Revista Ilustrada De· Alpinismo
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o REVISTA ILUSTRADA DE· ALPINISMO NUMIERO 30» Enero-Febrero-Marzo, 1950 PEÑALARA lt ATTENi-IOFER KANDAHAR RENO ALLAIS TRIUNFAN EN TODAS LAS NII!VES DEL MUNDO WILSON LEACOCK SE IMPONI!N I!N LAS COMPITICIONI!S INTERNACIONALES DI! TENIS DEPORTES CIMARRA, S. A. ofiece a sos clientes estas marcas de fama moudial. de las cuales son dlsttlbuidores mlaslvos SASTRERIA DEPORTIVA CASA CENTRAL: ARENAL, 24- TELEFS. 22 24 85- 3112 28- 22 57 77 Esta Casa no tiene sucursales en Madrid• • Albergue de la R. S. E. A. PEÑALARA SUCURSALES EN EL . CLUB ALPINO ESPAÑOL PUERTO DE NAVA S. DEPORTIVA EXCURSIONISTA CERRADA .•...... HOTEL ARIAS • PEÑALARAServicio de auarda esqufs. Semelo de conservación de esqafs durante el werano. Aiio XXXIII Enero-Febrero-Marzo de 1950 Núm. 303 ORGANO DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ALPINISMO PEÑALARA AVENIDA DE JOSÉ ~'l'ELÉF. 21-87-43 0 ANTONIO, 27, 3. ~MADRID• DIRECTOR: REDACTOR·JEFE: F. Delgado Ubeda F. Heroáodez•Pacheco DOCUME.NTOS rr1 LA CARA NORTE DE LA PIQUE wa LONGUE DEL VIGNEMALE UMBADO en mi lecho escucho- el conti solo instante dejo de escuchar -como una T nuo golpear de la lluvia sobre el al música de fondo- el murmullo del bos féizar de mi ventana. Tengo otras sen que de Bujaruelo, el colorido del cielo saciones ; la luz farolera. de la calle di en las noches y en los días pasados bajo buja en negro sombras caprichosas en el el firmamento, el perfume de los cam techo de mi habitación ; la luna del arma pos sembrados de flores, el volar de las rio rebrilla cada vez que, veloz, . pasa un aves zigzagueando por entre el azul eter coche salpicando por la calle abandona no. Cierro los ojos y paréceme escuchar da; de vez en cuando, oigo palmadas la voz de Florencia Fuentes, preguntán llamando al sereno, que siempre tarda en dome jovialmente: contestar. Pero, sobre todo, es la monó• -¿ Cómo está la grieta? tona canción de la lluvia sobre el cinc -¡ Muy buena! -le contesté. quien distrae mi atención constantemen Di un salto para franquear la rimaya te. N o se por qué, pero es así. que separa el glaciar des Oulettes de la Igual me sucede con los recuerdos de caliza de la Pique Longue del Vignema montaña. Acabo de regresar de una be le y me afiancé en un pequeño agarre. llísima .excursión PEÑALARApor Pirineos ; atiendo Encerrado en mi habitación, <;on el al trabajo de mi clínica, acudo a distrac horizonte a escasa distancia de mis ojos, ciones, cultivo mi espíritu ... , pero ni un aun destaca más en mi recuerdo la beBe- 1 za deliciosa de aquella montaña. No ha trar mejor tipo de roca, pero nuestras bía nieblas como en días anteriores, y esperanzas lisonjeras se vieron mengua el sol, que emergía desperezándose len: >das ppr el verdadero estado de la caliza tamenÚ~ sobre la horc~da de Ossoue, ver · roji~:· extraordinariamente quebradiza, tía , sti luz sobre el infinito espacio, sin que comenzaba allí. A partir de ·aquel nubes_ que- celasen su caminar. momento ,nos fué 91uy difícil encontrar La brisa del verano· invitaba 8:1 ejer un solo a€;arre que permitiese l)Jlcer ~na cido. Tenían1os prisa por comenzar a- es presa eficiente. La ct1erda c'orrtérlzó -rt··pto calar. Mientras bromeamos con Folliot, vocar caídas de piedras. Florencia me ad que nos mira desde la base, Florencia vertía r~pidamente de ello, pero no pude comienza a dar los primeros pasos, aé-. --evitar que algunas me golpeasen en la reos y verticales. Pronto la figura de cabeza y en la mano, sin consecuencias. nuestro camarada en el glaciar se hace Coloqué un pañuelo bajo la copa del diminuta hasta llegarla a confundir con sombrero que llevaba para tal fin y au los pei:lruscos que salpican la blancura menté mi atención. azulada del hielo. La escalada parecía, por su peligro. Habíamos olvidado la docume~tación un juego de azar; los cambios bruscos de técnica de la escalada y tuvimos que do la calidad .de la roca había que acep minar la Pique Longue por donde nuestra tarlos con calma; la propia vida era la experiencia nos fué dictando. Por ello puesta del juego, había que ~tar ~i,n tardamos algunas horas. más, pero, sin pre alerta, darse. cuenta e:xactá de la .,si embargo, gozamos de Jod 'e¡~ cantos reser tuación y actuar rápidamente con sangre vados a -las "primeras" escaladas. fría. Gracias a la que demostró Fuen Suavemente, con esa facilidad llena de tes salvamos la vida, Un. pequeño inci armonía tan difícil de conseguir en to dente, de esos que no pueden pre\·crse dos Jos ejercicios, Florencia trepaba de siempre, pudo lanzarnos rocas abajo has lante de mí por la pared más alta y ta la base de la pared : al ihtentar mi bella del Pirineo. Subíamos por la de camarada descansar su peso en un resalte, recha del nervio calcáreo señalado en un gran bloque se desprende y cae al el croquis. La escalada era de una be vacío silenciosamente. Firmemente ase lleza extraordinaria, espléndida, como gurado, quedó suspendido de sus dimi creo sinceramente que no he realizado nutas presas de mano. N os miramos y ninguna otra. Tenemos buen humor y sonreímos. Entre tanto, la gran piedra chispea en nuestras palabras el sentido avanzaba vertiginosamente hacia el gla alegre de las cosas. Ponemos un pitón ciar que desde nuestra altura semeja y Fuentes da un paso delicado para pa ba una nube difusa. ¡Cómo recuerdo aho sar al lado izquierdo de la arista. Da ra aquella espléndida emoción ! Remu mos otros pasos muy fuertes y recobra llido en un butacón de mi despacho, su mos una clavija muy delgada y blanda, jeto una hermosa .copa de sonoro cris apta para aquel tipo de roca. ¡ Lástima tal labrado; la tengo entre mis manos que estuviera inserviblePEÑALARA por retorcida ! y podría lanzarla a lo alto jugando con Teníamos deseos de alcanzar el final ella con menos peligro del que exponía• del espolón central, llamado "El Gran mos nuestras vidas en aquellos instantes. Gendarme", porque esperábamos en con- Sin embargo, no lo hago porque temo 2 tirarla al suelo y convertirla en peda- creppsculares; la cadena cimera monta zas, pero... ¿por qué no tememos los ~Q~ parecía difU:niinada e~ sus bordes montañeros, que alguna vez, de CU:ando . ·~Pót una luz ·incierta, maravillosa. Le en cuando, haya que buscar los peda- vanté los ojos hacia la cumbre con el an zos de una bella vida al pie de una cum- lielo con que deben mirar los pájaros bre? ¡ Me gustaría tanto poder escribif., su nido al acercarse a , ellos en invier- páginas enteras vertiendo conceptos des.: no; después miré hacia.· el abismo por ordenadamente sobre este tema 1 Pero no entre mis piernas: parecía un :cielo cu lo hago. N o es éste el lugar apropiado. bierto de suaves nieblas desparramadas. Unicamente escribiré las últimas palabras El preludio de la tto~e se extendfa sobre que desearía decir: " ... y por eso no cree- los campos, el aire -y)a llotZ. mos en la muerte, por eso no tenemos· Florencia distingile al fin ·la torreta ele miedo, por eso encontramos tan delei- la cima,. y me lo .com1llU~ con alegría. table nuestra devoradora pasión, nues- Entramos en una rona francamente bue tro esfuerzo, ¡a pesar de todo!" na y fácil; pero es entonces cuando re- Las dificultades de aquel paredón ver- doblamos nuestras precauciones. Alcan tical de 8oo metros de altura aumenta- zamos la cumbre, que cruzamos rápi ron con la presencia de un viento Este dos, y descendemos un poco para en que enfriaba nuestras manos haciendo contrar la cueva Russel. Ya est:alnos en aun más difícil la aprehensión de aga- ella. ¡Qué extraña felicida~ ·~'os inva rres. Las yemas de los dedos me san- de en aquel rinconcito escondido del mun graban junto a las uñas, pero en aquellos do! A veces, una sencilla lamparita es instantes era insensible al dolor. Vivía- más amada que las grandes estrellas; a mos con una intensidad extraordinaria ; vt!ces, una gruta es más acogedora que el aire que en la ciud.ad semeja inoloro, el más confortable hogaJ:". Antes de pe allí podía percibirlo perfumado de pu- netrar en la oscuridad cobijante nos da reza; el sol, que a través de los .crista- mos un fuerte abrazo de amistad y ca les de mi balcón aparece polvoriento, bri- maradería, un abrazo que no existe ja llaba alegre, cobijante, ayudándonos a do- más motivo de darlo en las urbes, feli minar la fuerte trepada; y el silencio citándonos mutuamente por el éxito de absoluto, vacío de sonidos lejanos, can- nuestra dura jornada; hemos dominado taba junto a nosotros con la melodía de la cara norte de la Pique Lonque del las fuentes montesas entre yerbazales y Vignemale con todas las dificultades piedras. propias de .una "primera" y por una Subíamos por unas lajas oscuras, con variante propia. Encendemos una cerilla unos agarres minúsculos, y a una veloci- e inspeccionamos el interior de la cue dad endiablada. Nos preocupaba tener va; sólo encontramos unos papeles hú que vivaquear en aquella pared, sin posi- medos, dos troncos pequeños y ahuma bilidad de descansar al menos los pies dos y cascos de botella. N os sentamos en toda la noche. Teníamos que ganar la y tomamos un limón entre los dos. Fue acción al sol que, indiferente a nuestra ra, la noche comenzaba a encender sus lucha contra el tiempoPEÑALARA y la naturaleza, primeras estrellas. Hacía un frío silen descendía proyectando desde los hermo- cioso, blanco, que surgiendo del glaciar sos picos distantes larguísimas umbrías penetraba en la cueva viscosamente, sm 3 Cara Norte de la Pique Longue del Vignemale.