Amor Y Lagrimas (Poesías Escogidas)
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Colección ARIEL Manuel Gutiérrez Nájera AMOR Y LAGRIMAS (POESÍAS ESCOGIDAS) SO ctms. establecimiento Tipográfico de Avelino Alsina SAN JOSE DE COSTA RICA ist i Colección ARIEL Epítomes de Literatura Internacional» Antigua y Moderna. BIOGRAFÍA, CUENTOS Y VERSOS, VIAJES, ORATORIA, CIENCIA RECREATIVA, LITE- RATURA INFANTIL, HIGIENE, EDUCA- CIÓN, TEATRO, GEOGRAFÍA. HISTORIA. NOVELAS, INSTRUCCIÓN CÍVICA, ETC, Se publica mensualmente en San José de Costa Rica, A. C. PUBLICADOS Céntimos Fragmentos de un Diario íntimo, de Federico Amiel 0.20 Prosa (Cuentos y Crónicas), de Manuel Gutiérrez Nájera 0.20 Tolstoi intimo (.Recuerdos, relatos, con- versaciones), de Sergio Persky 0.40 Poemas escogidos, de Isaías Gamboa. 0.40 El Hombre y la Tierra {Estrados: se- rte), de EJliseo Reclus 0.20 El canto de las Horas (Estudio sobre la Belleza), de R. Brenes Mesen 0.25 Rincón de los Niños (Lecturas infanti- les), de varios autores 0.25 El Secreto de oro (Estudios literarios é históricos), de A. Zambrana 0.50 Cuentos de Verano de R. Baumbach ... 0.20 Amor y Lágimas (.Poesías Escogidas), de Manuel Gutiérrez Nájera 0.50 Los pedidos se hacen al Editor APARTADO 533 SAN JOSE, COSTA RICA AMOR Y LÁGRIMAS Imprenta Alsina SANJOSÉ, C. R 1911 MANUEL GUTIÉRREZ NÁJERA (El Duque JoeJ mirable escritor y poeta mejicano epítomes de Literatura Internacional, Antigua y Moderna. 13. MANUEL GUTIÉRREZ NAJERA AMOR Y LÁGRIMAS (Poesías escogidas) CONTENIDO PÁGINAS Gutiérrez Nájera, por Justo Sierra 5 Para entonces 19 Luz y sombra 19 Siempre á tí 22 Hojas secas 23 A mi madre 24 La fe de mi infancia 27 La noche de San Silvestre 29 Deseo 34 Trente á frente 34 La canción de Fortunio 37 Mimí 38 Myrtos 39 Versos 42 Del libro azul 43 Para qué? 45 Anda! 47 Hamletá Ofelia 49 Crisálida 53 PÁGINAS Después del teatro 56 Cuadro de hogar 58 * * 59 El amor duende 61 Carta abierta 64 Invitación al amor 66 Prólogo 69 Ignota Dea 72 Nada es mío 76 Tristíssima nox 77 Fiat voluntas 81 Madre Naturaleza 84 Desconocida 85 La Duquesa Job 87 En su alcoba 90 Tras los montes 92 De amores 93 En la orilla 94 De mis "Versos viejos" 95 Margarita 97 Musa blanca 99 Calicot 103 Con Julieta 105 Ondas muertas 107 Resucitarán 109 En un cromo 110 Mariposas 111 Para el corpino 112 Para un Menú 114 De blanco 115 La Serenata de Schubert 117 Espera 119 En alta noche 121 Después 122 Castigadas! 124 Pax animae 126 La misa de las flores 129 Non omnis moriar 134 * * 135 Espigas 136 Gutiérrez Nájera 1 El compromiso fué contraído sobre la tum- ba del poeta. No creo poder cumplirlo; mis fuerzas, de suyo escasas para tamaña em- presa, están como enervadas por la proximi- dad casi material de nuestro amigo, porque la catástrofe, inesperada no, por desdicha, pero sí súbita, nos ha desconcertado moral- mente á quienes lo quisimos como él ense- ñaba á querer; porque lo sentimos junto á nosotros caliente todavía de juventud y de cariño; su alma sollozante y afligida vaga en la atmósfera que respiramos. Como im- pregnan los átomos de oro de sus versos nuestro ambiente poético, al grado de mo- dificar, esfumándolas, todas las líneas de nuestro horizonte espiritual, así los ecos despertados por sus sordos y suavísimos lamentos se dilatan de corazón en corazón y entran, desde hoy, en los componentes de nuestra ecuación personal y se reflejan en 1 Para componer el presente Epítome, consul- tamos la edición mejicana de los versos de Gutié- rrez Nájera: Poesía, 1 Vol., México. Estableci- miento Tipográfico de la Oficina Impresora del Timbre. 1896. Iyos apuntes sobre Nájera y su obra poética—que ahora reproducimos—están conteni- dos en el Prólogo de dicha edición mejicana. El señor Sierra lo escribió poco tiempo después de la muerte del poeta. — 6 — todos los aspectos del dolor, de la pasión humana, cuando tenemos la serenidad de contemplarlos. Ese carácter de sugestión es el sello de la obra poética de Manuel Gutié- rrez Nájera, y sería necesario alejarse bien de ella, para poder juzgarla. Hoy no, porque estamos bajo el sortilegio de sus cantos. Su vida es un idilio trágico del que sólo conocemos la música: los versos del poeta. Resulta un poema con notas alegres, humorísticas, satíricas, y á pesar de eso, y por eso quizás, inefablemente triste. Hay que seguirlo paso á paso y estudiar la me- tamorfosis de este espíritu de elección. Como en todos los poetas que han tenido una ma- dre muy dulce, muy amante y muy piadosa, el alma de Manuel en sus primeros gorjeos no es más que una prolongación del alma materna; son versos de nido los primeros versos suyos; mas de nido colgado en la alta ventana de colores de la Iglesia. Los místicos suspiros de su madre pasan á tra- vés de su arpa. (Z,a Fe de mi infancia, p. e.) Puede afirmarse que los diez ó doce primeros años de la vida literaria de Gutié- rrez Nájera (1876-1888) fueron un viaje perpetuo por entre todas estas influencias,1 1 Ivas religiosas de su madre, las literarias de su padreólas católicas de la sociedad mejicana; las influencias de los escritores franceses (Hugo, Gautier, Mussett, p. e.) y de los españoles (Bec- quer, Campoamor, Valera, Nuñez de Arce p. e.) acercándose á todas, reflejándolas todas, nadando en las aguas de los autores nuevos, encantado, admirado, sugerido y mostrando á veces en la superficie de las olas, como el escualo1 de Heredia, su aleta relampaguean- te de esmeralda y oro. En aquel decenio se reveló prosista sin- gularísimo, sin punto de comparación den- tro de las letras españolas de hoy, por la fulguración perpetua, pero suavísima, como la de las noctilucas,2 de su frase, y por su estilo, muy complicado, muy fino, saturado de poesía y de una inexpresable facultad de efusión íntima, familiar y acariciadora que parecía tocar en lo amanerado, pero que sor- teaba el escollo con un movimiento lleno de gracia y de gusto. En su prosa,3 comentario perpetuo de su alma lírica y amorosa, puesto como un bor- dado de hadas sobre la trama de los aconte- cimientos mundanos que su deber de cro- nista le obligaba á narrar, fué en donde nuestro Manuel formó su estilo, creó su per- sonalidad literaria y llegó á la plena concien- cia de su fuerza y de su arte. Entonces se hizo popular entre la sociedad inteligente y 1 Se alude á un peje descrito por el poeta fran- cés José Ma de Heredia, en uno de sus sonetos magníficos: Las islas de coral. 2 Las luciérnagas (candelillas). 3 Véase el Epítome de esta serie titulado Prosa. Contiene once preciosos Cuentos y Crónicas de Gutiérrez Nájera. — 8 — la sociedad de los salones, el seudónimo de El Duque Job, que iba tan bien á su modestia y á su nobleza literaria, y que concertaba tanto con la conciencia que había en los dos grupos sociales, que él unía con inimitable donaire, de que aquel joven escritor era real- mente un príncipe del país azul de la fantasía, un mago que pintaba en abanicos de encaje y seda figuras y paisajes deliciosos, rodeados de infinito y de ensueño. Pero dejemos al prosista á un lado: nos será dado estudiarlo un día? Sin ese estudio, tal vez lo dijimos antes, la figura en pie del Duque no puede colocarse sobre el pedestal. Sigamos brevemente al poeta: sus versos, menos frecuentes que al principio, más ar- tísticos, obra de quien conoce y penetra los más recónditos secretos de la técnica, emer- gen de su prosa periodística y abren en los remansos de la precipitada corriente, como los nelumbios 1 del Nilio, sus grandes flores, á manera de estrellas vivas engarzadas en cristal. Flores, eso eran sus versos, sí; y su obra poética, en conjunto, es la flor más bella, la más perfumada, la flor de otoño del romanticismo mejicano. En los elementos de su savia, en el jugo que la colora, se pueden encontrar elementos selectos de to- das las producciones poéticas que, aquí y allende el mar, le eran anteriores de cerca, y en la poesía de toda la generación que á Gutiérrez Nájera sucede, está deshojada 1 Plantas acuáticas, de flores muy bellas. — 9 — como en una copa de vino generoso la co- rola de esa flor. Esta poesía de la sensibilidad ó, en términos de otros poetas, el sentimentalismo, es la de Gutiérrez Nájera. Su lirismo senti- mental, hasta cuando retoza y ríe, es por esencia elegiaco;1 tómese un centenar de las composiciones aquí publicadas, y con la mayor parte de ellas se puede formar un ra- millete de elegías, blancas, perfumadas y tristes como las últimas flores de un jardín que va á morir. Tal florilegio podría intitu- larse Amor y lágrimas, y este solo nombre sería una reminiscencia del apogeo román- tico. Mas la elegía de Manuel, verdadero canto de flauta (eso fué la primitiva elegía helé- nica2 ) por su doliente y sutil dulzura, no por ser la revelación en rimas musicales de un alma, deja de ser de su tiempo y de in- dicar la indeterminable transición entre el romanticismo y el realismo puro, que hoy el misticismo de las escuelas nuevas irisa con los colores espectrales3 en que se descom- pone la luz que viene del sol de ultratumba. Canto de amor ó de dolor, ó de ambas cosas, como suele, es muelle hasta la lan- guidez, sensual hasta la delectación,4 como 1 Quejumbroso. 2 De la antigua Grecia. 3 Iyos del arco iris. 4 Deleite, placer. - 10 — los de su maestro Musset;1 pero, alguna vez, va más allá, y, desde el vértice de su tris- teza, contempla nuestro poeta el fragmento de mundo, de vida universal que nos es da- do conocer, como un sector de sombra y desesperanza que corta y mide las dos líneas de espíritu y materia que forman el ángulo de nuestra existencia, y entonces Manuel es pesimista, y su poesía expresa tan acerta- damente el tormento de muchos, sí, de mu- chos, que se impersonaliza casi y deja de ser romántica para ser eterna.