La Moneda Circulante En El Archipiélago Canario Durante El Siglo XVIII
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Revista Numismática HÉCATE Nº 3 CANO BORREGO, P. D. La moneda circulante en el Archipiélago Canario durante el siglo XVIII LA MONEDA CIRCULANTE EN EL ARCHIPIÉLAGO CANARIO DURANTE EL SIGLO XVIII Pedro Damián CANO BORREGO* Fecha de recepción: 18/03/2016 Fecha de aceptación: 02/04/2016 Resumen A lo largo del siglo XVIII se produjeron en las Islas Canarias graves problemas monetarios derivados de la moneda en circulación en el archipiélago, derivados tanto de las falsificaciones como del mantenimiento en la circulación de monedas batidas en los siglos anteriores. Asimismo, la falta de numerario menudo favoreció la entrada de moneda de vellón provincial procedente de Santo Domingo y Puerto Rico. Tras varios intentos para la estabilización del numerario y el recurso al resello, finalmente, en una operación en sus primeras fases secreta, se sustituyó el circulante por moneda de nuevo cuño y se expidió la antigua moneda en circulación a Sevilla para ser reacuñada. PALABRAS CLAVE: Bambas, circulación monetaria, resello, moneda provincial, falsificación Abstract Throughout the eighteenth century occurred in the Canary Islands serious monetary problems because of the currency in circulation in the archipelago, resulting from both counterfeiting and the maintenance in circulation of coins minted in previous centuries. Also, the lack of cash often favored the entry of provincial currency fleece from Santo Domingo and Puerto Rico. After several attempts to stabilize the currency and the use of counterseals, finally, in a secret operation in its early stages, the current was replaced by newly minted coins and old currency in circulation was issued to Seville to be re-minted. KEYWORDS: Bambas, false coin, money supply, resealing, provincial currency, false coin ras la definitiva pacificación del archipiélago, se tomaron medidas para favorecer el comercio y la economía. No obstante, la escasez monetaria fue un problema T que se produjo ya desde comienzos del siglo XVI, aunque en ocasiones se diesen licencias para acuñar en Sevilla blancas y medias blancas para dotar a las islas de monetario menudo, en la cuantía de medio millón de maravedíes. Así, en 1549 se concedió esta licencia a la isla de Tenerife1. Junto a la moneda acuñada, desde comienzos de esta centuria se citan en los documentos la moneda isleña y junto a ella la moneda corriente, compuesta de bienes dinerarios propios de la tierra, como por ejemplo el azúcar, que recibía una estimación de 300 maravedíes la arroba para el pago de cualquier mercancía, el trigo, a 200 maravedíes, y la cebada a 70 maravedíes. La escasez de circulante hizo que existiese un fuerte premio en las monedas de oro y plata, recibiendo el ducado y la dobla una estimación de 500 maravedíes y los reales de 42 maravedíes. El premio de la moneda de vellón era del doble para los ceutíes * D.E.A. en “Epigrafía y Numismática” por el Departamento de Ciencias y Técnicas Historiográficas y de Arqueología de la Universidad Complutense de Madrid. Investigador independendiente. E-mail: [email protected] 1 LOBO (1989), P. 9. Cita Archivo Municipal de la Laguna, R-V, 18. ISSN 2386-8643 www.revista-hecate.org - 201 - Revista Numismática HÉCATE Nº 3 CANO BORREGO, P. D. La moneda circulante en el Archipiélago Canario durante el siglo XVIII portugueses, lo que produjo una invasión de esta moneda en las islas. En 1510, al ser prácticamente la única moneda en circulación, el personero Zorrona propuso en 1510 su devaluación, una medida que prosperó por resolución del teniente de Gobernador Pedro López de Vergara2. Figura 1. Real de a dos de los Reyes Católicos acuñado en Granada. Fuente: Subasta Cayón 21-22 de Enero de 2011, Lote 3052 Por Real Cédula de 16 de junio de 1561 se concedió a Tenerife el privilegio de sacar y enviar a las Indias mantenimientos, provisiones, mercancías y otros productos de la isla, que posteriormente se extendió por Real Cédula de 20 de enero de 1567 a Gran Canaria, la Palma y Fuerteventura, si bien las naos debían ir acompañando a las flotas provenientes de Sevilla. Si bien el 26 de febrero se ordenó el cese de dicho comercio, el 1 de junio del mismo año se concedió un nuevo permiso por seis años, que se fue prorrogando hasta declararse indefinido por el Reglamento de 6 de diciembre de 1718. Es obvio que en el tornaviaje las naos que partían de las islas, además de productos ultramarinos, traían plata amonedada3. El reglamento para el comercio de Canarias con las Indias de 6 de diciembre 1718 autorizó la introducción de 50 pesos fuertes por tonelada importada, lo que suponía 50.000 pesos, al estar fijada la cuota en mil toneladas4. Según el texto del mismo, el motivo de esta permisión era posibilitar la introducción de moneda por la falta que se padecía por no aver en ellas Casa de Labor. Según Macías, las fuentes oficiales registraron la llegada de 44.031.955 reales corrientes de Castilla entre 1738 y 1766, con una media anual de 1.518.343,3 reales, embarcados en su mayoría en La Habana y Campeche, los dos destinos principales del comercio canario5. Para Béthencourt, los puertos canarios jugaron el papel de nexo imprescindible entre el comercio del noroeste europeo y las Indias, mediante una compleja red de intercambios y un activo contrabando. Por ello, sus plazas fueron puntos de acumulación y redistribución de la moneda indiana, lo que a su entender explicaría su inserción económica en las redes comerciales de Amberes y posteriormente de Londres6. La abundancia de plata en el archipiélago, debida a una favorable balanza comercial, quedaría demostrada entre otros datos por la afirmación del cronista Núñez de la Peña de que en 1676 toda la moneda que corría era de plata, y en la propia obra de Viera, que recoge que entre 1649 y 1701 los donativos solicitados por la Corona ascendieron a 329.700 ducados, 304.000 pesos y 20.486 escudos de plata. 2 SERRA y DE LA ROSA (1965), pp. XIV-XV. 3 MANERO (1879), p.8. 4 Reglamento y ordenanza de su Magestad de seis de diziembre de mil setecientos y diez y ocho, sobre el comercio de las islas de Canaria, Tenerife, y La Palma en las Indias, Universidad de La Laguna, 1, A6. 5 MACIAS (1992), 312. Incluye en la p. 313 un cuadro de las remesas recibidas por años. 6 BÉTHENCOURT (2000), pp. 304-305. ISSN 2386-8643 www.revista-hecate.org - 202 - Revista Numismática HÉCATE Nº 3 CANO BORREGO, P. D. La moneda circulante en el Archipiélago Canario durante el siglo XVIII A comienzos del siglo XVIII circulaban en las Canarias numerosas especies monetarias de plata, tales como reales de a ocho indianos, tostones portugueses y bambas —diversos tipos de reales y medios reales—, así como piezas inútiles para la circulación en la Península7. Estas piezas eran de muy variada índole y procedencia, encontrándose moneda de la época de los Reyes Católicos, las primigenias bambas, con un haz de fechas en el anverso, por lo que eran conocidas también como manojillo8, y en su reverso una coyunda con los nombres de Isabel y Fernando. Para el filólogo Régulo Pérez9 el término bamba sería un africanismo procedente de las lenguas bantúes, unido como sustantivo ambiguo al término real y aplicado a la moneda desde el último tercio del siglo XVII a finales del XVIII. Desde 1720, según el mismo autor10, el término se aplicó a todo tipo de reales falsificados, contrahechos o resellados circulantes en el archipiélago. Figura 2. Real sencillo de la ceca de México, del tipo real de pilares. Fuente: Subasta Cayón 21-22 de Enero de 2011, Lote 3076. También se encontraba moneda indiana a nombre de Juana y Carlos, batida en Santo Domingo y México, conocida como reales de pilares, acuñadas de acuerdo con el sistema monetario castellano instaurado en 1497 por los Reyes Católicos con el real como unidad para el numerario de plata11. Según Lorenzo Rodríguez, también recibían ese nombre otras piezas batidas en la Península tiempos de Felipe III, con anverso con las columnas de Hércules y la leyenda PLVS VLTRA, y en cuyo reverso se recogían las armas de Castilla, León, Aragón y de los otros reinos de España12. Como indica Gil Farrés13, circulaban también unas monedas acuñadas en México específicamente para la compra de trigo en el archipiélago en el reinado de Carlos I, con un valor equivalente a 10 cuartos imaginarios, 40 maravedíes, y con tipos y leyendas similares —a nombre de Juana y Carlos— a los utilizados en las emisiones de esta Casa de Moneda14. Otras especies monetarias que circulaban en las islas eran conocidas con los nombres de reales de cruz, batidas en las cecas peninsulares en la época de Felipe II y III, los reales peruleros procedentes de las Indias de tiempos de Felipe III, y medios reales de plata también en su mayoría de origen indiano15. No parece que se hubiese acuñado moneda exclusiva para las Islas Afortunadas, si bien de Viera16 recoge en su 7 BELTRÁN (1987), p. 492. 8 LORENZO RODRÍGUEZ (1975), p. 258; VIERA (1776), p. 410. 9 RÉGULO (1984), p. 351. 10 REGULO (1984), p. 345 11 CÉSPEDES (2005), p. 1752. 12 LORENZO RODRIGUEZ (1975), p.258; LORENZO ARROCHA (1995), p. 39. 13 GIL FARRÉS (1976), p.496. 14 VIERA (1776), p. 410. 15 LORENZO RODRÍGUEZ (1975), p. 258. 16 VIERA (1773) p. 4. ISSN 2386-8643 www.revista-hecate.org - 203 - Revista Numismática HÉCATE Nº 3 CANO BORREGO, P. D. La moneda circulante en el Archipiélago Canario durante el siglo XVIII obra la Real facultad otorgada a Juan de Bethencourt por Juan II de Castilla y la Regente doña Catalina, por pleito homenaje celebrado en Valladolid el 25 de junio de 1412, de batir la moneda que considerase oportuna en cualquiera de las islas, sin que pudiese tener los cuños y las leyes de España.