Obispo De Espada: Papeles
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BIBLIOTECA DE CLASICOS CUBANOS OBISPO EDESPADA PAPELES portadilla CASA DE ALTOS ESTUDIOS DON FERNANDO ORTIZ UNIVERSIDAD DE LA HABANA BIBLIOTECA DE CLÁSICOS CUBANOS RECTOR DE LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA Y PRESIDENTE Juan Vela Valdés DIRECTOR Eduardo Torres-Cuevas SUBDIRECTOR Luis M. de las Traviesas Moreno EDITORA PRINCIPAL Gladys Alonso González DIRECTOR ARTÍSTICO Earles de la O Torres ADMINISTRADORA EDITORIAL Esther Lobaina Oliva Esta obra se publica con el auspicio de la Oficina Regional de Cultura de la UNESCO para América Latina y el Caribe. BIBLIOTECA DE CLASICOS CUBANOS OBISPO EDESPADA PAPELES Ensayo introductorio selección y notas Eduardo Torres-Cuevas LA HABANA, 1999 Responsable de la edición: Diseño gráfico: Gladys Alonso González Earles de la O Torres Realización y emplane: Composición de textos: Viviana Fernández Rubinos Equipo de Ediciones IC Todos los derechos reservados. © Sobre la presente edición: Ediciones IMAGEN CONTEMPORÁNEA, 1999, Colección Biblioteca de Clásicos Cubanos, no. 4 ISBN 959-7078-08-2 Ediciones IMAGEN CONTEMPORÁNEA Casa de Altos Estudios Don Fernando Ortiz, L y 27, CP 10400, Vedado, Ciudad de La Habana, Cuba PRESENTACIÓN Colección Biblioteca de Clásicos Cubanos Si cultura es raíz, conocimiento profundo de la siembra civilizatoria de una comunidad humana, el pensamiento emanado de ella es germinación prolífera que se interactúa como creación y creador de ese ser nacional, fertilizándolo y haciendo surgir nuevas perspectivas en el desarrollo de las actividades colectivamente hegemonizadas. Una larga y profunda tradición en el ejercicio de pensarnos, de some- ternos a crítica y, a la vez, de proponer búsquedas y trazar alternativas, permiten ofrecer a las generaciones actuales una base sólida, imprescindi- ble, para pensarse “desde la interioridad de su permanencia” y desde la profundidad de lo continuo-discontinuo. Urgencia, vocación y desvelo entraña la propuesta actual y actualizada de la Biblioteca de Clásicos Cubanos. No puede quedar en silencio la letra de dos siglos que nos independizaron. Tampoco, el espíritu que nos definió. Acaso, hoy ciertas ausencias lo reclaman. Pero él no puede anunciarse por sí solo. Ni las clasificaciones apresuradas de pensadores sin contextos y apenas algunos textos, ni el acomodo a las últimas ediciones que alcanzan ya más de medio siglo, nos lo devolverán. Lo cierto es que el riesgo de perderlo, ya a los finales del siglo XX o en los comienzos del XXI, siglo que fue y siglo que es, constituye una verdad irrevocable. Frente a la convic- ción de una pérdida tan grave, nos convoca la vocación de reconstruir para nuestro tiempo lo que en un tiempo fue; aún más, lo que puede llegar a ser. Una labor sin sosiego y desvelo nos reúne en un compromiso común: la cultura nacional, porque un dolor común nos une: Cuba. Se advertirá que en la historia de las ideas cubanas se encuentran las claves para entender un proceso histórico continuo-discontinuo el cual ofrece las experiencias más raigales de las alternativas presentes y futuras. Nos asaltará la permanente preocupación de un método para pensar la sociedad. Desde los orígenes de la ciencia y con-ciencia cubanas se inició una profunda búsqueda para la comprensión teórica de una sociedad que era para proyec- tar qué debía ser, o sea, producir un pensamiento que responda a las necesi- dades y aspiraciones cubanas. En su prólogo a Miscelánea filosófica de Félix Varela, nuestro Medardo Vitier comentó que “un método para pensar afecta, en sus resonancias, toda la estructura de una sociedad y puede alterar una época”. ¿Es acaso puede haber preocupación mayor que una sociedad que no OBRAS COMPLETAS /VI se piense a sí misma? ¿Puede haber aliento de reconstrucción sin pensamien- to en construcción? ¿Puede renunciarse a la creación de una espiritualidad en tiempos de individualismos en el mundo, en tiempo del destiempo? Nuestras ideas, armas de siempre, deben verse tales cuales fueron, la síntesis de un pensamiento singular-universal propio, que no fue jamás, en su expresión más avanzada-emancipatoria, imitación, sino creación para la li- beración humana, social y nacional. Reside ahí nuestra definición mayor como cubanos. En cada una de las introducciones presentadas a las obras de los pensa- dores de esta colección se develan las herramientas teóricas de nuestras in- vestigaciones históricas actuales. Una actitud esencial orienta estos esfuer- zos: no a partir de esquemas preestablecidos que mutilen y simplifiquen pro- cesos, sino estudiar y penetrar los procesos mismos desde su dinámica. La teoría nace aquí, brota de la realidad estudiada. Y no es casual la coinciden- cia con Marx, su método que no excluía otros, cuando se trata de explicar sociedades, que es decir, transformar. La Biblioteca de Clásicos Cubanos de la Casa de Altos Estudios Don Fer- nando Ortiz debe sus primeros frutos a la edición de Félix Varela. Obras, en tres tomos. La Biblioteca incluye en su proyecto: Clásicos cubanos de los orí- genes del pensamiento emancipador y de las ciencias, hasta 1868; Clásicos de la liberación y del cambio, de 1868 a 1920, y Clásicos de la República, restructuración y crisis, de 1920 a 1959. Estos estudios son y serán asumidos, todos, desde una perspectiva del presente. Sólo así puede el pasado revelar- nos su sentido. “Generaciones flojas, desaprensivas, son incapaces de inte- rrogar a épocas viriles”. No le faltó razón al pensador alemán de ese texto del siglo XVIII. Y es que para interrogar críticamente, abre el camino de una sólida cul- tura histórica y teórica la Biblioteca de Clásicos Cubanos que a todos llega- rá: profesores de los diversos niveles de enseñanza, profesionales de la polí- tica y la cultura; investigadores, creadores de nuestra cultura del siglo XXI; estudiantes y público en general. Se trata de poner, al alcance del cubano y de todo aquel que se acerque a nuestras raíces, otro intento de colección de autores cubanos. El deterioro físico de las dos anteriores —las dirigidas por Fernando Ortiz y la de la Universidad de La Habana— confirman la idea de que no sólo en el pensamiento pueden desaparecer las ideas. No menos nos anima el hecho de que cada generación debe repensar la historia, escribirla. La Casa de Altos Estudios Don Fernando Ortiz, inspirada en los ideales del proyecto humanista de la Revolución, inicia este noble empeño. No busca en una memoria sin recuerdos; sino crear conocimientos para hacer memoria. Este esfuerzo resulta monumental, en su compromiso con Cuba, con su historia y su cultura, y ante las condiciones a que estamos sometidos en los finales de esta centuria y los comienzas de la próxima. Es la biblioteca que demanda quien quiera conocer el porqué de una historia, y también, quienes la hicieron y la escribieron. Eduardo Torres-Cuevas Director Biblioteca de Clásicos Cubanos NOTA DE AGRADECIMIENTO La obra que presentamos a la consideración del lector es una investiga- ción amplia y dificultosa. Para lograr los fines propuestos conté con la co- laboración de mi compañera Marina Gómez, ya fallecida, y de los licen- ciados Pablo Hernández, Imilcy Balboa y Eusebio Reyes. Fue considera- ble la ayuda prestada por la licenciada Alicia Conde. A ellos, mi más sincero agradecimiento. La edición que he preparado para la Biblioteca de Clásicos Cubanos no sólo difiere de manera notable de la anterior en los cambios de su título, presentación y nombre de los acápites del “Ensayo introductorio”, sino, y fundamentalmente, porque he podido corregir numerosos errores contenidos en la precedente: palabras, nombres, omisiones, variaciones del texto manuscrito, entre otros aspectos. Eduardo Torres-Cuevas El aire era como griego, y los conventos, como el foro antiguo, a donde entraban y salían, resplandecientes de la palabra, los preopinantes fogosos, los doctores noveles, con su toga de raso, los escolares ansiosos de ver montar en su calesa amarilla de persianas verdes, a aquel obispo español, que llevamos en el corazón todos los cubanos, a Espada que nos quiso bien, en los tiempos que entre los españoles no era deshonra amar la libertad, ni mirar por sus hijos (...) A Espada, el vizcaíno, se lo arrebataban a las puertas del camposanto los jóvenes cubanos, con tal empeño por probarle amor, que en aquella lengua de oro que se llevó consigo los saludaba así nuestro tierno Luz: “¡Oh juventud divina! ¡Oh época de la vida más honrosa, para la humanidad, porque te dejas regir del corazón, sin conocer la ponzoña del egoísmo! ¡Vosotros me conmovisteis y conmovisteis a todos los presentes, jóvenes míos! ¡Vosotros volvisteis a hacer brotar la no agotada fuente de mis lágrimas, y vosotros me hicisteis gustar con noble orgullo que era, habanero el corazón que en mi latía!” ¡Pero han de volver, sin duda, los tiempos de Espada! José Martí Ensayo introductorio HACIA UNA INTERPRETACIÓN DEL OBISPO DE ESPADA Y SU INFLUENCIA EN LA SOCIEDAD Y EL PENSAMIENTO CUBANOS EDUARDO TORRES-CUEVAS I. Para comenzar. Ser y hacer sobre el lecho de un volcán En la introducción a la obra José Antonio Saco. Acerca de la esclavitud y su historia,1 y en el libro La polémica de la esclavitud. José Antonio Saco,2 adelantábamos tres hipótesis que, en nuestros estudios, resultaban cada vez más nítidamente definidas e imprescindibles para el análisis y síntesis del desarrollo económico, social, cultural, político e ideológico de la so- ciedad esclavista decimonona y los elementos que transitaron hacia la sociedad cubana capitalista dependiente. Del enfoque sistémico y del estudio analítico de los diferentes componentes de aquella sociedad; de su análisis cuantitativo y cualitativo; de sus contradicciones y paradojas multidimensionales, antagónicas o no, se obtiene una visión sintetizadora del complejo fenómeno que fue la sociedad esclavista del siglo XIX, y, prin- cipalmente, de las contradicciones fundamentales de esta sociedad: la esclavista y colonial, ambas comprometidas con el proceso de formación nacional. Estas hipótesis resultaron ser: 1.