Violencia, Hombría Y Castigo Penal En La Provincia De Cartagena, 1821 – 1834
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PROGRAMA DE HISTORIA EVALUACIÓN DE TRABAJO DE GRADO ESTUDIANTE : Harold aljure de alba TÍTULO : “QUÉ MÁS JUSTICIA QUE YO”: VIOLENCIA, HOMBRÍA Y CASTIGO PENAL EN LA PROVINCIA DE CARTAGENA, 1821 – 1834. CALIFICACIÓN : APROBADO Asesor GLORIA BONILLA VÉLEZ. PhD. Jurado JOSÉ WILSON MARQUEZ. Mg. Cartagena, D.T y C. 25 de agosto de 2017 “QUÉ MÁS JUSTICIA QUE YO”: VIOLENCIA, HOMBRÍA Y CASTIGO PENAL EN LA PROVINCIA DE CARTAGENA, 1821-1834 HAROLD ALJURE DE ALBA UNIVERSIDAD DE CARTAGENA FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS PROGRAMA DE HISTORIA CARTAGENA DE INDIAS 2017 “QUÉ MÁS JUSTICIA QUE YO”: VIOLENCIA, HOMBRÍA Y CASTIGO PENAL EN LA PROVINCIA DE CARTAGENA, 1821-1834 HAROLD ALJURE DE ALBA MONOGRAFÍA DE GRADO PARA OPTAR POR EL TÍTULO DE HISTORIADOR DIRECTORA PhD GLORIA BONILLA VÉLEZ UNIVERSIDAD DE CARTAGENA FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS PROGRAMA DE HISTORIA CARTAGENA DE INDIAS 2017 A los hijos que todavía no tengo Tabla de contenido Agradecimientos............................................................................................................... 6 Introducción ..................................................................................................................... 8 CAPÍTULO I. Entre valentías y cobardías: Desafíos y riñas de sangre por desavenencias y cuestión de hombría .............................................................................26 1.1 Retos y desafíos: Entre hombrías cuestionadas y hombrías a ser demostradas .............30 1.2 En las instancias de la arena: Riñas de sangre y significaciones de los instrumentos del delito y las marcas físicas de la violencia ....................................................................54 Conclusión .......................................................................................................................71 CAPÍTULO II. La vejación de la hombría: Mujeres infieles, inconquistables y rechazados desenfrenados ..............................................................................................74 2.1 Sucumbiendo a los placeres de la carne: El concubinato o de las pasiones encendidas y los oídos sordos ................................................................................................................ 75 2.2 La ley de los profanos: Concubinatos, infidelidad y burlados violentos por la vejación de la virilidad.................................................................................................................... 80 2.3 Entre amores, desamores y moretones: La violencia física contra la mujer a manos del hombre ...................................................................................................................98 Conclusión ..................................................................................................................... 108 CAPÍTULO III. El castigo penal: Un arte de los efectos ............................................. 110 3.1 Castigar para controlar ...................................................................................... 114 3.2 El destierro: Pateados por la Justicia hacia nuevos horizontes ................................. 120 3.3 Presidio y prisión: Porque “un ahorcado para nada es útil” ..................................... 123 3.4 El último suplicio: Para “hacer un ejemplar que contenga a los hombres en sus deberes” ................................................................................................................ 135 Conclusión ..................................................................................................................... 144 Consideraciones finales ................................................................................................. 147 Referencias bibliográficas ............................................................................................. 150 Agradecimientos Si existen personas a las que debo agradecer en primer lugar, éstas son las que integran mi familia. Especialmente a Martha y Orlando, mis padres; a Angie, mi hermana; y a mis tías Diana y Cecilia. A éstos y a cada uno de los demás miembros de mi familia les agradezco por su cariño y apoyo incondicional. Una tarde en la Universidad de Cartagena –sede San Agustín-, recuerdo, me encontraba en la plaza sentado en uno de los bancos hablando amigablemente con mis compañeros, cuando fui llamado por uno de los profesores del programa. Me llamaba para comentarme sobre las correcciones que le había hecho al presente trabajo, y que yo le había solicitado. Fui a donde él, y después de una larga conversación que entablamos en la que me hizo todas las sugerencias posibles, el profesor se marchó. Antes, le agradecí. Lo curioso, y no me había percatado hasta entonces de esto, era que éste era tan solo uno de tantos profesores que habían examinado mi propuesta académica. En ese momento me llegó a la cabeza la idea de que mi trabajo era como una prostituta, en todo caso bisexual. Pasaba por muchísimos hombres y mujeres. Esos hombres y mujeres fueron mis profesores de la Universidad de Cartagena: desde los encargados de dictar las clases de Seminario de Investigación y Taller de Grado, hasta los que me ofrecieron su ayuda incondicional, incluyendo a mi asesora la profesora Gloria Bonilla Vélez. Es indudable que el escrito debía pasar, como una prostituta, por éstos hombres y mujeres para lograr su mejor forma. A todos mis profesores les agradezco. Si tuviera que hacer un reconocimiento especial, este sería para la historiadora Mabel López Jerez, por el apoyo y la colaboración de carácter académico que nos brindó. Un día 6 leí en internet un artículo que me encontré, fascinante, de Mabel López sobre las conyugicidas en la Nueva Granada, y noté que la dirección de su correo electrónico figuraba en la parte interior de la primera hoja del escrito. Copié la dirección y de inmediato le escribí a la historiadora en solicitud de sugerencias para mi proyecto, que en aquel momento era apenas un feto. A decir verdad, era escéptico en obtener una respuesta de Mabel López; “habría de estar muy ocupada como para escribirme, o tal vez con el ego hasta el cielo”, me dije. No me importó, nada iba a perder con intentarlo. Continué navegando en el internet, cuando noté que en mi bandeja de entrada figuraba un mensaje recibido. Ese mensaje era de Mabel López Jerez. Había dado repuesta a mi solicitud en muy poco tiempo, y con mucha humildad y cordialidad me expresaba que contara con ella. Mabel López Jerez me ayudó, y mucho. A ella gracias también. A la Universidad de Cartagena, la universidad en la que estudié, aprendí y compartí momentos le agradezco. Gracias Universidad de Cartagena por abrirme tus puertas y prestarme tus múltiples servicios. Finalmente debo agradecer, no podían faltar, a los archivos y a las bibliotecas que consulté para el desarrollo de este trabajo. Al Archivo General de la Nación y a la Luis Ángel Arango, gracias por custodiar los documentos y darse a la tarea de facilitarlos a los investigadores y el público en general. A la biblioteca de la Universidad de Cartagena, la del Centro de Formación de la Cooperación Española (CFCE), y a la Red de Bibliotecas del Banco de la República, especialmente a la Biblioteca Bartolomé Calvo. Agradezco no sólo a sus directores, también a los recepcionistas, los vigilantes y el personal en general. A los que están, y a los que se fueron y que tuve la fortuna de conocer. Gracias. 7 Introducción “Qué más justicia que yo”, fue lo que un día de 1822, en la provincia de Cartagena, le expresó con jactancia y acompañado de agresiones físicas Manuel Hernández, un pardo “de genio pendenciero” y habitante de la jurisdicción, a un individuo llamado Martín Sarmiento1. Esto lo manifestó el agresor tras Martín Sarmiento sugerirle que asistieran a la Justicia para arreglar las diferencias que existían entre los dos; y es que Martín Sarmiento se había ultrajado verbalmente con la esposa de Manuel Hernández, Jacinta de Meza, en plena plaza del mercado público de Cartagena de Indias2. Las injurias, verbales o de obra, podían ser directas o indirectas contra un sujeto. Se consideraban directas “cuando uno es injuriado en su misma persona”, e indirectas “cuando uno es injuriado en las personas de su familia”3. Fundamentado en una sociedad patriarcal, el hombre se situaba como cabeza del grupo familiar, y su reputación de hombre radicaba en la protección y el control que ejercía sobre los miembros de su familia4. Así las cosas, 1 Causa criminal contra Martín Sarmiento por la muerte de Manuel Hernández, Cartagena de Indias, 1822-1825, Archivo General de la Nación (Bogotá, Colombia) (AGN), Sección República (SR), fondo Asuntos Criminales (AC), legajo 44, folio (f.) 337r. 2 Causa criminal contra Martín Sarmiento por la muerte de Manuel Hernández, Cartagena de Indias, 1822-1825, AGN, SR, AC, legajo 44, ff.320v y 321v. 3 Joaquín Escriche, Diccionario razonado de legislación y jurisprudencia, tomo II, Madrid, Librería de la Viuda e Hijos de D. Antonio Calleja, 1847, p.162, palabra “injuria”. 4 Verónica Undurraga Schüler, Los rostros del honor: Normas culturales y estrategias de promoción social en Chile colonial, siglo XVIII, Santiago, DIBAM/Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos/Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, 2012, pp. 22 y 258-259; Pieter Spierenburg, “Violencia, género y entorno urbano: Ámsterdam en los siglos XVII y XVIII”, en José I. Fortea, Juan E. Gelabert y Tomás 8 cualquier agravio físico o verbal proferido contra sus hijos o esposa representaba un agravio para él, lo cual lo comprometía5. Imagen 1: Marché à Carthagène (Mercado