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(S-1630/09)

PROYECTO DE DECLARACION

El Senado de la Nación

DECLARA:

Su reconocimiento y adhesión a la conmemoración del nacimiento del Dr. Salvador Mazza, investigador y bacteriólogo argentino que dedico su vida a la lucha contra el Mal de Chagas.

Marina R. Riofrío. -

FUNDAMENTOS

Señor Presidente

El doctor salvador Mazza, medico sanitarista, nace en el 6 de junio de 1886, en la ciudad de Rauch, provincia de , y ocupa en la historia de la medicina de nuestro país el lugar mas destacado en incansable la lucha contra el mal de Chagas.

Sus historiadores nos dicen que: Su capacidad e inteligencia precoz se manifiestan ya, cuando a los 10 años ingresó al Colegio Nacional de Buenos Aires para iniciar sus estudios secundarios, al terminar estos se inscribió en la Escuela de Marina de Guerra, pero un problema detectado a último momento durante la revisación médica le cerró el camino lo que permitió, una gran suerte para la ciencias de nuestro país, su ingreso a la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires graduándose como medico en 1910 y doctorándose en la misma Universidad años mas tarde , convirtiéndose luego en bacteriólogo, laboratorista clínico y hepatólogo.

Al mismo tiempo en que lograba su doctorado era nombrado bacteriólogo del Departamento Nacional de Higiene y también estuvo a cargo de la organización del lazareto de la isla Martín García (lugar donde los inmigrantes hacían cuarentena antes de entrar al país), un laboratorio cuya función era la detección de portadores sanos de gérmenes de cólera. A partir de 1916 ocupó el cargo de Profesor suplente de la cátedra de Bacteriología del Dr. Carlos Malbrán, y se hizo cargo de su titularidad cuando el eminente médico renunció. Fue también Jefe del Laboratorio Central del Hospital de Clínicas de Buenos Aires y, durante un corto período, trabajó desde las filas del Ejército en la modificación de la vacuna antitífica que se inoculaba entonces a los conscriptos.

En el mismo año el ejército argentino lo designa para el estudio de las enfermedades infecciosas en Alemania, Austria y Hungría en medio de la 1ra. Guerra Mundial. Y a su regreso cuatro años mas tarde fue nombrado director del laboratorio central del Hospital Nacional de Clínicas y docente de la cátedra de Bacteriología

Su historiográfica nos dice que en el año 1923 partió rumbo a Francia para iniciar un segundo período de perfeccionamiento y en ese mismo año puso pie en Túnez. Allí conoció y trabajo con el director del Instituto Pasteur de esa colonia francesa, el doctor , gran entomólogo y bacteriólogo considerado como el segundo Pasteur. Este contacto y la formación científica y humanista de Nicolle impactaron en Mazza convirtiéndose en su discípulo y que luego el mismo Mazza lo definiría como su maestro espiritual.

Después de recorrer el norte de Afrecha, Salvador Mazza regresaba a Buenos Aires y a su llegada era nombrado jefe del Laboratorio y Museo del Instituto de Clínica Quirúrgica. Comenzó la preparación de la llegada a Buenos Aires de su maestro francés, echo que se concreta en 1925, y cuyo objetivo era estudiar las patologías autóctonas, Nicolle recorre junto a mazza todo el norte argentino y frente al desamparo de los médicos decide apoyar a Salvador Mazza, proyecto este cuyo objetivo era la creación de un instituto que se ocupara del diagnóstico y estudio de enfermedades de la zona, muchas de las cuales eran desconocidas.

Con el apoyo de Nicolle se crea en el año 1926 desde la Facultad de Medicina, la Misión de Estudios de Patología Regional (MEPRA), en Jujuy en el edificio de la Misión Mazza y en el famoso vagón de ferrocarril laboratorio "E.600", con Mazza como director.

La MEPRA, comenzó una recorrida por todo el interior del país y se dedicó a enrolar médicos y científicos de los cuatro puntos cardinales. Al mismo tiempo, y para afianzar las investigaciones, nació la Sociedad Argentina de Patología Regional: ahora el estudio y diagnóstico de las endemias pasaba a estar en franco proceso de federalización.

Además de conducir la MEPRA, Mazza logró que le construyeran un vagón de ferrocarril y que le otorgaran un pase libre para transitar con él por todo el país. Con este vagón equipado con un laboratorio y un consultorio completos que él mismo había diseñó, recorrió innumerables regiones .

Precisamente, la página principal del accionar científico de Mazza se ligará con la MEPRA y el Mal de Chagas, enfermedad, que actualmente afecta a 24 millones de personas en Latinoamérica y provoca 45 mil muertes cada año, es causada por un parásito denominado Tripanosoma cruzi.

Los manuales que hacen referencia a esta enfermedad explican: “que la misma la transmiten las deyecciones del parásito es simultánea a la picadura, que no produce dolor. Se vincula a un cuadro agudo más o menos inmediato y a otro crónico, alejado en el tiempo y de más gravedad. El primero puede no notarse en una gran mayoría de casos, y responde bien a las drogas, que logran una curación completa. De esta fase, que presenta manifestaciones mínimas y puede pasar desapercibida, se pasa lenta y silenciosamente a la más seria que es la fase crónica: entonces se producirán lesiones en el corazón, en el aparato digestivo y en el sistema nervioso central que caracterizaran con diversas manifestaciones a lo que conocemos como enfermedad o mal de Chagas.”

“El Mal de Chagas fue descubierto en 1909, por el medico brasileño Carlos Ribeiro Justiniano das Chagas era entonces un joven científico comisionado por el Ministerio de Salud Pública de Brasil para estudiar la presencia de focos de paludismo en el nordeste de su país. Haciendo este trabajo Chagas detectó enfermos que en la sangre presentaban un parásito, tripanosoma, al cual denominó cruzi en honor al investigador brasileño Oswaldo Cruz. Chagas consiguió infectar y reproducir en monos la enfermedad que él observaba en humanos mediante la inoculación de tripanosomas extraídos de la sangre de sus pacientes. Cumplió así los postulados clásicos necesarios para caracterizar a una enfermedad infecciosa: el aislamiento del germen, su asociación con manifestaciones y lesiones que se reiteran y finalmente la reproducción de la enfermedad mediante la inoculación del germen a un animal”.

En 1912 Chagas presentó la enfermedad por él descubierta y el resultado de sus estudios realizados en Brasil en los ambientes científicos de Buenos Aires. Pero inmediatamente, cuando se comprobó que su descripción de la sintomatología de la enfermedad era parcialmente errónea, el científico cayó en el descrédito y la comunidad científica argentina supuso que la presencia de este parásito en la sangre era un hallazgo casual y no representaba necesariamente una enfermedad. Hasta que el médico Salvador Mazza la redescubrió y la dio a conocer a nivel mundial. En el año 1942 Mazza se contactó con , descubridor de la penicilina, con el objeto de obtener un cultivo de penicilio original para intentar la producción experimental del nuevo antibiótico en Argentina. Después de varios fracasos y sorteando muchas dificultades, en 1943 la MEPRA logró producir penicilina. Inmediatamente la institución envió muestras al extranjero y así se comprobó que el medicamento obtenido en Argentina estaba a la altura del producido en otras partes del mundo.

Como suele ocurrir a menudo en nuestro país, Salvador Mazza tuvo mas reconocimiento en el exterior que en su propio país, en 1944 ya se había publicado en Bélgica una biografía de Mazza, quien al conocer su contenido comentó: "Se dice allí que soy un sabio, pero no existen más sabios. (...) Hubiera preferido que se dijera que soy un hombre tesoneramente dedicado a una disciplina circunscripta y en la cual hago lo posible para no dar pasos hacia atrás..."

Fue Profesor Honorario, Director Honorario del laboratorio del Instituto de Clínica Quirúrgica de la Facultad de Medicina de la UBA, Secretario local para la Argentina de la Real Sociedad de Medicina Tropical de Londres, Miembro correspondiente de la Sociedad de Patología Exótica de París, y Director de la Sociedad Argentina de Patología Regional entre otros.

Lo alcanza la muerte en 1946, mientras dictaba una charla en un congreso médico. Si bien la causa principal fue un infarto, detrás del accidente coronario -y según indican algunas anotaciones de su médico personal- acaso haya estado presente el Tripanosoma cruzi, parásito que provoca la enfermedad de Chagas, la misma a la que dedicó la mayor parte de su vida y de sus investigaciones.

Hoy escuelas, ciudades, hospitales e institutos de investigación honran su nombre como reconocimiento a su titánica labor contra el mal de chagas.

Por todo lo expuesto solicito a mis pares acompañen este proyecto de declaración.

Marina R. Riofrío. -