Delmira Agustini, Alfonsina Storni Y La Subversio´N Del Modernismo
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Contra-escrituras: Delmira Agustini, Alfonsina Storni y la subversio´n del modernismo ignacio ruiz pe´rez the university of texas at arlington n este trabajo estudio los recursos comunes—reto´ricos y tema´ticos—que Ecomparten Delmira Agustini (1886–1914) y Alfonsina Storni (1892–1938), ası´ como la subjetividad ace´ntrica que distingue sus obras de la praxis discursiva modernista y las emparienta con el posmodernismo1. Las convergencias podrı´an atribuirse al desgaste del referente modernista y al imaginario finisecular, pero tambie´n al arte portador de la crisis que antecede los problemas textuales del posmodernismo, al que entiendo aquı´ como el conjunto de tendencias multitu- dinarias y dispersas—segu´n refieren prolijamente Herve´ Le Corre (2001) y Gui- llermo Sucre (1975)—que, en palabras de Ramo´nLo´pez Velarde, plantean el discurso poe´tico como un ‘‘sistema crı´tico’’ (478). Aunque la crisis del modernismo aparece desde su concepcio´n con Rube´n Darı´o y se prolonga con Leopoldo Lugones, Julio Herrera y Reissig y Enrique Gonza´lez Martı´nez, sera´ el grupo de poetas posteriores—Ramo´nLo´pez Velarde, Evaristo Carriego, Luis Carlos Lo´pez, Carlos Pezoa Ve´liz, Baldomero Ferna´ndez, entre otros—quienes abren nuevos derroteros a la lı´rica en Hispanoame´rica. Los posmodernistas serı´an, entonces, precursores y pioneros de un nuevo lenguaje poe´tico ma´s que meros epı´gonos de una reto´rica languideciente: no tanto un movimiento a medio camino en la cuestionable lı´nea cronolo´gica que va del modernismo a las vanguardias, sino un conjunto de autores en cuyas obras la escritura se concibe como un espacio conflictivo e inestable. Esto no significa que antes no se hubiera empleado el humor, la meta´fora inso´lita o la rima rara para procurar efectos rı´tmicos extran˜os, como hicieron el argentino Leopoldo Lugones y el uruguayo Herrera y Reissig, poetas con quienes la revisio´n del mo- dernismo se convierte en programa. De hecho, la sola lectura del simbolismo y del parnasianismo franceses—pienso en la obra ejemplar de Rube´n Darı´o—, y las posteriores apropiaciones y conversiones del referente en su discurso signifi- caban un procedimiento crı´tico: leer para asimilar y subvertir. Los recursos poe´ti- 1 En este trabajo empleo el te´rmino ‘‘posmodernismo’’ en su variante relajada para evitar cualquier confusio´n terminolo´gica con el significado que recientemente se da a la voz ‘‘post- modernidad’’ y para estar ma´s en concordancia con el tono coloquial y desenfadado de los poetas ‘‘posmodernistas’’. Para un resumen de la suerte crı´tica del te´rmino sen˜alado, en- cuentro sugerente el capı´tulo ‘‘Avatares de un te´rmino’’ incluido en Poesı´a hispanoamericana posmodernista de Herve´ Le Corre (27–48). ................. 17064$ $CH5 07-24-08 09:09:35 PS PAGE 183 184 Revista Hispa´nica Moderna 61.2 (2008) cos empleados por Lugones y Herrera y Reissig, sin embargo, esta´n todavı´a inmersos en y suponen una crı´tica desde el modernismo, segu´n han sen˜alado Octavio Paz y Guillermo Sucre. Las revisiones crı´ticas que plantean el argentino y el uruguayo forman parte estructural del sistema en cuanto es este u´ltimo el que orienta sus pra´cticas paro´dicas. El movimiento que mejor describe la praxis de los poetas es el del pe´ndulo: siempre afuera (crı´tica / parodia) y, al mismo tiempo, dentro de una misma o´rbita (parodia / homenaje). Exce´ntrico: fuera pero tambie´n en funcio´n del centro. La poesı´a escrita por mujeres inmediatamente posterior al modernismo coin- cide con el posmodernismo en te´rminos de periodizacio´n literaria (Le Corre 232) y de bu´squedas expresivas. La lı´rica de Delmira Agustini, Alfonsina Storni, Gabriela Mistral (1889–1957) y Juana de Ibarbourou (1895–1979) ha sido califi- cada como una pra´ctica escritural conflictiva y subversiva cuyo antecedente serı´a Sor Juana Ine´s de la Cruz (Percas de Ponseti 49). Las concomitancias de ese conjunto de escrituras con el posmodernismo, sean estilı´sticas o tema´ticas, estri- ban sobre todo en la conciencia del desgaste de la poesı´a anterior, a la que deconstruyen y parodian. Si bien en un primer momento las poetas caminan en terrenos formales andados por el modernismo2, un ana´lisis ma´s detallado deja ver que la incidencia recurrente y obsesiva en esas pra´cticas tiene por objeto ‘‘desinstalar’’, distorsionar y diluir esos mismos recursos desde dentro:so´lo quie- nes conocieran la reto´rica modernista y fueran conscientes de su agotamiento podrı´an ‘‘torcer el cuello al cisne’’. La desarticulacio´n y banalizacio´n de la este´tica modernista parece comunicar un hondo malestar y un cierto grado de inestabili- dad en su sistema poe´tico, conduciendo esto ya a una subjetividad disgregada, ya al repliegue del discurso, por lo que no serı´a aventurado incluir a estas escrito- ras en el posmodernismo. El objetivo de las escritoras es la bu´squeda de un espacio propio al margen de los tropos y to´picos modernistas; en otras palabras, un espacio y un discurso desde donde repensar y volver a plantear el lenguaje poe´tico a fin de expresar en nuevos te´rminos la experiencia propia de la dife- rencia. El modernismo coincide con los proyectos de modernizacio´n de los paı´ses hispanoamericanos a fines del siglo XIX y principios del XX. Parte del esfuerzo modernizador se concentra en las ciudades. Lo anterior explica en buena medida que una urbe como Buenos Aires—a la que Beatriz Sarlo llama ‘‘moder- nidad perife´rica’’—se convirtiera en un poderoso ima´n de emigrantes europ- eos—espan˜oles, italianos, franceses, entre otros—y a la larga en un agitado e influyente centro cultural. La llegada de migrantes y el crecimiento de barrios y suburbios produjo nuevos discursos culturales—el tango, las novelas del cora- zo´n—portadores de una sensibilidad urbana marginal, apostillada en la periferia de la babe´lica civitas de principios del siglo XX. Algo parecido ocurre en Urug- uay y, particularmente, en su capital Montevideo. Entre 1900 y 1914 el paı´s expe- 2 Por ejemplo, Delmira Agustini se da a conocer con El libro blanco (Fra´gil) (1907), cuya me´trica e imaginerı´aau´n se ubican dentro de la este´tica modernista, en tanto Alfonsina Storni publicara´ en 1916 su o´pera prima, La inquietud del rosal, de versificacio´n reposada y rima regular. Gabriela Mistral y Juana de Ibarbourou dara´n muestra de su aguda conciencia me´trica desde ‘‘Sonetos de la muerte’’ (incluido en Desolacio´n, 1922) y Las lenguas de diamante (1919) respectivamente. ................. 17064$ $CH5 07-24-08 09:09:35 PS PAGE 184 pe´rez, Contra-escrituras 185 rimenta una serie de avanzadas reformas sociales3 promovidas por el presidente Jose´ Batlle y Ordo´n˜ez (1903–1907 y 1911–1915). Es en tal contexto en que se desarrolla la brillante generacio´n novecentista, que cuenta con nombres de la talla de Delmira Agustini, Marı´a Eugenia Vaz Ferreira, Jose´ Enrique Rodo´ y Hora- cio Quiroga. Los movimientos demogra´ficos y el crecimiento de las ciudades habrı´a de perfilar una ‘‘nueva sentimentalidad’’ heteroge´nea, hı´brida y heterog- lo´sica que se incorpora al discurso poe´tico hasta descentrarlo y volverlo menos trascendente y ma´s cotidiano. Ya no se trata de una subjetividad aristocra´tica y ‘‘torremarfilesca’’, sino de otra intimista, recoleta, pasajera y prosaica. Para Le Corre, el ‘‘lector ideal’’ del modernismo tal como aparece, por lo menos, antes de Cantos de vida y esperanza, era un perito, capaz de descifrar un sistema semio´tico a primera vista desvinculado de las instancias particularizadoras tradicionales (histo´- ricas, sociales, lingu¨´ısticas . ); el lector proyectado por los poetas posmodernistas, hasta cierto punto, obedece al mismo protocolo de lectura, pero va emergiendo una nueva ubicacio´n que parece corres- ponder a una fragmentacio´n. [ . ] La figura posmodernista del lector va evolucionando a partir de algunos paradigmas modernistas (autonomı´a del texto, de la figura del escritor), pero tambie´n lo hace a partir de otros puntos de partida, conforme a la creciente hetero- geneidad que refleja el aparato paratextual. (127) Es decir, por un lado la convivencia de lenguas y mentalidades en un espacio heteroge´neo (provincia, barrio o suburbio) cosmopolita, fragmentado y mo- derno—‘‘mujer soy del siglo XX’’, habra´ de afirmar una orgullosa Alfonsina Storni—abre el discurso poe´tico a otras experiencias de lenguaje; pero, de otro, el mismo espacio heteroto´pico contribuye al desplazamiento de los lı´mites te- rritoriales y textuales del sujeto, quien se repliega al margen. Ası´, el poema se convierte en un espacio conflictivo en el que se tensan ‘‘lo culto y lo popular, el yo y la colectividad hablante’’ (Le Corre 170). Un poeta como Evaristo Carriego tipifica en ‘‘El alma del suburbio’’ el des- censo o´rfico del yo lı´rico a la periferia citadina a la manera de un flaˆneur.Ensu recorrido, el sujeto contempla diversos tipos sociales: ‘‘un gringo musicante’’, un ‘‘pregonero’’, ‘‘comadres de barrio’’, ‘‘parroquianos de cantina’’, una ‘‘tı´sica’’ (Carriego 82–83). Es de esta forma que el viaje al (infra)mundo suburbano se convierte en destierro del yo al tiempo que el texto se desterritorializa, dejando atra´s la este´tica de lo sublime tan valorada en el modernismo. El desplazamiento coincide con la aprehensio´n y desarticulacio´n—la mirada que se vuelve mu´l- tiple—de la experiencia en el espacio disto´pico y desencantado de la periferia. En poetas posmodernistas de otras latitudes ocurre lo contrario: el e´nfasis se pone en la provincia, como en las obras de Ramo´nLo´pez Velarde—‘‘He de 3 Entre las reformas promovidas por Jose´ Batlle y Ordo´n˜ez se contaban el establecimiento del divorcio y de la jornada laboral de 8 horas, el derecho, ine´dito en Ame´rica Latina, de las mujeres al voto y el disen˜o de un efectivo sistema educativo, segu´n refiere Milton Vanger en The Model Country: Jose´ Batlle y Ordo´n˜ez of Uruguay.