ANTOLOGÍA DE LA POESÍA que manifiestan corales puros. Con vuestros pechos abrís las sendas ANTERIOR A 1936 que arriba indican los Dioscuros. TEXTOS MODERNISTAS Las dignidades de vuestros actos, Rubén Darío eternizadas en lo infinito, El olímpico cisne de nieve hacen que sean ritmos exactos, con el ágata rosa del pico voces de ensueño, luces de mito. lustra el ala eucarística y breve De orgullo olímpico sois el resumen, que abre al sol como un casto abanico. ¡oh, blancas urnas de la armonía! De la forma de un brazo de lira Ebúrneas joyas que anima un numen y del asa de un ánfora griega con su celeste melancolía. es su cándido cuello, que inspira ¡Melancolía de haber amado, como proa ideal que navega. junto a la fuente de la arboleda, Es el cisne, de estirpe sagrada, el luminoso cuello estirado cuyo beso, por campos de seda, entre los blancos muslos de Leda ! ascendió hasta la cima rosada de las dulces colinas de Leda. Cantos de vida y esperanza Blanco rey de la fuente Castalia, LO FATAL su victoria ilumina el Danubio; Dichoso el árbol que es apenas sensitivo Vinci fue su varón en Italia; y más la piedra dura, porque ésa ya no siente, Lohengrin es un príncipe rubio. pues no hay dolor más grande que el dolor de ser Su blancura es hermana del lino, vivo, del botón de los blancos rosales ni mayor pesadumbre que la vida consciente. y del albo toisón diamantino Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto, de los tiernos corderos pascuales. y el temor de haber sido y un futuro terror... Rimador del ideal florilegio Y el espanto seguro de estar mañana muerto, es de armiño su lírico manto, y sufrí por la vida y por la sombra y por y es el mágico pájaro regio lo que no conocemos y apenas sospechamos, que al morir rima el alma en un canto. y la carne que tienta con sus frescos racimos, El alado aristócrata muestra y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos, lirios albos en campos de azur, ¡y no saber adónde vamos y ha sentido en sus plumas la diestra ni de dónde venimos!.... de la amable y gentil Pompadour. Boga y boga en el lago sonoro NOCTURNO donde el sueño a los tristes espera, Los que auscultasteis el corazón de la noche, donde aguarda una góndola de oro los que por el insomnio tenaz habéis oído a la novia de Luis de Baviera. el cerrar de una puerta, el resonar de un coche Dad, Condesa, a los cisnes cariño, lejano, un eco vago, un ligero ruido... dioses son de un país halagüeño, En los instantes del silencio misterioso, y hechos son de perfume, de armiño, cuando surgen de su prisión los olvidados, de luz alba, de seda y de sueño. en la hora de los muertos, en la hora del reposo, sabréis leer estos versos de amargor impregnados... Prosas profanas Como en un vaso vierto en ellos mis dolores ¡Antes de todo, gloria a ti, Leda! de lejanos recuerdo y desgracias funestas, tu dulce vientre cubrió de seda y las tristes nostalgias de mi alma, ebria de flores, el Dios. ¡Miel y oro sobre la brisa! y el duelo de mi corazón, triste de fiestas. Sonaban alternativamente Y el pesar de no ser lo que yo hubiera sido, flauta y cristales, Pan y la fuente. la pérdida del reino que estaba para mí, ¿Tierra era canto, Cielo sonrisa! el pensar que un instante pude no haber nacido, Ante el celeste, supremo acto, ¡y el sueño que es mi vida desde que yo nací! dioses y bestias hicieron pacto. Todo esto viene en medio del silencio profundo Se dio a la alondra la luz del día, en que la noche envuelve la terrena ilusión, se dio a los búhos sabiduría, y siento como un eco del corazón del mundo y melodía al ruiseñor. que penetra y conmueve mi propio corazón. A los leones fue la victoria, Yo soy aquel que ayer no más decía el verso para las águilas toda la gloria, azul y la canción profana, en cuya noche un y a las palomas todo el amor. ruiseñor había que era alondra de luz por la mañana. Pero vosotros sois los divinos El dueño fui de mi jardín de sueño, lleno de Príncipes. Vagos como las naves, rosas y de cisnes vagos; el dueño de las inmaculados como los linos, tórtolas, el dueño de góndolas y liras en los lagos. maravillosos como las aves. Y muy siglo diez y ocho y muy antiguo y muy En vuestros picos tenéis las prendas, moderno; audaz, cosmopolita; con Hugo fuerte 1

y con Verlaine ambiguo, y una sed de ilusiones infinita. Cuando quiero llorar, no lloro... Y a veces lloro sin [...] querer... La torre de marfil tentó mi anhelo; quise Plural ha sido la celeste historia encerrarme dentro de mí mismo, y tuve hambre de de mi corazón. Era una dulce niña, sed de espacio y sed de cielo desde las sombras de en este mundo de duelo y aflicción. mi propio abismo [...]. Miraba como el alba pura; sonreía como una flor. Era su cabellera oscura hecha de noche y de SONATINA dolor. La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa? Yo era tímido como un niño. Ella, naturalmente, Los suspiros se escapan de su boca de fresa, fue, para mi amor hecho de armiño, Herodías y que ha perdido la risa, que ha perdido el color. Salomé... La princesa está pálida en su silla de oro, Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! está mudo el teclado de su clave sonoro, Cuando quiero llorar, no lloro... Y a veces lloro sin y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor. querer... El jardín puebla el triunfo de los pavos reales. Y más consoladora y más halagadora y Parlanchina, la dueña dice cosas banales, expresiva, la otra fue más sensitiva cual no y vestido de rojo piruetea el bufón. pensé encontrar jamás. La princesa no ríe, la princesa no siente; Pues a su continua ternura una pasión violenta la princesa persigue por el cielo de Oriente unía. En un peplo de gasa pura una bacante se la libélula vaga de una vaga ilusión. envolvía... ¿Piensa, acaso, en el príncipe de Golconda o de En brazos tomó mi ensueño y lo arrulló como China, a un bebé... y le mató, triste y pequeño, falto o en el que ha detenido su carroza argentina de luz, falto de fe... para ver de sus ojos la dulzura de luz? Juventud, divino tesoro, ¡te fuiste para no volver! ¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes, Cuando quiero llorar, no lloro... Y a veces lloro sin o en el que es soberano de los claros diamantes, querer... o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz? Otra juzgó que era mi boca el estuche de su pasión; ¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa y que me roería, loca, con sus dientes el corazón, quiere ser golondrina, quiere ser mariposa, poniendo en un amor de exceso la mira de su tener alas ligeras, bajo el cielo volar; voluntad, mientras eran abrazo y beso síntesis de la ir al sol por la escala luminosa de un rayo, eternidad; saludar a los lirios con los versos de mayo y de nuestra carne ligera imaginar siempre un Edén, o perderse en el viento sobre el trueno del mar. sin pensar que la Primavera y la carne acaban Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata, también... ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata, Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! ni los cisnes unánimes en el lago de azur. Cuando quiero llorar, no lloro, ¡y a veces lloro sin Y están tristes las flores por la flor de la corte, querer! los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte, ¡ Y las demás! En tantos climas, en tantas tierras de Occidente las dalias y las rosas del Sur. siempre son, si no pretextos de mis rimas, fantasmas ¡Pobrecita princesa de los ojos azules! de mi corazón. Está presa en sus oros, está presa en sus tules, En vano busqué a la princesa que estaba triste en la jaula de mármol del palacio real; de esperar. La vida es dura. Amarga y pesa. el palacio soberbio que vigilan los guardas, ¡Ya no hay princesa que cantar! que custodian cien negros con sus cien alabardas, un lebrel que no duerme y un dragón colosal. ANTONIO MACHADO ¡Oh, quién fuera hipsípila que dejó la crisálida! Soledades, galerías y otros poemas. (La princesa está triste, la princesa está pálida) Y no es verdad, dolor, yo te conozco, ¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil! tú eres nostalgia de la vida buena ¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe, y soledad de corazón sombrío, —la princesa está pálida, la princesa está triste—, de barco sin naufragio y sin estrella. más brillante que el alba, más hermoso que abril! Como perro olvidado que no tiene —«Calla, calla, princesa —dice el hada madrina—; huella ni olfato y yerra en caballo, con alas, hacia acá se encamina, por los caminos, sin camino, como en el cinto la espada y en la mano el azor, el niño que en la noche de una fiesta el feliz caballero que te adora sin verte, se pierde entre el gentío y que llega de lejos, vencedor de la Muerte, y el aire polvoriento y las candelas a encenderte los labios con un beso de amor». chispeantes, atónito, y asombra su corazón de música y de pena. CANCIÓN DE OTOÑO EN PRIMAVERA así voy yo, borracho melancólico, A Martínez Sierra. guitarrista lunático, poeta, Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! y pobre hombre en sueños, siempre buscando a Dios entre la niebla. 2

un sayón con hechuras de bolero; Galerías a la moda de Francia realista, La tarde está muriendo un poco al uso de París pagano, como un hogar humilde que se apaga. y al estilo de España especialista Allá, sobre los montes, en el vicio al alcance de la mano. quedan algunas brasas. Esa España inferior que ora y bosteza, Y ese árbol roto en el camino blanco vieja y tahúr, zaragatera y triste; hace llorar de lástima. esa España inferior que ora y embiste ¡Dos ramas en el tronco herido, y una cuando se digna usar de la cabeza, hoja marchita y negra en cada rama! aún tendrá luengo parto de varones ¿Lloras?... Entre los álamos de oro, amantes de sagradas tradiciones lejos, la sombra del amor te aguarda. y de sagradas formas y maneras; florecerán las barbas apostólicas y otras calvas en otras calaveras Retrato brillarán, venerables y católicas. Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla El vano ayer engendrará un mañana y un huerto claro donde madura el limonero; vacío y ¡por ventura! pasajero, mi juventud, veinte años en tierra de Castilla; la sombra de un lechuzo tarambana, mi historia, algunos casos que recordar no quiero. de un sayón con hechuras de bolero, Ni un seductor Mañara ni un Bradomín he sido el vacuo ayer dará un mañana huero. -ya conocéis mi torpe aliño indumentario-; Como la náusea de un borracho ahíto mas recibí la flecha que me asignó Cupido de vino malo, un rojo sol corona y amé cuanto pueden tener de hospitalario. de heces turbias las cumbres de granito; Hay en mis venas gotas de sangre jacobina, hay un mañana estomagante escrito pero mi verso brota de manantial sereno; en la tarde pragmática y dulzona. y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina, Mas otra España nace, soy, en el buen sentido de la palabra, bueno. la España del cincel y de la maza, Adoro la hermosura, y en la moderna estética con esa eterna juventud que se hace corté las viejas rosas del huerto de Ronsard; del pasado macizo de la raza. mas no amo los afeites de la actual cosmética Una España implacable y redentora, ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar. España que alborea Desdeño las romanzas de los tenores huecos con un hacha en la mano vengadora, y el coro de los grillos que cantan a la luna. España de la rabia y de la idea. A distinguir me paro las voces de los ecos, y escucho solamente, entre las voces, una. ¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera POR TIERRAS DE ESPAÑA mi verso como deja el capitán su espada: El hombre de estos campos que incendia los pinares famosa por la mano viril que la blandiera, y su despojo aguarda como botín de guerra, no por el docto oficio del forjador preciada. antaño hubo raído los negros encinares, Converso con el hombre que siempre va conmigo talado los robustos robledos de la sierra. -quien habla solo espera hablar a Dios un día-; Hoy ve a sus pobres hijos huyendo de sus lares; mi soliloquio es plática con este buen amigo la tempestad llevarse los limos de la tierra que me enseñó de la filantropía. por los sagrados ríos hacia los anchos mares; Y al cabo, nada os debo; debeisme cuanto he escrito. y en páramos malditos trabaja, sufre y yerra. A mi trabajo acudo, con mi dinero pago Es hijo de una estirpe de rudos caminantes, el traje que me cubre y la mansión que habitó, pastores que conducen sus hordas de merinos el pan que me alimenta y el lecho en donde yago. a Extremadura fértil, rebaños trashumantes Y cuando llegue el día del último viaje que mancha el polvo y dora el sol de los caminos. y esté a partir la nave que nunca ha de tornar, Pequeño, ágil, sufrido, los ojos de hombre astuto, me encontraréis a bordo ligero de equipaje, hundidos, recelosos, movibles; y trazadas casi desnudo, como los hijos de la mar. cual arco de ballesta, en el semblante enjuto de pómulos salientes, las cejas muy pobladas. El mañana efímero Abunda el hombre malo del campo y de la aldea, La España de charanga y pandereta, capaz de insanos vicios y crímenes bestiales, cerrado y sacristía, que bajo el pardo sayo esconde un alma fea, devota de Frascuelo y de María, esclava de los siete pecados capitales. de espíritu burlón y de alma quieta, Los ojos siempre turbios de envidia o de tristeza, ha de tener su mármol y su día, guarda su presa y llora la que el vecino alcanza; su infalible mañana y su poeta. ni para su infortunio ni goza su riqueza; El vano ayer engendrará un mañana le hieren y acongojan fortuna y malandanza. vacío y ¡por ventura! pasajero. El numen de estos campos es sanguinario y Será un joven lechuzo y tarambana, fiero: al declinar la tarde, sobre el remoto alcor, 3

veréis agigantarse la forma de un arquero, libarán del tomillo y el romero. la forma de un inmenso centauro flechador. ¿Hay ciruelos en flor? ¿Quedan violetas? Veréis llanuras bélicas y páramos de asceta Furtivos cazadores, los reclamos —no fue por estos campos el bíblico jardín—: de la perdiz bajo las capas luengas, son tierras para el águila, un trozo de planeta no faltarán. Palacio, buen amigo, por donde cruza errante la sombra de Caín. ¿tienen ya ruiseñores las riberas? Con los primeros lirios A UN OLMO SECO y las primeras rosas de las huertas, Al olmo viejo, hendido por el rayo en una tarde azul, sube al Espino, y en su mitad podrido, al alto Espino donde está su tierra... con las lluvias de abril y el sol de mayo algunas hojas verdes le han salido. EL CRIMEN FUE EN GRANADA: ¡El olmo centenario en la colina A FEDERICO GARCÍA LORCA que lame el Duero! Un musgo amarillento 1. El crimen le mancha la corteza blanquecina Se le vio, caminando entre fusiles, al tronco carcomido y polvoriento. por una calle larga, No será, cual los álamos cantores salir al campo frío, que guardan el camino y la ribera, aún con estrellas de la madrugada. habitado de pardos ruiseñores. Mataron a Federico Ejército de hormigas en hilera cuando la luz asomaba. va trepando por él, y en sus entrañas El pelotón de verdugos urden sus telas grises las arañas. no osó mirarle la cara. Antes que te derribe, olmo del Duero, Todos cerraron los ojos; con su hacha el leñador, y el carpintero rezaron: ¡ni Dios te salva! te convierta en melena de campana, Muerto cayó Federico lanza de carro o yugo de carreta; —sangre en la frente y plomo en las entrañas— antes que rojo en el hogar, mañana, ... Que fue en Granada el crimen ardas en alguna mísera caseta, sabed —¡pobre Granada!—, en su Granada. al borde de un camino; 2. El poeta y la muerte antes que te descuaje un torbellino Se le vio caminar solo con Ella, y tronche el soplo de las sierras blancas; sin miedo a su guadaña. antes que el río hasta la mar te empuje —Ya el sol en torre y torre, los martillos por valles y barrancas, en yunque— yunque y yunque de las fraguas. olmo, quiero anotar en mi cartera Hablaba Federico, la gracia de tu rama verdecida. requebrando a la muerte. Ella escuchaba. Mi corazón espera «Porque ayer en mi verso, compañera, también, hacia la luz y hacia la vida, sonaba el golpe de tus secas palmas, otro milagro de la primavera. y diste el hielo a mi cantar, y el filo a mi tragedia de tu hoz de plata, A JOSÉ MARÍA PALACIO te cantaré la carne que no tienes, Palacio, buen amigo, los ojos que te faltan, ¿está la primavera tus cabellos que el viento sacudía, vistiendo ya las ramas de los chopos los rojos labios donde te besaban... del río y los caminos? En la estepa Hoy como ayer, gitana, muerte mía, del alto Duero, Primavera tarda, qué bien contigo a solas, ¡pero es tan bella y dulce cuando llega!... por estos aires de Granada, ¡mi Granada!» ¿Tienen los viejos olmos 3. algunas hojas nuevas? Se le vio caminar... Aún las acacias estarán desnudas Labrad, amigos, y nevados los montes de las sierras. de piedra y sueño en el Alhambra, ¡Oh mole del Moncayo blanca y rosa, un túmulo al poeta, allá, en el cielo de Aragón, tan bella! sobre una fuente donde llore el agua, ¿Hay zarzas florecidas y eternamente diga: entré las grises peñas, el crimen fue en Granada, ¡en su Granada! y blancas margaritas entre la fina hierba? LA SAETA Por esos campanarios ¿Quién me presta una escalera ya habrán ido llegando las cigüeñas. para subir al madero, Habrá trigales verdes, para quitarle los clavos y mulas pardas en las sementeras, a Jesús el Nazareno? y labriegos que siembran los tardíos Saeta popular con las lluvias de abril. Ya las abejas ¡Oh, la saeta, el cantar 4

al Cristo de los gitanos, si mi alma fuera una hoja siempre con sangre en las manos, y se perdiera entre ellas! siempre por desenclavar! El sol ha mandado un rayo ¡Cantar del pueblo andaluz, de oro viejo a la arboleda, que todas las primaveras un rayo flotante, dulce anda pidiendo escaleras luz para las cosas muertas. para subir a la cruz! ¡Qué ternura tiene el pobre ¡Cantar de la tierra mía, sol para las hojas secas! que echa flores Una tristeza infinita al Jesús de la agonía, vaga por todas las sendas, y es la fe de mis mayores! lenta, antigua sinfonía ¡Oh, no eres tú mi cantar! de música y de esencias, ¡No puedo cantar, ni quiero algo que dora el jardín a ese Jesús del madero, de ensueño de primavera. sino al que anduvo en el mar! Y esa luz de ensueño y oro que muere en las hojas secas, PROVERBIOS Y CANTARES alumbra en mi corazón Caminante, son tus huellas no sé qué vagas tristezas. el camino y nada más; Caminante, no hay camino, Arias tristes (1903) se hace camino al andar. HERMANO de mi alma! oh, rosal amarillo, Al andar se hace el camino, que esta tarde de otoño te inflamas de belleza! y al volver la vista atrás qué enfermo se hace el sol para tu dulce brillo, se ve la senda que nunca rosa de sol, de hueso, de olvido y de tristeza! se ha de volver a pisar. Corazón, alma en flor, oh, rosal ignorado, Caminante no hay camino de rosas amarillas y perfume doliente! sino estelas en la mar. por qué, en este rincón de jardín olvidado, te mustias, en un sueño de auroras de poniente? JUAN RAMÓN JIMÉNEZ Cuál ilusión errante envuelves en fragancia? quieres un sur de nieve? ¿quieres un norte de oro? Va cayendo la tarde con triste misterio... ¿a qué exhalas tan triste perfume de distancia inundados de llanto mis ojos dormidos, si tienes en ti mismo, ¡oh rosal!, tu tesoro? al recuerdo doliente de Amores perdidos, en la bruma diviso fatal cementerio... ETERNIDAD El Sol muerto derrama morados fulgores Eternidad, belleza inundando de nieblas la verde espesura... sola, ¡si yo pudiese, Dulce ritmo harmonioso de vaga amargura en tu corazón único, cantarte me despierta... A mi lado se duermen las flores... igual que tú me cantas en el mío Taciturno prosigo mi senda de abrojos las tardes claras de alegría en paz! y mis ojos contemplan la azul Lejanía... ¡Si en tus éstasis últimos, Allá lejos... muy lejos... está mi Alegría tú me sintieras dentro en los míos clavando sus lívidos ojos... embriagándote toda, ¡Ah! ¡delirio! ¡delirio...!Al través de una rama como me embriagas todo tú! una Sombra adorada ligera se mueve: ¡Si yo fuese, inefable, una Sombra con cara de lirios y nieve, como tú en mi instantánea primavera, que sus labios me ofrece y gimiendo me llama... olor, frescura, música, revuelo Y se aleja llorando con triste misterio. en la infinita primavera pura Inundados de llanto mis ojos dormidos, de tu interior totalidad sin fin! al recuerdo doliente de Amores perdidos, Si yo, por ti, he creado un mundo para ti, tras la Sombra camino al fatal cementerio... dios, tú tenías seguro que venir a él, y tú has venido a él, a mí seguro, De Ninfeas, 1900. porque mi mundo todo era mi esperanza. Mi alma es hermana del cielo Yo he acumulado mi esperanza gris y de las hojas secas; en lengua, en nombre hablado, en nombre escrito; sol enfermo del otoño, a todo yo le había puesto nombre mátame con tu tristeza! y tú has tomado el puesto Los árboles del jardín de toda esta nombradía. están cargados de niebla: Ahora puedo yo detener ya mi movimiento, mi corazón busca en ellos como la llama se detiene en ascua roja esa novia que no encuentra; con resplandor de aire inflamado azul, y en el sueño frío y húmedo en el ascua de mi perpetuo estar y ser; me esperan las hojas secas: ahora yo soy ya mi mar paralizado, 5

el mar que yo decía, mas no duro, Memoria de una piedra sepultada entre ortigas paralizado en olas de conciencia en luz Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios. y vivas hacia arriba todas, hacia arriba. Todos los nombres que yo puse Donde mi nombre deje al universo que por ti me recreaba yo, Al cuerpo que designa en brazos de los siglos, se me están convirtiendo en uno y en un dios. Donde el deseo no exista. El dios que es siempre al fin, el dios creado y recreado y recreado En esa gran región donde el amor, ángel terrible, por gracia y sin esfuerzo. No esconda como acero El Dios. El nombre conseguido de los nombres. En mi pecho su ala, Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento. Vino primero pura, vestida de inocencia; Allí donde termine este afán que exige un dueño a y la amé como un niño. imagen suya, Luego se fue vistiendo Sometiendo a otra vida su vida, de no sé qué ropajes; Sin más horizonte que otros ojos frente a frente. y la fui odiando sin saberlo. Llegó a ser una reina Donde penas y dichas no sean más que nombres, fastuosa de tesoros... Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo; ¡Qué iracundia de hiel y sin sentido! Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo, Mas se fue desnudando Disuelto en niebla, ausencia, y yo le sonreía. Ausencia leve como carne de niño. Se quedó con la túnica de su inocencia antigua. Allá, allá lejos; Creí de nuevo en ella. Donde habite el olvido. Y se quitó la túnica y apareció desnuda toda. Jardín antiguo ¡Oh pasión de mi vida, poesía Ir de nuevo al jardín cerrado, desnuda, mía para siempre! Que tras los arcos de la tapia, Entre magnolios, limoneros, Guarda el encanto de las aguas. LUIS CERNUDA Oír de nuevo en el silencio Vivo de trinos y de hojas, No decía palabras El susurro tibio del aire No decía palabras, Donde las almas viejas flotan. acercaba tan sólo un cuerpo interrogante, Ver otra vez el cielo hondo porque ignoraba que el deseo es una pregunta A lo lejos, la torre esbelta cuya respuesta no existe, Tal flor de luz sobre las palmas: una hoja cuya rama no existe, Las cosas todas siempre bellas. un mundo cuyo cielo no existe. Sentir otra vez, como entonces, La angustia se abre paso entre los huesos, La espina aguda del deseo, remonta por las venas Mientras la juventud pasada hasta abrirse en la piel, Vuelve. Sueño de un dios sin tiempo. surtidores de sueño hechos carne en interrogación vuelta a las nubes. Contigo Un roce al paso, una mirada fugaz entre las sombras, ¿Mi tierra? bastan para que el cuerpo se abra en dos, Mi tierra eres tú. ávido de recibir en sí mismo ¿Mi gente? otro cuerpo que sueñe; Mi gente eres tú. mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne, El destierro y la muerte iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo. para mi están adonde Auque sólo sea una esperanza no estés tú. porque el deseo es pregunta cuya respuesta ¿Y mi vida? nadie sabe. Dime, mi vida, ¿qué es, si no eres tú? Donde habite el olvido

Donde habite el olvido, El andaluz En los vastos jardines sin aurora; Sombra hecha de luz, Donde yo sólo sea que templando repele, 6

es fuego con nieve que se fue y no vino! el andaluz. El río Guadalquivir Enigma al trasluz, tiene las barbas granates. pues va entre gente solo, Los dos ríos de Granada es amor con odio uno llanto y otro sangre. el andaluz. ¡Ay, amor Oh hermano mío, tú. que se fue por el aire! Dios, que te crea, Para los barcos de vela, será quién comprenda Sevilla tiene un camino; al andaluz. por el agua de Granada sólo reman los suspiros. Peregrino. ¡Ay, amor ¿Volver? Vuelva el que tenga, que se fue y no vino! Tras largos años, tras un largo viaje, Guadalquivir, alta torre Cansancio del camino y la y viento en los naranjales. De su tierra, su casa, sus amigos. Dauro y Genil, torrecillas Del amor que al regreso fiel le espere. muertas sobre los estanques. Mas ¿tú? ¿volver? Regresar no piensas, ¡Ay, amor Sino seguir siempre adelante, que se fue por el aire! Disponible por siempre, mozo o viejo, ¡Quién dirá que el agua lleva Sin hijo que te busque, como a Ulises, un fuego fatuo de gritos! Sin Ítaca que aguarde y sin Penélope. ¡Ay, amor Sigue, sigue adelante y no regreses, que se fue y no vino! Fiel hasta el fin del camino y tu vida, Lleva azahar, lleva olivas, No eches de menos un destino más fácil, Andalucía, a tus mares. Tus pies sobre la tierra antes no hollada, ¡Ay, amor Tus ojos frente a lo antes nunca visto. que se fue por el aire!

FEDERICO GARCÍA LORCA ROMANCE DE LA LUNA ALBA a Conchita García Lorca Mi corazón oprimido Siente junto a la alborada La luna vino a la fragua El dolor de sus amores con su polisón de nardos. Y el sueño de las distancias. El niño la mira mira. La luz de la aurora lleva El niño la está mirando. Semilleros de nostalgias En el aire conmovido Y la tristeza sin ojos mueve la luna sus brazos De la médula del alma. y enseña, lúbrica y pura, La gran tumba de la noche sus senos de duro estaño. Su negro velo levanta Huye luna, luna, luna. Para ocultar con el día Si vinieran los gitanos, La inmensa cumbre estrellada. harían con tu corazón ¡Qué haré yo sobre estos campos collares y anillos blancos. Cogiendo nidos y ramas Niño déjame que baile. Rodeado de la aurora Cuando vengan los gitanos, Y llena de noche el alma! te encontrarán sobre el yunque ¡Qué haré si tienes tus ojos con los ojillos cerrados. Muertos a las luces claras Huye luna, luna, luna, Y no ha de sentir mi carne que ya siento sus caballos. El calor de tus miradas! Niño déjame, no pises, ¿Por qué te perdí por siempre mi blancor almidonado. En aquella tarde clara? El jinete se acercaba Hoy mi pecho está reseco tocando el tambor del llano. Como una estrella apagada. Dentro de la fragua el niño, tiene los ojos cerrados. Baladilla de los tres ríos Por el olivar venían, El río Guadalquivir bronce y sueño, los gitanos. va entre naranjos y olivos. Las cabezas levantadas Los dos ríos de Granada y los ojos entornados. bajan de la nieve al trigo. ¡Cómo canta la zumaya, ¡Ay, amor ay como canta en el árbol! 7

Por el cielo va la luna La luz es sepultada por cadenas y ruidos con el niño de la mano. en impúdico reto de ciencia sin raíces. Dentro de la fragua lloran, por los barrios hay gentes que vacilan insomnes dando gritos, los gitanos. como recién salidas de un naufragio de sangre. El aire la vela, vela. el aire la está velando.

RAFAEL ALBERTI

GACELA DEL NIÑO MUERTO El mar. La mar. Todas las tardes en Granada, El mar. ¡Sólo la mar! todas las tardes se muere un niño. ¿Por qué me trajiste, padre, Todas las tardes el agua se sienta a la ciudad? a conversar con sus amigos. ¿Por qué me desenterraste Los muertos llevan alas de musgo. del mar? El viento nublado y el viento limpio En sueños, la marejada son dos faisanes que vuelan por las torres me tira del corazón. y el día es un muchacho herido. Se lo quisiera llevar. No quedaba en el aire ni una brizna de alondra Padre, ¿por qué me trajiste cuando yo te encontré por las grutas del vino acá? No quedaba en la tierra ni una miga de nube cuando te ahogabas por el río. Un gigante de agua cayó sobre los montes SI MI VOZ MURIERA EN TIERRA y el valle fue rodando con perros y con lirios. Si mi voz muriera en tierra Tu cuerpo, con la sombra violeta de mis manos, llevadla al nivel del mar era, muerto en la orilla un arcángel de frío. y dejadla en la ribera. Llevadla al nivel del mar y nombradla capitana Soneto de la dulce queja de un blanco bajel de guerra. Tengo miedo a perder la maravilla Oh mi voz condecorada de tus ojos de estatua, y el acento con la insignia marinera: que de noche me pone en la mejilla sobre el corazón un ancla la solitaria rosa de tu aliento. y sobre el ancla una estrella Tengo pena de ser en esta orilla y sobre la estrella el viento tronco sin ramas; y lo que más siento y sobre el viento una vela! es no tener la flor, pulpa o arcilla, para el gusano de mi sufrimiento. SE EQUIVOCÓ LA PALOMA Si tú eres el tesoro oculto mío, Se equivocó la paloma. si eres mi cruz y mi dolor mojado, Se equivocaba. si soy el perro de tu señorío, Por ir al norte, fue al sur. no me dejes perder lo que he ganado Creyó que el trigo era agua. y decora las aguas de tu río Se equivocaba. con hojas de mi otoño enajenado. Creyó que el mar era el cielo; que la noche, la mañana. La aurora Se equivocaba. La aurora de Nueva York tiene cuatro columnas de cieno Que las estrellas, rocío; y un huracán de negras palomas que la calor; la nevada. que chapotean las aguas podridas. Se equivocaba. La aurora de Nueva York gime por las inmensas escaleras Que tu falda era tu blusa; buscando entre las aristas que tu corazón, su casa. nardos de angustia dibujada. Se equivocaba. La aurora llega y nadie la recibe en su boca porque allí no hay mañana ni esperanza posible: (Ella se durmió en la orilla. a veces las monedas en enjambres furiosos Tú, en la cumbre de una rama.) taladran y devoran abandonados niños. Los primeros que salen comprenden con sus huesos que no habrá paraísos ni amores deshojados; LO QUE DEJÉ POR TI saben que van al cieno de números y leyes, Dejé por ti mis bosques, mi perdida a los juegos sin arte, a sudores sin fruto. arboleda, mis perros desvelados, 8

mis capitales años desterrados ME DIGO Y ME RETEDIGO hasta casi el invierno de la vida. Me digo y me retedigo. Dejé un temblor, dejé una sacudida, ¡Qué tonto! un resplandor de fuegos no apagados, Ya te lo has tirado todo. dejé mi sombra en los desesperados Y ya no tienes amigo, ojos sangrantes de la despedida. por tonto. Que aquel amigo Dejé palomas tristes junto a un río, tan sólo iba contigo caballos sobre el sol de las arenas, porque eres tonto. dejé de oler la mar, dejé de verte. ¡Qué tonto! Dejé por ti todo lo que era mío. Y ya nadie te hace caso, Dame tú, Roma, a cambio de mis penas, ni tu novia, ni tu hermano, tanto como dejé para tenerte. ni la hermana de tu amigo, porque eres tonto. Los ángeles colegiales. ¡Qué tonto! Ninguno comprendíamos el secreto nocturno Me digo y me lo redigo... de las pizarras ni por qué la esfera armilar se exaltaba tan sola cuando la mirábamos. GERARDO DIEGO Sólo sabíamos que una circunferencia puede El sueño no ser redonda Apoya en mí la cabeza, y que un eclipse de luna equivoca a las flores si tienes sueño. y adelanta el reloj de los pájaros. apoya en mí la cabeza, Ninguno comprendíamos nada : aquí, en mi pecho. ni por qué nuestros dedos eran de tinta china Descansa, duérmete, sueña, y la tarde cerraba compases para al alba abrir libros. no tengas miedo del mundo, Sólo sabíamos que una recta, si quiere, puede que yo te velo. ser curva o quebrada Levanta hacia mí tus ojos, y que las estrellas errantes son niños que tus ojos lentos, ignoran las aritmética. y ciérralos poco a poco conmigo dentro; BALADA DEL QUE NUNCA FUE A GRANADA ciérralos, aunque no quieras, ¡Qué lejos por mares, campos y montañas! muertos de sueño. Ya otros soles miran mi cabeza cana. Nunca fui a Ya estás dormida. Ya sube, Granada. baja tu pecho, Mi cabeza cana, los años perdidos. y el mío al compás del tuyo Quiero hallar los viejos, borrados caminos. mide el silencio, Nunca vi Granada. almohada de tu cabeza, . celeste peso. Dadle un ramo verde de luz a mi mano. Mi pecho de varón duro, Una rienda corta y un galope largo. tabla de esfuerzo, Nunca entré en Granada. por ti se vuelve de plumas, ¿Qué gente enemiga puebla sus adarves? cojín de sueños. ¿Quién los claros ecos libres de sus aires? Navega en dulce oleaje, Nunca fui a Granada. ritmo sereno, ¿Quién hoy sus jardines aprisiona y pone ritmo de olas perezosas cadenas al habla de sus surtidores? el de tus pechos. Nunca vi Granada. De cuando en cuando una grande, Venid los que nunca fuisteis a Granada. espuma al viento, Hay sangre caída, sangre que me llama. suspiro que se te escapa Nunca entré en Granada. volando al cielo, Hay sangre caída del mejor hermano. y otra vez navegas lenta Sangre por los mirtos y aguas de los patios. mares de sueño, Nunca fui a Granada. y soy yo quien te conduce Del mejor amigo, por los arrayanes. yo que te velo, Sangre por el Darro, por el Genil sangre. que para que te abandones Nunca vi Granada. te abrí mi pecho. Si altas son las torres, el valor es alto. ¿Qué sueñas? ¿Sueñas? ¿Qué buscan Venid por montañas, por mares y campos. - palabras, besos - Entraré en Granada. tus labios que se te mueven, dormido rezo? Si sueñas que estás conmigo, no es sólo sueño; 9

lo que te acuna y te mece vivir en los pronombres! soy yo, es mi pecho. Despacio, brisas, despacio, Quítate ya los trajes, que tiene sueño. las señas, los retratos; Mundo sonoro que rondas, yo no te quiero así, hazte silencio, disfrazada de otra, que está durmiendo mi niña, hija siempre de algo. que está durmiendo Te quiero pura, libre, al compás que de los suyos irreductible: tú. copia mi pecho. Sé que cuando te llame Que cuando se me despierte entre todas las gentes buscando el cielo del mundo, encuentre arriba mis ojos sólo tú serás tú. limpios y abiertos. Y cuando me preguntes quién es el que te llama, SALINAS el que te quiere suya, enterraré los nombres, QUÉ ALEGRÍA VIVIR... los rótulos, la historia. Qué alegría vivir Iré rompiendo todo sintiéndote vivido. lo que encima me echaron Rendirse desde antes de nacer. a la gran certidumbre, oscuramente, Y vuelto ya al anónimo de que otro ser, fuera de mí, muy lejos eterno del desnudo, me está viviendo. de la piedra, del mundo, Que cuando los espejos, los espías, te diré: azogues, almas cortas, aseguran «Yo te quiero, soy yo». que estoy aquí, yo, inmóvil, con los ojos cerrados y los labios, GUILLÉN negándome al amor CIMA DE LA DELICIA de la luz, de la flor y de los nombres, ¡Cima de la delicia! la verdad transmisible es que camino Todo en el aire es pájaro. sin mis pasos, con otros Se cierne lo inmediato allá lejos, y allí resuelto en lejanía. estoy besando flores, luces, hablo. ¡Hueste de esbeltas fuerzas! Que hay otro ser, por el que miro el mundo, ¡Qué alacridad de mozo porque me está queriendo con sus ojos. en el espacio airoso, Que hay otra voz con la que digo cosas henchido de presencia! no sospechadas por mi gran silencio; El mundo tiene cándida y sé que también me quiere con su voz. profundidad de espejo. La vida - ¡qué transporte ya! -, ignorancia Las más claras distancias de lo que son mis actos, que ella hace, sueñan lo verdadero. en que ella vive, doble, suya y mía. ¡Dulzura de los años Y cuando ella me hable irreparables! ¡Bodas de un cielo oscuro, de un paisaje blanco, tardías con la historia recordaré que desamé a diario! estrellas que no vi, que ella miraba, Mas, todavía más. y nieve que nevaba allá en su cielo. Hacia el sol, en volandas Con la extraña delicia de acordarse la plenitud se escapa. de haber tocado lo que no toqué ¡Ya sólo sé cantar! sino con esas manos que no alcanzo a coger con las mías, tan distantes. LAS DOCE EN EL RELOJ Y todo enajenado podrá el cuerpo Dije: ¡Todo ya pleno! descansar, quieto, muerto ya. Morirse Un álamo vibró. en la alta confianza Las hojas plateadas de que este vivir mío no era solo sonaron con amor. mi vivir: era el nuestro. Y que me vive Los verdes eran grises, otro ser de la no muerte. el amor era sol. Entonces, mediodía, PARA VIVIR NO QUIERO... un pájaro sumió Para vivir no quiero su cantar en el viento islas, palacios, torres. con tal adoración ¡Qué alegría más alta: que se sintió cantada 10

bajo el viento la flor Se querían como las flores a las espinas hondas, crecida entre las mieses, a esa amorosa gema del amarillo nuevo, más altas. Era yo, cuando los rostros giran melancólicamente, centro en aquel instante giralunas que brillan recibiendo aquel beso. de tanto alrededor, Se querían de noche, cuando los perros quien lo veía todo Hondos laten bajo la tierra y los valles se estiran completo para un dios. como lomos arcaicos que se sienten repasados: Dije: Todo, completo. caricia, seda, mano, luna que llega y toca. ¡Las doce en el reloj! Se querían de amor entre la madrugada, entre las duras piedras cerradas de la noche, duras como los cuerpos helados por las horas, VICENTE ALEIXANDRE duras como los besos de diente a diente solo. ADOLESCENCIA Se querían de día, playa que va creciendo, Vinieras y te fueras dulcemente, ondas que por los pies acarician los muslos, de otro camino cuerpos que se levantan de la tierra y flotando... a otro camino. Verte, Se querían de día, sobre el mar, bajo el cielo. y ya otra vez no verte. Mediodía perfecto, se querían tan íntimos, Pasar por un puente a otro puente. mar altísimo y joven, intimidad extensa, —El pie breve, soledad de lo vivo, horizontes remotos la luz vencida alegre—. ligados como cuerpos en soledad cantando. Muchacho que sería yo mirando Amando. Se querían como la luna lúcida, aguas abajo la corriente, como ese mar redondo que se aplica a ese rostro, y en el espejo tu pasaje dulce eclipse de agua, mejilla oscurecida, fluir, desvanecerse. donde los peces rojos van y vienen sin música. Día, noche, ponientes, madrugadas, espacios, Unidad en ella ondas nuevas, antiguas, fugitivas, perpetuas, Cuerpo feliz que fluye entre mis manos, mar o tierra, navío, lecho, pluma, cristal, rostro amado donde contemplo el mundo, metal, música, labio, silencio, vegetal, donde graciosos pájaros se copian fugitivos, mundo, quietud, su forma. Se querían, sabedlo. volando a la región donde nada se olvida. Tu forma externa, diamante o rubí duro, Los besos brillo de un sol que entre mis manos deslumbra, No te olvides, temprana, de los besos un día. cráter que me convoca con su música íntima, De los besos alados que a tu boca llegaron. con esa indescifrable llamada de tus dientes. Un instante pusieron su plumaje encendido Muero porque me arrojo, porque quiero morir, sobre el puro dibujo que se rinde entreabierto. porque quiero vivir en el fuego, porque este Te rozaron los dientes. Tú sentiste su bulto, aire de fuera no es mío, sino el caliente aliento En tu boca latiendo su celeste plumaje. que si me acerco quema y dora mis labios desde un Ah, redondo tu labio palpitaba de dicha. fondo. ¿Quién no besa esos pájaros cuando llegan, Deja, deja que mire, teñido del amor, escapan? enrojecido el rostro por tu purpúrea vida, Entreabierta tu boca vi tus dientes blanquísimos. deja que mire el hondo clamor de tus entrañas Ah, los picos delgados entre labios se hunden. donde muero y renuncio a vivir para siempre. Ah, picaron celestes, mientras dulce sentiste Quiero amor o la muerte, quiero morir del todo, que tu cuerpo ligero, muy ligero, se erguía. quiero ser tú, tu sangre, esa lava rugiente ¡Cuán graciosa, cuán fina, cuán esbelta reinabas! que regando encerrada bellos miembros Luz o pájaros llegan, besos puros, plumajes. extremos siente así los hermosos límites de la vida. Y oscurecen tu rostro con sus alas calientes, Este beso en tus labios como una lenta que te rozan. revuelan, mientras ciega tú brillas. espina, como un mar que voló hecho un espejo, No lo olvides. Felices, mira, van, ahora escapan. como el brillo de un ala, es todavía unas manos, Mira: vuelan, ascienden, el azul los adopta. un repasar de tu crujiente pelo, Suben altos, dorados. Van calientes, ardiendo. un crepitar de la luz vengadora, Gimen, cantan, esplenden. En el cielo deliran. luz o espada mortal que sobre mi cuello amenaza, pero que nunca podrá destruir la unidad de este Ciudad del paraíso mundo. A mi ciudad de Málaga. Siempre te ven mis ojos, ciudad de mis días marinos. Se querían Colgada del imponente monte, apenas detenida Se querían. en tu vertical caída a las ondas azules, Sufrían por la luz, labios azules en la madrugada, intermedia en los aires, como si una mano dichosa labios saliendo de la noche dura, te hubiera retenido, un momento de gloria, labios partidos, sangre, ¿sangre dónde? antes de hundirte para siempre en las olas amantes. Se querían en un lecho navío, mitad noche, mitad luz. Pero tú duras, nunca desciendes, y el mar suspira 11

o brama por ti, ciudad de mis días alegres, y siento más tu muerte que mi vida. ciudad madre y blanquísima donde viví y recuerdo, Ando sobre rastrojos de difuntos, angélica ciudad que, más alta que el mar, presides y sin calor de nadie y sin consuelo sus espumas. voy de mi corazón a mis asuntos. Calles apenas, leves, musicales. Jardines donde flores tropicales elevan sus juveniles palmas Temprano levantó la muerte el vuelo, gruesas. temprano madrugó la madrugada, Palmas de luz que sobre las cabezas, aladas, temprano estás rodando por el suelo. mecen el brillo de la brisa y suspenden No perdono a la muerte enamorada, por un instante labios celestiales que cruzan no perdono a la vida desatenta, con destino a las islas remotísimas, mágicas, no perdono a la tierra ni a la nada. que allá en el azul índigo, libertadas, navegan. En mis manos levanto una tormenta Allí también viví, allí, ciudad graciosa, ciudad honda. Allí, donde los jóvenes resbalan sobre la piedra de piedras, rayos y hachas estridentes amable, sedienta de catástrofe y hambrienta. y donde las rutilantes paredes besan siempre Quiero escarbar la tierra con los dientes, a quienes siempre cruzan, hervidores, en brillos. quiero apartar la tierra parte Allí fui conducido por una mano materna. a parte a dentelladas secas y calientes. Acaso una reja florida una guitarra triste Quiero minar la tierra hasta encontrarte cantaba la súbita canción suspendida en el tiempo; y besarte la noble calavera quieta la noche, más quieto el amante, bajo la luna eterna que instantánea transcurre. y desamordazarte y regresarte Un soplo de eternidad pudo destruirte, Volverás a mi huerto y a mi higuera: ciudad prodigiosa, momento que en la mente de un por los altos andamios de mis flores Dios emergiste. pajareará tu alma colmenera Los hombres por un sueño vivieron, no vivieron, de angelicales ceras y labores. eternamente fúlgidos como un soplo divino. Volverás al arrullo de las rejas Jardines, flores. Mar alentando como un brazo que anhela de los enamorados labradores. a la ciudad voladora entre monte y abismo, Alegrarás la sombra de mis cejas, blanca en los aires, con calidad de pájaro suspenso y tu sangre se irá a cada lado que nunca arriba. ¡Oh, ciudad no en la tierra! disputando tu novia y las abejas. Por aquella mano materna fui llevado ligero Tu corazón, ya terciopelo ajado, por tus calles ingrávidas. Pie desnudo en el día. llama a un campo de almendras espumosas Pie desnudo en la noche. Luna grande. Sol puro. mi avariciosa voz de enamorado. Allí el cielo eras tú, ciudad que en él morabas. Ciudad que en él morabas con tus alas abiertas. A las aladas almas de las rosas... de almendro de nata te requiero,: que tenemos que hablar de muchas cosas, MIGUEL HERNÁNDEZ compañero del alma, compañero.

ELEGIA A RAMÓN SIJÉ

(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha LLEGO CON TRES HERIDAS muerto como del rayo Ramón Sijé, con quien Llegó con tres heridas tanto quería.) la del amor, Yo quiero ser llorando el hortelano la de la muerte, de la tierra que ocupas y estercolas, la de la vida. compañero del alma, tan temprano. Con tres heridas viene Alimentando lluvias, caracoles la de la vida, Y órganos mi dolor sin instrumento, la del amor, a las desalentadas amapolas la de la muerte. daré tu corazón por alimento. Con tres heridas yo: Tanto dolor se agrupa en mi costado, la de la vida, que por doler me duele hasta el aliento. la de la muerte, Un manotazo duro, un golpe helado, la del amor un hachazo invisible y homicida, un empujón brutal te ha derribado. No hay extensión más grande que mi herida, lloro mi desventura y sus conjuntos 12