Grupo Clarin Sa
Total Page:16
File Type:pdf, Size:1020Kb
GRUPO CLARIN S.A. Memoria y Estados Financieros Consolidados Por el ejercicio finalizado el 31 de diciembre de 2018, presentados en forma comparativa. GRUPO CLARÍN S.A. MEMORIA 2018 A los Señores Accionistas de Grupo Clarín S.A. Ponemos a su disposición la Memoria y Anexo, el Estado Individual de Situación Financiera, el Estado Individual de Resultado Integral, el Estado Individual de Cambios en el Patrimonio y el Estado Individual de Flujos de Efectivo y Notas de Grupo Clarín S.A. (en adelante “la Sociedad” o “Grupo Clarín”) correspondientes al ejercicio económico N° 20 finalizado al 31 de diciembre de 2018 y los Estados Financieros Consolidados con los de sus sociedades controladas al 31 de diciembre de 2018. A continuación mencionamos las principales sociedades controladas –directa o indirectamente- por Grupo Clarín S.A.: Arte Gráfico Editorial Argentino S.A. (AGEA), Compañía Inversora en Medios de Comunicación S.A. (CIMECO), Arte Radiotelevisivo Argentino S.A.(ARTEAR), GC Gestión Compartida S.A., Inversora de Eventos S.A.(IESA) y Radio Mitre S.A.. CONTEXTO MACROECONÓMICO 2018 El desempeño de la economía argentina durante el año 2018 estuvo determinado por dos acontecimientos que redujeron de forma significativa el flujo coyuntural de divisas que se registró en los dos primeros años de la actual gestión. La severa sequía padecida por el agro, junto a la abrupta disminución del financiamiento externo, condujeron a una crisis cambiaria que modificó por completo el escenario base previsto en origen para una economía que, en los primeros meses del año, crecía a tasas superiores al 3%, con acceso fluido a financiamiento que permitía mantener un elevado gasto público. Por efecto de la sequía, el volumen de producción de cereales y oleaginosas descendió cerca de 25 MM de toneladas (equivalente a casi un 20% del total), restando aproximadamente 1,5 puntos porcentuales en forma directa al PBI 2018 y US$7,5 mil MM al valor de las exportaciones. En tanto, el significativo egreso de capitales que observaron las economías emergentes y, en particular, la argentina ante el endurecimiento en las condiciones financieras internacionales a partir de abril, agravó esta situación, lo que erosionó significativamente la posición de reservas del Banco Central y el valor del peso. El carácter bimonetario de nuestra economía amplifica los efectos inflacionarios y recesivos característicos de las devaluaciones. En este sentido, la depreciación del peso suele impactar sobre los precios en mayor medida que en otros países de la región en virtud del elevado coeficiente de traslado local. En tanto, suele mejorar el desequilibrio del frente externo en lo fundamental a través de una rápida retracción en el consumo de divisas (sobre todo importaciones) dado el rezago que suele registrar el valor de las exportaciones a la mejora en la competitividad cambiaria. Finalmente, complica el sendero programado de corrección fiscal, elevando las partidas de subsidios como consecuencia del marco regulatorio vigente para las tarifas de gas y electricidad y de servicio de intereses de una deuda nominada mayoritariamente en moneda extranjera. Como consecuencia de las particularidades mencionadas, la flexibilidad cambiaria encuentra obstáculos para absorber por entero shocks como los experimentados de manera de evitar la pérdida de reservas del Banco Central y el retroceso del PBI tal cual suele verificarse en otras economías de la región. Los factores citados forzaron el abandono de la hoja de ruta del gradualismo fiscal y aceleraron la corrección de los desequilibrios presentes en las cuentas fiscales y externas. A mediados de abril, y de manera de suavizar la magnitud del ajuste en ciernes, se acordó un programa Stand By con el Fondo Monetario Internacional por un total de US$50,0 mil MM (luego ampliado a US$57,1 mil MM) y duración de tres años con el objetivo de brindar certidumbre al pago de los vencimientos de deuda en moneda extranjera en lo que resta de la presente gestión. La evolución de las variables fundamentales de la economía argentina a lo largo del año, con epicentro en el recorrido del peso, puede ser dividido en tres etapas claramente diferenciadas. La primera etapa fue de relativa tranquilidad, durante el primer cuatrimestre del año, durante la cual la economía aún encontraba financiamiento para su desequilibrio fiscal y la paridad $/US$ se deslizaba a la par de los precios minoristas. La segunda etapa abarca desde mayo hasta fines del tercer trimestre, en donde, como consecuencia del corte súbito de financiamiento externo, el peso pasó del entorno de $/US$20 hasta superar levemente los $/US$40 bajo un clima de creciente incertidumbre. Finalmente, la tercera etapa comprendió el último trimestre del año, en donde a partir del nuevo marco monetario y cambiario por el que optaron las nuevas autoridades del Banco Central, se logró estabilizar el frente cambiario e incluso revertir su tendencia alcista a partir de elevadas tasas de interés reales. Entre puntas, la paridad mayorista $/US$ registró un salto del 101% a lo largo del 2018 (de US$18,77 a $/US$37,81). El siempre elevado traslado a precios de las devaluaciones a la par de la mayor alza de los precios regulados, generaron una preocupante aceleración inflacionaria (+47,6% entre puntas - máximo registro desde 1991 a la fecha -, +34,3% en promedio) que incluso pudo ser mayor de no ser por sus implicancias recesivas. En efecto, el impacto de esta aceleración de precios sobre el poder adquisitivo de salarios y jubilaciones deprimió el consumo privado y sumergió al PBI 2018 en un retroceso profundo del 2,6% promedio (7,0% negativo en términos interanuales entre puntas). Lo citado además de elevar el índice de desempleo nacional hacia niveles cercanos al 10%, agravó los preocupantes índices de pobreza e indigencia de un cuadro social por demás delicado. En el frente fiscal, la imposibilidad de seguir financiando grandes brechas generó varias revisiones a la baja del sendero de reducción gradual. La meta anual fijada para el déficit operativo a nivel nacional fue revisada del 3,2% al 2,7% del Producto Bruto y fue sobrecumplida (2,4% del PBI o 5,2% de incluir intereses de deuda); en tanto, se comprometió un desafiante objetivo de equilibrio fiscal para el año 2019, para lo cual se acentuará aún más la elevada presión tributaria sobre el sector formal de la economía. Además, se aceleraron desembolsos del FMI para el bienio 2018/2019 (de US$32,5 mil MM del programa original a US$51,2 mil MM respectivamente). El desplome del PBI medido en US$, correlato de la devaluación, espiralizó el ratio deuda soberana / PBI hasta niveles en torno al 85% (40% de la cual se encuentra en manos de agencias del sector público) desde el 57% registrado al cierre del 2017. Finalmente, en lo que respecta al frente externo, la menor disponibilidad de divisas y sus consecuencias, el salto cambiario y sus efectos colaterales negativos de corto plazo, deprimieron el consumo de dólares en forma significativa en los últimos meses del año. Consecuencia de ello, el déficit devengado en cuenta corriente, que en el 2017 ascendió a US$31,6 mil MM (5,0% del Producto, más que duplicado respecto a 2016), descendería en el 2018 en valores absolutos aunque continuaría en valores relativos elevados respecto del resultante menor tamaño de la economía. Perspectivas para el año entrante En la foto de inicios de año, la economía argentina exhibe un tipo de cambio competitivo y una sensible mejora prevista en sus desequilibrios externo/fiscal (necesaria para atender la mayor carga de deuda externa de los sectores público y privado). De consolidarse la actual estabilidad cambiaria, las desafiantes metas fiscales (equilibrio fiscal a nivel primario para la Nación) y monetarias (crecimiento prácticamente nulo de la base monetaria hasta el mes de junio y de no más del 13,5% en el año) comprometidas en el acuerdo con el FMI, habilitan la posibilidad de delinear un sendero gradualmente desinflacionario. No obstante, lo descripto no alcanzaría para alentar un recupero del PBI como consecuencia del fuerte arrastre estadístico negativo heredado (de casi tres puntos porcentuales) y el propio sesgo recesivo del esquema. De hecho y a diferencia de anteriores, este año electoral no sería expansivo: el PBI volvería a caer (-1,2% promedio, de acuerdo con último relevamiento del BCRA) y acumularía así dos años de retroceso por primera vez desde la crisis 2001/2002. El fuerte arrastre negativo y el difícil recupero del consumo privado (~75% del Producto) explican en lo fundamental lo mencionado. Los aportes positivos esperados del agro y del sector energético convertirían a las exportaciones en el componente más dinámico del PBI. En el frente externo, y ante la menor disponibilidad de divisas, el desequilibrio se reduciría sensiblemente a partir de la reversión del déficit comercial. La normalización esperada para las cosechas de soja y maíz, sumado a la mejora esperada en las exportaciones industriales producto de las perspectivas de Brasil, y la reducción de partidas sensibles a la depreciación del peso, como las importaciones y el turismo, harían descender el desequilibrio externo a menos de la mitad del ~5% negativo del PBI estimado para el 2018. Finalmente, vale recordar que los desembolsos trimestrales previstos en el acuerdo con el FMI dependen del estricto cumplimiento de las metas fiscales (por demás desafiantes en un año electoral y con un PBI en retroceso). Con un sector público que precisa normalizar su acceso al crédito voluntario, desvíos respecto de las metas comprometerían estos desembolsos y regresarían a la economía a un escenario de elevada incertidumbre, impactando negativamente en la solvencia de un programa financiero que prevé avanzar hacia superávits fiscales a partir del 2020. EL AÑO 2018 Y LA INDUSTRIA DE MEDIOS EN LA ARGENTINA Y EL MUNDO El complejo proceso de reconversión y convergencia de la industria de medios y comunicaciones continúa obligando a las empresas a repensar sus modelos de negocios para adaptarse a la era digital y a los cambios de consumo derivados de las nuevas tecnologías.