Contra-escrituras: , Alfonsina Storni y la subversio´n del modernismo

ignacio ruiz pe´rez the university of texas at arlington 

n este trabajo estudio los recursos comunes—reto´ricos y tema´ticos—que Ecomparten Delmira Agustini (1886–1914) y Alfonsina Storni (1892–1938), ası´ como la subjetividad ace´ntrica que distingue sus obras de la praxis discursiva modernista y las emparienta con el posmodernismo1. Las convergencias podrı´an atribuirse al desgaste del referente modernista y al imaginario finisecular, pero tambie´n al arte portador de la crisis que antecede los problemas textuales del posmodernismo, al que entiendo aquı´ como el conjunto de tendencias multitu- dinarias y dispersas—segu´n refieren prolijamente Herve´ Le Corre (2001) y Gui- llermo Sucre (1975)—que, en palabras de Ramo´nLo´pez Velarde, plantean el discurso poe´tico como un ‘‘sistema crı´tico’’ (478). Aunque la crisis del modernismo aparece desde su concepcio´n con Rube´n Darı´o y se prolonga con , y Enrique Gonza´lez Martı´nez, sera´ el grupo de poetas posteriores—Ramo´nLo´pez Velarde, Evaristo Carriego, Luis Carlos Lo´pez, Carlos Pezoa Ve´liz, Baldomero Ferna´ndez, entre otros—quienes abren nuevos derroteros a la lı´rica en Hispanoame´rica. Los posmodernistas serı´an, entonces, precursores y pioneros de un nuevo lenguaje poe´tico ma´s que meros epı´gonos de una reto´rica languideciente: no tanto un movimiento a medio camino en la cuestionable lı´nea cronolo´gica que va del modernismo a las vanguardias, sino un conjunto de autores en cuyas obras la escritura se concibe como un espacio conflictivo e inestable. Esto no significa que antes no se hubiera empleado el humor, la meta´fora inso´lita o la rima rara para procurar efectos rı´tmicos extran˜os, como hicieron el argentino Leopoldo Lugones y el uruguayo Herrera y Reissig, poetas con quienes la revisio´n del mo- dernismo se convierte en programa. De hecho, la sola lectura del simbolismo y del parnasianismo franceses—pienso en la obra ejemplar de Rube´n Darı´o—, y las posteriores apropiaciones y conversiones del referente en su discurso signifi- caban un procedimiento crı´tico: leer para asimilar y subvertir. Los recursos poe´ti-

1 En este trabajo empleo el te´rmino ‘‘posmodernismo’’ en su variante relajada para evitar cualquier confusio´n terminolo´gica con el significado que recientemente se da a la voz ‘‘post- modernidad’’ y para estar ma´s en concordancia con el tono coloquial y desenfadado de los poetas ‘‘posmodernistas’’. Para un resumen de la suerte crı´tica del te´rmino sen˜alado, en- cuentro sugerente el capı´tulo ‘‘Avatares de un te´rmino’’ incluido en Poesı´a hispanoamericana posmodernista de Herve´ Le Corre (27–48).

...... 17064$ $CH5 07-24-08 09:09:35 PS PAGE 183 184  Revista Hispa´nica Moderna 61.2 (2008) cos empleados por Lugones y Herrera y Reissig, sin embargo, esta´n todavı´a inmersos en y suponen una crı´tica desde el modernismo, segu´n han sen˜alado y Guillermo Sucre. Las revisiones crı´ticas que plantean el argentino y el uruguayo forman parte estructural del sistema en cuanto es este u´ltimo el que orienta sus pra´cticas paro´dicas. El movimiento que mejor describe la praxis de los poetas es el del pe´ndulo: siempre afuera (crı´tica / parodia) y, al mismo tiempo, dentro de una misma o´rbita (parodia / homenaje). Exce´ntrico: fuera pero tambie´n en funcio´n del centro. La poesı´a escrita por mujeres inmediatamente posterior al modernismo coin- cide con el posmodernismo en te´rminos de periodizacio´n literaria (Le Corre 232) y de bu´squedas expresivas. La lı´rica de Delmira Agustini, Alfonsina Storni, (1889–1957) y (1895–1979) ha sido califi- cada como una pra´ctica escritural conflictiva y subversiva cuyo antecedente serı´a Sor Juana Ine´s de la Cruz (Percas de Ponseti 49). Las concomitancias de ese conjunto de escrituras con el posmodernismo, sean estilı´sticas o tema´ticas, estri- ban sobre todo en la conciencia del desgaste de la poesı´a anterior, a la que deconstruyen y parodian. Si bien en un primer momento las poetas caminan en terrenos formales andados por el modernismo2, un ana´lisis ma´s detallado deja ver que la incidencia recurrente y obsesiva en esas pra´cticas tiene por objeto ‘‘desinstalar’’, distorsionar y diluir esos mismos recursos desde dentro:so´lo quie- nes conocieran la reto´rica modernista y fueran conscientes de su agotamiento podrı´an ‘‘torcer el cuello al cisne’’. La desarticulacio´n y banalizacio´n de la este´tica modernista parece comunicar un hondo malestar y un cierto grado de inestabili- dad en su sistema poe´tico, conduciendo esto ya a una subjetividad disgregada, ya al repliegue del discurso, por lo que no serı´a aventurado incluir a estas escrito- ras en el posmodernismo. El objetivo de las escritoras es la bu´squeda de un espacio propio al margen de los tropos y to´picos modernistas; en otras palabras, un espacio y un discurso desde donde repensar y volver a plantear el lenguaje poe´tico a fin de expresar en nuevos te´rminos la experiencia propia de la dife- rencia. El modernismo coincide con los proyectos de modernizacio´n de los paı´ses hispanoamericanos a fines del siglo XIX y principios del XX. Parte del esfuerzo modernizador se concentra en las ciudades. Lo anterior explica en buena medida que una urbe como —a la que Beatriz Sarlo llama ‘‘moder- nidad perife´rica’’—se convirtiera en un poderoso ima´n de emigrantes europ- eos—espan˜oles, italianos, franceses, entre otros—y a la larga en un agitado e influyente centro cultural. La llegada de migrantes y el crecimiento de barrios y suburbios produjo nuevos discursos culturales—el tango, las novelas del cora- zo´n—portadores de una sensibilidad urbana marginal, apostillada en la periferia de la babe´lica civitas de principios del siglo XX. Algo parecido ocurre en Urug- uay y, particularmente, en su capital . Entre 1900 y 1914 el paı´s expe-

2 Por ejemplo, Delmira Agustini se da a conocer con El libro blanco (Fra´gil) (1907), cuya me´trica e imaginerı´aau´n se ubican dentro de la este´tica modernista, en tanto Alfonsina Storni publicara´ en 1916 su o´pera prima, La inquietud del rosal, de versificacio´n reposada y rima regular. Gabriela Mistral y Juana de Ibarbourou dara´n muestra de su aguda conciencia me´trica desde ‘‘Sonetos de la muerte’’ (incluido en Desolacio´n, 1922) y Las lenguas de diamante (1919) respectivamente.

...... 17064$ $CH5 07-24-08 09:09:35 PS PAGE 184 pe´rez, Contra-escrituras  185 rimenta una serie de avanzadas reformas sociales3 promovidas por el presidente Jose´ Batlle y Ordo´n˜ez (1903–1907 y 1911–1915). Es en tal contexto en que se desarrolla la brillante generacio´n novecentista, que cuenta con nombres de la talla de Delmira Agustini, Marı´a Eugenia Vaz Ferreira, Jose´ Enrique Rodo´ y Hora- cio Quiroga. Los movimientos demogra´ficos y el crecimiento de las ciudades habrı´a de perfilar una ‘‘nueva sentimentalidad’’ heteroge´nea, hı´brida y heterog- lo´sica que se incorpora al discurso poe´tico hasta descentrarlo y volverlo menos trascendente y ma´s cotidiano. Ya no se trata de una subjetividad aristocra´tica y ‘‘torremarfilesca’’, sino de otra intimista, recoleta, pasajera y prosaica. Para Le Corre, el ‘‘lector ideal’’ del modernismo

tal como aparece, por lo menos, antes de Cantos de vida y esperanza, era un perito, capaz de descifrar un sistema semio´tico a primera vista desvinculado de las instancias particularizadoras tradicionales (histo´- ricas, sociales, lingu¨´ısticas . . . ); el lector proyectado por los poetas posmodernistas, hasta cierto punto, obedece al mismo protocolo de lectura, pero va emergiendo una nueva ubicacio´n que parece corres- ponder a una fragmentacio´n. [ . . . ] La figura posmodernista del lector va evolucionando a partir de algunos paradigmas modernistas (autonomı´a del texto, de la figura del escritor), pero tambie´n lo hace a partir de otros puntos de partida, conforme a la creciente hetero- geneidad que refleja el aparato paratextual. (127)

Es decir, por un lado la convivencia de lenguas y mentalidades en un espacio heteroge´neo (provincia, barrio o suburbio) cosmopolita, fragmentado y mo- derno—‘‘mujer soy del siglo XX’’, habra´ de afirmar una orgullosa Alfonsina Storni—abre el discurso poe´tico a otras experiencias de lenguaje; pero, de otro, el mismo espacio heteroto´pico contribuye al desplazamiento de los lı´mites te- rritoriales y textuales del sujeto, quien se repliega al margen. Ası´, el poema se convierte en un espacio conflictivo en el que se tensan ‘‘lo culto y lo popular, el yo y la colectividad hablante’’ (Le Corre 170). Un poeta como Evaristo Carriego tipifica en ‘‘El alma del suburbio’’ el des- censo o´rfico del yo lı´rico a la periferia citadina a la manera de un flaˆneur.Ensu recorrido, el sujeto contempla diversos tipos sociales: ‘‘un gringo musicante’’, un ‘‘pregonero’’, ‘‘comadres de barrio’’, ‘‘parroquianos de cantina’’, una ‘‘tı´sica’’ (Carriego 82–83). Es de esta forma que el viaje al (infra)mundo suburbano se convierte en destierro del yo al tiempo que el texto se desterritorializa, dejando atra´s la este´tica de lo sublime tan valorada en el modernismo. El desplazamiento coincide con la aprehensio´n y desarticulacio´n—la mirada que se vuelve mu´l- tiple—de la experiencia en el espacio disto´pico y desencantado de la periferia. En poetas posmodernistas de otras latitudes ocurre lo contrario: el e´nfasis se pone en la provincia, como en las obras de Ramo´nLo´pez Velarde—‘‘He de

3 Entre las reformas promovidas por Jose´ Batlle y Ordo´n˜ez se contaban el establecimiento del divorcio y de la jornada laboral de 8 horas, el derecho, ine´dito en Ame´rica Latina, de las mujeres al voto y el disen˜o de un efectivo sistema educativo, segu´n refiere Milton Vanger en The Model Country: Jose´ Batlle y Ordo´n˜ez of .

...... 17064$ $CH5 07-24-08 09:09:36 PS PAGE 185 186  Revista Hispa´nica Moderna 61.2 (2008) encomiar en verso sincerista / la capital bizarra / de mi Estado, que es un / cielo cruel y una tierra colorada’’—y Baldomero Ferna´ndez Moreno—‘‘Las lar- gas calles de polvo, / las grandes plazas tranquilas, / y el sol, como una gran boca / dorada y muerta de risa’’—4. En todo caso, la fuga y la alabanza de los poetas mexicano y argentino a la provincia, y la huida al ‘‘alma del suburbio’’ en la obra de Evaristo Carriego, confirmarı´an la voluntad dispar, asistema´tica y marginal que caracteriza a buena parte de los posmodernistas. El posmoder- nismo, por lo tanto, serı´a la consecuencia u´ltima del modernismo. Ma´s que su antı´tesis, su respuesta, contra-diccio´n y crı´tica: su crisis. Quiza´ la conocida frase de Ramo´nLo´pez Velarde en torno al poema como ‘‘sistema crı´tico’’ sugiera en fondo y forma la idea de cuestionar las pra´cticas poe´ticas repetitivas y epigonales del modernismo, esto es, realizar sin ambages una lectura crı´tica pero tambie´n la crı´tica de esa lectura5: ‘‘Quien sea incapaz de tomarse el pulso a sı´ mismo no pasara´ de bosquejar prosas de pamplina y versos de ca´scara’’ (Lo´pez Velarde 479), advierte con voz profe´tica el mexicano6. Parte de la respuesta posmoderni- sta consistira´ en replantear el tono y el acento del poema a fin de hacerlo ma´s cotidiano y menos trascendente—cantar la ‘‘e´pica sordina’’—: a la voz tonante y confiada del poeta vates modernista o del ‘‘pequen˜o dios’’ vanguardista (Vicente Huidobro), se opone ahora un ser ace´ntrico, degradado y doliente7. La contradiccio´n que entran˜a el posmodernismo se caracteriza por la ironı´ay el sentido irreverente del humor, como ocurre en algunos poemas de Carlos Pezoa Ve´liz—‘‘El carnero cornigacho / de hosco cen˜o y agria testa, / esta´ de novio con esta / borrega de buen mostacho’’ (114)—; o bien como se aprecia en los epı´grafes que encabezan los versos de Luis Carlos Lo´pez. ‘‘Dı´a de triquit-

4 La obra de Baldomero Ferna´ndez Moreno, no obstante, oscila —¿muestra de una subjeti- vidad ace´ntrica y asistema´tica?— entre la provincia y la ciudad. Ve´anse Intermedio provinciano (1916), Ciudad (1917) y Campo argentino (1919). 5 Para efectos de este trabajo empleo libremente la frase que Carlos Fuentes acun˜o´ en Cervantes o la crı´tica de la lectura. 6 Dice Lo´pez Velarde en otro lugar de ‘‘La derrota de la palabra’’: ‘‘El escritor de actuali- dad posee, por ejemplo, esta receta: Patos heroicos. Despue´s de cocidos, se parten en cuartos, se untan de salsa de Marquina, se les cubre con una capa de versos de la ‘Marcha triunfal’ de Darı´o; se dejan sazonar, y ya fuera de la lumbre, se adornan con picos de co´ndores de Chocano’’ (400). 7 Jose´ Emilio Pacheco cree encontrar las raı´ces de la lı´rica conversacional hispanoameri- cana y la antipoesı´a —antecedentes del acento posmodernista— en la New Poetry norteame- ricana (103). Los orı´genes, segu´n el poeta y crı´tico mexicano, esta´n en Salomo´n de la Selva, Salvador Novo y Pedro Henrı´quez Uren˜a, a quienes reconoce como iniciadores de ‘‘la otra vanguardia’’, aquella que se distingue por su prosodia coloquial y conversacional de la vang- uardia hispanoamericana inspirada en los ‘‘ismos’’ europeos —ve´anse, por ejemplo, el est- ridentismo de Maples Arce et alia y el creacionismo de Vicente Huidobro. En cambio, Octavio Paz rastrea parte del origen del prosaı´smo de Lo´pez Velarde —y quiza, me atrevo a decir yo, de otros posmodernistas— en la poesı´a de Jules Laforgue: ‘‘El poeta france´s le revela [al autor de Zozobra] el secreto de la fusio´n entre el lenguaje prosaico y la imagen poe´tica’’ (74). Luego afirma: ‘‘el prosaı´smo de Lo´pez Velarde y de otros poemas hispanoamericanos pro- cede de la conversacio´n, esto es, del lenguaje que efectivamente se habla en las ciudades. Por eso admite los te´rminos te´cnicos, los cultismos y las voces locales y extranjeras’’ (75). Esta u´ltima apreciacio´n respaldarı´a la propuesta sobre la desarticulacio´n provocada por el aceleramiento de la modernidad y la creacio´n de espacios heteroglo´sicos y disto´picos como la ciudad hispanoamericana de principios de siglo.

...... 17064$ $CH5 07-24-08 09:09:37 PS PAGE 186 pe´rez, Contra-escrituras  187 raques’’ de este u´ltimo, por ejemplo, inicia con una cita atribuida a Nietzsche— ‘‘Y despue´s dijo el asno: I-A’’—para de inmediato dar cuenta del paso de una multitud que festeja la llegada de un gobernador, especta´culo ante el que un personaje ebrio so´lo atina a decir ‘‘¡Que´ barbaridad, que´ barbaridad!’’ (30). Por su parte, en ‘‘In pace’’ Luis Carlos Lo´pez preludia el fallecimiento y entierro del bohemio fin de sie`cle que se describira´ ma´s adelante. La voz poe´tica, sin embargo, contempla la muerte en su ma´s puro sentido escatolo´gico, con lo que desarticula la perspectiva to´pica (fatalista) y, se podrı´a decir, emergente del bohemio:

Y ahora va, como inu´til adjetivo, despanzurrado dentro de un cajo´n de tablas de barril.—He aquı´ un motivo para una cerebral masturbacio´n. (31)

Ahora bien, lo primero que habrı´a que plantear antes de discutir las con- vergencias entre las obras de Agustini y Storni es la ubicacio´n de sus propuestas este´ticas. En ese sentido, la poesı´a de las autoras y uruguaya representa un reto para la crı´tica. En el caso de Agustini, segu´n Jorge Luis Castillo es a partir de los 80 cuando se comienza a atender ma´s el cara´cter subversivo de la poesı´a de la escritora uruguaya—algunos de los trabajos ma´s difundidos son los de Sylvia Molloy, John Burt y Gwen Kirkpatrick—, cara´cter que la lleva a trascender ‘‘los postulados ideolo´gicos y este´ticos del modernismo’’ y a sobrepasar ‘‘sus re- cursos teo´ricos’’ (Castillo 70). La suerte crı´tica de la obra de Alfonsina Storni no es muy diferente. Desde hasta los crı´ticos de la revista Nosotros—Luis Marı´a Jorda´n y Roberto Giusti, por ejemplo—se ha resaltado el cara´cter ‘‘disonante’’ de la obra poe´tica de la autora argentina. Primero, el amaneramiento de una poesı´a hecha de retazos de otra ya de por sı´ epigonal y grandilocuente como la de ; y, en segundo lugar, la de una obra que hace del poema un espacio de lucha entre un discurso validado—el de los estereotipos: la mujer de´bil y mendicante que se convierte en vasalla del sujeto amado, que a su vez adopta el papel de sen˜or, una resonancia del mi dons de la poesı´a cortesana—y otro enmascarado y subversivo (Muschietti 86). El exceso que agota los recursos anteriores y los convierte en balbuceo o silencio com- pone, para algunos crı´ticos (Castillo y Muschietti), una reto´rica de lo femenino que echa mano necesariamente de topoi modernistas para des-componerlos. Aunque este proceso ha sido sen˜alado como una actitud exce´ntrica (Sucre, Cas- tillo y Le Corre), considero que Agustini y Storni ma´s que crear fuera y en funcio´n del modernismo—que es lo que significa ‘‘exce´ntrico’’—, buscan tambie´n desar- mar y vaciar el sentido de los motivos y de la me´trica modernista para articular una nueva reto´rica. Mi perspectiva en este trabajo intenta replantear las de Paz, Sucre y Herve´ Le Corre, quienes utilizan el epı´teto ‘‘exce´ntrico’’ al referirse a Delmira Agustini en un juicio que bien podrı´a hacerse extensiva a la obra de Alfonsina Storni. Dice, por ejemplo, el crı´tico france´s: ‘‘. . . su mirada es tangen- cial, su poe´tica exce´ntrica. El texto y el paratexto de la obra de Agustini eviden- cian una estrategia de toma de posesio´n de un lenguaje poe´tico modernista, en particular el ero´tico, a trave´sdesute´cnica y sus sı´mbolos, y su progresivo desplazamiento’’ (242). Propongo aquı´ que la poesı´a de Agustini y la de Storni

...... 17064$ $CH5 07-24-08 09:09:37 PS PAGE 187 188  Revista Hispa´nica Moderna 61.2 (2008) es ma´s bien ace´ntrica en cuanto desarticula, contra-dice y vacı´a el discurso mo- dernista. Las dos poetas se dirigen hacia los extremos de los planteamientos del modernismo al distorsionar sus sı´mbolos y recursos paradigma´ticos. Ma´s que el bestiario modernista, los bibelots, las bisuterı´as y los objetos de ma´rmol, su sac- rificio y derroche: es algo tan refinado que casi termina por ser poco definido, lo ya dicho para decir lo indecible. Las poetas exhuman y descomponen el sustrato modernista para componer un discurso propio. Segu´n Iris Zavala, ‘‘Storni, Agustini, Ibarbourou y Loynaz reclaman el derecho de autorrepresentacio´n [ . . . ], mientras recodifican y re- territorializan temas y material le´xico, potencializando un registro ‘femenino’. La lucha por el signo es sexualizada contra la ‘modalidad’ [ . . . ] de la pra´ctica de escritura y asuntos patriarcales’’ (112). La ‘‘reterritorializacio´n’’ a la que se refiere Zavala consistira´ en resemantizar las pra´cticas modernistas a trave´s del desplazamiento de sus topoi y recursos; una vez conquistado ese territorio, el procedimiento sera´ construir un nuevo espacio a partir del cual el yo lı´rico em- prendera´ su bu´squeda epistemolo´gica y ontolo´gica (112). En Agustini y Storni el destierro autoinfligido de la lengua o de ‘‘cierta manera’’ de hacer poesı´ase significa en una crisis: la conciencia de la falta de un espacio dentro del lenguaje. La poesı´a moderna expresa el fracaso del yo frente al conocimiento: el sujeto es imperfecto y su lenguaje, ma´s que llevar a la plenitud, conduce al balbuceo y, como dijera Hugo Friedrich, a la desarticulacio´n y a la oscuridad (39)8. El pro- blema o malestar que acusan Agustini y Storni, sin embargo, se dirige no tanto a la caı´da del sujeto ante la imposibilidad de trascender la ca´rcel del lenguaje—en palabras de Wittgenstein—, cuanto al problema de la carencia de un espacio textual propio. Parte del cuestionamiento epistemolo´gico posee una vertiente autorreflexiva que descompone, primero, la prosodia y los topoi modernistas, y despue´s, sugiere la caı´da inminente del orden simbo´lico patriarcal. En ‘‘Lo in- efable’’, Agustini realiza un soneto polime´trico, de versos entrecortados y dis- pares: lejos parecen estar ahora los armoniosos alejandrinos de Darı´o. La voz poe´tica intenta describir, sin conseguirlo, un ‘‘pensamiento mudo’’ que nunca se definira´ con exactitud, pues se trata de algo—un ‘‘no se´ que´’’, dirı´a San Juan de la Cruz—incapaz de ser aprehendido a trave´s del lenguaje, con lo que se advierte el fracaso y la caı´da del yo lı´rico9. Pero lo que en los mı´sticos es deseo de vacuidad, en el poema de Agustini es carencia e imposibilidad de definicio´n:

8 En ‘‘Yo persigo una forma’’ Rube´n Darı´o habı´a dado cuenta de la esquiva aprehensio´n de la experiencia y de los dictados de la Diosa a trave´s del lenguaje, lo cual aparece ejemplar- mente representado en el interrogante cuello del cisne: ‘‘y bajo la ventana de mi Bella- Durmiente / el sollozo continuo del agua de la fuente / y el cuello del gran cisne blanco que me interroga’’ (247). Sin embargo, ma´s que como caı´da epistemolo´gica del sujeto, la enigma´tica pregunta puede leerse como sugestio´n de lo inasible —el misterio de la poesı´ay de las formas que anuncian los primeros versos—. Quiza´ por ello el poema de Darı´o concluye justo cuando queda en suspenso. 9 Vale la pena confrontar la imposibilidad en cuanto carencia presente en el poema de Delmira Agustini con la que exponen algunos poetas modernistas. A diferencia de aque´lla, por ejemplo, Julio Herrera y Reissig todavı´a atribuye a la poesı´a —representada, entre otras ima´genes, por la proteica esfinge—, una dimensio´n miste´rica, adivinatoria y o´rfica: ‘‘Salve, noche estrellada y urna de quintaesencia: / eres toda la Lira y eres toda la esfinge’’ (232).

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Yo muero extran˜amente . . . No me mata la Vida, No me mata la Muerte, no me mata el Amor. Muero de un pensamiento mudo como una herida . . . [...] Cumbre de los Martirios! . . . Llevar eternamente, Desgarradora y a´rida, la tra´gica simiente Clavada en las entran˜as como un diente feroz! . . .

Pero arrancarla un dı´a en una flor que abriera Milagrosa, inviolable . . . ¡Ah, ma´s grande no fuera Tener entre las manos la cabeza de Dios! (Poesı´as completas [1993] 193–94)

Los u´ltimos versos del poema anuncian la imposibilidad de aprehender lo que es de suyo inasible; son, adema´s, transgresores desde diversos a´ngulos—lo cual fragmenta al yo poe´tico—, pues asumen la falta sexual simbolizada en el arque- tipo de por sı´ subversivo de Salome´ (Kirkpatrick, Delmira Agustini y el modernismo 181) e imprimen un giro ma´s a la imagen de la ‘‘mujer traidora’’ al sustituir la decapitacio´n del Bautista con la de Dios. Dicho con otras palabras, el poema de Agustini termina por inscribir su lectura del arquetipo de Salome´, en la que es ahora la Divinidad quien aparece desmembrada, casi infantilizada, como si Agu- stini aludiera premeditadamente, invirtie´ndola, al ‘‘Orfeo’’ de Gustave Moreau. La poeta volvera´ al tema de lo inacabado a trave´s de fragmentos y tı´tulos, como en el sugerente epı´grafe Los ca´lices vacı´os, donde se advierte la idea del vaciamie- nto y el desgaste de un sı´mbolo litu´rgico y ero´tico de la imaginerı´a modernista; con ello, la escritora uruguaya evidencia un yo que problematiza su subjetividad y su lugar en el poema. La forma como principio y fin del lenguaje modernista, expresio´n primera de la analogı´a universal o teorı´a de las correspondencias, se desarrolla a trave´s del vaciamiento de los significantes en tanto muestra de la ausencia de estabilidad. El resultado sera´ la tautolo´gica certeza de que la ‘‘reali- dad’’ es incierta y mu´ltiple, y de que ‘‘lo inefable’’ es vacuo por intrascendente e inaprehensible. Ante la imposibilidad del lenguaje, so´lo quedan el galimatı´as y la conciencia de la caı´da: ‘‘Llego´ esa mirada ansiosa / A mi corazo´n deshecho, / Huyo´ de mı´ presurosa / Para no volver, la calma, / Y alla´ en el fondo del pecho / Sentı´ morirse mi alma’’ (Agustini, Poesı´as completas [1993] 78). En cuanto escisio´n, la voz crı´tica se propone asimismo la bu´squeda de un espacio propio y el desplazamiento del paradigma modernista. En ‘‘La ruptura’’, Agustini ejecuta con trazo minimalista un poema sobre el desengan˜o amoroso. Coincido con Jorge Luis Castillo cuando advierte que el subtexto del poema bien podrı´a leerse como un alegato de la poeta en torno a la identidad femenina (77) y su lugar en el discurso. El sujeto de ‘‘La ruptura’’ menciona una ‘‘cadena fuerte como un destino’’ que es cortado ‘‘con un lirio’’, lo que permite que el yo siga su rumbo sin ataduras ni dependencias de ninguna´ ındole. El discurrir tiene su punto clima´tico en la ‘‘delectacio´n morosa’’, para decirlo con Lugones, del sujeto que se contempla en una ‘‘laguna interior’’ cuyas aguas le devuelven un reflejo indeterminado, una suerte de dios y ‘‘monstruo enmascarado en

...... 17064$ $CH5 07-24-08 09:09:39 PS PAGE 189 190  Revista Hispa´nica Moderna 61.2 (2008) una / Esfinge tenebrosa’’ parecida a la mudable musa femenina finisecular que invoca Rube´n Darı´o en ‘‘A Goya’’. Sin embargo, la presencia entre grotesca y sublime se encuentra ‘‘suspensa de otras vidas’’, como si sugiriera la falta, en primera instancia, de una identidad definida aludida por una esfinge que tal vez sea indicativa de la fragmentacio´n, el caos y lo heteroge´neo del cosmos y la naturaleza (Cirlot 195); esto u´ltimo se corresponderı´a, por otra parte, con el movimiento ace´ntrico y desarticulado del yo en un discurso a su vez desmemb- rado y en suspenso no so´lo por su cara´cter inestable, sino tambie´n por su de- pendencia ‘‘de otras vidas’’, lo que coarta la unidad del sujeto y le impide ser ‘‘ella misma’’. No obstante, y en segundo lugar, la esfinge podrı´a aludir tambie´n a un principio de autognosis y al hecho de asumir un destino / camino derivado de la ruptura. Es posible que Agustini se refiera al comienzo de una bu´squeda no so´lo personal y subjetiva, sino tambie´n este´tica. Frente a la indefinicio´n, la poeta propone el autoconocimiento, o mejor au´n, la reflexio´n en cuanto con- ciencia y silueta en el espejo del discurso que es la interrogacio´n de una tipologı´a asumida a trave´s de la tradicio´n patriarcal—la ‘‘ma´scara de esfinge tenebrosa’’ atribuida to´picamente a la mujer de fin de siglo—y la necesidad de otro para- digma. Segu´n Delfina Muschietti, el crecimiento de las ciudades, los flujos migrato- rios, el surgimiento de la masa ano´nima y heteroge´nea, y la focalizacio´ndela mirada en el ‘‘deshecho industrial que se liga a la basura y a los tipos de margina- lidad social del lumpen’’ a principios del siglo XX en la regio´n del Rı´odela Plata (Muschietti 80), propicio´ un fluido intercambio de ida y vuelta entre la poesı´a y los discursos pu´blicos—la mu´sica, la literatura rosa—, los cuales popula- rizaban cierto paradigma en torno a la conducta y el fı´sico de la mujer ideal: ete´rea, sumisa, generalmente rubia y de ojos azules. Agustini y Storni incorporan esta tipologı´a de manera permanente y sistema´tica; este recurso, sin embargo, termina por ser disonante e iro´nico a fuerza de ser repetitivo para hacer entrar en crisis un discurso fundado en la mirada to´pica modernista en torno a la ‘‘amada inmo´vil’’ y ebu´rnea que alcanza su clı´max—y torsio´n—en la obra de Amado Nervo. Delfina Muschietti advierte, asimismo, que al referirse a la poeta argentina los crı´ticos resaltan generalmente el subjetivismo, el infantilismo y la monotonı´a del ‘‘verso de amor’’ (Muschietti 79–80) y, an˜ado por mi cuenta, de la ‘‘poesı´a del hogar’’—pienso, por ejemplo, en la obra edificante del mexicano Juan de Dios Peza—. La insercio´n de diversos registros en el poema, como si e´ste fuera un cuerpo textual desarticulado y atravesado de mu´ltiples alusiones a una nueva sentimentalidad deja al descubierto tambie´n el afa´n reflexivo que guı´ala obra de Storni. Aunque la lı´rica de la autora de Languidez (1920) no es exactame- nte metapoe´tica en los te´rminos que he expuesto al hablar de Agustini, sı´ acude en cambio a las repeticiones y a la parodia para desmontar la imaginerı´a (logoce´n- trica) modernista; esto produce que la obra de Storni sea contestataria y sub- versiva en la medida en que (se) interroga y explora sus recursos formales a fin de denunciar las anomalı´as de los estereotipos. En ‘‘Hombre pequen˜ito’’, las ana´foras, las estructuras paralelı´sticas y los diminutivos contribuyen a subrayar la ironı´a del verso vı´a el uso reiterado de frases y motivos cliche´ sobre la supuesta debilidad y el cara´cter sumiso de la mujer, significados en el topos de la ca´rcel de amor. El giro que la autora imprime al lugar comu´n consiste en minimizar al

...... 17064$ $CH5 07-24-08 09:09:39 PS PAGE 190 pe´rez, Contra-escrituras  191 sujeto masculino, con lo cual la voz poe´tica invierte la jerarquı´a amo-sierva. La recurrencia de los motivos sen˜alados posee un fin iro´nico: el empleo reiterativo y sistema´tico del verso—‘‘Hombre pequen˜ito, hombre pequen˜ito’’—crea una disonancia que parado´jicamente rompe con el estereotipo que le sirve de base:

Hombre pequen˜ito, hombre pequen˜ito, Suelta a tu canario que quiere volar . . . Yo soy el canario, hombre pequen˜ito, De´jame saltar.

Estuve en tu jaula, hombre pequen˜ito, Hombre pequen˜ito que jaula me das. Digo pequen˜ito porque no me entiendes, Ni me entendera´s.

Tampoco te entiendo, pero mientras tanto A´ breme la jaula que quiero escapar; Hombre pequen˜ito, te ame´ media hora. No me pidas ma´s. (189)

‘‘El hombre sombrı´o’’ de Storni principia con una visio´nto´pica de la masculi- nidad: el sujeto invocado es ‘‘frı´o’’, ‘‘soberbio’’, capaz de aclarar las ‘‘sombras de los bosques’’ y—a la manera de (un nuevo) Orfeo—de dominar a las fieras. Los tres u´ltimos versos, sin embargo, descomponen los estereotipos cuando el yo lı´rico advierte que la desnudez del sujeto revela su vulnerabilidad infantil, casi angelical, con lo que consigue sobreponerse al aparente dominio de aque´l:

Mas mi mano de amiga, que destroza sus galas, Donde aceros tenı´a le mueve un brote de alas Y llora como el nin˜o que ha extraviado la ruta. (186)

Algo similar ocurre en ‘‘Tu´ me quieres blanca’’, poema en el que Storni realiza una ‘‘insolente respuesta’’ al programa e´tico y este´tico roma´ntico-modernista (Kirkpatrick, ‘‘Alfonsina Storni: . . .’’ 387) de la ‘‘amada inmo´vil’’. La estrategia de la contradiccio´n—las ‘‘tretas del de´bil’’, dirı´a Josefina Ludmer—consiste en rep- etir la to´pica perspectiva masculina pero ahora desde el punto de vista de la vı´ctima, la cual pasa de objeto de la observacio´n a sujeto que observa:

Tu´ me quieres alba, Me quieres de espumas, Me quieres de na´car. Que sea azucena Sobre todas, casta. De perfume tenue. Corola cerrada. (143)

De manera similar a lo que sucede en ‘‘Hombre pequen˜ito’’, en ‘‘Tu´ me quieres blanca’’ la respuesta de Storni se construye con base en las repeticiones de cier-

...... 17064$ $CH5 07-24-08 09:09:40 PS PAGE 191 192  Revista Hispa´nica Moderna 61.2 (2008) tas frases—‘‘me quieres’’, ‘‘me pretendes’’—y de las aliteraciones como si se tra- tase de un ritornelo para producir la idea de descentramiento y de abierta acusacio´n a una pra´ctica reiterada y reificante. Storni no so´lo desinstala con agudeza y efectividad la imaginerı´a roma´ntico-modernista, sino tambie´n, media- nte la forma—recurso contra el discurso—, desintegra los lugares comunes sobre el ‘‘deber ser’’ de la mujer. El de Storni es un verso que se vuelve sobre sı´ mismo para enrarecer y desarticular, desarticula´ndose, la perspectiva masculina, most- rando al mismo tiempo un ir y venir hacia y contra su referente desde el verso. Es como si, a trave´s de sus recursos proso´dicos, el poema advirtiera que es el lugar comu´n lo que descentra y produce el malestar a la voz poe´tica. En ‘‘La musa gris’’, Agustini tambie´n incide en el to´pico de la mujer ‘‘blanca’’ y ‘‘honda’’ en su vertiente adivinatoria y profe´tica, depositaria del misterio de la poesı´a. Pero aquı´ la blancura de la musa de Agustini es ma´s bien indicativa de frialdad y no de fragilidad sublime; asimismo, en cuanto esfinge y estatua, su ‘‘mirada sin fin, de vidente’’, evoca—horror sagrado—‘‘abismos sin fondo’’ que a la manera de las sirenas atraen tra´gicamente a los hombres para perderlos en ‘‘bocas de muertas’’. El arte profe´tico—y poe´tico—de esta esfinge, pues, no es edificante ni trascendente; a lo sumo, invoca una ‘‘trascendencia vacua’’ (Hugo Friedrich), o mejor dicho, la imposibilidad de la escritura y de la poesı´a porque su canto posee ‘‘blancuras opacas’’ que so´lo pueden referir la medianı´a, el ‘‘casi silencio’’ de una lira doliente, de una voz descentrada10 y de figura proteica e inestable. Por u´ltimo, el yo lı´rico asume con desenfado su creencia en la musa ojerosa y enferma, despojada de todo valor aura´tico (Walter Benjamı´n), pues el canto de e´sta da verdadera fe de la condicio´n caı´da y prosaica del hombre. Dice el yo lı´rico en los u´ltimos versos:

Yo adoro esa musa, la musa suprema, Del alma y los ojos color de ceniza. La musa que canta blancuras opacas, Y el gris que es el fondo del hombre y la vida. (Poesı´as completas [1993] 116)

Insisto: en la lı´rica de Agustini y Storni la disonancia se convierte en sistema que problematiza los lı´mites del modernismo, lo que implica un cuestionamie- nto de las posibilidades del lenguaje. En la poesı´a de Alfonsina Storni y Delmira Agustini, empero, el exceso no supone falta de conciencia ni actitud epigonal. Ma´s bien se trata de una crı´tica que al extremar el modernismo lo aguza, decir

10 En su edicio´n de la poesı´a completa de Agustini, Magdalena Garcı´a Pinto incluye una segunda escritura corregida y aumentada de ‘‘La musa gris’’. Los versos registrados acentu´an el ‘‘descentramiento’’ y ‘‘desmembramiento’’ en el poema ya que incluyen diversos alusiones a la imagen de una musa de largo cabello de ‘‘seda neuro´tica’’ y cuyo blando cuello ‘‘viborea de perlas’’, con lo que la autora reactualiza el arquetipo de la mujer-medusa, sı´mbolo, de acuerdo con Juan-Eduardo Cirlot, de la multiplicidad, la disgregacio´n y la ‘‘invasio´ndela zona superior (cabeza) por las fuerzas inferiores (serpientes)’’ (225). La musa que emerge del poema tiene tambie´n ojos de fakires que miran como ‘‘serpientes esfinges’’ y evoca ‘‘visio- nes sin fondo’’, lo que sugiere una para´lisis —¿una petrificacio´n?— de la voz y, con ello, la imposibilidad de la trascendencia a trave´s de la poesı´a. Agustini redondea la vertiente meta- poe´tica que la primera escritura del poema no desata del todo.

...... 17064$ $CH5 07-24-08 09:09:40 PS PAGE 192 pe´rez, Contra-escrituras  193 que se vuelve grito: ‘‘y yo chille´ con voz no articulada’’, sen˜ala Storni en ‘‘Pie de a´rbol’’ (408). Ya Jorge Luis Borges habı´a reparado en ‘‘las borrosidades’’ y la ‘‘chillonerı´a de comadrita’’ (cit. por Muschietti 87) de la obra de la argentina, juicio encaminado a resaltar la voz demandante y subversiva de la poeta: ‘‘¡Muje- res! La belleza es una forma / y el o´vulo una idea . . . / ¡Triunfe el o´vulo’’!, afirma Storni en ‘‘Fecundidad’’ (90). Las pra´cticas verbales de la autora de Mundo de siete pozos (1935) encuentran su base en el derroche que satura y agota el ‘‘decir banal, prestado y repetidor’’ (Muschietti 86). Storni opta por la estridencia—el grito desarticulado, ace´ntrico—y no por el silencio tipificado en el modernismo vı´a el motivo de la mujer callada y ausente. Cito por caso ‘‘Capricho’’, donde Storni crea un cata´logo de lugares comunes en torno a la mujer. Como en otros poemas, la finalidad de la repeticio´n aquı´ es iro´nica y disonante pese al reposado equilibrio del verso. ‘‘Capricho’’ toca frases hechas y validadas por el discurso masculino: la mujer, dice el poema, posee ‘‘cabeza loca’’, sentimientos que se asoman ‘‘a los ojos con bastante frecuencia’’, interior ‘‘sin equilibrio’’, y ‘‘un poquito de estopa’’ por cerebro. La u´ltima parte, no obstante, es un verdadero giro que ridiculiza los lugares comunes de la reto´rica masculina ‘‘dominante’’ y da la voz a la perspectiva femenina, que pasa de sujeto que denuncia su reifica- cio´n, a ser sujeto que transgrede el orden simbo´lico:

Bien; no, no me preguntes. Torpeza de mujer, Capricho, amado mı´o, capricho debe ser. Oh, de´jame que rı´a...¿Novesque´ tarde hermosa? Espı´nate las manos y co´rtame esa rosa. (114)

En el modernismo, la audacia verbal—la sintaxis, los experimentos con pat- rones rı´tmicos poco comunes, ası´ como el empleo de audaces sinestesias—es profusa y linda en la torsio´n. Storni y Agustini optan por la distorsio´n: el orden antiguo y pasivo del tu´ femenino se convierte en yo, y son el cambio en el para- digma, y el malestar y el sentir de que hay un ‘‘algo’’ desarticulado los que termi- nan por diluir al yo poe´tico. En las obras de las dos poetas el sujeto experimenta una dislocacio´n ya que al disgregarse el yo se vuelve no´mada, lo que desterritoria- liza el texto y lo convierte en un locus reflexivo. De ahı´ que al dislocar y distorsio- nar el paradigma modernista el sujeto sea mo´vil y ace´ntrico, y que su tendencia a transitar por una variedad de registros—desde el chillido hasta el engolado llanto de melancolı´a—se vea como una disonancia que refiere un espacio hete- roglo´sico, como se puede apreciar en la voluntad arcaizante y disonante de Storni—‘‘Oh la fruta divina que crear a Dios plugo’’, dice la poeta en ‘‘Esa es- trella’’ (178; las cursivas son mı´as). No es aventurado decir que en las dos poetas la lectura y el replanteamiento del modernismo se convierte en sistema a partir de dos procedimientos com- plementarios, primero la digresio´n y luego la distorsio´n: el grito desmembrado de una subjetividad no´mada y ace´ntrica, un registro de voz y una lengua (poe´- tica) desterrada del centro original del modernismo. El chillido, de esta manera, se vuelve estridencia. Se trata del recubrimiento del sustrato modernista a trave´s de tonalidades cambiantes que van, segu´n advierte Manuel A´ lvar en un trabajo sobre Delmira Agustini, de los ‘‘blancos de plata, de armin˜o, de lirio, de nieve,

...... 17064$ $CH5 07-24-08 09:09:41 PS PAGE 193 194  Revista Hispa´nica Moderna 61.2 (2008) de marfil’’ (Agustini, Poesı´as completas [1971] 33) a formas hiperestilizadas que desplazan y absorben el imaginario modernista tensando su arsenal para conve- rtir el poema en un espacio conflictivo. El imaginario dariano—hadas, cisnes, pegasos, centauros—se habı´a fundado en una este´tica que tomaba las formas como arquetipos; en contraparte, Agustini y Storni amplı´an, distorsionan y cont- radicen el bestiario modernista—serpientes, vampiros, lobas—, y exploran espa- cios interiores—el cuerpo—y la noche como tempo propiciatorio para el fracaso, la tristeza y la melancolı´a del sujeto que ahora no es tanto un(a) vates de natura- leza o´rfica sino un yo autorreflexivo que pone en entredicho la palabra fundante (logos). Por eso no sorprende que las dos autoras coincidan en su inicial distor- sio´n de la ero´tica y ambigua imagen del cisne. Si en Rube´n Darı´o el motivo modernista es sino´nimo de bu´squeda formal, pregunta, sugerencia y equilib- rio—‘‘y en mi alma reposa la luz como reposa / el ave de la luna sobre un lago tranquilo’’, dice el nicaragu¨ense en ‘‘Yo persigo una forma’’ (247)—, en Alfon- sina Storni el cisne es ‘‘un enfermo’’ hipereste´sico que ‘‘adora al Dios de Oro’’ y se desangra ‘‘gota a gota’’ en un lago (46), o bien la mujer, antes instrumento de conocimiento, esta´ decorada por dentro con ‘‘escamas de serpientes del mal’’ (114). Ma´s extrema me parece la solucio´n de Delmira Agustini. En ‘‘Nocturno’’, la voz poe´tica se identifica con un cisne de vuelo erra´tico que alude a un yo desterrado, no´mada e inestable que se desplaza sin centro, acaso fuera del espa- cio mismo de la escritura y del texto. De la misma manera, se trata ahora de un cisne sangriento, ago´nico, crepuscular, de marcadas connotaciones fisiolo´gicas y sexuales, cuyo vuelo sin rumbo termina por distorsionar el topos modernista: ‘‘Y soy el cisne errante de los sangrientos rastros, / Voy manchando los lagos y remontando el vuelo’’ (Poesı´as completas [1993] 254). Delmira Agustini tambie´n subvierte y distorsiona el lugar comu´n del otro en cuanto instancia aura´tica. En la obra de la poeta uruguaya el hecho de mirar al otro implica tomar conciencia del abismo que separa al yo del tu´. Los ojos del amado constatan la caı´da propia y la del otro como entidad atrayente, abyecta y finita: ‘‘Dulces, horrendas, juntas o distantes, / Que´ pueden ser tus ojos?’’ (Poe- sı´as completas [1993] 231). En ‘‘Visio´n’’, Agustini profundiza lo que se podrı´a llamar la conciencia de la ruptura y de la caı´da—o ironı´a, segu´n Octavio Paz—: el tu´ es ahora un ser oscuro, suerte de´ ıncubo proteico que adquiere apariencias sucesivas—hongo, estatua y cisne—frente a un yo que repta ‘‘entre los riscos de la sombra’’ (Poesı´as completas [1993] 237). La particularidad radica aquı´ en que el otro, el lado siniestro, el ser oscuro y abyecto, queda de pronto inmovilizado ante los amenazadores ojos de ‘‘culebra / Apuntada entre zarzas de pestan˜as’’ (Poesı´as completas [1993] 237) del yo lı´rico, con lo que la (supuesta) indefensio´n se traslada a su contraparte, como tambie´n hiciera Alfonsina Storni al invertir las relaciones de vasallaje entre sujeto y voz poe´tica. En buena medida es la ‘‘conciencia de la caı´da’’ lo que me lleva a pensar que parte de la modernidad de Agustini y Storni pasa a trave´s de la creacio´nde sujetos contradictorios, fragmentados, a contrapelo de la este´tica modernista y en total consonancia con los proyectos modernizantes—el naciente feminismo rioplatense serı´a una de ellos—de principios de siglo en la Ame´rica Hispana. Pero parado´jicamente la hiperconsciencia de Agustini y Storni frente a cierto lenguaje poe´tico es indicativa del malestar en una cultura que se muestra fija,

...... 17064$ $CH5 07-24-08 09:09:42 PS PAGE 194 pe´rez, Contra-escrituras  195 una´nime, logoce´ntrica; es, dicho de otro modo, la reaccio´n moderna a la ausen- cia de un ‘‘epistema femenino’’, ausencia que, por su parte, ha sido producida por la ‘‘este´tica de la modernidad’’ logoce´ntrica y patriarcal (Castillo 78). De ahı´ que Agustini y Storni reflexionen de modo recurrente sobre las posibilidades del lenguaje y, derivado de la anterior, busquen un espacio escritural propio. El reciclaje de to´picos, motivos, estereotipos y discursos, y sus posteriores (in)versio- nes, postulan un espacio textual vacı´o sintoma´tico del agotamiento del mo- dernismo. Tal es el derrotero al que parecen encaminarse las dos escritoras, quienes por rumbos parecidos acaso se preguntan no so´lo que´ puede haber ma´s alla´ de la este´tica modernista, sino que´ se puede hacer para trascenderla y, ma´s au´n, para encontrar un espacio propio en el proyecto de la modernidad de principios de siglo. El cuestionamiento involucra un conjunto de tretas o estrate- gias reto´ricas que comienzan por derribar motivos, temas y recursos del mo- dernismo a fin de configurar un orden fuera de la norma. En ese margen de escritura las poetas asumen ‘‘otra estirpe’’ que reivindican para la tradicio´nde la lı´rica hispanoamericana.

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