Politización De Las Mujeres E Influjo En El Debate Público Y La Opinión Política
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MUJERES EN LA INDEPENDENCIA DE CHILE 1. La mujer en el periodo colonial tardío: espacios de desenvolvimiento público La bibliografía reciente sobre la participación femenina en la independencia de Chile coincide en que durante el proceso emancipatorio las mujeres dejaron su habitual enclaustramiento en el ámbito íntimo para incursionar en la esfera pública, espacio clásicamente masculino, desplegando un conjunto de capacidades que, en condiciones de normalidad, la imagen que de sí misma ha internalizado desde la niñez la lleva a inhibir.1 Sin embargo, tal afirmación requiere preguntarse qué entendemos por “espacio público” y qué tan ajenas a éste se encontraban las mujeres a fines del periodo colonial. Contenidas dentro del espacio doméstico y bajo el gobierno masculino, pareciera indudable que el modelo femenino deseable en una sociedad tan fuertemente jerarquizada como la colonial corresponde a aquella mujer que muestra recogimiento, recato y discreción frente a su entorno familiar y social.2 Por el contrario, la mujer libre de la sujeción masculina es vista como una amenaza para un orden social sustentado sobre los vínculos jerárquicos de la familia, en donde, incluso la devoción religiosa podía presentar una amenaza al dominio del marido, en tanto desviaba a las mujeres de sus deberes 1 Patricia Peña González: “… Y las mujeres ¿dónde estuvieron? Mujeres en el proceso independentista chileno”, Anuario de postgrado, Nº 2, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile, Santiago, 1997, p.253. Trabajos más recientes también han conceptualizado el problema como la imbricación de las esferas pública y privada en un periodo de crisis. Sobre este punto ver: Patricia Peña González: Las célebres y las otras. Modelo, presencia y protagonismo femeninos en el proceso independentista chileno, tesis para optar al grado de magíster en historia con mención en historia de América, Universidad de Chile, Santiago, 2004; Tania Mella Lizana: Las mujeres en la independencia de Chile: acciones y contribuciones, tesis para optar al grado de licenciado en historia, Universidad de Chile, Santiago, 2004. 2 Cecilia Salinas Álvarez: Las chilenas de la colonia. Virtud sumisa, amor rebelde, LOM Ediciones, Santiago, 1994, p.92. 1 familiares. Tras este discurso masculino se encuentra la idea que la mujer no tenía la capacidad moral para cuidar de sí misma ni de sus hijos.3 Por otro lado, al menos hacia fines del periodo colonial, vemos a las mujeres con ciertos espacios de autonomía que en ocasiones empañan la imagen clásica que la restringía exclusivamente al ámbito domestico. La relativa independencia que adquirirán las chilenas en las postrimerías de la colonia y principios de la república va de la mano con la apertura de nuevos espacios para que las mujeres puedan recibir la influencia de una mayor cultura social.4 Si bien es cierto, eventos como los saraos y tertulias no eran desconocidos por la sociedad colonial chilena desde el siglo XVI, en general los espacios de sociabilidad eran escasos, particularmente para las mujeres. Excluyendo la participación en actos religiosos, los únicos sitios de reunión -predominante masculinos- eran el Palacio de los Presidentes, “los cuartos penumbrosos de la Real Audiencia” y los cuarteles.5 Además, en estas reuniones mujeres y hombres no acostumbraban mezclarse, salvo que se presentara la oportunidad de bailar.6 No es sino hasta finales del siglo XVIII y principios del XIX en que los salones abren sus puertas, antes herméticamente cerradas, acogiendo en su interior a hombres y mujeres que intercambiaban ideas. En este nuevo escenario, las mujeres cumplirán un rol fundamental como articuladoras de los espacios desde los cuales, en el contexto del proceso independentista, irrumpirá el debate público. Recordemos también que los derechos que tenían las mujeres en la legislación colonial les permitían una amplia gama de actividades: poseer, comprar y vender bienes; recibir y transmitir bienes por herencia; hacer peticiones a las autoridades; demandar en 3 María Francisca Rengifo Streeter: Un recurso de protección femenina: el divorcio eclesiástico en Santiago de Chile, 1850-1890, tesis para optar al grado de doctor en Historia, Instituto de Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, p.191. 4 Diego Barros Arana: Historia General de Chile, tomo VII, Editorial Universitaria, Santiago, 2001, p.259. 5 Gabriel de León: “Mujeres de la Independencia”, Revista en Viaje, Nº 323 (agosto 1960), p.25. 6 Cecilia Salinas Álvarez: Las chilenas en la colonia. Virtud Sumisa, Amor Rebelde, pp.108-109. 2 juicio y ser demandada; y promover acciones legales en diversas circunstancias.7 Estos derechos en gran medida eran suspendidos o “cedidos” al hallarse bajo la potestad masculina. Sin embargo, la cotidianidad de la viudez en una época en que el hombre se casaba a una edad bastante mayor que la de su esposa y en que la esperanza de vida no era muy elevada, hacía a la mujer asumir -frecuentemente- en lo privado toda la autoridad y poder del padre de familia, y en lo público la capacidad de hacer inversiones, negociar y actuar en el fondo como cualquier empresario mercantil.8 Además, en caso de divorcio - escenario no tan usual como el anterior-, la mujer recuperaba su plena capacidad jurídica y la administración de los bienes que le correspondía.9 Así, en la práctica, hacia fines del periodo colonial la principal segregación de género estaría en las instituciones del poder y del saber, en lo público-estatal. Ciertamente, en una sociedad como la chilena hasta comienzos del siglo XIX la esfera pública se limitaría al poder público, instancia completamente ajena a la acción directa de las mujeres.10 Sin embargo, si incorporamos a la definición de lo público el concepto de sociabilidad -que abarca desde las redes familiares de la aristocracia hasta la vida de la calle, pasando por la participación en los ritos religiosos-, aquello que “sucede en público”, o, como diría Hannah Arendt, aquello “que puede verlo y oírlo todo el mundo”, 11 el concepto se enriquece y se ajusta más a las características de una sociedad tradicional, en donde la mirada de los otros (“la voz pública y fama”) es lo que define la 7,Evelyn Cherpak: “La participación de las mujeres en el movimiento de independencia de la Gran Colombia, 1780-1830”, en Asunción Lavrin (compiladora), Las Mujeres Latinoamericanas. Perspectivas Históricas, FCE, México, 1985, p.269. 8 Gabriel Salazar y Julio Pinto: Historia contemporánea de Chile, volumen IV, LOM Ediciones, Santiago, 2002, p.92. 9 María Francisca Rengifo Streeter: Un recurso de protección femenina: el divorcio eclesiástico en Santiago de Chile, 1850-1890, p.44. 10 Jürgen Habermas: Historia y crítica de la opinión pública. La transformación estructural de la vida pública, Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 2006, p.68. 11 Hannah Arendt, La condición humana, Paidos, Buenos Aires, 2008, p.59. 3 propia identidad y hace de lo íntimo algo público. Podría proponerse que durante la independencia es en esta esfera pública premoderna desde donde las mujeres articularon sus espacios y redes sociales, esta vez con mayores grados de autonomía dada la frecuente ausencia masculina, desplegando sus propias estrategias para contribuir con la causa que apoyaban, fuera ésta patriota o realista. En conclusión, más que un cambio radical en el tejido social, la creciente presencia de la mujer en el espacio público puede ser visto como un proceso de larga duración y no un fenómeno meramente coyuntural como el que supondría la irrupción femenina en “lo público” como consecuencia de la independencia. Esto podría explicar por qué la participación femenina en la emancipación chilena pareciera no haber levantado demasiadas suspicacias en una sociedad tan masculina y jerarquizada como la chilena a comienzos del siglo XIX, salvo en el caso que su opinión política fuera contraria al gobierno de turno. 2. Politización de las mujeres e influjo en el debate público y la opinión política En los agitados días en que se desarrollaba la gesta independentista, la política irrumpió en la vida cotidiana de muchas mujeres. Si bien es cierto desde un comienzo el nuevo orden las excluía de la ciudadanía política, marginándolas de toda posibilidad de participación en la conducción de los asuntos públicos, la politización femenina que trajo consigo la revolución en Chile, la influencia que las mujeres ejercieron en el debate público, así como el recelo que mostraron las autoridades por las opiniones insumisas de las rebeldes, nos sugiere que durante el proceso emancipatorio no pocas chilenas demostraron poseer una fuerte convicción política que repercutiría en la revolución, hecho que muchas veces le ha sido negada por la historiografía. El que las mujeres no hayan ocupado cargos 4 públicos durante la independencia no significa que no hayan ejercido una enorme influencia en la sociedad y que en ocasiones, desde las sombras, arbitraran el juego político.12 Las fuentes usualmente insisten en el fuerte influjo que tuvo el clero - predominantemente monarquista- en la formación de la opinión femenina, dada la cercanía que tenían las mujeres con el mundo religioso. Sin embargo, resulta evidente que hubo otras influencias que operaron en su conciencia. Las mujeres de la aristocracia estuvieron presentes en otros ámbitos como, por ejemplo, en las redes familiares que formaron la cúpula del poder político, económico y religioso del periodo. Participaron, influyeron y se vieron influenciadas en los espacios de sociabilidad en donde se desarrollaba