Eugenio Matte Hurtado (1896 – 1934) Un Caudillo Socialista
Total Page:16
File Type:pdf, Size:1020Kb
Universidad Finis Terrae Facultad de Ciencias Sociales Escuela de Historia Eugenio Matte Hurtado (1896 – 1934) Un Caudillo Socialista (Tesis para optar al grado de Licenciado presentada a la Escuela de Historia de la Universidad Finis Terrae ) Autor: Raimundo Meneghello Matte Profesor Guía: Ricardo Nazer Ahumada Santiago, Octubre de 2005 2 Eugenio Matte Hurtado (1896 – 1934) Un Caudillo Socialista 3 “Nosotros luchamos por un simple propósito de bienestar humano, por el egoísmo de ver felices a los demás. Mientras los egoísmos de muchos los conducen ,a matar, a destruir, a sembrar el desconcierto en las relaciones sociales e internacionales, nosotros nos contentamos con esta satisfacción –que también importa un sentimiento egoísta-, de pretender alegrar los corazones de un pueblo llamado a grandes destinos” Eugenio Matte Hurtado. ( Rumbo , N°7. Santiago. XII. 1939) 4 5 AGRADECIMIENTOS A mis padres Julio y Marilú por su constante apoyo, a mi familia y hermanos, a don Álvaro Góngora que creyó en mí y a don Ricardo Nazer que con su paciencia y consejos permitió que esta tesis fuese una realidad. Agradezco a todas aquellos amigos y profesores que de una forma u otra estuvieron junto a mí en este largo camino, pero especialmente a Macarena Sánchez y Jaime Parada que con esfuerzo y dedicación me apoyaron en este proyecto. Finalmente sólo me resta recordar a aquellas personas e instituciones que aportaron información y tiempo durante esta investigación: La oficialidad de la quinta Compañía de Bomberos, el personal de la Sala Camilo Henríquez de la Biblioteca Nacional y del Archivo Nacional, don Renato Verdugo, don Agustín Gutiérrez y doña Inés Berg-Floto viuda de Matte, quien falleció antes de ver terminado este trabajo. 6 INTRODUCCIÓN Mucho se ha escrito sobre la primera mitad del siglo XX chileno. La crisis del sistema parlamentario, la cuestión social, el fin del auge salitrero y la aparición de la clase media como nuevo protagonista en el mapa político, son temas recurrentes en la historiografía nacional. Junto con ellos, destaca la aparición de líderes personalistas, como Arturo Alessandri y Carlos Ibáñez del Campo, que encabezaron reformas y cambios cuyas consecuencias afectaron el devenir nacional durante los siguientes años. Sin embargo, dentro de este período existe una etapa que podríamos caracterizar como nebulosa. Nos referimos al periodo 1931 – 1932, llamado por algunos como “la segunda anarquía”. Ese lapso, que va desde el derrocamiento de Carlos Ibáñez en julio de 1931, hasta el regreso triunfal de Arturo Alessandri a la presidencia en octubre 1932, - pasando por el gobierno de Juan Esteban Montero, los 12 días de la República Socialista, los 90 días de Dávila 1, el movimiento civilista y las elecciones generales de octubre de 1932- fue un periodo en el que Chile se alejó de su imagen de orden y constitucionalismo, para dar paso a una etapa de experimentos políticos y sociales. En el prólogo al Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX de Mario Góngora, Ricardo Krebs caracteriza este periodo como una etapa que, si bien estuvo caracterizada por la anarquía política, fue un semillero de nuevas ideas e ideologías, especialmente socialistas 2. Este periodo de crisis, en el que el país cuestionó las bases sobre las que fundaba su organización republicana, ha sido prácticamente dejado de lado por los historiadores, que han centrado su atención en las dos personalidades mencionadas en el párrafo anterior, dejando, casi relegados al anecdotario de la historia a aquellos turbulentos días de 1932 y sus protagonistas. Es precisamente ese grupo de protagonistas el que consideramos debe ser rescatado, por ser reflejo de una sociedad que, conciente de la crisis, pretendió subsanarla de las más diferentes maneras, desde la reposición del ethos republicano y constitucional hasta la 1 Muchas veces se unen los 12 días de la República Socialista con los 90 Días de Dávila llamándoselos los 100 días de la República Socialista. 2 Ricardo Krebs en Góngora, Mario. Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX . Santiago. Editorial Universitaria. 1988. p. 17. 7 revolución socialista. Fue el periodo donde se dio la estocada final a la política de salón, ya duramente golpeada el año 20’ por Alessandri y sus opositores. En ese momento, se definieron nítidamente las distintas facciones partidistas de izquierdas y derechas. Surgieron nuevos protagonistas, como el Partido Socialista de Chile. Los nacientes partidos hicieron suyas las ideas radicales y la política se vio adoctrinada y disciplinada. Es aquí donde encuentran sus raíces los grupos políticos uniformados como las Milicias Republicanas, las Milicias Socialistas, las Camisas Grises del Partido Nacional Socialista de Chile y las Milicias Comunistas, solo por nombrar a algunos . Estos fenómenos políticos, que ayudan a comprender - en parte - las siguientes etapas históricas del siglo XX chileno, así como la creciente radicalización de los discursos políticos. han sido relegados, salvo algunas excepciones, a unas pocas páginas en los libros de historia de Chile. Al parecer, los investigadores han procurado centrarse más en las consecuencias del período que a su génesis. Es por esto que consideramos necesario indagar más en esta etapa y sus protagonistas, particularmente sobre Eugenio Matte. Un breve esquema explicativo sobre el periodo. En 1891, Chile fue desgarrado por la Guerra Civil que implicó el fin del presidencialismo y su reemplazo por un sistema del tipo parlamentarista, impuesto por la elite triunfante. El parlamentarismo fue una etapa de pocos cambios políticos. Los presidentes, despojados de su antiguo poder, pasaron a ser casi figuras decorativas “que no amenazaban a nadie” como afirmó Germán Riesco. La clase política, por su parte se desgastó en rencillas de poder, discutiendo temas doctrinales, mientras recibían los abundantes capitales generado por la explotación salitrera. El auge económico y la paz interna ocultaban un fenómeno subterráneo, una crisis que se gestaba rápidamente. Las clases medias, fortalecidas con la expansión de la burocracia estatal y el crecimiento administrativo y comercial producto de la minería y el comercio, comenzaron a exigir participación política. En forma paralela, las clases campesinas y obreras iniciaron un proceso de autoconciencia política, definiéndose primero como gremios y luego aspirando a reformas sociales que mejorasen sus condiciones de vida. Chile era una sociedad en transición política y social. Un grupo de estudiantes e intelectuales, tomó conciencia de ellos y se convirtió en el portaestandarte de las demandas 8 por cambios. Nuevamente fueron levantadas las banderas del nacionalismo y la patria, desdibujadas por el parlamentarismo. Nació la critica social y el idealismo de raza y nación, entre cuyos defensores se contaron Vicente Huidobro, Tancredo Pinochet y Nicolás Palacios. Todos ellos representantes de una generación que demandaba reformas y se organizó en pos de ellas 3. Las demandas de cambio vinieron acompañadas por un rápido decaimiento de la economía. Debido a las fluctuaciones internacionales, el auge salitrero comenzó una vertiginosa caída, que conllevó al aumento de la cesantía. La industrialización produjo migraciones del campo hacia las ciudades, especialmente a Santiago, por parte de los campesinos que buscaban oportunidades laborales, generando multitudes de cesantes que coparon las ciudades y se amontonaron en conventillos. En ese ambiente, se expandieron las enfermedades producto de las paupérrimas condiciones higiénicas y el hacinamiento. Las tasas de analfabetismo eran altísimas y las expectativas de vida bajas. La violencia, el alcoholismo y la ilegitimidad mermó a las familias obreras. El mal manejo económico, repercutió duramente en las clases medias y bajas; la inflación aumentaba y con ella el costo de la vida. Los altos precios y la escasez fueron motor para las primeras protestas 4 y la organización obrera en forma de mancomunales y mutuales de auxilio mutuo. La “Cuestión Social” encontró oídos sordos en el grueso de la clase dirigente, no así en la mesocracia y en sectores estudiantiles, que crearon ligas de diversa índole para combatir estos males. De ello da cuenta, también las Escuelas Nocturnas para obreros. En pocas palabras, la crisis nacional, apenas cubierta por las celebraciones del Bicentenario en 1910, creció en forma inexorable y afectó a todos los sectores del país. Mientras, la clase política, agotada en luchas partidistas, fue incapaz de darse cuenta de la magnitud de los problemas que afectaban al país 5. Fue dentro de este contexto que, a partir de 1920, reaparecieron en la escena nacional las personalidades fuertes, líderes que proponían reformas profundas y trasformaciones 3 La FECH, fundada en 1907, nació como una forma de ordenar y dirigir las demandas del estudiantado en pos de estos cambios. 4 Episodios como la Huelga de la Carne de 1905 y Las Marchas del Hambre de 1918 son ejemplo de ello. 5 Respecto de la noción de crisis que afectaba al país a comienzos del siglo XX, consultar el texto de Cristián Gazmuri, Testimonio de una Crisis. Chile: 1910 – 1925. 9 para toda la nación. Comenzaron los experimentos políticos dirigidos por individuos carismáticos y poderosos. El primero de estos nuevos protagonistas políticos fue Arturo Alessandri Palma, que de la mano de su “querida chusma”, pretendió llevar a la clase media al poder. Su personalidad avasalladora lo convirtió en el “tribuno de la plebe”, pero sus planes de reforma se vieron frustrados por la hostilidad de la clase dirigente y la magnitud de la problemática social. En 1924, el Presidente perdió el control de la situación y debió hacerse a un lado para que los militares, figuras gravitantes en la historia nacional, intentasen su propio proyecto político. Liderados por una oficialidad joven, tan consiente de la crisis como los estudiantes y los intelectuales, forzaron a la clase política a aprobar las tan esperadas leyes sociales. De entre sus filas, un líder destaco rápidamente: Carlos Ibáñez del Campo. Ibáñez con un liderazgo indiscutible y gran capacidad de mando, terminó por hacerse del poder en 1927.