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Más allá del género Acerca del mundo de Maitena Burundarena

Héctor D. Fernández L’Hoeste Profesor asociado de cultura latinoamericana, Georgia State University, Atlanta, Usa

Resumen Maitena Burundarena ha contado con gran éxito en épocas recientes. A lo largo de América Lati- na, sus libros son fáciles de conseguir, redimensionando el perfil de un medio que era, hasta hace muy poco, del dominio exclusivo de los hombres. Sin embargo, tal vez es precisamente a causa de su escrupulosidad en la disección y el análisis de planteamientos de género que el trabajo de Maitena contiene problemáticas suplementarias. A este respecto, el siguiente artículo formula lo siguiente: en materia de clase y raza, Maitena no esgrime una perspectiva tan incluyente como se supondría a primera vista.

Abstract Maitena Burundarena has enjoyed remarkable success in recent years. Throughout Latin Ameri- ca, her books appear in its main bookstores, heightening the profile of a medium that was, until re- cently, the exclusive domain of men. Yet, precisely because of its accuracy in the dissection and analysis of gender politics, Maitena’s work bears troubling dimensions. This text argues that, in terms of class and race, Maitena fails to portray a more inclusive picture.

En el mundo de los comics argentinos, bién conocido como Quino, quien es es- no exactamente el entorno más conscienti- timado e idolatrado como el gran maes- zado en materia de equidad de género tro de la caricatura y autor de del mundo de la ilustración gráfica, Mai- «Mafalda», quizás el más logrado perso- tena Burundarena brilla por su evidente naje de los anales del caricaturismo lati- talento artístico y narrativo, y porque, a noamericano. El hecho de que el perso- diferencia de la buena mayoría de quie- naje Mafalda, apenas una niña consumi- nes circulan por este medio en el país da por su vivencia urbana de una manera austral, es mujer. Maitena es una carica- hiperargentina –en otras palabras, muy turista joven y a la moda; su producción dispuesta a opinar en materia de política se vende bien a lo largo y ancho del internacional, conflictos de clase e injus- mundo, en particular, en países de habla ticia social, añadiéndole a todo una pizca hispana. Para muchos lectores, Maitena de sicología pop– emule hasta cierto representa el esperado relevo generacio- punto la dinámica de Charles Schulz en nal de Joaquín Salvador Lavado, tam- «Carlitos» debiera de ser contemplado vol. 5, no. 20 189 Héctor D. Fernández L’Hoeste con cuidado. Al fin y al cabo, Quino es Maitena es prueba irrefutable de que venerado por su vena crítica. Quino –y el arte gráfico argentino ha cambiado esto lo he comentado de forma más ex- mucho desde los tiempos de Héctor tensa en ocasión previa– toma el mundo Germán Oesterheld y su clásico «El de Carlitos y lo pone de cabeza, como Eternauta» (1957), una de la pocas his- bien le competería a quien produce des- torias de comics de la década del sesen- de una latitud antagónica1. ta canonizada por el estamento cultural A diferencia de Quino, a Maitena no austral y en cuya narrativa se evidencia le interesa el mundo de los niños. Su en- una acción preferentemente masculina. foque crítico recae sobre el mundo de (De hecho, el protagonismo femenino las mujeres adultas, desde la edad de los queda reducido a una expresión ínfima, veinte años hasta rondar los cuarenta. legitimando la visión de género de mu- Su entorno es patentemente urbano, co- chos militantes políticos de aquellos mo el de Quino, y en muchos casos re- años, cuyos hipotéticos planteamientos presenta la vida bonaerense de manera de igualdad estallaban en añicos al to- igualmente eficaz. Los personajes de parse con una barrera de género). El he- Maitena esgrimen una mirada perspi- cho de que Maitena patrocine una polí- cazmente femenina –a diferencia de tica de género relativamente progresis- Mafalda, cuyo progenitor es masculino– ta es un buen indicador de cambio en el y se plantean las cosas desde un punto medio de los comics argentinos. Hija de de vista muy diferente. En el caso de Carlos Burundarena, un archiconserva- Quino y Maitena, las similitudes son, dor descendiente de vascos, miembro más que nada, materia de topografía co- del gabinete ministerial –encargado de mún. Sin embargo, como encarnación cultura y educación, entre otras señas– del talante de una época, como zeit- de la última dictadura, y de una arqui- geist, Maitena ciertamente propone una tecta de ancestro polaco, Maitena Bu- actualización del trabajo de Quino du- rundarena ha logrado colocar su obra rante las décadas del sesenta y setenta. en algunos de los más prestantes merca- A lo largo de América Latina, sus traba- dos de la industria editorial internacio- jos son fáciles de conseguir en las prin- nal: Estados Unidos, Brasil, México, cipales librerías –en la Gandhi y El So- España, Cataluña, Francia, Italia, Ho- tano de Miguel Ángel de Quevedo, por landa, Portugal y Grecia. Su populari- citar un ejemplo cercano– redimensio- dad es prueba fehaciente del cambiante nando el perfil de un medio que era, estatus de mujeres latinoamericanas hasta hace muy poco, del dominio ex- pertenecientes a cierto tipo de clase, ra- clusivo de los hombres. En consecuen- za y nacionalidad. cia, los comics latinoamericanos cuen- Sin lugar a dudas, buena parte del tan con un nuevo público: las muchas éxito de Maitena se debe a estar en el si- mujeres dispuestas a reconocerse en un tio correcto en el momento indicado. La producto cultural exitoso ejecutado por política afirmativa de una equidad de una semejante. Por lo demás, los perso- género no figura de manera preponde- najes de Maitena están popularizándose rante como prioridad en los linderos de incluso entre el público universitario las industrias culturales latinoamerica- hispano de Estados Unidos. nas. No obstante, a raíz de una serie de 190 REVISTA LATINOAMERICANA DE ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIETA Más allá del género. Acerca del mundo de Maitena Burundarena valores cambiantes y del creciente po- tencial adquisitivo de las mujeres, una ulterior aceptación de una caricaturista argentina era de esperarse. De cierta manera, equivale a robustecer una tradi- ción de consumo, compartida a todo lo largo del subcontinente latinoamerica- no, familiarizado de manera precoz con anteriores generaciones de ilustradores australes. Independiente de esta refle- xión, pese a que la ingeniosa crítica de Maitena acerca de la situación de las mu- jeres sea de naturaleza universal –por lo menos en Occidente– y sea legítima en múltiples latitudes, su enunciación desde un entorno latinoamericano, un medio en el que priman el machismo y las políticas sexuales conformistas, es ciertamente digno de admiración y encomio. Quizás los ejemplos más característi- cos de su quehacer, afincado en sagaci- dades femeniles, sean las tiras que com- paran de manera cronológica, en las cuales la ubicación social de la mujer es diagramada en términos de la hora del regreso a casa o en función de futuras Figura 1: La hora de llegada. aspiraciones de trabajo. Sin embargo, tal vez es precisamente a causa de su es- la imagen y el devenir de la actualidad, crupulosidad en la disección y el análi- sustanciando un comportamiento frívolo sis de planteamientos de género que el e individualista patente en ciertos cuer- trabajo de Maitena contiene problemá- pos sociales de nuestros países. ticas suplementarias. A este respecto Con el fin de aclarar la orientación de puedo formular lo siguiente: mi conje- esta crítica, empezaré por ampliar el tura inicial es que, en materia de clase y contexto teórico. Para problematizar la raza, tal como Mafalda, Maitena no es- representación que hace Maitena de la grime una perspectiva tan incluyente realidad argentina, conviene contemplar como se supondría a primera vista. De su construcción de un etnocentrismo hecho, el mundo y los hábitos de sus per- gaucho desde una perspectiva crítica. sonajes, hambrientos de sashimi (pesca- En esta extensión, quizás nos beneficie- do crudo a lo japonés), moda y eternas mos de los minuciosos aportes del so- vacaciones, plasman de manera magistral ciólogo francés Pierre Bourdieu, cuyo el contexto de la clase media alta argenti- razonamiento del tema se destaca por na –o de cualquier lugar en América Lati- su lucidez. En comparación con Bour- na, para tales efectos–, obsesionada por dieu, otros estudiosos de la cultura pa- vol. 5, no. 20 191 Héctor D. Fernández L’Hoeste cia por el sujeto (en otras palabras, en el hecho de que la mayoría de nosotros no caigamos en la cuenta de cómo damos por sentada la superioridad de nuestra cultura o punto de vista). En el caso de Maitena, lo que deseo problematizar, evocando a Bourdieu, es cómo la clase social es tan sólo uno de los elementos primarios indispensables para semejante práctica cultural. Figura de manera significativa pero viene acom- pañada de atenuantes. Por decirlo de al- guna manera, el etnocentrismo, o la ten- dencia a ver el mundo desde la perspec- tiva de nuestra cultura, según los valo- res y estándares de nuestra grupo, parti- cularmente con la convicción –cons- ciente o no– de que nuestra etnia sea su- perior a otras, es un acto que involucra un gran número de variables, en las cuales se destaca, por supuesto, la clase social. Al fin y al cabo, la clase social es el paradigma prioritario en Latinoamé- rica y Europa. En otros lugares –en Estados Unidos, por ejemplo, prevalece Figura 2: El futuro. la conciencia de raza– priman otros pa- radigmas. Este manojo de variables al recen dedicarse a la construcción del et- que aludo hace que, a la hora de aventu- nocentrismo de manera esencial, equi- rar un juicio representativo, el quehacer parando su práctica a conjuntos de va- cultural se convierta en una función com- lores y preferencias culturales ratifica- binatoria, con diferente orden y número dores de diagramaciones identitarias es- según el contexto de su práctica. táticas. A menudo, la investigación del Para Bourdieu, el puesto de un indivi- etnocentrismo llega a involucrar cierta duo en el espacio social no se define de intencionalidad, es decir, su consciente manera exclusiva por la clase, sino por reafirmación como medida de exclu- la cantidad de capital que fluya en tal sión cultural. Esto equivale a que las ubicación, trátese de capital social, eco- personas, conocedoras de su etnocen- nómico o cultural. Para Bourdieu, lo que trismo, lo esgriman como herramienta hace la diferencia es el capital, en cual- de distinción. Por otro lado, lo que quie- quiera de sus diferentes y variadas for- ro argumentar es justamente lo opuesto: mas. Luego, si del capital se desprende que la validez del etnocentrismo como la identidad, síntesis del lugar de la per- construcción social recae de manera pri- sona, y de la identidad nace el etnocen- mordial en la carencia de una concien- trismo, es viable señalar un nexo entre 192 REVISTA LATINOAMERICANA DE ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIETA Más allá del género. Acerca del mundo de Maitena Burundarena ambos. Para decirlo sin rodeos, el etno- centrismo es una amalgama de diferentes formas de capital, y su orden y arreglo contribuye y determina su potenciación. Reflexionar acerca de una combinación de capitales identitarios equivale, en el contexto de los estudios culturales, a con- templar diferencias de clase, raza y géne- ro. Maitena puede que problematice as- pectos de género y le dé prioridad a asuntos de clase, pero hay muchas otras variables implícitas en su descripción de la vida en Argentina. Su producción, la cual contiene una muy detallada repre- sentación de la vida de la clase media gaucha, es un terreno propicio para el cuestionamiento de esa discrepancia. Con esto no estoy insinuando que no Figura 3: La comida japonesa. exista racismo en la obra de Maitena. En mi opinión, es obvio que lo hay. Sin embargo, como en la mayoría de las so- ciedades de Occidente, la experiencia del racismo en el mundo de Maitena es de índole estructural. Si bien los personajes pueden argu- mentar cierta inocencia, el orden de las cosas contiene una dinámica que enfati- za, en sí, diferencias de raza. Según esta perspectiva, lo único que le cae en cul- pa al mundo argentino de Maitena es la reproducción de una serie de conven- ciones sociales con un elevado grado de exactitud. Si hay racismo por doquier, Figura 4: El técnico de mantenimiento. pero nadie lo admite ni se da cuenta es sencillamente porque, de manera muy La primera cosa que un lector media- simple, ha sido relegado a un segundo namente crítico nota al fijarse en Maite- orden de importancia, dada la preemi- na es que, en materia de clase, los valo- nencia de los asuntos de clase. Hasta res de un grupo social en particular pa- cierto punto, lo que hace Maitena es recen predominar, independiente del mostrar las cosas tal y como son. A cam- grado de relevancia o presencia de cier- bio, su prerrogativa como caricaturista tos sectores alternos. Esta no representa es la de remplazar el prisma de clase por una novedad. De hecho, es casi una má- aquel con el que se encuentra más a gus- xima en el caso de los comics. «Mafal- to: el que prioriza materias de género. da», por ejemplo, maximiza el alcance vol. 5, no. 20 193 Héctor D. Fernández L’Hoeste e impacto de raciocinios pequeñobur- po chino olvidó registrar», etc. En ellas gueses. En el mundo de Maitena, todo el Maitena da rienda libre a su imagina- mundo es más o menos caucásico y de ción y comenta con humor y sarcasmo clase media. Para lectores pertenecien- las tribulaciones de las mujeres argenti- tes a una supuesta realidad plural, so- nas, destacando la visión de una mujer cialmente heterogénea, esta es una re- de entre veinticinco y treinta y cinco presentación viciada. En este sentido, años. A veces, los juicios de Maitena Maitena es un buen ejemplo de una de pueden ser acérrimos e implacable, co- las principales ideas de Bourdieu: el sa que valida su imagen de autora con que la educación desempeñe un papel una conciencia social. En otras ocasio- importante en la legitimación del capi- nes, sus planteamientos sirven como una tal cultural, de hecho engendrando y especie de reconocimento catártico de transmitiendo una postura privilegiada las limitaciones de una problematiza- para generaciones venideras, y por ende ción de asuntos de género. Con todo, si robusteciendo las relaciones de poder se hace un balance general, la crítica de constitutivas de la estructura del espacio género que Maitena hace a la sociedad social. Desde este punto de vista, Mai- argentina es bastante flexible y hasta in- tena colabora con creces. La caricatu- sinúa mucho progreso en comparación rista diagrama un mundo tal y como lo con los reparos de generaciones previas. ve, y, en medio del proceso, reproduce Anuestro parecer, desde la perspecti- las estructuras de dominación –sociales, va de una sociedad regida por paradig- económicas, culturales y/o simbólicas– mas de etnia, la problemática racial está inherentes a la realidad argentina. un tanto desatendida en Maitena. Al fin En materia de estilo, la labor de Mai- y al cabo, Maitena no incluye ni repre- tena se destaca por su sencillez. Por lo senta gente de ancestro amerindio u orien- general, su narrativa se divide en un nú- tal. Si se tiene en cuenta la creciente po- mero par de cuadros –en unas pocas blación mestiza, fruto de recientes éxo- ocasiones, Maitena produce caricaturas dos bolivianos y paraguayos, y de la de un solo encuadre–, dependiendo de paulatina visibilidad de los sectores des- la cantidad de comentarios o compara- favorecidos, afincados en los cinturo- ciones que quiera aportar al tema en nes de pobreza del Gran Buenos Aires, cuestión. Sus imágenes llevan títulos además de la inmigración coreana, esta como «Algunos cambios de los últimos falta es evidente. Estos son sectores de- 25 años», «Esas diferencias estéticas mográficos muy visibles de la pobla- fundamentals entre una chica joven y ción argentina contemporánea. Argen- una mujer de cierta edad», «Algunas ra- tina se precia de ser tierra de inmigran- zones por las que hace un año que no te- tes, de manera quizás sólo comparable nés sexo», «¿Los hombres son más rá- a Estados Unidos. Hasta la época del pidos o están más apurados?», «¡Basta debate de los derechos civiles en el país de mitos! ¡Hay solo seis cosas que no te del norte, esta era una analogía válida: deja hacer el bebé!», «¿Usted nunca se ambos países servían de crisoles a gente sintió anormal?», «Esos comentarios ma- de todo el mundo y les daban una opor- chistas que hacemos las mujeres soli- tunidad de una vida mejor –siempre y tas…», «Los animales que el horósco- cuando se viniera de Europa y se fuera 194 REVISTA LATINOAMERICANA DE ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIETA Más allá del género. Acerca del mundo de Maitena Burundarena caucásico, cabría anotar. De hecho, du- rante la primera parte del siglo XX Argen- tina se vio a sí misma como una nación con un destino manifiesto, como equiva- lente estadounidense, con un puesto a cumplir entre la comunidad de naciones de habla hispana de este hemisferio. Tal interpretación se esfumó a raíz del auge brasileño, los abusos de suce- sivos regímenes militares y los descala- bros económicos de las dos últimas dé- cadas del siglo XX. No obstante, cuando Maitena recrea un medio en el que los protagonistas se destacan por su homo- geneidad, no transgrede ninguna fron- tera de representación. Argentina pue- de que sea tierra de inmigrantes pero, a diferencia de Estados Unidos, su ver- sión del crisol permanece inalterada. Hasta cierto punto, mantiene una orga- nización social que data de la década del sesenta, muy caucásica y eurocén- trica. Los paraguayos, bolivianos y co- reanos, distinguibles físicamente del res- to de la población argentina, son, para efectos prácticos, invisibles, quedan ex- Figura 5: Las profesiones. cluidos de representación social signifi- cativa de manera recurrente. De los habi- escasa población de origen amerindio tantes de las villas ni hablar, pese a que olvidada tras las campañas de limpieza hayan logrado renovado protagonismo étnica implementadas a lo largo del si- gracias a fenómenos comerciales como glo XIX, también conocidas como cam- la cumbia villera. Por lo tanto, es factible pañas del desierto, un equivalente lati- concluir que Maitena está siendo fiel a la noamericano a la labor desarrollada por realidad argentina, o por lo menos a una el ejército estadounidense durante la cierta visión de la realidad argentina. conquista del lejano oeste2. A esto hay Según datos demográficos recientes, que añadir, de manera obvia, que el el 97% de la población argentina es mestizaje y la raza se construyen de for- caucásica (de ancestro español y/o ita- ma diferente en diferentes lugares, o liano). Grupos étnicos de índole diversa sea, que lo que pudiera figurar como ocupan el restante 3%: la relativamente caucásico o mestizo en Argentina, qui- reciente migración de Paraguay, Boli- zás figuraría de manera diferente en via y Corea del Sur, un número estadís- otras latitudes. Es materia de percep- ticamente insignificante de negros (con ción, teñida por matices locales. De vínculos uruguayos y/o brasileños) y la cualquier manera, lo que queda claro es vol. 5, no. 20 195 Héctor D. Fernández L’Hoeste Al igual que en muchos otros luga- res, la experiencia argentina del racis- mo es algo muy interiorizado. No se ad- mite compartir valores racistas por la sencilla razón de que, en su interior, no se ha problematizado el racismo. Para la muestra, un botón: la flamante con- troversia por la estampilla de Memín Pinguín sirve de ejemplo de esta caren- cia. Hasta el día de hoy, gran parte de la nación mexicana ni entiende ni le inte- resa entender el porqué sea racista re- presentar a un niño con facciones exa- geradas de manera grotesca, con una madre abusiva –haciendo las veces de graciosa– e inmerso en una pobreza idea- lizada, como una representación ejem- plar de la negritud. De igual manera, pudiera darle un giro a mi argumenta- ción y enfocarme en asuntos de clase en Estados Unidos, una sociedad en la que la problematización de los asuntos de clase, tan incómodos para el capitalis- mo, brillan por su ausencia. De hacerlo, me toparía de lleno con la ausencia ge- neralizada de conciencia de clase en ese Figura 6: Las vacaciones. país. Las culturas, eso queda bien visto, siguen círculos viciosos. En el acto de que en la Argentina, quizás en mayor problematizar lo que encarnan, tienden proporción que en otros lugares del a ratificar su construcción. En otras pa- mundo, es perfectamente factible vivir labras, lo que más se contempla de ma- sin contemplar diferencias de raza. Y la nera crítica es el paradigma que tiende a ausencia de diferencia –o mejor dicho, primar en la respectiva sociedad. la carencia de una iniciativa para pro- Sin embargo, tengamos en mente que, blematizar los efectos de la ausencia de tal y como reitera Bourdieu, «la identi- diferencia– conduce, por lo general, a dad social yace en la diferencia, y la di- la negación y falta de reconocimiento. ferencia se plantea frente a lo más pró- Para tratar de descifrar este tipo de en- ximo, a lo que representa una mayor torno, vale la pena imaginarse lugares amenaza»3. Para Maitena eso queda bien como el estado de Vermont en Estados claro. La diferencia más cercana es la Unidos, donde la población es 99% de género y está personificada en el ro- caucásica. La escasa diferencia que ce con la población masculina. La pro- contemplan sus habitantes les llega de ximidad del género opuesto impacta su afuera, a manera de turismo. vida de tal manera que ha optado por ha- 196 REVISTA LATINOAMERICANA DE ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIETA Más allá del género. Acerca del mundo de Maitena Burundarena cerles objeto imprescindible de su críti- ca. La diferencia de clase, si bien está presente en su mundo, no es tan proble- mática. Acto seguido, la diferencia de raza queda relegada a un tercer lugar, su- mida en el olvido. Luego, que señalemos la omisión de diversidad racial en Maite- na, no significa que podamos racionali- zar esa ausencia en su totalidad. No la justifico. A cambio, intento comprender- la. En resumen, la caricaturista dibuja su mundo tal y cual lo ve y experimenta: co- mo mujer, cual hija de la clase media alta, y caucásica, en ese preciso orden. En lo que compete a clase, que, se- gún he aclarado con antelación, no de- biera de ser tomado como aspecto pre- ponderante de representación, las cosas Figura 7: El electricista. adquieren una connotación diferente. Dado el reciente desmoronamiento de la economía argentina, es impensable que la caricaturista le otorgue tan esca- sa presencia a la diferencia económica. Las pocas veces en las que es posible detectar algo de diferencia económica, es encarnada por personajes legitima- dores de la presencia femenina en el medio doméstico. Por ende, la diferen- cia de clase, si acaso asoma su rostro en Maitena, no trata de conflictos de clase y tiende a contradecir el hipotético pro- greso en materia de género sugerido por la autora. Por el contrario, se tiende a validar una cierta predilección hacia Figura 8: Los mecánicos. tribulaciones domésticas o sentimenta- les, en vez de aludir a dimensiones de lud, queda por sentado que son minoría. mayor autoridad social. En este sentido, En términos de empleo femenino, tan Maitena es supremamente conservado- sólo unas cuantas carreras parecen plan- ra, o, por lo menos, lo es mucho más de tearse de forma sincera como alternati- lo que sospecha su público. vas de futuro desarrollo. Por lo tanto, la En el mundo de Maitena, los profe- movilidad social es, en función de lo- sionistas tienden a ser hombres. Si la gros de carrera, algo muy limitado, con mujer aparece en puestos profesiona- un horizonte muy fijo. El poder de com- les, tales como en las ciencias de la sa- pra de los personajes de Maitena, muy vol. 5, no. 20 197 Héctor D. Fernández L’Hoeste fin de cuestionar formas convenciona- les de interpretar el género. La facilidad con la que los personajes de Maitena viajan a Europa, a Estados Unidos, o a una hacienda en el interior del país su- giere un estatus de clase favorecida. Asimismo, el hecho de que los lectores se identifiquen fácilmente con la pro- puesta de la caricaturista argentina su- giere el tipo de imaginario compartido, en lugar de denunciar una condición de clase. En otras palabras, no es que sus lectores dispongan de una idéntica ca- pacidad en materia de ocio, con míni- mos cuestionamientos en materia de li- mitaciones económicas, sino que se identifican con el tipo de destinos ofre- cidos por la dibujante y, dentro de se- mejante realidad, racionalizan el tipo de alternativas de viaje. Es como si se preguntaran: ¿dónde más esperaría que se fuera de vacaciones la burguesía? En última instancia, el asunto se reduce a compartir aspiraciones truncadas. En Maitena, cuando aparecen obreros Figura 9: El espacio doméstico. como mecánicos, técnicos de manteni- miento o las esporádicas empleadas del patente en la manera que tienen de es- servicio doméstico, por lo general que- coger sitios de vacaciones a medida que dan situados de manera tal que puedan envejecen, queda supeditado a una evo- participar y fomentar la impresión de ser lución en cuanto a género, pero el co- competentes y activos. En este sentido, la rrespondiente capital económico debe composición de los cuadros es muy efec- venir de otros lugares (del bolsillo de la tiva. Quienes comentan, convirtiéndose pareja, por citar un ejemplo). Los per- en la voz de la imagen, quedan ubicados sonajes de Maitena están tan preocupa- en el fondo, criticando el comportamien- dos con qué hacer en ratos de ocio que to de quienes ocupan un primer plano. asuntos tan pedestres como la acumula- Por consiguiente, los que representan el ción de capital económico, si es que se centro de atención a menudo parecen acumula en lugar alguno, ciertamente mudos. Así, el público le otorga prioridad no impide asociarse con motivaciones al enfoque verbal e ignora la desigualdad de índole femenina. En su lugar, las re- implícita en el comportamiento de los laciones entre padres e hijos represen- personajes. tan la forma más clara de combinar es- El problema yace en que sus comen- tos aspectos de manera prudente, con el tarios tienden a legitimar una esfera so- 198 REVISTA LATINOAMERICANA DE ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIETA Más allá del género. Acerca del mundo de Maitena Burundarena cial muy cómoda con planteamientos convencionales de género. Cuando un par de mecánicos ve una mujer con ro- pa de moda junto a un hombre cuya ro- pa ostenta marcas de patrocinio –muy posiblemente un piloto de carreras; por consiguiente, con mayor estatus de cla- se–, sus comentarios validan la icono- grafía de la vestimenta masculina. El sarcasmo en la crítica de mujeres dis- puestas a vestirse con ropa de marca, con logotipos por doquier, convirtién- dose en una especie de valla publicita- Figura 10: La empleada doméstica. ria andante, no cuestiona que el meca- nismo narrativo favorecido se ampare el hogar, lidiando con dilemas de mante- en una representación de clase obrera nimiento, teniéndoselas que ver con una estrictamente masculina. Lo que pasa serie de tipos malencarados. Cabe pre- es que, en el mundo de Maitena, las mu- guntarse: ¿por qué no existe un espacio jeres de clase obrera casi no existen. para expresar la angustia del mundo del Acaso el enfoque más diciente de la trabajo en la realidad según Maitena? ¿Por postura de Maitena sobre la clase trabaja- qué sólo en casa? ¿Pudiera ser que la con- dora sea una viñeta dedicada en su totali- notación económica, sugerente de diferen- dad al impacto del personal de manteni- cias de clase, de mayor explotación por miento sobre el estilo de vida de las muje- parte de una clase favorecida, pudiera ser res,unaseriedeimágenesdelavidado- problemática? Pasa lidiar con los técnicos, méstica con un contingente de clase obre- porque son unos bribones, pero no pasa li- ra enteramente masculino. En materia de diar con empleados, porque entonces las raza y edad, esta representación parece protagonistas serían cómplices descaradas ser más incluyente: los técnicos de man- del capitalismo. Al fin y al cabo, no es la tenimiento son jóvenes y viejos, caucási- primera vez que nos topamos con seme- cos y mestizos (bueno, tan mestizos co- jantes omisiones. Dorfman y Mattelart, mo fuera posible en el contexto argenti- por citar a dos precursores de la crítica his- no). Las mujeres, en cambio, si pertene- torietística, señalaron este mecanismo de cen a la clase baja, trátese de técnicos o manera certera en su estudio de los comics mecánicos, aún brillan por su ausencia. Y de Disney y el imperialismo4. la viñeta se ampara en lo obvio: que la En Maitena, si las mujeres han de ad- mujer sea la patrona y el técnico el subor- mitir su pertenencia a un estrato social dinado. Como habría de esperarse, la humilde, muy a la latinoamericana, exis- orientación de la gráfica, diagramadora te tan sólo una alternativa fehaciente: de los percances de la vida diaria en el en- tienen que pertenecer al servicio domés- torno de casa, dice muy poco acerca de la tico. En consecuencia, la mujer queda capacidad de movilidad social de las pro- enclaustrada en el contexto de casa una tagonistas. Treinta años después de «Ma- vez más. Una de las pocas imágenes de falda», las mujeres siguen encerradas en Maitena proponentes de este tipo de re- vol. 5, no. 20 199 Héctor D. Fernández L’Hoeste presentación muestra a una criada criti- diantes, quienes suelen ser del sexo fe- cando la inhabilidad comunicativa de su menino, celebraron sus comics de mane- patrona, de manera casi análoga a la de- ra bastante parcial. Eran conscientes de fensa del patrocinio comercial por el par que un buen número de aspectos válidos de mecánicos de la viñeta anterior. La de clase y raza habían sido descuidados mujer está incluso ataviada con un uni- gracias al interés en darles prioridad a forme tradicional, validando la idea de los asuntos de género, mas argumenta- que los latinoamericanos no sólo dispo- ban que los puntos de vista de la dibu- nen de ayuda doméstica sino que tam- jante eran más válidos y hacían más fal- bién exigen una vestimenta acompañan- ta, excusando, hasta cierto punto, prejui- te. En cualquier caso, esta imagen dice cios alternos. En síntesis, cuando lidia- más de la protagonista, quien, pese a su mos con formas de crítica que conside- desorganización, tiene señas indelebles ramos prioritarias, a veces existe una de vida acomodada. En Maitena las mu- tendencia a ratificar puntos de vista pro- jeres no deben de ser representadas co- piciadores de nuestra percepción de lo mo criadas por la sencilla razón que esta prioritario. Nos desentendemos de las representación contradice el interés de la desigualdades implícitas en otros puntos artista en una política de género más del campo cultural e ignoramos los be- equilibrada. Las mujeres pueden explo- neficios de una representación identita- tar a las mujeres, siempre y cuando sea ria más equilibrada y efectiva. Los co- cosa de chismes y comadreo intrascen- mics jamás han presumido de ser un me- dente. La presencia de una sola emplea- dio de corrección política, de manera da del servicio doméstico representa, en que mis observaciones son lícitas. No sí, una anomalía. En este sentido, Maite- preciso algo desmedido. Puede que sue- na sigue una pauta muy documentada. ne inocente –lo confieso–, pero se me La preocupación por un avance del es- hace decepcionante toparme de manera quema personal, trátese de género, clase tan flagrante con la falta de conciencia o raza, pesa más que el interés por la en materia de problematización, al igual imagen crítica. Si la hipotética proble- que el descuido en el manejo crítico de matización de género ha de ser el sopor- la imagen, desconociendo todo tipo de te principal de la práctica cultural –en capitales, a la hora de generar formas de este caso, el quehacer historietístico– entretenimiento reflexivo. una especial atención hacia la represen- tación del género tiene que primar por Notas encima de todo. Luego, las manifesta- 1. Ver mi artículo «From Mafalda to Boogie: ciones de diferencia que se centren en The City and Argentine Humor» en «Imagi- otras formas de capital, sea cultural, eco- nation Beyond Nation», coordinado por Eva Bueno y Terry Caesar, Pittsburgh: Univer- nómica o simbólico, deben ser evitadas. sity of Pittsburgh Press, Estados Unidos, Lo más desconcertante de todo es que, 1999. cuando tuve Maitena como texto duran- 2. Ver las cifras oficiales en http://www.odci.gov/ te un seminario de posgrado de estudios cia/publications/factbook/geos/ar.html. 3. Bourdieu, Pierre: «Distinction», p. 479. culturales latinoamericanos, pese a la evi- 4. Dorfman, Ariel y Armand Mattelart: «Para dencia vigente en materia de exclusión leer al pato Donald», Siglo XXI, Argenti- social y racial, la mayoría de mis estu- na/México, 1972. 200 REVISTA LATINOAMERICANA DE ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIETA HISTORIETA & SOCIEDAD

La invasión (1969) Medios, vanguardia y política

A propósito de una historieta y una bienal

Laura Vazquez Docente en la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, Becaria doctoral del Conicet, Buenos Aires, Argentina

Resumen Este artículo propone un debate sobre dos objetos opuestos: la segunda versión de la historieta «El Eternauta», publicada en la revista Gente en 1969, y la organización de la Primera Bienal Inter- nacional de la Historieta, Instituto Di Tella, 1968. Mientras que «El Eternauta» publicado en Gente se caracterizó por la radicalización del pensa- miento político del guionista Héctor Oesterheld y por la experimentación gráfica y estilística del di- bujante Alberto Breccia, el evento cultural en el Di Tella supuso una puesta en tensión del arte y la cultura de masas. Mi hipótesis es que se trató de una suerte de invasión que puede ser leída a contrapelo o en un do- ble sentido. Por un lado, la invasión desde afuera: la usurpación alienígena que tematiza la historieta como metáfora explícita del imperialismo norteamericano y la colonización tercermundista. Por el otro, la invasión desde adentro: la cultura popular y masiva aterriza en el Di Tella con la organiza- ción de una exposición de planchas de originales, mesas de debate y ponencias sobre la historieta na- cional. La pregunta última de este trabajo es sobre la posibilidad de construir una vanguardia y una toma de posición política en el seno mismo de la industria de masas. Para ello me sirvo de estas prácticas, sólo aparentemente opuestas en un momento de la historia argentina particularmente complejo.

Abstract This article proposes a debate on two opposed subjects: the second version of the comic «El Eter- nauta», published in the magazine Gente in 1969, and the organization of The First International Co- mic Biennial, that took place in the Institute Di Tella, 1968. While «El Eternauta» published in Gente was characterized by the radicalization of the political thought of the writer Héctor Oesterheld, and the comic artist Alberto Breccia's graphic and stylistic experimentation, the cultural event in the Di Tella Institute is supposed to be a confrontation between art and the culture of masses. My hypothesis is that it was a kind of invasion that can be read in a double sense. On one hand, the invasion from the outside: the alien usurpation that the comic displays as an explicit metaphor of the North American Imperialism and the Third World colonization. On the other one, the invasion from the inside: the popular and massive culture arrive to the Di Tella Institute with the organization of an exhibition of original artwork, discussion forums and papers about the national comic. The last question of this work is about the possibility of building a vanguard movement and the commitment of a political position in the very core of the Mass Industry. In order to achieve my goals, I think over those practices, only seemingly opposed in a particularly complex moment of Argentinean history. vol. 5, no. 20 201 Laura Vazquez Introducción texto emergen otras coyunturas. Por un lado, la industria editorial argentina su- La pauta que conecta al cangrejo fre una crisis que se irá agudizando ha- con la langosta y a la orquídea con el cia 1970, y paralelamente el mercado narciso, y a los cuatro conmigo. de revistas de historietas nacionales Bateson, 1979 atraviesa un momento crítico del que no se repondrá hasta mediar la década del Una manera de entrar a un objeto es setenta6. con el estudio de casos, lo que supone Asimismo se produce en ese corte un que todo corpus debe ser, necesaria- acontecimiento de impacto global: la mente, más o menos arbitrario. En estas llegada del hombre a la luna el 20 de ju- páginas buscaré poner en tensión una lio de 1969. Un «ritual construido ad práctica y un texto con la intención de hoc», subraya Mirta Varela en su libro leer estos objetos como articuladores de sobre la televisión argentina7. Otro he- posiciones sobre lo popular y lo masi- cho de indudable importancia durante vo. Parto de un tramo histórico que fun- ese tramo es el Mayo Francés en donde ciona como bisagra, umbral o coyuntu- los términos intensamente políticos en ra: el período que va de 1968 a 1969. Es los que se plantea esta experiencia evi- en ese recorte temporal cuando tienen dencian un cruce productivo entre arte lugar distintos eventos significativos en y política. En el mismo momento, en uno y otro polo del espacio social. Argentina, este proceso de radicaliza- En el campo artístico es evidente la ción artística y política no tiene lugar en maduración de las experiencias de van- el Di Tella, sino en las intervenciones guardia que sostuvieron los intelectua- experimentales que llevan a cabo un les y artistas del entorno Di Tella1. Estas grupo de artistas escindidos de dicha posiciones, con sus dificultades para institución. Estos actores se agrupan en conciliar el arte y los medios, habían te- una nueva estética amparados por una nido su momento de esplendor a media- institución exterior al campo artístico: dos de la década del sesenta2 formando la CGT de los Argentinos (Longoni y parte de un fenómeno más amplio, en el Santoni, 1998: 148). Precisamente será que la modernización cultural había ju- Tucumán Arde la obra colectiva más gado un papel clave3. Hacia finales de trascendente de la vanguardia política la década, las elecciones estéticas de es- de esos años. Tras esa experiencia –rea- tos actores se reposicionaron a la luz de lizada en el momento más álgido del ré- los nuevos acontecimientos políticos gimen de Onganía– los artistas de ese (Giunta, 2001). Justamente, en el perío- colectivo, en un gesto extremo, se ven do 1968-1969 un grupo de artistas del obligados a renunciar al arte como for- Di Tella intentaron tomar parte activa ma de expresión de la vida política8. del proceso revolucionario4. Es cierto que el tramo 1968-1969 no En el campo político, los eventos del se agota con los ejemplos dados. Justa- 29 y 30 de mayo de 1969 en Córdoba mente es debido a la densidad de ese son la síntesis de un proceso de movili- momento que elijo recortar dos ejem- zaciones populares y medias en distin- plos ligados a mi objeto de estudio: la tos puntos del país5. En el mismo con- historieta. 202 REVISTA LATINOAMERICANA DE ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIETA La invasión (1969). Medios, vanguardia y política Como ejes de un debate, me interesa radicalización del pensamiento político abordar una práctica: la Primera Bienal de Héctor Oesterheld, y en su dibujo Internacional de la Historieta (Instituto por la experimentación gráfica y estilís- Di Tella, 1968) y un texto de circula- tica de Alberto Breccia. ción masiva: la segunda versión de «El Se trata de una invasión que puede Eternauta» (revista Gente, números ser leída a contrapelo o en un doble sen- 201-217) cuya primera entrega es el 29 tido10. Por un lado, la invasión desde de mayo de 1969, justamente, durante afuera: la usurpación alienígena que te- el Cordobazo. Tomo estos dos casos de matiza la historieta como metáfora ex- la dimensión simbólica de ese período plícita del imperialismo norteamerica- porque entiendo que la cultura se pro- no y la colonización tercermundista. duce en la intersección de instituciones Por el otro, la invasión desde adentro: la y experiencias. Y que, por lo tanto, no cultura popular y masiva aterriza en el hay experiencias que no tengan co- Di Tella con la organización de una ex- mo referencia a las instituciones y posición de planchas de originales, me- que no existen instituciones que ac- sas de debate y ponencias sobre la his- túen en un vacío de experiencia (Sar- torieta nacional11. lo, 2003: 221). Y no es dato menor resaltar, por últi- Ahora bien, ¿por qué es relevante mo, que es en ese momento cuando la poner a discutir estos objetos y no historieta atraviesa la crisis más fuerte otros? Por un lado, porque forman parte de su historia. Avanzaré sobre este pun- del mismo corte histórico; pero funda- to, en el siguiente tramo de este ensayo. mentalmente, porque siendo opuestos (cultura de masas-arte y vanguardia) La Primera Bienal Internacional ambos se vinculan con lo popular de de la Historieta en Argentina manera diferente9. No me interesa ana- lizar estas producciones en sí mismas Esta fiesta alrededor de la histo- sino en contraposición y en correspon- rieta tenía, a pesar de su brillo, la dencia con sus usos sociales, sus for- forma de un final. mas específicas de producción y su Pablo De Santis, 1998 contacto con otros textos y prácticas del período. Paradójicamente, mientras que la Mi hipótesis es que mientras que la historieta a finales de la década del se- bienal celebrada en el Di Tella buscó senta afrontaba la más dura de sus cícli- elevar un consumo popular y masivo a cas crisis editoriales, un sector intelec- la categoría de arte –y, como veremos, tual ligado a las experiencias del Di Te- reafirmar así la imposibilidad de que lla comenzaba a preocuparse por su es- ello efectivamente ocurra– la historieta tudio. Del 15 de octubre al 15 de no- publicada en Gente –y posteriormente viembre de 1968 se realizó en el Institu- censurada– fue efectiva en vincular a to Di Tella la Primera Bienal Mundial sus lectores populares y medios con la de la Historieta. El evento retoma, fun- vanguardia y la política. damentalmente, los objetivos y propó- Precisamente, «El Eternauta» de sitos centrales de la exposición titulada 1969 se caracterizó, en su guión por la «Bande dessinée et figuration narrati- vol. 5, no. 20 203 Laura Vazquez instituciones, coleccionistas, autores y editoriales. Desde las páginas de LD, en el mis- mo mes de la bienal, una publicidad de página completa anunciaba: «Vengan a ver la Primera Bienal Mundial de la Historieta en el Instituto Di Tella, Flori- da 936 del 15 de octubre al 15 de no- viembre, 1968». Sin embargo, si tomamos algunos testimonios, podremos notar la contra- dicción que existía entre exposición y falta de producción. El mercado de his- torietas pasaba por su primera crisis y, al mismo tiempo, la historieta pasaba por su primer intento de legitimación. Cabe observar que con la caída de editorial Frontera (1957-1963) y a par- tir de mediados de la década del sesen- ta, la historieta deja de ser territorio pri- vilegiado del escapismo para avanzar en direcciones estéticas y temáticas nuevas. La convivencia de registros de la alta cultura y de registros de la cultu- Figura 1: Página de publicidad de la bienal ra menor aparecida en octubre de 1968 en la revista LD es evidente en estos años. Las (Literatura Dibujada). exploraciones estéticas condensan des- de distintos lugares la sensibilidad de la ve», realizada en el Musée des Arts Dé- época. Pero, precisamente, es partir de coratifs de París, durante los meses de este momento, cuando el mercado tra- abril a junio de 1967. dicional de revistas dejará para siempre La actividad fue organizada conjun- atrás sus míticos años dorados. tamente por el Centro de Artes Visuales Paradójicamente, se lo rescata a Héc- del Instituto Di Tella presidido por Jor- tor Oesterheld como figura en el mismo ge Romero Brest y la Escuela Paname- momento en que la segunda versión de ricana de Arte, bajo la dirección de Da- «El Eternauta» es levantada por Atlán- vid Lipszyc. Oscar Masotta fue quien tida y apenas unos meses después otra seleccionó las obras expuestas además de sus historietas, «La vida del Che», es de ser una figura clave en su crítica y censurada por el onganiato12. Trabajaré análisis. estos casos en el segundo bloque de es- Se exhibieron planchas de originales te trabajo. de historietas producidas en seis países, Pese a todos los intentos editoriales, además de Argentina: Estados Unidos, la crisis de las historietas populares ya España, Italia, Francia, Brasil y Japón. era un hecho. La caída en las ventas se La muestra abarcó la participación de revertirá paulatinamente hacia media- 204 REVISTA LATINOAMERICANA DE ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIETA La invasión (1969). Medios, vanguardia y política

Figura 2: Cubierta del catálogo de la bienal. dos de la década del setenta cuando el de 1968 la historieta argentina entró en mercado de revistas de historietas los amplios y luminosos salones del acompaña los movimientos de auge y Instituto Di Tella, en la Primera Bienal de crisis que atraviesa la industria del li- de la Historieta, la historieta argentina bro13. «Se dice que, cuando en octubre estaba aletargada si no muerta. Los tra- vol. 5, no. 20 205 Laura Vazquez tadas abandonando así la clásica fórmu- la por entregas de títulos nacionales. Este pasaje del semanario al mensuario es clave no sólo en las revistas de Dante Quinterno sino en las estrategias de su- pervivencia que adoptan el resto de las editoriales15. Probablemente estas fueron algunas de las causas por las que un grupo de in- telectuales y críticos advirtieron la ne- cesidad de su rescate o, dicho en otros términos, el momento justo para su mu- sealización. Sostiene Oscar Masotta: «Oculta en bibliotecas y archivos yace una extraña subcultura, la historia de una relación escondida entre la cultura de masas y la política en la Argentina» (Masotta, 1968). Esta perspectiva que pone en rela- ción la política con los medios y a am- bos con lo popular, supone una toma de posición populista que al olvidar la do- minación también olvida la asimetría Figura 3: Página publicitaria de LD no. 1. que significa esa dominación. Dicho en términos de Grignon y Passeron: «No bajos que allí se exponían correspon- hay que describir como mirada fascina- dían a una década atrás. Ninguna de las da por el valor o la belleza de la cultura cosas recientes que colgaban de las pa- popular lo que es sólo para los domi- redes decía mucho de sí» (Trillo y Sac- nantes el ejercicio de un derecho de comanno, 1980). pernada simbólico» (Grignon y Passe- Efectivamente, la historieta popular ron, 1991). estaba en franca decadencia y sus lecto- En una ya mítica entrevista que Car- res no tenían las destrezas para vincu- los Trillo y Guillermo Saccomanno le larse con la denominada nueva historie- realizaron a Héctor Oesterheld en mar- ta. Desde que algunos autores rompen zo de 1975 –el último reportaje que se con ciertos patrones de producción le hiciera antes de su pasaje a su clan- convencional las revistas más masivas destinidad política–, el guionista re- del mercado comienzan a vender me- cuerda a propósito de la bienal: «Re- nos ejemplares14. A modo de ejemplo: cuerdo el comentario final que hice pa- un año antes del cierre de Frontera en ra mí mismo: aquello mostraba en 1963, la revista Patoruzito sufre impor- Argentina la muerte de una hermosa tantes cambios: reduce su tamaño, rei- época. Porque la exposición era en el 68 nicia su numeración como mensuario y y la última historieta que había en exhi- presenta historietas completas e impor- bición era del 63»16. 206 REVISTA LATINOAMERICANA DE ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIETA La invasión (1969). Medios, vanguardia y política En el mismo tono, recuerda Breccia su trabajo a finales de la década del se- senta: «Sí, eso es el puchero. El drama de todo dibujante es tener que ganarse la vida dibujando, eso lo sabe cualquier chico que comienza y lo sabe el profe- sional más viejo, porque el dibujo ter- mina haciéndose oficio, que es lo que nunca debería hacerse. Por eso yo pre- fiero hacer una atrocidad como hago para el Corriere, aunque dibujando con honestidad. Yo no soy dibujante con vergüenza, por eso prefiero hacer estos trabajos, que me permiten vivir y hacer las cosas que pueden salvarme. Tam- bién, después de “El Eternauta”, hace un par de años dibujé en libro y en cola- boración con otros autores, la historia de Evita, que no se vendió ni un ejem- plar» (Bang!, número 11, 1973). Y coincide Juan Sasturain: «El Di Tella del sesenta y ocho en Argentina no es un reflejo de lo que pasa en el país, no es culturalmente representati- Figura 4: Portada del primer número de LD. vo. Es un reflejo de Europa. La historie- ta argentina en 1968 estaba muerta. ¡Lo en diversas disciplinas sociológicas decía el viejo Breccia! ¡Se cagaba de tendrán ocasión para indagaciones que hambre! Oesterheld no tenía un mango, serán útiles para todos. Finalmente laburaba para los chilenos haciendo siento que debo señalar como síntoma una basura porque no tenía trabajo. El de la época el hecho de que tal manifes- fenómeno Di Tella no era el resultado tación se produzca en las salas de una de la cultura popular masiva en la institución dedicada al arte. No es la Argentina, fue un rescate teórico, un fe- primera vez que ocurre, pero esta me nómeno especular»17. parece más definida que cualquier otra, Mientras que esta era la opinión de revelando hasta dónde somos sensibles los actores más destacados del medio, a lo que pasa en el mundo, sin que nos Jorge Romero Brest sostenía en el pró- preocupe el mantenimiento de las vie- logo del Catálogo de la Primera Bienal jas estructuras, y sin que tampoco las Mundial: «El público descubrirá con destruyamos por simple empuje de ico- asombro que las historietas tienen his- noclastas». toria y un margen de existencia tal vez Esta mirada es característica del con- no imaginada siquiera, aumentando su tacto entre arte y medios masivos du- interés por ellas y, por supuesto, su ca- rante la década del sesenta. La popula- pacidad de gozarlas. Y los especialistas ridad de los medios masivos de comu- vol. 5, no. 20 207 Laura Vazquez nicación llamaba la atención a actores paso queda abierto ahora el camino a tradicionalmente no vinculados a la in- una inmensa tarea sociográfica». dustria cultural. Prácticas y objetos no Paralelamente a la realización de la jerarquizados por la cultura oficial –o bienal, Oscar Masotta dirige la revista directamente por la alta cultura– fueron LD (Literatura Dibujada) editada por absorbidas por instituciones, como es el Nueva Visión. Este primer número se caso del Di Tella. Desde el intento de publica en noviembre de 1968 y su nú- recuperar simbólicamente «las densi- mero tres –y último– en enero de 1969. dades de la vida cotidiana» la historieta Se destaca en la editorial de su lanza- fue apreciada y valorizada junto a otros miento: «La publicación de LD consti- lenguajes populares y masivos: «El in- tuye un retorno a la historieta, a esa his- terés teórico y crítico por la historieta torieta con la cual gozamos cuando ni- empezaba a parecerse al que suscita- ños y que ahora proponemos a la aten- ban los soportes narrativos jerarquiza- ción de los adultos [...]. Hay que decir dos por la cultura: todo lo malo y todo que existen historietas buenas y histo- lo bueno podía encontrarse en ella» rietas malas. LD solamente publicará (Steimberg, 2000). las primeras: reeditaremos las mejores En el catálogo de la bienal, David historietas del pasado e invitaremos al Lypszyc y Oscar Masotta firmaban lector a conocer las mejores historietas con tono enfático una declaración de del presente, sorpresivamente dirigidas propósitos: «Deberemos conservar, y al público adulto». preservar –se sobreentiende– el resul- En los números de LD conviven tado de las exposiciones y el material desde la clásica historieta «Flash Gor- recolectado: prevemos por lo mismo la don» de Alex Raymond pasando por el formación de un museo estable de la humor de Copi, hasta una primera en- historieta mundial, asimismo como la trega de «Los subterráneos» de Guido creación de una hemeroteca y de una Crepax. También hallamos publicida- filmoteca. A partir del presente año, des de libros de Sudamericana y de emplearíamos con rigor un instrumen- cursos de la Panamericana de Arte, to moderno para resolver los difíciles una edición de «Little Nemo» de problemas referidos a la conservación Windsor Mc.Cay, un análisis de Ma- y archivo de un material realmente sotta de la historieta «Dick Tracy», la voluminoso. En efecto: una institu- edición de «Mort Cinder» de Breccia y ción del tipo de la Bienal Mundial de la Oesterheld, «Funny Valentine» de Historieta no puede ignorar que la his- Crepax, la historieta muda «El rey pe- torieta no se agota en el potencial esté- tiso» de Soglow, un análisis de Steim- tico de sus imágenes estáticas. En esta berg sobre ella y un sesudo tratado so- primera sección nosotros queríamos bre la corbata escrito por Franco Ca- mostrar la existencia de ciertas propie- vallone. En la última entrega de LD,se dades de esas imágenes, señalar la pre- le concede un importante lugar a sencia de valores que habían estado es- Alberto Breccia; con el título «Brec- condidos muy cerca de nuestras ma- cia de cerca» Oscar Masotta analiza en nos, en los objetos del consumo popu- detalle su obra «Mort Cinder» y repasa lar y cotidiano. Cumplido este primer la trayectoria del dibujante. Eso sí, acla- 208 REVISTA LATINOAMERICANA DE ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIETA La invasión (1969). Medios, vanguardia y política ra la circunstancia por la que Breccia no leyó su ponencia en la bienal: «Cuando su amigo Oesterheld me lo presenta, le pido que prepare una ponencia, unas palabras para leer durante las sesiones de discusión que acompañarían a la Bie- nal de Historietas, que entonces prepa- rábamos, y que se realizó a partir de mediados de octubre en el Di Tella. Se- rio y cortés Breccia decide su tema de inmediato: hablará sobre su propia ex- periencia de historietista. Llegado el mo- mento, a causa de la falta de tiempo y de un cierto desorden que cundió en la programación de las sesiones del con- greso, Breccia no lee la ponencia» (Ma- sotta, 28 de noviembre de 1968). La bienal supuso un momento de cri- sis no sólo editorial sino también y qui- zás, fundamentalmente, de lenguaje. Los géneros dominantes de la historieta popular fueron cuestionados por una nueva tendencia tanto a nivel gráfico como narrativo. A propósito sostiene Oscar Steimberg: «En la Argentina de fines de los sesenta, los interesados en las vastas novedades de la comunica- ción pensaban, lo mismo que la mayo- Figura 5: Página de LD que propone una tabla ría de los historietistas, que la historieta de Copi. era un lenguaje en agonía [...]. Era muy ya restringida y que siguió después en fuerte todavía la sorpresa generada por los mismos términos, aunque en aquel la decadencia de las revistas dedicadas tiempo aún con la antigua fuerza en al- a la historieta de aventuras, de guerra, gunos lugares del interior del país» de amor... y por la certidumbre de que el (Steimberg, 2000). público que había asegurado su vida En síntesis, la primera –y última– social no parecía temer demasiado su Bienal Internacional de la Historieta in- muerte [...]. Quedaban, casi solas, jun- volucró, al menos, un aspecto clave: en to a publicaciones agonizantes que eran la Argentina la actividad cultural se re- rastro de apuestas renovadoras, las re- mite a instancias de consagración exter- vistas de historietas más populares, nas y, al mismo tiempo, interioriza cri- con menos pretensiones estéticas (las terios exteriores de valoración (Sigal, de Editorial Columba, como El Tony, 1991). Por lo tanto, la organización de nacida en 1923, y la más reciente la bienal, siguió el mismo patrón de in- D’Artagnan, de 1957), con una venta terés por el noveno arte que ya se había vol. 5, no. 20 209 Laura Vazquez puesto de manifiesto en Europa, en la gicamente excluidos por criterios his- exposición internacional de la historie- toriográficos sujetos a la mezquina vi- ta realizada en el Museo del Louvre y sión de los grupos sociales dominan- en el Primer Congreso Internacional de tes» (Romano, 1991). la Historieta, en Bordiguera, Italia, 196518. En este sentido, el evento fun- «El Eternauta»: segunda versión cionó como un espacio de relación en- tre los medios y el arte, lazos que hacia El invasor era antes los países ex- finales de la década se intentaban desde plotadores, los grandes consorcios. distintos campos y soportes. Pero esta Sus nevadas mortales eran la mise- relación dejaba afuera los aspectos po- ria, el atraso, nuestros propios pe- líticos de los medios masivos. Y en este queños egoísmos manejados desde sentido, y en última instancia, la posibi- afuera. Por nuestra propia culpa su- lidad de construir una vanguardia de frimos la invasión, Juan. Nuestra masas. Atenderé estos problemas más culpa es ser débiles, flojos. Por eso adelante. nos eligió el invasor. Tras la bienal, y en una segunda eta- «El Eternauta», Gente, 1969 pa, que recorre la segunda mitad de la década del setenta y los primeros años Mientras que en la bienal la historieta de la década del ochenta, otra línea de había sido abordada desde una perspec- estudios es la dominante en la historia tiva de intelectuales progresistas pero de la historieta argentina. Ya no será el sin relación directa con el cauce revolu- campo artístico, sino el académico y el cionario y popular del período, en una periodístico los que se ocuparán de la publicación masiva como la revista historieta como objeto de estudios. En Gente se produce la operación contra- esta línea podemos reconocer los tra- ria. Es precisamente en el foco de la in- bajos de Rivera, 1976; Sasturain, dustria cultural, que la historieta popu- 1979; Trillo y Saccomanno, 1980 y Ri- lar inaugura a finales de la década del vera, 1981. sesenta y durante el primer tramo de la Estos enfoques provienen de una década siguiente un espacio mediático corriente de estudios nacional-popu- de contrainformación19. lar,máscercanaalahistoriadelosme- Repasemos un poco los hechos. dios y al periodismo cultural. Pioneros Antes de «El Eternauta» para Gente, en estos enfoques serán Jorge Rivera Breccia y Oesterheld ya se habían cru- y Eduardo Romano quienes en 1974, zado en otras historietas20. Las más des- en las cátedras nacionales de la carrera tacadas son «Sherlock Time» (Hora de Letras de la UBA, contemplan en el Cero Extra, 1958) y «Mort Cinder» programa de estudios a la historieta co- (Misterix, 1962). Del período que me mo objeto de análisis junto a otros len- ocupa (1968-1969) tomo el caso «La guajes de los medios masivos y la cul- vida del Che», una historieta editada tura popular. El proyecto buscaba am- por la editorial Jorge Alvarez en marzo pliar la concepción del campo literario de 1968 y «El Eternauta» editado en a partir de la premisa de «incluir ima- Gente en 1969. De este último me ocu- ginarios sociales prejuiciosa o estraté- paré en extenso21. En el caso de El Che, 210 REVISTA LATINOAMERICANA DE ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIETA La invasión (1969). Medios, vanguardia y política

Figura 6: Portada de «El Eternauta» de Héctor Germán Oesterheld y Alberto Breccia, publicado en octubre de 1982 por las Ediciones de la Urraca. se agotó gran parte de su tirada rápida- fueron secuestrados al ser allanada la mente y los ejemplares aún no vendidos editorial. vol. 5, no. 20 211 Laura Vazquez

Figura 7: Tercera página de la quinta entrega de «El Eternauta» en la versión de Alberto Breccia. 212 REVISTA LATINOAMERICANA DE ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIETA La invasión (1969). Medios, vanguardia y política En una entrevista publicada en la re- de el número 201 (29-5-69) al número vista Bang!, Alberto Breccia asegura: 217 (18-9-69) de Gente, dividida en «“La vida del Che” provocó una oleada diecisiete entregas de tres páginas se- de opinión, sobre todo en el gobierno manales y por un período consecutivo de Onganía, incluso se publicó una edi- de cuatro meses, se publica la segunda torial en el diario La Nación vapuleán- versión de «El Eternauta». Esta ver- dome a muerte. Eso provocó que la em- sión, a diferencia de la clásica historieta bajada de los Estados Unidos lo com- de 1957 –dibujada por Francisco Sola- prara y a partir de eso la embajada da no López– rápidamente genera fuertes parte al SINE –Servicio de Información polémicas en el medio historietístico y del Estado– que fue a mi casa y me hizo en el interior de la publicación22.Lara- una ficha. La embajada me llamó, nos dicalización política de Oesterheld y al llamó para felicitarnos y encargarnos carácter rupturista del dibujo de Brec- que hiciésemos la vida de Kennedy, cia no tienen cabida en el perfil editorial que no se hizo, aunque ellos compra- de Atlántida. ban la edición... Y después el Ejército En esta versión de «El Eternauta», –mientras el SINE me hacía ficha co- Oesterheld confronta la realidad y la mo elemento subversivo– me pidió ficción de manera que entre ellas no que hiciese una “Historia del Ejército existan las distinciones. Siguiendo a Argentino” para repartir entre los sol- Beatriz Sarlo: «Aunque realidad y fic- dados, yo pedí un precio altísimo por ción obedecen a lógicas diferentes, en página y entonces no se hizo» (Bang!, un punto casi milagroso, en un punto número 10, 1973). poético, se intersectan: una lectura re- Otra será la versión de Oesterheld vela el conflicto entre ambas lógicas y sobre el incidente: «Llamaron a casa descubre que la lógica postulada para la varias veces, seguro que eran del SIDE realidad contradice la lógica del texto o (Servicio de Informaciones del Estado) que la lógica del texto es más persuasi- preguntando datos. Sabiendo que de va y consistente que la lógica atribuida cualquier modo los iban a conseguir, les a lo real. En esa intersección, la ficción di lo que querían. Ah, Breccia en ese re- puede todo y habla de todo, sin límites» portaje de Bang! dice que la embajada (Sarlo, 1995). yankee quería comprarlo. La historia Los autores se ven obligados a con- real es esta: la embajada me llamó a mí, cluir abruptamente la historia, por indi- no a él. Se lo habré contado y entonces, cación del editor de la revista, Carlos con esa costumbre que tienen los dibu- Fontanarrosa. jantes de apoderarse de las cosas... se lo «“El Eternauta” en Gente fue un fra- habré contado. El editorial del diario La caso. Y fracasó porque no era para esa Nación en contra del Che existió» (Tri- revista. Yo era otro. No podía hacer lo llo y Saccomanno, 1980). mismo. Y Breccia, por su lado, también Más allá de cuál haya sido la anécdo- era otro» («Oesterheld», en Trillo y ta real y sus circunstancias, lo impor- Saccomanno, 1975). tante es que ambos autores volvieron a «Yo no le di esa circularidad por filo- encontrarse más tarde para hacer la se- sofía sino por cerrar bien un buen rela- gunda versión de «El Eternauta». Des- to. Pero el verdadero final fue cuando vol. 5, no. 20 213 Laura Vazquez lo llamaron a Breccia, le explicaron que con la novia, por calles de añosos árbo- había un desfasaje con lo que el público les y viejas quintas. Escena romantiquí- quería y le pidieron que suavizara la co- sima, otoño, alguna hoja que tropieza y sa. Lo volvieron a llamar, dos o tres ve- se cae. Inferior: La fortuna, la novia, ces. Y él no hizo caso. No accedió a rea- siguen sonriendo al héroe; aprueba lizar las modificaciones. Y entonces se materias en la Facultad, consigue un decidió acortar “El Eternauta”. La deci- trabajo dentro de la profesión: deja La sión del editor de cortarla bruscamente Prensa y pasa a trabajar en un labora- y poner la disculpa. Entonces yo le torio de Minería. 27 Medio primer pla- mandé una carta al dueño del editorial no de O.: Vestido de overall, moliendo diciéndole que era una falta de respeto a una bolsa de minerales en chancadora, los lectores lo que estaban haciendo» expresión recia, polvo, galpón: mucho («Oesterheld», en Trillo y Saccoman- ruido de máquinas. Inferior:Eltrabajo no, 1975). es rudo, pesado: pero O. encuentra Podría arriesgarse, por lo tanto, que tiempo para seguir estudiando. Para esa historieta política evidencia lo que seguir llevando al cine a la novia. Para parece consustancial a la experiencia de seguir escribiendo…». Oesterheld: la relación entre política y Las continuidades entre la vida y la ficción, entre creación imaginaria (su obra de Oesterheld –con todo lo proble- mundo propio) y fascinación ideológi- mático que ello puede suscitar– hicie- ca (su condición militante)23. ron que el autor buscará plasmar su En este sentido, es central tratar de pensamiento político –como vimos, comprender cuál era la toma de posi- mucho más notoriamente a partir de ción de Oesterheld con respecto a su es- 1968-1969– en un abanico de publica- critura. En 1958, Oesterheld escribió, ciones que van desde lo más masivo a para el libro «La historieta mundial», lo menos masivo de la época. El carác- de Enrique Lipszyc, un curioso guión ter poco selectivo que tuvo su escritura en el que narraba, secuencia por se- hizo que, en más de una ocasión, se vie- cuencia, las alternativas de su vida has- ra forzado a resolver las tramas de sus ta el momento de esplendor de su pro- guiones para salir ileso de situaciones pia editorial. Este guión autobiográfico aún más complejas. traduce en gran medida la relación vida No voy a internarme en los prolíficos y obra del escritor. debates que existen sobre el tramo que Transcribo un fragmento: «24 Infe- va desde el onganiato hasta la dictadura rior: El héroe sabe así lo que es la gloria militar, escritura que florecerá en los literaria y, de paso, una gran mejora primeros años de la década del ochenta económica: deja la Editorial de la que y que ya ha sido trabajada por la crítica es mejor no acordarse. 25 Vertical:…Y académica24. entra a trabajar en La Prensa: siempre Pero me interesa hacer una distin- como corrector, pero ganando cuatro ción. En la historieta popular y masiva veces más. Seis horas, de 21 a 3 de la existió la censura como en el resto de mañana. Ahora se puede estudiar. ¡Y los campos, y también como en ellos llevar al cine a la novia, con las entradas existieron textos que escaparon al con- que da el diario! 26: El héroe paseando trol del aparato represivo. La diferencia 214 REVISTA LATINOAMERICANA DE ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIETA La invasión (1969). Medios, vanguardia y política con otros campos, como el artístico y el literario, es que esos quiebres o intersti- cios –y tomo el caso de «El Eternauta» de Gente como paradigmático– tuvie- ron lugar en la matriz misma del merca- do masivo y popular y no en espacios de circulación restringida. Durante la dictadura no existieron espacios liberados, y los militares fue- ron absolutamente efectivos en impo- ner su cultura del miedo y dominación aun cuando no pudiera controlarlo to- do25. La posición crítica de intelectua- les y artistas –pero también creo que su gimnasia de supervivencia– se sostuvo en desplazamientos metafóricos, mo- vimientos dentro de los márgenes, tex- tos cuidadosamente planificados ca- racterizados por el doble discurso des- garrado y solapado. Voces quebradas e irregulares sintomáticas de una situa- ción de asfixia26. Con el terrorismo de estado, queda- ron anulados los espacios de libre opo- sición, y por lo tanto la producción de historietas presenta escasas obras de ca- Figura 8: Tercera página de la séptima entre- rácter disruptivo. Lo interesante de es- ga de «El Eternauta en la versión dibujada por Alberto Breccia tas manifestaciones es que tuvieron lu- gar en publicaciones muy disímiles en- tre sí. Es decir, hubo pocos intersticios cias del mercado editorial lo obligaron en la historieta del período dictatorial, muchas veces a adaptar sus trabajos a pero los que hubo, pueden encontrarse los requerimientos empresariales. No en un abanico que va de lo más masivo obstante, y hasta su entrada a los cua- a lo menos masivo del campo de pro- dros de militancia montonera, vio en la ducción editorial. historieta una opción –y una expectati- La militancia de Oesterheld no lo va– para la construcción de un hombre aleja de los medios populares, por el nuevo o para frasearlo de una manera contrario, es durante los años más du- distinta: un espacio en el que podía ros de la dictadura cuando el guionista existir una continuidad de valores entre escribe –y podría decirse que hasta in- los sectores populares y los medios de discriminadamente– para el mercado comunicación masiva27. Una vocación de historietas masivas. Así llegaba al pedagógica –o de operación de trans- público de masas, a través de su oficio y misión cultural– fue asumida por Oes- el trabajo por encargo. Las circunstan- terheld como un deber intelectual. En vol. 5, no. 20 215 Laura Vazquez este sentido, es que ocupa el rol, en tér- de sus historias y los mecanismos insti- minos de Eduardo Romano, de un in- tucionales de su producción: «No todas termediario cultural, es decir: un tipo las historietas, desde luego, nacen a im- de artista o intelectual medio que tiene pulso del pedido de un editor. A veces, contacto con los sectores populares y el argumentista, sin encargo alguno que asume como tal la responsabilidad crea un personaje que después presen- social de su tarea (Romano, 1973: 44). tará al editor: si gusta, y si coincide con Sabe que está escribiendo para un las necesidades de este, la chance de la mercado popular y es consciente de los compra es grande, pues siempre hacen mecanismos de la industria, aun así en- falta buenos argumentos» (Oesterheld, cuentra en ese espacio la posibilidad de revista Dibujantes, número 27, julio innovar estilísticamente y ampliar de de 1957). esa manera la riqueza cultural del hom- No obstante, como un intelectual de bre común: «La historieta debe reanu- los medios –y con esto quiero decir co- dar su evolución porque potencialmen- mo un intelectual periférico o aislado del te representa un medio fabuloso de di- centro intelectual28– Oesterheld escribía fusión cultural; porque debidamente sus guiones –y a veces sin ninguna estra- desarrollada, puede enriquecer la vida tegia política– tanto para el semanario espiritual de muchos seres práctica- de montoneros El Descamisado –la his- mente ciegos hasta ahora a todo lo que torieta «Latinoamérica y el imperialis- sea cultura» (Oesterheld, revista Dibu- mo. 450 años de guerra» fue publicada jantes, número 1, segunda. época, no- en el semanario de la organización mon- viembre de 1965). toneros entre 1973 y 1974– como para A veces, con más o menos éxito, lo- un medio colaboracionista con la dicta- graba violar o transgredir las pautas de dura como la revista Gente29. la industria cultural. Y, a veces, inclusi- En un interesante informe titulado ve, a pesar de él mismo: «Personalmen- «Historietas: el quinto poder», publica- te, me siento mucho más satisfecho es- do en la revista Siete Días (número cribiendo para una masa de lectores. 204) el 12 de abril de 1971, Oesterheld Pero, también pongamos un poco los sostuvo a propósito de las «carencias de pies sobre la tierra. Casi ninguno de los la historieta argentina»: «Lo fundamen- grandes escritores escribió en condicio- tal es que sus héroes no representan la nes ideales. Yo creo que el libro viene realidad nacional. Y las causas de esta cuando tiene que venir. Y si uno no lo carencia habría que buscarlas en el mis- ha escrito es porque la condición de uno mo hecho que provoca la falta de una li- no está para eso. Estoy segurísimo que teratura de aventuras que refleje lo na- cuando Hernández escribió “Martín cional. Quizá todo resida en que noso- Fierro”, no tenía todo el dinero del tros no nos consideramos capaces de mundo ni estaba feliz con su circuns- ser protagonistas». tancia». («Oesterheld», en Trillo y Sac- Precisamente el pasaje a la lucha ar- comanno: 1975). mada apenas unos años después lo lle- Oesterheld, era consciente de los lí- vará directamente a ese protagonismo o mites y debilidades de esa convergen- compromiso al que el guionista alude cia o encuentro entre los consumidores en el reportaje. Ese protagonismo es 216 REVISTA LATINOAMERICANA DE ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIETA La invasión (1969). Medios, vanguardia y política evidente en su accionar político, pero de figuritas incluidas en el álbum Súper también en la batalla que libra desde su Fútbol, que sale al mercado en 1971, escritura en medios populares y masi- pero son ideadas por los autores en vos. Es el caso de «El Eternauta» de 196934. Por otra parte, realizan cuentos 197630 escrito cuando Oesterheld ya es- cortos para la revista Billiken entre los taba en la clandestinidad31. Esta vez los años 1972 y 1973 (Ávila, 2003). dibujos son de Francisco Solano López Por otra parte, Oesterheld apenas como en la versión original de 1957. unos meses después que «El Eternauta» Esta nueva historieta es realizada por fuera levantado por la editorial, publica Oesterheld a pedido de Editorial Ré- en Gente una nueva historieta, esta vez cord, lugar de trabajo del guionista al acompañado por el dibujante Roberto momento de su desaparición32. Regalado: «Dos entre la gente» (1970). Una visión instrumental de la escri- Esta historieta, aunque con otro tono, tura ha tendido a equiparar vida y obra, mantendrá la línea política de la segun- como si se trataran de compartimentos da versión de «El Eternauta». El ejem- indivisibles. ¿Uno es lo que escribe? plo sirve para dejar planteada una hipó- ¿Uno es lo que dice? La respuesta es tesis: no fue el guión de Oesterheld el discutible, en todo caso. Mucho menos que produjo el rechazo de la editorial polémica es la pregunta acerca de si uno sino el dibujo de vanguardia de Alberto es lo que hace. Ya que uno, es, casi Breccia. En tanto que el primero, como siempre, lo que hace33. vimos, continuó publicando en el me- Por otro lado, está claro que no todos dio, Breccia no volvió a trabajar para la los artistas e intelectuales, y mientras revista. Las cartas de lectores aluden al todavía pudieron hacerlo, usaron los dibujo como «no historietístico» o «de- medios de comunicación para llegar a masiado artístico» y no advierten los las masas populares. Sin embargo, lo cambios sustanciales que Oesterheld que parece estar claro a esta altura del produjo en la historia. Mientras que debate es que quienes efectivamente lo Breccia había sido adoptado por el hicieron, se vieron obligados en la si- campo artístico –en el contexto de la guiente etapa bajo la represión militar, bienal– con gran entusiasmo, su arte no y dada su condición de militantes políti- tenía cabida en el espacio de los me- cos, a colaborar en publicaciones clan- dios. En un movimiento inverso, los destinas o pasar al anonimato mediante guiones políticos de Oesterheld –du- el sistema de seudónimos. Como vi- rante este tramo de la década del sesen- mos, el caso de Oesterheld, es ilustrati- ta y hasta los primeros años de la déca- vo al respecto. Hasta el momento mis- da siguiente– circularon en distintas mo de su desaparición en 1977 produjo publicaciones populares de la época. guiones en clandestinidad para edicio- Estas diferencias –que habría que desa- nes montoneras y simultáneamente pa- rrollar más– suponen proyectos creado- ra editoriales masivas y populares. res enfrentados: mientras que Breccia Tras la experiencia en Gente, dibu- optó por la experimentación gráfica, jante y guionista volvieron a encontrar- Oesterheld priorizó en la historieta para se en nuevos proyectos como «Platos Gente el mensaje político en lugar de la voladores al ataque!!», una colección calidad del guión. De ahí el fracaso de vol. 5, no. 20 217 Laura Vazquez la obra, porque no puede definirse inde- ca (Verón, 1974). El objetivo ha sido pendientemente de la posición de sus dar cuenta del modo particular en el que creadores (Bourdieu, 2003). a finales de la décadas del sesenta cierto En síntesis, a diferencia de la expe- sector del arte y cierta fracción de los riencia del Di Tella «El Eternauta» de medios masivos se vinculó, de distinta 1969 insiste con fuerza en una pregun- forma, con lo popular como problema. ta: ¿es posible la vanguardia de masas? Ahora bien, si acordamos que la cul- y en otras palabras: ¿pueden ser insu- tura popular está estructurada en lo que rreccionales los textos de la cultura Stuart Hall denomina la oposición entre masiva?35 el bloque de poder y los sectores popu- lares (Hall, 1984) y si esta oposición Conclusiones puede ser pensada como una diferencia de intereses, es decir, una relación Desde los dibujos rupestres hasta siempre conflictiva, las fuerzas centrí- «Mafalda», el más universal de los fugas de la homogeneidad se encuen- medios expresivos transitó un itine- tran siempre con las resistencias de la rario que explica su actual, desme- heterogeneidad (Fiske, 1989). Por lo surada influencia: sus personajes tanto, cabe prever que algo resulta de son los héroes cotidianos de millones esa constante fuerza erosiva del sistema de seres humanos, no respetan fron- dominante. Si esto es así, la pregunta teras geopolíticas, cubren una gama debe ser otra. Ya no interrogarnos: ilimitada de edades y niveles socia- «¿pueden los sectores populares trans- les y hasta se permiten postular ideo- formar el sistema mediante pequeñas logías. tácticas y acciones micropolíticas?», si- Siete Días, 12 de abril de 1971 no, lo que es aún más importante: al ha- cerlo, «¿no contribuyen a su fortaleci- He tomado como ejes de este trabajo miento?». Me parece fundamental aten- una zona de la producción editorial ar- der el «doble movimiento de conten- gentina en la cual la relación industria ción y resistencia» que advirtió Hall, es masiva, cultura popular, arte y política decir, no dividir los estudios sobre la se vuelve extraordinariamente comple- cultura popular esquemáticamente, ja. Cabe decir que la historieta como planteando casos que «resisten contra objeto, a veces, privilegiado para la re- hegemónicamente» y casos que «absor- flexión teórica remite a discusiones que ben evasiva y edulcoradamente la ideo- fijan siempre parejas equívocas: éli- logía dominante». te-masa; palabra-imagen; popular-arte; Ya sabemos, siguiendo a De Certeau industria masiva-experimentación y que ningún consumidor cumple a raja vanguardia, etc. tabla el programa inscripto en un texto, Intenté en las páginas de más arriba es decir, nadie es manipulado porque desarrollar una mirada crítica que se todo objeto encierra en su uso la posibi- adecue a los desafíos de comprender la lidad de tácticas opuestas a las de sus cuestión popular contemporánea a par- fines estratégicos (Sarlo, 2003). tir de una narrativa problemática como En los ejemplos que analicé más arri- tipo particular de producción ideológi- ba, en los vínculos entre la cultura de 218 REVISTA LATINOAMERICANA DE ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIETA La invasión (1969). Medios, vanguardia y política masas y la historieta popular, me guió La historieta plantea a partir del rela- esta convicción36. to dibujado un modo singular de confi- Desde mi perspectiva, el alcance de guración del lenguaje. En tanto produc- esas resistencias –producidas por y en la to de la industria cultural, participa en industria de los medios– y por lo tanto, la conformación de subjetividades, así de su efectividad política, no depende como en los procesos más amplios de del soporte en el que esa práctica o texto construcción de la hegemonía. En defi- tenga lugar, sino de las condiciones de nitiva, se trata de un medio popular que producción históricas por las que esa ex- puso en evidencia en algunos tramos de periencia esta atravesada y por la posi- la historia argentina la brutal porosidad ción del creador en el campo intelectual. de los lenguajes. En este sentido, la relación que un escri- tor-creador mantiene con su obra se en- Notas cuentra afectada por el sistema de las re- 1. El instituto nacido al calor de la moderniza- laciones sociales en las cuales se realiza ción económica del proyecto desarrollista ha- la creación como acto de comunicación cia mediados de la década del sesenta bajo la (Bourdieu, 2003). El análisis de la posi- dirección de Enrique Oteiza, se había trans- formado en el eje organizador de las experien- ción de Oesterheld y Breccia como crea- cias de renovación estética en diversas áreas: dores de «El Eternauta» de 1969 estuvo el Centro de Artes Visuales, el Centro de orientado en estos términos. Experimentación Audiovisual y el Centro La- Quise destacar la particular manera tinoamericano de Altos Estudios Musicales. 2. La experiencia Arte de los Medios de Comu- en que cierta producción historietística nicación de Masas, que surge en 1966 de la se vinculó con lo masivo en el tramo mano de algunos referentes del Di Tella, es 1968-1969. Esa posibilidad, o grieta, un intento notable de vinculación entre van- recorre distintos campos del espacio so- guardia y medios. (Longoni y Mestman, 2000). Con presupuestos muy diferentes, la cial: desde el arte a los medios masivos, experiencia del Grupo de Cine de Liberación la historieta se conecta con distintos pú- también buscó la vinculación de los medios blicos y prácticas. con el arte y de ambos con la política. Lo que queda claro, en todo caso, es 3. Al afán de modernización que presidió la for- mación del Instituto Di Tella en 1958 se le que a finales de la década del sesenta sumó en el mismo año, la creación del Coni- las posiciones eran otras y no solamente cet por decreto del general Aramburu, y más en torno a las teorías de la historieta. adelante, el grupo de sociología liderado por Muchas cosas han cambiado desde en- Gino Germani, la publicación del seminario «Primera plana» en 1962 y todo un circuito tonces y probablemente el análisis cul- topográfico –que va desde el mítico cine Lo- tural ya no esté tan preocupado ni en los rraine hasta ciertos cafés porteños– por el sectores populares ni en los objetos ma- que deambulaba la izquierda argentina de teriales y simbólicos que estos retiran esos años. 37 4. En este punto es emblemático el manifiesto del mercado . que escribe Roberto Jacoby en «Experien- También es cierto que actualmente, cias 68», Instituto Di Tella, dirigido, según con una industria de la historieta inexis- su autor «al reducido grupo de creadores, si- tente, no tiene ningún sentido pensar en muladores, críticos y promotores, es decir, a herejías los que están comprometidos por su talento, cuáles son las posibles de sus su inteligencia, su interés económico o de lectores sino en directa –¿y nostálgi- prestigio, o su estupidez a lo que se llama arte ca?– referencia al pasado. de vanguardia. A los que metódicamente vol. 5, no. 20 219 Laura Vazquez buscan darse en Di Tella el baño de cultura, El campo de sus anécdotas coincide con el lu- al público en general» (Sarlo, 2001: 459). gar donde el antropólogo realiza su trabajo de 5. Las causas más inmediatas de esta nueva campo. Mundo rousseariano, educativo, no oposición serán el cierre de todos los canales por la exactitud de su documentalismo –aun- de participación, la censura, la intervención que sus historias resultan siempre verosími- universitaria, la violenta represión, el ajuste les–, sino por la intención, que descubre económico y la crisis ya evidente del régi- siempre la humanidad del otro y nos introduce men del onganiato. la idea de un igualitarismo básico entre cultu- 6. Jorge Rivera analiza el fenómeno bajo el título ras extrañas» (Masotta, 1968). «¿Del “boom” al “crash”?» (Rivera, 2000: 153). 13. Mientras que en 1967 el total de ejemplares 7. En el capítulo «1969: la historia en directo», vendidos ascendía a 21 millones, en 1974 el la autora –a partir de la reconstrucción de dos volumen de ventas alcanzaba los 45,7 millo- acontecimientos, el cordobazo y la llegada nes de ejemplares (Rivera, 1989). del hombre a la luna– da cuenta del modo en 14. A mediados de la década del sesenta las gran- que la televisión construyó los acontecimien- des editoriales sacan del mercado las revistas tos históricos contemporáneos hasta trans- semanales de historietas para remplazarlas formarse en su componente activo (Varela, por la fórmula editorial de los mensuarios. 2005: 227-265). Esta estrategia estuvo vinculada a la caída en 8. Al respecto ver las conclusiones que arroja las ventas de los ejemplares semanales. Ana Longoni y Ricardo Santoni sobre esa 15. Demandaría todo un capítulo desarrollar este experiencia (Longoni y Santoni, 1998). tema por eso acoto las referencias en este 9. En el caso de la literatura, como nota al mar- punto. gen, cabe decir que Manuel Puig a partir de la 16. El reportaje fue publicado por primera vez en década del sesenta haría de la invasión de los una versión abreviada en Trillo, Carlos y géneros narrativos altos por los bajos todo Guillermo Saccomanno: «Historia de la his- un programa estético. torieta argentina», Editorial Récord, Buenos 10. Y en este sentido es que puede seguirse a Aires, 1980. La reproducción completa de la Ginzburg cuando señala que «de la cultura grabación ha sido recientemente editada en de su época y de su propia clase nadie escapa, el libro «Oesterheld en primera persona», La sino para entrar en el delirio y en la falta de Bañadera del Cómic, Buenos Aires, 2005. comunicación» (Ginzburg, 1991: 22). 17. Juan Sasturain. Entrevista realizada por la 11. La idea de esta doble invasión me incita a autora. pensar en otra producción –esta vez cinema- 18. En 1964 se funda en Francia la Sociedad de tográfica– en donde la combinación medios, Estudios e Investigaciones de Literaturas Di- arte y política es evidente. Se trata de la pelí- bujadas, y un año después, en Italia, se lleva a cula «La invasión» (1969) dirigida por Hugo cabo el primero de los hoy célebres Congre- Santiago y guionada por Bioy Casares y Bor- sos Internacionales de Lucca en donde se en- ges. Este filme de culto, que en su estreno trega el premio Yellow Kid a la mejor pasó por las salas casi inadvertido, ha sido producción de comics. muchas veces analizado por la crítica como 19. Seguramente esta experiencia llevada a cabo «un filme no comprendido por su época». fundamentalmente por el guionista de histo- Exactamente lo mismo se llegó a decir de «El rietas Héctor Oesterheld puede ser vinculada Eternauta» de 1969. Ambas obras son de en distintos aspectos con los ejercicios que vanguardia. Lo curioso es que una fue consu- llevan a cabo figuras como Raymundo Gley- mida por el público de Gente y la otra por la zer –en el caso de la televisión– Rodolfo élite cultural argentina. Me interesa dejar es- Walsh –en el caso de la literatura y el perio- crita esta problemática, aunque no pueda de- dismo alternativo– y por último el grupo sarrollarla sino en futuras incursiones. Cine de Base liderado por Solanas y Gettino. 12. Como ejemplo sirve el lugar que Oscar Ma- Estas relaciones serán desarrolladas en mi te- sotta en su libro «La historieta en el mundo sis en curso. moderno» (1968) le otorga al autor. Cito: «un 20. Juan Sasturain sostiene a propósito del traba- indio enemigo nunca es absolutamente malo: jo de Breccia: «Hay un preciso momento en a lo que es lo mismo, nunca falta, y aún en me- que, acaso sin saberlo, Breccia se sorprende- dio de la violencia de la lucha, una reflexión rá buscando, dará un paso en una dirección que descubra la humanidad del enemigo [...]. cualitativamente diferente y, a los cuarenta 220 REVISTA LATINOAMERICANA DE ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIETA La invasión (1969). Medios, vanguardia y política años, abrirá una puerta definitiva. Es cuando profesional– marca significativamente su ca- tropieza con los textos de Oesterheld» (Sas- rrera como guionista. turain, 1995). 29. En este punto, para un futuro trabajo de mi 21. Cabe decir que luego de estas obras es cuan- tesis, me interesa poner en relación las estra- do Oesterheld comienza su militancia en tegias de escritura de Rodolfo Walsh y Héc- Montoneros, y tras ellas cuando Breccia se tor Oesterheld. Me parece que esta comparación exilia en Europa. puede resultar útil en el debate sobre los es- 22. Dejo para futuras exploraciones una compa- critores y la industria cultural. ración entre «El Eternauta» de 1957 el de 30. El último «Eternauta» se inicia en la revista 1969 y el de 1976. Skorpio (libro de oro, número 1, diciembre 23. No diría lo mismo del viejo Breccia puesto de 1976) y finaliza luego de 27 episodios, en que sus condiciones de producción para la el número 41 (abril de 1978) de la mano de realización de esta historieta como muchas otros guionistas cuando Oesterheld ya estaba otras tuvo motivos muy distintos a los que desaparecido. En numerosos reportajes y guió la trayectoria de Oesterheld. Se reco- charlas Solano López hizo referencia a la ra- mienda ver el filme «Breccia por cuatro» del dicalidad del guión de Oesterheld en esta his- director Marcelo Schapces (1988). toria. 24. De hecho, podría plantearse que existe una 31. Oesterheld hacía entregas por correo o las escritura de la escritura, ya que los análisis enviaba de la mano de distintas personas: a más actuales no sólo se centran en aquellos veces, irrumpía en la redacción, camuflado, años, sino en lo que se escribió en la etapa in- desorientando a los editores y demás colabo- mediatamente posterior. radores de la publicación. Sobre este punto 25. Durante la etapa inmediatamente posterior a ver: «HGO» (1998). Reconstruyo para estos la dictadura que finalizó en 1983 prolifera- datos fuentes y entrevistas realizadas perso- ron los intentos por develar distintos aspec- nalmente para mi tesis. tos de la historia reciente. En ese contexto se 32. La bibliografía sobre Oesterheld coincide en prestó particular atención a lo que pudiera señalar el 27 de abril de 1977 como el día de ser interpretado como alguna forma de re- su secuestro. Diversas fuentes dicen que fue sistenciaaladictaduratantodesdeelpunto en La Plata, pero no hay unanimidad. Tam- de vista de las producciones alternativas bién se ha concluido que estuvo preso al me- como desde el punto de vista de las prácticas nos hasta enero de 1978, según testificó sociales implicadas. Proyecto de investiga- Eduardo Arias, el último argentino vivo en ción Ubacyt «Cultura, medios y dictadura: verle, en un «estado terrible» (García y Ostu- memorias en conflicto», dirigido por Mirta ni, 2002: 140). «Se cree que murió en Merce- Varela. des, población bonaerense cercana a la capital 26. Se recomienda especialmente a propósito del porteña, en el primer trimestre de 1978» (Mo- tema: Sarlo, 1987. ral Bordel, Javier. en revista digital Tebeosfe- 27. A este efecto, habría que incluir la cuestión ra, número 021005, España, 2003). de los usos de distintos géneros discursivos 33. Me interesa trabajar en mi futura tesis el si- (Bajtín, 1982), ya que la elección de cada gé- guiente problema, que creo que vale aquí de- nero discursivo no es inocente. Hay tomas de jar planteado. En las entrevistas a historietistas posición detrás de cada preferencia y distin- que realicé muchas veces asoma la idea de que tos efectos de sentido. ¿Por qué Oesterheld Oesterheld «vivía la vida como sus guiones» o eligió como sistema de escritura la historieta que sus guiones «reflejaban su vida». Excep- en lugar de la literatura? es una pregunta que cionalmente, se alude a la militancia como se orienta en esta dirección. proyecto político del autor. 28. Habría que desarrollar otro ensayo sobre la 34. Estas figuritas de ciencia ficción –en donde relación de Oesterheld con el mercado de hay astronautas argentinos librando una lu- historietas, sólo basta decir aquí que el autor cha en el espacio para la liberación del tercer había dado sus primeros pasos como narra- mundo– reconstruían críticamente un imagi- dor de cuentos infantiles y crónicas de divul- nario del alunizaje y más ampliamente el dis- gación científica. En más de un reportaje curso dominante tecnocientífico al vincular Oesterheld señaló no ser un lector de histo- estas experiencias con acontecimientos como rietas, sino de literatura. Este pasaje de posi- el cordobazo y las propuestas revoluciona- ciones –del lector cultivado al narrador rias de finales de la década del sesenta. vol. 5, no. 20 221 Laura Vazquez 35. Siguiendo a Sarlo, frente a esta posibilidad Grossberg, L.: «Re. Placing Popular Culture», en habría un único obstáculo irreductible: las Redhead, Steve (ed.): «The Clubcultures Rea- desigualdades económicas. En sus palabras der. Readings in Popular Culture Studies», «todas las desigualdades son subrayadas en Blackwell, Oxford, 1997 (traducción de Li- el mercado simbólico» y frente a esa desi- bertad Borda). gualdad ninguna homogeneización cultural Hall, S.: «Notas sobre la deconstrucción de lo po- –o neopopulismo hegemónico– tiene éxito pular», en: Samuel, Raphael (ed.): «Historia (Sarlo, 2003). popular y teoría socialista», Crítica, Barcelo- 36. Es interesante la perspectiva de Lawrence na, 1984. Grossberg: «demasiados trabajos dentro de «HGO»: filme de Víctor Bailo y Daniel Stefane- los estudios culturales siguen ubicando a la llo. Buenos Aires, 1998. cultura popular dentro de dos economías nor- Longoni, A. y M. Mestman: «Del Di Tella a “Tu- mativas binarias [...]. Los críticos dividen la cumán Arde”. Vanguardia artística y política cultura popular, identificando formas especí- en el 68 argentino», El Cielo por Asalto, Bue- ficas como resistencia y relegando todas las nos Aires, 2000. otras a un mainstream cultural en el que son Longoni, A. y R. Santoni: «De los poetas maldi- contenidas por las estructuras de poder exis- tos al video clip. Arte y literatura de van- tentes» (Grossberg, 1997). guardia», Ediciones Cantaro, Buenos Ai- 37. Cuando Beatriz Sarlo hablaba del uso adap- res, 1998. tativo de Michel de Certeau en su conocido Masotta, O.: «La historieta en el mundo moder- artículo «Retomar el debate» aludía a un «es- no», Paidós, Buenos Aires, 1968. cenario optimista donde algunos capítulos de Rivera, J.: «El escritor y la industria cultural», “Arts de faire” sirven para conclusiones casi Atuel, Buenos Aires, 2000. triunfalistas y un poco moralizantes» (Sarlo, Romano, E.: «Apuntes sobre cultura popular y pe- 2003: 216). La pregunta es: ¿qué ha quedado ronismo», en AA.VV.: «La cultura popular del de ese optimismo y de esos usos desviados? peronismo», Cimarrón, Buenos Aires, 1973. Sarlo, B.: «La batalla de las ideas (1943-1973)», Ariel, Buenos Aires, 2001. Bibliografía —: «Tiempo presente. Notas sobre el cambio de AA.VV.: «La historieta mundial. Catálogo de la una cultura», Siglo XXI, Buenos Aires, 2003. Primera Bienal Mundial de la Historieta», Escuela Panamericana de Arte e Instituto Di —: «Ficción y política. La narrativa argentina du- Tella, Buenos Aires, 1968. rante el proceso militar», en: Balderston, Da- —: «Oesterheld en primera persona», La Bañade- niel y otros, Alianza, Buenos Aires, 1987. ra del Cómic, Buenos Aires, 2005. Sasturain, J.: «El domicilio de la aventura», Co- Ávila, F.: «Oesterheld y nuestras invasiones ex- lihue, Buenos Aires, 1995. traterrestres», Rebrote, Buenos Aires, 2003. 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H.G. Oesterheld: maestro de los sueños 5 De Patoruzito a Evita

Andrés Ferreiro, Fernando García, Hernán Ostuni, Luis Rosales, Rodríguez Van Rousselt Investigadores, Bañadera del Cómic, Buenos Aires, Argentina

Resumen Es esta la época donde la producción de HGO es menos conocida la necesidad de procurarse una mejora económica hace que diversifique su producción en trabajos de menor relevancia. Incluso se traslada a Chile, donde deja un fuerte recuerdo, que profesionales de ese país reviven para esta obra. De este lapso se destaca, indudablemente «Vida del Che», con dibujos de Alberto y Enrique Breccia.

Abstract This is the time when the production of HGO is less known; the necessity to get an economic impro- vement makes that he diversifies its production in works of smaller relevance. He even moves to Chile, where leaves a strong memory, that professionals of that country revive for this work. Of this period undoubtedly «Life of the Che», with art of Alberto and Enrique Breccia, stands out.

Por los pagos de Patoruzú bor de HGO en Quinterno se circuns- cribiría al emprendimiento que el hijo El 9 de agosto de 1962 la excelente de Quinterno, también Dante de nom- revista de aparición semanal Patoruzito bre, realiza en 1971 con la aparición de (no. 867) traía en su portada un dibujo Patoruzito Escolar (no. 1, 26/3/71), pu- del notable brasileño João Mottini que blicación destinada a integrar el seg- se repetía en tamaño más pequeño en la mento infantil-didáctico, compitiendo página 20, sirviendo de ilustración para con Billiken y Anteojito.EnPatoruzito un cuento, rotulado «Whisky falso», Escolar Oesterheld produce la histo- por Héctor G. Oesterheld. Es este el rieta «1827: ¡ataque a la Patagonia!», contacto más remoto que hemos encon- con dibujos de Carlos Roume. Desgra- trado de la labor de HGO en la Editorial ciadamente la corta duración de la re- Dante Quinterno. Pocos meses des- vista (cinco números) deja inconclusa pués, en el no. 74 (2/63) de Hora Cero la serie. Extra!, el mismo argumento, con leves En el no. 1 de la revista encontramos modificaciones, se adapta a la historie- «Tina», una historieta en colores, a una ta, bajo el título de «Herida mortal», página, sin mención de guionista. Los con dibujos de Leopoldo Durañona. dibujos tienen la firma de Noemí Blind. Más allá de ese hecho puntual, la la- Si no hubiésemos encontrado en los ar- vol. 5, no. 20 223 A. Ferreiro, F. García, H. Ostuni, L. Rosales, R. Van Rousselt chivos de HGO el guión que reproduci- y edificios más característicos de la ciu- mos y que extrañamente remitiría a otro dad, entre ellos el obelisco. Su guari- personaje del guionista –Charlena– di- da-laboratorio está construida bajo tie- fícilmente integraría Tina el universo rra, manejando desde allí al monstruo de personajes de Oesterheld que aquí metálico. La intención del malvado sa- presentamos. bio es lograr que ante su demostración de poderío el gobierno claudique y los Trabajos no publicados bancos entreguen todos sus fondos, ante la amenaza de hundir bajo tierra el La vinculación de Oesterheld con la hospital de niños. Editorial Quinterno, de acuerdo con En las sinopsis posteriores desapa- testimonios y escritos encontrados en rece la figura del sabio bueno, quedan- sus archivos, comprende no solo lo ya do todo como obra del sabio maligno. apuntado. La Editorial en determinado También desaparecen y se modifican momento le compra guiones de tres o situaciones que no son juzgadas con- cuatro episodios de «Patria vieja», que venientes por la editorial, ya sea por luego no utiliza. También el guionista resultar poco creíbles o forzadas o por presenta episodios de «Ernie Pike», que no coincidir con la idiosincrasia de los no tienen acogida, y que luego serán personajes tan cuidada por Dante utilizados en Top. Quinterno. En una de las notas de ob- Para Grandes Andanzas de Patoruzú servaciones aludidas se lee lo siguien- encara un episodio del cacique tehuel- te: «A fin de seguir ambientando al che; idas y venidas quedan registradas guionista se transcriben unas acota- en cuatro sinopsis que HGO presenta a ciones hechas por el señor Quinterno consideración de la dirección de la re- sobre la síntesis presentada: “El loco vista, cada una de ellas atendiendo a los autor del descalabro tiene que vivir en cambios requeridos por ella, cambios la superficie. Escondido tras la másca- que se certifican en dos notas de obser- ra de un inocente ciudadano. Pero se vaciones, una de ellas firmada por Ma- traslada a su laboratorio secreto bajo riano Juliá, estrecho y antiguo colabo- tierra usando un sótano o túnel del rador de Quinterno. tiempo de la colonia en una vieja igle- El nudo argumental del episodio –ti- sia o casa histórica de San Telmo. tulado «El obelisco encoge»– gira en (Estudiar esto. Todavía existen lugares torno a lo que un sabio ha logrado in- en Buenos Aires que pueden dar naci- ventar y construir: un robot-topadora miento a la fantasía y crear el clima pa- (el Ratorobot) que el inventor, altruista, ra resolver este punto importante del quiere utilizar para abaratar la construc- argumento: el lugar usado por el ma- ción de viviendas para los pobres. Un niático para rodearse de la impunidad ayudante, malvado y ambicioso, se ha- necesaria y lograr pacientemente y con ce de los planos y construye, a escala los medios apropiados instalarse ade- diez veces mayor, un nuevo ejemplar cuadamente en su mundo subterrá- del Ratorobot y lo utiliza amedrentando neo). Si no vive en la superficie, se es- a los habitantes de Buenos Aires, hun- trechan mucho los límites de la acción diendo en el terreno a los monumentos a desarrollarse. El acceso inclusive pa- 224 REVISTA LATINOAMERICANA DE ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIETA H.G. Oesterheld: maestro de los sueños ra Patoruzú se hará difícil de resolver porque no se trata de que antojadiza- mente y por comodidad del argumen- tista elija un lugar caprichoso, cave y ¡oh, casualidad! acierte con el túnel de acceso. Pero sí resulta lógico y hasta mucho más interesante que el segui- miento de sus pasos lo lleve a Patoruzú a la boca de su cueva. Inclusive el per- sonaje resulta más siniestro y con con- tornos altamente sugestivos si se ocul- ta tras la inocente figura de un ciuda- dano honorable. La fórmula de la piel de oveja siempre surte efectos. Este si- niestro personaje, con paciencia y la- boriosidad de hormiga, durante años ha construido sus túneles, su laborato- rio, etc. Ha armado pieza por pieza al monstruo Ratobot, tiene un equipo de zombies fieles y fanatizados que lo ayudan, medios económicos que de- berán creársele y un profundo conoci- miento de la electrónica que lo ha lle- vado a la realización de la monstruosa organización subterránea que hoy po- see. Por eso un viejo convento (hoy iglesia) puede ser ideal, por la impuni- dad que ofrece. Patoruzú es atraído por el científico y es su fortuna la que fi- que toda esta parte del episodio la edi- nancia la obra destructora del manía- torial le sugiere a Oesterheld despren- co. Esto agrega también una fuerte do- derla y utilizarla para otro con destino sisdeinterésalatrama.¡Patoruzúsin a Correrías de Patoruzito, lo que en saberlo y creyendo que apoya una obra definitiva el argumentista realiza, de de bien es la fuerza motriz de todo ese acuerdo con una quinta sinopsis en- dislate!”». contrada, con el protagonismo de Pa- En la primera versión una lau- toruzito e Isidorito bajo el título de «La cha-robot –creación del sabio bueno– laucha sonriente» y ambientando el conducía a Patoruzú, Upa e Isidoro episodio en un circo, siendo la laucha hasta el laboratorio del investigador. creación de un payaso. Tal laucha era un prodigio: hacía mue- Pese a los cambios realizados, tanto cas, cantaba, se reía, tenía una inteli- «El obelisco encoge» como «La lau- gencia descomunal. Por indicaciones cha sonriente» no tuvieron la suerte de marginales efectuadas sobre el escrito ver la luz en las clásicas revistas de presentado por HGO, se desprende Quinterno. vol. 5, no. 20 225 A. Ferreiro, F. García, H. Ostuni, L. Rosales, R. Van Rousselt Editorial Dayca: un nombre para ria en trenes y colectivos decide incur- la aventura argentina sionar en el mundo de la historieta. Coincide la idea con la circunstancia Agosto 1964. Una pequeña editorial del casamiento de la hija del señor Ca- –propiedad de los señores Cabaleiro y baleiro, quien decide dejar a cargo de su Bucchieri– dedicada a la publicación de yerno, doctor Hugo N. D’Aquila –entu- libros de entretenimientos, cocina y siasta de la historieta e impulsor de la magia con destino a la venta ambulato- idea– la planificación y desarrollo del proyecto, que nace con el afán de com- petir con las revistas mexicanas que sa- turan los kioscos. El nombre de la edi- torial –Dayca– se correspondía con las dos primeras letras de cada apellido. Convocan a Eugenio Zoppi, quien llama a un gran número de colaborado- res, algunos ex ayudantes del maestro –que en el futuro darían que hablar– y otros profesionales ya consagrados: Meier, Marchione, Mandrafina, Mu- ñoz, Macagno, Lalia, De la Fuente –jo- ven promesa prematuramente falleci- do– Lito Fernández (firma A.A.Fer- viet), Pedro Bass, Amadeo Ábalo, Nés- tor Peña y García Murillo. A ellos se agregan los consagrados Alberto Breccia, Luis Destuet y Pérez D’Elias, participando obviamente el mismo Zoppi (que en algún caso firma- ba como Nicolaos), HGO y otros guio- nistas, y la letrista oficial de las publica- ciones Delia Zoppi, esposa de Eugenio. Todos ellos se nuclean bajo el sello Estudio Espartaco (E. Zoppi-Ramos Mejía). Dos son las publicaciones que lide- ran el conjunto: Bird-Man y Future- man, presentando a sendos superhé- roes, nacidos por indicación del editor, concebidos por Zoppi en diseños de trajes y accesorios y entregados a HGO para insertarlos en el mundo de los superhéroes, probando un género que aún no ha abordado. Las revistas acompañan las historietas con figuri- 226 REVISTA LATINOAMERICANA DE ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIETA H.G. Oesterheld: maestro de los sueños tas en colores siguiendo el programa tura nacional. Allí HGO realiza varios escolar del mes. unitarios para sus distintas publicacio- También hay guiones de Oesterheld nes. A modo de ejemplo diremos que para la revista Hazañas de Guerra y colabora con la revista de historietas de otro personaje suyo, Monolo, dibujado guerra U-2, pero crea también dos se- por Alberto Breccia, da otro título a la ries: Ronnie Lea «El Muertero» y editorial, completándose el elenco de Jimmy «Tornado» Salas. revistas con Rutas Salvajes, Aventuras La primera se trata de un western, Irreales, Imperio del Oeste y Entreteni- con el protagonismo de un justiciero landia. También se publican cuentos criado por los indios navajos, que con infantiles. la ayuda de sus amigos el sargento Casi exactamente un año después de Cross y Marduke Barney pelea por im- comenzar el emprendimiento –septiem- poner el orden en el salvaje oeste. Sus bre de 1965– la editorial debe cerrar sus aventuras se publican en la revista Far puertas, debido más a un colapso en la West (1967), teniendo como principal distribución que a una baja cifra de dibujante a Germán Gabler. ventas. En la segunda el protagonista es un corredor de automovilismo, girando el Oesterheld en Chile: aventuras argumento en torno a las alternativas tras la cordillera de tan particular mundo. Iniciada en el quinto número de la revista Ruta 44, Uno de los períodos menos conoci- sus dibujantes son inicialmente Her- dos y tal vez con mayores confusiones nán Jirón y el argentino Eugenio Zop- en el conocimiento de la obra de Héctor pi, alternándose, y posteriormente Germán Oesterheld fue el que corres- Germán Gabler. ponde a su paso por el país hermano. La otra editorial con la que colabora Si bien fue el mismo HGO el que die- activamente es Lord Cochrane, más ra pistas sobre algunas de sus obras, el precisamente en la revista El Pingüino, armado de este capítulo se logró gracias dirigida en esos momentos por Alberto a la colaboración de investigadores del Vivanco, donde da a conocer «Crónicas cómic chileno como Jorge Montealegre de Hueso Pelado», inicialmente con di- y Eric Cristian Díaz, y fundamental- bujos de Pérez D’Elias, continuándolo mente a la de quienes trabajaron con él Eugenio Zoppi. en forma directa y han dejado su testi- También en esta revista ven la luz monio escrito en otra parte del libro. otras dos creaciones poco conocidas: Ellos son José Palomo, Hervi y Carlos «Satanka», nombre que fuera usado co- Alberto Cornejo. Gracias a todos ellos. mo alter ego de Charlena (personaje de Oesterheld decide su viaje a Chile HGO publicado en un suplemento de la luego de terminada su aventura con revista Karina) con dibujos de Lito Fer- Frontera, hacia fines de la década del nández, quien también realiza «Apren- sesenta; allí, además de intentar colocar diz de brujo». su material, empieza a colaborar con la En esa revista chilena HGO escribió Editorial Zig-Zag, que había comenza- «Cuentos del Corrientes», narrando las do a publicar sus propios comics de fac- cómicas desventuras de un marginal. vol. 5, no. 20 227 A. Ferreiro, F. García, H. Ostuni, L. Rosales, R. Van Rousselt Para referirnos a este período, ex- dibujos de Eugenio Zoppi, que aquí traemos parte de un artículo sobre la presentamos en exclusiva. También re- mencionada revista, publicada en una producimos fragmentos de las otras nota general sobre la historia del cómic historietas insertas en esta maqueta chileno: (¿de HGO?). «...Entre los colaboradores extranje- ros, nos parece de gran interés destacar El Che, los Beatles y Evita la participación del guionista argentino Héctor Germán Oesterheld, cuyas his- «Vida del Che» torietas fueron ilustradas por Hervi En 1968 la Editorial Jorge Álvarez (“La comida del gato”) o en conjunto pone a la venta con este nombre el pri- por Alberto Vivanco y José Palomo mer libro –que por ser en rústica, conte- (“La venganza de Cándido Fonseca”)...». ner historietas y tener 70 páginas, más Una visión complementaria la expre- se asimila su imagen a una revista– de sa Carlos Alberto Cornejo, revelando la la Colección Biografías, que prometía intencionalidad de que HGO colabora- para sucesivos números dar a conocer ra en una revista humorística: la vida de varios notables americanos: «...Discurrimos un plan audaz: trans- Sandino, Tupac Amaru, Pancho Villa, formaríamos la revista de humor El Facundo Quiroga, Getulio Vargas, Juan Pingüino, que Vivanco supervisaba pa- Manuel de Rosas, Evita, José Martí, ra la editorial Lord Cochrane, introdu- John F.Kennedy, José de San Martín, ciéndole historias de Héctor, disimula- Fidel Castro, Simón Bolívar. damente..., hasta convertirla en Territo- Parte de la edición es secuestrada, rio Oesterheld». junto con otras obras de orientación iz- Pero los tiempos se volvieron negros quierdista que edita la editorial, siendo y, ya a un lado y otro de la Cordillera, difícil conseguir ejemplares. Posterior- los sueños y los proyectos se volaron al mente se edita en España (Ikusager, exilio o se tiñeron de rojo sangre. 1987) y es reditada en Argentina (Ima- ginador, 1997). Naufragio de un proyecto «Los de Liverpool» Hacia fines de la década del sesenta También en 1968 la Editorial Hache- Héctor Oesterheld, Alberto y Enrique dé, para su colección Historias de Hoy Breccia pergeñan la creación de una re- en Historieta hace conocer un trabajo vista de divulgación a nivel infantil. La que HGO y Rubén Sosa habían realiza- misma llevaría por nombre Kontiki, do dos años antes. En él se cuenta, en marcando de esta forma el perfil de la veintisiete páginas netas de historieta, publicación. la evolución de los Beatles, actualizado LarevistaseeditaríaenChile,pero a la fecha de publicación en las últimas naufraga el proyecto. Entre los restos siete páginas, dibujadas por Dalfiume. del mono de presentación rescatados Las primeras veinte páginas concluyen del olvido se encuentra esta verdadera cuando Ringo Starkey se incorpora al curiosidad, desconocida hasta ahora: conjunto. La página veintiuno se inicia una entrega del «Indio Suárez», con con un cartucho que reza: «Lo sucedido 228 REVISTA LATINOAMERICANA DE ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIETA H.G. Oesterheld: maestro de los sueños

en las páginas anteriores fue escrito en agota uno de los últimos temas que gra- el año 1966. Han pasado dos años. Den- baron: “Hey Jude”». tro de unas semanas se estrenará la últi- El trabajo tiene características muy ma película que hicieron: “Submarino particulares: utiliza fotografías, colla- amarillo”; y en las casas de discos se ges, anuncios en forma de separadores vol. 5, no. 20 229 A. Ferreiro, F. García, H. Ostuni, L. Rosales, R. Van Rousselt

con letras de inspiración sicodélica de abortar el proyecto, y los autores abando- difícil lectura, párrafos enormes de in- nan la tarea iniciada. En 1970 otro editor formación, algunos con letra muy redu- le acerca a Breccia un guión escrito por cida, se intercalan fotografías a toda pá- un periodista –Luis Alberto Murray– y gina; el relato concluye cuando el con- esta obra sí termina siendo editada, aun- junto inglés cumple los ocho años de que es un fracaso comercial. creciente vigencia. En mayo del 2001, estando Javier Doeyo investigando los archivos de «Vida y obra de Eva Perón» Alberto Breccia a fin de encontrar un El 26 de julio de 2002, coincidiendo capítulo de «Buscavidas», encuentra el con el 50º aniversario de la muerte de guión original de HGO. Eva Perón, Doeydores pone a la venta Partiendo de los dibujos realizados por esta obra, de curiosas características en Breccia en 1970 –tomados de un ejem- su elaboración, de acuerdo con lo expli- plar impreso, mejorados con la ayuda de cado por el mismo editor, Javier Doeyo. los modernos programas de gráfica para Cuando en 1968 se da a conocer «Vida computación– adecuando el guión en lo del Che», Oesterheld prepara un guión necesario (en 1968 el destino del cadáver para la misma colección, sobre la vida y embalsamado de Evita era una incógni- obra de Evita, comenzando Alberto ta), se consigue rescatar una obra que se Breccia a realizar los dibujos. Al ser se- presumía –equivocadamente– se había cuestrado el primer libro, el editor decide realizado, pero que nadie había visto. 230 REVISTA LATINOAMERICANA DE ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIETA H.G. Oesterheld: maestro de los sueños

PALABRA DE OESTERHELD

Con referencia a Patoruzito Escolar

Una vez desaparecida la revista, y a pósito de ir publicando una serie de pedido del director, Dante Quinterno grandes autos (debió decírsele al lector (h), Héctor Oesterheld hace un estudio que las coleccionara). Se pudieron al- pormenorizado de ella. ternar ilustraciones atractivas para otros sectores del público lector, parti- Analizo en primer lugar la presenta- cularmente las nenas (artistas de cine y ción general (tapas, contratapas, dia- televisión, cantantes, etc.). gramación, ilustraciones, tipografía, Diagramación: buena. Variada y mo- impresión); estudio luego el contenido derna. El exceso de texto no debe acha- (distribución del material, edad, didác- cársele, ni la elección final de las ilustra- tica, cultura general, cuentos, historie- ciones. Tuvo el defecto de confundir a tas, entretenimientos); extraigo por últi- veces calidad con seriedad; en una revis- mo las conclusiones y hago breves con- ta infantil, por más didáctica que sea, de- sideraciones sobre el equipo responsa- be de haber travesura, gracia. Una dia- ble de la revista. gramación alegre puede dar vida y tor- nar atractiva la más plomo de las notas. I. Presentación general Ilustraciones: excelentes. En las ilus- Tapas: buenas. Tienen el mérito im- traciones y en las historietas el dibujo se portante de diferenciarse netamente, mantuvo en muy buen nivel (más ade- por el estilo y composición, de las tapas lante analizo las ilustraciones didácticas de la competencia. Dibujo simpático, según su mayor o menor funcionalidad). de calidad excelente; están en el clima Tipografía: moderna, agradable, de justo de una revista dedicada al escolar. fácil lectura. Un cuerpo mayor la hubie- No las califico como óptimas porque ra mejorado aún más. En el primer nú- les falta impacto; las hubiera preferido mero (p. ej. nota «Mirage») se jugó desarrollando algún gran tema infantil muy bien con las negritas y las bastardi- y menos parecidas entre sí: ninguna de llas, aligerando así los bloques de texto, las tapas publicadas se individualiza en pero después de abandonó la práctica. el recuerdo. (En la tapa del número cin- Impresión: buena. Aunque por el sis- co se insinuó un cambio: es la mejor de tema usado (o por el papel y las tintas, no todas). soy técnico) los colores resultaron apa- Contratapas: buenas. Pero exclusiva- gados; no se llegó a la fiesta visual que mente dedicadas al chico tuerca, y con debe de ser una revista infantil con todas el defecto de que no se declaró el pro- las páginas a cuatro colores. vol. 5, no. 20 231 A. Ferreiro, F. García, H. Ostuni, L. Rosales, R. Van Rousselt didácticas de Billiken ydeAnteojito ca- si siempre pueden aprovecharse como figuritas para pegar en el cuaderno. La misma necesidad estética impuso por otra parte epígrafes demasiado breves, con poco o ningún gancho. Resumiendo: aunque se tuvo el méri- to de dar vida en los textos a temas ári- dos de por sí (con lo que se lograron claras ventajas sobre la competencia) el esfuerzo fue desperdiciado porque el otro gran elemento de todo material di- dáctico, la ilustración, resultó escasa o inadecuada (repito: la calidad de las ilustraciones fue excelente, pero se las usó mal). Cultura general: regular. Adolece del mismo defecto que la didáctica: exceso de textos. Con más aire pudo ser mucho II. Contenido más eficaz; también aquí el criterio es- Distribución del material: equivoca- tético predominó en la elección de las da. Es muy poco un 30% de material di- ilustraciones, con olvido de que notas dáctico para una revista que aspira a im- de cultura general deben de ser eminen- ponerse como auxiliar del alumno. Se temente periodísticas (mapas y tablas debió estar lo menos en un 60%. cronológicas que ubiquen, fotos que di- Edad: equivocada. Se procuró que el gan cosas, etc.). Textos en general vi- centro de gravedad estuviera en el vos y dramáticos no fueron acompaña- cuarto grado, pero en la práctica resultó dos por ilustraciones adecuadas. Los una revista para sexto y séptimo grado, defectos apuntados no invalidan la in- sino más. clusión de elementos de cultura general Didáctica: regular. No sólo por las en Patoruzito Escolar; por el contrario, pocas páginas que se le asignaron; tam- la cultura general debió de ser uno de bién por la realización. Si bien los tex- los caballitos de batalla de la revista: al tos fueron cuidados al máximo y se dar información extraescolar la revista buscó siempre el ángulo entrador, se ca- contribuía de manera muy especial al yó en exceso de extensión, con detri- desarrollo intelectual completo del chi- mento de las ilustraciones. Que, a su ve, co, algo que pocas veces hicieron las re- fueron elegidas en general con criterio vistas de la competencia. estático y no didáctico; son muy pocas Cuentos: buenos. Con el defecto ge- en cada número las ilustraciones pasi- neral del desequilibrio entre textos e bles de ser recortadas por el lector. De- ilustraciones, sobre todo en «Tina» y en fecto grave en que no incurre la compe- «Juanjo». En lugar de la adaptación de tencia; aunque en muchos casos infe- Dickens hubiera preferido relatos com- riores a las nuestras, las ilustraciones pletos, en la línea de los grandes cuentos 232 REVISTA LATINOAMERICANA DE ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIETA H.G. Oesterheld: maestro de los sueños infantiles. También me hubiera gustado co inadecuado y sólo discretos elemen- en «Pepín Cascarón» un texto más gra- tos de atracción. Esto no es todo: de la cioso y algún pequeño hilo argumental. comparación con las revistas de la com- Historietas: buenas. Alguna excelen- petencia surgen dos carencias muy se- te («Oliverio y Colombina»), otras no rias, fundamentales dada la índole tan tanto («Bob Morane»). Con el defecto especial del público infantil: Patoruzito común de ser todas continuadas, en una Escolar no tuvo lámina central ni rega- plaza habituada ya a la completa. Otros los de tapa, como los de Billiken o los defectos son el desarrollo lento (al tar- útiles escolares de Anteojito. Con tama- dar demasiado en entrar en materia las ñas carencias, y no acertando plena- historietas fracasaron en su misión de mente en ninguno de los aspectos bási- gancho) y la ambientación totalmente cos de una revista infantil, Patoruzito extranjera (con la salvedad de «Patoru- Escolar no tuvo argumentos de venta lo zito»). Un elenco mucho más eficaz y suficientemente fuertes como para cap- entrador de historietas pudo estar com- tar a los lectores de la competencia. puesto de una completa larga de «Pato- Algunas consideraciones sobre el ruzito», dos buenas completas cortas y equipo. No me considero autorizado para serias, y una continuada seria de gran analizar el porqué de los errores arriba suspenso, algo así como un «Eternau- apuntados: me incorporé al equipo cuan- ta» para chicos de hoy y aquí. do ya la producción estaba en marcha y Entretenimientos: regulares. Rema- no viví la génesis de la revista (no preten- nidos, en nada diferentes a los que do que hubiera podido ver con tiempo los Anteojito y Billiken vienen repitiendo errores; lo más probable es que también desde siempre. yo los hubiera suscrito. Ya se sabe, es muy fácil pontificar después). Puedo sí III. Conclusiones destacar alguna deficiencia que observé Del análisis de los distintos elementos sobre la marcha: no hubo ensamble entre de Patoruzito Escolar se desprende que: la redacción y la diagramación, con el a. por la presentación general la re- consiguiente detrimento del resultado; vista produce una impresión buena, en debió haber mayor intercomunicación, conjunto netamente superior a Billiken, más discusión entre nosotros. Pero este y mejor también que Anteojito, aunque es, creo, el único defecto que puede acha- esta la supera en alegría. carse al equipo: Patoruzito Escolar fue b. Por el contenido la revista resulta producido por un grupo muy reducido floja en lo que debió ser el puntual más que trabajó, desde la cabeza hasta el ca- sólido: la parte didáctica. En las histo- dete, con una dedicación, un entusiasmo rietas el nivel fue apenas discreto. El y una armonía inusitados en nuestro me- nuevo aporte que trajo, cultura general, dio. Tengo la certeza de que, si las cir- falló por no habérselo presentado debi- cunstancias hubieran permitido la conti- damente. nuación de Patoruzito Escolar, con exac- Sintetizando, Patoruzito Escolar re- tamente el mismo equipo se hubieran po- sulta una revista bien presentada, con dido ir corrigiendo los errores y salvando diagramación, ilustraciones y textos de las carencias, hasta llegar a la gran revista buen nivel, pero con contenido didácti- que fue la aspiración de todos. vol. 5, no. 20 233 A. Ferreiro, F. García, H. Ostuni, L. Rosales, R. Van Rousselt

a propósito de «Vida del Che»

Es uno de los trabajos más importan- su presencia desde septiembre de tes de HGO, no sólo por el tratamiento 1997.Esta última aparición cuenta con lírico del guión, sino por el personaje del un sentido prólogo de Ernesto Sábato. que se ocupa y el vuelo de la historia. La reedición es impecable como bello En contrapunto al traje literario, el objeto de placer estético, a lo que se contenido gráfico de los Breccia, padre agrega la diagramación de elegante me- e hijo, es de una belleza plástica que lo sura de Martín Oesterheld. convierte en un clásico ausente del que Pese a ser diferentes, es difícil optar todos hablan y que pocos conocen. por el resultado personal de cada uno de Gracias a la reedición de Imaginador los artistas, aunque ambos utilicen tra- –titulada «Che»– podemos contar con mas mecánicas, injertos geométricos,

234 REVISTA LATINOAMERICANA DE ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIETA H.G. Oesterheld: maestro de los sueños monocopias, fotos. Es tan equilibrado teriores, pero indudablemente perciben el resultado que conforman una unidad que la historia transitó por esa muerte. en el ensamble. La versión que de ella hace Enrique Siempre me impresionó la muerte impresiona por lo rápida, escueta y a la del Che, acompañada de esa fotografía vez grandiosa en su sencillez. Es una final con la mirada escarchada por la secuencia de cinco imágenes en tres pá- muerte y que recorrió el planeta como ginas, las dos primeras pareadas. En el trofeo de una victoria pírrica. primer cuadro se ve al Che en un ángulo Esa mirada, esa foto, ese descanso pro- de luz, el rostro en sombras que dibujan vocado, lo convirtieron en el icono más el semblante. El cuadro siguiente es una popular durante más de los treinta años aproximación de cámara que muestra acaecidos, transformándolo en un cristo los rasgos serenos ante lo inevitable, in- sin iglesia, en una ofrenda que se da en vitando al asesino a disparar, en un pri- posters, remeras, pequeños retratos que mer plano. La segunda página remplaza multiplican, junto a las estampas de cuan- al ojo de la cámara y va encerrando el do vivía, el mosaico de una presencia po- cuerpo del guerrillero que ordena al derosa. Es probable que los jóvenes ac- ejecutor que dispare. El cuadro inferior tuales no comprendan o sientan total- es un inmenso campo negro que sólo mente la fascinación de generaciones an- deja ver en el centro superior la másca- ra mortuoria del personaje y un centro que es el orificio blanco del disparo. Nada más. Seco. Violento. Simple. La simpleza de lo irremediable. La última y tercera página es la ima- gen que cruzó el planeta. Esa mirada. Pero la gráfica supera al documento fo- tográfico. En medio de los barridos de tinta, la mirada ofrece una promesa, su- pera en esperanza al documento, no es- tá vacía. Es conmovedora. El resto del trabajo denota un acer- camiento muralista a Siqueiros del Breccia joven, un inmenso fresco na- rrativo. Breccia padre tiene a su cargo el pa- sado desde la infancia hasta la Revolu- ción, en uno de los tantos momentos de transición aportando las citadas mono- copias, tramas, geometría y entintado con yilé que ensayara con éxito en «Mort Cinder», su primer campo de búsqueda en la evolución sin retorno. R.V.R. vol. 5, no. 20 235 A. Ferreiro, F. García, H. Ostuni, L. Rosales, R. Van Rousselt

HOMENAJES

Mis encuentros con «El Eternauta» (In memoriam Héctor Germán Oesterheld, 1919 / ¿197...?) por Carlos A. Cornejo*

1 verdadero, dibujado por Solano López. Cuando recuerdo a Héctor G. –y ocu- Al guionista sin nombre se le aparece rre más a menudo de lo que mi pena Juan Salvo de noche en su estudio, y quisiera– caigo en una imagen recu- cuando se pregunta si está ante un fan- rrente. Nos encontramos a ambos lados tasma, el visitante dice: –Podría darte de una mesa estrecha, él ocupa la silla centenares de nombres y no te mentiría. vacía de enfrente, poco a poco, como Todos han sido míos... (El de «El Eter- un hectoplasma (¿Héctor-plasmado?) y nauta» es un gran comienzo. Abierto, yo lanzo su palabra-frase de estupor, misterioso, capaz de sostener la trama esa que ponía en sus relatos cuando un entera que publicó tres veces y con dos personaje chocaba con lo innombrable: variantes; un comienzo –luego sabre- –Pero... mos que es también final– donde se en- Podría ser –y quizás sea– como la frentan un guionista y un personaje primera página de «El Eternauta», el siendo imposible atisbar quién es el au- tor de la historia, o si nos ocultan datos. * Miembro del World Press Institute y de la Aca- Magnífico punto de fuga para una saga demia de Ciencias y Artes Cinematográficas de extraviada en el tiempo...). España. Nominado al Goya de Mejor Guión Podría ser –también– como nuestro 1988, por la adaptación de «El Túnel» de Ernesto Sábato dirigida por Antonio Drove. Ha primer encuentro cara a cara, a ambos publicado veinte álbumes de historietas que lados de una mesa en un salón del sub- fueron traducidos a siete idiomas y aparecen re- suelo del hotel Los Tres Sargentos de señados en el «Diccionario al uso de la historie- Buenos Aires, cerca de Leandro Alem. ta española» de Jesús Cuadrado. En Chile, país donde nació, creó con Alberto Vivanco la tira Era enero de 1965, con 35º a la sombra, cómica «Lolita» (1960-1973) publicada por el él, un hombre con canas prematuras, de diario Clarín (las tiras reproducidas a continua- cuarenta y cinco años. Yo, en plan de ción fueron realizadas por Vivanco, ya que para joven reportero, había cruzado la cordi- éste momento, Cornejo había abandonado la producción de las misma), el cuento infantil llera y lo llamé para entrevistarlo (había «La desaparición del carpincho», dibujado por hecho otro tanto con Divito, Quino, Hervi, y la biografía «Un santo para Chile» Mario Clavel y algunas figuras de tea- (1989), dibujada por Temo Lobos. Ha estrena- tro). Todos me citaron en su sitio de tra- do cinco obras de teatro y cinco libros. Residía en España desde 1973. Falleció en Madrid el 20 bajo. Héctor G. vino a mi hotel. Lector de mayo de 2003. suyo desde hacía siete años, para mí, 236 REVISTA LATINOAMERICANA DE ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIETA H.G. Oesterheld: maestro de los sueños Héctor G. era el más grande guionista Es el poema de «Martín Fierro» replan- de historietas del habla hispana. Sea- teado en el oeste, el soldado desertor mos precisos: el único merecedor de que se amiga con los indios. Tiene un ese título. Yo hacía periodismo y escri- vaquero compinche... me interesaba el bía los textos de una tira diaria de hu- ambiente... mor desde hacía cinco años en Chile, –¿Y «El Eternauta»? pero el guionista de historietas, la men- –Partió como algo entre la novela te detrás de varios ríos de seriales si- «La guerra de los mundos» de Herbert multaneas, era él. G. Wells, y el modo en que la contó Entonces, Lee Falk mantenía vivos a Orson Welles por radio. Si los marcia- «Mandrake el Mago» y «The Phantom»; nos atacan, deben hacerlo donde el lec- Harvey Kurtzman había escrito hasta tor lo note... en Buenos Aires, este caso. hacía poco, de tapa a tapa los textos de la Y no basta poner marcianitos verdes, revista Mad; y René Goscinny era más con antenas... deben ser extraterrestes conocido por «Asterix» que por su co- de horror como los Manos o los casca- piosa obra de director de Pilote.EnBue- rudos. En el fondo, pensé un «Robinson nos Aires, a Héctor G. le había tocado Crusoe», la soledad del hombre rodea- hacer todavía más que a ellos. do no por el mar sino por la muerte... Inventar decenas de personajes y es- (Está escrito: se anticipó a su propia coger sus ilustradores fue lo de menos: historia... Lo leo y me entra un escalo- impuso una profesión y un estilo, editó frío) Y no es un hombre solo. Este tiene más revistas de las que se cuentan con su familia y sus amigos y juega a las los dedos, infundió respeto por la forma cartas en un chalet de Vicente López de expresión de dibujo y texto. Lo ima- ajeno a la invasión que se viene encima. ginaba como ese grabado de Doré don- Queda más consistente, ¿no? de al Quijote, sentado en su biblioteca, Busqué en la memoria una serie bos- lo rodean los espectros de cien esce- cosa: «Ticonderoga», donde nas..., sin embargo, ese día, Héctor G. incluía mapas de Canadá. no tenía sitio de trabajo. No me invitó a –Bueno, de chico leí «El último de su casa de las afueras para evitarme el los Mohicanos» de Fenimore Cooper. tren, explicó. Yo ya la conocía por ha- Es un homenaje, ¿no?... berla perfilado Alberto Breccia en el –¿Y la forma en que cuenta las histo- primer capítulo de la serie «Sherlock rias... el narrador está dentro de la acción Time». Con un toque a lo Alfred Hit- para que sepamos que es su versión yno chcock, Héctor G. se metía en sus histo- una realidad lo que oímos. Eso no pasa rietas o las llenaba de pistas (su casa, su en «Superman», «Batman», ni «Dick hermano, alguna cita de otra revista de Tracy»..., dije. Él puntualizó: la editorial). En el verano del 65 vino a –Cierto... es un truco que inventó mi hotel y sostuvimos un intercambio Conan Doyle. Nunca conocemos a insólito. Sherlock Holmes ¿recuerda? Es más Creí normal principiar con su «Sar- sugestivo que el doctor Watson, con po- gento Kirk», raro por ser un western sin ca imaginación y mucho asombro, nos cowboy. ponga al tanto. Hay mayor intriga si en –Sí, me dijo, pero no es para tanto. un trozo el narrador entiende sólo a me- vol. 5, no. 20 237 A. Ferreiro, F. García, H. Ostuni, L. Rosales, R. Van Rousselt misa gris, «no eran para tanto». Empecé a mosquearme. Había viajado a estable- cer que era el mejor en su género, pione- ro de una carrera narrativo-industrial desconocida en América Latina (un guionista profesional y no un dibujan- te-guionista)... ¡y él no me dejaba!

2 En los años transcurridos, he repasa- do esa conversación y ha cambiado. Tras los golpes de estado que sobre to- dos cayeron en el Cono Sur, debí viajar a otros países y vivir de la escritura de guiones de cómic, de cine, de televi- sión... y de teatro, aunque en teatro no se llaman guiones. Aquella tarde me quedé sin artículo; si reproducía lo que Héctor G. me contó, habría parecido una crítica mordaz. Hoy me parecen los mejores consejos que recibí sobre el dias lo que pasa. Se ha hecho mucho, oficio de guionista. Me dijo la verdad pero funciona... sobre lo que hacía, lo deletreó demos- Quise subrayar lo original de «Black trando que era un pro-fe-sio-nal y que Poppy», la historia de un bombardero y para serlo, más que teorías o fórmulas, su tripulación dibujada a dos manos por se precisa una actitud ante el trabajo. Solano y Schiaffino. Aprender a recorrer una cuerda floja –Hubo una película sobre la historia entre la solemnidad y la broma, desoír de un barco, desde que sale de los asti- las arengas de los entusiastas que, des- lleros hasta que lo hunde un submari- pués de todo, sólo leen. Yo había llega- no... esto era parecido pero en el aire... do como un lector de historietas, él me Si lo viera ahora, le diría que el mismo acogió como un autor de historietas. cambio de elemento resurgió en el cine Me había zambullido en sus páginas na- en la década del noventa –la historia de dando sueños y él me explicó cómo se un bombardero veinticinco años des- sostiene el sueño, todo el mes y el año pués que el suyo, pero más propagan- que viene. Con plazo de entrega, y dístico, menos entrañable que se llamó ajustándolo cuando hay que cambiar al «Memphis Belle»–. La conversación dibujante. pudo seguir con cada ficción que Héctor Desde otra óptica, él fue un señor que G. inventó y mantuvo. Si las hubiese descubría artistas talentosos, les creaba nombrado una por una, como una guía el personaje y el entorno precisos para de teléfonos al día, creo que una por una que se lucieran y con el éxito, el dibu- las habría degradado, con un suspiro, jante se iba a Europa a hacer lo mismo una clave, alzando sus hombros de ca- para otra casa editorial... a veces, peor. 238 REVISTA LATINOAMERICANA DE ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIETA H.G. Oesterheld: maestro de los sueños Si esto no quieren reconocerlo algunos artistas, a los anales me remito. ¿Cuántos personajes debió disfrazar o rebautizar para capear las mudanzas del equipo o la editorial? La historieta es un sueño industrial que exige héroes únicos e irrepetibles. ¿Cómo se compa- tibiliza eso? Héctor G. fundó familias de primos entre sí: ¿No es «Bull Rocket» me- dio-hermano de «Joe Zonda»? ¿Quién puede distinguir a «Randall» de «Ken- dall» del chileno Arturo del Castillo? ¿Dónde acaba «El Eternauta» para dar paso a «Mort Cinder», que textualmente se traduce Muerte y Ceniza y, triste evi- dencia, terminaron siendo sendas som- bras del propio Héctor G. con su vida (y su desaparición) y el preciso epitafio: «la muerte que no acaba de serlo»? Regimientos de solitarios, protago- nistas de tres cabezas, pocas mujeres, como nuevo y no como algo previsto (la narradores del silencio, pintores de es- diferencia entre descubrir América y pejos... una pléyade que sólo se puede descender en la luna) podemos ver el sostener como él lo hizo, con su sonrisa cambio. En las series de Héctor G. los humilde y su mirada larga: personajes tienen una vida. –Y bueno, no es para tanto. Es la his- Aún no salían esas películas con nú- toria de X que desemboca en Z, en otro mero («Tiburón», 2,3... 6) como zapa- tiempo y otro país. tos fabricados por horma donde no cabe Sabía detectar el tejido subyacente el estupor del personaje (no importa si de lo que contaba, como sería el mito soldado con casco, indio comanche o trasplantado de geografía. Esa noche yo boxeador) cuyo sendero se abre a lo no lo capté porque no había vislumbra- desconocido... y él se detiene y dice: do la existencia de tradiciones narrati- «Pero...», pues le surge la duda ética, la vas ni de la necesidad de perpetuar cá- voz que oye tras la oreja, la conciencia nones: sólo en la continuidad, se puede del mal o del error. cambiar. Pregunté a Héctor si ese «Pero...» era Apuesto –no se lo pregunté– que él no invento suyo. Se rió. Le conté de la pri- leía comics en su infancia, sino novelas mera vez que lo leí sabiendo que era él del siglo XIX, grandes relatos de aventu- (de niño, había leído cuentos infantiles ras, escritos cuando los escritores y el como «El diario de mi amiga Della», público creían en la historia y su progre- que no firmaba). Fue un crepúsculo de so de avance lineal. Sólo persiguiendo 1957, a la vuelta del colegio. Arranqué esa creencia, tomando lo inexplorado su nombre de las inalcanzables alturas vol. 5, no. 20 239 A. Ferreiro, F. García, H. Ostuni, L. Rosales, R. Van Rousselt de un kiosko de revistas santiaguino, un señor supuestamente inspirado en medio tapado por periódicos. Lo leí en un reportero real de la segunda guerra las portadas de Hora Cero y Frontera. mundial, , pero lo llamaban El kiosko, el único que traía esas revis- Ernie Pike porque su cara no era la del tas, estaba frente al palacio de La Mo- reportero, sino la del guionista Héctor neda que sería bombardeado por unos Germán Oesterheld. ¡Cómo jugaban patriotas, tres lustros después. con la realidad y la ficción! Mas nos Sus revistas cruzaban los Andes de a marearon al año siguiente. Presentaron dos o tres, sin orden lógico, mantenien- a Buster Pike, supuesto hermano de do a los fans al borde del infarto: nos Ernie que escribía sobre el crimen en desbordaban con un cargamento de Nueva York con dibujos de Julio emociones o por fallo del vuelo, pasá- Schiaffino. Explicaba ante un escrito- bamos dos meses preguntando cuándo rio, mientras sacaba unos cigarrillos del llegarían. Estaban mal guillotinados, en bolsillo superior: «Yo soy un free-lan- el borde de una asomaba el comienzo ce, o sea, escribo donde me dejan. Se de la otra, revelando que las imprimían puede ser free-lance porque uno es tan juntas, para ahorrar. En las portadas de célebre que lo piden en todas partes... o Hugo Pratt e Ivo Pavone despegaba una porque lo publican por cansancio des- historia que concluía adentro. Así supe pués de intentar tres editoriales infruc- que Héctor G. Oesterheld no podía ser tuosamente». un invento ... ¡en el interior de las publi- Me acostumbré a las cuatro historie- caciones gemelas firmaba nada menos tas por ejemplar, y al concurso donde que ocho guiones magníficos y bien di- ofrecían un safari al África, si respon- bujados, un asalto al imaginario... co- díamos un enigma de la historieta «Tipp mandado por él frente a un grupo de Kenya», dibujada por Carlos Roume. maestros: Hugo Pratt, Solano López, Al cumplirse el plazo, el premio se Ivo Pavone, Carlos Roume...! cambió por un weekend en Juan Fer- En la primera portada de Hora Cero nández, la isla de Robinson.Nome un soldado atacaba al lector, fusil en preocupó: prefería los peligros dibuja- mano, trazado con una línea como de dos a los leones, cerca. Milton Caniff, pero no era un superhé- Encargué por correo los primeros roe, tenía el enfoque de un fotógrafo de cien números de Hora Cero Suplemen- fuste, como Robert Cappa. En la misma to Semanal, que nunca habían llegado a portada, en una viñeta inferior comen- Chile y me los enviaron en un sólo so- zaba «Ernie Pike», «Francotiradores», bre de papel marrón, rebalsado por to- con una frase estilizada hasta hacerse dos lados. En el primero, de cubierta incomprensible: anaranjada, Arturo del Castillo apren- «Ese día había visto matar fríamente dió a dibujar historietas. Las viñetas de a un hombre, un soldado. Eso me deci- partida de «Randall the Killer» decían dió a escribir, quise desahogarme de poco... pero cuatro páginas más allá, tanta muerte, de tanta...». El texto se cambiando el tamaño y el achurado, suspendía. tras sostener un duelo de tinta china con Pasé meses buscando la continua- Charles Dana Gibson, nació el maestro ción. En la página uno se ponía a hablar del western que Arturo no dejaría de ser 240 REVISTA LATINOAMERICANA DE ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIETA H.G. Oesterheld: maestro de los sueños mientras vivió... ¡Cada escena era una ilustración!

3 AHéctor G.el perfeccionismo de Del Castillo lo traía por el camino de la amargura. Tardaba dos números en re- dondear un capítulo y abordaba la con- tinuidad de modo endiablado. Distri- buía el guión completo en papeles cua- driculados, y dibujaba las escenas que más le atraían (la 32, la 45, la 86...). Le quedaban maravillosas... pero a fin de mes, ni había acabado la entrega ni tenía páginas completas para publicarlas en serial. Héctor G. tuvo que desarrollar un proceso inverso: rellenaba con textos los huecos blancos y el resultado era un cuento de soberbias ilustraciones. Sus muchos admiradores recortaban las vi- ñetas, enmarcaban las hojas. Pero... ¿y los lectores que esperaban leer una his- ginas a su casa para traerlas listas por la torieta? mañana. Intercambiando confidencias, con- Tenía que ser un desenlace heroico. Un té lo que nos ocurrió –por culpa suya y maquis se hacía pasar por su hermano y de «Ernie Pike»– hacia 1960, con mi lo fusilaban. Había que resaltar el sacrifi- socio Alberto Vivanco antes de lanzar cio. Vivanco siguió con el sistema de pri- nuestra tira «Lolita» en el diario Cla- mero dibujar y después poner el texto, y rín. Atraídos por el universo bélico se enredó al cambiar los héroes... ¡llegó que él servía con Hugo Pratt, intenta- con una historia incompleta e insondable mos una historieta similar, para ofre- donde los hermanos se habían cambiado cerla a la única publicación del género dos veces, uno por el otro! Ni él mismo que había en Chile, Okey.Laambien- sabía cuál debía morir al final. Decidimos tamos entre los maquis franceses, te- dedicarnos al humor... ma que desconocíamos en absoluto, –Y bueno, usaron el gambito más ar- con tres páginas de 7-8 viñetas. No hi- duo, ¿no? El vuelco de Sydney Carton cimos guión, íbamos dibujo a dibujo es siempre enredado. como quien monta un caballo a pelo. ¿Sydney Carton? El nombre era fa- Vivanco trazaba las acciones, yo im- miliar pero ¿de dónde? provisaba textos parado detrás de su –Es el héroe de «Historia de dos ciu- espalda. Como al cuarto día, llegamos dades» de Charles Dickens. Va a la gui- a la última página. Vivanco, segura- llotina en lugar de otro. ¿No vio la pelí- mente agotado, pidió llevarse las pá- cula con Ronald Colman? vol. 5, no. 20 241 A. Ferreiro, F. García, H. Ostuni, L. Rosales, R. Van Rousselt cincuenta, y compramos todos los Mis- terix y Rayo Rojo –hasta unos Gatito con textos suyos– que hallamos. Los metimos en una maleta de doble fondo... y nos detuvieron en la aduana por contrabando de revistas. Protesta- mos. No podían creerlo, los policías, cuando comprobaron que los 400 o 500 ejemplares que llevábamos, era cada cual distinto al otro «¿Y piensan leerlos todos?» nos preguntaban. Héctor G. Oesterheld visitó a Chile en 1969 y nos sentábamos de a tres en un parque fren- te al río Mapocho a preparar nuestra confabulación. Hemos dicho que en Chile no había historietas de aventuras. Por costum- bre, se importaban o se traducían. Y ese año, había otro escollo: las elecciones que llevarían a Salvador Allende al go- bierno desataron la fuga de los dueños de las mejores imprentas del país, lle- La habían estrenado seis años antes vándose las máquinas. Discurrimos un que yo naciera... y él la tenía tabulada. plan audaz: transformaríamos la revista En 1965, Héctor G. aún confiaba en de humor El Pingüino que Vivanco su- reflotar la Editorial Frontera. pervisaba para Editorial Lord Cochra- –Nos comió el éxito, explicó. Se nos ne, introduciéndole historias de Héctor fueron las estrellas, seguimos con los ayu- G., disimuladamente..., hasta convertir- dantes, hubo problemas de distribución... la en Territorio Oesterheld. Me iba a contar otro elemento de la Al año siguiente, ya no había Pingüi- caída, pero lo calló. La posibilidad de no y la Editorial Lord Cochrane se ha- publicar en Chile quedó en el aire. bía mudado a Miami. En 1973, por no En los años siguientes me tocó viajar haber, tampoco había Palacio de La por el hemisferio norte. Cuando volví, Moneda, bombardeado por aviones Alberto Vivanco dirigía el departamen- Hawker Hunter. Me pregunto qué habrá to de arte de una editorial en Santiago. sido del kiosko frente a La Moneda En 1968 volvimos a Buenos Aires a en- donde llegaban Hora Cero y Fronte- trevistarnos con Héctor G. ra... pero es una pregunta para el Eter- Queríamos (necesitábamos) dar a co- nauta (quiere decir el navegante de la nocer su producción al otro lado de los Eternidad) si consideramos las plurales Andes, pero no era fácil encontrar ejem- catástrofes que abarca. Tampoco sobre- plares en esos días. Fuimos a la Editorial vivió nuestra tira «Lolita». Desapareci- Yago, o su antecesora Editorial Abril, da de Chile resucitó en Colombia, en la donde había debutado en la década del década del ochenta. 242 REVISTA LATINOAMERICANA DE ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIETA H.G. Oesterheld: maestro de los sueños Volé a Madrid. Me especialicé en guio- más tarde en un campo de prisioneros, nes de comics aprovechando la pasión por otros dicen que en las filas para subir a «Asterix» de entonces, que atraía como los aviones que sobrevolaban el Río de imán a los editores de Europa. la Plata y volvían vacíos. Nadie des- En España hay dinastías de grandes mintió estos finales ni él ha vuelto a ca- dibujantes descendientes de Goya pero sa. De ser así, lo apresaron no como es- trabajaban para el extranjero: Inglate- critor ni como denunciante, sino como rra, Estados Unidos, Francia. En su tie- abuelo, y esto a mí me calza. Cuidar a rra los traducían. los nietos cuando la madre/hija está La Editora Nueva Frontera creó un presa, es una acción moral, muy suya. puente a través de los océanos y sacó a Durante la guerra sucia, la palabra la venta viejos clásicos de Oesterheld, moral se desvirtuó; gente de bien se la especialmente los dibujados por Hugo apropió y todavía hay jóvenes que la Pratt que ahora vivía en Italia. Fueron confunden con aborto, divorcio o sexo, bien recibidos pero nada era material como si la destrucción de familias, la nuevo. Los entendidos en historieta tortura y la corrupción no fueran asun- apuntaron que Héctor G. ya no escribía tos morales y más graves. sus fabulosas sagas de tiempo y angus- Héctor G. escribía sobre la aventura, tia de antaño. Yo me preguntaba: si lo pero no de aquella, romántica, que se hiciera ¿quién lo leería en su país, con- suelta al viento (a-ventura). Lo prueba vulsionado? Había hecho del exilio una de modo inobjetable esa viñeta recurren- aventura... poco antes que la mitad de te de sus narraciones. El héroe se detie- su patria partiera a exilarse. Un exilio ne, perplejo, ya no está ante la escapada sin fronteras, porque se puede acabar juvenil, enfrenta una coyuntura más alta exiliado en todas partes... y profunda: como en las novelas de Ste- venson o de Conrad... –Pero..., dice, y 4 duda dar un paso al frente, o detenerse En la Feria de Frankfurt de 1978 co- según le indica su conciencia. rrió como un reguero de pólvora el ru- En los stands de la Feria de Frankfurt mor que Héctor G. había entrado a la lis- se podía encontrar «El Eternauta» de ta de los desaparecidos, ese término in- Breccia, «Ernie Pike» de Pratt y «Ken- fame que aportamos desde el Cono Sur dall» que era «Randall» con otro nom- al diccionario. Desaparecido no es el bre. Eran apenas la espuma de la ola. que desaparece, sino es un ser humano Seguro que las historias de Héctor G. que, por orden superior, queda suspendi- estaban en otros sitios, en revistas ho- do entre la vida y la muerte. Sus familia- landesas, almanaques italianos... con res y amigos no sabrán más de él..., pero los rasgos indelebles del desaparecido en los registros militares quedará anota- aunque no siempre con su firma, que do que se le envió de un lugar a otro y de sólo evocamos los que no podemos ol- vuelta, en un círculo asfixiante. vidarlo, frente a la mesa: ¿Se llamaba Circularon varias versiones de lo Esterheld o Westerheld? ocurrido. La más persistente, que Héc- ¿Dónde estará su cuerpo, ya que sus tor G. cuidaba a sus nietos en casa de su ficciones se reflotan de tanto en tanto? hija cuando vino una patrulla. Fue visto Y aquel comienzo inconcluso, tan suyo: vol. 5, no. 20 243 A. Ferreiro, F. García, H. Ostuni, L. Rosales, R. Van Rousselt «Habían matado fríamente a un hom- auténtico porque se escriba sobre la bre. Eso me decidió a escribir, quise de- pampa, sino cuando se pone a un argen- sahogarme de tanta muerte, de tanta...». tino en Nueva York o París y el perso- ¿Escribía bien Héctor G? Decía: naje actúa y se reconoce como argenti- «Las historietas no se escriben, se ha- no. Rudyard Kipling perfiló el carácter cen. No es tanto asunto de fantasía co- inglés pintando británicos en la India. mo de disciplina»; pero en las décadas La identidad étnica se prueba cuando del sesenta y del setenta, el tema estéti- en el extranjero deviene un modo de co nos preocupaba. Fluctuábamos entre ser. Respecto al lenguaje, cómo olvidar «Rayuela» de Cortázar y «Cien años de ese párrafo de «Diario de guerra de un soledad» de García Márquez que empu- soldado» –relato novelado–, último jaron el boom de la literatura latinoame- suspiro de su editorial, en una época en ricana hasta elevar su prosa america- que ya apenas tenía dibujantes. De un na-barroca-pero-recortada, a elemento soldado al que habían cogido los japo- constitutivo del castellano moderno. neses, apuntaba: «Lo habían mutilado. Era costumbre apoyar a la revolución Le cortaron los dedos, la nariz, todo lo cubana y rechazar a Borges no por có- que sobresale...». mo escribía, sino para quién. Acuarenta El detalle con que narra la mutilación años de distancia y varios millones de li- –con pudor como si estuviera en una cafe- bros vendidos, la división sigue igual, tería de Corrientes y Suipacha– es digno aunque el aplauso viró de orilla. La re- del último Eternauta, donde presentaba lo volución cubana es repudiada, y Borges, cotidiano desde una altura de grandeza, y reverenciado. De Cortázar, ya se opina aceptaba la valentía con compasión: como de Neruda: magistral en lo fantás- –Cuente la verdad, amigo ¿qué sentido tico, pero ¿has leído lo político?, como si tiene esparcir lisonjas y recursos publici- fuera posible leerlo por líneas salteadas. tarios a estas alturas? Fue una etapa linda, ¿Qué quedará de las letras de nuestro entre 1957 y 1964... siete años locos que continente en cuarenta años más? se fueron. Nuestras historias se han redi- Los últimos en verlo, me han comen- tado mil veces. Muchos amigos treparon tado el orgullo de Héctor G., por «La vi- las cumbres de Europa, otros tuvieron da del Che», un monográfico con Brec- suerte cambiante pero mejor que al partir, cia. En su período como redactor de en cualquier caso. Nos corresponde el or- Abril, partió usando un habla funcio- gullo de haberlos nacido... después nos nal, con una pizca de retórica, una len- desaparecieron pero ese final ¿no es tam- gua radial que sonaba a micrófono los bién un rasgo nuestro? personajes se oían. Cierto. Entre el temple del inmigran- A fines de la década del cincuenta en te, el lazo del gaucho y el mate bien ce- Editorial Frontera fue recortando los ad- bado. Si no re-aparece esta noche ante jetivos, mantuvo un cierto ritmo de tan- mí en la mesa estrecha, es porque no le go en las reflexiones pero pulió las imá- cebé bien el mate. ¡Qué despiste! Miro genes hasta competir con los dibujos. la silla vacía que reservo para recordar Con Ernesto Sábato comentamos su a Héctor G., el hectoplasma, el Héc- participación en la diatriba entre nacio- tor-plasmado... por si vuelve, por si nalismo y universalidad: no se es más asoma... Pero... 244 REVISTA LATINOAMERICANA DE ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIETA H.G. Oesterheld: maestro de los sueños

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Oesterheld tenía esa cara... por Hervi*

...decorresponsal de guerra inglés gunda guerra mundial. Como fue capaz que cuadraba perfectamente con su per- de nutrir y sacar el máximo de capacidad sonaje Ernie Pike. Lo leí durante mis a cada ilustrador con sus invenciones, años adolescentes en sus crónicas del como supo lo que podían Alberto Brec- frente, relatando la guerra, aquella, la cia, Solano López, Sosa, Moliterni, y segunda, la última de las guerras que etc., etc., cada uno de los dibujantes que aún tenía algo de espacio para dramas se le ponía por delante, es el asombro. Se humanos, para confrontaciones perso- comprenderá también el asombro pro- nales no mediatizadas por la computa- pio, el de un entonces joven dibujante ción. Era el horror visto desde otra chileno, al ver entrar a su lugar de traba- perspectiva, desde la mirada de un ob- jo al mismísimo Ernie Pike. No se podía servador espantado por la violencia creer. El creador de «Sherlock Time», irracional, ajeno a las apologías holl- «El Eternauta» y mil otras historias, ahí, ywoodenses que retrataban la guerra en el escritorio de al lado tecleando en como una forma bella de hacer justicia. una Underwood nuevas historias para Las revistas Hora Cero y Frontera los dibujantes de nuestro país. Pienso traían esas historias en que los grandes que fue un poco desorbitado el encuen- dibujantes argentinos lo retrataban con tro, y no llegamos a la altura de las cir- su nariz quebrada y su pipa, un Sher- cunstancias con nuestro trabajo, que te- lock Holmes latinoamericano narrando nía un dejo provinciano, frente a esas invenciones extraordinarias. obras monumentales de la historieta ar- Elnaipedetemasibadesdelosepiso- gentina. Me tocó hacer imagen de algu- dios de la colonización de Norteamérica nas de sus historias, temblando las ma- –la visión emocionada de la extinción de nos ante el desafío. Eran tiempos de re- las razas originales– hasta los más insó- volución y cambio, de nuevas fórmulas litos escenarios de la ciencia ficción los contra el oscurantismo, de voluntades extraterrestres estableciendo una cabeza generosas para hacer un mundo mejor. de playa en Buenos Aires, sacando a un Oesterheld estaba en eso. Para nosotros grupo de amigos de su rutina semanal de era un tipo maduro, visto desde nuestros jugar al truco en su tranquila casa de ba- veintitantos, pero nos asombraba su mo- rrio, pasando por ese gran tema de la se- dernidad, su mención agradecida de lo que había aprendido de sus hijas, mu- (*) Dibujante Chileno chachas empapadas hasta el tuétano de vol. 5, no. 20 245 A. Ferreiro, F. García, H. Ostuni, L. Rosales, R. Van Rousselt

la música, la política y el vértigo de la debió ser. Estaban pasando demasiadas década del sesenta. Era, para uno, mele- cosas y apenas alcanzaba el tiempo para nudo y barbudo entonces, asombroso digerirlas. Es algo que me apena. Re- conocer a un viejo que se emocionaba cuerdo conversaciones cargadas de in- con los Beatles, que estaba con la revo- tensidad, entre tarea y tarea, haciendo lución cubana y que quería lo que uno una revista humorística mientras el quería entonces –que es lo mismo que mundo se venía abajo intentando lle- aún queremos– más justicia, menos gue- gar a las nubes. Y como todo se termi- rra. Estábamos, además, inmersos en nó en forma abrupta y siniestra, mo- nuestro propio sueño, luchar por una so- mentos después, como se acabaron los ciedad más justa, lo que tal vez no per- trabajos, los sueños, los proyectos. Y mitió disfrutar del talento y la calidez de su vida. En este mundo falta una ofici- este hombre en toda su magnitud, como na de reclamos. 246 REVISTA LATINOAMERICANA DE ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIETA H.G. Oesterheld: maestro de los sueños

HOMENAJES

Fue al final de los sesenta por José Palomo*

Apareció junto con el recordado geólogo, y su capacidad de levantar in- Oski, gran amigo y colega. formación con sólo mirar el lugar. Ima- Con Oski logramos ser, yo diría ami- gino que eso le sirvió para reconstruir gos, cosa que era muy difícil para mu- muchas historias en Hora Cero, a partir chos de sus contemporáneos. Una espe- de un par de fotografías. cie de erizo con un corazón de pan Recuerdo que hacía mucho hincapié recién horneado. en profundizar en el personaje para darle Oesterheld apareció en la redacción verosimilitud al relato. Además me im- de la revista El Pingüino, bajo la direc- presionó provocativamente el que usara ción de Alberto Vivanco (hoy perdido los relatos bélicos no para ensalzar a su- en Venezuela). Llegó con un montón de puestos héroes, sino para subrayar la ur- originales de historietistas argentinos gencia de paz que tenemos todos. que querían colocar algunos materiales Su intento es hoy más válido que nun- en revistas chilenas. ca. Debemos haber tenido unas cinco o En aquel tiempo la mishiadura –co- seis conversaciones largas sobre la forma mo hoy– golpeaba a la Argentina y ha- de trabajar gráficamente un argumento. bía que buscar por dónde. En aquel tiempo había varios movi- De los trabajos que había recuerdo mientos en el mundo editorial; estaba la unas historietas de Lito Fernández, política de sustitución de importaciones cuya característica principal era que a y se estimó poner esta política en dis- todos los personajes les dibujaba col- tintos campos. millos afilados, lo que les daba un to- Se suspendió la importación de re- que vampiresco. Eran muchos más, vistas mexicanas (Novaro, por ejem- pero ese es el que salta en mi archivo plo) y las editoriales locales llamaron a mental. jóvenes talentos y empezaron a hacer Para nosotros fue de gran experien- historietas nacionales. La Editora cia conversar con HGO. Junto a Oski Zig-Zag, la más importante del país lle- teníamos a dos verdaderos profesiona- vó la iniciativa. Estos intentos necesita- les y maestros del oficio. ron apoyo de todo tipo; es en este am- Oesterheld nos relató sus andanzas biente que HGO llega a Chile. por suelo argentino como topógrafo o Oski ya había estado viviendo en Chile. Él era un personaje del mundo (*): Dibujante Chileno cultural chileno desde hacía mucho. vol. 5, no. 20 247 A. Ferreiro, F. García, H. Ostuni, L. Rosales, R. Van Rousselt calidad gráfica puesta al servicio del relato. Fue generoso con su conocimiento y nos inculcó un respeto ab- soluto a nuestro traba- jo. Nos contó cómo él pensaba que podría hacer que el trabajo de los más viejos dibu- jantes de la historieta mejorase. Habló espe- cíficamente de dos de los grandes de aquel tiempoenelpaísAbel Romero y Mario Igor. Nos contó cómo na- ció Hora Cero ycómo se fueron perfilando los grandes maestros de la historieta argenti- na. Tuvimos la suerte de conocerle justo en el tiempo en que está- bamos haciendo nues- tras primeras herra- mientas. Como Thomas Mann, insistió en que lo que al final siempre se im- pone es la calidad, lo que permanece es lo que está bien hecho; creo que el tiempo le ha dado la razón. Hora Cero llegó a Chile en su día, Su desaparición a manos de la me- desde los primeros números y su cali- diocridad armada, de la ignorancia fa- dad se impuso y llamó la atención de los nática, sólo nos puede dejar el compro- dibujantes y amantes de la historieta. miso de evitar que esa gente pueda estar Como persona, HGO tuvo la sensibi- de nuevo al mando de nuestras nacio- lidad y la paciencia de responder a todas nes y nuestras vidas. Es lo menos que nuestras preguntas e impertinencias. podemos hacer en su memoria y en la Queríamos saber cómo se hacían las his- de muchos otros que desaparecieron de torietas dibujadas. Insistía mucho en la igual forma. 248 REVISTA LATINOAMERICANA DE ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIETA l International Journal of Comic Art Ellena un vacío en el conocimiento de la cultura del comics. Aparece dos veces al año como una publicación consa- grada a los aspectos históricos, prácticos y teóricos de la caricatura y los comics. Con el objetivo de publicar materiales ilustrati- vos el Journal aborda todo lo relacionado con el arte de los comics en el mundo, cari- caturas, libros de comics, tiras, humor y caricaturas políticas, así como ilustracio- nes humorísticas.

Su edición incluye unas 300-350 páginas, con un promedio de 18 artículos y más de cien ilustraciones. Unos treinta países de todos los continentes han estado repre- sentados en sus artículos.

Adicionalmente International Journal of Comic Art refleja editoriales, libros y ca- tálogos de exposiciones, ensayos biblio- gráficos, columnas de opinión, un portafo- lio de caricaturas de todo el mundo y en- trevistas.

Suscripciones: $40.00 USD para instituciones $30.00 USD para suscripciones individuales Haga su cheque pagadero a: John A.Lent 669 Ferne Blvd. Drexel Hill. PA 19026

Disponibles algunas ediciones anteriores. http://home.earthlink.net/~comicsresearch/ijoca/