Comentarios Y Extractos De Las Referencias
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Comentarios y extractos de las referencias Los siguientes extractos de la bibliografía son suplementarios e importantes porque refuerzan ciertos argumentos esgrimidos a capa y espada para asegurarse de que no que- den como un castillo en el aire, también nos ayudan a ampliar el panorama de lo que ha sucedido. Nos muestran los vericuetos que habría podido asumir y que ha tomado la convulsionada historia mundial y lo que había detrás del velo difuso de aquello que se llamó con el nombre de ‘nacionalsocialismo alemán’, que, en principio, era exclusivo de esta gran nación consagrada a su misión, que ha causado tanta admiración y respeto al punto de albergar en su cuna a toda una élite de filósofos y artistas. También nos permite resaltar la importancia de la compleja bibliografía utilizada a lo largo de este recorrido vertiginoso para enriquecer las conclusiones y el espíritu del libro, aunque ciertamente una parte no es mencionada aquí, lo cual permite una digestión más fácil. Queda disponible para libre discernimiento del lector si contrasta con la versión ofi- cial o si resulta impactante. Gracias por la amable lectura sobre las aventuras y des- venturas de esta nación tan incomprendida y valiosa. Una nación noble que ha tenido movimientos migracionales de retroceso frente a Oriente que no se habían visto desde los tiempos del Imperio huno de Atila o el mongol de Gengis Kan, que al final y tras la Segunda Guerra en Europa era un refugio de varias nacionalidades como los calmucos ante la marea soviética y que ha asumido con generosidad inconmensurable todo el peso del problema de la vasta entrada de migrantes ilegales en Europa. Alexiévich, S. (2015). De acuerdo con el relato de una soviética: “Me acuerdo de una muerte insólita… Nadie entonces le dio importancia, no estábamos para eso… Pero yo a menudo pienso en aquel hombre… El primer día que pisamos territorio alemán se nos murió un capitán... Le daba miedo morirse antes, no vivir hasta el día que vería la tierra alemana y su desgracia, el dolor de esa gente. Le daba miedo no llegar a ver cómo habían llorado y sufrido ellos… No ver las ruinas que había en lugar de sus casas… Simplemente murió, no estaba herido ni nada. Llegó, lo vio y murió. A veces me paro a pensar: ¿de qué murió?”. También por una enfermera de quirófano que bajo Stalin “¡habían 1 Hitler, Europa y la Segunda Guerra Mundial: CAPÍTULO FINAL desaparecido miles, millones de personas! ¿Dónde? ¿Cómo? Los ucranianos contaban… como les obligaban a unirse a los koljós… Cómo les reprimían… Cómo Stalin provo- có una hambruna… Las madres enloquecidas se comían a sus hijos… Y eso ocurría en un lugar donde la tierra es tan fértil que si plantas un palo seco te crece un árbol. Los prisioneros de guerra alemanes empaquetaban esa tierra y la enviaban a sus casas. Tan generosa es. La capa fértil es de un metro. Las conversaciones eran en voz baja, a media voz… Hace poco fui a ver unas amigas del frente de Ucrania. Viven en un pueblo cerca de Odesa. En la plaza central del pueblo hay dos obeliscos: la mitad de la población mu- rió de hambre, y los hombres cayeron todos en la guerra. ¿En Rusia cree que alguien se ha atrevido a contabilizar a todos los que murieron? A lo mejor pregunta a los pocos que sobrevivieron…”. Además, se señala por un cabo mayor de Guardia que Stalingrado fue “el combate más terrible. Más que cualquier otro. Querida mía”. Allegritti, P. (2006). Sostiene que “Platón actuó como un vehículo algo inestable de la doctrina de Zoroastro y del sistema místico pitagórico al momento de su búsqueda de las ‘Verdades Eternas’, sin dejar de lado su íntimo deseo para instaurar una singular cofradía donde los hombres indicados pudieran purificarse en virtud de las metas y uto- pías del discípulo de Sócrates. En su deseo de lograr una república ideal, imaginó una implacable casta de custodios y espías estatales dentro de un sistema monolítico. Hitler jamás olvidaría esta propuesta platoniana, encarnada en los hombres de la Gestapo y de las SS”. También que: “La creencia de que la sociedad occidental se desnaturalizó por culpa de una conspiración se retrotrae al año 1780, cuando el gobierno bávaro puso al descu- bierto el complot de Spartacus (Adam Weishaupt)… Un estudioso notable de la ideología de la conspiración. Nesta Webster, señaló que ese Iluminismo Bávaro buscaba derrocar a todas las monarquías europeas y establecer la dictadura mundial. Tanto los militantes nazis –también los neonazis– y Klansmen tienen en común el preservar la raza aria/blan- ca, creyendo con ello realizar la voluntad de Dios. Pero no el Dios judeocristiano, sino de un Dios pagano, ya que consideraban al primero como una adulteración de la verdadera religión, dando a entender que aquel es una falsificación de la verdad… Esto lleva a evo- car a aquel Cristo caucásico del paganismo antiguo escoltado por lobos, arcaísmo que se remonta a Odín/Wotan”. Además, que: “Neoliberalismo y neoconservadurismo son dos modalidades de una misma convicción. En teoría, tal persuasión es una ingeniosa ambigüedad que subyace en el espíritu de una élite global. A su vez, esta ambigüedad –según ambos arquetipos– se afirma, por un lado, en la necesidad de un cambio formal para mostrarlo como una pana- cea contra todos los males. Por otro, tal cambio no debe alterar en lo más mínimo el statu quo de esa élite imperante. Acaso, ya no se trate, en un sentido estricto, de izquierdas y de derechas. Quizá se trate de poderosos y sometidos… El mundo actual promete más amenazas que seguridad y bienestar, a tal punto que la idealizada rebelión de las masas se ha trastocado en una pragmática rebelión de los ricos; la manoseada democracia estándar se ha corrompido en una democracia ilusoria, la otrora seguridad ciudadana se ha viciado 2 Pedro Felipe Arciniegas Rueda en mera inseguridad mundana, el rumboso estilo de la política internacional clásica se ha deformado en una hipócrita manera de incubar huevos de serpiente… Jamás podrán reinar la autodeterminación de los pueblos y la paz en ningún país periférico mientras existan clanes plutocráticos de poder global o corporaciones de inteligencia transnacional en los países centrales”. Atkinson, R. (2004). Describe las pocas aptitudes del Dwight D. Eisenhower como militar, tal y como se evidenciaría en su absurdo historial de ascensos. Además de sus es- fuerzos para mantener unida la coalición Aliada, que realmente no fue así, y que incluso dividía franceses, británicos y estadounidenses, a pesar de algunas apariencias. Atkinson, R. (2014). Se afirma que: “Las atrocidades soviéticas crecían exponen- cialmente en el este y consistían en la quema de pueblos, asesinatos gratuitos y viola- ciones en masa… En Königsberg, las enfermeras fueron arrastradas de las mesas de operaciones para ser violadas en grupo. ‘Nuestros hombres disparan a las que tratan de salvar a sus hijos’, dijo un oficial soviético. Los padres alemanes ejecutaban a sus hijas para evitarles más profanaciones, y a las mujeres violadas les clavaban las manos a las carretas en las que se llevaban a sus familias como parte de la migración de 7,5 millones de alemanes hacia el oeste durante los meses siguientes. ‘Recordarán la marcha de nues- tro ejército sobre territorio alemán durante mucho, mucho tiempo’, escribió un soldado ruso a su padre”. Bardèche, M. (2016). Se señala en el estudio preliminar escrito por Rodolfo Segu- ra –sobre esta obra publicada en 1947 del francés Bardèche, que enseñó en la Sorbona, presenció los Juicios de Núremberg y fue crítico de arte y literario además de periodis- ta– que: “Resultaba por lo demás grosera la pretensión de transformar en degenerados a 80 millones de alemanes… pueblo de cuyo seno salieron músicos como: Mozart, Bee- thoven, Bach, Wagner, Schubert, Schumann; pintores como Witz, Lochner, Cranach, Hans Memling, Durero, Holbein, Grünewald; escultores como Hans Multscher, J. Syr- lin, F. Veit, J. Schilling, Thorak, Arno Breker; filósofos como Leibnitz, Schelling, Hegel, Kant, Nietzsche, Fichte, Schopenhauer, Jaspers, Husserl, Heidegger; estadistas como Carlomagno, Otón I el Grande, Carlos V, Federico el Grande, Bismarck; economistas como M. Weber, List, Sombart, Schumpeter, Bohm, Bawerk; poetas como Goethe, Schi- ller, Hölderlin, Novalis; guerreros como Clausewitz, Blücher, von Moltke, Hindenburg, Rommel; historiadores como Ranke, Mommsen y Spengler; pueblo de creadores, de investigadores, de inventores, de científicos en todas las disciplinas; pueblo de hombres laboriosos, disciplinados, sacrificados, capaz como pocos de renacer de sus propias ce- nizas, dividido y humillado y constituirse en poco tiempo en la vanguardia del mundo. Y de este pueblo insigne ha dicho el francófilo historiador suizo Gonzague de Reynold: ‘Nadie puede discutir que este pueblo alemán ha hecho, a partir del siglo XVIII, un es- fuerzo tal, que ha colocado a su Patria en el primer rango de las naciones civilizadas y ci- vilizadoras. En todos los dominios, en el de la química como el de los estudios antiguos, los alemanes han trabajado como precursores. En ningún dominio se puede prescindir de ellos, ni de los resultados de su labor. Cuando se trata de la ciencia, su espíritu de 3 Hitler, Europa y la Segunda Guerra Mundial: CAPÍTULO FINAL conquista y de cultura se ha manifestado en provecho del tesoro común; la civilización universal’. La propaganda aliada veía fieras en ejércitos altamente disciplinados que –lo dice nada menos que el conocido estratega británico Liddell Hart– ‘se contenían par- ticularmente hasta el punto de entorpecer sus propias operaciones por los extremados escrúpulos que sentían de hacer cualquier petición a la población civil’. El 3 de septiem- bre de 1870, en un gesto de caballerosidad que los franceses no merecían, Bismarck y Moltke saludaron en posición de firme cuando el carruaje de Napoleón III, con cocheros de librea y peluca empolvada, atravesó Conchery camino a Bélgica.