ASTURIAS SIGLO XXI

ALLANDE. El paisaje infinito

Rodríguez, Fermín Menéndez, Rafael

Allande está cerca y lejos, aislado y partido en dos en su grandioso y arrugado paisaje. Continúa con su tradición ganadera y forestal, un tanto apartado de las nuevas corrientes de desarrollo, con un preocupante futuro ante sí.

Allande es un gran concejo, como todos los que marcan la conexión entre el centro y el occidente de la región. En su enorme extensión contiene un finisterre más marcado que el del extremo occidental, originado por sierras que superan los 1.000 metros, alargadas de norte a sur, entre Villayón, Tineo, Allande, Cangas, Ibias y el valle del Navia. Sierras que suponen una ruptura nítida en la estructura regional, separando dos ámbitos bien definidos. En Allande la ruptura atraviesa el centro de su concejo. Es un territorio en extremo montañoso, a pesar de las moderadas alturas máximas (1.400m), extenso y arrugado. Relativamente poco poblado, sobre todo en su mitad oeste. Partido en dos por el Cordal del Palo y la Sierra de los Lagos. Únicamente a través de los puertos del Palo (1.149m) y La Marta (1.120m) se establecen comunicaciones por carretera entre ambas partes. En el oeste tierras altas, difíciles, aisladas, con pueblos colgados en los rellanos y separados entre sí por barrancos y fuertes pendientes. En el este el paisaje se dulcifica, se humaniza por el poblamiento más denso y la intensidad del laboreo y la actividad ganadera. Nada menos que 17 parroquias y un centenar de aldeas acogen los 2.200 habitantes del concejo. Solo hay un pueblo de cierta entidad, la capital, que ha bajado recientemente de los 500 habitantes. El resto, hasta el centenar, tiene menos de 50 habitantes y muchos no alcanzan los 10. Solo unas pocas parroquias superan hoy los 100 habitantes: , San Martín del Valledor, , , y . De nuevo las dos partes se diferencian. La más occidental es la que más ha sufrido el despoblamiento y concentra la mayor parte de la veintena de pueblos deshabitados. La relación entre aislamiento, dificultades de comunicación, deficientes servicios y pérdida de población es clara en toda . Solo los núcleos bien comunicados, con buenas infraestructuras y economía diversificada presentan tendencias positivas en la actualidad. Bajísima natalidad y envejecimiento en un concejo muy extenso, de tradicional emigración hacia las islas caribeñas en el último siglo y medio. Que llegó a tener más de 10.000 habitantes en sus cien aldeas, hoy adelgazadas y envejecidas. La capital es un pequeño núcleo rural de equipamientos y servicios limitados que no alcanza el nivel de las villas comarcales a pesar de su extenso territorio concejil. Sin embargo es un nodo fundamental para el mantenimiento de la estructura territorial asturiana y para evitar la ruptura territorial del occidente interior y el valle del Navia. Por ello debería ser objeto de una atención preferente por la administración regional, desde la óptica del refuerzo de su potencial residencial y de la sobredotación de equipamientos y servicios, dado el extenso territorio al que sirve. La orografía montañosa del concejo va desde los 100m a los 1.400m, con reducidas tierras llanas. La vocación ganadera se orienta hoy hacia el vacuno de carne, reduciéndose progresivamente la de producción lechera, 23 explotaciones de un total de más de 300, aunque la producción de leche se mantiene en valores similares a los de hace una década. La cabaña ganadera es muy importante, más de 8.000 cabezas, con un ligero aumento en la última década a pesar del descenso del número de explotaciones y de la población dedicada a esta actividad: más de 400 personas, casi el 60% de la población activa. El ganado permanece y las explotaciones disminuyen, lo que nos habla de una mayor dimensión y de una modernización de las explotaciones semiextensivas. A pesar del envejecimiento la actividad es todavía notable, con una continuidad de la especialización ganadera. Y como sucede en los concejos ganaderos, el proceso de ajuste, de modernización y redimensionamiento de la actividad, no da para mantener los actuales niveles de población, que continúa descendiendo, por la baja natalidad y un saldo migratorio levemente negativo. Como otros territorios rurales asturianos su supervivencia está ligada a la diversificación de actividades económicas y a la apertura de posibilidades de futuro de la población femenina que evite su emigración, la tradicional mayoría masculina y la soltería de los varones. El empleo terciario es aún reducido, 250 empleos, un tercio del total, a pesar de que la capital ofrece unas buenas condiciones para la función residencial y las nuevas actividades y solo necesita de un empujón en la estructura territorial para mejorar la calidad de sus servicios. La actividad turística es reducida, menos de una decena de establecimientos y un centenar de plazas, a pesar del atractivo paisajístico y cultural de sus pueblos (Santo Emiliano, la propia capital) y paisaje (el Valledor, las impresionantes cortadas de Carondio, Murellos y …). El futuro de Allande necesita de una mejor articulación en la estructura territorial asturiana de la que hoy forma parte marginalmente. Ello exige comunicaciones, de todo tipo. En el mundo rural comunicaciones equivale a decir carreteras, ya que son, en la práctica, su único medio de relación directa con el exterior. La de (La Espina) a Lugo por el interior atraviesa el concejo de este a oeste. Es un eje regional de primer orden pero hoy no existe como carretera moderna y ha quedado relegada en los sucesivos planes, de forma que hoy incomunica las dos partes del concejo. Es sobradamente conocido el papel que juegan los ejes de comunicación en la difusión del desarrollo y no es lo mismo formar parte de une eje interregional que de un fondo de saco. La conversión de esta vía en una carretera moderna, a la que un túnel de poco más de un kilómetro en el Palo permitiría facilitar la conexión interna y externa de un territorio hoy marginal, es una necesidad evidente. La comunicación con la costa (Luarca), debería recibir más atención así como las impresionantes carreteras que comunican con Villalón, con un potencial de vías de paisaje y turísticas en espera de su oportunidad. El concejo exige mejores servicios y dotar a como una villa fundamental en la estructura territorial asturiana. Y en el occidente interior, el territorio más desasistido y con una evolución más negativa. También el de futuro más problemático y por ello el que más atención debería recibir de la administración. Pola de Allande está cerca y, sin embargo, lejos. Quizá su apuesta comarcal debería pasar más por sus concejos vecinos del suroccidente pero aún así podría sacar más partido de su participación en los programas de desarrollo rural, cuya continuidad y refuerzo se han rebelado como fundamentales para la supervivencia del mundo rural de montaña. Éste ha modernizado su ganadería pero necesita de una diversificación de actividades y de una mejora concluyente de sus condiciones de vida para continuar siendo una parte vital del organismo regional.