Ricardo Mella FORJANDO UN MUNDO LIBRE* Ricardo Mella
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“Forjando un mundo libre” de Ricardo Mella FORJANDO UN MUNDO LIBRE* Ricardo Mella A todos los anarquistas que he conocido en mi vida y que me honraron con su amistad. V. M. La Anarquía, expresión acabada de la Libertad, afirmando necesariamente la Igualdad económica y social de los hombres, es, pues, el resumen y compendio de todas las aspiraciones humanas. Ricardo Mella. PRÓLOGO Presentamos al amigo lector un libro sobre la Anarquía y escribimos esta palabra en mayúscula, como lo hacemos a lo largo del libro (por nosotros antologizado y anotado) con las palabras Libertad y Solidaridad; entendiendo que en el fondo todas quieren decir lo mismo; a saber, la Anarquía se debe comprender como la Libertad y la Solidaridad. Bien comprendemos que la palabra Anarquía (y sus derivados anarquismo, anarquista, etc.), no es así comprendida por mucha gente y, entre ésta y de un modo especial, por personas que se han «doctorado» en las aulas universitarias. Podríamos citar multitud de ejemplos al efecto; pero nos limitaremos a unos. En la Enciclopedia médica familiar, por el doctor Justus J. Schifferes (versión al español del doctor José Thomasa-Sánchez, Nueva York, 1961, Press Service Ed., 352 p.), en el vocablo «Cáncer» puede leerse: 1. «El cáncer incluye, pues, un grupo de enfermedades, todas ellas caracterizadas por el crecimiento anárquico y exagerado de ciertas células del cuerpo». 2. «A veces, por razones desconocidas, una célula o un grupo de ellas rompe la armonía que rige su evolución y empieza a actuar en forma anárquica». 3. «Cuando estas células anárquicas se han reproducido en cantidad suficiente», etc. Lo subrayado es nuestro. Es decir, que estos dos doctores entienden que Anarquía es sinónimo de catástrofe, desorden, etc. Exceptuando los libros propiamente libertarios (o anarquistas), la inmensa mayoría de los que no lo son presentan el vocablo Anarquía como nuestros dos «doctores» citados. Gramaticalmente, ambos galenos deberían haber escrito (lo subrayamos): arquico, arquica, árquicas, y entonces, sí estarían en lo cierto; pero el prefijo an, que es privativo, indica lo contrario, es decir, que es un an-árquico (anti-desordenado); an-anarquica (anti-desordenada), anarquicas (anti-desordenadas), etc., de modo que gramaticalmente la an-anarquía, además de los significados ya señalados en el primer párrafo, significa armonía, orden, etc. Nuestros dos * Recuérdese que este libro fue escrito (1889-1922) y editado (1947) en tiempos pasados. Digitalización: KCL. Las Notas al pie de página son de Vladimiro Muñoz. 5 “Forjando un mundo libre” de Ricardo Mella doctores, por no comprender el verdadero significado de la palabra An-arquía, se presentan como consumados «arquistas», partidarios del desorden secularmente existente en la sociedad humana. Sin salir por ahora de la gramática y de ésta, de su etimología u origen de las palabras y asimismo de su significado; en este aspecto, habría en la sociedad humana dos clases de personas: una poca cantidad de «an-arquistas» convencidos y una multitud de «an-arquistas» instintivos o que se ignoran; y una gran mayoría de «arquistas». Entre los primeros están todos los partidarios de una sociedad libre o libertaria; y entre los segundos, los conservadores de la presente sociedad esclava o autoritaria. Si deseamos saber cómo se hace un par de zapatos, naturalmente que no se lo preguntamos a un oficial panadero y sí a un oficial zapatero. Si deseamos saber que es la Anarquía, por cierto que no hemos de preguntarlo a los «arquistas» que por ignorancia o mal intencionados desinforman o desfiguran la realidad; consultaremos al efecto a un anarquista. En el campo anarquista abundan los ejemplos significando a la Anarquía como sinónimo de orden. Por ejemplo, para Pierre Joseph Proudhon (el más prominente anarquista francés). «La Anarquía es la madre del orden», y para el gran geógrafo anarquista Elisée Reclus, «La Anarquía es la más alta expresión del orden». Los anarquistas desean la realización de una sociedad sin clases sociales, sin cuestión social, donde los hombres alcancen la máxima libertad y practiquen una fraternal solidaridad. Para ello entienden que debe desaparecer la «autoridad del hombre por el hombre» y naturalmente «la explotación económica del hombre sobre el hombre». La sociedad anarquista solamente podrá surgir al desaparecer la sociedad autoritaria que desde los tiempos remotos ha estado viviendo la Humanidad. Este carácter «futurista» de la sociedad anarquista, hace que algunas personas que han leído tal o cual libro anarquista, frecuentando tal o cual medio libertario, o conocido a tal o cual anarquista, entiendan al «Anarquismo» como algo utópico. Veamos un ejemplo. En el artículo «Nuestra posición» (Montevideo, quincenario Lucha, segunda quincena de junio de 1949, número 6, página 1, columna segunda) se lee: «No somos anarquistas por muchas causas; las primordiales, que no creemos que el hombre haya llegado a tal perfección que pueda vivir sin Estado que lo agrupe y que haga que cada cual cumpla con sus deberes y que a cada cual se le respeten sus derechos. Evidentemente la doctrina anarquista -si bien es bien intencionada- es utópica y como tal, inaplicable». Los redactores de Lucha, por supuesto, entendían «utopía» como algo que no era factible, algo así como un «sueño» o si se quiere un «ensueño» sin base práctica. Aquí erraban. Sabemos bien lo que es una utopía. Si bien las que, relatadas en libros, presentaban «mejores sociedades» que la sociedad autoritaria que nos rige, no se tradujeron nunca en la realidad, pues siempre «vegetamos» o «vamos tirando» en esta infeliz sociedad «arquistas» de amos y esclavos, con «dioses y tiranos» y con la libertad encadenada; cabe decir que ciertas utopías sombrías, que presentan esta sociedad actual con tintes totalitarios y ultra-despóticos, van emergiendo a la realidad. El último tercio del siglo XX sería, pues, una ratificación de lo expuesto por George Orwell en su tan famoso libro 1984. Ahora bien: si se entiende que los anarquistas son «utópicos», ¿podría ofrecerse un ejemplo resaltante y evidente de que los «arquistas» no lo son? Hasta ahora está por verse qué régimen autoritario ha conseguido el bienestar social y económico de la Humanidad. ¿Qué monarquía o qué república lo ha hecho? ¿Qué Estado lo ha conseguido? La inmensa mayoría de los autoritarios, sea en períodos electorales o en discurso de monarcas o presidenciales, «se han llenado la boca» con pura palabrería para «conseguir la felicidad de la patria, el bienestar del pueblo», etc. Baste un solo ejemplo para ratificar lo dicho. Los «comunistas» rusos (edición de octubre de 1917 hasta el presente y que de «comunistas» sólo tienen el nombre) han desembocado en el régimen más bárbaro y antihumano que ha conocido la Humanidad en los 6 “Forjando un mundo libre” de Ricardo Mella tiempos modernos, siendo ello «deslumbrador» ejemplo el relatado por Alexander Soljenitsin en su obra Archipiélago Gulag. No le faltaba razón a este autor cuando aseveró en reciente visita a España que, comparada con la «dictadura del proletariado» (tradúzcase: dictadura para el proletariado rural y urbano) rusa, el régimen de España era mucho más benigno (postrimerías de la época franquista). Una propaganda bien orquestada (hoy diríamos una eficaz publicidad) logró hacer creer a las gentes que Anarquía era desorden, cuando en el campo del anarquismo surgieron personas violentas que utilizaron la «bomba» y la «dinamita» para «propagar por el hecho» (¡y qué hechos!). Cayeron algunas «testas coronadas» y hubo otros asesinatos; se «dinamitaron» ciertos lugares, etc. Entendámonos y a nuestro modesto juicio y parecer. ¿Eran anarquistas quienes así actuaron a últimos del siglo XIX? No lo creemos. Por la sencilla razón que los anarquistas no pueden emplear los medios de los «arquistas» sin dejar de ser automáticamente anarquistas. Es lamentable que tales hechos hubieran ocurrido en el seno del anarquismo; pero era inevitable, pues en todos los campos sociales y se infiltra y crece la mala hierba. Sin embargo, poco significaran aquellos aislados hechos anarquistas (como así aún lo entienden multitud de «arquistas»), si los comparamos con los hechos autoritarios que por millares existieron antes y por millares han seguido existiendo hasta el presente. Sería una exageración aseverar que aquellos desviados «anarquistas» (a escala mundial) «eliminaron» a mil personas y, en cuanto destrucción de bienes materiales, destruyeron, por ejemplo, una ciudad. Si nosotros nos tomamos la molestia de leer las «crónicas policiales» en los diarios cotidianos, observaremos que todos los días en el mundo se cometen crímenes debido al régimen autoritario imperante. Y, quieren decirnos los señores militares de todo el mundo; ¿qué significaron aquellas irrisorias y escasas «bombas caseras» de los «anarquistas», comparándolas con sus arsenales repletos de bombas poderosas? ¿Las que lanzaron sobre Hiroshima y Nagasaki son ahora «juego de niños» con las siempre perfeccionadas bombas nucleares de que disponen? Naturalmente, ya lo hemos dicho más arriba, pero por si no se nos hubiera entendido bien, lo ratificamos una vez más: aquellos «anarquistas dinamiteros» desprestigiaron a la Anarquía; pero ¿quiénes son los señores «autoritarios» para «pedir cuentas» y hacerse los «santitos»? Si la sociedad autoritaria que impera está basada en el crimen (no es un exabrupto esta palabra que subrayamos, no la hemos escrito en un momento de ofuscación y sí con total serenidad), en el crimen legalizado, con sus guerras estatales periódicas.