“Identidad Chilena”
Total Page:16
File Type:pdf, Size:1020Kb
GRUPO “EJE” “IDENTIDAD CHILENA” José R. Cáceres González CNIM ® Estimados amigos: I.- He creído conveniente y oportuno redactar este artículo en atención a la necesidad de orientar acerca de la selección del “Público Objetivo” y consecuentemente el contenido del “Mensaje” que pretendemos transmitir o asesorar. El artículo no es otra cosa que un extracto de publicaciones de diversos autores, tales como: Mario Góngora, Alberto Cabero, Isaac Caro, Jorge Vergara, Gabriel Valdés, Bernardo Subercaseaux, Alberto Polloni y de la “Historia del Ejército de Chile”, publicación del E.M.E. (1985), entre otros. Todos ellos compendiados por Jorge Larraín (sociólogo UC) en su libro “Identidad Chilena”. II.- Me parece conveniente establecer algunos conceptos epistemológicos a fin de comprender el contenido de lo que se expresará más adelante. En primer lugar, las conclusiones de los diversos autores se caracterizan fundamentalmente por un dominio empírico. No obstante, suele haber algún sesgo propio del pensamiento del autor, lo cual comparativamente, no distorsiona el sentido conclusivo de su aserto. En segundo término es necesario aclarar que la identidad chilena, al igual que la de todos los pueblos no posee un carácter esencialista ni homogéneo, sino que obedece a la dinámica del desarrollo geopolítico, histórico y cultural de una nación, habida consideración de factores endógenos y exógenos. Es así como tal identidad no consiste en un absoluto de origen sin variaciones, sino que, en su dinámica, contiene rasgos distintivos que la hace singular. 1 Los autores han evitado el reduccionismo, de manera que el lector podrá discrepar de algunos caracteres como rasgos inequívocos de la Identidad Chilena, lo cual hace recomendable analizar el contexto considerado. En pocas palabras, la conducta de algunos grupos sociales no necesariamente es la impronta general. III.- He seleccionado cinco versiones que identifican al chileno, a saber: la versión militar- racial, la versión psico-social, la versión empresarial postmoderna, la versión de la cultura popular, la versión hispanista y la versión religiosa. A.- La versión militar-racial La versión militar de la identidad nacional se ha ido construyendo sobre la base de diferentes fuentes, algunas de las cuales conectan lo militar con la raza, otras con lo religioso y otras con el Estado. Pero lo común a todas es la insistencia en el rol de los elementos bélicos y militares en la identidad chilena. La vinculación entre el espíritu guerrero y el Estado aparece nítidamente en el ensayo de Mario Góngora sobre la noción de Estado en Chile. Allí la nacionalidad chilena aparece formada por un Estado que la precede en el contexto de una serie de guerras. Según Góngora “a partir de las guerras de la independencia y luego de las sucesivas guerras victoriosas del siglo XIX, se ha ido constituyendo un sentimiento y una conciencia propiamente ‘nacionales´, la ´chilenidad´… son las guerras defensivas u ofensivas las que a mi juicio han constituido el motor principal” Existe un conjunto de fuentes que destacan factores raciales en publicaciones de las FFAA, tales como “Historia del Ejército de Chile” (EME). Tres elementos fundamentales se articulan en ella. Primero, esta versión le concede un rol central a la guerra en la formación de la identidad nacional chilena. Es a través de ella que Chile se fue construyendo, primero venciendo a los mapuches y ocupando sus terrenos durante la colonia, después derrotando a los españoles y obteniendo la independencia de Chile y Perú, y posteriormente venciendo a Perú y Bolivia, logrando así consolidar y estabilizar la república. Pero un factor decisivo le da un sentido especial al papel de la guerra, es el hecho que se trata de guerras victoriosas. Como lo afirma Alberto Polloni, en Chile existiría un sentido muy acentuado de la Patria especialmente porque las FFAA chilenas “siempre han vencido en las contiendas bélicas 2 internacionales, proporcionando el orgullo y el beneficio de la victoria, que ha reforzado el nacionalismo consciente”. De aquí se deriva un segundo elemento que es el papel central del ejército en la construcción de nuestra identidad nacional, no sólo porque es el protagonista de las diversas guerras, sino que también porque se le considera una institución anterior a la propia nación. La Historia del Ejército de Chile habla de la creación del ejército profesional del Reino de Chile por el Gobernador Alonso de Ribera en el año 1603. Desde entonces cumplió un rol central integrador, civilizador y de construcción nacional a través de la obra de sus generales, que tuvieron una participación relevante en cada etapa de la historia nacional. Si se menciona sólo a aquellos que llegaron a ser presidentes, se tiene una larga lista que va desde el general Bernardo O´Higgins hasta el general Augusto Pinochet, pasando por Ramón Freire y Francisco Antonio Pinto, Joaquín Prieto, Manuel Bulnes y Carlos Ibáñez. En especial esta historia institucional menciona la participación del ejército en cada proyecto constitucional que haya tenido el país: “llama poderosamente la atención que todos los proyectos constitucionales y las Constituciones que han regido la institucionalidad del país han sido dictados por el interés que el ejército ha tenido en ellas, por su decidida vocación democrática y legalista”. De algún modo entonces, de acuerdo con esta versión, el ejército tuvo un rol central en la creación y desarrollo de la nación chilenas. Las FFAA se constituyen así no sólo en las verdaderas progenitoras de la nacionalidad. Sino que además son “depositarias de los valores permanentes de la nación” y su deber es cautelar tales valores. Claramente se propone que el ejército encarna y es el custodio de lo central de la identidad chilena: “el Ejército, impregnado del alma colectiva de la nación constituye la organización que se da un pueblo para su defensa…”. Pero por defensa debe entenderse no sólo la defensa física, sino también la defensa de lo permanente y de la esencia de los valores de la patria, cuya salvaguardia se configura especialmente en el Ejército”. Esta misma idea, elaborada por Jaime Guzmán, quedó plasmada en la Constitución de 1980, donde se 3 considera a las FFAA como “garantes de la institucionalidad”. Según Guzmán, las FFAA y de Orden son “el elemento cohesionador” de la nacionalidad. En tercer lugar, se apela a la existencia de una raza chilena que habría surgido de la mezcla de sangre indígena araucana con sangre de soldados conquistadores y encomenderos y que sería depositaria de las virtudes nacionales militares. Esta amalgama se efectuó en el crisol de la guerra. Así se conformó un espíritu de raza, del cual el chileno heredó virtudes militares. Este proceso contribuyó a la unidad racial del pueblo chileno. La idea que la “raza” chilena ha heredado aptitudes militares de sus antepasados es reafirmada por el General Téllez cuando argumenta que “es notoria la facilidad con que nuestro pueblo asimila los conocimientos militares, la rapidez en que nuestros hombres se transforman en grandes jinetes, la habilidad con que intuitivamente se mueven en el terreno, etc….”. Lo cual se hace extensivo a la rápida adaptación a la tecnología actualmente vigente. La versión militar se entronca así con la idea de una raza chilena con características especiales. A principios del siglo XX, autores como Palacios, Caber y Hernández, todavía muy influidos por la victoria militar chilena en la Guerra del Pacífico y por las ideas racistas europeas de Spencer Gobineau, Taine y, sobre todo Gustave Le Bon, destacan la idea de la raza chilena como un elemento central de identidad. Para Palacios la identidad chilena está representada por un tipo humano “el roto chileno”, cuyo rasgo más decisivo es su aptitud militar reconocida en el mundo entero. El origen de la palabra roto está en el militar conquistador de la guerra en Chile. Estos godos no se vestían lujosamente y los efectos de las penurias y el combate les daban el aspecto de rotos. Fuera de su amor por el combate y la guerra los godos tenían también un desprecio por los oficios manuales, por el comercio y por los letrados. Esta veta anti intelectual que sería típica chilena, se debería a una identificación de cultura o letras con corrupción y blandura. Para entender las características esenciales del roto, su “uniformidad de pensamiento” y sus virtudes patrióticas, es necesario investigar los orígenes de su sangre, es decir su raza. Para Palacios “el roto chileno es una entidad racial perfectamente definida y caracterizada”, es una raza mestiza del godo español y del araucano. Lo novedoso de la propuesta de 4 Palacios es que el español conquistador aparece con características raciales muy particulares: aunque vino de España, es un grupo de raza especial teutónica proveniente originalmente del sur de Suecia: el godo. El godo no es cualquier español, su origen es nórdico, bárbaros rubios, guerreros y conquistadores que al emigrar al sur destruyeron el imperio romano. Clave de su fortaleza y virtudes guerreras es el hecho de que ”conservaron casi del todo pura su casta, es decir no se mezclaron con los iberos originales de España. Estos godos de pura sangre teutona, no los iberos, son los que vinieron a Chile, de donde se concluye que el roto chileno es araucano gótico. Palacios llega a sostener que los “conquistadores de Chile eran del tipo blanco rubio en su mayoría y los que no lo eran presentaban el signo germano de su elevada estatura”. ¿Por qué vinieron ellos y no los iberos? Porque a Chile venían sólo voluntarios, aquellos que podían medirse con los araucanos indómitos. Así entonces la raza chilena no es latina y tiene sólo dos elementos étnicos, lo que la hace muy homogénea y uniforme. La gama física va del roto rubio con un 80% de sangre gótica, hasta el moreno rojizo de cabello tieso con 80% de sangre araucana.