La Obra Literaria De Pedro García Montalvo
Total Page:16
File Type:pdf, Size:1020Kb
LA OBRA LITERARIA DE PEDRO GARCÍA MONTALVO Pascual García García TESIS PARA LA OBTENCIÓN DEL GRADO DE DOCTOR PRESENTADA EN LA UNIVERSIDAD DE MURCIA, FACULTAD DE LETRAS, DEPARTAMENTO DE LITERATURA ESPAÑOLA, TEORÍA DE LA LITERATURA Y LITERATURA COMPARADA, BAJO LA DIRECCIÓN DEL DR. DON FRANCISCO JAVIER DÍEZ DE REVENGA TORRES 2 ÍNDICE 1.- INTRODUCCIÓN 4 2.- LA PRIMAVERA EN VIAJE HACIA EL INVIERNO 53 3.- LOS AMORES Y LAS VIDAS 83 4.- EL INTERMEDIARIO 158 5.- UNA HISTORIA MADRILEÑA 208 6.- LAS LUCES DEL DÍA 285 7.- EL AIRE LIBRE 369 8.- CONCLUSIONES 446 9.- ENTREVISTA 507 10.- BIBLIOGRAFÍA 542 TABLE OF CONTENTS 1.- INTRODUCTION 4 2.- LA PRIMAVERA EN VIAJE HACIA EL INVIERNO [The voyage of spring into winter ] 53 3.- LOS AMORES Y LAS VIDAS [Loves and lives] 83 4.- EL INTERMEDIARIO [The go-between] 158 5.- UNA HISTORIA MADRILEÑA [A Madrid story] 208 6.- LAS LUCES DEL DÍA [The light of day] 285 7.- EL AIRE LIBRE [Fresh air] 369 8.- CONCLUSIONS 446 9.- INTERVIEW 507 10.- BIBLIOGRAPHY 542 3 1.- INTRODUCCIÓN Iniciamos el estudio de la obra literaria del escritor Pedro García Montalvo que nació en Murcia en1951. Realizó estudios de filosofía y Letras y se doctoró con una tesis sobre Jorge Santayana. De 1973 a 1976 dedicó su tiempo al conocimiento vital de la cultura anglosajona (Inglaterra, Canadá y Estados Unidos). De aquella experiencia nació su primer libro, dedicado a los clásicos norteamericanos –a través de una Beca de la Fundación March- La imaginación natural (Madrid 1977) y el inicio de una labor de traductor, entre otros autores de las obras de Malcom Lowry, y un acercamiento a las obras de ensayo de Joseph Conrad. En la actualidad es profesor de literatura de la Universidad de Murcia. Su obra literaria está constituida por los libros de relatos La primavera en viaje hacia el invierno y Los amores y las vidas; las novelas, El intermediario, Una historia madrileña y Las luces del día; y el libro de ensayos El aire libre. Los dos primeros títulos fueron publicados en Murcia, en la Editora Regional, mientras que las dos novelas siguientes se editaron en el sello catalán Seix Barral; Las 4 luces del día se editó en Pretextos y El aire libre, en el sello editorial granadino La Veleta . Hubo un evidente cambio no sólo en los argumentos, en el tono o en el estilo, sino sobre todo en la ambición literaria del autor, que gracias al éxito literario en pequeños círculos de las dos primeras obras pudo alcanzar la cima de la edición nacional, sobre todo en una casa con tanto prestigio como lo era en la década de los ochenta la colección catalana antes aludida. Es verdad que las novelas del escritor murciano no habían sido construidas para el gran público, pues no había en ellas nada de los ingredientes necesarios para deslumbrar a miles de lectores, sino que al contrario, se trataba de argumentos intimistas, en los que la acción solía ser interior, intensa, pero envuelta en los grises opacos de la conciencia íntima de sus personajes. Las vicisitudes y las trampas narrativas en las que va cayendo la condesa de Yeste, ese juego de sobrentendidos que lleva a cabo con Ignacio Viera, en un pulso narrativo, tan bien contado como falto de acción no despertará las pasiones del público que construye las listas de los libros más vendidos, pero en cambio suscita la curiosidad y el interés de personalidades literarias de tanta enjundia como Pere Gimferrer, Andrés Trapiello o Rafael Conte. Pedro García Montalvo es, en efecto, casi un desconocido para el gran público, pero de modo paulatino ha ido ganando una justa fama de raro, oculto y exquisito; y en esos ámbitos de calidad y de prestigio su nombre despierta la admiración de los buenos lectores, de los críticos y de los profesores. Hay, por supuesto, razones suficientes para que la balanza de la calidad y de las ventas esté claramente desequilibrada a favor de aquélla. Para empezar Pedro García Montalvo es un escritor nacido en Murcia, ciudad en la que lleva a cabo su obra, ejerce su trabajo de profesor universitario y vive con su familia, rodeado de sus amigos y de todos aquellos que se acercan al escritor en busca de consejo o de ayuda. Ese retiro voluntario lo ha apartado de una forma decisiva de los cenáculos y corrillos literarios de 5 Madrid o Barcelona. Asimismo, García Montalvo no ha participado ni ha ganado premios relevantes que pudiesen conducirlo hasta las primeras páginas de cultura de los diarios nacionales. Todo lo cual quiere decir que no ha tenido intenciones de entrar en el juego del gran mercado de libro, en el que los certámenes de novela, las promociones editoriales y los medios de comunicación tienen un papel decisivo en la construcción de un nombre y de un lugar de privilegio en el espacio siempre resbaladizo de las letras españolas. La reserva natural de nuestro novelista, su fina percepción de la realidad y su vocación de retiro en ese particular paraíso levantino, tan bellamente descrito en sus libros, en el que vive confinado junto a amigos tan importantes como el poeta Eloy Sánchez Rosillo, el pintor y escritor Ramón Gaya y el pintor Pedro Serna, entre otros, han constituido un confinamiento cómodo y deseado del que apenas ha salido en contadas ocasiones. Contar todo lo anterior sólo tendría sentido si fuésemos capaces de enlazarlo con el carácter último de sus novelas y de sus cuentos. Porque, en efecto, Pedro García Montalvo ha diseñado un paraíso de claroscuros, en el que combaten de modo implacable fuerzas opuestas, como suele suceder en la vida misma. Así la belleza y el horror, la bondad y el crimen caminan aliados, peligrosamente juntos en alguno de sus relatos, obligando a sus criaturas a defenderse del mal con las armas de su espíritu, sin desdeñar el valor, la bondad y la firmeza; caracteres todos ellos que atesoran esas mujeres ejemplares, procedentes de la aristocracia o de la alta burguesía, que se mueven de continuo sobre el filo de un abismo insondable. Ángela de Yeste o Luisa Estrada, sin olvidar a Antonio Zulueta, concitan la admiración y la solidaridad de los lectores, que asisten a sus dramáticas peripecias emocionales, empeñados en descender al inframundo de la delincuencia y del crimen, como si sufrieran una atracción imposible de combatir a la imagen contraria, a su identidad en el otro lado del espejo. Esa extraña atracción de 6 los opuestos permite buena parte de los argumentos de sus mejores relatos. En la reseña que escribí tras la aparición de Las luces del día resumía todo lo anterior de la siguiente forma: El universo de la belleza y de la paz burguesa vuelve a mezclarse otra vez, como en las dos novelas anteriores, con el inframundo de lo siniestro, en el borde mismo de los ámbitos delictivos.1 Esta es la clave narrativa de buena parte de la obra literaria de García Montalvo, la fórmula literaria bajo la cual ha venido concibiendo nuestro novelista todos sus libros, construyendo sus personajes seductores, esas bellas aristócratas asomadas al borde del abismo en un viaje hacia el infierno, que el autor casi equipara a la estación invernal, y cuya atmósfera encontramos de un modo más patente en novelas como El intermediario y Una historia madrileña. Los relatos largos, ambientados en la ciudad de Madrid proponen un universo ficcional, en el que abundan los personajes siniestros y las hermosas heroínas de Montalvo que muy pronto notan el acoso de los sicarios, o en algún caso la animadversión de toda una clase social. Los cuentos, sin embargo, transcurrían en la atmósfera clara y primaveral del sur, y aunque alguna de las tramas contenía alguna dosis de tragedia o de peligro, el espíritu era edénico, y las criaturas habitaban los jardines y los huertos de Murcia, ese ámbito de belleza y de sosiego sólo comparable a la belleza de sus criaturas femeninas. Los conflictos en aquellos dos primeros libros de relatos procedían más del territorio del espíritu, y solían ser el producto de la reflexión acerca del tiempo, la juventud y la muerte de un ser querido. El mal en aquellos dos volúmenes, a pesar de su presencia, era apenas un espectro sin materia, una amenaza lejana que en ocasiones barruntaban los personajes, pero al que en muy pocas ocasiones se sometían de un modo real. 1 GARCÍA, Pascual, “Paisaje después de la batalla” en Periódico La Verdad, Murcia, 21-XI-97. 7 En la novela El intermediario Ángela de Yeste se pone en las manos de Ignacio Viera desde las primeras páginas y ya la veremos durante toda la fábula bordear de un modo temerario el inframundo madrileño, los espacios del hampa que el novelista refleja con tanto acierto, con ese pulso especial para transmitir las formas del infierno, no sólo personal sino también social. Es en esta novela y en la siguiente, Una historia madrileña, donde constatamos el cambio radical de ambiente, de luz y de clima, Siguiendo aquel primer título de sus cuentos, La primavera en viaje hacia el invierno, reconocemos una clave moral en el uso de las estaciones, y casi podríamos sustituir estas dos estaciones por otros dos ámbitos, el paraíso y el infierno. Por eso, seríamos capaces de afirmar que el viaje narrativo de Pedro García Montalvo se inicia en el edén levantino, en plena primavera, con toda la luz del sur sobre sus hermosas criaturas femeninas, en pleno goce de los sentidos y de la sensualidad de la tierra y de los cuerpos; ese viaje continuaría y casi tendría su término en las tres novelas que hemos comentado: El intermediario, Una historia madrileña y Las luces del día.