristalizado

Con la actividad económica del dulce cristalizado el pueblo introduce un nuevo rito en la comunidad, la fiesta del Dulce Cristalizado.

El presidente del comité organizador de la feria del dulce 1987, Humberto Aguirre López, afirmó que esta tradición data de la época prehispánica, "sin embargo hasta hace cinco años, a partir de que se inició la feria del dulce, se comenzó a difundir una de las tradiciones y esencia de Santa Cruz Acalpixca" (Aguilar, 1987).

En una nota periodística del 1° de junio de 1987 se refiere que la feria inició como tal en 1982 por iniciativa de los hermanos Aguirre López, quienes en 1987 eran los principales gestores de promoción del dulce. En entrevista directa, Don Leonardo Aguirre decía sobre el tema lo siguiente: “porque nosotros somos del pueblo y hemos padecido hambre, y esto no lo hacemos de ninguna manera con fines lucrativos”.

Además, la misma nota periodística arroja un dato interesante en donde se menciona que el 70% de la población de ese entonces se dedicaba a la producción de dulce cristalizado (Aguilar, 1987).

Sin embargo, ahora la feria se ha distorsionado a tal grado que no todos los dulceros participan en ella. En la nota periodística de 1987 se mencionaba que participaban como 40 dulceros, pero en la actualidad sólo participan alrededor de catorce. Platicando con algunos dulceros que no participan, argumentan que no lo hacen porque no tienen ganancias, les cobran una cuota por el espacio para vender y que a veces con la venta del dulce sale justo para pagarla; además de que no tiene mucha difusión y va muy poca gente.

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Dice Yanis, originaria de 22 años que es productora de dulces, que no participa porque…las comisiones que nos cobran por estar en la feria son más altas de lo que vendemos, así que muchos esa semana de la feria decidimos no participar e irnos a vender a los lugares acostumbrados, ya que la mayoría de los dulceros salimos a ofrecer nuestros productos en la carretera a Cuernavaca, en el centro de la Ciudad, en Tláhuac y en muchos hospitales de Tlalpan y Coyoacán.

En las ferias de 2008 y 2009 se observó que había más puestos de comida, zapatos, ropa, juegos mecánicos, que de dulceros, además de carteles y perifoneo de espectáculos de artistas de segundo elenco y de payasos como Lagrimita y Costel, que nada tienen que ver con la base original de la tradición del dulce. En este sentido, esta actividad ha perdido paulatinamente su capacidad de difundir y dar a conocer el dulce cristalizado, así como la posibilidad de interacción social entre los participantes.

Ahora, la fiesta está pensada en negocio más que en la promoción de los productos. El sincretismo que ha venido a darse entre la tradición de una feria que pretendía la convivencia social y la necesidad de subsistencia de los habitantes de Santa Cruz Acalpixca ha hecho que prolifere el funcionamiento de comercios ambulantes de comida y el expendio de bebidas alcohólicas.

Esto ha propiciado que se profundicen los conflictos internos de los organizadores de la feria del dulce que lo único que ha logrado es una disminución considerable en la participación de los dulceros. De manera derivada se ha mermado la convivencia comunitaria a través de actividades deportivas, como las carreras de costales, de burros y bicicletas, eventos artísticos y bailes populares, venta de antojitos, así como de los tradicionales dulces típicos; calabaza, higo, chilacayote, camote y otras como cocada palanquetas de cacahuate y pepita (Aguilar, 1987).

En una reunión preparativa para la feria del 2008, se hablaba de los conflictos que se han dado entre los mismos vecinos del pueblo, más de los que viven en la

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parte central quienes después de que pasa esta fiesta se quedan sin luz, así que en la reunión la solicitud era que los organizadores rentaran su propia planta, pues con los juegos y los puestos quemaban el transformador, dejando a las personas que viven en la parte del centro de Acalpixca, hasta un mes sin luz. Es interesante ver que algunos decían que ya hasta habían invertido en una planta para sus casas pues este problema es recurrente en la fiesta patronal del tres de mayo.

Esta feria se sigue realizado en la actualidad con algunos dulceros que participan con la firme intención de conservar y preservar las tradiciones que le dan sentido al pueblo y los hace únicos; lo anterior, a pesar de los conflictos y de los abusos de la Coordinación Territorial de Santa Cruz Acalpixca y de la Delegación Xochimilco al cobrarles una cuotas que oscilan entre los $1000 y $1500 pesos por concepto del espacio para la venta.

Está claro que uno de los mayores elementos que hasta ahora se ha rescatado, sobre la resistencia de este pueblo, se centra en la conservación de sus tradiciones, las cuales llenas de sincretismo les dan ese elemento de identidad que los hace ser de Santa Cruz Acalpixca, y que los confronta con una realidad actual, en donde la presencia de los otros y de la modernidad los hace introducir elementos nuevos en sus ritos para que prevalezcan y no se pierdan.

Estas tradiciones están ancladas simbólicamente en ciertos territorios o lugares, en los que se comparte la memoria colectiva de los originarios y en los que de manera selectiva generan recuerdos compartidos, capaces de convertirse en un discurso social de grupo, de ahí la importancia del espacio o el territorio.

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1.2.2 Las fiestas: La Virgen de los Dolores y de la Santa Cruz

La religión católica se encargo en su momento de poner e imponer los ritos y reglas que conducen a los pueblos en el plano socio religioso. Como bien se sabe no siempre ha sido de manera pacífica, ya que generalmente prevalece la hostilidad hacia los grupos que no pertenecen a ella.

“De hecho todos los pueblos tienen una fiesta patronal que es la más importante, en la que los rencores, las envidias y otras rencillas son olvidados y donde se da el regreso de los migrantes a sus comunidades de origen, para hacerse presentes y cumplir algún cargo o mayordomía” (Landázuri y Leví, 2011).

En el caso de Santa Cruz Acalpixca es posible identificar varios rituales vinculados al año litúrgico de la iglesia, pero las fiestas más importantes en las que la población se fusiona y participan son la de la Virgen de Dolores y la de la Santa Cruz.

La fiesta de la Virgen de los Dolores es la más importante, ésta se vincula con la fiesta de Xaltocan, uno de los barrios más importantes de la delegación Xochimilco. En esta fiesta los catorce pueblos y barrios de la delegación Xochimilco se unen para hacer tributos o promesas, como son conocidos ahora, a la Virgen de los Dolores. La celebración no tiene una fecha exacta en el calendario porque comienza justo después del miércoles de ceniza; sin embargo, la preparación de la fiesta se hace a lo largo del año.

El ritual comienza los primeros días de agosto, cuando los mayordomos de la Virgen hacen una visita a la familia que espera la mayordomía para el siguiente año para "rogarles" que se responsabilicen del cargo, llevando canasta de fruta, bebidas, trastes y despensa para la comida de la fiesta.

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Durante esta "petición" el nuevo mayordomo prepara una comida para los que han sido mayordomos y sus familias (aproximadamente se preparan 5 000 porciones). En este proceso los que participan en la celebración colaboran con los anfitriones llevando arroz, azúcar, frijol, aceite o apoyando en la preparación de los alimentos, también hay quienes aportan dinero. Al respecto comenta la profesora María Antonieta entrevista octubre de 2010…los mayordomos se pueden gastar entre $800 mil pesos y $1 millón de pesos, y éste costo tiene que ver con la prepotencia o presunción de cada mayordomo.

Después del rito de ruego al nuevo mayordomo, se retoma la celebración en el mes de febrero donde vuelven a iniciarse los preparativos que se vinculan a la liturgia de la Semana Santa.

Así, un fin de semana previo a la fiesta de Xaltocan, en Santa Cruz Acalpixca realizan el rito del cambio de mayordomías, en donde los nuevos mayordomos son quienes se encargarán de entregar unos cuetes - ruedas-, que cada pueblo dona para que se quemen el día de la fiesta de la Virgen de los Dolores.

El ritual inicia el día sábado con una velación en la que le hacen rezos a una imagen de la Virgen de los Dolores, la cual se desarrolla en la casa de los mayordomos que van a entregar el cargo, brindando alimentos como tamales y atole a todo aquel que llegue a rezar. Al domingo siguiente las personas que participaron en la velación se van a su casa a arreglar y como a eso de las 5:00 de la tarde se hace una procesión de la iglesia de Santa Cruz Acalpixca a la Iglesia de Xaltocan, llevando consigo la imagen de la Virgen y las ruedas (cuetes) a ese barrio donde se desarrollará la fiesta.

Al día siguiente, a partir de las 7:00 de la tarde se queman los llamados toritos, los cuales son juegos pirotécnicos y cohetes que adornan esculturas de toros, mismas que van cargando jóvenes y adultos, generalmente varones. Es muy común ver a la gente corriendo por las calles para no ser alcanzados por los toritos. En esta

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tradición impresiona la cantidad de recursos económicos que le pueden destinar, pues se queman alrededor de 40 toritos (que tienen un costo de uno $5000 pesos cada uno), en la plaza pública, los cuales son donados por los mismos mayordomos u otras familias que contribuyen a la tradición.

Después se van a la casa de los nuevos mayordomos que realizarán la fiesta del tres de mayo, y ahí hacen un ritual que le llaman “el baile del barril”, amenizado en algunas ocasiones por el grupo MEZME (un grupo de música prehispánica originario del pueblo) el cual consiste en un rito que atrae a través de la música a los nuevos mayordomos quienes bailan alrededor de un barril lleno de pulque, y le van ofreciendo un vasito a los invitados que llegan a ir. También se dice qué este [evento] es abierto a la comunidad, sin embargo no se hace mucha difusión, Doña Rogelia, entrevista 2009.

Contaba la maestra María Antonieta (entrevista 2010) que he visto a gente muy humilde que se ha hecho mayordomos y han sacado adelante la fiesta. Conocí unos mayordomos donde la señora vendía dulces y su esposo era bici taxista, quienes presentaron una fiesta muy bonita y ofrecieron la comida en la calle porque su casa era muy pequeña.

La otra fiesta del pueblo es la del tres de mayo, día de la Santa Cruz. En ella se veneran las tres cruces que se encuentran en el cerro del Cuatlallely.

Esta celebración tiene una duración de tres días, durante los cuales se ofician misas en honor a las cruces, estructuras de aproximadamente 10 metros de altura y 3 de ancho, pesando aproximadamente 600 kilos cada una.

Unos días antes de la celebración, el mayordomo se encarga de limpiarlas, cambiarlas de ropa o cendal y llevarlas a la iglesia para ser bendecidas y después de ahí salir la mañana del tres de mayo en procesión, con los fieles

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acompañantes; quienes emprenden el llamado Viacrucis hacia el cerro Cuatlallely donde se vuelven a colocar y se lleva a cabo una misa.

En el camino de subida se encuentran 14 cruces de concreto, mismas que fueron colocadas y donadas por los colonos y que año con año se adornan con listones y papel de colores. Las cruces simbolizan las estaciones del Viacrucis, en donde los encargados de subir las cruces al cerro hacen paradas en cada una.

Colocadas las cruces la bandas de música toca melodías que acompañan la danza de los chínelos y los truenos de los cohetes. Mientras, los asistentes se reúnen a comer alimentos que llevan o compran en los puestos que se colocan ese día. Este ritual se vuelve una convivencia familiar donde la gente coloca hamacas, lonas para cubrirse del sol y otros utensilios que le hagan cómoda su estancia.

Durante el recorrido se observó que los asistente no se preocupan por cuidar el ambiente, ya que no se previó colocar contenedores de basura y los acompañantes del Viacrucis iban dejando sus desechos a lo largo del camino o en los sitios que habían ocupado para comer o descansar (Información recabada en la participación del festejo de 2009).

La celebración termina en la plaza central que está junto a la iglesia, en donde se instalan puestos de comida, juegos mecánicos y dos templetes para los grupos que amenizarán el baile popular, un templete es contratado por el comité de fiestas de la iglesia y el otro por la Coordinación Territorial, que desafortunadamente no logran ponerse de acuerdo y deciden hacer el cierre de manera diferenciada.

El pago de los grupos musicales que amenizan la fiesta son cubiertos por cuotas que se les piden principalmente a los originarios, las cuales son recolectadas por los mayordomos y el grupo de "pro fiestas", conformado por adultos mayores, en

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su mayoría hombres, los cuales se reúnen y salen a pedir una cuota a la comunidad para la celebración. Algunos vecinos avecindados dicen que hace como cinco años que no pasan a cobrar y que ahora la colecta se realiza de manera directa en la iglesia.

Esta fiesta ha ido perdiendo la parte de integración comunitaria que tenía como base, debido a que la población originaria siente inseguridad por no conocer a todos los que actualmente habitan en el pueblo, pues antes los mayordomos ofrecían una comida para toda la comunidad, ahora esa comida es sólo para los integrantes del grupo pro fiestas y el párroco, haciéndose de alguna manera privada.

Los ritos religiosos de Santa Cruz Acalpixca representan claramente las relaciones sociales que se viven en la cotidianidad entre los habitantes. Es fácil identificar cómo se divide la población entre originarios y avecindados, y cómo es que los originarios resguardan las tradiciones, a pesar de su afán de conservación, se organizan de forma hermética, cómo sí trataran de resguardarlas de los "otros".

Paradójicamente, este recorrido por los ritos de Santa Cruz Acalpixca permite apreciar que tal como menciona Romero, 2009 la elaboración de leyendas escritas y habladas sobre los Santos de cada pueblo propicia la participación y solidaridad entre los habitantes, siendo en este caso sólo la integración de los originarios.

Y tal como menciona Martha Olivares (21 de mayo 2011), en su artículo Defensa de la tierra, defensa de la vida: "…gracias a que mantiene una red de interacción social, a través de la vida religiosa y festiva como base del intercambio simbólico y cultural que les da la tierra. La red de relaciones se construye con sustento en el ciclo festivo, en su vida comunitaria, en sus formas de gobierno y sus mayordomías, que les ofrecen una base organizativa desde la cual se establecen las estrategias subjetivas, políticas y de negociación frente al embate urbano”.

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1.3 Territorio

Con su territorio y su bagaje histórico-cultural, Acalpixca hoy se encuentra en un proceso de reconfiguración que pone en evidencia la interacción entre lo rural y lo urbano en la Ciudad de México.

En términos amplios, los territorios implican superficies de tierra, agua y territorios aéreos, grupos humanos y su posibilidad de representarse cartográficamente. La delimitación de los territorios históricamente ha sido representada a través de los mapas, en ellos se establecen los límites que dividen a un Estado de otro, a una región de otra, sin embargo es importante mencionar que no sólo los límites marcados en un mapa son los que diferencian los territorios, sino los aspectos socioculturales pasados, presentes y aquellos que se encuentran reconfigurándose en estos momentos.

Los territorios son espacios valorizados, ya sea de manera instrumental (bajo el aspecto ecológico, económico o geopolítico) como área geopolíticamente estratégica, belleza natural, como territorio de inscripción de un pasado histórico o una memoria colectiva; sea culturalmente (simbólico-expresivo), como símbolo de identidad sociocultural, la valorización no se reduce a una mera descripción subjetiva y contemplativa sino adquiere un sentido activo al ser intervenido para mejorarse o transformarse (Giménez, 1996).

En este capítulo es de retomarse el siguiente concepto:

Territorio: “el espacio apropiado por un grupo social para asegurar su reproducción y la satisfacción de sus necesidades vitales, que pueden ser materiales o simbólicas” (Giménez, 2005:8).

Es importante entender que el espacio es una dimensión de la realidad material en la que se construye el territorio, que cuenta con una dimensión espacial donde se

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desarrollan los procesos naturales y los fenómenos sociales. El proceso de apropiación está regularmente marcado por conflictos, los cuales permiten explicar de qué manera el territorio es producido, regulado y protegido en interés de los grupos de poder.

Los elementos primordiales de todo territorio según Giménez, son la apropiación de un espacio, el poder y la frontera. En términos más actuales el territorio suele clasificarse generalmente a partir de su extensión, así se habla del territorio nacional y local, pasando por escalas más limitadas como es lo regional y lo municipal, conllevando tales divisiones sus diferentes relaciones simbólicas y socio-culturales.

En la actualidad la geografía ha desarrollado enfoques que hablan de una nueva forma de visualizar al territorio, que va más allá de la jurisdicción. Estos enfoques son más sociales y humanistas, pues no sólo se trata de entender las identidades sociales como un conjunto de identidades individuales, que convergen e interactúan en un mismo territorio, sino un entramado de relaciones cargadas de símbolos y significados particulares que encuadran los fenómenos del arraigo, del apego y del sentimiento de pertenencia socio-territorial.

Es decir, la territorialidad resulta indisociable de las relaciones de poder, en todos los casos se trata de manipular líneas, puntos y redes sobre una determinada superficie o, lo que es lo mismo, se trata de operaciones de delimitación de fronteras de control, jerarquización de puntos nodales (ciudades, poblaciones, islas...), y del trazado de rutas de vías de comunicación y de toda clase de redes” (Giménez, 2005).

Esto se simplifica según Giménez (2005) desde dos polos: el utilitarista funcional y simbólico-cultural; en el utilitarista, el territorio se observa como una mercancía generadora de utilidades (valor de cambio), medio de subsistencia, ámbito de jurisdicción del poder y zona de refugio; mientras que en el simbólico-cultural, el

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territorio se vincula más a la inscripción de una historia o una tradición, la tierra de los antepasados, reserva ecológica o referente de identidad de un grupo.

Dicho de otro modo la organización del territorio tiene que ver con una parte política, social y económica que es determinada por cada sociedad y bajo este aspecto su producción está sustentada por las relaciones sociales que lo atraviesan; pero su función no se reduce a esta dimensión instrumental y no sólo se circunscribe a esa parte; sino también a otra simbólica y más subjetiva que le da sentido y significado a los individuos o a las colectividades y que les permite vislumbrar su percepción del mundo.

Por eso, el territorio puede ser considerado como zona de refugio, como medio de subsistencia, como fuente de recursos, como área geopolíticamente estratégica, como paisaje, como belleza natural, como entorno ecológico privilegiado, como objeto de apego afectivo, como tierra natal, como lugar de inscripción de un pasado histórico y de una memoria colectiva y, en fin, como "geosímbolo" (Giménez, 2005).

Para aterrizar la concepción del territorio y entender que cuando se hace referencia al pueblo de Santa Cruz Acalpixca no sólo se habla de líneas y puntos que delimitan un espacio, sino de un territorio con personas, que interactúan que viven, sueñan y luchan día a día por salir adelante y tener un mejor desarrollo y una mejor calidad de vida. Un territorio que está lleno de una historia y tradiciones que sus antepasados les han heredado para conservarlas, alimentarlas y pasarlas de generación en generación a fin de dar una identidad y pertenencia a su espacio vital.

El territorio donde los originarios de Santa Cruz Acalpixca nacieron, está lleno de historias que se recrean y reconstruyen en las huellas que sus antepasados marcaron.

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Es claro verlo en la zona arqueológica o en los lavaderos públicos (cuyo antecedente fue un ojo de agua), donde la gente no sólo iba a lavar su ropa o bañarse, sino a compartirse las noticias domésticas. El cerro del Cuatlallely que actualmente alberga las cruces, símbolo del nombre del pueblo, o el Museo Arqueológico, que no sólo guarda piezas prehispánicas, sino que es en sí mismo un territorio representativo, pues la construcción data de la época porfiriana, edificada como Casa de Bombas donde se reencausaba el agua al centro de Xochimilco. Estos espacios están inmersos en la memoria e historia de los originarios acalpixquenses.

En este sentido, la concepción de Giménez en cuanto al territorio nos permite vislumbrar el conflicto central que los pueblos originarios tienen en torno a su territorio, quienes construyen en su imaginario al territorio como un territorio simbólico cultural, que alberga y recrea sus tradiciones que los van constituyendo, dándoles identidad y arraigo.

Por otro lado, el sistema capitalista que en esta investigación se ha puesto en evidencia a través de la mancha urbana y que a través de las desarrolladoras inmobiliarias podemos visibilizar sus planes. Tienen una concepción totalmente utilitaria, en la que se mira al territorio como un territorio que les generará dinero y en el que se explotará y usaran artimañas para despojar a los habitantes de los pueblos originarios; sin mirar que ese pedazo de tierra que ellos ven con valor monetario, los originarios lo miran como un elemento fundamental de su vida, en el que están depositados sus recuerdos y las tradiciones de sus antecesores que les hace recordar quienes son para no desaparecer.

Es claro que el territorio no sólo se ha visto como una extensión de tierra que otras personas quieren invadir, sino como una invasión e intromisión a un imaginario recreado y combinado de un bagaje histórico y tradicional que les da identidad y los hace ser diferentes a los otros.

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De ahí que la resistencia no sólo esté centrada en la conservación de terrenos ociosos como los otros los ven, sino a extensiones de tierra con huellas de los antepasados que antes estuvieron ahí; que han dejado historias y mitos que les ha permitido saber su origen he importancia en esta vida en la que ha constituido una identidad con un significado simbólico en el territorio, que los hace recordar y remarcar quiénes son y porque están aquí.

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1.4 Pueblos Originarios: el porqué de la defensa del territorio

Dentro de los elementos de resistencia de cada grupo está la historia, los mitos, las fiestas y sobre todo la memoria histórica y colectiva que les permite crear y recrear imaginarios, en los que buscan estrategias para permanecer y no ser disueltos ni olvidados.

Aunque algunas instituciones de Santa Cruz Acalpixca han desaparecido (como la pérdida del lenguaje náhuatl, la producción de escoba) y otras se han transformado; el pueblo ha conservado usos y costumbres como las mayordomías encargadas de fiestas patronales, danzas, carnavales y faenas que se llevan a cabo gracias a la posesión de una organización comunitaria, y con ello una tradición política propia.

En este contexto se encuentra Santa Cruz Acalpixca, un Pueblo Originario que a pesar de la invasión de la urbe a su territorio - como ellos la llaman - su cultura ha logrado mantener algunos rasgos identitarios que la hace distinta a otras, y que a pesar de la gran reconfiguración de su espacio territorial, la reproducción de sus tradiciones se ha mantenido, aunque no intactos, pues como bien se sabe nada es estático y menos en las comunidades.

Al igual que otros pueblos de la delegación Xochimilco y de otras delegaciones como Milpa Alta, Tlahuac, Tlalpan e Iztapalapa, el pueblo de Santa Cruz Acalpixca está considerado como Pueblo Originario, concepto que ha cobrado relevancia en estas últimas décadas. Se les considera así, porque sus habitantes asumen una descendencia directa de los antiguos señoríos, que ocupaban la cuenca de México antes de la llegada de los españoles y es a partir de esas raíces históricas configuran su identidad territorial (Landazuri, 2010).

Su arraigo se cimenta en el hecho de que los pobladores originarios nacieron, crecieron y viven en su territorio. Son descendientes de varias generaciones de

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habitantes del lugar con tradiciones compartidas. Es una comunidad que se construye a partir de un pasado común, un territorio, prácticas sociales costumbres y fiestas (Romero, 2009).

En el caso particular de Santa Cruz Acalpixca, se hace evidente también la identificación de originarios a través de los apellidos locales, por ejemplo los Sabalza, Castillo, González, Alquicira, Romero, Rosas, Del Valle y López.

Sin embargo, aún en estos días se trata de romper con el paradigma antropológico en el que toda la raíz de la humanidad está en la evolución humana o lo prehispánico. No se ha puesto atención en lo que las personas que habitan los territorios tienen en su imaginario y como es que ellos construyen su propio origen. Por ejemplo en pláticas con adolescentes de la secundaria del pueblo, se encontró a un grupo de niños avecindados que nacieron en Santa Cruz Acalpixca y se consideran originarios, a pesar de que sus padres son de Oaxaca, Veracruz o Puebla.

“…Cuando los originarios argumentan la idea de haber nacido en determinado territorio, siempre se menciona a las generaciones pasadas que también nacieron y crecieron ahí, se deja claro que tanto la familia directa como la comunidad comparten este hecho, lo destacan como un principio de identidad. Sobre la idea de pertenencia, al narrar su historia se refleja un doble sentido: ellos pertenecen a ese territorio y el territorio les pertenece” (Romero, 2009).

En este sentido, el concepto que se plantea sobre un origen ancestral rompe con la idea que estos adolescentes tienen sobre su origen. En entrevistas con adultos mayores del Pueblo, algunos decían "no somos del pueblo pero llevamos mucho tiempo viviendo aquí, que ya nos sentimos que somos de aquí". Doña Pachita, entrevista 2011.

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Al retomar el concepto de Pueblo Originario, se pretende destacar que el reconocimiento de estos pueblos marcó una coyuntura nacional e incluso mundial en los años 90, con la cual los originarios de Santa Cruz Acalpixca se identificaron y retomaron para dar fuerza a las acciones de resistencia comunitaria que se dieron en ese entonces.

Para los originarios de Santa Cruz Acalpixca la defensa del territorio representa materializar una identidad que se rescata y se revalora a través de la reivindicación de los derechos que tienen sobre el territorio público.

Derechos que se ponen en la mesa del debate para considerarse y ser tomados en cuenta en los años 90, después del surgimiento del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), mismos que hasta la fecha aún se están discutiendo, y en los que se reconoce que en las delegaciones Xochimilco, Iztapalapa, Magdalena Contreras, Milpa Alta y Tlahuac existen pueblos originarios.

Estas comunidades se asumen como originarias porque han ocupado ese territorio desde antes de la formación actual del Estado Mexicano. Estos pueblos conservan a pesar del acelerado crecimiento de la mancha urbana diversas formas tradicionales de organización social, a través de las cuales preservan su identidad, su cultura, su territorio y hábitat, dando vida a la pluriculturalidad de la ciudad (Propuesta del Acuerdo del Consejo de Consulta y Participación Indígena del Distrito Federal, citado en Mediana, 2007).

En el caso de la delegación Xochimilco, los pueblos estaban articulados en torno a un sistema lacustre, con tierras fértiles y rodeadas de extensos bosques, delimitadas por un conjunto montañoso. En términos generales, se trataba de grupos que en la época prehispánica eran tributarios de los mexicas, quienes los sometieron a través del señorío de Xochimilco (Gobierno del Distrito Federal, 2007).

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Aunque ya casi nadie habla náhuatl, se han conservado ciertos usos y costumbres, como las mayordomías encargadas de fiestas patronales, danzas, carnavales y formas de trabajo comunal o faenas que se llevan a cabo gracias a la posesión de una compleja organización comunitaria, y con ello una tradición política propia (Medina, 2009).

A partir de 1994 y en el marco de una discusión política nacional aparece el concepto de los "Pueblos Originarios", mismos que reclaman el reconocimiento de sus autoridades políticas y de sus formas particulares de elección, amparadas bajo la denominación de "usos y costumbres" (Medina, 2007).

Este proceso se dio en el marco del levantamiento zapatista en el Estado de Chiapas, donde se exigía, entre muchas cosas, el respeto del territorio, de los derechos humanos y el reconocimiento de la población indígena, así como una oposición hacía las políticas oficiales del gobierno. En el caso de Santa Cruz Acalpixca, las personas entrevistadas se autonombraban zapatistas, pues consideraban que la lucha que estaban emprendiendo los vinculaba.

Al respecto comenta un habitante de Santa Cruz que participó activamente en los movimientos de resistencia del pueblo en 1994: En enero estalla el movimiento Zapatista… hay un ambiente político no sólo en la Ciudad, sino en el país, por toda esta situación…” Anáhuac, entrevista 2009.

En el año 2000 cobra realce el concepto de pueblo originario en el Distrito Federal, con el primer Congreso de Pueblos Originarios del Anáhuac, realizado en la comunidad de San Mateo Tlaltengo, de la Delegación Cuajimalpa, Distrito Federal. Ahí estuvieron representadas comunidades de los Estados de México y Morelos y las delegaciones de Milpa Alta, Xochimilco, Tlalpan, Magdalena Contreras, Cuajimalpa e Iztapalapa, pertenecientes al Distrito Federal.

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Los pueblos originarios de la Ciudad de México han resistido al crecimiento de la mancha urbana que ha trastocado su cultura y su entorno; aunque se han adaptado, no han perdido del todo su identidad y el arraigo al territorio que alguna vez tuvieron. Los pueblos siguen conservando y reinventando su historia, tradiciones y mitos que les da esa identidad colectiva de antaño y que los hace sobrevivir al proceso de urbanización que la dinámica de la ciudad conlleva.

Lo anterior, no obstante los embates profundos de la concepción neoliberal, que en el año 1992 modificó el artículo 27 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos dando la pauta al mercado legal del suelo de propiedad social (ejidal y comunal), cuyo efecto principal fue la diversificación de los mecanismos de incorporación de dicho suelo agrario al mercado inmobiliario urbano y el auge del mercado libre.

Fue a través del Programa de Certificación de Derechos Ejidales y Titulación de Solares Urbanos (PROCEDE) que se ejecutó la modificación del artículo 27 constitucional, cuya finalidad "oficial y pública" fue el de dar certeza y seguridad jurídica en la tenencia de la tierra a los integrantes de los ejidos del país, mediante la entrega de certificados parcelarios y/o certificados de derechos sobre tierras de uso común, o ambos, según sea el caso, así como los títulos de solares urbanos, a favor de todos y de cada uno de los individuos que integran los ejidos del país que así lo soliciten (Procuraduría Agraria, s/f).

Antes de que se diera la reforma, las tierras ejidales que rodeaban las ciudades mexicanas sólo podían incorporarse al desarrollo urbano mediante el mercado ilegal de suelo, porque la Ley Agraria que reglamenta lo relativo a la tenencia del suelo ejidal prohibía su enajenación y su conversión a usos urbanos a pesar de la inminente urbanización.

Ante este panorama resulta importante identificar la cultura política de los pueblos originarios como un pilar del proceso de resistencia al crecimiento de la mancha

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urbana, lo cual permite que se puedan analizar los procesos de organización y participación comunitaria.

Para llevar a cabo el análisis de la cultura política de Santa Cruz Acalpixca es necesario conocer los resolutivos del Congreso de Pueblos Originarios del Anáhuac:

 La construcción de la autonomía de los pueblos indígenas del Anáhuac y los Acuerdos de San Andrés.  Reconocimiento por parte de las legislaturas estatales y federales, del derecho consuetudinario de usos y costumbres que rigen diversos aspectos de la organización social, política y agraria de los pueblos originarios del Anáhuac.  Rechazo total a las expropiaciones de tierras que en 1983, 1990 y 1998, sufrieron los poblados de San Mateo Tlaltenango sobre el Parque Nacional Desierto de los Leones, San Gregorio Atlapulco, sobre sus principales tierras de chinampa, y San Miguel y Santo Tomás Ajusco sobre su casco urbano.  El rechazo a los mega proyectos, viales, residenciales, turísticos y comerciales que pretenden privatizar la tierra de los pueblos originarios.

Demandas articuladas en función de la presión que ejerce el crecimiento urbano a los derechos territoriales y simbólicos de las comunidades.

Transcurrido algunos años, el 30 de abril de 2003 el Consejo de Consulta y Participación Indígena del Gobierno del Distrito Federal promovió la creación de un grupo de trabajo denominado, Comité para Pueblos Originarios del Distrito Federal, en la que se convocó a los representantes de 42 comunidades en las delegaciones de Tlalpan, Milpa Alta, Tlahuac y Xochimilco.

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El movimiento de los pueblos originarios responde a varias causas que se interconectan con los intereses del crecimiento urbano, ligados de manera directa a lo político y económico, de índole nacional e internacional; no es una coincidencia que en la década de 1990 se dieran distintos movimientos de resistencia vinculados a la defensa del territorio. En 1992 en el marco del aniversario llamado "encuentro de las dos culturas" se reafirman las raíces indígenas.

Dicha polémica ha ido acompañada de los reclamos de autonomía por parte de diversas organizaciones indígenas, a raíz de diversos acontecimientos políticos, pero particularmente del levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en 1994 y de diversas reivindicaciones del movimiento indígena continental (como las de los pueblos de la Costa Atlántica de Nicaragua, los del Cauca en Colombia y los Achuar de Ecuador (Medina, 2009).

En ese mismo año, 1994, se concede un mayor grado de autonomía política y administrativa a los delegados de las Delegaciones del Distrito Federal y se emite la primera Ley de Participación Ciudadana del Distrito Federal, lo cual contemplaba la organización de los consejos de ciudadanos.

Los Consejos Ciudadanos aparecen como un nuevo intento de construir una instancia de mediación con las instituciones de gobierno de la Ciudad. Cada una de las 16 delegaciones tendría un Consejo, cuyos integrantes serían elegidos por el sufragio directo y secreto de cada área vecinal, "establecida de acuerdo con el número de habitantes hasta llegar a 365 en todo el Distrito Federal". Se trataba de un esfuerzo de ciudadanización, al margen de los partidos políticos (Martínez, 2005).

Una investigación realizada por Robinson en 1998 (citado en Medina, 2009) arrojó valiosos datos para reconocer la experiencia política específica de los pueblos originarios, en la que se involucra una densa tradición cultural y manifiesta una

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activa participación, lo cual, por cierto, contrasta notablemente con la relativa apatía del resto de los habitantes del Distrito Federal. Pero, sobre todo, destaca la capacidad política desarrollada por los consejeros ciudadanos elegidos debido a la experiencia adquirida por su participación en los sistemas de cargos locales, es decir, en las organizaciones comunitarias que constituyen el núcleo de los pueblos originarios.

Para Scott (2000) los sistemas de cargos o mayordomías constituyen sistemas de representación democrática en la que participan las grandes familias que forman el eje organizativo en los pueblos originarios; incluso apunta que bien puede verse a los consejeros ciudadanos como una especie de "mayordomos civiles", cuyas funciones se integran cómodamente en la tradición de "politizar lo cotidiano" de tales pueblos e incluso pareciera que tal puesto reintegra la figura civil que corresponde a la estructura de los sistemas de cargos.

En la Delegación Xochimilco el esquema político jugó un papel fundamental en los años 90, pues los políticos en busca de votos cedieron territorios comunales y de conservación ecológica para la creación de unidades habitacionales.

En esa época, se menciona que no hubo pueblo en el cual no se intentara construir una unidad habitacional. De los primeros intentos fructificaron una unidad del FOVISSSTE, en las inmediaciones de la colonia Huichapan y la Unión Popular Nueva Tenochtitlan.

En Santa Cruz Acalpixca también se construyó una pequeña unidad habitacional en la zona chinampera, conocida ahora como El Paraíso, pero pertenece a la colonia Xicalhuacan, conocida como La Herencia, pues se cuenta que en la Revolución - con Zapata - se recuperó esa zona y como en ese entonces eran como 400 familias las que poblaban el pueblo se les repartió un pedazo a cada una.

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“…la unidad se construyó con ayuda del Subdelegado que se confabuló con personal de la Delegación, para beneficiar a la tribu de una corriente de perredistas, donde participaba Yolanda Tello, que era diputada local” Alejandro González, entrevista 2009.

Después de que se realizaron esos proyectos, ya había planes para implementar otros, sin embargo la gente comenzó a organizarse y a frenar a las desarrolladoras inmobiliarias.

Garzón (2002) cita los siguientes ejemplos de lucha de resistencia a la implementación de unidades habitacionales, aunque no da las fechas exactas, menciona que fue a principios de la década de los 90, en San Luis Tlaxialtemalco, ante un intento de la Asociación Nacional de Actores (ANDA) de construir una unidad habitacional para sus agremiados, en un predio que la comunidad consideraba de su propiedad. Se desato una fuerte movilización en contra del proyecto que llevó a la cancelación de la ceremonia de colocación de la primera piedra por parte de las autoridades de la Ciudad de México y después de todo el proyecto.

Otra movilización reciente que se dio en Xochimilco (1997) fue la encabezada por los habitantes de Santa Cecilia en contra de la construcción de un campo de Golf que impactaría cerca de 220 hectáreas ubicadas en los pueblos de San Lorenzo Atemoaya y Santa Cecilia Tepetlapa.

Este proyecto fue presentado a las autoridades, a la Asamblea de Representantes y al Consejo Ciudadano de Xochimilco buscando apoyo para lograr la autorización oficial para el cambio de uso de suelo, ofreciendo la creación de dos plantas de tratamiento residuales y otras obras accesorias.

Los factores para la movilización de los habitantes de estos pueblos, y los de Santa Cruz Acalpixca, fueron en esencia los siguientes:

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a) La preocupación ecológica del territorio; b) El problema del abastecimiento de agua; c) La preocupación de la modificación y/o erradicación de sus costumbres, ritos y cotidianidad; d) La defensa del territorio ante el avance del crecimiento urbano, y el más importante, e) La identidad enfocada a la concepción del término de pueblo originario.

Estos factores son los que preocupan a los originarios del pueblo de Santa Cruz Acalpixca, cuando se dan cuenta que les quieren invadir un territorio que sienten propio y en el cual ya tenían contemplado desarrollar un proyecto comunitario y deportivo para el beneficio de los oriundos.

El detonante del proceso de resistencia surge al enterarse que además les construirán condominios, lo que traerá extraños que los "vulnerarían y les quitaran lugares en las escuelas para sus hijos y los servicios básicos como el agua".

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Capítulo 2 Terruño acalpixquense: La resistencia al crecimiento de la mancha urbana.

Con su territorio y su bagaje histórico-cultural Acalpixca hoy se encuentra en un proceso de reconfiguración que pone en evidencia la interacción entre lo rural y lo urbano en la Ciudad de México.

A partir de 1970 la Ciudad de México fue tema de análisis para los urbanistas, quienes ante el crecimiento de la mancha urbana y la incorporación de tierras ejidales al uso habitacional debatían la delimitación de la urbe. Actualmente las Delegaciones de Tláhuac, Milpa Alta, Xochimilco, Tlalpan, Magdalena Contreras y Cuajimalpa han sido catalogadas como rurales en el Plan de Ordenamiento Ecológico del Distrito Federal, sin embargo, las actividades de la población están ligadas principalmente a los servicios y no hay límite cognoscible para determinar dónde termina el suelo urbano y donde empieza el rural.

De acuerdo a los datos del programa integrado territorial para el desarrollo social 2001-2003, Santa Cruz Acalpixca cuenta con 10,493 habitantes, que en términos socioeconómicos está considerado como de alta marginación, y en el que aún se pueden ver terrenos sembrados con maíz entre una casa y otra. Personas que se pasean a caballo o burros cargando agua, venta de forraje y leche de las vacas de la localidad, así como mujeres usando los lavaderos públicos. Al mismo tiempo se observan tiendas de ropa, servicios de internet, bicitaxis y taxis del pueblo, en ocasiones también se encuentra un tianguis de zapatos y piel en la plaza.

Las normas urbanas establecen una línea arbitraria para dividir lo rural de lo urbano en los Planes Parciales de Desarrollo Urbano, los cuales regularmente no coinciden con la realidad social de estos territorios. Es complejo hablar de los límites y de la diferencia entre lo rural y urbano, así como también de un proceso de cambio entre éstos, ya que nada es estático en las comunidades y más en las periferias, donde según Bazant se da un proceso dinámico, que hace que

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cualquier parte de la periferia esté en constante transformación expandiéndose a nuevas periferias.

Este crecimiento de la mancha urbana hacia las zonas rurales no es algo nuevo, de hecho desde que se introdujo la idea del desarrollo, visto como un crecimiento económico en este sistema capitalista, la expansión de las zonas urbanas se ha ido ampliando, sin embargo, el crecimiento de la mancha urbana en territorios rurales, lo que ha producido es una interacción más profunda entre los elementos de lo rural y lo urbano, que siempre se han vistos como elementos contrarios.

En la actualidad han surgido distintos conceptos que intentan dar otro tipo de descripción a esta relación entre lo rural y urbano que ya no es tan distinta ni excluyente la una de la otra como en otros tiempos; el concepto de rururbano ha sido utilizado para identificar realidades diversas.

Algunos autores usan el término de rururbano para referirse a los territorios de contacto entre las áreas urbanas y las rurales, es decir para caracterizar a un espacio que por su ubicación se encuentra entre el campo y la ciudad. Otras perspectivas recurren al concepto para referirse a territorios que a primera vista podrían ser clasificados como rurales, pero en los que la ciudad y la dinámica urbana se hacen presentes en la vida cotidiana de la gente, en las actividades económicas y en los modos de organización social. (Barros, 1999)

Existen otras aproximaciones menos rígidas como la idea del continuo rural urbano, desarrollada por antropólogos como Redfield y Lewis, quienes contribuyeron a matizar la dicotomía que se expresa a través de la oposición de estas dos categorías. Desde la perspectiva del análisis territorial se han intentado establecer categorías dentro de este continuo, que permitan ubicar en un extremo al territorio claramente urbano y en el otro territorio al territorio rural.

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La dicotomía entre urbano y rural, industria y agricultura, moderno y tradicional, empieza a desdibujarse en una complejización de las sociedades contemporáneas. Los nuevos fraccionamientos de las urbes inician la tendencia a ofrecer rincones de la ciudad que parecen estar en el campo; situación que ha propiciado una tendencia al regreso, una nostalgia al pasado, a un territorio muchas veces destruido por las visiones de progreso que imponía una modernidad negando todo lo que estaba relacionado con lo rural.

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2.1 Mito de la tenencia de la tierra

La realidad actual de las comunidades en México y en el Distrito Federal muestra un escenario confuso y difuso en casi todos los órdenes de la vida cotidiana, de ahí la necesidad cada vez más latente de entender e interpretar dialécticamente el mundo y los territorios inmediatos en los que vivimos.

El pueblo de Santa Cruz Acalpixca es uno de los asentamientos más antiguos de Xochimilco, sin embargo, no existe datos definidos en torno al régimen de propiedad agraria. La información de algunos entrevistados respecto del territorio de Santa Cruz Acalpixca lo hace difuso, ya que en la actualidad el pueblo carece de documentos que puedan dar información clara de su antigüedad y conformación como pueblo originario, pues en la revisión documental no se encontraron los títulos primordiales.

Al realizarse la búsqueda de información en el Archivo General de la Nación y el Archivo General Agrario solo se encontró fue una serie de documentos desperdigados que dan muestra de un problema de fondo sobre el territorio del pueblo de Santa Cruz Acalpixca, en cuanto a la tenencia de la tierra. No hay claridad sobre la naturaleza de las tierras del Pueblo de Santa Cruz Acalpixca - ejidal, comunal o propiedad privada -, cuestión que desde mi perspectiva es un elemento que propició por parte de algunos originarios el vender la tierra e iniciar el proceso de asentamientos irregulares y el rápido ingreso de la mancha urbana al pueblo.

Remontando y revisando la historia prehispánica, se encuentra que Acalpixcan (nombre que aparece en las fojas de una carpeta de santa cruz Acalpixca en el Archivo general de la Nación AGN) fue el primer lugar donde se manifestó la reproducción de la vida de las tribus nahuatlacas. Bajo un régimen comunitario explotaron sus tierras y su territorio.

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Con el paso del tiempo la comunidad de Acalpixca se fue reconfigurando a través de la pequeña propiedad privada, pero siguió con ciertas luchas significativas por el reconocimiento y la conservación del territorio propio. En 1786, al crearse las intendencias, Xochimilco fue declarado subdelegación de la Intendencia de México.

En el Archivo General de la Nación existe un carpeta que data de 1810, y da cuenta de la denuncia a un sacristán de la iglesia del pueblo, quien al entregar su cargo después de un año de servicio, no devolvió los títulos primordiales y un mapa de Santa Cruz Acalpixca, que los naturales le habían confiado. No obstante ser encarcelado, tiempo después es liberado por no encontrarse pruebas que demostraran que "los naturales" le hubiesen entregado esos documentos.

Así pues, al día de hoy no se tiene identificado documento alguno que amplié o esclarezca dónde quedaron esas documentales de relevancia para entender la conformación del territorio del Pueblo de Acalpixca.

Otra versión sobre los títulos es la que nos cuenta el señor Francisco Alquicira, en una entrevista en el 2009: … los títulos se entregaron al padre Pedro Benavidez, originario del pueblo y cuando éste murió, los títulos desaparecieron, han de andar en los archivos de la iglesia de Xochimilco.

Por otra parte, se tiene registrado que entre los años de 1911 y 1917 Xochimilco fue escenario de numerosas acciones de guerra entre el Ejercito Libertador del Sur y las tropas federales o constitucionalistas; hechos que sin duda dejaron su huella histórica en el Pueblo de Santa Cruz Acalpixca.

Se cuenta que al llegar la revolución de Emiliano Zapata al pueblo, uno de los mayores actos realizados fue la entrega de 480 parcelas en la zona de ex chinampa. El número de parcelas se relaciona con el número de familias que existían en ese momento en el pueblo, por lo que le tocó una parcela a cada

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familia. Esa superficie - conocida como la Herencia hoy "El Paraíso" - en las últimas dos décadas ha sido lotificada y vendida de manera irregular, siendo su principal causa la pérdida de los canales, el crecimiento de las familias originarias y las necesidades económicas de sus antiguos poseedores.

Aunque en otra entrevista comentaban que esos terrenos fueron donados a las familias por ahí del año de 1920, cuando ya había pasado la revolución y que más bien, quien hizo las gestiones para la donación de esos humedales que pertenecían al barrio de San Juan, - afirma Don Alfredo Ortega, entrevista 2009, fue el Padre Pedro Benavidez.

"Que eran 50 hectáreas que se repartieron entre las 480 familias; que supo que estos terrenos eran de ese barrio porque escuchó que un señor decía que un señor del barrio de San Juan estaba pidiendo les devolvieran esos terrenos y que en la Secretaria de Hacienda les dijeron que eso no podía ser, porque ya los habían donado a los del pueblo de Santa Cruz, porque a ellos les quedaba más cerca".

Después en el Archivo General Agrario, se pudo constatar que efectivamente los títulos de propiedad se extraviaron, ya que en un expediente del pueblo de Santa Cruz que data de 1929, en donde los pobladores hacen la solicitud de la devolución de un perímetro de tierra que les pertenecía, les es negado porque se argumenta que los títulos primordiales de propiedad que presentan son apócrifos. Además de mencionar que no había tierras para repartir.

En ese mismo expediente, se encuentra varias contradicciones derivadas de la solicitud de algunos pobladores. En algunos documentos se registra que el pueblo estuvo siempre como propiedad privada, sin embargo, en otro documento de 1987 se dice que hay indicios para definir que el pueblo tuvo el régimen de propiedad privada y ejidal.

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Respecto del mismo tema, en el mismo Archivo del Registro Agrario (RAN), hay una carpeta del año de 1975, donde se especifica que Santa Cruz Acalpixca nunca fue, ni ejido, ni propiedad comunal. Que en el año de 1942 se hizo la solicitud para registrarse como propiedad comunal, pero los técnicos que fueron a hacer el censo al pueblo, en una ficha técnica informaron que nadie llegó. En el reporte no se especifica quién o quiénes hicieron esa solicitud. Al final del día la documentación concluye que siempre fue propiedad privada.

En este sentido es evidente que la información y la memoria de los entrevistados nos cuenta una historia centrada a un imaginario de lo que quizás les hubiese gustado fuese y lo que realmente fue. Lo que sí es claro es que esa porción de tierra les fue otorgada y sí fue una herencia; que debido a las necesidades económicas se tuvo que lotificar y vender, propiciando el grave problema de los asentamientos irregulares que pone en riesgo la vida y estabilidad de los que viven ahí.

Una de las causas del problema sobre la tenencia de la tierra en Santa Cruz Acalpixca se vislumbra en las expropiaciones recientes del Gobierno del Distrito Federal - Gaceta Oficial del Distrito Federal del 3 de Diciembre del 2003 - :

“…la irregularidad en la tenencia de la tierra en el Distrito Federal se origina, en gran medida, por contratos de compraventa celebrados sin cumplir con las formalidades de Ley, así como por transmisiones hereditarias y legados verbales, todo lo cual ocasiona inseguridad jurídica en la titularidad de los derechos de los particulares sobre los inmuebles que habitan”.

Don Raúl del Valle, en entrevista del 2008 decía: …nosotros sabemos de quién son las tierras y hasta dónde llegan y no hacía falta poner bardas porque aquí todos éramos familia y nos conocíamos bien, y no había eso de que ese terreno está sólo, sabíamos bien de quien era…. A respecto se ha identificado que una de las características de las poblaciones rurales en cuanto a su dinámica social está

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en los valores relacionados a la solidaridad, el respeto y el cuidado de los unos con los otros, incluyendo el espacio "privativo" y el territorio colectivo.

De ahí que en la mayor parte de los Pueblos Originarios de la Ciudad de México el tema de los avecindados es recurrente. Es a través de ellos que los "originarios" pueden refirmar su identidad; por ello la conformación de asentamientos irregulares no sólo ha traído problemas territoriales y ambientales al establecerse en zonas de conservación, sino también problemas comunitarios entre los "originarios" y avecindados que viven en éstos territorios.

La llegada de los avecindados en el caso de Santa Cruz Acalpixca, -según los propios entrevistados - generó un clima de inseguridad, de temor y de mucho coraje, pues no sólo invadieron el territorio, sino han venido a transformar la dinámica y el tejido social del pueblo. Debido al acelerado crecimiento de la población, sus habitantes se han visto obligado a cercar sus casas y a dejar de ir a lavar a los lavaderos públicos a las tres o cuatro de la mañana, debido a que “llegaron esos malditos y uno ya no se siente seguro”, dice doña Pachita.

El problema de la tenencia de la tierra, la cual en las entrevistas y documentos concluí fue siempre propiedad privada, ha influido para que entre los originarios haya una clara división y un interés particular muy marcado, que ha hecho que como pueblo no haya logrado generar una organización más fuerte en sus procesos de gestión de la tierra que según ellos les pertenecía.

Por otro lado, la pérdida de los títulos primordiales de Acalpixca dio pauta al hurto de una gran parte del territorio; indefinición que continuó en las acciones revolucionarias de dotación de tierra, en los repartos del Padre Pedro Benavidez y en la política agraria del General Lázaro Cárdenas del Río.

Además, considero que la tenencia de la tierra en propiedad privada no generó como en el caso del pueblo de San Gregorio Atlapulco que son ejidatarios, una

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visión más integral o de solidaridad en ese sentido con respecto a la defensa y cuidado del territorio. Y no obstante lo anterior, la defensa de los terrenos colectivos se ha dado, e incluso la defensa se ha extendido al recurso vital del agua.

Por un lado, está el discurso de los originarios que dice que los avecindados son invasores, que roban, que son sucios y que no se integran a las festividades, ni participan en las acciones de defensa del territorio. Por otro lado, los avecindados expresan que los originarios son apáticos y egoístas, que les niegan el agua y luz y hasta mencionan que se oponen a hacer mejoras en el pueblo. Esta situación de confrontación entre originarios y avecindados ha fortalecido de alguna manera la identidad colectiva y un sentimiento de arraigo al territorio por parte de los originarios, elementos fundamentales en la defensa del territorio.

En términos generales, la dinámica social que se vive en las comunidades está llena de contradicciones que forman parte de las diferentes maneras que se tienen de entender y ver el mundo, las cuales desatan conflictos y desencuentros entre las personas que viven en los pequeños territorios que forman la totalidad de la sociedad.

Existen distintas formas de manifestar el descontento que se vive al enfrentarse con los otros, y más aún, cuando estas diferencias transgreden las dinámicas cotidianas y sobre todo su identidad, entendiendo ésta como todo rasgo que los hace únicos y diferentes a los demás. En este contexto es que se pueden generar diferentes movimientos sociales, que van desde diversas acciones de resistencia hasta guerras y revoluciones.

Los movimientos sociales también “luchan por proyectos simbólicos y culturales, por un significado y una orientación diferentes de acción social. Tratan de cambiar la vida de las personas, creen que la gente puede cambiar nuestra vida cotidiana cuando luchamos por cambios más generales en la sociedad” (Melucci: 2002).

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“La resistencia no se expresa exclusivamente en estallidos violentos que pueden ir en escala ascendente desde la protesta armada, el amotinamiento y la revuelta hasta la revolución que asalta el poder político y toma el Estado, sino también en los actores cotidianos aparentemente insignificantes, que se ejecutan en el ámbito de la vida diaria y que de manera simbólica y material se oponen o resisten de alguna manera al poder” (Aréchiga, 2006:172).

En el caso de Santa Cruz Acalpixca, su resistencia ha trascendido al grado de permanecer como un pueblo originario que se deconstruye en la interacción tan antigua y complementaría con la Ciudad de México, que no sólo le ha reconfigurado el paisaje sino también el tejido social.

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2.2 Nahualapa (Agualapa) una acción de resistencia en conjunto.

En los años 90s, la Delegación Xochimilco se vuelve atrayente para las desarrolladoras inmobiliarias debido a la demanda de proyectos de vivienda derivados de la creciente y desordenada mancha urbana de la Ciudad de México.

La variación legal en cuanto a la tenencia de la tierra y la abundancia de terrenos aparentemente baldíos y ociosos, eran los elementos que estas desarrolladoras inmobiliarias y algunas constructoras identificaban en las zonas conurbadas de la ciudad, en los que pretendían crear unidades habitacionales para hacer los negocios con buenos dividendos.

En el ámbito más social, los terrenos de esta zona regularmente eran identificados, invadidos y después expropiados a través de organizaciones sociales y político-partidistas; las cuales pretendían reubicar a las personas que se quedaron sin casa en el terremoto de 1985, así como a aquellas que apoyaban a los partidos políticos en manifestaciones o con sus votos.

En Santa Cruz Acalpixca estas acciones contaban con el apoyo de la Delegación y de algunos particulares, quienes vendieron sus terrenos por medio de contratos privados. Sin embargo, al irse observando la ocupación gradual de esos terrenos y la llegada de personal y material de las constructoras, algunos originarios indignados por no tener ninguna información, se organizaron para formar un movimiento de resistencia que les permitiera frenar esa creciente inmigración y así recuperar los territorios considerados como comunitarios y de uso exclusivo del pueblo.

Estas movilizaciones están cimentadas en lo que indica Melucci (2002): “… los movimientos contemporáneos, se ven como otros fenómenos colectivos, combinan formas de acción que: a) conciernen a diferentes niveles o sistemas de

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la estructura social, b) implican diferentes orientaciones y c) pertenecen a diferentes fases de desarrollo de un sistema o a diferentes sistemas históricos.”

La modernización e industrialización de la Ciudad de México genero el crecimiento de la gran urbe a los pueblos originarios de la Ciudad de México, que no sólo propició la migración de las personas de diferentes estados de la república, sino también la expansión del territorio urbano a territorios rurales; trayendo consigo conflictos en la dinámica y el tejido social de estos territorios.

Sí bien no se puede olvidar que muchos de los movimientos sociales a lo largo de la historia están relacionados en el fondo con cuestiones políticas y económicas, al adentrarse en el aspecto de la identidad se hace necesario puntualizar que los conflictos se desplazan hacia la defensa y reivindicación de la cultura.

Así las demandas antagónicas no se limitan a atacar el proceso de producción, sino que consideran el tiempo, el territorio, las relaciones y a los individuos (Melucci, 2002).

Al respecto, Ponte comenta que “…los movimientos sociales se nutren con innumerables energías que incluyen, en su constitución, desde formas orgánicas de acción social por el control del sistema político y cultural hasta modos de transformación y participación cotidiana de auto-reproducción societaria” (Ponte, 1990, citado en De Sousa Boaventura, 2001).

Los movimientos sociales recientes e históricos están teniendo un gran impacto al ser acciones construidas desde los distintos sectores de la sociedad y dirigidos por actores locales variados. La lucha y la resistencia de estos movimientos está haciendo frente a una desigualdad social heredada de la división que ha marcado a esta sociedad, donde se hace presente el constante enfrentamiento entre las minorías y una mayoría que concentra todo el poder e intenta organizarse pero al

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paso se encuentra con fuerzas y poderes en constante transformación (Mendoza, 2006).

En el año 1994, en Santa Cruz Acalpixca se dio un proceso de resistencia que surgió desde los habitantes originarios con el propósito de impedir que la organización popular Puente del Toro construyera en el predio Nahualapa (reconocido por los oriundos como Agualapa) una unidad habitacional en la que se pretendía beneficiar a familias ajenas a esta comunidad.

Este predio es identificado por dos nombres, Agualapa con el que los originarios lo reconocen y Nahualapa, nombre con el que aparece en el Registro Público de la Propiedad y de Comercio del Distrito Federal.

…de las entrevistas que realice en el 2004 para la elaboración del libro "Recuperación histórica del Dulce cristalizado a través de la tradición oral", logré recuperar datos importantes de Acalpixca como: el significado del paraje de Nahualapa. Desglosando la palabra, podemos tener un posible significado de este: Nahui, se refiere al número cuatro en náhuatl o movimiento, hualapa se refiere a un cuerpo de agua, río, manantial o laguna. Lo que nos comentó la gente grande de este pueblo, es que en este lugar había una laguna grande en el cual salía demasiada agua con mucho movimiento, la cual podríamos traducir como lugar del torbellino o lugar de abundante agua, esto lo resolverán los lingüistas o nahua- hablantes. Esto es simplemente una hipótesis de un servidor con respecto al lugar. Don Alfredo Ortega, entrevista 2009.

Otras versiones en torno a los dos nombres, es que como toda palabra indígena que se incorpora al castellano sufre una modificación, debido a la complicación en la pronunciación. Ese barrio que antes fue un paraje es reconocido por los originarios como Agualapa: lugar de agua o de una laguna.

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A pesar de que las acciones de los originarios tuvieron relevancia en el pueblo y fueron cubiertas por la prensa y la radio, no existe un documento en el que se logré rescatar la experiencia de lo ocurrido. Sin embargo, a través de la recuperación de la memoria colectiva - por medio de entrevistas con participantes del movimiento y otros habitantes del pueblo, - es posible llevar a cabo un análisis de los elementos que se conjugaron y le dieron fuerza a esta acción de resistencia.

El análisis parte desde el mirar la dominación de los originarios de Santa Cruz Acalpixca como una dominación estructural que se da en los casos de esclavitud, la servidumbre y la subordinación de las casta, en la que las similitudes son claras en cuanto a la institucionalización de un sistema, que se apropia del trabajo, los bienes y los servicios de una población subordinada, en la que se carece de derechos políticos y civiles, y en la que su posición social se define al nacer (Scott,2000).

“De acuerdo con los datos públicos existentes, por escritura pública no. 784 del 10 de diciembre de 1990, la Asociación Civil denominada “Puente del Toro” adquirió la propiedad de un terreno de más de 11,000 metros cuadrados, ubicados en la calle de “Nahualapa” 23, Pueblo de Santa Cruz Acalpixca” (El Universal, 14 de febrero de 1994).

La adquisición tenía como fin ejercer un crédito del Fideicomiso Fondo Nacional de Habitaciones Populares (FONHAPO). En ese entonces, la Asamblea General de la Asociación Puente de Toro manifestó que el predio contaba también con los permisos de uso de suelo y licencias de construcción para edificar un conjunto habitacional con capacidad para albergar a 166 familias; aunado al hecho de que había entregado el 30 de noviembre de 1993 a la delegación un cheque por 1, 279,955.46 nuevos pesos, por concepto del anticipo del 30% para el inicio de la obra.

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La organización argumentaba la existencia de reuniones del Consejo Directivo de Puente del Toro con el Delegado y funcionarios de la demarcación, así como de la Coordinación General de Reordenación Urbana y Protección Ecológica; en donde definieron que la fecha de inicio de la construcción de viviendas sería el 1° de febrero de 1994. No obstante, los trabajos no se lograron iniciar debido a las confrontaciones violentas por parte de los vecinos de Santa Cruz Acalpixca y autoridades de la delegación (El Universal 14 de febrero de 1994).

"Nos dimos cuenta que algo querían hacer o realizar los de la delegación, porque estuvieron viniendo varios días y estuvieron midiendo el terreno de Ahualapa y por Tetitla, se preguntó cuál era el proyecto y la respuesta fue, condominios. Señora Azucena, entrevista 2008.

El hecho de que otros llegaran a transformar el territorio representó para los originarios de Santa Cruz Acalpixca una amenaza a su identidad, ya que la presencia del otro trae consigo un sistema cultural diferente que genera un cuestionamiento a la tradición, choque que tenían presente los habitantes de este pueblo:

…lo peor de todo es que esa gente que se vendría a vivir aquí, nos tacharían de indios e ignorantes. Doña Azucena, entrevista 2008.

Los vecinos cuentan que a principios del mes de febrero de 1994 vieron al delegado de Xochimilco, Gil Elizondo y a Roberto de la Peña, Director General Jurídico y de Gobierno de la Delegación Xochimilco con el padre del pueblo bendiciendo el terreno de Ahualapa.

La gente pronto comenzó a correr la voz e informó a los vecinos. No hay un registro de quien convocó la primera reunión, pero se dice que ahí estaban los originarios preocupados, pues ya en 1992 otra organización había tratado de invadir un predio conocido como "La Tabla".

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Durante esa reunión se iniciaron las acciones de resistencia, ya que mientras ocurrían reuniones informativas vieron que los ingenieros estaban midiendo el terreno. Ese día los originarios decidieron cerrar el acceso al inmueble, colocaron tubos con gruesas cadenas, palos y hasta un camión que estaba abandonado frente a los lavaderos.

"Me acuerdo que el primer día hubo una reunión de varios vecinos interesados y la primera opción era cerrar el paso, para que no pasaran las máquinas. Entonces a la entrada de Agualapa se pusieron postes (aún se ven las cadenas) y un camión abandonado ahí por los lavaderos. Eran unos 30 hombres, como de película y lo mueven y lo van arrastrando para que obstruyera el paso y eso fue en la noche…" Anáhuac González, entrevista 2009.

Se comenzaron a hacer guardias entre los vecinos para que el material no entrara, “ni grava ni cemento”, decían. En las siguientes reuniones comenzaron a ver cuál era la situación del predio y con qué documentos se contaba.

"…cuando se da el movimiento de Puente del Toro y Prismas Basáltico, que eran las compañías que compraron esos terrenos, fue cuando nos invitan a participar en la lucha, y yo como abogado pregunto ¿con qué documentos se cuenta? y entonces dicen: no tenemos documentos que avalen que es del pueblo, nada más son las costumbres, las tradiciones y la referencia de que fue del pueblo." Nicolás Chavarría, entrevista 2009.

En una reunión posterior se decidió integrar un expediente de los antecedentes del terreno, los vecinos comenzaron a recopilar información entre sus familiares adultos mayores. Un personaje importante en la comunidad es el difunto Guadalupe Casas, quien lideró el movimiento de La Tabla y participó activamente en Nahualapa. Según los entrevistados es quien los acompañó y dio soporte en las acciones de resistencia, pues decían que había sido policía y "sabía manejar armas y hasta había volado helicópteros".

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"Resulta que el predio efectivamente había sido una laguna, que con el tiempo se secaba y se quedaba una pradera, por eso le llamaban el potrero porque llegaban a pastar ahí los animales, como se empastaba bonito el terreno lo usaban para jugar futbol." Anáhuac González, entrevista 2009.

Se cuenta en los corrillos de Santa Cruz que en esa lucha la gente se dedicó a buscar a los ancianos del pueblo para preguntarles que había en ese terreno. Muchos coincidieron en que en esa zona había un lago, pero que éste se fue secando, por lo que algunas personas de alrededor quisieron adueñarse de él; motivo por el cual el pueblo se organizó y se opuso.

Los “abuelos” incluso intervinieron en una junta de cabildos en la delegación de Xochimilco, quienes dijeron que efectivamente en el terreno antes se encontraba un lago que se secó.

El ojo de Ahualapa se secó. Se abrió una grieta en la tierra y se secó el manantial -cuenta Don Isaías, originario de Santa Cruz Acalpixca- la gente grande nos decía que no nos acercáramos a Ahualapa, pues se podría abrir la tierra y tragarnos. Eso fue cuando yo era niña. Anáhuac González, entrevista 2009.

Doña Julia Ramírez Galicia, habitante de Santa Cruz cuenta que cuando era niña, la llevaban a Nahualapa:

"Íbamos a ver el manantial ya se estaba agotando el agua. Porque dicen que en Ahualapa, en las figuras vivían nuestros antepasados y bajaban a Ahualapa a bañarse. Corría en la Zaragoza, donde estaban los lavaderos había un manantial grandísimo. Corría el agua limpísima."

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Se dice que este predio también fue explotado por personas de otros pueblos que habían comprado terrenos en Nahualapa, que después de secarse quedaron manantiales de agua que hacían propicia la siembra en este lugar.

La falta de codicia de los habitantes de Acalpixca dio origen a que otras personas se hicieran de ese terreno de Ahualapa. ¡Lo sembraron con maíz, hicieron alfalfares!. Fueron dos señores los que se decían propietarios de Ahualapa: El "Chicuarote" y el de Nativitas. Doña Julia, entrevista 2008.

Otro dato que confirma la predisposición de Ahualapa como un vaso de agua es la inundación que ocurrió por el año de 1951. Según relata Don Isaías: Por esos años cayó una tromba en Santa Cruz Acalpixca, y toda Ahualapa quedó inundada como una laguna.

Sin duda la memoria colectiva de los adultos mayores fortaleció la defensa del predio y la oposición a la construcción de condominios en un territorio comunitario, en donde los recuerdos de las personas acerca de ese lugar recrean anécdotas de sus vidas que les hacían arraigarse y apropiarse del territorio para defenderlo.

El marco social de la memoria, según Mendoza (2005), no se recibe de manera personal sino como una experiencia colectiva. En el caso de la laguna de Nahualapa el recuerdo está en la convivencia; jugar o pescar fueron actividades que permitieron a los adultos mayores generar el sentido de pertenencia y arraigo que fortalecieron esta acción de resistencia.

“Sean los marcos fechas o lugares, hay que expresarlos, y es que evocar un territorio es evocar un tiempo y un grupo o colectividad…. Dichos marcos sociales aseguran la fijeza y coherencia de los recuerdos en ellos inscritos, y regulan de manera sistemática el empleo que de ellos hacemos. Asimismo, los marcos le “proporcionan estabilidad y persistencia” a la memoria” (Mendoza, 2005).

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Después de que se confirmó que el terreno era una laguna y se encuentran planos y datos donde se menciona que el predio ya había estado en otros litigios y que hasta existen algunos proyectos incipientes para hacer un territorio comunitario para los originarios, las reuniones cobran mayor interés e importancia y se conforma un grupo de entre 20 y 30 personas.

Éramos unas 20 o 30 gentes que participamos de todo el pueblo, fue un grupo muy compacto, porque no discutíamos tonterías, íbamos al grano, por eso avanzamos en ese movimiento. Nicolás Chavarría, entrevista 2009.

Lo que unió y convocó a los vecinos, según los entrevistados, eran los problemas que tenían por la deficiencia o falta de servicios públicos, pero principalmente la escasez de agua.

Analizamos el supuesto proyecto y vimos que el pueblo no ganaba absolutamente nada y los únicos beneficiados eran los licenciados de la delegación, porque ellos venderían el terreno y nosotros a futuro íbamos a sufrir de agua y luz. Además teníamos inconformidad porque para esta construcción ellos inmediatamente contarían con todos los servicios y a nosotros nos ha costado mucho trabajo meter la luz y el drenaje además de que las escuelas no serían suficientes… Doña Azucena, entrevista 2008.

…entonces en varias reuniones que se convocaron, se dice que no queremos condominios los vecinos. Primero porque ya la población [ha aumentado], los servicios, la escuela, el agua, ahora sí que con más personas, los servicios son menos para los nativos y además hasta donde sabíamos los terrenos eran de uso público, es decir de la comunidad, no podían tener dueño. Anáhuac González, entrevista 2009.

Así pues, el acuerdo entre los vecinos en las reuniones implicaba seguir buscando información que pudiese respaldar las acciones que iban a emprender y esa

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búsqueda tiene frutos, pues Anáhuac González, era hija de un subdelegado del pueblo, quien conservaba documentos de ese predio, que comprobaban que éste había estado en litigió en la década de 1960.

…nos dimos cuenta que ese terreno ya se había peleado, hace muchos años, en los sesentas, ese terreno se reclamaba de uso federal y comunitario, esas gestiones ahí se quedaron para que se construyera un deportivo para beneficio de la población, porque como ya jugaban ahí futbol, se buscaba que ese predio fuera un deportivo…pero no se consolida el proyecto y se sigue usando como potrero y ahí iban a jugar. Anáhuac González, entrevista 2009.

Se encuentran documentos en copias que decían que el predio era propiedad federal, y aunque no se recuerda quien firmó esos documentos, se reconoce la referencia a la construcción de un deportivo, además venía en papel membretado. Contentos de lo hallado, en una reunión por ahí de los primeros días de febrero de 1994, inician las acciones de resistencia, con guardias nocturnas por parte de los vecinos del barrio de Nahualapa, además formaron comisiones para convocar e informar al pueblo de lo que estaba aconteciendo.

En enero de 1994 estalla el movimiento zapatista, en febrero empieza todo esto de Agualapa y se vive un ambiente político no sólo en la ciudad, sino en todo el país. Con toda esta situación, la primera semana de febrero se busca la información y se inicia con una organización incipiente. Anáhuac González, entrevista 2009.

Las comisiones que se forman tuvieron un núcleo más compacto integrado por Nicolás Chavarría, abogado; Anáhuac González, estudiante de la Escuela Nacional de Antropología e Historia e hija de un Ex Subdelegado del Pueblo; Enrique Romero, estudiante del Colegio de Ciencias y Humanidades y el Señor Guadalupe Casas, ex policía y líder de acciones de organización y resistencia del pueblo.

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Las comisiones tenían como indicación hacer volantes a máquina de escribir, que se repartirían entre los vecinos, así como la elaboración de un documento que trajera los antecedentes del predio para presentarlos en la fiesta del barrio de Xaltocan, dedicado a la Virgen de los Dolores, que se realizaría en esos días.

"Acordamos ese día que era una fecha ideal, el día de la fiesta de la virgen porque la mayoría del pueblo o de los nativos, por eso te decía que estaba más enfocado a los nativos, ese día van a estar ahí, la mayoría del pueblo va a esa fiesta… dijimos antes de que empiece la fiesta (quema de Toritos) repartimos volantes, damos información para que la gente se entere". Anáhuac González, entrevista 2009.

Se subieron a un kiosco, con un pequeño sonido, donde informaron a los vecinos. En ese momento leyeron un documento que ya habían elaborado en donde venían los antecedentes y se le dijo a las personas que era muy importante que participaran.

Y así entre los juegos y las chirimías, la gente participó, llevábamos un documento ya redactado para que la gente firmara, donde solicitábamos que los terrenos sean utilizados para el bien de la comunidad, que se construya una casa de cultura, un deportivo o algo para beneficio de la comunidad, ya venía ahí para firmar pues era un documento que se iba a llevar al delegado Gil Elizondo. Anáhuac González, entrevista 2009.

Los originarios no podían hacer nada ante la compraventa que se avecinaba, pero ante la ocupación de Nahualapa, territorio que es reconocido como un espacio común y al que se asocia un recuerdo de convivencia, se generó un sentido de arraigo que les permitió organizarse y resistir ante una asociación popular, la constructora y la propia Delegación.

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La gente pasaba al kiosco a firmar, se comenta que se hacían filas enormes, pues coincidían en que era el momento en el que la mayoría de la gente del pueblo se encontraba ahí, así que después de firmar se iban a los toritos.

Y una parte bonita es que todos los mayordomos de la virgen, porque ese día se hace la coronación de los mayordomos, acabando la misa y con sus coronas de flores que llevan y sus estandartes, iban a firmar y nos decían cuenten con nosotros. Anáhuac González, entrevista 2009.

La cultura y la representación simbólica de autoridad que tienen de los mayordomos, les dio fuerza y confianza a los integrantes del núcleo del grupo que promovían las acciones de resistencia.

En el grupo los integrantes teníamos una conciencia política, social y comunitaria que dijimos nos tenemos que agarrar, ora sí de lo que es la identidad y los símbolos. Anáhuac González, entrevistas 2009.

Entre el tumulto de personas y los toritos, estaban con los papeles; después empezaron a ver quién iba a llevar los papeles y el grupo núcleo comenzó a compactarse, pero las reuniones con la comunidad estaban nutridas, se realizaban en el hogar del difunto Casas o en la Coordinación Territorial, donde estaba como Coordinador territorial Filemón Lima, el primero en ser electo por el pueblo y ya no ser impuesto como los otros por la Delegación Xochimilco.

Las personas participaban con la elaboración y difusión de papelitos que contenían la información de lo que estaba sucediendo, también se informaba a través del perifoneo. Algunos vecinos salían en sus carros e iban invitando a participar en las reuniones para ver el caso de Nahualapa. Andaban por todo el pueblo, aunque en una entrevista Don Luis decía que sólo participaban los originarios y que algunos avecindados se acercaban, pero al ver de qué se

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trataba, se retiraban, pues algunos de ellos estaban viviendo en predios irregulares. "Tenían miedo de que se les sacara."

Uno de los elementos que los entrevistados principales mencionaron, era la buena organización y lo concreto en sus discusiones, pues se decía que iban al grano y que aunque las reuniones a veces duraban más de dos horas, eran las mismas que se aprovechaban. Así que entre las comisiones que había, destacaban las de prensa y la de grafiti, la última fue la que les dio vinculación con el iniciado movimiento zapatista.

Se hizo una comisión de grafiti y dijimos que vamos a poner, porque se discutía desde que se iba a hacer o que lema se iba a poner en la pared, no se iba a poner cualquier cosa, como muera el delegado, no, no. “No condominios, sí escuelas”, “no queremos condominios”. Eran las frases que se usaban para todas las pintas Anáhuac González, entrevista 2009.

Había tanto orden que hasta las bardas se seleccionaban y quiénes se encargarían de hacer los grafitis. En las entrevistas algunas personas decían que se autodenominaban zapatistas, pues este hecho se da un mes después de que los zapatistas salieran a confrontar al gobierno mexicano.

"Hubo uno que se le ocurrió ponerle, “No condominios, viva el EZLN”. Yo creo que eso fue por el momento político y que éramos en su mayoría jóvenes los que estábamos ahí, claro respaldados por los señores grandes… Y eso nos trajo consecuencias, pues en la fiesta de la virgen había gente de gobernación porque sospechaban que había una célula zapatista en el pueblo." Anáhuac González, entrevista 2009.

Al sondear la importancia de este evento, se comenta que el responsable del grafiti tenía la intención de magnificar la resistencia y fue parte de la estrategia

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para atraer la atención del gobierno y la sociedad a la problemática que se estaba viviendo en ese momento en Santa Cruz Acalpixca.

…bueno hubiera sido que Marcos nos apoyara, otra cosa hubiera sido…Nicolás Chavarría, entrevista, 2009.

Era una época en la que políticamente se conjugaban muchos elementos que propiciaban la participación de la gente, pues se había instaurado la elección de Coordinadores Territoriales. Por otra lado, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) aparecía como un partido con fuerza para hacer oposición al partido oficial (Partido Revolucionario Institucional - PRI). A esta situación se le sumó el levantamiento de los indígenas de Chiapas a través del Ejercito Zapatista, movimiento que exigía el reconocimiento de sus derechos como pueblos indios.

El movimiento en Santa Cruz Acalpixca siguió sus acciones y empezó a tener un acercamiento con el delegado político de Xochimilco, buscando llegar a un acuerdo en el que se respetara el terreno y se cumplieran los compromisos; ya que los documentos que se habían encontrado referían que el predio pertenecía al pueblo.

"Se pide la audiencia con el delegado, que nos recibiera y lo que ellos quieren es que nos reunamos con el otro grupo… no podemos reunirnos con el otro grupo porque lo que quieren las autoridades que nos enfrentemos, porque el otro grupo era una asociación llamada Puente del Toro, grupo dentro del PRD… tipo Francisco Villa, que invaden terrenos, luego construyen y van a otro lugar y hacen lo mismo… como de choque, y dijimos ellos nos van a provocar y nos vamos a dar con palos, con lo que tenemos, entonces la autoridad se va a deslindar para manejarlo como un pleito entre vecinos... Anáhuac González, entrevista 2009.

Según los testimonios recogidos, jamás tuvieron contacto alguno con el grupo de Puente del Toro. Los citaban y los de Santa Cruz no llegaban. No se querían

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enfrentar con ellos, pues contaban con la infraestructura del partido y de la Asamblea de Barrios.

Decía Enrique Romero, uno de los integrantes del núcleo del grupo, es que nos enfrentamos al partido de oposición más fuerte de aquel tiempo, el PRD. "Otra compañera decía pueblo contra pueblo". Anáhuac González, entrevista 2009.

En el marco de la organización comienza una lucha campal en medios de comunicación entre la Asamblea de Barrios y los habitantes de Santa Cruz. Los primeros lanzaban boletines de prensa acusando a los segundos de ser un grupo pseudopriista que buscaba desacreditar los movimientos políticos que se estaban dando.

Nosotros hicimos una estrategia de ir a los medios también. Entonces nos pusimos a cartear a Proceso a Uno más Uno, fuimos a la radio, Radio Educación, con Ricardo Montejano, íbamos en pequeñas comisiones al programa del Campo a la ciudad… y nos decía que cuando fue la expropiación de los ejidos de San Gregorio, Xochimilco, la Asamblea de Barrios los apoyo… y entonces que le llama a Súper Barrio y le dice acuérdate que juraste defender a Xochimilco y ahora viene la gente de Santa Cruz a ver estos problemas, y así en vivo en su programas se lo dijo. Anáhuac González, entrevista 2009.

Esa vez llevaron a un trío del pueblo que canta una canción que compuso un señor de apellido Rosas y que habla de Santa Cruz, los cuales entraban en cada spot del programa. Se llevaba todo por escrito para no decir de más, porque se manejaban cuestiones legales y no querían que los acusaran de otra cosa.

"…todo bien redactado y se va a decir esto, no más ni menos… también hubo desplegados en tribuna y algunos periódicos locales." Anáhuac González, entrevista 2009.

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En el período de la lucha se acercaron a la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Xochimilco, con los estudiantes de la carrera de arquitectura, quienes con trabajos de servicio social presentaron proyectos que se podrían realizar en el predio en beneficio de la comunidad, entre los que destacaba un centro social y hasta un estadio.

Sin embargo no se realizó ninguno de ellos, ya que también había conflictos internos entre los habitantes de Santa Cruz Acalpixca, ya que en la parte de la rivera de Nahualapa, algunos vecinos empezaron a ganar tierra hacia adentro; extendieron sus bardas y hasta vendieron. Durante el año de la lucha por el predio se dio un enfrentamiento entre éstos vecinos y el grupo que defendía el predio.

Cuenta que este hecho se dio en un ambiente de desesperación porque ya había pasado mucho tiempo y la delegación no lograba resolver la invasión paulatina. Con los vecinos ya no nos quisimos meter, aunque hubo un conflicto interno y en las reuniones salió que muchos vecinos se estaban metiendo de más y hasta estaban vendiendo. Anáhuac González, entrevista 2009.

Pero el ambiente fue propicio para que en este momento se actuara para frenar a los habitantes de Nahualapa. Así que un día el Comité de Defensa del predio participó en un enfrentamiento contra la invasión que ya se venía dando desde años anteriores, tirando una malla que delimitaba un terreno circundante al lugar. pero que estaba invadiendo parte del predio. Lo anterior, a fin de recobrarlo íntegramente.

Entonces, la gente alborotada empezó a tirar los polines del predio de un vecino, el señor Gregorio y se empieza a invadir el terreno, en cuestión de que se quitan los polines y se quita la malla o lo que estaba cerca y se recupera físicamente todo el terreno, ósea toda la inmensidad de Nahualapa, se recupera. Se recupera de manera no adecuada, lo comprendemos, pero en ese momento se recupera todo el terreno que fue la laguna. Pero en ese momento viene el miedo ¿ahora que

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hicimos? Y en consecuencia a eso comienzan a llegar las denuncias penales. Nicolás Chavarría, entrevista 2009.

El episodio no trascendió a más. Los que fueron detenidos sólo estuvieron unas horas, ya que llegaron a un acuerdo. Por su parte los habitantes de la ribera de Nahualapa acreditaron que las extensiones de tierra eran de ellos.

Mientras, la lucha en los medios que se inició por parte de Puente del Toro contra Santa Cruz continuaba, y ambos grupos buscaban alternativas y formas de demostrar que lo que argumentaban en cuanto al predio tuviera peso para tener un fallo a su favor. Así, la organización popular acudió al Colegio de Arquitectos, buscó abogados y organizó marchas al Zócalo de la Ciudad.

Los de Santa Cruz resistían en Xochimilco. Cerraban calles e iban constantemente a buscar al delegado y a ejercerle presión para que resolviera el problema. Incluso buscaron apoyo en el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), mismo que les proporcionó un carta en donde se afirma que el predio tiene potencial arqueológico, pues se encuentra en la zona arqueológica de Cuahilama, por lo que se hacía necesaria una supervisión antes de construir los condominios.

Entonces comienza a haber enfrentamiento, sin serlo físicamente, muy fuerte. Pues a ellos los respaldaba el partido (PRD) y la Asamblea de Barrios… Tanto ellos como nosotros teníamos “nuestra estrategia”. Anáhuac González, entrevista 2009.

Así estuvieron un año aproximadamente, hasta que un día, después de tanta presión llegó un documento donde se les informó que la obra se suspende. Y en efecto, la solución que da la delegación Xochimilco y el Gobierno del Distrito Federal es hacer una permuta del predio. En ese sentido, las autoridades le entregaron a la organización una superficie que se había expropiado y que se

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ubicaba en el denominado Barrio 18, Delegación Xochimilco, quedando por ende el terreno de Nahualapa intocado.

Dicha permuta quedó registrada en la Gaceta Oficial del Distrito Federal de fecha 20 de julio de 1994:

“Que varias familias son co-propietarios del predio denominado "NAHUALAPA", ubicado en la calle Nahualapa sin número, en el pueblo de Santa Cruz Acalpixca, Delegación Xochimilco, Distrito Federal, con una superficie total de 11,356.16 metros cuadrados, según lo acreditan con la escritura número 789, volumen 8, tomo 1, de fecha 10 de diciembre de 1990, otorgada ante la fe del Lic. Roberto Teutli Otero, Notario Público número 161 del Distrito Federal, con las siguientes medidas y colindancias: al norte, en 30.37 metros, colinda con mercado público y en 200.56 metros, colinda con calle Nahualapa; al poniente, en 23.47 metros, colinda con mercado público y en 29.89 metros, colinda con servidumbre de paso; al oriente, en 47.68 metros, colinda con Centro de Barrio, y al sur, en 202.93 metros, colinda con propiedad particular;

Que en virtud de que en el predio descrito en el anterior considerando no es posible que se autorice la edificación de viviendas, toda vez, que fue utilizado por el Departamento del Distrito Federal para áreas verdes, áreas recreativas y territorios abiertos, los copropietarios del mismo han solicitado se les trasmita en permuta un predio con superficie aproximada de 11,000.00 metros cuadrados, dentro de la urbanización denominada "Barrio 18", Delegación Xochimilco, a fin de utilizarlo en la construcción de viviendas en favor de ellos y de sus familias, por lo que siendo propósito del Ejecutivo Federal a mi cargo dar al patrimonio del propio Departamento el uso que mejor convenga y apoyar las acciones de vivienda en beneficio de las familias que carecen de ella, he tenido a bien expedir el siguiente:

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DECRETO

ARTICULO PRIMERO.- Se autoriza al Departamento del Distrito Federal a enajenar a título gratuito, los lotes de terreno excedentes de la lotificación del predio denominado "Barrio 18", ubicado en el Ex-Ejido de Xochimilco, Delegación Xochimilco, Distrito Federal, en favor de las familias que es necesario reubicar, por las obras a que se refiere el considerando sexto, así como de las que habitan en la zona de chinampa, a efecto de que utilicen los lotes que se les enajenan, a la satisfacción de sus necesidades de vivienda. Para efecto de la enajenación referida, el Departamento del Distrito Federal autorizará el padrón de los adquirentes de dichos lotes de terreno.

ARTICULO SEGUNDO.- Se autoriza al Departamento del Distrito Federal a permutar una superficie aproximada de 11,000.00 metros cuadrados, ubicada dentro de la urbanización denominada "Barrio 18", Delegación Xochimilco, Distrito Federal, por el predio denominado "Nahualapa", a que se alude en el considerando séptimo de este Decreto, a fin de que se utilice en la construcción de las viviendas de las personas con quien se realizará dicha permuta. El precio de la permuta que se autoriza, será fijado por la Comisión de Avalúos de Bienes Nacionales de la Secretaría de Desarrollo Social.”

Con este decreto se cierra el capítulo de la lucha que se dio en Santa Cruz Acalpixca en contra de la construcción de condominios impulsada por la Asociación civil Puente del Toro.

Y ¿qué pasó con el predio?. Después del desgaste que tuvo esta lucha, algunos vecinos conformaron un patronato para hacer una casa de cultura y algunas áreas deportivas. Por otra parte, la idea del gobierno delegacional buscaba constituir una asociación que pudiera hacerse responsable de dicho territorio, sin embargo no se logró consolidar.

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En la actualidad en el predio de Nahualapa hay canchas de futbol, una pista, un salón que pretende ser la Casa de Cultura, árboles, y un CENDI. También hay una superficie que no está construida y de la cual se dice que esa no se ganó. En entrevista Anáhuac González comentó que este territorio se dejó para que los charros hicieran ahí su rodeo, pues los apoyaban acompañándolos en las marchas con sus caballos.

En opinión de Nicolás Chavarría el inmueble "está ocupado y está bien, tal vez nunca se pueda llegar a un consenso para qué se quiere el terreno. Mucha gente está a gusto con la pista y mucha no están a gusto, entonces no podemos darle gusto a toda la gente. Para mí qué el terreno este ocupado está bien…"

Al hacer un análisis sobre este episodio es posible considerar que la acción de resistencia que ocurrió en Santa Cruz Acalpixca en 1994, sólo tenía por objetivo que el terreno de Nahualapa no fuese ocupado por los otros.

…quedaba la esencia de que Nahualapa era de nosotros porque siempre lo sentimos de nosotros, no de otra gente ajena. Nicolás Chavarría, entrevista 2009.

Esta lucha es un evento que se guarda en la memoria de los originarios. Les permite sentirse orgullosos de haber defendido el territorio heredado, a pesar de que algunos abandonaron la lucha por desilusión o miedo a las consecuencias de ser partícipes de esta resistencia.

Como pueblo nos hace falta más identidad y es a través del trabajo que podemos hacer más por nuestro pueblo… solo que la gente se cansa muy rápido y espera resultados también rápido y se aburre y se va… además con las detenciones las personas tenían miedo y eso limita la participación. Nicolás Chavarría, entrevista 2009.

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Los originarios lograron el objetivo planteado y eso es lo que en su memoria permanece como una victoria ante la mancha urbana que amenaza la identidad colectiva de los pueblos originarios de la Ciudad de México.

Sin embargo, es evidente ver en el paisaje del pueblo que la mancha urbana continúa avanzando de manera silenciosa y poco a poco aparecen pequeñas casas de cartón que desde hace más de 25 años algunos reportaban, pero que ni los vecinos ni las autoridades han frenado.

Los residentes, oriundos y avecindados desde hace más de 20 años en la colonia de Tecacalanco y La Cruz, explicaron que "de no detenerse el crecimiento anárquico, nunca podrían aspirar a contar con el abasto y la dotación suficiente de los servicios públicos básicos; ya que además de crear nuevos asentamientos irregulares, los llamados “invasores” están destruyendo las áreas que componen uno de los principales atractivos del pueblo, las huellas arqueológicas que existen en el Cerro de Cuahilama" (La Tribuna, 26 de febrero de 1993).

El problema de asentamientos irregulares es latente en los pueblos originarios de la Ciudad de México, pues aún conservan algunos terrenos de conservación, que son blancos perfectos para las personas que buscan un lugar donde vivir en esta gran urbe.

En el pueblo de Santa Cruz Acalpixca es muy clara esta situación, ya que en el cerro del Cuatlallely, donde están las tres cruces y en donde se lleva a cabo el viacrucis de Semana Santa, ya ha sido invadido por construcciones, que además de obstruir el camino pone en peligro la vida de los que ahí viven.

Del análisis que realizaron la Secretaría de Medio Ambiente del Distrito Federal, otras dependencias y una empresa privada (citado en Guadarrama, 2002), se desprende que durante los años 2000 y 2001 el crecimiento urbano del Distrito Federal en áreas de conservación llegó a 3 mil 480 hectáreas en nueve

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delegaciones. Al respecto comentaron que la mayor invasión se presentó en áreas “moderadamente relevantes” y “sin relevancia”, además se menciona la construcción de 7 mil 248 viviendas, que ocupan 213 hectáreas en dichas demarcaciones, principalmente en Cuajimalpa, Tlahúac y Xochimilco.

En este sentido, es claro que la resistencia de los pueblos originarios ha sido más hacia sus tradiciones y su identidad, pues muy a su pesar su territorio y paisaje han sido trastocados y modificados gradualmente, siendo las principales causas la necesidad económica que propicia la migración de la población a la ciudad y el abandono de las tierras de cultivo y la transición demográfica.

Así, que aunque en la memoria de los originarios Nahualapa haya sido una victoria ganada a la mancha urbana, la realidad es que ésta ha avanzado de otra forma, manteniendo el poder sobre los pueblos originarios y rurales que pese a que en el discurso oculto se manifiestan en contra de ella, finalmente han logrado convivir en una relación hegemónica, en la que se disparan acciones de resistencia cuando se tocan fibras como la identidad y se pone en riesgo el arraigo de los originarios.

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2.3 Brotes de la Mancha Urbana.

El crecimiento natural de la población y la demanda de las grandes ciudades de mano de obra barata que regularmente proviene de los distintos estados de la República, han originado la expansión de la mancha urbana a muchos territorios de las periferias de la Ciudad de México.

A partir del siglo XX la trayectoria lacustre de Xochimilco sufrió un cambio drástico. Producto de la modernización y de su acelerada integración a la Ciudad de México, esta demarcación fue transformada en unas cuantas décadas, apareciendo nuevos agentes que penetraron su tradicional paisaje, mermando los lagos, canales y terrenos agrícolas, teniendo un impacto directo en los pueblos que conforman esta Delegación.

En la actualidad el Gobierno de la Ciudad de México divide al Distrito Federal para fines administrativos en suelo urbano y suelo de conservación. El suelo de conservación ocupa 88,442 hectáreas (59% del D.F.); parte de ellas son 38,252 hectáreas cubiertas por bosques, 500 hectáreas de matorrales y 28,599 hectáreas de uso agrícola. (Informe Especial sobre la Violación al Derecho Humano a un Medio Ambiente Sano y Ecológicamente Equilibrado por el Deterioro y Desaparición del Suelo de Conservación del Distrito Federal 2005)

El territorio xochimilca tiene una extensión de 125.2 kilómetros cuadrados que representan el 8.4% del Distrito Federal. Tiene la segunda área natural protegida de la Ciudad de México con 2,657 has., las tierras para uso agrícola son principalmente de propiedad privada (58%), comunales 19%, ejidales 5% y expropiadas para uso ecológico y forestal 18%. Posee 3.8 kilómetros de vialidad primaria y 4,284,733 metros cuadrados de carpeta asfáltica. Es la delegación con mayor número de asentamientos irregulares, 197 de los cuales 70 se encuentran en suelo de conservación ecológica. (Olivares, 2010)

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Este es el caso del pueblo de Santa Cruz Acalpixca, que vive el acelerado y desordenado crecimiento urbano que ha acabado prácticamente con la zona chinampera, parte de su área cerril y los canales que posee. Múltiples factores han incidido en esta problemática; desde el alto costo de la tierra, la falta de un plan de desarrollo urbano adecuado y una política pública clara en materia de reserva y protección del medio ambiente.

La zona rural está regulada por criterios de desarrollo urbano, aspectos ecológicos, ambientales y productivos, sin embargo, en Santa Cruz Acalpixca resulta obvio que el marco normativo en materia de uso de suelo ha quedado rebasado por la realidad.

En el año de 1980 Santa Cruz Acalpixca sufrió un impacto negativo relacionado con los hundimientos diferenciales y problemas hidrológicos, lo anterior debido a la naturaleza lacustre de Xochimilco que afectó los terrenos de las partes llanas y los cerros, causados por la excesiva extracción de agua subterránea.

Así, el área ha experimentado agrietamientos superficiales, en particular, en el puente de Urrutia y San Luís Tlaxialtemalco. Dicho fenómeno está asociado a los lugares donde existieron manantiales. También hay grietas en el canal de San Gregorio debido al mismo fenómeno. Los efectos nocivos de las grietas se caracterizan por causar filtraciones en los canales y daños a construcciones en los poblados de la zona; además, permiten el escurrimiento de agua sin control hacia el acuífero.

La sobreexplotación del acuífero provocó dos fenómenos principales: en primer lugar la compresión de los estratos arcillosos que existen en el Valle de México; y en segundo lugar, el descenso del manto freático. Los asentamientos causados por dichos abatimientos tuvieron un valor máximo en la zona lacustre del valle durante el periodo de 1976-1985.

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El sistema de chinampas en la región fue un elemento crucial en la conformación territorial del pueblo y además en sus actividades sociales y económicas. Pues justo a raíz del abandono de la producción agrícola de las mismas, los terrenos estaban ociosos y los originarios necesitaban dinero mientras encontraban otra forma de adquirir ingresos.

Cuando los hijos empezaron a crecer se tuvieron que crear espacios para que vivieran, así que los papás comenzaron a repartir las parcelas. Como muchas de ellas eran chinampas, se comenzaron a sembrar árboles y se fueron rellenando de basura. Después con los nietos se fue perdiendo el interés de vivir acá, pues las condiciones económicas mermaron debido a la modificación del territorio por la creación de los acueductos. Las chinampas comenzaron a secarse y la producción de hortalizas se extinguió. Don Raúl del Valle, entrevista 2008.

Con el paso del tiempo y la escasez de agua, muchos predios destinados a la siembra principalmente de forraje para animales, ya que también se llevaba a cabo la ganadería en esta demarcación, se fueron erosionando y volviendo ociosos.

También la muerte de algunos originarios dejo algunos terrenos aparentemente baldíos y atractivos para las desarrolladoras inmobiliarias y la delegación, quienes a través de la expropiación y construcción de condominios querían hacer negocios inmobiliario o pagar el apoyo y los votos que los habían hecho llegar a sus puesto político-administrativo.

Para finales de la década de los ochenta se empiezan a privatizar la tierra, abriendo la posibilidad del mercado de tierras, así que la opción fue lotificar y vender, además que cuenta Don Alfredo Ortega, entrevista 2009, que con la introducción de la Comisión de Regulación de la Tenencia de la Tierra (CORETT) durante el gobierno de Salinas de Gortari, se corría el rumor que decía que los

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terrenos ociosos se recogerían y expropiarían, así que la gente vendía a 50 pesos el metro cuadrado a través de anuncios en el periódico. (Cortes, 2007).

Ante esta situación en Santa Cruz Acalpixca sobrevino la eminente destrucción del suelo agrícola y forestal, a este fenómeno le siguió otro impacto de mayor trascendencia, los nuevos asentamientos irregulares. A partir de este periodo el pueblo comienza a crecer de manera drástica y la ocupación de su suelo de conservación se torna casi inevitable.

Los asentamientos irregulares son procesos totalmente instaurados en el territorio de Santa Cruz Acalpixca, han llegado migrantes de otras Delegaciones y de otros estados de la República Mexicana, y se han asentado en suelos de conservación, generando así una nueva red de relaciones que a la fecha se sigue tejiendo.

Adicionalmente, los asentamientos irregulares están sujetos a riesgos como son los derrumbes, deslaves o deslizamientos de tierra, agrietamientos, asentamientos, hundimientos e inundaciones; situaciones todas que ameritan acciones comunitarias e institucionales que detengan su crecimiento y consolidación.

Veinte asentamientos irregulares en Acalpixca con 2810 familias sin duda están generando a esta comunidad una gran presión en los aspectos ecológicos, urbanos, económicos y sociales. La carencia de agua, energía eléctrica, drenaje, alumbrado, servicio de limpia, transporte, entre otros, son factores que seguirán tensando las relaciones sociales en Santa Cruz Acalpixca en un horizonte casi inmediato.

Los asentamientos humanos irregulares, la contaminación de los canales y la extinción de la chinampa como territorio de producción, son factores que reconfiguran el territorio de esta comunidad, perdiéndose, en consecuencia, una multiplicidad de relaciones y redefiniéndose otras.

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Estos asentamientos irregulares han reconfigurado el territorio, dividiéndolo en barrios y colonias que delimitan perfectamente el Santa Cruz Acalpixca de los originarios y el de los avecindados. Los barrios rodean la parte central del pueblo que es donde se encuentran asentados los originarios, quienes aún preservan sus tradiciones y se siente un ambiente rural. En las periferias (la montaña y la zona de la ex chinampa) se encuentran las colonias, habitadas por migrantes de diferentes estados de la república y por los descendientes de los originarios que les heredaron, estas colonias son un claro ejemplo del avance de la mancha urbana en el pueblo.

Un problema para los avecindados es que una parte de la montaña y de la ex zona chinampera a la fecha tienen un régimen ambiental de protección, pues están contempladas como áreas de conservación y por ende los asentamientos son calificados como irregulares sin posibilidad de servicios.

Una de las consecuencias de tal circunstancia es la determinación gubernamental de no otorgarles servicios básicos, por lo que se tiene un cableado irregular para llevar energía eléctrica a los hogares; se crean fosas sépticas en la montaña y en la ex zona chinampera se instalan drenajes que desembocan en los pocos canales existentes. Por otra parte, se transporta el agua en burros o en “vochos” y se abren caminos y calles de manera colectiva en la montaña.

Las casas hechas a base de cartones y láminas viejas van apareciendo paulatinamente en el perímetro de la zona arqueológica. De no detenerse a tiempo el fenómeno, agudizara el caos en los servicios, efectos que ya padecen los habitantes debido a que los nuevos avecindados toman energía eléctrica en forma clandestina de los postes más cercanos. (Cruz, 1993)

La ausencia de servicios ha derivado en la realización de acciones individuales y colectivas de resistencia que no han trascendido a una organización integral de los

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habitantes, la lucha por los servicios básicos aún se percibe en esta actualidad. Los problemas y deficiencias en los servicios de suministro de luz, agua, de drenaje y de limpia están haciendo de Santa Cruz Acalpixca un lugar donde el vivir cotidiano ya no estará libre de conflicto.

En pláticas con algunas personas de la comunidad, se comentaba sobre luchas para evitar que se llevaran el agua, para que les pusieran la luz y para que no les invadieran territorio y que se lo dieran a gente que no era originaria, “pues ya no queremos invasores”, decía don Luís, un señor del barrio de la Tabla del pueblo de Santa Cruz Acalpixca.

Sin embargo y a pesar de los grandes problemas de contaminación de los pocos canales de Santa Cruz Acalpixca, existen expresiones que aún son defendidas por los diferentes actores que se dan cita en el territorio y los cuales aún en la memoria añoran el Santa Cruz Acalpixca de antaño. Por tal motivo involucrarse hoy en este territorio necesariamente tendrá que partir de ver la totalidad del territorio, lo simbólico, social y económico, que se debate entre su extinción y su perseverancia.

En este sentido los asentamientos irregulares son la muestra fiel del avance que la mancha urbana ha tenido sobre los pueblos originarios de la Ciudad de México. Desde el inicio de la modernización e industrialización del Siglo XX en la Ciudad de México, el proceso de urbanización sigue avanzado de manera rápida a través de la aparición de más asentamientos irregulares en las pocas zonas de reserva ecológica que aun preservan dichos pueblos y el mismo Santa Cruz Acalpixca, siendo ahora el cerro del Cuatlallely unos de los territorios con dicha problemática.

Lo que es claro es que los originarios vendieron la tierra que para ellos no tenía ya utilidad, y bien sabían los que vendían que esas tierras, no eran para crear asentamientos humanos y aun así los vendieron con ese fin, decía don Francisco Alquicira, entrevista, 2009.

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Y sin embargo aún les cuesta trabajo aceptar e incorporar a la gente que vive en esos asentamientos, y se ve una cierta discriminación cuando se habla de la gente que vive ahí, pues les dicen, los Oaxacos, los de Veracruz, los indios, los rateros o malvivientes. De ahí la experiencia de los originarios de los problemas que conllevan la incorporación de más viviendas y gente que no es de la comunidad.

En la mayoría de las entrevistas con los originarios, existe coincidencia en decir que la llegada de gente de otros lugares viene acompañada de otras tradiciones y cultura, que regularmente choca con la que ellos tienen.

Las identidades se constituyen como la principal herramienta con la que las personas o grupos cuentan para relacionarse socialmente, y también para establecer fronteras culturales que pueden construirse para marcar diferencias étnicas o religiosas, o en el caso del pueblo de Santa Cruz Acalpixca, entre originarios y los otros (avecindados establecidos en los asentamientos irregulares).

Este tipo de cuestiones son parte de la dicotomía que se da entre lo rural y lo urbano y que se remarca en lo que ahora conocemos como el crecimiento de la mancha urbana.

Así que estamos frente a un territorio donde alternan usos rurales con usos urbanos del suelo, formas de sociabilidad urbana con formas de sociabilidad rural. Actividades económicas típicamente rurales, con actividades de servicios destinados a satisfacer los requerimientos de una nueva población urbana, identificada en los asentamientos irregulares y colonias.

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Conclusiones

Hablar de la resistencia de un pueblo es remontarse a la historia misma de los seres humanos, es hacer un análisis a través del tiempo, pasando por el materialismo histórico, que describe perfectamente las relaciones de poder, que hay entre esclavos y amos, entre peones y terratenientes y entre los obreros y el patrón. En estas relaciones, los dominados han tenido que escenificar a lo largo de la historia formas refinadas y sistémicas de subordinación social, ya sea por prudencia, miedo o por deseo de buscar favores o quizá también por no desaparecer.

Los procesos de organización y resistencia de los pueblos originarios muestran una historia no contada, acerca de la transformación del paisaje que la ciudad y sus periferias han tenido con el acelerado crecimiento de la mancha urbana. Pueblos con territorios en los que aún se recrean ritos cargados de sincretismo, que pese al tiempo se mantienen y brindan identidad y sentido de pertenencia a los que ahí viven.

La historia del pueblo de Santa Cruz Acalpixca está llena de contradicciones y de elementos mágicos e históricos que les brinda ese arraigo tan particular a su territorio; en el que la memoria colectiva de los habitantes se recrea en territorios, donde jugaban y miraban los vestigios antiguos que reflejan las huellas de los que antes estuvieron ahí y lo conformaron.

“La memoria colectiva, como lo enunciaban Halbwachs y Blondel, es un proceso social de reconstrucción de un pasado vivido o significado por un grupo o sociedad, que se contiene en marcos sociales, como el tiempo y el territorio, y como el lenguaje, pero también se sostiene por significados, y éstos se encuentran en la cultura” (Mendoza, 2005:56).

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Los territorios hablan en virtud de quien los habita. En sus edificaciones guardan acontecimientos que le dan sentido al territorio social, el cual conformado por símbolos y significados es delineado por la práctica social, borrando incluso las fronteras del territorio natural.

En este sentido, es posible identificar que los elementos presentes en el proceso de Nahualapa estaban empapados de recuerdos vividos en la niñez de las personas que conformaban el grupo que defendió el terreno, en donde el sentido de pertenencia y el arraigo fueron elementos que los movió y les dio fuerza.

…la mayor parte del grupo que conformaron el grupo eran de Nahualapa y Tepanco, barrios muy cercanos, entonces allá jugábamos muchos juegos en la niñez, las castañuelas, había cañas, abejas, pero esa parte la sentíamos de nosotros aunque no fuera de nosotros; entonces algo que tu consideras que es tuyo pero sabes que no lo es, por eso al sentirte despojado de algo que crees que es tuyo, pero que legalmente no es tuyo, entonces se da la lucha de conservar algo que es del pueblo. Nicolás Chavarría, entrevista 2009.

El sentido de apropiación que los originarios tenían sobre el predio a pesar de que legalmente supieran que no les pertenecía, se forjó en el recuerdo de lo vivido y compartido en el territorio, no sólo de manera física sino social.

La realidad de los originarios que defendieron el predio no se limitó a un evento; hay diversos recuerdos de su niñez que le da coherencia al pasado, convirtiéndose en su memoria.

Así, los recuerdos que se guardan en la memoria no se recuerdan de manera lineal o cronológica, de ahí que podamos movernos en el tiempo. El orden de la narraciones suelen obedecer a situaciones o acontecimientos claves que se concentran en los marcos o los artefactos de la memoria, como por ejemplo las fotografías de la familia o las placas conmemorativas. En el caso del predio de

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Nahualapa eran los documentos y las memorias de los abuelos que decían que había sido una laguna.

Ciertamente, en la vida cotidiana hay cantidad de narraciones sobre las experiencias colectivas, se descubren “narradores de historias”, y como suele pasar en las historias, no sólo vale lo que se cuenta, sino cómo se cuenta.

Así, en la investigación contar con el relato de dos personas claves en el movimiento de Nahualapa mostró dos realidades de un mismo acontecimiento, para uno, el aspecto legal era un elemento fundamental en la lucha, y para otra, los símbolos y las historias míticas detrás de este predio se conjugaron y congregaron una buena parte de la población que se sumó a esta lucha.

Y es que en la base de las acciones colectivas se encuentran los valores, las creencias, los recuerdos y los intereses que se entrecruzan para darle un objetivo común que les de fuerza y unión en el desarrollo de las estrategias de conservación del territorio o del espacio colectivo.

“Al espacio como territorio y orientación le corresponde una expresión simbólica, donde entra el lenguaje y las relaciones que en él se establecen de esa forma, puede hablarse de “entorno significativo”, donde “los sucesos cobran importancia de forma relativa al grado en que nos afecten, a que nos sean más o menos cercanos” (Fernández Christlieb, 1991 y Torrijos, 1988, citados en Mendoza, 2006:185).

Es evidente que en la recuperación del proceso de Nahualapa fue necesario echar mano de los recuerdos del territorio. Llamar a los adultos mayores para que sean ellos los que cuenten la historia sobre aquella laguna, en pocas palabras, es la memoria que recuerda y recrea anécdotas la que permite reescribir la historia.

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Y en todo el recorrido que se hizo de la historia de Santa Cruz Acalpixca se hace posible identificar la presencia de la mancha urbana que se fue expandiendo de manera acelerada y que llegó con una promesa de modernidad y desarrollo; que lejos de cumplirse, propició el saqueo y la sobreexplotación de los recursos naturales, siendo en el caso de Xochimilco y de este pueblo, el agua el más importante.

La construcción del acueducto dejó una huella en el paisaje de Santa Cruz Acalpixca que marcó el proceso de modernización que durante el porfiriato se pretendía tener en el país, dando pie a la opresión de los pueblos originarios por la mancha urbana, de ahí que los originarios entre una de sus mayores preocupaciones a la llegada de los otros estaba el desabasto de agua.

Y no es coincidencia que el terreno que se defendía haya sido una laguna, en donde nuevamente sale el elemento agua. Santa Cruz Acalpixca es un pueblo que comparte la historia lacustre de Xochimilco, en el que la vida cotidiana estaba relacionada al agua, pues si querían ir a la Ciudad de México tenían que abordar la góndola, si quería cultivar tenían que hacer chinampas. Así el agua aparece como un elemento primordial en la identidad de los pueblos de Xochimilco.

El proceso de adaptación que han tenido los habitantes de los pueblos originarios con el avance de la mancha urbana que les ha trastocado de manera drástica sus paisajes, casi no ha afectado su identidad ni el apego a sus tradiciones y, sobre todo, el amor por el pueblo que los vio nacer. Sin embargo, les queda el recuerdo y la añoranza de aquellos ríos, canales, manantiales, la flora y la fauna que no volverán, pero que aún conforman su memoria colectiva (Mora, 2007)

A lo largo de la historia los pueblos originarios se han enfrentado a diversos procesos de autodefensa territorial, en el siglo XVI exigían el reconocimiento de lo que consideraban suyo, una extensión que los españoles por el contrario,

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argumentaban derecho de conquista. Finalmente muchos pueblos lograron su reconocimiento y sus títulos primordiales.

Sin embargo, el territorio que lograron mantener los originarios se ha ido fragmentado por la situación de pobreza en la que se ha mantenido a estos pueblos. En Santa Cruz Acalpixca esta situación propició que los originarios fueran perdiendo poco a poco sus tierras pues para celebrar las fiestas patronales empeñaban sus tierras a las familias adineradas del pueblo (los Alquicira, López y Del Valle), quienes les cobraban los préstamos en oro sabiendo que no podrían pagarlo y así quedarse con sus tierras.

Además, como ya antes se había mencionado el pueblo de Santa Cruz Acalpixca no tiene en el registro agrario el reconocimiento de haber sido ejido o bien comunal y tampoco cuenta con sus Títulos Primordiales, situación que les hizo perder una parte de su territorio en el reparto agrario de Lázaro Cárdenas en la década de los 40.

Estas situaciones propiciaron que algunos originarios que dejaron de cultivar la tierra vendieran sus terrenos, iniciando de manera paulatina la creación de las colonias aledañas donde se asientan inmigrantes que han llegado a la Ciudad de México.

Ciertamente la interacción de la Ciudad con el pueblo de Santa Cruz Acalpixca permitió que la mancha urbana, fuese sometiendo a la comunidad con la aparición paulatina de asentamientos irregulares en la zona cerril y de ex chinampa, mismos que eran permitidos con la venta de la tierra de los mismos originarios.

Dicen las personas del pueblo que la aparición de casitas en algunos predios aledaños a los que los originarios vendían, se debe a que los migrantes que compran después de un tiempo de estar ahí y ver que esos terrenos no son

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ocupados invitan a otras personas a invadir esos terrenos. Durante más de veinticinco años este fenómeno se ha desarrollado de manera paulatina.

Esta estrategia del crecimiento de la mancha urbana en el pueblo ha sido funcional ya que la gente llega construye una casita de cartón y después poco a poco sin permiso alguno para construir van haciendo sus casas de tabique y cemento; situación que se reportaba en notas de periódico previas al problema de Nahualapa.

“La dialéctica del ocultamiento y la vigilancia que abarca todos los ámbitos de las relaciones entre los débiles y los fuertes nos ayudará a entender los patrones culturales de la dominación y la subordinación. Por ejemplo una persona que es ofendida puede elaborar una fantasía personal de venganza y enfrentamiento, pero cuando el insulto no es más que una variante de las ofensas que sufre sistemáticamente toda una raza, una clase o una capa social, entonces la fantasía se puede convertir en un producto cultural colectivo, no importa qué forma toma este discurso oculto colectivo es esencial en cualquier imagen dinámica de las relaciones de poder” (Scott, 2000:21).

En este sentido es claro entender que la llegada paulatina de los asentamientos irregulares principalmente en la zona cerril no causaba conflicto pues esos terrenos eran de particulares que probablemente hayan vendido. Sin embargo en el caso de Nahualapa era distinto pues se estaba atentando contra un terreno del pueblo, en donde no sólo estaba la memoria de la laguna donde los adultos mayores recuerdan haber pasado bellos momentos, también los jóvenes que lideraron la resistencia mantienen un recuerdo de juego y convivencia.

Por ello, aunque en la emoción del momento se dio una confrontación con los vecinos que estaban invadiendo algunas dimensiones del propio terreno de Nahualapa, los mismos entrevistados decían que ellos nos les preocupaban

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porque finalmente eran parte de esa colectividad, aunque abusivos ya estaban dentro.

Argumentan además que no era lo mismo ver casitas apareciendo en la zona cerril que de un momento a otro se instale un edificio de cinco pisos, símbolo representativo de la urbanización, estructura que les “robaría el agua” y contrastaría de manera grotesca con el paisaje.

Así, el sistema capitalista que puebla a las grandes ciudades derivado de la demanda de mano de obra barata ha propiciado la expansión de la mancha hasta absorber éstos pueblos originarios que la rodeaban, pero que ahora se encuentran dentro de ella resistiendo desde un ámbito social y cultural al cambio total de lo rural a lo urbano.

Esta situación no sólo se ha vivido en el pueblo de Santa Cruz Acalpixca sino que otros pueblos de ésta y otras delegaciones han sido participes de episodios similares tal como lo menciona Rubén Cabello (citado en Mora, 2007) habitante de San Luis Tlaxialtemalco:

“Los pueblos tienen su gente con una costumbre o una forma de vivir. Los movimientos se hacen porque todos nos conocemos a todos o todos somos parientes, eso es lo que no quiere entender la autoridad. A nosotros nos vienen a agredir quitándonos un predio que sabemos que no es de ellos, está dentro de nuestro territorio. Estos señores no nos han hecho caso, entonces vamos a presionar a través de apoderarnos de lo que a nosotros nos corresponde”.

En este sentido se podría decir que una acción colectiva se traduce en un movimiento social, cuando los actores sabiendo que son distintos a otros e independientes de la delegación y los partidos políticos, se plantean luchar a través de una organización que ellos mismos han creado en donde regularmente buscan satisfacer demandas que pueden ir desde el sencillo reconocimiento ante

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alguna instancia de poder político (el reconocimiento de Pueblo originario de la Ciudad de México), la dotación de servicios(agua, luz) o cambios limitados para lograr cierta influencia en lo cultural y la identidad.

México cuenta con una larga historia de movimiento sociales y de resistencia que nacen en lo obscuro fuera de las miradas del poder, en lo privado en donde pueden elaborar sus tácticas y estrategias para llegar a la confrontación en lo público para exponer sus demandas.

Esta estrategia de hacerlo de manera clandestina no es casualidad, obedece a la historia de represión que distintos movimientos que se han vivido como el estudiantil de 1968 o más recientemente el de Atenco 2006.

En el caso de Nuhualapa, Anáhuac González decía: “nos reuníamos en el clandestinaje de las 10 u 11 de la noche, hasta la 1 de la mañana…nos teníamos que andar cuidando pues había coches extraños y gente de gobernación vigilándonos”.

Mientras algunos grupos civiles o de poder se expresan de manera abierta, pública, porque creen o saben que ahí corresponden sus manifestaciones y discursos, “el lugar ideal del discurso oculto son las reuniones secretas” o aisladas “que nadie autorizó y que nadie vigila” (Scott, 2000).

“Los territorios privados son importantes tanto para los movimientos sociales armados como estudiantiles o campesinos, cuando se trata de resistir, pues en ese territorio comparten como grupo subordinado, un discurso oculto producto de su sufrimiento que representa una crítica al poder a espaldas del dominador, pero este discurso oculto no sólo es de los subordinados pues los poderosos también elaboran un discurso oculto en donde encausan las prácticas y exigencias con la que subordinaran. Estos discursos salen a la luz en el territorio público, ahí donde se da la confrontación” (Mendoza, 2006:202).

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Finalmente se considera que en esta investigación se identificó que la mancha urbana es el elemento dominador de los pueblos originarios quienes resisten y que son la delegación y organizaciones como Puente del Toro, la imagen que representa al dominador con quienes se da la confrontación para resistir a la intromisión de la urbanización.

En la narración sobre Nahualapa fue muy clara la forma en la que ambos grupos desarrollaron sus estrategias, las cuales estuvieron en el ámbito público a través del empleo de los medios masivos de comunicación como la radio y la prensa; ambos mantuvieron el anonimato de las personas y siempre se manejó el conflicto entre el pueblo y la organización civil.

Al final, ambos grupos consiguieron el objetivo propuesto pues al hacerse la permuta a otro terreno la organización popular logró tener lo que se buscaba en esta lucha; en el caso de Santa Cruz Acalpixca la resistencia funcionó ya que obtuvieron el reconocimiento del territorio como un bien de la comunidad, además, fortalecieron su identidad a través del empleo de los símbolos y la memoria colectiva.

Sin embargo la mancha urbana no se fue y encontró a través de los asentamientos irregulares la forma de permanecer y avanzar de manera silenciosa con la aparición paulatina de casitas que al paso del tiempo se conformaron en colonias ya reconocidas en el pueblo, de hecho los planos de participación ciudadana demarcan claramente la creación de las colonias como parte del proceso de urbanización conformando más periferias en un continuo espiral de pobreza.

Otro elementos importante, fue la efervescencia política de los años 90 en donde se logró el reconocimiento de la identidad colectiva de los pueblos originarios de la Ciudad de México, y la demanda que hizo el Subcomandante Marcos referente a las problemáticas que viven los pueblos originarios del país.

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Así, no es posible decir que la resistencia haya terminado ahí pues los problemas sobre los servicios y los asentamientos irregulares aún continúan. Pero si se puede afirmar que en el caso de Nahualapa el ambiente político y social de los años 90 propició la participación de la comunidad originaria, que estaba enaltecida por la lucha de ser reconocidos ante la amenaza de desaparecer que la mancha urbana trae al modificar el paisaje y el tejido social.

La transición que el pueblo de Santa Cruz Acalpixca ha desarrollado a través del tiempo de rural a semirural ha sido de manera flexible, pues con los embates del tiempo se ha logrado adaptar a las nuevas condiciones que el “desarrollo” ha implementado, pues han sido las condiciones económicas que han propiciado que se abandonara la tierra de cultivo acompañadas por la escasez de agua, el bajo costo de la producción agrícola y la modernización de la Ciudad que requería de obreros y otras especialidades que implicaban estudiar para dejar la actividad principal del territorio rural vinculado a la tierra.

Sin embargo a pesar de que se adaptaron a las nuevas condiciones económicas que la modernización y el desarrollo les impuso, han logrado conservar aunque no intacta su cultura, su forma de organización y mentalidad; aprendizajes que les han permitido mantener su identidad y arraigo donde lo simbólico y significativo de su memoria colectiva ha sido el eje conductor de la forma de resistir ante este sistema capitalista que a través de la mancha urbana pretende extinguir.

Son los elementos significativos de la cultura traducidos en tradiciones vinculados al arraigo lo que ha permitido que aún mantengan su identidad de pueblo originario, de ahí la importancia de mirar estos elementos antes de hacer premisas sobre su forma de organización y participación, porque éstas están directamente vinculadas con las fiestas religiosas y la defensa del territorio, acciones conducidas por la identidad y la intención de recuperar y obtener servicios públicos, en especial el acceso al agua.

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Por ello es importante que en cada proyecto de desarrollo se conozca la cultura y la memoria colectiva del territorio, identificando los símbolos y los vestigios que marcan y constituyen su identidad y arraigo.

Es así como todos los elementos presentados en los capítulos de la tesis, son los que contribuyen a conformar su cultura e identidad, que están en la base de las prácticas y acciones humanas.

De acuerdo con estos elementos es posible afirmar que la participación en el proceso de Nahualapa fue porque se trasgredieron elementos de identificación territorial, en la que el recuerdo de acciones vividas y compartidas del predio les permitió reconocer que era suyo y que no podían quitárselos y más aún transformarlo en un “elefante blanco” de la urbanización.

Así fue como se identificó lo que aconteció en el proyecto de remodelación de la plaza del pueblo, (que fue lo que dio origen a la investigación):

La participación fue de oposición a la remodelación, pues el quitar los eucaliptos de la plaza donde habían permanecido por muchas generaciones y a los que se describe en un libro de Santa Cruz Acalpixca, escrito por Anáhuac González, como parte del paisaje de antaño donde las personas llegaban a la plaza y se sentaban a disfrutar de su olor. Así que al cortarlo ellos sintieron que fue una forma de violentar sus recuerdos y poner en riesgo elementos identitarios del territorio.

En este sentido podemos concluir que los elementos que permiten que los pueblos originarios y en particular el pueblo de Santa Cruz Acalpixca participen y se organicen están en su cultura e identidad, las cuales son celosamente guardadas y recreadas en su territorio y que a través de las huellas del paisaje y la memoria colectiva de sus habitantes es posible identificar.

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ENTREVISTADOS  Entrevista realizada a Don Raúl del Valle, originario de Santa Cruz Acalpixca, tiene 72 años y es jubilado de la compañía de Luz y Fuerza, actualmente es el presidente del comité organizador de las fiestas religiosas y de las mayordomías en el pueblo. julio del 2008

 Entrevistas. Don Luis Martínez Morales 62. Originario del pueblo de Santa Cruz Acalpixca, de oficio dulcero. Dirigente del movimiento social de la tabla. Febrero, 2008

 Entrevista a Don Isaías Martínez, 80 años. Originario del pueblo de Santa Cruz Acalpixca, ama de Casa. Apoyo febrero, 2008

 Entrevista a Doña Julia Ramírez Galicia, 88 años. Originaria del pueblo de Santa Cruz Acalpixca, Vende dulces. Conoció como era Ahualapa en Santa Cruz Acalpixca en los años 30s y el movimiento de 1994. Febrero, 2008

 Entrevista a Doña Julia López, 54 años. Originaria del pueblo de Santa Cruz Acalpixca, Vende dulces cristalizados. Participo en el movimiento de Ahualapa en Santa Cruz Acalpixca. marzo, 2008

 Entrevista a Azucena Ibarra, 58 años. Originaria del pueblo de Santa Cruz Acalpixca, ama de Casa. Participo en las reuniones y marchas del conflicto de Agualapa en Santa Cruz Acalpixca julio, 2008

 Entrevista a Serafín Flores Farfán, cronista de la delegación Xochimilco. Entrevista realizada en Febrero del 2009

 Entrevista Alejandro González Ortiz, 44 años de Edad, originario de Alpoyeca Guerrero, que ha vivido toda su vida en el pueblo de Santa Cruz Acalpixca de se dedica a ser empleado público en Educación federal, en organismo público descentralizado. Abril 2009.

 Entrevista Anáhuac González González 44 años de edad originaria del pueblo de Santa Cruz Acalpixca, etnóloga. Participo como líder en la lucha de Nahualapa Febrero 2009

 Entrevista a Nicolás Chavarría 44 años de edad originaria del pueblo de Santa Cruz Acalpixca, abogado. Participo como líder en la lucha de Nahualapa Marzo 2009

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